Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Kenrick El - Aguila - y - La - Serpiente - en - El - Escudo - Nacional

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 18

Segundo Congreso Internacional de Estudiantes de Historia

"Independencia y Revolución: Nuevas luces en torno a una experiencia histórica


latinoamericana”

Lima- Del 14 al 18 de junio de 2010

Formato único para la presentación de ponencias (FUPP)

Sección I: Datos personales

Título de la ponencia:

El águila y la serpiente en el escudo nacional mexicano, ¿simbolismo prehispánico


o invención novohispana?

Nombres y apellidos del autor(es):

Gabriel Kenrick Kruell

Pertenencia institucional:

Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)

Nivel de formación (pregrado- grado- Postgrado):

Licenciado en Historia, Maestría en curso en Estudios Mesoamericanos en la UNAM

Nacionalidad:

Suiza/Italiana

E-mail:

gkkruell@hotmail.com

Área(s) temática(s) de la ponencia (escoger una o más):

Historia Política-Historia Cultural-Historia de la Mentalidades- Historia de las


Religiones

1
Sección II: Resumen (máximo 2 500 caracteres, incluyendo espacios).

En las vísperas de los festejos para la recurrencia de los 200 años de la


Independencia de México y los 100 años de su Revolución (16 de septiembre
2010), se imponen profundas reflexiones sobre la identidad nacional del pueblo
mexicano y sus raíces históricas, prehispánicas, coloniales e independientes.
Uno de los símbolos más representativo de la mexicanidad, plasmado en el
escudo nacional, el águila parada sobre un nopal agarrando entre sus garras y
su pico una serpiente, parece vincular a través de una poderosa imagen visual,
el pasado indígena de la mítica fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan y
los movimientos de insurgencia de la Independencia y la Revolución. Sin
embargo, surge la duda, expresada por muchos historiadores, sobre la
autenticidad prehispánica del símbolo nacional, no existiendo ninguna fuente
genuinamente mexica que demuestre la presencia de la serpiente apresada por
el águila. La tarea de este breve ensayo será intentar evidenciar que, aunque no
hay documentación que pueda comprobar el origen precolombino del
simbolismo forjado en el estandarte mexicano, ello corresponde perfectamente
a la mentalidad y la cosmovisión mesoamericana propia de los pueblos
indígenas del México antiguo, y en particular de los pueblos nahuas del área
central de México. La fuerza del simbolismo mexica expresada en la lucha entre
el águila y la serpiente fue tal que en la época colonial llamó la atención de los
evangelizadores cristianos y los historiadores mestizos, quienes lo retomaron
en sus escritos doctrinarios y sus crónicas; luego los patriotas criollos lo
ensalzaron, junto con la imagen de la Virgen de Guadalupe, a emblema
representativo de la Nueva España, mientras que en la época de la Insurgencia
contra España reunió los ánimos que querían idealmente restaurar la libertad
del reino indígena después de 300 años de ocupación española. En suma, el
símbolo del águila y la serpiente encierra su poder en su sencillez y el mismo
tiempo en su valor polisémico, capaz de ser leído e interpretado de formas
diferentes por varios sectores sociales y de cruzar todas las épocas de la
historia de México.

2
Sección III: Ponencia (máximo 50 000 caracteres, incluyendo espacios).

Las banderas de las naciones de todo el mundo plasman en su simbolismo los


valores históricos y sociales que reúnen idealmente sus ciudadanos bajo una
identidad común. La bandera de Perú, por ejemplo, creada en 1825, lleva en su
parte central el escudo de armas con tres de los elementos más característicos
y significativos del Perú: la vicuña, representante del reino animal, la quina,
planta importantísima del reino vegetal, y la cornucopia, símbolo de la
abundancia mineral del territorio peruano.
En la bandera mexicana, los elementos que componen el escudo de armas son
un águila parada sobre un nopal, agarrando una serpiente de cascabel entre su
pico y sus garras. El nopal es una especie de cactus típico de todas las zonas
áridas del continente americano, conocido también como tuna o chumbera
(nombre científico Opuntia). El nopal del escudo de armas mexicano nace de un
glifo que en la cultura náhuatl prehispánica es muy común y que representa a
una piedra; debajo de la piedra hay otro glifo muy conocido que significa
chorros de agua.

Fig. 1 El escudo de armas mexicano y sus elementos constitutivos: el nopal, el águila


real y la serpiente de cascabel.

3
Todo el conjunto se refiere al mito de la fundación de la ciudad de México-
Tenochtitlan por el pueblo mexica. Salidos de la mítica ciudad de Aztlan-
Chicomóztoc por orden de su dios tutelar Huitzilopochtli (Colibrí Izquierdo), los
mexicas emprendieron una larguísima peregrinación por los territorios
inhóspitos y desérticos del norte de México, sin nunca establecerse en ningún
lugar. Su dios protector les había prometido un futuro glorioso, en el cual
habrían sometido todos los pueblos de la tierra y se habrían adueñado de sus
riquezas, pero tenían que seguir su difícil viaje hasta alcanzar el lugar de la
teofanía, en donde tenían que fundar su nueva ciudad. Viajando, entonces hacia
el sur y llevando a cuesta la imagen de su dios Huitzilopochtli, venía con los
mexicas una mujer, hermana de Huitzilopochtli, llamada Malinalxóchitl (Flor de
Hierba Torcida), la cual era una gran bruja maligna que utilizaba escorpiones,
ciempiés, arañas y podía transformarse en cualquier ave o animal que deseara.
Por ser peligrosa, Huitzilopochtli decidió abandonar a su hermana en el camino,
porque su intención era que los mexicas conquistaran los pueblos de la tierra
no a través de la magia, sino del valor guerrero. El dios y sus seguidores,
entonces, dejaron Malinalxóchitl y ella tuvo que refugiarse en Texcaltépec
(Lugar del Horno de Piedra), que luego se volvió un lugar de brujos y cambió su
nombre en Malinalco (Lugar de la Hierba Torcida), en honor de Malinalxóchitl.
Durante su vida en Malinalco, Malinalxóchitl había dado a luz a un hijo, que fue
llamado Cópil al cual su madre enseñó los artes de la brujería e inculcó el odio
por su tío Huitzilopochtli. Cuando alcanzó la edad de la madurez y los mexicas
se habían establecido temporalmente en un lugar que se llama Chapultépec
(Cerro de la Langosta), cerca de su destino final, Cópil decidió vengar su madre
y organizó una alianza con las ciudades del centro de México para destruir la
amenaza de los mexicas nómadas. Durante el ataque contra sus enemigos.
Cópil se subió a una colina para gozar de una mejor vista de la destrucción,
pero Huitzilopochlti, que lo sabía todo, dio instrucciones a sus sacerdotes para
que apresaran a Cópil, le cortaran la cabeza y le sacaran el corazón. Matado a
Cópil, uno de los sacerdotes se apresuró con el corazón del sacrificado, lo
arrojó en el lago de la cuenca de México y lo vio caer en una isla pantanosa,
futuro lugar de la fundación de la ciudad de México-Tenochtitlan. Sin embargo,
los mexicas fueron derrotados por la alianza creada por Cópil, sus jefes fueron
capturados y sacrificados, mientras que la población sobreviviente tuvo que
refugiarse en la laguna de México y luego pedir humildemente un pedazo de
tierra a los vencedores. Después de otras vicisitudes vividas como vasallos de
los pueblos vencedores, los mexicas, finalmente encontraron en medio de la
laguna de México el lugar de la teofanía prometida por Huitzilopochtli y el fin de
su incesante vagar.
Veamos como describe en lengua náhuatl la aparición del lugar sagrado, centro
fundador de la futura México-Tenochtitlan, Fernando Alvarado Tezozómoc, un

4
historiador de origen indígena que escribe casi un siglo después de la
Conquista española, pero que recoge la tradición oral de sus antepasados
mexicas (el texto, de origen oral, ha sido organizado según los principios del
paralelismo y del difrasismo, fenómenos retóricos típicos de la lengua náhuatl):1

“Crónica mexicáyotl:2

1. Nican mitohua
motenehua ynquenin oacico.
ocallaquico ynhuehuetque inmitohua
Motenehua Teochichimeca Aztlan
5. tlacaMexitin Chicomoztoca.
yntlaltemoco.
yntlanmaçehuaco ynnicanypan huey altepetetl Ciudad Mexico Tenochtitlan.
yntenyocan
yma-chiyocan yn Tenochtli ymancan in atlihtic yn quauhtli yneqetzayan
10. yn quauhtli ypipitzacayan.
yn quauhtli ynetomayan

1
William Bright, “With one Lip, with Two Lips: Parallelism in Nahuatl”, Language, Colorado, University of
Colorado, Department of Linguistics, 1990, v. 66, n. 3, p. 437-452. Mercedes Montes de Oca Vega,
“Los difrasismos en el náhuatl, un problema de traducción o de conceptualización”, Amerindia. Revue
d’Ethnologie Amérindienne, Villejuif, Société d'Études Linguistiques et Anthropologiques de France,
1997, n. 22.
2
Fernando Alvarado Tezozómoc, Crónica mexicáyotl, 3ª ed., introducción y trad. de Adrián León,
México, UNAM, IIH, 1998, p. 3-4 (Primera Serie Prehispánica, 3). Otras fuentes que narran el milagro
del águila y el nopal son Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme, 2
vol., ed. de Ángel María Garibay K., México, Porrúa, 1967, vol. II, p. 38-39 (Biblioteca Porrúa, 36-37);
Juan de Tovar, Manuscrit Tovar. Origines et croyances des indiens du Mexique. Relación del origen de
los indios que habitan esta Nueva España según sus historias. Tratado de los ritos y ceremonias y
dioses que en su gentilidad usaban los indios de esta Nueva España, , edición de Jacques Lafaye,
Graz, Akademische Druck-und Verlagsansalt, 1972, p. 131-132; Códice Ramírez. Relación del origen
de los indios que habitan esta Nueva España, según sus historias, en Fernando Alvarado Tezozómoc,
Crónica mexicana precedida del Códice Ramírez, texto establecido y anotado por M. Orozo y Berra,
México, 1898, p. 26; José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, ed. de Edmundo O’Gorman,
México, 1962, p. 326-327; Anales de Tlatelolco, paleografía y traducción de Rafael Tena, México,
Conaculta, 2004, p. 58-61 (Cien de México); Historia de los mexicanos por sus pinturas, en Ángel María
Garibay K., Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculos del siglo XVI, 4ª ed., México, Porrúa,
1979, p. 48-51; 56; Domingo Francisco de San Antón Muñón Chimalpahin Cuauhtelhuanitzin,
Relaciones originales de Chalco Amaquemecan, trad. de Silvia Rendón, México, 1965, p. 54-55.
Para un estudio del mito de Cópil: Doris Heyden, México, origen de un símbolo. Mito y simbolismo en la
fundación de México-Tenochtilán, México, Colección Distrito Federal, 1988; Christian Duvenger, El
origen de los aztecas, trad. de Carmen Arizmendi, México, Grijalbo, 1987, 426 p., p. 364-368; Michel
Graulich, Mitos y rituales del México antiguo, trad. de Ángel Barral Gómez, Madrid, Ediciones Istmo,
1990, 503 p., p. 253-265.

5
quauhtli ytlaquayan.
ycohuatl yçomocayan
yn michin ypatlanian:
15. ynmatlatatl yntozpallatl yninepajuhyan
ynatlatlayan.
ynoncan ynihuiyotl machoco yntoltzallâ
ynacatzallâ
ynin namicoyan
20. ynin chiyelloyan nauhcâpa ynepapan tlaca.
ynoncan acico
motlallico ynmatlactlome yntin Teochichimeca
ynocococayotica motllallico inico acico.

Traducción:3

1. Aquí se dice,
se declara cómo llegaron,
entraron los ancianos que se llaman,
se nombran Teochichimeca de Aztlan
5. Mexitin de Chicomoztoc,
que vinieron a buscar tierras,
vinieron a merecer tierras aquí en el antiguo altepetl, la ciudad de Mexico Tenochtitlan,
lugar de fama,
lugar de ejemplo, donde está el Tenochtli, en medio de las aguas, donde el águila se yergue,
10. donde el águila grita,
donde el águila se extiende,
donde el águila come,
donde la serpiente se destroza,
donde el pez nada,
15. donde el agua verde y el agua amarilla se juntan,
donde el agua hierve,
allí la pluma ¿vino a ser conocida?4 en medio de los juncos,
en medio de la cañas,
en este lugar se reunieron,
20. en este lugar se esperaron las diversas gentes de los cuatro rumbos,
allí llegaron,
se establecieron los trece Teochichimeca,
miserablemente se establecieron cuando llegaron.

3
La traducción es mía.
4
Traducción dudosa del náhuatl machoco (forma pasiva del verbo mati, saber, conocer).

6
Como se ve, en el texto de Tezozómoc son presentes todos los elementos del
escudo nacional mexicano (subrayados por mí en el texto): el águila que se
yergue sobre el nopal, la serpiente que es destrozada por el águila y la piedra,
llamada en este caso Tenochtli (Tuna de Piedra), en medio de las aguas. En el
historiador indígena, en realidad, el águila y la serpiente toman una posición
secundaria, mientras que se pone en evidencia, escrito en mayúsculas, el
Tenochtli, la Tuna de Piedra, que en el mito que venimos de narrar representa el
corazón de Cópil arrojado a la laguna y del cual nace el nopal del escudo
mexicano.

Fig. 2 Ilustraciones de la fundación de México-Tenochtitlan. La primera ilustración


(arriba) es tomada del Atlas de la Historia de las Indias de Nueva España e islas de
tierra firme de fray Diego Durán, un evangelizador dominico, mientras que las otras dos

7
son extraídas respectivamente de la primera lámina del Códice Mendoza (abajo a la
izquierda), elaborado por autores anónimos para el primer virrey de Nueva España,
Antonio de Mendoza, y del Códice Aubin (abajo a la derecha), una recopilación
histórica anónima de la historia mexica.

Los historiadores y evangelizadores del siglo XVI no se limitaron a transcribir la


tradición oral de los mexicas, sino que plasmaron imágenes de la fundación de
México-Tenochtitlan que se inspiraban a modelos pictóricos prehispánicos. Sin
embargo, para la época prehispánica no se ha podido encontrar una fuente,
arqueológica o pictográfica, que corroborara la existencia de todos los
elementos del escudo nacional de México. El único documento histórico
prehispánico que se ha podido rescatar sobre el mito de la fundación de
México-Tenochtitlan , es una escultura mexica, conocida con el nombre de
Teocalli de la Guerra Sagrada, conservada en el Museo Nacional de
Antropología e Historia de la Ciudad de México.

Fig. 3 Teocalli de la Guerra Sagrada. En la cara posterior se puede apreciar el águila


parada sobre el nopal, pero en lugar de la serpiente, de su pico sale un glifo que
significa guerra.

8
En él se ve el águila parada sobre un nopal, pero de su pico, en lugar de la
serpiente, está el glifo ideográfico de atl-tlachinolli (agua-hoguera), que en la
cosmovisión náhuatl significa la lucha incesante de los opuestos
complementarios y, por extensión, la guerra. Estas consideraciones han
conducido varios estudiosos de la historia de México a afirmar que, en realidad,
el escudo de armas de la bandera mexicana es una invención colonial del siglo
XVI, adoptada por el historiador de origen indígena Fernando Alvarado
Tezozómoc, el evangelizador dominico fray Diego Durán y los autores anónimos
de los Códices Mendoza y Aubin.
He aquí lo que dice al respecto el francés Christian Duverger:

“La conocidísima escena del águila posada sobre un nopal, devorando


una serpiente, simboliza la creación de México por los aztecas e ilustra,
a partir de la Independencia, el arraigo del poder mexicano en el pasado
precolombino. Ahora bien, este emblema célebre, que forma parte del
escudo nacional, ¡es una imagen colonial! Y además bastante tardía. […]
La iconografía de la fundación de Tenochtitlan, por lo tanto, se ha
codificado como vemos bastante después del impacto de la Conquista,
y por ello su significación fue profundamente modificada. La alegoría
del águila venciendo a la serpiente, en efecto, da pie para
interpretaciones mucho más marcadas por el pensamiento occidental,
por la religión, y de manera general mucho más maniqueístas; se puede
ver en ella al orden triunfando sobre el caos, a la luz venciendo a las
tinieblas, al cielo dominando a la tierra, al bien abatiendo al
mal…Ninguna de estas significaciones pertenece al corpus semiológico
primitivo. La tradición en este punto ha ocultado la dimensión sacrificial
inicial y ha desviado los componentes simbólicos autóctonos a favor de
una interpretación abierta a las normas conceptuales occidentales:”5

¿Será cierto que el águila devorando la serpiente se puede interpretar sólo en


sentido maniqueísta occidental?
Varios estudiosos han rebatido a las palabras de Duverger, defendiendo el
origen prehispánico del símbolo y su profunda raigambre en la milenaria
tradición mesoamericana. Alfredo López Austin, uno de los mayores expertos
en la cosmovisión de Mesoamérica, presenta varios ejemplos iconográficos de
águilas devorando serpientes, provenientes de culturas mesoamericanas más

5
Christian Duverger, El origen de los aztecas, trad. de Carmen Arizmendi, México, Grijalbo, 1987, p.
356; 360.

9
antiguas que los mexicas, así como registradas entre las poblaciones indígenas
del actual territorio mexicano.6

Fig. 4 Varios ejemplos de águila devorando serpientes en las antiguas culturas de


México y entre los pueblos indígenas mexicanos actuales (fotos tomadas de López
Austin, “El águila y la serpiente”, 1996, p. 20-22).

6
Alfredo López Austin, “El águila y la serpiente”, en Enrique Florescano (coord.), Mitos mexicanos,
México, Taurus, 1996, p. 17-25. Alfredo López Austin, “El milagro del águila y el nopal”, en Alfredo
López Austin, El conejo en la cara de la luna. Ensayos sobre mitología de la tradición mesoamericana;
México, Conaculta, 1994, p. 59-60.

10
El historiador mexicano Enrique Florescano, por su parte, presenta otros
ejemplos de la presencia iconográfica del dualismo águila-serpiente en las
antiguas culturas mexicanas y apunta:

“El águila era un símbolo solar común entre los pueblos cazadores, que
aludía a la fuerza violenta. La serpiente, en cambio, fue un símbolo de la
fertilidad entre los pueblos agricultores. Los aztecas le atribuyeron ese
mismo simbolismo a la oposición entre el águila y la serpiente, pues en
su emblema el águila asumió la representación del pueblo mexica y de
los guerreros, los vencedores de los agricultores tradicionales que
poblaban la cuenca de México. En el emblema mexica, los símbolos de la
guerra, el “atl-tlachinolli” y los escudos y las flechas, están asociados
con él águila, y en este sentido aluden a la guerra sagrada que nutre al
sol con corazones humanos y asegura el equilibrio cósmico. El emblema
de Tenochtitlán es entonces una exaltación de la guerra que construyó el
poder de la nación mexica.”7

Fig. 5 Otros ejemplos de la presencia de la dualidad águila-serpiente en la cosmovisión


mesoamericana extraídos del Códice Borgia (derecha) y las culturas de Altavista, Norte
de México (izquierda); (fotos tomadas de Enrique Florescano, La bandera de México,
1998, p. 28).

Retomando el texto de Tezozómoc, podemos ahora reconocer que el


simbolismo del Tenochtli, corazón de Cópil, y del águila devorando la serpiente

7
Enrique Florescano, La bandera mexicana. Breve historia de su formación y simbolismo, México,
FCE, 1998, p. 29 (Colección Popular, 551).

11
es perfectamente justificado en la visión del mundo mesoamericana, y en
particular mexica. Podemos apreciar la complejidad de este primer período de la
“Crónica mexicáyotl”, prueba de la elaboración no sólo morfosintáctica que
puede alcanzar la lengua náhuatl, sino también de su riqueza semántica-
simbólica con profundas implicaciones religiosas, políticas y sociales: los
simbolismos no se reducen al Tenochtli y al águila-serpiente, sino que
comprenden los paralelismos-difrasismos “agua verde, agua amarilla, donde se
cruza, donde hierve”, los cuales remiten a la conjunción de las fuerzas
cósmicas femeninas-telúricas (verdes) y masculinas-solares (amarilla). El
choque de las fuerzas contrarias produce el alboroto creador de las aguas que
hierven, que significa guerra, pero también el proceso de la creación y de la
fundación. Además, la unión de las aguas verdes y amarillas en el lugar del
Tenochtli, semilla-corazón del cual nace el nopal, sugiere el vínculo entre las
dos deidades principales de la religión mexica, Tláloc, dios de la lluvia, y
Huitzilopochtli, dios de la guerra, la primera ligada a la tierra y a los pueblos
autóctonos de la cuenca de México (el elemento femenino-telúrico del pueblo
mexica) y la segunda a la guerra y a los nómadas conquistadores provenientes
de Aztlan (el elemento masculino-celeste). A mi parecer, el águila que destroza
la serpiente, símbolo solar que vence un símbolo terrestre, está para indicar no
la aniquilación del componente autóctono por parte del nómada, sino su
apropiación e integración en el equilibrio que corresponde al establecimiento de
la ciudad de México-Tenochtitlan. No hay que interpretar, según un punto de
vista occidental, el acto violento del desgarramiento de la serpiente como una
simple destrucción (del bien sobre el mal), porque en la concepción
mesoamericana de la muerte siempre hay una idea de renacimiento y
renovación y el sacrifico representa una apropiación, una transmisión de las
características del sacrificado al sacrificante: el sacrificio de Cópil, enemigo de
Huitzilopochtli, no representa una simple destrucción del enemigo, sino una
apropiación de su característica más importante, el corazón Tenochtli, que
desde el momento de la inmolación representará el símbolo que dará su nombre
a la ciudad y será la piedra sobre la cual se edificará Tenochtitlan (el lugar
alrededor del Tenochtli). ¡No podemos sino admirar la maestría con la cual los
mexicas plasmaron en las palabras de sus tradiciones orales la manera de
percibir su origen, su identidad como pueblo y su visión del mundo!

12
Fig. 6 Lámina XII del Códice Azcatitlan: del cuerpo de Cópil recostado sobre el
basamento piramidal del templo de Huitzilopochtli surge el nopal, lugar de la fundación
de Tenochtitlan (foto tomada de Bárbara Dahlgren, et al., Corazón de Cópil, p. 367).

Rechazamos por completo la tesis de que el simbolismo plasmado en el escudo


nacional mexicano sea una invención colonial. Podemos afirmar, siguiendo
nuestro análisis de los documentos históricos, que en el conjunto simbólico de
la fundación de México-Tenochtitlan, el lugar central no es reservado al águila
que devora la serpiente, sino al Tenochtli, el corazón-semilla del cual nace la
ciudad. Es muy probable que en los conquistadores y evangelizadores
españoles este elemento haya pasado en un segundo plano, a favor de la
valorización de los elementos en lucha, el águila y la serpiente, que se podían
fácilmente interpretar como la victoria del bien sobre el mal, del orden sobre el
caos, según una visión occidental (el papel de la serpiente como agente del mal
es muy evidente en la mitología bíblica). Sin embargo, el escudo nacional
mexicano conserva, aunque en un segundo plano, los elementos originalmente

13
más relevantes de la escena de la fundación de Tenochtitlan, o sea el Tenochtli
en medio de las aguas del cual nace el nopal.

Fig. 7 Corazón en jade hallado en la Ciudad de México en 1977, conservado en el Museo


Nacional de Antropología e Historia (foto tomada de Bárbara Dahlgren, et al., Corazón
de Cópil, portada).

14
Aunque los españoles tendían a destruir a su paso todo vestigio del mundo
prehispánico al considerarlo obra del demonio, el símbolo del águila parada
sobre el tunal va a lograr trascender al mundo colonial y llegar al mundo actual
mediante un fenómeno de desacralización de su contenido anterior para dar
paso a su sacralización dentro de los parámetros cristianos en la Colonia y, con
la Independencia, volver en parte a su contenido ancestral. Durante el siglo XVI,
apareció en el escudo pastoral del segundo arzobispo de México, don Alonso
de Montúfar, el Ayuntamiento de la ciudad de México estampó en sus sellos la
imagen del águila y el nopal, mientras que los frailes franciscanos y agustinos
adoptaron el símbolo y lo integraron en la construcción de sus conventos, como
Tecamachalco (Puebla), Calpan (Puebla), Tultitlán (Estado de México), San
Francisco (Ciudad de México), Yuriria (Guanajuato) y Ixmiquilpan (Hidalgo). El
águila sobre el nopal se asoció, además, al símbolo religioso más poderoso del
período novohispano hasta la actualidad, la imagen de la Virgen de Guadalupe,
adoptada por los Insurgentes en 1810. La bandera del ejercito de José María
Morelos, establecida el 19 de agosto de 1812, comprendía también un águila
parada encima de un nopal sobre un puente con debajo tres letras: VVM, que
significa “¡Viva la Virgen María!”. Consolidada la Independencia en 1821, los
insurgentes sintieron la necesidad de instaurar un puente entre el México
independiente y el México prehispánico, negado y destruido por los españoles:
Agustín de Iturbide entra al frente del Ejército Trigarante con una bandera en la
que ya están plasmados los colores blanco, verde y rojo en forma diagonal, los
que poco después, por decreto del 2 de noviembre de 1821, quedan
definitivamente de manera vertical, con el blanco y el antiguo símbolo mexica
en el medio.
Por concluir, podríamos especular sobre las razones de la adopción en el
escudo nacional mexicano del símbolo prehispánico del águila devorando la
serpiente en lugar del icono cristiano de la Virgen de Guadalupe. Sin embargo,
para no caer en consideraciones ociosas, nos limitaremos a decir que como
todo símbolo dotado de profundidad histórica, el águila arriba del nopal
luchando con la serpiente encierra en su sencillez el secreto de su poder, la
capacidad de renovarse y de seguir viviendo en los momentos más importantes
de la historia de un país como México: el pasado prehispánico, la época
colonial, la Independencia, la Revolución y la época actual. Terminamos nuestra
breve disertación citando a Yuri Lotman, uno de los mejores semiólogos rusos
del siglo XX, el cual afirma que “el símbolo nunca pertenece a un solo corte
sincrónico de la cultura: él siempre atraviesa ese corte verticalmente, viniendo
del pasado y yéndose al futuro”.8

8
Iuri M. Lotman, La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto, trad. de Desiderio Navarro, Madrid,
Ediciones Cátedra, 1996, p. 144.

15
Fig. 7 A la izquierda pintura de José Ribera y Argomanis que celebra la Virgen de
Guadalupe como patrona de la Ciudad de México; debajo de ella el águila sobre el
nopal (foto tomada de Jaime Cuadriello, Maravilla americana. Variantes de la
iconografía guadalupana, 1984, p. 21); a la derecha el águila parada en el nopal en el
remate de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México (foto tomada de Manuel
Carrera Stampa, El escudo nacional, 1994, p. 108).

16
Bibliografía:

Acosta, José de, Historia natural y moral de las Indias, ed. de Edmundo
O’Gorman, México, 1962.

Alvarado Tezozómoc, Fernando, Crónica mexicáyotl, 3ª ed., introducción y trad.


de Adrián León, México, UNAM, IIH, 1998 (Primera Serie Prehispánica, 3).

Anales de Tlatelolco, paleografía y traducción de Rafael Tena, México,


Conaculta, 2004 (Cien de México).

Carrera Stampa, Manuel, El escudo nacional, México, Secretaría de


Gobernación, 1994.

Chimalpahin Cuauhtelhuanitzin, Domingo Francisco de San Antón Muñón,


Relaciones originales de Chalco Amaquemecan, trad. de Silvia Rendón, México,
1965.

Códice Aubin. Historia de la nación mexicana, edición facsimilar de Charles E.


Dibble, Madrid, José Porrúa Turranzas, 1953.

Códice Azcatitlan, edición de Robert Barlow y Michel Graulich, en Journal de la


Société des Américanistes de Paris, París, Nouvelle Série, n. 41, 1952.

Códice Mendoza, 4 vol., edición de Frances F. Berdan y Patricia Rieff Anawalt,


Berkeley, University of California Press, 1992.

Códice Ramírez. Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva
España, según sus historias, en Fernando Alvarado Tezozómoc, Crónica
mexicana precedida del Códice Ramírez, texto establecido y anotado por M.
Orozo y Berra, México, 1898.

Cuadriello, Jaime, Maravilla americana. Variantes de la iconografía


guadalupana, México, Patronato Cultural de Occidente, 1984.

Bright, William, “With One Lip, with Two Lips: Parallelism in Nahuatl”,
Language, Colorado, University of Colorado, Department of Linguistics, 1990,
v. 66, n. 3, p. 437-452.

17
Dahlgren, Bárbara, Emma Pérez-Rocha, Lourdes Suárez Diez, Perla Valle,
Corazón de Cópil, 2ª. ed., México, INAH-Conaculta, 2009.

Durán, Diego, Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme, 2
vol., ed. de Ángel María Garibay K., México, Porrúa, 1967 (Biblioteca Porrúa, 36-
37).

Duvenger, Christian, El origen de los aztecas, trad. de Carmen Arizmendi,


México, Grijalbo, 1987.

Matos Moctezuma, Eduardo, “El México prehispánico y los símbolos


nacionales”, en Arqueología mexicana, vol. XVII, no. 100, México, Conaculta-
Raíces, noviembre-diciembre 2009.

Florescano, Enrique, La bandera mexicana. Breve historia de su formación y


simbolismo, México, FCE, 1998 (Colección Popular, 551).

Graulich, Michel, Mitos y rituales del México antiguo, trad. de Ángel Barral
Gómez, Madrid, Ediciones Istmo, 1990.

Heyden, Doris, México, origen de un símbolo. Mito y simbolismo en la


fundación de México-Tenochtilán, México, Colección Distrito Federal, 1988.

Historia de los mexicanos por sus pinturas, en Ángel María Garibay K.,
Teogonía e historia de los mexicanos. Tres opúsculos del siglo XVI, 4ª ed.,
México, Porrúa, 1979.

López Austin, Alfredo, “El águila y la serpiente”, en Enrique Florescano (coord.),


Mitos mexicanos, México, Taurus, 1996, p. 17-25.
___________________, “El milagro del águila y el nopal”, en Alfredo López
Austin, El conejo en la cara de la luna. Ensayos sobre mitología de la tradición
mesoamericana; México, Conaculta, 1994, p. 59-60.

Lotman, Iuri M., La semiosfera I. Semiótica de la cultura y del texto, trad. de


Desiderio Navarro, Madrid, Ediciones Cátedra, 1996, p. 144.

Montes de Oca Vega, Mercedes, “Los difrasismos en el náhuatl, un problema de


traducción o de conceptualización”, Amerindia. Revue d’Ethnologie
Amérindienne, Villejuif, Société d'Études Linguistiques et Anthropologiques de
France, 1997, n. 22.

18

También podría gustarte