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El Patito Feo

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“El Patito Feo”

La primera mañana de primavera, el sol entró radiante en El corral y la mamá pata


celebró la llegada de la estación más bonita del año viendo como sus huevos
empezaban a resquebrajarse.
Uno por uno todos los patitos fueron rompiendo el cascarón y sacando su cabecita
amarilla.
Su madre estaba feliz ante todos… ¡No, un momento! ¡Todos no! En un rincón
quedaba un huevo, curiosamente el más grande, ¡Todavía sin romper!
Los animales del establo fueron entrando para ver cómo se completaba la familia.
-Siéntate un rato más a darle calor, a ver si así se decide-sugirió la oca.
Está bien, lo probaré. Total, no es un trabajo muy pesado. Lo duro viene luego…-
contestó la pata acomodándose de nuevo sobre el huevo.
Al cabo de un rato sintió un movimiento y, ante la expectación de todo el corral, se
retiró para ver cómo por fin su último pequeño rompe el cascarón. Poco a poco se
fueron abriendo grietas y finalmente…
--¡Aaaarrgh! -- todos los animales se echaron atrás de un salto al ver al último patito.
Era grandote, cabezón y estaba despeinado. Se miraron unos a otros, extrañados.
--¡Feo el último!-- dijo uno de los cerdos soltando una risotada.
--¡El patito feo-- dijo otro
Viendo la cara de susto que ponía el pobre, la mamá pata fue hacia él y lo envolvió
con una de sus alas.
-Es mi pequeño y lo querré como a todos- Dijo orgullosa
El patito sonrío feliz, pero la alegría le duró muy poco . Sus hermanos tuvieron envidia
y a los animales les había gustado el apodo de patito feo. En cuanto a la pata se
alejaba, todos se metían con él y sus hermanos le hacían la puñeta.
Cuando nada va en el estanque le ahogaban y cuando intentaba volar le saltaban
encima para que no aprendiera.
El tiempo iba pasando y el patito seguía siendo distinto de todos sus hermanos. Los
animales le hacían bromas sobre su aspecto y lo ridiculizaban tanto lo hacían sufrir,
hasta que un día el patito decidió marcharse.
“estaré sólo y pasaré miedo, pero nada puede ser peor que este corral” pensó
mientras se alejaba con lágrimas en los ojos.
El patito feo anduvo durante días, semanas y meses en el campo, pasó el verano,
otoño y después el invierno. El patito se sentía muy solo y desgraciado, porque era
feo, y huía de todo animal que veía para que no se riera de él.
De repente, un día se despertó bajo un sol radiante y miró a su alrededor .Las flores
se abrían y los pájaros cantaban.

1
¡Había llegado la primavera! Sintió en su interior unas ganas tremendas de estar
contento y decidió buscar un lago para darse un chapuzón.
Pronto vio a lo lejos un estanque dónde nadaba un grupo de animales, se parecían a
los patos de su corral, pero eran diferentes. Eran más grandes, tenían el cuello muy
largo y se movían sobre el agua con una elegancia que no había visto jamás.
Uno de ellos, le vio y le gritó:
-¿Qué haces ahí parado? ¡Ven a jugar, no seas tímido!
--¿Me hablas a mí? – El patito feo no podía creer que se dirigieran a él y no fuera para
ridiculizarle.
--¡Pues claro!
--Pero soy un patito feo y nadie me quiere. —
-¿Cómo que un patito feo? ¡Acércate al agua y mírate!
Pasito a pasito, fue acercándose al borde del estanque hasta que…! Caramba! Su
imagen apareció reflejada en él y era como los demás animales del agua!
--¿Lo ves? Eres un cisne,¡ Igual que yo!-Le gritó de nuevo su amigo.
¡El patito feo descubrió porque lo veían tan distinto! Había crecido y ahora era un
precioso cisne, con el cuello esbelto y un pelo largo y brillante. De un salto se echó
al agua y se unió a todo el grupo.
Feliz entre los suyos, pasó el resto de su vida chapoteando y ofreciendo un magnífico
espectáculo a los excursionistas que se acercaban a ver nadar a los animales más
elegantes del estanque.
Fin

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