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STS 1448 2022

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JURISPRUDENCIA

Roj: STS 1448/2022 - ECLI:ES:TS:2022:1448


Id Cendoj: 28079120012022100353
Órgano: Tribunal Supremo. Sala de lo Penal
Sede: Madrid
Sección: 1
Fecha: 08/04/2022
Nº de Recurso: 724/2020
Nº de Resolución: 365/2022
Procedimiento: Recurso de casación
Ponente: ANGEL LUIS HURTADO ADRIAN
Tipo de Resolución: Sentencia

TRIBUNALSUPREMO
Sala de lo Penal
Sentencia núm. 365/2022
Fecha de sentencia: 08/04/2022
Tipo de procedimiento: RECURSO CASACION
Número del procedimiento: 724/2020
Fallo/Acuerdo:
Fecha de Votación y Fallo: 06/04/2022
Ponente: Excmo. Sr. D. Ángel Luis Hurtado Adrián
Procedencia: AUD. PROVINCIAL SECCION N. 9
Letrada de la Administración de Justicia: Sección 001
Transcrito por: IGA
Nota: Siendo aplicable la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter
Personal, y los artículos 236 bis y siguientes de la Ley Orgánica del Poder Judicial, los datos contenidos en
esta comunicación y en la documentación adjunta son confidenciales, quedando prohibida su transmisión o
comunicación pública por cualquier medio o procedimiento, debiendo ser tratados exclusivamente para los
fines propios de la Administración de Justicia, sin perjuicio de las competencias del Consejo General del Poder
Judicial previstas en el artículo 560.1.10ª de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
RECURSO CASACION núm.: 724/2020
Ponente: Excmo. Sr. D. Ángel Luis Hurtado Adrián
Letrada de la Administración de Justicia: Sección 001
TRIBUNAL SUPREMO
Sala de lo Penal
Sentencia núm. 365/2022
Excmos. Sres. y Excma. Sra.
D. Manuel Marchena Gómez, presidente
D. Miguel Colmenero Menéndez de Luarca
D. Juan Ramón Berdugo Gómez de la Torre
Dª. Ana María Ferrer García

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JURISPRUDENCIA

D. Ángel Luis Hurtado Adrián


En Madrid, a 8 de abril de 2022.
Esta Sala ha visto el recurso de casación nº 724/2020, interpuesto por Domingo , representado por la
Procuradora de los Tribunales Dª. Blanca Murillo de la Cuadra y bajo la dirección letrada de Dª. María Isabel
Márquez Barrionuevo contra la sentencia dictada con fecha 18 de octubre de 2019 por la Audiencia Provincial
de Málaga Sección 9ª, que condena a Domingo por delito continuado de abuso sexual.
Los Excmos. Sres. Magistrados componentes de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, que al margen se
expresan se han constituido para la deliberación y fallo bajo la Presidencia del primero de los indicados.
Ha sido parte recurrida el Ministerio Fiscal y la acusación particular María Purificación , representada por la
Procuradora de los Tribunales Dª. Cristina Matud Juristo y bajo la dirección letrada de Dª. María Jesús Yáñez
Santos.
Ha sido ponente el Excmo. Sr. D. Ángel Luis Hurtado Adrián.

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- En el procedimiento Ordinario 15/2017 (dimanante del PO 1/2015 del Juzgado de Instrucción nº
3 de Málaga), seguido ante la Secc 9ª de la Audiencia Provincial de Málaga, con fecha 18 de octubre de 2019,
se dictó sentencia condenatoria para Domingo como responsable de un delito continuado de abuso sexual,
que contiene los siguientes Hechos Probados:
" PRIMERO.- Probado y así de declara expresamente al desprenderse de la prueba practicada que Domingo
es tío abuelo de María Purificación , nacida el NUM000 de 1992, la cual acudía los fines de semana a la casa
de aquel, para ser atendida, a partir de cumplir los 10 años (2002) por serle imposible a la madre, Angustia ,
cuidarla, por cuestiones laborales y no tener relación con el padre.
En fecha no determinada, pero aproximadamente en mayo de 2004 encontrándose Domingo junto a María
Purificación , en el sofá del salón del domicilio del primero, recostándose sobre ella, le introdujo la mano dentro
del pantalón y ropa interior, tocándole los órganos genitales, ante lo cual la menor se levantó y marchó hacia
donde estaba la esposa de Domingo a la que no comenta lo acontecido; posteriormente al anochecer y llevarla
de vuelta a su casa, y luego por vía telefónica, le pregunta Domingo que si le había gustado.
A raíz de ese día, en varias ocasiones, en la casa o en el coche de Domingo , le manoseaba en sus órganos
genitales y le hacía tocarle los suyos, instándola a que le chupara el pene, no concretándose días exactos de
estos actos.
Ya en verano de 2005, teniendo María Purificación , 12 años de edad, y estando en una habitación de la vivienda
de Domingo , al ir a cambiarse de ropa, quitándose el bikini, que portaba previamente para ponerse ropa seca,
con la intención de ir a comer, Domingo se introdujo en ese habitáculo, quitándole la parte inferior del bikini,
y diciéndole "te la meto o no te la meto" echándola finalmente sobre la cama allí existente y penetrándola
vaginalmente; tras ese episodio, el citado Domingo , continuó (no concretándose días exactos) realizando
tocamientos, y efectuando penetraciones vaginales a María Purificación hasta su denuncia en julio de 2013,
efectuando los actos incluso después de ser aquella madre, cuando ya tenía 16 años.
Durante ese periodo de tiempo, el citado Domingo mandaba mensajes de naturaleza amorosa, seductora e
incluso sexual a María Purificación , constando los mismos aportados a la causa (folios 40 a 62)".
SEGUNDO.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:
"Que debemos Condenar y condenamos a Domingo , como autor responsable criminalmente de un delito
continuado de Abuso sexual, con penetración vaginal y bucal, sobre menor de 13 años, con relación familiar
prevaliéndose de ella, sin la concurrencia de circunstancia modificativas genéricas a la pena de 8 años, 10
meses y 15 días de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo
durante ella, imponiéndosele la prohibición de comunicar con la víctima María Purificación por cualquier
medio, y de aproximarse a ella, su vivienda o lugar de trabajo, en 500 metros, por el plazo de otros 8 años, 10
meses y 15 días . Se le imponen las costas causadas, incluyéndose en ellas, las procedentes de la actuación
de la acusación particular, al considerarse la misma relevante y trascendente.
Así mismo indemnizará a la citada perjudicada en la cantidad de 180.000 euros, por el daño moral y perjuicio
producido, cantidad que en su caso se incrementará, desde la firmeza de la presente resolución, por intereses
legales conforme a lo dispuesto en la LEC".

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JURISPRUDENCIA

TERCERO.- Notificada en forma la anterior resolución a las partes personadas, se preparó recurso de
casación por Domingo , que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo
las actuaciones y certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el rollo y
formalizándose el recurso.
CUARTO.- La representación legal de Domingo alegó los siguientes motivos de casación:
1. Primer motivo: POR VULNERACIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES, al amparo de los arts. 5.4 y 11.1 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial y 852 de la Ley de enjuiciamiento criminal, tanto que la sentencia recurrida
violenta los principios constitucionales de Presunción de Inocencia, Tutela Judicial Efectiva, Proceso Debido
con todas las garantías e Interdicción de la indefensión del art. 24 de la Constitución Española, en cuanto
que exige la necesidad de una actividad probatoria de cargo suficiente, para el dictado de una sentencia
condenatoria.
2. Segundo motivo.- POR INFRACCIÓN DE LEY, al amparo del art. 849.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
por cuanto que, dado los hechos que se declaran probados, se han infringido los artículos 181.1.2, 182.1 Y
182.2 del Código Penal, así como el artículo 21.6 también del Código Penal.
3. Tercer motivo.- POR INFRACCIÓN DE LEY, al amparo del art. 849.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
por cuanto que, dado los hechos que se declaran probados, se ha infringido el artículo 459 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, ya que todo reconocimiento pericial se hará por dos peritos, exigencia que no se ha
cumplido en la presente causa.
4. Cuarto motivo.- POR INFRACCIÓN DE LEY al amparo del art. 849.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por
haber existido error en la apreciación de la prueba, y en observancia de lo dispuesto en el párrafo 2º del artículo
855 de la referida Ley, con designación de documentos y particulares en los que que ha existido error en la
apreciación de la prueba en la resolución impugnada.
5. Quinto motivo.- POR QUEBRANTAMIENTO DE FORMA al amparo del art. 850.1 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, al haberse denegado a esta parte diligencia de prueba que fue propuesta en tiempo y forma, prueba
que esta parte considera pertinente y necesaria para la defensa del ahora condenado.
6. Sexto motivo.- POR QUEBRANTAMIENTO DE FORMA, al amparo del núm. uno, del art. 851 LECrim., por
cuanto que en la sentencia no se expresa clara y terminantemente cuáles son los hechos que se consideran
probados, consignándose conceptos que, por su carácter jurídico, implican la predeterminación del fallo.
QUINTO.- Conferido traslado para instrucción, la representación procesal de la acusación particular presenta
escrito impugnando el Recurso de Casación.
El Ministerio Fiscal interesó la inadmisión y, subsidiariamente, su desestimación, de conformidad con lo
expresado en su informe de fecha 26 de agosto de 2020.
La Sala lo admitió a trámite, quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.
SEXTO.- Hecho el señalamiento para el fallo, se celebró la deliberación y votación prevenida el día 6 de abril
de 2022.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Por razones metodológicas reordenaremos el orden en que se han formulado los motivos del
recurso, comenzando por los que son por quebrantamiento de forma, por cuanto que, de estimarlos, impediría
entrar en los de fondo (arg. arts. 901 bis a) y 901 bis b) LECrim).
Como quinto motivo de casación por quebrantamiento de forma se invoca el art. 851.1º LECrim., alegando el
recurrente que no se ha expresado clara y terminantemente cuáles son los hechos que se consideran probados,
y por consignarse como hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico, implican la determinación
del fallo.
1. En cuanto al primer punto, se esgrime que la sentencia recurrida se limita a narrar solo tres hechos a pesar
de que la condena es por un delito de abusos sexuales continuados durante un tiempo que abarca 11 años
(de 2003 a 2013), por lo que no se consignan con claridad los hechos probados.
Sin perjuicio de que en el siguiente fundamento haremos las consideraciones oportunas en relación con delitos
como el que nos ocupa y las dificultades para la concreción de fechas exactas cuando el abuso se prolonga por
espacios considerables de tiempo, en lo que ahora nos ocupa baste decir que, partiendo de que, efectivamente,
como el recurrente indica, la condena es por un delito de abusos sexuales continuados, el sustrato fáctico

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JURISPRUDENCIA

sobre el que ha de partirse es el que reúna los elementos necesarios de cara al ulterior juicio de subsunción,
que luego se desarrollará en la fundamentación jurídica, que es así como ha operado el tribunal sentenciador,
cumpliendo con lo establecido en el art 142 LECrim relativo a la estructura de la sentencia.
Así, en el tercer párrafo, se da por probado que, a raíz del primer día, "en varias ocasiones, en la casa o en el
coche de Domingo , le manoseaba [a la menor] en sus órganos genitales y le hacía tocarle los suyos, instándola
a que le chupara el pene, no concretándose días exactos de estos actos"; y en el párrafo cuarto, después
de concretar otro episodio, continúa diciendo, tras él, que "el citado Domingo continuó (no concretándose
días exactos) realizando tocamientos y efectuando penetraciones vaginales a María Purificación hasta su
denuncia en julio de 2013".
Si se quiere, de manera concisa, pero los anteriores pasajes son de la suficiente claridad y precisión como
para definir la continuidad delictiva de los abusos sexuales por los que se condena, pues ni es posible mayor
concreción, ni era necesario mayor detalle, porque una cosa son los hechos probados y otra distinta es la
prueba de esos hechos, que el lugar donde ha de ser tratada y valorada es en la fundamentación jurídica.
2. Respecto a la queja porque se hayan consignado conceptos jurídicos que predeterminen el fallo,
decíamos en nuestra Sentencia 83/2022, de 27 de enero de 2022 que ello "exige para su estimación, según
reiterada doctrina jurisprudencial ( SSTS. 23.10.2001, 14.6.2002, 28.5.2003, 18.6.2004, 11.1.2005, 11.12.2006,
26.3.2007, 2.10.2007 y 28.11.2007):
a) que se trate de expresiones técnico-jurídicas que definan o den nombre a la esencia del tipo aplicado;
b) que tales expresiones sean tan sólo asequibles por regla general para los juristas y no sean compartidas
en el uso del lenguaje común;
c) que tengan valor causal respecto al fallo, y
d) que suprimidos tales conceptos jurídicos, dejen el hecho histórico sin base alguna.
El vicio sentencial denunciado no es viable -dice la STS. 401/2006 de 10.4-, cuando el juzgador emplea
expresiones en el relato fáctico que están en el lenguaje común, que no son sino meramente descriptivas,
pero no técnicas en sentido jurídico, de modo que es válido que se utilicen en la redacción de las sentencias,
al conformar su relato histórico, y que desde luego, aunque las emplee el legislador también al describir los
tipos penales, no por ello puede decirse que predeterminan el resultado correspondiente a la subsunción
judicial, pues en ocasiones se convierten en imprescindibles, arrojando más claridad semántica que, si por un
purismo mal entendido, se quisieran construir a base de sinónimos o locuciones equivalentes, muchas veces
con aportaciones de frases retorcidas, fruto de un incorrecto léxico, en todo caso, poco comprensible para la
ciudadanía".
De conformidad con la anterior jurisprudencia, es preciso, para entrar a debatir sobre este motivo de casación,
que la defensa indique dónde está ese carácter jurídico que dice que hay en los hechos probados, lo que no
hace, pues se limita a entresacar una serie de frases de contenido tan vulgar y uso común, como "[...]introdujo
la mano dentro del pantalón y ropa interior, tocándole los órganos genitales[...]", "[...]le manoseaba en sus
órganos genitales y le hacía tocarle los suyos, instándola a que le chupara el pene[...]", "echándola finalmente
sobre la cama allí existente y penetrándola vaginalmente", que ni siquiera las encontramos en la redacción del
delito por el que se condena, por lo tanto ajenas a cualquier concepto jurídico empleado en el artículo con que
se define el mismo.
Procede, pues, la desestimación del motivo.
SEGUNDO.- En segundo lugar trataremos conjuntamente el motivo en que se invoca, con base en los arts. 5.4 y
11 LOPJ y 852 LECrim., vulneración de los principios constitucionales de presunción de inocencia, tutela judicial
efectiva y proceso debido e interdicción de la indefensión del art. 24 CE, por considerar que no existe prueba
de cargo suficiente para dictar una sentencia condenatoria, así como en el que, con apoyo en el art. 849.2
LECrim., se esgrime error en la valoración de la prueba, por la relación que observamos entre ellos, debido al
cuestionamiento que se hace de la prueba practicada en el primero de ambos, al objeto de convencer de que la
practicada no es de suficiente cargo como para dictar una sentencia de condena. Y también en este motivo se
harán las consideraciones oportunas para abordar cuestiones probatorias que se plantean en otros motivos.
De una u otra manera, en los referidos motivos se rebate la valoración que, del testimonio de la víctima, ha
hecho el tribunal sentenciador, del que va extrayendo determinados pasajes para interpretarlos a conveniencia,
así como de los demás elementos a los que acudió en corroboración de aquel, para desacreditarlos y así privar
del suficiente peso incriminatorio lo declarado por aquélla, y mantener que no existe prueba de cargo suficiente
para enervar la presunción de inocencia, lo que nos lleva a comenzar el presente fundamento haciendo dos

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JURISPRUDENCIA

de consideraciones de carácter general, una en relación con el testimonio de la víctima y otra respecto de la
presunción de inocencia.
1. En relación con lo primero, hemos de decir que es una línea que mantiene una abundante jurisprudencia
de esta Sala, considerar que la declaración de la víctima puede ser tenida como prueba de cargo suficiente
para enervar la presunción de inocencia, aun cuando sea la única prueba disponible, sin que deje de ser tenida
como tal, incluso aunque se aprecien en su testimonio fisuras o divergencias; si bien habrá de ser valorada con
cautela, de ahí la conveniencia de someterla a criterios de máxima objetivación, acudiendo al aval que puedan
aportar determinados elementos de corroboración, a valorar en cada caso, según las circunstancias que en él
concurran; y, en este sentido, esto es, en orden al valor que quepa dar a dicha prueba, siguiendo doctrina de
esta Sala, acudimos a la Sentencia 597/2021, de 6 de julio de 2021, en la que decíamos lo siguiente:
"Un axioma básico que es pertinente consignar aquí es el recordatorio de la posibilidad de que una prueba
testifical, aunque sea única y aunque emane de la víctima pueda desactivar la presunción de inocencia.
La vieja máxima de raíces judeo-cristianas "testis unus testis nullus" ha sido abandonada en el moderno
proceso penal. Ello no puede degenerar en una relajación del rigor con que debe examinarse la prueba, ni una
debilitación del "in dubio". Esa deriva es fruto de la inconveniencia de condicionar la valoración probatoria por
rígidos moldes legales diferentes a las máximas de experiencia y reglas de la lógica y del repudio del arcaico
sistema de prueba legal.
La palabra de un solo testigo, sin ninguna otra prueba adicional, puede ser suficiente en abstracto para alcanzar
la convicción subjetiva. Ahora bien, la exigencia de una fundamentación objetivamente racional de la sentencia
hace imposible fundar una condena sobre la base de la mera "creencia" en la palabra del testigo, a modo de un
acto de fe ciego, de una intuición, o de un "pálpito" bendecido irracionalmente con la invocación a una etérea
inmediación, como coartada de la orfandad motivadora.
En los casos de "declaración contra declaración" (aunque normalmente no aparecen supuestos en ese estado
puro y desnudo, sin otros elementos concomitantes), se exige una valoración de la prueba especialmente
profunda respecto de la credibilidad. Cuando una condena se basa, en lo esencial, en una testifical ha de
redoblarse el esfuerzo de motivación fáctica. Sus exigencias se acrecientan".
Y más adelante continuaba la Sentencia:
"La testifical de la víctima, ciertamente, puede ser prueba suficiente para condenar; pero es imprescindible una
motivación fáctica reforzada que vaya mucho más lejos de un desnudo "es creíble", "me ha convencido", "la
creo".
En ese contexto encaja bien el triple test antes mencionado establecido por la jurisprudencia para
valorar la credibilidad del testigo víctima -persistencia en sus manifestaciones, elementos corroboradores
(verosimilitud), ausencia de motivos de incredibilidad diferentes a la propia acción delictiva-. No se está
definiendo con ello un presupuesto de validez o de utilizabilidad, sino meras orientaciones que han de ser
ponderadas en tanto constituyen herramientas que ayudan a acertar en el juicio. Son puntos de contraste que
no se pueden soslayar. Pero eso no significa que cuando se cubran las tres condiciones haya que otorgar
"por imperativo legal" crédito al testimonio. Ni, tampoco, que cuando falte una o varias, la prueba ya no pueda
ser valorada y, ex lege, por ministerio de la ley (prueba legal negativa) -o de la doctrina legal en este caso- se
considere insuficiente para fundar una condena. Ni lo uno ni lo otro. Es posible no conferir capacidad convictiva
de forma razonada a la declaración de una víctima (porque se duda del acierto de su reconocimiento, v.gr),
pese a que ha sido persistente, congruente y coherente; cuenta con elementos periféricos que parecerían
apuntalarla; y no se ha identificado ningún motivo espurio que ponga en entredicho su fiabilidad; y, según los
casos, también es perfectamente imaginable que una sentencia condenatoria tome como prueba esencial
la única declaración de la víctima huérfana de elementos corroboradores de cierta calidad, que ha sido
fluctuante por ocultar inicialmente datos o por cambios o alteraciones en las diferentes declaraciones; y pese a
identificarse una animadversión dilatada en el tiempo entre víctima y acusado, siempre que el Tribunal analice
cada uno de esos datos y justifique de forma convincente y racionalmente compartible por qué, a pesar de
ellos, no tiene dudas sobre la realidad de los hechos y la autoría (aunque no es lo más frecuente, tampoco es
insólito encontrar en los repertorios supuestos de este tenor)".
2. En relación con la presunción de inocencia, recordábamos en nuestra STS 724/18, de 24 de enero de 2019
que "como se ha explicitado en numerosas resoluciones de esta Sala (SSTS 1126/2006, de 15 de diciembre;
742/2007, de 26 de septiembre , o 52/2008, de 5 de febrero ), "cuando se alega infracción de este derecho
a la presunción de inocencia, la función de esta Sala no puede consistir en realizar una nueva valoración de
las pruebas practicadas a presencia del Juzgador de instancia, porque a este solo corresponde esa función
valorativa, pero sí puede este Tribunal verificar que, efectivamente, el Tribunal a quo contó con suficiente

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JURISPRUDENCIA

prueba de signo acusatorio". Una verificación que alcanza a que la prueba de cargo se haya obtenido sin violar
derechos o libertades fundamentales, así como que su práctica responda al procedimiento y supuestos para
los que fue legalmente prevista, comprobando también que en la preceptiva motivación de la sentencia se ha
expresado por el Juzgador el proceso fundamental de su raciocinio ( STS 1125/01, de 12 de julio ) y que ese
razonamiento de la convicción obedece a los criterios lógicos y razonables que permiten corroborar las tesis
acusatorias sobre la comisión del hecho y la participación en él del acusado, sustentando de este modo el
fallo de condena.
Y respecto a la declaración de la víctima, la jurisprudencia de este Tribunal y la doctrina del Tribunal
Constitucional, entienden que puede ser considerada prueba de cargo suficiente para enervar la presunción
de inocencia, aun cuando fuera la única prueba disponible, como es frecuente que acaezca en casos de
delitos contra la libertad sexual, porque al producirse generalmente con absoluta clandestinidad, se dificulta la
concurrencia de otra prueba diferenciada ( SSTC. 229/1.991, de 28 de noviembre; 64/1.994, de 28 de febrero y
195/2.002, de 28 de octubre, así como SSTS 339/2007, de 30 de abril; 187/2012, de 20 de marzo; 688/2012, de
27 de septiembre; 788/2012, de 24 de octubre; 469/2013, de 5 de junio; 553/2014, de 30 de junio o 355/2015,
de 28 de mayo, entre muchas otras).
Hemos indicado también, en diversas ocasiones, que al introducirse el juicio de racionalidad dentro del margen
de fiscalización que impone la presunción de inocencia, se crean puntos de confluencia con el derecho a
la tutela judicial efectiva. La suficiencia de la prueba, evidenciada por la motivación coherente y sin fisuras
del Tribunal, conforma un espacio de conmixtión que afecta a la presunción de inocencia y, por más que la
palabra de un solo testigo pueda ser suficiente en abstracto para alcanzar la convicción subjetiva del Tribunal,
la exigencia de una fundamentación objetivamente racional de la sentencia, impide apoyar una condena en
la mera sensación intuitiva de considerar veraz un testimonio. El Tribunal tiene obligación de explicar por qué
el testigo es objetivo y racionalmente creíble y por qué ese testimonio puede permitir desechar otros medios
de prueba contradictorios.
Conforme con lo expuesto anteriormente, salvada en este caso la constitucionalidad y legalidad de una prueba
testifical de la que solo se discute su capacidad incriminatoria, corresponde al órgano de enjuiciamiento
evaluar la credibilidad de la víctima, mientras que al Tribunal de Casación le compete el control de la valoración
realizada por el Tribunal de instancia, en lo que concierne a su racionalidad en función de los parámetros de la
lógica, la ciencia y la experiencia. Y para verificar la estructura racional del proceso valorativo de la declaración
testifical de la víctima, el Tribunal Supremo tiene establecidos unos parámetros que, sin ser cada uno de ellos
una exigencia axiomática para la validez del testimonio como prueba de cargo, sí facilitan que la verosimilitud
que se les otorgue responda a criterios lógicos y racionales, con elusión de posicionamientos internos o
intuitivos del Juez o Tribunal. Estos parámetros consisten en el análisis del testimonio desde la perspectiva
de su credibilidad subjetiva, de su credibilidad objetiva y de la persistencia en la incriminación como elemento
que se proyecta sobre los dos primeros, aun cuando -como decíamos en nuestra sentencia 355/2015, de
28 de mayo- "La deficiencia en uno de los parámetros no invalida la declaración, y puede compensarse con
un reforzamiento en otro, pero cuando la declaración constituye la única prueba de cargo, una deficiente
superación de los tres parámetros de contraste impide que la declaración inculpatoria pueda ser apta por sí
misma para desvirtuar la presunción de inocencia"".
3. Trasladadas las anteriores consideraciones al caso que nos ocupa, conlleva que no entremos en una nueva
valoración del testimonio de la denunciante, y puesto que no se cuestiona que haya habido vulneración de
derechos fundamentales en la prueba presentada en juicio y existe un razonamiento por parte del tribunal
sentenciador, quien, de manera motivada, valora el material probatorio puesto a su disposición, y que lo que
se discute es su capacidad incriminatoria, nos centraremos en verificar la razonabilidad sobre ese proceso
valorativo hecho por dicho tribunal.
3.1. Entre los reproches que observamos que en el motivo se hace a la sentencia de instancia, se alega que
ni siquiera los hechos probados han sido encuadrados en un espacio temporal concreto y unánime, lo cual
no debería extrañar al recurrente, pues en ellos se está hablando de unos hechos que abarcan unos 11 años,
que comienzan en 2003, cuando la niña tenía 10 años, y se extienden hasta 2103, cuando decide denunciarlos,
periodo lo suficientemente dilatado de tiempo como para que se pueden precisar con exactitud todos y cada
uno de los concretos episodios de lo que es una situación mantenida en el tiempo, que, como tal, lo razonable
es un relato global, del que las referencias sean a los sucesos que mayor mella hayan causado a la joven,
como así hizo en juicio, pues debe ser sabido, porque la experiencia así lo enseña, que con el paso del tiempo
es difícil recordar puntualmente lo que se convierte en una rutina, por más que ésta sea consecuencia de un
situación de dominación o abuso.
Así lo ha venido considerando este Tribunal en Sentencias como la 151/2022, de 22 de febrero de 2020, en que,
recordando otras, como la 355/2015 de 28 de mayo, 125/2017 de 27 febrero, 514/2017 de 6 de julio, 573/2017

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JURISPRUDENCIA

de 18 de julio o 199/2021 de 4 de marzo, decíamos que "cuando se trata de abusos continuados sobre menores
por parte de personas de su entorno familiar, resulta en muchas ocasiones imposible identificar las fechas, las
ocasiones y el número de acciones abusivas cometidas, pues la actuación abusiva es reiterada y comienza a
temprana edad, de modo que los menores no pueden ordinariamente precisar ni el número de veces que se
ha repetido el abuso, ni la fecha exacta de cada uno de los actos".
A esta circunstancia se debe la inconcreción de fechas que hay en los hechos probados, que, sin embargo,
contienen la suficiente descripción como para subsumir los hechos en delito por el que se condena, que es lo
que se precisa a los efectos del art. 142 LECrim; hechos en los que solo se concreta fechas de los episodios
que más marcaron a la menor, como el que tiene lugar con los primeros tocamientos, o la primera penetración
cuando contaba con 12 años, refiriéndose a los demás de una manera que nos parece correcta a la hora
de definir una situación que se prolonga por tanto tiempo, cuando dice que a raíz del primer día "en varias
ocasiones, en la casa o en el coche de Domingo , le manoseaba en sus órganos genitales y le hacía tocarle
los suyos, instándola a que le chupara el pene, no concretándose días exactos de estos actos".
3.2. A partir de aquí, la sentencia de instancia, en su fundamentación, expone las razones por las cuales da
credibilidad al testimonio de la joven, que, desde un punto subjetivo, se la ofrece porque considera que sus
manifestaciones son claras en la narración de los hechos y su estructura lógica, reiteradas y firmes en lo
esencial, dando relevancia al momento y razón que la llevó a denunciar unos hechos que estuvo soportando
más de 10 años, que fue en la idea de amparo o protección a un familiar menor, una prima suya, por si pudiera
llegar a encontrarse en su misma situación, así como porque no apreció ánimo espurio en su exposición.
Frente a ello, en el recurso se realiza una valoración de ese testimonio, del que va mencionando determinados
episodios de los que relató la menor, con pasajes de lo que respecto de cada uno declaró en distintos
momentos (comisaría, por escrito, juzgado y juicio) y lo que considera contradicciones e incoherencias, al
objeto de restarle la credibilidad que le dio el tribunal a quo, en cuya dinámica no hemos de entrar, porque
no es manera de valorar una prueba personal, ya que, al margen de que lo que con mayor o menor detalle se
pueda transcribir por escrito, se carece de inmediación y para esa valoración no solo cuenta lo que se dice
que se dijo, sino cómo se dijo, en que la manera de exponerlo y el lenguaje de los gestos juegan un papel
fundamental, y es desde esta perspectiva por lo que ofrece la credibilidad que le ofrece al tribunal que tiene
que hacer la valoración.
3.3 Y si desde el punto de vista de su aspecto subjetivo ofreció credibilidad el testimonio de la menor, también
desde un plano objetivo no se puede poner tacha a la valoración hecha por el tribunal sentenciador, vistos los
elementos de corroboración que lo avalan.
En este plano objetivo podemos hacer mención a que los hechos no pueden dejar de situarse en un contexto de
dependencia y dominación, en la medida que la menor acudía a casa del condenado, tío abuelo suyo, para ser
atendida desde los 10 años, por ser imposible cuidarla la madre por cuestiones laborales y no tener relación
con el padre, circunstancias que no es extraño ver que concurren en casos como el que aquí nos ocupa. Cierto
que ello es insuficiente para llegar a conclusión definitiva, si bien apunta en una línea de corroboración que
apuntala el resto de la prueba practicada.
Por un lado, contamos con el testimonio de la hermana de la víctima, que se niega en el motivo que pueda ser
tenido como tal elemento, pues se alega que no aporta nada a los hechos, que esta testigo no los presenció y
lo que sabe es lo que le contó la propia víctima, razón por lo que es mínima la atención que dedica la sentencia
de instancia a lo que ella declaró; ahora bien, siendo esto así y a ello se reduzca su aportación, es un algo
más que abunda en la persistencia en la incriminación y credibilidad el testimonio de la denunciante, pues
evidencia que, aunque sea en otro ámbito, siempre ha mantenido igual versión, en lo esencial, de unos hechos
tan denigrantes, y no es fácil que una persona que ha sido objeto de unas vejaciones como las que sufrió las
vaya aireando así.
También se pone en duda el testimonio de la educadora de la menor, quien, si bien tiene conocimiento de los
hechos después de ocurridos, la menciona el tribunal sentenciador porque en su opinión tenía apariencia de
veracidad lo que le relató la víctima, que se reprocha que haya sido así porque esta testigo es pedagoga y no
psicóloga, y ciertamente no se le puede quitar la razón, pero vuelve abundar en la idea de que la víctima, en lo
esencial de sus vejaciones, siempre ha relatado lo mismo. La defensa, sin embargo, cuestiona el testimonio de
la educadora, en base al oficio remitido por el Instituto, en que se dice que no existe constancia de actuaciones
realizadas por ella sobre la menor, lo cual no significa que no la hubiera prestado la atención que la prestó y la
escuchase el relato de abusos sexuales que le relató, que es lo fundamental, y no que quede o deje de quedar
constancia de esas atenciones donde sea.
3.4 En relación con la prueba pericial, también tenida en cuenta como aval del testimonio de la víctima, una
primera consideración sobre su práctica y la queja que al respecto se formula en el quinto motivo de recurso,

7
JURISPRUDENCIA

en que se alega por la representación del acusado que en instrucción solicitó que se realizara una valoración
psicológica de la denunciante por dos peritos para que emitieran informe sobre su credibilidad, así como
que se emitiera informe psicológico del acusado en relación con el delito de agresión sexual por el que se
le investigaba, prueba que, admitida, no se llegó a practicar por el juzgado, siendo solicitada de nuevo en el
escrito de defensa y denegada también, y vuelta a solicitar al inicio del juicio como cuestión previa se vuelve a
rechazar, queja que, sin embargo, no es fácil comprender por cuanto que tanto la pericial sobre la menor, como
sobre el condenado se practicaron y las tuvo a su disposición el tribunal al dictar sentencia, y tan es así, que
en el propio escrito de recurso se hace mención a ellas criticándose los términos en que han sido valoradas.
En efecto, la pericial sobre la menor (en el apartado 4 hablaremos de la del acusado) fue practicada, en
principio, por la psicóloga Sra. Rosario , solo que, siendo una sola perito, al transformarse el procedimiento
a sumario, se llamó a un segundo perito, la Sra. Santiaga , que no se adhirió al informe de su compañera
por discrepancias en la metodología empleada, lo que dio lugar a la llamada de un tercer perito, el Sr. Juan
Carlos , que, junto con la Sra. Santiaga , emiten un informe más, y al juicio comparecen los tres peritos en el
mismo acto, practicándose la prueba pericial conjuntamente con los tres peritos, en cuyo acto la Sra. Rosario
mantuvo sus conclusiones y los Srs. Santiaga y Juan Carlos las suyas.
No obstante haberse practicado la pericia en estos términos, entre los motivos de recurso la defensa articula
una queja porque, centrada en el informe de la Sra. Rosario , considera que se ha contravenido lo establecido
en el art. 459 LECrim, queja que, según jurisprudencia asentada de esta Sala, ha de ser rechazada, y para
ello traemos un pasaje encontrado en nuestra STS 50/2021, de 25 de enero de 2021, en la que decíamos lo
siguiente:
"La jurisprudencia de esta Sala ha reiterado de forma más que insistente que el art. 459 de la LECrim no
establece un presupuesto sine qua non de validez estructural de la prueba pericial practicada en el ámbito del
procedimiento ordinario. En efecto, sobre el número de peritos que han de emitir los informes judiciales, en las
SSTS 694/2011, 24 de junio, 106/2009, 4 de febrero, 777/2009, 24 de junio y 537/2008, 12 de septiembre, nos
hacíamos eco de la doctrina jurisprudencial de esta esta Sala, en la que se recuerda que, pese al tenor literal
del art. 459 de la LECrim -" se hará por dos peritos", la duplicidad de informantes no es esencial. Este fue el
criterio proclamado en el acuerdo de esta misma Sala fechado el día 21 de mayo de 1999, cuyo alcance fue
precisado en el Pleno de 23 de febrero de 2001.
Conviene tener presente, en fin, que si la validez de una prueba pericial, su adecuación a las exigencias de un
proceso justo, se explicara a partir de un entendimiento puramente cuantitativo, que atendiera exclusivamente
al número de peritos que hubiera participado en la elaboración del informe, nos veríamos obligados a aceptar
que el procedimiento abreviado se aparta de los requerimientos constitucionales, en la medida en que acepta
el dictamen pericial suscrito por un único perito (cfr. art. 778.1 LECrim). En definitiva, la validez de la prueba,
su virtualidad para desplazar la presunción de inocencia, mira más que a la concurrencia numérica de los
expertos, al respeto a los principios de contradicción y defensa, verdaderas fuentes de legitimación del proceso
penal. Y en el presente caso, ambas facultativas concurrieron al plenario y expusieron de forma conjunta las
razones que apoyaban sus inferencias. Fue ahí, en el acto del juicio oral, donde la defensa tuvo la oportunidad
-que, por cierto, ejerció- de preguntar cuanto consideró oportuno sobre los términos del informe".
Es, pues, en línea con la anterior doctrina como se acabó llevando a cabo la prueba pericial, porque, si bien los
distintos peritos que han intervenido en las actuaciones documentaron por separado sus informes, en el acto
del juicio comparecieron los tres de manera conjunta, siendo sometidos a un interrogatorio contradictorio en
el que cada cual expuso las razones de sus conclusiones, de manera que el tribunal pudo valorar las distintas
opiniones, todas y cada una de ellas emitidas desde sus respectivos conocimientos científicos, como dice el
art. 456 LECrim, alcanzando su convicción tras la valoración de conjunto que, a tenor del art, 741 LECrim. le
correspondía hacer.
Es cierto y se insiste en ello en el recurso que los doctores Santiaga y Juan Carlos no ratificaron el realizado
por la doctora Rosario , estando sus discrepancias en la metodología empleada en cada caso, hasta el punto
de que, en el motivo, respecto de la pericia de la doctora Rosario se dice textualmente que "con la metodología
utilizada es muy arriesgado decir que al cien por cien han ocurrido los hechos" (así resaltado en el escrito),
lo que no quiere decir que la que utilizó, con la que discrepan sus compañeros, no sea válida, ni que el que
se resalte que es muy arriesgado decir que al cien por cien han ocurrido los hechos, sea de la trascendencia
que se pretende dar, porque no es eso lo que precisa un pronunciamiento de condena, sino haber llegado, no
los peritos, sino el tribunal, que es a quien corresponde la valoración de la prueba, a un convencimiento más
allá de toda duda razonable, y nada hay que impida que este nivel lo pudiera alcanzar el tribunal sentenciador
sin descartar la pericia de la Sra. Rosario , como un elemento más a sopesar en esa labor de apreciación en
conciencia de todo el material probatorio llevado a juicio.

8
JURISPRUDENCIA

De alguna manera, así lo explica el tribunal sentenciador, quien tiene en cuenta la veracidad que otorga al relato
de la víctima la doctora Rosario , cuando expone en su sentencia, refiriéndose al método que ésta emplea, "que
puede ser más o menos adecuado, pero que determina un resultado a valorar", y que no valora en exclusiva, sino
como un elemento más dentro del conjunto de valoración global de toda la prueba, entre la que se encuentran
los demás elementos a que hemos venido haciendo referencia, y el que nos queda, como son los mensajes
que dirige el acusado a la menor, que pasamos a ver a continuación.
3.5 Dichos mensajes se encuentran a los folios 42 a 60 de las actuaciones, y, respecto de los mismos, alega
el recurrente que el tribunal incurre en un error al valorar esa documental aseverando que existen mensajes
amorosos y sexuales entre el acusado y la denunciante, y, aunque se queja de que la sentencia de instancia en
ningún momento concreta ni refiere cuáles son esos mensajes, y dice que le genera indefensión, sin embargo
hace su propia valoración de los mismos diciendo que son de poca relevancia y que únicamente existen
mensajes normales y livianos, que pueden existir comentarios cariñosos pero ninguno amoroso o sexual, y si
bien es cierto que los hay, como ha podido comprobar este Tribunal, no es menos cierto que también los hay
de otro cariz, impropios de una relación padre e hija, como se dice en el recurso que era la que había entre
uno y otra.
De entre esos mensajes enviados por el acusado, entresacamos alguno, como los que encontramos en el folio
45, en que le dice a la menor: "no te tapes la cara", "porque la tienes muy bonita", "y esos labios tan bonitos", "tu
sabes que los tienes muy bonitos", "si apagas y borras todo", "y apaga sino no me fío de ponerte cosas que otros
puedan leer"; también en el folio 47: "por el culo te la iiiiiiiinnn", "jajajaja" "quien las das las tomas", o del folio
52, en que el acusado responde a una videollamada de la menor, que le dice "es que estoi desnudo", "enfoco".
De ellos, el que se preste a enfocar cuando está desnudo el acusado, o la grosería de las frases anteriores,
cualquiera que sea el contexto en que se quieran colocar, parece que excede de ser propio de la relación que
se nos quiere presentar en el recurso; y el tono cariñoso de las primeras, que, además, va acompañado de
peticiones para que se oculte lo que se está transmitiendo para que nadie se entere de la relación, tampoco
nos encaja con una relación que se trata de asimilar a la de padre e hija, sino que son más propias de mantener
situaciones de clandestinidad en que se suelen desenvolver relaciones como la que nos ocupa.
4. Por último, en cuanto a la queja porque no se haya hecho valoración expresa de la prueba de descargo
presentada por la defensa, podemos reiterar lo que decíamos en nuestra STS 911/2021, de 24 de noviembre
de 2021: "la necesidad de prestar atención más o menos extensa a la prueba de descargo está en función
de su relevancia de cara al resultado final del juicio, pues lo que el art. 741 LECrim exige, a la hora de formar
criterio por el tribunal de enjuiciamiento, es pasar por una valoración conjunta de toda la prueba practicada,
lo que implica que, para determinar la participación del acusado en los hechos delictivos de que se le acusa,
ha de valorar cuantos elementos probatorios hayan sido aportados por las partes, tanto los que los acrediten,
esto es, la prueba de cargo, como los que los desvirtúen, o sea, la prueba de descargo, lo que no supone
que sea preciso hacer en sentencia un análisis puntual y detallado de cada elemento, a no ser que resulte de
eficacia en un sentido o en otro, y ello porque, con arreglo al principio de relevancia, la prueba que ha de ser
objeto de valoración es la que la tenga de cara a la decisión del pleito, de manera que, constatada la realidad
de la acusación, y descartada la hipótesis de la defensa, la presentada por esta, que pudo ser considerada
como prueba pertinente, y admitida, por tanto, en el proceso para apoyo de su tesis, habrá perdido su eventual
eficacia, por incompatibilidad y/o exclusión con la eficacia de la de cargo".
En particular, nos referimos al informe pericial psicológico del condenado y a la historia clínica de la Unidad
de Salud Mental DIRECCION000 , en la que, respecto de los intentos de autolisis de la denunciante, se ponen
en relación con el fallecimiento de un primo que no supo superar, y que reflejan un historial conflictivo, donde
no hay reflejo de los abusos sexuales, que, ciertamente, podían haber sido objeto de alguna atención en la
sentencia recurrida, pero que el que no lo fueran solo significa que no se les ha dado la prevalencia como
para desacreditar la prueba de cargo, de manera que, al carecer de relevancia de cara al resultado final del
juicio, es razonable que no se entrara en un análisis puntual de los mismos, pues quedaron excluidos por
incompatibilidad con el peso de la prueba de cargo, porque, en definitiva, dichas pruebas ni afirman ni niegan
la realidad de los hechos que acredita la prueba de cargo.
Procede, por tanto, la desestimación de los motivos en que se formulan quejas por vulneración de presunción
de inocencia, y por cuestiones probatorias.
TERCERO.- El motivo segundo del recurso se formula por infracción de ley al amparo del art. 849.1 LECrim,
por entender infringido las arts. 181.1.2, 182.1 y 182.2, así como el 21.6 CP. Son, pues, dos cuestiones, que
serán tratadas por separado; la primera, relativa a la calificación jurídica de los hechos, y la segunda, en
pretensión de que sea apreciada una atenuante de dilaciones indebidas. Asimismo, aunque no se enuncia en el

9
JURISPRUDENCIA

motivo, encontramos en él una alegación más, quejándose el recurrente de que la indemnización la considera
inapropiada, por lo que abriremos un tercer apartado para dar respuesta a esta cuestión.
1. En relación con el juicio de subsunción, la sentencia de instancia califica los hechos según redacción del
Código Penal por LO 15/2003, vigente en la fecha de inicio de los hechos, considerando que es un delito de
abuso sexual del art. 181.1.2 y 182.1, por haber sido cometido con acceso carnal (pena de 4 a 10 años de
prisión), con la agravación del art.182.2, que se remita a las del 180.1, 3ª (menor de 13 años) y 4ª (sujeto a una
relación [prevalimiento] familiar, sentimental y económico, todo ello en régimen de continuidad delictiva.
Tratándose de un motivo del art. 849.1º LECrim. hay que tener en cuenta, como tiene repetido una constante
jurisprudencia, que hemos de pasar por el más absoluto respeto a los hechos probados, por ello que no
entremos en el debate de la parte en que se hacen consideraciones cuestionando que la prueba practicada
permite dar por acreditado que hubiera habido penetración vaginal, más cuando a las cuestiones probatorias
hemos dado respuesta en el fundamento anterior. En consecuencia, de lo que resulta del hecho probado es
la existencia del acceso carnal no consentido por vía vaginal con menor de 13 años, así como la situación de
prevalimiento, pese a que el recurrente lo niegue
1.1 En cuanto a que concurra la agravación por razón de la edad, no hay discusión; ahora bien, si leemos la
sentencia de instancia, parece que este elemento ha sido tenido en cuenta en dos ocasiones a los efectos de
la calificación de los hechos, lo que no debería ser así, puesto que, como decíamos en nuestra STS 70/2002
"un mismo hecho, situación o circunstancia en general no puede operar jurídicamente por dos veces, esto es,
ser doblemente valorado a la hora de fijar la responsabilidad del reo" porque ello puede suponer una quiebra
del principio non bis in idem, y ninguna explicación encontramos en la sentencia de instancia que permita
diferenciar la razón de la aplicación del apdo.1 del art. 182, en que los 13 años de edad constituyen un elemento
del tipo, y la razón por la que se ha aplicado la circunstancia específica de agravación del art. 182.2, en relación
con la 3ª del art. 180.1 CP.
En este sentido, en STS 1214/2002, de 1 de julio de 2002, decíamos: "Es cierto que la circunstancia personal
relativa a la edad de la víctima resulta en principio irrelevante para la consumación de la agresión sexual y que
desde esta perspectiva no cabe establecer necesariamente una relación directa entre violencia o intimidación y
edad. El fundamento de la agravación no está en la falta o limitación del consentimiento de la persona ofendida,
sino en la reducción o eliminación de su mecanismo de autodefensa frente al ataque sexual. Si ello es así,
podrá concurrir la agravante específica si la persona resulta especialmente vulnerable por la concurrencia de
otras circunstancias que no hayan sido tenidas en cuenta para valorar la intensidad de la intimidación, pero
no, como es el caso de autos, cuando ya han constituido ingrediente fáctico para valorar la intensidad de la
misma y las circunstancias que conformaban la situación de la menor, pues lo contrario equivaldría a valorar
doblemente los mismos hechos. Se trata en realidad de aplicar la denominada regla de inherencia que asume
el artículo 67 C.P., cuyo fundamento está en el principio "non bis in idem", que proscribe la doble valoración
de un elemento o circunstancia, que forme parte de la esencialidad del tipo, o incluso de otros concomitantes
o progresivos que establezcan un marco penal distinto o agravado en relación con tipo básico ( S.S.T.S. de
12/02/98, 19/05/99, 05/04/00, 07/11/01 y la citada de 25/01/02, entre otras)".
En consecuencia, habremos de descartar la apreciación de la circunstancia 3ª del art. Art. 180.1 CP,
independientemente de que, a efectos penológicos, no conlleva variación alguna, por cuanto que, al margen
la edad, las circunstancias que rodearon a los hechos, en particular la relación de superioridad, llevan al
prevalimiento de la circunstancia 4ª, que seguirá subsistente, no obstante la pretensión en el recurso de que
se suprima.
1.2 En efecto, mantiene el recurrente que en los hechos probados no hay base fáctica para sustentar tal
agravación, consideración con la que no estamos de acuerdo, porque, de una lectura contextualizada de todo
el relato, fluye ese prevalimiento, que es consecuencia de la situación de dependencia y superioridad a la que
se vio sometida la menor, de la que se valió el acusado, haciéndola pasar por un calvario de abusos por más
de 10 años de su vida.
En este sentido en STS 390/2021, de 6 de mayo de 2021, en relación con el prevalimiento del actual art. 183.4
d) CP, de redacción igual el 180.1. 4ª CP aplicado en la sentencia de instancia decíamos lo siguiente:
"En el caso, se ha apreciado el subtipo agravado previsto en el apartado 4.d) del art. 183.1 del Código Penal,
que sanciona con mayor pena "...cuando para la ejecución del delito, el responsable se haya prevalido de una
relación de superioridad o parentesco...". Pero conviene destacar que la agravación de prevalimiento no se
deriva de una reduplicada consideración de la edad. En el presente caso, no se ha valorado solamente la edad
para tipificar el hecho y para agravar la respuesta punitiva. El prevalimiento de la relación de superioridad se
ha aplicado atendiendo a la relación cuasi-parental del recurrente con la menor.

10
JURISPRUDENCIA

En efecto, como hemos recordado en las SSTS 498/2020, 8 de octubre, y 287/2018, 14 de junio, en el artículo
183.4 d) del Código Penal, se agrava la pena cuando el autor se haya prevalido de una relación de superioridad
para la ejecución del delito, supuesto que presenta diferencias sustanciales con el previsto en el artículo 181.3,
en el que también se contempla un prevalimiento, aunque en esta ocasión dirigido a obtener el consentimiento
de la víctima, al aprovechar el autor una situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de aquella.
En el primer caso, el sujeto se aprovecha de una relación de superioridad que le facilita la comisión del delito,
facilitación que no opera sobre la base de obtener el consentimiento de la víctima, que siendo menor de 16
años nunca podría considerarse válido, sino en atención a las circunstancias que esa relación de superioridad
trae consigo. En este sentido, en la STS 739/2015, 20 de noviembre, se señalaba, en relación al artículo 183.4.d)
del Código Penal, que "...el prevalimiento o abuso de superioridad se refiere a la ejecución del hecho y no
al consentimiento de la víctima". En la misma línea, la STS 957/2013, 17 de diciembre, ya respecto de la
redacción del precepto tras la reforma de la LO 5/2010, puntualizaba que "...esta circunstancia exige una cierta
preeminencia del autor sobre la víctima y que esta ventaja haya sido utilizada o aprovechada por el autor para
realizar el acto objeto de imputación"".
Pues bien, si se lee contextualizado el hecho probado, refleja una clara situación de superioridad, como lo
evidencia no ya la enorme diferencia de edad entre el acusado y su víctima, sino la temprana edad con que
comienzan los abusos, lo que generó un notable dominio y preeminencia de él sobre ella, quien se aprovecha
de la relación de parentesco y dependencia emocional y sentimental de la menor, como acertadamente explica
la sentencia de instancia en el primero de sus fundamentos de derecho, y que da lugar a esa situación de
superioridad que caracteriza el prevalimiento que define el art. 180.1 4ª CP.
Una última consideración, en respuesta a la alegación con la finaliza este bloque del motivo el recurrente,
cuando dice que se debería aplicar la redacción del vigente art. 182.2 CP, por ser más favorable, al contemplar
una pena de 2 a 6 años de prisión, menor a la imponible en comparación con la que corresponde según la
legislación que se ha aplicado, para decir que, aunque es cierto, sin embargo el planteamiento no es válido,
porque, de estar a la calificación que correspondería a los hechos conforme a la actual legislación, en el mejor
de los casos habría que considerarlos como constitutivos de un delito de abuso sexual sobre menor de 16
años con acceso carnal por vía vaginal del art. 183.1 y 3 CP que, sin que concurra ninguna de las agravaciones
específicas del apdo.4, contempla una pena de 8 a 12 años de prisión.
2. En relación con la atenuante de dilaciones indebidas, con independencia de no haber sido alegada en la
instancia, decir que, en la medida que no se interesa como muy cualificada, aun apreciándola como simple,
ningún efecto atenuatorio consideramos que procedería, habida cuenta de que la pena de 8 años, 10 meses y
15 días, con la se condena en la instancia, está muy próxima a la mínima imponible, de 8 años, 6 meses y 1 día
de prisión, y es una pena que, dada la gravedad de los hechos, su duración en el tiempo, el muy notable reproche
social de un comportamiento como el del acusado, como lo evidencia que ulteriores reformas legislativas han
sido más duras en el castigo de hechos delictivos como el que nos ocupa, nos lleva a estimar ajustada dicha
pena.
3. Por último, en relación con la indemnización en concepto de responsabilidad civil, se reprocha a la sentencia
de instancia que se conceda sin justificar por qué, pues ni en los hechos ni en los fundamentos de derecho
se hace referencia al perjuicio sufrido por la víctima, si es un daño moral o psicológico y si ha sido tratada
por ello, alegación con la que no podemos estar de acuerdo, pues leído el fundamento de derecho cuarto de
dicha sentencia se explica que se accede a la indemnización solicitada por las acusaciones "por estimarse
adecuada, al mal causado, su reiteración y edad de la afectada (por su vulnerabilidad en esas fechas y carga
psíquica posterior que de ello se desprende; así como relación familiar existente".
Vemos, por lo tanto, que se da una explicación, que, además, se corresponde con criterios que ha venido
manteniendo este Tribunal, en el sentido de que el daño moral no puede identificarse con secuelas
psicológicas, sino que tiene un espacio propio, en el que las situaciones de angustia, frustración, miedo
o padecimientos, en general, que ha soportado quien sufre las consecuencias del delito merecen un
resarcimiento, y qué duda cabe que, aunque solo sea por los 11 años que la denunciante estuvo siendo objeto
de las humillaciones a que le sometió el condenado justifican esa cantidad de 180.000 € en que se ha fijado
la indemnización a su favor.
CUARTO.- Como consecuencia de la desestimación del recurso y, en aplicación de lo dispuesto en el art. 901
LECrim., procede imponer las costas ocasionadas con motivo del mismo al recurrente, incluidas las de la
acusación particular.

FALLO
Por todo lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad que le confiere la Constitución, esta sala ha decidido

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JURISPRUDENCIA

NO HABER LUGAR a la estimación del recurso de casación interpuesto por la representación procesal de
Domingo contra la sentencia 379/2019, dictada con fecha 18 de octubre de 2019 por la Sección 9ª de la
Audiencia Provincial de Málaga en sumario ordinario 15/17, que se confirma íntegramente, con imposición de
las costas del presente recurso, incluidas las de la acusación particular, al recurrente.
Notifíquese esta resolución a las partes haciéndoles saber que contra la misma no cabe recurso e insértese
en la colección legislativa.
Así se acuerda y firma.

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