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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (Textos)

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Juan Ramón Jiménez

➢ ETAPA SENSITIVA:

Mi alma es hermana del cielo


gris y de las hojas secas;
sol enfermo del otoño,
mátame con tu tristeza!

Los árboles del jardín


están cargados de niebla:
mi corazón busca en ellos
esa novia que no encuentra;

y en el sueño frío y húmedo


me esperan las hojas secas:
si mi alma fuera una hoja
y se perdiera entre ellas!

El sol ha mandado un rayo


de oro viejo a la arboleda,
un rayo flotante, dulce
luz para las cosas muertas.

¡Qué ternura tiene el pobre


sol para las hojas secas!
Una tristeza infinita
vaga por todas las sendas,

lenta, antigua sinfonía


de música y de esencias,
algo que dora el jardín
de ensueño de primavera.

Y esa luz de ensueño y oro


que muere en las hojas secas,
alumbra en mi corazón
no sé qué vagas tristezas.
(Arias tristes, 1903)

He jugado contigo, dolor, y bien merezco


que un corazón vestido de verde me maltrate...
Me adornabas con rosas tristes, y hoy me parezco
a ti, en lo desdeñado, en lo gris y en lo mate.

Dolor, estás en mí y estoy en ti, como algo


frío y mustio, como un jardín negro de invierno...
ni sé ya lo que vales, ni ya sé lo que valgo,
pero sé que serás tenebroso y eterno!
(Elegías, 1908)

Mujer, abismo en flor, maldita seas! Rosa


de filo, espada tierna, fontana de letargo;
con qué nos muerde, lirio, tu seda? Cómo, diosa,
haces lo negro de oro y haces dulce lo amargo?

Yo iba cantando, un día, por la pradera de oro,


Dios azulaba el mundo y yo era alegre y fuerte;
tú estabas en la hierba, me abriste tu tesoro,
y yo caí en tus rosas y yo caí en la muerte!

Ay! cómo das la sombra entre tus labios rojos,


mujer, mármol de tumba, lodo abierto en abrazos?
Tú que pones arriba el cielo de tus ojos,
mientras nos enloquece la tierra de tus brazos!
(Elegías, 1908)
➢ ETAPA INTELECTUAL

Mar

Parece, mar, que luchas


-¡oh desorden sin fin, hierro incesante!-
por encontrarte o porque yo te encuentre.
¡Qué inmenso demostrarte,
en tu desnudez sola
-sin compañera... o sin compañero
según te diga el mar o la mar-, creando
el espectáculo completo
de nuestro mundo de hoy!
Estás, como en un parto,
dándote a luz -¡con qué fatiga!-
a ti mismo, ¡mar único!,
a ti mismo, a ti sólo y en tu misma
y sola plenitud de plenitudes,
... ¡por encontrarte o porque yo te encuentre!
(Diario de un poeta recién casado, 1917)

Cielo
Te tenía olvidado,
cielo, y no eras
más que un vago existir de luz,
visto -sin nombre-
por mis cansados ojos indolentes.
Y aparecías, entre las palabras
perezosas y desesperanzadas del viajero,
como en breves lagunas repetidas
de un paisaje de agua visto en sueños...

Hoy te he mirado lentamente,


y te has ido elevando hasta tu nombre.
(Diario de un poeta recién casado, 1917)

“Vino primero pura”


Vino primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
Más se fue desnudando 1
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
(Eternidades, 1918)

➢ ETAPA SUFICIENTE

Dios del venir, te siento entre mis manos,


aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa
de amor, lo mismo
que un fuego con su aire.
No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,
ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;
eres igual y uno, eres distinto y todo;
eres dios de lo hermoso conseguido,
conciencia mía de lo hermoso.
Yo nada tengo que purgar.
Toda mi impedimenta
no es sino fundación para este hoy
en que, al fin, te deseo;
porque estás ya a mi lado,
en mi eléctrica zona,
como está en el amor el amor lleno.
Tú, esencia, eres conciencia; mi conciencia
y la de otro, la de todos,
con forma suma de conciencia;
que la esencia es lo sumo,
es la forma suprema conseguible,
y tu esencia está en mí como mi forma.
Todos mis moldes, llenos
estuvieron de ti; pero tú ahora,
no tienes molde, estás sin molde; eres la gracia.
(Animal de fondo, 1949)

Buscándote como te estoy buscando,


yo no puedo ofenderte, dios, el que tú seas;
ni tú podrías ser ente de ofensa.
Si yo te puedo, y yo lo sé que yo te puedo oír
todo el misterio que tú eres,
y tú no me lo dices como te lo pregunto,
yo no estoy ofendiéndote.
Y yo sé que te pienso
de la mejor manera que yo puedo y quiero,
en verdad de belleza,
belleza de verdad que es mi carrera.
Y si te pienso así,
yo no puedo ofenderte.
Gracias, te las doy siempre. ¿A quién las doy?
A la belleza inmensa se las doy,
que yo soy bien capaz de conseguir;
que tú has tocado, que eres tú.
Si la belleza inmensa me responde o no,
yo sé que no te ofendo ni la ofendo.
(Acaso la mentira, la duda de este mundo
está en la pobre lengua nuestra.
Si sólo nos pudiéramos mirar
como miras tú, dios, y tú, belleza, miras,
como tú, mi amor, miras,
lo sabríamos todo).
(Dios deseado y deseante, 1958 -1953)

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