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D
(Prov. de Buenos Aires) en
1910. Se graduó de doctor que dicto en la Facultad de Ciencias
en filosofía y letras en la Naturales y Museo de La Plata, uno de
Universidad de Buenos Ai
res. Actualmente profesor los alumnos del curso de 1959 mencionó la prác
“full-time” de etnología en tica, en víspera de San Juan, de caminar descal
la Facultad de Ciencias Na
turales y Museo de La
zos sobre brasas que concluía de realizarse en la
Plata. Ex profesor de las localidad de Abasto, próxima a la ciudad de La
universidades nacionales de Plata; hizo la mención como si se tratara de un
Tucumán, Litoral y Buenos
Aires. Autor de varios li hecho exótico, curioso por su singularidad, pero
bros, entre ellos: Libro de sin otro interés fuera del indicado. Un diario lo
las Atlántidas en col. con
el prof. Imbelloni (Tradu ca] había informado acerca del mismo, titulán
cido al francés por E. Payot, dose de /'insólito rito” e intentando, dentro de
París); La moda de las de
formaciones corporales, en la brevedad de la crónica, exponer las distintas
col. con el prof. Dembo; explicaciones que entonces se dieron para demos
Muerte, magia y religión en trar la posibilidad física de la prueba; así se
el folklore, etc. Autor de
numerosos trabajos sobre hablaba del poder de la fe ("creen que no se
etnografía, religión, folklore quemarán y así sucede”), de hipnotismo, de espi
y geografía. Forma parte de
un reducido grupo de espe ritismo, de la aplicación de "algún ungüento” en
cialistas que procuran ele la planta de los pies, de que "el secreto radicaba
var el folklore a un nivel
científico: Cortazar, Jacove- en la leña”, et vía dicendo. 1 Aprovechamos, en
lla, Vega, Imbelloni, Pala- tonces, la oportunidad de la interrupción del
vecino, Vidal de Battini, alumno para referirnos al problema de las super
Julián Cáceres Freyre y
A. Males, entre otros. vivencias culturales y a la transfiguración de los
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“Eran las 21.30 aproximadamnte, cuando Hipólito Tara comenzó a andar sobre
las brasas de una de las tres fogatas que se habían encendido en el campo
de deportes del Club Abástense Argentino, siguiendo un antiguo ritual de
la zona. Dos bastoneros —así se denomina a los que conocen el secreto— diri
gían la extraña ceremonia, que fue iniciada en Abasto hace más de una
década por Cipriano Fernández, vecino va fallecido. Gosmar Migliaro y Angel
Alí, son los herederos de los conocimientos de don Cipriano y todos los años
los ponen en práctica la víspera de la festividad litúrgica de San Juan, según
lo establece el ritual. Dos segundos
O y/ medio demoró ~Jara en recorrer el trecho
de cuatro metros de brasas. En esos momentos la temperatura alcanzaba en
la parte más caliente ochocientos veinticinco grados centígrados y la capa de
aire a cinco centímetros oscilaba entre los doscientos ochenta y trescientos cin
cuenta grados”. [. . . ] “No sentí ninguna emoción en especial”, dijo Jara al
ser entrevistado para una emisora uruguaya. “Como ven —agregó— mis pies
están intactos” [. . . ] “Pese a los cincuenta policías que se destacaron, el
espectáculo fracasó en parte. No habían transcurrido quince minutos de co
menzada la ceremonia cuando el público logró derribar parte de la cerca de
alambre e introducirse en el campo de deportes donde se desarrollaba el
acto” 4.
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“No hemos leído, simplemente. Esta vez, lo hemos visto. Unos metros cua
drados de brasa viva, que un vientecillo rasante, pasando por encima de la
hoya del Río Negro cercano, cabrillaba sobre los carbones encendidos y gen
te transitando sobre ellos”9.
6 Por el “toro candil”, véase Juan Angel Pesea: El Toro Candil, en Boletín (mi-
meografiado) del Centro de Estudios Antropológicos del Paraguay, Asunción, 29.V.1951. Sería
de interés investigar si la presencia del “toro candil” tiene alguna vinculación con el toro de
fuego, antigua supervivencia de la altimeseta soriana (España), según Chico y Rello (1947),
precisamente en uno de sus pueblos, San Pedro Manrique, en donde perdura el rito joánico
de caminar sobre las brasas.
7 Del 21.VII. 1962; ver nota 5.
8 Menstruante.
9 Del diario El Territorio, de Resistencia, Chaco, 25.VI. 1958, envío del Sr. C. P. López
Piacentini.
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10 Informante Aída Leiva, de la localidad, 17 años; tomó los datos Lía Luz Weisz
Maulé, alumna de la Escuela de Museología del Museo Social Argentino de Buenos Aires;
gentileza de la Prof. C. Talice de Chiabaut.
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11 M. Sarmiento, 1951:153.
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16 En la ciudad de La Plata, uno de los autores de los versos que solían formar las
“cédulas”, fue el renombrado poeta Pedro B. Palacios, Almafuerte. En la Colección Fariní,
de esta ciudad, se custodia un ejemplar de pliego con estos versos.
17 León Cadogan: Del folklore guaireño, en Boletín citado en nota 6.
18 R. C. Be jarano: Del folklore paraguayo. Fogata de San ]uan en un barrio de
Asunción (Paraguay), en El País, 24.VI.1952, de la misma ciudad.
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ante los aplausos de los asistentes. Cada uno de los que pasaban, al comenzar,
gritaban: ¡Viva Señor San Juan!, coreado por el público. Entre las 10 ó 12
personas que pasaron c.obre las brasas, anotamos a las siguientes: agente de
policía Pablo M acial, de 18 años, domiciliado en la calle 15^ y 6^; pasó
cinco veces consecutivas. Efectúa esta prueba desde los 6 años de edad.
Alguna vez caminó sobre una faja de 8 metros de largo por 1,5 m. de ancho
y 15 cm. de espesor, en San Juan Bautista de las Misiones. César Fatecha,
hermano del anterior, de 7 años de edad, pasó 3 veces. Arsenio Aguilar, 20
años, caminó por primera vez en esta oportunidad. Pasó 3 veces. Ubaldino
Lezcano, 12 años, pasó 3 veces. Teresio Bobadilla, 7 años, pasó 2 veces. Ru
bén Núñez, 13 años, pasó 6 veces. Francisco Silvero, 16 años, se quemó leve
mente en el dedo índice del pie izquierdo, según tuve oportunidad de ob
servar. Los demás no sufrieron lesión alguna. Este Silvero dice que, a pesar
de caminar sobre las brasas desde los 7 años, es la primera vez que se quema,
posiblemente porque tenía los pies algo húmedos como consecuencia de
haberse descalzado inmediatamente antes de pasar. Otros asistentes dijeron
que se habían quemado por haber pasado muy rápido, en forma nerviosa, lo
que hace que se entreabran los dedos, por donde se introduce la brasa”.
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Las anastenáridas
21 Citaremos sólo a Mariano Iñíguez y Ortiz: Ritos celtibéricos. Las fiestas de San
Pedro Manrique, en Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria. Actas y
Memorias, Madrid, año 3, 1924: 58-63 y José Gómez-Tabanera: Hombres salamandras en
San PePdro Manrique. Extraño rito en un pueblo de Soria, en Blanco y Negro, de Madrid,
año 69, n9 2460 de 1956.
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Casuística extraeuropea
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30 Este grabado documental está reproducido por J. J. Jenny en sus estudios sobre
yoga, publicados en Actas Ciba, Buenos Aires, 1948: n9 1-2, p. 17.
31 Jacques Cheratay: Dicha en Bali, Buenos Aires, ed. Peuser, 1959:200-203.
32 Reproducido en Amer. Rep. Smith Inst. de Washington, 1901:539-544.
33 Magic and Religión, London, Longmans. Green and Co., 1901 :chXV: 270-294.
34 H. K. Bouman: Forgothen Gods, Leyd, Ed. E. Brill, 1949; ver reseña en L’An-
thropologie, Paris, e. 54, 1950:336-337. Ernesto de Martino: 11 mondo mágico. Prolegomini
a una storia del magismo, Torino, Ed. G. Einaudi, 1948: cap. I. Welmon Menard (1949),
presencia y participa en una marcha sobre piedras ardientes en Tevatoa, Raiatea, pequeña isla
del grupo de la Sociedad, y publica fotografías documentales. En general puede consultarse el
excelente y compendioso resumen de la Encyclopaedia Britannica, s.v. “fire-walking” (ed. 1947).
Muy buenos los artículos de Hough (1926) y Brewster (1958).
ñas fuentes 3o. En las llamadas “Leyes de Manú”, el paso sobre el fuego
o entre llamas es una prueba de naturaleza ordálica, así lo vemos en el
siguiente pasaje: “Habiendo sido antiguamente calumniado el Rishi [o
profeta] Vatsa por su hermano menor consanguíneo [. . . ] pasó por el
medio del fuego para atestiguar la veracidad de su juramento, y el fuego
[ . . . ] no quemó uno siquiera de sus cabellos”36. Plinio el Viejo (Lib.
VII), Estrabón (Lib. V) y Virgilio (En., c. XI) dan noticias de un anti
guo culto itálico referido a la diosa Feronia, y luego a Apolos, cerca de
Pvlonterosi, entonces el sagrado monte Soractes, a unos 50 kilómetros al
Norte de Roma; una vez por año la ceremonia más impresionante con
sistía en pasar a través de la hoguera o caminar sobre las ascuas, cosa que
hacían sólo los miembros de la familia que tenía en propiedad el santua
rio. Virgilio dice: “por quien [se refiere a Apolos] detenemos nuestros
pasos en el fuego de las ardientes hogueras”3'. Estrabón 38 da, también,
otros ejemplos, esta vez situado en Asia Menor, entonces en la localidad
de Castrábales, hoy fundida con Siva y Angora turcas; allí, en el templo
dedicado a Diana Pérasia, sus sacerdotisas caminaban descalzas sobre car
bones encendidos.
En la Biblia hay alusiones a sacrificios realizados con el auxilio
del fuego, así en Levítico 18,21, 2^ de Reyes (IV Reyes) 16,3; 21,6;
23,10 y, con detalles impresionantes en Daniel 3,23 ss. La exégesis
más corrientes interpreta estos pasajes como inmolación de criaturas y
jóvenes a divinidades paganas del tipo de Moloch, pero a la luz de los nue
vos conocimientos y confrontación con hechos folklóricos y etnográficos,
no sería arbitrario considerarlos como formas mal conocidas de pirobacía.
En el santoral o las piadosas leyendas hagiográficas se encuentran fre
cuentes relatos de pruebas de este tipo o similares 39. El Korán 40, en el
sura XXI, 68 ss., aludiría al paso del fuego por el gran patriarca Abraham.
Referencias etnográficas
Intentos explicativos
tro del cual se halla el individuo o le cubre las manos y los pies o se exten
dería como una alfombra sobre las brasas, sería impermeable al calor 56.
Una concurrente a la celebración de Abasto nos recordó esta explicación,
agregando que también se producía un ligero fenómeno de levitación.
Esta explicación será del agrado de muchos, más de lo que uno pueda
suponer, no obstante, su confrontación no entró dentro de nuestro esque
ma de controles.
Se recurre a la idea de una hipnosis colectiva que se hace más pro
funda en el que cruza el fuego. El “bastonero”, que sería el responsable
de este trance, aunque sin tener conciencia de ello, utilizaría la intensa
sugestión que produce la prueba, de por sí cargada de misterio y mara
villa. Esta explicación psicológica no está desprovista de interés y tendría
que ser investigada por un especialista, pero tal cual se la presenta no
parece suficiente. El redactor del excelente y breve artículo fire-walking
de la Encyclopaedia Britannica (1947), reconoce que “the preparation
perhaps phvsical in part, produce a feeling of intense nature associated
with the phaenomenon of possessions. In same —concluye— way anaes-
thesia is induced”. ¿No pensó alguien —aunque no lo haya dicho expre
samente— que la insensibilidad al calor y la refracteriedad a las quema-
du ras podrían deberse a un mecanismo de defensa orgánica establecido
cid hoc por un estado neurótico, en esas particulares circunstancias de gran
excitación y espectacularidad? 57.
Según el relato del Dr. Olivier Leroy 58, el dirigente de la cere
monia tomaría sobre sí el dolor de las quemaduras; en este caso estaría
mos frente a un hecho de transferencia física, tan conocido en folklore
general59. Uno de los que cruzaron el fuego en Abasto nos preguntó:
“¿no sintió, Ud., cómo el calor de la hoguera disminuía cuando alguien
la atravesaba sin quemarse?”. Confesamos que no observamos este pre
sunto hecho que introduciría una variante interesante en la explicación
popular por transferencia: la absorción del calor y no de las quemaduras,
mejor dicho, de las ideas acerca de quemarse, que sería lo que produciría
la posibilidad de lesionarse. Señalamos que tanto Harry Price, en sus ex
periencias londinenses, como nosotros en Abasto, comprobamos que luego
de cruzar las brasas, Jas plantas de los pies estaban más frías que al co
menzar; la diferencia era mínima, pocos los casos registrados y sin el aval
de una técnica que sirviera de absoluta garantía, pero el fenómeno puede
quedar planteado. Price midió con termómetros aplicados sobre el pie
desnudo, nosotros por simple contacto con la palma de la mano, porque
el aparato especialmente preparado para el control del caso fue inutilizado
por el gentío que rodeaba la prueba. Esta y otras comprobaciones tendrían
que repetirse con mayores resguardos.
Hace unos años Harry Price, investigador vinculado a la Univer
sidad de Londres, llevó este hecho al campo de la experimentación, some
tiendo las pruebas a distintos controles para alejar toda sospecha de frau
de y registrar sus condiciones y alternativas. Una vez se valió como agente
del faauir Ruda Bux y, otra, del musulmán Ahmed Hussain. Las ter-
mocuplas acusaron temperaturas interiores de 1.400°c, y de superficie
430°c, 575°c v 800°c. El número de pasos fueron contados y cronomedidos;
el contacto del pie y brasa era aproximadamente de medio segundo. Con
Ahmed Hussain pasaron voluntarios en cadena, otros sufrieron intensas
quemaduras. Los resultados son un tanto contradictorios y esto parece de
berse a que las condiciones de realización en cada cruce no fueron las
mismas desde el punto de vista psicológico. No vamos a sintetizar las pági
nas que escribió este conocido investigador 60.
Harry Price no cree que haya nada anormal en esas pruebas y
que la inmunidad se deba más bien al poco número de pasos y a la bre
vedad de los contactos. Esta explicación podría ser viable con los ejem
plos que él estudió, pero nosotros hemos ya visto otros en que esas con
diciones quedan ampliamente superadas, resultando, por lo tanto, insu
ficiente sus dos razones.
Entre nosotros, y a propósito de la misma ceremonia de Abasto,
se hizo un estudio experimental, en setiembre de 1960, por una comisión
del Instituto Argentino de Parapsicología, integrado por los doctores R. A.
Boschi, H. Horwitz y J. R. Musso, ingeniero S. Joukosky y la señora E.
Reflexiones finales
BIBLIOGRAFÍA