La Restauración Borbónica
La Restauración Borbónica
La Restauración Borbónica
A principios de siglo XIX, se mantienen las protestas tradicionales como los motines o
las revueltas populares. Los motivos son variados, pueden ser los elevados impuestos,
la subida de precios, la falta de alimentos el reclutamiento militar, etc. A medida que
algunas zonas se industrializan, aparecen las primeras protestas
El clima de mayor libertad que se vivió durante el Bienio Progresista (1854-1856) hizo
que las asociaciones obreras se extendieran a otros lugares de España. Contribuyó,
además, el hecho de que coincidiera con una crisis económica que, al elevar el precio
de los alimentos, hizo que descendiera el nivel de vida. Los trabajadores de las
industrias laneras de Béjar, los de Alcoy y los hiladores de Antequera protagonizaron
importantes huelgas en estos años.
En 1855, tuvo lugar en Barcelona la primera huelga general. Comenzó con una
huelga para protestar por la instalación de unas nuevas máquinas hiladoras, las
sefalctinas, que ahorraban mano de obra y dejaron a muchos obreros en el paro. La
huelga fue reprimida, lo que motivó un movimiento de solidaridad en toda la ciudad,
con asaltos a fábricas y destrucción de maquinaria. Las peticiones de los obreros eran:
libertad de asociación, establecimiento de un horario fijo de trabajo y la formación de
una comisión mixta entre patronos y obreros para resolver los conflictos. Se extendió
con diversas características por muchos lugares de Castilla y Andalucía.
Los partidos políticos liberales son ajenos en sus programas y reformas a las
demandas de las clases populares. El Partido Demócrata y los Partidos Republicanos sí
que incluyen, además de la reivindicación del sufragio universal, promesas de mejoras
a los obreros.
La Revolución del 68 creó un nuevo clima de libertad que permitió que las fuerzas
obreras pudieran salir de la clandestinidad y, de este modo, crecer y luchar en
mejores condiciones. Es en estos años del Sexenio Democrático cuando entran en
España las ideas socialistas y anarquistas. El primer contacto se produjo con el
viaje a España (octubre de 1868) de Giuseppe Fanelli, un anarquista italiano
enviado por Bakunin. Fanelli expone a los dirigentes sindicales españoles sus ideas
de supresión del Estado, colectivización, apoliticismo, etc. Y lo hizo como si fueran
estas las ideas de la AIT, sin hacerles ver que eran sólo las de la tendencia ácrata,
pero que había en la Internacional otros, los marxistas, que pensaban de manera
diferente. Este hecho sería fundamental para el arraigo de las ideas anarquistas en
la industria catalana y en el campo andaluz.
En 1871, se instaló en Madrid Paul Lafargue, yerno de Karl Marx. Su objetivo era
contrarrestar la labor realizada por Fanelli y tratar de impulsar las ideas marxistas en
España. En la capital de España, se formó un grupo encabezado por Francisco Mora,
José Mesa y Pablo Iglesias. Crearon un periódico, La Emancipación, que utilizaron
para convencer a los trabajadores de la necesidad de conquistar el poder político.
Al año siguiente, este grupo madrileño fue expulsado de la FRE que, como
sabemos, estaba dominado por los anarquistas. Y creó la Nueva Federación
Madrileña.
LOS ANARQUISTAS
∙ por una parte, la división interna, motivada por la extrema libertad que existía en
el seno de la organización;
∙ por otra, la represión que los gobiernos ejercían sobre el movimiento obrero.
De esta forma, una parte del movimiento anarquista optó por lo que ellos llamaban la
“acción directa”; se formaron grupos autónomos para atentar contra los pilares
básicos del sistema capitalista: los dirigentes políticos, la burguesía y la Iglesia.
Entre 1891 y 1897, se produjeron los actos más destacados de violencia social:
atentados contra políticos importantes (Martínez Campos o Cánovas), bombas contra
el Liceo de Barcelona o la procesión del Corpus, etc. La represión fue durísima e
indiscriminada contra los anarquistas, lo que provocó una espiral de violencia, que
tuvo su momento culminante en 1897, cuando fueron ejecutados cinco anarquistas
en Barcelona.
Esta situación ahondó la división del anarquismo entre los partidarios de continuar
con las acciones violentas (activistas) y los que propugnaban una acción pacífica
basada en la educación, la propaganda y la acción de las masas (sindicalistas). Estos
últimos estaban convencidos de que la revolución social que ellos propugnaban sólo
se produciría a medio plazo. Y se dedicaron a crear organizaciones sindicales que
lucharan por mejorar las condiciones de los trabajadores. Esta nueva tendencia, de
orientación anarco-sindicalista, dio sus frutos con la creación de Solidaridad Obrera,
en 1907, y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), en 1910.
LOS SOCIALISTAS
La UGT respondía al modelo de sindicato de masas que agrupa a los trabajadores por
oficios. Aunque se declaró “apolítico” para acoger trabajadores de todas las
tendencias, en la práctica tuvo una clara vinculación con el PSOE, tanto en lo que
respecta a sus dirigentes como a las propuestas de actuación. Se dedicó a la lucha por
la mejora de los trabajadores, utilizando la huelga como principal recurso.