Intertextualidad Bajtín
Intertextualidad Bajtín
Intertextualidad Bajtín
RESUMEN
En el presente artículo se propone una revisión crítica del concepto de dialogismo de Mijaíl Bajtín,
así como de las teorías de la intertextualidad, que muestra su productividad para el estudio teórico de
las configuraciones estético-literarias de la interculturalidad. El dialogismo como común
denominador entre las prácticas culturales generales y las prácticas textuales de ficción permite, por
un lado, profundizar en los entresijos de la interacción cultural y del entrelazamiento literario y, por
otro lado, establecer un camino interdisciplinar para el estudio de la unión entre interculturalidad y
literatura.
Palabras clave: Dialogismo, interculturalidad, contacto cultural, M. Bajtín, figura del tercero,
discurso, práctica cultural, teoría literaria
Key words: Dialogism, interculturality, cultural contact, M. Bakhtin, figure of the third, discourse,
cultural practice, literary theory
1. Consideraciones previas
El planteamiento que aquí se propone toma como punto de partida una noción
de cultura que supone una solución intermedia entre el nivel holístico de los
discursos colectivos (sin entenderlos fuera de las prácticas de los sujetos) y el nivel
particular e individual, entre la cultura subjetiva y la objetiva.; es decir, significa la
1
A. RECKWITZ define el concepto de práctica como sigue: “ein Zusammenhang von
routinisierten körperlichen Verhaltensmustern, übersubjektiven Wissensschemata und routinisierten
subjektiven Sinnzuschreibungen” (2006: 559).
2
Esta noción de “intervalo” como momento de indeterminación o duda proviene de la teoría
hermenéutico-pragmática sobre comprensión e incomprensión de Werner KOGGE, pero
extendiéndola a toda práctica simbólica, dado que ésta implica una adscripción de sentido para la
interpretación o la actuación. Tal y como él indica: “Verstehen ist also ein Bestandteil von
Sinnprozessen. Dabei ist aber nicht mit dem Gesamten einer sinnhaften Anordnung identisch,
sondern präzisse als das Intervall zu bestimmen, das zwischen Auslösung und Abschluß eines
Zweifels andauert [...] als Bewegung, die, zumindest für eine minimale Zeitspanne in der Schwebe
bleibend, auf eine Meinung oder Überzeugung hinstrebt und sich in ihr schließt” (KOGGE 2002: 266).
que se interactúa (Waldenfels 2000: 54,57). Esta figura media entre lo que interpela y
los esquemas posibles a los que acudir para que desde una posición se pueda percibir o
detectar ese ‘algo’ como ‘algo otro’ y, en ocasiones, en intersección con la experiencia
de la extrañeza, incluso como ‘algo extraño’ cultural.
En consecuencia, para el tema que aquí se trata, son especialmente relevantes
aquellas prácticas en las que los esquemas de órdenes chocan y se diferencian al
intervenir esa instancia de tercero. Es decir, destacan lo que he dado en denominar
como ‘prácticas intersimbólicas’, entre las cuales se encuentran los textos literarios
porque en ellos conviven esquemas de órdenes y discursos diversos. Pero, sobre
todo, interesan de forma fundamental aquellas prácticas intersimbólicas en las que
el choque hace emerger diferencias que se categorizan como culturales en el
mismo proceso de interacción.
El hecho, además, de que dicho proceso consista, como se acaba de explicar, en
un acto de interpelación-respuesta anticipa ya la vinculación posible de las
prácticas con el concepto de relación dialógica que subyace tras los textos. Pero,
aún es más, el origen de estas formas responsivas de las prácticas generales y la
génesis específica de la ficción están mucho más íntimamente relacionados de lo
que pueda parecer a simple vista, lo cual aporta un argumento más para el enlace
entre aquellas y la literatura.
menos, desde sí mismo y aparte de los otros, pues, en efecto, el sujeto depende en
sus inicios para identificarse de la mirada del otro y de los actos de otros. Así, el
imaginario literario, e incluso el dialogismo interno de la palabra que propugna
Mijaíl Bajtín, tienen su génesis en la interacción originaria que se da en el mundo
fáctico (entre el yo y el no-yo).
El lenguaje poético pertenece también a ese espacio de creación simbólica
intermediario (interno y externo a la vez) y se crea interdiscursivamente
reproduciendo y moldeando los códigos y tradiciones literarias, así como los
discursos del momento, que, de forma paralela al interior subjetivo, se comportan
como el Otro internalizado inconscientemente en el sujeto, pero aquí forman parte
dialógicamente del texto o de la palabra3. Sin embargo, el texto ‘hace presentes’
esas otredades discursivas como en un acto performativo que las transforma para
la ocasión. La ficción construida lingüísticamente, mantiene de esta forma la
característica ambivalente de ese espacio intermedio del que surge, en el cual se
traspasan y trazan a la vez las fronteras de la constitución social de lo real, ya que
se utilizan para la construcción de sentido y se ponen entre paréntesis en un
espacio que las somete a sus propias reglas estéticas de ficción. Aquí radica la
diferencia fundamental entre el funcionamiento del nivel discursivo en las
prácticas no literarias y en las literarias.
Expresado en términos bajtinianos, la palabra o el enunciado no pueden dejar
de participar en el diálogo social en un momento histórico y surgen como una
réplica dialógica ante la conciencia ideológico-social que se teje alrededor del
objeto hacia el que la palabra se orienta. Por lo cual la palabra crea una imagen del
objeto, una representación artística, por medio no de la relación directa dicotómica
significante-significado, sino de la refracción en medio de ese nivel colectivo de
palabras ajenas con las que entra en consonancia o disonancia y cuyo
atravesamiento es necesario en su proceso de creación de sentido (Bajtín [1934-
35] en [1975] 1989: 94-95).
En definitiva, ese espacio intermedio mantiene un anclaje reconocible en lo real
(pues lo refracta metonímicamente) y a la vez modela un mundo nuevo
previamente inexistente. Una postura que hasta cierto punto puede entroncar con
el planteamiento de M. Bajtín sobre la relación dialógica que establece el
enunciado con el entramado de lenguajes ideológico-sociales (equivalentes en gran
medida a la acepción de discurso que se está utilizando aquí)4, ya que esta relación
__________
3
Para hacer referencia a esta práctica relacional de unión de discursos y creación de un nivel
discursivo en los textos literarios utilizo el término “interdiscursividad” tal y como lo propone Jürgen
LINK en su desarrollo teórico a partir de Foucault. J. Link denomina el discurso literario específico
con la palabra Interdiskurs (LINK 1988: 286) por ese carácter de constitución basada en redes
interdiscursivas, ya se trate tanto de relaciones con manifestaciones simbólicas discursivas o con
manifestaciones de por sí previamente interdiscursivas, como por ejemplo: símbolos colectivizados,
imaginarios, estereotipos o determinado tipo de discursos.
4
Los lenguajes son entendidos por Bajtín como sistemas comunicativos que son manifestaciones
de la ideología, de una concepción del mundo y no tanto en un sentido de “sistema de categorías
gramaticales” (BAJTÍN [1934-1935] en [1975] 1989: 88). En este sentido puede relacionarse con la
__________
noción de Lebenswelt de Husserl, la cual es afín como indica Manfred FRANK a la noción de discurso
de Michel Foucault (FRANK 1988: 32-34). Precisamente la revisión de FRANK de este concepto es la
que se está utilizando aquí. Es decir, los discursos consisten en manifestaciones prácticas de
secuencias simbólicas recurrentes y compartidas colectivamente, que no han de confundirse con los
sistemas, órdenes o códigos primarios, sino que conforman un orden colectivo de segundo grado
historizable, situado en el medio entre los órdenes primarios y las prácticas y sucesos particulares o
individuales (FRANK 1988: 32).
__________
5
Por ejemplo en Problemas de la poética de Dostoievski Bajtín hace alusión a esta amplitud del
dialogismo: “En conclusión, recordemos que en un análisis amplio de relaciones dialógicas éstas son
posibles también entre otros fenómenos interpretables, si estos fenómenos se expresan mediante
alguna clase de material sígnico […]” (BAJTÍN [1963] 2003: 269).
6
Como defensores de un “Bajtín auténtico” D. Sánchez-Mesa destaca la crítica bajtiniana rusa y
lo que denomina el sector “liberal humanista” de la crítica occidental y hace un repaso de lo que ha
sido la recepción de Bajtín en las últimas décadas (SÁNCHEZ-MESA 1999: 7-19).
monólogo autosuficiente del hablante o autor, sin tener en cuenta que “la lengua
sólo existe en la comunicación dialógica que se da entre los hablantes” (Bajtín
[1963] 2003: 266) y el enunciado sólo tiene sentido en la cadena discursiva (en
sentido amplio) que comparte con otros enunciados que se suceden y replican. Es
decir, lengua y enunciado existen en la vida práctica comunicativa que consiste en
relaciones dialógicas con lenguajes, enunciados y voces. Sin estas consideraciones
la obra literaria y el sistema del lenguaje no permitirían establecer ningún tipo de
interacción con elementos fuera de sí mismos, olvidando así que la lengua como
acontecimiento y comunicación no puede existir sin el medio en que vive, un
medio de relaciones dialógicas e interacciones sociales que, pese a referirse a la
lengua, “[…] son de carácter extralingüístico, pero al mismo tiempo no pueden ser
separadas del dominio de la palabra […]” (Bajtín [1963] 2003: 266)7.
Así pues, la teoría dialógica de Bajtín se instituye como una de las primeras en
vincular el nivel colectivo social e ideológico, extralingüístico e historizable, con
el lingüístico-literario en sentido estricto, a través de las prácticas de los hablantes,
focalizando para ello en el aspecto comunicativo y relacional8. Su punto de
partida, además de las deficiencias que observa en estas disciplinas de su época9,
serán los presupuestos estético-filosóficos y ético-filosóficos10, así como el análisis
directo sobre la elaboración de los diálogos y de las interrelaciones de los
personajes (especialmente las relaciones, entre las actitudes de las enunciaciones
de las instancias narrativas y de otros personajes) en la obra de Fiódor Mijáilovich
Dostoievski. Las ideas antihegelianas de los “jóvenes hegelianos” eran conocidas
por Bajtín y le sirvieron para enfrentarse a los discursos monologicistas
totalizantes de la historia y a la fundamentación del conocimiento del Ser como
totalidad (Sánchez-Mesa 1999: 22-23) que sometía todo resquicio de alteridad, tal
y como puede verse en el concepto de la dialéctica hegeliana11.
__________
7
Precisamente la exterioridad y la exotopía que se presentan como otredad son fundamentales
para Bajtín.
8
Por ello D. SÁNCHEZ-MESA propone comprenderla como una “hermenéutica crítica de la
cultura” (1999: 7).
9
Como señala J. KRISTEVA, los lingüistas formalistas, que tan bien conocía Bajtín, se habían
preocupado por el carácter dialógico de la comunicación lingüística, pero entendiéndolo, tal como
hiciera Borís Mijáilovich Eijenbaum (1886-1959), como relaciones entre modos de narración directa
e indirecta, siendo esta última la referencia o imitación de un discurso oral reproducido en la
escritura (KRISTEVA [1969] 2001: 192-193). Como se deduce de ello el planteamiento de Bajtín
supera el de los formalistas al considerar la alteridad como el elemento fundamental de distinción
entre discursos lingüísticos; es decir, no interesa el modo de la oralidad, sino el “ser el otro el
portador del discurso oral” (KRISTEVA [1969] 2001: 192).
10
Éstos son fundamentalmente E. Cassirer, los neokantianos, S. Freud, los “jóvenes hegelianos”,
incluyendo a F. Nietzsche y otras tendencias contemporáneas.
11
Es especialmente interesante el hecho de que Bajtín, para superar la dialéctica y oponerle el
concepto dialógico, muestra precisamente cómo la dialéctica es dialógica también en su origen, pero
ha eliminado este hecho anulando el exceso de otredad (extra-ordinario y o el “aguijón de lo
extraño”, en la terminología de B. WALDENFELS) por medio del olvido en la síntesis final o
conclusión monológica de la idea única (BAJTÍN [1979] 1999: 195 y 385-386).
[…] constituyen puntos de vista específicos sobre el mundo, son las formas de
interpretación verbal del mismo, horizontes objetual-semánticos y axiológicos
especiales. Como tales, todos ellos pueden ser comparados, pueden completarse
recíprocamente, contradecir, correlacionarse dialógicamente. Como tales se
encuentran y existen en la conciencia de la gente y, en primer lugar, en la
conciencia creadora del artista (Bajtín [1975] 1989: 108-109).
__________
12
En los extractos de esta obra que no aparecen en la versión posterior es posible observar ya
algunas nociones sobre el tema (BAJTÍN [1929] en [1979] 1999: 191-199).
13
La entonación o reacentuación se corresponde con el nivel individual de la posición y el
diálogo en el medio socio-ideológico con el nivel colectivo. Es aquí donde se hace visible la unión de
lo particular singular y lo repetitivo, que señala D. SÁNCHEZ-MESA a propósito de Bajtín (1999: 117-
125) y que lo convierte en puente entre la Deconstrucción y el Estructuralismo sin equipararse del
todo con ninguna.
Sobre esta base, el planteamiento de Bajtín reside en que dichas condiciones, dicha
interacción de posiciones puede verificarse incluso sin que se dé la estructura
formal del diálogo, verbal o escrita, acuñando así de paso el concepto de enunciado
como escenario de múltiples acentos y voces, así como del lenguaje en general
(slovo, la palabra) como un medio intrínsecamente dialógico (1999: 66).
Por otra parte, las relaciones dialógicas también son posibles entre estilos lingüísticos,
entre los dialectos sociales, etc., pero sólo en el caso de que éstos se perciban como
ciertas posiciones de sentido, como una especie de visiones lingüísticas, o sea, ya no
dentro de un enfoque puramente lingüístico ([1963] 2003: 269).
__________
14
Él mismo hace explícita esta idea en varias ocasiones como la siguiente:
La vida es dialógica por su naturaleza. Vivir significa participar en un diálogo: significa interrogar,
oír, responder, estar de acuerdo, etc. El hombre participa en este diálogo todo y con toda su vida: con
ojos, con labios, manos, alma, espíritu, con todo el cuerpo, con sus actos. El hombre se entrega todo a la
palabra, y esta palabra forma parte de la tela dialógica de la vida humana, del simposio universal. Las
imágenes cosificadas, objetuales, son profundamente inadecuadas tanto para la vida como para la
palabra. El modelo cosificado del mundo se está sustituyendo por el modelo dialógico. Cada
pensamiento y cada vida llegan a formar parte de un diálogo inconcluso. También es impermisible la
cosificación de la palabra: su naturaleza también es dialógica (BAJTÍN [1979] 1999: 324).
Pero ¿en qué consiste esa interacción? Las posiciones encarnadas que se hacen
visibles en ese juego dialógico se expresan en la materia simbólica, en el
enunciado diría Bajtín. Por tanto, entre los significantes (materia) se establecen
relaciones lógicas (de tipo lingüístico) y temático-semánticas que son
imprescindibles, pero no suficientes según él, porque no son dialógicas.
Precisamente Bajtín se sirve de la diferencia entre las relaciones lógicas y
dialógicas para explicar éstas últimas:
“La vida es bella”. “La vida no es bella”. Estamos frente a dos juicios que poseen
una determinada forma lógica y un determinado contenido temático-semántico […].
Pero entre ellos no existe ni puede existir ninguna clase de relaciones dialógicas, no
están discutiendo entre sí, aunque puedan ofrecer material temático y fundamento
lógico para ello […]; sólo si estos dos juicios se distribuyen entre dos diferentes
enunciados de dos sujetos diversos, surgirán ente ellos dichas relaciones.
“La vida es bella”. “La vida es bella”. Aquí hay dos juicios absolutamente iguales
y, por consiguiente, un solo juicio escrito (o pronunciado, dos veces, pero este
“dos” se refiere únicamente a la expresión verbal y no al juicio mismo). Es cierto
que aquí también podemos hablar de la relación lógica de identidad entre dos
juicios, pero si el juicio se expresa en dos enunciados de dos sujetos diferentes,
entre estos enunciados surgirán relaciones dialógicas (de asentimiento, de
confirmación, etcétera) ([1963] 2003: 267-268).
15
En la explicación sobre la extrañeza de B. WALDENFELS se ven las implicaciones que esta tiene
para la existencia de un diálogo como el señalado y una extraposición de la enunciación: “Von einem
solchen Widerfahrnis, das sich keineswegs auf die interkulturelle Erfahrung beschränkt, aber dort
eine besondere Virulenz entfaltet, können wir nur reden, indem wir woanders beginnen, dort, wo wir
nicht waren und nie sein werden. Ein solches Reden, das aus der Fremde kommt, bezeichne ich als
Antwort” (2000: 261).
16
Para más información sobre el concepto de comprensión de BAJTÍN véanse sus apuntes sobre el
tema en Estética de la creación verbal ([1979] 1999: 381).
Pero estos dos tipos de relación responsiva (o tres tipos, si se distingue también
entre amplio y restringido) le interesan a Bajtín fundamentalmente en su versión
de dialogismo interno que se produce en el interior de las manifestaciones del
lenguaje, el enunciado o la palabra, es decir, que se dan implícitamente en los
procesos de enunciación y pueden rastrearse en los resultados. La relación de
alteridad con otras voces, posiciones o enunciados respecto a los Otros (o resto de
‘ajenos’) del ‘yo’, conforma la respuesta y la anticipación en forma de palabra o
enunciado y sus ecos pueden detectarse en éstos. Para Bajtín el dialogismo se
produce en la enunciación misma (Sánchez-Mesa 1999: 320). De hecho, esta
cualidad implica que la palabra “siempre cuenta, al menos, con dos sujetos, puesto
que la actitud hacia el otro forma inevitablemente parte del mismo, ya sea en
forma de respuesta a enunciados anteriores, ya sea como anticipación y
orientación de la posible respuesta futura” (Sánchez-Mesa 1999: 159).
Así pues, la palabra es “bivocal” y todo acto de habla es intersubjetivo
implícitamente, incluso aquel que, en forma de interacción simple17, elimina la
contraposición o el elemento problemático y tiende a sublimar una voz o una
ideología, lenguaje o discurso, como el único auténtico y válido, acallando las
demás voces por las que se crea cualquier enunciado. Incluso el enunciado más
monovalente o monológico, más exclusivista y el diálogo que no implique
distancia suficiente de posiciones, son en su origen también dialógicos e híbridos,
desde estos presupuestos18. Pero este origen no siempre es perceptible debido a
que en la palabra bivocal además del conflicto de voces y posiciones, existe otro
tipo de tensión muy importante. En ella se cruzan según Bajtín dos tipos de
fuerzas. Unas tienden hacia la estabilización, hacia la univocidad y la
monovalencia, como los discursos y lenguajes normativizados, la gramática, etc.,
generalmente institucionalizados, que ejercen una función del poder y que al
imponer una verdad como el único ‘Ser’ válido o adecuado para la comprensión o
interpretación entre los hablantes, orientan hacia la centralización del sentido y se
llaman por ello fuerzas centrípetas. Las otras fuerzas tensionan la palabra hacia el
medio social auténtico del plurilingüismo dialogizante en que surge y son por ello
centrífugas. El punto de convergencia de ambas fuerzas es el enunciado (Bajtín
[1975] 1989: 90).
De esta forma, el diálogo de voces y concepciones del mundo concentrado en
la palabra puede desarrollarse con formas compositivas o quedar olvidado y
solapado. Cuando las formas de construcción híbrida son rastreables en el
enunciado es factible desenmascarar la marca de ajenidad, lo que se da al lector
__________
17
Aquella en la que rápidamente se produce una actualización de ciertos esquemas en lugar de
otros, sin que suponga ni dificultades ni recombinaciones de esquemas de órdenes diferentes.
18
Como es sabido, para Bajtín, sólo el discurso en prosa de la novela llegará a ser auténticamente
dialógico en su expresión, no así los de la retórica, la poesía o el teatro, pero este planteamiento ha
sido superado por la crítica posterior como muestran R. Lachmann en el capítulo “Dialogizität und
poetische Sprache” (LACHMANN 1982: 51-62) y D. Sánchez-Mesa en “¿Novela/poesía-teatro?
Atisbos de una teoría dialógica de la poesía y el drama” (SÁNCHEZ-MESA 1999: 311-335).
como ajeno respecto a otro (personaje, autor, etc.), aunque en ocasiones están muy
intrincados. En esto consiste el dialogismo por antonomasia, el cual es calificado
por Bajtín de “construcción híbrida” ([1975] 1989: 121); es decir, aquellos
enunciados que, perteneciendo a un solo hablante por sus características
gramaticales y compositivas, son en realidad la mezcla de:
[…] dos enunciados, dos maneras de hablar, dos estilos, dos “lenguas” y
perspectivas, no existe ninguna frontera formal-compositiva ni sintáctica […] la
misma palabra pertenece simultáneamente a dos lenguajes, tiene dos perspectivas
que se cruzan en la construcción híbrida y tiene, por lo tanto, dos sentidos
contradictorios, dos acentos […] (Bajtín [1975] 1989: 121-122).
Estas fórmulas le sirven para estudiar, sobre todo, cómo el autor introduce
lenguajes de la opinión pública (discursos hoy en día) de forma impersonal u otras
lenguas mediante la voz de un personaje que replica a otro o responde a
enunciados previos. Y ese plurilingüismo lo estudia, sobre todo, en las relaciones
de voces en un enunciado único en el que la intención y la posición de una
instancia19 pueden aparecer subordinadas a las de los personajes o a la inversa.
Así, desde el punto de vista de la descripción de estos momentos dialógicos, el
plurilingüismo es observado como forma artística de relación y disposición de voces y
posiciones del autor, de los narradores y personajes en interrelación y en términos
bajtinianos la “zona es el sector de la acción de la voz del héroe, que se une, de una u
otra manera, a la voz del autor” ([1975] 1989: 133). Pero también señala como
fórmula destacada de introducción del plurilingüismo la de los géneros literarios y
extraliterarios (cotidianos) intercalados (Bajtín [1975] 1989: 138-141). Y, teniendo
presente que los géneros para Bajtín son formas constructivas de combinación para
modelar y organizar la concepción de la realidad, las ideologías (sujetas a historicidad
e institucionalización), puede entenderse que el dialogismo se abra también con ello a
modos de enunciación colectivizados que se expresan en prácticas o enunciados
previos y son rememorados y puestos en relación con otros en dicho enunciado
dialógico creado20.
En consecuencia, la categoría del dialogismo resulta crucial para adentrarse en
las posibilidades de composición estética literaria que expresan la interacción con
lo ajeno. Y no se limita al dialogismo de voces de instancias subjetivas, sino que
se amplía a otras formas compositivas al tener en cuenta también el dialogismo
con posiciones de sentido, con lo que Bajtín llama “géneros” y con otros
enunciados previos tanto en sentido amplio como restringido.
__________
19
Si bien Bajtín habla de posición de ‘autor’ dado que no siempre coincide con el narrador como
han mostrado las teorías narratológicas posteriores, creo conveniente separarlos.
20
El mismo BAJTÍN ofrece clasificaciones de estas formas artísticas de combinación de voces y
discursos. Su tipología depende fundamentalmente de las formas de interacción comunicativa con la
palabra, la lengua o la voz ajena; es decir, de cómo es la enunciación y su distancia respecto al objeto
y discurso ajeno (por ejemplo según la disposición del eco de esas voces en relación con el
enunciado de un personaje cuya voz convive con la del autor). En definitiva lo que plantea es cómo
es la respuesta híbrida: si estiliza otra voz, si la toma en cuenta, la contesta, la anticipa, la parodia,
etc. (BAJTÍN [1963] 2003: 270-291 y [1975] 1989: 118-141).
21
R. LACHMANN define como sigue dicho carácter descriptivo, para distinguirlo del ontológico y
el funcional que tiene según ella el dialogismo:
Dialogizität als spezifische Form der Sinnkonstitution von Texten zu beschreiben, das heißt den
Dialog mit fremden Texten (Intertextualität), den Dialog mit verschiedenen in einem kulturellen
Kontext konkurrierenden ‘sozialen Dialekten’ (Redevielfalt) oder den Dialog mit einer fremden
Sinnposition, die im ‘zweistimmigen Wort’, das zwei interferierende Redeinstanzen errichten,
aufgezeichnet ist (Dialogizität im primären Sinne). Als ein spezifisches Dialogizitätskriterium wurde
unter diesem Aspekt die ‘Doppelkodierung’ herausgearbeitet, die in der Analyse von
“Doppelstrukturen” (wie Parodie, Kontrafaktur, Travestie, Stilisierung, Anagramm usw. In bezug auf
Texte, und Zitat, Replik in bezug auf Textelemente) eine Rolle spielen kann (1982: 8).
22
Como señala Bernd STRATTHAUS, Bajtín más que fijar un binarismo entre centro y periferia lo
que hace es oponerse a él (2005: 92).
aspectos que requieren una revisión para evitar posibles confusiones a la hora de
abordar el encuentro cultural como producto de una práctica de interacción simbólico-
cultural y textual-literaria a la vez. Dichas puntualizaciones en torno a la
intertextualidad son necesarias, por consiguiente, para alcanzar el final de este
recorrido de paralelismos y vinculaciones entre prácticas de interacción cultural y
textual que es más específico, pues se restringe, dentro de esas prácticas de
interacción, a aquellas que son además relevantes desde el punto de vista intercultural.
[…] todo texto se construye como mosaico de citas, todo texto es absorción y
transformación de otro texto. En lugar de la noción de intersubjetividad se instala la
de intertextualidad y el lenguaje poético se lee, al menos, como doble.
Así el estatuto de la palabra como unidad mínima del texto resulta ser el de
mediador que vincula el modelo estructural al entorno cultural (histórico), así como
el regulador de la mutación de la diacronía en sincronía (en estructura literaria)
(Kristeva [1969] 2001: 190).
__________
23
Especialmente con su obra Palimpsestes, la littérature au second degré [1982].
24
Estos tipos responden a dos de las cinco categorías fundamentales en que G. GENETTE estructura
las relaciones posibles entre textos y que componen su transtextualidad enunciada en Palimpsestes, la
littérature au second degré [1982]. La primera hace referencia a la hipertextualidad (un hipertexto
deriva de otro hipotexto) y la segunda a la intertextualidad (co-presencia de un texto en otro).
25
Se trata de la denominada por Kristeva como “lectura-escritura” que enfatiza la polivalencia del signo.
26
No en el sentido de doble resonancia de dos textos previos interseccionados.
27
J. Kristeva utiliza el término “transformación” para los textos a partir del uso que hace el
psicoanálisis de este término y del de “trabajo”. El “trabajo” es la transformación del texto leído
sistema o texto a otro. O dicho de otra forma, podría añadirse que no consideran la
productividad del proceso y por ello Kristeva propone sustituir el término de
intertextualidad por el de transposición, haciendo hincapié en otro prefijo, ‘trans-’,
que recogería el movimiento entre los textos, los cuales no son entes aislados, sino
procesos intertextuales:
(apropiado en el gramma lectoral) mediante el gramma escritural, el cual transmite además la actitud
o ideologema tomado ante el texto leído (KRISTEVA 1969). En esto consiste por tanto el proceso de
lectura-escritura recientemente mencionado.
Referencias bibliográficas
__________
28
Resultado se entiende aquí no en el sentido de intersección de espacios, sino en el de
transformación por entrelazamiento de prácticas y esquemas.
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