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Gerson Chaverra Castro Magistrado Ponente

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GERSON CHAVERRA CASTRO

Magistrado Ponente

STP
Radicación n° 198
Acta No 093

Bogotá, D.C., ocho (08) de mayo de dos mil veinte


(2020).

ASUNTO

Se pronuncia la Sala en relación con la demanda de


tutela promovida por Carlos Andrés Vargas Castro, en
contra de la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá (en
ejercicio de la función de control de garantías), por la
presunta vulneración de sus derechos fundamentales al
debido proceso, favorabilidad y libertad.

Al presente trámite fue vinculada la Fiscalía 12


Delegada ante la Corte Suprema de Justicia, así como las
Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

demás partes e intervinientes dentro del trámite que se


cuestiona en sede constitucional.

LA DEMANDA

El accionante, quien es Magistrado de la Sala Laboral


del Tribunal Superior de Bogotá, señala que, el 16 de agosto
de 2019, la Fiscalía General de la Nación le formuló
imputación por la presunta comisión de los delitos de
prevaricato por acción, falsedad ideológica en documento
público y fraude procesal.

En esa misma fecha, la Sala Penal del mencionado


Tribunal, le impuso medida de aseguramiento de detención
domiciliaria, la cual se hizo efectiva a partir del día 21 del
mismo mes y año.

Informa que, de acuerdo con la imputación fáctica


realizada por la Fiscalía, los punibles que le fueron
endilgados, presuntamente los cometió mientras se
desempeñaba como titular del Juzgado Tercero
Administrativo de Villavicencio, y los mismos fueron
consumados de la siguiente manera:

El de prevaricato por acción tuvo ocurrencia el primero


de febrero de 2010, cuando profirió la Resolución 007, por
medio de la cual nombró a Edgar Javier Ávila Gómez, como
secretario de ese despacho judicial, ello pese a no reunir los
requisitos que, para ese cargo, exige el Acuerdo PSAA-3560,
expedido por el Consejo Superior de la Judicatura.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

La falsedad ideológica, según el ente investigador, se


consumó en dos momentos: el primero de ellos cuando
expidió la certificación del 15 de abril de 2011, en donde
hacía constar que un Auxiliar Ad honorem había laborado
en ese juzgado, pese a que dicha persona nunca concurrió a
cumplir con sus funciones y, el segundo, el 20 de abril de
2012, cuando expidió un documento similar al anterior,
pese a que la beneficiaria del mismo jamás asumió el cargo.

Finalmente, frente al fraude procesal, el mismo se


habría consumado cuando, a partir de la expedición de las
anteriores certificaciones, la Unidad Nacional de Registro de
Abogados expidió las Resoluciones 1756 del 11 de mayo de
2011 y 2223 del 17 de mayo de 2012, por medio de las
cuales se reconoció la práctica judicial de los referidos
Auxiliares Ad honorem.

Indica que, el 3 de octubre de 2019, la Fiscalía radicó


el correspondiente escrito de acusación, documento que fue
verbalizado en vista pública que tuvo lugar el día 21 del
mismo mes y año, en tanto que la audiencia preparatoria se
instaló el 14 de noviembre de la mencionada anualidad, sin
que hasta el momento se haya podido culminar con ella,
dado que se encuentra pendiente por resolver un recurso de
reposición interpuesto por el órgano persecutor, en contra
del auto de pruebas.

Sostiene que su defensor, tras advertir que se había


superado el término de 120 días de que trata el numeral 5
del artículo 317 de la Ley 906 de 2004, solicitó la

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

revocatoria de la medida de aseguramiento ante el Tribunal


Superior de Bogotá, quien negó tal petición, tras
argumentar que, al ser el prevaricato una de las conductas
enlistadas en la Ley 1474 de 2011 como acto de corrupción,
el término de privación de la libertad se duplica, de modo
que, hasta el momento, no se han superado los 240 días
que exige la norma.

Contra dicha determinación se interpuso el recurso de


reposición, único procedente en este caso, el cual no resultó
próspero para el interesado.

Aduce que la decisión del Tribunal vulnera sus


derechos fundamentales, pues al haber trascurrido más de
120 días de privación de la libertad sin que se hubiera
instalado el juicio oral, lo procedente es dar aplicación al
numeral 5 del artículo 317 de la Ley 906 de 2004, ello sin
tener en cuenta el parágrafo primero de dicha norma, toda
vez que, el mismo fue introducido en el año 2011, esto es,
con posterioridad a la presunta comisión del delito de
prevaricato por acción que le es endilgado.

Indica que la Corte Suprema de Justicia, en diferentes


oportunidades, ha sostenido que se puede reconocer y
declarar la favorabilidad en los casos de sucesión de leyes y
en la coexistencia de normas de derecho material, así como
de las procedimentales, siempre y cuando se deriven efectos
sustanciales.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

Aduce que, de acuerdo con los dispuesto en decisión


del 22 de agosto de 2016, radicado 48682, proferida por la
Sala de Casación Penal de la Corte Suprema, en su caso se
cumple con las condiciones para aplicar una ley procesal de
manera ultractiva, motivo por el cual, insiste, la decisión
tomada en su caso por el Tribunal demandado, se
constituye en una vía de hecho.

Por lo anterior, solicita se proteja sus derechos


fundamentales invocados, se deje sin efectos la decisión
dictada el 21 de abril de 2020 por la autoridad accionada y,
en consecuencia, se ordene a la accionada emitir una nueva
providencia donde de aplicación al principio de
favorabilidad y se ajuste a las consideraciones antes
reseñadas.

2. RESPUESTA DE LOS ACCIONADOS

1. La Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá, por


conducto del Magistrado que ejerció las funciones de
control de garantías, luego de realizar una síntesis de la
actuación procesal, indicó que su decisión fue tomada con
base en los elementos de convicción aportados en la
correspondiente vista pública y, que la misma, no se ofrece
arbitraria ni violatoria de garantías fundamentales, motivo
por el cual solicita se niegue el amparo deprecado.

2. El abogado defensor del accionante, señaló que


compartía la argumentación expuesta por su defendido
para solicitar el amparo de sus derechos.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

3. La Fiscal 12 Delegada ante la Corte Suprema de


Justicia, tras realizar una síntesis de la actuación procesal,
indicó que no le asiste razón al accionante en sus
consideraciones, pues, de una parte, se está frente a una
conducta prevaricadora que, conforme con lo dispuesto en
el artículo 317 de la Ley 906 de 2004, modificado por la Ley
1786 de 2016, implica que el término para solicitar a
libertad del procesado, es de 240 días, no de 120 y, de otra,
porque dicho término aún no se ha cumplido en el caso
objeto de estudio.

Frente a si el delito de prevaricato debe o no ser


considerado como un acto de corrupción, sostuvo que ello
es un tema que ya fue dilucidado por la Sala de Casación
Penal de la Corte en providencias AP5892-2017 y AHP1363-
2018.

Finalmente, aseveró que no existe duda sobre la


vigencia de la actual redacción del artículo 317 de la Ley
procesal penal para el momento de la presentación del
escrito de acusación, de modo que, existe claridad acerca de
su aplicabilidad en el asunto sub judice, motivo que lleva a
concluir que no existió la vulneración de derechos alegada.

4. El representante de la víctima sostuvo que, si bien


el libelista denunció la existencia de una vía de hecho en el
caso que se adelanta en su contra, jamás asumió la tarea
de indicar cuál es la causal específica de procedencia de la
acción de tutela contra providencia judicial, que se concretó
en el presente asunto.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

De otra parte, estimó que no se cumple con las


exigencias jurisprudenciales para la aplicación del principio
de favorabilidad, motivo por el cual solicitó se deniegue el
amparo deprecado.

3. CONSIDERACIONES

1. Es competente la Sala para conocer del presente


asunto conforme con lo dispuesto por el artículo
2.2.3.1.2.1., del Decreto 1069 de 2015, modificado por el
artículo 1º del Decreto 1983 de 2017, toda vez que el
reproche involucra al Tribunal Superior del Distrito Judicial
de Bogotá.

2. Según lo establece el artículo 86 de la Constitución


Política, toda persona ostenta la facultad para promover
acción de tutela ante los jueces con miras a obtener la
protección inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales, cuando por acción u omisión le sean
vulnerados o amenazados por cualquier autoridad pública o
por particulares en los casos previstos de forma expresa en
la ley, siempre que no exista otro medio de defensa judicial,
a no ser que se utilice como mecanismo transitorio para
evitar la materialización de un perjuicio de carácter
irremediable.

3. Cuando se trata de acciones de tutela en contra de


providencias judiciales, la Corte Constitucional ha
condicionado su procedencia al hecho que concurran unos

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

requisitos de procedibilidad, los cuales ha denominado


como genéricos y específicos1.

Corresponden al primer grupo: i) que la cuestión


discutida resulte de evidente relevancia constitucional; ii)
que se hayan agotado todos los medios ordinarios y
extraordinarios de defensa judicial al alcance de la persona
afectada; iii) que se cumpla el requisito de la inmediatez; iv)
que ante una irregularidad procesal, el defecto tenga un
efecto decisivo o determinante en la sentencia; v) que la
parte actora identifique de manera razonable tanto los
hechos que generaron la vulneración como los derechos
vulnerados y vi) que no se trate de sentencia de tutela.

Y son requisitos específicos la observancia de un


defecto sustantivo, orgánico o procedimental; de uno
fáctico; de un error inducido o por consecuencia; que la
decisión cuestionada carezca de motivación; el
desconocimiento del precedente y vulneración directa de la
Constitución.

4. Como primera medida, necesario resulta aclarar


que, si bien el accionante asegura que su cuestionamiento
se dirige en contra de la providencia que resolvió una
solicitud de revocatoria de medida de aseguramiento, lo
cierto es que la Sala, al revisar la decisión controvertida,
advierte que en realidad se trata del auto que desató una
petición de libertad provisional por vencimiento de
términos.
1
Ver sentencias C-590 de 2005 y T-865 de 2006.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

La anterior claridad deviene en importante, dado que


se trata de dos figuras procesales que implican estudios
diferentes, pues en la primera, el fallador debe determinar
si subsisten o no las causales que llevaron a la imposición
de la medida, en tanto que en el segundo evento, se
corrobora que la autoridad competente hubiere cumplido
con su carga procesal dentro del término concedido para
ello, sin afectar injustificadamente la libertad del procesado.

Entonces, como en el caso sub judice no se cuestiona


la subsistencia o no de las causales que motivaron la
imposición de medida de aseguramiento que soporta el
accionante, sino que presuntamente ya se superó el término
para la instalación del juicio oral sin que ello hubiera
acaecido, esta Corporación basará su estudio y
argumentación en esta figura y no en la que
equivocadamente señala el demandante en tutela.

5. Precisado lo anterior y, tras estudiar el libelo


introductorio, en el presente asunto la Sala logra concretar
la existencia de tres problemas jurídicos a resolver. El
primero de ellos orientado a determinar si, por razones de
temporalidad y favorabilidad, al accionante le resulta o no
aplicable el contenido del parágrafo primero del artículo 317
de la Ley 906 de 2004, ello, si en cuenta se tiene que dicha
norma es posterior a la comisión del delito de prevaricato
por acción que le es endilgado por la fiscalía.

El segundo cuestionamiento se circunscribe a


establecer si, en caso de tener aplicabilidad la norma antes

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

referida, Carlos Andrés Vargas Castro concreta los


supuestos para que lo cobije el referido parágrafo, esto es,
si las conductas por las cuales está siendo acusado,
constituyen actos de corrupción de los que trata la Ley
1474 de 2011.

Y, finalmente, analizar si la decisión tomada por la


autoridad accionada el 21 de abril de 2020, consistente en
negar la libertad provisional solicitada por el defensor del
accionante, constituye una vía de hecho que atenta contra
sus derechos fundamentales a la libertad y debido proceso.

6. Con fundamento en la demanda de tutela y las


respuestas aportadas por las autoridades accionadas y
vinculadas, la Sala estudiará la procedencia de la presente
solicitud de amparo en contra de providencia judicial.

Como primera medida, resulta incuestionable que se


está frente a un asunto de relevancia constitucional, pues
se trata de analizar si la autoridad judicial accionada, al
resolver de manera negativa una solicitud de libertad
provisional presentada por el defensor del accionante,
incurrió en una vía de hecho que genere una afectación de
las prerrogativas fundamentales del actor.

Se corroboró que el libelista agotó los medios de


defensa ordinarios con los que contaba, pues su apoderado
interpuso recurso de reposición en contra de la providencia
cuestionada, único medio de impugnación procedente en el
caso objeto de estudio.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

También se encuentra satisfecho el principio de


inmediatez, dado que el auto objeto de censura data del
pasado 21 de abril del año en curso. Igualmente se
determinó que la parte actora identificó de forma razonable,
tanto los hechos que originaron la vulneración denunciada
como los derechos que estima afectados, lo que permite
establecer que el defecto denunciado, de ser existente, sería
de gran relevancia e impactaría de manera determinante en
las resultas de la actuación valorada, la cual, dicho sea de
paso, no corresponde a otro trámite de tutela.

7. Ahora bien, estima la parte actora que el Tribunal


accionado erró al haber aplicado en su caso el contenido del
parágrafo primero del artículo 317 de la Ley 906 de 2004,
pues, en su sentir, dicha norma no le es aplicable por dos
razones: la primera, porque su origen es posterior a la fecha
de los hechos que le son imputados y, la segunda, porque
en virtud del principio de favorabilidad debe, cobijársele con
la norma vigente para el mes de febrero de 2010, fecha en la
que se estima consumado el delito de prevaricato por
acción.

Tras revisar el referido artículo, el cual consagra las


causales de libertad al interior del proceso penal de
tendencia acusatoria, puede advertirse que el mismo ha
sido objeto de diversas reformas por parte del legislador, es
así que, en lo que al numeral 5º y su actual parágrafo
primero se refiere, se observa la siguiente evolución:

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

La versión original de la norma establecía que la


libertad de un procesado era procedente decretarla, entre
otras razones: “5. Cuando transcurridos sesenta (60) días contados
a partir de la fecha de la formulación de la acusación, no se haya dado
inicio a la audiencia de juicio oral.”, y no contemplaba incremento

alguno a dicho término.

Con la promulgación de la Ley 1142 de 2007, la norma


en comento presentó una modificación y, la causal de
libertad contenida en el mentado numeral, pasó a ser del
siguiente tenor: “5. Cuando transcurridos noventa (90) días,
contados a partir de la fecha de la presentación del escrito de
acusación, no se haya dado inicio a la audiencia de juicio oral. ”, en

ese entonces, tampoco se vislumbraba ningún incremento


para ese periodo de tiempo y, dicho sea de paso, era la
redacción vigente para febrero de 2010.

Ya con la promulgación de las leyes 1453 y 1474 de


2011, el artículo 317 del Código de Procedimiento Penal
presentó una significativa variación en su contenido, pues
con la primera normatividad, el numeral 5 del referido
canon procesal adquirió esta redacción: “Cuando transcurridos
ciento veinte (120) días contados a partir de la fecha de la formulación
de la acusación, no se haya dado inicio a la audiencia de
juzgamiento.”; mientras que la segunda introdujo un
parágrafo de las siguientes características: “PARÁGRAFO 1o
<SIC, 3o.> <Parágrafo adicionado por el artículo 38 de la Ley 1474 de
2011. El nuevo texto es el siguiente:> En los procesos por delitos de
competencia de los jueces penales del circuito especializados, por
delitos contra la Administración Pública y por delitos contra el
patrimonio económico que recaigan sobre bienes del Estado respecto de

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

los cuales proceda la detención preventiva, los términos previstos en los


numerales 4 y 5 se duplicarán cuando sean tres (3) o más los
imputados o los delitos objeto de investigación.”

Como se puede apreciar, es la primera vez que se


instaura un incremento al término contemplado en los
numerales 4 y 5 del artículo en comento, ello siempre y
cuando se cumpla con los condicionamientos allí
establecidos.

Con posterioridad a ello vino una nueva reforma –Ley

1760 de 2015, artículo 4º- que, en lo que interesa al presente


asunto, modificó el parágrafo antes comentado, y creó una
nueva redacción para el mismo así: “PARÁGRAFO 1o. Los
términos dispuestos en los numerales 4, 5 y 6 del presente artículo se
incrementarán por el mismo término inicial, cuando el proceso se surta
ante la justicia penal especializada, o sean tres (3) o más los imputados
o acusados, o se trate de investigación o juicio de actos de corrupción
de que trata la Ley 1474 de 2011.”.

Finalmente, la estructura de ese parágrafo fue


modificada por la Ley 1786 de 2016, redacción que
permanece vigente hasta la fecha, y cuyo tenor literal es el
siguiente: “PARÁGRAFO 1o. Los términos dispuestos en los
numerales 4, 5 y 6 del presente artículo se incrementarán por el mismo
término inicial, cuando el proceso se surta ante la justicia penal
especializada, o sean tres (3) o más los imputados o acusados, o se
trate de investigación o juicio de actos de corrupción de que trata la Ley
1474 de 2011 o de cualquiera de las conductas previstas en el Título IV
del Libro Segundo de la Ley 599 de 2000 (Código Penal).”

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

En síntesis, el numeral 5 del artículo 317 de la Ley


906 de 2004, ha presentado diversas modificaciones en
cuanto al término allí contemplado y el momento a partir
del cual se debe contabilizar, de modo que para el año
2010, por ejemplo, establecía que la libertad del imputado o
acusado se podía dar cuando, transcurridos 90 días
contados a partir de la fecha de la presentación del escrito
de acusación, no se hubiera dado inicio a la audiencia de
juicio oral, en tanto que, en la actualidad, dicho periodo
corresponde a 120 días, sin que exista variación frente al
instante que empieza su conteo.

Ahora bien, fue a partir del año de 2011 cuando el


legislador consideró pertinente incrementar dicho término
en ciertos y determinados eventos, es por ello que, hoy, el
mentado artículo en su parágrafo primero, indica que
cuando se trate de procesos adelantados ante la justicia
penal especializada, la actuación se adelante en contra de
tres o más personas y que el juzgamiento verse sobre actos
de corrupción de aquellos que trata la Ley 1474 de 2011 o
de cualquiera de las conductas previstas en el Título IV del
Libro Segundo de la Ley 599 de 2000, el lapso que debe
transcurrir entre la presentación del escrito de acusación y
la instalación de la audiencia e juicio oral, no puede ser
superior a 240 días.

Visto lo anterior, debe indicarse que, en principio, le


asiste razón al accionante cuando sostiene que las normas
en las cuales se fundamentó el Tribunal demandado para
negar su libertad, son posteriores al presunto acto

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

prevaricador del que se le acusa, el cual data del mes de


febrero de 2010, evento que obliga a precisar si, en efecto,
esa normatividad de naturaleza procesal no le podía ser
aplicada por no encontrarse vigente para el momento de la
comisión de los sucesos o, si por el contrario, sí cobija al
libelista, en virtud de la inmediatez con la que suelen entrar
a regir las normas procedimentales.

La Corte Constitucional, de tiempo atrás ha sostenido


que, por regla general, las normas poseen una
irretroactividad, esto es, que sus efectos no se pueden
extender a eventos acaecidos antes de su promulgación, ello
en virtud del principio de legalidad, motivo por el que sus
efectos se proyectan hacia el futuro.

Sobre el particular, en la sentencia C-619 de 2001, el


Alto Tribunal señaló:

“En relación con los efectos de la ley en el tiempo la regla general


es la irretroactividad, entendida como el fenómeno según el cual la ley
nueva rige todos los hechos y actos que se produzcan a partir de su
vigencia.”

Más adelante, en la misma decisión, la Corte ilustra


acerca de cómo se debe proceder cuando, estando en curso
un evento, entra a regir una nueva normatividad que lo
regula y, al respecto señaló:

“Cuando se trata de situaciones jurídicas en curso, que no han


generado situaciones consolidadas ni derechos adquiridos en el
momento de entrar en vigencia la nueva ley, ésta entra a regular dicha

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

situación en el estado en que esté, sin perjuicio de que se respete lo ya


surtido bajo la ley antigua.”

Y sobre el tránsito legislativo precisó:

“Las situaciones jurídicas extinguidas al entrar en vigencia una


nueva ley, se rigen por la ley antigua. Cuando no se trata de
situaciones jurídicas consolidadas bajo la vigencia de la ley anterior,
sino de aquellas que están en curso en el momento de entrar en
vigencia la nueva ley, ni de derechos adquiridos en ese momento, sino
de simples expectativas, la nueva ley es de aplicación inmediata. La
aplicación o efecto general inmediato de la ley es la proyección de sus
disposiciones a situaciones jurídicas que están en curso al momento de
su entrada en vigencia. El efecto general inmediato de la nueva ley no
desconoce la Constitución, pues por consistir en su aplicación a
situaciones jurídicas que aun no se han consolidado, no tiene el
alcance de desconocer derechos adquiridos.”

Finalmente, en lo que respecta al tránsito de la


legislación procesal, la Corte enseñó:

“La norma general que fija la ley es el efecto general inmediato


de las nuevas disposiciones procesales, salvo en lo referente a los
términos que hubiesen empezado a correr y las actuaciones y
diligencias que ya estuvieren iniciadas, las cuales continúan rigiéndose
por la ley antigua. Esta norma general, en principio, no resulta
contraria a la Constitución pues no tiene el alcance de desconocer
derechos adquiridos o situaciones jurídicas consolidadas, que es lo que
expresamente prohíbe el artículo 58 superior. Sin embargo, su
aplicación debe respetar el principio de favorabilidad penal.”

Ahora, al revisar el expediente de tutela, se logra


establecer con total claridad que, si bien es cierto la
actuación presuntamente prevaricadora que la fiscalía le

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

endilga a Carlos Andrés Vargas Castro, data del mes de


febrero de 2010, no menos lo es que la medida de
aseguramiento impuesta al accionante tuvo lugar en el mes
de agosto de 2019, esto es, cuando ya se encontraban
vigentes las Leyes 1453 y 1474 de 2011, 1760 de 2015 y
1786 de 2016, todas ellas modificatorias del artículo 317
del Código de Procedimiento Penal.

Entonces, siendo consecuentes con la doctrina


constitucional atrás reseñada, acertado resulta afirmar que,
comoquiera que las referidas reformas a la ley procesal se
produjeron y entraron en vigencia antes que el actor
pudiera empezar a contabilizar el término consagrado en el
numeral 5 del artículo 317 de la Ley 906 de 2004, ningún
error le puede ser atribuido al Tribunal de Bogotá cuando,
al resolver la solicitud de libertad provisional, dio aplicación
al texto actual del referido canon procedimental, el cual
tiene vigencia y, por ende, aplicabilidad, desde el primero de
julio de 2017, según se desprende del artículo 5 de la Ley
1786 de 2016, última norma que modificó dicho mandato.

Ahora bien, en virtud de lo anterior, debe señalarse


que no le asiste razón a la parte actora cuando afirma que,
en el presente asunto, es procedente dar aplicación al
principio de favorabilidad por consolidarse, bien sea una
sucesión de leyes, o la coexistencia de normas de derecho
material, pues como se ha venido exponiendo, dichos
presupuestos no se materializan en el caso objeto de
análisis.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

En efecto, nótese que, desde que Carlos Andrés Vargas


Castro se encuentra cobijado con la medida de
aseguramiento de detención domiciliaria que le fuera
impuesta el 16 de agosto de 2019, no existe registro sobre
la existencia de alguna norma que haya modificado las
causales de libertad contenidas al interior de la Ley 906 de
2004, así como tampoco se ha proferido nueva legislación
que regule, por separado, dicho tema, eventos que hacen
imposible poder sostener que, en la actualidad, y en lo que
a temas de libertad se refiere, exista una sucesión de leyes o
a una coexistencia normativa, pues, se insiste, la única
legislación que puede invocar un procesado para recobrar
su libertad en el marco de un proceso penal, se encuentra
vigente desde el mes de julio de 2017 y, es precisamente
dicha norma, la que sirvió de fundamento para que el
Tribunal tomara la decisión que ahora se le cuestiona.

En ese sentido, ha de indicarse entonces que la


interpretación realizada por el libelista del auto No. AP5408-
20162, según la cual en su caso concurren las
circunstancias necesarias para aplicar el principio de
favorabilidad, resulta errada, toda vez que en dicha
providencia, fuera de retomarse los conceptos de sucesión
legislativa o coexistencia normativa antes mencionados, se
explica, con total claridad, que la ley procesal entra en
vigencia y tiene aplicación desde el preciso instante que lo
señale el legislador.

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Radicado 48682 del 22 de agosto de 2016.

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

Así las cosas, dado que Carlos Andrés Vargas Castro


fue cobijado con medida de aseguramiento de detención
domiciliaria el 16 de agosto de 2019, la que se hizo efectiva
a partir del día 21 del mismo mes y año, fecha en la cual ya
se encontraba vigente la reforma que introdujo la Ley 1786
de 2016 al artículo 317 del Código Procesal Penal, para la
Sala resulta claro que es esta la normatividad, y no otra, la
que se debe aplicar en su caso concreto, ello por cuanto
que, de una parte, la misma entró en vigor antes que el
accionante pudiera empezar a contabilizar el término que
podría derivar en la concesión de su libertad y, de otra,
porque desde que se surtió tal actuación, no se ha
presentado ningún cambio legislativo del que se pueda
predicar una coexistencia legislativa o sucesión normativa
que redunde en una condición más favorable para el
procesado.

8. Ahora bien, una vez establecido que la norma a


aplicar en el presente asunto es aquella que corresponde a
la actual redacción del artículo 317 de la Ley 906 de 2004,
corresponde ahora determinar si la conducta de prevaricato
por acción por la cual ha sido acusado el accionante,
constituye un acto de corrupción de aquellos que trata la
Ley 1474 de 2011 y, por lo tanto, le aplica la ampliación de
términos contenida en el parágrafo primero de la
mencionada normatividad.

La Sala de Casación Penal de ésta Corporación, al


desarrollar un estudio sobre el mentado parágrafo y su

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Tutela 198
A/. Carlos Andrés Vargas Castro

aplicabilidad en los referidos juicios o investigaciones por


corrupción, señaló:

“En el caso presente es claro que tres de los delitos juzgados en


este asunto -cohecho impropio, peculado por apropiación y concusión-
son ilícitos contra la administración pública, los cuales
constituyen actos de corrupción de los que trata la Ley 1474 de
2011.

En esta última norma el Legislador adoptó medidas


penales en la lucha contra la corrupción pública y privada. Entre
estas están: (i) la exclusión de beneficios en los delitos contra la
administración pública relacionados con corrupción; (ii) ampliación de
términos de prescripción penal frente a ilícitos cometidos por servidor
público en ejercicio de sus funciones; (iii) el aumento de la pena, entre
otros, para los delitos contenidos en los artículos 397, 404 y 406, esto
es, peculado por apropiación, concusión y cohecho impropio, cuando la
conducta sea cometida por servidor público que ejerza como funcionario
de alguno de los organismos de control del Estado; (iv) la ampliación de
los términos de investigación en los procesos por delitos contra la
administración pública; (v) el aumento de términos respecto de las
causales de libertad en investigaciones relacionadas con
corrupción -en concreto menciona delitos contra la
administración pública-; y, (vi) la restricción de la detención
domiciliaria para ciertos delitos entre otros, peculado por apropiación,
concusión y cohecho impropio.

La referencia a estas medidas enseña la relación material


existente entre la Ley 1474 de 2011 y los delitos contra la
administración pública de la Ley 599 de 2000 (Código Penal);
además, a CC se llamó a juicio por conductas punibles de aquellas que
afectan la administración pública, es decir, por ilícitos de corrupción al
tenor de la Ley 1474 de 2011, por lo tanto, no le asiste la razón a la
defensa cuando expresa que los cargos elevados contra el acusado no

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son actos de corrupción de los que trata la referida Ley.” (CSJ

AP5892-2017) (Resaltado fuera de texto)

Como se puede apreciar, la Corte, a partir de una


interpretación teleológica de la Ley 1474 de 2011, estableció
que el sentido de dicha norma es el de entablar una lucha
frontal contra la corrupción pública, la cual no se reduce
únicamente a actos que afecten el patrimonio estatal, sino
que, sin lugar a dudas, también se extiende a todos
aquellos sucesos que puedan atentar contra la
administración pública, como es el caso del prevaricato en
cualquiera de sus acepciones.

Tan cierto es lo anterior que, la referida legislación, a


lo largo de su contenido, distingue entre los delitos contra
la administración pública y aquellos que afectan el
patrimonio estatal y, siempre que va a desarrollar algún
tema, se refiere a ellos de manera independiente.

En ese sentido, dado que el prevaricato por acción


hace parte integral del Título XV del Código Penal, el cual se
refiere a los delitos que atentan contra la administración
pública y, a su vez, estos se encuentran enlistados en la Ley
1474 de 2011 como conductas que comportan actos de
corrupción, entonces resulta acertado sostener que, quienes
soporten una investigación o juicio penal por el referido
punible, son acreedores de los incrementos a que hace
referencia el parágrafo primero del artículo 317 de la Ley
906 de 2004.

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9. Visto lo anterior, procede ahora la Corte a analizar


si el Tribunal accionado incurrió en una vía de hecho al
proferir la decisión del pasado 21 de abril del año en curso,
por medio de la cual le negó la libertad provisional a Carlos
Andrés Vargas Castro.

Al revisar la providencia objeto de cuestionamiento, la


Sala encontró que el demandado en tutela fundó su
decisión en el hecho de que, el caso objeto de análisis,
incluye en su acusación la comisión del delito de
prevaricato por acción, conducta punible que, al tenor de lo
dispuesto en la Ley 1474 de 2011, es considerada como un
acto de corrupción, motivo por el cual es susceptible del
incremento de términos contemplado en el parágrafo
primero del artículo 317 de la Ley 906 de 2004 y, en
consecuencia, el lapso que debe haber transcurrido para
hacer viable la solicitud de libertad del accionante, es de
240 días y no de 120, como lo reclama el defensor; periodo
de tiempo este que, para la fecha de la solicitud, aún no se
ha cumplido, ello teniendo en cuenta la necesidad de
descontar las demoras procesales imputables a la defensa.

Contra esa decisión, el defensor interpuso recurso de


reposición, el cual fue despachado de manera desfavorable
en auto de la misma fecha, donde el Tribunal ratificó el
argumento antes expuesto, en el cual consideró que su
postura se encontraba acorde con lo resuelto por la Sala de
Casación Penal en providencia del 6 de septiembre de 2017,
dictada al interior del radicado 48679.

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Visto lo anterior, la Sala estima que tal postura


argumentativa no resulta caprichosa, infundada o
desproporcionada, por el contrario, la misma se ofrece como
lógica, congruente y ajustada a la normatividad procesal
vigente y aplicable al caso concreto.

En efecto, tal como ya se analizó renglones atrás, en el


asunto puesto a consideración del accionado era necesario
dilucidar si la conducta prevaricadora endilgada a Carlos
Andrés Vargas Castro, constituía o no un acto de
corrupción de aquellos que trata la Ley 1474 de 2011 y, si
en caso de serlo, era procedente o no la petición de libertad
provisional presentada en su favor, la cual se
fundamentaba en el hecho de haber transcurrido más de
120 días desde la presentación de la acusación, y no
haberse instalado aún la audiencia de juicio oral.

Como se pudo observar, el magistrado accionado


abordó ese problema jurídico y le brindó la consecuente
solución, para lo cual presentó una exposición de motivos
en donde explicó, de forma clara y precisa, las razones por
las cuales estimaba que la acusación presentada en contra
del procesado contenía un acto catalogado como de
corrupción, al tiempo que indicó, también con la claridad
suficiente, cómo esa situación imponía la obligación de
duplicar el término contemplado en el numeral 5 del
artículo 317 de la Ley 906 de 2004, cuyo vencimiento, hasta
ese entonces, no había acaecido y, por lo tanto, era inviable
otorgar la libertad deprecada.

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Determinación que, en sede constitucional, se aprecia


acertada, con fundamento en la hermenéutica y
razonamientos expuestos por la Sala en líneas precedentes,
ya que, siendo que, para el caso, la causal de libertad
aducida, tiene lugar cuando hayan trascurrido 240 días
contados a partir de la presentación del escrito de
acusación, sin que se haya dado inicio a la audiencia de
juicio oral, conforme al claro mandato del parágrafo 1º del
numeral 5º del artículo 317 del C.P.P., dada la
categorización de una de las conductas materia de
juzgamiento, es evidente que a la fecha dicho plazo no ha
acaecido, si en cuenta se tiene que la pieza acusatoria
emitida contra el solicitante de amparo fue radicada por la
fiscalía el 3 de octubre de 2019, ante la Sala Especial de
Juzgamiento de la Corte Suprema de Justicia.

En ese sentido, forzoso resulta concluir que, en el


presente asunto, se está frente a una decisión judicial de
aquellas que no puede ser catalogada como una vía de
hecho, pues la misma contiene una argumentación clara y
precisa que le ofrece una solución lógica al problema
jurídico planteado por uno de los sujetos procesales, quien
además, contó con la posibilidad de controvertirla y recibir
una nueva respuesta a su disenso, eventos que ponen en
evidencia un claro respeto, por parte del accionado, a los
derechos fundamentales del libelista.

En consecuencia, dado que la solicitud de libertad


provisional presentada por el defensor de Carlos Andrés
Vargas Castro fue oportunamente atendida por la autoridad

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judicial competente, quien abordó y solucionó el problema


jurídico planteado a partir de una razonable interpretación
de la normatividad aplicable al caso concreto, presentando
una argumentación lógica, ponderada y organizada, todo
ello en el marco de un debido proceso judicial, la Sala
descarta que, en el presente caso, exista una vía de hecho
que permita estructurar una afrenta o puesta en peligro de
los derechos fundamentales invocados por el actor, razón
suficiente para proceder a negar el amparo constitucional
deprecado por Carlos Andrés Vargas Castro.

Por lo expuesto, la SALA DE CASACIÓN PENAL DE LA


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, en Sala de Decisión de
Tutela No. 3, administrando justicia en nombre de la
República y por autoridad de la ley,

RESUELVE

Primero.- Negar el amparo constitucional invocado por


Carlos Andrés Vargas Castro.

Segundo.- De no ser impugnado este fallo ante la Sala


de Casación Civil de la Corporación, enviar el expediente a la
Corte Constitucional para su eventual revisión, conforme lo
estable el artículo 32 del Decreto 2591 de 1991.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

GERSON CHAVERRA CASTRO


Magistrado

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JAIME HUMBERTO MORENO ACERO


Magistrado

EYDER PATIÑO CABRERA


Magistrado

Nubia Yolanda Nova García


Secretaria

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