ESCATOLOGIA
ESCATOLOGIA
ESCATOLOGIA
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El lenguaje bíblico pertenece a una lengua humana, por lo tanto debe analizarse
bajo las mismas leyes que se analizan todas las lenguas existentes. Es decir, deben
respetarse todos los elementos gramaticales que constituyen un pasaje, y no
cambiar su condición bajo ninguna circunstancia, de lo contrario el sentido del
texto cambiará completamente. Cuando un texto dice: “He aquí yo vengo pronto”,
no puede el interprete, sea quien sea, con tal de hacer encajar esta frase en su
doctrina o convicción, decir que esa palabra “pronto”, en realidad no quiso decir
“eso” cuando fue escrita, pero que ahora sí debe interpretarse como tal; quién así
haga, estará cometiendo el más grave de los abusos que se pueden perpetrar en
contra del lenguaje. Y ha sido precisamente por esta gravísima falta, de cambiar el
verdadero sentido de las palabras de la Biblia, que ha dado pié a una variedad
considerable de teorías incongruentes acerca de la segunda venida de Cristo, y el
fin del mundo. Quizás valga también señalar, que en conjunto con estos dos
elementos fundamentales para la interpretación de Las Sagradas Escrituras, se
debe tener muy en cuenta, la riqueza de lenguaje figurado que se encuentra en
sus páginas, y que, el hecho de no estar familiarizado con el género literario de los
hebreos, nos hace personas totalmente incompetentes para interpretar su
maravilloso discurso.
Algo que debe tenerse muy en cuenta al momento de estudiar la Biblia, es que el
libro a estudiar es en primer lugar eso, un libro, y por lo tanto debe estudiarse bajo
las mismas normas y reglas de cualquier otro libro. Lo siguiente a considerar, es
que la Biblia es un libro muy especial, un libro en el que participaron más de
cuarenta escritores, los cuales vivieron en épocas y lugares diferentes los unos de
los otros; además, el lapso de tiempo entre su comienzo y final fue
aproximadamente de unos mil seiscientos años, y podríamos agregar por último
que las características de sus escritores varió desde simples pastores y
pescadores, a reyes, estadistas y hasta un medico, lo cual hace de que nuestro
libro a estudiar, resulte fascinante y expectante, tanto por su riqueza literaria,
como por su colorido transcultural , pero lo que es aún más destacable y que lo
convierte en el libro estrella por excelencia, es que a demás de todos sus matices y
variados elementos, posee una característica muy singular, tiene un solo autor, y
fue quien inspiró su escritura durante todo el tiempo que esta duró, por lo tanto, no
contiene errores en la armonización de su contenido. Ese autor es Dios, por lo que
la Biblia no puede ser tratada como un simple libro, sino como El Libro de los libros.
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Eduardo Mondaca
Uno de los argumentos que presentan quienes rechazan nuestra posición teológica
de creer en una Escatología consumada o realizada, es el hecho de que
representemos tan solo una minoría en relación a ellos, quienes superarían el 90%
de todos los cristianos en el mundo, y los cuales sostienen que aun hay profecías
bíblicas que deben cumplirse en el futuro, en especial, las relacionadas con la
segunda venida de Cristo y el juicio final. Al parecer para ellos, el hecho de ser
“mayoría”, lo consideran una muy buena razón para afirmar que tienen la verdad.
Bueno, permítanme entonces refutar este débil y pobre argumento de la siguiente
manera. Mayoría no equivale a tener la verdad, como tampoco minoría significa no
tenerla. De ser así, no tendría sentido salir del catolicismo para convertirse en un
evangélico, ya que dentro del cristianismo los católicos representan la gran
mayoría; de igual modo, querer evangelizar a los musulmanes resultaría
innecesario, considerando que ellos superan en números a los mismo católicos. Si
observamos por el otro lado de la moneda, podríamos decir también, que en el
primer siglo hubiesen sido inútiles los esfuerzo de los cristianos por demostrar que
tenían la verdad, considerando que ellos representaban tan solo una mínima parte
de la población de aquella época. En los días de la reforma protestante un puñado
de valientes y fieles cristianos desafiaron el poder de la iglesia imperante, bajo el
único argumento que les daba su convicción de estar luchando por la verdad de la
Palabra de Dios; hoy todos los que nos consideramos cristianos, somos de una u
otra forma fruto o resultado de esos pocos hombres que defendieron la verdad de
la Biblia, hasta con sus propias vidas. En fin, ejemplos hay muchos, pero la
intención de comenzar con esta especie de polémica, era más que nada para
introducir mi siguiente tema, el cual probará explicar cómo y por qué “una gran
mayoría” de creyentes en el mundo, podrían estar equivocados en cuanto a temas
fundamentales de la Biblia. Muchos opinarán que no puede ser que “tantos” estén
equivocados, y tan sólo unos pocos tengan la verdad sobre una misma cosa, pero
déjeme decirle que sí es posible.
Hay un viejo dicho o adagio que dice: “todo depende con el cristal con que se
mire”, lo cual podría significar tanto la información almacenada en la mente de la
persona, o simplemente su estado de ánimo, lo que determinaría la manera en que
haga una observación sobre cierto asunto; ejemplo: Una persona con estado de
ánimo pesimista encontraría que es el colmo de la mala suerte que esté toda su
familia en casa contagiada con un virus, mientras que otra, con ánimo elevado,
optimista, consideraría que tal circunstancia ha sido una buena oportunidad para
reunir a toda la familia en casa. “Todo depende con el cristal con que se mire”. Si el
cristal es rojo, todo lo que mire a través de él, se verá rojo. Ocurre también en la
política; los partidarios del gobierno de turno encuentran que todas las gestiones
del ejecutivo son acertadas y optimas, mientras que por el lado de la oposición,
generalmente consideran que no se han hecho muy bien las cosas. Todo depende
con el cristal con que se mire. Es lo que pasa con esta gran mayoría de cristianos
que defienden una escatología futurista; la razón, es que todos ellos interpretan la
Biblia a través de una misma y sola óptica, la de la teología tradicional, pues
entienden que si la mayoría acepta esa interpretación, es porque ha de ser la
correcta, y no hay más vuelta que darle al asunto. Sin embargo, hay quienes nos
hemos quitado “esos lentes”, y hemos comenzado a ver la Biblia con otros ojos,
con los ojos del entendimiento y del razonamiento. Por medio de este método, nos
hemos asido del espíritu original que inspiró y motivó las Escrituras, llegando
incluso a percibir lo que había en la mente del escritor en el momento que
redactaba su carta o libro. Por qué la escribió y para quienes, cuáles eran las
circunstancias que les rodeaban, tanto a él, como a sus destinatarios. Para lograr
esto, es necesario primeramente desintoxicarse de esa teología tradicional que nos
convenció o programó a creer que la Biblia había sido escrita objetivamente para
nosotros, es decir, nosotros habíamos sido la causa u objeto por lo que ella se
escribió, y por lo mismo, nos hicieron tomar literalmente todas las profecías y
advertencias como si fueran para nosotros en este tiempo, cuando en realidad
todas ellas se cumplieron fielmente en el primer siglo, durante la generación que
escuchó o leyó originalmente estas profecías (Mt.24:34).
Ese gigantesco sector del cristianismo evangélico que profesa una escatología
futurista, y al mismo tiempo terrorífica por creer en un infierno de fuego literal, y
en diablos y demonios que andan al acecho de los creyente para hacerlos tropezar
y caer de la gracia, como si eso fuera posible, ha cometido dos graves errores en la
interpretación de la Biblia, errores que vienen de muy atrás en el tiempo, y que por
lo mismo, no se les puede atribuir solamente a ellos, ya que ellos simplemente
han visto la Escritura a través del cristal de la teología que heredaron de los padres
de la Iglesia. Sería lo mismo que culpar a un alcohólico o un drogadicto por sus
vicios, cuando en realidad, el problema mayor lo provocaron quienes produjeron y
distribuyeron tales productos adictivos. Lo mismo en este estudio, la idea no es
atacar ni dañar la reputación de nadie en particular, sino más bien, atacar el
sistema de donde provienen tales errores. Atacar en un sentido positivo; más bien
diría yo, desenmascarar al que de alguna manera ha sido el enemigo que nos ha
encubierto la verdad por tantos siglos.
Primer Error
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es
necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la
promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará”.
A simple vista uno puede observar que la carta está dirigida a un público en
particular. Gente que está experimentando tiempos muy difíciles, y en donde la
esperanza es lo único que tienen, sin embargo, la prueba por la que atraviesan es
tan fuerte que de no cumplirse la promesa pronto, ellos van a sucumbir. El
propósito del escritor, es alentarles y motivarles con estas palabras, de que es
bueno y necesario un poco de paciencia, porque el que ha de venir (la promesa
que era Cristo) vendrá, y no tardará. La pregunta es: ¿Quién era ese público
sufriente que estaba a la espera del cumplimiento de una promesa, y al que el
autor de Hebreos dirige sus palabras? Si uno lee cada carta del Nuevo Testamento,
encontrará similares expresiones de aliento dirigidas a una Iglesia perseguida y
sufriente, cuya única motivación a continuar resistiendo, era saber que Cristo
habría de volver muy pronto para darles recompensa. Ese público a quien fue
dirigido este mensaje, y en general las cartas apostólicas, fue la Iglesia del primer
siglo compuesta por judíos y gentiles. Creer que palabras como:“Porque aún un
poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará” tienen relevancia para nosotros
hoy, es sencillamente absurdo; es manifestar excesiva ignorancia en el lenguaje;
es cerrarse completamente a ver el correcto significado de las palabras. A
continuación quiero invitarles a que revisemos juntos los tres tiempos en que la
Biblia divide su mensaje, y de esta forma conocer nuestro tiempo y lugar en el plan
divino.
Los tres tiempos de la Biblia
Sin lugar a dudas, el Nuevo Testamento fue el cumplimiento total a todas las
promesas y declaraciones hechas en el pasado al pueblo hebreo. Desde la caída
misma del hombre en el huerto del Edén, y hasta la primera venida de Jesucristo,
todo, absolutamente todo, permaneció en desorden y oscuridad. No hubo
restauración ni luz, ni aun con la llegada de la ley; la ley solo vino para enrostrarle
al hombre lo impuro e incapaz que era para acercarse a Dios por sus propios
medios. Dios permitió que el pueblo experimentara en sombra toda la gloria de los
bienes venideros, pero sin que entendiera de qué se trataba ni que significaba todo
lo que veía y hacía. No obstante, había un mensaje profético escondido en cada
elemento del viejo pacto: el culto levítico con sus sacrificios y ceremonias, el oficio
sumo-sacerdotal dentro del lugar santísimo, todo era un mudo discurso que
anunciaba hacia un día en el futuro en que Dios restauraría todas las cosas. El
apóstol Pablo llamó a ese día: “la dispensación del cumplimiento de los tiempos”
Se podría decir que todo el mensaje de la Biblia está dirigido a tres grupos de
personas en particular, quienes han vivido bajo tres dispensaciones diferentes en
el tiempo, y por lo tanto, será muy bueno y provechoso identificar correctamente
cual es la porción del discurso que le corresponde a cada grupo, de acuerdo con el
tiempo y lugar que les tocó vivir. Estos grupos a saber son:
El verso 27 dice que tal desenlace sería antecedido por una gran abominación, la
cual traería consigo la desolación total. Jesús citando la profecía de Daniel dijo:“Por
tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el
profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los
montes. El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa; y el
que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa. Mas !!ay de las que
estén encintas, y de las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida
no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación,
cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la
habrá” (Mt.24:15-21). Luego Lucas registra estas mismas palabras de Jesús de la
siguiente manera: “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed
entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a
los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no
entren en ella. Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las
cosas que están escritas” (Lc. 21:20-22). Está muy claro que estas advertencias de
Jesús, fueron dirigidas exclusivamente a sus discípulos y demás seguidores,
quienes probablemente estarían recorriendo las ciudades de Judea con el evangelio
por aquel entonces; sin embargo, los futuristas, que son quienes interpretan la
Escritura literalmente, sitúan la “abominación desoladora” que profetizó Daniel, en
el futuro, argumentando que dicha abominación se consumará cuando “el anti-
Cristo” (personaje totalmente ficticio) se siente en el templo de Dios. Después de
lo que hemos revisado hasta aquí, podemos decir que nada puede estar más lejos
de la verdad que esta interpretación. Los futuristas no pudiendo ignorar que el
discurso del Monte de los Olivos tuvo su cumplimiento pleno en el primer siglo, se
vieron en la necesidad de inventar una nueva regla de hermenéutica denominada:
la ley del doble cumplimiento. Más adelante hablaré un poco más sobre esta ley.
Ese día final, sucedió en el año 70 cuando fue destruida Jerusalén, su templo y su
pacto. A partir de ese glorioso momento, y como nosotros creemos firmemente de
acuerdo con la correcta interpretación de la Santa Escritura, Cristo volvió por
segunda vez, sin relación con el pecado, como dice Hebreos 9:28, para salvar a
quienes le esperaban e instaurar su reino eterno y cumplir así plenamente la
profecía de Daniel 7:13 y 14 que decía: “Miraba yo en la visión de la noche, y he
aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el
Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria
y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es
dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.
En este pasaje de Daniel, y que es de donde Jesús y los apóstoles citaron para
referirse a la segunda venida en las nubes, el Hijo del Hombre, el cual es Cristo, no
desciende a la tierra, sino va hasta donde está el Anciano de días, el cual es Dios.
Lo que significa entonces, que la señal del Hijo del Hombre en las nubes, no es otra
cosa, que la entronización del Hijo de Dios en el cielo. En Lucas 9:12 Jesús enseñó
una parábola sobre un hombre noble que debió hacer un viaje a un país lejano
para recibir un reino y luego volver; bueno, no cabe duda que aquí Jesús estaba
revelando alegóricamente el propósito de su venida.
Cuando se escribía el Nuevo Testamento, aun estaba vigente el viejo pacto, pero
ya estaba envejecido, caduco y pronto a desaparecer (Heb.8:13); por tanto,
cuando éste desapareció completamente, todo lo que tuvo que ver con esa
dispensación quedó obsoleto, totalmente inadecuado a las nuevas circunstancias
establecidas en el nuevo orden de Dios. Por eso afirmo que el Antiguo Testamento,
aparte del valiosísimo testimonio histórico que nos proporciona, y los muchos
principios universales que podemos extraer de sus páginas inspiradas, y las cuales
son útiles para enseñar, redargüir, corregir, e instruir en cada época (2Tim.3:16),
no tiene validez para fundamentar ninguna doctrina de la Iglesia posterior al año
70 d/C. La razón es simple; no se puede hacer doctrina de algo que ya se cumplió,
y que además, sólo tuvo validez para un pueblo de la tierra y para una época
determinada. Se puede decir entonces, que el Israel que vivió hasta el nacimiento
de Cristo, corresponde al grupo que vivió antes de la dispensación del
cumplimiento de los tiempos.
Segundo grupo
El gran error del futurista radica fundamentalmente cuando se apropia como suya
de cada palabra escrita en el Nuevo Testamento, como si el escritor del canon
sagrado de hace dos mil años atrás le hubiese tenido en mente al escribir su carta.
El ejemplo más claro tiene que ver con la interpretación que hace al discurso
profético de Jesús en el Monte de los Olivos y registrado en Mateo 24, Marcos 13 y
Lucas 21. Creer que aquel discurso apocalíptico de Cristo tuvo una doble
connotación profética; es decir, un cumplimiento parcial y sin gran trascendencia
en el primer siglo, y otro, de carácter único y superior en el futuro, es hacer del
discurso de Cristo un montón de ideas ambiguas, carente de todo sentido común y
lógica; es invalidar completamente el trasfondo histórico, cultural y gramatical del
texto; es querer poner en labios de Jesús palabras e intenciones que nunca tuvo en
mente pronunciar. Cualquier persona con el mínimo de estudio, y haciendo uso de
las reglas más elementales de la gramática de su idioma, podría entender que el
discurso de Jesús en el Monte de los Olivos, fue dirigido exclusivamente a sus
apóstoles en respuesta a la pregunta que éstos mismos le formularan después de
oírle pronunciar la lapidaria sentencia sobre el destino final de su templo.
Revisemos a continuación el registro de los tres evangelios sinópticos sobre cómo
se inició este tan polemizado discurso del Señor a sus discípulos.
Mateo 24:1-4
Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle
1
Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí
2
aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu
venida, y del fin del siglo?
Marcos 13:1-5
Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras,
1
y qué edificios.
Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre
2
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas
4
hayan de cumplirse?
Lucas 21:5-8
En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre
6
nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos
de ellos.
Es tan fuerte el poder de persuasión que ejerce la religión sobre las personas, que
aunque se den cuenta que sus doctrinas y credos teológicos no concuerdan con lo
que leen en las Escrituras, se niegan a aceptar que hay otra interpretación aparte
de la que han aprendido, considerando que quienes dicen lo contrario a sus
enseñanzas, simplemente están equivocados y muy lejos de la verdad. Una de las
muchas mentiras que nos transmitió la religión, es precisamente la falsa doctrina
de la segunda venida de Cristo en el futuro. Obviamente que quien profesa una
teología futurista rechazará inmediatamente mi categórica declaración, y lo puedo
comprender muy bien, porque yo al igual que usted, en algún momento estuve en
la misma posición, y créame que no es para nada fácil desbloquearse de toda esa
“patraña teológica” con la que hemos sido intoxicados mentalmente. No obstante,
quiero decirle, que el poder gloriosos de la verdad, puede hacerle verdaderamente
libre de todo el engaño del que ha sido víctima involuntariamente. Dele una
oportunidad a que la verdad de la Biblia hable por sí misma, no por lo que yo le
digo, ni por lo que tiene preconcebido en su mente. Si comienza a leer la Escritura
con una mente enseñable, créame que descubrirá riquezas que nunca antes vio,
por las razones que acabo de exponer. No intente comprobar que usted tiene la
razón, sino simplemente deje que sea la misma Biblia la que le interprete la Biblia.
No fuerce ninguna escritura a que diga lo que usted ya sabe, no aplique ninguno
de sus conocimientos aprendidos, solo deje que la Escritura se abra ante sus ojos
sin ningún otro guía más que ella misma. Notará sorprendentemente cuando así la
haya leído, lo claro y diáfano que resulta el mensaje de Dios a su entendimiento.
Entonces comenzarán a caerse una montaña de tabúes, de ritos y paradigmas que
usted creía que eran la Palabra de Dios para su vida; sin embargo, comprenderá
que la Biblia tiene un mensaje especifico para cada tiempo y persona en particular.
Cuando la Biblia usa el pronombre segunda persona plural “ustedes”, no tome
inmediatamente esa palabra como para usted directamente. Lea bien en contexto
todo el pasaje y se dará cuenta que esa palabra fue para personas que vivieron en
otra época y en otro lugar, bajo circunstancias y condiciones muy distintas a las
que usted tiene hoy.
Tercer grupo
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno
como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse
delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos,
naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y
su reino uno que no será destruido” (Dn. 7:13, 14)
Según este pasaje, Jesús no desciende, sino sube a donde estaba Dios, y Daniel
dice, que le fue dado dominio eterno y un reino que nunca será destruido, es en
ese reino en el que hoy nos encontramos. Para muchos, esto es totalmente
absurdo, pues no conciben un reino espiritual presente, siguen soñando con una
patria celestial más allá del sol, con calles de oro y mar de cristal cuando partamos
de esta vida. Pero fue el propio Jesús quien dijo que su reino no era de este mundo
(Jn.18:36), lo cual no significaba que fuera de otro lugar, sino mas bien, que era un
reino espiritual y no natural. Para captar correctamente el sentido de estas
expresiones, hay que tomar en cuenta otras referencias que Jesús hizo sobre el
reino, o mejor dicho, sobre su reinado en las vidas de las personas. En Juan 14
Jesús habló del consolador que vendría sobre sus discípulos, pero también dice que
él mismo vendría sobre ellos, por lo que no los dejaría huérfanos. Dijo además, que
el Padre y él vendrían y harían moradas con ellos, es decir, vivirían con ellos. Si el
hombre habría de ser la morada de Dios para siempre, porque dijo que el
“paracletos” estaría con ellos para siempre (v.16), y luego agregó que el Padre y él
vendrían a morar con ellos (v.23), o sea, Dios en plenitud estaría con ellos para
siempre. Si Dios estaría con ellos dentro de muy poco (de acuerdo con el texto),
¿por qué deberían ellos esperar irse de este mundo para estar con Dios en su
reino? Existe un error generalizado en los cristianos, en creer que el reino de Dios
en la Biblia es diferente al reino de los cielos. Pueden aceptar casi sin ningún
problema que hoy vivimos en el reino de Dios, pero toman como una herejía que
nosotros digamos que estamos hoy en el reino de los cielos. Para Jesús decir reino
de los cielos era exactamente igual a decir reino de Dios, y lo podemos ver muy
claramente en Mateo 19:23 y 24
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un
rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello
por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”.
“Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también
un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos” (Rom. 5:18
NVI).
Hoy ya estamos en vida nueva, en vida eterna, reinamos con Cristo en los lugares
celestiales, pero no allá arriba, más allá del sol, sino sobre nuestra tierra, donde
Dios nos sembró, y donde debemos proyectar lo que realmente somos, los hijos del
Dios único y eterno, quien se ha hecho uno con nosotros y nos ha hecho participes
de su naturaleza divina. Es por medio del conocimiento de Dios que llegaremos a
disfrutar plenamente de lo que somos hoy en el mundo. La vida eterna consiste en
conocer a Dios (Jn17:3). Jesús dijo a los religiosos judíos de su tiempo: “Escudriñad
las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y
ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn.5:39). Jesús reconoció la creencia judía,
de que escudriñando las Escrituras a ellos les parecía que obtendrían la vida
eterna, y él añade: “ellas” dan testimonio de mí. ¿Se acuerda que en el huerto del
Edén habían dos árboles especiales, pero que tan sólo uno le fue privado al hombre
en el principio? Bien, ese árbol prohibido, representaba el conocimiento del bien y
el mal, y el día que el hombre comió de su fruto, fue como Dios, sabiendo o
conociendo el bien y el mal (Gn.3:22); pero del otro árbol, solamente se dice que
era el árbol de la vida, y que al parecer no le fue prohibido al hombre comer antes
de su caída, sin embargo, el día que pecó Dios los sacó del huerto, el que bien
pudo ser tan solo un lugar figurado, considerando la forma pictórica de contar sus
historias los hebreos, pero el asunto es que Adán fue sacado de esa posición de
inocencia, pues ahora conocía el bien y el mal, ya podría discernir entre lo bueno y
lo malo, y la razón por la que se le baja de ese estado, era precisamente para que
no accediera al fruto del árbol de la vida, y la pregunta entonces es: ¿Qué
representaba ese árbol, si el otro, representaba el conocimiento del bien y el mal?
Bueno, yo creo que ese árbol representaba el conocimiento de Dios, la sabiduría de
Dios. Salomón hablando de la sabiduría dice que ella es árbol de vida a los que de
ella echan mano (Pr.3:18); Pedro dijo a Jesús: Tú tienes palabras de vida eterna
(Jn.6:68); Juan dice: Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado
entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su
Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna (1Jn. 5:20). Entender es
conocer, es ciencia, y esa ciencia nos dice que dentro de nosotros habita Dios en
plenitud. El árbol de vida en el huerto, era Cristo, quien cuando vino al mundo dijo:
“Yo soy la vida”. Por último, observemos lo que dice Pablo a los colosenses con
respecto a esta nueva vida, que equivale a la vida eterna:
Col. 3:8-15
Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
8
No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
9
hechos,
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y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va
renovando hasta el conocimiento pleno,
contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
14
Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
15
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis
llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
Todo tiene que ver con un asunto de ubicarnos en el tiempo y escenario correcto
de la historia, de comprender y aceptar que nosotros aparecimos en el programa
de Dios, después de la dispensación del cumplimiento de todas las cosas.
Gal.4:1-7
Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del
1
3
Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los
rudimentos del mundo.
Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de
4
para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la
5
adopción de hijos.
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
6
Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por
7
medio de Cristo.
1. Pablo comienza haciendo una analogía de lo que significó vivir bajo el pacto
de ley, diciendo que el heredero mientras es niño, no tiene diferencia con el
esclavo en cuanto al poder de decidir, aunque es heredero de todo, pero por ser
niño está totalmente inhabilitado para hacer uso de su poder sobre la herencia,
y debe estar por consiguiente bajo tutores hasta que cumpla su mayoría de
edad. Así también, dice Pablo, ocurría con nosotros cuando “éramos niños”,
éramos esclavos de los rudimentos de este mundo, o sea, del pacto de ley. La
expresión “éramos niños” se podría interpretar tanto literal como
figurativamente. Literal, en el sentido que la audiencia que escuchó por primera
vez el relato de esta carta (posiblemente escrita entre los años 50 al 56 d.C.),
era contemporánea al apóstol, y por lo tanto, se puede decir que la mayoría
eran niños hasta antes del sacrificio expiatorio de Cristo en año 33 d.C., o sea,
unos 20 o 25 años antes la carta fue escrita, lo cual significa, que la maldición
de la ley aun penaba sobre ellos. En el sentido que fuera figurativo, también es
factible, dado que niñez en este contexto, podría significar la incapacidad
humana de cumplir las exigencias de la ley.
2. En el verso 4 Pablo declara que había un tiempo determinado en el que Dios
se había propuesto comenzar el proceso de consumación de su plan supremo, y
este tiempo especifico que los apóstoles identificaron como el fin de todas las
cosas, ya había comenzado su descuento, con la venida de de su Hijo al mundo,
nacido de mujer y nacido bajo la ley.
3. Pablo subraya dos hechos fundamentales que se cumplieron en este
proceso de consumación: Primero, fueron redimidos todos quienes estaban bajo
la ley; segundo, salieron de la condición de esclavos y fueron adoptados hijos, y
pasar así a ser herederos de Dios.
4. Después de leer este pasaje de Gálatas, y de otros similares en el Nuevo
Testamento, uno debe hacerse las siguientes preguntas: ¿Cuál era el propósito
principal por el cual Cristo debía morir en la cruz? ¿Por qué nació bajo la ley, y
dijo además en cierta ocasión, que había venido para cumplirla hasta la última
letra y tilde? ¿Por qué toda la ceremonia del culto levítico y el oficio sumo
sacerdotal del viejo pacto hebreo, fue sombra de la obra perfecta realizada por
Cristo en su primera y segunda aparición? La respuesta está en el versículo
cinco de este pasaje que dice: “para que redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos”. ¿Leyó bien? «Para redimir a
los que estaban bajo la ley»; es decir, a los judíos que vivieron hasta ese
momento, nadie más que ellos vivieron bajo un pacto de muerte y
condenación, y que por la muerte de Cristo, los muchos, (ellos) fueron hechos
libres a fin de recibir por medio de un pacto de gracia, la adopción de hijos.
Pero nosotros no fuimos adoptados como hijos, porque nosotros nunca fuimos
enemigos de Dios a causa de la transgresión de Adán, ni estuvimos nunca bajo
el pacto de ley que condenaba y mataba. Nosotros venimos después de la
consumación de todas las cosas. Los judíos y gentiles del primer siglo vivieron
la transición entre la vida de esclavos (muertos en delitos y pecados), que era
la condición de toda la descendencia de Adán, en el que todos morían; y la vida
de libres (resucitados) por medio de Jesucristo, en quien todos fueron
vivificados. 18Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a
todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los
hombres la justificación de vida. 19Porque así como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la
obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos(Rom.5:18, 19).
Nosotros nacimos “hijos”, no esclavos de la ley ni del pecado, por lo tanto
nosotros no necesitábamos una redención, y bajo ningún aspecto estoy
desvaluando el sacrificio de Cristo, en lo absoluto, ya explicaré mejor en que
nos benefició a nosotros su ofrenda. Yo sé que estas cosas le costará
entenderlas a primeras, porque a mí también me costó captarlas, pero le animo
a que siga leyendo, hay mucho más por descubrir.
5. Nosotros tenemos privilegios mayores que aquellos por quienes Cristo murió
en el primer siglo. Aquellos fueron esclavos antes de ser libres; nosotros
siempre fuimos libres porque vinimos después de ese proceso (Gal.4:7).
6. Aquellos estaban destituidos de la gloria de Dios; nosotros nacimos en los
lugares celestiales (Rom.3:23).
7. Aquellos no eran hijos, pero fueron adoptados por medio del sacrificio de
Cristo; nosotros nacimos hijos (Gal.4:5).
8. Aquellos vivieron en esperanza hasta la posesión adquirida; nosotros
nacimos disfrutando nuestra herencia de vida (Ef.1:14).
Bueno como puede observar, no es que desmerezcamos lo que hizo Cristo en la
cruz, imposible hacer eso, solo queremos que entienda dos cosas muy
importantes: los factores “tiempo y gente” para quienes se escribieron estas
palabras; y respetar responsablemente la gramática del texto en su contexto
original. Esto quiere decir, que cuando leamos la palabra “ahora”, no pensemos
que ese ahora es aplicable a nuestro tiempo. Fue presente para sus destinatarios
pero no para nosotros.
Conclusión
Posiblemente le sorprenda esta pregunta, y no es para menos, a quién podría ocurrírsele semejante herejía,
¿verdad? Pero si yo le demostrara con La Biblia abierta de que lo más probable es que Jesús no regrese en
una nube ni de ninguna otra manera, ¿Qué haría? ¿Me condenaría? ¿Sentiría lastima de mí, porque pensaría
que me he desviado de la verdad? ¿Cómo lo tomaría?
Desde hace un buen tiempo a la fecha, estoy en busca de la verdad con respecto a lo que la Biblia llama “Los
tiempos postreros o finales”. Me ha llamado mucho la atención la enormidad de material escrito que hay sobre
este tema, sin embargo ninguno de ellos me ha dejado cien por ciento satisfecho. He asistido a infinidad de
conferencias en donde se ha hablado sobre los tiempos finales, y todos redundan en lo mismo. “Iglesia
prepárate, Cristo viene; el escenario está listo para que entre en acción el anticristo; el fin se acerca, etc. etc”.
Pareciera que el pueblo evangélico vibrara con la idea de un día final literal, en donde los astros caen a la
tierra y esta tiembla y se funde en fuego; en donde multitudes mueren horrorosamente, mientras ellos gozan
en los cielos de lo que interpretan como “Las Bodas del Cordero”.
La gran pregunta que me inquietó por mucho tiempo y que hoy la formulo abiertamente en este estudio, es la
siguiente: ¿Es verdad todo esto? ¿Enseña efectivamente la Biblia sobre el fin del mundo? ¿Es cierto de que
Jesús volverá a buscar a Su iglesia? Bueno, quiero invitarte a leer Las Sagradas Escrituras, y luego tu mismo
juzga lo que ellas quieren decir:
En primer lugar observaremos algunas declaraciones que hiciera el mismo Jesús con respecto a Su venida:
En el capítulo 10 de Mateo, Jesús elije a sus doce apóstoles y luego los envía a predicar o anunciar a Israel
de que el Reino de los cielos se había acercado. Los instruye de cómo deberán llevar a cabo la comisión, y
les da a entender que muchos no creerán a la predicación y por lo tanto serán perseguidos por causa de este
mensaje de juicio. En el verso 23 Jesús les declara algo sorprendente.
Mt. 10:23 “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de
recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre”.
Para leer y entender correctamente este verso y los siguientes hay que hacer uso del sentido común, y aplicar
algunas reglas básicas de interpretación al texto. (Revise el tema “Aprendiendo a Entender”)
Mt. 16:28 “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que
hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”
Este verso se repite casi muy similar en Mr.9:1 y en Lc.9:27, o sea, hay tres testigos de la declaración de
Jesús. Aquí también debemos aplicar las mismas reglas de interpretación.
¿A quiénes está hablando Jesús? – Respuesta: Según el verso 21, Jesús está declarando a sus
discípulos (apóstoles), el tiempo de su padecimiento, muerte y resurrección.
¿Quiénes según Jesús no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en
su reino? – Respuesta: Algunos de sus discípulos. (Probablemente Juan)
Ahora deberíamos preguntarnos lo siguiente: ¿A qué acontecimiento está haciendo alusión el Señor con esto
de que “verán al Hijo del Hombre viniendo en su reino? Por la expresión “viniendo en su reino” debemos
suponer que se está refiriendo a su venida. La versión de la Biblia Dios habla hoy, traduce esta
expresión: “viniendo a reinar”, lo que significa que su venida no sería para poner fin a la tierra, sino para
reinar sobre la tierra. Pero lo que es importante aquí es lo que dice con respecto a que algunos de los que
están presentes, escuchando sus palabras, no morirían antes de ver ese glorioso día, el de su venida.
“Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú”.
¿Cuándo ocurriría o sobre qué gran acontecimiento tendría lugar “SU VENIDA”?
En Mt.24 Jesús responde a la pregunta de sus apóstoles sobre que señal habrían antes que llegara el día de
la destrucción del templo, ya que ellos quedaron impactado por la tremenda declaración de juicio que Jesús
hiciera sobre el templo de Jerusalén en los primeros versículos. Es interesante notar que ellos asocian la
destrucción del templo con el tiempo final y la venida de Cristo.
Observe que en ningún momento Jesús está relacionando los hechos que ocurrirán con otras personas que
no fueran sus discípulos:
6 “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto
acontezca; pero aún no es el fin”
9 “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de
mi nombre”
15 “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel” (el
que lee, entienda),
16 “entonces los que estén en Judea, huyan a los montes”.
17 “El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;”
18 “y el que esté en el campo, no vuelva atrás para tomar su capa”
20 “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo”
21 “porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni
la habrá”
23 “Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis”
Se da cuenta, prácticamente todo tiene que ver con los discípulos y los judíos de esa generación.
Jesús está diciendo que su Reino vendrá con poder del Padre cuando tenga lugar lo que anunciaron los
profetas, en especial Daniel. Sería durante la destrucción de Jerusalén ocurrida en el año 70 d/C que verían al
Hijo del Hombre viniendo en la nubes del cielo, las nubes representan simbólicamente la autoridad y poder de
Jesucristo , quien viene a reinar.
Ap.1:7 dice:
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra
harán lamentación por él. Sí, amén”
¿Por qué le verán también los que le traspasaron?¿Quiénes son estos? Sin duda alguna se trata del pueblo
judío, los principales responsables de la crucifixión de Cristo (vea Hechos 2:36).
“De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”
Según la Biblia una generación consta de 40 años. Jesús está haciendo esta declaración en el año 33 aprox.
d/C, lo que significa que la generación joven que existía en esos días viviría aún para la destrucción de
Jerusalén, el día de venganza de Jehová, o día de retribución (Is.34:8; Os.9:7; Lc.21:22; 2Tes.1:6-10).
Mt. 26:64 “Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra
del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”
Todas estas declaraciones hechas por Jesús deberían hacernos pensar un poquito, reflexionar: ¿Por qué dijo
lo que dijo? ¿Dan a entender estos versos que la venida de Cristo tendría lugar dentro del primer siglo?
Esto no es todo. Hay muchas otras declaraciones en el Nuevo Testamento que indican que la venida de Cristo
estaba muy cerca de ellos, y no miles de años en el futuro como nos han hecho creer.
Heb. 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto
más, cuanto veis que aquel día se acerca”
Stgo. 5:8 y 9 “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se
acerca”
“Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de
la puerta”
1Pe. 4:7 “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración”
1Jn. 2:18 “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han
surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo”
Ap. 1:3 “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella
escritas; porque el tiempo está cerca”
Ap. 22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Ap. 22:10 “Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca”
Ap. 22:12 “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su
obra”
Ap. 22:20 “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor
Jesús”
Yo ya no espero a Cristo viniendo en las nubes para llevarme a su gloria, creo con todo mi corazón que hoy
estoy sentado en los lugares celestiales. Es hoy que reinamos sobre la tierra, no en el futuro. Las moradas
que él fue a preparar son nuestros cuerpos glorificados. Esas moradas de Jn.14:2 se refiere a nuestra
posición en los lugares celestiales, por eso dice en el verso 3:
“Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis”
2Co. 5:1 “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios
un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos”
La ciudad santa, la Nueva Jerusalén, la de calles de oro y mar de cristal no es una ciudad literal que algún día
descenderá del cielo. No, lo que Juan vio fue a la Iglesia glorificada reinando sobre la tierra. La que tiene el
árbol de la vida que es Cristo en su centro y que produce 12 frutos cada mes y nosotros las hojas de ese árbol
estamos para sanidad de la naciones. ¿No le parece maravilloso todo esto? ¿Por qué seguir esperando algo
que ya tenemos? Pablo dice que al morir estaremos con el Señor (Fil.1:23), entonces, ¿qué sentido tendría
que él nos viniera a buscar? El ya vino, lo dice la Biblia, y además dice que derrotó al diablo para siempre.
Satanás está destruido, derrotado, acabado. No tiene más poder sobre la Iglesia. Fue destronado, despojado,
anulado. Su posición actual es estar bajo nuestros pies (1). Pablo dijo:
Ro. 16:20 “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies”
¿Cuándo tuvo lugar esto? Cuando Cristo vino en su Reino, en la gloria de su Padre durante la destrucción de
Jerusalén en el año 70, y nosotros, la iglesia fuimos arrebatados al cielo espiritualmente para reinar con él
para siempre. Amén
Quiero invitarle a que lea los demás estudios que aparecen en la página, y los que irán apareciendo
regularmente. Pido a Dios para que abra los ojos de tu entendimiento como lo hizo conmigo. Amén.
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Eduardo Mondaca
Pablo relaciona el pecado con la muerte. El pecado impide que el hombre pueda
estar con Dios, y eso es lo que realmente significa muerte: “separación”.
Rom. 5:12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron.
La muerte espiritual es el pecado. Romanos 6:23 dice “Porque la paga del pecado
es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.
Muchos creen que la muerte de la que habla este versículo es la muerte física, pero
nuevamente vuelvo a decirle: la muerte física no es asunto de discusión, ni es
problema a resolver en la Biblia. La única muerte bíblica es la que el hombre
recibió en el huerto del Edén el día que desobedeció a Dios, y por lo tanto, es esa
clase de muerte la que Cristo vino a resolver.
Efesios 2:1 dice: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros
delitos y pecados”.
El señor o “príncipe” de la muerte, como hemos visto hasta aquí, era el pecado.
Ahora bien, Hebreos 2:14 dice algo muy interesante con respecto a este “supuesto
personaje”:
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó
de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la
muerte, esto es, al diablo”
Yo sé que aquí vamos a entrar en otro tema bastante complicado, porque tocarle al
diablo a los cristianos, es tan delicado como tocarles a Cristo; no voy a discutir este
asunto en este estudio, porque es para largo, pero déjeme decirle solamente algo
muy breve. Satanás o diablo en la Biblia no es un personaje cósmico, ni tampoco
fue un ángel caído, simplemente es un adjetivo calificativo aplicado generalmente
a la actitud opositora que han mostrado, tanto individuos como sistemas de
gobiernos o religiosos durante la historia en que se desarrolló la Biblia. Todo ese
aparataje que se levantó para personificar al ser antagónico a Dios, provino del
catolicismo romano en los albores de esa religión; no sabemos exactamente con
qué intención, pero lo que sí es cierto, logró infundir terror y miedo en todo el
mundo hasta el día de hoy. Sería muy importante que en lugar de contradecirme
esto que estoy planteando, se dé tiempo a investigar en la Escritura, y medite muy
especialmente en estos versículos:
Col. 1:21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en
vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado
Rom. 1:28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a
una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;
Mt. 15:19 Porque del corazón (mente) salen los malos pensamientos, los
homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias.
Ef. 2:3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los
deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos,
y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Stgo.1:14, 15 (NVI) Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios
malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido,
engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la
muerte.
Rom. 5:18 y 19
Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los
18
hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la
justificación de vida.
19
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán
constituidos justos.
Todos, desde Adán hasta Cristo, aun sin haber estado en Edén el día que el primer
hombre pecó y murió espiritualmente, igualmente heredaron su transgresión y
muerte hasta cuando vino Cristo, quien los rescató (redimió) y los hizo pasar de
muerte a vida (Jn.5:24). Después de la segunda venida de Cristo que tuvo lugar
unos 40 años después de su sacrificio y resurrección, durante la destrucción de
Jerusalén, tal cual como él lo dijo (Mt.24:34), ya nadie más nace en pecado o bajo
la maldición del primer Adán; aunque esto le suene herético, es la verdad; si es
que creemos en realidad que todo ya se cumplió. Según la Biblia el postrer o último
enemigo a vencer sería la muerte, y no se trata de la muerte física como la
mayoría cree, sino la muerte bíblica que es el pecado o mejor dicho: “la ley del
pecado”, el viejo pacto. Observe lo que dice Pablo a los romanos:
Rom. 5:12-14
12
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la
muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
13
Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se
inculpa de pecado.
14
No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no
pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de
venir.
Este es un pasaje muy interesante y que creo que muy pocos lo entienden
correctamente. Veamos: Pablo quiere dar a entender a sus lectores que el
problema de la muerte espiritual radica en la causa del pecado, y aunque nadie se
sabe infractor o pecador hasta que haya una ley que se lo demuestre, lo cual no
quiere decir que la falta no exista. Es como ir en contra de las leyes naturales,
aunque las desconozcamos no podemos evitar sus consecuencias. Así mismo, dice
Pablo: que la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, cuando aún no había ley,
pero cuando vino la ley, el hombre fue declarado legalmente injusto. Por eso el
pueblo hacía sacrificios, para propiciar el favor de Dios. Ahora aquí hay algo
maravillosamente bello: Pablo dice que la ley señaló el pecado y la muerte, pero
que de todas maneras el pecado y la muerte existió desde Adán hasta Moisés, que
fue cuando vino la ley; lo cual quiere decir, que desde la caída de Adán hasta
Jesucristo reinó el pecado y la muerte. Para que el pecado y la muerte dejara de
ser un problema para el hombre, había que eliminarlo para siempre. Entonces vino
Cristo y con su muerte puso fin a esta ley, condenando el pecado y la muerte en su
propia carne de pecado (no carne de Dios). Mire que poderosos son estos
versículos de Romanos 8
2
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte.
3
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne;
Jn. 17:3 “Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
tu Enviado, Jesucristo”.
1Co. 15:22 “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos
serán vivificados”.
Aquí dice: serán vivificados, porque aun Cristo no regresaba, pero hoy que
sabemos que su Palabra se cumplió, y que él volvió para salvar a los que le
esperaban, la Iglesia del primer siglo (Heb.9:28), podemos decir: Tenemos vida
nueva, somos salvos para siempre. Somos bienaventurados porque tuvimos parte
en la primera resurrección, la resurrección superior, y que está en un fuerte
contraste con la paga del pecado que es la muerte, porque ésta reinó solo hasta
Cristo, pero la dadiva de Dios no tiene límites, es vida eterna en Cristo Jesús, Señor
nuestro (Romanos 6:23). Esto significa que la muerte segunda, la separación
eterna de Dios tipificada en el Nuevo Testamento por el infierno o el lago de fuego,
ya no tiene nada que hacer con nosotros, solo tuvo lugar hace dos mil años atrás,
cuando Dios consumó toda su obra y misión en favor del hombre, haciendo
desaparecer para siempre su postrer enemigo, el pecado, la muerte mencionada
en la Biblia.
CONCLUSIÓN
La Biblia no enseña sobre el fin del mundo cósmico, es decir, no dice nada acerca
de cuándo va acabarse este mundo. El fin que describe la Biblia, fue la era judaica
y su viejo pacto. Entonces, si no hay un fin del mundo, tampoco hay una
resurrección de los muertos. La resurrección mencionada en la Biblia es puramente
espiritual, porque la muerte a la que el hombre fue sentenciado en el paraíso, fue
la muerte espiritual, ya que el hombre fue creado como un ser mortal. Con
respecto a lo que ocurre con nosotros al morir, Pablo dijo: “Pues si vivimos, para el
Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o
que muramos, del Señor somos” (Rom. 14:8). Esto quiere decir, que al momento
de morir ya estamos con el Señor, así como hoy también lo estamos. Amén
_____________________
La razón por la que los sacrificios en el viejo pacto no satisficieron la necesidad del hombre de
una justicia perfecta, radicó esencialmente en la calidad de las ofrendas y en la del ofrendante. En
primer lugar, el sumo sacerdote, encargado de realizar la ceremonia de expiación por el pecado,
era él mismo un necesitado de esa expiación, lo cual debilitaba inmediatamente el efecto del acto
(Hebr.7:27). Por otro lado, la ofrenda ofrecida por el pecado eran animales, por lo tanto, no podían
quitar los pecados del pueblo (v.7). “Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los
bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no
de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre,
entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna
redención” (Heb.10:11,12). Se da cuenta, al venir Cristo, el sumo sacerdote de los bienes
venideros y ofrecerse a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad (Tit.2:14),
obtuvimos “eterna redención”. En el viejo pacto, el perdón de los pecados no dependía del pueblo
en sí, sino del acto sacrificial que se realizaba en el altar y el santuario. Un hecho importante a
destacar aquí, es que los machos cabríos para el sacrificio eran tomados de entre el pueblo (v.5),
indicando con esto que tales animales morirían como sustitutos en lugar del pueblo, lo cual era
sombra y figura del Dios encarnado, quien sería nuestro vicario perfecto en el futuro. Ahora bien, si
aquello era sombra del sacrificio perfecto de Cristo, quiere decir entonces que nuestra salvación o
el perdón de nuestros pecados, no depende de nosotros, sino de lo que hizo Cristo en la cruz por
nosotros; por lo que podemos afirmar que nuestra salvación es eterna, y que ya nadie podrá
condenarnos jamás: ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros (Rom. 8:34).
Lo que va a leer a continuación es la más grande revelación que usted haya leído jamás, y se
encuentra escondida precisamente en este último eslabón de la ceremonia levítica, cuando el
sumo sacerdote vuelve a ser visto por el pueblo después de haber expiado los pecados en el lugar
santísimo. Pero como lamentablemente la influencia de una teología futurista dominante en medio
nuestro ha sido tan fuerte, es muy probable que usted nunca lo haya notado, como ocurre con la
mayoría de los cristianos en el mundo. Ese tan sublime momento hablaba del segundo
advenimiento de nuestro Señor Jesucristo en gloria, suceso que obviamente tuvo que ocurrir
durante el primer siglo, cuando aún vivía la generación que oyó a Jesús hablar de su regreso
(Mt.24:34), y como lo dilucidaremos en el siguiente segmento.
Hebreos 9: 28 dice: “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de
muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le
esperan”
Este es el único versículo de la Biblia en donde aparece el término “segunda vez”, y que tiene
relación directa con el regreso de Cristo, lo cual significa que efectivamente Cristo debía volver o
aparecer por una segunda vez. El asunto en cuestión es determinar cuándo ocurriría tal evento. La
mayoría, como lo mencioné más atrás, cree que este magno acontecimiento aun está en el futuro,
pues se asocia la segunda venida de Cristo con el fin del mundo, haciendo una incorrecta
interpretación bíblica al unir las palabras fin y mundo en una sola frase, y en asociación con el
retorno de Jesús. La Biblia nunca asocia la segunda venida de Cristo con el “fin del mundo”, es
más, la Biblia no enseña que habrá un fin del mundo cósmico, y deseo mostrarle algunas escrituras
de donde se ha extraído esta equivocada interpretación:
Mt. 24:3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte,
diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?
En primer lugar, usted debe notar que en Mateo 24:3 los apóstoles no preguntan a Jesús
cuando sería el fin del mundo, como aparece en algunas versiones de la Biblia, y que además se
enseña en la mayoría de las iglesias evangélicas. La Biblia más usada por el pueblo evangélico
latino, es la versión Reina Valera 1960, y ésta traduce correctamente la pregunta hecha por los
discípulos: ¿… qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? La palabra usada en el original
griego para mundo en este verso es aión (Strong/ αἰών G165), y significa: edad, siglo, era, periodo
de tiempo; mientras que la palabra mundo, que denota a la tierra como planeta o al mundo con sus
habitantes es: kosmos (Strong/κόσμος G2889).
Mt. 24:14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las
naciones; y entonces vendrá el fin.
Aquí encontramos otro término para denotar mundo, y no es ni aión (siglo), ni kosmos (tierra,
planeta), sino que es oikoumene (Strong-οἰκουμένη G3625), y que en este versículo significa “tierra
habitada”, lo cual tiene mucha coherencia con el contexto del pasaje, ya que Jesús no está
pensando en la evangelización de todo el planeta en ese momento, sino en toda la tierra habitada
de esa época, y que correspondía a Europa, Asia y África; los únicos continentes conocidos y
conectados entre sí. Cuando él dice que primeramente deberá ser predicado el evangelio del reino
a toda la tierra habitada, y luego vendría el fin, se está refiriendo a un periodo de tiempo no más
largo que 40 años (una generación), tiempo suficiente para cumplir esta comisión, y que de
acuerdo con datos bíblicos se habría logrado dentro de ese plazo. Veamos algunos ejemplos:
Hch. 24:5 Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre
todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos.
Rom. 1:8 Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros,
de que vuestra fe se divulga por todo el mundo.
Col. 1:6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en
vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,
1Pe. 5:9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van
cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mt. 28:20).
Uno de los versículos más usados para confirmar la presencia de Cristo en medio de su Iglesia
hasta el fin del mundo es Mateo 28:20 (interpretado literalmente); sin embargo, en este versículo, al
igual como en Mateo 24:3, la palabra mundo es aión, es decir: siglo o edad, lo cual significaría que
Jesús no está prometiendo a sus apóstoles estar con ellos hasta el fin del mundo literal, sino
simplemente hasta el último día que dure ese periodo de tiempo, entre su ascensión al cielo y su
regreso; tiempo por lo demás, de gran persecución y el cual tendría lugar dentro de esa generación
(Mt.24:34). Debo aclarar también, que esto no significa que él no esté hoy con su Iglesia, Cristo,
quien es Dios por sobre todas las cosas (Ro.9:5), y la Iglesia, están sentados juntos en los lugares
celestiales (Ef.2:6). El punto discutido en este párrafo, es que no se tome este versículo como una
prueba bíblica de que “Cristo dijo” que él estaría con su Iglesia hasta el fin del mundo cósmico, o
dicho de otra manera, hasta el último día del planeta; ésta es una afirmación que simplemente no
aparece en los evangelios. Jesús sólo está hablando con sus apóstoles en una conversación muy
personal poco antes de volver al cielo, por lo que no debe interpretarse como una promesa hecha a
la iglesia en general. Por otro lado, esta expresión de Jesús: “he aquí yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo”, bien podría significar el fin de su manifestación como el Hijo de
Dios, entendiendo que, de acuerdo con 1Corintios 15:28, una vez que Cristo hubiese consumado
todo el propósito de Dios, y habiendo quitado de en medio todos los enemigos incluyendo la
muerte, lo cual era el pecado original, él mismo, es decir, el Hijo se sujetaría también al Padre, pero
no en el sentido de volver a ser el hijo que Dios siempre tuvo en el cielo a su lado antes de su
encarnación, sino en el sentido de que el Hijo, solo había sido una manifestación del único y
verdadero Dios, y una vez que esa manifestación cumplió plenamente su cometido, Dios vuelve a
ser el que siempre fue, el Dios único y eterno [2]. Hay un verso muy significativo en 1Tim. 3:16, y
que dice así: E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en
carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el
mundo, Recibido arriba en gloria. Observe esto nuevamente: Dios “fue” manifestado en carne,
tiempo pasado. Ese Dios manifestado en carne se llamó Jesús, lo cual significaba: Dios salva.
Pablo dice además en 2 Co.5:16, que a Cristo ya no se le puede conocer según la carne, se lo dice
a personas que pudieron haber conocido a Jesús físicamente: “y aun si a Cristo conocimos según
la carne, ya no lo conocemos así”. Aquí hay algo que la cristiandad no ha comprendido
correctamente, sino que se ha enamorado de una figura o manifestación que ya no existe como
tal.
Volviendo al versículo de 1 Timoteo, la última frase dice: Recibido arriba en gloria. Ahora bien
¿Cómo cree usted que Jesús subió al cielo? ¿Subió con el mismo cuerpo que uso en la tierra? _
Por supuesto que no; entonces dígame ¿Es correcto, que aun hoy continuemos invocando el
nombre de Jesús en nuestras oraciones para dirigirnos a Dios? ¿Cree usted que hay alguien en
estos momentos en el cielo que se llame Jesús? _ Al parecer todas estas son preguntas que nunca
nadie se ha formulado, sin embargo, a mi me parecen muy razonables e inteligentes, y que
deberían inquietarnos de alguna manera y provocarnos a una investigación más profunda en la
Biblia sobre este respecto, y no dejarnos influenciar simplemente por lo que la mayoría dice y cree.
Aunque éste no es el momento ni el capítulo para discutir este tema, sin embargo, ya que lo he
tocado quisiera decirle, aunque nuevamente me haga merecedor de su rechazo, que la doctrina de
la “trinidad” no es materia de la Biblia, sino que fue introducida por el clero católico recién en el
tercer siglo, específicamente en el año 325 d.C. durante el primer Concilio de Nicea convocado por
el emperador romano Constantino, precisamente a raíz de una agitada controversia que dividía a
los cristianos de la época en relación a la divinidad de Jesucristo[3]. Aunque el dogma de la
trinidad fue introducido dentro de la Iglesia varios siglos más tarde, es interesante notar que un
tema, aparentemente bíblico, haya tenido ya en aquella época tantos detractores, y que se
necesitaron varios concilios, y agregar nuevas opciones, como por ejemplo, poner al Espíritu Santo
en el mismo nivel de Dios y de Jesús para aceptar finalmente, por decisión más que por
convicción, el dogma de la “santa trinidad”; dogma que hoy los cristianos defienden a muerte, sin
conocer realmente cómo llegó ésta a ser introducida en el credo de la Iglesia recién después de
mucha discusión y desacuerdos en la edad media.
1Pe. 4:7 Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración.
Como puede ver, aquí no se menciona la palabra mundo, en ninguno de los conceptos griegos
que expliqué más arriba, pero sí dice que el fin de todas las cosas se acerca y, como ya sabemos,
al igual que en los casosanteriores aquí se ha mal interpretado nuevamente el sentido de la
expresión. El apóstol Pedro se está refiriendo al fin de la edad que están viviendo, al viejo pacto,
por eso dice que el fin de todas las cosas se acerca. No se refiere al fin del mundo “kosmos”, sino
al fin del presente siglo (aión) malo que están aun viviendo, pero ya en su fase final. Hay muchos
otros versículos en el Nuevo Testamento, en donde aparecen las palabras fin y mundo
simultáneamente, pero nunca asociados entre sí denotando un “fin del mundo” cósmico (universal).
He tomado solo algunos versículos como ejemplos, pero usted puede buscar en una concordancia
bíblica, todos los versículos en donde aparece la palabra fin, y se dará cuenta que todos están muy
conectados con los que he puesto más arriba.
Bien, habiendo dilucidado entonces que ha habido un error de interpretación en cuanto a lo que
era en realidad el fin de una época o el fin de un siglo denominado en la Biblia como el viejo pacto,
continuaremos analizando, por qué creo que el retorno de Jesucristo, de acuerdo con Hebreos
9:28, debió ocurrir en un periodo de tiempo relativamente cercano a la fecha que fue escrita esta
carta. En primer lugar, porque el versículo dice claramente que él debía "aparecer", no volver, por
segunda vez, para salvar a los que le esperaban. Si éste es el cuadro real y vivo de lo que
ocurría en el viejo pacto, cuando el sumo sacerdote salía o volvía del lugar santísimo después de
haber presentado la sangre como expiación por los pecados del pueblo y con esto poner fin a toda
la ceremonia de expiación, mandando al macho cabrío vivo al desierto, y llevando sobre sí las
iniquidades de todo Israel, símbolo de lo que Cristo hizo en la cruz (Is.53:6), significaría entonces
que mientras Jesús no regresa por segunda vez, el sacrificio de expiación por el pecado está
incompleto; porque dice: “para salvar a los que le esperan”, lo cual si él aun no regresa, no se
podría hablar de un sacrificio perfecto, pues, aun el hombre no ha sido salvo. Cuando se escribió
la carta a los hebreos faltaba muy poco para el año 70, el escritor cree que ya Cristo ha presentado
su sangre en el verdadero lugar santísimo que es el cielo y ha recibido la aprobación del Padre
(Heb.9:12), por lo que él expresa su certeza de que Cristo ha de volver muy pronto para manifestar
con su presencia que la redención ha sido consumada perfectamente; que ya somos salvos por la
eternidad, por su sola ofrenda, hecha una vez para siempre, y que podemos entrar confiadamente
en su santuario, porque él nos ha abierto un camino nuevo y vivo con su sacrificio (Heb.10:20). El
escritor anima y amonesta a los hermanos a no dejar de congregarse, y tanto más, les dice él,
cuando veis que aquel día se acerca (Heb.10:25). ¿A cuál día se refiere? _ Al día de la redención.
En Lucas 21 Jesús hablando de todas las calamidades que ocurrirían a Jerusalén durante su
destrucción,la cual tuvo lugar en el año 70 d/C., él pone este horrendo holocausto como señal
fundamental para su segunda venida:
Lc. 21:20-27
20
Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha
llegado.
21
Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los
que estén en los campos, no entren en ella.
22
Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23
Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran
calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.
24
Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será
hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan. 25Entonces habrá
señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a
causa del bramido del mar y de las olas; 26desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación
de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
27
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
El paralelo de este pasaje, lo encontramos también en Mateo 24, en donde después que Jesús
narra todas las atrocidades que ocurrirían a Jerusalén, en los versículos 29 y 30 dice lo siguiente:
29
E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no
dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
30
Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las
tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria.
Dice: “Inmediatamente” después de la tribulación de aquellos días, no dice dos mil años
después, sino inmediatamente después de la caída de Jerusalén; porque ese es el contexto. ¿Qué
ocurrirá? _ Aparecerá laseñal del Hijo del Hombre. Esa palabra es importante. No dice que
aparecerá Cristo en persona, sino: “la señal” del Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del
cielo. ¿Qué tiene que ver esto con la redención de la que estábamos hablando? Ah, es que Jesús
no concluyó allí su discurso de Lucas 21, sino que él continuó diciendo:
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra
redención está cerca (Lc. 21:28).
¿Se da cuenta, cómo las piezas van calzando perfectamente una a una en este complejo
rompecabezas? Volvamos a Hebreos 10 para ir terminando nuestro análisis sobre la inminente
venida de Cristo en un futuro muy cercano a ellos, según su propio escritor.
La venida de Cristo era para la iglesia del primer siglo la más grande promesa de libertad y de
triunfo en medio de tanta hostilidad y persecución. Tito 2:13 dice: “aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. Nada
podía ser más alentador y esperanzador para los hermanos de aquel tiempo, que esperar el
pronto retorno de su Señor en gloria. Por eso el escritor a los hebreos les anima con estas
palabras:
35
No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;
36
porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis
la promesa.
37
Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará (Heb. 10:35-37).
“Porque aún un poquito”, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. No entiendo cómo los
teólogos e intérpretes bíblicos no pueden apreciar o aceptar que estas sencillas palabras, son la
más grande confirmación de que Cristo era esperado por la iglesia primitiva en sus días; que para
ellos, la consumación de los siglos había llegado con la muerte de Jesucristo (Heb.9:26), y el fin
total se completó con la destrucción de Jerusalén en el año 70 d/C., y que de no haber venido, el
evangelio predicado por Jesús y posteriormente por los apóstoles hubiese sido el engaño más
grande de la historia. Pero como yo creo que sí vino, porque la Biblia así lo da a entender, y que
gracias a que él ya vino en gloria y juzgó al mundo de entonces, nosotros hoy estamos sentados
en los lugares celestiales (Ef.2:6), y podemos reinar sobre la tierra (Ap.5:10). La autoridad y
dominio que el primer hombre perdió en el paraíso, Cristo lo recuperó para nosotros con su
sacrificio y posterior regreso.
Deseo cerrar este capítulo, citando nuevamente el versículo que lo encabeza: Heb. 9:15 (NVI)
“Por eso Cristo es mediador de un nuevo pacto, para que los llamados reciban la herencia eterna
prometida, ahora que él ha muerto para liberarlos de los pecados cometidos bajo el primer
pacto”. Con la muerte de Cristo, murió también el pacto entre Dios e Israel; es decir, Dios a partir
del sacrificio de Cristo ya no tiene ningún compromiso “legal” con Israel, y del mismo modo Israel
para con Dios. El matrimonio quedó disuelto por la muerte de una de las partes, por lo tanto, queda
anulado, no existe más. La perpetuidad del pacto, no significaba que nunca habría de terminar,
sino que es perpetuo o eterno mientras éste dura o tiene vigencia. El primer pacto tenía una misión
de ser: servir de sombra para lo que vendría en el futuro, y que era el establecimiento del reino de
Dios en la tierra a través de Cristo y su iglesia, y esa era su eternidad; por tanto, cuando Cristo y
su iglesia entraron en escena, el viejo pacto terminó su cometido, perdió su vigencia y tuvo que
desaparecer. “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el
marido muere, ella queda libre de la ley del marido” (Rom. 7:2).
Ahora bien, las promesas hechas a Israel se cumplen en la Iglesia. Dios salvó al remanente fiel
de Israel en el primer siglo, el resto desapareció junto con su ciudad, su templo y su pacto. Al decir
“llamados” (Heb.9:15), se refiere a la simiente elegida, y no solamente judía, sino a todos los
escogidos en Cristo, ellos recibirían la herencia eterna prometida.
La muerte de Cristo cumplió dos objetivos supremos: el primero, fue liberar para siempre a los
que vivieron bajo la maldición del primer pacto; nosotros no estuvimos bajo ese pacto, pues, solo
fue para Israel, por tanto, nosotros no hemos sido liberados de ninguna ley o maldición. El segundo
gran objetivo, y quizás el más importante de los dos, porque involucra al mundo entero, fue morir
para expiar el pecado de Adán o pecado "original", como es mejor conocido. Esto significa que toda
la descendencia humana, desde Adán hasta Cristo, quienes vivieron bajo la maldición del pecado
de Adán, quedó completamente libre por el sacrificio de Cristo. Aunque a usted le parezca extraño,
a nosotros no nos involucra ninguna de esas dos maldiciones, puesto que nosotros nacimos
después del cumplimiento de todas las cosas. Nosotros fuimos beneficiados con el resultado final
del sacrificio de Cristo, pero no estuvimos incluidos en la causa de su muerte. Nosotros nacimos
libres, santos y perfectos y amados hijos de Dios.
El propósito de venir Jesús al mundo fue para devolver al género humano aquello que el primer
hombre perdió a causa de su desobediencia: el derecho a comer del árbol de la vida y vivir
eternamente. Ese árbol tipificaba a Cristo, la vida misma. Nosotros no vivimos la transición entre
dos pactos, ni fuimos trasladado de un reino a otro. Nacimos en lo que Pablo denominó: "los siglos
venideros" (Ef.2:7); nacimos libres de pactos, de leyes, de condiciones, libres de todo; nacimos
sentados en los lugares celestiales y no tuvimos que pasar de muerte a vida, porque nacimos
"eternos" en el sentido que Dios está en nosotros.
Jn. 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Entender la Biblia en términos de pactos es esto sencillamente: El viejo pacto fue de muerte y
condenación (2Cor.3:7, 9), pero el nuevo pacto es de vida y de justicia.
Rom. 5:17 “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida
por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.
No hay otro mensaje más importante en toda la Biblia que éste: Vida Eterna. Todos los que
vivieron desde Adán hasta Cristo, vivieron bajo pactos condicionados, y que por lo mismo,
resultaron ser "pactos de muerte"; hoy nosotros vivimos bajo una nueva ley, la ley del Espíritu de
vida que es Cristo Jesús (Ro.8:2).
1Co. 15:45 (NVI) “Así está escrito: "El primer hombre, Adán, fue hecho un ser viviente"; el último
Adán, un Espíritu que da vida”. Nosotros ya no somos descendientes del primer Adán quien era
sólo un “ser viviente”, un simple mortal; ahora nosotros somos descendientes del postrer Adán que
es Jesucristo, y su vida es hoy nuestra vida.
Rom. 8:2 (NVI) “pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del
pecado y de la muerte”.
____________________
[1] David Chilton en su libro “Días de Retribución”, un maravilloso comentario sobre el libro de Apocalipsis, al
llegar al capítulo cinco y comentar los primeros cuatro versículos, recurre a una observación hecha por un
teólogo luterano alemán: Theodor Zahn (1838-1933), quien dice que siete sellos en un documento, indica que
se trata de un testamento. Para mayor información sobre este comentario, ya que no es posible para mi
transcribirlo completa y textualmente, por razones de derechos, por favor entre a la siguiente dirección de
internet y verifíquelo:
http://verdadasd.org/retribucion5.html. Además, Juan nos dice un detalle muy importante: “estaba escrito por
dentro y por fuera”. Lo que interpretamos por libro en este versículo es la palabra griega: biblion, y puede
significar: libro, carta o pergamino (Strong). De acuerdo con la época, creemos que se trata de un pergamino,
por lo tanto, el significado de “escrito por dentro y por fuera”, se referiría a “por delante y por detrás”, igual
como fueron escritas las tablas de la ley (Ex.32:15), que era la declaración del Viejo Pacto o Testamento. Por
estas dos importantes observaciones, deducimos que el libro en la mano derecha del que estaba sentado en
el trono, era el Nuevo Pacto, y que solo uno en todo el universo de Dios era digno de abrirlo, Jesucristo.
[3] Historia Eclesiástica por Eusebio de Cesarea. Introducción, párrafo: El Concilio de Nicea, págs. 22-25,
publicado por CLIE.
Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la
resurrección de los muertos.
1Corintios 15:21
________________________
P
robablemente sea éste el mayor obstáculo que un preterista deba superar, antes de
pretender convencer a un futurista que el discurso de Jesús en el Monte de los Olivos,
tuvo su cumplimiento pleno durante la destrucción de Jerusalén en el año 70 d/C. Me
refiero a la habilidad de poder explicar clara y convincentemente, una de las doctrinas
más complejas de toda la Biblia, la resurrección de los muertos.
Mientras que por un lado la Biblia pareciera enseñar que sí habrá una resurrección
de muertos en el día final, y quien lea los versos que tratan este asunto, sacados de su
contexto, encontrará que hay suficiente evidencias para sostener que así será; sin
embargo, por otro lado uno puede entender que si Jesús ya vino por segunda vez,
entonces la resurrección ya se efectuó, porque de acuerdo con la Palabra, ésta se
manifestaría en la venida de Cristo (1Cor.15:23). Y aquí es donde radica el gran
problema de interpretación: Lo que para un preterista, el que toda la profecía se haya
cumplido en el primer siglo, tal cual como Jesús lo declaró, (Mt.24:34) resulta tan
razonable aceptar; para un futurista, sin embargo, se transforma en la principal piedra
de tropiezo, y es precisamente porque para ellos, la resurrección que enseña la Biblia,
es definitivamente física o literal, y como evidentemente (para ellos) esto no ha
sucedido aun, no pueden aceptar que la profecía sobre la segunda venida de Cristo se
haya cumplido plenamente en el pasado. Y como ya puedo imaginar que estas últimas
declaraciones traerán fuertes réplicas, quisiera invitarle mejor a que revisemos juntos
lo que la Palabra de Dios dice realmente sobre este asunto.
Uno de los textos más usados para demostrar el concepto resurrección en sentido
figurado es Ezequiel 37, el famoso pasaje del “valle de los huesos secos”. ¿Cómo se
puede entender que el pasaje está hablando en sentido figurado y no en sentido
literal? En primer lugar, se debe observar la forma en que se desarrollan los hechos, si
hay sentido común o no en lo que leemos, ver si los lugares son reales o ficticios, si los
elementos inanimados en la escena cobran algún tipo de vida o protagonismo, como
en este ejemplo del Salmo 98:8: “Los ríos batan las manos, los montes todos hagan
regocijo”. Es obvio que este versículo no está hablando en sentido literal. La Biblia está
llena de figuras retóricas como éstas, porque el idioma hebreo así se expresaba.
Inclusive el Nuevo Testamento, que fue escrito originalmente en griego, su tipo de
lenguaje proviene de alguien cuyo idioma materno es el hebreo, porque está lleno de
figuras y simbolismos muy propios del idioma semita.
Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos
dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo
destruidos.
El estado anímico y emocional de este pueblo era tal, que ellos así mismo se veían
como un montón de huesos secos, destruidos y sin esperanzas, debido a su miserable
condición de esclavos. La orden que el profeta recibe es profetizar a ese montón de
huesos:
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de
Jehová (v.4).
Esta es otra demostración del sentido figurado del texto, ya que es imposible que
un montón de huesos secos pueda oír palabra alguna. Alguien podrá insistir: “Para Dios
no hay nada imposible”, y tiene toda la razón, pero no es este el caso, porque lo que
Dios quiere mostrarle al profeta es lo que debe hablar a la casa de Israel que se
encuentra tan alicaída y desesperanzada.
Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en
vosotros, y viviréis (v.5).
Sin lugar a dudas, este clásico pasaje del valle de los huesos secos, haciendo uso de
la figura de una resurrección física, enseña sobre la restauración del pueblo judío desde
su cautiverio en Babilonia a su tierra natal. Aunque hay quienes ven en este pasaje la
restauración futura de la nación hebrea, sin embargo, tal suposición no halla lugar en la
profecía de Ezequiel.
Los judíos en el tiempo de Jesús estaban muy divididos en cuanto a este tema; unos
sostenían que había resurrección, mientras que otros la negaban. Los que estaban a
favor, tampoco tenían bien claro cómo y cuándo sería realmente este suceso. Jesús
habló en varias ocasiones sobre este punto, y con sus explicaciones echó por tierra
muchos de los conceptos equivocados que la gente tenía sobre la resurrección.
Es muy interesante observar que la idea de una resurrección física de los muertos
hacia el fin de los tiempos, no era tema en la tradición hebrea antigua. No se registra
nada sobre esto en la Torá (los cinco primeros libros de la Biblia), razón por la cual los
Saduceos no creían en la resurrección, ya que para ellos, a diferencia de los fariseos
quienes validaban, además de la ley, la tradición oral de las enseñanzas de Moisés,
solo tenía importancia el texto escrito de la ley. Tampoco fue enseñada por Jesús ni por
ninguno de sus apóstoles, al menos con la concepción que hoy tenemos de la
resurrección y el final de los tiempos. Entonces ¿De dónde viene tal doctrina? Bueno, la
idea de una resurrección física o corporal en el día final viene de muy atrás en la
historia de la humanidad. Algunos aseguran que la creencia sobre una resurrección
física es tan antigua como la historia misma. Se cree que los hebreos absorbieron esta
"creencia" durante su cautiverio en Egipto, ya que los egipcios creían en una vida en
otro mundo después de la muerte, y eso originó el embalsamiento de los cuerpos en
las pirámides. La idea de embalsamar los cuerpos de los difuntos en lugar de
quemarlos, como solían hacerlo los griegos, era por la creencia que cuando las almas
de los difuntos volvieran a sus antiguos cuerpos, los encontrasen dispuestos para
recibirla. Aunque en general los egipcios sí creían en una resurrección, sin embargo,
divergían entre ellos, en cuanto a la cuestión tiempo para que ésta se efectuara. En
Judea, los fariseos adoptaron el dogma de la resurrección mucho tiempo después que
Platón.[2]
Los fariseos era una de las tres sectas más importantes en el judaísmo, junto con
los saduceos y los esenios. Los saduceos discrepaban con los fariseos en cuanto a la
creencia de la resurrección del cuerpo. Para ellos, según el historiador Josefo, el alma
moría juntamente con el cuerpo, y es bien curioso, ya que los saduceos eran los
encargados del templo, y gran parte de los sacerdotes, incluyendo al sumo sacerdote,
pertenecían a esta secta. En los días de Jesús, era muy notoria la disputa que había
entre estos dos grupos, y cuando vinieron a Jesús para consultarle sobre cómo sería la
condición en la resurrección, mostrándole el caso de la mujer que se había casado con
siete hermanos, solo lo hicieron para probarle, y al mismo tiempo, burlarse de la
posición farisaica sobre una resurrección física o corporal al final de los tiempos
(Lc.20:27-40). La respuesta que Jesús dio a los saduceos, destruyó por completo la idea
concebida por los fariseos sobre la resurrección de los muertos. En este pasaje, Jesús
enseña claramente que no hay una resurrección corporal o física, como ellos creían, y
que en general era la creencia popular del pueblo. Por esto Marta, la hermana de
Lázaro, dijo a Jesús sobre su hermano muerto: “Yo sé que resucitará en la resurrección,
en el día postrero” (Jn.11:24), probablemente influenciada por la enseñanza de los
fariseos. Pero la respuesta de Jesús fue: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en
mí, aunque esté muerto vivirá (v.25), lo cual da a entender, que para Jesús no existe la
muerte. Jesús es la vida misma; la muerte es lo opuesto a la vida y nada tiene que ver
con él. Es lo mismo que ocurre entre la luz y la oscuridad; la oscuridad nunca hará
desaparecer la luz, en cambio, la luz sí hace desaparecer la oscuridad. Volvamos al
pasaje de Lucas 20 en donde los saduceos han hecho la pregunta a Jesús; observe lo
que él les dice en el versículo 38:“Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos,
pues para él todos viven”. «Dios no es Dios de muertos, sino de vivos». ¿Cómo se
puede entender esto? En primer lugar, sacándonos de la cabeza la idea preconcebida
de una resurrección física o corporal al final de los tiempos; y en segundo lugar, leer la
Biblia con mucha atención y poniendo sentido común en lo que leemos. Jesús no habló
en parábola en este episodio, sino literalmente, y dio a entender que Abraham, Isaac y
Jacob no esperaban una resurrección física (v.37), porque para Dios ellos no estaban
muertos, sino vivos, porque para él todos viven, lo cual podría significar que al
momento de morir el espíritu de la persona entra de inmediato a otra dimensión de
vida, una vida puramente espiritual, sin cuerpos ni espacios; semejante a los ángeles
de Dios (v.36).
Ahora bien, cuando una idea concreta sobre cierto asunto se arraiga fuertemente en
la mente de una persona, es muy difícil que ésta ceda ante la posibilidad que tal idea
no sea correcta; aunque se le muestre evidencias muy claras sobre esa posibilidad. Es
lo que pasa con el tema de la resurrección. Es una doctrina que está tan enraizada en
el corazón de los creyentes, que sacarla equivaldría tanto como cambiarles la mente
misma; sin embargo, deseo insistir en este asunto llevándoles nuevamente al pasaje
de Lucas 20, donde deseo mostrarle dos elementos, que según mi apreciación, no
concuerdan con la doctrina tradicional de la resurrección (la que usted probablemente
profesa), y me parece muy oportuno revisarlos y aclararlos de inmediato. Primero, la
doctrina tradicional enseña que habrá una resurrección física, es decir, los cuerpos de
las personas fallecidas (hablamos de creyentes), sin importar la cantidad de tiempo
que hayan estado en el sepulcro o en cualquier otro lugar, se levantarán en el último
día, con cuerpos totalmente transformados, pero manteniendo la misma fisonomía que
tuvieron en vida. Quienes creen así, recurren a pasajes como éste de Lucas 20,
específicamente en donde se hace referencia a los patriarcas con sus respectivos
nombres, y como para ellos estos personajes están muertos, concluyen entonces que
en la resurrección o mejor dicho en el cielo, las personas se conocerán. Sin embargo, la
declaración de Jesús en el verso 36 dice que, "aquellos" que resuciten o que sean
dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos (v.35), serán
iguales a los ángeles, lo cual nos indica que no existe distinción entre unos y otros, son
iguales a los ángeles de Dios; son seres espirituales, sin cuerpos físicos. Segundo, se
enseña que la resurrección es un evento universal, es decir, en aquel día "todos"
resucitarán. Pero nuevamente nos encontramos con ciertos inconvenientes para esta
interpretación. Hay otro pasaje en los evangelios en donde nuevamente Jesús cita a los
tres patriarcas, pero ahora como dando a entender que ellos estarían presentes en el
cielo (reino de los cielos) con sus mismos cuerpos que tuvieron en vida, y en presencia
de todos los hebreos (Lc.13:28). A simple vista, pareciera que la idea de la enseñanza
es justamente esa, los patriarcas serán reconocidos en el cielo, y por ende, todos los
demás. Sin embargo, al leer detenidamente todo el pasaje uno puede visualizar que el
asunto que Jesús está tratando aquí, nada tiene que ver con la resurrección general de
todos los muertos o, de la vida después de la muerte para todos, sino de un evento
particularmente relacionado con los judíos y el reino del cual él predicaba, eso explica
que se haga mención solamente de los patriarcas y los profetas, personajes
únicamente identificables para los hebreos en ese tiempo. Vale aclarar también que
todo el Nuevo Testamento, excepto unos pocos versículos, guarda relación con la
generación judía contemporánea a esos escritos, como así también, con la iglesia
cristiana del primer siglo; por lo tanto, cualquier análisis o estudio que se haga a
cualquier libro o pasaje escrito durante esa época, debe hacerse bajo ese criterio.
Volviendo nuevamente al tema. Habría que definir cuando era el día final para los
judíos o el día postrero. ¿Creían ellos en un fin del mundo literal o en el fin de la era
como pueblo de Dios? La mayo-ría creía que la resurrección se efectuaría en un día
específico, que ellos denominaban el día final. De acuerdo con la enseñanza de Jesús y
sus apóstoles, la resurrección tendría lugar en su segunda venida, la que ocurriría
cuando la generación que escuchó a Jesús hablar sobre este evento, aun estuviese con
vida (Mt.24:34). Ahora bien, ¿Cómo sería bíblicamente esa resurrección? La respuesta
va a sorprenderle de seguro, porque no es como usted había creído o imaginado.
Recién citaba las palabras de Jesús en Lc.20:38 “Dios no es Dios de muertos, sino de
vivos”, y decía que todos los santos del pasado que murieron, se reunieron
inmediatamente con Dios. ¿Cómo se explica entonces la resurrección de los muertos en
un día determinado, si ya los que murieron están con el Señor? Antes de responder
esta interesante pregunta, quiero hacer un breve comentario: “Me da la idea que los
teólogos que escribieron las doctrinas para la iglesia, primero las escribieron y luego
leyeron la Biblia”, absurdo ¿verdad? Es que no me explico, cómo es que yo puedo ver
cosas tan claras en la Biblia y ellos no las pueden ver; la verdad que me cuesta
entenderlo. Con este breve comentario en mente doy paso a la respuesta.
Lc. 23:43 “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso”.
¿Enseña este versículo de que la persona al morir va a un lugar de espera en el
cielo o “paraíso”; y que permanecerá allí, con plena consciencia, aguardando el día de
la resurrección? Al parecer no. ¿Qué quiso decirle Jesús a este hombre entonces?
Bueno, no es fácil determinarlo, pero si hacemos uso del sentido común podríamos
llegar a una muy sensata explicación; revisemos esta primera teoría. Ese día que Jesús
prometió al ladrón de su derecha estar con él en el paraíso, no pudo referirse al cielo ni
a ningún otro lugar en la esfera celeste. ¿Por qué? _ Porque Jesús después que resucitó,
no fue de inmediato al cielo. Recuerde lo que le dijo a María en el huerto
inmediatamente después de su resurrección: No me toques, porque aún no he subido a
mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi
Dios y a vuestro Dios (Jn. 20:17). Ya era el tercer día después de su muerte, y al
hombre de la cruz le dijo: “hoy estarás conmigo en el paraíso”. La pregunta es: ¿Dónde
estuvo Jesús con el ladrón ese día de su muerte? Pedro dice lo siguiente:
18
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos,
para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en
espíritu;
19
en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,
20
los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de
Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es
decir, ocho, fueron salvadas por agua (1Pe. 3:18-20).
De acuerdo con estos versículos, Jesús habría descendido al Hades o lugar de los
muertos, según se creía en el viejo pacto, y habría predicado a los espíritus
encarcelados de todos aquellos que desobedecieron al llamado de arrepentimiento que
Noé les hiciera antes del diluvio. Ahora podría surgir una nueva pregunta: ¿Por qué fue
Jesús en el espíritu a predicarles a esos espíritus encarcelados que perecieron
ahogados por las aguas del diluvio? _ Al parecer, la generación que yacía muerta
(encarcelada), desde aquella época del diluvio hasta Cristo, era un paréntesis en el
programa salvífico de Dios y que debía resolverse. Esta gente murió bajo una
condenación, un juicio de Dios, por lo que se encontraban en una prisión espiritual.
Aquí hay algo muy interesante que observar. Todos creen que los únicos que se
salvaron del juicio de Dios en aquel tiempo fue Noé y su familia, y los demás, todos
perecieron, y no solo por las aguas, sino en condenación eterna. Pero aquí se debe
entender lo siguiente: ¿De qué fueron salvados realmente Noé y su familia? _ Aunque
le cueste aceptarlo, la respuesta es que ellos sólo fueron salvos de perecer ahogados,
porque igual que los que murieron aquel día, ellos también murieron con el paso del
tiempo; por eso dice el verso 20 "salvadas por agua". Esta no era la salvación de vida
que otorgó Cristo con su muerte, sino simplemente una salvación temporal de un juicio
que Dios hiciera contra aquella generación a causa de la excesiva maldad de los
hombres, y como esta gente, al igual que Noé con su familia, también eran hijos de
Dios, Dios quiso conectarlos igual que al resto del mundo, con la muerte de Cristo. Esto
confirma nuevamente el gran amor incondicional de Dios para con la humanidad, sin
excepción de personas; "de tal manera amó Dios al mundo" (Jn.3:16). Se podría decir,
que ese día cuando Jesús descendió en espíritu al Seol, se encontró con el espíritu del
ladrón de la cruz, y junto con liberar a los espíritus que allí se encontraban
encarcelados, liberó también a este hombre, quien, al igual que los demás había
muerto bajo la maldición del primer Adán, y por lo tanto, necesitaba ser redimido.
Otra posible interpretación al paraíso que Jesús prometió al ladrón, y que yo
comparto plenamente, es que las personas salvas al momento que mueren, se reúnen
inmediatamente con el Señor (Fil.1:23). Aunque esto pareciera contradecir lo
anteriormente expuesto, de que Jesús no subió de inmediato al Padre, sin embargo,
¿cómo podría entenderse lo que dice Lucas 23:46 con respecto a las últimas palabras
de Jesús en la cruz: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu? ¿No podrían acaso,
Jesús, y el ladrón haber estado en el espíritu ese mismo día en el paraíso? _ Por
supuesto que sí; sin embargo, la aceptación de esta teoría dependerá, en buena
medida, del concepto que se tenga sobre el Paraíso, y lo que se crea con respecto a su
ubicación. Comúnmente se acepta la idea de que el cielo está arriba, es decir, sobre
nosotros, pero esto es relativo, considerando que la tierra está en constante rotación,
por lo que pensar que el cielo está arriba, sería lo mismo a decir o aceptar, que el cielo
es todo el espacio infinito que nos rodea. Efesios 4:10 dice que Cristo "subió por
encima de todos los cielos", para llenarlo todo, lo que no necesariamente significa,
subir a un lugar literal, sino más bien, se trataría de "una posición espiritual superior a
todo", según la etimología de esas palabras en el diccionario Strong. Usted debe
entender que un espíritu no pertenece al espacio físico o literal. La palabra espíritu
viene del griego "pneúma", que significa viento o aire; de ahí viene la palabra
neumático, la cual significa: objeto que funciona con aire. El aire no puede ser
amontonado o retenido en el rincón de un espacio cerrado, el aire llena todo el lugar
que lo contiene. Eso es Dios, el Espíritu que lo llena todo y en todos [3]. Cristo al
entregar su espíritu al Padre, fue para hacerse uno con él nuevamente, por eso dice,
que subió por encima de todos los cielos, y Pedro añade: "quien habiendo subido al
cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y
potestades" (1Pe.3:22). Subir al cielo, es estar por encima de todo lo natural, es
percibirlo todo, entenderlo todo. Pablo dijo: "ahora (pensando en el presente de él y de
esa generación), vemos por espejo, oscuramente; mas entonces (cuando Cristo
hubiese de manifestarse en su venida) veremos cara a cara" [4]. Yo entiendo que este
es un plato difícil de digerir, digo esto por lo contradictorio que puede resultar el tema
con relación a la información que ya teníamos almacenada sobre él, pero
lamentablemente debo decir, que esa información que habíamos procesado en nuestra
mente con respecto al cielo y el estado eterno de los espíritus, no es bíblicamente
correcta o sostenible, por lo que creo imprescindible indagar con mayor diligencia en la
Escritura sobre estas materias, para que no vivamos en ignorancia, o atados a una
teología anti bíblica.
Deseo afianzar este planteamiento que he expuesto sobre lo que ocurre con
nuestro espíritu al morir, con este último pensamiento. Sostengo que los espíritus de
quienes mueren vuelven inmediatamente a Dios, quien lo dio (Ec.12:7). Luego, dice la
Biblia, Dios, es quien todo lo llena en todo (Ef.1:23; 1Cor.15:28); lo que implica, que
Dios esté en todas partes y en todos a la vez; entonces, los espíritus que vuelven a él,
están también en todas partes, porque están con Dios, el Espíritu, que lo llena todo.
Observe con mucha atención este último versículo que quiero citar, y que se encuentra
en Hebreos 12:1, la primera parte: "Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor
nuestro tan grande nube de testigos". ¿Quiénes son esa nube de testigos, que según el
escritor, dice que estaban en derredor de ellos? _ Bueno, esa gran nube de testigos
tiene relación con los héroes de la fe del capítulo 11, y no solo ellos, sino todos los que
habían muerto hasta ese momento. El escritor a los hebreos da a entender que todos
aquellos que habían muerto, sin ver cumplidas las promesas hechas a los patriarcas en
el pasado, estaban allí presentes, observando como “mudas” nubes, lo que pasaría con
ellos, los que aun vivían. En nuestra concepción "religiosa" de Dios, siempre lo hemos
"imaginado" en algún lugar del infinito, al que hemos denominado cielo, sentado en un
imponente trono de oro desde donde rige los destinos del universo; sin embargo, la
Biblia habla de un Dios que es inmensamente grande, tan grande que él mismo
dice: "El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me
habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo?" (Is.66:1); otro versículo parecido a
este, pero declarado por el rey Salomón, cuando tenía planes de construir casa para
Dios, dice:"Mas ¿quién será capaz de edificarle casa, siendo que los cielos y los cielos
de los cielos no pueden contenerlo? ¿Quién, pues, soy yo, para que le edifique casa,
sino tan sólo para quemar incienso delante de él?" (2Cr. 2:6).
Podemos concluir entonces, que Dios está en todas partes, porque él es Espíritu, un
Espíritu que todo lo llena en todos. Por eso decía David: "¿A dónde me iré de tu
Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?" (Sal. 139:7). Es imposible huir de Dios,
sería como querer escapar del aire, ¿a dónde vamos a ir para no encontrarnos con el
aire?, el aire está en todas partes, y si éste nos faltase, en ese momento morimos; así
también es con Dios. Entonces podemos decir, que el Paraíso prometido al ladrón en la
cruz, fue entrar aquel mismo día, inmediatamente después de experimentar la muerte
física, en la dimensión espiritual de Dios, en la dimensión de lo eterno, de lo perfecto,
la del conocimiento pleno; de ahí el nombre Paraíso, el verdadero jardín del Edén en
donde Dios tuvo comunión con el hombre.
Según el Antiguo Testamento, todas las personas que morían, no importando si eran
"buenas o malas", iban igualmente al Seol, que en hebreo significa: morada de los
muertos o sepulcro común de la humanidad. Ejs.: Gn.37:35; Num.16:30-33; Sal.9:17;
16:10. Esta misma palabra en el Nuevo Testamento griego se conoce por Hades, y
tiene el mismo significado que la palabra hebrea. Para los judíos, tanto del Antiguo
Testamento como del Nuevo, el Hades representaba el lugar indefinido de todos los
que habían muerto, pero en un estado de absoluta inconsciencia e inactividad. Se
consideraba que los que morían entraban en un sueño profundo. Se lee muy a menudo
en el primer libro de reyes la expresión: "y durmió con sus padres" [6], y en el Nuevo
Testamento, tanto Pablo como Pedro, creían también que los creyentes fallecidos, sólo
dormían[7]. En consecuencia, la doctrina del estado intermedio con total conciencia,
no tiene respaldo alguno en toda la Biblia.
Otro pasaje que se utiliza mucho para defender o sostener la falsa doctrina del
estado intermedio, es Lucas 16:19-31; la parábola del rico y Lázaro. El relato dice que
ambos, después de morir, se encontraron en el Hades, incluso Abraham, también se
encontraba allí. Muchos enseñan que esta historia, narrada por Jesús, no es una
parábola, sino un hecho real del que él tenía conocimiento. Tal suposición tiene como
argumento el hecho que Jesús usara nombres propios en su narración, detalle que no
aparece en otras parábolas. Pero nada puede ser más absurdo que esta teoría. En
primer lugar, porque ésta es la última de una serie de parábolas que pronunció Jesús
entre los capítulos 14 y 16 de Lucas para ilustrar a los judíos de su tiempo, el gozo y las
bendiciones que experimentarán aquellos que sean dignos de entrar en su reino que
pronto sería instaurado, en contraste con el sufrimiento y tormento de quienes estén
excluidos de él, como sería el caso de la nación hebrea apostata. Al hacer un rápido
recorrido por todos los ejemplos que Jesús pronunció en esa ocasión, uno puede
percibir que de un modo muy discreto el tema central de su pictórico discurso, tiene
que ver con la exclusión irreversible de la nación judía a los privilegios del reino que
pronto llegaría. Tal exclusión no era simplemente por un decreto divino, sino que,
lamentablemente por la dureza de sus corazones al rechazar al Cristo, y por la
insensatez de creer que nada ni nadie podría removerlos de su posición.
Los tres personajes descritos en la historia (el rico, Lázaro y Abraham) están muertos,
pero actúan como si no lo estuviesen. Se ven completos físicamente, sienten sed,
pueden hablar, mirar, experimentar. La Biblia en el Antiguo Testamento enseña que en
el lugar a donde van los muertos no hay actividad alguna: Todo lo que te viniere a la
mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra,
ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría (Ecles. 9:10). Por otro lado, Jesús enseñó que quienes
fueran dignos de alcanzar la resurrección de entre los muertos, la que tendría lugar
dentro de aquella generación, no podrían hacer ya más ninguna actividad que hacían
cuando estaban en vida, porque serían semejantes a los ángeles de Dios (Lc.20:35 y
36), por lo tanto, en este relato no hay ningún fundamento bíblico para sostener la
falacia del estado intermedio.
En segundo lugar, y como ya expliqué, ésta es una parábola, y como tal, los personajes,
aunque aparezcan con nombres propios, e inclusive que hayan existido, en este caso,
no son más que seres imaginarios que dan vida a una historia ficticia con el fin de
ilustrar una enseñanza o lección moral.
La parábola del rico y Lázaro, se basa en la creencia popular de los hebreos que sus
muertos iban al seno o pecho del patriarca Abraham a descansar, tal lugar era el Sheol
o Hades (palabra hebrea y griega para sepulcro). Al Seol iban todos los seres que
morían, sin importar si eran buenos o malos, todos igualmente llegaban allí [8].
A continuación quisiera que revisásemos juntos el pasaje bíblico más usado para
defender la doctrina de una resurrección corporal al final de los tiempos.
a) La resurrección de Cristo
“Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es
hecho” (v.20).
Lev. 23:10, 11 “Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra
que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los
primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová,
para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá”.
Jesús resucitó de entre los muertos el mismo día que debía traerse la gavilla al
sacerdote; haciendo alusión a este ritual Pablo dice: “Primicias de los que durmieron es
hecho”. Ahora bien, ¿qué significado puede tener el que Pablo compare a Jesús
resucitado, con las primicias del ritual levítico? _ Bueno, tiene mucha significación. La
gavilla que se llevaba al sacerdote, era un símbolo de toda la cosecha, no era
necesario mostrar toda la cosecha, sino simplemente una gavilla. Cristo tuvo una
resurrección corporal, porque él era la verdadera imagen de la sombra que mostraba la
ley en dicho ritual, es decir, Cristo fue esa gavilla que se presentó ante testigos
oculares, quienes pudieron confirmar que efectivamente había resucitado, tal cual
como él lo había dicho: Hech. 1:3 “a quienes también, después de haber padecido, se
presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta
días y hablándoles acerca del reino de Dios”. Los otros muertos no resucitaron
corporalmente, sino que estuvieron incluidos en la resurrección de Cristo, por eso el
apóstol lo llama: “primicias de los que durmieron”, lo que significa, que la resurrección
de Cristo fue una resurrección representativa de todos los justos que habían muertos
desde Adán hasta ese momento. Entiendo que puede resultar difícil creer en esta
teoría, pero si leemos con razonamiento, nos daremos cuenta que esto tiene mucho
sentido, y lo voy a explicar claramente en el siguiente aspecto, “el carácter de la
resurrección”. Resumiendo entonces: La resurrección a la que Pablo se refiere en este
pasaje, no es a la de todos los hombres en un fin del mundo cósmico, sino solamente a
los que ya habían muerto, “los que durmieron”. Recuerde que “día final” en la Biblia
no se refiere al fin del mundo cósmico, sino al termino del antiguo pacto y el
establecimiento pleno del nuevo, por tanto, la resurrección corresponde como una
parte de ese programa; solo los que habían muerto hasta ese momento resucitaron, de
ahí en adelante todos los que mueren pasan de inmediato a estar con el Señor en un
estado espiritual.
b) El carácter de la Resurrección
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la
resurrección de los muertos” (v.21).
En el segundo capítulo de este libro, expliqué bíblicamente que Adán no fue creado
inmortal, por lo que la sentencia de muerte que Dios dictó sobre él en Edén, no fue la
muerte física, sino la espiritual; por tanto, la resurrección a la que Pablo hace referencia
en este versículo, no debería ser otra más que la resurrección de dicha muerte
espiritual. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán
vivificados” (v.22).
Los dos versículos expuestos en este segmento nos dan la respuesta que quedó
pendiente en el anterior. El primero, subraya la expresión: “Por un hombre”. Tanto la
muerte como la vida entraron “por un hombre”, luego el segundo versículo menciona
los nombres de estos dos “prototipos”: Adán, prototipo de muerte; Cristo, prototipo de
vida. El apóstol Pablo muestra en Romanos 5:12-21 el marcado contraste que hay entre
Adán y Cristo, enfatizando que tanto el pecado que introdujo la muerte espiritual, como
la gracia que nos otorgó la vida eterna, han procedido de un hombre:“Así que, como
por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma
manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida” (v.18).
Se puede apreciar más claramente ahora el por qué el apóstol usa la figura de “las
primicias”, al describir la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, ya que este
acto simbólico del viejo pacto expresaba gratitud a Dios por la cosecha obtenida
El tercer aspecto importante de este pasaje tiene que ver con los tiempos de esa
resurrección y su naturaleza. Veamos en primer lugar los tiempos. Pablo dice:“Pero
cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida” (v.23). Según el apóstol, la resurrección tendría dos etapas; una ya se había
ejecutado en la resurrección de Cristo, a quien señala como "las primicias". Como ya
vimos en el primer aspecto, la resurrección de Cristo fue el cumplimiento a la
ceremonia levítica de presentar ante el sacerdote una gavilla como primicia por los
primeros frutos de la cosecha. Pablo dice en Efesios 2:6 que Dios nos resucitó
juntamente con Cristo; lo que se entiende perfectamente como una resurrección
espiritual. Cuando Cristo resucitó, todos resucitamos, es lo que quiere decir el apóstol.
Ahora bien, el verso 23 no se queda solo en la resurrección de Cristo, sino que habla de
una segunda etapa: "luego los que son de Cristo, en su venida". La pregunta es:
¿Quiénes son éstos y de qué forma resucitan? Bueno, Pablo dice claramente que éstos
son seguidores de Cristo, y que el tiempo para su resurrección, será en su venida, lo
cual significa, que para el momento en que Pablo escribe esta carta, ninguno de éstos
seguidores había resucitado aun, y si esa venida aquí mencionada corresponde a lo
que conocemos como "su segunda aparición" (Heb.9:28), y que de acuerdo con mi
comprensión de este evento, éste tuvo lugar en el año 70, lo cual quiere decir
entonces, que los que eran de Cristo, y que corresponde a todos los seguidores de
Cristo del primer siglo, habrían resucitado en aquella época. Ahora nos tocaría dilucidar
cuál fue la naturaleza de esa resurrección, porque creamos o no, de acuerdo a un
estudio basado en el principio de la razón y sentido común en la interpretación de la
Escritura, la resurrección debió tener lugar en el primer siglo, durante la segunda
aparición de Cristo cuando vino en juicio sobre Jerusalén en el año 70.
"El primer hombre era del polvo de la tierra; el segundo hombre, del cielo" (1Co. 15:47-
NVI)
Adán poseía también esa naturaleza eterna en su espíritu (no en su carne), pero
murió o se durmió a causa de la transgresión; de manera entonces, que lo que Dios
hizo por medio de Cristo, el espíritu vivificante, fue sacar a la luz esa vida escondida
que había en el hombre mortal y volverlo a su estado original.
"pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el
cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio" (2Ti. 1:10).
Es muy importante poder distinguir a qué muerte se refiere Pablo en este verso. Si
este versículo hablara en realidad de la muerte física ¿cómo es que aun la gente sigue
muriendo? Dice muy claramente que quitó la muerte, no que la quitará, lo cual implica,
que ya esa muerte no existe más, pues, él la quitó. Una traducción literal de la palabra
"quitó" (katargéo) del idioma griego es: "dejó sin efecto, anuló". Y luego añade, sacó a
luz la vida y la inmortalidad, en otras palabras, hizo resplandecer la vida eterna en el
hombre. Pero esto tiene un significado mucho más profundo aun. Esa vida eterna
consistía en el conocimiento que el hombre adquirió de Dios por medio del evangelio
de Cristo. Recuerde las palabras de Jesús en Juan 17:3 "Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" . Antes de
Cristo, el hombre no conocía a Dios, porque no tenía acceso al árbol de la vida que era
Cristo. Israel nunca llegó a conocer verdaderamente a Dios, solo conoció sus obras. Es
muy interesante lo que dice Pablo en 1Co.2:16 con respecto al conocimiento que antes
había sobre Dios y el conocimiento que ahora ellos, como cristianos, habían
alcanzado: "Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas
nosotros tenemos la mente de Cristo". Tener la mente de Cristo implica conocer aun lo
profundo de Dios (1Co.2:10), aquello que antes estuvo oculto, pero que por medio de
Cristo nos fue manifestado.
Algo que no debe confundirse o mezclarse nunca, es la eternidad espiritual que Dios
puso en el hombre el día de su creación (Ec.3:11), con su transitoriedad por la vida
natural o física en un cuerpo de carne y sangre (Sal.90:10). Cuando hablamos de un ser
mortal, no nos referimos a su esencia espiritual, ya que esa es eterna, al igual que su
creador y Padre, sino mas bien, nos referimos a su estructura natural, esa morada
terrestre (2Co.5:1) en la que habita temporalmente el espíritu que ha salido de Dios, y
que una vez que el hombre ha cumplido con su cometido en esta vida, sale de él y
vuelve nuevamente a Dios que lo dio, y nunca más volverá a ese cuerpo que alguna
vez ocupó. Para que el hombre hubiese sido un ser inmortal, su naturaleza debía haber
sido espiritual, semejante a los ángeles. Sin embargo, no fue así, su naturaleza era
física, es decir, un cuerpo creado apropiadamente para vivir en la tierra y por un
tiempo limitado. Y fue justamente por esta razón que Dios dijo al hombre en el
huerto: "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque
de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Gn.3:19). Observe que la
maldición no cayó sobre el hombre, sino sobre la tierra, en el sentido que ésta debería
producir espinos y cardos, en lugar de hierba pura, por lo que el trabajo del hombre
sería arduo y fatigoso hasta que volviese nuevamente a la tierra de donde había sido
formado.
[1] Eventos del Porvenir, cap.XXIII, punto IV- La resurrección de Israel, pág. 312 último párrafo.
Publicado por Edit. Vida.
http://www.filosofia.org/enc/v ol/e06099.htm
[6] Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad (1R.2:10); Y durmió Salomón
con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David; y reinó en su lugar Roboam su
hijo (1R.11:43); Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de
David. El nombre de su madre fue Naama, amonita. Y reinó en su lugar Abiam su hijo (1R.14:31);
etc.
[7] Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron (1Co. 15:18) ; Porque si creemos
que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él (1Tes.
4:14); y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los
padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación
(2Pe.3:4).
MANUAL DE ESCATOLOGÍA
________________________________________________
Eduardo Mondaca
El presente estudio está hecho con el propósito de ayudar a los que aman el
estudio de las profecías bíblicas, no tanto para influenciarlos a que tomen mi
posición teológica sobre esta doctrina, sino más bien, para orientarlos con algunas
informaciones y enseñanzas que difícilmente se imparten en las Escuelas Bíblicas o
Seminarios Teológicos, menos aun desde un púlpito de Iglesia. Por lo que estoy
convencido, de acuerdo con mis investigaciones, que una gran mayoría de
cristianos es partidario de una corriente escatológica específica, más que nada,
porque ese ha sido el método doctrinario que encontró en su iglesia desde el
momento que llegó a ella. El sistema doctrinario más popular y aceptado por los
cristianos en el mundo es el Dispensacionalismo; pero me atrevería también a
creer, que un número muy elevado de creyentes no tiene ni la menor idea de que
pertenece a este mencionado sistema doctrinal; no conoce su historia, sus raíces
teológicas, ni los graves errores doctrinales que ha desarrollado a través de los
años, por lo que creo de suma importancia dar a conocer por todos los medios
posibles y disponibles, la verdad acerca de nuestras raíces doctrinarias,
especialmente en el área de la escatología. Aquí encontrará una breve reseña
sobre cada una de las tres escuelas principales de interpretación de la Escatología
bíblica; Las doctrinas de cada una irán siendo analizadas inmediatamente a la luz
de la Palabra de Dios. Es mi deseo que este Manual sea de gran ayuda para
quienes están realmente interesados en conocer el verdadero significado que tiene
el mensaje profético de la Biblia.
Existen tres Escuelas distintas de interpretación para esta doctrina; cada una de
ellas tiene además sus propias subdivisiones, lo que la convierte en una de las
ramas teológicas más complejas de estudiar, y que por lo mismo, se hace
necesario y recomendable que su estudio se haga con mucho criterio y sentido
común, aplicando cuidadosamente las reglas elementales de la hermenéutica
bíblica para así obtener el más optimo resultado posible en el trabajo de
interpretar las Escrituras.
Las diferentes posiciones teológicas que encontramos entre los intérpretes de las
profecías bíblicas, bien pueden clasificarse en dos divisiones principales:
Escatología Futurista
Escatología Preterista
Dentro de estas dos divisiones principales encajan las tres escuelas de
interpretación bíblica más conocidas: Dispensacionalismo pre-milenarista;
Amilenarismo y Preterismo. Cada una de estas corrientes tiene una perspectiva
diferente respecto al advenimiento del reino de Dios y la segunda venida de Cristo.
Escatología Futurista
Es aquella posición teológica que ve casi la totalidad de las profecías bíblicas aun
sin cumplirse, aunque acepta que una parte de ella se cumplió parcialmente en el
primer siglo, cree que la plenitud de su cumplimiento está aun en el futuro, en la
segunda venida de Cristo y el fin del mundo cósmico.
Las escuelas de interpretación que entran en esta sección son: El
dispensacionalimo Pre-milenarista y el Amilenarismo.
Dispensacionalismo pre-milenarista
Esta escuela de interpretación tuvo su origen en las primeras décadas del siglo
XIX, aunque sus defensores discrepan sobre este respecto, argumentando que esta
forma de interpretar las Escrituras data desde los días de la Iglesia apostólica en el
primer siglo, pero que con el tiempo fue perdiendo importancia y cambiada por
otros modos de interpretación; sin embargo volvió con mucha fuerza hace dos
siglos, para reivindicarse como el método más exacto de interpretar las profecías
bíblicas. El dispensacionalismo es el sistema de interpretación más popular y
aceptado dentro de la Iglesia evangélica / protestante. Este método establece que
las profecías deben interpretarse de un modo literal y natural, tal cual como se lee
en la Biblia; es decir, si la Biblia dice que: “las estrellas caerán del cielo”
(Mt.24:24), de acuerdo con este método, no se podría pensar en otra cosa más que
aquello que está escrito.
Principales defensores:
Hal Linsey
Tim Lahaye
Jack van Impe
John Walvoord
John Hagee
Billy Graham
Grant Jeffrey
El principio de esta doctrina nos remonta al año 1830 en el mes de abril, en Port
Glasgow Escocia, donde una jovencita de 15 años de nombre Margaret McDonald,
recibió una “revelación” o sueño en donde veía que el fin del mundo tenía lugar.
Gente de todas las naciones eran elevadas al cielo, mientras que el resto quedaba
en la tierra para experimentar el horror de la gran tribulación, donde el principal
protagonista era el “anticristo”. Este tiempo de tribulación tenía una duración de
siete años, los que concluían con el regreso visible de Cristo, quien venía
acompañado de los santos, antes arrebatados al cielo. A partir de esta visión
(como para pensar) por primera vez después de casi dos mil años, se consideró la
venida de Cristo en dos etapas: Una venida invisible por los santos en el “rapto”, y
una segunda venida visible con los santos. Un sólo testigo, un amigo de la familia
llamado R. Norton tomó nota de la llamada “visión.
Tener hoy a nuestro alcance estos documentos, se debe a varios investigadores
pero muy especialmente a David McPherson, quien con cuyo hallazgo nos ha dado
prueba del verdadero origen, no sólo de esta teoría del rapto, sino del
dispensacionalismo como doctrina.
El personaje que le dio vida a esta “visión” fue John Nelson Darby, fundador de la
agrupación de “Los Hermanos de Plymouth“
John Nelson Darby nació en Londres en 1800, en el seno de una acomodada familia
irlandesa. Después de unos brillantes estudios en la Universidad de Dublín
renunció a la carrera de abogado, para consagrarse al servicio de Dios. Fue
ordenado sacerdote de la Iglesia Anglicana en 1826, y empezó su ministerio en una
pobre y ruda comarca de Irlanda.
Durante varias décadas Darby viajó por toda Europa y por América extendiendo
sus muy personales ideas sobre los últimos tiempos. Aun disgustado con su
recibimiento en América, alcanzó allí reconocimiento póstumo cuando uno de sus
discípulos, Cyrus I. Scofield, publicó la Biblia de Referencia de Scofield en 1909.
Basado en las notas y enseñanzas dispensacionales de Darby. Scofield mostraba
cuadros y notas a pie de página, en las que explicaba científicamente las profecías
bíblicas. En pocas décadas había vendido unos diez millones de ejemplares,
convirtiéndose en el libro fundamentalista americano más influyente de todos los
tiempos.
Esta doctrina enseña que Dios tiene dos pueblos: Israel como Su pueblo escogido,
y la Iglesia, como un pueblo aparte. Los dispensacionalistas enseñan que Dios no
ha terminado su trato con Israel, y que la iglesia es solo un paréntesis, en el plan
eterno de Dios con Su pueblo escogido.
En primer lugar, Dios no tiene dos pueblos. Pablo hablando de los judíos y
gentiles dice esto en Efesios 2:14 “Porque él es nuestra paz, que de ambos
pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”,
Dios sí terminó su trato con Israel como pueblo. Jesús maldijo una higuera
porque no tenía fruto, y le dijo: Mateo 21:19b “Nunca jamás nazca de ti fruto.
Y luego se secó la higuera”.
Esa higuera simbolizaba a Israel, porque luego en el mismo capítulo Jesús
dice lo siguiente sobre este pueblo: 43 “Por tanto os digo, que el reino de Dios
será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él”.
La Iglesia ya se mencionaba en el A.T. pero fue un misterio hasta el tiempo
de Pablo. Ef. 3:5-6 “misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a
los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y
profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del
mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del
evangelio”.
El pueblo escogido de Dios es la Iglesia. 1Pedro 2:9-10 “Mas vosotros sois
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois
pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero
ahora habéis alcanzado misericordia”.
II. Un rapto pretribulacional
Los dispensacionalistas enseñan que La Venida de Cristo está divida en dos partes:
primero el rapto, y siete años después la segunda venida visible. Los siete años
entre las dos venidas encuentran fundamento en Daniel 9:24-27, en donde se
habla de las 70 semanas, y que según ellos, se habrían cumplido ya 69 semanas, y
solo estaría faltando la número 70, y que sería justamente la que tendría lugar en
el periodo comprendido entre el rapto y la segunda venida (obviamente se
considera una semana profética, y que corresponde a siete años). Esta es fantasía
pura, sin ningún fundamento sólido en Las Escrituras. Aceptando la idea de que
Mt.24, hable de la “esperada segunda venida”, habría una gran contradicción con
la doctrina dispensacionalista, ya que en Mt.24:29-31 dice:
Claro que aquí ellos tienen una respuesta de tapadita, y es que los escogidos del
versículo 31 no corresponden a la iglesia sino a los judíos que se salvarán durante
la “gran tribulación”. En mi Biblia yo encuentro muchas referencias a los escogidos,
y en especial en el Nuevo Testamento, y siempre se refiere a la Iglesia. Ejs.:
Lc.18:7; Rom.8:33; Col.3:12; 2Tim.2:10; 2Tes.2:13; 1P.2:9. Por otro lado, se supone
que durante la tribulación (periodo de siete años), reinará el anticristo, pero
veamos lo que dice Pablo:
2Tes. 2:3 “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes
venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”,
Pre-milenarismo:
G138 αἱρέομαι jairéomai; prob. afín a G142; tomar para uno mismo, i.e. preferir:-
escoger. Algunas de las formas son prestadas de un cognado ἕλλομαι jélomai; que
es de otra manera obsoleto.
G142 αἴρω aíro; verbo prim., elevar, alzar; por impl. cargar o llevar cargando; fig.
alzar (la voz), mantener en suspenso (la mente), espec. izar velas (i.e. levar
anclas); por heb. [comp. H5375] expiar el pecado:-alzar, cargar, levantar, levar
ancla, llevar, ¡muera!, quitar, recoger, sostener, subir, tirar, tomar.
Estas tres palabras están entrelazadas entre sí. El concepto arrebatar significa
también tomar para uno mismo, y hasta sugiere la idea de expiar el pecado. ¿No es
sorprendente? Pareciera que el apóstol no está hablando del fin del mundo, sino de
un evento que tendría lugar en un futuro muy cercano a él. Si 1 Tesalonicenses
4:17 habla efectivamente de un “rapto” y una “resurrección”, tales eventos
debieron cumplirse en el futuro próximo al apóstol. Para él, tanto el arrebatamiento
como la resurrección eran eventos que conformaban el programa de la venida de
Cristo, suceso que él esperaba posiblemente ver, ya que de acuerdo con lo que
Jesús había dicho: “no pasaría esa generación hasta que todo esto aconteciese”
(Mt.24:34), él creía estar vivo para entonces, por eso escribe a estos hermanos:
“nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron” (1Tes.4:15).
Para confirmar aun mejor lo antes dicho, quiero que lea muy cuidadosamente el
siguiente pasaje de Las Escrituras en Lucas 21. Es Jesús quien dice lo siguiente,
refiriéndose a un futuro muy próximo.
5 Algunos de los seguidores estaban hablando acerca de los edificios del área del
templo, y decían: -¡Miren qué piedras tan hermosas y las ofrendas que lo adornan!
6 Pero Jesús dijo: -Llegará la hora en que todo lo que ven aquí será destruido. No
quedará piedra sobre piedra, todo se vendrá abajo.
7 Algunos de los seguidores le preguntaron a Jesús: -Maestro, ¿cuándo sucederá
todo eso? ¿Cómo podremos saber que está a punto de ocurrir?
8 Jesús dijo: -Tengan cuidado. No permitan que nadie los engañe. Les digo esto
porque muchos vendrán en mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Cristo’ y ‘Ha llegado la
hora’, pero no los sigan.
9 No tengan miedo cuando oigan sobre guerras y rebeliones. Todo eso tiene que
pasar primero, pero el fin no vendrá hasta después.
10 Jesús también les dijo: “Peleará nación contra nación y reino contra reino.
11 Habrá grandes terremotos, y en algunos lugares habrá épocas de hambre y
enfermedades. Pasarán cosas horribles y vendrán señales milagrosas del cielo.
12 “Pero antes de que pase todo eso, la gente los tomará a ustedes como
prisioneros y los perseguirán. Los juzgarán en las sinagogas y los meterán a la
cárcel. Serán obligados a presentarse ante reyes y gobernadores. Les harán todo
esto por ser ustedes mis seguidores.
13 Pero esto les dará oportunidad de hablarles acerca de mí.
14 Tengan confianza de que no tienen que pensar en lo que van a decir.
15 Porque yo les daré palabras de sabiduría a las que ninguno de sus enemigos
podrá oponerse ni contradecir.
16 Hasta sus padres, hermanos, familiares y amigos estarán en su contra y
matarán a algunos de ustedes.
17 Todos los odiarán por ser ustedes mis seguidores.
18 Pero en realidad no les tocarán ni un solo cabello de la cabeza.
19 Ustedes se salvarán si se mantienen firmes en su fe a pesar de todo esto.
20 “Ustedes verán soldados alrededor de Jerusalén y entonces sabrán que pronto
será destruida.
21 En ese tiempo, los que estén en Judea deberán escapar hacia las montañas. Los
que estén en Jerusalén deberán irse rápidamente y los que estén en el campo no
deberán entrar a la ciudad.
22 Estos son los días en que Dios traerá castigo para cumplir todo lo que los
profetas habían escrito.
23 Ese tiempo será terrible para las mujeres que estén esperando bebé o que
estén amamantando. Será un tiempo de desastres en la tierra. Dios mostrará su ira
contra este pueblo.
24 Los soldados matarán a algunos de ellos. A otros los tomarán como prisioneros
y se los llevarán a otros países. Los que no son judíos aplastarán la ciudad de
Jerusalén hasta que se cumpla su tiempo.
25 “Pasarán cosas fuera de lo común con el sol, la luna y las estrellas, que servirán
como señales. En la tierra la gente estará confusa y afligida por el fuerte rugido de
la marea.
26 La gente tendrá tanto miedo que se desmayará por lo que pasa en el mundo,
pues aun los astros temblarán.
27 Entonces la gente verá al Hijo del hombre que vendrá en una nube con poder y
gran gloria.
28 Cuando todo esto comience a suceder, levántense, miren hacia arriba y
alégrense. No se preocupen, porque ya saben que está muy cerca la hora en que
Dios los liberará”.
29 Entonces les contó una historia: “Miren los árboles. La higuera es un buen
ejemplo.
30 Cuando brotan las hojas, saben que el verano está cerca.
31 Así también, cuando vean suceder todo esto, sabrán que el reino de Dios está
cerca.
32 “Les digo la verdad: cuando todo esto ocurra, todavía estará viviendo gente de
esta época.
33 El cielo y la tierra no durarán para siempre, pero mis palabras sí.
¿Qué le pareció? ¿Vio algo que antes no había visto? ¿De qué está hablando Jesús
realmente? Bueno, analicemos por parte.
Jesús es consultado sobre qué señales deberían verse antes de lo que él acababa
de predecir, la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén. Todo lo que
Jesús dice a continuación tiene que ver con lo que deberá suceder en los próximos
años, antes de la destrucción total de Jerusalén y de su templo. El pasaje se podría
dividir en tres partes:
“Les digo la verdad: cuando todo esto ocurra, todavía estará viviendo gente de
esta época”.
Cuando Jesús estaba ante el Sumo Sacerdote Caifás, le dijo estas palabras:
Mt. 26:64 “Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis
al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes
del cielo”.
Siempre me llamó la atención de que en varios lugares del Nuevo Testamento,
cada vez que se hace alusión a la venida de Cristo, se habla que es muy luego,
muy pronto.
Fil. 4:5 “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está
cerca”.
Ap. 1:3 “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y
guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Ap. 22:10 “Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el
tiempo está cerca”.
Ap.1:1 “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos
las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel
a su siervo Juan”,
Ap. 3:11 “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu
corona”.
Ap. 22:7 ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la
profecía de este libro.
1Pe 4:7 “Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en
oración”.
Heb 10:25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
Por los versículos aquí presentados, creo que hay razón contundente para pensar
de que ellos, los escritores del N.T. estaban hablando de algo que debería ocurrir
muy pronto, y reconsiderando lo que Jesús dijo con respecto a la generación que
vería el tiempo del fin, creo firmemente que se refería a la destrucción de Jerusalén
en el año 70 d/C, por el general romano, Tito. Jesús dijo que con la destrucción de
Jerusalén (Lc.21:20-22) se cumpliría todo lo que fue dicho por los profetas.
MANUAL DE ESCATOLOGÍA
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Amilenarismo
Eduardo Mondaca
Origen de la doctrina
20 Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de
Dios ha llegado a vosotros. 21 Cuando el hombre fuerte armado guarda su
palacio, en paz está lo que posee. 22 Pero cuando viene otro más fuerte que él y
le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.
Este versículo es mucho más claro con respecto al papel que desarrollaba el diablo
bajo el viejo pacto. Un príncipe en su palacio guardando todo lo que posee; pero
vino uno más fuerte que él (Cristo), y lo despojó, y quitó sus pertenencias, y
repartió el botín. Esta interpretación me parecía muy acertada por aquel entonces,
y la sostendría aun, de no ser que, los amilenaristas creen que Satanás continúa
aun atado (espiritualmente), y lo seguirá estando hasta poco antes de la segunda
venida de Cristo. Ellos creen que la atadura espiritual de Satanás durante este
tiempo, tiene por finalidad que este no pueda ejercer ningún poder en contra de la
Iglesia a fin de que ésta logre sin grandes dificultades su misión de predicar el
evangelio en todo el mundo para testimonio a todas las naciones. Cuando los mil
años del reinado de Cristo sobre la iglesia se cumplan, Satanás será suelto de su
prisión, y se le dará nuevamente poder para pelear contra los santos (la iglesia) y
vencerlos. Al final de esto, Cristo volverá en las nubes, levantará a su Iglesia hacia
él, y destruirá al diablo y todos sus seguidores; de esta manera pondrá fin a toda la
vida natural sobre la actual tierra y de ahí en adelante continuará el reino eterno
de Cristo, en los cielos nuevos y tierra nueva de Apocalipsis 21.
Según esta interpretación, se cree también que todas las promesas hechas a Israel
en el Antiguo Testamento, se cumplen hoy en la Iglesia, la cual es el Israel de Dios
(Gal.6:16). Se le ha llamado a esto por sus adversarios: “Escatología de remplazo”,
por el hecho de creer que la Iglesia ha tomado hoy el lugar de Israel. Sin embargo,
la postura de los amilenaristas no es precisamente esta de tomar el lugar de otro,
sino más bien, continuar en la formación del hombre nuevo y perfecto según
Cristo, a través de la unión entre el pueblo de Dios (Israel) y los gentiles (la
Iglesia); y que por medio de la sangre de Jesucristo quien derribo la pared
intermedia, formar un solo cuerpo, una sola familia, y que es llamada la Iglesia de
Dios. Para los amilenaristas Israel y la Iglesia constituyen un solo y único pueblo;
a diferencia de los premilenaristas quienes creen que para Dios, estos conforman
dos pueblos diferentes.
Post-milenarismo
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Proverbios 13:12
Introducción
Para entender cómo esto puede ser posible, hay cuatro verdades Bíblicas muy
importantes que deben establecerse:
Primero, que los años que transcurrieron desde la cruz hasta la desolación de
Jerusalén en el año 70 d. C., fueron los “últimos días”;
Tercero, que el Pacto Viejo todavía estaba en vigor hasta el tiempo de la “parusía”;
y
Pedro especifica el rango de este periodo, normalmente llamado “los últimos días,”
en su sermón de Hechos 2:16-21. Él declara que, en cumplimiento de la profecía
de Joel, ellos estaban en “los últimos días,” y qué verían las varias manifestaciones
carismáticas (lenguas, visiones, profecía, señales), hasta “el día del señor” (v.20),
tiempo en que cesarían estas manifestaciones. Sabemos por otras numerosas
Escrituras que el “día del Señor” se cumplió con la destrucción de Jerusalén,
durante esa misma generación (Lucas 21:20-22,32). De hecho, el periodo de los 40
años desde la cruz hasta “el día del Señor” era perfecta y precisamente
simbolizado por los 40 años de vagar por el desierto, que fue la preparación para la
entrada de Israel a la tierra de descanso.
Noten que la principal distinción entre Escatología Realizada y todos los otros
sistemas de doctrina escatológica, con respecto a “los últimos días,” es la posición
de que el retorno de Cristo iba a ocurrir al final de la edad del Viejo Pacto, y no al
extremo opuesto de la edad del Nuevo Pacto. Que las iglesias del periodo
apostólico estaban viviendo en el “los últimos días ” de la edad, con gran
expectativa por la cercanía de los eventos, es evidente en los siguientes versículos:
El eslabón entre los últimos días y estos eventos relacionados, puede verse en los
pasajes siguientes. Estos versículos se presentan aquí para ilustrar la profundidad
y anchura de los pasajes que se enfocan en los eventos inminentes, directamente
relacionados al cronómetro de “los últimos días,” y la venida de Cristo:
El Juicio
El gran juicio era un evento inminente, directamente relacionado con el tiempo de
aquella generación. El juicio que se declaró era físico, así como era a la vez
espiritual, y la mayoría de los comentaristas concuerdan en esto:
La escritura habla del “tiempo del fin”, en lugar del “fin del tiempo”. De hecho, en
ninguna parte de la Biblia se trata del tema de la escatología cosmológica. Los
pasajes que son considerados como tales, típicamente se refieren a la Escatología
del Pacto Antiguo (el ejemplo primordial de esto es II Pedro 3, donde se escribe
respecto a los elementos de la ley Mosaica). Lo mismo se puede decir de las
referencias al “fin del mundo”. La palabra traducida “mundo” (aión), quiere decir
más bien “edad”, o “un periodo de tiempo.” Desde luego entonces, el fin de la
edad (del Viejo Pacto) es lo que entendemos que esperaban en forma tan
inminente:
El cambio de los antiguos cielos y tierra, a los nuevos cielos y tierra, se relaciona al
cambio del Viejo Pacto al Nuevo. Esto es el mundo que estaba concluyendo. En
esto los hombres más eminentes, como Spurgeon, Owen, Locke, y Edwards, están
de acuerdo. Esto, según Hebreos 9:1-10, tomaría lugar cuando el segundo templo
judío fuera destruido. Los pasajes siguientes muestran la proximidad del temblor
de las potencias de los cielos:
Entonces el siguiente punto es que el Viejo Pacto no había sido abolido todavía,
cuando se escribió el Nuevo Testamento. Mientras quedaba el templo, y los
sacrificios fueran ofrecidos continuamente, el plan de redención estaba incompleto.
El propio Cristo declaró que Su victoria en la cruz no estaba terminada aún, y sólo
encontraría su cumplimiento en el juicio (Mat. 12:20; Rom. 2:5-8; 9:22-23; II Tes..
1:7-10; I Cor. 15:54-57); por lo tanto el cumplimiento de la redención debía ocurrir
después de la cruz, y del Pentecostés.
Además, Cristo declaró que ni una letra o tilde pasarían de la ley, mientras que el
cielo y tierra aun permanecieran (Mat. 5:17-18). Esto es una muestra de la
continuidad de la estructura de Viejo Pacto, hasta que el Nuevo Pacto se
estableciera en el momento del retorno de Cristo.
Como veremos ahora, la segunda venida de Cristo se coloca al final de la edad del
Viejo Pacto (Mat. 13:39), con el propósito de introducir “los nuevos cielos y tierra”
del Nuevo Pacto (Lucas 21:26 – 28; Heb. 12:25-28), por el hecho de “recoger el
trigo (los salvos) al granero” (Mat.. 13:30), también por “limpiar su era” (Mat..
3:12) y “quemar la paja (los malos) con fuego inextinguible” (Mat. 3:12; 13:30). Sin
embargo, hasta ese tiempo, el Viejo Pacto estaba todavía en su lugar. Los
versículos siguientes ilustrarán esto, a través del marco de tiempo de
declaraciones Escriturales, así como también en las prácticas de la iglesia del
Nuevo Testamento (observando prácticas del Viejo Pacto todavía).
Un punto importante que contemplar ahora, es que, si “los cielos y tierra” del Viejo
Pacto aún no han desaparecido (Heb. 8:13), entonces nosotros somos responsables
de guardar cada letra y tilde de la ley:
“…para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que vengan tiempos de
refrigerio de la presencia del Señor, y Él envíe a Jesús….a quien el cielo debe
recibir hasta el día de la restauración de todas las cosas acerca de lo cual Dios
habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos (Hech.3:19-21)
otros versos adicionales que confirman de que Dios ya había hablado en el pasado
por los profetas (Apoc. 10:7; Lc.21:22, 32).
“Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos volverán a vivir.
Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, cuando él venga,
los que le pertenecen.”
Lo que está claro, utilizando el ejemplo de Hebreos 11:39,40, es que a los santos
del Antiguo Testamento no les fue dada la prometida herencia de vida eterna, en el
momento de la Cruz:
Esto es consistente con el número de versículos (que estamos a punto de ver), que
declaran que la herencia todavía se esperaba formalmente DESPUÉS DE la cruz, y
Pentecostés. Esto es consistente con el símbolo del Antiguo Testamento del sumo
sacerdote que entra al Lugar Santísimo, y al salir de nuevo, declara la suficiencia
de la ofrenda, y la restauración del pueblo. Así nuestro sumo sacerdote se presentó
ante el Padre, y volvió otra vez para traer salvación. Para responder a los que dicen
que esto fue cumplido en la resurrección, contesto que ellos contradicen la
declaración clara de Escritura, en el libro de Hebreos:
“…tenemos tal sumo sacerdote, aquel que se sentó a la derecha del trono de la
Majestad en el cielo…
“En efecto, Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple
copia del verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante
Dios en favor nuestro…
“…Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos;
y aparecerá por segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer
salvación a quienes lo esperan”.
Incluido en la siguiente lista están los versículos que claramente muestran que los
elegidos de los tiempos del Antiguo Testamentario también estaban esperando la
recepción de las promesas. Esto es de enorme significado, porque se supone que
ellos, de todas las personas, recibieron la entrada al reino en el momento de la
cruz.
Apéndice I
El testimonio de varios historiadores sobre el asunto de haber visto a Cristo venir
literalmente en las nubes del cielo
“En el cielo apareció una visión de ejércitos en conflicto, reluciendo armadura. Una
súbita luz de rayo de las nubes encendía el Templo. Las puertas del lugar santo se
abrieron abruptamente, y una voz sobrehumana fue oída declarar que los dioses
estaban dejándolo, y en el mismo momento vino el sonido del tumulto
apresurándose salir” (Historias, v. 13).
“Porque antes de la puesta del sol se veían en el aire carros y tropas armadas por
toda la región, rodando por las nubes y rodeando las ciudades” (Eusebio, Historia
Eclesiástica, Libro 3, Capítulo 8).
Escatología Dispensacionalista
TEMA I
ORÍGENES DE LA ESCATOLOGIA DISPENSACIONALISTA
1. Margaret McDonald
2. John Darby
En el presente estudio nos servimos del libro de McPherson, con quien hemos
mantenido además una interesante correspondencia sobre el tema. No obstante,
hemos querido ampliar la perspectiva de nuestro trabajo remontándonos a la
prehistoria del Movimiento (o Movimientos) que dio lugar, en el transcurso del
tiempo, a lo que hoy se conoce como las características de la interpretación
profética dispensacional.
5. ¿Tiene el dispensacionalismo una especie de prehistoria?
Aunque fue Margaret McDonald quien por primera vez anunció una segunda venida
partida en dos, en medio de la cual situó, también por primera vez, el
arrebatamiento de algunos creyentes, como resultado de sus `visiones´ y
`revelaciones´ particulares; el hecho es que existe también una especie de
prehistoria, es decir, de factores históricos, de corrientes peculiares, que
preparaban el terreno para que finalmente hiciese eclosión todo el conjunto de
circunstancias que, al darse cita en el siglo XIX, produjera la nueva interpretación
profética con sus novísimos puntos de vista. Los religiosos condicionamientos de
aquella época parecen haber hecho necesarias para algunos -entre ellos Darby- las
nuevas ideas. El futurismo, el sionismo, el sectarismo de Darby en lo tocante a
Eclesiología, etc., todo ello coadyuvó al alumbramiento de la nueva escuela en Prt
Glasgow en abril de 1830, y a su presentación pública en las Conferencias de
Powerscourt a cargo de Darby, pocos años después. Esta casi necesidad que se le
imponía a Darby -dado su peculiar talante y las corrientes que le empujaban-
explica que, a pesar de la animadversión que sentía contra la llamada “Iglesia
Apostólica”, acabara aceptando lo que esta Iglesia bendecía y propugnaba (las
`revelaciones´ de la McDonald), y también explica su posterior silencio acerca de
las fuentes en que había ido a buscar los primeros elementos de la estructura que
estaba componiendo. Se comprende igualmente el cuidadoso afán por ocultar los
orígenes de muchas de sus ideas proféticas, y la insistencia en imponer, por el
peso de su sola autoridad, algo cuyo nacimiento no estaba en claro en modo
alguno. Es verdad que una doctrina no debe ser juzgada por su antigüedad o por
su modernidad, sino por la Palabra de Dios; pero no es menos cierto que, como
escribía D. P. Fuller, “la ignorancia es una especie de felicidad, y bien pudiera ser
que esta popularidad no fuese tan grande si los seguidores del sistema
dispensacional conociesen los antecedentes históricos de lo que enseña”. Vamos a
indagar cuáles fueron estos antecedentes. La biografía consultada es extensa.
Seguir los avatares históricos de esta escuela de interpretación nos lleva
forzosamente a considerar la manera cómo la Biblia ha sido interpretada
-precisamente en sus secciones más difíciles- y, por ello, el tema no se reduce
simplemente a un ejercicio de curiosidad, a una indagación de anticuario, sino que
es de sumo interés tanto histórico como bíblico.
Estudiaremos primero la prehistoria del dispensacionalismo, con sus factores
concurrentes y sus personajes más sobresalientes, que estaban creando la
atmósfera condicionante que halló expresión a comienzos del siglo XIX. Y después
estudiaremos la historia propiamente dicha del dispensacionalismo, con especial
atención a los sucesos que tuvieron lugar en Port Glasgow, donde entre lipotimias,
trances místicos y arrebatos visionarios la joven Margaret McDonald daba a luz la
nueva `revelación´ convertida en doctrina básica de la fe cristiana no sólo por los
discípulos de Irving (la Iglesia Apostólica), sino por Darby y sus seguidores.
La descripción de estos sucesos no intenta ser, en ningún instante, un ataque
contra de nadie. Discutimos unas doctrinas, su fondo histórico, pero en modo
alguno es nuestro deseo atacar a quienes sustentan tales doctrinas.
Precisamente por amor a estos hermanos, sentimos la necesidad de publicar estas
páginas, esclarecedoras de unos hechos y de unas corrientes religiosas, que
arrojarán luz sobre nuestra propia situación. Al escribirlas, se ha ido asegurando
cada vez más mi firme convencimiento de que es en la lectura de la Biblia,
meditada con oración y buscando la ayuda del Espíritu Santo, donde hemos de ir a
buscar nuestra escatología -al igual que el resto de nuestra teología-, no en
éxtasis, exaltaciones ni iluminismos fugaces.
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TEMA II
PREHISTORIA DEL DISPENSACIONALISMO
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Los literalistas de comienzos del siglo XIX sostenían, en efecto, el punto de vista
histórico de interpretación profética. Creían que el cumplimiento de las varias
profecías bíblicas cubría todo el período de la Historia de la Iglesia. Por otra parte,
éste había sido siempre el punto de vista tradicional del Protestantismo, así como
de los primeros siglos de la Iglesia. La Iglesia primitiva, en efecto, era historicista.
La interpretación futurista -tanto como la retrospectiva al pretérito- fue introducida
por los jesuitas en la época de la Contrarreforma, como veremos luego más
extensamente.
Como suele pasar en momentos de polémica, los literalistas, empeñados en
combatir lo que ellos consideraban extrema espiritualización interpretativa del
postmileniarismo (en auge durante el siglo XVIII y parte del XIX), cayeron en
extremos opuestos y radicales. Su literalismo, exagerado por mor de la discusión,
tenía que conducir, a la larga, al futurismo. Si a ello se añade la introducción, en
muchos sectores, de la mentalidad talmúdica, sionista, de interpretación, tenemos
ya los factores básicos de la escatología dispensacionalista. La espera de un
cumplimiento literal, terreno, de las profecías mesiánicas en una nación hebrea
restaurada, condujo al mileniarismo judaizante, que tanta aceptación tiene hoy
entre un buen número de cristianos.
El énfasis en la restauración y conversión de los judíos -en conexión con la segunda
venida de Cristo- llegó a ser una característica de los literalistas, en general. Begg,
por ejemplo, esperaba una nación judía restaurada y preeminente, con hegemonía
absoluta sobre las demás durante el milenio. Entonces sería reconstruido el templo
de Jerusalén de acuerdo con la visión de Ezequiel, y serían restaurados también los
antiguos sacrificios levíticos de manera `conmemorativa´. El resto de las naciones
haría una peregrinación anual con motivo de la fiesta de los Tabernáculos. Los
postmilenialistas de aquel entonces, por el contrario, esperaban la conversión de
los judíos sobre la misma base que los gentiles, es decir, mediante los métodos
ordinarios de evangelización. El concepto de un reino judío redivivo llevó, más y
más, al futurismo. Pero, insistimos, el futurismo representa una clase de
premilenialismo totalmente diferente del que sostenían los antiguos literalistas.
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TEMA III
CARACTERÍSTICAS DEL DISPENSACIONALISMO ACTUAL
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2. El “paréntesis de la Iglesia”
2º) En la resurrección de los justos de todas las edades, los redimidos que estén
vivos serán arrebatados para subir a estar con Cristo y participar en las bodas del
Cordero durante siete años.
4º) El Espíritu Santo será quitado del mundo en la segunda venida, es decir, en el
momento del `arrebatamiento´. Entonces los judíos que moren en Palestina
seguirán en incredulidad, aunque un remanente permanecerá fiel al Señor y
predicará el Evangelio del Reino (no el evangelio de la era cristiana. Scofield llega a
enumerar hasta cuatro Evangelios, o cuatro formas del Evangelio, en su Biblia,
nota a Apocalípsis 14:6) durante la segunda mitad de aquella semana).
5º) Después de los siete años los mártires de dicha tribulación serán resucitados
(ellos no forman, sin embargo, parte de la Iglesia).
7º) Los judíos mirarán a Cristo y serán salvos. También ellos entrarán en el milenio
con cuerpos no glorificados.
8º) Durante mil años el reino pertenecerá a los judíos, y serán ellos quieren
dispondrán de toda autoridad y poder en la tierra, ejerciendo una hegemonía total
sobre todos los pueblos. El templo será reconstruido, y los sacrificios levíticos
restaurados de nuevo en Jerusalén. El pecado será castigado con mano firme;
habrá una reprensión simbolizada por el látigo de hierro que define la normativa
con la que serán regidas las naciones.
9º) Satán, que había sido atado al término de los siete años, será desatado al final
del milenio. Reunirá a los pueblos para la rebelión final, pero será destruido por
fuego. Viene luego el juicio del gran trono blanco y el establecimiento del Reino
eterno.
10º) La relación entre la Iglesia glorificada y la tierra no queda clara, pues han
existido gran diversidad de opiniones. Algunos dicen que la Iglesia participará en el
milenio, pero la mayoría se inclina por creer que su hogar está en los cielos,
aunque puede hacer visitas a la tierra.
Octubre 2009
Del libro: ¿ENTIENDES LO QUE LEES? escrito por Eduardo Mondaca
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2Co. 5:1
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el
Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
Ec. 9:10
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INTRODUCCIÓN
Debo confesar que preparar este estudio ha sido todo un desafío para mí. La
motivación me vino de la pregunta de una hermana mexicana con respecto a qué
hay después de la muerte. Sí esta vida era todo lo que teníamos, o podríamos
esperar algo más. La hermana Susana de México encontró mi página web[1],
buscando en internet más información sobre cielos nuevos y tierra nueva, ya que
ella mantenía una iglesia virtual y estaba enseñando precisamente escatología
(obviamente que dispensacionalista). Desde ese momento hemos mantenido una
agradable comunicación vía e.mail con preguntas y respuestas. Como ella, hay
otras personas que me escriben impresionadas por el contenido del sitio, ya que
para muchos cristianos esta forma interpretativa de la profecía bíblica es
totalmente desconocida, aún cuando hoy existe mucho material en internet sobre
esta escuela teológica, pero lamentablemente mucha gente está encerrada en sus
cuatro paredes denominacionales, por lo que investigar otras formas de interpretar
la Biblia, es prácticamente una herejía. Creo que muchos cristianos se dan cuenta
que hay algo que no encaja bien en sus doctrinas, pero no se atreven ir en contra
de la corriente, aceptando “lisa y llanamente” todo lo que escuchan, y dando por
sentado que así no mas es, pues, al fin y al cavo, siempre se ha enseñado así, o
todos lo entienden así, y si en verdad le han enseñado equivocadamente no es su
problema. Pero en cambio existen otros que sí se atreven a nadar en contra de la
corriente, y entre esos me encuentro yo. Somos los que nos atrevemos ir una milla
más allá de donde la mayoría no se atreve. Todavía existen “Luteros” que intentan
clavar sus 95 tesis en las puertas de muchos corazones religiosos, para ver si en
algún momento, alguien se cansa de escuchar tanta palabrería vana que solo
adormece la mente y no les abre el entendimiento para conocer al único y
verdadero Dios, ya que conociéndolo a él habrá encontrado lo que tanto le
prometieron, pero que nunca se sintió completamente convencido que eso que le
prometían estaba en algún lugar, probablemente más allá del sol.
Al comenzar con este estudio me encontré con varios versículos que antes no
los había considerado muy bien, y que para mi sorpresa, las respuestas a varias de
mis interrogantes se encontraban escondidas precisamente allí, en esos versículos.
Algo que pude confirmar, y con tristeza lo digo, es el tremendo daño que el
dispensacionalismo premilenarista le ha provocado a la Iglesia de Cristo con su
modo literalista de interpretar la Biblia. Hay algo que nunca se ha dicho en ningún
libro de teología, y que me parece muy oportuno exponer aquí: La teología no es
una ciencia exacta, por tratarse del estudio de asuntos no fácil de comprobar
científicamente, y por lo tanto, nadie puede garantizar que tiene la interpretación
correcta. Yo he declarado esto en algunos lugares y lo he conversado con ciertos
pastores, pero no lo han tomado bien, porque según ellos, uno debe tener
seguridad de que lo que cree, es la verdad. Estoy de acuerdo con ellos, en cierto
sentido. Yo creo tener la verdad hoy, pero hace algunos años, cuando pensaba
diferente a como hoy pienso, también creía tener la verdad, lo cual me enseña que
uno está en la verdad, mientras no es convencido por otra forma de pensamiento.
Si la forma correcta de pensar fuera creer que tengo la verdad, y que nadie puede
moverme de allí, entonces no deberíamos perder el tiempo en tratar de convencer
a personas con otras creencias, porque ellos, al igual que nosotros, creen también
tener la verdad.
Es muy posible que en este estudio no logre dar una respuesta satisfactoria a
los lectores sobre la gran pregunta de la vida: “¿Dónde pasaremos la eternidad?”, y
sería comprensible, porque la influencia teológica en la que hemos nacido y
crecido nos dice con mucha seguridad, algo totalmente diferente a lo que
encontrará en este libro. A veces es más fácil creer en sueños y en historias
fantasiosas que no se pueden comprobar, que creer a la Palabra de Dios; aunque
ella nos golpee el rostro con su revelación, será más fuerte la tradición religiosa en
la que hemos vivido. Quiero hacer notar algo antes de entrar al estudio citado: El
dispensacionalismo, y que muy bien podría llamarse “sensacionalismo”, encontrará
siempre una forma de negar la verdad de la Palabra expuesta por quienes
pensamos diferentes a ellos. Para el dispensacionalista premilenarista es tan fuerte
su posición teológica, que negarla equivale a no ser un hijo de Dios.
¿Qué es el cielo?
Desde que tenemos uso de razón empezamos a oír sobre el cielo, el lugar a
donde van las almas buenas (para los católicos) o las salvas, para los evangélicos.
Nos hablan de un lugar esplendoroso con calles de oro y mar de vidrio, donde todo
es perfecto y bello, y en donde viviremos por la eternidad al lado de Dios y de
Jesús. Se nos habla del cielo como un lugar de reunión, no solo con la Divinidad y
sus millares de ángeles, sino también con nuestros seres amados que ya han
partido, y todos aquellos grandes personajes que conocemos a través de la Biblia.
Esto naturalmente nos llena de mucha emoción y expectación, mientras
aguardamos aquél bendito día, y que de acuerdo con lo que nos han enseñado,
traspasemos el umbral de la muerte y podamos entrar por las puertas de perlas y
encontrarnos frente a frente con el Señor en aquella maravillosa ciudad celestial.
Pero surge la pregunta obligada. ¿Es real este lugar de ensueño en donde
llegaremos algún día para pasar el resto de la eternidad? ¿Habla la Biblia sobre el
cielo como un lugar que podremos admirar y disfrutar, como si fuera algo físico? La
respuesta es No. La Biblia no enseña que el cielo sea un lugar en donde personas
pasarán la eternidad cantando y adorando a Dios, ni que nos conoceremos, ni que
poseeremos nuestros mismos cuerpos, aunque transformados. Esa Ciudad con
calles de oro, a la cual han llamado cielo, está sacada de Apocalipsis 21. Esta
ciudad que Juan ve descender del cielo, dispuesta como una esposa ataviada para
su marido (v2), es la figura de la Iglesia Glorificada de Cristo (v11). La Iglesia que
fue edificada sobre el fundamento de los doce apóstoles (v14; ver Ef.2:20). El oro
de la ciudad habla de su linaje real, y cada elemento y material que allí se
describe, representa simbólicamente lo que la iglesia es hoy.
Hay gente que asegura haber tenido la experiencia sublime de haber estado
en el cielo, y admirar toda la belleza y esplendor que allí existe. Yo no soy quien
para poner en duda esas confesiones, pero creo que la Biblia es la única fuente
confiable que puede darnos un detalle exacto y real de lo que hay al otro lado de la
muerte. Si es que hay o no un lugar llamado cielo, tal cual nos han enseñado desde
niño o como lo describen quienes creen haber estado allí, y que luego han
regresado para contarnos su experiencia.
Hay algunos elementos en esta historia que no me cuadra con lo que leo en la
Biblia, con respecto al lugar donde van las almas de los que fallecen. En primer
lugar, me llama mucho la atención de que la primera persona que él vio en el cielo,
no fuera Jesús, ni mucho menos fuera Dios, sino que su abuelo, y de ahí en
adelante, él solo describe que vio a personas que él conocía en vida, pero que las
recordaba en ese lugar ya muertas. En ninguna parte del Nuevo Testamento
encuentro que al partir de esta vida, nuestra primera reunión será con nuestros
seres queridos. Incluso, nunca se menciona de alguna actividad social en dicho
lugar (al menos en lo que se interpreta por cielo). Claro que Don Piper dice que ese
recibimiento sólo fue en la entrada del cielo, y que luego se encontró justo fuera de
una puerta perlada muy brillante y que lanzaba destellos. Lo que vio desde la
entrada de esa puerta, él lo describe de un modo muy parecido a como está
escrito en Apocalipsis 21, al hablar sobre la nueva Jerusalén. Lo otro que me llama
la atención, es que este accidente ocurrió en enero de 1989, y esta historia, él la
hizo pública en su libro, recién en el año 2004, es decir, 15 años después (las
razones él las da en el libro). No cuestiono su experiencia, sino si esa experiencia
ocurrió realmente en el cielo.
Como él, hay muchos otros que han publicado sus impresionantes experiencias
con el más allá, y les ha ido bastante bien en cuanto a la aceptación de sus obras
por parte del público, porque si hay algo que al ser humano le atrae, es saber
precisamente que hay al otro lado de la muerte. ¿Despertaremos en algún lugar
con nuestros cuerpos transformados, pero tal cual nos vemos hoy? ¿Conoceremos
a nuestros seres amados en el cielo? ¿Tendremos una vida social con múltiples
actividades allá? Son muchas las interrogantes que hay en torno a este fascinante
tema, y quien mejor que la Biblia misma sea quien nos guíe a descubrir éstas y
otras respuestas sobre “donde pasaremos la eternidad”. Quiero que veamos
algunas Escrituras en donde se nos enseña sobre lo que hay al otro lado de la
muerte. La Biblia lo llama simplemente “resurrección”, y luego saque usted su
propia conclusión.
El pasaje que mayor luz arroja sobre cómo será la vida después de la muerte y
cómo será el cuerpo que tendremos, se encuentra en Mateo 22:23-33, y el cual me
gustaría que revisáramos con mucha atención. Aquí solo colocaré el versículo más
importante del pasaje, pero usted léalo completo para su mejor comprensión.
¿Se entiende, por qué no se pueden casar? – Porque serán como los ángeles de
Dios en el cielo.
Mt. 18:10 Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo
que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los
cielos.
¿Lo vio? Dice que en el cielo cada persona tiene su ángel, y al parecer, cuando
morimos volvemos a ocupar ese cuerpo angelical que hemos dejado allá. Esa
podría ser nuestra pre-existencia con Dios antes de llegar a esta vida. ¿Recuerda
cuando Pedro estaba en la cárcel y la iglesia oraba por él en una casa? El texto
bíblico dice que durante la noche Dios envió un ángel y liberó a Pedro de su prisión,
y luego éste vino a la casa donde estaban sus hermanos orando, pero sucedió algo
bien curioso. Cuando la chica que servía en esa casa oyó que alguien golpeaba la
puerta y llamaba, ella inmediatamente reconoció que se trataba de su hermano
Pedro, pero de puro gozo no abrió la puerta, sino fue adentro a dar la buena
nueva, sin embargo, ellos le dijeron: Estás loca, debe ser su ángel (Hch.12:15). Por
otro lado, podemos también leer en Hebreos 2:14 que dice:
“por cuanto los hijos (de Dios) participaron de carne y sangre, él (Jesús) también
participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio
de la muerte, esto es, al diablo”
Aquí hay dos cosas para pensar: primero, la que nos interesa y que es lo que
estamos estudiando. ¿Por qué dirá el escritor que los hijos participaron de carne y
sangre? Y luego, en el verso 11 dice que tanto el que santifica, que en este caso
debe ser Jesús, como los santificados (los que debía redimir) tienen un mismo
origen (NVI). Esto me da a entender sobre una “pre-existencia espiritual con Dios.
Jesús enseñó en la parábola del trigo y la cizaña, que la buena semilla la siembra el
Hijo del hombre, en este caso Jesús, y la cizaña, que es la mala semilla, la siembra
el diablo[3]. En general el capítulo 13 de mateo revela verdades muy profundas, y
que como dice el verso 35, confirmando la profecía del Antiguo Testamento, son
cosas escondidas desde la fundación del mundo. ¿A qué se refiere Jesús con la
buena tierra, la buena semilla, el tesoro escondido, y la perla de gran valor? Yo
creo que se refiere a nosotros, los elegidos de Dios. Nosotros somos la buena tierra
en donde la semilla da fruto a ciento por uno; somos el dorado trigo que un día
volverá al granero de Dios, que fue de donde salió; somos un tesoro, una perla de
gran precio, y que Jesús vino del cielo, sólo por nosotros; somos esa oveja perdida
de la que él habló en Lc.15, y que el pastor fue a buscar. No éramos cabritos que
milagrosamente nos convertimos en ovejas, por supuesto que no; nacimos ovejas,
así como los cabritos nacieron también cabritos. Éramos la moneda pérdida y el
hijo perdido. (Pido encarecidamente leer nota al pie de página)[4].
Todo esto me enseña que yo siempre fui un hijo de Dios, que nací hijo de Dios.
Estaba predestinado para esta salvación, y por eso vino Jesús, para redimirme y
llevarme de vuelta a su gloria, al Padre de los espíritus (Heb.2:10; 12:9). Creo que
esos ángeles, de los que Jesús habló en Mt.18:10, son nuestros cuerpos celestiales
que un día volveremos a ocupar. El cuerpo que hoy usamos, solo es un envase
para nuestro espíritu, éste no heredará el cielo porque se corromperá tan pronto
como se vaya a la tierra. Ni aún Jesús después de su resurrección, tuvo el mismo
cuerpo con el que le habían conocido sus apóstoles y discípulos. Recuerde que
María Magdalena no le reconoció en el huerto hasta que él le habló. Los discípulos
camino a Emaus tampoco le reconocieron. Mire esto: “Pero después apareció en
otra forma a dos de ellos que iban de camino, yendo al campo”(Mr.16:12). Lo
capta, dice que apareció en otra forma. Esto quiere decir que Jesús después de
resucitar de entre los muertos, ya no necesitaba estar en el mismo cuerpo en el
que había vivido. Juan en el capítulo uno de Apocalipsis no reconoció a Jesús en su
visión de Patmos. Jesús hoy es Espíritu, es el Dios eterno, o sea, es lo que siempre
ha sido; solo que para estar en la tierra tuvo que usar un cuerpo de carne y sangre
semejante al nuestro. Hoy nosotros somos también igual a él espiritualmente;
entendiendo que él ya fue manifestado al mundo en su segunda aparición
(1Jn.3:2).
La otra cosa a pensar (recuerde que dije que hebreos 2:14 nos daba para
pensar en dos cosas) es: ¿Por qué necesitó Jesús ocupar un cuerpo de carne y
sangre, para poder destruir al diablo? Si el diablo, según la creencia popular, es un
espíritu, ¿no debía también un espíritu superior, como Dios, vencerlo? ¿O será que
el diablo no es en realidad un espíritu, y simplemente es el pensamiento malo del
hombre, y el que finalmente lo induce a pecar? Yo creo que lo segundo es lo
correcto. Aunque este tema lo analizaré detalladamente en el siguiente capítulo,
deseo que solamente observe lo que dicen estos versículos:
1Cor. 10:13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel
es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará
también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
Stgo. 1:14, 15 (NVI) Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios
malos deseos lo arrastran y seducen.
Hay bastante para pensar en estos versículos, ¿no le parece? Pero bueno, ya
volveremos a este asunto una vez que hayamos concluido con este capítulo, pues,
me parece que aquí se encierra algo muy interesante sobre la verdadera identidad
del “aún” enemigo de los cristianos, y sobre quien en realidad recae la culpa de
haber introducido el pecado y la muerte en el mundo. Solo le dejo este ultimo
versículo para cerrar este párrafo y hacerlo pensar aun un poco más, ya que según
este versículo, el pecado habría entrado en el mundo por un hombre, y no por un
espíritu malo:
Rom. 5:12 “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos
pecaron”.
Bien, volvamos ahora al texto de Mateo 22:30 que estábamos analizando.
Veamos el versículo paralelo a éste que se encuentra en Lucas 20:35: “mas los
que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los
muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento”.
En este verso paralelo, hay algo bien interesante que no se encuentra en los
otros evangelios. Jesús dice: “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel
siglo y la resurrección de entre los muertos”. En la versión de la Biblia NVI, este
verso se lee así:“Pero en cuanto a los que sean dignos de tomar parte en el mundo
venidero por la resurrección: ésos no se casarán ni serán dados en casamiento”
Ez.37:1-14 “El famoso pasaje del valle de los huesos secos”. Esta clase de
resurrección simplemente profetizaba el retorno de los judíos a Jerusalén desde la
cautividad de Babilonia.
Una doctrina muy polémica y discutida, pero a la vez presentada con tanta
seguridad por sus partidarios, que ha hecho que de las tres corrientes más
conocidas en la escatología, al menos dos se dividan a partir de este término, me
refiero a la doctrina del milenio. El principal texto de referencia para esta doctrina
está tomado de Apocalipsis capitulo 20, único lugar en la Biblia en que aparece el
término: “reinaron con Cristo mil años”, y me gustaría que viéramos solamente
algunos puntos, que los hermanos dispensacionalistas pre- milenaristas,
defensores de esta doctrina, sostienen como única verdad a creer.
Algunos objetarán: pero… ¿qué hay entonces con eso que habla Isaías capitulo
11 sobre el reinado del mesías? Bueno, la respuesta es muy simple. El texto de
Isaías 11 no habla de un reino de mil años, sino que habla del reinado justo del
mesías que se establece-ría cuando viniera a la tierra en su primera venida, y gran
parte del contenido del pasaje está en sentido figurado.
Hace poco leía algunos foros en internet en donde se defendía la posición
dispensacionalista y en donde se condenaba abiertamente la posición preterista.
Los comentarios eran para la risa. Algunos citaban a grandes teólogos
dispensacionalistas para afirmar sus comentarios, y entre otras cosas, hablaban
del milenio, y según ellos, de la falsa enseñanza del preterismo y del amilenarismo
por negar la doctrina del milenio. Decían que el reino milenial era futuro, y que
bajo ningún motivo podría estar en el pasado, y para confirmar sus teorías
ponían estos ejemplos: vaya a una granja a ver si encuentra a un lobo acostado
junto a un cordero; vaya al zoológico de su ciudad y observe si el león come paja
como el buey. Ejemplos tan infantiles como estos, eran los argumentos que ponían
estos señores para defender su doctrina. Es muy lamentable e injusto que el
dispensacionalismo se haya apoderado de la teología cristiana, argumentando que
quien no piense como ellos, no está en la verdad.
Al presentar los puntos en que descansa esta doctrina, puedo apreciar que el
pueblo evangélico tiene una gran confusión sobre qué es el milenio y qué es la
vida eterna. Muchos creen en la otra vida como un lugar donde podrán cumplir
todas aquellas cosas que nunca lograron cumplir en la tierra. La ven llena de
actividad y trabajo. Se imaginan caminando con Jesús por las calles de oro,
mirando a lo lejos a David, Elías o a uno de los apóstoles. Creen en un lugar en
donde podrán compartir con sus seres amados que fueron creyentes como ellos, y
que nunca más en la vida volverán a separarse. Lamento desilusionarles, pero si
alguien les enseñó esto, simplemente le engañó, porque la Biblia, ni habla de un
reino de mil años ni del cielo como un lugar en donde podremos disfrutar por la
eternidad en nuestros cuerpos actuales, aunque transformados.
La verdad que a mí también me hubiera gustado que hubiera sido así, pero
como esto no es asunto de gusto, sino de entender qué es lo que realmente
enseña la Biblia, y despertar del engaño religioso en el que hemos vivido. La
religión solo nos adormeció el entendimiento, proyectándonos hacia el futuro,
haciéndonos creer que nada es importante en esta vida, sino la que tendremos con
Cristo más allá del sol. Los líderes religiosos se han enriquecidos a costa de la
buena fe de los creyentes, que creyendo que es mejor invertir en el reino de los
cielos, que invertir en cosas terrenales que pronto van a ser consumidas por el
fuego. En este ir y venir, nos hemos perdido lo mejor de la vida. ¿Sabía usted que
cuando Jesús vino por primera vez, ató al diablo y lo despojó de lo que le había
robado? ¿Ha leído y entendido lo que Jesús quiso decir en la parábola del hombre
fuerte? Le invito a que observe estos versos:
Mt. 12:28, 29 “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios,
ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno
entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y
entonces podrá saquear su casa”.
Lc. 11:20-22 “Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente
el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando el hombre fuerte armado guarda su
palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le
vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín”.
Mt. 16:28 “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no
gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su
reino”.
Esa declaración que Jesús hace en Mt.12:28 fue confirmada en la cruz, pero
cumplida plenamente en su venida. El diablo no fue eliminado en la cruz, sino fue
enjuiciado o juzgado. Cuando Jesús habló sobre la función que cumpliría el Espíritu
Santo al venir sobre la iglesia (Jn.16:11), sería de “convencer”; entre otras cosas,
sería convencer de que el príncipe de este mundo (vea quien es este príncipe en el
siguiente capítulo) había sido ya juzgado. Y es lógico, el Espíritu Santo vino poco
después que Jesús ascendió al cielo.
Hoy estamos en el reino, es más, estamos reinando con Cristo, el cual es Dios
en todo y en todos[8]. Hemos pasado de muerte a vida. Dios nos ha trasladado al
reino de su amado Hijo (Col.1:13).
Sí usted lee cuidadosamente todo el capitulo 21, se dará cuenta que Jesús
acaba de entrar en Jerusalén montado en un pollino de asna, y aclamado por las
multitudes como el descendiente del trono de David que venía para tomar el reino.
Esa misma multitud unos días después estaría gritando ante Pilato ¡Crucifícale!
¡Crucifícale! Jesús conocía el corazón de ese pueblo, y en especial de sus líderes
religiosos, por eso durante toda su actividad pre-crucifixión, se dedicó a
enrostrarles su pecado y la consecuencia que éste le arrastra-ría. Estuvo con ellos
en el templo. Fue precisamente a la salida del templo que predijo su pronta
destrucción. En los versos siguiente Jesús maldice una higuera que solo tenía hojas
y nada de fruto. Jesús le dice: “Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la
higuera”. La maldición de la higuera está relacionada directamente con la
declaración del verso 43. La higuera es un símbolo de Israel. Jesús dijo:
Israel es presentado como una higuera que muestra su ramaje tierno y el brote
de sus primeras hojas anunciando así que el verano ya está cerca. Todos los
acontecimientos predichos por Jesús que debían suceder sobre esta nación
marcaría el final de una edad, de un pacto, de un pueblo, pero al mismo tiempo,
esa culminación tan fulminante con la que Dios cerró su pacto con Israel, fue el
comienzo de una nueva edad, de un nuevo pacto, un nuevo pueblo. Era necesario
quitar lo primero (viejo pacto), para establecer esto último (nuevo pacto) Heb.10:9.
Creo que cualquier lugar y en la condición que sea, estar al lado de Dios será el
mejor premio que obtenga cuando me vaya de este mundo; por ahora, debemos
procurar hacer bien la tarea que nos fue encomendada y disfrutar de esta vida, y
de las personas que Dios puso a nuestro lado para nuestra felicidad completa.
Nuestra primera opción no es el cielo, ni es el futuro, ES AHORA, y en esta vida.
Ec. 9:9, 10 Goza de la vida con la mujer (varón) que amas, todos los días de la
vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad;
porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol.
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el
Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
__________________
[1] http://www.lapalabrarevelada.com
[2] Charles C. Ryrie, Dispensacionalismo Hoy, (Editorial Portavoz, 1992) p.82 y 83].
[3] Ver capitulo séptimo con respecto al significado real de la figura del diablo.
[6] La fuente para la mayoría de estos puntos es: Eventos del Porvenir escrito por
J.Dwight Pentecost, y publicado por Ediatorial Vida.
[7] Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, tercer libro, punto 39, pág.123.
Publicado por CLIE
Análisis a Mateo 24
Artículo extraído del libro ¿ENTIENDES LO QUE LEES? (Cap. IV "El tiempo del fin y no el fin del
tiempo), escrito por Eduardo Mondaca
_________________________________________________________________________________
La gran pregunta de los apóstoles
1
Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios
del templo.
2
Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre
piedra, que no sea derribada.
3
Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo:
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?
Es muy importante entender, desde un principio, que la gran pregunta de los apóstoles en el
versículo tres, fue directamente relacionada con la respuesta que Jesús les diera con respecto al
futuro de su majestuoso templo. No entiendo como los futuristas se enredan tanto en este capítulo,
argumentando que los discípulos formularon a Jesús dos o tres preguntas diferentes. Aquí es
donde debe hacerse uso del sentido común para interpretar las Escrituras. ¿Por qué querrían
saber los discípulos, cuándo sería el fin del mundo, si Jesús solamente les habló de la destrucción
del templo? Lea y observe nuevamente el verso tres: “Y estando él sentado en el monte de los
Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué
señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”
¿Le parece a usted que hubiera aquí tres preguntas diferentes? Comparemos este versículo con
sus paralelos de Marcos y Lucas:
Mr. 13:4 “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas
hayan de cumplirse?”
Lc. 21:7 “Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando
estas cosas estén para suceder?”
Al parecer Marcos y Lucas, quienes no fueron testigos presenciales de este discurso, han sido más
precisos en su pregunta. No percibo aquí una pregunta ajena a la declaración de Cristo en
cuestión; los apóstoles sólo quieren saber qué señales habrá cuando la destrucción del templo y su
ciudad estén para suceder. Tradicionalmente se cree que Marcos recibió la información sobre la
vida y obra de Cristo de labios del apóstol Pedro, lo cual quiere decir que su fuente informante es
fidedigna, mientras que Lucas pudo haberla recibido de Pablo. Por otro lado, se acepta
mayoritariamente que Marcos habría sido el primer evangelio de los cuatro en escribirse, y que
tanto Mateo como Lucas, habrían consultado en sus fuentes [1]. Sea como sea, tanto Marcos como
Lucas, coinciden en su relato de los hechos en este pasaje, y la conclusión a la que podemos
llegar, después de haber leído los tres evangelios sinópticos, es que los apóstoles consultaron a
Jesús sobre las señales que deberían identificar el tiempo del fin de su nación.
Falsos “Cristos”
4
Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe.
5
Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.
Este al parecer fue un problema grave y serio que llegó muy tempranamente a inquietar a la iglesia
naciente. Textos bíblicos y seculares registran el surgimiento de falsos “mesías” y falsos profetas
por aquel tiempo, posterior a la ascensión de Cristo. Lucas describe en su libro de los Hechos de
los apóstoles algunos de estos casos, luego lo hace Juan en su primera carta pastoral.
Hch. 5:36, 37 36Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien. A éste se
unió un número como de cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían
fueron dispersados y reducidos a nada.
37
Después de éste, se levantó Judas el galileo, en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho
pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían fueron dispersados.
Hch.8:9-11 9Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia en aquella ciudad,
y había engañado a la gente de Samaria, haciéndose pasar por algún grande.
10
A éste oían atentamente todos, desde el más pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el
gran poder de Dios.
11
Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les había engañado mucho tiempo.
Hch. 13:6 Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta,
judío, llamado Barjesús,
1Jn.4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos
falsos profetas han salido por el mundo.
Por otra parte, historiadores como Josefo y Eusebio, registran también en sus escritos surgimientos
de falsos mesías y falsos profetas durante el primer siglo. En el libro II de "Las guerras de los
judíos" capítulo XII (he hecho un resumen personal de dos acontecimientos narrados por Josefo,
para no afectar ni infringir la ley del derecho de autor de los editores del libro citado), Josefo narra
sobre hombres malvados, que aunque no mataban, corrompían la tranquilidad y bienestar de la
ciudad; engañaban al populacho haciéndose pasar por religiosos, cautivando su atención con actos
novedosos, llevándoles a lugares desiertos y haciéndoles creer que en esos lugares apartados,
Dios les mostraba señales de la libertad que iban a obtener. Consecuencias, una gran parte del
pueblo enloquecía y caía por las engañosas promesas de estos falsos profetas. También un poco
más abajo en el capítulo, el historiador menciona de un cierto mago egipcio que llegó a Judea
autoproclamándose “profeta”, y que mediante el engaños logró atraer para sí a unas treinta mil
personas de entre los judíos. La intención de este seudo profeta era llevar a la gente desde el
desierto hasta el Monte de los Olivos, y posteriormente llegar a Jerusalén, derrocar a la guardia
romana, y convertirse allí en señor de todo el pueblo. Si los hombres malvados que engañaban al
pueblo, llevándoles al desierto para hablarles en nombre de Dios, provocó un gran mal entre los
judíos más desposeídos, mucho mayor fue el daño que provocó este hombre egipcio, según el
propio Josefo. Sobre este último incidente narrado por Josefo, es muy interesante destacar que
Lucas también registra en su libro de Hechos de los apóstoles, un episodio en donde se menciona
a un hombre egipcio acusado de levantar sedición entre el pueblo. Este hecho tiene lugar cuando
Pablo fue acusado por los judíos de Jerusalén de provocar sedición y alboroto entre ellos, entonces
el tribuno de la compañía, luego de apresarle le hizo la siguiente pregunta: “¿No eres tú aquel
egipcio que levantó una sedición antes de estos días, y sacó al desierto los cuatro mil
sicarios?” (Hch. 21:38). A Pablo lo habían comparado o confundido con ese seudo profeta. Al
parecer la proliferación de estos engañadores, no pasaría desapercibida en lo absoluto, por lo
mismo Jesús en el versículo 11 vuelve a advertirles: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y
engañarán a muchos”.
Considerando que el siglo que a la mayoría nos ha tocado vivir (siglo veinte), sufrió los horrores de
dos injustificadas guerras mundiales, las que costaron la vida de unas 50 millones de personas, y
para qué decir de las centenares de guerras menores que han continuado desde aquellas hasta
hoy, y en donde otros tantos millones más han muerto, es fácil tentarse a creer que la profecía de
Jesús en el monte de los Olivos encuentra su cumplimiento fiel, justamente en nuestro tiempo. Se
debe tener en cuenta, que el tiempo que cubren estos capítulos (Mateo 24, Marcos 13 y Lucas
21), es siempre durante la generación que oyó a Jesús decir estas palabras (Mt.24:34); no pueden
sacarse de contextos algunos versos y situarlos en otras épocas, esto es una falta a las leyes de la
interpretación. Bien, aceptando que esto es así, paso a explicar los versículos leídos.
Cornelio Tácito, historiador romano (56-117 d/C.) en su obra “Los Anales”, describe una serie de
guerras que ocurrieron bajo el mundo romano del primer siglo. Sus sangrientas conquistas,
guerras civiles, alzamiento de nación contra nación y de reino contra reino, fueron sucesos casi
cotidianos durante los años posteriores a la predicción de Jesús. En el capítulo XLIII del libro
duodécimo, Tácito narra hechos sorprendentes acaecidos durante el reinado de Claudio. Es
impresionante cómo el relato del historiador romano, coincide con el discurso de Jesucristo en el
Monte de los Olivos. Él dice: "por aquel año (52 d/C.) sucedieron muchos prodigios. Muchas casas
fueron destruidas por los continuos terremotos; la gente vivía dominada por el miedo; la tierra no
producía, y había gran escasez de alimentos; el hambre aumentaba y las masas enloquecían a
causa del hambre". Tácito dice, que en realidad en Roma no había más comida que para 15 días, y
atribuye mérito a los dioses romanos quienes habrían concedido un blando invierno y se pudo
realizar un libre comercio por el mar, y de este modo abastecer la ciudad con víveres. El capítulo
XLIV narra los grandes movimientos producidos entre partos y romanos por la guerra que se
levantó por aquel mismo año entre armenios e iberos[2].
(El libro duodécimo de Los Anales de Tácito, cubre el periodo entre los años 49 d/C. y 53 d/C.
siendo Claudio el emperador romano de turno)
Algo muy similar escribe también Josefo (30-100) en su libro "Las guerras de los judíos", diciendo
que las guerras civiles romanas, eran tan comunes dentro del imperio, que prefería “omitir” detalles
sobre ellas por ser éstas bien conocidas por todos. Al referirse a la guerra que los romanos hicieron
contra su pueblo, se puede leer en la primera frase del prólogo de Flavio Josefo a los siete libros
de las guerras de los judíos, la siguiente confesión: “Porque la guerra que los romanos hicieron con
los judíos es la mayor de cuantas nuestra edad y nuestros tiempos vieron, y mayor que cuantas
hemos jamás oído de ciudades contra ciudades, y de gente contra gente”. Al terminar el primer
párrafo de este prólogo, Josefo dice: Porque cuando, como dije, se movió esta gravísima guerra,
estaba con guerras civiles y domésticas muy revuelta la republica romana [3]. Solo hay que darse
el trabajo de investigar en libros y fuentes adicionales a la Biblia, para percatarse que todo cuanto
Jesús predijo en los evangelios, tuvo su fiel cumplimiento en el tiempo que él dijo que sería.
Pestes y hambres, se podrían vincular perfectamente con las muchas guerras que asolaron la
tierra habitada de aquel entonces. Mortandad por doquier, cuerpos putrefactos contaminando el
medio ambiente, pudieron fácilmente traer enfermedades, pestes y escasez de alimentos a la
población más vulnerable de la época; tal cual como lo expone Tácito en el extracto de los dos
capítulos que he puesto más arriba. Lucas en el versículo paralelo a éste describe estos
acontecimientos así:
Lc. 21:11 “y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá
terror y grandes señales del cielo”.
Marcos 13:8 enfatiza también en estos “principios de dolores” con sediciones, terremotos en
diferentes lugares, hambre y alboroto; por tanto, hay una confirmación, tanto bíblica como histórica,
de que éstas fueron señales cumplidas, y sucedieron previas a la caída de Jerusalén.
Hechos de los apóstoles registra un importante dato sobre “una gran hambre en toda la tierra
habitada”, que debió tener lugar en los años 50 del primer siglo, cuando Claudio gobernaba Roma.
Este hecho también lo registra Eusebio en su obra: "Historia Eclesiástica", escrita en los primeros
años del siglo cuarto [4].
Hech. 11:27-29 27En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía.
28
Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una
gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio.
29
Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los
hermanos que habitaban en Judea;
La ofrenda para los santos, que se registra en los primeros versículos de I Cor.16 y Rom.15:26,
tenía por objeto ir en ayuda de los pobres que habían en las congregaciones de Jerusalén y Judea,
como un testimonio real de que el hambre era muy grande en la tierra de Palestina por aquel
tiempo. Estas calamidades se cumplieron años antes que comenzara la “gran tribulación” para los
judíos; Jesús había dicho, que el fin no llegaría de inmediato, sino que esto serían solo principios
de dolores (v.8).
Si hay que ser fiel a la gramática del texto bíblico en estos versículos, se debe aceptar que las
advertencias de Jesús sobre futuras persecuciones, están directamente dirigidas a sus discípulos.
Serían ellos y no otros, los que experimentarían tribulación, odio de la gente, y hasta el martirio.
Observe el pronombre que Jesús emplea en sus advertencias: os entregarán, os matarán, seréis
aborrecidos. El “os” equivale a la segunda persona plural del pronombre personal “ustedes”. La
forma en español latino para las advertencias de Jesús sería: “Entonces a ustedes los entregarán
a tribulación, y los matarán, y ustedes serán aborrecidos de todas las gentes por causa de mi
nombre”. De acuerdo con la regla gramatical, el pronombre “ustedes” corresponde a los sujetos
que están escuchando; personas que están presentes. Si revisa bien todo el capítulo 24 de Mateo
y sus paralelos de Marcos 13 y Lucas 21, observará que el pronombre es el mismo siempre, lo cual
condiciona inmediatamente la conversación al número de personas que está oyendo; en ningún
caso se podría pensar siquiera, que Jesús tiene en mente a gente que no está presente, de lo
contrario habría dicho “ellos”, y no ustedes. Pretender que advertencias tan intimas y personales,
como: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las
gentes por causa de mi nombre”, y las que aparecen más arriba en el capítulo: “Mirad que nadie os
engañe” (v.4), “oiréis de guerras”(v.6), tengan una interpretación relevante para cada época,
considerando además, que Jesús mencionó en su discurso lugares y costumbres que son
propias del pueblo judío, es “truncar” deliberadamente el verdadero espíritu de la Escritura; es
transgredir las leyes elementales del lenguaje, y transformar la Biblia en un libro sin sentido común,
en donde las palabras no tienen significado ni valor gramatical, sino que cada cual puede
interpretarlas libremente, de acuerdo con su conveniencia o posición teológica. Lamentablemente
esto es lo que ha hecho la escatología futurista con las Escrituras.
Entonces entendemos que los que serían entregados a tribulación, y que incluso matarían y serían
aborrecidos por causa del nombre de Cristo, serían los discípulos de Jesús; quizás, no solamente
los doce, pero probablemente todos aquellos más íntimamente relacionados con el maestro.
Aunque el Nuevo Testamento no registra mayor información sobre el destino final de los apóstoles,
sí puede encontrarse en libros históricos seculares de la época, antecedentes sobre el fatal, pero al
mismo tiempo, glorioso desenlace que tuvieron los seguidores de Cristo, especialmente sus
apóstoles y discípulos más cercanos, al punto que para el año 70 d/C. no quedaba prácticamente
ninguno de los apóstoles, excepto Juan, quien según la tradición, habría muerto de anciano
alrededor del año 100 en Éfeso. Sin embargo, este antecedente es muy poco probable, o incluso
creíble, considerando que solo Irineo, obispo de Lyon (130-202 d/C.), y quien, según la tradición,
fuera discípulo de Policarpo, y éste a su vez, discípulo del apóstol Juan, registra este dato, como
también la fecha tardía de la redacción del libro de Apocalipsis [5]. Me llama mucho la atención
al leer a Irineo, especialmente su libro “Contra los Herejes”. Su lenguaje y estilo,
corresponde a un católico, y es muy curioso, considerando que Irineo escribió antes del
año 200 d/C., y el catolicismo, no llegó hasta el siglo IV d/C. Irineo en sus escritos habla
de sacerdotes como líderes de comunidades cristianas; exalta a María, colocándola como
figura de la Iglesia. Así como Cristo era considerado el postrer Adán, María, según Irineo,
sería la segunda Eva. Habla de la eucaristía, tal cual como la ve y enseña la iglesia
católica, y enfatiza bastante en la sucesión apostólica a partir de Pedro en Roma como
cabeza de la Iglesia [6].
No entiendo cómo nadie se percató de esto antes, o si lo ha hecho ¿por qué no lo ha planteado
públicamente? Para mí, que leo por primera vez los escritos de Irineo, me es muy difícil creer que
alguien, que supuestamente pertenecería a la tercera generación en la línea apostólica (Juan-
Policarpo-Irineo), escribiera tan distinto a como lo hicieran el propio apóstol Juan y los demás
apóstoles. No digo que los escritos de Irineo sean falsos, pero pienso que hay una muy notoria
manipulación en la escritura de sus cartas o libros, y hasta incluso, en la fecha de su redacción.
Para mí, es simplemente como leer un libro escrito por un sacerdote católico, y no de un
depositario directo de las doctrinas apostólicas del primer siglo [7].
El aumento de la maldad
12
y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.
13
Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Siempre entendí que este versículo definía muy bien el comportamiento humano de nuestro
tiempo. Hoy al abrazar una línea de interpretación diferente a la que tenía, y después de haber
investigado en muchas fuentes, puedo decir con mucha convicción, que la maldad actual no es
superior a la de dos mil o tres mil años atrás. El problema radica en la interpretación que damos a
la profecía de Jesús sobre este asunto. La mayoría lo ve hacia el futuro, y aunque no se atreven a
decir cuándo será el fin, creen que ya están viviendo los últimos tiempos, lo cual significaría que el
aumento de la maldad observada en nuestros días, es una fuerte señal de que el tiempo está
cumplido; inclusive, interpretan que la falta de amor, o el enfriamiento en las relaciones humanas,
se deba a este aumento progresivo de la maldad, y consideran además, que lo dicho por el apóstol
Pablo a Timoteo, con respecto al carácter de los hombres en los postreros días (2Tim.3:1-5), es
una advertencia clara y contundente de que nos hemos acercado ya al final de los tiempos. Sin
embargo, al analizar estos versículos en el contexto que lo hemos venido haciendo, observaremos
que la maldad de la que Jesús habló en sus días, no podía describir mejor la conducta despiadada
y salvaje de los hombres que sitiaron Jerusalén cerca de 40 años más tarde.
Eusebio de Cesarea (275 – 339 d/C.), obispo y escritor cristiano de origen griego, conocido como
el padre de la historia eclesiástica, debido a que sus escritos se consideran entre los primeros
documentos literarios de la Iglesia primitiva. En su obra: “Historia Eclesiástica”, Eusebio, citando
continuamente de los escritos de Josefo, no deja nada a la imaginación al describir los horrores
brutales y despiadados de que fueran victimas los primeros cristianos, y especialmente los judíos.
Cómo el hambre vino sobre la tierra habitada, tal cual como nuestro Señor lo había predicho,
provocando una locura desenfrenada, gran desesperación, al punto de comer lo que fuera: correas,
sandalias, animales inmundos. Hambrientos como perros salvajes engullían lo que pillaban a su
paso; salvajismo e inclusive canibalismo. Cómo la desesperación llegó a tal grado, que los seres
humanos perdieron su dignidad y su vergüenza. Madres comiéndose a sus propios hijos. Las calles
se llenaban de ancianos, de niños y mujeres muertos. La maldad de los hombres superaba los
límites, ya no había compasión[9]. Frente a todos estos tormentos y tribulaciones, son
comprensibles las palabras de Cristo cuando dijo: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor
de muchos se enfriará” (v.12). ¿Cuál era el sentido de estas palabras? Simplemente, que frente al
terror que experimentarían en aquellos días, a muchos cristianos se les “enfriaría” su amor por
Jesucristo; Mas el que perseverare hasta el fin, éste sería salvo (v.13). Surge una nueva pregunta:
¿Salvos de qué? _ Bueno, salvos de la ira de Dios, que vendría sobre Jerusalén y su pueblo
apostata, en aquella generación.
Por razones que ya hemos explicado, el Nuevo Testamento no entrega mayores detalles de cómo y
dónde murieron los apóstoles y demás discípulos del Señor, excepto de Esteban el diacono,
lapidado por miembros del Sanedrín (Hech.7:60), y Jacobo (Santiago), el hermano de Juan, ambos
hijos de Zebedeo, fue muerto a espada por Herodes (Hech.12:2). En internet se puede encontrar
mucho material relacionado con la historia de la Iglesia en el primer siglo, como así también, sobre
la destrucción de Jerusalén y el horroroso holocausto del que fuera víctima el pueblo judío a manos
del ejército romano comandado por el general Tito. En las notas, al final de cada capítulo, podrá
encontrar direcciones en donde puede buscar la información presentada en este libro.
Este es otro versículo muy usado por los futuristas para señalar que la venida del Señor es aun
futura, porque según ellos, el mundo aun no ha sido totalmente evangelizado. Eusebio de Cesarea
escribe en el cuarto siglo, cómo la palabra de Cristo recorrió todos los rincones del mundo en breve
tiempo durante el primer siglo [10]. Ahora veamos el testimonio que nos dan los escritores del
Nuevo Testamento con respecto a la predicación del evangelio en los primeros años de la Iglesia.
Según lo que leeremos, las buenas noticias llegaron a todos los rincones de la tierra habitada de
aquella época. Porque eso es lo que significa la palabra mundo en Mt.24:14, “tierra habitada” gr.
oikoumene (ο ἰ κουμένη G3625-Strong). Jesús, no pensaba en América en esos momentos, como
algunos posiblemente quieran creer, sino que la comisión a sus apóstoles era imperativamente
hacer testigos a todas las naciones del mundo conocido de esa época. Lucas dice que en el día de
Pentecostés moraban en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo
(Hech.2:5), y estos, todos oyeron la predicación del evangelio de boca del apóstol Pedro. Los
versículos a continuación, demuestran que para antes del año 70 d/C., la fe cristiana había llenado
la tierra habitada con su esperanzador mensaje.
Hch. 24:5 Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre
todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos.
Rom. 1:8 Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros,
de que vuestra fe se divulga por todo el mundo.
Col. 1:6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en
vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,
d) Pedro tiene testimonio en sus días, que hay cristianos en todo el mundo conocido
1Pe. 5:9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van
cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.
Estos versículos ya los había mostrado en el capítulo segundo, pero nunca está de más volver a
repasar la Escritura ¿verdad? Como puede apreciar, estos pasajes bíblicos señalan claramente
cómo la propagación del evangelio o del cristianismo, llegó a todos los rincones del mundo
conocido o habitado del primer siglo. Cuando uno plantea esta verdad bíblica, la gente reacciona
negativamente formulando la siguiente pregunta: Sí Jesús ya regresó ¿Para qué evangelizar
entonces? La respuesta debe encontrarse en la misma Biblia: El reino de Dios, es un reino eterno,
sin límites, como dice Daniel 9:7 “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite”, esto
significa, que continuará por siempre. Los seres humanos, miembros de este reino, algunos iremos
pasando, pero no obstante, otros seguirán viniendo, y el reino de Dios continuará creciendo y
avanzando. Hay un pasaje muy hermoso en la Biblia el cual describe maravillosamente la
continuidad del reino de Dios sobre la tierra. Se encuentra en Isaías 60 y tiene como subtitulo “La
futura gloria de Sión”. Este pasaje ha sido muy mal interpretado por los futuristas, quienes solo han
querido ver en él la restauración final de Israel como pueblo escogido de Dios, y no las promesas
de Dios cumplidas en la Iglesia, la cual está compuesta por judíos y gentiles. Deseo mostrar
algunos versículos de este glorioso canto profético, para luego hacer un breve análisis:
1
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
2
Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá
Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
3
Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento.
11
Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean
traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes.
14
Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se
encorvarán todos los que te escarnecían, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de
Israel.
18
Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio, sino que
a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza.
21
Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío,
obra de mis manos, para glorificarme.
22
El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto
sea cumplido pronto.
Investigando en la Biblia el sentido de la expresión “las riquezas de las naciones”, descubrí que tal
riqueza no es material, sino que se refiere a las almas que habrían de ser salvas cuando el Cristo
viniese al mundo.
En Mateo 12:29 leemos lo siguiente: “Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre
fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa”.
¿A qué bienes se refiere Jesús en esta parábola del hombre fuerte? En primer lugar, hay que
definir quién era ese hombre fuerte, y para lograrlo, hay que tener en cuenta que esta historia no es
real, sino una parábola, lo cual significa que es totalmente ficticia, por lo tanto, los personajes son
solo figuras o ilustraciones de las actitudes de las personas.
Hasta hace un tiempo atrás, yo sostenía y enseñaba que ese hombre fuerte descrito por Jesús, era
Satanás, el personaje cósmico que todos identifican. Sin embargo, hoy, con mi nueva concepción
sobre este "personaje", y que ya aclararé más adelante de que se trata, puedo decir con mucha
seguridad que "ese hombre fuerte" representa el corazón rebelde del hombre, es decir, su propia
mente la que siempre se opone a Dios. Para entender correctamente el término al que Jesús está
haciendo alusión, es necesario leer todo el capítulo y observar en el contexto general, cuál es
realmente la idea planteada por él. Jesús quiere enseñar, que mientras nuestra mente está dividida
en dos pensamientos, nunca habrá victoria, sino destrucción y derrota. Cuando Jesús sanó al ciego
y mudo del pasaje que estamos revisando, rescató el tesoro que había en él, "los bienes", los
cuales eran su corazón (mente); una mente corrompida y extraviada a causa de su enfermedad. El
hombre fuerte y armado, como dice Lucas 11:21, era la mente que se oponía al propósito divino.
Probablemente este hombre maldecía a Dios a causa de su mal. En el mismo capítulo y en el
mismo contexto, Jesús habló del espíritu inmundo que sale del hombre (Mt.12:43) como quien sale
de su casa; esto significa que la casa o palacio de todo el pasaje de Mateo 12, se refiere a la
mente humana, sencillamente eso. Y con respecto al Satanás que se menciona en el versículo 26,
no es que Jesús esté considerando a Satanás como un dios en sí, sino mas bien, él está
confrontando lo que había en las mentes de los fariseos, quienes en realidad creían en la
existencia de una deidad maléfica llamada Beelzebú, y que por lo demás, era de origen caldeo, es
decir, pagano. Jesús acusa a estos líderes religiosos de ser ellos precisamente quienes están en
contra de los propósitos de Dios, y por lo tanto, les dice en el verso 30: "El que no es conmigo,
contra mí es, y el que conmigo no recoge, desparrama". Ese era el punto de la discusión de Jesús
con los fariseos, sobre una casa dividida en sí misma, o sea, la mente de la persona que se opone
a Dios (adversaria a Dios). En los versos 34 y 35 les dice justamente lo que se provoca en el
corazón de ellos: ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque
de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca
buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Por tanto, las riquezas, en este
contexto, no son bienes materiales, sino espirituales; corazones bajo el dominio del príncipe de
este mundo, que no es más que el espíritu de pensamiento adverso a Dios, que dominaba al
hombre (Ef.2:2), y del que fueron liberados por uno más fuerte que él (Lc.11:22).
En Apocalipsis 5:12 dice: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la
sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza”. Nuevamente aparece la palabra riquezas, y
aunque bien podría interpretarse por bienes materiales, pareciera que el término en este versículo,
es más atribuible a personas que a cosas, por el contexto en que se encuentra. El capítulo cinco de
Apocalipsis revela el momento glorioso cuando Cristo sube al cielo después de su sacrificio en la
cruz, tal como dice Hebreos 9:11, presentándose ante el Padre como el sacrificio perfecto. Es en
ese momento cuando recupera para sí y para Dios los reinos del mundo (Ap.11:15).
Jesús en sus parábolas del reino en Mateo 13:44 y 45, habló de tesoros escondidos y perlas de
gran precio; a mi entender, se refería a los escogidos del reino, es decir, a su Iglesia. Por todo esto,
creo que el evangelio eterno del reino de Dios, deberá predicarse por siempre, porque las riquezas
de las naciones (las personas) deberán ser traídas a él. El mensaje de hoy, no puede ser un
mensaje de juicio, pues, el juicio ya fue ejecutado hace dos mil años atrás. Y tal como en la
parábola de la fiesta del rey de Mateo 22:1-14, los primeros convidados (los judíos) a la fiesta de
bodas, que tipifica al reino de Dios, rechazaron la invitación. Luego, en un acto de “pura gracia”, y
por medio de la predicación del evangelio, Dios se volvió a nosotros los gentiles, las riquezas de
las naciones, y nos llamó a su precioso reino de luz. El llamado sigue extendiéndose, pero no
porque las bodas aun no se celebren, sino porque estamos viviendo las bodas del cordero por la
eternidad. La iglesia, la esposa del Cordero, comprada y lavada por su preciosísima sangre, reina
en gloria junto a su amado Salvador desde ese maravilloso día, que aunque incomprensible aun
para la misma Iglesia, ésta es la verdad que profesa la Biblia. Cristo vino, tal cual como él lo dijo, y
nuestra misión hoy como Iglesia redimida y conocedora de los misterios eternos de Dios, y que por
la gracia del Señor hemos alcanzado los siglos venideros (este tiempo), proclamar a los cuatro
vientos este mensaje sublime que tiene el poder para transformar al mundo.
“para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con
nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:7).
Y por último, pareciera que la idea de Mateo 24:14, de predicar el evangelio a todas las naciones
antes del fin, no estaba pensado en un proyecto misionero de alcance mundial, como hoy se
entiende, sino que habría necesariamente que verlo en contexto con lo que dice Mateo 10, cuando
Jesús envía a sus doce apóstoles a predicar el evangelio del reino de Dios a la nación de Israel
(v.7), y especialmente en el versículo 23 en donde dice: “Cuando os persigan en esta ciudad, huid
a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes
que venga el Hijo del Hombre”.
Sí para Jesús el tiempo de alcanzar tan sólo a Israel con el evangelio del reino era muy limitado,
con mayor razón lo sería si él hubiera pensado en una evangelización mundial antes de su venida,
unos 40 años más tarde.
Llegamos a uno de los puntos más controversiales en la doctrina de la segunda venida de Cristo, el
tiempo de la gran tribulación. De acuerdo con el relato, una importante señal, que indicaría el
tiempo de la gran tribulación y la aproximación del fin, sería cuando la profecía de Daniel sobre la
abominación desoladora tuviera su cumplimiento (v.15). La expresión: “abominación desoladora”,
está tomada de Daniel 9:27 “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la
semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones
vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre
el desolador”. La misma, aparece también en Daniel 8:13 y 11:31. Aunque esta profecía se
considera cumplida, casi unánimemente por la mayoría de los intérpretes bíblicos, en la diabólica
personalidad del rey sirio Antíoco Epifanes en el año 167 a/C., cuando éste puso fin a los
sacrificios levíticos, profanó el templo de Jerusalén, levantó altares a Zeus y sacrificó cerdos en el
santuario. Sin embargo, la alusión de Jesús a la profecía de Daniel, apuntaba hacia un suceso aun
futuro para ellos; de ahí la observación del evangelista escrito entre paréntesis (el que lea
entienda). Es obvio que Jesús no está negando ni tampoco aminorando el abominable y sacrílego
desastre producido por este tirano, unos dos siglos antes de él en Jerusalén, sino mas bien, quiere
dar a entender a sus oyentes, que sobre esa misma base histórica, ya conocida para ellos, habría
de actuar y moverse otro evento aun mayor en un futuro no demasiado lejano, y en ese mismo
lugar. En cambio, la Escatología tradicional (futurista), cree que la abominación desoladora es un
evento aun futuro, y que se relaciona directamente con Israel. Para esta escuela, el periodo de
siete años de tribulación (tiempo calculado a partir de la septuagésima semana de Daniel 9:27), es
principalmente un periodo de prueba y preparación para la nación hebrea en su antesala al reino
milenial que instaurará el Mesías a su regreso, en cumplimiento de los pactos de Dios con
ellos[11]. Durante este periodo de siete años, según Scofield, se desarrollarían los siguientes
eventos:
Un pacto de siete años entre un futuro príncipe romano (el cuerno pequeño de Dn.7:8)
con los judíos.
A la mitad de la semana, y por medio de la fuerza, este príncipe pone fin al pacto e
interrumpe el ritual del culto judío, e introduce la abominación desoladora en el santuario.
Inmediatamente, el príncipe romano inicia la persecución en contra de los judíos.
El fin de la semana setenta concluye con el juicio sobre el desolador y trae consigo la
justicia perdurable (el reino milenial)[12].
Scofield, además, argumenta que la prueba de que esta semana final aun no llega a su
cumplimiento pleno, descansa sobre la afirmación de Jesús cuando dijo, que todos esos
importantes eventos estaban relacionados con su segunda venida (Mt.24:6 y 15).
Decía que este es uno de los puntos más controversiales dentro de la doctrina escatológica,
precisamente por la diversidad de opiniones que se vierten con respecto al tiempo de la tribulación
de Mateo 24:21. La Escatología futurista, por ejemplo, ofrece tres teorías diferentes para
determinar el posible tiempo de esta hora de prueba, situando su “anti-bíblica” doctrina del “rapto
de la Iglesia”, como el punto principal de referencia. Según los partidarios de esta corriente
interpretativa, Cristo podría venir por su Iglesia: “Antes, durante, o después” de la tribulación. Sin
embargo, quienes sostenemos el modo de interpretación llamado Escatología Realizada o
preterista, creemos que este tiempo de gran tribulación de Mateo 24:21, tuvo que ver
exclusivamente con la nación de Israel, durante la destrucción del templo y la ciudad de Jerusalén
en el año 70 del primer siglo.
Si leemos el pasaje paralelo a éste en Lucas 21, nos daremos cuenta que Jesús en ningún
momento da a entender a sus oyentes judíos, que la gran tribulación afectaría a alguien más que
no fueran ellos, los habitantes de Jerusalén y Judea, es decir, al pueblo de Israel existente en sus
días. Veamos:
20
Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha
llegado.
21
Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los
que estén en los campos, no entren en ella.
22
Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23
Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días! porque habrá gran
calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.
24
Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será
hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
El verso 23 habla de “gran calamidad”, en lugar de gran tribulación como dice Mateo y también
Marcos 13:19, pero es evidente que se trata del mismo evento. Mateo 24 enfoca todo su discurso
hacia el pueblo judío, del mismo modo lo hace Marcos, pero al parecer a mis hermanos futuristas
no les convence plenamente, porque por extraño que parezca, la doctrina sobre “la gran
tribulación” está tomada de Mateo 24:21 y sus pasajes paralelos en los evangelios sinópticos, y al
leerlo detenidamente, cualquiera puede entender que está hablando del pueblo judío, y de nadie
más que ellos. Otro detalle muy importante en este pasaje de Lucas 21, es la alusión que Jesús
hace a lo dicho por los profetas en el Antiguo Testamento (v.22), probablemente a Oseas
9:7“Vinieron los días del castigo, vinieron los días de la retribución; e Israel lo conocerá. Necio es
el profeta, insensato es el varón de espíritu, a causa de la multitud de tu maldad, y grande odio”.
Ahora bien, los futuristas aceptan que Jesús predijo en este discurso la caída de Jerusalén ocurrida
en el año 70, pero para ellos, esto no fue más que un hecho histórico sin gran relevancia
escatológica, porque el sentido real, escatológicamente hablando, que tuvieron las palabras de
Jesús en el Monte de los Olivos, tendrá un cumplimiento fiel y trascendental, al final de los tiempos
con la segunda venida de Cristo. Y para que este discurso tenga el sentido futurista que quieren
darle, inventaron la regla hermenéutica llamada “ley del doble cumplimiento o referencia”. J.D.
Pentecost dice sobre esta ley: “Dos eventos considerablemente separados en cuanto al tiempo de
cumplimiento, pueden juntarse en la esfera de una profecía. Esto se hizo por cuanto el profeta
tenía un mensaje para su propio día y también para algún tiempo futuro” [13]. Sobre este asunto,
M.S. Terry expone: «Pero en el instante que admitimos el principio de que ciertas partes de la
Biblia contengan un sentido oculto o doble, introducimos en el santo libro un elemento de
incertidumbre y trastornamos toda posibilidad de interpretación científica. Dice el doctor Owen: “Si
la Biblia tiene más de un significado, no tiene significado alguno”. Ryle dice: “Sostengo que las
palabras de la Biblia se han dado con la intención de que tengan un sentido definido y que nuestro
objeto principal debe ser el descubrir ese sentido y luego, adherirnos rígidamente a él… Decir que
las palabras tienen cierto significado meramente porque son susceptibles de ser estrujadas para
hacérselo tener, es una manera deshonesta y peligrosa de manejar la Escritura”» [14].
Resulta muy interesante comparar las distintas formas en que los tres evangelios sinópticos
describen la presencia de la abominación desoladora que habló el profeta Daniel, y de esta forma,
determinar el tiempo en que llegaría. Mateo dice: “cuando (la) veáis en el lugar santo” (v.15);
Marcos 13:14 dice: “cuando (la) veáis… puesta donde no debe estar”; y Lucas 21:20 dice: “cuando
viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos”. Sea que esté en el lugar santo o donde no debe estar, lo
cierto es que, esta abominación desoladora sería provocada por los ejércitos de Roma. No
necesariamente debería interpretarse “lugar santo” al interior del Templo, sino que, y es lo que creo
más razonable, Jesús lo pudo haber dicho por la ciudad misma, considerando que en el Antiguo
Testamento Jerusalén es llamada “santa ciudad, y en especial, haciendo referencia a Daniel 9:27
en donde enfatiza: “tu santa ciudad”. No debe haber entonces ninguna duda con respecto al tiempo
de la abominación desoladora. Lucas lo deja muy claro en el verso 20 cuando dice: “ cuando viereis
a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado”.
Eusebio de Cesarea, citando de los escritos de Josefo en su libro “Guerra de los judíos”, narra en
su “Historia Eclesiástica” la escalofriante historia de una mujer de nombre María que vino a
refugiarse por aquellos días en Jerusalén. Distinguida y de gran riqueza, y a quien los tiranos
paulatinamente fueron despojando de todo cuanto poseía. Tal era su indignación e impotencia, que
a menudo vituperaba y maldecía a los criminales, haciendo que estos se comportaran aun más
feroces contra ella. Queriendo morir, mas sin hallar quién lo hiciera, cayó en la desesperación
extrema, oprimiéndole el hambre las entrañas y la médula, y actuando éstos como malos
consejeros, se fue en contra de su propia naturaleza, y agarrando a su hijo de pecho,
dijo: “¡Desventurada criatura! En la guerra, en el hambre y en la revuelta, ¿para quién te cuidaré?
Si llegamos a parar vivos en las manos de los romanos, la esclavitud. Pero el hambre llega antes
que la esclavitud y los rebeldes son más terribles que ambas opciones. ¡Venga, pues! Sé mi
aliento, la maldición de los rebeldes y un mito para el mundo; ¡lo único que faltaba a la desgracia
de los judíos!” Mientras decía esto mató a su hijo. Luego lo asó y se comió una mitad, pero el resto
lo ocultó.
Este inhumano y salvaje acto, que según el propio Josefo, ni los griegos ni los bárbaros registraron
algo semejante en sus libros de historia, fue tan repugnante, aun para los mismos rebeldes,
acostumbrados a derramar sangre y actuar con violencia desmedida, al enterarse del macabro
sacrificio, después que la propia mujer presionada por ellos les confesara y les diera para que
comieran de la otra mitad de su hijo que había guardado. “Es mi hijo, mi obra”, exclamaba aquella
enloquecida madre. “Comed, pues yo también me he alimentado”. El relato termina describiendo
cómo un escalofrío y un estupor se apoderó de estos bandidos, quienes salieron temblando de
aquella casa, y por primera vez no habían quitado la porción de semejante alimento a su
moradora. Eusebio, tomando como ejemplo esta aberrante crónica judía, dice: “Éste fue el castigo
que recibieron los judíos por su delito y su impiedad para con el Cristo de Dios. Pero merece la
pena añadir la verdadera profecía de nuestro Salvador, con la que manifestaba los mismos
acontecimientos, cuando profetizaba como sigue: «Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que
críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;
porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá.» (Mt.24:19-21)[15].
Y para concluir este párrafo sobre la gran tribulación, deseo hacer un breve comentario a los tres
últimos versículos de esta sección:
20
Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo;
21
porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá.
22
Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos,
aquellos días serán acortados.
“Vuestra huida no sea en invierno ni día de reposo”. Cómo éramos “manipulados” con este
versículo en aquella pequeña iglesia en que me crié. Recuerdo que constantemente algunos
predicadores, haciendo uso de su “ignorancia teológica”, decían a la congregación: “¡Ojalá, que
nuestro Señor no venga en un día de invierno, cuando por causa de la lluvia o el frío, nos hayamos
quedado en casa en lugar de haber venido al culto!” “¡Ojalá, que la venida del Señor no sea en un
día sábado, cuando muchos hermanos anden paseando o de compras, en lugar de venir a la
iglesia!”. Bueno, no deseo hacer mayor comentarios sobre estos “irrisorios” recuerdos de mi
infancia, sólo los he puesto a modo de anécdotas. Pero lo que sí quería comentar, era nuevamente
sobre la forma tan personal de Jesús para advertir a sus discípulos y gente que le oía su
discurso: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo”. Algunos
comentarios bíblicos sobre esta advertencia de Jesús sugieren lo siguiente: la huida durante el
invierno traería graves consecuencias, ya sea, que por el frío, la lluvia o la nieve, la gente más
vulnerable, como niños y ancianos, se verían severamente afectados; por otro lado, muchos
evitarían huir. En cuanto al día de reposo, nos señala que solamente un pueblo en toda la tierra
podría observar con tanta diligencia ese día, los judíos, y esto nos demuestra, obviamente, que
la advertencia iba dirigida específicamente a ellos. ¿Qué implicaba que la huida fuera en sábado?
bueno, que las puertas de la ciudad estuviesen cerradas, o posiblemente por la restricción legal del
día de reposo de caminar más de cierta distancia; para infortuna de ellos, esto sería un gran
obstáculo para huir en aquel día. Fuera cual fuera el momento en que esta hora amarga llegara a
la ciudad, la advertencia de Jesús era imperativa: ¡Huid! ¡Escapad! por vuestra vida, porque habrá
entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la
habrá. El hecho de que Jesús haya magnificado la gran tribulación de aquellos días sobre
Jerusalén, señalando de que no hubo nunca nada parecido, ni tampoco lo habría después de ésta,
indica el tiempo en que esta tribulación tendría lugar. No estaba pensada para el fin del mundo, de
lo contrario, no tenía sentido decir “ni la habrá”, si el tiempo llegaba solamente hasta ese instante.
Y con respecto a lo que dice el verso 22, que por causa de los escogidos aquellos días serían
acortados, de lo contrario nadie sería salvo, no es difícil entender estas palabras después que se
ha leído lo anterior. Cuánta aflicción, cuanta mortandad. Josefo dice: “sumando el número de
todos los muertos, ya sea por el hambre y/o por la espada, cayeron un millón cien mil
personas”[16]. Todo esto ocurrió en el segundo año de gobierno de Vespasiano, o sea justo por el
año 70 d/C., tal cual como Jesús lo había profetizado: “Y caerán a filo de espada, y serán llevados
cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de
los gentiles se cumplan”(Lc. 21:24). Si la guerra contra este pueblo hubiese durado más tiempo,
ningún solo habitante de la ciudad de Jerusalén habría sobrevivido, o (habría sido salvo).
Estos últimos versículos no son de gran significación como para explicarlos detalladamente uno
por uno; más que nada reiteran las recomendaciones ya antes dicha por el Señor en cuanto a
cuidarse de los “falsos Cristos” que se levantarían por aquellos días. Marcos 13: 21 también lo
advierte: “Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; o, He aquí, allí está, no le
creáis”.
Un comentario bíblico sobre estas advertencias últimas de Jesús, dice: “Nadie puede leer el relato
de Josefo de lo que sucedió antes de la destrucción de Jerusalén, sin ver cuán sorprendentemente
todo esto se cumplió”[17]. Con respecto a los versos 27 y 28, quisiera simplemente acotar, que la
venida de Cristo por segunda vez durante la destrucción de Jerusalén, no fue un hecho indiferente
o aislado para la gente de esa época; aunque fue tan repentino y fugaz como un relámpago, no
obstante, se hizo ver o notar desde un extremo hasta el otro. Y por último el versículo 28 expresado
metafóricamente por Jesús, pareciera dar a entender que del modo como las aves de rapiña o
“carroñeras” huelen la presa muerta desde lejos, así también vendrían, hasta esta ciudad
corrompida y muerta espiritualmente, las aves del juicio divino, en este caso las águilas del ejército
romano, tal cual como lo indicaba la figura en su estandarte.
La idea de analizar en profundidad Mateo 24, era para determinar el tiempo en que la desolación
llegaría sobre Jerusalén. Después de leer lo que la misma Biblia enseña, además de todos los
documentos históricos que he presentado, no debería existir ninguna duda con respecto a que
esos días de gran tribulación, profetizado en el Antiguo Testamento y confirmado por Jesús,
correspondan a los horripilantes días vividos por el pueblo judío durante la caída y destrucción de
Jerusalén. Ahora bien, sea que usted acepte o no esta interpretación escatológica, hay algo que
usted no podrá negar, ni mucho menos pasar por alto, y es el enfático y concluyente sentido de
continuidad que expresa la primera palabra del siguiente versículo a leer sobre los sucesos que
Jesús está describiendo.
Primera Parte
La mayoría de los teólogos e intérpretes bíblicos, convergen en que la gran tribulación de Mateo
24:21 guarda relación única y exclusivamente con Israel; pero la divergencia se presenta cuando
hay que determinar el factor tiempo de este periodo. De acuerdo con nuestro estudio a esta
primera parte, podemos concluir que ese periodo de angustia y de gran desolación tuvo ya su
cumplimiento en la destrucción de Jerusalén en el año 70 del primer siglo. Ahora bien, necesitamos
ser estrictamente respetuosos con el significado de las palabras, y aceptar que la expresión
“inmediatamente” une ineludiblemente los eventos de la gran tribulación con el regreso de Cristo, lo
cual implica, además, que dicho acontecimiento marcaría el fin del siglo, no del mundo, como se
quiere suponer, sino simplemente el fin de la era (gr. aion) judaica; la economía del Viejo Pacto.
Durante el tiempo que me ha llevado escribir este libro he tenido que indagar mucho en la literatura
futurista, especialmente dispensacionalista (o ¿sensacionalista?), y es sorprendente descubrir la
gran diversidad de opiniones que se vierten sobre este capítulo que estamos analizando. Un
reconocido dispensacionalista (Arno C. Gaebelein[18], 1861-1945, ministro metodista) dice que
la mayoría de los intérpretes bíblicos, concuerdan en que esta primera parte del discurso de Mateo
24 tuvo su cumplimiento en el primer siglo, pero al mismo tiempo, él añade, ésta es una
interpretación “insensata” y que daña violentamente a la Palabra de Dios [19]. Otra importante, pero
al mismo tiempo absurda observación, es la que hace Cyrus I. Scofield (1843-1921) en su
comentario a Lucas 21:20, pasaje paralelo a Mateo 24:15. Él dice que en el discurso del Monte de
los Olivos están en consideración los dos sitios de Jerusalén (él llega a esta conclusión del “doble
cumplimiento”, al considerar en conjunto los escritos de los tres evangelios sinópticos sobre el
discurso de Jesús). Sostiene que Lucas describe el evento histórico del sitio de Jerusalén ocurrido
en el año 70 bajo el liderazgo de Tito y, que por tanto, los versículos 20 al 24 se cumplieron
literalmente en el primer siglo, y que por otro lado, ni Mateo ni Marcos mencionan sobre el sitio de
Jerusalén, sino que en su lugar describen la abominación desoladora que habló el profeta Daniel, y
que según Scofield, tendrá lugar al final de los tiempos, durante los siete últimos años, antes de la
segunda venida de Cristo. En resumen: Scofield sostiene que Lucas 21:20-24 describe el sitio de
Jerusalén en el año70, y que Mateo 24:15 y Marcos 13:14 describen el segundo cumplimiento de la
profecía, el cual tendrá lugar en el futuro [20]. Este argumento, por más que se quiera demostrar,
lamentablemente no tiene ningún asidero bíblico, simplemente estuvo en la mente (fantasiosa) del
señor Scofield.
Los futuristas dicen que ellos interpretan la profecía literalmente, tal cual como está escrita; sin
embargo, la interpretación que han hecho de Mateo 24 no pareciera ser muy literal, ya que han
pasado por alto un aspecto fundamental de la hermenéutica, su marco histórico. Ellos enseñan que
toda la Escritura fue escrita pensada en nosotros y en cada época a través de la historia, y esto es
un grave error. Si bien es cierto que, “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2Ti 3:16), no podemos apropiarnos de
promesas y juicios que sólo fueron dirigidos a personas y pueblos determinados en el pasado. El
discurso de Mateo 24 está estrictamente dirigido al pueblo judío; basta solo leer con sentido común
el pasaje, e inmediatamente se puede percibir a quienes Jesús dirige sus palabras. Veamos
algunos ejemplos sobre esto que aparecen en el capítulo:
¿Se dio cuenta? las palabras de Jesús van dirigidas a una audiencia presente, a personas que
están allí escuchando sus palabras, o sea, sus apóstoles y demás discípulos. Además, del factor
gramatical e histórico tan importante a tener en cuenta al pretender interpretar las Escrituras, están
también otros elementos que no lo son menos, y se trata de los datos culturales y geográficos que
se mencionan en el pasaje, lo cual arroja mayor luz a nuestro propósito de interpretar. Observe los
siguientes términos.
Con todos estos datos, bíblicamente demostrados, no podemos cerrar los ojos y creer que el
discurso de Jesús tiene una doble connotación, porque aceptar tal posición, sería considerar la
Biblia como un libro ambiguo.
Segunda Parte
Muchos se detienen sobremanera en la segunda parte del versículo 29 para construir toda clase
de incongruencias relativas, a lo que ellos consideran, “la segunda venida visible de Cristo”. (El
rapto es considerado por los futuristas como la primera parte del programa de la segunda venida
de Cristo, y la que ellos denominan: “la venida invisible”) La manera tan espectacular como los
evangelios sinópticos describen los sucesos inmediatos a la tribulación de aquellos días, llama la
atención: “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y
las potencias de los cielos serán conmovidas”. Aun cuando existen documentos históricos que
narran ciertos fenómenos espectaculares vistos en el cielo alrededor del año 70 d/C., lo más
“razonable” podría ser que este tipo de descripción pictórica, obedezca sencillamente a la forma
peculiar del idioma bíblico de querer expresar la grandeza de un acontecimiento por medio de
figuras hiperbólicas: “las estrellas caerán del cielo”. Lo mismo se aprecia en la introducción de
Apocalipsis. Juan describe la más grande promesa del Nuevo Testamento, y en especial de su
libro, en un estilo muy hebraico, lleno de emoción y suspenso: “He aquí que viene con las
nubes” (Ap.1:7). Marcos 13:24, 25 y Lucas 21:25, 26 describen, de un modo muy similar, los
sucesos descritos por Mateo, y que tienen lugar inmediatamente después de la tribulación de
aquellos días. Si por “tribulación de aquellos días” nos estamos refiriendo a los indescriptibles
estragos provocados por la desolación de la ciudad de Jerusalén en el año 70, entonces estamos
estableciendo que los eventos narrados a partir del verso 29 de Mateo, y confirmados por Marcos
13 y Lucas 21, tuvieron su cumplimiento inmediatamente después de dicho desastre.
El lenguaje que usa Mateo en este versículo para describir la inauguración del Reino de Dios sobre
la tierra, está tomado del Antiguo Testamento, principalmente del libro de Isaías:
10
Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al
nacer, y la luna no dará su resplandor
13
Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová
de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira (Isa. 13:10 y 13).
“Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá todo
su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera” (Isa. 34:4).
En los dos primeros versículos, Isaías describe metafóricamente, los horrores de los juicios de
Dios sobre Babilonia, el gran imperio pagano y asolador de la antigüedad. Es históricamente
sabido que Babilonia fue sitiada y destruida por Ciro el Grande en 539 a/C. De ahí en adelante,
nunca más Babilonia volvió a ser reedificada, aunque sobre sus ruinas su nombre siguió existiendo
por varios siglos más, sin embargo, la profecía de Isaías fue fulminante. La destrucción definitiva
tuvo lugar entre los años 126-125 a/C. por el parto Evemero [21], quien conquista la ciudad y la
incendia, reduciendo el antiguo imperio a un montón de escombros a orillas del río Éufrates.
Lo mismo se puede observar en Isaías 34:4, en el juicio de Dios sobre Edom. Como en el caso
anterior, el lenguaje es puramente figurado porque, aunque la ciudad y sus moradores fueron
destruidos casi totalmente, no pudo ser bajo ningún aspecto de la forma como lo describe el
profeta. Si este cuadro pictórico debiera interpretarse literalmente, sería el comentario más absurdo
y ridículo que existiera sobre un pasaje bíblico. La razón es simple: Los cielos no fueron
estremecidos; ni tampoco las constelaciones estelares ni la tierra fueron removidas de su lugar
durante el sitio de Babilonia. Y en el juicio contra Edom, la profecía simplemente enunció el
desmoronamiento magistral e inminente de un imperio que parecía tan fuerte y seguro, y la de un
pueblo, considerado como el principal enemigo del pueblo de Dios en el pasado. De igual manera
Mateo y Lucas, recurren a la misma figura literaria de Isaías para describir cómo en un momento,
todo el poder y grandeza de un reino soberano, como lo era el pueblo hebreo, es despojado y
desarmado de toda su influencia y autoridad, comparando su esplendor y gloria con las eternas e
invulnerables lumbreras de los cielos. La profecía describió asombrosamente la caída súbita de la
ciudad, que en un tiempo fuera “el gozo de toda la tierra” (Sal.48:2; Lam.2:15).
Algunos replicarán que la conmoción celestial descrita en el versículo 29, tiene mucho sentido con
lo que dice 2 Pedro 3:10: Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las
obras que en ella hay serán quemadas. Y me gusta que lo consideren, ya que aquí nuevamente
nos encontramos con otro problema de interpretación, y que al parecer no lo era hasta hace dos
siglos atrás, cuando se entendía que los cielos y tierra mencionados por el apóstol, se referían al
gobierno civil y religioso de la nación judía. Aun el gran teólogo ingles puritano del siglo XVII, John
Owen (1616-1683) haciendo un comentario a este pasaje, él declara que aquí los cielos nuevos y
tierra nueva corresponde al evangelio eterno, la economía del Nuevo Pacto, mientras que lo que es
destruido, corresponde a la estructura judía del Viejo Pacto [22].
Ahora bien, la palabra “elementos”, que comúnmente se interpreta por materia, en el original
griego esstoijeíon. Y es muy interesante notar, que esta misma palabra se usa, además, para
describir aquellos principios de conocimiento elementales sobre cualquier ciencia, y que en las
cartas de Pablo aparece con el nombre de “rudimentos”. Lo que nos hace sugerir entonces, que la
expresión del apóstol Pedro en el verso 10: “los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y
las obras que en ella hay serán quemadas”, se refiere a la estructura del Viejo Pacto, tal como lo
observó Owen; los elementos ardiendo, no son la materia atómica que compone el universo, sino
representa al gobierno cívico y religioso de los judíos, y naturalmente todo su pueblo representado
por las estrellas del cielo.
Otro punto, muy recomendable observar en el pasaje, es el carácter de inminencia que Pedro da a
esta profecía, lo cual indica que tal aniquilación de la que está hablando, se encuentra muy cerca
de ellos; no da para pensar en dos mil años en el futuro, sino dentro de muy poco. Los versos 11 y
12 dicen:
11
Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y
piadosa manera de vivir,
12
esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose,
serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
13
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora
la justicia.
Para el futurista, que todo interpreta literalmente, 2Pedro 3 está lejos de ser un texto simbólico.
Para él, la destrucción de los cielos y tierra, y su correspondiente re-creación, tiene un significado
literal, por lo tanto, esta profecía indiscutiblemente (para ellos) no ha tenido cumplimiento aun, por
consiguiente, la segunda venida de Cristo es un evento todavía futuro. Sin embargo, el futurista no
quiere ver la montaña de evidencias que muestra la Biblia con respecto al tiempo en que las
profecías debían cumplirse, y el significado correcto que éstas tendrían. El verso 13, por ejemplo,
declara la promesa tomada de Isaías 65:17 en donde Dios, a través del profeta, promete restaurar
el reino de Israel en un nuevo pueblo; devolver el gozo a la ciudad santa, y hacer que todo lo
pasado (Viejo Pacto), nunca más vuelva a la memoria. Para alcanzar la justicia perdurable y la paz
eterna, Dios debía realizar algo catastróficamente insólito. Terminar con el actual pueblo rebelde y
duro de cerviz, y engendrar de sus mismos lomos, espiritualmente hablando, a un nuevo pueblo, y
que en este caso es la Iglesia. Israel, a partir de esa profecía tenía sus días contados. Años más
tarde lo confirmaría el profeta Daniel con su tajante certificado de defunción para la nación
apostata:
Dan. 9:24 “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para
terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia
perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”.
Como lo mencioné en páginas anteriores, la teología moderna traza sus principios doctrinales
sobre la base de la teología histórica de los padres de la Iglesia. En ella, por razones “muy
extrañas” y que comentaré más adelante, se puede observar con relación al tema de la segunda
venida de Cristo, la misma expectación que mantenía la Iglesia primitiva sobre este glorioso
evento, y lo cual, da mucho que pensar. Porque al examinar concienzudamente los pasajes del
Nuevo Testamento, incluyendo los que ya hemos estudiado en este capítulo, uno puede percatarse
inmediatamente que la profecía sobre el día del Señor, tenía para sus lectores originales, un
carácter de inminencia; por tanto, y frente a esta aparente contradicción, uno podría llegar
fácilmente a dos conclusiones: primero, el discurso profético de Jesús y sus apóstoles no se
cumplió en el tiempo prefijado, “dentro de la generación contemporánea de ellos” (Mt.24:34), por lo
tanto, ellos fallaron, su mensaje resultó ser incierto, y por ende, el evangelio es el fraude más
grande de la historia. Segundo, la profecía sí se cumplió, Jesús volvió por segunda vez, tal cual lo
anunció, y estableció el reino de Dios sobre la tierra; en consecuencia, los hechos deben ser visto
de la siguiente manera: el día del Señor tuvo lugar en la destrucción de Jerusalén; el fin del siglo,
como el final de la edad judía y la dispensación del Viejo Pacto; la gran convulsión estelar descrita
en la profecía, debió obligadamente tener un carácter simbólico; los escritos de los llamados
“padres de la Iglesia” estarían intervenidos. No puede ser que Josefo, el historiador judío no
cristiano del primer siglo, diera mayor credibilidad a las palabras de Jesús en su discurso del Monte
de los olivos, que los depositarios directos de las doctrinas cristianas heredadas de los mismos
apóstoles del Señor. Por lo tanto, yo me atrevería a dudar de la veracidad de la herencia histórica,
y darle todo el crédito a la Palabra de Dios.
Llegamos al punto más emocionante del discurso de Jesús: “Entonces aparecerá la señal del Hijo
del Hombre en el cielo”. Cuán interesante resulta leer esta frase, apegándonos lo más posible al
espíritu de la letra. Observe que, primariamente, no dice que se verá a Jesús, sino “su señal” en el
cielo. ¿Cómo podría ser esto? Creo que aquí se repite algo que era muy natural en el Antiguo
Testamento, cuando Dios se hacía presente en medio de su pueblo. En realidad, Dios no era visto
por la gente, pero ellos sí entendían que Dios estaba allí, porque veían la señal de su presencia.
Veamos algunos ejemplos:
Ex. 13:21 Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el
camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y
de noche.
Ex. 14:24 Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios
desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios,
Ex. 19:9 Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el
pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre.
Ex. 20:21 Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual
estaba Dios.
La nube era la señal de que Dios estaba allí. No era necesario ver literalmente a Dios, es más,
jamás se les habría pasado por la mente siquiera que podrían ver a Dios, eso para ellos era
sencillamente imposible.
Con el mismo espíritu con que se entiende el Antiguo Testamento, debe entenderse también el
Nuevo.
La señal del Hijo del Hombre, prosigue al punto más dramático de la historia del pueblo semita,
historia que se consume lastimosamente en medio de la más horrenda tribulación de todos los
siglos. Es el clímax de las edades, el punto neurálgico en el que convergen todas las profecías de
la Biblia. Es el fin del intervalo entre la cruz y el reino eterno; entre lo movible y lo inconmovible
(Heb.12:27); entre el sol del poderío judío que deja de resplandecer (v.29) y el sol de justicia que
viene trayendo en sus alas salvación (Mal.4:2; Heb.9:28). La señal del Hijo del Hombre significa el
cumplimiento exhaustivo y supremo de todo lo dicho por los profetas en el pasado (Lc.21:22).
Ningún otro acontecimiento bíblico es más prominente y relevante que el día grande del Señor.
Ningún otro acontecimiento ocupa tanto espacio y atención en toda la Biblia que el día del Señor.
Este es el verdadero y único centro de la historia: Cristo volviendo en gloria y majestad, y
anunciado con la genialidad única y espectacular de la lengua hebrea: “en las nubes del cielo”, del
mismo modo como Daniel lo vio siglos antes:
13
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de
hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
14
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran;
su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido (Dn. 7:13 y
14).
Estos versículos, que nuevamente salen a relucir, son muy importantes, y aunque pensaba
comentarlo más adelante, lo creo conveniente hacerlo ahora. En primer lugar, debo decir que la
mayoría de los teólogos y comentaristas bíblicos concuerdan en que la frase: “ verán al Hijo del
Hombre viniendo sobre las nubes del cielo”,Jesús la tomó del libro de Daniel, justamente del pasaje
que acabo de citar más arriba. Lo interesante en la profecía de Daniel, es que él no ve a Jesús
descendiendo hacia la tierra, sino lo ve subiendo hasta el Anciano de días, que indudablemente se
trata de Dios Padre y, ha ido hasta allí, para recibir el reino eterno. Aquí hay una tremenda
revelación y que lamentablemente no ha sido bien entendida por la mayoría. Se ha mal
interpretado la expresión “viene en (o con) las nubes”, con un regreso literal de Cristo, cuando en
realidad él quiso decir en su discurso del Monte de los Olivos, que pusieran atención a la señal de
su venida, pero no a una venida visible o literal. Esto tiene mucha relación con lo que dijera al
sumo sacerdote un poco más adelante: “Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora
veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del
cielo” (Mt.26:64). Pareciera que Jesús le hablara de dos eventos a presenciar: primero, ver al Hijo
del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios; y segundo, verlo venir en las nubes del cielo.
Sin embargo, creo personalmente que ambas cosas corresponden a un mismo acontecimiento, por
lo que se debe entender, haciendo uso del sentido común, que no se puede estar sentado a la
diestra del poder de Dios, y al mismo tiempo, viniendo en las nubes del cielo. Lo que Jesús dio a
entender a sus apóstoles y posteriormente al sumo sacerdote, es que estuvieran atentos, porque
ellos y todos los de aquella generación, serían testigos de la señal más gloriosa de las edades: Su
entronización en el cielo y la posesión del dominio y el poder para ejecutar los juicios sobre aquella
generación perversa.
Hay una tremenda confusión con respecto at tema de la segunda venida de Cristo, y me parece
que no será fácil revertir esa postura en este libro, y no por falta de evidencias bíblicas, sino debido
a esa idea preconcebida que se tiene tan arraigada en la mente sobre esta doctrina. Decir que
Jesús no vendrá, es la más grande herejía que un ser humano puede pronunciar, según el
cristianismo tradicional. Pero lo acepte o no, fue lo que Jesús dijo: su venida tendría lugar dentro
de aquella generación (Mt.24:34), y repito, no se refirió a una venida visible, sino a la señal de su
venida, y que sería caracterizada por la caída de todo el sistema político y religioso judío, descrito
con la imagen de una conmoción cósmica, y que sería inmediatamente después de la tribulación
de aquellos días.
El otro problema de interpretación, ocurre con la expresión: "verán al Hijo del Hombre viniendo
sobre las nubes del cielo". Esta es la misma expresión que usa Juan en Apocalipsis 1:7 “He aquí
que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra
harán lamentación por él. Sí, amén”. Pareciera que el texto dijera que Jesús será visto por todo el
mundo, incluso se hace más evidente aun asociando la frase del verso 30: “entonces lamentarán
todas las tribus de la tierra”. Pero en realidad la expresión:“todas las tribus de la tierra”, no puede,
bajo ningún aspecto, tratarse de toda la población del mundo. En primer lugar, la profecía tiene
relación directa con el pueblo judío. Lo que debía ser destruido era Jerusalén (Lc.21:20), y no el
mundo. Entonces las tribus de la tierra, en este caso, corresponde a las tribus de Israel. ¿Recuerda
ese cuadro tan dramático cuando Jesús camina hacia el monte de la crucifixión cargando su cruz y
sintiendo el látigo del verdugo? Bien, en ese pasaje se muestra a mujeres de Jerusalén llorando al
ver la forma tan cruel y despiadada en que su Señor está terminando su carrera; Jesús las mira y
les dice: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros
hijos" (Lc. 23:28). Es muy posible que Jesús se estuviera refiriendo a esos días de gran angustia
por los que tendrían que pasar, y de los que no estaban tan lejos. También sería muy interesante
revisar el pasaje de la ascensión de Cristo al cielo. Lucas es el único que registra este tan
importante evento, y lo escribe primeramente en su evangelio y más tarde en su libro de los
Hechos de los apóstoles. En Lucas 24:51 leemos que Jesús, luego de bendecir a sus discípulos,
se separó de ellos y fue llevado al cielo. En cambio Hechos 1 describe algunos detalles que son
cruciales para entender el asunto que nos ocupa en este momento, su venida. Los versos 9 al 11
dicen:
9
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de
sus ojos.
10
Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron
junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,
11
los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo
Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.
Parece que aquí radica el problema de la confusión. El relato dice que: “viéndolo ellos, fue
alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”. Es muy posible que los únicos que le
vieron irse al cielo, hayan sido sus discípulos. Hay muchos episodios en la Biblia en que ocurrieron
situaciones sobrenaturales, y que sólo fue visto por algunos solamente; por aquellos a quienes
Dios determinaba que lo vieran. Algunos ejemplos: En el pasaje de la transfiguración de Mateo
17:1 leemos que Jesús tomó aparte a tres de sus doce apóstoles para que presenciaran un
pequeño avance de su gloria venidera. Pablo dice también a los corintios, que después de su
resurrección, Jesús se apareció a Pedro, luego a los doce, y en tercer lugar, a más de quinientos
hermanos (1Cor.15:57), lo cual indica, que verlo levantado de entre los muertos, no fue privilegio
de todos, sino solamente de algunos, los más cercanos probablemente. Por lo mismo, es muy
posible que la señal de su venida, si es que hubo alguna manifestación sobrenatural de su
apariencia, algo muy poco probable, habría sido observada solamente por quienes le vieron irse al
cielo. Porque debe entenderse también, que la ascensión de Cristo no fue un espectáculo público,
sino algo estrictamente privado. Por tanto, en el contexto de Hechos 1:9 se debe concluir que el
regreso de Cristo, no sería visible al ojo humano, ya que dice: "una nube le ocultó de sus ojos".No
es lo mismo decir: vendrá en una nube y todo ojo le verá, a decir, que una nube le ocultará de todo
ojo. Por otro lado, la figura de la nube era familiar para quienes conocían las Escrituras hebreas. El
profeta Isaías, por ejemplo, profetiza que Jehová vendrá con juicio sobre Egipto, y lo anuncia
espectacularmente así:
"Profecía sobre Egipto. He aquí que Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los
ídolos de Egipto temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de
ellos" (Is.19:1)
Ahora bien, ¿verían los egipcios a Jehová cuando vino sobre ellos? Desde luego que no, porque
Jehová no vino literalmente sobre Egipto. La expresión: "He aquí que Jehová monta sobre una
ligera nube, y entrará en Egipto",está en sentido figurado, forma muy peculiar de la lengua semita,
y se usa para dar realce al mensaje que se desea transmitir. Vea estos otros dos ejemplos:
"Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. Jehová
marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo de sus pies" (Nah. 1:3).
"Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes por su carroza, El que anda
sobre las alas del viento" (Sal. 104:3).
Si el lenguaje hebreo tenía esta forma tan pictórica de expresarse en el Antiguo Testamento, y era
comprendido perfectamente por sus primeros lectores, ¿por qué debería tener una idea o
comprensión diferente para los destinatarios del Nuevo Testamento? Simplemente sería absurdo.
Volviendo a Isaías 19. La manera en que Jehová llevaría a cabo su sentencia sobre Egipto es
asombrosa, y se encuentra en el siguiente versículo:
2"
Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su
prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino".
La estrategia de Dios, era provocar una guerra civil en Egipto y, de esa manera, él ejecutaría sus
juicios sobre esta nación pagana, haciendo que se eliminarán entre ellos mismos. El hecho de que
el Nuevo Testamento diga que Jesús volverá en las nubes del cielo, no necesariamente debería
interpretarse que Jesús mismo, literalmente vendría allí o así; porque al igual que en los ejemplos
anteriores, la figura de las nubes simbolizan la presencia de Dios o de Cristo en este caso. Hay
quienes insistirán en que en Hechos 1:9 dice muy claro que de la forma en que Jesús se fue al
cielo (en una nube), así habría de volver por segunda vez y ser visto por todo ojo, como dice
Apocalipsis 1:7. Sin embargo, hay un pequeño detalle en el pasaje que no ha sido observado
concienzudamente, y es que, la nube que le recibió solo fue para ocultarlo de los ojos de los
discípulos, y por lo tanto, no debería asociarse con la nube en que debería volver. En el uso
estricto de la hermenéutica, un texto que ha sido tomado de otro texto escrito con anterioridad, no
debe interpretarse indistintamente al primero, de hacerlo así, pierde su sentido original. Lo mismo
ocurre cuando el apóstol Pedro dice: "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos
nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia" (2Pe. 3:13). Pedro cita la promesa de Isaías
65:17, la que erróneamente ha sido interpretada como una creación literal. Allí, el profeta anuncia
retóricamente, el fin de la era del viejo pacto y el comienzo del nuevo; el fin del Israel natural y el
comienzo del Israel espiritual, la Iglesia (ya comentaré mejor este asunto más adelante). De igual
modo, debe interpretarse la venida de Cristo en las nubes, basándose en el contexto de la
expresión original. Como vimos más atrás, dicha expresión fue tomada de Daniel 7:13, y en ella, el
profeta no ve a Cristo descendiendo, sino ascendiendo a donde estaba el Anciano de días; igual
como el cuadro de la ascensión de Hechos 1:9, y que coincide perfectamente con lo que Jesús le
dice al sumo sacerdote: "... y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado
a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Mt.26:64). Dos instancias que se
mezclan en un solo gran acontecimiento, el día del Señor.
La destrucción de Jerusalén marcó el fin de la edad del Viejo Pacto, mientras que la venida de
Cristo, marcó el comienzo del llamado siglo venidero, la nueva edad, el reino de Dios, la Iglesia del
Nuevo Pacto.
Tanto Mateo 24 como Marcos 13 describen este cuadro escatológico con el mismo lenguaje
apocalíptico característico de los hebreos; mientras que Lucas 21, hace uso de un estilo menos
sensacionalista, probablemente para darle un enfoque más histórico que emocionante, pero el
discurso es el mismo. Recordemos que Lucas era un medico, y por lo mismo, su modo particular
de escribir se deba probablemente a su elevada educación. El pasaje paralelo de Lucas 21 dice
así:
25
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las
gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
26
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la
tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
27
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Apenas hay algunos cambios verbales en la descripción de Lucas, lo que no opaca en lo
absoluto el fuerte impacto que el mensaje pretende entregar. Para nada se podría pensar que
estamos frente a otro discurso, como lo han sugerido algunos, sino simplemente se trata de una
observación diferente a un mismo asunto, pero que sustancialmente expresa la misma idea de los
otros dos evangelistas.
Isa. 27:13 Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que
habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y
adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.
A lo largo de todo el Antiguo Testamento se pueden leer las innumerables veces que se promete a
Israel una futura edad de oro; un tiempo glorioso, totalmente restaurado, y en su propia tierra. Sin
embargo, considerando la peculiaridad del lenguaje bíblico, con sus múltiples figuras y
simbolismos, es peligroso hacer una interpretación a la ligera, y más aun, teniendo en cuenta que
la Iglesia moderna está fuertemente influenciada por una corriente "sionista", que poco menos
condiciona al cristiano a un segundo nivel, en relación al pueblo hebreo.
De ahí, que se imita su música, su danza, y hasta incluso, la forma de celebrar los cultos a Dios.
Ponen banderas de Israel en la plataforma, candelabros de siete velas, la estrella de David, y se
usa aceite para ungir, en lugar de hacerlo en el nombre del Señor. Solo falta llegar al templo con un
cordero y sacrificarlo en medio del culto, como una forma de agradar a Dios. No sé dónde vamos ir
a parar con todo esto, pero ésta es la triste realidad de la iglesia actual; la que cegada por la
ignorancia y/o la equivocada enseñanza de sus líderes, no logra ver la verdad que está ante sus
propios ojos, la información histórica que nos entrega el Nuevo Testamento sobre un pacto y una
edad ya desaparecida y exterminada. Están exactamente igual que los judíos del Viejo Pacto, con
un velo en sus ojos cuando leen las Escrituras (2Cor.3:14).
Es verdad que Dios prometió restaurar a Israel, y por lo tanto, no pondremos en duda su Palabra,
sin embargo, será muy importante observar que dicha restauración se encuentre en armonía con el
mensaje que presenta el Nuevo Testamento. En él se puede observar muy claramente, cuál es el
rol que tanto Israel y la Iglesia tienen en el nuevo orden de Dios. Pablo dice que en Cristo Jesús ya
no hay diferencias entre judíos y griegos (Gal.3:28), porque ahora somos uno en él; además, dice
a los efesios que la pared divisoria que había entre gentiles y judíos fue derribada por Cristo
(Ef.2:14), lo que nos indica que la posibilidad de dos pueblos diferentes en el plan de Dios, como
enseña el dispensacionalismo, no es compatible con la enseñanza de Pablo. Por otro lado, Jesús
al ser consultado sobre el tiempo de la restauración de Israel, el sólo se limitó a decir:
7
—No les toca a ustedes conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del
Padre —les contestó Jesús—.
8
Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en
Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra (Hech. 1:7 y 8 / NVI).
Sin el ánimo de hacer conjeturas irresponsablemente sobre lo que quiere o no quiere decir la
Escritura, uno podría concluir que, en algún sentido, y de acuerdo con este ultimo versículo leído,
Jesús quiso dar a entender a esos inseguros discípulos que no lograban aun dimensionar el
verdadero impacto que había provocado su sacrificio poco más de un mes atrás, que la edad del
viejo pacto, esa que condicionaba la salvación y la gracia a una sola nación, había llegado a su fin
y, que de ahí en adelante el reino de Dios, ese mismo del que había hablado en la parábola de la
semilla de mostaza, que siendo tan pequeña en el momento en que es plantada, se transforma
luego en la más grande de todas las hortalizas del campo y echa grandes ramas, de tal manera
que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra (Mt.4:30-32), bueno, ese reino ya estaba muy
cerca de establecerse plenamente, por lo tanto, la tarea de ellos, mientras éste llegaba, sería
proclamarlo por toda la tierra habitada. Entiendo que será muy difícil aceptar lo que voy a decir,
pero creo ver muy claramente en el Nuevo Testamento, que los nuevos cielos y la nueva tierra
profetizada primeramente por Isaías (Is.65:17), mencionada por Jesús (Mt.5:18), confirmada por
Pedro (2Pe.3:13) y posteriormente por Juan en Apocalipsis 21, corresponde a esa restauración tan
citada por los profetas antiguos, y que halló su fiel cumplimiento en la fundación de la Iglesia, el
Israel de Dios, la Jerusalén de arriba, la ciudad del Dios vivo.
La restauración de Israel tenía que ver con un estado o condición espiritual y no meramente
terrenal, como lo habían entendido los apóstoles al principio. Cuando Dios hace el pacto con
Abraham, le deja de manifiesto que la bendición del pacto no estaría condicionada solamente a las
tribus de Israel, sino que, a todas las familias de la tierra (Gn.12:3). Luego en el Nuevo
Testamento, Pablo aclara que esa bendición es transferida a los gentiles a través de Jesucristo, la
descendencia de Abraham (Gal.3:16). Y enfatiza que en el cumplimiento pleno de esta promesa se
acaban todas las diferencias que hasta ese momento eran un gran problema. Estas diferencias a
saber eran: las raciales (no hay judío ni griego); las sociales (no hay esclavos ni libre); y las
culturales (no hay varón ni mujer); y subrayando finalmente en su admonición del capítulo tres, de
que somos uno en Cristo, y si somos de Cristo, linaje de Abraham somos, y herederos según la
promesa (vv.28 y 29). Considerando todos estos argumentos, se podría interpretar con justicia, que
los escogidos del verso 31 correspondería a todos los que estaban predestinados para salvación e
inscritos en el libro de la vida desde antes de la fundación del mundo; y en estos están incluidos
los elegidos del pasado, del presente y del futuro. El escritor a los Hebreos, que escribe a los
judíos en la dispersión, hace una dramática comparación entre lo que fue el rígido culto celebrado
en el monte que se podía palpar, Sinaí, símbolo del viejo pacto, y la nueva experiencia de
pertenecer al cuerpo de Cristo, la Iglesia, representada por el monte Sión. Observe detenidamente
el impactante contraste que el escritor hace entre un pacto de terror y otro de gloria en los versos
18 al 24 del capítulo 12, y en especial los dos últimos, que confirman lo que yo había planteado
más arriba, que los escogidos de Mt.24:31 corresponde a la gran multitud de santos hechos
perfecto por la sangre del Nuevo Pacto: "sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la
ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la
congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los
espíritus de los justos hechos perfectos". Por estos versículos uno puede interpretar racionalmente,
que la Iglesia es el único pueblo escogido de Dios, y que está compuesto por gente de todos los
tiempos, de todas las razas, y de toda la tierra, y que cualquier otro pasaje de la Biblia que
aparente decir lo contrario a esto, debería ser analizado a la luz de estas Escrituras. Para los
futuristas, es muy difícil aceptar que el juicio de las naciones ya fue ejecutado hace dos mil años
atrás, que la Iglesia fue recogida de los cuatro vientos de la tierra y que hoy está espiritualmente
sentada en los lugares celestiales con Cristo (Ef.2:6), lo que significa, que todo, absolutamente
todo, está cumplido. La Iglesia está completa y perfecta, a pesar de todas esas cosas raras que
encontramos en medio de ella, pero es Dios el que la dirige, y en algún momento él actuará, y todo
volverá a su modelo original, y así será por los siglos de los siglos. Mientras exista la tierra en que
Dios nos sembró habrá una Iglesia que reine sobre ella.
"Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella" (Sal. 37:29).
Una última acotación a este segmento. Mateo y Marcos registran paralelamente el cuadro de los
ángeles recogiendo a los escogidos desde los cuatro vientos de la tierra, pero Lucas, que como
dijimos anteriormente, escribe un tanto diferente, pero nunca contradiciendo, sino que describiendo
los mismos hechos pero desde una óptica distinta, y esa distinción se expresa armoniosamente
con los otros evangelios en este versículo:
Lc. 21:28 "Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque
vuestra redención está cerca".
En lugar de decir: que enviará sus ángeles a levantar a sus escogidos de los cuatro vientos de la
tierra, les da una señal muy esperanzadora: Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y
levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. Esto significa: que cuando todo lo
anteriormente dicho comience a ser realidad, ellos deberían "erguirse", y esta palabra que en el
versículo aparece por erguidos, es muy importante, porque en el original griego (G352 anakupto -
Dic.Vine N.T.), no solo significa levantarse figurativamente, sino que también expresa el sentido de
alegrarse triunfantemente. Ahora bien, ¿por qué se les dice que se alegren? la respuesta es muy
obvia: "vuestra redención está cerca"; es decir, vuestra salvación será consumada plenamente
cuando Cristo aparezca por segunda vez (Heb.9:28), lo que equivale exactamente a ser levantado
con los escogidos en el día del Señor, tal cual como lo describen Mateo y Marcos.
Ultimas recomendaciones
Los siguientes versículos solo son la continuidad de las recomendaciones anteriores; sin embargo,
el carácter de inminencia que se le da al cumplimiento de la profecía, se deja de manifiesto en la
reiteración del llamado a estar alerta, atentos a las señales que precederán al gran día del Señor.
Los tres evangelios mencionan la misma parábola de la higuera:
32
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis
que el verano está cerca.
33
Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
Lo del reino quitado a unos y dado a otros, es muy interesante para nuestro estudio, porque
aunque ni Mateo ni Marcos mencionan la llegada del reino , sí lo hace Lucas:
Lc. 21:31 "Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el
reino de Dios".
Aquí mismo en Lucas, pero en el capítulo 19, Jesús refirió una parábola sobre un hombre noble,
que se fue a un país lejano para recibir un reino y volver (vv.11-27). Está muy claro que aquel
hombre noble era Jesús, y ese país lejano era el cielo, a donde él fue después de su resurrección,
y de donde también debía volver (espiritualmente) como rey para establecer el reino que su Padre
le habría entregado. Jesús debió hablar mucho de ese reino con sus apóstoles, y de cuán cerca
estaba de ellos; eso explica la idea que ellos tenían de que el reino se manifestaría en los días de
Jesús (v.11).
Ese reino, a la verdad, estaba muy cerca, tan cerca que algunos de los que le escuchaban no
morirían antes de verlo llegar con poder (Mr.9:1). Por eso, el llamado a velar era un imperativo,
porque el cumplimiento total a todo el discurso pronunciado estaba en el futuro inmediato a ellos, y
lo ratifica con la expresión que a muchos les cuesta tanto entender:
"De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca"(v.34).
Digo, que les cuesta tanto entender, porque consideran que la palabra "generación", en este
versículo tiene, según ellos, una connotación futura; que era imposible que Jesús estuviera
pensando en ese momento en la destrucción de Jerusalén del año 70, por el argumento que
expone en el verso 36: "Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino
sólo mi Padre". Lo cual revela claramente el rebelde espíritu de querer torcer una interpretación,
que aunque estuviera en otro contexto, en cualquier otro lugar de la Escritura, tendría exactamente
el mismo sentido que se observa aquí: "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca".
En otras palabras diría así: "no alcanzará a morir toda la gente que hoy vive, sin que todo lo que he
dicho se haya cumplido". Por otro lado, la expresión: "Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los
ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre", solo fue observada por Mateo y Marcos, sin embargo la
expresión: no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca, fue observada y escrita por
los tres evangelios sinópticos. Si la cantidad de veces que una expresión aparece en la Escritura
debe tener mayor credibilidad que aquellas que menos se pronuncian, ésta sería justamente una
de aquellas a la que debería dársele mayor importancia.
____________________________
NOTAS
[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Evangelio_de_Marcos
[4] Libro Tercero, cap. 6 “Acerca del hambre que angustió a los judíos”. Edición en español de Historia
Eclesiástica de Eusebio. Publ. Por CLIE en 2008.
Puede leerlo en: http://lapalabrarevelada.com/acerca-del-hambre-que-angustio-a-los-judios/
[5] Con respecto a la fecha tardía de la redacción del libro Apocalipsis y la alusión a la existencia de Juan
apóstol a fines del primer siglo, Irineo es el primero que lo menciona y muy brevemente en su obra: "Contra
los Herejes, al referirse sobre el nombre del anticristo: "pues sabemos que, si su nombre debiera ser
claramente proclamado ya en el presente, lo habría dicho aquel que lo contempló en el Apocalipsis; además,
esta visión ha tenido lugar casi en nuestro tiempo, hacia el final del imperio de Domiciano", libro V, cap. 3,
punto 3.6.
[6]http://multimedios.org/docs/d001092/p000002.htm#1-p0.1.4). INTRODUCCIÓN, Cap. IV, puntos: 7 sobre
María y 8 sobre la Eucaristía.
[7] Para verificar la veracidad de mi comentario sobre los escritos de Irineo de Lyon, visite la dirección de
internet que aparece a continuación:
http://multimedios.org/docs/d001092/
[8] Los escritos de Irineo, como podrá ver en la dirección del punto 6, contienen muchas enseñanzas, que no
guardan relación con el Nuevo Testamento; los escritos de Policarpo y otros llamados padres de la Iglesia, de
igual modo, éstos se refieren a la segunda venida de Cristo como un evento futuro, lo que da mucho para
pensar, considerando que estamos hablando de documentos que supuestamente fueron escritos en los
primeros siglos de la era cristiana. Hoy existe mucha información por internet, y de fuentes muy confiables,
de donde se puede extraer mayores antecedentes sobre estos documentos históricos. Recomiendo leer el
libro de Flavio Josefo: "La guerra de los judíos", en él podrá encontrar el testimonio impactante de quien fuera
un testigo ocular del cumplimiento total del discurso de Jesús en el Monte de los Olivos. En esta dirección
podrá acceder al libro virtual:
http://www.cayocesarcaligula.com.ar/grecolatinos/guerra_de_los_judios/index.html.
[9] "Historia Eclesiástica" de Eusebio de Cesarea, libro tercer, cap.6, págs. 95-98, editado por CLIE. Para
quienes no tengan acceso a la obra impresa, pueden encontrar este capítulo en la siguiente dirección de
internet:
http://escrituras.tripod.com/Textos/HistEcl03.htm.
[10] “Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, libro segundo, cap. 3, pág.66. Publicado por CLIE.
[11] Eventos del Porvenir, cap.XVIII, pág.213. Publicado por Edit. Vida.
[12] Biblia anotada de Scofield en español, comentario a las 70 semanas de Dn.9:27, punto 7, pág. 774.
[13] Eventos del Porvenir, cap. IV, punto 1C, Ley del doble cumplimiento, pág.37. Publicado por edit. Vida.
[14] Hermenéutica Bíblica de M.S.Terry, cap.XVI, pág.299. Publicado por CLIE.
[15] “Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, libro III, cáps.6, 20-28; 7, 1, págs.97 y 98. Publicado por
CLIE.
[16] “Historia Eclesiástica” de Eusebio de Cesarea, libro tercero, cap.7, pág.98. Publicado por CLIE.
Ellos tuvieron que preguntarles al maestro, que quería decir con esto de que un
poco y no me veréis; y de nuevo un poco y me veréis. Jesús también se había dado
cuenta que ellos no habían entendido en la forma en que se los había dicho, así
que se lo explicó en el estilo de ellos, o sea, en alegoría. Observe la respuesta de
Jesús:
Jn. 16:20-22
Hago una aclaración sobre este versículo: Los muertos a los que Pablo se refiere,
son creyentes que murieron sin ser transformados espiritualmente y elevados a la
posición que hoy tiene la Iglesia. El asunto medular radica justamente en esta
parte, el no entender correctamente lo que Jesús está hablando con sus discípulos.
El no está hablando de la separación que habría entre su muerte y resurrección,
como comúnmente se interpreta, por lo de “momentánea”; tampoco se trata del
Espíritu Santo que llegaría en pocos días después que él subiera al cielo. El está
hablando de otra separación momentánea. ¿De cuál se trataría? El está hablando
del corto periodo que habría entre su muerte y su manifestación gloriosa, cuando
él volvería en las nubes del cielo. Pablo y los demás apóstoles entendían que Jesús
volvería dentro de muy poco, y entonces establecería definitivamente Su Reino
sobre la tierra. ¿Y cuándo ocurrió esto? Bueno, es lo que quiero que usted
entienda. La segunda venida de Cristo tuvo lugar durante la destrucción de
Jerusalén en el año 70 d/C. En realidad la guerra de los judíos duró como 7 años
(Puede leerlo en cualquier enciclopedia universal, o en Internet). Comenzó en el 66
y terminó en el 73 d/C. ¿Por qué creo que fue durante este horroroso episodio de
la destrucción de Jerusalén? Sencillamente porque Jesús lo dijo:
Lc. 21:5-21
Explico lo que ha leído: ¿Sobre qué evento Jesús es consultado? Sobre qué señales
habrían para conocer que el tiempo de la destrucción del templo y de Jerusalén
estaba a las puertas. Todos los judíos entendidos en las escrituras sabían que venía
un día de juicio o de “retribución” de parte de Dios hacia ellos. Esto fue anunciado
por los profetas antiguos, Jesús lo afirmó, Pablo lo menciona, y ese día era
inminente (Is.34:8; Os.9:7; Lc.21:22; 2Tes.1:6-10).
Jesús les narra con muchos detalles los sucesos que ocurrirán antes de ese día.
Note que todo lo que Jesús dice tiene relación exclusivamente con ellos, y con el
pueblo judío. La advertencia es que por ninguna manera permanezcan en Jerusalén
cuando vean que está rodeada de ejércitos (v20,21), ya que esto indicaría que su
destrucción había llegado, y en el verso 22 les dice que todo esto ocurrirá para que
se cumpla lo dicho por los profetas. El pasaje paralelo a este en Mt.24:21 dice:
Este no es otro día, ni es otro mensaje. Se trata del mismo tema de Lc.21. Pero la
expresión “gran tribulación” ha sido sacada totalmente de su contexto por los
futuristas para enseñar que ese es un periodo aún por cumplirse, y que según sus
interpretaciones de Daniel y Apocalipsis, tendrá una duración de 7 años, y estos
serían justo antes de la segunda venida de Cristo. Sin embargo la Biblia es tan
clara y precisa para señalarnos cuando tuvo lugar esa gran tribulación. ¿Por qué
Jesús dijo: “Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de
reposo”(Mt.24:20). En primer lugar, lo de invierno es obvio. Jerusalén es muy frío
en invierno, y a lo mejor alguien podrá decir: “en muchos lugares el invierno es
frío”. Es verdad, pero lo segundo que Jesús les dice, no tiene importancia para
nadie más que los judíos, y es con relación al día de reposo. Me acuerdo cuando
era niño y escuchaba a los “grandes predicadores” de mi iglesia hablar sobre este
verso, decían: “Oremos para que el Señor no venga en invierno, porque no pillará a
nadie en la iglesia, y oremos para que no sea en día sábado, porque andarán todos
comprando o paseando”. Qué barbaridad escuchábamos. La gran tribulación era
exclusivamente para los judíos, pero no para todos. Jesús le dice a la Iglesia de
Filadelfia en Ap.3:10 “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo
también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo
entero, para probar a los que moran sobre la tierra”
A continuación le mostraré algunos versículos que hablan en relación con ese día
de venganza y de juicio sobre el pueblo judío.
Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les
decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?
Lc. 21:23 Mas ¡ay de las que estén encintas, y de las que críen en aquellos días!
porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.
Rom. 2:5 Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti
mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,
Rom. 5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos
salvos de la ira.
1Tes. 1:10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a
Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
1Tes. 5:9 Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por
medio de nuestro Señor Jesucristo,
Ap. 6:16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y
escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del
Cordero;
Ap. 6:17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en
pie?(K)
Ap. 11:18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los
muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que
temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que
destruyen la tierra.
Ap. 14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro
en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre (E) delante de los santos
ángeles y del Cordero;
Ap. 14:19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y
echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
Ap. 16:19 Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las
naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle
el cáliz del vino del ardor de su ira.
Ap. 19:15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y
él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del
Dios Todopoderoso.
Había un día señalado por Dios en que él pagaría con justo juicio a la nación
rebelde y apostata, llamada también “La gran Ramera”. Esto es lo que Dios hablo
por Isaías 700 años antes de Cristo, y que no se ha entendido correctamente:
Is. 65:17 Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierray de lo primero
no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
Alégrense más bien, y regocíjense por siempre, por lo que estoy a punto de crear:
Estoy por crear una Jerusalén feliz, un pueblo lleno de alegría.
Si uno lee los primeros 16 versículos del capitulo 65 se dará cuenta que Isaías
habla solo de juicio de Dios sobre Jerusalén; entonces, lo que viene después en los
versículos siguientes debe interpretarse en este contexto. Según la traducción de
la NVI, los cielos y tierra que Dios va a crear, y dentro de muy poco, (note que no
dice que lo hará en el lejano futuro, o para el fin del mundo) corresponde a una
nueva Jerusalén, un nuevo pueblo. No me cabe ninguna duda que aquí Isaías está
hablando de la Iglesia.
Bueno para ir terminando este estudio, veremos qué significa la expresión: “viene
en las nubes”
Ap. 1:7 He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
Juan dice que viene con las nubes y todo ojo le verá. La gran pregunta: ¿Fue visible
la segunda venida de Cristo? La respuesta es NO. Jesús volvió espiritualmente,
porque la resurrección que tuvo lugar en aquel día, fue también espiritual. Usted
me preguntará: ¿Por qué dice entonces que todo ojo le verá? La expresión todo ojo
le verá, no necesariamente debe interpretarse literalmente de que todo el mundo
le verá con sus ojos, ya que eso sería imposible, aunque algunos futuristas que
tienen mucha imaginación, creen que en este caso la televisión jugará un rol muy
importante. No me puedo imaginar a Cristo viniendo en las nubes y que la gente lo
esté viendo en su televisor sentado en su living comiendo papas fritas y tomando
coca-cola. Pero en fin, se quedarán esperando toda la vida porque Cristo no
volverá, porque él ya vino. El evento de la venida de Cristo sería justo a
continuación del periodo más horrible del que se tiene conocimiento, la destrucción
de Jerusalén (lea las guerras judías de Flavio Josefo). Este hecho no fue
desapercibido por la gente de la época. Todos experimentaron el horror de la
abominación desoladora de la que habló Daniel, y que Jesús hiciera mención en
Mt.24:15 y Mr.13:14, y sería justo a continuación de este periodo que Jesús
regresaría a establecer Su reino.
Mt. 24:29-30
Hemos visto que la tribulación de la que Jesús está hablando en Mt.24 tiene
relación con la destrucción de Jerusalén, lo que significa que la expresión: “E
inmediatamente después de la tribulación de aquellos días” Está relacionada
directamente con este hecho. Sería inmediatamente, no en 2000 años más, o para
el fin del mundo. Inmediatamente, significa que la venida de Cristo, la señal del
hijo del hombre en el cielo fue en el año 70. ¿A qué viene Jesús? ¿Cuál es la razón
de su venida? En primer lugar, él viene para traer juicio sobre un pueblo apostata,
sobre Satanás el acusador de los hijos de Dios, y quitar de en medio todo el
sistema del primer pacto. En segundo lugar, viene para instaurar el Nuevo Pacto,
Su Reino Eterno, la Iglesia, Los nuevos cielos y tierra nueva. Las nubes es un
lenguaje figurativo para ilustrar que Dios viene con Autoridad y Poder, no significa
que Jesús viene en una nube de humo o de niebla natural, sino en una posición de
Autoridad.
Ex. 19:9 Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube
espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te
crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová.
Ex. 34:5 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el
nombre de Jehová.
Num. 11:25 Entonces Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu
que estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre
ellos el espíritu, profetizaron, y no cesaron.
Dt. 33:26 No hay como el Dios de Jesurún, Quien cabalga sobre los cielos para tu
ayuda, Y sobre las nubes con su grandeza.
Sal. 104:3 Que establece sus aposentos entre las aguas, El que pone las nubes
por su carroza, El que anda sobre las alas del viento;
Dan. 7:13 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo
venía uno como un hijo de hombre, (I) que vino hasta el Anciano de días, y le
hicieron acercarse delante de él.
Nah. 1:3 Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al
culpable. Jehová marcha en la tempestad y el torbellino, y las nubes son el polvo
de sus pies.
Se da cuenta. Las nubes son una expresión poética utilizada para hablar de la
presencia de Dios, y de su Poder y Autoridad. Los judíos entendían que nube
significa “Presencia de Jehová”. La nube sobre el tabernáculo representaba la
presencia de Dios en medio de su pueblo.
Juan también dice que aún los que le traspasaron, es decir los que le crucificaron,
le verían volver. ¿Quíenes eran estos’ Bueno podría interpretarse como los
soldados romanos, que fueron los ejecutadores de la muerte de Cristo, pero
pareciera que está hablando del pueblo judío. Fueron ellos precisamente quienes
dictaron sentencia de muerte sobre Jesús.
Cuando uno lee todo esto, empieza a unir cabos. ¿Por qué en la Biblia se habla de
la venida de Cristo como un evento tan cercano?
Ap.1:1 y 3 dice:
1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las
cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a
su siervo Juan,
3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y
guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.
Ap.22:6 -20
Eduardo Mondaca
Is. 65:17-18
¿Qué quiere decir Dios a través del profeta Isaías en este pasaje?
¿Quiere decir que va destruir los actuales cielos y la actual tierra en que vivimos?
¿Se refiere este pasaje al fin del mundo?
El emplea la misma forma literaria tan típica de los hebreos para llamar la atención
del pueblo: “Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi boca”. Lo
qué Moisés desea es que Israel lo escuche, no está pensando en los planetas o las
estrellas, ni tampoco en toda la tierra, él simplemente quiere llamar la atención de
su pueblo, y usa estas expresiones muy conocidas para ellos. El pueblo sabe que
cuando Moisés dice: Escuchad cielos y tierra, se está refiriendo a ellos. Es lo mismo
que decimos nosotros cuando queremos que la gente nos ponga atención,
golpeamos una mesa, levantamos la voz y decimos: ¡Atención todo el mundo,
escúchenme todos!, lo que queremos simplemente es que las personas que están
delante de nosotros nos atiendan, nada más que eso, y lo entendemos de lo más
natural.
Lo que Isaías quiere decir en los versículos 17 y 18 es que Dios va a quitar de la faz
de la tierra a Israel, o mejor dicho: terminará su pacto con este pueblo y pondrá o
creará en su lugar a una nueva nación o un nuevo pueblo, y en este caso se refiere
al Reino de Dios, La Iglesia.
Algo muy similar aparece en Isaías 13, en donde se profetisa el juicio de Dios sobre
Babilonia, la gran ciudad de Nabucodonosor. El verso 13 dice:
Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la
indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira.
Creo que usted sabe muy bien lo que pasaría si la tierra se saliera tan solo unos
centímetros de su eje. Por supuesto que sí. Si esta profecía se hubiera cumplido
literalmente, nosotros no estaríamos aquí, es decir nadie estaría aquí, porque no
habría tierra, no habría nada, pero como esta profecía fue dada en un lenguaje
poético, lleno de figuras y símbolos, solo se estaba profetizando la caída de un
pueblo, una ciudad. Babilonia ya no existe, pero si sigue existiendo la tierra y los
cielos. Del mismo modo debe interpretarse lo que Isaías dice en el capítulo 65. La
gran mayoría de los cristianos, cree que Dios aun mantiene un pacto con Israel, y
es comprensible, teniendo en cuenta de que en la Biblia se menciona en reiteradas
ocasiones el término “Pacto eterno” en relación con Israel (Is.55:3; Jer.32:40) pero
tal vez el pasaje más considerable sobre el pacto eterno se encuentra en Gn.17, y
específicamente el versículo 10 en donde Dios hace un pacto con Abraham que
debería durar ´perpetuamente. Sin embargo se pasa por alto las no pocas
referencias que el antiguo testamento hace al juicio de Dios sobre Israel, aunque lo
que se menciona en realidad es juicio sobre Jerusalén o Judá, ya que, después de la
división del reino en 922 a/C, solo Judá y Benjamín es considerado como el pueblo
judío. En los tiempos de Jesús solo quedaba Judá como único indicio del pueblo
hebreo. Samaria que en años pasados había sido la capital del reino del norte
conformada por 10 tribus y bajo el nombre de Israel, era considerado como un
pueblo inmundo o pagano. De que Judá permanecieses hasta los días de Jesús
tiene su respaldo bíblico en Gn.49 cuando el patriarca Jacob da su bendición final a
sus hijos y profetiza sobre el futuro de cada uno de ellos. Cuando llega a Judá le
dice lo siguiente: Gn 49:10 (DHH) “Nadie le quitará el poder a Judá ni el cetro que
tiene en las manos, hasta que venga el dueño del cetro, a quien los pueblos
obedecerán” Aquí entiendo claramente que Judá debería permanecer en pie, con
cetro de autoridad sobre los pueblos de la tierra, y como el último bastión de lo
que fuera el viejo pacto. El era cachorro de león, pero algún día en el futuro nacería
de entre su pueblo el gran león de Judá. Cuando él viniere, el cetro de Judá pasaría
al verdadero Rey, Jesucristo, y a él se congregarían los pueblos.
Is.34:1-17 La ira de Jehová contra las naciones (Esta es otra alusión al juicio sobre
Israel)
Jl.3:1-21 Juicio de Jehová sobre las naciones (este es un pasaje que hay que leer
con mucho cuidado, porque pareciera que Israel no fuera la enjuiciada, pero este
es el gran momento del triunfo de Cristo en la cruz del Calvario sobre todos los
poderes del infierno, representado por la apóstata Jerusalén. Este capítulo hay que
leerlo en contexto con el anterior en donde se menciona la venida del Espíritu
Santo y una serie de manifestaciones de fenómenos físicos antes del “día grande y
espantoso de Jehová” (Jl.2:31) que sería obviamente la destrucción de Jerusalén en
el año 70 d/C.
Jesús dijo cuando hablaba sobre la destrucción de Jerusalén: Lc. 21:22 “Porque
estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están
escritas” Para los que no saben: Retribución significa: Juicio, venganza
Hay muchas otras citas que podría dar para confirmar que Dios hoy no tiene nada
que hacer con Israel como pueblo exclusivo suyo o como lo fue en el viejo pacto.
La única relación que Dios tiene con los judíos, es con los que son parte de Su
Iglesia, y esa relación no es más especial que la que tiene con cualquiera de
nosotros que somos parte del mismo cuerpo. En Hebreos capitulo 10 el escritor nos
recuerda que la ley solo fue una “sombra” de los “bienes venideros”. La ley era
todo el sistema de administración (economía) que tuvo Israel en el pasado antes
de Cristo. Esto es llamado “Viejo Pacto”. He puesto la palabra economía entre
paréntesis a continuación de administración, porque precisamente la palabra
economía significa “administrar bienes”. Hebreos 10:1 dice que la economía
pasada (viejo pacto, ley), fue sombra de la economía que estaba por venir (nuevo
pacto, Cristo y su Iglesia). Como era sombra no tuvo el poder para producir
cambios. Cuando Cristo entra en el mundo, la sombra, es decir la ley y el viejo
pacto debía desaparecer, sin embargo no desapareció inmediatamente con la
aparición de Cristo y posteriormente su muerte en la cruz. Dios tenía un día
especial en donde erradicaría completamente esta sombra, el viejo pacto. Hebreos
10:9 dice así: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo
primero, para establecer esto último” ¿Qué era “esto último? Bueno, la respuesta
está entendiendo en primer lugar a que se refiere por “lo primero”, y tomando el
contexto del pasaje, lo primero se está refiriendo a la ley, la sombra, el viejo pacto,
la vieja economía de Dios para Israel, entonces “esto último” es sin lugar a ninguna
duda el Nuevo Pacto, el Reino de Dios sobre la tierra que es Cristo y Su Iglesia.
Entonces volviendo al principio de este estudio, y retomando Is.65:17 y 18
debemos entender que Dios estaba diciendo que dentro de poco él crearía cielos
nuevos y tierra nueva, o sea crearía una nueva Jerusalén, un pueblo lleno de
alegría. El nuevo testamento hace muchas alusiones a este violento cambio que
Dios haría con su pueblo, y aquí es donde radica la confusión y el problema. Como
en la Biblia se sigue mencionando a Israel y a Jerusalén como pueblo de Dios, la
gente cree que se está refiriendo al pueblo natural, cuando en realidad Dios está
hablando de su nuevo pueblo, su nuevo Israel, su nueva Jerusalén, su nueva
ciudad. Está hablando de Su Iglesia. Veamos algunos ejemplos: Mt. 21:43 (Jesús
dice a los judíos): Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros,
y será dado a gente que produzca los frutos de él. Gal. 6:16 (Pablo llama a la
Iglesia de Galacia, el Israel de Dios) Y a todos los que anden conforme a esta regla,
paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios. Gal. 4:26 (Pablo hace separación
entre la Jerusalén natural y la Espiritual que es la Iglesia sentada en los lugares
celestiales con Cristo) Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos
nosotros, es libre. Heb. 12:22 (El escritor dice que hoy pertenecemos al monte de
Sión, a la ciudad de Dios, a Jerusalén celestial) sino que os habéis acercado al
monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de
muchos millares de ángeles, Ap. 21:2 (La Iglesia es vista como la esposa de Cristo
en el Nuevo Testamento) Y yo Juan vi la santa ciudad la nueva Jerusalén,
descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su
marido. Para ir terminando quiero responder a una pregunta que usted se está
haciendo desde hace un buen rato. ¿A qué se refiere el apóstol Pedro en su
segunda carta capitulo tres cuando dice que el Señor destruirá los cielos que
existen ahora? Veamos los versículos que hablan sobre esto: 2Pe. 3:7 pero los
cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra,
guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres
impíos. 2Pe. 3:10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual
los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán
deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. En primer lugar
debo decirle que, Pedro está haciendo referencia a Isaías 65:17. No hay otro lugar
en la Biblia en donde aparezca que Dios crearía nuevos cielos y nueva tierra, y que
destruiría a los actuales. Si está de acuerdo conmigo en esto, no tendría necesidad
de continuar explicando, pero como sé que la corriente futurista ha sido tan fuerte
en nuestro medio, y que de seguro usted cree que llegará el día en Dios destruya
por medio de una explosión nuclear todo el sistema de cosas que existe, quiero
darme el trabajo de explicarle este pasaje. El verso 10 habla de que “los
elementos” ardiendo serán desechos. La palabra “elementos” en griego
esstoijeíon y es la misma palabra que Pablo usa para referirse
a “rudimentos” en Gálatas 4:3,9,10. Si tiene acceso al diccionario de Strong,
puede hacer la comparación, es sorprendente. En Col.2:8, 20 y 21 otra vez el
apóstol emplea la misma palabra griega para elemento stoijeíon pero para
referirse nuevamente arudimentos. Y por última vez utiliza la palabra stoijeíon en
Heb.5:12. Es interesante notar que cada vez que Pablo usó la palabra griega para
elementos stoijeíon, se refirió a la ley, “los viejos rudimentos”. Qué quiero decir
con esto entonces, que lo que Pedro está profetizando no es más ni menos que el
tan anunciado “Día de juicio sobre Jerusalén” (2Pe.3:7), el día de venganza de
Jehová sobre los injustos, pero día de galardón para los justos. Ese día se cumplió
Mt.24:29 y 30 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol
se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las
potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Amén.
Milton S. Terry
(1898)
La enseñanza de Jesús concerniente al “fin del siglo” y al “Hijo del hombre viniendo en las
nubes”, como aparece en Marcos 13, Mateo 24, y Lucas 21, parece haber sido presentada en
los últimos días de su ministerio y en relación con una predicción de la destrucción del templo
judío en Jerusalén. La profecía entera, tal como la presentan los informes de todos los
evangelios sinópticos es mayormente de un carácter tan apocalíptico o escatológico que
justifica el título de “apocalipsis de los evangelios”. Un cuidadoso análisis de su composición y
una exposición de su ocasión, alcance, y significado son un preliminar necesario al estudio del
Apocalipsis de Juan.
La variedad de opiniones sobre este discurso escatológico es muy notable. Es difícil clasificar
los diferentes puntos de vista. Quizás no haya ningún otro pasaje en cuya exposición podamos
observar un mayor despliegue de prejuicio dogmático. Este último hecho es el principal
obstáculo para un estudio calmado e imparcial de la profecía. Los racionalistas extremos, así
como los arrogantes teólogos confesionales, han hecho tantas afirmaciones inadecuadas en
cuanto a lo que Jesús pudo o no pudo haber tenido en mente, lo que sabía o lo que pudo
haber sabido, que uno casi puede perder las esperanzas de llegar a algún consenso general.
En consecuencia, el camino a una exposición científica queda obstruido hasta un punto en
que es bastante descorazonador para el sobrio buscador de la verdad. Sin embargo,
presentamos la siguiente exposición.
Se han empleado por lo menos tres hipótesis diferentes para explicar este pasaje. (1) Hay la
que considera el discurso en su forma actual como una composición de materiales
incongruentes. Se supone que los escritores de nuestros evangelios sinópticos interpretaron
mal gran parte de lo que el Señor dijo, y que fundieron en un solo discurso varias
declaraciones que originalmente fueron pronunciadas en ocasiones diferentes. (2) Otra clase
de intérpretes encuentra en estas palabras de Jesús enseñanzas concernientes a dos
acontecimientos enteramente diferentes, ampliamente separados en el tiempo, a saber, la
destrucción de Jerusalén y el fin del mundo. (3) Un tercer método de interpretación sostiene
que la profecía entera puede ser explicada sencillamente hallando su cumplimiento en la
destrucción del templo y la introducción del cristianismo en el mundo.
Otra forma de la hipótesis, menos objetable, es la que permite la legitimidad de todos estos
dichos de nuestro Señor, pero insiste en que han sido confundidos por los compiladores de
nuestros evangelios, y que secciones enteras han sido insertadas fuera de su propia conexión.
Mateo registra en 24:17, 23, 27, 28, 37, 40, 41 lo que Lucas refiere a una ocasión diferente
(compárese con Lucas 17:20-37). Compárese también Mat. 24:43-51 con Lucas 12:39-46.
Desde luego, cualquier intento de discutir los contextos de las secciones paralelas en los
evangelios tiene que habérselas con los resultados críticos del llamado “problema sinóptico”.
Reconocemos el hecho de que la tradición más antigua de una compilación de dichos (logia,
es decir, de Jesús), escrita en arameo por Mateo, está bien sustentada por la evidencia interna
vista en el lenguaje y la estructura peculiares de nuestros actuales evangelios de Mateo y
Lucas, y ha de ser considerada como una de las fuentes principales de estos dos evangelios.
La misma tradición informa que el evangelio de Marcos fue escrito bajo la supervisión y el
dictado de Pedro, y todo en el peculiar carácter de este evangelio parece estar en armonía con
la hipótesis de este origen. He aquí, pues, por lo menos dos fuentes originales del contenido
de los evangelios sinópticos. Que Marcos es mayor que nuestro actual Mateo, y fue usado en
su compilación, puede admitirse en seguida, pero parece estar por decidirse si las logias o los
dichos de Mateo no eran más antiguos que Marcos. Algunos sostienen que el autor del
segundo evangelio tenía delante de sí las logias de Mateo y las usó ligeramente pero, como
no era el propósito de ese evangelio incorporar largos discursos, se puede hallar en él muy
poco de la obra de Mateo. Nuestro propósito queda satisfecho suficientemente al aceptar la
ahora actual hipótesis de las fuentes principales, a saber, los dichos de Mateo y el evangelio
de Marcos. No intentaremos establecer cuál de estas dos tiene prioridad. [2] Pero nuestro
actual Marcos es el más antiguo de los evangelios sinópticos; el evangelio de Mateo es el
siguiente en el tiempo, e incorporó los dichos originales en el marco histórico de Marcos. El
evangelio de Lucas es el último de los tres, y usó los otros dos y también otras fuentes ahora
desconocidas para nosotros.
Siendo así estas cosas, es simplemente una cuestión de crítica comparativa hasta qué punto
es digno de confianza el discurso de Jesús, tal como está escrito en Marcos 13, como registro
de lo que nuestro Señor dijo en la ocasión a la que se hace referencia. Es el único ejemplo de
un discurso largo que se halla en el evangelio de Marcos. En lo principal, concuerda con
Mateo 24 y Lucas 21. Hasta donde concuerdan los tres informes, es ciertamente el
mejor autenticado de todos los discursos de duración similar que tenemos
preservados en los sinópticos. Por consiguiente, consideramos como gran presunción
insistir en que cualesquiera de los dichos que todos los tres sinópticos concuerdan en atribuir
a Jesús en esta ocasión fueron insertados fuera de su contexto propio. Para que sea de valor,
tal afirmación debe estar sustentada por el tipo más imperativo de evidencia. [3]
Nuestra opinión es (1) que, aparte de lo que es peculiar a Mateo y a Lucas, sólo Marcos 13
contiene todos los elementos de supuesta incongruencia en estos dichos escatológicos de
Jesús, de modo que ninguna verdadera dificultad de esta clase es eliminada al quitar
secciones que son peculiares a Mateo y a Lucas, ni son colocadas por ellos en un contexto
diferente. Por ejemplo, podemos eliminar de Mateo 24 los pasajes (versículos 26-28 y 43-51)
que Lucas asigna a otra ocasión (Lucas 17:22-37 y 12:39-46), y todas las verdaderas
dificultades de la exposición continúan teniendo la misma fuerza plena. Afirmamos (2),
además, que la parábola de las diez vírgenes en Mateo 25:1-13 y el sublime cuadro del juicio
en Mateo 25:31-46, aunque no se hallan en ningún otro lugar, no contienen nada inconsistente
con la enseñanza de lo que es común a todos los evangelios y nada fuera de lugar en el
contexto en que lo encontramos. La parábola de los talentos es esencialmente equivalente en
su doctrina a la de las minas (compárese con Lucas 19:13-27 y Mateo 25:14-30), y la lección
sobre velar que se enseña en Mateo 25:1-13 está virtualmente expresada en imágenes
similares en Lucas 12:35-37. (3) Además, mediante una exégesis válida, puede demostrarse
que las palabras y frases que son peculiares a Mateo o a Lucas no son incongruentes con lo
que está escrito en Marcos; y donde tenemos razón, como en Lucas 21:20, para creer que el
escritor ha cambiado a propósito el lenguaje de los dichos en Mateo, del cual copió, no puede
demostrarse que ha introducido nada que cambie materialmente el significado y el alcance del
discurso como un todo.
Por consiguiente, nos atenemos a la conclusión de que ninguna re-disposición del material ni
ninguna teoría de la composición de este discurso, que suponga que está compuesto de
elementos incongruentes, ha logrado hasta ahora eliminar las dificultades de su exposición o
proporcionar una explicación más satisfactoria de sus palabras. [4]
2. La hipótesis que supone que dos eventos diferentes, a saber, la destrucción de Jerusalén y
el fin del mundo, son el tema de esta profecía, llega a nosotros en dos formas. Ambas aceptan
la legitimidad de los registros evangélicos y sostienen que los dos eventos se complementan
entre sí; pero, para una clase de expositores, hay una línea divisoria entre lo que se refiere a la
caída de Jerusalén y lo que se refiere a la futura venida de Cristo, mientras que, para la otra,
no se reconoce ninguna línea divisoria, sino que el discurso entero se interpreta sobre la teoría
de un doble sentido. Sin embargo, cuando una de las escuelas de interpretación trata de
señalar la línea divisoria, hay tantas diferencias de opinión como hay intérpretes. Por ejemplo,
en Mateo 24 y 25, Bengel y otros ponen la transición en 24:29; E. J. Meyer la pone en el
versículo 35; Doddridge, en el versículo 30; Kuinoel, en el versículo 33; Eichhorn, en 25:14; y
Wetstein, en 25:31. En vista de estas notables diferencias de juicio, otra clase de escritores
rechaza todos los intentos de encontrar un punto de transición de un tema al otro, e imagina
que el discurso entero puede tener un doble significado. Lange piensa que el gran futuro está
representado en una serie de ciclos, cada uno de los cuales muestra a su manera el rumbo
del mundo y sus varios juicios hasta el fin. [5] Alford dice que “dos interpretaciones paralelas
corren a través de la primera parte (de Mateo 24) hasta el versículo 28, estando tanto la
destrucción de Jerusalén como el juicio final envueltos en las palabras, pero predominando la
primera en esta parte del capítulo. Desde el versículo 28, el tema menor comienza a ser
absorbido por el mayor, y la segunda venida de nuestro Señor es el tema predominante,
quizás con ciertas indicaciones arrojadas, por decirlo así, contra el evento inmediatamente en
cuestión; hasta que, en la última parte del capítulo, y en la totalidad del siguiente, los temas
son la segunda venida y, por fin, el juicio final que le sigue”. [6]
3. Queda la hipótesis que reconoce la unidad substancial del discurso y sostiene que todos
estos dichos de Jesús soportan una explicación consistente y satisfactoria como de una
profecía de lo que estaba en el futuro cercano cuando Él los pronunció. La destrucción del
templo judío y el subsiguiente establecimiento del nuevo reino de Cristo en el mundo son el
tema principal. Adoptamos esta hipótesis como la única explicación sostenible del lenguaje
que todos los tres evangelistas sinópticos atribuyen a Jesús en la ocasión en que concluyó su
enseñanza en el templo. [7] En cuanto a las porciones que son peculiares bien a Mateo o a
Lucas, han de ser tratadas de acuerdo con su mérito intrínseco y su relevancia a la ocasión.
Esta interpretación tiene la ventaja de los hechos incuestionables de que tanto la decisiva
eliminación del culto nacional judío como el triunfal establecimiento del cristianismo en el
mundo datan de más o menos el fin del período apostólico. Era parte del orden divino del reino
de Cristo que el evangelio se predicara primero a las naciones y se obtuviera un testimonio
imperecedero entre los hombres antes del fin de la era antigua.
Antes de proceder a la exposición del tema principal, examinaremos primero los varios pasajes
de enseñanzas similares que han sido registrados en una conexión diferente.
Las afirmaciones de Mateo 10:21-23 ocurren en relación con las instrucciones del Señor a los
discípulos cuando les envió a predicar el gran mensaje: “El reino de los cielos se ha acercado”
(versículo 7). El lenguaje de los versículos 21 y 22 es idéntico al de Marcos 13:12,13, y
notablemente paralelo al de Lucas 21:16-19. Lo que es peculiar a Mateo es el versículo 23:
“Pero cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo que no
acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre”. La
venida del Hijo del hombre debe entenderse aquí como en todos los otros pasajes. Rechazar
el pasaje como una interpolación del evangelista o de algún escritor posterior ciertamente
sería arbitrario. Puede ser que las palabras hayan sido insertadas aquí en un contexto
erróneo, pero no hay evidencia de ello. Ya sea que las leamos en relación con la primera
comisión apostólica o como parte del discurso en el Monte de los Olivos, su significado es el
mismo, y no inapropiado en un contexto o en el otro. El Señor asegura a sus discípulos que,
antes de que ellos hayan completado la obra de su ministerio apostólico en las ciudades de
Israel, el Hijo del hombre vendría. No se detiene a decir qué puede significar la venida del Hijo
del hombre, y a pesar de cualquier cosa que se diga o se dé a entender en contrario, el
ministerio apostólico continuaría después de la venida del Señor, así como antes de
él. [8] Sobre este punto, tendremos más que decir en relación con Mateo 24:14; pero
podemos adelantar aquí que el verdadero significado de frases como “la venida del Hijo del
hombre” y “la venida en su reino” debe ser entendido a la luz de las profecías mesiánicas en el
Antiguo Testamento.
El siguiente pasaje en que hay que fijarse es Mateo 16:27, 28, que debe ser comparado con
Marcos 8:38; 9:1, y Lucas 9:26, 27. Aquí observamos algunas ligeras diferencias en la
fraseología, y Marcos y Lucas introducen antes del pasaje la afirmación de que, cuando el Hijo
del hombre viniera en su gloria, Él se avergonzaría de los que ahora se avergonzaban de Él y
de sus palabras. Pero hay que observar que Mateo 10:32, 33 y Lucas 12:8, 9 informan sobre
las palabras de Jesús de una manera notablemente paralela a éstas. Pero todos los tres
escritores sinópticos concuerdan en poner la afirmación principal de este pasaje en el mismo
contexto, e inmediatamente antes de sus relatos de la transfiguración. El lenguaje de Jesús,
tal como aparece en cada evangelio, es el siguiente:
Se ha hecho toda clase de esfuerzos para evadir el sencillo significado de estas palabras,
pero todos ellos se originan en el prejuicio dogmático de que la venida del Hijo del hombre en
su gloria debe ser, por necesidad, un acontecimiento futuro, lejos del momento en que estas
palabras se pronunciaron. Algunos han entendido que la referencia es a la transfiguración, que
todos los tres autores sinópticos registran inmediatamente después. Pero dos objeciones
decisivas impiden esta referencia: (1) ese suceso ocurrió sólo seis u ocho días después; y (2)
ese suceso no podría, con ninguna propiedad, llamarse una venida del Hijo del hombre en la
gloria de su Padre con los ángeles, ni la venida en su reino. Otros han distinguido entre la
venida de Cristo en la gloria de su Padre con los ángeles y la venida en su reino, por una
parte, y la venida de su reino. Pero nosotros nos inclinamos a creer que muy pocos pueden
ser persuadidos finalmente, con los paralelos de los evangelios ante ellos, de que nuestro
Señor quería referirse a dos acontecimientos separados por siglos. Si ésta hubiera sido su
intención, ciertamente podría haber empleado un lenguaje menos ambiguo y que menos
probablemente hubiese confundido las mentes de sus discípulos. La clara enseñanza del
pasaje es que, antes de que algunos de los que le oyeron hablar hubiesen muerto, el Hijo del
hombre vendría en gloria y su reino sería establecido con poder. Y esta enseñanza está
estrictamente de acuerdo con lo que se enseña en Mateo 24 y sus paralelos en Marcos y
Lucas.
Ningún estudio de Marcos 13 y sus paralelos en Lucas y Mateo debería dejar de compararlos
con lo que está escrito en Lucas 17:20-37:
Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El
reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí que el
reino de Dios está entre vosotros.
Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del
hombre, y no lo veréis. Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis. Porque como
el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también
será el Hijo del hombre en su día. Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea
desechado por esta generación. Como fue en los días de Noé, así también será en los días
del Hijo del hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en
que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en
los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en
que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día
en que el Hijo del hombre se manifieste. En aquel día, el que esté en la azotea, y sus bienes
en casa, no descienda a tomarlos; y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. Acordaos
de la mujer de Lot. Todo el que procure salvar su vida, la perderá; y todo el que la pierda, la
salvará. Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro
será dejado. Dos mujeres estarán moliendo juntas; la una será tomada, y la otra dejada. Dos
estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado. Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde,
Señor? Él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allí se juntarán las águilas.
Debe observarse primero que los versículos 20 y 21 son peculiares a Lucas, y que tienen su
ocasión asignada definidamente. Estos versículos registran la respuesta de Jesús a los
fariseos que le preguntaron: “¿Cuándo vendrá el reino de Dios?” Por lo tanto, no pueden ser
parte del discurso de Jesús a sus discípulos en el Monte de los Olivos. Además, su enseñanza
concerniente a la venida del reino de Dios también parece, a primera vista, carecer de armonía
con lo que está escrito en Lucas 21:27 : “Entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en
una nube con poder y gran gloria”. Porque Jesús les dice a los fariseos que “el reino de Dios
no vendrá con advertencia”, es decir, de manera tan fenomenal que uno pueda contemplarlo
con los ojos de la carne. La palabra parathqhoij, que aquí se ha traducido como advertencia,
no aparece en ninguna otra parte del Nuevo Testamento, pero su verbo cognado se emplea
tres veces en este mismo evangelio de Lucas (6:7;14:1; 20:20) para denotar la manera nada
amistosa y hasta hostil en que los fariseos observaban los actos de Jesús. Este hecho debe
tomarse en cuenta cuando interpretamos el lenguaje de Jesús al dirigirse a ellos. La intención
de su respuesta es: “El reino de Dios no vendrá de manera tal que pueda ser observada por
hombres poseídos por un espíritu hostil. No se piense que será un espectáculo público que los
hombres puedan mirar y decir: ‘Helo allí’. Porque el reino de Dios está entre vosotros [9], y sin
embargo, vosotros, a pesar de toda vuestra vigilancia, no lo habéis observado”. Así que sus
palabras estaban calculadas para hacer referencia especialmente a la actitud de los fariseos
hacia él mismo, y el significado más obvio de esas palabras es que, por cuanto un reino puede
estar representado por y estar presente en la persona de su rey, el reino de Dios ya estaba
entre ellos en la presencia del Hijo del hombre.
Pero, cualquiera sea lo que pensemos de la ocasión y la intención de Lucas 17, 20, 21, los
versículos 22-37 forman una sección por su cuenta, y fueron dirigidos a los discípulos, no a los
fariseos. Pueden o no pueden haber sido colocados aquí en su contexto correcto. Hasta
donde el tema del pasaje arguye algo con ese propósito, estas palabras a los discípulos serían
tan apropiadas en el discurso escatológico de Lucas 21 como lo son aquí. Están en muy
estrecha armonía con lo que aparece en Lucas 21:29-36 y en realidad, están entrelazadas con
una serie de afirmaciones hechas en Mateo 24:26-28, y 37-41. Además, las afirmaciones en
Lucas 17:22, 25, 28, 29, y 32, que son peculiares al tercer evangelio, no contienen ningún
pensamiento que sea inconsistente en lo más mínimo con lo que se encuentra en Marcos 13,
Mateo 24, y Lucas 21. Las referencias a “los días de Lot” (versículo 28) están conectadas,
quizás más naturalmente, con lo que Mateo escribe en Mateo 24:37 que con el contexto de
Lucas. En todo caso, la enseñanza de Jesús en Marcos 13 y sus paralelos no queda en modo
alguno alterada ni se hace más sencilla o inteligible con un hipotético reajuste de pasajes
particulares. La doctrina de una venida del Hijo del hombre en su reino y en su gloria en el
futuro cercano es común a todos estos pasajes, y las palabras de Jesús a los fariseos en
Lucas 17:20, 21, lejos de enseñar una venida de Cristo en el futuro lejano, declaran que el
reino de Dios ya estaba entre ellos.
Otro pasaje, común a todos los evangelios sinópticos, merece ser tenido en cuenta en este
punto. De acuerdo con Marcos 14:62, cuando Jesús fue llevado ante el sumo sacerdote y se le
preguntó: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?”, él respondió: “Yo soy; y veréis al Hijo del
hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”. Lucas
(22:69) dice: “Pero desde ahora(apo ton vnunv) el Hijo del hombre se sentará a la diestra
del poder de Dios”. Mateo (26:64) dice: “Desde ahora (ap arti) veréis al Hijo del hombre
sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo”. Sostenemos que
este lenguaje no puede interpretarse naturalmente como una referencia a un suceso que
pertenece a un período de tiempo en el futuro distante. Es algo que debe tener lugar desde
este momento en adelante, y algo que los sumos sacerdotes y sus asociados habrían de
ver. Citamos con gran satisfacción el comentario de Gould en el International Critical
Commentary sobre Marcos (p. 252): “Esto establece dos cosas: Primera, que la venida, lo
mismo que sentarse a la diestra del poder, no es un solo suceso; y segunda, que era algo que
comenzaría en el momento mismo de la partida de nuestro Señor del mundo. Además, las dos
cosas, sentarse a la diestra del poder y la venida, están entrelazadas de tal manera que
significan que él ha de asumir el poder en el cielo y ejercerlo aquí en el mundo. El período que
comienza con la partida de Jesús del mundo habría de distinguirse por la asunción del poder
celestial por el Cristo y por repetidas interferencias en las crisis de la historia del mundo, de las
cuales la destrucción de Jerusalén fue la primera”.
Al pasar ahora a la exposición del discurso apocalíptico, observamos la ocasión en que fue
pronunciado. En todos los autores sinópticos, este discurso sigue poco después de la
controversia con los fariseos, herodianos, y saduceos, que le observaban con ojos malvados y
trataban de atraparle en sus dichos. Jesús advirtió a los discípulos contra los escribas (Marcos
12:37-40; Lucas 20:45-47). En relación con esto, Mateo aduce la serie de ayes oraculares que
llena la mayor parte del capítulo veintitrés. Al fin de ese capítulo, Mateo introduce la terrible
denuncia contra Jerusalén, que Lucas pone en un contexto diferente, pero con un sustancial
acuerdo en el parecer.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los
profetas, y apedreas a los que te son profetas, y apedreas a los que te son
enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus
hijos, como la gallina junta a sus polluelos hijos, como la gallina junta a sus polluelos
debajo de las alas, y no quisiste! He aquí debajo de sus alas, y no quisiste! H aquí,
vuestra casa os es dejada desierta. Porque os vuestra casa os es dejada desierta; y os digo
digo que desde ahora no me veréis, hasta que no me veréis, hasta que llegue el tiempo
que digáis: Bendito el que viene en el nombre en que digáis: Bendito el que viene en el
del Señor. nombre del Señor.
Ya sea que estas palabras hayan sido pronunciadas el mismo día como discurso escatológico
o en alguna otra ocasión, ningunos dichos de Jesús han recibido mejor testimonio, y nadie
puede poner en duda lo apropiadas que son en el contexto en que Mateo las coloca.
Ciertamente pertenecen al período de las más recientes apelaciones de nuestro Señor a sus
hostiles compatriotas, y muy naturalmente a la última semana de sus enseñanzas en el
templo. El hecho de que tanto Marcos como Lucas inserten el incidente de la viuda pobre que
echó sus dos blancas en el arca (Marcos 12:41-44; Lucas 21:1-4) inmediatamente antes del
largo discurso sobre la destrucción del templo, e inmediatamente después de la denuncia
contra los escribas e hipócritas, es evidencia incidental de que Mateo ha distribuido muy
apropiadamente todos estos dichos posteriores de Jesús. Además, hay todas las razones para
suponer que algunos de los dichos de nuestro Señor fueron en esencia pronunciados en más
de una ocasión.
Lo que particularmente suscitó el discurso apocalíptico fue la pregunta de los discípulos sobre
el tiempo y las señales de la destrucción del templo. Marcos (13:1-4) dice que, cuando Jesús
“salió del templo, uno de los discípulos le dijo: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
Jesús, respondiendo, dijo: ¿Ves estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra, que
no sea derribada. Y se sentó en el monte de los Olivos, frente al templo. Y Pedro, Jacobo,
Juan y Andrés le preguntaron aparte: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal
habrácuando todas estas cosas hayan de cumplirse?”. Mateo también ubica el discurso en el
monte de los Olivos, pero varía un poco la forma de la pregunta de los discípulos. Lucas no da
ninguno de estos detalles, pero deja en el lector la impresión de que el discurso de Jesús fue
pronunciado dentro o fuera del templo. Pero la manera específica en que Marcos registra los
detalles y da los nombres de los cuatro discípulos que hicieron la pregunta aparte, lleva su
propia evidencia interna de autenticidad, y es muy similar al vívido informe de un testigo.
Mateo confirma la afirmación de que los dichos fueron pronunciados en el monte de los Olivos,
y se puede apropiadamente llamarlos “El sermón del monte de los Olivos”. La profecía entera
tiene la intención de responder la pregunta de los discípulos. Esa pregunta era doble:
¿Cuándo serán estas cosas y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de
cumplirse? El Maestro respondió directamente, mencionando varias cosas que debían ocurrir
primero, y una señal por medio de la cual ellos podrían conocer la cercanía de la inminente
catástrofe y escapar a las montañas. Inmediatamente después de la gran tribulación que
habría de acompañar la catástrofe, o en esos mismos días, el Hijo del hombre habría de ser
visto viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Su venida se describe de acuerdo con el
estilo apocalíptico hebreo; y luego es afirmado solemnemente con un enfático amén o de
cierto. “No pasará esta generación sin que todo esto acontezca”. (Marcos 13.30; Mateo
24:34; Lucas 21:32). Por todo esto, parecería que la ocasión y el alcance de esta profecía
están claros más allá de toda discusión. Fue precedida por más de una palabra de reproche y
advertencia para los hipócritas escribas y fariseos, y un terrible ay pronunciado contra
Jerusalén, la asesina de santos y profetas. El límite de tiempo afirmado tan enfáticamente
concuerda perfectamente con la certeza declarada en otra ocasión de que algunos de los que
escuchaban al gran Maestro no morirían sino hasta que hubiesen visto al Hijo del hombre
viniendo en su reino.
Estos hechos y estas consideraciones también parecen establecer, más allá de toda discusión
razonable, el significado de la palabra fin (teloj), como está usada en este discurso por todos
los autores sinópticos. Es el punto terminal o límite de tiempo en que todas estas cosas
habrían de cumplirse (ounte – leiovai). Según la fraseología de Mateo, el fin o “consumación
del tiempo” (ounteleia ton aiwnoj). Es la solemne terminación y crisis de la dispensación que
concluyó cuando el templo fue destruido y no quedó piedra sobre piedra que no hubiese sido
derribada. [10]Esa catástrofe, que en Hebreos 12:26 está concebida como una conmoción de
la tierra y el cielo, es el fin contemplado en este discurso; no “el fin del mundo”, sino la
terminación y la consumación de la era pre-mesiánica. [11]
3. Ministerios de ángeles,
nubes con poder y gloria, 26.
trompeta, juntar los
3. Ministerios de los ángeles,
escogidos, 31.
juntar a los escogidos, 27.
IV.
IV.
Consejos y advertencias, 32-
51. Consejos y advertencias, 28-
37.
1. Similitud de la higuera, 32,
33. 1. Similitud de la higuera, 28,
2. Todo ha de ocurrir en esta 29.
generación, 34, 35.
3. El día y la hora 2. Todo ocurrirá en esta 2. Todo debe ocurrir en esta
desconocidos, 36. generación, 30, 31. generación, 32, 33.
4. Como el diluvio, 37-39.
3. El día y la hora, [Comp. Lucas 17:26-35 y
5. Súbitas separaciones, 40,
desconocidos, 32. 12;39, 40, 41.
41.
6. Amonestación para velar, 4. Amonestación para velar, 3. Amonestación para velar,
42-51. 33, 37. 34-36.
Hay por lo menos cuatro divisiones principales de este discurso que son comunes a todos los
tres evangelios, y ocurren en el orden lógico de (1) cosas que ocurrirían antes del fin; (2)
señales de la cercanía de la catástrofe; (3) una descripción apocalíptica de la venida del Hijo
del hombre, y (4) consejos y amonestaciones a los discípulos.
I.
(1) Mateo y Marcos mencionan cuatro cosas, o cuatro clases de sucesos, que habrían de
tener lugar antes del fin, mientras que Lucas no menciona sino tres. Las pocas palabras y
expresiones que son peculiares a Lucas no militan en lo más mínimo contra la armonía
sustancial de los tres diferentes escritores.
(2) Que todas estas cosas ocurrieron en aquella generación, es decir, antes de la destrucción
de la capital judía, es puesto en duda por muchos exégetas. Por tanto, tenemos que apelar (a)
a hechos bien autenticados, y (b) luego preguntarnos hasta dónde los hechos cumplen
realmente el sentido de la profecía.
Apenas se dudará de que todos los puntos mencionados en la segunda y la tercera clase de
sucesos en la sección I del análisis que antecede encontraron abundante cumplimiento en el
curso de la guerra que terminó en la destrucción de Jerusalén. Sin embargo, es bastante
posible que un lector moderno introduzca en algunas de las palabras empleadas aquí mucho
más de lo que entendieron los escritores, y mucho más de lo que justifica el uso de esas
palabras en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, la palabra nación (evnsj) no debe entenderse
en el sentido que el uso moderno asocia tan comúnmente con el término, a saber, un cuerpo
político independiente; un imperio, o reino, que ejerce soberanía política. Leemos en Hechos
2:5 que "moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo
el cielo" [12], pero la clase de naciones a que se hace referencia se explica en los versículos
9 y 10, donde son identificadas como partos, medos, elamitas, habitantes de Mesopotamia,
Judea, Capadocia, Ponto, Frigia y Panfilia, Egipto, Libia, Roma, Creta, Arabia. Eran judíos o
prosélitos judíos de estas varias tribus y provincias, todas las cuales estaban bajo el dominio
general del imperio romano. En consecuencia, cuando se hace mención de guerras, rumores
de guerras, naciones y reinos que se alzan unos contra otros, no debemos suponer que se
refiere a otra cosa que a sediciones, tumultos, y encarnizados conflictos que ocurrían en estas
naciones y estos reinos súbditos del imperio. Observamos en Hechos 4:27 que Herodes y
Poncio Pilatos son considerados como reyes y gobernantes de la tierra, cumpliendo el sentido
de un oráculo profético concerniente a la ira de las naciones y los pueblos contra Jehová y su
Ungido (Salmos 2:1).
Tampoco debemos ignorar el tono y el estilo profético de un discurso que se supone ser una
profecía de eventos futuros. Una rígida interpretación del lenguaje apocalíptico tiende a causar
confusión e interminables malos entendidos. Tenemos que tener presente que, en el uso
bíblico, las palabras y las frases adquieren una especie de significado convencional. Así, todos
los textos sinópticos contienen el verso pareado: "Se levantará nación contra nación y reino
contra reino".
Pero este lenguaje es, en esencia, una cita de Isaías 19:2: “Ciudad contra ciudad, y reino
contra reino”. Compárese también el lenguaje del cronista (2 Crónicas 15:6): “Y una gente
destruía a otra, y una ciudad a otra ciudad; porque Dios los turbó con toda clase de
calamidades”. Este lenguaje transmite una vívida impresión de tumulto nacional y contiendas
civiles, y es en todo sentido apropiado en labios de Jesús cuando se refiere a las sediciones,
insurrecciones, revueltas, y guerras regionales que precedieron inmediatamente la conquista
de Jerusalén, y difundieron la hambruna, la pestilencia, y la desolación por toda Palestina y las
regiones adyacentes. [13] Estas no eran sino “principio de dolores” (arch/winwn), porque la
política de Vespasiano era “primero destruir lo que quedaba en otras partes, y no dejar tras de
sí nada fuera de Jerusalén que pudiera interrumpir su sitio”. [14]
En vista de estos hechos, parece una extravagancia de la fantasía afirmar, como lo hace
Lange, que “se refiere aquí a todas las guerras hasta el fin del mundo”. “El pasaje combina de
un vistazo la totalidad de las varias crisis sociales, físicas, y climáticas del desarrollo en la
totalidad de la dispensación del Nuevo Testamento”. Tales osadas afirmaciones destruyen toda
sobria exégesis. Se da por descontado que la frase “principio de dolores” es una alusión
calculada a la idea judía de (rillft ylgk) dolores del nacimiento del Mesías: [15]. ¿Qué hay en
este pasaje o en el contexto que justifique la idea de que estos dolores de parto durarían
siglos? ¿Qué hay en cualquiera de estas afirmaciones sobre guerras y tumultos nacionales, y
los ayes que los acompañan, para engendrar la idea de un período de tiempo largo e
indefinido? ¿Cuánto tienen que durar los dolores de parto? Pasaron más de tres años desde el
momento en que Vespasiano marchó para someter a los judíos hasta la captura y la ruina de
Jerusalén por Tito, un período de tiempo más que suficiente para todo lo que dan a entender
las palabras de Jesús.
En cuanto a las persecuciones y las pruebas que los discípulos habrían de sufrir, no
necesitamos más testigo de su cumplimiento que lo que está escrito en los Hechos de los
Apóstoles. Los discípulos fueron odiados, maltratados, entregados a concilios, llevados ante
gobernadores y reyes, y entregados a la muerte, y algunas veces los peores enemigos de un
hombre eran los de su propia familia. Entre el pueblo judío, nunca hubo un tiempo de más
desesperado celo religioso y fanatismo que la década que precedió a la caída de su gran
ciudad y el templo. Las primeras persecuciones cristianas fueron causadas principalmente por
judíos.
Pero la afirmación que a muchos les parece imposible de reconciliar con el plazo de esta
profecía es la de que “el evangelio debía ser predicado primero a todas las naciones”. El
lenguaje de Mateo es: “Este evangelio del reino será predicado al mundo entero (en olh th
oikonhenh) por testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. No aparece ninguna
afirmación correspondiente en Lucas, pero su ausencia allí no puede en justicia interpretarse
como argumento contra su legitimidad. Las diferentes formas de expresión que aparecen en
los textos de Mateo y Marcos tampoco son razón suficiente para rechazar la afirmación,
porque ellas transmiten esencialmente la misma idea y aseguran a los discípulos que el fin no
vendrá sin que antes se cumpla esta predicación del evangelio. Marcos hace la fuerte
afirmación de que el evangelio debe (dei) ser predicado primero.
Ahora surgen dos preguntas: (1) ¿Cuál es el verdadero sentido de estas palabras?, y (2) ¿cuál
es la verdadera necesidad de esta predicación antes del fin? Acerca de ambas preguntas, las
opiniones varían. Alford ve en el lenguaje del evangelio de Mateo un ejemplo de “el significado
cargado de la profecía. El evangelio había sido predicado por todo el orbis terrarum, y cada
nación había recibido su testimonio, antes de la destrucción de Jerusalén (véase Col. 1:6, 23;
2 Tim. 4:17). Esto era necesario, no sólo por lo que concernía a los gentiles, sino para dar al
pueblo de Dios, los judíos, que estaban dispersos entre todas estas naciones, la oportunidad
de recibir o rechazar la predicación de Cristo. Pero, en un sentido más amplio, las palabras
dan a entender que el evangelio será predicado a todo el mundo, tomado literalmente, antes
de que venga el fin grande y definitivo. La apostasía de los últimos días y la dispersión
universal de las misiones son las dos grandes señales de que el fin se acerca”. [19] Esta
exposición concuerda con la bien conocida posición de este autor sobre el doble sentido, o de
dos interpretaciones paralelas que recorren el capítulo veinticuatro de Mateo. Pero, para los
que rechazan esta doctrina de un doble sentido, sus afirmaciones no tienen peso ni valor.
Sin embargo, es notable que él admita y afirme que el evangelio había sido predicado en todo
el mundo, y que cada nación había recibido su testimonio antes de la destrucción de la capital
judía. Este es un reconocimiento muy importante para venir de una fuente como ésta, porque
muestra que, para un literalista estricto, a la luz de tales afirmaciones como la de Col. 1:6, 23,
el lenguaje de Jesús es visto como cumplido antes del fin de la era apostólica. Si esto es así,
¿por qué querría alguien insistir en que debe significar la completa evangelización del mundo
en el sentido más amplio?
En vista de estos hechos, parece persistente ceguera de un prejuicio dogmático insistir que “la
predicación del evangelio en todo el mundo por testimonio a todas las naciones” debe incluir
por necesidad a todas las operaciones misioneras de la iglesia durante los siglos cristianos.
De acuerdo con Mateo 10:23, como ya hemos observado, Jesús declaró a sus discípulos
cuando les dio la comisión apostólica: “No acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel
antes de que venga el Hijo del hombre”. Ni siquiera las ciudades y los pueblos de Palestina
seríancompletamente evangelizadas antes de la venida de Cristo; mucho menos podemos
suponer que todas las otras naciones y regiones del imperio mundial de Roma debían
ser convertidas al cristianismo dentro del mismo período de tiempo. El significado más
natural y obvio del lenguaje de nuestro Señor es que, durante los últimos días de la era pre-
mesiánica y antes del fin de aquella era, el nuevo evangelio debía ser proclamado y testificado
entre todas las naciones de lo que comúnmente se llamaba “la tierra habitada” (h. oikonmenh).
Este “mundo” no significaba para los pescadores galileos ni para los eruditos rabinos judíos lo
mismo que significa para un lector moderno, que se familiariza todos los días con
comunicaciones telegráficas desde remotos continentes y remotas islas. Tampoco la frase
abarcante de Pablo “toda la creación debajo del cielo” requiere que la interpretemos con un
literalismo más rígido que el que usamos con la declaración al final del evangelio de Juan, de
que “ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir”. Tales expresiones por
lo general se entiende que contienen un elemento de hipérbole y son comunes a todos los
idiomas de los hombres. Son también de naturaleza de sinécdoque, en la cual el todo es
tomado por la parte.
Siendo éste el significado de las palabras en el uso del Nuevo Testamento, nos falta demostrar
la necesidad de tal predicación del evangelio antes del fin de la era judía. De acuerdo con
Marcos 13:10, era necesario (dei) que el evangelio se predicase así antes del fin, y en esa
necesidad, podemos buscar razonablemente alguna indicación que toque el orden divino del
mundo. En la terminación de un orden antiguo y la introducción de uno nuevo no encontramos
una súbita transición que no hayamos buscado. Dios no elimina un sistema que ha tenido una
larga carrera de utilidad sino hasta que haya hecho provisión y preparado el camino para algo
mejor. Jesús había declarado a los representante del pueblo judío que “el reino de Dios será
quitado de vosotros y dado a gente que produzca los frutos de él” (Mateo 21:43). Pero el
camino para un cambio histórico como éste debía ser debidamente preparado. Era necesario
que el evangelio de Cristo y las nuevas enseñanzas de su reino se difundieran más allá de
Jerusalén, y se establecieran inamoviblemente en el mundo civilizado, antes de que el antiguo
sistema y el culto centrado en el templo del judaísmo se derrumbaran completamente. El gran
apóstol a las naciones encontró en el judaísmo un obstáculo al evangelio que predicaba. La
persistente tendencia del judaísmo era a “pervertir el evangelio de Cristo” (Gál. 1:7); enseñar
que la circuncisión era esencial para la salvación (Hechos 14:1; Gál. 5:2); “observar los días,
los meses, las estaciones, y los años” (Gál. 4:10; Rom. 14:5); dar mucha importancia a
comidas y bebidas, días de fiesta, lunas nuevas, y sábados (Col. 2:16. El antiguo culto del
templo que había engendrado, y estaba tratando de perpetuar, tal legalismo externo se volvió,
pues, algo viejo, inútil, decadente, y “estaba pronto a desaparecer” (Heb. 8:13). Pablo hablaba
de esto como “la Jerusalén que ahora está en esclavitud con sus hijos, y da hijos para
esclavitud” (Gál. 4:24-25). Pablo proclamó a todo el mundo que “el reino de Dios no es comida
ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom. 14:17).
II.
En la segunda sección de nuestro análisis, no hay mucho que requiera una discusión extensa.
Aquí se nos habla de varias señales por medio de las cuales los discípulos podrían saber
cuándo estuviese cerca el fin. Todo lo que se ha mencionado hasta aquí podría tener lugar
algún tiempo antes del fin; algunas de las cosas requerirían un tiempo considerable; guerras y
rumores de guerras y tumultos nacionales ocurrirían en varios lugares durante un tiempo
considerable antes de que hubiese ocasión de una alarma especial para los habitantes de
Jerusalén; pero cuando los ejércitos invasores comenzaran a aparecer en la ciudad y la
rodearan, comenzaría la gran tribulación, y los que quisieran escapar a las calamidades de
aquellos días debían huir a las montañas con la mayor premura.
Que lo que está escrito aquí se refiere al sitio de Jerusalén, y no puede, bajo ningún sano
principio de interpretación, explicarse de ninguna otra manera, se acepta de manera bastante
general. Las únicas preguntas de nota son las que conciernen al significado de varias
expresiones peculiares:
(1) “La abominación desoladora” es una frase tomada de la Septuaginta de Daniel 12:11
(comp. con Dan. 8:13; 9:27, y 11:31) y aquí se refiere a la desolación y la profanación del
santuario del santuario por Antíoco Epífanes. No es necesario entender la frase como
referencia a ninguna señal o ningún símbolo en particular, como las águilas romanas, o una
estatua imperial, o el sacrilegio de los zelotes dentro del templo. Es simplemente una frase
profética apropiada empleada aquí para denotar de manera general la misma idea que ella
transmite en el libro de Daniel, a saber, la presencia de algo abominable al pensamiento judío.
Su “presencia en un lugar santo” (Mateo) o “donde no debía” (Marcos) debe entenderse de
acuerdo con la misma idea general. No sólo el lugar del templo, sino las montañas alrededor
de Jerusalén, y de hecho, todo el territorio de Israel (comp. con Zac. 2:12) era santo para los
judíos. Por lo tanto, cuando los ejércitos romanos comenzaron a rodear a Jerusalén, el
abominable desolador ocupó los lugares venerados por las asociaciones de más de un millar
de años. El pasaje correspondiente del evangelio de Lucas: “Cuando veáis a Jerusalén
rodeada de ejércitos” es una confirmación de esta exposición. [20]
(2) La amonestación de que debían huir a las montañas y con tal premura que ni siquiera
debían bajar desde el techo a recoger ninguna de sus pertenencias ha de interpretarse como
el lenguaje emocional de un oráculo profético. A tal lenguaje no ha de imponérsele nunca un
significado literal. La idea general es clara e impresionante. No debían perder tiempo en
escapar de la ciudad condenada a la destrucción. Huir a las montañas para refugiarse es una
expresión que ha de leerse a la luz de textos como Gn. 19:17 y Zac. 14:5.
(3) La gan tribulación y aflicción (Mateo y Marcos (vliyij), Lucas (anaghmegalh) son
evidentemente los sufrimientos que por necesidad acompañan a un sitio largo y encarnizado.
En esencia, el lenguaje de los primeros dos evangelios ha sido tomado de Daniel 12:1 y puede
considerarse como hiperbólico; pero no es más extravagante que el del historiador judío
Josefo, que dice que “la multitud de los que perecieron excedía todas las destrucciones que
los hombres o Dios causaron jamás en el mundo”, y describe los horrores del hambre, la
pestilencia y el sufrimiento dentro de la ciudad en los más horrorosos detalles”. [21]
(4) La mención de estos falsos cristos e impostores, tanto en esta sección como en la
precedente, ha de explicarse como ya lo hemos mostrado arriba. La repetición sirve para
subrayar el hecho de que, hasta el final, aquellos impostores continuarían presentándose para
engañar, si fuese posible, aun a los escogidos.
(5) En relación con esto, el evangelio de Lucas tiene un pasaje sin paralelo en los sinópticos:
“Habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los
tiempos de los gentiles se cumplan”. La única parte de esto que requiere ser discutida aquí es
la frase tiempos de los gentiles (kairoi eznwn). Notamos la ausencia del artículo en las
palabras. No es los tiempos de los gentiles, como si se aludiera a algún período de tiempo
definido y bien entendido o algún hecho. Y no hay nada en el texto ni en el contexto para
establecer absolutamente el significado preciso de las palabras. La idea de “oportunidades de
gracia concedidas a los gentiles”, que algunos han hallado en Rom. 11:25 e importado a este
pasaje de Lucas, es irrelevante al contexto. “Tiempos de los gentiles” se entiende aquí mucho
más naturalmente como los tiempos concedidos a las naciones para que hollasen la ciudad,
ejecutando el juicio divino del cual habla el pasaje. El paralelo más cercano a esto se ve en
Apocalipsis 11:2, donde se dice que el atrio exterior del templo ha sido “entregado a los
gentiles; y la ciudad santa será hollada cuarenta y dos meses”. Por tanto, estos kaipoi se
entienden mejor como tiempos de juicio sobre Jerusalén [22], no tiempos de salvación de las
naciones. Pero, ¿quién puede decir cuánto debían durar esos “tiempos”?
Ninguna respuesta a esta última pregunta puede darse el lujo de pasar por alto lo que está
escrito en el versículo 22, un pasaje que también es peculiar a Lucas: “Porque estos son días
de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas”. Las palabras huerai
ekoikhoewj, días de retribución, han sido tomadas de la Septuaginta de Oseas 9:7, donde
dice: “Vinieron los días del castigo, vinieron los días de la retribución; e Israel lo conocerá.
Necio es el profeta, insensato (gania) es el varón de espíritu, a causa de la multitud de tu
maldad, y grande odio”. El texto hebreo de este pasaje dice: “Vinieron los días de tu visitación,
vinieron los días de recompensa; Israel lo conocerá; insensato él; el profeta, el hombre del
espíritu está loco; a causa de la abundancia de tu iniquidad, y grande es la enemistad”.
Citamos la profecía así, completamente, a causa de su obvia analogía con el contexto y el
alcance del pasaje de Lucas de donde se han tomado sus principales palabras. En Oseas y
Lucas, los “días de retribución” son días de visitación penal divina sobre Israel; días de los
cuales los profetas hablaron y escribieron; días cuando los mismos profetas se volvieron locos
e indignos de confianza; y las iniquidades del pueblo se volvieron tan grandes y multitudinarias
que la nación está madura para el juicio. Ahora bien, los “tiempos” concedidos a los gentiles
para ejecutar juicio sobre la ciudad y el pueblo cuyas iniquidades están llenas pueden ser bien
un período de tiempo largo e indefinido o bien uno corto, definido, y decisivo. No hay nada en
nuestros evangelios para establecer este punto. Si suponemos, junto con Bengel, que estos
tiempos de juicio incluyen el largo período durante el cual “Jerusalén ya ha sido hollada por los
romanos, persas, sarracenos, francos, y turcos”, debemos, sin embargo, reconocer que
el terminus a quo de este juicio largamente continuado data de la destrucción de la ciudad
por los romanos. No entraría en conflicto, ni en lo más mínimo, con los plazos definidos de
esta profecía decir que la desolación de la ciudad continuaría por siglos después de su caída.
No puede decirse en justicia que tal mención incidental de juicio continuo está en conflicto con
la certeza enfática de que todas estas cosas se cumplirían antes de que pasara aquella
generación. ¿Quién pensaría en mencionar esta dificultad en la exposición de Isa. 13:20-22,
donde se afirma la perpetua desolación de Babilonia en el contexto inmediato del anuncio de
que el día de su terrible juicio estaba cercano? “Nunca será habitada”, dice el profeta;
“dormirán allí las fieras del desierto, los lobos aullarán en sus castillos, y chacales en sus
palacios; y su tiempo está cerca, y sus días no serán prolongados”. Ciertamente, la positiva
declaración de la cercanía de la catástrofe no quedó invalidada en lo más mínimo por la
afirmación de que la ciudad condenada continuaría siendo una ruina, ni que por largo tiempo
sería hollada por las naciones o por bestias salvajes.
Sin embargo, puede alegarse en justicia que la frase indefinida “tiempos de los gentiles” es,
como tanto en esta parte del discurso, un término profético de significado limitado. Esto está
apoyado por las sugerencias del pasaje paralelo, ya citado, de Ap. 11:2. Los cuarenta y dos
meses que se mencionan allí para el hollamiento de de la santa ciudad son una designación
mística, y parecen ser un equivalente de los mil doscientos sesenta días mencionados
inmediatamente después (versículo 3). El mismo período se menciona nuevamente en Ap.
12:6, pero en el versículo 14 del mismo capítulo hay aparentemente un equivalente de la frase
profética “tiempo (kairos), y tiempos, y la mitad de un tiempo”. La frase ha sido tomada de
Daniel 7:25; 12:7. En cada uno de estos textos, designa un período de sufrimiento y desastre.
En Daniel, la alusión obvia es al período de más o menos tres años y medio durante los cuales
Antíoco Epífanes despojó la ciudad y el templo. [23] ¿Por qué significaría aquí más que el
período correspondientemente corto durante el cual Jerusalén fue rodeada por ejércitos, y “la
abominación desoladora” permaneció de pie y triunfante “en un lugar santo”?
III.
La tercera sección de esta profecía consiste de un cuadro apocalíptico del fin. Ocurre en la
forma de paralelismo hebreo y, de acuerdo con Marcos, dice así:
Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará
su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes, con gran poder y gloria. Y
entonces enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el
extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
El texto de Mateo es esencialmente igual, pero presenta algunas diferencias verbales, que es
bueno observar:
El pasaje correspondiente en Lucas tiene peculiaridades tan propias que diferiremos nuestros
comentarios sobre él hasta que hayamos indicado lo que consideramos que es la verdadera
interpretación de los textos de los dos primeros evangelios. Nuestro punto de vista acerca de
estos dichos apocalípticos puede ser presentado mejor en una serie de proposiciones, que
nos parecen tan evidentes que difícilmente requieren un argumento extenso.
(1) Los textos de Marcos y Mateo son tan cercanamente paralelos que podemos aceptarlos,
sin peligro, esencialmente como una porción de los dichos mejor atestiguados de Jesús. Las
diferencias en la fraseología son demasiado ligeras para que involucren alguna diferencia
importante en el significado.
(2) El lenguaje ha sido tomado mayormente de los libros de Isaías y Daniel, pero también de
otros profetas. Los siguientes pasajes son particularmente relevantes:
Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al
nacer, y la luna no dará su resplandor (Isa. 13:10).
Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como un libro; y caerá
todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera (Isa.
34:4). [24]
Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo
de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue
dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran (Dan.
7:13, 14).
En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén. Y la tierra lamentará, cada linaje aparte. Todos
los otros linajes [o todas las otras tribus]. (Zac. 12:11, 14).
En aquel día, se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la
tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte
santo. (Isa. 28:13).
Si fueres esparcido de un extremo del cielo al otro, de allí te recogerá el Señor tu Dios (Sept.
de Deut. 21:4).
Porque de los cuatro vientos del cielo te recogeré, ha dicho el Señor (Sept. de Zac. 2:6).
Por estas citas, es evidente que apenas habrá alguna expresión empleada en Mateo y Lucas
que no haya sido tomada de las Escrituras del Antiguo Testamento.
(3) No se debe suponer que estas formas apocalípticas de lenguaje transmiten en el Nuevo
Testamento un significado diferente del que tienen en las Escrituras hebreas. Ellas son parte
esencial del genio del lenguaje profético. El lenguaje de Isa. 13:10 se usa en una profecía
sobre la destrucción de Babilonia. El de Isa. 24:4 se refiere a la desolación de Edom. El ideal
de “el Hijo del hombre viniendo en las nubes” ha sido tomado de una profecía del reino
mesiánico, el cual reino, como se describe en Dan. 7:13, 14, no es otro que el que está
simbolizado en el mismo libro por una roca cortada del monte (Dan. 2:34, 35). Es el mismo
reino de los cielos que Jesús comparó a un grano de semilla de mostaza y a la acción de la
levadura en la harina (Mt. 13:31-33). La otras citas que hemos presentado arriba muestran con
igual claridad cómo, tanto Jesús como sus discípulos, tenían por costumbre expresarse en un
lenguaje que debe haber sido muy familiar para los que, desde la niñez, oían leer acerca de la
ley y los profetas “cada sábado” (Hechos 13.2, 7; 15:21). Una interpretación estrictamente
literal de este modo de pensar pictórico sólo conduce a lo absurdo. Su intención debe ser
estudiada a la luz de los numerosos paralelos de los escritores del Antiguo Testamento,
paralelos que han sido presentados extensamente en la parte precedente de este libro. Pero,
¿con qué demostración de razón, o con cuál principio de “interpretar la Escritura con la
Escritura”, puede sostenerse que el lenguaje de Isaías, Joel, y Daniel, que todos los mejores
exégetas conceden que es metafórico cuando se emplea en las Escrituras hebreas, debe
entenderse literalmente cuando es utilizado por Jesús y sus apóstoles?
Es verdad que, algunas veces, nos encontramos con algún discutidor que intenta evadir la
fuerza de esta pregunta afirmando que, si interpretamos literalmente una parte del discurso de
Jesús, tenemos que tratar la profecía entera del mismo modo para ser consistentes. Así, pues,
por otra parte, se insiste en que, si Mateo 24:29-31, por ejemplo, es explicado
metafóricamente, debemos aplicar el mismo principio a todo el resto del capítulo; y si las
palabras sol, luna, y cielos del versículo 29 han de ser tomadas en sentido figurado, también
las palabras Judea, montañas,azotea, y campo en otras partes del capítulo deben ser
explicadas metafóricamente! Es difícil entender cómo esta excusa superficial puede ser
alegada por alguien que haya hecho un estudio cuidadoso de los profetas hebreos. Cada uno
de los ejemplos del Antiguo Testamento que hemos citado arriba está conectado, como estos
dichos apocalípticos de Jesús, con otras afirmaciones que todos los lectores y expositores han
entendido literalmente. A veces, el escritor más prosaico puede que se exprese por medio de
toda una serie de frases en términos figurados, e incorpore la metáfora extendida en la mitad
de una sencilla narración de hechos. En las páginas anteriores, hemos mostrado cómo los
historiadores hebreos entrelazan adornos poéticos en sus vívidas descripciones y, cuando el
tema mismo se vuelve grandioso y sublime, el lenguaje naturalmente se eleva hasta alcanzar
el estilo de paralelismo poético con sus varias propiedades de forma y figura. [25] Ningún
sistema de reglas mecánicas puede prepararse para distinguir entre el lenguaje de prosa y el
de poesía. El sentido común del lector, junto con un juicio crítico bien adiestrado, debe ser por
necesidad la corte de apelación final en todos los casos. Sería estúpido intentar construir un
vocabulario de metáforas proféticas para usarlo en la interpretación bíblica.
(4) Nuestra cuarta y concluyente proposición es que este pasaje apocalíptico es un sublime
cuadro simbólico de la crisis de las edades en la transición de la dispensación del Antiguo
Testamento a la era cristiana. La descripción gráfica debe ser tomada como un todo, y
permitírsele que transmita su grandiosa impresión total. En un solo pasaje como Marcos
13:24, 25, el intento de considerar cada metáfora por separado y darle una aplicación propia,
arruina el cuadro entero. Decir, junto con algunos de los más antiguos expositores [26], que
los cielos representan la teocracia judía, que el sol es su religión, y la luna su gobierno civil,
mientras que las estrellas que caen de este cielo son los jueces y maestros, es interpretar mal
la verdadera naturaleza de la impresión general que se quiere causar. Lo mismo podría uno
tomar los pedazos de un arco iris, analizar cada color por separado, y señalar su significado
por separado, con la idea de dilucidar así el verdadero significado de la señal puesta en la
nube como signo del pacto de Dios con Noé. El cuadro de un universo que se derrumba
simboliza la idea sencilla pero sublime de la interposición sobrenatural en los asuntos del
mundo, que involucra notable revolución y cambio. El elemento tiempo no aparece en el
cuadro en absoluto. Así, pues, el Hijo del hombre viniendo en las nubes significa aquí
exactamente lo mismo que significa en la visión de Daniel. Es un concepto apocalíptico del
Mesías, como Rey del cielo y de la tierra, que ejecuta juicio divino y entra, junto con su pueblo,
en posesión y dominio de los reinos del mundo. Aquí nuevamente, no entra el elemento
tiempo, excepto por la idea asociada de la profecía de Daniel de que “su dominio es dominio
eterno” (Dan. 7:14). Es la misma venida del Hijo del hombre en su reino a que se refiere Mateo
16:27, 28, cuyo comienzo debía ocurrir antes de que probaran la muerte algunos de los que
oyeron estas palabras de Jesús. El lamento de todas las tribus de la tierra es el gemido y el
lamento del judaísmo por su destrucción como nación. En la destrucción de su ciudad y de su
templo, los sacerdotes, los escribas y ancianos vieron “al Hijo del hombre sentado a la diestra
del poder” (Mateo 16:64), y así se hizo manifiesto a todos los que leían la profecía
correctamente que “Jesús, el galileo” había vencido. [27] Reunir a los escogidos de Cristo de
los cuatro vientos es el verdadero cumplimiento de numerosas profecías que prometen al
pueblo escogido que sus miembros serán recogidos de todas las tierras y establecidos para
siempre en el monte de Dios (comp. con Amós 9:14, 15; Jer. 13:5-8; 32:37-40; Eze. 37:21-28).
El tiempo y modo de esta reunión universal de los elegidos no se puede establecer por medio
del lenguaje de ninguna de estas profecías. Lo mismo podría uno presumir establecer, por las
palabras de Jesús en Juan 12:32, dónde, cuándo, y de qué manera, cuando el Cristo fuese
“levantado de la tierra”, atraerá a todos a sí mismo. En el discurso escatológico de Jesús, el
punto en que se hace énfasis es que todas las cosas contempladas en el simbolismo
apocalíptico empleado para representar su venida y su reino seguirían inmediatamente
“después de la tribulación de aquellos días” (Mateo 24:29) o, como dice Marcos, “en aquellos
días, después de aquella tribulación”. Es decir, la venida del reino del Hijo del hombre coincide
con la destrucción del judaísmo y su templo, y sigue inmediatamente en esos mismos días.
[28]
Todo lo que en este cuadro pertenece necesariamente a la continua administración del reino
en la tierra debe por supuesto ser permanente, y permanecer mientras lo requiera la
naturaleza y el propósito de cada obra. Por consiguiente, cuando se afirma que “no pasará
esta generación sin que todo esto acontezca”, nadie supone que el reino y el poder y la gloria
del Hijo del hombre habían de terminar con aquella generación. El reino mismo había de durar
por siglos y siglos. Había de crecer como la roca cortada del monte, que ella misma “se hizo
un gran monte, y llenó toda la tierra”. Había de crecer y funcionar como la semilla de mostaza
y la levadura hasta que cumpliera su propósito divino entre los hombres. Toda la enseñanza
del Nuevo Testamento concerniente al reino de Cristo contempla un largo período, y la
abolición de toda autoridad y todo poder que se le oponga; “porque es preciso que él reine
hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies” (1 Cor. 15:25). La
destrucción de Jerusalén fue uno de los primeros triunfos del reino del Mesías, y una señal de
que Él estaba verdaderamente “sentado a la diestra del poder”.
Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia delas
gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por
el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de
los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con
poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra
cabeza, porque vuestra redención está cerca.
Estas líneas no son sino una versión diferente del oráculo como fue pronunciado originalmente
por el Señor. Pueden considerarse como ejemplo de la peculiar manera de redactar de Lucas
y, como los pasajes paralelos en Marcos y Mateo, son un cuadro apocalíptico de la crisis de la
era pre-mesiánica. Nótese particularmente que el escritor lo contempla como algo que los
contemporáneos de Jesús podían reconocer, y podían levantar sus cabezas en regocijante
expectación de su pronta redención. No hay absolutamente nada que dé a entender un suceso
que debía esperarse en una época distante. Las cosas de las cuales Jesús habló debían
“comenzar a suceder” en el futuro cercano. Pero, por cuánto tiempo reinaría el Hijo del
hombre, “sentado a la diestra del poder”, antes de que todos sus enemigos fuesen puestos
debajo de sus pies; cómo sería predicado el evangelio en el mundo durante todo el período de
su reino en el mundo: y cómo en otros tiempos y otras ocasiones el Hijo del hombre sería visto
viniendo en su reino y viniendo en gloria — éstos son asuntos de los cuales Jesús no habló
nada definido en aquella ocasión.
IV.
(1) Los consejos y las amonestaciones estaban dirigidos a los discípulos. Ellos, y no los
hombres de generaciones subsiguientes, habrían de ver las señales por las cuales podrían
saber que él estaba cerca, a las puertas. Lo que pueblos de otras tierras y tiempos futuros
pudieran ver y saber no tiene nada que ver en este contexto.
(2) Estos consejos, así como lo que ha ocurrido antes en este discurso, responden
directamente la pregunta de los discípulos-¿Cuándo serán estas cosas, y QUÉ SEÑAL
podemos esperar que nos indique cuándo están a punto de tener lugar? En todo el discurso,
él no ha pronunciado ni una sola palabra para informarles que el tiempo es mucho después de
los días de ellos, y la señal de ello algo que ellos no vivirían para ver. Por el contrario,
mencionó varias cosas que debían tener lugar primero, y luego mencionó, entre otras cosas,
una notable señal, a cuya vista todos los que todavía quedasen en Judea debían huir a las
montañas con la mayor premura. Tan significativa y ominosa sería “la abominación desoladora
de pie donde no debía estar” que los registros más antiguos acompañan a las palabras la
amonestación parentética: “El que lea, entienda”.
(3) Pero lo que debería zanjar la cuestión del tiempo más allá de toda controversia es la
declaración sumamente enfática: “No pasará esta generación sin que todo esto acontezca”.
Estas palabras tienen claramente el propósito de responder a la pregunta de los discípulos:
“¿CUÁNDO serán estas cosas?” El significado de estas palabras es esencialmente el mismo
que el de Marcos 9:1 y los pasajes paralelos de Mateo y Lucas. Las palabras inmediatamente
antes de ellas muestran lo absurdo de aplicarlas a otra generación diferente de la de los
apóstoles: “Cuando VEÁIS QUE ESTAS COSAS comienzan a suceder, SABED que él [o 'el
reino de Dios' -- Lucas] está cerca, aun a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta
generación”, etc. [29].
Pero no pocos expositores presumen de anular la intención de estas palabras afirmando que
son manifiestamente inconsistentes con lo que sigue en Marcos y Mateo: “Pero del día y la
hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en los cielos, ni el Hijo, sino sólo mi Padre”. Es difícil
entender cómo cualquier intérprete, no influido por prejuicios dogmáticos, pueda insistir en
hacer que una de estas afirmaciones contradiga o excluya la otra. Pero no es difícil ver que,
cuando una persona ya ha decidido en su mente que el reino de Cristo no ha venido todavía,
que la “parusía” es un suceso todavía en el futuro, y que “el fin del siglo” no es el fin de la era
pre-mesiánica sino “el fin del mundo”, el peso del dogma a su tiempo le obliga a anular el
sencillo significado de palabras tan enfáticas como las que Jesús pronunciara jamás. [30] Si
el lenguaje de Marcos 13:30 y de sus pasajes paralelos en Mateo y Lucas han de ser hechos
a un lado arbitrariamente con estas bases, no vemos sino que es un procedimiento igualmente
correcto rechazar la afirmación de la ignorancia de Jesús tocante al día y la hora lo cual, de
hecho, no aparece en Lucas en absoluto. ¿Por qué no rechazar Marcos 13:32, que no tiene
paralelo en Lucas, antes que el versículo 30, que aparece en todos los evangelios sinópticos?
Este proceder arbitrario es una espada de dos filos, que puede cortar en una dirección y en la
otra.
Falta por tomar nota de algunas cosas peculiares al informe de Mateo sobre este discurso de
Jesús. De acuerdo con su evangelio, la forma de la pregunta de los discípulos fue ésta:
“¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida(parusía) y de la consumación
de la era (ounteleia ton aiwnos)?”. Parece que los discípulos ya habían inferido o supuesto
que la venida y la consumación del siglo estarían conectadas de algún modo con la desolación
del templo. Las palabras finales del capítulo 23 eran de una naturaleza tal que daba a
entender todo esto.[32] Si no habría de ser así, y Jesús lo sabía, es inconcebible que los
hubiese confirmado en esta creencia, como el lenguaje de Mateo 24 ciertamente estaba
adaptado para hacerlo. ¿Qué significado, pues, hemos de atribuir a las palabrasvenida,
y consumación del siglo?
La palabra parusía, comúnmente traducida como venida, está tan constantemente asociada,
en la dogmática actual, con la meta última de la historia humana, que los lectores ordinarios
pierden de vista su sencillo significado en el uso del Nuevo Testamento. La palabra
significa presencia, en oposición a ausencia. Por ejemplo, leemos en Fil. 2:12: “Por tanto,
amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia (en th parousia
mon) solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia (en th apousia mon), ocupaos en
vuestra salvación con temor y temblor”. Pero, como la presencia personal de alguien implica
una venida previa, esta palabra no está incorrectamente traducida como venida en muchos
pasajes, y el verbo ercomai, venir, se emplea a menudo para denotar la aparición del reino de
Cristo. [33] Pero, suponer que la venida o la presencia de Cristo debe ser necesariamente
espectacular en cualquier sentido físico, una demostración de su persona en la atmósfera de
la tierra, es poner la doctrina en gran confusión. ¿Por qué debe entenderse o explicarse la
venida del Hijo del hombre en las nubes para ejecutar juicio sobre aquella generación, de una
manera diferente de aquélla con que explicamos la expresión de que Jehová “monta sobre una
nube ligera” y viene a ejecutar juicio sobre Egipto, como está profetizado en Isa. 19:1?
Cualquiera que sea la verdadera naturaleza de la parusía como está contemplada en este
discurso profético, nuestro Señor la asocia inconfundiblemente con la destrucción del templo y
la ciudad, lo cual él representa como la señalada terminación de la era pre-mesiánica. La
venida en las nubes, el oscurecimiento de los cielos, el colapso de los elementos son, como
hemos mostrado arriba, formas familiares de lenguaje apocalíptico, tomado de los profetas
hebreos. [34]
Esa otra expresión en Mateo: “la consumación del siglo”, es una frase de la cual se ha
abusado mucho y ha sido ampliamente malentendida. La traducción común “el fin del mundo”
ha engañado a muchos lectores de la Biblia inglesa. Ha ayudado a perpetuar la idea
antibíblica de que la venida y el reino de Cristo no son hechos del pasado, el presente, y el
futuro, sino sólo del futuro. La doctrina fundamental y distintiva de todas las ramas de los así
llamados “adventistas” es que la venida del Hijo del hombre para establecer su reino en este
mundo es únicamente un suceso del futuro. ¡Cristo todavía no tiene ningún reino entre
los hombres! Hasta las parábolas de nuestro Señor, que ilustran el carácter espiritual del
reino, son forzadas para que armonicen con el concepto de un advenimiento espectacular y
una organización política. [35] Los que sostienen esta doctrina y, de hecho, no pocos de los
que se oponen a ella, caen en error e inconsistencia al no captar el verdadero significado de la
frase “el fin del siglo”.
Porque, primero que todo, no establecen claramente qué siglo (aiwn) se contempla en un
texto como el de Mateo 24:3. De manera bastante general, suponen que se quiere decir el
período de la dispensación del evangelio. Pero nada es más familiar en la terminología judía
del tiempo de nuestro Señor que las frases corrientes: knk glnt y adknc glnt este siglo y el
siglo venidero. Del período que precedió a la venida del Mesías se decía que era este
siglo; del que siguió a su venida se decía que era el siglo venidero. [36] No es importante
considerar cuáles varias y a menudo contradictorias ideas asociaban los rabinos con el
siglovenidero. Sus ideas eran tan variadas como las concernientes al carácter del Mesías
mismo. Pero con este siglo querían decir, y no querían decir nada más que, el período actual
en el que estaban viviendo, el siglo actual. Por consiguiente, la pregunta de los discípulos, tal
como está registrada, sólo podía referirse a la era pre-mesiánica, y su consumación, como
hemos visto, estaba asociada en sus mentes con la destrucción del templo. Pero, aunque se
admitiera que la idea de ellos sobre “la consumación del siglo” era errónea, la enseñanza de
Jesús era enfática más allá de toda pregunta racional de que aquella generación no pasaría
antes de que se cumplieran todas las cosas sobre cuyo cumplimiento preguntaban.
Por consiguiente, el siglo venidero, la era mesiánica, sería el período que seguiría
inmediatamente después de la terminación de la era pre-mesiánica. Ese tiempo todavía no
había llegado cuando Jesús habló. Según tendencia entera de la enseñanza del Nuevo
Testamento, esa era y el reino mesiánico estaban cerca, muy cerca. El ministerio de Cristo
cayó en los últimos días de un aiwn. El evangelio de su reino debía estar firmemente
establecido en el mundo antes del fin de aquel siglo. Así es que leemos en Heb. 9:26: “Pero
ahora, en la consumación de los siglos (epi ounteleia twn aiwnwn), se presentó una vez para
siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado”. También en Hebreos
1:1 está escrito: “Dios … en estos últimos días ha hablado por el Hijo”. De manera similar,
Pedro (1 Pe. 1:20) habla de Cristo como “ya destinado desde antes de la fundación del mundo,
pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”. Pablo también habla de sí
mismo como viviendo cerca de la consumación de los siglos: “Estas cosas les acontecieron
como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los
fines de los siglos” (1 Cor. 10:11). Por consiguiente, tanto el ministerio de Jesús como el de
sus discípulos deben ser reconocidos como sucediendo en los últimos días de un aiwn, o
cerca del fin de la era pre-mesiánica. Los escritores del Nuevo Testamento, y Jesús también,
están claros sobre este punto. Nunca se representan a sí mismos como habiendo entrado en
los primeros días, o el comienzo, del siglo, sino más bien en los últimos días.
Si ahora preguntáramos junto con los discípulos: ¿CUÁNDO serán estas cosas? o ¿en qué
punto debemos reconocer el fin de la era pre-mesiánica?, debemos encontrar la respuesta en
el discurso escatológico de Jesús, y en algún punto antes de que pasara aquella generación.
“Los fines de los siglos” posiblemente tienen un punto definido de contacto y transición de un
siglo al otro. Como el crepúsculo de la mañana, el siglo venidero puede proyectar sus rayos en
la noche anterior, y así también, el siglo precedente puede participar en sus últimos días de
muchas cosas que pertenecen al siglo venidero. [37] Pero tales hechos no afectan la
cuestión de la señalada crisis que puede marcar conspicuamente el fin de un siglo y el
comienzo de otro. ¿Hubo una crisis tal entre las dispensaciones judía y cristiana, que
podamos señalarla y decir: “Ese fue preeminente y conspicuamente un suceso que marcó una
época en la historia tanto del judaísmo como del cristianismo”?
¿No es extraño que todos los estudiantes cuidadosos de las enseñanzas de nuestro Señor
dejaran de entender su respuesta a esta misma pregunta? Los discípulos preguntaron
definidamente: ¿CUÁNDO serán estas cosas? Y Jesús procedió a predecir una variedad de
cosas que ellos vivirían para ver — todas antes del fin. Predijo los horrores del sitio de
Jerusalén, y una señal inteligible por medio de la cual ellos podrían conocer la inminencia de
la catástrofe del judaísmo. Y habiéndoles dicho todas estas cosas, y habiéndoles hablado de
su propia venida en las nubes y su glorioso significado, añadió: “Cuando veáis que estas
cosas comienzan a suceder, sabed que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no
pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”. En consecuencia, la ruina del templo
fue la crisis que marcó el fin de la era pre-mesiánica.
Las dificultades que se indican aquí surgen, bien de las suposiciones de una exégesis
literalizante, o de no tener presente que la venida y el reino de Cristo son, por su naturaleza,
un proceso, que tiene un comienzo histórico definido, pero que se extiende indefinidamente
hacia los futuros siglos de los siglos. Por consiguiente, aunque la mayoría de las cosas
enumeradas en el discurso precedente se cumplieron con la caída del judaísmo y el comienzo
del cristianismo, otras cosas, por su misma naturaleza, son tales que, por necesidad, deben
repetirse u ocurrir continuamente. Tal especialmente es la ejecución del juicio, una función de
todo rey reinante. La doctrina bíblica del reino del Mesías no es que Dios, el Padre
Todopoderoso, deja vacante su trono cuando Cristo asciende al cielo. Ni el concepto de
Salmos 2:7-9, ni el de Salmos 9, ni Daniel 7:13-14, dan a entender que el Dios eterno es
menos rey y soberano del mundo después de colocar a su Hijo ungido a su diestra y le “da
dominio y gloria y un reino”. Desde ese momento en adelante, él juzga al mundo por
Jesucristo, y el sublime cuadro de Mateo 25:31-46 es una parábola de este gran hecho. De
aquí la fuerza y lo apropiado de las palabras: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y
todos los ángeles con él, entonces se sentará en el trono de su gloria”. Pero cuánto tiempo
continuará sentado así en su glorioso trono de juicio y cuánto tiempo “debe reinar hasta que
haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies” no es asunto de revelación específica.
Por lo tanto, el ideal de juicio presentado en Mateo 25:31-46 no es un solo suceso, como la
destrucción de Jerusalén. No ha de ser explicado literalmente como una sesión judicial formal
que no se abrirá sino hasta el fin de la historia humana en la tierra. Más bien, es un cuadro
parabólico sumamente impresionante de la administración secular de Jesucristo, desde el
momento de la señalada destrucción de Jerusalén hasta que “entregue el reino al Padre” (1
Cor. 15:24). El ungido rey de gloria es juez de vivos y muertos, y es un grave error representar
“el día del Señor” o “el día del juicio” como algo diferido hasta el fin del tiempo. En las
porciones anteriores de este libro, hemos mostrado una y otra vez que “el día grande y terrible
del Señor” es una frase profética notablemente plena de significado. La doctrina del Antiguo
Testamento es que “el reino es de Jehová y él regirá las naciones” (Salmos 22:28). “Decid
entre las naciones: Jehová reina. También afirmó el mundo, no será conmovido; juzgará a los
pueblos en justicia. Vino a juzgar la tierra; juzgará el mundo con justicia, y a los pueblos con
su verdad” (Salmos 96:10, 13). El día del juicio para cualquier nación o ciudad malvada, o
cualquier individuo malvado, es el tiempo en que la visitación penal llegue; y el juicio de los
santos de Dios se manifiesta en todo suceso señalado que magnifique la bondad y condene la
iniquidad. [38]
Pero esta divina administración del mundo, que en las escrituras hebreas es la obra de
Jehová, es presentada en Daniel 7:13, 14 y representada en el Nuevo Testamento como
entregada a Cristo. El Padre le ha dado “autoridad para ejecutar juicio porque él es el Hijo del
hombre” (Juan 5:27) Y el Hijo del hombre vino, de acuerdo con el cuadro apocalíptico de
Daniel 7:13 y Mateo 24:30, y ejecutó juicio sobre Jerusalén, culpable de “toda la sangre justa
derramada en la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías” (Mateo
23:35, 36). Esa fue la primera demostración conspicua de su poder judicial, y marcó la crisis y
el fin de la era pre-mesiánica. Por consiguiente, Cristo es ahora Rey y Juez, pero todas las
cosas no le están sujetas, y debe reinar hasta que haya puesto todas las cosas en sujeción
debajo de sus pies. Y esto no es otra cosa que el decreto: “Jehová me ha dicho: Mi hijo eres
tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los
confines de la tierra” (Salmos 2:7,8). Concluimos, pues, que las adiciones peculiares a la
versión de Mateo del discurso de nuestro Señor en el monte de los Olivos no contienen nada
inapropiado a la ocasión, y nada inconsistente con el límite de tiempo definido de la profecía y
la analogía de la escatología del Nuevo Testamento.
[Muchas gracias a John Bray, sin cuya obra inicial este trabajo jamás habría sido puesto en
línea por Todd Dennis en 1997].
NOTAS:-
2. No es improbable que este sermón escatológico, presentado en Marcos 13, haya sido
copiado de los dichos arameos originales de Mateo. El hecho de que éste es el único discurso
de longitud notable en este evangelio, favorece este punto de vista, y se explica más
naturalmente suponiendo que fue copiado de una obra como los dichos, que suponiendo que
fue escrito a partir de los recuerdos y el dictado de Mateo. Por supuesto, esta hipótesis coloca
a los dichos antes del evangelio de Marcos.
3. Una obra reciente (The Apostolic Gospel [El Evangelio Apostólico], con unaCritical
Reconstruction of NT Text [Reconstrucción Crítica del Texto del NT], por J. F. Blair, Londres,
1896), notable por su intrepidez y la confianza de sus asertos, así como por la naturaleza
conjetural de su contenido, afirma que Marcos 13:1-3 es puramente editorial e indigno de
confianza, y que los pasajes correspondientes de Mateo y Lucas, que refieren este discurso
apocalíptico a esta misma ocasión, son meras repeticiones del error de Marcos, junto con
varias modificaciones editoriales. El autor ofrece una reconstrucción del evangelio apostólico
original, en la cual se hacen a un lado arbitrariamente numerosas afirmaciones explícitas de
los evangelistas y una gran porción de ellos es rebajada como indigna de confianza. Declara
que “la única interpretación permisible de Lucas 17:24; Mateo 24:27 enseña que la venida del
reino “es un suceso instantáneo, universal”, y no puede ser precedido por ninguna señal
visible. Es notable el confianzudo prejuicio que controla su juicio de las cosas compatibles y
las cosas incompatibles que Jesús haya dicho, y si sus principios, métodos, y conclusiones
fueran aceptados, no vemos cómo nuestros evangelios sinópticos pueden ser principalmente
dignos de confianza por afirmar las verdaderas enseñanzas de Jesús. En su análisis, lo que el
Señor dijo está determinado por lo que el crítico piensa que Jesús debió haber dicho.
4. El intento de un número de críticos por reconstruir los dichos originales de Jesús por medio
de lo que está escrito en nuestros evangelios sinópticos puede ser un servicio útil al estudio
del Nuevo Testamento. Pero, cuando la reconstrucción llega hasta la presunción de acusar a
todos los sinópticos de manifiesto error, podemos muy bien detenernos y preguntarnos si el
procedimiento es verdaderamente científico, racional, y digno de confianza. Cuando se
sostiene que todos los escritores estaban errados al referir este discurso de Jesús al tiempo y
lugar asignados, o que Marcos cometió este error y Lucas y Mateo lo copiaron, tenemos
derecho a exigir la más convincente clase de evidencia. Así también, cuando una afirmación
como la de Marcos 13:30 y su declaración paralela en Mateo y Lucas, es echada fuera como
apócrifa, y Marcos 13:24 y Mateo 24:29 son divorciados de su contexto con ninguna otra base
que la de una supuesta incongruencia, debería proporcionársenos la más fuerte clase de
prueba de esa incongruencia. El resultado de un trastorno como éste de la redacción de
cualquier escritor es comprometerle en una estupidez casi increíble.
7. Marcos (13:3) y Mateo (24:3) dicen expresamente que el discurso ocurrió en el monte de los
Olivos; pero Lucas (21:5-8) dan la impresión de que fue pronunciado mientras Jesús todavía
estaba en el templo, donde su atención había sido llamada a las costosas piedras y adornos.
Sin embargo, aquí no hay una verdadera discrepancia, porque Lucas 21:7 simplemente no
dice si la pregunta de los discípulos fue hecha inmediatamente después de la declaración de
Jesús en el versículo 6. Mat. 24:3 y Mar. 13:8 serían sacados fuera de sus lugares, y ello no
alteraría en lo más mínimo la ocasión, el alcance, y la intención de las palabras del Maestro.
9. ‘Entoj umwov’ puede significar, cierta y muy naturalmente, dentro de vosotros, es decir,
en vuestras almas. Pero, dirigida a los fariseos, este significado no aplica, y la frase debería
ser traducida aquí en medio de vosotros, un significado exigido por el contexto.
10. La afirmación de que el templo no fue demolido (kataluw) sino destruido por el fuego, y
que algunas de las piedras de su fundamento todavía permanecen firmemente en pie, no
invalida en lo más mínimo el notable cumplimiento de esta profecía, aunque la afirmación
fuese cierta. En lenguaje profético, estas contradicciones de desastre naturalmente tienen una
cierta medida de hipérbole. Comp. con Isa. 13:19, 20; Jer. 49: 17, 18; comp. también con
Lucas 12:44; Miq. 3:12; Jer. 26:18. No es cumplimiento literal lo que hemos de esperar en
ninguna de estas profecías.
11. “Nada puede conducir más a error al lector de habla inglesa” observa Russell, “que la
traducción ‘el fin del mundo’; lo que, inevitablemente, indica el fin de la historia humana, el fin
del tiempo, y la destrucción de la tierra — un significado que las palabras no soportan. …
¿Qué puede ser más evidente que la promesa de estar con sus discípulos hasta el fin del
mundo implica que ellos habrían de vivir hasta el fin de la época? ¡Aquella gran consumación
no estaba lejos; el Señor había hablado de ello a menudo, y siempre como un acontecimiento
que se acercaba, y que algunos de ellos vivirían para ver. Era la liquidación de la dispensación
mosaica; el fin del largo período de prueba de la nación teocrática; cuando todo el andamiaje y
el tejido del gobierno judío habrían de ser barridos y el reino de Dios vendría con poder. Este
gran acontecimiento, declaró nuestro Señor, habría de tener lugar dentro del límite de tiempo
de la generación existente”. The Parousia, p. 121. Londres, 1887.
12. Hackett observa sobre este pasaje: “Una frase de esta clase tiene un sentido agregado,
que es el verdadero, mientras que el deducido de la intención de las palabras separadas es
falso”. Commentary on the Acts of the Apostles, in loco.
13. Uno no tiene sino que leer los libros tercero y cuarto de la obra de Josefo “Guerras de los
Judíos”, para encontrar un asombroso registro de “guerras y rumores de guerras”, continuas
revueltas y complots de ciudades incitadas a la rebelión por líderes sediciosos. Miles
perecieron en estas guerras antes de que comenzara el sitio de Jerusalén, y las calamidades
de las matanzas y la hambruna, y todo lo que hace terrible un conflicto desesperado, son
detallados por el historiador judío de este período con repugnante minuciosidad.
15. Es decir, las agonías que s esperaba que el pueblo judío experimentara en el proceso de
transición hacia la era mesiánica. La idea de estos dolores mesiánicos fue derivada de Oseas
13:13, y concuerda con la figura de regeneración (paliggeneoi.a) como está usada en Mateo
19:28. Porque el gran propósito del reinado mesiánico es regenerar el mundo y hacer nuevas
todas las cosas.
16. Antiquities of the Jews, libro xx, cap. viii, 5 y 6. Comp. también con Wars of the Jews,
libro ii, 4 y 5. Este pretediente egipcio es sin duda idéntico al que se hace referencia en
Hechos 21:38.
17. Debe observarse que sólo Mateo (24:5) añade las palabras de Cristo. Marcos y Lucas
reportan simplemente el más indefinido Yo soy, dejando que suplamos, por el contexto, la idea
de un engañoso pretendiente a la autoridad divina. Cualquier pretendiente como éste, ya sea
que expresamente se haga llamar el Cristo o no, reclama el mismo gran poder.
20. Estas palabras de Lucas pueden entenderse como una sustitución por el escritor de lo que
puede considerarse como el verdadero significado de las enigmáticas palabras proféticas que
se encuentran en los dichos; y ellas indican que este tercer evangelio se escribió después de
la destrucción de Jerusalén; mientras que las palabras parentéticas de Marcos Mateo (“el que
lea, entienda”) sugieren que esos evangelios se escribieron antes de que se cumpliera esta
profecía, y el paréntesis mismo no era parte del discurso del Señor, sino que fue insertado por
los evangelistas.
23. Véase la exposición de estas palabras de Daniel en la página 192 de este libro.
24. Uno debería comparar también el lenguaje análogo de Isa. 19:1; 24:28; Ezeq. 32:7, 8; Joel
2:81; 3:15; Miq. 1:3, 4. Compárese también con nuestro capítulo sobre los elementos
apocalípticos en el cántico hebreo, páginas 24-37.
25. Véase especialmente las ilustraciones aducidas en el cap. 2, y las páginas 27-30.
27. “El claro significado de esto es”, dice el Dr. Adam Clarke, “que la destrucción de Jerusalén
será un caso tan notable de retribución divina, una manifestación tan señalada del poder y la
gloria de Cristo, que todas las tribus judías se lamentarían y, a consecuencia de esta
manifestación de Dios, muchos serían llevados a reconocer a Cristo y a su religión”.
Comentario, in loco.
28. Algunos expositores caen en el error de identificar la venida del Hijo del hombre con la
destrucción de Jerusalén. Se debe más bien hablar de estos sucesos como coincidencias, en
el sentido de que el reinado mesiánico es concebido como siguiendo inmediatamente después
de la tribulación de aquellos días. La destrucción de Jerusalén fue sólo un acto de juicio del
Rey de gloria, y debería distinguirse así.
29. Los varios significados que, bajo la presión de las exigencias dogmáticas, se le han
atribuido a la frase “esta generación”, deben parecerle absurdos en el más alto grado a los
críticos no desprejuiciados. La frase ha sido explicada como la raza humana (Jerome), la raza
judía (Dorner, Auberlen), y la raza de los creyentes cristianos (Crisóstomo, Lange). Pero, ¡qué
insignificante trivialidad sería que alguien, y especialmente Jesús, dijera que la raza humana,
o la raza judía, o el pueblo cristiano, no pasaría sino hasta que todas estas cosas sucedieran!
¿Quién imaginaría jamás lo contrario? Nada en la exégesis del Nuevo Testamento es capaz de
prueba más convincente que la de que genea significa la gran masa de gente que vive en el
período de tiempo de una vida promedio. Hasta en pasajes como Mt. 11:16 o Lucas 16:8, la
clase de personas a la que se hace referencia son concebidos como contemporáneos.
30. Meyer, que no tiene ninguna teoría dogmática que sostener, y busca solamente el
significado natural de estas palabras, observa: “La afirmación de Mt. 24:34 no excluye el
hecho de que nadie sabe el día ni la hora en que había de tener lugar el segundo
advenimiento, con los fenómenos que lo acompañarían. Había de ocurrir durante la vida de la
generación que entonces existía, pero nadie sabe en qué día ni a qué hora dentro del período
así indicado”. Critical and Exegetical Handbook on Matthew, in loco.
31. “Especificar el día y la hora”, dice Russell, “decir: ‘En el año treinta y siete, en el sexto mes,
en el octavo día del mes, la ciudad será tomada y el templo incendiado’, no sólo habría sido
inconsistente con el estilo de la profecía, sino que habría quitado uno de los más fuertes
incentivos para la vigilancia y la oración constantes — la incertidumbre del momento
preciso. “The Parousia”, p. 90.
32. “Los discípulos suponen, como cosa normal”, dice Meyer, “que, inmediatamente después
de la destrucción en cuestión, el Señor aparecería, de acuerdo con lo que se dice en 23:39,
para el propósito de establecer su reino, y que con esto terminaría la actual era (pre-
mesiánica) de la historia del mundo”.Critical and Exegetical Handbook on Matthew, in
loco.
33. Comp. con Mt. 16:27, 28; 24:30; 25:31; Juan 14:8; Ap. 1:7; 22:7.
34. Hechos 1:11 se cita a menudo para demostrar que la venida de Cristo debe ser, por
necesidad, espectacular, “de la misma manera como le habéis visto ir al cielo”. Pero (1) en los
únicos otros tres lugares donde ocurre bv rp61rov, de la misma manera, señala a un concepto
general, más bien que a la forma particular de su realidad. Por eso, en Hechos 7:28, lo que es
notable no es la forma particular en que Moisés mató al egipcio, sino el hecho cierto de ello.
En 2 Tim. 3:8, es el hecho de la fuerte oposición, y no la manera especial en la cual Janes y
Jambres resistieron a Moisés. Y en Mt. 23:37 y en Lucas 13:34, es el pensamiento general de
protección, no la manera visible de un ave madre lo que se tiene en mente. Nuevamente (2), si
Jesús no vino en aquella generación, e inmediatamente después de la gran tribulación que
acompañó la caída de Jerusalén, sus palabras en Mt. 16:27, 28; 24:29, y pasajes paralelos,
son altamente engañosas. (3) Hacer que las palabras únicas del ángel en Hechos 1:11
invaliden todos los dichos de Jesús sobre el mismo tema y controlen su significado es un
método muy unilateral de interpretación bíblica. Pero todo lo que las palabras del ángel
significan necesariamente es que, así como Jesús ascendió al cielo, así también vendría del
cielo. Y este pensamiento principal concuerda con el lenguaje de Jesús y de los profetas.
35. Véase, por ejemplo, el apéndice del Dr. E. R. Craven en Basilea en la edición americana
del Comentario de Lange acerca del Apocalipsis de Juan, pp. 93-100.
36. Véase de Schurer, History of the Jewish People in the Time of Jesus Christ,
traducción inglesa, vol. 11, p. 177; Schoetgen, Horae Hebraicae, 1:1153-1158.
37. Debemos notar que muchas cosas de las cuales habló a manera de consejos y
amonestaciones son tan aplicables a un período como a otro. La exhortación a velar, aunque
tiene un motivo histórico especial y fuerza para con los discípulos, son una lección
permanente como una de las cosas siempre vigentes para los siervos del Rey celestial. Así,
muchas exhortaciones y consejos particulares de los profetas del Antiguo Testamento tienen
valor permanente. Es de este modo como las escrituras de ambos testamentos son útiles para
instruir en justicia.
38. No es necesario suponer hasta dónde y de qué manera Cristo ejecuta sus juicios o reúne
a sus escogidos por medio del ministerio de los ángeles. El que “pone las nubes por su
carroza, el que anda sobre las alas del viento, el que hace a los vientos sus mensajeros, y a
las flamas de fuego sus ministros” (Salmos 194:3, 4; comp. con Hebreos 1:7), está presente
en todas las grandes crisis de la historia de este mundo, y hace a sus ángeles espíritus
ministradores para que sirvan a los que van a heredar la salvación (Heb. 1:14). Nuestro Señor
representó a Lázaro como siendo llevado por los ángeles al seno de Abraham (Lucas 16:22).
Pero no hay justificación en la Escritura para la idea de que, cuando los ángeles son enviados
en misiones de misericordia o de juicio, sus operaciones son necesariamente visibles a ojos
mortales. Cuando el impío Herodes Agripa permitió que se le honrara como un dios,
inmediatamente un ángel de Dios le hirió y, siendo comido de gusanos, exhaló el espíritu”.
(Hechos 12:22, 23). Los ojos humanos sólo vieron la maldición de una enfermedad atroz, o
una plaga terrible; pero la Escritura ve tras de ello el poderoso ministerio de un ángel
destructor (comp. con Éxodo 12:23; 2 Sam. 24:16). El efecto visible del juicio divino se hizo
terriblemente manifiesto en las miserias sin paralelo de Jerusalén. La sangre justa de
innumerables mártires fue visitada sobre aquella generación (Mt. 23:85, 86); y donde el
historiador judío y registró tremenda tribulación y sufrimiento, la palabra de la profecía
discernió una “revelación del Señor Jesús desde el cielo, con los ángeles de su poder
(personal o natural) en fuego llameante, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio” (2 Tes. 1:7,8). De la misma manera, el Rey de gloria está
continuamente juzgando y reinando entre las naciones, y no cesará en su obra de siglos hasta
que “haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia” (1 Cor. 15:24).
Tal vez la manera más justa de exhibir los puntos de vista de aquellos que
contienden por el Doble Sentido de este discurso profético, sería presentar el
esquema de profecíapropuesto por el Dr. Lange y adoptado por muchos
expositores de renombre:
“En armonía con el estilo apocalíptico, Jesús desplegó los juicios de su venida en
una serie de ciclos, cada uno de los cuales ilustra el futuro completo, pero de
tal manera que con cada ciclo, la escena parece asemejarse más claramente a la
catástrofe final.
Así que el primer ciclo delinea todo el concurso del mundo hasta el fin, en
sus características generales (vv.4-14).
El segundo ciclo da las señales de la destrucción de Jerusalén que
se acercaba y pinta esta devastación como una señal y un comienzo del juicio
delmundo, que desde ese día en adelante procede en días silenciosos de
juicio hasta el último día (vv.15-28).
El tercer ciclo describe el fin no repentino del mundo y el juicio que procede
(vv.29-449.
Luego sigue una serie de parábolas y similitudes en las cuales el Señor pin
ta
eljuicio mismo, que se despliega en una sucesión organizada de varios
eventos.
En el último acto Cristo revela su majestuosidad judicial. Capítulo 24:45-51
exhibe el juicio de los siervos de Cristo, o los clérigos.
Capítulo 25:1-13 (las vírgenes prudentes e imprudentes) exhibe el
juicio sobre la iglesia, o del pueblo.
Luego sigue el juicio de los miembros individuales de la iglesia (vv.14-30).
Finalmente (vv.31-46) introduce el juicio universal del mundo”. 1
No muy disimulado es el esquema propuesto por Stier quien encuentra tres
diferentes venidas de Cristo, que cubren una a la otra:
1. Una objeción es, inlimine, a los principios envueltos en este modo de interpretar
la Escritura. ¿Debemos buscar sentidos dobles, triples y múltiples de profecías
dentro de otras profecías, y misterios envueltos en otros misterios? ¿Dónde
podemos razonablemente encontrar una respuesta a esta pregunta
sencilla? ¿Puede alguien siquiera, estar seguro que su entendimiento
de las Escrituras si son así de enigmáticas yobscuras? ¿Es esta la manera de
enseñar a sus discípulos, dejándoles al tanteo en los laberintos, irresistiblemente
sugestivos de la astronomía Ptolomea, “ciclo por epiciclo, orbe por
orbe”? Seguramente tan ambigua revelación no es revelación, y parece más como
un oráculo Delfino o un Cibil Cumeano que una enseñanza de quien la gente
escuchaba atentamente.
Se asume generalmente que los discípulos llegaron al Señor con tres preguntas
diferentes, relacionadas a eventos separados por intervalos grandes de tiempo:
5. Se ha dicho que aunque se admite que los apóstoles hayan estado ocupados
exclusivamente con el fin del templo y los eventos de su propio tiempo, no hay
razón para que el Señor no sobrepasara los
límites de su visión y echar un vistazo a las edadesfuturas. Pero en ese caso,
podríamos esperar encontrar alguna insinuación del hecho; alguna línea
bien definida entre el futuro inmediato y el futuro indefinido. Si el Salvadorfuera
a pasar de Jerusalén y su día de destino, al mundo en general y su día de juicio,
entonces debería haberlo indicado utilizando alguna frase como “después
de muchos días” o, “después de estas cosas pasará estas otras”, para así marcar
la transición. Pero buscamos en vano tal indicio. Los intentos de los expositores
para marcar estas líneas de transición en la profecía de Mateo 24, demostrando
donde el pasaje deja de hablar de Jerusalén y de Israel y pasa a
eventos remotos y a generaciones todavía no nacidas,son totalmente inadecua
dos. Nada puede ser más arbitrario que las divisiones que hanhecho; no soportan
un examen ni por un momento, y son incomparables con las declaraciones
expresas de la profecía misma. ¿Se puede creer que algunos expositores
encuentran una transición en Mateo 24:29, donde las palabras del Señor mismo
hacen esta idea totalmente inadmisible por su propia nota del tiempo
“inmediatamente”.
Si ante esta autoridad, tal sugestión tan impulsiva puede ser propuesta, entonces
¿qué se
puede esperar en los casos menos marcados? Pero, en realidad, todos los i
ntentosde establecer divisiones y transiciones imaginarias en la profecía
fallan miserablemente.
¿Qué? ¿Es posible que nuestro Señor, cuando estaba a punto de responder a los
discípulos
impacientes, empiece hablando del “fin del mundo” en general? Ellos estabanpen
sando en el templo y el futuro inmediato a ellos.
Entonces ¿hablaría Cristo del mundoy lo indefinidamente remoto? ¿Habría algo
en esta primera sección que no sea aplicable a los discípulos y a su
tiempo? ¿Habría algo que realmente no pasó en su día?
“¡Sí!, nos dice Lange: “el evangelio todavía no ha sido predicado en todo el mundo
para un testimonio a todas las naciones”. Pero tenemos ese hecho garantizado
por San Pablo:
Col.1:5,6,23: “la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros,
así como a todo el mundo…. la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual
se predica en toda la creación que está debajo del cielo”
Hubo entonces, una difusión del Evangelio tal, que satisfizo la predicción del S
alvador: “será predicado este evangelio del reino en todo el mundo”. Pero la
objeción más decisiva contra el esquema del Doble Sentido es la que
nota que todo el pasaje está dirigido a losdiscípulos y
habla de lo que ellos iban a ver, lo que ellos iban a hacer, lo queellos sufrirí
an; la totalidad del pasaje cae dentro de la observación de
ellos y de suexperiencia, y no fue dirigido a una audiencia invisible, en una era
futurista que todavía noha empezado aún.
Habiendo hecho la transición del “fin del mundo hacia atrás a la destrucción deJ
erusalén,
el proceso ahora se vuelve otra vez y hay otra transición, de la destrucciónde
Jerusalén hacía el fin efectivo del
mundo”. Este fin efectivo se coloca después de lamanifestación de los falsos
cristos y falsos profetas, contra quienes los discípulos fueron advertidos. Esta
alusión a los falsos cristos debería haber ahorrado al crítico laequivocación que
cometió,
de haber indicado el periodo al cual la profecía se refiere.Pero, ¿dónde está una
señal de
una división o transición aquí? No hay nada; por elcontrario, el lenguaje expr
eso de nuestro Señor excluye siquiera la
idea de un intervalo;porque dice: “E inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días”, etc. Estanota del tiempo es decisiva
y prohíbe la suposición de un rompimiento en la continuidad del discurso de
Cristo.
Pero ya hemos hablado bastante, demostrando la arbitrariedad del trato de Lange
a esta profecía, y hemos expuesto la exégesis prematura de algunas
porciones. Lo que
contendemos es la unidad y continuidad de todo el discurso. Desde el principio del
capítulo
24 de San Mateo al fin del 25, es uno, e indivisible. El tema de la consumación de
la edad, con los eventos asociados; los “ayes” que iban a alcanzar a esa “mala
generación” que comprenden la invasión de los ejércitos romanos, el sitio y la
captura de Jerusalén, la destrucción total del templo, las calamidades terribles del
pueblo. Junto con todo esto hay la
Parousia o “venida” del Hijo del Hombre, la ejecución judicial de la ira divina sobre
los
impenitentes y la liberación y recompensa de los fieles. Desde el principio hast
a elfin, estos dos capítulos forman un discurso continuo, consecutivo y
homogéneo. Así lo han de haber entendido los discípulos a quienes fue dirigido; y
la ausencia de indicaciónalguna al contrario, opinamos a considerarlo así.
6. Para concluir, hay otro punto que tiene mucho que ver con la interpretación
errónea de
esta profecía: la apreciación inadecuada de la importancia y grandeza de la
consumaciónde la edad, la abrogación de la dispensación judía.