La Sombra 2017
La Sombra 2017
La Sombra 2017
2017
Creación colectiva basada en “Loco Afán: Crónicas de Sidario” de Pedro Lemebel
Elenco Original:
Josefa Rodríguez Susy, Ente 1
Bernardita Aguilera Julieta, Ente 2
Benjamín Albornoz Almendra, Ente 3
Oscuridad. Aclarando, luz tenue. Los personajes deambulan con abrigos, tapándose,
ocultando lo que llevan abajo. Deambulan por el espacio. Se topan en el centro, de
espaldas entre ellos, sin mirarse. Se tocan como descubriéndose con sus manos. De pronto,
se escucha el sonido de un helicóptero, el cual se va haciendo cada vez más fuerte. Los
personajes huyen de forma desesperada por todo el espacio y, finalmente, se forman en
fila al fondo, dando la espalda. Comienza a sonar “Así fue” de Isabel Pantoja, y se quitan
los abrigos y adoptan pose de diva. La canción hace un fadeout. Julieta y Almendra salen
de escena. Susy se gira, mirando al público. Camina solemne, un tanto triste, mientras
suena “Él” de Azúcar Moreno. Se acerca al espejo, donde hay una foto de “La Regine”.
Besa sus dedos y entrega el beso a la foto, con melancolía. Deja la flor que carga a los pies
del espejo.
Susy se queda nostálgica en escena. Comienza a sonar (…) de Lola Flores. Aparece Julieta,
mirando fijo al público y haciendo pose de diva. Susy sale, haciendo una pequeña
reverencia con su cabeza, extendiendo sus brazos, como presentando a Julieta. Julieta
comienza a doblar la canción que suena, mientras baila enérgica. La canción se acaba y
Susy termina en pose. Se le nota un tanto cansada, pero firme en su actitud.
Julieta: Esa si fue grande. Inmensa y creativa la cola. Si cáchate el nombrecito que se puso:
“Loba Lamar”. Porteña con sed, bailoteaba por la playa, el centro, los cerros. Era marica,
no se creía poeta, no necesitaba disfraz. En alguno de esos ascensores, Barón bajando, tal
vez, de risa ebria, el SIDA se fue a pegar. De eso, ella ni entendía. El positivo nuca lo vio
negativo, porque pa’ la matemática sí que era dura. Menos por más, menos, menos por
menos, más, bah. Nunca le entró. Menos mal, o sino se la lleva antes. Carne dura, raza
mestiza, pierna apretá y buen culo. Esa era ella y mientras hubiera sol que le calentase la
sangre ahí iba a seguir. Eso lo entendimos cuando cayó la helá y Agosto se hizo respetar. Y
al tumbarse, casi sin fuerza por los fríos invernales, parece que el SIDA se le subió a la
cabeza y ¡Zaz!, se trastornó. Inició con antojos veraniegos. ¡Imagínate mujer! quería
melones y sandias, y afuera truenando y lloviendo. Y nosotros, partíamos a comprarle.
Como perra mojá llegábamos, pero íbamos igual. ¿Sabí por qué? Veíamos su
desesperación. Su miedo a sentir esa frescura otra vez, porque todas sabemos que en el
infierno no hay frutas y puta que hace calor. Los antojos le dieron por algo. Ahora decía
que se había preñado. ¿Y de quién niña por dios? Tejiendo calcetitas y mantas nos tuvo, a
puro cansancio mental nos doblegó la cola moribunda. Como dijo una loca chamullera, la
enfermedad en su holocausto, se convirtió en preñez de luto. Cleopatra una alpargata. Ni
siquiera nos recordaba. Pero eso ya no importaba. Necesitaba atención. Deseaba que no
llegara, y lo sentía cerca. Sentía como el tío cachúo le venía a quitar el respiro. ¿Y sabí
cómo terminó el holocausto? ¿Cómo se le fue el aire a la Lobita? Así mismo, como la
exhalación previa a dar un gran grito. Y sentimos el frio en la espalda, los pelos de punta,
el corazón desesperado y la Loba cayó… Loba… Lobita… (Desesperada) ¡Lobita, responde!
¡Loba, despierta, Lobita, no te murai’! ¡Lobita, Loba, por favor! ¡La tocábamos, la
despelucábamos, la zamarreábamos. ¡Loba, despierta! ¡Lobita, no te murai’, te voy a
comprar naranjas! ¡Lobita, por favor, que despiertes Lobita! ¡Te voy a hacer lo que querai’,
Lobita! ¡Mira, te tejí un chaleco!... Loba, no te murai’, por favor. ¿Qué hacemos nosotras
ahora? (Pausa) No faltó la loca despierta que se dio cuenta. ¡Ay, no, niña, ¿Cómo me mira
ese maricón?! ¡Ese hocico abierto! Hay que cerrárselo antes de que se enfríen las carnes.
A ver, trae un pañuelo… Este celeste no, que parece guagua… este con puntos tampoco…
a ver… tiene que ser algo de diva… (Decidiendo) ¿A ver ese? ¿A ver? ¡Suelta ese maricón
cagao’ con tu amiga muerta! ... Éste está perfecto… Este que es dorado con burdeos.
(Amarrándose el pañuelo alrededor de su cara) ¿Cómo se lo vai’ a amarrar arriba? parece
Bugs Bunny, ¡Pero abajo tampoco, niña, parece Heidi… A ver, trae pa´ acá… Eso, ¡eso!, al
lado, cerquita de la oreja. Así, como la Lola Flores, la faraóna, como le gustaba a ella. Así
se ve regia… Y ahí empezamos a embetunarla, emperifollarla, era la Loba po’. Hasta en su
velorio-funeral tenía que estar diva. Pegándole conchas por uñas postizas, arreglándole
ese pelo, restregándole esos juanetes, pasándole jabón. Porque usted Lobita, era como
Cristo, pasaba caminando por encima del agua. Le hacía asco al jabón. Y Ahí estábamos
todas, buscándole el mejor vestido. ¡Sáquenle el pañuelo pa’ ver cómo le quedó la cara! …
Y ahí fue cuando nos dimos cuenta. Los músculos se apretaron y con el pañuelo pudimos
ver cómo se le marcó en la cara esa macabra risa post-mortis. ¡Qué terrible niña, calienta
unos paños! ¡Tira agua caliente para que se le ablande la carne! y al primer contacto del
agua en la cara los nervios se tensaron y ahora ya no era una sonrisa, era una carcajada.
Ahí fue cuando saltó La Tora. “¡Ésta parece que hasta muerta nos quiere embromar,
déjenmela a mí no más!” y salió. La Tora en sus años mozos de machito había sido
luchador. Luchador de la lucha libre. Estábamos todas expectantes de saber y entró con su
traje. “Luzbel, la llama invencible”. Primero pidió que la aplaudieran y luego que
hiciéramos silencio (Pausa). Se percinó, y de un salto se encaramó a pegarle, mierda, a
soltarle la cara. Unas gritaban: ¡Dale, dale, pégale Tora! Y otras: ¡Ay, cuidado, Tora, que la
Loba era frágil! … y luego, índice y pulgar, como unas pinzas. ¡Chúpese de muelas, mijita,
chúpese de muelas! - le decía - ¡como la Marilyn Monroe! Y ahí la tenía, como dos horas
estuvo la Tora con los dedos puestos en la cara de la Loba. ¡Dos horas! Hasta que se salió,
y maravilladas todas pudimos ver ese hermosa artesanía necrófila. La loba se murió
tirándonos un beso… y de nuevo no faltó la loca suspicaz. ¡Ay, niña, pero trae el maquillaje
que hay que taparle los moretones! ¿Y para qué? Si el pálido muerte combina perfecto
con el morado charchazo.
Entra Almendra por un costado. Comienza a sonar “Volver, volver” de Concha Buika.
Almendra se sienta en un tarro (el que contiene agua) y mira desde el fondo a Julieta, la
cual se gira y se le acerca. Julieta se saca el pañuelo que tiene puesto y se lo pone a
Almendra como turbante. Esta acción ocurre mientras Almendra dobla la canción que
suena. Su interpretación demuestra grandeza y firmeza, aunque se le ve un tanto
melancólica de mirada. Almendra agradece con la mirada cálida a Julieta.
Almendra: Ser maricón y pobre, no es fácil. Ser maricón en dictadura, tortura. Ser maricón
y sidoso es entender la vida de golpe.
La gente se escapa, te evitan en todo lo posible. Ser maricón en dictadura, en un país
como este, es aprender que la calle y la oscuridad son mejores amigas. Es entender que el
silencio y la complicidad se logran detrás de un árbol y que no existe el orgasmo gritado, si
no es en secreto. La gente te mira en silencio, pero una puede ver cuando pronuncian tu
nombre. Te ven desde lejos, distante. Hay que ser ácido para soportarlo. Es darle un
rodeo a los machitos de la esquina que te llenan de palabras: “Ahí va el mariconcito, el
que se le apaga el calefón, el que se viste de mujer. El inmoral”… Vivir con miedo es
inmoral. A mí me comía el miedo al principio. De salir, de ser una, de ponerme esos tacos
que tanto me encantaban y que me pillase con un weón que también le gustaban en
secreto, escondiéndose detrás de su imagen de macho y violento, y que por pura envidia…
me matase a combos gritándome “Maricón culiao”. No es fácil aceptar, no es fácil
aceptarse. Aceptar lo que una es. Hay toda una familia que te apunta, un pasaje, un barrio
y un país que no te entiende y no quiere entenderte, sino esconderte. El SIDA llega a ser
casi un superpoder. Una se siente poderosa. Es así. No recuerdo con exactitud cuándo
fue… Ya estoy vieja pa’ tanto recuerdo y las celebridades como yo no tenemos tiempo
para recuerdos tan mínimos… Uno sabe cuando algo se aloja en tu cuerpo, cuando algo
cambia. Algo sucede. Ya eres distinta. Y empiezas a juntarte con otras que son igual de
distintas. Sólo para acompañarse, reírse del SIDA con frivolidad y liviandad, de cuan flaca y
pálida estás, niña.… Resistiendo juntas tanta soledad, que es lo que te mata al final.
Recuerdo cuando era más cabra, descubriéndome a pasos agigantados en mi particular
belleza, conocí a la Palanca, la regia travesti de Talca. Ella, con gran entusiasmo, me
cuenta que hoy le llegaba la bencina para el avión. Yo bien pava pensé que era el AZT.
“No, niña” - dijo la Palanca - “es para las pechugas”. Y con una receta casi de cocina, me
explica paso a paso cómo meterse la silicona sola.
“Necesitas dos botellas de pisco. Te tomas una al seco y quedai raja. Después, con una
Gillette, te cortas aquí, abajo del pesón. Ahí no hay muchas venas y no sangrai tanto.
Luego metí la silicona por ahí y con una aguja e hilo te cosí rápidito. Después, con la
segunda botella de pisco te rociai un poco en la herida y te tomai el resto”
Y si no te mueres del coma etílico, después de tanto embriagarse del deseo de ser
diferente, te conviertes en una diva. Una diva sidosa, corriendo contra el tiempo, pero una
diva a final de cuentas. Escapando del reloj en tacos, cuello alto y sonrisa eterna.
El SIDA no es una enfermedad. Yo no estoy enferma, eso no. Simplemente soy un
portador.
Entra Ente 1 y Ente 2 vestidas con una camisa blanca y pantalones negros. Se posicionan
mirando a Almendra, una en cada extremo, simulando sostener tabletas médicas de
anotaciones. Muestran una actitud seria.
Almendra cae muerta. Ambos Entes la toman con cuidado, como despertándola, mientras
repiten la frase “Las flores duran más tiempo con el agua”. La ayudan a incorporarse,
mientras le quitan el vestido y le entregan un ramo de flores. Almendra, ya desprendida de
ella misma se queda quieta, de ojos cerrados. Los Entes, tomando maceteros vacíos,
llenándolos con agua, “riegan” a Almendra. Comienza a sonar las canciones (///) de Felicia
Morales, las cuales tienen grabadas sobre ellas las definiciones de la Rae de (////) en voz
de niño. Todos los personajes en escena comienzan a hacer contact. Mientras bailan, se
van quitando la ropa, quedando solamente en ropa interior. Se miran en silencio,
formando un triángulo.
FIN