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Revista Dialogos Entre Masones

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EL ARA

EDISON ORUDNAP ARANA

Etimológicamente el vocablo Ara significa Altar o Piedra de los Sacrificios, proviene


del latín ara o araus, que se traduce como Altar o Piedra de Sacrificios y
Simbólicamente es lo que une al masón con el G.·.A.·.D.·.U.·.

Sobre el Ara o Altar se coloca un cojín de forma triangular tapizado sobre el cual se
coloca el Volumen Sagrado de la Ley (Biblia), una Escuadra y el Compás, que como
sabemos constituyen las Tres Grandes Luces de la Masonería.

En logia, está representada mediante una figura prismática cuadrangular que lleva en
lo alto un triángulo con tres luces, cuyas caras miran hacia el Occidente, el Sur y el
Norte respectivamente.

Alrededor de este Altar encontramos tres columnas: la Sabiduría, la Fuerza y la


Belleza, dispuestas en forma de Escuadra, sobre las cuales se colocan Cirios, que
permanecerán encendidos durante los trabajos en la Logia y simbolizan
la fe, esperanza y la caridad.

Entre Columnas, el Masón representa al hombre que nace; pero ese hombre marcha
hacia el Ara, y todo está relacionado con el tiempo que debe trabajar, en efecto el
Aprendiz trabaja desde Mediodía (cuando ve la Luz, entre columnas) hasta
Medianoche (cuando muere), se es Masón desde el día en que recibe la Luz, hasta el
día en que se apaga en él la vida, y muere.

El Altar o Ara constituye el lugar más importante y más sagrado de nuestro Templo
Masónico, pues a su frente se realizan los actos más solemnes, tales como juramentos,
consagraciones, afiliaciones y otros, siendo imprescindible para todo trabajo en la
Logia, en él deposita el Candidato durante su Iniciación, sus pasiones y sus vicios
como una ofrenda y sacrificio a la deidad y ofrece sus pensamientos de un corazón
puro, como el incienso más justo hacia el G:.A:.D:.U:. Es la imagen de lo
desconocido, del espíritu, de lo misterioso.

La Biblia en el Ara, se encuentra abierta en el Salmo 133, que representa el ideal y


toda la belleza que encierra la bondad del concepto divino con grandes lecciones de
moral, virtud y sabiduría.

El Compás sobre el Ara, es otro de los atributos con que se representa a la Divinidad,
su vértice es alegórico del ojo que todo lo ve, y sus ramas la claridad o los efluvios que
constantemente se derraman sobre el hombre o la materia, que se encuentra
representada por la escuadra.

Por su parte, la escuadra en el Ara nos enseña que el hombre debe nivelar sus actos en
una incesante perfección.
Esto nos da la interpretación de que el hombre debe hacer un sabio uso de sus deberes
y derechos, procurando que ellos no vayan a transgredir los derechos de los demás,
sino buscando un punto de apoyo común como el vértice de una escuadra, para realizar
la armonía y la unión, en pocas palabras: “el respeto al derecho ajeno es la paz”.

La escuadra y el compás simbolizan además, la unión entre la tierra y el cielo.

Recordemos que el Ara es el lugar en el que efectuamos nuestros juramentos, como


manifestación visible de una energía invisible y trascendente. Sobre ella, como imagen
del centro espiritual, y en lo hondo de nuestro corazón, es que hemos aceptado
nuestros compromisos internos y hemos prometido cumplirlos, llevarlos a cabo.

BIBLIOGRAFIA:

MANUAL DEL APRENDIZ MASÓN. RITO DE YORK. Por: Jorge A. Butler M. y


Eduardo Mendoza Silva. Past Venerables Maestros de la Orden.

Autor.

Q:.H:. EDISON ORUDNAP ARANA

Economista y Abogado, con estudios superiores en Gestión Pública y en


Contrataciones del Estado, actualmente Certificado por el OSCE para participar en las
Contrataciones del Estado.
Jefe de la Unidad de Planeamiento y Desarrollo de la Corte Superior de Justicia de
Huánuco.
LA PIEDRA BRUTA Y LA MORAL DEL
APRENDIZ.

OCTAVIO TAPIA LU
Pan am á
LA PIEDRA BRUTA Y LA MORAL DEL APRENDIZ.
Q:.H:. OCTAVIO TAPIA LU
Resp:. Log:. Unión Fraternal Nº 21 - Gran Logia de Panamá
Una reflexión sobre el significado simbólico de la Piedra Bruta, sugiere una estrecha
relación con un sistema moral que la Masonería nos enseña en torno a la perfección
del hombre, en la búsqueda del desarrollo espiritual y hacia las conductas sociales
basadas en valores, el respeto, la fraternidad, la humildad, la tolerancia y los derechos
del individuo.

Este sistema moral es representado por la piedra rudimentaria, que desde muy
temprano, a nivel de aprendiz, nos estimula a un incesante trabajo en torno a las
prácticas y doctrinas masónicas, en un vehemente deseo de buscar la Verdad. De ahí la
estrecha relación de sentido entre la Piedra y el Cuarto de Reflexión, negro en su
apariencia, donde sobresale la antigua fórmula alquímica y hermética
V.I.T.R.I.O.L,: "Visita Interior Terrae, Rectificando Invenies Ocultum
Lapidem", (Visita al Interior de la Tierra, Rectificando Descubrirás la Piedra Oculta).

Pero la búsqueda de la Verdad o el descubrimiento de un sentido superior de la vida


como respuesta a nuestra propia existencia, sólo es posible por medio de una profunda
indagación de nuestros sentimientos y la mejor disposición a un verdadero trabajo
interior. Es así como el trabajo masónico consiste simbólicamente en perfeccionar la
existencia humana, a través de un permanente y sucesivo proceso de transformación.
La "piedra bruta" constituye el símbolo del Aprendiz, la "piedra cúbica" simboliza
al Compañero y la "piedra cúbica en punta" al Maestro, las cuales en su conjunto,
simbolizan el motivo central de la superación permanente y constante en la búsqueda
del pensamiento independiente y de la perfección.

Esta atribución de sentido simbólico al moldeamiento de la piedra como unidad de


toda construcción, se basa en el trabajo realizado por los antiguos masones operativos,
verdaderos albañiles. Los constructores medievales, que erigieron grandes
edificaciones y catedrales góticas, adornaron bellamente a Europa, cuya obra se
aprecia hasta nuestros días. Organizados en una orden con tradiciones iniciáticas,
basados en el estudio del simbolismo, con un sistema conceptual del hombre, de la
vida y del universo, eligieron la piedra como el elemento más sencillo y común, para
legar la enseñanza más significativa y trascendente: que los hombres son perfectibles.

En las construcciones de Catedrales, la misma comenzaba materialmente cuando la


piedra, en su estado más natural, recién cortada de su veta era retirada de la cantera,
para ser sometida al trabajo de pulimento que el picapedrero debía realizar, a fin de
hacerla útil al plan constructivo a seguir, dándole las debidas dimensiones y formas,
además del necesario pulimento. Ello implicaba una habilidad, un conocimiento, un
arte y una forma de vida.

Expresiva de esta percepción de la existencia humana, el destacado Poeta y Alquimista


Medieval, Clovis Hesteau de Nuycement en su "Poema Filosófico de la Verdad de la
Física Mineral" editado en París en 1620, citado por Fulcanelli en el "Misterio de las
Catedrales", escribe el siguiente mensaje hermético:

"Ve por este camino, no por otro, te advierto.

Observa solamente las huellas de mi rueda


Y para dar a todo un calor igual,
No subas ni desciendas al cielo y a la tierra
Si demasiado subes, el cielo quemarás;
Si bajas demasiado, destruirás la tierra.
En cambio, si mantienes en medio tu carrera,
el avance es seguido y la ruta más segura".

Los aprendices buscamos y escogemos las piedras que deben ser preparadas para la
construcción del templo y debemos empezar a moldearlas y darle forma a golpe de
cincel. Ello deberá ser continuo y pausado, con inteligencia y disciplina, con paciencia
y dedicación, con una precisa fuerza que, golpe a golpe de cincel, moldee
gradualmente las partículas de la piedra hasta desbastarla. Según sea la resistencia de
la piedra, el uso de la fuerza deberá estar en equilibrio con el peso y la solidez de las
herramientas; el mazo y el cincel.

Es esta alegoría, la que justamente encierra el motivo central de la existencia humana,


cuyo escultor es el propio Yo interno de cada uno hacia el logro de la perfección, al
fortalecimiento del espíritu, aprender a disciplinar de manera constructiva todas sus
facultades, al conocimiento de uno mismo y de las circunstancias que lo rodean. El
logro de la perfección, simbolizada en el pulimento de la piedra, consiste en
desprenderse de errores, prejuicios, odios, desarmonías e intransigencias, existentes en
la vida interna, así como de aquellas derivadas de las relaciones sociales entre los
hombres, tales como el "desorden profano", la oscuridad del fanatismo y la barbarie de
la intolerancia.

Lograr la trascendencia a un plano más elevado es cumplir con el elemental


compromiso humano de mejorar cada día, en todos los aspectos de su existencia,
modelando el carácter y el desarrollo de la personalidad, de acuerdo a valores, como el
constante progreso, la pasión por la sabiduría, el conocimiento y el repudio de la
ignorancia, la virtud, la búsqueda de lo bello como alternativa, así como el amor a sí
mismo y a los semejantes.

De acuerdo a esta atribución de sentido simbólico de la "piedra bruta", existe


potencialmente en cada persona, en su calidad de protagonista primario de la historia
humana y de su propia vida, un estado de perfección inherente, latente en todas sus
formas de expresión, la cual es necesaria reconocer, educar y hacer explícita por medio
del trabajo, el estudio y de la obra que masónicamente simboliza el desbastamiento de
la piedra informe.
Ahora bien, desde nuestra perspectiva de aprendiz masón, es en la "piedra bruta"
donde se representa la fortaleza y la moral del Primer Grado, en la actitud para
aprender, del esfuerzo y dedicación que en ello se ponga. Este es el principio y el
fundamento en que descansa todo progreso, toda vez que se efectúa reconociendo,
asimilando y dominando lo aprendido, a pesar de las circunstancias de la vida y de la
sociedad en que nos insertamos, con las respectivas experiencias que se deriven de
esta relación.

En la historia de la humanidad, han existido distintas formas de concebir la idea del


perfeccionamiento y la búsqueda de la felicidad, expresado en el cambio cualitativo,
por un lado, en sus relaciones con los demás y por otro, desde la perspectiva del
crecimiento espiritual personal. Así, desde el helenismo, el budismo, el cristianismo, el
islamismo, el renacimiento y la denominada modernidad, han significado para la
historia humana, distintos niveles y formas de interpretar la realidad social, las
relaciones entre los hombres y su concepción de lo trascendente.

En la sociedad de hoy, caracterizada por distintas crisis estructurales, económicas,


políticas, ideológicas y humanas, se manifiesta directa o indirectamente, la pérdida de
una de las aspiraciones históricas entre los hombres: la búsqueda de la felicidad.

Por el contrario, el conjunto de las crisis han estimulado en la sociedad moderna, el


pesimismo, la decadencia de valores, la atracción por lo efímero, el consumismo y la
posesión material, el individualismo, el hedonismo y la ausencia de sentimientos de
solidaridad y fraternidad. La sociedad actual nos muestra que el interés del individuo
apunta al goce inmediato, al usufructo de lo material como camino de la satisfacción
espiritual y a las relaciones sociales basadas en la vanidad, la arrogancia, la
prepotencia del poder y de la abundancia, precipitando al hombre moderno hacia una
constante deshumanización.

En este contexto, la transformación interna del Aprendiz Masón, a través del


pulimento simbólico de la piedra bruta, debe crear en su conciencia, la necesidad de
superar las condiciones de arrastre de su materialidad pasada y actual, producto de la
vida profana. El trabajo de transformación de la piedra bruta, significa
simultáneamente para el aprendiz, la transformación de sí mismo en su condición de
masón. Simbólicamente muere para nacer a una nueva vida. He ahí su fortaleza moral,
en el descubrimiento de su unidad y esencia interna, en la conciencia de su propio ser
y la estimulación de sentimientos nobles, lo cual implica un doble proceso psíquico, en
permanente equilibrio:

Por un lado, la capacidad intelectual de razonar, de aprender de la experiencia, de


reflexionar en torno a ella e interpretarla, en miras a establecer las formas de
interacción entre la conciencia y lo externo a ella. Por otro, el conocimiento intuitivo,
emocional, en otras palabras, el volcamiento al interior de la conciencia. Esta consiste
en la faceta espiritual del pensamiento humano, que facilita acceder a un conocimiento
superior, a través de tres etapas, según el filósofo austriaco Rudolf Steiner, en su
"Filosofía de la Libertad", a saber: la preparación, que desarrolla el sentido interior; la
iluminación que hace brotar la luz espiritual; y la iniciación, que establece el contacto
con las altas realidades del espíritu.

Sin embargo, para acceder a un conocimiento espiritual o superior, el aprendiz deberá


asimilar y experimentar en su conciencia, el sentimiento de la enseñanza simbólica del
pulimento de la piedra bruta, es decir, la devoción, la vida interior y la calma interior.
Sólo de esta forma llegan a aflorar en la conciencia del aprendiz, los valores de
fraternidad, de caridad y de tolerancia, los cuales nos hará más dignos de nuestra
condición de masones.

Por último, mientras más nos acerquemos a nuestro ideal de perfección, seremos más
humanos y, paulatinamente, iluminándonos con la luz de nuestros hermanos para
desbastar con certeros golpes la piedra bruta, algún día seremos piedras cúbicas,
trascendiendo a planos superiores, para satisfacción de nuestros propios retos, para
beneficio de la humanidad y para la gloria de la augusta institución Masónica, como
escultores de nuestros propios templos y destinos.

OCTAVIO TAPIA LU
Resp:. Log:. Unión Fraternal Nº 21
Gran Logia de Panamá
RATZINGER: "CUANDO NIEGAS A DIOS,
NIEGAS LA DIGNIDAD HUMANA".
Gu ille rm o Fu ch s lo ch e r

Ecu ad o r.

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