Pedagogia de La Fe
Pedagogia de La Fe
Pedagogia de La Fe
Como introducción al tema del Curso te proponemos leer el cap. V La Pedagogía de la Fe.
Para reflexionar
Estas preguntas te ayudarán a reflexionar el primer punto "La pedagogía divina en la historia de la
salvación" (nros. 157-163)
1.- El Directorio llama a Dios Padre "brillante educador". ¿Por qué crees que le otorga ese título?
Revisa los nros. 157-158.
2.- La pedagogía de Dios se hace visible en Jesús, a quien llamamos "maestro". ¿Cuáles son los
rasgos de educador que más nos impactan/inspiran de Jesús? Revisa los nros. 159-161.
3.- Llamamos al Espíritu Santo, "maestro interior". ¿Cuál es la obra del Espíritu en el corazón del
creyente y, en especial, en la tarea del catequista?
103
159. Esta pedagogía divina se hace visible también en el misterio de la
encarnación cuando el ángel Gabriel le pide a una joven de Nazaret su
participación activa con el poder del Espíritu Santo: el fiat de María es la
respuesta plena de la fe (Cf. Lc 1,26-38). Jesús cumple su misión como salvador
y pone de manifiesto la pedagogía de Dios. Los discípulos han experimentado
la pedagogía de Jesús, de quien los Evangelios narran los rasgos distintivos:
la acogida al pobre, al sencillo, al pecador, el anuncio del Reino de Dios como
buena noticia, el estilo de amor que libera del mal y promueve la vida. La
palabra y el silencio, la parábola y la imagen se convierten en una verdadera
pedagogía para revelar el misterio de su amor.
161. Jesucristo es «el Maestro que revela a Dios a los hombres y al hombre a
sí mismo; el Maestro que salva, santifica y guía, que está vivo, que habla, exige,
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que conmueve, que endereza, juzga, perdona, camina diariamente con
nosotros en la historia; el Maestro que viene y que vendrá en la gloria»1. En
todos los diversos medios utilizados para enseñar quién era, Jesús evocó y
obtuvo una respuesta personal de sus oyentes. Esta es la respuesta de la fe y,
aún más profundamente, la obediencia de la fe. Esta respuesta, debilitada por
el pecado, necesita una conversión permanente. De hecho, Jesús como
maestro presente y operante en la vida de la persona, la instruye desde el
interior llevándola a la verdad sobre Él y guiándola hacia la conversión. «La
alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran
con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la
tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y
renace la alegría»2.
162. El Espíritu Santo, anunciado por el Hijo antes de su Pascua (Cf. Jn 16,13)
y prometido a todos los discípulos, es un don y es el dador de todos los
dones. Los discípulos fueron guiados por el Paráclito al conocimiento de la
verdad y dieron testimonio «hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8), de lo
que del Verbo de la vida habían escuchado, visto, contemplado y tocado (Cf.
1 Jn 1,1). La acción del Espíritu Santo en la persona la mueve a adherirse al
verdadero bien, a la comunión del Padre y del Hijo, y la sostiene con una
acción providencial, para que pueda corresponder a la acción divina. Al actuar
en el interior de la persona y al morar en ella, el Espíritu Santo la vivifica, la
conforma con el Hijo brindándole los dones de la gracia y perneándola con
gratitud, lo cual es al mismo tiempo consuelo y deseo de realizar cada vez
más profundamente su semejanza con Cristo.
1
CT 9.
2
EG 1.
105
cristianos reciben un espíritu de caridad y de adopción a través del cual
confiesan su filiación al llamar a Dios Padre. El hombre, renovado y hecho hijo,
es una creatura neumática, espiritual, en comunión, que se deja conducir por
el viento del Señor (Cf. Is 59,19), suscitando en él, «el querer como el actuar»
(Flp 2,13), que le permite corresponder libremente al bien que Dios quiere. «El
Espíritu Santo, además, infunde la fuerza para anunciar la novedad del
Evangelio con audacia (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso
a contracorriente»3. Estas referencias nos permiten comprender el valor que la
pedagogía divina tiene para la vida de la Iglesia, y cuán decisivo aparece su
ejemplaridad también en la catequesis, llamada a dejarse inspirar y animar por
el Espíritu de Jesús y, con su gracia, moldear la vida de fe del creyente.
2. LA PEDAGOGÍA DE LA FE EN LA IGLESIA
3
EG 259.
4
DGC 141, Cf. también CCC 169.
106
165. La catequesis se inspira en los rasgos de la pedagogía divina que se
acaban de describir. De esta manera, se convierte en una acción pedagógica
al servicio del diálogo de salvación entre Dios y el hombre. Por lo tanto, es
importante que estas características se evidencien:
107
Criterios para el anuncio del mensaje evangélico
5
EG 41
6
CEC 234.
108
de la catequesis está la persona de Jesucristo viva, presente y operante. El
anuncio del Evangelio es presentar a Cristo y todo lo demás en referencia a
Él. Además, como Cristo es «la clave, el centro y el fin de toda la historia
humana» (GS 10), la catequesis ayuda al creyente a insertarse activamente en
Él, mostrando cómo Cristo es su cumplimiento y significado último.
Finalmente, la centralidad de Cristo significa que la catequesis se compromete
a «transmitir lo que Jesús enseña acerca de Dios, del hombre, de la felicidad,
de la vida moral, de la muerte»7, ya que el mensaje del Evangelio no proviene
del hombre, sino que es Palabra de Dios. Resaltar la centralidad de Cristo
anunciándolo, favorece el seguimiento de Él y la comunión con Él.
Criterio histórico-salvífico
7
DGC 98.
8
CEC 512ss.
109
171. El significado del nombre de Jesús, «Dios salva», recuerda que todo lo
que se refiere a Él es salvífico. La catequesis nunca puede ignorar el misterio
pascual con el cual la salvación ha sido donada a la humanidad, fundamento
de todos los sacramentos y fuente de toda gracia. La redención, la justificación,
la liberación, la conversión y la filiación divina son aspectos esenciales del gran
don de la salvación. «La economía de la salvación tiene un carácter histórico,
ya que se realiza en el tiempo […] La Iglesia, al transmitir hoy el mensaje
cristiano desde la viva conciencia que tiene de él, guarda constante memoria
de los acontecimientos salvíficos del pasado, narrándolos de generación en
generación. A su luz, interpreta los acontecimientos actuales de la historia
humana, donde el Espíritu de Dios renueva la faz de la tierra y permanece en
una espera confiada de la venida del Señor». Por lo tanto, la presentación de
la fe tomará en consideración los hechos y las palabras con las cuales Dios se
reveló al hombre a través de las grandes etapas del Antiguo Testamento, la
vida de Jesús, Hijo de Dios, y la historia de la Iglesia.
172. Con el poder del Espíritu Santo, también la historia de las personas,
dentro de la cual está la Iglesia, es historia de salvación que continúa en el
tiempo. De hecho, el Señor Jesús revela que la historia no está sin rumbo
porque lleva dentro de sí la presencia de Dios. La Iglesia, en su actual
peregrinar hacia el cumplimiento del Reino, es un signo eficaz de la meta
hacia la cual se dirige el mundo. El Evangelio, principio de esperanza para el
mundo entero y para la humanidad de todos los tiempos, ofrece una visión
que incluye la confianza en el amor de Dios. Por tanto, el mensaje cristiano
siempre debe presentarse en relación con el significado de la vida, de la
verdad y de la dignidad de la persona. Cristo vino por nuestra salvación, para
que tengamos vida en plenitud. «En realidad, el misterio del hombre sólo se
esclarece en el misterio del Verbo encarnado» (GS 22). La Palabra de Dios,
mediada por la catequesis, ilumina la vida humana, le da su significado más
110
profundo y acompaña al hombre en los caminos de la belleza, de la verdad y
de la bondad.
9
Cf. FRANCISCO, Carta encíclica Lauda Si’ (mayo 24 de 2015), 17-52.
10
EG 237.
11
CEC 1697.
12
EG 24.
111
de la catequesis no dependen de la capacidad de hacer y de programar, Dios
ciertamente pide una verdadera colaboración a su gracia, así pues, invita a
invertir en el servicio por la causa del Reino, empleando todos los recursos de
inteligencia y de operatividad que la acción catequística precisa.
Criterio de la eclesialidad
13
EG 167.
14
En el n. 165 de EG se hace referencia explícita a algunas «características del anuncio que
hoy son necesarias en cualquier lugar».
15
FRANCISCO, Carta encíclica Lumen Fidei (junio 29 de 2013), 22.
112
Espíritu Santo; la de los mártires, que la confesaron y la confiesan con su
sangre; la de los santos, que la vivieron y viven en profundidad; la de los
Padres y doctores de la Iglesia, que la enseñaron luminosamente; la de los
misioneros, que la anuncian sin cesar; la de los teólogos, que ayudan a
comprenderla mejor; la de los pastores, en fin, que la custodian con celo y
amor y la enseñan e interpretan auténticamente. En verdad, en la catequesis,
está presente la fe de todos los que creen y se dejan conducir por el Espíritu
Santo»16. Además, la catequesis inicia a los creyentes en el misterio de la
comunión vivida, no sólo en la relación con el Padre por Cristo en el Espíritu,
sino también en la comunidad de creyentes a través de la obra del mismo
Espíritu. Educando en la comunión, la catequesis enseña a poder vivir en la
Iglesia y como Iglesia.
177. La fe, transmitida por la Iglesia, es una sola. Los creyentes, aunque
dispersos por todo el mundo, forman un solo pueblo. Incluso la catequesis, al
explicar la fe con lenguajes culturales muy diferentes, no hace otra cosa que
confirmar un solo bautismo y una sola fe (Cf. Ef 4,5). «El que se convierte en
discípulo de Cristo tiene derecho a recibir la palabra de la fe no mutilada, ni
falsificada, ni disminuida, sino completa e integral, en todo su rigor y en todo
su vigor»17. Por lo tanto, un criterio fundamental de la catequesis será también
expresar la integridad del mensaje, evitando presentaciones parciales o no
conformes con él. De hecho, Cristo no dio ningún conocimiento secreto a
unos pocos y escogidos privilegiados (la llamada gnosis), sino que su
enseñanza es para todos, en la medida en que cada uno pueda recibirla.
16
DGC 105.
17
CT 30.
113
las verdades reveladas proceden de la misma fuente divina y son creídas con
la misma fe, pero algunas de ellas son más importantes por expresar más
directamente el corazón del Evangelio»18. La unidad orgánica de la fe da
testimonio de su esencia última y permite que se anuncie y enseñe en su
inmediatez, sin reducciones ni disminuciones. La enseñanza, aunque sea
gradual y con adaptaciones a las personas y a las circunstancias, no afecta su
unidad y coherencia.
3. LA PEDAGOGÍA DE LA CATEQUESIS
18
EG 36.
19
Cf. DGC 147; GE 1-4: CT 58.
114
180. La catequesis es una acción esencialmente educativa. Siempre se ha
realizado en la fidelidad a la Palabra de Dios y en atención e interacción con
las prácticas educativas de la cultura. Gracias a las investigaciones y a las
reflexiones de las ciencias humanas, han surgido teorías, enfoques y modelos
que renuevan profundamente la práctica educativa y aportan una contribución
significativa a un conocimiento profundo de la persona, de las relaciones
humanas, de la sociedad y de la historia. Sus aportes son esenciales.
Especialmente la pedagogía y la didáctica enriquecen los procesos educativos
de la catequesis. Junto con ellas, la sicología también tiene un valor
importante, sobre todo porque ayuda a comprender los dinamismos
motivacionales, la estructura de la personalidad, los elementos relacionados
con el malestar y las patologías, las diferentes etapas del desarrollo y los
comportamientos evolutivos, la dinámica de la maduración religiosa y las
experiencias que abren a las personas al misterio de lo sagrado. Además, las
ciencias sociales y de la comunicación abren al conocimiento del contexto
sociocultural en el que todos vivimos y que de alguna manera nos
condicionan.
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