América Latina y La Formación de Las Nuevas Republicas Oligárquicas
América Latina y La Formación de Las Nuevas Republicas Oligárquicas
América Latina y La Formación de Las Nuevas Republicas Oligárquicas
Tumusla
El 1 de abril de 1825, un Jueves Santo como hoy, en los campos de
Tumusla se libró la última batalla por la Independencia de la Patria
entre las huestes de Carlos Medinaceli y Pedro de Olañeta.
Al promediar el medio día las fuerzas de Olañeta llegan a orillas
del río Tumusla donde las tropas de Medinaceli ya se hallaban
atrincheradas; es así que, de inmediato ambos bandos se
desplegaron en formación de guerrilla:
“¡Jefes, Oficiales soldados!
¡Valerosos chicheños, tarijeños!
i compatriotas!
Por la Libertad i la Autonomía de la Patria, enfrentemos decididos
a la División enemiga qe, avistamos ya.
De vuestro empuje, denuedo i valor de esta tarde del primer día
de abril, de Jueves Santo, dependerá la gran victoria o la derrota
definitiva de nuestro Regimiento i Batallón “Chichas” i
“Cazadores”
¡Adelante camaradas!
Los enemigos que. ¡Aparecen al Norte con ellos los del Sud,
desaparecerán como las sombras con el día!
¡Viva la Patria i Viva la Libertad!”
Fue el grito del comandante Carlos Medinaceli, que dirigiéndose a
sus soldados les transmitió el más elevado fervor por la Patria y la
libertad; inmediatamente las tropas se dispusieron para el gran
combate.
Era definitiva esta batalla, los alto peruanos se jugarían el honor y
el poder de decidir por sí mismos, gobernarse. Eran las 3 de la
tarde cuando se inició la sangrienta contienda entre las fuerzas
patriotas y el último ejército realista que quedaba en nuestro
territorio, comandado por el empecinado general Pedro Antonio
Olañeta, que parecía que ganaría la batalla porque estaba mejor
provisto de armas y un gran contingente de soldados, pero al final,
por una estocada estratégica, los soldados patriotas lograron
imponerse reduciendo al enemigo; sucedió casi al promediar las
siete de la noche. En términos militares esta acción tuvo todas las
características de una batalla: Olañeta disponía de 1700 hombres
con 32 jefes y oficiales, mientras que Medinaceli tenía 1300
soldados y 26 jefes, 500 hombres de refuerzo llegaron de Tarija
y 800 de Tupiza, además de otros voluntarios.
El campo quedó regado de sangre, de cuerpos inertes y heridos
que agonizaban…, todo era tétrico y devastador para el enemigo;
no así para los patriotas que pese a llorar por las pérdidas de sus
camaradas, también lloraban de felicidad; el triunfo llegó después
de tanto sacrificio, muerte y devastación en estas tierras; -
quedaron los soldados exhaustos de rodillas, postrados ante la
Patria que nacía ese día a la libertad-
Tras su rendición, Olañeta fue conducido a una prisión improvisada
que estaba cerca al campo de batalla. En el trascurso de la noche,
mientras se negociaban los términos de la rendición, Olañeta
sufrió un atentado mortal en su propia celda por parte de su
secretario, el teniente Francisco Sánchez. En el atentado el
general realista recibió tres impactos de bala por la espalda por
cuyas heridas finalmente falleció. Ante el deceso de Pedro
Antonio de Olañeta el coronel Gregorio Michel tomó la
representación de las fuerzas realistas, firmando junto al coronel
Medinaceli en representación de los insurgentes la capitulación de
la acción de Tumusla.
Alrededor de la media noche de aquel 1 de abril el comandante
Carlos Medinaceli, le escribe una carta al Mariscal Antonio José
de Sucre:
“Mi estimado Mariscal:
Lleno del mayor júbilo tomo la pluma para comunicar a V.E. el mui
Félix encuentro que. he tenido hoy con el enemigo Jr. Olañeta i la
División que. le acompañaba. esta quedó en mi poder íntegramente
con todos sus jefes, oficiales y tropa, con todo el parque e
intereses que poseían, su imprenta, etc., lo mismo que. el
nombrado General quien al caer prisionero quedó herido de
muerte, a causa de haberse empeñado la acción en tales términos
que. llegó a acontecerle esta desgracia.
Después de haber logrado la victoria, me propusieron la
capitulación, a la cual la humanidad me ha exigido condescender,
en virtud del llanto i la sumisión con que me la expusieron, me hizo
entrar en ella. De lo cual i todo acontecido está feliz tarde y
noche para la nueva Patria, dará a V.E. el conductor de mi nota Mi.
Juan de Villegas razón individual, la cual no puedo verificar por
medio de esta carta, por hallarme coordinando un desorden, cual
es la causa de la guerra.
La Batalla se decidió de las 3 de la tarde a las 7 de la noche. I en
el momento de un pequeño desahogo enviaré a V.E. el parte
individual con detalles.
Al concluir esta he tenido parte que. el Jr. P.A. de Olañeta acaba
de expirar. saludo a Ud.
Carlos Medinaceli”.
Debemos considerar y reconocer que esta batalla decidió nuestro
destino, pues fue luchada por los patriotas de este territorio,
definiendo de esta manera gobernarse por sí mismos, sin la
injerencia de Lima ni Buenos Aires. Con esta última acción se
dieron por concluidas las operaciones de las tropas realistas en
Charcas.
“Se declara Patrimonio Cultural e Histórico del Estado
Plurinacional de Bolivia, a la Batalla de Tumusla” del 1 de abril de
1825, como última batalla que selló la Independencia del Alto
Perú…” Ley N.º 606 de 24 de noviembre de 2014.
Los intereses económicos, sociales, políticos y culturales de las
oligarquías regionales en la formación de los Nuevos Estados en
América Latina
Los alcances que adquiere la forma oligárquica de hacer política,
como forma particular del poder de clase en América Latina,
posee rasgos histórica y socialmente definidos en tanto producto
de la interrelación entre lo “nuevo” y lo “viejo” en términos de
estructuras y relaciones políticas, económicas y socioculturales1.
En América Latina, tal como lo expresara Flores tan Fernández, la
clave para el análisis de los procesos políticos y socioculturales
que caracterizaron la segunda mitad del siglo xix (y que se
extienden sin dudas hasta el presente) se halla en el abordaje de
la relación dialéctica entre la “arabización de lo moderno y la
modernización de lo arcaico”. Esto es, en el estudio del proceso
histórico por medio del cual se concretizan cambios y
permanencias estructurales, la “modernización” de la pesada
herencia colonial y la “arcaización” de los elementos aportados por
el desarrollo de la modernidad en cada una de los espacios en que
se manifiesta.
Dentro de estos marcos, digamos que la dominación de clase
oligárquica es la forma histórica producida y concretada en el
ordenamiento societal de los distintos países latinoamericanos a
los efectos de su inserción dependiente dentro del sistema
capitalista mundial. En este trabajo preliminar intentamos
aproximarnos -por medio del estudio comparativo de los casos
porteño y mexicano2 en los ámbitos recortados por las prácticas
de dominación política de carácter urbano- a la caracterización de
la forma de ejercicio del poder político en América Latina durante
la segunda mitad del siglo pasado.
Creemos conveniente en este punto recuperar algunos de los
aspectos de la discusión sobre los alcances de la categoría
oligarquía, en lo que hace a su efectividad explicativa de la
dominación política en América Latina3. La categoría oligarquía
posee dos dimensiones claramente diferenciables, pero a la vez
convergentes, lo que permite ser aprehendida como categoría
analítica y como categoría histórica. Como categoría analítica, la
oligarquía implica una forma particular de ejercicio del poder de
clase, caracterizada fundamentalmente por la concentración de
las instancias del poder político -tanto formales como reales- en
manos de un reducido grupo de “notables” y la correspondiente
exclusión de las mayorías sociales de los mecanismos de decisión4.
La dominación oligárquica, en este sentido, es el resultado de la
convergencia de diferentes niveles de relaciones sociales; a)
aquellas que se establecen entre las clases propietarias-
dominantes y las clases explotadas-subalternas de los países
latinoamericanos, y b) las concretadas entre las clases dominantes
locales y las clases dominantes de la formación económica y social
capitalista (en la cual se insertaron los países latinoamericanos a
partir de la segunda mitad del siglo xix). Las relaciones de
dominación en el interior de las sociedades de América Latina -
esto es las primeras- poseen una determinante dualidad,
manifiesta en las diferentes interpelaciones que desde el poder se
efectúa hacia el conjunto de los sectores subalternos. Significa
esto, que las clases dominantes -posicionadas en las instancias
político-institucionales- desarrollan una lógica de relaciones
claramente diferenciada entre el conjunto de los sectores
propietarios subalternos y las mayorías expropiadas y excluidas
del sistema político. Luego, si bien la forma oligárquica de
ejercicio de la dominación política de clase tiene como sujeto
privilegiado del poder a la clase o bloque de clases dominantes de
los países dependientes, la misma sólo es posible a partir de la
particular relación que se establece entre éstas y las clases
dominantes del sistema capitalista a escala mundial. Es esta
relación de necesidad constitutiva, respecto de las burguesías de
los países capitalistas centrales, la que convierte a la dominación
oligárquica en una forma particular y dependiente del tipo burgués
de poder de clase; sin importar -en este sentido- el carácter más
o menos burgués o la tipificada histórico social de las clases
propietarias dominantes en los diferentes países. Sostiene W.
Ansaldi en su artículo que “la dominación oligárquica puede ser
ejercida por clases, fracciones de clase o grupos sociales
(incluyendo redes familiares) diversos, v.gr., terratenientes no
capitalistas, terratenientes capitalistas, burgueses y/o una
alianza de clases o fracciones de ellas”5, sin por ello dejar de ser
“oligárquica”.
Hacíamos referencia más arriba al tipo particular de relación
entre las clases dominantes “nacionales” y las clases dominantes
en el sistema capitalista mundial. Es esta una relación de
dependencia que marca con su impronta la totalidad de los
procesos de construcción política en América Latina y cuyo
carácter histórico nos remite a la dimensión histórica de la
dominación oligárquica. En este sentido, siendo que toda la forma
de ejercicio de la dominación es el resultado de un juego variado
de relaciones sociales cruzadas por situaciones de poder
construidas históricamente, resulta la oligarquía -también- una
categoría histórico-política. Afirmamos, entonces, que la
dominación oligárquica es la concreción histórica del poder de
clase en los países dependientes de América Latina, relativa a la
particular inserción de los mismos dentro del sistema capitalista
mundial. La forma que adquiere la dominación política en la
segunda mitad de siglo xix, correspondiente al modo dependiente
de inserción de las economías latinoamericanas dentro de la
formación económica y social capitalista.
En síntesis, queremos plantear aquí que entendemos a la forma
oligárquica de dominación en América Latina como la forma
producida por las clases propietarias de cada país (aún con sus
propias especificidades históricas) con el objeto de ordenar el
tránsito de sus diferentes países al sistema de producción
capitalista. Pero, al mismo tiempo, sostenemos que -en su forma
general- el poder de tipo oligárquico no es en América Latina una
forma diferente y previa del poder burgués o capitalista, sino la
forma particular e histórica que asume el mismo en los países
capitalistas dependientes latinoamericanos. Por último, digamos
que el proceso que lleva a su realización histórica se da a partir de
la permanente consolidación y redefinición societal, producto del
juego de relaciones que se establece entre: a) las diversas
fracciones e intereses en el interior de la clase o las ciases
dominantes en cada país, b) entre los intereses de la clase
dominante con los del resto de las clases propietarias subalternas
o marginadas del pacto de dominación y c) entre las clases
dominantes “nacionales” y las clases dominantes en los países
centrales del sistema capitalista mundial.