Análisis de La Obra Literaria - El Señor Presidente
Análisis de La Obra Literaria - El Señor Presidente
Análisis de La Obra Literaria - El Señor Presidente
PRESIDENTE"
I. INFORMACIÓN EXTERNA.
DENOTATIVAMENTE.
Asturias creció y pasó su adolescencia en el ambiente de angustia que implantó en
Guatemala por más de veinte años en la tiranía de un gobierno; corruptora y cruel de aquel
maestro de escuela paranoico que se llamó Manuel Estrada Cabrera. Frío, inaccesible,
mezquino, vengativo, dueño de todos los poderes, repartía a su gusto y antojo bienes y
males sobre las cabezas sin sosiego.
CONNOTATIVAMENTE.
En El Señor Presidente (1946) desarrolló el tema del eterno dictador de Latinoamérica con
técnicas que debieron mucho al expresionismo y al creador español del adefesio, cuyo
elemento determinante es el miedo: miedo de quienes viven un despotismo que ahoga toda
individualidad; y miedo que conduce a lo alucinado, puesto que la gente sólo puede
mostrar su faz verdadera, lo que sienten y piensan, en los sueños y fantasías.
EDITORIAL.
Editora El Comercio S. A.
EDICIÓN.
Ediciones PEISA, 2002.
PARTES. La obra está constituido en tres partes y un epílogo, cada parte se divide en
capítulos continuos; la primera parte está hasta el capítulo XI, el segundo, hasta el XXVII y
el tercero hasta el capitulo XLI.
OBRAS.
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Entre sus producciones literarias de Asturias tenemos a su primera obra “Leyendas de
Guatemala” (1930) es una colección de cuentos y leyendas mayas. La novela que le ha dado
fama internacional es El señor Presidente (1946). El tema mítico de “El Señor Presidente”,
vuelve a aparecer en “Hombres de maíz” (1949), nos manifiesta que: Asturias logra hermanar
armoniosamente lo mítico-maravilloso con la dura realidad de la vida indígena. Después
escribió novelas y relatos entre las que destaca la trilogía formada por: “Viento fuerte” (1950),
“El Papa verde” (1954) y “Los ojos de los enterrados” (1960). Otras novelas son: “Mulata de
tal” (1963), “Malandrón” (1969) y “Viernes de Dolores” (1972). Su producción teatral es poco
conocida y trata más o menos los mismos temas, como “Chantaje” y “Dique seco” ambas de
1964. Su novela “Viento fuerte” fue citada en el discurso de entrega del Premio Nobel (1967),
que le fue concedido por "sus coloridos escritos profundamente arraigados en la individualidad
nacional y en las tradiciones indígenas de América".
2.1. ARGUMENTO.
Señor Presidente es la condensación literaria de ese ambiente de círculo infernal. Toda la
ciega y fatal máquina de terror está vista desde afuera. Son como círculos concéntricos que
abarcan toda una sociedad. Los une y los ata el idéntico sentido de la inseguridad y de la
aleatoria posibilidad del mal. Desde los mendigos y groseros del Portal de la Catedral, que viven
en su pesadilla de miseria y de embrujamiento y que pueden desatar, sin proponérselo, toda una
reacción sin fin que va a torcer los destinos de las más ajenas y distantes individualidades, hasta
la desamparada clase popular, enredada en el tejido de sus creencias tradicionales, sus
reverencias, sus esperanzas, sus inacabables tristezas, su sentido azariento del destino y su
pasiva resignación, como Vásquez, Godoy, Felina o la Masacuata, para pasar por los militares
de conspiración y burdel y la clase letrada y amenazada de los juristas, los comerciantes y los
dueños de haciendas, como los Canales y los Carvajal, para rematar en la inestable y
constantemente renovada cúspide de los favoritos del tirano. Aquellos hombres "de la mulita",
Cara de Ángel o el Auditor de Guerra, condenados a tener más al precio de sentir mayor riesgo
y miedo que todos los otros. Más que círculos concéntricos constituyen una especie de espiral
que dando vueltas sobre sí misma, lleva, en una forma continua, desde los mendigos hasta el
Señor Presidente. Es esa atmósfera enrarecida o sofocante la que constituye la materia del libro
de Asturias. Allí está lo esencial del país de su adolescencia. Ya nunca más se pudo borrar de su
sensibilidad ésa estación en el Infierno. En El Señor Presidente regresa a ella, con distancia de
años, para revivir lo inolvidable de aquella situación. A todos esos personajes nos los presenta
en la inolvidable verdad de su visión de testigo preocupado. Conocemos a Cara de Ángel, a
aquel bobo de Velásquez que es el Pelele, con su quejido inagotable de huérfano de la vida, al
general Canales, a sus hermanos abyectos y a la desventurada Camila, su hija. Al que no
llegamos a conocer es al tirano. El autor nos presenta desde afuera aquella figura enteca y
malhumorada. No llegamos a asomarnos a su interioridad o a tratar de explicarlo. Está allí y se
mantiene allí por una especie de designio fatal. No lo vemos decidir, dudar o siquiera maquinar,
no nos percatamos de su manera de andar por entre el sendero de las intrigas, las denuncias, los
falsos testimonios y las maniobras de todos los que lo rodean. Tal vez Asturias quería decir con
esto que, en aquella tragedia colectiva, no era lo más importante la personalidad del tirano, que
había uno allí y siempre habría uno allí, sin nombre, sin personalidad, un "señor Presidente"
producto y efecto de toda aquella máquina colectiva de inseguridad, desintegración y miedo. No
es fácil conocer y calificar al "Señor Presidente" de la novela. Nos ayuda a comprenderlo saber
que su modelo histórico fue Estrada Cabrera y que, por lo tanto, pertenecía más a la familia
pintoresca y temible de los dictadores hispanoamericanos, que a la otra más restringida y
representativa de los caudillos criollos. No son lo mismo y la distinción es importante. Los
típicos caudillos del siglo XIX fueron la creación social y política que el mundo
hispanoamericano dio de sí frente al caos creado por el fracaso reiterado de las instituciones
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políticas imitadas de Europa y de Estados Unidos. Eran hombres de la tierra, de raíz rural, que
representaban a una sociedad tradicional y sus valores y que implantaban, instintivamente, un
orden patriarcal animado de un sentido de equidad primitiva y de defensa de la tierra. Todos
fueron dictadores, pero en cambio, muy pocos de los dictadores fueron, en el correcto sentido de
la palabra, caudillos. Los otros dictadores fueron militares o civiles que lograban por artimañas
o por fuerza asaltar el poder y mantenerse en él, sin ninguna forma de legitimidad posible o
alegable. El caudillo, en cambio, representaba una especie de consecuencia natural de un medio
social y de una situación histórica. No era un usurpador del poder, sino que el poder había
crecido con él, dentro de la nación, desde una especie de jefatura natural de campesinos hasta la
preeminencia regional ante sus semejantes, a base de mayor astucia, de mayor valor o de mejor
tino, para terminar luego teniendo en su persona el carácter primitivo de jefes de la nación en
formación. No de un modo distinto se formaron los reinos de la Europa medieval.
III. ANÁLISIS.
3.1. TEMA.
TEMA PRINCIPAL.
El señor Presidente (1946) en la que traza el retrato de un dictador de una manera
caricaturesca y esperpéntica pero siguiendo una estructura regida por la lucha entre las
fuerzas de la luz (el Bien, el pueblo) y las fuerzas de las tinieblas (el Mal, el dictador)
según los mitos latinoamericanos. Es también un libro de protesta militante: la descripción
de un régimen dictatorial en términos de terror, maldad y muerte. En las cuatro cadenas de
episodios que integran la trama predominan el miedo y la crueldad.
3.2. PERSONAJES.
PERSONAJES PRINCIPALES.
El Señor Presidente Cara de Ángel General Canales
PERSONAJES SECUNDARIOS.
Bobo de Velásquez que es el Pelele Camila, su hija de Canales. Don Benjamín. Genaro.
Don Juan. Niña Fedina. La Masacuata el coronel Prudencio Perfecto Paz; Juan Antonio
Mares; Luis Raveles; Nicómedes Aceituno; Lucio Vásquez; Catarino Regisio; el general
Magadeo Rayón; Alfredo Toledano, muchos más.
PERSONAJES REFERENCIALES.
Estrada Cabrera (presidente de Guatemala) Caudillos del siglo XIX
3.3. ESPACIO.
MACROCOSMOS. Guatemala.
3.4. TIEMPO.
TIEMPO CRONOLÓGICO.
El Señor Presidente se elabora geológicamente en diez años, desde 1922 a 1932. Y todavía
deberá aguardar hasta 1946 para su publicación. Literalmente vivía con la obra y dentro de
la obra. Como en un clima inescapable o como en una entrada de conquistador. Hablaba de
ella, la rumiaba pacientemente, la salmodiaba, la convertía en relato oral, para las mesas de
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la madrugada, o la sentía cambiar y transformarse en un duermevela alucinado del que no
terminaba de salir nunca.
TIEMPO HISTÓRICO.
Se desarrolla aproximadamente en el año 1946 en adelante.
TIEMPO PSICOLÓGICO.
La novela data de los recuerdos del autor en unos 10 a 20 años, durante su niñez.
3.6. EL LENGUAJE.
LENGUAJE DEL AUTOR.
El estilo es lírico, con algún pequeño momento de realismo mágico. Su lenguaje se adapta
a cada personaje, por lo que se vuelve algo dificultoso de leer cuando se trata de
conversaciones, ya que muchas de las palabras que utilizan nos son desconocidas aquí,
pero esto no impide entender el sentido de la obra.
3.7. CONCLUSIONES.
Cabe destacar como conclusión de esta magnífica obra que en aquella tragedia colectiva,
no era lo más importante la personalidad del tirano, que había uno allí y siempre habría uno allí,
sin nombre, sin personalidad, un "señor Presidente" producto y efecto de toda aquella máquina
colectiva de inseguridad, desintegración y miedo.