Historia de La Ginecología y Obstetricia
Historia de La Ginecología y Obstetricia
Historia de La Ginecología y Obstetricia
La palabra Ginecología viene del griego, mujer, y -logía, estudio, literalmente se puede decir que
es la ciencia de la mujer, o la especialidad clínico quirúrgica que trata las enfermedades del
sistema reproductor femenino (Útero, Vagina y Ovarios). Está indisolublemente vinculada con
la Obstetricia , que etimológicamente significa "ponerse enfrente". Casi todos los ginecólogos
modernos son también obstetras.
Historia
Obstetricia prehistórica
Dado que el parto en aquellas épocas prehistóricas ocurría de manera solitaria, sin
acompañamiento, ha de considerarse que esa fue, asimismo, la época preobstétrica. La mujer
primitiva en trance de parto se alejaba de los suyos para aislarse y dar a luz sin nade en frente,
sola, en las orillas de los ríos o de las lagunas, o, según las circunstancias, en la soledad del bosque
o en la oscuridad de la caverna, padeciendo los dolores sin gritas, pues, las fieras merodeaban
muchas veces a su alrededor. La posición instintiva que adoptaba tenía que ser en cuclillas, pues
así le era más fácil y productivo pujar. Ella sabía, igualmente de manera instintiva, como lo saben
las hembras de otras especies animales, que había que separar a su hijo de la placenta; lo hacía
trozando el Cordón umbilical por machucamiento o con el filo de una piedra. El agua, que era para
muchas tribus una deidad o elemento purificador, se encargaba de limpiar la sangre de los
Exploración ginecológica de la recién parida y del cuerpo del recién nacido.
Los primeros escritos sobre ginecología datan del 1800 a.C. cuando Flinders Petrie descubrió
el Papiro de Kahun, que está constituido por diversos papiros: Edwin Smith, Ebers, Hearst,
encontrados en 1889 en el poblado obrero de Kahun, Egipto. Este reproduce otros escritos más
antiguos que revelan conocimientos médicos de larga evolución de hasta el 3000 a. C. También
dan cuenta de una serie de observaciones médicas y remedios que eran utilizados en el Antiguo
Egipto para tratar problemas de Obstetricia y Obstetricia, como tratamientos para enfermedades
vaginales y del útero, métodos para el diagnóstico del embarazo y la determinación del sexo del
feto, y una receta para un preparado contraceptivo: un supositorio vaginal preparado con miel,
carbonato de sodio y heces de cocodrilo. En el papiro de Ebers se consigna que la atención de los
partos estaba a cargo de mujeres expertas. Igual cosa ocurría entre los hebreos, según relata la
Tora. En la antigua Grecia, en la época que vivió Hipócrates, las mujeres ejercían la obstetricia y
ocultamente la ginecología, que tenía ya verdadera personalidad médica. Existían las obstetrices o
Comadronas y las feminae medicae o ginecólogas. Las primeras atendían los partos sencillos, pero
debían llamar a los médicos cuando surgían complicaciones; las segundas eran expertas en las
enfermedades propias de la mujer.
En el siglo XIV a. C., en algunos papiros se incluyen recetas de anticonceptivos intra-vaginales, con
ingredientes como resina de acacia, leche agria, y espigas de acacia. En investigaciones modernas
in vitro, se ha demostrado que los compuestos que derivan del árbol de la acacia pueden ser
Espermicidas, con efecto inmovilizador de los Espermatozoides.
Era Cristiana
Llegada la era cristiana, algunos médicos se muestran expertos en dificultades obstétricas. Un
ejemplo es Sorano de Efeso (98-138), que hace múltiples aportes:
Dice la historia que el primer comadrón o partero de verdad fue Pablo de Egina (652-690), que
ejerció en Egipto y Asia Menor y llegó a ser considerado como un oráculo en cuestiones atinentes
a la reproducción humana. Este Pablo de Egina tuvo métodos originales: recomendaba que el
parto en las mujeres obesas se atendiera acostándolas sobre su abdomen, las piernas levantadas
hacia atrás.
Se ocupó Sorano en uno de sus libros de la silla obstétrica , podemos deducir que el parto
se sucedía en aquellos calendas estando la mujer en posición sentada.
Por su parte, la ginecología hace su aparición en las páginas de la historia por la existencia del
prolapso uterino y de los flujos o secreciones genitales. Así lo registra el papiro de Ebers. Fueron
los hebreos quienes introdujeron el uso del Espéculo para examinar vaginalmente a las mujeres
que padecían de aquellos problemas. Tal aparato consistía en un cilindro móvil contenido en un
tubo de plomo. En la Grecia Antigua los médicos usaban sondas metálicas y dilatadoras de madera
para explorar el útero. El espéculo vaginal para el examen, las fumigaciones y los pesarios
medicamentosos ya eran también conocidos.
Para evitar la maternidad no deseada, Sorano recomendaba que se taponara la boca del
útero con una mecha de hilas.
Con el fin de ayudar al nacimiento, hacia el siglo II de nuestra era se utilizaron pinzas o fórceps,
según lo atestigua un bajo-relieve de esa época, tallado sobre mármol y descubierto en Grecia. Es
una escena de verdad dramática: la parturienta, figura central, yace desnuda, extenuada, mientras
la comadrona de rodillas reanima al recién nacido. Un médico, de pies, exhibe en la mano derecha
el instrumento, queriendo significar que gracias a éste fue posible el parto. Con su mano izquierda
trata de levantar un brazo de la recién parida. Otro médico, a la cabecera, procura alentaría
tocando su hombro, mientras su mano derecha empuña también un Fórceps.
Durante la Edad Media (siglo V con la desintegración del Imperio Romano, hasta el siglo XV) fueron
olvidados los fórceps y otras prácticas obstétricas. El lapso transcurrido entre los siglos II y el XVI
ha sido llamado “la oscura noche de la Edad Media”, en razón de su improductividad en
cuestiones médicas. Aún más, no solo hubo estancamiento sino retroceso.
La omisión del fórceps llegó hasta el siglo XVII, donde el francés Peter Chamberlen se adjudica su
invención. Jean Palfyn entregó a la Academia de Medicina de París un instrumento de su
invención, consistente en unas pinzas de ramas paralelas, con cucharas no fenestradas y con
mangos de madera, bautizado con el nombre de “manos de hierro”, mucho más fácil de aplicar
que el fórceps de Chamberlen. Por eso su aceptación y difusión fueron más rápidas. Su diseño
sería el fundamento de las llamadas Espátulas, aparecidas casi tres siglos después.
Finalizando el siglo XVIII eran muy escasos los médicos dedicados con preferencia a ese oficio,
quizás por la hostilidad que encontraban en las mujeres embarazadas y sus esposos. A diferencia
de lo que ocurrió en el siglo XIX, en el siglo XVIII la ginecología se mantuvo estancada. La
obstetricia, en cambio, avanzó considerablemente.
Dado que los recursos del fórceps y de la sinfisiotomía no eran suficientes para sortear con éxito
las dificultades observadas durante el curso del parto, la operación cesárea ocupa nuevamente la
atención de los médicos. Recordemos que se debe a Francis Rousset haber despertado en 1582,
con su tesis de grado presentada a la Facultad de Medicina de París, un acentuado interés por el
uso de la operación en mujer viva. La introducción por Lebas, cirujano francés, de la sutura de la
incisión uterina en 1769, iría a modificar favorablemente los resultados de la intervención6. Jean
Louis Baudelocque (1746-1810), famosísimo partero francés, señala en 1790 sus indicaciones
Era de la conquista
En los trescientos años comprendidos entre los inicios de 1500 y los finales de 1800, que
corresponden a la época de la conquista y la colonia, la medicina no primitiva, técnica, estuvo
ausente, casi por completo, en el territorio del Nuevo Reino. Es cierto que se fundaron hospitales
en las mayores capitales del Nuevo Mundo y que llegaron algunos facultativos graduados en
universidades europeas. No obstante, dado que para entonces el nivel científico de la medicina
española era muy pobre, poco podía esperarse en asuntos médicos en las colonias españolas.
En Cuba
Se fundó en el año 1728, la Real y Pontificia Universidad del Máximo Doctor San Jerónimo de La
Habana, donde existieron cátedras de medicina. Para 1842 se produjo la Reforma Universitaria, y
posterior a esta, hacia finales del Siglo XIX; la Facultad de Medicina constaba con cuatro cátedras:
la de Fisiología o Prima, que existía desde 1726, en cuyo término se comprendía lo mismo la Física
y la Química que la Psicología; la de Anatomía que también se venía impartiendo desde muy
antiguo, comprendía la Cirugía, sin anfiteatro y sin cadáveres, es decir era puramente teórica; la de
Patología o Vísperas, en la cual solo se conocían las enfermedades por el nombre y la de Methodus
Medendi.
La enseñanza de la Medicina, todavía en 1839, es decir durante 111 años, se hizo por explicación
oral de los textos y por el dictado y, se basaba en las obras de Aristóteles, Averroes, Avicena,
Rhazes, Galeno e Hipócrates. Los estudios de Medicina se encontraban en un evidente retraso,
pues la enseñanza que se impartía era propia del Siglo XVI.
La institución mantuvo su prestigio durante casi un siglo, hasta que comenzó a declinar su
esplendor como centro docente y en 1820 entró en un período de franca decadencia. A partir de
entonces comenzaron a ser cada vez más escasos los alumnos, varias cátedras se quedaron sin
profesores y algunas cerraron.
En 1840 se hallaba prácticamente desprovista de toda actividad docente. Ya desde fines del siglo
XVIII y como resultado del surgimiento de una nueva clase social, la burguesía manufacturera
azucarera criolla, que se había venido estructurando en el transcurso de las últimas décadas, se
operan cambios sustanciales en la sociedad cubana que traerán aparejadas preferente atención y
facilidades para el estudio y progreso de las ciencias estrechamente vinculadas a los objetivos de
esta clase, dio paso a la reforma universitaria de 1842. Grandes figuras como José Agustín
Caballero, en la filosofía, Tomás Romay en medicina fueron brillantes personalidades de esa
época.
Siglo XX
El siglo XIX se considera con sobrada razón como un período verdaderamente revolucionario en la
evolución de la medicina y de la cirugía. En el terreno ginecobstétrico muchas e importantes
fueron las aportaciones a su favor, que explican el progreso alcanzado. Para darnos cuenta de ello
haremos una relación cronológica de las consideradas claves, aunque no se trata de un recuento
exhaustivo sino de una rápida visión panorámica.
1809 -. En Donville, Kentucky, el cirujano Efraim Mc Dowell (1771- 1830) practica una
ovariectomía, que fue la operación que despejó el camino de acceso a la cirugía
abdominal.
1820 -. Alfred Louis Velpau (1795-1867), famoso cirujano de París, ante el temor a la
operación cesárea, propone la provocación del parto prematuro en casos de pelvis
estrecha.
En Viena el húngaro Ignaz Philipp Semmelweis (1818-1865) llama la atención sobre los
beneficios que deriva el lavado de las manos con una solución de cloruro de calcio, antes
de atender los partos. Como consecuencia, decrece asombrosamente la mortalidad por
fiebre puerperal. Con esta observación nace la antisepsia.
1865 -. El monje austriaco Gregor Mendel (1822-1884) presenta su famoso informe acerca
de la hibridación en distintas variedades de guisantes, que viene a sentar herencia.
1875 -. Gracias al estudio de la célula por Virchow, Oscar Hertwig (1849-1922) descubre
que la fecundación consiste en la unión del núcleo del espermatozoide con el óvulo. Se
consolida el estudio científico de la reproducción humana, o mejor, animal.
1882 -. Los alemanes Fernand Kehrer y Max Saenger ingenian nuevas técnicas para suturar
mejor el útero en la operación cesárea. Este aporte permitió otorgarle confianza a la
intervención.
1896 -. Alfred Dúhrssen practica la primera cesárea vaginal, que viene a ser para la época
un valioso recurso para sortear con éxito las dificultades del parto.
1897 -. W.Zoege von Mauteuffel de Dorpat, Livonia, aporta ala cirugía los guantes de
goma. Sobra comentar lo que esto significo para el ejercicio obstétrico y ginecológico.
Bibliografía
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Mutis, J.C. "Documentos sobre el mal estado de la ciencia médica en el Nuevo Reino"
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