Estudio de Caso-1
Estudio de Caso-1
Estudio de Caso-1
Con él celebraron todas las comunidades indígenas de los nueve países amazónicos un
hecho sin precedentes jurídicos ni políticos: la decisión de la Oficina de Patentes y Marcas
Registradas de los Estados Unidos (PTO) de quitarle la patente del yagé, planta sagrada
indígena, a Loren Miller, un estadounidense dueño de un laboratorio farmacéutico.
Miller tenía todos los derechos sobre esta planta desde 1986, cuando la PTO le otorgó la
patente 5.752, pues él argumentó que la innovación (requisito para otorgarla) era que había
descubierto una nueva variedad de yagé, la Banisteriopsis Caapi (cv) Da vine. Pero él no
calculó que esta linda variedad de flores rosadas que arrancó de Ecuador, donde la conocen
como ayahuasca, es conocida ancestralmente en el corazón de la selva.
La pesadilla de 13 años terminó para Querubín Queta Alvarado, cacique cofán, y para todo
el pueblo amazónico. Ha vuelto la vida , dice en la misiva de felicitación que le envió a
Antonio Jacanamijoy, inga, cerebro indígena de esta victoria y presidente de la
Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica).
Los chamanes amazónicos no podían aceptar que alguien se apropiara de una planta que ha
sido usada durante cientos de años en ceremonias religiosas tradicionales y como una
medicina para la limpieza corporal y espiritual de los pueblos indígenas. Es como si a un
indígena le diera por patentar las hostias. Es burlarse de un ritual sagrado , dice
Jacanamijoy.
Desde entonces comenzó una lucha para anular esta patente, en la que los indígenas fueron
tratados como terroristas y narcotraficantes , y en la que intervinieron personajes como el
senador estadounidense Jesse Helms.
Miller movió cielo y tierra contra los indígenas, cuando estos, indignados, lo consideraron
persona non grata para los pueblos indígenas amazónicos y le dijeron que no se hacían
responsables por las consecuencias que pudiera tener . Miller dijo que lo habían amenazado
de muerte, y la embajada de Estados Unidos en Quito ciudad sede de la Coica y el senador
Helms los calificaron entonces de terroristas .
Y los rezos de los chamanes en las entrañas del Amazonas dieron resultado. La PTO revocó
la patente el viernes pasado. Según el Centro Internacional de Legislación Ambiental
(Ciel), abogados a cargo del caso, la anulación se logró porque esta supuesta nueva
variedad de yagé ya había sido descrita en el Herbario de la Universidad de Michigan, antes
de que Miller solicitara la patente.
Pero esta supuesta nueva variedad ha sido cultivada durante siglos por los sionas y los
secoyas, quienes conocen todas sus propiedades medicinales y no tuvieron problema en
revelárselas a Miller. Así, la industria farmacéutica se ahorra millones de dólares en
investigación y gana otros cientos de millones robando conocimientos tradicionales de los
chamanes (médicos indígenas), acumulados durante generaciones, para luego comercializar
medicinas hechas a partir de plantas nativas .
No es que estemos en contra de hacer aportes a nuevas investigaciones; lo que pasa es que
ha habido una usurpación indebida de conocimientos tradicionales, sin que los pueblos
indígenas sean beneficiarios , dice Rodrigo de la Cruz, de Coica. Solo el comercio de
medicinas hechas a partir de vegetales mueve 35 mil millones de dólares anuales.
Jacanamijoy teme, además, que con el yagé (planta que aparece en la lista de alucinógenos
de la DEA) pase lo de la coca, que también era sagrada y se convirtió en otro mal del
mundo .
Pero el yagé no es el único caso, la quinina, la quinua, la uña de gato y la sangre de drago
han enriquecido a varias multinacionales farmacéuticas, que han acuñado un nuevo nombre
en el mundo: biopiratas.
Sin embargo, mientras los pueblos indígenas defienden sus derechos colectivos de
propiedad intelectual , Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo que se niega a
reconocer estos derechos, pues no ha ratificado el Convenio de Diversidad Biológica, que
establece una distribución justa y equitativa de los bienes de la naturaleza.
De hecho, el caso del yagé se ganó, no porque ellos reconocieran la sabiduría indígena, sino
porque de la nueva variedad, irónicamente, ya había registros en el Herbario de la
Universidad de Michigan, que de todos modos nadie sabe cómo llegó allá.
Presentation given by Antonio Jacanamijoy (COICA)
Mi nombre es Antonio Jacanamijoy, soy del pueblo indígena Inga del Departamento del
Putumayo - República de Colombia y actualmente desempeño las funciones de
Coordinador General de la COICA.
Es la primera vez que los pueblos indígenas participamos tan ampliamente durante las
reuniones del CDS. Consideramos que es una ventana de oportunidad nueva abierta para
nosotros, donde podemos expresar nuestras preocupaciones y propuestas y así poder
contribuir con nuestra visión sobre el desarrollo sostenible.
Voy a hablar sobre el tema de este panel enfocando los TRIPS (siglas en inglés), el acuerdo
sobre “Aspectos de la Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio”. Pero antes de
entrar en el tema quiero relatar sobre una experiencia que COICA y los pueblos de
amazónicos hemos vivido. Una experiencia sobre biopiratería en el que, como en muchos
otros se ha utilizado sin nuestro consentimiento fundamentado previo los conocimientos
tradicionales con fines comerciales.
El día 3 de noviembre 1999 fue un día importante para los pueblos indígenas. En este día la
Oficina de Patentes y Registro de Marcas en Washington decidió cancelar una patente
otorgado a favor del ciudadano estadounidense Sr. Loren Miller, sobre la planta Ayahuasca.
Así terminó una historia larga que comenzó en el Ecuador en 1986.
El Sr. Miller, dueño de una laboratorio farmacéutico, visitó el Ecuador desde inicios de la
década de los 80 y ganando la confianza de un jefe indígena del pueblo Cofán obtuvo
algunas plantas de ayahuasca o yagé como se conoce en Colombia. Al regreso a los Estados
Unidos presentó a la Oficina de Patentes una solicitud para obtener una patente de la planta,
argumentando haber “descubierto” una variedad nueva con propiedades curativas para
enfermedades mentales, antisépticas, antiparasitario y para el mal de Parkinson. Y la PTO
otorgó la patente.
La cultura de la ayahuasca, está extendida entre la mayor parte de los pueblos indígenas en
la Cuenca Amazónica. En torno a su uso existe un culto de carácter espiritual y religioso
muy profundo. Por ejemplo, para los Tukano de Colombia y Brasil, la experiencia que se
realiza con la planta los lleva hacia otro mundo en el que ellos ven a sus dioses y confirman
toda su religión y sus creencias. La ayahuasca también es utilizada por el shamán para curar
las enfermedades corporales.
La planta ayahuasca ha sido conocida por los pueblos de la amazonía por cientos de años.
Es una planta sagrada que pertenece a los pueblos indígenas amazónicos y de su uso
tradicional se ha transmitido de generación en generación.
En 1996 COICA fue informado por fuentes periodísticas sobre la existencia de la patente
del Sr. Loren Miller. Al poco tiempo nuestra organización presentó una solicitud de
revocatoria de la patente. A presentar la demanda, manifestamos que: “El otorgamiento de
esta patente es un profundo insulto a más de 400 pueblos indígenas que habitamos en la
cuenca amazónica, por cuanto es una planta sagrada utilizada para curar nuestros males,
limpiar nuestros espíritus y predecir nuestro futuro. La ayahuasca pertenece a todas las
comunidades que la usamos, y por ello es imposible que pueda ser de propiedad de un solo
hombre.”
Con la demanda comenzó un proceso que llegó a su fin el día 3 de noviembre del año
pasado. La oficina de Patentes y Registro de Marcas decidió cancelar la patente de la
planta.
Sin duda, la decisión de la PTO fue una victoria para los pueblos indígenas de la cuenca
amazónica. Como dijo el Taita (shamán) cofán Querubín Queta, sabiendo la novedad: “Esta
noticia enverdece las selvas amazónicas y los guacamayos vuelan, cantan y embellecen con
sus colores a nuestra madre naturaleza ... Ha vuelto la vida.” La patente fue cancelada, pero
es importante anotar los argumentos de la Oficina de Patentes para su decisión. No fue por
reconocer la ayahuasca como patrimonio cultural de los pueblos indígenas de la Amazonía
ni por el derecho colectivo de los pueblos indígenas sobre sus conocimientos tradicionales.
No, la razón fue que el Herbario de la Universidad de Michigan ya tenía registrado la planta
previa al otorgamiento de la patente al Sr. Miller. Así, el argumento decisivo fue que la
planta patentada era conocida y disponible antes de la presentación de la aplicación de la
patente. Fue anulado por un fallo técnico, no por haber violado nuestros conocimientos
tradicionales.
Desde el momento mismo en que la COICA, reaccionó sobre esta patente hasta su
cancelación ocurrieron una serie de situaciones en las que se trastocaron intereses de
Estado, especialmente de políticos estadounidenses pero que lamentablemente por
cuestiones de tiempo no será posible describirlos en su totalidad.
Sin embargo, sí vale compartir en este panel algunas de las conclusiones de la experiencia
que hemos tenido con la patente de nuestra planta sagrada.
Primero, el caso muestra la importancia para nosotros como los pueblos indígenas debemos
luchar para proteger nuestro patrimonio cultural. Vale la pena luchar - se puede ganar - pero
para hacer esto necesitamos capacitarnos más en los derechos de propiedad intelectual y
necesitamos contar con suficientes recursos financieros para llevar a cabo procesos
judiciales.
Como una tercera conclusión, el caso muestra una diferencia entre el Norte y los pueblos
indígenas en su relación con la naturaleza. En nuestra visión del mundo como pueblos
indígenas, los seres humanos no podemos ser dueños de la naturaleza, de la vida. La vida
está en todo. Para los países industrializados, se puede bien hacerse dueño de plantas,
animales, hasta los genes derivados de la sangre humana. En este sentido, existe una gran
diferencia entre los países del Norte y los pueblos indígenas en términos de la visión ética
sobre la vida.
Finalmente, tomando el caso ayahuasca se puede concluir que la biopiratería existe, y que
posiblemente se da en una magnitud que no nos imaginamos. Fue por coincidencia que
COICA obtuvo la información sobre la patente del Sr. Loren Miller. Conocemos otros
casos también, pero sin duda hay muchos que nos escapan. La biopiratería es una falta de
respeto a nuestros conocimientos colectivos y que no contempla ninguna distribución de
beneficios que por su aplicación industrial vayan a conseguirse.
Es importante estas conclusiones por cuanto el debate sobre el acuerdo TRIPS, tiene
profundas implicaciones sobre la conservación y uso de los conocimientos tradicionales.
Hablando de los TRIPS queremos destacar de manera general que este acuerdo es un
instrumento de imposición de los países industrializados hacia los países en vía de
desarrollo bajo la protección de la Organización Mundial del Comercio (OMC), porque con
ello se quiere legitimar la transferencia de los recursos genéticos del Sur hacia el Norte y de
esta manera consolidar el monopolio sobre las patentes que ya en un 95% se encuentran en
las grandes empresas privadas o instituciones gubernamentales especialmente de los países
industrializados.
Para la COICA y los pueblos indígenas, hay tres aspectos de vital importancia en el tema de
la propiedad intelectual:
Tomando como base en estos temas, quiero dar nuestros comentarios al artículo 27.3 (b).
El artículo 27 del acuerdo TRIPS trata de la materia patentable y el punto 3 (b) se refiere a
las materias que pueden excluir de las patentes.
Nuestro primer punto es que el artículo 27.3.(b) como mínimo debería conservar su espíritu
original y no se proceda a ninguna revisión. Estados Unidos apoyado por la Unión Europea,
por ejemplo ha hablado en favor de eliminar el artículo en su totalidad. Esto sería un
desastre para los pueblos indígenas ya que el artículo 27.3 (b) tienen un mínimo de
protección a los conocimientos tradicionales.
Por otro lado, existen varios elementos del artículo 27.3 (b) que son necesarios de
desarrollar y clarificar.
En este sentido, la COICA quiere proponer algunos elementos que pueden ser considerados
en un sistema sui generis en toda su integridad, y en especial incluyendo las medidas para
la protección de los conocimientos, innovaciones y prácticas indígenas:
Planteamos también la necesidad de que exista una mínima armonización entre el Convenio
sobre la Diversidad Biológica (CDB) y el acuerdo TRIPS, toda vez que el primero ha sido
ampliamente aceptado por la Comunidad Internacional en tanto y en cuanto respalda de
manera más clara tres objetivos básicos que interesan a toda la humanidad: la conservación
de la biodiversidad, su uso sostenible de los recursos y la distribución equitativa de los
beneficios; y concretamente en cuanto se refiere a los conocimientos, innovaciones y
prácticas indígenas se están realizando esfuerzos para adoptar mejores mecanismos de
protección jurídica.
Por eso, para los pueblos indígenas la diversidad cultural debe estar también insertada en la
construcción de las llamadas alternativas económicas. De allí la importancia de generar
ideas y autoformación para su capitalización dentro del uso sostenible de los recursos
naturales existentes en los territorios indígenas. Muchas Gracias. COICA Quito - Ecuador,
25.04.2000.