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El Cataclismo de Damocles

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Sebastian Martinez Lopez CC 1088354412

Juan Manuel Motato L CC 1088035241

El cataclismo de Damocles
(Intervención de Gabriel García Márquez – Premio Nobel de Literatura 1982 – ante
la conferencia sobre la paz y el desarme del Grupo de los Seis. México, agosto 7
de 1986.)

“Un minuto después de la última explosión, más de la mitad de los seres humanos
habrá muerto, y el polvo y el humo de los continentes en llamas derrotaron a la luz
solar; y las tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo. Un invierno de
lluvias anaranjadas y huracanes helados invertirá el tiempo de los océanos y
volteara el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas
ardientes, y cuyos pájaros no encontrarán el cielo. Las nieves perpetuas cubrirán
el desierto del Sahara; la vasta Amazonía desaparecerá de la faz del planeta
destruida por el granizo, y la era del rock y de los corazones trasplantados estará
de regreso a su infancia glacial. (INTRODUCCIÓN)

Los pocos seres humanos que sobrevivan al primer espanto, y los que hubieran
tenido el privilegio de un refugio seguro a las tres de la tarde del lunes aciago de la
catástrofe magna, sólo habrán salvado la vida para morir después por el horror de
sus recuerdos; la creación habrá terminado; en el caos final de la humedad y las
noches eternas, el único vestigio de lo que fue la vida serán las cucarachas.
(INTRODUCCIÓN)

Señores presidentes, señores primeros ministros, amigas, amigos:

Esto no es un mal plagio del delirio de Juan en su destierro de Patmos, sino la


visión anticipada de un desastre cósmico que puede suceder en este mismo
instante, la explosión -dirigida o accidental- de sólo una parte mínima del arsenal
nuclear que duerme con un ojo y vela con el otro en las santabárbaras de las
grandes potencias.

Así es: hoy, 6 de agosto de 1986, existen en el mundo más de 50.000 ojivas
nucleares emplazadas. En términos caseros, esto quiere decir que cada ser
humano, sin excluir a los niños, está sentado en un barril con unas cuatro
toneladas de dinamita, cuya explosión total puede eliminar doce veces todo rastro
de vida en la Tierra. La potencia de aniquilación de esta amenaza colosal, que
pende sobre nuestras cabezas como un cataclismo de Damocles, plantea la
posibilidad teórica de inutilizar cuatro planetas más de los que giran alrededor del
Sol, y de influir en el equilibrio del sistema solar. Ninguna ciencia, ningún arte,
ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces como la industria nuclear
desde su origen, hace 41 años, ni ninguna otra creación del ingenio humano ha
tenido nunca tanto poder de terminación sobre el destino del mundo. (Inducción)

El único consuelo de estas simplificaciones terroríficas -si de algo nos sirven- es


comprobar que la preservación de la vida humana en la Tierra sigue siendo
todavía más barata que la peste nuclear. Pues con el solo hecho de existir, el
tremendo apocalipsis cautivo en los silos de muerte de los países más ricos está
malbaratando las posibilidades de una vida mejor para todos.

En la asistencia infantil, por ejemplo, esto es una verdad de aritmética primaria. La


Unicef calculó en 1981 un programa para resolver los problemas esenciales de los
500 millones de niños más pobres del mundo, incluidas sus madres (Deducción).
Comprendía la asistencia sanitaria base, la educación elemental, la mejora de las
condiciones higiénicas, del abastecimiento de agua potable y de la alimentación.
Todo esto parecía un sueño imposible de 100.000 millones de dólares. Sin
embargo, ese es apenas el costo de 100 bombarderos estratégicos B-1B, y de
menos de 7.000 cohetes crucero, en cuya producción ha de invertir el Gobierno de
Estados Unidos 21.200 millones de dólares (TESIS).

En la salud, por ejemplo: con el costo de 10 portaviones nucleares Nimitz, de los


15 que va a fabricar Estados Unidos antes del año 2000, podría realizarse un
programa preventivo para más de 1.000 millones de personas contra el paludismo,
y evitará la muerte -sólo en África- de más de 14 millones de niños. (TESIS)

En la alimentación, el año pasado había en el mundo, según cálculos de la FAO –,


unos 575 millones de personas con hambre. Su promedio calórico indispensable
habría costado menos que 149 cohetes MX, de los 223 que serán emplazados en
Europa Occidental. En contraste, con 27 de ellos podrían comprarse los equipos
agrícolas necesarios para que los países pobres adquieran la suficiencia
alimentaria en los próximos cuatro años. Ese programa, además, no alcanzaría a
costar ni la noventa parte del presupuesto militar soviético de 1982.

En la educación, es otro ejemplo: con sólo dos submarinos atómicos Tridente, de


los 25 que planea fabricar el Gobierno actual de Estados Unidos, o con una
cantidad similar de los submarinos Typhoon que está construyendo la Unión
Soviética, podría intentarse por fin la fantasía de la alfabetización mundial. Por otra
parte, la construcción de las escuelas y la calificación de los maestros que harán
falta al Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la educación en
los 10 años por venir podrían pagarse con el costo de 245 cohetes Tridente II, y
aún quedarían sobrando 419 cohetes para el mismo incremento de la educación
en los 15 años siguientes.

Puede decirse, que la cancelación de la deuda externa de todo el Tercer Mundo y


su recuperación económica durante 10 años costaría poco más de la sexta parte
de los gastos militares del mundo en ese mismo tiempo, tal como lo expresa
Bernard Lown, presidente de la Asociación Internacional de Médicos para la
Prevención de la Guerra Nuclear. Con todo, frente a este despilfarro económico
descomunal, es todavía más inquietante y doloroso el despilfarro humano: la
industria de la guerra mantiene en cautiverio al más grande continente de sabios
jamás reunido para empresa alguna en la historia de la humanidad. Gente nuestra,
cuyo sitio natural no es allá sino aquí, en esta mesa, y cuya liberación es
indispensable para que nos ayuden a crear, en el ámbito de la educación y la
justicia, lo único que puede salvarnos de la barbarie: una cultura de la paz.

A pesar de estas certidumbres dramáticas, la carrera de las armas no concede un


instante de tregua. Ahora, mientras almorzamos, se construyó una nueva ojiva
nuclear. Mañana, cuando despertemos, habrá nueve más en los guarda meses de
muerte del hemisferio de los ricos. Con lo que costará una sola alcanzaría -aunque
sólo fuera por un domingo de otoño- para perfumar de sándalo las cataratas del
Niágara.(Deducción)

Un gran novelista de nuestro tiempo se preguntó alguna vez si la Tierra no será el


infierno de otros planetas. Tal vez sea mucho menos: una aldea sin memoria,
dejada de la mano de sus dioses en el último suburbio de la gran patria universal.
Pero la sospecha creciente de que es el único sitio del sistema solar donde se ha
dado la prodigiosa aventura de la vida nos arrastra sin piedad a una conclusión
descorazonadora: la carrera de las armas va en sentido contrario de la
inteligencia. Y no sólo de la inteligencia humana, sino de la inteligencia misma de
la naturaleza, cuya finalidad escapa inclusive a la clarividencia de la poesía.
( Inducción)

Desde la aparición de la vida visible en la Tierra debieron transcurrir 380 millones


de años para que una mariposa aprendiera a volar, otros 180 millones de años
para fabricar una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras
geológicas para que los seres humanos fueran capaces de cantar mejor que los
pájaros y de morirse de amor. No es nada honroso para el talento humano, en la
edad de oro de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso
multimilenario tan dispendioso y colosal pueda regresar a la nada de donde vino
por el arte simple de oprimir un botón. Para tratar de impedir que eso ocurra
estamos aquí, sumando nuestras voces a las innumerables que claman por un
mundo sin armas y una paz con justicia. Pero aun si ocurre -y más aún si ocurre-
no será del todo inútil que estemos aquí. Dentro de millones de millones de
milenios después de la explosión, una salamandra triunfal que habrá vuelto a
recorrer la escala completa de las especies será quizá coronada como la mujer
más hermosa de la nueva creación.

De nosotros depende, hombres y mujeres de ciencia, hombres y mujeres de las


artes y las letras, hombres y mujeres de la inteligencia y la paz, de todos nosotros
depende que los invitados a esa coronación quimérica no vayan a su fiesta con
nuestros mismos terrores de hoy. Con toda modestia, pero también con toda la
determinación del espíritu, propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de
concebir y fabricar un arca de la memoria, capaz de sobrevivir al diluvio atómico.
Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo, para que la
nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las
cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella prevaleció el sufrimiento y
predominó la injusticia, pero que también conocimos el amor y hasta fuimos
capaces de imaginarnos la felicidad. Y que sepa y haga saber para todos los
tiempos quiénes fueron los culpables de nuestro desastre, y cuán sordos se
hicieron a nuestros clamores de paz para que ésta fuera la mejor de las vidas
posibles, y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan mezquinos la
borraron del universo.” (CONCLUSIÓN)

Aplicación de la guía para la comprensión del ensayo “El cataclismo de


Damocles”, de Gabriel García Márquez
1. ¿Cuáles son los parámetros de la situación de comunicación? Identifique en
el texto:
a. Autor (¿quién escribe el texto?) - Gabriel García Márquez
b. Enunciador (¿Desde qué rol o roles escribe?) - Gabriel García
Marquez se encuentra en la conferencia sobre la paz frente a
presidentes, ministros y demás personalidades mundiales, se dirige
a ellos de manera muy respetuosa pero también cercana, ya que se
refiere también a la audiencia como “amigos”.
c. Destinatario ¿A quién o quiénes va dirigido su texto?) - A las grandes
potencias.
d. Propósito del texto (¿Cuál es la intención?) - Se busca reflejar una
realidad de forma clara, el gasto destinado a las armas nucleares es
monumental y el peligro generado por ellas es demasiado grande y
de consecuencias inimaginables; mientras, hay sectores del planeta
que viven en extrema pobreza y los recursos no son suficientes, y de
una manera casi que persuasiva y conciliadora, lograr que las
grandes potencias desistan de estas ideas beligerantes.

e. Tema tratado (¿Sobre qué escribe?) - El costo de la guerra , las


armas y lo que podría ayudar a acabar si se invirtiera en cosas
diferente como la educación
f. Relación del autor con el destinatario (¿Qué pretende en el
destinatario?) - Que tomen conciencia acerca de que lo que cuesta la
guerra y las armas que usan en ella podría acabar con el hambre , la
pobreza y la mala educación del planeta.

2. ¿Existe algún problema que se plantea y sobre el cual el autor discute?


Señale en el texto la tesis que pretende defender el autor. - la preservación
de la vida humana en la Tierra sigue siendo todavía más barata que la
peste nuclear.

3. ¿Podría identificar cuáles son los argumentos que el autor emplea para
llegar de la tesis a la conclusión? Subraye en el texto los recursos
persuasivos de la argumentación que utiliza el autor para sustentar su tesis
(Definiciones, Razones, Recursos figurados -metáforas/analogías,
Descripciones, Narraciones-Hechos, Comparaciones, Pruebas, Ejemplos,
Legales-Normativos, Argumentos de Autoridad).

4. ¿Cuáles son las maneras internas en que se teje y organiza el discurso?


Señale en el texto (por párrafo) las secuencias argumentativas que emplea
el autor (Causalidad, Inducción, Deducción, Razonamiento dialéctico).-

5. ¿Podría identificar la organización estructural del texto? Realice un análisis


sobre el ensayo teniendo en cuenta su estructura (introducción, tesis,
argumentos, conclusión), y explique cómo desarrolla el autor cada uno de
estos componentes.

6. Analice el título y su relación con el tema principal abordado en el texto.


La leyenda de Damocles data de la antigua Grecia y cuenta que este sentía
envidia por Dioniso y su estilo de vida, así que un dia intercambia lugares con él
para por fin vivir los placeres a los cuales Dioniso estaba acostumbrado, pero su
satisfacción fue corta al darse cuenta en un banquete que sobre su cabeza pendía
constantemente una espada afilada. La espada de Damocles simboliza y hace
referencia a una amenaza constante de un peligro, y en este caso, Gabriel Garcia
Marquez toma esta leyenda como metáfora para representar de alguna forma el
sentimiento que por esos días habitaba en la humanidad, el sentimiento constante
de una explosión nuclear inminente en la etapa final de la guerra fría, explosion
que seguramente hubiera cambiado el rumbo de nuestra historia y cuyos daños
hubieran sido inimaginables e irreparables.

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