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Mozart in The Jungle Sex Drugs and Class

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Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music.

¿ Descontextualizando la
alta cultura?.
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Mozart in the jungle: sex, drugs and classical


music ¿Descontextualizando la alta cultura?

Mozart in the jungle: sex, drugs and classical


music. Does this serie decontextualize the high
culture?

Resumen
La prensa y la crítica han señalado que el mérito de la galardonada serie
Mozart in the jungle: Sex, Drugs & Classical Music, reside en acercar la
música clásica, concebida como “alta cultura” o cultura superior, al
pueblo, entendido como masa. Nos preguntamos si esta comedia ligera,
con todos los rasgos de un producto mainstream, se erige en una mirada
colonialista y clasista o permite algún resquicio para la reflexión y la crítica
contrahegemónicas. En otras palabras, comprobaremos si, como se
pretende, el discurso de la serie supone una defensa del espíritu artístico
como algo popular, una defensa del arte como algo político frente a los
intereses puramente comerciales, o en cambio refuerza las dicotomías
entre una cultura elevada (auténtico arte “por el arte”) y una cultura
inferior (banal producto de consumo), basadas en la identificación de la
primera con unas élites privilegiadas y de la segunda con el pueblo.
Palabras clave
Arte, cultura de masas, cultura popular, elitismo, política.

Abstract
Press and critics have considered that the merit of Mozart in the jungle:
Sex, Drugs & Classical Music, consists on bringing the classical music
-conceived as “high culture” or superior culture- closer to the working-
class, understood as mass. We wonder if this light comedy, which has all
the mainstream product characteristics, raises itself as a colonialist and
classist perspective or allows any chinc in order to make any counter-
Violeta Alarcón Zayas hegemonic thought or critic. In other words, we are going to verify if (as
Universidad Complutense de it attempted), the discourse of this series stands up for the artistic spirit
Madrid. España as something popular, if it defends the art as something political against
purely commercial interests or on the contrary it reforces the dichotomy
violetalarzay@gmail.com
between a high culture ( genuin “art by art”) and an inferior culture (banal
consume product), based on identifying the first with elites and the
Enviado: 2016-05-31 second with the working-class.
Aceptado:2016-06-13 Keywords
Publicado: 2017-01-01 Art, mass culture, pop culture, elitism, politics.
48 ÑAWI. Arte, Diseño, Comunicación. Vol 1, N° 1 (2017): Enero, 13-28. ISSN 2528-7966

1. Introducción

Mozart in the jungle, basada en las homónimas memorias de la oboísta y


periodista Blair Tindall, nos acerca de forma amable a un estilo de vida
que desde el imaginario hegemónico se considera snob y anticuado. La
serie conjuga todos los elementos de éxito para una serie comercial, una
fórmula clásica pero tratando de renovar el repertorio, mostrando una
mirada novedosa, atrayendo así a los amantes de la música: con cameos
de auténticos músicos y compositores, conciertos reales, una banda
sonora magnífica, alusiones cultas musicales, chistes del gremio, etc. y
a la vez, con una trama fácil y los ingredientes convencionales para los
amantes de las comedias románticas de enredos con una tensión sexual
entre los protagonistas no resuelta, con actores atractivos y populares.
Se pretende así desplazar el elitismo, mostrar una faceta más cercana de
una forma innovadora, diferente. A través de un producto de la cultura
de masas como es una serie, se muestra un arte considerado minoritario
y difícil, un universo mitificado.

En el presente artículo vamos a reflexionar sobre qué conceptos


de arte y de cultura se manejan, cómo se tratan y si encontramos algún
elemento que pudiera servir para un pensamiento crítico. Partiremos del
concepto de cultura de Williams (1958) como algo “ordinario”, como
una forma de vida específica, referida tanto a un pueblo, una época o
un grupo concreto. En primer lugar, no entendemos aquí que la música
clásica sea sinónimo de una cultura mejor, o superior. Nos oponemos
a esa concepción jerárquica y etnocéntrica occidental de la cultura,
entendida como refinamiento, en la que el gusto define el estadio de
civilización de la sociedad, dividiéndola en distintos niveles (alta, media
y baja cultura). Emplearemos no obstante el término, “alta cultura”, no
para hablar de una cultura elevada, sino para referirnos a determinados
productos culturales que las élites han asumido como propios, desde
el imaginario hegemónico. De la misma forma, y por similares motivos,
diferenciaremos siempre la cultura de masas de la cultura popular, al
pueblo no lo comprenderemos como masa y por tanto no podrán ser
sinónimas. Nos sumamos, en este aspecto al menos, a la crítica de R.
Williams:

No creo que la gente corriente se parezca de hecho a la descripción


habitual que se hace de las masas, ni que sus gustos y costumbres
sean bajos y triviales. Lo diré de otro modo: en realidad no existen
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las masas, sino únicamente formas de ver a las personas como


masas (Williams, 1958: 50).

Así mismo identificaremos con la cultura de masas la cultura hegemónica


transmitida a través de los mass media. Al hacer uso del concepto de
cultura de masas, lo haremos como caracterizada entre otras cosas, por
ser simplista, estereotipada, conformista y cuyos productos y actividades
están sometidos a las leyes de una economía consumista, recogiendo
las concepciones de Guy Debord (1967), o de Horkheimer y Adorno
(1994). Además, aplicaremos el concepto de “subcultura”, desde una
perspectiva acorde con los estudios culturales ingleses de Stuart Hall
(1984 ) y de Dick Hedbige (2004), es decir, como una oposición, desafío y
rechazo de unos grupos sociales, hacia la cultura dominante, mediante
gestos, movimientos, poses, indumentaria, lenguaje y expresiones.

Vamos a comprobar cómo se relacionan, contraponen o identifican estos


conceptos, tanto en la ficción de la serie como en la propia realización
de ésta.

2. Sex, Drugs and Classical Music

Para nuestro propósito resulta clave analizar la fórmula que se cita en


el subtítulo de la serie: “sexo, drogas y música clásica”. ¿Dónde nos
sitúa? ¿A qué hace referencia? ¿Qué expectativas crea? ¿De qué mitos y
estereotipos se vale y con cuáles se enfrenta?

La alusión o cita, nos remite directamente a un universo muy diferente,


incluso considerado opuesto al asociado a la música clásica, que aún
conserva cierto aura, según la entiende Benjamin (2003),en tanto que
mantiene su carácter tradicional y ritual, frente a la transgresión que
suponen el pop y el rock . En nuestra cabeza brinca como un resorte
la universalizada consigna: Sex, Drugs, and Rock and Roll de la banda
rockera Ian Dury and the Blockheads que a finales de los 70 se popularizó,
no sólo para una generación, sino que hoy sigue representando un estilo
de vida, una cultura (en principio juvenil y/o marginal), o subcultura en
general, por un lado, pero en especial se identifica con la vida de los
músicos rockeros o underground. Es decir, introducir “música clásica”
en esta fórmula provoca un cortocircuito conceptual muy interesante,
sobre el que vamos a reflexionar.
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La consigna “sexo, drogas, y rock & roll” ha sido versionada, citada,


reivindicada y parodiada por muchas bandas musicales. Podemos pensar
en grupos muy significativos, que han sido y son símbolo de subculturas
underground como Guns & Roses con su Sex, drugs and Rock & Roll o el
grupo de La Polla Records (símbolo del Punk en España y Latinoamérica),
con la paródica canción Herpes, talco y techno pop. Las tribus urbanas,
juveniles o no, que se vinculan al espíritu rockero y punk iniciado en los
70 y 80, siguen enarbolando esta frase, en su momento provocadora y
transgresora, como un grito de guerra ya “clásico”. De hecho el “sexo,
drogas y rock & roll” se vincula rápidamente a una estética de tachuelas,
ropa oscura, largas melenas o crestas, piercings, tatuajes, guitarras
eléctricas, batería y música estridente. Evoca un estilo de vida de
despilfarro, adrenalina, excesos y hedonismo. Y este mito de los artistas
consagrados por los fenómenos musicales de masas, se convierte en la
máxima que describe a músicos y bandas tan populares por su música
como por sus escándalos. ¿Qué une a grupos y cantantes como The
Doors, The Rolling Stones, Sex Pistols, Motorhead, Patti Smith, Janis
Joplin, Ozzy Osbourne, Lou Reed, Kurt Cobain, Iggy Pop, Amy Winehouse
o David Bowie? Sin practicar los mismos estilos musicales (algunos ni
siquiera podrían clasificarse dentro del rock), ni la misma estética, todos
comparten la leyenda que describe la tríada de la fórmula, todos cumplen
el mito del artista bohemio, y provocador.

A todos se les achacan vidas intensas, al límite y al margen de lo moralmente


aceptable. Se les identifica por llevar vidas personales escandalosas y/o
tormentosas, marcadas por adicciones, vicios, promiscuidad, desórdenes
públicos, transgresiones de género, etc., vidas que en muchos casos
acabaron pronto y trágicamente. De hecho, a parte de sus cualidades
artísticas, se les mitifica y admira por este estilo de vida asociado a las
estrellas del rock. Se trata de una frase, prima hermana de máximas
como la “no future” esgrimida por el movimiento punk, desde los 70,
o de la erróneamente asignada frase a James Dean: “vive rápido,
muere joven”. Estas consignas forman parte ya de nuestro imaginario
colectivo, y están asociadas, como hemos visto, por un lado a los artistas
mainstream, héroes legendarios de la cultura de masas, y son al mismo
tiempo, apropiadas y reivindicadas por movimientos de la subcultura,
contestatarios y contrahegemónicos. Podemos afirmar que el uso de
la máxima “sexo, drogas y rock & roll” equivale en nuestra época al
uso que han tenido (y algunos aun tienen) los clásicos topoi literarios,
en concreto este enraíza con algunos como el carpe diem, o el collige,
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virgo rosas. La alusión hedonista es evidente, pues la tríada se refiere


a la diversión que procede de los placeres físicos. Estos placeres crean
una serie de cronotopos infinitamente recreados en películas, videoclips,
documentales y fotografías, como lo son los festivales musicales, los
conciertos, las giras de músicos y el backstage, los antros rockeros, los
edificios ocupados, los garajes y locales de ensayo, las calles del suburbio
o los hoteles de lujo...etc.

Diversión que desde lo hegemónico se le permite a las estrellas de la


música (también algunas del cine), la mayoría ejemplarizantemente
muertos en su juventud, por sobredosis y suicidios, y a la vez mitificados
por la subcultura. Por tanto, es evidente que la paradoja de esta consigna
supone que la moral dominante condena un estilo de vida asociado
a la subcultura contrahegemónica, que busca la diversión a través de
la subversión moral, y por otro los mass media potencian y obtienen
grandes beneficios de estas leyendas fundadas en una fórmula de éxito
comercial aparentemente transgresora. ¿Es como dicen Horkheimer
y Adorno esta invitación a la diversión una apología de lo establecido
o una forma que se opone al sistema? Por un lado, una vida dedicada
exclusivamente al “sexo, drogas y rock & roll” en principio no es la
más productiva, pero cuando esto se convierte en un espectáculo o
forma parte de un universo que sirve como catarsis, como fantasía
para consumir, proyección de una vida que no se puede imitar pero sí
admirar, sirve como proyección de fantasías catárticas, y en la aparente
autocontradicción cumple una función de reafirmación del sistema.
La ideología dominante, a través de los medios de comunicación de
masas, nos ofrece mensajes constantemente contradictorios. Pero es
precisamente en esa contradicción permanente en la que encuentra
su ser, en las contradicciones funcionan sus imperativos: sé feliz y
sacrifícate; lo importante es participar, pero gana; drógate y lleva vida
una saludable; sé agresivo, pero sumiso; trabaja y diviértete; sé libre
y endéudate; cásate, sé fiel y responsable, pero vive aventuras salvajes;
etc. Pero bajo todas estas aporías, la consigna de las grandes marcas
globales, es “disfruta de la vida”, que supone divertirse consumiendo. La
diversión como constante invitación a la transgresión oculta un talante
conservador subyacente que permite mantener las relaciones de poder
intactas e incuestionadas. La sátira de la cultura de masas no potencia el
pensamiento crítico, sino que se basa en la caricatura y en la degradación
de los otros.
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Pero la afinidad originaria entre el negocio y la diversión aparece en el


significado mismo de esta última: en la apología de la sociedad. Divertirse
significa estar de acuerdo. Es posible sólo en cuanto se aísla y separa de
la totalidad del proceso social, en cuanto se hace estúpida y renuncia
absurdamente desde el principio a la pretensión ineludible de toda obra,
incluso de la más insignificante, de reflejar, en su propia limitación, el todo.
Divertirse significa siempre que no hay que pensar, que hay que olvidar
el dolor, incluso allí donde se muestra. La impotencia está en su base. Es,
en verdad, huida, pero no como se afirma, huida de la mala realidad, sino
del último pensamiento de resistencia que esa realidad haya podido dejar
aún. La liberación que promete la diversión es liberación del pensamiento
en cuanto negación (Adorno y Horkheimer,1994: 183).

Este discurso de la cultura de masas, es el contrario que asociamos a la


alta cultura. Nuestro imaginario inmediatamente vincula música clásica a
un determinado estatus social y cultural, a esa alta cultura de snobs, que
podemos llamar con R. Williams (1958), la del “salón del té”. La música
clásica se identifica con dificultad y refinamiento del gusto. A los músicos
por tanto se les atribuye talento y virtuosismo, pero sobre todo esfuerzo
y disciplina.

Se asocia a una sensibilidad elevada y elaborada, tanto en el público


como en los artistas. Frente a la percepción de los artistas de culto de
la cultura de masas, que encarnan esa visión de la vida como diversión
y exceso, de artistas que han nacido con un don, y pueden permitirse
una fiesta continua por sus capacidades naturales, los músicos clásicos
son observados como profesionales sacrificados. La música clásica se
asocia a la etiqueta y a la solemnidad, y así a estos artistas se les asocia
al trabajador modélico: serio, responsable y perseverante. Este modelo
lo encarna en la serie la protagonista, la joven oboísta Hailey (Lola Kirke)
que vemos en la Fig.1.

Se trata de una joven inocente, tímida y formal, que ha pasado la


adolescencia en el conservatorio, encerrada en casa estudiando, mientras
sus amigas salían a emborracharse y divertirse con chicos. Representa a
la artista sacrificada, que ha dedicado todos sus esfuerzos a alcanzar su
sueño. Pero lo que quiere mostrar la serie es que ese mundo no es el serio
espacio de castos y virtuosos artistas, sino que entre bambalinas ocurre lo
mismo que en las de otros artistas. Pese a ser la protegida de Rodrigo, y
en parte por ello, encuentra obstáculos al acceder a la filarmónica porque
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Figura 1. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Hailey ensayando con su oboe.
debido a su belleza y juventud destaca en la orquesta, suponiendo para
la industria un buen gancho comercial pero a la vez una amenaza para
las viejas glorias. Los celos y el conservadurismo supondrán para Hailey
muchas más dificultades que para Rodrigo, el ser mujer, joven y atractiva
la hará más comercial, pero también le dificultará ser leída como artista,
y tendrá que esforzarse el doble que cualquiera para demostrar que
se merece el puesto. La mirada patriarcal en la serie es evidente y, aun
explícita, no habrá ningún elemento de crítica a la visión masculina sobre
el cuerpo femenino como objeto de deseo, Mulvey (2002).

Hailey, asumirá su papel femenino como objeto de disfrute sexual y sacará


partido de su físico para dedicarse exitosamente a la música. Es decir,
hará lo mismo que hicieron sus antecesoras femeninas, se adaptará a un
mundo de hombres, sometiéndose al lugar que le han asignado como tal.
Para esto, Hailey tendrá que cambiar y amoldarse al nuevo mundo. Tendrá
que abandonar sus hábitos “monacales” y divertirse según las consignas:
“sexo, drogas y música clásica”. La idea de la mujer santa no encaja en el
mundo de la música, así que debe adoptar el papel de seductora como
el resto. Debe acudir a fiestas, cuidar su aspecto, vestirse de forma sexy
y elegante, coquetear, conocer y seducir a muchos hombres y probar
diferentes drogas.

Para ejemplificar lo que acabamos de señalar, comentaremos una


secuencia del primer capítulo de la primera temporada, en la que Hailey
es aconsejada e instruida por la curtida violonchelista Cynthia (Saffron
Burrows) quien la introduce en la filarmónica, y que será su guía a través
de los entresijos del gremio de la considerada élite musical. Será quien le
aconseje y la proteja contra las envidias y rivalidades de otras artistas.
A través de ella se muestran gran parte de los aspectos que justifican el
subtítulo de la serie. Cynthia es una mujer independiente, madura, muy
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atractiva y seductora que tiene un comportamiento sexual totalmente


libre. Es amada y respetada por todos, se preocupa por apoyar y escuchar
a sus compañeros, de hecho es la representante sindical de la orquesta,
pero por otro lado, es un personaje misterioso que esconde muchas
cosas, como su romance con un hombre casado, el maestro Thomas,
o que debido a la artrosis consume todo tipo de drogas para soportar
el dolor y poder seguir tocando (Fig. 2). Es también por Cynthia que se
descubre que entre los músicos hay un anciano fumador de marihuana,
que suministra ilegalmente todo tipo de sustancias al resto de sus
compañeros.

La secuencia empieza en el minuto 11´24´´ y se sitúa en un bar de copas,

Figura 2. Mozart in the jungle. P.Weitz


Cynthia fumando marihuana.

Figura 3. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Hailey y Cynthia tocando en un local de jazz.

por la noche, después de que Cynthia y Hailey se conozcan tocando


juntas en un concierto de jazz (Fig.3). Están sentadas con las copas vacías,
cuando un camarero joven y fibrado se acerca y les trae su segunda
ronda de whisky con hielo. El chico, mira a Cynthia y les invita a esa
ronda. Ambas se lo agradecen, pero él solo hace caso a Cynthia, aunque
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luego lo conquistará Hailey. Cuando él se va, Hailey se queda mirándole


el trasero embobada. Cynthia al notarlo le pregunta:

Cynthia: Buen culo ¿verdad?


Hailey: Y tanto.
Cynthia: Apuesto a que es bailarín. Son los mejores.
Hailey: ¿Los mejores?
Cynthia: Mis pruebas anecdóticas y mi investigación científica
personal sugieren una relación directa entre lo que hace un hombre
para ganarse la vida y cómo folla.
Hailey: (Atragantándose y sonrojándose) Ouch.
Cynthia: Los violinistas por ejemplo, los violinistas, tienden a
correrse rápido por eso de los arpegios. Los percusionistas te dan
como si estuvieras en una película porno. Es divertido durante los
primeros diez minutos y al menos haces ejercicio.
Hailey: ¿Y qué me dices de ellos?
Cynthia: ¿Quiénes? ¿Los pianistas? Es complicado, normalmente se
dividen en dos grupos: los del jazz y los clásicos. Prefiero a los de
jazz.
Hailey: ¿Por qué?
Cynthia: Por la improvisación, juegan contigo, además les van los
tríos.
Hailey: ¿Y qué me dices de los directores? (Mientras Cynthia recibe
un wassap de su amante, el exdirector de la orquesta).
Cynthia: Son demasiado complicados. Hailey, las oboístas sois
mercancía demasiado rara hoy en día. Eres muy buena. Los de
cuerdas sin embargo somos como hienas luchando por el mismo
animal muerto.

Mientras Cynthia realiza esta peculiar descripción sexual de los hombres


por su especialidad musical, se hacen flashbacks de escenas de la propia
Cynthia manteniendo relaciones sexuales con cada uno de los tipos de
músicos de los que habla. Esto nos muestra el tipo de mundo al que
está accediendo Hailey, muy distinto del que ella y el espectador esperan.
Desde la perspectiva de la veterana Cynthia, observamos que es un
mundo bohemio que asociamos a otros estilos de vida de músicos y
artistas de la cultura de masas. La cuestión aquí de si los llamados niveles
culturales corresponden o no a una determinación clasista del habitus
se rebate inmediatamente. Se muestra en la ficción que el gusto de la
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llamada alta cultura no coincide necesariamente con el de las clases


dominantes; los mass media ponen un mismo tipo de productos al alcance
de todos, y pese a que hay diferencias, se relativizan. Cynthia toca en una
banda de jazz y se complace en salir por tugurios de los barrios bajos, es
soltera, no tiene hijos y es bisexual, tiene varios/as amantes y nadie la
condena por ello. En la serie no hay estigmatización de la libertad sexual
femenina si no hay maternidad, por lo que se exige una elección, entre
ambos modelos de mujer, así como siempre discrección. Tiene ciertos
privilegios, pese a su condición de mujer, porque es una artista de la élite
y sabe mantenerse en su lugar sin alardear de ello. Cynthia entre otras
cosas consume marihuana y fuma con la oboísta principal, una mujer
mayor, y la principal rival de Hailey. En relación a la orquesta se muestra
como la más conservadora, pero en su vida privada se droga, tiene
amantes que mantiene en secreto y se complace escuchando grupos de
rock y heavy metal.

La clave del éxito comercial, por tanto, que adelanta el subtítulo tanto
en las memorias de Tindall como en la versión de Coppola, Schwartzman
y Weitz, es la de identificar con el tópico del rock, a su opuesta, la
música clásica. El universo cultural y musical que se opone en nuestro
imaginario al de la música de la cultura de masa. Es decir, cambiar “rock
& roll” por “música clásica” supone descontextualizar un estereotipo,
resignificar un concepto cultural muy arraigado, al menos en alguna
de sus características hegemónicamente aceptadas. El estereotipo
se resquebraja y es reconstruido para poder acercarlo a otro público,
especialmente joven, que es el objetivo principal de los directores de la
serie. De hecho por esto actualizaron y suavizaron la historia de Tindall,
traspasándola de un Nueva York oscuro de los años ochenta del siglo
pasado, a uno más luminoso y glamuroso en la actualidad (Fig.4).

Figura 4. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Hailey y Cynthia recaudando donaciones.
Miño Puga, María Fernanda (2017). La muerte de Jaime Roldós y Con mi Corazón en Yambo. La reafirmación del
imaginario colectivo en función de nuevos procesos de construcción social y política en Ecuador.
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No obstante, parafraseando a Eco (1965), el paso de estilos desde “un


nivel superior de cultura a otro inferior”, no significa que éstos hayan
calado en la población solo porque se hayan “consumido”, aunque a
veces cambie el gusto colectivo y se disfrute de innovaciones artísticas
y culturales que al principio solo se promovían a un nivel restringido.
De hecho en la serie no se ataca el concepto elitista y minoritario de
la música clásica, simplemente se resitúa, se explica a partir de las ya
conocidas leyendas del rock, y se le aplica el mismo esquema. Se realiza
un relato más fácil de consumir, pero se deja intacta o incluso se refuerza
la demarcación jerárquica entre “alta y baja cultura” que ya criticó
Raymond Williams.

3. Mozart in the Jungle: La estrella de rock de la música clásica

También es revelador el título que puede interpretarse de dos maneras.


Por un lado, Mozart, puede identificarse con el protagonista, Rodrigo
(Gael García Bernal) el director de la orquesta (Fig.5), quien para reforzar
este vínculo mantiene diálogos esquizofrénicos con apariciones de
grandes músicos clásicos, en especial con Mozart (Fig 6). El hecho de que
Mozart, (uno de los mayores símbolos de la genialidad artística musical),

Figura 5. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Rodrigo en la fiesta inaugural de su contrato.

Figura 6. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Rodrigo hablando con Mozart en la biblioteca.
58 ÑAWI. Arte, Diseño, Comunicación. Vol 1, N° 1 (2017): Enero, 47-70. ISSN 2528-7966

Imagen: Carlos Franco.


Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music. ¿ Descontextualizando la
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se encuentre en la jungla, supone que no se encuentra en su medio, que


se haya rodeado de peligros desconocidos para él, en la vorágine de un
mundo sin civilizar, con fieras que le pueden atacar y ante las que está
indefenso. Esa jungla sería, no la orquesta, en la que ciertamente hay una
voraz lucha de egos, sino más bien el mundo de la industria musical y del
espectáculo, donde un artista se encuentra desamparado.

El segundo sentido, muy relacionado con el primero, sería más general.


Mozart se entendería como metonimia para hablar ya no solo de las obras
del compositor, sino como símbolo de toda la música clásica. Mozart in
the jungle apela entonces a cómo la música clásica se ve inmersa en la
barbarie de la cultura de masas y ha de sobrevivir en medio de una cultura
comercial regida por la ley del mercado, de la oferta y la demanda. La
música clásica en medio del capitalismo brutal.

La serie trata, entre otras cosas, sobre el conflicto que supone la


irrupción en la Filarmónica de Nueva York de Rodrigo de un nuevo
maestro, que vuelve del revés las rutinas de la orquesta con una nueva
metodología y punto de vista (Fig 7). Como nos recuerda Eco (1965),
lo nuevo siempre ha generado desconfianza y controversias. Frente
a la innovación encontramos dos extremos: están los neófilos que
reciben cualquier novedad con entusiasmo, por el mero hecho de serlo,
y quienes rechazan inmediata y acríticamente cualquier cambio. En la
orquesta se producen ambas reacciones ante la llegada de Rodrigo. En
un principio, ¿qué podemos considerar más anquilosado en el pasado

Figura 7. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Rodrigo invitando a pensar colectivamente.

y más conservador que la música clásica? La filarmónica para algunos


representa un bastión cuasi sagrado donde el arte puede seguir siendo
arte atemporalmente, sin intrusiones, sin alteraciones, en su burbuja
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etérea, eternamente idéntica a sí misma, fiel al espíritu original. Se


considera que ha de conservar esa autenticidad “aurática” que la
distingue de otros productos culturales: “La autenticidad de una
cosa es la quintaesencia de todo lo que en ella, a partir de su origen,
puede ser transmitido como tradición, desde su permanencia material
hasta su carácter de testimonio histórico” (Benjamin, 2003 :44) Esta
corriente purista y conservadora la representa el que al principio será
el más duro opositor a Rodrigo, el maestro Thomas (interpretado
por Malcolm McDowell), por ser sustituido, pero finalmente Rodrigo
logra encandilarle a él como al resto de los músicos, y por supuesto al
público.

En la reconciliación entre los dos maestros se representa la alianza


entre la tradición y la innovación. Por un lado Rodrigo representa la
ruptura con una tradición en su metodología. Además viste de forma
peculiar, con pañuelos palestinos y camisas hippys, o ponchos, monta
en bicicleta, símbolos que pretenden asociarse a su conciencia social y
su proximidad a la cultura popular, a ideas de izquierdas, ecologistas
y progresistas, que ejemplifica llevando a la orquesta a ensayar a
un descampado en medio de Nueva York de forma ilegal o actuar en
Central Park. En realidad, entra en escena como una estrella del rock,
y su comportamiento imprevisible, caprichoso y voluble contraviene
las convenciones, como al elegir lugares extrambóticos para ensayar
(Fig.8). Rodrigo no se comporta conforme a las expectativas que se
tienen un director de orquesta: serio, sobrio, elegante.

Figura 8. Mozart in th jungle . P.Weitz.


La filarmónica de N.Y ensayando en el suburbio.

El maestro Rodrigo rompe con algunos estereotipos: es un músico


de origen humilde, y además latinoamericano. Como el del rockero
su función es provocar, en su caso es transgredir las expectativas de
Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music. ¿ Descontextualizando la
alta cultura?.
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seriedad y firmeza que se tienen de él. Se le acusa de inmaduro, bufón,


de no acatar las reglas del mundo artístico al que pertenece, pero su
procedencia ni se menciona. Hay que señalar que al mostrar a un hispano
que se introduce en un mundo de blancos, sin problematizarlo, supone
mantener una mirada colonialista en la que además el representante de
la cultura extranjera, Rodrigo, es muy “blanco”.

El tema racial, como el de género, se deja a un lado, no se cuestiona


ni se explicita, como si no existieran, por lo que la perspectiva de los
privilegiados es evidente. Los protagonistas serán todos blancos, y
los roles de género serán los heteronormativos y patriarcales, con la
excepción que hemos señalado. Rodrigo es un héroe blanco y varón, que
parece que no ha tenido dificultades para llegar desde una escuelita de
música rural mexicana a lo más alto de la música clásica de Nueva York.
Se le dibuja como el maestro salvador (título jerárquico, de respeto, con
el que todos le tratan y que asume felizmente), que viene a rejuvenecer
una orquesta anquilosada en la tradición. Desde el título se le relaciona
con Mozart, con el que comparte bastantes características, no sólo por
su genialidad, por ser un niño prodigio, excéntrico y a la vez encantador,
sino también por su desprecio por las convenciones sociales y la etiqueta,
que es lo que caracteriza a la alta cultura musical. En el primer capítulo
de la serie, en el minuto 3´57´´ se le presenta ante el público con todos
los honores y todos lo símbolos que se asocian por un lado al genio
romántico, y por otro lado a un ídolo de masas, que podría ser una
estrella de cine o un futbolista.

La directora del evento hace esta espectacular presentación, con una gran
ovación del público: “Es un honor presentarles a alguien especial, con 12
años fue la persona más joven... en ganar el premio Mahler para jóvenes
directores. Con 23 años, dirigió en La Scala. Con 25 sacó a la Sinfónica de
Oslo de la bancarrota y la colocó entre las mejores del panorama mundial.
Ha sido solicitado por Boston, Los Ángeles, San Francisco, Munich...y
nosotros le tenemos. Únanse a mí para dar la bienvenida a un hombre
que solo necesita ser presentado por su nombre de pila. Nuestro nuevo
director de orquesta y director musical... ¡Rodrigo!”. Tras esta solemne
presentación, Rodrigo entra emocionado (como vemos en las Figs. 8 y 9)
y besa a la directora de la patronal de la filarmónica, y al anterior director
al que sucede, transgrediendo de forma naif el protocolo diciéndoles
respectivamente: “Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero” y
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“Tenía que hacerlo. Lo siento, lo siento.” Aquí se le presenta como a un


héroe, haciendo un recorrido de sus “gestas” musicales, de sus éxitos,
mientras le vemos primero como una silueta clásica con un fondo de
sombras que nos evoca a Beethoven, luego como una estrella del Rock
que es merecedora de la portada de “Rolling Stone”.

Figura 9. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Presentación del Maestro Rodrigo como director de la
Filarmónica de Nueva York.

En contraste, la entrada de Rodrigo, cómicamente emotiva, nos presenta


un Rodrigo impulsivo e infantil, que como todo héroe, necesita ser amado
y admirado. Sus grandes méritos son por un lado, como Mozart, ser un
joven prodigio, es decir, en el héroe prevalece el ideal romántico de la
genialidad innata. Hay algo en él especial, las dotes musicales suponen
un don con el que se nace o no se nace. Además, como Mozart, no es
un tipo duro ni viril, sino que a lo largo de la serie se muestra delicado,
amable y cariñoso con todo el mundo, pero también, manteniendo el
estereotipo del genio, destaca por su locura caprichosa que le arrastra
de los estados anímicos más opuestos, haciéndole oscilar entre la
soberbia y la humildad, el entusiasmo y la depresión, a veces de forma
exagerada. Rodrigo tiene una sensibilidad extrema y un olfato especial
para descubrir el talento y los puntos débiles de toda persona con quien
se cruza, y en lugar de ser un tirano estricto y prepotente se comporta de
forma paternalista y amorosa.

Por otro lado, siguiendo la evocación de Mozart, Rodrigo no se somete a


los protocolos para tratar con los potenciales mecenas de la sinfónica: no
es un adulador según los preceptos establecidos, pero sí es un seductor
y a su manera consigue conquistar con su jovialidad y encanto a las viudas
y ancianas adineradas de las que en gran medida depende la filarmónica.
Con quien no se entiende, ni le interesa entenderse, es con los hombres
Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music. ¿ Descontextualizando la
alta cultura?.
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de negocios. Es decir, a Rodrigo lo único que le interesa es el arte, la


música y los artistas, pero el negocio, el dinero, no es cosa suya. Olvida
que en ese mundo algo básico es el marketing. Lo material para él no
es importante, vive en su burbuja y pareciera que solo se alimentara del
mate que obliga a hacer a sus asistentes. Encarna el prototipo del artista
romántico, del genio, enamorado de las musas, del arte en sí mismo, y del
amor imposible y desinteresado. Se burla de la etiqueta y de la hipocresía,
prefiere mezclarse con sus paisanos en bares o restaurantes latinos, a los
grandes y opulentos banquetes de la élite.

El maestro Rodrigo es un elitista cultural, aunque como buen romántico


adora lo marginal, y le gusta perderse entre la canalla, en raves y fiestas
callejeras. Se mantiene, por tanto, el héroe fundamental en los relatos de
la cultura de masas, y por otro lado se mantiene la idea de que los músicos
clásicos forman parte de un grupo selecto dentro de la élite. Ambas
figuras no resultan contradictorias: el héroe del pueblo que asciende y
ocupa un lugar privilegiado, y cuya transgresión sirve para preservar la
alta cultura a la que ha llegado

El debate sobre el arte y el ascenso social supone además unas


implicaciones políticas, representadas por el triángulo amoroso que
se establece entre Rodrigo, su mujer Ana María, y Hailey, con quien
mantendrá una tensión sexual no resuelta, que funcionará como motor
de la trama. Los tres mostrarán las diferentes concepciones sobre la
función social del arte y el papel del artista.

El único personaje que reivindica la función política del arte es Ana María,
una sensual violinista, artista visceral y trastornada (Fig.10). Ana María
es un personaje también estereotípico e hiperbólico, pero ella lo es del
genio loco, indómito y temperamental, frente a la melancolía y timidez
de Rodrigo. Si bien él está idealizado, ella se presenta degradada, al
igual que la apasionada relación que mantienen, que transita de los
extremos del amor al odio. Viven lejos porque chocan ideológicamente,
pero se atraen fatalmente, se persiguen y huyen el uno del otro, se
envían mensajes en clave y pasan de pelear violentamente a encuentros
sexuales apasionados, todo atravesado por la creatividad extravagante
de ambos. Rodrigo idolatra artísticamente a Ana María y siente una
atracción irresistible hacia ella que juega el papel de femme fatal,
que supone la perdición de Rodrigo, en una espiral de sentimientos
contradictorios extremos.
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Figura 10. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Ana María en una de sus acciones en defensa de la selva.

En medio de este vaivén apasionado Rodrigo consigue, en un arrebato


de amor, que Ana María acceda a tocar con él como solista de violín
con la filarmónica, en el concierto inaugural de la temporada. Después
de unos ensayos horribles con tremendas peleas entre ambos en las que
Rodrigo debe apelar a los sentimientos de ella y rogarle continuamente
(Fig.11) llega el día del estreno. La sala está a rebosar, es la inauguración
de la temporada y ella aparece con Rodrigo vestida con elegancia y
aparentemente radiante de alegría. La reconciliación definitiva parece
inminente. Se han besado antes de empezar, y todo apunta a que va a
ser un éxito, pero al inicio del concierto, cuando Ana María mantiene al
público y a la propia orquesta embelesados mientras baila al tiempo que
realiza un espléndido solo de violín, (Fig.12) de pronto se detiene furiosa:

Ana María: No. No, No.


Rodrigo: Ana María.
Ana María: Lo siento. No puedo hacer esto. No puedo venderme a
mí misma a esta audiencia de ricachones. Mírate, eres un proxeneta.
Te has vendido Rodrigo, y no puedes ver porque tu gigantesco
ego te lo impide. Y no voy a permanecer aquí en frente de esta

Figura 11. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Ana María y Rodrigo tras un ensayo.
Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music. ¿ Descontextualizando la
alta cultura?.
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Figura 12. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Ana María toca el violín con la filarmónica.
mediocre orquesta de tercera, y frente a estos cerdos materialistas.
Por mucho que te quiera. Ven conmigo.
Rodrigo: ¿Qué?
Ana María (lanzándose sobre él y cogiéndole del pelo para besarle):
Ven conmigo, ven “mon amour”, he rebuscado en mi alma, y
podemos volver a empezar.
Rodrigo: No, no Ana María, no así. Hemos pasado por mucho tú y
yo, pero no puedo. Esta es mi orquesta.
Ana María: Entonces vete al infierno.

Ana María es la parodia de la artista comprometida políticamente. No


se niega su virtuosismo como artista pero todas sus ideas se ridiculizan.
Se presenta como exagerada, fanática y violenta. Es radical en todo. Por
tanto, se ejerce una sátira a través de ella que invalida todas las causas
que defiende, desde el feminismo hasta la lucha contra la deforestación
o la defensa de los pueblos y las clases oprimidas. Al ser defendidos por
ella sus ideales parecen frívolos. Se pone en duda su compromiso por
ser un personaje inestable, que vive en una tienda de campaña, que se
enfurece en los conciertos y destroza sus violines, que toca en festivales
ecologistas y se desnuda para salvar el bosque, o que se pone un cinturón
de castidad para reservar sus energías para un concierto.

Lo hiperbólico en Ana María, sirve para parodiar e invalidar la perspectiva


de la subcultura y la concepción del arte como medio de expresión
contrahegemónica, del arte como arma revolucionaria, como forma de
conmover y movilizar conciencias. Se deslegitima la posición del arte
como compromiso social, desde una caricatura que ridiculiza o banaliza
los discursos contrahegemónicos. La posición de Ana María no se plantea
como posible: ni es artística, aunque se destaquen sus grandes dotes
musicales; ni es política, aunque se sitúe del lado de la opresión y contra
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las injusticias, porque se ubica en el exterior y contra el sistema, no se


somete, no se pliega a los cauces políticos normativos. No se somete a
nada. Se la reduce a una rebelde, vaciando los contenidos revolucionarios
y subversivos de su discurso.

Hailey, sin embargo, frente a esta femme fatal, que maltrata a Roddrigo
e incluso le llega a amenazar de muerte (Fig.13), representa la mujer
virtuosa, sencilla y cabal. Es todo lo contrario, no domina a Rodrigo, se
somete y obedece. No destaca ni le quita protagonismo a Rodrigo, no le
importa mantenerse en su sombra. Ella sólo quiere vivir de ser oboísta,
es ambiciosa y se adapta a las situaciones, no le interesa la política ni los
problemas sociales, y ama con serenidad y sumisión.

Rodrigo es sensible a los discursos políticos de Ana María y los comparte,


pero no puede seguir siendo maestro de la sinfónica y mantenerse
coherente, debe elegir entre el reconocimiento, el poder y el éxito de
la élite. Es decir, la vida lujosa, la dulzura y la comodidad que representa
Hailey, que se amolda además al rol de mujer maternal encargada de los
cuidados (Fig.14). Frente a la vida peligrosa y excitante de la lucha política
junto a Ana María, una vida de compromiso social que posiblemente
suponga la exclusión y la pobreza. A Ana María no le importa ser odiada
por el público de la alta cultura, son sus enemigos, ella defiende el arte
para el pueblo, mientras que Rodrigo, necesita el amor de todos, de ricos

Figura 13. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Ana María amenaza a Rodrigo en una de sus peleas.

y de pobres, su ego le supera, como ella le recrimina y él mismo reconoce.


Por tanto renuncia al amor apasionado de Ana María, que significa romper
con la idea del arte como algo popular y político. Rodrigo acepta su rol
de héroe y traiciona su origen para poder conservar intacto “el arte por
el arte”, que paradójicamente se salvará convirtiéndose en un producto
Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music. ¿ Descontextualizando la
alta cultura?.
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Figura 14. Mozart in th jungle . P.Weitz.


Hailey cuida de Rodrigo durante la gira por México.

de la cultura de masas, es decir, traicionando la cultura del pueblo, la


cultura que defiende los intereses del pueblo, que se agencia el pueblo
para expresarse, luchar y defenderse. El conflicto entre alta cultura y
cultura comercial se resuelve en una estrategia de marketing, es decir,
se trata meramente de tipos de productos para distintos públicos según
su nivel adquisitivo que se regula a través de los precios y el acceso a los
productos culturales.

Así que lo que en apariencia parecía una inclusión de lo popular, una


transgresión de lo hegemónico, una reconsideración de la mirada
colonialista al introducir como protagonista al joven hispanoamericano
de origen humilde e ideas comunistas, no pasa de ser una mera
renovación generacional de la élite musical. Así como la mirada patriarcal
se asume como algo inamovible que en el caso de Hailey supone éxito
pues se somete y así ascenderá laboralmente y enamorará a Rodrigo,
la subversión de Ana María, supone su fracaso amoroso y profesional.
Las relaciones de poder y privilegio de clase, género y etnia, no sólo se
mantienen intactas sino que se refuerzan.

4. Conclusiones

No hay lugar en esta serie para un discurso contrahegemónico sino


es desde la parodia grotesca que encarna Ana María. La subcultura y
la cultura popular ocupan apenas un lugar anecdótico y caricaturesco.
Lo único que podría resistirse a la banalización de la cultura de masas
parecía ser la consigna en su día vanguardista y siempre elitista “del
arte por el arte”, que defienden Rodrigo y su orquesta, contrapuesta al
argumento de la patronal del arte como producto comercial. Sin embargo
en la ficción, las barreras se difuminan porque se logra una simbiosis,
imponiéndose el interés económico justificado por la precariedad laboral
que sufren los músicos.
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El arte para sobrevivir ha de ser un producto vendible: se venden caras


bonitas y jóvenes, preferiblemente de mujeres, se vende supuesta
innovación, vanguardia, exotismo, pero también se vende tradición,
historia, clásicos (se crea un público y un producto a su medida). El arte
ya no entendido como alta o baja cultura, ni como cultura popular, sino
como cultura de masas, cultura comercial: rentable. Son los medios
de producción, la estructura material, la que realmente amenaza o
condiciona el tipo de arte que se hace. El problema principal es adaptar el
producto al mercado y no desviarse del discurso hegemónico: conservar
la estética, preservar la tradición para conservar un tipo de público (lo
que se espera de la filarmónica), y renovarse en parte, para ampliar el
alcance del producto.

La entrada de Rodrigo, del presunto nuevo Mozart, no supone ninguna


ruptura real con lo anterior. Como afirma Eco, la sublevación cultural
contra el reduccionismo de lo comercial, la inclusión de un discurso
contrahegemónico en la esfera pública, no es posible de una forma pacífica
e institucionalizada, y mucho menos desde un producto considerado de
la alta cultura., pero la serie lo pone de manifiesto. En ella podemos ver
cómo operan por dentro los mecanismos de anulación de la capacidad
transgresora de los productos culturales y artísticos. Rodrigo es sólo una
nueva fórmula comercial. “La lucha de una cultura de provocación o de
contestación contra una cultura de entretenimiento se entablará siempre
a través de una tensión dialéctica hecha de intolerancias y reacciones
violentas” (Eco, 1965: 70). Para crear una cultura crítica que se resista a
la neutralización nihilista de lo comercial y del narcisismo del arte por el
arte, es necesario luchar desde abajo contra la reconfiguración constante
que el capital hace de cualquier movimiento artístico, cultural o social, de
cualquier creación o ideología, convirtiéndolo todo, como es propio de la
maquinaria capitalista, en un producto banal, vacío de contenido, en un
objeto o estilo que consumir.

Lo que supone la subcultura es una tarea eterna de contestación, en


bucle y lucha constante por no acabar asumida como una moda más.
Pero por eso el arte es algo en perpetuo cambio, como la vida, algo que
debe construirse en y para lo social. El arte por el arte, sin un contenido
político, se subsume fácilmente a un producto más del mercado.

La alta cultura no es más que un reflejo ideológico de la sociedad capitalista


de clases. No se trata de combatir ese tipo de cultura, sino la estructura
Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music. ¿ Descontextualizando la
alta cultura?.
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socioeconómica que la sustenta. El problema no es la diferencia entre


la cultura de masas o la alta cultura, sino mantener el arte vivo, en la
calle, en las redes sociales, en los museos, escuelas, fábricas o teatros,
pero sin perder su base, dando testimonio, creando y promoviendo la
resistencia como pensamiento y acción, como subversión de la cultura
contra la aniquilación centrífuga y constante del capital. Recuperando en
parte algunas consignas del Situacionismo, podríamos reivindicar el arte
como estilo de vida político no profesionalizado, como forma de vida
creativa que se opone al ocio pasivo y a las jerarquías, promoviendo la
intervención y la acción colectiva frente al espectáculo a la vez masivo y
solipsista.

El arte como un movimiento de resurgir y eterno devenir, que no se deje


fosilizar, unas veces conservando y otras transgrediendo e innovando.
Donde una ópera o un rap no se distingan y valoren por categorías
clasistas, raciales o elitistas, sino por sí mismas.

El arte popular realmente transformador es aquel que está al servicio


del pueblo. No podemos negar que el capitalismo es el marco en el
que toda cultura actual se desenvuelve, pero eso no significa que no se
puedan generar, desde las subculturas o la cultura popular, auténticas
obras de arte que ayuden a vivir, a entender, a criticar, y a transformar
la realidad. El verdadero arte, por mucho que se intente encorsetar es
insurrecto, porque está vivo en la colectividad, y aunque haya que luchar
para reapropiarse de él continuamente, de hacerlo significar contra el
discurso del poder, es una lucha inexcusable.
70 ÑAWI. Arte, Diseño, Comunicación. Vol 1, N° 1 (2017): Enero, 47-70. ISSN 2528-7966

Referencias bibliográficas
Debord, G. (1967). La sociedad del espectáculo. Valencia: Ed. Pre-Textos.
Eco, U. (1965). Apocalípticos e integrados. Barcelona: Ed.Lumen.
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Hebdige, D. (2004). Subcultura: el significado del estilo. Barcelona: Paidós .
Horkheimer y Adorno (1994). La industria cultural. La Ilustración como engaño de masas. Madrid:
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Williams, R. (2001). The Rymond Williams Reader. United Kingdom: Wiley-Blackwell.
Alarcón Zayas, Violeta (2017). Mozart in the jungle. Sex, drugs and Classical music. ¿ Descontextualizando la
alta cultura?.
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Imagen: Carlos Franco.

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