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La Ofrenda y Los Diezmos

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LAS OFRENDAS Y LOS DIEZMOS

LAS OFRENDAS
1ª Corintios
En el capítulo 16:1-4
Ahí se recoge la primera referencia a una ofrenda entre las iglesias de los gentiles para los creyentes
pobres de la iglesia de Jerusalén. Aunque aquí se dice que los Gálatas ya estaban en ello desde un
poco antes.
Pablo aconseja que se hagan las aportaciones cada domingo hasta que él llegue, pero que luego ya
no se hagan más.
Esta carta y este proyecto lo escribe desde Efeso.
Desea que designen a hermanos que lleven esa ofrenda de una manera personal a Jerusalén y si hace
falta, él también iría en esta encomendación.
En el capítulo 16:5-9
En estos versículos expresa su proyecto de viaje que después se ajusta bastante a la realidad de lo
que pasó, no cabe ninguna duda que todo fue formado en la oración y dependencia de Dios.
“Iré a vosotros, cuando haya pasado por Macedonia, pues por Macedonia tengo que pasar. Y
podrá ser que me quede con vosotros, o aun pase el invierno, para que vosotros me encaminéis a
donde haya de ir. Porque no quiero veros ahora de paso, pues espero estar con vosotros algún
tiempo, si el Señor lo permite. Pero estaré en Efeso hasta Pentecostés; porque se me ha abierto
puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”

2ª Corintios
En los capítulos 8 y 9
Esta carta la escribe desde la iglesia de Filipo, en Macedonia, donde ha llegado después de dejar
Éfeso un año después de escribir la primera. Aquí amplia todo este propósito de esta ofrenda tan
especial, (hay en estos capítulos muchas lecciones de cómo manejar el dinero en la Obra de Dios, la
relación entre las iglesias, la disposición de los creyentes, etc.) y que él esperara que diera buenas
consecuencias como dice en 9:12-15

“Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que
también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta
ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la
liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; asimismo en la oración de ellos por
vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. ¡Gracias a
Dios por su don inefable!”

Romanos
Capítulo 15:22-29
Esta carta y la referencia de la ofrenda la escribe desde la iglesia de Corinto, donde llega por fin
algunos meses después. Aquí no se menciona a los Gálatas quienes por alguna razón que
desconocemos, al final no participaron en la ofrenda.
Fue esta una ofrenda especial que promueve Pablo entre las iglesias para los creyentes pobres de
Jerusalén. Era un fruto material que las iglesias gentiles presentaban delante de Dios como una
compensación hacia aquellos de quienes habían recibido tantas riquezas espirituales. No hay otras
referencias a ordenanzas de recolectas en las iglesias, fue algo muy concreto y específico y no se
debe tomar para justificar recolectas semanales o de otro tipo para cualquier otro fin.
Pablo y las ofrendas
El apóstol nunca pidió ofrendas para él ni para la obra misionera que llevaba a cavo, sino por el
contrario, él trabajó con sus manos para su sustento en todos los lugares donde fue a llevar el
evangelio; lo vemos en Hechos 18:1-3
“Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila,
natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había
mandado que todos los judíos saliesen de Roma. Fue a ellos, y como era del mismo oficio, se
quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas.”
Después del tiempo que estuvo en Éfeso y dejar la iglesia establecida con sus ancianos, (pastores)
cuando volvía de Corinto hacia Jerusalén, al final de su tercer viaje misionero, reúne a estos
ancianos y les dice entre otras cosas, en Hechos 20:33-35:
“Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha
sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he
enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor
Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.”
Y a los hermanos de Tesalónica hablándoles con todo su cariño y exhortándose como un padre lo
hace a sus hijos, les dice:
“Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día,
para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios.” 1ª Tes: 2:9

Y así podríamos poner más citas, pero lo dejo pensando que es suficiente. Pero para un estudio más
amplio, se puede leer el artículo: “Pablo ¿Modelo en todo?
Era una ofrenda para los pobres
En la lectura de Romanos sobre la ofrenda, que hemos anotado, Romanos 15:22-29 podemos notar
a quienes iba dirigida y para quienes era recogida.
“Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los
santos que están en Jerusalén” Versículo 26
La única ofrenda de dinero que se registra en el Nuevo Testamento y que fue circunstancial y
puntual, era para los pobres de la iglesia de Jerusalén; hoy se usan en nuestras iglesias versículos de
estos pasajes, sacados de su contexto, para justificar el sacar dinero a los pobres para que los
pastores, misioneros y obreros vivan como ricos con sueldos de ejecutivos, no digo que lo sean
todos, pero sí la mayoría. ¿Dónde está el espíritu de Pablo dispuesto a perder sus derechos y a
trabajar con sus manos para no ser gravoso?
Otras lecciones
Pablo no imponía sus proyectos o planes por muy espirituales que le parecieran, podemos notarlo
en la lectura de 2ª Corintios 8 y 9 en los que habla sobre la ofrenda y como los Macedonios (La
iglesia de Filipo) se unieron al proyecto:
“Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de
Macedonia; que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza
abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme
a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el
privilegio de participar en este servicio para los santos. Y no como lo esperábamos, sino que a sí
mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;”
2ª Corintios 8:1-5
El apóstol llega a Filipos camino de Corinto y estando con los creyentes les cuenta lo de la ofrenda y los
hermanos oran al Señor y ven que es Su voluntad y gozosos le piden a Pablo participar, pero esta es la
norma: Primeramente al Señor y luego a nosotros por la voluntad de Dios.
En estos dos capítulos vemos muchos hermanos colaborando en todo esto, pero la norma es igual, no lo
hacían capitaneados por Pablo como la persona que tiene la visión y arrastra a todos, cada uno que se
suma al proyecto busca la voluntad de Dios para él en el asunto y luego se involucra en él, una vez que
esto pasa, los creyentes confirmaban a los hermanos para enviarles.

LOS DIEZMOS
En Génesis 14: 20 vemos a Abram dar los diezmos al sacerdote Melquiseded, es la primera vez
que se habla de diezmos en la Biblia y es mucho antes que se registrara en la Ley de Moisés.
Se vuelve a mencionar en Génesis 28:22 donde Jacob promete dar los diezmos en un momento
de crisis y angustia.
Después, ya en el tiempo de la Ley, en Levítico 27:30 Dios manda dar los diezmos de todo.
En Números 18:24 vemos que los levitas eran quienes recibían los diezmos y ellos daban de
sus diezmos a los sacerdotes. Todo tenía que ver con el servicio al Templo.
El pasaje de Deuteronomio 14: 22-29 es llamado “La ley del diezmo” “Es muy interesante
este pasaje, pues en él vemos que el diezmo no es solo para el levita, sino para uno mismo, para
el extranjero y para el necesitado, para el huérfano y para la viuda.”
En Malaquías 3:6-12 vemos una reprensión muy fuerte de Dios al pueblo por causa de los
diezmos, el que no aparta el diezmo roba a Dios y El no le bendice, hay también una promesa
de bendición cuando se respetan los diezmos y se apartan para Dios. El versículo 10 nos sitúa
en el corazón del tema “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa” Los
diezmos eran para el servicio del templo, el alimento de los levitas y sacerdotes, y no había
nada, no había alimento, los alfolíes estaban vacios, los sacerdotes y levitas tenían que dejar el
servicio e ir a sus pueblos para seguir viviendo. Todo lo que el templo era y representaba
quedaba abandonado. El Templo tenía que estar de pie para recibir al Señor, como nos dice
también Malaquías al principio de este capítulo 3 y versículo 1
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá
súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis
vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”
Hoy se manipula a los creyentes diciendo que el diezmo es para el templo (el local) y los
pastores (sacerdotes) pero eso no es correcto ni bíblico, ya que ahora, en este tiempo, todos los
creyentes somos sacerdotes, y el Templo real del Señor somos nosotros, los creyentes, la
iglesia, sus salvados que formamos parte de Su familia. Así nos lo dice Pedro en 1ª Pedro 2:9
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
Nuestro cuerpo: Templo de Dios. Los creyentes, Templo de Dios. (1ª Corintios 3:16-17)
“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois
vosotros, santo es.”
¡Aquél templo del Antiguo Testamento era una figura de la Iglesia!
En el Nuevo Testamento solo se habla de los diezmos relacionados con las costumbres del
Antiguo Testamento, los fariseos lo hacían y Jesús les censura su falta de fe, su hipocresía y su
falta de amor. No se menciona ni se utiliza para poner una norma en las iglesias.
Tampoco sería correcto, ya que los diezmos eran destinado para el servicio del Templo, los
apóstoles no podían decir a los creyentes que dieran el diezmo para otra cosa. Y así lo vemos, ni
el Señor, ni sus apóstoles lo mencionan como una obligación de los creyentes en ninguna parte
del nuevo Testamento. Porque en caso de darlos, tenían que ser para el Templo, que era para lo
que iban destinados. No es correcto “pedir los diezmos” en la actualidad para los gastos de la
iglesia, como no lo fue al principio.
Actualmente se han creado en la Iglesia necesidades que en los comienzos no existían, como el
mantenimiento de locales por la compra o el alquiler y también por el sostenimiento económico
de pastores o misioneros.
Tomando como ejemplo el capítulo 16 de Romanos hasta el versículo 16, vemos que los
creyentes se reunían en las casas y que a lo que hoy se le llaman “células” Pablo les llama
Iglesias. Esto suponía un gran desahogo económico para los creyentes que no tenían que pagar
locales, pero además era una manera más rápida y cómoda de extender el testimonio por todos
los barrios de la ciudad.
Tampoco había pastores ni obreros “a tiempo parcial o completo”, los ancianos o pastores eran
miembros de la iglesia local, con su familia y tenían su trabajo del cual se mantenían.
La ofrenda de la cual hace mención Pablo en Romanos 15:26-28; 1ª Corintios 16:1-4; 2ª
Corintios 8-9; Se trata de una recolecta especial de fondos para los pobres de Jerusalén, como
un testimonio de la obra de Dios en los gentiles (Está recogido en la primera parte de este
escrito)
El que en las iglesias se mencione el diezmo o los diezmos como una obligación de los
creyentes y se les presione para que contribuyan con ello al sostenimiento de pastores y locales,
no es bíblico y es una manipulación que no se debiera hacer.

A los creyentes se nos llama a vivir en comunión con el Señor, y en la medida que esa
comunión sea real, El mismo nos guiará a cualquier servicio, o participar en alguna ofrenda, o a
dar a algún necesitado, estaremos a su disposición para lo que El quiera de nosotros.

Dios dio como ofrenda lo más grande y más valioso que tenía: Su Hijo, y Jesús lo dio todo por
nosotros, El ha pagado un precio tan alto por rescatarnos, por hacernos suyos, que más precio
no se podía pagar.

Feliciano Briones
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