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¿Sabías que el cannabis es la sustancia ilegal más cultivada, traficada y abusada

en todo el mundo? Incluso más que la anfetamina, la cocaína, los opioides y el


éxtasis combinados. 147 millones de personas la consumen alrededor del mundo;
es decir, casi 5 veces la población del Perú o el 2.5 por ciento de la población
mundial. Sí, muchos de sus consumidores la usan con un fin recreativo, pero hablemos
de su uso medicinal, que quizás has escuchado últimamente, pues su regulación
está en discusión no solo en el Perú, sino también en el resto del mundo.
Pero ¿qué es el cannabis medicinal? Es, simplemente, el uso de las diferentes
cepas de esta planta para crear productos con propiedades beneficiosas
para la salud. Sin embargo, esto aún está en una etapa experimental y la data
disponible no es suficiente. Entonces, ¿cómo funciona? Esta planta tiene
compuestos llamados cannabinoides. Seguro has escuchado de dos de ellos: el THC y el
CBD. El primero te da ese "high" o "volada" que muchos buscan, mientras el segundo tiene
un efecto relajante. Por ejemplo, en los EEUU, 30 estados ya la admiten en casos
de cáncer o de convulsiones causadas por la epilepsia. Otros 29 la admiten para el
dolor crónico y síntomas del VIH/sida. Por ejemplo, en el caso de la epilepsia,
consumir el aceite de cannabis permite recibir más de estos compuestos
orgánicos que ayudan a regular el control de comunicación entre una célula
y la otra. Esto puede disminuir considerablemente la cantidad de
convulsiones causadas por una sobrecarga de señales.
Entre sus potenciales usos terapéuticos encontraremos la mejora de trastornos
del sueño y aumento del apetito. Además, algunos estudios sugieren
propiedades antiinflamatorias y ayudaría al tratamiento de síntomas de la
ansiedad la demencia y la depresión en personas con dolores crónicos. Un estudio
publicado en PUBMED, en el 2017, asegura que productos derivados del cannabis
muestran una eficacia del 86 por ciento en los pacientes con epilepsia
refractaria. Es decir, aquella que consistentemente no ha respondido a los tratamientos
tradicionales para esta condición. Pero claro, esta planta también
tiene posibles efectos adversos. Por ejemplo, la dependencia, el síndrome de
abstinencia o riesgo de enfermedades respiratorias si es que se consume
mediante la combustión. Sin embargo, estos serían considerablemente menores que
otras como la nicotina, componente adictivo del cigarrillo, o las
benzodiacepinas, medicamentos utilizados para reducir la ansiedad y ciertas
neurosis obsesivas. Estas dos son legales. Con tantos
beneficios potenciales, ¿por qué no tenemos más información? ¿Por qué no se conducen ni
publican más investigaciones que nos den
evidencia certera? La respuesta la encontramos en su ilegalidad. El uso del
cannabis está rodeado de controversias sociales, económicas, políticas y
religiosas que complican establecer el camino para su experimentación y uso.
Es, precisamente, su falta de regulación la que no nos permite conocer más sobre
sus beneficios y, muy importante también, sus riesgos. En el Perú, no existen
investigaciones publicadas sobre el tema. Esto a pesar de que se calcula que uno
de cada cinco peruanos sufre de dolor crónico. De los pacientes que sufren de
epilepsia, el 30 por ciento no responde a medicamentos tradicionales y, según el
INEN, solo en el 2014 se registraron 11 mil 583 nuevos casos de cáncer y se
realizaron 55 mil 158 quimioterapias. Varios de estos pacientes han recurrido
al cannabis, pero al no estar bien regulado, el etiquetado del producto no
es el adecuado y no hay manera de saber qué es lo que estamos consumiendo.
Según un estudio realizado en el 2014 en EEUU, de 75 productos comprados de 47
marcas diferentes, solo el 17% estaba bien etiquetado. Aquellos con altas dosis
de THC no señalada correctamente corren el riesgo de no producir el beneficio
medicinal deseado. Como ejemplo, cuando compras una cerveza lager o una IPA
sabes más o menos lo que estás recibiendo. Este no es el caso del
cannabis. Por otro lado, el cultivo no supervisado también puede traer
problemas. Sabemos que, en el Perú, hay casos de padres que por necesidad han
elaborado con sus propias manos la medicina para sus hijos. Esta falta de
control hace imposible la detección de contaminantes y falsificaciones. Aceptar
el consumo del cannabis podría ser el primer paso para grandes avances en
investigaciones. Con una mejor regulación, los consumidores podremos tener más
información sobre lo que recibimos. Esto nos va a ayudar a enterarnos de los
efectos del cannabis y mejorar la salud de miles de personas.

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