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1ª) Completa:
Curiosamente, las nubes de Venus deben su opacidad al gran espesor que poseen, y no
a su densidad, son más bien una especie de neblina que permite una visibilidad de un
kilómetro aproximadamente dentro de las propias nubes. No obstante, la circulación
vertical de las partículas que componen las nubes genera un estado de frecuentes
fenómenos eléctricos similares a los terrestres, con truenos y relámpagos que deben ser
constantes, aunque dada la altura de las nubes no parece probable que alcancen nunca el
suelo, al modo de nuestros conocidos rayos. Las atmósferas de los planetas del sistema
solar 389 Los vientos en superficie son muy flojos o nulos, aunque pueden ejercer una
fuerza considerable en objetos y obstáculos, debido a la enorme densidad del aire
venusiano. Sin embargo la masa nubosa en su cima se mueve muy rápidamente, tanto
que dan una vuelta al planeta en cuatro días (mientras el propio planeta tarda 243 días
en girar sobre sí mismo). Este curioso fenómeno se conoce como “superrotación”, con
vientos de más de 370 km/h, que arrastran las nubes de este a oeste. Entre el ecuador y
las latitudes medias domina la mencionada superrotación con esos fuertes vientos
zonales constantes, que van decreciendo globalmente dentro de las nubes, con la altura,
hasta velocidades de 180 km/h. A partir de dichas latitudes medias, los vientos decrecen
hasta hacerse nulos en los polos, donde se forma un inmenso vórtice. También se
produce un movimiento meridional (norte-sur) en forma de célula de Hadley, que
transporta el calor desde zonas ecuatoriales hacia las polares a unas velocidades muy
débiles de unos 15 km/h. Todavía es una incógnita la verdadera causa de que un planeta
que gira tan lento tenga vientos globales huracanados tan fuertes en la cima de su
cubierta nubosa. Las nubes son un factor determinante en el clima de Venus. La capa
que envuelve al planeta deja pasar la mayor parte de la radiación solar, que calienta el
suelo, pero es muy opaca a la radiación infrarroja, dejándola retenida entre el suelo y las
nubes, provocando un recalentamiento de la superficie, caso extremo de efecto
invernadero que debería ponernos en guardia respecto a lo que podría pasar en la Tierra
en caso de aumentar descontroladamente la acumulación de gases como el dióxido de
carbono. Si pudiéramos llegar a la superficie de Venus, y aguantar el ambiente
corrosivo y las altísimas temperatura y presión, veríamos el suelo con una apariencia de
desierto seco y rocoso, inmerso en una luz amarillenta-anaranjada. Debido a la alta
presión y densidad podríamos apreciar fenómenos ópticos como la refracción múltiple,
que dan lugar a sucesivas imágenes de un mismo objeto. Tendríamos la sensación de
estar viendo el paisaje desde el fondo de una piscina o desde el fondo del mar, sin
olvidar que la luminosidad en la superficie de Venus es incluso menor que la de un día
nublado y tormentoso en la Tierra. No se verían nunca ni el Sol ni el cielo estrellado.
Tierra La atmósfera de nuestro planeta no fue siempre como la conocemos ahora. Tras
la desgasificación producida por la intensa actividad volcánica de una parte de los
elementos volátiles químicamente ligados o absorbidos por el material condensado, que
constituía la parte sólida del planeta, se liberaron cantidades muy importantes de vapor
de agua, monóxido y dióxido de carbono, que dieron lugar a los océanos, lagos y ríos,
conformando una “hidrosfera” cuyo carácter regulador de la temperatura resultó
determinante para el clima terrestre, junto con su capacidad para transformar grandes
390 Julio Solís García cantidades de dióxido de carbono, dióxido de azufre, ácido
clorhídrico y ácido fluorhídrico en sales marinas y minerales. Su carácter reductor
inicial se perdió debido a procesos de fotosíntesis bajo la acción de la luz solar, que
genera oxígeno libre en la atmósfera, facilitando a su vez reacciones químicas que dan
lugar al nitrógeno, gas inerte que no reacciona con las rocas superficiales y que por
tanto quedó en la atmósfera, constituyendo el 78% del total (en segundo lugar aparece el
oxígeno con un 21%, siendo el porcentaje de otros gases como el argón, dióxido de
carbono, neón, vapor de agua, kriptón, metano, ozono, etc., residual, aunque
cualitativamente determinante en la evolución climática).
4ª) Di en esta Tabla Periódica a qué corresponden cada uno de esos colores (todo lo
que puedas decir). ¿Qué significa ese V que ves?, ¿y ese 14?
5ª) Si te digo que el Antimonio tiene de número atómico 51, el Bario tiene de nº
atómico 56 , el Oro tiene 79 electrones en su estado fundamental y el Zinc tiene 30.
Ubícalos en la Tabla
6ª) El Calcio tiene de número atómico “20” y el Oxígeno “8”. Expresa la configuración
electrónica de ambos y cómo quedará su configuración en la molécula que forman