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La Sombra 2017

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“La Sombra”

2017
Creación colectiva basada en “Loco Afán: Crónicas de Sidario” de Pedro Lemebel

Elenco Original:
Josefa Rodríguez Susy, Ente 1
Bernardita Aguilera Julieta, Ente 2
Benjamín Albornoz Almendra, Ente 3

Oscuridad. Aclarando, luz tenue. Los personajes deambulan con abrigos, tapándose,
ocultando lo que llevan abajo. Deambulan por el espacio. Se topan en el centro, de
espaldas entre ellos, sin mirarse. Se tocan como descubriéndose con sus manos. De pronto,
se escucha el sonido de un helicóptero, el cual se va haciendo cada vez más fuerte. Los
personajes huyen de forma desesperada por todo el espacio y, finalmente, se forman en
fila al fondo, dando la espalda. Comienza a sonar “Así fue” de Isabel Pantoja, y se quitan
los abrigos y adoptan pose de diva. La canción hace un fadeout. Julieta y Almendra salen
de escena. Susy se gira, mirando al público. Camina solemne, un tanto triste, mientras
suena “Él” de Azúcar Moreno. Se acerca al espejo, donde hay una foto de “La Regine”.
Besa sus dedos y entrega el beso a la foto, con melancolía. Deja la flor que carga a los pies
del espejo.

Julieta:(Entrando. Gritando, buscando) ¡Susy, Susy!, cabra de mierda. ¿Dónde te habías


metido?
Susy: Fui a comprar unas flores para La Regine.
Julieta: ¡Qué le vai’ a andar comprando flores a viejas muertas, teniendo un montón de
flores muertas allá adentro que te están esperando! ¡Tení que ir a regar allá adentro!
¿Qué hací aquí? ¿Qué hací pará todavía? ¡Arréglate, niña, arréglate! (Julieta sale)
Susy: (Un tanto molesta) ¿Qué se creerá esta perra chica? ¿La dueña de los culos? Está
bien que una esté media vieja y trasquilá’, pero no son formas de tratar pue’. Esta parece
que no sabe lo que es cargar con esta lepra. Esta guarda la distancia no más y puta que la
vida se va poniendo difícil, po´ niña. Imagínate cuando erí puta, cuando te vestí como
mujer y más encima erí sidosa. Bueno… para la mayoría, porque si se trata de mi
Reginsita, ¡paf!, esa weona con sombra y todo se veía impecable. Ella siempre fue una
reina y con palacio incluido po’. Lo llamaban “El Aluminios el Mono: el cuarto piso de puro
placer, amor nocturno, elegancia y dictadura encamada”. En cada habitación se atendía de
manera única, diferente y especial, sobre todo en la habitación real. Esa se atendía como
si fuese la última noche, la última vez y el último culo de la jefa. A veces salía y llegaba con
un lote de frutas. Decía que se la regalaban los feriantes de La Vega y en el Mapocho,
porque la hallaban media flaca. Pero eso no era nada. Vieras tú cómo esos pelaos de
mierda que reventaban casas, mataban gente, violaban derechos y nos trataban como
basura a nosotras en el día, se peleaban por la pieza de nuestra reinita durante la noche.
Esos sí que la adoraban. En una de esas noches en las que sólo el cuarto piso está
dispuesto, llegó un pelao’ flaco. Ni miró po’. Las chiquillas le tiraban besos, le silbaban.
“Debe ser sureño”, dijeron todas cocorocas. Entró altiro y habló con la jefa. Le dijo que si
se podían quedar, que venían cansados, dijo que traían su botella de pisco, así que no se
preocupara… Pero la Regine igual se preocupaba y les hizo una de esas sopitas milagrosas.
Y ahí iban subiendo de a poquito. Todos menos uno, ese pelao’ flaco po. Se quedó en la
escalera fumando. Fumando con rabia. Rabia de seguir órdenes, de estar en un lugar que
no quería, de matar gente de su misma clase por mantener la moral de la patria. Pero yo
creo que tenía rabia porque veía lo que pasaba y no podía hacer ná. Nosotras nos
acercábamos, le preguntábamos si quería algo, pero él, con suerte, nos movía la cabeza. A
la única que miró fue a la Regine. Debe ser porque tenía la mirada más comprensiva y le
leía la pena como si fuera algo que ha visto toda su vida. (Ente 3, usando una chaqueta
militar, corporaliza lo que relata Susy) Y cuando se cortó la luz, la Regine se acercó con
ganas de bailarle, de consolarlo. De un momento a otro, sin motivo más que la coquetería
que la destacaba, le pasó la lengua por la oreja, suavecito, a ver si el flaco quería algo y
fíjate tú que el Sergio se dejó, pero sólo pa’ alejar el ruido. La patrona seguía para ver
hasta dónde llegaba y, de repente, ya le tiene la mano en los colgajos viriles. Ahí se dio
cuenta que no había caso, porque el Sergio la sacó brusco. Pero no la lengua, porque esa
sigue ahí, limpiándole el llanto, como un animal soltando su lágrima. Bebiéndosela como si
fuera pisco. Y ya no quieren bailar. Ahora quieren conversar con palabras, porque con
miradas y coqueteos ya se dijeron bastante. Después de eso se hicieron bien cercanos y
cuando el sida se llevó a la Regine pal patio e’ los callaos, no supimos más del Sergio. Un
día estábamos limpiando la habitación real, en esa se metía la pura reina y encontramos
un condón. Ahí supimos por qué se quedó con ella después de la dictadura. Yo he
conocido a hartas que se creen reinas o divas, pero ninguna como la Regine. (Lanza un
beso al cielo)

Susy se queda nostálgica en escena. Comienza a sonar (…) de Lola Flores. Aparece Julieta,
mirando fijo al público y haciendo pose de diva. Susy sale, haciendo una pequeña
reverencia con su cabeza, extendiendo sus brazos, como presentando a Julieta. Julieta
comienza a doblar la canción que suena, mientras baila enérgica. La canción se acaba y
Susy termina en pose. Se le nota un tanto cansada, pero firme en su actitud.

Julieta: Esa si fue grande. Inmensa y creativa la cola. Si cáchate el nombrecito que se puso:
“Loba Lamar”. Porteña con sed, bailoteaba por la playa, el centro, los cerros. Era marica,
no se creía poeta, no necesitaba disfraz. En alguno de esos ascensores, Barón bajando, tal
vez, de risa ebria, el SIDA se fue a pegar. De eso, ella ni entendía. El positivo nuca lo vio
negativo, porque pa’ la matemática sí que era dura. Menos por más, menos, menos por
menos, más, bah. Nunca le entró. Menos mal, o sino se la lleva antes. Carne dura, raza
mestiza, pierna apretá y buen culo. Esa era ella y mientras hubiera sol que le calentase la
sangre ahí iba a seguir. Eso lo entendimos cuando cayó la helá y Agosto se hizo respetar. Y
al tumbarse, casi sin fuerza por los fríos invernales, parece que el SIDA se le subió a la
cabeza y ¡Zaz!, se trastornó. Inició con antojos veraniegos. ¡Imagínate mujer! quería
melones y sandias, y afuera truenando y lloviendo. Y nosotros, partíamos a comprarle.
Como perra mojá llegábamos, pero íbamos igual. ¿Sabí por qué? Veíamos su
desesperación. Su miedo a sentir esa frescura otra vez, porque todas sabemos que en el
infierno no hay frutas y puta que hace calor. Los antojos le dieron por algo. Ahora decía
que se había preñado. ¿Y de quién niña por dios? Tejiendo calcetitas y mantas nos tuvo, a
puro cansancio mental nos doblegó la cola moribunda. Como dijo una loca chamullera, la
enfermedad en su holocausto, se convirtió en preñez de luto. Cleopatra una alpargata. Ni
siquiera nos recordaba. Pero eso ya no importaba. Necesitaba atención. Deseaba que no
llegara, y lo sentía cerca. Sentía como el tío cachúo le venía a quitar el respiro. ¿Y sabí
cómo terminó el holocausto? ¿Cómo se le fue el aire a la Lobita? Así mismo, como la
exhalación previa a dar un gran grito. Y sentimos el frio en la espalda, los pelos de punta,
el corazón desesperado y la Loba cayó… Loba… Lobita… (Desesperada) ¡Lobita, responde!
¡Loba, despierta, Lobita, no te murai’! ¡Lobita, Loba, por favor! ¡La tocábamos, la
despelucábamos, la zamarreábamos. ¡Loba, despierta! ¡Lobita, no te murai’, te voy a
comprar naranjas! ¡Lobita, por favor, que despiertes Lobita! ¡Te voy a hacer lo que querai’,
Lobita! ¡Mira, te tejí un chaleco!... Loba, no te murai’, por favor. ¿Qué hacemos nosotras
ahora? (Pausa) No faltó la loca despierta que se dio cuenta. ¡Ay, no, niña, ¿Cómo me mira
ese maricón?! ¡Ese hocico abierto! Hay que cerrárselo antes de que se enfríen las carnes.
A ver, trae un pañuelo… Este celeste no, que parece guagua… este con puntos tampoco…
a ver… tiene que ser algo de diva… (Decidiendo) ¿A ver ese? ¿A ver? ¡Suelta ese maricón
cagao’ con tu amiga muerta! ... Éste está perfecto… Este que es dorado con burdeos.
(Amarrándose el pañuelo alrededor de su cara) ¿Cómo se lo vai’ a amarrar arriba? parece
Bugs Bunny, ¡Pero abajo tampoco, niña, parece Heidi… A ver, trae pa´ acá… Eso, ¡eso!, al
lado, cerquita de la oreja. Así, como la Lola Flores, la faraóna, como le gustaba a ella. Así
se ve regia… Y ahí empezamos a embetunarla, emperifollarla, era la Loba po’. Hasta en su
velorio-funeral tenía que estar diva. Pegándole conchas por uñas postizas, arreglándole
ese pelo, restregándole esos juanetes, pasándole jabón. Porque usted Lobita, era como
Cristo, pasaba caminando por encima del agua. Le hacía asco al jabón. Y Ahí estábamos
todas, buscándole el mejor vestido. ¡Sáquenle el pañuelo pa’ ver cómo le quedó la cara! …
Y ahí fue cuando nos dimos cuenta. Los músculos se apretaron y con el pañuelo pudimos
ver cómo se le marcó en la cara esa macabra risa post-mortis. ¡Qué terrible niña, calienta
unos paños! ¡Tira agua caliente para que se le ablande la carne! y al primer contacto del
agua en la cara los nervios se tensaron y ahora ya no era una sonrisa, era una carcajada.
Ahí fue cuando saltó La Tora. “¡Ésta parece que hasta muerta nos quiere embromar,
déjenmela a mí no más!” y salió. La Tora en sus años mozos de machito había sido
luchador. Luchador de la lucha libre. Estábamos todas expectantes de saber y entró con su
traje. “Luzbel, la llama invencible”. Primero pidió que la aplaudieran y luego que
hiciéramos silencio (Pausa). Se percinó, y de un salto se encaramó a pegarle, mierda, a
soltarle la cara. Unas gritaban: ¡Dale, dale, pégale Tora! Y otras: ¡Ay, cuidado, Tora, que la
Loba era frágil! … y luego, índice y pulgar, como unas pinzas. ¡Chúpese de muelas, mijita,
chúpese de muelas! - le decía - ¡como la Marilyn Monroe! Y ahí la tenía, como dos horas
estuvo la Tora con los dedos puestos en la cara de la Loba. ¡Dos horas! Hasta que se salió,
y maravilladas todas pudimos ver ese hermosa artesanía necrófila. La loba se murió
tirándonos un beso… y de nuevo no faltó la loca suspicaz. ¡Ay, niña, pero trae el maquillaje
que hay que taparle los moretones! ¿Y para qué? Si el pálido muerte combina perfecto
con el morado charchazo.

Entra Almendra por un costado. Comienza a sonar “Volver, volver” de Concha Buika.
Almendra se sienta en un tarro (el que contiene agua) y mira desde el fondo a Julieta, la
cual se gira y se le acerca. Julieta se saca el pañuelo que tiene puesto y se lo pone a
Almendra como turbante. Esta acción ocurre mientras Almendra dobla la canción que
suena. Su interpretación demuestra grandeza y firmeza, aunque se le ve un tanto
melancólica de mirada. Almendra agradece con la mirada cálida a Julieta.

Almendra: (A Julieta) ¿Tienes fuego?

Almendra enciende el cigarro y le entrega el encendedor a Julieta, la cual sale de escena.


Acomoda el tarro y se sienta. Fuma agotado.

Almendra: Ser maricón y pobre, no es fácil. Ser maricón en dictadura, tortura. Ser maricón
y sidoso es entender la vida de golpe.
La gente se escapa, te evitan en todo lo posible. Ser maricón en dictadura, en un país
como este, es aprender que la calle y la oscuridad son mejores amigas. Es entender que el
silencio y la complicidad se logran detrás de un árbol y que no existe el orgasmo gritado, si
no es en secreto. La gente te mira en silencio, pero una puede ver cuando pronuncian tu
nombre. Te ven desde lejos, distante. Hay que ser ácido para soportarlo. Es darle un
rodeo a los machitos de la esquina que te llenan de palabras: “Ahí va el mariconcito, el
que se le apaga el calefón, el que se viste de mujer. El inmoral”… Vivir con miedo es
inmoral. A mí me comía el miedo al principio. De salir, de ser una, de ponerme esos tacos
que tanto me encantaban y que me pillase con un weón que también le gustaban en
secreto, escondiéndose detrás de su imagen de macho y violento, y que por pura envidia…
me matase a combos gritándome “Maricón culiao”. No es fácil aceptar, no es fácil
aceptarse. Aceptar lo que una es. Hay toda una familia que te apunta, un pasaje, un barrio
y un país que no te entiende y no quiere entenderte, sino esconderte. El SIDA llega a ser
casi un superpoder. Una se siente poderosa. Es así. No recuerdo con exactitud cuándo
fue… Ya estoy vieja pa’ tanto recuerdo y las celebridades como yo no tenemos tiempo
para recuerdos tan mínimos… Uno sabe cuando algo se aloja en tu cuerpo, cuando algo
cambia. Algo sucede. Ya eres distinta. Y empiezas a juntarte con otras que son igual de
distintas. Sólo para acompañarse, reírse del SIDA con frivolidad y liviandad, de cuan flaca y
pálida estás, niña.… Resistiendo juntas tanta soledad, que es lo que te mata al final.
Recuerdo cuando era más cabra, descubriéndome a pasos agigantados en mi particular
belleza, conocí a la Palanca, la regia travesti de Talca. Ella, con gran entusiasmo, me
cuenta que hoy le llegaba la bencina para el avión. Yo bien pava pensé que era el AZT.
“No, niña” - dijo la Palanca - “es para las pechugas”. Y con una receta casi de cocina, me
explica paso a paso cómo meterse la silicona sola.
“Necesitas dos botellas de pisco. Te tomas una al seco y quedai raja. Después, con una
Gillette, te cortas aquí, abajo del pesón. Ahí no hay muchas venas y no sangrai tanto.
Luego metí la silicona por ahí y con una aguja e hilo te cosí rápidito. Después, con la
segunda botella de pisco te rociai un poco en la herida y te tomai el resto”
Y si no te mueres del coma etílico, después de tanto embriagarse del deseo de ser
diferente, te conviertes en una diva. Una diva sidosa, corriendo contra el tiempo, pero una
diva a final de cuentas. Escapando del reloj en tacos, cuello alto y sonrisa eterna.
El SIDA no es una enfermedad. Yo no estoy enferma, eso no. Simplemente soy un
portador.

Entra Ente 1 y Ente 2 vestidas con una camisa blanca y pantalones negros. Se posicionan
mirando a Almendra, una en cada extremo, simulando sostener tabletas médicas de
anotaciones. Muestran una actitud seria.

Ente 1: ¿Por qué portador?


Almendra: Porque viene de puerta, como una reja. Pero no de cárcel ni de encierro, la mía
es una reja de jardín, con flores, pajaritos y corazones.
Ente 1: ¿Partidos?
Almendra: Un poquito. Una trizadura por aquí, otra por acá, pero sin flechas. Eso del
angelito cupido es cuento hétero. No, en vez de flechas, jeringas.
Ente 1: ¿En qué estás pensando?
Almendra: Yo no pienso. Soy una muñeca parlante. Soy como esas Barbies que dicen “I
love you”.
Ente 1: ¿Hablas inglés?
Almendra: El SIDA habla inglés.
Ente 2: How is that?
Almendra: Tú dices “Darling, I must die”, y no lo sientes, no sientes lo que dices, no te
duele, repites la propaganda gringa. A ellos les duele.
Ente 1: ¿Y a ti?
Almendra: Casi nada. Hay muchas cosas por las que vivir. El mismo SIDA es una razón para
vivir. Yo tengo SIDA y eso es una razón para vivir. La gente sana no tiene por qué amar la
vida, y cada minuto se les escapa como una cañería rota.
Ente 1: ¿Cómo un privilegio?
Almendra: Completamente. Me hace seductoramente especial. Tienes todas las garantías.
Es cosa de hablarle a alguien y se compadecen. Dicen que sí a todo lo que se les pide.
Ente 2: Everything but love…
Almendra: Pero los portadores estamos más allá del amor. Sabemos más de la vida, pero
por descuentos. Este mismo minuto, yo soy más feliz porque sé que no habrá otro.
Ente 1: No habrá otro para nadie.
Almendra: Pero no es lo mismo; Tú verás nevar alguna vez si vas a Farellones o a otra
parte donde van los ricos. Pero yo nunca, porque puede que ya no esté. Y esa nieve se
derrite siempre antes que yo llegue. Es un sueño que siempre tengo. Pongo la mano para
recibir un copo de nieve y me cae agua. ¿Te fijas? Algo siempre está partiendo. Todo se
está derritiendo, todo se está yendo. Los deseos, las ganas, y en esa estamos todas,
aferrándonos.
Ente 2: And be old?
Almendra: (Ríe sarcásticamente) Bueno, ahí tienes otra garantía. Nunca seré vieja, como
las estrellas. Me recordarán siempre joven.
Ente 1: ¿Y si encuentran el remedio?
Almendra: ¿Te imaginas cuánto va a costar? Como siempre las ricas se salvan primero.
Hay que aprender a vivir con la sombra.
Ente 1: ¿Cómo?
Almendra: Se pegó la sombra dicen. Es bien bonito fíjate. Es como la sombra de los ojos.
¿Te fijas que todos los que tenemos SIDA tenemos una mirada matadora?
Ente 2: With no return…
Almendra: ¿Te fijas que algo se va cuando dejas de mirarme? Algo se rompe. Mírame.
Ente 1: Te estoy mirando.
Almendra: No, no me estás mirando a mí, estás mirando mi muerte. La muerte tomó
vacaciones en mis ojos.
Ente 1: ¿Por qué tanta poesía? ¿Te ablanda el drama? ¿Lo hace más soportable?
Almendra: No. No hablo de poesía, sino de poseída.
Ente 2: And do you write?
Almendra: A veces, en esos días abochornados cuando está a punto de llover. Me
gustaría que estuviera lloviendo cuando… Cuando me llegue la hora, pues, las flores duran
más tiempo con el agua…

Almendra cae muerta. Ambos Entes la toman con cuidado, como despertándola, mientras
repiten la frase “Las flores duran más tiempo con el agua”. La ayudan a incorporarse,
mientras le quitan el vestido y le entregan un ramo de flores. Almendra, ya desprendida de
ella misma se queda quieta, de ojos cerrados. Los Entes, tomando maceteros vacíos,
llenándolos con agua, “riegan” a Almendra. Comienza a sonar las canciones (///) de Felicia
Morales, las cuales tienen grabadas sobre ellas las definiciones de la Rae de (////) en voz
de niño. Todos los personajes en escena comienzan a hacer contact. Mientras bailan, se
van quitando la ropa, quedando solamente en ropa interior. Se miran en silencio,
formando un triángulo.

Ente 2: No soy Pasolini pidiendo explicaciones


No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Ente 3: Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Ente 1: Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Ente 3: Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Ente 2: Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Ente 1: Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
Ente 2: ¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Ente 3: Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Ente 2: Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos no recuerda
Ente 1: Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
Ente 3: ¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
Ente 1: ¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
Ente 2: El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Ente 3: Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
Ente 1: ¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Ente 2: Aunque después me odie
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Ente 3: Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones
Ente 1: Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Todos: Súper-buena-onda
Ente 3: Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Ente 2: Tengo cicatrices de risas en la espalda
Ente 1: Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Ente 2: Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Ente 3: Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y va a caer, y va a caer
Ente 1: Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
Ente 2: El fútbol es otra homosexualidad tapada
Todos: Como el box, la política y el vino
Ente 2: Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Ente 3: Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Ente 1: Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Ente 3: Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese hueso
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Ente 2: Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Ente 3: Hay tantos niños que van a nacer
Con una alíta rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Todos: Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.

FIN

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