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El Principio Ne Bis in Idem

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Reflexiones sobRe el

DeRecho De la libRe competencia:


infoRmes en DeRecho SolicitaDos poR la fiscalía nacional económica
(2010 - 2017)

Santiago de Chile
2017
fiscalía nacional económica
2017

isbn: 978-956-8408-04-6

Fiscal Nacional Económico


Felipe Irarrázabal Ph.

Coordinadores
Mario Ybar A.
Sebastián Castro Q.

Editores
Felipe Belmar T.
Pía Chible V.

Ediciones de la Fiscalía Nacional Económica


Huérfanos Nº 670 Piso 8
Teléfono: 27535600
Santiago. Chile.

impReso en chile
Por Impresos Lahosa S.A. que sólo actúa como impresor
Reflexiones sobRe el
DeRecho De la
libRe competencia:

Informes en Derecho solicitados por la


Fiscalía Nacional Económica
(2010 - 2017)
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 457

el PrIncIPIo ne bIS In Idem en el derecho


SancIonatorIo chIleno
Juan Pablo Mañalich R.*

I. INTRODUCCIÓN.

La Fiscalía Nacional Económica me ha solicitado informar en derecho acerca del


estatus y alcance del principio ne bis in ídem bajo el derecho sancionatorio chile-
no, en particular en cuanto a su coniguración especíica como estándar de derecho
sustantivo y como estándar de derecho procesal, y ello desde el punto de vista de un
eventual ejercicio concurrente de potestades sancionatorias tanto por parte de dos o
más tribunales u órganos estatales nacionales como por parte de uno o más tribunales
u órganos estatales nacionales y uno o más tribunales u órganos estatales extranjeros.
Para dar cumplimiento a dicho cometido, el presente informe se ocupa en pri-
mer lugar, del marco general relativo al ejercicio de potestades sancionatorias, en pos
de establecer ciertos parámetros indispensables para la consideración comparativa del
estatus de los estándares de legitimación propios del Derecho Penal y del Derecho Ad-
ministrativo sancionatorio. A continuación, se emprende una indagación pormenorizada
en el fundamento y alcance del principio ne bis in ídem en el marco de referencia del
Derecho Penal (y procesal penal), primero desde una perspectiva comparada y después
en atención a las variables particulares del derecho chileno. Finalmente, el informe ela-
bora una propuesta de adaptación de las implicaciones normativas del principio ne bis in
ídem susceptibles de resultar operativas en el Derecho Administrativo sancionatorio chi-
leno, con especial énfasis en algunos problemas particulares que se suscitan en el marco
del régimen sancionatorio propio del derecho contravencional de la libre competencia.

II. PRIMERA PARTE: POTESTADES SANCIONATORIAS


Y NE BIS IN IDEM

a) El marco del Derecho Sancionatorio

i. Dos nociones de Derecho Administrativo sancionatorio

Para los efectos del presente informe, la pregunta fundamental está constituida por la
vigencia, y en su caso, el alcance que el principio ne bis in ídem puede reclamar en el

* Abogado de la Universidad de Chile. Doctor en Derecho por la Universidad de Bonn, donde también
realizó estudios postdoctorales por la Fundación Alexander von Humboldt. Es profesor titular del Departamento de
Ciencias Penales de la Universidad de Chile.
458 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

marco de lo que aquí se denominará el “derecho contravencional de la libre compe-


tencia”. La vía más prometedora para enfrentar esa pregunta la representa un análisis
preliminar del problema general relativo a la vigencia del principio ne bis in ídem en
el ámbito del Derecho Administrativo sancionatorio, para poder proceder, con pos-
terioridad, a plantear la cuestión de la medida en que el derecho contravencional de
la libre competencia, que en Chile aparece asociado al régimen jurídico establecido
por el Decreto Ley Nº 211 (DL 211), reconoce o ha de reconocer la vigencia de ese
principio. Esto exige examinar, sin embargo, si acaso puede decirse que este derecho
contravencional de la libre competencia constituye una instancia especíica de Dere-
cho Administrativo sancionatorio.
Plantear esta pregunta puede parecer fuera de lugar, por el hecho de que su
respuesta parecería ser trivialmente airmativa.1 Pero los términos de la cuestión dis-
tan de ser inequívocos. Pues si existe un punto de vista intuitivamente accesible para
perilar una caracterización de las sanciones administrativas, en contraposición a las
sanciones propiamente penales, es aquel relativo al órgano especíicamente compe-
tente para su respectiva imposición: desde este punto de vista, cuentan como sancio-
nes administrativas, prima facie al menos, aquellas susceptibles de ser impuestas por
órganos de la administración del Estado.2 En la doctrina chilena, justamente este ha
sido el punto de vista favorecido para deinir la “potestad punitiva administrativa”
como “el poder con que actúan los órganos estatales no jurisdiccionales investidos
de atribuciones para sancionar hechos ilícitos”.3
Ante esto, parece poco viable sostener que el derecho contravencional de
la libre competencia, tras la reforma del DL 211 introducida por la Ley 19.911, que
“despenalizara” las infracciones constitutivas de injusto monopólico,4 cuenta como
un régimen de Derecho Administrativo sancionatorio por la sola circunstancia de
que las bases de organización sobre las cuales descansa la jurisdicción del Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia hacen posible caliicar a éste como un órgano
que, entre otras funciones, ejercería jurisdicción en un ámbito material de carácter
contencioso-administrativo.5 A este respecto, puede ser ilustrativo tener en cuenta
la caracterización del régimen creado por la ley alemana “sobre contravenciones al
orden” (Gesetz über Ordnungswidrigkeiten), de 1968, que prevé un primer momento
de imposición administrativa de la sanción, eventualmente seguido de un momento
propiamente judicial, como un régimen de sanciones que “se encuentran mucho más
cerca del Derecho Penal que del administrativo”.6 Pues si esto vale para un régimen

1
Véase por todos Valdés, Libre competencia y Monopolio, pp. 224 ss.
2
Suay Rincón, Sanciones Administrativas, p. 153; así también Nieto, Derecho Administrativo Sancio-
nador, p. 137, quien reconoce, no obstante, que “[e]xcepcionalmente, puede encomendarse a los jueces el castigo
de las infracciones administrativas”.
3
Véase Rodríguez Collao, “Bases para distinguir entre infracciones criminales y administrativas”, pp.
128, 150 s.
4
Véase Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 238 s.
5
Así sin embargo Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 226 s.
6
Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, p. 66.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 459

que sí contempla la posibilidad de imposición directa de la sanción por parte de un


órgano no jurisdiccional, a fortiori tendría que valer también para un régimen que,
como el del DL 211, sólo admite la imposición de sancionarse por parte de un órgano
jurisdiccional.
Lo anterior sugiere la conveniencia de introducir una distinción entre dos
nociones de Derecho Administrativo sancionatorio. En sentido estricto, puede enten-
derse como tal el régimen jurídico que habilita a órganos propiamente administrativos
para la imposición (directa) de sanciones que cuentan como la consecuencia jurídica
de determinadas infracciones no constitutivas de delito en sentido jurídico-penal, y
que en caso de reclamación por parte de la persona sancionada puede dar lugar a un
proceso propiamente jurisdiccional más o menos ajustado a la estructura de un proce-
dimiento contencioso-administrativo. En sentido amplio, en cambio, cabría reconocer
como parte integrante del Derecho Administrativo sancionatorio aquellos regímenes
que hacen aplicables normas de sanción que no tienen carácter jurídico-penal -esto es,
normas cuya aplicación no compete a órganos que ejercen jurisdicción “en lo penal”-
y que refuerzan la reglamentación de determinados ámbitos de actividad, orientada a
“consideraciones de afectación general”, que es propia del Derecho Administrativo,7
independientemente de si la imposición de las sanciones en cuestión compete a órga-
nos propiamente administrativos o a órganos propiamente jurisdiccionales (distintos,
en todo caso, de los tribunales jurídico-penalmente competentes).
Sólo en la medida en que una distinción como la precedente tenga plausi-
bilidad, tiene sentido caracterizar el régimen del derecho contravencional de la libre
competencia como un régimen de Derecho Administrativo sancionatorio. Bajo esta hi-
pótesis, en lo que sigue se revisarán las notas distintivas de semejante régimen jurídico.

ii. Género y especies del derecho sancionatorio

La discusión contemporánea acerca de la plausibilidad de un supraconcepto de dere-


cho sancionatorio se encuentra principalmente circunscrita, en el marco de referencia
de la tradición del derecho europeo-continental, al ámbito del Derecho Administra-
tivo sancionatorio.8 Dicha discusión concierne ante todo a la cuestión de cuál sería
la relación que existiría entre el Derecho Administrativo sancionatorio, que regularía
el ejercicio de una genuina potestad sancionatoria de la administración, y el Derecho
Penal, que regularía el ejercicio del ius puniendi en sentido estricto.
Esta última contraposición, sin embargo, está lejos de ser generalizadamente
aceptada. Pues bajo el inlujo de las así llamadas concepciones de la demarcación
cuantitativa, según las cuales la diferencia entre el Derecho Penal y el Derecho Ad-

7
En este sentido, por ejemplo, Silva Sánchez, La expansión del Derecho Penal, pp. 125 s.
8
Para una visión comparada de la situación en Alemania, Francia, Italia y España, véase Huergo Lora,
Las Sanciones Administrativas, pp. 53 ss. Véase también Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 162 ss.
460 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

ministrativo sancionatorio sería una de grado, y no de clase,9 en la discusión espa-


ñola ha tendido a imponerse la tesis que postula la existencia una única potestad san-
cionatoria estatal, que conocería estas dos manifestaciones alternativas.10 Esta tesis,
por lo demás, fue expresamente validada por el Tribunal Constitucional chileno, el
cual, por sentencia de 26 de agosto de 1996, Rol Nº 244, declarara que

los principios ordenadores del orden penal contemplados en la Cons-


titución Política de la República han de aplicarse, por regla general, al
Derecho Administrativo sancionador, puesto que ambos son manifesta-
ciones del ius puniendi propio del Estado (c. 9º).

De esta tesis de la doble manifestación de una única potestad sancionatoria o


punitiva estatal se seguiría, tal como lo hace explícito el considerando recién transcri-
to, una consecuencia fundamental. Esta consecuencia consistiría en la incorporación
de lo que tradicionalmente se conoce como el conjunto de “principios limitadores
del ejercicio del ius puniendi”, históricamente identiicados con la emergencia del
modelo ilustrado de Derecho Penal, al ámbito del Derecho Administrativo sanciona-
torio. Pero ello no llega a ser airmado sin ulteriores cualiicaciones. Por el contrario,
la opinión dominante en la discusión doctrinal española, que ha ido a la par de la ju-
risprudencia del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional de ese país, es que
dicha aplicabilidad de los principios limitadores del ejercicio del ius puniendi tendría
lugar con “matices”.11 Precisamente, la necesidad de tal matización también ha sido
expresamente proclamada, en atención a la aplicabilidad del principio de legalidad
establecido en los incisos 7º y 8º del Art. 19 Nº 3 de la Constitución chilena al ámbito
del Derecho Administrativo sancionador, por el Tribunal Constitucional chileno, en
su sentencia del 27 de julio de 2006, rol Nº 480:

“Aun cuando las sanciones administrativas y las penas diieren en algu-


nos aspectos, ambas pertenecen a una misma actividad sancionadora del
Estado -el llamado ius puniendi- y están, con matices, sujetas al estatuto
constitucional establecido en el numeral 3º del artículo 19” (c. 5º).

En el marco de este informe no es posible ni necesario, empero, detenerse a


evaluar los méritos o deméritos de la tesis de la unicidad de la potestad sancionatoria
estatal.12 Basta con considerar aquí que quienes se oponen a dicha tesis igualmente

9
Véase en la discusión alemana, por ejemplo, Jakobs, Strafrecht Allgemeiner Teil, 3/6 ss.
10
Así explícitamente García de Enterría/Fernández, Curso de Derecho Administrativo II, pp. 163 ss., 167
s. Al respecto, y críticamente, Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 75 ss.; en igual sentido Huergo Lora,
Las Sanciones Administrativas, pp. 19 ss.
11
García de Enterría/Fernández, Curso de Derecho Administrativo II, pp. 168 s. Crítica y pormenoriza-
damente al respecto, Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 143 ss.; Huergo Lora, Las Sanciones Admin-
istrativas, pp. 30 ss., 41 ss.
12
Para una valoración crítica, contemporáneamente, García Cavero, Derecho Penal Económico I, pp.
66 ss.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 461

reconocen la necesidad de reconstruir un marco de referencia común, que haga ope-


rativos parámetros de control del ejercicio de cualquier potestad estatal cuyo carácter
sea auténticamente sancionatorio.13 La ventaja de este punto de partida es que así se
redeine el problema material subyacente: no se trata de establecer si y -en su caso-
cómo han de trasladarse “horizontalmente” los principios limitadores del ejercicio
del ius puniendi desde el Derecho Penal al Derecho Administrativo sancionatorio,
sino más bien de identiicar, en el nivel supralegal, cuáles son los estándares de
control vinculantes para el ejercicio de cualquier potestad de carácter sancionato-
rio, procediéndose entonces a establecer modalidades diferenciadas (y en tal sentido
matizadas) para su concreción “vertical” en el Derecho Penal, por un lado, y en el
Derecho Administrativo sancionatorio, por otro.
Una estrategia de este tipo es recomendada incluso por partidarios de la
tesis de una demarcación cualitativa entre la sanción penal y la sanción administra-
tiva.14 Partiendo de la consideración elemental de que lo que distingue a la genuina
sanción penal, frente a otras formas de sanción jurídica -incluida la administrativa-
es una carga expresiva de un “reproche ético-social”,15 es posible sostener que esta
carga se maniiesta en la considerable mayor gravedad o “alictividad” que caracte-
riza al conjunto de las sanciones identiicadas como penas,16 que se corresponde con
la considerable mayor gravedad que caracteriza al conjunto de las infracciones iden-
tiicadas como hechos delictivos en sentido jurídico-penal. Y que una diferencia de
mayor o menor gravedad, asociada a una cierta simbología de lo penal, pueda llegar
a constituirse como una diferencia de clase y no de grado,17 no debería sorprender, en
la medida en que siempre hay un punto a partir del cual una diferencia cuantitativa
puede volverse cualitativa. La diferencia, en efecto, se vuelve cualitativa en la me-
dida en que, al ser expresiva de una carga de reproche ético-social, la sanción penal
se conigura, a diferencia de la sanción administrativa, como una reacción jurídica
personalísima,18 que presupone la satisfacción de condiciones de reprochabilidad
personal que resultan mucho más exigentes que la mera exclusión de la responsabi-
lidad objetiva.
Que el derecho chileno está comprometido con semejante diferenciación
cualitativa, a nivel de diseño legal, resulta algo difícil de negar si se tiene a la vista
lo dispuesto en el Art. 20 del Código Penal: “No se reputan penas […] las multas y

13
Reconocidamente Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 151 ss.
14
En este sentido Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 137 ss., 146, 156 ss.
15
Así Kindhäuser, LPK-StGB, vor § 1, n.m. 1; véase también Hassemer/Neumann, NK-StGB, vor § 1,
n.m. 209, 218 ss., 236 ss. Nótese, de paso, que esta asociación de una carga expresiva de un reproche ético-social no
es algo que deba identiicarse con el contenido de la respectiva descripción de la forma de comportamiento ilícito
(véase sin embargo Rodríguez Collao, “Bases para distinguir entre infracciones criminales y administrativas”, p.
140, quien pretende encontrar en ello un argumento para refutar la tesis de una diferenciación cualitativa), sino que
cuenta como un dato intrínseco a la forma de sanción que se identiica, en sentido estricto, con la noción de “pena”.
Célebremente al respecto Feinberg, Doing & Deserving, pp. 95 ss., distinguiendo entre punishments y penalties.
16
Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 162 ss.
17
Así Silva Sánchez, La expansión del Derecho Penal, pp. 125 s.
18
Al respecto Mañalich, “La pena como retribución”, pp. 152 ss., 156 ss., 168 ss.
462 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

demás correcciones que los superiores impongan a sus subordinados y administra-


dos en uso de su jurisdicción disciplinal o atribuciones gubernativas”.19 Y que esta
deinición de la parte general del Código Penal no representa una deinición legis-
lativa aislada, se ve decisivamente conirmado, por ejemplo, por la contundencia
de algunas declaraciones legislativas más recientes. Para mencionar dos ejemplos
suicientemente representativos: el Art. 133 de la Ley 18.046, sobre sociedades anó-
nimas, dispone que el establecimiento de una eventual responsabilidad indemniza-
toria “es sin perjuicio de las demás sanciones civiles, penales y administrativas que
correspondan”; en tanto, el Art. 58 de la Ley 18.045, sobre mercado de valores,
expresamente prevé la posibilidad de una acumulación de la imposición de sancio-
nes administrativas y sanciones penales, en la medida en que alguno de los hechos
investigados también sea constitutivo de alguno de los delitos tipiicados en los Arts.
59 y 60 de la misma ley.20
Aquí resulta fundamental, en todo caso, enfatizar que la mayor gravedad
del delito y, correspondientemente, de la sanción penal ha de reconocerse como una
característica global, esto es, del respectivo conjunto, sin que la misma se vea fal-
seada por la posibilidad de que existan, aisladamente, infracciones administrativas
que pueden juzgarse como tanto o más graves que determinados hechos delictivos en
sentido jurídico-penal, o bien de que existan, aisladamente, sanciones administrati-
vas que puedan resultar tanto o más gravosas que determinadas sanciones penales.21
A este respecto, no deja de tener sentido la idea de que la connotación distintivamen-
te estigmatizadora de la sanción penal se encuentra sobre todo asociada, mucho más
que a la especíica clase de mal de cuya irrogación se trata, a la ritualidad especíica
del proceso penal como el contexto institucional para su eventual imposición.22

19
Véase al respecto Novoa, Curso de Derecho Penal Chileno I, pp. 39 s. Que en la disposición se emplee
la fórmula “no se reputan” en vez de “no son” (véase Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 221 s.) de ningún
modo alcanza a revertir la evidencia de que el legislador chileno reconoce una diferencia cualitativa entre pena y
sanción administrativa. El pleonasmo al que llega Valdés, al hablar de una “pena penal” (ibid., p. 225) -a lo cual
subyace, implícitamente, la contradicción en los términos que supondría hablar, como contrapartida, de una “pena
no penal”- cuenta como un indicio fuerte de la inadecuación de su comprensión de la diferencia supuestamente sólo
cuantitativa (ibid., pp. 217 ss., 228) entre una y otra forma de sanción. A favor de la comprensión de la referencia a
las sanciones impuestas “en uso de atribuciones gubernativas” como designación de sanciones administrativas en
sentido estricto, véase Rodríguez Collao, “Bases para distinguir entre infracciones criminales y administrativas”, p.
135; y Piña, Derecho Penal, pp. 121 s., quien también recurre, empero, a la poco afortunada noción de “penas pe-
nales” (ibid.). Sobre la “inelegancia” de dicha expresión, véase Rodríguez Collao, op. cit., p. 124, con nota 8, quien
preiere hablar de “penas criminales”.
20
La protesta de Piña, Derecho Penal, p. 128, en cuanto a que esta última disposición haría posible una
vulneración del principio ne bis in ídem da por sentado lo que su argumento debería probar. Al respecto infra, 5.2.
21
En este sentido Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 145 ss., 158 ss.
22
Por ende, en contra de lo sugerido por García Cavero, Derecho Penal Económico I, pp. 68 ss., así como
también por Piña, Derecho Penal, pp. 125 ss., no es la posición nuclear o periférica, en relación con la deinición de
“la identidad normativa de la sociedad”, de la respectiva norma (de comportamiento) sancionatoriamente asegurada
lo que permite determinar si la correspondiente norma de sanción ha de pertenecer al Derecho Penal o al Derecho
Administrativo, sino al revés: cuáles de esas normas son nucleares y cuáles no, se deja reconocer una vez que se
advierte cuáles de ellas se encuentran penalmente reforzadas. Y esto quiere decir, en lo fundamental, que se tratará
de aquellas normas cuyo eventual quebrantamiento necesariamente habrá de establecerse en el marco de la ritualidad
especíica del proceso penal.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 463

Esto último se plantea de modo especialmente acuciante, toda vez que el


Derecho Administrativo sancionatorio encuentra en la multa su forma de sanción
por antonomasia, la cual también tiene una posición relevante en el catálogo de pe-
nas de los sistemas jurídicos contemporáneos, en circunstancias de que las multas
administrativas usualmente alcanzan cuantías que superan por mucho la de las penas
pecuniarias legalmente previstas. Como advierte Huergo Lora, aquí son dos cuestio-
nes diferentes las que necesitan ser explicadas.
Por un lado, la elevada magnitud de algunas multas susceptibles de ser im-
puestas como sanciones administrativas, que se deja explicar en atención exclusiva
a la elevada magnitud económica (del objeto y de las ganancias) de las operaciones
constitutivas de las infracciones cuya comisión da lugar a su imposición.23 Ya sea
que el énfasis se ponga en la eventual inalidad disuasoria de la imposición de la
multa en cuestión, o bien en la exigencia de “seriedad” de la respuesta sancionatoria
a la correspondiente infracción, es inequívoco que su cuantía ha de situarse en un
nivel congruente con el de la signiicación pecuniaria de la infracción respectiva.24
Ello explica, adicionalmente, por qué su imposición puede no sólo recaer sobre la o
las personas naturales responsables de la infracción, sino también sobre las personas
jurídicas involucradas en la misma.
Y por otro lado, la reducida cuantía de determinadas penas de multa, pre-
vistas por los códigos penales o las leyes penales especiales, puede explicarse ante
todo como un resabio de lo que cabría llamar un modelo de “Derecho Penal ad-
ministrativo”, el cual surgiera, una vez superada la representación de un “Derecho
Penal de policía”,25 determinado por la circunstancia histórica de la inexistencia de
un régimen administrativo sancionatorio general, ante lo cual las legislaturas habrían
tendido a optar por “penalizar” aquello que, desde un punto de vista cualitativo,
estaría mucho más cerca de constituir una infracción administrativa.26 El criterio de
diferenciación, en todo caso, pasa por la especíica carga alictiva asociada a la san-
ción propiamente penal. Como sugiere Kindhäuser:

23
Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, p. 161 s.
De ahí, por ejemplo, que el Art. 26 del DL 211 reconozca, en su letra c), “el beneicio económico ob-
24

tenido con motivo de la infracción” como criterio de determinación de la cuantía de la multa.


25
Al respecto Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 157 s.
26
Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, p. 162. En el marco del derecho chileno, esta es una
caracterización bastante verosímil de varios de los delitos tipiicados bajo algunos de los parágrafos del Título VI
del Libro II del Código Penal, relativo a “los crímenes y simples delitos contra el orden y la seguridad públicos
cometidos por particulares”, incluso tomando en cuenta que aquí la multa tiende a igurar como forma de pena cu-
mulativa respecto de la pena privativa de libertad. Lo mismo vale, con mayor razón aún, tratándose de varias de las
tipiicaciones de faltas en el Libro III del mismo código, lo cual se ve maniiestamente relejado en lo dispuesto en
el Art. 501 del mismo código, con arreglo al cual “[e]n las ordenanzas municipales y en los reglamentos generales o
particulares que dictare en lo sucesivo la autoridad administrativa no se establecerán mayores penas que las señala-
das en este libro, aun cuando hayan de imponerse en virtud de atribuciones gubernativas, a no ser que se determine
otra cosa por leyes especiales”. En relación con esto último, y dando cuenta de la plausibilidad de diferenciar “faltas
delictuales” y “faltas contravencionales”, entendidas éstas como “infracciones de carácter administrativo”, véase
Novoa, Curso de Derecho Penal Chileno I, pp. 240 ss.
464 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

“Precisamente por el reproche ético-social y por la posibilidad de la


privación de libertad, el Derecho Penal se ve como un derecho sancio-
natorio más intenso en comparación con el derecho de las infracciones
administrativas, aun cuando las multas del derecho de las infracciones
administrativas, por ejemplo, en el derecho de carteles, pueden ser mu-
cho más elevadas que la pena de multa”.27

Luego, la existencia de espacios -en todo caso marginales- de superposición


de los ámbitos propios del Derecho Penal y del Derecho Administrativo sancionato-
rio no obstan a la plausibilidad de asumir una demarcación cualitativa del uno frente
al otro. Lo cual se traduce en que sea impropio el reclamo de que el conjunto de
garantías asociadas a los principios limitadores del ius puniendi sean hechos aplica-
bles, sin mayor cualiicación, al ámbito del Derecho Administrativo sancionatorio.28
Antes bien, la decisiva menor gravedad del arsenal sancionatorio a disposición de los
órganos administrativos justiica que el alcance de las garantías limitadoras sea con-
siderablemente menor.29 Desde este punto de vista, la pregunta relevante pasa a ser
la relativa a la identiicación de aquellos estándares mínimos aplicables al ejercicio
de una y otra potestad sancionatoria, por la sola circunstancia de tratarse del ejercicio
de potestades deinidas, tautológicamente, por la posibilidad de imponer sanciones.

b) Principios del derecho sancionatorio

i. La necesidad de un concepto funcional de sanción

La razón por la cual parece tan autoevidente recurrir a los tradicionales principios
limitadores del ius puniendi, identiicados con el Derecho Penal ilustrado, para ha-
cerlos aplicables, con más o menos “matices”, en el ámbito propio de la regulación
del ejercicio de las potestades sancionatorias de la administración, no está lejos de
ajustarse a la razón mencionada, con alguna ironía, por Nieto: “Tales principios son
los únicos que se conocen”.30 Según ya se propusiera, la cuestión a establecer es
cuáles de estos principios reclaman aplicación frente a la imposición de penas por el
solo hecho de que éstas constituyen sanciones, de modo tal de obtener así, “inducti-
vamente”, un catálogo de estándares mínimos a ser aplicados, “deductivamente”, en
cualquier ámbito deinido por referencia a la imposición de sanciones.31

27
Kindhäuser, “Estructura y legitimación de los delitos de peligro del Derecho Penal”, pp. 44 s.
28
Así sin embargo Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 228 s., en relación con el derecho con-
travencional de la libre y competencia
29
Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 165 ss.
30
Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, p. 146.
31
Para esto véase Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 187 ss.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 465

Lo anterior se conecta con la “función de protección” característicamente


asociada a la caliicación de una determinada forma de “medida” o “consecuencia
jurídica” como una sanción: precisamente, la activación de una serie de estándares
de control que operan como garantía individual de la persona expuesta a su eventual
imposición.32 La consecuencia fundamental de esto radica en que la deinición del
concepto relevante de sanción no puede quedar entregada al legislador, puesto que
de lo contrario éste podría eludir sin más su sujeción a dichos estándares de control.33
La deinición de “sanción”, en otros términos, no puede ser nominal, sino sólo fun-
cional. Y la función cuyo desempeño hace posible identiicar qué cuenta como san-
ción stricto sensu consiste en la reairmación de la pretensión de validez del derecho
quebrantado.34
Lo que parece obtenerse como conclusión, en el contexto del debate com-
parado, es la tesis de que por “sanción” ha de entenderse, en sentido estricto, toda
aquella consecuencia jurídica que consiste en una respuesta represiva (o “punitiva”)
a la contravención de una norma de comportamiento, que se materializa al modo de
una irrogación de un mal, en el sentido de la privación de un bien o un derecho, sobre
la(s) persona(s) responsable(s) de esa contravención.35 En este sentido, lo absoluta-
mente distintivo de una sanción es que ella cuenta como la “consecuencia de una
infracción precedente”.36 Esto, porque es a través del mecanismo de una respuesta
“alictiva” que ha de ser soportada por quien ha quebrantado el derecho esta que se
realiza la función de conirmación simbólica de su validez.
Nada de esto altera la circunstancia obvia de que una sanción, así deinida,
pueda ser impuesta en pos de la obtención de efectos de diversa índole, preponde-
rantemente de carácter preventivo. Pues la satisfacción de los estándares de control
asociados a su caliicación como “sanción” precisamente produce una inmunización
jurídica de su imposición. Lo crucial, ahora bien, es que estos estándares, tradicio-
nalmente presentados como principios, han de ser identiicados en atención a la de-
inición funcional del concepto de sanción. Es decir: han de contar como principios
comunes a todo régimen de derecho sancionatorio aquellos estándares de control que
se encuentren interna o intrínsecamente asociados a la noción misma de sanción. De
cara al régimen del Derecho Administrativo sancionatorio, ello signiica que tiene que
ser posible distinguir entre aquellas garantías que han de ser aplicables por estar in-
volucrada la actuación de la administración del Estado, potencialmente lesiva de po-
siciones individuales legal y constitucionalmente protegidas, por un lado, y aquellas
garantías que han de ser especíicamente aplicables por estar en juego la imposición

32
En este sentido, y en referencia directa al derecho sancionatorio europeo, Bitter, Die Sanktion im Recht
der Europäischen Union, pp. 2 ss., 37 ss., 71 ss.
33
Así Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 188 ss.
34
Así Bitter, Die Sanktion im Recht der Europäischen Union, pp. 13 ss., 27 s.
35
Véase sólo Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 227 ss., 234 s.
36
Así Suay Rincón, Sanciones Administrativas, p. 153.
466 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

de sanciones, por otro.37 Pues es sólo en este segundo ámbito que tiene sentido plan-
tear el reconocimiento de estándares comunes para el Derecho Penal y el derecho san-
cionatorio administrativo, como instancias diferenciadas de derecho sancionatorio.
La posibilidad de superposición de uno y otro conjunto de estándares se deja
reconocer en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional chileno. Así, en su senten-
cia del 27 de julio de 2006, rol Nº 480, ya citada, el tribunal invocó dos fundamentos
constitucionales para airmar la vigencia del principio de legalidad frente al ejercicio
de la potestad sancionatoria de la administración, a saber: por un lado, el Art. 7º de
la Constitución, que contiene una exigencia de legalidad para toda actuación de la
administración (c. 4º); y por otro, el Art. 19 Nº 3, cuyos incisos 7º y 8º consagran el
principio nulla poena sine lege (c. 5º). Y si bien no es en absoluto problemático reco-
nocer semejante fundamentación heterogénea del principio de legalidad como están-
dar del Derecho Administrativo sancionatorio, la diferenciación de uno y otro punto
de vista se vuelve determinante cuando la pregunta se plantea respecto de estándares
que, como el principio ne bis in ídem, carecen de reconocimiento constitucional -al
menos expreso- bajo el derecho chileno.

ii. Estándares mínimos de derecho sancionatorio

En conformidad con la distinción precedentemente introducida, lo que se plantea es


la pregunta acerca de cuáles son los estándares normativos internamente vinculados
con la caliicación de una determinada consecuencia jurídica como constitutiva de
sanción. Ciertamente, dicha vinculación interna no puede ser entendida como una
conexión lógica o puramente conceptual, dado que es sin más imaginable una prác-
tica de imposición de sanciones que no observe determinadas garantía mínimas. Se
trata, más bien, de una conexión de legitimidad, relativa al modelo de ejercicio de
una potestad sancionatoria característico de un Estado de derecho.38
Con arreglo a la deinición funcional de sanción aquí propuesta, no es difícil
establecer que tanto el principio de legalidad como el principio de culpabilidad cons-
tituyen estándares de control del ejercicio de potestades sancionatorias en sentido es-
tricto. El principio de legalidad, en su concreción como mandato de determinación y
en su concreción como prohibición de retroactividad en lo desfavorable, hace posible
la identiicación formal de la consecuencia jurídica especíica que cuenta como san-
ción, así como del comportamiento previo que cuenta como la contravención frente a
la cual se produce esa reacción jurídica. Y el principio de culpabilidad asegura que, en
un sentido relevante, quien sufre la sanción sea una persona susceptible de ser tenida
por responsable de la contravención que cuenta como antecedente de la sanción.
Ello no equivale a establecer, empero, cuál sea la intensidad que correspon-
da a uno y otro principio como estándar mínimo de derecho sancionatorio y, sobre

37
Así Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 235 ss.
38
En este sentido Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 359 ss.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 467

todo, cuál tenga que ser el grado de correlación de su reconocimiento como principio
de Derecho Penal y como principio de Derecho Administrativo sancionatorio. Sólo
para dar un ejemplo: el principio de culpabilidad, como estándar jurídico-penal, se
traduce no sólo en una exigencia de imputación subjetiva -a título de dolo o im-
prudencia- del hecho, sino también en una exigencia de posibilidad individual de
conocimiento de la ilicitud del hecho de cuya imputación personal se trata, tal como
lo llegara a reconocer la jurisprudencia de la Corte Suprema chilena.39 En el ámbito
del Derecho Administrativo sancionatorio, en cambio, el principio de culpabilidad
tiende a circunscribirse a la sola exigencia de dolo o negligencia como criterios de
responsabilidad subjetiva.40
En lo que aquí importa, la pregunta es en qué medida el principio ne bis in
ídem también ha de ser entendido como un estándar internamente conectado con una
noción funcional de sanción, de modo tal de resultar aplicable como pauta de control
del ejercicio de potestades sancionatorias de carácter administrativo.41 Ésta parece
ser una cuestión especialmente necesitada de clariicación en el marco del derecho
sancionatorio chileno, dada la inexistencia de pautas vinculantes al respecto, tanto
a nivel constitucional y legal como a nivel jurisprudencial. Ello exige examinar, por
lo mismo, cuáles pueden ser las diversas implicaciones normativas del principio ne
bis in ídem, tanto en su dimensión de estándar sustantivo como en su dimensión de
estándar procesal. Y para esto resulta imprescindible establecer detalladamente cuál
es el alcance que el principio exhibe en el ámbito donde éste encuentra su desarrollo
más acabado, que es el ámbito jurídico-penal.

III. SEGUNDA PARTE: EL PRINCIPIO NE BIS IN IDEM EN EL


DERECHO PENAL COMPARADO Y CHILENO

a) El principio ne bis in ídem en el Derecho Penal comparado

i. El Derecho Penal de inluencia europeo-continental

El principio ne bis in ídem como prohibición de juzgamiento


múltiple y de punición múltiple

39
A partir de la sentencia recaída en el caso “Contra Castro Muñoz”, de 4 de agosto de 1998, rol Nº 1338,
publicada en: Gaceta Jurídica 218 (1998); para un análisis pormenorizado véase Mañalich, “Condiciones generales
de la punibilidad”, pp. 446 ss., 457 ss.
40
Al respecto Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 303 s.; Huergo Lora, Las Sanciones Ad-
ministrativas, pp. 377 s.
41
Véase sólo De León Villalba, “Sobre el sentido del axioma ne bis in ídem”, pp. 17 s.; Cano Campos,
“Non bis in idem, prevalencia de la vía penal y teoría de los concursos en el Derecho Administrativo sancionador”,
pp. 201 ss.
468 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

En términos generales, el principio ne bis in ídem está constituido por la prohibición de


que una misma persona sea o bien juzgada o bien sancionada dos veces por un mismo
hecho. En la tradición del Derecho Penal europeo-continental, su contenido especíico
se identiica con la conjunción de un estándar sustantivo de aplicación jurisdiccional de
normas de sanción penal y un estándar de clausura procesal. En cuanto estándar de ad-
judicación, el principio ne bis in ídem se traduce en una prohibición de consideración o
valoración múltiple de un mismo “hecho” -o más técnicamente: de una misma circuns-
tancia o aspecto (de uno o más hechos)- en la fundamentación judicial de la sanción
a ser impuesta sobre una misma persona. En cuanto estándar de clausura procesal, el
principio se traduce en una exclusión de la posibilidad de juzgamiento de un hecho
ante la existencia de otro juzgamiento (anterior o simultáneo) relativo al mismo hecho.
En algunos ordenamientos jurídicos representativos de esta tradición cul-
tural, el principio ne bis in ídem se encuentra consagrado a nivel constitucional. Este
es el caso, por ejemplo, tratándose de la Ley Fundamental alemana, cuyo Art. 103,
en su párrafo 3º, establece la prohibición de que una persona sea sancionada, con
arreglo a leyes penales generales, más de una vez por un mismo hecho. Sin embargo,
la doctrina dominante asume que dicha disposición constitucional sólo conigura
un impedimento para el juzgamiento múltiple por un mismo hecho, entendiéndose
por “hecho”, en este contexto especíico, todo el “suceso vital” al cual puede encon-
trarse referido el juzgamiento en cuestión. Se discute, ahora bien, si este “concepto
jurídico-procesal de hecho” ha de entenderse de un modo exclusivamente fáctico, o
bien si, por el contrario, ha de entenderse modelado por criterios normativos. Pero es
bastante pacíica la tesis de que este concepto jurídico-procesal de hecho es en todo
caso independiente, en cuanto a sus presupuestos y su alcance, frente al concepto
jurídico-penal de hecho en sentido sustantivo.42
La consecuencia fundamental de ello es que una pluralidad de hechos de-
lictivos en el sentido del Derecho Penal sustantivo puede llegar a constituir, bajo
determinadas condiciones, un solo hecho en sentido procesal, cuyo juzgamiento
queda entonces proscrito en caso de haber existido un ejercicio de jurisdicción a su
respecto previamente.43 Y de acuerdo con la comprensión dominante al respecto en
la doctrina alemana, esta función de clausura procesal del principio ne bis in ídem,
constitucionalmente asegurado, se corresponde íntegramente con el efecto de cosa
juzgada material de la respectiva sentencia irme, cuya extensión queda determina-
da, entonces, por la extensión del correspondiente hecho en sentido procesal.44 Y la
misma variable ija, por lo demás, el alcance del efecto de litispendencia asociado a
un eventual conocimiento judicial todavía en curso de ese mismo hecho.45
Tratándose de ordenamientos cuyos textos constitucionales no contienen
cláusulas semejantes -como es el caso del derecho español y del derecho chileno,

42
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/12.
43
Kindhäuser, LPK-StGB, vor §§ 52-55, n.m. 6.
44
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/34.
45
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/6.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 469

entre otros-, y más allá de que pueda identiicarse un fundamento constitucional


indirecto para el principio en cuestión,46 es de todas formas posible invocar dis-
posiciones de tratados internacionales, ratiicados por los respectivos Estados, para
conferirle así un estatus supralegal. En lo inmediatamente relevante para el derecho
chileno, los tratados vinculantes son, a este respecto, el Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Pero
aquí es necesario observar que ambos tratados consagran el principio ne bis in ídem
exclusivamente en su dimensión de estándar procesal. Esto impone la carga de dar
cuenta de algunas peculiaridades de su consagración en uno y otro texto.

El Art. 14 Nº 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


dispone que “[n]adie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por
el cual haya sido condenado o absuelto por una sentencia irme […]”.
Si bien la disposición recurre tanto a la noción de juzgamiento como a
la de sanción para articular la garantía, lo cual podría sugerir que ésta
resulta comprensiva tanto de la dimensión procesal como de la dimen-
sión sustantiva del principio, ello resulta de inmediato contrarrestado
por la cláusula que hace explícito el presupuesto de la existencia de una
sentencia condenatoria o absolutoria irme. En tal medida, la garantía
no incorpora la prohibición de que en único ejercicio de jurisdicción se
tome en consideración dos veces una misma circunstancia para funda-
mentar o agravar la sanción de cuya imposición se trata.
El Art. 8º Nº4 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
por su parte, consagra el principio, en su sola dimensión procesal, en tér-
minos todavía más restrictivos, al disponer que “[e]l inculpado absuelto
por una sentencia irme no podrá ser sometido a nuevo juicio por los mis-
mos hechos”. Aquí es fundamental reparar en la restricción del alcance
de la garantía únicamente a aquellos casos en que el juzgamiento previo
ha concluido en el pronunciamiento de una decisión de absolución, lo
cual signiica que la garantía no encuentra siquiera aplicación tratándose
de casos en que ha existido una sentencia condenatoria previa respecto
de “los mismos hechos”. Esto, ciertamente, no admite interpretarse en el
sentido de que la convención autorizaría, entonces, la imposición de una
nueva sanción por hechos que ya hubieran dado lugar a la imposición de
una sanción impuesta por una sentencia condenatoria previa. Más bien,
cabe entender que la convención pretende fundar la inadmisibilidad jurí-
dica de esta última posibilidad, directamente, en el principio de legalidad
de la pena, establecido en su Art. 9º, especíicamente bajo la prohibición
de que se imponga una “pena más grave que la aplicable en el momento
de la comisión del delito”.

46
Así lo ha airmado, en relación con el derecho chileno, la Corte Suprema chilena, por sentencia de 24 de
marzo de 2009, rol Nº 169, en referencia a un caso de imposición de multas en materia laboral, en cuyo considerando
7º se sostiene que el principio ne bis in ídem “conigura una garantía individual innominada, originaria del Derecho
Natural y cuyo sustento se halla en el debido proceso legal exigido por el Nº 3 del artículo 19 de la Constitución
Política nacional y en la idea de que al admitirse una segunda condena por la misma infracción se produce una man-
iiesta desproporción entre la falta y su castigo”.
470 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

La consideración anterior, sin embargo, no basta para dar cuenta del cabal
alcance que doctrinalmente se atribuye al principio ne bis in ídem en sentido sus-
tantivo en el marco de la tradición del Derecho Penal de inluencia europeo-conti-
nental. Pues la prohibición de sanción múltiple por un mismo hecho no se encuentra
restringida al caso hipotético de que un tribunal pudiera imponer dos veces la pena
legalmente prevista para el autor de un hecho delictivo determinado, lo cual, como
instancia de incorrecta aplicación del derecho, constituiría ya un error aritmético (y
en tal medida, un error lógico).47 El núcleo de signiicación práctica del principio
como estándar sustantivo concierne, más bien, a aquellas situaciones en que el he-
cho objeto del juzgamiento puede satisfacer dos o más descripciones de formas de
comportamiento delictivo, en términos de lo que se conoce como un concurso de
delitos. Y ante tales situaciones, el principio ne bis in ídem se vuelve especíicamente
operativo al modo de una “prohibición de doble valoración” (Doppelverwertungs-
verbot),48 de manera tal que, en la medida en que una misma circunstancia o aspecto
del hecho (o de los hechos) objeto de juzgamiento tenga relevancia bajo más de una
descripción, haya que reconocer el carácter “aparente” o impropio del respectivo
concurso de delitos, para evitar así una contravención de la prohibición de punición
múltiple por un mismo hecho.
En esta dimensión como estándar sustantivo de adjudicación, orientado a
la evitación de fundamentar o agravar una sanción por un mismo hecho, el principio
ne bis in ídem no representa más que una concreción de la prohibición de exceso que
se deriva del principio (general) de proporcionalidad: considerar dos veces un mismo
hecho -o más exactamente, la misma propiedad de un hecho- para fundamentar o
agravar la sanción a ser impuesta sobre una persona, constituye una contravención de
esa prohibición de exceso. Lo fundamental es que, desde este punto de vista, el prin-
cipio ne bis in ídem representa un estándar vinculante para el adjudicador, pero no sin
más, al menos directamente, para el legislador. Esto, porque la premisa metodológica
que subyace a la aplicación del principio, en su modalidad de prohibición de doble
valoración, es la necesidad de evitar las consecuencias de una eventual redundancia
legislativa circunstancial, asociada a la superposición de los supuestos de hecho de
dos o más normas de sanción en relación con un mismo objeto de subsunción. Esto
es precisamente lo que se constata cada vez que se airma un concurso impropio o
aparente de delitos, que da lugar a la exclusión de la aplicación de las consecuencias
que normalmente estarían asociadas a un auténtico concurso (real o ideal) de delitos.
Es crucial reparar aquí en que la prohibición no se ve quebrantada, por lo
mismo, si el reconocimiento de un auténtico concurso de delitos expresa adecuada-
mente, y en conformidad con la representación legislativa, la magnitud de desvalor
correspondiente al hecho o a los hechos que le son personalmente imputables. Ello se
expresa en la proposición doctrinaria según la cual la prohibición de doble valoración,
en la cual se traduce el principio ne bis in ídem, tendría como contrapunto preciso lo

47
Puppe, Strafrecht Allgemeiner Teil II, § 52/2.
48
Puppe, Strafrecht Allgemeiner Teil II, § 52/2.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 471

que (en los términos de la doctrina penal alemana) se conoce como un “mandato de
exhaustividad” (Ausschöpfungsgebot): la sentencia condenatoria ha de hacer explí-
cito todo el contenido de ilicitud de las descripciones de formas de comportamiento
delictivo cuya realización es (simultáneamente) imputable al condenado.49
Por ello, si hay base suiciente para atribuir al legislador la sobrevaloración
de una misma propiedad de determinado hecho, entonces esa sobrevaloración no
es prima facie interpretable como redundancia, sino como énfasis en su valoración
negativa. Ello es así hasta el punto de que cada tipiicación de un delito compuesto,
esto es, un delito que se estructura como la conjunción de dos (o más) delitos dis-
tintos, no es más que la articulación de un reconocimiento legislativo especíico del
correspondiente concurso (prototípicamente: ideal o medial).50

La vigencia internacional del principio ne bis in ídem

El alcance del principio ne bis in ídem, desdoblado en sus funciones de prohibición


de punición múltiple y de juzgamiento (o persecución) múltiple por un mismo he-
cho, se encuentra en todo caso circunscrito, en la tradición del derecho europeo-con-
tinental, al ámbito correspondiente al ejercicio de jurisdicción estatal. Incluso bajo
su consagración en tratados internacionales orientados a la protección de derechos
fundamentales, el principio ne bis in ídem “afecta a una sola unidad jurisdiccional”;51
o de acuerdo con una formulación todavía más categórica: “La prohibición de pu-
nición múltiple del Derecho Internacional sólo prohíbe la condena por un mismo
hecho al interior de cada Estado”.52 Esto descansa, como es obvio, en el reconoci-
miento de la soberanía de cada Estado, una de cuyas dimensiones especíicas está
constituida, precisamente, por la autonomía del ejercicio de su propia jurisdicción y
de su propia potestad punitiva. Lo cual puede conllevar diicultades desde el punto
de vista de eventuales conlictos de jurisdicción, en la medida en que, como desa-
rrollo del Derecho Internacional, se amplían las bases de ejercicio de jurisdicción
extraterritorial susceptibles de ser invocadas por cada Estado.53
Ciertamente, esto no signiica que un Estado, en ejercicio de su soberanía, no
pueda adoptar un principio de reconocimiento del ejercicio de jurisdicción de otros
Estados para condicionar así, negativamente, el ejercicio de su propia jurisdicción.54

49
Puppe, Strafrecht Allgemeiner Teil II, § 52/3.
50
Así por ejemplo, la tipiicación del robo (con violencia o intimidación en las personas) no es sino la
tipiicación de una combinación medial de una coacción (mediante violencia o mediante amenaza) y un hurto.
51
Colomer Hernández, “Conlictos de jurisdicción, non bis in idem y litispendencia internacional en la
Unión Europea”, p. 69; Satzger/Kayser, “Ne bis in ídem en el Derecho Penal Internacional: muchas preguntas a
segunda vista”, p. 97.
52
Hecker, Europäisches Strafrecht, § 13/2.
53
Hecker, Europäisches Strafrecht, § 13/5 s.
54
Aquí destacan, paradigmáticamente, los casos de Holanda y Canadá. Al respecto Satzger/Kayser, “Ne
bis in ídem en el Derecho Penal Internacional: muchas preguntas a segunda vista”, p. 97.
472 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

Pero sí signiica que, a menos que un Estado efectivamente se someta a ese constre-
ñimiento, el ejercicio de su propia jurisdicción, así como de sus propias potestades
sancionatorias, no queda en modo alguno sometido por el eventual ejercicio de juris-
dicción de otro Estado, aun cuando uno y otro puedan referirse a un mismo hecho.
A este respecto, resulta ilustrativo el proceso tendiente al progresivo aian-
zamiento de un principio de “reconocimiento mutuo” entre los Estados miembros de
la Unión Europea, proceso marcado por la consagración (matizada) del principio ne
bis in ídem en el marco del Acuerdo Shengen.55 En efecto, el Art. 54 del Convenio de
Implementación del Acuerdo Shengen dispone que

“[u]na persona que haya sido juzgada en sentencia irme por una par-
te contratante no podrá ser perseguida por los mismos hechos por otra
parte contratante, siempre que, en caso de condena, se haya ejecutado la
sanción, se esté ejecutando o no pueda ejecutarse ya según la legislación
de la parte contratante donde haya tenido lugar la condena”.

En la aplicación de esta cláusula, y a pesar de la existencia de importantes


desacuerdos interpretativos entre las autoridades doctrinarias,56 la jurisprudencia del
Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea muestra una importante orientación
hacia una progresiva ampliación del ámbito de aplicabilidad del principio tratándose
de eventuales conlictos de jurisdicción entre “Estados-Shengen”. Esto, en atención
tanto al factor de lo que cabe entender como “sentencia irme” como al factor de lo
que cabe entender como “los mismos hechos”.57
Respecto de lo segundo, es especialmente importante que, con ocasión de
su decisión recaída en el “Asunto Van Esbroeck”, el tribunal se haya inclinado de-
cididamente hacia una interpretación de la expresión “los mismos hechos” en clave
puramente fáctica, esto es, con total prescindencia de su eventual caliicación jurídi-
ca desde el punto de vista de los ordenamientos de los Estados de cuya jurisdicción
eventualmente concurrente se trate.58 Ello se ha visto posteriormente complemen-
tado por lo airmado por el tribunal, en aplicación del mismo Art. 54, al fallar el
“Asunto Van Straaten”, en el sentido de que la “identidad de hecho”, para los efectos
de la aplicación de la garantía del ne bis in ídem, puede ser relativa.59
Sin embargo, un dato fundamental acerca de este desarrollo crecientemente
expansivo se reiere a las consideraciones materiales que la propia jurisprudencia del
Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea ha tendido a esgrimir para sustentar

55
La Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea también contempla, en su Art. 50, una
consagración del principio ne bis in ídem con alcance transnacional. Al respecto Hecker, Europäisches Strafrecht,
§ 13/12 ss.
56
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 35/29.
57
Sarmiento, “El principio ne bis in ídem en la jurisprudencia del TJCE”, pp. 41 ss. Para un análisis
pormenorizado véase, entre otros, Hecker, Europäisches Strafrecht, § 13/23 ss., 53 ss.
58
Sarmiento, “El principio ne bis in ídem en la jurisprudencia del TJCE”, pp. 45 ss.
59
Sarmiento, “El principio ne bis in ídem en la jurisprudencia del TJCE”, p. 49.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 473

dicho desarrollo: preponderantemente, el principio de la conianza mutua entre los


Estados, pero también el favorecimiento de la libre circulación de personas entre los
territorios de los “Estados-Shengen”.60 Tal régimen de reconocimiento jurisdiccional
recíproco descansa, por ello, sobre un trasfondo de condiciones de integración polí-
tica que justiican, en tal medida, el condicionamiento del ejercicio de las potestades
soberanas de cada Estado en atención al ejercicio de esas mismas potestades por
parte de los demás Estados así vinculados.61 En cambio, tratándose de escenarios
en que no existan semejantes condiciones de integración política autónomamente
coordinada por los Estados, no parece imaginable la activación de un régimen de
reconocimiento internacional del principio ne bis in ídem.

ii. El Derecho Penal de los EE.UU.

Las prohibiciones de juzgamiento y punición múltiple en la cláusula


constitucional de la doble exposición

En el derecho estadounidense, las dos dimensiones del principio ne bis in ídem hasta
aquí distinguidas se encuentran integradas en la cláusula de la “doble exposición”
(double jeopardy) establecida en la Quinta Enmienda de la Constitución federal.62
De acuerdo con la comprensión más generalizada, explicitada, por ejemplo, en la de-
cisión de la Corte Suprema federal en el caso North Carolina v. Pearce,63 la cláusula
contendría una triple prohibición: la prohibición de que una persona sea sancionada
dos veces por un mismo delito (same offence); la prohibición de que una persona
sea nuevamente sometida a juicio, tras haber sido absuelta, por un mismo delito; y
la prohibición de que una persona sea nuevamente sometida a juicio, tras haber sido
condenada, por el mismo delito.
Ahora bien, es enteramente posible reducir las tres funciones precedente-
mente diferenciadas a solamente dos, consistentes en una prohibición de juzgamiento
múltiple por un mismo delito y en una prohibición de punición múltiple por un mismo
delito.64 La razón por la cual puede ser pertinente, sin embargo, tener de todas formas

60
Sarmiento, “El principio ne bis in ídem en la jurisprudencia del TJCE”, pp. 43 s.
61
Así Hecker, Europäisches Strafrecht, § 13/35.
62
Originariamente, en cuanto establecida en la Quinta Enmienda, la cláusula de la doble exposición se
entendía vinculante solamente para el Derecho Penal federal, pero no para el Derecho Penal de los Estados. El punto
de quiebre de este entendimiento tuvo lugar en 1969, cuando la Corte Suprema federal sostuviera, en Benton v.
Maryland (395 US 784 [1969]), que la cláusula resultaba oponible a los estados a través de la Decimocuarta Enmien-
da, en el entendido de que debía considerarse como una garantía comprendida por la cláusula del debido proceso de
ley (due process of law), en el sentido de la doctrina de la incorporación. Por lo demás, el mismo día de la decisión
de Benton, la Corte Suprema federal explicitó, en North Carolina v. Pearce , que Benton era aplicable con efecto
retroactivo. Benton signiicó repudiar una línea jurisprudencial establecida ya en 1833, en la decisión recaída en el
caso Barron v. Baltimore (32 US 7 Pet. 243 [1833]), por la cual la Corte Suprema federal había airmado que el Bill
of Rights de la Constitución federal no vinculaba a los estados.
63
395 US 711 (1969).
64
Moore, Act and Crime, p. 308.
474 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

en cuenta la subdistinción ulterior entre la prohibición de un nuevo juzgamiento tras


una condena y la prohibición de un nuevo juzgamiento tras una absolución, radica en
que el fundamento normativo de la prohibición podría ser divergente en uno y otro
caso, según cómo se vincule ésta con la prohibición de punición múltiple.
La prohibición de punición múltiple por un mismo delito se fundamenta, en
términos estrictamente coincidentes con la justiicación del aspecto sustantivo del
principio ne bis in ídem reconocida por la doctrina del Derecho Penal continental, en
una consideración de proporcionalidad:

“La prohibición de castigo múltiple se basa en una consideración de


proporcionalidad: concediendo que la legislatura puede disponer una
sanción severa para cualquier delito, cuando una potencial sanción se-
vera sólo es posible porque varias disposiciones [penales] convergen
respecto de un solo acto, tal sanción probablemente sea excesiva bajo
la propia evaluación de la legislatura, si las provisiones sancionan
esencialmente lo mismo”.65

La coincidencia con la tesis estandarizada de la doctrina del Derecho Penal


continental es maniiesta. Y la coincidencia se intensiica cuando se agrega que, esta
consideración de proporcionalidad no es sin más equivalente a la prohibición de
exceso establecida en la cláusula que prohíbe la imposición de penas crueles e inusi-
tadas (cruel and unusual punishments) bajo la Octava Enmienda de la Constitución
federal. Pues en esta última se trata de un estándar de proporcionalidad mínima que
la Constitución impone directamente a la legislatura,66 mientras que en la cláusula
de la doble exposición se trata de una directriz para el órgano adjudicador: se trata
de excluir la punición excesiva desde el punto de vista de la valoración legislativa de
las concretas circunstancias del objeto de juzgamiento.67
Esto quiere decir que, para los efectos de la cláusula de doble exposición, el
legislador determina qué cuenta como un mismo delito, de modo tal que la cláusula
constitucional prohíbe al órgano jurisdiccional la punición múltiple por un mismo
delito, deinido como tal por el legislador. Y esta prohibición se dirige tanto a tribu-
nales federales como a tribunales estatales, al menos desde la incorporación de la
cláusula de la doble exposición a la Decimocuarta Enmienda establecida en Benton:
“En la medida en que un imputado ha sido sujeto a una punición que excede lo
previsto por la legislatura, él ha sido ‘doblemente’ sancionado en violación de la
cláusula de doble exposición”.68
Ahora bien, clariicado así el sentido mínimo de la prohibición de punición
múltiple por un mismo delito, cabe determinar la conexión que existe entre dicha

65
Moore, Act and Crime, p. 309.
66
En la jurisprudencia más reciente del Tribunal Supremo federal al respecto, véase Harmelin v. Michi-
gan, 501 US 957 (1991) Atkins v. Virginia, 536 US 304 (2002), Roper v. Simon, 543 US 551 (2005).
67
Moore, Act and Crime, pp. 309 s.; Amar/Marcus, “Double Jeopardy Law after Rodney King”, p. 29.
68
Westen y Drubel, “Toward a General Theory of Double Jeopardy”, p. 108.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 475

prohibición y la prohibición de juzgamiento múltiple por un mismo delito, igual-


mente atribuida a la cláusula de doble exposición. A primera vista, podría pensarse
que la función de la prohibición de un nuevo juzgamiento por un mismo delito tras el
pronunciamiento de una sentencia condenatoria podría reducirse a una anticipación
de la protección dispensada por la prohibición de punición múltiple por un mismo
delito. Moore reconduce esta tesis a la jurisprudencia de la Corte Suprema federal,
y especíicamente a su decisión en el caso Ex parte Lange.69 Aquí la corte no sólo
reconoció la prohibición de punición múltiple por un mismo delito como inmanente
a la cláusula de la doble exposición, sino que airmó que sería la posibilidad de una
nueva sanción como posible consecuencia del segundo juzgamiento lo que daría
sustento a la prohibición de un nuevo juzgamiento, posterior a una condena, por el
mismo delito.70 Y a esta función primordial se añadiría la de neutralizar el costo y la
vergüenza de ser sometido a un nuevo juzgamiento sin justiicación.71
Entender de este modo la prohibición de un nuevo juzgamiento por un mis-
mo delito tras una condena, sin embargo, parece llevar a la airmación de que esta
habría de exhibir el mismo alcance, mutatis mutandis, que la prohibición de punición
múltiple por un mismo delito. Pues sólo así cabría entender que la función de la pri-
mera pudiera limitarse anticipar el efecto de la segunda:

“De acuerdo con esta interpretación […], la proscripción de prosecucio-


nes sucesivas tras una condena debería aplicarse siempre que debiera
aplicarse la proscripción de punición múltiple. Esto signiica que el va-
lor de asegurar la proporcionalidad de las penas respecto de la entidad
de la falta también debería guiar la aplicación de esta proscripción”.72

Es claro, ahora bien, que el fundamento de la prohibición de un nuevo juzga-


miento tras una absolución por el mismo delito no puede entenderse como un estándar
dependiente del alcance de la prohibición de punición múltiple por un mismo delito.
Pues por deinición no hay riesgo alguno de una punición múltiple por un mismo
delito, en la medida en que el primer juzgamiento haya concluido en una absolución.
De ahí que el fundamento de esta prohibición tenga que ser diferente. Se trataría, en
primer lugar, de un dispositivo de reducción del riesgo de la condena de un inocente,
riesgo que se incrementaría en caso de haber más de una oportunidad de condena por
el mismo delito; en segundo lugar, de una medida de neutralización del efecto (psico-
lógicamente) traumático que pudiera conllevar una doble exposición a sufrir una con-
dena; y inalmente, de una medida orientada a la eiciencia en el funcionamiento del
aparato jurisdiccional, análogamente a lo que se predica de las instituciones de la cosa
juzgada (res judicata), el impedimento colateral (collateral estoppel) y la acumula-

69 85 US 173 (1873).
70 Moore, Act and Crime, p. 310.
71 Moore, Act and Crime, p. 312.
72 Moore, Act and Crime, p. 311.
476 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

ción obligatoria (compulsive joinder), propias del sistema de adjudicación civil.73


Lo importante de la reconstrucción del alcance de la cláusula sobre la doble
exposición, en lo que es de interés para el presente informe, está en el hallazgo de la
heterogeneidad de las prohibiciones especíicamente vinculadas a dicha cláusula de
la Constitución federal estadounidense, por más controversial que sea la identiica-
ción exacta del fundamento de cada una de esas prohibiciones.74 Desde este punto
de vista, es innegable el paralelismo con la diversidad de funciones asignadas al
principio ne bis in ídem en la tradición del derecho continental. Pero es igualmente
importante advertir que, en uno y otro ámbito, existen variables más bien idiosincrá-
sicas que inciden en la coniguración del alcance y (sobretodo) del peso especíico de
cada una de las garantías uniicadas bajo el respectivo denominador común.

El concepto de “un mismo delito”

En el caso del derecho estadounidense, es justamente una variable idiosincrásica -esto


es, asociada a la identidad particular del ordenamiento jurídico estadounidense- lo que
explica la mucho mayor perentoriedad tradicionalmente asignada a la prohibición de
juzgamiento múltiple en relación con una situación de una absolución previa, frente a
la menor perentoriedad de la prohibición de juzgamiento múltiple en relación con una
situación de una condena previa,75 prohibición que tiende a ser entendida, según ya se
explicara, como un dispositivo de anticipación de la protección dispensada por la pro-
hibición de punición múltiple. Pero esto no obsta a que, dentro de este mismo marco de
referencia, existan planteamientos que abogan por la plena equiparación del alcance de
la prohibición de un nuevo juzgamiento por un mismo delito, sea que éste tenga como
antecedente una absolución o una condena previa. Y lo más relevante acerca de estos
planteamientos, en lo que aquí interesa, afecta la cuestión de qué ha de entenderse bajo
la expresión “un mismo delito” en el contexto de la cláusula de la doble exposición.
Tradicionalmente ha prevalecido el punto de vista según el cual la expresión
“un mismo delito” signiicaría lo mismo cuando la cláusula de la doble exposición es
invocada como una prohibición de punición múltiple y cuando lo es como una pro-
hibición de juzgamiento múltiple.76 El hito decisivo en la jurisprudencia de la Corte
Suprema federal, a este respecto, estuvo constituido por su decisión en Blockburger
v. U.S.,77 con ocasión de la cual la Corte estableciera el criterio (tenido por) esencial
para determinar cuándo existe un mismo delito en el sentido de la Quinta Enmienda,
que se conoce como el criterio de la “misma evidencia”. De acuerdo con este test,

73 Moore, Act and Crime, pp. 313 s.


74
Westen/Drubel, “Toward a General Theory of Double Jeopardy”, pp. 84 s.
75
Véase Westen/Drubel, “Toward a General Theory of Double Jeopardy”, pp. 106 ss. 122 ss.; Amar,
“Double Jeopardy Law Made Simple”, p. 1815.
76
Westen/Drubel, “Toward a General Theory of Double Jeopardy”, p. 169.
77
284 US 299 (1932).
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 477

“allí donde el mismo acto o la misma transacción constituye una in-


fracción de dos disposiciones legales distintas, el test ha de ser aplicado
para determinar si hay dos delitos o sólo consiste en si cada disposición
requiere la prueba de un hecho adicional que la otra no requiere”.78
La controversia acerca de la interpretación correcta de este criterio ha sido
intensa, aun al interior de la propia Corte Suprema federal.79 El test de la misma evi-
dencia se corresponde con un criterio bajo el cual han de compararse las deiniciones
legales de los delitos involucrados, de modo tal que si la evidencia (por mera vía de
hipótesis) requerida para la prueba de uno también conduce a la prueba del otro, se
trata entonces de un mismo delito (same offense) para los efectos de la cláusula de
la doble exposición. No se trata, por ende, de comparar la evidencia efectivamente
aportada para la prueba de uno y otro delito, sino de comparar los elementos que
bajo una y otra deinición legal deben ser probados para airmar la existencia del
respectivo delito.80 Así, Moore:

“[…] este es un criterio de determinación de identidad entre tipos de


actos; no es una condición de identidad porque en modo alguno descan-
sa en la naturaleza de los tipos de actos en orden a especiicar cuándo
dos son en realidad uno. Más aún, un criterio tal en sí mismo es sólo
probatorio (evidential); los tipos de actos usualmente serán idénticos
si la evidencia requerida para su prueba es la misma, pero esto no es
necesariamente siempre el caso”.81

Blockburger exige que el tribunal compare ambas deiniciones para así ve-
riicar que cada uno requiera a lo menos un elemento que el otro no requiere. Si esto
se da, entonces puede castigarse por más de un delito. Por el contrario, si la deini-
ción de uno de los delitos incorpora todos los elementos que exige la deinición del
otro, entonces se trata de un solo delito, en la medida en que el segundo constituye
un delito “menor incluido” (lesser included offense).82 Esto signiica que el test de
la misma evidencia introducido en Blockburger se corresponde con el criterio de
la especialidad para la constatación un concurso impropio o aparente. La norma de
sanción cuya deinición del respectivo delito incluye todos los elementos de la dei-
nición de otro y a lo menos un elemento adicional que el otro no requiere, constituye

78
284 US 304 (1932).
79
En Grady v. Corbin (495 US 508 [1990]), por ejemplo, el juez Brennan sostuvo, en la redacción de la
opinión del tribunal, que el test de la misma evidencia constituía un misnomer: “El test de Blockburger nada tiene
que ver con la evidencia presentada en el juicio. Sólo concierne a los elementos del delito imputado. Un genuino
test de “la misma evidencia” o de “evidencia efectiva” impediría al Estado presentar, en un nuevo juicio, cualquier
evidencia ya presentada en una prosecución precedente. Es en este sentido que discutimos, y no adoptamos, un test
de “la misma evidencia” o de “evidencia efectiva” (495 US 521 [1990], nota 12).
80
Thomas, “A Uniied Theory of Multiple Punishment”, p. 35.
81
Moore, Act and Crime, p. 368.
82
Amar/Marcus, “Double Jeopardy Law after Rodney King”, p. 28.
478 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

lex specialis frente a otra norma de sanción.


Rara vez se repara, sin embargo, en que Blockburger efectivamente distin-
guió dos niveles en la pregunta por el alcance del concepto de un mismo delito.
Pues la corte no sólo estableció el test de la misma evidencia para airmar un mismo
delito en casos de delito menor incluido en otro (= especialidad). La corte también
atendió al problema de cuántos hechos delictivos estaban comprometidos en el caso,
más allá de cuál fuese su descripción jurídicamente relevante. El problema radica en
que, bajo la cláusula de doble exposición, ambas preguntas han de ser reconducidas
a una sola categoría, expresada en el término “un mismo delito” (same offense).83
La decisión de Blockburger no articuló suicientemente la intuición de que en la
interpretación de la expresión “el mismo delito”, para determinar si una imposición
de punición múltiple contraviene o no la cláusula de doble exposición, pueden verse
involucradas dos cuestiones de identidad, los cuales tradicionalmente son diferen-
ciadas como la cuestión de la “unidad de prosecución” y la cuestión de la “unidad de
descripción”.84 En los términos propuestos por Moore, se trata aquí de la distinción
entre la pregunta relativa a la identidad entre dos o más acciones particulares (same-
ness of action-tokens) y la pregunta relativa a la identidad entre dos o más tipos de
acciones (sameness of action-types).85
La idoneidad del test de la misma evidencia ha sido sumamente discutida,
en referencia tanto a la prohibición de punición múltiple como a la de juzgamiento
múltiple. Así por ejemplo, se sostiene que, hacia el inal de la década de 1950, en la
jurisprudencia de la Corte Suprema federal podía observarse una tensión entre una
línea de casos decididos en conformidad con Blockburger y otra línea de casos, deci-
didos sobre la base de un criterio menos estricto, que posibilitaba la airmación de un
solo delito a pesar de no satisfacerse el test de la misma evidencia.86 Pero lo que aquí
interesa es la crítica al test de la misma evidencia como criterio de reconocimiento de
“un mismo delito” bajo la prohibición de juzgamiento múltiple.
En este punto, puede ser pertinente considerar el tenor de la opinión concu-
rrente emitida por el juez Brennan en el caso Ashe v. Swenson,87 que incluyera un
enérgico rechazo del test de la misma evidencia como criterio suiciente de recono-
cimiento de un mismo delito en contextos de juzgamiento múltiple. Según Brennan,
bastaría con que un mismo curso de acción fuese susceptible de ser dividido en
varios delitos cronológicamente discretos para burlar la proscripción de la doble
exposición.88 Como sustituto de este criterio, “no requerido constitucionalmente”,
Brennan defendió la adopción del test del “mismo asunto” (same transaction test):

83
Véase Thomas, “A Uniied Theory of Multiple Punishment”, p. 6.
84
Westen/Drubel, “Toward a General Theory of Double Jeopardy”, p. 111.
85
Moore, Act and Crime, pp. 314 s., 325 ss.
86
Thomas, “A Uniied Theory of Multiple Punishment”, pp. 37 ss.
87
397 US 436 (1970).
88
397 US 451 (1970).
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 479

“A mi juicio, la cláusula de la doble exposición requiere que la par-


te acusadora, salvo en circunstancias sumamente limitadas, reúna en
un juicio todos los cargos contra un imputado que se sigan de un solo
acto criminal, ocurrencia, episodio o asunto. Este test del “mismo asun-
to” no sólo refuerza la antigua prohibición de prosecuciones múltiples
vejatorias incorporada en la cláusula sobre doble exposición, sino que
también responde al reconocimiento cada vez más difundido de que la
consolidación de todas las cuestiones derivadas de un mismo asunto o
ocurrencia en una sola acción legal promueve mejor la justicia, la eco-
nomía y la conveniencia”.89

La opinión concurrente de Brennan en Ashe fue parcialmente recogida como


la opinión de la corte, en Grady v. Gorbin.90 Si bien la corte declaró expresamente
no adoptar el test del mismo asunto,91 sí admitió, explícitamente, que el test de la
misma evidencia no podía ser el único criterio para determinar cuándo hay un mismo
delito en contextos de juzgamiento múltiple.92 En apoyo de esta decisión, la corte
hizo referencia, entre otros, a su decisión recaída en el caso Brown v. Ohio,93 en la
cual, y precisamente invocando la autoridad de Ashe, sostuviera que

“[e]l test de Blockburger no es el único estándar para determinar si al-


gunas prosecuciones sucesivas conciernen, de modo proscrito, al mismo
delito. Aun si dos delitos son suicientemente diferentes como para au-
torizar la imposición de sentencias consecutivas, la posibilidad de pro-
secuciones sucesivas estará excluida en algunas circunstancias en que la
segunda prosecución requiera una nueva litigación sobre cuestiones de
hecho ya resueltas con ocasión de la primera”.94

Así, aun no habiendo identidad entre los elementos exigidos por la deinición
de uno y otro delito considerados en abstracto, esto es, aun no habiendo relación de
delito menor incluido, la decisión de Grady posibilita airmar la existencia de un
mismo delito si hay coincidencia en las “cuestiones de hecho” de las cuales hubiera

89
397 US 454 (1970).
90
495 US 508 (1990).
91
495 US 523 (1990), nota 15: “Adoption of a ‘same transaction’ test would bar the homicide and assault
prosecutions even if the State were able to establish the essential elements of those crimes without proving the con-
duct for which Corbin previously was convicted”.
92
495 US 521 (1990): “La cláusula de la doble exposición proscribe cualquier prosecución subsecuente
por la cual el gobierno, para establecer un elemento esencial del delito imputado en la prosecución, vaya a probar
una conducta que constituye un delito por el cual el imputado ya ha sido juzgado. Este no es un test de ‘evidencia
efectiva’ o ‘misma evidencia’. La indagación crucial es qué conducta va a probar el Estado, no la evidencia que el
Estado va a usar para probar la conducta”.
93
432 US 161 (1977).
94
432 US 166 s. (1977), nota 6.
480 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

dependido, in concreto, la coniguración de uno y otro hecho delictivo.95 Y lo crucial


aquí es que Grady sólo introdujo esta exigencia adicional al test de la misma evidencia
para el contexto de juzgamiento múltiple, no para el contexto de punición múltiple.
Grady fue, sin embargo, revocado sólo tres años después, en United Sta-
tes v. Dixon,96 que restableciera la vigencia de Blockburger como único criterio de
reconocimiento de la existencia de un mismo delito en el sentido de la cláusula de
la doble exposición, tanto en contextos de punición múltiple como en contextos de
juzgamiento múltiple.97 Pero lo que importa aquí es la constatación de que también
bajo la cláusula de la doble exposición de la Quinta Enmienda de la Constitución de
los EE.UU. hay espacio para el reconocimiento de que las condiciones de reconoci-
miento de “un mismo delito” pueden variar, según cuál sea el fundamento preciso de
las prohibiciones de punición múltiple y juzgamiento múltiple.

La doctrina de la soberanía dual

La posibilidad de una concurrencia de ejercicios de jurisdicción por parte de enti-


dades soberanas diferentes en relación con un mismo hecho delictivo también tiene
relevancia para la determinación del alcance de la cláusula de la doble exposición.
En el contexto del derecho estadounidense, empero, ello se vincula directamente con
el principio del federalismo, sobre el cual descansa, de acuerdo con la comprensión
tradicional del problema, una restricción del alcance de la prohibición constitucio-
nal de la doble exposición, restricción que se articula en términos de la así llamada
“doctrina de la soberanía dual” (dual sovereignty).98 Apelando a esta doctrina, en la
célebre decisión recaída en el caso Heath v. Alabama,99 la Corte Suprema federal
sostuvo que un delito deinido como tal bajo la legislación de un estado no podía
entenderse como idéntico a un delito deinido por la legislación de otro estado, in-
dependientemente de que una y otra deinición se hubieran visto realizadas por un
solo hecho como “unidad de juzgamiento” (unity of prosecution). De esto se sigue,
sostuvo la corte, que la imposición de una sanción sobre la misma persona en uno y
otro estado, en relación con la misma unidad de juzgamiento, no suponía una viola-
ción de la prohibición de doble exposición.
Si bien la jurisprudencia favorable a la doctrina de la soberanía dual asume la
preponderancia del principio del federalismo sobre la cláusula de la doble exposición,

95
Como observa Moore, Act and Crime, p. 316, este criterio (más laxo) de identidad sólo constituye
-directamente- un criterio relativo a la identidad entre tipos (o descripciones) de acciones, y no a la identidad entre
acciones particulares.
96
509 US 688 (1993).
Sobre la insuiciencia del test de Blockburguer, aun para fundamentar las soluciones que éste supues-
97

tamente fundamenta, véase Amar/Marcus, “Double Jeopardy Law after Rodney King”, pp. 28 ss.; y Amar, “Double
Jeopardy Law Made Simple”, pp. 1813 ss.
98
Fundamental al respecto Amar/Marcus, “Double Jeopardy Law after Rodney King”, pp. 4 ss.
99
474 US 82 (1985).
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 481

Heath implicó una extensión de esa doctrina más allá de su justiicación bajo el prin-
cipio del federalismo. Pues en Heath no se trataba de que una persona fuese juzgada
y sancionada, en relación con un mismo hecho, bajo la legislación federal y bajo la
legislación de un estado, sino que bajo la legislación de dos estados distintos.100 El
fundamento de la aplicación de la doctrina de la soberanía dual que ofreció la corte,
antes bien, apuntaba a la legitimidad de la pretensión, por parte de cada estado, de
hacer valer jurisdiccionalmente su propio ordenamiento jurídico: “El interés de un
estado en vindicar su autoridad soberana a través de la ejecución de sus leyes por
deinición no puede ser satisfecho por la ejecución por otro estado de sus leyes”.101
Esta decisión de la Corte Suprema federal ha sido objeto de críticas. Pues pa-
rece innegable que la doctrina de la incorporación, en virtud de la cual la cláusula de la
doble exposición pasara a ser vinculante no sólo a nivel federal sino también para cada
uno de los estados, constituye una base para el cuestionamiento de la doctrina de la so-
beranía dual.102 Que a pesar de ello, empero, la doctrina de la soberanía dual conserve
su vigencia, muestra que la posibilidad de juzgamientos y sanciones múltiples por un
mismo hecho delictivo es inherente a la coexistencia de dos o más entidades capaces
de reclamar y ejercer jurisdicción sobre ese mismo hecho delictivo.103

iii. Balance: los contextos del principio ne bis in ídem

La lección fundamental que arroja la revisión precedente de algunos antecedentes


de Derecho Comparado acerca del estatus y alcance del principio ne bis in ídem
concierne a lo imprescindible de diferenciar los contextos particulares en que puede
activarse su aplicación. Pues en el marco de cada uno de estos contextos pueden
plantearse preguntas especíicas acerca de la concreción del principio o bien como
estándar de clausura procesal o bien como estándar sustantivo de adjudicación.
El primer contexto que necesita ser perilado diferenciadamente es lo que
cabría llamar el “contexto interjurisdiccional”. Es aquí donde el principio ne bis in
ídem, en términos del Derecho Comparado, opera con el menor grado de perentorie-
dad. Y la razón para ello se encuentra en que dicho principio se halla históricamente
construido sobre la base de una hipótesis de unicidad de jurisdicción, en el senti-
do de que tanto la restricción de las oportunidades procesales para el juzgamiento
como la restricción de la acumulación de sanciones a ser impuestas en relación con
un mismo hecho -más allá de cómo se entienda esto último- son dependientes del
punto de vista de un mismo sistema jurisdiccional soberano. Esto es lo que enseña
el examen de las propuestas de internacionalización del principio ne bis in ídem,

100
Alabama juzgó y condenó al imputado (Heath) por asesinato, después de que Georgia hiciera lo mismo.
101
474 US 93 (1985).
102
Amar/Marcus, “Double Jeopardy Law after Rodney King”, p. 4.
103
Al respecto Thomas, “A Blameworthy Act Approach to the Double Jeopardy Same Offense Problem”,
pp. 1055 ss.
482 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

particularmente en el ámbito del derecho comunitario europeo, así como de la aún


subsistente doctrina de la soberanía dual en el marco del derecho de los EE.UU. de
Norteamérica: en este nivel, el principio ne bis in ídem sólo puede obtener validez
sobre la base de la adopción de políticas de reconocimiento mutuo y medidas de
cooperación internacional que efectivamente limiten las posibilidades de ejercicio
de las potestades jurisdiccionales y sancionatorias de los estados involucrados.
En un caso propio del contexto interjurisdiccional, en que ha de determinarse
si el tribunal de un estado -dando por sentada su competencia- puede juzgar o imponer
una sanción por uno o más hechos delictivos que ya han sido objeto de juzgamiento o
fundamento de la imposición de una sanción por parte de un órgano jurisdiccional ex-
tranjero, la cuestión se reduce a si el derecho aplicable para aquel tribunal contempla
o no un reconocimiento del ejercicio de jurisdicción o de la potestad sancionadora por
parte de éste. Ciertamente, la respuesta a esta pregunta es siempre contingente. Bajo
el derecho chileno, como habrá de verse todavía, la respuesta está dada, en lo relati-
vo tanto a la prohibición del juzgamiento múltiple como a la prohibición de sanción
múltiple, por las reglas del Art. 13 del Código Procesal Penal.
El contexto contrapuesto se corresponde con lo que cabría llamar, corres-
pondientemente, un “contexto intrajurisdiccional”. Según ya se anticipara, este
contexto, deinido por la circunstancia de la posible multiplicidad de instancias de
juzgamiento o punición al interior de un mismo sistema jurisdiccional, representa el
ámbito de aplicación históricamente auto-evidente para el principio ne bis in ídem.
De ahí que la consagración de éste en tratados internacionales sea hegemónicamente
entendida como exclusivamente vinculante para el ejercicio de jurisdicción por parte
de cada Estado considerado en sí mismo, sin atender, en cambio, a posibles situacio-
nes de concurrencia de jurisdicción entre estados. Pero aquí es necesario introducir
una distinción ulterior entre dos subcontextos, que cabría denominar el “contexto
interprocesal” y el “contexto intraprocesal”.
La razón para esto está en que sólo en un contexto interprocesal -esto es, en
un contexto en que dos o más procesos pudieran llevarse a efecto (sucesiva o simul-
táneamente) en relación con un mismo conjunto de circunstancias de hecho- puede
venir en, en cuanto estándar de clausura procesal, una prohibición de juzgamiento
múltiple. Y en la medida en que en este contexto interprocesal, por deinición, un im-
pedimento del juzgamiento múltiple por un mismo conjunto de hechos ha de operar
con anterioridad al eventual impedimento de la imposición de sanciones múltiples
por ese mismo conjunto de hechos, aquí puede resultar superluo reconocer, inde-
pendientemente, la prohibición de punición múltiple, en cuanto estándar sustantivo
de adjudicación. Pues estando proscrito el juzgamiento múltiple, por deinición no
podrá llegarse a un escenario de eventual punición múltiple, en la medida en que el
estándar de clausura procesal sea observado. Esto explica, como se mostrará más
abajo, el tenor de la consagración del efecto de cosa juzgada (material), en el senti-
do de un principio de “única persecución”, en el Art. 1º del Código Procesal Penal
chileno, que vuelve eicaz la prohibición de dos o más juzgamientos sucesivos; su
correlato, que hace efectiva la prohibición de dos o más juzgamientos simultáneos,
está constituido por la excepción de litispendencia.
Finalmente, como segundo subcontexto del contexto intrajurisdiccional,
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 483

cabe diferenciar lo que puede denominarse el “contexto intraprocesal”. Aquí se trata


de situaciones en que la prohibición de punición múltiple se hace operativa como
estándar de adjudicación en exclusiva atención a los hechos delictivos que son ob-
jeto de un mismo juzgamiento. En tal medida, este contexto está deinido por la
imposibilidad de que el principio ne bis in ídem resulte aplicable como prohibición
de juzgamiento múltiple. Una lección del ejercicio comparativo ya efectuado con-
siste, a este respecto, en el hallazgo de que, al interior de un mismo ordenamiento
jurídico, el alcance exhibido por la prohibición de punición múltiple en este contexto
intraprocesal puede ser congruente o incongruente. En el derecho estadounidense, la
cláusula de la doble exposición tiende a ser tenida por aplicable en iguales términos
en uno y otro contexto. En la tradición del derecho europeo-continental, en cambio,
la prohibición de la punición múltiple en el contexto intraprocesal se hace operativa
a través de las reglas sobre unidad de acción y concursos de delitos, sin coincidir en
su extensión con el conjunto de garantías procesales asociadas a la cosa juzgada y la
litispendencia. Según se mostrará más abajo, esta es también la solución reconocible
en el Derecho Penal chileno.

b) El principio ne bis in ídem en el Derecho Penal chileno

i. Los conceptos de “delito”, “unidad de hecho” y “hecho en


sentido procesal”

La primacía del Derecho Penal frente al Derecho Procesal Penal

La determinación del alcance preciso del conjunto de prohibiciones que se identi-


ican con el principio ne bis in ídem pasa, en lo fundamental, por la determinación
de su respectivo objeto. Y aquí es necesario reparar en la ambigüedad que exhibe
el término “un mismo hecho” cuando se habla, para caracterizar al principio, de la
prohibición de juzgar y sancionar dos veces por “el mismo hecho”.104 Pues lo que
cabe entender por “el mismo hecho” en el sentido (genérico) del principio ne bis
idem puede variar sobremanera, según cómo se encuentre jurídicamente reconocida
la respectiva prohibición (de juzgamiento o de punición múltiple) en el contexto de
que se trate. Por ello, es imprescindible diferenciar sistemáticamente los varios senti-
dos que pueden ser atribuidos a esa expresión genérica, para poder después examinar
cuáles son los términos bajo los cuales el derecho chileno, en cada contexto, articula
las distintas modalidades de proscripción del bis in idem.
El punto de partida, a este respecto, está constituido por la ya tradicional
contraposición de un concepto de hecho propio del Derecho Penal sustantivo (en
lo que sigue: “Concepto jurídico-penal de hecho”) y un concepto de hecho propio
del Derecho Procesal Penal (en lo que sigue: “Concepto procesal de hecho”). En lo
esencial, lo que aquí aparece es la constatación de que el concepto jurídico-penal de

104
Piña, Derecho Penal, p. 256.
484 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

hecho no tiene por qué coincidir necesariamente con el concepto de hecho que hacen
suyas las reglas que instituyen y regulan el proceso penal. Y esto se sigue de la adop-
ción de un punto de vista funcional: en la medida en que las funciones desempeñadas
por el Derecho Penal (sustantivo) y el Derecho Procesal Penal no sean idénticas, es
enteramente posible que, en cuanto categoría de uno y otro ámbito jurídico, el con-
cepto de hecho exhiba un contenido diferente, según corresponda.
Lo anterior, ciertamente, no deja de ser trivial. Lo importante es combinar
esta consideración trivial con la consideración menos trivial de que las funciones
desempeñadas por el Derecho Procesal Penal sólo pueden ser entendidas como fun-
ciones secundarias, por referencia a su contribución a la realización de las funciones
(primarias) atribuibles al Derecho Penal. Lo cual descansa en la idea de que el Dere-
cho Penal se realiza a través del Derecho Procesal Penal.105 Y si bien esta proposición
sigue representando un lugar común, de ella puede extraerse una base para establecer
una relación de prioridad entre la deinición del concepto jurídico-penal y la deini-
ción del concepto procesal de hecho.
Sin que sea pertinente aquí detenerse pormenorizadamente en ello, y asu-
miendo la perspectiva de una teoría expresiva o comunicativa de la pena,106 puede
sostenerse que la función del Derecho Penal se identiica con el restablecimiento
simbólico de la vigencia de normas fundamentales para la coexistencia social, le-
gitimadas en atención al principio de protección de bienes jurídicos, a través de la
institucionalización de la irrogación de un mal de cierta naturaleza como una res-
puesta jurídica que expresa desaprobación por el quebrantamiento imputable de una
(o varias) de esas normas.107 Así, el conlicto que determina el horizonte de operación
del Derecho Penal se corresponde con el conlicto que representa el quebrantamiento
imputable de una norma semejante frente a la pretensión (estatal) de vigencia gene-
ralizada de esa misma norma. Pero la conianza generalizada en la vigencia de una
norma tal puede verse afectada ya por la sospecha de que ella haya sido quebrantada.
De esto resulta, entonces, que el horizonte de operación del Derecho Procesal Penal
está constituido por la sospecha, y por ende, por la incertidumbre acerca de que haya
tenido o no lugar tal quebrantamiento imputable de una norma,108 esto es, la perpe-
tración de un delito. De este modo, el proceso persigue la superación de esa incerti-
dumbre, sea por la vía de refutar la sospecha, sea por la vía de conirmarla; y sólo en
este último resulta procedente, a través del pronunciamiento de la correspondiente
sentencia condenatoria, la imposición de la sanción penal correspondiente.
La manera en que la operación del Derecho Procesal contribuye a la reali-
zación de la función del Derecho Penal, bajo ese horizonte de sospecha, admite ser
desglosada en una tripartición de funciones: una función de verdad, una función de

105
Fundamental Binding, Handbuch des Strafrechts, pp. 192 ss.; véase también, en clave sociológica,
Piña, Derecho Penal, pp. 99 ss.
106
Al respecto Mañalich, “La pena como retribución”, pp. 135 ss., 161 ss., con ulteriores referencias.
107
En detalle Mañalich, Terror, pena y amnistía, pp. 53 ss., 89 ss.
108
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 1/5 ss.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 485

justicia formal y una función de certeza jurídica.109 La función de verdad concierne al


problema del establecimiento de la efectividad del quebrantamiento imputable de la
norma que pretende ser procesalmente achacado a una persona; la función de justicia
formal, por su parte, concierne al problema de la deinición de la forma del procedi-
miento a través del cual pueda obtenerse la resolución imparcial de la sospecha de la
perpetración de un delito; y la función de certeza jurídica, inalmente, concierne al
problema representado por la necesidad de que el conlicto procesal, constituido por
la incertidumbre acerca de la efectividad de la perpetración del (eventual) delito, sea
resuelto en forma deinitiva.
Puesto que estas funciones pueden encontrarse en relación de tensión recí-
proca, la estructura del proceso penal releja una serie de mecanismos de resguardo,
que expresan “soluciones de compromiso”. Para dar un ejemplo: en el carácter ex-
cepcionalísimo de la impugnación de una sentencia irme, que como tal ya reclama
fuerza de cosa juzgada, a través de un recurso de revisión, se expresa la solución de
un conlicto posible entre la función de verdad y la función de certeza jurídica que
ha de satisfacer el proceso.
En lo que aquí interesa, lo anterior se traduce, también bajo el derecho chi-
leno, en que el concepto procesal de hecho, por oposición al concepto jurídico-penal
de hecho, exhiba mayor alcance, en razón de ser menos exigentes las condiciones
para el reconocimiento de un único hecho en sentido procesal. Como se mostrará
más abajo, esto se explica porque en la articulación del concepto procesal de hecho,
precisamente, se hacen patentes tanto la función de justicia formal -incluyéndose
aquí consideraciones de economía procesal- como la función de certeza jurídica.
Antes, empero, es necesario partir examinado la noción primaria, que es, según ya se
airmara, la representada por el concepto jurídico-penal de hecho.

El concepto jurídico-penal de “hecho delictivo”

En términos del Derecho Penal sustantivo, el sentido primario en que puede hablarse
de “hecho” es para designar, propiamente, un determinado hecho delictivo, esto es,
de un hecho que se distingue por constituir un delito. Para los efectos del principio
ne bis in ídem, lo que importa es dar cuenta de cómo se individua un delito, de modo
tal de poder identiicar bajo qué condiciones existe un único delito. El criterio para
ello es evidente sin más: un delito está constituido por una realización imputable de
un tipo delictivo, esto es, de una determinada descripción de una forma de comporta-
miento delictivo. Es fundamental advertir, sin embargo, que aquí aparecen envueltas
dos cuestiones de identidad, que pueden y deben ser diferenciadas: (a) una cuestión de
identidad relativa al tipo delictivo realizado, por un lado, y (b) una cuestión de iden-
tidad relativa a la concreta instancia de realización de ese tipo delictivo, por otro.110

109
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 1/8 ss.
110
Fundamental Moore, Act and Crime, pp. 314 ss., 325 ss., 365 ss., 383 ss.
486 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

Para la existencia de un solo delito es necesario, por una parte, que venga
en consideración la realización (imputable) de un solo tipo delictivo; si en un caso
cualquiera, en cambio, se constata la realización de más de un tipo delictivo, habrá
que reconocer tantos delitos como sean los tipos delictivos realizados, con total inde-
pendencia de si la realización de los distintos tipos delictivos tiene lugar a través de
una sola acción (u omisión), o bien a través de varias acciones (u omisiones). Lo que
se da en una situación semejante, entonces, es un concurso (ideal o real) de delitos
entre cada una de las realizaciones de los diferentes tipos delictivos. Pues en este
sentido, hay tantos hechos delictivos como tipos delictivos realizados (de manera
imputable).111 Y la única restricción que impone aquí el principio ne bis in ídem, en la
forma de la ya considerada prohibición de doble valoración, afecta aquellos casos en
que, por razones formales o materiales, dos o más de los tipos delictivos realizados
puedan ser considerados (parcialmente) idénticos entre sí. Pues en tal situación, por
exigencia del principio ne bis in ídem, habrá que reconoce el carácter “aparente” del
concurso de delitos en cuestión.
Pero para la existencia de un solo delito también es necesario, por otra parte,
que el tipo delictivo de cuya realización se trata se encuentre realizado una sola vez.
Pues es obvio que si una misma descripción de una forma de comportamiento de-
lictivo se ve realizada más de una vez, por acciones (u omisiones) diferentes, prima
facie habrá que reconocer tantos delitos como instancias de realización del tipo de-
lictivo en cuestión. Y la única restricción que puede hacerse operativa aquí concierne
a la posibilidad de que lo que en principio pudiera parecer como un conjunto de va-
rias realizaciones de un mismo tipo delictivo, también por exigencia del principio ne
bis in ídem, en deinitiva tenga que ser entendido, por razones formales o materiales,
como una sola realización del tipo delictivo en cuestión. Esto es precisamente lo que
se da en los casos en que en que se reconoce una “unidad de acción (u omisión)” de-
lictiva, cuya consecuencia es la negación de un concurso de delitos y la constatación,
en cambio, de un solo delito, esto es, de un solo hecho delictivo.
Lo crucial de este análisis del concepto de hecho delictivo, en lo que es re-
levante para los problemas de individuación que interesan bajo el principio ne bis in
ídem, está en la idea de que el primer paso siempre está constituido por la pregunta
de si en un caso cualquiera concurren una sola o varias realizaciones de uno o más
tipos delictivos, y no así por la pregunta de cuántas acciones (u omisiones) concu-
rren. Esta última pregunta sólo tiene relevancia una vez que se ha establecido que
concurren varias realizaciones de uno o más tipos delictivos. Esto quiere decir, en
otros términos, que el concepto de hecho delictivo del Derecho Penal sustantivo es
un concepto intensional (= no extensional), en el sentido de que la identiicación de
un determinado hecho delictivo es siempre relativa a, o dependiente de, una deter-
minada descripción: cada realización (imputable) de un determinado tipo delictivo
cuenta como un hecho delictivo per se. Así, si a través de un solo disparo de un arma
de fuego tiene lugar la realización de dos tipos delictivos diferentes, por ejemplo,

111
Binding, Handbuch des Strafrechts, pp. 565 s. En igual sentido Jakobs, Strafrecht Allgemeiner Teil,
32/12 ss.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 487

la descripción del homicidio y la descripción del aborto -porque el disparo impacta


a una mujer embarazada, produciendo la muerte de ésta y también la del feto-, en-
tonces hay dos hechos delictivos diferentes, en relación de concurso heterogéneo (=
realización de múltiples tipos delictivos). Y asimismo, si a través de la detonación
de una bomba tiene lugar dos veces la realización de un mismo tipo delictivo, por
ejemplo, la descripción del homicidio -porque a consecuencia de la explosión resul-
tan muertas dos personas-, entonces también hay dos hechos delictivos diferentes,
en relación de concurso homogéneo (= múltiples realizaciones de un tipo delictivo).
En uno y otro caso, es correcto imponer sanciones por los varios delitos cometidos,
sin que venga en consideración, por lo mismo, un bis in idem.

El concepto jurídico-penal de “unidad de hecho”

El Derecho Penal sustantivo también conoce, empero, una noción diferente de “he-
cho”, a saber, aquella que sirve para la caliicación de un (auténtico) concurso de
delitos como un concurso ideal, precisamente en atención a que las dos o más reali-
zaciones del mismo o de varios tipos delictivos tienen lugar en “unidad de hecho”.
Así, en el primero de los ejemplos mencionados precedentemente, puede decirse
que el delito homicidio y el delito de aborto han sido cometidos a través de “un solo
hecho”-consistente en un único disparo de un arma de fuego, por el cual se causara
tanto la muerte de la mujer embarazada como la muerte del feto-, tal como lo prevé
el Art. 75 del Código Penal.
Aquí es crucial, en todo caso, advertir que este concepto de (unidad de) hecho,
en virtud de cuya aplicación la concurrencia de dos o más hechos delictivos (imputa-
bles a la misma persona) asume la forma de un concurso ideal, no es el mismo concep-
to de hecho que se tiene en cuenta para airmar que, en ese mismo caso, el homicidio y
el aborto constituyen (dos) hechos delictivos diferentes.112 Cuando se dice, en atención
al caso ya mencionado, que el tipo delictivo del homicidio y el tipo delictivo del aborto
son realizados en unidad de hecho, este concepto de hecho funciona como un concepto
débilmente extensional (= no-intensional), esto es, como un concepto que hace posible
la identiicación de un solo hecho no por referencia exclusiva a alguna de las dos des-
cripciones en cuestión, sino más bien a través de las mismas.113
Ello, porque la uniicación (como un solo hecho en sentido débilmente ex-
tensional) de las dos o más realizaciones del mismo o de distintos tipos delictivos por
deinición no puede fundarse en una identiicación de éstas como una sola realización
típica, puesto que el presupuesto de reconocimiento de un concurso ideal lo representa,
precisamente, una pluralidad de hechos delictivos concurrentes, tal como lo sugiere,

112
Binding, Handbuch des Strafrechts, pp. 573 ss., en relación con el doble signiicado del concepto de
acción (Handlung), bajo el Código Penal (imperial) alemán de 1871.
113
La caracterización de este concepto de unidad de hecho como débilmente extensional se explica
porque aquí sigue siendo determinante la cuestión de cómo sea descrito el hecho en cuestión; el punto es que se
reconoce como un solo hecho un objeto de subsunción que satisface dos o más descripciones alternativas.
488 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

por lo demás, la correlación de los encabezados de los Arts. 74 y 75 del Código Penal.
Y tampoco parece demasiado sensato recurrir a un criterio “naturalista”, en el sentido,
por ejemplo, de que habría unidad de acción siempre que las realizaciones típicas con-
currentes hayan tenido lugar a través de un mismo movimiento corporal voluntario,
criterio que ni siquiera alcanza a ser aplicable respecto de cualquier forma de compor-
tamiento delictivo; piénsese, por ejemplo, en un delito de omisión.
Antes bien, lo correcto es recurrir a un criterio con relevancia normativa para
fundamentar la uniicación (relativa) de las diferentes realizaciones típicas concurren-
tes, que en todo caso explique el tratamiento punitivo más favorable que el legislador
asocia al concurso ideal frente al concurso real, que es aquella forma de concurso (au-
téntico) que se distingue, precisamente, por no presuponer una unidad de hecho entre
las distintas realizaciones típicas concurrentes.114 Y tal criterio tendría que descansar
en la posibilidad de una aproximación de las distintas realizaciones típicas imputables
a la misma persona, en el sentido de una relación de identidad total o parcial entre las
respectivas acciones ejecutivas,115 bajo un test de “evitabilidad conjunta”: si para el
autor de los varios hechos delictivos concurrentes hubiera sido posible evitar las dos
o más realizaciones típicas a través de la omisión de una misma acción, entonces pue-
de airmarse una unidad de hecho.116 En el ejemplo ya recurrentemente mencionado:
puesto que para el autor del homicidio y del aborto era posible evitar ambas realizacio-
nes típicas absteniéndose de efectuar el disparo del arma de fuego, puede concluirse
que ambos hechos delictivos (en sentido intensional) han sido cometidos en unidad de
hecho (en sentido extensional), esto es, en una relación de concurso ideal.
Es importante advertir, sin embargo, que este criterio de reconocimiento de
una unidad de hecho, conducente a hacer aplicable el régimen punitivo correspon-
diente al concurso ideal, sólo pretende proveer una base racional que explique, aun-
que no necesariamente justiique, la decisión legislativa a favor de la diferenciación
del régimen aplicable al concurso ideal y el régimen aplicable al concurso real. Pues
los argumentos a favor de la relativización de este principio de diferenciación, que
pueden llegar incluso a favorecer la solución inversa, consistente en la adopción de
un principio de uniicación de uno y otro régimen,117 no dejan de ser atendibles. La
discusión al respecto muestra, en todo caso, que la adopción de un régimen punitivo
más favorable para los casos de concurrencia de realizaciones típicas en unidad de

114
El Derecho Penal chileno prevé dos regímenes punitivos alternativos aplicables al concurso real: el del
Art. 74 del Código Penal, que consiste en un régimen de acumulación material de las penas asociadas a los hechos
delictivos concurrentes; y el del Art. 351 del Código Procesal Penal, que consiste en un régimen de formación de
una pena única, o bien de exasperación de la pena mayor, siempre que los delitos concurrentes sean de la misma
especie, esto es, siempre que afecten un mismo bien jurídico. Frente a ambos regímenes resulta más favorable, en
todo caso, el régimen del concurso ideal (y medial), que consiste en la asperación o absorción agravada de la pena
correspondiente al delito más grave.
115
Al respecto, y por todos en la doctrina alemana, Kindhäuser, LPK-StGB, § 52, n.m. 4 ss.; en la doctrina
española, por todos, Mir Puig, Derecho Penal Parte General, 27/44 ss.
116
Kindhäuser, “Normverstoß und natürliche Handlungseinheit - BGH NJW 1984, 1568”, pp. 104 s.
117
Representativo en esta dirección, aunque matizando su planteamiento original, Freund, Strafrecht
Allgemeiner Teil, §11/58 s.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 489

hecho -esto es, para los casos de concurso ideal- es una determinación que el legis-
lador ciertamente puede hacer suya, pero que en ningún caso está obligado a hacer
suya. Y puesto que todo concurso ideal es, en efecto, un concurso de delitos cuyos
respectivos contenidos de ilicitud son recíprocamente independientes -pues de lo
contrario habría que airmar, más bien, un concurso aparente-, la cuestión se encuen-
tra fuera del alcance del principio ne bis in ídem. Lo cual quiere decir: la pregunta
acerca de cuál ha de ser el régimen punitivo aplicable en casos de concurso ideal, en
comparación con aquel aplicable en casos de concurso real, no concierne al alcance
de la prohibición de punición múltiple, desde ya porque se trata aquí de una deter-
minación legislativa, en circunstancias que la prohibición de punición múltiple no es
vinculante para el legislador.

El concepto de “hecho en sentido procesal”

El Derecho Procesal Penal, inalmente, articula un ulterior concepto de hecho, el cual,


según ya se anticipara, necesita ser deinido en atención a las diferentes funciones que
el proceso penal ha de satisfacer directamente en pos de contribuir a la realización fun-
cional del Derecho Penal. En lo fundamental, el concepto de hecho en sentido procesal
debe hacer posible identiicar el respectivo objeto procesal, esto es -y haciendo abs-
tracción de su elemento personal- el suceso fáctico que ha de ser objeto de juzgamiento
jurídico-penal.118 El concepto de hecho en sentido procesal, en tal medida, desempe-
ña una doble función, de máxima signiicación: por una parte, y bajo la vigencia del
principio acusatorio, determina el objeto de la eventual sentencia deinitiva, que debe
coincidir, en los términos del principio de congruencia o correlación, con el objeto de
la acusación formulada por el Ministerio Público, tal como lo dispone el Art. 341 del
Código Procesal Penal; por otra parte, determina el alcance del efecto (y la excepción)
de cosa juzgada de la eventual sentencia deinitiva, según lo establecido en los Art. 1º
inc. 2º y 264 c) del Código Procesal Penal, así como, simétricamente, el alcance de la
excepción de litispendencia, prevista en el Art. 264 b) del mismo código.119
Tendría que resultar evidente, ahora bien, que el concepto procesal de hecho
por deinición no puede ser idéntico al concepto jurídico-penal de “hecho delictivo”.
Pues este último concepto, según ya se sostuviera, identiica la realización imputable
de un determinado tipo delictivo, lo cual no puede tenerse por establecido sino cuan-
do se pone término al procedimiento de cognición con el eventual pronunciamiento
de una sentencia condenatoria. El objeto del proceso, en otras palabras, no puede ser
identiicado con el hecho delictivo que eventualmente resulte atribuible al imputado,
ya que el proceso ha de encaminarse, en conformidad con su función de verdad,
al establecimiento de si efectivamente tuvo lugar o no la perpetración de un hecho

118
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/1 ss., 4.
119
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/5 ss.; en relación con el Derecho Procesal Penal chileno, Del Río,
Los poderes de decisión del juez penal, pp. 131 ss., 147 ss. Véase también Horvitz/López, Derecho Procesal Penal
chileno II, pp. 37 ss.
490 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

delictivo atribuible al imputado. Por lo demás, de identiicarse el objeto procesal,


propiamente, con el presunto hecho delictivo, sería conceptualmente imposible dar
cuenta de que una sentencia absolutoria pronunciada en un primer enjuiciamiento,
que estimara inexistente el hecho investigado, pudiera producir un impedimento pro-
cesal, en virtud de su efecto de cosa juzgada, para un nuevo juzgamiento relativo a
ese mismo hecho.120
Antes bien, el concreto objeto procesal, identiicado a través de la aplica-
ción del concepto procesal de hecho, ha de resultar compatible con la posibilidad de
que durante el proceso se produzcan modiicaciones en la caliicación jurídico-penal
(provisional) de ese objeto, tal como lo contempla el Código Procesal, respecto de
la relación entre acusación y sentencia, en el inc. 2º del Art. 341. Y esto sólo puede
darse en la medida en que a través del concepto procesal de hecho se identiique un
complejo de circunstancias susceptibles de ver modiicada su especíica caliicación
jurídico-penal.121
Por lo mismo, el concepto procesal de hecho tampoco necesita ser co-exten-
sivo con el concepto jurídico-penal de unidad de hecho, dado que éste no designa más
que la forma de concurrencia de dos o más hechos delictivos que se corresponde con
un concurso ideal. Y nuevamente, que esto sea el caso sólo puede ser establecido a
través del desarrollo del proceso, en circunstancias que el concepto procesal de hecho
tiene que posibilitar la identiicación del objeto del proceso ya al momento de la for-
mulación de la acusación, tal como lo prevé el Art. 259 b) del Código Procesal Penal.
Lo anterior quiere decir que el concepto procesal de hecho tiene que ser
deinido de modo tal que la identiicación de un hecho en tal sentido no dependa de
la satisfacción de una (o más de una) descripción de una forma de comportamiento
delictivo. Esto signiica, entonces, que se trata de un concepto fuertemente extensio-
nal. En lo esencial, aquí compiten una concepción fáctica y una concepción norma-
tivo-fáctica de hecho en sentido procesal.122 Ninguna de estas concepciones disputa
la autonomía del concepto procesal de hecho frente al concepto jurídico-penal de
hecho (delictivo), en los términos ya analizados; ambas concepciones asumen, en
otros términos, que los criterios de reconocimiento de un (mismo) hecho en sentido
procesal no pueden ser los criterios de reconocimiento de un (mismo) hecho delicti-
vo o bien de una unidad de hecho, en el sentido de un concurso ideal de delitos. La
controversia, más bien, recae sobre cuáles han de ser esos criterios autónomos.
La concepción fáctica (o “naturalista”), que suele ser presentada como la
concepción más tradicional, recurre a una “perspectiva natural” para identiicar el
“suceso vital histórico” en el marco del cual el imputado pudiera haber perpetrado
un delito.123 Así, el parámetro decisivo parece reducirse a la existencia de una más o

120 Así ya Beling, Derecho Procesal Penal, p. 85.


121
Beling, Derecho Procesal Penal, pp. 118 s. En detalle respecto del Derecho Procesal Penal chileno,
Del Río, Los poderes de decisión del juez penal, pp. 217 ss.
122
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/15 ss.; Del Río, Los poderes de decisión del juez penal, pp. 149 ss.
123
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/15.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 491

menos estrecha conexión espacio-temporal entre sucesos que, entonces, tendrían que
ser juzgados como una unidad, el cual puede verse completado por un criterio sub-
jetivo que exija algo cercano a una “unidad de voluntad”.124 Como contrapartida, la
concepción normativo-fáctica, si bien atribuye relevancia a los criterios relativos al
tiempo y lugar de los acontecimientos, y al objeto de su incidencia, postula la nece-
sidad de recurrir también a criterios “normativamente cargados”, tales como la “di-
rección de ataque”, la conmensurabilidad de los respectivos contenidos de ilicitud,
la correspondencia de signiicación jurídico-penal de los diferentes tipos delictivos
eventualmente realizados, entre otros.125
Una ventaja asociada a esta última concepción frente a la primera se halla
referida a que ella, preservando la autonomía del concepto procesal de hecho, de
todas maneras reconoce relevancia indirecta a criterios de valoración que son jurídi-
co-penalmente relevantes. La clave se encuentra, a este respecto, en que el concepto
procesal de hecho ha de posibilitar la identiicación de un conjunto de sucesos que
hayan de constituir un objeto de juzgamiento jurídico-penal unitario, en el sentido
preciso de que ese conjunto de sucesos necesariamente haya de constituir el objeto
de una única acusación. Y esta es una pregunta que en ningún caso puede ser con-
fundida con la pregunta acerca de si, en atención a razones de economía procesal,
es procedente una acumulación de varias acusaciones, tal como lo prevé el Art. 274
del Código Procesal Penal.126 Pues en este último caso, el objeto de cada una de las
acusaciones acumuladas sigue representando un objeto procesal independiente,127 de
modo tal que respecto de cada objeto procesal rigen, por separado, las deiniciones
relativas al alcance del principio de congruencia y del efecto de cosa juzgada.
Puesto que el criterio último para la aplicación del concepto procesal de hecho
apunta a la adecuación de un juzgamiento jurídico-penal unitario, la concepción nor-
mativo-fáctica está en mejor posición para reconocer la función (puramente) indiciaria
que en este contexto asume la contraposición de las nociones de unidad de hecho y plu-
ralidad de hechos en sentido jurídico-penal, que se corresponde con la distinción entre
concurso ideal y concurso real, respectivamente. Así, mientras una posible relación de
concurso ideal entre dos o más presuntos hechos delictivos -que han de encontrarse,
en tal medida, en relación de unidad de hecho- puede considerarse como un indicio
prácticamente irrefutable de la existencia de un solo hecho en sentido procesal,128 una
posible relación de concurso real entre dos o más presuntos hechos delictivos -que han
de encontrarse, en tal medida, en relación de pluralidad de hechos- sólo cuenta como

124
Del Río, Los poderes de decisión del juez penal, pp. 149 ss., 152 ss.
125
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/16.
126
Al respecto Horvitz/López, Derecho Procesal Penal chileno I, pp. 206 s., II pp. 54 s.
127
Así ya Beling, Derecho Procesal Penal, pp. 119 s.
128
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/13. Al respecto Del Río, Los poderes de decisión del juez penal,
pp. 169 ss. Una conexión de medio (necesario) a in entre dos hechos delictivos, que el legislador chileno toma en
cuenta para someter el así llamado concurso medial al régimen punitivo del concurso ideal (Art. 75 CP), también
tendría que contar como indicio fuerte de la existencia de un solo hecho procesal.
492 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

un indicio débil de la existencia de distintos hechos en sentido procesal.129


La importancia de delimitar el concepto de hecho en sentido procesal, en lo
que aquí interesa, se encuentra en que por esa vía es posible determinar el alcance
del principio ne bis in ídem en su dimensión de prohibición de juzgamiento múltiple,
en la medida en que las excepciones de cosa juzgada y litispendencia, a través de las
cuales se hace operativa dicha prohibición, ven condicionada su aplicabilidad a que
los dos o más juzgamientos (sucesivos o simultáneos, respectivamente) se encuen-
tren efectivamente referidos a un mismo hecho en tal sentido. Como se mostrará más
abajo, sin embargo, tal concepto de hecho en sentido procesal sólo encuentra reco-
nocimiento, en el marco del Derecho Procesal Penal chileno, en el contexto intraju-
risdiccional, esto es, tratándose de la coexistencia de dos o ejercicios de jurisdicción
por parte de tribunales chilenos.

ii. Las prohibiciones de juzgamiento y punición múltiple en


sus contextos

El contexto intraprocesal

El primer escenario en que se plantea la pregunta por la medida de la vigencia del


principio ne bis in ídem bajo el Derecho Penal chileno se corresponde con lo que más
arriba fuese denominado el “contexto intraprocesal”, esto es, aquel contexto que se
distingue por el hecho de que es al interior de un mismo proceso que se plantea la
eventual aplicabilidad del principio en cuestión. Y según ya se sostuviera, en este
contexto el principio sólo puede resultar operativo en su dimensión de prohibición
de punición múltiple, puesto que por deinición carece de sentido plantear la apli-
cabilidad de una pluralidad de juzgamiento múltiple si se tiene a la vista una sola
instancia u ocasión de juzgamiento. Igualmente importante es tener en cuenta que la
prohibición de punición múltiple, en cuanto estándar sustantivo de adjudicación, se
especiica aquí como una prohibición cuyo alcance queda restringido por la referen-
cia a un mismo hecho, en el sentido de un mismo delito o hecho delictivo, de acuerdo
con el análisis ya ofrecido de esta última noción.130
De acuerdo con lo ya planteado, son ante todo las categorías -elaboradas
por el discurso de la dogmática jurídica- de la unidad de acción (u omisión) delic-
tiva, por una parte, y del concurso aparente o impropio, por otra, las que vienen en
consideración, como criterios de aplicación del Derecho Penal sustantivo, para hacer
efectiva la prohibición de punición múltiple en el contexto que aquí interesa. Que
una y otra categoría no cuenten con reconocimiento legal expreso de ningún modo

129
Kindhäuser, Strafprozessrecht, § 25/14.
130
Véase supra, 4.1.2.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 493

obsta,131 empero, a su plena pertinencia y aplicabilidad bajo el derecho chileno vi-


gente.132 Pues el reconocimiento de una unidad de acción (u omisión) delictiva, que
concierne a la cuestión de la identiicación de una única instancia de realización de
un mismo tipo delictivo, resulta ser nada más que una operación inmanente a la iden-
tiicación jurisdiccional del objeto de subsunción, mientras el desplazamiento de una
o más normas de sanción en atención a la aplicación preferente de otra, que lleva al
reconocimiento de un concurso aparente de delitos, resulta ser nada más que un dato
de la lógica de la aplicación (judicial) de la ley.133
Así, por un lado, junto a los tradicionales criterios de la “unidad típica de
acción” y la “unidad natural de acción”, la doctrina y la jurisprudencia chilena re-
conocen, a este respecto, aquella forma de “unidad jurídica de acción” conocida
como “delito continuado”,134 cuya función consiste, precisamente, en posibilitar la
identiicación de un conjunto de episodios delictivos que realizan un mismo tipo
delictivo como un solo hecho delictivo, bloqueando así el reconocimiento de un
eventual concurso real (homogéneo). Por otro lado, también se encuentra doctrinal y
jurisprudencialmente asentado el recurso a los criterios que tradicionalmente hacen
posible la airmación del carácter aparente o impropio de un concurso de delitos, en
pos de evitar la doble consideración de una misma circunstancia o una misma pro-
piedad de un hecho con relevancia jurídico-penal.135
Lo anterior muestra que el principio ne bis in ídem se hace operativo, en este
contexto, a través de categorías históricamente elaboradas por la dogmática jurídica,
sin que resulte necesaria -ni eventualmente deseable- su consagración legal expresa.136
Esto no obsta, sin embargo, a que la prohibición de la punición múltiple, especíi-
camente en su concreción como prohibición de doble valoración,137 sí se encuentre
legalmente consagrada en algunos ámbitos especíicos. El primer ejemplo lo proveen
todas aquellas cláusulas, insertadas junto a la tipiicación de determinadas formas
delictivas, que expresan una solución de subsidiariedad expresa a favor del carácter
aparente de un eventual concurso de delitos. Así, cuando el encabezado del Art. 391

131
Ello está lejos de constituir una anomalía. Si bien el Código Penal español de 1995 contiene regulación
expresa relativa tanto al así llamado “delito continuado” (Art. 74) -aunque sin conigurarlo, propiamente, como una
forma de unidad de acción delictiva- como a los criterios de reconocimiento de un concurso aparente (Art. 8º), esto
representa más bien la excepción. El Código Penal alemán, por ejemplo, tal como la generalidad de los códigos
españoles anteriores al de 1995, no conocen regulación alguna en tal sentido.
132
Véase Piña, Derecho Penal, pp. 256 s.
133
Kindhäuser, LPK-StGB, vor §§ 52-55, n.m. 20.
134
Véase por todos, y con matices, Novoa, Curso de Derecho Penal Chileno II, pp. 236 ss.; Garrido,
Derecho Penal Parte General II, pp. 440 ss. En la jurisprudencia más reciente, el reconocimiento de la construcción
del delito continuado es bastante generalizado, lo cual no obsta, por cierto, a que sus contornos permanezcan aún
altamente indeterminados. Para una muestra representativa véase, por ejemplo, las sentencias: Corte Suprema, de
26 de marzo de 1996, rol Nº 311-96; Corte de Apelaciones de Temuco, 24 de abril de 2008, rol Nº 345-08; Corte de
Apelaciones de Arica, 24 de mayo de 2010, rol Nº 80-10.
135
Véase por todos, y con matices, Novoa, Curso de Derecho Penal Chileno II, pp. 247 ss., 251 ss.; Gar-
rido, Derecho Penal Parte General II, pp. 457 ss.
136
En este sentido ya Novoa, Curso de Derecho Penal Chileno II, p. 251.
137
Véase supra, 3.1.1.
494 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

del Código Penal, que tipiica las distintas variantes de homicidio stricto sensu, incor-
pora la cláusula “no esté comprendido en el artículo anterior” (que tipiica el parrici-
dio), se hace maniiesta la preocupación legislativa frente a una eventual contravención
de la prohibición de doble valoración, que se produciría si al autor de un parricidio
también se lo condenase como autor de un homicidio por el mismo hecho (en sentido
extensional). El otro ejemplo que cabe mencionar aquí es el de la regla del Art. 63 del
mismo código,138 relativa a la eventual inherencia (formal o material) de determinadas
circunstancias agravantes respecto de la tipiicación del respectivo delito. Si una cir-
cunstancia, legalmente reconocida como agravante, es constitutiva ya del hecho delic-
tivo de cuya imputación se trata, o se encuentra contenida explícita o implícitamente
en su tipiicación, entonces -por exigencia del principio ne bis in ídem- no puede ser
tomada en consideración en la determinación de la pena correspondiente.

El contexto interprocesal

En el marco del derecho chileno vigente, el escenario correspondiente al “contexto


interprocesal”, ya deinido, varía considerablemente respecto del anterior. Y ello, en
dos sentidos. Esto, porque en este contexto, por una parte, el principio ne bis idem
se encuentra expresamente consagrado, aunque en su dimensión exclusiva de pro-
hibición de juzgamiento múltiple; y por otra, porque el alcance de esta prohibición
de juzgamiento múltiple queda deinido por la referencia a un mismo hecho, en el
sentido de un mismo hecho procesal, de acuerdo con el análisis ya ofrecido de esta
última noción.139 Las dos consideraciones se dejan fundamentar en atención directa
al inc. 2º del Art. 1º del Código Procesal Penal, que consagra el principio de “única
persecución” en los siguientes términos:

“La persona condenada, absuelta o sobreseída deinitivamente por sen-


tencia ejecutoriada no podrá ser sometida a un nuevo procedimiento
penal por el mismo hecho”.

Que aquí se trata, exclusivamente, de la prohibición de juzgamiento múlti-


ple, resulta maniiesto ante el tenor literal de la disposición, que restringe el objeto
de la prohibición al sometimiento a “un nuevo procedimiento penal”. Esto no quiere
decir, ciertamente, que en el contexto interprocesal pueda asumirse la irrelevancia
per se de la dimensión de la prohibición de punición múltiple. De lo que se trata, más

138
Dispone el Art. 63:
“No producen el efecto de aumentar la pena las circunstancias agravantes que por
sí mismas constituyen un delito especialmente penado por la ley, o que ésta haya expresado
al describirlo y penarlo.
Tampoco lo producen aquellas circunstancias agravantes de tal manera inherentes
al delito que sin la concurrencia de ellas no puede cometerse”.
139
Al respecto supra, 4.1.4.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 495

bien, es que la inhibición de la punición múltiple, bajo esta consagración del princi-
pio ne bis in ídem como estándar de clausura procesal, deviene un efecto relejo de la
prohibición de juzgamiento múltiple, siempre que el resultado de un eventual primer
juzgamiento haya sido la imposición de una sanción a través de la correspondiente
sentencia condenatoria.140
Hay que apuntar, de paso, que en la disposición citada el principio ne bis in
ídem se encuentra exclusivamente formulado como una prohibición de juzgamiento
sucesivo múltiple, lo cual se obtiene como consecuencia interpretativa de que el
presupuesto de aplicación de la regla está constituido por el pronunciamiento de una
sentencia ejecutoriada que haya dado lugar, con efecto de cosa juzgada material, a
una condena, una absolución o un sobreseimiento deinitivo de la misma persona
en relación con el mismo hecho. Esto no quiere decir, ciertamente, que el Derecho
Procesal Penal chileno no reconozca una prohibición de juzgamiento simultáneo
múltiple; ésta se expresa, antes bien, en la consagración de la litispendencia como
excepción de previo y especial pronunciamiento, en paralelo a la excepción de cosa
juzgada, tal como lo prevé el Art. 264 del Código Procesal Penal.141
Como ya se adelantara, lo fundamental es reparar, en segundo término, en el
alcance que la disposición legal coniere a la prohibición de juzgamiento múltiple. Su
extensión es mayor que la que determina el alcance de la prohibición de punición múl-
tiple en el contexto intraprocesal. En efecto, para que se haga operativa la prohibición
de juzgamiento múltiple del Art. 1º del Código Procesal Penal basta con que el objeto
de juzgamiento constituya “el mismo hecho” que fuera objeto de juzgamiento anterior.
Y por “el mismo hecho” cabe entender aquí lo que más arriba fuese deinido como un
solo hecho en sentido procesal.142 La razón para esto se conecta con un doble aspecto
del diseño del proceso penal. Por una parte, se trata de una condición imprescindible
para la existencia de continuidad en el desarrollo del proceso en caso de producirse
una modiicación en su caliicación jurídica (provisional). Pues lo que garantiza esa
continuidad es precisamente la identidad del objeto procesal en el tiempo. Luego, si
el objeto del proceso está constituido por un mismo hecho en sentido procesal, la vi-
gencia del principio de congruencia, complementado por el principio de recaliicación,
exige que la identidad de ese hecho no se vea alterada por su eventual recaliicación.
Pero esto también se vincula, por otra parte, con una condición de legitima-
ción de la persecución penal, que concierne a dos de las funciones cuya realización
compete al diseño del proceso penal.143 De un lado, existe un requerimiento de jus-
ticia procedimental, relativo a la asimetría de la posición de los intervinientes en el
proceso, que se traduce en que al Ministerio Público se reconozca, prima facie al
menos, una única oportunidad para hacer efectiva la pretensión punitiva estatal a
través del ejercicio de la acción penal pública. De lo contrario, el órgano persecutor

140
Véase supra, 3.2.1.
141
Véase supra, 4.1.4.
142
Al respecto supra, 4.1.4.
143
Al respecto supra, 4.1.1.
496 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

podría someter reiteradamente a una misma persona a la contingencia de la persecu-


ción penal, sin verse constreñido por la exigencia de satisfacer estándares de rigor
y exhaustividad en la identiicación de las circunstancias fácticas relevantes bajo
el derecho eventualmente aplicable por el tribunal competente. En tal medida, a la
garantía de la persecución única también cabe atribuir un efecto colateral de incen-
tivo a la prudencia en la persecución penal. Y de otro lado, según ya se indicara, la
función de certeza jurídica que también ha de realizar el diseño procesal se traduce
en la exigencia de que el ejercicio de jurisdicción respecto del objeto del proceso se
convierte en una respuesta jurídicamente deinitiva a la incertidumbre asociada a la
eventual perpetración de un hecho delictivo.
Por ello, en la medida en que la prohibición (interprocesal) de juzgamiento
múltiple opera por referencia al juzgamiento del mismo hecho en sentido procesal, y
no del mismo delito o hecho delictivo en sentido jurídico-penal, su alcance resulta más
amplio que el de la prohibición (intraprocesal) de punición múltiple. Sigue siendo una
cuestión abierta, en el marco del derecho procesal chileno, cuáles han de ser los crite-
rios especíicos para el reconocimiento de una identidad de hecho en sentido procesal.
Parece suicientemente claro, sin embargo, que en la medida en que dos o más hechos
delictivos concurrentes se encuentren vinculados por una relación de unidad de hecho
en sentido jurídico-penal, al modo de un concurso ideal, en todo caso habrá que asumir
que tales hechos delictivos coniguran un solo hecho en sentido procesal.144

El contexto interjurisdiccional

En cambio, no puede decirse lo mismo de la manera en que el principio ne bis in ídem


se hace operativo en el escenario correspondiente a lo que más arriba fuese deinido
como el “contexto interjurisdiccional”.145 Pues aquí, según ya se anticipara, aparece
la variable relativa a la medida en que la jurisdicción de un Estado soberano pueda
quedar negativamente condicionada por el reconocimiento del ejercicio de jurisdic-
ción de otro Estado soberano. La medida precisa del reconocimiento del “efecto en
Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros” queda delimitada, como
también se adelantara, por las reglas expresadas en el Art. 13 del Código Procesal
Penal. El contraste entre el tenor de esta disposición y el tenor del inc. 2º del Art. 1º
del mismo código pone de maniiesto el considerable menor alcance que exhibe el
principio ne bis in ídem cuando pretende reclamar aplicación en un contexto interju-
risdiccional, quedando sujeto al principio del reconocimiento mutuo del ejercicio de
jurisdicción de los respectivos Estados. Puede ser útil, por lo mismo, considerar por
de pronto lo dispuesto en el inc. 1º del Art. 13:

Tendrán valor en Chile las sentencias penales extranjeras. En conse-

144
Véase supra, 4.1.4.
145
Al respecto supra, 4.2.3.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 497

cuencia, nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual
hubiere sido ya condenado o absuelto por una sentencia irme de acuer-
do a la ley y al procedimiento de un país extranjero, a menos que el
juzgamiento en dicho país hubiere obedecido al propósito de sustraer al
individuo de su responsabilidad penal por delitos de competencia de los
tribunales nacionales o, cuando el imputado lo solicitare expresamente,
si el proceso respectivo no hubiere sido instruido de conformidad con
las garantías de un debido proceso o lo hubiere sido en términos que
revelaren falta de intención de juzgarle seriamente.

A diferencia de lo establecido en el Art. 1º del mismo código, el principio


ne bis in ídem aparece consagrado aquí tanto en su dimensión de prohibición juzga-
miento múltiple (“juzgado”) como en su dimensión de punición múltiple (“sancio-
nado”). La segunda parte del inciso citado, ahora bien, hace inequívocamente reco-
nocibles los límites que se imponen al reconocimiento del ejercicio de jurisdicción
penal por parte de un tribunal extranjero, en relación con una y otra dimensión del
principio. La referencia a la posibilidad de que ese juzgamiento haya “obedecido al
propósito de sustraer al individuo de su responsabilidad por delitos de competencia
de los tribunales nacionales”, así como a la posibilidad de que el proceso respectivo
no haya “sido instruido de conformidad con las garantías de un debido proceso” o
haya sido instruido de un modo que revele una “falta de intención de juzgarle seria-
mente”, cuenta como demostración concluyente de un principio de conianza restrin-
gida en cuanto a la legitimidad y la efectividad del ejercicio de jurisdicción foránea.
Esta consideración es decisiva, a su vez, para entender por qué la disposición
expresamente formula tanto una prohibición de juzgamiento múltiple como una pro-
hibición de punición múltiple, a diferencia de lo previsto por el Art. 1º; esto es, para
entender por qué la disposición no se limita a establecer una prohibición de juzga-
miento múltiple, cuyo efecto relejo pudiera consistir, entonces, en la inhibición de una
eventual punición múltiple. La respuesta a esta pregunta es la siguiente. En los casos
en que, por satisfacerse alguno de los presupuestos mencionados en la segunda parte
del inc. 1º del Art. 13 -y siempre que, tratándose de la hipótesis de vulneración de las
garantías del debido proceso o falta de intención de juzgamiento serio, exista solicitud
expresa por parte del imputado- decaiga la prohibición de un posterior juzgamiento por
parte de un tribunal chileno, de todas formas subsiste la posibilidad de que a conse-
cuencia del primer juzgamiento -no obstante la irregularidad de éste- la persona haya
ya sufrido la imposición de una sanción por el mismo hecho delictivo que es objeto del
nuevo juzgamiento. En tal situación, rige lo dispuesto en el inc. 2º del mismo Art. 13:

En tales casos, la pena que el sujeto hubiere cumplido en el país ex-


tranjero se le imputará a la que debiere cumplir en Chile, si también
resultare condenado.

Es decir: siempre que el proceso ante el tribunal extranjero haya dado lugar
a la imposición de una pena, y siempre que ésta haya sido efectivamente ejecutada
o cumplida en el extranjero, ello tendrá que computarse en el cumplimiento de la
498 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

pena eventualmente impuesta por el tribunal chileno a consecuencia del segundo


juzgamiento.
Todo lo anterior presupone, sin embargo, que uno y otro juzgamiento hayan
estado referidos a un mismo “delito”, tal como lo exige el inc. 1º del Art. 13, lo cual,
según ya se adelantara, limita decisivamente el alcance del principio ne bis in ídem
en el contexto interjurisdiccional. Aquí, tanto la prohibición de juzgamiento múlti-
ple como la prohibición de punición múltiple resultan únicamente aplicables si hay
identidad entre el hecho delictivo por el cual la persona fuera condenada o absuelta
ante un tribunal extranjero y el hecho delictivo al cual se halle referido el posterior
juzgamiento por parte de un tribunal chileno. Así, el Art. 13 prescinde del concepto
(fuertemente) extensional que funciona como designación de un (mismo) hecho en
sentido procesal en los términos del Art. 1º, adoptando, en cambio, un concepto
intensional de hecho delictivo. Y ello se traduce en que, frente a una sentencia con-
denatoria o absolutoria pronunciada por un tribunal extranjero,146 el principio ne bis
in ídem sólo opere, inhibiendo un juzgamiento o la imposición de una sanción penal
por un tribunal chileno, en la medida en que el hecho que cuenta como objeto del
juzgamiento o como antecedente de la sanción consista en la misma realización de la
misma forma (o tipo) de comportamiento delictivo.
Lo anterior no representa más que la explicitación de la doble cuestión de
identidad que siempre se encuentra involucrada en el reconocimiento de un mismo
delito o hecho delictivo, a saber: la cuestión relativa a la identidad de la descripción de
la forma de comportamiento delictivo, de un lado, y la cuestión relativa a la identidad
de la acción (u omisión) que realiza la descripción en cuestión, de otro.147 Puesto que
la segunda cuestión de identidad siempre se encuentra supeditada, por deinición, a
la primera cuestión de identidad -en el sentido de que la determinación de si una des-
cripción ha sido realizada una o más veces depende de cuál sea esa descripción-, cabe
asumir aquí que es la cuestión relativa a la identidad de la descripción de la forma de
comportamiento delictivo la que da lugar a las mayores diicultades. En este marco, es
suiciente con establecer cuáles son las posibilidades a disposición del intérprete.
Por una parte, es obvio que el concepto de un mismo delito presupone una
relación de congruencia entre una y otra descripción que necesariamente ha de supe-
rar la exigencia mínima identiicada con el principio de doble incriminación, tal como
éste suele consagrarse en la regulación de los procedimientos de extradición.148 Pero
por otra, no es obvio sin más que esa relación de congruencia entre una y otra des-
cripción haya de ser entendida como una relación de identidad en sentido lógico-for-

146
Puesto que el Art. 13 presupone la existencia de una decisión de condena o absolución establecida por
sentencia irme, cabe concluir el principio ne bis in ídem no opera, en este contexto, frente a sentencias extranjeras
que dieran lugar, meramente, a un sobreseimiento.
147
Véase supra, 4.1.2.
148
El Art. 449 b) del Código Procesal Penal exige, como requisito de la extradición pasiva, que “de los
antecedentes del procedimiento pudiere presumirse que en Chile se deduciría acusación en contra del imputado por
los hechos que se le atribuyen”.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 499

mal,149 esto es, como la exigencia de que la extensión de una y otra sea exactamente la
misma, de modo tal que cada hecho subsumible bajo una de ellas sea al mismo tiempo
subsumible bajo la otra, y viceversa.150 Antes bien, en este contexto puede resultar
sensato orientar la pregunta acerca de la identidad de dos o más descripciones de for-
mas de comportamiento delictivo hacia los criterios relativos a la independencia del
respectivo fundamento de la ilicitud que son invocados, en el contexto intraprocesal,
para airmar el carácter aparente o impropio de un concurso de delitos.151 Y estos cri-
terios se dejan sintetizar a través de la siguiente fórmula: dos descripciones de formas
de comportamiento delictivo son (total o parcialmente) idénticas cuando comparten
una o más de aquellas propiedades que cuentan como fundamento del carácter espe-
cíicamente delictivo del objeto de la respectiva descripción.152
Lo importante, en lo que aquí interesa, es reparar en una consecuencia fun-
damental que se sigue de esto para la determinación del alcance del principio ne bis
in ídem en el contexto interjurisdiccional. Pues en conformidad con lo anterior, en la
medida en que un hecho (en sentido extensional) haya sido objeto de juzgamiento o
haya dado lugar a la imposición de una sanción por parte de un tribunal extranjero
bajo una descripción que no comparta el mismo contenido de ilicitud con la descrip-
ción bajo la cual ese hecho pudiera ser objeto de juzgamiento o dar lugar a la impo-
sición de una sanción por parte de un tribunal chileno, no vendrá en consideración,
entonces, un mismo delito para los efectos del Art. 13 del Código Procesal Penal.
Éste sería desde luego el caso, por ejemplo, si la especíica lesividad de la realización
de una y otra descripción fuese divergente en atención a la diversidad de la naturale-
za o de los titulares de los bienes jurídicos concretamente afectados.

IV. TERCERA PARTE: EL PRINCIPIO NE BIS IN IDEM EN EL


DERECHO SANCIONATORIO CHILENO

a) El principio ne bis in ídem en el Derecho Administrativo


sancionatorio

i. El estatus normativo del principio como estándar de derecho


sancionatorio

149
Coincidentemente acerca de la interpretación de la exigencia de “un mismo delito” en el contexto de la
cláusula de la doble exposición de la Constitución federal de los EE.UU., Thomas, “A Blameworthy Act Approach
to the Double Jeopardy Same Offense Problem”, pp. 1033 s.
150
Para este deinición de la relación lógico-formal de identidad entre dos o más descripciones de formas
de comportamiento delictivo, véase Klug, “Zum Begriff der Gesetzeskonkurrenz”, p. 404.
151
Véase por todos, en la doctrina alemana, Jakobs, Strafrecht Allgemeiner Teil, 31/12; Kindhäuser, LPK-
StGB, vor §§ 52-55, n.m. 20; en la doctrina española, Mir Puig, Derecho Penal Parte General, 27/64.
152
Precisamente en esta dirección se orientan los criterios normativos propuestos por Moore, Act and
Crime, pp. 337 ss.; y Thomas, “A Blameworthy Act Approach to the Double Jeopardy Same Offense Problem”, pp.
1041 ss.
500 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

El reconocimiento del principio ne bis in ídem como estándar de control del ejercicio
de las potestades sancionatorias de orden administrativo constituye un proceso de
creciente consolidación, que en lo fundamental ha respondido a una doble varia-
ble: de un lado, la proliferación y especialización de instancias de reglamentación
administrativa sectorial reforzada por mecanismos sancionatorios a disposición de
órganos de la propia administración; de otro, la progresiva expansión de ámbitos de
superposición entre el Derecho Penal y el Derecho Administrativo sancionatorio.
Esto explica que en la exposición de su alcance como principio del Derecho Ad-
ministrativo sancionatorio tiendan a ser diferenciados dos frentes: el de la posible
concurrencia de pretensiones sancionatorias de orden penales y administrativo en
relación con un mismo hecho, y el de la posible concurrencia de varias pretensiones
sancionatorias de orden administrativo en relación con un mismo hecho.
Antes de entrar en ello, sin embargo, es necesario retomar la pregunta que
quedara planteada en la primera parte, en cuanto a la medida en que el principio ne
bis in ídem puede constituir un principio intrínseco a cualquier régimen de derecho
sancionatorio propio de un Estado de Derecho.153 Y la respuesta debe venir dada por
las implicaciones del concepto funcional de sanción, cuyo contenido mínimo fuese
analizado más arriba: por “sanción” cabe entender la irrogación de un mal como re-
acción institucionalizada a la contravención de una norma de comportamiento, que
recae sobre la(s) persona(s) responsable(s) de esta contravención, a través de la cual
se reairma la vigencia de la norma en cuestión. Este mecanismo de reairmación jurí-
dica, ahora bien, descansa en la representación de la reacción sancionatoria como una
reacción adecuada frente a la contravención que genera la ocasión para la reacción. Y
esta exigencia de adecuación, que es intrínseca a la noción de sanción, es articulada
más precisamente como una exigencia de proporcionalidad. Pero se trata aquí de una
exigencia de proporcionalidad que no es absoluta, sino relativa a la representación
legislativa de la relación de congruencia recíproca entre contravención y sanción.
El principio ne bis in ídem, en su dimensión sustantiva como prohibición
de sanción múltiple, no representa más que una especiicación de esa exigencia de
proporcionalidad relativa a la valoración legislativa.154 Y en esta medida, se trata de
un estándar de control susceptible de reclamar aplicación frente a cualquier ejercicio
de una potestad sancionatoria. Esta consideración no basta, sin embargo, para dar
cuenta de la otra dimensión del principio ne bis in ídem, a saber, su dimensión pro-
cesal como prohibición de persecución múltiple,155 siempre que el alcance de ésta no
se restrinja a casos de previa condena por la misma contravención. Pues sólo en este

153
Véase supra, 2.2.
154
Véase Cano Campos, “Non bis in idem, prevalencia de la vía penal y teoría de los concursos en el
Derecho Administrativo sancionador”, pp. 201 ss., aunque privilegiando una concepción estrictamente preventiva o
disuasoria de la función de la sanción.
155
Aquí es preferible hablar de “persecución” y no de “juzgamiento” (múltiple), por la circunstancia de
que, normalmente, la pretensión sancionatoria de carácter administrativo tiende a no presuponer, al menos de entra-
da, su ejercicio frente a un tribunal que adjudique o juzgue, en la medida en que sea un órgano de la administración,
de tipo no-jurisdiccional, el competente para la eventual imposición de la sanción, sin perjuicio de la existencia de
vías de impugnación a través de las cuales ésta pueda verse “judicializada”. Al respecto supra, 1.1.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 501

último escenario puede decirse que la prohibición de persecución múltiple se limite a


operar al modo de un impedimento anticipado de una doble sanción por “lo mismo”.
Si la prohibición de juzgamiento múltiple, en cambio, muestra un alcance mayor, ello
sólo puede explicarse en atención a variables de otra índole, vinculadas a razones de
justicia procedimental y de certeza jurídica. Por ende, bajo una deinición funcional
del concepto de sanción, la prohibición de juzgamiento múltiple sólo indirectamente
puede reclamar reconocimiento junto a la prohibición de sanción múltiple.
Ciertamente, lo anterior no alcanza a prejuzgar cuál ha de ser el nivel norma-
tivo en el cual pueda reconocerse validez al principio ne bis in ídem como estándar
general de derecho sancionatorio. A este respecto, es notable la divergencia existen-
te, al respecto, entre los ordenamientos jurídicos más representativos en lo que aquí
interesa. Bajo la Constitución federal de los EE.UU., está suicientemente asentada
la comprensión de la cláusula de la doble exposición de la Quinta Enmienda como
exclusivamente referida al juzgamiento y la imposición de sanciones de carácter cri-
minal; tratándose de sanciones de otro carácter, sólo cabría invocar, con bastante me-
nor perentoriedad, la cláusula sobre debido proceso entendida en sentido sustantivo,
también contemplada en la Quinta Enmienda.156 Bajo la Constitución de la República
Federal alemana, igualmente, la consagración del principio ne bis in ídem en el párra-
fo 3º del Art. 103 se entiende exclusivamente referida al ámbito jurídico-penal.157 Sólo
a nivel legislativo se prevé, en el derecho alemán, un reconocimiento del principio ne
bis in dem para los efectos de la persecución y la imposición de sanciones en materia
de contravenciones al orden, según lo previsto por los §§ 21 y 84 de la respectiva ley
(Gesetz über Orndungswidrigkeiten): mientras que el § 21 prevé la prevalencia de la
norma de sanción penal frente a la norma de sanción administrativa en caso de estar
ambas referidas a la misma acción, el § 84 establece el efecto negativo de la cosa
juzgada en relación con el futuro juzgamiento del mismo hecho (en sentido procesal),
también frente al eventual ejercicio de una acción penal.
El caso del derecho español es, probablemente, el más interesante en térmi-
nos de su comparación con el caso chileno. Esto, porque la Constitución española,
al igual que la Constitución chilena, no consagra expresamente el principio ne bis in
dem en disposición alguna, no obstante lo cual existe una tendencia -relevante, aun
cuando no hegemónica- a entenderlo implícitamente reconocido bajo su Art. 25, que
establece el principio de “legalidad penal”.158 La peculiaridad del Derecho Consti-
tucional español, a este respecto, está constituida por la expresa equiparación, bajo
esta consagración del principio de “legalidad penal”, del estatus de las normas san-
cionatorias de carácter jurídico-penal y de carácter administrativo. La controversia
interpretativa al respecto, empero, no deja de ser considerable. Pues por una parte,

156
Véase sólo Amar, “Double Jeopardy Law Made Simple”, pp. 1810 ss., 1836 s.
157
Así la sentencia del Tribunal Constitucional Federal alemán, de 2 de mayo de 1967, BVerfGE 21, pp.
378 ss., 383 s.
158
Véase por ejemplo Suay Rincón, Sanciones Administrativas, pp. 167 s.; García Enterría/Fernández,
Curso de Derecho Administrativo II, p. 185; Cano Campos, “Non bis in idem, prevalencia de la vía penal y teoría de
los concurso en el Derecho Administrativo sancionador”, pp. 206 s.
502 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

no es en absoluto claro que la disposición en cuestión reconozca, en sentido estricto,


una exigencia de legalidad que no sea la asociada al principio de irretroactividad de
la ley desfavorable.159 Y por otra, tampoco parece verosímil la pretensión de dar si-
quiera anclaje al principio ne bis in ídem en el principio de legalidad, puesto que éste
a lo sumo puede llegar a dar cuenta de la ilegitimidad de la doble imposición de una
misma sanción en un contexto intraprocesal. Lo mismo no vale, sin embargo, para la
aplicabilidad del principio en cualquiera de los contextos en los cuales se plantea no la
aplicación de una misma norma sancionatoria más de una vez, sino de dos o más nor-
mas sancionatorias diferentes en relación con un mismo hecho, o bien en cualquiera
de los contextos en los cuales se plantea una eventual pluralidad de persecuciones, ya
sea por el mismo o por distintos órganos, en relación con un mismo hecho.
Es inequívoco, ahora bien, que el legislador español sí reconoce la vigencia
del principio ne bis in ídem para los efectos de la aplicación de normas de sanción
administrativa. En efecto la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públi-
cas y del Procedimiento Administrativo Común, cuyo Título IX reconoce como uno
de los “principios de la potestad sancionadora” la solución establecida en el Art. 133,
para el caso de “concurrencia de sanciones”:

“No podrán sancionarse los hechos que hayan sido sancionados penal o
administrativamente, en los casos en que se aprecie identidad del sujeto,
hecho y fundamento”.

La disposición, sin embargo, se restringe a establecer la prohibición de im-


poner una sanción administrativa en caso de que ya previamente se haya impuesto
una sanción penal o una sanción administra. La disposición no reconoce, en esta
medida, la dimensión del principio ne bis in ídem como estándar de procedimiento,
en el sentido de una prohibición de persecución múltiple.160
Estas mínimas referencias bastan para sentar la premisa de que, al menos a ni-
vel comparado, no parece haber antecedentes suicientes para postular un asentamiento
del principio ne bis in ídem como estándar general de derecho sancionatorio, más allá
del ámbito estrictamente jurídico-penal, que pueda resultar directamente vinculante
para la legislación. Antes bien, la medida y el alcance de la vigencia del principio ne
bis in ídem resulta ser una cuestión esencialmente abierta a la decisión legislativa.
Y esto se explica porque los estándares constitucionales que proveen el fundamento
último para cada una de las dos dimensiones del principio -a saber: el principio de
proporcionalidad, tratándose de la prohibición de sanción múltiple, y el principio del
debido proceso (lato sensu), tratándose de la prohibición de persecución múltiple- son
compatibles con un amplio conjunto de posibilidades a disposición del legislador.

159
Latamente al respecto Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 171 ss., 217 ss., quien sostiene,
sobre todo teniendo a la vista la jurisprudencia del Tribunal Constitucional español, que lo que regiría sería más bien
una exigencia de cobertura legal, y no una genuina exigencia de reserva legal. Véase también Huergo Lora, Las
Sanciones Administrativas, pp. 364 ss., con nota 545.
160
Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 439 s.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 503

Lo anterior es enteramente predicable de la situación del principio ne bis


in ídem en el derecho sancionatorio chileno, en referencia al cual ni siquiera resulta
reconocible su consagración constitucional en el ámbito estrictamente jurídico-pe-
nal. Y la situación no cambia si se pone la vista en los tratados internacionales que
sí pueden resultar vinculantes para el legislador. Pues tanto el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos como la Convención Americana sobre Derechos Huma-
nos reconocen el principio, en los términos ya considerados,161 únicamente para los
efectos de la aplicación de normas de sanción penal.162 Ante esto, el desafío consiste
en determinar la medida precisa en que la multifacética expresión del principio ne
bis in ídem en el ámbito del Derecho Penal sustantivo y del derecho procesal admi-
ten ser generalizadas como estándares de control del ejercicio de cualquier potestad
de carácter (propiamente) sancionatorio. Para ello es imprescindible, sin embargo,
diferenciar la manera en que las cuestiones concernientes a una eventual multipli-
cidad de persecuciones e imposición de sanciones por un mismo hecho se presenta
en cada uno de los dos frentes ya apuntados: el de la concurrencia de pretensiones
sancionatorias de orden penal y administrativo, y el de la concurrencia de (varias)
pretensiones sancionatorias de orden administrativo.

ii. El frente intercompetencial: concurrencia de pretensiones


sancionatorias penales y administrativas

El primer frente, deinido por la posibilidad de una concurrencia de potestades san-


cionatorias de orden penal y orden administrativo, puede ser designado como “frente
intercompetencial”, en cuanto se trata aquí del eventual ejercicio concurrente de po-
testades sancionatorias que competen a los órganos encargados de la persecución y
adjudicación penal, por un lado, y a órganos de la administración, por otro; es decir,
del eventual ejercicio concurrente de pretensiones sancionatorias heterogéneas. Tal
concurrencia de pretensiones sancionatorias puede darse en términos simultáneos o
en términos sucesivos, y en ambos casos se plantea la cuestión acerca de si alguna de
las dos vías, y en su caso cuál de ellas, habría de tener prioridad frente a la otra, de
modo tal de airmarse una relación de subsidiariedad.
El problema fundamental que se suscita en este frente, para los efectos de
determinar la eventual aplicabilidad del principio ne bis in ídem, está asociado, por lo
mismo, a la pregunta acerca de la relación entre el Derecho Penal y el Derecho Ad-
ministrativo sancionatorio desde el punto de vista de su respectiva “naturaleza”. En el
marco del presente informe no es pertinente ni necesario entrar más detalladamente en
la cuestión acerca de la diferenciación cualitativa o cuantitativa de una y otra potestad

161
Al respecto supra, 3.1.1.
162
El Art. 14 Nº 7 del primer tratado dispone que no puede haber juzgamiento ni sanción por un “delito”
en relación con el cual ya se haya pronunciado sentencia irme en conformidad con “el procedimiento penal” del
respectivo país; el Art. 8º Nº 4 del segundo tratado se reiere exclusivamente al “inculpado”, en circunstancias que el
contexto de la disposición deja claro que se trata de una “persona inculpada de delito” (Art. 8º Nº 2).
504 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

sancionatoria. Más arriba fueron sugeridas algunas consideraciones favorables, prima


facie, a la primera solución, ante todo en atención a algunos datos de la legislación
(positiva) chilena, que en distintos contextos se inclina a reconocer la independencia
del ejercicio de una y otra potestad sancionatoria.163 La consecuencia de tal solución
tendría que consistir en la plena legitimidad tanto de la doble persecución (penal y
administrativa) como de la doble sanción (penal y administrativa) en relación con un
mismo conjunto de hechos. Pues por una parte, en la medida en que las respectivas po-
testades sancionatorias no compartan una “naturaleza” común, no habría espacio a una
objeción a la doble persecución fundada en consideraciones de justicia procedimental.
Y por otra, el único límite a la posibilidad de imposición paralela de sanciones penales
y administrativas tendría que estar representado por una eventual contravención del
principio general de proporcionalidad, en contra del cual el legislador democrático
puede invocar, con razón, una amplísima prerrogativa de decisión autónoma.
Cabría pensar, ahora bien, que las consecuencias de validar una diferencia-
ción puramente cuantitativa de las sanciones penales y las sanciones administrativas
tendrían que ser las opuestas. Pero esto sería un error. Pues ya se ha mostrado que aun
bajo esta segunda hipótesis el legislador sigue conservando el mismo vasto margen
de prerrogativa de decisión. Y esto tendría que resultar obvio de cara a la siguiente
consideración: si el legislador puede legítimamente, y sin quebrantar el principio
general de proporcionalidad, disponer una acumulación de sanciones jurídico-pena-
les de diversa índole en relación con un mismo hecho -piénsese, por ejemplo, en la
acumulación de penas privativas de libertad, penas de multa y determinadas penas
accesorias que el legislador chileno normalmente formula en las normas de sanción
del Código Penal o de legislación penal especial-, entonces no puede haber objeción
alguna a que el propio legislador prevea una acumulación de sanciones penales y
administrativas en relación con un hecho que satisfaga -por vía de hipótesis- una
misma descripción que pudiera conferirle, simultáneamente, signiicación delictiva
en sentido jurídico-penal y signiicación contravencional en el sentido del Derecho
Administrativo sancionatorio. Y si esto vale para este caso hipotético, entonces a for-
tiori también habrá de valer para el caso en que la acumulación de sanciones de uno
y otro orden se produzca por la superposición incidental de una y otra descripción en
relación con un mismo hecho (en sentido puramente extensional). Pues es evidente
que, en este último caso, ni siquiera podría decirse que las sanciones estén siendo
impuestas en relación con “un mismo hecho” (en sentido intensional).
Lo que en todo caso debería advertirse es la inconsistencia implicada en la
pretensión de fundamentar la “prevalencia de la sentencia penal” en la tradicional
caracterización del Derecho Penal como ultima ratio, en el sentido de lo que se cono-

163
Véase supra, 1.2.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 505

ce como el principio de subsidiariedad o intervención mínima.164 Pues en la medida


en que efectivamente se dé una identidad entre los respectivos objetos de protección
de las normas (de comportamiento) reforzadas por normas de sanción penal y de las
normas reforzadas por normas de sanción administrativa, entonces, de ser verosímil
la descripción del Derecho Penal como ultima ratio, tendría que decaer la aplicabi-
lidad de las normas de sanción penal. Que esto no sea así, muestra que alguna de
las dos premisas es falsa: o bien no hay identidad entre los respectivos objetos de
protección, o bien el Derecho Penal no constituye la ultima ratio.
Distinta sería la situación, ciertamente, si pudiera constatarse o inferirse
una voluntad legislativa en el sentido de no dar lugar a dicha acumulación de san-
ciones de órdenes competenciales diversos. Tal voluntad es claramente constatable
si se pone la vista en la legislación alemana o en la legislación española, según ya se
indicara. Pues tanto el legislador alemán como el legislador español han adoptado
expresamente una solución de prevalencia de la vía penal frente a la vía administra-
tivo-sancionatoria. Nótese, empero, que la solución no es idéntica en uno y otro or-
denamiento. Pues la regla española exige “identidad de sujeto, hecho y fundamento”,
mientras que para la regla alemana es suiciente que se trate de una misma “acción”
(en sentido extensional) que cuente como “hecho punible” y como “contravención al
orden”. Pero el legislador chileno no ha manifestado semejante voluntad contraria a
esa posibilidad de acumulación.
Esto no excluye, sin embargo, que tal voluntad pudiera ser inferida interpre-
tativamente, lo cual podría verse favorecido por la premisa de que no hay diferencia
cualitativa entre una y otra potestad sancionatoria. Pero entonces, la condición indis-
pensable para reconocer una acumulación de sanciones eventualmente no validada
por el legislador estaría representada por la exigencia de que el contenido de ilicitud
del respectivo hecho punible y de la respectiva contravención administrativa no fuese
recíprocamente independiente. Pues sólo entonces cabría airmar que se estaría dando
lugar a una acumulación de sanciones “por lo mismo”. Para detectar cuándo habría que
constatar una superposición de uno y otro contenido de ilicitud, cabría recurrir a los cri-
terios que en el ámbito jurídico-penal se invocan para reconocer el carácter impropio
o aparente de un determinado concurso de delitos.165 En todo caso, no alcanza a haber
fundamentos, en el marco del derecho chileno vigente, para postular la existencia de
una prohibición de persecución múltiple que pudiese operar con independencia del
mero efecto relejo de la prohibición de imposición concurrente de sanciones de uno y
otro orden, en caso de que ésta se tenga por efectiva en los términos recién descritos.

164
Así, sin embargo, Cano Campos, “Non bis in idem, prevalencia de la vía penal y teoría de los concurso
en el Derecho Administrativo sancionador”, pp. 218 ss., quien pretende sustentar el argumento en la dimensión
“positiva y fundamentadora” que exhibiría el principio de la ultima ratio. Ciertamente, esto no constituye más que
una inversión del sentido originario del principio en cuestión, que explica que la consecuencia a ser extraída de éste
se vea igualmente invertida.
165
Al respecto supra, 3.1.1., 4.2.1. Acerca de la pertinencia de ese recurso, en el ámbito que aquí interesa,
véase Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 352 ss.; Cano Campos, “Non bis in idem, prevalencia de la
vía penal y teoría de los concurso en el Derecho Administrativo sancionador”, pp. 212 ss.
506 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

iii. El frente intracompetencial: concurrencia de múltiples


pretensiones sancionatorias de orden administrativo

Observaciones generales

Lo distintivo del frente en el cual se plantea el eventual ejercicio concurrente de preten-


siones sancionatorias de orden exclusivamente administrativo -que admite denominar-
se, entonces, “frente intracompetencial”- radica en que aquí pueden darse, mutatis mu-
tandis, los mismos escenarios o contextos que también se plantean cuando se trata de
casos de eventual juzgamiento o punición múltiple en el ámbito jurídico-penal. Pues en
uno y otro caso, y a diferencia de lo que es característico del frente intercompetencial,
se trata del eventual ejercicio concurrente de pretensiones sancionatorias homogéneas.
En tal medida, aquí también cabe diferenciar las particularidades propias del contexto
interjurisdiccional y del contexto intrajurisdiccional; y al interior de este último, las
particularidades propias del contexto extraprocesal y del contexto intraprocesal.166 Con
ello, es claro que ha de compartirse el juicio de Nieto en cuanto a la obsolescencia del
esquema de la triple “identidad de sujeto, objeto y fundamento”,167 en la medida en que
este esquema no sirve de herramienta para la articulación de los diferentes problemas
que pueden suscitarse en cada uno de esos tres contextos.
Aquí meramente habrán de plantearse algunos criterios generales que han de
orientar el planteamiento y la posible solución de esos problemas, para poder conside-
rar algunos de ellos, con mayor detenimiento, al considerar el alcance especíico que
puede llegar a exhibir el principio ne bis in ídem en el marco del derecho contravencio-
nal de la libre competencia. El punto de partida a este respecto, empero, tiene que con-
sistir en la siguiente proposición: no existiendo decisiones legislativas vinculantes, está
excluida de antemano la posibilidad de que, en el ámbito del Derecho Administrativo
sancionatorio, el principio ne bis in ídem pueda exhibir un alcance mayor que el que
exhibe en el ámbito jurídico-penal. Esto se sigue de que, como variante especíica de
derecho sancionatorio, el Derecho Penal representa el ámbito en el cual se hace aplica-
ble el conjunto de garantías más estrictas. Por ende, en el ámbito de otras variantes es-
pecíicas de derecho sancionatorio ese conjunto de garantías no tiene por qué reclamar
aplicación sin más; y a lo sumo puede llegar a reclamar aplicación con el mismo grado
de intensidad, en la medida en que se pueda sustentar -a modo de hipótesis- la tesis
de la equivalencia cualitativa entre uno y otro régimen. Por ende, la demarcación del
alcance del principio ne bis in ídem en el ámbito jurídico-penal, ya examinada, señala
en todo caso cuáles son los límites máximos de eventual aplicabilidad del principio ne
bis in ídem en el ámbito del Derecho Administrativo sancionatorio.

166
Aquí, ciertamente, se trata de un uso parasitario y no-técnico de las expresiones “jurisdicción” y
“proceso”, en la medida en que la discusión abarque el ejercicio de potestades sancionatorias por parte de órganos
no jurisdiccionales, en términos del concepto de Derecho Administrativo sancionatorio en sentido estricto. Véase
supra, 1.1.
167
Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, p. 385.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 507

El contexto intraprocesal

En relación con un eventual ejercicio concurrente de pretensiones sancio-


natorias en el contexto intraprocesal, esto es, con ocasión de una única instancia de
persecución, se impone desde ya la constatación de que aquí sólo puede venir en
consideración una prohibición de sanción múltiple.168 En tal medida, el posible que-
brantamiento del principio ne bis in ídem tendría que estar asociado a la imposición
de sanciones por hechos cuyo respectivo contenido de ilicitud se encuentre de tal
modo superpuesto, que la efectiva aplicación de las dos o más normas de sanción
aplicables conllevaría una contravención de la prohibición de doble valoración. Una
vez más, como criterios para detectar esa posible superposición de los respectivos
contenidos de ilicitud pueden resultar operativos los mismos criterios que hacen po-
sible el reconocimiento de un concurso aparente en el ámbito jurídico-penal. En
cualquier caso, es evidente que siendo diferente el correspondiente objeto de protec-
ción de las normas que determinan el respectivo contenido de ilicitud de las distintas
infracciones administrativas concurrentes, por deinición no habrá contravención del
principio ne bis in ídem si se imponen sanciones por cada una de ellas.169
Y esto, con total independencia, por lo demás, de si las distintas infraccio-
nes son cometidas en relación de unidad de hecho, esto es, en relación de “concurso
ideal”.170 Pues en este caso tampoco se produce una superposición de los contenidos
de ilicitud de las distintas infracciones concurrentes. Dado que la diferenciación jurídi-
co-penal de los regímenes punitivos aplicables en casos de concurso ideal (y medial) y
en casos de concurso real no responde a una exigencia impuesta por el principio ne bis
in ídem, no hay razones concluyentes para postular su traslado al ámbito del Derecho
Administrativo sancionatorio sin que haya pronunciamiento legislativo al respecto.171

El contexto interprocesal

La aplicabilidad del principio ne bis in ídem frente a una eventual ejercicio concurrente
de pretensiones sancionatorias de carácter administrativo en un contexto interprocesal
resulta mucho menos segura. Pues aquí no sólo se presenta la variable adicional repre-
sentada por la posible aplicabilidad de una prohibición de persecución múltiple, tanto
en términos simultáneas como en términos sucesivos, sino que a esto se añade la cir-

168 Al respecto supra, 3.3., 4.2.1.


169
Véase por todos Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 390 s.
170
Así Cano Campos, “Non bis in idem, prevalencia de la vía penal y teoría de los concurso en el Derecho
Administrativo sancionador”, pp. 244 ss.
171
Véase Nieto, Derecho Administrativo Sancionador, pp. 386 s.; Cano Campos, “Non bis in idem, preva-
lencia de la vía penal y teoría de los concurso en el Derecho Administrativo sancionador”, pp. 244 ss., quien llama la
atención sobre la inviabilidad técnica de hacer aplicable el régimen de absorción agravada previsto por la regulación
del concurso ideal (y medial) bajo el Código Penal español (al igual que bajo el Código Penal chileno), dada la may-
or heterogeneidad e indeterminación de las sanciones administrativas, favoreciendo, por lo mismo, la aplicación de
un régimen de atenuación de las sanciones a ser cumulativamente impuestas.
508 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

cunstancia de que las entidades encargadas de llevar a efecto la persecución e imponer


las sanciones respectivas, en su caso, pueden corresponderse con órganos administrati-
vos sectorialmente competentes, que sólo se encuentren débilmente coordinados entre
sí.172 Lo cual, a su vez, puede traer consigo la aplicabilidad, respecto de cada uno de
dichos órganos, de reglas de procedimiento divergentes y, por ende, de difícil conmen-
suración, en la medida en que no exista, tal como es el caso en el derecho chileno, un
régimen general de reglamentación del ejercicio de las potestades sancionatorias de
la administración cuya observancia se encuentre sometida al control, por ejemplo, de
tribunales con competencia especíicamente contencioso-administrativa.173
En esta medida, resulta inviable proponer pautas generales acerca de hasta
qué punto, y con qué consecuencias, pudieran ser operativas las excepciones de cosa
juzgada y litispendencia como expresión del principio ne bis in ídem en cuanto es-
tándar de clausura procesal.

El contexto interjurisdiccional

Finalmente, cabe plantear la pregunta acerca de la vigencia del principio ne bis in


ídem frente al ejercicio concurrente de pretensiones sancionatorias de orden admi-
nistrativo en el contexto interjurisdiccional. Por razones similares a las preceden-
temente enunciadas, aquí también resulta inviable identiicar pautas generales de
aplicación general, lo cual ciertamente se ve acentuado por la variable deinitoria de
todo contexto interjurisdiccional: se trata del ejercicio de potestades sancionatorias
adscritas a dos o más ordenamientos jurídicos distintos. Ello explica sea en este con-
texto donde el principio ne bis in ídem muestra menor perentoriedad, toda vez que
su vigencia queda sujeta a la contingencia de una política de reconocimiento mutuo
entre ordenamientos normativos que reclaman independencia para sí.174 Lo único
que cabe establecer al respecto, en términos generales, es que en ningún caso podría
defenderse la aplicabilidad del principio ne bis in ídem, ya sea en su dimensión de
estándar sustantivo en su dimensión de estándar de procedimiento, más allá de los
límites ijados, para el ámbito jurídico-penal, en el Art. 13 del Código Procesal Pe-
nal. Y esto quiere decir: en la medida en que una y otra pretensión sancionatoria se
encuentren referidas a hechos que no constituyen una misma infracción, en el doble
sentido ya analizado,175 de ninguna manera resultaría aplicable el principio. Esto se
examinará más pormenorizadamente en atención a la manera en que el problema
puede plantearse, especíicamente, bajo el régimen jurídico chileno aplicable en ma-
teria de contravenciones al derecho de la libre competencia.

172
Véase al respecto Cano Campos, “Non bis in idem, prevalencia de la vía penal y teoría de los concurso
en el Derecho Administrativo sancionador”, pp. 240 ss.
173
Al respecto Pierry, “Tribunales Contencioso-Administrativos”, passim.
174
Véase supra, 3.3., 4.2.3.
175
Al respecto supra, 4.1.2.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 509

b) El principio ne bis in ídem en el derecho contravencional de


la libre competencia

i. El derecho contravencional de la libre competencia como


derecho sancionatorio

Lo que resta por examinar, a continuación, es la manera en que el principio ne bis in


ídem se constituye como un estándar de control del ejercicio de la potestad sancionato-
ria referida a las contravenciones del derecho de la libre competencia, en conformidad
con las normas del DL 211. Que el principio ne bis in ídem ha de encontrar aplicación
en este ámbito, no es más que la conclusión que se sigue de la conjunción de dos
premisas, a saber: que el principio ne bis in ídem constituye, más allá de cuál sea su
coniguración especíica, un principio general de derecho sancionatorio, y que el de-
recho contravencional de la libre competencia, en el marco del ordenamiento jurídico
chileno, representa un régimen de derecho sancionatorio. Ambas premisas ya han sido
fundamentadas en secciones anteriores del presente informe.176 Para los efectos de la
indagación en la especíica coniguración del principio en este ámbito, empero, puede
ser importante marcar dos puntualizaciones respecto de las premisas ya mencionadas.
En cuanto al carácter sancionatorio del régimen del derecho contravencional
de la libre competencia bajo el DL 211, es relevante no perder de vista que se trata
de un régimen de derecho sancionatorio en sentido amplio, según se estableciera
más arriba. Pues una nota distintiva de este régimen, frente a las variantes más repre-
sentativas del Derecho Comparado, se encuentra en que la potestad sancionatoria se
encuentra directamente conferida a un órgano propiamente jurisdiccional -a saber, el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia-, que ha de resolver imparcialmente
acerca del mérito de la eventual pretensión sancionatoria hecha valer por el órgano
persecutor -a saber, la Fiscalía Nacional Económica- o bien por algún particular.177
La potestad de imponer las sanciones previstas por el DL 211, entonces, no recae en
un órgano de la administración, sino en un tribunal de naturaleza contencioso-admi-
nistrativa, especialmente competente para la adjudicación en este ámbito especíico.
Y una consecuencia de ello es que, en este ámbito, es enteramente correcto hablar de
una “prohibición de juzgamiento múltiple (por un mismo hecho)” para referirse a la
dimensión procesal (stricto sensu) del principio.
Y en cuanto al estatus del principio ne bis in ídem como principio general de
derecho sancionatorio, lo crucial es advertir que de esta sola consideración no es posi-
ble extraer, sin más, consecuencias directas para su concreción especíica en el ámbito
que aquí interesa. No basta, en este sentido, con invocar el principio ne bis in ídem
como principio de derecho sancionatorio para estar en posición de resolver cada uno de
los variados problemas particulares que pueden presentarse a propósito de las distintas
posibilidades de sanción o juzgamiento múltiple por “lo mismo”. De ahí que sea im-

176
Véase supra, 1.1., 5.1.
177
Al respecto Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 589 ss.
510 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

prescindible diferenciar el análisis en atención a cada uno de los escenarios relevantes.


Para favorecer la revisión de las cuestiones de mayor signiicación práctica
bajo el DL 211, se examinarán primero las preguntas vinculadas al alcance del prin-
cipio ne bis in ídem en el contexto intrajurisdiccional, distinguiendo entre aquellas
referidas a la prohibición de sanción y juzgamiento múltiple frente a la eventual ejer-
cicio en paralelo, sea simultáneo o sucesivo, de pretensiones sancionatorias de or-
den jurídico-penal y de orden contravencional (“frente intercompetencial”), por una
parte, y aquellas referidas al ejercicio simultáneo o sucesivo de varias pretensiones
sancionatorias de orden contravencional. Después de ello se entrará, para concluir,
en las preguntas propias del contexto interjurisdiccional, concernientes al alcance
del principio ne bis in ídem frente al ejercicio de potestades sancionatorias por parte
de órganos extranjeros.

ii. El contexto intrajurisdiccional

El frente intercompetencial

Para el análisis de las cuestiones susceptibles de plantearse en el contexto intrajuris-


diccional, esto es, con ocasión del ejercicio de pretensiones sancionatorias relativas
a hechos eventualmente constitutivos de contravenciones al derecho de la libre com-
petencia, cuyo fundamento de validez esté constituido por normas del ordenamiento
jurídico chileno, resulta imprescindible diferenciar los frentes intercompetencial e
intracompetencial, esto es, si las dos o más pretensiones sancionatorias pertenecen a
órdenes competenciales heterogéneas u homogéneas, respectivamente. Por de pron-
to, aquí habrá que ocuparse de lo primero, restringiendo la perspectiva a aquellas
situaciones en que pudieran concurrir pretensiones sancionatorias de orden contra-
vencional y de orden jurídico-penal.
Esta última pregunta tiene importancia frente a todas aquellas situaciones en
que pudiese ser viable un enjuiciamiento paralelo de un mismo conjunto de hechos
con arreglo a normas de sanción penal, por un lado, y a las normas del DL 211, por
otro. Dentro del conjunto de posibles casos de eventual concurrencia de pretensiones
sancionatorias, la cuestión se ha planteado, en particular, en términos de la posibili-
dad de que pudiera tener lugar un juzgamiento y una eventual condena, bajo el Art.
285 del Código Penal, en relación con hechos que también pudieran ser objeto de
juzgamiento y eventualmente dar lugar a la imposición de sanciones por parte del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
A este respecto, puede ser oportuno enfatizar que la pregunta de si deter-
minados hechos con relevancia bajo el derecho de la libre competencia pudieran
satisfacer la descripción del delito tipiicado en el Art. 285 del Código Penal (o bien
la descripción de cualquier otra forma de comportamiento con relevancia delictiva
en sentido jurídico-penal) es una pregunta previa a la pregunta acerca de la eventual
viabilidad de la persecución de tales hechos bajo una y otra vía, cuya respuesta no
compete en modo alguno a los órganos intervinientes bajo la vía del derecho de la
libre competencia, con arreglo al DL 211. Esto tiene relevancia ante la pregunta de
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 511

si la reforma del régimen jurídico previsto por el DL 211 (introducida por la Ley
19.911), a partir de la cual dicho régimen ya no contiene normas de sanción penal,
pudiera tener alguna incidencia en el alcance del Art. 285 del Código Penal. Y la res-
puesta debe ser negativa. Pues sostener lo contrario implicaría desconocer la plena
independencia de las normas del Código Penal (y de la legislación penal especial)
frente a su eventual superposición con normas sancionatorias de otro orden.
Esto no excluye que, por vía de hipótesis, pudiera existir alguna objeción
en cuanto a que determinados hechos constitutivos de contravenciones al derecho
de la libre competencia sean subsumibles bajo la descripción típica del Art. 285 del
Código Penal. El punto es que estas objeciones, y desde luego en la medida en que
pretendan sustentarse en el principio de legalidad como límite a la aplicación de las
normas de sanción, conciernen exclusivamente a la determinación del sentido y al-
cance de la norma establecida en ese artículo del Código Penal. Que el tenor literal
del Art. 285 del Código Penal haga posible la subsunción de los hechos en cuestión,
empero, es una pregunta a ser exclusivamente respondida por los tribunales que
ejercen jurisdicción en lo penal, para lo cual es enteramente irrelevante si los hechos
también pudieran ser subsumibles bajo el supuesto de hecho de normas de sanción
de otro orden, como lo son algunas de las normas del DL 211. Al respecto, quizá no
sea enteramente superluo mencionar que el principal especialista en la materia ex-
presamente sostiene que, no obstante la reforma introducida por la Ley 19.911, “aún
subsisten delitos penales contemplados en el Código Penal que guardan relación con
el bien jurídico tutelado [de la] libre competencia”.178
Para determinar el alcance del principio ne bis in ídem como estándar even-
tualmente vinculante para el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, en lo que
aquí interesa, basta con asumir, por vía de hipótesis, que podría darse algún caso en
que tanto las normas del DL 211 como alguna norma de sanción penal pudieran re-
sultar aplicables al mismo conjunto de hechos. En este punto se vuelve signiicativa
la cuestión relativa a la naturaleza cuantitativa o cualitativa de la diferencia entre el
Derecho Penal y el Derecho Administrativo sancionatorio, incluyendo dentro del
campo de este último el régimen del DL 211 para el derecho contravencional de la
libre competencia. Pues es claro que si se favorece la segunda solución, de entrada
no podrá plantearse vulneración alguna, ya sea de la prohibición de juzgamiento
múltiple, ya sea de la prohibición de sanción múltiple, según corresponda.179
Mas ello está lejos de signiicar que, en caso de asumirse la corrección de la
otra solución, consistente en la tesis de la diferenciación puramente cuantitativa, la
consecuencia necesariamente tendría que ser la airmación de una vulneración del
principio ne bis in ídem en una u otra dimensión, según corresponda. Esto, porque ya
fue establecido que, aun bajo esta hipótesis, la cuestión sigue dependiendo, en primer
término, de si el legislador podría, sin vulneración del principio general de propor-
cionalidad, prever la acumulación de sanciones múltiples en relación con hechos que

178
Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 225 s.
179
Véase Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 436 s., en relación con la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional Federal alemán.
512 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

satisicieran tanto la descripción relevante bajo el derecho de la libre competencia


como la descripción relevante bajo el Código Penal. Y no habiendo indicios de que
pudiera darse semejante vulneración, la cuestión depende, en segundo término, de si
cabe inferir una voluntad legislativa en contra de esa eventual acumulación de sancio-
nes de diverso orden.180 Baste con observar, a este respecto, que el legislador chileno
ha manifestado, en términos generales en el Art. 20 del Código Penal, pero también
en términos especíicos en las leyes 18.045 y 18.046, que en principio favorece la
posibilidad de imposición concurrente de penas y sanciones administrativas.181

El frente intracompetencial

La prohibición de sanción múltiple

Cabe poner la vista ahora en las preguntas más relevantes que se plantean, en refe-
rencia exclusiva al derecho chileno, en el frente intracompetencial. Puesto que el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia es el único órgano con competencia,
de acuerdo con el derecho vigente, para la imposición de sanciones de orden admi-
nistrativo frente a contravenciones tipiicadas en el DL 211, lo que hay que determi-
nar es la medida en que el principio ne bis in ídem se hace operativo como estándar
sustantivo de adjudicación y como estándar de clausura procesal en el ejercicio de
jurisdicción en el ámbito de su especíica competencia. Aquí se examinará la primera
de las dos cuestiones, esto es, aquella relativa al alcance del principio ne bis in ídem
en su dimensión de prohibición de sanción múltiple.
Una primera cuestión, de inequívoca relevancia práctica, que se suscita en
este contexto se reiere a la viabilidad de una imposición (sucesiva o simultánea) de
medidas de carácter sancionatorio y medidas de carácter no-sancionatorio, de aquellas
previstas en el Art. 26 del DL 211. El aparente problema se suscita por lo dispuesto
en el inc. 1º del Art. 3º del DL 211, que establece que el responsable de alguna de las
contravenciones tipiicadas en el mismo artículo “será sancionado con las medidas se-
ñaladas en el artículo 26 de la presente ley, sin perjuicio de las medidas preventivas o
prohibitivas que […] puedan disponerse en cada caso”. Esto ha llevado a que Valdés,
por ejemplo, sostenga que sería contrario al principio ne bis in ídem que el Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia llegase a imponer sanciones de aquellas previs-
tas en el Art. 26 y medidas preventivas, correctivas o prohibitivas en relación con los
mismos “hechos, actos o convenciones” que constituyen la respectiva infracción.182
Pero ello desconoce, maniiestamente, que el principio ne bis in ídem cons-
tituye un principio de derecho sancionatorio, lo cual signiica que aquél sólo puede
resultar aplicable frente al ejercicio de potestades sancionatorias. Es claro, por ejem-

180
Véase supra, 5.2.
181
Al respecto supra, 1.2.
182
Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 369 s.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 513

plo, que compromisos de contribución pecuniaria que pudieran ser asumidos con
efecto vinculante por una persona jurídica en el marco de un acuerdo celebrado con
un organismo administrativo, que ni siquiera da lugar a un establecimiento conclu-
yente de la efectividad de una eventual infracción, carecen de toda connotación san-
cionatoria, desde ya porque el concepto de sanción es incompatible con el carácter
consensuado de semejantes compromisos.183 E igualmente, las medidas preventivas,
correctivas o prohibitivas a las que se reiere el Art. 3º del DL 211 carecen, desde el
punto de la representación legislativa, de carácter sancionatorio, en la medida en que
el propio Art. 3º contrapone explícitamente la mención de las medidas (señaladas
en el Art. 26) a través de cuya imposición el responsable de la contravención ha de
ser “sancionado”, de aquellas otras medidas (preventivas, correctivas o prohibiti-
vas) que pueden ser impuestas “sin perjuicio” de aquéllas. Precisamente el carácter
“preventivo, correctivo o prohibitivo” de dichas medidas sugiere que ellas carecen
de signiicación propiamente represiva y, por ende, de connotación sancionatoria.184
La prohibición de sanción múltiple no puede venir en consideración, ex deinitione,
tratándose de medidas no sancionatorias.185
Ahora bien, y más allá de lo anterior, el propio Valdés observa que en todo
caso se encontraría excluida la posibilidad de una imposición simultánea de sancio-
nes y medidas preventivas, correctivas o prohibitivas, con arreglo a lo establecido en
el Auto Acordado Nº 5, de 2004, del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia,
en el entendido de que “las medidas propiamente tales [esto es, las medidas pre-
ventivas, correctivas o prohibitivas] sólo caben dentro del proceso consultivo”, de
modo tal que no sería viable una imposición simultánea de unas y otras.186 Si bien
esto no concierne al alcance del principio ne bis in ídem, por el hecho de que éste
no es aplicable frente a medidas no sancionatorias, puede ser oportuno clariicar el
punto. Ello, porque Valdés incurre en una confusión aquí. Pues del hecho de que, con
arreglo al auto acordado mencionado, no sea posible el desarrollo simultáneo de un
proceso jurisdiccional y un proceso consultivo en relación con un mismo conjunto
de “hechos, actos o convenciones”, no se sigue en modo alguno que las medidas no
sancionatorias sólo puedan ser impuestas en el marco de un proceso consultivo. No
hay disposición alguna del DL 211 que sugiera que dichas medidas no puedan ser
impuestas en el marco de un proceso jurisdiccional; más bien, el inc. 1º del Art. 3º
sugiere exactamente lo contrario.
La confusión en que incurre Valdés puede explicarse, eventualmente, por
su intento de recurrir analógicamente, en el ámbito que aquí interesa, a la distinción
entre penas y medidas de seguridad que reconoce el Derecho Penal.187 Valdés pasa

183
En referencia a los “compromisos de obligación” (Verplichtungszusagen) en el marco del derecho
europeo de la libre competencia, véase Frenz, Europäisches Kartellrecht, n.m. 1540 ss.
184
En relación con las así llamadas “medidas de restablecimiento de la legalidad” bajo el Derecho Admin-
istrativo sancionatorio español, véase Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 250 ss.
185
Véase sólo Huergo Lora, Las Sanciones Administrativas, pp. 436 s.
186
Valdés, Libre Competencia y Monopolio, p. 370.
187
Véase Valdés, Libre Competencia y Monopolio, pp. 371 ss., quien habla de un “paradigma dualista”.
514 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

por alto, sin embargo, dos consideraciones decisivas. La primera: que si bien bajo el
derecho chileno vigente resulta excluida la posibilidad de una imposición conjunta
de penas y medidas de seguridad, dado que la imposición de una pena presupone
una declaración de culpabilidad, mientras que -bajo el Art. 455 del Código Procesal
Penal- la imposición de una medida de seguridad presupone la constatación de una
condición de enajenación mental que es incompatible con una declaración de cul-
pabilidad, esta no es la única posibilidad de articular la relación entre unas y otras;
en el Derecho Comparado son muchas las legislaciones que contemplan, en cambio,
la posibilidad de imposición conjunta de penas (fundamentadas en la culpabilidad
personal) y medidas de seguridad (fundamentadas en la peligrosidad individual).188
Y la segunda: que el legislador chileno haya optado por un régimen de incompati-
bilidad recíproca entre penas y medidas de seguridad, en el ámbito estrictamente
jurídico-penal, no es razón suiciente para pretender trasladar semejante régimen a
otro ámbito regulativo, en el cual, por lo demás, y como lo expresa el Art. 3º del DL
211, el legislador parece haber optado por un régimen esencialmente distinto.
La segunda cuestión de signiicación práctica que cabe discutir en este con-
texto concierne a la eventualidad de que, con ocasión del pronunciamiento de una sen-
tencia condenatoria, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia pueda constatar
una pluralidad de contravenciones atribuibles a una misma persona, en el sentido de
lo que cabría llamar un “concurso de infracciones”. A este respecto, rigen sin más las
consideraciones ya formuladas en cuanto a la posibilidad de recurrir, en el ámbito del
Derecho Administrativo sancionatorio, a las categorías de la dogmática de los con-
cursos de delitos, en particular respecto de la inviabilidad, no existiendo declaración
legislativa, de pretender hacer aplicables regímenes distintos para la determinación
de las sanciones en casos de concurso ideal (en situación de unidad de hecho) y de
concurso real.189 Pues, en todo caso, esta es una pregunta que no se vincula con el
alcance del principio ne bis in ídem. Lo que interesa examinar, más bien, son las con-
diciones para el reconocimiento de un eventual concurso aparente o impropio entre
dos o más contravenciones al derecho de la libre competencia. Pues en caso de darse
un concurso aparente, el principio ne bis in ídem sí prohíbe la imposición conjunta
de las sanciones correspondientes a la totalidad de las infracciones cuyo respectivos
contenidos de ilicitud no fuesen plenamente independiente entre sí.
Lo que interesa aquí es enunciar, someramente, cuáles son los criterios en
conformidad con los cuales puede reconocerse el carácter aparente de un concurso
de infracciones, de modo tal que el órgano jurisdiccional deba prescindir de una o
más de ellas como eventual objeto de condena. Recurriendo aquí a las propuestas
más estandarizadas en la dogmática del Derecho Penal, dichos criterios son: el de
especialidad, el de subsidiariedad y el de consunción (o absorción), pudiendo dis-
cutirse si acaso el criterio del así llamado “hecho anterior o posterior co-penado”

188
En relación con el derecho alemán véase Kindhäuser, LPK-StGB, vor §§ 38-45b, n.m. 1 ss., § 61, n.m.
1 ss., § 66, n.m. 1 ss.; en relación con el derecho español, véase Mir Puig, Derecho Penal Parte General, Lección
34/1 ss., 18 ss., 26 ss.
189
Véase supra, 5.3.2.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 515

cuenta como un criterio independiente o, en cambio, como una aplicación especíi-


ca del criterio de la consunción.190 En este espacio, puede ser suiciente ofrecer un
ejemplo de lo que inequívocamente tendría que constituir un concurso aparente de
infracciones, en contraposición a un ejemplo de lo que podría constituir un concurso
auténtico (no aparente) de infracciones.
Para lo primero, considérese la especiicación de la infracción (genérica) pre-
vista por el inc. 1º del Art. 3º del DL 211 que contempla la letra a) del inc. 2º del mismo
artículo. Bajo la suposición de que entre la variante relativa a los “acuerdos expre-
sos o tácitos entre competidores” y la variante relativa a “prácticas concertadas entre
ellos”- ambas relativas a la obtención de poder de mercado- no existe una relación de
mutua exclusión, cabría imaginar una situación en que una práctica concertada entre
dos o más competidores no fuese más que la materialización o implementación de un
acuerdo (expreso o tácito) ya adoptado por ellos. Parece sensato asumir que, ante tal
situación, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia no podría legítimamente
imponer sanciones por la realización de una y otra variante, en la medida en que su
objeto -en términos del mercado afectado y el modo de su afectación, etc.- sea idéntico.
Y esto, porque lo que se daría en tal situación es, eventualmente, un concurso aparente
o impropio entre la realización de una y otra variante típica. Y el criterio para funda-
mentar el carácter aparente o impropio de ese concurso podría ser el siguiente: en la
medida en que se impusiera sanción ya por el acuerdo adoptado por los competidores,
su materialización como práctica concertada constituiría un hecho (posterior) co-san-
cionado; o alternativamente, en la medida en que se impusiera sanción ya por la prác-
tica concertada, el acuerdo entre ellos constituiría un hecho (anterior) co-sancionado.
Esto puede ser contrastado con una situación en que el eventual concurso
tuviera que ser caliicado, en cambio, como auténtico. Considérese ahora una situa-
ción en que, a consecuencia de sostener la práctica concertada a través del tiempo,
los competidores en cuestión llegasen a hacerse de una “posición dominante en el
mercado”, en relación con la cual ejercieran una “explotación abusiva”, en el sentido
de la variante especíica establecida en la letra b) del mismo Art. 3º. La pregunta se-
ría entonces: ¿Cabría en tal situación una imposición cumulativa de sanciones por la
circunstancia de que una misma persona haya realizado, a lo largo de un mismo cur-
so de acción, tanto de la variante especíica de la letra a) como la variante especíica
de la letra b) del inc. 2º del Art. 3º? Y la respuesta puede ser airmativa, en el sentido
de negar el carácter aparente o impropio del respectivo concurso de infracciones, en
la medida en que el contenido de ilicitud especíicamente asociado a la realización
de una y otra variante, en atención a las diferentes modalidades de menoscabo de la
libre competencia que enuncia el inc. 1º del Art. 3º, sea independiente.191

190
Así, entre otros, Kindhäuser, LPK-StGB, vor §§ 52-55, n.m. 21 ss.
191
De ahí que en el ámbito del derecho europeo de la libre competencia, la tesis de que puede haber
concurso auténtico (y más precisamente, ideal) entre la contravención de la prohibición de formación de carteles y
la contravención de la prohibición de abuso de posición de mercado dominante cuenta con reconocimiento jurispru-
dencial y doctrinal. Véase sólo Frenz, Europäisches Kartellrecht, n.m. 278 ss.
516 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

La prohibición de juzgamiento múltiple

También en el contexto intrajurisdiccional puede presentarse, tal como ya se anun-


ciara, la pregunta acerca de la aplicabilidad de una prohibición de juzgamiento
(sucesivo o simultáneo) múltiple en relación con un mismo hecho. Aquí son per-
tinentes sin más las observaciones ya planteadas en cuanto a la inviabilidad de
postular criterios generales respecto de la operatividad de las excepciones de cosa
juzgada (material) y litispendencia, sin considerar las deiniciones del respectivo
contexto regulativo.
A primera vista, cabría sugerir la posibilidad de que, para el ámbito re-
gulativo al cual se encuentra referido el DL 211, se hiciera aplicable un princi-
pio de persecución única en los términos del Art. 1º del Código Procesal Penal,
cuyo alcance fuese examinado más arriba.192 Lo cual podría parecer especialmen-
te apropiado si se adoptara la tesis de una identidad cualitativa entre la potestad
sancionatoria cuyo ejercicio es reglamentado por el Derecho Penal y la potestad
sancionatoria cuyo ejercicio es reglamentado por el DL 211. En contra de esto,
sin embargo, cabe esgrimir la siguiente consideración: el Art. 29 del DL 211 hace
supletoriamente aplicables las normas de los dos primeros libros del Código de
Procedimiento Civil, “en todo aquello que no sea incompatibles” con la forma del
procedimiento establecida en los artículos anteriores. Y dentro de las disposiciones
del Libro I del Código de Procedimiento Civil se encuentra el Art. 177, relativo
al alcance de la excepción de cosa juzgada, estableciendo una exigencia de triple
identidad: la “identidad legal de personas”; la “identidad de la cosa pedida”, y la
“identidad de la causa de pedir”.
Lo anterior no modiica, ciertamente, que esa tradicional exigencia de
triple identidad se considere, con razón, obsoleta de cara a la articulación precisa
de la prohibición de juzgamiento (o persecución) múltiple en el ámbito del dere-
cho sancionatorio.193 Es claro, por ejemplo, que la exigencia de “identidad legal de
personas” tendría que entenderse circunscrita a la posición de la persona en contra
de quien se ejerce la respectiva pretensión sancionatoria, sin concernir, en cambio,
la posición de quien ejerce dicha pretensión (el Fiscal Nacional Económico o cual-
quier persona), en la medida en que la pretensión sancionatoria, en virtud de su
carácter pública, precisamente no es relativa a quien la ejerce.
La cuestión es, más bien, si en virtud de lo establecido en el Art. 29 del
DL 211 haya que articular dicha prohibición de un modo no necesariamente coin-
cidente con el alcance del principio de única persecución establecido en el Art. 1º
del Código Procesal Penal. Una respuesta airmativa a esta pregunta pasa por la
viabilidad de dotar a la noción tradicional de “identidad de la causa de pedir” de un
sentido congruente con la función de la prohibición de juzgamiento múltiple como
estándar de derecho sancionatorio. Y si es posible interpretar “identidad de la cau-

192
Véase supra, 4.2.2.
193
Véase supra, 5.3.1.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 517

sa de pedir” como “identidad de fundamento”, entonces esta identidad de funda-


mento debe ser relativa a la especíica pretensión sancionatoria. Esto tendría que
resultar en la adopción de un concepto más estricto de hecho en sentido procesal,
en comparación con el que rige en el ámbito procesal-penal, en términos tales que
si tras un primer juzgamiento -con resultado condenatorio o absolutorio- se hiciera
valer una pretensión sancionatoria respecto del mismo conjunto de circunstan-
cias de hecho, pero bajo una diferente caliicación típica, no cabría reconocer una
eventual excepción de cosa juzgada.194 Así, de producirse un primer juzgamiento
relativo a determinados “hechos, actos o convenciones” bajo su caliicación como
constitutivos de una práctica concertada resultante en una obtención de poder de
mercado, nada obstaría a que esos mismos “hechos, actos o convenciones” pudie-
ran ser objeto de un juzgamiento posterior bajo su caliicación como constitutivos
de una explotación abusiva de una posición dominante en el mercado, dado que, en
principio al menos, las respectivas pretensiones sancionatorias no exhibirían una
“identidad de fundamento”.
Aquí es oportuno mostrar que el alcance de la prohibición de juzgamiento
múltiple que se sigue de la interpretación recién sugerida también resulta con-
gruente con su aplicación frente a casos no ya de juzgamiento sucesivos, sino
de juzgamientos simultáneos; esto es, para los efectos de hacer operativa la ex-
cepción de litispendencia, reconocida legalmente bajo el Libro II del Código de
Procedimiento Civil (Art. 303 Nº 3), al cual se remite el Art. 29 del DL 211. Para
esto, basta con considerar un muy recientemente pronunciamiento jurisdiccional
del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, el cual, por sentencia de 24 de
enero de 2011, rol Nº C211-10, acogiera una excepción de litispendencia en el
marco de un proceso relativo a “los mismos hechos” que eran objeto, en paralelo,
de otro proceso llevado ante el mismo tribunal, encontrándose este último asunto
en conocimiento de la Corte Suprema tras haberse interpuesto un recurso de recla-
mación en contra de la sentencia pronunciada por el tribunal.
Al fundamentar su decisión de acoger la excepción de litispendencia, el
tribunal ofreció, en primer término, la consideración de que los hechos que con-
iguraban el objeto procesal en el asunto ya fallado y sometido por vía de recla-
mación al conocimiento de la Corte Suprema y los hechos que fueran objeto de
la denuncia posterior “constituyen todos ellos el elemento fáctico de una única
conducta supuestamente infraccional para efectos de su juzgamiento en esta sede”
(c. 11), lo cual fuera reforzado por la consideración ulterior de que los mismos
representarían “una unidad, pues constituyen todos ellos el presupuesto fáctico
de una misma conducta presuntamente anticompetitiva” (c. 15). Es especialmente
afortunado que, bajo esta formulación, el tribunal ponga de maniiesto la doble
cuestión de identidad de la cual depende el reconocimiento de una “unidad de
acción contravencional o infraccional”, en pleno paralelismo al reconocimiento de

194
Dicho técnicamente: el concepto de hecho en sentido procesal que ha de reclamar aplicación bajo el
DL 211, en referencia al Art. 177 del Código de Procedimiento Civil, no es un concepto extensional, sino un con-
cepto intensional de hecho.
518 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

una “unidad de acción delictiva” en los términos del Derecho Penal: ha de tratarse
de una misma descripción de una forma de comportamiento contravencional, que
se vea realizada una sola vez.195
Lo fundamental es que, inmediatamente a continuación, el tribunal haya
explicitado la conexión entre esta última cuestión de doble identidad y las condi-
ciones de admisibilidad de la excepción de litispendencia:

“[…] si se juzgaran los actos objeto de la demanda en estos autos, se


infringiría el principio de non bis in idem que, en su manifestación pro-
cesal, busca evitar que una misma persona sea sometida a procesos si-
multáneos en razón de una misma supuesta infracción y respecto de la
cual existe una misma pretensión sancionatoria […]” (c. 16).

El tribunal asumió, de esta manera, que en el ámbito de su competencia la


prohibición de juzgamiento múltiple que se deriva del principio ne bis in ídem es
aplicable siempre que el objeto de uno y otro juzgamiento sea idéntico, y asumió,
además, que esto último es el caso siempre que se trate de una misma (presunta)
infracción respecto de la cual exista “una misma pretensión sancionatoria”. Esto
muestra que el tribunal reconoce la exigencia de una identidad de fundamento como
presupuesto de aplicabilidad de la prohibición de juzgamiento múltiple, lo cual re-
sulta exigido, según ya se viera, por la remisión del Art. 29 del DL 211 a las normas
de los Libros I y II del Código de Procedimiento Civil.
Es inequívoco que, de acuerdo con esta solución, el alcance de la prohibi-
ción de juzgamiento múltiple bajo el DL 211 provee una garantía más débil que la
provista por el principio de persecución única consagrado en el Art. 1º del Código
Procesal Penal. Pero ello está lejos de resultar inadmisible, en la medida en que el
régimen sancionatorio aplicable en materia de contravenciones al derecho de la libre
competencia es un régimen sancionatorio considerable menos “alictivo” que el
régimen jurídico-penal.

iii. El contexto interjurisdiccional

¿Aplicabilidad del Art. 13 del Código Procesal Penal?

Finalmente, resta examinar el alcance que el principio ne bis in ídem ha de exhibir,


en el marco del régimen sancionatorio del DL 211, en atención al eventual ejercicio
concurrente de pretensiones sancionatorias por parte de órganos jurisdiccionales o
administrativos extranjeros, con arreglo al derecho aplicable por esos mismos órga-
nos. Tal como ya se sostuviera, es en tal contexto (interjurisdiccional) que el princi-
pio ne bis in ídem muestra un menor grado de perentoriedad, dado que aquí se trata

195
Véase supra, 4.1.2.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 519

de la medida en que el ordenamiento jurídico de un Estado puede llegar a reconocer


eicacia al ejercicio (exitoso o fallido) de pretensiones sancionatorias por parte de
órganos de otro Estado, lo cual presupone una relación de reconocimiento mutuo que
es, por deinición, políticamente contingente. No existiendo un régimen que impon-
ga al Estado de Chile una limitación al ejercicio de sus potestades jurisdiccionales y
sancionatorias en atención al eventual ejercicio de potestades semejantes por parte
de órganos extranjeros, el legislador tiene plena prerrogativa de decisión para deter-
minar si y en qué grado pudiera tener lugar tal reconocimiento.196
Por ello, la identiicación de un estándar normativo que pudiera ser vincu-
lante para el ejercicio de jurisdicción por parte del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia se ve enfrentada a un considerable déicit de certeza en este contexto.
Desde ya, hay que advertir que aquí no vienen en consideración normas del Código
de Procedimiento Civil que pudieran resultar aplicables a través de la regla de remi-
sión del Art. 29 del DL 211. Pues el Código de Procedimiento contempla, en su Libro
I, normas sobre ejecución de resoluciones pronunciadas por tribunales extranjeros,
en circunstancias, sin embargo, que aquí no se trata de la ejecución de tales reso-
luciones, sino más bien de su eventual reconocimiento como razón para inhibir el
ejercicio de potestades sancionatorias que pertenecen a la esfera de competencia del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Y además, hay que advertir que, en
este contexto, es necesario determinar el alcance del principio ne bis in ídem no sólo
frente a la actividad de tribunales extranjeros, sino muy fundamentalmente también
frente a la actividad sancionatoria de órganos administrativos que no ejercen funcio-
nes propiamente jurisdiccionales. Todo lo cual presupone, desde luego, que efecti-
vamente exista un ejercicio concurrente de potestades sancionatorias por parte de un
órgano de otro Estado. Pues por el contrario, si lo que viene en consideración no es
más que una eventual medida de carácter no coercitivo, o bien un compromiso de
contribución pecuniaria voluntariamente acordado, ni siquiera puede entrar a discu-
tirse acerca de la eventual aplicabilidad del principio ne bis in ídem en este contexto.
Luego, la pregunta podría replantearse en términos de la eventual aplicabi-
lidad, por analogía, de la regla del Art. 13 del Código Procesal Penal, que establece,
según ya se analizara, el alcance de las prohibiciones de punición y juzgamiento
múltiple para los efectos del ejercicio de jurisdicción en el ámbito jurídico-penal, en
el contexto interjurisdiccional. Y la respuesta tendría que ser airmativa, siempre que
pudiera sostenerse que el estándar ahí ijado ha de tomarse como un estándar gene-
ralizable para el ejercicio de cualquier potestad auténticamente sancionatoria. Esta
es, sin embargo, una cuestión especialmente incierta, dado que no hay razones sui-
cientes para pretender que el principio ne bis in ídem pudiera resultar vinculante, en
este contexto interjurisdiccional, sin declaración expresa del legislador respectivo.
En el marco del derecho de la libre competencia de la Unión Europea, por ejemplo,
se encuentra asentado el criterio de que las prohibiciones de juzgamiento y sanción

196
Esto no se ve alterado, como es obvio, por la eventual existencia de acuerdos de cooperación inter-
nacional que no conciernan al ejercicio de tales potestades, sino a otros aspectos operativos de la persecución de
comportamientos contravencionales.
520 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

múltiple en principio no pueden reclamar aplicación frente a persecuciones e imposi-


ción de sanciones por parte de órganos estatales no vinculados a la Unión.197 Y cabe
recordar aquí que es una consideración similar la que explica la pervivencia de la
doctrina de la soberanía dual como excepción a la prohibición de doble exposición
de la Quinta Enmienda de la Constitución federal de los EE.UU.198
En consecuencia, puede partirse de la base que el principio ne bis in ídem
no puede reclamar aplicación al interior del contexto interjurisdiccional, sin que haya
una decisión legislativa en tal sentido. Ahora bien, puede quedar abierta la pregunta
de si la decisión legislativa expresada en el Art. 13 del Código Procesal Penal admite
ser interpretada en términos de su generalización al ámbito regulativo del DL 211.
Pero es importante establecer cuáles serían las consecuencias a extraer de la eventual
aplicabilidad de ese estándar en el ámbito que ahora interesa.

Los límites de la prohibición de juzgamiento y sanción múltiple

De acuerdo con lo establecido más arriba, la prohibición de juzgamiento y sanción


múltiple consagrada en el Art. 13 del Código Procesal Penal presupone que el ejer-
cicio de jurisdicción por el tribunal chileno se encuentra referido no meramente al
mismo hecho (en sentido extensional), sino al mismo delito al cual se reiriera la sen-
tencia (condenatoria o absolutoria) pronunciada por el órgano extranjero. Ésta es una
consideración decisiva, ya que, bajo la hipótesis de que el mismo estándar resultara
aplicable al derecho contravencional de la libre competencia, sólo podría airmarse
una vulneración del principio ne bis in ídem en la medida en que el Tribunal de De-
fensa de la Libre Competencia pretendiera llevar a efecto un juzgamiento o -en su
caso- imponer sanciones por la misma contravención o infracción que hubiese sido
objeto de persecución por parte del órgano extranjero. Siempre que las respectivas
contravenciones no sean idénticas, por el contrario, el principio ne bis in ídem no
podría reclamar aplicación frente al ejercicio de las potestades correspondientes por
parte del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Aquí es fundamental observar, de paso, que la determinación de la posible
identidad entre una y otra infracción, que pudiera activar la aplicación del principio
ne bis in ídem, presupone que el tribunal establezca en qué consiste exactamente
la eventual infracción. Por esta razón, resulta excluida la posibilidad de que, en los
términos de la prohibición de juzgamiento múltiple, una eventual excepción de cosa
juzgada pudiera resultara operativa para inhibir el inicio del proceso correspondien-
te. Pues sólo en el marco del proceso respectivo podría llegar a establecerse cuáles
son los hechos eventualmente constitutivos de la infracción que cae bajo el ámbito de
competencia del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, de manera que éste
pueda determinar, a su vez, si entre dicha eventual infracción y una infracción que

197
Véase Frenz, Europäisches Kartellrecht, n.m. 1595 ss.
198
Véase supra, 3.2.3.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 521

hubiese sido objeto persecución o fundamento de imposición de una o más sanciones


por parte de un órgano extranjero pudiera existir una relación de identidad que impi-
diese la continuación de su juzgamiento en el marco de un ejercicio de jurisdicción
por el tribunal con arreglo a los términos del Art. 13 del Código Procesal Penal.
En conformidad con los criterios que ya se han analizado a lo largo del
presente informe, es fácil determinar bajo qué condiciones cabe airmar la falta de
identidad de las respectivas infracciones. Siempre que las descripciones de las res-
pectivas formas de comportamiento no sean (total o parcialmente) idénticas, de ma-
nera tal que los respectivos contenidos de ilicitud de una y otra sean recíprocamente
independientes, habrá que reconocer la falta de identidad de las infracciones. Así por
ejemplo, si una persona (natural o jurídica) hubiese sido sancionada en el extranjero
por una infracción constitutiva de prácticas concertadas entre competidores, esa mis-
ma persona podría ser perfectamente sometida a juzgamiento y a la imposición de
sanciones, por parte del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, de resultarle
imputable una explotación abusiva de una posición dominante en el mercado, con
total independencia de que el sustrato fáctico de una y otra infracción se corresponda
con un mismo hecho o conjunto de hechos (en sentido extensional).
Pero ese no es, ciertamente, el único caso posible. Cabría imaginar, tam-
bién a modo de ejemplo, que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia tuviera
que conocer de una pretensión relativa a una supuesta infracción constitutiva de la
adopción de acuerdos o prácticas concertadas que conieran poder de mercado, res-
pecto de una persona (natural o jurídica) que ya hubiese sido sancionada por parte
de un órgano extranjero, por una infracción que consistiera en la realización de esa
misma descripción de forma de comportamiento, y cuyo sustrato fáctico fuese el
mismo. Esto no bastaría, sin embargo, para concluir que entonces sí operaría una
prohibición de un nuevo juzgamiento o una sanción para el Tribunal de Defensa de
la Libre Competencia, puesto que ello no alcanza para airmar que una y otra infrac-
ción sean una y la misma (en sentido intensional). Pues es enteramente posible que
el contenido de ilicitud de una y otra infracción sea distinto, en la medida en que el
mercado respectivamente protegido, bajo una y otra descripción, no sea el mismo.
Es decir: si los acuerdos alcanzados o las prácticas concertadas entre los respectivos
competidores producen efectos en el mercado protegido a través de las normas del
DL 211, entonces esos acuerdos o prácticas constituirán una infracción relativa al
objeto de protección de las prohibiciones reforzadas por las normas de sanción del
DL 211; y esta infracción por deinición no podrá ser la misma infracción que aquella
consistente en la realización de la descripción relativa al mercado cuya protección
compete al ordenamiento jurídico cuyas normas son aplicadas por el órgano extran-
jero. El especíico contenido de ilicitud de la infracción relevante bajo el DL 211 es
independiente, entonces, del contenido de ilicitud de la infracción sometida a las
potestades del órgano extranjero.
Precisamente, tal es la solución que se ha impuesto en el marco del derecho
europeo de la libre competencia: siendo diferente el ámbito geográico de inciden-
cia, las respectivas infracciones ameritan persecuciones e imposición de sanciones
múltiples, sin que quepa reconocer una vulneración del principio ne bis in ídem, y
sin que siquiera resulte procedente un cómputo del monto de las multas impuestas
522 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

en otro territorio jurisdiccional para los efectos de determinar la cuantía de la multa


a ser impuesta en otro territorio jurisdiccional.199 En cuanto a lo primero, es oportu-
no considerar la contundencia de lo resuelto por el Tribunal de Justicia de la Unión
Europea en el asunto “Tokai Carbon”, T-236/01, el año 2004:

“Dadas estas circunstancias, resulta a fortiori imposible aplicar en el


presente asunto el principio non bis in idem, pues es evidente que los
procedimientos tramitados y las sanciones impuestas por la comisión,
por una parte, y por las autoridades norteamericanas y canadienses, por
otra, no persiguen los mismos objetivos. En el primer caso se trata de
impedir que se falsee el juego de la competencia en el territorio de la
Unión Europea o en el EEE, mientras que en el segundo caso el mer-
cado que se trata de proteger es el mercado norteamericano o el cana-
diense (véase en este sentido, la sentencia del Tribunal de Justicia de
15 de julio de 1970, Buchler/Comisión, 44/69, Rec. p. 733, apartados
52 y 53). La aplicación del principio non bis in idem está supeditada no
sólo a la coincidencia de los hechos constitutivos de la infracción y de
las personas sancionadas, sino también a la existencia de un único bien
jurídico protegido (conclusiones del abogado general Ruiz-Jarabo Co-
lomer de 11 de febrero de 2003, Italcementi/Comisión, C213/00 P, Rec.
p. I0000, punto 89)” (n.m. 134).

El tribunal reforzaba su toma de posición de la mano de la siguiente de


observación:

“El alcance del principio de prohibición de la acumulación de sancio-


nes, tal como lo consagra el artículo 4 del Protocolo nº 7 del CEDH, re-
airma la conclusión anterior. Se deduce del tenor de dicho artículo que
este principio tiene por única consecuencia impedir que los tribunales
de un Estado juzguen o sancionen una infracción por la que la persona
procesada ya haya sido absuelta o condenada en dicho Estado” (n.m.
135).

Y en cuanto a lo segundo, esto es, a la improcedencia siquiera de un cóm-


puto de la cuantía de multas impuestas por órganos de otros Estados, considérese lo
resuelto asimismo por el mismo tribunal en el asunto “Archer Daniels”, T-224/00,
de 2003:

“Incluso en el supuesto de que la condena de las prácticas colusorias


relativas a la lisina pudiera distinguirse de la condena de las prácticas
colusorias relativas al ácido cítrico, es preciso recalcar que, aunque la
sentencia dictada en Estados Unidos alude al hecho de que las prácticas
colusorias relativas a la lisina tenían por objeto restringir la producción

199
Así Frenz, Europäisches Kartellrecht, n.m. 1595 ss.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 523

y aumentar los precios de la lisina «en Estados Unidos y en otros luga-


res», no se ha acreditado en absoluto que la condena dictada en Esta-
dos Unidos haya sancionado aplicaciones o efectos de estas prácticas
colusorias distintos de los que se produjeron en dicho país (véase en
este sentido la sentencia de 14 de diciembre de 1972, Boehringer/Comi-
sión, antes citada, apartado 6) y en particular los producidos en el EEE,
algo que por lo demás hubiera supuesto una intromisión maniiesta en
la competencia territorial de la comisión. Esta última observación se
aplica igualmente a la condena impuesta en Canadá. A este respecto, se
deduce de los debates mantenidos en la vista que las multas impuestas
por los tribunales norteamericanos y canadienses se calcularon partien-
do del volumen de negocios de ADM Company en el territorio de estos
dos estados” (n.m. 103).

Lo anterior no representa más que la explicitación de una consideración ele-


mental acerca de la coniguración de los regímenes de derecho sancionatorio. Pues
según ya se sugiriera más arriba, la funcionalidad propia de una sanción en senti-
do estricto concierne a una pretensión de reairmación de la autoridad del derecho
respectivamente quebrantado.200 Y cada Estado nacional puede pretender, con toda
legitimidad, reairmar la vigencia de sus propias normas a través del ejercicio de las
potestades sancionatorias que su respectivo ordenamiento coniere a sus órganos
competentes al efecto.

Recapitulación: el principio ne bis in ídem como estándar para el Tribunal de


Defensa de la Libre Competencia en el contexto interjurisdiccional

Para inalizar, puede ser oportuno especiicar, a modo de recapitulación del análisis
propuesto en la presente subsección, cuál es la medida precisa en que el principio ne
bis in ídem ha de operar como estándar vinculante para el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia, especíicamente en el contexto interjurisdiccional, asumiendo
(sólo) por vía de hipótesis, por las razones ya planteadas, la aplicabilidad del Art. 13
del Código Procesal Penal.
De acuerdo con lo ya sostenido, la exigencia de que se trate de uno y el
mismo “delito” se traduce, desde ya, en una importante relativización del alcance de
la prohibición de juzgamiento múltiple en este contexto. Pues el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia sólo podrá establecer en qué consiste la eventual infracción
de cuya posible identidad con una infracción que ha sido objeto del ejercicio de
una pretensión sancionatoria por parte de un órgano extranjero en la medida en que
dé curso, inicialmente al menos, al proceso correspondiente. La excepción de cosa
juzgada, por lo mismo, sólo podría resultar operativa una vez que el tribunal haya
podido efectuar tal determinación.

200
Véase supra, 2.1.
524 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

Para la determinación de la posible relación de identidad entre la eventual


infracción en relación con la cual el tribunal pudiera ejercer sus potestades jurisdic-
cionales y sancionatorias, por una parte, y una o más infracciones que pudieran haber
sido objeto de conocimiento y fundamento de imposición de sanciones por parte de
órganos extranjeros, por otra, es imprescindible tener en cuenta que la identidad o
falta de identidad ha de ser evaluada en atención al especíico contenido de ilicitud
de las infracciones en cuestión.
Así, no habría identidad entre dos infracciones, una sometida a una jurisdic-
ción extranjera y otra sometida a la jurisdicción chilena, en caso de que, por ejemplo,
una infracción sea constitutiva de un abuso de posición dominante y la otra infracción
sea constitutiva de una colusión en la ijación de precios. Y esto, porque en tal situa-
ción no se da, en efecto, una relación de identidad, desde el punto de vista de su es-
pecíico contenido de ilicitud, entre la descripción abstracta de una y otra infracción.
Pero tampoco habrá identidad entre dos infracciones, una sometida a una ju-
risdicción extranjera y otra sometida a la jurisdicción chilena, en el caso de que, por
ejemplo, una infracción sea constitutiva de una colusión en la ijación de precios que
afecta el mercado protegido por el ordenamiento jurídico del Estado extranjero en
cuestión y la otra sea constitutiva de una colusión en la ijación de precios que afecte
el mercado protegido por las normas del DL 211. Pues en este caso sólo a primera
vista podría pensarse que hay identidad entre la descripción abstracta de una y otra
descripción. Más bien, en la medida en que los mercados protegidos bajo el derecho
de uno y otro Estado sean distintos, las respectivas descripciones no pueden ser con-
sideradas idénticas: una infracción que consiste en la realización de la descripción
“adoptar acuerdos o prácticas concertadas que impiden, restringen o entorpecen la
libre competencia en el mercado X” no es idéntica a una infracción que consiste en
la realización de la descripción “adoptar acuerdos o prácticas concertadas que im-
piden, restringen o entorpecen la libre competencia en el mercado Y”, precisamente
porque el especíico contenido de ilicitud de una y otra es divergente en relación con
el objeto de protección de una y otra norma. Y aquí es enteramente irrelevante que
los acuerdos o las prácticas concertadas en referencia a uno y otro mercado pudieran
haber sido adoptados a través de una misma deinición marco por parte de dos o más
competidores. Pues en tal caso, recurriendo por analogía a las categorías del Derecho
Penal, lo que habría que reconocer es una unidad de hecho, esto es, un concurso ideal
entre las distintas infracciones. Y lo fundamental es que un concurso ideal, en lo que
aquí interesa, sigue siendo un concurso auténtico entre dos o más infracciones que
exhiben un diferente contenido especíico de ilicitud.
Distinto sería el caso, ciertamente, si la legislación de libre competencia de
un Estado extranjero tipiicara infracciones en atención a la protección de la libre
competencia en los mercados chilenos. Pero nada sugiere que ello pudiera materiali-
zarse sino en el marco de la implementación de políticas bilaterales o regionales de
cooperación internacional, como sucede en el ámbito de la Unión Europea. No exis-
tiendo iniciativas de tales características en relación con los mercados chilenos, la
protección de la libre competencia al interior de estos mercados es algo que incumbe
exclusivamente, al menos por el momento, al Estado chileno, que para estos efectos
actúa a través del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 525

V. CONCLUSIONES

Es posible diferenciar dos sentidos, uno estricto y otro amplio, del concepto de Dere-
cho Administrativo sancionatorio. El derecho contravencional de la libre competen-
cia, de acuerdo con su régimen bajo el ordenamiento jurídico chileno, cuenta como
instancia de Derecho Administrativo sancionatorio en sentido amplio.
Los estándares mínimos de control de la potestad sancionatoria aplicables a las
distintas variantes de derecho sancionatorio han de encontrarse intrínsecamente aso-
ciados a una noción funcional de sanción. La función especíicamente distintiva de una
sanción en sentido estricto consiste en la reairmación de la pretensión de validez del
derecho ante su quebrantamiento. Esto posibilita identiicar un conjunto de garantías
que han de ser aplicables por estar en juego el ejercicio de potestades sancionatorias.
Que el principio ne bis in ídem forme parte de ese conjunto de garantías no
alcanza a prejuzgar, sin embargo, cuál haya de ser su coniguración especíica en el
ámbito regulativo del cual se trate.
En el Derecho Penal de inluencia europeo-continental, el principio ne bis in
ídem es entendido como la conjunción de un estándar de adjudicación (al modo de
una prohibición de punición múltiple) y un estándar de clausura procesal (al modo de
una prohibición de juzgamiento múltiple). El alcance del principio se encuentra cir-
cunscrito, prima facie, al ámbito correspondiente a la respectiva jurisdicción estatal.
En el ámbito del Derecho Penal de los E.E.U.U. de Norteamérica, ambas
dimensiones del principio se encuentras expresadas en la cláusula de la “doble expo-
sición” de la Quinta Enmienda de la Constitución federal. A este respecto, destacan
tanto la controversia en torno a la interpretación de la expresión “un mismo delito”
como la restricción del alcance de la cláusula que se sigue de la así llamada “doctrina
de la soberanía dual”.
Es en todo caso imprescindible diferenciar los contextos en que puede llegar
a activarse la aplicación del principio ne bis in ídem, dado que el respectivo contexto
determina el alcance especíico que exhibe el principio. A este respecto, es posi-
ble diferenciar dos contextos básicos: el contexto interjurisdiccional (deinido por el
ejercicio concurrente de pretensiones sancionatorias por parte de órganos de dos o
más Estados) y el contexto intra jurisdiccional (deinido por el ejercicio concurrente
de pretensiones sancionatorias por parte de órganos de un mismo Estado). Al interior
de este último, cabe diferenciar, a su vez, dos subcontextos: el (sub)contexto inter-
procesal (deinido por la concurrencia de pretensiones sancionatorias entabladas en
procesos distintos) y el (sub) contexto intraprocesal (deinido por la concurrencia de
pretensiones sancionatorias entabladas en un mismo proceso).
En el marco del Derecho Penal chileno, es imprescindible diferenciar los va-
rios sentidos atribuibles a la expresión “un mismo hecho”, tal como ésta aparece en
la formulación del principio ne bis in ídem. Así, cabe reconocer un concepto procesal
de hecho, por oposición al concepto de hecho propio del Derecho Penal sustantivo,
siendo. A la vez, dentro del ámbito del derecho propio del penal sustantivo es posi-
ble distinguir entre un concepto de “hecho delictivo” y un concepto de “unidad de
hecho”; la relevancia de este último concepto se circunscribe a la aplicación de las
526 REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA

reglas sobre concursos de delitos.


En el derecho chileno, el principio ne bis in ídem se hace operativo, en el
contexto intraprocesal, a través de las categorías de la unidad de acción (u omisión)
delictiva y del concurso aparente o impropio de delitos. En el contexto interprocesal,
el principio se encuentra expresamente consagrado, al modo de una prohibición de
juzgamiento múltiple, en el Art. 1˚ del Código Procesal Penal. Por último, en el con-
texto interjurisdiccional, el principio exhibe un alcance considerablemente menor,
en una y otra dimensión, en conformidad con las restricciones impuestas por el Art.
13 del Código Procesal Penal.
En el ámbito general del derecho sancionatorio, el estatus del principio ne bis
in ídem resulta más incierto. Del principio general de proporcionalidad sólo se deriva,
directamente, una prohibición de sanción múltiple por el mismo hecho, que como tal
sólo es vinculante para el o los órganos competentes para la imposición las sanciones.
Lo mismo no puede decirse de la prohibición de juzgamiento múltiple. Para establecer
el posible alcance de la garantía en este ámbito, es necesario diferenciar dos frentes:
el intercompetencial y el intracompetencial, según si las pretensiones sancionatorias
concurrentes pertenecen a órdenes de competencia heterogéneos u homogéneos.
En el frente intercompetencial, deinido por la posible concurrencia de pre-
tensiones sancionatorias de carácter penal y de carácter administrativo, no basta con
considerar la cuestión de la diferencia cuantitativa o cualitativa entre las sanciones
penales y las sanciones administrativas para responder la pregunta acerca de una
eventual prioridad de una sobre la otra. En el derecho chileno, no existe una ma-
nifestación concluyente de una voluntad legislativa contraria a la acumulación de
sanciones de una y otra clase, resultando más bien reconocible un favorecimiento le-
gislativo de la solución inversa, esto es, de la posibilidad de acumulación de sancio-
nes de carácter penal y de carácter administrativo. En el marco del derecho chileno,
por ende, no es posible fundamentar una prohibición de juzgamiento múltiple en el
ámbito de potencial entrecruzamiento del Derecho Penal y el derecho contravencio-
nal de la libre competencia. Esto tiene relevancia para el problema de si en relación
con un mismo asunto pudieran conducirse, en paralelo, tanto un enjuiciamiento ju-
rídico-penal, por la eventual perpetración de un hecho delictivo, como un enjuicia-
miento bajo el DL 211 por alguna eventual contravención del derecho de la libre
competencia: en este escenario, y en virtud de la heterogeneidad de las pretensiones
sancionatorias eventualmente concurrentes, en principio no existe riesgo alguno de
una contravención del principio ne bis in ídem.
En el frente intracompetencial, por su parte, deinido por la posible concu-
rrencia de múltiples pretensiones sancionatorias de carácter administrativo, ha de
regir la máxima de que el principio ne bis in ídem no puede en caso alguno exhibir un
alcance mayor que en el ámbito del Derecho Penal. Esto no signiica, sin embargo,
que dicho alcance deba ser idéntico. Antes bien, es necesario examinar en cada con-
texto particular cuál ha de ser el alcance especíico del principio en su doble dimen-
sión de estándar sustantivo y estándar procesal, reconociendo como límite máximo,
en cada caso, el alcance que, en el ámbito jurídico-penal, el principio muestra en el
respectivo contexto. En el contexto intraprocesal, la admisibilidad de una posible
concurrencia de múltiples pretensiones sancionatorias de carácter administrativo ha
REFLEXIONES SOBRE EL DERECHO DE LA LIBRE COMPETENCIA 527

der ser evaluada en términos de si a las respectivas infracciones concurrentes co-


rresponde un contenido de ilicitud independiente. En el contexto interprocesal, en
cambio, resulta más difícil identiicar pautas generales acerca del eventual alcance
de excepciones de cosa juzgada y de litispendencia. Y esa diicultad se agudiza aún
más en el contexto interjurisdiccional, puesto que aquí se hace determinante la cir-
cunstancia de que un Estado cualquiera sólo puede ver condicionado el ejercicio de
sus propias potestades jurisdiccionales y sancionatorias, en la medida en que ese
mismo Estado se someta a una restricción de tal naturaleza.
El principio ne bis in ídem en ningún caso obsta a la imposición conjunta de
sanciones propiamente tales y otras medidas de carácter no-sancionatorio, y tampoco
resulta aplicable frente compromisos de prestación pecuniaria establecidos mediante
acuerdos. Para determinar la procedencia de la imposición de sanciones múltiples,
cabe recurrir a los criterios que hacen posible reconocer el eventual carácter aparente
del respectivo concurso de infracciones.
En el contexto interprocesal, y para los efectos de la aplicación de las nor-
mas del DL 211, no resulta aplicable el estándar ijado en el Art. 1º del Código Pro-
cesal en cuanto a la prohibición de juzgamiento múltiple, puesto que el Art. 29 del
DL 211 se remite, más bien, a las normas de los Libros I y II del Código de Procedi-
miento Civil. En esta medida, resultando aplicables las excepciones de cosa juzgada
y litispendencia en conformidad con las reglas del procedimiento civil, que en todo
caso exigen la existencia de una identidad de fundamento.
En el contexto interjurisdiccional, y también para los efectos del régimen
sancionatorio del derecho de la libre competencia, la vigencia del principio ne bis in
indem resulta considerablemente más incierta, pudiendo favorecerse, en atención a
los antecedentes de Derecho Comparado, la tesis de la inaplicabilidad del principio.
La otra posibilidad viene dada por una aplicación analógica de las reglas del Art. 13
del Código Procesal Penal. En este último caso, una persecución o una imposición
de sanciones por parte de un órgano extranjero tampoco es obstáculo al ejercicio de
la potestad sancionatoria propia del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia,
en la medida en que el especíico contenido de ilicitud de las respectivas infraccio-
nes, en atención a las variables relevantes para cada ordenamiento jurídico, no sea el
mismo. En particular, habrá que negar una vulneración del principio ne bis in ídem
en la medida en que se trate de la imposición de sanciones por una infracción que no
exhibe el mismo contenido de ilicitud que la infracción que pudiera haber sido objeto
de una persecución o fundamento de la imposición de sanciones por parte de un ór-
gano extranjero. Esta falta de identidad en cuanto al respectivo contenido de ilicitud
no sólo puede darse si son diferentes las descripciones de las respectivas formas
de comportamiento, sino también si son diferentes los mercados respectivamente
protegidos bajo la legislación de uno y otro Estado. A favor de esto hablan no sólo
consideraciones de Derecho Comparado, sino también la noción misma de sanción
en sentido funcional.

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