Tesis Desigualdad de Genero
Tesis Desigualdad de Genero
Tesis Desigualdad de Genero
FACULTAD DE CIENCIAS
PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
Dios mismo será tu guı́a, y te ayudará en todo; él jamás te abandonará. ¡Echa fuera el
miedo y la cobardı́a!. Deuteronomio 31:8
A mis padres, su amor y apoyo diario han hecho de mı́ la mujer que soy. Jamás de-
jaré de agradecer sus palabras de aliento, siempre creyeron en mı́ a pesar del tiempo.
A mis amigos. Majo y Drita, gracias por su apoyo, por su amor y sus palabras. Santy,
Alexis y Blito, por ser mis amigos y hermanos. Gracias por ser mi pilar, por los momen-
tos inolvidables y su amistad incondicional.
A Silvia, gracias por sus enseñanzas y palabras de aliento, han hecho posible este
trabajo. Gracias por ser más que una maestra, una amiga.
Belén
DEDICATORIA
A Dios.
A mi Papi, por ser mi apoyo incondicional, por demostrarme el valor del esfuerzo
diario y la importancia de mirar la vida con ojos de felicidad. Te amo papi.
A mi Mami, por ser mi mejor amiga y ejemplo, por los abrazos y las palabras de
aliento en todo momento, juntas siempre mami. Te amo.
A mis sobrinos, Gadito y Sophita, para que tengan el valor de luchar siempre por sus
sueños.
A mi abuelita Piedad, por siempre tener una sonrisa en su rostro para mi. A mis
abuelitos Alfredo Mena y Alfredo Mejı́a, desde pequeña fueron mis cómplices, sé que
desde el cielo siguen apoyándome y sonriendo conmigo.
Belén
6
Índice general
Índice de Figuras 9
Índice de Tablas 12
RESUMEN 15
INTRODUCCIÓN 1
1. MARCO TEÓRICO 5
1.2.1. EDUCACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
1.2.2. SALUD . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
7
8 ÍNDICE GENERAL
1.2.3. VIOLENCIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
2. DATOS Y METODOLOGÍA 65
2.1. DATOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
4. ANÁLISIS DE RESULTADOS 97
BIBLIOGRAFÍA 109
11
2.1. Composición poblacional-Ecuador 2014. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
13
14 ÍNDICE DE CUADROS
RESUMEN
15
16 RESUMEN
ABSTRACT
This research applies a gender approach into the analysis of the wage gap between
men and women. In that, it evaluates and quantifies income discrimination of families
in the rural areas of Ecuador.
Then, data and statistical and econometric tools are displayed for calculation of gender
inequality by income. Thus, Mincer´s equations, Heckman´s correction of selection bias,
and Oaxaca-Blinder decomposition are performed.
Finally, results of wage equations, the analysis of variables and the calculation of wa-
ge discrimination between men and women are shown, as well as, conclusions and
recommendations from the research.
17
18 RESUMEN
INTRODUCCIÓN
1
2 INTRODUCCIÓN
lo que impide su inserción justa en el mercado laboral (CEPAL, 2002). En este sentido
especı́fico, la obtención del derecho a la educación está vinculada con otros derechos,
también importantes como los referentes al mercado laboral. Por ejemplo, si el sistema
educativo está basado en estereotipos de género entre niños y niñas, la segregación
ocupacional y las brechas salariales se reproducirán en el mercado laboral de hombres
y mujeres como consecuencia de los patrones aprendidos, reproducidos y naturaliza-
dos a lo largo de la niñez, juventud y adultez (Lamas, 1996).
En varios campos de investigación y estudios las variables de género han sido poco
incluidas, razón por la que los resultados muestran sesgos estereotipados, mismos que
construyen realidades que no siempre se ajustan a la vida diaria de hombres y mujeres
(Garcı́a & De Oliveira, 2007). Los estudios de género permiten desvelar ámbitos de la
realidad e incluir a la mujer como objeto de estudio, esto permite dar cuenta de la
multiplicidad de realidades de las que son sujeto mediante la articulación correcta de
género y sexo (Lamas, 2000). La búsqueda de la igualdad de género como parte de
la formación integral de los derechos humanos es parte fundamental de los objetivos,
tanto de los gobiernos como de instituciones internacionales. El objetivo es reforzar las
polı́ticas de igualdad de oportunidades en todos los ámbitos donde ellas se desarrollen
y sobretodo que permitan la eliminación de todas las formas de discriminación.
Con el fin de alcanzar los objetivos de este estudio, Ospino, Roldán, y Barraza (2011)
plantean que las diferencias salariales entre grupos son un fenómeno que motiva a la
investigación debido a la evolución del mercado laboral, razón por la cual se propone
identificar métodos que permitan estimar estas diferencias, desarrollar teorı́as para
explicarlas y de esta manera generar polı́ticas para mitigarlas.
MARCO TEÓRICO
A nivel internacional, en primer lugar, Blau y Kahn (1994) plantean un estudio sobre
el aumento de la desigualdad salarial y la brecha de género de EE.UU, donde se pro-
pone analizar la diferencia salarial con la condición adicional de la estructura general
5
6 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
de salarios. Utilizan una regresión que descompone el salario entre las diferentes ca-
racterı́sticas personales y laborales de hombres y mujeres, y la estructura salarial de
10 paı́ses, ası́ como una variante al modelo de Oaxaca- Blinder. Adicionalmente, en
España, Garzón y De Cabo (2007) realizan un estudio de discriminación salarial por
sexo. Para esto plantean modelos econométricos que parten de la estimación del efec-
to de las variables relacionadas con el salario y de la discriminación salarial asociada
al sexo.
Blau y Kahn (1994), indican que la estructura salarial del paı́s condiciona la desigual-
dad salarial entre hombres y mujeres, pero que existen condiciones como las polı́ticas
gubernamentales y otras que influyen en los salarios, además de la cualificación de
la mujer. Esto se traduce en discriminación. Por otra parte, Garzón y De Cabo (2007)
indican que la caracterı́stica del sexo influye de tal manera que en promedio la mujer
recibe el 17 % menos de un salario que un hombre en las mismas condiciones. Esto
señala la razón estrictamente discriminatoria ligada al sexo para la desigualdad de sa-
lario, que se agrava en presencia de otras caracterı́sticas adicionales como la edad,
técnicas profesionales, ubicación geográfica, entre otras.
Publicaciones del Banco Central también hacen referencia a las diferencias salariales,
aunque si bien el estudio no hace referencia a hombres y mujeres, es el interés de
este estudio comprender las herramientas que se utilizan para medir las diferencias
salariales. Carrillo (2004), señala que las diferencias salariales entre el sector público y
privado indican una brecha. Para alcanzar los objetivos de este estudio, el autor utiliza
una regresión semi-logarı́tmica en la que la variable dependiente es el logaritmo del
ingreso y donde una de las variables explicativas es binaria. La herramienta concluye
que los asalariados del sector público ganan en promedio 18 % más que los del sector
privado y que además la brecha es mayor entre los trabajadores que menos ganan.
1.1. REVISIÓN DE LA LITERATURA 7
Finalmente, dentro del análisis del salario, Condor (2010) realiza la estimación de las
brechas salariales y retornos a la educación en función de la etnia de las personas. Pa-
ra ello utiliza una regresión tipo Mincer con corrección de sesgo de selección a la que
aplica la descomposición salarial de Oaxaca-Ramson. Con este estudio, Cóndor con-
cluye que los indı́genas son quienes sufren de mayor grado de discriminación laboral,
con al menos el 49,6 % menos de ingresos que el resto de etnias en el Ecuador.
Por otro lado, la investigación en cuanto a la discriminación por género implica otros
aspectos. Estos se relacionan con la violencia, y el acceso a educación y salud. Como
parte de estos estudios, la violencia hacia las mujeres es considerada una forma de
discriminación puesto que lleva a estados de subordinación y desvalorización de lo
femenino frente a lo masculino. En este sentido, los estudios de género de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señalan la necesidad de hacer
frente a todos los tipos de discriminación, donde la mujer ha sido considerada inferior
únicamente por su condición sexual.
Dentro del contexto rural, en el Ecuador, Martı́nez (1992) hace referencia a los estudios
del empleo rural en el Ecuador, considerando su estructura, especificidad, caracterı́sti-
cas y estacional. A pesar de que el trabajo es cualitativo, Martı́nez (1992) afirma que
el empleo rural es diversificado, donde la agricultura no es la única fuente de empleo,
y donde la mujer asume tareas diversas dentro de su participación económica y su
trabajo ha sido desvalorizado frente a otros propios de la zona.
8 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Por una parte, se trata de explicar las implicaciones de la inequidad de género basado
en el análisis y la comparación de los diferentes sectores sociales. Otra visión realiza
un análisis de estratificación social, como una forma de relacionar directamente la cla-
se social y el género, y que funcione como un sesgo jerárquico que pocas veces es
considerado; y, además una tercera postura que busca un factor común para las for-
1.1. REVISIÓN DE LA LITERATURA 9
mas de inequidad y que integre de forma simultánea las inequidades de género. Esta
última postura sostiene que estas estructuras generan sistemas de distinción social-
mente aceptados que producen desigualdades persistentes y perdurables (Garcı́a &
De Oliveira, 2007), para este estudio: el ámbito laboral.
1 Las desigualdades socioespaciales hacen referencia a las diferencias marcadas de carácter re-
gional, entre áreas urbanas y rurales; mientras que las desigualdades sociolaborales se refieren a las
ocupaciones, ramas de actividad, tamaño de la empresa, etc.
10 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
la discriminación que afecta a las mujeres. Al finalizar el siglo XX, 189 paı́ses miembros
de las Naciones Unidas se acogieron al compromiso mundial de desarrollo, reflejado
en la agenda mundial y especı́ficamente en los Objetivos de Desarrollo del Milenio
(ODM), que buscaban sostener una lucha global contra la pobreza y la desigualdad
(Valdés & Palacios, 1999).
El tercer objetivo de los ODS, promueve la igualdad entre los géneros y el empodera-
miento de la mujer, que motiva a una plena e igualitaria participación de las mujeres en
todos los ámbitos de la vida, en la toma de decisiones, y la necesidad de hacer frente a
los altos niveles de violencia intrafamiliar y contra la mujer. Finalmente, el octavo obje-
tivo señala la importancia de promover un crecimiento económico sostenido e inclusivo
de hombres y mujeres, pleno empleo, igualdad de remuneración por trabajo de igual
valor para todos y la generación de un entorno de trabajo seguro.
Los estudios de género, tienen sus inicios y posterior desarrollo en el movimiento femi-
nista de los años 60 y 70 en Estados Unidos e Inglaterra, y plantean la necesidad de
buscar una relación entre la ciencia y la acción polı́tico-social. Estos estudios exponen
la situación de la mujer en búsqueda de cambios de carácter social.
Si bien, los estudios de género, reconocen las diferencias entre hombres y mujeres,
en lugar de minimizarlas, pretenden revalorizar la identidad de género femenina con el
objetivo de eliminar el sistema de opresión que se ha construido en función de dichas
diferencias (Espinar, 2003).
Los estudios con perspectiva de género permiten diferenciar términos y formas que
definen otros detalles con mayor claridad, como los conceptos de sexo y género. En
general la perspectiva de género implica el reconocimiento entre las diferencias sexua-
les y las atribuciones y representaciones sociales que se construyen en base a esta
diferencia sexual, misma que marca la estructura de la sociedad (Lamas, 1996).
De Beauvoir (1949) propone las bases del término género indicando que “una mujer no
nace sino que se hace“. Plantea la idea de que las caracterı́sticas de la mujer no son
netamente femeninas, sino que son el resultado de formas de comportamiento apren-
didas como resultado de un proceso social e individual. Se simplifica el concepto de
género al referirse a la aplicación de comportamientos y actitudes de hombres y mu-
jeres, es decir al conjunto de contenidos que cada sociedad atribuye a las diferencias
sexuales (Gonzales, 2001).
Por otro lado, el término sexo hace referencia a la base biológica de las diferencias
entre hombres y mujeres. En definitiva, se puede afirmar que el género no es más
que la interpretación cultural y social del sexo, en cuanto a expectativas y roles por
desempeñar de hombres y mujeres y que es conocido como el sistema sexo-género,
elemento que es fundamental para la base de toda sociedad (Espinar, 2003). De esta
forma, el sexo se hereda y el género se adquiere a través del aprendizaje cultural.
De acuerdo a Lamas (2000), la distinción entre los términos género y sexo permite
analizar mejor la realidad social, comprendiendo que las caracterı́sticas humanas con-
sideradas femeninas son el resultado de un complejo proceso individual y social, en
lugar de derivarse exclusivamente de su sexo natural.
La identificación del concepto de género permite socializar los roles asumidos como
masculinos y femeninos. Además, permite la definición de normas socialmente catalo-
gadas para un sexo en especı́fico como identidad propia, y finalmente naturalizar las
diferencias de género, comprendiendo además que a lo largo del tiempo la forma en
la que una persona percibe al género puede variar simplemente al vivir. Esto como
resultado de los cambios que experimenta dentro la sociedad y con ella la manera de
juzgarla.
2. Económica: Dimensión que expresa las actividades que naturalmente son conce-
bidas para hombres y mujeres, denominada: “organización del trabajo por géne-
ro“, y que atribuye las actividades de reproducción social a la mujer, mientras que
la producción visible activa es asignada a los hombres.
4. Social: Esta dimensión explica las diferencias basadas en el género entre hom-
bres y mujeres en función de los pilares de una sociedad, construidas a partir
de deberes y prohibiciones. Esta forma de discriminación genera en los grupos
una gran carga cultural y se encarga de reproducir el comportamiento aceptado
para hombres y mujeres. Por ejemplo, las mujeres dentro de la sociedad cumplen
un papel básico de educadoras y cuidado, mientras que los hombres procuran la
ostentación del poder.
han sido los hombres quienes han formado desde siempre gran parte de la mano de
obra.
Según Reskin y Padavic (1994), esta distinción generó, en primer lugar, la asignación
de trabajos especı́ficos para hombres y mujeres; el trabajo remunerado a los hombres
y el no remunerado a las mujeres. Por lo tanto los hombres determinaban la fuerza de
trabajo y su salario representaba el sostén total de la familia. Por otro lado, el trabajo
principal era la producción donde se cobraba exclusivamente por el trabajo, mas no
por actividades de autoconsumo. Es decir el trabajo se concebı́a como la realización
de actividades remuneradas únicamente e invisibilizaba el trabajo en el hogar por no
considerarse “trabajo real“.
Reskin y Padavic (1994) definen al trabajo como la actividad que incluye diferentes
formas de producción, como bienes y servicios para autoconsumo o de intercambio
por ingresos. Ası́, se definen tres tipos de trabajo.
En base a este tema existen ambigüedades para el trabajo no remunerado, como traba-
jo doméstico en el hogar, trabajo doméstico con remuneración, o el trabajo reproductivo
de la mujer al cuidado de los hijos.
De manera general, para el ámbito laboral, la discriminación hacia las mujeres está ba-
sada en procesos básicos, como la baja probabilidad de trabajar a tiempo completo a
pesar de cumplir con las tareas domésticas y familiares (jornada extendida), de recibir
un salario bajo en condiciones bajas, entre otras.
para el libre ejercicio de los derechos de las mujeres. De esta forma se garantiza la
inserción y permanencia de las mujeres en el mercado laboral (CIDH, 2011).
Algunos organismos internacionales como la CIDH indican que, para hacer frente a la
desigualdad de género entre hombres y mujeres, es necesario garantizar el bienestar
laboral en varios aspectos (CIDH, 2011):
BRECHAS SALARIALES
La igualdad de salarios entre hombres y mujeres implica más que una cuestión ne-
tamente económica, esta involucra la distribución equilibrada de los cargos laborales
tı́picamente feminizados y masculinizados, entre otros aspectos. Esto implica que la
forma desigual de la distribución del trabajo en cada sector constituye un factor deter-
minante en la formación de la brecha de ingresos.
Es decir, el salario se fija como el resultado de un sin número de factores sociales que
se traducen en el mercado y que reflejan la subvaloración del trabajo de la mujer; y,
por ende la asignación de salarios bajos.
En teorı́a deberı́a existir un igual salario pagado para hombres y mujeres por realizar
trabajos de igual valor, aun cuando en general por el hecho de ser mujer o por desem-
peñar un trabajo tradicionalmente femenino, se paguen salarios inferiores (OIT, 2001).
Dentro de este aspecto se puede diferenciar la discriminación directa e indirecta.
Ribas (2004) muestra que la discriminación laboral basada en el ingreso incluye algu-
nas otras especificaciones como:
2. La división del trabajo determina la discriminación salarial debido a que esta ge-
nera una reducción en el salario de trabajos tı́picamente femeninos como resul-
tado de la demanda laboral de mujeres y la poca oferta. Por otra parte, si los sa-
larios se establecen en función del tipo de trabajo estos dan origen a una escala
de salarios donde los hombres encabezan los salarios más altos, produciéndose
ası́ las diferencias salariales.
La mujer rural es considerada como parte de un grupo vulnerable, que carece de meca-
nismos que promuevan un enfoque integral de desarrollo y basados en una perspectiva
de equidad (CEPAL, 2002).
temas de fondo acerca de los motivos que ocasionan la desigualdad laboral entre hom-
bres y mujeres de esta zona.
4. Tecnologı́as inapropiadas.
5. Carencia de información.
En un alto porcentaje de los hogares rurales, la mujer cumple un triple rol, ama de ca-
sa, trabajo reproductivo (responsabilidad de crianza y educación de hijos) y productivo
(proveedora secundaria de ingresos, como trabajo agrı́cola), y el trabajo comunal en
torno a la provisión de productos de uso colectivo. La diferenciación del trabajo entre
hombres y mujeres regido en base al análisis de los roles entre ambos permite eviden-
ciar la diferencia del valor real atribuido al trabajo de cada uno y sobretodo la razón de
la subordinación de la mujer en el área rural (Moser, 1997).
El hecho de que las mujeres sean consideradas por la sociedad como las únicas res-
ponsables del cuidado del hogar y las tareas domésticas incide en la inserción de ellas
en el mercado laboral y refleja la desigualdad de oportunidades a la que se enfrentan.
La economı́a del hogar ha demostrado que las mujeres rurales enfrentan barreras para
el ingreso al trabajo no agrı́cola por su falta de educación, obligándolas a optar por otro
tipo de actividades complementarias a sus actividades cotidianas como el pequeño
comercio e informal.
Según estudios de la CEPAL, en general dentro del sector rural la participación laboral
de la mujer se distribuye entre los hogares como diversificados o mixtos y las activi-
dades no agrı́colas. Dentro de estos predios de producción agrı́cola, las tareas son
distribuidas entre tareas agropecuarias con fuerza de trabajo familiar y tareas polifun-
cionales de cada miembro; considerando que el tiempo de la mujer está distribuido
entre las tareas remuneradas y no remuneradas, lo que extiende aun más su horario
de jornada (Bentancor & Modrego, 2011).
Las actividades de trabajo de la mujer no aplican únicamente a tareas dentro de los pre-
dios agrı́colas, sino también actividades como la ganaderı́a (pastoreo y alimentación),
cultivos en las parcelas e inclusive a sustituir a los hombres dentro de la especializa-
ción por género de las labores agrı́colas como resultado de la mayor inserción de los
hombres a trabajos asalariados fuera de las parcelas de producción familiares. Esto
lleva a las mujeres a tomar puestos de trabajo poco remunerados e incluso con bajas
prestaciones basadas en su bienestar (Ortega, 2012).
de las actividades que realiza existen tareas diversas dentro de sus tareas de pro-
ducción, que no únicamente cubren la provisión de alimentos y otros bienes para el
comercio fuera del hogar, sino que algunos bienes de estos proveen de alimento y
generan bienestar al propio hogar (Campillo, 1994).
Sin embargo, a la discriminación causada por el género se agregan otros factores re-
lacionados con las caracterı́sticas personales de la mujer. Especı́ficamente, la mujer
rural se ve afectada por la invisibilización de su trabajo (CEPAL, 2015), como se ha
evidenciado, debido a la falta de registro de estas actividades. En la zona rural existen
tareas que no son reconocidas como trabajo al igual que las actividades productivas
por ser actividades domésticas. La dificultad de la recolección de estos datos respon-
de a varios factores como la realización simultánea de diferentes actividades que no
permiten contabilizar ciertos trabajos.
Para el presente estudio, donde se analiza la existencia de una brecha salarial, es im-
portante señalar los tipos de ingreso. Bentancor y Modrego (2011) plantean diferentes
fuentes de generación de ingresos para el sector rural:
4 Autoempleo agrı́cola: consiste en desarrollar una actividad agrı́cola creada y ejercida por el propio
individuo, quien dirige esa actividad y obtiene ganancias por ello.
24 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Dentro de estos, la variable ingreso, para este estudio será el ingreso laboral única-
mente y no el ingreso total. Los detalles de esto se explicarán más adelante.
Los trabajos asalariados del sector rural han demostrado ser estables y vinculados
principalmente a unidades campesinas heterogéneas, donde trabaja mano de obra
menos calificada, con remuneraciones bajas y una oferta laboral precaria que desarro-
lla una proletarización informalizada detrás de un modelo de economı́a campesina.
La polı́tica pública puede entenderse como la búsqueda de los lineamientos que rigen
el funcionamiento y los procesos de la sociedad. La polı́tica se expresa en instrumen-
tos, programas, normas institucionales, es decir en herramientas polı́tico-administrativas
que giren en torno a objetivos explı́citos (Ferraro & Diodati, 2008.
Es por esta razón que es importante que quienes formulan las polı́ticas estén conscien-
tes de los efectos diferentes entre hombres y mujeres, lo que permitirá la generación
de polı́ticas eficaces. Por ejemplo, las polı́ticas que aparentan ser no sexistas pueden
tener efectos contrarios, como dificultades para encontrar empleo, necesidades fami-
liares o la garantı́a de sus derechos (OCDE, 2012).
Por ejemplo, en México la polı́tica pública con perspectiva de género ha sido dirigida
en varios objetivos especı́ficos como:
4. La valoración del uso del tiempo y carga laboral, que implica el reconocimiento del
trabajo no remunerado. La regulación de una remuneración unificada que busca
dar un valor digno no reconocido históricamente.
28 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
1.2.1. EDUCACIÓN
res más saludables, con mejor nivel de nutrición y mayor capacitadas para educar a
sus familias, ası́ como para participar en la toma de decisiones dentro de la sociedad
(ONU, 1995). La educación representa el espacio idóneo para la formación de nue-
vos pensamientos, dentro de una democracia que establece en su marco legal la no
discriminación por razón de sexo (Martı́nez, 2008).
breve relacionada con la vida cotidiana. Los datos de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe, CEPAL, y la UNESCO señalan la brecha de analfabetis-
mo entre hombres y mujeres percibida entre los años setenta y ochenta, misma que
se cierra a partir de los años noventa para las poblaciones más jóvenes, tal y como
muestra la 1.1.
2014). A pesar de esto, las tasas más altas de analfabetismo las registran las mujeres
indı́genas jóvenes, con indicadores de desigualdad donde la brecha entre hombres y
mujeres llegan a 17 y 13 puntos porcentuales, lo que denota un grado de discriminación
por etnias y grupos raciales aún más profundas.
Invertir en la educación de niñas y niños, según el Fondo de las Naciones Unidas para
la Infancia (UNICEF) en el año 2007, influyó en el desarrollo y bienestar y excluye
las posibilidades de continuar con el ciclo de la pobreza. En relación a las brechas
de género, el promedio regional no indica diferencias importantes entre las tasas de
asistencia escolar. En las zonas urbanas cerca del 98 % de niñas y niños asisten a un
establecimiento escolar, mientras que en las zonas rurales el valor disminuye al 94 %, y
se reducen aún más en los estratos pobres rurales con un 89 %, ya sea por necesidad
de trabajo, distancia, no acceso a transporte o renuencia de los padres (Milosavljevic,
2007).
Si bien los datos son positivos para la matrı́cula en primaria, el nivel de permanencia
de la mujer hasta el quinto grado es inferior a la masculina (Milosavljevic, 2007). En
América Latina, las tasas de matriculación en nivel secundario y superior indican un
gran incremento en la mayor parte de la región con porcentajes que disminuyen con-
forme asciende el nivel de escolaridad. Entre 1994 y 1997, por ejemplo, en América
Latina se registraron en nivel terciario un promedio de 1970 mujeres por cada 100000
(CEPAL, 2002). La CIDH señala que la accesibilidad a la educación es un factor impor-
tante para lograr una educación en condiciones igualitarias, por lo que es de carácter
fundamental que los estados promuevan la garantı́a de la igualdad durante toda la tra-
yectoria educativa de la mujer, donde se asegure una educación intercultural, y donde
se respeten todos los factores de diversidad (CIDH, 2011).
Las tasas de matriculación para hombres y mujeres, tanto en educación primaria como
secundaria, alcanzan un ı́ndice de disparidad5 cercano a uno en la mayorı́a de los
paı́ses y muestran una mejorı́a para las mujeres en el acceso a educación superior en
la región.
5 El ı́ndice de disparidad de género (IPG) es un ı́ndice socioeconómico que permite calcular el acceso
relativo de hombres y mujeres a la educación. Resulta del cociente entre el número de mujeres y el
número de hombres en una etapa determinada de educación (primaria, secundaria, etc.)
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 33
Es por esta razón que resulta inherentemente indispensable que la educación sea
considerada como uno de los principales pilares de la polı́tica pública, que genere
cambios en el desarrollo sostenible de la sociedad, el equilibrio económico y social y,
que conlleve a combatir la desigualdad de género en todos los frentes.
En general por ejemplo, según datos del INEC, la mujer en promedio posee 8 años de
educación, mientras que el hombre alcanza los 10 años de instrucción. El verdadero
problema en cuanto a la tasa neta de asistencia radica en la deserción escolar al
comparar las zonas urbanas y rurales; puesto que como se muestra en la figura 1.3, el
promedio de años entre zonas disminuye a la mitad, con una pequeña disminución de
la diferencia en los últimos años.
Figura 1.3: Años promedio de escolaridad. Fuente: ENEMDU, Instituto Ecuatoriano de Es-
tadı́sticas y Censos (INEC). Elaborado por: La Autora.
La problemática en la zona rural integra factores tales como la falta de voluntad de las
familias de brindar educación a adolescentes, pronta asignación de responsabilidades
familiares, estereotipos discriminatorios, embarazo adolescente y otros. La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) plantea que las mujeres y niñas de las
zonas rurales son más propensas a enfrentar estas barreras de género puesto que se
encuentran en una mayor situación de riesgo de violación de sus derechos humanos
debido a los roles concebidos por la mujer en la sociedad. En general, para el año 2015
la tasa de analfabetismo en mujeres alcanzó el 7,1 %, mientras que en los hombres fue
del 4,6 % a nivel nacional. En las zonas urbanas y rurales la desigualdad es aún mayor,
para el área urbana con una tasa de analfabetismo de 3,9 % y para el área rural del
36 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
12,9 %.
Figura 1.4: Tasa de analfabetismo desagregada por sexo. Fuente: ENEMDU, Instituto Ecuato-
riano de Estadı́sticas y Censos (INEC).Elaborado por: La Autora.
En cuanto a la educación superior, según datos del Consejo Nacional para la Igualdad
de Género y el Consejo de Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de
la Educación Superior (CEAACES), si se analiza la estructura del estudiantado a nivel
nacional por sexo, del total de estudiantes, el 56 % son mujeres y el 44 % son hombres,
mientras que del sector rural únicamente el 19,0 % tiene acceso a educación superior;
lo que señala que además las brechas de desigualdad se agudizan en presencia de
diferencias étnico-culturales (SENPLADES, 2013).A pesar del incremento en los nive-
les del acceso a educación superior, las cifras no se traducen en mejores empleos y
salarios iguales para las mujeres. En cuanto al nivel de posgrados se mantiene la mis-
ma tendencia que obedece a esquemas culturales preestablecidos que encasillan a la
mujer a una vocación “natural“ hacia las profesiones que tienen que ver con la: familia,
la salud, la educación, el ámbito doméstico y las capacidades administrativas innatas
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 37
(Quintana, 2015a).
1.2.2. SALUD
Los indicadores básicos en cuanto a la salud de la mujer, evidencian que este ha sido
un tema poco tratado en cuanto a la equidad de género. A pesar de todo esto, existe
una consistente tendencia a la mejora de estos indicadores en la región y obedece a
factores expansivos de polı́tica e inversión pública.
Figura 1.5: Estimaciones de mortalidad materna al año 2007. Fuente: UNESCO, Instituto de
Estadı́sticas. CEPAL. Elaborado por: La Autora.
Para finales del 2015, el 92,5 % de las mujeres a nivel nacional tuvo algún tipo de cono-
cimiento sobre métodos anticonceptivos, pero apenas el 49,4 % ha utilizado alguno de
ellos. De este total, el 84,4 % de mujeres del área rural tienen conocimiento de métodos
anticonceptivos y el 50,9 % los ha utilizado, lo que indica que únicamente alrededor de
462,087 del total de mujeres del área rural cumplen su derecho a una salud sexual
saludable (INEC, 2014).
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 41
Figura 1.6: Uso de métodos anticonceptivos, según tipo de método. Ecuador 2005-2006. Fuen-
te: INEC-Encuesta de Condiciones de Vida 2005-2006. Elaborado por: La Autora.
Figura 1.7: Tasa global de fecundidad. Ecuador 1982-2010. Fuente: INEC-Censo de Población
y Vivienda 1982-2010. Elaborado por: La Autora.
Por ejemplo, para el año 1982 el promedio total de hijos e hijas por mujer en el Ecuador,
según datos del INEC- Censo de Población y Vivienda del 2010, era de 5,3 frente al
42 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Por otro lado, esta tasa tiene a reducirse a medida que incrementa la participación
laboral de la mujer, ası́ como las tasas de asistencia escolar y el uso de métodos
anticonceptivos.
1.2.3. VIOLENCIA
“Cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufri-
miento fı́sico, sexual o psicológico en la mujer, tanto en el ámbito público como en el
privado“.
En efecto, reconocer que la violencia hacia la mujer es sin duda una forma de discrimi-
nación y de violación de los derechos humanos, implica comprender que la violencia es
el nexo entre varias formas de subordinación y no solamente una manifestación de re-
laciones de poder que son históricamente desiguales. Estos comportamientos reflejan
el diario vivir entre disparidades y condiciones creadas por la sociedad en diferentes
factores que lo agravan como la condición económica, la raza, el origen étnico, edad,
44 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Otros como el Plan Nacional Decenal de Protección Integral, Plan Nacional Contra la
Trata y Explotación Sexual de niñas, niños, adolescentes y mujeres, entre algunos más,
pero todos coinciden en la necesidad de dar una respuesta que atienda el fenómeno
de la violencia y que permita analizar y comprender de mejor manera las consecuen-
cias, factores de la realidad de la sociedad, y de esta forma generar e implementar
polı́ticas donde se procuren eliminar las condiciones que ejercen mayor nivel de discri-
minación como la edad, género, o la etnia y que claramente conlleva a la vulneración
de derechos.
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 45
Para América Latina, del total de 33 paı́ses, únicamente 16 de ellos poseen información
sobre género, siendo la arista de violencia casi nula. En América Latina el 38,8 % de
mujeres han sufrido algún tipo de violencia, valor que disminuye a medida que se
incrementa el nivel de educación. En América Latina la muerte violenta de mujeres ha
cobrado gran relevancia internacional en paı́ses como México y Guatemala, a pesar
de esto no se poseen datos generales de femicidios.
La violencia contra las mujeres privadas de su libertad, trata de personas con fines de
explotación sexual o laboral, la información es totalmente escasa a pesar de ser una
problemática de atención internacional y que requiere de la formulación de normas con
la obligatoriedad de los estados (Almerás & Calderón, 2012).
Figura 1.8: Porcentaje de mujeres que han vivido algún tipo de violencia. Fuente: INEC - En-
cuesta Nacional sobre Violencia en contra de las Mujeres CDT. Elaborado por: La Autora.
Además de identificar el tipo de violencia, es necesario señalar quienes son las perso-
nas que agreden, puesto que de acuerdo a este análisis, los datos muestran que los
diferentes tipos de violencia hacia las mujeres han sido en su mayorı́a por sus parejas.
Del total de mujeres violentadas, el 87,3 % ha sufrido de maltrato fı́sico y el 50 % ha
sido vı́ctima de violencia sexual, ambos por parte de sus parejas o ex parejas. Entre los
factores que desencadenan la violencia, pero no la justifican, están en primer lugar los
celos, el consumo de sustancias estupefacientes y alcohol, y la infidelidad. Al analizar
otras variables socioeconómicas, se evidencia que existe una relación directa entre el
nivel de instrucción y la violencia de género.
La violencia sexual denota una serie de expresiones, entre ellas la exigencia a tener
relaciones sexuales a la fuerza o simplemente verse obligadas a hacer algo que no es
de su gusto por la concepción de obligatoriedad a cumplir con deberes matrimoniales
y de esto el cumplir con las demandas sexuales de sus parejas.
Figura 1.9: Número de denuncias aceptadas en las Comisarı́as de la Mujer y la Familia. Fuente:
Dirección Nacional de Género (DINAGE). Elaborado por: La Autora.
A pesar del gran daño sentimental que la violencia genera a las mujeres, el 54,9 % de
ellas ha tomado la decisión de no separarse de su pareja y apenas el 9,7 % ha pensado
en separarse de su pareja pero no puede hacerlo, puesto que más del 22 % de mujeres
en estado de violencia no tienen manera de sostenerse económicamente y no cuentan
con apoyo familiar.
Finalmente, los datos permiten analizar la violencia económica o patrimonial que ajusta
los recursos económicos de las mujeres y que no posee tipificación ni estipulación en
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 49
las leyes ecuatorianas a pesar de que el 10,7 % de las mujeres la han sufrido en tanto
que sus parejas han destruido, arrojado o escondido sus artı́culos personales o las han
despojado de su dinero y bienes. Esta forma de violencia busca dejar desprotegida a
la mujer, restarle autonomı́a y la posibilidad de ponerle fin a una relación violenta y
agresiva.
El mayor porcentaje de violencia de género por etnia se presenta en las mujeres indı́ge-
nas con un 67,8 % y en las afroecuatorianas con el 66 %, seguido por montubias con
62,9 % y blancas 59,7 %. Los colectivos de la sociedad que más sufren de violencia de
género son aquellas donde las mujeres sufren de discriminación social, económica, y
condiciones subordinadas al interior de sus propios colectivos. En ocasiones estos gru-
pos sufren de doble o triple discriminación: por ser pobres, por su condición de género
y su pertenencia a grupos étnicos vulnerables (Camacho, 2014).
Figura 1.10: Porcentaje de mujeres vı́ctimas de violencia por área. Fuente: INEC - Encuesta
Nacional sobre Violencia en contra de las Mujeres CDT. Elaborado por: La Autora.
Por una parte, el objetivo 8 de los objetivos de desarrollo sostenible, señala que es
deber de los estados fomentar el crecimiento económico sostenido e inclusivo, además
de asegurar el empleo pleno y decente para hombres y mujeres. Es imprescindible
comprender que el hecho de tener un empleo no es garantı́a para superar barreras
económicas y sociales importantes, y que por lo tanto es importante promover polı́ticas
y medidas eficaces orientadas al aseguramiento de empleos de calidad, con igualdad
de salarios y en un entorno seguro y protegido para hombres y mujeres. Mediante este
objetivo se promueve la igualdad de oportunidades y el acceso igualitario a medios que
permitan la superación de formas laborales de discriminación.
Especı́ficamente, el artı́culo 331 señala que el Estado implementará las medidas ne-
cesarias para eliminar las formas de desigualdad entre hombres y mujeres y además
garantizará la igualdad en el acceso al empleo, a la formación y promoción laboral y
52 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Si bien las mujeres se han incorporado al mercado laboral y son ellas quienes con-
tribuyen activamente a la economı́a de los paı́ses, siguen enfrentando formas de de-
sigualdad que le dificultan desarrollar plenamente su potencial. La participación de
la mujer ha experimentado un acelerado crecimiento, aunque las brechas de géne-
ro, sobretodo en cuanto a desigualdades estructurales, sigan presentes. “El desarrollo
económico de un paı́s está insertado en su organización social, de manera que abor-
dar las inequidades estructurales requiere no solo cambios económicos, sino también
transformaciones de la sociedad misma.“ (Stiglitz, 1998).
Por otra parte, los datos indica que más de la mitad del total de personas desocupadas
en la región son mujeres, con una tasa de desempleo del 9,1 % (CEPAL, 2015). No
obstante a la inserción de mujeres al mercado laboral, la tasa de desempleo de muje-
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 53
res es mayor y cuando logran incluirse en plazas de trabajo, suelen verse obligadas a
aceptar empleos de peor calidad lo que no se ha visto reflejado en igualdad de opor-
tunidades, ni a un trabajo en condiciones equitativas, sino más bien en el incremento
del trabajo informal, horario laboral extenso, discriminación de salarios y otros factores
que impiden el acceso a trabajos de mejor calidad para mujeres (CIDH, 2011.
De esta forma, a nivel de América Latina se tiene que la participación del hombre
dentro del rango de edad comprendido entre los 25 a 35 años es mucho mayor que el
de la mujer, sin considerar buena parte del trabajo rural como trabajo de autoconsumo
y agricultura, trabajo que muchas veces es considerado como quehaceres domésticos
sin valor.
Figura 1.11: Tasa de participación laboral de la población. Fuente: UNESCO, Instituto de Es-
tadı́sticas CEPAL. Elaborado por: La Autora.
Por otro lado las mujeres y hombres adultos (25-49 años de edad) se encuentran en
la etapa productiva y reproductiva, donde el 95 % de los hombres son parte de la PEA,
54 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Sin embargo no toda la población tiene la misma calificación y se calcula que la cuarta
parte de la PEA tiene bajos niveles de escolaridad, factor que se vuelve determinante
dentro de las zonas rurales y que se convierte en agravante ante la presencia de fac-
tores étnicos y geográficos, y que indican en gran medida la inserción laboral precaria,
de baja calidad y donde la remuneración no es justa. Estos indicadores no recogen
datos de trabajos informales por ser inadecuadamente descritos en las estadı́sticas
donde se omiten valores como el trabajo no remunerado, lo que excluye la contribu-
ción del trabajo de muchas mujeres de la zona rural, razón por la que es necesaria la
identificación de estos grupos excluidos
A pesar de los niveles de educación, las mujeres muestran un nivel alto de segmenta-
ción laboral, con la presencia de ellas en sectores de servicios comunales, personales,
sociales y de comercio. La presencia de la segmentación laboral por sexo indica la
existencia de brechas de género en términos de calidad, cantidad de trabajo, y de
salarios, sin contar con la presencia de la precariedad de empleo y donde la mujer tie-
ne una posibilidad del 60,7 % menos de obtener un empleo asalariado (CEPAL, 2015).
Entendiendo por segregación ocupacional o laboral por sexo a la concentración de mu-
jeres en un número especı́fico de ocupaciones, preferentemente consideradas como
femeninas o masculinas.
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 55
Figura 1.12: Promedio de la distribución de ocupados para América Latina. Fuente: Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales
de las encuestas de hogares. Elaborado por: La Autora.
Hombres y mujeres trabajan en todos los sectores, pero existen variaciones sistemáti-
cas en la división del trabajo como trabajo de cuidado no remunerado, el trabajo vo-
luntario y el trabajo informal remunerado y no remunerado, con alta participación de
mujeres, mientras que el trabajo formal remunerado en los sectores privado y público
tiende a ser realizado en su mayorı́a por hombres (Duncan, 2010).
Los datos para Ecuador muestran una elevada participación de las mujeres en el
mercado laboral. Según los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo
y Subempleo (ENEMDU) del INEC, la tasa de participación entre el periodo 2007-2013
varı́a entre el 47,6 % y el 42,5 % para la mujer y aproximadamente la mitad de la pobla-
ción femenina se encuentra articulada a procesos productivos. Respecto a los niveles
de desocupación, el 6,1 % son mujeres, contra el 4 % de hombres, lo que revela las
relaciones desiguales y de desventaja en el mercado laboral por género (Quintana,
2015a).
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 57
Figura 1.13: Mercado laboral femenino. Ecuador 2013. Fuente: INEC, Encuesta Nacional de
Empleo, Desempleo y Subempleo 2013. Elaborado por: La Autora.
Figura 1.14: PEA femenina por nivel de instrucción. Ecuador 2013. Fuente: INEC, Encuesta
Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo 2013. Elaborado por: La Autora.
58 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Adicionalmente, la mujer tiene una mayor carga laboral, no sólo por las condiciones
económicas actuales, sino por la necesidad de participar en el mercado laboral sin de-
jar de lado su actividad de cuidado del hogar y la familia. El incremento de las mujeres
al mercado laboral ha ocasionado el aumento del número de horas que ellas desti-
nan al trabajo total debido a sus actividades de cuidado como trabajo no remunerado
(mantención de la casa y actividades asociadas a la reproducción cotidiana de la fa-
milia y producción de alimentos), lo que ocasiona que el tiempo total de trabajo de las
mujeres sea más elevado que el de los hombres y que la mayor cantidad de horas
empleadas en tareas reproductivas y de cuidado afecte sus posibilidades de obtener
ingresos (Montaño & Bárcena, 2013).
Dentro del mercado laboral otra de las formas de discriminación tiene relación con el
salario. La discriminación salarial hacia la mujer surge cuando su remuneración no
está determinada por el contenido del trabajo que realiza, sino por el sexo y otras
condiciones personales. Es decir en relación a sus salarios, el empleador paga menos
a las mujeres que a los hombres por realizar el mismo trabajo y en condiciones iguales
(Ribas, 2004). Una de las brechas de desigualdad más importante entre mujeres y
hombres es la de ingresos, los datos del INEC indican que las mujeres perciben apenas
el 79,1 % de los ingresos en relación a los salarios de los hombres y para el caso de
las mujeres rurales el escenario posee mayores desventajas, mismo sector que se
analizará más adelante a mayor detalle.
En general, según la Encuesta de Hogares 2011 del INEC, en el 2010, las mujeres con
trabajo en similares condiciones que los hombres e incluso en sectores de concentra-
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 59
Al analizar el área territorial se muestra una brecha de ingresos que tiende a la mejorı́a
pero que evidencia que los salarios de las mujeres siguen por debajo del promedio
masculino, por lo que se afirma que existe una relación directa entre los niveles de
estudio y los ingresos; las mujeres con niveles de instrucción son las que se posicionan
mejor si se toma en cuenta las escalas de remuneración (Quintana, 2015a).
Dentro del estudio de la inequidad surge la distribución del uso del tiempo7 entre hom-
bres y mujeres como una forma de delimitar la desigualdad. Si se analizan los hogares,
las encuestas del uso del tiempo evidencian la distribución desigual del trabajo dentro
de la familia. Principalmente el trabajo que las mujeres desempeñan como actividades
no remuneradas, mientras que los hombres dedican su tiempo al trabajo remunera-
do, siendo las mujeres las que poseen jornadas laborales más extensas a la de los
hombres, lo que refleja la persistencia de patrones en cuanto a la división sexual del
trabajo (CEPAL, 2015). Como se mencionó anteriormente, dentro de la jornada laboral,
mientras que los hombres tienen mayor tiempo para desarrollar una jornada laboral, la
mujer debe repartir su tiempo entre el trabajo doméstico y el trabajo remunerado, razón
por la que muchas mujeres optan por las jornadas laborales parciales (Elvira, 1996).
7 Tiempo total de trabajo: suma de las horas de trabajo remunerado y no remunerado en el hogar.
60 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
El estudio del uso del tiempo da luces sobre la división sexual del trabajo que asigna
directamente las tareas domésticas a las mujeres, mismas que le impiden desarro-
llar sus capacidades, le otorga una sobrecarga de trabajo y obstaculiza por ende su
posibilidad de ejercer cargos jerárquicos superiores y obtener ingresos superiores.
En cuanto al uso del tiempo entre hombres y mujeres es importante indicar que si bien
ha variado la percepción de sus roles e incorporando a la mujer a los trabajos asalaria-
dos como una forma de valoración social y de búsqueda de independencia económica,
aún persisten estructuras socialmente aceptadas como el cuidado del hogar y las ta-
reas domésticas. Todas estas actividades asumidas por la mujer y que aparecen como
esenciales para el buen funcionamiento social (Ribas, 2004).
La información disponible del uso del tiempo indica que los hombres emplean un pro-
medio del 76 % de su tiempo en trabajos dentro del mercado laboral y un 24 % en
trabajo fuera de él, mientras que la mujer dedica el 34 % de su tiempo a trabajos den-
tro del mercado laboral y un 66 % fuera de él (PNUD, 1999). La encuesta del uso del
tiempo señala que las mujeres trabajan más en actividades no remuneradas y los hom-
bres en actividades remuneradas, y que al sumar ambas jornadas las mujeres poseen
jornadas más extensas con tiempos de descanso menores.
Resulta importante reconocer la forma en que operan las relaciones entre hombres y
mujeres para el desarrollo de las sociedades e integrar al análisis la perspectiva de
género que permita constatar que el trabajo no puede reducirse únicamente al trabajo
remunerado con la producción de bienes y servicios, sino enfocar el estudio además
en formas de trabajo no remunerado de los hogares que es considerado como la pro-
ducción de bienes y servicios para el consumo familiar, el cuidado de personas y el
trabajo doméstico (CEPAL, 2014).
Esto demuestra que dentro del hogar la mujer enfrenta el desafı́o de manejar su tiem-
po considerando su jornada de trabajo no remunerado sin salario dentro del hogar y
1.2. LA DESIGUALDAD DE GÉNERO EN CONTEXTO 61
SEGREGACIÓN OCUPACIONAL
Por otra parte, la segregación vertical como la desigualdad entre hombres y mujeres
da cuenta de las posiciones jerárquicas entre ellos. Las mujeres son quienes ocupan
los cargos con menor nivel funcional, en consecuencia con salarios más bajos. Este
tipo de segregación impide a la mujer ocupar cargos con potestad de decisión y en
algunos casos la imposibilidad de ejercer poder laboral sobre los hombres.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe señala que en los últimos
años el trabajo de las mujeres rurales se ha mantenido tradicionalmente invisible, no
solamente en lo que atañe al segmento no remunerado del trabajo, sino también aquel
que está vinculado directamente con la producción agrı́cola y con la provisión de recur-
sos indispensables para el funcionamiento de los hogares como el agua y la energı́a,
jugando ası́ un papel decisivo en el aseguramiento de la alimentación, servicios y otros
bienes que contribuyen a la economı́a y al bienestar de sus hogares y de la sociedad
(Ortega, 2012).
Por otra parte, si bien las diferencias regionales y de género han expuesto a la mujer
debido a las limitaciones en educación y en el acceso a empleos remunerados, estas
también han afectado directamente el contexto económico en el que se desenvuelven
por lo que es necesario comprender la transformación del sector y convertir en visible
la importancia de un sector rural que ha perdido su valor (CEPAL, 2002).
Al comparar la zona urbana y la zona rural se muestra una brecha de ingresos que
tiende a la mejorı́a pero que evidencia que los salarios de las mujeres siguen por
debajo del promedio masculino, lo que relaciona directamente a los niveles de estudio y
los ingresos. Las mujeres con niveles de instrucción superior son las que se posicionan
en mejores escalas de remuneración (Quintana, 2015a).
Figura 1.15: Brecha de ingresos de mujeres según área. Fuente: INEC, Encuesta Nacional de
Empleo, Desempleo y Subempleo 2013. Elaborado por: La Autora.
Para el ámbito territorial-laboral en el Ecuador, tanto en las zonas urbanas como en las
rurales, los indicadores apuntan al incremento de la brecha entre géneros, en cuanto
al acceso al mercado laboral, niveles de ingreso y jornadas laborales. Según la En-
cuesta de Hogares 2011 del INEC, en el 2010, las mujeres con trabajo en similares
condiciones que los hombres e incluso en sectores de concentración de la fuerza la-
boral femenina, percibieron en promedio, remuneraciones inferiores de entre el 13 % y
el 24 % en relación al salario masculino.
64 CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO
Para el año 2014 los ingresos laborales de los hombres fueron sustancialmente ma-
yores al de las mujeres. El promedio de ingreso laboral mensual de las mujeres fue
de $405,8 y el de los hombres, $527,0 ; sin considerar que la jornada laboral remune-
rada de las mujeres es inferior a la de los hombres.La precariedad entre trabajadores
asalariados afecta mayoritariamente a las mujeres que perciben salarios menores. En
general estas mujeres no poseen seguridad social y trabajan en sectores de baja pro-
ductividad (Martı́nez, Villavicencio, & Mancero, 2004).
Capı́tulo 2
DATOS Y METODOLOGÍA
2.1. DATOS
65
66 CAPÍTULO 2. DATOS Y METODOLOGÍA
Los datos empleados en este estudio toman en consideración a individuos de los si-
guientes grupos.
Una vez que se han presentado las bases teóricas y la evidencia empı́rica de las va-
riables de manera general, dentro de la Encuesta Nacional de Empleo y Subempleo
(ENEMDU), se seleccionan aquellas que podrı́an influir en la diferencia de salarios.
Posteriormente, se utilizarán las ecuaciones de Mincer con el objetivo de estimar las
ecuaciones de salario y el respectivo método de correción del sesgo de selección.
Finalmente, se detalla el método de descomposición de Oaxaca-Blinder que será uti-
lizado para evaluar las diferencias de ingresos por género, ası́ como el nivel de discri-
minación, en base a las ecuaciones de salarios determinadas por sus diferencias.
Donde, la variable dependiente es el logaritmo natural del ingreso y, los años de esco-
laridad y años de experiencia, en nivel y al cuadrado son las variables independientes.
Por otra parte, la ecuación original de Mincer usa la experiencia potencial (la edad de
la persona menos seis años menos los años de educación). Como la experiencia po-
tencial indica que cuando las personas no son niños, o se encuentran estudiando o
están trabajando; y esto puede no ser verdad, para simplificar se usa simplemente la
edad de la persona, en lugar de la experiencia (Duarte, 2012).
1. Los errores del modelo deben distribuirse de forma independiente en que se dis-
tribuyen los valores de las variables independientes.
3. Los errores deben ser aleatorios con media cero y varianza constante.
Sin embargo, la ecuación de Mincer tiene ciertos problemas al estimarse por mı́nimos
cuadrados ordinarios (MCO)y por consecuencia a la determinación de la incidencia de
las variables independientes sobre el salario. Además, es necesario considerar que la
ecuación de Mincer se cumple bajo los supuestos de un modelo neoclásico, donde las
empresas conocen la productividad marginal de cada trabajador y el proceso competi-
tivo propio de las empresas, mismo que ocasiona que los salarios dependan del nivel
de productividad.
Sin embargo, la ecuación clásica de Mincer ocasiona dos sesgos importantes. Por un
lado, la evidencia empı́rica indica que existen otras caracterı́sticas como el sexo, edad,
habilidades, aptitudes y otras, que pueden ser cruciales al momento de analizar la
estabilidad laboral y nivel de salario de una persona. Al no considerar estas variables
existe la posibilidad de que las estimaciones sean inconsistentes. Para dar solución a
esta situación, se postula la ecuación de Mincer clásica ampliada, considerando ciertas
variables:
70 CAPÍTULO 2. DATOS Y METODOLOGÍA
3. Atributos de la industria.
Al ser difı́cil que se cumplan todos los supuestos antes mencionados, el segundo ses-
go consiste en un problema derivado de la selección muestral. Al únicamente poder
observar las rentas salariales de aquellos individuos ocupados, es decir que sistemáti-
camente algunos individuos se encuentren más presentes en un grupo que en otro
(Heckman, 1977), y en efecto al estimar las ecuaciones de salarios únicamente se
observarán los datos tanto de salarios como de otras variables, para aquellos indivi-
duos que en el momento de la toma de la encuesta se encontraban trabajando. Esto
implicarı́a que la estimación por MCO arroje resultados sesgados en relación a los
parámetros poblacionales correctos; es decir, que los individuos ocupados(con ingre-
sos) pueden constituir una muestra aleatoria de los individuos encuestados.
Para corregir este posible sesgo de selección, se aplica la corrección propuesta por
Heckman (1977), que estima la corrección del error por selección a partir de la pro-
babilidad de no declarar ingresos. Además, Heckman (1977) indica que el método de
MCO con corrección de sesgo de selección es un modelo apropiado, donde se acepta
la hipótesis nula de ausencia de sesgo de selección.
2.2. MARCO METODOLÓGICO 71
Yi = Xi′ β + ui (2.4)
nadas. Finalmente, γ y β son los vectores de los parámetros a estimar y los restantes
son los términos de error que siguen una distribución normal bivariada con media cero
y varianzas σz y σµ respectivamente (Heckman, 1977).
Se conocen los salarios con Pi∗ > 0 , donde Φ(•) es la función de distribución acumu-
lada estándar y, por lo tanto el salario esperado de un trabajador:
E(Yi |Pi∗ > 0) = Xi′ β + E(µi |εi > −Hi′ γ ) = Xi′ β + θ λi (2.6)
De esta ecuación se tiene θ = pσµ y λi que definen a la inversa del Ratio de Mills como:
φ (Hi′ γ )
λi = (2.7)
Φ(Hi′ γ )
Siendo φ (∗) y Φ(•) funciones de densidad y distribución normal estándar. De esta for-
ma se obtiene la ecuación para las personas empleadas y donde λi es la probabilidad
de estar ocupado y se estima a partir de un modelo probit:
Además, el hecho de que lambda sea significativa indica que la muestra no es aleatoria
y que su inclusión en la ecuación de salarios permitirá obtener estimadores consisten-
tes (Freire & Teijeiro, 2008).
Desde este punto de vista, el problema es que la estimación por mı́nimos cuadrados
ordinarios (MCO) obtendrı́a estimadores inconsistentes y sesgados ya que la selección
estará correlacionada con la variable endógena y con el término de error, y, dado que
el cálculo de los porcentajes de discriminación se basa en tales estimaciones, se corre
el riesgo de obtener conclusiones erróneas acerca del grado de discriminación salarial
de la mujer rural. Ante esta situación la solución generalmente adoptada en la literatura
ha sido la propuesta por Heckman (1979) en un proceso de estimación en dos etapas.
La utilización de los estimadores, robustos y consistentes, de los errores estándar,
proporcionan un modelo óptimo (Heckman, 1977).
Heckman (1979) propuso realizar en una primera etapa una regresión probit para los
resultados positivos de la variable, y utilizar los parámetros estimados para calcular el
Ratio inverso de Mills, que se incluyen en la segunda etapa como variable explicativa
de la ecuación de interés, estimándose ésta por MCO.
74 CAPÍTULO 2. DATOS Y METODOLOGÍA
En primer lugar, se considera un modelo de dos ecuaciones de salario entre dos gru-
pos demográficos, para el presente estudio: hombres y mujeres de zonas rurales del
Ecuador.
n
YiM = β0M + ∑ β jM XJIM + uM
i (2.9)
J=1
n
YiH = β0H + ∑ β jH XJIH + uH
i (2.10)
J=1
Donde:
YiH : Nivel o Logaritmo natural de los ingresos o salarios de los hombres en zona rural.
YiM : Nivel o Logaritmo natural de los ingresos o salarios de las mujeres en zona rural.
2.2. MARCO METODOLÓGICO 75
∑ β jH X̄ jH − ∑ β jM X̄ jM (2.11)
j j
Blinder (1973) menciona que es fundamental utilizar los ingresos laborales de los indivi-
duos como la variable dependiente; debido al hecho de que, en general, las encuestas
incluyen otros ingresos que los ingresos del trabajo.
Figura 2.2: Composición laboral (PEA /(PET)-Ecuador 2014. Fuente: Instituto Nacional de Es-
tadı́sticas y Censos (INEC). Elaborado por: La Autora.
Figura 2.3: Composición laboral (Empleo Adecuado / Inadecuado)-Ecuador 2014. Fuente: Ins-
tituto Nacional de Estadı́sticas y Censos (INEC). Elaborado por: La Autora.
2.3. ANÁLISIS DESCRIPTIVO 79
Estos datos indican que de cada 10 trabajadores del área rural, alrededor de 4 se en-
cuentran trabajando con salarios por debajo del salario mı́nimo y únicamente 3 poseen
condiciones adecuadas de empleo.
Por otra parte, de acuerdo a datos del INEC, en cuanto al estado civil, predominan
los solteros y casados. Para el área rural, predomina la denominación mestiza con
alrededor de 73 % de la población; seguida por la indı́gena y montubia.
La composición de empleados por rama de actividad para el sector urbano tiene mayor
participación en el comercio con el 24,32 % de empleados, seguido por la manufactura
con el 12,54 %, la agricultura y la enseñanza con el 8,67 % y 8,19 % respectivamen-
te. Para el sector rural en cambio, los datos indican que la mayor participación de
empleados es dentro de la agricultura, ganaderı́a, caza y silvicultura con el 57,68 %
de participación, el resto de porcentajes de participación se distribuyen en las indus-
trias manufactureras, construcción y comercio pero con valores menores a 8 puntos
porcentuales. Dentro del área rural, la agricultura es la rama de actividad con mayor
participación tanto de hombres como de mujeres, con valores del 58,87 % y 55,73 %
respectivamente.
El ingreso laboral promedio de un hombre fue de 572,19 USD; mientras que el de una
mujer en similares condiciones fue de 434,70 USD. Existe una marcada diferencia; su
análisis permitirá comprender las razones de esta diferencia, ası́ como comprender
si estas diferencias se deben a variables externas a procesos de discriminación por
género.
Por otra parte y para el año 2015, de acuerdo a datos del INEC, la población total para
Ecuador a diciembre del 2015 es de 16,4 millones. Con una población total urbana
de 11,2 millones y de 5,3 millones para el área rural; lo que representa el 68 % y el
32 % respectivamente. La población total se encuentra compuesta por el 49,37 % de
hombres y el 50,63 % de mujeres. En cuanto al estado civil, predominan los solteros
y casados. Para el área rural, predomina la denominación mestiza con alrededor de
67 % de la población; seguida por la indı́gena y montubia.
Estos datos indican que de cada 10 trabajadores del área rural, alrededor de 4 se en-
cuentran trabajando con salarios por debajo del salario mı́nimo y únicamente 2 tienen
condiciones adecuadas de empleos. Si se comparan ambos sectores, se tiene que las
condiciones de empleo inadecuado afectan al doble de la población de las zonas rura-
les, y comparado con cifras de años anteriores se tiene que si bien ha incrementado la
tasa de empleo adecuado, aún existen diferencias entre sectores.
Dentro del área rural, por otra parte, la composición laboral indica que la PET es del
2.3. ANÁLISIS DESCRIPTIVO 81
49,32 % para hombres y del 50,68 % para mujeres; además la PEA es del 61,37 % y
38,63 % de hombres y mujeres respectivamente. Esto indica que si bien es cierto existe
un mayor porcentaje de mujeres en edad de trabajar, no todas son parte de la población
que mantiene un trabajo; esto podrı́a deberse principalmente a las ocupaciones de la
mujer rural y falta de inclusión de ellas a trabajos remunerados.
Al analizar las condiciones en que la mujer enfrenta el mercado laboral, se tiene que
dentro del área urbana el 65,25 % de los hombres y el 34,75 % de mujeres, poseen un
empleo adecuado. Por otra parte, para el área rural el 77,25 % de hombres y el 22,75 %
de mujeres, poseen trabajos adecuados; este valor implica que únicamente 2 de cada
10 mujeres poseen un trabajo en adecuadas condiciones en el sector rural. Adicio-
nalmente, en cuanto al empleo inadecuado, para el sector urbano las condiciones se
mantienen en el 50 % tanto para hombres como para mujeres; pero para el sector rural
esta cifra es del 55,02 % y 44,98 % proporcionalmente.
Estos datos indican que existen situaciones dentro del sector rural que ocasionan dife-
rencias en las cifras de empleo, y que son acentuadas más al indicar la relación entre
hombres y mujeres. Además cabe señalar que de acuerdo a lo señalado, un poco me-
nos de la mitad de mujeres empleadas del sector rural poseen condiciones inferiores
a las necesarias, con salarios por debajo del mı́nimo y con horas extensas de jornada
laboral.
La composición de empleados por rama de actividad para el sector urbano tiene mayor
participación en el comercio con el 23,87 % de empleados, seguido por la manufac-
tura con el 12,12 %, y la agricultura con el 7,94 %. Para el sector rural en cambio, los
datos indican que la mayor participación de empleados es dentro de la agricultura, ga-
naderı́a, caza y silvicultura con el 60,81 % de participación, el resto de porcentajes de
participación se distribuyen en las industrias manufactureras, construcción y comercio
pero con valores menores a 8 puntos porcentuales. Dentro del área rural, la agricultura
es la rama de actividad con mayor participación tanto de hombres como de mujeres,
con valores del 61,83 % y 59,19 % respectivamente.
se distribuye con valores poco significativos en otro tipo de seguros. Dentro de estos
indicadores, entre hombres y mujeres, los valores de entre quienes poseen seguridad
social o ningún tipo de seguridad, tiene una diferencia de alrededor 7 puntos porcen-
tuales.
En cuanto al ingreso laboral promedio de un hombre fue de 549,72 USD; mientras que
para una mujer en similares condiciones fue de 425,93 USD. Existe una marcada dife-
rencia, cuyo análisis permitirá comprender las razones que expliquen esta diferencia,
ası́ como comprender si estas diferencias se deben a variables externas u obedecen a
procesos de discriminación por género.
Cuadro 2.1: Revisión de la literatura para selección de variables. Elaborado por: La Autora.
Fuente: Varios.
84 CAPÍTULO 2. DATOS Y METODOLOGÍA
Para el estudio de la brecha de género por ingresos de las zonas rurales del Ecuador,
a continuación se detalla la información general de cada una de las variables seleccio-
nadas:
Cuadro 2.2: Variables seleccionadas para modelo de salarios. Fuente: Varios autores. Elabo-
rado por: La Autora.
2.5. DESCRIPCIÓN DE VARIABLES 85
De acuerdo a la metodologı́a indicada por el INEC (INEC, 2015), se definen las varia-
bles siguientes:
4. Número de horas que trabajó: Son el total de horas efectivamente trabajadas por
los ocupados en la semana de referencia, en todos sus trabajos.
5. Estado civil: Se refiere al estado civil o conyugal actual de las personas, tanto el
estado civil legal como las relaciones civiles de hecho.
7. Etnia: Se refiere a como se identifican las personas según sus culturas y costum-
bres.
86 CAPÍTULO 2. DATOS Y METODOLOGÍA
10. Ingreso Laboral: Se refiere al monto que percibe por el trabajo realizado.
Capı́tulo 3
Una vez presentada, la relación existente entre el género y el nivel de ingresos, las
variables socioeconómicas y demográficas elegidas para el modelo econométrico y
las herramientas metodológicas adecuadas para el presente estudio, se analizan los
principales resultados divididos en tres partes. La primera contempla explicaciones ge-
nerales sobre trabajos previos en la base de datos. La segunda expone los resultados
del modelo Mincer ampliado con la corrección de sesgo de selección de Heckman, pa-
ra la estimación de salarios de hombres y mujeres. Y finalmente, la tercera explora la
influencia del género en la desigualdad de salarios entre hombres y mujeres mediante
la descomposición no lineal de Oaxaca-Blinder.
87
88 CAPÍTULO 3. DESIGUALDAD DE GÉNERO POR INGRESOS EN EL ECUADOR
5. En cuanto al estado civil, los grupos se han seleccionado como: soltero, viudo,
casado (casado, unión libre), separado (separado y divorciado).
El método de Heckman permite obtener estimaciones consistentes sólo con los datos
observados. Recordemos que esto genera un problema de selección muestral, razón
por la que esta herramienta permite convertir el sesgo de selección en un problema de
omisión de una variable, llamada anteriormente inverso de Mills y que es finalmente
incluida como variable explicativa en el modelo final.
Además, las ecuaciones de salarios especificas, tanto para hombres como para muje-
res. Estas ecuaciones serán utilizadas para la estimación de la metodologı́a propuesta
por Oaxaca-Blinder y la descomposición de cada los salarios.
ln (Y )mu jer = β0 +β1 edad + β2 edad 2 + β3 escolaridad + β4 ECcasado + β5 ECseparado + β6 ECviudo + β7 SSIESS
+β8 SScampesino + β9 SSotro + β10 ET mestizo + β11 ET a f rodesc + β12 ET montubio + β13 ET otro + β14 Ssecundario
+β15 Sterciario + β16 Jhogar + β17 Rcosta + β18 Ramazonica + β19 Rinsular + σ λ
En este sentido, en la figura 3.1 , se muestran los resultados obtenidos para la estima-
ción de los salarios de hombres y mujeres en el 2014 y en la figura 3.2 los resultados
para el 2015, aplicando la corrección de Heckman. El modelo indica que la variable ex-
3.1. ESTIMACIONES Y RESULTADOS 91
Las tablas a continuación indican los resultados obtenidos al correr los modelos espe-
cificados.
92 CAPÍTULO 3. DESIGUALDAD DE GÉNERO POR INGRESOS EN EL ECUADOR
Figura 3.1: Modelos de ecuaciones de ingresos poblacionales por sexo. Peridodo 2014. Fuente:
ENEMDU 2014. Elaborado por: La Autora.
3.1. ESTIMACIONES Y RESULTADOS 93
En primera instancia, la figura 3.1 indica que existen variables que no resultan signifi-
cativas; es decir que no influyen directamente en los niveles de salario y, otras que son
significativas.
Se analiza inicialmente el modelo salarial general del 2014 donde se compara el sa-
lario de mujeres con el de hombres. En cuanto al estado civil; no son las significtivas
las variables de separado y viudo, mientras que las mujeres en comparación con los
hombres es significativo el hecho de ser casado y soltero. En cuanto al seguro social,
resulta interesante indicar que no influye en el nivel de salarios el seguro social cam-
pesino y la jefatura del hogar en ninguno de los tres modelos analizados. El resto de
variables son significativas.
Al interpretar los signos de los coeficientes, se tiene que la variable sexo influye nega-
tivamente en los salarios, lo que quiere decir que por ser mujer los niveles de salario
son más bajos. De la misma manera, otras variables que influyen de manera negativa
son la pertenencia a las regiones de la costa y la amazonı́a.
Para el modelo de mujeres, entre ellas el estado civil en general no influye en su mo-
delo, a excepción de las mujeres casadas que además tiene signo negativo. Al igual
que en el modelo general, el seguro social campesino tampoco es significativo. Las
variables de etnia, sector de la economı́a y región, no son significativas, con excepción
de afrodescendientes y el sector de servicios.
Figura 3.2: Modelos de ecuaciones de ingresos poblacionales por sexo. Periodo 2015. Fuente:
ENEMDU 2015. Elaborado por: La Autora.
3.1. ESTIMACIONES Y RESULTADOS 95
Por otro lado para el año 2015, la interpretación de la figura 3.2 no especifica mayores
cambios.
Comparando el modelo salarial general que hace relaión al salario de mujeres con el
de hombres. Las variables de estado civil, afrodescendiente no son las significtivas. El
resto de variables son significativas. En comparación con el 2014, existen más varia-
bles que influyen en el modelo de salarios en el 2015.
En cuanto a los signos de los coeficientes, se tiene que la variable sexo también influye
negativamente en los salarios. De la misma manera, otras variables que influyen de
manera negativa son la pertenencia a las regiones de la costa y la amazonı́a, y además
la jefatura del hogar.
En cuanto al modelo de mujeres, se tiene que al igual que en el año 2014, el estado
civil y la etnia en general no influyen en su modelo. Al igual que en el modelo general,
el seguro social campesino tampoco es significativo. Las variables de región costa y el
sector secundario, tampoco influyen en el nivel de salarios.
ANÁLISIS DE RESULTADOS
De acuerdo al análisis anterior, se evidenció que los modelos de ambos periodos apa-
rentemente son similares, a diferencia de ciertas variables. Las variaciones básica-
mente responden a significancia de variables, ası́ como diferencias porcentuales de
los coeficientes.
Las estimaciones del salario mediante ecuaciones mincerianas con sesgo de correc-
ción y los resultados, tanto para el año 2014 como para el 2015, se presentadan en
las figuras 3.1 y 3.2 respectivamente, ası́ como la comparación de ambos periodos en
la figura 4.1. Siempre que se considere que la primera etapa realiza la estimación del
modelo probabilı́stico probit de poseer información de ingresos o no, y la segunda eta-
pa es la estimación del modelo de ingresos, donde se incluye a la razón de Mills como
variable explicativa.
97
98 CAPÍTULO 4. ANÁLISIS DE RESULTADOS
Figura 4.1: Comparación de modelos de ecuaciones de ingresos poblacionales por sexo. Fuen-
te: ENEMDU 2014, 2015. Elaborado por: La Autora.
4.1. INGRESOS SALARIALES 99
La teorı́a del capital humano indica que la escolaridad y la edad, son variables que
aportan al ingreso laboral y por consiguiente sus signos son positivos, mientras que
el coeficiente de la edad al cuadrado es negativo. Los resultados obtenidos de la esti-
mación del modelo indican que los ingresos crecen a medida que se incrementan los
niveles de educación y por lo tanto un año de educación formal adicional representa
un incremento en su ingreso laboral.
En cuanto al nivel de educación, los ingresos se incrementan con los niveles de es-
colaridad, es decir que por un año adicional de instrucción (manteniendo constantes
las demás variables), los ingresos incrementan en promedio, para el modelo general
en 2,59 % en el 2014 y en 3,3 % para el 2015. Para el año 2014, dentro del modelo
entre hombres y mujeres, los niveles de escolaridad incrementan los niveles de salario
en 2,74 % para mujeres y 2,19 % para hombres. Lo que indicarı́a que dentro del área
rural, si las mujeres tuvieran un nivel de instrucción más elevado, esto se traducirı́a en
100 CAPÍTULO 4. ANÁLISIS DE RESULTADOS
niveles de salario mayores. Por otro lado, para el año 2015 estos valores se duplican
en las mujeres rurales, donde los años de escolaridad adicionales incrementan sus
salarios en 4,22 %; para los hombres se mantiene un pequeño incremento de 2,52 %.
Otras caracterı́sticas importantes para este análisis demuestran que el sexo influye
dentro del nivel de salarios. La significancia y el signo negativo de su estimador, señala
la influencia de esta variable en los salarios. Ası́, en el 2014, una mujer ganó alrede-
dor de 30 % menos de ingresos en comparación al salario de un hombre, mientras
que para el 2015 tuvo un incremento al 35 % menos; explicando ası́ la existencia de
discriminación por motivos del sexo para la zona rural del paı́s en ambos periodos.
Con relación a la etnia se puede concluir que sı́ existe una relación entre la denomi-
nación étnica y los ingresos. Por ejemplo, los mestizos en relación con los indı́genas,
4.1. INGRESOS SALARIALES 101
Por otro lado se evidencia que el sector secundario y de servicios son los que ma-
yor influencia tienen sobre el ingreso, es decir al pertenecer al sector terciario de la
economı́a, el nivel de ingresos se incrementa en aproximadamente 29 % en promedio
para ambos periodos y pertenecer al sector secundario en 6,2 %. En otras pruebas de
variables omitidas se tomó a al sector secundario como referencia, lo que arrojó un
resultado negativo en el sector primario, agricultor. Manteniendo el resto de variables
constantes, el hecho de que una mujer pertenezca al sector primario influye negativa-
mente en sus niveles de salario en ambos periodos en el área rural.
rando a la región costa como referencia, se obtiene que el hecho de vivir en la región
Sierra influye pero positivamente en el nivel de salarios. Se podrı́a concluir que las
regiones de la Costa y Amazonı́a poseen niveles más bajos de salarios, y como se
mencionó anteriormente tal vez como consecuencia de la falta de acceso a programas
de desarrollo locales y los modelos patriarcales propios de la zona.
Como muestran los resultados, la corrección del sesgo de selección fue fundamental
para la obtención de las diferencias encontradas, recalcando ası́ la importancia que
tuvo esta corrección dentro del análisis.
Por otro lado, el segundo componente hace referencia a la discriminación entre hom-
bres y mujeres. Los resultados indican que, al ser positivo y significativo, cerca del 33 %
de esta brecha salarial es atribuida a factores no observables en 2014, mientras que
para el 2015 este valor se incrementa al 36 %, valor que es atribuido a discriminación.
CONCLUSIONES Y
RECOMENDACIONES
5.1. CONCLUSIONES
En Ecuador, los trabajos concernientes al análisis de las brechas salariales se han en-
focado a brechas de etnia, género, sectores económicos y regionales. Los resultados
obtenidos en este estudio muestran similares conclusiones, puesto que se utilizaron
variables nuevas, metodologı́a adicional y bases de datos de otros periodos. Por otro
lado, al comparar el otro aspecto de este estudio, la diferencia entre sectores urbano y
rural, las condiciones de empleo afectan al doble de la población de las zonas rurales,
y al comparar cifras de años anteriores, estas indican que si bien se ha incrementado
la tasa de empleo adecuado, aún existen diferencias entre sectores.
103
104 CAPÍTULO 5. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
De esta forma, la omisión o inserción de variables dentro del modelo, fueron determi-
nadas de acuerdo a la revisión de literatura. Variables como la escolaridad, estado civil,
acceso a seguros sociales, etnia, pertenencia a regiones geográficas y relaciones de
parentesco, fueron consideradas para estudiar la relación existente entre los niveles de
salario y el sexo.
De esta forma, los resultados de la investigación muestran que las mujeres reciben
un salario menor que los hombres dentro del sector rural. Los factores responden a
modelos patriarcales propios de la zona, ası́ como a comportamientos adoptados y la
5.1. CONCLUSIONES 105
En relación a su estado civil, las mujeres casadas del sector rural tienen un menor
ingreso, mientras que los hombres solteros poseen un mejor salario, este resultado
responde a la temprana edad en la que las mujeres se convierten en madres y contraen
matrimonio, lo que reduce sus niveles de educación y por consiguiente sus salarios.
Las mujeres de la zona tienen una relación negativa al pertenecer al sector primario
de la economı́a, es decir que al pertenecer a este sector de la economı́a, sus niveles
de salario disminuyen significativamente. La agricultura se sigue considerando como
el sector donde se concentra el mayor porcentaje de población femenina, justamente
por los bajos niveles de educación, poca experiencia y preparación; y por lo tanto,
la diferencia de salarios. Es importante reconocer que los hombres no poseen este
problema, si bien son parte activa de este sector, eso no influye negativamente en sus
salarios.
Es por esta razón que, los resultados indican que una mujer jefa de hogar tiene menor
salario que un hombre jefe de hogar.
Finalmente, la localización geográfica indica que las regiones costa y amazonı́a tienen
diferencias salariales mayores, es decir que tienen un efecto negativo en los salarios
pertenecer a estas regiones, en comparación con la región sierra.
5.2. RECOMENDACIONES
Una polı́tica pública especı́fica permite el impulso de capacidades para hombres y mu-
jeres dentro de toda su vida. Estos mecanismos de mejoramiento del capital humano,
permitirán la creación de condiciones de empoderamiento de sus capacidades, se re-
producirán a través de generaciones y se traducirán en oportunidades futuras.
Por lo tanto, el objetivo ideal entre hombres y mujeres busca la generación de condi-
ciones sociales, laborales y polı́ticas igualitarias para ambos, dentro de contextos más
inclusivos. De manera particular en el medio rural incentivar el desarrollo de modelos
que permitan enfrentar los desafı́os propios de la zona.
La población rural requiere de polı́tica eficaz, con miras a reducir las brechas salariales
por causa de sus bajos niveles de educación, mediante la revalorización de su rol, el
desempeño de trabajos fuera del sector primario y la independencia de su estado civil
y etnia, para obtener un salario acorde a sus capacidades.
Los esfuerzos del Ecuador deberı́an enfocarse en promover polı́ticas públicas que fo-
menten el desarrollo económico y social igualitario, en donde los procesos productivos
en manos de las mujeres le proporcionen el financiamiento, la asesorı́a técnica, la
capacitación y la asociación de los productores con miras al mejoramiento de las ca-
denas agroindustriales y comerciales (Ortega, 2012), que posibiliten la disminución de
la pobreza, el bienestar de sus familias y la igualdad de oportunidades.
Por otro lado, el levantamiento de información pública debe contener módulos especı́fi-
cos donde se evidencie el rol de la mujer dentro del sector rural, puesto que obviar
este tipo de información deja de lado la contribución de la mujer a la economı́a nacio-
nal. Esto, no sólo como medida de justicia igualitaria, sino que la contabilización de la
labor de las mujeres permitirı́a un mayor reconocimiento de la economı́a rural dentro
del sector.
Esto permite comprender que los esfuerzos deben generalizarse en varios ejes de
tal forma que la salud de la mujer sea atendida de forma integral y eficiente, y que
conlleve a una reforma del sector, que priorice su gestión y permita el mejoramiento de
las condiciones de la salud, estrechamente ligadas al progreso de sus condiciones de
vida.
Otro eje sin información estadı́stica es la violencia hacia la mujer. Resulta necesaria
la adopción de mecanismos de recolección de datos con el fin de obtener reformas
legislativas que permitan monitorear la tendencia y evaluar los impactos de la polı́tica,
pero sobretodo que estas herramientas den fuerza al consenso sobre la erradicación
de la violencia desde diferentes ámbitos. Comprender que lo que no se contabiliza, no
se nombra y, por ende no permite actuar, implica reconocer un problema social más
común de lo que se cree (Almerás & Calderón, 2012).
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Apéndice A
ANÁLISIS DE CONGLOMERADOS
A.1. METODOLOGÍA
Este análisis permite construir jerarquı́as que definirán una partición de los datos en
grupos o estructuras en jerarquı́as. Este tipo de método permite realizar un estudio
exploratorio inicial que genera la división de variables en grupos, lo que ayuda a la
orientación al momento de plantear modelos formales (Peña, 2002). Para el presente
estudio, es importante mencionar que con anterioridad se seleccionan las variables
que se consideran importantes y que aportan a la información para el agrupamiento
de las mismas dentro del ámbito de análisis. Se consideran variables que de acuerdo
con la revisión de literatura, se relacionan con la diferencia de salarios entre hombre y
mujeres.
115
116 APÉNDICE A. ANÁLISIS DE CONGLOMERADOS
2. Medidas de similaridad.
Una vez que se ha seleccionado la matriz de distancia a usar como medidas de si-
milaridad, se selecciona un algoritmo de agrupación para establecer los grupos que
se formarán. Existen dos grandes tipos de métodos de conglomeración para formar los
grupos: jerárquicos y no jerárquicos. El análisis jerárquico permite clasificar los elemen-
tos en una jerarquı́a de tal forma que los elementos son asignados irrevocablemente
A.2. RESULTADOS 117
A.2. RESULTADOS
Al analizar los coeficientes de la matriz de distancias, estas indican que cuanto mayor
sea el coeficiente, existirá mayor distancia entre ellas y por ende mayor desigualdad.
En este sentido, se pueden observar que las variables relacionadas con la jefatura del
hogar son las menos distantes; es decir, posiblemente el hecho de que una persona
118 APÉNDICE A. ANÁLISIS DE CONGLOMERADOS
se declare jefa de hogar tiene una relación importante con el resto de variables.
El estado civil se relaciona con el sexo del individuo, su nivel de instrucción, la ra-
ma de actividad. Es importante por lo tanto el desglose de estas variable con el fin
de comprender qué tipo de estado civil, ramas de actividad y niveles de escolaridad
especı́ficamente influyen más en cuanto a su relación con el resto de variables.
Las variables con mayor distancia son la etnia y la pertenencia a una región natural
especı́fica, probablemente por temas de migración a grandes ciudades.
Figura A.2: Historial de aglomeración de variables. Método de Ward. Elaborado por: La Autora
Para comprender con mayor detalle, se utiliza el dendograma. Este gráfico indica los
grupos finales formados. Trazando una lı́nea imaginaria en donde las distancias entre
los grupos sean mayores. Esto indica la diferencia entre grupos de variables, formando
ası́ grupos homogéneos entre ellas y separando aquellos con poca relación.
Posteriormente se observa que, las variables: estado civil, jefe de hogar, sexo, rama
de actividad y nivel de instrucción forman un grupo relacionado. El segundo grupo lo
120 APÉNDICE A. ANÁLISIS DE CONGLOMERADOS
La relación entre variables desde esta perspectiva, permite la relación previa de las
variables. De ésta forma existe un antecedente del comportamiento de éstas, pero no
significativo ni suficiente.