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Todas Las Sangres

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Todas las sangres

Todas las sangres es la quinta novela del escritor peruano José María Arguedas publicada
en 1964. Es la novela más larga de dicho autor, y la más ambiciosa, siendo un intento de retratar
el conjunto de la vida peruana, por medio de la representación de escenarios geográficos y
sociales de todo el país, aunque su foco se sitúa en la sierra. El título alude a la variedad racial,
regional y cultural de la nación peruana. La novela se desenvuelve entre dos ideas
fundamentales: el peligro de la penetración imperialista en el país por intermedio de las
grandes transnacionales y el problema de la modernización del mundo indígena

Publicación[editar]
Fue publicada en 1964, siendo la novela más extensa y ambiciosa de Arguedas, en la que se propuso retratar
la problemática del Perú.1 El año anterior se había publicado una página en el suplemento extraordinario del
diario El Comercio, como adelanto para los lectores (23 de junio de 1963).2

Tema[editar]
En la obra, el autor nos muestra la visión de un país multiétnico y pluricultural como es el Perú, a través del
género épico-ético, trazando un fresco verídico de la sociedad peruana en una época de crisis.3 45
El título de la novela expresa precisamente la variedad étnica, regional y cultural del Perú, en el que «todas las
sangres» se entremezclan y rivalizan duramente. Y en esa lucha interviene también un poder imperialista que
pretende controlar el país. El autor intenta ofrecer un retrato global del Perú, aunque el foco narrativo se sitúa
en la sierra.36 La expresión de «todas las sangres» se ha convertido en un ideal para el futuro del Perú y su
autor en un héroe cultural.7

Escenarios[editar]
El núcleo del relato se desarrolla en el pueblo de San Pedro de Lahuaymarca, en los andes peruanos, cerca de
uno de los pueblos donde vivió Arguedas en su niñez. Se trata de un pueblo de peones indígenas que todavía
están sumidos en el sistema feudal, cerca del cual se halla Aparcora, donde hay una mina de plata que atrae la
codicia de las trasnacionales mineras.8

Argumento[editar]
La novela empieza con la rivalidad de dos terratenientes de la sierra peruana, que son hermanos y cuyo padre
acaba de fallecer: Fermín y Bruno Aragón de Peralta. El conflicto surge con el descubrimiento de la mina de
plata de Aparcora. Fermín, que aspira a ser un importante hombre de negocios ligado al capitalismo nacional,
quiere explotar la mina y traer el progreso a la región. A ello se opone su hermano Bruno, que es un latifundista
tradicional que se sostiene del trabajo servil de los indios.39
Pero Fermín, al carecer de fondos necesarios para desarrollar su proyecto, se ve obligado a vender su mina a
un gigantesco consorcio internacional, la Wisther-Bozart. Empieza así los problemas que conllevan la
penetración del capitalismo imperialista. Ante la necesidad de abundante agua para el trabajo de la mina, la
compañía obliga a los comuneros que vendan sus tierras a precios irrisorios. Se inicia entonces un proceso de
convulsión social que lleva a la movilización del campesinado liderado por Demetrio Rendón Willka, un
comunero indígena que ha vivido y estudiado en Lima. Bajo sus órdenes estallan levantamientos que son
reprimidos sangrientamente por las fuerzas gobiernistas, pero que son el anuncio de la rebelión final.3

Personajes[editar]

• Don Andrés Aragón y Peralta, es el viejo mencionado al inicio del relato. Es el jefe de la familia
más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, región típicamente feudal de la serranía
peruana. En su mejor momento, Andrés acapara muchas tierras desplazando a otros latifundistas o
señores feudales, así como a los comuneros indios. Luego se vuelve alcohólico y su entorno familiar
se disgrega: sus hijos se pelean entre ellos y su esposa también empieza a beber, decepcionada de
su familia. Antes de suicidarse ingiriendo veneno, don Andrés maldice a sus dos hijos, Fermín y
Bruno, a quienes acusa de apropiarse ilegítimamente de sus propiedades, y lega por testamento
sus últimos bienes a los indios.10
• Don Fermín Aragón de Peralta, es un insensible hombre de negocios, representante del
capitalismo nacional. Ambicioso, aspira llevar el progreso económico a su provincia, para lo cual
cree que es necesario romper con el orden tradicional. Cree que la modernización es necesaria
para lograr un cambio en el Perú, pero con una dosis de nacionalismo.11 Sin embargo, no puede
competir con una trasnacional minera a quien vende su mina de plata; con el dinero obtenido
incursiona en la industria pesquera, comprando fábricas de harina y conservas de pescado en el
puerto de Supe; asimismo decide ampliar y modernizar su hacienda serrana de La Esperanza. Al
final de la novela será herido de bala por su propio hermano, don Bruno.3

• Don Bruno Aragón de Peralta, es el terrateniente de la hacienda La Providencia, donde tiene sus
colonos o siervos indios. Es violento con sus trabajadores a quienes golpea y azota sin piedad, y
abusa sexualmente de las mujeres, siendo esto último su deporte preferido. Ante la llegada de la
modernización, defiende el mantenimiento del sistema feudal, pues cree que sólo este asegura que
sus indios se sigan manteniendo «puros», lejos de la corrupción del dinero, posición que lo enfrenta
con su hermano mayor, don Fermín. Es también un fanático religioso pues considera que la
preservación de dicho sistema tradicional es un mandato divino que debe cumplir. A la mitad de la
novela, y luego de conocer y embarazar a una mestiza llamada Vicenta, se produce un cambio en
su conducta: se dedica a hacer el bien, distribuyendo sus tierras a los indígenas y ayudando a otros
comuneros en sus luchas contra los gamonales. Termina como justiciero, ejecutando al malvado
gamonal don Lucas e intentando asesinar a su hermano, lo que le acarreará la prisión.3

• Demetrio Rendón Willka, es un indio o comunero libre de Lahuaymarca. Es un hombre sereno,


sabio, paciente, lúcido, valiente, astuto, heroico y casto. Es representante de la nueva conciencia de
los indios, aquella que pretende romper con la anticuada estructura social, pero preservando sus
aspectos más positivos, como la comunidad social, a fin de contrarrestar los efectos nocivos de la
inminente modernización. Representa pues, una opción de desarrollo en contraste con el proyecto
de modernización de don Fermín y la defensa del viejo sistema feudal de don Bruno. Rendón Willka
es el primer hijo de comuneros que llega a Lima, donde vive durante ocho años en barriadas,
trabajando como barrendero, sirviente, obrero textil y de construcción. Aprende a leer en una
escuela nocturna y pasa por la cárcel, donde tiene una toma de conciencia político-religiosa. Toda
esa experiencia lo hace sentir un hombre renovado y regresa a su tierra decidido a encabezar la
lucha por la liberación de los indios. Llega al pueblo poco después de la muerte de don Andrés y se
pone al servicio de don Fermín como capataz de la mina. Luego don Bruno lo nombra administrador
de su hacienda La Providencia. Encabeza finalmente el alzamiento de los indios y su fin es heroico
pues muere fusilado por las fuerzas del orden

Resumen[editar]
La novela empieza con la aparición de don Andrés Aragón de Peralta, jefe de la familia más poderosa de la villa
de San Pedro de Lahuaymarca, en la sierra del Perú. Don Andrés, ya viejo, se sube al campanario de
la iglesia del pueblo y desde allí maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno, a quienes acusa de
apropiarse de sus tierras; asimismo, anuncia su suicidio, dejando en herencia a los indios todos los bienes que
aún conservaba. En efecto, se retira a su casa e ingiere veneno.10
Los dos hijos de don Andrés, don Fermín y don Bruno, viven en perpetua discordia. Don Bruno es dueño de la
hacienda La Providencia, donde viven varios centenares de indios como colonos o siervos. Es un católico
tradicional y fanático, que se opone a que el progreso llegue a sus tierras pues cree que eso corromperá
inevitablemente a sus indios, al inoculárseles el llamado veneno del lucro. Un rasgo característico de don Bruno
es su ardor sexual desenfrenado que lo lleva a poseer y violar a muchas mujeres.1015
Por su parte, don Fermín es el propietario de la mina Aparcora, que trata de explotarla al margen de la
voracidad de las empresas transnacionales. Don Fermín representa al capitalismo nacional y desea que el
progreso y la modernidad lleguen a la región, oponiéndose así a su hermano. Pero para explorar la mina
necesita como trabajadores a los indios de Bruno, quien acepta entregárselos, a condición de que lo deje vivir
en paz en sus tierras.20
Es entonces cuando entra en escena Rendón Willka, un «ex indio», es decir un nativo transculturado, que ha
vivido varios años en Lima y que ha perdido parte de su herencia cultural, pero que ha conservado sus valores
tradicionales más valiosos. Rendón Willka es contratado como capataz de la mina, pero tiene ya el soterrado
propósito de encabezar la lucha por la liberación de sus hermanos de raza y cultura.212213
Don Fermín empieza a explorar la mina Aparcora en busca de la veta principal, para lo cual empieza a usar la
mano de obra de unos 500 indios enviados por don Bruno. El sistema de trabajo que impone es el de la mita, es
decir por turnos, pero los indios no reciben jornal y solo se les da alimentos. Para continuar su proyecto, don
Fermín calcula que necesitará más suelos con agua, por lo que enfoca su interés en las tierras de su hermano y
en las de los vecinos de San Pedro. Empieza por comprar tierras de algunos de estos vecinos.21
Pero el consorcio internacional Wisther-Bozart, que ha puesto sus miras en la mina, infiltra en ella al ingeniero
Cabrejos para que boicotee las labores y haga fracasar la exploración; de esa manera don Fermín se vería
obligado a vender la mina al consorcio. Cabrejos logra su objetivo con la ayuda de un músico llamado Gregorio,
quien se adentra en el interior de la mina y da aullidos simulando al Amaru, la serpiente mítica, a fin de asustar
a los indios, algunos de los cuales efectivamente se espantan. Pero ocurre una explosión dentro de la mina y
Gregorio muere despedazado.21
Entretanto, don Bruno sufre una transformación milagrosa. Abandona la vida lujuriosa, uniéndose
definitivamente a una mestiza, Vicenta, de quien espera un hijo. Redimido por el amor, Bruno visita a los
comuneros de Paraybamba, a quienes les brinda su apoyo.23 Allí también promueve el castigo al cholo
Adalberto Cisneros, un hacendado cruel y abusivo, que es azotado y paseado desnudo por las calles. Don
Bruno se despide de Paraybamba aclamado por los indios, mientras que Cisneros jura vengarse.24
Volviendo a la mina, al fin se encuentra la veta del metal argentífero y don Fermín viaja a Lima para tratar de
formar una sociedad con capitales peruanos, ya que se había quedado descapitalizado. Sin embargo, la
Whistert-Bozart tiene mucho poder e influencias y obliga a don Fermín a que le venda la mina. La empresa le
reconoce un porcentaje de las acciones de la mina y le cancela los gastos iniciales de la exploración. Don
Fermín decide invertir este dinero en la industria pesquera, adquiriendo fábricas de harina y conservas de
pescado en Supe, de la que se encargará administrar su cuñado, mientras que él vuelve a San Pedro,
dispuesto a ampliar y modernizar su hacienda La Esperanza.17
Mientras tanto, la compañía minera necesita agua para represarlas en beneficio de la mina y a fin de ello
consigue una orden judicial que obliga a los propietarios de San Pedro a vender sus tierras de labranza de la
hacienda La Esmeralda. Los vecinos se niegan a hacerlo y deciden quemar su pueblo y marcharse a otro lugar.
Son acogidos temporalmente por una de las comunidades indígenas. Mientras tanto, llegan las maquinarias
pesadas de la compañía y cientos de indios como jornaleros. Empieza también a proliferar en la región los
locales de vicios citadinos (bares y burdeles).14
Don Bruno retorna a San Pedro y se apena sobre todo por la destrucción de la iglesia. También llega don
Fermín, trayendo todo lo necesario para modernizar su hacienda La Esperanza y prometiendo que el pueblo
volvería a renacer con su ayuda. Se anuncia también la llegada del hacendado Cisneros, quien quería vengarse
de don Bruno, pero su plan es desbaratado.
La empresa minera, continuando con la expropiación de la hacienda La Esmeralda, comienza a aplanar la
pampa con máquinas bulldozer. Pero uno de los residentes, de nombre Anto, se niega abandonar su propiedad
y cuando una de las máquinas ya se acercaba a derrumbar su casa, se tira contra ella con varios cartuchos de
dinamita en la mano, volando en pedazos con todo.14
Don Bruno se culpa de todas esas desgracias por haber contribuido con la explotación minera, y decide
purificar el mundo acabando con los responsables. Coge sus armas y se dirige a la hacienda de don Lucas,
gamonal cruel y abusivo, a quien mata, ante el regocijo de los indios. Luego se dirige a la hacienda La
Esperanza de su hermano don Fermín, a quien acusa de ser responsable de todas las desgracias del pueblo y
le dispara, hiriéndole en las piernas. Pero de pronto, don Bruno se arrepiente de lo que ha hecho y se echa a
llorar. Don Fermín es trasladado a Lima para ser atendido de sus heridas, mientras que don Bruno es
encarcelado en la capital de la provincia.25
Ante tal situación, Demetrio Rendón Willka se proclama administrador de la hacienda La Providencia. Los
colonos trabajarían en adelante para ellos mismos, sin patrones. Esto significa una revolución, por lo que el
gobierno envía a los guardias civiles a sofocar la revuelta que considera de inspiración comunista. Mientras
algunos huyen, Demetrio se queda alentando a los indios a resistir. Los guardias irrumpen a sangre y fuego,
capturan a Demetrio Rendón Willka y lo fusilan junto con otros indios. Pero Demetrio ha cumplido la misión de
despertar la conciencia de sus hermanos de raza dejando abierto el camino para la liberación.

Análisis temático[editar]
La novela expone el peligro de la penetración imperialista, pero principalmente, el problema de la
modernización de la cultura andina, que se expresa en la lucha entre la tradición y la modernidad.334
La gran pregunta es si se puede lograr un desarrollo genuinamente nacional una vez destruido el viejo orden
feudal. Las alternativas son: el proyecto de penetración imperialista, representada por las grandes empresas
trasnacionales; un capitalismo nacional, que plantea don Fermín para llevar el progreso a los pueblos andinos; y
un regreso al orden feudal, imaginado por don Bruno, para salvaguardar los valores morales. Para el autor,
todas estas opciones son inválidas.35
Arguedas apuesta por la alternativa representada por el comunero Rendón Willka, que podría resumirse en su
sentido colectivista (en el plano social), en su adhesión a los valores quechuas (en el plano cultural), y en una
cauta modernización (en uno y otro nivel). Pero este proyecto, según observa Antonio Cornejo Polar, tendría
sus limitaciones: es cerradamente campesino-serrano y no admite al proletariado; y cuestiona a los partidos
políticos. Es un proyecto más cultural que social (aunque resalte el colectivismo de la comunidad indígena) y
más ético que político.36
De todas maneras, la novela nos hace reflexionar sobre múltiples aspectos de la realidad peruana, así como
convierte a la problemática indígena en problemática nacional y a esta en categoría universal.36

Polémica en torno a la obra[editar]


En 1965 el Instituto de Estudios Peruanos organizó una serie de mesas redondas para discutir la relación
entre literatura y sociología. La segunda de esas mesas, realizada el día 23 de junio, se dedicó a la discusión
de la novela Todas las sangres, con la participación del mismo Arguedas. Este evento fue sumamente
importante ya que significó la incorporación de la narrativa de Arguedas a la discusión de la literatura de su
tiempo.3738
La mesa redonda estuvo conformada por intelectuales de izquierda. Todos, unos de manera cautelosa y otros
de manera abierta, criticaron la obra porque habría en ella una versión distorsionada de la sociedad peruana.
Comenzando con la descripción de una estructura de castas que había desaparecido ya hacía tiempo en el
conjunto de la sierra peruana, así como una visión caricatural y rudimentaria de los mecanismos sociales. Estas
críticas fueron devastadoras para Arguedas, quien aquella misma noche escribió, según Vargas Llosa, estas
líneas desgarradoras:39
… casi demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, […], que mi libro Todas las sangres es negativo para el
país, no tengo nada que hacer ya en este mundo. Mis fuerzas han declinado creo que irremediablemente.

Crítica vargasllosiana[editar]
Según Vargas Llosa, las críticas que se hicieron a la obra durante la mesa redonda del 23 de junio de 1965
serían válidas solo desde un punto de vista sociológico. Considera que lo más pertinente es analizar a la novela
tal como lo que es, es decir, una ficción literaria. En ese aspecto, considera que también sería una obra fallida,
al carecer de un poder de persuasión interno, pues, según su criterio, la descripción que hace de la sociedad
peruana sería «profundamente falsa e inconvincente». Es decir, carecería de la principal cualidad que debe
tener toda ficción literaria: convencer al lector.40
Vargas Llosa enfatiza en el supuesto maniqueísmo de los personajes: unos son malos y solo hacen el mal (el
terrateniente, el capitalista extranjero), y otros buenos y que producen exclusivamente el bien (el líder
comunero, el campesino indígena). No hay matices ni contrastes.41 Ya antes, Luis Alberto Sánchez había
señalado lo mismo, criticando a Arguedas por su «impresionante simplismo».42 Vargas Llosa también critica las
«conversiones milagrosas» de algunos personajes, como el caso de don Bruno, que de ser un malvado
terrateniente, violento y violador, cambia de improviso y se dedica a ayudar a los comuneros, enfrentando a otro
hacendado abusivo, e incluso a su propio hermano.23
Sin embargo, no falta también quienes consideren que estas interpretaciones son más bien las que pecan de
simplistas, pues un atento estudio de los personajes de la novela lo desmentiría radicalmente, aparte que una
obra de la importancia de Todas las sangres ameritaría un estudio que debería ir más allá del plano
estrictamente literario.7

Mensaje[editar]
La gran propuesta arguediana que se trasluce en esta novela es la siguiente: la cultura andina debe subsistir,
conjuntamente con otra forma de modernización que pueda asimilar. Arguedas usaba el término de
«aculturado» para referirse a aquellos que perdían su cultura originaria que era suplantada por otra foránea;
consideraba que ambas vertientes podían convivir sin necesidad que una prescinda de la otra.454647
También considera que el pensamiento armónico con la naturaleza, que algunos equivocadamente llaman
«arcaico» o «mítico», es válido, potencialmente, para desarrollar una mentalidad revolucionaria que proyecte un
futuro de bienestar y libertad.3 El ideal de nación es el de un Perú multivariado, con diversidad multicultural y
plurilingüe.
Al respecto, diversos analistas sociológicos coinciden en que, hasta el momento, no existe una nación peruana
ni un proyecto nacional; puede decirse que hay varios núcleos nacionales, pero no ubicables geográficamente.
En el submundo intelectual del Perú, ligado al poder político, hay una cosmovisión occidental subsidiaria,
fuertemente refutada y contrahecha por la realidad social histórica actual.

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