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Palabras Ibericas

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Palabras Ibéricas

Al hablar de palabras ibéricas nos referimos a aquellos términos lingüísticos que a lo


largo de la historia aportaron al léxico de varios idiomas, principalmente de aquellos
que se desarrollaron en una región llamada entre los siglos III y I a. c. como la
“península ibérica” (hoy en día conocida  como España).

Las lenguas en contacto siempre se acaban mezclando, intercambiando palabras,


tomando algunas prestadas, aportando otras. En la península ibérica conviven unas
cuantas lenguas. En el caso de España, todas ellas comparten espacio con el español,
que domina e influye. No obstante, estas lenguas cooficiales ny el portugués también
han conseguido influir en el español de todo el país (y a veces incluso en el que llegó a
América).

Algunos de los pueblos que habitaron la península ibérica fueron: Íberos, Tartesios,
Celtas, Celtiberos e incluso Fenicios y Griegos (lenguas de sustrato). Con el tiempo las
conquistas de poderosos imperios como el de Roma e invasiones bárbaras y árabes
fueron generando la aparición de varios idiomas que aun hoy en día escuchamos
pronunciar en los medios, como por ejemplo: el Catalán, El portugués, el Castellano,
entre otros…

Del catalán

Borracho, a: Esto no está muy claro. La RAE dice que «quizá» venga del catalán y
que la primera forma habría sido en femenino. La teoría principal: es una mezcla de
las palabras botella y morratxa (‘redoma’). Aparece ya a principios del siglo XV.

Cantimplora: Es uno de los ejemplos más conocidos y la razón es simple: la


etimología de la cantimplora es muy bonita. Viene del catalán canta i plora, ‘canta y
llora’, y se refiere al sonido que hacen las cantimploras cuando vas caminando. ¿Es o
no precioso?

Capicúa: Otra palabra con origen en un compuesto catalán. En este caso, cap i cúa,
que significa ‘cabeza y cola’. No hay mucho más que explicar, ¿no?

Pantalla: Aquí hay varias teorías, pero la que tiene más adeptos y la que defiende la
RAE nos lleva al catalán directamente. Pantalla es, una vez más, una combinación de
dos palabras: pampol y ventalla. Explican en Dechile.net que ambas palabras llegaron
por separado a significar más o menos lo mismo en catalán: pantalla de lámpara.

Del gallego
Percebe: Pues claro, ¿quién iba a poner nombre a los percebes si no? Al gallego llegó
desde el latín pollicipes, que en latín vulgar pasó a ser pollicepedis. Es un compuesto
de pollex, pollicis (pulgar) y pes, pedis (pie), algo que tiene mucho sentido si ves cómo
es un percebe. Según parece, además, los romanos que se asentaron en Gallaecia se
alimentaban bastante de marisco y el percebe era uno de los platos fuertes. Se ve que
aún no era tan caro.

Choza: No está claro si llega a través gallego o del portugués (o del


gallegoportugués), pero sí que el origen es latino: desde el latín pluteum, un armatoste
parecido a una cabaña sobre ruedas que servía para asaltar al enemigo y a la vez
protegerse de sus ataques. Es fácil saber que llega a través del gallego o portugués:
ese inicio pl- se habría convertido en ll- en castellano, pero en ch- en las leguas de
noroeste peninsular.

Morriña: Esto ya lo sabíamos, sí, pero por si acaso alguien lo dudaba. Y ¿qué
significa exactamente? ¿cómo llegamos a esa morriña que nos inunda a los gallegos
cuando cruzamos la frontera? Aunque hay quien la relaciona con el latín mori (‘morir’),
es más probable que sea Corominas quien tenga razón: el origen podría estar en
morro y murria (‘tristeza’), por la cara de pucheritos que ponemos cuando estamos
morriñentos.

Cachear: ¿A través del francés? Sí, pero no deja de ser curioso (es más habitual que
del francés se pasase al catalán y luego al castellano, los gallegos estamos más a
desmano). Ese cacher, ‘esconder’, francés, significaba antes ‘coleccionar’ y viene del
latín coactare (‘apretar’). Junta todos esos significados y nuestro cachear es una
palabra perfecta.

Del portugués

Bandeja: Parece ser que las bandejas son portuguesas, aunque no está muy claro
cómo los portugueses formaron la palabra. Tenemos dos teorías, citadas por
Dechile.net: una, de Roque-Barcia, dice que está formado por banda (‘faja’, ‘cinta’) y -
eja (diminutivo), por el borde que rodea las bandejas. Corominas dice que banda, sí,
pero como bando o lado, por el meneo de un lado a otro.

Del valenciano

Chuleta: Ese final en -eta ya da una pista de por donde van los tiros. En este caso, no
obstante, no nos vamos a Cataluña, sino a Valencia. Es allí donde se empezó a decir
xulleta (xulla, ‘tocino’, ‘pedazo de carne’ + -eta, diminutivo). Se cree que xulla viene del
catalán antiguo ensunya (‘grasa’).
Panoli: Nos dice la RAE que este bonito insulto viene del valenciano pa en oli (‘pan
con aceite’). ¿Será una forma de decir a alguien que es tan simple como el pan con
aceite?

Paella: Tan sorprendente como que la ensaimada sea mallorquina o la morriña


gallega. Paella es una palabra valenciana que viene del latín patella (sartén). También
hay quien dice que paella viene en realidad del árabe, pero parece ser que no es
cierto, así que mejor nos quedamos con el latín.

Del vasco

Aquelarre: Las meigas serán gallegas, pero los aquelarres algo puramente vasco.
Viene de aker (macho cabrío) y larre (prado), dice la RAE. Es como se llamaba el
prado navarro en el que en el siglo XVII hubo un auto de fe contra las brujas (¡no lo
eran!) que se reunían en la vecina cueva de Zugarramurdi. Nos dicen en Dechile.net
que el topónimo Akelarre es bastante común en Euskadi.

Guiri: Así llamamos en España a los turistas normalmente rubios y de tez rosada que
nos invaden en verano. Todo apunta a que viene de cristinos, que es como se llamaba
a los no carlistas. Los vascoparlantes decían algo similar a guiristinos, que pasó a ser
como se llamaba a cualquier soldado. ¿Cómo llegamos a los extranjeros? Quizá por
referirse en algún momento a soldados extranjeros o por influencia de la palabra
guirigay, que se refiere a un lenguaje incomprensible.

izquierdo, da: Left, gauche… ¿de dónde sacamos los españoles una palabra tan
extraña como izquierda? Como casi todas las palabras que no tienen nada que ver
con nuestro entorno indoeuropeo, del vasco. Quizá de esku (‘mano’) y del céltico
kerros (‘torcido’). El origen es claramente prerromano y peninsular, porque todas las
lenguas de la península compartimos esta rareza: esquerra en catalán, esquerda en
gallego y portugués.

Chatarra: Suena a palabra vasca porque lo es: viene de txatarra (‘hierro viejo’). Este,
a su vez, de tzatar, que significa ropa vieja.

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