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Crisis de Misisles Cuba

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La crisis de los misiles de Cuba en 1962:

Cuba y la Guerra Fría

En 1959 un grupo armado tomó el poder en Cuba. Las nacionalizaciones que


implementó el nuevo gobierno de Fidel Castro deterioraron las relaciones con
Estados Unidos. En enero de 1961 La Habana y Washington rompieron relaciones
diplomáticas. En abril del mismo año un grupo de mercenarios cubanos con apoyo
de Estados Unidos intentó invadir la isla entrando por Bahía de Cochinos. La
operación falló pero agudizó el enfrentamiento entre los dos países y la obsesión
de Washington con acabar con la revolución. Castro comenzó un progresivo
acercamiento a la URSS.
En 1962 la inteligencia estadounidense detectó que la URSS suplía de armamento
a Cuba. En octubre, una serie de fotografías aéreas mostraron que la isla ya
contaba con misiles balísticos con cabezas nucleares que podían alcanzar el
territorio de Estados Unidos.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial las relaciones entre la URSS y Estados
Unidos se habían deteriorado progresivamente, con enfrentamientos diplomáticos
y peligro de confrontación armada en torno a Checoslovaquia, Berlín, Hungría y el
Canal de Suez. En 1961 se levantó el Muro de Berlín, el antecedente más inmediato
a la crisis de los misiles en Cuba.
La semana de tensión

Entre el 22 y el 28 de octubre hubo intensas negociaciones a la vez que ambas


partes de preparaban para una posible guerra nuclear. La instalación de misiles
nucleares en Cuba cambió la correlación de fuerzas entre las dos grandes
potencias de la Guerra Fría. Desplegar misiles en el Caribe era un avance
estratégico incomparable para Moscú a la vez que apoyo a una nueva revolución.
Armar a Cuba con misiles nucleares tenía una inmensa relevancia para
contrarrestar la estrategia de Estados Unidos de contar con bases y aliados
alrededor de la URSS, desde Europa hasta Asia y el Pacífico. El gobierno de Castro
consideró que la instalación de los misiles soviéticos le daría protección para
avanzar en el proceso revolucionario sin interferencias.
Washington manejó dos opciones, un ataque aéreo que destruyese los misiles o
imponer un bloqueo que impidiese que buques soviéticos llegaran con el material
adicional que completaría la instalación de las baterías nucleares. El gabinete de
crisis de Kennedy decidió apostar por la cuarentena, el bloqueo, sin descartar el
uso de la fuerza. Pero el 19 de octubre el alto Estado Mayor y algunos miembros
del gabinete presionaron al Presidente para que se llevara a cabo un ataque sobre
Cuba, entre ellos el prestigioso asesor de seguridad nacional McGeorge Bundy.
Kennedy no obtuvo absoluta seguridad de que todos los misiles serían destruidos
y continuó con la cuarentena. Gordon M. Goldstein, en su libro Lessons in disaster,
indica que “gracias a reveladoras investigaciones académicas sobre la crisis de
los misiles ahora sabemos que si Kennedy hubiese aceptado el consejo de Bundy
esto podría haber desatado una guerra nuclear”. Bundy reviso mas tarde su
posición y escribió: “Habiendo estado tan cerca del final, creo que debemos
ocuparnos de que esto no vuelva a ocurrir”.
El sábado 27 de octubre fue el peor de toda la crisis. Como resume el historiador
Michael Dobbs en One minute to midnight, ese día Fidel Castro envió un telegrama
al premier soviético Nikita Khruschchev urgiéndole a usar las armas nucleares
contra el enemigo común; se dispusieron cabezas nucleares cerca de los misiles
en Cuba; un avión de reconocimiento estadounidense fue derribado por los
cubanos y otro se perdió en el espacio aéreo soviético; un submarino nuclear
soviético fue obligado a subir a la superficie por la Marina de Estados Unidos; el
Alto Estado Mayor en Washington se preparó para lanzar una invasión sobre la isla
mientras que buques soviéticos se acercaron a pocos kilómetros de la base
Guantánamo. Cualquiera de estos incidentes podría haber desencadenado la
guerra.
Dobbs considera que fue la diplomacia lo que llevó a Khrushchev a ordenar a la
flota soviética volver a la URSS. Esto significa que Moscú y Washington no
estuvieron a punto de enfrentarse, cara a cara, y que el líder soviético no dio
marcha atrás en el último segundo. Pese a que la historia que se ha contado es
que Kennedy y Khrushchev no parecían dispuestos a ceder, documentos y
testimonios de los protagonistas indican que ambas partes ofrecieron
concesiones con el fin de evitar una guerra nuclear.
Kennedy manejó la posibilidad de que Moscú retirase los misiles nucleares de
Cuba a cambio de que Estados Unidos desmantelara sus misiles del mismo tipo
que tenía instalados en Turquía apuntando hacia la URSS, y a cerrar la base de
Guantánamo. De hecho, la URSS aceptó desmantelar los misiles a cambio de la
garantía de Estados Unidos de no invadir Cuba. Meses después Washington retiró
sus misiles de Turquía. El acuerdo sobre Turquía con el Kremlin se hizo con tanta
discreción que parte del gabinete de Kennedy no lo supo en ese momento.
Para Cuba la crisis significó resituar su papel dependiente de la URSS. Castro y la
dirigencia cubana entendieron que eran una pieza en el engranaje de la Guerra Fría
y la política de bloques. Para romper su aislamiento y diversificar sus alianzas
internacionales La Habana empezó desde entonces a apoyar movimientos
revolucionarios en África, Asia y América Latina. De alguna manera, el camino del
Che Guevara hacia África y luego Bolivia empezó en la crisis de los misiles
Las herencias de 1962
El momento más peligroso de la crisis fue cuando las maquinarias de la guerra de
los dos países, y la voluntad de varios funcionarios secundarios, indica este
historiador, se movieron hacia una confrontación. Afortunadamente Kennedy y
Khruschchev fueron prudentes estadistas que tuvieron en cuenta que la
confrontación ideológica no justificaba arriesgar las vidas de millones de personas
en una guerra nuclear.

La mitificación y exaltación de la fuerza, dice Dobbs, el mirarse “a los ojos” hasta


que “el otro pestañea”, y trazar “líneas rojas” que no se pueden cruzar porque
entonces se usará la violencia produjo desastres en la política exterior de Estados
Unidos, desde Vietnam hasta Irak. El caso más reciente es la exigencia del primer
ministro israelí al presidente Obama de que trace una “línea roja” a Irán en su
programa nuclear.
La crisis de los misiles tuvo también otros resultados. Por una parte, Moscú
decidió acelerar su programa de armas nucleares con el fin de evitar una nueva
derrota. Por otra, ambas partes llegaron a la conclusión de que una guerra nuclear
sería destructiva para todos, y que no debería suceder. Esto desplazó la
confrontación hacia países periféricos. Se estableció un “teléfono rojo” de
comunicación entre Moscú y Washington para gestionar crisis, y en julio de 1963
Estados Unidos, la URSS y Gran Bretaña firmaron el tratado de prohibición de
pruebas nucleares en la atmósfera.

Cuba nunca fue invadida pero Estados Unidos impuso un bloqueo que continúa
hasta hoy. La URSS se disolvió en 1991 y Rusia heredó sus armas nucleares. Fidel
Castro, el más débil de los tres líderes de la crisis de octubre, es el único que
sobrevive.

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