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ASESINANDO LA ESPERANZA - William Blum

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ASESINANDO LA ESPERANZA

William Blum
intervenciones de la CIA y del Ejército de los Estados Unidos
desde la Segunda Guerra Mundial

Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2005


Digitalización: GAFP

Este trabajo ha sido convertido


a libro digital
por militantes de EHK,
y forma parte del
material de trabajo para el estudio,
investigación y formación del
pensamiento marxista
http://www.abertzalekomunista.net

CONTENIDO
7 INTRODUCCIÓN
Breve historia de la Guerra Fría y el anticomunismo

31 1. CHINA. DE 1945 HASTA LOS AÑOS 60


¿Estaba Mao Tse-tung realmente paranoico?
43 2. ITALIA 1947-1948
Elecciones libres al estilo Hollywood
55 3. GRECIA, DE 1947 HASTA INICIOS DE LA DÉCADA DE 1950
De cuna de la democracia a estado cliente
64 4. FILIPINAS. DÉCADAS DE 1940 Y 1950
La colonia más antigua de Norteamérica
75 5. COREA 1945-1953
¿Fue todo lo que pareció ser?
94 6. ALBANIA 1949-1953
El correcto espía inglés
98 7. EUROPA DEL ESTE 1948-1956
Operación Factor Fragmentante
105 8. ALEMANIA. DÉCADA DE 1950
Cualquier cosa: desde delincuencia juvenil hasta terrorismo
111 9. IRÁN 1953
Dándole seguridad al rey de reyes
125 10. GUATEMALA 1953-1954
Con el mundo por testigo
143 11. COSTA RICA. MEDIADOS DE LOS 50
Tratando de derribar a un aliado. Parte I
146 12. SIRIA 1956-1957
Comprando un nuevo gobierno
153 13. MEDIO ORIENTE 1957-1958
La Doctrina Eisenhower reclama otro patio para Norteamérica
170 14. INDONESIA 1957-1958
Guerra y pornografía
179 15. EUROPA OCCIDENTAL. DÉCADAS DE 1950 Y 1960
Frentes dentro de los frentes dentro de los frentes
Operación Gladio
187 16. GUAYANA BRITÁNICA 1953-1964
La mafia sindical internacional de la CIA
197 17. UNIÓN SOVIÉTICA. FINES DE LOS 40 A LOS 60
De aviones espías a la publicación de libros
207 18. ITALIA. AÑOS 50 A LOS 70
Apoyando a los huérfanos del cardenal y al tecnofascismo
212 19. VIETNAM 1950-1973
El circo de mentes y corazones
La última fase
La conspiración comunista internacional en acción
231 20. CAMBOYA 1955-1973
El príncipe Sihanouk camina en la cuerda floja de la neutralidad
242 21. LAOS 1957-1973
L ’Armée Clandestine
252 22. HAITÍ 1959-1963
Los marines desembarcan de nuevo
255 23. GUATEMALA 1960
Un buen golpe merece otro
258 24. FRANCIA-ARGELIA. AÑOS 60
L’état, c’est la CIA (El Estado es la CIA)
266 25. ECUADOR 1960-1963
Un manual de trucos sucios
271 26. EL CONGO 1960-1964
El asesinato de Patricio Lumumba
283 27. BRASIL 1961-1964
Presentando el maravilloso nuevo mundo de los Escuadrones de la Muerte
299 28. PERÚ 1960-1965
Fort Bragg se traslada a la selva
304 29. REPÚBLICA DOMINICANA 1960-1966
Deshacerse de la democracia para salvarla del comunismo
320 30. CUBA. 1959 HASTA LOS AÑOS OCHENTA
La revolución imperdonable
335 31. INDONESIA 1965
Eliminando a Sukarno... y a otros 500.000
Y 200.000 más
344 32. GHANA 1966
Kwame Nkrumah se sale de la línea
El punto de vista de la derecha norteamericana
348 33. URUGUAY 1964-1970
Tortura, tan norteamericana como el pastel de manzana
357 34. CHILE 1964-1973
Una hoz y un martillo estampados en la frente de tu hijo
373 35. CRECIA 1964-1974
“Cáguense en el Parlamento y en su Constitución”, dijo el presidente de Estados
Unidos
383 36. BOLIVIA 1964-1975
Tras la huella del Che Guevara en la tierra del coup d’état
396 37. GUATEMALA. 1962 HASTA LOS 80
Una “solución final” menos publicada
414 38. COSTA RICA 1970-1971
Tratando de derribar a un aliado, parte II
418 39. IRAQ 1972-1975
Las acciones encubiertas no deben ser confundidas con trabajo de misioneros
423 40. AUSTRALIA 1973-1975
Otra elección libre que muerde el polvo
432 41. ANGOLA. 1975 HASTA LOS AÑOS 80
El juego de poker de las grandes potencias
445 42. ZAIRE 1975-1978
Mobutu y la CIA, un matrimonio hecho en el cielo
455 43. JAMAICA 1976-1980
El ultimátum de Kissinger
462 44. SEYCHELLES 1979-1981
Otra área más de gran importancia estratégica
466 45. GRANADA 1979-1984
La mentira, una de las pocas industrias surgidas en Washington
480 46. MARRUECOS 1983
Una jugada sucia con video
482 47. SURINAM 1982-1984
Una vez más el fantasma cubano
485 48. LIBIA 1981-1989
Ronald Reagan encuentra la horma de su zapato
El vuelo 103 de Pan American
¿Un nuevo Khadafi?
502 49. NICARAGUA 1978-1990
Desestabilización en cámara lenta
529 50. PANAMÁ 1969-1991
Traicionando a nuestro suministrador de drogas
545 51. BULGARIA 1990-ALBANIA 1991
Enseñándole a los comunistas de qué se trata la democracia
555 52. IRAQ 1990-1991
El holocausto del desierto
La invasión
El preludio de la guerra
Las múltiples explicaciones de George Bush
“Deténganme antes de que mate nuevamente”
587 53. AFGANISTÁN 1979-1992
La jihad norteamericana
611 54. EL SALVADOR 1980-1994
Derechos humanos al estilo de Washington
La escalada militar
Un rostro humano
Agitadores extranjeros
640 55. HAITÍ 1986-1994
¿Quién me librará de este cura revoltoso?
Los clientes de la CIA
Traición
662 56. EL IMPERIO NORTEAMERICANO DESDE 1992 HASTA EL PRESENTE
La Guerra Fría ha terminado. ¡Que viva la Guerra Fría!
¿Está EE.UU. contra el terrorismo?
La mafia imperial
El oro líquido, una vez más
La política exterior norteamericana: un laboratorio para cultivar el virus del
terrorismo antinorteamericano
677 APPENDIX I
678 ANEXO 2
Casos de utilización de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en el extranjero
desde 1798 hasta 1945
693 ANEXO 3
Planes de atentados elaborados por el Gobierno de Estados Unidos
Introducción 7

INTRODUCCIÓN
Breve historia de la Guerra Fría y el anticomunismo
Nuestro temor a que el comunismo pueda algún día dominar la mayor parte del mundo
nos ha impedido ver que el anticomunismo ya lo ha logrado.
Michael Parenti1

Durante los primeros días de la guerra en Vietnam, un oficial vietnamita


dijo a su prisionero estadounidense: “Después de la Segunda Guerra
Mundial ustedes eran héroes para nosotros. Leíamos libros
norteamericanos y veíamos películas norteamericanas y era muy común
en esos días decir que se era ‘tan rico y tan sabio como un americano’.
¿Qué fue lo que pasó?”2
La misma pregunta podía haber sido hecha por un guatemalteco, un
indonesio o un cubano durante la década anterior, o por un uruguayo, un
chileno o un griego en la década siguiente. La credibilidad y admiración
que inspiraron los Estados Unidos al finalizar la Segunda Guerra Mundial
se fue desvaneciendo país por país, intervención por intervención. La
oportunidad de construir un mundo nuevo sobre las ruinas de la guerra,
de establecer cimientos para la paz, la prosperidad y la justicia, se
desplomó bajo el peso infame del anticomunismo.
Ese peso llevaba acumulándose algún tiempo; en verdad, desde el
primer día de la revolución bolchevique. Hacia el verano de 1918, unos
trece mil soldados estadounidenses se encontraban en el recién nacido
Estado, la futura Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Después de
dos años y miles de bajas, las tropas norteamericanas se retiraron sin
haber podido cumplir su misión de “estrangular en su mismo nacimiento”
el Estado bolchevique, tal como lo expresó Winston Churchill.3
El joven Churchill era el ministro británico de Guerra y Aire en aquel
momento. Fue él quien dirigió la invasión de la Unión Soviética por parte
de los Aliados (Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, Japón y varias otras
naciones), en apoyo al “Ejército Blanco” contrarrevolucionario. Años
después, en papel de historiador, Churchill dejaría anotado su punto de
vista sobre este episodio singular para la posteridad:
¿Estaban [los aliados] en guerra con la Rusia soviética? Con certeza no, pero

1 Michael Parenti: The Anti-Communist Impulse. Random House, New York, 1969, p. 4.
2 Washington Post, 24 de octubre de 1965, artículo escrito por Stanley Karnow.
3 Winston Churchill: The Second World War. Vol. IV The Hinge of Fate, Londres, 1951, p. 428.
Introducción 8

les disparaban a los soviéticos apenas los veían. Permanecieron como


invasores en territorio ruso. Dieron armas a los enemigos del Gobierno
soviético. Bloquearon sus puertos y hundieron sus buques de guerra.
Deseaban sinceramente la caída de este gobierno y elaboraron planes para
lograrlo. Pero ¿guerra? ¡Perturbante! ¿Interferencia? ¡Vergonzoso! Les era
por completo indiferente, repetían, la forma en que los rusos resolviesen sus
propios asuntos internos. Ellos eran imparciales. ¡Bang!4

¿Qué ocurrió con esta revolución bolchevique que alarmó tanto a las
mayores potencias del mundo? ¿Qué las llevó a invadir una tierra cuyos
soldados habían combatido junio a ellas por más de tres años y había
sufrido más bajas que ningún otro país en parte alguna durante la Primera
Guerra Mundial?
Los bolcheviques tuvieron la audacia de hacer la paz por separado con
Alemania, a fin de terminar con una guerra que consideraban imperialista
y que de ningún modo estaba en sus propósitos, y para tratar de
reconstruir una Rusia agotada y devastada. Pero los bolcheviques habían
demostrado su mayor audacia al derrocar un sistema capitalista feudal y
proclamar el primer estado socialista en la historia mundial. Esto
constituía una increíble arrogancia. Este era el crimen que los Aliados
debían castigar, un virus que tenía que ser erradicado antes de que se
extendiera a sus propios pueblos.
La invasión no alcanzó los resultados propuestos, pero sus
consecuencias fueron profundas y perdurables hasta nuestros días. El
profesor D. F. Fleming, historiador de la Universidad Vanderbilt que
investiga la Guerra Fría, ha señalado:
Para el pueblo norteamericano la tragedia cósmica de las intervenciones en
Rusia no existe, o fue un incidente sin importancia que hace mucho fue
olvidado. Pero para el pueblo soviético y sus líderes de aquel momento, fue
una época de interminables matanzas, de saqueo y pillaje, de epidemias y
hambre, un sufrimiento inconmensurable para muchos millones de personas
—una experiencia grabada con fuego en el corazón mismo de la nación, que
no será olvidada en el curso de muchas generaciones, si alguna vez llega a
olvidarse. De igual forma las severas regulaciones soviéticas pudieron ser
justificadas por muchos años debido al temor de que las potencias capitalistas
regresaran a terminar su trabajo. No es de extrañar que en su discurso del 17
de septiembre de 1959, en Nueva York, el premier Khruschov nos recordara
las intervenciones, “el tiempo en que ustedes enviaron sus tropas para
aplastar la revolución”, según dijo.5

4
Winston Churchill: The World Crisis: The Aftermath. Londres, 1929, p. 235
5
D. F. Fleming: “The Western Intervention in the Soviet Union 1918-1920”, en New World. Review,
New York, otoño de 1967; ver igualmente Fleming: The Cold War and its Origins, 1917-1960.
Doubleday & Co., New York, 1961, pp. 16-35.
Introducción 9

En 1920 un informe del Pentágono planteaba lo que podría calificarse


de portentosa insensibilidad de una superpotencia: “Esta expedición
asume uno de los mejores ejemplos en la historia de empeños honorables
y desinteresados [...] ayudar a un pueblo a alcanzar una nueva libertad en
circunstancias muy difíciles” 6
La historia no nos dice cómo sería una Unión Soviética a la que se le
hubiese permitido desarrollarse en una forma “normal”, de acuerdo con
su elección. Conocemos, sin embargo, la naturaleza de la Unión Soviética
que fue atacada en su mismo surgimiento, que se levantó por sí sola en
medio de un mundo extremadamente hostil y que, cuando lograba llegar
a la adultez, fue arrasada por la máquina de guerra nazi con la bendición
de las potencias occidentales. Las inseguridades resultantes y los temores
creados por esto han conducido de forma inevitable a deformidades de
carácter similares a las que presentaría un individuo sometido a amenazas
letales semejantes.
En Occidente jamás se nos permite olvidar los descalabros políticos
(reales e inventados) de la Unión Soviética, en cambio, nunca se nos
recuerda la historia que subyace tras ellos. La campaña de propaganda
anticomunista comenzó incluso antes que las intervenciones militares.
Antes de que finalizara el año 1918, expresiones tales como “Peligro Rojo”,
“el ataque bolchevique a la civilización” y “la amenaza de los rojos para el
mundo” se volvieron lugares comunes en las páginas del New York Times.
Durante febrero y marzo de 1919, un subcomité del Senado sostuvo
audiencias en las que fueron expuestas numerosas “historias de horror
bolchevique”. El carácter de algunos de los testimonios puede ser
evaluado por el titular en el usualmente desapasionado Times del 12 de
febrero de 1919:
DESCRITOS HORRORES BAJO EL PODER ROJO. R. E. SIMONS Y W. W.
WELSH CUENTAN A LOS SENADORES LAS BRUTALIDADES DE LOS
BOLCHEVIQUES: MUJERES DESNUDADAS EN LAS CALLES, GENTES DE
TODAS CLASES, EXCEPTO LA ESCORIA, SOMETIDAS A VIOLENCIA POR LA
TURBA.
El historiador Frederick Lewis Schuman ha planteado: “El resultado
directo de estas audiencias [...] fue dar una imagen de la Rusia soviética
como una especie de manicomio habitado por esclavos miserables
sometidos por entero a la voluntad de maniáticos homicidas cuyo
propósito era destruir todo rastro de civilización y regresar la nación a la
barbarie”.7
Puede afirmarse de manera literal que no hubo historia acerca de los

6 Los Angeles Times, 2 de septiembre de 1991, p. 1.


7 Frederick L. Schumann: American Policy Toward Russia Since 1917. New York, 1928, p. 125.
Introducción 10

bolcheviques que fuese demasiado forzada, grotesca o pervertida como


para no publicarla y darle amplio crédito: desde la nacionalización de las
mujeres hasta los bebés que eran devorados (tal como los antiguos
paganos creían que los cristianos devoraban a sus niños, algo de lo que
también se acusó a los judíos en la Edad Media). Los cuentos acerca de las
mujeres, con todas sus espeluznantes connotaciones —de que se
consideraban propiedad estatal, se les obligaba a contraer matrimonio, a
practicar el “amor libre”, etc.—, “fueron radiodifundidos a todo el país a
través de mil es de emisoras”, escribió Schuman, “y tal vez fue lo más
efectivo para grabar la imagen de los rusos comunistas como criminales
pervertidos en la mente de los ciudadanos norteamericanos”. 8 Esta
historia continuó siendo divulgada incluso después de que el
Departamento de Estado se vio forzado a anunciar su falta de veracidad
(que los soviéticos se comían a sus criaturas era algo que todavía se
enseñaba en la John Birch Society a su vasta audiencia en 1978). 9
Hacia fines de 1919, cuando la derrota de los Aliados y el Ejército Blanco
era previsible, el New York Times publicó los siguientes titulares
amenazadores:
• 30 de diciembre de 1919: “Los Rojos buscan la Guerra con Estados
Unidos”.
• 9 de enero de 1920: “El Alto Mando califica de siniestra la amenaza
bolchevique para el Medio Oriente”.
• 11 de enero de 1920: “Oficiales aliados y diplomáticos [avizoran] una
posible invasión a Europa”.
• 13 de enero de 1920: “Círculos diplomáticos aliados temen una
invasión a Persia”.
• 13 de enero de 1920: en primera página, al ancho de ocho columnas:
“Gran Bretaña enfrentada a la guerra con los rojos, convoca reunión
en París. Diplomáticos bien informados esperan una invasión militar
a Europa y un avance soviético hacia el sur, y el este de Asia”.
• La mañana siguiente, sin embargo, podía leerse: “No habrá guerra
con Rusia, los Aliados negociarán”.
• 7 de febrero de 1920: “Los rojos preparan un ejército para atacar
India”.
• 11 de febrero de 1920: “Se teme que los bolcheviques invadan ahora
el territorio japonés”.

Los lectores del New York Times debían creer que todas esas invasiones
partirían de un país que estaba destrozado como lo han estado pocas

8 Ibíd., p. 154.
9 San Francisco Chronicle, 4 de octubre de 1978, p. 4.
Introducción 11

naciones en la historia; una nación que todavía trataba de recuperarse de


una terrible guerra mundial, en pleno caos por una revolución social
fundamental que acababa de despegar; envuelta en una brutal guerra civil
contra fuerzas respaldadas por las mayores potencias del mundo; con la
industria, que para empezar nunca fue desarrollada, en ruinas; en fin, un
país asolado por una hambruna que dejaría millones de muertos antes de
ser eliminada.
En 1920 la revista New York Republic presentó un extenso análisis de
la cobertura noticiosa dada por el New York Times a la Revolución rusa y
la intervención. Entre otras cosas, observaba que en los dos años
trascurridos desde la revolución del 17 de noviembre, el Times había
afirmado no menos de noventa y una veces que “los soviéticos estaban
acercándose a su final, si no lo habían alcanzado ya”.10
Si esta era la realidad que presentaba el “prestigioso periódico”
estadounidense, podemos imaginar horrorizados con qué caldo de brujas
estaban alimentando a sus lectores el resto de los diarios de la nación.
Esta fue, pues, la primera experiencia del pueblo norteamericano
acerca de un fenómeno social nuevo que había sobrevenido en el mundo;
su educación introductoria acerca de la Unión Soviética y aquello que
llamaban “comunismo”. Los educandos nunca se han repuesto de esa
lección. Tampoco lo hizo la Unión Soviética.
La intervención militar terminó pero, con la sola excepción del período
de la Segunda Guerra Mundial, la propaganda ofensiva nunca cesó. En
1943, la revista Life dedicó todo un número a los éxitos de la Unión
Soviética, yendo incluso más lejos de lo que se requería por el imperativo
de la solidaridad ante el enemigo común; fue tan lejos que llamó a Lenin
“tal vez la mayor personalidad de los tiempos modernos”.11 Dos años más
tarde, sin embargo, con Harry Truman en la Casa Blanca, una fraternidad
tal no tenía posibilidades de sobrevivir. Truman era, después de todo,
quien, al día siguiente de la invasión nazi a la Unión Soviética, dijo: “Si
vemos que Alemania está ganando, debemos ayudar a Rusia, y si Rusia
está ganando, debemos ayudar a Alemania, para de esta forma dejarlos
que se maten entre sí lo más posible, aunque no quisiera ver a Hitler
obtener la victoria en ninguna circunstancia”. 12
Muchas millas de propaganda se han extraído del tratado germano-

10 New Republic, 4 de agosto de 1920, un análisis de 42 páginas escrito por Walter Lippman y

Charles Merz.
11 Life, 29 de marzo de 1943, p. 29.
12 New York Times, 24 de junio de 1941; para un recuento interesante acerca de cómo los

funcionarios norteamericanos prepararon el terreno para la Guerra Fría durante e inmediatamente


después de la Segunda Guerra Mundial, ver el primer capítulo de The Declasiffied Eisenhower, de
Blanche Wiesen Cork (New York, 1981), un estudio de los documentos clasificados que fueron
incorporados a la Biblioteca Eisenhower.
Introducción 12

soviético de 1939, lo cual fue posible sólo por ignorar completamente el


hecho de que los rusos se vieron forzados a establecer el pacto debido a
la reiterada negativa de las potencias occidentales, en particular los
Estados Unidos y Gran Bretaña, a unir posiciones con Moscú contra
Hitler;13 como también rehusaron acudir en ayuda del Gobierno español
de orientación socialista cuando este enfrentó la agresión de los fascistas
alemanes, italianos y españoles a partir de 1936. Stalin comprendió que si
Occidente no había evitado la caída de España, tampoco lo haría con la
Unión Soviética.
Desde el Terror Rojo de los años 1920 al maccarthismo de 1950 y la
cruzada de Reagan contra el Imperio del Mal en 1980, el pueblo
norteamericano se ha visto sometido a un adoctrinamiento anticomunista
incesante. Se le da a beber en la leche materna, se le dibuja en las
historietas, se deletrea en sus libros escolares; sus periódicos le ofrecen
titulares que le indican lo que debe saber; los predicadores lo utilizan en
sus sermones, los políticos hacen de esto su plataforma política y el
Reader’s Digest se enriqueció gracias a esto.
La irrevocable convicción producida por ese insidioso asalto al intelecto
ha sido que las fuerzas del mal fueron desatadas sobre el mundo,
posiblemente por obra del mismo Lucifer, pero en forma de personas,
personas que no se mueven por las mismas necesidades, temores,
emociones y moral que rigen al resto de los humanos, sino empeñadas en
una conspiración internacional monolítica y extremadamente astuta, para
apoderarse del mundo y esclavizarlo, por razones que a veces no se ven
muy claras, pero el mal no necesita más motivación que la maldad misma.
Además, cualquier apariencia o reclamo de estas personas de ser humanos
racionales en busca de un mundo mejor o una sociedad más justa, es un
fraude, un camuflaje, para engañar a los otros, y sólo prueba la para
siempre acuñada carencia de virtudes y las malignas intenciones de esta
gente en cualquier país donde se encuentren, bajo cualquier nombre que
asuman, y, lo más importante de todo, la única elección posible para
cualquiera en los Estados Unidos se da entre el modo de vida americano y
el modo de vida soviético, nada de términos medios o de posibilidades
más allá de estas dos maneras de construir el mundo.
Es así como se presenta este tema para el individuo común en
Norteamérica. Uno descubre que los más sofisticados lo ven exactamente
en la misma forma, cuando se les hurga apenas un poco más allá de la
superficie del lenguaje académico. Para la mentalidad que fue
cuidadosamente desarrollada en los Estados Unidos, las verdades del

13 Esto ha sido bien documentado y sería de conocimiento común de no ser por sus vergonzosas

implicaciones. Ver al respecto los documentos del gabinete británico en 1939, resumidos en el
Manchester Guardian, el 1º. de enero de 1970; también véase Fleming: The Cold War..., pp. 48-97.
Introducción 13

anticomunismo son evidentes en sí mismas, tan evidentes como la


condición plana del mundo fue para la mentalidad del Medioevo; de la
misma forma que los rusos creyeron que todas las víctimas de las purgas
de Stalin eran en verdad culpables de traición.

La siguiente página de la historia norteamericana debe ser tenida en


cuenta si se quiere hallar sentido a los vericuetos de la política
internacional estadounidense desde que terminó la Segunda Guerra
Mundial, específicamente el registro que se presenta en este libro de lo
que han hecho a los pueblos del mundo los militares norteamericanos y la
CIA, así como otras ramas del Gobierno.
En 1918, los barones del capital norteamericano no necesitaban una
razón válida para declarar la guerra al comunismo más allá de la amenaza
que este representaba a su riqueza y privilegios, aunque su oposición se
expresara en términos de moralidad.
Durante el período entre las dos guerras mundiales, la diplomacia de
cañonera estadounidense operó hasta convertir el Caribe en el “lago
americano”, de plena seguridad para las fortunas de la United Fruit y la W.
R. Grace & Co., al mismo tiempo que se ocupaban de alertar sobre “la
amenaza bolchevique” que representaban por los seguidores del rebelde
nicaragüense Augusto César Sandino para todo lo que era decente.
Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, cada norteamericano de
más de cuarenta años había estado sometido a veinticinco años de
radiación anticomunista, el período de incubación necesario para producir
un tumor maligno. El anticomunismo desarrolló una vida propia,
independiente de su padre capitalista. Cada vez más, durante la
postguerra, los estrategas de la política de Washington y los diplomáticos
contemplaron el mundo como integrado por “comunistas” y
“anticomunistas”, en lugar de por naciones, movimientos o individuos.
Esta visión de tira cómica, en la cual el superhombre estadounidense
luchaba contra el mal comunista dondequiera que estuviese, ha ¡do
transformándose de cínico ejercicio de propaganda en imperativo moral
de la política internacional norteamericana.
Incluso el concepto de “no comunista”, que implica cierta forma de
neutralidad, ha recibido en concordancia una legitimidad muy escasa
dentro de este paradigma. John Foster Dulles, uno de los principales
arquitectos de la política internacional estadounidense de postguerra, lo
expresó sucintamente a su manera moralista, típicamente simplista: “Para
nosotros hay dos tipos de personas en el mundo: aquellos que son
cristianos y apoyan la libre empresa y los otros”. 14 Como confirman

14 Relatado por el ex ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Christian Pineau, en una


Introducción 14

muchos de los casos estudiados en este libro, Dulles llevó esta creencia a
una rígida práctica.
La palabra “comunista” (al igual que “marxista”) ha sido de uso y abuso
tan repetido por parte de los dirigentes norteamericanos y los medios de
prensa que prácticamente ha agotado su significación (la izquierda ha
hecho lo mismo con el vocablo “fascista”). Pero la sola existencia de una
denominación para algo —ya sean brujas o platillos voladores— le
confiere cierta credibilidad al fenómeno.
Al mismo tiempo, el público norteamericano, tal como hemos visto, ha
sido ampliamente acondicionado para reaccionar según la teoría
pavloviana ante el término: este representa, todavía, los peores excesos
de Stalin, desde las purgas generalizadas hasta los campos de trabajo
forzado en Siberia; representa, como ha observado Michel Parenti, que
“las predicciones clásicas marxista-leninistas [acerca de la revolución
mundial] son tratadas como enunciados que dirigen intencionadamente
todas las acciones comunistas en la actualidad”. 15 Esto significa “nosotros”
contra “ellos”.
Y “ellos” puede significar un campesino de Filipinas, un pintor muralista
en Nicaragua, un primer ministro legalmente elegido en Guayana
Británica, o un intelectual europeo, un camboyano neutral, un nacionalista
africano... todos forman parte de algún modo de la misma conspiración
monolítica; cada uno constituye, de alguna manera, una amenaza al modo
de vida americano; no hay tierra demasiado pequeña, o demasiado pobre,
o demasiado lejana para que no pueda representar una “amenaza
comunista”.
Los casos presentados en este libro demuestran que no tiene la menor
relevancia si los objetos particulares de intervención —ya sean individuos,
partidos políticos, movimientos o gobiernos— se consideran “comunistas”
o no. No ha importado mucho si se trataba de estudiosos del materialismo
dialéctico o si nunca oyeron hablar de Karl Marx; si eran ateos o
sacerdotes; si había en escena un Partido Comunista bien organizado e
influyente o no; si el gobierno había llegado al poder por medio de una
revolución violenta o en pacíficas elecciones... todos constituían
enemigos, todos eran “comunistas”.
Menor importancia ha tenido incluso la participación o no de la KGB
soviética. Con frecuencia se ha afirmado que la CIA lleva a cabo sus
operaciones sucias como reacción ante operaciones “muchos peores” de
la KGB. Esta es una mentira generalizada. Puede haber ocurrido un

entrevista grabada para el Proyecto Dulles de Historia Oral en la Biblioteca de la Universidad de


Pñnceton; citado por Roger Morgan en The United States and West Germany, 1945-1973: A Study in
Alliance Politics. Oxford University Press, Londres, 1974, p. 54 (traducción del francés del autor).
15 Michael Parenti, p. 35.
Introducción 15

incidente aislado de este tipo en la trayectoria de la CIA, pero de ser así se


le ha mantenido cuidadosamente oculto. La relación entre las dos
siniestras agencias está marcada más por la fraternización y por el respeto
entre profesionales del mismo ramo que en el combate cuerpo a cuerpo.
El ex oficial de la CIA John Stockwell escribió:
En realidad, al menos en operaciones de rutina, los oficiales de caso temen en
su mayoría a los embajadores norteamericanos y su personal, y luego, a las
orientaciones restrictivas de los altos mandos, y a los vecinos curiosos y
chismosos de la comunidad local, como amenazas potenciales para el
desarrollo de las operaciones. A continuación habría que situar a la policía
local y luego a la prensa. El último de la lista es la KGB —en mis doce años de
trabajo como oficial de caso nunca vi o escuché una situación en la cual la KGB
atacase u obstruyese una operación de la CIA?16

Stockwell agrega que los diferentes servicios de inteligencia no desean


que su mundo se “complique” con peleas entre ellos.
Esto no se hace. Si a un oficial de caso de la CIA se le poncha una goma en
medio de la noche en un camino abandonado, no vacilaría en aceptar que un
oficial de la KGB lo lleve —probablemente los dos se detengan en algún bar a
compartir un trago. De hecho los oficiales de la CIA y la KGB con frecuencia se
visitan en sus hogares. Los expedientes de la CIA están repletos de referencias
a tal tipo de relación en casi cada una de las estaciones africanas.17

Los que proponen “combatir el fuego con el fuego” se acercan a veces


de manera peligrosa a plantear que si la KGB, por ejemplo, tuvo que ver
con el derrocamiento del Gobierno checoeslovaco en 1968, está bien que
la CIA haya tenido que ver con el derrocamiento del Gobierno chileno en
1973. Es como si la destrucción de la democracia por la KGB depositara
fondos en una cuenta bancaria y la CIA estuviera entonces justificada para
hacer retiros.

¿Qué hay en común entre los diferentes objetivos de intervención


norteamericana que les ha atraído la ira y, con frecuencia, la agresión
armada de la nación más poderosa de la Tierra? Prácticamente en cada
caso que ha tenido lugar en el Tercer Mundo y que aparece descrito en
estas páginas, hay, de una forma o de otra, una política de
“autodeterminación”: el deseo, nacido de una necesidad evidente y de la
práctica de principios, de seguir una senda de desarrollo independiente de

16 John Stockwell: In Search ofEnemies. New York, 1978, p. 101. Las expresiones “oficial de la CIA”

u “oficial de caso” son utilizadas en todo el libro para indicar empleados profesionales a tiempo
completo de la Agencia, en oposición a los “agentes”, que trabajan para la CIA pero tienen otras
profesiones. Como se verá, otras fuentes que citamos, utilizan la palabra “agente” para ambas
categorías.
17 Ibíd., p. 238.
Introducción 16

los objetivos de la política externa de Estados Unidos. De manera más


común, esto se ha manifestado en: a) la ambición de liberarse de la
servidumbre económica y política a los Estados Unidos; b) la negativa a
minimizar las relaciones con el bloque socialista (cuando este existía) o a
suprimir la izquierda nacional, o a dar la bienvenida a una instalación
norteamericana en su territorio; en resumen, el rehusar convertirse en un
peón de la Guerra Fría, y c) el intento de cambiar o sustituir un gobierno
que no esté interesado en ninguna de estas aspiraciones, lo que equivale
a decir, un gobierno apoyado por Estados Unidos.
Nunca se repetirá bastante que tal política de independencia ha sido
sostenida y expresada por numerosos líderes tercermundistas y por
revolucionarios, no como una definición de antiamericanismo o pro
comunismo, sino simplemente como una determinación de mantener una
posición de neutralidad y no alineamiento ante las dos superpotencias
(antes de la caída de la Unión Soviética). Una y otra vez, sin embargo, se
verá que los Estados Unidos no estaban preparados para aceptar esta
propuesta. Arbenz, en Guatemala; Mossadegh, en Irán; Sukarno, en
Indonesia; Nkrumah; en Ghana; Jagan, en Guayana Británica; Sihanouk, en
Camboya... todos debían declararse alineados de forma inequívoca con “el
Mundo Libre”, insistía el Tío Sam, o de lo contrario sufrir las consecuencias.
Nkrumah planteó la no alineación de la forma siguiente:
El experimento que intentamos en Ghana era en esencia el de desarrollar el
país en cooperación con el mundo en su conjunto. La no alineación significa
exactamente lo que dice. No éramos hostiles a los países del mundo socialista
en la forma en que los gobiernos de los antiguos territorios coloniales lo eran.
Debe recordarse que mientras Gran Bretaña proseguía en casa la coexistencia
con la Unión Soviética, no se permitió nunca que esto se extendiera a los
territorios coloniales británicos. Libros sobre socialismo, que eran publicados
y circulaban libremente en Gran Bretaña, eran prohibidos en el imperio
colonial británico, y después de que Ghana fue independiente, se asumió en
la comunidad internacional que debíamos continuar el mismo enfoque
ideológico restringido. Cuando nos comportamos como lo hacen los británicos
en sus relaciones con los países socialistas, somos acusados de ser pro rusos y
de introducir las ideas más peligrosas en África?18

Esto es una reminiscencia del Sur norteamericano del siglo XIX, cuando
muchos sureños se sintieron gravemente ofendidos porque muchos de sus
esclavos negros desertaron para unirse al Norte durante la Guerra de
Secesión. Habían creído en verdad que los negros debían estar
agradecidos por todo lo que sus amos blancos habían hecho por ellos, y
que estaban felices y satisfechos con su suerte. El destacado cirujano y

18 Kwame Nkrumah: Dark Days in Ghana. Londres, 1968, pp. 71-72.


Introducción 17

sicólogo de Luisiana Dr. Samuel A. Cartwright argumentaba que muchos


de los esclavos sufrían de una forma de enfermedad mental que llamó
drapetomania, diagnosticada por la incontrolable urgencia de escapar de
la esclavitud. En la segunda mitad del siglo XX, esta enfermedad, en el
Tercer Mundo, ha sido comúnmente llamada “comunismo”.
Quizás el reflejo más profundamente entronizado de anticomunismo
es la creencia de que la Unión Soviética (o Cuba, o Vietnam, etc., actuando
como agentes de Moscú) es una fuerza clandestina que acecha detrás de
la fachada de la autodeterminación, agitando la hidra de la revolución, o
simplemente de los problemas, aquí, allá, y e n todas partes; es esta una
nueva encarnación, aunque a una escala mucho mayor, del proverbial
concepto del “agitador foráneo”, aquel que ha aparecido de manera
regular a través de la historia: el rey Jorge culpaba a los franceses por
incitar la revolución de las Trece Colonias... los desilusionad os granjeros
norteamericanos y veteranos que pro testaban contra sus paupérrimas
circunstancias económicas después de la revolución (la rebelión de Shays)
fueron acusados de ser agentes británicos que trataban de dar al traste
con la nueva república... las huelgas a fines del siglo XIX en Estados Unidos
eran achacadas a los “anarquistas” y “extranjeros”; durante la Primera
Guerra Mundial, a los “agentes alemanes”, y después de la guerra, a los
“bolcheviques”.
Y en la década de 1960, según afirmó la Comisión Nacional sobre las
Causas y Prevención de la Violencia, J. Edgar Hoover “ayudó a diseminar la
idea entre los miembros de la policía de que cualquier tipo de protesta
masiva se debía a una conspiración promulgada por agitadores, con
frecuencia comunistas, ‘quienes descarriaban a personas que de otro
modo hubieran estado satisfechas’.”19
Esta última frase es la clave, en ella se concentra la mentalidad de
conspiración de los que detentaban el poder —la idea de que nadie,
excepto aquellos que viven bajo el enemigo, podría sentirse tan miserable
y descontento como para recurrir a la revolución o, siquiera, a la protesta;
eso sólo podía ocurrir si un agitador foráneo los conducía por ese camino.
En concordancia con esto, si Ronald Reagan hubiese aceptado que las
masas de El Salvador tenían buenas razones para levantarse contra su
despiadada existencia, esto había cuestionado su acusación y el
razonamiento en que se basó la intervención norteamericana de que los
salvadoreños estaban instigados principalmente (o acaso de manera
única) por la Unión Soviética y sus aliados cubanos y nicaragüenses: ese,
al parecer, poder mágico de los comunistas, que pueden en cualquier

19 La cita completa pertenece al New York Times, del 11 de enero de 1969, p. 1; la cita interior

pertenece a la Comisión Nacional.


Introducción 18

parte, con un movimiento de su roja mano, transformar gentes pacíficas y


felices en furiosos guerrilleros. La CIA sabe cuán difícil resulta esto. La
Agencia, como veremos, trató de hacer estallar revueltas en China, Cuba,
Unión Soviética, Albania y en todas partes en Europa del Este, con una
curiosa falta de éxito. Los escribas de la Agencia han culpado de estos
fracasos a la naturaleza “cerrada” de las sociedades en cuestión. Pero en
los países no comunistas, la CIA ha tenido que acudir a golpes militares o
a trampas ilegales para colocar a su gente en el poder. Nunca ha logrado
encender la chispa de la revolución popular.
Para Washington conceder mérito y virtud a una insurgencia particular
del Tercer Mundo provocaría además la pregunta: ¿Por qué Estados
Unidos no toma el lado de los rebeldes si se siente obligado a intervenir?
No sólo esto resultaría un mejor servicio para la causa de los derechos
humanos y la justicia, sino que habría privado a los rusos de su supuesto
papel. ¿Qué mejor modo de frustrar la conspiración comunista
internacional? Pero esta es una pregunta que no se atrevería nunca a ser
formulada en la Oficina Oval, una pregunta que es relevante para muchos
de los casos explicados en este texto.
En lugar de eso, los Estados Unidos permanecen fieles a su ya
demasiado conocida política de establecer o apoyar a las tiranías más viles
del mundo, cuyos crímenes contra sus propios pueblos se reflejan a diario
en las páginas de nuestros periódicos: masacres brutales, torturas
sistemáticas y sofisticadas, golpizas públicas, disparos de soldados y
policías contra las multitudes, escuadrones de la muerte apoyados por el
gobierno, decenas de miles de desaparecidos, privaciones económicas
extremas... una forma de vida que es virtualmente un monopolio de los
aliados de Estados Unidos, desde Guatemala, Chile y El Salvador hasta
Turquía, Pakistán e Indonesia, todos miembros en buena posición dentro
de la Guerra Santa contra el Comunismo, todos miembros del “Mundo
Libre”, esa región de la cual oímos hablar tanto y vemos tan poco.
Las restricciones de las libertades civiles descubiertas en el bloque
comunista, tengan la severidad que tengan, son pálidas en comparación
con los Auschwitzes del “Mundo Libre” y, excepto en ese curioso paisaje
mental habitado sólo por el Complejo Anticomunista, tienen muy poco o
nada que ver con las diversas intervenciones norteamericanas que se
hacen pretendidamente para la causa del bien más alto.
Es interesante advertir que tal como constituye un lugar común para
los dirigentes norteamericanos hablar de libertad y democracia mientras
apoyan a dictaduras, también los líderes rusos hablaron de guerras de
liberación, antimperialismo y anticolonialismo pero hicieron muy poco por
promover estas causas, a pesar de la propaganda norteamericana en
sentido contrario. A los soviéticos les gustaba presentarse como los
Introducción 19

campeones del Tercer Mundo, pero se mantuvieron haciendo poco más


que chasquear la lengua mientras movimientos y gobiernos progresistas,
e incluso partidos comunistas, en Grecia, Guatemala, Guayana Británica,
Chile, Indonesia, Filipina y otros lugares eran derribados con la
complicidad de Estados Unidos.

A inicios de la década de 1950, la Agencia Central de Inteligencia instigó


varias incursiones militares en China comunista. En 1960 aviones de la CIA,
sin ninguna provocación previa, bombardearon la nación soberana de
Guatemala. En 1973, la Agencia alentó una sangrienta revuelta contra el
Gobierno de Iraq. En los medios de prensa norteamericanos del momento,
y por tanto en la mente de los estadounidenses, estos hechos no tuvieron
lugar.
“No sabíamos lo que pasaba”, se convirtió en un cliché utilizado para
ridiculizar a los alemanes que alegaron ignorancia de lo que ocurría bajo
el Gobierno nazi. Sin embargo, ¿era esta respuesta tan absurda como nos
gustaría creer? Resulta conveniente reflexionar que en esta época de
comunicación inmediata en todo el mundo, Estados Unidos ha sido capaz,
en muchas ocasiones, de montar una operación militar a gran o pequeña
escala, o de llevar a cabo otra forma de intervención, con igual
atrevimiento, sin que el público norteamericano tenga conocimiento de
ello hasta años después, si llega a saberlo. A menudo la única información
de un hecho, o de la participación en él de los Estados Unidos, es una
referencia casual a que un gobierno comunista ha levantado acusaciones
al respecto — justo el tipo de noticias que el público está condicionado a
desestimar, y luego la prensa no da seguimiento a esta noticia; de esa
misma forma el pueblo alemán fue aleccionado en cuanto a que cualquier
reporte de crímenes cometidos por los nazis que proviniese del extranjero
no era más que propaganda comunista.

Con pocas excepciones, las intervenciones nunca figuran en los


titulares o en las noticias vespertinas de la televisión. En algunos casos,
partes y detalles de lo sucedido han aflorado aquí y allá, pero es muy raro
que se logren integrar para constituir un conjunto inteligible; los
fragmentos aparecen por lo general mucho después de lo ocurrido,
sepultados convenientemente dentro de otras historias, y de igual forma
convenientemente olvidados, resurgiendo a la superficie sólo cuando
circunstancias extraordinarias obligan a ello, como en el caso de los iraníes
que tomaron como rehenes al personal de la Embajada y a otros
norteamericanos en Teherán en 1979, lo que provocó una serie de
artículos acerca del papel desempeñado por Estados Unidos en el
derrocamiento del Gobierno iraní en 1953. Era como si los editores
Introducción 20

hubiesen sido compulsados a preguntarse: “¿Qué hicimos con exactitud


en Irán que llevó a esta gente a odiarnos tanto?”
Un montón de casos como el de Irán han tenido lugar en el pasado
reciente de los Estados Unidos, pero sin que el New York Daily News o Los
Angeles Times se dediquen a agarrar al lector por el cuello y restregarle en
la cara todas las implicaciones del asunto, y sin que la NBC lo transforme
en imágenes de personas reales en sus receptores, la gran mayoría de los
norteamericanos puede afirmar con toda honestidad: “No sabíamos lo
que estaba pasando”.
El antiguo premier chino Chou En-lai observó en cierta ocasión: “Una
de las delicias acerca de los americanos es que carecen absolutamente de
memoria histórica”.
Probablemente es incluso peor que eso. Durante el accidente en la
planta nuclear de Three Mile Island en Pennsylvania en 1979, un periodista
japonés, Atsuo Kaneko, del Japanese Kyoto News Service, pasó varias
horas entrevistando a las personas que habían sido albergadas
temporalmente en una pista de hockey —en su mayoría niños, mujeres
embarazadas y madres jóvenes. Descubrió que ninguna de ellas había
escuchado hablar sobre Hiroshima. Cuando les mencionaba el nombre no
les sugería nada.20
Y en 1982, un juez en Oakland, California, confesó haberse sentido
consternado al comprobar durante el interrogatorio de cerca de cincuenta
posibles jurados en proceso de selección para un juicio en el cual se pedía
la pena de muerte, que “ninguno de ellos sabía quién fue Hitler” 21
En lo que respecta a la oligarquía de la política externa en Washington,
se trata de algo más que de una “delicia”, es un requisito indispensable
esta falta de memoria histórica.
El registro completo de las intervenciones norteamericanas en otros
países está tan soslayado que cuando, en 1975, se le solicitó al Servicio de
Investigación de la Biblioteca del Congreso llevar a cabo un estudio de las
actividades encubiertas de la CIA hasta ese momento, sólo le fue posible
presentar una porción muy reducida de los incidentes en el extranjero en
relación con los que exponemos en este libro para ese mismo período.22
En cuanto a la información que ha logrado abrirse paso en la conciencia
del individuo común, o en los libros de texto, enciclopedias y otros
materiales de referencia, resulta tan escasa que podría considerarse que
ha regido una estricta censura.
El lector puede consultar las secciones relevantes de tres importantes

20 Mother Jones Magazine, San Francisco, abril de 1981, p. 5.


21 San Francisco Chronicle, 14 de enero de 1982, p. 2.
22 Richard E. Grimmelt: Reported Foreign and Domestic Covert Activities of the United States

Central Intelligence Agency: 1950-1974. Biblioteca del Congreso, 18 de febrero de 1975.


Introducción 21

enciclopedias: Americana, Britannica y Colliers. La imagen de las


enciclopedias como el depósito final y más abarcador del conocimiento
objetivo resulta seriamente afectada. La causa más sobresaliente de esta
ausencia de reconocimiento de las intervenciones norteamericanas,
puede radicar en que estas estimables obras utilizan un criterio similar al
de los funcionarios de Washington, tal como se refleja en los documentos
del Pentágono. El New York Times resume este fenómeno de
extraordinario interés de la siguiente forma:
La guerra clandestina contra Vietnam del Norte, por ejemplo, no es vista [...]
como violatoria de los Acuerdos de Ginebra de 1954, con los cuales se puso
fin a la guerra franco-indochina, o como contradicción con los
pronunciamientos políticos públicos de varias administraciones
presidenciales. La guerra clandestina, dado que es encubierta, no existe en lo
que concierne a tratados y postura pública. Más allá incluso, los compromisos
secretos con otras naciones no se consideran infracciones de las legislaciones
del Senado, por cuanto no son reconocidos públicamente. 23

La censura de fado que deja a tantos norteamericanos en la más


completa ignorancia acerca de la historia de las relaciones exteriores de
Estados Unidos, puede ser mucho más efectiva porque no es en gran
medida oficial, extremista o producto de una conspiración, y en cambio
está entretejida con toda naturalidad dentro del sistema educacional y los
medios. No se necesita de conspiración alguna. Los editores del Reader’s
Digest y del U.S. News and World Report no tienen que entrevistarse entre
bastidores con los representantes de la NBC y del FBI en casas de seguridad
para planificar lo que va a difundirse en las noticias y programas del mes
siguiente, pues la simple realidad es que estos individuos no habrían
llegado a las posiciones que ocupan si ellos mismos no hubiesen
atravesado el mismo túnel de historia camuflada, del cual emergieron con
la misma memoria selectiva e idéntico saber convencional.

“El levantamiento en China es una revolución, y si la analizamos,


veremos que fue promovida por las mismas razones que promovieron las
revoluciones inglesa, francesa y norteamericana”. 24 Esta frase expresa un
sentimiento generoso y cosmopolita de Dean Rusk, por entonces
secretario asistente para el Extremo Oriente, y más tarde secretario de
Estado. En el mismo momento en que Mr. Rusk dio a conocer este
comentario en 1950, otras personas del Gobierno se ocupaban
activamente de planear la caída del Gobierno chino. Esto es un fenómeno

23The Pentagon Papers. Edición del New York Times, 1971, p. XIII.
24Discurso ante el Consejo de Asuntos Mundiales en la Universidad de Pennsylvania, el 13 de
enero de 1950, citado en el Boletín del Comité Republicano del Congreso, 20 de septiembre de 1965.
Introducción 22

común, pues en muchos de los casos que se describen en las páginas


siguientes, pueden encontrarse afirmaciones de funcionarios de alto nivel
o de nivel medio en Washington que cuestionan la política de
intervención, y expresan dudas basadas ya sea en principios (a veces lo
más positivo del liberalismo norteamericano) o en la preocupación de que
la tal intervención no sea de utilidad para fines valederos, y pueda
terminar incluso en un desastre. Le he conferido poca importancia a estas
expresiones de discrepancia, pues lo mismo han hecho los estrategas de
la política de Washington de quienes puede esperarse siempre que
jueguen a la carta del anticomunismo, si se suscita una controversia a la
hora de tomar decisiones. Al presentar las intervenciones en esta forma,
estoy asumiendo que la política exterior norteamericana es lo que la
política exterior norteamericana hace.
En 1993, tropecé con una reseña de un libro sobre personas que
negaban que el Holocausto nazi hubiese tenido lugar realmente. Le escribí
a la autora, una profesora universitaria, diciéndole que su libro me hacía
dudar si ella sabía que había ocurrido un holocausto norteamericano y que
negarlo era más vergonzoso que negar el de los nazis. Tan amplia y
profundamente se ha negado el holocausto norteamericano, le dije, que
quienes lo niegan no tienen siquiera conciencia de que existen víctimas y
reclamaciones del mismo. Sin embargo, algunos millones de personas
murieron durante ese holocausto y muchas más se han visto condenadas
a vidas de miseria y tortura como consecuencia de las intervenciones
norteamericanas que van desde China y Grecia en la década de 1940 hasta
Afganistán e Iraq en los noventa.
En mi carta, también le ofrecí intercambiar un ejemplar de una edición
anterior de este libro por un ejemplar del de ella, pero me contestó que
no estaba en posición de hacerlo. Y eso fue todo lo que dijo. No hizo
comentario alguno acerca del resto de mi carta, ni siquiera para darse por
enterada del asunto que le exponía. La ironía de que una estudiosa sobre
la negación del Holocausto nazi resulte envuelta en la negación del
holocausto norteamericano es algo clásico sin lugar a dudas. Lo que más
me sorprendió fue que se molestara en darme alguna respuesta.
Es evidente que mi planteamiento podía recibir tal respuesta de una
persona de este tipo, ya que tanto mi tesis como yo nos enfrentamos a
una dura lucha por subir la cuesta de la verdad. En la década de 1930, y
también después de la guerra en los años 40 y 50, los anticomunistas de
distintas tendencias en los Estados Unidos hicieron su mayor esfuerzo por
sacar a la luz los crímenes de la Unión Soviética, tales como las purgas y
las matanzas. Pero algo extraño ocurrió. La verdad no parecía importar.
Los comunistas norteamericanos y sus simpatizantes mantuvieron su
apoyo al Kremlin. Incluso reconociendo el grado de exageración y
Introducción 23

desinformación que por lo general permeaba esta información y le restaba


credibilidad, la continua ignorancia o negación de la misma por parte de la
izquierda norteamericana es llamativa.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando los victoriosos aliados
descubrieron los campos de concentración alemanes, en algunos casos
llevaron a los ciudadanos alemanes que vivían en sus inmediaciones a los
campos para que presenciaran lo que había allí: los cadáveres apilados y
los esqueléticos sobrevivientes; algunos de esos respetables ciudadanos
burgueses fueron incluso forzados a cavar tumbas para enterrar a los
muertos. ¿Cuál sería el efecto sobre la psiquis de los norteamericanos si
los creyentes de la verdad y sus negadores fuesen obligados a presenciar
de cerca las consecuencias del pasado medio siglo de política externa de
Estados Unidos? ¿Qué ocurriría si todos los simpáticos, agradables,
intachables jóvenes norteamericanos que han dejado caer toneladas de
bombas en una docena de países sobre gente de la que no sabían nada —
meros caracteres en un juego de video— tuvieran que bajar a tierra y
contemplar y oler la carne quemada?

Ha sido convencionalmente aceptado que el colapso de la Unión


Soviética y sus satélites fue ocasionado por la intransigente y dura política
anticomunista de la administración Reagan, con su acelerada carrera
armamentista. Los libros de historia norteamericanos ya pueden haber
comenzado a grabar esta tesis en lápidas de mármol. Los Tories en Gran
Bretaña sostienen que Margaret Thatcher y su política decid ida
contribuyó también a este milagro. Los alemanes orientales también lo
creen. Cuando Ronald Reagan visitó Berlín oriental, la gente lo aclamó y le
agradeció “por su papel en la liberación del Este”. Incluso muchos analistas
de izquierda, en particular aquellos que tienden a ver en cada cosa una
conspiración, lo creen.
Pero no se trata de un punto de vista universalmente aceptado, ni tiene
por qué serlo.
El destacado experto soviético sobre Estados Unidos, Georgi Arbatov,
director del Instituto para el Estudio de Estados Unidos y Canadá, con sede
en Moscú, escribió sus memorias en 1992. Robert Scheer resume una
parte del libro en una reseña publicada en Los Angeles Times de la
siguiente forma:
Arbatov entendió demasiado bien los fracasos del totalitarismo soviético en
comparación con la economía y política de Occidente. De esta memoria
matizada y cándida se desprende con claridad que el movimiento por el
cambio se había estado desarrollando de una manera consistente en el seno
de las más altas esferas de poder a partir de la muerte de Stalin. Arbatov no
sólo ofrece considerables evidencias acerca del concepto controversial de que
Introducción 24

este cambio hubiera tenido lugar sin presión externa, sino que insiste en que
el andamiaje militar estadounidense durante el período de Reagan en realidad
obstaculizó este desarrollo.25
George F. Keenan coincide con esto. El antiguo embajador de Estados
Unidos en la Unión Soviética y padre de la teoría del “contenimiento” de
dicho país, asegura que “la idea de que alguna administración
estadounidense tuvo el poder para influir en forma decisiva sobre el curso
de un tremendo levantamiento político doméstico en otro gran país al otro
lado del mundo es simplemente infantil”. Él sostiene que la extrema
militarización de la política norteamericana fortaleció la línea dura en la
Unión Soviética. “De modo que el efecto general del extremismo de la
Guerra Fría fue más demorar que acelerar la gran transformación que se
apoderó de la Unión Soviética”.26
Aunque los gastos de la carrera armamentista sin duda dañaron la
economía y la sociedad civil soviéticas mucho más que las
estadounidenses, esto se había ido desarrollando por cerca de cuarenta
años; cuando Mijaíl Gorbachov llegó al poder sin la más mínima señal de
inminente desastre. El asesor más cercano de Gorbachov, Alexander
Yakovlev, al ser interrogado acerca de si la gran cantidad de dinero
invertida por Reagan en gastos militares, combinada con su retórica sobre
el “Imperio del Mal”, obligó a la Unión Soviética a adoptar una posición
más conciliadora, respondió: “Para nada. En lo absoluto. Puedo decirle eso
con total responsabilidad. Gorbachov y yo estábamos listos para efectuar
cambios en nuestra política independientemente de que el presidente
norteamericano fuese Reagan o Kennedy o alguien incluso más liberal.
Estaba claro que nuestros gastos militares eran demasiado altos y
teníamos que reducirlos”.27
Resulta comprensible que algunos rusos se resistan a aceptar que
fueron forzados a realizar cambios radicales por su archienemigo, admitir
que perdieron la Guerra Fría. Sin embargo, sobre esta cuestión no
debemos depender de la opinión de un individuo en particular, sea ruso o
norteamericano. Sólo tenemos que echar un vistazo a los hechos
históricos.
Desde fines de 1940 hasta mediados de 1960, constituía un objetivo de
la política norteamericana promover la caída del Gobierno soviético al
igual que la de varios de los regímenes de la Europa del Este. Centenares
de rusos exiliados fueron organizados, entrenados y equipados por la CIA
e infiltrados en su patria para establecer redes de espionaje, organizar

25 Robert Scheer: Los Angeles Times Book Review, 27 de septiembre de 1992, reseña sobre Georgi
Arbatov: The System: An insider’s Life in Soviet PoliticsTwnes Books, New York. 1992.
26 International Herald Tribune, 29 de octubre de 1992, p. 4.
27 The New Yorkei, 2 de noviembre de 1992, p. 6.
Introducción 25

levantamientos armados y llevar a cabo asesinatos y actos de sabotaje,


como descarrilamiento de trenes, derrumbe de puentes, explosiones en
fábricas y plantas eléctricas, etc. El Gobierno soviético, que capturó a
muchos de ellos, estaba por completo consciente de quién estaba detrás
de todo esto.
Comparada con esta política, la de la administración Reagan puede ser
calificada como una capitulación virtual. Sin embargo, ¿cuál fue el
resultado de esta línea anticomunista ultradura? Confrontaciones
reiteradas entre Estados Unidos y la Unión Soviética en Berlín, Cuba y otras
partes; intervenciones soviéticas en Hungría y Checoeslovaquia; creación
del Pacto de Varsovia como respuesta directa a la OTAN, ni glasnost, ni
perestroika, sólo una atmósfera de sospecha, cinismo y hostilidad en
ambos lados. Resultó que los rusos eran seres humanos después de todo
— respondían a la dureza con dureza. Y como corolario: hubo por muchos
años una asociación estrecha entre el grado de amistad de las relaciones
Estados Unidos-Unión Soviética y el número de judíos a los que se les
permitió emigrar de la URSS.28 La suavidad engendra suavidad.
Si deben atribuirse a alguien los cambios en la Unión Soviética y la
Europa del Este, tanto los beneficiosos como los cuestionables, es sin duda
a Mijaíl Gorbachov y los activistas que le siguieron. Debe recordarse que
Reagan estuvo en el poder por más de cuatro años antes de que
Gorbachov llegara al gobierno, y Margaret Thatcher llevaba ya seis como
premier británica, pero en ese período anterior no ocurrió nada
significativo en el camino de la reforma soviética, a pesar de la sostenida
animosidad de Reagan y Thatcher hacia el Estado comunista.

Con frecuencia se argumenta que es fácil al analizar los hechos con


posterioridad burlarse de la manía norteamericana durante la Guerra Fría
de crear un estado de seguridad nacional —con toda su avanzada paranoia
y absurdos, la OTAN como aparato militar supraestatal, sus sistemas de
aviso anticipado y misiles, sus ojivas nucleares y U-2—, pero que al finalizar
la Segunda Guerra Mundial en Europa, la Unión Soviética realmente se
presentaba como un gigante que amenazaba al mundo entero.
Este argumento se desvanece en cuanto uno se pregunta: ¿por qué
habrían de querer los soviéticos invadir Europa occidental o bombardear
los Estados Unidos? Es obvio que no tenían nada que ganar con tales
acciones, excepto exponerse a la destrucción total de su país, el cual
estaban reconstruyendo penosamente una vez más tras la devastación de
la guerra.

28 Los Angeles Times, 2 de diciembre de 1988: la emigración de los judíos soviéticos llegó a su

punto máximo: 51 330, en 1979, para caer a unos 1.000 al año a mediados de los 80 durante la
administración Reagan (1981-1989); en 1988 fue de 16 572.
Introducción 26

En la década de 1980, el no haberse atrevido a formular esta pregunta,


había conducido a un presupuesto militar de trescientos mil millones de
dólares y a la Guerra de las Galaxias.
En realidad, están disponibles numerosos documentos internos del
Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y la CIA en el
período postbélico, en los cuales un analista político tras otro dejan claro
su escepticismo acerca de “la amenaza soviética” —bien sea por revelar
las debilidades militares críticas de los rusos o por cuestionar sus
supuestas intenciones agresivas—, mientras altos funcionarios,
incluyendo al presidente, transmitían en público el mensaje opuesto.29
El historiador Roger Morris, antiguo miembro del Consejo de Seguridad
Nacional bajo los presidentes Johnson y Nixon, describió así este
fenómeno:
Los arquitectos de la política de Estados Unidos tendrían que presentar su caso
“más claro que la verdad” y “aporrear la mente colectiva de los altos niveles
del gobierno”, como el secretario de Estado Dean Acheson [...] lo expresó. Y lo
hacen. La nueva Agencia Central de Inteligencia comienza una sistemática
sobre estimación de los gastos militares soviéticos. De forma mágica, la
esclerótica economía soviética es obligada a crecer y revitalizarse en las
oficinas gubernamentales de Estados Unidos. A la caballería de Stalin —
completada con desvencijado equipamiento, carreteras destrozadas por la
guerra y una moral deteriorada—, el Pentágono añade divisiones fantasmas y
les atribuye luego a estas nuevas fuerzas escenarios de invasión de grandes
proporciones.
Los funcionarios estadounidenses “exageran las capacidades e intenciones de
los soviéticos en tal medida”, decía un estudio realizado a los archivos, “que
resulta sorprendente que alguien los tome en serio”. Alimentados por los
sombríos discursos de] gobierno y el sostenido temor público, la prensa de
Estados Unidos y el pueblo no tienen problema.30

Sin embargo, el argumento insiste, hubo muchos funcionarios en


posiciones clave que malinterpretaron de manera sincera las señales de
los soviéticos. La URSS era, después de todo, una sociedad altamente
represiva y secreta, en particular antes de la muerte de Stalin en 1953. A

29 a) Frank Kofsky: Harry Truman and the War Sea re of 1948: A Successful Campaign to Deceive

the Nation. St. Martin’s Press, New York, 1993, passim, en particular el Anexo I. el libro está repleto
con porciones de documentos similares escritos por analistas diplomáticos, de inteligencia y militares
en los años 40; el temor a la guerra fue impulsado para conseguir apoyo al programa de política
exterior de la administración, comenzar la carrera armamentista y salvar a la industria aeronáutica al
borde de la bancarrota.
b) Decassifíed Documents Reference System: índices, resúmenes y documentos microfilmados,
series anuales organizadas por agencias gubernamentales y año de desclasificación.
c) Foreign Relations of the United States (Departamento de Estado), series anuales, documentos
internos publicados entre 25 y 36 años después de ocurridos los hechos.
30 Los Angeles Times, 29 de diciembre de 1991, p. MI.
Introducción 27

propósito de esto, Enoch Powell, antiguo miembro conservador del


Parlamento Británico, observó en 1983:
La incomprensión internacional es casi por entero voluntaria: es esa
contradicción en los términos, incomprensión intencional —una contradicción
porque para no comprender deliberadamente, se debe al menos sospechar, si
es que no se llega a entender en realidad lo que se intenta no comprender...
[La incomprensión estadounidense acerca de la URSS tuvo] la función de
sostener un mito —el mito de los Estados Unidos como “la última y mejor
esperanza de la humanidad”. San Jorge y el Dragón es un pobre espectáculo
sin un dragón real, lo más grande y temible posible, ideal si tiene grandes
llamas emergiendo de su boca. La incomprensión de la Rusia soviética se volvió
indispensable para la autoestima de la nación norteamericana: no se
contemplaría con benevolencia a aquel que busca, aunque sea sin éxito,
despojarlos de ella.31

Puede argumentarse que la creencia de los nazis en el gran peligro que


representaba la “conspiración judía internacional” es un atenuante a la
hora de condenar a los perpetradores del Holocausto.
Tanto los norteamericanos como los alemanes creían en su propia
propaganda, o pretendían hacerlo. Al leer Mein Kampf, uno se sobresalta
ante el hecho de que una parte significativa de lo que Hitler escribió acerca
de los judíos se parece mucho a los escritos norteamericanos
anticomunistas: se comienza por la premisa de que los judíos (comunistas)
son fuerzas del mal y quieren dominar al mundo; de ahí en lo adelante,
cualquier comportamiento que parezca contradecir esto es presentado
como maniobra para engañar a la gente y conseguir sus malvados fines;
tales comportamientos son siempre parte de una conspiración y mucha
gente se involucra en ella. Hitler les atribuye a los judíos un poder
extraordinario, casi místico, para manipular sociedades y economías. Los
culpa por todos los males que se derivaron de la revolución industrial,
entiéndase divisiones de clase y odios. Proclamó el carácter internacional
de los judíos y su falta de patriotismo.
Hay por supuesto guerreros de la Guerra Fría cuyo enfoque plantea que
el Kremlin, para dominar el mundo, tenía el plan de invadir Europa
occidental o bombardear Estados Unidos. El otro plan más sutil —podría
decirse que diabólicamente astuto— era la subversión, desde adentro,
país por país, a través de todo el Tercer Mundo, hasta llegar a rodear y
estrangular el Primer Mundo, en fin, la auténtica conspiración
internacional comunista, “una conspiración”, afirmaba el senador Joseph
McCarthy, “a una escala tan inmensa que convierte en enana cualquier
otra empresa anterior en la historia del hombre”.

31 The Guardian, Londres, 10 de octubre de 1983, p. 9.


Introducción 28

Este es el centro de atención de este libro: las intervenciones de


Estados Unidos en todo el mundo para combatir esta conspiración en
cualquier momento y lugar que la misma alzara su horrible cabeza.
¿Existe realmente esta conspiración internacional comunista?
Si alguna vez existió, ¿por qué los guerreros de la CIA y otras agencias
gubernamentales tuvieron que llegar a tales extremos de exageración? Si
realmente creían en la existencia de una conspiración internacional
comunista diabólica y monolítica, ¿por qué tuvieron que esforzarse tanto
para convencer al pueblo norteamericano, al Congreso y al resto del
mundo de su malvada existencia? ¿Por qué tuvieron que escenificar,
maniobrar, poner trampas, inventar historias, plantar evidencias, crear
documentos falsos? Las páginas que siguen están llenas de numerosos
ejemplos de las afirmaciones anticomunistas del Gobierno
norteamericano y de las invenciones de los medios acerca de “la amenaza
soviética”, “la amenaza china” y “la amenaza cubana”. Y durante todo ese
mismo tiempo, se nos endilgaron historias terroríficas: en los años 50 se
hablaba del “desbalance de bombas” entre Estados Unidos y la Unión
Soviética, así como del “desbalance de la defensa civil”. Después vino el
“desbalance de los misiles”, seguido por el “desbalance de los misiles
antibalísticos”. En los años 80 fue el “desbalance de los gastos” y,
finalmente, el “desbalance de las armas láser”. Y todas eran mentiras.
Conocemos cómo la CIA de Ronald Reagan y William Casey presentaba
con regularidad “evaluaciones de inteligencia politizadas” para sostener el
sesgo antisoviético de la administración, y suprimía informes, incluso de
sus propios analistas, si entraban en contradicción con él. Ahora sabemos
que la CIA y el Pentágono cada cierto tiempo hacían sobreestimaciones de
la capacidad económica y militar de la Unión Soviética y exageraban la
escala de las pruebas nucleares rusas, así como el número de “violaciones”
a los tratados de prohibición de pruebas nucleares entonces existentes,
para que Washington las presentara como acusaciones contra los rusos. 32
Todo para crear un enemigo más grande y más ruin, conseguir un
presupuesto de seguridad nacional mucho mayor y darles seguridad y
significación a los propios empleos de sus guerreros.
Terminada la Guerra Fría, el tiempo del nuevo orden mundial parece

32 a) Anne H. Cahn: “How We Got Oversold on Overkill”, en Los Angeles Times, 23 de julio de 1993,

basado en el testimonio ante el Congreso de Eleanor Chelimsky, asistente del controlador general de
la Oficina de Contabilidad General, acerca de un estudio de la misma, el 10 de junio de 1993; ver texto
relacionado en el New York Times, el 28 de junio de 1993, p. 10.
b) Los Ángeles Times, 15 de septiembre de 1991, p. I; 26 de octubre de 1991.
c) The Guardian, Londres, 4 de marzo de 1983; 20 de enero de 1984; 3 de abril de 1986.
d) Arthur Macy Cox: “Why U.S., Since 1977, Has Been Misperceiving Soviet Military Sfrenght”, en
New York Times, 20 de octubre de 1980, p. 19; Cox había sido funcionario del Departamento de Estado
y de la CIA.
Introducción 29

prometedor para el complejo militar-industrial y de espionaje y para sus


socios globales en el crimen: el FMI y el Banco Mundial. Han conseguido
su Tratado de Libre Comercio de la América del Norte y su Organización
del Comercio Mundial. Sus dictados rigen el desarrollo económico, político
y social en todo el Tercer Mundo y Europa del Este. Las reacciones de
Moscú no tienen ya peso suficiente para limitar nada. El Código de
Conducta de las corporaciones transnacionales elaborado por Naciones
Unidas en un proceso de quince años está definitivamente muerto. Todo
lo que se muestra a la vista ha sido privatizado y liberalizado. El capital
controla el globo con una libertad rampante de la que no disfrutó nunca
desde la Primera Guerra Mundial; opera sin fricciones, sin gravedad
alguna. El mundo se ha puesto a disposición de las corporaciones
transnacionales.33
¿Significará esto que las masas tendrán una vida mejor que en los
tiempos de la Guerra Fría? ¿Hay ahora más consideración hacia la gente
común que la existente en los siglos anteriores? “Por supuesto”, asegura
el capital, y ofrece una versión recalentada de la teoría de la trampa, el
principio de que los pobres, que deben sobrevivir con las sobras del
banquete de los ricos, se beneficiarán si sirven a los ricos mayor cantidad
de comida.
Los chicos del capital brindan también con sus martinis por la muerte
del socialismo. La palabra ha sido eliminada de la conversación de
sociedad. Y esperan que nadie advertirá que todo experimento socialista
de significación en el siglo XX —sin excepción— ha sido aplastado,
derrocado, invadido, corrompido, pervertido, subvertido o
desestabilizado —en resumen, se le ha imposibilitado la existencia— por
Esta dos Unidos. Ni a un solo gobierno o movimiento socialista —desde la
Revolución rusa hasta los sandinistas en Nicaragua, de la China comunista
al FMLN en El Salvador— se le ha permitido desarrollarse o caer por sus
propios méritos; ninguno disfrutó de la seguridad suficiente como para
despreocuparse de su todopoderoso enemigo extranjero y suavizar el
control interno.
Es como si los primeros experimentos de los hermanos Wright con
máquinas volantes hubiesen fracasado porque las empresas

33 Para un mayor análisis de estos puntos ver:


a) Walden Bello: Dark Victory: The United States. Structural Adjustment and Global Poverty.
Institute for Food and Developmenl Policy, Oakland, CA., 1994, passim.
b) Multinational Monitor, Washington, julio-agosto 1994, número especial sobre el Banco
Mundial.
c) Doug Henwood: “The U.S. Economy: The Enemy Within”, en Covert Action Quarterly, Nº 41,
Washington D.C., verano de 1992, pp. 45-49.
d) Joel Bleifuss: “The Death of Nations”, en ln These Times, Chicago, 27 de junio-10 de julio de
1994, p. 12 (Código ONU).
Introducción 30

automovilísticas sabotearan cada prueba, y esto hiciera que las gentes


buenas y temerosas de Dios en todo el mundo reflexionaran sobre el
asunto, valoraran las consecuencias, asintieran colectivamente con aire
sabio y declararan con toda solemnidad: El Hombre nunca deberá volar.
1. China. De 1945 hasta los años 60 31

1. CHINA. DE 1945 HASTA LOS AÑOS 60


¿Estaba Mao Tse-tung realmente paranoico?
Durante cuatro años, numerosos norteamericanos, desde posiciones
encumbradas y oscuras, se dedicaron con empeño a sembrar la convicción
de que la Segunda Guerra Mundial fue “una guerra equivocada contra
enemigos equivocados”. El comunismo, afirmaban, era el único adversario
auténtico en la agenda histórica de Estados Unidos. ¿No fue por eso que
Hitler había sido ignorado, tolerado, alentado y ayudado, de modo que la
maquinaria de guerra nazi pudiera lanzarse hacia el Este y borrara el
bolchevismo de la faz de la Tierra de una vez y para siempre? Fue pura
mala suerte que Adolfo resultara ser un megalomaníaco y se lanzara
también contra Occidente.
Pero la guerra había terminado. Estos norteamericanos debían tener
ahora su día en cada rincón del mundo. La tinta del tratado de rendición
japonesa apenas se había secado cuando Estados Unidos comenzó a
utilizar a los soldados nipones que todavía se hallaban en China en un
esfuerzo conjunto con las tropas norteamericanas para combatir a los
comunistas chinos. (En Filipinas y Grecia, como veremos, Estados Unidos
ni siquiera esperó el final de la guerra para subordinar la lucha contra
Japón y Alemania a la cruzada anticomunista.)
Los comunistas en China habían trabajado en estrecho contacto con los
militares norteamericanos durante la guerra, entregando importante
información de inteligencia acerca de los ocupantes japoneses, rescatando
y ayudando a los aviadores estadounidenses derribados en su territorio. 1
Pero esto carecía de importancia. El generalísimo Chiang Kai-shek sería el
hombre de Washington. Él encabezaba lo que pretendía ser el Gobierno
central en China. La Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), antecedente
de la CIA, estimaba que el grueso de los esfuerzos militares de Chiang se
había dirigido más contra los comunistas que contra los japoneses.
También había tratado de bloquear la cooperación entre los rojos y los
norteamericanos. Ahora incluía en su ejército unidades japoneses y su
régimen estaba repleto de funcionarios que habían colaborado con los
japoneses y servido a su gobierno títere. 2 Pero esto carecía de

1 David Barretl: Dixie Mission: The United States Army Observer Group in Yenan, 1944. Centro para

Estudios Chinos, University of California, Berkeley, 1970, passim, R. Harris Smith: OSS: The Secret
History of America’s First CIA. University of California Press, Berkeley, 1972, pp. 262-263; New York
Times. 9 de diciembre de 1945, p. 24.
2 La política de Chiang durante y después de la guerra, en Smith, pp. 259-282; New York Times.19
1. China. De 1945 hasta los años 60 32

importancia. El generalísimo era un anticomunista. Más aún, era un cliente


norteamericano nato. Sus tuerzas serían entrenadas apropiadamente y
equipadas para enfrentarse a los hombres de Mao Tse-tung y Chou En-lai.
El presidente Truman estaba resuelto a lo que describió como “utilizar
los japoneses para contener a los comunistas”.
“Teníamos la completa certeza de que si hacíamos que los japoneses
depusieran las armas y se dirigieran a las costas, el país entero sería dominado
por los comunistas. Por tanto tuvimos que dar el paso inusual de utilizar al
enemigo como guarnición hasta que pudiéramos transportar por aire tropas
chinas [las de Chiang] hasta el sur y enviar marines para custodiar los
puertos”.3

El envío de marines norteamericanos tuvo resultados inmediatos y


dramáticos. Dos semanas después del término de la guerra, Pekín estaba
rodeada por fuerzas comunistas. Sólo la llegada de los marines a la ciudad
evitó que los rojos la tomaran.4 Y mientras las fuerzas de Mao presionaban
sobre los suburbios de Shanghái, los aviones norteamericanos
transportaron las tropas de Chiang Kai-shek para apoderarse de la ciudad.5
En el apuro por controlar los puntos clave y los puertos antes que los
comunistas, Estados Unidos llevó entre cuatrocientos mil y quinientos mil
nacionalistas (tropas de Chiang) por barco y por avión, a través de todo el
vasto territorio de China y Manchuria, lugares que de otro modo jamás
hubiesen alcanzado.
Cuando la guerra civil se intensificó, los cincuenta mil marines enviados
por Truman fueron utilizados para proteger líneas férreas, minas de
carbón, puertos, puentes y otros objetivos estratégicos. De manera
inevitable se vieron envueltos en los combates y sufrieron docenas, si
acaso no cientos, de bajas. Los comunistas acusaban a los soldados
estadounidenses de atacar áreas controladas por los rojos, de abrir fuego
sobre ellos directamente, arrestar sus oficiales y desarmar a los soldados.6
Los norteamericanos se encontraron arrasando un pequeño poblado
chino “sin misericordia”, escribió un marine a su congresista y afirmó no
saber “cuántas personas inocentes fueron masacradas”. 7
Los aviones de Estados Unidos hacían, con regularidad, vuelos de
reconocimiento sobre el territorio comunista para explorar la posición de

de diciembre de 1945, p. 2
3 Harry S. Truman: Memoirs. Vol. II Years of Trial and Hope. 1946-1953, Gran Bretaña, 1956, p. 66.
4 Smith, p. 282.
5 D. F. Fleming: The Cold War and its Origins, 1917-1960. Doudleday & Co., New York, 1961, p.

570.
6 New York Times, septiembre a diciembre de 1945, passim; Barbara W. Tuchmann: Stilwell and

the American Experience in China 1911-1945. New York, 1972, pp. 666-677.
7 Congressional Record. Apéndice, Vol. 92, parte 9. 24 de enero de 1946, p. A225, carta al

congresista Hugh de Lacy del estado de Washington.


1. China. De 1945 hasta los años 60 33

sus fuerzas. Los comunistas denunciaban que los aviones


norteamericanos, frecuentemente, ametrallaban desde el aire y
bombardeaban a sus tropas y, en cierta ocasión, ametrallaron a un
poblado bajo su control. 8 Se ignora hasta qué punto estos ataques eran
llevados a cabo por soldados de la fuerza aérea estadounidense.
Hubo, sin embargo, sobrevivientes norteamericanos a algunos de los
muchos derribos de sus aviones. De manera sorpresiva, los rojos seguían
rescatándolos y curando sus heridas, para luego devolverlos a sus bases.
Puede ser difícil de entender ahora, pero en aquel momento el mito de
“América” todavía era fuerte en la imaginación de la gente en todo el
mundo, y los campesinos chinos, fuesen considerados “comunistas” o no,
no eran la excepción. Durante la guerra, los rojos habían ayudado a
rescatar a numerosos aviadores norteamericanos y los habían llevado a
través de las líneas japonesas hasta territorio seguro. “Los comunistas
[había escrito el New York Times] no perdieron a un solo aviador bajo su
protección. Convirtieron en cuestión de principios no aceptar recompensa
por la salvación de los pilotos norteamericanos”. 9
Al iniciarse 1946, cerca de cien mil militares estadounidenses se
encontraban todavía en China en apoyo de Chiang. La explicación oficial
que daba el Gobierno norteamericano de la presentía de sus tropas era
que estaban allí para desarmar y repatriar a los japoneses. Aunque esta
tarea se llevó a cabo eventualmente, era secundaria para la función
política de las fuerzas militares, tal como se desprende de las palabras de
Truman citadas anteriormente.
Los soldados norteamericanos en China comenzaron a protestar por no
regresar a casa, una queja de la que se hicieron eco todas las restantes
tropas mantenidas en el extranjero por propósitos políticos (generalmente
anticomunistas). “También me preguntan por qué están aquí”, decía un
teniente de los marines en las Pascuas de 1945: “Como oficial se supone
que debo explicarles, pero no se le puede decir a un hombre que está aquí
para desarmar a los japoneses cuando se le tiene custodiando una vía
férrea junto con los japoneses [armados]”.10
De manera extraña, Estados Unidos intentó mediar en la guerra civil, a
pesar de ser un participante activo y poderoso en favor de uno de los lados
del conflicto. En enero de 1946, el presidente Truman reconoció en
apariencia que o bien se llegaba a un compromiso con los comunistas o
bien se llegaría a ver cómo se apoderaban de toda China, y envió al general
George Marshall para tratar de arreglar un cese al fuego y crear algún tipo
de gobierno de coalición indefinido. Aunque se alcanzó un éxito temporal

8 New York Times. 6 de noviembre de 1945. p. 1: 19 de diciembre de 1945. p. 2.


9 Ibíd., 9 de diciembre de 1945. p. 24; 26 de diciembre de 1945, p. 5.
10 Ibíd., 26 de diciembre de 1945. p. 5.
1. China. De 1945 hasta los años 60 34

en el establecimiento de una tregua intermitente, la idea de un gobierno


de coalición estaba condenada al fracaso por ser algo tan poco probable
como una unión entre el zar y los bolcheviques. Tal como señaló el
historiador D. F. Fleming, “no puede unirse una oligarquía agonizante con
una revolución naciente”.11
No fue hasta inicios de 1947 que Estados Unidos comenzó a retirar
algunas de sus fuerzas, aunque mantuvo la ayuda y el apoyo al gobierno
de Chiang por mucho tiempo más en diversas formas. Más o menos por
esta misma fecha comenzaron a operar los Tigres Voladores. Este
legendario escuadrón aéreo norteamericano, comandado por el general
Claire Chennault, había combatido en China contra los japoneses durante
la guerra mundial. Ahora Chennault, que anteriormente había sido asesor
de la fuerza aérea de Chiang, había reactivado su escuadrón (bajo el
nombre de CAT), y sus pilotos mercenarios pronto se encontraron
inmersos en el conflicto, realizando interminables misiones de
abastecimiento a las ciudades nacionalistas sitiadas por los rojos,
evadiendo a los tiradores comunistas para transportar alimentos,
municiones y provisiones de todo tipo, o para rescatar a los heridos. 12
Técnicamente CAT era una línea aérea privada alquilada por el gobierno
de Chiang, pero antes de que terminara la guerra civil, la línea aérea se
había combinado formalmente con la CIA para constituir la primera unidad
del emergente imperio del aire de la Agencia, mejor conocido como la
línea Air America.
Hacia 1949, la ayuda estadounidense a los nacionalistas sumaba ya
cerca de dos mil millones de dólares en efectivo y mil millones en
armamento; treinta y nueve divisiones nacionalistas habían sido armadas
y equipadas.13 Sin embargo, la dinastía Chiang se derrumbaba en pedazos.
No sólo debido a la lucha de los comunistas contra ellos, sino a la hostilidad
generalizada del pueblo chino hacia esta tiranía por su extrema crueldad
y por la corrupción y decadencia de su aparato burocrático y su sistema
social. En contraste, las grandes áreas bajo control comunista eran
modelos de honestidad, progreso y justicia; divisiones enteras de las
fuerzas del generalísimo desertaban y se pasaban a los comunistas. Los
dirigentes políticos y militares norteamericanos no se hacían ilusiones
acerca de la naturaleza y calidad del gobierno de Chiang. Las fuerzas
nacionalistas, dijo el general David Barr, jefe de la misión militar

11 Fleming, p. 587.
12 Christopher Robbins: Air America. U.S., 1979. pp. 46-57; Víctor Marchetli y John Marks: The CIA
and the Cuit of intelligence. New York, 1975. p. 149.
13 Audiencias celebradas en sesión ejecutiva ante el Comité de Relaciones exteriores del Senado

durante 1949 y 1950. Economic Assistance io China and Komi 1949-195C, testimonio de Dean Acheson,
p. 23; hecho público en enero de 1974 como parte de las Series Históricas.
1. China. De 1945 hasta los años 60 35

norteamericana en China, estaban bajo “el peor liderazgo del mundo”. 14


El generalísimo, sus cohortes y soldados huyeron a la isla de Taiwán
(Formosa). Habían preparado su entrada desde dos años antes al
aterrorizar a los habitantes h asta someterlos por completo — una
masacre que acabó con las vidas de 28.000 personas.15 Antes de la huida
de los nacionalistas, el Gobierno norteamericano no tenía duda alguna de
que Taiwán era parte de China, pero luego la incertidumbre comenzó a
crecer en la mente de los funcionarios de Washington. La crisis fue resuelta
de una manera muy simple: Estados Unidos coincidió con Chiang Kai-shek
en cuanto a que la mejor manera de enfocar la situación no era que Taiwán
no pertenecía a China, sino que Taiwán era China. Y así se le denominó.
En los inicios del éxito comunista, el estudioso sobre China Félix Greene
observó: “Los norteamericanos no podían simplemente llegar a creer que
los chinos pudiesen haber optado por un gobierno comunista, no importa
cuán podrida estuviera la otra dirigencia”. 16 Tenía que ser la obra de una
conspiración, una conspiración internacional, en cuyo panel de control se
encontraba, como era de esperar, la Unión Soviética. Las evidencias acerca
de esto eran, no obstante, tan escasas que apenas podían verse. De hecho,
desde que el credo stalinista de “hacer el socialismo en un solo país”
derrotó al internacionalismo trotskista en los años 20, los rusos se habían
alineado más con Chiang que con Mao, y recomendaron más de una vez a
este último que disolviera su ejército y formase un gobierno conjunto con
Chiang.17 En particular durante los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, cuando la URSS se enfrentaba a su propia crisis de
reconstrucción, no resultaba un proyecto muy atractivo el ayudar a la
nación más poblada del mundo a incorporarse al mundo moderno. En
1947, el general Marshall declaró públicamente que no tenía evidencias
de que los comunistas chinos recibieran apoyo de la URSS.18
Pero en Estados Unidos esto no evitó el surgimiento de toda una
mitología acerca de cómo se había “perdido” China: intervención
soviética, comunistas en el Departamento de Estado, cobardes en la Casa
Blanca, militares y diplomáticos tontos, incautos y simpatizantes de los

14
Tuchmann, p. 676.
15 Sobre algunos detalles de la opresión y las atrocidades llevadas a cabo por el régimen de Chiang
contra los taiwaneses, ver Scott Anderson y Jon Lee Anderson: inside the Leagtte. New York. 1986. pp.
47-49, donde se citan a destacados generales norteamericanos y a un funcionario del Departamento
de Estado que se encontraban en Taiwán en aquel momento. Ver también Fleming, pp. 578-579. En
1992, el Gobierno de Taiwán admitió que su ejército había dado muerte a un estimado de entre 18.000
y 28.000 nativos taiwaneses en la masacre de 1947 (Los Angeles Times. 24 de febrero de 1992).
16 Félix Greene: A Curtain of Ignorance. New York. 1964.
17 Tuchmann, p. 676; Fleming, pp. 572-574, 577. 584-585; Milovan Djilas: Conversations with

Sta/in. Londres, 1962, p. 164; New York Times, 7 de noviembre de 1945, p. 12; 14 de noviembre, p. 1;
21 de noviembre, p. 2; 28 de noviembre, p. 1; 30 de noviembre, p. 3; 2 de diciembre, p. 34.
18 New York Times. 12 de enero de 1947, p. 44.
1. China. De 1945 hasta los años 60 36

comunistas en los medios de prensa... traidores por todas partes.


La administración Truman, dijo el senador McCarthy, con su encanto
característico, estaba compuesta por “falsos liberales chupatintas” que
protegían a los “comunistas y sospechosos” que “habían vendido China a
esclavistas ateos”.19
Sin embargo, excepto una invasión declarada al país con gran número
de soldados, es difícil pensar qué más podía haber hecho el Gobierno de
Estados Unidos para evitar la caída de Chiang. Incluso después de su huida
a Taiwán, Estados Unidos mantuvo una campaña de continuos ataques al
gobierno comunista, a pesar de las reiteradas solicitudes de amistad y
ayuda de Chou En-lai. El líder rojo no veía ningún obstáculo práctico ni
ideológico en esto. 20 En cambio, Estados Unidos conspiró de manera
evidente para asesinar a Chou en varias ocasiones. 21

Muchos soldados nacionalistas se habían refugiado en la norteña


Burma en el gran éxodo de 1949, para gran disgusto del Gobierno de ese
país. Allí, la CIA comenzó a reagruparlos, y en los inicios de la década del
50 llevaron a cabo un cierto número de incursiones a pequeña y gran
escala en China. En una ocasión, en abril de 1951, unos miles de soldados,
acompañados por asesores de la CIA y abastecidos por envíos aéreos de
aviones norteamericanos C46 y C47, se adentraron en la provincia china
de Yunnan, pero los comunistas los rechazaron en menos de una semana.
Las bajas fueron altas y varios asesores perdieron sus vidas. Otro intento
en ese mismo verano llevó a los invasores a penetrar unas sesenta y cinco
millas en China donde informaron dominar una franja de cien millas de
largo.
Mientras los ataques continuaban de manera intermitente, la CIA
procedió a fortalecer las capacidades de esta fuerza: ingenieros
norteamericanos arribaron para ayudar a construir y ampliar pistas de
aterrizaje en Burma; tropas frescas fueron transportadas desde Taiwán;
otras fueron reclutadas entre las tribus montañesas de Burma;
escuadrones aéreos de la CIA fueron llevados para servicios logísticos, y se
envió una enorme cantidad de armamento pesado norteamericano. La
mayor parte de este abastecimiento de hombres y equipos utilizó a
Tailandia como vía de acceso.
El ejército pronto llegó a tener más de diez mil hombres. Hacia fines de

19 William Manchester: American Caesar: Douglas MacAnhur 1880-1964. Londres, 1979, p. 535.
20 Foreing Relations of the United States. 1949. Vol. III The Far East: China. U.S., Government
Printing Office. Washington 1978, passim pp. 357 y 399; 768, 779-780; la publicación de este volumen
en las series del Departamento de Estado fue retenida precisamente por contener los informes acerca
de la solicitud de Chou En-lai (San Francisco Chronicle. 27 de septiembre de 1978. p. F-l).
21 Ver sección “Indonesia 1957-1958” y The Guardian. Londres, 24 de agosto de 1985.
1. China. De 1945 hasta los años 60 37

1952, Taiwán proclamó que cuarenta y un mil comunistas habían muerto


en combate y más de tres mil estaban heridos. Es muy probable que las
cifras estuviesen exageradas, pero incluso de no estarlo, quedaba claro
que estas incursiones no conducirían al retorno triunfante de Chiang al
país —aunque este no era su único propósito. En la frontera china se
desarrollaban dos luchas de mayores proporciones: en Corea y en
Vietnam. La esperanza de Estados Unidos era obligar a China a distraer
tropas y recursos militares lejos de estas áreas. La recién creada República
Popular China estaba siendo sometida a una terrible prueba.
Entre una incursión y otra, los “chinatas” (para distinguirlos de los
“chinocomus”) encontraban tiempo suficiente para chocar con frecuencia
con el ejército burmés, se entregaban al bandidaje y se convirtieron en los
barones del opio del Triángulo Dorado, una porción de tierra que abarcaba
partes de Burma, Laos y Tailandia, la mayor fuente de opio y heroína del
mundo. Los pilotos de la CIA llevaban el material de un lado a otro, a fin
de asegurar la cooperación de los de Tailandia, quienes eran importantes
en la operación militar, como un favor a sus clientes nacionalistas, tal vez
incluso por una parte del dinero y además, irónicamente, para encubrir su
más ilícita actividad.
Los chinatas en Burma mantuvieron el acoso a los chinocomus hasta
1961, y la CIA continuó abasteciéndolos militarmente, pero en algún
momento la Agencia comenzó a tomar distancia de este asunto. Cuando
la CIA, en respuesta a reiteradas protestas por parte del Gobierno de
Burma ante las Naciones Unidas, comenzó a presionar a los chinatas para
que abandonasen el país, Chiang amenazó con exponer públicamente el
apoyo que le daba la Agencia allí. En una primera etapa la CIA había
alimentado la esperanza de que los chinos se dejasen provocar al punto
de atacar a Burma, lo que obligaría a ese país neutral a buscar su salvación
en el campo occidental.22 En enero de 1961 los chinos llegaron a penetrar
en el territorio vecino, pero como parte de una fuerza combinada con el
ejército burmés para aplastar la base principal de los nacionalistas y poner
el fin a su aventura. Como consecuencia, Burma renunció a la ayuda
norteamericana y se acercó más a Pekín. 23 Para muchos chinatas el
desempleo duró poco. Pronto firmaron un nuevo contrato con la CIA, esta
vez para combatir en el gran ejército de la Agencia en Laos.
Burma no fue el único trampolín para los ataques hacia China
organizados por la CIA. Varias islas situadas en un radio de unas cinco

22 New York Times. 25 de abril de 1966. p. 20.


23 Ver acerca de Burma: David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government. New York. 1965,
pp. 138-144; Joseph Burkholder Smilh: Portrait of a Cold Warrior. G. P. Putnam’s Sons. New York, 1976,
pp. 77-78: New York Times. 28 de julio de 1951; 28 de diciembre de 1951; 22 de febrero de 1952: 8 de
abril de 1952: 30 de diciembre de 1952, p. 3; sobre el opio ver Robbins. pp. 84-87.
1. China. De 1945 hasta los años 60 38

millas de la costa china, en particular Quemoy y Matsu, fueron utilizadas


como bases para ataques de “golpea y huye” —con frecuencia realizados
por un batallón— para bombardeos ocasionales y para bloquear puertos
del continente. Chiang fue “presionado brutalmente” por Estados Unidos
para incrementar sus tropas en estas islas a partir de 1953, como
demostración de la nueva política de Washington de “desatar sus
manos”.24
Los chinos respondieron vahas veces con fuertes ataques de artillería
sobre Quemoy, y en una ocasión mataron a dos oficiales norteamericanos.
La perspectiva de una guerra en escalada llevó a Estados Unidos a pensarlo
mejor y solicitar a Chiang que abandonase las islas, pero este rehusó. Se
ha planteado la idea de que Chiang pretendía precisamente que Estados
Unidos se viese involucrado en este tipo de guerra como su único medio
de regresar al poder.25
Numerosas incursiones hacia China fueron desarrolladas por fuerzas
más pequeñas, tipo comando, infiltradas por aire para acciones de
inteligencia y sabotaje. En noviembre de 1952, dos oficiales de la CIA, John
Downey y Richard Fecteau, que habían participado en vuelos con estos
grupos y les arrojaban provisiones, fueron derribados y capturados por los
comunistas. Dos años transcurrieron antes de que Pekín anunciase la
captura y sentencia de ambos. El Departamento de Estados rompió su
propio silencio de dos años con indignación para reclamar que los dos
hombres habían sido empleados civiles del Departamento de Guerra
estadounidense en Japón, a los que se consideraba perdidos en un vuelo
entre Corea y Japón. “Cómo fueron a parar a manos de los chinos
comunistas es ignorado por Estados Unidos [...] la sostenida detención
ilegal de estos ciudadanos norteamericanos ofrece una prueba más del
desprecio del régimen comunista chino por las prácticas aceptadas de
conducta internacional”.26
Fecteau fue liberado en diciembre de 1971, poco después del viaje del
presidente Nixon a China; Downey no quedó en libertad hasta marzo de
1973, apenas Nixon admitió públicamente que se trataba de un oficial de
la CIA.

24 Washington Post. 20 de agosto de 1958, articulo de Joseph Alsop, un columnista que había sido

oficial del lisiado Mayor bajo el general Chennauh y tenía buenas conexiones con Taiwán. Durante
varios años llevó a cabo una diversidad de tareas encubiertas para la CIA, como lo hizo su hermano
Stewart Alsop (sobre esto ver Carl Bernstein: “The Cia and the Media”, en la revista Rolling Stone, 20
de octubre de 1977).
25 Sobre Quemoy y Matsu ver Stewart Alsop: “The Story Behind Quemoy: How We Drifled Cióse

lo War”, en Saturday Evening Post. 13 de diciembre de 1958, p. 26; Andrew Tulley: CIA: The Inside
Story. New York, 1962, pp. 162-165; Fleming, pp. 930-931: Wise y Ross, p. 116; New York Times, 27 de
abril de 1966, p. 28.
26 Wise y Ross, p. 114.
1. China. De 1945 hasta los años 60 39

El anuncio de Pekín en 1954 también revelaba que once miembros de


la fuerza aérea norteamericana habían sido derribados en China en enero
de 1953 durante una misión cuyo propósito era “dejar caer agentes
especiales sobre China y Unión Soviética”. Estos hombres fueron más
afortunados pues se les liberó tras dos años y medio de prisión. Los chinos
declararon que en total habían dado muerte a 106 agentes taiwaneses y
norteamericanos, quienes habían sido lanzados en paracaídas sobre China
entre 1951 y 1954, y habían capturado a otros 124. Aunque la CIA tenía
muy poco que mostrar como resultado de estas acciones comando, se
supone que mantuvo el programa al menos hasta 1960. 27
Hubo muchos otros vuelos de la CIA sobre China exclusivamente, con
fines de espionaje, realizados por aviones U-2, de gran altura, avionetas
piloteadas por control remoto y otros aparatos aéreos. Estas incursiones
comenzaron a fines de los años 50 y no fueron descontinuadas hasta 1971,
en ocasión de la primera visita de Henry Kissinger a Pekín. Las operaciones
no se llevaron a cabo sin incidentes. Varios U-2 fueron derribados y
muchas más avionetas, 19 de estas últimas entre 1964 y 1969. China
realizó cientos de “alertas serias” acerca de las violaciones de su espacio
aéreo y al menos en una ocasión un aparato norteamericano cruzó la
frontera china y derribó a un Mig-17.28
Parecería que ningún fracaso sería suficiente para que la CIA dejara de
buscar nuevos medios para atormentar a los chinos en la década posterior
al triunfo de su revolución. Tíbet fue otro de los escenarios. Pekín
reclamaba a Tíbet como parte de su país, tal como lo habían hecho
gobiernos chinos anteriores por más de dos siglos, aunque muchos
tibetanos todavía se consideraban autónomos o independientes. Estados
Unidos dejó clara su posición durante la guerra: “El Gobierno de Estados
Unidos tiene conciencia de que el Gobierno chino ha reclamado la
soberanía sobre Tíbet durante largo tiempo y la constitución china incluye
a Tíbet entre las áreas que integran el territorio de la República China. Este
Gobierno no ha cuestionado en ningún momento estos reclamos”. 29
Después de la revolución comunista, los funcionarios de Washington
comenzaron a ser más equívocos acerca de este asunto. Pero las acciones
norteamericanas contra Tíbet no tenían nada que ver con las delicadezas
del derecho internacional.
A mediados de los 50, la CIA comenzó a reclutar refugiados tibetanos y

27 Sobre las infiltraciones aéreas ver Wise y Ross. pp. 112-115: Thomas Powers: The Man Who

Keptthe Secrets. New York, 1979, pp. 45-44: Newsweek. 26 de marzo de 1973.
28 Sobre los vuelos de espionaje, ver Marchetli y Marks. pp. 150. 287: Washington Post, 27 de

mayo de 1966; New York Times. 28 de marzo de 1969. p. 40.


29 Foreign Relations of the United States, 1943. China. U.S. Government Printing Office,

Washington, 1957, p. 630.


1. China. De 1945 hasta los años 60 40

exiliados en países vecinos como India y Nepal. Entre ellos había miembros
de la guardia del Dalai Lama, a los que con frecuencia se hacía referencia
de manera pintoresca como “los temibles jinetes Khamba”, y otros que ya
se habían involucrado en actividades guerrilleras contra el Gobierno de
Pekín y los profundos cambios sociales instituidos por la revolución (en
Tíbet todavía prevalecían la esclavitud y la servidumbre). Un grupo
escogido fue llevado a Estados Unidos, a una base militar muy peculiar en
las montañas de Colorado, con una altitud aproximada a la de su
montañosa tierra natal. Allí, lo más ocultos posible de los pobladores
locales, fueron entrenados en las técnicas más avanzadas de combate
paramilitar.
Tras completar el entrenamiento, cada grupo de tibetanos fue llevado
a Taiwán o a otro país asiático aliado para de ahí infiltrarlos en Tíbet, o en
China, donde desarrollaron actividades de sabotaje tales como minar
carreteras, interrumpir las líneas de comunicación y emboscar a pequeñas
fuerzas comunistas. Sus acciones eran apoyadas por aire por la CIA y, en
ocasiones, los dirigían mercenarios contratados por la Agencia. Para esto
se construyeron grandes instalaciones de apoyo en el norte de India.
La operación en Colorado se mantuvo hasta algún momento de los
años sesenta. Probablemente nunca se sabrá cuántos cientos de tibetanos
pasaron el curso de instrucción. Incluso una vez terminado el programa de
enfrenamiento formal, la CIA continuó financiando y abasteciendo a sus
clientes exóticos y alimentando su inútil sueño de reconquistar su patria.
En 1961, el New York Times tuvo noticias de la operación de Colorado,
pero aceptó la solicitud del Pentágono de no continuar investigando en
esta dirección.30 El asunto era de extrema sensibilidad, pues la carta de
constitución de la CIA de 1947 y la interpretación de la misma por el
Congreso, habían limitado tradicionalmente las operaciones domésticas
de la Agencia a la recopilación de información.
Aparte y más allá de las acciones dirigidas en específico contra China,
estaban las salpicaduras de la guerra de Corea en territorio chino —
numerosos bombardeos y ametrallamientos realizados por aviones
norteamericanos que, según reportaban con frecuencia las autoridades
chinas, mataban civiles y destruían viviendas. Y estaba el asunto de la
guerra biológica.
Los chinos dedicaron grandes esfuerzos a divulgar su reclamo de que
Estados Unidos, en particular entre enero y marzo de 1952, había
diseminado grandes cantidades de bacterias y de insectos hospederos
sobre Corea y el nordeste chino. Presentaron testimonios de 38 aviadores

30 Sobre Tibet ver: David Wise: The Politics of Lying. New York, 1973, pp. 239-254; Robbins, pp. 94-

101; Marchetli y Marks, pp. 128-131 y p. 97 de la edición de 1983.


1. China. De 1945 hasta los años 60 41

norteamericanos capturados que habían transportado esa carga letal.


Muchos de ellos dieron detalles de la operación: los tipos de bombas y
otros contenedores utilizados, los tipos de insectos, las enfermedades que
transmitían, etc. Al mismo tiempo se publicaron fotografías de las
supuestas bombas de gérmenes y de los insectos. Luego, en agosto, se
creó un Comité Científico Internacional, integrado por especialistas de
Suecia, Francia, Gran Bretaña, Italia, Brasil y Unión Soviética. Después de
una investigación en China de más de dos meses, el comité entregó un
informe de cerca de seiscientas páginas, con numerosas fotos y la
siguiente conclusión: “Los pueblos de Corea y China han sido sin lugar a
duda objeto de armas bacteriológicas. Estas fueron empleadas por
unidades de las fuerzas armadas de Estados Unidos, usando gran variedad
de métodos, algunos de los cuales parecen haber sido desarrollados a
partir de los aplicados por los japoneses en la Segunda Guerra Mundial”. 31
La última referencia alude a los experimentos de guerra bacteriológica
realizados por los japoneses contra China entre 1940 y 1942. Los
científicos nipones responsables de este programa fueron capturados por
Estados Unidos en 1945, y se les concedió inmunidad a cambio de dar
información técnica al Centro de Investigaciones Biológicas del Ejército en
Fort Detrick, Maryland. Los chinos tenían conocimiento de esto en el
momento de la investigación del Comité Científico Internacional.32
Debe hacerse notar que algunas de las declaraciones de los aviadores
norteamericanos contenían tanta información técnica biológica y estaban
tan llenas de retórica comunista —"imperialistas”, “traficantes de guerra
del Wall Street capitalista”, etc. — que podría cuestionarse seriamente en
qué medida eran autores de las mismas. Además, pudo conocerse luego
que la mayoría de estos aviadores habían confesado sólo tras ser
sometidos a abusos físicos.33 Pero en vista de lo que hemos conocido sobre
la participación norteamericana en el empleo de armas químicas y
biológicas, los reclamos de los chinos no podían ser desestimados. En
1970, por ejemplo, el New York Times reportó que durante la guerra de
Corea, cuando las fuerzas de Estados Unidos fueron sobrepasadas por
“oleadas humanas” de chinos, “el ejército escarbó en documentos de
guerra química capturados a los nazis donde se describía el sarín, un gas
nervioso tan letal que unas pocas libras podían matar a miles de personas
en pocos minutos [...] A mediados de la década del 50 el ejército estaba

31 People’s China. Revista en inglés. Foreign Language Press, Pekín, 17 de septiembre de 1952, p.
28.
32 Callum A. MacDonald: Korea: The War Before Vietnam. New York, 1986, pp. 161-162, cita varias

fuentes sobre este incidente bien conocido.


33 Sobre la guerra biológica ver: People’s China.V052. passim, a partir del 16 de marzo.
1. China. De 1945 hasta los años 60 42

fabricando miles de galones de sarín”. 34


Y durante los años 50 y 60, el ejército y la CIA realizaron numerosos
experimentos con agentes biológicos dentro de Estados Unidos. Basta
citar dos ejemplos: en 1955 la CIA diseminó bacterias de tos ferina en la
atmósfera de Florida, lo que ocasionó un incremento extremadamente
agudo en la incidencia de esta enfermedad en el estado en ese año.35 Al
año siguiente, otra sustancia tóxica fue esparcida en las calles y túneles de
Nueva York.36
También veremos en la sección sobre Cuba cómo la CIA desarrolló la
guerra química y biológica contra el gobierno de Fidel Castro.

En marzo de 1966, el secretario de Estado Dean Rusk habló ante un


comité congresional acerca de la política norteamericana con respecto a
China. Mister Rusk se sentía aparentemente perplejo pues “por momentos
los dirigentes comunistas chinos parecen estar obsesionados con la idea
de que están siendo amenazados y acosados”. Habló de la “idea
imaginaria, casi patológica” de China “de que Estados Unidos y otros
países alrededor de sus fronteras están buscando una oportunidad para
invadir China y destruir el régimen de Peiping [Pekín]”. El secretario
añadió:
Cuánto hay de genuino en el “temor” de Peiping hacia Estados Unidos
y cuánto es artificialmente inducido por propósitos políticos internos sólo
lo saben los propios dirigentes comunistas chinos. Estoy convencido, sin
embargo, de que su deseo de expulsar nuestra influencia y actividad del
Pacífico oeste y el sudeste asiático no está motivado por el temor de que
constituimos para ellos una amenaza. 37

34 New York Times. 9 de agosto de 1970. IV. p. 3.


35 Washington Post. 17 de diciembre de 1979. p. A18. “los casos de tos ferina registrados en
Florida saltaron de 339 y una muelle en 1954 a 1 080 y 12 muelles en 1955”. La CIA recibió la bacteria
del centro de investigaciones biológicas del Ejército en Fort Detrick, Maryland.
36 San Francisco Chronicle. 4 de diciembre de 1979, p. 12. Para un recuento detallado de los

experimentos del Gobierno norteamericano con agentes biológicos dentro de EE.UU. ver: Leonard A.
Colé: Clouds of Secrecy: The Army’s Germ Warfare Tests o ver Populated Areas. Maryland. 1990.
passim.
37 Department of State Bulletin. 2 de mayo de 1966.
2. Italia 1947-1948 43

2. ITALIA 1947-1948
Elecciones libres al estilo Hollywood
“Aquellos que no crean en la ideología de Estados Unidos no deben ser
autorizados a permanecer en Estados Unidos”, declaró el fiscal general
Tom Clark en enero de 1948. 1 En marzo, el Departamento de Justicia,
presidido por Clark, determinó que los italianos que no creyeran en la
ideología estadounidense no serían autorizados a emigrar, o a entrar
siquiera en Estados Unidos.
Esta no era sino una táctica en la notable campaña norteamericana
para asegurar que los italianos que no compartieran la ideología de
Estados Unidos no pudiesen formar un gobierno de ideología divergente
en Italia en las elecciones de 1948.
Dos años antes el Partido Comunista Italiano (PCI), uno de los más
grandes del mundo, y el Partido Socialista habían acumulado juntos más
votos y más escaños en la Asamblea Constituyente que los Demócratas
Cristianos. Pero ambos partidos de izquierda habían postulado candidatos
diferentes y, por tanto, tuvieron que conformarse con posiciones
ministeriales en un gabinete de coalición bajo un premier demócrata
cristiano. Los resultados, sin embargo, eran motivo de alarma suficiente
para hacer surgir el temor a Marx en la administración Truman.
Para las elecciones programadas para el 18 de abril de 1948, el PCI y el
PSI se unieron en el Frente Democrático Popular (FDP), y en febrero
ganaron las elecciones municipales en Pescara con 10% más de votos que
en 1946. Los demócratas cristianos alcanzaron un pobre segundo lugar. La
perspectiva de que la izquierda se pudiera apropiar del control del
Gobierno italiano fue más amenazadora que antes. En este momento
Estados Unidos comenzó a probar sus grandes cañones políticos y
económicos sobre el pueblo italiano. Toda la buena experiencia yanqui,
todas las mañas conocidas en Madison Avenue para, influir en la opinión
pública, toda la parafernalia hollywoodense se pondría en acción en el
“mercado seleccionado”.
Las acuciantes necesidades internas de Italia, tales como las reformas
económica y agraria, cuya ausencia había provocado un abismo extremo
entre ricos y pobres, no eran temas del día. Las líneas de fuego se

1 En el discurso pronunciado ante el Cathedral Club Brooklyn, el 15 de enero de 1948, citado en

David Caute: The Great Fear: The Anti-Communist Purge Under Truman and Eisenhower. Simón and
Schuster, New York, 1979, p. 15.
2. Italia 1947-1948 44

desplegarían en torno a la cuestión de “democracia” vs. “comunismo”


(dejando a un lado discretamente la palabra “capitalismo”). El hecho de
que los comunistas hubieran sido el único grupo antifascista activo en
Italia, y hubieran sufrido duras persecuciones durante la guerra, mientras
el gobierno demócrata cristiano de 1948 y otros opositores electorales de
derecha estaban repletos de colaboradores monárquicos y fascistas casi
sin barnizar, también fue ignorado, incluso revertido. Se trataba ahora de
una “dictadura” comunista contra el amor de sus adversarios por la
“libertad”, el cual se daba por descontado. Un ejemplo, un grupo de
congresistas norteamericanos visitó Italia en el verano de 1947, y concluyó
de manera casual y arbitraria que “el país se encuentra bajo una gran
presión desde adentro y afuera para inclinarse hacia la izquierda y adoptar
una organización nacional totalitaria y colectivista”.2
Para dar crédito a todo esto, la imagen completa tenía que ser
embutida y ajustada al marco del modo de vida americano contra el modo
de vida soviético, una propuesta sin duda impactante para los izquierdistas
que se veían a sí mismos como italianos y de ninguna manera como rusos
o norteamericanos.
En febrero de 1948, después de que los ministros no comunistas en
Checoslovaquia boicotearan las reuniones del gabinete en torno a una
disputa sobre la política de empleo, el Gobierno comunista disolvió el
gabinete y se apropió del poder. La Voz de América aludió a este hecho
reiteradamente como advertencia al pueblo italiano del destino qué les
esperaba si Italia “se volvía comunista”. Sin embargo, según todas las
apariencias, los gobiernos italiano y norteamericano habían conspirado el
año anterior en una usurpación del poder incluso más descarada.
En enero de 1947, cuando el premier italiano Alcide de Gasperi visitó
Washington invitado por Estados Unidos, su principal preocupación fue
suplicar una ayuda financiera decisiva para su país empobrecido y
devastado por la guerra. Los funcionarios norteamericanos podían haber
tenido una prioridad diferente. Tres días después de su regreso a Italia, De
Gasperi disolvió su gabinete —que incluía varios comunistas y socialistas—
de manera inesperada. La prensa reportó que muchos en Italia creían que
la acción de De Gasperi guardaba relación con su visita a Estados Unidos y
estaba dirigida a debilitar la influencia de la izquierda, en particular de los
comunistas, en el Gobierno. Tras dos semanas de tortuosas demoras, se
demostró que era imposible la formación de un gobierno de centro o de
centro-derecha, tal como buscaba De Gasperi; el nuevo gabinete tuvo que
incluir socialistas y comunistas, aunque la izquierda perdió varias

2 Robert T. Holt y Rober W. van de Velde: Strategic Psychoiogicai Operations and American

Eisenhower. Simón and Chuster, New York, 1979, p. 15


2. Italia 1947-1948 45

posiciones esenciales como los ministerios de Relaciones Exteriores y


Finanzas.
A partir de entonces y hasta mayo, cuando el delegado de De Gasperi,
Ivan Lombardo, encabezó una misión a Washington para renovar la
solicitud de ayuda, los prometidos préstamos fueron “congelados” por
Estados Unidos por razones no muy claras. En varias ocasiones durante
este período, la izquierda italiana aseguró su convicción de que la ayuda
estaba condicionada a la expulsión de los elementos de izquierda del
gabinete. El New York Times se sintió obligado a señalar que “algunos
observadores aquí sienten que un giro más hacia la izquierda en Italia
retardaría la ayuda”. Tal como se desarrollaron las cosas, el día que
Lombardo llegó a Washington, De Gasperi disolvió nuevamente su
gabinete y sugirió que el nuevo podría arreglárselas sin la participación de
la izquierda. Esto fue de hecho lo que ocurrió, y en los meses siguientes,
una extremadamente generosa ayuda financiera norteamericana fluyó
hacia Italia, además de cancelarse la deuda de mil millones de dólares del
país con Estados Unidos.3
En este mismo período, Francia, que también dependía en gran medida
de la ayuda financiera norteamericana, eliminó a todos sus ministros
comunistas. En este caso hubo una razón inmediata: la negativa de ellos a
apoyar al premier Ramadier en una votación sobre la congelación de los
salarios. A pesar de eso, la salida de los ministros fue vista como una
“sorpresa” y considerada “atrevida” en Francia, y la opinión generalizada
fue que se había hecho presión con los préstamos norteamericanos, o se
haría, para forzar a Francia a alinearse con Estados Unidos. Ramadier dijo:
“Un poco de nuestra independencia nos abandona con cada préstamo que
obtenemos”.4

Al comenzar el último mes de la campaña electoral de 1948, el Times


anunció que la posible victoria de la izquierda sería “el principio de la
catástrofe”.5
“Fue sobre todo este temor [ha escrito William Colby, antiguo director
de la CIA] lo que llevó a la formación de la Oficina de Coordinación de
Políticas, la cual dio a la CIA la capacidad de asumir operaciones políticas,
propagandísticas y paramilitares en primer lugar”. 6 Pero las operaciones
encubiertas, al menos en lo que se conoce, tuvieron un papel

3 Sobre la disolución del gabinete: New York Times, 21 de enero de 1947, p. 5; 26 de enero, p. 37;

3 de febrero, p. 1; 5 de mayo, p. 13; 14 de mayo; 29 de mayo, p. 3; 2 de junio, p. 24.


4 New York Times, 5 de mayo de 1947, p. 1; 11 de mayo, IV, p. 5; 14 de mayo, pp. 14 y 24; 17 de

mayo, p. 8; 18 de mayo, IV, p. 4; 20 de mayo, p. 2; Howard K. Smith: The State of Europe. Londres,
1950, p. 151 (incluye la cita de Ramadier que aparece también en New York Times, 20 de mayo).
5 Time, 22 de marzo de 1948, p. 35.
6 William Colby: Honorable Men: My Life in the CIA. New York, 1978, p. 109.
2. Italia 1947-1948 46

relativamente menor en la campaña norteamericana para quebrar a la


izquierda italiana. Fue la manera abierta en que se trabajó, sin ningún
tapujo, lo que dio a todo el asunto un sello de singularidad y arrogancia —
se diría incluso que de fanfarronería. La suerte del FDP comenzó a decaer
con sorprendente aceleración ante una asombrosa movilización de
recursos como los siguientes:7
Una campaña masiva de cartas de norteamericanos de ascendencia
italiana a sus familiares y amigos en Italia —al principio escritas por los
individuos con sus propias palabras, o con la guía de “cartas muestra”
publicadas en periódicos, y pronto extendidas a cartas impresas y con
porte pagado, cablegramas, “circulares educacionales” y afiches, que sólo
requerían de una dirección y una firma. Al igual que medio millón de
postales —emitidas por un grupo que se llamaba a sí mismo Comité para
Ayuda a la Democracia en Italia— que ilustraban el terrible destino que
esperaba a Italia si votaba por la “dictadura”, o incluso la “dictadura
extranjera”.
En total se calcula que unos 10 millones de cartas y postales fueron
escritas y distribuidas por periódicos, emisoras de radio, iglesias, la Legión
Americana, individuos pudientes, etc.: los anuncios publicitarios de las
empresas ofrecían enviar cartas a Italia incluso si las personas no
compraban el producto publicitado. Todo esto con la aprobación expresa
del secretario de Estado actuante y de la Oficina Postal que inauguró unos
“Vuelos de la Libertad” especiales para dar mayor propaganda al despacho
de este correo hacia Italia.
Las cartas impresas contenían mensajes tales como: “Una victoria
comunista arruinaría a Italia. Estados Unidos retiraría toda la ayuda y
probablemente ocurriría una guerra mundial”. “Te imploramos que no
entregues a nuestra hermosa Italia en manos del cruel déspota del
comunismo. Norteamérica no tiene nada en contra del comunismo en
Rusia [sic]pero ¿por qué imponerlo en otros pueblos, otras tierras, y de
esa forma apagar la antorcha de la libertad?” “Si las fuerzas de la
verdadera democracia perdieran las elecciones en Italia, el Gobierno
norteamericano no enviaría más dinero al país y nosotros tampoco
enviaríamos más dinero a nuestros familiares”.

7 A menos que se indique otra cosa, los acápites enumerados a continuación se derivan de las

siguientes fuentes:
a) New York Times, 16 de marzo a 18 de abril de 1948, passim.
b) Howard K. Smith, pp. 198-219.
c) William E. Daugherty y Morris Janowitz: A Psychological lVariare Casebook. John Hopkins Press,
Baltimore, 1948, pp. 319-326.
d) Holt y Van de Velde, pp. 159-205.
e) E. Edda Martínez y Edward A. Suchman: “Letters from America and the 1948 Elections in Italy”,
en The Public Opinión Quarteriy, Princeton University, primavera de 1950, pp. 111-125.
2. Italia 1947-1948 47

Estos eran, por supuesto, los mensajes menos sofisticados. Otros


enfatizaban en que Rusia dominaría a Italia, en la pérdida de la religión y
la vida familiar, pronosticaban la confiscación de las viviendas y las tierras.
El experimentado periodista Howard K. Smith señaló en aquel
momento: “Para un campesino italiano recibir un telegrama de cualquier
lugar es algo extraordinario, y un cable del paraíso terrenal que representa
Estados Unidos no es algo que se pueda pasar por alto”.
Las cartas que amenazaban con cortar los regalos pueden haber sido
igualmente intimidantes. “Tales cartas [escribió en un periódico italiano
un funcionario demócrata cristiano] cayeron sobre el sur de Italia y las
aldeas sicilianas con la fuerza de un rayo”. Una encuesta realizada en 1949
indicaba que 16% de los italianos tenían parientes en Norteamérica con
quienes sostenían contactos; a esto se debe añadir los que tenían
amistades.
• El Departamento de Estado respaldó las cartas anunciando: “Si los
comunistas ganan [...] no habría que considerar ningún tipo de asistencia
por parte de Estados Unidos”. La izquierda italiana se sintió compulsada a
asegurar a los votantes en reiteradas ocasiones que esto no sucedería en
realidad, lo que provocó que los funcionarios norteamericanos, incluido el
secretario de Estado George Marshall, repitieran su amenaza (Marshall
recibió el Premio Nobel de la Paz en 1953).
• Se difundió una serie diaria de emisiones de onda corta hacia Italia,
apoyada por el Departamento de Estado y con la participación de
prominentes personalidades norteamericanas. (El Departamento de
Estado estimaba que había un millón doscientos mil receptores de onda
corta, en Italia en 1946.) El fiscal general aseguró por este medio al pueblo
italiano que la elección era “un asunto de escoger entre democracia y
comunismo, entre Dios y el ateísmo, entre el orden y el caos”. William
Donovan, el jefe durante la guerra de la OSS, alertó que “bajo una
dictadura comunista en Italia” muchas de las “industrias de la nación
serían desmanteladas y enviadas a Rusia y millones de obreros italianos
serían deportados a Rusia para realizar trabajos forzados”. Por si esto no
fuera suficiente para impresionar a los italianos, un desfile de
desconocidos pero apasionados refugiados de Europa del Este pasó ante
el micrófono para rememorar historias de horror sobre la vida detrás de
“el telón de hierro”.
• Varias emisoras comerciales de radio difundieron a Italia servicios
especiales que se realizaban en las iglesias católicas norteamericanas para
rogar por el papa en esta “su hora más crítica”. En una estación cientos de
italonorteamericanos de todas clases pronunciaron discursos de un
minuto dirigidos a Italia por espacio de una semana íntegra, la emisora
WOV en Nueva York invitó a las italianas que se habían casado con
2. Italia 1947-1948 48

soldados norteamericanos durante la guerra a enviar mensajes a sus


familias.
• La Voz de América (VOA) aumentó de manera drástica sus
transmisiones diarias hacia Italia y divulgaba noticias acerca de la
asistencia norteamericana o gestos de amistad hacia Italia. Una
constelación de estrellas del espectáculo, incluidos Frank Sinatra y Gary
Cooper, grabaron una serie de programas de radio diseñados para ganar
amigos e influencia en Italia. Cinco transmisiones de amas de casa
italonorteamericanas fueron realizadas y también se adhirieron a la causa
algunos italonorteamericanos con credenciales de izquierda. El líder
obrero Luigi Antonioni llamó a los italianos a “aplastar la quinta columna
moscovita [que] seguía las órdenes de la feroz tiranía de Moscú” o de lo
contrario Italia se convertiría en “un país enemigo totalitario”.
Para contrarrestar las acusaciones de los comunistas en Italia sobre la
falla de oportunidades de los negros en Estados Unidos, la VOA transmitió
la historia de una pareja negra que había hecho una fortuna en el negocio
de la recogida de basura y había construido un hospital para su propia
gente en Oklahoma. (Debe recordarse que en 1948 los negros
norteamericanos no habían alcanzado todavía el status de ciudadanos de
segunda clase.)
• Las emisoras italianas transmitieron un show de una hora desde
Hollywood destinado a recaudar dinero para los huérfanos de los pilotos
italianos muertos en la guerra. (No se informó si se hizo lo mismo para
beneficio de los huérfanos de los pilotos alemanes.)
• Los funcionarios norteamericanos en Italia distribuyeron
ampliamente volantes acerca de la ayuda económica estadounidense y
llevaron a cabo exhibiciones ante los grupos de bajos ingresos. El Servicio
de Información de EE.UU. presentó una exhibición con el título “El obrero
en América” e hizo extenso uso de filmes documentales y de ficción para
vender el modo de vida americano. Se estimaba que en el período
inmediatamente anterior a las elecciones, más de cinco millones de
italianos veían cada semana documentales norteamericanos. El film
Ninotchka, que satirizaba la vida en Rusia, fue señalado como una película
particularmente electiva. Fue presentado en los barrios obreros, y los
comunistas hicieron algunos esfuerzos para evitarlo. Tras las elecciones se
dijo que un trabajador pro comunista había comentado que “lo que nos
liquidó fue Ninotchka”.
• El Departamento de Justicia dio a conocer que los italianos afiliados
al Partido Comunista no podrían aspirar a emigrar a América. El
Departamento de Estado emitió entonces un decreto que prohibía la entra
da en Estados Unidos a cualquier italiano que hubiese votado a favor del
Partido Comunista (un telegrama del Departamento dirigido a un político
2. Italia 1947-1948 49

neoyorkino decía: “Volar por los comunistas parece implicar la afiliación al


Partido Comunista tal como lo contempla la Ley de Inmigración y por tanto
requeriría la exclusión de Estados Unidos”). Se urgió a que tal información
fuese destacada en las cartas a Italia.
• El presidente Truman acusó a la URSS de planear la subyugación de
Europa occidental, y llamó al mundo a recibir entrenamiento militar en
Estados Unidos, así como a un nuevo reclutamiento en el servicio militar
para detener “el amenazante control comunista y la entronización de
estados policiales”. Durante la campaña electoral, barcos de guerra
norteamericanos y británicos se veían con frecuencia anclados en puertos
italianos. Time, en una edición ampliamente dedicada y comentada sobre
Italia unos días antes de las elecciones, aprobó el sentir que “Estados
Unidos debería dejar clara su disposición de usar la fuerza, si fuese
necesario, para evitar que Italia se vuelva comunista”. 8
• Estados Unidos e Italia firmaron un tratado de “amistad, comercio y
navegación”, válido por diez años. Fue el primer tratado de su tipo que
asumió EE.UU. después de la guerra, algo que se destacó para consumo
italiano.
• Un “Tren de la Amistad” recorrió EE.UU. recogiendo regalos, y luego
viajó a través de Italia distribuyéndolos. El tren estaba pintado de rojo,
blanco y azul, y llevaba grandes letreros que expresaban la amistad de los
ciudadanos norteamericanos hacia el pueblo italiano.
• El Gobierno de EE.UU. declaró que favorecería la tutela italiana sobre
algunas de sus antiguas colonias africanas, como Etiopía y Libia: una
propuesta totalmente descabellada que nunca sería aceptada en el mundo
de la postguerra (la URSS hizo una propuesta similar).
• Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia maniobraron en pos de que
la URSS vetara por tercera vez una moción para que Italia fuese admitida
en las Naciones Unidas (la primera negativa rusa se basó en que no se
había firmado aún un tratado de paz con Italia. Después de la firma del
mismo en 1947, plantearon que aceptarían la propuesta si se hacía
miembros también a otros del bando enemigo en la guerra como Bulgaria,
Hungría y Rumania).
• Los mismos tres aliados propusieron a la URSS que se llevaran a cabo
negociaciones para devolver Trieste a Italia. Este que era el principal
puerto italiano en la costa adriática, había sido convertido en “ciudad
libre” por el tratado de paz de las potencias aliadas. La aprobación de la
URSS era necesaria para alterar esto, y la propuesta occidental tenía la
finalidad de poner en evidencia a los rusos. Los italianos tenían un gran
sentimiento de posesión de Trieste, y si los rusos rechazaban la propuesta,

8 Citado en Smith, p. 202, sin dar fecha.


2. Italia 1947-1948 50

los comunistas italianos se verían en una posición difícil. La aceptación


soviética conllevaría el antagonismo de sus aliados yugoeslavos en cuya
frontera se hallaba el puerto. Para los soviéticos el camino más seguro y
obvio habría sido demorar la respuesta hasta concluidas las elecciones, sin
embargo anunciaron su negativa cinco días antes de las mismas, con lo
que pusieron otro clavo en el ataúd del FDP.
• Un “Manifiesto de Paz a los italianos amantes de la libertad”, que
llamaba a rechazar el comunismo, fue enviado al premier De Gasperi. Las
firmas incluían dos ex secretarios de Estado, un ex fiscal general, un
antiguo juez del Tribunal Supremo, un ex gobernador de Nueva York, la
antigua primera dama Eleanor Roosevelt y muchos otros personajes
prominentes. Este mensaje fue, al parecer, adecuadamente publicitado
por toda Italia, una tarea bien fácil pues 82% de los periódicos italianos
estaban en manos de enemigos de la izquierda.
• Más de doscientos dirigentes sindicales de origen italiano sostuvieron
una conferencia, originada por un cable enviado a veintitrés periódicos en
toda Italia en el que se urgía en términos similares a inclinar el pulgar a los
rojos. Al mismo tiempo, el Consejo de Trabajadores Italonorteamericanos
contribuyó con cincuenta mil dólares a las organizaciones sindicales
anticomunistas en Italia. La CIA ya estaba entregando fondos en secreto a
las mismas para contrarrestar la influencia de los sindicatos comunistas,9
pero esta era práctica corriente y no tenía relación con las elecciones.
(Según un ex oficial de la CIA, en 1945 los comunistas estuvieron a punto
de tener el control de los sindicatos, primero en Sicilia y luego en toda
Italia y el sur de Francia, pero la cooperación entre la OSS y la mafia frustró
rápidamente este movimiento).10
• La CIA, según admitió más tarde, dio un millón de dólares a partidos
italianos del centro, una suma digna de un rey en la Italia de 1948, 11
aunque otros informes sitúan la cifra en diez millones. La Agencia también
falsificó documentos y cartas supuestamente provenientes del PCI para
desacreditar a este y a sus líderes; libros y artículos anónimos elaborados
por la CIA contaban con vividos detalles las supuestas actividades
comunistas en Europa del Este y la URSS; se divulgaban panfletos con la

9 Tom Braden: “l’m Glad the CIA is ‘Inmoral’”, en Saturday Evening Post, 20 de mayo de 1967.

Braden había sido un alto oficial de la Agencia.


10 Miles Copeland: Without Cioak andDagger. New York, 1974, pp. 235-236; también publicado

como The Real Spy World.


11 Memorándum de la CIA al Comité 40 (Consejo Nacional de Seguridad), presentado al Comité

Selecto sobre Inteligencia, la Cámara de Representantes (el Comité Pike) durante audiencias privadas
efectuadas en 1975. El grueso del informe del comité en el que aparece este memorándum fue filtrado
a la prensa en febrero de 1976 y apareció por primera vez en forma de libro con el título: CIA - The
Pike Report, Nottingham, Inglaterra, 1977. El memorándum aparece en las páginas 204-205 de este
libro. Ver también notas sobre Iraq.
2. Italia 1947-1948 51

vida personal y sexual de los candidatos del PCI, presentados con retoques
fascistas y antirreligiosos. 12
• Un grupo musical norteamericano, que incluía famosos
instrumentistas de origen italiano, viajó a Roma para dar una serie de
conciertos.
• El presidente Truman transfirió un mes antes de las elecciones
veintinueve barcos mercantes a Italia como “gesto de amistad y confianza
en la Italia democrática”. (Se trataba de navíos italianos capturados
durante la guerra y otros para reponer los que se habían perdido tras la
captura.)
• Cuatro días después, el Comité de Apropiaciones de la Cámara actuó
con gran rapidez para aprobar un “ayuda interina” adicional de casi
diecinueve millones de dólares para Italia.
• Dos semanas más tarde, EE.UU. entregó a Italia cuatro millones
trescientos mil dólares como primer pago de los salarios adeudados a los
sesenta mil prisioneros de guerra italianos que habían trabajado
“voluntariamente” para la causa aliada. Esto provino de una revisión del
tratado de paz que estipulaba que el Gobierno italiano era el responsable
de dichos pagos.
• Seis días antes de las elecciones, el Departamento de Estado hizo
público que Italia recibiría en breve treinta y un millón de dólares en oro
como devolución por el oro robado por los nazis, (el hecho de que sólo
unos pocos años atrás Italia había peleado junto con los nazis en el bando
enemigo parecía ahora un recuerdo vago.)
• Dos días después, el Gobierno de EE.UU. autorizó dos grandes
embarques de alimentos hacia Italia, uno de ellos por valor de ocho
millones de dólares en granos. Un número de barcos de ayuda habían sido
descargados en Italia durante la campaña electoral en medio de grandes
ceremoniales y discursos del embajador norteamericano.
Un gran afiche decía: “El pan que comemos: 40% harina italiana y 60%
harina norteamericana enviada gratis”. El cartel olvidaba aclarar si el
dinero ahorrado iba en beneficio del consumidor o de los bolsillos de las
compañías panaderas.
• Cuatro días antes de las elecciones, la Comisión Norteamericana para
la Restauración de Monumentos Italianos, Inc., anunció una serie adicional
de donativos para el Ministerio de Bellas Artes de Italia.
• El 15 de abril fue designado “Día de Italia Libre” por los simpatizantes
norteamericanos de una Italia Libre, con actividades para realizar en todo

12Stephen Goode: The CIA. Franklin Watts, Inc., New York, 1982, p. 45; William R. Corson: The
Armies of Ignorance: The Rise of the American Intelligence Empire. The Dial Press, New York, 1977, pp.
298-299. Corson tuvo una larga carrera en la inteligencia militar y fue secretario personal del Grupo
Especial Conjunto DOD-CIA sobre Contrainsurgencia R & D del presidente.
2. Italia 1947-1948 52

el país.
• El embajador norteamericano. James Clement Dunn, hizo constantes
viajes por toda Italia explicando a la población “lo que ha representado
para ellos la ayuda norteamericana en cada ocasión”. Con la última
entrega de alimentos, Dunn declaró que el pueblo norteamericano estaba
salvando a Italia de la hambruna, el caos y la posible dominación
extranjera. Sus discursos recibían por lo general una amplia cobertura de
la prensa no izquierdista. Como contraste, el Gobierno italiano prohibió a
varios de sus embajadores en el extranjero, que regresasen al país para
hacer campaña en favor del FDP.
En el histórico discurso del 12 de marzo de 1947, más tarde conocido
como la “Doctrina Truman”, el presidente había proclamado: “Creo que
debe ser política de Estados Unidos apoyar a los pueblos libres que están
resistiendo los intentos de subyugación de minorías armadas o las
presiones extranjeras. Creo que debemos ayudar a los pueblos libres a
decidir sus destinos según su propia manera”.13
No se necesita destacar cuán hipócrita probó ser esta premisa, pero las
voces que se alzaban en EE.UU. contra la cruzada del Gobierno en Italia
eran pocas y apenas audibles. El Comité Italonorteamericano para las
Elecciones Libres en Italia emitió un comunicado para denunciar la
invasión propagandística: “Miles de norteamericanos de origen italiano se
sienten profundamente humillados por el flujo continuo de sugerencias,
consejos y presiones dirigidas a los italianos como si estos fuesen
incapaces de decidir por sí mismos a quién elegir”. 14
El Partido Progresista también emitió un comunicado que señala:
“Como norteamericanos repudiamos la amenaza de nuestro Gobierno de
cortar la ayuda en alimentos a Italia a menos que las elecciones sean de
nuestro agrado. Los niños hambrientos no deben quedar sin comida
porque sus padres no hayan volado tal como se les ordenó desde el
extranjero”.15 El candidato de este partido para presidente en 1948 era
Henry Wallace, el antiguo vicepresidente, quien se había expresado
públicamente a favor de la URSS. La historia no dio oportunidad de
comprobar cuál hubiera sido la reacción —entre aquellos que no
encontraban nada malo en lo que EE.UU. hacía en Italia— si una campaña
similar hubiera sido llevada a cabo por parte de la URSS, o de la izquierda
italiana, en favor de Wallace en Estados Unidos.

Aunque algunos italianos deben haber estado convencidos, por

13 Public Papers of the President of the United States: Harry S. Truman, 1947. U.S. Government
Printing Office, Washington, 1963, pp. 178-179.
14 New York Times, 8 de abril de 1948.
15 Ibíd., 12 de abril de 1948.
2. Italia 1947-1948 53

momentos, de que el propio Stalin era el candidato principal del FDP, la


intervención soviética real en las elecciones apenas merece un titular. La
prensa norteamericana especulaba que los rusos enviaban chorros de
dinero a las arcas del PCI. Sin embargo, una encuesta desarrollada por el
Buró Italiano de la Prensa Unida reveló que los partidos anticomunistas
tuvieron gastos siete veces y media mayores que el FDP en diversas formas
de propaganda: los demócratas cristianos solos gastaron cuatro veces
más.16 En lo que concierne a otras acciones soviéticas, Howard K. Smith
observó:
Los rusos trataron de responder con algunos débiles gestos durante un tiempo
—algunos prisioneros de guerra italianos fueron liberados; se enviaron
algunos equipos de impresión a Italia y fueron ofrecidos a todos los partidos
para sus campañas. Pero no había forma de resistir a lo que cada vez semejaba
más una gigantesca ola.
Hay evidencias de que los rusos consideraron que el show se encarnizaba
demasiado con ellos y llegaron a temer la reacción de norteamericanos y
británicos en caso de una victoria comunista en las urnas. (La preocupación de
Rusia acerca del conflicto con Occidente fue expresada también a un mes de
las elecciones italianas, en una de las celebradas cartas del Cominform a Tito,
en la cual se acusaba a los yugoeslavos de tratar de involucrar a los soviéticos
en un enfrentamiento con las potencias occidentales cuando “debiera ser bien
conocido [...] que la URSS, después de una guerra tan terrible, no podría
comenzar una nueva”.)17

La evidencia a la que alude Smith fue el rechazo soviético a la propuesta


sobre Trieste. Dado el momento en que se produjo, reportaba el New York
Times, “el inesperado procedimiento llevó a varios observadores a
concluir que los rusos habían tirado al Partido Comunista Italiano por la
borda”. 18 El periódico del partido pasó un mal momento al conocer la
noticia, pero lo mismo le ocurrió a Washington, pues contradecía la
principal premisa de su campaña en Italia: que el PCI y la URSS eran uno
solo en cuanto a sus fines y medios; que si usted compraba uno, obtenía
también al otro. De modo que se adelantó la idea de que quizás la negativa
soviética era una táctica para demostrar que EE.UU. no cumpliría su
promesa en Trieste. Pero el anuncio soviético no había estado
acompañado de propaganda en tal sentido, y no explicaría que los rusos
hubieran esperado varias semanas para justo antes de las elecciones
asestar este golpe a sus camaradas italianos. En cualquier caso, EE.UU.
sólo podía salir del asunto mucho mejor parado que los rusos.
Para cuando finalizó el espectáculo de Broadway en Italia, los

16 Smith, p. 200.
17 Ibíd., p. 202.
18 New York Times, 15 de abril de 1948.
2. Italia 1947-1948 54

demócratas cristianos aparecían como los claros ganadores con 48% de los
votos. La coalición de izquierda había sido completamente humillada con
apenas 31% de los votos. Había sido una cruzada del tipo que Aneurin
Bevan había atribuido a los Tories en Gran Bretaña: “Toda la pericia de la
política conservadora en el siglo XX [escribió el líder laborista inglés] ha
sido desplegada para permitir a los ricos persuadir a los pobres de utilizar
su libertad política para mantener a los ricos en el poder”.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 55

3. GRECIA, DE 1947 HASTA INICIOS DE LA


DÉCADA DE 1950
De cuna de la democracia a estado cliente
Jorge Semprún es español, francés, novelista y guionista de cine,
antiguo comunista, antiguo prisionero en Buchenwald. Se encontraba en
el terrible campo de concentración nazi en 1944 cuando escuchó las
noticias junto a otros camaradas de partido:
Durante varios días no habíamos hablado de otra cosa [...] Al principio algunos
de nosotros pensamos que era mentira. Tenía que serlo. Una invención de la
propaganda nazi para elevar la moral de su pueblo. Escuchábamos los
boletines de noticias en la radio alemana, difundidos por los altavoces, y
sacudíamos las cabezas. Un truco para elevar la moral del pueblo alemán,
tenía que ser eso. Pero pronto tuvimos que enfrentamos a la evidencia.
Algunos escuchamos en secreto las transmisiones de los Aliados, que
confirmaban las noticias. No había dudas: las tropas británicas estaban
realmente aplastando a la resistencia griega. En Atenas se combatía
duramente, las tropas inglesas estaban recuperando la ciudad de manos de las
fuerzas ELAS, distrito por distrito. Era una pelea desigual: ELAS no tenía ni
tanques ni aviones.
Pero Radio Moscú no había dicho nada y este silencio era interpretado de
distintas formas.1

El Ejército británico había llegado a Grecia durante octubre y


noviembre de 1944, en cuanto se retiró el grueso de los alemanes; una
evacuación que se debía en gran parte al ELAS (Ejército de Liberación del
Pueblo), fundado entre 1941 y 1942 por iniciativa del Partido Comunista
griego, así como a su ala política EAM, con la participación de toda la
izquierda en el espectro político, que incluía numerosos sacerdotes, e
incluso algunos obispos, entre sus seguidores. Los guerrilleros habían
luchado en grandes áreas del país contra los invasores nazis, quienes
habían expulsado a los británicos en 1941.
Los guerrilleros de ELAS/EAM pudieron haber sido rudos y vengativos
con los griegos que no cooperaron con ellos o que eran sospechosos de
colaborar con los alemanes, pero también habían proporcionado otro
ejemplo dramático de los efectos liberadores de un mundo en guerra: se
echaron a un lado las anquilosadas instituciones de la vieja Grecia y en su

1 Jorge Semprún: What a Beautiful Sunday! Londres, 1983, pp. 26-27; Semprún escribió los

guiones de Z y La Guerre est Finie.


3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 56

lugar se levantaron comunidades que, al menos en apariencia, eran


dirigidas por sus residentes locales; se crearon mecanismos e instituciones
que podrían haber sido las precursoras de una sociedad griega regenerada
después de la guerra: se ofrecía educación, quizás impulsada por la
propaganda, pero educación para los analfabetos de todas formas; se
constituyeron batallones de mujeres, amas de casa que por primera vez se
emancipaban del control de sus esposos... un fenómeno, en fin, que se
expandió en forma irresistible hasta que EAM llegó a contar con casi dos
millones de griegos en una población de siete millones. 2
Este no era el tipo de orden social que calmaría las úlceras de los
británicos resentidos (entre ellos Winston Churchill), quienes por mucho
tiempo habían contemplado a Grecia como su propiedad privada. El Gran
Hombre estaba decidido a restaurar al rey griego a su trono con todas sus
implicaciones, y los militares británicos no perdieron tiempo en instalar un
gobierno con tales fines. Monárquicos, quintacolumnistas y
conservadores de todas clases se encontraron en posiciones de po der
político y a la cabeza del nuevo Ejército griego y la policía, mientras los
miembros de ELAS/EAM iban a parar a la prisión o terminaban muertos.3
En los primeros días de la guerra mundial, cuando derrotar a los nazis
era el principal objetivo de los Aliados, Churchill se había referido a ELAS
como “esas gallardas guerrillas”, y los seguidores de ELAS habían dado la
bienvenida a los británicos en noviembre de 1944 con letreros que decían:
“Saludamos al bravo ejército inglés. EAM” 4
Pero en los meses siguientes estalló la lucha entre ELAS y las fuerzas
británicas y sus aliados griegos, muchos de los cuales habían sido
enemigos de ELAS durante la guerra y, en el proceso, colaboradores de los
alemanes; otros simplemente habían servido a los alemanes. (El secretario
de Relaciones Exteriores británico, Ernest Bevin, reconoció en agosto de
1946 que 228 miembros en servicio activo en el nuevo Ejército griego,
habían pertenecido anteriormente a los batallones de seguridad nazi cuya
tarea principal había sido acabar con los combatientes de la resistencia

2
“Counter-lnsurgency: Myth and Reality in Greece", en David Horowitz, ed.: Containment and
Revolution. Boston 1967, pp. 142-147. Ver también D. F. Fleming: The Cold War and its Origins 1917-
1960. Doubleday & Co., New York, 1961, pp. 183-185; Howard K. Smith: The State of Eurape. Londres,
1950, pp. 225-230; William Hardy McNeill: The Greek Dilemma: War and Aftermath. U.S., 1947,
passim.
3 Para conocer sobre la totalmente inescrupulosa política británica en Grecia y sus tratos con

colaboradores entre 1944 y 1946, Ver Fleming, p. 174-187; Smith, pp. 227-231 y 234; Lawrence S.
Wittner: American Intervention in Greece 1943-1949. Columbia University Press, New York, 1982,
passim.
4 Cita de Churchill en Kati Marton: The Polk Conspiracy: Murderand Cover Up in the Case of CBS

News Correspondent George Polk. New York, 1990, p. 23. Sobre el cartel de EAM existe un registro
fílmico realizado por la Hearst Metrotone News el 3 de noviembre de 1944 (copia en poder del autor).
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 57

griega, y con los judíos.)5 La campaña contra ELAS recibió luego apoyo de
la Fuerza Aérea de EE.UU. y de su Marina, las cuales transportaron más de
dos divisiones británicas hacia Grecia. 6 Durante todo este tiempo
continuaba la guerra contra los alemanes en el resto de Europa.
A mediados de enero de 1945, ELAS acordó un armisticio, que tenía en
verdad mucho de rendición. Hay discrepancias entre los historiadores
acerca de si ELAS había sido derrotado militarmente o si la jerarquía
comunista de ELAS/EAM recibió la orientación de Stalin de deponer las
armas. Este último caso guardaba coherencia con el acuerdo entre Stalin
y Churchill en octubre de 1944 que distribuía las esferas de influencia de
ambas potencias en Europa del Este. En este cínico juego de monopolio
(según reconoció el propio Churchill), Grecia había sido concedida a Gran
Bretaña. Churchill escribió más tarde que Stalin “había respetado en forma
estricta y fiel nuestro acuerdo de octubre, y durante las largas semanas de
combates con los comunistas en las calles de Atenas no hubo ni una
palabra de reproche por parte de Pravda o Izvestia”7 Ni tampoco, como
hizo notar Semprún, por parte de Radio Moscú.
“Es esencial recordar [ha señalado el profesor D. F. Fleming en su
destacada historia sobre la Guerra Fría] que Grecia era el primero de los
estados liberados que se veía obligado por la fuerza, en forma abierta, a
aceptar el sistema político de la gran potencia de ocupación. Fue Churchill
quien actuó primero, y Stalin quien siguió su ejemplo en Bulgaria y luego
en Rumania, aunque con mucho menos derramamiento de sangre”. 8
Una serie de gobiernos griegos se sucedieron bajo los auspicios de
británicos y estadounidenses; gobiernos totalmente corrompidos en la
moderna tradición griega, que continuaron aterrorizando a la izquierda y
torturando a sus miembros en connotados campamentos de prisioneros
en las islas griegas; gobiernos que no hicieron prácticamente nada para
aliviar la miseria cotidiana del pueblo griego devastado por la guerra.9 “Hay
pocos ejemplos modernos de mal gobierno que se equiparen con este”,
observó el corresponsal jefe de CBS en Europa en aquel momento. Howard
K. Smith.10

5
Parliamentary Debates, House of Commons, 16 de octubre de 1946, columna 887 (aquí se hace
referencia a la declaración de Bevin del 10 de agosto). Ver también Christopher Simpson: Blowback:
America’s Recruitment of Nazis and its Effects on the Cold War. New York, 1988, p. 81.
6 Gitlin, p, 157; Wittner, p. 25.
7 Winston Churchill: The Second World War. Vol. VI Triumph and Tragedy, Londres, 1954, pp. 198

y 255. Para mayores evidencias sobre la no intervención soviética ver Wittner, pp. 26-27.
8 Fleming, p. 182; también ver Smith, p. 228.
9 Ver fuentes relacionadas en las notas 2 y 3, y también James Becket: Barbarism in Greece. New

York, 1970, p. 6; Richard Barnet: Intervention and Revolution. Londres, 1970, pp. 99-101; Edgar
O'Ballance, The Greek Civil War, 1944-1949. Londres, 1966, pp. 155 y 167.
10 Smith, p.232. Para tener una imagen completa de lo terrible del Gobierno griego en aquel

período ver Marton: op. cit., passim. Este libro recoge la historia de cómo las autoridades griegas, con
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 58

En otoño de 1946 ocurrió lo inevitable, los izquierdistas se fueron a las


montañas a desarrollar la segunda fase de la guerra civil. Los comunistas
se habían liberado de la presión de la mano de Stalin en sus gargantas,
pues estaba en juego su propia supervivencia y todo aquello en lo que
creían.
Los británicos se hallaban bajo el peso de su propia reconstrucción tras
la guerra, y en febrero de 1947 informaron a EE.UU. que no podrían seguir
manteniendo una gran fuerza armada en Grecia ni dar suficiente ayuda
militar y económica al país. De este modo la tarea histórica de preservar
la bondad y la decencia en la civilización occidental pasó a manos de los
estadounidenses.
Varios días más tarde, el Departamento de Estado citó al encargado de
asuntos griegos en Washington y le informó que su Gobierno debía
solicitar ayuda a EE.UU. Esto debía hacerse a través de una carta formal,
un documento que, según se comprobó, sería escrito en esencia por el
Departamento de Estado. El texto de la carta, informó más tarde el
funcionario griego, “había sido redactado con miras a la mentalidad del
Congreso [...] También serviría para proteger al Gobierno de EE.UU. contra
acusaciones internas y externas por haber tomado la iniciativa de
intervenir en un estado extranjero o de haber sido persuadidos por los
británicos de recibir de ellos un mal legado. La nota también serviría de
base para conformar la opinión pública, lo cual estaba en estudio”. 11
En julio, en carta a Dwight Griswold, jefe de la Misión Americana en
Grecia (AMAG), el secretario de Estado George Marshall decía:
Es posible que durante su estancia en Grecia usted y el embajador lleguen a la
conclusión de que la efectividad de su misión estaría reforzada si se efectuara
una reorganización del Gobierno griego. Si se alcanza esta conclusión, se
espera que usted y el embajador sean capaces de procurar una reorganización
tal, de manera indirecta a través de sugerencias discretas y de otras formas,
que incluso los líderes políticos griegos tengan la sensación de que la
reorganización ha tenido lugar por ellos mismos y no por presiones externas.12

El secretario también dio otras orientaciones a Griswold, un hombre


del New York Times, más tarde conocido como “el hombre más poderoso
de Grecia”:13

la aprobación de EE.UU. fabricaron un caso para probar que el corresponsal de CBS George Polk había
sido asesinado por comunistas y no por el Gobierno, debido a que iba a revelar evidencias de la
corrupción del primer ministro.
11 Stephen G. Xydis: Greece and the Great Powers, 1944-1947. Institute for Balkan Studies,

Thessaloniki, Grecia, 1963, p. 479. Información tomada de los archivos de la Embajada griega en
Washington.
12 Foreign Relations of the United States, 1947. Vol. V, U.S Government Printing Office,

Washington, 1971, p. 222.


13 New York Times Magazine, 12 de octubre de 1947, p. 10.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 59

Durante el curso de su trabajo, usted y los miembros de su misión encontrarán que


ciertos funcionarios griegos no están, debido a su incompetencia, a la discrepancia con
su política, o por alguna otra razón, prestando el tipo de cooperación necesaria para
alcanzar los objetivos de su misión. En estos casos le resultará necesario sustituir a
estos funcionarios. 14

Estas estrategias no fueron, sin embargo, las más cínicas de las


maniobras norteamericanas. Los funcionarios de Washington sabían bien
que su nuevo cliente era tan venal y violador de los derechos humanos,
que incluso norteamericanos anticomunistas firmes se sentían
apabullados. Stewart Alsop era uno de estos. El 23 de febrero de 1947, el
destacado periodista había cablegrafiado desde Atenas que la mayoría de
los políticos griegos no tenían “más ambición que probar las provechosas
delicias de la economía liberal a expensas de los norteamericanos”. 15 Ese
mismo año, un equipo de investigadores de EE.UU. encontró grandes
cantidades de alimentos enviados como ayuda pudriéndose en almacenes
en un momento en que se estimaba que 75% de los niños griegos sufrían
de mal nutrición.16
Era tan difícil edulcorar este panorama que el presidente Truman, en
su discurso ante el Congreso en marzo de 1947, al solicitar ayuda para
Grecia sobre la base de la “petición” de ese país (el discurso de la “Doctrina
Truman”), intentó prevenir las críticas admitiendo que el Gobierno griego
“no era perfecto” y que “había cometido errores”. Sin embargo, de algún
modo, por medio de una alquimia ideológica bien conocida por el
presidente, el régimen de Atenas era “democrático” y sus oponentes, los
familiares “terroristas”.17
No hubo mención de la URSS en este discurso en particular, pero en los
dos años v medio siguientes se convirtió en un concepto proverbial el que
los rusos estaban instigando a los izquierdistas griegos para secuestrar
otro país “libre” y arrastrarlo a patadas tras el Telón de Hierro.
Los vecinos estados comunistas de Bulgaria, Albania y. en particular,
Yugoslavia, en parte motivados por antiguos reclamos territoriales contra
Grecia, dieron ayuda a los insurgentes, permitiéndoles establecer refugios
en sus fronteras y entregándoles armas y municiones (aunque sea
discutible si fueron cantidades considerables o meramente simbólicas), la
URSS, sin embargo, a través de la persona de Josef Stalin, se oponía
abiertamente a dar ayuda a los “camaradas” griegos. En una reunión con
dirigentes yugoeslavos a principios de 1948 (a pocos meses de la ruptura

14 Foreign Relations..., Vol. cit., pp. 222-223.


15 Citado en Fleming, p. 444.
16 Barnet, p. 109.
17 Public Papers of the Presidents of the United States: Harry S. Truman, 1947. U.S. Government

Printing Office, Washington, 1963, p. 177.


3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 60

de Yugoslavia con la URSS), según describió Milovan Djilas, segundo al


mando de Tito, Stalin se volvió hacia el ministro de Relaciones Exteriores,
Edvard Kardelj, y le preguntó: “¿Usted cree en el éxito de la revuelta en
Grecia?” Kardelj replicó: “Si, si no aumenta la intervención extranjera, y si
no se cometen serios errores políticos y militares”. Stalin continuó, sin
prestar atención a la opinión de Kardelj: “¡Si.... si...! No. no tienen
posibilidad de éxito alguna. ¿Cree, usted, que Gran Bretaña y Estados
Unidos —Estados Unidos, el país más poderoso del mundo vayan a
permitirle romper su línea de comunicación en el Mediterráneo?
Tonterías. Y no tienen Marina, la revuelta en Grecia debe ser detenida, y
lo antes posible”.18
Los mayores cargamentos navales de asistencia militar bajo la nueva
operación norteamericana, arribaron en el verano de 1947. (Antes se
habían enviado también cantidades significativas al Gobierno griego
mientras los británicos estaban todavía al frente.) Hacia fines de año, los
militares griegos estaban sostenidos por completo por la ayuda
norteamericana, incluyendo su alimentación y uniformes. El potencial
bélico de la nación se transformó: las fuerzas armadas crecieron de
manera continua: se les proporcionaron bombarderos, escuadrones de
transporte, aeropuertos, bombas de napalm, rifles sin retroceso,
patrulleras navales, redes de comunicación: muelles, vías férreas,
carreteras, puentes: cientos de millones de dólares en abastecimientos y
equipos, hasta acercarse a mil millones desde el fi n de la guerra mundial,
y varios millones más para crear una “reserva armada secreta”, unidad de
combate compuesta principalmente por ex miembros de los batallones de
seguridad nazi a los que se hizo referencia antes. 19
La Misión Militar de EE.UU. se hizo cargo del desarrollo de los planes
de combate en sustitución de los ineficientes generales griegos. La Misión,
según relató el escritor militar británico mayor Edgar O’Ballance, “siguió
una línea dura e insistió en que todas sus recomendaciones fuesen
ejecutadas de inmediato y en toda su extensión”.20 Eventualmente, más
de doscientos cincuenta oficiales norteamericanos se encontraron en el
país, muchos asignados a divisiones del Ejército griego para asegurar la

18 Milovan Djilas: Conversations with Stalin. Londres, 1962, p.164. Djilas fue encarcelado en 1962

por divulgar secretos de Estado en este libro.


19 Para mayores detalles acerca del esfuerzo militar norteamericano ver:

a) O’Ballance, passim.
b) Wittner, p. 242.
c) Informe de la CIA al presidente, marzo de 1948, anexos D y F, en Declassified Documents
Reference System. Arlington, Va., 1977, documento 168A.
d) Memorándum interno del Departamento del Ejército, 15 de junio de 1954, DDRS 1980,
documento 253C.
e) Simpson, pp. 81-82 (Reserva secreta del Ejército).
20 O’Ballance, p. 156.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 61

obediencia de sus directivos: otros operaban a nivel de brigada: otros


doscientos miembros del personal de la fuerza aérea y naval de EE.UU. se
hallaban también en servicio activo en Grecia.
Todos los métodos y programas de entrenamiento militar eran
“revisados, revitalizados e intensificados” bajo la supervisión
norteamericana:21 unidades de infantería adquirían mayor movilidad y se
les incrementaba el poder de fuego; unidades de comandos especiales se
entrenaban en tácticas de lucha contra guerrillas: también se daba
entrenamiento para la lucha en las montañas, reforzado por la entrega de
cuatro mil muías [v/c] enviadas por EE.UU. a Grecia; ante la insistencia
norteamericana se desalojaron sectores completos de población para
privar a los guerrilleros de su base natural de operaciones y fuente de
reclutamiento, tal como se haría en Vietnam veinte años más tarde.
“Tanto en la tierra como en el aire, el apoyo norteamericano se estaba
volviendo cada vez más activo [observó C. M. Woodhouse, el coronel e
historiador británico que había servido en Grecia en la segunda mitad de los
40] y la línea teórica entre asesoramiento, inteligencia y combate efectivo
resultaba muy delgada”. 22

Los izquierdistas griegos se mantuvieron luchando por tres años. A


pesar de sufrir numerosas bajas, siempre podían rearmar sus fuerzas, e
incluso incrementarlas. Pero en octubre de 1949, previendo que sólo les
esperaba mayor pérdida de vidas ante una máquina destructiva
infinitamente superior, los guerrilleros anunciaron por radio el “cese al
fuego”. Era el fin de la guerra civil.

La extensión de la hegemonía norteamericana sobre Grecia a partir de


1947 no puede ser objeto de exageración; hemos visto las directivas de
Marshall a Griswold, y la forma en que EE.UU. manejó la campaña militar.
Hay muchas otras manifestaciones del mismo fenómeno, daremos algunas
como ejemplo:
En septiembre de 1947 el viceprimer ministro Constanline Tsaldaris
aceptó disolver el Gobierno para formar una nueva coalición. Al hacerlo,
expresó el New York Times, Tsaldaris había “cedido a los deseos de Dwight
P. Griswold [...] del embajador [norteamericano] MacVeagh, y también del
rey”. 23 Antes de que Tsaldaris se dirigiera a la legislatura griega para
exponer esteasunto, MacVeagh se acercó a él para hacer un cambio en su
discurso.24

21 Ibíd., p. 173.
22 Christopher M. Woodhouse: The Struggle for Greece, 1941-1949. Londres, 1976, pp. 260-261.
23 New York Times, 28 de agosto de 1947, p. 1.5 de septiembre, p. 1.
24 Foreign Relations..., Vol. cit., p. 327.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 62

En los años siguientes, cada uno de los frecuentes cambios de primer


ministro se produjo sólo después de considerables presiones
norteamericanos, cuando no por una exigencia directa.25 Un ejemplo de
esto último ocurrió en 1950, cuando el entonces embajador Henry Grady
envió una carta al primer ministro Venizelos en la cual amenazaba con
cortar la ayuda norteamericana si no se reorganizaba el Gobierno.
Venizelos se vio obligado a abandonar el poder. 26 La influencia
estadounidense también se hizo sentir con respecto a otras altas
posiciones de la sociedad griega. Andreas Papandreou, quien más tarde se
convertiría en primer ministro, ha escrito sobre este período que “los
miembros del gabinete, dirigentes de partidos políticos y miembros de la
oficialidad, todos hacían alusiones directas a los deseos o puntos de vista
norteamericanos a fin de-justificar o explicar sus propias acciones o
posiciones”.27
Antes de llevar a cabo nuevas represalias contra los disidentes en julio
de 1947, las autoridades griegas se acercaron al embajador MacVeagh.
Este les informó que el Gobierno de EE.UU. no pondría objeción a
“medidas preventivas si eran consideradas necesarias”. Con esta
reafirmación, los griegos detuvieron a cerca de cuatro mil personas en una
semana.28
Un ejemplo de lo que podría llevar a un ciudadano griego a prisión es
el caso de un miembro de EAM, sentenciado a dieciocho meses de cárcel
por haber impreso comentarios considerados insultantes con respecto a
Dwight P. Griswold. Se había referido a este último como “el
representante oficial de una nación extranjera”. 29
“En la esfera económica [anotaba Andreas Papandreou] [Estados Unidos]
ejercía un poder casi dictatorial durante los inicios de los cincuenta y se
requería que apareciese la firma del jefe de la misión económica
norteamericana junto a la del ministro griego de Coordinación en cualquier
documento importante”.30

Antes de eso la administración estadounidense de la economía pudo


haber sido aún más estricta. Un memorándum enviado desde Atenas el 17
de noviembre de 1947 por la Misión Norteamericana de Ayuda a Grecia al

25 John O. latrides: “American Attitudes Toward the Political System of Postwar Greece”, en

Theodore A. Couloumbis y John O. latrides, eds.: Greek-American Relations: A Critical Review. New
York, 1980, pp. 64-65; Lawrence Stern: The Wrong Horse: The Politics of Intervention and the Failure
of American Diplomacy. Times Books, New York, 1977, pp. 16- 17.
26 Philip Deane: l Should Have Died. Atheneum, New York, 1977, pp. 102, 103; Andreas

Papandreou: Democracy at Gunpoint. Doubleday, New York, 1970, pp. 84-85.


27 Papandreou, p. 80.
28 New York Times, 13 de julio de 1947, p. 11.
29 Ibíd., 11 de septiembre de 1947, p. 19; 17 de octubre de 1947, p. 11.
30 Papandreou, p. 5.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 63

Departamento de Estado en Washington, decía en una de sus partes: “[...]


hemos establecido un control práctico [...] sobre el presupuesto nacional,
los impuestos, la emisión de divisas, las políticas de precio y salario y el
planeamiento económico estatal, al igual que sobre importaciones y
exportaciones, la política de cambio monetario y —la dirección de la
reconstrucción militar y gastos asistenciales”. 31
Estaba, además, la creación de una nueva agencia de segundad interna,
nombrada y diseñada a semejanza de la CIA (KYP en Grecia). En poco
tiempo la KYP estaba desarrollando todas las prácticas preferidas por la
policía secreta en todas partes, incluyendo la tortura sistemática.
A inicios de los 50, Grecia había sido moldeada como un cliente aliado
de entera confianza para Estados Unidos. Era anticomunista de manera
rabiosa y se integraba bien en el sistema de la OTAN. Envió tropas a Corea
para apoyar la afirmación de EE.UU. de que no se trataba de una guerra
norteamericana.
Es evidente que si la izquierda hubiese ocupado el poder, Grecia
hubiera tenido una independencia mucho mayor de Estados Unidos.
También habría sido independiente de la URSS, a la que la izquierda griega
no debía nada. Al igual que Yugoslavia, que también comparte fronteras
con la URSS, Grecia hubiera mantenido amistad con los rusos, pero habría
seguido su propio rumbo.
Cuando en 1964 subió al poder un gobierno que acarició la idea
novedosa de que Grecia era una nación soberana, EE.UU. y sus cohortes
griegas extirparon con rapidez esta herejía, como veremos
posteriormente.

31 Group 59, citado en Michael M. Amen: American Foreign Policy in Greece 1944l1949: Economic,

Military and Institutional Aspects. Peter Lang Ltd., Frankfurt, Alemania Occidental, 1978, pp. 114-115.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 64

4. FILIPINAS. DÉCADAS DE 1940 Y 1950


La colonia más antigua de Norteamérica
Yo recorrí la Casa Blanca noche tras noche hasta las doce, y no me
avergüenza decirles, caballeros, que me arrodillé y recé a Dios
todopoderoso para que me iluminara y me guiara en más de una ocasión.
Y una noche ya tarde se me presentó de este modo, no sé cómo fue, pero
me dijo: 1) Que no podíamos dar [las Islas Filipinas] de nuevo a España, que
eso sería una cobardía y un deshonor: 2) que no podíamos entregarlas a
Francia o Alemania, nuestros rivales comerciales en Oriente, que esto sería
un mal negocio y un descrédito; 3) que no podíamos abandonarlas a sí
mismas, no tienen condiciones para autogobernarse, pues pronto caerían
en la anarquía y un desgobierno peor que el de España: y 4) que no nos
quedaba nada por hacer sino tomarlas y educar a los filipinos, y levantarlos
y civilizarlos y cristianizarlos, y por la gracia de Dios hacer lo mejor que
podamos por ellos, como hermanos nuestros por quienes también Cristo
murió.
William McKinley, presidente de listados Unidos. 1899 1

La idea de William McKinley de hacer lo mejor para los filipinos fue


emplear el Ejército norteamericano para matar decenas de miles de ellos,
quemar sus poblados, someterlos a torturas y establecer los cimientos
para una explotación económica a la que se hacía referencia con orgullo
como “imperialismo” por los estadistas y periódicos estadounidenses de
la época.
Después de que los españoles fueron obligados a abandonar filipinas
en 1898 por la acción combinada de norteamericanos y filipinos. España
aceptó “ceder” (entiéndase vender) las islas a E.E.UU. por veinte millones
de dólares. Pero los filipinos, que habían proclamado ya su república
independiente, no se sintieron complacidos de ser tratados como un
territorio sin habitantes. Por tanto se necesitó de una fuerza de más de
cincuenta mil soldados norteamericanos para hacer que la población
cambiara su apreciación de la situación. Así se creó la colonia
norteamericana más notoria y antigua.
Casi medio siglo después, el Ejército de EE.UU. volvió a desembarcar en
Filipinas para encontrar un movimiento nacionalista en guerra contra un
enemigo común, en este caso los japoneses. Mientras combatían a los

1Charles S. Olcott: The Life of Vlilliam McKinley. Vol. 11, Boston, 1916, pp. 110-111:
tomado de una charla dada a un grupo de visitantes de la Iglesia Metodista Episcopal.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 65

nipones durante 1945, los militares norteamericanos tomaron medidas


para destruir este ejército de resistencia, los huks (apócope de
Hukbalahap: “Ejército del Pueblo contra Japón” en tagalo). Las fuerzas
norteamericanas desarmaron numerosas unidades huks, quitaron las
autoridades locales que habían establecido los huks, y arrestaron y
encarcelaron a muchos de sus altos dirigentes, al igual que a los líderes del
Partido Comunista filipino. Guerrillas organizadas y dirigidas de manera
inicial por oficiales norteamericanos e integradas por soldados
estadounidenses y filipinos de las llamadas Fuerzas Armadas de EE.UU. en
el Lejano Oriente, desarrollaron acciones de tipo policial contra los huks y
sus simpatizantes e instauraron un reinado de terror; se difundieron
rumores difamatorios sobre los huks a fin de debilitar su apoyo entre los
campesinos, y se permitió que los japoneses los atacasen sin tropiezos.
Todo esto mientras los huks luchaban con ahínco contra los invasores
japoneses y sus colaboradores nacionales, y con frecuencia iban en ayuda
de los soldados norteamericanos. 2
En esta campaña antihuk, EE.UU. utilizó a muchos filipinos que habían
colaborado con los japoneses: terratenientes, grandes propietarios,
alguaciles y otros oficiales de la policía. En el período de postguerra.
EE.UU. restauró en el poder a muchos de aquellos, marcados como
colaboradores, para gran disgusto del resto de los filipinos. 3
Las guerrillas huks se habían organizado en 1942, principalmente por
iniciativa del Partido Comunista, como respuesta a la ocupación japonesa
de las islas. Entre los estrategas políticos norteamericanos, hubo quienes
llegaron a la rutinaria conclusión de que los huks eran sólo un instrumento
de la conspiración comunista internacional, a los que había que combatir
como a cualquier otro grupo de esta especie. Otros en Washington y
Manila, cuyos reflejos estaban menos condicionados, pero eran más
cínicos, reconocieron que el movimiento huk, si no se detenía su creciente

2 Acerca de las acciones norteamericanas contra los huks durante la Segunda Guerra Mundial:
a) D. M. Condit, Bert H. Cooper Jr., et al: Challenge andResponse in Interna! Confíict. Vol. I The
Experience in Asia. Center for Research in Social Systems, The American University, Washington D.C.,
1968, p. 481. Investigación realizada por el Departamento del Ejército.
b) Luis Taruc: Born of the People. New York, 1953 (aunque completado en junio de 1949), pp. 147-
162, 186-211. Autobiografía del comandante de los huks que se rindió al Gobierno en 1954.
c) William J. Pomeroy: An American Made Tragedy New York, 1974, pp. 74-77. Pomeroy es un
norteamericano que prestó servicio en Filipinas durante la guerra, en la cual hizo contacto con los
huks. Después de la guerra regresó a combatir junto a ellos hasta que fue capturado en 1952.
d) George E. Taylor: The Phllippines and the United States: Problems of Partnerships. New York,
1964, p. 122 (ver nota 13).
e) Eduardo Lachica: Huk: Philippine Agradan Society in Revolt. Manila, 1971, pp. 112-113, 116-
117.
f) Philippines: A Country Study. Foreign Area Studies, The American University, Washington D.C.,
1983-84, p. 43. Preparado por el Departamento del Ejército.
3 Taruc, capítulo 22; Pomeroy, pp. 77-78; Taylor, pp. 116-120.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 66

influencia, llegaría a promover reformas radicales en la sociedad filipina.


El centro del programa político huk era la reforma agraria, una
necesidad desesperada en una sociedad eminentemente agrícola (en
alguna ocasión los funcionarios norteamericanos habían hecho referencia
a la idea, pero durante los cincuenta años de ocupación norteamericana
no se había llevado a cabo ni siquiera un intento). La otra propuesta
central de los huks era la industrialización, que había sido obstaculizada
por EE.UU. a Un de facilitar, a las industrias norteamericanas, un
verdadero campo de juego en Filipinas. En opinión de los huks, tales
cambios no serían sino el prólogo del levantamiento de los isleños para
salir de su estado de atraso, analfabetismo, pobreza y enfermedades como
la tuberculosis y el beri-beri. “La rebelión comunista Hukbalahap
[reportaba el New York Times] es considerada en general como un
resultado de la miseria y descontento entre los campesinos de Luzón
Central [la isla principal]”.4
Un estudio preparado años más tarde por el Ejército norteamericano
se hacía eco de este sentimiento, al señalar que el “principal impulso [de
los huks] eran los sufrimientos de los campesinos y no los designios
leninistas”.5 Sin embargo, el movimiento huk era una amenaza indudable
para la condición neocolonial de Filipinas, para la esfera norteamericana
de influencia y para aquellos filipinos que se beneficiaban del status quo.
Hacia fines de 1945, cuatro meses después del término de la Segunda
Guerra Mundial, EE.UU. estaba entrenando y equipando una fuerza de
50.000 soldados filipinos para la Guerra Fría. 6 En testimonio presentado
ante un comité de congresistas, el mayor general estadounidense William
Arnold declaró con candidez que este programa era “esencial para el
mantenimiento del orden interno, no para dificultad externa alguna”. 7
Ninguno de los congresistas presentes expresó en alta voz reserva acerca
de la validez internacional de tal política externa.
Al mismo tiempo, soldados norteamericanos se mantenían en Filipinas,
y se restableció el entrenamiento de combate al menos en una división de
infantería. Esto llevó a ruidosas protestas por parte de los soldados que
deseaban regresar a casa. El reinicio de entrenamiento de combate fue,
según reveló el New York Times, “interpretado por los soldados y algunos
diarios filipinos como la preparación para reprimir posibles
levantamientos en Filipinas por parte de grupos de granjeros

4 New York Times, 19 de diciembre de 1952, p. 13.


5 Philippines: A Country Study, p. 44.
6 New York Times, 5 de enero de 1946, p. 26.
7 Audiencias ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara en sesión ejecutiva efectuada el

7 de junio de 1946, hecha pública en 1977, p. 31. Arnold era delegado asistente del jefe de Estado
Mayor, División de Operaciones, Estado Mayor General del Departamento de Guerra.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 67

descontentos”. La historia añadía que los soldados tenían mucho que decir
“en cuanto a la intervención armada norteamericana en China y las Indias
Neerlandesas [Indonesia]”, que se llevaban a cabo en esa misma etapa. 8
No se conoce hasta qué punto el personal militar norteamericano
participó directamente en la supresión de los grupos disidentes en
Filipinas después de la guerra.
Los huks, aunque no confiaban en las autoridades filipinas y
norteamericanas lo suficiente como para entregar voluntariamente sus
armas, pusieron a prueba la buena fe del Gobierno al tomar parte en las
elecciones nacionales de abril de 1946 como parte de la “Alianza
Democrática”, formada por grupos políticos de campesinos liberales y
socialistas. (Se había planificado la independencia de Filipinas para tres
meses después, el 4 de julio, para ser exactos.) Tal como resultaron las
cosas, al comandante en jefe de los huks, Luis Taruc, y a varios otros
miembros de la Alianza y candidatos reformistas que habían sido elegidos
para el Congreso (tres al Senado y siete a la Cámara) no se les permitió
ocupar sus puestos bajo el pretexto ridículo de que habían utilizado
coerción sobre los votantes. No se había hecho investigación ni revisión
alguna de los casos por el organismo competente, el Tribunal Electoral.9
(Dos años después Taruc fue admitido temporalmente cuando se presentó
en Manila para discutir un cese al fuego con el Gobierno.)
El propósito de negar los puestos a estos candidatos era obvio: el
Gobierno podía así presionar para aprobar en el Congreso la controversial
Ley sobre el Comercio entre Filipinas y Estados Unidos —aprobada con
sólo dos votos de mayoría en la Cámara y con sólo uno de diferencia en el
Senado—, la cual entregaba a EE.UU. enormes privilegios y concesiones
en la economía filipina, incluyendo “derechos ¡guales [...] en el desarrollo
de los recursos naturales de la nación y la operación de sus utilidades
públicas”.10 Esta “paridad” fue luego extendida a todos los sectores de la
economía filipina.11
El deterioro del proceso electoral fue seguido por una ola de brutal
represión contra los campesinos, ejecutada por los militares, la policía y
los escuadrones de matones de los terratenientes. Según Luis Taruc, en los

8 Sobre las protestas de los militares norteamericanos: New York Times, 8 de enero de 1946, p. 3;

11 de enero, p. 4; para mayor información ver Mary-Alice Waters: GTs and the Fight Against War, New
York, 1967, folleto publicado por la revista Young Socialist.
9 New York Times, 20 de mayo de 1946, p. 8; 2 de junio, p. 26; 4 de junio, p. 22 (carta de Tomás

Confessor, destacada figura política filipina, que describe en detalle la ilegalidad de privar a los
diputados de sus escaños); 18 de septiembre, p. 4; 19 de septiembre, p. 18; Pomeroy, p. 20; Taruc, pp.
214-227; Lachica, pp. 120-121.
10 New York Times, 12 de marzo de 1947, p. 15. Las palabras son las utilizadas por el diario; Lachica,

p. 121.
11 Pomeroy, p. 28, explica cómo ocurrió todo esto.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 68

meses siguientes a la elección fueron destruidas aldeas, más de quinientos


campesinos y sus dirigentes fueron asesinados y tres veces ese número
fueron encarcelados, torturados, mutilados o desaparecidos. Los huks y
otros sintieron que no había más alternativa que tomar de nuevo las
armas.12
La independencia no parecía haber traído ningún cambio significativo.
El historiador norteamericano George E. Taylor, de credenciales
oficialistas impecables, se vio en la necesidad de afirmar, en un libro que
fue a las claras auspiciado por la CIA, que la independencia “estuvo
marcada por abundantes expresiones de buena voluntad por ambas
partes, por promesas cumplidas parcialmente, y por la restauración de la
vieja relación en casi todo excepto el nombre [...]. Muchas demandas
fueron hechas a los filipinos para beneficio comercial de Estados Unidos,
pero ninguna para el beneficio político y social de Filipinas”. 13
Mientras tanto, el Ejército norteamericano estaba asegurándose un
hogar en Filipinas. Un acuerdo de 1947 proporcionaba locaciones para 23
bases militares en el país. El acuerdo debía durar noventa y nueve años.
Estipulaba que los norteamericanos en servicio que cometiesen crímenes
fuera de las bases sólo podían ser juzgados por tribunales militares
estadounidenses dentro de las bases.
Según lo establecido en un pacto de asistencia militar, el Gobierno
filipino tenía prohibido comprar siquiera una bala a ningún otro proveedor
aparte de EE.UU., a menos que contara con la aprobación norteamericana.
Tal estado de cosas implicaba también el entrenamiento, mantenimiento
y piezas de repuesto, lo que hacía a los militares filipinos totalmente
dependientes de su contraparte norteamericana. Más aun, ningún
extranjero, aparte de los estadounidenses, podía desarrollar función
alguna para o con las fuerzas armadas filipinas sin la aprobación de Estados
Unidos.14
A principios de 1950, EE.UU. había entregado a Filipinas equipos y
abastecimientos por valor de doscientos millones de dólares, una suma
notable en aquel tiempo, y a esto se adicionaba la construcción de varias

12 Taruc, capítulos 23 y 24; Pomeroy, p. 78; el Ejército filipino informó que sus incursiones en las

áreas huks durante el mes siguiente a las elecciones habían ocasionado 600 muertes (New York Times,
20 de mayo de 1946, p. 8), pero no se hizo diferenciación entre las bajas militares y las civiles en lo
publicado por la prensa; ver igualmente Lachica, p. 121.
13 Taylor, pp. 114 y 115. El libro fue publicado por Frederick A. Praeger, Inc. para el Consejo de

Relaciones Exteriores, el tanque pensante de superalto nivel cuyos oficiales y directores en aquel
tiempo incluían a Alien Dulles, David Rockefeller y John J. McCIoy. Según se reveló más tarde, Praeger
publicó varios libros en los 60 bajo el auspicio de la CIA. El aquí mencionado, aunque razonable en la
mayoría de los temas, se vuelve pueril y semihistérico al hacer referencia a los huks o al “comunismo”.
14 Departamento de Estado: Treaties and Other International Agreements of the United States of

America, 1776-1949. Washington, 1974, pp. 84-89; Pomeroy, pp. 21-23; Taylor, p. 129.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 69

instalaciones militares. 15 El Grupo Asesor Militar Conjunto de Estados


Unidos (JUSMAG) reorganizó el Departamento de Defensa e Inteligencia
filipino y puso a la cabeza a su hombre escogido, Ramón Magsaysay, y
formó al Ejército filipino en batallones de combate entrenados para la
guerra de contrainsurgencia. 16 Filipinas iba a ser un laboratorio
experimental para este tipo no convencional de combate. Los métodos y
la terminología (“busca y destruye”, “pacificación”) adquirirían notoriedad
infame más tarde en Vietnam.
Hacia septiembre de 1950, cuando el teniente coronel Edward G.
Lansdale llegó a Filipinas, la guerra civil tenía todas las características de
un proceso largo y agotador, sin signos de victoria de algún bando. En
apariencia, Lansdale era sólo otro asesor militar norteamericano de
JUSMAG, pero en realidad era el jefe de las operaciones paramilitares
clandestinas de la CIA en el país. Su éxito en Filipinas lo convertiría en una
reconocida autoridad en el tema de la contrainsurgencia.
En sus memorias acerca de este período de su vida, Lansdale relata su
sorpresa al escuchar, de amigos civiles filipinos bien informados, acerca de
las prácticas represivas del gobierno de Quirino: que sus atrocidades
igualaban a las (atribuidas) a los huks; que el gobierno estaba “podrido por
la corrupción” (incluyendo a los policías comunes en la calle, según pudo
observar el propio Lansdale); que el mismo Quirino había sido elegido el
año anterior gracias al “fraude generalizado”, y que “los huks tenían
razón”, eran “la esperanza de futuro” y que sólo por medios violentos
podría el pueblo conseguir un gobierno que lo representase. (La policía,
según escribía un corresponsal del Saturday Evening Post, era “una banda
de ladrones y violadores uniformados, más temidos que los bandidos [...]
el ejército era muy poco mejor”.)17
Lansdale no perdió su resolución. Había venido a cumplir una tarea. Se
dijo a sí mismo que si los huks se apoderaban del poder habría otra forma
de injusticia a favor de otra minoría privilegiada y por medios incluso más
crueles. El paso siguiente fue convencerse de que estaba trabajando al
lado de quienes se habían comprometido a “defender la libertad humana
en Filipinas”.18
Como ex publicista, Lansdale no desconocía la investigación de
mercado, las técnicas de motivación, el uso de los medios de prensa y el

15 New York Times, 1 de julio de 1946, cincuenta millones aportados; 11 de febrero de 1950, p. 6,

ciento sesenta y tres millones y medio aportados bajo el acuerdo de 1947.


16 Edward G. Lansdale: In the Midst of Wars. New York, 1972, passim; Stephen Shalom: “Counter-

lnsurgency in the Philippines”, en Daniel Schirmer y Stephen Shalom, eds.: The Philippine Reader,
Boston, 1987, pp. 112-113.
17 William Worden: “Robin Hood of the Islands”, en Saturday Evening Post, 12 de enero de 1952,

p. 76.
18 Lansdale, pp. 24-30, 47.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 70

engaño. En el argot de la CIA, tales artes caen bajo el rubro de “guerra


psicológica”. Para este fin, Lansdale constituyó una unidad llamada la
Oficina de Asuntos Civiles. Sus actividades estaban basadas en la premisa
—que pareció aja vez nueva y sospechosa a la mayoría de los oficiales
norteamericanos— de que un ejército guerrillero popular no podía ser
derrotado sólo por la fuerza.
El equipo de Lansdale realizó un cuidadoso estudio de las
supersticiones de los campesinos filipinos que vivían en las áreas huk: su
folclor, tabúes y mitos fueron examinados en busca de pistas para los
mensajes apropiados que pudieran debilitar su apoyo a los insurgentes. En
una operación, los hombres de Lansdale volaron sobre esas áreas en una
avioneta oculta tras las nubes y transmitieron misteriosas maldiciones en
tagalo sobre cualquier aldeano que se atreviese a dar comida o refugio a
los huks. La táctica tuvo tanto éxito que algunas unidades huks se rindieron
por hambre.19
Otra operación de guerra psicológica por iniciativa de Lansdale se basó
en el terror supersticioso existente en el campo filipino acerca del asuang,
un vampiro mítico. Una escuadra de guerra psicológica entró en una
ciudad y sembró rumores de que había un asuang en una colina cercana
donde operaba una base huk, una locación de la que ansiaban desalojarlos
las fuerzas gubernamentales. Dos noches después, tras dar tiempo a los
rumores para circular entre los simpatizantes de los huk en la ciudad y
llegar a la colina, los miembros de la escuadra prepararon una emboscada
para los rebeldes en el sendero que estos utilizaban. Cuando pasó una
patrulla huk, los emboscados capturaron silenciosamente al último
hombre, le hicieron dos perforaciones en el cuello al estilo de las mordidas
de vampiros, y lo suspendieron por los tobillos hasta que se desangró
completamente y luego colocaron el cadáver de nuevo en el sendero.
Cuando los huks, tan supersticiosos como cualquier otro filipino,
descubrieron el cuerpo, abandonaron la región. 20
Lansdale sostenía con regularidad “cafés conversatorios” con
funcionarios filipinos y militares, en los cuales se intercambiaban
libremente nuevas ideas, al estilo de las sesiones cerebrales en Madison
Avenue. De estas reuniones salió el Cuerpo de Desarrollo Económico cuya
misión era atraer a los huks con un programa de reasentamiento de su
propia franja agrícola, con entrega de instrumentos, semillas, préstamos
en efectivo, etc. Era un enfoque totalmente inadecuado para el problema
de la tierra, y el número que respondió fue modesto pero, como en las
otras técnicas de guerra sicológica, la meta principal era privar al enemigo

19 Joseph Burkholder Smith: Portrait of a Cold Warrior. G. P. Putnam’s Sons, New York, 1976, p. 95

(ver nota 30 sobre la trayectoria de Smith).


20 Lansdale, pp. 72-73.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 71

de sus argumentos más persuasivos.21 Entre otras tácticas introducidas o


refinadas por Lansdale, estaba la producción de filmes y emisiones de
radio para explicar y justificar las accionas del Gobierno: la inmigración de
agentes en las filas de los huks para conseguir información y sembrar el
descontento; intentos de modificar el comportamiento de los soldados del
Gobierno a fin de ocultar sus abusos con la población en las áreas rurales
(porque los huks habían seguido siempre un código explícito de conducta
hacia los campesinos y castigaban a quienes lo violaban), pero en otras
ocasiones se les permitía a los soldados arrasar con las aldeas...
disfrazados de huks.22
Esto último, reveló L. Flelcher Prouty, fue una práctica “desarrollada a
un alto grado en Filipinas”, donde los soldados fueron “desplegados sobre
una despreocupada aldea en el gran estilo de una producción de Cecil B.
de Mille”.23 Prouty, un coronel retirado de las Fuerzas Aéreas de EE.UU.,
fue durante nueve años el oficial encargado de contactos entre el
Pentágono y la CIA. Él ha descrito otro tipo de escenario en el cual los huks
fueron pintados de terroristas para oscurecer la naturaleza política de su
movimiento y hacerles perder credibilidad:
En las filipinas, intereses forestales y grandes intereses azucareros habían
forzado a decenas de miles de aldeanos simples y atrasados a abandonar áreas
donde habían vivido por siglos. Cuando estas pobres gentes llegaban a otras
zonas, era obvio que terminarían por violar los derechos territoriales de otros
aldeanos o propietarios. Esto creaba violentos motines, o al menos
esporádicos estallidos de bandidaje, ese último recurso desesperado de gente
aterrorizada y agonizante. Entonces, cuando el distante gobierno tenía
conocimiento de este bandidaje y estos motines, debía ofrecer alguna
explicación a los mismos, la última cosa que el gobierno regional hubiera
querido hacer sería reconocer que los grandes intereses forestales o papeleros
habían expulsado a la población de sus tierras ancestrales. En Filipinas la
costumbre es que el gobierno local o regional perciba 10% de ganancias en
tales empresas y los políticos nacionales reciban otro 10%. De modo que la
explicación adecuada era que se trataba de “insurgencia subversiva inspirada
por los comunistas”. La palabra para esto en Filipinas es huk.24

La parte más insidiosa de la operación de la CIA en Filipinas fue la


manipulación fundamental de la vida política de la nación, llevando a cabo
elecciones teatrales y campañas de desinformación. El punto culminante
de este esfuerzo fue la elección como presidente en 1953 de Ramón

21 Ibíd., pp. 47-59.


22 Ibíd., pp. 70-71, 81-83, 92-93; Smith, p. 106; Taruc, pp. 68-69; para descripciones más detalladas
de esta campaña de propaganda ver Shalom, pp. 115-116.
23 Coronel L. Fletcher Prouty, de la Fuerza Aérea de EE.UU. (ret.): The Secret Team: The CIA andits

Allies in the Controlof the World. Ballantine Books, New York, 1974, pp. 38-39.
24 Ibíd., pp. 102-103.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 72

Magsaysay, el cooperativo ex jefe del Departamento de Defensa.


Se dice que Lansdale “inventó” a Magsaysay.25 Sus organizaciones —
tales como el Movimiento Nacional para Elecciones Libres— manejaban la
campaña en Filipinas con todas las licencias, impunidad y recursos que se
podría esperar de los comités demócrata y republicano que operan en
Nueva York, o quizás mejor, como el mayor Daley operaba en Chicago. Sin
embargo, el New York Times llegó a referirse a. Filipinas en un editorial
como “la vitrina de la democracia en Asia”. 26
La CIA, en una ocasión, narcotizó la bebida del oponente de Magsaysay,
el presidente Elpido Quiñno, antes de que pronunciase un discurso, de
modo que pareciese incoherente. En otra ocasión, cuando Magsaysay
insistió en que fuese un filipino quien escribiese su discurso, en lugar de
un miembro del equipo de Lansdale, este se irritó tanto que terminó por
golpear al candidato presidencial con tanta fuerza que lo derribó sin
sentido.27
Magsaysay ganó las elecciones, pero antes la CIA había entrado
clandestinamente armas para el caso de que su hombre perdiera.28 Una
vez en el poder, la CIA escribió sus discursos, guió cuidadosamente su
política exterior y usó sus “electivos” de prensa (editores a sueldo y
periodistas) con el fin de garantizarle un apoyo constante para sus
programas internos y su participación en la cruzada anticomunista en el
sudeste asiático, a la vez que para atacar a los columnistas de los
periódicos antinorteamericanos. Tan subordinado estaba Magsaysay a
EE.UU. que, según reveló el asistente presidencial Sherman Adams,
“mandó a decir a Eisenhower que haría cualquier cosa que EE.UU. quisiera
—incluso si su propio ministro de Relaciones Exteriores se oponía”.29
Una de las inventivas de la CIA para beneficio de Magsaysay lúe luego
aprovechada en otras estaciones en gran número de países del Tercer
Mundo. Se trata de seleccionar artículos escritos por personas al servicio
de la CIA para los medios provinciales, y luego republicarlos en un
mensuario que se enviaba a los congresistas y personas influyentes en
Manila a fin de ilustrarlos acerca de “lo que se pensaba en provincias”. 30

25
Smith, p. 95, citando al oficial de la CIA Paul Lineberger.
26 New York Times, 16 de octubre de 1953, p. 26.
27 Entrevistas realizadas por Thomas Buell a Ralph Lovett, jefe de la estación CIA en Filipinas a

principios de los 50, y a Lansdale; citadas en Raymond Bonner: Waitzing With a Dictator: The Márcoses
and the Making of American Policy. New York, 1987, pp. 39-40. Ver también New York Times, 31 de
marzo de 1997, p. 1.
28 Bonner, p. 41.
29 Sherman Adams: FirsthandReport. New York, 1961, p. 123.
30 Para una descripción general detallada de la manipulación de la vida política filipina por parte

de la CIA, y de Magsaysay en particular, ver Smith, capítulos 7, 15, 16 y 17. Smith era un oficial de la
CIA que, a principios de los 50, trabajaba en la división del Lejano Oriente, que incluía a Filipinas,
relacionado con cuestiones de la guerra política y psicológica.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 73

El senador Claro M. Recto, jefe de la oposición política a Magsaysay y


un ácido crítico de la política norteamericana en Filipinas, recibió un
tratamiento especial. La CIA hizo circular la historia de que era un agente
comunista chino y preparó paquetes de condones con la etiqueta
“Cortesía de Claro M. Recto, el amigo del pueblo”. Todos los condones
tenían perforaciones en el lugar más inapropiado. 31 La Agencia también
planeó asesinarlo, y llegó hasta a preparar una sustancia para
envenenarlo. La idea se abandonó “más por consideraciones pragmáticas
que por escrúpulos morales”. 32
Después de la muerte de Magsaysay en un accidente aéreo en 1957,
otros políticos filipinos y partidos fueron evaluados por la CIA como
clientes, o se ofrecieron para ello. Uno de estos últimos fue Diosdado
Macapagal, quien se convertiría en presidente en 1961. Macapagal había
suministrado a la CIA información política durante varios años y, llegado el
momento, pidió, y recibió, lo que sentía que merecía: un fuerte apoyo
financiero para su campaña. (El Reader’s Digest llamó a estas elecciones
“una verdadera demostración de democracia en acción”.)33
Irónicamente, Macapagal había sido el más amargo opositor a la
intervención norteamericana en la elección de Magsaysay en 1953, e hizo
alusiones frecuentes a la ley filipina: “Ningún extranjero deberá ayudar a
ningún candidato de forma directa o indirecta o participar o influir en
modo alguno en las elecciones”. 34
Todavía más irónico era que en 1957 el Gobierno filipino adoptó una
ley, a las claras escrita por los norteamericanos, que ¡legalizaba tanto al
Partido Comunista como a los huks, y daba como una razón para hacerlo
que estas organizaciones buscaban colocar al gobierno “bajo el control y
dominio de un poder extranjero”. 35

Hacia 1953, los huks se habían dispersado y desmoralizado, ya no


constituían una amenaza seria, aunque su muerte seña gradual en los años
siguientes. Es difícil asegurar en qué medida su decadencia se debió a las
fuerzas militares que los combatieron, a los poco ortodoxos métodos de
Lansdale, o al eventual debilitamiento de los propios huks, por
enfermedades y desnutrición a causa del empobrecimiento del
campesinado. Mucho antes del desenlace, un gran número de ellos carecía
también de armas y municiones y de equipo bélico apropiado, lo que lleva
a cuestionar las tan repetidas acusaciones de ayuda soviética y china

31 Smith, p. 280.
32 Entrevista de Buell a Lovett (ver nota 27. citada en Bonner, p. 42.
33 Reader’s Digest, abril de 1963, artículo titulado “Democracy Triumphs in the Philippines”.
34 Smith, p. 290.
35 Moción Nº 6584 de la Cámara, Ley de la República Nº 1 700, aprobada el 20 de junio de 1957.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 74

hechas por autoridades filipinas y norteamericanas. 36 Edward Lachica,


historiador filipino, ha escrito: “El Kremlin sólo ayudó con palabras al
movimiento comunista en Filipinas, elogiando a los huks por formar parte
de la ‘lucha global contra EE.UU.’ pero sin ofrecer apoyo material”. 37
“Desde la destrucción del poder militar de los huk [anotó George
Taylor] el programa político y social que hizo posible este logro ha sido
echado a un lado en gran medida”. 38
No obstante, la fortaleza norteamericana estaba segura en el sudeste
asiático. Desde las Filipinas se enviarían tropas por aire y por mar hacia
Corea y China, Vietnam e Indonesia. El Gobierno filipino enviaría
combatientes a pelear junto a EE.UU. en Vietnam y Corea. Desde las bases
en las islas, la tecnología y el arte de la contra— insurgencia serían
impartidos a los soldados de otros aliados en el Pacífico.

36 Acerca de las condiciones de los huks: New York Times, 3 de abril de 1949, p. 20; 30 de junio de
1950, p. 4.
37 Lachica, p. 131.
38 Taylor, p. 192.
5. Corea 1945-1953 75

5. COREA 1945-1953
¿Fue todo lo que pareció ser?
Morir por una idea es algo noble sin duda. Pero mucho más noble sería si los
hombres muriesen por ideas verdaderas.
H. L. Mencken, 1919

¿Por qué la guerra de Corea no levantó las mismas protestas que la


guerra de Vietnam? Todo lo que aprendimos a aborrecer y lamentar
acerca de Vietnam tuvo su antecedente en Corea: el apoyo a una tiranía
corrupta, las atrocidades, el napalm, la matanza masiva de civiles, las
ciudades y poblados reducidos a ruinas, la manipulación de las noticias, el
boicot a las conversaciones de paz. Pero el pueblo norteamericano estaba
convencido de que la guerra en Corea era el bien definido caso de un país
que invade a otro sin mediar provocación alguna. Un caso de malos
atacando a los buenos, quienes debían ser salvados por los mejores; nada
de la incertidumbre histórica, política y moral que constituyó el dilema de
Vietnam. La guerra de Corea comenzó para los norteamericanos con una
acción muy específica: Corea del Norte atacó a Corea del Sur en la mañana
del 25 de junio de 1950, mientras que Vietnam... nadie parecía saber cómo
comenzó, o por qué.
Y había poca base para hablar de “imperialismo” norteamericano en
Corea. Después de todo, EE.UU. estaba peleando como parte del ejército
de las Naciones Unidas. ¿Qué razón había para protestar? Y por supuesto
estaba el maccarthismo, tan fuerte a inicios de los 50, que servía también
para inhibir las protestas.
De hecho, había interpretaciones diferentes que se podían hacer
acerca del porqué de la guerra, de cómo se estaba llevando a cabo, cómo
comenzó, pero todas ellas sucumbieron con rapidez ante la fiebre
guerrerista.
Poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial, la URSS y
EE.UU. ocuparon Corea a fin de expulsar a los japoneses derrotados. Una
línea de demarcación fue establecida entre las fuerzas rusas y
norteamericanas a lo largo del paralelo 38. Su creación no tuvo nunca la
intención explícita o implícita de dividir el territorio en dos países, pero
pronto la Guerra fría haría su aparición.
Ambas potencias insistían en que la unificación del Norte y el Sur era la
meta principal y más deseada. Sin embargo, también decidieron que esto
5. Corea 1945-1953 76

se llevara a cabo de acuerdo con su propia imagen ideológica, y cayeron


por tanto en un círculo vicioso de propuestas y contrapropuestas,
acusaciones en uno y otro sentido, y tortuosas formalidades que
impidieron la firma de un acuerdo en los años siguientes. Aunque tanto
Moscú como Washington y sus respectivos líderes coreanos no estaban
del todo en contra de la división del país (sobre la base de que medio país
es mejor que ninguno), había funcionarios y ciudadanos de ambos lados
que llamaban continuamente a la unificación.
Que Corea era todavía un solo país, con la unificación como meta, en
el momento en que se inició la guerra, fue subrayado por el jefe de la
delegación norteamericana en Naciones Unidas, Warren Austin, en una
declaración que hizo poco después: “La barrera artificial que ha dividido a
Corea del Sur y del Norte no tiene base para existir ni en el derecho ni en
la razón. Ni las Naciones Unidas, ni su comisión sobre Corea, ni la República
de Corea [Corea del Sur] reconocen esa línea. Ahora los norcoreanos, al
dirigir un ataque armado a la República de Corea, han negado la realidad
de tal división”.1
Los dos lados habían estado discutiendo acerca del paralelo por varios
años. Lo que ocurrió aquel día de junio no puede ser visto más que como
la escalada de una guerra civil que ya había comenzado. El Gobierno
norcoreano había reclamado que sólo en 1949, entre el Ejército de Corea
del Sur y la policía habían realizado 2 617 incursiones armadas en el Norte,
en las cuales asesinaron, secuestraron, saquearon e incendiaron a fin de
crear desorden e intranquilidad social, además de desarrollar la capacidad
combativa de los invasores. En algunos momentos, declaró el Gobierno de
Pyongyang, miles de soldados se vieron enfrentados en una batalla con
numerosas bajas como resultado. 2
Un funcionario del Departamento de Estado, el embajador itinerante
Philip C. Jessup, lo explicó de la siguiente forma en abril de 1950: “Hay
constantes enfrentamientos entre el Ejército de Corea del Sur y bandas
que se infiltran en el país desde el norte. Hay verdaderas batallas, en las
que participan tal vez entre mil y dos mil hombres. Cuando se va a esta
frontera, tal como lo hice yo [...] se ven movimientos de tropas,
fortificaciones y prisioneros de guerra”. 3
Vista en este contexto, la cuestión de quien disparó el primer tiro el 25
de junio de 1950 pierde gran parte de su significado. Tal como se planteó
por Corea del Norte, la invasión fue provocada por dos días de

1 New York Times, 1º de octubre de 1950, p. 3.


2 Los imperialistas norteamericanos comenzaron la guerra de Corea es el sutil título de un libro
publicado en Pyongyang, Corea del Norte en 1977, pp. 109-110.
3 Discurso radial del 13 de abril de 1950, publicado por The Department of State Bulletin el 24 de

abril de 1950, p. 627.


5. Corea 1945-1953 77

bombardeos de los sudcoreanos (23 y 24 de junio), seguidos de un ataque


sorpresa el 25 contra la ciudad occidental de Haeju y otras localidades. El
anuncio de este ataque sureño fue transmitido por la radio del Norte en la
mañana del 25.
A diferencia de lo que se creía entonces, ningún grupo de Naciones
Unidas —ni el Grupo de Observadores Militares de la ONU en el país, ni el
Comisionado en Seúl— presenció, o dijo haber presenciado, la ruptura de
hostilidades. La supervisión del Grupo de Observación sobre el paralelo 38
terminó el 23 de junio. Sus declaraciones estuvieron basadas en
especulaciones o en información recibida del Gobierno sudcoreano o de
militares estadounidenses.
Por otra parte, temprano en la mañana del 26, la Oficina de
Información Pública de Corea del Sur anunció que las fuerzas sureñas
habían capturado la ciudad norcoreana de Haeju. El anuncio establecía
que el ataque había ocurrido en ese mismo día, pero el reporte militar
norteamericano dado en la noche del 25 señala que todo el territorio
sureño al oeste del río Imjin había sido tomado por los norcoreanos en una
profundidad de, al menos, tres millas, excepto en el área del
“contraataque” sobre Haeju.
En cualquier caso, una victoria militar semejante por parte de las
fuerzas del Sur es muy difícil de conciliar con la versión oficial occidental,
mantenida hasta el día de hoy, de que fue el Ejército norcoreano el que
invadió el sur en un ataque sorpresa, y tomó control de toda esa franja y
obligó a las tropas sudcoreanas a retirarse más al sur.
En consecuencia, el Gobierno sudcoreano negó que la captura de Haeju
hubiera tenido lugar y echó la culpa del anuncio original a las
exageraciones de un oficial. Un historiador atribuyó el supuestamente
incorrecto anuncio a “un error debido a las malas comunicaciones,
sumado al intento de fortalecer la resistencia coreana al anunciar una
victoria”. Sea lo que fuere lo que ocasionó el anuncio, es evidente que no
se puede confiar mucho, por no decir nada, en las declaraciones del
Gobierno sudcoreano acerca del inicio de la guerra.4
Hubo, de hecho, reportes de la prensa occidental sobre el ataque a

4 Para conocer sobre los orígenes inmediatos de la guerra, ver:


a) Karunakar Gupta: “How Did the Korean War Begin?”, en The China Quarteriy. Nº 52, Londres,
octubre-diciembre, 1972, pp. 699-716.
b) “Comment: The Korean War”, en The China Quarteriy, Nº 54, Londres, abril-junio 1973, pp. 354-
368. Se trata de respuestas al artículo de Gupta en el Nº 52 y la contrarréplica de este.
c) New York Times, 26 de j unio de 1950, p. 1: Anuncio de Corea del Sur sobre Haeju; p. 3: anuncio
de Corea del Norte sobre Haeju.
d) Glenn D. Paige: The Korean Decisión (June 24-30. 1950). New York, 1968, passim, en particular
p. 130.
e) I. F. Stone: The Hidden History of the Korean 14lar.New York, 1952, capítulo 7 y otros.
5. Corea 1945-1953 78

Haeju que no mencionaban el anuncio del Gobierno sudcoreano, en lo que


parecen ser confirmaciones independientes de lo ocurrido. El Daily Heraid
de Londres, en su edición del 26 de junio, afirmó que “observadores
militares norteamericanos dijeron que las fuerzas del Sur habían realizado
un exitoso contraataque cerca de la costa oeste, habían penetrado cinco
millas en territorio norcoreano y se habían apoderado de la ciudad de
Haeju”. The Guardian, también de Londres, se hizo eco de esta
información ese mismo día: “Funcionarios norteamericanos confirman
que las tropas sudcoreanas han capturado Haeju”.
De manera similar lo reportó el New York Herald Tribune, también el
26, al decir que “tropas sudcoreanas atravesaron el paralelo 38, que marca
la frontera, para capturar la ciudad manufacturera de Haeju, justo al norte
de la línea. Las tropas republicanas capturaron gran cantidad de
equipamiento”. Ninguna de las versiones especificaba cuándo había
ocurrido el ataque.
El día 25, el escritor norteamericano John Gunther estaba en Japón
preparan do su biografía del general Douglas MacArthur. Tal como lo
cuenta en su libro, estaba de turista en la ciudad de Nikko con “dos
miembros importantes” de la ocupación norteamericana, cuando “uno de
ellos fue llamado al teléfono inesperadamente. Al regresar susurró: ‘Ha
estallado una gran noticia. ¡Los sudcoreanos atacaron a Corea del Norte!’.”
Esa noche Gunther y sus acompañantes regresaron a Tokio donde “varios
oficiales nos recibieron en la estación para decirnos correctamente, y de
manera muy amplificada, lo que había sucedido [...] no cabía duda de que
Corea del Norte era el agresor”.
¿Y qué hay de la llamada telefónica? Gunther explica: “El mensaje
podía haber sido distorsionado en la transmisión. Nadie sabía gran cosa en
el puesto de mando al principio y es probable que creyeran las mentiras
corrosivas y descaradas de la radio norcoreana”. 5
Resulta un poco incongruente esa imagen de militares y diplomáticos
norteamericanos, todos anticomunistas practicantes, dando crédito a
mentiras comunistas sobre algo tan importante, por muy atrevidas que
fuesen.

El máximo dirigente de Corea del Sur, Syngman Rhee, había expresado


con frecuencia su deseo y disposición de unificar Corea mediante la fuerza.
El 25 de junio, el New York Times recordó a sus lectores que “en varias
ocasiones el Dr. Rhee ha señalado que su ejército habría tomado la
ofensiva, si Washington lo hubiera consentido”. El diario también hacía
notar que antes de que comenzara la contienda “las expresiones en favor

5 John Gunther: The Riddie of MacArthur, Londres, 1951, pp. 151-152.


5. Corea 1945-1953 79

de la guerra [habían venido] casi todas de los dirigentes sudcoreanos”.


Rhee podía haber tenido buenas razones para provocar una guerra a
gran escala además de la búsqueda de la reunificación. El 30 de mayo se
realizaron las elecciones para la Asamblea Nacional en el Sur, y en ellas el
partido de Rhee sufrió una derrota importante y perdió el control de la
asamblea. Al igual que incontables estadistas antes y después de él, Rhee
puede haber decidido jugar a la carta de la guerra para atraer apoyo a su
gobierno en crisis. Un asesor laboral asignado a la misión de ayuda
norteamericana en Corea del Sur, Stanley Earl, renunció en julio, y expresó
su opinión de que el Gobierno sudcoreano era “un régimen opresivo” que
“hacía muy poco por ayudar a su pueblo” y que “habría ocurrido una
rebelión del Sur contra el gobierno de Rhee si las fuerzas del Norte no
hubiesen invadido”.6
El dirigente soviético Nikita Khruschov, en sus memorias, deja claro que
Corea del Norte valoró la idea de invadir al Sur durante algún tiempo, y
señala que la invasión tuvo lugar sin mencionar que mediara alguna
provocación ese día. Esto parecería suficiente para zanjar las cosas. Sin
embargo, el capítulo de Khruschov sobre Corea es un recuento muy supe
rficial. No es un trabajo serio de historia, ni intentaba serlo. Como él mismo
expresa: “Mis recuerdos de la guerra de Corea son inevitablemente
imprecisos”. (Su llegada al poder en la URSS fue después de haber
terminado la guerra.) Este capítulo no hace referencia a ninguna agresión
previa a lo largo de la frontera, ni a ninguno de los pronunciamientos
beligerantes de Rhee, ni menciona la crucial ausencia de la URSS en
Naciones Unidas, lo que permitió que, como veremos, se llamara a la
formación de un ejército de la ONU para intervenir en el conflicto.
Además, sus memorias fueron condensadas y editadas a partir de las
cintas que grabó. Un estudio entre las transcripciones originales en ruso y
el libro publicado en inglés revela que algunos de los recuerdos de
Khruschov sobre Corea eran sin duda imprecisos, pero el libro no produce
esa impresión. Por ejemplo, el líder norcoreano Kim ll-Sung le planteó a
Stalin su deseo de “aguijonear a Corea del Sur a punta de bayoneta”. El
libro refiere entonces sin ambigüedad alguna: “Kim regresó a su casa y
luego volvió a Moscú cuando ya tuvo todo resuelto”. En la transcripción,
sin embargo, Khruschov dice: “En mi opinión, o se dejó fijada la fecha de
su regreso, o él debía informarnos tan pronto como terminase de preparar
todas sus ideas. Luego, no recuerdo en qué mes o año, Kim ll-Sung vino y
le contó su plan a Stalin”.7 (Subrayado del autor.)

6New York Times, 25 de julio de 1950, p. 4; 30 de julio, p. 2.


7Kruschev remembers. Londres, 1971, capítulo II. Sobre el cotejo de la traducción y el libro: John
Merrill, reseña en Journal of Korean Studies. Vol. III, University of Washington, Seattle, 1981, pp. 181-
191.
5. Corea 1945-1953 80

El 26 de junio, EE.UU. presentó una resolución ante el Consejo de


Seguridad de la ONU que condena la “agresión injustificada” de Corea del
Norte. La resolución fue aprobada a pesar de que hubo discusión acerca
de que “esta era una pelea entre coreanos” y debía ser tratada como una
guerra civil, y de la sugerencia del delegado egipcio de que la palabra
“injustificada” no debía utilizarse teniendo en cuenta la larga duración de
las hostilidades entre las dos Coreas.8 Yugoslavia insistió también en que
“parece haber falta de información precisa para posibilitar que el Consejo
evalúe la responsabilidad”, y propuso que Corea del Norte fuese invitada
a presentarse para dar su versión de la historia. 9 Nada de esto se hizo. (Tres
meses después, el ministro de Relaciones Exteriores soviético presentó
una moción para que la ONU escuchase a representantes de ambas partes.
Esto también fue rechazado por un margen de 46 votos contra 6, a causa
de la “agresión” norcoreana y se decidió que sólo compareciera Corea del
Sur.)10
El 27, el Consejo de Segundad recomendó que miembros de las
Naciones Unidas prestasen asistencia a Corea del Sur “en la medida en que
sea necesaria para repeler el ataque armado”. El presidente Truman había
ordenado ya a la Fuera Aérea y la Marina de EE.UU. entrar en combate, de
modo que presentó al Consejo un hecho consumado,11 táctica que EE.UU.
repetiría varias veces antes de terminar la guerra. El Consejo hizo su
histórica decisión con el mínimo de información disponible, toda ella
derivada y seleccionada de un solo lado del conflicto. Esto no fue, para
decirlo en palabras del periodista I. F. Stone, “ni sabio ni honorable”.
Debe tenerse en cuenta que en 1950 las Naciones Unidas no era una
organización neutral en modo alguno. La gran mayoría de sus miembros
eran países muy dependientes de EE.UU. para su recuperación económica
y desarrollo. No había bloque del Tercer Mundo, el que años más tarde
trató de conseguir una mayor independencia de la ONU de EE.UU. Sólo
cuatro países del bloque soviético eran miembros en aquel momento y
ninguno pertenecía al Consejo de Seguridad. 12
Tampoco se puede considerar neutral al secretario general de la ONU,
el noruego Trygve Lie, en medio de esta controversia de la Guerra Fría. En
sus memorias, deja muy claro que no era un observador objetivo. Sus
capítulos sobre la guerra de Corea muestran un anticomunismo por

8 Joseph C. Goulden: Korea: The Untoid Story of the War. New York, 1982, p. 64.
9 New York Times, 26 de junio de 1950.
10 Ibíd., 1º. de octubre de 1950, p. 4.
11 Goulden, pp. 87-88; Stone, pp. 75 y 77.
12 Para un mayor análisis de la tendencia de la ONU en ese momento ver Jon Halliday: “The United

Nations and Korea”, en Frank Baldwin, ed.: Without Parallel: The American- Korean Relationship Since
1945. New York, 1974, pp. 109-142.
5. Corea 1945-1953 81

completo asimilado, y revelan su manipulación del asunto.13 En 1949, tal


como se descubrió luego, Lie había entrado en un acuerdo secreto con el
Departamento de Estado norteamericano para despedir de la ONU a.
individuos a quienes Washington consideraba con inclinaciones políticas
cuestionables.14
La adopción de estas resoluciones por el Consejo de Seguridad se hizo
posible sólo porque la URSS estuvo ausente durante los procedimientos a
causa de su retirada de la ONU ante la negativa de esta de sentar a China
comunista en el escaño ocupado por Taiwán. Si los rusos hubieran estado
presentes, habrían vetado sin duda las resoluciones. Su ausencia ha
planteado siempre un difícil problema para aquellos que insisten en que
los rusos estaban detrás de la invasión norcoreana. Una de las
explicaciones más comunes es que los rusos, tal como expresara un
memorándum de la CIA, deseaban “desafiar a los EE.UU. en específico y
comprobar la firmeza de la resistencia norteamericana a la expansión
comunista”.15 En lo que a esto respecta, durante toda la existencia de la
URSS, este mismo análisis fue propuesto por los políticos norteamericanos
ante cada enfrentamiento entre EE.UU. y la izquierda en cualquier parte
del mundo, tanto antes como después de Corea. Parecería que la
comprobación deseada por los soviéticos tuvo una duración
extraordinaria y uno tiene que preguntarse por qué nunca llegaban a una
conclusión.
“El toque final [escribió I. F. Stone] era hacer que las fuerzas de las
‘Naciones Unidas’ se subordinaran a MacArthur, sin que MacArthur
quedase subordinado a las Naciones Unidas. Esto se logró en la resolución
del 7 de julio presentada de forma conjunta por Gran Bretaña y Francia.
Se suponía que se había establecido un Comando de Naciones Unidas. En
la realidad no era nada de eso”. 16
La resolución recomendaba que “todos los miembros que faciliten
fuerzas militares y otras formas de ayuda [...] las pongan a disposición del
mando unificado bajo los Estados Unidos”. (Subrayado del autor.) Más
adelante solicitaba que “Estados Unidos fuese designado comandante de
dichas fuerzas”.17 Este era el indiscutible MacArthur.
Iba a ser un espectáculo norteamericano. El personal militar de
dieciséis países tomó parte de una forma u otra pero —con excepción de

13 Trygve Lie: In the Cause of Peace. New York, 1954, capítulos 18 y 19.
14 Shirley Hazzard: Countenance of the Truth: The United Nations and the Waidheim Case. New
York, 1990, pp. 13-22. En la p. 389 de su libro, Lie plantea que fue él quien inició esta práctica.
15 Memorándum de la CIA del 28 de junio de 1950, en Deciassified Documents Reference System.

Arlington, Virginia. Volumen Retrospectivo, documento 33C.


16 Stone, pp. 77-78.
17 El texto completo de la Resolución del Consejo de Seguridad del 7 de julio de 1950 puede

encontrarse en el New York Times, 8 de julio de 1950, p. 4.


5. Corea 1945-1953 82

los sudcoreanos— había pocas dudas acerca de su verdadero status y


funciones. Eisenhower escribió más tarde en sus memorias que cuando él
estaba considerando la intervención norteamericana en Vietnam en 1954,
también como parte de una “coalición”, tuvo que reconocer que el peso
de la operación caería sobre EE.UU. pero “las fuerzas simbólicas
proporcionadas por estas otras naciones, como en Corea, darían respaldo
moral a una empresa que de otra forma parecería una muestra brutal de
imperialismo”.18 (Subrayado del autor.)

La guerra, que fue brutal, se llevó a cabo en apariencia para defender


al régimen de Rhee. Aparte de los libros publicados por varios gobiernos
sudcoreanos, es difícil, encontrar una palabra amable hacia el hombre que
EE.UU. trajo de vuelta a Corea en 1945, después de décadas de exilio en
Norteamérica durante la ocupación japonesa de su país. Tras llegar a
Corea en uno de los aviones de MacArthur, Rhee fue pronto elevado a una
posición prominente de autoridad por el gobierno militar norteamericano
en el país. Durante este proceso, los funcionarios estadounidenses
tuvieron que suprimir un gobierno provisional, el de la República Popular
de Corea (RPC), que fue resultado de un grupo de comités de gobernación
regionales establecidos por coreanos destacados, los cuales habían
comenzado a desarrollar tareas administrativas tales como la distribución
de la comida y el mantenimiento del orden. La RPC ofreció sus servicios a
los norteamericanos, pero fue echada a un lado.
A pesar de las resonancias comunistas de su nombre, esta RPC incluía
un buen número de conservadores; incluso se le dio al mismo Rhee el
liderazgo. Este, junto a los otros conservadores, la mayoría de los cuales
se hallaban fuera del país cuando fueron elegidos, no aceptó complacido
este honor porque la RPC, vista en conjunto, era demasiado de izquierda
para su gusto, como opinaban también los altos directivos del gobierno
militar norteamericano. Pero tras treinta y cinco años de ocupación
japonesa, cualquier grupo o gobierno que tratase de deshacer los efectos
del colonialismo tenía por obligación un toque revolucionario. En Corea
los conservadores habían colaborado con los japoneses; en cambio los
nacionalistas y los de izquierda habían luchado contra ellos; la
composición de la RPC reflejaba esto necesariamente y no había duda de
que tenía un carácter más popular que cualquier otra agrupación
política.19

18 Dwight Eisenhower: The White House Years: Mándate for Change 1953-1956. New York, 1963,

p. 340.
19 Para un análisis sobre la política de postguerra en Corea del Sur ver:

a) Bruce Cumings: The Origins of the Korean War: Liberation and the Emergence of Sepárate
Regimes, 1945-1947. Princeton University Press, New Jersey, 1981, passim.
5. Corea 1945-1953 83

Cualesquiera que fuesen las inclinaciones o intenciones políticas de la


RPC, al negarles toda “autoridad o status”, 20 el gobierno militar estaba
regulando la vida política coreana como si se tratara de un enemigo
derrotado y no de una nación amiga liberada del enemigo común y con
derecho a la independencia y autodeterminación.
La significación de apartar a la RPC iba más allá incluso. John Gunther,
a quien difícilmente se puede considerar radical, resumió la situación de
esta forma: “De modo que se desperdició la primera —y mejor—
oportunidad de construir una Corea unida”. 21 Y Alfred Crolls, un integrante
del gobierno militar, escribió: “Un factor potencial de unificación se
convirtió de esta manera en uno de los cincuenta y cuatro grupúsculos de
la vida política sudcoreana”.22
Syngmán Rhee sería el hombre de Washington: decididamente pro
norteamericano, furiosamente anticomunista y suficientemente
controlable. Su régimen favoreció a los terratenientes, los colaboradores,
los ricos y los conservadores en general. Crofts ha señalado que “antes de
los desembarcos norteamericanos, no había una derecha política,
asociada en el pensamiento popular al dominio colonial; pero en poco
tiempo auspiciaríamos al menos tres facciones conservadoras”. 23
En el deseo de promover la libre empresa, el gobierno militar vendió
grandes propiedades japonesas confiscadas, casas, negocios, materias
primas industriales y otros valores. Los que pudieron adquirirlos fueron los
colaboradores, enriquecidos bajo los japoneses, y otros aprovechados.
“Con la mitad de los bienes de la nación en venta ‘al mejor postor’, la
desmoralización fue rápida”.24
Mientras los rusos llevaban a cabo una cuidadosa limpieza de los
colaboradores en Corea del Norte, el gobierno militar norteamericano en
el Sur les permitió —y al principio también a los japoneses mismos—
retener posiciones de administración y autoridad, para gran consternación
de los coreanos que habían peleado por liberarse de la ocupación. En

b) E. Grant Meade: American Miiítary Government in Korea. King’s Crown Press, Columbia
University, New York, 1951, capítulos 3 al 5.
c) George M. McCune: Korea Today. Institute of Pacific Relations, New York, 1950, passim, pp. 46-
50 sobre la RPC. El profesor McCune trabajó con el Gobierno norteamericano sobre asuntos coreanos
durante la Segunda Guerra Mundial.
d) D. F. Fleming: The Cold War and its Origins 1917-1960. Doubleday & Co., New York, 1961, pp.
589-597.
e) Alfred Crofts: “The Case of Korea: Our Falling Ramparts”, en The Nation, New York, 25 de junio
de 1960, pp. 544-548. Crofts era miembro del gobierno militar norteamericano en Corea a partir de
1945.
20 Crofts, p. 545.
21 Gunther, p. 165.
22 Crofts, p. 545.
23 Ibíd.
24 Ibíd., p. 546.
5. Corea 1945-1953 84

cierta medida, estas personas fueron mantenidas en sus puestos porque


tenían experiencia en ellos y garantizaban que el país siguiera
funcionando. Otra razón ha sido sugerida: evitar que la RPC asumiera el
poder25
Y mientras el Norte llevó a cabo en breve una amplia y efectiva reforma
agraria y concedió igualdad, al menos en la forma, a la mujer, el régimen
de Rhee se mantuvo hostil a estas ideas. Dos años después, decretó una
medida de reforma agraria, pero aplicable sólo a las antiguas propiedades
japonesas. Una ley en 1949 que incluía otras posesiones no fue ejecutada
nunca y el abuso de los terratenientes se mantuvo por los métodos
antiguos y por otros nuevos. 26
El resentimiento popular contra la administración EE.UU./Rhee creció
debido a estas políticas al igual que por la eliminación de la RPC y algunas
elecciones muy cuestionables. Tanto se resistía Rhee a permitir una
elección honesta que a principios de 1950 esto se había convertido en
motivo de bochorno para EE.UU., y funcionarios de Washington
amenazaron con cortar la ayuda si no las llevaba a cabo y si no mejoraba
la situación de las libertades civiles. Al parecer debido a estas presiones,
se efectuaron las elecciones del 30 de mayo con la suficiente honestidad
para permitir la participación de elementos “moderados” y, tal como
dijimos, el gobierno de Rhee fue repudiado a las claras.27
El resentimiento se manifestó en forma de frecuentes rebeliones,
incluida la lucha de guerrillas en las montañas desde 1946 hasta el inicio
de la guerra, e incluso durante la guerra misma. Las rebeliones fueron
desatendidas por el Gobierno y vistas como “inspiradas por los
comunistas” y se limitó a reprimirlas pues, como observó John Gunther:
“Puede afirmarse que a los ojos de Hodge [el comandante de las fuerzas
norteamericanas en Corea] y Rhee, sobre todo al principio, casi todo
coreano que no fuese de extrema derecha era un comunista y un traidor
en potencia”.28
El general Hodge permitió evidentemente que las tropas de EE.UU.
tomaran parte en la represión. Mark Gayn, corresponsal del Chicago Sun
en Corea, escribió que los soldados norteamericanos “disparaban sobre

25 Sobre los colaboradores ver Cumings, pp. 152-156; Meade, p. 61; McCune, p. 51; y en otras

partes de estas fuentes, al igual que en Fleming y Crofts. Los japoneses y sus colaboradores retuvieron
sus posiciones para bloquear a la RPC, ver Cumings, pp. 138- 139.
26 McCune, pp. 83-84, 129-139, 201-209.
27 Sobre las elecciones de 1946 ver Mark Gayn: Japan Diary. New York, 1948, p. 398; sobre la

elección de 1948 ver Crofts, p. 546; Halliday, pp. 117-122; sobre las elecciones de 1952 y el aviso de
EE.UU. ver Fleming, p. 594. Para un análisis de la forma en que Rhee impidió una elección honesta en
1952 y más adelante, así como sobre su tiránico gobierno, ver William J. Lederer: A Nation of Sheep.
\N\N. Norton & Co., New York, 1961, capítulo 4.
28 Gunther, pp. 166-167.
5. Corea 1945-1953 85

las multitudes, realizaban arrestos masivos, peinaban las montañas en


busca de sospechosos y organizaban pelotones de derechistas coreanos,
alguaciles y policías para efectuar redadas masivas”29 Gayn relató que uno
de los asesores políticos de Hodge le había asegurado que Rhee no era un
fascista: “Él está dos siglos más atrás que el fascismo: es un puro
Borbón”.30
Al describir la campaña antiguerrillera del Gobierno en 1948, el pro
occidental estudioso de ciencias políticas John Kie-Chiang Oh, de
Marquette University, escribió: “En estas campañas con frecuencia se
ignoraron las libertades civiles de incontables personas. A menudo
aldeanos indefensos, sospechosos de ayudar a los guerrilleros, eran
ejecutados sumariamente”.31
Un año después, cuando un comité de la Asamblea Nacional inició una
investigación sobre los colaboradores, Rhee y su policía irrumpieron en la
Asamblea: fueron arrestadas 22 personas, de las cuales se supo luego que
16 presentaron costillas rotas, golpes en la cabeza o tímpanos
perforados.32
Al comenzar la guerra en junio de 1950, se estimaban en catorce mil
los prisioneros políticos en las cárceles sudcoreanas. 33 Incluso durante el
período más intenso de la guerra, en febrero de 1951, según reportó el
profesor Oh, se produjo el “incidente de Koch’ang”, una vez más
relacionado con la sospecha de la ayuda a los guerrilleros, “en el cual cerca
de seiscientos hombres y mujeres, viejos y jóvenes, fueron conducidos a
un estrecho valle y asesinados con ametralladoras por una unidad del
ejército sudcoreano”.34

En todo el transcurso de la guerra, una continua andanada de


acusaciones fue arrojada de un lado hacia el otro, siempre acusando al
enemigo de todo tipo de barbarie y atrocidades, lo mismo contra las
tropas en el combate, contra los prisioneros capturados o contra los civiles
en cualquier parte del territorio (pues cada lado ocupó el territorio del otro
en momentos diferentes), en el intento de sepultar al otro en una guerra
verbal de superlativos, casi tan activa como la de las balas. En EE.UU. esto
motivó todo un conjunto de mitos populares, como los que surgieron de

29 Gayn, p. 388.
30 Ibíd., p. 352.
31 John Kie-Chiang Oh: Korea: Democracy on Tríal. Cornell University Press, Ithaca, New York, 1968,

p. 35.
32 The Nation, New York. 13 de agosto de 1949, p. 152.
33 Gunther, p. 171.
34 Oh, p. 206; ver también el New York Times, 11 de abril de 1951, p. 4 para un relato de la masacré

de entre 500 y 1.000 personas en marzo en el mismo lugar, lo que parece estar referido al mismo
incidente.
5. Corea 1945-1953 86

otros conflictos bélicos que contaron también con amplio apoyo popular.
(En contraste, durante la guerra de Vietnam la tendencia al florecimiento
de los mitos fue contrarrestada de manera regular por protestantes
instruidos que investigaron cuidadosamente los orígenes de la guerra,
monitorearon su desarrollo y dieron a conocer estudios que discrepaban
con fuerza de las versiones oficiales, con lo que llegaron a influir en los
medios masivos para hacer lo mismo.)
Había consenso, por ejemplo, en que la brutalidad de la guerra era
responsabilidad absoluta de los norcoreanos. El incidente de Koch’ang
antes mencionad o debería haber servido para cuestionar esta creencia.
Con respecto al mismo observó el estudioso británico Jon Halliday:
Este hecho no sólo sirve para indicar el nivel de violencia política
empleado por parte de la ONU, sino que también hace plausibles las
acusaciones de RPDC [Corea del Norte] y de la oposición en el Sur sobre
las atrocidades y ejecuciones masivas de las fuerzas de la ONU y de las
oficialistas de Rhee durante la ocupación de la RPDC a fines de 19 50.
Después de todo, si los civiles pueden ser ametrallados en el Sur por ser
sospechosos de ayudar (ni siquiera por ver) a los guerrilleros, ¿qué pasaría
con el Norte, donde millones pudieran ser tomados por comunistas o
militantes políticos? autor.)35 (Subrayado del
El relato de Oh es apenas uno entre los numerosos informes de
matanzas llevadas a cabo por los sudcoreanos contra su propio pueblo
durante la guerra. El New York Times reportó una “oleada de ejecuciones
del Gobierno [sudcoreano] en Seúl” en diciembre de 1950. 36 René
Cutforth, corresponsal de la BBC en Corea, escribió más tarde sobre “los
fusilamientos de civiles sin juicio alguno, designados por la policía como
‘comunistas’. Las ejecuciones tenían lugar por lo general al amanecer, en
cualquier terreno abandonado donde se pudiese cavar una zanja y alinear
frente a ella a un grupo de prisioneros”. 37 Y Gregory Henderson, un
diplomático norteamericano que permaneció siete años en Corea entre
1940 y 1950, declaró que “probablemente más de cien mil fueron
ejecutados sin juicio o cosa que se pareciera” por las fuerzas de Rhee en
el Sur durante la guerra.38 Después de algunas de estas masacres de civiles
en el Sur, el gobierno de Rhee haría declaraciones atribuyéndolas a tropas
del Norte.
Una forma en la que EE.UU. contribuyó de manera directa a la

35 Jon Halliday: “The Political Background”, en Gavan McCormack y Mark Selden, eds.: Korea.

North and South: The Deepening Crisis. New York, 1978, p. 56.
36 New York Times, 11 de abril de 1951, p. 4.
37 René Cutforth: “On the Korean War”, en The Listener (publicación de la BBC), Londres, 11 de

septiembre de 1969, p. 343.


38 Gregory Henderson: Korea: The Politics of the Vortex. Harvard University Press, Cambridge,

Massachusetts, 1968, p. 167.


5. Corea 1945-1953 87

brutalidad de la guerra fue la de introducir un arma que, aunque había


sido usada en la última etapa de la Segunda Guerra Mundial y en Grecia,
era nueva para todos los observadores y participantes en Corea. Se trataba
del napalm. He aquí una descripción de sus efectos dada por el New York
Times.
Bombas de napalm cayeron sobre la aldea tres o cuatro días atrás
cuando los chinos estaban conteniendo el avance y no se enterró a los
muertos en ninguna parte porque no quedó nadie vivo para hacerlo [...]
Los habitantes a través de todo el poblado y los campos fueron alcanzados
y murieron en las mismas posturas en las que los sorprendió el napalm —
un hombre a punto de montar su bicicleta, cincuenta niños y niñas jugando
en un orfanato, una mujer extrañamente intacta sostenía en su mano una
página arrancada de un catálogo de Sears-Roebuck con la orden Nº 3-8-
11-294 para un “encantador sobrecama color coral” de $2.98 marcada a
lápiz. Debía haber al menos doscientos muertos en el diminuto caserío. 39
Estados Unidos también pudo haber utilizado guerra bacteriológica
contra Corea del Norte y China, como ya vimos en el capítulo dedicado a
este último país.
Al mismo tiempo, la CIA perseguía, según se informaba, a un individuo
en particular: el líder norcoreano Kim ll-Sung. Washington envió a un indio
cheroqui, cuyo nombre en clave era Búfalo, a Hans V. Tofte, el oficial de la
CIA radicado en Japón, una vez que Búfalo aceptó asesinar a Kim ll-Sung.
Búfalo debía recibir una enorme recompensa si lo lograba. Es obvio que
no lo hizo y no se supo nada más acerca del incidente.40

Otra creencia extendida en EE.UU. durante la guerra fue que los


prisioneros norteamericanos en los campamentos norcoreanos estaban
muriendo como moscas a causa de la crueldad y maltratos de los
comunistas. Las llamas de este asunto tan emotivo estaban siendo
inflamadas por la tendencia de los funcionarios estadounidenses a
exagerar las cifras. Por ejemplo, durante noviembre de 1951 —mucho
antes del fin de la guerra—, los anuncios de los militares norteamericanos
hablaban de entre cinco mil y ocho mil prisioneros de guerra muertos. 41
Sin embargo, un estudio exhaustivo realizado por el ejército después de la
guerra reveló que el total de prisioneros muertos fue 2.730, de los 7.190
que pasaron por los campos norcoreanos. (Un número no precisado fue
ejecutado en el propio lugar donde fueron apresados debido a los
inconvenientes de lidiar con ellos en medio del combate, una práctica
realizada por ambas partes.)

39 New York Times, 9 de febrero de 1951, George Barrett.


40 Goulden, pp. 471-472. Esta información se deriva de la entrevista a Tofte por Goulden.
41 New York Times, 27 de noviembre de 1951, p. 4.
5. Corea 1945-1953 88

El estudio concluía que “había evidencia de que el alto nivel de muertes


no se debía de manera primordial al maltrato de los comunistas [...] sino
que podía achacarse en gran medida a la ignorancia e insensibilidad de los
propios prisioneros”.42 En este caso “insensibilidad” se refiere a la falla de
moral y espíritu colectivo. Aunque no es mencionado en el estudio, los
norcoreanos declararon en varias ocasiones que muchos prisioneros de
guerra norteamericanos murieron a causa de los grandes bombardeos
estadounidenses.
El estudio no podía acercarse siquiera, por supuesto, a los terroríficos
titulares desplegados ante el mundo occidental durante tres años.
También se silenció el hecho de que muchos más detenidos comunistas
habían muerto en los campamentos sudcoreanos estadounidenses —a
mediados de la guerra la cifra oficial era de 6.600—, 43 y que cuestos
campamentos habían sido recluidos muchos más prisioneros que en el
Norte.
El público norteamericano estaba también convencido, y
probablemente todavía lo está, de que en Corea del Norte y China habían
“lavado el cerebro” a los soldados estadounidenses. Esta historia surge
para explicar el hecho de que 50% de los prisioneros norteamericanos
habían colaborado con el enemigo de una manera u otra y “uno de cada
siete, o más de 13%, era culpable de colaboración estrecha —escribir
folletos desleales [...] o aceptar ser espía u organizador para los
comunistas después de la guerra”. 44 Otra razón por la cual Washington
promovía la historia del lavado de cerebro era la de aumentar la
posibilidad de que no se creyera en las declaraciones de los prisioneros
que regresaban, las cuales entraban en contradicción con las versiones
oficiales.
En palabras del psiquiatra de la Universidad de Yale, Robert J. Lifton, el
lavado de cerebro era considerado popularmente como “un método
todopoderoso, irresistible, inexplicable y mágico para alcanzar el control
total sobre la mente humana”.45 Aunque la CIA experimentó, a partir de

42 Eugene Kinkead: Why They Collaborated. Londres. 1960, p. 17; publicado en EE.UU. en 1959 con

ligeras diferencias bajo el título in Every War But One. El estudio del Ejército no estaba comprendido
en un solo volumen, sino disperso en un número de informes separados. El libro de Kinkead, escrito
con la total cooperación del Ejército está compuesto por un resumen de algunos de esos informes, y
de entrevistas con numerosos funcionarios militares y del Gobierno que estuvieron directamente
involucrados o tenían conocimiento sobre el estudio o el lema. Para hacerlo más sencillo me he
referido al libro como si se tratara del estudio mismo. Debe reconocérsele al Ejército que no mantuvo
en secreto la mayor parte de los resultados del estudio; sin embargo, el mismo contiene algunas frases
anticomunistas de las más grotescas, tales como: la mentira se castiga en China con la muerte; los
comunistas viven toda su vida como animales, etc. (pp. 190, 193).
43 Keesings Contemporary Archives. 5 al 12 de enero de 1952, p. 11931, un anuncio emitido el 31

de diciembre de 1951 por la oficina principal del general Ridgeway.


44 Kinkead, p. 34.
45 Robert J. Lifton: Thought Reform and the Psychology of Totaiism: A Study of “Brainwashing”in
5. Corea 1945-1953 89

los años 50, cómo desarrollar una magia semejante, ni ellos ni los
norcoreanos ni los chinos fueron nunca capaces de ella. La Agencia
comenzó sus experimentos de “control del comportamiento”, o “control
mental”, en sujetos humanos (probablemente en sospechosos de ser
dobles agentes), usando drogas e hipnosis en Japón en julio de 1950, poco
después del inicio de la guerra de Corea. En octubre al parecer utilizaron a
prisioneros norcoreanos en estas pruebas.46 En 1975, un psicólogo de la
Marina de EE.UU., el comandante Thomas Narut, reveló que parte de su
trabajo era establecer la forma de inducir al personal en servicio que por
naturaleza no se inclinara a matar, para que lo hiciese bajo ciertas
condiciones. Se refirió a estos hombres con los términos “matones” y
“asesinos”, Narut añadió que se habían liberado a asesinos convictos de
prisiones militares para convertirlos en malones.47
El lavado de cerebro, decía el estudio del ejército, “se ha convertido en
una frase común, utilizada para tantas cosas que ya no tiene un significado
preciso” y “un significado preciso es necesario en este caso”.48
Los prisioneros, en la medida en que han podido descubrirlo los
psiquiatras militares, no fueron sometidos a nada que pudiera llamarse
lavado de cerebro con propiedad. De hecho, el tratamiento comunista a
los prisioneros, aunque no se acercaba a cumplir los requerimientos de la
Convención de Ginebra, rara vez implicaba la crueldad directa, sino que
era una mezcla muy original de flexibilidad y presiones [...] Los comunistas
rara vez utilizaban la tortura física [...] y el ejército no ha encontrado un
solo caso verificable en el cual fuese usada para obligar a alguien a
colaborar o a aceptar sus convicciones.49

De acuerdo con este estudio, sin embargo, algunos aviadores


norteamericanos, de los cerca de noventa capturados, fueron sometidos
a abusos físicos para que confesasen acerca de la guerra biológica. Esto
podría reflejar o bien el gran resentimiento provocado entre los
comunistas por el uso de tales armas, o la necesidad de mostrar pruebas
que corroboraran una acusación cuestionable.
También los prisioneros norteamericanos eran adoctrinados
políticamente por sus carceleros. El informe del ejército lo presentó de
esta forma:

China. Londres, 1961, p. 4.


46 John Marks: The Search for the Manchurian Candidate: The CIA and Mind Control. New York.

1988, p. 25; basado en documentos de la CIA.


47 Sunday Times. Londres. 6 de julio de 1975, p. 1. Narut trabajaba en ese momento en un hospital

naval norteamericano en Nápoles, Italia, y había hecho sus comentarios en una conferencia auspiciada
por la OTAN en Oslo, Noruega, una semana antes.
48 Kinkead, p. 31.
49 Ibíd., pp. 17. 34.
5. Corea 1945-1953 90

En las charlas de adoctrinamiento, los comunistas con frecuencia


desplegaban mapamundis donde mostraban nuestras bases militares,
cuyos nombres eran, por supuesto, conocidos por los prisioneros. “¿Ven
estas bases?”, decía el instructor, señalándolas con un puntero. “Son
norteamericanas, llenas de material de guerra. Ustedes saben que son
norteamericanas. Y pueden ver que están rodeando a Rusia y China. Rusia
y China no tienen ni una base fuera de su propio territorio. Así está claro
quién es el que trafica con la guerra. ¿Tendría Norteamérica estas bases y
gastaría millones para mantenerlas si no estuviera preparando la guerra
contra Rusia y China?” Este argumento parecía lógico a muchos de los
prisioneros. En general no tenían ideas de que estas bases demostraran el
deseo de EE.UU. de hacer la guerra, sino su deseo de paz, que habían sido
creadas como parte de una serie de tratados dirigidos no a la conquista,
sino a contener la agresión roja.50
Los comunistas chinos, por supuesto, no inventaron esta práctica.
Durante la guerra civil norteamericana, tanto los prisioneros del Norte
como del Sur fueron adoctrinados sobre los respectivos méritos de ambas
partes. Y en la Segunda Guerra Mundial se impartieron “cursos de
democratización” en los campamentos estadounidenses y británicos para
sus prisioneros alemanes, y aquellos que se reformaban recibían
privilegios. Además, el Ejército de EE.UU. afirmaba orgulloso que los
prisioneros comunistas durante la guerra en Corea habían sido enseñados
“sobre los valores de la democracia” en los campamentos
norteamericanos.51

La anunciada agresión china se produjo unos cuatro meses después de


haber comenzado la guerra en Corea. Los chinos entraron en la contienda
después de que los aviones norteamericanos violaron su espacio en
numerosas ocasiones, bombardearon y ametrallaron su territorio varias
veces (siempre “por error”), cuando se pusieron en peligro las
hidroeléctricas norcoreanas que eran vitales para la industria china, y
cuando las fuerzas estadounidenses y sudcoreanas habían llegado hasta el
río Yalu, que marca la frontera con China, o estaban a pocas millas de él
en varios puntos.
La pregunta que debe hacerse es: ¿cuánto tiempo esperaría EE.UU.
para entrar en una guerra que se estuviera desarrollando en México por
parte de una potencia comunista, que hubiese ametrallado las ciudades
fronterizas de Texas, estuviera movilizada a lo largo del Río Grande y fuera
dirigida por un general que amenazara con combatir también contra

50 Ibíd., pp. 105-106.


51 Ibíd., p. 197.
5. Corea 1945-1953 91

Estados Unidos?

La supremacía aérea norteamericana en Corea era temible. Como


ocurriría en Vietnam, su uso fue destinado al bombardeo de napalm, la
destrucción de aldeas “sospechosas de ayudar al enemigo”, bombardeo
de ciudades con el fin de no dejar instalaciones útilizables, demolición de
represas y diques para dañar el sistema de irrigación, destruir las cosechas
de arroz... y en acciones referidas como “política de tierra arrasada”,
“bombardeo de saturación” y “operación muerte”.52
“Puedes dar a esas aldeas el beso de despedida”, exclamó el capitán
Everett L. Hundley, de Kansas City, después de una incursión aérea. 53
“Yo diría que toda la península coreana, toda, es una espantosa ruina”,
testificó el mayor general Emmett O’Donnell ante el Senado un año
después de la guerra. “Todo ha sido destruido. No queda en pie nada digno
de ser nombrado”.54
Y he aquí las palabras de la venerable guía militar británica Brasseys
Annuaten la edición correspondiente a 1951:
No es exagerado afirmar que Corea del Sur no existe más como país.
Sus pueblos han sido destruidos, la mayoría de sus medios de vida
erradicados, y su gente reducida a una masa sombría que depende de la
caridad y está expuesta a influencias subversivas. Cuando termine la
guerra no puede esperarse gratitud de los sudcoreanos, pero debe tenerse
la esperanza de que se haya aprendido la lección de que destruir para
liberar es peor que inútil. En verdad, Europa occidental no debía haber
aceptado nunca ese tipo de “liberación”.55
Lo peor de los bombardeos estaba por llegar. Comenzó en el verano de
1952 y fue la manera en la que Washington trató de ponerse en una
posición más ventajosa para negociar en las discusiones con los
comunistas sobre una tregua; estas conversaciones se habían desarrollado
a lo largo de todo un año mientras las batallas eran incesantes. Las largas
y difíciles negociaciones dieron lugar a otra extendida creencia occidental:
la intransigencia, duplicidad y falta de verdaderas intenciones de paz de
los comunistas eran lo que frustraba las conversaciones y prolongaba la
guerra.
Este es un capítulo largo y enrevesado de la historia de la guerra en

52 Para una descripción concisa del “bombardeo aterrorizante” de 1952-1953, ver John- Gittins:

“Talks, Bombs and Germs: Another Look at the Korean War”, en Journal of Contemporary Asia, Vol. 5.
Nº 2. Londres, 1975, pp. 212-216.
53 Comunicado de la Fuerza Aérea. 2 de febrero de 1951, citado por Stone, p. 259.
54 Military Situation in the Far East, audiencias ante los comités del Senado sobre Servicios

Armados y Relaciones Exteriores. 25 de junio de 1951, p. 3075.


55 Louis Heren: “The Korean Scene”, en contraalmirante H. G. Thursfield, ed., Brasseys Animal: The

Armed Forces Year-Book 1951. Londres 1951, p. 110.


5. Corea 1945-1953 92

Corea, pero no hay que ir muy lejos para descubrir el soslayado hecho de
que la parte anticomunista también ponía muchos obstáculos. Syngman
Rhee, por ejemplo, se oponía tanto a cualquier propuesta que no fuese la
victoria total del Sur, que la administración de Truman y la de Eisenhower
llegaron a diseñar planes para derrocarlo; 56 lo cual no indica que los
negociadores americanos lo hicieran con la mejor buena fe. Lo último que
deseaban era ser acusados de haber permitido a los comunistas burlarse
de ellos. De este modo se pudo leer en el New York Times en noviembre
de 1951:
La forma cruda en que al parecer un creciente número de ellos
[soldados norteamericanos en Corea] ve la situación ahora es que los
comunistas han hecho concesiones importantes, mientras que el
comando de Naciones Unidas, en su opinión, continúa pidiendo más y más
[...] El equipo de Naciones Unidas que discute la tregua ha creado la
impresión de que cambian de exigencia en cuanto los comunistas indican
que podrían estar de acuerdo con ella.57
En un momento dado de este mismo período, cuando los comunistas
propusieron que hubiera un cese al fuego y una retirada de las tropas de
la línea de combate mientras se llevaran a cabo las negociaciones, el
comando de la ONU reaccionó casi como si se tratara de un acto engañoso
y beligerante. “El planteamiento de hoy de los comunistas [decía el
anuncio del comando de la ONU] fue prácticamente una renuncia de su
posición anterior de que las hostilidades debían continuar durante las
conversaciones para el armisticio”. 58
Hubo una vez en que Estados Unidos llevó a cabo una guerra civil en la
que el Norte intentó unificar por la fuerza de las armas el país dividido.
¿Acaso Corea o China o alguna otra potencia extranjera envió un ejército
para masacrar norteamericanos acusando a Lincoln de agresor? ¿Por qué
EE.UU. decidió desarrollar una guerra a gran escala en Corea? Sólo un año
antes, en 1949, en la contienda árabe-israelí en Palestina y en la guerra
entre India y Pakistán por la posesión de Cachemira, la ONU, con apoyo
norteamericano, había intervenido para mediaren un armisticio, no para
enviar un ejército a tomar parte y expandir la lucha. Y ambos conflictos
eran de naturaleza menos adecuada al concepto de guerra civil interna
que el de Corea. Si la reacción de EE.UU. y la ONU hubiera sido la misma
en estos casos previos, Palestina y Cachemira podrían haber terminado
convertidos en la tierra arrasada que fue el destino de Corea. Lo que los
salvó, lo que mantuvo a las fuerzas armadas norteamericanas fuera, no

56 San Francisco Chronicle, 15 de diciembre de 1977, p. 11, basado en documentos desclasificados


bajo la Ley de Libertad de Información.
57 New York Times, 12 de noviembre de 1951, p. 3.
58 Ibíd., 14 de noviembre de 1951, p. 1.
5. Corea 1945-1953 93

fue otra cosa que la ausencia de comunistas en un lado del conflicto.


6. Albania 1949-1953 94

6. ALBANIA 1949-1953
El correcto espía inglés
“El planear y sabotear simultáneamente esta desdichada empresa
debe haber sido una terrible prueba para su energía e ingenuidad”,
escribió uno de los biógrafos de Kim Philby. 1 La empresa fue el intento
clandestino, a partir de 1949, por parte de Gran Bretaña y EE.UU. para
derrocar al régimen pro soviético de Enver Hoxha mediante la incitación
de levantamientos de guerrillas.
Este intento terminó en un desastre, en parte a causa de que los rusos
habían sido alertados al parecer por Philby, el correcto inglés que había
asistido a todas las escuelas de derecha y penetró los niveles más altos de
la inteligencia británica y norteamericana, a pesar de ser un espía soviético
desde los veintiún años.
Philby se había trasladado a Washington un año antes para actuar
como contacto entre el Servicio de Inteligencia Secreta Británica (SIS) y la
CIA. En esta función sirvió como codirector del equipo SIS-CIA que se
dedicó a planear la operación en Albania. Se había escogido este país
porque se le consideraba el más vulnerable entre los estados socialistas,
el más débil y pequeño, sin frontera común con la URSS, aislado entre una
Grecia bajo control estadounidense y una Yugoslavia que había renegado
del bloque soviético. Además, un acuerdo reciente entre la URSS y Albania
establecía la entrega de ayuda a esta última a cambio de darles derecho a
los soviéticos para construir una base de submarinos con acceso directo al
Mediterráneo.2 Según las reglas y la lógica de los directivos de la Guerra
Fría, este era un movimiento que EE.UU. estaba obligado a impedir.
El equipo comenzó por reclutar emigrados albaneses que estaban
viviendo en Italia, Grecia y otras partes. Recibieron un entrenamiento
militar básico, con un toque de tácticas de guerra de guerrillas, en
locaciones de la isla inglesa de Malta, en el Mediterráneo; en la zona
ocupada por EE.UU., en Alemania occidental, y, en menor medida, en la
propia Inglaterra. 3 “Siempre que deseamos llevar la subversión a algún

1 Douglas Sutherland: The Fourth Man. Londres, 1980, p. 88.


2 Thomas Powers: The Man Who Kept the Secrets: Richard Helms and the CIA. New York, 1979, p.
54.
3
Nicholas Bethell: The Great Betraval: The Untold Story of Kim Philby’s Biggest Coup. Londres
1984, passim. Ofrece el análisis más detallado sobre el reclutamiento, entrenamiento y destino de los
emigrados: fue publicada en New York en 1984 con el título de Betrayed. Ver también Buree Page,
David Leitch y Philip Knightly: The Philby Conspiracy. New York, 1968, pp. 196-203.
6. Albania 1949-1953 95

lugar, encontramos que los británicos poseen una isla en las


proximidades”, le confió Frank Wisner, jefe de operaciones encubiertas de
la CIA, a Philby.4
De manera intermitente, por cerca de tres años y medio, los emigrados
fueron devueltos a su tierra: infiltrándolos a través de las montañas de
Grecia, en paracaídas desde aviones que despegaban de las bases en
Europa occidental, o entrándolos por mar desde Italia. Aviones y globos
norteamericanos dejaban caer volantes con propaganda y regalos:
productos de gran escasez en Albania como harina, agujas y máquinas de
afeitar, todo con etiquetas que proclamaban que los enviaba el Frente de
Liberación Nacional Albanés5 —otra forma del sutil toque “comercial” que
la CIA, surgida y desarrollada en Norteamérica, llevó a tantas de sus
operaciones.
En líneas generales el plan, o la esperanza, era que los guerrilleros
llegaran a sus antiguas regiones y promovieran allí la agitación y los
sentimientos anticomunistas, al punto de producir revueltas. Debían
distribuir propaganda, obtener información militar, política y económica,
realizar sabotajes, reclutar individuos, organizados en células y equiparlos.
Infiltraciones posteriores de hombres y materiales harían crecer estas
células hasta convertirlas en “centros de resistencia”. 6
El saber convencional de la Guerra Fría planteaba que las masas de
Europa del Este estaban a la espera de una chispa que prendiera la
rebelión por su libertad. Incluso si el caso era ese, la elección del método
de ignición era muy dudosa, pues entre los guerrilleros había muchos que
apoyaron la restauración de la monarquía en Albania en la persona del
reaccionario rey Zog, por entonces en el exilio, y otros que habían
colaborado con los fascistas italianos, o con los nazis, durante la
ocupación.
Es seguro que había algunos con inclinaciones democráticas y
republicanas entre los comités de emigrados, pero los documentos del
Departamento de Estado desclasificados más tarde revelan que el papel
fundamental en la formación de estos comités estuvo en manos de
prominentes colaboradores albaneses. Estos individuos eran
caracterizados por el Departamento de Estado como dueños de un
trasfondo político “algo variopinto”, y que “podían tarde o temprano
ocasionar dificultades a este gobierno”. Fueron admitidos en EE.UU. a
pesar de las objeciones del Departamento debido a “consideraciones de
inteligencia”. Uno de esos variopintos caballeros era Xhafer Deva, ministro
del Interior durante la ocupación italiana, quien había sido responsable de

4 Kim Philby: MySilent War. MacGibbon and Kee, Londres, 1968, p. 117.
5 E. Howard Hunt: Undercover: Memoirs of an American Secret Agent. Londres, 1975, p. 93.
6 Ver nota 3.
6. Albania 1949-1953 96

la deportación de “judíos, comunistas, guerrilleros y personas


sospechosas” a los campos de exterminio en Polonia (según figuraba en
un informe nazi capturado). 7
En nombre del Comité Nacional por una Albania Libre, fundado por la
CIA, una poderosa emisora clandestina comenzó a transmitir dentro del
país, llamando a liberar la nación de la URSS. A principios de 1951, varios
informes llegaron de Albania con noticias de resistencia organizada abierta
y revueltas. 8 Es imposible determinar hasta qué punto esto era
consecuencia de la infiltración y agitación occidental. En general, la
campaña tuvo pobres resultados. Se vio entorpecida por fallas logísticas, y
la triste realidad era que los habitantes de Albania no recibían a los
emigrados como liberadores, ya fuera por temor al duro régimen de Hoxha
o porque apoyaban más los cambios sociales que tenían lugar de lo que
confiaban en lo que los emigrados podían ofrecer.
Lo peor de todo era que las autoridades albanesas parecían conocer
por dónde llegarían las infiltraciones y cuándo. Kim Philby no era la única
fuente potencial de información. Los grupos albaneses estaban con
seguridad infiltrados también, y la charla descuidada de muchos
emigrados pudo haber contribuido al fiasco. Philby escribió con referencia
al hábito de los miembros del equipo SIS-CIA de burlarse de los albaneses:
“Incluso en los momentos más serios, nosotros los anglosajones no
podíamos olvidar que nuestros agentes apenas acababan de bajar de los
árboles”.9
Tan poco estricta era la seguridad, que el corresponsal del New York
Times Cyrus L. Sulzberger envió varios despachos desde el área del
Mediterráneo sobre la intervención que no necesitaban prácticamente de
lectura entre líneas.10 Los artículos no recibieron titulares llamativos y no
hubo comentarios públicos sobre ellos en Washington, ningún reportero
hizo alguna pregunta embarazosa a los funcionarios del Gobierno... vale
decir: “no sucedió” para los norteamericanos.
A pesar de un fracaso tras otro, y sin ninguna razón para esperar un
cambio en el futuro, la operación continuó hasta la primavera de 1953, y
ocasionó el apresamiento o la muerte de cientos de hombres. No se
trataba simplemente de la obsesión por cortar uno de los dedos de Stalin.
Se había invertido en ello prestigio profesional y carreras, se necesitaba un
éxito visible para “recuperar viejas pérdidas” y “justificar decisiones

7 Acerca de la trayectoria política de los emigrados ver New York Times. 20 de junio de 1982, p.

22; Bethell, passim. Christopher Simpson: Blowback: America s Recruitment of Nazis and its Effects on
the Cold War. New York, 1988, p. 123 (Xhafer Deva).
8 Radio station, unrest: New York Times, 31 March 1951, p. 5; 9 April 19:51, p. 1; 26 September

1951.
9 Philby, p. 118
10 New York 11 A, 27 March 1950; 9 April 1951, p. 1.
6. Albania 1949-1953 97

anteriores”. 11 Y los hombres que se perdían eran, después de todo,


albaneses, que no hablaban una palabra de inglés y no caminaban todavía
con la debida elegancia.
Estaba, sin embargo, el peligro de que la acción se convirtiera en un
conflicto en mayor escala con la URSS. Los soviéticos enviaron aviones de
combate nuevos a Albania, presumiblemente con la esperanza de que
lograsen derribar algunos de los aparatos extranjeros que hacían las
infiltraciones. 12 La operación no podía menos que recordarles a Stalin,
Hoxha y a todo el bloque socialista la otra intervención de Occidente en la
URSS treinta años antes. Sólo servía para alimentar la “paranoia” acerca
de las intenciones occidentales y para convencerlos de hacer aún más
estricta su seguridad interna. De hecho, cada cierto tiempo en los años
siguientes, Hoxha recurría a la “invasión” británico-estadounidense para
justificar su política de aislamiento.13
A principios de los 60, el propio Hoxha logró lo que no pudieron la CIA
y el SIS: sacó a Albania de la órbita soviética. El dirigente albanés purgó su
gobierno de funcionarios pro soviéticos y se alineó con China. No hubo
represalias por parte de la URSS. A mediados de los 70, Hoxha se
desentendió de China también.

11 Bethell, p. 183.
12 New York Times. 9 de abril de 1951, p. 1.
13 Bethell, p. 200.
7. Europa del Este 1948-1956 98

7. EUROPA DEL ESTE 1948-1956


Operación Factor Fragmentante
Jozef Swiatlo apareció en una conferencia de prensa en Washington el
28 de septiembre de 1954. Era un polaco, había tenido un cargo muy
importante en el Ministerio de Seguridad Pública, la policía secreta. Su
historia era que había desertado en Berlín occidental en diciembre del año
anterior durante un viaje de compras, y ahora el Departamento de Estado
lo presentaba al mundo para aclarar el misterio de los Fields, los
ciudadanos americanos que habían desaparecido en 1949. Swiatlo reveló
que Noel Field y su esposa Herta habían sido arrestados en Hungría, y que
Hermann Field, hermano de Noel, había corrido la misma suerte en
Polonia a manos del propio Swiatlo, todo en relación con el juicio de un
destacado comunista húngaro. El Departamento de Estado había enviado
fuertes despachos a los gobiernos de Hungría y Polonia al respecto.1
Hay una versión ampliada y más siniestra de la historia de Jozef Swiatlo.
Esta cuenta que había tratado de presentarse a los británicos en Varsovia
en 1948, cuando todavía ocupaba su alto cargo. Los británicos, por
diversas razones, lo enviaron con los norteamericanos y, por orientación
de Alien Dulles, se le dijo a Swiatlo que se quedara tranquilo en su puesto
hasta nuevo aviso.
En ese momento Dulles no era todavía director de la CIA, pero era un
asesor cercano de la Agencia, tenía a sus propios hombres en posiciones
clave y esperaba sólo por la llegada de noviembre, cuando Thomas Dewey
debía ganar la elección presidencial y nombrarlo en la dirección. (La
sorpresiva reelección de Harry Truman pospuso esto por cuatro años, pero
Dulles se convirtió en director delegado en 1951.)
Noel Field, antiguo oficial del Departamento de Estado para Asuntos
Extranjeros, era desde hacía mucho tiempo simpatizante de los
comunistas, si no llegó a pertenecer al partido en EE.UU. o en Europa.
Durante la Segunda Guerra Mundial, su camino se cruzó con el de Dulles
en la Suiza llena de intrigas. Dulles era un hombre de la OSS, Field el
representante de la Iglesia Unitaria en Boston, dedicado a la atención a
refugiados, en lo cual se destacó particularmente por la ayuda a los
comunistas, que eran muchos entre los refugiados pues sólo los judíos
eran más perseguidos que ellos por los nazis. La OSS cooperó con

1 New York Times. 29 de septiembre de 1954.


7. Europa del Este 1948-1956 99

financiamiento a la operación; a su vez, los comunistas probaron ser una


excelente fuente de información de los sucesos en Europa que interesaban
a Washington y sus aliados.
Hacia el final de la guerra, Field indujo a Dulles a dar apoyo a un
proyecto que ubicaba agentes en varios países europeos para preparar el
camino en el avance de las fuerzas aliadas. No era sorpresa que los
hombres seleccionados por Field fuesen todos comunistas y su ubicación
en ciertos países de Europa del Este los ayudó a posesionarse del poder
mucho antes de que las fuerzas no comunistas pudieran reagruparse y
organizarse.
Puede concluirse de esto que Alien Dulles había sido engañado.
Además, la OSS, bajo la dirección de Dulles, y una vez más con la
participación de Field, había financiado la publicación de un periódico
clandestino en Alemania; antifascista y de izquierda, el periódico se llamó
Neues Deutschland y, tras la liberación, de inmediato se convirtió en el
periódico oficial del Partido Comunista de Alemania oriental.
Terminada la guerra, estos incidentes servían como las bromas que
tanto los servicios de inteligencia del Este y el Oeste apreciaban. Poco
tiempo después, la broma cayó pesadamente sobre Noel Field.
En 1949, cuando Field visitó Polonia, fue observado con señas
sospechas por las autoridades polacas. Había sido visto durante la guerra
trabajando en una posición que le posibilitaba espiar para Occidente, una
posición que lo colocó en contacto regular con miembros del Partido
Comunista y había, de hecho, trabajado estrechamente con Alien Dulles,
famoso ya como un maestro de espionaje, y hermano de John Foster
Dulles, muy destacado en los círculos oficiales de Washington y ya un
exhortador frecuente a la “liberación” de las naciones del bloque
soviético.
A la llegada de Field a Polonia, Jozef Swiatlo ya estaba tratando de
implicar a Jakub Berman, un alto funcionario del partido y el Estado, a
quién detestaba. Se dice que el intento de deserción del año anterior había
sido motivado por su fracaso en el intento de convencer al presidente
polaco de que actuara contra Berman. Cuando Noel Field escribió a
Berman con el fin de solicitar su ayuda para obtener un trabajo en Europa
del Este, Swiatlo supo de la carta y vio la oportunidad de incriminar a
Berman.
Pero primero había que probar que Noel Field era un espía. Dadas las
evidencias circunstanciales que apuntaban en esa dirección, ello no sería
difícil para un hombre de la alta posición y carácter mezquino de Swiatlo.
Por supuesto, si Field realmente estaba trabajando con la inteligencia de
EE.UU., Swiatlo no podría exponerlo al ser él mismo ahora un agente
norteamericano. Por eso envió su primer mensaje a la CIA en el cual
7. Europa del Este 1948-1956 100

describía sus planes acerca de Field y Berman, y el daño que podría causar
al Partido Comunista en Polonia. Concluyó preguntando: “¿Alguna
objeción?”
Alien Dulles no las tenía. Su reacción al mensaje de Swiatlo fue de
placer y diversión, había llegado el momento de ajustar cuentas con Noel
Field y, lo más importante, Dulles vio que Swiatlo, al hacer aparecer a Field
como un “espía norteamericano”, podía dejar fuera de combate a
incontables funcionarios comunistas en el bloque soviético. Podía poner
al bloque en conjunto en un estado de paranoia aguda y desatar una ola
de represión y de tiranías stalinistas que podía, eventualmente; conducirá
revueltas populares. Dulles llamó a su plan Operación Factor
Fragmentante.
Así fue que se orientó a Swiatlo encontrar espías en todas partes en
Europa del Este. Descubriría complots norteamericanos y británicos,
conspiraciones “trotskistas” y “titoístas”. Llegaría a informar al propio jefe
de la Policía Secreta soviética, Lavrenti Beri a, que en el centro de esa vasta
red se hallaba un hombre llamado Noel Haviland Field.
Field fue arrestado y terminó en prisión en Hungría, como ocurrió con
su esposa Herta cuando fue buscándolo. Y cuando su hermano Hermann
trató de encontrarlos, corrió la misma suerte en Polonia. En 1997, bajo el
Acta de Libertad de Información, el autor tuvo acceso a un memorándum
de la CIA al Departamento de Estado y el FBI, fechado el 26 de octubre de
1949, donde informaba: “Esta Agencia tuvo conocimiento [borrado] Noel
Field y su esposa están bajo arresto [borrado]”. El segundo borrón tenía
11 caracteres, exactamente los necesarios para escribir “en Hungría”, en
inglés. Noel Field había ¡do a Polonia en enero de 1949 y desapareció algún
tiempo antes de la fecha del memorándum. Durante los cinco años
siguientes el Departamento de Estado dejó que el mundo creyera que no
tenía noticias del paradero de Noel y Hería Field y no hizo nada por
ayudarlos. Es de presumir que sabían lo sucedido por Swiatlo, pero no
podían decirlo por temor a revelar a los gobiernos en Europa del Este que
tenían una fuente de información entre ellos.
Swiatlo estaba en una posición única para llevar a cabo la Operación
Factor Fragmentante. No sólo tenía la autoridad, sino los expedientes de
numerosos miembros del Partido Comunista en los países del bloque.
Cualquier conexión que hubiesen tenido con Noel Field, cualquier cosa
que Field hubiera hecho, podía interpretarse como un signo de la
presencia de la inteligencia norteamericana tras él, o como un acto de
subversión potencial o real en los estados socialistas. Los soviéticos, y el
mismo Stalin, estaban muy interesados en los “fieldistas”. Noel Field había
conocido a casi todo el que tenía algún peso en el bloque socialista.
Y por si acaso el nivel de paranoia no llegaba al grado suficiente en los
7. Europa del Este 1948-1956 101

inseguros países recién creados de Europa del Este, un doble agente de la


CIA “corroboraría” con una pieza vital de información, o introduciría el
rumor adecuado en el momento justo; o la emisora Radio Europa Libre, al
servicio de la CIA, transmitiría ciertos mensajes supuestamente
codificados; o la CIA orientaría la escritura de cartas de “expatriados de
Europa del Este” residentes en EE.UU. a comunistas destacados en sus
lugares de origen, con elementos de información, o una frase,
cuidadosamente diseñada para hacer fruncir el entrecejo al oficial de
seguridad.
Muchas de las víctimas de las purgas de Swiatlo eran personas que
habían pasado los años de la guerra más en Occidente que en la URSS, y
por ello se habían encontrado en el camino de Field. Tendían a ser más
nacionalistas comunistas que deseaban cierta distancia entre sus países y
la URSS, tal como había hecho Tito en Yugoslavia, quien favorecía un
régimen más liberal en su territorio. Dulles echó a un lado el argumento
de que estas personas debían ser apoyadas y no eliminadas. Sentía que
eran potencialmente más peligrosas para Occidente pues si su forma de
comunismo lograba afianzarse en Europa del Este, ese sistema podría
volverse respetable y aceptado; en particular cuando Italia y Francia
amenazaban con votar por los comunistas, era necesario mostrar el
comunismo de la peor manera.
Hubo cientos de juicios en toda Europa del Este —“juicios teatrales” y
otros menos espectaculares— en los cuales el nombre de Noel Field tuvo
un papel importante. Lo que comenzó con la Operación Factor
Fragmentante cobró pronto vida propia: ante el arresto de una persona en
un alto puesto, otras se volvieron sospechosas por conocerlo o haber sido
asignados a trabajar con él; cualquier otra conexión con una persona
arrestada podía servir para implicar a algún desafortunado.
Jozef Swiatlo tenía su contrapartida en Checoeslovaquia, un hombre
firmemente ubicado en las filas más altas del aparato de segundad checo.
El hombre, cuyo nombre es desconocido, había sido reclutado por el
general Reinhard Gehlen, el antiguo jefe de la inteligencia nazi, quien pasó
a trabajar para la CIA después de la guerra.
Checoslovaquia fue el peor caso. Hacia 1951 la increíble cifra de
169.000 militantes del Partido Comunista checo habían sido arrestados —
10% dé la membresía. Hubo decenas de miles más en Polonia, Hungría,
Alemania oriental y Bulgaria.2

2 La historia de la Operación Factor Fragmentante viene del libro con el mismo nombre escrito por

Stewart Steven y publicado en Londres en 1974. Steven, un veterano periodista británico y editor de
The Mail on Sunday, ofrece muchos más detalles que el breve resumen que brindamos aquí. Presenta
numerosas evidencias y hay que leer todo el libro para apreciarlo. Sin embargo, su tesis central aún
no está probada. Steven plantea que esta tesis, la instigación por parte de Alien Dulles a Josef Swiatlo
7. Europa del Este 1948-1956 102

Después de la deserción de Swiatlo en diciembre de 1953, los servicios


de inteligencia de Europa del Este comprendieron que había estado
trabajando también para el otro lado. Cuatro semanas antes de la
conferencia de prensa en Washington, el Gobierno polaco anunció la
liberación de Hermann Field porque la investigación había revelado que
los cargos contra él habían sido obra de “un provocador y agente
norteamericano”, Jozef Swiatlo, y carecían de fundamento.3 Field recibió
luego cincuenta mil dólares como compensación y se cubrieron sus gastos
de convalecencia en un sanatorio.4
Tres semanas después Noel y Herta Field fueron liberados en Hungría.
El Gobierno húngaro señaló que las acusaciones contra ellos eran
injustificadas.5 Fueron igualmente compensados y decidieron permanecer
en Hungría.
Una vez que Noel Field fue declarado inocente, los casos vinculados con
él tuvieron que ser revisados. Al principio en forma dispersa, luego en
masa, los prisioneros fueron liberados. Hacia 1956 la gran mayoría estaba
fuera de la cárcel.

Durante toda la década siguiente a la guerra, la CIA estuvo soplando las


llamas de la disidencia en Europa del Este en muchas otras formas, aparte
de la Operación Factor Fragmentante. Radio Europa Libre (REL), que
transmitía desde Alemania occidental, recurrió a todos los trucos (sucios).
Por ejemplo, en enero de 1952, al saber que Checoslovaquia planeaba una
devaluación de su moneda, REL alertó sobre ello a la población, lo que

para utilizar a Noel Field de la manera explicada, viene de entrevista s personales con antiguos
miembros de la CIA, el SIS (Servicio de Inteligencia Secreta de Gran Bretaña) y otras personas
implicadas en la conspiración que insistieron en permanecer anónimas. Flora Lewis, la corresponsal
del Washington Post que escribió Red Pawn: The Story of Noel Field (New York. 1965, publicado en
Londres en ese mismo año como The Man Who Disappeared: The Strange History of Noel Field), señala
en su libro que encontró una “barrera oficial de silencio” cada vez que pidió información a los centros
de inteligencia norteamericana, suiza, francesa, británica y alemana, incluso en “preguntas simples
sobre fechas y lugares”. Y ella no preguntaba sobre la Operación Factor Fragmentante en sí misma,
pues nada sabía de ella, sino sólo acerca de Noel Field una década después de que lo hubiesen
liberado. De igual forma, el Gobierno norteamericano le negó el acceso a Swiatlo sin darle ninguna
explicación al respecto. Richard Harris Smith, autor de OSS: The Secret History of America's First Central
Intelligence Agency (University of California Press, 1972), escribe en la nota de la p. 238: “Más tarde
se sugirió que el arresto de Field era en realidad parte de un plan británico para dividir a los comunistas
de Europa del Este, tal como se esboza en The Spy Who Carne in From the Coid, de John Le Carre”.
Thomas Powers, en The Man Who Keptthe Secrets: Richard Helms and the CIA (Pocket Books, New
York. 1979) sugiere (pp. 405-406) que “la premisa central [de Stewart Steven) al parecer viene de
alguien en el SIS británico a quien no le agradaba Dulles”.
3 New York Times, 25 de octubre de 1954, p. 1.
4 Ibid., 19 de febrero de 1955, p. 1.
5 Ibid., 17 de noviembre de 1954, p. 1.,6
7. Europa del Este 1948-1956 103

provocó el pánico y una oleada nacional de compra de productos.6 Los


comentarios en REL sobre varios comunistas europeos fueron descritos
por Blanche Wiesen Cook en su estudio del período The Declassified
Eisenhower. Escribió que las transmisiones “incluían un amplio espectro
de críticas personales, ataques chillones y calumniosos que iban desde los
rumores dé empleo de brutalidad y torturas hasta acusaciones de locura,
perversión y vicio. Todo lo imaginable podía usarse para hacer que los
comunistas, lo mismo en Inglaterra que en Polonia, parecieran estúpidos,
indignos e insignificantes”.7
Una de las voces escuchadas con frecuencia en REL acerca del
aborrecible comunismo no era otra que la de Swiatlo, quien se había
ganado el apodo de Carnicero por su inclinación a la tortura. No es
necesario decir que nunca hizo mención al Factor Fragmentante o a su
papel como doble agente, aunque se dice que algunas de sus
transmisiones sacudieron el sistema de seguridad polaco y lo mejoraron. 8
Estados Unidos podía ocasionar problemas y molestias de muchas
formas: apoyando los grupos de oposición en Rumania, 9 creando una
estación de radio clandestina en Bulgaria, 10 dejando caer propaganda
sobre Hungría, Checoslovaquia y Polonia (en un solo día en agosto de
1951, II.000 globos transportaron trece millones de volantes),11 infiltrando
personas: cuatro aviadores norteamericanos, presumiblemente
operativos de inteligencia, aterrizaron en Hungría... 12
En 1955 podían hallarse europeos del Este en Fort Bragg, Carolina del
Norte, entrenándose con los Boinas Verdes, aprendiendo tácticas de la
guerra de guerrillas, con la esperanza de ser utilizados en sus países de
origen.13 Al año siguiente, cientos de húngaros, rumanos, polacos y otros
fueron entrenados por especialistas paramilitares de la CIA en una
instalación secreta en Alemania occidental. Cuando en octubre de 1956
tuvo lugar la rebelión en Hungría, estos hombres no fueron utilizados,
según la CIA, porque todavía no estaban listos. 14 Pero la Agencia si envió
sus agentes a unirse a la acción de los rebeldes en Budapest y a ayudar a

6 Blanche W. Cook: The Declassified Eisenhower. New York, 1981, p. 129.


7
Ibid.
8 Cord Meyer: Facing Reality: From World Federalism lo the CIA. Doubleday Co. New York, 1980,

p. 120; Steven, pp. 208-209; Lewis, p. 238 (acerca de la tortura).


9 New York Times. 23 de julio de 1948, p. 5; Robert Bishop y E. S. Crayfield: Russia Astride the

Balkans. New York, 1948, pp. 264-271.


10 New York Times. 9 de abril de 1951, columna de C. Sulzberger.
11 Cook, pp. 130-131: George Clay: “Balloons for a Captive Audience”, en The Reporter, New York.

18 de noviembre de 1954; Robert T. Holt y Robert W. van de Velde: Strategic Psychological Operations
and American Foreign Policy. University of Chicago Press, 1960, capítulo VIL
12 New York Times, 24 de enero de 1952, p. 4.
13 Ibid., 30 de agosto de 1955, p. 1.
14 Ibíd., 30 de noviembre de 1976.
7. Europa del Este 1948-1956 104

organizados. 15 Mientras tanto. REL exhortaba al pueblo húngaro a


continuar la resistencia y ofrecía consejos tácticos, además de dar a
entender que la ayuda militar norteamericana estaba en camino. Nunca
llegó.
No hay evidencias de que la Operación factor Fragmentante
contribuyera a la revuelta húngara u otras anteriores en Polonia y
Alemania oriental. Sin embargo, la CIA podía exhibirla como un triunfo por
haber ocasionado una cacería de brujas en el Este, no importa el costo
humano que se pagara en ello.

15 Stephen Ambrose: Ike’s Spies. Doubleday & Co. New York, 1981, pp. 235, 238.
8. Alemania. Década de 1950 105

8. ALEMANIA. DÉCADA DE 1950


Cualquier cosa: desde delincuencia juvenil hasta
terrorismo
Durante un período de treinta años y dos guerras con Alemania, la
URSS sufrió más de cuarenta millones de muertos y heridos, su tierra fue
devastada y sus ciudades destruidas. Al final de la Segunda Guerra
Mundial, los rusos no estaban muy bien dispuestos hacia el pueblo
alemán. Teniendo que reconstruir su propio territorio, no colocaron la
reconstrucción de Alemania entre sus prioridades.
Estados Unidos emergió de la guerra con pocas bajas relativamente y
su territorio intacto. Estaba listo, deseoso y con posibilidad de asumir su
mayor prioridad en Europa: la construcción de un dique anticomunista en
el Occidente, en particular en la estratégica Alemania.
En 1945, el ex secretario de Estado Dean Acheson había escrito que la
política norteamericana oficial era, de manera explícita, “hacer ver a los
alemanes que no podían escapar del sufrimiento que ellos mismos se
habían buscado [...] [y] controlar [la] economía alemana para [...] evitar
que su nivel de vida fuese superior al de las naciones vecinas”. 1 “Desde el
inicio”, añadió Acheson, los funcionarios norteamericanos en Alemania
consideraron que el plan “era impracticable”.2
Acheson no explica qué había detrás de este pronóstico, pero su acierto
se hizo visible pronto por tres razones diferentes: 1) compañías y
financistas norteamericanos influyentes, algunos de los cuales ocupaba n
posiciones de importancia en el Gobierno, iban a establecer grandes
intereses en la Alemania altamente industrializada (por lo general estos
intereses venían desde antes de la guerra) y no iban a permitir que el país
se hundiera porque algunos políticos quisieran castigarlo; 2) una Alemania
occidental revitalizada fue pronto vista como indispensable para combatir
la influencia soviética en la parte oriental, si no en toda Europa del Este.
Alemania occidental tenía que convertirse en “la vitrina de la democracia”
—una prueba viviente y dramática de la superioridad del capitalismo sobre
el socialismo—, y 3) en los círculos conservadores norteamericanos, y
también en algunos liberales, donde se temía siempre la inminencia de

1 Dean Acheson: Present at the Creation: My Years in the State Department. New York, 1969, p.
260.
2 Ibíd.
8. Alemania. Década de 1950 106

una invasión soviética al resto de Europa, la idea de una Alemania con las
manos atadas se acercaba peligrosamente a ser “blando con el
comunismo”, si no algo peor.3
Dwight Eisenhower se hizo eco de esto último cuando escribió más
tarde:
Si algunos funcionarios del gobierno de Roosevelt se hubieran salido con la
suya, Alemania hubiera estado mucho peor, pues había quienes abogaban por
inundar las minas del Ruhr, destruir las fábricas alemanas y reducir al país de
una nación industrial a una nación agrícola. Harry Dexter White, que más tarde
fue señalado por el Fiscal General Brownell como estrechamente vinculado a
la red de espionaje soviético en nuestro gobierno [...] propuso exactamente
eso.4
De esta forma la desindustrialización de Alemania occidental corrió la
misma suerte que su desmilitarización en los años siguientes, pues EE.UU.
le facilitó una asistencia económica masiva: cuatro mil millones de dólares
del Plan Marshall y un ejército de expertos técnicos e industriales.
Al mismo tiempo, la URSS estaba extrayendo asistencia económica
masiva de Alemania oriental. Los soviéticos desmantelaron y trasladaron
fábricas enteras con grandes volúmenes de equipamiento y maquinaria, y
miles de kilómetros de vías férreas. Si se añaden a las compensaciones de
guerra, la suma alcanza los miles de millones.
A principios de la década de 1950, aunque los servicios sociales, el
empleo y la vida cultural en Alemania oriental estaban a la par, o por
encima, de la occidental, este último sector tenía ventaja en las áreas más
atractivas: salarios más altos, mejor comida, mayor disponibilidad de
bienes de consumo y multitud de luces de neón iluminaban la noche a lo
largo de Kurfürstendamm.
Sin embargo, los guerreros fríos norteamericanos, al parecer
descontentos con los tantos obtenidos en el juego, o con la idea de
depender demasiado de la suerte, llevaron a cabo una cruda campaña de
sabotaje y subversión contra Alemania oriental con el
fin de arruinar su aparato económico y administrativo. La CIA y otros
servicios militares y de inteligencia en Alemania occidental (con el apoyo
ocasional de sus similares en la inteligencia británica y de la policía
germanooccidental) reclutaron, equiparon, entrenaron y financiaron
grupos de activistas e individuos tanto en el Este como en el Oeste. No era
difícil encontrar reclutas para esta cruzada, pues en la Alemania de la
postguerra, el anticomunismo había sobrevivido como el único rasgo

3 Para un mayor análisis acerca del fracaso de la desindustrialización, ver Richard J. Barnet: Allies:
America, Europe and Japan since the War. Londres, 1984, pp. 33-39.
4 Dwight Eisenhower: The White House Years: Mándate for Change, 1953-1956. New York, 1963,

pp. 79-80.
8. Alemania. Década de 1950 107

respetable del nazismo.


Los grupos más activos, que tomaron el nombre de Grupos
Combatientes contra la Inhumanidad, admitieron haber recibido apoyo
financiero de la Fundación Ford y del Gobierno de Alemania occidental.5
Poco después, una revista en Berlín oriental publicó la copia de una carta
de la Fundación Ford que confirmaba la entrega de un donativo de 150.000
dólares al Comité Nacional por una Europa Libre, “de modo que pudiesen,
a su vez, dar ayuda a los activistas humanitarios de los Grupos
Combatientes contra la Inhumanidad” .6 A su vez, este Comité Nacional
era una organización de la CIA que también dirigía Radio Europa Libre.7
La Asociación de Refugiados Políticos del Este y el Comité Investigador
de Juristas por la Libertad en la Zona Soviética, eran otros dos grupos
participantes en la campaña contra Alemania oriental. Las acciones que
llevaron a cabo iban desde la delincuencia juvenil hasta el terrorismo,
cualquier cosa que “hiciera lucir mal a los comunistas”. Llegaron a abarcar
este notable registro:8
• Mediante explosivos, incendios, cortocircuitos y otros métodos
dañaron plantas eléctricas, muelles, una presa, canales, edificios públicos,
gasolineras, tiendas, una estación de radio, transportes públicos, etcétera.
• Descarrilaron trenes de carga con graves lesiones de sus operarios,
quemaron 12 vagones de uno de ellos y destruyeron las mangueras de aire
de otros.
• Volaron carreteras y puentes del ferrocarril; colocaron explosivos en
el puente de la línea férrea Berlín-Moscú, pero esta vez fueron
descubiertos a tiempo —hubieran muerto cientos de personas.

5 New York Times, 6 de noviembre de 1952, p. 3.


6 Democratic Germán Report, 13 de febrero de 1953; ver más abajo explicación acerca de esta
publicación.
7 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, p. 147.
8 Acerca de la campaña de sabotaje y subversión, ver:

a) Democratic Germán Report, varios números desde 1952 hasta 1957 (consultar sus índices
anuales bajo el acápite “Sabotaje”, “Espionaje”, etc.). Esta era una pequeña revista en inglés publicada
quincenalmente en Berlín oriental por el británico John Peet, antiguo corresponsal jefe de la Agencia
de Noticias Reuters en Berlín occidental.
b) Nation’s Bussiness (publicada por la Cámara de Comercio de EE.UU.), abril de 1952, pp. 25-27,
68-69, analiza muchas de las tácticas empleadas.
c) Sanche de Gramont: The Secret War. New York, 1963, pp. 479-480.
d) The New Yorker, 8 de septiembre de 1951, artículo sobre el Comité Investigador de Juristas
Libres de la Zona Soviética.
e) The Nation, New York, 24 de junio de 1961, pp. 551-552.
f) Andrew Tully: CIA: The Inside Story. Fawcett, New York, 1962, pp. 133-134; acerca de las
actividades de la CIA en relación con la revuelta alemana de junio de 1953.
g) Saturday Evening Post, 6 de noviembre de 1954, p. 64; hace referencia a los descarrilamientos
de trenes promovidos por la CIA en Alemania oriental y la voladura de un puente ferroviario, así como
de sabotajes a la producción en países de Europa del Este no especificados. Esto era parte de una serie
sobre la CIA preparada en colaboración con la Agencia. Ver Jonathan Kwitny York: Endless Enemies:
The Making of an Unfriendly World. New York, 1984, p. 165.
8. Alemania. Década de 1950 108

• Usaron ácidos especiales para sabotear maquinaria industrial;


pusieron arena en la turbina de una fábrica para detener la producción;
incendiaron una planta de azulejos; promovieron descensos productivos
en fábricas; robaron prototipos y muestras de innovaciones técnicas.
• Causaron la muerte de 7.000 vacas de una cooperativa lechera al
envenenar la cubierta de cera del cable utilizado para amarrar las pacas de
heno.
• Añadieron jabón a la leche en polvo destinada a las escuelas
primarias.
• Asaltaron y destrozaron oficinas de organizaciones de izquierda en
Berlín oriental y occidental, robaron las listas de sus miembros,
secuestraron y, a veces, asesinaron a personas vinculadas a ellas.
• Dispersaron mítines políticos con bombas de gases malolientes.
• Estaban en posesión, al ser arrestados, de una gran cantidad de
cantaridina con la cual planeaban envenenar cigarrillos para asesinar a
dirigentes de Alemania oriental.
• Intentaron sabotear el Festival de la Juventud Mundial de Berlín
mediante el envío de invitaciones falsificadas, falsas promesas de
alojamiento y comida, cancelaciones falsas; llevaron a cabo ataques contra
los participantes con explosivos, bombas incendiarias y equipo para
pinchar neumáticos; también incendiaron un puente de madera en la
principal vía que conducía al área del festival.
• Falsificaron y distribuyeron grandes cantidades de tarjetas de
racionamiento de comida —por ejemplo cupones para 60.000 libras de
carne— a fin de crear confusión, carestía y descontento.
• Enviaron notificaciones de impuestos y otras directivas
gubernamentales falsas para fomentar la desorganización e ineficiencia en
la industria y sindicatos.
• Dieron considerable ayuda y cobertura a los alemanes orientales que
escenificaron una revuelta el 17 de junio de junio de 1953; durante la
misma y después, la emisora de radio estadounidense en Berlín occidental
emitió programas incendiaros animando al pueblo a rebelarse contra el
gobierno; esta misma emisora advirtió a los testigos, en al menos un caso
criminal en Alemania oriental, cuyo juicio era monitoreado por el Comité
Investigador de Juristas por la Libertad en la Zona Soviética, de que si
mentían serían añadidos a los expedientes de esta organización.
Aunque varios cientos de agentes subversivos fueron capturados y
juzgados en Alemania oriental, la facilidad con que iban y venían entre uno
y otro sector, y lograban infiltrarse en diferentes empresas sin la barrera
del idioma, dio a la CIA mayores oportunidades que en cualquier otro país
de Europa del Este.
Durante toda la década, los alemanes orientales y la URSS se quejaron
8. Alemania. Década de 1950 109

respectivamente ante la ONU y ante sus amigos en Occidente por estas


actividades de sabotaje y espionaje, y solicitaron el cierre de las oficinas
en Alemania occidental que tenían responsabilidad en ellas, para lo cual
dieron nombres y direcciones. Resultó inevitable que Alemania oriental
comenzara a establecer controles más rígidos sobre la entrada al país
desde Occidente.
Otra campaña debilitadora fue el reclutamiento de profesionales y
técnicos competentes de Alemania oriental, lo que llevó a una severa crisis
laboral y productiva allí, y a la construcción, en abril de 1961, del infame
Muro de Berlín.

Mientras se realizaban sus ataques comando sobre Alemania oriental,


las autoridades norteamericanas y sus agentes alemanes parecían estar
convencidos de que la URSS tenía designios beligerantes hacia Alemania
occidental: quizás un caso de proyección de manual de estudio. El 8 de
octubre de 1952, el ministro-presidente del estado germanoccidental de
Hesse, Georg August Zinn, reveló que EE.UU. había creado un ejército
secreto civil en su estado con miras a resistir una invasión soviética.
Esta fuerza de entre mil y dos mil hombres pertenecía al llamado
Servicio Técnico de la Federación de la Juventud Ale mana, que fue
caracterizada por al New York Times como “un grupo juvenil de derecha
acusado con frecuencia de actividades extremistas” (una referencia a las
tácticas terroristas antes descritas). Los incondicionales del Servicio
Técnico no eran jóvenes, pues casi todos parecían tener entre treinta y
cinco y cincuenta años, y la mayoría, según dijo Zinn, habían sido “oficiales
de la Luftwaffe, la Wehrmacht y las SS”. Por más de un año recibieron
entrenamiento norteamericano en armas de infantería y explosivos, así
como “instrucción política” en pequeños grupos en un lugar apartado en
el campo y en una instalación militar norteamericana.
El ala de inteligencia del Servicio Técnico, según reveló el presidente
del estado, había elaborado listas y fichas de personas que debían ser
“sacadas del camino” cuando los tanques soviéticos se acercaran. Estos
registros, que contenían descripciones detalladas e información biográfica
íntima, concernían a unos doscientos destacados socialdemócratas
(incluido el propio Zinn), 15 comunistas y varios otros, a todos los cuales
se consideraba “políticamente no confiables” y opuestos a la militarización
germanoccidental. Al parecer, apoyar la coexistencia pacífica con la URSS
era suficiente para la inclusión de alguien en esta lista, pues un hombre
fue asesinado en el sitio de entrenamiento, acusado de ser un “propiciador
de diálogo Este-Oeste”. Fue este crimen lo que llevó a la divulgación de
toda la operación.
Los EE.UU. admitieron su papel en la creación y entrenamiento de este
8. Alemania. Década de 1950 110

ejército guerrillero, pero negaron todo vínculo con las “actividades


ilegales, internas y políticas” de la organización. Zinn informó que los
norteamericanos habían conocido del complot en mayo y no habían
disuelto el grupo hasta septiembre, el mismo mes en que las autoridades
alemanas arrestaron a un buen número de sus dirigentes. En cierto
momento, el director norteamericano de los entrenamientos, Sterling
Garwood, había recibido “copias en papel carbón de las fichas de los
expedientes”. Al parecer las autoridades estadounidenses no
comunicaron nada sobre el asunto al Gobierno germanoccidental.
Los arrestados fueron rápidamente puestos en libertad, y EE.UU.
impidió cualquier otra investigación en la zona norteamericana de la
Alemania ocupada. Zinn comentó: “La única explicación legal para estas
liberaciones puede ser que los miembros de la Corte Federal declararan
que actuaron siguiendo órdenes norteamericanas”. 9
Para aumentar la indignación, el líder nacional de los socialdemócratas
acusó a EE.UU. de financiar un grupo de oposición para infiltrarse en su
partido y debilitarlo. Erich Ollenhauer, cuyo nombre también figuraba en
la lista del Servicio Técnico, dio a entender que las agencias “clandestinas”
norteamericanas estaban detrás del complot a pesar de la desaprobación
de altos funcionarios estadounidenses. 10
Las revelaciones acerca de este ejército secreto y su lista negra hicieron
caer un alud de denuncias y ridículo sobre los EE.UU. por parte de muchas
organizaciones en Alemania occidental. En particular no escapó al
resentido pueblo alemán la ironía de que los norteamericanos estuviesen
colaborando “con mano enguantada” con los ex nazis.
Esta operación en Alemania, según se conoció muchos años más tarde,
era parte de una red mucho mayor —llamada Operación Gladio— creada
por la CIA y otros servicios de inteligencia europeos, con ejércitos secretos
similares en toda Europa occidental. (Ver la sección dedicada a la misma.)

9Sobre armas secretas, listas de muerte, etc.:


a) Newsweek, 20 de octubre de 1952, p. 42.
b)New York Times, 9 de octubre de 1952, p. 8; 10 de octubre, p. 3, bajo el notable título
“Saboteadores alemanes traicionan ‘la confianza de EE.UU’”, 12 de octubre, p. 14.

c) Der Spiegel(revista semanal germano-occidental), 15 de octubre de 1952, pp. 6-8.


d) Democratic Germán Report, 15 y 24 de octubre de 1952; 21 de noviembre de 1952.
10 New York Times, 14 de octubre de 1952, p. 13.
9. Irán 1953 111

9. IRÁN 1953
Dándole seguridad al rey de reyes*
* Un recuento general de los hechos descritos en este capítulo puede ser obtenido en las siguientes
fuentes:
a) Kermit Roosevelt: Countercoup: The Struggle for the Control of Irán. New York, 1979, passim.
b) Bahman Nirumand: Irán: The New Imperialism in Action. New York, 1969, capítulos 2 al 4, en
particular acerca de la nacionalización iraní, la reacción británica y norteamericana y el
desenvolvimiento posterior al golpe.
c) Stephen Ambrose: Ike’s Spies. Doubleday & Co., New York, 1981, cap. 14 y 15.
d) Barry Rubín: Paved with Good Intentions: The American Experience and Irán. New York, 1980, cap.
3.
e) David Wise y Thomas B. Ross: The Invisible Government. New York, 1965, pp. 116- 121.
f) Andrew Tully: The Inside Story. New York, 1962, pp. 76-84.
g) Fred J. Cook en The Nation, New York, 24 de junio de 1961, pp. 547-551, en particular las condiciones
en Irán después del golpe.

“Así es como nos libraremos de ese loco de Mossadegh”, anunció John


Foster Dulles a un grupo de altos estrategas políticos norteamericanos un
día de junio de 1953.1 El secretario de Estado tenía en su mano un plan
operativo preparado por Kermit (Kim) Roosevelt de la CIA para derrocar al
primer ministro de Irán. Apenas hubo discusión alguna entre los
poderosos hombres reunidos, ni se plantearon cuestionamientos ni
escrúpulos éticos o legales.

“Fue una grave decisión la tomada [escribió luego Roosevelt],


“Implicaba tremendos riesgos. De seguro merecía un examen exhaustivo,
la más estrecha evaluación, al más elevado nivel. No había recibido tal
atención en esta reunión. De hecho, yo tenía la certeza moral de que cerca
de la mitad de los presentes se hubieran opuesto a la empresa, si se
hubiesen sentido en libertad para hablar, o hubieran tenido el coraje para
hacerlo”.2
Roosevelt, nieto de Theodore y primo lejano de Franklin, expresaba
más sorpresa que disgusto al contemplar a la cúpula política
norteamericana al desnudo.
La iniciativa original de expulsar a Mossadegh provenía de los
británicos, pues el líder iraní había encabezado el movimiento
parlamentario por la nacionalización de la Compañía Anglo-lraní de
Petróleo (propiedad británica), la única que operaba en el país. En marzo

1 Roosevelt, p. 8.
2 Ibíd., pp. 18-19.
9. Irán 1953 112

de 1951, la propuesta de nacionalización fue aprobada, y a fines de abril


Mossadegh era electo primer ministro por una amplia mayoría del
Parlamento. El 1º de mayo se hizo efectiva la nacionalización. Mossadegh
declaró que el pueblo iraní “estaba abriendo un tesoro escondido sobre el
cual yacía un dragón”.3

Tal como había anticipado el primer ministro, los británicos no


estuvieron conformes con la nacionalización, aunque fuese apoyada de
manera unánime por el Parlamento y por la aplastante mayoría del pueblo
iraní por razones tanto de justicia económica como de orgullo nacional. El
gobierno de Mossadegh trató de hacer todo lo adecuado para aplacar a
los británicos: ofreció entregarles 25% de las ganancias netas como
compensación; garantizó la seguridad y los empleos de los trabajadores
británicos; se manifestó dispuesto a vender su petróleo sin apartarse del
cuidadoso sistema de control tan caro a los corazones de los gigantes
petroleros internacionales. Pero nada resultó aceptable. Lo que querían
era la devolución de su compañía, y la cabeza de Mossadegh. Un sirviente
no puede enfrentar a su amo y quedar impune.
Un despliegue de fuerza militar de la Marina británica fue seguido por
un implacable boicot y bloqueo económico internacional, así como por la
congelación de los fondos iraníes, lo que paralizó las exportaciones de
petróleo y el comercio internacional de Irán, y arrojó al ya empobrecido
país a una completa ruina, con lo que hizo imposible el pago de
compensación alguna. Sin embargo, y mucho después de sus presiones
para expulsar a Mossadegh, los británicos demandaron compensación, no
sólo por los activos físicos de la compañía, sino por el valor de su empresa
en el desarrollo de los campos petroleros, una solicitud imposible de
complacer, en opinión de los nacionalistas iraníes, por cuanto décadas de
inmensas ganancias los habían compensado con amplitud.
El intento británico de estrangular económicamente a Irán no podía
haber prosperado sin la activa cooperación y apoyo de los gobiernos de
Truman y Eisenhower y de las compañías petroleras norteamericanas. Al
mismo tiempo, la administración. Truman discutió con Londres que el
colapso de Mossadegh podría abrir la puerta a la proverbial toma del
poder por los comunistas. 4 Sin embargo, cuando los británicos fueron
expulsados más tarde de Irán, no tuvieron más alternativa que pedir ayuda
a EE.UU. para derribar a Mossadegh. En noviembre de 1952, el gobierno
de Churchill se acercó a Roosevelt, el jefe de facto de la División del Medio
4
3 Anthony Edén: The Memoirs of the Right Honourable Sir Anthony Edén: Full Cirde, Londres, 1960,
p.194.
4 Dean Acheson: Present at the Creation: My Years in the State Department. New York, 1969, pp.

679-685; Edén, pp. 201-202; Nirumand, pp. 73-74.


9. Irán 1953 113

Oriente de la ClA, quien le respondió que en su opinión no había


“oportunidad alguna de obtener aprobación bajo la actual administración
de Truman y Acheson. Con los nuevos republicanos, en cambio, podría ser
muy diferente”.5
John Foster Dulles fue en efecto diferente. El anticomunista
apocalíptico vio en Mossadegh el epítome de todo lo que detestaba en el
Tercer Mundo: inequívoca neutralidad con respecto a la Guerra Fría,
tolerancia con los comunistas y menosprecio por la libre empresa, como
lo demostraba la nacionalización petrolera. (Irónicamente, en años
recientes Gran Bretaña había nacionalizado varias de sus propias
industrias básicas y el Gobierno era el dueño mayoritario de la Compañía
Anglo-lraní.) Para los afines a John F. Dulles, el excéntrico Dr. Mohammed
Mossadegh era sin duda un loco. Y cuando el secretario de Estado
consideró además que Irán era una nación extraordinariamente rica en
oro negro, y que tenía una frontera común con la URSS de más de mil
millas de largo, no tuvo más indecisiones acerca de si el primer ministro
iraní debía finalmente retirarse de la vida pública.
Según se desenvolvieron los hechos, el derrocamiento de Mossadegh
en agosto de 1953, fue mucho más una operación norteamericana que
británica. Veintiséis años después, K. Roosevelt daría el paso inusual de
escribir un libro acerca de cómo la CIA y él habían llevado a cabo esto. Lo
tituló Contragolpe para dar la idea de que el golpe de la CIA había tenido
el propósito de evitar la toma del poder por el Partido Comunista iraní (el
Tudeh), fuertemente respaldado por la URSS. Roosevelt argumentaba así
que Mossadegh tenía que ser eliminado para impedir un avance
comunista, mientras que la administración Truman había considerado que
debía ser mantenido por esta misma razón.
Sería incorrecto afirmar que Roosevelt ofrece pocas evidencias que
apoyen su teoría del peligro comunista. Es más preciso decir que no ofrece
evidencia alguna. En cambio, el lector es sometido a una continua
reiteración de esta tesis, con la aparente convicción de que la repetición
terminaría por vencer incluso a los más escépticos. Veamos algunas de las
vahantes empleadas: “La amenaza soviética [era] sin dudas genuina,
peligrosa e inminente”; Mossadegh “había formado una alianza” con la
URSS para expulsar al sha; “la obvia amenaza de invasión rusa”; “la alianza
entre [Mossadegh] y el Tudeh, dominado por los rusos tomaba una forma
amenazante”; la “creciente dependencia [de Mossadegh] de la Unión
Soviética”; “la mano del Tudeh, y detrás de ellos los rusos, se mostraba
más abiertamente cada día”; “el apoyo ruso al Tudeh, y el del Tudeh a
[Mossadegh] se hacía cada vez más obvio”; la URSS era “más activa que

5 Roosevelt, p. 107.
9. Irán 1953 114

nunca en Irán. Su control de la dirigencia del Tudeh se fortalecía con el


tiempo. Se ejercía con frecuencia y, en nuestra opinión, en forma
ostentosa”.6
Pero nada de esta actividad subversiva y amenazadora era, en
apariencia, tan abierta, obvia y jactanciosa como para ofrecer a Roosevelt
un solo ejemplo que presentar a un lector curioso.
En realidad, aunque el Tudeh seguía con más o menos fidelidad la
fluctuante línea moscovita en Irán, la relación entre este partido y
Mossadegh era mucho más compleja de lo que reflejaron Roosevelt y
otros cronistas de la Guerra Fría. El Tudeh tenía sentimientos ambiguos
hacia ese primer ministro propietario de tierras, rico y excéntrico que, no
obstante, se enfrentaba al imperialismo. Dean Acheson, secretario de
Estado de Truman, describió a Mossadegh como “un persa esencialmente
rico, reaccionario y de mentalidad feudal 7, difícilmente el tipo de persona
en quien confiaría un partido comunista.
En ocasiones el Tudeh había apoyado las medidas de Mossadegh, pero
con mayor frecuencia las había atacado con fuerza, y el 15 de julio de 1951,
una demostración popular auspiciada por el partido había sido dispersada
brutalmente por Mossadegh, con más de cien muertos y quinientos
heridos. Por otra parte, el líder iraní había hecho campaña con éxito contra
la prolongación de la ocupación soviética en el norte de Irán después de la
Segunda Guerra Mundial, y en octubre de 1947 había guiado al
Parlamento en el rechazo a una propuesta gubernamental de crear una
compañía petrolera mixta soviético-iraní para explotar el petróleo del
norte del país.8
¿Qué podía ciertamente ganar Mossadegh por entregar parte de su
poder al Tudeh y a la URSS? La idea de que los soviéticos deseaban siquiera
que el Tudeh tomase el poder no era más que una especulación. Había
tanta evidencia de ello, o tan poca, como para concluir que los rusos, una
vez más, estaban más preocupados por su propia relación con los
gobiernos occidentales que con la suerte de un partido comunista en un

6 Ibid, pp. II, 2, 3, 91-92, 126, 134, 164, 119.


7
Acheson, p. 504.
8 Acerca de las relaciones de Mossadegh y el Tudeh con la URSS:

a) Manfred Halpern: “Middle East and North Africa”, en C.E. Black y T.P. Thornton, eds.:
Communism and Revolution. EE.UU., 1964, pp. 316-319.
b) Donald N. Wilber: Irán: Past and Present, 3ra. edición. Princeton University Press, 1955, p. 115.
Wilber es un historiador que, según ha admitido él mismo, era a la vez un operativo de la CIA. En un
libro posterior alega haber sido el autor principal de la operación para derrocar a Mossadegh (conocida
como la Operación Ajax), aunque no da evidencias que lo prueben. También señala que el libro de
Roosevelt esté lleno de equivocaciones con respecto a los hechos. Ver Adventures in the Middle East
(1986), pp.187-188.
c) Nirumand: op. cit.
d) Rubín: op. cit.
9. Irán 1953 115

país fuera del bloque soviético.


Un informe secreto de inteligencia del Departamento de Estado,
fechado el 9 de enero de 1953, en los días finales del gobierno de Truman,
afirmaba que Mossadegh no había buscado alianza alguna con el Tudeh y
que “la mayor oposición al Frente Nacional [la coalición gubernamental de
Mossadegh] proviene por un lado de los intereses creados y por otro del
PartidoTudeh”.9
En 1949 el Tudeh había sido declarado ilegal, y Mossadegh no había
eliminado la prohibición, aunque permitió que el partido operase
abiertamente, al menos en cierta medida, a causa de sus convicciones
democráticas, y había designado a algunos simpatizantes del Tudeh en
puestos de Gobierno.
Muchos de los objetivos del Tudeh seguían líneas paralelas a los del
Frente Nacional, según observaba el informe del Departamento de Estado
pero “una acción concreta del Tudeh en pos del poder [...] uniría
probablemente a los independientes y no comunistas de todas las
tendencias políticas y daría como resultado [...] enérgicos esfuerzos para
destruir al Tudeh por la fuerza”. 10
El Frente Nacional era una coalición de elementos políticos y religiosos
muy diversos que incluían anticomunistas de derecha, cohesionados por
el respeto al carácter personal y la honestidad de Mossadegh, y por
sentimientos nacionalistas, en particular promovidos por la
nacionalización del petróleo.
En 1979, al ser interrogado acerca de este informe secreto, K. Roosevelt
respondió: “No sé qué conclusión sacar de eso [...] Loy Henderson
[embajador de EE.UU. en Irán en 1953] pensaba que había un serio peligro
de que Mossadegh fuera, en electo, a colocar a Irán bajo el dominio
soviético”. 11 Aunque era él el principal inspirador del golpe, Roosevelt
pasaba el balón ahora, y a un hombre que, como veremos en la sección
sobre el Medio Oriente, era dado a declaraciones alarmistas sobre “golpes
comunistas”.
Uno no puede sino preguntarse cómo interpretó Roosevelt, o cualquier
otro, la declaración de John F. Dulles ante un Comité del Senado en julio
de 1953, cuando la operación de expulsar a Mossadegh ya se estaba
llevando a cabo. El secretario de Estado, según el reporte de la prensa,
testificó “que no había ‘evidencia sustanciar que indicara que Irán estaba
cooperando con Rusia. En conjunto (añadió] la oposición musulmana al
comunismo es predominante, aunque en ocasiones el Gobierno iraní

9 Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Volumen 1979, documento 79E.
10 Ibíd.
11 Entrevista a Roosevelt por Robert Scheer en Los Angeles Times, 29 de marzo de 1979, p. 1.
9. Irán 1953 116

parezca apoyarse en el partido Tudeh, el cual es comunista”.12

El joven sha de Irán había sido relegado a un papel poco menos que
pasivo por Mossadegh y el proceso político iraní. Su poder había sido
disminuido al punto de estar “imposibilitado de acción independiente”,
señalaba el informe del Departamento de Estado. Mossadegh presionaba
por lograr el control de las fuerzas armadas y por tener más poder de
decisión sobre los gastos de la corte y el indeciso e inexperto sha —el “rey
de reyes”— no se atrevía a oponerse abiertamente a su primer ministro
por la gran popularidad de este.
La secuencia de hechos instigados por Roosevelt que llevaron
finalmente a la supremacía del sha parece sencilla, vista en la distancia,
incluso ingenua, y muy ligada a la suerte. El primer paso fue asegurar al
sha de que Eisenhower y Churchill lo respaldarían en la lucha por el poder
contra Mossadegh, y estaban dispuestos a brindarle todo el apoyo militar
y político que necesitara. Roosevelt en realidad no sabía lo que pensaba
Eisenhower, o si este conocía siquiera acerca de la operación, y llegó tan
lejos como para fabricar un mensaje del presidente al sha en el que
expresaba su respaldo.13
Al mismo tiempo, el sha fue persuadido para emitir un decreto real que
destituía a Mossadegh y nombraba en su lugar a Fazlollah Zahedi, un
general que había sido encarcelado durante la guerra por los británicos a
causa de su colaboración con los nazis.14 Tarde en la noche del 14 al 15 de
agosto, un emisario del sha entregó el decreto real en la casa de
Mossadegh, que estaba rodeada por soldados. No es de extrañar que
fuese recibido fríamente y que no se le permitiera ver al primer ministro.
En lugar de ello, se le obligó a dejar el decreto con un sirviente, el cual
firmó un recibo por la hoja de papel que destituía a su amo. Tampoco es
sorprendente que Mossadegh no abdicara. El primer ministro, que
sostenía que sólo el Parlamento podía destituirlo, se dirigió a la nación por
radio a la mañana siguiente y afirmó que el sha, alentado por “elementos
foráneos”, había intentado un golpe de Estado, por tanto él. Mossadegh,
se veía obligado a asumir todo el poder. Denunció a Zahedi como traidor
y ordenó arrestarlo, pero el general había sido escondido por la gente de
Roosevelt.
El sha, temiendo haber perdido todo, huyó con su reina hacia Roma vía
Bagdad, v sin siquiera una maleta. Inconmovible. Roosevelt continuó la

12 New York Times, 10 de julio de 1953, p. 4.


13 Roosevelt, p.168.
14 Fitzroy Maclean: Eastern Approaches. Londres, 1949, pp. 266, 274; Maclean era un oficial

británico en la Segunda Guerra Mundial que secuestró a Zahedi para evitar que diera más ayuda a los
nazis.
9. Irán 1953 117

operación: ordenó que se distribuyeran copias mimeografiadas del


decreto real al pueblo y envió dos de sus agentes iraníes a pedir apoyo a
importantes jefes militares. Al parecer se dejó para último momento esta
cuestión esencial, casi como si no se hubiese pensado en ello. De hecho,
uno de los dos iraníes había sido reclutado aquella misma mañana, y fue
él quien logró comprometer el apoyo militar de un coronel que tenía
tanques y unidades motorizadas bajo su mando. 15
A partir del 16 de agosto, una demostración masiva organizada por el
Frente Nacional, en apoyo a Mossadegh y de condena al sha y a EE.UU. se
llevó a cabo en Teherán. Roosevelt la caracterizó simplemente como “el
Tudeh, con fuerte apoyo ruso”, sin dar una vez más pruebas de su aserto.
El New York Times se refirió a ella como “guerrilleros del Tudeh y
extremistas nacionalistas”, siendo este último un término que podría
aplicarse a individuos de un amplio espectro de tendencias políticas. 16
Entre los manifestantes había también un número de agentes de la CIA.
Según Richard Cottam, académico norteamericano y supuestamente
autor de textos al servicio de la Agencia en Teherán en aquel tiempo, estos
agentes eran enviados “a las calles como si fuesen del Tudeh. Eran más
que meros provocadores, eran tropas de choque y actuaban como si
fuesen gente del Tudeh arrojando piedras a las mezquitas y sacerdotes”,
con el propósito de dejar claro que el Tudeh y, por implicación, Mossadegh
estaban contra la religión.17
Durante las manifestaciones, el Tudeh alzó su habitual demanda de
creación de una república democrática. Pidieron a Mossadegh formar un
frente unido y que se les entregaran armas para enfrentarse al golpe, pero
el primer ministro se negó. 18 Por el contrario, el 18 de agosto ordenó a la
policía y al ejército poner fin a las demostraciones del Tudeh, lo que
hicieron con considerable empleo de la fuerza. Según los relatos de
Roosevelt y del embajador Henderson, Mossadegh dio este paso como
resultado de un encuentro con Henderson, en el cual este se quejó del
acoso extremo que sufrían los ciudadanos estadounidenses a manos de
los iraníes. Ambos norteamericanos dejaron sin aclarar cuánto de este
acoso era real y cuánto era un pretexto esgrimido por ellos en esta
ocasión. En cualquier caso Henderson le dijo a Mossadegh que, a menos
que se pusiera fin a la situación, se vería obligado a ordenar a los

15 Los detalles acerca de los últimos días del régimen de Mossadegh pueden ser encontrados en

Roosevelt, capítulos 11 y 12; Wilber, pp. 124-127 (intencionadamente no menciona a la CIA, ver nota
8); Ambrose, capítulo 15, al igual que en otros libros mencionados en este capítulo de mi libro.
16 Acerca de la manifestación: Wilber, p. 125; Roosevelt, p. 179; New York Times, 19 de agosto de

1953.
17 Brian Lapping: End of Empire. Gran Bretafia-EE.UU., 1985, p. 220; basado en la serie del mismo

nombre de la Granada Televisión transmitida en Gran Bretaña en 1985.


18 Halpern, p. 318; Wilber, p. 125.
9. Irán 1953 118

norteamericanos a abandonar Irán de inmediato. Mossadegh le suplicó


que no lo hiciera, aseguró Henderson, pues una evacuación
norteamericana daría la impresión de que su gobierno no tenía control del
país, aunque al mismo tiempo el primer ministro estaba acusando a la CIA
de estar detrás de la emisión del decreto real. 19 (A estas alturas el
periódico del Tudeh estaba pidiendo la expulsión de los diplomáticos
“intervencionistas” norteamericanos.)20
Cualesquiera que fuesen los motivos de Mossadegh, su acción entra de
nuevo en aguda contradicción con la idea de que tenía una alianza con el
Tudeh, o de que el partido contaba con posibilidades de hacerse del poder.
De hecho, el Tudeh no volvería a tomar la calle de nuevo.
Al día siguiente, 19 de agosto, los agentes iranís de Roosevelt
escenificaron un desfile en Teherán. Con cerca de un millón de dólares
puestos a su disposición en la caja fuerte de la Embajada norteamericana,
los “extremadamente competentes y profesionales ‘organizadores’” como
los llamaba Roosevelt, no tuvieron dificultad en contratar a una multitud,
y emplearon probablemente poco dinero del fondo. (Diversos recuentos
del papel de la CIA en Irán, sitúan los gastos del derrocamiento de
Mossadegh entre diez mil y diecinueve millones de dólares. Las cifras
mayores se basan en informes de que la CIA sobornó con fuertes sumas a
miembros del Parlamento y otros iraníes influyentes para lograr su apoyo
contra el primer ministro.)
Pronto pudo verse una línea de personas salir de un antiguo bazar,
encabezadas por un grupo de artistas de circo y atletas a fi n de atraer al
público. Los manifestantes ondeaban banderas y gritaban ¡Viva el sha! En
los bordes de la procesión, algunos’ individuos pasaban monedas iraníes
que mostraban la efigie del sha. Muchos se sumaron al paso de la
demostración, y se unieron a los cantos, sin duda por toda una minada de
razones políticas y personales. La balanza sicológica se inclinaba al lado
opuesto de Mossadegh.
En el camino, algunos manifestantes rompieron las filas para atacar
oficinas de periódicos o partidos políticos pro gubernamentales, así como
las oficinas del Tudeh y del Gobierno. En ese momento una voz se hizo
escuchar por la radio de Teherán anunciando que ‘la orden del sha de que
Mossadegh fuese destituido ha sido llevada a cabo. El nuevo primer
ministro Fazlollah Zahedi se encuentra ahora en el poder. ¡Y Su Majestad
Imperial viene de regreso!”
Se trataba de una mentira, o de una “preverdad”, como sugirió
Roosevelt. Sólo entonces fue a buscar a Zahedi a su escondite. En el

19 Sobre el encuentro de Henderson y Mossadegh: Ambrose, pp. 208-209, entrevista a Henderson

por el autor; Roosevelt, pp. 183-185.


20 New York Times, 19 de agosto de 1953.
9. Irán 1953 119

camino se cruzó con el comandante de la Fuerza Aérea que se hallaba


entre los manifestantes. Roosevelt le dijo al oficial que consiguiera un
tanque para llevar a Zahedi a la casa de Mossadegh en la manera
adecuada.21
Kennit Roosevelt querría que el lector creyese que en este momento
todo había terminado y no quedaba más que descorchar el champán:
Mossadegh habría huido, Zahedi asumiría el poder y el sha había sido
avisado para regresar —un triunfo de la voluntad popular, dramático, feliz
y apacible. Inexplicablemente olvida mencionar que se combatió durante
nueve horas en las calles de Teherán y frente a la vivienda de Mossadegh
por parte de los militares partidarios de este y los que apoyaron a Zahedi
y al sha. Se reportaron cerca de trescientos muertos y cientos fueron
heridos antes de que los defensores de Mossadegh sucumbieran. 22
Roosevelt tampoco hace referencia a cualquier contribución por parte
de los británicos, lo que irritó mucho a los hombres de MI6, la
contrapartida de la CIA, quienes reclamaron que tanto ellos como el
personal de la Compañía Anglo-lraní de Petróleo, empresarios locales y
otros iraníes habían desempeñado un papel importante en los hechos.
Pero no dieron detalles acerca de cuál fue exactamente ese papel.23
La Misión Militar norteamericana en Irán también reclamó su
participación, tal como lo atestiguó luego el mayor general George C.
Stewart ante el Congreso:
Ahora, cuando esta crisis se produjo y el asunto estaba a punto de colapsar,
violamos nuestros criterios normales, y entre otras cosas que hicimos,
facilitamos al ejército de inmediato, a modo de emergencia, mantas, botas,
uniformes, generadores eléctricos y medicamentos que permitieran crear la
atmósfera en la que pudieran apoyar al sha [...] Las armas que tenían en sus
manos, los camiones que utilizaron, los carros blindados que condujeron por
las calles, las comunicaciones de radio que les permitieron el control, todo fue
abastecido por el programa de asistencia a la defensa militar. 24

La última parte de la declaración del general podría aplicarse,


presumiblemente, también a la otra parte.
Es concebible que el Tudeh hubiera podido cambiar la suerte de ese día contra
los realistas [escribió Kennett Love, periodista del New York Times que se
encontraba en Teherán en esos días decisivos de agosto]. Por alguna razón
permanecieron por completo alejados del conflicto [...] Mi propia conjetura es

21 Roosevelt, pp. 191-192.


22 New York Times, 20 de agosto de 1953, p. 1; The Times, Londres, 20 de agosto de 1953.
23 David Leigh: The Wiison Piot: How the Spycatchers and Their American Allies Tried to Overthrow

the British Government. New York, 1988, pp. 14-15.


24 Audiencias en 1954 ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara acerca de “La Ley de

Seguridad Mutua de 1954”, pp. 503, 569-570. Stewart era el director de la Oficina de Asistencia Militar
del Departamento de Defensa.
9. Irán 1953 120

que el Tudeh fue frenado por la Embajada soviética porque el Kremlin, en su


primer año post-Stalin, no deseaba asumir las consecuencias que podrían
haber resultado del establecimiento de un régimen controlado por los
comunistas en Teherán.
Las opiniones de Love, expresadas en una ponencia que escribió en
1960, pudieran haber estado inspiradas por informaciones recibidas de la
CIA. Él mismo admitió estar en contacto estrecho con la agencia en
Teherán, e incluso haber ayudado en la operación 25.

Un poco antes ese mismo año, el New York Times había señalado que
“la opinión prevaleciente entre observadores designados en Irán” era que
“Mossadegh es el político más popular en el país”. Durante un período de
más de cuarenta años Mossadegh había “adquirido reputación como un
patriota honesto”.26
En julio, el director de Asuntos Iraníes en el Departamento de Estado
había testificado que “Mossadegh tenía un control tan tremendo sobre las
masas populares que sería muy difícil quitarlo del poder”. 27 Unos pocos
días más tarde, “al menos cien mil” personas llenaron las calles de Teherán
para expresar fuertes sentimientos contra el sha y EE.UU. Aunque
auspiciado por el Tudeh, el número de participantes excedía en mucho al
de los miembros del partido.28
Pero la popularidad y las masas, cuando carecen de armas, pesan poco,
pues al final lo que presenció Teherán fue un enfrentamiento militar
llevado a cabo en ambas partes por soldados obedientes a las órdenes de
un puñado de oficiales, algunos de los cuales pensaban sólo en sus
carreras y ambiciones al elegir el bando: otros tenían compromisos
ideológicos más serios. El New York Times caracterizó el súbito giro de la
suerte de Mossadegh como “nada más que un motín (...) contra los
oficiales pro Mossadegh” por parte de “los rangos militares inferiores”,
quienes reverenciaban al sha y habían reprimido brutalmente las
demostraciones del día anterior, pero se negaron a hacerlo el 19 de agosto
y, en cambio, se volvieron contra sus oficiales. 29
No está claro cuáles conexiones previas habían establecido Roosevelt y
sus agentes con los oficiales pro sha. En una entrevista concedida en la

25 Kennett Love: “The American Role in the Pahlevi Restoration on 19 August of 1954”, manuscrito

inédito existente entre los papeles de Alien Dulles en la Universidad de Princeton; extractos del mismo
aparecen en Jonathan Kwitny: Endiess Enemies: The Making ofan Unfriendiy World. New York, 1984,
pp. 164-177.
26 New York Times, 18 de enero de 1953, IV, p 8.
27 Testimonio ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara brindado por Arthur L. Richards,

director de la Oficina para Asuntos Griegos, Turcos e Iraníes, el 17 de julio de 1953, sesión ejecutiva,
documento desclasificado en 1981, p. 148.
28 New York Times, 21 de julio de 1953.
29 Ibid., 23 de agosto de 1953, IV, p. 1.
9. Irán 1953 121

fecha en que terminó el libro. Roosevelt declaró que un número de estos


oficiales se refugiaron en el enclave de la CIA adjunto a la Embajada
norteamericana, cuando el sha huyó a Roma. 30 Pero en tanto no menciona
una palabra de este importante e interesante elemento en el libro, se debe
tomar también con cautela esta nueva afirmación. En cualquier caso,
pudiera ser que la demostración del 19 de agosto organizada por
Roosevelt y su equipo, fuese el estímulo y la chispa que estos oficiales
esperaban. De ser así, sin embargo, sólo demostraría cuánto dejó
Roosevelt en manos del azar.
A la luz de las cuestionables, contradictorias y engañosas declaraciones
que en determinados momentos provinieron de J. F. Dulles, K. Roosevelt,
L. Henderson y otros funcionarios norteamericanos, ¿a qué conclusiones
podemos llegar sobre los motivos estadounidenses para derrocar a
Mossadegh? Las consecuencias del golpe pueden ofrecer la mejor
orientación al respecto.
Durante los siguientes veinticinco años, el sha de Irán se mantuvo como
el aliado más cercano de EE.UU. en todo el Tercer Mundo, a un punto que
habría impactado al neutral e independiente Mossadegh. El sha colocó su
país literalmente a disposición de los militares norteamericanos y de las
organizaciones de inteligencia, para ser utilizado como arma de la Guerra
Fría, una ventana y una puerta a la URSS, escuchas electrónicas y radares
fueron ubicados cerca de la frontera soviética; la aviación norteamericana
utilizaba Irán como base para realizar vuelos de vigilancia sobre la URSS;
se infiltraron agentes a través de la frontera; diversas instalaciones
militares estadounidenses punteaban el territorio iraní. El país era visto
como un eslabón esencial en la cadena que forjaba EE.UU. para
“contener'” a la URSS. En un telegrama al secretario británico actuante de
Relaciones Exteriores, Dulles decía: "Pienso que si podemos movernos en
coordinación con Irán de manera rápida y efectiva, cerraremos la brecha
más peligrosa en la línea de Europa a Asia del sur”31. En febrero de 1955,
Irán se convirtió en miembro del Pacto de Bagdad, diseñado por EE.UU.,
en palabras de Dulles, para “crear una sólida banda de resistencia contra
la Unión Soviética”32.
Un año después del golpe, el Gobierno iraní completó un contrato con
un consorcio internacional de compañías petroleras. Entre los nuevos
socios extranjeros de Irán, los británicos perdieron los derechos exclusivos
que habían disfrutado antes y se vieron reducidos a 40%. Otro 40% a

30 Entrevista hecha por Scheer.


31 The Guardian, Londres, 2 de enero de 1984, documentos del Gobierno británico de 1953
desclasificados el 1 de enero de 1984.
32 Testimonio en las “Audiencias sobre la situación en el Medio Oriente”, Comité de Asuntos

Exteriores del Senado, 24 de febrero de 1956, p. 23.


9. Irán 1953 122

manos de compañías norteamericanas, y el resto a otros países. Sin


embargo, los británicos recibieron una generosa compensación por sus
antiguas propiedades33.
En 1958, K. Roosevelt dejó la CIA y fue a trabajar para la Gulf Oil Co.,
una de las firmas norteamericanas en el consorcio. Se desempeñó como
director de las relaciones de la empresa con el Gobierno de EE.UU. y de
otros países, y tuvo ocasión de tratar al sha. En 1960, fue nombrado
vicepresidente. Luego, creó una firma consultora, Downs & Roosevelt, la
cual, entre 1967 y 1970, recibió, según informes, 116.000 dólares anuales
además de los gastos por sus esfuerzos en favor del Gobierno iraní. Otro
cliente, la Northrop Corporation, una compañía aérea radicada en Los
Angeles, pagó a Roosevelt 75.000 dólares anuales por ayudar a sus ventas
en Irán, Arabia Saudita y otros países34. (Ver en el capítulo sobre Medio
Oriente la conexión CIA de Roosevelt con el rey Saudita).
Otro miembro norteamericano del nuevo consorcio fue la Standard Oil
Co., de New Jersey (actual Exxon), cliente de Sullivan y Cromwell, la firma
neoyorkina de cuya junta directiva formó parte por mucho tiempo J.F.
Dulles. Su hermano Alien, director de la CIA, también había integrado la
firma35. El columnista Jack Anderson reportó años después que la familia
Rockefeller, que controlaba la Standard Oil y el Chase Manhattan Bank,
había “ayudado a la CIA a organizar el golpe que derrocó a Mossadegh”.
Anderson enumeraba distintas maneras utilizadas por el sha para
demostrar su gratitud a los Rockefeller, incluyendo grandes depósitos de
su fortuna personal en el CMB, así como urbanizaciones construidas en
Irán por una compañía de la familia Rockefeller36.

La versión generalizada de lo que ocurrió en Irán en 1953 es que —


dígase lo que se diga a favor o en contra de la operación— EE.UU. salvó a
Irán de caer en manos de los comunistas. Sin embargo, durante los dos
años en que británicos y estadounidenses promovieron la subversión en
un país fronterizo, la URSS no hizo nada que justificara tal premisa. Cuando
la Marina inglesa emplazó la mayor concentración de sus fuerzas desde la
Segunda Guerra Mundial en aguas iraníes, los soviéticos no se mostraron
beligerantes; ni cuando Gran Bretaña instituyó sanciones draconianas que
sumieron a Irán en una grave crisis económica y lo hicieron en extremo
vulnerable, la “amenaza bolchevique” se apoderó de los campos

33 Nirumand, pp. 100-108; se explica el contrato en detalles.


34 Acerca de la carrera de Roosevelt después de dejar la CIA ver entrevista de Scheer; Wise y Ross,
pp. 116-117; Kwitny, p. 183.
35 Robert Engler: The Politics of OH: A Study of Prívate Power and Democratic Directions. New York,

1961, p. 310.
36San Francisco Chronicle, 26 de diciembre de 1979.
9. Irán 1953 123

petroleros; todo esto a pesar de tener “a todo el partido Tudeh a su


disposición” como agentes, según expresara Roosevelt. 37 Ni siquiera a la
vista del golpe, con todas las trazas de manos extranjeras en él, Moscú
tuvo un gesto amenazador, como tampoco Mossadegh pidió en ningún
momento la ayuda rusa.
Un año después, sin embargo, el New York Times escribió en un
editorial: “Moscú [...] contaba sus polluelos antes de que fuesen
degollados y pensaba que Irán sería la próxima ‘democracia popular’.” Al
mismo tiempo el periódico alertaba con’ sorprendente arrogancia, que
“los países subdesarrollados con ricos recursos tienen ahora una lección
objetiva en cuanto al alto costo que debe pagar uno de ellos si se deja
llevar por el nacionalismo fanático”. 38
Una década más tarde, Alien Dulles declaró solemnemente que el
comunismo había “tomado el control del aparato gubernamental” en
Irán.39” Y diez años después de eso, la revista Fortune, para citar uno entre
muchos ejemplos, mantenía viva la historia al escribir que Mossadegh
“conspiró con el partido Comunista de Irán, el Tudeh, para derrocar al sha
Mohammed Reza Pahlevi y engancharse a la Unión Soviética”.40
¿Y qué hubo del pueblo iraní? ¿En qué los benefició haber sido
“salvados del comunismo”? Para la mayoría de la población, la vida bajo el
sha fue un sombrío escenario de extrema pobreza, terror policial y tortura.
Miles fueron ejecutados en nombre de la lucha contra el comunismo. La
disidencia fue aplastada desde el inicio del nuevo régimen con asistencia
norteamericana. Kennett Love escribió que creía que el oficial de la CIA
George Carroll, a quien conocía personalmente, trabajaba con el general
Fashat Dadsetan, el nuevo gobernador militar de Teherán “en la
preparación para sofocar de modo muy eficiente un movimiento disidente
potencialmente peligroso proveniente del área comercial y del Tudeh en
las primeras dos semanas de noviembre de 1953”. 41
La notoria policía secreta iraní, SAVAK, creada bajo la guía de la CIA e
Israel42 desplegó sus tentáculos por todo el mundo para castigar a los
iraníes disidentes. De acuerdo con un antiguo analista de la CIA sobre Irán,
SAVAK tenía instrucción en técnicas de tortura por parte de la Agencia.43
Amnistía Internacional resumió la situación en 1976 al señalar que Irán
tenía “el nivel más alto de penas de muerte en el mundo, ningún sistema

37 Roosevelt, p. 145.
38 New York Times, 6 de agosto de 1954.
39 Alien Dulles: The Craft of New York, 1965, p. 216.
40 Fortune, New York, junio de 1975, p. 90.
41 Love: op. cit., citado por Kwitny, p. 175.
42 Roosevelt, p. 9.
43 Jesse J. Leaf, analista jefe de la CIA en Irán durante cinco años antes de renunciar en 1973,

entrevistado por Seymour Hersh en el New York Times, 7 de enero de 1979.


9. Irán 1953 124

válido de cortes civiles y una historia de torturas más allá de lo creíble.


Ningún país en el mundo tiene un récord peor en los derechos humanos
que Irán”44
Cuando a esto se añade un grado de corrupción que “asustaría incluso
a los más endurecidos observadores del robo en el Medio Oriente” 45 se
entiende que el sha necesitase una enorme fuerza militar y policial,
mantenida gracias a programas de ayuda y entrenamiento
norteamericanos de proporciones mucho mayores de lo acostumbrado 46
para sostenerse en el poder por tanto tiempo. El senador Hubert
Humphrey dijo, al parecer con cierta sorpresa: “¿Sabe, usted, lo que le dijo
el jefe del Ejército iraní a uno de los nuestros? Dijo que el ejército estaba
en buena forma gracias a la ayuda de EE.UU., que estaba ahora en
condiciones de enfrentarse a la población civil. Ese ejército no va a pelear
contra los rusos. Está planeando pelear contra el pueblo iraní”.47
Donde la fuerza pudiera fallar, la CIA recurrió a su instrumento más
seguro: el dinero. Para asegurar el apoyo al sha, o al menos la ausencia de
oposición, la Agencia comenzó a pagar a líderes religiosos iraníes, siempre
un lote caprichoso. Los pagos a los ayatollahs y mullahs comenzaron en
1953 y continuaron con regularidad hasta 1977, cuando el presidente
Cárter los interrumpió bruscamente. Una “fuente informada de
inteligencia” estimaba que las sumas pagadas llegaban ya a los
cuatrocientos millones de dólares al año, otros consideran que esa cifra es
exagerada, lo que ciertamente parece. Se cree que la suspensión de los
fondos entregados a los dignatarios religiosos fue uno de los elementos
que precipitó el principio del fin del rey de reyes.48

44 Martin Ennals, secretario general de Amnistía Internacional, citado en un artículo de Reza

Baraheni en Matchbox (publicación de Amnistía en New York), otoño de 1976.


45 Tully, p. 76.
46 Ver Michael Klare: War Without End. New York, 1972, pp. 375, 379, 382, basado en paneles

oficiales del Gobierno de EE.UU. acerca de las décadas de 1950 y 1960.


47 Cook, p. 550.
48 San Francisco Chronicle, 3 de marzo de 1980, p. 15
10. Guatemala 1953-1954 125

10. GUATEMALA 1953-1954


Con el mundo por testigo*
* Los detalles de los hechos descritos en esta sección fueron derivados en lo fundamental de las
siguientes fuentes:
a) Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer: Bitter Fruit: The Untoid Story of the American Coup in
Guatemala. Doubleday & Co., New York, 1982, passim, basado en parte en documentos obtenidos
bajo la Ley de Libertad de la Información del Departamento de Estado, el Departamento de Defensa,
la CIA, los Archivos Nacionales, el Departamento de la Marina y el FBI, al igual que documentos en la
Biblioteca Eisenhower y entre los papeles de John Foster y Alien Dulles en la Universidad de Princeton,
así como entrevistas con individuos que tuvieron participación en los hechos. Esta es siempre la fuente
primaria, a menos que se indique otra.
b) Blanche Wiesen Cook: The Declassified Eisenhower. Doubleday & Co., New York, 1981, pp. 222-
292, basado parcialmente en documentos de la Biblioteca Eisenhower y de los archivos sobre
Guatemala de la Biblioteca del Congreso. Estos últimos están integrados por documentos confiscados
por EE.UU. después del golpe.
c) Richard H. Immerman: The CIA in Guatemala: The Foreign Policy of Intervention. University of
Texas Press, Austin, 1982, pp. 118-122, capítulos 6 y 7, basados en parte en documentos de las
bibliotecas Eisenhower y Truman y en entrevistas.
c) David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government.New York, 1965, capítulo 11.
e) Thomas y Marjorie Melville: The Politics of Land Ownership. New York, 1971, capítulos 4 al 6;
publicado ese mismo año en Gran Bretaña con ligeras diferencias bajo el título Guatemala-Another
Vietnam?

¿A quién pedir ayuda cuando uno es asaltado por la policía? He ahí un


antiguo problema. ¿A quién debe dirigirse una república bananera pobre
cuando un ejército de la CIA avanza sobre su territorio y sus aviones
bombardean el país?
Los líderes guatemaltecos acudieron a todos: las Naciones Unidas, la
Organización de los Estados Americanos, otros países por separado, la
prensa mundial, incluso al propio Gobierno de los Estados Unidos, con la
loca esperanza de que se tratase de un gran malentendido y que, en última
instancia, prevalecería la razón. Nada sirvió. Dwight Eisenhower, John
Foster Dulles y Alien Dulles habían decidido que el gobierno legítimo y
constitucional de Jacobo Arbenz era “comunista”, y por tanto debía
desaparecer, como ocurrió en junio de 1954.
En medio de la preparación estadounidense para derrocar a su
gobierno, el ministro guatemalteco de Relaciones Exteriores, Guillermo
Toriello, lamentó que los Estados Unidos consideraran “comunismo”
cualquier manifestación de nacionalismo o de independencia económica,
cualquier deseo de progreso social, cualquier inquietud intelectual o
10. Guatemala 1953-1954 126

cualquier interés en reformas liberales progresistas. 1


Toriello estaba cerca de la verdad, pero los funcionarios de Washington
conservaron suficiente contacto con la realidad y con la opinión mundial
para percatarse de la inconveniencia de tomar posiciones contra el
nacionalismo, la independencia y las reformas. Por tanto el secretario de
Estado Dulles aseguró que los guatemaltecos estaban viviendo bajo “un
terrorismo de tipo comunista”; 2 el presidente Eisenhower alertó acerca de
“la dictadura comunista” que establecía “una avanzada en este continente
en detrimento de todas las naciones americanas”; 3 el embajador
norteamericano en Guatemala, John Peuriloy, declaró que “no podemos
permitir que se establezca una república soviética entre Texas y el canal
de Panamá”; 4 otros advirtieron que Guatemala podía convertirse en una
base desde la cual la Unión Soviética tomara el control del canal; la
senadora Margaret Chase Smith señaló que, sin lugar a dudas, “el
injustificado aumento de los precios del café” importado de Guatemala se
debía al control comunista sobre el país y reclamó que se realizara una
investigación al respecto.5 etcétera, etcétera.
La Unión Soviética hubiera tenido razones para sentirse ofendida por
toda esta retórica, dado el escaso interés de los rusos en Guatemala, a la
que no brindaban ningún tipo de asistencia militar y con la que ni siquiera
mantenían relaciones diplomáticas, por tanto no contaban con la
embajada que normalmente resulta indispensable para llevar a cabo tan
nefastos planes. (Durante este período, momento culminante de la
“lógica” maccarthista. había sin duda norteamericanos que razonaban:
“¡Lo mejor es engañarnos!”).
Excepto en una sola ocasión, los países de la Europa del Este habían
tenido tan poco que ver con Guatemala como la propia Unión Soviética.
Un mes antes del golpe, esto es. mucho después de que Washington
hubiera comenzado a prepararlo. Checoslovaquia realizó una única venta
de armas a Guatemala, compradas al contado, algo que los checos habrían
hecho con cualquier país que estuviese dispuesto a pagar el precio. Las
armas, según se descubrió luego, eran, en palabras del New York Times,
“chatarra inservible”. La revista Tímese burló del reporte del periódico y
citó a militares norteamericanos que dieron una apreciación diferente del
armamento. Tal vez ni 77/770 ni los militares norteamericanos podían
concebir que un miembro de la conspiración internacional comunista le

1 Schlesingery Kinzer, pp. 143-144.


2 New York Times, 16 de junio de 1954.
3 Ibíd., 20 de mayo de 1954, p. 18.
4 Revista Time, 11 de enero de 1954
5 Congressional Record, 8 de febrero de 1954, p. 1475.
10. Guatemala 1953-1954 127

hiciera una jugada tal a otro.6


El molino de la propaganda estadounidense sacó gran provecho de esta
compra de armas. Mucha menos publicidad recibió el hecho de que
Guatemala tuvo que solicitar las armas a Checoslovaquia porque Estados
Unidos se había negado a vendérselas desde 1948, 7 a causa de los
gobiernos reformistas, y había presionado a otros estados a hacer lo
mismo a pesar de las repetidas peticiones de Arbenz de que se eliminara
este embargo.
Al igual que los soviéticos, Arbenz tenía razones para preguntarse de
dónde salían las acusaciones de Estados Unidos. El presidente
guatemalteco, quien tomó posesión en marzo de 1951 tras unas
elecciones legales que ganó por amplio margen, no tenía ningún contacto
especial, ni vínculos espirituales o ideológicos con la Unión Soviética y el
resto del bloque comunista. Aunque los estrategas de la política
norteamericana y la prensa, de manera tanto implícita como explícita,
calificaban a Arbenz de comunista con frecuencia, algunos en Washington
sabían que esto no era cierto, al menos cuando no predominaba en
apasionamiento. Bajo la administración de Arbenz, Guatemala había
votado en las Naciones Unidas tan coincidentemente con los Estados
Unidos en temas relacionados con el “imperialismo soviético”, que el
grupo del Departamento de Estado ocupado de planear el derrocamiento
de Arbenz llegó a la conclusión de que dar a conocer el comportamiento
de Guatemala en las Naciones Unidas “no sería particularmente útil en
nuestro caso”.8 Y un análisis del Departamento de Estado reflejaba que el
presidente guatemalteco tenía apoyo “no sólo de los obreros de afiliación
comunista y de la tendencia radical de los grupos profesional e intelectual,
sino también entre muchos nacionalistas anticomunistas en áreas
urbanas”.9
Sin embargo, Washington expresaba en forma continua y
desembozada su disgusto ante la presencia de comunistas dentro del
Gobierno de Guatemala y su activa participación en la vida política del
país. Arbenz sostenía que no era otra cosa que la verdadera democracia,
mientras Washington insistía en que el presidente era demasiado
tolerante con tales sujetos —no porque hubiesen hecho algo que resultara
en sí mismo ofensivo o amenazador para EE.UU. o la civilización
occidental, sino simplemente porque pertenecían a la especie comunista,
bien conocida por su infinita capacidad de traición. El embajador Peurifoy
advirtió a Arbenz que las relaciones de Guatemala con los Estados Unidos

6 Time, 19 de julio de 1954, p. 34.


7 Cook, p. 274; Schlesingery Kinzer, p. 148.
8 Cook, p. 234.
9 Ibíd., pp. 240-241.
10. Guatemala 1953-1954 128

se mantendrían en peligro mientras un solo comunista permaneciera en la


nómina gubernamental.10
El centro del programa de Arbenz era la reforma agraria. La necesidad
de llevarla a cabo se hacía evidente en las demasiado familiares
estadísticas de país subdesarrollado: en una nación eminentemente rural,
2,2% de los dueños de tierras poseían 70% de los terrenos cultivables; el
ingreso per cápita anual de un trabajador agrícola era de 87 dólares. Antes
de la revolución de 1944, que terminó con la dictadura de Ubico, “los
trabajadores agrícolas habían sido atados en grupos por el ejército para
ser entregados en, las haciendas de las zonas bajas d onde se les mantenía
esclavizados mediante las deudas a los terratenientes”. 11
La expropiación de grandes extensiones de tierras no cultivadas,
distribuidas a cerca de cien mil campesinos sin tierra, el establecimiento
de derechos sindicales para los trabajadores y otras reformas sociales,
fueron las razones por las cuales Arbenz se ganó el apoyo de los
comunistas y otras fuerzas de izquierda, como era lógico esperar. Cuando
fue criticado por aceptar el apoyo de los comunistas, desafió a sus críticos
a probar su buena fe, respaldando ellos mismos sus reformas. No lo
hicieron, con lo cual revelaron la verdadera base de sus críticas.12
El partido formado por los comunistas, el Partido Guatemalteco del
Trabajo, contaba con cuatro puestos en el Congreso, y era el componente
más pequeño de la coalición gobernante, que alcanzaba 51 puestos en la
legislatura de 1953-1954. 13 Los comunistas tenían varios puestos
importantes subordinados al gabinete, pero nunca fue nominado alguno
al gabinete mismo. Además de esto, había emplead os comunistas entre
la burocracia, en particular dentro de la administración de la reforma
agraria.14
Al carecer de verdaderas bases para acusar a la izquierda guatemalteca,
los funcionarios de Washington se veían obligados a condenar a través de
matices semánticos. Así pues, los comunistas, a diferencia de cualquier
otro ser humano, no obtenían empleos en el Gobierno, sino que “se
infiltraban” en él; no apoyaban un programa específico, lo “explotaban”;
no respaldaban a Arbenz, lo “utilizaban”. Todavía más, los comunistas
“controlaban” el movimiento obrero y la reforma agraria. Ahora bien,
¿qué clase de persona se dedica a promover el bienestar de obreros y
campesinos en un país subdesarrollado? Justo la clase que Washington

10Schlesinger y Kinzer, p. 12.


11Cook, pp. 242-243; citando al antiguo ministro de Relaciones Exteriores guatemalteco Raúl
Oesegueda.
12 Schlesinger y Kinzer, p. 61.
13 Washington Post, 15 de noviembre de 1953, p. 3B.
14 Schlesingery Kinzer, pp. 58-59.
10. Guatemala 1953-1954 129

denominaba “comunista”.
El concepto básico detrás de ese tipo de lenguaje —una práctica
occidental estándar durante toda la Guerra Fría— era negar la idea de que
los comunistas pudieran ser personas con una preocupación sincera por el
cambio social. Los funcionarios norteamericanos lo negaban entre ellos
mismos, tanto como lo negaban al mundo. Veamos, por ejemplo, un
extracto de un informe de la CIA acerca de Guatemala, elaborado en 1952
para consumo de la Casa Blanca y la comunidad de inteligencia:
El éxito político comunista se deriva por lo general de la habilidad de
individuos comunistas y sus compañeros de viaje para identificarse con las
aspiraciones sociales y nacionalistas de la Revolución de 1944. De esta
manera, han tenido éxito al infiltrarse en la Administración y en los partidos
políticos pro gubernamentales y han tomado el control de los sindicatos [...]
[Arbenz] es en esencia un oportunista cuya política es en gran medida una
cuestión de accidente histórico [...] La extensión de la influencia [comunista]
ha sido facilitada por la adaptabilidad de “clichés” marxistas a los objetivos
anticolonialistas y sociales de la Revolución Guatemalteca. 15

El primer plan para derribar a Arbenz fue una operación de la CIA


aprobada por el presidente Truman en 1952, pero a la hora decisiva, el
secretario de Estado Dean Acheson persuadió a Truman de abandonarla. 16
Sin embargo, tan pronto Eisenhower se convirtió en presidente en enero
de 1953, el plan resucitó.
Ambas administraciones fueron presionadas por ejecutivos de la
United Fruit Company, dueña de muchas de las tierras ociosas que habían
sido expropiadas por el gobierno de Arbenz como parte de la reforma
agraria. La compañía pedía cerca de dieciséis millones de dólares como
compensación; el Gobierno ofrecía 525.000, que era el valor declarado por
la propia United Fruit Company con miras a los impuestos.17
La United Fruit funcionaba en Guatemala como un estado dentro de
otro. Poseía las concesiones telefónica y telegráfica del país, administraba
la única bahía importante en el Atlántico y tenía el monopolio de las
exportaciones de banano. Una subsidiaria de la compañía era la dueña de
casi todas las vías férreas del territorio. Su influencia entre la élite de poder
en Washington era también impresionante. A nivel dé empresa o dé
individuo, tenía vínculos estrechos con los hermanos Dulles, varios
funcionarios del Departamento de Estado, congresistas, el embajador de

15 Estimado de Inteligencia Nacional de la CIA, 11 de marzo de 1952, pp. 1-3, en Deciassified

Documents Reference System. Woodbridge, Conn., Vol. 1982, documento Nº 6.


16 Immerman, pp. 118-122.
17 Thomas P. McCann: <4r? American Company: The Tragedy of the United Fruit. New York, 1976,

p. 49. McCann había sido un funcionario de la United Fruit. Casi todas las fuentes difieren en cuanto
al monto ofrecido por el Gobierno guatemalteco, comenzando a partir de la cifra dada por McCann
hasta casi 1 200.000 dólares.
10. Guatemala 1953-1954 130

Estados Unidos ante las Naciones Unidas y otros. Anne Whitman, la esposa
del director de Relaciones Públicas de la compañía, era la secretaria
personal del presidente Eisenhower. El subsecretario de Estado (y ex
director de la CIA) Walter Bedell Smith buscaba convertirse en ejecutivo
de la United Fruit al mismo tiempo que ayudaba a planear el golpe. Más
tarde fue nominado a la junta directiva.18
Bajo Arbenz, Guatemala construyó un puerto en el Atlántico y una
carretera para competir con la United Fruit, así como una hidroeléctrica
para ofrecer electricidad a precios más bajos que los del monopolio
controlado por Estados Unidos. La estrategia de Arbenz fue limitar el
poder de las compañías extranjeras a través de la competencia directa,
mucho más que mediante la nacionalización, algo impracticable, por
supuesto, cuando lo que está en juego tiene una magnitud fija, como es el
caso de la tierra. En su discurso inaugural, Arbenz afirmó: “El capital
extranjero siempre será bienvenido en tanto se ajuste a las condiciones
locales, permanezca subordinado siempre a las leyes guatemaltecas,
coopere con el desarrollo económico del país y se abstenga estrictamente
de intervenir en la vida política y social de la nación”. 19
Esto no describe en lo absoluto el papel de la United Fruit en
Guatemala. Entre otras muchas cosas, la compañía se había empeñado
con persistencia en frustrar los programas de reformas de Arbenz, en
desacreditarlo a él y a su gobierno y en impulsar su derrocamiento.
En reacción lógica, Arbenz desconfiaba de las multinacionales y no
podía recibirlas con los brazos abiertos en el país. Esta actitud, su
expropiación de las tierras de la United Fruit y su “tolerancia con los
comunistas” fueron más que suficientes para convertirlo en un hombre
marcado para Washington. Los Estados Unidos vieron estas políticas como
interrelacionadas: esto es, el tratamiento dado por el Gobierno
guatemalteco a las empresas norteamericanas se debía a la influencia
comunista, no a las exigencias económicas y sociales de la vida del país.

En marzo de 1953 la CIA se acercó a oficiales descontentos de derecha


del Ejército guatemalteco y se comprometió a enviarles armas. La United
Fruit donó 64.000 dólares en efectivo. Al mes siguiente estallaron
revueltas en varias ciudades, las que fueron rápidamente sofocadas por
tropas leales. Los rebeldes fueron llevados a juicio y revelaron la
participación de la compañía bananera, pero no la de la CIA.20
La administración Eisenhower decidió que había que hacer bien el
trabajo la próxima vez. Con cínico regocijo, se invirtió casi un año en

18 Schlesingery Kinzer, pp. 106-107 y passim; McCann, cap. 4.


19 Schlesinger y Kinzer, p. 52.
20 Ibid., pp. 102-103.
10. Guatemala 1953-1954 131

preparar paso a paso el derrocamiento de Jacobo Arbenz Guzmán. Pocas


de las empresas grandes de la CIA están tan documentadas como el golpe
en Guatemala. Con la desclasificación de muchos documentos fue
emergiendo la siguiente historia: 21
El alto mando de la operación se estableció en Opa Locka, Florida, en
las afueras de Miami. El dictador nicaragüense Anastasio Somoza
prestó/alquiló su país para construir una pista aérea y para que fuesen
entrenados cientos de hombres-exiliados guatemaltecos y mercenarios
norte y centroamericanos— en el uso de armas y radiotransmisiones, al
igual que en las delicadas artes del sabotaje y la demolición. Treinta
aviones fueron asignados a Liberación, y estacionados en Nicaragua,
Honduras y la zona canalera, con pilotos estadounidenses. La Zona del
Canal sirvió también como depósito de armas desde donde eran
distribuidas a los rebeldes, que debían congregarse en Honduras bajo las
órdenes del coronel Carlos Castillo Armas antes de entrar en Guatemala.
También se reunieron armas soviéticas a fin de colocarlas dentro del país
antes de la invasión, para reforzar las acusaciones de EE.UU. sobre la
intervención rusa. Y tan importante como las armas resultó ser la
ubicación de radiotransmisores ocultos dentro y alrededor del perímetro
de la ciudad capital, incluso uno en la Embajada de Estados Unidos.
Se hizo un intento por volar los trenes que transportaban las armas
checas desde la costa hasta Ciudad Guatemala, sin embargo, un aguacero
torrencial inutilizó los detonadores, y aunque un escuadrón paramilitar de
la CIA abrió fuego contra uno de los trenes y mató a un soldado
guatemalteco e hirió a otros tres, el convoy llegó sin más problemas a su
destino.
Después de que el barco checo arribara a Guatemala, Eisenhower
ordenó que fuesen detenidos “todos los navíos de banderas extranjeras
sospechosas en alta mar cerca de Guatemala para inspeccionar su
carga”.22 El asesor legal del Departamento de Estado escribió un extracto
en el que expresaba sin términos dudosos que “tal acción constituiría una
violación del derecho internacional”. No importaba. Al menos dos buques
fueron detenidos y registrados, uno francés y otro holandés. Fue a causa
de acciones semejantes que Gran Bretaña y EE.UU. libraron la guerra de
1812.
Se centró la atención en los militares guatemaltecos. Estados Unidos
firmó ostentosamente tratados de mutua seguridad con Honduras y
Nicaragua, países vecinos y hostiles a Arbenz, y les envió grandes

21 Derivado en primera instancia de Schlesinger y Kinzer, y en menor medida de otras fuentes


mencionadas al principio de esta sección, así como en las que se especifican a continuación.
22 Dwight Eisenhower: The White House Years: Mandate for Change 1953-1956. New York, 1963,

p. 424.
10. Guatemala 1953-1954 132

cargamentos de armas con la esperanza de que sería una señal evidente


de amenaza para los militares guatemaltecos que los persuadiera de
retirar su apoyo al Gobierno. Además, la Marina despachó dos submarinos
desde Key West, informando tan sólo que llevaban rumbo sur. Varios días
después, la fuerza aérea envió a Nicaragua, entre considerables fanfarrias,
tres bombarderos B-36 como “gesto de cortesía”.
La CIA también realizó un estudio cuidadoso de la trayectoria de los
miembros de la oficialidad guatemalteca y ofreció sobornos a algunos de
ellos. Una de las estaciones de radio clandestinas de la Agencia transmitía
mensajes dirigidos a los militares, tanto como a otros, para unirse al
movimiento de liberación. La emisora reportaba que Arbenz planeaba en
secreto disolver o desarmar a las Fuerzas Armadas y reemplazarlas con
milicias populares. Aviones de la CIA dejaban caer volantes sobre
Guatemala con mensajes similares.
En un momento dado, ante el urgente pedido del embajador Peurifoy,
un grupo de altos oficiales se reunió con Arbenz para pedirle que
despidiera a todos los comunistas que ocuparan puestos en su
administración. El presidente les aseguró que los comunistas no
representaban peligro alguno, que no tenían influencia sobre el Gobierno
y que sería antidemocrático despedirlos. En un segundo encuentro, los
oficiales también demandaron que Arbenz abandonara la creación de la
“milicia popular”.
La CIA llegó a ofrecerle al propio Arbenz una gran suma de dinero, que
fue rechazada. El dinero, depositado en un banco suizo, fue utilizado
presumiblemente para inducir a Arbenz a abdicar o para que sirviese como
prueba de corrupción más tarde.
En el frente económico se preparaban planes de contingencia tales
como la suspensión del crédito extranjero a Guatemala, la interrupción del
abastecimiento de petróleo y provocar una fuga de sus reservas.23 Pero
fue en la propaganda que la inventiva norteamericana brilló con más
fuerza. Dado que el Gobierno estaba siendo derrocado por ser comunista,
había que convencer de su comunismo al resto de América Latina. En
consecuencia, la Agencia de Información de EE.UU. (USIA) comenzó a
colocar artículos anónimos en periódicos extranjeros, en los que se
calificaba a determinados funcionarios guatemaltecos de comunistas y se
hacía referencia a diversas acciones del gobierno de Arbenz como “de
inspiración comunista”. Sólo en las semanas anteriores a la caída del
presidente, se escribieron más de doscientos artículos sobre Guatemala y
fueron publicados por periódicos latinoamericanos.
Empleando un método que se convertiría en rasgo distintivo de CIA-

23 Cook, pp. 270-271.


10. Guatemala 1953-1954 133

USIA en toda América Latina y en cualquier parte, como ya veremos, los


artículos publicados en un país eran retomados por los periódicos de otras
naciones, bien sea como resultado de pagos de la CIA o porque la historia
era interesante. Además de la ventaja obvia de multiplicar los
consumidores potenciales, la táctica hacía parecer que la opinión mundial
independiente tomaba posiciones y esto contribuía a disimular la conexión
con Estados Unidos
La USIA también distribuyó por todo el hemisferio más de cien mil
copias de un panfleto titulado Cronología del comunismo en Guatemala,
al igual que 27.000 copias de historietas y afiches anticomunistas. Además,
la Agencia de Propaganda Norteamericana produjo tres filmes sobre
Guatemala, con contenido predecible, así como noticieros favorables a
EE.UU. para ser mostrados libres de costo en los cines.
El cardenal de Nueva York. Francis Spellman, un prelado poseído por el
anticomunismo, un hombre que temía más al cambio social de lo que
temía a Dios, fue visitado por la CIA para pedirle que arreglase un contacto
de la Agencia con el arzobispo de Guatemala. Mariano Rossell Arellano. El
cardenal aceptó encantado. De esta forma se dio a conocer el 9 de abril de
1954 una Carta Pastoral en las iglesias católicas guatemaltecas que
llamaba la atención de las congregaciones acerca de la presencia en el país
de un mal, llamado comunismo, y pedía al pueblo que “se levante como
un solo hombre contra este enemigo de Dios y del país”, o al menos a no
salir en defensa de Arbenz. Para apreciar el valor de esto debe recordarse
que el campesinado guatemalteco no sólo era altamente religioso, sino
que la mayoría no sabía leer, de modo que sólo podían recibir la palabra
del Señor en esta forma. Para aquellos que sí podían leer fueron lanzados
desde el aire miles de panfletos con el mensaje del arzobispo.
En mayo la CIA auspició encubiertamente un congreso en Ciudad
México contra la intervención soviética en América Latina. Ese mismo mes.
Somoza convocó al cuerpo diplomático en Nicaragua y les dijo, con voz
temblorosa de ira, que su policía había descubierto un embarque secreto
de armas soviéticas (plantadas por la CIA) cerca de la costa del Pacífico y
sugirió que los comunistas querían crear en Nicaragua “una nueva
situación a lo Corea”. Pocas semanas después un avión sin identificación
dejó caer en paracaídas armas soviéticas en la costa guatemalteca.
Tales platos fueron servidos a (os pueblos latinoamericanos durante
décadas. Con esos métodos se les educó sobre el “comunismo”.
A fines de enero de 1954 la operación pareció haber sufrido un serio
revés cuando copias fotostáticas de documentos de Liberación cayeron en
manos de Arbenz. Pocos días más tarde los periódicos de Guatemala
publicaban copias de cartas firmadas por Castillo Armas, Somoza y otros
bajo grandes titulares. Los documentos revelaban la existencia de algunos
10. Guatemala 1953-1954 134

de los planes de invasión y entrenamiento con la participación, entre


otros, del “Gobierno del Norte”. 24
El Departamento de Estado calificó la acusación a EE.UU. de “ridícula y
falsa” y dijo que no haría más comentarios porque no quería darle al
asunto una dignidad inmerecida. Un vocero del Departamento declaró:
“La política de EE.UU. es no interferir en los asuntos internos de otras
naciones. Esta política ha sido reafirmada reiteradamente bajo esta
administración”.
La revista Time no dio crédito alguno a la posibilidad de participación
norteamericana en un complot semejante y concluyó que todo lo
expuesto había sido “elaborado por Moscú”. 25 El New York Times no fue
tan abiertamente cínico, pero su historia no daba indicios de que pudiera
haber algo de verdad en el asunto. “Observadores latinoamericanos en
Nueva York [reportaba el periódico] dicen que las acusaciones del
‘complot’ tienen sabor a influencia comunista”. Este artículo era seguido
de inmediato en la página por uno titulado “Jefes obreros rojos se reúnen.
La Confederación Guatemalteca abre su congreso”.26
Y la CIA continuaba sus preparativos como si nada hubiese ocurrido.

La ofensiva comenzó en serio el 18 de junio con aviones que arrojaron


volantes sobre Guatemala que pedían la inmediata renuncia de Arbenz o
de lo contrario bombardearían varias locaciones. Las emisoras de la CIA
difundieron mensajes similares. Esa tarde, los aviones regresaron para
ametrallar las casas cercanas a guarniciones militares, dejar caer bombas
de fragmentación y disparar contra el Palacio Nacional.
Durante la semana siguiente los ataques aéreos continuaron a diario —
ametrallando o bombardeando puertos, tanques de combustible,
almacenes de municiones, barracas militares, el aeropuerto internacional,
una escuela y varias ciudades. Nueve personas, entre ellas una niña de tres
años, fueron heridas y un número indeterminado de casas fue pasto de
llamas por explosivos incendiarios. Durante un ataque nocturno, una
grabación de un bombardeo fue puesta a través de altavoces colocados en
el techo de la Embajada norteamericana para aumentar la ansiedad de los
residentes capitalinos. Cuando Arbenz salió al aire para hablar al pueblo y
calmarlo, el equipo de radistas de la CIA interfirió la transmisión.
Mientras tanto el ejército de la Agencia entraba en Guatemala
procedente de Honduras y capturaba algunos poblados, pero su avance
ante la resistencia del Ejército guatemalteco era poco espectacular. En las
transmisiones de la Voz de la Liberación, de la CIA, el panorama era

24 Ibíd., pp. 249-252.


25 Time, 8 de febrero de 1954, p. 36.
26 New York Times, 30 de enero de 1954, pp. 1, 6.
10. Guatemala 1953-1954 135

diferente: los rebeldes estaban por todas partes y avanzaban; eran


numerosos y se les unían voluntarios sobre la marcha; todo el país estaba
envuelto en la guerra; terribles batallas y graves derrotas para el ejército
gubernamental. Algunas de estas transmisiones utilizaban canales
acostumbrados y hasta militares, lo que contribuía a convencer a los
oficiales de Arbenz de que las noticias eran auténticas. De esta misma
forma, la CIA podía responder mensajes militares reales con mensajes
falsos. Toda forma de desinformación fue utilizada y se fomentaron todo
tipo de rumores. Se lanzaron muñecos en paracaídas en áreas dispersas
para fortalecer la idea de que se trataba de una invasión masiva.
La oficina publicitaria de la United Fruit Company hacía circular
fotografías entre los periodistas que mostraban cadáveres mutilados a
punto de ser enterrados en fosas comunes, como ejemplo de las
atrocidades cometidas por el régimen de Arbenz. Las fotos recibieron una
cobertura extraordinaria. Thomas McCann, de dicha oficina, reveló más
tarde que él no tenía idea dedo que mostraban las fotos: “Podían ser lo
mismo víctimas de un lado que de otro, o de un terremoto. La cosa es que
fueron aceptadas por lo que se dijo que eran: víctimas del comunismo”. 27
De manera similar, funcionarios de Washington informaron sobre
arrestos políticos y censura en Guatemala sin referencia alguna a que el
Gobierno estaba b ajo acoso (no digamos ya quién se hallaba tras el acoso),
a que la mayoría de los arrestados eran sospechosos de conspiración o
sabotaje o a que, sobre todo, la administración Arbenz tenía un magnífico
historial en cuanto a las libertades civiles. La conducta de la prensa
norteamericana en este aspecto no fue mucho mejor.

El principal propósito de los bombardeos y de las numerosas formas de


desinformación era hacer aparecer que las defensas militares se
derrumbaban, que la resistencia era inútil, y así provocar confusión y
división entre las Fuerzas Armadas guatemaltecas, de modo que algunos
elementos se volvieran contra Arbenz. La guerra sicológica desarrollada
por la radio era dirigida por E. Howard Hunt, que más tarde adquiriría fama
en Watergate, y David Atlee Phillips, un recién llegado a la CIA. Cuando se
acercaron a Phillips por primera vez para hablarle de la tarea, este
preguntó con toda inocencia a su superior Tracy Barnes: “Pero Arbenz se
convirtió en presidente en elecciones libres. ¿Con qué derecho vamos a
ayudar a alguien a derrocar a su gobierno y sacarlo del poder?”
“Por un momento [escribió más tarde Phillips] detecté en su rostro una
sombra de preocupación, de duda, la reacción de un hombre sensible”.
Pero Barnes se repuso con rapidez y repitió la línea consabida acerca de

27 McCarin, p. 60.
10. Guatemala 1953-1954 136

los soviéticos estableciendo “una fácilmente extensible cabeza de playa”


en Centroamérica.28
Phillips nunca miró atrás. Cuando se retiró de la CIA, a mediados de los
70, fundó la Asociación de Oficiales de Inteligencia Retirados, una
organización creada para contrarrestar la desfavorable publicidad que
barría con la Agencia en aquel momento.

Los periodistas norteamericanos que cubrían los hechos en Guatemala


continuaron mostrando tanto su falta de espíritu investigativo como su
poca malicia para detectar una conspiración. Pero lo que no veía la prensa
estadounidense, resultaba obvio para un gran número de
latinoamericanos. Durante esta semana de junio se levantaron violentas
protestas contra EE.UU. al menos en once países y los gobiernos de
Ecuador, Argentina. Uruguay y Chile se hicieron eco de ellas. El último llegó
a condenar la “intervención” y “agresión” norteamericanas.
La revista Life señaló que estas protestas demostraban que “el
comunismo mundial estaba utilizando el caso de Guatemala con eficiencia
para asestar un golpe a EE.UU.” Se burló de la idea de que EE.UU. estuviese
detrás de la rebelión. 29 Newsweek reportó que los “funcionarios [de
Washington] interpretaban” las protestas “como una indicación de la
profundidad de la penetración roja en las Américas”. 30 Sin embargo, un
memo del Departamento de Estado en aquel momento reconoció
privadamente que gran parte de la protesta provenía de sectores no
comunistas, e incluso moderados pro norteamericanos.31
Los días 21 y 22 de junio, el ministro de Relaciones Exteriores de
Guatemala. Guillermo Toriello, hizo llamados apasionados a las Naciones
Unidas para que ayudasen a resolver la crisis. El embajador
norteamericano ante la ONU, Henry Cabot Lodge, trató de bloquear la
discusión en el Consejo de Seguridad de una resolución para enviar un
grupo de investigadores a Guatemala, y calificó las solicitudes de Toriello
de maniobras comunistas. Pero Dag Hammarskjöld, secretario general de
la ONU por entonces, presionó fuertemente y el Consejo fue convocado.
Antes de la votación, mientras Lodge contactaba con las naciones
pequeñas representadas en el Consejo. Eisenhower y Dalles presionaron
con fuerza a Francia y Gran Bretaña, pero ambas favorecían la resolución.
El presidente norteamericano comentó a su secretario de Estado: “Los

28 David Atlee Phillips: The Night Watch: Twenty Five Years of Peculiar Service. Atheneum, New

York, 1977, pp. 34-35.


29 Revista Life, 5 de julio de 1954, p. 8.
30 Newsweek, 5 de julio de 1954, p. 46.
31 Memorándum del Departamento de Estado, 23 de junio de 1954, citado en Schlesinger y Kinzer,

p. 189.
10. Guatemala 1953-1954 137

británicos esperan que los llevemos gratis y estemos a su lado en Chipre,


¡y sin embargo no quieren apoyarnos siquiera en Guatemala! Vamos a
darles una lección”.32
Al final la resolución fue derrotada por cinco votos a cuatro, con
abstenciones de Francia y Gran Bretaña, aunque las abstenciones no eran
decisivas pues se requerían siete votos como mínimo para aprobarla.
Hammarskjóld estaba tan enojado por las maquinaciones de EE.UU., que
según él debilitaban a la ONU, que confesó que podría verse obligado a
“reconsiderar mi actual posición en las Naciones Unidas”.33
Durante este período, la CIA puso en práctica un plan para crear un
“incidente”. Los aviones de la Agencia dejarían caer varias bombas
inofensivas en territorio hondureño; el Gobierno de este país se quejaría
ante la ONU y la OEA de que su país había sido atacado por aviones
guatemaltecos.34
Arbenz recibió finalmente un ultimátum de ciertos oficiales del ejército,
en el que se le pedía renunciar o firmar un acuerdo con los invasores. La
CIA y el embajador Peurifoy habían estado ofreciendo dinero a los oficiales
guatemaltecos para que desertaran, y se dice que un comandante recibió
60.000 dólares por rendir las fuerzas bajo su mando. Con la espalda contra
la pared, Arbenz hizo un intento por entregar armas a sus seguidores para
que peleasen por su gobierno, pero el ejército impidió la distribución de
las mismas. El presidente de Guatemala supo entonces que el fin estaba
cerca.
La Voz de la Liberación proclamaba mientras tanto que dos grandes
columnas de invasores fuertemente armadas avanzaban hacia Ciudad
Guatemala. Con el paso de las horas, se daban nuevos anuncios del avance
de las míticas fuerzas, cuando en realidad Castillo Armas y su pequeño
grupo apenas habían llegado un poco más allá de la frontera hondureña.
La desinformación y los rumores continuaron por otros medios; y Arbenz,
sin fuentes confiables de información, no pudo ya estar seguro de que los
boletines radiales no llevaran algo de verdad.
En el afán de no permitir que nada amenazara una victoria tan próxima,
un avión de la CIA bombardeó y hundió un buque de carga británico
fondeado en Guatemala y del que se sospechaba que transportaba
combustible para los vehículos del ejército de Arbenz. La tripulación
recibió aviso antes de abandonar el barco, luego se supo que este había
venido a recoger un cargamento de café y algodón.
El desesperado Toriello suplicó con insistencia a Peurifoy que

32 James Hagerty, secretario de prensa de la Casa Blanca, Diarios 1954 (Biblioteca Eisenhower), 24
de junio de 1954, citado en Schlesinger y Kinzer, p. 181.
33 Brian Urquhart: Hammarskjold. Knopf, New York, 1972, pp. 91-94.
34 New York Times, 24 de junio de 1954; Schlesinger y Kinzer, p. 175.
10. Guatemala 1953-1954 138

detuviesen los bombardeos y ofreció incluso reiniciar las negociaciones


con la United Fruit acerca de la compensación por sus tierras. En un largo
cable dirigido a John Foster Dulles, el ministro guatemalteco describió los
ataques aéreos contra la población civil, expresó la indefensión de su país
ante estos bombardeos y llamó a EE.UU. a intervenir para detenerlos. En
el cumplimiento de lo que debe haber sido una tarea muy humillante,
Toriello expuso todo esto sin indicaren ningún momento que EE.UU. tenía,
o podía tener, alguna participación en todo ello. Estas solicitudes no
llegaron muy tarde. Cualquier momento hubiera sido muy tarde.
Las fuerzas de Castillo Armas no podrían haber derrotado a un Ejército
guatemalteco varias veces superior, pero los ataques aéreos, combinados
con la creencia en la imposibilidad de vencer al enemigo, persuadieron a
los militares de obligar a Arbenz a renunciar. Vinieron en su ayuda
personas de filiación no comunista, tanto nacionales como extranjeras.
Arbenz sólo pidió al jefe del Estado Mayor del Ejército, coronel Carlos Díaz,
que le diera su palabra de no negociar con Castillo Armas, y Díaz, que
aborrecía al comandante rebelde tanto como el mismo Arbenz, aceptó de
inmediato. Lo que no comprendió Díaz era que EE.UU. no quedaría
satisfecho con la salida de Arbenz. Castillo Armas había sido designado
como el nuevo jefe de Gobierno y eso no era negociable.
Un funcionario de la CIA, Enno Hobbing, que acababa de llegar a
Guatemala para ayudar a redactar una nueva Constitución para el próximo
régimen, le dijo a Díaz que “había cometido un gran error” al tomar las
riendas del Gobierno. “Coronel [le dijo Hobbing], usted simplemente no es
conveniente para los requerimientos de la política internacional
norteamericana”.
Peurifoy enfrentó a Díaz con la demanda de comenzar conversaciones
de inmediato con Castillo Armas y, al mismo tiempo, le mostró al coronel
una larga lista de nombres de dirigentes a los que Díaz debía fusilar en
veinticuatro horas. “Pero ¿por qué?”, preguntó Díaz. “Porque son
comunistas”, replicó Peurifoy. 35
Aunque Díaz no era un simpatizante del comunismo, se negó a ambas
propuestas y señaló que continuaría la lucha contra los invasores. 36
Peurifoy se marchó, lívido de ira. Envió entonces un cable al alto mando
de la CIA en Florida: “Hemos sido traicionados. ¡Bombardeen!” En pocas
horas, un avión de la CIA despegó de Honduras y bombardeó una base
militar y destruyó la emisora de radio del Gobierno. Muy pronto, el coronel
Castillo Armas, en cuyo anticomunismo EE.UU. podía confiar, sería el

35 Guillermo Toriello: La batalla de Guatemala. Ciudad de México, 1955, p. 189; el ministro de


Relaciones Exteriores guatemalteco relata aquí lo que le dijo el Cnel. Díaz; citado por Schlesinger y
Kinzer, p. 207.
36 Cook, p. 285; Wise y Ross, pp. 192-193.
10. Guatemala 1953-1954 139

nuevo líder de Guatemala.

El show propagandístico no había terminado. Bajo el auspicio de la CIA,


militares guatemaltecos del nuevo régimen llevaron a corresponsales
extranjeros a una visita por la residencia de Arbenz donde pudieron ver
por sí mismos habitaciones repletas con libros escolares publicados... sí,
en la URSS. El corresponsal del New York Times, Paul Kennedy,
considerado un fuerte opositor a Arbenz, llegó a la conclusión de que “los
libros habían sido plantados” y no se molestó en escribir sobre ellos. 37
Time no hizo mención de los libros tampoco, pero en alguna forma dio una
versión de que la multitud había saqueado la casa de Arbenz y había
encontrado “grandes cantidades de propaganda comunista y cuatro sacos
con tierra, uno de Rusia, uno de China, uno de Siberia y uno de
Mongolia”.38 El artículo de Time dejaba bastante claro que ahora conocía
del papel de EE.UU. en la caída de Arbenz (aunque no daba ciertamente
todos los detalles), pero no hacía comentario alguno acerca de la legalidad
de derrocar por la fuerza a un gobierno democráticamente electo.

Castillo Armas celebró la liberación de Guatemala en varias formas.


Sólo en julio fueron arrestadas miles de personas sospechosas de actividad
comunista. Muchos fueron torturados o asesinados. En agosto se aprobó
una ley y se creó un comité que podía declarar a cualquier comunista sin
derecho a apelación. Aquellos que lo fuesen podían ser arrestados
arbitrariamente hasta seis meses, no podían poseer una radio o
desempeñar cargos públicos. En el curso de cuatro meses el comité había
registrado 72.000 nombres. Un funcionario del mismo declaró que se
proponían llegar a 200.000.39 La implementación de la reforma agraria se
detuvo y se declararon sin valor todas las expropiaciones realizadas. 40 La
United Fruit Co. no sólo recibió su tierra de vuelta, sino que el Gobierno
¡legalizó al sindicato de trabajadores bananeros. Todavía peor, siete
empleados de la compañía que habían sido organizadores activos entre los
trabajadores fueron hallados misteriosamente asesinados en Ciudad
Guatemala.41
El nuevo régimen también privó a tres cuartas partes de la población
del derecho al voto, al prohibir que los analfabetos acudiesen a las urnas,
e ilegalizó partidos políticos, confederaciones laborales y organizaciones

37 Paul Kennedy: The Middle Beat. Teachers College Press, Columbia University, New York, 1971,

p. 142; Schlesinger y Kinzer, pp. 219-220.


38 Time, 12 de julio de 1954, p. 31.
39 Wise y Ross, pp. 194-195; John Gerassi: The Great Fear in Latin America. Edición revisada, New

York, 1965, p. 183.


40 Melville, p. 93.
41 Schlesinger y Kinzer, pp. 218-219.
10. Guatemala 1953-1954 140

campesinas. A esto se añadió el cierre de periódicos opositores (algo que


Arbenz nunca hizo) y la quema de libros “subversivos”, incluyendo Los
miserables, de Víctor Hugo, las novelas de Dostoievski y las obras del
Premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias, un crítico mordaz de la
United Fruit.42
Mientras tanto, J. F. Dulles, acusado por Toñello de buscar establecer
un “telón de banano” en América Central, 43 estaba preocupado porque
algunos “comunistas” pudieran escapar. En los cables intercambiados con
Peurifoy, Dulles insistió en que el Gobierno arrestase a los que se hubieran
refugiado en embajadas extranjeras y que se les formulasen “cargos
criminales” para evitar que pudieran salir del país, cargos tales como “ser
agentes encubiertos de Moscú”. El secretario de Estado argumentaba que
a los comunistas se les debía negar el derecho de asilo en forma
automática porque estaban conectados con una conspiración
internacional. La única forma en que se les podía autorizar la salida,
afirmó, era si estaban de acuerdo en ser enviados a la URSS. Pero Castillo
Armas rehusó acceder a los deseos de Dulles en este particular, influido
tal vez por el hecho de que tanto él como varios de sus colegas habían
recibido asilo político en embajadas en algún que otro momento.44
Uno de los que buscó asilo en la Embajada argentina fue un médico de
veinticinco años nombrado Ernesto Guevara, el futuro Che Guevara, quien
había estado residiendo en Guatemala desde 1953 y había tratado sin
éxito de promover la resistencia armada a los invasores. Su experiencia en
Guatemala tuvo un profundo efecto en la formación de su conciencia
política. Su primera esposa, Hilda Gadea, a quien conoció en ese país,
escribió luego al respecto: “Hasta entonces, acostumbraba a decir que
había sido sólo un francotirador que criticaba desde un punto de vista
teórico el panorama político de América. A partir de aquí se convenció de
que la lucha contra el sistema oligárquico y el principal enemigo, el
imperialismo yanqui, tenía que ser por las armas y con el apoyo del
pueblo”45
En cuanto se completó el golpe, EE.UU. confiscó una gran cantidad de
documentos del Gobierno guatemalteco, sin duda con la esperanza de
encontrar por fin la mano de la conspiración comunista internacional
detrás de Arbenz. Si hallaron alguna evidencia, no se dio a conocer
públicamente.

El 30 de junio, mientras el polvo se asentaba, Dulles resumió la

42 Ibid., pp. 60, 221-222; Cook, p. 231; Gerassi, p. 183.


43 Wise y Ross, p. 187.
44 Schlesinger y Kinzer, pp. 222-223.
45 Hilda Gadea: Ernesto: A Memoir of Che Guevara. Londres 1973, p. 54.
10. Guatemala 1953-1954 141

situación en Guatemala en un discutió que es un monumento de la


retórica de la Guerra Fría:
[Los hechos en Guatemala] muestran el malvado propósito del Kremlin de
destruir el sistema interamericano [...] habiendo tomado control de lo que
llaman las organizaciones de masas, [los comunistas] avanzaron para tomar (a
prensa oficial y la radio del Gobierno guatemalteco. Dominaron las
organizaciones de seguridad social y llevaron a cabo el programa de la reforma
agraria [...] daban órdenes al Congreso y al presidente [...] Arbenz [...] era
abiertamente manipulado por los líderes del comunismo [...] El régimen
guatemalteco contaba con el apoyo total de la Rusia soviética [...] [la] situación
ha sido resuelta por los propios guatemaltecos.46

Sin embargo, cuando se trata de reescribir la historia, el discurso de


Dulles no sobrepasa a un memorándum de la CIA escrito en agosto de
1954 y destinado sólo a consumo interno: “Cuando los comunistas fueron
obligados por presiones externas a intentar tomar al poder por completo
en Guatemala, forzaron a Arbenz a renunciar [borrado]. Luego
procedieron a establecer una junta comunista bajo el coronel Carlos
Díaz”.47
Y en octubre Peurifoy declaró ante un comité del Congreso: “Mi papel
en Guatemala antes de la revolución era estrictamente el de un
observador diplomático (...] La revolución que derrocó al gobierno de
Arbenz fue desarrollada e instigada por aquellas gentes en Guatemala que
se rebelaron contra la política y la despiadada opresión del gobierno bajo
control comunista”.48
Más tarde Eisenhower iba a escribir sobre Guatemala en sus memorias.
El antiguo presidente escogió no hacer la menor indicación de que EE.UU.
había tenido algo que ver con los planes o la instigación del golpe, y señaló
que su administración sólo tuvo conexiones en extremo tangenciales con
su ejecución. 49 (Cuando las memorias de Nikita Khruschov fueron
publicadas en Occidente, los editores consideraron adecuado utilizar a un
destacado especialista sobre el Kremlin para anotar la obra, señalando
errores de omisión o de comisión.)

De esta forma los educados individuos del Departamento de Estado, la


C’IA y la United Fruit Co.; los confortables fumadores de pipa de Harvard,
Princeton y Wall Street, se aseguraron unos a otros que los campesinos

46 Afeiv York Times, 1ro. de julio de 1954.


47 Memorándum de la CIA, 16 de agosto de 1954, en Declassified Documents Peference System.
Woodbridge, Conn., Vol. 1983, documento Nº 32.
48 Declaración ante el Subcomité para Latinoamérica del Comité Selecto de la Cámara sobre

Agresiones Comunistas, efectuada el 8 de octubre de 1954, y reproducida en el Department of State


Bulletin, el 8 de noviembre de 1954, p. 690.
49 Eisenhower, pp. 421-427.
10. Guatemala 1953-1954 142

analfabetos de Guatemala no merecían la tierra que les fue entregada, que


los obreros no necesitaban sus sindicatos, que el hambre y la tortura eran
un precio pequeño por verse libres del terrible mal del comunismo.
El terror practicado por Castillo Armas era sólo el principio. Con el
tiempo, como veremos, fue mucho peor. Continuó sin tregua durante más
de cuarenta años.
En 1955, el New York Times reportó desde Naciones Unidas que
“EE.UU. ha comenzado a barrenar una sección del Convenio sobre los
Derechos Humanos en estudio porque representa una amenaza para los
intereses de sus empresas en el extranjero”. La peligrosa sección trata del
derecho de los pueblos a la autodeterminación y a ejercer la soberanía
permanente sobre sus riquezas y recursos naturales. El periódico afirmó:
“La sección declara que en efecto cualquier país tiene el derecho de
nacionalizar sus recursos [...]”50

50 New York Times, 28 de octubre de 1955.


11. Costa Rica. Mediados de los 50 143

11. COSTA RICA. MEDIADOS DE LOS 50


Tratando de derribar a un aliado. Parte I
Si alguna vez la CIA mantuvo una relación de amor-odio fue con José
Figueres, tres veces jefe de Estado en Costa Rica. Por un lado Figueres,
según admitió él mismo en 1975, trabajó para la CIA “de veinte mil
maneras [...] en toda América Latina” por más de treinta años. 1 “Colaboré
con la CIA cuando estaban tratando de derrocar a Trujillo”, divulgó en
referencia al dictador dominicano. 2 Por otro lado, Figueres reveló que la
Agencia había tratado de matarlo en dos ocasiones. 3 No dio detalles,
aunque declaró en aquel momento que durante dos años había tratado de
cancelar la invasión por Bahía de Cochinos. Esto pudiera haber provocado
uno o ambos intentos de asesinato.
La CIA también trató de derrocar el gobierno de Figueres. En 1964, el
primer documento que expuso de manera significativa a la Agencia, The
Invisible Government, reveló que
[...] a mediados de los 50, agentes de la CIA intervinieron profundamente en
los asuntos políticos de Costa Rica, la república más estable y democrática en
América Latina. Los costarricenses bien informados estaban conscientes del
papel de la CIA, cuyo propósito era promover la salida de José (Pepe) Figueres,
el socialista moderado que se convirtió en presidente en elecciones justas y
abiertas en 1953.4

Figueres se mantuvo en el Gobierno hasta 1958, en su primer período


como presidente; antes había encabezado una junta liberal a fines de los
40.
“El mayor pesar [de la Agencia] era que Figueres había reconocido
escrupulosamente el derecho de asilo en Costa Rica para no comunistas y
comunistas por igual. El amplio flujo de entrada de personajes
cuestionables complicaba el trabajo de vigilancia de la agencia y los
obligaba a aumentar su personal”.
Los problemas de la CIA con Figueres llegaron a ser más profundos.

1 Los Angeles Times, 10 de marzo de 1975.


2 Miami Herald, 10 de marzo de 1975.
3 Christian Science Monitor, Boston, 11 de marzo de 1975. Esta nota y las anteriores se refieren

todas a la misma entrevista a Figueres en la televisión mexicana el 9 de marzo de 1975. Figueres puede
haber admitido sus conexiones con la CIA en este momento porque poco antes había aparecido el
libro de Philip Agee, que identificaba a Figueres como “un colaborador de la Agencia por largo tiempo”.
Ver inside the Company: CIA Diary, New York, 1975, p. 244 (publicado en Gran Bretaña en 1974).
4 David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government. New York, 1965, p. 127.
11. Costa Rica. Mediados de los 50 144

Costa Rica era un paraíso para cientos de exiliados en fuga de varias


dictaduras derechistas latinoamericanas, como las de República
Dominicana, Nicaragua y Venezuela. Figueres ofrecía ayuda moral y
material a grupos de ellos en sus planes para derrocar estos regímenes. 5
Para él, esto estaba en concordancia con sus creencias antitotalitaristas,
que abarcaban tanto a la derecha como a la izquierda. El problema era que
los dictadores que querían derrocar eran todos miembros destacados del
club del “Mundo Libre” anticomunista auspiciado por EE.UU.6 (la actitud
norteamericana hacia Trujillo se modificó más tarde). Además, Figueres
había expresado críticas en una ocasión contra la política norteamericana
de apoyar tales dictaduras mientras desatendía los problemas sociales y
económicos del hemisferio.
Estas consideraciones podían con facilidad contrapesar el hecho de que
Figueres había establecido sus credenciales anticomunistas, aunque no de
la variedad “ultra”, y no era más “socialista” que el senador Hubert
Humphrey. Aunque Figueres hablaba en ocasiones con vehemencia contra
las inversiones extranjeras, como presidente había acomodado a las
compañías fruteras multinacionales.
Además de ofrecer apoyo a los oponentes políticos de Figueres,7 la CIA,
informaba The Invisible Government, había tratado
[...] de causar problemas con el Partido Comunista en Costa Rica y de
establecer vínculos entre Figueres y los comunistas. Un esfuerzo de dar
evidencias de que Figueres había estado en contacto con dirigentes
comunistas durante un viaje a México fracasó, pero los agentes de la CIA
tuvieron más suerte con la primera parte de la estrategia: causar problemas a
los comunistas. Tuvieron éxito al colocar una carta en un periódico comunista,
que provenía supuestamente de un destacado comunista costarricense, en la
cual se manifestaba en contra de la línea partidista en relación con la
revolución húngara [de 1956]. Sin saber que la carta procedía de la CIA, los
principales funcionarios en la Embajada norteamericana se reunieron para
evaluar su significado. El funcionario a cargo de asuntos políticos envió un
largo despacho clasificado a Washington y en él alertaba sobre la posibilidad
de un cambio significativo en la política de los comunistas latinoamericanos.8

En 1955 la Agencia llevó a cabo una acción contra Figueres que


resultaba más amenazadora. La profunda animosidad política y personal
entre Figueres y el dictador nicaragüense Somoza llegó a extremos
violentos: se había llevado a cabo un atentado contra Somoza desde Costa

5 Charles D. Ameringer: Democracy in Costa Rica. Praeger, New York y Hoover Institution Press,

Stanford University, California, 1982, pp. 83-85.


6 John Gerassi: The Great Fear in Latin America. Edición revisada. New York, 1965, p. 208.
7 Miami Heraid, 13 de febrero de 1971.
8 Wisey Ross, p. 128.
11. Costa Rica. Mediados de los 50 145

Rica, con apoyo de Figueres, lo cual fue respondido por una invasión por
parte de Nicaragua por tierra y aire. El biógrafo de Figueres, Charles
Ameringer, ha relatado que
Figueres acusó a la CIA de ayudar al gobierno de Somoza en su contra.
Denunció que la CIA se sentía en deuda con Somoza por el apoyo que este
había dado al derrocamiento del régimen de Arbenz. Aseguró que los mismos
pilotos y aviones [F-47] que habían participado en el ataque a Guatemala,
“vinieron luego desde Nicaragua y ametrallaron poblados indefensos en
nuestro territorio”. Según Figueres, al mismo tiempo que el Departamento de
Estado de EE.UU. convenía la venta de aviones de combate para la defensa de
Costa Rica, los aviones y pilotos de la CIA estaban llevando abastecimientos a
los rebeldes.9

Es interesante notar que durante este período, cuando prácticamente


nada había sido revelado acerca de estas atrevidas actividades encubiertas
de la CIA, el hecho de que la Agencia hubiera sido sorprendida con las
manos en la masa mientras interfería el teléfono de Figueres, amentaba
un comentario editorial de condena del Washington Post y una
declaración similar del senador Mike Mansfield ante el Senado. 10
José Figueres no volvió a la presidencia de Costa Rica hasta 1970,
momento en que la CIA renovó sus e sfuerzos por derrocarlo, por razones
muy semejantes.

9 Charles D. Ameringer: Don Pepe, A Political Biography of José Figueres of Costa Rica. University

of New México Press, 1978, pp. 124-125.


10 Washington Post, 9 de enero de 1953; Wise y Ross, p. 127.
12. Siria 1956-1957 146

12. SIRIA 1956-1957


Comprando un nuevo gobierno
En 1956 John Foster Dulles declaró: “La neutralidad se vuelve cada vez
más un concepto obsoleto y, excepto bajo circunstancias muy
excepcionales, resulta inmoral y torpe”. 1 La torpeza de un gobierno
neutral radicaba tal vez en su incapacidad para percibir que su neutralidad
llevaría a Dulles a intentar derrocarlo.
Siria no se estaba comportando como Washington entendía que debía
hacer un país del Tercer Mundo. Para comenzar, era el único Estado de la
región que había rechazado toda ayuda económica o militar
norteamericana. Damasco no sentía inclinación por las ataduras que la
misma conllevaba: la aceptación de ayuda militar de EE.UU. implicaba por
lo general la presencia de asesores y técnicos militares norteamericanos;
además, el Acta de Seguridad Mutua de EE.UU. de 1955 especificaba que
el país firmante se comprometía a contribuir a la “fuerza defensiva del
mundo libre” y declaraba que era política estadounidense “alentar los
esfuerzos de otras naciones libres [...] fomentar la iniciativa privada y la
competencia [entiéndase capitalismo]”.2
Otra dificultad de Siria era que, aunque sus gobiernos de los últimos
años habían sido más o menos conservadores y no habían caído en
desagradables prácticas izquierdistas como la nacionalización de
compañías norteamericanas, los funcionarios de EE.UU. —víctimas de la
que podría ser llamada paranoia anticomunista, o tal vez convencidos por
su propia propaganda— esperaban siempre lo peor. Para entender esto
uno tiene que leer algunos de los documentos secretos, ahora
desclasificados, del Consejo de Seguridad Nacional (NSC), basados en
parte en los informes recibidos de la Embajada norteamericana en
Damasco durante 1956 y 1957: “Si la tendencia popular de izquierda
continúa durante un período considerable, hay peligro real de que Siria
caiga por completo bajo control de la izquierda, ya sea por un golpe o por
usurpación de autoridad”; “la orientación antinorteamericana y
antioccidental que en lo fundamental tienen los sirios es estimulada por el
inevitable histrionismo político acerca del problema palestino”; “Cuatro
efímeros gobiernos sucesivos en Siria han permitido una sostenida y

1 Department of State Bulletin, Washington, 18 de junio de 1956, pp. 999-1000.


2 Ley de Seguridad Mutua de EE.UU. de 1955, secciones 142 (a) (4) y 413.
12. Siria 1956-1957 147

creciente actividad comunista”; “Los comunistas apoyan a los grupos de


izquierda [en] el ejército”; “la apatía hacia el comunismo por parte de los
políticos y oficiales militares” es una amenaza a la seguridad; “El Partido
de Resurrección Árabe Socialista (PRAS)” y “el Partido Comunista de Siria
son capaces de causar un mayor deterioro a la segundad interna siria”;
peligro de un “golpe de Estado” del PRAS así como “creciente penetración
comunista en el gobierno y el ejército”; “De todos los estados árabes, Siria
es en este momento el más completamente dedicado a una política
neutral con fuertes tintes antioccidentales”; “Si la tendencia actual
continúa hay grandes posibilidades de que se produzca una Siria dominada
por los comunistas, lo cual amenazaría la paz y la estabilidad en el área y
pondría en riesgo el éxito de nuestros objetivos en el Cercano Oriente”;
“debemos considerar prioritariamente el desarrollo de cursos de acción
en el Cercano Oriente diseñados para influir sobre la situación en Siria y
recomendar medidas específicas para combatir la subversión comunista”. 3
Parecería que la idea de militares de izquierda o apáticos ante los
comunistas podía haber sido en verdad algo incongruente para la
mentalidad de un funcionario norteamericano, pero los documentos no
mencionan en parte alguna que los izquierdistas/comunistas/miembros
del PRAS hayan hecho algo realmente ilegal o malévolo, aunque el
lenguaje empleado es el mismo que vimos en la sección de Guatemala: los
individuos en cuestión no se unen a nada, se “infiltran”, “penetran”,
“controlan”, son “oportunistas”. En realidad el comportamiento descrito
es el de cualquier otro animal político: se busca influir en sectores
esenciales de la sociedad y sumar aliados. Pero para los hombres con
cargos de responsabilidad en el NSC y el Departamento de Estado, las
malvadas intenciones de tales individuos y el peligro que representaban
eran tan evidentes que no requerían formulación.
Hay una sola excepción, expresada quizás para dar explicación a una
observación incómoda: “De hecho, el Partido Comunista no parece tener
como objetivo inmediato la toma del poder, sino más bien destruir la
unidad nacional, fortalecer el apoyo a las políticas soviéticas y la oposición
a las occidentales y exacerbar las tensiones en el mundo árabe. Ha hecho
significativos avances hacia esos objetivos”.4 Pero no hay indicación de a
qué llama el autor “unidad nacional”.

3 Declassified Documents Reference System. Vol. 1992, documento Nº 2326, 10 de mayo de 1955;

Nº 2663,21 de septiembre de 1955; Nº 2973,9 de enero de 1956; Nº 2974, 16 de enero de 1956. Vol.
1993, documento Nº 2953, 14 de diciembre de 1955; Nº 2954, 26 de enero de 1956; Nº 2955, 27 de
enero de 1956.
Con excepción del Nº 2663, todos los documentos llevan el encabezamiento de la Junta de
Coordinación de Operaciones, un subcomité del Consejo de Seguridad Nacional que coordinaba
actividades encubiertas.
4 Ibíd., Vol. 1993, documento No. 2953, 14 de diciembre de 1955, p. 4.
12. Siria 1956-1957 148

El embajador norteamericano en Siria, James Moose Jr., razonaba que


un gobierno sirio de izquierda, o dominado por los comunistas,
amenazaría a las claras los intereses norteamericanos en la vecina Turquía
y esto, a su vez, podría representar un punto débil para todos los países
de la OTAN, y así sucesivamente. 5 Estaba claro que como no se podía
confiar en que el Gobierno sirio hiciera algo que provocara este calamitoso
desastre de manera inminente, había que hacer algo con el Gobierno sirio.
A esto debemos añadir la acostumbrada intriga medio-oriental: en este
caso se trataba de Iraq que conspiraba con los británicos para derribar
tanto al Gobierno de Siria como al de Nasser en Egipto: la presión británica
para que EE.UU. se sumara a la conspiración” y el compromiso de la CIA:
dejen tranquilo a Nasser, al menos por ahora, y haremos algo con Siria. Un
escenario increíble, escandaloso, pero coherente con la larga tradición del
Medio Oriente. Los británicos eran una presencia antigua. Dulles y los
norteamericanos, todavía exaltados por su éxito en Irán, se proponían
rehacer la región petrolera a su imagen y semejanza.

Wilbur Grane Eveland pertenecía al personal del NSC, el grupo de alto


nivel interagencias en Washington que, en teoría, debía supervisar y
controlar las actividades clandestinas de la CIA. Debido a la trayectoria de
Eveland y su experiencia en el Medio Oriente, la CIA pidió que fuese cedido
a la Agencia para una serie de tareas. Por su parte, Archibald Roosevelt
era, como su primo Kermit, un alto funcionario de la CIA: ambos eran
nietos de Theodore Kermit que había sido el cerebro del derrocamiento
del Gobierno iraní en 1953. Archie tenía esperanzas de hacer lo mismo en
Siria. Finalmente, Michail Bey llyan había sido ministro de Relaciones
Exteriores de Siria: en 1956 era el líder del conservador Partido Populista.
Eveland describe en sus memorias que en un encuentro de los tres en
Damasco, el 1º. de julio de 1956, Roosevelt le preguntó a llyan qué haría
falta para que los conservadores sirios adquiriesen suficiente control para
purgar a los comunistas y sus simpatizantes de izquierda, llyan respondió
señalando nombres y lugares: las estaciones de radio en Damasco y Alepo,
unos pocos altos oficiales y suficiente dinero para comprar periódicos que
estaban en mano s egipcias y sauditas. Roosevelt siguió investigando. Le
preguntó a llyan: ¿podrían estas cosas realizarse con la única participación
de dinero y agentes de EE.UU., sin implicar a otro país occidental o del
Cercano Oriente? Sin duda, le respondió llyan con graves asentimientos de
cabeza.
El 26 de julio el presidente egipcio Camal Abdel Nasser anunció que su

5 Wilbur Crane Eveland: Ropes of Sand: America’s FaHure in the Middie East. W. W. Norton & Co.,

New York, 1980, p. 122.


12. Siria 1956-1957 149

gobierno se hacía cargo de la operación del Canal de Suez. La reacción de


británicos y franceses fue inmediata y exaltada. Estados Unidos fue menos
abiertamente hostil, aunque hizo críticas al Gobierno egipcio y congeló sus
fondos en bancos norteamericanos. Este inesperado incidente pospuso los
planes de la CIA porque —tal como explicó con desesperación llyan a
Eveland— Nasser era ahora un héroe para el mundo árabe y la
colaboración con cualquier potencia occidental para derrocar un gobierno
árabe era políticamente indefendible.
Finalmente el golpe fue programado para el 25 de octubre. La
estrategia que se debía seguir, según la describió llyan, era convocar a
altos mandos del Ejército sirio para
tomar control de Damasco. Alepo, Homs y Hamah. También serían capturados
los puestos fronterizos con Jordania, Iraq y el Líbano a fin de sellar las fronteras
sirias hasta que las estaciones de radio anunciaran que un nuevo gobierno
había ocupado el poder encabezado por el coronel Kabbani, quien ubicaría
unidades blindadas en puntos clave de todo Damasco. Una vez que se hubiera
establecido el control, llyan informaría a los civiles que había seleccionado
para conformar un nuevo gobierno, pero a fin de evitar delaciones, ninguno
de ellos sabría nada hasta una semana antes del golpe. 6

Para esta operación el dinero tendría que cambiar de manos, llyan


pidió, y recibió, medio millón de libras sirias (unos 167.000 dólares); luego
estipuló que, para garantizar su participación, los complotados sirios
necesitarían tener la confirmación del más alto nivel del Gobierno de que
EE.UU. apoyaría el golpe y reconocería de inmediato al nuevo Gobierno.
Esta confirmación podía realizarse de la manera siguiente, propuso llyan:
en abril el presidente Eisenhower había dicho que EE.UU. se opondría a
planes agresivos en el Medio Oriente, pero no sin la aprobación del
Congreso. ¿Podría el presidente repetir esa declaración, en vista de la crisis
de Suez, en una fecha específica que se diera a conocer a los complotados?
Las palabras de Eisenhower podrían ser la confirmación que estos
buscarían.
La respuesta afirmativa al plan de llyan llegó a Damasco desde
Washington al día siguiente. Había que buscar una ocasión adecuada para
la declaración solicitada y el secretario Dulles sería el encargado. La idea
era que Dulles liaría referencia a la declaración de Eisenhower entre el 16
y el 18 de octubre, dándole de este modo a llyan la semana que necesitaba
para organizar su equipo de civiles.
Poco después J. F. Dulles sostuvo una conferencia de prensa. Como se
habían producido en fecha reciente varios ataques israelíes a Jordania,

6 Patrick Seale: The Struggle for Syria: A Study of Post-War Arab Politics. 1945-1958. Londres, 1965,

pp. 283-306; Eveland, pp. 135, 169-173.


12. Siria 1956-1957 150

uno de los periodistas, preguntó si EE.UU. iría en apoyo de Jordania en


seguimiento de “nuestra declaración’ del 9 de abril”.7
Sí, respondió el secretario de Estado y repitió la referencia a la
declaración de abril. Esto ocurría el 16 de octubre. Pero casi de inmediato
llegó un mensaje de llyan desde Damasco que posponía la fecha del golpe
hasta el 30 de octubre porque el coronel Kabbani le había dicho a llyan que
su gente no estaba lista.
La posposición fue crucial. A primera hora de la mañana del 30 un muy
atormentado llyan apareció en la puerta de Eveland: “¡Anoche los israelíes
invadieron Egipto y justo ahora se dirigen al Canal de Suez! ¿Cómo pudo
pedirnos que derrocáramos nuestro gobierno en el preciso momento en
que Israel comienza una guerra con un Estado árabe?” 8
La campana de la “tendencia de izquierda en Siria” siguió sonando en
Washington. En enero de 1957, escribió luego el presidente Eisenhower,
el director de la CIA, Alien Dulles, “presentó informes que indicaban, que
el nuevo gabinete sirio se orientaba hacia la izquierda”. 9 Dos meses más
tarde, Dulles preparó un “Informe de la situación en Siria”, en el cual
escribió acerca de “una tendencia creciente hacia un gobierno
decididamente de izquierda, pro soviético”. A Dulles le preocupaban
“oficiales izquierdistas organizados pertenecientes al PRAS”. 10 En ese
mismo mes, un documento interno del Departamento de Estado señalaba:
“Se cree que los británicos favorecerían la estimulación activa de un
cambio en el actual régimen en Siria, en un esfuerzo por asegurar una
orientación pro occidental por parte de futuros gobiernos sirios [...]
Estados Unidos comparte la preocupación del Gobierno británico sobre la
situación en Siria”.11
Luego, en junio, un memo interno del Departamento de Defensa
hablaba de un posible “golpe de izquierda” que se realizaría, según el
memo, contra el “Gobierno sirio de izquierda”. 12
De este modo, tanto en Beirut como en Damasco, los oficiales de la CIA
estuvieron tratando nuevamente de orquestar un golpe en Siria. En esta
ocasión, Kermit Roosevelt estaba tirando de los hilos, más que su primo
Archibald. Arregló las cosas para que Howard (Rocky) Stone fuese
transferido de Sudán a Damasco para asegurarse de que los preparativos
fuesen hechos por un “profesional”. Stone era ya una leyenda en la CIA a
los treinta y dos años como el hombre que había ayudado a Kim Roosevelt

7 Eveland, p. 182.
8 Acerca del plan de 1956 y su trasfondo ver Eveland, capítulos 11 al 20; New York Times, 10 de
abril de 1956 y 17 de octubre de 1956.
9 Dwight Eisenhower: The White House Years: Waging Peace. 1956-1961, New York, 1965, p. 196.
10 Declassified Documents Reference System. Vol. 1981, documento Nº 26E, 22 de marzo de 1957.
11 Ibíd. Vol. 1985, doc. Nº 283, marzo de 1957.
12 Ibíd. Vol. 1981, doc. Nº 47 IB, 17 de junio de 1957.
12. Siria 1956-1957 151

a derrocar al Gobierno iraní cuatro años atrás, aunque la contribución


específica de Stone al hecho permaneciese en tinieblas.
El nuevo beneficiario propuesto en ese complot particular fue Adib
Shishakly, antiguo dictador sirio de derecha, quien residía
clandestinamente en Líbano. El antiguo jefe de seguridad de Shishakly, el
coronel Ibrahim Husseini, ahora agregado militar sirio en Roma, fue
trasladado en secreto al Líbano con un pasaporte falsificado por la CIA.
Husseini debía entonces entrar de contrabando en el maletero de un auto
diplomático norteamericano a fin de encontrarse con los agentes sirios de
la CIA y dar seguridad de que Shishakly regresaría a gobernar una vez que
se efectuase el golpe.
Pero el golpe fue descubierto en sus mismos inicios. Militares sirios a
los que se les había asignado papeles importantes en la operación, se
presentaron ante el jefe de la inteligencia siria, coronel Sarraj, entregaron
el dinero recibido y nombraron a los agentes de la CIA que les habían
pagado. El teniente coronel Robert Molloy, agregado militar de la
Embajada, Francis Jetón, un funcionario de carrera de la CIA, oficialmente
vicecónsul y el legendario Howard Stone, que se desempeñaba
supuestamente como segundo secretario para Asuntos Políticos, fueron
todos declarados personas non gratas y expulsados del país en agosto.
Molloy estaba decidido a dejar Siria con estilo. Cuando su auto se
acercó a la frontera con el Líbano, obligó al motociclista sirio que lo
escoltaba a salir bruscamente de la carretera y le gritó al hombre que yacía
en el suelo que le dijera al “coronel Sarraj y sus amigos comunistas” que
Molloy “les sacudiría el polvo con una mano amarrada a la espalda si
volvían a cruzarse en su camino”.
El anuncio del Gobierno sirio que acompañó la orden de expulsión
declaraba que Stone había hecho contacto primero con el ¡legalizado
Partido Social Nacionalista y luego con los militares. Cuando los oficiales
informaron sobre el complot, se les dijo que continuaran sus contactos con
los norteamericanos y luego se reunieran con Shishakly y Husseini en las
casas de los diplomáticos estadounidenses. Se decía que Husseini había
afirmado a los oficiales que Estados Unidos daría al nuevo Gobierno sirio
entre trescientos y cuatrocientos millones de dólares en ayuda si se
firmaba la paz con Israel.
Un detalle divertido ocurrió cuando el ministro de Defensa sirio y el
embajador de ese país en Italia discutieron sobre la responsabilidad de
Husseini en el complot. El embajador señaló que Husseini no había estado
en Siria desde el 20 de julio y que su pasaporte no mostraba indicación
alguna de que hubiese salido de Italia en todo ese tiempo.
El Departamento de Estado calificó las acusaciones sirias como
“completamente fabricadas” y tomó represalias: expulsó al embajador
12. Siria 1956-1957 152

sirio en EE.UU. y al segundo secretario, y retiró al embajador


norteamericano de Siria. Fue la primera vez desde 1915 que EE.UU.
expulsaba al jefe de una misión extranjera. 13
Inmediatamente después de la controversia, el New York Times
reportaba que “hay numerosas teorías acerca de porqué los sirios
actuaron contra EE.UU. Una es que fueron instigados por la URSS. Otra es
que el Gobierno manufacturó una historia de espionaje
antinorteamericana para distraer la atención del público de la significación
de las negociaciones sirias con Moscú”. 14
En esta misma edición, un editorial especulaba acerca de otras
explicaciones creíbles. 15 Ni en su reporte noticioso, ni en el editorial, el
Times parecía considerar siquiera la posibilidad de que la acusación siria
pudiera ser cierta.
El presidente Eisenhower, al evocar este incidente en sus memorias, no
niega las acusaciones. Su único comentario acerca de las expulsiones fue:
“La acción en su totalidad estuvo sumida en el misterio pero había fuertes
sospechas de que los comunistas habían tomado el control del Gobierno.
Más aún, teníamos informes frescos de que el bloque soviético estaba
enviando armas a Siria”.16

La neutralidad y el “izquierdismo” de Siria continuaron obsesionando a


EE.UU. Cinco años después, cuando John F. Kennedy ocupaba la Casa
Blanca, se reunió con el primer ministro británico Macmillan y los dos
líderes coincidieron, según un informe de la CIA, en la “penetración y
cultivo de elementos desorganizadores en las fuerzas armadas sirias, en
particular en el ejército, de modo que Siria pueda ser guiada por
Occidente”. 17 Décadas más tarde, Washington seguía preocupado,
aunque Siria todavía no se había “vuelto comunista”.

13 Acerca del plan de 1957 ver Eveland, pp. 253-254; New York Times, 14 de agosto de 1957, p. I y

6; 15 de agosto, pp. 1 y 4.
14 New York Times, 17 de agosto de 1957, p. 3.
15 Ibíd., p. 14.
16 Eisenhower, p. 196.
17 Informe interno de la CIA, con nombre de autor borrado, del 18 de junio de 1962 sobre el

resultado de las conversaciones con “diplomáticos occidentales” acerca de la reunión Kennedy-


Macmillan, en Deciassified Documents Reference System. Vol. 1975, doc. Nº 240A.
13. Medio Oriente 1957-1958 153

13. MEDIO ORIENTE 1957-1958


La Doctrina Eisenhower reclama otro patio para Norteamérica

El 9 de marzo de 1957 el Congreso de EE.UU. aprobó una resolución


presidencial que se hizo conocida como la Doctrina Eisenhower. Este
papel, al igual que la Doctrina Truman y la Doctrina Monroe
anteriormente, concedía al Gobierno de EE.UU. (por el propio Gobierno
de EE.UU.) el destacado y envidiable derecho de intervenir militarmente
en otros países. Con un plumazo, el Medio Oriente fue añadido a Europa y
al hemisferio occidental como campo de juego norteamericano.
La resolución afirmaba que “EE.UU. considera vital para el interés
nacional y la paz mundial la preservación de la independencia y la
integridad de las naciones del Medio Oriente”. Sin embargo, durante este
mismo periodo, como hemos visto, la CIA iniciaba su operación para
derrocar al Gobierno sirio.
La parte relativa a los negocios estaba contenida en la sucinta
declaración de que EE.UU. “está preparado para usar fuerzas armadas
para auxiliar” a cualquier país del Medio Oriente “que solicite ayuda contra
agresión armada por parte de cualquier país controlado por el comunismo
internacional”. Nada se decía acerca de una agresión no comunista, o
anticomunista, que pudiera hacer peligrar la paz mundial.
Wilbur Crane Eveland, el especialista en el Medio Oriente que
trabajaba por entonces para la CIA, había estado presente en una reunión
en el Departamento de Estado convocada dos meses antes para analizar
la resolución. Eveland leyó el borrador que afirmaba que “muchos, si no
todos” los estados del Medio’ Oriente “están conscientes del peligro que
emana del comunismo internacional”. Más tarde escribió: “Estaba
sorprendido. ¿Quién, me preguntaba había llegado a determinar lo que los
árabes consideraban un peligro? El ejército de Israel acababa de invadir a
Egipto y ocupaba todavía la península de Sinaí y la franja de Gaza. Y, de no
haber sido por la amenaza de Rusia de intervenir en favor de los egipcios,
las fuerzas británicas, francesas e israelíes podrían estar asentadas en El
Cairo, celebrando la ignominiosa caída de Nasser del poder”. 1
El enfoque simplista y polarizado del mundo implícito en la Doctrina

1 Wilbur Crane Eveland: Ropes of Sand: America’s Faiiure in the Middle East. W.W. Norton & Co.,

New York, 1980, p. 240. Lo que Eveland llama “amenaza rusa” puede no haber sido todo lo que
aparentaba. Kennett Love (ver nota sobre él en la sección) informó luego que la CIA había fabricado
varios informes de actividad militar rusa sin base real alguna, a fin de inducir a Francia y Gran Bretaña
a llamar a un cese al fuego: Suez: The Twice-Fought War. Gran Bretaña. 1969, p. 615.
13. Medio Oriente 1957-1958 154

Eisenhower ignoraba no sólo los sentimientos antisraelíes sino las


corrientes de nacionalismo, panarabismo, neutralidad y socialismo
prevalecientes en muchos sectores influyentes en el Medio Oriente. Los
artífices de la resolución veían sólo un campo de batalla de la Guerra Fría,
y al hacerlo, lograban en efecto crear uno.
En abril el rey Hussein de Jordania despidió a su primer ministro,
Sulcimán Nabulsi, por rumores, al parecer bien fundados, de un golpe
contra el rey alentado por Egipto, Siria y palestinos residentes en Jordania.
Era el punto de giro en un conflicto en desarrollo entre la política pro
occidental de Hussein y las inclinaciones neutrales del régimen de Nabulsi.
Este había anunciado que, en línea con esa política neutral, Jordania
desarrollaría relaciones más cercanas con la URSS y aceptaría la ayuda
soviética si era ofrecida. Al mismo tiempo, rechazaba la ayuda
norteamericana porque, dijo, EE.UU. le había informado que la ayuda
económica sería retenida a menos que Jordania “cortara sus lazos con
Egipto” y “la aceptación al asentamiento de refugiados palestinos en su
territorio”; dicha acusación fue negada por el Departamento de Estado.
Nabulsi había añadido el comentario de que “el comunismo no era
peligroso para los árabes”.
Hussein, a cambio, acusó “al comunismo internacional y sus
seguidores” de tener responsabilidad directa en los “esfuerzos por
destruir mi país”. Cuando se le presionó para que especificara su
acusación, se negó a hacerlo.
Cuando estallaron revueltas en vahas ciudades jordanas y no se pudo
impedir la guerra civil, Hussein se mostró a la altura de la amenaza a su
prolongado gobierno: declaró la ley marcial, eliminó del Gobierno y el
ejército a todos los que mostrarán simpatías por Nasser y la izquierda, y
erradicó toda oposición política. Jordania retornó pronto a un estado de
calma relativa. Sin embargo, EE.UU. aprovechó la expresión “comunismo
internacional” utilizada por Hussein para justificar el envío inmediato de
unidades de la Sexta Flota al Mediterráneo oriental —un super
portaviones, dos cruceros y quince destructores, seguidos en breve por
otra variedad dé buques y un batallón de marines que desembarcó en
Líbano para “prepararse para una posible intervención futura en
Jordania”.2
A pesar de que nada de lo ocurrido tenía la apariencia de “agresión
armada por parte de algún país controlado por el comunismo
internacional”, el Departamento de Estado invitó abiertamente al rey a
invocar la Doctrina Eisenhower. 3 Pero Hussein, que no había solicitado

2 Sobre los hechos en Jordania ver: New York Times, 5 de abril de 1957, p. 1; 25 de abril, p. 13: 26

de abril, p. 1: las palabras de la cita sobre la “intervención” son tomadas del Times, 26 de abril.
3 Richard Barnet: intervention and Revolution. Londres, 1972, p. 149.
13. Medio Oriente 1957-1958 155

siquiera ese despliegue de fuerzas, se negó, sabiendo que tal cosa sólo
atizaría el fuego ya encendido en la vida política jordana. Sobrevivió sin
necesidad de ello.
En algún momento durante este año, la CIA comenzó a entregar pagos
anuales secretos al rey, que estuvieron inicialmente en el monto de
millones de dólares. La práctica iba a durar veinte años y la Agencia
proporcionaría también compañía femenina a Hussein. Como justificación
a estos pagos, la Agencia declaró luego que el gobernante jordano
permitió a las agencias de inteligencia norteamericanas operar libremente
en Jordania. El propio Hussein suministró información a la CIA y distribuyó
parte de sus pagos entre otros funcionarios que también aportaron
información o Cooperaron con la Agencia.4

Pocos meses después, fue Siria la que ocupó el primer plano en el


melodrama del “comunismo internacional” de Washington. Los sirios
habían establecido relaciones con la URSS para el comercio, ayuda
económica, compra de armas y entrenamiento militar. Estados Unidos
decidió ver algo siniestro en esto aunque la situación había sido
compulsada en buena medida por las acciones de J. F. Dulles, tal como
vimos en la sección anterior. La antipatía norteamericana hacia Siria
alcanzó su cumbre en agosto cuando el Gobierno sirio reveló el complot
de la CIA para derrocarlo.
Los funcionarios de Washington y los medios de prensa
norteamericanos se acostumbraron con facilidad a referirse a Siria como
un “satélite soviético”. No se trataba de información objetiva o
espontánea. Kennett Love, corresponsal del New York Times en estrecho
contacto con la CIA, como vimos en la sección de Irán, reveló más tarde
algo de este trasfondo:
La Embajada de EE.UU. en Siria se hacía de la vista gorda ante falsos informes
emitidos en Washington y Londres a través de canales diplomáticos o de los
medios en el sentido de que se estaban desembarcando armas rusas por el
puerto sirio de Latakia, que “no más de 123 Migs” habían llegado a Siria y que
el teniente coronel Abdel Hameed Sarraj, jefe de la inteligencia siria, los había
tomado bajo su control en un golpe de inspiración comunista. Yo viajé por toda
Siria sin impedimentos en noviembre y diciembre [de 1956] y encontré que
había en efecto “no más de 123 Migs”. No había ninguno. Y no había llegado
arma rusa alguna en meses. Y no había habido golpe, aunque algunos
corresponsales en Beirut, a sólo dos horas en auto de Damasco, estaban
despachando informes falsos sin identificar que les eran enviados por
visitantes de la Embajada provenientes de Damasco y por un agente itinerante
de la CIA que trabajaba bajo la fachada de agente del Tesoro de EE.UU. Sarraj,

4 Washington Post. 18 de febrero de 1977.


13. Medio Oriente 1957-1958 156

que era anticomunista, acababa de romper el torpe complot apoyado por


británicos, norteamericanos e iraquíes. Siria estaba tranquila, pero
preocupada por si la propaganda presagiaba un nuevo golpe de Estado o una
invasión apoyada por Occidente. 5

Como para convencerá cualquiera que se mantuviera escéptico,


Eisenhower envió un emisario personal, Loy Henderson, en un recorrido
por el Medio Oriente. Henderson, como era de esperar, regresó con la
conclusión de que “en todos los países del Medio Oriente hay temor de
que los soviéticos podrían estar en condiciones de derribar a los regímenes
en cada uno de sus países mediante la crisis en Siria”.6 No dio indicación
alguna acerca de si los propios sirios consideraban que estaban
atravesando una crisis.
Como muestra de cuán artificiales eran las crisis anunciadas por la Casa
Blanca, cuán arbitrarios los apocalípticos pronunciamientos acerca de la
URSS, analicemos la siguiente afirmación tomada de un memo interno del
Departamento de Defensa en junio de 1957, unos dos meses antes de que
Henderson viajara al Medio Oriente: “La URSS no ha mostrado intenciones
de intervenir directamente en ninguna de las crisis previas del Medio
Oriente, y creemos que no es probable que intervengan, de manera
directa, para asegurar el éxito de un golpe de izquierda en Siria”. 7
A principios de septiembre, un día después del regreso de Henderson,
EE.UU. anunció que la Sexta Flota sería enviada de nuevo al Mediterráneo,
y que armas y otros equipos militares serían llevados a toda prisa a
Jordania, Líbano, Iraq y Turquía. Pocos días después Arabia Saudita se
añadía a la lista. La Unión Soviética respondió enviando cargamentos de
armas a Siria, Egipto y Yemen.

El Gobierno sirio acusó a EE.UU. de colocar barcos de guerra cerca de


sus costas en “abierto desafío” y declaró que aviones sin identificación
habían estado sobrevolando constantemente el área de Latakia durante
cuatro días con sus noches, al ser este el puerto por donde arribaban los
barcos soviéticos.
Siria también se quejó de que EE.UU. había “incitado” a Turquía a
concentrar un estimado de 50.000 soldados en la frontera con su país, y
se burló de la explicación de que tales tropas turcas estaban simplemente
efectuando maniobras. Eisenhower escribió luego que esas fuerzas
estaban en la frontera “listas para actuar” y que EE.UU. había asegurado

5 Kennett Love, p. 655.


6 Dwight Eisenhower: The White House Years: Waging Peace 1956-1961. New York, 1965, p. 201.
7 Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Vol. 1981, documento 471B, 17 de

junio de 1957.
13. Medio Oriente 1957-1958 157

por entonces a los líderes de Turquía, Iraq y Jordania que si ellos “sentían
necesario tomar acciones contra la agresión por parte del Gobierno sirio,
EE.UU. se encargaría de entregarles cargamentos de armas ya destinadas
a los países del Medio Oriente y, además, cubriría las pérdidas tan
rápidamente como fuera posible”. El presidente no advertía contradicción
alguna en la idea de que tal acción tendría que ser tomada para rechazar,
según sus propias palabras, la “agresión anticipada’’ de Siria, pues de esta
forma sería “de naturaleza básicamente defensiva”. 8 (Subrayado del
autor.)
El papel norteamericano puede haber sido más activo de lo que sugiere
Eisenhower. Uno de sus asesores, Emmel John Hughes, ha escrito acerca
de cómo el subsecretario de Estado Christian Herler, que más tarde
reemplazaría a un dolido J. F. Dulles como secretario, “revisó en cada
amargo detalle [...] algunos torpes intentos norteamericanos recientes de
pinchar a las fuerzas turcas para entablar alguna vaga forma de combate
con Siria”.9
Dulles daba la impresión al hablar en público de que EE.UU. estaba
ansioso porque alguien invocara la Doctrina Eisenhower,
presumiblemente como “justificación” para desarrollar otras acciones
contra Siria. Pero no podía ofrecer ninguna explicación sobre cómo esto
se haría posible. Sin dudas Siria no iba a hacer la solicitud requerida.
La única solución estaba en que Siria atacase a otro país árabe que
pidiese entonces la ayuda norteamericana. Este parecía ser el
razonamiento detrás de la actividad militar y diplomática dirigida hacia
aquel país por EE.UU. Un estudio llevado a cabo por el Pentágono algunos
años más tarde concluía que en “la crisis siria de 1957 [...] Washington
parec[ía] buscar el uso inicial de la fuerza contra el objetivo”. 10 (Subrayado
del autor, el objetivo es Siria.)
En todo este período, los funcionarios de Washington alternaron entre
los esfuerzos por conseguir testimonios de otras naciones árabes de que
Siria era en verdad una variante de satélite soviético y una amenaza para
la región, y la reafirmación al mundo de que EE.UU. había recibido una
gran cantidad de testimonios en tal sentido. Pero Jordania, Iraq y Arabia
Saudita negaron sentirse amenazados por Siria. Egipto, el aliado más
cercano de Siria, concordó con ellos por supuesto. En el punto culminante
de la crisis, el rey Hussein de Jordania se marchó de vacaciones a Europa.

8 Eisenhower, p. 198.
9 Emmet John Hughes: The Ordeal of Power. Londres, 1963, pp. 253-254; el comentario fue hecho
a Hughes, “pocos meses después de que Hener ocupara el puesto” el 22 de febrero de 1957.
10 Barry Blechman y Stephen Kaplan: Forcé Without War: U.S. Armed Forces as a Political

Instrument. The Brookings Institution, Washington, 1978, p. 84; aunque el estudio fue realizado a
solicitud del Pentágono y con su total cooperación, el libro aclara que los puntos de vista son exclusivos
del autor.
13. Medio Oriente 1957-1958 158

El premier iraquí declaró que su Gobierno había llegado a un “completo


entendimiento” con Siria, y el rey Saud, de Arabia Saudita, en un mensaje
a Eisenhower, dijo que la preocupación norteamericana acerca de Siria era
“exagerada” y pidió al presidente “nuevas garantías de que EE.UU. se
abstendría de toda interferencia en los asuntos internos de los estados
árabes”. Saud añadía que los “esfuerzos por derrocar al régimen sirio sólo
harían a los sirios más proclives a la influencia soviética”, una opinión
compartida por varios observadores en todos lados.
Al mismo tiempo, el New York Times informaba: “Desde el principio de
la crisis acerca del giro de Siria hacia la izquierda, ha habido menos alarma
entre sus vecinos árabes que en EE.UU. Diplomáticos extranjeros en el
área, incluyendo a muchos norteamericanos, sienten que la agitación
causada en Washington no guarda proporción con la causa”.
En un momento dado es posible que Dulles haya llegado a estar
influenciado por la falta de apoyo a la tesis norteamericana, pues cuando
se le pidió específicamente que “caracterizara cuál es la relación entre los
objetivos soviéticos en el área y la parte que Siria les aporta”, sólo pudo
responder que “la situación interna en Siria no es enteramente clara y
tiene fluctuaciones”. Según dio a entender, Siria no estaba toda vía en las
garras del comunismo internacional. Al día siguiente Siria, que no deseaba
aislarse de Occidente, también moderó su tono al declarar que los barcos
de guerra norteamericanos habían estado a quince millas de sus costas y
habían continuado “tranquilamente su rumbo”.11
Parece que; durante ese misma agitado 1957, EE.UU. estaba envuelto
en un complot para derrocar a Nasser y su problemático nacionalismo,
aunque los detalles son bastante vagos. En enero, cuando el rey Saud y el
príncipe coronado iraquí Abdul lllah estaban en Nueva York en Naciones
Unidas, se les acercó el director de la CIA Alien Dulles y uno de sus altos
ayudantes, Kermit Roosevelt, con ofertas de planes encubiertos de la CIA,
así como financiamiento, para derribar al líder egipcio cuyo discurso
radical, aunque incipiente, era visto por los reales visitantes como una
amenaza a la idea misma de la monarquía. Nasser y otros oficiales del
Ejército habían destronado al rey Farouk de Egipto en 1952. Resulta
irónico que la CIA y Kermit Roosevelt hayan recibido crédito
tradicionalmente por haber intervenido de alguna forma en este golpe,
algo de lo que no se tiene ninguna certeza. 12

11 Sobre los hechos en relación con Siria: New York Times, 6 de septiembre de 1957, pp. 1,2; 8 de

septiembre, p. 3; 10 de septiembre, pp. 1, 8, 9; 11 de septiembre, p. 10; 12 de septiembre, p. 1; 13 de


septiembre, pp. 1,3; Barnet, pp. 149-151; Eisenhower, pp. 196-203; Patrick Seale: The Struggle for
Syria: A Study of Post-War Arab Politics, 1945-1958. Londres, 1965, p. 303.
12 Por norma, la CIA niega haber participar en los golpes cuando la acusan de ello. En este caso,

parece que la joven CIA necesitaba tocar su propia trompeta y alentó la divulgación de la noticia de
que había sido la fuerza inspiradora del golpe militar egipcio. Pero esta afirmación, encontrada con
13. Medio Oriente 1957-1958 159

Eveland nos dice que “Abdul lllah insistió en la participación británica


en cualquier operación encubierta, pero los sauditas habían cortado
relaciones con Gran Bretaña y se negaron. Como resultado, la CIA trató
con cada uno de ellos por separado: acordó financiar la parte del rey Saud
en una nueva intriga regional para debilitar a Nasser y eliminar su
influencia en Siria y, con el mismo objetivo, coordinó en Beirut un grupo
de trabajo encubierto compuesto por representantes de los servicios de
inteligencia británico, iraquí, jordano y libanés”. 13
La conspiración vuelve a retomarse a mediados de la primavera en la
casa de Ghosn Zogby en Beirut. Zoghy, de ascendencia libanesa, era el jefe
de la estación CIA en Beirut. Junto a Kermit Roosevelt, que se hospedaba
con él, celebraron varias conferencias con los complotados. “Sus afanes
‘encubiertos’ eran tan obvios”, continúa diciendo Eveland, “con personal
de contacto británico, iraquí, jordano y libanés entrando y saliendo cada
noche, que se dice que el embajador egipcio en Beirut estaba recogiendo
las apuestas sobre dónde y cuándo tendría lugar el próximo golpe de
Estado organizado por EE.UU.” En una de estas reuniones, un miembro del
Servicio de Inteligencia Secreta Británico (SIS) informó que habían
infiltrado grupos con el propósito de asesinar a Nasser.
Poco después, Eveland supo por un funcionario de la CIA que J. F.
Dulles, al igual que su hermano Alien, había orientado a Roosevelt trabajar
con los británicos para hacer caer a Nasser. Roosevelt hablaba ahora en
términos de “revolución palaciega” en Egipto.14
A partir de aquí comenzamos a movernos en aguas revueltas, pues
acerca de los hechos que siguieron hay más preguntas que respuestas. Con
los seis países antes mencionados, más Turquía e Israel que al parecer se
sumaron a la acción, y la falta de total confianza y armonía entre los
diversos gobiernos, una maraña de intrigas, subintñgas e intrigas
colaterales se produjo en forma inevitable; por momentos se acercaba a
una comedia barata, aunque algunos dirían que era lo normal en la
“diplomacia” del Medio Oriente.
Entre julio de 1957 y octubre de 1958, los gobiernos sirio y egipcio y los
medios de prensa anunciaron el descubrimiento de lo que parecían ser al

frecuencia en la literatura al respecto, nunca ha estado acompañada de una descripción precisa de


cómo se llevó a cabo esto, ni siquiera una explicación de por qué la CIA prefería a sustituir a Farouk
por el Ejército. Miles Copeland, uno de los primeros oficiales de la CIA y gran admirador de Kermit
Roosevelt, se extiende sobre el tema en cierta medida en su libro The Game of Nations, de 1969, pero
su relato es un puro galimatías. En ese mismo texto, Copeland afirma que la CIA dirigió un golpe en
Siria en 1949, en el que él mismo participó. Esta historia también está escrita en una forma que no
inspira credibilidad. Debe destacarse que su colega en la CIA, Wilbur Crane Eveland, escribió: “He
tenido evidencias de que Copeland tendía a exagerar” (p. 148).
13 Acerca de Saud, lllah y del plan contra Nasser, ver Eveland, pp. 243-244.
14 Ibíd., pp. 246-248.
13. Medio Oriente 1957-1958 160

menos ocho conspiraciones diferentes para derrocar a uno u otro


régimen, para asesinar a Nasser y evitar la esperada fusión entre los dos
países. Arabia Saudita, Iraq y los EE.UU. fueron los más nombrados entre
los conspiradores, pero en la madeja de intrigas que afloró era
prácticamente imposible desenredar los hilos que conducían en particular
a Estados Unidos.15
De manera típica en estas idas y venidas farsescas, parece ser que al
menos una de las conspiraciones para asesinar a Nasser partió de la
interpretación dada por los hermanos Dulles al comentario de Eisenhower
cuando este deseó que “el problema Nasser pudiera ser eliminado”, lo que
entendieron como una orden de asesinato cuando el presidente se refería
en realidad, o así lo plantea la historia, a mejorar las relaciones entre
Egipto y EE.UU. Al darse cuenta del error, el secretario Dulles ordenó
cancelar la operación. 16 (Tres años después, Alien Dulles volvería a
“malinterpretar” un comentario de Eisenhower como una orden de
asesinara Patricio Lumumba en el Congo.)

Los pronunciamientos oficiales norteamericanos durante todo este


período hubieran hecho creer al mundo que la URSS era la “eminencia
gris” detrás de la lucha en Jordania, la “crisis” en Siria y la intranquilidad
general en el Medio Oriente; que el objetivo soviético era dominar el área
mientras que el único propósito de la política norteamericana era rechazar
este avance soviético y preservar la “independencia” de las naciones
árabes. Sin embargo, en tres ocasiones distintas durante 1957 —en
febrero, abril y septiembre— la URSS llamó a una declaración conjunta de
las cuatro potencias (EE.UU., URSS, Francia y Gran Bretaña) para renunciar
al uso de la fuerza y la interferencia en los asuntos internos de los países
del Medio Oriente. El llamado de febrero había propuesto de manera
adicional un embargo sobre los embarques de armas a la región, retirada
de todas las tropas extranjeras, la liquidación de todas las bases foráneas
y la celebración de una conferencia para alcanzar un acuerdo general en
la región.
La estrategia soviética era obviamente neutralizar el Medio Oriente,
eliminar la amenaza que había representado por largo tiempo el control
de potencias hostiles del petróleo en la región, antes Francia y Gran

15 Sobre las conspiraciones:


a) New York Times, 8, 13 al 15 de agosto de 1957; 21 de octubre; 24 y 28 de diciembre; 14 de
febrero de 1958; 6 al 8, 14 y 29 de marzo; 8 de octubre.
b) Eveland, p. 273.
c) Eisenhower, pp. 263-264.
d) The Times, Londres, numerosas referencias desde julio de 1957 hasta octubre de 1958, ver el
índice del periódico bajo los acápites “Egipto”, “Siria”, “Espionaje” y “Situación política”.
16 Eveland, p. 292.
13. Medio Oriente 1957-1958 161

Bretaña, ahora EE.UU., que buscaba llenar el “vacío de poder” causado por
el declinar de las dos primeras naciones europeas en el Medio Oriente.
La historia no nos dice cómo habría sido un Medio Oriente libre de
manipulaciones de las grandes potencias, pues ni Francia ni Gran Bretaña
ni EE.UU. veían con agrado la propuesta soviética, que tampoco pasaba de
ser un “bluff”. El New York Times resumió la actitud de las tres naciones
occidentales a las dos primeras convocatorias rusas diciendo que habían
“devaluado las propuestas soviéticas como esfuerzos para obtener
reconocimiento al derecho soviético a tener voz en los asuntos del Oriente
Medio. Les dijeron a los rusos que llevaran sus quejas ante las Naciones
Unidas”.
Tras la propuesta de septiembre, J. F. Dulles, en respuesta a una
pregunta formulada en una conferencia de prensa, dijo que “EE.UU. está
escéptico en relación con estos arreglos con la URSS para ‘sacar las manos’
[del Medio Oriente]. Lo qué quieren realmente es que saquemos nuestras
manos para ellos poner las suyas en la mesa”. Al parecer este fue el único
comentario que el Gobierno norteamericano consideró adecuado hacer
sobre el asunto.17 Podría ser muy instructivo especular sobre la reacción
de las naciones occidentales si la URSS hubiese anunciado una “Doctrina
Khruschov” para concederse el mismo rango de acción en el Medio
Oriente que se estipulaba en la Doctrina Eisenhower.

En enero de 1958, Siria y Egipto anunciaron sus planes de unirse para


formar una nueva nación: la República Árabe Unida (RAU). La iniciativa de
la fusión había venido de Siria, cuyos motivos radicaban en buena medida
en el temor a los planes de EE.UU. contra el país. Resultaba irónico que,
en el convenio de la fusión, se disolvía el Partido Comunista (en Egipto ya
había sido ¡legalizado), un objetivo en el que la CIA había fracasado tras
año y medio de actividades encubiertas.
Dos semanas antes del surgimiento de la RAU, y en respuesta directa a
ello, Iraq y Jordania formaron la Unión Árabe, con EE.UU. actuando como
partera. Esta unión se mantuvo poco tiempo, pues un sangriento golpe de
Estado derrocó la monarquía en Iraq en julio, y el nuevo régimen
estableció una república y renunció en breve al pacto. Las trompetas del
Armagedón podían escucharse con claridad una vez más en la Oficina Oval.
“Este giro sombrío de los hechos”, escribió Eisenhower en sus memorias,
“podía, de no haber una vigorosa respuesta de nuestra parte, llevar a la
completa eliminación de la influencia occidental en el Medio Oriente”. 18
Aunque el presidente no sería tan torpe como para expresar

17 Sobre las propuestas soviéticas, ver New York Times, 6 de septiembre de 1957, p. 2; 11 de

septiembre, p. 10.
18 Eisenhower, p. 269.
13. Medio Oriente 1957-1958 162

preocupaciones acerca del petróleo, este ataque de ansiedad se debía


probablemente al hecho de que una de las mayores reservas de
combustible del mundo se hallaba ahora en manos de un gobierno que
podría no ser un aliado tan complaciente como el régimen anterior, un
régimen demasiado independiente de Washington. El tiempo de las
demostraciones teatrales de fuerza había terminado. Al día siguiente, las
fuerzas militares norteamericanas invadieron el Líbano para impedir que
el impulso popular de Iraq sirviera para derribar al Gobierno libanés.

De todos los estados árabes, Líbano era con mucho el aliado más
cercano a EE.UU. Era el único que había apoyado con entusiasmo la
Doctrina Eisenhower y se había hecho eco, sin ambigüedades, del pánico
de Washington acerca de Siria. Para ser más precisos, el presidente del
Líbano, Camille Chamoun, y su ministro de
Relaciones Exteriores, Charles Malik —un doctor en Filosofía de
Harvard—, habían colocado todos los huevos de la Guerra Fría en la cesta
norteamericana. Chamoun tenía amplias razones para ser incondicional de
EE.UU. La CIA había tenido participación al parecer en su triunfo en las
elecciones de 1952,19 y en 1957 la Agencia le había aportado generosas
sumas de dinero para usarlas en apoyo de sus candidatos en las elecciones
de junio al Parlamento, a fin de obtener respaldo para sí y, es de presumir,
también para la política norteamericana. Igualmente se destinaron fondos
para la oposición, a modo de castigo a aquellos candidatos que habían
renunciado en protesta por la adhesión de Chamoun a la Doctrina
Eisenhower.
Como es acostumbrado en estas operaciones, la CIA envió a Beirut a un
“especialista en elecciones” junto con el dinero para ayudar en la
preparación. Los funcionarios en Washington y Líbano procedieron con la
convicción, según se comunicaron mutuamente, de que Egipto, Siria y
Arabia Saudita también intervendrían financieramente en las elecciones.
El embajador estadounidense en Líbano, Donald Heatli, argumentaba, al
parecer no sin intención irónica, que “con el presidente y la nueva Cámara
de diputados apoyando los principios norteamericanos, también
tendríamos una demostración de lo que puede lograr la democracia
representativa” en el Medio Oriente.
No se conoce hasta qué punto el dinero de EE.UU. ayudó, o siquiera en
qué forma se gastó, pero el resultado fue un triunfo tan cómodo para los
diputados pro gubernamentales que causó considerables protestas en
Líbano, incluida la acusación de que Chamoun había acumulado fuerzas en
el Parlamento para enmendar la Constitución que le prohibía postularse

19 David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government.New York, 1965, p. 337.
13. Medio Oriente 1957-1958 163

nuevamente para otro período de seis años (en 1958). 20


Hacia fines de abril de 1958 las tensiones en Líbano habían llegado al
punto de ebullición. La excesiva orientación pro norteamericana del
gobierno de Chamoun y su negativa a desmentir rumores acerca de que
buscaría un segundo período, enardecían tanto a los nacionalistas
libaneses como a los defensores del nacionalismo árabe que promovía
Nasser en todo el Medio Oriente. Se hicieron demandas para que el
Gobierno volviese a la estricta neutralidad prescrita en el Pacto Nacional
de 1943, en el momento de la declaración de independencia del Líbano de
Francia.
Tuvo lugar una erupción de demostraciones populares, explosiones de
bombas y choques con la policía y cuando, en mayo, fue asesinado el
editor de un periódico antigubernamental, estalló la rebelión armada en
varias partes del país y fueron saqueadas las bibliotecas de la Agencia de
Información de EE.UU. en Beirut y Trípoli. Líbano mostraba todos los
signos de una guerra civil.
“Detrás de todo estaba nuestra profunda convicción de que los
comunistas eran los principales responsables y de que el presidente
Chamoun estaba motivado tan solo por un fuerte sentimiento de
patriotismo”, escribió Eisenhower. El presidente no aclaró a quiénes, o a
qué, se refería al hablar de “comunistas”. Sin embargo, en el párrafo
siguiente menciona, sin dar explicaciones, que la URSS estaba
“promoviendo problemas” en el Medio Oriente. Y una página más
adelante el antiguo soldado expresa que “no había duda en nuestras
mentes” en cuanto a las acusaciones de Chamoun de que “Egipto y Siria
habían estado instigando la revuelta y armando a los rebeldes”. 21
En medio de los combates, J. F. Dulles anunció que incluso si el
comunismo internacional no estaba involucrado, podía aplicarse la
Doctrina Eisenhower porque uno de sus acápites señalaba que “la
independencia de estos países es esencial para la paz y los intereses
nacionales de EE.UU.” “Esto es ciertamente un mandato para hacer algo si
consideramos que nuestra paz e intereses vitales están en peligro sea cual
sea la procedencia del mismo”.22 De esta forma uno de los autores de la
doctrina se otorgó a sí mismo un mandato.
Según todas las fuentes, Egipto y Siria apoyaron la causa de los rebeldes
con armas, hombres y dinero, además de exaltadas emisiones radiales
desde El Cairo, aunque es difícil establecer el alcance del apoyo material.

20 Sobre la elección de 1957 y sus resultados ver Eveland, pp. 248-253, 256; Eisenhower, p. 265;

Barnet, pp. 143-148.


21 Citas de Eisenhower en Eisenhower, pp. 266-267.
22 Conferencia de prensa de Dulles el 20 de mayo de 1958, en Department of State Bulletin, 9 de

junio de 1958, p. 945.


13. Medio Oriente 1957-1958 164

Un grupo de observadores de la ONU viajó a Líbano en junio a solicitud del


ministro de Relaciones Exteriores Malik y reportó no haber encontrado
evidencias de intervención significativa por parte de la RAU. Un segundo
informe de Naciones Unidas en julio confirmaba esto. Queda abierta la
pregunta, sin embargo, de hasta qué grado eran confiables estos informes,
pues hay que lidiar con una evaluación muy espinosa y son emitidos por
un organismo que trataba de lograr un compromiso de paz.
En cualquier caso, el tema en discusión era si el conflicto en Líbano
representaba una guerra civil de origen interno legítimo, o si se debía a la
acción de los proverbiales “agitadores extranjeros”. El historiador Richard
Bamel ha observado sobre este punto:
No hay duda de que el Grupo de Observación minimizó las dimensiones de la
participación de la RAU, pero en esencia tenían razón. Nasser estaba tratando
de aprovechar la efervescencia política en Líbano, pero no la había creado.
Líbano, que siempre había tenido abundantes arsenales y mercados de armas
clandestinos, no necesitaba de armas extranjeras para su violencia doméstica.
La intervención egipcia no era ni el estímulo ni el sostén principal de la lucha
civil. Una vez más un gobierno que había perdido el poder para dirigir de
manera efectiva a su pueblo, culpaba de su fracaso a los agentes extranjeros.23

Eisenhower —siguiendo sus divagaciones sobre el asunto— escribió


que ahora parecía que Nasser “estaría feliz de poner fin a la lucha y
contactó a nuestro gobierno y ofreció intentar usar su influencia para
terminar el conflicto”. 24
Camilie Chamoun había sacrificado la independencia y neutralidad
libanesas en el altar de sus ambiciones personales y de la enorme ayuda
norteamericana derivada de su adhesión a la Doctrina Eisenhower. Los
musulmanes libaneses, que abarcaban a la mayoría de la oposición,
estaban también irritados porque el presidente cristiano había colocado
una vez más al país fuera de la corriente principal del mundo árabe, tal
como había hecho en 1956 cuando se negó a romper relaciones con
Francia y Gran Bretaña ante su invasión a Egipto. El propio Chamoun había
admitido la significación de su alineamiento con EE.UU. en un revelador
comentario a Wilbur Grane Eveland. Este escribió que a fines de abril “yo
había sugerido que podía aflojar las tensiones si declaraba que no iba a
reelegirse. Chamoun resopló y me recomendó mirar al calendario: hacía
un mes que había pasado el 23 de marzo y ninguna enmienda podía ser
aprobada legalmente después de esa fecha. Obviamente, como señaló, el
tema de la presidencia no era el decisivo, lo que deseaban sus oponentes

23 Barnet, pp. 147-148.


24 Eisenhower, p. 268.
13. Medio Oriente 1957-1958 165

era la renuncia a la Doctrina Eisenhower”. 25


En lugar de renunciar a la doctrina, Chamoun la invocó. Aunque todavía
se llevaban a cabo combates intensos en f orma dispersa en Líbano, fue el
golpe del 14 de julio en Iraq lo que inclinó la balanza en favor de la solicitud
formal de asistencia militar de Chamoun inmediatamente respondida por
EE.UU. Un informe de la CIA acerca de un complot para asesinar al rey
Hussein en esos mismos días elevó todavía más la aparentemente
interminable ansiedad de Washington acerca del Medio Oriente.
Para entonces Chamoun había ya anunciado su intención de abandonar
el poder cuando terminara su período en septiembre. Le preocupaba
ahora que las fuerzas norteamericanas lo ayudasen a mantenerse vivo
hasta entonces y que enfrentaran a los rebeldes. Durante los dos meses
anteriores, el temor de ser asesinado lo había mantenido encerrado en el
palacio presidencial, sin acercarse siquiera a las ventanas. El asesinato del
rey iraquí y su primer ministro durante el golpe de Estado no contribuyó a
hacerlo sentir menos inseguro.
La Doctrina Eisenhower fue puesta en acción no sólo ante la extendida
oposición a ella dentro de Líbano, sino desatendiendo el hecho de que,
incluso en los mismos ambiguos términos en que fue formulada, la
situación del país no se ajustaba a ella: no había manera de alegar que
Líbano había sufrido “agresión armada por parte de algún país controlado
por el comunismo internacional”. Si se necesitaba más evidencias de esto,
fue aportada por el experimentado diplomático Robert Murphy, enviado
a Líbano por Eisenhower pocos días después de que las tropas
estadounidenses habían desembarcado. Murphy llegó a la conclusión, y
así lo escribió más tarde, de que “el comunismo no había tomado parte
sustancial ni directa en la insurrección”. 26
Sin embargo, Eisenhower pudo plantear que el Gobierno
norteamericano “actuaba de acuerdo con lo previsto en la Resolución
sobre el Medio Oriente [Doctrina Eisenhower], pero si el conflicto se
extendía hacia algo no abarcado por la Resolución, yo podría, en un tiempo
dado, pedir autorización adicional al Congreso”. 27 Al parecer el presidente
no concedió mucho peso al hecho de que J. F. Dulles hubiese ya
esclarecido que la Resolución no fijaba límite alguno.

Fue así que las tropas norteamericanas fueron enviadas a Líbano. Cerca
de setenta barcos y cientos de aviones tomaron parte en la operación,
muchos permanecieron para hacer visible la presencia norteamericana.

25 Eveland, p. 276.
26 Robert Murphy: DiptomatAmong Warriors. EE.UU., 1965, p. 450.
27 Eisenhower, p. 273.
13. Medio Oriente 1957-1958 166

Hacia el 25 de julio, las fuerzas de EE.UU. en tierra totalizaban más de 10


600 efectivos. Para el 13 de agosto su número llegaba a 14.000, y superaba
al ejército y la gendarmería libanesas combinadas.28
“En mi discurso [por radio y televisión] tuve el cuidado de utilizar el
término ‘estacionadas en’ Líbano, en lugar de ‘invasoras’”, 29 escribió
Eisenhower. Esta distinción no representaba nada para muchos libaneses
de todas clases sociales, tanto entre los partidarios de los rebeldes como
entre los del gobierno; incluso unidades de tanques gubernamentales
habían estado dispuestas a bloquear la entrada a Beirut de los soldados
norteamericanos y sólo la intervención de último minuto en el lugar del
embajador estadounidense pudo evitar un choque armado.30
En una reunión entre Robert Murphy y el comandante en jefe libanés,
general Faud Chehab —relatada por Eveland, quien recibió los informes
de Murphy—, el diplomático norteamericano fue advertido de que el
pueblo libanés estaba “intranquilo, resentido y decidido a que Chamoun
debía renunciar y las tropas norteamericanas retirarse de inmediato. De
otro modo el general no podía responder por las consecuencias. Durante
quince años sus oficiales habían actuado a su espalda, ahora temía que
pudieran rebelarse y atacar a los soldados norteamericanos”. Murphy
había escuchado con paciencia, sigue contando Eveland, y luego:
Condujo al general a una ventana que daba al mar. Señalándole el
supercarguero Saratoga, anclado en el horizonte, el enviado del presidente le
explicó tranquilamente que uno solo de los aviones que transportaba, cargado
con bombas nucleares, podía desaparecer Beirut y sus alrededores de la faz
de la tierra. A esto añadió Murphy con rapidez que había sido enviado para
asegurarse de que no sería necesario que los soldados norteamericanos
disparasen un tiro. Shehab [Chehab] de seguro se encargaría de que no
hubiera provocaciones por la parte libanesa. Eso terminó la conversación, me
dijo Murphy. Al parecer el general había “recuperado el control” de sus
tropas.31

Ninguno de los participantes parece haber considerado la suerte que


hubieran corrido ni siquiera los miles de militares norteamericanos ya
desembarcados en un Beirut borrado de la faz de la tierra.
La guerra civil en Líbano aumentó su intensidad en las dos semanas
siguientes a la intervención norteamericana. Durante este periodo los
transmisores de la CIA en Oriente Medio estaban ocupados en emitir
propaganda, disimulando su origen, una táctica empleada por la agencia
con frecuencia. En una de las transmisiones sobre la cual se tiene

28 Murphy, pp. 445, 455.


29 Eisenhower, p. 275.
30 Eveland, pp. 294-295; Eisenhower hace referencia a situaciones similares, p. 277.
31 Eveland, pp. 295-296.
13. Medio Oriente 1957-1958 167

información, el objetivo aparente era derivar los sentimientos


antinorteamericanos hacia la URSS y otros blancos. Pero los residentes del
Medio Oriente no era los únicos en recibir esta transmisión espuria pues
fue recogida por la prensa norteamericana y traspasada a un público
estadounidense inconsciente de lo que sucedía: esto fue lo que apareció
en los periódicos de Estados Unidos:
Beirut, julio 23 (UPI) — Una segunda estación árabe de radio misteriosa
salió al aire ayer identificándose como “Voz de la Justicia” y alegó
transmitir desde Siria. Su programa escuchado aquí consistía en
amargas críticas contra la Rusia soviética y el premier soviético
Khruschov. En horas más tempranas, la “Voz de Iraq” salió al aire con
ataques contra el gobierno revolucionario iraquí. La “Voz de la Justicia”
llamó a Khruschov el “verdugo de Hungría” y alertó a los pueblos del
Medio Oriente que sufrirían la misma suerte que los húngaros si los
rusos ponían un pie en la región.32
El 31 de julio la Cámara de Diputados eligió con rapidez al general
Chehab para sustituir a Chamoun como presidente en septiembre, un
hecho que puso pronto un alto a los combates y marcó el principio del fin
del conflicto que, en el análisis posterior, parece haber sido más una
protesta violenta que una verdadera guerra civil. La tensión disminuyó
más cuando EE.UU. anunció poco después su intención de retirar un
batallón de marines como preludio de una retirada general. Las últimas
tropas norteamericanas abandonaron Líbano a fines de octubre sin haber
disparado. ¿Qué se consiguió con su presencia? Los autores del estudio
del Pentágono al que hicimos referencia plantean: “Una evaluación
equilibrada del comportamiento de EE.UU. en la crisis libanesa se hace
difícil por la sospecha de que los resultados habrían sido muy parecidos si
EE.UU. no hubiera hecho nada. Incluso Eisenhower expresó dudas al
respecto”.33
La intervención norteamericana contra el nuevo Gobierno de Iraq fue
más encubierta. Un plan secreto de invasión conjunta EE.UU.— Turquía,
con el nombre en clave Operación Cañón-Hueso, fue elaborado por el
Estado Mayor Conjunto de EE.UU. poco después del golpe en 1958. Según
informes, sólo las amenazas soviéticas de intervenir en favor de Iraq
obligaron a Washington a suspenderlo, pero en 1960 EE.UU. comenzó a
financiar a los guerrilleros kurdos en Iraq, quienes luchaban por obtener la
autonomía.34

32 Wise y Ross, pp. 337-338; noticia tomada del St. Louis Dispatch, 23 de julio de 1958, citado en

p. 338.
33 Blechman y Kaplan, p. 253.
34 Claudia Wright, en la revista New Statesman, Londres, 15 de julio de 1983, p. 20. No dice cómo

los soviéticos descubrieron el plan.


13. Medio Oriente 1957-1958 168

Al mismo tiempo los iraquíes, bajo el general de brigada Abdul Kariin


Kassem, comenzaron a trabajar en la creación de una organización
internacional que contrarrestara el poder de los monopolios petroleros
occidentales. Así iba a surgir la OPEP, que no fue recibida con júbilo en
ciertos sectores occidentales. En febrero de 1960, la División del Cercano
Oriente de los servicios clandestinos de la CIA solicitó que la Agencia
encontrara un modo de “incapacitar” a Kassem por su “promoción de los
intereses políticos del bloque soviético en Iraq”. La división contestó: “No
buscamos de manera consciente una retirada permanente del sujeto de la
escena. Tampoco objetamos en caso de que esta complicación se
desarrolle”. La CIA envió a Kassem un pañuelo con monograma que
contenía un “agente incapacitador”. Si el líder iraquí lo recibió, es obvio
que no le causó la muerte. Eso se dejó a sus compatriotas, quienes se
encargaron de ejecutarlo tres años después. 35

La significación de la intervención libanesa, al igual que de las


exhibiciones-de fuerza utilizadas en relación con Jordania y Siria, fueron
más allá de sus resultados inmediatos. En el período antes y después de la
intervención, Eisenhower, Dulles y otros funcionarios de Washington
ofrecieron diferentes justificaciones para la acción militar en Líbano: la
protección de vidas de norteamericanos; de las propiedades
estadounidenses; la Doctrina Eisenhower, con diversas interpretaciones;
la defensa de la soberanía, integridad, independencia, etc... libanesas; los
intereses nacionales de EE.UU.; la paz mundial; autodefensa colectiva;
justicia; derecho internacional; la ley y el orden; combatir el “nasserismo”;
la necesidad de “hacer algo”... 36
Al resumir el asunto en sus memorias, Eisenhower parece haberse
inclinado por un razonamiento en particular, que es probablemente el más
cercano a la verdad. Se hizo para hacer ver al mundo —y sobre todo a la
URSS y Nasser— que EE.UU. tenía un poder prácticamente ilimitado, que
este poder podía ser transportado a cualquier rincón del mundo a gran
velocidad, que podía y sería utilizado para resolver de manera decisiva
cualquier situación con la cual EE.UU. se sintiera insatisfecho por la razón
que fuera.37 Al mismo tiempo era un mensaje a británicos y franceses de
que había una sola superpotencia en Occidente y que sus días en la tierra

35 Interim Report: Alleged Assassination Ptots Involving Foreign Leaders, del Comité Selecto del

Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de Inteligencia,


20 de noviembre de 1975, p. 18 1, nota al pie. En el informe se habla de Kassem como “un coronel
iraquí”. Ver igualmente: Thomas Powers: The Man Who Kept the Secrets: Richard Helms and the CIA.
New York, 1979, pp. 161, 163; para un análisis de cómo el presidente Eisenhower se hubiera visto
forzado a aprobar la acción contra Kassem.
36 Ver Eisenhower, pp. 274-275.
37 Ibid., pp. 290-291.
13. Medio Oriente 1957-1958 169

del petróleo estaban contados.


14. Indonesia 1957-1958 170

14. INDONESIA 1957-1958


Guerra y pornografía
“Creo que esta vez le quemamos los pies a Sukarno”, dijo Frank Wisner,
director delegado de Planes (operaciones encubiertas) de la CIA un día de
otoño de 1956.1

Wisner hablaba del hombre que había dirigido a Indonesia desde su


lucha por la independencia de los holandeses durante la Segunda Guerra
Mundial. Popos meses antes, en mayo, Sukarno había pronunciado un
apasionado discurso ante el Congreso de EE.UU. en el que solicitaba un
mayor entendimiento de los problemas y necesidades de naciones en
desarrollo como la suya.2
La campaña norteamericana que siguió para desestabilizar al flamante
líder de la quinta nación más poblada del mundo iba a recorrer un amplio
espectro: de las maniobras militares a gran escala a las intrigas sexuales.
El año anterior Sukarno había organizado la Conferencia de Bandung
en respuesta a la Organización del Tratado del Atlántico Sur Oriental
(OTASO); la alianza militar creada por EE.UU. con los estados del área para
“contener al comunismo”. En la ciudad indonesia de Bandung la doctrina
de la neutralidad había sido proclamada como el credo del mundo
subdesarrollado. Para el personal de la estación CIA en Indonesia, la
conferencia era una herejía, tanto que sus pensamientos se volvieron
hacia el asesinato como un medio de sabotearla.
En 1975 un comité del Senado que investigaba a la CIA, escuchó
testimonios de que oficiales de la Agencia estacionados en un país del este
asiático habían sugerido que un líder de la región fuera asesinado para
“crear caos en una conferencia comunista [sic] inminente en 1955”. 3
Según todas las señas, el líder mencionado era Sukarno o Chou En-lai.
Pero, dijo el comité, mentes más frías prevalecieron en los cuarteles de la
CIA en Washington y la sugerencia fue firmemente rechazada.
Sin embargo, un avión que transportaba ocho miembros de la
delegación china, un vietnamita y dos periodistas europeos hacia la

1 Joseph Burkholder Smith: Portrait of a Cold Warrior. G P. Putnam’s Sons, New York, 1976, p. 205.
2 New York Times, 18 de mayo de 1956.
3 Supplementary Detailed Staff Reports on Foreign and Military Intelligence. Libro 4, Informe Final

del Comité Selecto del Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a
Actividades de Inteligencia. Abril de 1976, p. 133.
14. Indonesia 1957-1958 171

Conferencia de Bandung, se estrelló en misteriosas circunstancias. El


Gobierno chino alegó que se trataba de un sabotaje realizado por EE.UU.
y Taiwán, un intento errado de asesinar a Chou En-lai. El avión alquilado a
Air India había despegado de Hong Kong el 11 de abril de 1955 y se había
hundido en el mar al sur de China. Chou En-lai debía partir en otro avión
alquilado a Air India uno o dos días después. El Gobierno chino dijo que
citaba reportes de prensa del Times of India, y declaró que el desplome del
avión fue ocasionado por dos bombas colocadas a bordo al parecer en
Hong Kong. Más tarde se recuperó un mecanismo de relojería de la
siniestrada aeronave y la policía de Hong Kong lo calificó de “asesinato
masivo cuidadosamente planeado”. Meses después, la policía británica en
Hong Kong anunció que se buscaba a un nacionalista chino por conspirar
para causar el sabotaje, pero que el mismo había huido a Taiwán. 4
En 1967 un curioso librito apareció en India, titulado I was a CIA Agent
in india, del norteamericano John Discoe Smith. Publicado por el Partido
Comunista de la India, se basaba en artículos escritos por Smith para
Literaturnaya Gazeta en Moscú tras haber desertado hacia la URSS en
1960. Smith, nacido en Quincy, Massachusetts, en 1929, escribió que
había sido técnico en comunicaciones y codificador en la Embajada de
EE.UU. en Nueva Delhi en 1955, a la vez que cumplía tareas para la CIA.
Una de ellas fue entregar un paquete a un nacionalista chino que, según
Smith conoció más tarde, contenía las dos bombas utilizadas para explotar
el avión de Air India. La veracidad de la historia de Smith no puede ser
comprobada, aunque está confirmado que estuvo empleado en la
Embajada norteamericana en Nueva Delhi de 1954 a 1955 a través del
Registro Biográfico del Departamento de Estado. 5
Aparte de esto, el comité del Senado reportaba que había “recibida
algunas evidencias de la participación de la CIA en planes para asesinar al
presidente Sukarno de Indonesia” y que los planes habían progresado
hasta el punto de identificar a un agente que se creía había sido reclutado
para esa tarea.6 (El comité señalaba que en un momento dado, aquellos
de la CIA que tenían que ver con posibles asesinatos y métodos apropiados
para ello eran conocidos internamente como el “Comité de Alteración de
la Salud”.)
Para añadir más preocupación a los líderes norteamericanos, Sukarno

4 New York Times, 12 y 30 de abril de 1955; 3 y 4 de agosto; 3 de septiembre; 22 de noviembre de

1967, p. 23.
5 John Discoe Smith: l Was a CIA Agent in India. India, 1967, passim; New York Times, 25 de octubre

de 1967, p. 17; 22 de noviembre, p. 23; 5 de diciembre, p. 12; Harry Rositzke: The KGB: The Eyes of
Russia. New York, 1981, p. 164.
6 Interim Report: Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders. Comité Selecto del Senado

para el Estudio de las Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de Inteligencia, 20 de


noviembre de 1975, nota en p. 4.
14. Indonesia 1957-1958 172

había visitado la URSS y China (aunque también la Casa Blanca), había


comprado armas a países de Europa del Este (aunque sólo tras haber sido
rechazadas sus solicitudes de compra por EE.UU.), 7 había nacionalizado
muchas propiedades privadas de los holandeses y, lo que era quizás más
alarmante de todo, el Partido Comunista Indonesio (PKI) había obtenido
impresionantes triunfos en las elecciones y en los sindicatos y ganado así
un papel importante en la coalición-gubernamental.
Era un escenario tercermundista familiar, y la reacción de los estrategas
de Washington fue igualmente acostumbrada. Una vez más no podían, o
no querían, distinguir el nacionalismo del pro comunismo, la neutralidad
de la maldad. Por cualquier definición de la palabra, Sukarno no era un
comunista; era un nacionalista y un “sukarnoísta” que había aplastado a
las fuerzas del PKI en 1948 tras haber vencido en la lucha por la
independencia.8 Desarrollaba su propio show haciendo concesiones tanto
al PKI como al ejército, con lo que equilibraba a uno contra el otro. En
cuanto a excluir al PKI, con sus más de un millón de miembros, del
Gobierno, Sukarno había declarado: “No puedo, y no voy a montar en un
caballo de tres patas”.9
Para EE.UU., sin embargo, el acto equilibrista de Sukarno era
demasiado precario para ser dejado a los caprichos del proceso político
indonesio. A Washington no le importaba si el Partido Comunista se
mantenía dentro del camino legal y pacífico, ni si no había una “crisis” o
“caos” particular en Indonesia que, favoreciera una excusa para la
intervención. Habría intervención.
No sería la primera. En 1955, durante la campaña electoral nacional en
Indonesia, la CIA había dado un millón de dólares al Partido Masjumi, una
coalición centrista de organizaciones musulmanas, en un intento fallido
por impedir el triunfo del Partido Nacionalista de Sukarno y del PKI. Según
el antiguo oficial de la CIA, Joseph Burkholder Smith, el proyecto “preveía
que no hubiera documentación de los fondos, esto es, no se pedía un
informe detallado de cómo se habían efectuado los gastos. No pude
encontrar pista alguna sobre lo que hizo Masjumi con el millón de
dólares”.10

En 1957 la CIA decidió que la situación requería de acciones más


directas. No fue difícil encontrar colegas de armas indonesios pues todavía
existía un grupo de oficiales del ejército y otros que, por ambiciones

7 David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government. New York, 1965, pp. 149-150.
8 Julie Southwood y Patrick Flanagan: Indonesia: Law, Propaganda and Terror. Londres, 1983, pp.
26-27.
9 Wise y Ross, p. 148.
10 J. B. Smith, pp. 210-211.
14. Indonesia 1957-1958 173

personales y también porque les desagradaba la posición influyente del


PKI, deseaban sacar a Sukarno, al menos de sus islas particulares
(Indonesia es el mayor archipiélago del mundo y está formado por unas
tres mil islas).
La operación por la que optaba la CIA era de una escala que necesitaba
ayuda significativa del Pentágono, que sólo podía participar en una acción
política si lo aprobaba el “Grupo Especial” del Consejo Nacional de
Segundad (el pequeño grupo de altos oficiales del NSC que actuaban a
nombre del presidente para protegerlo a él y al país mediante la
evaluación de propuestas de acciones encubiertas y asegurarse de que la
CIA no se saliera de los límites; este grupo era conocido a veces como el
Comité 5412, o el Comité 303, el Comité 40 o el Grupo Asesor de
Operaciones).
La manera en que la Agencia obtuvo esta aprobación es un ejemplo
digno de estudio acerca de cómo la CIA en ocasiones llega a decidir la
política internacional norteamericana. Joseph Burkholder Smith, que
estaba a cargo de los asuntos indonesios de la Agencia en Washington
desde mediados de 1956 hasta principios de 1958, ha descrito el proceso
en sus memorias: en lugar de proponer el plan para su aprobación en
Washington donde “una mención prematura [...] podría derrumbarlo [...]”
[...] comenzamos a alimentar a los departamentos de Estado y Defensa con
información de inteligencia que nadie podía negar que era una útil
contribución a la comprensión de Indonesia. Cuando habían leído suficientes
informes alarmantes, planeamos lanzar la sugerencia de que apoyaríamos los
planes de los coroneles para reducir el poder de Sukarno. Este fue un método
de operación que se convirtió en la base de muchas de las aventuras políticas
de los 60 y 70. En otras palabras, es falsa la declaración de que la CIA aceptó
intervenir en los asuntos de países como Chile sólo después de que se le
ordenara hacerlo por [...] el Grupo Especial [...] En muchos casos hicimos los
programas de acción nosotros mismos después de haber reunido suficiente
información de inteligencia para hacerlos parecer necesarios de acuerdo con
las circunstancias. Nuestra actividad en Indonesia en 1957 y 1958 fue uno de
esos casos.11
Cuando el PKI volvió a ganar en las elecciones locales de julio, la CIA lo
consideró como “una gran ayuda para convencer a las autoridades de
Washington de lo sería que es la situación indonesia. La única persona que
no parecía terriblemente alarmada con las victorias del PKI era el
embajador Allison. Esto era todo lo que necesitábamos para convencer a
John Foster Dulles de que tenía al hombre equivocado en Indonesia. Las
ruedas comenzaron a moverse para quitar la última piedra del camino de

11 Ibid., p. 228-229
14. Indonesia 1957-1958 174

nuestra operación”.12 John Allison —escribió Smith— para comenzar, no


era un gran admirador de la CIA y a inicios de 1958, con menos de un año
en el puesto, fue reemplazado como embajador por Howard Jones,
selección que “agradó” al personal de la CIA en Indonesia.13
El 30 de noviembre de 1957, varias granadas de mano fueron arrojadas
contra Sukarno cuando este salía de una escuela. Escapó ileso, pero 10
personas muñeron y 48 niños fueron heridos. La CIA en Indonesia no tenía
idea de quién era el responsable, pero rápidamente hizo correr la historia
de que el PKI estaba detrás de la acción “por sugerencia de sus contactos
soviéticos a fin de hacer parecer que los oponentes de Sukarno eran
salvajes desesperados”. Al final se descubrió que los culpables eran de un
grupo musulmán sin conexión alguna ni con el PKI ni con la CIA.14
En cada oportunidad se insistía en la supuesta relación amistosa de
Sukarno con los comunistas. La CIA decidió aprovechar los informes de que
una atractiva azafata rubia había estado a bordo del avión de Sukarno a
dondequiera que este fue durante su viaje por la URSS y que la misma
mujer había venido a Indonesia con el presidente soviético Kliment
Voroshilov y había sido vista varias veces en compañía de Sukarno. La idea
era que la bien conocida afición de Sukarno por las mujeres lo había
convertido en presa de una agente soviética: había sucumbido al control
soviético, se implicaba en los informes de la CIA, como resultado de la
influencia de la mujer sobre él, del uso de chantaje, o de ambos.
“Esto constituyó el cimiento de nuestros vuelos de fantasía [escribió
Smith]. Tuvimos mucho éxito con este tema, por cierto. Apareció en la
prensa en todo el mundo y cuando Round Tabla —la muy seria revista
trimestral británica sobre asuntos internacionales—, analizó la revuelta
indonesia en su número de marzo de 1958, incluyó el chantaje a Sukarno
por una agente soviética en la lista de razones que causaron el
levantamiento”.
Al parecer, el éxito de esta operación inspiró a los oficiales de la CIA en
Washington a avanzar un paso más en el asunto. Se realizó un esfuerzo
sustancial por hacer aparecer un filme pornográfico, o al menos algunas
fotografías, que pudieran parecer de Sukarno y su novia rusa durante “su
actividad favorita”. Cuando se analizaron los filmes pomo disponibles
(suministrados por el jefe de policía de Los Ángeles) y no se pudo
encontrar una pareja que pudiera pasar por Sukarno (calvo y de piel
oscura) y una bella rubia rusa, la CIA se encargó de producir sus propios
filmes, “los mismos con los que los soviéticos estaban chantajeando a
Sukarno”. La Agencia elaboró una máscara del líder indonesio que fue

12 Ibid., p. 240.
13 Ibid., pp. 229, 246.
14 Ibid., p. 243.
14. Indonesia 1957-1958 175

enviada a Los Ángeles donde la policía debía pagar a algún actor del cine
pomo para usarla durante su gran escena. El proyecto dio como resultado
al menos algunas fotos, pero al parecer nunca fueron usadas. 15
Otro resultado del esfuerzo sobre el chantaje fue un film producido
para la CIA por Robert Maheu, antiguo agente del FBI e íntimo amigo de
Howard Hughes. El filme era protagonizado por un actor parecido a
Sukarno. No hay informes sobre el destino de esta película que fue titulada
Días felices.16
En otras partes del mundo, y otros momentos, la CIA había hecho mejor
esta línea de trabajo, y había logrado producir películas donde los sujetos
en cuestión aparecía n en “flagrante delito” pues habían sido atraídos por
agentes femeninos de la CIA a locaciones preparadas para esto.
En 1960, el coronel retirado del Ejército norteamericano, Truman
Smith, al escribir en el Reader’s Digest sobre la KGB declaró: “Es difícil para
muchos de nosotros apreciar su amenaza pues sus métodos son tan viles
que quedan más allá de la comprensión de cualquier persona normal con
sentido del bien y el mal”. Uno de los métodos que el buen coronel
consideraba tan viles era la fabricación de filmes sexuales para utilizarlos
como chantaje. “Las personas tan depravadas como para emplear tales
métodos, no encontrarán nada repulsivo en otros más violentos”,
escribió.17
El sexo podía ser utilizado también en casa para conseguir las metas de
la política internacional norteamericana. Bajo la cobertura del programa
de ayuda estadounidense al extranjero, llamado en aquel tiempo
Administración de la Cooperación Económica, policías indonesios fueron
entrenados y luego reclutados para proporcionar información sobre las
actividades del PKI, así como de los soviéticos y chinos en su país. Algunos
de estos hombres que se destacaron como buenos prospectos fueron
enviados a Washington para recibir entrenamiento allí y suavizarlos antes
del reclutamiento. Según aparece en los informes, estos policías, al igual
que Sukarno: tenían invariablemente el deseo obsesivo de acostarse con
una mujer blanca. En consecuencia, durante su estancia fueron llevados al
distrito sexual en Baltimore, para que se dieran gusto. 18

La aprobación del Grupo Especial para llevar a cabo acciones políticas

15 Sobre chantajes sexuales ver ibid., pp. 238-240, 248. Smith se equivoca un tanto en su

comentario acerca de Round Table. La única referencia aparente en el artículo a la soviética está en el
comentario de la p. 133: “Otras razones más escandalosas han sido dadas a conocer para explicar la
inclinación del presidente hacia el Partido Comunista".
16 New York Times, 26 de enero de 1976.
17 Truman Smith: “The Infamous Record of Soviet Espionage", en Reader’s Digest, agosto de 1960.
18 J. B, Smith, pp. 220-221.
14. Indonesia 1957-1958 176

fue concedida en noviembre de 1957,19 y la maquinaria paramilitar de la


CIA se movilizó. En este empeño, como en otros, la CIA disfrutaba de las
ventajas del muy extendido imperio militar de EE.UU. Se establecieron
cuarteles para la operación en la vecina Singapur, por cortesía británica;
se crearon bases de entrenamiento en Filipinas; se acondicionaron pistas
aéreas en diversas partes del Pacífico como preparativo para misiones de
transporte y bombardeo; fueron reunidos indonesios, filipinos,
taiwaneses, norteamericanos y otros “soldados de fortuna” en Okinawa y
Filipinas junto con enormes cantidades de armas, y equipos.
Decenas de miles de rebeldes fueron armados, equipados y entrenados
por el Ejército norteamericano para la operación militar más ambiciosa de
la CIA hasta el momento. Submarinos estadounidenses patrullaron las
costas de Sumatra, la isla principal, y desembarcaron grupos con
abastecimientos y equipos de comunicaciones. La Fuerza Aérea de EE.UU.
destinó una considerable fuerza de transporte que dejó caer muchos miles
de armas en el territorio indonesio, y una flota de 15 bombarderos B-26
se puso a disposición del conflicto después de haber sido “limpiados” para
garantizar que ninguno era “identificable” y que todo su equipamiento era
“negable”.
En los primeros meses de 1958 la rebelión comenzó a estallar en una
parte de la cadena de islas y luego en otra. Los pilotos de la CIA llevaron a
cabo bombardeos y ametrallamientos en apoyo a los rebeldes. En
Washington el coronel Alex Kawilarung, agregado militar indonesio, fue
convencido por la Agencia para “desertar”. Pronto apareció en Indonesia
para encabezar las fuerzas rebeldes. Sin embargo, según los combates
fueron avanzando durante la primavera, los rebeldes probaron ser
incapaces de obtener victorias decisivas o de tomar la ofensiva, aunque
los bombardeos de la CIA iban en su ayuda. Sukarno denunció más tarde
que, en la mañana de un domingo de abril, un avión bombardeó un barco
en la bahía de la isla de Ambón —todos a bordo muñeron— y una bomba
impactó una iglesia, demolió el edificio y mató a todos en su interior.
Señaló que 700 muertos habían sido el resultado de esta sola incursión.
El 15 de mayo un avión de la CIA bombardeó el mercado de Ambón y
causó la muerte a un gran número de civiles que iban en camino a la iglesia
por estar en Semana Santa. El Gobierno indonesio tuvo que actuar para
evitar demostraciones públicas. Tres días más tarde, durante otra
incursión aérea sobre Ambón, un piloto de la CIA, Alien Lawrence Pope,
fue derribado y capturado. Pope, de treinta años, había volado en 55
misiones sobre las líneas comunistas en Corea. Luego había pasado dos

19 Referido a un memorándum de Alien Dulles a la Casa Blanca del 7 de abril de 1961; en él se

resumen brevemente los puntos principales de la intervención norteamericana, en Declassified


Documents Reference System. Arlington, Va., desclasificado el 18 de diciembre de 1974.
14. Indonesia 1957-1958 177

meses atravesando las barreras anti aéreas comunistas para dejar caer
abastecimientos enviados por la CIA a los franceses en Dien Bien Phu.
Ahora se le había acabado la suerte. Iba a pasar cuatro años como
prisionero en Indonesia antes de que Sukarno accediera a su liberación a
pedido de Robert Kennedy.
Cuando Pope fue capturado portaba un grupo de documentos
incriminatoños, incluyendo aquellos que lo identificaban como pi loto de
la Fuerza Aérea y del grupo CAT de la CIA. Como todos los hombres que
realizaban misiones clandestinas. Pope era sometido a un procedimiento
cuidadoso antes de despegar para “limpiarlo”, al igual que al avión, pero
al parecer había introducido los documentos de contrabando en la nave
pues sabía que ser capturado como un civil anónimo sin naci onalidad,
significaba no tener ningún derecho legal y correr el riesgo de ser fusilado
como espía según la costumbre. Un militar norteamericano, sin embargo,
se convertía en un elemento valioso para su captor mientras se le
conservara vivo.
El Gobierno indonesio obtuvo de inmediato concesiones materiales de
EE.UU. a resultas de este incidente. No se sabe si los indonesios habían
acordado en consecuencia mantener el secreto sobre Pope, pero el 27 de
mayo el piloto y sus documentos fueron presentados al mundo en una
conferencia de prensa, lo que contradecía varias declaraciones recientes
de altos funcionarios norteamericanos. 20 La más notable entre ellas había
sido la del presidente Eisenhower realizada el 30 de abril en relación con
Indonesia: “Nuestra política es de cuidadosa neutralidad y conducta
correcta todo el tiempo, de modo que no mostremos parcialidad en
asuntos que no nos conciernen”. 21 Y el 9 de mayo un editorial del New York
Times había afirmado:
Es desafortunado que altos funcionarios del Gobierno indonesio hayan puesto
en circulación un falso informe acerca de que el Gobierno de Estados Unidos

20 Sobre las operaciones militares y el caso Pope ver:


a) Wise y Ross, pp. 145-156.
b) Christopher Robbins: Air America. EE.UU. 1979, pp. 88-94.
c) Coronel L. Fletcher Prouty: The Secret Team: The CIA and its Allies in Control of the World. New
York, 1974; pp. 155, 308, 363-366.
d) New York Times, 23 de marzo de 1958, p. 2; 19 de abril; 28 de mayo, p. 9.
e) Sukarno, An Aumbiography. Hong Kong, 1966, pp. 267-271 (contada a Cindy Adams) fue
impresa primeramente en EE.UU. en 1965; aunque de redacción muy pobre, vale la pena leer el libro
por conocer los puntos de vista de Sukarno acerca de porqué es tonto llamarlo comunista; cómo fue
humillado y maltratado repetidas veces por la administración Eisenhower, aparte de la intervención,
sólo por ser un dirigente tercermundista que no se atenía a la línea de conducta establecida por EE.UU.
y cómo las revistas de sexo norteamericanas contribuyeron a ponerlo en ridículo.
f) J. B. Smith, pp. 246-247. Parece haber cierta confusión acerca del bombardeo a la iglesia. Smith
señala que fue Pope quien lo hizo el 18 de mayo, antes de ser derribado. O bien él u otros cronistas
han mezclado los hechos de abril y mayo.
21 Wise y Ross, p. 145.
14. Indonesia 1957-1958 178

está enviando ayuda a los rebeldes. La posición del Gobierno de Estados


Unidos ha sido expresada con claridad una y otra vez. Nuestro secretario de
Estado fue enfático en su declaración de que este país no se desviaría de una
correcta neutralidad [...] Estados Unidos no está dispuesto [...] a entrar para
ayudar al derrocamiento de un gobierno constitucional. Esa es la dura
realidad. Jakarta no coopera con su caso al ignorarla.

Con la presentación de Pope y la falta de éxito de los rebeldes en el


campo de combate, la CIA decidió que la luz ya no justificaba el gasto en
velas y comenzó a retirar su apoyo. A fines de junio, las tropas indonesias
leales a Sukarno habían acabado con la revuelta. El líder asiático continuó
su hábil ejercicio de equilibrio entre los comunistas y e l ejército hasta
1965 cuando este último, con apoyo de la CIA, derrocó finalmente al
régimen.
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 179

15. EUROPA OCCIDENTAL. DÉCADAS DE


1950 Y 1960
Frentes dentro de los frentes dentro de los frentes
En la conferencia del Partido Laborista británico en 1960, Michael Foot,
el futuro líder partidista y miembro de su ala izquierda, fue acusado de
“simpatizar” con el entonces líder Hugh Gaitskell. Foot respondió
preguntando en referencia a Gaitskell y otros del ala derecha del Partido:
“Pero ¿con quién simpatizan ellos?”1
Tal como se comprobó, habían sido simpatizantes de la CIA por espacio
de varios años. También lo eran franceses, alemanes, holandeses, italianos
y toda una corte de otros europeos occidentales: todos habían tomado
parte en una operación de la CIA para ganar los corazones y las mentes de
liberales, socialdemócratas y socialistas de diversos tipos, para
mantenerlos fuera de las garras del oso ruso.
Era un empeño de grandes proporciones. Durante cerca de veinte años,
la Agencia utilizó docenas de fundaciones norteamericanas, instituciones
caritativas y similares, incluidas algunas de su propia creación, como
conductos de pagos de todo tipo a organizaciones en EE.UU. y en el
extranjero, muchas de las cuales, a su vez, formaban otros grupos. Tan
numerosas eran las instituciones participantes, tantas eran las
interconexiones y solapamientos, que es poco probable que alguien en la
CIA tuviera una visión del conjunto, no digamos ya ejercer control sobre
ellas o sus finanzas (ver Anexo I).
Los beneficiarios finales de este flujo de efectivo eran partidos
políticos, revistas, agencias de noticias, sindicatos, otras organizaciones
laborales, grupos estudiantiles y juveniles, asociaciones de juristas y otras
empresas comprometidas con el “Mundo Libre”, con las que se podía
contar para extender el evangelio si se les daban suficientes fondos.
La principal organización establecida por la CIA en este período fue el
altisonantemente llamado Congreso por la Libertad Cultural (CLC). En
junio de 1950, científicos y literatos destacados de EE.UU. y Europa se
reunieron en el Teatro Palacio Tiliana, en la zona norteamericana de
Berlín, ante una larga audiencia, para crear la organización cuyo propósito

1 Richard Fletcher: “How CIA Money Took the Teeth Out of British Socialism”, en Philip Agee y

Louis Wolf, eds.: Dirty Work. The CIA in Western Europe. New Jersey, 1978, p. 200.
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 180

era “defender la libertad y la democracia contra la nueva tiranía que barre


el mundo”. El CLC pronto se proyectó en todas direcciones con seminarios,
conferencias y un amplio programa de actividades políticas y culturales
tanto en Europa occidental como en India, Australia, Japón. África y en
todas partes. Tenía, además, más de treinta publicaciones periódicas bajo
sus auspicios, entre ellas en Europa: Socialist Commentary, Censorship,
Science and Freedom. Minerva, Soviet Survey (o Survey), China Quarteriy y
Encounter en Gran Bretaña; Preuves. Censure contre Íes Artes et la Pensée,
Mundo Nuevo y Cuadernos, en Francia (las dos últimas en español dirigidas
hacia América Latina); Perspekiiv en Dinamarca; Argumenten en Suecia:
irodaimi Ujsag en Hungría; Der Monat en Alemania; Forum en Austria;
Tempo Presente en Italia y Vision en Suiza. También había vínculos del CLC
con The New Leader, Africa Report, East Europe y Atlas en Nueva York.2
Por lo general, las publicaciones del CLC eran revistas culturales y
políticas bien escritas que, en palabras del antiguo ejecutivo de la CIA Ray
Cline, “no podrían haber sobrevivido financieramente sin los fondos de la
CIA”.3
Entre las otras organizaciones relacionadas con los medios que recibían
subsidios de la CIA en Europa estaban la agencia de noticias
germanooccidental DENA (luego conocida como DPA), 4 la asociación
internacional de escritores PEN, radicada en París, ciertos periódicos
franceses, 5 la Federación Internacional de Periodistas y el Forum de
Figuras Mundiales, un servició de noticias sobre personalidades radicado
en Londres cuyas historias eran compradas por cerca de ciento cuarenta
periódicos en todo el mundo, incluidos treinta en EE.UU., entre los cuales
estaba el Washington Post y otros cuatro diarios importantes. El comité
eclesiástico del Senado de EE.UU. informó que los “diarios
norteamericanos importantes” que utilizan este servicio tienen
conocimiento de que el Forum estaba “controlado por la CIA”. The

2 Sobre el CLC, sus actividades y publicaciones, ver:


a) Para una historia elogiosa y detallada del CLC: Peter Coleman: The Liberal Conspiracy: The
Congress for Cultural Freedom and the Struggle for the Mind of Postwar Europe, New York, 1989,
passim, sobre las revistas del CLC, capítulos 5 y 11; sobre libros, Anexo D y en otras partes.
b) Russell Warren Howe: “Asset Unwitting: Covering the World for the CIA”, en MORE, New York,
mayo de 1978, pp. 20-27, revista asociada a la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia.
c) New York Times, 26 de diciembre de 1977, p. 37; 27 de abril de 1966, p. 28; 8 y 9 de mayo de
1967, y otros números en 1967.
d) Revista Commentary, New York, septiembre de 1967.
e) Fletcher, pp. 188-200.
Entre otras revistas no europeas del CLC estaban: Thought y Quest en India; Aportes, Cadernos
Bras Heirose Informes de China en Latinoamérica; Black Orpheus y Transition en África; Horison, Social
Science Review, Jiyuy Solidarityen Asia y Hiwaren Líbano.
3 Ray Cline: Secrets, Spies and Soldiers. EE.UU., 1976, p. 129.
4 New York Times, 26 de diciembre de 1977, p. 37.
5 Washington Post, 15 de mayo de 1967, p. 1.
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 181

Guardian y The Sunday Times de Gran Bretaña también utilizaban el


servicio, que antes se había llamado Forum Service. Hacia 1967, según uno
de los principales escritores del Forum, el servicio de noticias se había
convertido quizás en “el esfuerzo principal de la CIA en los medios en el
mundo”, un logro no pequeño si se considera que la CIA, en su apogeo,
estaba dedicando 29% de su presupuesto a la propaganda y los medios. 6
Otro importante receptor de la beneficencia de la CIA fue Axel Springer,
el barón de la prensa germanooccidental que recibió secretamente cerca
de siete millones de dólares en la primera mitad de los 50 para ayudarlo a
construir su vasto imperio. Springer, hasta su muerte en 1985, era el jefe
del mayor conglomerado de publicaciones en Europa del Oeste, y se
levantaba como un pilar de los sentimientos anticomunistas y pro
occidentales. El editor del influyente semanario germanooccidental Der
Spiegei, Rudolph Augstein, ha observado: “Ningún hombre en Alemania,
antes o después de Hitler, con la posible excepción de Bismarck o los dos
emperadores, tuvo tanto poder como Springer”. Su relación con la CIA
continuó, según se dice, al menos hasta principios de los 70. 7

El creador del programa norteamericano, el jefe de la División de


Organizaciones Internacionales de la CIA, Tom Braden, escribió más tarde
que la Agencia colocó un operativo en el C LC y que otro se convirtió en
editor de la revista más importante del Congreso: Eneounter. 8 Es de
presumir que hubiera al menos un agente u oficial de la CIA en cada uno
de los grupos fundados. Braden afirmó: “Los agentes podían [...] proponer
programas anticomunistas a los dirigentes de las organizaciones”. Añadió
sin embargo que era una política “proteger la integridad de la organización
al no pedirle que apoyara todos los aspectos de la política
norteamericana”.9
Los periódicos del CLC apelaban a la izquierda no marxista (Forum, en
contraste, era conservador), que generalmente evitaba la lucha de clases

6 Sobre el Forum de Figuras Mundiales: Howe: op. cit. Howe es el escritor del Forum citado. Sobre

el presupuesto de la CIA, ver informe del Comité de la Cámara citado en Howe, p. 27. Para un estudio
detallado de la utilización de agencias de noticias norteamericanas por la CIA ver Carl Bernstein: “The
CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de octubre de 1977 y New York Times, 26 de diciembre de
1977, pp. 1 y 37.
7 The Nation, New York, 19 de junio de 1982, p. 738. El artículo informa que algunos oficiales de

la CIA han sostenido que Springer era más bien un liberal a principios de los 50 y que fue financiado
para contraponerse a elementos neonazis y de derecha en Alemania. Esto debe ser tomado con
reserva pues lo predominante en la política del gobierno de ocupación norteamericano durante este
periodo, con independencia de los sentimientos propios de cualquier funcionario, era suprimir la
influencia de personas y grupos de la izquierda: comunistas, radicales y socialdemócratas incluidos; al
mismo tiempo, las autoridades estadounidenses estaban empleando “antiguos” nazis en todas las
áreas administrativas y de inteligencia (ver sección sobre Alemania).
8 Tom Braden: “l’m Glad the CIA is Immoral”, en Saturday Evening Post, 20 de mayo de 1967.
9 Ibíd.
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 182

y la excesiva nacionalización de la industria. Estos periódicos se adherían


a la tesis del “fin de la ideología” de Daniel Bell, cuya razón de ser era que
si nadie podía ser llamado a morir por el capitalismo, la idea de morir por
el socialismo o cualquier otra ideología también carecía de sentido. Al
mismo tiempo, abogaban por un capitalismo reformado, un capitalismo
con rostro humano.
Sin embargo, para los guerreros fríos en Washington que pagaban las
cuentas, la idea de reformar al capitalismo no era de interés. Lo
importante era el compromiso de las revistas con una Europa occidental
unida, fuerte y bien armada, aliada de EE.UU., que pudiera constituir un
dique contra el bloque soviético; el apoyo al Mercado Común y a la OTAN;
el análisis crítico de lo que era visto como el componente intelectual de la
subversión internacional comunista; el escepticismo ante el desarme, el
pacifismo y la neutralidad abrazados por sus similares de la prominente
Campaña por el Desarme Nuclear (CDN) en Gran Bretaña. Dentro del
marco de las presunciones de la Guerra Fría tenían lugar las críticas a la
política internacional de EE.UU.: por ejemplo, una intervención
norteamericana en particular no era la manera más efectiva de combatir
el comunismo, pero de ninguna manera que la intervención en sí misma
estuviera mal, o que EE.UU. estuviera apoyando al lado equivocado.
Publicaciones “privadas” como estas podían defender los puntos de
vista que los órganos oficiales del Gobierno de EE.UU. no podían sostener
sin perder credibilidad. Lo mismo se aplicaba a muchas otras
organizaciones “privadas” en la nómina de la CIA por entonces.
En 1960 el CDN y otros elementos del ala izquierda del Partido
Laborista alcanzaron el éxito en la conferencia del partido al imponer una
política de desarme nuclear unilateral y completo, así como de neutralidad
en la Guerra Fría. Además, fueron rechazadas dos resoluciones de apoyo
a la OTAN. Aunque el Partido Laborista no estaba en el poder en aquel
momento, sus acciones recibieron considerable propaganda y valor
sicológico. Washington contempló el giro de estos eventos con no poca
preocupación, pues tales sentimientos podían extenderse fácilmente a los
otros partidos importantes de los países de la OTAN.
El ala derecha del Partido Laborista, que tenía relaciones cercanas, por
no decir íntimas, con el CLC, Encounter, New Leader, y otros “efectivos” y
frentes de la CIA, asumió una campaña para revertir la resolución sobre el
desarme. El comité establecido con estos fines emitió un llamamiento para
obtener fondos y pronto pudo informar que habían recibido muchos
pequeños donativos, junto con una gran suma de una fuente que prefería
permanecer anónima. Para el año siguiente había dinero suficiente para
sostener una oficina permanente, personal y un directivo a tiempo
completo, trabajadores de campo, gastos de viaje y publicar toneladas de
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 183

literatura que era enviada a una larga lista de correos dentro del
movimiento, así como un boletín que se distribuía gratuitamente,
etcétera.
Sus oponentes no podían siquiera acercarse a este alud de propaganda.
En la conferencia de 1961, las decisiones sobre el desarme y la neutralidad
fueron desechadas y el Partido Laborista regresó al regazo de la OTAN. 10

Los seguidores de la CIA han defendido invariablemente las diversas


actividades de la CIA en Europa occidental sobre la base de que los rusos
eran los primeros en llevarlas a cabo y tenían que ser contrarrestados.
Cualquiera que sea el grado de verdad en este aserto, los hechos indican
que, como hizo notar Tom Braden, el esfuerzo norteamericano se extendió
a terrenos “donde ellos [los rusos] no habían comenzado a operar”. 11
Braden no especifica cuáles, pero al parecer los partidos políticos eran
uno: la CIA tenía relaciones de trabajo y financieras con dirigentes del
Partido Social Demócrata de Alemania occidental, dos partidos en Austria,
los demócratas cristianos en Italia y el Partido Liberal, además del
Laborista en Gran Bretaña12 y probablemente con al menos un partido en
cada otro país del oeste de Europa, todos los cuales se declaraban
independientes de las dos superpotencias, algo que los diversos partidos
comunistas, recibieran apoyo o no de la URSS, no podían alegar y ser
creídos.
Los medios resultan otro caso. Ni Braden ni nadie más, al parecer, ha
citado ejemplos de publicaciones o agencias noticiosas en Europa
occidental —ya fuesen pro comunistas o contrarios a la OTAN— que
fueran financiadas encubiertamente por la URSS mientras aparentaban
ser independientes.
Lo más importante para tener en cuenta es que todas las diferentes
empresas e instituciones sostenidas por la CIA en el oeste de Europa,
tuvieron sus similares financiadas por la Agencia en todo el Tercer Mundo
durante décadas, en una práctica rutinaria sin una contrapartida rusa a la
vista. El fortalecimiento creciente de la izquierda en la Europa de
postguerra fue motivación suficiente para que la CIA desarrollara sus
programas encubiertos, y esta fue una circunstancia derivada de la
Segunda Guerra Mundial y de la vida económica, no de la propaganda y

10 Sobre el Partido Laborista y la CDN ver Fletcher, pp. 196-197; The Times, Londres, 5 de octubre

de 1961.
11 Braden, p. 14.
12 Sobre las relaciones de la CIA con partidos políticos:

a) New York Times, 7 y 9 de enero de 1976.


b) Jack Anderson en el San Francisco Chronicle, 11 y 12 de noviembre de 1981.
c) Coleman, pp. 183-185.
d) Chapman Pincher: inside Story: A Documentary of the Pursuit of Power Londres, 1979, p.28.
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 184

manipulación soviéticas.

Operación Gladio
El razonamiento en que se basó fue la conocida paranoia de la Guerra
Fría: es posible que los rusos comiencen una invasión de Europa occidental
sin que medien provocaciones de nuestra parte. Y en el caso de que
lograran derrotar a los ejércitos occidentales y los hicieran huir, algunos
grupos debían permanecer para acosar a los rusos con sabotajes y guerra
de guerrillas, además de actuar como contactos con los del “Mundo Libre”.
Estos grupos debían ser provistos de fondos, armas, equipos de
comunicación y entrenamiento. Los planes para esta red paramilitar
encubierta, cuyo hombre en clave era Operación Gladio (en italiano
espada), comenzaron en 1949 e involucraban inicialmente a los británicos,
norteamericanos y belgas. Con el tiempo se establecieron unidades en
cada país no comunista de Europa —incididas Grecia y Turquía y las
neutrales Suecia y Suiza— con las excepciones aparentes de Irlanda y
Finlandia. La cuestión acerca de si las unidades estaban más o menos bajo
el control de los gobiernos nacionales o de la OTAN permanece sin aclaran,
aunque desde un punto de vista operacional, parecían actuar bajo el
comando de la CIA y otros diversos servicios de inteligencia.
Según evolucionaron los hechos, la completa ausencia de invasiones
rusas hizo que la operación fuera utilizada de forma casi exclusiva para
combatir a los movimientos de izquierda internos.
La información acerca de Gladio afloró en Italia en otoño de 1990,
durante una investigación judicial sobre un atentado en 1972, en la cual
se descubrió que los explosivos provenían de uno de los 139 depósitos
secretos de armas que las fuerzas de Gladio mantenían en el país. Más
tarde, el jefe de la pesquisa parlamentaria que se llevó a cabo sobre el
asunto reveló: “Cuando comenzó Gladio, los norteamericanos insistirían
con frecuencia [...] en que la organización fuese utilizada para combatir
cualquier insurgencia”. El general griego retirado Nikos Kouris contó una
historia similar y declaró que la fuerza griega fue formada con ayuda de la
CIA en 1955 para, intervenir en caso de amenaza comunista, ya fuera
externa o interna; “Había ex militares, soldados con entrenamiento
especial y también civiles. Lo que los unía era un denominador ideológico
común: eran de extrema derecha”.
Tal como en Alemania (ver sección sobre Alemania), la operación
italiana estaba fuertemente ligada a los terroristas. Un antiguo agente de
Gladio, Roberto Cavallero, hizo acusaciones públicas sobre la existencia de
un vínculo directo entre Gladio y la ola de atentados terroristas con
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 185

bombas en Italia en los años 70 y principios de los 80 que causaron al


menos trescientos muertos. Dijo que él y muchos otros habían sido
entrenados en Gladio para “preparar grupos que, en caso de avance de las
fuerzas de izquierda en nuestro país, llenaríamos las calles y crearíamos
una situación de tensión tal que se requeriría de intervención militar”.
Cavallero se refería por supuesto a avances electorales del Partido
Comunista Italiano, no a una invasión por la URSS. La peor acción terrorista
fue la explosión de una bomba en la estación ferroviaria de Boloña en
agosto de 1980, donde murieron 86 personas. El Observer de Londres
reportó más tarde: “Las bombas en el ferrocarril italiano fueron atribuidas
a la extrema izquierda como parte de una estrategia para convencer a los
votantes de que el país estaba en tensión y que no había más alternativa
que votar por la seguridad a favor de los demócratas cristianos. Todas las
pistas indican que el atentado fue concebido dentro de Gladio”.
Uno de los hombres buscados para ser interrogado en Italia acerca de
la bomba en Boloña, Roberto Fiore, había vivido en Londres desde
entonces y el Gobierno británico se negó a extraditarlo. Al parecer estaba
bajo la protección del MI6 (la CIA británica) al que había entregado
información valiosa.
El secuestro y asesinato de Aldo Moro, líder de los demócratas
cristianos en 1978, atribuido a las Brigadas Rojas, parece ahora haber sido
también la obra de agentes provocadores de Gladio, quienes infiltraron la
organización política. Justo antes de su secuestro, Moro había anunciado
su intención de entrar en una coalición gubernamental con el Partido
Comunista.
En 1983 en Bélgica, para convencer al público de que había una crisis
de seguridad, los operativos de Gladio, conjuntamente con la policía,
escenificaron una serie de tiroteos en supermercados, aparentemente al
azar, que, fuese intencional o no, causaron vahas muertes. Un año
después, un grupo de marines norteamericanos fue lanzado en paracaídas
sobre Bélgica con la intención de atacar una estación de policía. Un
ciudadano belga murió y uno de los marines perdió un ojo durante la
operación cuyo objetivo en conmocionar a la policía belga y ponerla en
alerta, además de dar la impresión a la población en general de que el país
estaba a punto de ser sacudido por una revolución roja. Los fusiles
utilizados fueron plantados luego en una casa de Bruselas que había sido
utilizada por un pequeño grupo comunista.
Todavía en 1990 podían ser hallados grandes depósitos de armas y
explosivos para la Operación Gladio en vahos de los países participantes,
y el primer ministro italiano Giulio Andreotti reveló que más de seiscientas
personas figuraban aún en la nómina de pago de Gladio en Italia. En 2001,
durante un juicio en Milán, el antiguo jefe de la contrainteligencia militar
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 186

italiana testificó que los servicios de inteligencia de EE.UU. instigaron y


apadrinaron el terrorismo de derecha en Italia durante la década del 70.
El general Gianadelio Maletti declaró que “la CIA, siguiendo las directivas
de su gobierno, quería crear un nacionalismo italiano que fuese capaz de
detener lo que se veía como un desliz hacia la izquierda, y con este
propósito, podía utilizarse el terrorismo de derecha. Creo que esto ocurrió
también en otros países”.13

13 Sobre la Operación Gladio:


a) The Observer, Londres, 7 de junio de 1992.
b) The Guardian, New York, 5 de diciembre de 1990, p. 5, artículo desde Milán citando a la revista
de cine italiana Panorama, la Agencia France Pressey otras fuentes europeas.
c) Washington Post, 14 de noviembre de 1990, p. Al 9.
d) Die Weit, Alemania, 14 de noviembre de 1990, p. 7.
e) Los Angeles Times, 15 de noviembre de 1990, p. A6.
f) The Guardian, Londres, 26 de marzo de 2001, p. 14 (general Maletti).
16. Guayana Británica 1953-1964 187

16. GUAYANA BRITÁNICA 1953-1964


La mafia sindical internacional de la CIA
Durante once años, dos de las más antiguas democracias del mundo:
Gran Bretaña y EE.UU., hicieron grandes esfuerzos para evitar que un líder
electo democráticamente ocupase la presidencia. Ese hombre era el Dr.
Cheddi Jagan. Nieto de inmigrantes contratados en India, Jagan se había
convertido en dentista en EE.UU. y luego regresó a su nativa Guayana
Británica. En 1953, a los treinta y cinco años, él y su Partido Progresista
Popular (PPP) fueron electos por una amplia mayoría para encabezar el
Gobierno de la colonia británica. La victoria de Jagan se debió en parte al
hecho de que los indios representaban cerca de 46% de la población; los
guyaneses de origen africano representaban cerca de 36%.
El programa del PPP no podía ser calificado de revolucionario. En él se
alentaba la inversión extranjera en el sector de la minería mientras se
intentaba instituir reformas liberales tales como fortalecer los derechos
de los sindicalistas y campesinos, crear un sistema de escuelas públicas
que disminuyera el control de la Iglesia sobre la educación, así como
eliminar una prohibición sobre la importación de publicaciones, filmes y
discos “indeseables”. Pero el gobierno conservador británico no estaba
dispuesto a coexistir con tales medidas defendidas por un hombre cuyo
discurso sonaba sospechosamente socialista. Los medios de prensa y el
Gobierno británicos, al igual que los medios norteamericanos, sometieron
a la administración Jagan a una campaña de acusaciones y mentiras al
estilo del senador McCarthy, cuyo “ismo” estaba en su momento
culminante en Estados Unidos.
Cuatro meses y medio después de que Jagan ocupó la presidencia, el
gobierno de Winston Churchill lo sacó de ella. Los británicos enviaron
fuerzas de mar y tierra, suspendieron la Constitución y destituyeron al
gabinete guyanés e n su totalidad. Al mismo tiempo, los abogados
elaboraron algunos documentos que la reina firmó, de modo que todo
quedó en el terreno de lo legal. 1
“El Gobierno de Su Majestad no está preparado para tolerar el

1 Sobre los hechos de 1953 ver: The Guardian, Londres, 28 de diciembre de 1984, para una

descripción detallada del crudo cinismo de la acción británica, sobre la base de documentos
gubernamentales desclasificados en 1984; véase también The Times, Londres, 7 y 10 de octubre de
1953; Cheddi Jagan: The West on Trial. Londres, 1966, capítulos 7 y 8; “The Ordeal of British Guiana”,
en Monthiy Review, New York, julio-agosto 1964, pp. 16-19.
16. Guayana Británica 1953-1964 188

establecimiento de estados comunistas dentro de la Mancomunidad


Británica”, declaró el secretario británico de Colonias durante un debate
en el Parlamento.2
La actitud de EE.UU. hacia este bofetón en el rostro de la democracia
puede ser caracterizada por la negativa del Gobierno de permitirle a Jagan
atravesar el país cuando este trató de reservar un pasaje en un vuelo hacia
Londres con el fin de asistir al debate parlamentario. Según reveló Jagan,
la línea aérea Pan American no aceptó venderle el boleto. (Pan American
tenía una larga historia de colaboración con la CIA, una práctica iniciada
por su presidente Juan Trippe, yerno del secretario de Estado de
Roosevelt, Eduard R. Stettinius.)3
Para entonces la CIA ya había puesto su pie en el movimiento obrero
de Guayana, gracias a la relación entre la Agencia y la Federación
Norteamericana del Trabajo en EE.UU. Uno de los primeros frutos de esta
alianza fue la Organización Regional Interamericana del Trabajo (ORIT). A
principios de los 50, la ORIT era utilizada para convenir a la principal
confederación de sindicatos en Guayana Británica, el Consejo Sindical, de
una organización de trabajadores en un vehículo del anticomunismo.
Serafino Romualdi, quien fue dirigente de la AIFLD y por mucho tiempo
colaborador de la CIA, escribió: “Desde mi primera visita a Guayana
Británica en 1951, hice todo lo que estuvo a mi alcance para fortalecer las
fuerzas sindicales democráticas [entiéndase anticomunistas] que se le
oponían [a Jagan]”. 4 Esto tendría serias repercusiones para Jagan años
después.
En 1957, Jagan volvió a ganar las elecciones con un programa muy
similar al del período anterior. Los británicos consideraron más sabio
emplear métodos más sutiles para conseguir su salida y la CIA fue
incorporada al panorama, uno de los raros casos en que se ha autorizado
oficialmente a la Agencia a operar en el traspatio británico, aunque sí lo
ha hecho extraoficialmente en numerosas ocasiones, para gran disgusto
de las autoridades de Gran Bretaña.

2 Parliamentary Debates, Home of Commons. 22 de octubre de 1953, columna 2170, discurso de


Oliver Lyttleton.
3 Sobre el incidente del boleto aéreo ver New York Times, 16 de octubre de 1953; Jagan, p. 149:

sobre la línea Pan American ver Morton Halperin: The Lawiess State. Penguin Books, New York, 1976,
p. 47; Christopher Robbins; Air America. New York, 1979, p. 58; revista CounterSpy, Washington,
diciembre l983-febrerol984, p. 21; Trippe era miembro de dos empresas de la CIA de larga trayectoria:
el Instituto Americano para el Desarrollo del Trabajo Libre y la Fundación Asia (llamada anteriormente
Comité Nacional por una Asia Libre).
4 Sobre la ORIT, ver Jagan, pp. 296-297; Philip Agee: inside the Company: CIA Diary. New York,

1975, ver índice; Survey of the Alliance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del
Subcomité sobre Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores, 15 de julio de 1968, pp. 8-9; Serafino Romualdi: Presidents and Peons: Recollections of a
Labor Ambassador in Latin America. New York, 1967, p. 346.
16. Guayana Británica 1953-1964 189

La CIA comenzó a trabajar para fortalecer aquellos sindicatos que de


alguna manera mostraban tendencia a apoyar al opositor político principal
de Jagan, Forbes Burnham, del Congreso Nacional del Pueblo. Uno de los
más importantes entre ellos era el Sindicato de Empleados Públicos,
dominado por los negros. En consecuencia, la CIA se dirigió a los Servicios
Públicos Internacionales (SPI) en Londres, un sindicato internacional para
empleados gubernamentales, una de las redes existentes para exportar la
experiencia sindical de los países industrializados hacia los menos
desarrollados.
Según un estudio realizado por The Sunday Times de Londres, hacia
1958 las “finanzas [del SPI] eran bajas, y sus acciones estaban deprimidas
en relación con su matriz, la Confederación Internacional de Sindicatos
Libres [establecida por la CIA en 1949 para rivalizar con la Federación
Mundial de Sindicatos, bajo influencia soviética]. Necesitaba algún tipo de
éxito. La crisis financiera se resolvió repentinamente gracias a su principal
afiliada norteamericana, la Federación Norteamericana de Empleados
Municipales, Condales y Estatales (FNEMCE)”. El jefe de la misma, doctor
Arnold Zander, dijo al ejecutivo del SPI que había “estado pescando” y
había encontrado un donante.
“Las entregas fueron modestas al principio, sólo un par de miles de
libras en 1958. Iban destinadas, dijo el amable donante, a América Latina.
El dinero se utilizó en un ‘recorrido de reclutamiento’ realizado en países
del norte de Latinoamérica por cierto William Doherty Jr., un hombre
relacionado con la CIA”. Doherty se convertiría luego en el director
ejecutivo del Instituto Norteamericano por el Desarrollo del Trabajo Libre,
principal organización de trabajadores de la CIA en América Latina.
“El donante pareció estar complacido, porque al año siguiente, 1959,
Zander pudo decir al SPI que su sindicato estaba iniciando una sección
latinoamericana a tiempo completo a nombre del SPI. Ellos estuvieron
encantados”. El representante del SPI, dijo Zander, sería William Howard
McCabe (un aprendiz de la CIA). El Times continuaba: “McCabe, un
norteamericano rechoncho con cabeza de bala, parecía no tener un
historial sindical, pero al SPI le gustó. Cuando vino a sus reuniones,
distribuyó fosforeras y fotografías donde aparecía repartiendo paquetes
de comida a los campesinos. Las fosforeras y los paquetes llevaban la
inscripción ‘con saludos del SPI’.”5
En 1967, tras numerosas revelaciones acerca de operaciones de
financiamiento encubiertas de la CIA, el nuevo j efe de la FNEMCE admitió
que la federación había recibido cuantiosos fondos de la Agencia hasta
1964, a través de una fundación (ver Anexo I). Se reveló que el

5 Sobre los hechos de 1957 a 1959 ver The Sunday Times, Londres, 16 y 23 de abril de 1967.
16. Guayana Británica 1953-1964 190

departamento de Asuntos Internacionales de la organización, responsable


de la operación en Guayana Británica, había sido administrado en realidad
por dos ‘“ayudantes” de la CIA. 6
El trabajo de la CIA dentro de los sindicatos en el Tercer Mundo
generalmente implica un considerable esfuerzo educacional, cuya premisa
básica es que todas las soluciones estarán al alcance de los trabajadores
en el sistema de la libre empresa, la cooperación de clases y los convenios
colectivos, y mediante la oposición al comunismo en coordinación con los
empresarios y el gobierno, a menos, por supuesto, que este último sea
“comunista”. Los estudiantes más prometedores, aquellos que se
perfilaban como futuros líderes, eran elegidos para ser enviados a escuelas
de la CIA en EE.UU. para cursos más avanzados.
La CIA, afirmaba The Sunday Times,7 también “parecía haber obtenido
mucho éxito en alentar a los políticos para romper con el partido y
gobierno de Jagan. Su técnica para financiar figuras atractivas fue
asignarles pólizas de seguro jugosas”.
Durante la campaña electoral de 1961, el programa de la CIA fue
incrementado por operaciones de otras organizaciones norteamericanas.
El Servicio de Información de EE.UU. presentó de manera insólita en
lugares públicos de Guayana Británica filmes que mostraban los
“horrores” del castrismo y el comunismo. Y la Cruzada Cristiana Anti-
comunista aportó su espectáculo itinerante con gastos de 76.000 dólares,
según informes, en propaganda electoral que hacía justicia al nombre de
la organización. 8 Un historiador lo describió como “una actividad
cuestionable para una organización privada, que el Departamento de
Estado no hizo nada por impedir”. 9 Por otro lado, las actividades de las
agencias gubernamentales de EE.UU. en Guayana Británica no fueron
menos cuestionables.
A pesar de la campaña contra él, Jagan fue reelecto por una cómoda
mayoría en el legislativo, aunque sólo alcanzó pluralidad en el voto
popular. En octubre, Jagan fue recibido en la Casa Blanca, por solicitud
propia, con el fin de pedir ayuda para su programa de desarrollo. El
presidente Kennedy y sus asesores estaban más interesados, sin embargo,
en determinar en qué posición del espectro político se ubicaba Jagan,
antes de conceder ayuda alguna. La reunión, tal como fue descrita por el
ayudante presidencial, Arthur Schlesinger Jr., parece haberse desarrollado
como si los funcionarios estadounidenses no tuvieran conocimiento
alguno de las maniobras desestabilizadoras por parte de EE.UU. en

6 New York Times, 22 de febrero de 1967, p. 1, 17.


7 The Sunday Times, números citados.
8 Jagan, p. 304.
9 Richard Barnet; intervention and Revolution. Londres, 1972, p. 244.
16. Guayana Británica 1953-1964 191

Guayana Británica. Todos “respondieron con agrado” a la afirmación de


Jagan de su estima por el dirigente laboral británico Aneurin Bevan, y ante
el socialismo profeso del guyanés, Kennedy afirmó que “no estamos
desarrollando una cruzada para obligar a la libre empresa en partes del
mundo donde eso no es relevante”, pero cuando Jagan, tal vez
ingenuamente, mencionó su admiración por el periódico académico de
izquierda, Monthly Review, pareció haber cruzado una línea ideológica que
selló silenciosa, pero decisivamente, la suerte de su país. Schlesinger
escribió más tarde que “Jagan eran sin lugar a duda un marxista de algún
tipo”.10
No se otorgó ayuda económica alguna a Guayana Británica mientras
Jagan estuvo en el poder, y la administración Kennedy presionó a los
británicos para que demorasen la concesión de la independencia, que
había sido programada para ocurrir en uno o dos años. 11 No fue sino hasta
1966, cuando Jagan ya no era presidente, que la Guayana Británica se
convirtió en la nación independiente de Guyana.
En febrero de 1962, la CIA ayudó a organizar y financiar protestas
contra Jagan, utilizando el anuncio del nuevo presupuesto como pretexto.
Las huelgas, motines e incendios que se efectuaron no guardaban
proporción alguna con la causa supuesta. Una Comisión Investigadora de
la Mancomunidad Británica llegó a una conclusión (tal vez nada placentera
para la Oficina Británica de Colonias que la había nombrado): “Casi no hay
dudas de que, a pesar de las ruidosas protestas de los líderes sindicales en
sentido contrario, las afinidades y aspiraciones políticas tuvieron un
importante papel al delinear su posición y formular su programa de
ofrecer resistencia al presupuesto y llevar a cabo un esfuerzo definido para
cambiar al gobierno actual”.12
La CIA organizó, como lo ha hecho en ocasiones similares, el apoyo a
los huelguistas de sindicatos norte y latinoamericanos, con los cuales tenía
vínculos estrechos. Estos enviaron mensajes de solidaridad y alimentos,
reforzando así la apariencia de una auténtica lucha obrera. La agencia
también propició que estaciones de radio nunca antes escuchadas salieran
al aire y que los periódicos publicaran falsas noticias acerca de barcos de
guerra cubanos en camino al país. 13
El centro del programa de la CIA en Guayana Británica era una huelga
general (llamada así aunque la participación en ella fue mucho menor) que

10 Arthur Schlesinger: A Thousand Days. Boston, 1965, pp. 774-779.


11 San Francisco Chronicle, 21 de marzo de 1964, p. 27; New York Times, 31 de octubre de 1964,
p. 7; The Times, Londres, 29 de junio de 1963, p. 8.
12 Jagan, p. 255.
13 Sobre la huelga de 1962 ver New York Times, 22 de febrero de 1967, p. 17; 30 de octubre de

1994, p. 4; sobre el papel de los medios ver Barnet, p. 245; Agee, pp. 293-294; Jagan, pp. 252-269; The
Times, Londres 13 de marzo de 1962, p. 10.
16. Guayana Británica 1953-1964 192

comenzó en abril de 1963. Duró ochenta días y se dice que es la huelga


general más larga de la historia. 14 Fue convocada, al igual que en 1962, por
el Consejo Sindical (CS) que, como ya vimos, era un miembro prestigioso
de la mafia laboral internacional de la CIA. Su jefe era un tal Richard
Ishmael, que había sido entrenado en EE.UU. en el Instituto
Norteamericano para el Desarrollo del Trabajo Libre, junto con otros
dirigentes laborales guyaneses.
El período de la huelga estuvo marcado por reiterados actos de
violencia y provocación, que incluyeron ataques a la esposa de Jagan y
algunos de sus ministros. El propio Ishmael fue citado más tarde en un
informe secreto de la policía británica por haber participado en un grupo
terrorista que colocó explosivos y provocó incendios en edificios
gubernamentales durante la huelga. 15 No se realizó acción alguna contra
Ishmael y los otros de este grupo por parte de las autoridades británicas,
que no perdían oportunidad de exacerbar la peligrosa situación con la
esperanza de que culminaría en la caída de Jagan.
Mientras tanto, los agentes de la CIA daban “asesoría a los dirigentes
sindicales locales acerca de cómo organizar y sostener” la huelga, informó
luego el New York Times. “También aportaron fondos y alimentos para
sostener a los huelguistas, y medicamentos para los trabajadores pro
Burnham lesionados en los enfrentamientos. En un momento dado, uno
de los agentes sirvió como miembro del comité negociador de un sindicato
guyanés de choque que sostenía conversaciones con el Dr. Jagan”. Este
agente fue más tarde denunciado por Jagan y se le prohibió entrar de
nuevo al país.16 Probablemente esto hace referencia a Gene Meakins, uno
de los principales operativos obreros de la CIA, quien había servido como
asesor de relaciones públicas e instructor para el CS. Meakins editaba un
semanario y transmitía un programa radial diario, por lo cual era el
responsable de un volumen considerable de propaganda contra Jagan.17
The Sunday Times concluía:
Jagan parece haber pensado que los sindicatos se mantendrían durante un
mes. Pero McCabe estaba aportando el grueso del pago de la huelga, más otra
cantidad de dinero para auxilio a damnificados, para los quince minutos
diarios en la radio y otra propaganda de los huelguistas y considerables gastos
de viaje. Parecía como si a través de todo el mundo, los sindicatos hermanos
se agrupasen.
El mediador enviado de Londres, Robert Willis, secretario general de la

14 Para una descripción general sobre la huelga de 1963 ver Jagan, capítulos 13 y 14.
15 Parliamentary Debates, House of Commons, 4 de mayo de 1966, columnas 1765-1767; ver
también el 29 de abril de 1966, columnas 1133-1134.
16 New York Times, 22de febrero de 1967, p. 17.
17 Thomas J. Spinner Jr.: A Political and Social History of Guyana 1945-1983. Londres, 1984, pp.

115-116; Agee, p. 406; New York Times, 4 de enero de 1964, p. 10.


16. Guayana Británica 1953-1964 193

Sociedad Topográfica de Londres, un hombre que no se destacaba por su


compasión en las negociaciones con los administrativos de los periódicos, se
quedó impresionado. “Se me hizo claro de inmediato que la huelga era política
por completo”, dijo, “Jagan estaba concediendo todo lo que pedían los
huelguistas, pero tan pronto lo hacía ellos elevaban nuevas demandas”.18

El apoyo financiero a la huelga por sí solo alcanzó la suma de al menos


un millón de dólares, canalizados por la CIA a través del SPI y de otras
organizaciones laborales.
Las compañías petroleras norteamericanas ofrecieron otro ejemplo
más de la multitud de recursos que EE.UU. puede movilizar contra un
blanco determinado. Las compañías cooperaron con los huelguistas
negándose a abastecer al país con petróleo, lo que obligó a Jagan a pedir
suministros a Cuba. Durante el año restante de Jagan en la presidencia,
ante la amenaza de un embargo económico general por EE.UU., tuvo que
acudir cada vez más al bloque soviético, lo que aumentaba las críticas de
quienes insistían — tanto en Guayana Británica como en EE.UU. y Gran
Bretaña— en que era un comunista y por tanto estaba repleto de todos
los peligros que representan los comunistas.
La huelga fue llevada a cabo principalmente por los partidarios negros
de Forbes Burnham y sus empleadores, quienes despidieron a muchos de
los seguidores de ascendencia india de Jagan. Esto exacerbó de manera
inevitable las tensiones raciales ya existentes, aunque The Sunday Times
afirmó que “los grupos raciales eran bastante amistosos hasta que la
huelga de 1963 dividió al país”. De manera eventual, la tensión condujo al
derramamiento de sangre; dejó cientos de muertos y heridos y “un legado
de odio racial”.19
Jagan tenía conciencia, hasta cierto punto al menos, de lo que se movía
a su alrededor durante la huelga. Cuando todo terminó formuló
acusaciones acerca de que: “Estados Unidos, a pesar de protestas en
sentido contrario de algunos de sus dirigentes, no estaba preparado para
permitir la existencia de un gobierno socialista, o un gobierno
comprometido con reformas básicas drásticas en este hemisferio, incluso
si había sido libremente electo [...] Está muy claro q ue Estados Unid os
sólo apoyará a un gobierno democrático si este favorece el clásico sistema
de empresas privadas”.20
En un intento de saltar la valla de la obsesión norteamericana hacia la
URSS y con la posibilidad del surgimiento de “otra Cuba en el hemisferio
occidental”, Jagan propuso que la Guayana Británica fuese “neutralizada”

18 The Sunday Times, números citados.


19 Ibíd.
20 New York Times, 11 de agosto de 1963, p. 28.
16. Guayana Británica 1953-1964 194

por un acuerdo entre la URSS y EE.UU. tal como habían hecho ambas
potencias en el caso de Austria. Los funcionarios de Washington no
hicieron el menor comentario ante esta sugerencia.21 El gobierno de Jagan
se las arregló para sobrevivir a todas las provocaciones y humillaciones.
Con elecciones previstas para 1964, los británicos y sus primos
norteamericanos regresaron a los medios caballerescos de la pluma y el
papel. El secretario británico de Colonias, Duncan Sandys, que había
estado entre los directivos del acuerdo con la CIA con respecto a Jagan, se
refirió a la huelga y la intranquilidad general como una prueba de que
Jagan no podía administrar el país y garantizar la estabilidad que el
Gobierno británico exigía para conceder la independencia (Sandys fue
fundador, en 1948, del Movimiento Europeo, una organización auspiciada
por la CIA para la Guerra Fría).22
Se trataba, por supuesto, de una asunción imaginaria. El columnista
norteamericano Drew Pearson, al escribir sobre el encuentro entre el
presidente Kennedy y el primer ministro británico

Macmillan en el verano de 1963, afirmó que “el punto principal de


coincidencia entre ellos fue que los británicos no darían la independencia
a Guayana a causa de la huelga general contra el primer ministro pro
comunista Cheddi Jagan. Esta huelga fue inspirada en secreto por una
combinación del dinero de la CIA y la inteligencia británica. Le dio a
Londres la excusa que buscaba”. 23
La excusa se utilizó además para justificar una enmienda a la
Constitución de la Guayana Británica que establecía un sistema de
representación proporcional en las elecciones, un sistema que parecía
seguro para convertir la mayoría de Jagan en el legislativo en una simple
pluralidad. A continuación, el gobernador designado por Gran Bretaña en
Guayana Británica anunció que no iba a llamar al líder del partido más
grande a integrar el Gobierno, si no obtenía una mayoría de escaños, un
procedimiento que entraba en abierta contradicción con el que se seguía
en Gran Bretaña.
En octubre de 1964, cuando el Partido Laborista sustituyó al
Conservador en el poder en Gran Bretaña, Jagan tuvo esperanzas de que
la conspiración contra él sería desestimada, pues varios de los altos líderes
laboristas habían declarado públicamente, y también al propio Jagan, su
oposición a la política antidemocrática y manipuladora de los
conservadores. Sin embargo, el Partido Laborista enterró esas esperanzas

25
21 Ibíd., 11 de septiembre de 1963, p. 1.
22 The Sunday Times. Londres, 25 de mayo de 1975, p. 4.
23 San Francisco Chronicle, 21 de marzo de 1964, p. 27.
16. Guayana Británica 1953-1964 195

a los pocos días de haber ocupado el poder. 24


El New York Times reveló que el Partido Laborista, “inclinándose ante
los deseos de Estados Unidos, aplazó la independencia de Guayana
Británica” y continuó con el sistema de elecciones representativas
proporcionales. Se dice que el secretario de Estado Dean Rusk “no había
dejado dudas” al nuevo secretario de Relaciones Exteriores británico,
Patrick Gordon-Walker “de que Estados Unidos se opondría a un
levantamiento de Guayana Británica como un Estado independiente de
tipo Castro”.25 En una ocasión anterior, Rusk había solicitado al predecesor
de Gordon— Walker, lord Home, que se suspendiera nuevamente la
constitución de Guyana y se “revirtiera al gobierno colonial directo”. 26
Las intensas presiones norteamericanas contra Guayana Británica
(dejando a un lado la campaña de subversión en sí misma) llevaron al
miembro conservador del Parlamento y antiguo secretario de Colonias, lan
Macleod, a observar en la Cámara de los Comunes: “Todos reconocemos
que resulta irónico el hecho de que Norteamérica nos pida con urgencia
que liberemos las colonias en todo el mundo excepto cuando están cerca
de su propio umbral”.27
El día antes de las elecciones del 7 de diciembre, fue publicada una
carta en un periódico guyanés —una falsa carta pro comunista, táctica
empleada con éxito por la CIA en todo el mundo. La carta estaba escrita
supuestamente por Janet, esposa de Jagan, y dirigida a los miembros del
Partido Comunista, y en ella declaraba: “Podemos sentirnos tranquilos en
cuanto a que el CNP [el partido de Burnham] no podrá permanecer por
mucho tiempo en el poder [...] nuestros camaradas comunistas en el
extranjero continuarán ayudándonos a obtener con el tiempo la victoria
total”. Mrs. Jagan respondió rápidamente que no sería tan estúpida como
para escribir una carta así pero, como ocurre en todos estos casos, la
respuesta no tuvo el efecto de anular la acusación. 28
Tal como se esperaba, Jagan sólo obtuvo una pluralidad de escaños
legislativos, 24 de 53. El gobernador llamó entonces a Forbes Burnham,
que había quedado en segundo lugar, para formar un nuevo gobierno.
Burnham también había figurado en el informe policial sobre actividades
terroristas al que hicimos referencia antes, como figuraban algunos de sus
nuevos ministros. Jagan se negó a renunciar. Tropas británicas fueron
puestas en máxima alerta en la capital, Georgetown. Una semana después,
el gobierno de su majestad agitó en su mano otra hoja de papel, en la que

24 Jagan, pp. 372-375.


25 New York Times, 31 de octubre de 1964, p. 7.
26 The Times, Londres, 29 de junio de 1963, p. 8; las palabras son tomadas del diario.
27 Parliamentary Debates. House of Commons, 27 de abril de 1964, col. 109.
28 The Times, Londres, 7 de diciembre de 1964, p. 8.
16. Guayana Británica 1953-1964 196

introducía otra enmienda a la Constitución de Guayana Británica y Cerró


el boquete que le había permitido a Jagan forcejear para ganar tiempo.
Este se rindió finalmente ante lo inevitable. 29

En 1990, en una conferencia en Nueva York, Arthur Schlesinger pidió


disculpas públicamente a Cheddi Jagan, que también estaba presente.
Schlesinger dijo que había sido su recomendación a los británicos la que
había conducido a la táctica de la representación proporcional. “Me siento
muy mal con mi papel de hace treinta años. Creo que se cometió una gran
injusticia con Cheddi Jagan”,30 admitió el antiguo ayudante de Kennedy.
Cuatro años después, siendo Jagan nuevamente presidente —en 1992
había ganado las primeras elecciones libres del país desde que fue
expulsado del poder-, la administración Clinton decidió nominar como
nuevo embajador en Guyana a William Doherty Jr., Jagan se sintió
confundido ante esta acción y así lo hizo saber, de modo que Doherty fue
desestimado.31
En 1994, llegado el momento de desclasificar los documentos del
Gobierno de EE.UU. sobre la Guayana Británica bajo la ley de los treinta
años, el Departamento de Estado y la CIA se negaron a hacerlo porque,
según informó el New York Times, “no valía la pena”. El periódico añadió:
Documentos todavía clasificados presentan con detalles poco usuales
una orden directa del presidente de derrocar al Dr. Jagan, afirman
funcionarios del Gobierno familiarizados con los textos secretos. Aunque
muchos presidentes han ordenado a la CIA que se debilitara a dirigentes
extranjeros, dicen que los papeles sobre Jagan son una pistola humeante:
un claro registro escrito, sin palabras veladas o negaciones posibles, de la
orden de un presidente de deponer a un primer ministro”. 32
“Cometieron un error al colocar a Burnham en el poder”, dijo Janet
Jagan reflexionando sobre lo sucedido. “Lo más lamentable es que el país
retrocedió”. Y así fue en efecto. De uno de los países en mejor posición
económica en la región hace treinta años, Guyana había pasado a ser uno
de los más pobres. Su principal producto de exportación era la gente.33

29 Sobre los hechos de diciembre de 1964, ver The Times, Londres, 4 al 15 de diciembre de 1964.
30 The Nation, 4 de junio de 1990, pp. 763-764.
31 New York Times, 30 de octubre de 1994, p. 4.
32 Ibíd., pp. 1 y 4.
33 Ibíd., p. 4.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 197

17. UNIÓN SOVIÉTICA. FINES DE LOS 40 A


LOS 60
De aviones espías a la publicación de libros
Información... cientos de jóvenes norteamericanos y emigrados rusos
dieron sus vidas para que EE.UU. pudiese reunir tanta información como
fuese posible acerca de la URSS... prácticamente cualquier información
sobre la tierra que Churchill había descrito como “un acertijo envuelto en
un misterio dentro de un enigma”.
No hay evidencias, sin embargo, de que alguna de las informaciones así
recogidas salvase la vida de alguien o sirviera para un propósito de utilidad
al mundo. Hoy, toneladas de expedientes repletos con informes,
volúmenes de impresos de computadora, cintas, fotografías, etc., yacen
almacenados llenos de polvo en EE.UU. y Alemania occidental. Es probable
que una buena parte del material ya esté hecho trizas. Mucho de él no fue
nunca siquiera mirado, ni lo será jamás.
A partir de los finales de la década del 40, los militares
norteamericanos, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional enviaron con
regularidad un avión a lo largo de las fronteras de la URSS para reunir
información electrónica, fotográfica y visual de naturaleza militar o
industrial, en particular sobre la capacidad nuclear y la cantidad de misiles
de la URSS. Los cada vez más sofisticados aviones y equipos, al igual que
los satélites, submarinos y escuchas electrónicas en Turquía e Irán,
aportaron una enorme cantidad de datos con que surtir a las
computadoras. En ocasiones los aviones se adentraban sin querer en el
territorio soviético. En otras, lo hacían con toda intención para fotografiar
algún objetivo en particular, o para activar una instalación de radar con el
propósito de captar sus señales, o para evaluar la reacción de las defensas
de tierra rusas ante un ataque. Era un peligroso juego y en muchas
ocasiones los aviones se encontraban con el fuego antiaéreo o con aviones
de combate soviéticos.
Tanto en 1950 como 1951, un avión espía con diez tripulantes fue
derribado, sin sobrevivientes. En 1969, otros treinta y un aviadores
perdieron la vida, esta vez a manos de combatientes norcoreanos sobre el
mar de Japón. Entre 1951 y 1969, hubo docenas de incidentes entre
aviones norteamericanos y las antiaéreas comunistas, derivados de
cientos, si no miles, de vuelos espías. Algunos de estos aviones regresaban
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 198

a sus bases (que podían estar en Turquía, Irán, Grecia, Pakistán, Japón o
Noruega) tras ser atacados, o incluso impactados; otros fueron derribados
y sus tripulantes murieron o fueron capturados por los soviéticos.1
Ha habido mucha confusión acerca del número y la suerte de los
aviadores estadounidenses prisioneros de los soviéticos después de que
sus aviones fueron obligados a aterrizajes forzados o derribados durante
las décadas del 50 y 60. El presidente ruso Boris Yeltsin declaró en 1992
que nueve aviones norteamericanos fueron derribados a principios de los
50 y doce sobrevivientes fueron encarcelados, sin que se conozca su
destino final. Cinco meses después Dimitri Volkogonov, antiguo general
soviético y copresidente de una comisión investigadora ruso-
estadounidense acerca de los norteamericanos perdidos, informó a un
comité del Senado de EE.UU. que 730 aviadores habían sido capturados
en vuelos espías de la Guerra Fría y que su suerte era igualmente
desconocida.2
El más notable de estos incidentes fue, por supuesto, el derribo de un
U-2 piloteado por Francis Gary Powers el 1º de mayo de 1960. El U-2 de
extrema altitud había sido desarrollado a partir de la vulnerabilidad de los
aviones que volaban a alturas normales. La desaparición de Powers y su
aparato en algún lugar de la URSS hizo caer en una trampa pública al
Gobierno de EE.UU., enredado entre una falsa historia de cobertura,
negaciones y enmiendas a las negaciones. Finalmente, cuando los rusos
presentaron a Powers y su avión ante el mundo, el presidente Eisenhower
no tuvo más alternativa que admitir la verdad. Añadió, sin embargo, que
tales vuelos eran “desagradables pero vitales” dada la “inclinación [rusa]
al secreto y el encubrimiento”. 3 Uno de los asesores de Eisenhower,
Emmet John Hughes, observaría más tarde que a la administración le
tomó sólo seis días “transformar una falsedad impensable en una
soberana verdad”.4
En varias ocasiones EE.UU. protestó ante la URSS por sus ataques a

1 Sobre los vuelos espías:


a) James Bamford: The Puzzle Palace. Penguin Books, Gran Bretaña, 1983, pp. 136-139, 180-185.
b) Coronel L. Fletcher Prouty: The Secret Team. The CIA and its Allies in Control of the World. New
York, 1974, pp. 167-172, 187-189, 369-379 y 419-429.
c) Sanche de Gramont: The Secret War. New York, 1963, capítulo 9.
d) Harry Rositzke: The ClA’s Secret Operations. New York, 1977, p. 23.
e) New York Times, 6 de mayo de 1960, p. 7, ofrece una lista de los incidentes aéreos hasta esa
fecha.
2 Sobre Yeltsin: Los Angeles Times, 13 de junio de 1992; sobre Volkogonov, Ibíd., 12 de noviembre

de 1992. Para aumentar la confusión, el New York Times del 12 de noviembre reportaba que
Volkogonov había dicho que los 730 aviadores, después de ser internados en campamentos de
prisioneros rusos, habían sido “enviados de regreso a casa”. Todos los intentos del autor por localizar
el testimonio exacto de Volkogonov han sido infructuosos, al parecer el testimonio nunca se publicó.
3 New York Times, 12 de mayo de 1960.
4 Emmet John Hughes: The Ordeal of Power. Londres, 1963, p.301.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 199

aviones norteamericanos que no volaban sobre territorio soviético, sino


sobre el mar de Japón, por ejemplo. Aunque involucrados en el espionaje,
tales vuelos, en sentido estricto, parecían ser aceptables ante el derecho
internacional.
La repercusión más seria de todo el asunto del U-2 fue que condenó al
fracaso la cumbre entre Eisenhower y Khruschov, que tuvo lugar dos
semanas después en París, sobre la cual el mundo había depositado tantas
esperanzas de paz.
¿Fue el derribo del U-2 el desafortunado y, sobre todo, inoportuno
accidente que la historia ha hecho parecer? El coronel retirado de la fuerza
aérea, L. Fletcher Prouty, ha sugerido que no fue así necesariamente.
Desde 1955 hasta 1963 Prouty servía de contacto entre la CIA y el
Pentágono en asuntos relativos al apoyo militar de “operaciones
especiales”. En su libro The Secret Team, Prouty sugiere que la CIA y
algunos de sus colegas en el Pentágono sabotearon este vuelo en
particular, el último programado antes de la cumbre. Lo hicieron,
presumiblemente, porque no deseaban una disminución de las tensiones
de la Guerra Fría, su razón de existir.
El método empleado, según las conjeturas de Prouty, fue sumamente
simple. El motor del U-2 requiere de infusiones de hidrógeno líquido para
mantener la increíble altura del avión, que lo colocaba fuera del alcance
de los proyectiles soviéticos y de los aviones de intercepción. Si el
contenedor de hidrógeno hubiera sido llenado sólo en parte antes de su
despegue en Turquía, sería sólo cuestión de tiempo —calculable para
hacerlo coincidir con la estancia del avión en territorio soviético— antes
de que el U-2 se viera obligado a descender. Llegado este punto, si el avión
fue derribado o Powers se lanzó en paracaídas dejándolo estrellarse, es
algo que no se sabe con certeza. La URSS proclamó que había derribado el
U-2 a su altura normal utilizando un cohete, pero esto es probablemente
una falsedad nacida de cuatro años de frustrados intentos por alcanzar
con un disparo a uno de estos aviones. En cualquier caso, los rusos estaban
en condiciones de presentar al mundo un avión espía parcialmente intacto
y un piloto ileso, con todo tipo de documentos incriminantes encima,
además de una inusual aguja suicida. La presencia de identificación no fue
un desliz, declaró Prouty: “ni el piloto ni el avión eran limpiados en este
tipo de vuelo, como sí se requería en otros”. 5
Powers no dice nada en su propio libro acerca del hidrógeno líquido. Él
creyó que su avión había sido afectado y forzado a descender por las ondas
de choque de un cohete soviético que casi lo impacta, pero recuerda

5 Prouty, pp. 399, 421-424, 427.


17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 200

problemas técnicos con el avión desde antes del supuesto “casi impacto”.6
En vista del furor que se desató cuando un avión comercial sudcoreano
fue derribado por la URSS en 1983, acusado de ser un vuelo espía, es
interesante hacer notar que Prouty también menciona que EE.UU. en un
momento dado utilizó una “aerolínea comercial nacional al parecer
limpia” de un país no especificado “para llevar a cabo algún espionaje
fotográfico u otro proyecto clandestino”. 7
Para los rusos, los aviones espías eran algo más que una simple
violación de su espacio aéreo, y rechazaban la idea planteada por EE.UU.
de que los vuelos eran sólo una forma más de espionaje —“las actividades
de recopilación de inteligencia son practicadas por todos los países”, dijo
Washington. 8 (Hasta el momento no había habido indicios de vuelos
soviéticos sobre EE.UU.)9 Los rusos veían los vuelos como una provocación
particularmente agresiva ya que los aviones son medios de transporte de
armas y es posible considerarlos como iniciadores de las hostilidades;
además pueden incluso ir cargados con bombas. Los rusos no podían
olvidar que los nazis habían realizado frecuentes vuelos de
reconocimiento sobre su territorio antes de su invasión a la URSS.
Tampoco podían olvidar que en abril de 1958, aviones norteamericanos
cargados con ojivas nucleares habían volado sobre el Ártico hacia la URSS
debido a una errónea señal de alarma en un radar norteamericano. Los
aviones recibieron la orden de regresar cuando sólo los separaban dos
horas de vuelo de la Unión Soviética. 10
Ningún avión norteamericano arrojó bombas sobre la URSS, pero
muchos dejaron caer hombres asignados a misiones hostiles. Se trataba
de emigrados rusos en Occidente, reclutados por la CIA y otras
organizaciones occidentales de inteligencia. La organización de emigrados
más destacada era la Alianza Nacional de Rusos Solidarios, o Unión
Nacional del Trabajo (UNT). Estaba compuesta en su mayor parte por dos
grupos diferentes: los hijos de los rusos que se habían exiliado después de
la revolución, y aquellos rusos que, debido a las circunstancias, o por
elección propia, habían terminado en Europa occidental al final de la
Segunda Guerra Mundial. Miembros de ambos grupos habían colaborado
con los nazis durante la contienda.
Aunque la UNT estaba clasificada en general como de derecha entre las
diversas organizaciones de emigrados, su colaboración había partido más

6 Francis Gary Powers: Operation Overflight. New York, 1970, pp. 81-85, 113 y otras.
7 Prouty, p. 189.
8 New York Times, 8 de mayo de 1960, p. 29.
9 Ibíd., 10 de mayo de 1960. El artículo se refiere a EE.UU. continental. No se menciona si se

realizaron algunos vuelos rusos sobre Alaska, que pasó a ser estado norteamericano en 1959.
10 Caught in the Act. Facts about Espionage and Subversión Against the U.S.S.R. Moscú, 1963, p.

95.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 201

de sentimientos antistalinistas que pro nazis.


Su base radicaba en Alemania occidental donde, durante los 50, la CIA
fue su principal benefactora, a veces su único apoyo. En una escuela de la
CIA en Alemania, con el imponente nombre de Instituto para el Estudio de
la URSS, al igual que en centros similares en Gran Bretaña y EE.UU., los
miembros de la UNT recibieron entrenamiento intensivo antes de ser
lanzados en paracaídas en territorio soviético. Estos hombres llevaban
equipos muy sofisticados, con todo lo necesario, desde armas hasta
bicicletas desarmables, trajes de hombre-ranas y colchones de goma para
atravesar alambradas de púas.
Los rusos regresaban a su patria por diversas razones: para recoger
información sobre instalaciones tecnológicas y militares; cometer
asesinatos; obtener muestras de los documentos de identificación al uso;
ayudar a agentes occidentales a escapar; cometer sabotajes para los
cuales habían sido entrenados (descarrilamientos de trenes y voladura de
puentes, acciones contra fábricas de armas y plantas eléctricas, etc.); o
para instigar luchas políticas armadas contra el gobierno comunista al
contactar con movimientos de resistencia —algo muy poco realista dado
el débil estado de tales movimientos.
Nunca se sabrá cuántos hombres infiltró la CIA en la URSS, no sólo por
aire sino también a través de las fronteras e incluso por mar; varios
centenares al menos. En cuanto a su suerte... la URSS publicó un libro en
1961 titulado Caught ln the Act (sus siglas coinciden con CIA) en el que
aparecía nombres y otros detalles de dos docenas de infiltrados que los
rusos decían haber capturado, en muchos casos apenas entraron al
territorio. Algunos fueron ejecutados, otros sentenciados a prisión, uno
era supuestamente un individuo que había tomado parte en ejecuciones
masivas de judíos en el territorio soviético ocupado por los alemanes. El
libro afirmaba que hubo muchos otros capturados que no figuraban en el
texto. Esto podía no ser cierto, pero también resultaba bastante simple
para los rusos infiltrarse en las filas de los emigrados en Europa occidental
y conocer de las operaciones.
La CIA no desconocía esto, con seguridad. La Agencia llegó al extremo
de torturar a supuestos traidores en Munich —utilizaron métodos tan
esotéricos como aplicar trementina en los testículos del sujeto, o sellar la
habitación donde estaba el individuo y poner música a niveles
ensordecedores hasta que este se “quebraba”. 11
Los rusos denunciaron además que algunos de los infiltrados llevaban
radioguías especiales cuyas señales eran captadas por los aviones para

11 Thomas Powers: The Man Who Kept the Secrets. Richard Helm and the CIA. New York, 1979, pp.

155 y 157.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 202

indicarles dónde dejar caer nuevos agentes, y que podían ser utilizados
igualmente para guiar bombarderos norteamericanos en caso de guerra.
Algunos de los emigrados lograron regresar al oeste de Europa con
cierta información o tras haber realizado otras tareas asignadas. Otros,
provistos de la documentación necesaria, recibieron la orden de integrarse
a la sociedad soviética y permanecer inactivos como “agentes en reserva”.
Hubo otros que, dominados por la emoción del regreso, desertaron de su
labor y se reincorporaron realmente —una vez más el “factor humano”
que ningún entrenamiento o doctrina puede obviar.12

Ninguna operación norteamericana contra la URSS estaría completa sin


su lado propagandístico. Se desarrollaron novedosos mecanismos para
posibilitar que aviones y globos dejaran caer literatura anticomunista
sobre la URSS. Cuando el viento era favorable, incontables volantes y
panfletos eran arrojados por todo el territorio, o se hacían flotar corriente
abajo por los ríos en paquetes impermeables.
Los ciudadanos soviéticos que llegaban a Occidente eran recibidos en
cualquier lugar por personas de la UNT que les entregaban sus periódicos
y revistas en ruso y ucraniano. Para facilitar el contacto, la UNT en
ocasiones se involucraba en operaciones de mercado negro y abría
pequeños puestos de venta que ofrecían alimentos a bajos precios a los
rusos. Desde el norte de Africa hasta Escandinavia, la red de la CIA
abordaba a marinos, turistas, funcionarios, atletas, e incluso soldados
soviéticos en Alemania oriental, para darles a conocer la verdad desde el
punto de vista del “Mundo Libre”, a la vez que para tratar de conseguir
información, inducirlos a desertar, o reclutarlos como espías. Las
habitaciones de hotel eran registradas, los teléfonos intervenidos, se
ofrecían sobornos o se intentaban chantajes con tales fines. También se
trataba de tender trampas o provocaciones al personal diplomático
soviético para motivar su expulsión o crear incidentes bochornosos para

12 Sobre los emigrados infiltrados en la URSS:


a) De Gramont, pp. 185-189, 480-486.
b) Konstantin Cherezov: NTS. A Spy Ring Unmasked. Moscú, 1965, passim, el autor trabajo en
vínculo estrecho con la UNT en Europa occidental por varios años antes de regresar a la URSS.
c) Rositzke, pp. 18-50.
d) Caughtin the Act, passim.
e) Wilbur Crane Eveland: Ropes of Sand : America’s Failure in the Middle East. New York, 1980, p.
263.
f) Kim Philby: My Silent War. MacGibbon and Kee, Londres, 1968, pp. 199-202.
g) Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, pp. 204-
206.
h) Louis Hagen: The Secret War for Europe. Londres, 1968, pp. 163-164.
i) New York Times, 30 de agosto de 1955, p. 1.
j) Nation’s Bussiness (Cámara de Comercio de EE.UU.), abril de 1952, pp. 25-27, 68-69, analiza
muchos de los sabotajes y otras tácticas empleadas en la URSS y Europa del Este.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 203

la Unión soviética.13
La ofensiva propagandística llevó al Gobierno de EE.UU. a adentrarse
en el negocio editorial. A través de una variedad de convenios con editores
norteamericanos y extranjeros, distribuidores, agentes literarios y
autores, la CIA y la Agencia de Información de EE.UU. (USIA) produjeron,
subsidiaron o auspiciaron “mucho más de mil libros” hasta 1967, con fines
de propaganda.14
Muchos de los libros se vendían en los propios EE.UU. tanto como en
el extranjero. Ninguno llevaba indicación alguna que lo relacionara con el
Gobierno. En algunos casos, según declaró USIA, “controlamos todo desde
la idea original hasta la edición del manuscrito final”. 15
Algunos libros eran publicados, y en ocasiones escritos, sólo después
de que la CIA y la USIA se hubieran comprometido a comprar un gran
número de ejemplares. No hay forma de determinar en qué medida el
incentivo financiero influía en el autor o el editor con respecto al tono o
finalidad del libro. En ocasiones, Washington revelaba información
clasificada a un autor para ayudarlo a escribir el texto. En 1967, al
conocerse algunas de las actividades domésticas de la CIA, se dice que se
interrumpió esta práctica dentro de los EE.UU., aunque continuó en el
extranjero. Un comité del Senado declaró en 1976 que durante los años
precedentes la CIA había estado relacionada con la publicación de cerca
de doscientos cincuenta libros, la mayoría en idiomas foráneos. 16 Algunos
de estos fueron probablemente publicados más tarde en Estados Unidos.
La mayor parte de estos libros no ha sido identificada, sin embargo, se
considera aún información clasificada. Entre los que son conocidos
pueden mencionarse: La dinámica de la sociedad soviética, de Walt
Rostow; La nueva clase, de Milovan Djilas; Concisa historia del Partido
Comunista de Robert A. Burton; Los programas de ayuda al extranjero del
bloque soviético y China comunista, de Kurt Mullet; En pos del dominio
mundial, de Richard N. Gardner; Pekín y la guerra del pueblo, del mayor
general Sam Griffith; El camino de Yenan, de Eudocio Ravines; Vida y
muerte en Rusia soviética, de Valentín González; El hormiguero, de
Suzanne Labin; Estrategias de lucha: el frente comunista y la guerra
política, de James D. Atkinson; Del colonialismo al comunismo, de Hoang
Van Chi; ¿Por qué Vietnam?, de Frank Trager y Terror en Vietnam, de Jay
Mallín. Además, la CIA financió y distribuyó por todo el mundo el filme de

13 Cherezov, passim, De Gramont, pp. 480-486; Marchetti y Marks, p. 165.


14 Foreign and Military Intelligence. Libro I, Informe Final del Comité Selecto del Senado para el
Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de Inteligencia, abril de 1976, p.
193.
15 Book Vleek (semanario del Washington Post., 5 de febrero de 1967.
16 Foreign and Military Intelligence, libro citado, p. 194.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 204

dibujos animados sobre la obra de George Orwell: Rebelión en la Granja)17


La forma de propaganda que se utilizó de forma más extensiva sobre el
bloque soviético fue a través de las ondas radiales: numerosos
retransmisores, de gran potencia y en acción durante las veinticuatro
horas, llevaron las emisiones de Radio Libertad y Radio Rusia Libre a la
URSS; Radio Europa Libre y Radio del Sector Norteamericano, a la Europa
del Este, y la Voz de América, a todas partes del mundo. Con excepción de
esta última, las emisoras eran en apariencia propiedad de organizaciones
privadas financiadas por “regalos” de corporaciones norteamericanas,
pequeños donativos del público estadounidense y otras fuentes privadas.
En realidad, la CIA costeó de manera encubierta casi el total de los gastos
hasta 1971. La revelación del papel de la Agencia en 1967 (aunque desde
mucho antes era objeto de amplia especulación) llevó al Congreso a
instituir de manera eventual vías gubernamentales para financiar estas
emisoras.
Las mismas tenían el propósito de llenar algunos de los vacíos —o de
corregir falsedades de los medios comunistas— en la información, pero no
podían evitar presentar una visión del mundo, tanto oriental como
occidental, con sus propias omisiones y distorsiones. Su misión era
enfatizar todo aquello que hiciera ver mal a los regímenes comunistas.
“Para muchos en la CIA, el valor primario de las emisoras de radio era
sembrar el descontento en Europa oriental y, durante ese proceso,
debilitar a los gobiernos comunistas”, escribió Víctor Marchetti, que había
sido un alto funcionario de la Agencia.18
Muchos de los rusos que trabajaron para estas emisoras que difundían
ideas de libertad, democracia y otros conceptos humanitarios, fueron
identificados más tarde por el Departamento de Estado como miembros
del notorio grupo hitleriano Einsatzgruppen, que acorraló y exterminó a
numerosos judíos en la URSS. Una de estas “joyas” era Stanislaw
Stankievich, bajo cuyas órdenes se realizó una matanza masiva de judíos
en Bielorrusia en la cual los bebés fueron enterrados vivos junto a los
muertos, al parecer para ahorrar municiones. Stankievich terminó
trabajando para Radio Libertad. Otros criminales de guerra alemanes
también fueron empleados por la CIA en diversas operaciones

17 Para un mayor análisis de los libros publicados por la CIA-USIA y las fuentes de estos y otros

títulos, ver las referencias en notas 14 y 15; ver también, Washington Post, 28 de septiembre de 1966;
New York Times, 22 de marzo de 1967 y 22 de diciembre de 1977; Peter Coleman: The Liberal
Conspiracy: The Congress for Cultural Freedom and the Struggle for the Mind of Postwar Europe. New
York, 1989, Anexo D y otros; Alexand er Kendrick: Prime Time: The Life of Edward D. Murrow. Londres,
1970, p. 478; Marchetti y Marks, pp. 180-181; E. Howard Hunt: Undercover: Memoirs of an American
Secret Agent. Londres, 1975, pp. 70, 132.
18 Marchetti y Marks, pp. 174-178; De Gramont, pp. 486, 438-492.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 205

antisoviéticas.19

Según todas las versiones, los numerosos programas para reunir


información estratégica acerca de la URSS, en particular a través de la
infiltración en el país y el abordaje de soviéticos en Occidente, fracasaron
de manera singular. La información obtenida era generalmente banal, muy
localizada, confusa o sin actualidad. Peor, con frecuencia era
distorsionada, cuando no completamente fabricada. Muchos emigrados
de postguerra en Europa occidental convirtieron la labor de informante en
su medio de vida. Preparaban un informe de un encuentro real o ficticio
con algún ciudadano soviético que contenía con frecuencia sólo hechos
ordinarios con algo de color político. A veces se elaboraban hasta cuatro
versiones del mismo informe, con variaciones de estilo y de cantidad de
“hechos”, escritas por cuatro personas diferentes, y las mismas eran
vendidas por separado a las agencias de inteligencia de EE.UU., Gran
Bretaña, Francia y Alemania occidental. La versión de la CIA contenía todo
lo que aparecía en las otras, pues los restantes países transmitían a la
Agencia sus informaciones sin revelar sus fuentes. El análisis de todos los
informes llevó a la CIA a la conclusión de que la UNT les daba los más
completos de todos y que la información coincidía, lo que elevó el valor de
UNT y aumentó el grosor de sus archivos. 20
Mientras tanto, los expedientes sobre Rusia en Washington llegaban a
proporciones monumentales con los datos obtenidos a través del
escrutinio de la correspondencia entre EE.UU. y la URSS, una práctica que
comenzó a principios de los 50 y se mantuvo al menos hasta los 70. 21 Un
consejero de Correos afirmó en 1979: “Si no hubiera un programa nacional
de seguridad postal, el FBI podría no tener medios de conocer si una
nación está planeando una guerra contra nosotros”. 22
El antiguo oficial de la CIA Hany Rositzke, quien participó activamente
en las operaciones antisoviéticas después de la guerra, escribió luego que
la tarea principal de los emigrados infiltrados en la URSS durante los
primeros años era “alertar” en caso de una ofensiva soviética militar
contra Occidente, una invasión que parecía siempre “inminente” en la

19 Washington Post, 17 y 20 de mayo de 1982; 4 de noviembre de 1982. Para un análisis más

completo de la utilización de nazis y colaboradores por el Gobierno norteamericano en la cruzada


anticomunista, ver Christopher Simpson: Biowback: America’s Recruitment of Nazis and its Effects on
the Cold War. New York, 1988, passim, y John Loftus: The Belarus Secret, New York, 1982, passim.
20 Ver referencias en nota 12.
21 Audiencias ante el Comité Selecto del Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales

con respecto a Actividades de Inteligencia, Vol. 4, 1975; Washington Post, 16 de enero de 1975, p. 18;
Rositzke, p. 62.
22 Washington Post, 25 de abril de 1979.

Washington Post, 25 de abril de 1979.


17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 206

mente de los guerreros fríos del Gobierno norteamericano. Esta aprensión


era una reminiscencia de la alarma que siguió a la Revolución rusa (ver
Introducción) y floreció de manera similar a pesar del hecho de que Rusia
había sido devastada por la guerra y no se hallaba en posición de asumir
una empresa militar de tal magnitud. No obstante, escribió Rositzke: “Se
estimaba oficialmente que las fuerzas soviéticas eran capaces de alcanzar
el Canal de la Mancha en cuestión de semanas [...] En Washington era un
axioma que Stalin estaba planeando la guerra. ¿Cuándo llegaría?” El
propio Rositzke señaló, sin embargo: “La mera existencia de agentes
equipados con radios en territorio soviético que no informaban de ningún
peligro tuvo un cierto efecto atemperador en la psicosis bélica entre los
analistas militares durante la etapa culminante de la Guerra Fría”. 23
Un informe secreto de la Junta de Recursos de Seguridad Nacional en
enero de 1951 advertía: “Tal como van las cosas, en 1953, si no en 1952,
los agresores soviéticos asumirán el completo control de la situación del
mundo”.24
Rositzge, aunque anticomunista convencido, reconoció la falsedad de
tal modo de pensar. Pero, como él mismo explica, su opinión era la de una
minoría en Washington:
Los hechos disponibles en aquel momento sugerían que las mayores
probabilidades eran que la estrategia postbélica de Moscú fuera básicamente
defensiva, incluyendo la transformación de Europa del Este en un muro de
contención a Occidente. Yo sostuve esta tesis en discusiones con algunos de
los analistas de la CIA sobre la URSS y en algunas reuniones en el Pentágono,
pero no era una opinión popular por aquel entonces. Sin embargo es un hecho
que no había ninguna argumentación escrita, ni se escribió ninguna desde
entonces, que pudiera explicar por qué los rusos querrían conquistar Europa
occidental por la fuerza o bombardear a EE.UU. Ninguna de estas acciones
habría contribuido, de manera tangible a los intereses nacionales soviéticos y
habría puesto en riesgo de destrucción al propio Estado soviético. Esta
cuestión básica no fue formulada nunca, pues el prisma de la Guerra Fría
creado en las mentes de los estrategas diplomáticos y militares era el de un
mundo en blanco y negro, sin cabida a los grises.25

Pasarían varios años, como señaló Rositzke, para que se hiciera


evidente para Washington que no había alertas, tempranas o tardías, que
informar. Esto, sin embargo, no tuvo efecto notable alguno sobre la
propaganda de la Guerra Fría o sobre el desarrollo armamentista de
Estados Unidos.

23 Rositzke, pp. 21,33, 37.


24 San Francisco Chronicle, 9 de octubre de 1978.
25 Rositzke, p. 15.
18. Italia. Años 50 a los 70 207

18. ITALIA. AÑOS 50 A LOS 70


Apoyando a los huérfanos del cardenal y al tecnofascismo
Tras las múltiples extravagancias escenificadas por EE.UU. en 194 8
para exorcizar el fantasma del comunismo que acosaba a Italia, la CIA se
estableció en el país por largo tiempo, con una operación menos aparatosa
pero de mayor insidia. Un memorándum de la Casa Blanca, elaborado
después de las elecciones de 1953, informaba: “Ni el garrote guerrero de
Moscú ni la zanahoria económica norteamericana estaban siendo
esgrimidos de manera visible ante los votantes en esa elección”. 1 El
financiamiento encubierto era la palabra de orden. Víctor Marchetti,
antiguo asistente ejecutivo del director delegado de la CIA, ha revelado
que en los años 50, la Agencia “gastó entre veinte y treinta millones de
dólares al año, o quizás más, para financiar sus programas en Italia”. Los
gastos en los 60, agregó, estuvieron en el orden de los diez millones
anuales.2
La propia CIA ha admitido que entre 1948 y 1968 pagó un total de 65
150.000 dólares a los demócratas cristianos y otros partidos, a grupos
obreros y a una amplia variedad de otras organizaciones en Italia. 3
También gastó una cantidad no revelada en apoyar revistas y libros
publicados, así como otros medios de manipulación de noticias y
opiniones, tales como la inclusión de informaciones en medios de prensa
no norteamericanos alrededor de todo el mundo que arrojaban una luz
desfavorable sobre el comunismo, para luego conseguir que estas
historias fuesen reimpresas en publicaciones italianas amistosas. 4
No se conoce cuándo la CIA terminó con la entrega de fondos a grupos
anticomunistas en Italia, si es que lo ha hecho. Los documentos internos

1 Anónimo fechado el 19 de junio de 1953, copia reproducida en Declassified Documents


Reference System. Arlington, Va., 1977, documento 137A.
2 Philip Agee y Louis Wolf, eds.: Dirty Work: The CIA in Western Europe. New Jersey, 1978, pp. 168-

169, traducción al inglés de la entrevista con Víctor Marchetti en Panorama (Milán, Italia) el 2 de mayo
de 1974, titulada “Le mani sull’ltalia ”.
3 Memorándum de la CIA al Comité 40 (Consejo de Seguridad Nacional), presentado al Comité

Selecto sobre Inteligencia de la Cámara (Comité Pike) durante las audiencias privadas efectuadas en
1975. El grueso del informe del comité, incluido este memorándum, fue filtrado a la prensa en febrero
de 1976 y apareció por primera vez en forma de libro con el título CIA - The Pike Report, Nottingham,
Inglaterra, 1977. El memorándum aparece en las pp. 204-205 de ese libro (ver notas del capítulo
dedicado a Iraq 1972-1975 para mayor información acerca de este informe).
4 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, p. 172;

William Colby: Honorable Men: My Life in the CIA. New York, 1978, p. 119.
18. Italia. Años 50 a los 70 208

de la Agencia en 1972 reflejan contribuciones de cerca de diez millones de


dólares a partidos políticos, organizaciones afiliadas y a 21 candidatos a las
elecciones parlamentarias de ese año. 5 Al menos seis millones pasaron a
manos de líderes políticos para las elecciones de junio de 1976. 6 Y en los
80, el director de la CIA, William Casey, coordinó para que Arabia Saudita
pagara dos millones de dólares con miras a impedir que los comunistas
alcanzaran éxitos electorales en Italia. 7
Más aun, la mayor compañía petrolera en EE.UU., Exxon Corporation,
admitió que entre 1963 y 1972 realizó contribuciones políticas a los
demócratas cristianos y a otros partidos italianos que totalizaron entre
cuarenta y seis, y cuarenta y nueve millones. La Mobil Oil Corp. también
contribuyó al proceso electoral italiano en el rango de unos quinientos mil
dólares anuales entre 1970 y 1973. No hay informes acerca de que los
pagos de estas corporaciones se debieran a esfuerzos persuasivos de la
CIA o el Departamento de Estado, pero no parece probable que las firmas
participaran en este renglón de manera tan extravagante por pura
espontaneidad.8
Buena parte del dinero entregado por la CIA a los partidos políticos
italianos desde la Segunda Guerra Mundial, terminó “en villas, casas de
vacaciones y cuentas suizas de los propios políticos”, dijo un antiguo
funcionario de alto nivel de Estados Unidos. 9
Una intervención norteamericana más directa en las elecciones de
1976 fue la propaganda. Al no estar permitida la publicidad política en la
televisión italiana, el embajador de EE.UU. en Suiza, Nathaniel Davis, se
ocupó de comprar grandes espacios de tiempo en la televisión de
Montecarlo para presentar comentarios “noticiosos” diarios a cargo del
personal del periódico Il Giornale Nuovo, de Milán, que estaba asociado
directamente con la CIA. Fue este periódico el que difundió esa pieza
particular de desinformación conocida como “El complot de la KGB para
asesinar al papa”, en mayo de 1981.
Otro periódico italiano, el Daily American, de Roma, por décadas el
principal periódico en inglés del país, tuvo como propietaria parcial y a
veces administradora a la CIA durante un largo período entre los 50 y los
70. “En todo momento ‘tuvimos’ al menos un periódico en cada capital
extranjera”, admitió la CIA en 1977, en referencia a periódicos que eran
propiedad directa, o estaban abiertamente subsidiados, o infiltrados en la
medida necesaria como para que publicasen artículos útiles a la Agencia,

5 CIA-The Pike Report, p. 193.


6 New York Times, 7 de enero de 1976, p. 1.
7 Bob Woodward: VEIL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York, 1987, p. 398.
8 New York Times, 7 de enero de 1976, p. 4.
9 Ibid., p. 1.
18. Italia. Años 50 a los 70 209

o eliminaran aquellos que se consideraran perjudiciales.10


El embajador Davies también hizo coordinaciones para que se leyeran
en la televisión de Montecarlo y en la suiza —que eran vistas en Italia—
reportes noticiosos publicados por la CIA en varios periódicos. Los
programas eran elaborados en Milán por Franklin J. Tonnini, del cuerpo
diplomático estadounidense, y por Michael Ledeen, un reportero de Il
Giornale Nuovo.11 (Ledeen, norteamericano, fue luego consultante de la
administración Reagan y uno de los miembros destacados del tanque
pensante de la Georgetown University en Washington, el Centro para
Estudios Estratégicos e Internacionales.)
La lucha sin cuartel contra el Partido Comunista Italiano adoptó nuevos
giros. Uno fue elucubrado por la embajadora norteamericana, Claire
Booth Luce, en los años 50. La celebrada señora Luce (dramaturga y esposa
del director de Time, Henry Luce) decidió dar a conocer que no se
concederían contratos del Departamento de Defensa de EE.UU. a ninguna
compañía italiana cuyos empleados hubieran votado en favor de los
sindicatos comunistas para representarlos. En el caso de Fiat, esto tuvo
resultados dramáticos: los votos a favor del sindicato comunista cayeron
de 60% a 38%.12
Y estaba luego el caso del cardenal Giovanni Battista Montini, otro
beneficiario de la generosidad de la CIA. Los pagos que recibió revelan algo
sobre el pensamiento mecánico de la CIA acerca de cómo la gente se
vuelve radical. Al parecer el buen cardenal estaba auspiciando orfanatos
en Italia durante los años 50 y 60. “La idea era que si tales instituciones
eran adecuadamente apoyadas, muchos jóvenes tendrían allí una vida
aceptable y no caerían en las manos comunistas”. 13 El cardenal había
estado involucrado en la operación del Vaticano para evitar la cárcel a
conocidos nazis facilitándoles la salida hacia la “libertad”. Tenía una larga
historia de asociación con gobiernos occidentales y sus agencias de
inteligencia. En 1963 se convirtió en el papa Pablo VI. 14

10 Cita de la CIA: New York Times, 26 de diciembre de 1977, p. 37; Daily American, ibid:, Carl

Bernstein: “The CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de Octubre de 1977, p. 59; Thomas Powers:
The Man Who Kept the Secrets: Richard Helm and the CIA. New York, 1979, p. 414. U no de los dueños
del periódico era Robert Cunningham, empleado de la CIA entre 1956 y 1964 (Washington Post, 19 de
septiembre de 1985, p. Al 8).
11 Fred Land is: “Robert Moss, Arnaud de Borchgrave and Right-Wing Disinformation”, en Covert

Action Information Bulletin, Washington, agosto-septiembre de 1980, p. 43.


12 Colby, p. 124. Colby no menciona a qué año se refiere pero en 1955, en la elección del

administrador de una tienda en la compañía Fiat, los votos del sindicato comunista cayeron a 39%, de
63% obtenido el año anterior {New York Times, 30 de marzo de 1955, p. 9). El artículo del New York
Times señala que el predominio del sindicato comunista había afectado grandemente el valor de la
Fiat en Occidente y su elegibilidad para contratos encargados desde Estados Unidos.
13 Agee y Wolf, p. 169.
14 Mark Aarons y John Loftus: Unholy Trinity: The Vatican, the Nazis and Soviet Intelligence. New

York, 1991, passim.


18. Italia. Años 50 a los 70 210

En una entrevista realizada en 1974, Marchetti habló también del


entrenamiento ofrecido por la Agencia a los servicios de seguridad
italianos: “Eran entrenados, por ejemplo, para enfrentar desórdenes y
demostraciones estudiantiles, para preparar expedientes y hacer el mejor
uso posible de los informes bancarios y devoluciones de impuestos de los
ciudadanos, etc. En otras palabras, para vigilar a la población mediante la
tecnología. Es lo que llamo tecnofascismo”. 15
William Colby, más tarde director de la CIA, llegó a Italia en 1953 como
jefe de estación y dedicó los cinco años siguientes a financiar y aconsejar
a las organizaciones de centro-derecha con el propósito expreso de inducir
a los italianos a alejarse del bloque izquierdista, en particular del Partido
Comunista, y así evitar que tomase el poder en las elecciones de 1958. En
su recuento de este período, él justifica este programa sobre la base del
apoyo a la “democracia” o la “democracia de centro” y evitar que Italia se
convirtiera en un satélite soviético. Colby entendía que toda la virtud y la
verdad estaban arracimadas en el centro del espectro político y que el
Partido Comunista Italiano era una organización extremista decidida a
abolir la democracia y crear una sociedad modelada en los (¿peores?)
excesos de la Rusia stalinista. No ofrece evidencias que sustenten esta
conclusión sobre los comunistas, probablemente considera que la misma
es tan obvia para el lector como para él mismo. Tampoco explica en qué
consiste lo que llama “democracia”, tan reverenciada por él y aborrecida
por los comunistas.16
Colby aparece como un tecnócrata que ejecutaba las órdenes de su
bando y repetía el discurso de su partido sin analizarlo seriamente. Cuando
la periodista italiana Oriana Fallad lo entrevistó en 1976, esta le comentó
al final de un frustrante diálogo: “Si usted hubiera nacido del otro lado de
la barricada, habría sido un perfecto stalinista”. A lo que Colby replicó: “No
acepto eso. Pero... bueno... pudiera ser. No, no. No lo habría sido”. 17
Los políticos norteamericanos que tuvieron que ver con Italia en las
décadas subsiguientes al período de Colby, no se preocuparon más que él
por suavizar el lenguaje. Después de todo Colby se tomaba el trabajo de
destacar sus inclinaciones “liberales”. Estos eran hombres incapaces de
ver al Partido Comunista Italiano en su contexto político nacional, sino sólo
como una amenaza para la “seguridad nacional” de EE.UU. y la OTAN. Sin
embargo, durante todos esos años, el partido estaba recorriendo un
camino lo suficientemente revisionista como para hacer a Lenin revolverse
en su tumba, si hubiera estado enterrado. El camino estaba señalizado con

15 Agee y Wolf, p. 171.


16 Colby, cap. 4.
17 The Sunday Times, Londres, 21 de marzo de 1976, p. 34.
18. Italia. Años 50 a los 70 211

carteles que proclamaban “el avance democrático al socialismo” y “el


camino nacional al socialismo”, el abandono de “la dictadura del
proletariado” y la condena a la invasión soviética a Checoslovaquia. El
partido proyectó su papel “nacional” como el de una oposición
responsable, participó en “la carrera por la productividad”, confirmó su
apoyo a un sistema multipartidista y a la permanencia de Italia en el
Mercado Común Europeo y en la OTAN, y fue el primero en condenar
cualquier forma de terrorismo. En muchas ocasiones constituyó la
principal fuerza política en los ayuntamientos, incluidos los de Roma,
Florencia y Venecia, sin que se diera rasgo alguno de regreso a la barbarie,
y fue un participante de fado en la administración del Estado italiano. (El
Partido Socialista, uno de los blancos primarios de EE.UU. en las elecciones
de 1948; fue miembro formal del Gobierno durante buena parte de los 60
y hasta los 90.)
En los expedientes del Departamento de Estado y de la CIA hay gran
cantidad de informes internos elaborados por analistas anónimos que
testifican la existencia real del “compromiso histórico” del Partido
Comunista y la evolución de su alejamiento de la Unión Soviética, a lo que
fue llamado “eurocomunismo”.
A pesar de esto, sin embargo —de hecho a pesar de todo— la política
de EE.UU. permaneció invariable, aferrada a un tiempo que ya no era y
probablemente nunca fue; una política que no tenía nada que ver con la
democracia (en cualquiera de sus definiciones) y sí con la convicción de
que un gobierno comunista en Italia no habría sido el socio en extremo
complaciente en la empresa de la Guerra Fría, que fueron los sucesivos
regímenes demócrata-cristianos durante décadas. No habría sido
suficiente para un gobierno el ser independiente de Moscú. El problema
con un gobierno comunista era que probablemente trataría de ser
igualmente independiente de Washington.
19. Vietnam 1950-1973 212

19. VIETNAM 1950-1973


El circo de mentes y corazones
A diferencia de las repetidas declaraciones de funcionarios de
Washington durante los años 60 acerca de que EE.UU. no intervino en
Vietnam hasta que —y sólo a causa de que— “Vietnam del Norte invadió
a Vietnam del Sur”, el Gobierno norteamericano estuvo involucrado de
manera continua y profunda en esa afligida tierra a partir de 1950.
El paso inicial y determinante fue la decisión de enviar embarques en
gran escala de equipamiento (tanques, aviones de transporte, etc.) a los
franceses en Vietnam durante la primavera y el verano de 1950. En abril,
el secretario de Estado Dean Acheson había dicho a los funcionarios
franceses que el Gobierno norteamericano estaba en contra de las
negociaciones de Francia con sus enemigos vietnamitas radicados en el
Norte, el Vietminh1 (apócope de la Liga por la Independencia de Vietnam,
un movimiento nacionalista de base amplia dirigido por los comunistas).
Washington no tenía simpatías particulares por el empeño francés de
recuperar el control de su colonia de cien años y habría vacilado en
intervenir, pero la ascensión al poder de los comunistas en China el otoño
anterior, había inclinado la balanza en favor de dar apoyo a los franceses.
Para la administración Truman, la perspectiva de otro gobierno comunista
en Asia era intolerable. Había una consideración secundaria: la necesidad
de persuadir a una Francia reticente a apoyar los planes norteamericanos
de incluir a Alemania occidental en las organizaciones de defensa
europeas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los japoneses desplazaron a los
franceses de su colonia. Tras la derrota de Japón, el Vietminh tomó el
poder en el norte, mientras los británicos ocupaban el sur, pero lo
entregaron pronto de regreso a los franceses. El general francés Jean
Leclerc dijo en septiembre de 1945: “No regresé a Indochina para
entregársela de vuelta a los indochinos”. 2 A continuación, los franceses
enfatizaron que estaban luchando por el “Mundo Libre” y contra el
comunismo, un anuncio cuyo propósito era en gran medida persuadir a
EE.UU. de que aumentase su ayuda.
Bombarderos norteamericanos, asesores militares y técnicos en

1 Le Monde, 13 de abril de 1950, citado en R. E. M. Irving: The First Indochinese World. Londres,

1975, p. 101
2 Citado en Hans Askenasy: Are We All Nazis? Lyle Stuart, Secaucus, New Jersey, 1978, p. 64.
19. Vietnam 1950-1973 213

centenares siguieron a los primeros embarques de ayuda, y durante los


próximos años la ayuda norteamericana directa a la guerra estuvo
alrededor de los mil millones de dólares anuales. Hacia 1954 la ayuda
autorizada había alcanzado la suma de mil cuatrocientos millones y
constituía 78% del presupuesto francés para la guerra. 3
La extensamente documentada historia del papel norteamericano en
Indochina elaborada por el Departamento de Defensa, luego conocida
como “Los papeles del Pentágono”, concluía que la decisión de dar ayuda
a Francia “involucró directamente” a EE.UU. en Vietnam y “estableció” el
curso de la política posterior norteamericana.4
Había existido otro camino abierto. En 1945 y 1946 el líder del
Vietminh, Ho Chi Minh, había escrito al menos ocho cartas al presidente
Truman y al Departamento de Estado en las que pedía la ayuda
norteamericana para obtener la independencia vietnamita de los
franceses. Escribió que la paz mundial era puesta en peligro por los
esfuerzos franceses de reconquistar Indochina y solicitaba que las “cuatro
potencias” (EE.UU., URSS, Francia y Gran Bretaña) intervinieran para
conseguir un acuerdo justo y llevar el tema de Indochina ante la ONU. 5
(Esto era una notable repetición de la historia. En 1919, al terminarla
Primera Guerra Mundial, Ho Chi Minh había apelado al secretario de
Estado Robert Lansing en busca de la ayuda norteamericana para alcanzar
libertades civiles básicas y un mejoramiento de las condiciones de vida de
los súbditos coloniales de la Indochina francesa. Esta solicitud también fue
ignorada.)6
A pesar del hecho de que Ho Chi Minh y sus seguidores habían
trabajado en contacto estrecho con la OSS (antecedente de la CIA) durante
la recién terminada guerra mundial, mientras que las autoridades
francesas habían colaborado con los japoneses, EE.UU. no dio respuesta a
ninguna de estas cartas, no acusó recibo de ellas y finalmente se puso al
lado de los franceses. En 1950, parte del razonamiento de las
declaraciones públicas acerca de la posición norteamericana era que Ho
Chi Minh no era realmente “un auténtico nacionalista”, sino un
instrumento del “comunismo internacional”, una conclusión que podía
alcanzarse sólo mediante una deliberada ignorancia de la totalidad de su

3 New York Times, 21 de mar zo de 1954, p. 3; 11 de abril de 1954, IV, p. 5. Según Bernard Fall: The

Two Vietnams (Praeger Publishers, New York, 1967, segunda edición revisada, p. 472) sólo novecientos
cincuenta y cuatro millones de los mil cuatrocientos habían sido gastados en el momento del cese al
fuego en 1954.
4 The Pentagon Papers. Edición del New York Times, Bantam Books, 1971, p. XI.
5 ibid., pp. 4, 5, 8 y 26.
6 Washington Post, 14 de septiembre de 1969, p. A25. Lansing era lío de John Foster y Alien Dulles.

Los designó a ambos para integrar la delegación norteamericana en la Conferencia de Paz de Versalles
en 1918-1919 donde Ho Chi Minh presentó su solicitud.
19. Vietnam 1950-1973 214

trayectoria. Tanto él como el Vietminh habían sido admiradores de EE.UU.


por largo tiempo. Ho confiaba más en EE.UU. que en la URSS, y se dice que
tenía un retrato de George Washington y una copia de la Declaración de
Independencia Norteamericana en su oficina. Según un antiguo oficial de
la OSS, Ho buscó su consejo al elaborar la propia declaración de
independencia del Vietminh. La declaración de 1945 comienza con el
postulado familiar: “Todos los hombres son creados iguales. Han sido
dotados por su Creador con ciertos derechos inalienables entre los cuales
están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”. 7
Pero fueron los franceses los que recibieron la bendición de EE.UU. Ho
Chi Minh era, después de todo, un comunista de algún tipo.
Estados Unidos veía la lucha francesa en Vietnam y su propia
intervención en Corea como dos eslabones de la cadena destinada a
“contener” a China. Washington se oponía abiertamente a las
negociaciones de los franceses para poner fin a la guerra, lo cual dejaría al
Vietminh en el poder en la parte norte y, al mismo tiempo, liberaría a los
chinos para concentrarse de manera exclusiva en su frontera con Corea.
En 1952, EE.UU. ejerció fuertes presiones sobre Francia para no aceptar
las propuestas de paz presentadas por el Vietminh; y una delegación
francesa, prevista para un encuentro con negociadores del Vietminh en
Burma, recibió la orden de regresar a París de inmediato.
Bernard Fall, el renombrado estudioso francés sobre Indochina, creía
que las canceladas negociaciones “podían tal vez haber traído un alto al
fuego sobre bases mucho más aceptables” para los franceses “que las
obtenidas dos años después bajo la sombra de una derrota militar”. 8
En consecuencia, para evitar que los franceses negociaran con los
vietnamitas, Estados Unidos utilizaba la amenaza de suspender su
sustancial ayuda económica y militar. 9 (Esto llevó a un periódico francés a
comentar que “la guerra en Indochina se ha convertido en el primer rubro

7 Acerca de Ho Chi Minh y del trabajo del Vietminh con la OSS, así como de su admiración por

EE.UU., ver Archimedes L. A. Patti: Why Vietnam? Prelude to America’s Aibatross. University of
California Press, Berkeley, 1980, passim. Patti es el antiguo oficial de la OSS consultado por Ho;
también Chester Cooper: The Lost Crusade: The Full Stoiy of U.S. Involvement in Vietnam from
Rooseveit to Nixon. Gran Bretaña, 1971, pp. 22, 25-27 y 40. Cooper era un diplomático norteamericano
de larga experiencia en el Lejano Oriente, que sirvió como asistente en Asuntos Asiáticos durante la
presidencia de Johnson. Fue también oficial encubierto de la CIA durante toda su carrera o parte de
ella. Acerca de la colaboración francesa con los japoneses, ver Fall, pp. 42-49. El planteamiento de que
Ho Chi Minh no era un verdadero nacionalista fue extraído del Department of State Bulletin,
Washington, 13 de febrero de 1950, p. 244. La descripción de la oficina de Ho aparece en Blance W.
Cook: The Deciassified Eisenhower. New York, 1981, p. 184. El texto completo de la Declaración de
Independencia de Vietnam puede encontrarse en Ho Chi Minh: Seiected Works. Vol. III, Hanoi, 1961,
pp. 17-21.
8 Fall: The Two Vietnams, pp. 122, 124.
9 The Pentagon Papers. P. 5; Fall, p. 473.
19. Vietnam 1950-1973 215

de exportación de Francia para obtener dólares”.)10


En noviembre de 1953, la omnipresente línea aérea de la CIA: CAT,
ayudó a la Fuerza Aérea francesa a llevar 16.000 hombres a la base
fortificada que los franceses habían establecido en un valle en el norte
llamado Dien Bien Phu. Cuando la guarnición fue más tarde rodeada y
aislada por el Vietminh, los pilotos de CAT, volando en aviones C-119 de la
Fuerza Aérea estadounidense y desafiando con frecuencia el fuego
antiaéreo, transportaron abastecimientos a los sitiados soldados
franceses en este, su nuevo Waterloo. 11
Hacia 1954, el New York Times podía informar que “la Fuerza Aérea
francesa está ahora equipada casi por completo con aviones
norteamericanos”.12 Estados Unidos también había construido un número
de aeropuertos, puertos y carreteras en Indochina para facilitar los
esfuerzos bélicos, algunos de los cuales serían utilizados por las tropas
norteamericanas en sus guerras posteriores en el área.
En abril de 1954, cuando la derrota militar francesa era evidente y se
planificaron conversaciones en Ginebra, el Consejo de Seguridad Nacional
urgió al presidente Eisenhower para que “informase a París que la
aceptación francesa de una toma del poder comunista en Indochina
influiría en su estatus como uno de los Tres Grandes” y que “la ayuda de
EE.UU. a Francia cesaría automáticamente”. 13
Un documento del Consejo recomendaba que “sea política de EE.UU.
no aceptar nada que no sea una victoria militar en Indochina” y que “EE.
UU. se oponga de manera activa a cualquier acuerdo negociado sobre
Indochina en Ginebra”. El Consejo declaraba además que, de ser
necesario, EE.UU. debía considerar continuar la guerra sin participación
francesa.14
La administración Eisenhower había pensado con seriedad por algún
tiempo el envío de tropas de combate a Vietnam. Al parecer no lo hizo por
no estar seguro de obtener la aprobación del Congreso y por la negativa
de otros países de enviar fuerzas, siquiera en forma simbólica, como
habían hecho en Corea, para evitar la apariencia de una intervención
puramente norteamericana.15 “Nos enfrentamos a un hecho lamentable”,
se quejó el secretario de Estado John Foster Dulles en una reunión del
gabinete en 1954. “La mayoría de los países del mundo no comparte

10 Fall: The Two Vietnams, p. 473.


11 Christopher Robbins: Air America. G P. Putnam, New York, 1979, pp. 59-60.
12 New York Times, 11 de abril de 1954, IV, p. 5.
13 The Pentagon Papers, p. 11.
14 Ibid., p. 36.
15 ibid., pp. 5, 11: Dwight Eisenhower: The White Home Years: Mándate for Change 1953- 1956

New York. 1963, pp. 340-341: Cooper, capitulo IV; Sherman Adams: Fírsthand Report. New York. 1961,
p. 122; Adams era el jefe de personal de la Casa Blanca bajo Eisenhower.
19. Vietnam 1950-1973 216

nuestro punto de vista de que el control comunista de cualquier gobierno


en cualquier parte es en sí mismo un peligro y una amenaza”. 16
En mayo, el jefe del Alto Mando Conjunto, almirante Arthur Radford,
envió un memorándum al secretario de Defensa, Charles Wilson, sobre
“Estudios con respecto a posibles acciones de EE.UU. acerca de
Indochina”, en el cual se afirmaba que “el empleo de armas atómicas es
contemplado en el caso de que tal procedimiento sea ventajoso
militarmente”. 17 (El general Charles Willoughby, director de inteligencia
bajo el mando de MacArthur, lo dijo de forma un poco más poética cuando
abogó por el uso de bombas atómicas para “crear un cinturón de tierra
devastada que cruzara las avenidas del comunismo para bloquear a las
hordas asiáticas”.)18
Para este momento, dos portaaviones norteamericanos equipados con
armas atómicas habían sido enviados al Golfo de Tonkín en el norte de
Vietnam,19 y se ha informado que Dulles había, en efecto, ofrecido a su
homólogo francés, Georges Bidault, bombas atómicas para salvar la
situación en Dien Bien Phu. Bidault se vio obligado a señalar a Dulles que
el uso de tales armas destruiría a las tropas francesas junto con el
Vietminh.20
Dulles denunciaba con regularidad a China por ayudar al Vietminh,
como si los chinos no tuviesen razón o derecho para estar alarmados
acerca de una cruzada anticomunista llevada a cabo a escasas millas de su
frontera. Según se acercaba la conferencia en Ginebra, un equipo de
propaganda de la CIA en Singapur comenzó a difundir noticias inventadas
para hacer circular la idea de que “los chinos estaban dando ayuda armada
masiva al Vietminh” y para “identificar” al Vietminh “con el movimiento
comunista mundial”. La CIA creía que tales historias fortalecerían el lado
no comunista en las conversaciones de Ginebra.21
Joseph Burkholder Smith era oficial de la CIA en Singapur. Su “efectivo
de prensa” era un tal Li Huan Li, un experimentado periodista. Resulta
instructivo detenerse en el método empleado para crear y diseminar una
de estas historias sobre los chinos. Después de que Smith y Li habían
elaborado el texto, Li asistía a la conferencia de prensa habitual que
desarrollaba el alto comisionado británico en Singapur, Malcolm
McDonald. En la conferencia, Li mencionaba la supuesta noticia y

16 Adams, p. 124.
17 The Pentagon Papers, p. 146.
18 The Times, Londres, 2 de junio de 1954, citando a partir de un artículo de Willoughby.
19 Cooper, p. 72.
20 Bernard Fall: Hell in a Very Small Place: The Siege of Dien Bien Phu. Gran Bretaña, 1967, p. 307;

revista Parade (publicación del Washington Post), 24 de abril de 1966; Roscoe Drummond y Gastón
Coblentz: Dueiat the Brink. New York, 1960, pp. 121-122.
21 Joseph Burkholder Smith: Portraitofa Cold Warrior. New York, 1976, pp. 172-174.
19. Vietnam 1950-1973 217

preguntaba al comisionado si este tenía algún comentario. Como era de


esperar, McDonald no tenía nada que decir al respecto. El resultado era la
siguiente noticia que se transmitía por cable en la mañana y aparecía
publicada en todo el mundo al llegar la noche para regresar a Singapur en
el servicio noticioso europeo de Asia:
MÁS TROPAS Y ABASTECIMIENTOS CHINOS DETECTADOS EN RUTA A
HAIPIIONG. En la conferencia de prensa del alto comisionado británico para el
sudeste asiático volvieron a mencionarse hoy informes sobre barcos de la
marina china y buques de carga vistos en el Golfo de Tonkín en camino a
Haiphong desde Hainan. Según estos informes, la más reciente detección de
estos envíos fue hace una semana cuando un convoy de diez barcos fue
avistado, entre ellos había dos embarcaciones armadas de la marina china, lo
que indica que el convoy transportaba tropas además de abastecimientos. El
alto comisionado Malcolm McDonald no dio más detalles acerca de estos
informes.22

La conferencia de Ginebra, el 20 de julio de 1954, puso fin formalmente


a la guerra e n Vietnam. Estados Unidos estuvo solo en la negativa a firmar
la Declaración Final, simplemente porque estaba irritado por el acuerdo
negociado, que excluía cualquier otro esfuerzo militar para derrotar al
Vietminh. Se habían dado amplias muestras del disgusto norteamericano
con todo el proceso mucho antes del fin de la conferencia. Dos semanas
antes, por ejemplo, el presidente Eisenhower declaró en una ronda de
prensa: “No tomaré parte en ningún tratado que convierta a alguien en un
esclavo, y eso es todo lo que hay ahora”. 23 Pero EE.UU. sí emitió una
“declaración unilateral” en la cual aceptaba “abstenerse de amenazas o de
usar la fuerza para interrumpir” los acuerdos. 24
El espíritu y la letra del acuerdo del cese al fuego y de la Declaración
Final procuraban un Vietnam libre de cualquier presencia militar que no
fuese la de vietnamitas y franceses y, sobre todo, libre de cualquier
operación agresiva. Sin embargo, mientras la conferencia efectuaba sus
sesiones en junio, EE.UU. comenzó a reunir un grupo paramilitar dentro
de Vietnam. En agosto, cuando apenas habían transcurrido algunos días
del cierre de la conferencia, el grupo estaba en su ubicación. Bajo la
dirección de la luminaria de la CIA, Edward Lansdale, fresco todavía su
éxito en Filipinas, se llevó a cabo una campaña de guerra militar y
sicológica contra el Vietminh (las actividades de Lansdale en Vietnam
fueron luego grabadas para la posteridad en las obras semificticias The
Ugly American y The Quiet American). Durante los siguientes seis meses,

22Ibíd., pp. 173-174.


23Sobre Eisenhower, ver revista Time. 12 de julio de 1954.
24 Sobre la posición norteamericana acerca de la Conferencia de Ginebra, ver Cooper, cap. IV;

Cooper formaba parte de la delegación de Estados Unidos.


19. Vietnam 1950-1973 218

el equipo clandestino de Lansdale ejecutó las siguientes operaciones:


• Alentó la migración de vietnamitas del Norte al Sur a través de “una
operación de guerra sicológica [...] en extremo intensa, bien coordinada y
muy exitosa, en la consecución de su objetivo. Lemas propagandísticos y
volantes eran dirigidos a los devotos católicos con frases tales como ‘Cristo
se ha ido al Sur’ y ‘la virgen María ha abandonado al Norte’.”25
• Distribuyó otros volantes supuestamente procedentes del Vietminh,
para inspirar preocupación en las mentes de los pobladores del Norte
acerca de la vida que los esperaba bajo el dominio comunista. Al día
siguiente el registro de refugiados hacia el Sur se triplicó (el éxodo de los
vietnamitas hacia el Sur durante el período de “reagrupación” que siguió
a los Acuerdos de Ginebra era citado con frecuencia por los funcionarios
norteamericanos en los años 60, y también antes, como prueba del hecho
de que la gente no quería vivir bajo el comunismo. “Ellos votaron con los
pies” era una frase usual en aquellos días). Otros volantes “del Vietminh”
fueron distribuidos para desalentar a los del Sur de la idea de regresar al
Norte.
• Infiltró fuerzas paramilitares en el Norte bajo la apariencia de
individuos que deseaban vivir allí.
• Contaminó el combustible de una compañía de autobuses de Hanoi
para lograr una avería gradual de los vehículos.
• Realizó “las primeras acciones para un sabotaje a largo plazo del
ferrocarril (que requirió trabajo conjunto con un equipo técnico especial
de la CIA en Japón, que llevó a cabo su parte de manera brillante)”
• Difundió una campaña de rumores para agitar el odio contra los
chinos, con los acostumbrados relatos de violaciones.
• Creó y distribuyó un almanaque de predicciones astrológicas
cuidadosamente diseñado para influir en los miedos y supersticiones de
los vietnamitas y ensombrecer la vida en el Norte mientras hacían que el
futuro del Sur pareciese más atractivo.
• Publicaron e hicieron circular artículos y “noticias” anticomunistas en
periódicos y volantes.
• Intentaron, sin éxito, destruir la mayor impresora en el Norte porque
esta se proponía permanecer allí y hacer negocios con el Vietminh.
• Sentaron parte de las bases para la futura guerra norteamericana en
Vietnam mediante: el envío de vietnamitas seleccionados a bases
norteamericanas en el Pacífico para entrenamiento como guerrilleros;
entrenamiento a las fuerzas armadas del Surque habían combatido junto
a los franceses; creación de vahas instalaciones militares de apoyo en
Filipinas; la entrada clandestina de enormes cantidades de armas y

25 Fall: The Two Vietnams, pp. 153-154.


19. Vietnam 1950-1973 219

equipos militares en Vietnam para ser almacenados en locaciones


secretas; el desarrollo de planes para “la pacificación del Vietminh y las
áreas disidentes”.26
Al mismo tiempo, EE.UU. comenzó un boicot económico contra los
vietnamitas del Norte y amenazó con represalias contra las compañías
francesas que negociaran con ellos. 27
Otro hecho que tuvo consecuencias profundas para la tragedia
venidera fue la cancelación de las elecciones que habrían unido al Norte y
al Sur en una sola nación. Los Acuerdos de Ginebra especificaban que las
elecciones debían desarrollarse bajo supervisión internacional en julio de
1956, con “consultas” preparatorias con el Fin de efectuarlas “desde el 20
de julio de 1955 en adelante”. Estados Unidos, en su declaración
unilateral, había reiterado su planteamiento: “En el caso de naciones
ahora divididas contra su voluntad, continuaremos buscando alcanzar la
unidad nacional a través de elecciones supervisadas por Naciones Unidas
para asegurar que sean conducidas de manera justa”.
Las elecciones nunca se celebraron. El 16 de julio de 1955, sólo cuatro
días antes de la fecha fijada para el inicio de las consultas, el presidente de
Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem, emitió un comunicado que dejó claro que
no tenía intenciones de llevar a cabo las consultas, y mucho menos las
elecciones.28 Tres días después,
Vietnam del Norte envió a Diem una nota formal en la que lo llamaba
a conversar, pero Diem se mantuvo firme en su posición. Los esfuerzos de
Francia y Gran Bretaña por persuadir a Diem de comenzar un diálogo
fueron en vano.
La razón de la intransigencia del presidente sudvietnamita es bien
conocida. Él, al igual que Eisenhower y Dulles, sabía que Ho Chi Minh sería
con seguridad el vencedor en cualquier elección nacional. Un estimado de
Inteligencia Nacional de la CIA en el otoño llegaba a la conclusión de que
el régimen de Diem (que el mismo Lansdale calificaba de “fascista” 29) “es
casi seguro que no pueda derrotar a los comunistas en elecciones en el
país”. 30 Más tarde Eisenhower escribiría en sus memorias: “Nunca he
hablado o sostenido correspondencia con alguien conocedor de los
asuntos en Indochina que no haya estado de acuerdo en que de haberse
llevado a cabo las elecciones en el momento de la lucha, posiblemente

26 Sobre todas las restantes acciones: The Pentagon Papers, Documento Nº 15: “Lansdale Team’s

Report on Covert Saigon Mission in ‘54 and ‘55”, pp. 53-66.


27 Artículo de C. L. Sulzberger en New York Times, 22 de enero de 1955, p. 10.
28 New York Times, 17 de julio de 1955.
29 Departamento de Defensa de EE.UU.: United States-Vietnam Relations 1945-1967 (edición

gubernamental de The Pentagon Papers). Libro 2, IV, A.5, tab. 4, p. 66, citado en Noam Chomsky y
Edward Hermán: The Washington Connection and Third World Fascism. Boston, 1979, p. 370.
30 J. B. Smith, p. 199.
19. Vietnam 1950-1973 220

80% de la población hubiera votado por el comunista Ho Chi Minh en lugar


de por el jefe de Estado Bao Dai”31 (este último era el predecesor de Diem).
En el estudio de los papeles del Pentágono se citan “cables del
Departamento de Estado y memorándums del Consejo Nacional de
Seguridad que indican que la administración Eisenhower deseaba
posponer las elecciones tanto como fuera posible y comunicaron estos
sentimientos a Mr. Diem”.32
Este era un apoyo sin el cual Diem estaba perdido pues, tal como
señalan los historiadores del Pentágono: “Sin la amenaza de intervención
norteamericana, Vietnam del Sur no podía haberse negado ni siquiera a
discutir las elecciones fijadas para 1956 en el acuerdo de Ginebra sin haber
sido desbancado de inmediato por el ejército del Vietminh”. 33
Las declaraciones públicas de Diem y Dulles hacían referencia sólo a su
preocupación acerca de que las elecciones no serían “libres”, lo que servía
para ocultar el hecho de que Ho Chi Minh no necesitaba recurrir al fraude
para ganar, al igual que se ignoraban los anuncios tanto de la ONU como
de la Comisión de Control Internacional (establecida en Vietnam por los
Acuerdos de Ginebra) de que estaban listos para supervisar las elecciones.
En cualquier caso, el compromiso de Diem con las elecciones libres
puede ser imaginado a partir de un referéndum que llevó a cabo en
octubre de 1955 en Vietnam del Sur para investir su régimen de una
semblanza de legalidad, y en el cual recibió 98,2% de los votos. La revista
Life reveló más tarde que los asesores norteamericanos de Diem le habían
dicho que un margen de 60% sería suficiente y se vería mejor, “pero Diem
insistió en 98%”.34
Con las elecciones canceladas, la nación todavía dividida y Diem con su
“libre” mandato para continuar su tiránico gobierno, el regreso a la
violencia en Vietnam del Sur se hizo inevitable. Como si tuviera
conocimiento de ello y empezara a prepararse, EE.UU. envió 350 hombres
más a Saigón en mayo de 1956, una “muestra de que EE.UU. ignoraba” los
Acuerdos de Ginebra, afirma el estudio del Pentágono. 35 Poco después,
Dulles confió a un colega: “Ahora tenemos una base clara, sin una mancha
de colonialismo. Dien Bien Phu fue una bendición disfrazada”. 36

31 Eisenhower, p. 372.
32 The Pentagon Papers, p. 22.
33 Ibíd., p. 25.
34 Revista Life, 13 de mayo de 1957.
35 The Pentagon Papers, p. 23.
36 Emmet John Hughes: The Ordeal of Power. Londres, 1963, p. 208; Hughes escribía los discursos

del presidente Eisenhower.


19. Vietnam 1950-1973 221

La última fase
“Si los agarras por los huevos, las mentes y los corazones vendrán a
continuación”... “Dennos sus corazones y sus mentes o les haremos
cenizas su maldita aldea”... el resultado final de la política anticomunista
norteamericana en Vietnam: y también su inicio, y su punto medio.
Hubo realmente pocos esfuerzos serios por conquistar los corazones y
las mentes de los vietnamitas, y había menos oportunidades de éxito pues
el precio era el cambio social, lo que Diem no estaba dispuesto a aceptar
en Vietnam, ni EE.UU. lo habría aceptado en ningún lugar del Tercer
Mundo. Si Washington hubiese estado dispuesto a aceptar este cambio —
que siempre descartaron de manera rutinaria y despreciativa como
“socialista”-, no se hubiera necesitado cancelar las elecciones o apoyar a
Diem; no hubiera habido necesidad de ninguna intervención. No había,
por tanto, forma alguna de que EE.UU. pudiera evitar ser visto por el
pueblo de Vietnam como otra cosa que como los nuevos ocupantes
imperialistas, continuadores de la obra de los chinos primero, luego de los
franceses, después los japoneses y de nuevo los franceses.
No entraremos en un recuento detallado de todos los horrores, todos
los engaños, de la destrucción de una sociedad, del panorama de absurdos
e ironías, tan sólo hemos hecho una selección, una muestra, para no
olvidar.

Para los hombres que recorrían los pasillos del poder en Washington,
para los militares en el terreno, Indochina —mejor el sudeste asiático—
era un sólo gran campo de batalla. Las tropas de Vietnam del Sur fueron
utilizadas en Laos y Cambodia. Tropas de Tailandia fueron utilizadas en
Laos, Cambodia y Vietnam del Sur. Tailandia y Filipinas fueron utilizadas
como bases desde las cuales bombardear los tres países de Indochina. Los
oficiales en Vietnam del Sur, Tailandia y Taiwán fueron entrenados en
escuelas norteamericanas en Filipinas. Fuerzas con apoyo de la CIA
llevaron a cabo incursiones e invasiones en China desde Laos, Burma y
Taiwán. Cuando hubo una pausa (muy publicitada) en el bombardeo a
Vietnam del Norte, hubo más aviones norteamericanos disponibles para
incrementar los bombardeos en Laos. Y así sucesivamente.

Desde 1955 hasta 1959, la Michigan State University, contratada por el


Gobierno, desarrolló un programa de entrenamiento policial encubierto
para los sudvietnamitas. Con el completo conocimiento de algunos
funcionarios de la institución, cinco operativos de la CIA fueron
introducidos dentro del personal del programa y figuraron en la nómina
19. Vietnam 1950-1973 222

de la Universidad como sus empleados. Bajo los términos de una ley de


1957, escrita por el grupo de este centro, cada vietnamita de quince años
en lo adelante debía registrarse con el Gobierno y portar documentos de
identificación. Cualquiera que fuese sorprendido sin la identificación
apropiada era considerado sospechoso de ser un miembro del Frente de
Liberación Nacional (Vietcong) y quedaba sujeto a encarcelamiento o algo
peor. En el momento de registrarse, se tomaba un juego completo de
huellas digitales del individuo y se anotaban sus creencias políticas. 37

Cuando la resistencia popular contra Diem alcanzó el nivel en que se


convirtió en un estorbo, fue sacrificado. El 1º de noviembre de 1963, varios
de los generales de Diem lo derrocaron y luego lo asesinaron junto con su
hermano después de que ambos se habían rendido. El golpe, escribió la
revista Time, “fue planeado con el conocimiento de Dean Rusk y Averell
Harriman en el Departamento de Estado, Robert McNamara y Roswell
Gilpatrick en el Departamento de Defensa y del fallecido Edward R.
Murrow en la Agencia de Información de EE.UU. 38
Es evidente que Washington no había planeado los asesinatos que
acompañaron al golpe, pero tal como ha observado el general Maxwell
Taylor, principal asesor militar del presidente Kennedy: “La ejecución de
un golpe no es como la organización de un té, es un asunto muy peligroso.
De modo que no me parece que teníamos ningún derecho a mostramos
sorprendidos [...] cuando Diem y su hermano fueron asesinados”. 39

Donald Duncan era miembro de los Boinas Verdes en Vietnam. Ha


escrito sobre su entrenamiento, parte del cual fue denominado
“contramedidas para un interrogatorio hostil”, destinado de manera
evidente para mostrar cómo los norteamericanos capturados por los
comunistas debían enfrentarse a la tortura. Se entregaron en la clase
traducciones de un supuesto manual de interrogatorios ruso, que
describía en detalle métodos tales como “el paseo en avión” (colgado de
los pulgares), el tratamiento con agua helada y caliente, y el apretar los
testículos de un hombre con un tomillo de joyero, mientras el instructor,
el sargento Lacey, explicaba algunas variaciones de los mismos. De pronto
un estudiante tuvo una pregunta:
“Sargento Lacey, el título de esta clase es ‘Contramedidas para un
Interrogatorio Hostil’, pero usted se ha pasado la mayor parte del
tiempo diciéndonos que no hay contramedidas. Si esto es cierto,

37 Michael Klare: War Without End. Rand om Housel Vantage Books, New York, 1972, pp. 261-263;
David Wise y Thomas B. Ross: The Espionage Establishment. Random House. New York, 1967, p. 152.
38 Time, 30 de junio de 1975, p. 32 de la edición europea.
39 David Wise: “Colby of CIA - CIA of Colby”. New York Times Magazine. 1º de julio de 1973, p. 9.
19. Vietnam 1950-1973 223

entonces la única razón para enseñarlos [los métodos de tortura], me


parece, es que los aprendamos para utilizarlos. ¿Está sugiriendo que
utilicemos estos métodos?”
La clase se echa a reír, y Lacey mira al piso, creando una pausa
dramática. Cuando levanta la cabeza su rostro es solemne, pero sus ojos
hundidos están animados. “No podemos decirle eso, sargento Harrison.
Las Madres de Norteamérica no lo aprobarían”.
La clase vuelve a reír ante el sarcástico cinismo. “Más todavía”, guiño
de complicidad, “negaríamos que tal cosa ha sido enseñada incluso o
aplicada”.40
En las escuelas de la Marina estadounidense en San Diego y Maine
durante los años 60 y 70, el curso tenía un nombre diferente. Allí los
estudiantes estaban aprendiendo, supuestamente, sobre métodos de
“supervivencia, evasión, resistencia y escape”, los cuales podrían utilizar
en caso de ser prisioneros de guerra. Había algo en el curso acerca de
sobrevivir en el desierto, donde los estudiantes eran obligados comer
lagartos, pero los oficiales y cadetes de Marina eran sometidos también a
golpizas, llaves de judo, “jaulas de tigre” —eran encapuchados y colocados
en una caja de 16 pies cúbicos durante veintidós horas con una lata para
sus excrementos— y una técnica de tortura llamada “la plancha de agua”:
el individuo era amarrado a una plancha inclinada, con la cabeza abajo y
una toalla encima de la cara y le vertían agua fría sobre la toalla; la persona
se ahogaba, tenía náuseas, vomitaba y tenía estertores mientras
experimentaba la sensación de que se iba asfixiando, exactamente como
se le hacía a los prisioneros vietnamitas, a quienes también les aplicaban
las “jaulas de tigres”.
Un ex alumno, el piloto de Marina teniente Wendell Richard Young,
denunció que le habían herido la espalda y que los estudiantes eran
torturados para que escupieran la bandera norteamericana, la orinaran y
se defecaran en ella; los obligaban a masturbarse delante de los guardias
y, en una ocasión, uno fue obligado a tener sexo con un instructor. 41

Se requerían falsedades para apoyar las diversas declaraciones del


Departamento de Estado acerca de la naturaleza de la guerra y las razones
para las acciones militares norteamericanas. Un antiguo oficial de la CIA,
Philip Liechty, afirmó en 1982 que a principios de los 60 había visto planes
escritos de colocar una gran cantidad de armas del bloque comunista en
un bote vietnamita y simular una batalla en la cual el bote fuese hundido
en aguas superficiales, de modo que los reporteros occidentales pudiesen

40 Donald Duncan: The New Legions, Londres, 1967, pp. 156-159.


41 Newsweek, 22 de marzo de 1976, pp. 28. 31.
19. Vietnam 1950-1973 224

ver las armas capturadas como una prueba de la ayuda externa al


Vietcong. Esto fue precisamente lo que ocurrió en 1965. El libro blanco del
Departamento de Estado “Agresión desde el Norte”, que apareció afines
de febrero, relata que una "embarcación sospechosa” fue “hundida en
aguas superficiales” cerca de la costa de Vietnam del Sur el 16 de febrero
tras ser atacada por fuerzas sudvietnamitas. Se informó que la
embarcación contenía al menos cien toneladas de abastecimientos
militares, “casi todas de origen comunista, principalmente de China
comunista y Checoslovaquia al igual que de Vietnam del Norte”. El libro
blanco hacía notar que “representantes de la prensa libre visitaron el
barco hundido norvietnamita y vieron el cargamento”.
Liechty dijo que también había visto documentos en tomo a una
complicada operación para imprimir gran cantidad de sellos postales que
mostraban a un vietnamita derribando a tiros un helicóptero del Ejército
norteamericano. El ex oficial de la CIA afirmó que se trataba de un trabajo
muy profesional y que su profesionalismo radicaba en lograr que pareciera
ser obra de los norvietnamitas, pues el Vietcong no tenía condiciones para
hacer algo así. Liechty denunció que se escribían y enviaban a todo el
mundo cartas escritas en vietnamita con estos sellos “y la CIA se aseguraba
de que los periodistas las tuvieran a su alcance”. La revista Life publicó, de
hecho, en su número del 26 de febrero de 1965 una reproducción del sello
a todo color en su cubierta, refiriéndose a él como un “sello de Vietnam
del Norte”. Esto fue sólo dos días antes de que apareciera el libro blanco
del Departamento de Estado.
Al informar sobre las afirmaciones de Liechty, el Washington Post
advirtió: “La publicación del libro blanco se convirtió en un evento clave
para documentar el apoyo de Vietnam del Norte y otros países comunistas
en los combates en el Sur y en la preparación de la opinión pública
norteamericana para lo que iba a seguir muy pronto: la participación a
gran escala de las fuerzas de EE.UU. en la lucha”. 42
Quizás la invención más significativa fue la del supuesto ataque en
agosto de 1964 a dos destructores estadounidenses en el Golfo de Tonkín,
cerca de la costa de Vietnam del Norte. El presidente Johnson utilizó el
incidente para inducir una resolución del Congreso cuya finalidad era dar
“todos los pasos necesarios, incluido el uso de fuerzas armadas” con el fin
de evitar futuras agresiones norvietnamitas. Era un cheque en blanco para
llevar a cabo escalada tras escalada. En aquel momento se levantaron
serias dudas acerca de la realidad del ataque, pero con el tiempo otras
informaciones que han salido a la luz hacen trizas la versión oficial.43

42
Washington Post. 20 de marzo de 1982, p. Al 9.
43
Pueden encontrarse en numerosas fuentes, entre ellas: l. F. Stone’s Weekly. Washington, 4 de
marzo de 1968; “The Phantom Battle that Led to War”, en U.S. News and World Report, 23 de julio de
19. Vietnam 1950-1973 225

Y la invención más tonta: el filme de entrenamiento para el Ejército


norteamericano producido en 1966 con el título de County Fair, en el cual
se muestra a los siniestros vietcongs en un claro de la selva calentando
gasolina y barras de jabón para elaborar una malévola invención
comunista llamada napalm.44

El método de la administración Johnson de minimizar la preocupación


pública acerca de la escalada de la guerra, visto por un siquiatra:
Primer paso: Se “filtran” alarmantes rumores acerca de la escalada.
Segundo paso: El presidente de manera oficial y dramática calma la
ansiedad anunciando una escalada mucho más moderada y acompaña
este anuncio dando seguridades de las intenciones pacíficas del
Gobierno.
Tercer paso: Ante el suspiro general de alivio, la escalada original se
lleva a cabo gradualmente.
La sucesión de “filtraciones”, negaciones de las mismas y negaciones
de las negaciones confunde por completo al individuo. Al final se siente
atormentado, indefenso y apático.
El resultado final es que la gente se encuentra a sí misma
comprometida profundamente con una guerra en gran escala, sin ser
capaz de decir cómo se llegó a ella, cuándo y cómo comenzó. 45

Hubo un informe de que el senador Stephen Young, de Ohio, había


dicho que mientras estaba en Vietnam, fue informado por la CIA de que la
Agencia tenía agentes disfrazados de vietcongs que cometían atrocidades,
incluidos asesinatos y violaciones, para desacreditar a los comunistas.
Cuando este informe causó un escándalo en Washington, Young dijo que
se le había citado mal, que la CIA no había sido su fuente de información.
El congresista Cornelius Gallagher, que había acompañado a Young en su
viaje, sugirió que “tal vez [Young] habló con un vietcong disfrazado de
agente de la CIA”46

Citamos parte de un discurso de Carl Oglesby, presidente de


Estudiantes por una Sociedad Democrática (ESD), durante la marcha
llevada a cabo en Washington el 27 de noviembre de 1965:
El compromiso original en Vietnam fue hecho por el presidente Truman, un
liberal. Fue secundado por [...] Eisenhower, un liberal moderado. Fue

1984, pp. 56-67; Joseph C. Goulden: Trust is the First Casualty: The Gulf of Tonkin Affair-lllusion and
Reality. Rand McNally & Co., EE.UU., 1969, passim.
44 Covert Action Information Bulletin, Washington, Nº 10, agosto-septiembre de 1980, p. 43.
45 Washington Post, 24 de marzo de 1967.
46 Chicago Daily News, 20 de octubre de 1965; Washington Post, 21 de octubre de 1965.
19. Vietnam 1950-1973 226

intensificado por [...] Kennedy, un liberal ardiente. Piensen en los hombres que
ahora llevan a cabo esa guerra —esos que estudian los mapas, dan las
órdenes, oprimen los botones, y cuentan los muertos: Bundy, McNamara,
Rusk, Lodge, Goldberg, el presidente [Johnson] mismo. No son monstruos
morales. Son todos hombres honorables. Son todos liberales. 47

La conspiración comunista internacional en acción


Durante el apogeo de los combates en 1966 y 1967, la URSS vendió a
EE.UU. magnesio —un mineral esencial para la construcción de aviones—
por valor de dos millones de dólares cuando se produjo un déficit del
mismo en el país. Esto tuvo lugar en un momento en que Washington
mantenía un embargo sobre el suministro de ciertas aleaciones que
empleaban este metal a países comunistas. 48 Más o menos al mismo
tiempo, China vendió varios miles de toneladas de acero a EE.UU. en
Vietnam del Sur para su utilización en la construcción de nuevas bases
aéreas y militares cuando nadie más pudo cumplir el urgente pedido del
Ejército norteamericano, y esto mientras Washington mantenía un boicot
sobre todos los productos chinos; incluso las pelucas importadas desde
Hong Kong debían ir acompañadas de un certificado que avalara que no
contenían pelo chino. La venta de acero puede haber sido sólo la punta del
iceberg de las ventas chinas a EE.UU. durante la guerra. 49
En una visita a China en enero de 1972, el enviado de la Casa Blanca
Alexander Haig sostuvo un encuentro con el premier Chou En-lai. Años
más tarde Haig escribió: “Aunque nunca me lo dijo con tantas palabras,
informé al presidente Nixon que la esencia de lo que Zhou [Chou] me dijo
era: no pierdan en Vietnam; no se retiren del sudeste asiático”.50
En 1975 se constituyó un comité del Senado para investigar
acusaciones de que la CIA había falsificado dólares durante la guerra en
Vietnam para financiar operaciones secretas. 51
Dos vietcongs prisioneros fueron interrogados en un avión en vuelo rumbo a
Saigón. El primero se negó a responder preguntas y fue arrojado del avión a
tres mil pies de altura. El segundo respondió de inmediato todas las preguntas,
pero también fue arrojado”. Variantes de la tortura con agua fueron también
utilizadas para aflojar las lenguas, o simplemente para atormentar. “Otras
técnicas, destinadas por lo general a obligar a prisioneros que las presencian
a hablar, incluyen la extracción de uñas, la amputación de dedos, orejas o los

47 Una copia del discurso de Oglesby está en poder del autor.


48 Washington Post, 12 de febrero de 1967.
49 Ibid., 18 de diciembre de 1966.
50 Alexand er M. Haig Jr.: Caveat: Realism. Reagan and Foreign Policy. New York, 1984, p. 202.
51 New York Times, 28 de julio de 1975, p. 19.
19. Vietnam 1950-1973 227

órganos sexuales de otro prisionero.52

No ha quedado claro si se trataba de prisioneros de guerra, es decir,


capturados en combate, o si estos vietnamitas sometidos a tortura se
hallaban entre los muchos miles de civiles arrestados como parte del
infame Programa Fénix. Este fue la inevitable consecuencia de pelear
contra la población nativa: nunca se sabe quién es amigo y quién enemigo.
La seguridad obliga a que, a menos que se pruebe lo contrario, todos sean
contemplados como enemigos, participantes e n lo que la CIA llamaba la
Infraestructura Vietcong (IVC).
En 1971, el oficial de la CIA William Colby, que dirigía el Programa Fénix,
fue interrogado por un congresista: “¿Puede estar seguro de diferenciar a
un miembro de la IVC de un ciudadano sudvietnamita leal?” Colby
respondió: “No, no lo estoy”. 53
Fénix fue un esfuerzo coordinado entre EE.UU. y Vietnam del Sur para
eliminar esta infraestructura. Bajo este programa, los ciudadanos
vietnamitas eran rodeados y encarcelados, a menudo en “jaulas de tigres”;
muchas veces eran torturados y también con frecuencia perdían la vida,
bien fuera durante el arresto o luego. Según los registros de Colby, entre
inicios de 1968 y mayo de 1971, 20 587 supuestos cuadros del Vietcong
encontraron la muerte como resultado de Fénix. 54 Un programa similar,
bajo diferentes nombres, se había llevado a cabo desde 1965 sólo por
Estados Unidos.55
Colby plantea que más de 85% de los 20 587 mencionados habían
muerto en combate y fueron más tarde identificados como miembros de
la IVC.56 Pero resulta difícil de creer que las decenas de miles de cadáveres
de vietcongs hayan sido recogidos uno por uno del campo de batalla para
identificarlos y establecer su conexión con la IVC. El Gobierno
sudvietnamita le acreditaba a Fénix 40 994 muertes. 57 La verdadera cifra
probablemente no se sabrá nunca.
Un antiguo oficial de la inteligencia militar en Vietnam, K. Barton
Osborn, testificó ante un comité de la Cámara que los sospechosos
capturados por Fénix eran interrogados a bordo de helicópteros y a veces
lanzados desde ellos. También habló del uso de choques eléctricos y de la
inserción dentro del oído del prisionero de una varilla de madera de seis

52 New York Herald Tribune, 25 de abril de 1965, p. 18.


53 U.S. Assistance Program in Vietnam, audiencias ante un subcomité del Comité de la Cámara
sobre Operaciones Gubernamentales, 19 de julio de 1971, p. 189.
54 Ibid., p. 183.
55 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, pp. 236-

237.
56 William Colby: Honorable Men: My Life in the CIA. New York, 1978, pp. 272, 275-276.
57 Marchetti y Marks, p. 237.
19. Vietnam 1950-1973 228

pulgadas de largo, que era martilleada a través del cerebro hasta que la
víctima moría.58
Un colega de Osborn, Michael J. Uhl, testificó que la mayoría de los
sospechosos eran capturados durante redadas tácticas y que todas las
personas detenidas eran clasificadas como vietcongs. Ninguno de los que
fue interrogado sobrevivió al proceso, declaró Osborn.59

Arthur Sylvester, secretario asistente de Relaciones Públicas del


Departamento de Defensa, era el hombre encargado de “dar, controlar y
manejar las noticias de la guerra en Vietnam”. Un día de julio de 1965,
Sylvester les dijo a periodistas norteamericanos que tenían el deber
patriótico de difundir sólo información que fuera favorable a EE.UU.
Cuando uno de los reporteros exclamó: “Con seguridad usted no espera
que la prensa norteamericana se convierta en la criada de manos del
gobierno”, Sylvester replicó: “Eso es exactamente lo que espero”, y
añadió: “Miren, si ustedes piensan que un funcionario norteamericano les
va a decir la verdad, entonces son estúpidos. ¿Me escucharon? Estúpidos”.
Y cuando un corresponsal de un periódico neoyorkino intentó hacer una
pregunta, fue interrumpido por Sylvester, quien le dijo: “Ah, vamos, ¿qué
le importa a alguien en Nueva York lo que pasa en la guerra en Vietnam?” 60

Mientras tanto cientos de norteamericanos en misión de servicio en


Asia y Europa estaban siendo estafados por falsos vendedores de autos de
su país, que aparecían para cobrar el pago inicial de carros que nunca
fueron entregados. Un congresista por Illinois comentó: “No podemos
esperar que nuestros enviados luchen por proteger el sistema de libre
empresa si ese mismo sistema que tratan de proteger se aprovecha de
ellos”.61

El 27 de enero de 1973, en París, EE.UU. firmó el “Acuerdo sobre el fin


de la guerra y la restauración de la paz en Vietnam”. Entre los principios a
los se comprometió estaba el formulado por el artículo 21: “En
concordancia con su política tradicional, Estados Unidos contribuirá a
sanar las heridas de la guerra y a la reconstrucción de la República
Democrática de Vietnam [Vietnam del Norte] y de toda Indochina”.
Cinco días más tarde, el 1º de febrero, el presidente Nixon envió un
mensaje al primer ministro de Vietnam del Norte en el que reiteraba y

58 Wise, p. 33.
59 New York Times, 3 de agosto de 1971, p. 10.
60 Congressional Record, Cámara, 12 de mayo de 1966, pp. 9977-9978, reproducción de un artículo

de Morley Safer, de CBS News.


61 Washington Post, 25 de noviembre de 1966.
19. Vietnam 1950-1973 229

ampliaba este compromiso. Los dos primeros puntos que establecía el


mensaje eran:
1. El Gobierno de Estados Unidos contribuirá a la reconstrucción en
Vietnam del Norte sin condición política alguna. 2. Los estudios
preliminares norteamericanos indican que los programas apropiados
para la contribución de nuestro país a dicha reconstrucción estarían en
el rango de los 3.250 millones en ayuda concedida por un plazo de cinco
años. Otras formas de ayuda serán acordadas entre los dos países. Este
estimado está sujeto a revisión y análisis detallado entre el Gobierno
de Estados Unidos y el de la República Democrática de Vietnam.62

Durante las siguientes dos décadas, la única ayuda brindada a algún


vietnamita fue la entregada a quienes abandonaron Vietnam y a quienes
se infiltraron en su territorio para causar problemas. Al mismo tiempo,
EE.UU. impuso un embargo total sobre el comercio y la asistencia al país
que duró hasta 1994.
¿Encontraremos todavía víctimas de la guerra en Vietnam en las
generaciones que están por nacer? Decenas de millones de tóxicos fueron
vertidos sobre el país, incluida la dioxina, considerada la sustancia más
tóxica creada por el hombre; se dice que tres onzas de dioxina derramadas
en el acueducto de Nueva York bastarían para eliminar a toda la población
de la ciudad. Los estudios desarrollados en Vietnam desde la guerra
muestra niveles anormalmente altos de cáncer, en particular del hígado,
así como daños cromosómicos, defectos genéticos, desórdenes
neurológicos de larga duración, etc., en las áreas de mayor impregnación.
Otras víctimas fueron norteamericanas. Miles de veteranos de Vietnam
lucharon por años para recibir compensaciones por haber quedado
incapacitados y denunciaron daños irreparables tan sólo por haber
manipulado los tóxicos.

Después de la Segunda Guerra Mundial, se llevó a cabo el Tribunal


Militar Internacional en Nuremberg, Alemania. Creado por los victoriosos
aliados, el Tribunal sentenció a prisión y a muerte a numerosos nazis que
alegaban que “sólo habían cumplido órdenes”. En una opinión dada a
conocer por el Tribunal, se declaraba que “la esencia misma del estatuto
[de este Tribunal] es que los individuos tienen deberes internacionales que
trascienden las obligaciones nacionales de obediencia que les impone su
estado”.
Durante la guerra en Vietnam un gran número de jóvenes

62 U.S. Aid to North Vietnam, audiencias ante el Subcomité sobre Asuntos Asiáticos y del Pacífico

del Comité de la Cámara sobre Relaciones Internacionales, 19 de julio de 1977, Anexo 2.


19. Vietnam 1950-1973 230

norteamericanos se negaron a pasar el servicio militar sobre la base de


que EE.UU. estaba cometiendo crímenes de guerra en Vietnam y tomar
parte en la guerra los convertiría también en culpables, bajo los principios
de Nuremberg.
Uno de los casos más destacados fue el de David Mitchell, en
Connecticut. En el juicio efectuado en septiembre de 1965, el juez William
Timbers desestimó la defensa del joven calificándola de “desatino” y de
“subversión degenerada”, y consideró que los principios de Nuremberg
eran “irrelevantes” en este caso. Mitchell fue sentenciado a prisión. El
columnista conservador William F. Buckley, que no se destacaba como
defensor de la resistencia al reclutamiento, escribió poco después: “Me
alegro de no tener la tarea del juez Timbers. Yo habría sermoneado de 16
mejor a Mr. Mitchell. Pero habría tenido que toser, resoplar y carraspear
en el pasaje del catecismo donde tuviera que explicarle a Mr. Mitchell que
la Doctrina Nuremberg obviamente no estaba a su disposición”. 63
En 1971, Telford Taylor, el fiscal principal de EE.UU. en Nuremberg,
planteó con insistencia que el general William Westmoreland y los altos
funcionarios de la administración Johnson tales como Robert McNamara
y Dean Rusk podían ser encontrados culpables de crímenes de guerra bajo
los criterios establecidos en Nuremberg. 64 Sin embargo, cada corte y juez
norteamericano ante los que se presentó este alegato, lo descartaron sin
concederle ningún análisis serio.
A Occidente no se le ha permitido nunca olvidar el Holocausto nazi.
Durante cincuenta y cinco años ha existido un flujo continuo de relatos,
memorias, novelas, filmes de ficción, documentales, series de televisión...
estrenadas y retransmitidas en todos los idiomas; se han creado museos,
erigido monumentos, organizado exhibiciones de fotos y ceremonias de
recordación... ¡Nunca más! Pero ¿quién escucha las voces de los
campesinos vietnamitas?, ¿quién tiene acceso a los escritos de los
intelectuales vietnamitas?, ¿cuál fue la suerte de la Anna Frank
vietnamita?, ¿dónde queda Vietnam?, pregunta hoy el joven
norteamericano.

63 Atlanta Journal, 25 de septiembre de 1965.


64 San Francisco Chronicle, 9 de enero de 1971; ver también Telford Taylor: Nuremberg and
Vietnam: An American Tragedy. New York, 1970.
20. Camboya 1955-1973 231

20. CAMBOYA 1955-1973


El príncipe Sihanouk camina en la cuerda floja de la
neutralidad
John Foster Dulles me había llamado en su condición de secretario de Estado, y
agotó todos los argumentos para persuadirme de colocar a Camboya bajo la
protección de la Organización del Tratado del Atlántico Sur Oriental. Yo me negué
[...] Consideraba a la OTASO como una alianza militar agresiva dirigida hacia países
vecinos cuya ideología no compartía, pero con los cuales Camboya no tenía
conflicto alguno. Se lo había hecho ver muy claro a John Foster, un hombre ácido y
arrogante, pero su hermano [el director de la CIA, Alien Dulles] pronto apareció con
un portafolio lleno de documentos que “probaban” que Camboya estaba a punto
de ser víctima de una “agresión comunista” y que la única forma de salvar al país,
a la monarquía y a mí mismo era aceptar la protección de la OTASO. Las “pruebas”
no coincidían con mi propia información, y le contesté a Alien Dulles lo que había
contestado a John Foster: Camboya no deseaba ser parte de la OTASO. Nos
cuidaríamos nosotros mismos como neutrales y como budistas. El jefe del servicio
secreto no tuvo otra cosa que hacer que guardar sus dudosos documentos y
marcharse.
Príncipe Norodom Sihanouk, en sus memorias. 1

Las visitas de los hermanos Dulles en 1955 parecen haber sido las salvas
iniciales de una campaña de medidas extraordinarias dirigida a presionar
al carismático líder camboyano para que alinease a su nación con
Occidente y se uniera a la guerra santa contra el comunismo. La coerción
continuó de manera intermitente hasta 1970 cuando Sihanouk fue
derrocado finalmente en un golpe con apoyo norteamericano y EE.UU.
invadió Camboya.
En marzo de 1956, después de la visita de Sihanouk a Pekín y sus críticas
a la OTASO, los dos países que rodeaban a Camboya — Tailandia y Vietnam
del Sur, ambos aliados y muy dependientes de EE.UU. — cerraron
repentinamente sus fronteras. Era una acción muy seria pues el grueso del
tráfico comercial de Camboya con el mundo exterior se realizaba en aquel
momento a través del río Mekong, por Vietnam del Sur, o por ferrocarril

1 Relatadas a Wilfred Burchett y publicadas bajo el título: My War With the CIA. Londres, 1974,

edición revisada, pp. 75-76. La creación de la OTASO en 1954 incluía un protocolo que colocaba de
forma unilateral a Camboya, Laos y Vietnam del Sur bajo su protección. Sihanouk afirmó luego que
había rechazado la inclusión de Camboya, aunque en aquel momento se decía que veía con buenos
ojos el que su país integrase algún sistema de seguridad occidental para el sudeste asiático. En
cualquier caso, por diversas razones cambió esta posición por la declaración de neutralidad que
mantuvo en lo adelante. Para un análisis más completo de este aspecto, ver Michael Leifer: Cambodia:
The Search for Security. Londres, 1967, en particular el capítulo 3.
20. Camboya 1955-1973 232

cruzando Tailandia. El peligro para el pequeño reino creció con repetidas


provocaciones militares: tropas tailandesas invadieron el territorio
camboyano y mercenarios de la CIA comenzaron a efectuar ataques
comando desde Vietnam del Sur. El espacio aéreo de Camboya fue violado
profundamente por aviones que despegaban de los dos países vecinos.
Para Sihanouk, tales acciones “parecían cada vez más experimentos
preliminares de ablandamiento” para derrocarlo. Decidió poner las cartas
sobre la mesa. En una conferencia de prensa criticó a EE.UU., defendió la
política neutral de Camboya y anunció que el asunto sería discutido en el
próximo congreso nacional de su partido, lo que implicaba que el país
acudiría al bloque socialista en busca de ayuda.
Estados Unidos aparentó retroceder ante esta maniobra diplomática
tan poco ortodoxa. El Departamento de Estado envió un par de mensajes
más o menos conciliadores que anulaban la amenaza de cortar la ayuda
económica e incluían esta notable expresión de altruismo: “El único
propósito de la política norteamericana hacia Camboya es ayudarla a
fortalecer y defender su independencia”. Dos días antes de la celebración
del congreso nacional, Tailandia y Vietnam del Sur abrieron sus fronteras
a pesar de que las disputas locales que fueron invocadas como razones
para el bloqueo no habían sido solucionadas en lo absoluto.2
Las medidas tomadas contra Camboya resultaron contraproducentes.
No sólo Sihanouk continuó atacando a la OTASO, sino que estableció
relaciones con la URSS y Polonia, y aceptó ayuda de China. Elogió a esta
última abundantemente por haber tratado a Camboya de igual a igual y
por conceder una ayuda sin las ataduras que, en su opinión, venían
agregadas a la norteamericana.3
Tal comportamiento no debe ensombrecer el hecho de que Sihanouk
era auténticamente neutral en la medida en que se puede serlo viviendo
en una región del mundo tan polarizada en medio de la Guerra Fría. No se
cohibió de denunciar a China, Vietnam del Norte o al comunismo en las
diversas ocasiones en que sintió que la seguridad o la neutralidad de
Camboya estaban siendo amenazadas por ellos. “Puedo ver con claridad
el colapso de una Camboya independiente y neutral tras el completo
triunfo del comunismo en Laos y Vietnam del Sur”, 4 dijo una vez.
En mayo de 1957, un documento del Consejo de Seguridad Nacional
(CSN) reconoció que “Estados Unidos ha sido incapaz de influir sobre
Camboya en la dirección de un gobierno estable [entiéndase pro

2 Sobre los hechos de 1956: Sihanouk, pp. 82-86; New York Times, 17 de marzo de 1956, p. 2; 24

de marzo, p. 3; 20 de abril, p. 5; 21 de abril, p. 3.


3 Sihanouk, p. 94.
4 Neak Cheat Niyum (Ei Nacionalista) Phnom Penh. 29 de septiembre de 1963, citado en Leifer, p.

144.
20. Camboya 1955-1973 233

occidental] y de su no involucramiento en el bloque comunista”. 5 Al año


siguiente cinco batallones de tropas de Saigón, con apoyo aéreo, cruzaron
la frontera camboyana otra vez y establecieron nuevas señales de los
límites a casi diez millas de profundidad. El impulso de Sihanouk fue
repeler la invasión, pero para su sorpresa fue informado por el embajador
de EE.UU. en Camboya, Carl Strom, de que la ayuda militar
norteamericana se facilitaba con el único propósito de oponerse a “una
agresión comunista” y no podía utilizarse en ningún caso contra un aliado
de EE.UU. El embajador le advirtió que si una sola bala era disparada
contra los sudvietnamitas o se utilizaba un solo camión norteamericano
para transportar soldados camboyanos hacia una confrontación con
aquellos, esto daría pie a que se cortara dicha ayuda. 6
El embajador Strom fue llamado a Washington donde se le dijo que
Sihanouk tendría ahora que irse y que la ayuda norteamericana sería
cortada para precipitar su caída. Sin embargo, Strom no creía que esto
fuera lo más inteligente y logró convencer al Departamento de Estado de
esperar un poco.7
William Shawcross, en su bien documentado libro Sideshow: Kissinger:
Nixon and the Destruction of Cambodia, hace notar que “los documentos
del CSN de este período citados en los Papeles del Pentágono confirman
que Washington consideraba las presiones tailandesa y vietnamita sobre
las fronteras como una de las armas principales que se debían utilizar en
el esfuerzo de empujar a Sihanouk hacia una posición más pro
norteamericana”.8
En adición a las tropas extranjeras, la CIA tenía a su disposición otras
dos fuerzas: el Khmer Serei y el Khmer Krom, compuestas en su mayoría
por una etnia opuesta al gobierno de Sihanouk, quienes operaban fuera
de los dos países vecinos. Los Khmer Serei (Camboyanos Libres) fueron
descritos por Shawcross como la “organización camboyana con la que la
CIA había tenido mayor contacto”.9 Sihanouk los equiparó en una ocasión
a los cubanos “libres” que EE.UU. mantenía en Florida. 10
Estas fuerzas, reclutadas, financiadas, armadas y entrenadas por la CIA
y los Boinas Verdes,11 comenzaron a infiltrarse en Camboya a fines de 1958

5 The Pentagon Papers. Vol. 10, p. 1100, citado por William Shawcross: Side-Show: Kissinger, Nixon

and the Destruction of Cambodia.New York, 1979, p. 53.


6 Sihariouk, pp. 102-103; New York Times, 26 de junio de 1958, p. 1; 25 de abril de 1966, p. 20.
7 Shawcross, p. 54.
8 Ibíd.
9 Ibíd., p. 122.
10 Washington Post, 2de enero de 1966, p. E4.
11 Sobre las conexiones de EE.UU. con el Khmer Serei y el Khmer Krom ver Charles Simpson III:

inside the Green Berets—The First 30 Years—A History of the US Army Specíal Forces. Londres, 1983,
pp. 114-115; Shawcross, passim-, Sihanouk, passim.
20. Camboya 1955-1973 234

como parte de una compleja conspiración que incluía, entre otros, a un


general camboyano desafecto llamado Dap Chuon, quien estaba
organizando una revuelta armada en el país dirigida al derrocamiento de
Sihanouk. Este descubrió el plan, en parte gracias a informes de la
inteligencia china y la francesa. Los franceses no estaban satisfechos
acerca de la intrusión norteamericana en lo que había sido su dominio por
casi un siglo.
Hacia febrero de 1959 los conspiradores estaban presos o en fuga,
entre ellos Víctor Masao Matsui, un miembro de la estación CIA en
Camboya, que abandonó el país a toda prisa cuando Sihanouk lo acusó de
formar parte del complot. Matsui, un norteamericano de ascendencia
japonesa, había estado operando bajo la cobertura de agregado en la
Embajada.
La intriga, según Sihanouk, había comenzado en septiembre de 1958
en una reunión de la OTASO en Tailandia, y había avanzado un paso más
en ese mismo mes en Nueva York cuando el príncipe visitó la ONU.
Mientras Sihanouk permanecía en Washington por varios días, un
miembro de su delegación, Slat Peou, se reunió en varias ocasiones con
norteamericanos en su habitación del hotel en Nueva York, reuniones
sobre las cuales no hizo mención alguna a los otros delegados
camboyanos. Slat Peou resultó ser un amigo cercano de Víctor Matsui y
hermano del general Dap Chuon. En el desenlace de la abortada
conspiración, Slat Peou fue ejecutado por traición. 12 Sihanouk quedó muy
impresionado por la amarga ironía de que la CIA estuviera armando un
complot contra él en Nueva York mientras era recibido en Washington por
el presidente Eisenhower con una salva de 21 cañonazos. 13
De manera similar, varios años después, el presidente Kennedy aseguró
a Sihanouk “por su honor” que EE.UU. no había tenido parte alguna en las
acciones del Khmer Serei. “Yo consideraba que Kennedy era un hombre
honorable [escribió Sihanouk], pero, en ese caso, ¿quién representaba
realmente al Gobierno norteamericano?”14
El oficial de la CIA (y más tarde su director) William Colby, estacionado
en Vietnam en el momento en que se llevaba a cabo el complot de Chuon,
ha escrito que la Agencia tenía conocimiento de este y había reclutado a
alguien del personal de Dap Chuon y le había proporcionado un radio con
el cual mantenerlos informados. La Agencia quería estar al tanto, afirma
Colby, para “disuadir a los tailandeses y vietnamitas” de derrocar a
Sihanouk. Colby añade: “Por desgracia, al aplastar el golpe, Sihanouk había

12 Sobre el complot de 1958-1959 ver Sihanouk, pp. 102-109; Washington Post, 7 de septiembre
de 1965, p. 1; Shawcross, pp. 54-55; The Observer, Londres, 22 de febrero de 1959, p. 8.
13 Sihanouk, p. 125.
14 Ibíd., pp. 124-125.
20. Camboya 1955-1973 235

capturado a nuestro agente y el equipo de radio y, naturalmente, llegó a


la conclusión de que la CIA era uno de los participantes, y que el oro y las
armas enviado desde Bangkok y Saigón para ser utilizados contra él eran
sólo una parte de un complot mayor del cual el radio era un elemento
clave”.15
El líder camboyano ha dado testimonios de varios otros complots que
considera de responsabilidad de la CIA. Entre estos un atentado en 1959
que se frustró cuando la policía arrestó a un individuo muy nervioso,
nombrado Ral Val, cerca de una multitud que rodeaba a Sihanouk. Se le
encontró encima una pistola y una granada de mano. La investigación
mostró, escribe Sihanouk, que el futuro asesino había sido incitado por la
CIA y el Khmer Serei. Sihanouk también cita otros tres incidentes ocurridos
en 1963: el intento de volar el auto que lo transportaba junto con el
presidente de China de visita en el país; un intento de infiltrar armas en
Camboya en un grupo de guacales destinados a la Embajada de EE.UU. y
la parcialmente exitosa empresa de establecer un banco en Phnom Penh,
a fin de sabotear la economía camboyana y subvertir a personal clave del
Gobierno.16
El 20 de noviembre de ese mismo año, dos días antes del asesinato de
Kennedy, el Congreso Nacional Camboyano, por iniciativa de Sihanouk,
votó por “terminar con toda la ayuda concedida por EE.UU. en el terreno,
militar, económico, técnico y cultural”. Era un acto quizás sin precedente
que un país rechazara de manera voluntaria la ayuda que recibía de EE.UU.
Pero Sihanouk estaba decidido al respecto. Por muchos años había
recitado todo un rosario de quejas acerca de la ayuda norteamericana a
Camboya: cómo se empleaba para corromper y subvertir a funcionarios y
empresarios que terminaban “convertidos en clientes necesariamente
sumisos a las demandas del generoso propiciador de fondos extranjeros”;
cómo la ayuda no podía ser utilizada por instituciones del Estado, sino sólo
por las empresas privadas; ni podían, como ya se vio, ser utilizadas para
repeler ataques de aliados de Estados Unidos. 17
Después de algunos bombardeos norteamericanos sobre aldeas
camboyanas cerca de la frontera con Vietnam del Sur mientras perseguían
a los vietcongs o tropas norvietnamitas, el Gobierno camboyano anunció
en octubre de 1964 que “en caso de una nueva violación del territorio
camboyano por fuerzas estadounidenses de tierra, mar o aire, Camboya
rompería de inmediato las relaciones diplomáticas con Estados Unidos”.
Lo cumplió en el mes de mayo siguiente cuando aviones norteamericanos

15 William Colby: Honorable Men: My Life in the ClA New York, 1978, pp. 149-150.
16 Sihanouk, pp. 113-115, 118-121.
17 Sobre los efectos de la ayuda de EE.UU. a Camboya: Sihanouk, passim, en particular pp. 93-96,

133-138; Shawcross, pp. 58-60; Washington Post, 2 de enero de 1966, p. E4.


20. Camboya 1955-1973 236

bombardearon varios poblados y mataron o hirieron a docenas de


campesinos.18
El patrón durante los años siguientes, según se intensificaba la guerra
en Indochina, fue de repetidas incursiones en el territorio de Camboya por
parte de fuerzas norteamericanas, saigonesas o del Khmer Serei, en busca
de las vías de abastecimiento de los comunistas o de los refugios a lo largo
del Camino de Ho Chi Minh; bombardeos y ametrallamientos, ataques con
napalm, minado de terrenos, con cifras variables de bajas camboyanas en
cada caso; airadas acusaciones del Gobierno camboyano, seguidas en
ocasiones por disculpas norteamericanas, promesas de investigaciones y
la toma de “medidas para evitar la recurrencia de tales incidentes”.19
Sihanouk no estaba del todo satisfecho con las intrusiones en Camboya
de los vietnamitas comunistas, ni se mostraba abiertamente antagónico a
la persecución de los mismos por los norteamericanos cuando no había
pérdida de vidas camboyanas. Al menos en una ocasión reveló la ubicación
de bases comunistas que fueron rápidamente bombardeadas por EE.UU.
Sin embargo, Sihanouk acudió entonces a la radio y procedió a denunciar
los bombardeos. 20 Aunque no hay duda de su comportamiento
oportunista, Sihanouk se hallaba realmente atrapado entre la espada y la
pared, y hacia fines de los 60 su situación lo había obligado a retomar la
ayuda norteamericana y reanudar las relaciones diplomáticas con Estados
Unidos.
A pesar de su personalidad impulsiva, el balanceo en la cuerda floja de
la neutralidad de Sihanouk tuvo éxito para proteger a su país contra lo
peor de la devastación que arrasaba con los países y pueblos de Vietnam
y Laos. Camboya tenía sus propios insurgentes comunistas, el Khmer Rojo,
que seguramente habría desatado una guerra civil a gran escala de
enfrentarse a un gobierno cómodamente anidado en el bando
norteamericano. Esto fue precisamente lo que ocurrió cuando Sihanouk
fue derrocado y reemplazado por Lon Nol, un hombre con estrechos
vínculos con Estados Unidos.
En marzo de 1969, la situación comenzó a cambiar dramáticamente.
Bajo el nuevo presidente norteamericano Richard Nixon y su consejero de
Asuntos de Seguridad Nacional, Henry Kissinger, los ataques aislados y
limitados en la frontera se convirtieron en bombardeos sostenidos y a gran
escala con aviones B-S2, “bombardeos de alfombra”, en el lenguaje
eufemístico al que son tan aficionados los militares.
Durante los siguientes catorce meses, no menos de 3.630 ataques de

18 Sihanouk, pp. 139-140.


19 Ver Washington Post, 4 de agosto de 1966 y 15 de octubre de 1966.
20 Franqois Ponchaud: Cambodia YearZero, traducido del francés. Londres, 1978, p. 186.
20. Camboya 1955-1973 237

los B-52 tuvieron lugar en Camboya. 21 Para escapar a la carnicería, los


vietnamitas comunistas movieron sus bases más al interior del país. Los B-
52 los siguieron, por supuesto, con mayor número de bajas civiles.
La administración Nixon encubrió con habilidad la naturaleza y
extensión de estos bombardeos, y llegó incluso a falsificar los registros
militares; alcanzó gran éxito en mantenerlos fuera del conocimiento del
público norteamericano, la prensa y el Congreso. 22 No fue hasta 1973,
durante el escándalo de Watergate, que la historia comenzó a aflorar en
su totalidad.
Se ha argumentado con frecuencia que EE.UU. tenía todo el derecho
de atacar a Camboya por ser el refugio de los enemigos norteamericanos
en Vietnam. A propósito de estas declaraciones, William Shawcross ha
señalado:
Durante la guerra de independencia de Argelia, Estados Unidos rechazó el
derecho proclamado por Francia de atacar un poblado tunecino habitado por
guerrilleros argelinos, y en 1964 Adlai Stevenson condenó a Gran Bretaña ante
la ONU por asaltar un poblado yemenita utilizado como base por los
insurgentes que atacaban Aden. Incluso Israel ha sido criticado con frecuencia
por Estados Unidos por atacar bases enemigas fuera de su territorio. 23

El 18 de marzo de 1970 Sihanouk fue depuesto como jefe de Estado


mientras se encontraba de viaje en el extranjero, mediante un golpe
encabezado por dos de sus principales ministros: Lon Nol y Sirik Matak. No
se ha podido establecer si EE.UU. desempeñó algún papel, pero hay
testimonios y circunstancias que apuntan hacia la complicidad
norteamericana:
• Según Frank Snepp, el principal analista político de la CIA en Vietnam
en este momento, a principios de los 70 la Agencia estaba trabajando
tanto con Lon Nol como con Son Ngoc Thanh, líder del Khmer Serei, como
posibles sustitutos de Sihanouk. Snepp afirma que la CIA creía que si Lon
Nol llegaba al poder “recibiría a Estados Unidos con los brazos abiertos y
lo lograríamos todo”.24 (Esto parece significar “carta blanca” para borrar a
los comunistas vietnamitas de sus refugios en Camboya.) Ambos hombres
terminaron por compartir el poder en el nuevo Gobierno, inmediatamente
reconocido por Washington.
• Estados Unidos también podía confiar al parecer en Sirik Matak, un
anticomunista convencido, quien había sido caracterizado por la Agencia
de Inteligencia del Pentágono como “amigo de Occidente y [...]

21 San Francisco Chronicle, 23 de julio de 1973.


22 Ibíd., 16 de julio de 1973; Shawcross, pp. 287-290.
23 Shawcross, p. 148-149.
24 Ibíd., pp. 114-115, basado en entrevistas a Snepp por Shawcross..
20. Camboya 1955-1973 238

cooperativo con los funcionarios norteamericanos durante los años 50”. 25


• El reportero Seymour Hersh, en su ensayo biográfico sobre Kissinger,
afirma que
el derrocamiento inmediato [de Sihanouk] había sido una elevada prioridad
durante años para las unidades de reconocimiento de los Boinas Verdes que
operaban dentro de Camboya desde fines de los 60. También hay evidencia
irrefutable de que agentes de la inteligencia militar norteamericana se
acercaron a Lon Nol en 1969 y le propusieron derrocar el gobierno de
Sihanouk. Este mismo hizo similares acusaciones en sus memorias War with
the CIA en 1973, pero no fueron tomadas en serio entonces. 26
• Un opositor de Sihanouk, Prom Thos, convertido en ministro del
nuevo Gobierno, ha dicho que si Lon Nol tenía o no promesas concretas
de ayuda norteamericana antes del golpe es irrelevante: “Todos sabíamos
que Estados Unidos nos ayudaría; había habido muchas historias de
acercamientos y ofertas de la CIA antes de eso”. 27
• Los estrechos vínculos de la CIA con el círculo de conspiradores están
ejemplificados en un informe de la Agencia preparado seis días antes del
golpe, con el título “Indicaciones de posible golpe en Phnom Penh”.
Revelaba que las demostraciones anticomunistas contra las embajadas del
Vietcong y de Vietnam del Norte en la capital el día anterior habían sido
organizadas por Sirik Matak y Lon Nol como apertura de hostilidades
contra Sihanouk y sus seguidores y ambos hombres habían puesto al
ejército en alerta “para prepararse [...] para un golpe contra Sihanouk si
este se negaba a apoyarlos]”. 28
• El general William Rosson, delegado del general Creighton Abrams,
comandante de las fuerzas norteamericanas en Vietnam por entonces, ha
declarado que los jefes norteamericanos fueron informados varios días
antes de que el golpe se preparaba y que se pedía la ayuda de Estados
Unidos.29
• Roger Morris, quien se encontraba a las órdenes de Kissinger en el
Consejo de Seguridad Nacional, informó: “Quedó claro en la Casa Blanca
que la estación de la CIA en Phnom Penh conocía bien a los complotados,
probablemente conocía sus planes y no hizo nada para alertar a Sihanouk.
Sí informaron a Washington con suficiente anticipación”.30
• William Shawcross afirma que si Sihanouk hubiera “regresado

25 Ibid., p. 114.
26 Seymour M. Hersh: Kissinger: The Price of Power Londres, 1983, p. 176. Hersh, en el capítulo 15,
ofrece más detalles de las maquinaciones de EE.UU. y Lon Nol, lo que indica que se conocía el golpe
con anticipación y se alentó el mismo.
27 Shawcross, p. 122.
28 Ibid., pp. 118-119.
29 Ibid., p. 120.
30 Roger Morris: Uncertain Greatness: Henry Kissinger and American Foreign Policy. Gran Bretaña,

1977, p. 173.
20. Camboya 1955-1973 239

rápidamente y en calma a Phnom Penh [al producirse las demostraciones


anticomunistas] es muy probable que hubiese logrado evitar el desastre”.
El no hacerlo puede no deberse a la casualidad. Frank Snepp ha revelado
que la CIA persuadió a la madre de Sihanouk, la reina, de enviar un
mensaje a su hijo en el cual le aseguraba que la situación no era tan seria
como para que interrumpiera su viaje.31
Una vez que Sihanouk y su irritante neutralidad no fueron ya un
obstáculo, la rueda de la maquinaria militar norteamericana comenzó a
girar. En apenas horas, las tropas de EE.UU. y Vietnam del Sur estacionadas
en zonas fronterizas con Camboya recibieron órdenes de establecer
comunicación con los jefes camboyanos y cooperar en todo lo necesario.
Al día siguiente, el Ejército camboyano invitó a un avión de detección
norteamericano y a la artillería sudvietnamita a participar en una batida
contra un refugio del Vietcong. El New York Times declaró que “la batalla
parece ser el esfuerzo más decidido emprendido por Camboya para sacar
al Vietcong de sus áreas fronterizas”. 32 Había comenzado la gran guerra
camboyana, que duraría cinco años terribles. El enemigo que Washington
y sus aliados de Saigón y Phnom Penh debían enfrentar no era
simplemente el Vietcong y los norvietnamitas, sino también los
comunistas camboyanos, el Khmer Rojo, que había entrado en el conflicto
bajo el liderazgo de Pol Pot, como también lo habían hecho fuerzas
diversas en apoyo a Sihanouk.
El 30 de abril de 1970 se inició la primera invasión norteamericana a
gran escala en la nueva guerra. Provocó una ola de protestas en EE.UU.
que puso en pie de guerra a los universitarios de costa a costa. Quizás la
reacción más extraordinaria fue la airada renuncia de cuatro de los
ejecutivos del CSN de Kissinger, incluido Roger Morris. (Kissinger calificó
las renuncias como “la cobardía de la oficialidad del este”.)33 Hacia fines de
mayo una gran cantidad de aldeas habían sido reducidas a cenizas por los
golpes aéreos norteamericanos y el largo convoy de refugiados
camboyanos había iniciado su marcha.
Tres años más tarde, el 27 de enero de 1973 para ser precisos, se firmó
el acuerdo en París que puso fin a una década de guerra norteamericana
en Vietnam, pero el bombardeo en Camboya continuó. Antes de los
acuerdos de París, la posición oficial de la administración Nixon repelía que
el único propósito de los bombardeos en Camboya era proteger las vidas
de norteamericanos en Vietnam, pero una vez firmada la paz en París los
bombardeos en el país vecino no sólo continuaron, sino aumentaron, en

31 Shawcross, p. 119; los comentarios de Snepp son tomados de las entrevistas que Shawcross le
hizo.
32 New York Times, 21 de marzo de 1970, p. 1.
33 Morris, p. 174.
20. Camboya 1955-1973 240

un último esfuerzo desesperado por evitar que el Khmer Rojo llegase al


poder. Durante marzo, abril y mayo, el volumen de bombas arrojado sobre
Camboya fue el doble del utilizado en todo el año anterior. La economía
tradicional de la sociedad fue desintegrada. La antigua Camboya estaba
siendo destruida para siempre. Bajo la creciente presión del Congreso, la
administración Nixon finalmente suspendió los bombardeos en agosto.
Más de dos millones de camboyanos habían perdido sus hogares.
Parece cosa de risa que ante tal aplicación de la fuerza bruta, la CIA
haya estado desarrollando al mismo tiempo la más sutil de sus tácticas
sicológicas. Para difundir el descontento hacia el exiliado Sihanouk entre
el campesinado camboyano que lo reverenciaba, un ingeniero de sonido
de la CIA, utilizando sofisticados medios electrónicos, elaboró un
excelente remedo de la voz del príncipe y de su manera característica de
hablar. Esta voz era transmitida desde una estación de radio clandestina
en Laos con mensajes cuidadosamente preparados para ofender a
cualquier camboyano decente. En una de estas transmisiones. “Sihanouk”
exhortaba a las jóvenes a ayudar a la causa acostándose con los valientes
vietcongs.34

En septiembre de 1973, durante una conferencia de prensa de


despedida, el embajador norteamericano en Camboya, Emory Swank,
llamó a lo ocurrido “la guerra más inútil de Indochina”. 35 Más tarde, el
congresista californiano Pete McCIosky, tuvo palabras más crudas tras una
visita a Camboya. Se sintió obligado a declarar que EE.UU. “había hecho
más daño a ese país de lo que hemos hecho a ninguno en el mundo, y
completamente sin razón, excepto para nuestro propio beneficio en la
lucha contra los vietnamitas”. 36

El 17 de abril de 1975 el Khmer Rojo entró victorioso en Phnom Penh.


Dos semanas más tarde, Saigón cayó en manos de los norvietnamitas y el
Vietcong. De manera increíble, el Khmer Rojo iba a infligir todavía más
sufrimiento en su desgraciada tierra y, para sumar a la ironía (o mejor, para
multiplicarla), EE.UU. apoyó al Khmer Rojo después de su derrota ante los
vietnamitas, tanto en la defensa de su derecho a ocupar el sitial de
Camboya en Naciones Unidas como en su lucha armada contra el Gobierno
camboyano y sus aliados vietnamitas. En noviembre de 1980, Ray Cline,
antiguo director delegado de la CIA, visitó un enclave del Khmer Rojo en
Camboya en su condición de alto asesor de política internacional del

34 Newsweek, 22 de noviembre de 1971.


35 Shawcross, p. 400.
36 Testimonio ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado durante las audiencias sobre la

asistencia suplementaria a Camboya, el 24 de febrero de 1975., p. 64.


20. Camboya 1955-1973 241

presidente electo Ronald Reagan. Un comunicado de prensa del Khmer


Rojo habló de la visita con cálidos adjetivos.37 Esto se hacía siguiendo la
línea de la administración Reagan de oponerse al nuevo Gobierno de
Phnom Penh apoyado por los vietnamitas. La única explicación para esta
política parece ser la persistencia del odio hacia Vietnam en algunos
guerreros fríos recalcitrantes.

37 Sobre el apoyo norteamericano al Khmer Rojo ver:


a) Jack Calhoun: “U.S. Supports Khmer Rouge”, en Covert Action Information Bulletin, Nº 34,
primavera de 1990, pp. 37-40.
b) David Munro: “Cambodia: A Secret War Continúes”, en Covert Action Information Bulletin, Nº
40, primavera de 1992, pp. 52-57.
c) Newsweek, 10 de octubre de 1983, p. 41.
d) Los Angeles Times, 5 de diciembre de 1980; 27 de febrero de 1991 (la administración Bush
admite que existió una “cooperación militar táctica” entre las fuerzas apoyadas por EE.UU. y el Khmer
Rojo).
21. Laos 1957-1973 242

21. LAOS 1957-1973


L ’Armée Clandestine
Durante los dos últimos años EE.UU. ha llevado a cabo una de las campañas de
bombardeo más sostenidas de la historia contra blancos esencialmente civiles en
el nordeste de Laos [...] Operando desde bases en Tailandia y desde portaaviones,
los jets norteamericanos han destruido la gran mayoría de las aldeas y pueblos en
el nordeste. Los habitantes han sufrido cuantiosas bajas [...] Refugiados de la zona
reportan que fueron bombardeados casi a diario por aviones norteamericanos el
pasado año. Afirman haber pasado la mayor parte de los dos últimos años viviendo
en cuevas o refugios.
Far Eastern Economic Review, Hong Kong, 1970 1

[La operación de Laos] es algo de lo que podemos estar orgullosos como


norteamericanos. Prácticamente no ha ocasionado bajas estadounidenses. Lo que
estamos consiguiendo con nuestro dinero allí [...] es, pienso, muy rentable, para
utilizar la frase usual.
U. Alexis Johnson, subsecretario de Estado, 1971 2

Estados Unidos comenzó la campaña de bombardeos porque su guerra


por tierra contra el Pathet Lao había fracasado, y esta había sido llevada a
cabo porque el Pathet Lao estaba dirigido por personas que eran
categorizadas por el Departamento de Estado como “comunistas”, ni más
ni menos. Por su parte, el Pathet Lao (re)tornó a la guerra debido a sus
experiencias “de trabajo dentro del sistema”.
En 1957 el Pathet Lao (Nación Lao) tenía sólo dos puestos ministeriales
en la coalición del “Gobierno de unión nacional”. Esto fue durante la época
de John Foster Dulles, y si había algo que este fanático secretario de Estado
odiase más que la neutralidad era la coalición con los comunistas. Este
gobierno de Laos tenía ambos rasgos. No se necesitaba más para
desarrollar una intervención masiva estadounidense contra un país de
campesinos, primitivo y pobre. El embajador norteamericano en Laos por
entonces, J.
Graham Parsons, admitiría luego: “Luché durante dieciséis meses para
evitar una coalición”.3

1 Corresponsal en Vientiane, Laos: “The Labyrinthine War”, en Far Eastern Economic Review

(semanario conservador de Hong Kong), 16 de abril de 1970, p. 73.


2 Testimonio ante el Comité del Senado sobre Servicios Armados en Audiencias sobre

autorizaciones del Año Fiscal 1972, 22 de julio de 1971, p. 4289.


3 Testimonio ante el Subcomité sobre Operaciones Extranjeras y Asuntos Monetarios del Comité

de la Cámara sobre Operaciones Gubernamentales en Audiencias sobre Operaciones de Ayuda de


21. Laos 1957-1973 243

En adición a su demanda de ser incluido en la coalición gobernante, el


Pathet Lao había pedido establecer relaciones diplomáticas con los países
del bloque soviético y aceptar su ayuda, como ya se hacía con naciones
occidentales. “Concordar con estas condiciones hubiera dado a los
comunistas las más significativas ganancias en el sudeste asiático desde la
partición de Indochina”, opinó Washington. 4 Otros habrían dicho que las
condiciones del Pathet Lao no hacían más que hacer cumplir la
neutralidad.
En mayo de 1958, el Pathet Lao y otros izquierdistas ganaron 13 de los
21 puestos de la Asamblea Nacional gracias a una campaña contra la
corrupción y la indiferencia del Gobierno, y terminaron por controlar más
de un tercio de la nueva legislatura. 5 Dos meses después, sin embargo, el
primer ministro Souvanna Phouma, un hombre calificado universalmente
como neutral, “renunció” para formar un nuevo gobierno que excluía a los
ministros del Pathet Lao. 6 Más tarde declaró que había sido obligado a
renunciar debido a la sostenida oposición norteamericana contra la
neutralidad laosiana; tal como evolucionaron las cosas, fue sustituido
como premier por un tal Phoui Sananikone, apoyado por EE.UU. 7 Y
entonces, en enero de 1959, la mayoría no izquierdista en la Asamblea
Nacional votó por disolver la asamblea a fin de “contrarrestar la influencia
y subversión comunistas”. La izquierda fue excluida por tanto de todo
poder y se cancelaron las elecciones previstas para diciembre. 8

Por si esto no bastara para desencantar al Pathet Lao o a cualquier otro


acerca del proceso político laosiano, durante los últimos años de los 50 y
los primeros de los 60 se produjo un continuo desfile de golpes y
contragolpes, de hombres derrocados que acababan elevándose en el
nuevo gobierno, y regímenes encabezados por individuos que habían
luchado junto a los franceses en el proceso independentista indochino,
mientras que el Pathet Lao había luchado contra los colonialistas. 9
También hubo elecciones fraudulentas en las que la CIA rellenó las urnas
con boletas, y 10 diferentes regímenes con caudillos militares que
gobernaban simultáneamente desde diversas “capitales”, mientras sus

EE.UU. en Laos, mayo-junio 1959; ver también New York Times, 20 de enero de 1961, p. 2 y
Washington Post, 10 de abril de 1966 para las declaraciones del primer ministro laosiano Souvanna
Phouma acerca de la oposición estadounidense a un gobierno de coalición o neutral.
4 New York Times, 25 de abril de 1957.
5 Ibíd., 18 de mayo de 1958, IV, p. 7.
6 Ibíd., 23 de julio de 1958, p. 2; 25 de julio, p. 4.
7 Ibíd., 20 de enero de 1961, p. 2; Washington Post, 10 de abril de 1966.
8 New York Times, 15 de enero de 1959, p. 15.
9 Fred Branfman: Voices from the Plain of Jars: Life Under an Air War. Harper & Row, New York,

1972, p. 12; New York Times, 18 de mayo de 1958, IV, p. 7.


10 New York Times, 25 de abril de 1966, p. 20.
21. Laos 1957-1973 244

ejércitos se enfrentaban en el país, cambiando de aliados y de enemigos


según les convenía. Fueron cientos de millones de dólares
estadounidenses los enviados hacia un pequeño reino 99% agrícola, con
una economía más basada en el intercambio que en el dinero, cuyo lógico
resultado fue “una inimaginable cadena de sobornos, malversaciones,
especulación y derroche”.11
Por sí solos la CIA y el Departamento de Estado podían haber reclamado
el crédito por la orquestación de los golpes, mediante el uso de la fuerza,
sobornos y otras presiones, al menos en un caso en el año 1958, en el 1959
y en el 1960, si no en los restantes. 12
“Tan sólo por retener el salario mensual de las tropas. Estados Unidos
podía crear las condiciones para derribar a cualquier gobierno de Laos
cuya política le disgustase. De hecho, utilizó este medio en dos ocasiones:
para echar abajo el gobierno de un líder laosiano y para reducir a la
obediencia a otro”,13 escribió Roger Hilsman, cuya carrera se desarrolló en
ambas entidades norteamericanas, quizás de manera simultánea y
encubierta.
Todas las maniobras estadounidenses giraban en torno a entregar el
poder al hombre fuerte de derecha seleccionado por la CIA, Phoumi
Nosavan, quitando del medio a Souvanna Phouma y otros neutrales, y
encarcelando a los dirigentes de Pathet Lao, incluido el jefe del
movimiento, Souphanouvong (medio hermano de Souvanna Phouma,
ambos príncipes de la familia real). Souphanouvong insistía en que ni él ni
el Pathet Lao eran comunistas, sino más bien “ultranacionalistas”. 14 En la
comprensión de sus declaraciones es esencial definir con exactitud qué
entendía él por “comunismo”, lo cual no ha quedado muy claro, pero
tampoco se puede definir a qué se refería el Departamento de Estado
cuando lo llamaba “comunista” a él. El Pathet Lao era el único grupo de
consideración en el país que se proponía llevar a cabo verdaderos cambios
sociales, algo que, por supuesto, llevaba a los funcionarios de Washington
a aplicar de inmediato la etiqueta de comunista.
En agosto de 1960, Kong Le, un oficial que contaba con el apoyo de su
tropa, llevó a cabo un golpe militar y colocó en el poder a Souvanna
Phouma, sin aceptar el apoyo del Pathet Lao.15 Pero cuando este gobierno
fue derribado por un golpe organizado por la CIA en diciembre, Kong Le se

11 Arthur Schlesinger: A Thousand Days.Boston, 1965, p. 325.


12 Sobre 1958, Ibíd., pp. 325-326 (tiene que ver con los hechos de 1958 a que nos referimos antes,
ver notas 6 y 7 más arriba); sobre 1959, Ibíd., p. 326; Branfman, p. 12; sobre 1960, Chester Bowles:
Promises to Keep: My Years in Public Life 1941-1969. New York, 1971, p. 393; Bowles era un destacado
diplomático norteamericano.
13 Roger Hilsman: To Move a Nation. New York, 1967, pp. 111-112.
14 New York Times, 25 de enero de 1958, p. 6; 25 de febrero, p. 6.
15 Ibíd., 9 de agosto de 1960.
21. Laos 1957-1973 245

alió al Pathet Lao, para más tarde volverse a EE.UU. en busca de ayuda y
combatir contra el Pathet Lao. De esta forma se desarrollaba el circo
político laosiano.
Ningún estudio sobre Laos en este período parece alcanzar éxito en
desenredar la maraña de quién exactamente sucedía a quién, y cuándo, y
cómo y por qué. A su regreso de Laos en 1961, el escritor Norman Cousins
declaró que “si usted quiere captar la sensación del universo en constante
cambio, venga a Laos. Una complejidad tal merece respeto”.16
Algo que sí estaba muy bien definido era la decisión de EE.UU. de salvar
a Laos del comunismo y la neutralidad. Con tal fin la CIA se dedicó a crear
su famoso Armée Clandestine, un proceso que comenzó a mediados de los
50 cuando el Ejército norteamericano organizó a los montañeses de las
tribus meo (el mismo grupo étnico que organizaron en Vietnam). Al paso
de los años se fueron sumando otras etnias laosianas, y llegaron a alcanzar
la cifra de 30.000 a mediados de los 60, la mitad de ellos más o menos
como soldados a tiempo completo: había muchos miles más provenientes
de Tailandia y cientos de otros asiáticos que se agregaron: sudvietnamitas,
filipinos, taiwaneses, sudcoreanos, hombres que habían sido entrenados
de manera efectiva por sus mentores norteamericanos para otras guerras
y que ahora eran reciclados; un ejército que, como dijo el New York Times,
había sitio “armado, equipado, alimentado, pagado, guiado estratégica y
tácticamente, y con frecuencia transportado hacia y fuera de la acción por
Estados Unidos”; ahora entrenado e incrementado por la CIA y por
expertos del ejército en cada especialidad, así como los numerosos pilotos
de la compañía Air America de la CIA, conjuntamente con cerca de dos mil
norteamericanos dentro y fuera de Laos y otros miles en toda Asia
dedicados al apoyo logístico. Un ejército secreto, secreto para el Congreso
y el pueblo norteamericanos; los militares estadounidenses participaban
allí bajo diferentes coberturas, algunos como civiles sin uniforme, después
de haber “renunciado” al servicio y ser contratados por una compañía
privada creada por la CIA; otros como agregados en la embajada; pilotos
de la CIA estaban oficialmente bajo contrato de la Agencia Internacional
para el Desarrollo; norteamericanos que morían en Laos eran reportados
como bajas de la guerra en Vietnam,17 y todo esto sumado a las fuerzas

16 Norman Cousins: “Report from Laos”, en Saturday Review, 18 de febrero de 1961, p. 12.
17 Sobre el Ejército Secreto ver:
a) New York Times, 26 de octubre de 1969, p. 1.
b) Fred Branfman: “The President's Secret Army”, en Robert Borosage y John Marks, eds.: The CIA
FileNen York, 1976, pp. 46-78.
c) Christopher Robbins: Air America. New York, 1979, capítulos 5 y 8.
d) Coronel Fletcher L. Prouty: The Secret Team: The CIA and its Allies in Control of the World New
York, 1974, pp. 190-193,438.
e) Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, pp. 54,
21. Laos 1957-1973 246

gubernamentales “oficiales”, el Ejército Real laosiano, enormemente


ampliado y pagado por Estados Unidos... 18.
Laos era una plantación norteamericana, un terreno de juego de la CIA.
Durante los 60, la Agencia hizo cuanto quiso en buena parte del territorio:
construyó una pista de aterrizaje, un hangar, o una base aquí y almacenes,
barracas o una instalación de radar allá; 19 reubicó miles de personas,
aldeas completas, tribus enteras, para satisfacer intereses militares;
reclutó combatientes “mediante pago o amenazas de utilizar la fuerza, o
promesas de crear reinos independientes que no tenía ninguna intención
de cumplir, y los hizo luego luchar tanto tiempo que llegaba el momento
en que no deseaban parar”; 20 mientras los legendarios pilotos de Air
America se despachaban a su vez en el aire, bebiendo fuerte, haciendo
arriesgadas maniobras que desafiaban la muerte, acumulando grandes
historias para contar a los amigos, si regresaban vivos. 21
Algunas de las historias se relacionaban con la droga. El transportar
opio y heroína por toda Indochina, para servir a los intereses personales y
empresariales de los diversos aliados políticos y militares de la CIA,
convirtió a numerosos soldados norteamericanos en adictos. La operación
no fue un modelo de discreción tampoco. La heroína era retinada en un
laboratorio dentro del cuartel de mando de la CIA en el norte de Laos. Tras
una década de intervención norteamericana, el sudeste asiático se había
transformado en la fuente de 70% del opio en el mundo y en el mayor
abastecedor de materia prima para el floreciente mercado de heroína en
Estados Unidos.22
Al mismo tiempo, no fueron olvidados las mentes y los corazones de
los laosianos, al menos los de aquellos capaces de leer. La Agencia de
Información editó una revista con 43.000 ejemplares, en un país donde el

132.
f) San Francisco Chronicle, 25 de julio de 1973 (reportaba muertes).
18 New York Times, 18 de mayo de 1958, IV, p. 7.
19 Robbins: op. cit.
20 Branfman en The CIA File, p. 65.
21 Robbins: op. cit.
22 Para un recuento abarcador de la participación de la CIA en el tráfico de drogas desde

Latinoamérica al sudeste asiático y hacia Afganistán, desde los años 50 a los 80, ver:
a) Alfred W. McCoy: The Politics of Heroin in Southeast Asia. Harper & Row, New York, 1972,
passim; edición revisada y actualizada: The Politics of Heroin: CIA Complicity in the Global Drug
Trade.Lawrence Hill Books, New York, 1991, passim.
b) Henrik Kruger: The Great Heroin Coup: Drugs. Intelligence and International Fascism. Boston,
1980, passim.
c) Christopher Robbins: Air America. New York, 1979, pp. 128, 225-243.
d) Leslie Cockburn: Out of Control New York, 1987, passim.
e) Peter Dale Scott, Jonathan Marshall: Cocaine Politics: Drugs. Armies and the CIA in
CentrallImerlca.University of CA Press, 1991, passim.
f) Drugs, Law Enforcement and Foreign Policy un Informe del Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores (Subcomité sobre Terrorismo, Narcóticos y Operaciones Internacionales), 1989.
21. Laos 1957-1973 247

periódico de mayor circulación sacaba 3.300; también había periódicos


murales, filmes, volantes y programas de radio emitidos por la agencia
norteamericana.23
Ante todo esto, el Pathet Lao tenía buenas razones para esforzarse en
resistir. La CIA se había dilatado mucho y, a diferencia de la abigarrada
banda de asiáticos reunida por la Agencia, los soldados del Pathet Lao
tenían nociones claras de por qué luchaban. La URSS, consciente de lo que
EE.UU. hacía en Laos, incluso si el pueblo norteamericano no lo estaba, se
alarmó ante la expectativa de un gobierno sometido a los intereses
occidentales en el país, y reaccionó por reflejo enviando suministros
militares al Pathet Lao, aunque ni remotamente podía igualar el apoyo
dado por EE.UU. a sus partidarios. 24
A inicios de la década del 60, los norvietnamitas también apoyaban al
Pathet Lao. El interés fundamental de Hanoi no era crear un estado
comunista en el país vecino, sino evitar un gobierno enemigo en su
frontera. En enero de 1961, el New York Times informaba que “muchos
diplomáticos occidentales en Vientiane [capital de Laos] [...] sienten que
los comunistas habrían estado satisfechos de dejar tranquila a Laos si este
país se mantuviera neutral y fuera de la esfera de influencia de Estados
Unidos”.25
A Hanoi no sólo le preocupaban las operaciones militares y políticas
norteamericanas en Laos, sino las de las fuerzas especiales
estadounidenses que entraban en Vietnam del Norte para realizar
espionaje, sabotajes y asesinatos, 26 y por los bombardeos que eran
llevados a cabo por la Fuerza Aérea norteamericana27 en momentos en
que la guerra en Vietnam era todavía una sombra de lo que iba a ser. Más
tarde, cuando las guerras en Laos y Vietnam se entrecruzaron más
estrechamente, Laos pasó a formar parte del Camino de Ho Chi Minh, la
ruta principal mediante la cual Hanoi enviaba suministros a sus seguidores
en Vietnam del Sur, y los norvietnamitas lucharon para protegerla al igual
que atacaron las instalaciones de radares norteamericanos en Laos que

23 Testimonio de Daniel Oleksiw, de la USIA, ante el Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores, en Audiencias sobre Acuerdos de Seguridad y Compromisos de EE.UU. en el Exterior: reino
de Laos, octubre de 1969, pp. 586-587.
La USIA elaboró o tras numerosas publicaciones sin identificación en Asia durante los años 50 y
60. Un documento de 1954 enumera las siguientes: Four Seas (mensuario, sudeste asiático); Free
World (mensuario, nueve países del Lejano Oriente); American Repórter (bisemanario, India);
Panorama (bisemanario, Pakistán); y News Review (semanario, Beirut), esta información fue tomada
de un memorándum de la Casa Blanca basado en información preparada por la USIA el 15 de febrero
de 1954, en Declassified Documents Reference System, 1987, documento Nº 548.
24 New York Times, 25 de abril de 1966, p. 20.
25 Ibíd., 20 de enero de 1961, p. 2.
26 Marchelti y Marks, p. 132; Branfman: Voices..., p. 16.
27 Robbins, p. 116.
21. Laos 1957-1973 248

eran utilizadas en apoyo a los bombardeos en Vietnam.


Es difícil determinar a partir de fuentes occidentales la naturaleza y
extensión del apoyo dado por los norvietnamitas al Pathet Lao en este
período, porque tales acusaciones por lo general provenían del Gobierno
laosiano de turno o del Departamento de Estado. En numerosas ocasiones
sus informes acerca de operaciones militares de Vietnam del Norte en Laos
resultaron ser invenciones. William Lederer y Eugene Burdick, en A Nation
of Sheep, resumieron uno de estos eventos ficticios en el verano de 1959:
Al pueblo de Estados Unidos se le hizo creer que Laos había sido invadido
físicamente por tropas comunistas extranjeras a través de la frontera norte.
Nuestro secretario de Estado calificó la situación de grave; nuestro embajador
ante Naciones Unidas llamó al mundo a actuar; nuestra prensa desplegó
titulares terroríficos; nuestro oficial naval de mayor rango propuso la
intervención armada y fue secundado por algunos congresistas [...] todo el
asunto era un fraude. No había tenido lugar invasión militar alguna [...] No
parecía haber dudas de que una guerra que involucraba a miles de soldados,
tanques, aviones y batallas masivas se desarrollaba. Con independencia de las
palabras no empleadas, esa era la imagen que se le daba a la nación.28

Todo había sido una maniobra para inducir al Congreso a mantener el


monto de la ayuda a Laos, algo que era analizado en detalle debido a las
revelaciones sobre la corrupción generada por los programas de ayuda. 29
El Gobierno laosiano y el vasto aparato norteamericano establecido en
aquel país no iban a permitir que les quitaran la gallina de los huevos de
oro tan fácilmente.
El último día del año 1960 el Gobierno de Laos anunció al mundo que
siete batallones de norvietnamitas habían invadido el país. Según todas las
versiones, y dada la completa falta de evidencias, este anuncio tampoco
puede ser tomado en cuenta.30 Y en 1962, según informa Bernard Fall, el
destacado estudioso francés sobre Indochina, después de una batalla
entre fuerzas del Gobierno y el Pathet Lao, a pesar del hecho de que el
coronel Edwin Eider, comandante norteamericano en el terreno del
combate, afirmó de inmediato que no había ‘“evidencia que mostrase que
los chinos o [nor]vietnamitas habían participado en el ataque’, los
laosianos —y buena parte de la prensa norteamericana y los funcionarios
de Washington con ellos— enseguida proclamaron que se habían
enfrentado de nuevo a una ‘invasión extranjera’ a gran escala”. 31

28 William Lederer y Eugene Burdick: A Nation of Sheep. Londres, 1961, pp. 12-13: ver también

Bernard Fall: Anatomy of a Crisis: The Laotian Crisis of 1960-196l.New York, 1969, capítulo 7.
29 Lederer y Burdick, p. 15-22.
30 Bernard Fall: Street Without Joy: Insurgency in Indochina 1946-1963. Londres, 1963, tercera

edición revisada, p. 329; New York Times, 3 de enero de 1961, p. 10.


31 Fall: Street..., p. 332.
21. Laos 1957-1973 249

Poco después de convertirse en presidente en enero de 1961, Kennedy


desarrolló un serio esfuerzo diplomático por establecer un gobierno de
coalición en Laos, precisamente lo que la administración de Eisenhower y
la CIA habían tratado de evitar por todos los medios. Aunque en ocasiones
Kennedy recurrió a la retórica convencional de la Guerra Fría al hablar de
Laos, una parte de él comprendía el absurdo de pelear por un país tan
subdesarrollado, una tierra que en su opinión “no ameritaba la atención
de las grandes potencias”. 32 El premier soviético Khruschov, por su parte,
parecía estar “aburrido” con el conflicto en Laos y preguntó con irritación
al emisario de Kennedy por qué Washington se complicaba tanto la vida
con ese país.33
En julio de 1962, una conferencia internacional en Ginebra logró la
firma de un acuerdo para una coalición gubernamental en Laos. Pero en
los llanos y montañas del país esto no era ya una opción viable. La CIA
había invertido demasiado tiempo, esfuerzos, materiales y emociones en
su ejército secreto; era la mejor guerra que la Agencia había organizado:
era una gran aventura. Y el Pathet Lao era entonces mucho más fuerte que
unos años antes, tampoco iban a comprar confiados una mercancía tan
sospechosa, aunque todo el mundo aparentó estar dispuesto a participar.
Ambos lados se acusaban regularmente de violar el acuerdo, y no les
faltaban razones. Los norvietnamitas, por ejemplo, no retiraron todas sus
tropas de Laos, mientras EE.UU. dejó en el país a todo tipo de personal
militar, tanto norteamericano como asiático, bajo coberturas civiles como
la Agencia Internacional para el Desarrollo, lo cual era también una
violación. Más aún, Christopher Robbins, en su estudio sobre Air America,
ha señalado que “los asesores militares y el personal de la CIA se
trasladaron cruzando la frontera hacia Tailandia, desde donde volaban a
diario [hacia Laos] transportados por Air America, cuya base de
helicópteros se hallaba en Udorn [Tailandia]”.34 La línea contaba con no
menos de cuatro mil empleados en Tailandia a principios de los 70. 35
De este modo continuó la lucha, aunque en forma esporádica. En abril
de 1964 el gobierno de coalición fue derrocado por el ala derecha, y el
hombre de la CIA, Phoumi Nosavan, emergió como parte de un gobierno
de derecha encabezado por el eterno sobreviviente Souvanna Phouma
para dar un toque neutral.36 El Pathet Lao quedó una vez más fuera y esto
fue para ellos la gota que colmó el vaso. Los combates se intensificaron y
se convirtieron en guerra abierta y la ofensiva del Pathet Lao pronto marcó

32 Schlesinger, p. 329.
33 Ibid., p. 517, ver también Andrew Tully: The Super Spies. Londres, 1970, p. 165.
34 Robbins, p. 115.
35 Prouty, p. 314.
36 New York Times, 3 de mayo de 1964, p. 1; 7 de mayo, p. 7; 14 de mayo, p. 11.
21. Laos 1957-1973 250

avances significativos. Entonces comenzaron los bombardeos


norteamericanos.
Entre 1965 y 1973 más de dos millones de toneladas de bombas
llovieron sobre las cabezas de los laosianos, 37 mucho más de lo utilizado
por EE.UU. contra Alemania y Japón juntos durante la Segunda Guerra
Mundial. Durante los primeros años los bombardeos fueron dirigidos a las
provincias controladas por el Pathet Lao. Un antiguo trabajador
comunitario en el país, Fred Banfman, escribió: “fue arrasada aldea tras
aldea, incontables personas quedaron sepultadas vivas por los explosivos,
o fueron quemadas vivas con napalm y fósforo blanco, o asaeteadas por
las esquirlas de las bombas antipersonales”. 38 Un informe del Senado
planteaba: “Estados Unidos ha asumido una guerra aérea a gran escala en
Laos para destruir la infraestructura física y social de las áreas en poder del
Pathet Lao y para impedir la infiltración de norvietnamitas (...) todo esto
ha sido mantenido en secreto y bajo subterfugios (...) mediante
bombardeos de saturación y evacuación forzosa de la población en las
áreas enemigas o amenazadas, hemos contribuido a causar una agonía
indescriptible para cientos de miles de aldeanos”. 39
Sin embargo, los militares norteamericanos llevaban registros
detallados. La AID pudo informar al Congreso que las heridas sufridas por
civiles eran de la siguiente forma:
1. Tipo: tejidos blandos, 39%; fracturas compuestas, 30%;
amputaciones, 12%; intrabdominales, 10%; intratorácicas, 3%;
intracraneales, 1%.
2. Locación: extremidades inferiores, 60%; extremidades superiores,
15%; tronco, 18%; cabeza, 7%. 40
No había salida feliz para el pueblo laosiano. En octubre de 1971 se
podía leer en The Guardian, de Londres: “aunque funcionarios
norteamericanos lo niegan con vehemencia, existe amplia evidencia que
confirma las acusaciones de que las aldeas meo que tratan de encontrar
su propia posición en la lucha —aunque sea permanecer neutrales y
negarse a enviar a sus niños de 13 años a combatir en el ejército de la
CIA— son de inmediato privadas del arroz y transporte norteamericano y
luego bombardeadas por la Fuerza Aérea estadounidense ”.41

37 Congressional Record, 18 de julio de 1973, pp. 24520-24522.


38 Branfman: Voices..., p. 5. Branfman estuvo en Laos entre 1967 y 1971, primero como asesor
educacional de los Servicios Voluntarios Internacionales (“una versión Biblia al cinto de los Cuerpos de
Paz”, dice Robbins), más tarde como escritor e investigador.
39 Refugee and Civilian War Casuatty Problems in Indochina, Informe preparado para el Subcomité

del Senado sobre Refugiados del Comité sobre Asuntos Judiciales, 28 de septiembre de 1970, pp. 19 y
V.
40 Ibíd., p. 32.
41 The Guardian, Londres, 14 de octubre de 1971, p. 4.
21. Laos 1957-1973 251

La inexperta sociedad que EE.UU. trataba de extinguir —la CIA hizo


circular millones de dólares en billetes falsificados del Pathet Lao en el
intento de destruir también la economía— 42 fue descrita por Fred
Banfman de esta forma:
El gobierno del Pathet Lao que comenzó sobre la Llanura de las Ánforas en
mayo de 1964, sacó a su pueblo de la era colonial. Por primera vez se les
enseñó a estar orgullosos de su país y de su pueblo, en lugar de admirar una
cultura extranjera; se llevaron a cabo campañas de alfabetización de los
adultos y escolarización de los niños en laosiano y no en francés, y se instituyó
una revolución social moderada, pero efectiva, que abarcó desde reforma
agraria hasta mayor igualdad para la mujer. 43

Siguiendo la marcha de los hechos en Vietnam, un cese al fuego fue


pactado en Laos en 1973 y se intentó nuevamente formar un gobierno de
coalición, que duró hasta 1975 cuando, después de renovados combates,
el Pathet Lao tomó completo control sobre el país. Laos se había
convertido en una tierra de nómadas, sin aldeas ni granjas, con una
generación de refugiados, cientos de miles muertos y muchos más
mutilados. Cuando la Fuerza Aérea de EE.UU. cerró su estación de radio,
el mensaje de despedida fue: “Adiós, nos vemos en la próxima guerra”.44

Así fue como al final tuvo lugar la peor pesadilla de Washington: toda
Indochina —Vietnam, Camboya y Laos— cayó en manos de los
comunistas. Durante el período inicial de intervención norteamericana en
el área en la década del 50, John Foster Dulles, Dwight Eisenhower y otros
funcionarios norteamericanos acostumbraban a emitir apocalípticos
pronunciamientos del tipo de la “teoría del dominó”, asegurando que si
Indochina caía, otras naciones asiáticas se verían arrastradas. En una
ocasión Eisenhower incluyó nada menos que a Taiwán, Australia, Nueva
Zelanda, Indonesia y Filipinas entre las “fichas arrastradas”. 45
Tales pronósticos fueron repetidos periódicamente durante la década
siguiente por sucesivas administraciones y otros partidarios de la política
de EE.UU. en Indochina como el argumento clave para defender su
actuación. El hecho de que las predicciones demostraran no tener base
real no impidió que Washington continuara sosteniendo el mismo dogma
hasta la década del 90 en cualquier “zona de conflicto” del mundo, lo que
prueba su inquebrantable fe en la existencia de la conspiración comunista
internacional.

42 Robbins, p. 132.
43 Branfman: Voices..., p. 15.
44 New York Times, 23 de febrero de 1973, p. I.
45 Ibíd., 8 de abril de 1954.
22. Haití 1959-1963 252

22. HAITÍ 1959-1963


Los marines desembarcan de nuevo
“Duvalier ha logrado efectuar un milagro económico [resallaba un
haitiano refiriéndose a su dictador]. Nos ha enseñado a vivir sin dinero, a
comer sin comida, a vivir sin vida”. 1 Y cuando la magia vudú de Papa Doc
se debilitaba, siempre podía contar con los marines norteamericanos para
continuar educando a su pueblo.

Durante la noche del 12 al 13 de agosto de 1959, una embarcación llegó


a la costa norte de Haití con unos treinta hombres —haitianos, cubanos y
tal vez de otras nacionalidades— a bordo. Habían salido de Cuba, distante
unas 50 millas, y su propósito era derrocar al tiránico Gobierno haitiano,
un régimen del que se decía que la policía secreta era más numerosa que
su ejército.
En poco tiempo, los expedicionarios, equipados con armamento
pesado, capturaron un pequeño puesto militar y comenzaron a reclutar y
armar a los pobladores para luchar por su causa.2 El Gobierno informó que
se les habían unido unas doscientas personas. 3 Los haitianos exiliados en
Venezuela, en un esfuerzo coordinado con la expedición, convocaban por
la radio a sus compatriotas a apoyar a la pequeña fuerza invasora, y dijeron
que estaba compuesta por 120 hombres, aunque la cifra parece haber sido
exagerada.4
La reacción inicial del gobierno de Duvalier fue de pánico, y la policía
comenzó a encarcelar a los opositores del régimen.5 Fue en este momento
que la misión militar norteamericana en Haití, que entrenaba a las fuerzas
duvalieristas, tomó cartas en el asunto: realizaron operaciones de
reconocimiento por aire y mar para ubicar a los rebeldes. Los soldados
haitianos, acompañados por marines, fueron transportados por aire hasta
el área y se prepararon para entrar en combate. 6 Otros dos aviones

1 Robert I. Rotberg y Christopher K. Clague: Haití: The Politics of Squalor. A Twentieth Century

Fund Study, Boston, 1971, p. 244.


2 New York Times, 15 y 16 de agosto de 1959; Robert Debs Heinl y Nancy Gordon Heinl: The Story

of Haitían Peopie 1492-1971. Boston, 1978, p. 600.


3 Hispanic American Peport. Stanford University, California, octubre de 1959, p. 434.
4 New York Times, 17 y 18 de agosto de 1959.
5 Heinl, p. 600; New York Times. 15 de agosto de 1959.
6 Heinl, p. 600; Rotberg, p. 219.
22. Haití 1959-1963 253

estadounidenses y un helicóptero fueron enviados desde Puerto Rico.7


Según el coronel Robert Debs Heinl Jr., jefe de los marines, ellos
tomaron parte directamente en la lucha que se prolongó hasta el 22 de
agosto con la completa expulsión de los rebeldes. 8
La información sobre estos hombres venidos de Cuba se ha obtenido
exclusivamente de los reportes del Gobierno haitiano y la misión militar
de EE.UU. Estas fuentes señalan que los expedicionarios eran alrededor de
treinta y que todos eran cubanos, excepto uno o dos haitianos. Otra
información reflejada en el New York Times eleva el número de haitianos
a diez y refiere la presencia de dos venezolanos. 9 Es probable que este
último reporte esté más cercano a la verdad, pues había un buen número
de haitianos exiliados en Cuba, y muchos de ellos habían adquirido
experiencia combativa en la reciente Revolución cubana; es obvio que
tales hombres serían los mejores candidatos para llevar a cabo la lucha en
su patria. El gobierno de Castro admitió prontamente que la expedición
había partido de Cuba, pero negó haber tenido conocimiento de ella, lo
cual resulta difícil de creer excepto por el hecho de que los guarda costas
cubanos habían frustrado un intento similar en abril. 10
Los primeros miembros de la misión militar norteamericana habían
llegado a Haití en enero de ese año, en respuesta a otro intento de
invasión en el mes de julio anterior (probablemente originado en
República Dominicana). A pesar de los horrores que se contaban sobre el
régimen duvalierista —como los narrados por el propio coronel Heinl
cuando su hijo de doce años fue arrestado por expresar su compasión al
ver a un grupo de campesinos hambrientos-, Papa Doc era un hombre de
Washington. Al final se podía contar con él para que mantuviera a su
nación negra, poseedora del dudoso honor de ser la más pobre de
América, fuera del peligro de volverse roja. Heinl ha rememorado las
instrucciones que recibió del subsecretario del Departamento de Estado
en ese enero: “Coronel, la mejor forma en que usted puede apoyar
nuestros objetivos es conservar a Duvalier en el poder, de modo que
pueda terminar su mandato, e incluso un poco más si todo sale bien”. 11
La administración Kennedy, que llegó al poder en enero de 1961, no
tenía mucho interés en Papa Doc, y apoyó tanto planes para su
derrocamiento como para su asesinato. Según el testimonio posterior del
funcionario de la CIA Walter Eider, al comparecer ante un comité del
Senado, la Agencia les proporcionó armas a los disidentes haitianos con

7 New York Times. 16 de agosto de 1959.


8 Heinl, p. 600.
9 New York Times. 16 de agosto de 1959.
10 Rolberg, p. 219.
11 Heinl, p. 618.
22. Haití 1959-1963 254

miras a promover la caída del dictador. Eider agregó que aunque no se


había planeado la muerte de Duvalier, las armas fueron entregadas “para
ayudarlos] a tomar las medidas que parecieran necesarias para sustituir al
gobierno” y que la posibilidad de que Duvalier muriera en el proceso
estaba incluida.12
Pero como Cuba se convertía cada vez más en la oveja negra de EE.UU.
y, por ello, en la gran obsesión de la CIA, la política de Washington cambió
porque se necesitaba el apoyo de Haití para lograr que la mayor de las
Antillas fuese expulsada de la OEA. A partir de ese momento, Duvalier
disfrutó de nuevo de la cooperación diplomática y económica
estadounidense. Cuando el dictador haitiano murió el 12 de abril de 1971,
el embajador norteamericano Clinton Knox fue el único diplomático
presente en el juramento de Jean-Claude, Baby Doc, Duvalier, el heredero
de diecinueve años, como presidente por vida, ceremonia que se efectuó
a medianoche. Baby Doc recibiría el mismo apoyo económico, político y
militar que tuvo su padre, con algún que otro resoplido de protesta de
Washington cuando el nivel de represión se hacía demasiado difícil de
ignorar.13

12 Interim Report: Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders. Comité Selecto del

Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con Respecto a Actividades de Inteligencia,


20 de noviembre de 1975, p. 4, nota 1. El informe no especifica cuándo tuvo lugar esto, pero el New
York Times del 14 de noviembre de 1993, señala en artículo en p. 12 que ocurrió en 1961.
13 Fritz Longchamp y Worth Cooley-Prost: “Hope for Haití”, en Covert Action Information Bulletín.

Nº 36, Washington, primavera de 1991, p. 56. Longchamp es director ejecutivo de la Oficina de


Washington sobre Haití, un centro de educación pública y análisis; ver además Arthur Schlesinger: A
Thousand Days. Boston, 1965, pp. 782-783; Heinl, p. 617.
23. Guatemala 1960 255

23. GUATEMALA 1960


Un buen golpe merece otro *
* Las principales fuentes de esta sección son:
a) Richard Gotl: Rural Guerrillas in Latin America. Gran Bretaña. 1973. edición revisada, pp. 68-77; publicado
primero con el título Guerrilla Movements in Latin America.
b) David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government.New York, 1965, pp. 22-24, 33.
c) Coronel L. Fletcher Prouty: The Secret Team: The CIA and its Atoes in Control of the World^&N York. 1974, pp.
45-46.
d) John Gerassi: The Great Fear in Latin America.New York. 1965, pp. 184-185. Gerassi era corresponsal del New
York Times en Latinoamérica y editor de la revista Time.

En noviembre de 1960, mientras John F. Kennedy se preparaba para


suceder a Dwight Eisenhower, la prioridad obsesiva de la política
internacional norteamericana era reducir a Cuba a la obediencia. La
invasión de Bahía de Cochinos se ensayaba en las playas y bosques de
Guatemala. El 13 de ese mes, cinco días después de la victoria electoral
demócrata, militares guatemaltecos se rebelaron contra el gobierno del
general Miguel Ydígoras Fuentes, y se apoderaron de dos bases militares
y la ciudad costera de Puerto Barrios. Los informes acerca del número de
oficiales participantes van desde cuarenta y cinco a ciento veinte, y esta
última cifra representa casi la mitad de la oficialidad guatemalteca en el
momento. Tenían bajo su mando a unos tres mil soldados, un porcentaje
significativo del total de las tropas. Sus objetivos, tal como se conoció
luego, eran más nacionalistas que ideológicos. Los rebeldes estaban hartos
de la corrupción que tenía lugar en el Gobierno y en el propio ejército, y
estaban en particular irritados por la utilización de su país por parte de una
potencia extranjera para preparar una invasión a Cuba, pues muchos de
ellos eran admiradores de Fidel Castro y de su política nacionalista. Uno
de estos oficiales disidentes caracterizó a la base de entrenamiento
norteamericana en Guatemala como “una vergonzosa violación de
nuestra soberanía nacional. ¿Y por qué fue permitida? Porque tenemos un
gobierno títere”.1
La rebelión fue aplastada en cuestión de días, según se afirma, con el
uso exclusivo de la Fuerza Aérea guatemalteca. Pero años después se daría
a conocer una imagen diferente.
Los rebeldes tenían una fuerza considerable. La facilidad con que
tomaron las dos guarniciones y la posibilidad real de que su
amotinamiento se extendiera a otras bases, hizo sonar la alarma en la base

1 Gott, p. 70.
23. Guatemala 1960 256

de la CIA, ubicada en una gran hacienda cafetalera en un remoto rincón


del sudoeste guatemalteco. Allí la Agencia y la Fuerza Aérea de EE.UU.
entrenaban un ejército de exiliados cubanos que debían desarrollar la
invasión a la isla. La CIA temió, y con razón, que un nuevo gobierno
mandaría a los cubanos bien lejos de allí.
En Washington el presidente Eisenhower ordenó que unidades navales
y aéreas patrullaran el Caribe y “dispararan si era necesario” para evitar
cualquier invasión “dirigida por los comunistas” contra Guatemala o
Nicaragua.” 2 Eisenhower, como Ydígoras, veía la mano del comunismo
internacional, en particular el de Cuba, detrás de la revuelta, aunque
nunca se presentó prueba alguna de esto.3 Lo más irónico era que una de
las causas de la rebelión era precisamente la conspiración de ambos
gobernantes para derrocar al régimen cubano, así como que la flota
norteamericana que recibió órdenes de entrar en acción fue desplegada
desde la base naval de Guantánamo, una instalación militar
norteamericana establecida en Cuba contra la voluntad ruidosamente
expresada de su actual Gobierno.
Mientras tanto, en Guatemala la CIA tomó una decisión que resultaba
simple y cómoda: pilotos norteamericanos y cubanos despegaron desde
su base de entrenamiento y bombardearon y ametrallaron los puestos
rebeldes, así como la ciudad y el aeropuerto de Puerto Barrios.
Sorprendidos e indefensos ante esta fuerza superior, la insurrección
colapso. 4 De regreso en la hacienda cafetalera, la CIA continuó el
entrenamiento que había sido tan abruptamente interrumpido. No se hizo
ningún comentario en Washington acerca de los bombardeos, ni apareció
noticia alguna sobre ellos en la prensa norteamericana.
Es probable que ni siquiera en Guatemala mucha gente supiera de la
actuación de la CIA, pero sí se hizo público que el presidente Ydígoras
había solicitado a Washington el apoyo aéreo y naval, y había dado
instrucciones incluso a su embajador en EE.UU. de “entrar en contacto de
inmediato con Thomas Mann [secretario de Estado asistente para asuntos
interamericanos] para coordinar su acción”. 5 Por esta causa, el presidente
guatemalteco, queriendo luego tomar cierta distancia de tanta protección
yanqui, se sintió obligado a declarar que países como Guatemala estaban
en desventaja porque “Cuba es un satélite de la poderosa Rusia”, pero
nosotros “no somos un satélite de Estados Unidos”. 6
La ironía final fue que algunos de los oficiales disidentes que lograron

2 New York Times. 18 de noviembre de 1960.


3 Ibíd., 15, 19 de noviembre de 1960.
4 Gott, p. 71; Wise y Ross, p. 33; Prouty, p. 46.
5 Gerassi, p. 185.
6 New York Times, 19 de noviembre de 1960.
23. Guatemala 1960 257

ocultarse, adoptaron luego una postura más radical. Durante su


levantamiento habían rechazado ofertas de apoyo de grupos campesinos
—aunque esto habría sido de poca efectividad en todo caso— porque la
lucha por el cambio social no figuraba entre sus objetivos en aquel
momento. Pero al verse forzados a la clandestinidad y protegidos
precisamente por los campesinos, adquirieron mayor conciencia de la
desesperada situación dé los mismos. 7 En 1962 varios de estos oficiales
emergerían como dirigentes de un movimiento guerrillero que incorporó
a su nombre la lecha 13 de Noviembre. En su manifiesto inicial, los
guerrilleros declaraban: “La democracia ha desaparecido de nuestro país
desde hace tiempo. Es por ello que la demanda de cambio crece. No
podemos continuar de esta manera. Debemos derrocar al gobierno de
Ydígoras y establecer un gobierno que represente los derechos humanos,
busque formas y medios para sacar a nuestro país de sus penurias y
mantenga una política internacional seria y de autorrespeto”.8
Un sentimiento simple expresado en forma todavía más simple, pero,
como veremos, era un movimiento destinado a chocar con los intereses
de EE.UU., pues si Washington había podido deshacerse de un Gobierno
electo en Guatemala como lo había hecho en 1954, se sentiría tan
impresionado por las aspiraciones de un movimiento guerrillero como las
rocas cuando las golpean las olas, o la luna ante los aullidos de los lobos.

7 Thomas y Marjorie Melville: Guatemala: The Politics of Land Ownership. EE.UU., 1971, p. 142;

Gott, p. 76.
8 Gotl, p. 77.
24. Francia-Argelia. Años 60 258

24. FRANCIA-ARGELIA. AÑOS 60


L’état, c’est la CIA (El Estado es la CIA)
Cuando John F. Kennedy asumió la presidencia en enero de 1961, se
encontró una CIA en el cénit de su poder y su credibilidad. En los primeros
catorce años de la Agencia no se había realizado ninguna investigación
congresional formal sobre ella, ni se había establecido ningún comité “de
vigilancia”; cuatro investigaciones de la CIA llevadas a cabo por equipos
independientes durante el período, habían asegurado que todo lo
relacionado con operaciones encubiertas se mantenía en secreto, con la
única excepción del embarazoso incidente del U-2 derribado en Rusia el
año anterior: no se habían producido escándalos de primera página, ni se
reconocían fracasos; lo que había recibido publicidad —los golpes en
Guatemala e Irán— eran historias exitosas. Los desmentidos de la Casa
Blanca y la colaboración de los medios habían mantenido fuera del alcance
público las desventuras de la CIA en Indonesia en 1958.
Es probable que la CIA tuviera mayor cantidad de funcionarios en el
extranjero, bajo coberturas oficiales y extraoficiales, que el Departamento
de Estado, y a esto había que sumar sus incontables agentes a sueldo. Era
frecuente que el jefe de la estación de la CIA en un país tuviese más dinero
a su disposición y ejerciese mayor influencia que el embajador
norteamericano. Cuando convenía a sus propósitos, los oficiales de la
Agencia podían ignorar completamente al embajador y las normas
protocolares para contactar directamente con el jefe de Estado y sus altos
funcionarios. La CIA tenía sus propias capacidades militares, incluida la
Fuerza Aérea; para todas sus operaciones y fines contaba con su propio
servicio internacional que seguía, sin duda, su política propia, aunque esta
nunca entraba en contradicción con la ideología y objetivos esenciales de
la Guerra Fría anticomunista. Sin temor alguno a verse expuesta o
condenada, la Agencia se sentía en libertad de llevar a cabo diversos
experimentos sobre el control de la mente humana (al estilo del filme Dr.
Strangeiove) y las armas bioquímicas, incluida la diseminación de grandes
cantidades de bacterias en el aire en determinadas áreas de EE.UU. que
ocasionaron epidemias y muertes. Todo era posible para los oficiales de la
CIA que jugaban a la guerra con juguetes mortíferos, no reconocían
prácticamente ninguna limitación. Se sentían colonialistas británicos y el
mundo entero era su India.
Entonces, en abril de ese año, tuvo lugar el desastre de Bahía de
24. Francia-Argelia. Años 60 259

Cochinos en Cuba. Las repercusiones internacionales del mismo apenas


habían comenzado a enfriarse cuando la Agencia se vio catapultada
nuevamente a los titulares de prensa en todo el mundo. El 22 de abril
cuatro generales franceses en Argelia tomaron el poder en un intento de
mantener al país unido a Francia. El putsch, que se sostuvo cuatro días, era
una confrontación directa con el presidente francés Charles de Gaulle,
quien había proclamado dramáticamente una política encaminada “no a
una Argelia gobernada por Francia, sino a una Argelia argelina”.
Al día siguiente, el periódico italiano de izquierda, // Paese, señalaba:
“No es casual que algunas personas en París acusen al servicio secreto
norteamericano encabezado por Alien Dulles de haber participado en el
complot de los cuatro generales ‘ultra’.”1 Si // Paese era la fuente original
de esta información es algo que permanece en el misterio. Dulles mismo
escribiría luego que el periódico italiano era “uno de los primeros en darlo
a conocer” [subrayado del autor]. Expresó la opinión de que “este mito en
particular fue una pura y simple maniobra comunista”.2
El New York Times informó que los rumores comenzaron a circular
aparentemente de manera oral el día del golpe,3 un reporte del que se hizo
eco el Washington Star, que añadió que algunos de estos rumores fueron
difundidos “por funcionarios menores en el propio Palacio Elíseo”, quienes
dieron “a entender [a los reporteros] que el complot de los generales
estaba respaldado por elementos fuertemente anticomunistas en el
Gobierno de Estados Unidos y sus servicios militares”. 4
Fueran cuales fuesen los orígenes, la historia se divulgó con rapidez por
todo el mundo y la Oficina de Relaciones Exteriores francesa se negó a
desmentirla. Le Monde aseguró en su página editorial el 28 de abril que
“el comportamiento de Estados Unidos durante la reciente crisis no fue
particularmente hábil. Parece comprobado que agentes norteamericanos
alentaron en mayor o menor medida a Challe [líder del golpe] [...] el
presidente Kennedy, por supuesto, no sabía nada de esto”. 5
Reportes de diversas fuentes concordaban en que si la CIA había estado
involucrada en el putsch, se debía a dos razones: en primer lugar la
preocupación por si Argelia obtenía la independencia, los ‘“comunistas”
tomarían pronto el poder, al ser quienes encabezaban las filas del Frente
de Liberación Nacional que venía combatiendo al Ejército francés en
Argelia desde hacía varios años (la legendaria batalla de Argel); era

1 Andrew Tully: CIA: The Inside Story. New York, 1962, p. 44.
2 Alien Dulles: The Craft of Intelligence. New York, 1965, p. 175.
3 New York Times, 4 de mayo de 1961, p. 10.
4 Citado en Tully, p. 45, artículo escrito por Crosby Noyes, no se da la fecha de su publicación en

el Washington Star.
5 Citado en Sanche de Gramont: The Secret War. New York, 1963, pp. 29-30.
24. Francia-Argelia. Años 60 260

precisamente con este Frente con el que De Gaulle esperaba negociar un


arreglo; y en segundo lugar, la esperanza de que el golpe precipitaría la
caída de De Gaulle, deseada porque el presidente francés era un obstáculo
mayor en las aspiraciones de EE.UU. en la OTAN: entre otras cosas se
negaba a que las tropas francesas se subordinaran a un comando militar
integrado y se oponía al control norteamericano exclusivo sobre las armas
nucleares de la organización.
Según todas las versiones, parece que los oficiales rebeldes habían
contado con el apoyo de importantes sectores militares y civiles en Francia
para extender la rebelión hacia la metrópoli y derribar a De Gaulle. Por
fantasioso que suene, el hecho fue que el Gobierno francés se tomó esta
posibilidad muy en serio pues el premier francés Michel Debré apareció
en televisión para alertar a la nación sobre un inminente ataque de
paracaidistas en el área parisina y solicitar la oposición masiva a la misma. 6
La reacción en la prensa norteamericana ante las acusaciones fue
realmente pintoresca. Marquis Childs, columnista del Washington Post,
dijo que los franceses estaban tan impactados por el golpe que tenían que
encontrar un chivo expiatorio. A la vez citó a “uno de los más altos
funcionarios del gobierno francés” como autor del siguiente comentario:
“Por supuesto, su gobierno no tuvo nada que ver con esto, ni su
Departamento de Estado ni su presidente. Pero cuando se tienen tantos
cientos de agentes en todas partes del mundo, no debe asombrar que
algunos de ellos hayan estado en contacto con los generales en Argel”. 7
El New York Times descartó la historia diciendo también que EE.UU.
estaba siendo convertido en el chivo expiatorio y que la CIA había pasado
a ser “un blanco favorito en las últimas semanas”. 8 James Reston escribió
en este periódico que la CIA
estaba envuelta en una relación embarazosa con los oficiales antigaullistas
que escenificaron la insurrección de la pasada semana en Argel [...] [los
sucesos de Argel y Bahía de Cochinos] incrementaron el sentir en la Casa
Blanca de que la CIA ha traspasado los límites de una agencia de recopilación
de información objetiva y ha actuado en defensa de personas y políticas que
han avergonzado a la administración.9

Sin embargo, C. L. Sulzberger, que había sido la persona más cercana a


la CIA en el New York Times desde su fundación, declaró categóricamente:
“Ningún norteamericano en Argelia tuvo que ver con ninguno de los
líderes insurreccionales [...] ningún empleado consular vio a ningún

6 New York Times, 24 de abril de 1961.


7 Washington Post, 5 de mayo de 1961, p. Al 6.
8 Time, 12 de mayo de 1961, p. 19.
9 New York Times, 29 de abril de 1961, pp. I, 3.
24. Francia-Argelia. Años 60 261

rebelde”. Pocos días después, el secretario de Estado Dean Rusk reveló


que un emisario de los generales franceses rebeldes había visitado el
consulado norteamericano en Argel para solicitar ayuda, pero había sido
sumariamente rechazado.
El asunto, escribió Sulzberger, era “un esfuerzo deliberado para
envenenar las relaciones franco-norteamericanas” y había comenzado en
Moscú, pero fue adoptado por “funcionarios franceses
antinorteamericanos” y por “personas ingenuas en Washington [...]
Cuando uno chequea, encuentra que todo comenzó con un artículo
publicado en el Izvestia de Moscú el 25 de abril”. 10 Esto último, como
hemos visto, no es cierto.
El decano de los columnistas estadounidenses, Walter Lippman, que se
había entrevistado con De Gaulle en París poco después del golpe,
escribió: “la razón por la cual el Gobierno francés no ha exculpado a la CIA
de alentar a los generales rebeldes en Argelia es la irritación ya existente
contra la Agencia por intervenir en los asuntos internos franceses. El
descontento francés, justificado o no, tiene que ver con la reciente
legislación sobre armas nucleares en Francia y los supuestos esfuerzos de
la CIA por interferir con dicha legislación”. 11
Newsweek repitió que habían sido “funcionarios franceses” la “fuente
principal” de los rumores. Al ser cuestionados por la administración
norteamericana, los franceses negaron ser autores de la información y se
inclinaron a restar importancia a las acusaciones. Algunos funcionarios
declararon cerrado el asunto, aunque nunca desmintieron de manera
explícita los rumores acerca de la participación norteamericana en el
golpe.12
A principios de mayo de 1961, L’Express, el semanario francés liberal
de amplia circulación, publicó lo que tal vez fue el primer recuento
detallado del misterioso asunto. El corresponsal en Argelia, Claude Krief,
reportó: “Tanto en París como en Washington se conocen ahora los
hechos, aunque nunca serán admitidos públicamente. En privado, las más
altas personalidades francesas no lo ocultan, y lo que dicen es esto: ‘La CIA
tuvo un papel directo en el golpe de Argel, y ciertamente tuvieron un gran
peso en la decisión tomada por el ex general Challe de comenzar el
putsch’."13
Hasta poco antes Challe se había desempeñado como comandante en
jefe de las fuerzas aliadas de la OTAN en Europa central, por lo cual había

10 Ibíd., 1ro de mayo de 1961, p. 28.


11 Citado en De Gramont, pp. 30-31.
12 Newsweek, 15 de mayo de 1961, pp. 50-51.
13 Recogido en Alexand er Werth: “The CIA in Algeria”, en The Nation, New York, 20 de mayo de

1961, pp. 433-435.


24. Francia-Argelia. Años 60 262

estado en contacto diario con los militares norteamericanos. 14 Krief


escribió que algunos oficiales estadounidenses en la OTAN y el Pentágono
habían alentado a Challe, y que este había sostenido varios encuentros con
funcionarios de la CIA, quienes le dijeron que “le haría un gran favor al
Mundo Libre librándose de De Gaulle”. Krief señalaba que Challe, a pesar
de su desmedida ambición, era un hombre cauteloso y analítico: “Todos
los que lo conocían bien están completamente convencidos de que fue
alentado por la CIA para seguir adelante”.
En un almuerzo en Washington el año anterior, Jacques Soustelle, el
antiguo gobernador general de Argelia que había mostrado públicamente
su desacuerdo con la política argelina de De Gaulle, conversó con
funcionarios de la CIA, entre ellos Richard Bisell, el jefe de operaciones
encubiertas. Según Krief, Soustelle había convencido a los de la Agencia de
que Argelia so convertiría en una “base soviética”. Este almuerzo se
convirtió en algo así como la cause célebre de las especulaciones acerca
del papel de la CIA en el golpe. El New York Times y otros informaron que
había sido ofrecido a Soustelle por la Agencia.15 Sin embargo, funcionarios
norteamericanos insistieron en que el almuerzo había sido organizado por
alguien en la Embajada francesa a pedido de Soustelle. El diplomático
francés había estado presento todo el tiempo, dijeron, lo cual probaba que
no había ninguna oscura conspiración. 16 El por qué la Embajada francesa
ofrecería un almuerzo para un enemigo declarado y prominente de De
Gaulle, un hombre que había sido expulsado del gabinete dos meses antes
por sus simpatías “ultra”, no fue explicado. Ni tampoco por qué la CIA
figuraría entre los invitados, algo tan fuera de lugar en el protocolar
Washington. En cualquier caso, parece ridículo implicar que esta fuera la
única oportunidad de contacto entre Soustelle y la CIA durante la estancia
de aquel en EE.UU., que fue de más de una semana.
Un encuentro clandestino en Madrid también recibió gran atención
dentro de la controversia. Krief da como fecha del mismo el 12 de abril de
1961, y lo describe como una reunión entre “diversos agentes extranjeros,
incluidos miembros de la CIA y conspiradores de Argel, quienes dieron a
conocer sus planes a los hombres de la CIA”. Se informaba que los
norteamericanos se quejaron con irritación de que la política de De Gaulle
estaba “paralizando a la OTAN e imposibilitando la defensa de Europa”, y
aseguraron a los generales que si ellos y sus seguidores tenían éxito,
Washington reconocería al nuevo gobierno en Argelia en menos de
cuarenta y ocho horas.
Pudiera ser que el Gobierno francés tuviese evidencias de la

14 Time, 12 de mayo de 1961, p. 19.


15 New York Times, 29 de abril de 1961, p. 3.
16 Ibíd., 2 de mayo de 1961, p. 18.
24. Francia-Argelia. Años 60 263

complicidad de la CIA. Pero en el artificioso mundo de la diplomacia


internacional, esto no tiene que conducir por necesidad a un
pronunciamiento público terminante. Tal cosa hubiera traído una
confrontación abierta entre EE.UU. y Francia, algo que ambas partes
tratarían de evitar a toda costa. Más aún, pondría a los franceses en la
obligación de hacer algo al respecto. ¿Y qué podían hacer? Romper
relaciones con EE.UU. no era una opción realista, ni estaban tampoco los
franceses en posición de tomar represalias económicas o militares. Pero
los líderes franceses estaban demasiado furiosos para dejar pasar el
asunto inadvertido. Así, para completar nuestra hipótesis, recurrieron a la
puerta trasera con todos sus inconvenientes. De manera similar, EE.UU.
sabía que los rusos, durante todo un año por lo menos, estuvieron
interceptando llamadas telefónicas de funcionarios del Gobierno y el
Congreso en EE.UU., pero no lo dieron a conocer públicamente porque no
podían eliminar el asunto por vías técnicas17 y se trataba de un “enemigo”
y no de un aliado.
Entre 1958 y mediados de los 60, tuvieron lugar 30 atentados contra la
vida de Charles de Gaulle, además de cualquier número de intentos que
no fueron más allá de los planes iniciales.18 Se dice que es una cifra récord
para un jefe de Estado. Al menos en uno de estos intentos, la CIA puede
haber tenido un conspirador participando. A mediados de los 60, las
diferencias entre Washington y De Gaulle acerca de la OTAN habían
alcanzado casi el punto de ruptura: en febrero de 1966 el presidente
francés dio un plazo a EE.UU. y al comando de la OTAN para entregar el
control de las bases militares de la alianza en territorio francés o
desmantelarlas.
En 1975, el Chicago Tribune publicó una historia en su primera página
que decía en una de sus partes:
Líderes del Congreso han sido informados acerca de la participación de la CIA en un
complot de disidentes franceses para asesinar al presídeme francés Charles de Gaulle.
En las últimas dos semanas, un representante de la CIA reveló algunos detalles de la
trama [...] Se dice que en algún momento a mediados de los 60 —probablemente en
1965 o 1966— opositores al gobierno de De Gaulle hicieron contacto con la CIA para
pedir ayuda en un complot para asesinar al líder francés. No ha quedado claro cuál fue
el partido que instigó el contacto [...] Según el oficial de la CIA, se analizó la mejor forma
de eliminar a De Gaulle, quien para entonces se había convertido en una espina en el
costado de la administración Johnson debido a su expulsión de las bases militares
norteamericanas de suelo francés y sus demandas de retirar las fuerzas de Estados
Unidos de la guerra en Indochina. De este modo se dice que el plan fue desarrollado
tras debates entre el personal de la CIA y los disidentes galos. No hay, sin embargo,
evidencias de que el complot avanzó más allá de las conversaciones.
Un asesino a sueldo, armado con un anillo envenenado, debía deslizarse en una

17 Ibíd., 24 de junio de 1975, p. 11.


18 Christian Plume y Pierre Démaret: Target: De Gaulle. Londres, 1974, passim.
24. Francia-Argelia. Años 60 264

multitud de veteranos franceses en una recepción que les seria ofrecida por De Gaulle.
El asesino se le presentaría al final de la misma, cuando se suponía que la mano del
presidente estaría cansada y tal vez entumecida por cientos de estrechones, lo que
impediría a De Gaulle detectar el minúsculo pinchazo con que se le introduciría el
veneno en el letal apretón de manos del matón, quien se perdería luego entre los
congregados mientras el veneno se abría paso por las venas del presidente rumbo a su
corazón o su cerebro, en dependencia de cuál fuese el tóxico utilizado. No se divulgó
con qué rapidez sobrevendría la muerte, si es que eso fue analizado en su momento
[...]
En el esbozo presentado a los congresistas no se indicaba cuál habría sido el papel real
de la CIA si el complot hubiese obtenido éxito. 19
Los disidentes involucrados en el supuesto complot eran oficiales
franceses y antiguos residentes en Argelia, quienes se hallaban
amargamente resentidos contra De Gaulle por haber “vendido el honor
francés” al retirarse de la colonia norafricana.
No se hacía mención en el testimonio del oficial de la CIA acerca de la
participación posible de Lyndon Johnson, aunque era bien conocida la
animadversión entre este y De Gaulle. El dirigente francés estaba
firmemente convencido de que EE.UU. estaba detrás del fracaso de su gira
por América del Sur en 1964; creía que la CIA había utilizado su red de
agentes para evitar que la población acudiese masivamente a recibirlo.20
Hay algunas evidencias que muestran que esto no era exclusivamente
paranoia. En 1970 el Dr. Alfred Stepan, profesor de Ciencias Políticas en
Yale, testificó ante el Congreso acerca de su experiencia en Sudamérica en
1964 cuando era periodista para The Economist. “Cuando De Gaulle iba a
hacer su gira por Latinoamérica, muchos de mis entrevistados
[funcionarios de varias embajadas] dijeron que se hallaban bajo presiones
muy reales por parte de grupos norteamericanos para no mostrarse muy
cálidos hacia De Gaulle, pues considerábamos que Latinoamérica estaba
dentro del área de influencia de Estados Unidos”. 21
Tras la aparición de la historia en el Chicago Tribune, el director de la
CIA William Colby confirmó que “extranjeros” se habían acercado a la
Agencia con un plan para matar a De Gaulle. Colby dijo que la CIA había
rechazado la idea, pero no sabía si se había alertado al Gobierno francés
al respecto.22 No se definió si el incidente al que Colby hacía referencia
era el mismo relatado en el periódico.
Temprano en la mañana del lunes 9 de noviembre de 1970 Charles de

19 Chicago Tribune, 15 de junio de 1975, p. 1.

20 David Wise: The Politics of Lying. New York, 1973, p. 431.


21 Military Assistance Training. Audiencias ante el Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores,
Subcomité sobre Política de Seguridad Nacional y Desarrollo Científico, octubre y diciembre de 1970,
p. 120.
22 Chicago Tribune, 20 de junio de 1975, p. 6.
24. Francia-Argelia. Años 60 265

Gaulle murió apaciblemente a la edad de 80 años, mientras contemplaba


sentado en su sillón un serial sentimental televisivo llamado Nanou.
25. Ecuador 1960-1963 266

25. ECUADOR 1960-1963


Un manual de trucos sucios
Si el Libro Guinness de récords mundiales tuviera el cinismo como
categoría, se podría sugerir incluir en él la creación por la CIA de
organizaciones “de izquierda” que condenan la pobreza, analfabetismo,
enfermedades, capitalismo, y al propio EE.UU. a fin de atraer militantes y
aislarlos a ellos y a su dinero de las verdaderas organizaciones de
izquierda.
Ecuador era a principios de los 60, y todavía en buena medida lo es hoy,
una clásica república bananera subdesarrollada, prácticamente al final de
la lista de las economías latinoamericanas; una sociedad en la que 1% de
la población recibía ingresos comparables a los de las clases altas en
EE.UU., mientras dos tercios de las familias sobrevivían con alrededor de
10 dólares al mes —gente que vivía al margen de la economía monetaria,
con muy poca integración social o participación en la vida nacional, una
historia conocida en América Latina.
En septiembre de 1960, un nuevo gobierno encabezado por José María
Velasco Ibarra llegó al poder. Velasco había obtenido una victoria electoral
decisiva sobre la base de una plataforma política vagamente liberal,
populista, de “algo para todos”. No era un Fidel Castro, no era ni siquiera
socialista, pero se ganó la ira del Departamento de Estado de EE.UU. y la
CIA por su definida oposición a las dos prioridades esenciales de la política
norteamericana en Ecuador: romper relaciones con Cuba y reprimir con
fuerza a los activistas del Partido Comunista y los de extrema izquierda en
general.
Durante los tres años siguientes, la CIA dejó muy poco al azar en la
consecución de tales objetivos. Se desarrolló un verdadero manual de
técnicas de subversión encubierta; en sus páginas puede encontrarse lo
que relacionamos a continuación, sobre la base de las experiencias de
Philip Agee, un oficial de la CIA que permaneció en Ecuador en este
período.1

1 Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary. New York, 1975, pp. 106-316, passim. El libro de Agee

lo convirtió en el enemigo Nº 1 de la CIA. Sin embargo, al reseñar el libro, el ex funcionario de la


Agencia Miles Copeland, aunque sin ocultar su disgusto por la “traición” de Agee, señaló: “El libro es
interesante como un recuento auténtico de cómo opera un “oficial de caso ordinario norteamericano
o británico [...] Al estar a cargo de espías en Quito, Montevideo y Ciudad México, tenía información de
primera mano [...] Todo ello está presentado ‘con terrible exactitud’, tal como lo proclama el editor”.
(The Spectator, Londres, 11 de enero de 1975, p. 40.)
25. Ecuador 1960-1963 267

Casi todas las organizaciones políticas significativas, desde la extrema


derecha a la extrema izquierda, fueron infiltradas, con frecuencia al más
alto nivel. Entre otras razones, la izquierda fue infiltrada para desviar a los
jóvenes radicales del apoyo a Cuba y otras formas de
antinorteamericanismo; la derecha para instigar y coordinar actividades
en la línea de las prioridades mencionadas. Si en un momento dado no
había una organización que pareciera apropiada para un fin en particular,
entonces se crearía una. O aparecería un nuevo grupo de “ciudadanos
preocupados”, con destacadas personalidades al frente, que daría a
conocer en los periódicos una serie de notas que denunciarían la
penetración de elementos de extrema izquierda en el Gobierno y exigirían
la ruptura de relaciones con Cuba. O una de esas destacadas
personalidades pronunciaría un discurso preparado por la CIA y el editor
de un periódico, o un columnista conocido, lo elogiarían, ya que todos se
encontraban en la nómina de pago de la Agencia.
Algunos de estos “frentes” tenían existencia real; otros eran
completamente ficticios. En una ocasión, el oficial de la CIA, inventor del
Frente Ecuatoriano Anticomunista, se sorprendió al leer en el periódico
matutino que se había fundado una organización real con ese mismo
nombre; de inmediato cambió el nombre de su organización a Acción
Ecuatoriana Anticomunista.
Se puso especial énfasis en seducir a la clase obrera. Una sopa
alfabética de organizaciones sindicales, algunas veces puros nombres sin
contenido real, fueron creadas, modificadas, combinadas, liquidadas y
vueltas a crear, en un intento casi frenético de hallar la combinación ideal
para competir con los sindicatos de izquierda ya existentes y arrebatarles
el liderazgo de los trabajadores. Los líderes sindicales eran invitados a
asistir a diferentes cursos impartidos por la CIA en Ecuador o en EE.UU.,
con todos los gastos cubiertos, a fin de instruirlos sobre los peligros del
comunismo para el movimiento sindical y seleccionar entre ellos agentes
potenciales.
El esfuerzo no careció de toques irónicos. Los agentes de la CIA se
enfrentaban a veces entre sí en el celo por conseguir las mejores
posiciones para las organizaciones que cada uno había creado, y en
algunas ocasiones se organizaron “conferencias internacionales” con
frentes sindicales de otros países —igualmente bajo el control de la CIA—
en las que casi el total de los participantes desconocía quién era quién y
qué era qué.
En Ecuador, como en el resto de América Latina, la CIA hizo aparecer
en algunos periódicos noticias falsas relacionadas con el anticomunismo.
Estas noticias eran entonces retomadas por otras estaciones de la Agencia
en el continente y diseminadas a través de agencias noticiosas o por una
25. Ecuador 1960-1963 268

estación de radio —todas pertenecientes a la misma CIA— o a través de


incontables periodistas que recibían pagos por artículo, sin contar los
medios confundidos que contribuían a la difusión sin saberlo, incluso en el
territorio de EE.UU. La propaganda anticomunista y las noticias
distorsionadas (con frecuencia en forma extrema) preparadas por la CIA
también aparecían en los periódicos latinoamericanos como editoriales sin
firma, por tanto asumidos por la publicación misma.
En cada departamento del Gobierno ecuatoriano podían encontrarse
individuos, en posiciones altas y bajas, que colaboraban con la CIA por
dinero o por motivaciones propias. En un momento dado la Agencia llegó
a controlar al segundo y tercer hombre del país. Estos agentes
gubernamentales recibían los beneficios de la información obtenida
mediante espionaje electrónico u otros medios, lo que les permitía ganar
prestigio y promoción, o consolidar sus posiciones en la inestable corriente
política ecuatoriana. Por otro lado, un ministro importante de tendencia
izquierdista sería el blanco de un flujo constante de ataques y propaganda
negativa por parte de todas las fuentes del arsenal de la CIA; se
organizaban demostraciones populares en su contra para presionar al
presidente a sustituirlo.
El director general, de Correos, junto con otros empleados, todos con
una posición ventajosa en la nómina de la CIA, se encargaban de enviar
con regularidad la correspondencia llegada de Cuba o de la URSS para su
revisión, mientras que los funcionarios de Aduana mantenían informada a
la Agencia de quién iba o venía de Cuba. Si se trataba de alguien que
constituía un blanco apropiado, era registrado cuidadosamente en el
aeropuerto y “aparecían” en su equipaje documentos preparados que,
publicitados en forma escandalosa, demostrarían que la persona recibía
instrucciones acerca de cómo “fomentar el odio de clases”, o tendrían
cualquier otra fórmula de lenguaje provocativa destinada a crear disensión
en las filas del Partido Comunista. Generalmente los documentos
ratificaban los peores temores del público acerca de los planes comunistas
para apoderarse de Ecuador, organizados desde Cuba o la URSS; al mismo
tiempo se lograba implicar en esta “conspiración” a importantes figuras
de la izquierda ecuatoriana que estaban en la mira de la Agencia.
Revelaciones similares ocurridas en otros países eran dadas a conocer en
Ecuador como una advertencia de lo que podía suceder al país.
El financiar grupos conservadores en una campaña casi fanática contra
Cuba y su “comunismo ateo” ayudó a debilitar seriamente el apoyo al
gobierno del presidente Velasco entre los pobres, sobre todo los
indígenas, que le habían dado su voto casi unánime, y que eran religiosos
devotos. Si la CIA deseaba conocer cuál era la reacción del presidente ante
esta campaña, sólo tenía que recurrir a su médico personal, el doctor
25. Ecuador 1960-1963 269

Felipe Ovalle, quien les informaría que su paciente estaba sufriendo un


estrés considerable.
Los agentes de la CIA colocaban explosivos en iglesias u oficinas de
organizaciones de derecha para culpar a la izquierda. Organizaban
marchas “de izquierda” con pancartas y lemas de naturaleza ofensiva para
el ejército a fin de crear antagonismo con los militares y propiciar un golpe.
No siempre estos trucos sucios pasaron inadvertidos. Durante la
campaña electoral dos coroneles, que servían como enlaces principales de
la CIA con la Policía Nacional, participaron en los disturbios dirigidos a
frustrar una demostración pro Velasco el 19 de marzo de 1960. El oficial
CIA Bob Weatherwax se hallaba al frente de la acción policial que tuvo
como resultado la muerte de cinco partidarios de Velasco. Cuando este
llegó a la presidencia, hizo arrestar a los dos coroneles y expulsó a
Weatherwax del país.
Tales actividades de la CIA se llevaban a cabo sin conocimiento del
embajador norteamericano. Cuando la Embajada cubana acusó
públicamente a la Agencia de estar envuelta en diversas acciones
anticubanas, el embajador de EE.UU. emitió una declaración que “hizo
sonreír a todos en la estación [CIA]”. Decía: “Los únicos agentes en
Ecuador pagados por Estados Unidos son los técnicos invitados por el
gobierno ecuatoriano para contribuir a elevar el nivel de vida del pueblo
ecuatoriano”.
Finalmente, en noviembre de 1961, los militares entraron en acción:
Velasco fue forzado a renunciar y lo reemplazó el vicepresidente Carlos
Julio Arosemena. Hubo entonces dos candidatos a la vicepresidencia. Uno
era el vicepresidente del Senado, agente de la CIA, y el otro era el rector
de la Universidad Central, un político moderado.
El día que el Congreso se reunió para efectuar la elección, apareció una
nota en el periódico que apoyaba al rector de la Universidad firmada por
el Partido Comunista y una organización juvenil de izquierda. La misma
había sido colocada por un columnista que era el principal agente de
propaganda de la Agencia en Quito. El rector se vio comprometido y los
desmentidos llegaron tarde, de modo que se impuso el hombre de la CIA.
Su pago aumentó de 700 dólares mensuales a 1.000.
Arosemena probó muy pronto no ser más aceptable que Velasco, así
es que todas las operaciones continuaron, en particular la campaña para
romper relaciones con Cuba, a lo que el nuevo presidente se negaba. El
ultimátum llegó en marzo de 1962 cuando una guarnición militar bajo, el
mando del coronel Aurelio Naranjo dio a Arosemena setenta y dos horas
para expulsar a los cubanos y despedir al ministro de Trabajo (de tendencia
izquierdista). El presidente cedió a la presión y expulsó también a los
diplomáticos checos y polacos, a solicitud del nuevo gabinete que le fue
25. Ecuador 1960-1963 270

impuesto.
En la estación CIA en Quito se celebró con champán. En varias partes
de Ecuador, la población irritada por el dominio de los militares y
desesperada por su calidad de vida, tomó las armas. Pero en esta ocasión,
como en las otras, no se llegó a nada... un pequeño grupo, mal armado y
sin entrenamiento, infiltrado por agentes que avisaban de cada
movimiento, enfrentado a un batallón de paracaidistas armados hasta los
dientes y entrenados por EE.UU. Esto fue en el terreno. En los reportes de
prensa, los rebeldes fueron llevados por centenares y se dijo que estaban
no sólo bien armados, sino que sus armas “eran extranjeras” (léase
cubanas), y que toda la operación había sido cuidadosamente planeada en
el congreso del Partido Comunista el mes anterior.
El 11 de julio de 1963, el Palacio Presidencial en Quito se vio rodeado
de tanques y tropas. Arosemena había sido expulsado y una junta había
tomado posesión. Su primer acto fue ¡legalizar el comunismo:
“comunistas” y otros de “extrema” izquierda fueron encarcelados, y los
arrestos se facilitaron por contar con la Lista de Vigilancia y Control de la
Subversión de la CIA (esta lista, utilizada en muchas estaciones, solía incluir
no sólo el nombre del sujeto sino el de sus familiares y amigos y sus
direcciones, así como los lugares frecuentados por el individuo, en fin,
todo lo que ayudase a localizarlo en el momento oportuno). Las libertades
civiles fueron suspendidas, canceladas las elecciones previstas para 1964.
Otra historia repetida en América Latina.

Y durante estos tres años, ¿qué se le dijo al pueblo norteamericano


acerca de esta oleada de acciones encubiertas? Muy poco si se toma como
índice el New York Times. Ni una sola vez se dio indicación alguna en un
artículo o editorial sobre Ecuador de que la CIA u otra entidad del Gobierno
norteamericano tenían algo que ver en alguno de los eventos referidos.
Incluso si uno lee ahora estos textos con el conocimiento real de lo
ocurrido, no logra encontrar ninguna pista entre líneas que pueda
conducirá la verdad. Con una solitaria excepción: a seguidas del golpe
podemos encontrar un diminuto anuncio al final de la página 20 de que la
radio de La Habana había acusado al Gobierno estadounidense de instigar
el golpe.2 El Gobierno cubano había formulado cargos públicamente sobre
las actividades norteamericanas en Ecuador en numerosas ocasiones,
pero esta fue la primera vez que el New York Times lo reflejó.

2 New York Times, 14 de julio de 1963, p. 20. Para un análisis tan interesante como conciso de las

inclinaciones políticas de Velasco y Arosemena, ver John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New
York, 1965, pp. 141-148.
26. El Congo 1960-1964 271

26. EL CONGO 1960-1964


El asesinato de Patricio Lumumba
A pocos días de haber alcanzado la independencia de Bélgica, el 30 de
junio de 1960, el territorio que había sido conocido como Congo Belga, y
más tarde denominado Zaire, se vio envuelto en el caos y revueltas
políticas mediante las cuales grupos tribales, organizaciones políticas y
numerosos individuos trataban de lograr una posición de poder. Durante
los años siguientes la prensa mundial reflejó una sucesión de gobiernos
congoleses, en una interminable confusión de personalidades y trajines
conspirativos, que tenían lugar en sitios de nombres exóticos como
Leopoldville y Stanleyville, con impactantes historias de rehenes europeos
y mercenarios blancos y la omnipresencia de una violencia brutal teñida
por el racismo.
Las potencias occidentales se vieron “arrastradas” a intervenir en este
desorden, sobre todo Bélgica para proteger sus enormes inversiones
mineras, y EE.UU. también, atento a las fabulosas riquezas del país y
obsesionado, como siempre, con el combate contra el “comunismo”. Las
administraciones de Eisenhower, Kennedy y Johnson, mirando a través de
los prismáticos de la Guerra Fría, veían en el país africano un escenario de
guerra entre el Este y el Oeste. La estación CIA en el Congo cablegrafió a
Washington en agosto: “La Embajada y la estación creen que en el Congo
se lleva a cabo el clásico esfuerzo comunista [por] tomar el poder”. El
director de la CIA Alien Dulles alertó sobre una “dominación comunista en
el Congo con desastrosas consecuencias [...] para los intereses del mundo
libre”. Al mismo tiempo Dulles autorizó un financiamiento de 100.000
dólares para un programa encaminado a reemplazar el gobierno de
Patricio Lumumba por el de un “grupo pro occidental”.1
No se conocen los criterios que llevaron a la CIA a determinar que el
gobierno de Lumumba se estaba volviendo comunista, pero sí sabemos
cómo llegó a esa misma conclusión el Washington Post.
Los diplomáticos occidentales ven como [...] la parte [del Congo] controlada
por el volátil premier Patricio Lumumba se desliza en forma lenta pero
decidida hacia el bloque comunista [...] Aparte de la febril actividad de las

1Interim Report: Alleged Assassination Plots invoiving Foreign Leaders, Comité Selecto del Senado
para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con Respecto a Actividades de Inteligencia, 20 de
noviembre de 1975, pp. 14, 15, 16, respectivamente; en lo adelante lo llamaremos Assassination
Report.
26. El Congo 1960-1964 272

naciones del bloque comunista aquí, el esquema de los hechos se va haciendo


evidente para los estudiosos de la política comunista. Los llamativos cambios
de posición del premier Lumumba, su abierto desafío a las Naciones Unidas y
al secretario general Dag Hammarskjold, su constante prédica para agitar a la
población congolesa, en su mayoría analfabeta, no puede ser explicada de otro
modo, afirman los observadores de experiencia. 2

Años después, el subsecretario de Estado C. Douglas Dillon declaró ante


un comité senatorial (el comité Church) que el Consejo de Seguridad
Nacional y el presidente Eisenhower habían creído en 1960 que Lumumba
era una “persona muy difícil, si no imposible, de tratar y que resultaba un
peligro para la paz y la seguridad del mundo”. 3 Esta afirmación llevó al
autor Jonathan Kwitny al siguiente comentario: “¡Cuán lejos estaba de
soñar quien había sido un empleado de correos descalzo en la selva en
1956, que en unos pocos años resultaría peligroso para la paz y la
seguridad del Mundo!. La idea parece loca, en particular viniendo del
Consejo de Seguridad Nacional que tenía realmente el poder de terminar
con la vida de cualquier ser humano en unas horas”. 4
Patricio Lumumba se convirtió en el primer ministro del Congo una vez
que su partido alcanzó la pluralidad de votos en las primeras elecciones
nacionales. Llamó a luchar tanto por la liberación económica de la nación
como por la política y no se cohibió de establecer contacto con países
socialistas. En las ceremonias del Día de la Independencia, su discurso
debe haber escandalizado a todos los dignatarios extranjeros presentes al
proclamar:
Nos tocaron ochenta años de dominio colonial [...] Conocimos el trabajo
agotador a cambio de un salario que no nos permitía saciar nuestra hambre
[...] Hemos recibido ironías, insultos, golpes que debíamos soportar mañana,
tarde y noche porque éramos “negros” [...] aprendimos que la ley nunca era
la misma si se trataba de un blanco que de un negro [...] Sabemos de los
sufrimientos atroces de aquellos que fueron expulsados por sus opiniones
políticas o sus creencias religiosas [...] Aprendimos que había mansiones
magníficas para los blancos en las ciudades y chozas de paja para los negros.5

Debe tenerse en cuenta que en 1960 este lenguaje era sin dudas radical
y escandaloso en un escenario tal.
El 11 de julio la provincia de Katanga —donde se concentra la mayor
riqueza de cobre, cobalto, uranio, oro y otros minerales del Congo—
anunció que se independizaba. Bélgica, principal poseedor de este

2 Washington Post, 28 de agosto de 1960, p. A4.


3 Assassination Report, p. 58.
4 Jonathan Kwitny: Endiess Enemies: The Making of an Unfriendly World. New York, 1984, p. 57.
5 Alan Merriam: Congo: Background to Conflict. Northwestern U. Press, Evanston, 1961, pp. 352-

354.
26. El Congo 1960-1964 273

emporio minero, no tuvo nunca la verdadera intención de entregar el


control real del país, y por tanto apoyó a los katangueses, movida por el
incentivo de tener sus inversiones en un pequeño país por completo
dependiente, sin tener que rendir cuentas o pagar impuestos al gobierno
central de Leopoldville. Además, Katanga se hallaba en manos de Moise
Tshombe, un hombre que se caracterizaba por ser moldeable y respetuoso
en sus tratos con los blancos. La administración Eisenhower apoyó la
intervención militar belga en ayuda de los secesionistas; de hecho, la
Embajada norteamericana había solicitado previamente dicha
intervención. Además de la aversión ideológica de Washington hacia
Lumumba, incidía el hecho de que vahos funcionarios prominentes de la
administración tenían vínculos financieros con las empresas ubicadas en
Katanga.6
La intervención belga, que fue muy violenta, fue denunciada con
energía por la URSS, al igual que por numerosos países del bloque afro-
asiático, lo que condujo al Consejo de Seguridad de la ONU a autorizar la
retirada de las tropas belgas y su sustitución por una fuerza militar de la
organización. Esto venía de maravillas a EE.UU., que tenía un aliado íntimo
en la ONU bajo la dirección de Hammarskjold. Los funcionarios de la
organización que dirigieron las operaciones en el Congo eran todos
norteamericanos, en colaboración secreta con el Departamento de
Estado, y con total exclusión del bloque soviético; los ciudadanos de los
países socialistas que trabajaban en el secretariado de la ONU no recibían
acceso a los cables provenientes del Congo. El propio Hammarskjold se
mostraba abiertamente hostil a Lumumba. 7
La fuerza de la ONU entró en Katanga y sustituyó a las tropas belgas,
pero no hizo esfuerzo alguno por impedir la secesión. Imposibilitado de
aplastar la revuelta por sí mismo —al igual que una similar en otra
provincia— Lumumba había apelado a la ONU y a EE.UU. para que le
proporcionaran transporte para sus soldados. Cuando ambos se negaron,
solicitó ayuda a la URSS y la recibió, 8 pero aun así no logró alcanzar éxitos
militares.
El Congo estaba en efervescencia en muchos lugares a la vez. En medio
de todo esto, el 5 de septiembre, el presidente Joseph Kasavubu destituyó
a Lumumba en forma repentina —un paso de dudosa legalidad, que fue
dado con el estímulo y asesoría de los norteamericanos, pues Kasavubu

6 David Gibbs: The Political Economy of Third World intervention: Mines, Money and U.S. Policy in

the Congo Crisis. University of Chicago Press, 1991, p. 100, ofrece los detalles sobre estos vínculos; p.
90 refiere la solicitud de la intervención belga por parte de la Embajada norteamericana.
7 Ibíd., p. 92-93.
8 New York Times, 4 de septiembre de 1960, IV, p. 3; Gibbs, p. 100.
26. El Congo 1960-1964 274

“estaba a los pies de la CIA”. 9 La acción se llevó a cabo, según expresó


luego el comité Church, “a pesar del fuerte apoyo del Parlamento congolés
a Lumumba”. 10 Según un alto ejecutivo de la CIA, durante los primeros
años de la década, la Agencia “compró y vendió con regularidad a los
políticos congoleses”. 11 Fuentes diplomáticas estadounidenses
confirmaron luego que Kasavubu estaba entre ellos. 12
Hammarskjold ratificó públicamente la destitución de Lumumba ante
el Consejo de Seguridad, y cuando este trató de dirigirse por radio al
pueblo congolés, las fuerzas de la ONU clausuraron la estación. En cambio,
logró comparecer ante la legislatura y gracias a su extraordinario poder de
persuasión, ambas cámaras del Parlamento votaron por confirmarlo como
primer ministro. A pesar de ello, sólo pudo saborear la miel de la victoria
por unos pocos días, pues el 14 de septiembre otro “hombre fuerte”,
Joseph Mobutu, tomó el poder en un golpe militar diseñado por Estados
Unidos.
Incluso en el período en que Lumumba no estaba ya en el poder, “la
CIA y altos funcionarios de la administración continuaban considerándolo
como una amenaza”, su “talento y dinamismo parecen [ser] el factor
determinante en el restablecimiento de su posición cada vez que se
muestra a punto de perderla”. “Lumumba es un orador cautivante con la
habilidad de movilizar a las masas populares”, “si él [...] comenzara a
hablar ante un batallón del Ejército congolés, los tendría probablemente
en la palma de su mano en cinco minutos”. 13
A fines de septiembre, la CIA envió al Congo a uno de sus científicos, el
Dr. Sidney Gottlieb, con una carga de “material biológico letal” (un virus)
con la intención específica de utilizarlo para asesinar a Lumumba. El virus,
que debía producir una enfermedad fatal propia de esa área africana, fue
transportada a través de la valija diplomática.14
En 1975, el comité Church llegó a la conclusión de que Alien Dulles
había ordenado el asesinato de Lumumba como un “objetivo primordial y
urgente” (en palabras de Dulles). 15 Después de escuchar el testimonio de

9 Kwitny, pp. 62-63. 65; Stephen R. Weissman: American Foreign Policy in the Congo, 1960-1964.

Cornell University Press, Ithaca, 1974, pp. 88-95. Weissman era miembro del Subcomité sobre África
del Comité de la Cámara de Asuntos Exteriores; Andrew Tully: CIA: The Inside Story. New York. 1962,
pp. 179-180, acerca de los hombres de la CIA.
10 Assassination Report, p. 16.
11 Víctor Marchetti y John D. Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. Laurell Dell, 1983, p. 28.

Esta edición contiene más información que en la anterior no había sido desclasificada.
12 Stephen R. Weissman: “CIA Covert Action in Zaire and Angola: Pattern sand Consequences”, en

Political Science Quarteriy (PSQ), verano de 1979, p. 267.


13 Sobre el golpe ver Kwitny, p. 66; sobre citas referentes a Lumumba: Assassination Report, pp.

16, 17, 18 y 63 respectivamente. Las tres últimas son citas o paráfrasis de afirmaciones de funcionarios
norteamericanos.
14 ibid., p. 19-30. Gottlieb aparece como Joseph Schcider en el Assassination Report.
15 ibid., p. 13.
26. El Congo 1960-1964 275

varios funcionarios que creían que la orden de matar al líder africano había
provenido originalmente de Eisenhower, el comité consideró que tal
razonamiento era una “inferencia razonable”. 16
El virus nunca fue utilizado pues la CIA no consiguió “un agente
suficientemente seguro con el acceso adecuado” a Lumumba antes de que
el material biológico perdiera su efecto.17 Sin embargo, el comité Church
observó que la estación de la Agencia en Leopoldville “continuó
manteniendo estrecho contacto con congoleses que expresaron deseos de
asesinar a Lumumba. Los oficiales de la CIA los alentaron y se ofrecieron
para ayudarlos en este esfuerzo, aunque no hay evidencias de que se dio
alguna vez ayuda para propósitos específicos de asesinato”.18
Ante esta situación, Lumumba escapó de la capital. Durante un tiempo
fue protegido de la persecución de Mobutu por la ONU, obligada a
distanciarse de Washington por la tremenda presión internacional. 19 Pero
el 1º de diciembre, fue puesto bajo la custodia de soldados de Mobutu. Un
cable de la CIA fechado el 28 de noviembre indica que la Agencia había
participado en la localización del carismático líder congolés. El cable
hablaba del trabajo de la estación de la CIA en conjunto con el Gobierno
congolés para bloquear las carreteras y poner en alerta a las tropas a fin
de impedir la salida de Lumumba del país.20 Estados Unidos también había
participado en la toma del poder de Mobutu —que el confidente de la CIA
Andrew Tully describe como un “descubrimiento” de la Agencia. 21
Lumumba quedó detenido hasta el 17 de enero de 1961, cuando se le
transfirió a la provincia de Katanga, y se le puso en manos de su más
acérrimo enemigo: Moise Tshombe. Ese mismo día fue asesinado.
En 1978, un antiguo especialista en África de la CIA, John Stockwell,
relató en su libro cómo un importante oficial de la Agencia le había
contado que había dado vueltas en su auto con el cadáver de Lumumba
en el maletero “tratando de decidir qué hacer con él”.22 Lo que finalmente
hizo no se ha hecho público todavía.
Durante el período de prisión de Lumumba, los diplomáticos
estadounidenses en el Congo desarrollaron una política de “lamentar” las
golpizas a que era sometido e intentar asegurarle un “tratamiento
humano”, debido a “consideraciones en torno a la opinión internacional y

16 New York Times, 22 de febrero de 1976, p. 55.


17 Assassination Report, p. 30.
18 ibid., pp. 18-19.
19 Gibbs, pp. 96-97.
20 ibid., p. 48.
21 Tully, p. 178; para un mayor análisis de las relaciones entre EE.UU. y Mobutu ver Gibbs; p. 96;

Kwitny, pp. 63, 66-67; Weissman: American Foreign Policy..., p. 94-99, 108- 109; Weissman (PSQ), p.
268.
22 John Stockwell: in Search of Enemies. New York, 1978, p. 105; también 137 y 236-237.
26. El Congo 1960-1964 276

no a sentirse bien dispuestos hacia él”. 23 El efecto inmediato y a largo plazo


de la muerte de Lumumba fue su conversión en el mártir y símbolo del
antimperialismo en toda África y en el resto del Tercer Mundo,
exactamente lo que habían temido los funcionarios norteamericanos
cuando vivía. El propio Mobutu se sintió obligado a construir años más
tarde un monumento a su memoria.

Sin un enemigo “comunista” declarado como Lumumba, la


administración Kennedy tomó una posición dividida en torno a la cuestión
de Katanga. Aunque EE.UU. terminó apoyando —en nombre de la
estabilidad del país— la operación militar de la ONU en el verano de 1961
para terminar con la secesión, Tshombe tenía apoyo abierto en el
Congreso estadounidense y los sentimientos de los funcionarios en el
Departamento de Estado y en la Casa Blanca reflejaban esta dualidad. Los
numerosos y variados lazos económicos y diplomáticos de estos
funcionarios parecen haber sido más diversos y contradictorios en ese
momento que bajo el gobierno de Eisenhower, y esto se evidenció en la
falta de una política unificada. Sin embargo, según el asesor y biógrafo de
Kennedy, Arthur Schlesinger, las opiniones en ambos lados del tema eran
expresadas en términos de impedir los supuestos designios malévolos de
los comunistas soviéticos con respecto al Congo. 24
En una muestra todavía más marcada de esta división política, los C-
130 de la Fuerza Aérea de EE.UU. transportaban tropas congolesas y
abastecimientos para luchar contra los rebeldes katangueses, mientras la
CIA y sus homólogos encubiertos en el Pentágono estaban preparando una
fuerza aérea de transporte pesado junto con unidades de mercenarios
para ayudar a los rebeldes.25 Esto constituye la tercera ocasión, al menos,
en que la CIA actuó en oposición militar directa a otras instituciones del
Gobierno de Estados Unidos. 26
Los funcionarios de Washington tenían más consenso en cuanto al
tratamiento a otro destacado izquierdista: Antoine Gizenga, quien había

23 Cables del 18 de enero de 1961 del embajador norteamericano en Leopoldville al Consulado

norteamericano en Elizabethville, y del 20 de enero de 1961, de Elizabethville a Washington, recogidos


en Deciassified Documents Reference System. Arlington, Va., Volumen Colección Retrospectiva,
documentos 375B y E. Ambos cables fueron enviados después de la muerte de Lumumba, lo cual indica
que los funcionarios del Departamento de Estado no eran cómplices de las acciones de la CIA.
24 Gibbs, capítulo 4; Arthur Schlesinger: A Thousand Days.Boston, 1965, p. 576.
25 Coronel L. Fletcher Prouty: The Secret Team: The CIA and its Aiiies in Control of the World. New

York, 1974, pp. 26, 129-130, 438.


26 Antes en Costa Rica en 1955 (ver sección) y en Burma en 1970, si no antes, cuand o los militares

norteamericanos ayudaron a la Fuerza Aérea burmesa a realizar ataques contra los rebeldes, mientras
la CIA apoyaba a los rebeldes en sus operaciones en Laos (San Francisco Chronicle, 16 de octubre de
1970, p. 22). De manera adicional, en Angola durante los 60 y 70, y en Cuba en 1957-58, cuand o la
Agencia entregó dinero a los insurgentes que intentaban derrocar a los respectivos gobiernos, a los
cuales EE.UU. proveía de armas para enfrentarse a los rebeldes (ver secciones respectivas).
26. El Congo 1960-1964 277

sido viceprimer ministro de Lumumba. Según el comité Church, tras la


destitución de este último, el jefe de la estación CIA en el Congo, Lawrence
Devlin, urgió a un “importante líder congolés” (presumiblemente Mobutu)
a que “arrestara” o tomara “medidas más permanentes con relación a
Lumumba, Gizenga y Mulele” 27 (Pierre Mulele era otro de los
lugartenientes de Lumumba). De hecho, Gizenga fue arrestado poco
después de que Mobutu tomó el poder, pero un contingente de la ONU
proveniente de Ghana, cuyo líder, Kwame Nkrumah, era aliado de
Lumumba, lo liberó.28
En el juego aleatorio de la política congolesa, Gizenga llegó a ser
nombrado nuevamente viceprimer ministro el 1º de agosto de 1961, bajo
el premierato de Cyrille Adoula. Hacia fines de ese mes Gizenga era a la
vez el líder de una fuerza rebelde que había establecido un régimen en el
área de Stanleyville que proclamaba como el gobierno legítimo del Congo.
Se veía a sí mismo como el sucesor político y espiritual de Lumumba.
Al parecer la URSS creyó en él, pues se dice que le enviaron armas y
dinero a través de la frontera con Sudán. Cuando la CIA se enteró de que
un barco checo había partido rumbo a Sudán con un cargamento de fusiles
disimulados como paquetes de la Cruz Roja para ayudar a los refugiados
del Congo, recurrió a su práctica más usual, el soborno, para conseguir que
un operador de grúa dejara caer uno de los guacales durante la descarga.
El muelle se llenó de repente de fusiles Kalashnikov soviéticos nuevos.
Mediante una intriga igualmente hábil en el aeropuerto de Khartoum,
Sudán, la Agencia se las arregló para quitarle a un emisario congolés el
portafolio cargado con dinero soviético destinado a Gizenga. 29 Mientras
tanto, el Departamento de Estado estaba, en sus propias palabras:
Solicitando a Adoula que [...] destituyera a Gizenga y lo declarara en rebelión
contra el gobierno nacional de modo que pudieran tomarse acciones políticas
contra él. También requerían a la ONU que interviniese militarmente para
aplastar la rebelión [...] Estamos haciendo todo esfuerzo por mantener a
Gizenga aislado de cualquier ayuda potencial de dentro o fuera del país [...]
Nos hemos preocupado por asegurar que esta ayuda [de EE.UU.] haya sido
canalizada hacia el gobierno central a fin de aportar el incentivo económico
para alentar el apoyo a dicho gobierno. 30

La CIA abastecía de armas y dinero a los partidarios de Adoula, al igual

27 Assassination Report, p. 18. Lawrence Devlin es denominado Víctor Hedgman en el texto


28 Kwitny, p. 67.
29 Newsweek, 22 de noviembre de 1971, p. 37.
30 Memorándum del Departamento de Estado del 17 de noviembre de 1961, de L. D. Battle,

secretario ejecutivo a McGeorge Bundy, asistente especial del Presidente para Asuntos de Seguridad
Nacional, en Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Volumen Colección
Retrospectiva, documento 383C.
26. El Congo 1960-1964 278

que a los de Mobulu. 31 Adoula, quien tenía un historial de vínculos


estrechos tanto con los sindicatos norteamericanos como con el
Movimiento Obrero Internacional organizado por la CIA (ver sección de
Guayana Británica), fue escogido como primer ministro, en lugar de
Gizenga, por una conferencia parlamentaria cuyos miembros fueron
sobornados por la Agencia e incluso por la ONU. Un memorándum de la
CIA reconocía esto al parecer cuando señalaba: “La ONU y Estados Unidos,
en una actividad estrechamente coordinada, desempeñaron un papel
esencial en este éxito significativo sobre Gizenga”. 32
En enero de 1962, las fuerzas de la ONU con el apoyo decidido de las
norteamericanas, expulsaron a Gizenga y sus seguidores de Stanleyville, y
un año más tarde forzaron finalmente a Tshombe a terminar su aventura
secesionista en Catanga. Estas acciones se llevaron a cabo en nombre de
“la unidad del Congo”, como si esto no fuera un asunto para decidir por
alguien más que por los congoleses. Nunca antes la ONU se había
involucrado en operaciones militares de tal envergadura, y la organización
mundial fue criticada en varios sectores por haber excedido sus estatutos.
En cualquier caso las operaciones sólo sirvieron para hacer un poco más
lento, durante un tiempo, la lamentable procesión de cambios de
dirigentes, intentos golpistas, aparición de ejércitos autónomos, cambios
de alianzas y rebeliones. Para añadir un toque irónico y absurdo a la
política norteamericana con respecto al Congo, tres meses después de las
acciones exitosas contra Gizenga, Alien Dulles (quien había dejado de ser
director de la CIA tras el desastre de Bahía de Cochinos) informó ante una
audiencia televisiva que EE.UU. había “eliminado el peligro” de la
participación soviética: “Parecía que iban a hacer un serio intento por
apoderarse del Congo Belga, bueno, pues no les funcionó de ninguna
manera”.33

Sin embargo, hacia mediados de 1964 la rebelión de los herederos de


Lumumba y Gizenga se había extendido y fortalecido más que nunca, al
punto que el colapso del Gobierno central se vislumbraba como una
posibilidad real, a pesar de que EE.UU. estaba entregando un volumen
extraordinario de ayuda militar al régimen de Leopoldville. Además de

31 Marchetti y Marks, p. 28.


32 Kwitny, pp. 67-68; Weissman: American Foreign... pp. 105. 205; Weissman (PSQ), p. 270;
memorándum de la CIA titulado “Congo: ayuda de EE.UU. a Adoula contra Gizenga”, sin fecha, pero
escrito al parecer en noviembre de 1961, encontrado en los Expedientes de Seguridad Nacional,
Biblioteca Presidencial John F. Kennedy, Boston, citado por Wiessman (PSQ).
33 CBS Reports, 26 de abril de 1962: “The Hot and Cold Wars of Alien Dulles”, pp. 19-20 de la

transcripción, citado por Stephen R. Weissman en “The CIA and U.S. Policy in Zaire and Angola”, en
Ellen Ray, etal. eds.: Dirty Work 2: The CIA in Africa. New Jersey, 1979, p. 200; esta es otra versión del
artículo de Weissman en PSQ al que ya nos referimos.
26. El Congo 1960-1964 279

facilitarle armas y aviones. Washington envió entre cien y doscientos


militares y técnicos al Congo para apoyar a las tropas gubernamentales y
la CIA llevaba a cabo una campaña paramilitar contra los insurgentes en el
este del país.34
El Gobierno estaba encabezado ahora nada menos que por Moise
Tshombe, conocido como “el africano más impopular de África”, por su
intervención en el asesinato de Lumupiba y su utilización de mercenarios
blancos, muchos de ellos de Sudáfrica y Rodesia, durante el intento
secesionista en Katanga. Tshombe se defendía de esta última acusación
explicando que sus soldados no pelearían si no tenían oficiales blancos.35
En esta oportunidad Tshombe pidió ayuda una vez más a su ejército de
mercenarios, que alcanzaba entre cuatrocientos y quinientos hombres, y
la CIA recurrió a sus propios asalariados, una banda que incluía
norteamericanos, exiliados cubanos que habían combatido en Bahía de
Cochinos, rodesianos y sudafricanos; estos últimos fueron reclutados con
el apoyo del Gobierno de Sudáfrica. “Traer nuestros propios animales”, fue
la forma en que un operativo de la CIA describió esta operación. Los pilotos
de la Agencia llevaron a cabo con regularidad bombardeos y
ametrallamientos contra los insurgentes, aunque algunos de los cubanos
se mostraron disgustados ante la orden de disparar indiscriminadamente
contra los civiles.36 Al evocar este asunto en 1966, el New York Times dio
a la CIA el crédito por haber creado una “fuerza aérea instantánea” en el
Congo.37
Cuando China protestó ante EE.UU. acerca del uso de pilotos
norteamericanos en el Congo, el Departamento de Estado emitió un
desmentido explícito, del cual tuvo luego que retractarse, aunque insistió
que los norteamericanos estaban volando “contratados por el gobierno
congolés”. Al día siguiente el Departamento declaró que los vuelos
cesarían, tras haber obtenido seguridad de ello por parte de “otras ramas
del Gobierno [de EE.UU.]”, aunque mantuvo su posición de que se trataba
de un asunto entre el Gobierno congolés y ciudadanos estadounidenses
que actuaban como individuos sin violar las leyes norteamericanas.38
Todo este complejo militar estaba siendo empleado contra rebeldes

34 William Atwood: The Reds and the Blacks. Londres, 1967, p. 194. Atwood era embajador

norteamericano en Kenya en 1964 y 1965. Además Weissman (PSQ), pp. 271- 272 y Weissman:
American Foreign..., pp. 226-230.
35 Atwood, p. 192.
36 Sobre los mercenarios de la CIA ver Wise y Ross: The Espionage Estabiishment.New York, 1967,

p. 167; Stockwell, pp. 187-188; Marchetti y Marks, p. 104; Roger Morris y Richard Mauzy: “Zaire (the
Congo): An Exercise in Nation Building”, en Robert Borosage y John Marks, eds.: The CIA File. New
York, 1976, pp. 35-37.
37 New York Times, 26 de abril de 1966, p. 1.
38 Ibid., 17 de junio de 1964, pp. 1, 12; .18 de junio, p. 1.
26. El Congo 1960-1964 280

que eran a su vez una coalición de fuerzas. Algunos de sus principales


dirigentes habían permanecido algún tiempo e n Europa del Este, en la
URSS o en China y habían recibido cantidades simbólicas de armas y alguna
instrucción en estos países, pero no se trataba necesariamente de
comunistas como es el caso de los incontables tercermundistas que han
estudiado en universidades norteamericanos y no por ello se han
convertido necesariamente en partidarios del capitalismo occidental (esto
no incluye a los militares profesionales que, a diferencia de los
estudiantes, tienden a constituir un grupo mucho más homogéneo;
conservador, autoritario y anticomunista).
El estudioso sobre África M. Crawford Young ha observado que entre
los líderes de esta coalición “la destrucción del régimen [de Leopoldville],
una vigorosa recuperación del control congolés sobre su propio destino y
un vago compromiso socialista eran temas recurrentes. Pero en el fondo
parecía mucho más un esquema mental y un estilo expresión que una
verdadera ideología”. 39 Los rebeldes no tenían un programa
revolucionario que pudieran dar a conocer, o al menos no lo hicieron.
En coexistencia con estos elementos dirigentes, había en la coalición
grupos de varias iglesias esotéricas, sectas mesiánicas, movimientos
liderados por brujos y otras inspiraciones ocultistas, al igual que simples
oportunistas. Muchos creían que la magia de sus sacerdotes los protegería
contra las balas. Uno de los líderes, Pierre Mulele, era un casi-católico que
bautizaba a sus seguidores con su propia orina para hacerlos inmunes a
los proyectiles enemigos. No prevalecía ningún grupo o creencia en
particular.40
“Los éxitos de los rebeldes crearon la imagen de un propósito unificado
y una promesa revolucionaria [escribió Young], Sólo en su fase de
decadencia y desintegración” mostró la coalición “su dramática Palta de
cohesión” y su “disparidad de propósitos y puntos de vista”. 41 El New York
Times enfocó la cuestión de la ideología rebelde de esta forma:
Hay evidencias de que los partidarios del régimen de Stanleyville no tienen
compromisos ideológicos sino son en su mayoría congoleses desilusionados
con la corrupción e irresponsabilidad que ha caracterizado a los regímenes de
Leopoldville. Los líderes rebeldes han recibido asesoría y dinero de los
comunistas pero muy pocos entre los rebeldes, si es que hay alguno, se
consideran a sí mismos comunistas. Es probable que pocos de ellos hayan oído
hablar de Karl Marx.42

39 M. Crawford Young: “Rebellion and the Congo”, en Robert Rotberg, ed.: Rebellion in Black

Africa.OAord University Press, 1971, p. 230.


40 Young, p. 227 y passim; Atwood, p. 192 (médicos brujos): Thomas Powers: The Man Who Kept

the Secrete: Richard Helm and the ClA.New York, 1979, p. 153.
41 Young, p. 209.
42 New York Times, 15 de noviembre de 1964, p. 21.
26. El Congo 1960-1964 281

Entre dos mil y tres mil extranjeros blancos se encontraron atrapados


en medio de la guerra en el área de Stanleyville que era controlada por los
insurgentes. Uno de los líderes rebeldes, Christopher Gbenye, condicionó
su liberación al cese de los bombardeos norteamericanos y otras
concesiones militares, pero las negociaciones fracasaron. 43 En lugar de
acceder a los pedidos rebeldes, EE.UU. y Bélgica llevaron a cabo una
dramática misión de rescate en la cual 500 paracaidistas belgas fueron
lanzados en Stanleyville al amanecer desde aviones norteamericanos. Lo
que siguió fue un caos y los reportes son contradictorios, pero al parecer
fueron rescatados unos dos mil rehenes, y los rebeldes, precisados a
emprender la fuga, dieron muerte a unos cien y arrastraron a varios
cientos en su huida hacia la selva.
Los funcionarios norteamericanos y belgas se esforzaron mucho en
enfatizar el propósito puramente “humanitario” de tal acción. Sin
embargo, las fuerzas de rescate ejecutaron simultáneamente una
maniobra militar esencial al “apoderarse de los puntos estratégicos de la
ciudad y coordinar su operación con el avance de las columnas de
mercenarios del ejército de Tshombe que se iba moviendo sigilosamente
hacia la ciudad”. 44 Además, en el proceso del “rescate” los atacantes
mataron docenas de rebeldes y no hicieron nada por frenar a las tropas de
Tshombe cuando estas llegaron a la ciudad y comenzaron “una orgía de
robos y asesinatos”45
Tshombe ayudó a esclarecer los verdaderos propósitos de las potencias
occidentales para intervenir en el Congo cuando, en el júbilo del éxito,
habló con bastante libertad con un corresponsal de The Times, de Londres,
pues el mismo reportó que el gobernante “estaba seguro de que la caída
de Stanleyville daría un ímpetu renovado a la economía y alentaría a los
inversionistas. Fortalecería un gran plan de desarrollo anunciado esa
mañana en colaboración con Estados Unidos, Gran Bretaña y Alemania”. 46
El colapso del enclave rebelde en Stanleyville marcó el inicio del final
para su causa. Hacia la primavera de 1965 las cosas les iban muy mal y la
llegada de 100 revolucionarios cubanos, entre los cuales se hallaba el
propio Che Guevara, no tuvo repercusión efectiva en el curso del
enfrentamiento. Varios meses después Guevara regresó a Cuba muy
decepcionado por el bajo espíritu revolucionario mostrado por los
guerrilleros congoleses y la población local. 47

43 Ibíd., 1º de noviembre de 1964, p. 12; 3 de noviembre, p. 14; Atwood, capítulo 16.


44 Richard Barnel: Intervention and Revolution. Londres, 1970, p. 250.
45 Atwood, p. 218.
46 The Times, Londres. 25 de noviembre de 1964.
47 Marchetti y Marks, p. III.
26. El Congo 1960-1964 282

La cambiante melodía de la política congolesa tendría un final


coherente en noviembre de ese año cuando Mobutu derrocó a Tshombe
y Kasavubu. Adoptó el nombre de Mobutu Sese Seko y gobernó el país con
una mano de hierro.
En el análisis final no fue de mucha importancia para los intereses del
Gobierno de Estados Unidos si las fuerzas derrotadas con su ayuda eran
realmente “comunistas”. La premisa operativa era ubicar en el poder, en
un Congo más o menos unificado, a un hombre que fuera más
complaciente con la CIA en sus aventuras africanas y con el capital
occidental, y menos accesible al campo socialista. La Agencia se había
anotado un tanto. Lo que ganó el pueblo del Congo (ahora Zaire) no resulta
claro. Bajo Mobutu el terror y la represión se hicieron cotidianos, las
libertades civiles y otros derechos humanos han brillado por su ausencia,
el país permanece catalogado como uno de los más pobre a pesar de sus
vastas riquezas naturales, lo cual no impide que Mobutu fuera
considerado uno de los jefes de Estado más ricos del mundo (ver sección
de Zaire).
William Atwood, embajador norteamericano en Kenya entre 1964 y
1965, participó en las negociaciones para la liberación de los rehenes y
valoró también de forma positiva el papel desempeñado por EE.UU. en el
Congo. En referencia a la desconfianza de los africanos acerca de los
motivos de su Gobierno, escribió: “Era difícil convencer a la gente que
habíamos proporcionado al Congo ayuda por un monto de 420 millones
de dólares desde su independencia sólo para evitar el caos; no podían
creer que país alguno pudiera ser tan altruista”. 48
El comentario de Atwood es más fácil de entender cuando se
comprende que la palabra “caos” ha sido utilizada desde hace mucho por
los funcionarios norteamericanos para designar una situación en la que
EE.UU. no tiene el control suficiente para asegurar que alguien bien
definido como pro occidental permanezca, u ocupe, el poder. Cuando
Eisenhower decidió enviar las tropas al Líbano en 1958, por ejemplo, lo
consideró —y así lo escribió más tarde— como un paso para “detener la
tendencia al caos”.49

48 Atwood, p. 194.
49 Dwight Eisenhower: The White House Years: Waging Peace 1956-1961. New York, 1965, p. 270.
27. Brasil 1961-1964 283

27. BRASIL 1961-1964


Presentando el maravilloso nuevo mundo de los
Escuadrones de la Muerte
Cuando los jefes de la misión diplomática norteamericana en Brasil se
reunieron un día de marzo de 1964, todos coincidieron en que el apoyo
del presidente Joao Goulart a las reformas económicas y sociales no era
sino una apenas disimulada maniobra para convertirse en dictador. 1 El
embajador, Lincoln Gordon, informó al Departamento de Estado que “una
arremetida desesperada [de Goulart] para asumir el poder totalitario
podía sobrevenir en cualquier momento”. 2 El jefe del Estado Mayor del
Ejército brasileño, general Humberto de Alencar Castelo (Castello) Branco,
envió un memorándum a la Embajada estadounidense en el cual
expresaba su temor de que Goulart buscaba clausurar el Congreso e iniciar
una dictadura.3
Una semana después de haber manifestado tal preocupación, los
militares brasileños, encabezados por Castelo Branco, derrocaron el
gobierno constitucional de Goulart, culminaba así un proceso conspirativo
en el cual la Embajada norteamericana había participado en forma
decisiva. Los militares procedieron a instalar y sostener durante dos
decenios una de las dictaduras más brutales de toda Sudamérica.
¿A qué conclusión podemos llegar? La idea de que los individuos que
detentan el poder mienten al pueblo es un lugar común que no merece
ser discutido. Pero ¿también se mienten entre ellos? ¿Sienten tanta
necesidad de justificar sus fechorías que se ofrecen pretextos morales
para apoyarse unos a otros? “Los hombres sólo usan el pensamiento para
justificar sus injusticias, y el discurso para esconder sus pensamientos”,
escribió Voltaire.
La motivación real de EE.UU. para apoyar el golpe era menos heroica
que la preservación de la democracia. Su oposición Goulart, electo
presidente en 1961, descansaba sobre una lista familiar de quejas: el
secretario de Defensa norteamericano, Robert McNamara, cuestionó la

1 Phyllis R. Parker: Brazil and the Quiet Intervention 1964. University of Texas Press, Austin, 1979,

p. 64. Este libro se basa en lo fundamental en documentos desclasificados encontrados en las


bibliotecas presidenciales de John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson. La autora aumentó esta
información con entrevistas a figuras clave en los hechos analizados.
2 Ibíd., p. 67
3 Ibíd., p. 65.
27. Brasil 1961-1964 284

posición neutral de Brasil en cuanto a la política exterior, y el embajador


brasileño en Washington, Roberto Campos, le respondió que la palabra
“neutral” era inadecuada pues explicó que “lo que tenía lugar era en
realidad una necesidad urgente del pueblo brasileño de afianzar su
personalidad en los asuntos internacionales”. Los funcionarios
norteamericanos no aprobaban a algunos de los miembros del gabinete
de Goulart y así lo hicieron saber. Campos les señaló que resultaba “muy
inapropiado” que EE.UU. “tratara de influir en la conformación del
gabinete”.4
El fiscal general Robert Kennedy se reunió con Goulart y le expresó su
intranquilidad al ver que el presidente brasileño permitía que
“comunistas” ocuparan puestos en agencias gubernamentales
(supuestamente Bobby actuaba movido por la antigua creencia
norteamericana de que una vez que usted recibe a uno o dos comunistas
en su sala, estos tomarán toda la casa y la pondrán a disposición de
Moscú). Goulart no consideró esto peligroso y le replicó que tenía el
control completo de la situación; más tarde le comentó a Campos que fue
como si le dijeran que no tenía capacidad para juzgar a los hombres que lo
rodeaban.5
El agregado militar en Brasil, coronel Vernon Walters, informó que
Goulart favorecía a los oficiales “ultranacionalistas” por encima de los “pro
norteamericanos”. Para el presidente brasileño se trataba de promover a
quienes eran más fieles a su gobierno. De hecho, estaba muy preocupado
por los golpes militares alentados por EE.UU. y así se lo dijo al presidente
Kennedy.6 Cuando Washington se demoró en responder a su pedido de
comprarles helicópteros, Goulart comenzó a evaluar adquirirlos en
Polonia, lo que provocó que el embajador Gordon le advirtiera que “no
podía esperar que esto agradara a Estados Unidos”. 7
Por si fuera poco, el Gobierno brasileño aprobó una ley que fijaba
límites al monto de ganancias que las multinacionales podían extraer del
país, y nacionalizó una subsidiaria de la ITT. La indemnización se retrasó
debido a la precaria situación financiera del país, pero estas fueron las
únicas acciones significativas que afectaron los intereses corporativos
norteamericanos.
Entretejido con estas quejas, aunque a la vez separado de ellas, estaba
el disgusto de Washington ante el “giro hacia la izquierda” de Brasil, la
influencia de la izquierda y los comunistas en el movimiento obrero; veían
“infiltración” de la izquierda por todas partes: “antiamericanismo” en el

4 Ibíd., pp. 30-31, 34.


5 Ibíd., p. 31, encuentro en Brasil el 17 de diciembre de 1962.
6 Ibíd., pp. 45, 21,-el informe de Walters al Pentágono fue el 6 de agosto de 1963.
7 Ibíd., pp. 41-42.
27. Brasil 1961-1964 285

sector estudiantil y otros (el cónsul general de EE.UU. en Sao Paulo sugirió
al Departamento de Estado que se “encontraran organizaciones
estudiantiles alternativas”); el deterioro general de la “influencia de
EE.UU. y la pérdida de poder de la gente y los grupos amigos de EE.UU.”8
Se podía llegar a sugerir que los funcionarios de Washington simplemente
no se sentían queridos, de no ser por el hecho de que el golpe, como
sabían por experiencias anteriores, tendría como resultado mayor rechazo
a Norteamérica en toda Latinoamérica.
El predecesor de Goulart, Janio da Silva Quadros, también había
irritado a Washington. “¿Por qué Estados Unidos puede comerciar con
Rusia y sus satélites pero insiste en que Brasil sólo puede comerciar con
Estados Unidos?” preguntó, y procedió a negociar con la URSS y otros
países socialistas para (re)establecer relaciones comerciales y
diplomáticas. En una palabra, era independiente. 9
Quadros era también un conservador que actuó con fuerza contra los
sindicatos, envió tropas federales a aplastar las protestas en el hambriento
nordeste brasileño y encarceló a estudiantes alborotadores. 10 Pero el
embajador norteamericano de aquel momento, John Moors Cabot,
encontró adecuado cuestionar la participación de Brasil en un encuentro
de naciones “no comprometidas” (no alineadas). “Brasil ha contraído
varias obligaciones con Estados Unidos y las naciones americanas [dijo].
Estoy seguro de que Brasil no olvidará esas obligaciones [...] Está
comprometido. Es un hecho. Si lo desea, Brasil puede romper ese
compromiso”.11
A principios de 1961, poco después de que Quadros ocupara la
presidencia, recibió la visita de Adolf Berle Jr., asesor del presidente
Kennedy sobre asuntos latinoamericanos y antiguo embajador en Brasil.
Berle había llegado como enviado especial de Kennedy para solicitar el
apoyo de Quadros en la inminente invasión a Bahía de Cochinos. El
embajador Cabot estuvo presente y describió el encuentro a Peter Bell,
quien escribió: “El embajador Cabot recuerda una ‘conversación
tempestuosa’ en la cual Berle afirmó que Estados Unidos tenía 300
millones de dólares en reserva para Brasil y en efecto ‘lo ofreció como
pago’ a cambio de la cooperación brasileña [...] Quadros se mostró
‘visiblemente irritado’ cuando Berle no quiso aceptar su tercera negativa.
Ningún funcionario brasileño estuvo presente en el aeropuerto al día
siguiente para despedir al enviado”. 12

8 Ibíd., p. 44 y passim.
9 John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New York, 1965, p. 83.
10 Ibíd., p. 82.
11 New York Times, 12 de julio de 1961, p. 13.
12 Peter Bell: “Brazilian-American Relation”, en Riordan Roett, ed.: Brazil in the Sixties. Vand erbilt
27. Brasil 1961-1964 286

Quadros, quien había sido electo con un margen sin precedentes, fue
también acusado de querer establecer una dictadura porque trataba de
imponer medidas que afectaban a la oligarquía, los militares y EE.UU., y
por llevar a cabo una política exterior “pro comunista”. Después de siete
meses en el poder renunció de repente, según se dice por presiones del
ejército, o tal vez por amenazas directas. En su carta de renuncia culpó de
su decisión a los “reaccionarios” y a “las ambiciones de grupos de
individuos, algunos de los cuales son extranjeros [...] las terribles fuerzas
que se levantaron contra mí”.13
Pocos meses después, Quadros reapareció para pronunciar un discurso
donde nombró a Berle, Cabot y a Douglas Dillon, secretario del Tesoro de
EE.UU., como integrantes del grupo que había contribuido a su caída.
Afirmó que Dillon había vinculado la política exterior de Brasil a las
necesidades del país de créditos extranjeros. 14 Tanto Berle como Cabot
habían sido defensores del derrocamiento de Arbenz en Guatemala en
1954 por pecados muy similares a los actuales de Goulart ante los ojos de
Washington. 15 Al mismo tiempo, Quadros anunció su intención de
encabezar una “cruzada popular” contra los “reaccionarios, los corruptos
y los comunistas”.16
Como vicepresidente de Quadros, Goulart lo sustituyó en la presidencia
en agosto de 1961 a pesar de una intentona golpista y una guerra civil
iniciadas por segmentos del ejército para evitarlo, pues era visto como uno
de los radicales más peligrosos. Sólo la intervención de unidades leales de
las fuerzas armadas y otros defensores del proceso constitucional le
permitieron tomar el poder. 17 La oposición militara Goulart surgió, y es
bueno destacarlo, antes de que este tuviese oportunidad de mostrar sus
supuestas tendencias a convertirse en dictador. Sin duda, ya desde 1954,
los militares habían demostrado su antipatía hacia él al obligar al
presidente Vargas a destituirlo como ministro del Trabajo.18 Las dudas de
los norteamericanos sobre Goulart también eran anteriores a su toma de
poder. Cuando fue electo vicepresidente en 1960, “la preocupación de
Washington se convirtió en pánico”, según un funcionario que trabajó en
Brasil.19

University Press, Nashville, 1972, p. 81: entrevista a Cabot por Bell efectuada en Washington D.C. el.
15 de enero de 1970.
13 Gerassi, p. 84.
14 New York Times, 16 de marzo de 1962, p. 7.
15 Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer: Biller Fruit: The Untold Story of the American Coup in

Guatemala.Doubteday & Co., New York, 1982, pp. 103-104, 108.


16 New York Times, 16 de marzo de 1962, p. 7.
17 Gerassi, pp. 84-88.
18 Thomas E. Skidmore: Politics in Brazil, 1930-1964: An Experiment in Democracy, Oxford

University Press, New York, 1967, p. 130; Gerassi, pp. 80-81.


19 Jan Knippers Black: Unites States Penetration of Brazil. University of Pennsylvania Press,
27. Brasil 1961-1964 287

Goulart trató de continuar la política exterior independiente de


Quadros, y completó el restablecimiento de relaciones con los países
socialistas. Brasil se abstuvo de votar en la reunión de la OEA en noviembre
de 1961 durante la discusión del “problema cubano” y se opuso con fuerza
a la toma de sanciones contra el gobierno de Castro. 20 Pocos meses
después, al hablar ante el Congreso de EE.UU., Goulart reafirmó el derecho
de Brasil a tomar decisiones propias con respecto a algunos de los temas
de la Guerra Fría. Declaró que su país se identificaba “con los principios
democráticos que unen a los pueblos de Occidente [pero] no era parte de
ningún bloque político-militar”.21
La revista Time, como la mayoría de los medios de prensa
norteamericanos, tenía (y tiene) dificultades para entender el concepto y
la práctica de la independencia entre los aliados de EE.UU. En noviembre
de 1961 la revista publicó que la política interna de Brasil era “confusa” y
que el país también “andaba a la deriva en los asuntos internacionales.
Goulart está tratando de jugar el viejo juego de Quadros de
“independencia’ internacional, que significa cortejar al Este mientras se
distancia de Occidente”. Time criticaba a Goulart por haber solicitado una
invitación a Washington y el mismo día en que la recibió, “entregó al
ministro de Relaciones Exteriores de la Polonia comunista, Adam Rapacki,
de visita en Brasil, la Orden de la Cruz del Sur; la misma condecoración que
Quadros colgara en el pecho del artífice marxista de Cuba, Che Guevara”.22
El antiguo editor de Time, y corresponsal latinoamericano, John
Gerassi, comentó que cada dignatario extranjero que visitaba el país
recibía esta medalla como parte del protocolo, y añadió:
Al parecer Time piensa que cualquier presidente que desea visitarnos debe
odiar a nuestros enemigos como consecuencia, y se “siente confundida”
cuando esto no ocurre. Pero, por supuesto, Time está tan poco acostumbrada
a la palabra “independiente” que una política exterior independiente debe
confundirla mucho. En Sudamérica, donde todos quisieran tener una política
exterior independiente, pero sólo Brasil ha tenido, en ocasiones, el coraje para
ello, nadie se sintió confundido”. 23

Goulart, un terrateniente millonario y católico que llevaba una medalla


de la virgen colgada al cuello, era tan comunista como podía serlo

Philadelphia, 1977, p. 40, las palabras son las de Black sobre la base de la entrevista que realizó al Tte.
Cnel. Edward L. King, miembro de la Comisión Conjunta de Defensa Brasil-EE.UU. en la segunda mitad
de los 60; ver también Bell, p. 83 sobre las dudas norteamericanas con respecto a Goulart desde el
inicio de su período.
20 Arthur Schlesinger: A Thousand DaysBoston, 1965, pp. 780-782; New York Times, 5 de diciembre

de 1961, p. II.
21 New York Times, 5 de abril de 1962, p. 3.
22 Time, 3 de noviembre de 1961, p. 29.
23 Gerassi, pp. 83, 88.
27. Brasil 1961-1964 288

Quadros, y apoyó decididamente a EE.UU. durante la “crisis de los misiles”


en Cuba en octubre de 1962. Ofreció un brindis al embajador Gordon “¡Por
la victoria yanqui!”, 24 quizás sin saber que sólo tres semanas antes,
durante las elecciones federales y estatales en Brasil, el dinero de la CIA se
había gastado en abundancia en apoyo de los candidatos contrarios. El
antiguo agente de la CIA Philip Agee ha declarado que la Agencia gastó
entre doce y veinte millones de dólares a beneficio de cientos de
candidatos.25 Lincoln Gordon afirma que los fondos no pasaban de cinco
millones.26
Además de las contribuciones a las campañas directas, la CIA rebuscó
en su baúl de trucos sucios artimañas para atacar las campañas de los
candidatos de izquierda. 27 Al mismo tiempo, la AID, en respuesta a la
solicitud expresa de Kennedy, asignó fondos a proyectos encaminados a
beneficiar determinados candidatos.28 Mientras Goulart fue presidente no
se entregó asistencia económica nueva al gobierno central, y la ayuda
regional era facilitada sobre bases ideológicas muy marcadas. Cuando los
militares tomaron el poder, la situación cambió de inmediato.29
Agee agrega que la CIA llevó a cabo una fuerte campaña de propaganda
contra Goulart, la que comenzó al menos desde la operación electoral de
1962, y en la cual incluyeron financiar demostraciones masivas en las
ciudades, “probando que los viejos lemas sobre Dios, la patria, la familia y
la libertad eran tan efectivos como siempre” para debilitar un gobierno. 30
El dinero de la CIA también fue dirigido a una cadena de periódicos de
derecha, Diarias Associades, para la promoción del anticomunismo: la
distribución de 50.000 libros de similar orientación para los estudiantes de
enseñanza media y universitaria y para la formación de grupos femeninos
con su énfasis especial sobre el ateísmo de los comunistas para espantar
a las madres latinas. Los operativos de la CIA también utilizaron la
dispersión de rumores, y difundieron historias sobre las barbaridades que
Goulart y sus acólitos supuestamente planeaban realizar, tales como
modificar la Constitución para extender el período de gobierno, así como
chismes acerca de que Goulart era engañado por su mujer y la golpeaba. 31
Todo esto para derrocar a un hombre que en abril de 1962, fue

24 Parker, p. 29, entrevista con Gordon el 19 de enero de 1976.


25 Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary.New York, 1975, p. 321.
26 Parker, p. 27.
27 A. J. Langguth: Hidden Terrors. New York, 1978, p. 92; Langguth trabajaba antes con el New York

Times y en 1965 fue el jefe del buró de Saigón para ese periódico.
28 Parker, p. 26, memo del presidente Kennedy al administrador de la AID Fowler Hamilton,

fechado el 5 de febrero de 1962.


29 Ibíd., pp. 87-97.
30 Agee, p. 362.
31 Langguth, pp. 77, 89-90, 92, 108.
27. Brasil 1961-1964 289

cálidamente acogido por Kennedy en la Casa Blanca, a quien se le ofreció


un desfile y había pronunciado un discurso en una sesión conjunta del
Congreso de Estados Unidos.

La confrontación entre sectores internos que había posibilitado el


acceso de Goulart al poder, constituyó al parecer un freno para los
militares golpistas hasta 1963. En marzo de ese año, la CIA informó a
Washington, pero no a Goulart, de un complot de oficiales
conservadores. 32 En el transcurso del año siguiente, las conspiraciones
arreciaron; los oficiales brasileños no podían apoyar los intentos de
Goulart de efectuar reformas sociales, a pesar de que su programa era
tímido; su discurso, moderado y generalmente no iba acompañado de
acciones concretas (él mismo señaló que la distribución de tierra en Japón
después de la Segunda Guerra Mundial efectuada por el general
MacArthur era mucho más radical que cualquier cosa planeada por el
Gobierno brasileño). Los militares estaban irritados en particular por el
apoyo de Goulart a la flexibilización de la disciplina militar y por sus
intentos de conseguir seguidores entre los oficiales sin cargos. 33 El
presidente estaba realmente empeñado en esto a causa de su “paranoia”
con respecto a un golpe. Esta maniobra de Goulart, y sus llamados a la
población con respecto a asuntos en los que no contaba con la aprobación
del Congreso y los gobernadores de los diferentes estados (algo que el
presidente Reagan hizo más tarde en varias ocasiones) eran el tipo de
tácticas que sus enemigos calificaban de dictatoriales.
A principios de 1964, según reveló la revista Fortune después del golpe,
algunos de los conspiradores enviaron un emisario “para preguntar al
embajador norteamericano Lincoln Gordon cuál sería la posición de
EE.UU. si estallara una guerra civil”. El enviado “informó que Gordon fue
cauteloso y diplomático, pero dejó la impresión de que si [los
conspiradores] podían sostenerse por cuarenta y ocho horas, obtendrían
de EE.UU. reconocimiento y apoyo”. 34
El contacto principal con los conspiradores era el agregado de Defensa
Vemon Walters, quien llegó a Brasil tras haber sido instruido sobre la
favorable disposición del presidente Kennedy al derrocamiento de
Goulart.35 Walters, que más tarde se convirtió en director delegado de la
CIA, tenía vínculos estrechos con destacados oficiales brasileños, en

32 Parker, p. 40.
33 Para el incidente más importante como ejemplo de esto ver relato del motín de la Marina en
Skidmore, pp. 296-297.
34 Philip Siekman: “When Executives Turned Revolutionaries”, en la revista Fortune, New York,

septiembre de 1964, p. 214.


35 Parker, p. 63, entrevista a Walters.
27. Brasil 1961-1964 290

particular con el general Castelo Branco, desde los tiempos de la Segunda


Guerra Mundial cuando aquel había servido como intérprete para la fuerza
expedicionaria brasileña que combatió en Italia junto a los aliados. Brasil
fue el único país latinoamericano que envió tropas de combate terrestre a
la guerra y permitió a EE.UU. construir grandes bases aéreas en su
territorio. 36 Las relaciones entre oficiales brasileños y norteamericanos
continuaron, y se fortalecieron después de la guerra por la creación de la
Escuela Superior de Guerra en Río de Janeiro en 1949. El historiador
Thomas E. Skidmore, especialista en temas latinoamericanos, ha
observado:
Bajo los acuerdos brasileño-estadounidenses de principios de los 50, el
Ejército norteamericano recibió derechos exclusivos para brindar asistencia en
la organización y funcionamiento de la escuela, creada según el modelo del
National War College en Washington. En vista del hecho de que la Escuela de
Guerra brasileña se convirtió en un centro de reunión de jefes militares
opuestos a los políticos civiles populistas, valdría la pena analizar hasta qué
punto la sólida ideología anticomunista —que llegaba a bordear el límite de
una actitud antipolítica— [de ciertos oficiales] fue fortalecida (¿o moderada?)
por sus frecuentes contactos con los oficiales estadounidenses.37

Estaba, además, el Programa de Asistencia Militar de EE.UU. descrito


por el embajador Gordon como “un vehículo de gran relevancia para el
establecimiento de relaciones estrechas con el personal de las fuerzas
armadas” y “un factor de extrema importancia para influir en que los
militares [brasileños] sean pro estadounidenses ”. 38
Una semana antes del golpe, Castelo Branco, quien se perfilaba como
el líder de los conspiradores, dio a Walters una copia de un documento
escrito por él como justificación para el golpe militar, otra variante del
consabido tema de la defensa de la Constitución para impedir que Goulart
instituyera una dictadura.39
Para Gordon y otros funcionarios norteamericanos era probable que el
golpe originara una guerra civil. En la medida en que la fecha se
aproximaba, se fueron estableciendo planes de contingencia: una gran

36
Langguth, pp. 61-62, 98; Washington Post, 5 de febrero de 1968, p. 1.
37 Skidmore, p. 330; ver también James Kohl y John Litt: Urban Guerrilla Warfare in Latí n America.
The MIT Press, Cambridge, Mass., 1974, p. 39 para un mayor análisis de la fuerte inclinación pro
norteamericana y antizquierdista del plan de estudios.
38 Parker, p. 98, cable al Departamento de Estado con fecha 4 de marzo de 1964. En esta y en las

citas siguientes tomadas de cables, los artículos y preposiciones faltantes han sido insertados para
facilitar la lectura. Para un mayor análisis de la cercanía entre los militares norteamericanos y
brasileños, así como de la presunta influencia sobre estos últimos para lograr una inclinación pro
EE.UU. y anticomunista, ver Langguth, pp. 94-96, 162-170; Black, caps. 9 y 10; Michael Klare: War
Without End. New York, 1972, cap. 10; Alfred Stepan: The Military in Politics: Changing Patterns in
Brasil. Princeton University Press, NJ, 1971, pp. 123-133.
39 Parker, p. 65.
27. Brasil 1961-1964 291

cantidad de petróleo sería enviado a Brasil y puesto a disposición de los


oficiales insurgentes, algo esencia! en caso de que los partidarios de
Goulart en el sindicato petrolero volaran o tomaran el control de las
refinerías. 40 Una fuerza naval norteamericana sería enviada a las aguas
costeras brasileñas a modo de clara advertencia a los oponentes al golpe.41
Las fuerzas de Branco recibirían armas y municiones suficientes para
satisfacer sus necesidades.42
Considerando la posibilidad de que el golpe fuese enfrentado con una
huelga general, Washington analizó con Gordon la posible necesidad “de
que EE.UU. organizar a un amplio programa material para garantizar el
éxito de la toma del poder”.43 Los conspiradores habían solicitado ya ayuda
económica, en caso de obtener éxito, para movilizar la economía y la
gestión de gobierno y habían recibido una respuesta favorable. 44
Al mismo tiempo, Gordon hizo saber a algunos gobernadores estatales
o puestos a Goulart la necesidad, desde el punto de vista norteamericano,
de que el nuevo régimen se viera legitimado. El embajador se reunió
también con el ex presidente Juscelino Kubitschek para rogarle que
adoptara una posición más radical contra Goul art y utilizara su
considerable influencia para “atraer un gran grupo de congresistas y, de
este modo, influir en el tema de la legitimación” 45
Hay indicios de que fue el despliegue de fuerza naval —que incluía un
portaaviones, destructores y misiles teledirigidos— lo que más alentó a los
militares brasileños y convenció a los que aún vacilaban. 46
Otro actor de este drama fue el Instituto Americano para el Desarrollo
del Trabajo Libre (IADTL), fundado en 1961 y técnicamente bajo la
dirección del movimiento obrero estadounidense, pero muy pronto
financiado enteramente por el Gobierno (a través de la AID) y convertido
en sólido instrumento para el trabajo de la CIA en la mayoría de los países
latinoamericanos. En mayo de 1963, esta entidad fundó el Instituto
Cultural del Trabajo en Brasil, que impartió cursos a más de siete mil
líderes y miembros de sindicatos en los años siguientes. 47 Otros brasileños

40 Ibíd., p. 68.
41 Ibíd., p. 68-69.
42
Ibíd., p. 74.
43 Ibíd., p. 75, teletipo enviado de Washington a la Embajada norteamericana en Brasil el 31 de

marzo de 1964.
44 Ibíd., p. 68.
45 Ibíd., pp. 74, 77.
46 Ibíd., pp. 72, 75-76; ver también la declaración del ex coronel del Ejército brasileño Paulo de

Baruna, exiliado por la junta, acerca del efecto de la fuerza naval sobre el pensamiento de Castelo
Branco en Warner Poelchau, ed.: White Paper, Whitewash. New York, 1981, p. 51.
47 Survey of the Alliance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del Subcomité sobre

Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, 15 de julio
de 1968, p. 53; la trayectoria de la IADTL puede ser encontrada en las páginas previas de este informe;
ver también Black, cap. 6.
27. Brasil 1961-1964 292

fueron a EE.UU. a recibir entrenamiento. Según el ejecutivo del IADTL,


William Doherty Jr., cuando regresaban a Brasil algunos de ellos
“participaban íntimamente en algunas de las operaciones clandestinas de
la revolución antes del 1º de abril. Lo que pasó en Brasil el 1º de abril no
fue casualidad, fue planeado, y con meses de anticipación. Muchos de los
dirigentes sindicales — algunos de los cuales fueron de hecho entrenados
en nuestro instituto— participaron en la revolución y el derrocamiento del
régimen de Goulart”.48
Doherty no da detalles del papel del IADTL en el golpe (o revolución
como él lo llama), aunque el Reader’s Digest reportó más tarde que uno
de los dirigentes sindicales entrenados en el mismo estableció cursos en
Brasil para trabajadores de comunicación en torno a la lucha contra el
comunismo y “después de las clases él alertaba discretamente a algunos
trabajadores en posiciones clave de lo que sobrevendría y les pedía
mantener las comunicaciones funcionando sin importar lo que
ocurriera”. 49 Además, Ricardo Martínez, un individuo de pocas luces
contratado por la CIA y enviado a Brasil para trabajar con la Organización
Internacional de Trabajadores de Correos, Telégrafos y Teléfonos
(dependiente de la CIA y antes dominada por Doherty), ha revelado que
sus colegas en Brasil incendiaron las oficinas del Partido Comunista en el
momento del golpe.50
Este comenzó el 31 de marzo de 1964 con el avance hacia Río de tropas
y tanques. Los oficiales obtuvieron el apoyo de algunas unidades de
reclutas al decirles que marchaban a la ciudad para protegerla de los
enemigos de Goulart. Pero los soldados de la base principal de la Fuerza
Aérea, partidarios del presidente, al escuchar de esto, se apoderaron de la
base y arrestaron a sus oficiales. No obstante, la indecisión prevaleció y se
desvaneció la posibilidad de revertir el golpe. Otras unidades militares
leales al Gobierno sí emprendieron acciones en otras partes, pero estas
también fueron frustradas.51
Aquí y allá se produjeron huelgas, algunas por breve tiempo; hubo
demostraciones públicas poco efectivas, pero nada más. Un número de
líderes sindicales y radicales fueron detenidos por órdenes de ciertos
gobernadores estatales; los opositores no estaban preparados para la
resistencia violenta; un grupo de estudiantes protestaron, y algunos
trataron de asaltar una oficina del ejército, pero los guardas de la entrada

48 Informe del Senado citado en nota anterior, p. 14, citand o un programa de radio en el que

Doherty lomó parte.


49 Eugene Methvin: “Labor’s New Weapon for Democracy”, en Reader's Digest, octubre de 1966,

p: 28.
50 Poelchau, pp. 47-51.
51 Langguth, pp. 110, 113; Washington Post, 2 de abril de 1964, p. 23.
27. Brasil 1961-1964 293

dispararon, mataron a dos de ellos y obligaron al resto a retirarse. 52


La mayoría de la población confió en que las fuerzas leales
contrarrestarían el golpe, o esperó orientaciones de Goulart, pero este no
era partidario de llamar a una guerra civil; declaró que no quería ser
responsable del derramamiento de sangre entre brasileños y Se marchó a
Uruguay.53 Lincoln Gordon cablegrafió las buenas noticias a Washington y
sugirió “evitar una postura de júbilo”. Describió el golpe como “una gran
victoria para el mundo libre” y añadió, en un comentario que incluso John
Foster Dulles dudaría pronunciar, que sin el golpe podría haber ocurrido
“la pérdida total de toda Latinoamérica para Occidente”. Tras un desfile
por la victoria en Río el 2 de abril —la Marcha de la Familia con Dios por la
Libertad —, Gordon informó al Departamento de Estado que “la única
nota infortunada fue la obviamente limitada participación de las clases
más bajas en la marcha”.54 Una vez enviado el cable, el antiguo profesor
de Harvard se dedicó a tratar de persuadir al Congreso brasileño para que
legitimara al nuevo Gobierno.55
Dos años más tarde, Gordon sería interrogado por un senador durante
las audiencias para evaluar su nominación como secretario de Estado para
Asuntos Interamericanos. El senador le dijo: “En particular me preocupa la
participación que pudo usted haber tenido, si es que tuvo alguna, en
alentar, promover, o causar tal derrocamiento”. Gordon respondió: “La
respuesta a eso es muy simple, senador. El movimiento que derrocó a
Goulart fue puramente, en un 100% —no un 99,44— sino 100% brasileño.
Ni la Embajada norteamericana ni yo en lo personal tomamos parte alguna
en ese proceso”.56
El jefe de Gordon, Dean Rusk, no fue más veraz. Cuando se le preguntó
sobre las acusaciones cubanas de que EE.UU. estaba tras el golpe,
respondió: “Bueno, no hay un átomo de verdad en eso. No fue así en forma
alguna”.57 Mientras que la opinión del fiscal general Robert Kennedy, tal
como este la expresó a Gordon, fue: “Bien, Goulart obtuvo lo que se buscó.
Lástima que no siguió el consejo que le dimos cuando estuvo aquí”. 58
Gordon combinó con habilidad las respuestas rápidas con la omisión de
ciertos hechos esenciales acerca de la política brasileña —su resumen de

52 Langguth, pp. 112-113.


53 Ibíd., p. 113; Washington Post, 3 de abril de 1964, p. 17.
54 Sobre los cables de Gordon, Parker, pp. 81-83.
55 Ibíd., p. 83.
56 Audiencia sobre la nominación de Lincoln Gordon para secretario asistente de Estado para

Asuntos Interamericanos, Comité de Relaciones Exteriores del Senado, 7 de febrero de 1966, pp. 44-
45.
57 The Department of State Bulletin, 20 de abril de 1964, conferencia de prensa del 3 de abril de

1964.
58 Langguth, p. 113, de la entrevista realizada a Gordon.
27. Brasil 1961-1964 294

la ascensión y caída de Goulart no hizo mención de los esfuerzos de los


militares por impedir su subida al poder en 1961 — para convencer a los
senadores de que el presidente brasileño trataba en realidad de establecer
una dictadura personal.59
En dependencia de la situación, tanto el “salvar a Brasil de una
dictadura” como “salvar a Brasil del comunismo” era el argumento para
explicar lo ocurrido en 1964. El general Andrew O’Meara, jefe del
Comando Sur (para Latinoamérica) de EE.UU., mezclaba ambas cosas; dijo
a un comité de la Cámara que “la llegada al poder del gobierno de Castelo
Branco el pasado abril salvó al país de una dictadura inminente que sólo
habría sido seguida por la dominación comunista”. 60 La posición de “salvar
del comunismo” era en particular difícil de sostener pues los comunistas
brasileños no habían hecho nada que EE.UU. pudiera mencionar. Además,
la URSS no se vislumbraba en el panorama. A inicios de 1964, según el
reporte de un periódico brasileño, el dirigente ruso Khruschov dijo al
Partido Comunista brasileño que el Gobierno soviético no deseaba ni dar
ayuda financiera al régimen de Goulart ni enfrentarse a EE.UU. con
respecto al país.61 En sus memorias Khruschov no hace referencia alguna
a Brasil, aunque ya hemos dicho que no se trata de una obra con
propósitos históricos serios.
Doce meses después del golpe, el comercio entre Brasil y la URSS
alcanzaba los ciento veinte millones de dólares por año y una misión
brasileña se preparaba para ir a Moscú para explorar las posibilidades de
que los soviéticos les suministraran una gran planta industrial. 62 Al año
siguiente los rusos invitaron al futuro presidente general Da Costa e Silva
a visitar la URSS.63 Mientras existió la dictadura militar, que se extendió
hasta los 80, Brasil y el bloque soviético establecieron una cooperación
económica y un comercio amplio que llegaba a miles de millones anuales
e incluyó la construcción de varias grandes hidroeléctricas en el país
sudamericano. Una relación económica similar fue mantenida por el
bloque soviético con la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983,
tanto que cuando murió el dirigente soviético Brezhnev, el Gobierno
argentino declaró un día de duelo nacional. 64

59 Audiencia del Senado citada.


60 Foreign Assistance Act of 1965, Audiencias ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara,
25 de febrero de 1965, p. 346.
61 Langguth, p. 116, citand o al Heraldo do Brasil, 6 de marzo de 1964, p. 4.
62 New York Times, 11 de julio de 1965, p. 13.
63 Ibíd., 25 de noviembre de 1966, p. 4.
64 Marc Edelman: “The Other Super Power: The Soviet Union and Latin America 1917- 1987”, en

NACLA’s Report on the Americas (Congreso Norteamericano sobre Latinoamérica), New York, enero-
febrero de 1987, pp. 32-34; acerca del día de duelo, ver p. 29, que cita al Servicio de Información de
Transmisiones Extranjeras de la CIA, 15 de noviembre de 1982.
27. Brasil 1961-1964 295

Sólo ignorando estos hechos, pudo la maquinaria propagandística de la


Guerra. Fría predicar acerca de la conspiración comunista internacional y
proclamar que el golpe en Brasil había salvado al país del comunismo. Un
típico ejemplo de esta propaganda fue el titular utilizado en un artículo del
Reader’s Digest meses después del golpe: “El país que se salvó a sí mismo”:
Las innumerables mentiras acerca de lo que ocurrió en Brasil, llevadas por
la revista a millones de lectores, tuvieron sin duda su efecto en preparar
al público norteamericano para la gran cruzada anticomunista en Vietnam,
que comenzaba a bullir en ese justo momento. El artículo comenzaba
diciendo: “Pocas veces una nación grande ha estado más cerca del
desastre y se ha recuperado de él como lo hizo Brasil en su reciente triunfo
sobre la subversión roja. El avance de los comunistas al poder —marcado
por la propaganda, la infiltración y el terror— se llevaba a cabo a toda
velocidad. Parecía inminente la rendición, y entonces el pueblo dijo
¡No!”65
El tipo de independencia mostrado por el Gobierno militar brasileño en
cuanto a sus relaciones económicas con el bloque soviético, era algo que
Washington podía aceptar de un gobierno conservador, incluso la
ocasional nacionalización de alguna propiedad norteamericana, siempre
que supiera que se mantendría a la izquierda nacional silenciada y le daría
el apoyo requerido en la Guerra Fría, en las campañas anticomunistas en
el extranjero. En 1965, 1.100 soldados brasileños llegaron a la República
Dominicana para apoyar la invasión norteamericana, fue el único país de
Latinoamérica que envió algo más que una fuerza simbólica. Y en 1971 y
en 1973, los aparatos militar y de inteligencia de ese país contribuyeron a
los esfuerzos norteamericanos por derrocar los gobiernos de Bolivia y
Chile.
Estados Unidos no se durmió en los laureles. Los cuarteles de la CIA
comenzaron a difundir de inmediato propaganda a todo el hemisferio,
como sólo podía hacerlo la extensa red de medios de prensa de la Agencia,
en apoyo al nuevo gobierno y con miras a desacreditar a Goulart.66 Dean
Rusk, preocupado por la idea de que Uruguay pudiera recibir a Goulart
como presidente de Brasil pues no había renunciado, cablegrafió a la
Embajada norteamericana en Montevideo que “sería útil si pudiera hacer
notar de manera discreta a los funcionarios adecuados el hecho de que, a
pesar de sus alegatos en contra, Goulart de hecho ha abandonado el
poder”. 67 Al mismo tiempo, la estación CIA en Uruguay llevó a cabo un
programa de vigilancia sobre los exiliados brasileños que habían huido
después del golpe para evitar que promovieran algún tipo de insurgencia

65 Reader’s Digest, noviembre de 1964, pp. 135-158.


66 Agee, p. 364.
67 Parker, pp. 85-86.
27. Brasil 1961-1964 296

en su patria. Era sencillo para la Agencia solicitar a su amigo (asalariado),


el jefe de la inteligencia uruguaya, que colocara sus hombres en las
residencias de Goulart y otros brasileños destacados. Los agentes
tomaban nota de quienes los visitaban mientras aparentaban ser personal
de seguridad, aunque es difícil que sus “protegidos” se tragaran el
cuento.68
En los días siguientes al golpe, varios miles de brasileños fueron
arrestados, todos “comunistas o sospechosos de comunistas”. 69 Los
graduados del IADTL fueron prontamente designados por el nuevo
Gobierno para depurar los sindicatos. 70 Aunque el embajador Gordon
había asegurado al Departamento de Estado antes del golpe que las
fuerzas armadas “se darían prisa en restituir las instituciones
constitucionales y devolver el poder a manos civiles”,71 esto no sucedió.
En unos días el general Castelo Branco asumió la presidencia, y en los años
siguientes su régimen mostró todos los rasgos de la dictadura militar que
Latinoamérica ha llegado a conocer y “amar”: el Congreso fue clausurado:
la oposición política extinguida; se suspendió el habeas corpus en caso de
“crímenes políticos”; se prohibieron por ley las críticas al presidente; los
sindicatos fueron dominados por agentes del Gobierno; las protestas
fueron reprimidas con disparos de la policía y el ejército contra los
manifestantes; las “desapariciones” se convirtieron en una nueva forma
de represión en Latinoamérica; los campesinos vieron arder sus casas; los
sacerdotes fueron agredidos... el Gobierno dio un nombre a este
programa: la “rehabilitación moral” de Brasil... y luego vino la tortura y los
escuadrones de la muerte, ambos obra de la policía y el ejército, ambos
orientados por Estados Unidos. 72
En las secciones posteriores sobre Guatemala y Uruguay veremos cómo
la Oficina de Seguridad Pública de EE.UU. (OPS), la CIA y la AID se
combinaron para dar el entrenamiento técnico, el equipamiento y el
adoctrinamiento necesarios para llevar a cabo los horrores que tuvieron
lugar en esos países. El caso de Brasil no fue diferente. Dan Mitrione, de la

68 Agee, pp. 364-365.


69 New York Times, 6 de abril de 1964, p. 1.
70
Reader’s Digest, octubre de 1966, artículo citado.
71 Parker, p. 59.
72 Sobre la represión por parte del gobierno de Branco y su conexión con Washington ver:

a) Penny Lernoux: Cry of the People: The Struggle for Human Rights in Latin America - The Cathoíic
Church in Confiict with US. Policy. Penguin Books, Londres, 1982, pp. 166- 175, 313-332, y otras.
b) Langguth, caps. 4, 5, 7 y otros.
c) Torture and Oppresion in Brazii, Audiencia ante el Subcomité sobre Organizaciones y
Movimientos Internacionales del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 11 de diciembre de
1974, contiene testimonio por y acerca de víctimas de torturas y reproducciones de artículos de la
prensa norteamericana.
d) Noam Chomsky y Edward Hermán: The Washington Connection and Third World
Fascism.Boston, 1979, ver índice.
27. Brasil 1961-1964 297

OPS, a quien encontraremos en toda su plenitud como torturador en


Uruguay, comenzó su carrera en Brasil en los 60. Hacia 1969 la OPS había
establecido una fuerza policial nacional en este país y había entrenado a
100.000 hombres, además de los 523 que recibían instrucción superior en
EE.UU.73 Un tercio del tiempo en las academias de policía se dedicaba a las
conferencias sobre “la amenaza comunista” y la necesidad de
combatirla.74 La “escuela bomba” y técnicas de control de disturbios eran
otros aspectos importantes de la educación.
Las torturas iban desde los golpes simples, pero brutales, con una porra hasta
los choques eléctricos. Con frecuencia es más refinada: el extremo de una caña
es introducido en el ano de un hombre desnudo colgado cabeza abajo en el
pau de arara (percha de loro) y un algodón empapado en petróleo es
encendido en el otro extremo de la caña. Mujeres embarazadas han sido
obligadas a presenciar la tortura de sus esposos. Otras mujeres han sido
colgadas desnudas delante de sus maridos y recibidos choques eléctricos en
sus partes sexuales, mientras se les sometía a obscenidades de la peor clase.
Niños han sido torturados delante de sus padres y viceversa. Al menos un niño,
el hijo de Virgilio Gomes da Silva, de tres meses de edad, muñó durante la
tortura, según se informó. La duración de las sesiones depende de la
capacidad de resistencia de las víctimas y a veces han continuado por varios
días.
Amnistía Internacional 75

El juez Agamemnon Duarte indicó que el CCC [Comandos para Cazar


Comunistas, un escuadrón de la muerte armado y apoyado por la policía] y la
CIA estaban implicados en el asesinato del Padre Henrique Neto. Admitió que
[...] el servicio secreto norteamericano estaba detrás del CCC.
Jornal do Brazil 76

El jefe del Estado Mayor del Ejército brasileño, general Breno Borges
Forte, declaró en la Décima Conferencia de Ejércitos Americanos en 1973:
El enemigo es indefinido [...] se adapta a cualquier ambiente y utiliza todos los
medios, tanto los lícitos como los ¡lícitos, para conseguir sus fines. Se disfraza
de sacerdote, estudiante o campesino, como defensor de la democracia o
intelectual avanzado, como un alma piadosa o un profesor extremista; penetra
en los campos y las escuelas, las fábricas y las iglesias, las universidades y las
magistraturas; si es necesario vestirá el uniforme militar o un atuendo civil; en
suma, puede asumir cualquier papel que considere apropiado para engañar,
mentir y aprovecharse de la buena fe de la gente occidental. 77

73AID: Program and Project Data Presentation to the Congress for Fiscal Year 1971, p. 26.
74Langguth, p. 94; Poelchau, p. 65, entrevista a Langguth.
75 Amnistía Internacional: Report on Allegations of Torture in Brazii Londres, 1974, p. 40.
76 Jornal do Brasil, 25 de mayo de 1972, citado por Amnistía Internacional, p. 49.
77 Lawrence Weschler: A Mirarte, a Universe: Settling Accounts with Torturers. Penguin Books,

New York, 1991, p. 122.


27. Brasil 1961-1964 298

En 1970, un grupo de estudio del Congreso norteamericano visitó


Brasil. Hizo este resumen de las declaraciones de los asesores militares
estadounidenses en funciones en el país:
Más que detenerse en los aspectos autoritarios del régimen, enfatizaron su
seguridad de que las fuerzas armadas brasileñas creen en, y apoyan, la
democracia representativa como un ideal y devolverían el gobierno al control
civil si esto pudiera hacerse sin sacrificar la seguridad y el desarrollo. No se
aprecia que este retiro de la arena política vaya a producirse en un futuro
cercano. Por esta razón enfatizan en la sostenida importancia de los
programas de entrenamiento de la asistencia militar como un medio para
ejercer la influencia de EE.UU. y mantener la actitud actual pro
norteamericana de las fuerzas armadas brasileñas. No se le da especial
importancia a las posibles desventajas para los intereses de EE.UU. al estar tan
cercanamente identificado con un régimen autoritario. 78

La CIA nunca descansa. El New York Times reporta en 1966: “Cuando la


CIA supo el año pasado que un joven brasileño había muerto en 1963,
supuestamente en un accidente automovilístico, mientras estudiaba con
una beca en la Universidad Lumumba en Moscú, montó una campaña
publicitaria masiva para disuadir a otras familias sudamericanas de enviar
a sus hijos a estudiar a la Unión Soviética”.79 Muy aleccionadora resulta la
conversación telefónica sostenida entre el presidente Lyndon B. Johnson
y el secretario asistente de Estado para Asuntos Interamericanos, Thomas
Mann, el 3 de abril de 1964, dos días después del golpe. Mann comentó:
“Espero que esté tan feliz como yo con lo de Brasil”, a lo que Johnson
respondió: “Lo estoy”. Mann señaló entonces: “Creo que es lo más
importante que ha sucedido en este hemisferio en tres años”, a lo que
Johnson añadió: “Ojalá nos den algún crédito por ello en lugar de
mandarnos al infierno”.80

78 Special Study Mission to Latin America on Military Assistance Training. Informe del Comité de

la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 1970.


79 New York Times, 27 de abril de 1966, p. 28.
80 Michael Beschloss: Taking Charge: The Johnson White House Tapes 1963-1964. New York, 1997,

p. 306.
28. Perú 1960-1965 299

28. PERÚ 1960-1965


Fort Bragg se traslada a la selva
Era el sueño de la CIA hecho realidad. Un ataque comando de cubanos
anticastristas a la Embajada cubana en Lima había descubierto pruebas
documentales de que Cuba había pagado “cientos de miles” de dólares en
propaganda en Perú para fomentar una actitud favorable hacia su
revolución y promover actividades comunistas en el país. No era la
habitual acusación fabricada, pues los documentos revelaban todo en
detalle y daban los nombres de quienes habían recibido el dinero
manchado: sindicalistas, universitarios y políticos; individuos que habían
visitado Cuba en secreto con todos sus gastos cubiertos.1 Para completar,
se trataba de personas que la CIA consideraba como enemigos.
El único problema —y no llegaba a tanto— era que algunos de los
documentos eran falsificados. El ataque había tenido lugar, en realidad, el
8 de noviembre de 1960 para ser exactos, y se habían apoderado de los
documentos a punta de pistola. Pero los más incriminadores, presentados
un mes después junto a los auténticos, habían sido elaborados por los
expertos de la División de Servicios Técnicos de la CIA. 2 Era un regalo
inesperado. La historia recibió amplia cobertura de los medios en toda
Latinoamérica y en EE.UU., y fue acompañada por indignados artículos
anticomunistas y editoriales. El Wall Street Journal llegó a publicar un
texto sumamente largo, ligeramente histérico, que se basaba de manera
obvia en afirmaciones difundidas en Washington, que no cuestionaba en
ningún momento, en el cual alertó que “el enorme volumen de
información de inteligencia proveniente de veinte naciones desde México
hasta Argentina habla de un avance comunista cada vez mayor dentro del
hemisferio”. 3 Por supuesto que los cubanos insistieron en que los
documentos eran ‘falsos, pero eso era de esperar. El asunto proyectó una
sombra bastante duradera sobre las relaciones exteriores de la isla en los
años siguientes.
El logro mayor, desde el punto de vista de la CIA, fue que unos días
después del descubrimiento, el Gobierno peruano rompió las relaciones
diplomáticas con Cuba. Esta era una prioridad para la Agencia en Lima,
como en la mayoría de las restantes capitales latinoamericanas y conllevó

1 New York Times, 22 de diciembre de 1960, p. 3.


2 Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary.New York, 1975, pp. 145-146.
3 Wall Street Journal, 5 de enero de 1961, p. I.
28. Perú 1960-1965 300

a que se le prohibiese operar en Perú a la agencia cubana de noticias,


Prensa Latina, pues las autoridades decidieron que sus despachos
noticiosos eran “controlados desde Moscú”. 4
Una semana después, hubo otros frutos favorables del incidente. El
Gobierno puso en práctica una ley que facilitaba el arresto de los
miembros del Partido Comunista, aunque la misma fue rechazada al año
siguiente. Durante sus deliberaciones, la legislatura peruana aceptó una
declaración jurada de un tal Francisco Ramos Montejo, quien había
desertado hacía poco de la Embajada cubana y estuvo presente durante el
ataque, que “confirmaba” que todos los documentos eran auténticos.
Ramos, que estaba ahora viviendo en Miami y trabajaba para la CIA,
añadió nuevas revelaciones de que había planes detallados para asesinar
a funcionarios peruanos y derrocar al Gobierno, así como del con trabando
de armas hacia el país desde Bolivia y Ecuador, presumiblemente para
estos propósitos.5 Con estos materiales se lleva a cabo la batalla por los
corazones y las mentes de los latinoamericanos.
La historia política de Perú se atiene al molde clásico de Sudamérica:
una oligarquía derrocada por un golpe militar, sustituido por otra
oligarquía... con repuntes periódicos de revueltas, violencia esporádica
con la que los olvidados tratan de recordar a los de arriba que todavía
existen, aunque sea en agonía. El veterano reportero John Gerassi
describió la situación de los pobres en Perú a inicios de los 60:
En Lima, la capital, cuyas mansiones coloniales envueltas por ornamentales
balaustradas de madera contribuyen a que sea una de las ciudades más bellas
del mundo, la mitad del millón trescientos mil habitantes vive en barrios
marginales infestados por las ratas. Uno de ellos, El Montón, está construido
alrededor, sobre y en el basurero de la ciudad. Cuando lo visité vi niños
desnudos, demasiado pequeños para poder caminar, compitiendo con cerdos
por unas migajas de comida entre la basura [...] [Los campesinos] mastican
hojas de coca, de las que se extrae la cocaína, para calmar el hambre e ingieren
como promedio 500 calorías al día. Cuando hay hierba los indígenas peruanos
la comen —y también la oveja que matan cuando el animal está tan
hambriento que empieza a comerse la lana de otra del rebaño. Los peones que
trabajan la tierra de los blancos ganan como promedio un sol (4 centavos) al
día y [...] trabajan desde que sale el sol hasta que se pone. 6

Durante este período, un movimiento dirigido por Hugo Blanco


organizó a los campesinos en sindicatos, llevó a cabo huelgas y se apoderó
de tierras. No se involucraron mucho en lo que pudiera llamarse guerra de

4 New York Times, 28 de diciembre de 1960, p. 5.


5 Ibíd., 6 y 7 de enero de 1961; Agee, p. 146; Agee no menciona a Ramos por su nombre, pero
parece bastante obvio que se refiere al mismo hombre.
6 John Gerassi: The Great Fear in Latin America.New York, 1965, pp. 20, 129.
28. Perú 1960-1965 301

guerrillas pues tenían pocas armas y malas, que usaron para defender el
territorio ocupado, y fueron aplastados de manera fácil y brutal por la
policía y el ejército, al parecer sin ayuda significativa de EE.UU., sólo el
armamento y entrenamiento de rutina de tales fuerzas. Hacia 1965, sin
embargo, varios grupos guerrilleros se habían desarrollado en la zona este
de los Andes, conscientes de que tratar de organizar los campesinos era
dolorosamente inadecuado, suicida incluso según algunos. Inspirados en
la Revolución cubana, impresionados por los cambios sociales
desarrollados por la misma, entrenados por cubanos, estos hijos de clase
media se reunieron en mayo para adoptar una estrategia común. La guerra
de guerrillas comenzó en realidad al mes siguiente, pero hacia fines de año
una operación conjunta peruano— norteamericana de contrainsurgencia
derrotó a tres de los grupos rebeldes, dos de ellos en menos de dos meses.
Los guerrilleros que escaparon fueron reducidos a escaramuzas
impotentes durante más o menos otro año. 7 El papel de la CIA en este
barrido militar definitivo ha sido descrito de manera concisa por un
antiguo alto oficial de esta, Víctor Marchetti:
Los Boinas Verdes participaron [...] en lo que fue la mayor intervención a gran
escala de la CIA en Latinoamérica después de Bahía de Cochinos, Esto ocurrió
a mediados de los 60 cuando la agencia vino secretamente en ayuda del
gobierno peruano acosado por entonces con problemas de guerrilleros en su
región oriental más lejana. Incapaz de lidiar adecuadamente con el
movimiento insurgente, Lima se volvió al gobierno de EE.UU. en busca de
ayuda, que recibió de inmediato en forma encubierta.
La agencia financió la construcción de lo que un observador experimentado
describiría como “un Fort Bragg en miniatura” en la problemática selva
peruana, con todos sus comedores, aulas, barracas, oficinas administrativas,
torres de salto de paracaidistas, instalaciones para vehículos anfibios y
cualquier otro equipamiento para operaciones paramilitares. Los helicópteros
fueron proporcionados bajo la cobertura de programas oficiales de ayuda
militar, y la CIA transportó por aire armas y otros equipos de combate. El
entrenamiento fue ofrecido por el personal de la División de Operaciones
Especiales de la agencia y por instructores de los Boinas Verdes prestados por
el ejército.8

En febrero de 1966, el secretario de Defensa Robert McNamara


resumió así este esfuerzo en una audiencia del Senado: “En Perú, el
Gobierno ha obtenido ya verdaderos progresos contra las concentraciones
guerrilleras, y las unidades de la fuerza aérea y del ejército peruano

7 Sobre la trayectoria, ideología y destino de los diversos movimientos revolucionarios en Perú

durante este período ver Richard Gott: Rural Guerrillas in Latin America. Gran Bretaña, 1973, pp. 363-
463; James Petras y Maurice Zeitlin, eds.: Latin America: Reform or Revolution? Fawcett, New York,
1968, pp. 343-350; New York Times, 30 de agosto de 1966, p. 1.
8 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of In telligence. New York, 1975, p. 137.
28. Perú 1960-1965 302

entrenadas y apoyadas por EE.UU. han desempeñado un papel destacado


en esta campaña contra las guerrillas”. 9 De forma típica, y también irónica,
tal entrenamiento había incluido, en primer lugar, el crear en los oficiales
peruanos la motivación para combatir a los insurgentes. Tal como ha
señalado un estudioso de los asuntos militares de EE.UU., Michael Klare:
“Muchos oficiales latinoamericanos preferirían dirigir unidades élites,
como escuadrones aéreos, flotillas navales o brigadas blindadas, que
enfrentarse a las guerrillas en largas y poco espectaculares campañas en
la selva. Los programas de entrenamiento estadounidense están
diseñados para enfatizar la importancia de estas operaciones (y sugerir
que EE.UU. recompensará a quienes se destaquen en este tipo de
combates)”.10
No se conoce en qué medida participaba directamente el personal
militar norteamericano. Sí establecieron su cuartel en el centro del
conflicto bélico, en el poblado de Mazanari, y en septiembre de 1965, el
New York Times informó que cuando el Ejército peruano inició un
operativo de envergadura contra las guerrillas, “se dijo que al menos un
experto en contrainsurgencia del Ejército norteamericano ayudó a planear
y dirigiré) ataque”.11
En las áreas urbanas se llevó a cabo un cerco para los que apoyaban a
la guerrilla, sobre la base de información recopilada por la CIA: la lista de
“subversivos” compilada con regularidad por la Agencia a través de todo
el mundo para estas ocasiones. 12 La CIA está por la general en mejor
posición para obtener esta información que el gobierno del país en
cuestión, debido a su mayor experiencia en este campo, a disponer de más
fondos para contratar informantes, a su mejor equipamiento para
espionaje y a tener mayor motivación.
Mientras todo esto tenía lugar, la guerra en Vietnam y las protestas
militantes contra la misma se habían posesionado de las primeras páginas
de los periódicos norteamericanos, y el aislado reporte del New York Times
que mencionamos antes pasó inadvertido. Sin embargo, el objetivo
estadounidense en Perú — aplastar un movimiento encaminado hacia una
auténtica reforma agraria y los cambios políticos y sociales que de manera
inevitable se derivarían— era idéntico al que tenía en el país asiático. Y los
métodos empleados eran similares: reducir a cenizas las casas de los
campesinos y las aldeas para castigar el apoyo a los guerrilleros; la
deforestación del entorno para destruir los refugios de los insurgentes;

9 Audiencias ante el Comité sobre Servicios Armados y el Subcomité sobre el Departamento de

Defensa del Comité del Senado sobre Apropiaciones, 23 de febrero de 1966, p. 38.
10 Michael Klare: War Without End. New York, 1972, pp. 297-298.
11 New York Times, 12 de septiembre de 1965, p. 32.
12 Agee, p. 440; ver también pp. 267-269 y 427.
28. Perú 1960-1965 303

bombardeos de saturación con napalm y explosivos de alta efectividad,


incluso el lanzar prisioneros vivos desde los helicópteros. 13 La diferencia
esencial, que significó el desastre para los rebeldes peruanos, era que sus
filas no se veían incrementadas en un número apreciable por los
campesinos indígenas, un grupo humano con poca conciencia
revolucionaria y menor atrevimiento: cuatro siglos de deshumanización
les habían privado prácticamente de toda esperanza y de sentido del
derecho a rebelarse, y cuando este sentido se agitaba débilmente, tal
como ocurrió cuando Hugo Blanco, era aplastado de inmediato por el peso
de la violencia oficial.
La mayor parte de las fuerzas armadas empleadas en todo el Tercer
Mundo para mantener al campesinado reducido al orden está formada
precisamente por soldados de origen campesino. Una muestra del cinismo
de las autoridades militares peruanas y norteamericanas fue que los
soldados en estas operaciones fuesen utilizados lejos de su zona natal,
para disminuir su resistencia cuando se daba orden de disparar contra los
pobladores.14 Pero todo funcionó. Y lo hizo tan bien que tuvo que pasar
más de una década antes de que la desesperación llevara a los hombres a
recurrir nuevamente a las armas en Perú.

13 Gott: op. cit; Petras, p. 349; Normal Gall: “The Legacy of Che Guevara”, en la revista

Commentary, New York, diciembre de 1967, p. 39.


14 Petras, p. 349.
29. República Dominicana 1960-1966 304

29. REPÚBLICA DOMINICANA 1960-1966


Deshacerse de la democracia para salvarla del
comunismo
En la noche del 30 de mayo de 1961, el generalísimo Rafael Trujillo,
asesino en masa, torturador por excelencia, dictador absoluto, fue
baleado en una carretera en las afueras de la capital, llamada entonces
Ciudad Trujillo. El asesinato precipitó una cadena de eventos durante los
cinco años siguientes que muestran la intervención sostenida y grosera de
EE.UU. en los asuntos internos de la República Dominicana, en forma no
igualada desde los días de la diplomacia de cañoneras.
Estados Unidos había sido cómplice en el asesinato del hombre que
había ayudado a llegar al poder y soportado durante cerca de treinta años.
Esto marcó una de las raras ocasiones en que el Gobierno norteamericano
actuó para derrocar a un déspota de derecha, aunque la motivación fue
igualmente el anticomunismo. Fuera cual fuera la repugnancia individual
que los estrategas de Washington sintieran hacia las increíbles violaciones
de los derechos humanos llevadas a cabo durante años por Trujillo, su
represión de la izquierda y, como consecuencia, el fuerte apoyo que
disfrutaba en el Congreso (en el que su dinero desempeñaba su papel) y
en otros influyentes círculos norteamericanos, fueron suficientes para
mantener a un buen número de administraciones sucesivas mirando hacia
otro lado. Cuando en enero de 1959, Fulgencio Batista cayó ante las
fuerzas de Fidel Castro en la cercana Cuba, Washington decidió reevaluar
dicha política. Este hecho histórico parecía sugerir que el apoyo a los
gobiernos de derecha podría no seguir siendo la mejor manera de
controlar el alza del movimiento revolucionario en Latinoamérica sino que
era preferible acercarse a él. De hecho, en junio de ese año una fuerza
expedicionaria de exiliados dominicanos desembarcó en su patria
proveniente de Cuba, y aunque fracasaron por completo en su invasión,
esto sólo pudo servir para aumentar la preocupación de Washington
acerca de quien nadaba en “el lago americano”.
‘“Batista es a Castro como Trujillo es a...’ era la asunción implícita, y
Washington quería asegurarse de ayudar a llenar el espacio en blanco”,
fue la forma en que un analista expuso el problema. “Como resultado,
Estados Unidos comenzó a buscar un modo de deshacerse de Trujillo y al
29. República Dominicana 1960-1966 305

mismo tiempo asegurarse un sucesor responsable”. 1 Por ironía, fue


precisamente hacia la tierra de Trujillo adonde había escapado Batista.
La decisión de derribar a Trujillo se fortaleció a principios de 1960
cuando EE.UU. trató de organizar una oposición hemisférica contra el
régimen de Castro, lo cual constituía una prueba más para la
acostumbrada acusación de que el Gobierno norteamericano se oponía
sólo a los regímenes de izquierda, nunca a los de derecha, sin importar lo
tiránicos que fuesen. La cercanía con Trujillo, que todos consideraban el
“protegido” de Washington se volvía cada vez más molesta. Las
circunstancias fueron tales que Eisenhower llegó a observar que “lo cierto
es que la opinión pública norteamericana no condenará a Castro mientras
no actuemos contra Trujillo”. 2 La creencia aparente del presidente en la
independencia mental de los norteamericanos resulta un tanto exagerada,
pues Washington estaba sosteniendo dictaduras de derecha en
Guatemala, Nicaragua, Haití y otros países antes y después del asesinato
de Trujillo, y el público americano fue fácilmente convencido de condenar
a Castro.
Ya desde 1958, el entonces jefe de la estación CIA en República
Dominicana, Lear Reed, junto con varios dominicanos, había elaborado un
plan para asesinar a Trujillo, aunque este nunca se puso en práctica. 3 Se
ignora cuál fue la motivación de la Agencia, y si actuaba por su cuenta o a
nombre de los altos dignatarios de Washington. Sin embargo, en febrero
de 1960, el grupo especial del Consejo de Seguridad Nacional en
Washington evaluó un programa de ayuda encubierta a los antitrujillistas. 4
Dos meses más tarde, Eisenhower aprobó un plan de contingencia que
establecía que, si la situación se deterioraba aún más, “Estados Unidos
tomaría acciones políticas de inmediato para sacar a Trujillo de República
Dominicana tan pronto como se pudiera inducir, a un régimen sucesor
adecuado, a tomar el poder con la seguridad del apoyo político,
económico y militar-si fuera necesario— de EE.UU.”5
Al parecer, ignorante de las corrientes en torno a él, Trujillo continuó
justificando su reputación gansteril. En junio sus sicarios volaron el auto

1
Jerome Slater: “The Dominican Republic 1961-1966”, en Bany Blechman y Stephen Kaplan: Forcé
Without War: U.S. Armed Forces as a Política! Instrument. The Brookings Institution, Washington,
1978, pp. 290-291, un estudio emprendido a solicitud del Pentágono y con la colaboración del mismo,
aunq ue el libro aclara que los puntos de vista corresponden exclusivamente a los autores.
2 Bernard Diederich: Trujillo: The Death of the Goat. Londres, 1978, p. 43.
3 Ibid., pp. 48-49; New York Times, 23 de junio de 1975, p. 17, este artículo es más comprensible

cuand o se sabe que Lear Reed era llamado el “coronel”, debido a que obtuvo ese rango en la Segunda
Guerra Mundial (Diederich, p. 49)
4 Interim Report: Allege Assassination Plots Involving Foreign Leaders, el Comité Selecto del

Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con Respecto a Actividades de Inteligencia,


20 de noviembre de 1975, p. 192, en lo adelante lo llamaremos Assassination Report.
5 Ibid.
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donde viajaba el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, un crítico


abierto del dictador dominicano. Como resultado, Washington se vio
presionado nuevamente por parte de varios de los países caribeños más
democráticos para actuar contra Trujillo. Betancourt, que sobrevivió a la
voladura, dijo al secretario de Estado Christian Herter: “Si ustedes no lo
eliminan, nosotros invadiremos”. 6
Durante todo un año, los disidentes y diversos funcionarios
norteamericanos desarrollaron una comedia de capa y espada: hubo
reuniones en Nueva York y en Washington, en Ciudad Trujillo y en
Venezuela: norteamericanos residentes en República Dominicana fueron
reclutados para la causa por la CIA; se diseñaron planes para derrocar a
Trujillo e n diferentes momentos por el Departamento de Estado, la CIA y
los disidentes, algunos aprobados por el Grupo Especial. Un campo de
entrenamiento fue establecido en Venezuela para exiliados dominicanos,
transportados hacia allí por la CIA desde EE.UU. y Puerto Rico. Los
disidentes pidieron armas en numerosas ocasiones, desde fusiles de
francotiradores hasta explosivos de control remoto, con miras al
sobreentendido propósito de asesinar a Trujillo y otros miembros clave de
su régimen. Varios de estos pedidos fueron aprobados por el
Departamento de Estado o la CIA, el apoyo a los disidentes era reiterado
con regularidad en altos niveles del Gobierno... pero después de todo lo
dicho y hecho, ninguno de los ambiciosos planes fue siquiera intentado (el
asesinato como tal fue en gran medida improvisado); sólo se hicieron
llegar tres pistolas y tres carabinas a los antitrujillistas, y no se sabe si
alguna de estas armas llegó a utilizarse en el atentado.7 En el análisis final,
el apoyo más significativo que recibieron los disidentes, de EE.UU., fue la
seguridad de que el “Coloso del Norte” no intervendría militarmente para
evitar el asesinato y los apoyaría si establecían luego un gobierno
“adecuado”. En Latinoamérica esto es casi una condición sine qua non
para tales empresas, sobre todo en República Dominicana donde los
marines norteamericanos habían desembarcado en cuatro ocasiones
diferentes en ese siglo, y en la última intervención crearon una Guardia
Nacional centralizada que pusieron bajo el control de un joven oficial a
quien habían entrenado, llamado Rafael Trujillo.
La brecha entre la palabra y la acción del Gobierno norteamericano en
cuanto al atentado parece haber sido consecuencia de la incertidumbre
creciente en Washington acerca de qué ocurriría en realidad tras la caída
del dictador, ¿emergería de ese caos un régimen pro Castro? Una
consideración secundaria fue, quizás, la resistencia a involucrarse en un

6 Diederich, p. 44.
7 Assassination Report, p. 191-215, passim, Diederich, passim, en particular pp. 40-56.
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asesinato político, tanto por criterios políticos como por el deseo de evitar
“ensuciar más ante los ojos del mundo” la “postura moral de EE.UU.”, tal
como lo expresó un funcionario del Departamento de Estado. 8 Este fue en
particular el deseo explícito del presidente Kennedy y de otros en su
administración tras asumir el mando en enero de 1961, aunque más tarde
llevarían a cabo varios intentos de asesinato contra Castro. El fracaso de
Bahía de Cochinos en abril de ese año debilitó más el entusiasmo de los
funcionarios de Washington hacia las aventuras en el Caribe (excepto
contra Cuba como venganza), y los in dujo a pedir una posposición del
atentado, pero los conspiradores habían pasado el punto de no retorno.
Los dominicanos que llevaron a cabo el hecho, y sus compañeros en la
conspiración, no eran revolucionarios en modo alguno. Venían de las filas
de sectores privilegiados y conservadores de la sociedad dominicana, y
estaban unidos en primer lugar por su intenso odio contra Trujillo, una
especie de vendetta personal por cuanto cada uno de ellos, o alguien
cercano, había sufrido graves humillaciones a manos del dictador, cuando
no tortura y muerte. Su plan acerca de lo que sucedería tras el magnicidio
no estaba definido y lo poco que habían previsto se derrumbó por
completo. Tal como fueron las cosas, al día siguiente de la muerte, Rafael
(Ramfis) Trujillo, hijo del dictador, abandonó su vida de playboy en París y
regresó a toda prisa para tomar las riendas del Gobierno. Muy poco fue
resuelto, fuera en República Dominicana o en Washington. La
administración Kennedy se vio enfrentada al mismo problema ideológico
que había causado tanta indecisión anteriormente: ¿Cuál es el mejor
modo de evitar el establecimiento de un gobierno de izquierda que persiga
cambios sociales radicales? ¿El tradicional puño de hierro de la dictadura
o una sociedad más democrática, capaz de satisfacer muchas de las
legítimas demandas de la población? ¿Cuánta democracia podría
permitirse sin abrir paso a demandas mayores y menos aceptables,
proporcionando a la izquierda una plataforma legal desde la cual atraer
(“embaucar” diría Washington) al pueblo? Y si debe apoyarse a una
dictadura, ¿cómo podrían los dirigentes norteamericanos liberales
explicar esto al mundo y a sus propios ciudadanos?
John F. Kennedy y sus hombres de Harvard tuvieron la tendencia a
tratar tales cuestiones políticas de forma mucho más contemplativa que
la acostumbrada por las figuras políticas norteamericanas; a veces podría
decirse que casi agonizaban ante tales asuntos, pero al final su política
hacia Latinoamérica no se diferenciaba de la de los gobiernos
conservadores. Un líder que impusiera el “orden” con al menos una
fachada de democracia, que mantuviera a la izquierda sumergida sin

8 Assassination Report, p. 210.


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mostrarse abiertamente brutal; en resumen, el liberal anticomunista


parecía ser todavía el aliado más seguro para EE.UU.: “Hay tres
posibilidades [dijo Kennedy] en orden descendiente de preferencia: un
régimen democrático decente, una continuación del régimen de Trujillo o
un régimen a lo Castro. Debemos procurar el primero, pero no podemos
renunciar al segundo mientras no estemos seguros de que podemos evitar
el tercero”. 9 Rafael Trujillo Jr. no era a las claras el ideal; además del
estigma de su nombre y su familia, llevó a cabo un baño de sangre como
venganza durante los seis meses siguientes. 10 Pero, a diferencia de su
padre en sus últimos años, Ramfis podía ser convencido por Washington
para efectuar algunas reformas simbólicas, y ambas partes hubieran
estado felices de continuar así de manera indefinida a no ser por las
numerosas personas en el país que se sintieron terriblemente estafadas
ante esta situación. Su júbilo por verse libres de Trujillo se había amargado
al ver que todo quedaba igual. El resentimiento se filtró por todas partes.
Hacia octubre las protestas eran diarias y estaban siendo sofocadas con
tanques; los estudiantes morían por las balas de las tropas
gubernamentales. Estados Unidos comenzó a movilizarse pues la situación
era de una anarquía tal que Washington temió que se abriera el paso al
proverbial (y al parecer mágico) “avance comunista”, aunque lo cierto es
que la izquierda dominicana había sido reducida a un nivel insignificante
durante años de represión.
Los diplomáticos norteamericanos se reunieron en la capital con el clan
Trujillo y los jefes militares dominicanos, y les dijeron sin rodeos que se
utilizaría el poder de las armas estadounidenses, si era necesario, para
compulsar la creación de un gobierno provisional encabezado por Joaquín
Balaguer hasta que pudieran celebrarse elecciones. Balaguer había estado
estrechamente unido a la familia Trujillo por décadas; servía como
presidente bajo Trujillo en el momento del asesinato, y había permanecido
en esa misma condición bajo Ramfis, pero no se le veía como un
continuador de la tiranía. Tal como dijo Kennedy: “Balaguer es nuestro
único instrumento. Los liberales anticomunistas no tienen fuerza
suficiente. Debemos utilizar nuestra fuerza para conducir a Balaguer por
el camino de la democracia”.11 Luego veremos cuán comprometido con la
democracia en República Dominicana estaba el presidente
norteamericano.
Para asegurarse de que el mensaje fuera entendido, ocho barcos con
1.800 marines aparecieron ante la costa dominicana el 19 de noviembre,
justo en el límite de las tres millas, pero a simple vista de Ciudad Trujillo.

9 Arthur M. Schlesinger: A Thousand Days. Boston, 1965, p. 769.


10 Diederich, pp. 170-249, sumario en página 265.
11 Schlesinger, p. 661.
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Transmisiones de radio en español desde los barcos alertaban que los


marines estaban preparados para desembarcar, mientras aviones de
combate norteamericanos patrullaban desde el aire. El brigadier general
Pedro Rodríguez Echevarría, un militar clave, fue persuadido por EE.UU.
de abandonar cualquier plan de golpe militar que podía haber estado
elucubrando y apoyar las acciones norteamericanas. Rodríguez procedió a
ordenar el bombardeo de una base aérea en las afueras de la capital,
donde los trujillistas estaban concentrando tropas, aunque se desconoce
si lo hizo por su propia iniciativa. En dos días Ramfis decidió regresar a sus
templos de placer en Europa, mientras otros de sus partidarios destacados
partían a la Florida.12
Sin embargo, Balaguer demostró ser un obstáculo importante para
iniciar el proceso de democratización y dio indicios de que no veía su
gobierno como algo temporal, por lo que EE.UU. añadió su propia presión
especial a la de la oposición interna para obligarlo a renunciar al cabo de
dos meses. Washington envió entonces nuevas advertencias a Rodríguez
y amenazó a los líderes dominicanos con cortar la mayor parte de la ayuda
económica, si apoyaban un golpe, además de hacer un nuevo despliegue
de fuerzas para ayudar a otros oficiales a bloquear cualquier intento del
general de tomar el poder.13
Mientras un Consejo de Estado de siete miembros administraba el
Gobierno, EE.UU. continuó tratando a la República Dominicana como su
propio experimento para evitar el comunismo. El embajador John Bartlow
Martin presionó al Consejo para frenar cualquier actividad de izquierda.
Según él mismo admitió, recomendó el uso de “métodos utilizados una vez
por la policía en Chicago”: acoso de sospechosos con arrestos repetidos,
asaltos nocturnos a sus casas, golpizas, etc. 14 Cuando las protestas
callejeras se hicieron sentir, el fiscal general de EE.UU., Robert Kennedy,
se ocupó de enviar equipamiento antidisturbios a Santo Domingo (ya se
había restituido el nombre original a la ciudad). Los equipos llegaron
acompañados de dos detectives de Los Ángeles, que conocían el español,
para enseñar a sus homólogos dominicanos el delicado arte de reprimir
tales manifestaciones, aprendido por ellos en losábamos mexicanos al
este de L. A. En pocas semanas el embajador Martin pudo informar que el
Consejo había “reconquistado las calles, gracias casi por completo a esos
dos detectives”. 15 La unidad de control de disturbios quedó como
permanente en la fuerza policial de Santo Domingo. Conocidos como los

12 Sobre los hechos posteriores al asesinato de 1961: Slater, pp. 294-297; Diederich, pp. 220-251.
13 Slater, p. 298; New York Times, 20 de enero de 1962, p. 4.
14 John Bartlow Martin: Overtaken by Events: The Dominican Crisis From the Fall of Trujillo to the

Civil War. New York, 1966, p. 100.


15 Ibid, p. 122.
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Cascos Blancos, se ganaron el odio de la población. Poco después los


militares norteamericanos iniciaron un amplio programa para transformar
las fuerzas armadas del país en lo que esperaban fuera una eficiente
organización antiguerrilla, aunque los guerrilleros escaseaban tanto en la
isla como entre los miembros de la familia Trujillo. 16
Finalmente las elecciones se celebraron en diciembre de 1962, bajo
condiciones dictadas en gran parte por el embajador Martin a los dos
candidatos principales. Su propósito era introducir en República
Dominicana algunos de los rasgos que los norteamericanos consideran
necesarios para un sistema electoral viable y democrático, pero la
conducta de Martin constituía una intrusión abierta en los asuntos de una
nación supuestamente soberana. Sus instrucciones llegaron al extremo de
indicar lo que debía decir el perdedor en su discurso de admisión. Más aún,
bajo una Ley de Emergencia, EE.UU. y el Consejo organizaron la
deportación de cerca de ciento veinticinco trujillistas y “castro-
comunistas” hacia EE.UU. de donde no tenían autorización para salir hasta
que no transcurriesen las elecciones a fin de “ayudar a mantener la
estabilidad”.17
El ganador, y primer presidente electo más o menos democráticamente
en el país desde 1924, fue Juan Bosch, un escritor que había pasado
muchos años en el exilio durante el régimen de Trujillo. Aquí estaba al fin
el liberal anticomunista de Kennedy, un civil legalmente electo con una
cómoda mayoría. El gobierno de Bosch debía ser la tan largamente
buscada “vitrina de la democracia” que desmentiría a Fidel Castro. Bosch,
fue recibido con grandes honores en Washington poco aptes de que
asumiera el poder en febrero de 1963. Pero el hombre se mantuvo firme
en sus convicciones: convocó a la reforma agraria, que incluía transferir
una parte de las propiedades privadas al sector estatal; disminuyó el
alquiler de las viviendas; nacionalización modesta de empresas; orientó un
ambicioso proyecto de obras públicas, más en función de las necesidades
populares que de los inversionistas; ordenó una reducción de las
importaciones superfluas; al mismo tiempo dio incentivos a la empresa
privada y se mostró abierto a la inversión extranjera siempre que esta no
explotase al país en demasía; en resumen, elementos normales en el
programa de cualquier dirigente liberal del Tercer Mundo con serios
propósitos de cambios sociales. También asumió con seriedad las
libertades civiles: los comunistas, o los así llamados, o cualquier otro, no
debían ser perseguidos a menos que violasen la ley.
Un número de funcionarios y congresistas norteamericanos

16 New York Times, 9 de junio de 1962, p. 10.


17 Sobre el involucramiento de EE.UU. en las elecciones: Martin, pp. 227-229, 347-348.
29. República Dominicana 1960-1966 311

expresaron su incomodidad con los planes de Bosch, así como con su


posición de independencia con respecto a EE.UU. La reforma agraria y la
nacionalización son siempre asuntos espinosos para Washington, el
material con que se construye el “rastrero socialismo”. En varios sectores
de la prensa estadounidense, Bosch fue calificado de rojo y comparado
con Castro (este, por su parte, lo consideraba un “títere yanqui”). Algunas
de las críticas de los medios estaban orquestadas en la forma conocida de
las campañas de la CIA. 18 Tanto en EE.UU. como en Dominicana, las
acusaciones más frecuentes que se le hacían a Bosch eran las típicamente
usadas contra los líderes latinoamericanos que no reprimían con vigor a la
izquierda (cf. Arbenz y Goulart): estaba permitiendo a los comunistas
“infiltrarse” en el país y en el Gobierno, no estaba contrarrestando la
“subversión comunista” (esto último no se refería a otra cosa que a los
casos de gentes que exigían sus derechos pisoteados por tanto tiempo).
Un reportero de Miami Press escribió: “La penetración comunista en
República Dominicana progresa con increíble eficiencia y velocidad”. Sin
embargo, no nombraba a un solo comunista en el Gobierno. Lo que ocurría
era que el reportero, Hal Hendrix, era un valioso efectivo de prensa y un
“operativo secreto” de la CIA en los años 60. 19 La CIA hizo una contribución
mayor a la atmósfera en contra de Bosch. El embajador Martin ha
informado que la Agencia “dio más crédito a rumores [acerca de la
presencia de comunistas en República Dominicana] de lo que yo habría
dado [...] Al informarse de un complot castro-comunista, no importa cuán
descabellado, era obviamente más seguro evaluarlo como si ‘pudiera ser
cierto que como un absurdo”. 20 John F. Kennedy, también irritado con
Bosch, en particular por su negativa a reprimir a los radicales, dijo un día a
Martin: “Me pregunto si no llegará el día en que él [Bosch] desee librarse
de algunos de los izquierdistas. Dígale que respeto su criterio, lo
respaldamos en todo, pero puede llegar el momento en que querrá
deportar 30 o 50 personas, en que sea mejor deportarlos que dejarlos ir.
Supongo que tendrá que capturarlos en algo”. 21

Cuando EE.UU. se negó a asignar nueva ayuda económica a la República


Dominicana y dio muestras en general de que Juan Bosch era una empresa
condenada, los oficiales dominicanos de derecha obtuvieron el estímulo
necesario para cumplir su anhelo de eliminar al presidente y su política.

18 Martin, pp. 455-456; Richard Bamet: intervention and Revolution. Londres, 1972, p. 168.
19 Cita del Miami News publicada en Newsweek, 7 de octubre de 1963, p. 64. Información sobre
Hendrix aparece en Carl Bernstein: “The CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de octubre de 1977,
p. 59; Thomas Powers: The Man Who Kept the Secrets: Richard Heims and the CIA. New York, 1979, p.
461.
20 Martin, p. 451.
21 ibid., pp. 477-478.
29. República Dominicana 1960-1966 312

Sam Halper, antiguo jefe de la redacción sobre el Caribe de la revista Time,


informó luego que el golpe militar que expulsó a Bosch se puso en práctica
“tan pronto el Pentágono les hizo un guiño”. 22 En julio, un grupo de
oficiales presentaron a Bosch un ultimátum formal: condicionaban su
lealtad al régimen a la adopción de una política de decidido
anticomunismo. La reacción de Bosch fue aparecer en televisión y dar una
conferencia sobre el papel apolítico del ejército en una sociedad
democrática, con seguridad un tema esotérico para los moldeados por
treinta y un años de trujillismo. El asediado presidente pudo ver que una
sucesión prematura se le avecinaba a su gobierno. Su discurso televisivo
tenía mucho el tono de una despedida. La negativa de ayuda de
Washington sólo podía agrandar el ominoso letrero en la pared. Sin duda
Bosch y algunos de sus ayudantes sospechaban con fuerza que los
militares norteamericanos y la CIA ya conspiraban con la oficialidad
dominicana. Varios oficiales estadounidenses se habían despreocupado
de las formalidades diplomáticas al expresar sus reservas acerca de la
política de Bosch lo suficientemente alto como para llegar a sus oídos. 23
Una semana antes del golpe, la federación sindical creada por la CIA en
Santo Domingo para contrarrestar y deteriorar el apoyo a Bosch entre el
movimiento obrero, CON ATRAL, colocó un anuncio en un periódico
destacado en el que pedía al pueblo colocar su fe en el ejército para que
los defendiese del comunismo. 24
El final llegó en septiembre, sólo siete meses después de que Bosch
asumiera el poder. No había tenido tiempo de lograr gran cosa en una
sociedad hundida en la corrupción cuando las botas militares marcharon,
como lo han hecho siempre sobre Latinoamérica. Estados Unidos, que
podía desalentar un golpe en el continente con sólo fruncir el ceño, no hizo
nada para evitarlo. No hubo despliegue de fuerzas norteamericanas —
aunque Bosch lo solicitó-, “sólo si hubiera amenaza comunista”, dijo el
Departamento de Estado. 25 “Se estaba salvando la democracia del
comunismo mediante la eliminación de la democracia”, publicó la revista
Newsweek. 26 Hubo las acostumbradas expresiones de pesar en
Washington acerca de la muerte de la democracia, y se esperó el plazo de
rigor para reconocer al nuevo régimen. Pero dos meses más tarde, cuando

22 Sam Halper: “The Dominican Upheaval”, en The New York Leader, New York, 10 de mayo de

1965, p. 4.
23 Martin, pp. 481-490; New York Times, 17 de julio de 1963, p. 10.
24 CONATRAL: Survey of the Aiiiance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del

Subcomité sobre Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores, 15 de julio de 1968, p. 18; Jan Kippers Black: The Dominican Repubiic: Politics and
Deveiopment in an Uncovering State. Boston, 1986, pp. 35, 96, 117; Barnet, pp. 170-171.
25 Martin, p. 570.
26 Newsweek, 7 de octubre de 1963, pp. 64-65.
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la oposición a la cada vez más represiva dictadura comenzó a manifestarse


de manera notable, la junta gritó “¡comunismo!”, y fue rápidamente
abrazada por EE.UU., que le dio el reconocimiento y todo el tratamiento
que corresponde a los miembros en buena posición en el “Mundo Libre”. 27

Diecinueve meses después estalló una revolución en la República


Dominicana que prometió traer de vuelta al poder al exiliado Bosch, con
el concurso de una fuerza civil y militar que sería leal a su programa. Pero
por quinta vez en el siglo, los marines desembarcaron y pusieron abrupto
fin a tales esperanzas.
Temprano en la mañana del sábado 24 de abril de 1965, un grupo de
oficiales jóvenes de rango medio, actuando en coordinación con
partidarios civiles de Bosch, se declararon en rebeldía contra el Gobierno.
Se llamaron a sí mismos “constitucionalistas” y pronto tuvieron el apoyo
de otros oficiales y sus unidades. Enardecidos por proclamas radiales,
miles de dominicanos se lanzaron a las calles gritando “¡Viva Bosch!” y
tomaron las armas que les fueron entregadas por los soldados rebeldes.
La estación de televisión fue tomada y durante dos días “un popurrí de
políticos, soldados, mujeres, niños, aventureros, vagabundos y cualquier
otro que lo desease, gritó contra el status quo.28
Los participantes en la revuelta eran una mezcolanza y no todos tenían
simpatías por Bosch y sus reformas; algunos eran de derecha y tenían sus
propias motivaciones, pero el ímpetu en favor de los constitucionalistas
era evidente y la revuelta fue vista con alarma por el resto de los militares
y la Embajada norteamericana. Philip Geyelin, periodista del Wall Street
Journal (y antes agente de la CIA), quien tuvo acceso a los cables oficiales
de la Embajada y a los actores principales del drama, escribió:
Lo que revela el recuento es que desde el mismo inicio del alzamiento, hubo
un esfuerzo coordinado por parte del Gobierno de EE.UU., si no una decisión
formal real, de detener el movimiento rebelde por cualquier medio y a
cualquier costo.
Para el domingo 25 de abril [...] la embajada en Santo Domingo había definido
con claridad su posición de apoyo a los militares “leales” y contra el objetivo
original de los rebeldes: el regreso de Juan Bosch [...] La restauración del
régimen de Bosch hubiera estado “contra los intereses de EE.UU.”, recomendó
la embajada. Bloquear a Bosch podía significar mayor derramamiento de
sangre, aceptó la embajada. Sin embargo, se dijo a Washington, los agregados
militares de la embajada habían dado luz verde a los líderes “leales” para hacer
“cualquier cosa posible” para evitar lo que era descrito como el peligro de la
“toma del poder por los comunistas”.29

27 New York Times, 14 de diciembre de 1963, p. 12.


28 Washington Post, 27 de junio de 1965, p. E2.
29 Wall Street Journal, 25 de junio de 1965, p. 8.
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Los agregados, al igual que el cónsul norteamericano, hicieron visitas


de emergencia a varios comandantes dominicanos todavía no
comprometidos con uno de los bandos, para persuadirlos de apoyar al
Gobierno, y al parecer tuvieron éxito.30 Una sangrienta guerra civil había
estallado en las calles de Santo Domingo. Durante los primeros días, la
suerte en los combates osciló entre unos y otros, pero ya en la noche del
28 de abril, el ejército y la policía de la ciudad se habían derrumbado y los
constitucionalistas se preparaban para atacar el último bastión militar: San
Isidro, la base principal a unas diez millas de la ciudad. 31 “Los generales en
San Isidro estaban desmoralizados, varios lloraban y uno pedía
histéricamente la ‘retirada’”, decía el cable enviado a Washington por el
nuevo embajador, W. Tapley Bennett en la mañana de ese día (en realidad
Bennett exageraba de la peor manera, pero era cierto que los militares
dominicanos se hallaban aislados y abatidos). El embajador añadió, bien
en este cable o en otro, que si no desembarcaban de inmediato los
marines, se perderían vidas de norteamericanos y los “elementos tipo
Castro” saldrían victoriosos. 32 En pocas horas los primeros 500 marines
fueron traídos en helicópteros desde los barcos estacionados a varias
millas de la costa. Dos días después las fuerzas estadounidenses en tierra
sobrepasaban los cuatro mil efectivos. En el momento culminante cerca
de veintitrés mil soldados de la Marina y el Ejército habían tomado
posiciones en el país y había miles más en los 35 barcos enviados.
La acción norteamericana violaba abiertamente varios acuerdos
internacionales, incluida la Carta de la OEA, que prohibía las
intervenciones “directas o indirectas, por razón alguna, en los; asuntos
internos o externos de otro Estado”. Durante toda la ocupación, los
pronunciamientos de EE.UU. habían hecho creer al mundo que sus fuerzas
se encontraban en Dominicana en carácter “neutral”: para proteger las
vidas de los norteamericanos y otros extranjeros, establecer un cese al
fuego, garantizar elecciones libres, etc. Como hemos visto, sin embargo,
se había comprometido con uno de los bandos desde el mismo inicio de
las hostilidades. La mañana siguiente al desembarco de los primeros
marines, Bennett fue instruido por el Departamento de Estado acerca de
que los oficiales estadounidenses debían utilizarse para “ayudar a San
Isidro a desarrollar planes operativos para tomar el bastión rebelde en la

30 Slater, p. 308; Tad Szulc: Dominica» Diary, New York, 1965, p. 32, Szulc era el corresponsal del

New York Times en la República Dominicana durante este período.


31 Slater, p. 307.
32 Martin, pp. 656-657; New York Times, 1ro. de mayo de 1965; Slater, p. 309; Wall Street Journal,

25 de junio de 1965, p. 8.
29. República Dominicana 1960-1966 315

ciudad”.33
En pocos días, los soldados norteamericanos fueron desplegados en un
corredor armado que atravesaba Santo Domingo para dividir a los
constitucionalistas y cortar el acceso de su cuerpo principal al resto del
país, embotellándolos en una pequeña área céntrica de la ciudad contra el
mar. Otras tropas habían tomado posiciones en el resto del país. La
ofensiva rebelde contra San Isidro no había podido realizarse y esto marcó
el inicio del fin de la revolución.
Las tropas estadounidenses vinieron en ayuda de los militares
dominicanos no sólo con su presencia combativa, sino con suministros de
armas, equipos, alimentos, e incluso de salarios, pero su participación
directa era lo de mayor peso. En un momento de gran impacto, el mar de
soldados yanquis se abrió para dar paso a los soldados dominicanos que
atacaron brutalmente y barrieron la zona norte del área rebelde, mientras
la zona sur, donde se hallaban las principales fuerzas constitucionalistas,
permanecía bloqueada sin poder enviarles ayuda. Esta “aplastante
victoria”, como la reportó el New York Times, fue “apoyada visiblemente
por las tropas de EE.UU.” Otros periodistas norteamericanos también
informaron sobre la participación de sus soldados en los combates,
aunque los funcionarios de Washington lo negaron irritados. 34
Los rebeldes apenas podían disparar en forma aislada contra los
invasores y pagaban un alto precio por ello. Las fuerzas de EE.UU. hicieron
volar un edificio desde el cual se les hacía fuego; al avanzar en la zona
constitucionalista, cuando otros francotiradores comenzaron a
dispararles, dieron muerte a 67 rebeldes y transeúntes capturados; se
enviaron paracaidistas que fueron vistos haciendo fuego contra rebeldes
en retirada y se informó que el ministro de Justicia y Policía de los
constitucionalistas “había muerto bajo el fuego de ametralladoras
norteamericanas cuando intentaba apoderarse del vacío Palacio
Presidencial en el centro de la ciudad con una escuadra de sus hombres”. 35
La administración Johnson negaba tales acciones o argumentaba que
quienes las ejecutaban no cumplían órdenes, sino que se trataba de
“acciones individuales” o “incidentes aislados”.
Un equipo encubierto de Boinas Verdes fue enviado a una locación
para garantizar la seguridad de civiles norteamericanos, pero al llegar
descubrieron que algunos de estos estaban ayudando a los rebeldes, “su
principal objetivo cambió de inmediato de proteger a sus compatriotas a

33 Martin, p. 658.
34 Washington Post, 27 de junio de 1965, p. E5; Slater, pp. 322-323; New York Times, 20 de mayo
de 1965.
35 New York Times, 20 de mayo de 1965; Slater, p. 325.
29. República Dominicana 1960-1966 316

espiarlos”.36 Los Boinas Verdes también hallaron tiempo para preparar el


asesinato de uno de los principales líderes constitucionalistas, Francisco
Caamaño. El complot fue cancelado en el último momento porque
implicaba riesgos excesivos.37
Otro grupo de visitantes norteamericanos estaba conformado por
algunos dirigentes de la Asociación Nacional de Estudiantes, venidos en
apariencia para conversar con sus homólogos sobre problemas
educacionales, pero que en realidad estaban en función de recopilar
información de los estudiantes locales para beneficio de la CIA. Faltaban
todavía dos años para que salieran a la luz los detalles sobre la larga
relación entre la Agencia y esta prominente organización estudiantil.38
Durante todo este período, los cañones de la propaganda del Gobierno
de EE.UU. apuntaron hacia el público norteamericano, el dominicano y el
de todo el mundo para convencerlos de que los “comunistas”
predominaban entre los constitucionalistas, que amenazaban con asumir
el mando del movimiento, o ya lo habían hecho, así como de las terribles
consecuencias que esto implicaba para todos. En vahas ocasiones la
administración Johnson dio a conocer listas de “comunistas y castristas”
entre las filas de los rebeldes. Las mismas reflejaban entre 53 y 77
nombres, y se convirtieron en cause célèbre al igual que en objeto de
ridículo por parte de los medios. Además de la risible escasez de nombres
(en una rebelión de decenas de miles con numerosos líderes), algunos de
los que aparecían resultaron estar presos o fuera del país. La Embajada
norteamericana en Santo Domingo aseguró a los reporteros que si
visitaban las bases de los rebeldes, verían a los comunistas nombrados.
Estos lo hicieron, pero no pudieron identificar comunistas (si es que hay
una forma de identificar a un comunista). En consecuencia, los
funcionarios gubernamentales explicaron que la razón por la cual los
periodistas habían encontrado tan pocas evidencias de actividad
comunista era que el desembarco norteamericano había aterrorizado a los
rojos y los hizo esconderse. Con el tiempo, estos funcionarios admitieron
sus dudas en cuanto a poder probar que el comunismo había tomado el
control de los constitucionalistas, aunque Johnson había presionado a la
CIA y el FBI para que llevaran a cabo una búsqueda intensiva al respecto
(un cable de la CIA a Washington el 25 de abril decía que el partido
comunista dominicano [Partido Socialista Dominicano] había estado “al
margen del intento de golpe”. 39 ) El ex oficial de la CIA, Philip Agee,

36 New York Times Magazine, 14 de julio de 1982, p. 20.


37 Ibíd.
38 New York Times, 25 de febrero de 1967.
39 Presencia de comunistas entre los rebeldes: Washington Post, 27 de junio de 1965, p. E4; cable

de la CIA: Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Vol. 1977, documento 14G
29. República Dominicana 1960-1966 317

estacionado en Uruguay en aquel tiempo, escribió luego que la nueva


contraseña en su estación fue “53 comunistas entrenados”. La respuesta
era “diez mil marines”.40
La Embajada, y Bennett en particular, lanzaron “una avalancha
creciente de rumores histéricos, historias de atrocidades y reportes
alarmantes” 41 acerca de los rebeldes, que recordaba a las historias de
horror sobre los bolcheviques que llenaron las páginas de la prensa
norteamericana después de la revolución rusa: embajadas arrasadas,
“ejecuciones masivas a lo Castro”, rebeldes desfilando por las calles
enarbolando estacas con las cabezas de sus víctimas... Johnson se refirió a
estas “atrocidades” en declaraciones públicas, pero nunca se dieron
pruebas de ninguna, pues nada era cierto, nadie localizó nunca a un
dominicano sin cabeza, y los funcionarios norteamericanos, en un
monumento al descaro, acusaron luego a la prensa de difundir rumores
sin verificar.42
Mientras tanto la CIA, la Agencia de Inteligencia de Defensa y la USIA
llevaban a cabo su propia campaña intensiva de propaganda en República
Dominicana para justificar la posición de EE.UU. y desacreditar a los grupos
opositores. Expertos en guerra sicológica llegaron al país para desarrollar
su papel, emisoras y periódicos fueron establecidos de manera encubierta,
se falsearon las emisoras de los rebeldes, se arrojaron volantes desde el
aire por todo el país. La USIA también subsidió en secreto la publicación
de materiales pro gubernamentales para su distribución en Estados
Unidos.43
A partir de todos los absurdos y las frecuentes contradicciones en las
declaraciones públicas de los funcionarios norteamericanos, la expresión
“vacío de credibilidad” entró en el lenguaje popular del país y pronto se
convirtió en un fantasma que atormentaría a Johnson en la presidencia.44
El historiador Richard Barnet ha destacado otro aspecto interesante del
esfuerzo propagandístico norteamericano:
Para justificar la intervención, que había levantado una violenta oposición por
parte de amigos tradicionales de Estados Unidos debido a su crudeza y a la ola
de mentiras en la que iba envuelta [...] [Washington] comenzó un asalto
directo sobre el concepto de no intervención, la piedra fundacional de la
retórica política latinoamericana inscrita en numerosos tratados,
declaraciones y discursos panamericanistas [...] El subsecretario Thomas
Mann dijo a los corresponsales de los periódicos que las cartas de la OE A y la
ONU estaban redactadas en “términos decimonónicos” [...] Averell Harriman

40 Philip Agee: Inside the Company: CIA Dialy.New York, 1975, p. 421.
41 Barnet, pp. 175-176.
42 Ibíd.; Szulc, pp. 71-73; Washington Post, 27 de junio de 1965, p. E4.
43 Slater, p. 321; New York Times, 22 de marzo de 1967.
44 David Wise: The Politics ofLying.New York, 1973, p. 32.
29. República Dominicana 1960-1966 318

destacó en Montevideo que el principio de no intervención se estaba


volviendo “obsoleto”. La Cámara de Representantes aprobó una resolución
con 315 votos contra 52 [...] que justificaba el uso unilateral de la fuerza en
territorio extranjero por parte de cualquier nación que se considerara
amenazada por “el comunismo internacional directa o indirectamente” [...] El
presidente [declaró en un discurso]: “La primera realidad es que los antiguos
conceptos y etiquetas están con mucho obsoletos. En el mundo de hoy, con
enemigos de la libertad hablando de ‘guerras de liberación nacional’, la vieja
distinción entre ‘guerra civil’ y ‘guerra internacional’ ha perdido mucho de su
significación [...] El momento de la decisión se ha convertido en el momento
de la acción [...]”
Esta es la esencia de la Doctrina Johnson, una proclamación de legitimidad de
la acción armada contra los enfrentamientos civiles prácticamente sin
límites.45

Los últimos soldados norteamericanos no abandonaron República


Dominicana hasta septiembre de 1966. Hasta entonces se sucedieron
varios ceses al fuego, treguas quebrantadas y dilatadas negociaciones bajo
gobiernos provisionales. En junio de 1966 se efectuaron elecciones en las
cuales Joaquín Balaguer derrotó a Juan Bosch por un amplio margen. Pero
esto no constituía una sorpresa: durante cinco largos años el pueblo había
vivido bajo una nube de caos y violencia, la experiencia les había hecho
anhelar un retomo a la “normalidad”, al orden, al retiro de la intervención
extranjera, a no tener soldados patrullando las calles, ni toques de queda,
gases lacrimógenos y derramamiento de sangre. Con el Ejército
norteamericano todavía muy visible, y conocido el desagrado del Gobierno
de EE.UU. por Bosch, con la omnipresente propaganda martilleando el
miedo a la amenaza roja y asociando a Bosch y a los constitucionalistas con
el comunismo; con el personal y la ideología trujillista todavía
predominando en el Ejército dominicano, una victoria de Bosch habría sido
vista por muchos como el peligro de que los horrores llovieran de nuevo
sobre sus cabezas. Bosch había regresado unos meses antes de las
elecciones, pero temía tanto por su seguridad que nunca abandonó su
hogar durante la campaña.
Joaquín Balaguer permaneció en el Gobierno durante los próximos
doce años, dirigiendo a su país en el mejor estilo latinoamericano: los ricos
se hicieron más ricos, y los pobres tuvieron hijos, niños hambrientos; la
democracia siguió ausente: la policía y el ejército secuestraban, torturaban
y asesinaban a los opositores del régimen con regularidad y aterrorizaban
a los sindicalistas.46 Pero no fue el monstruo que fue Trujillo. Hubo paz y

45 Barnet, pp. 178-179.


46 Ver Wall Street Journal, 7 de septiembre de 1971: “In Dominican Republic, Political Murders
Rise, and So Does Poverty”; también diversos Informes sobre Torturas e Informes Anuales de Amnistía
29. República Dominicana 1960-1966 319

calma relativas, ninguna “amenaza comunista” sé acercó al país. Se


endulzó el terreno para los inversionistas extranjeros y las corporaciones
norteamericanas acudieron con grandes empresas. Hubo orden y
estabilidad, y los gobernantes de EE.UU. estuvieron satisfechos. Quizás
algunos de ellos habían llegado a comprender que el gobierno liberal-
anticomunista era un ideal imposible, pues cualquier movimiento que
buscara una democracia genuina y reformas sociales atraería de forma
inevitable a individuos que EE.UU. catalogaría como “comunistas”, y a
partir de entonces se sentiría movido a desacreditar, subvertir y,
eventualmente, revertir este movimiento.

Internacional durante la década de 1970.


30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 320

30. CUBA. 1959 HASTA LOS AÑOS OCHENTA


La revolución imperdonable
La existencia de un gobierno revolucionario socialista con lazos
crecientes con la URSS a sólo 90 millas de su territorio era una situación
que ninguna superpotencia que se respetase podía tolerar, se insistía en
EE.UU., y en 1961 se emprendió una invasión. Pero a menos de 50 millas
de la URSS estaba Pakistán, un aliado íntimo de EE.UU., miembro de la
Organización del Tratado del Atlántico Sur Oriental (la alianza
anticomunista creada por los norteamericanos) desde 1955. En la misma
frontera soviética estaba Irán, entonces un aliado todavía más cercano de
EE.UU., con sus puestos de espionaje electrónico, la vigilancia aérea y las
infiltraciones hacia el territorio ruso de agentes estadounidenses. Y junto
con Irán, también en la frontera de la URSS, estaba Turquía, miembro de
la OTAN desde 1951.
En 1962, durante la “crisis cubana de los misiles”, Washington, al
parecer en estado de pánico, informó al mundo que los rusos estaban
instalando misiles “ofensivos” en Cuba e instituyeron con rapidez una
“cuarentena” para la isla: un poderoso despliegue de fuerzas de la Marina
detendría y registraría todas las embarcaciones cercanas a Cuba, y se le
impediría el paso a todo cargamento militar. Sin embargo, EE.UU. tenía
misiles y bases de bombarderos en Turquía, así como otros misiles en
Europa occidental que apuntaban a la URSS. Khruschov escribiría más
tarde:
Los norteamericanos habían rodeado nuestro país con bases militares y nos
amenazaban con armas nucleares, y ahora sabrían exactamente cómo se
siente el tener misiles enemigos apuntándote; no estaríamos haciendo otra
cosa que darles un poco de su propia medicina [...] Después de todo, Estados
Unidos no tiene ningún conflicto moral o legal con nosotros. No hemos dado
a los cubanos nada más de lo que los norteamericanos les han dado a sus
aliados. Tenemos los mismos derechos y oportunidades que los
norteamericanos. Nuestra conducta en la arena internacional se rige por las
mismas reglas y límites que la de los norteamericanos. 1

En caso de que alguien no entendiera las reglas por las cuales se regían
los norteamericanos, como era al parecer el caso de Khruschov, la revista
Time se apresuró a explicarlas: “Esta ecuación por parte de los comunistas

1 Khruschev Remembers. Londres, 1971, pp. 494, 496.


30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 321

[refiriéndose a la propuesta de Khruschov de retirar mutuamente los


misiles de Cuba y Turquía] tiene motivos tácticos obvios. Y ha provocado
confusión moral e intelectual entre los neutralistas y pacifistas [que habían
apoyado la propuesta]”. La confusión residía, al parecer, en no ver
claramente quiénes eran los tipos buenos y los malos pues “el propósito
de las bases norteamericanas [en Turquía] no es chantajear a Rusia, sino
fortalecer el sistema defensivo de la OTAN, que ha creado una barrera
protectora contra la agresión rusa. Como miembro de la OTAN, Turquía
aprobó las bases como una contribución a su propia defensa”. Cuba,
invadida sólo un año antes, no podía tener preocupaciones por su defensa,
y Time continuaba su sermón:
Aparte de estas diferencias entre los dos casos, hay una diferencia moral,
enorme entre los objetivos de Rusia y los de EE.UU. [...] Igualar las bases
norteamericanas y rusas es de hecho igualar los propósitos rusos y
norteamericanos [...] Las bases estadounidenses, como las de Turquía, han
ayudado a mantener la paz desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que
las bases rusas en Cuba amenazan con destruir la paz. Las bases rusas tenían
la intención de facilitar la conquista y dominación, mientras que las bases
norteamericanas fueron erigidas para preservar la libertad. La diferencia
debería ser obvia para todos. 2

Igualmente obvio era el derecho de EE.UU. a mantener una base militar


en suelo cubano, un vestigio de colonialismo atravesado en la garganta del
pueblo de la isla que EE.UU., hasta el día de hoy, se niega a abandonar a
pesar de las vehementes protestas del Gobierno cubano.
En el diccionario norteamericano, además de las bases y los misiles
buenos y malos, hay revoluciones buenas y malas. Las revoluciones
francesa y norteamericana fueron buenas. La Revolución cubana es mala,
y debe serlo cuando tantos han salido del país por su causa. Pero al menos
cien mil personas abandonaron las colonias británicas en América durante
y después de la revolución en las mismas. Estos conservadores no podían
aceptar los cambios políticos y sociales, tanto los reales como los temidos,
en particular ese que ocurre en todas las revoluciones merecedoras de tal
nombre: que los que siempre fueron considerados inferiores ya no sepan
cuál es su lugar (o como lo expresó el secretario de Estado de EE.UU. tras
la Revolución rusa: los bolcheviques buscaban “hacer que las masas
ignorantes e incapaces dominaran la tierra”. 3 Los conservadores huyeron
a Nueva Escocia y Gran Bretaña contando historias sobre los bárbaros,
disolutos e impíos revolucionarios norteamericanos. Quienes se quedaron

2
Time, 2 de noviembre de 1962.
3
Citado por William Appleman Williams: “American Intervention in Russia: 1917-1920”, en David
Horowitz, ed.: Containment and Revolution. Boston, 1967. Escrito en una carta del secretario de Estado
Roben Lansing al presidente Wilson, tío de John Foster y Alien Dulles.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 322

y se negaron a jurar lealtad al nuevo gobierno fueron privados


prácticamente de todas sus libertades civiles. Muchos fueron
encarcelados, asesinados u obligados al exilio. Después de la Guerra Civil
norteamericana, miles más huyeron a Sudamérica y a otros sitios, también
perturbados por la revuelta social. ¿Por qué no esperar entonces un éxodo
después de la Revolución cubana? Una verdadera revolución social, que
dio lugar a cambios mucho más profundos que los experimentados nunca
en Norteamérica. ¿Cuántos más hubieran salido de EE.UU. si a 90 millas
tuviesen la nación más rica del mundo ofreciéndoles la bienvenida y
proponiéndoles todo tipo de beneficios y recompensas?
Después del triunfo revolucionario en enero de 1959, aprendimos que
también había secuestradores buenos y malos. En varias ocasiones los
aviones y embarcaciones cubanos eran secuestrados hacia EE.UU. pero no
se devolvían a Cuba ni se castigaba a los causantes. En lugar de ello,
algunos de esos aviones y barcos pasaron a manos de la autoridad es
norteamericanas como parte de la indemnización reclamada por
empresas norteamericanas al Gobierno cubano. 4 Pero también estaban
los malos secuestradores: los que forzaban a aviones a volar de EE.UU.
hacia Cuba. Cuando comenzó a haber más vuelos en esa dirección que en
la opuesta. Washington se vio obligado a reconsiderar su política.
Al parecer también había terroristas buenos y malos. Cuando los
israelíes bombardearon las oficinas de la OLP en Túnez en 1985, Ronald
Reagan expresó su aprobación. El presidente aseguró que las naciones
tienen el derecho a ejercer represalias por los ataques terroristas “siempre
que se lleven a cabo contra los responsables”. 5 Pero si Cuba hubiera
lanzado bombas en cualquiera de los cuarteles de los exiliados
anticastristas en Miami o Nueva Jersey, Reagan se habría lanzado a la
guerra probablemente, aunque por más de veinticinco años el gobierno
de Castro hubiera soportado una extraordinaria serie de ataques
terroristas realizados en Cuba, en EE.UU. y en otros países por parte de los
exiliados y sus mentores de la CIA (ni siquiera analizaremos las
consecuencias de que Cuba bombardease oficinas de la CIA).
Los bombardeos y ametrallamientos en Cuba por parte de aviones que
despegaban de bases estadounidenses comenzaron en octubre de 1959,
si no antes. 6 A principios de 1960 hubo vahos ataques aéreos contra
cañaverales e ingenios azucareros en los cuales también participaron
pilotos norteamericanos; al menos tres de ellos murieron al ser derribados
y otros dos fueron capturados. El Departamento de Estado reconoció que
un avión, que se había estrellado en Cuba y en el cual murieron dos

4 Cuba, the U.S. and Russia. 1960-1963. Facts on File, New York, 1964, pp. 56-58.
5 International Herald Tribune, París, 2 de octubre de 1959, p. 1.
6 New York Times, 23 de octubre de 1959, p. 1.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 323

norteamericanos, había despegado de la Florida, pero insistió en que lo


había hecho en contra de la voluntad del Gobierno estadounidense. 7
En marzo de ese año un carguero francés que desembarcaba
municiones provenientes de Bélgica, hizo explosión en La Habana y segó
setenta y cinco vidas e hirió a unas doscientas, algunas de las cuales
murieron más tarde. Estados Unidos negó la acusación de sabotaje hecha
por Cuba pero admitió que había tratado de impedir el envío de armas. 8 Y
así siguieron las cosas, hasta llegar al punto culminante, en abril de 1961,
con la infame invasión por Bahía de Cochinos organizada por la CIA. Más
de cien exiliados murieron en el ataque y cerca de mil doscientos fueron
hechos prisioneros. Luego se reveló que cuatro pilotos norteamericanos
que volaban a las órdenes de la CIA también habían muerto.9
El ataque a Bahía de Cochinos se había planeado confiando en que el
pueblo cubano apoyaría a los invasores,10 lo que no ocurrió. Las fuerzas
que invadieron estaban formadas por antiguos partidarios y esbirros de
Fulgencio Balista, el dictador derrocado por Castro, y estos no habrían sido
bienvenidos por los cubanos bajo ninguna circunstancia.
A pesar de que la administración Kennedy estaba en una posición
sumamente delicada por este fracaso, se inició casi de inmediato una
campaña de agresiones a menor escala contra Cuba. Durante los años 60,
la isla fue sometida a incontables ataques comandos por aire y por mar
llevados a cabo por exiliados, en ocasiones acompañados por sus
supervisores de la CIA, para causar daños en refinerías, plantas químicas y
vías férreas; cañaverales, ingenios y almacenes de azúcar; se infiltraron
espías, saboteadores y asesinos, cualquier cosa para dañar la economía
cubana, promover la disensión o crear malestar en torno a la revolución;
durante este proceso perdieron la vida numerosos milicianos y otros
cubanos; hubo ataques pirata contra barcos pesqueros y mercantes
cubanos; bombardeo a navíos soviéticos fondeados en Cuba; asalto a un
campamento militar soviético, durante el cual doce soldados rusos fueron
heridos; un hotel y un teatro fueron tiroteados desde el mar porque se

7
Cuba, the U.S., pp. 7-8; New York Times, 19 y 20 de febrero de 1960; 22 de marzo.
8 New York Times, 5 y 6 de marzo de 1960.
9 David Wise: “Colby of CIA - CIA of Colby”, en New York Times Magazine, 1º de julio de 1973, p.

9.
10 Un informe acerca de los hechos posteriores a la invasión ordenado por Kennedy reveló: “Nunca

hubo la intención, atestiguaron los que e laboraron el plan, de que la invasión misma derribaría a
Castro. La esperanza era que el éxito inicial promoviera un levantamiento de miles de cubanos
anticastristas. Los barcos en la flota invasora llevaban 15 000 armas para ser distribuidas a los
esperados voluntarios”, en U.S. News & World Report, 13 de agosto de 1979, p. 82. Algunos
funcionarios de la CIA, incluido Alien Dulles, negaron más tarde que se esperara un levantamiento,
pero esto puede ser sólo un intento de disimular su malestar ideológico ante un pueblo que, viviendo
bajo una “tiranía comunista”, no respondía al llamado del “Mundo Libre”.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 324

suponía que en ellos se encontraban rusos y otros europeos del Este...11


Estas acciones no se llevaban siempre a cabo por órdenes directas de
la CIA o con su conocimiento previo, pero la Agencia no podía negar su
auspicio general. Había creado un centro de operaciones en Miami que
era casi un estado dentro de la ciudad — por encima, en contra y fuera de
las leyes de EE.UU., para no mencionar las internacionales— con un
personal de varios cientos de norteamericanos que dirigían a muchos más
agentes cubanos en tales tipos de acciones, con un presupuesto que
excedía los cincuenta millones de dólares anuales y un acuerdo con la
prensa local para mantener silencio sobre las operaciones en Florida
excepto cuando la CIA quería que algo se publicitara. 12
El artículo 18 del Código Penal de EE.UU. declara que es un crimen
organizar “una expedición militar o naval u otra empresa” en el territorio
norteamericano contra un país con el que EE.UU. no está (oficialmente) en
guerra. Aunque las autoridades estadounidenses impidieron algún que
otro complot de los exiliados, o incautaron una embarcación —a veces
porque los guardacostas u otros funcionarios no habían recibido el aviso
apropiado-, ningún cubano fue procesado bajo esta acusación. Era lo que
cabía esperar puesto que el propio fiscal general Roben Kennedy había
determinado después de los sucesos de Bahía de Cochinos que la invasión
no constituyó una expedición militar. 13
Los ataques comando fueron combinados con un bloqueo comercial y
crediticio total, que se mantiene hasta hoy, el cual afectó muy seriamente
la economía cubana y el nivel de vida de la sociedad. Tan estricto ha sido
el mismo que cuando Cuba fue golpeada por el huracán Flora en octubre
de 1963, y un club social de Nueva York, la Casa Cuba, acopió gran cantidad
de ropa como ayuda, EE.UU. se negó a darle la licencia de exportación
sobre la base de que tal embarque era “contrario a los intereses
nacionales”.14 Además, se presionó a otros países para que se sumaran al
bloqueo, y los bienes destinados a Cuba eran saboteados: se dañaban las

11 Sobre los ataques a Cuba ver:


a) Taylor Branch y George Crile III: “The Kennedy Vendetta”, en revista Harper’s, New York, agosto
de 1975, pp. 49-63.
b) Cuba, the U.S..., passim.
c) New York Times, 26de agosto de 1962, p. 1; 21 de marzo de 1963, p. 3; Washington Post, 1ro.
de junio de 1966; 30 de septiembre de 1966; además de otros numerosos artículos en ambos
periódicos durante los años 60.
d) Warren Hinckle y William W. Turner: The Fish is Red: The Story of the Secret War Against
Castro.Harper & Row, New York, 1981, passim.
12 Branch y Crile, pp. 49-63. El artículo señala que hubo más de trescientos norteamericanos

envueltos en la operación, pero en CBS Reports: The CIA Secret Army, transmisión del 10 de junio de
1977, con guión de Bill Moyes y el propio George Crile III, el ex funcionario de la CIA Ray Cline afirma
que hubo entre 600 y 700 oficiales norteamericanos.
13 New York Times, 26 de agosto de 1962, p. 1.
14 John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New York, 1965, p. 278.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 325

maquinarias, se añadían químicos a los lubricantes para deteriorar las


máquinas que los utilizaran, se le pagó a un fabricante de Alemania
occidental para que produjera “cajas de bolas” descentradas, y a otro,
para que entregara engranajes de ruedas defectuosos. “Cuando le pides a
un fabricante que se meta en un proyecto como ese contigo estás
hablando de dinero, porque tiene que readaptar toda su tecnología en
función de eso [dijo un oficial de la CIA implicado en estos sabotajes], Y se
va a preocupar probablemente por el efecto que eso va a tener en sus
negocios futuros. Podrías tener que pagarle varios cientos de miles de
dólares, o más”.15
Un fabricante que desafió el bloqueo fue la British Leyland Company,
que vendió un gran número de autobuses a Cuba en 1964. Las repetidas
críticas y protestas de los funcionarios y congresistas en Washington no
impidieron las entregas de los mismos, y de pronto, en octubre, un
carguero de Alemania oriental que transportaba cuarenta y dos autobuses
hacia Cuba chocó en medio de una espesa niebla con un navio japonés en
el Támesis. La embarcación nipona pudo seguir navegando, pero el
carguero había encallado. Los autobuses debieron ser “descontados”, dijo
la compañía Leyland. En los principales periódicos británicos no fue más
que el reporte de otro accidente. 16 En el New York Times ni siquiera
apareció. Pasó toda una década antes de que el columnista
norteamericano Jack Anderson revelara que sus fuentes de la CIA y la
Agencia de Seguridad Nacional le habían confirmado que la colisión había
sido preparada por la CIA con la cooperación de la inteligencia británica.17
Después de esto, otro oficial de la CIA declaró que se sentía escéptico en
relación con esta historia, aunque admitió que “es cierto que estábamos
saboteando los autobuses Leyland que iban hacia Cuba desde Inglaterra y
esto era un asunto de mucha sensibilidad”.18
No hay duda de que mucho más sensible fue el uso de armas biológicas
y químicas contra Cuba por parte de EE.UU. Se trata de un récord notable.
En agosto de 1962, un carguero británico alquilado por los soviéticos
fondeó en la bahía de San Juan para reparar su propela, dañada al chocar
con un arrecife. Iba con destino a la URSS cargado con 80.000 sacos de
azúcar cubana. El buque fue llevado al dique seco y se descargaron 14.135
sacos para un almacén a fin de facilitar las reparaciones. Mientras estaba
almacenada, el azúcar fue contaminada por agentes de la CIA con una

15 Branch y Crile, p. 52.


16 The Times, Londres, 8 y 10 de enero de 1964; 12 de mayo, p. 10; 21 de julio, p. 10; 28 y 29 de
octubre; The Guardian, Londres, 28 y 29 de octubre de 1964.
17 Washington Post, 14 de febrero de 1975, p. C31; el relato de Anderson señala que sólo había

24 autobuses que fueron secados y utilizados en Inglaterra.


18 Branch y Crile, p. 52.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 326

sustancia que supuestamente era inofensiva pero desagradable al paladar.


Cuando el presidente Kennedy supo de esta operación, se puso furioso
porque se había llevado a cabo en territorio estadounidense y si era
descubierta, daría a la URSS evidencias para una campaña de propaganda
y sentaría un terrible precedente en el campo del sabotaje químico de la
Guerra Fría. Indicó que el azúcar no debía ser enviada a los rusos, aunque
no se sabe qué explicación oficial se les ofreció.19 Otras acciones similares
al parecer no fueron canceladas. El oficial de la CIA que ayudó a dirigir los
sabotajes en todo el mundo y al que hicimos referencia antes, reveló años
después: “Había muchos cargamentos de azúcar que salieron de Cuba y
pusimos un montón de contaminantes en ellos”20
Ese mismo año un técnico agrícola canadiense, contratado como
asesor del Gobierno cubano, recibió 5.000 dólares de “un agente de la
inteligencia militar de EE.UU.” para infectar los pavos cubanos con un virus
que produce la letal enfermedad de Newcastle. Como consecuencia
muñeron 8.000 pavos. El técnico declaró luego que aunque había estado
en la granja donde se enfermaron los animales, no había administrado el
virus, sino que se guardó el dinero sin hacer nada, y que los animales
habían muerto por la negligencia de los cuidadores y otras causas. El
Washington Post reportó que “según informes de inteligencia de EE.UU.,
los cubanos —y algunos norteamericanos— creen que los pavos murieron
como resultado del espionaje”. 21
Warren Hinckle y William Turner han escrito en su libro sobre Cuba —
citando a un participante en este proyecto-:
Durante 1969 y 1970 la CIA desplegó una tecnología futurista de alteración del
clima para afectar la cosecha azucarera en Cuba y dañar su economía. Aviones
procedentes del Centro de Armas Navales de China Lake, donde esta alta
tecnología fue desarrollada, sobrevolaban la isla y sembraban nubes con
cristales que precipitaban lluvias torrenciales en áreas no agrícolas y dejaban
áridos los cañaverales (las precipitaciones causaron mortíferas inundaciones
repentinas en algunas áreas).22

En 1971, también según el testimonio de participantes, la CIA entregó


a exiliados cubanos un virus que causaba la fiebre porcina africana. Seis
semanas más tarde la aparición de la enfermedad obligó a sacrificar
500.000 cerdos para evitar una epidemia a escala nacional. El brote,
primero que tenía tugaren el hemisferio occidental, fue llamado “el hecho
más alarmante” del año por la FAO (Organización para la Agricultura y la

19 New York Times, 28 de abril de 1966, p. 1.


20 Branch y Crile, p. 52.
21 Washington Post, 21 de marzo de 1977, p. Al 8.
22 Hinckle y Turner, p. 293, basado en la entrevista que realizaron al participante en Ridgecrest,

California, el 27 de septiembre de 1975.


30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 327

Alimentación de la ONU).23
Diez años después el blanco potencial fueron los seres humanos,
cuando una epidemia de dengue asoló la isla. Esta enfermedad,
transmitida por insectos chupadores de sangre, por lo general mosquitos,
produce síntomas muy severos de gripe y dolores articulatorios agudos.
Entre mayo y octubre de 1981 se reportaron 300.000 casos de dengue en
Cuba con 158 muertes, 101 de las cuales eran niños de menos de quince
años.24 Documentos desclasificados han revelado que en 1956 y 1958 el
Ejército de EE.UU. liberó enjambres de mosquitos especialmente criados
en Georgia y Florida para comprobar si podían ser utilizados como armas
en una guerra biológica. 25 Los mosquitos eran Aedes Aegypti, el vector
específico del dengue y de otras enfermedades. En 1967 la revista Science
informó que en el centro gubernamental en Fort Delrick, Maryland, el
dengue estaba entre “las enfermedades que son objeto de intensas
investigaciones, y parece estar entre las que se perfilan como agentes para
la guerra biológica”. 26 Luego, en 1984, un exiliado cubano procesado en
Nueva York, testificó que a fines de 1980 un barco navegó de Florida hacia
Cuba con “la misión de transportar algunos gérmenes e introducirlos en
Cuba y usarlo s contra los soviéticos y la economía cubana, para iniciar lo
que se llamaba la guerra química, la cual produjo resultados que no
esperábamos, porque creímos que sería utilizada contra las fuerzas
soviéticas, y fue usada contra nuestra propia gente y con eso no estuvimos
de acuerdo”.27
No queda claro en este testimonio si el cubano pensaba que los
gérmenes sólo actuarían en los rusos por algún extraño mecanismo, o si
fue engañado por los que estaban detrás de la operación.
Nunca se conocerá toda la extensión de la guerra biológica y química
contra Cuba. A través de los años el Gobierno de Cuba ha culpado a EE.UU.
por otras numerosas plagas que afectaron diversos animales y cosechas. 28
Y en 1977, documentos de la CIA recién dados a conocer, revelaron que la
Agencia “mantuvo un programa clandestino de investigación
bacteriológica contra las cosechas con miras a utilizarlo durante los años
60 en varios países de todo el mundo”. 29

23 San Francisco Chronicle, 10 de enero de 1977.


24 Bill Schaap: “The 1981 Cuba Dengue Epidemic”, en Covert Action Information Bulletin, Nº 17,
Washington, verano de 1982, pp. 28-31.
25 San Francisco Chronicle, 29 de octubre de 1980, p. 15.
26 Science, Asociación Norteamericana para el Avance de la Ciencia, Washington, 13 de enero de

1967, p. 176.
27 Covert Action Information Bulletin, Nº 22, Washington, otoño de 1984, p. 5; juicio de Eduardo

Víctor Arocena Pérez en la Corte del Distrito Federal para el Distrito Sur de New York, transcripción de
10 de septiembre de 1984, pp. 2187-2189.
28 Ver San Francisco Chronicle, 27 de julio de 1981.
29 Washington Post, 16 de septiembre de 1977, p. A2.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 328

Llegó a suceder que EE.UU. sintió la necesidad de poner algunos de sus


conocimientos de guerra biológica y química en manos de otras naciones.
Como en 1969, cuando unos quinientos cincuenta estudiantes de treinta
y seis países completaron cursos en la Escuela Química del Ejército en Fort
McCIellan, Alabama. Esta instrucción era impartida como preparación
“defensiva” contra tales armas —del mismo modo que se hizo con la
tortura en el caso de Vietnam, como ya vimos. Tal como describiremos en
la sección de Uruguay, la fabricación y el uso de bombas eran enseñados
bajo la cobertura de combatir a los terroristas. 30
La ingenuidad presente en la guerra química y biológica contra Cuba se
puso de relieve en algunos de las docenas de planes para asesinar o
humillar a Fidel Castro. Diseñados por la CIA o por exiliados cubanos, con
la cooperación de mafiosos norteamericanos, los planes iban desde
envenenar los tabacos y la comida con un químico que le haría perder el
pelo y la barba, hasta administrarle drogas justo antes de que pronunciara
un discurso. Hubo también los atentados más tradicionales con pistolas y
explosivos, y uno de ellos consistió en bombardear desde el aire un estadio
de béisbol mientras Fidel hablaba, pero el B-26 fue alejado por el fuego
antiaéreo antes de que pudiera alcanzar el lugar. 31 Lo que ha permitido a
Castro permanecer vivo hasta hoy es una combinación de medidas de la
Seguridad cubana, agentes infiltrados entre los conspiradores,
incompetencia de estos y pura suerte.
También se atentó contra la vida de Raúl Castro y del Che Guevara. Este
último fue el blanco de un disparo de bazuca contra el edificio de la ONU
en Nueva York en diciembre de 1964.32 Varios grupos de exiliados cubanos
han llevado a cabo actos de violencia con regularidad durante décadas en
EE.UU. con relativa impunidad.
Uno de ellos, el llamado Omega 7, cuyos cuarteles están en Union City,
Nueva Jersey, fue caracterizado por el FBI en 1980 como “la organización
terrorista más peligrosa en Estados Unidos”. 33 Los ataques contra Cuba
misma comenzaron a disminuir a fines de los 60, debido probablemente a
la falla de resultados satisfactorios combinada con el envejecimiento de
los atacantes, y los grupos de exiliados buscaron sus blancos en los propios
EE.UU. y en otras partes del mundo.
Durante la década siguiente, mientras la CIA continuaba entregando
dinero a la comunidad de exiliados, más de cien “incidentes” serios

30 Ibíd., 25 de octubre de 1969, columna de Jack Anderson.


31 Los informes sobre atentados han sido revelados en muchas partes; ver interim Report: Alleged
Assassination Piots invoiving Foreign Leaders, 20 de noviembre de 1975, pp. 71- 180 para un detallado,
aunque no completo, recuento. Sobre el a tentado en el est adio, ver New York Times, 22 de noviembre
de 1964, p. 26.
32 New York Times, 12 de diciembre de 1964, p. 1.
33 Ibíd., 3 de marzo de 1980, p. 1.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 329

tuvieron lugar en EE.UU. cuya responsabilidad fue reclamada por Omega


7 y otros grupos (dentro de esta comunidad, la distinción entre un grupo
terrorista y uno no terrorista no es muy precisa, con frecuencia se solapan
identidades y se rebautizan). Explotaron bombas en más de una vez en la
misión soviética ante la ONU, su Embajada en Washington, sus
automóviles, un barco soviético fondeado en Nueva Jersey, las oficinas de
la línea Aeroflot; un número de rusos fue herido como consecuencia de
estos ataques; también fueron colocados explosivos en varias ocasiones
en la misión cubana ante la ONU y su Sección de Intereses en Washington;
numerosos ataques a diplomáticos cubanos fueron planeados, incluido un
asesinato al menos; una bomba fue descubierta en la Academia de Música
de Nueva York en 1976 poco antes de que comenzara una celebración por
el aniversario de la Revolución cubana; dos años más tarde explotó una
bomba en el Lincoln Center, después de una actuación del ballet
cubano...34
La acción aislada más violenta de todo este período fue la voladura de
un avión de Cubana de Aviación poco después de despegar de Barbados el
6 de octubre de 1976, en la cual murieron 73 personas, incluido todo el
equipo juvenil de esgrima cubano que acababa de obtener el campeonato
panamericano. Los documentos de la CIA revelaron más tarde que el 22
de junio, un oficial de la Agencia en el extranjero informó a las oficinas
centrales que uno de sus informantes le contó de un grupo de exiliados
cubanos que planeaban hacer explotar un avión de Cubana en vuelo de
Panamá a La Habana. El líder del grupo era un médico llamado Orlando
Bosch. Cuando el avión estalló en octubre, la organización de Bosch se
atribuyó el atentado. El cable muestra que la CIA tenía los medios para
penetrar en este grupo, pero no hay indicio alguno de que la Agencia
vigilara de forma especial al mismo debido a sus planes, ni se alertó a La
Habana. 35 En 1983, mientras Orlando Bosch se encontraba preso en

34 Sobre ataques terroristas dentro de EE.UU. ver:


a) Jeff Stein: “Inside Omega 7”, en The Village Voice, New York, 10 de marzo de 1980.
b) New York Times, 13 de septiembre de 1980, p. 24; 3 de marzo de 1980, p. 1.
c) John Dinges y Saúl Land au: Assassination on Embassy Row. Londres, 1981, pp. 251- 252, nota
(también incluye ataques a otros objetivos cubanos en otros países).
d) Covert Action Information Bulletin, Nº 6, Washington, octubre de 1979, pp. 8-9.
35 Sobre la voladura del avión:

a) Washington Post, 1 de noviembre de 1986, pp. Al, Al8.


b) Jonathan Kwitny: The Crimes ofPatriots. New York, 1987, p. 379.
c) William Schaap: “New State of Terrorism: Key Leaders Unleashed”, en Covert Action Information
Bulletin, Nº 11, Washington, diciembre de 1980, pp. 4-8.
d) Dinges y Land au, pp. 245-246.
e) Discurso de Fidel Castro del 15 de octubre de 1976, reproducido en Toward Improved U.S.-
Cuban Relations, Comité de la Cámara sobre Relaciones Internacionales, Anexo A, 23 de mayo de 1977.
Además, los documentos de la CIA desclasificados por la Agencia que fueron enviados a los
Archivos Nacionales en 1993 y puestos a disposición del público. Informado en The Nation, New York,
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 330

Venezuela acusado de ser el autor intelectual del hecho, la Comisión de la


Ciudad de Miami proclamó el “Día del Dr. Orlando Bosch”. 36 Vale aclarar
que en 1968 Bosch había sido condenado por atacar con una bazuca un
barco polaco en el enclave floridano.
Los propios exiliados han sido con frecuencia maltratados por estos
grupos. Quienes visiten Cuba por cualquier razón, o se atreven a sugerir
en público, aunque sea tímidamente, un acercamiento con su patria, han
sido blanco también de atentados, al igual que grupos de norteamericanos
que abogan por el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y el fin
del embargo. Lo mismo ha ocurrido con agencias que organizan viajes
hacia Cuba y con una compañía farmacéutica en Nueva Jersey que envió
medicinas a la isla. Los que proponen el diálogo han sido reducidos al
silencio de la peor manera en Miami, mientras que la policía, funcionarios
públicos y la prensa miran discretamente hacia otro lado cuando ocurren
actos de intimidación, cuando n o demuestran abiertamente su apoyo a
los grupos anticastristas.37 En Miami y en todas partes, la CIA ha empleado
exiliados para espiar a sus compatriotas —en apariencia para descubrir a
los agentes encubiertos de Castro— con el fin de abrirles expedientes al
igual que a los norteamericanos que se asocien con ellos. 38
Aunque siempre ha existido la tendencia en extremo lunática dentro
de la comunidad de exiliados (en oposición a la tendencia normalmente
lunática) que insiste en que Washington ha vendido su causa, a través de
los años sólo ha habido algún que otro arresto y condena ocasional de un
exiliado cubano por un ataque terrorista, tan ocasionales que la
comunidad sólo puede asumir que Washington no ponía gran interés en
ello. Los grupos de exiliados y sus miembros principales son bien
conocidos para las autoridades, pues los anticastristas no han evitado
demasiado la publicidad. Al menos hasta principios de los 80 se
entrenaban abiertamente en el sur de Florida y en el sur de California, y
en la prensa aparecieron sus fotos exhibiendo armas. 39 La CIA, con sus
incontables contactos e informantes entre ellos, pudiera llenar muchos de
los vacíos de información del FBI o la policía, si lo deseara. En 1980, en un
informe detallado sobre el terrorismo del exilio cubano, The Village Voice

29 de noviembre de 1993, p. 657.


36 Dangerous Dialogue: Attacks on Freedom of Expression in Miami's Cuban Exile Community.

Publicado por America’s WatchlThe Fund for Free Expression, New York y Washington, agosto de 1992,
p. 26.
37 Ibíd., passim, ver también “Terrorism in Miami: Supressing Free Speech”, en revista Counter

Spy, Vol. 8, Nº 3, Washington, marzo-mayo de 1984, pp. 26-30; Stein: op. cit.; Covert Action
Information Bulletin, Nº 6, Washington, octubre de 1979, pp. 8-9.
38 New York Times, 4 de enero de 1975, p. 8.
39 San Francisco Chronicle, 12 de enero de 1982, p. 14; revista Parade (Washington Post), 15 de

marzo de 1981, p. 5.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 331

de Nueva York escribió:


Dos historias fueron extraídas de funcionarios de la policía de New York [...]
“Sabes, es gracioso”, dijo uno con precaución, “ha habido una o dos cosas...
pero vamos a decirlo de esta forma. Tú avanzas en un caso y de repente el
polvo es sacudido. Caso cerrado. Le pides ayuda a la CIA y ellos dicen que no
están realmente interesados. Tú captas el mensaje”. Otro investigador dijo
que estaba trabajando en un caso de narcóticos que involucraba a exiliados
cubanos hace un par de años y los registros telefónicos mostraban que
llamaban con frecuencia a un número en Miami. Dijo que había rastreado el
número y averiguó que era el de una compañía llamada Zodiac “que resultó
ser una cobertura de la CIA”. Entonces abandonó su investigación.40

En 1961, entre muchas fanfarrias, la administración Kennedy dio a


conocer su programa maestro: la Alianza para el Progreso. Concebida
como una respuesta directa a la Cuba de Castro, debía probar que se
podían llevar a cabo verdaderos cambios sociales en Latinoamérica sin
recurrir a revoluciones o al socialismo. “Si las únicas alternativas para los
pueblos de Latinoamérica son el régimen existente y el comunismo,
entonces escogerán el comunismo de manera inevitable”, dijo Kennedy.41
El programa multimillonario de la Alianza estableció un ambicioso grupo
de metas que esperaba alcanzar a fines de la década: crecimiento
económico, distribución de ingresos más equitativa, reducción del
desempleo, reforma agraria, educación, vivienda, salud, etc. En 1970, el
Twentieth Century Fund de Nueva York —cuya lista de oficiales puede
leerse como un Quién es Quién en el mundo gubernamental e industrial—
llevó a cabo un estudio para evaluar cuán cerca había llegado la Alianza a
tales metas. Una de las conclusiones fue que Cuba, que no recibió dinero
alguno, se había
“acercado más a algunos de los objetivos de la Alianza que la mayoría de sus
miembros. En educación y salud pública, ningún país de Latinoamérica ha
desarrollado programas tan ambiciosos y abarcadores nacionalmente. La
economía centralizada de Cuba ha hecho más para integrar al sector urbano y
rural (a través de una política de distribución del ingreso nacional) que las
economías de mercado de otros países latinoamericanos”. 42

La reforma agraria cubana también fue reconocida como la más


abarcadora del continente, aunque el estudio tomó una actitud de
“compás de espera” hacia sus resultados. 43
Estos y otros logros económicos y sociales fueron alcanzados a pesar

40 Stein: op. cit.


41 Jerome Levinson y Juan de Onís: The Alliance That Lost its Way: A Critical Report on the Alliance
for Progress. A Twentieth Century Fund Study, Chicago, 1970, p. 56.
42 Ibid., p. 309; la lista de las metas de la Alianza se encuentra en pp. 352-355.
43 Ibid., pp. 226-227.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 332

del bloqueo y del extraordinario volumen de recursos y esfuerzo que Cuba


se ve obligada a dedicar a su defensa y segundad debido a la hostilidad del
gigante del Norte. Además, aunque no estaba entre los objetivos
declarados de la Alianza, hubo otra área de importancia universal en la
cual Cuba se apartó de muchos de sus vecinos latinoamericanos: no hubo
“desaparecidos”, ni escuadrones de la muerte, ni tortura rutinaria y
sistemática. Cuba se había convertido en lo que Washington siempre
temió: un buen ejemplo para el Tercer Mundo.
Paralelamente a la beligerancia militar y económica, EE.UU. ha
mantenido una incansable ofensiva propagandística contra Cuba.
Numerosos ejemplos de esto, en relación con otros países, pueden ser
leídos en las secciones respectivas de este libro. Además de su vasto
imperio periodístico a nivel mundial, la CIA ha mantenido una verdadera
fábrica de noticias y artículos anticastrista en EE.UU. durante décadas. Se
dice que la Agencia ha subsidiado en ocasiones publicaciones miamenses
como Avance, El Mundo, La Prensa Libre, Bohemia y El Diario de Las
Américas, al igual que la AIP, una agencia de noticias de radio que elabora
programas y los envía gratis a más de cien pequeñas estaciones de radio
en Latinoamérica. Dos empresas de la CIA en Nueva York: Foreign
Publications, Inc. y Editors Press Service, también funcionaron como parte
de la red de propaganda.44

¿Era inevitable que el Gobierno de EE.UU. intentase derribar al


cubano? ¿Podrían haber seguido un rumbo diferente las relaciones entre
los dos países? El historial de invariable hostilidad norteamericana hacia
los gobiernos de izquierda, incluso los más moderados, induce a creer que
no había razón alguna para que Cuba fuese una excepción. Sin embargo,
los funcionarios de Washington no desaprobaron la Revolución cubana de
inmediato; hubo incluso quienes expresaron una aprobación tentativa o
una perspectiva optimista; por supuesto que esto se debía a que suponían
que lo ocurrido en la isla no era más que otro cambio de gobierno, del tipo
de los ocurridos con monótona regularidad en Latinoamérica por más de
un siglo, en los que cambian los nombres y las caras pero se mantiene la
subordinación a EE.UU. Pero entonces Castro se reveló como alguien
totalmente diferente. Muy pronto hizo críticas abiertas a Washington:
ácidas referencias a los sesenta años de control norteamericano de la isla,
a la pobreza de las masas populares, al uso de la cuota azucarera por
EE.UU. como chantaje. Habló de la presencia inaceptable de la base de
Guantánamo y dejó claro que Cuba seguiría una política independiente y

44 New York Times, 26 de diciembre de 1977, p. 37. Ver también Philip Agee: inside the Company:

CIA Diary. New York, 1975, p. 380.


30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 333

neutral en la Guerra Fría. Por estas razones tanto Fidel como el Che
Guevara habían abandonado sus prometedoras carreras burguesas
(Derecho y Medicina) para llevar a cabo una revolución. Nunca pensaron
en asumir otros compromisos y Washington, por su parte, no estaba
preparado para convivir con tales hombres y tal gobierno.
Una reunión del Consejo de Seguridad Nacio nal el 10 de marzo de 1959
incluyó en su agenda la factibilidad de colocar a “otro gobierno en el poder
en Cuba”. 45 Esto fue antes de que Castro nacionalizase propiedades
norteamericanas. Al mes siguiente, después de un encuentro con el
gobernante cubano en Washington, el vicepresidente Richard Nixon
escribió un memo en el que planteó que estaba convencido de que Fidel
era “o increíblemente ingenuo acerca del comunismo, o un comunista
disciplinado”, y que el líder cubano debía ser tratado en correspondencia
con esto. Nixon escribió luego que en su momento esta opinión suya
estaba en minoría dentro de la administración Eisenhower. 46 Pero antes
de que terminara el año, el director de la CIA Alien Dulles había decidido
que era necesaria una invasión a Cuba. En marzo de 1960 fue aprobada
por Eisenhower.47 Entonces vino el bloqueo que no dejó al líder cubano
más alternativa que acercarse más y más a la URSS, con lo cual confirmó a
los funcionarios de Washington que se trataba de un comunista. Algunos
especulaban que siempre lo había sido de manera encubierta.
En este contexto es interesante destacar que el Partido Comunista
cubano había dado apoyo a Batista, e incluso formó parte de su gabinete,
y no se mostró partidario de Castro y sus seguidores hasta bien avanzada
la contienda. 48 Para mayor ironía, la CIA había enviado fondos al
movimiento castrista, mientras EE.UU. continuaba abasteciendo a Balista
de armas para combatir a los rebeldes: a todas luces, otro ejemplo de la
labor de la Agencia para equilibrar las apuestas. 49
Si Fidel hubiera moderado su retórica en los primeros tiempos y se
hubiera mostrado más diplomático, sin abandonar por ello su política de
autodeterminación y socialismo (por considerarlas las mejores para Cuba
o inevitables para poder realizar cambios sociales específicos), sólo habría
pospuesto la apertura de las hostilidades norteamericanas, y no por
mucho tiempo. Arbenz en Guatemala, Mossadegh en Irán, Jagan en
Guyana y otros líderes del Tercer Mundo habían transitado otros caminos
para evitar pisotear los tan sensibles “callos” de Washington, y fueron

45Tad Szulc: Fidel. A Critica! Portrait. New York, 1986, pp. 480-481.
46Richard Nixon: Six Crises. New York, 1962, pp. 416-417.
47 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, p. 289.
48 Marc Edelmann: “The Other Super Power: The Soviet Union and Latin America 1917- 1987”, en

NACLA’s Report on the Americas, New York, enero-febrero de 1987, p. 16; también Szulc, ver índice.
49 Szulc, pp. 427-428.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 334

mucho menos radicales en sus programas y en sus posiciones hacia


EE.UU., y aun así cayeron bajo el hacha de la CIA.
En 1996 se conoció que, en agosto de 1961, cuatro meses después de
Bahía de Cochinos, Che Guevara se había entrevistado con Richard
Goodwin, consejero especial de Kennedy, durante un encuentro
internacional en Uruguay. Guevara envió un mensaje al presidente
norteamericano: Cuba estaba dispuesta a abandonar cualquier alianza
política con el bloque soviético, pagar en productos comerciales por las
propiedades estadounidenses confiscadas y a considerar la disminución de
su apoyo a los movimientos revolucionarios de izquierda en otros países a
cambio del cese total de las acciones hostiles de EE.UU. contra la isla. De
regreso a Washington, el consejo de Goodwin al presidente fue que
“intensificara discretamente” las presiones económicas sobre Cuba. En
noviembre Kennedy autorizó la Operación Mangosta. 50

50 Miami Herald, 29 de abril de 1996, p. 1.


31. Indonesia 1965 335

31. INDONESIA 1965


Eliminando a Sukarno... y a otros 500.000
Armados con filosos cuchillos llamados parangs, las bandas musulmanas se
introdujeron en las casas de los comunistas de noche y asesinaron a familias
completas [...] Viajeros [...] hablan de los riachuelos y corrientes que habían sido
literalmente bloqueados con cuerpos. La transportación fluvial estaba seriamente
interrumpida en algunos lugares.
Time, diciembre 1965 1

Alrededor de cien comunistas, o sospechosos, fueron conducidos al Jardín Botánico


de la ciudad y masacrados con una ametralladora [...] la cabeza del director de la
escuela, miembro del P.K.I. (Partido Comunista] fue clavada en una estaca y
exhibida ante sus discípulos, congregados para pilo.
New York Times, mayo 1966 2

Se estima que el total de indonesios asesinados en los años siguientes


al abortado golpe de Estado oscilan entre quinientos mil y un millón. 3 En
la mañana del 1º de octubre de 1965, una pequeña fuerza de oficiales de
bajo rango secuestró y dio muerte a seis generales y se apoderó de varios
puntos clave de la capital, Jakarta. Proclamaron por radio que su acción
buscaba evitar un putsch de un “consejo de generales” previsto para el Día
del Ejército, 5 de octubre. El golpe, dijeron, había sido auspiciado por la
CIA y tenía como fin derrocar al presidente Sukarno. Sin embargo, a fines
de ese mismo día, los rebeldes habían sido aplastados por fuerzas militares
bajo la dirección del general Suharto, aunque algunos grupos que los
apoyaban en otras ciudades se mantuvieron todavía uno o dos días más. 4
Suharto —un hombre que había trabajado tanto para los colonialistas
holandeses como para los invasores nipones—5 y sus colegas acusaron al
influyente PKI de estar detrás del “intento de golpe”, y señalaron que tras
el partido se movía la mano de China comunista. Los militares triunfantes
tomaron las riendas del Gobierno, disminuyeron la autoridad de Sukarno
(en breve fue reducido a un papel de figurante) y llevaron a cabo un baño

1 Time, 17 de diciembre de 1965.


2 New York Times Magazine, 8 de mayo de 1966, p. 89.
3 Estas son las cifras más ampliamente aceptadas; ver por ejemplo diversos informes de Amnistía

Internacional sobre Indonesia publicados en la década de 1970.


4 Rex Mortimer: Indonesian Communism Under Sukarno: Ideology and Politics 1959-1965. Cornell

University Press, Ithaca y Londres, 1974, pp. 413-417; indonesia - 1965: The Coup that Backfired. CIA
Research Study, Washington, diciembre de 1968, p. 21, en lo adelante nos referiremos a él como
Estudio de la CIA.
5 Mark Selden, ed.: Remaking Asia: Essays on the American Uses of Power. New York, 1974, pp.

47-48.
31. Indonesia 1965 336

de sangre para eliminar de una vez y por todas al PKI con el cual habían
tenido que compartir el poder durante muchos años obligados por
Sukarno. Aquí estaba al fin la situación que podía legitimar estas acciones
por largo tiempo deseadas.
Las organizaciones e individuos anticomunistas, en particular los
musulmanes, fueron alentados a unirse a la matanza de cualquier
sospechoso de ser simpatizante del PKI. Los indonesios de origen chino
también fueron víctimas del azuzado odio étnico. Se promovió la
indignación popular al mostrar por televisión fotos de los cadáveres
descompuestos de los seis generales asesinados. Se le dijo a la gente que
mujeres comunistas los habían castrado y les habían sacado los ojos (el
ejército cometió luego el error de permitir que se realizaran autopsias
oficiales para incluirlas como evidencia en algunos de los juicios y los muy
detallados informes médicos sólo mencionaban heridas de bala y algunos
hematomas).6 Lo que siguió fue descrito por el New York Times como “una
de las matanzas masivas más salvajes de toda la historia política
moderna”.7 La violencia “no sólo estaba teñida de fanatismo, sino de sed
de sangre y algo de brujería”, escribió Life.8
Veinticinco años más tarde, diplomáticos norteamericanos revelaron
que habían elaborado listas de “comunistas”, que abarcaban desde altos
funcionarios hasta cuadros de las aldeas, y entregaron cerca de cinco mil
nombres al Ejército indonesio, que cazó a estas personas y les dio muerte,
tras lo cual los estadounidenses tacharon en sus listas los nombres de los
prisioneros y los muertos. Robert Martens, un antiguo miembro de la
sección política de la Embajada en Jakarta, declaró en 1990: “Fue
realmente una gran ayuda para el ejército. Es probable que mataran a un
montón de gente, y yo tengo probablemente mucha sangre en mis manos,
pero eso no es del todo malo. Hay ocasiones en que uno tiene que golpear
duro en el momento decisivo”.
“Yo sé que teníamos mucha más información [acerca del PKI] que los
propios indonesios”, dijo Marshall Green, el embajador en el momento del
golpe. Martens “me dijo en varias ocasiones que [...] el gobierno no tenía
muy buena información sobre la situación de los comunistas, y me dio a
entender que esta información era muy superior a cualquier otra que ellos
tuvieran”.
“Nadie se preocupó por la carnicería, mientras se tratara de
comunistas”, dijo Howard Federspiel, el experto en Indonesia del Buró de
Investigación e Inteligencia del Departamento de Estado en 1965: “Nadie

6 Noam Chomsky y Edward Hermán: The Washington Connection and Third World Fascism. Boston
1979, p. 207.
7 New York Times. 12 de marzo de 1966, p. 6.
8 Life. 11 de julio de 1966.
31. Indonesia 1965 337

se sintió demasiado inquieto al respecto”.


Aunque el antiguo delegado jefe de la estación CIA en Jakarta, Joseph
Lazarsky, y el ex diplomático Edward Masters, jefe de Martens,
confirmaron que los oficiales de la CIA habían contribuido a redactar las
listas de muerte, la CIA en Langley negó categóricamente haber tenido
alguna participación.9
La masacre puso un horrible fin al bien organizado PKI en toda la
nación, pero no aclaró las dudas esenciales que subyacían tras los hechos
de 1965, a saber: ¿había en realidad un consejo de generales que
pretendía tomar el poder en pocos días? Un recuento semioficial de todo
el asunto publicado en Indonesia en 1968 lo niega. 10 Sin embargo, un
estudio escrito y publicado por la CIA en ese mismo año confirma la
existencia del consejo pero señala que su propósito era diseñar una forma
de protegerse contra el plan de Sukarno de someter al ejército. 11 ¿Cuáles
eran la naturaleza y alcance de la participación del PKI, si es que la había,
en el supuesto intento golpista? ¿Sabían con anticipación los miembros
del partido de los planes de los jóvenes oficiales y simplemente les dieron
apoyo moral, o tuvieron un papel más activo? El recuento antes
mencionado señala que la meta del PKI no era tomar el poder político sino
“evitar que el ejército eliminara al partido tras la muerte de Sukarno”. 12
(Este había sufrido un ataque renal en agosto, aunque se había recuperado
rápidamente, su propio papel en este asunto permanece también en el
misterio.) El estudio de la CIA llega a una conclusión similar: “Ahora se ve
claro que el golpe indonesio no buscaba derrocar a Sukarno y al gobierno
establecido en Indonesia. Era en esencia una depuración de la jefatura
militar”.13 ¿Cuál fue el papel de la CIA, si lo tuvo? ¿Fue instigado el golpe
por un agente provocador que divulgó la historia del consejo de generales
y el inminente putsch? (La muerte, o incluso el secuestro, de los seis
generales probablemente no podía haber sido prevista, tres de ellos
murieron de hecho mientras se resistían al secuestro.) 14
¿Se indujo al PKI a actuar para tener la excusa para su destrucción? De
hecho, hay indicios de la existencia de un provocador, Kamarusaman bin
Ahmed Mubaidah, conocido como Sjam. Según el testimonio posterior de

9 Sobre las listas de la CIA ver artículo de Kathy Kadane en San Francisco Examiner. 20 de mayo de

1990. Ver también Covert Action Information BuUetin. Nº 35, otoño de 1990, p. 59 para encontrar
extractos de las entrevistas a diplomáticos norteamericanos realizadas por Kadane.
10 Nugroho Notosusanto e Ismail Saleh: The Coup Attempt of the “September 30 Movement” in

Indonesia. Jakarta, 1968, citado por Mortimer, p. 419, quien hace notar que “ambos autores estaban
conectados estrechamente con el Ejército indonesio”.
11 Estudio de la CIA, p. 199.
12 Notosusanto y Saleh, p. 9, citados por Mortimer, p. 419.
13 Estudio de la CIA, “Palabras Introductorias”.
14 Ibíd., pp. 3-4; Mortimer, p. 414.
31. Indonesia 1965 338

algunos de los oficiales arrestados, fue él quien les trajo la idea del consejo
hostil de generales y la necesidad de contrarrestarlo. En la documentación
de los juicios y en el estudio de la CIA se intenta establecer que Sjam
actuaba bajo las órdenes del dirigente del PKI, Aidit. La divulgación de esta
premisa puede explicar por qué la CIA tomó la iniciativa excepcional de
publicar tal texto, vale decir, para achacar la responsabilidad del intento
de golpe al PKI y de tal forma “justificar” los horrores siguientes. Pero Sjam
podía igualmente haber estado actuando para la CIA y para los generales.
Al parecer era un asistente de confianza de Aidit y podía haber inducido a
este a tomar parte de la conspiración, y no a la inversa. Sjam tenía un
trasfondo político vahado y misterioso, y su testimonio en uno de los
juicios, donde apareció como acusado, estaba encaminado a establecer
que Aidit había sido el único artífice del intento de golpe. 15
La CIA, en su intervención directa en los asuntos políticos de Indonesia
desde mediados de los 50 al menos (ver sección anterior sobre Indonesia),
tenía sin dudas agentes infiltrados en el PKI en varios niveles, y muchos
más en el ejército y estaba por tanto en buena posición para diseminar
rumores y sembrar ideas para determinadas acciones, bien fuera a través
de Sjam o de otros. El deseo del Gobierno de EE.UU. de verse libre de
Sukarno —un dirigente del movimiento no alineado y antimperialista del
Tercer Mundo, y protector del PKI— no disminuyó con el fracaso de la
revuelta militar, apoyada por la Agencia, en 1958. Entre los variados
informes de principios de los 60 que indican el interés continuado en este
propósito, un memo de la CIA de junio de 1962 es en particular muy claro.
El autor, cuyo nombre está borrado, informaba sus impresiones sobre
conversaciones con “diplomáticos occidentales” acerca del encuentro
reciente del presidente Kennedy y el primer ministro británico Macmillan.
El memo decía que los dos líderes habían acordado tratar de aislar a
Sukarno en Asia y África, y, más aún, “acordaron eliminar al presidente
Sukarno, en dependencia de la situación y oportunidades disponibles (no
me quedó claro [dice el oficial de la CIA] si la palabra eliminar hacía
referencia al asesinato o al derrocamiento)”. 16
Fuera cual fuese la intención, ahora Sukarno había dejado de ser en la

15 Sobre el papel de Sjam ver:


a) Estudio de la CIA, pp. 23, 28, 100, 112, 117 y otras.
b) Mortimer, p. 418-440, passim.
c) W. F. Wertheim: “Suharto and the Untung Coup-The Missing Link”, en Journal of Contemporary
Asia, Londres, invierno de 1970, pp. 53-54.
d) Selden, p. 48.
e) Julie Southwood y Patrick Flanagan: indonesia: Law. Propagand a and Terror. Londres, 1983, p.
9.
16 Memorándum de la CIA del 18 de junio de 1962, en Deciassified Documents Referente System.

Arlington, Va., Vol. 1975, documento 240A.


31. Indonesia 1965 339

práctica la espina clavada en la carne de las potencias occidentales. Y lo


más importante, el PKI, el mayor partido comunista en el mundo fuera del
bloque soviético y de China, había sido diezmado; sus dispersos
sobrevivientes obligados a la vida clandestina. No podía haber resultado
mejor para EE.UU. y la junta militar si hubiera sido planeado.
Si los generales habían estado preparando su propio golpe como se
plantea, la evidencia indica que EE.UU. tenía participación en él desde
antes, durante y después de los hechos del 1º de octubre. Un aspecto de
esta evidencia es la cercana relación entre los militares indonesios y los
norteamericanos, algo cultivado por EE.UU. por muchos años. El
presidente Kennedy estaba “ansioso de fortalecer las fuerzas
anticomunistas, en especial el ejército, para asegurarse de que si le pasaba
algo a Sukarno, el poderoso Partido Comunista Indonesio no heredaría el
país” ha escrito Arthur Schlesinger.17
Roger Hilsman, cuya carrera se desarrolló en la CIA y el Departamento
de Estado, ha señalado que “un tercio del estado mayor indonesio y casi
la mitad de los oficiales habían tenido algún tipo de entrenamiento de los
norteamericanos. Como resultado tanto del programa de entrenamiento
como del proyecto de acción cívica, los militares de ambos países habían
llegado a conocerse muy bien. Existían lazos de respeto personal e incluso
de afecto”.18
Esta observación está respaldada por los informes del Comité de la
Cámara sobre Asuntos Exteriores:
En el momento del intento de golpe comunista y el contragolpe militar [.v/c]
de octubre de 1965, más de 1 200 oficiales indonesios, incluidas algunas altas
figuras, habían sido entrenados en Estados Unidos. Como resultado de esta
experiencia existían numerosas amistades y contactos entre las instituciones
militares norteamericana e indonesia, en particular entre miembros de los dos
ejércitos. En el período posterior al golpe, cuando la situación política todavía
estaba indefinida, Estados Unidos tuvo la posibilidad de dar muestras de
apoyo moral y material a las fuerzas anticomunistas a través de estos canales
de comunicación existentes. 19
Cuando el entrenado promedio MAP [Programa de Asistencia Militar] regresa
a su patria puede bien llevar consigo algunas relaciones con norteamericanos
y una buena apreciación de EE.UU. Este impacto puede proporcionar una
oportunidad valiosa en el futuro para la comunicación, tal como ocurrió en
Indonesia durante e inmediatamente después del intento de golpe apoyado
por los comunistas en octubre de 1965. 20

17 Arthur Schlesinger: A Thousand Days. Boston, 1965, p. 533.


18 Roger Hilsman: To Move a Nation.New York, 1967, p. 377.
19 Military Assistance Training in East and Southeast Asia. Informe para el Subcomité sobre Política

de Seguridad Nacional y Desarrollo Científico del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 16 de
febrero de 1971, p. 18.
20 Ibíd., 2 de abril de 1971, p. 13.
31. Indonesia 1965 340

El New York Times escribió que se decía que la Agencia “había tenido
tanto éxito al infiltrar el alto mando del gobierno y ejército indonesios que
Estados Unidos no deseaba entorpecer sus operaciones encubiertas
retirando los programas de ayuda e información en 1964 y 1965. Lo que
era presentado oficialmente en Washington como tolerancia hacia los
insultos y provocaciones del presidente Sukarno, era mucho más el deseo
de mantener los negocios y coberturas de la CIA el mayor tiempo
posible”.21
Finalmente tenemos el testimonio de Robert McNamara, secretario de
Defensa, ante un comité del Senado en 1966:
Senador Sparkman: En el momento en que Indonesia nos pateaba —cuando
se nos criticaba fuertemente por mantener el apoyo militar— no se podía decir
por qué se daba ayuda militar. ¿Sigue siendo un secreto?
McNamara: Pensando retrospectivamente creo que la ayuda estaba bien
justificada. Sparkman: ¿Usted cree que dio dividendos?
McNamara: Sí, lo creo, señor. 22

Hay otras declaraciones que pudieran tener que ver con la


participación norteamericana. Se ha informado que Marshall Oreen, al
hablaren Australia en 1973 donde se encontraba como embajador
entonces, dijo: “En 1965 recuerdo que indonesia estaba en el filo de la
navaja. Recuerdo que había gente que discutía desde aquí que Indonesia
no se volvería comunista. Pero cuando Sukarno anunció en su discurso del
17 de agosto que Indonesia tendría un gobierno comunista en menos de
un año [ ¿?] entonces yo estuve seguro [...] Hicimos lo que teníamos que
hacer, y ustedes debieran estar contentos porque si no Asia sería hoy
diferente”.23
James Reston publicó en el New York Times en 1966:
Washington está poniendo mucho cuidado en no reclamar ningún crédito por
este cambio [de Sukarno a Suharto] [...] pero esto no significa que Washington
no tenga nada que ver con él. Había mucho más contacto entre las fuerzas
anticomunistas en ese país y, al menos, un alto funcionario en Washington
antes y durante la masacre indonesia de lo que se sabe en general. Las fuerzas
del general Suharto, a veces con serios problemas en cuanto a comida y

21 New York Times, 27 de abril de 1966, p. 28.


22 Hearíngs on Foreign Assistance. 1966, audiencia ante el Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores, 11 de mayo de 1966, p. 693.
23 Green ha sido citado al respecto en numerosos libros y periódicos con ligeras variaciones aquí

y allá, debidas, al p arecer, al hecho de que habló sobre el tema en varios discursos diferentes en
Australia. Algunas fuentes sólo citan: “hicimos lo que teníamos que hacer”; otras dan una cita más
completa. Lo que presento en el libro es una combinación tomada de a) Denis Freney: The CiA’s
Austraiian Connection. Australia, 1977, p. 17, que cita a su vez una charla de Green en el Instituto
Australiano para Asuntos Internacionales en 1973, y b) Peter Britton: “Indonesia’s Neocolonial Armed
Forces”, en Bulletin of Concerned Asían Schoiars, julio-septiembre de 1975.
31. Indonesia 1965 341

municiones, han estado recibiendo ayuda desde aquí a través de terceros


países, y es muy dudoso que el golpe [de Suharto] hubiera sido intentado
siquiera sin la demostración de fuerza de los norteamericanos en Vietnam o
sin estar sostenido por la ayuda clandestina que ha recibido indirectamente
desde aquí.24

Neville Maxwell, oficial superior de investigaciones del Instituto de


Estudios del Commonwealth de la Universidad de Oxford, relató:
Hace pocos años estaba investigando en Pakistán, en el entorno diplomático
del conflicto indo-pakistaní de 1965, y entre los documentos del Ministerio de
Relaciones Exteriores a los que tuve acceso, encontré una carta al entonces
ministro Mr. Bhutto, enviada por uno de sus embajadores en Europa (creo que
el Sr. J. A. Rahim, en París), en ella se informaba una conversación con un
oficial de la inteligencia holandesa en funciones para la OTAN. Según mis notas
de la carta, el oficial había comentado al diplomático pakistaní que Indonesia
“estaba lista para caer en el regazo occidental como una manzana podrida”.
Las agencias de inteligencia occidentales, dijo, organizarían un “golpe
comunista prematuro [...] [que pudiera estar] condenado al fracaso de
antemano, para facilitar una oportunidad legítima y deseada al ejército de
aplastar a los comunistas y hacer de Sukarno un prisionero de la voluntad del
ejército”. El informe del embajador estaba fechado diciembre 1964. 25

Debe recordarse que Indonesia había sido colonia de los Países Bajos y
los holandeses tenían aún algunos vínculos especiales con ese país.
El historial del “nuevo orden” impuesto por Suharto al pueblo
indonesio por casi treinta años ha sido extraordinario. El Gobierno
administra a la nación al nivel de los gángsters de Chicago de los años 30,
cobrando por ofrecer protección. Las cárceles están repletas de
prisioneros políticos, la tortura es cosa de rutina.26 Los escuadrones de la
muerte dominan las calles y no sólo matan a los “subversivos” sino
también a “sospechosos”, en número de miles. 27 “Un oficial del ejército
[en la provincia de Aceh] dispara al aire, lo que significa que todos los
hombres jóvenes deben correr hacia la plaza central antes de que se
dispare el segundo tiro. Los que lleguen después, o no salgan de su casa,
son baleados en el lugar donde estén”. 28

24 New York Times, 19 de junio de 1966, p. 12E.


25 Journal of ContemporaryAsia, Vol. 9, Nº 2, Londres, 1979, p. 252.
26 Chomsky y Hermán, pp. 208-217.
27 The Guardian, Londres, 12 de diciembre de 1983.
28 Los Angeles Times, 15 de junio de 1991, p. 10.
31. Indonesia 1965 342

Y 200.000 más
En 1975 Indonesia invadió la antigua colonia portuguesa de Timor
oriental, que se encuentra en el extremo este del archipiélago indonesio y
que había proclamado su independencia una vez que Portugal entregó el
control: Fue el comienzo de una masacre que ha continuado hasta los 90.
Hacia 1989, Amnistía Internacional calculaba que las tropas indonesias,
con el objetivo de anexarse por la fuerza a Timor oriental, habían dado
muerte a 200.000 personas en una población de entre seiscientos mil y
setecientos mil.29 El nivel de atrocidad ha sido comparado con frecuencia
con lo que ocurrió al P.K.I. La invasión del 7 de diciembre de 1975 —de la
cual dijo el New York Times. “Bajo cualquier definición, Indonesia es
culpable de agresión descarnada”—30 se inició un día después de que el
presidente Gerald Ford y el secretario de Estado Henry Kissinger salieran
de Indonesia tras reunirse con el presidente Suharto. El columnista Jack
Anderson reportó más tarde al respecto:
Hacia el 3 de diciembre de 1975, un despacho de inteligencia a Washington
informaba que “líderes gubernamentales civiles indonesios han decidido que
la única solución a la situación del Timor portugués es que Indonesia comience
una ofensiva abierta contra Freitlin [el principal movimiento de resistencia en
Timor]”.
Pero era esencial neutralizar a Estados Unidos pues el ejército indonesio
descansaba en gran medida en el armamento norteamericano que, bajo
nuestras leyes, no puede utilizarse con fines agresivos.
Tal como ocurrió, el presidente Gerald Ford estaba en camino a Indonesia para
una visita de Estado. Un informe de inteligencia alertó que Suharto sacaría el
tema de Timor y “trataría de obtener una actitud de simpatía”.
Que Suharto tuvo éxito está confirmado por el propio Ford. Estados Unidos ha
sufrido una devastadora derrota en Vietnam, lo que deja a Indonesia como el
más importante aliado norteamericano en el área. Los intereses nacionales de
EE.UU. “tenían que estar del lado de Indonesia”, concluyó Ford.
Dio su aprobación tácita el 6 de diciembre de 1975 [...] Cinco días después de
la invasión, la ONU votó para condenar el ataque como un acto notorio de
agresión internacional. Estados Unidos se abstuvo. Luego, el delegado
estadounidense maniobró detrás del telón para obstaculizar las mociones de
la ONU encaminadas a obligar a Indonesia a abandonar el territorio
conquistado.31

Durante los finales de los 70 y los 80, los funcionarios del


Departamento de Estado, en declaraciones a la prensa y testimonios ante

29 Ibíd., 13 de octubre de 1989, p. A6.


30 New York Times, 13 de diciembre de 1975, p. 26, editorial.
31 San Francisco Chronicle, 9 de noviembre de 1979, p. 61.
31. Indonesia 1965 343

el Congreso, apoyaron con solidez el reclamo indonesio de gobernar a


Timor oriental (en contra del criterio de la ONU y la Comunidad Europea),
y restaron importancia a las matanzas en buena medida. Mientras tanto,
los omnipresentes asesores militares norteamericanos, los
entrenamientos, las armas, helicópteros y todos los instrumentos
necesarios para una guerra de contrainsurgencia moderna y eficiente,
siguieron llegando a las manos de los militares indonesios. Puede que haya
habido más, ya que Freitlin informó en varias ocasiones que los asesores
norteamericanos dirigían, e incluso participaban, en los combates.32

32 Para un análisis más completo sobre estos temas ver Chomsky y Hermán, pp. 129-204; Denis

Freney: “US-Australian Role in East Timor Genocide”, en CounterSpy, Vol. 4, Nº 2. Washington,


primavera de 1980, pp. 10-21.
32. Ghana 1966 344

32. GHANA 1966


Kwame Nkrumah se sale de la línea
En octubre de 1965, el presidente de Ghana, Kwame Nkrumah, publicó
su, luego famoso, libro Neocolonialismo: la última etapa del imperialismo,
dedicado a “los luchadores por la libertad de África, vivos y muertos”. En
él acusaba a la CIA de estar detrás de los numerosos retrocesos y crisis en
el Tercer Mundo y Europa del Este. Más tarde escribió: “El Gobierno
norteamericano me envió una nota de protesta y en breve se negó a
entregar a Ghana treinta y cinco millones de dólares de ‘ayuda’.” 1 Cuatro
meses más tarde fue derrocado por un golpe militar apoyado por la CIA.
De seguro los miembros del ejército y la policía ghaneses que
efectuaron el golpe tenían sus propias motivaciones: temían que les
fueran arrebatados sus poderes por un Nkrumah que estaba formando su
propio ejército, y estaban decididos a avanzar en sus carreras y status
profesionales como individuos. En cuestión de días, incluso de horas, de
este exitoso golpe, en febrero de 1966, los mayores se convirtieron en
coroneles y los coroneles en generales. Hubo algo más que un toque
mágico.
Kwame Nkrumah era un hombre que, en sus días de estudio en EE.UU.
durante la gran depresión de 1929, había recorrido Harlem, dormido en el
subterráneo y aguardado en la cola para la sopa ofrecida por las iglesias.
Más tarde sería exaltado como la “estrella más brillante de África”, un líder
de la convocatoria a una organización panafricana y antimperialista y a un
movimiento internacional de naciones no alineadas en plena Guerra Fría.
Pero según todo parece indicar, Nkrumah adoptó una forma unipersonal
de gobierno y creyó que el socialismo podía ser promovido desde arriba
por decreto. Y aunque hablaba con fuerza contra el neocolonialismo, no
pudo mantener a Ghana fuera del alcance de las multinacionales. Cuando
intentó disminuir la dependencia de su país de Occidente, fortaleciendo
los vínculos económicos y mi litares con la URSS, China y Alemania oriental,
selló su suerte de manera definitiva. Estados Unidos lo quería fuera. Gran
Bretaña, antigua metrópoli colonial de Ghana, cuando era llamada Costa
de Oro, lo quería fuera. Francia y Alemania occidental lo querían fuera. Los
ghaneses que llevaron a cabo el golpe no tuvieron duda de que las
potencias occidentales los apoyarían.

1 Kwame Nkrumah: Dark Days in Ghana. Londres, 1968, p. 96.


32. Ghana 1966 345

En el momento del golpe la prensa soviética acusó a la CIA de estar


involucrada, y en 1972, The Daily Telegraph, el conservador periódico
londinense, reportó: “Hacia 1965 la estación CIA en Accra [capital de
Ghana] tenía activos agentes distribuyendo dinero en abundancia entre
los adversarios secretos del presidente Nkrumah” Hacia febrero de 1966,
continuaba el diario, la CIA tenía sus planes listos para terminar con el
régimen: “La labor paciente y asidua de la estación de la CIA en Accra fue
plenamente recompensada”. 2 No fue hasta 1978, sin embargo, que la
historia se dio a conocer en EE.UU. El ex oficial de la CIA, John Stockwell,
quien había pasado la mayor parte de su carrera en África, publicó un libro
donde se revelaba la complicidad de la Agencia. Poco después, el New York
Times, citando “fuentes de inteligencia de primera mano”, corroboró que
la CIA había asesorado y apoyado a los disidentes ghaneses.
Stockwell expuso que a la estación en Accra “se le dio un presupuesto
generoso y mantuvo contactos estrechos con los conspiradores mientras
se preparaba el golpe. Tan cercana era la participación de la Agencia que
pudo coordinar la recuperación para EE.UU. de algunos equipos militares
soviéticos clasificados mientras el golpe tuvo lugar”. 3 La estación CIA
propuso también a Washington que una pequeña escuadra de expertos
paramilitares, miembros del Grupo de Operaciones Especiales de la
Agencia, estuviera disponible en el momento del golpe y, con las caras
pintadas de negro, atacaran la Embajada china, asesinaran a sus ocupantes
y volaran el edificio para eliminar las evidencias. 4 “Esta propuesta fue
rechazada [escribió Stockwell] pero dentro del alto mando de la CIA se dio
crédito total, de manera no oficial, a la estación de Accra, por la
organización del golpe, en el cual murieron ocho asesores soviéticos”.5 (La
URSS negó categóricamente que hubiera muerto alguno de sus asesores.)
Otras fuentes de inteligencia que se encontraban en Ghana por
entonces han retomado el tema con la opinión de Stockwell de que la CIA
merecía el crédito total por la caída de Nkrumah. Pero ellos consideran
que el papel de la Agencia fue cardinal, y al menos algunos funcionarios
en Washington parecen concordar, porque el jefe de estación en Accra,
Howard T. Bañe, fue promovido rápidamente a un alto puesto en la
organización.6 “Cuando alcanzó el éxito [dijo de Bañe una de las fuentes
del New York Time] todo el mundo en la división de África lo supo. Si

2 E. H. Cookridge: “The Africa Dossier”, en The Daily Teiegraph Magazine, Londres, 21 de enero de

1972, parte 2 de una serie en tres partes sobre la CIA.


3 John Stockwell: in Search of Enemies.New York, 1978, p. 201, nota.
4 Ibíd.-, New York Times, 9 de mayo de 1978, artículo de Seymour Hersh.
5 Stockwell, p. 201, nota. Otra versión es que 25 rusos que formaban la guardia palaciega de

Nkrumah fueron asesinados a balazos cuand o trataban de rendirse, ver Seymour Friedin y George
Bailey: The Experts. New York, 1968, p. 210.
6 New York Times, artículo citado.
32. Ghana 1966 346

hubiera fallado lo hubiesen transferido y no se habría revelado nada de la


participación de la CIA”. No obstante, Bañe estaba colérico por la decisión
del alto nivel de la Agencia de no permitir el ataque a la Embajada china,
en aquel momento la única embajada de Pekín en África. “No tuvieron las
agallas para hacerlo”, diría luego a un asociado. 7
Tras el golpe, la CIA pagó “al menos cien mil dólares” al nuevo régimen
ghanés por el material soviético confiscado, uno de cuyos elementos era
una fosforera que funcionaba como una cámara fotográfica. 8 Los
dirigentes ghaneses pronto expulsaron a numerosos rusos, chinos y
alemanes orientales. Prácticamente todas las industrias estatales fueron
privatizadas. En breve, los canales de ayuda, previamente cerrados, fueron
reabiertos y el crédito, los alimentos y los proyectos para el desarrollo
afluyeron desde EE.UU., las potencias europeas y el FMI. Washington, por
ejemplo, aprobó ayuda alimentaria de emergencia tres semanas después
del golpe, en respuesta a una solicitud urgente de Ghana. Cuatro meses
antes había rechazado un pedido similar de Nkrumah. 9 Un mes después de
su expulsión, el precio internacional del cacao principal producto de
exportación de Ghana había subido 14%. 10
La reticencia de la CIA en aprobar la acción contra la Embajada china
puede haber provenido del hecho de que el Consejo de Seguridad Nacional
había rehusado específicamente autorizar la participación de la Agencia
en el golpe. No era, como hemos visto, el primer caso en que la CIA tomaba
decisiones de política exterior por su cuenta. En tales ocasiones el machis
operandi era poner por escrito lo menos posible, o mantener la
documentación fuera de los expedientes oficiales, y lograr así ser inmunes
a las investigaciones del Congreso o las disposiciones de la libertad de
información; técnicamente los documentos no existían, podían ser
destruidos legalmente en cualquier momento.11 Así pasó con el golpe en
Ghana y esto puede explicar por qué no se han conocido otros detalles
sobre el papel de la CIA.

El punto de vista de la derecha norteamericana


Según John Barrop, el experto sobre la KGB del Reader’s Digest,
Nkrumah fue derrocado por insurgentes nativos, y los únicos extranjeros
de la película fueron once oficiales de la KGB encontrados en los cuarteles

7 Ibíd.
8 Ibíd.
9 Washington Post, 17 de marzo de 1966
10 Nkrumah, pp. 97-102.
11 John Barron: KGB: The Secret Work of Soviet Secret Agents Reader’s Digest Press, 1974, p. 342.
32. Ghana 1966 347

del presidente ghanés y sumariamente ejecutados. La URSS no dijo una


palabra acerca de esto, escribió, porque no querían que “el mundo supiera
que los oficiales de la KGB estaban sentados en la oficina del presidente
de Ghana dirigiendo el país”. Barron no ofrece evidencias que puedan
apoyar este planteamiento, ni explica por qué el nuevo gobierno no
divulgó este hecho. Sigue escribiendo acerca de “los copiosos expedientes
secretos del régimen de Nkrumah” que fueron descubiertos, estudiados y
analizados. Los mismos revelaron, dijo, que “la KGB había transformado a
Ghana en una enorme base de subversión, que la Unión Soviética
intentaba usar para capturar el continente africano”. Por razones que tal
vez él conocía bien. Barron no muestra al lector una sola cita de tales
expedientes secretos para apoyar sus afirmaciones.”
33. Uruguay 1964-1970 348

33. URUGUAY 1964-1970


Tortura, tan norteamericana como el pastel de manzana
“El dolor preciso, en el lugar preciso, en la cantidad precisa, para el
efecto deseado”.1 Son las palabras de un instructor en el arte de la tortura.
Las palabras de Dan Mitrione, el jefe de la misión de la Oficina de Segundad
Pública (OPS) en Montevideo.
Oficialmente, la OPS era una división de la AID, pero el director de la
OPS en Washington, Byron Engle, era un viejo agente de la CIA. Su
organización mantenía una estrecha relación de trabajo con esta, y los
oficiales de la Agencia con frecuencia operaban en el extranjero bajo la
cobertura de la OPS, aunque Mitrione no era uno de ellos. 2 La OPS había
estado operando en Uruguay desde 1965, suministrando a la policía
equipamiento, armas y el entrenamiento para lo que había sido creada.
Cuatro años más tarde, cuando Mitrione llegó, los uruguayos tenían una
especial necesidad de los servicios de la OPS. El país se encontraba en
medio de un deterioro económico de larga data, su proclamada
prosperidad y democracia en claro hundimiento hacia el nivel de sus
vecinos del continente. Las huelgas obreras, demostraciones estudiantiles
y la violencia en las calles se habían convertido en eventos cotidianos
durante el año anterior, y, lo más preocupante para las autoridades, los
revolucionarios nombrados Tupamaros, quizás las guerrillas urbanas más
inteligentes, sofisticadas y de mayores recursos del mundo. Los
Tupamaros tenían la habilidad de capturar la imaginación del público con
acciones violentas y se ganaban adeptos con su filosofía a lo Robin Hood.
Sus miembros y partidarios secretos ocupaban posiciones importantes en
el Gobierno, bancos, universidades y en todas las profesiones, incluso en
la policía y el ejército. “A diferencia de otros grupos guerrilleros
latinoamericanos, los Tupamaros evitan el derramamiento de sangre en lo
posible. Tratan en cambio de poner en evidencia al Gobierno y crear
desorden en general”, reflejaba el New York Times en 1970.3 Una táctica
favorita era asaltar los archivos de alguna corporación privada para
exponer la corrupción y engaño de los altos niveles, o secuestrar a una
figura prominente y juzgarla ante un “Tribunal del Pueblo”. Elegían villanos
públicos cuyos actos no hubieran sido condenados por la legislatura, lo

1 Manuel Hevia Cosculluela: Pasaporte 11333: Ocho años con la CIA. La Habana, 1978, p. 286.
2 A. J. Langguth: Hidden Terrors. New York, 1978, pp. 48-49, 51 y passim.
3 New York Times, 1ro. de agosto de 1970.
33. Uruguay 1964-1970 349

sometían a un interrogatorio implacable y bien manejado y daban luego a


conocer los resultados del mismo. En una ocasión tomaron un exclusivo
club nocturno y pintaron en las paredes quizás su más memorable lema:
“O bailan todos o no baila nadie”.
Dan Mitrione no introdujo en Uruguay la práctica de la tortura a
prisioneros políticos. Había sido realizada por la policía de manera
ocasional desde principios de los 60 al menos. Sin embargo, en una
sorprendente entrevista concedida a un destacado periódico brasileño en
1970, el ex jefe de la inteligencia policial de Uruguay, Alejandro Otero,
declaró que los asesores norteamericanos, en particular Mitrione, habían
instituido la tortura como una medida rutinaria; habían añadido
refinamiento científico a los instrumentos utilizados y a la psicología para
crear desesperación, como por ejemplo poner en la habitación contigua
una grabación de mujeres y niños gritando y decirle al prisionero que su
familia estaba siendo torturada.4 “Los métodos violentos que comenzaron
a ser empleador causaron un aumento de la actividad de los Tupamaros.
Hasta entonces su actitud mostraba que recurrían a la violencia sólo como
último recurso”, 5 dijo Otero. Esta entrevista irritó grandemente a los
funcionarios norteamericanos en Sudamérica y en Washington. Byron
Engle trató más tarde de anularla al afirmar: “Los tres periodistas
brasileños en Montevideo niegan todos haber registrado tal historia.
Luego descubrimos que fue introducida en el periódico por alguien en el
taller de composición del Jornal do Brasil”.6 Otero había sido un agente
dispuesto de la CIA, estudió en su escuela internacional en Washington y
había recibido dinero de la Agencia durante años, pero no era un
torturador. Lo que lo llevó a hablar finalmente fue quizás la tortura de una
mujer que era a la vez simpatizante de los Tupamaros y su amiga personal.
Cuando ella le contó que Mitrione había presenciado y ayudado a
torturarla, Otero se quejó con este, acerca del incidente en particular, pero
también sobre sus métodos en general para extraer información. El único
resultado que obtuvo fue su democión. 7
William Cantrell era un oficial de operaciones de la CIA en Montevideo,
en apariencia un miembro del equipo de OPS. A mediados de los 60 tuvo
un papel esencial en el establecimiento de un Departamento de
Inteligencia e Información (Dll) y en suministrarle fondos y equipamiento.8

4 Langguth, pp. 285-287; New York Times, 15 de agosto de 1970.


5 Alain Labrousse: The Tupamaros: Urban Guerrillas in Uruguay. Penguin Books, Londres, 1973
(traducido de edición en francés en 1970), p. 103.
6 Langguth, p. 289.
7 Langguth, pp. 232-233, 253-254; Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary. New York, 1974, ver

índice para encontrar información sobre las relaciones de Otero con la CIA.
8 Major Carlos Wilson: The Tupamaros: The Unmentionables. Boston, 1974, pp. 106-107;

Langguth, p. 236; Agee, p. 478, confirma la identidad de Cantrell.


33. Uruguay 1964-1970 350

Parte de este último, con innovaciones de la División de Servicios Técnicos


de la CIA, estaba destinada a la tortura, pues esta era una de las funciones
de la Dll. 9 Según supo el ex corresponsal del New York Times, K. J.
Langguth: “Una de las piezas que fue muy útil era un cable tan fino que
podía ser colocado en la boca entre los dientes y aplicar choques eléctricos
al presionar la encía. Y Mitrione recibió parte de este equipamiento que
necesitaba para los interrogatorios a través de la valija diplomática,
incluidos estos finos cables”.10
Las cosas se pusieron tan mal en la época de Mitrione que el Senado
uruguayo se vio obligado a efectuar una investigación. Después de un
estudio de cinco meses, la comisión concluyó por unanimidad que la
tortura se había convertido en un “asunto normal, frecuente y habitual”
en Uruguay, aplicada tanto a Tupamaros como a otros. El informe de la
comisión hacía referencia entre los tipos de tortura a las descargas
eléctricas en los genitales, agujas eléctricas debajo de las uñas,
quemaduras con cigarros, compresión lenta de los testículos, uso diario de
tortura sicológica: “mujeres embarazadas eran sometidas a diversas
vejaciones y tratamiento inhumano”, “algunas mujeres eran detenidas
con sus hijos muy pequeños y también abusaban de estos”. 11
Con el tiempo el Dll llegó a servir de cobertura para el Escuadrón de la
Muerte, integrado, como en cualquier parte de Latinoamérica, en primer
lugar por oficiales de la policía, que colocaban explosivos y ametrallaban
las casas de los sospechosos de apoyar a los Tupamaros y llevaban a cabo
secuestros y asesinatos. Estos hombres recibieron parte de sus explosivos
especiales de la División de Servicios Técnicos, y es muy probable que
hayan adquirido sus habilidades en centros de entrenamiento en EE.UU. 12
Entre 1969 y 1973, al menos dieciséis oficiales de la policía uruguaya
pasaron un curso de ocho semanas en escuelas de la CIA-OPS en
Washington y Los fresnos (Texas) sobre diseño, manufactura y empleo de
bombas y dispositivos incendiarios. 13 La explicación oficial de la OPS para
impartir estos cursos era que los policías necesitaban (ales conocimientos

9 Langguth, p. 252.
10
Entrevista de Langguth en el film On Company Business, dirigido por Alian Francovich, citado en
Warner Poelchau, ed.: White Paper. Whilewash. New York, 1981, p. 66.
11 Extractos del informe de la Comisión del Senado de Investigaciones sobre Torturas, documento

que acompaña el guión del film Estado de sitio, publicado por Ballantine Books, New York, 1973, pp.
194-196; ver también “Death of a Policeman: Unanswered Questions about a Tragedy”, en la revista
católica Commonweal, New York, 18 de septiembre de 1970, p. 457; Langguth, p. 249.
12 Sobre los Escuadrones de la Muerte y la División de Servicios Técnicos ver Langguth, pp. 245-

246, 253.
13 Michael Klare y Nancy Stein: “Pólice Terrorism in Latin America”, en NACLA’s Latin America and

Empire Report, enero de 1974, pp. 19-23, basado en documentos del Departamento de Estado
obtenidos por el senador James Abourezk en 1973; ver también artículo de Jack Anderson en
Washington Post, 8 de octubre de 1973, p. C33; Langguth, pp. 242-243.
33. Uruguay 1964-1970 351

para saber manipular los explosivos colocados por los terroristas. No se


daba, sin embargo, entrenamiento en la desactivación de bombas, sino
sólo su fabricación: además, al menos en una ocasión se pudo conocer que
los estudiantes no eran policías, sino miembros de una organización de
derecha privada de Chile (ver sección de Chile). Otra asignatura que
también debe haber sido de valor para el Escuadrón de la Muerte era la
de Armas Letales: “Un análisis de diversas armas que podían ser utilizados
por los asesinos”, era la forma en que la OPS la definía. 14
El equipamiento y entrenamiento de este tipo eran adicionales a los
suministros que ofrecía normalmente la OPS: cascos antidisturbios,
escudos transparentes, gas lacrimógeno, máscaras de gases;
radiotransmisores, vehículos, porras y otros artefactos para reprimir a las
multitudes. La entrega de estos medios aumentó en 1968 cuando los
disturbios llegaron a su punto culminante y para 1970 el entrenamiento
en técnicas antimotines había sido impartido a mil policías uruguayos. 15
Dan Mitrione había construido un recinto a prueba de sonidos en el
sótano de su casa en Montevideo. Allí se reunió con un grupo selecto de
oficiales de la policía uruguaya partí observar una demostración de
técnicas de tortura. Uno de los observadores era Manuel Hevia
Cosculluela, un cubano que trabajaba para la CIA y para Mitrione. Hevia
escribió después que la clase comenzó con una descripción de la anatomía
y el sistema nervioso humanos:
Pronto las cosas se pusieron leas. Como objetos de estudio para las primeras
demostraciones utilizaron mendigos, conocidos en Uruguay como bichicomes,
de las afueras de Montevideo, al igual que una mujer al parecer del área
fronteriza con Brasil. No había interrogatorio, sólo una muestra de los efectos
de los diferentes voltajes en diferentes partes del cuerpo humano, al igual que
una demostración del uso de una droga que provocaba el vómito —no sé por
qué ni para qué— y otra sustancia química. Los cuatro murieron.16

En su libro. Hevia no especifica cuál fue la participación directa de


Mitrione en esto, pero luego declaró públicamente que el jefe de la OPS
“torturó personalmente a los cuatro indigentes hasta matarlos con electro
Shocks”.17 En otra ocasión Hevia se encontró con Mitrione en la casa de
este y, después de unos pocos tragos, el norteamericano le explicó su
filosofía para interrogar. Mitrione lo consideraba un arte: primero estaba
el período de ablandamiento, con las habituales golpizas e insultos: el
objeto es humillar al prisionero, hacerle ver su impotencia, aislarlo de la

14 Klare y Stein, p. 19.


15 New York Times, 25 de septiembre de 1968; 1ro. de agosto de 1970; Langguth, p. 241.
16 Hevia, p. 284; traducido del español y ligeramente parafraseado por el autor, un tratamiento

similar a este y otros pasajes de Hevia pueden ser hallados en Langguth, pp. 311-313.
17 New York Times, 5 de agosto de 1978, p. 3.
33. Uruguay 1964-1970 352

realidad: ninguna pregunta, sólo golpes e insultos, luego sólo golpes en


silencio. Únicamente después de esto se comienza a interrogar, dijo
Mitrione. Ya entonces no debe causarse más dolor que el producido por el
instrumento que se esté utilizando: “El dolor preciso, en el lugar preciso,
en la cantidad precisa, para el efecto deseado”, ese era su lema. Durante
la sesión hay que evitar que el sujeto pierda toda esperanza de sobrevivir,
porque esto puede conducir a una resistencia extrema. “Siempre se le
debe dejar alguna esperanza [...] una luz en la distancia”.
“Cuando obtienes lo que quieres, y siempre lo consigo [continuó
Mitrione] puede ser conveniente prolongar la sesión un poco para aplicar
otro ablandamiento. No para extraer información, sino como medida
política, para crear un miedo saludable a volver a mezclarse con
actividades subversivas”. El norteamericano señaló que al recibir un nuevo
sujeto, lo primero es determinar su estado físico, su grado de resistencia,
mediante un examen médico: “Una muerte prematura significa un fracaso
para el técnico [...] Es importante saber por adelantado si podemos
permitirnos el lujo de matar al sujeto”.18
No mucho después de esta conversación. Manuel Hevia desapareció de
Montevideo y reapareció en La Habana. Era un agente cubano, un doble
agente para ser precisos. Seis meses más tarde, el 31 de julio de 1970, Dan
Mitrione fue secuestrado por los Tupamaros. No lo torturaron. Pidieron
canjearlo por cerca de ciento cincuenta prisioneros políticos. El Gobierno
uruguayo se negó, con el decidido respaldo de la administración Nixon. El
10 de agosto el cadáver de Mitrione fue encontrado en el asiento trasero
de un carro robado. Había cumplido cincuenta años cinco días después de
su secuestro. En su ciudad natal, Richmond, Indiana —de la que había sido
jefe de policía-, el secretario de Estado William Rogers y el yerno de Nixon,
David Eisenhower, asistieron al funeral. Frank Sinatra y Jerry Lewis
acudieron al lugar a dar un espectáculo a beneficio de la familia. Y el
vocero de la Casa Blanca, Ron Ziegler, afirmó solemnemente: “La
dedicación de Dan Mitrione a la causa del progreso pacífico en un mundo
ordenado permanecerá como ejemplo para los hombres libres en todo el
mundo”.19 “Un hombre perfecto”, dijo su viuda. “Un gran filántropo”, dijo
su hija Linda.20

La entrada de los militares en la escalada del conflicto señaló el


principio del fin para los Tupamaros. Hacia fines de 1972, el telón estaba
cayendo sobre su teatro guerrillero. Seis meses más tarde, el ejército
ocupaba el gobierno, se disolvía el Congreso y todo lo no prohibido era

18 Acerca de la filosofía de Mitrione, ver Hevia, pp. 286-287 (igual a nota 16).
19 Poelchau, p. 68.
20 Langguth, p. 305.
33. Uruguay 1964-1970 353

obligatorio. Durante los próximos once años, Uruguay compitió con fuerza
por ser la dictadura más represiva de Sudamérica. Tenía, a su favor, el
mayor número de prisioneros políticos per cápita del mundo. Y cada uno
de ellos fue torturado, como pudieron atestiguarlo todas las
organizaciones de derechos humanos y prisioneros que lograron
sobrevivir. Un sacerdote declaró: “La tortura era rutinaria y automática”. 21
Nadie bailaba en Uruguay.
En 1981, en la Decimocuarta Conferencia de Ejércitos Americanos, el
uruguayo presentó una ponencia en la que definía la subversión como
“acciones, violentas o no, con propósitos finales de naturaleza política en
todos los campos de la actividad humana dentro de la esfera interna de un
Estado y cuyos objetivos sean percibidos como inconvenientes para el
sistema político imperante”. 22 El escritor uruguayo disidente Eduardo
Galeano resumió la época de la dictadura en su país de esta forma: “La
gente iba presa para que los precios pudieran ser liberados”. 23
En 1972 se presentó el filme Estado de sitio. Se centraba en Mitrione y
su secuestro por los Tupamaros, y presentaba a un oficial de la policía
uruguaya entrenando en una escuela secreta en EE.UU., aunque la película
trató más de ofrecer una muestra variada del papel desempeñado por
Washington en la represión en toda Latinoamérica. La premiére del filme
en el John F. Kennedy Arts Center —con financiamiento federal— en
Washington fue cancelada. Había ya una crítica creciente por parte del
público y del Congreso acerca de este lado oscuro de la política exterior
norteamericana para echar más leña al fuego. A mediados de los 70, sin
embargo, el Congreso aprobó varias leyes que abolieron por completo el
Programa de Seguridad Pública. En su tiempo, la OPS había entrenado a
más de un millón de policías en todo el Tercer Mundo. Diez mil de ellos
habían recibido cursos superiores en EE.UU. Equipamiento estimado en
ciento cincuenta millones de dólares había sido enviado a fuerzas
policiales extranjeras.24 Ahora la “exportación de represión” debía cesar.
Pero eso fue en el papel. La realidad parece haber sido un poco diferente.
En gran medida la Administración de Reforzamiento sobre Drogas
(DEA) simplemente retomó el trabajo donde lo dejó la OPS. Esta agencia
resultaba ideal para la tarea pues sus agentes estaban desplegados por
toda Latinoamérica y por todas partes, y tenían contactos de rutina con las
fuerzas policiales de todos los países. La DEA reconoció en 1975 que 53

21 The Guardian, Londres, 19 de octubre de 1984.


22 Lawrence Weschler: A Miracie, A Universe: Settíing Accounts With Torturers. Penguin Books,
1991, p. 121.
23 Ibíd., p. 147, Galeano dijo esto a Weschler.
24 Nancy Stein y Michael Klare: “Merchants of Repression”, en NACLA’s Latin America and Empire

Report, julio-agosto de 1976, p. 31.


33. Uruguay 1964-1970 354

“antiguos” empleados de la CIA formaban ahora parte de su personal y


que había estrechos vínculos de trabajo entre las dos agencias. Al año
siguiente, la Oficina General de Contabilidad informaba que los agentes de
la DEA estaban participando en las mismas actividades que había realizado
la OPS.
De manera adicional, parte del entrenamiento de policías extranjeros
fue transferido a las escuelas del FBI en Washington y en Quantico,
Virginia: el Departamento de Defensa continuó abasteciendo a las
unidades militares dedicadas a operaciones de seguridad interna con
equipamiento de tipo policial; y los fabricantes de armas norteamericanos
siguieron haciendo magníficos negocios vendiendo armas y
entrenamientos sobre su uso a los gobiernos del Tercer Mundo. En
algunos países, los contactos entre estas empresas y los funcionarios para
la supervisión del derecho internacional era facilitado por la Embajada o
la misión militar norteamericana. Los más grandes productores, Smith &
Wesson, tenían su propia academia en Springfield, Massachusetts, que
ofrecía a las “fuerzas públicas y de seguridad industrial” norteamericanas
y extranjeras “experimentados entrenamientos en control antimotines”. 25
Como dijo el ministro argentino José López Rega durante la firma del
tratado antidrogas entre EE.UU. y su país: “Esperamos borrar el tráfico de
drogas en Argentina. Hemos capturado guerrilleros que estaban drogados.
Los guerrilleros son los principales consumidores de drogas en Argentina.
Por tanto, la campaña antidrogas será también automáticamente una
campaña antiguerrillera”.26
En 1981, un antiguo oficial de la inteligencia uruguaya declaró que los
manuales norteamericanos estaban siendo utilizados para enseñar
técnicas de torturas a los militares en su país. Dijo que la mayoría de los
oficiale s que lo habían entrenado habían asistido a clases dirigidas por
EE.UU. en Panamá. Entre otros conocimientos, el manual indicaba 35
puntos nerviosos del cuerpo donde podían ser aplicados los electrodos. 27

Philip Agee fue enviado a Uruguay donde permaneció desde marzo de


1964 hasta agosto de 1966. Su recuento de las actividades de la CIA en
Montevideo es un testimonio más de la cantidad de males internacionales
que pueden causarse con dinero. Entre los abigarrados trucos sucios
llevados a cabo con impunidad por Agee y sus colegas en la Agencia, el que

25 Ibíd., pp. 31-32; New York Times, 23 de enero de 1975, p. 38; 26 de enero de 1975, p. 42;

Langguth, p. 301.
26 Comisión Argentina para los Derechos Humanos. Informe titulado: “U.S. Narcotics Enforcement

Assistance to Latin America”, Washington D.C., 10 de marzo de 1977, hace referencia a una
conferencia de prensa en Argentina en mayo de 1974.
27 San Francisco Chronicle, 2 de noviembre de 1981.
33. Uruguay 1964-1970 355

sigue es un ejemplo interesante: una conferencia estudiantil


latinoamericana de tendencia izquierdista que se efectuó en Montevideo,
fue desacreditada promoviendo el rumor de que había sido originada,
financiada y dirigida desde Moscú. Los editoriales elaborados por la CIA al
respecto aparecieron en los principales periódicos a los que la Agencia
tenía acceso. A esto les guio la publicación de una carta falsa de un líder
estudiantil en la que agradecía al agregado cultural soviético su ayuda. Un
titular a toda página proclamaba: “Documentos para la ruptura con Rusia”,
lo que era en realidad el objetivo principal de toda la operación. 28
Se dedicó una cantidad extraordinaria de tiempo, energía y creatividad
a planes, moderadamente exitosos, dirigidos a lograr la expulsión de toda
suerte de rusos, alemanes orientales, norcoreanos, checos y cubanos del
territorio uruguayo y, de ser posible, conseguir la ruptura de relaciones
con estos países. Además de la propaganda difundida en los medios, la CIA
trató de obtener información incriminante espiando los cables y el correo
diplomático hacia y desde dichas naciones, interviniendo los teléfonos de
las embajadas y llevando a cabo vahados métodos de allanamiento y de
colocar micrófonos espías. La Agencia preparaba entonces informes de
“inteligencia” con la suficiente información real para hacerlos plausibles,
y los hacía llegar de manera inocente a manos de funcionarios influyentes,
incluido el propio presidente de la República. El adoctrinamiento
anticomunista de los estudiantes secundarios fue promovido mediante el
financiamiento de determinadas organizaciones y publicaciones escolares.
Un Congreso del Pueblo, que reunió a una amplia gama de grupos
comunitarios, sindicatos, organizaciones estudiantiles, trabajadores
gubernamentales, etc. —comunistas y no comunistas— molestó a la CIA
porque potenciaba un frente unido con fines electorales. En consecuencia,
fueron generados editoriales y artículos en los periódicos que atacaron al
congreso como la clásica táctica comunista para apoderarse del poder y
llamaron a los no comunistas a abstenerse de participar. Se hizo circular
un volante falso en el cual el congreso llamaba al pueblo uruguayo a iniciar
una huelga insurreccional y ocupar de inmediato sus centros de trabajo.
Miles de estos volantes fueron distribuidos y provocaron irritados
desmentidos de los organizadores del congreso pero, como es usual en
estos casos, el daño ya estaba hecho.
El Partido Comunista Uruguayo planeaba organizar una conferencia
internacional de solidaridad con Cuba. La CIA sólo tuvo que recurrir a su
amigo (asalariado), el ministro del Interior y la conferencia fue prohibida.
Cuando se trasladó a Chile, la estación CIA en Santiago realizó la misma
maniobra mágica.

28 Agee, pp. 325-494, passim.


33. Uruguay 1964-1970 356

Uruguay fue en su tiempo el refugio ideal para exiliados políticos de


regímenes represivos como los de Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay. La
CIA, a través del espionaje y la infiltración en la comunidad de exiliados,
recopilaba información con regularidad sobre sus actividades, vínculos,
etc., para enviar a las estaciones de los países en cuestión y
probablemente también a sus gobiernos, los cuales deseaban estar al
tanto y no vacilaban en acosar a sus perseguidos más allá de sus fronteras.
“Otras operaciones [escribió Agee] fueron diseñadas para privar a los
comunistas y otros elementos de izquierda del control de las calles, y
nuestras escuadras, a menudo con la participación de policías fuera de
servicio, desbarataban sus mítines y por lo general los aterrorizaban. La
tortura fue utilizada por nuestros agentes de contacto en la policía al
interrogar a comunistas y otros de extrema izquierda”.
La vigilancia y acoso de los diplomáticos comunistas por parte de la CIA,
tal como se describió antes, era una práctica usual en la Agencia a través
de todo el mundo. Esto rara vez pasaba de ser algo más que una acción
refleja de la Guerra Fría: hacerles la vida difícil a los comunistas.

Post scriptum

En 1998, Eladio Molí, un almirante retirado y antiguo jefe de


inteligencia de la Marina uruguaya, al testificar ante una comisión de la
Cámara de Diputados de su país, afirmó que durante la “guerra sucia”
(1972-1983) se recibieron órdenes de EE.UU. de matar a los Tupamaros
capturados después de interrogarlos. “La orientación que nos enviaron de
EE.UU. fue que lo que había que hacer con los guerrilleros capturados era
sacarles información y que después de eso no merecían vivir”, dijo Moll. 29

29 Cable News Net Work en español, 23 de julio de 1998; El Diario-La Prensa, 30. New York, 24 de

julio de 1998; Clarín, Buenos Aires, 22 de julio de 1998, p. 45.


34. Chile 1964-1973 357

34. CHILE 1964-1973


Una hoz y un martillo estampados en la frente de tu hijo
Cuando Salvador Allende, un marxista comprometido, perdió por sólo
un 3% en las elecciones presidenciales chilenas de 1958, EE.UU. decidió
que la siguiente, en 1964, no podía ser dejada en las manos de la
providencia, o la democracia. Tras instalarse la administración Kennedy en
1964, se creó un comité electoral, compuesto por funcionarios de alto
nivel del Departamento de Estado, la CIA y la Casa Blanca. En Santiago se
estableció un comité paralelo con gente de la CIA y la Embajada.1
“La intervención del Gobierno norteamericano en Chile en 1964 fue
descarada y casi obscena [dijo un oficial de inteligencia ubicado en una
posición estratégica en aquel momento]. Estábamos metiendo gente a
derecha e izquierda, principalmente del Departamento de Estado, pero
también de la CIA, con toda clase de fachadas”. En total fueron dedicados
unos cien agentes a esta operación 2 los que comenzaron a preparar el
terreno para la futura elección, según averiguó y reveló un comité del
Senado, “mediante el establecimiento de relaciones de trabajo con
partidos políticos fundamentales y mediante la creación de mecanismos
de organización y propaganda que permitieran influir sobre sectores clave
de la población”. Fueron emprendidos proyectos “para ayudar a entrenar
y organizar ‘anticomunistas’” entre los campesinos, habitantes de las
barrios pobres, sindicalistas, estudiantes, medios de prensa, etcétera.3
Después de canalizar fondos a varios partidos contrarios a la izquierda,
el equipo electoral se concentró en un hombre del centro, Eduardo Frei,
candidato del Partido Demócrata Cristiano, como el de mayores
probabilidades de impedir el ascenso al poder de Allende. La CIA costeó
encubiertamente más de la mitad del costo total de su campaña, 4 una de
las razones de que la operación total de la CIA significara una reducción de
unos veinte millones de dólares 5 para el Tesoro de EE.UU., mucho más de
lo gastado por votante en las campañas de Johnson y Goldwater juntas en
ese mismo año. El grueso del dinero fue invertido en propaganda. El

1 Covert Action in Chile, 1963-1973, Informe al Comité Selecto del Senado para el Estudio de

Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de Inteligencia, 18 de diciembre de 1975,


p. 16. En adelante lo llamaremos Informe del Senado.
2 Washington Post, 6 de abril de 1973.
3 Informe del Senado, pp. 14, 18.
4 Ibíd., p. 9.
5 Washington Post, 6 de abril de 1973.
34. Chile 1964-1973 358

comité del Senado lo describió así:


En adición al apoyo para los partidos políticos, la CIA montó una campaña de
propaganda anticomunista masiva. Se hizo amplio uso de la prensa, radio,
filmes, panfletos, afiches, volantes, correspondencias, banderolas y grafitis.
Fue una “campaña de miedo”, que se basaba sobre todo en las imágenes de
tanques soviéticos y pelotones de fusilamiento cubanos e iba dirigida en
especial a las mujeres. Cientos de miles de copias de una carta pastoral
anticomunista del papa Pío XI fueron distribuidas por organizaciones
demócratas cristianas. Llevaban un membrete que decía “impresas en forma
privada por ciudadanos sin afiliación política a fin sobre todo de ayudar a
diseminar su contenido”. “Desinformación” y “propaganda negra” —material
que pretendía tener su origen en otra fuente, como por ejemplo el Partido
Comunista Chileno— fueron también utilizados ”.6

La campaña de miedo jugó con el hecho de que las mujeres en Chile, y


en el resto de Latinoamérica, son más religiosas por tradición que los
hombres, y más susceptibles a alarmarse ante el espectro del “comunismo
impío”. Un spot de radio reproducía el sonido de una ametralladora
seguido del grito de una mujer: “¡Han matado a mis hijos! ¡Los
comunistas!” El locutor anunciaba entonces: “El comunismo sólo ofrece
dolor y sangre. Para que esto no ocurra en Chile debemos elegir como
presidente a Eduardo Freí”.7
Otras tácticas se centraban en alertas sobre el control ruso y que los
comunistas confiscarían todo lo cercano, querido y sagrado. El informe del
comité continuaba:
La campaña de propaganda fue enorme. Durante la primera semana de
actividad intensiva (la tercera semana de junio de 1964), un grupo de
propaganda financiado por la CIA produjo veinte spots de radio diarios en
Santiago en 44 emisoras: noticieros de veinte minutos se transmitían cinco
veces al día en tres emisoras santiaguinas y 24 provinciales: miles de
caricaturas políticas y muchos anuncios pagados de publicidad. Hacia fines de
junio, el grupo producía 24 boletines de noticias diarios en Santiago y las
provincias, 26 programas de “comentarios” a la semana y distribuía 3.000
afiches cada día.8

En un afiche, que apareció por miles, se mostraban niños con una hoz
y un martillo estampados en la frente.9 Los artículos de otras partes de
Latinoamérica que apoyaran las líneas políticas de la campaña de la CIA
eran recogidos y reproducidos en Chile. Sin duda, muchos de esos artículos

6 Informe del Senado, p. 15.


7 Paul E. Sigmund: The Overthrow of Allende and the Politics of Chile 1964-1976. University of
Pittsburgh Press, 1977, p. 297.
8 Informe del Senado, pp. 15, 16.
9 Sigmund, p. 34.
34. Chile 1964-1973 359

habían sido escritos en las estaciones de la Agencia en sus países


respectivos. También había opiniones sobre Freí solicitadas a
personalidades internacionales famosas, anuncios como el “mensaje de
las mujeres de Venezuela”10 y una emisión de radio vitriólica de Juanita
Castro, hermana de Fidel, quien realizaba una gira organizada por la CIA
por Sudamérica: “Si los rojos ganan en Chile, no habrá ningún tipo de
actividad religiosa [...] Madre chilena, yo sé que no permitirás que te
quiten a tus hijos y los envíen al bloque comunista, como pasó en Cuba”,
dijo.11
Otro de los aspectos revelados por el comité fue:
Además de comprar espacios de propaganda, la estación (de la CIA] con
frecuencia compró la entidad total mediante subsidios a organizaciones
mediáticas de tendencia pro norteamericana [...] En lugar de ubicar textos
individuales la CIA apoyó, o incluso fundó, medios de prensa amigos que
podían no haber existido sin la ausencia de esta ayuda.
Desde 1953 hasta 1970 la estación subsidió en Chile servicios cablegráficos,
revistas para intelectuales y un semanario de derecha.12

Un veterano del Departamento de Estado que participó en la campaña


recuerda que en uno de los periódicos subsidiados “la composición era
magnifica. Las fotografías, soberbias. Era un producto estilo Madison
Avenue, muy por encima del nivel de las publicaciones chilenas”. 13 Lo
mismo podría haberse dicho sobre las elecciones como tal. Además de
llevar a cabo proyectos de acciones políticas por su cuenta en un número
de importantes sectores electorales, la CIA dirigió la campaña demócrata
cristiana siguiendo la línea de las norteamericanas, con registro de
votantes, maniobras de anulación de votos y empresas profesionales
encargadas de encuestas de opinión pública. 14 Como broche de oro,
enviaron un especialista en elecciones del personal del alcalde de Chicago.
Richard Da ley, eminente conocedor y guardián de las elecciones libres. 15
Sólo se puede especular sobre cuáles fueron las funciones del hombre de
Daley en Chile.
Varios de los programas financiados por la CIA fueron dirigidos por
Roger Vekemans, un sacerdote jesuíta belga que llegó a Chile en 1957 y
fundó una red de organizaciones de acción social, una de las cuales llegó a
tener 100 empleados y un presupuesto anual de treinta millones de

10Informe del Senado, p. 16.


11Sigmund, p. 35; Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary. New York, 1975, p. 387; Miles
Wolpin: Cuban Foreign Policy and ChUean Politics. Lexington, Mass., 1972, pp. 88, 176.
12 Informe del Senado, p. 8.
13 Washington Post, 6 de abril de 1973.
14 Informe del Senado, pp. 9, 16; Wolpin, pp. 175, 372.
15 David Wise: The Politics of Lying. New York, 1973, pp. 167-168.
34. Chile 1964-1973 360

dólares. Según su propia declaración en 1963, Vekemans recibió cinco


millones de la CIA y un monto similar de la AID para orientar los recursos
de sus organizaciones en apoyo a los demócratas cristianos y Frei, con
quien Vekemans tenía estrechas relaciones. 16 Los programas del jesuíta
cumplían la clásica función de canalizar el fervor revolucionario por los
caminos reformistas. Los eclesiásticos que trabajaban para la CIA en el
Tercer Mundo acostumbraban a participar en la recopilación de
información sobre las actividades y actitudes de obreros y campesinos
para ubicar a los conflictivos, reclutar a los prospectos prometedores,
predicar la doctrina anticomunista; servir de conductos para la entrega de
fondos y funcionar como fachada religiosa para diversas operaciones de la
Agencia. Vekemans. quien era un anticomunista furioso, fue soldado de
primera línea en la lucha de los demócratas cristianos y la Iglesia Católica
contra la Teología de la Liberación que ganaba fuerza por entonces entre
los sacerdotes más liberales en Latinoamérica, y que conduciría al diálogo
histórico entre el marxismo y el cristianismo. 17
La operación tuvo éxito. Más allá de lo esperado, Frei alcanzó 56% de
los votos contra 39%.de Allende. La CIA valoró “la campaña de temor
anticomunista como la actividad más efectiva emprendida”, destacó el
comité del Senado.18 Esta fue la táctica dirigida hacia el sector femenino.
Se comprobó que Allende obtuvo 67.000 votos más de los hombres (en
Chile hombres y mujeres votan por separado), pero entre las mujeres Frei
lo superó en 469.000, lo que atestigua una vez más la notable facilidad con
la cual se puede manipular la mente humana en casi todas las sociedades.
¿Qué había en Salvador Allende que justificase esta febril campaña?
¿Qué amenaza representaba este hombre contra quien se emplearon los
enormes recursos técnicos y económicos del país más poderoso del
mundo? El programa de Allende fue descrito por el comité del Senado
como la redistribución del ingreso [el 2% de la población recibía el 46% del
ingreso nacional] y el rediseño de la economía chilena, comenzando con
la nacionalización de las principales industrias, en especial el cobre; una
reforma agraria de gran envergadura y la ampliación de las relaciones con
los países socialistas y comunistas”. 19 De un hombre con ese programa se
podía esperar que condujera a su país por un camino independiente de las
prioridades de la política exterior norteamericana y de las multinacionales.
(Tal como confirmó su período presidencial luego, era también
independiente de cualquier otro país)

16 Revista Time, 11 de agosto de 1975, edición europea, p. 47.


17 Penny Lernoux: Cry of the People: The Struggle forHuman Pights in Latin America-The Catholic
Church in ConfHctwith U.S. Policy. Penguin Books, Londres, 1982, pp. 25-29.
18 Informe del Senado, p. 16.
19 Ibíd., p. 5.
34. Chile 1964-1973 361

La CIA es una organización siempre en marcha. Sus actividades


encubiertas se realizan día por día en cada país. Entre las elecciones
presidenciales de 1964 y 1970, muchos de los programas destinados a
fomentar una mentalidad contra la izquierda en diferentes sectores de la
población continuaron; muchos de los mecanismos electorales y
propagandísticos permanecieron en funciones para apoyar candidatos en
las elecciones parlamentarias de 1965 y 1969; en esta última, se dio apoyo
financiero a un partido socialista fraccionario para restar votos al Partido
Socialista de Allende; según se dice esto lo privó de siete escaños por lo
menos.20
El comité del Senado describió algunos de los otros proyectos
encubiertos emprendidos por la CIA durante este periodo:
• Luchar por arrebatar a los comunistas el control de las organizaciones
estudiantiles universitarias en Chile.
• Apoyar a un grupo activo de mujeres en la v ida intelectual y política
de Chile.
• Combatir la Central Única de Trabajadores Chilenos, dominada por
los comunistas, y apoyar los sindicatos democráticos (entiéndase
anticomunistas).
• Explotar un grupo de acción cívica como frente de combate contra la
influencia comunista dentro de los círculos culturales e intelectuales.
En 1968, al mismo tiempo que la CIA se ocupaba en subvertir sindicatos
dominados por el Partido Comunista Chileno, otro comité del Senado de
EE.UU. llegaba a la conclusión de que el movimiento obrero
latinoamericano había abandonado su perfil revolucionario: “Incluso los
sindicatos bajo dominio comunista, en especial los que siguen la línea de
Moscú, aceptan ahora de manera general que la vía pacífica es la única
alternativa posible”.21 22
“No veo por qué necesitamos quedarnos sin hacer nada y contemplar
cómo un país se vuelve comunista debido a la irresponsabilidad de su
propia gente”.23 Así habló Henry Kissinger, asesor principal del presidente
en materia de seguridad nacional. Era el 27 de junio de 1970, en una
reunión del Comité 40 del Consejo de Seguridad Nacional, y la gente
irresponsable, según Kissinger, eran los chilenos que, temía, podían
finalmente elegir como presidente a Salvador Allende. Estados Unidos no
permaneció con las manos cruzadas. En esta reunión se aprobó un

20 Ibíd., p. 18.
21 Survey of the Alliance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del Subcomité sobre
Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, 15 de julio
de 1968, p. 3.
22 Ibíd., p. 9.
23 Newsweek, 23 de septiembre de 1974, pp. 51-52, entre muchos otros textos donde puede

hallarse este comentario ahora famoso.


34. Chile 1964-1973 362

aumento de 300.000 dólares a la operación “para estropear” a Allende que


ya se llevaba a cabo. La CIA enfocó su artillería pesada de desinformación
sobre el electorado chileno, con proyectiles como: “Una victoria de
Allende significa violencia y represión stalinista”. 24 La propaganda negra
iba dirigida a debilitar la coalición del candidato izquierdista y sus
partidarios sembrando divergencias entre el Partido Comunista y el
Socialista, principales integrantes del frente, y entre el Partido Comunista
y la Central Única de Trabajadores. 25 Sin embargo, el 4 de septiembre
Allende ganó con una pluralidad de votos.
El 24 de octubre, el Congreso chileno debía reunirse para escoger entre
el candidato ganador y el del conservador Partido Nacional, Jorge
Alessandri, que había quedado segundo. Por tradición era seguro que
Allende se convertiría en presidente. Estados Unidos tenía siete semanas
para evitar su toma del poder. El 15 de septiembre el presidente Nixon se
reunió con Kissinger, el director de la CIA Richard Helms y el fiscal general
John Mitchell. Las notas de Helms se han vuelto famosas: “Una
oportunidad entre 10 quizás, pero ¡salven a Chile!”, “no se preocupen por
los riesgos implicados”, “diez millones disponibles, más si es necesario”,
“hagan chillar a la economía”. 26
El Comité 40 autorizó fondos para sobornar a congresistas chilenos
para votar por Alessandri, 27 pero esto se dejó pronto de lado como
impracticable y, bajo la presión de Nixon, los esfuerzos se concentraron en
inducir a los militares a llevar a cabo un golpe y cancelar el voto del
Congreso.28 Al mismo tiempo, Nixon y Kissinger dejaron claro a la CIA que
no se tomaría a mal el asesinato de Allende. Un documento de la Casa
Blanca sobre las opciones para considerar analizaba diversas formas en
que esto podía realizarse. 29
Se inició una nueva campaña de propaganda en Chile dirigida a los
militares, entre otros, para convencerlos de la catástrofe que sobrevendría
a la nación si Allende llegaba a la presidencia. Además de las historias
usuales de horrores comunistas, se hizo saber que se retiraría la ayuda
norteamericana e internacional en general: esto fue acompañado de
rumores y predicciones acerca de la nacionalización de toda empresa,
incluidos los pequeños negocios, y el consiguiente colapso de la economía.
La campaña de hecho afectó seriamente la economía chilena y se produjo

24 Informe del Senado, p. 21.


25 Ibíd., pp. 21-22.
26 Interim Report: Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders, Informe del Comité

Selecto del Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de
Inteligencia, 20 de noviembre de 1975, p. 227: En lo adelante lo llamaremos Assassination Report.
27 Informe del Senado, p. 24.
28 Assassination Report, passim, Informe del Senado, p. 23.
29 Seymour Hersh: Kissinger: The Price of Power Londres, 1983, pp. 259, 274, 292.
34. Chile 1964-1973 363

un pánico financiero. 30 En privado los altos militares chilenos fueron


advertidos de que se detendría la ayuda militar si Allende tomaba el
poder.31
Durante este período, según la CIA, se dieron a conocer más de
setecientos artículos, transmisiones, editoriales, etc., en los medios
latinoamericanos y europeos como resultado de la actividad directa de la
Agencia. Esto es aparte de las historias “reales” de los medios inspiradas
en las falsas. Además, periodistas de la nómina do la CIA llegaron a Chile
provenientes de al menos diez países para reforzar su material con la
credibilidad de reportar desde el lugar de los hechos. 32
La porción siguiente de un cable de la CIA del 25 de septiembre de 1970
ofrece algunas indicaciones sobre el rango de tales operaciones
mediáticas: “Sao Paulo, Tegucigalpa, Buenos Aires, Lima, Montevideo,
Bogotá, México informan la retransmisión continua de los materiales
sobre el tema de Chile. También se reproducen estos elementos en el New
York Times y el Washington Post. Las actividades de propaganda continúan
dando una buena cobertura del desarrollo en Chile bajo nuestra
orientación”. 33 La CIA también dio informes “internos” a periodistas
norteamericanos sobre la situación en Chile. Uno de ellos ilustró a la
revista Time sobre la intención de Allende de apoyar la violencia y destruir
la prensa libre de Chile. Esto, señaló el informe del Senado antes referido,
“trajo como resultado un cambio en el enfoque esencial” de la historia en
la revista.34
Cuando Allende criticó al principal periódico conservador. Ei Mercurio
(fuertemente financiado por la CIA), la Agencia “orquestó cables de apoyo
y protesta por parte de periódicos extranjeros, una declaración de
protesta de una asociación internacional de prensa y cobertura mundial
para la misma”.35
Un cable enviado desde el alto mando de la CIA a Santiago el 19 de
octubre expresaba la preocupación de que el golpe no tenía aún “ni
pretexto ni justificación que pueda ofrecer para hacerlo aceptable en Chile
o Latinoamérica. Parece necesario por tanto crear uno para servir de
sostén a la proclamación [de los militares] de la necesidad del golpe para
sabara Chile del comunismo”. Una de las sugerencias que se daba era la
fabricación de: “Evidencias firmes de que los cubanos planearon

30 Informe del Senado, pp. 23, 25.; Hersh, p. 273.


31 Informe del Senado, pp. 26, 37.
32 Ibíd., pp. 24, 25.
33 Foreign and Military intelligence. Libro 1, Informe Final del Comité Selecto del Senado para el

Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de Inteligencia, abril de 1976, p.


200
34 Washington Post, 5 de enero de 1978; Informe del Senado, p. 25.
35 Informe del Senado, p. 24.
34. Chile 1964-1973 364

reorganizar todos los servicios de inteligencia en el molde cubano-


soviético y así crear la estructura de un estado policial [...] Con los
apropiados contactos militares se puede determinar cómo ‘descubrir’ el
informe de inteligencia que podría ser plantado durante asaltos previstos
por los carabineros [policía chilena]”. 36
Mientras tanto la Agencia mantenía activas consultas con varios
oficiales chilenos que eran receptivos a la idea del golpe (la dificultad para
encontrarlos fue descrita por la CIA como un problema de vencer la
“inercia apolítica y constitucional de los militares chilenos”). 37 Les
aseguraron que EE.UU. les daría apoyo total excepto en cuanto a la
participación directa. El obstáculo inmediato que encontraron fue la
decidida oposición del jefe del Ejército. René Schneider, quien insistió en
que se siguiera el proceso constitucional. Debía ser eliminado.
En la mañana del 22 de octubre la CIA entregó ametralladoras “limpias”
y municiones a algunos de los conspiradores (antes les habían entregado
gas lacrimógeno). Ese mismo día. Schneider fue mortalmente herido en un
intento de “secuestro” cuando se dirigía a su trabajo. La estación CIA en
Santiago cablegrafió a sus jefes que el general había sido herido con el
mismo tipo de armas que habían entregado a los conspiradores, aunque
más tarde la Agencia declaró al Senado que los asesinos reales eran
personas distintas.38
El asesinato no sirvió para los propósitos buscados. Sólo inflamó al
ejército en torno a la bandera del constitucionalismo y ya quedaba poco
tiempo. Dos días después, Allende fue confirmado por el Congreso chileno.
El 3 de noviembre asumió el poder.
La escena estaba lista para el choque entre dos experimentos. Uno era
el “socialista” de Allende dirigido a sacar a Chile del pantano de la
dependencia y el subdesarrollo. El otro era, para expresarlo con las
palabras del director de la CIA William Colby, “un prototipo o experimento
de laboratorio para evaluar las técnicas de fuertes inversiones financieras
para desacreditar y echar abajo a un gobierno”.39
Aunque hubo algunos rasgos individuales en este experimento que
fueron únicos para la CIA, en su conjunto fue tal vez la intervención más
vanada que emprendió EE.UU. en todos los tiempos. Durante el proceso
se incorporó una nueva palabra al lenguaje cotidiano: desestabilización.
“No se permitirá que llegue ni un tornillo ni una tuerca a Chile bajo

36 Assassination Report, p. 234.


37 Ibíd., p. 240
38 Ibíd., pp. 226, 245, 252 y otras; para otra descripción general del período entre el 4 de

septiembre y el 24 de octubre de 1970, ver Hersh, capítulos 21 y 22.


39 The Sunday Times, Londres, 27 de octubre de 1974, p. 15, se refiere al testimonio secreto de

Colby ante un comité del Congreso el 22 de abril de 1974. Ver el New York Times, del 8 de septiembre
de 1974, p. 1, para una paráfrasis de la declaración de Colby.
34. Chile 1964-1973 365

Allende”, había advertido el entonces embajador Edward Korry antes de


la confirmación del presidente chileno. 40 La economía del país, en extremo
dependiente de EE.UU., era el punto débil, fácil para golpear. Durante los
siguientes tres años los nuevos programas de asistencia gubernamental
estadounidense a Chile disminuyeron hasta casi desaparecer; de manera
similar ocurrió con los préstamos del Banco de Exportaciones e
Importaciones (norteamericano) y del Banco de Desarrollo
Iberoamericano, en el que EE.UU. tenía un poder de decisión equivalente
al veto. Por su parte, el Banco Mundial no efectuó nuevos préstamos a
Chile entre 1971 y 1973. La asistencia financiera gubernamental y las
garantías a las inversiones privadas norteamericanas en Chile fueron
cortadas abruptamente y se dio la orden a las empresas yanquis de apretar
el dogal económico.41
Este boicot se tradujo en situaciones como los numerosos autobuses y
taxis fuera de servicio en Chile debido a la falta de piezas de repuesto, y lo
mismo ocurría en las industrias del cobre, acero, electricidad y petróleo.
Los suministradores norteamericanos se negaban a vender las refacciones
necesarias a pesar de que Chile ofrecía pagar en efectivo y por
adelantado.42
La multinacional ITT, que no necesitaba que le indicaran qué hacer,
declaró en un memorándum en 1970: “Una esperanza más realista entre
aquellos que quieren bloquear a Allende es que el paulatino deterioro de
la economía evitará una ola de violencia que conduzca a un golpe
militar”.43
En medio de esto, y en contra de lo anunciado antes, se incrementó la
ayuda militar durante 1972 y 1973, al igual que el número de militares
chilenos entrenados en EE.UU. y Panamá. 44 El gobierno de Allende,
atrapado entre la espada y la pared, no se atrevió a rechazar esta “ayuda”
por temor a buscarse el antagonismo de los jefes militares.
Quizás nada produjo mayor descontento en la población que las
escaseces, las pequeñas molestias diarias cuando no se podía conseguir
un alimento favorito, o faltaba la harina, o el aceite de cocina, o el papel
higiénico, las sábanas, el jabón, o una pieza de repuesto del televisor o del
coche, o cuando un adicto no podía encontrar cigarrillos. Algunas de estas
carencias eran resultado del momento de transición que vivía el país:

40 Informe del Senado, p. 33.


41 Casi todos los libros que tratan sobre Chile bajo Allende tocan el boicot económico en detalle.
Ver, entre otros, Edward Boorstein: Aiiende’s Chile: An inside View. New York, 1977; y James Petras y
Morris H. Morley: HowAllende FeH. Reino Unido, 1974.
42 Adam Schesch y Patricia Garrett: “The Case of Chile", en Howard Frazier, ed.: Undoaking the

CIA. The Free PresslMacmillan, New York, 1978, p. 38; Informe del Senado, pp. 32-33.
43 The Sunday Times, Londres, 27 de octubre de 1974, p. 16.
44 Schesch y Garrett, p. 48; Informe del Senado, pp. 37-38.
34. Chile 1964-1973 366

empresas privadas que pasaban al control estatal, experimentos en


centros bajo control de los trabajadores, pero esto era de poca monta en
comparación con el efecto de la supresión de la ayuda y las prácticas de
las omnipresentes corporaciones norteamericanas. Muy ilustrativas eran
también las dilatadas huelgas mantenidas por largo tiempo gracias al
apoyo financiero de la CIA.45
En octubre de 1972, por ejemplo, una asociación de camioneros
privados instituyó un cese de operaciones dirigido a interrumpir el flujo de
alimentos y otros artículos importantes, incluidos periódicos pro
gubernamentales (la sutileza no estaba a la orden del día en este país
ultrapolarizado). La consecuencia de este paro fue el cierre de tiendas y
cuando volvieron a abrirse, en muchas de ellas no aparecieron
determinados productos, como los cigarrillos, retenidos por sus dueños
para venderlos a mayor precio en el mercado negro. Luego la mayoría de
las compañías privadas de autobuses dejaron de operar y, para coronar
todo, numerosos profesionales y empleados de “cuello blanco”, en su
mayoría opositores al Gobierno, abandonaron el país con o sin ayuda de
la CIA.
Buena parte de esta campaña estuvo dirigida a agolar la paciencia del
público y a convencerlos de que “el socialismo no podía funcionar en
Chile”. Sin embargo, se habían producido peores carencias antes del
gobierno de Allende para una parte de la población: escasez de comida,
de vivienda, de servicios de salud y de educación, por ejemplo. Al menos
la mitad de la población había sufrido de desnutrición: Allende, médico de
profesión, explicó su programa de leche gratuita a los niños señalando:
“Hoy en Chile tenemos más de 600.000 niños con retraso mental porque
no se nutren de la manera adecuada en los primeros ocho meses de vida,
porque no reciben las proteínas necesarias”. 46
La ayuda financiera no era el único recurso empleado por la CIA en los
casos de paro. Más de cien miembros de las asociaciones profesionales
chilenas y gremios de empleados eran graduados de las escuelas del
Instituto Americano para el Desarrollo del Trabajo Libre en Front Royal,
Virginia. El IADTL, la principal organización laboral latinoamericana de la
CIA, también ayudó a crear una nueva asociación profesional en mayo de
1971: la Confederación de Profesionales Chilenos. Los especialistas del
IADTL tenían más de una década de experiencia en el arle de promover la
agitación económica (o en mantener a los trabajadores sometidos si la
ocasión lo requería).47

45 Time, 30 de septiembre de 1974; Informe del Senado, p. 31; New York Times, 21 de septiembre
de 1974, p. 12.
46 John Dinges y Saúl Land au: Assassination on Embassy Row. Londres, 1981, p. 43.
47 Sobre el IADTL ver Fred Hirsch: An Anaiysis of our AFL-CIO Role in Latin America. San José,
34. Chile 1964-1973 367

Los mercaderes de la propaganda de la Agencia sacaban provecho de


la falta de productos y el desorden y los agravaban al instigar el
acaparamiento. Todas estas técnicas se veían facilitadas por la casi
ilimitada libertad de prensa: titulares y artículos difundían rumores acerca
de cualquier cosa, desde nacionalizaciones hasta comida en mal estado y
aguas corrompidas: “¡Caos económico! ¡Chile al borde del abismo!”, se
leía en las mayores letras que podía utilizar un periódico: se anunciaba el
fantasma de la guerra civil, cuando no se le invocaba de hecho: artículos
alarmistas que en cualquier otra parte del mundo habrían sido
considerados sediciosos: lo peor de los tabloides londinenses o del
National Enquirer de EE.UU. parecería en comparación tan inocente como
una revista de odontología.48 En respuesta a esto, en unas pocas ocasiones
el Gobierno cerró brevemente un periódico o una revista, tanto de
izquierda como de derecha, por poner en peligro la seguridad.49
El apoyo de rutina de la Agencia a la oposición política fue ampliado
para incluir a la organización de extrema derecha Patria y Libertad, que se
dice que la CIA ayudó a formar y cuyos miembros entrenó en guerra de
guerrillas y técnicas de explosivos en escuelas en Bolivia y en Los Fresnos,
Texas. Patria y Libertad realizaba asaltos y motines, en reiteradas
provocaciones y actos de violencia, y sus publicaciones llamaban
abiertamente a la realización de un golpe militar. 50
La CIA se dedicó a cortejar al ejército con este mismo fin. Ofrecer
equipamiento militar implicaba la presencia normal de asesores
norteamericanos y la oportunidad para estos de trabajar cerca de los
chilenos. Desde 1969 la Agencia había ¡do reclutando “electivos de
inteligencia” en las tres ramas de las fuerzas armadas, y esto incluía
“oficiales a nivel de comandancia, de compañía, oficiales retirados y
soldados”. Al emplear su mezcla acostumbrada de información real y
fabricada, junto con documentos falsificados, la CIA se las arregló para
mantener a estos militares “en estado de alerta”. Una manera era
convencerlos de que la unidad de investigaciones de la policía estaba
actuando en coordinación con la inteligencia cubana para reunir
información perjudicial para el alto mando del ejército, por supuesto con

California, 1974, passim, NACLA’s Latin America and Empire Report, octubre de 1973, p. 11; The
Sunday Times, Londres, 27 de octubre de 1974, pp. 15, 16; Hortensia Bussi: “The Facts about Chile",
en Frazier: op. cit., p. 60.
48 Observado por el propio autor durante su estancia en Chile entre agosto de 1972 y abril de

1973.
49 Una de las publicaciones clausuradas durante el estado de emergencia que se declaró tras un

abortado golpe militar en junio de 1973, fue Punto Final, una de las revistas realizadas por el ala
izquierda del propio Partido Socialista de Allende.
50 Informe del Senado, p. 31; Hortensia Bussi, p p. 60, 63; la escuela sobre explosivos en Los

Fresnos aparece descrita en la sección de Uruguay.


34. Chile 1964-1973 368

la aprobación de Allende.51
Los periódicos financiados por la CIA en Santiago, en particular El
Mercurio, a menudo se concentraban en el empeño de influir sobre los
militares. Hablaban de intrigas comunistas para dispersar o destruir las
fuerzas armadas, planes soviéticos de establecer una base de submarinos
en Chile, el interés de Corea del Norte de construir una base de
entrenamiento, y así por el estilo. Los artículos promovían el odio hacia el
Gobierno entre los soldados y, en algunas ocasiones, se publicaban
columnas enteras destinadas a cambiar la opinión de un oficial particular,
en otro caso la opinión de la esposa de un oficial. 52 La Agencia también
subsidió un número de libros y otros tipos de publicaciones en Chile. Uno
era un boletín antigubernamental de corta vida destinado a los militares. 53
Más tarde se hizo uso del semanario político y humorístico, Sepa, con los
mismos objetivos. La cubierta del 20 de marzo de 1973 decía en el titular:
“Robert Moss. Una receta inglesa para Chile: el control militar”. Moss era
identificado como un sociólogo británico. Una descripción más apropiada
habría sido que era un especialista en “noticias” asociado con conocidos
medios de prensa de la CIA. Uno de estos: el Forum World Features de
Londres (ver capítulo de Europa occidental) publicó el libro de Moss: El
experimento marxista de Chile en 1973, que la junta hizo circular
ampliamente para justificar su golpe. 54 Moss estaba asociado con un
tanque pensante financiado por la Agencia en Santiago que tenía el muy
inocuo nombre de Instituto de Estudios Generales. El IEG, entre otras
actividades, realizaba seminarios para los oficiales chilenos en los que se
explicaba en términos técnicos, apolíticos, por qué Allende era un desastre
para la economía y por qué un sistema de liberalización del mercado
ofrecía una solución a los males chilenos. No hay forma de medir hasta
qué punto tales charlas influyeron en las futuras acciones de los militares,
aunque tras el golpe la junta nombró a varios de los especialistas del IEG
en cargos del Gobierno.55
Mientras tanto la estación CIA en Santiago estaba reuniendo la
información necesaria para el momento del golpe: “listas de personas que
se debían arrestar, instalaciones civiles clave y personal necesitado de
protección, principales instalaciones del gobierno que se debían tomar y

51 Informe del Senado, pp. 36-38.


52 Ellen Ray y Hill Schaap: “Massive Destabilization in Jamaica”, en Covert Action Information
Bulletin, Washington, D.C., agosto-septiembre de 1980, p. 8; Fred Land is: "Robert Moss, Amaudde
Borchgrave and Right-Wing Disinformation”, en Ibíd., p. 42 (Land is era un consultor del comité del
Senado que elaboró los informes citados en esta sección).
53 Land is, p. 42; Informe del Senado, p. 39.
54 The Guardian, Londres, 20 de diciembre de 1976, p. 9; Land is, pp. 37-44.
55 Land is, pp. 38-39; Informe del Senado, p. 30 (hace referencia a “una organización investigativa

de oposición”); Daily Maii, Londres, 22 de diciembre de 1976, p. 6.


34. Chile 1964-1973 369

los planes de emergencia que el gobierno podría utilizar en caso de un


alzamiento militar”.56 Más tarde aseguraron que esta información nunca
fue entregada a los militares chilenos, algo que no suena muy probable.
Debe destacarse que en los días que siguieron al golpe, el ejército fue
directamente a las casas de muchos norteamericanos y otros extranjeros
residentes en Santiago que eran simpatizantes de Allende.57 Los planes de
emergencia del Gobierno fueron obtenidos supuestamente a través de sus
agentes infiltrados en los numerosos partidos que integraban la coalición
de Unidad Popular de Allende. Agentes situados en los niveles más altos
del propio Partido Socialista fueron “pagados para cometer errores en su
trabajo”.58 En Washington el robo era una de las tácticas empleadas por la
Agencia para obtener documentos: varios fueron sustraídos de las casas
de empleados de la Embajada chilena, y la misma Embajada, en la cual se
habían instalado micrófonos desde hacía algún tiempo, fue allanada en
mayo de 1972 por varios de los mismos hombres que al mes siguiente
escenificaron el escándalo de Watergate. 59
En marzo de 1973, la Unidad Popular ganó cerca de 44% del voto en las
elecciones parlamentarias, contra 36% en las de 1970. Se dijo que era el
mayor incremento que un partido en el Gobierno había alcanzado en Chile
después de estar en el poder por más de dos años. Los partidos de
oposición habían expresado públicamente su optimismo en cuanto a
ganar las dos terceras partes de los escaños y poder así bloquear a Allende.
Ahora se enfrentaban a otros tres años bajo su autoridad y con la
perspectiva de no poder impedir, a pesar de sus esfuerzos, el crecimiento
aún mayor de su popularidad.
Durante la primavera y el verano el proceso de desestabilización elevó
sus proporciones. Hubo toda una señe de demostraciones y paros, con uno
todavía más prolongado de los camioneros. La revista Time reportó:
“Mientras la mayoría del país sobrevive con raciones exiguas, los
camioneros parecen estar bien preparados para mantenerse por mucho
tiempo”. Un periodista preguntó a un grupo de ellos que acampaban y
consumían “una abundante comida colectiva de carne, vegetales, vino y
empanadas” de dónde obtenían el dinero para ello. “De la CIA”, le
respondieron entre risas.60
También se hicieron cotidianos los sabotajes y la violencia, incluidos los
asesinatos. En junio se realizó un frustrado ataque contra el Palacio

56 Informe del Senado, p. 38.


57 Se han publicado varios relatos, además de los testimonios de norteamericanos y otros
extranjeros conocidos por el autor que se encontraban en Santiago en el momento del golpe.
58 Revista Time, 30 de septiembre de 1974.
59 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cuit of intelligence. New York, 1975, p. 43;

Dinges y Land au, p. 50; Hersh, p. 333.


60 Time, 24 de septiembre de 1973, p. 46.
34. Chile 1964-1973 370

Presidencial por parte de los miembros de Patria y Libertad y algunos


militares. En septiembre el ejército se impuso. “Está claro que la CIA
recibió durante los meses de julio, agosto y septiembre informes de
inteligencia acerca de los planes del golpe por el grupo que realizó el
mismo de manera exitosa el 11 de septiembre de 1973”,61 dijo el comité
investigador del Senado.
El papel de EE.UU. en ese día decisivo está hecho de sombra y
sustancia. El golpe comenzó en el puerto de Valparaíso con el envío de
tropas de la Marina chilena hacia Santiago mientras los barcos
norteamericanos se mantenían a la vista desde la costa, en apariencia para
participar en maniobras conjuntas con los chilenos. Los barcos
estadounidenses permanecieron fuera de las aguas territoriales, pero en
estado de alerta. Un avión WB-575 —un sistema de control de
comunicaciones desde el aire— piloteado por oficiales de la Fuerza Aérea
norteamericana, patrullaba el cielo chileno. Al mismo tiempo aviones de
observación y de combate de EE.UU. aterrizaban en la base
estadounidense de Mendoza, Argentina, no lejos de la frontera con
Chile.62
En Valparaíso, mientras los oficiales norteamericanos se encontraban
con sus homólogos chilenos, un joven estadounidense, Charles Horman,
que vivía en Santiago y quedó varado cerca de Valparaíso por el golpe,
tuvo la oportunidad de conversar con varios compatriotas, tanto civiles
como militares, recién llegados. Un ingeniero naval retirado le dijo:
“Vinimos a cumplir una tarea y ya está hecha”. Uno o dos militares
también le dieron indicios que no debían haber revelado. Pocos días
después Horman fue arrestado en su residencia en la capital. Sabían dónde
encontrarlo y nunca se le ha vuelto a ver. 63
Así se llevó a cabo el cierre del país al mundo exterior durante toda una
semana, mientras los tanques rodaban por las calles y los soldados
derribaban las puertas; los estadios resonaron con los estampidos de las
ejecuciones y los cuerpos se apilaron en las aceras y flotaron en los ríos;
se abrieron centros de tortura, se arrojaron al fuego los libros subversivos;
los soldados rasgaban los pantalones de las mujeres gritando: “¡En Chile
las mujeres usan vestidos!”; los pobres regresaron a su estado natural y
los hombres mundanos en Washington y en los salones de las finanzas
internacionales abrieron sus chequeras.
Un año después el presidente Gerald Ford se sintió obligado a declarar

61 Informe del Senado, p. 39.


62 Hortensia Bussi, p. 64; añade que los pilotos del avión WB-575 eran los mayores V. Dueñas y T.
Schull.
63 Thomas Hauser: The Execution of Charles Harman. New York, 1978, capítulos 9 y 10; se trata del

libro en el cual se basó la película Missing (del director Costa Gavras).


34. Chile 1964-1973 371

que lo que Estados Unidos había hecho en Chile había sido “en el mejor
interés del pueblo chileno y ciertamente no en interés nuestro”. 64 Lo que
EE.UU. había hecho en Chile, pensaba Ford, o al menos eso dijo, “fue
ayudar y asistir en la preservación de los periódicos y medios electrónicos
de la oposición y preservar los partidos políticos de oposición”. 65 Los
periodistas presenten fueron lo bastante amables como para no preguntar
a Ford qué pensaba de la junta chilena que había prohibido toda forma,
tipo o medio de oposición. Por supuesto que era algo obligado que otros
funcionarios y congresistas afirmaran que las acciones de EE.UU. en Chile
tuvieron por objeto repeler la amenaza soviética al hemisferio occidental.
Pero el comportamiento soviético con relación al gobierno de Allende
simplemente no justificaba tal hipótesis; los informes de inteligencia
norteamericanos confirman que “los acercamientos soviéticos hacia
Allende [...] se caracterizan por la cautela y la restricción”, “los soviéticos
desean evadir otro compromiso al estilo cubano”, los rusos “recomiendan
a Allende que arregle sus relaciones con EE.UU. [...] para aliviar la tensión
entre los dos países”.66
Un estudio de la CIA del 7 de septiembre de 1970, tres días después de
la victoria electoral de Allende, concluía:
• 1.— EE.UU. no tiene intereses vitales dentro de Chile. Habría, sin
embargo, pérdidas económicas tangibles.
• 2.— El equilibrio del poder militaren el mundo no se alteraría de
manera significativa por el gobierno de Allende.
• 3.— No obstante, una victoria de Allende si crearía costos políticos y
sicológicos considerables:
• A) La cohesión hemisférica se vería amenazada por el desafío que el
gobierno de Allende implicaría para la OEA y por las reacciones que crearía
en otros países.
• B) Una victoria de Allende representaría un retroceso sicológico
definido para EE.UU. y un avance sicológico definido para los ideales
marxistas.67
Las pérdidas económicas tangibles se referían posiblemente a la
esperada nacionalización de las compañías mineras norteamericanas. Esto
ocurrió y no se pagó compensación alguna por la Unidad Popular que
calculó que las compañías le debían dinero a Chile a causa de sus
“ganancias excesivas”. Las reacciones que crearía en otros países no
pueden significar otra cosa sino que los pueblos de otros países podrían

64 New York Times, 17 de septiembre de 1974, p. 22.


65 Ibíd.
66 Informe del Senado, p. 47; Washington Post, 21 de octubre de 1973, p. C (67) Assassination

Report, p. 229.
67
34. Chile 1964-1973 372

sentirse inspirados a considerar sus propias soluciones socialistas a los


problemas económicos y sociales que los aquejan. El Chile de Allende
podría convertirse de esta forma en ese fantasma que recorría los pasillos
de Washington: un ejemplo exitoso de alternativa al modelo capitalista.
Washington no reconoce otra herejía en el Tercer Mundo aparte de la
independencia. En el caso de Salvador Allende la independencia traía un
atuendo especialmente provocativo: un marxista electo
constitucionalmente que continuó honrando la Constitución. Esto no
podía pasar. Iba contra las bases mismas sobre las que se ha edificado la
torre del anticomunismo: la doctrina cultivada penosamente por décadas
de que los “comunistas” se apoderan del poder mediante la fuerza y el
engaño, y se mantienen en él mediante el terror y el lavado de cerebros.
Sólo podía haber una cosa peor que un marxista en el poder: un marxista
electo en el poder.
35. Grecia 1964-1974 373

35. CRECIA 1964-1974


“Cáguense en el Parlamento y en su Constitución”, dijo el
presidente de Estados Unidos
“Es el mejor gobierno desde Pericles”, declaró el general
norteamericano de dos estrellas 1 (los reportes no mencionan si mascaba
un gran tabaco). El gobierno que tenía tan entusiasmado al buen general
era la junta de coroneles que llegó al poder con el golpe militar de abril de
1967, con la inmediata y tradicional consecuencia del establecimiento de
la ley marcial, censura, arrestos, golpizas, tortura y asesinatos, hasta la
cifra de 8.000 víctimas en el primer mes. Esto fue acompañado por la
igualmente tradicional declaración de que todo se hacía para salvar a la
nación del “dominio comunista”. Las influencias corruptoras y subversivas
debían ser eliminadas de la vida griega, entre ellas las minifaldas, el pelo
largo en los hombres y los periódicos extranjeros. La asistencia de los
jóvenes a las iglesias se volvió obligatoria.2 Tan continua y brutal fue la ola
represiva que para septiembre Dinamarca. Noruega. Suecia y Holanda
acudieron a la Comisión Europea de Derechos Humanos para acusar a
Grecia de violar la mayoría de los artículos de la Convención. Antes de que
terminara el año. Amnistía Internacional había enviado representantes al
país para investigar la situación: los mismos informaron que “la tortura es
llevada a cabo como práctica deliberada por la policía de seguridad y la
militar”.3
El golpe había ocurrido dos días antes del inicio de la campaña electoral
nacional, que parecía presagiar el seguro regreso del veterano dirigente
liberal Georges Papandreou al puesto de primer ministro. Papandreou
había sido electo en febrero de 1964 en el único caso de mayoría directa
de las elecciones griegas en la historia moderna. Las maquinaciones para
destituirlo habían comenzado de inmediato, un esfuerzo conjunto de la
corte real, los militares griegos y norteamericanos y la estación de la CIA.
Philip Deane (nombre literario de Gerassimos Gigantes) es griego,
antiguo funcionario de la ONU que trabajó durante este período para el
rey Constantino y también como enviado a Washington del gobierno de

1 The Observer, Londres, 1 de julio de 1973, artículo de Charles Foley.


2 Sobre las acciones de la junta ver James Becket: Barbarism in Greece. New York, 1970, p. 1;
Bernard Nossiter: “Saving Greece’ from the Greeks", en Neiv Repubiic, Washington, 20 de mayo de
1967, p. 10; The Nation, New York, 22 de mayo de 1967, p. 644.
3 Becket, p. 90.
35. Grecia 1964-1974 374

Papandreou. Ha escrito una rememoración íntima de las sutilezas, y de las


groserías, de la conspiración para minar al Gobierno y fortalecer la
posición de los militares conspiradores, y sobre el poder desembozado
que ejerció la CIA en su patria.4 Vimos anteriormente que Grecia era vista
casi como una propiedad para desarrollar según la conveniencia de EE.UU.
Un episodio relatado por Deane ilustra el mantenimiento de esta actitud
y, por tanto, la precariedad de la posición de Papandreou: durante una de
las perennes disputas entre Grecia y Turquía acerca de Chipre, que tenía
lugar ahora en el seno de la OTAN, el presidente Johnson citó al embajador
griego para darle a conocer la “solución” de Washington. El embajador
protestó que la misma sería inaceptable para el Parlamento griego y
contraria a la Constitución.
Entonces escúcheme, cáguense en el Parlamento y en la Constitución [dijo el
presidente de EE.UU.]. Somos un elefante y Chipre es una pulga: si estas dos
pulgas siguen fastidiando al elefante, pueden acabar aplastadas por su
trompa, bien aplastadas [...] Le damos a los griegos un buen montón de
dólares, señor embajador, si su primer ministro me da una charla sobre
democracia, parlamento y constituciones, él, su Parlamento y su Constitución
pueden no durar mucho.5

En julio de 1965, Papandreou fue finalmente depuesto mediante la


prerrogativa real de sustituirlo. El rey tenía una coalición de diputados
disidentes de la Unión del Centro (el partido de Papandreou) y otros
derechistas a la espera de formar un nuevo gobierno. Un funcionario del
Departamento de Estado reveló más tarde que el jefe de la estación CIA
en Atenas, John Maury, había “trabajado a nombre del Palacio en 1965. Él
ayudó al rey Constantino a comprar a los diputados de la Unión del Centro
para poder derribar al gobierno de Georges Papandreou”. 6 Durante cerca
de dos años varios gabinetes de corta duración se sucedieron en el
gobierno, hasta que ya no fue posible evadir la realización de elección
según lo prescrito en la Constitución.
Lo que más preocupaba a los oponentes del ex primer ministro era su
hijo, Andreas Papandreou, quien había sido el director del departamento
de economía en la Universidad de Berkeley, California, y ministro de su
padre, y era evidente que estaba destinado a un papel protagónico en el
nuevo Gobierno. Pero no se trataba en modo algunos de un radical. En

4 Philip Deane: l Should Have Died. Atheneum, New York, 1977, pp. 92-124, integrado por

conversaciones con griegos y norteamericanos que estuvieron dentro de la conspiración o cercanos a


ella, y por referencias a testimonios de los juicios efectuados a los miembros de la junta y los
torturadores en 1975.
5 Ibíd., pp. 113-114.
6 New York Times, 2 de agosto de 1974, p. 3; ver también Newsweek, 12 de agosto de 1974, p. 36,

acerca de las maniobras de la CIA para comprar votos y políticos antes del golpe.
35. Grecia 1964-1974 375

EE.UU. había sido partidario activo de liberales moderados tan clásicos


como Adlai Stevenson y Hubert Humphrey. 7 Sus opiniones económicas
eran “las del Nuevo Orden norteamericano”, escribió el columnista
Marquis Childs en el Washington Post.8 Pero Andreas no ocultaba su deseo
de sacar a Grecia de la Guerra Fría. Cuestionaba en público la pertenencia
del país a la OTAN, o al menos el comportamiento de satélite
estadounidense en esta organización. Se inclinaba a la apertura de
relaciones con la URSS y otros países comunistas fronterizos y señalaba
que los hinchados aparatos militar y de inteligencia de EE.UU. e n Grecia
comprometían la libertad de acción en la nación. También veía al ejército
nacional como una amenaza a la democracia y deseaba depurarlo de sus
altos oficiales más dictatoriales y monárquicos. 9
Sus ladridos eran más fuertes que su mordida, como se demostró
cuando asumió años más tarde la presidencia (ni sacó a Grecia de la OTAN
ni eliminó las bases norteamericanas en su territorio), pero en el
Washington de Johnson, si usted no estaba de nuestro lado de manera
incondicional y total, entonces estaba en contra nuestra. El presidente
sentía que Andreas —que se había naturalizado como ciudadano
norteamericano— había “traicionado a Norteamérica”. Decía: “Le dimos
al hijo de puta la ciudadanía, ¿no es así? Era un norteamericano con todos
los derechos y privilegios. Y le juró lealtad a la bandera. Y entonces entregó
su ciudadanía y se volvió nuevamente un griego a secas. No se puede
confiar en un hombre que rompe su juramento de lealtad a la bandera de
Estados Unidos”.10 Qué podemos pensar entonces del hecho de que luego
se informó que Andreas Papandreou había trabajado con la CIA a
principios de los 60? (Él criticó la publicación del informe, pero no negó la
acusación.)11 De ser cierto, esto no era incompatible con su condición de
liberal, sobre todo en aquel tiempo. Sólo era incompatible con su
compromiso con una Grecia independiente de la política exterior
norteamericana, como aprendería más tarde.
En cuanto al padre, sus credenciales anticomunistas eran impecables,
desde su época de primer ministro instalado por los británicos durante la
guerra civil contra la izquierda en los años 1944 y 1945, pero también
mostraba atisbos de independencia de la superpotencia occidental.
Rehusó ceder a la presión de Johnson para lograr un compromiso con

7 Stephen Rousseas: “The Deadlock in Greece”, en The Nation, New York, 27 de marzo de 1967, p.
392.
8
Washington Post, 15 de mayo de 1967, p. Al 8.
9
Sobre las ideas políticas de Andreas Papand reou ver Nossiter, p. 9; Deane, p. 116; Lawrence
Stern: The Wrong Horse: The Politics of intervention and the Failure of American Dipiomacy, NY Times
Books, New York, 1977, pp. 20-30.
10 Deane, pp. 116-117.
11 New York Times, 2 de agosto de 1974, p. 3; 3 de agosto, p. 4.
35. Grecia 1964-1974 376

Turquía acerca de Chipre: aceptó una invitación para visitar Moscú y


cuando su gobierno dijo estar dispuesto a aceptar ayuda soviética para la
preparación de una posible guerra con Turquía, la Embajada
norteamericana le exigió una explicación. Además, intentando curar las
viejas heridas de la guerra civil, Papandreou comenzó a reintroducir ciertas
libertades civiles y a readmitir en Grecia a algunos de los que habían
luchado contra el Gobierno en aquella etapa. 12
Cuando Andreas asumió su cargo ministerial en 1964, quedó espantado
al comprobar lo que se ha convertido en un hecho para todo estado tecno-
industrial en el mundo: la existencia de un servicio de inteligencia fuera de
control, un gobierno en la sombra más allá del poder de los dirigentes
nominales de la nación. Esto, pensó él, era la causa de muchos de los
obstáculos que el gabinete encontraba para llevar a cabo su política. 13
Como ya vimos, el servicio de inteligencia griego, KYP, fue creado por la
CIA durante la guerra civil, y cientos de sus oficiales fueron entrenados en
EE.UU. Uno de ellos, Georges Papadopoulos, fue el jefe de la junta que
tomó el poder en 1967. Andreas Papandreou descubrió que el KYP
escuchaba de manera rutinaria todas las conversaciones ministeriales y
entregaba la información a la CIA. (Muchas agencias occidentales
entregaban de forma habitual información a la CIA acerca de sus gobiernos
y ciudadanos, y en ocasiones han obtenido reciprocidad. La naturaleza de
la mayor parte de esta información hubiera hecho que un ciudadano
privado fuese acusado de traición si la hubiera dado a conocer a un
gobierno extranjero.) Como resultado de tal descubrimiento, el joven
Papandreou despidió a los dos jefes principales del KYP y los reemplazó
por oficiales confiables. Al nuevo director se le ordenó proteger el
gabinete contra todo tipo de espionaje. “Regresó pidiendo disculpas
porque no podía hacerlo [recuerda Andreas]. Todo el equipamiento era
norteamericano, controlado por la CIA, o por griegos bajo supervisión de
la CIA. No había distinción alguna entre los dos servicios: duplicaban sus
funciones en una relación complementaria. De hecho, eran una sola
agencia”.14
La orden de eliminar las escuchas electrónicas del gabinete hizo que el
jefe delegado de la misión de la Embajada norteamericana, Norbert
Anshutz (o Anschuetz) visitara a Andreas. Se trataba de u n hombre que
había estado vinculado con la CIA y exigió revocar la orden. Andreas
ordenó al estadounidense que saliera de su oficina, lo que hizo, pero no
sin antes alertar de que “habría consecuencias”. 15 Papandreaou pidió

12 Sobre George Papand reou: Rousseas, pp.390-391; Nossiter, p. 9; Deane, p. 115.


13 The Observer, artículo citado.
14 Ibíd.—, ver también Deane, p. 96.
15 Deane, p. 96, cita a Andreas Papand reou como fuente. Julius Mader: Who’s Who in CIA. RDA,
35. Grecia 1964-1974 377

entonces al nuevo director del KYP una búsqueda exhaustiva en su casa y


oficina para eliminar dispositivos electrónicos de vigilancia. “No fue sino
hasta mucho después que descubrimos que él simplemente colocó una
nueva dotación de micrófonos. Vean pues que habíamos colocado a otro
asalariado de los norteamericanos como nuestro hombre Nº 2”, escribe
Andreas.16 El intento de terminar con la práctica de que los fondos para el
KYP fueran enviados a éste directamente por la CIA sin pasar antes por
ningún ministerio griego, también fracasó, pero Andreas tuvo éxito en
transferir al hombre que había servido como contacto entre las dos
agencias por varios años. Era Papadopoulos. El cambio de posición parece
haber significado poco más que una formalidad, sin embargo la
organización siguió subordinada a él; incluso luego, los “políticos
opositores [griegos] que buscaban ser escuchados [o pagados] por James
Potts, el jefe [delegado] de la estación de la CIA en Atenas antes del golpe,
recibían a menudo como respuesta: Vean a George, él es mi muchacho”. 17
A mediados de febrero de 1967 se efectuó una reunión en la Casa
Blanca, reportada por Marquis Childs, para analizar los informes de la CIA
que "no dejaban dudas de que un golpe militar estaba elaborándose [...].
No podía haber sido un secreto. Desde 1947 el ejército griego y el grupo
de ayuda militar norteamericana en Atenas han trabajado en el mismo
equipo [...]. La cuestión solemne era si el golpe podía ser evitado mediante
alguna sutil intervención política” y de esta forma preservar el gobierno
parlamentario. Se decidió que “no había curso de acción factible. Según
recuerda uno de los altos funcionarios presentes, Walt Rostow, asesor
presidencial en asuntos de seguridad nacional, cerró la reunión con estas
palabras: “Espero que entiendan, señores, que lo que aquí hemos
concluido, o más bien, no hemos podido concluir, hace inevitable la
marcha futura de los hechos en Grecia”.18 Un informe de la CIA fechado el
23 de enero de 1967 había nombrado específicamente al grupo de
Papadopoulos como organizador de un golpe, y fue al parecer uno de los
informes debatidos en la reunión de febrero. 19
De los cinco oficiales que tomaron el poder en abril, se decía que cuatro
estaban íntimamente conectados con la CIA o el Ejército norteamericano
en Grecia. El quinto había sido incorporado por ser el comandante de
fuerzas blindadas.20 Georges Papadopoulos emergió como el líder de facto

1968, señala que Anscuetz sirvió en el Servicio de Inteligencia Militar de EE.UU. durante la Segunda
Guerra Mundial y se unió a la CIA en 1950; no obstante, este libro no ha demostrado ser fiable en su
totalidad.
16 The Observer, artículo citado.
17 Ibíd, Deane, p. 96; Becket, p. 13.
18 Washington Post, 15 de mayo de 1967, p. Al 8.
19 Stern, pp. 42-43
20 The Observer, artículo citado.
35. Grecia 1964-1974 378

y tomó el título de primer ministro un poco más tarde. El comentario entre


los veteranos de la misión militar de EE.UU. en Grecia era que
Papadopoulos era “el primer agente de la CIA en convertirse en premier
de un país europeo”. “Muchos griegos lo consideraban verdad”, reportó
Charles Foley en The Observer, de Londres.21 En el momento del golpe el
militar griego llevaba ya quince años en la nómina de la CIA.22 Una razón
para el éxito de esta relación era el historial del coronel durante la Segunda
Guerra Mundial. Cuando los alemanes invadieron Grecia, Papadopoulos
surgió como capitán en los batallones de seguridad nazis cuya principal
tarea era rastrear a los combatientes de la resistencia griega. 23 Era
también un fervoroso creyente en el “nuevo orden” hitleriano, y su
trayectoria en el poder no creó duda alguna acerca de esto. Foley escribe
que cuando mencionó el pasado pro germánico del nuevo líder a un asesor
militar norteamericano al que se encontró en una fiesta en Atenas, éste le
indicó que ello influía en la obediencia de Papadopoulos a los deseos de
EE.UU.: “George sirve bien porque hay documentos en Washington que
no le gustaría que saliesen a la luz”, comentó sonriente.24
Foley relata que bajo su gobierno “la intensa propaganda oficial
presentó al comunismo como el único enemigo que Grecia había tenido y
minimizó la ocupación alemana hasta que las atrocidades de los nazis
aparecieron como provocadas por los comunistas. Esta reescritura de la
historia refleja la preocupación del dictador ante el peligro de que un día
se lograra llenar el vacío en su biografía oficial”. 25 Como parte de esto, los
miembros de los batallones de seguridad se convirtieron en “héroes de la
resistencia”.26
Fue la tortura, sin embargo, la que marcó de manera más indeleble los
siete años de pesadilla griega. James Becket, un fiscal norteamericano
enviado a Grecia por Amnistía Internacional, escribió en diciembre de
1969 que “un estimado conservador ubicaría en no menos de dos mil” las
víctimas de la tortura. 27 Para Becket era una tarea odiosa hablar con
algunas de ellas:
“Hay gente que ha sido torturada sin piedad simplemente por haberles
encontrado un volante que critica al régimen. Brutalidad y crueldad por un
lado, frustración e indefensión por el otro. Fueron torturados y no había nada
que hacer. Era como escuchar a un amigo que tiene cáncer. ¿Qué alivio, qué
palabra de consuelo puede dar alguien que no lo ha padecido? La tortura

21 Ibíd.
22 New York Times, 2 de agosto de 1974, p. 1; Deane, p. 96.
23 The Observer, artículo citado; Deane, p. 126.
24 The Observer, artículo citado.
25 Ibíd.
26 Becket, p. 8.
27 Ibíd., p. 10.
35. Grecia 1964-1974 379

puede durar poco tiempo, pero la persona no volverá a ser la misma”.28

Becket informó que algunos torturadores habían dicho a los prisioneros


que parte de su equipamiento había venido como ayuda militar
estadounidense: uno de estos instrumentos era un látigo formado por un
“cable doble grueso y blanco”: otro era conocido como “corona de hierro”,
que se apretaba más y más en torno a la cabeza o los oídos de la víctima. 29
La delegación de Amnistía describió varios métodos de tortura
comúnmente empleados. Entre ellos estaban:
a) Golpear las plantas de los pies con un tubo o un palo. Después de
cuatro meses de esto, los pies de un prisionero estaban cubiertos
con gruesas cicatrices. Otro había quedado inválido por la fractura
de los huesos.
b) Numerosos incidentes de tortura sexual: introduciendo dedos u
objetos en la vagina y retorciéndolos y arañando con brutalidad: lo
mismo se hacía con el ano, o se insertaba en el mismo una
manguera y se bombeaba agua a muy alta presión.
c) Técnicas de amordazamiento: la garganta es apretada de tal forma
que se parte la tráquea, o se introduce a la fuerza en la garganta un
trapo empapado en orina y, a veces, excremento.
d) Arrancar el pelo de la cabeza y del pubis.
e) Saltos sobre el estómago del prisionero.
f) Extracción de las uñas de manos y pies. 30
Estas no eran las peores. La peor está descrita en muchos testimonios
individuales, pero son demasiado largos para repetirlos aquí.31
La respuesta de la junta al primer informe de Amnistía fue declarar que
estaba conformado por acusaciones provenientes del “comunismo
internacional” y contratar a empresas de relaciones públicas en Nueva
York y Londres para mejorar su imagen. 32
En 1969 la Comisión Europea de Derechos Humanos encontró a Grecia
culpable de tortura, asesinato y otras violaciones. Por tales razones, y en
particular por la abolición de la democracia parlamentaria efectuada por
la junta, el Consejo de Europa —un cuerpo consultivo que controlaba a la
Comisión, integrado por 18 países en aquel momento— se preparaba para
expulsar a Grecia de su seno. El Consejo rechazó categóricamente el
argumento griego de que sus acciones estaban motivadas por el peligro

28 Ibíd., p. XI.
29 Ibíd., p. 15.
30 Ibíd., p. 91.
31 Ver Becket, pp. 18-85; Deane, pp, 128-133; Amnistía internacional: Torture in Greece: The First

Torturers Trial in 1975. Londres, 1977, passim.


32 Becket, pp. 4 y 115.
35. Grecia 1964-1974 380

de caer en manos de los comunistas. Amnistía Internacional informó más


tarde que EE.UU., aunque no era miembro del Consejo, realizó activas
presiones diplomáticas sobre los integrantes para que no votasen por la
expulsión (no obstante, mientras el Consejo estaba deliberando, el New
York Times reportó: “El [...] Departamento de Estado dijo hoy que Estados
Unidos ha evitado con toda intención el tomar una posición en el tema de
la continuación de la membresía griega en el Consejo de Europa”). Los
miembros europeos, dijo Amnistía, creían que sólo EE.UU. tenía el poder
de introducir cambios en Grecia, y a pesar de ello se limitaba a defender a
la junta.33 Sobre el lema específico de la tortura, el informe de Amnistía
concluía que “la política norteamericana sobre la cuestión de la tortura
expresada en declaraciones y testimonios oficiales ha sido negarla donde
es posible y minimizarla donde no lo es. Esta política emana naturalmente
del apoyo general al régimen militar”.34 En vista de la situación enfrentada,
Grecia se retiró del Consejo antes de ser expulsada.
En un mundo crecientemente hostil, el apoyo de la mayor
superpotencia era esencial para la junta. Los dos gobiernos se
beneficiaban mutuamente. El embajador norteamericano en Grecia.
Henry Tasca, dijo: “Este es el grupo más anticomunista que se pueda
encontrar. No hay lugar como Grecia que ofrezca estas facilidades, con el
apoyo del tipo de gobierno que ustedes tienen aquí” (el reportero hizo
notar que el “ustedes”, en lugar de “nosotros”, era la única nota falsa). 35
Las facilidades a que se refería el embajador eran las docenas de
instalaciones militares estadounidenses, desde bases de misiles nucleares
a importantes puestos de comunicación, que albergaban decenas de miles
de norteamericanos en servicio. Estados Unidos a su vez proveía a la junta
con equipamiento militar abundante, a pesar de un embargo oficialmente
aprobado por el Congreso, al igual que suministraba a la policía griega el
material requerido para mantener su rígido control.
En un intento por terminar de manera formal el embargo, la
administración Nixon pidió a Papadopoulos que hiciera algún gesto de
vuelta a la constitucionalidad que pudiera ser esgrimido por la Casa Blanca
en su defensa. El primer ministro griego debía estar seguro, decía un
documento secreto de Washington, de que la administración “aceptaría
sin reservas la simple proclamación” de cualquier gesto en este sentido. 36

33 Amnistía Internacional: Report on Torture. Londres, 1973, pp. 93-94; ver también Deane, p. 119

para evidencias de la naturaleza fraudulenta de la supuesta amenaza comunista esgrimida por la junta;
acerca de la declaración del Departamento de Estado de EE.UU. ver New York Times, 11 de diciembre
de 1969.
34 Report on Torture, p. 77; ver pp. 88, 89, 95 y 98 para ejemplos de los planteamientos de

Amnistía.
35 The Observer, artículo citado.
36 Seymour Hersh: Kissinger: The Price of Power. New York, 1983, p. 140.
35. Grecia 1964-1974 381

El vicepresidente Spiro Agnew, en una visita a la tierra de sus ancestros, se


sintió llamado a exaltar los “logros” del Gobierno griego y su “cooperación
constante con las necesidades y deseos de EE.UU.” 37 Una de las
necesidades satisfechas que podía tener en mente era la contribución de
549.000 dólares hecha por la junta a la campaña electoral Nixon-Agnew.
Aparte de cualquier otra consideración, se sospechaba que el dinero había
sido entregado a la junta por la CIA para encontrar así un camino hasta
Washington. Una investigación del Senado sobre el asunto fue
bruscamente cancelada por petición directa de Henry Kissinger.38
Quizás nada expresa mejor la naturaleza del vínculo que los griegos
sentían con sus guardianes norteamericanos que la historia relacionada
con el inspector jefe de la policía Basil Lambrou, uno de los torturadores
mejor conocidos:
Cientos de prisioneros han escuchado el pequeño discurso del inspector Basil
Lambrou, sentado en su escritorio que muestra la mano cerrada roja, blanca y
azul que simboliza la ayuda norteamericana. Trata de mostrar al prisionero la
completa inutilidad de hacer resistencia: “Usted se pone en ridículo al pensar
que puede hacer algo. El mundo se divide en dos; están de un lado los
comunistas y de este lado el mundo libre. Rusos y norteamericanos, nadie
más. ¿Qué somos nosotros? Norteamericanos. Detrás de mí está el gobierno,
detrás del gobierno está la OTAN, detrás de la OTAN está EE.UU. Ustedes no
pueden enfrentamos, somos norteamericanos”.39

Amnistía Internacional añade que algunos torturadores decían a sus


víctimas cosas como estas: “La Comisión de Derechos Humanos no te
puede ayudar ahora”, “La Cruz Roja no puede hacer nada por ti”, “Dile
todo lo que quieras, no servirá de nada”. Según Amnistía, “los torturadores
desde el inicio habían dicho que EE.UU. los apoyaba y eso era lo que
importaba”.40
En noviembre de 1973, las discrepancias en los círculos de poder
internos de Grecia culminaron con la salida de Papadopoulos y su
sustitución por el coronel Demetrios loannidis, comandante de la Policía
Militar, torturador, graduado de cursos norteamericanos sobre técnicas
antisubversivas, confidente de la CIA. 41 loannidis nombró como primer
ministro a un greco-norteamericano: A. Androutsopoulos, quien vino a
Grecia después de la Segunda Guerra Mundial como empleado oficial de
la CIA, un hecho del que a menudo se vanagloriaba. 42 Ocho meses más

37 The Observer, artículo citado.


38 Hersh, pp. 137-138, 648; Los Angeles Times, 1ro de agosto de 1990, p. 5.
39 Becket, p. 16, ver también p. 127.
40 Report on Torture, p. 96.
41 Deane, p. 134; New York Times, 2 de agosto de 1974, p. 1.
42 Deane, p. 134.
35. Grecia 1964-1974 382

tarde, el régimen de loannidis derrocó al Gobierno de Chipre. Fue una


mala jugada. Turquía invadió la isla y la repercusión en Atenas condujo a
la entrega del poder de los militares a un gobierno civil. La pesadilla griega
tocaba a su fin.
La complicidad norteamericana en el golpe de 1967 y sus
consecuencias puede no llegar a ser nunca conocida en su totalidad. En los
juicios efectuados en 1975 a los miembros de la junta y los torturadores,
muchos testigos hicieron referencia al papel de EE.UU. Esta puede haber
sido la razón para que se planease hacer una investigación de este aspecto
por separado por parte de la Corte de Apelaciones griega.43 Pero al parecer
no se informó nunca de los resultados de la misma, si llegó a llevarse a
cabo. Philip Deane, tras su regreso a Grecia varios meses después de la
toma del poder por los civiles, escuchó a destacados políticos decir “para
conservar las buenas relaciones con EE.UU., la evidencia de la complicidad
de EE.UU. no se hará pública por completo”. 44
Andreas Papandreou había sido arrestado en el momento del golpe y
guardó prisión por ocho meses. Poco después de su liberación él y su
esposa Margaret visitaron al embajador norteamericano Phillips Talbot,
en Atenas. Papandreou relata lo siguiente: “Le pregunté si América podía
haber intervenido la noche del golpe para impedir la muerte de la
democracia en Atenas. Negó que pudieran haber hecho algo. Entonces
Margaret hizo una pregunta crítica: ¿Y si hubiera sido un golpe comunista
o de izquierda? Talbot respondió sin dudar: Entonces habrían intervenido,
por supuesto, y habrían aplastado el golpe”. 45

43 New York Times, 7 de septiembre de 1975, p. 6.


44 Deane, p. 125.
45 Andreas Papand reou: Democracy at Gunpoint: The Greek Front. New York, 1970, p. 294.
36. Bolivia 1964-1975 383

36. BOLIVIA 1964-1975


Tras la huella del Che Guevara en la tierra del coup
d’état*
* La información sobre los hechos que condujeron al golpe de 1964 fue eximida en primer lugar de las siguientes
fuentes:
a) Colé Blasier: “The United Status and the Revolution”, en James M. Malloy y Richard Thorn, eds.: Beyond the
Revolution: Bolivia since 1952. University of Pittsburgh Press, 1971, pp. 90-105.
b) James Dunkerley: Rebellion in the Veins: Political Struggle in Bolivia 1952-1982. Londres, 1984, pp. 112-119.
c) Lawrence Whitehead: The United States and Boiivia: A Case of Neocolonialism. Londres, 1969, pp. 11-25.
d) Christopher Mitchell: The Legacy of PopuHsm In Bolivia: From the MNR to Military Ruie.N&N York, 1977, cap. 5.
e) William H. Brill: MUitary Intervention in Bolivia: The Overthrow of Paz Estenssoro and the MNR.Washington,
1967, pp. 18-47.

A Víctor Paz Estenssoro se le dio a escoger al ser derrocado por otro


golpe militar más en Bolivia. Uno de los oficiales le dijo que lo llevaría “o
al aeropuerto o al cementerio”. El presidente optó por volar a Lima y se
exilió. 1 El hombre que dirigió este golpe en noviembre de 1964 y
reemplazó a Paz no era otro que su vicepresidente, el general René
Barrientos Ortuño. Esto marcó algo así como el ciento ochenta y cinco
cambio de gobierno (nadie parece estar seguro del número exacto) en los
ciento treinta y nueve años de independencia de Bolivia, y muy pocos
fueron debidos a elecciones. Paz fue destituido a pesar de contar con el
apoyo del embajador norteamericano, Douglas Henderson, porque
sucedió que tanto la CIA como el Pentágono querían deshacerse del
presidente boliviano. Barrientos, antiguo comandante de la Fuerza Aérea,
había creado vínculos estrechos con ambas instituciones, primeramente a
través del coronel Edward Fox, su “instructor de vuelo y compañero de
tragos”, desde los días en que el sudamericano se entrenaba en EE.UU. El
año 1964 encontró a Fox trabajando para la CIA en La Paz, aunque figuraba
oficialmente como agregado militar. 2
Cuba era uno de los focos de irritación entre el coronel norteamericano
y el presidente Paz. Este se había opuesto de manera directa a la política
de EE.UU. al votar en contra de la expulsión de la isla antillana de la OEA
en 1962, al no aceptar unirse a las sanciones de la organización contra el
Gobierno cubano dos años después, y al negarse a romper las relaciones
diplomáticas con La Habana. No fue hasta agosto de 1964, cuando las

1 Cornelius H. Zondag: “Bolivia’s 1952 Revolution”, en Jerry R. Ladman, ed.: Modern-Day Bolivia.

Arizona State University, 1982, p. 37.


2 Washington Post, 5 de febrero de 1968. Fox fue nombrado como oficial de la CIA por Antonio

Arguedas, ministro del Interior bajo Barrientos. Esto se menciona en Víctor Marchelti y John Marks:
The CIA and the Cult of Intelligence. New York. 1975, p. 144, pero fue censurado por la CIA en el
manuscrito original (ver igualmente nota 22).
36. Bolivia 1964-1975 384

relaciones boliviano-norteamericanas estaban “al borde de un conflicto


abierto” 3 que Paz finalmente rompió con la “oveja negra” de
Latinoamérica. “Se trataba de conformarse o de enfrentarse a una fuerte
disminución de la ayuda estadounidense”, observó un editorial del New
York Times. 4 Los intentos del Gobierno boliviano de conseguir ayuda
económica e inversiones de otros países aparte de EE.UU. —tales como la
URSS, Checoslovaquia y Yugoslavia— eran otra fuente de fricciones entre
los dos países. En esto los bolivianos también desistieron con el tiempo.5
Aunque Fox y el embajador Henderson diferían —de manera profunda,
se decía— en cuanto a mantener a Paz en el poder, 6 ambos estaban
intranquilos acerca del poder político y económico alcanzado por los
mineros del estaño y su líder, Juan Lechín, antiguo vicepresidente y
candidato abierto para las próximas elecciones. Los mineros controlaban
su propia región, tenían emisora de radio y milicia propias; se oponían
decididamente a los militares y eran vistos como una fuerza
potencialmente más radical que el presidente. Una huelga minera de
cuatro meses que llegó a alcanzar proporciones de crisis sólo sirvió para
hacer sonar más alto las campanas de alarma en la Embajada
norteamericana. El ministro de Minas del gabinete de Paz, René Zavaleta
Mercado, escribió más tarde: “Durante más de un año y medio, la
Embajada norteamericana, en la persona de Mr. Henderson, nos pidió con
una regularidad casi semanal que enviáramos el ejército a la zona minera
y amenazaba con que de otra forma sería suspendido [el programa
financiero norteamericano para la minería]”. 7 Paz reconocía el desafío que
los mineros y Lechín representaban para su gobierno, pero el perjuicio
político que resultaría de una intervención armada era mayor de lo que
estaba dispuesto a arriesgar.
La existencia misma de un ejército para ser enviado se debía en gran
medida a los esfuerzos norteamericanos por reconstruir las fragmentadas
fuerzas armadas bolivianas. En 1952 había ocurrido un hecho excepcional:
un revuelta popular armada había derrotado a los militares, desplazado a
la oligarquía, nacionalizado las minas de estaño, instituido la reforma
agraria y establecido un nuevo gobierno bajo el Movimiento Nacionalista
Revolucionario. El MNR redujo al ejército a una pequeña fuerza,
desacreditada e impotente, al tiempo que fomentó las “milicias
populares”. Décadas de golpes de Estado y otros abusos habían creado un

3 New York Times, 9 de agosto de 1964, p. 10.


4 Ibíd., 24 de agosto de 1964, p. 26.
5 Blasier, pp. 89-90; Whitehead, p. 14; Dunkerley, p. 106.
6 Blasier, pp. 97-98; Dunkerley, p. 113: Whitehead, p. 16; Washington Post, 5 de febrero de 1968.
7 Cita de Zavaleta tomada de: Whitehead, pp. 24-25. Henderson había sido nombrado embajador

sólo un año antes del golpe, de modo que Zavaleta puede estarse refiriendo al antecesor de
Henderson.
36. Bolivia 1964-1975 385

profundo sentimiento antimilitar en la población. Sin embargo, a pesar de


los esfuerzos de ciertos segmentos de la izquierda, las fuerzas armadas no
fueron completamente desmanteladas, lo que probó ser un error fatal
para el MNR y las nuevas e inexpertas instituciones democráticas del país.
En primer lugar, buscando una contrapartida a la fuerza de las milicias,
y debido, además, a las presiones de EE.UU., tanto Paz como su
predecesor habían permitido, aunque con cierta reticencia, la lenta pero
segura recuperación del ejército. Bajo la orientación norteamericana, las
fuerzas bolivianas fueron las primeras en Latinoamérica en iniciar
programas de “acción cívica”, construyendo carreteras, escuelas, etc., con
el fin de mejorar su imagen ante la población.
“Ningún país en el hemisferio occidental es más dependiente de la
ayuda de Washington [escribió el New York Times poco después del golpe]
y en ningún lugar la Embajada norteamericana ha desempeñado un papel
más entorpecedor para establecer este hecho”8. Estados Unidos empleó
su potente palanca económica para inducir una política gubernamental
mucho más favorable hacia los militares, una que permitió a los
norteamericanos “profesionalizar” las fuerzas armadas. Más dinero
afluyó, más reclutas, nuevo equipamiento, oficiales seleccionados fueron
enviados a centros de entrenamiento estadounidense, se permitió que se
suspendieran los cursos— políticos dados por seguidores del MNR y
académicos, y fueron reemplazados por el adoctrinamiento en la Escuela
de las Américas en la Zona del Canal de Panamá... Hacia 1964 cerca de mil
doscientos oficiales y soldados bolivianos habían recibido entrenamiento
en EE.UU. o Panamá, incluidos 20 de los 23 oficiales más altos del ejército.
Los militares habían avanzado un gran trecho para recuperar su antigua
dimensión y eficiencia, su prestigio e independencia. 9 El Washington Post
señalaba en 1968 que la Escuela de las Américas, “contaba con tantos
oficiales latinoamericanos importantes entre sus alumnos [...] que es
conocida a través de toda Latinoamérica como la ‘escuela de golpes.” 10
Es imposible decir si la motivación norteamericana para hacer revivir al
ejército provenía del deseo de un eventual golpe militar. Como mínimo,
evidencia la esencial desconfianza hacia la revolución boliviana con su
potencial de verdadera independencia de EE.UU., y dada la historia del
país, la culminación del proceso militar parecía haber sido simplemente
inevitable. El Pentágono había visto por largo tiempo a los ejércitos
latinoamericanos como sus aliados naturales, los idóneos “constructores
de la nación”. Esta convicción fue formulada por el coronel Truman F.

8 New York Times, 22 de noviembre de 1964, p. 26.


9 Dunkerley, p. 114; Blasier, pp. 93-95; Whitehead, p. 24; Richard Harris: Death of a Revolutionary:
Che Guevara's Last Mission. New York, 1970, p. 172.
10 Washington Post, 5 de febrero de 1968.
36. Bolivia 1964-1975 386

Cook, de la misión de asistencia militar norteamericana en Bolivia, en el


prólogo a un panfleto sobre el uso del ejército en programas de acción
cívica. En el panfleto, publicado en Bolivia en 1964 con la autoría del
teniente coronel Julio Sanjinés, un informante del Pentágono y de la CIA,
Cook, escribió: “[...] la organización militar es quizás la única institución
imbuida con la organización, orden, disciplina y actitud de sacrificio hacia
objetivos por el bien de la comunidad [...] De fallar las instituciones
políticas y económicas [...] existe la posibilidad real de que los militares
avancen contra el robo y la corrupción en el gobierno [...] [Es] ingenuo
suponer que no tomarían el poder en un sentido clásico”.11
Otro enigma es en qué punto Barrientos y sus compañeros de
conspiración decidieron expulsar a Paz. Lo conocido es que el ascenso del
general a la vicepresidencia fue una parte esencial del proceso y que el
papel de la CIA y el Pentágono en la obtención de tal posición fue una
condición indispensable.
En una convención del MNR en enero de 1964, Paz echó a un lado a
Barrientos, que había dado a conocer su candidatura, y escogió a un civil,
Federico Fortún, como su compañero en las próximas elecciones.
Barrientos demostró ser un mal perdedor: declaró públicamente que la
nominación era un error y continuó politiqueando, lo que obligó al
presidente a pedir su renuncia como jefe de la Fuerza Aérea. Se le dio una
semana para hacer entrega.12
Pocos días después, sin embargo, comenzó a desenvolverse una
situación que sacó al general del borde del abismo. En la noche del 25 de
febrero se llevó a cabo un supuesto atentado contra Barrientos. Algunas
versiones señalan que estuvo al borde de la muerte; otras que “sólo fue
herido”. En cualquier caso, parece muy extraño que fuese trasladado por
un vehículo militar hacia el aeropuerto y de allí en un avión de la Fuerza
Aérea de EE.UU. a un hospital norteamericano en la Zona del Canal de
Panamá, a 2.000 millas de distancia. Ningún doctor boliviano lo examinó. 13
En los días siguientes, mientras convalecía de una “prolongada operación”,
fue exaltado como héroe nacional por la prensa boliviana, en particular
por El Diario, un influyente periódico conservador, decidido opositor de
Paz. Según el testimonio posterior de un miembro del nuevo gabinete de
Barrientos, algunos de sus periodistas trabajaban para la CIA. Además, uno
de los directivos de Ei Diario era el antes mencionado teniente coronel
Sanjinés, graduado de West Point, empleado de la Embajada
norteamericana en los programas de la Alianza para el Progreso. Tras el
golpe fue designado ministro de Economía y más tarde embajador en

11 Blasier, p. 98.
12 Mitchell, p. 94; Dunkerley, pp. 116-117.
13 Dunkerley, p. 117; Mitchell, pp. 94-95.
36. Bolivia 1964-1975 387

Washington.14
La cobertura de prensa incluía el detalle de que Barrientos h abía
salvado la vida gracias a que la bala había impactado en las alas de plata
de la Fuerza Aérea de EE.UU. que lucía en su uniforme, lo cual generó gran
simpatía hacia el valiente general. Para coronar todo —destaca un
historiador boliviano—, el comandante del Ejército y la oposición política
“dieron a entender públicamente que la policía de Paz había sido
responsable por el supuesto ataque. Otros altos oficiales ejercieron
fuertes presiones sobre Paz para que vindicara tanto a Barrientos como a
sí mismo mediante su reinserción en la candidatura, y Paz sintió que no
podía negarse”.15
Diez días después del misterioso incidente, el presidente reemplazó a
Fortún por Barrientos y se presentó a la reelección. El propio general
reconoció más tarde que sin la “bala de plata” (o la “bala mágica” como la
llamaron otros), nunca se habría —convertido en vicepresidente. 16 Sus
ocho meses como candidato y vicepresidente activo sirvieron, a su vez,
para atar todos los cabos sueltos necesarios para que los militares
regresaran al poder después de doce años de exilio político y escenificaran
su golpe con un mínimo de oposición; de hecho, con una buena cantidad
de apoyo.
El ascenso de Barrientos confirió legitimidad a los militares y el general
utilizó con regularidad esta plataforma para defender la causa de las
fuerzas armadas contra el fuertemente arraigado antimilitarismo.
Denunció a las milicias como nocivas, pidió su disolución y llegó a actuar
en contra del Gobierno del cual era vicepresidente al reprochar
públicamente a Paz y al MNR —cuando estos hacían críticas al ejército— y
al mostrar su apoyo a grupos opositores. Estas acciones sirvieron para
evidenciar la debilidad del presidente y arrastraron hacia el general a
muchos de los oficiales que habían estado vacilantes acerca del regreso a
la arena política por considerarlo poco seguro. 17
Parece que no se oyó nada más acerca de la herida” de Barrientos,
aunque durante este período escapó “milagrosamente” a varios otros
atentados, según informaciones, incluida una bomba que hizo explotar su
auto cuando no había nadie en él y otra que de algún modo fue a parar
bajo su cama. En esta última ocasión declaró que “tenía más enemigos
dentro del MNR que entre las filas de la oposición”. 18

14 Dunkerley, pp. 113-114; Blasier, p. 95; Whitehead, p. 15 (citand o al miembro del gabinete

Antonio Arguedas).
15 Mitchell, p. 95.
16 Brill, p. 28.
17 Ibíd., pp. 27-29, 36-38.
18 Ibíd., p. 37.
36. Bolivia 1964-1975 388

Paz Estenssoro había sido “reelecto” porque la oposición decidió


abstenerse argumentando, entre otras cosas, procedimientos electorales
injustos. Sin detenerse a tomar aliento, la intrincada maraña masoquista
que es la política boliviana continuó su labor de estrangulamiento sobre
él. Una amplia ola de descontento, nacida de las sostenidas dificultades
económicas y estimulada por la confluencia de ambiciones personales, se
manifestó en una serie de huelgas, demostraciones y confrontaciones
violentas, en la cual Barrientos apoyó a los disidentes y atacó al asediado
presidente, tomando para sí el papel de defensor del orden. En octubre se
retiró a su ciudad natal y se declaró en rebeldía.
Este período de crisis gubernamental y caos puede haber acelerado el
golpe, convenciendo al mismo tiempo a algunos oficiales todavía
reticentes, quienes mostraron su disgusto por las constantes luchas civiles.
Cuando finalmente los militares derrocaron a Paz a principios de
noviembre, varios sectores de la población lo aprobaron. Tres años más
tarde, el veterano reportero del Washington Post, John Goshko,
informaba que Paz “todavía insistía en que Fox estaba detrás de su salida.
Entre los bolivianos con conciencia, política es difícil encontrar a alguien
en desacuerdo”.19
Rene Barrientos reprimió con dureza a los mineros del estaño: redujo
sus salarios en 50%, ilegalizó la principal confederación obrera y obligó a
Juan Lechín y a otros líderes del MNR a exiliarse. Todos los sindicatos
bolivianos fueron reorganizados bajo postulados diseñados para lograr un
movimiento obrero apolítico. Entonces el ejército avanzó. Se necesitaron
reiteradas invasiones y ocupaciones de los campos mineros para pacificara
los obreros ultramilitantes. La lucha fue sangrienta: 70 mineros murieron
en un solo enfrentamiento que pasó a ser conocido como La Noche de San
Juan.20 La revolución de 1952 había terminado.
Estados Unidos no fue un observador desinteresado. En febrero de
1966. el secretario de Defensa Robert McNamara, al presentar su habitual
“Evaluación de la Situación Internacional”, dijo a un comité del Congreso:
“La violencia en las áreas mineras y en las ciudades de Bolivia ha
continuado de manera intermitente, y estamos ayudando a este país a
mejorar el entrenamiento y equipamiento de sus fuerzas militares”.21 Esto
era todo lo que el secretario tenía que informar acerca de Bolivia: un
reporte de rutina, escrito rutinariamente por algún investigador anónimo
del Pentágono, presentado rutinariamente por el tecnócrata como si la
acción norteamericana fuera lo más natural e inocuo del mundo. Tan

19 Washington Post, 5 de febrero de 1968,


20 Mitchell, pp. 100-101.
21 Audiencias ante el Comité sobre Servicios Armados y el Subcomité sobre el Departamento de

Defensa del Comité del Senado sobre Apropiaciones, 23 de febrero de 1966, p. 39.
36. Bolivia 1964-1975 389

natural como las contribuciones financieras estadounidenses a Barrientos.


Antonio Arguedas, ministro del Interior, reveló más tarde que la CIA
aportó 600.000 dólares al gobernante boliviano en 1966 cuando este
decidió celebrar elecciones. Varios partidos de derecha recibieron sumas
menores. Arguedas, un agente reconocido de la CIA que en 1968 dio a
conocer al mundo el diario del Che Guevara, alegando que la Agencia lo
había tratado muy mal, también reveló que la Gulf Oil Corp. donó 200.000
dólares a la campaña de Barrientos al igual que un helicóptero para sus
recorridos por el país. Gulf admitió luego que había pagado a funcionarios
bolivianos, en particular al general, un total de 460.000 por
“contribuciones políticas” entre 1966 y 1969 por recomendación de la CIA,
aunque la compañía no debía haber necesitado mucho aliento pues el
presidente había abierto la economía boliviana a las multinacionales en un
grado mucho mayor que sus predecesores y otorgó concesiones generosas
a Gulf en especial.22

En los dos años que siguieron a la desaparición del Che Guevara de la


vista pública, a principios de 1965, los rumores lo situaban en diferentes
momentos en República Dominicana, Brasil, Venezuela, Colombia, Perú,
Chile. Guatemala, el Congo (te cual era cierto), China, Vietnam, e incluso
Nueva York, “siempre conspirando una revolución con algún lote suicida
amenazador e inescrutable”. 23 También se decía que se había vuelto loco
y estaba confinado en un asilo, o que había sido encarcelado e incluso
ejecutado por su compañero de armas, Fidel Castro, por haber desafiado
su autoridad. Estas últimas historias y otras muy bien pueden haber sido
obra de la CIA. La Agencia, siempre creativa, había comenzado a generar
especulaciones desfavorables en los medios acerca de la desaparición de
Guevara desde el mismo otoño de 1965, con la esperanza de que
reaparecería para desmentir tales historias. 24
Cuando al alto mando de la CIA comenzaron a llegar evidencias a
principios de 1967 de que el Che estaba dirigiendo una guerrilla en las
montañas al sur de Bolivia, fueron recibidas con un escepticismo
comprensible por algunos funcionarios. No obstante, obsesionada como
estaba la Agencia con localizar al legendario guerrillero, se puso en
práctica una operación multifase. En abril comenzaron a llegar a Bolivia
suministros militares apropiados para combatir fuerzas guerrilleras; armas

22 Washington Post, 17 de mayó de 1975; New York Times, 17-18 de mayo de 1975, Arguedas hizo

otras revelaciones acerca de las actividades de la CIA en Bolivia y de su propia extraña relación con la
Agencia, ver Harris, cap. 14; Intercontinental Press, New York, 23 de septiembre de 1968 (transcripción
de una conferencia de prensa ofrecida por Arguedas).
23 Norman Gall: “The Legacy of Che Guevara”, en Commentary, New York, diciembre de 1967, p.

35.
24 Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary. New York, 1975, p. 438.
36. Bolivia 1964-1975 390

ligeras, equipos de comunicación, helicópteros, etc. A fines de mes, una


unidad de 16 Boinas Verdes fue despachada desde Fort Guliek en el Canal
de Panamá hacia Bolivia, para ofrecer entrenamiento in situ en tácticas de
contrainsurgencia a un batallón de tropas de asalto bolivianas que tenían
poca o ninguna experiencia real. Los Boinas Verdes contaban con un
equipo de expertos en comunicaciones, inteligencia y operaciones de
reconocimiento y, en breve, se tomaron fotos aéreas a cerca de 23 500
millas cuadradas del sur del país. Para esto se utilizó un sistema de
detectores infrarrojos, más sensibles a las radiaciones termales que a la
luz y que, por tanto, podía ser empleado en la noche y en días nublados.
Las cámaras infrarrojas podían distinguir objetos con solo un grado de
diferencia en la temperatura con su entorno, y así identificaban fogatas,
vehículos e incluso personas. O eso al menos nos hacían creer los
tecnócratas. En cualquier caso, los guerrilleros rara vez encendían fogatas
o utilizaban vehículos.25
En La Paz, la estación CIA informó al ministro del Interior, Arguedas,
que le enviaban varios “asesores” cuya presencia era necesaria, se
señalaba, debido a la ineficiencia de los servicios de inteligencia bolivianos.
Pocos días después, según Arguedas, cuatro exiliados cubanos llegaron y
asumieron sus puestos de “asesores” en el ministerio. Uno de ellos
estableció dos casas de interrogatorio adonde fueron llevados los
sospechosos de ayudar a los guerrilleáis. Cuando el ministro supo de esto,
y de que los cubanos recurrían a la tortura en algunos casos, se enfureció
y pidió a la CIA detener la operación.26
Otros agentes cubanos de la CIA fueron agregados al alto mando militar
y enviados al área guerrillera para reunir información detallada de los
prisioneros y campesinos. Este tipo de investigación probablemente
contribuyó más a localizar al escurridizo Guevara que todo el conjunto de
maravillas tecnológicas aportadas por la Agencia, aunque el valor real del
papel de esta no puede ser precisado por entero. Lo que sí está claro es
que fue una operación desproporcionada. El movimiento guerrillero del
Che no llegó a ser una amenaza importante; con apenas unos cincuenta
hombres y una mujer en su momento de mayor auge, y reducido a menos
de la mitad hacia el final, los rebeldes sólo pudieron llevar a cabo algunas
escaramuzas dispersas. Habían sido ignorados por la izquierda boliviana y
les fue difícil “ser peces en el mar de los campesinos”. El Che escribió en
su diario: “Los habitantes de esta región son impenetrables como piedras.
Uno les habla, pero en lo profundo de sus ojos se puede ver que no nos
creen”. Como ocurrió antes en el Congo, este hombre que había hecho de

25 Sobre las operaciones militares contra el Che Guevara ver Michael Klare: War Without End. New

York, 1972, pp. 173-174, 177-179: Marchetti y Marks, pp. 138-145; Harris, pp. 172-178.
26 Harris, pp. 185-186. Ver nota 22.
36. Bolivia 1964-1975 391

la revolución social su razón de existir, no logró ganarse al campesinado.


“Sólo puedes despertar a los hombres soñando sus sueños con más
claridad que con la que ellos pueden soñarlos”, había dicho Alexander
Hertzen un siglo antes en Rusia.
El 8 de octubre de 1967 el Che fue capturado. Al día siguiente el
Gobierno boliviano ordenó su ejecución a sangre fría para evitar que se
convirtiera en objeto de una campaña internacional de clemencia a nivel
mundial y a pesar de las airadas objeciones de la CIA que tenía la esperanza
de lograr que Guevara hiciera revelaciones acerca de sus diversas
aventuras guerrilleras.

Tras la muerte de Barrientos ocurrida al estrellarse el helicóptero de la


Gulf en abril de 1969, los estadistas bolivianos pronto regresaron a sus
normales vaivenes bizantinos. Para comenzar, el vicepresidente que
sustituyó al fallecido general sólo duró cinco meses antes de ser derrocado
por el general Alfredo Ovando Candía. El nacionalismo de larga data de
este pronto a lloró. En su primer mes nacionalizó la Gulf Oil Corporation
que, en opinión de los dirigentes del país, “constituía un gobierno en la
sombra de vastos poderes sobre una tierra empobrecida”. 27 Esta acción
abrió el paso a lo que el New York Times llamó en diciembre “la ira de
Estados Unidos”.
Desde la apropiación, Estados Unidos, que ha sido el sostenedor de la
economía boliviana durante años, ha señalado que no se entregará más ayuda
[...] Washington no se ha impresionado por la oferta de Bolivia de compensar
a la Gulf por la propiedad, evaluada en 140 millones de dólares, casi 50% más
que el presupuesto anual del país [...] Dos ministros del gabinete boliviano
entrevistados esta semana dijeron en privado que Estados Unidos y Argentina
sabían, como la mayoría de las personas educadas en esta capital, que grupos
bien financiados estaban planeando derrocar al nuevo régimen.28

Esto fue seguido por un despacho desde La Paz del Inter Press Service
(la mayor agencia noticiosa latinoamericana) que reportaba que EE.UU.
planeaba hacer caer al gobierno de Ovando mediante la estrangulación
económica. 29 Dos días después, la administración boliviana alertó al
pueblo sobre una conspiración “que estaba siendo organizada por la CIA
en estrecha colaboración con la Gulf Oil y algunos derechistas
bolivianos”.30 No se sabe a qué fuego apuntaba este humo. Ovando, que

27 New York Times, 14 de diciembre de 1969, p. 22.


28 Ibíd.
29 Despacho del Inter Press Service, del 18 de diciembre de 1969, citado en Gregorio Selser: La CIA

en Bolivia. Buenos Aires, 1970, p. 5.


30 Despacho de Associated Press desde La Paz, aparecido en La Nación, Buenos Aires, 21 de

diciembre de 1969, p. 4.
36. Bolivia 1964-1975 392

había recorrido los recintos del poder en el país por muchos años (fue él
quien dio a escoger a Paz entre el aeropuerto y el cementerio), no era
ajeno a las intrigas de la CIA y pudo haber visto las luces de la publicidad
como el único recurso de prevenir su caída. Esto explicaría también por
qué, en enero de 1970, el Gobierno hizo un gran alboroto para anunciar
algo sabido: el descubrimiento de un local de la CIA en La Paz con
radiotransmisores y micrófonos espías. 31 Ese mismo mes, Ovando abogó
también por un acercamiento a Cuba y pareció que iba en camino a una
segura colisión con la Agencia. Pero entonces, al parecer, alguien llegó
hasta él con una oferta que no pudo rechazar. Despacio, pero de manera
firme, el presidente comenzó a derivar a la derecha; entre otros indicios:
varias demostraciones estudiantiles antinorteamericanos fueron
reprimidas por la policía con severidad, no se escuchó hablar más de Cuba,
y Ovando destituyó al general Juan José Torres como comandante de las
fuerzas armadas (se trataba de un hombre muy estimado por la mayoría
de la izquierda en Bolivia). 32 Hacia septiembre, las cosas habían
progresado a un punto que los funcionarios del Departamento de Estado
expresaban públicamente su preocupación porque la profundización de la
brecha entre el gobierno de Ovando y sus antiguos aliados izquierdistas
estaba llegando al enfrentamiento abierto y esto podría traer como
resultado un gobierno “comunista”. 33
Bajo la denominación que fuera, un nuevo conflicto político en Bolivia
estaba en marcha. Dos semanas después la pugna por el poder condujo a
un alzamiento militar. Ovando se fue (había durado un año). Torres entró.
Sus diez meses en el gobierno produjeron el drama arquetípico de la
política latinoamericana. En su primer acto, Torres hizo todas las cosas que
hacían a los norteamericanos ver rojos: hizo gestos de amistad al Chile de
Allende y a la Cuba de Castro; aumentó los lazos comerciales con la URSS,
nacionalizó las minas de estaño en propiedad de compañías
norteamericanas (lo que provocó que EE.UU. amenazara con inundar el
mercado con grandes cantidades de sus reservas de estaño para hacer
bajar los precios), expulsó a los Cuerpos de Paz y cerró la Organización
Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT. un importante
instrumento para las operaciones laborales de la CIA en Latinoamérica);
como culminación. Torres recurría en ocasiones a la retórica marxista
hablando del poder de los obreros y los campesinos y cosas por el estilo. 34
El segundo acto trajo a escena a Hugo Banzer, un coronel con vínculos

31 New York Times, 24 de enero de 1970, p. 9.


32 Ibíd., 20 de julio de 1970, p. 9.
33 Ibíd., 23 de septiembre de 1970, p. 13.
34 Latin American Bureau: Bolivia and Coup d’Etat. Londres, 1980, pp. 38-38; Dunkerley, pp. 180,

186.
36. Bolivia 1964-1975 393

cercanos y de mucho tiempo con el Ejército norteamericano. Había


asistido a la “escuela de golpes” en Panamá: luego recibió entrenamiento
militar en Fort Hood, Texas y, con el tiempo, fue asignado a Washington
como agregado militar. Durante este tiempo ganó la Orden al Mérito
Militar entregada por el Gobierno de EE.UU. Banzer había sido uno de los
beneficiarios de la generosidad de la Gulf cuando fue miembro del
gabinete de Barrientos. En enero de 1971. Banzer dirigió un intento
golpista que fracasó y lo obligó a exiliarse en Argentina. La CIA en La Paz
había conocido de este plan con dos semanas de anticipación al menos y
había advertido a Washington. 35 En los seis meses siguientes, mientras
Banzer y sus partidarios planeaban aplicadamente su próxima intentona,
el coronel cruzó con regularidad la frontera argentina para mantener
contactos con el mayor estadounidense Roben Lundin, asesor de la Fuerza
Aérea boliviana en Santa Cruz. 36
El tercer acto, es decir, el golpe que tuvo éxito, ocurrió en agosto, pocos
días después de que Torres anunciara un acuerdo con la URSS para el
mayor desarrollo de la industria del hierro en Bolivia,37
y pocos días antes de un proyectado encuentro con Salvador Allende
para restablecer relaciones diplomáticas con Chile. Cuando los golpistas
lograron el control militar de Santa Cruz, se produjo una falla en su sistema
de comunicaciones que demoró el levantamiento de otras unidades del
ejército en su apoyo. En este momento, el mayor Lundin, para salvar la
situación, puso el sistema de radio de la Fuerza Aérea norteamericana a
disposición de los rebeldes.38 La importancia de esta acción en el éxito del
golpe, que resultó sangriento, o qué otro papel desempeñó Lundin en el
mismo, son aspectos sin determinar. Una semana más tarde, el San
Francisco Chronide reportó: “Aunque ha sido desmentido oficialmente, la
CIA dio dinero, entrenamiento y asesoría en abundancia a los estrategas
rebeldes que dirigieron el derrocamiento del presidente de izquierda
boliviano Juan José Torres”.39
En el epílogo, encontramos que la coalición político-militar que tomo el
poder era tan de derecha que uno de sus partidos miembros utilizaba la
conocida denominación fascista de “falange”; además, Banzer anunció de
inmediato que su gobierno mantendría relaciones muy estrechas con
EE.UU., no continuaría con los esfuerzos por restaurar las relaciones con
Cuba y Chile, se detendrían las nacionalizaciones y algunas de las recién

35 San Francisco Chronicle, 30 de agosto de 1971.


36 Washington Post, 29 de agosto de 1971.
37 Dunkerley, p. 197.
38 Dunkerley, p. 200; Washington Post, 29 de agosto de 1971.
39 San Francisco Chronicle, 1º de septiembre de 1971, corresponsal en Ciudad México que cita

“fuentes bien informadas aquí”.


36. Bolivia 1964-1975 394

efectuadas serían rescindidas, se abrirían las puertas a la inversión privada


extranjera y todas las escuelas cerrarían al menos por cuatro meses debido
a que eran nidos de “agitación política subversiva provocada por
anarquistas opuestos al nuevo orden institucional”. 40 En poco tiempo el
Gobierno expulsó a todo el personal de la Embajada soviética y Banzer
solicitó un préstamo internacional para pagar a la Gulf Oil una
compensación de grandes proporciones. Al mismo tiempo el tan repetido
escenario del “reino del terror”, fue impuesto: en los dos primeros años
del nuevo régimen más de dos mil personas fueron arrestadas por razones
políticas sin ser llevadas a juicio, “todas las leves fundamentales que
protegen los derechos humanos fueron violadas con regularidad”, la
tortura fue “usada comúnmente en los interrogatorios a los prisioneros
[...] golpeados, violados y sometidos a simulacros de ejecuciones [...]
colgados durante horas con las manos aladas a la espalda”.41
Hacia 1975, los grupos religiosos católicos y clericales habían asumido
la peligrosa tarea de hablar en defensa de los derechos humanos en
Bolivia. El gobierno de Banzer respondió con una campaña metódica y bien
calculada pa ra dividir a la Iglesia, aislar a sus miembros progresistas,
acosarlos y censurarlos, y hacerlos aparecer como comunistas. Los
sacerdotes y monjas extranjeros, que eran el grueso del personal
eclesiástico del país, resultaban en especial vulnerables al arresto y
deportación. Uno de ellos, un misionero de lowa, EE.UU., el padre
Raymond Hermán fue encontrado asesinado. Según se ha informado, la
CIA ayudó al Gobierno boliviano en este empeño al “facilitar información
completa sobre ciertos sacerdotes datos personales, estudios, amistades,
direcciones, escritos, contactos en el extranjero, etc.” La Agencia, con su
base internacional de datos, resultaba particularmente valiosa en lo
concerniente a los sacerdotes no bolivianos. 42
“Respetaré la Constitución siempre que la misma no contradiga los
decretos militares”, declaró Banzer. 43 Un informe de la Oficina del
Controlador General de EE.UU. en 1975 afirmó: “Desde la formación del
actual Gobierno boliviano en agosto de 1971, el objetivo de la ayuda
militar de EE.UU. ha sido proporcionar estabilidad y seguridad. Para
contribuir a este objetivo, Estados Unidos suministra material y
entrenamiento para el desarrollo de fuerzas de contrainsurgencia
adecuadas”44

40 Declaraciones de Banzer después del golpe: Washington Post, 25 de agosto de 1971; New York

Times, 25 de agosto de 1971; Los Angeles Times, 24, 25 de agosto de 1971.


41 New York Times, 30 de diciembre de 1973.
42 Ponny Lernoux: Cry of the People: The Struggle for Human Rights in Latin America-The Cathoiic

Church in Confiict with U.S. Policy. Penguin Books, Londres, 1982, pp. 142-145.
43 The Guardian, Londres, 15 de julio de 1985, p. 6.
44 Bolivía-An Assessment of U.S. Policies and Programs: Report to the Congress by the Comptroller
36. Bolivia 1964-1975 395

En 1978 Banzer fue derrocado por otro golpe de Estado. El nuevo


hombre fuerte, antiguo general de la Fuerza Aérea. Juan Pereda Asbun,
anunció, como había hecho antes su predecesor, que salvaba así a la
nación del “comunismo internacional”. 45

General of the United States, 30 de enero de 1975, p. 29.


45 New York Times, 28 de julio de 1978, artículo de Max Holland .
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 396

37. GUATEMALA. 1962 HASTA LOS 80


Una “solución final” menos publicada*
*Los detalles de los hechos y temas que se tocan en esta sección durante 1968 fueron extraídos principalmente de
las siguientes fuentes:
a) Thomas y Marjorie Melville: Guatemala - Another Vietnam? Gran Bretaña, 1971, capítulos 9 al 16, en particular
las condiciones de vida de los pobres y las-actividades norteamericanas en Guatemala. El libro fue publicado en
EE.UU. ese mismo año en una forma ligeramente diferente con el título: Guatemala: The Politics of Land Ownership.
b) Eduardo Galeano: Guatemala, Occupied Country. New York, 1969 (edición original en español en México, 1967),
passim, sobre todo lo concerniente a las ideas políticas de los guerrilleros y el terror de derecha; Galeano era un
periodista uruguayo que permaneció algún tiempo entre los guerrilleros.
c) Susanne Joñas y David Tobis, eds.: Guatemala. Berkeley, California, 1974, passim; en particular Howard
Sharckman: “The Vietnamization of Guatemala: U.S. Counter- insurgency Programs”, pp. 193-203.
d) Amnistía Internacional: Guatemala. Londres. 1976, passim, para las estadísticas acerca de las víctimas del terror:
Otros informes de la organización sobre Guatemala en esa misma década contienen datos comparables.
e) Richard Gott: Rural Guerrillas in Latin America. Gran Bretaña, 1973, edición revisada, capítulos 2 al 8.

Los indígenas cuentan historias horripilantes de ataques a los poblados en


los cuales sus casas han sido quemadas, los hombres bárbaramente
torturados y asesinados, las mujeres violadas y sus escasas cosechas
destruidas. Es la solución final de Guatemala a la insurgencia: sólo la
matanza masiva de los indígenas evitará que se unan en una revuelta
masiva.1

Este párrafo de un periódico apareció en 1983. Historias muy similares


habían sido publicadas en la prensa mundial desde 1966, pues la “solución
final” de Guatemala había venido desarrollándose durante mucho tiempo
más que la de los nazis, sólo que con menos publicidad. Sería difícil
exagerar la miseria en que viven los campesinos, en su mayoría indígenas,
y los pobres de las ciudades en Guatemala, y ellos constituyen tres cuartas
partes de la población de esta hermosa tierra tan visitada por los turistas
norteamericanos. Los datos acerca de su situación que pueden extraerse
de la literatura publicada en el período presentan una caricatura de
existencia: en un clima que favorece las cosechas, muy pocos escapaban
al hambre cotidiana o la desnutrición progresiva, casi la mitad de los niños
morían antes de cumplir los cinco años, la principal causa de muerte en el
país era la gastroenteritis; pesticidas altamente tóxicos eran arrojados
desde el aire de forma indiscriminada, en ocasiones sobre la misma gente,
y dejaban un rastro de envenenamiento y muerte; los servicios de salud
prácticamente no existían en las áreas rurales y lo mismo ocurría con la
educación pública: un analfabetismo casi total. Unos pocos cientos de
familias poseían casi toda la tierra cultivable mientras miles carecían de

1 The Guardian, Londres, 22 de diciembre de 1983, p. 5.


37. Guatemala. 1962 hasta los 80 397

ella, y de trabajo, y se hacinaban en comunidades con casas de cartón y


lata, sin agua corriente ni electricidad, sumidos en el fango durante la
temporada de lluvia, compartiendo el aseo con los animales. Los
trabajadores en los cafetales ganaban entre 20 y 50 centavos diarios, y
vivían en condiciones semejantes a las de los campos de concentración,
vistos por sus patrones más como bestias de carga que como personas. En
un anuncio se leía la oferta de venta de una gran hacienda “con 200
hectáreas y 300 indígenas”, y estos eran descendientes de los antiguos
mayas, a quienes el arqueólogo norteamericano Sylvanus Morely había
llamado la más espléndida civilización indígena del planeta.2
Lo peor estaba todavía por llegar. Vimos como en 1954 el último
gobierno reformista de Guatemala, el legalmente electo régimen de
Jacobo Arbenz, fue derrocado por EE.UU., y como en 1960 los elementos
nacionalistas del ejército qué trataron de abrir una rendija al cambio
fueron aplastados en forma sumaria por la CIA. En poco tiempo, el
descontento acumulado originó un nuevo esfuerzo desesperado por
aliviar la situación, ahora en forma de movimiento guerrillero, sólo para
ser aniquilado por una operación estadounidense-guatemalteca que
recordaría la barbarie de los conquistadores españoles.
A principios de los 60, el movimiento guerrillero, con varios oficiales del
abortado alzamiento militar entre sus líderes, fue poco a poco abriéndose
camino: organizando una red de apoyo entre los campesinos, atacando
algún puesto militar alejado para conseguir armas, llevando a cabo un
secuestro o un robo a un banco para reunir dinero, tratando de evitar
encuentros directos con las fuerzas del ejército. El reclutamiento entre los
campesinos era penosamente lento y difícil: la gente tan agotada por la
lucha diaria para sobrevivir tiene muy poco de donde extraer coraje, a los
que siempre han sido sometidos les cuesta mucho creer que tienen el
derecho de rebelarse, y mucho menos de imaginar que pueden triunfar en
esa rebeldía; como fervientes católicos han sido inducidos a creer que su
miseria es un castigo de Dios a sus pecados.
Algunos de los líderes guerrilleros tuvieron contactos con el Partido
Comunista y con grupos trotskistas, y cayeron en las acostumbradas
divisiones y debates políticos entre ellos. Con el tiempo, ninguna ideología
o sentimiento dominaba el movimiento por encima de su compromiso con
el programa de reforma agraria frustrado en 1954 y más que nunca una
necesidad desesperada del país, un deseo elemental de una sociedad más
equitativa y el orgullo nacionalista ante EE.UU. Alan Howard, corresponsal
del New York Times, escribió después de entrevistar al comandante
guerrillero Luis Turcios Lima: “Aunque se ha encontrado de pronto

2 Información compilada de las fuentes antes mencionadas.


37. Guatemala. 1962 hasta los 80 398

convertido en líder político, Turcios es esencialmente un soldado que


lucha por un nuevo código de honor. Si tuviera un alter ego no sería Lenin
o Mao, o siquiera Castro, cuyas obras ha leído y admira, sino Augusto César
Sandino, el general nicaragüense que luchó contra los marines enviados
[...] durante las administraciones de Coolidge y Hoover”.3
En marzo de 1962, miles de manifestantes tomaron las calles para
protestar contra las políticas económicas, la arraigada corrupción y el
fraude electoral del gobierno del general Miguel Ydígoras Fuentes. Iniciada
por los estudiantes, las demostraciones pronto recibieron apoyo de
grupos de obreros y campesinos. La policía y el ejército lograron liquidar
las protestas, pero no sin una serie de confrontaciones violentas y luego
de una huelga general. La misión militar norteamericana en Guatemala,
estacionada de manera permanente, vio en todo esto la omnipresente
“amenaza comunista”. Junto al equipamiento militar que empezó a llegar
de Estados Unidos, los asesores comenzaron a inducir al menos alarmado
y menos que agresivo Ejército guatemalteco a tomar medidas más
drásticas. En mayo los norteamericanos establecieron una base destinada
específicamente al entrenamiento en contrainsurgencia (el Pentágono
prefiere este término al de “contrarrevolución” por las obvias
implicaciones de este último). Ubicada en la provincia nordeste de Izabal
que con la vecina Zacapa constituía el área de mayor apoyo a la guerrilla,
la Instalación estaba dirigida por un equipo de Boinas Verdes de origen
puertorriqueño y mexicano para hacer menos notoria la presencia
norteamericana. El personal de mando de la base fue incrementado con
15 oficiales guatemaltecos entrenados en contrainsurgencia en la Escuela
de las Américas en Panamá.4
La estrategia estadounidense en ese tipo de lucha está basada en la
filosofía de combinar el garrote con la zanahoria. Por ello, mientras
entrenaban a los soldados nacionales en técnicas de emboscadas,
trampas, supervivencia en la selva, acciones de búsqueda y destrucción, y
suministraban aviones y entrenamiento para pilotos, se comenzó un
programa de “acción cívica” en el nordeste: se construyeron vahos pozos,
se distribuyeron medicinas, almuerzos escolares, al igual que se hicieron
promesas de otros beneficios, todo encaminado a reducir el apoyo de los
campesinos a los guerrilleros y a privar a estos en parte de argumentos
para su prédica revolucionaria, además de tener la posibilidad de que el
personal norteamericano recorriera el territorio controlado por la guerrilla
bajo una cobertura civil. La reforma agraria, la necesidad más urgente de
la Guatemala rural, no estaba incluida ni siquiera en las promesas.

3 New York Times Magazine, 26 de junio de 1966, p. 8.


4 El imparcial, Ciudad Guatemala. 17 de mayo de 1962 y 4 de enero de 1963, citado en Melville,
pp. 163-164.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 399

Tal como se desarrollaron los hechos, el intento de “ganarse las mentes


y los corazones” del campesinado demostró ser tan inútil como el
realizado en el sudeste asiático. Cuando todos los documentos
académicos sobre “implementación de sistemas sociales” fueron llevados
a cabo, cuando todos los estudios de contrainsurgencia de la RAND
Corporation y los otros tanques pensantes fueron puestos en práctica, el
recurso restante fue el terror. Guerrilleros, campesinos, estudiantes,
líderes obreros y profesionales fueron encarcelados y asesinados por
cientos para detener, aunque sólo por un tiempo, las demandas de
cambios.5 Lo peor estaba todavía por llegar.
En marzo de 1963, el general Ydígoras, quien había sido electo en 1958
por un período de seis años, fue derrocado en un golpe dirigido por el
general Enrique Peralta Azurdia. La experimentada corresponsal sobre
temas latinoamericanos, Georgie Anne Geyer, reportó luego: “Altas
fuentes en la administración Kennedy han revelado que EE.UU. instigó y
apoyó el golpe de 1963”. Además de haber caído en desgracia con
Washington a causa de varios incidentes, al parecer Ydígoras selló su
destino al permitir el regreso a Guatemala de Juan José Arévalo, que había
presidido un gobierno reformista anterior a Arbenz y contaba todavía con
numerosos seguidores. Ydígoras planeaba abandonar el poder en 1964 y
dejar así las puertas abiertas a las elecciones y, al igual que el Ejército
guatemalteco, Washington, y Kennedy en particular, creían que la misma
reinstalaría a Arévalo en el Gobierno y este llevaría a cabo una política de
reformas e independencia exterior muy similar a la que llevó al
derrocamiento de Arbenz. 6 Arévalo había escrito un libro titulado El
tiburón y las sardinas, en el cual mostraba a EE.UU. intentando dominar
Latinoamérica, pero también había declarado que Fidel Castro era “un
peligro para el continente, una amenaza”. 7
El estilo de la administración Peralta quedó definido por uno de sus
primeros actos: el asesinato de ocho dirigentes políticos y sindicales, que
fue ejecutado con camiones cargados de piedras que pasaron por encima
de sus cuerpos.8 A pesar de este grado de represión y brutalidad, durante
los tres años que el general estuvo en el poder, los asesores militares
estadounidenses consideraron que el Ejército y el Gobierno de Guatemala
no apreciaban todavía de manera real la amenaza que representaba la
guerrilla, que todavía se mantenían ajenos a los métodos sistemáticos de

5 Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer: Bitter Fruit: The Untold Story of the American ‘Coup in

Guatemala. New York, 1982, p. 242.


6 Cita de Georgie Anne Heyer en Míami Herald. 24 de diciembre de 1966. Ver también: New York

Herald Tribune. 7 de abril de 1963, artículo de Bert Quint, sección 2, p. 1; Schlesinger y Kinzer, pp. 236-
244.
7 Galeano, p. 55.
8 Ibíd., pp. 55-56.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 400

la guerra no convencional, requeridos para eliminar a los guerrilleros de


una vez por todas; a pesar de las reiteradas solicitudes de los
norteamericanos, el ejército rara vez se aventuraba en las montañas.
Además, Peralta demostró tener algo de nacionalista y estar resentido con
la excesiva influencia de EE.UU. sobre Guatemala, en particular en su
propia esfera: la militar. Rechazó las insistentes ofertas de enviar Boinas
Verdes entrenados en lucha antiguerrillera para combatir a los rebeldes,
prefirió depender de sus propios soldados, y redujo el número de oficiales
autorizados a participar en programas de entrenamiento en el extranjero.
Por todo esto. EE.UU. dio su apoyo firme y declarado a un civil: Julio César
Méndez Montenegro en las elecciones efectuadas en marzo de 1966.
Méndez ganó en lo que se consideraban elecciones en Guatemala y
concedió la libertad de acción que buscaban los norteamericanos.
También cumplió otra importante función: al ser civil, y tener una
trayectoria genuina como liberal, la administración Johnson pudo
esgrimirlo como respuesta a las críticas internas sobre el respeto a los
derechos humanos.
No obstante, tuviera o no conciencia social en lo profundo de su ser,
Méndez estaba en gran medida en manos del ejército y su administración
superó con creces a la de Peralta en crueldad. Aun así, los militares no
confiaban en el antiguo profesor de Derecho —en la enrarecida atmósfera
de Guatemala, algunos oficiales lo consideraban un comunista— y, al
menos en dos ocasiones, EE.UU. tuvo que intervenir para detener un golpe
en su contra. Pocos días después de que Méndez ocupase la presidencia
en julio, el coronel John D. Webber Jr., llegó a Guatemala para hacerse
cargo de la misión militar norteamericana. La revista Time describió su
papel así:
Webber amplió de inmediato el entrenamiento en contrainsurgencia dentro
del ejército guatemalteco compuesto por 5.000 hombres, introdujo en el país
jeeps, camiones, equipos de comunicación y helicópteros para dar a los
militares mayor poder de fuego y movilidad, e insufló nueva vida en el
programa de acción cívica del ejército. Hacia fines de 1966, se crearon las
condiciones para un ataque decisivo a los bastiones guerrilleros [...] Para
ayudar en este movimiento, el ejército también enroló a las bandas locales
armadas de “colaboradores civiles”, con licencia para matar a los campesinos
que consideren guerrilleros electivos o “potenciales”. Hubo quienes dudaron
sobre lo acertado de alentar tales medidas en una Guatemala tan proclive a la
violencia, pero Webber no estaba entre ellos. “Este país es así” —dijo— “Los
comunistas están usando todo lo que tienen, incluido el terror. Y debemos
equiparar eso”.9

9 Time, 26 de enero de 1968, p. 23.


37. Guatemala. 1962 hasta los 80 401

Esto último iba destinado al consumo interno. Nunca hubo


comparación alguna entre ambos lados en cuanto a cantidad y crueldad
del terror, al igual que en cuanto a la selección de los blancos del mismo.
Con raras excepciones, la izquierda sólo atacaba enemigos políticos y
militares legítimos, símbolos claros y culpables del régimen al que se
oponían, y no torturaban ni tomaban venganza contra las familias de sus
contrarios. Dos de sus víctimas fueron el propio John Webber y el
agregado naval norteamericano, asesinados en enero de 1968. Un boletín
dado a conocer por un grupo guerrillero declaró que las ejecuciones
habían “hecho justicia a los oficiales yanquis que enseñan al ejército
guatemalteco tácticas para la lucha contra el pueblo”. 10
Entre octubre de 1966 y marzo de 1968, Amnistía Internacional estimó
que entre tres mil y ocho mil guatemaltecos murieron a manos de la policía
y el ejército, así como de los “escuadrones de la muerte” de la derecha
(con frecuencia integrados por los propios militares y policías vestidos de
civil, para llevar a cabo atrocidades demasiado sangrientas para que el
Gobierno se responsabilizara con ellas) y diversos grupos de civiles
anticomunistas. Hacia 1972, el número de las víctimas era evaluado en
trece mil. Cuatro años más tarde sobrepasaba los veinte mil muertos o
desaparecidos. Cualquiera que intentase organizar un sindicato, o buscara
mejorar la suerte de los campesinos, o lucra simplemente sospechoso de
ayudar a los guerrilleros, estaba expuesto a que desconocidos armados
entrasen en su casa y lo arrastraran a lugares ignorados, a que su cuerpo
torturado, mutilado o quemado fuese encontrado en una fosa común, o
dotando dentro de una bolsa plástica en un río o un lago, o en la cuneta
de un camino, con las manos atadas a la espalda. Hubo también cuerpos
arrojados al Pacífico desde el aire.
En la zona de Gualán ya nadie pescaba, según se decía, por la cantidad
de cadáveres que aparecían en las redes, decapitados, castrados, con
alfileres clavados en los ojos. Hubo poblados cercados, por sospechas de
que apoyaban a los guerrilleros, donde todos los hombres fueron
arrebatados a sus familias y nunca más se supo de ellos, o donde todos
fueron masacrados, las casas destruidas con bulldozers para no dejar
rastros... y rara vez las víctimas eran en realidad guerrilleros.
Un método de tortura consistía en cubrir la cabeza con una capucha
llena de insecticida: también había choques eléctricos —los aplicados a los
genitales eran los más efectivos— que se aplicaban en esos días utilizando
teléfonos portátiles militares conectados a pequeños generadores.
Estados Unidos suministraba los equipos y las instrucciones de uso a varios
países, incluido Vietnam del Sur donde las operaciones de

10 Ibíd.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 402

contrainsurgencia a gran escala estaban originando nuevos métodos e


instrumentos para extraer información a prisioneros poco cooperativos y
algunas de estas técnicas llegaron a Latinoamérica. 11 Los Boinas Verdes
enseñaron a sus discípulos guatemaltecos varios métodos de
“interrogatorio”, pero ellos no eran sólo docentes. Su presencia en el área
aparecía con frecuencia en los informes, acompañando a los soldados
guatemaltecos en el campo de batalla. La línea divisoria entre la condición
de asesor y la de combatiente es a menudo un asunto de relaciones
públicas.
Thomas y Marjoñe Melville, misioneros católicos norteamericanos que
permanecieron en Guatemala desde mediados de los años 50 hasta 1967,
han escrito que el coronel Webber “no guardaba en secreto que la técnica
de contraterror había sido implantada por el Ejército guatemalteco en
Zacapa e Izabal a solicitud suya”. 12 Los Melville también se refirieron al
mayor Bernard Westfall, de lowa City, quien “murió en septiembre de
1967 cuando se estrelló el avión de la Fuerza Aérea guatemalteca que
piloteaba. La noticia oficial fue que el aviador de EE.UU. estaba ‘probando’
el aparato. Puede haber sido verdad, pero también es verdad que era
sabido en la base aérea La Aurora que el mayor a menudo ‘probaba’ los
aviones en vuelos de bombardeo y ametrallamiento de campamentos
guerrilleros [,..]”13
Los aviones de combate F-51(D) fueron modificados por EE.UU. para
utilizarlos contra las guerrillas en Guatemala. Una vez transformados, los
aviones podían patrullar durante cinco horas en un área limitada, estaban
equipados con seis ametralladoras calibre 50 y tenían dispositivos en las
alas para cargar bombas, napalm y cohetes aire-tierra de 5 pulgadas.14 El
napalm caía sobre las aldeas, o valiosas cosechas, o sobre la gente. Los
pilotos norteamericanos despegaban de Panamá, arrojaban su carga sobre
blancos sospechosos de ser refugios de los guerrilleros y regresaban a su
base en el istmo, 15 el napalm explotaba como fuegos artificiales y una
masa de brillante espuma roja se esparcía sobre la tierra incinerando todo

11 Sobre las atrocidades y torturas ver fuentes citadas al principio: también A. J. Langguth: Hidden

Terrors. New York, 1978, pp. 139. 193 para referencia a la participación norteamericana en el uso de
teléfonos de campo en técnicas de tortura en Brasil.
12 Melville, p. 292.
13 Ibíd., p. 291.
14 Washington Post, 27 de enero de 1968, p. A4, testimonió del reverendo Blase Bonpane, un

sacerdote marista norteamericano que se encontraba en Guatemala.


15 Que los aviones provenían de Panamá fue revelado en septiembre de 1967 por el vicepresidente

guatemalteco Clemente Marroquín Rojas, en una entrevista con la agencia de prensa internacional
Inter Press Service (IPS), publicada en Latin America, Londres. 15 de septiembre de 1967, p. 159.
Galeano (p. 70) relata una conversación personal que tuvo con Marroquín Rojas, en la cual el
vicepresidente le dijo lo mismo. Marroquín Rojas era un decidido anticomunista, pero al parecer se
sentía disgustado por la facilidad con que los aviones norteamericanos violaban la soberanía aérea del
país.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 403

a su paso: cedros y pinos eran quemados hasta las raíces, los animales
abrasados, la tierra arrasada. El lugar no podría servir más como santuario
a los guerrilleros, y ni ellos ni nadie podrían obtener más comida de allí.
Una réplica instantánea de lo que ocurría en Vietnam, al otro lado del
mundo. En el país asiático se les llamaba “zonas de luego libre”: en
Guatemala, “zonas libres”: “Grandes zonas del país han sido declaradas
fuera de límites y sometidas a intensos bombardeos. Los aviones de
reconocimiento, utilizando técnicas fotográficas avanzadas, vuelan sobre
el territorio sospechoso y los aviones de combate, asignados a áreas
específicas, pueden ser convocados en cuestión de minutos para matar
todo lo que se mueva en el suelo”. 16

“Los militares que hacen esto son como asesinos en serie. Si Jeffrey
Dahmer hubiera estado en Guatemala, sería ahora general”. En la capital
los terroristas de derecha ametrallaban gentes y casas a plena luz del día;
periodistas, abogados, estudiantes, maestros, sindicalistas, miembros de
partidos de oposición, cualquiera que ayudara o expresara simpatía por la
causa rebelde, cualquiera con una vaga asociación a la izquierda o que
hiciera críticas moderadas a la política del Gobierno, los familiares de las
víctimas, culpables de consanguinidad, todos eran considerados
criminales comunes que debían ser eliminados para purificar la sociedad.;
muchas veces eran sacados de las cárceles mismas para asesinarlos. “Si ve
a un comunista, mátelo”, era el lema de la Nueva Organización
Anticomunista. Un informante encapuchado acompañaba a la policía a lo
largo de una cal le, o en el campo, señalando personas: quien debía morir,
quien podía vivir: “Este es un hijo de puta”, “aquel”. Aparecían muertos
sin ojos, con los testículos en la boca, mujeres con los senos corlados. Rara
vez se encontraba un testigo de estos asesinatos, ni siquiera cuando las
víctimas eran sacadas de sus casas a mediodía y ejecutadas en la calle. Un
familiar prefería exiliarse a denunciar el crimen a las autoridades, aunque
el Gobierno se uniera a los parientes en el duelo por la víctima.17
Uno de los escuadrones de la muerte, Mano Blanca, envió una amenaza
de muerte a un líder estudiantil. El ex sacerdote norteamericano Blase
Bonpane ha escrito:
Fui a visitar solo al jefe de Mano Blanca y le pregunté por qué iba a
matar a ese muchacho. Al principio negó haber mandado la carta, pero
después de un poco de discusión con él y su primer ayudante, este dijo:

16 Norman Diamond: “Why They Shoal Americans”, en The Nation. New York, 5 de febrero de

1968. El título del artículo hace referencia a la muerte de John Webber.


17 La cita inicial del párrafo pertenece a Clyde Snow, antropólogo forense, citado en Covert Action

Quarterly. Nº 48, primavera de 1994, p. 32. La información sobre el terrorismo practicado por la
derecha está en las fuentes citadas al principio.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 404

“Bueno, yo sé que es comunista y por eso vamos a matarlo”.


“¿Cómo lo sabe?”, le pregunté
Me dijo: “Sé que es comunista porque le oí decir que daría su vida por
los pobres”.18

Mano Blanca distribuyó volantes en áreas residenciales que sugerían


que las puertas de los izquierdistas fuesen marcadas con una cruz negra.19
En noviembre de 1967, cuando el embajador norteamericano John
Gordon Mein entregó a las Fuerzas Armadas guatemaltecas nuevos
vehículos blindados, lanzadores de granadas, equipos de radio y de
entrenamiento, y vahos poderosos helicópteros HU-IB a reacción, declaró
públicamente: “Estos artículos, en especial los helicópteros, no son fáciles
de obtener en estos momentos pues están siendo utilizados por nuestras
fuerzas en defensa de la libertad en otras partes del mundo [entiéndase
sudeste asiático]. Pero la libertad debe ser defendida dondequiera que es
amenazada y ahora se le amenaza en Guatemala”. 20 En agosto de 1968,
una francesa, Michele Kirk, se suicidó de un tiro en Ciudad Guatemala
cuando la policía entró en su cuarto a “interrogarla”. Había escrito en su
cuaderno: “Es difícil hallar las palabras para expresar la pudrición existente
en Guatemala, y el permanente terror en que viven los habitantes. Cada
día sacan cuerpos del río Motagua, agujereados de disparos y medió
comidos por los peces. Cada día grupos de desconocidos en carros,
armados hasta los dientes, secuestran personas en las calles sin que la
policía intervenga”.21
La AID, su Oficina de Segundad Pública (OPS) y la Alianza para el
Progreso, ofrecían su ayuda. Todas estas organizaciones contribuyeron a
un programa que aumentó notablemente el número de efectivos de la
policía guatemalteca y la desarrolló como un cuerpo profesionalizado bien
entrenado en reprimir disturbios. Los altos oficiales y técnicos fueron
enviados a la Academia Policial Interamericana en Panamá, sustituida en
1964 por la Academia Internacional de Policía en Washington, a la Escuela
Federal en Los Fresnos, Texas (donde se les enseñó a fabricar explosivos,
ver sección de Uruguay) y otros establecimientos docentes, cuyos
instructores eran a menudo oficiales de la CIA bajo coberturas de la OPS.
Este era también el caso de los efectivos de la Oficina estacionados en
Guatemala para asesorar a los mandos locales de la policía y proporcionar

18 Washington Post, 4 de febrero de 1968, p. B1. El diálogo histórico entre cristianismo y marxismo

en Latinoamérica comenzó en los 70 y puede ser rastreado en gran medida hasta sacerdotes y monjas
como Bonpane y los Melville y sus experiencias en Guatemala durante los años 50 y 60.
19 Galeano, p. 63.
20 El Imparcial. Ciudad Guatemala, 10 de noviembre de 1967, citado en Melville, p. 289.
21 Richard Gott, en el prólogo al libro de los Melville, p. 8.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 405

entrenamiento en el país para los agentes de filas. En determinados


momentos los oficiales norteamericanos participaban directamente en el
interrogatorio de prisioneros políticos, tomaban parte en operaciones con
el detector de mentiras y acompañaban a los policías en operativos
antidrogas.
De manera adicional, la policía de la capital fue abastecida por
completo con carros patrulleros provistos de radio, una red de
comunicaciones y se entregaron fondos para construir una academia
nacional de policía y pagar por los salarios, uniformes, armas y equipos
antimotines. El pegamento que mantenía unido este conjunto era la
doctrina habitual de las clases impartidas por la OPS, similares a las que
recibía el ejército, en las cuales los “comunistas”, en particular los de la
variedad cubana, se hallaban detrás de toda la agitación en Guatemala. Se
aconsejaba a los educandos “permanecer alejados de la política”, es decir,
apoyar cualquier régimen pro estadounidense que estuviera en el poder.
También era habitual la recomendación del uso de “mínima fuerza” y el
cultivo de buenas relaciones con la comunidad. Pero el comportamiento
de los policías y militares egresados de tales clases se hallaba tan lejos de
esto que la continua participación de EE.UU. en la preparación de estas
fuerzas hace pensar que tal recomendación era puramente formal, la
conocida máxima burocrática: Cúbrete las espaldas. 22
Según la AID, 30.000 policías guatemaltecos habían recibido
entrenamiento de la OPS en la propia Guatemala hacia 1970, uno de los
mayores programas de la Oficina en Latinoamérica.23 “En un momento
dado, numerosas oficinas de la AID fueron infiltradas de arriba a abajo por
gente de la CIA”, reveló John Gilligan, director de la AID durante la
administración Cárter. “La idea era sembrar operativos en cada tipo de

22 Sobre la AID. OPS y la Alianza para el Progreso, ver:


a) “Guatemala and the Dominican Republic”, memorándum preparado para el Subcomité del
Senado sobre Asuntos del Hemisferio Occidental, del Comité de Relaciones Exteriores, 30 de diciembre
de 1971, p. 6.
b) Jonas y Tobis, pp. 199-200.
c) Galeano, pp. 72-73.
d) Michael Klare: War Without End. New York, 1972, pp. 241-269 (análisis de la trayectoria y
filosofía de la OPS).
e) Langgulh, pp. 242-243 y otras, sobre el análisis de las prácticas de la OPS, incluida su
participación en las torturas; el autor se limita a Brasil y Uruguay en su estudio, pero es igualmente
aplicable a Guatemala.
f) CounterSpy, Washington, noviembre 1980-enero 1981, pp. 54-55. da las listas de cerca de
trescientos policías guatemaltecos que fueron entrenados en EE.UU. entre 1963 y 1974.
g) Michael Klare y Nancy Stein: “Pólice Terrorism in Latin America”, en NACLA’s Latin America and
Empire Report, New York, enero de 1974, pp. 19-23, basado en documentos del Departamento de
Estado obtenidos por el senador James Abourezk en 1973.
h) Washington Post, 8 de octubre de 1973, p. C33 (columna de Jack Anderson).
23 La cifra de AID citada en Jenny Pearce: Under lite Eagie: U.S. intervention in Central America and

the Caribbean. Latin American Bureau, Londres, 1982, p. 67.


37. Guatemala. 1962 hasta los 80 406

actividad que tuviéramos en el extranjero, funcionarios del gobierno,


voluntarios, religiosos, todo tipo de personas” 24
Hacia fines de 1968, la campaña de contrainsurgencia había eliminado
prácticamente al movimiento guerrillero al cortarles la posibilidad de
operar de manera abierta y ocasional en áreas rurales como hacía antes, y
al aislarlos de sus bases de apoyo, pues sembraron el terror entre los
pobladores. Había sido un combate desigual. Según los cánones del
Pentágono, se había tratado de una guerra “limitada”, gracias a no haber
tenido que utilizar fuerzas de combate norteamericanas de consideración.
Esto había permitido crear la ilusión en los medios de prensa y en el
público de que el país no había estado envuelto en el conflicto. Sin
embargo, como observó alguien: “En el léxico de los
contrarrevolucionarios estas guerras son ‘limitadas’ sólo en sus
consecuencias para la potencia interventora. Para la gente y el país donde
se llevan a cabo, son totales”25
No fue hasta 1976 que surgió otro movimiento guerrillero
considerable, que adoptó el nombre de Ejército Guatemalteco de los
Pobres (EGP). Mientras tanto, otros ventilaron sus frustraciones a través
del enfrentamiento urbano a la violencia gubernamental, lo que alcanzó
nuevos incrementos durante 1970 y 1971, bajo el “estado de sitio”
impuesto por el presidente, coronel Carlos Arana Osorio, quien había
estado muy cerca de los militares estadounidenses en los tiempos en que
fue agregado militar en Washington y luego como comandante de la
operación de contrainsurgencia en Zacapa (donde su dedicación a la tarea
le ganó el apodo de Carnicero de Zacapa). Arana se autoconcedió poder
ilimitado para aplastar la oposición de cualquier tipo. 26
Amnistía Internacional dio a conocer más tarde que fuentes
guatemaltecas, incluido el Comité de Familiares de Personas
Desaparecidas, denunció que 7.000 personas desaparecieron o fueron
encontradas muertas en esos dos años. “Diplomáticos extranjeros en
Ciudad Guatemala creen que por cada asesinato político llevado a cabo
por revolucionarios de izquierda se cometen quince asesinatos por los
fanáticos de derecha”, reportó Le Monde, en 1971. 27 Durante un toque de
queda tan draconiano que incluso las ambulancias, médicos y carros de

24 George Cotter: “Spies, strings and missionaries”, en The Chrimian Centiny, Chicago, 25 de marzo

de 1981, p. 321.

25 Eqbal Ahmad: “The Theory, and Fallacies of Counter-lnsurgency”, en The Nation. New York, 2

de agosto de 1972, p. 73.


26 Sobre las relaciones de Arana con militares norteamericanos ver Joseph Goulden: “A Real Good

Relationship”, en The Nation, New York, 1º de junio de 1970, p. 646; Norman Gall: “Guatemalan
Slaughter”, en N. Y. Review of Books, 20 de mayo de 1971, pp. 13-17.
27 Le Monde Weekly (edición en inglés), 17 de febrero de 1971, p. 3.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 407

bomberos tenían prohibido circular, mientras los patrulleros y carros


jaulas donados por los norteamericanos recorrían las calles día y noche y
los helicópteros zumbaban en el cielo, EE.UU. consideró adecuado
aumentar la asistencia técnica y entrega de equipamiento para iniciar una
reorganización de las fuerzas policiales de Arana a fin de hacerlas más
eficientes.28 “Al preguntársele [por un investigador del Congreso en 1971]
cuál consideraba que debía ser su trabajo, un miembro del Grupo Militar
de EE.UU. en Guatemala replicó al instante que era hacer a las Fuerzas
Armadas guatemaltecas lo más eficientes posible. La pregunta siguiente
fue por qué esto era interés de Estados Unidos y fue seguida por un largo
silencio mientras el sujeto reflexionaba sobre algo que al parecer nunca se
le había ocurrido”29
En cuanto a la devastación del país: en 1976 un gran terremoto sacudió
la tierra y dejó más de veinte mil muertos, en su mayoría pobres cuyas
casas fueron las primeras en derrumbarse. La historia fue reportada por
un rescatador de la iglesia norteamericana que acudió en ayuda de las
víctimas. Se espantó al ver las condiciones en que se encontraban, y
entonces fue informado que no se hallaba en el área del terremoto y que
lo que veía era normal.30
“El nivel de pesticidas esparcidos es el mayor en el mundo”, informó el
New York Times en 1977, “y hay poca preocupación por la gente que vive
cerca de los algodonales”: entre treinta y cuarenta personas son atendidas
por intoxicación con pesticidas en cada temporada, la muerte puede
sobrevenir en horas, o producirse una lesión crónica del hígado. La
concentración de DDT aislada en la leche materna de las mujeres
guatemaltecas es la mayor registrada en el mundo occidental. “Es muy
simple [explicaba un hacendado algodonero], más insecticida significa más
algodón, menos insectos significan mayores ganancias”. En un ataque, los
guerrilleros destruyeron 22 aviones de fumigación, que fueron
prontamente reemplazados gracias a la industria estadounidense. 31 y todo
el pesticida que se pueda desear llegaba de la Monsanto Chemical
Company, de San Luis y de Ciudad Guatemala.
Durante la presidencia de Cárter, como reacción a los abusos contra los
derechos humanos en Guatemala y en otros países, varias leyes fueron
aprobadas en el Congreso destinadas a cortar la ayuda económica y militar
a esas naciones. En años anteriores se habían instrumentado
prohibiciones similares en relación con Guatemala. La eficacia de estas

28 New York Times, 27 de diciembre de 1970, p. 2; New York Times Magazine, 13 de junio de 1971,
p. 72.
29 Memorándum del Senado citado en nota 22 a).
30 New York Times, 18 de febrero de 1976.
31 Ibíd., 9 de noviembre de 1977, p. 2.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 408

leyes puede ser medida por su mismo número. En cualquier caso, los
embargos nunca pasaron de ser parciales, y Guatemala también recibía
armas y equipamiento militar de Israel, del cual al menos una parte
provenía encubiertamente de Washington. 32
Para mayor camuflaje algunas de las fuerzas de seguridad del país
fueron entrenadas en locaciones clandestinas en Chile y Argentina. 33
Veamos el testimonio de Rigoberta Menchú, una indígena que recibió
el Premio Nobel de la Paz en 1992:
Mi nombre es Rigoberta Menchú Tum. Soy representante de los Cristianos
Revolucionarios “Vicente Menchú” [su padre] [...] El 9 de diciembre de 1979,
mi hermano Patrocinio, de dieciséis años, fue capturado y torturado por varios
días, y luego llevado con otros veinte hombres a la plaza en Chajul [...] Un
oficial del ejército de asesinos de [el presidente] Lucas García ordenó que
colocaran a los prisioneros en una fila. Entonces comenzó a insultar y
amenazar a los habitantes del pueblo, que fueron obligados a salir de sus casas
para presenciar lo que iba a ocurrir. Yo estaba con mi madre y vimos a
Patrocinio: le habían cortado la lengua y los dedos de los pies. El chacal de
uniforme hizo un discurso. Cada vez que hacía una pausa los soldados
golpeaban a los indígenas prisioneros.
Cuando acabó su perorata, los cuerpos de mi hermano y los otros estaban
hinchados, ensangrentados, irreconocibles. Era monstruoso, pero seguían
vivos.
Fueron arrojados en el suelo y empapados con gasolina. Los soldados les
prendieron fuego a los cuerpos destrozados con antorchas, y el capitán se reía
como una hiena y obligaba a los habitantes de Chajul a mirar. Este era su
objetivo: que se aterrorizaran y presenciaran el castigo a los “guerrilleros”.34

Este es el testimonio de Fred Sherwood, piloto de la CIA durante el


derrocamiento de Arbenz en 1954 —quien se estableció en Guatemala y
llegó a ser el presidente de la Cámara Norteamericana de Comercio—,
dado en Guatemala en septiembre de 1980: “¿Por qué habríamos de
preocuparnos sobre los escuadrones de la muerte? Están golpeando a
nuestros enemigos, los comunistas. Diablos, les daría algunos cariuchos si
pudiera y otros también lo harían [...] ¿Por qué deberíamos criticarlos? Yo
los apoyo [...] ¡Mierda! No hay dudas, no podemos esperar hasta que
Reagan entre. Esperamos que Cárter caiga en el océano bien pronto [...]

32 Jonathan Marshall, Pe ter Dale Scott y Jane Hunter: The Iran-Contra Connection: Secret Teams

and Covert Operations in the Reagan Era. South End Press, Boston, 1987, cap. V, passim; The Guardian,
Londres, 9 de diciembre de 1983; Counter Spy, op . cit., p. 53, cita a Elias Barahona, antiguo secretario
de prensa del Ministro del Interior guatemalteco, quien pertenecía al Ejército Guatemalteco de los
Pobres.
33 Counter Spy: op. cit., p. 53.
34 Pearce, p. 278; luego se publicó un libro que transcribía el testimonio de Rigoberta Menchú en

el cual narra muchas otras atrocidades de los militares guatemaltecos: Elisabeth Burgos-Debray, ed.:
i... Rigoberta Menchú: An indian Woman in Guatemala. Londres, 1984.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 409

Todos sentimos qué él [Reagan] es nuestro salvador”. 35


El Movimiento por la Liberación Nacional (MLN) fue un partido político
destacado. Era el principal durante el régimen de Arana. Las siguientes
palabras de su jefe, Mario Sandoval Alarcón, fueron extraídas de un
programa de radio en 1980: “Yo admito que el MLN es el partido de la
violencia organizada. La violencia organizada es vigor, de la misma manera
que el color organizado es paisaje y el sonido organizado, armonía. No hay
nada malo con la violencia organizada: es vigor, y el MLN es un movimiento
vigoroso”.36
Sandoval y el antiguo presidente Arana (Carnicero de Zacapa) “pasaron
la semana inaugural compartiendo con las estrellas del círculo íntimo de
Reagan”, reportaba el columnista Jack Anderson, Sandoval, quien había
trabajado con la CIA en el derrocamiento de Arbenz, anunció que se había
reunido con los asesores de Reagan sobre defensa y política exterior
incluso antes de las elecciones norteamericanas. Los dirigentes
derechistas guatemaltecos estaban encantados con la victoria de Reagan.
Esperaban un restablecimiento de las magníficas relaciones entre los
equipos de segundad y los hombres de negocios de Guatemala y de EE.UU.
que habían existido antes de que Cárter asumiera la presidencia.37
Antes de que tal cosa ocurriera, sin embargo, la administración Reagan
debía primero suavizar la actitud del Congreso hacia ese tema llamado
derechos humanos. En marzo de 1981, dos meses después de la
instalación de Reagan, el secretario de Estado, Alexander Haig, dijo a un
comité del Congreso que había una “lista de objetivos [soviética] [...] para
la dominación final de Centroamérica”. Era una operación en “cuatro
fases” cuya primera parte había sido la “toma de Nicaragua”. “La siguiente
[alertó Haig] es la de El Salvador, seguido de Honduras y Guatemala”. 38
Este era el tipo de información de inteligencia que se podía esperar como
derivado de algún documento secreto capturado, o de un desertor de la
KGB. Pero ninguna de estas fuentes fue presentada o mencionada, y a
ningún congresista se le ocurrió averiguar sobre esto. Dos meses después,
el general Vernon Walters, antiguo director delegado de la CIA, durante
una visita a Guatemala como emisario especial de Haig, proclamó que

35 Pearce, p. 176; sobre el papel de Sherwood en 1954 ver Schlesingery Kinzer, pp. 116, 122, 128.

Su declaración está parcialmente citada en Penny Lernoux: in Banks We Trust. Doubleday, New York,
1984, p. 238, citand o a CBS Special del 20 de marzo de 1982, transmisión titulada: “Update: Central
America in Revolt”.
36 Washington Post, 22 de febrero de 1981, p. C7, columna de Jack Anderson; este sólo se refiere

a un “vocero oficial” del MLN; otras fuentes lo identifican como Sand oval, por ej., The Guardian,
Londres, 2 de marzo de 1984.
37 Washington Post, Ibíd. Para un análisis de los numerosos vínculos entre conservadores

norteamericanos y las estructuras de poder en Guatemala ver el informe del Consejo sobre Asuntos
Hemisféricos de Alian Naim en 1981.
38 New York Times, 18 de marzo de 1981, p. 10.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 410

EE.UU. esperaba ayudar al Gobierno guatemalteco a defender “la paz y la


libertad”.39
Durante este período, las fuerzas de seguridad del país
centroamericano, tanto las oficiales como las no oficiales, masacraron al
menos a 2.000 campesinos (con el habitual acompañamiento de torturas,
mutilaciones y decapitaciones), destruyeron varios poblados, asesinaron a
seis funcionarios del opositor Partido Demócrata Cristiano, a montones de
sindicalistas, y, al menos, a seis sacerdotes católicos. 40 El 19 de agosto de
1981, pistoleros no identificados ocuparon el pueblo de San Miguel
Acatán, obligaron al alcalde a entregar una lista con todos aquellos que
habían contribuido con dinero para la construcción de una escuela,
seleccionaron 15 de ellos (incluidos tres de los hijos del alcalde), y los
mataron después de hacerles cavar sus propias tumbas. 41
En diciembre, Ronald Reagan se pronunció finalmente contra los
gobiernos represivos. Denunció a Polonia por aplastar mediante “la fuerza
bruta los impulsos de libertad [...] Nuestro Gobierno y los de nuestros aliad
os, han expresado su repulsa moral ante las tácticas de estado-policial de
los opresores polacos”. 42 Utilizando las brechas en la legislación del
Congreso, tanto las reales como las interpretadas liberalmente, la
administración Reagan envió, durante los dos primeros años de su
mandato, vehículos por valor de más de tres millones de dólares, piezas
de repuesto para helicópteros por valor de cuatro millones y otros
suministros militares ascendentes a más de seis millones. 43 Esto era lo que
se embarcaba abiertamente: lo que se hacía en forma clandestina sólo
puede calcularse a la luz de algunas revelaciones: Jack Anderson dio a
conocer en agosto de 1981 que EE.UU. estaba utilizando a exiliados
cubanos para entrenar a las fuerzas de seguridad en Guatemala: en esta
operación, según Anderson, la CIA había hecho arreglos “para
entrenamientos secretos en los mejores puntos para asesinar”. 44 Al año
siguiente se reportó que los Boinas Verdes habían estado instruyendo a
los oficiales del Ejército guatemalteco por más de dos años en los mejores
aspectos de las tácticas de combate.45 Y en 1983 se supo que durante los
dos años previos la Ilota de helicópteros de la Fuerza Aérea de Guatemala

39 Washington Post, 14 de mayo de 1981, p. Al 6.


40 Ibíd:, New York Times, 18 de mayo de 1981, p. 18; Informe emitido por la Oficina de Washington
sobre Latinoamérica (un grupo muy respetado de defensa de los derechos humanos que había
trabajado en coordinación con la sección de Derechos Humanos del Departamento de Estado), 4 de
septiembre de 1981.
41 Informe de la Oficina de Washington citado. Es de presumir que el incidente se debiera al

tradicional temor de la derecha a la educación de los pobres.


42 New York Times, 28 de diciembre de 1981.
43 Ibíd., 21 de junio de 1981; 25 de abril de 1982; The Guardian, Londres, 10 de enero de 1983.
44 New York Times, 25 de abril de 1982, p. 1.
45 Washington Post, 21 de octubre de 1982, p. A1.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 411

se había incrementado de alguna forma de ocho a 27, todos ellos made in


USA, y los oficiales del país eran entrenados nuevamente en la Escuela de
las Américas en Panamá.46
En marzo de 1982, un golpe militar puso en el poder al general Efraín
Ríos Montt, un “cristiano renacido”. Un mes después, la administración
Reagan anunció que advertía signos de mejoría en el estado de los
derechos humanos en el país y aprovechó la ocasión para justificar un
envío de ayuda militar.47 El 1º de julio. Ríos Montt declaró el estado de
sitio, que duraría más de ocho meses. En los primeros seis. 2 600 indígenas
y campesinos fueron masacrados, mientras que durante los diecisiete
meses de duración del régimen, más de cuatrocientos poblados fueron
brutalmente borrados del mapa.48 En diciembre de 1982, Reagan, también
cristiano, fue a ver la situación personalmente. Tras reunirse con Ríos
Montt, y en referencia a las acusaciones de abusos generalizados, declaró
que el dirigente guatemalteco estaba siendo “maltratado”. 49
Declaración del EGP en 1981, cuando el número de personas
asesinadas por el gobierno desde 1954 había sobrepasado la cifra de
sesenta mil y los hijos de los miembros de escuadrones de la muerte
asesinaban ahora a los hijos de los indígenas que sus padres habían
asesinado:
La revolución guatemalteca está entrando en su tercera década. Desde que el
gobierno de Jacobo Arbenz fuera derrocado en 1954, la mayoría del pueblo
guatemalteco ha estado buscando una forma de llevar al país a la solución de
los mismos problemas que estaban presentes desde entonces y que han
empeorado con el tiempo.
La contrarrevolución, puesta en marcha por el Gobierno de EE.UU. y los
sectores internos empeñados en conservar cada uno de sus privilegios, han
dispersado y desorganizado a las fuerzas democráticas. No obstante, esto no
resolvió ninguno de los problemas que habían hecho surgir las demandas de
cambios políticos, sociales y económicos. Estas demandas se han levantado
una y otra vez en el último cuarto de siglo, por todos los medios que han
parecido adecuados en cada momento, y en cada ocasión han recibido la
misma respuesta represiva que tuvieron en 1954. 50

Declaración del padre Thomas Melville. 1968:

46 The Guardian, Londres, 10 de enero de 1983; 17 de mayo de 1983.


47 New York Times, 25 de abril de 1982, p. 1.
48 Ibíd., 12 de octubre de 1982, p. 3; Los Angeles Times, 20 de julio de 1994, p. 11. Para el grueso

de los detalles sobre escuadrones de la muerte, desapariciones y torturas en Guatemala durante


principios de los 80 ver Guatemala: A Government Program of Política! Murder. Amnistía
internacional, Londres, 1981, y Massive Extrajudicial Executions in Rural Areas Under the Government
of General Efraín Ríos Montt. Amnistía Internacional, julio de 1982.
49 New York Times, 6 de diciembre de 1982, p. 14.
50 Contemporary Marxism, Nº 3, San Francisco, verano de 1981.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 412

Habiendo llegado a la conclusión de que el actual estado de violencia,


mezclado con la desnutrición, ignorancia, enfermedad y hambruna de la gran
mayoría de la población guatemalteca, es el resultado directo dé un sistema
capitalista que hace que los indefensos indígenas compitan contra los
poderosos y bien armados terratenientes, mi hermano [padre Arthur Melville]
y yo hemos decidido no ser cómplices silenciosos del asesinato en masa que
este sistema genera.
Comenzamos a enseñar a los indígenas que nadie defenderá sus derechos, si
ellos mismos no los defienden. Si el gobierno y la oligarquía usan las armas
para mantenerlos en la miseria, ellos tienen entonces la obligación de tomar
las armas y defender el derecho a ser hombres que les fue otorgado por Dios.
Fuimos acusados de ser comunistas junto a la gente que nos escuchaba, y
nuestros superiores religiosos y el embajador norteamericano [John Gordon
Mein] nos pidieron que abandonáramos el país. Lo hicimos.
Pero yo digo que sólo soy un comunista si Cristo fue comunista. Hice lo que
hice y continuaré haciéndolo por seguir las enseñanzas de Cristo y no las de
Marx o Lenin. Y digo también que somos muchos más de los que la jerarquía
y el gobierno de EE.UU. piensan.
Cuando la pelea se haga más abierta, el mundo debe saber que no lo hicimos
por Rusia, ni por China, ni por país alguno que no fuera Guatemala. Nuestra
respuesta a la situación presente no es porque hayamos leído ni a Marx ni a
Lenin, sino porque hemos leído el Nuevo Testamento.51

Algunas breves muestras como post scriptum:


1988: Guatemala continúa presentando el peor registro de abusos de
los derechos humanos en Latinoamérica, declaró el Consejo de Asuntos
Hemisféricos en su informe anual sobre los derechos humanos.52
1990: Soldados guatemaltecos, en la base de Santiago Atitlán, abrieron
fuego contra pobladores desarmados que portaban banderas blancas, y
dieron muerte a 14 e hirieron a 24. La manifestación venía encabezada por
el alcalde para quejarse ante el comandante militar por el acoso reiterado
de los soldados.53
1990: “Estados Unidos, que dice estar desilusionado debido a la
persistente corrupción en el gobierno del presidente Vinicio Cerezo
Arévalo, se dirige ahora a los militares guatemaltecos, según se informa,
para promover la estabilidad económica y política [...] a pesar de que el
ejército es culpado por los abusos a los derechos humanos y se cree que
está involucrado en el tráfico de drogas”. 54
Esto último fue reportado en mayo: en junio, un prominente

51 The National Catholic Repórter, Kansas City, 31 de enero de 1968.


52 Los Angeles Times, 25 de diciembre de 1988.
53 Ocurrió el 2 de diciembre de 1990; Informe de Testigos por la Paz (organización religiosa de

derechos humanos), verano de 1991.


54 Los Angeles Times, 7 de mayo de 1990.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 413

empresario norteamericano residente en Guatemala. Michael DeVine, fue


secuestrado y decapitado por los militares después de que al parecer
interfirió en el tráfico de drogas de los mismos o en otra actividad de
contrabando. La administración Bush, como muestra pública de
indignación ante el asesinato, cortó la ayuda militar al país pero, según
supimos luego, autorizó en secreto a la CIA a entregar un millón de dólares
al gobierno militar para resarcirlo. Los pagos anuales de entre cinco y siete
millones continuaron durante la administración Clinton.
1992: En marzo el líder guerrillero Efraín Bamaca Velázquez fue
capturado y desapareció. Durante tres años, su esposa norteamericana, la
fiscal Jennifer Harbury, llevó a cabo una apasionada campaña
internacional —que incluyó ayunos públicos (casi hasta la muerte) en
Ciudad Guatemala y en Washington— para presionar a los gobiernos
guatemalteco y norteamericano a dar información acerca de su suerte.
Ambos gobiernos insistieron en que no sabían nada. Finalmente, en marzo
de 1995, el representante Robert Torricelli, del Comité de Inteligencia de
la Cámara, reveló que Bamaca había sido torturado y ejecutado en el
mismo año de su captura, y que tanto él como DeVine habían sido
ejecutados por órdenes del coronel Julio Roberto Alpírez, quien había
figurado en la nómina de la CIA por varios años (se convertía así en otro
graduado ilustre de la Escuela de las Américas). Los hechos que rodearon
estos casos fueron conocidos por la CIA rápidamente, y por los
funcionarios del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad
Nacional al menos algunos meses antes de la revelación. El anuncio de
Torricelli promovió a otros norteamericanos a dar a conocer casos de
asesinatos, torturas o violaciones, sufridas por personas conocidas, o por
ellos mismos, a manos de los militares guatemaltecos. La monja Diana
Ortiz relató cómo fue secuestrada en 1989, quemada con cigarros, violada
varias veces y hundida en una fosa llena de cadáveres y ratas. Un hombre
de piel clara, que hablaba con acento norteamericano parecía estar al
mando, dijo.55

55 New York Times, 23 de marzo de 1995, p. 1; 24 de marzo, p. 3; 30 de marzo, p. 1; Los Angeles

Times, 23 de marzo de 1995, p. 7; 24 de marzo, p. 4; 31 de marzo, p. 4; 2 de abril, p. M2; revista Time,


10 de abril de 1995, p. 43.
38. Costa Rica 1970-1971 414

38. COSTA RICA 1970-1971


Tratando de derribar a un aliado, parte II
José Figueres, que había presidido el Gobierno de Costa Rica en tres
períodos, fue siempre un blanco poco probable de desestabilización por
parte de EE.UU. Era un americanófilo confiable, buen hablante de inglés,
educado en el MIT (Massachusetts Institute of Technology), conferencista
en Harvard, con buenas conexiones en los círculos intelectuales
norteamericanos, en particular entre los seguidores de Kennedy, y había
recibido una membresía honoraria de la Acción Democrática. A Figueres
se le mencionaba habitualmente como un “amigo destacado” de EE.UU.,
y había estado asociado con la CIA durante mucho tiempo en diversas
actividades y fachadas en Latinoamérica. Y por si no fuera suficiente, sus
dos esposas habían sido norteamericanas. Sin embargo, la CIA había
tratado de derrocarlo durante su período presidencial en la década de
1950, y en dos ocasiones trató de asesinarlo (ver sección Costa Rica.
Mediados de los 50) y quizás trataba de derribarlo nuevamente en los 70.
Para los políticos liberales norteamericanos, Figueres era el
“demócrata liberal” por excelencia, el tipo de estadista que resultaba el
aliado natural de la política exterior de EE.UU. (o al menos les gustaría que
así fuese y que el mundo lo creyera así) más que los dictadores militares
que, de algún modo, siempre terminaban siendo los aliados reales. Para
los conservadores, Figueres era un individuo cuestionable, el tipo que, si
no llegaba a ser comunista, tampoco apreciaba de manera correcta la
naturaleza y el grado de la conspiración comunista internacional y, en
consecuencia, daba demasiado espacio a los comunistas para maniobrar.
Fue esta última convicción la que se fortaleció cuando Figueres, tras
ocupar la presidencia nuevamente en mayo de 1970, comenzó a “construir
puentes” con el bloque comunista; Costa Rica fue el primer país en
establecer relaciones diplomáticas con la URSS y Europa del Este.
“Este reconocimiento diplomático no debilita en modo alguno nuestra
lealtad a Estados Unidos o a la causa democrática”, advirtió Figueres. “La
gente está cansada de la Guerra Fría en todas partes. Rusia controla la
mitad de Europa y queremos que los rusos lomen café [principal producto
costarricense de exportación] en vez de té”.1 En los dos años anteriores la
URSS había comprado café a Costa Rica por valor de diez millones de

1 New York Times, 11 de febrero de 1971.


38. Costa Rica 1970-1971 415

dólares, una “ofensiva económica” que se dijo “molestó a los funcionarios


estadounidenses”.2
A Earl (Ted) Williamson, oficialmente nombrado primer secretario de la
Embajada de EE.UU. en San José, se le escuchó decir en una fiesta que el
gobierno de Figueres no duraría mucho más. Habló abiertamente en
contra de los empeños del presidente de establecer relaciones con otras
naciones. Sus comentarios llegaron a funcionarios costarricenses, como
también informes acerca de sus lazos estrechos con oponentes políticos
de Figueres, así como indiscretos comentarios de su esposa cubana acerca
de la supuesta marcha del país hacia el comunismo. Williamson, que había
trabajado en Cuba antes de la Revolución, y estaba casado con la sobrina
de un potentado azucarero, fue también culpado por la incautación y
quema de literatura marxista llegada al aeropuerto de Costa Rica. Incurrió
en esta falta al participar en un “programa de asistencia técnica sobre
seguridad” de la CIA. Hacia el otoño, el Gobierno de Costa Rica se vio
obligado a sugerir de manera informal a través del Departamento de
Estado en Washington que Williamson fuese trasladado. Esta solicitud fue
ignorada. Entonces, el 17 de diciembre, un pescador informó haber visto
un misterioso barco que descargó “cajas de madera largas” en una lejana
playa costarricense. El barco fue identificado como el Waltham y el
Gobierno recibió información más tarde de que el navío estaba registrado
en la “sección comercial del Departamento de Estado”. Esto no llegó a
verificarse; sin embargo, es cierto que el Departamento de Comercio de
EE.UU. poseía en aquel momento un barco de 455 pies llamado Waltham
Victory. Primero se dijo que las cajas contenían armas, más tarde, circuló
la historia de que se trataba de whisky de contrabando. El Miami Herald,
que fue el primero en dar a conocer el asunto, comentó: “La historia del
contrabando fue lanzada presumiblemente para desviar los rumores de un
golpe contra el Gobierno”. Americanófilo como era, Figueres estaba
probablemente ansioso de esconder todo el enredo que debe haber sido
muy embarazoso para él. Tres congresistas de su partido, sin embargo, sin
tales lazos de lealtad, emitieron una declaración que acusaba a la CIA de
estar envuelta en los movimientos de la embarcación y la supuesta
entrega de armas.
A principios de enero de 1971, el Gobierno de Costa Rica terminó
seriamente un alzamiento y volvió a pedir a la administración Nixon que
retirara a Williamson. No mucho antes este había vuelto a pronosticar que
Figueres no sobreviviría en el poder por otras dos semanas. La Guardia
Civil, única fuerza armada en el país, fue puesta en alerta y se hicieron
planes para llevar al presidente a un escondite en las montañas. A solicitud

2 Ibíd. El término “ofensiva económica” parece haber sido utilizado por el periódico.
38. Costa Rica 1970-1971 416

de Figueres, el Gobierno de Panamá entregó en secreto más de cien rifles


semiautomáticos a Costa Rica.
Durante todo este período, la Embajada norteamericana en San José
estaba profundamente dividida entre liberales y conservadores, según se
dice. Quizás el más conservador, conjuntamente con Williamson, era el
embajador Walter Ploeser, un designado político de Nixon con una larga
trayectoria de actividad anticomunista extrema. Ploeser defendió con
vehemencia a Williamson y no hizo esfuerzos por disminuir los exabruptos
públicos del funcionario de la CIA contra Figueres. Al mismo tiempo,
despidió al director del programa de la AID en Costa Rica, Lawrence
Harrison, quien adoptó una posición pro Figueres. Los dos hombres habían
chocado ya, según se comentaba, en materia de prioridades, pues Ploeser
quería aumentar la asistencia militar, aunque Costa Rica evidentemente
no la necesitaba, y deseaba reducir la ayuda económica al país. Los cables
oficiales que llegaban a Washington desde la Embajada describían la
situación en Costa Rica como “peligrosa”. Figueres era acusado de
abandonar a Occidente y aproximarse al Este, de haber aceptado
asistencia financiera de los comunistas en su campaña y de permitir a
estos infiltrarse en el Gobierno. 3
En febrero Williamson fue finalmente llamado de vuelta a Washington.
Los funcionarios costarricenses esperaban que Ploeser también fuese
sustituido en el plazo más breve posible requerido para cubrir las
apariencias. De hecho, Ploeser permaneció en su puesto por un año más
para luego renunciar por “razones personales”. El anuncio de la partida de
Williamson fue acelerado quizás por el hecho de que pocos días antes el
Subcomité de la Cámara sobre Asuntos Interamericanos había celebrado
una audiencia sobre el asunto. Pero los congresistas no tenían intenciones
de exponer nada a la luz pública. Tras escuchar el testimonio de dos
funcionarios del Departamento de Estado, el comité anunció que todo
había sido un malentendido a causa de “conflictos de personalidad”
dentro de la Embajada que habían tenido “repercusiones” más allá de ella,
y de “acciones por exceso de celo” por parte de funcionarios
norteamericanos que permanecerían anónimos, como tampoco se daría a
conocer nada más de lo escuchado en esa ocasión. 4 Ese mismo día el
Miami Herald señalaba en un editorial: “Lo que resulta bien claro [...] es el
poder y la influencia de la Embajada de Estados Unidos en un país pequeño
como Costa Rica. Una embajada que con sólo decir discretamente que se
opone al gobierno puede estimular a la oposición y quizás inspirar
esfuerzos para un derrocamiento. La antipatía expresada abiertamente

3 Las fuentes primarias para la historia en general son el Miami Herald, 7 de febrero de 1971 y Los

Angeles Times, 28 de febrero de 1971; ver también Miami Herald, 9, 10, 11 y 13 de febrero de 1971.
4 New York Times, 11 de febrero de 1971; Miami Herald, 11 de febrero de 1971.
38. Costa Rica 1970-1971 417

casi los reclamaría”.5

5 Miami Herald, 10 de febrero de 1971.,


39. Iraq 1972-1975 418

39. IRAQ 1972-1975


Las acciones encubiertas no deben ser confundidas con
trabajo de misioneros *
* La fuente primaria de información para esta sección fue el Informe del Comité Selecto de la Cámara sobre
Inteligencia, basado en audiencias efectuadas durante 1975. La publicación del informe fue suprimida por la
Cámara en pleno hasta que la Casa Blanca pudiera censurarlo. Pero partes del informe, que llegó a conocerse como
el Informe Pike (porque el representante Otis G. Pike presidió el comité) fueron filtradas a la prensa, en particular
a The Village Voicede New York, el cual publicó una buena parte del mismo en sus ediciones del 16 y 23 de febrero
de 1976. La primera, y probablemente única, aparición de este material en forma de libro tuvo lugar en Inglaterra
en 1977, bajo el título CIA - The Pike Report, publicada por Spokesman Books para la Fundación Bertrand Russell,
Nottingham. Es a este libro al que hacemos referencia en esta sección y lo llamaremos Informe Pike. El mismo habla
de los curdos como “grupo étnico” y menciona a Irán o al sha como “nuestro aliado”, a Iraq como “el enemigo de
nuestro aliado” y a Israel como “otro gobierno”. En este libro utilizamos las denominaciones reales.

El largo brazo de la CIA llegó hasta la tierra de la antigua Mesopotamia,


y el pueblo curdo de las montañas de Zagros y Tauros, que hacía sólo unas
décadas había dejado de ser nómada, pasó a integrar la lista de los clientes
de la Agencia. En mayo de 1972, el presidente Nixon y su asesor sobre
asuntos de seguridad nacional. Henry Kissinger, fueron a la URSS para
reunirse con sus homólogos rusos. Más tarde Kissinger dijo en una
conferencia de prensa en Moscú que las dos naciones habían acordado
disminuir las tensiones en el Medio Oriente y “contribuir en lo que pudiera
a lograr un acuerdo general [...] tal acuerdo también contribuiría a un
relajamiento de la carrera armamentista en el área [...] Por parte nuestra
puedo afirmar que intentaremos implementar estos principios en el
espíritu en el cual fueron promulgados”. 1
Kissinger y Nixon estuvieron imbuidos de tal espíritu tal vez por unas
veinticuatro horas. En camino a casa se detuvieron en Teherán para visitar
a su amigo el sha de Irán. Al parecer esta nación y su vecina Iraq estaban
enredadas una vez más en el eterno conflicto acerca de sus fronteras, y el
sha le pidió a su socio Richard un pequeño favor. ¿Podría ayudar a armar
a los curdos en Iraq, que estaban luchando por su autonomía? Sólo para
calentar un poco el caldo de modo que los recursos iraquíes tuvieran que
emplearse en eso y no en contra de Irán.2 Cualquier cosa por un amigo y
aliado leal, dijo Richard, que a dos semanas del escándalo en Watergate
se hallaba todavía en la cima del mundo.
El sha podía perfectamente haber armado a los curdos por sí mismo, y

1 Seymour Hersh: The Price of Power: Kissinger in the Nixon White House. Summit Books Simon &

Schuster, New York, 1983, p. 542 (nota).


2 New York Times, 5 de febrero de 1976, p. 31, columna de William Safire.
39. Iraq 1972-1975 419

en cierta medida lo estaba haciendo, pero los curdos no confiaban en él.


Confiaban en EE.UU. y querían recibir las armas de ellos. Varios años
después, el comité congresional, conocido como el Comité Pike, que
investigó varias operaciones de la CIA, lo explicó así: “EE.UU. actuó en
efecto como garante de que los curdos no serían abandonados a su suerte
por el sha”.3 En breve la CIA estaba recibiendo en sus almacenes un surtido
de armas ligeras soviéticas y chinas, y rifles y millones de municiones iban
en camino a los rebeldes curdos. El origen comunista de las armas era un
medio de asegurarse un “desmentido plausible” en caso de verse
expuestos. En total, la ayuda militar llegó al rango de los dieciséis millones
de dólares.
Los curdos son un grupo étnico bien marcado. Son musulmanes, pero,
a diferencia de la mayoría de los iraquíes, no son árabes. Pueden
encontrarse sobre todo en Turquía, Irán, Iraq y Siria. Durante décadas los
curdos iraquíes han llevado a cabo una lucha intermitente en pos de la
“autonomía”, un concepto no muy bien definido por ellos, excepto quizás
que no llega del todo a ser el reclamo de un estado independiente. La
historia política de los curdos iraquíes en su pasado reciente puede
compararse con una manta confeccionada con parches. Diez años antes
habían sido aliados cercanos al Partido Comunista Iraquí, de modo que
cuando el gobernante partido ba’aths comenzó a perseguir a los
comunistas, estos se refugiaron entre los curdos. El líder de estos, Mustalá
al— Barzani, un hombre de unos setenta años, había vivido poco más de
una década en la URSS y hablaba ruso. Ahora, en 1972, los comunistas eran
aliados de los ba’aths en el intento de suprimir al “agente imperialista
Barzani” y la propaganda curda enfatizaba en el apoyo militar soviético al
Gobierno iraquí, incluidas acusaciones de que los rusos llevaban a cabo
bombardeos desde el aire contra los curdos. Al mismo tiempo se pintaban
a sí mismos como “socialdemócratas” del tipo europeo, e iban tan lejos
como para solicitar la membresía en la Internacional Socialista. 4 Sin
embargo, Barzani afirmaba con frecuencia que “no confiaba en ninguna
otra potencia” que en EE.UU. y aseguraba que si su causa tenía éxito, los
curdos estarían “listos para convertirse” en el estado 51”. 5 Todo esto por
encima del deseo de establecer una sociedad musulmana.
En octubre de 1973, cuando ocurrió el ataque sorpresivo de Yom
Kippur contra Israel, e Iraq se preocupaba como aliado de Egipto y Siria,
los curdos estaban dispuestos para lanzar un ataque a gran escala, a
sugerencia de Israel, que podría haber sido muy beneficioso para ellos a la
vez que retiraría algo de la presión sobre el Estado sionista al mantener

3 Informe Pike, p. 196.


4 Sobre la trayectoria política de los curdos ver The Times, Londres, 26-28 de noviembre de 1974
5 Informe Pike, p. 212.
39. Iraq 1972-1975 420

ocupado al Ejército iraquí. Pero Kissinger se negó a dejarlos avanzar. El 16


de octubre hizo que la CIA les enviara un cable que decía: “No
consideramos, repito, no consideramos recomendable para ustedes
emprender la ofensiva militar que Israel les ha sugerido”. Los curdos
obedecieron.6
El Informe Pike reflejó este incidente como un ejemplo de la aparente
política de “no ganar” de EE.UU. e Irán. El comité señaló:
El progresivo deterioro de la posición de los curdos refleja el hecho de que
ninguna de las naciones que les estaban ayudando deseaban seriamente que
alcanzaran su objetivo de ser un estado autónomo. Un memo de la CIA del 22
de marzo de 1974 expresa con claridad la posición de Estados Unidos e Irán:
“Pensamos que Irán no ve con buenos ojos el establecimiento de un gobierno
autónomo formal. Irán, como nosotros, ha visto el beneficio de una situación
de empate [...] en la cual Iraq se debilita de manera intrínseca por la negativa
de los curdos a abandonar [su] semiautonomía. Ni Irán ni nosotros deseamos
que el asunto se resuelva de una u otra manera”. 7

“Esta política no fue dada a conocer a nuestros clientes, a quienes se


alentaba a seguir luchando. Incluso en el contexto de las acciones
clandestinas, la nuestra era una empresa cínica”. 8
Un día después de este memo, el 23 de marzo de 1974, el ministro
soviético de Defensa, Andrei Grechko, que era amigo de Barzani cuando
este vivía en la URSS, llegó a Iraq para ayudar al Gobierno a alcanzar un
acuerdo con los curdos. Sin embargo, por consejo de Irán y de EE.UU.,
Barzani se negó a aceptar ninguna propuesta. 9 Un poco antes en ese
mismo mes, el Gobierno iraquí había aprobado una ley que ofrecía una
autonomía limitada a los curdos, pero estos también la rechazaron,
aunque no se sabe si por orientación de sus “aliados”. El Comité Pike
descubrió que “la CIA sabía desde el inicio que el sha abandonaría a los
curdos en el momento en que lograra un acuerdo con Iraq sobre el
problema de las fronteras”. Los documentos de la Agencia caracterizan el
punto de vista del sha de que los curdos eran “una carta para emplear” en
su disputa con Iraq, y un memo de la CIA describe a los curdos como “un
instrumento de utilidad excepcional para debilitar el potencial de Iraq en
las aventuras internacionales”. 10 Esto último puede haber sido una
referencia a la firma por Iraq de un Pacto de Amistad y Cooperación con la
URSS en abril de 1972, bajo cuyos términos recibía ayuda militar y le
concedía algunos privilegios en sus puertos a la Marina soviética. En junio

6 Ibíd., pp. 197,214-215.


7 Ibíd., p. 214.
8 Ibíd., p. 197.
9 New York Times, 12 de febrero de 1976, p. 31.
10 Informe Pike, p. 214.
39. Iraq 1972-1975 421

de ese año, Iraq había nacionalizado la Iraq Petroleum Company,


propiedad de un consorcio occidental (23,75% de las acciones eran
norteamericanas), una acción aplaudida por los soviéticos, tras lo cual los
dos países concluyeron la elaboración de un acuerdo económico y
comercial.11
Al final, fue el petróleo lo que unió a Irán e Iraq. En 1973 el sha deseaba
fortalecer la posición de Irán en la OPEP (Organización de Países
Exportadores de Petróleo) y un argumento principal para lograr la buena
voluntad de Iraq y otros países árabes vecinos fue la disposición de Irán de
traicionar a los conflictivos curdos. 12 Ninguna de estas naciones quería que
sus minorías se inspiraran en los éxitos de los curdos. No fue sino hasta
marzo de 1975 que el sha estuvo listo para esta jugada. Los hechos
discurrieron fluidamente a partir de entonces. El sha se reunió con el
vicepresidente iraquí y, por acuerdo, cortó todo suministro a los curdos,
incluyendo los provenientes de EE.UU. Al día siguiente los iraquíes
desataron la mayor ofensiva de su historia, y varios días después, los
sorprendidos curdos enviaron un mensaje desesperado a la CIA: “Hay
confusión y decaimiento entre nuestra gente y nuestras fuerzas. La suerte
de nuestro pueblo corre un peligro sin precedentes. La completa
destrucción pende sobre nuestras cabezas. No hay explicación para esto.
Apelamos a ustedes y al Gobierno de EE.UU. para qué intervengan de
acuerdo con sus promesas [...]”. 13 Ese mismo día enviaron también un
mensaje a Kissinger:
Su Excelencia, habiendo creído siempre en la solución pacífica a las
disputas incluidas las que tenían lugar entre Irán e Iraq, nos complace ver
que estos dos países han llegado a algún acuerdo [...] Sin embargo,
nuestros corazones sangran al ver que un resultado inmediato de dicho
acuerdo es la destrucción de nuestro pueblo indefenso [...] Nuestro
movimiento y nuestro pueblo están siendo destruidos en forma increíble
en medio del silencio de todo el mundo. Sentimos, Su Excelencia, que
Estados Unidos tiene una responsabilidad política y moral hacia nuestro
pueblo que se ha comprometido con la política de su país.14
Ninguno de estos mensajes recibió respuesta. Para fines del mes las
fuerzas curdas habían sido diezmadas y varios cientos de sus líderes
ejecutados. Las conclusiones del informe Pike señalaban: “Cerca de
200.000 refugiados escaparon a Irán. Una vez allí no recibieron, sin
embargo, ayuda humanitaria adecuada ni de Irán ni de EE.UU. De hecho,
Irán se vio forzado luego a devolver cerca de 40.000 refugiados y EE.UU.

11 New York Times, 2 de junio de 1972, p. 1; 3 de junio, p. 1; 8 de junio, p. 69.


12 Ibíd., 5 de febrero de 1976, p. 31.
13 Informe Pike, pp. 198, 215.
14 Ibíd., pp. 215-216.
39. Iraq 1972-1975 422

se negó a admitir siquiera a uno de ellos en carácter de asilado político, a


pesar de que calificaban para tal condición”. 15
Cuando Henry Kissinger fue entrevistado por el Comité Pike acerca del
papel norteamericano en este melodrama, respondió su ahora famoso
comentario: “Las acciones encubiertas no deben ser confundidas con
trabajo de misioneros”.16

15 Ibíd., p. 217.
16 New York Times, 12 de febrero de 1976, p. 31; Informe Pike, p. 198, se hace referencia a
Kissinger llamándolo “un alto funcionario de EE.UU.”
40. Australia 1973-1975 423

40. AUSTRALIA 1973-1975


Otra elección libre que muerde el polvo
Cuando el dirigente de u n país comunista era destituido por el Buró
Político, esta era la confirmación, para la mentalidad occidental, del
totalitarismo, o mejor, de la arbitraria naturaleza del sistema comunista.
¿Qué debe pensarse entonces del hecho de que en 1975 Edward Gough
Whitlam, legalmente electo primer ministro de Australia, fuera
sumariamente despedido por un simple individuo no electo que
funcionaba bajo el título de “gobernador general”?
Whitlam ocupó el cargo en diciembre de 1972 como jefe del primer
Gobierno, laborista en Australia en veintitrés años. En breve se dedicó a
demostrar lo acertado de las predicciones históricas de los partidos
opositores acerca de que los laboristas en el poder serian “irresponsables
y peligrosos”1 —aunque la eterna pregunta había sido para quién lo serían.
La guerra en Vietnam era un ejemplo inmediato. El personal militar
australiano que servía allí bajo el mando norteamericano fue retirado de
inmediato, se puso fin al reclutamiento y se liberó a los jóvenes
encarcelados por negarse a cumplir el servicio militar. 2 Además, el
gobierno de Whitlam reconoció a Vietnam del Norte, vari os de sus
ministros denunciaron públicamente los bombardeos norteamericanos a
Hanoi y llamaron a manifestarse en su contra, y los obreros portuarios se
sintieron inspirados a imponer un boicot temporal sobre los embarques
norteamericanos, aunque esto último fue criticado por Whitlam. 3 Las
condenas al presidente Nixon y a su administración eran expresadas por
los ministros laboristas de manera muy poco diplomática: “corruptos”,
“maníacos”, “asesinos en masa”, eran algunos de los epítetos endilgados
a Washington. Se decía que los funcionarios norteamericanos estaban
“asombrados y enfurecidos”.4
La parte internacional de la inteligencia australiana (cuyas siglas son
ASIS) resultó estar trabajando junto a la CIA contra el gobierno de Allende
en Chile. Whitlam ordenó detener de inmediato esta operación a
principios de 1973, aunque al caer el presidente chileno en septiembre,

1 Henry S. Albinski: Australian External Policy Under Labor. Australia, 1977, p. 126.
2 Joan Coxsedge, Ken Coldicutt y Gerry Harant: Rooted in Secrecy: The Clandestine Element in
Australian Foll?lcs.Australia, 1982, p. 21.
3 Albinski, p. 125.
4 Ibíd.
40. Australia 1973-1975 424

todavía se informaba que la ASIS colaboraba con la Agencia. 5 El Gobierno


laborista se mostró menos que dispuesto a los juegos que la gente de la
seguridad llevaba a caito también en lo interno. Whitlam hizo saber de
inmediato que no deseaba que los miembros de su equipo fueran
sometidos a la vigilancia usual porque los conocía y confiaba en ellos. La
ASIO (organización de inteligencia interna) se sintió desagradablemente
sorprendida por esta política tan poco ortodoxa e informó a sus colegas
de la CIA en Australia: los cables llegaron a Washington y en breve un
oficial político de la Embajada norteamericana informaba a Richard Hall,
uno de los asesores de Whitlam: “Su primer ministro ha eliminado una de
sus opciones”. Hall asumió el comentario como una amenaza de cortar el
flujo de información de inteligencia. 6 Ya sea por estas presiones o no,
Whitlam pronto aceptó que se reanudaran los chequeos de seguridad.
La nueva administración también puso fin a la discriminación contra los
inmigrantes, a quienes se les negaba la naturalización por haberse opuesto
a juntas militares en países como Grecia y Chile. Lo más excepcional y
alarmante para los profesionales de la seguridad fue el comportamiento
del fiscal general, quien se presentó sin previo aviso en las oficinas
centrales de la ASIO un día de marzo de 1973, acompañado por la policía,
e incautó ciertos expedientes porque sospechaba que se le estaba
ocultando información. 7 A todas luces, la ASIO estaba ocultando
deliberadamente cierta información a su propio Gobierno, como hacen
todos los servicios de inteligencia en el mundo. La diferencia aquí era, una
vez más, que el Gobierno laborista se negaba a aceptar tal cosa como algo
normal. Pocos años después de la destitución de Whitlam, James
Angleton, que había sido un alto oficial de la CIA en 1973 encargado de
manera directa de las relaciones de inteligencia con Australia, se quejó a
un entrevistador de la televisión de ese país de “la irrupción del fiscal
general, su entremetimiento: estábamos muy preocupados acerca del
secreto de esta información que podía comprometer a fuentes y métodos
e incluso vidas humanas”. La CIA, dijo, consideró muy seriamente el
romper las relaciones de inteligencia con Australia. 8
Como consecuencia de este estilo de gobierno, la CIA se sintió
preocupada acerca de la segundad y garantía de funcionamiento de sus
numerosas instalaciones militares y de inteligencia en Australia. Para los
cánones de la Agencia, se trataba de una locación de suma importancia,

5 Coxsedge et al, p. 24; Seymour Hersh: The Price of Power: Kissinger in the Nixon White House.

New York, 1983, p. 295.


6 Richard Hall: The Secret State Australia, 1978, p. 2.
7 Coxsedge et al, pp. 25-26.
8 Denis Freney: The CIA’s Australian Connection. Sydney, 1977, pp. 75-80, para el texto de la

entrevista. Este libro toca la mayoría de los hechos analizados en esta sección.
40. Australia 1973-1975 425

que empleaba a miles de personas: una parte vital de su sistema de alerta


rápida, una estación clave de rastreo de los satélites espías
norteamericanos que fotografiaban en forma sofisticada y monitoreaban
actividades dentro de la URSS, una estación de comunicaciones de la
Marina estadounidense que interactuaba con submarinos nucleares, un
enorme centro de control electrónico establecido por la Agencia de
Seguridad Nacional de EE.UU. para interceptar mensajes de voz, de télex.
etc., tanto hacia fuera como hacia adentro de Australia y la región del
Pacífico, vale decir escuchas electrónicas sobre todo el mundo y acerca de
todo.9 La mayor parte de esto había sido construido a fines de los 60 y
funcionaba en tal secreto que ni siquiera los miembros de mayor categoría
del Ministerio de Relaciones Exteriores australiano tenían información
exacta acerca de lo que se hacía en tales edificios construidos en los
amplios espacios abiertos del país, así como tampoco se reconoció nunca
de manera oficial la conexión con la CIA.
Después que el Partido Laborista asumió el Gobierno, algunos de sus
miembros hicieron fuertes críticas a las instalaciones secretas. Exigieron
de manera creciente una explicación oficial acerca de su presencia y, en
ocasiones, votaron por su eliminación. Esto no se llevó a cabo porque los
dirigentes de la administración Whitlam, a pesar de su postura radical, no
estaban dispuestos a caer en una “tierra de nadie” política al cortar lazos
con Occidente. Hablaban de neutralidad y no alineamiento en ocasiones,
pero estaban dispuestos a conformarse con la independencia; que era
todo lo que quería Papandreou antes de ser derrocado en Grecia, otra
locación del “estado” electrónico norteamericano en el cual la inteligencia
e instituciones defensivas del país anfitrión mostraban más lealtad a sus
homólogos estadounidenses que a su propio gobierno del momento.
En 1976 una investigación de la Comisión Real Australiana sobre
Inteligencia y Seguridad concluyó que por muchos años los miembros de
la ASIO habían estado facilitando a la CIA información potencialmente
dañina acerca de prominentes políticos australianos y funcionarios
gubernamental es. La información iba, según se dijo, desde acusaciones
de tendencias subversivas hasta detalles acerca de pecados personales.10
También se supo luego que, además de Chile, la inteligencia australiana
había colaborado con operaciones norteamericanas en Vietnam, Camboya
e Indonesia.11
El gobierno de Whitlam desplegó su independencia hasta donde le fue

9 Desmond Ball: A Suitable Piece of Real Estate: American Installations in Australia, Sydney, 1980,

passim.
10 The National Times, Sydney, 6-12 de mayo de 1983, p. 3 (semanario).
11 Jim José: “The Whitlam Years: lllusion and Reality”, en Pat Flanagan, ed.: Big Brother or

Democracy? Gran Bretaña, 1981, p. 50; Albinski, p. 11; Ball, passim.


40. Australia 1973-1975 426

posible. En 1973, el primer ministro dio a conocer la existencia de una


unidad del Directorio de Señales de Defensa Australiano en Singapur, otro
juguete de la Guerra Fría de la CIA y la ASIO, desde donde se monitoreaba
el tráfico radial militar y civil en Asia. Más tarde, el gobernante clausuró
esta unidad, aunque restableció parte de ella en Australia. Su
administración también expresó su desaprobación a los planes
norteamericanos de construir en la isla de Diego García en el Océano
Índico otro puesto avanzado de inteligencia militar nuclear.12 En febrero
de 1975, la conferencia del Partido Laborista votó por autorizar al
Gobierno Revolucionario Provisional de Vietnam establecer una oficina en
Australia. Esto ocurrió antes de la caída de Saigón.
Hacia fines de 1974 [escribió Joan Coxsedge, una miembro laborista del
Parlamento por el estado de Victoria] casi cada movimiento del gobierno de
Whitlam o de los parlamentarios laboristas, ya fuera una decisión
departamental, una designación, un cable internacional, un télex, una
llamada, una carta confidencia, todo llegaba de inmediato a los medios. Hubo
una campaña de desprestigio personal sin precedentes apuntando a
incompetencias, discrepancias, corrupción y escándalos privad os dentro de
las filas del gobierno.13

Las cosas llegaron al punto culminante en otoño de 1975. Whitlam


despidió a los jefes de la ASIO y la ASIS por causa de incidentes distintos;
al último debido a que su agencia había estado apoyando a la CIA en
actividades encubiertas en el vecino Timor oriental. 14 Y entonces, a
principios de noviembre, la prensa reveló que un antiguo oficial de la CIA,
Richard Lee Stallings, había estado entregando fondos a J. Douglas
Anthony, líder del Partido Nacional, uno de los dos principales partidos
opositores. Se informó que Stallings era un amigo cercano y antiguo
lugarteniente de Anthony, que las instalaciones secretas en el interior del
país eran realmente creaciones de la CIA y que Stallings había dirigido la
mayor parte de la operación.15
Un año antes, un periodista político australiano, Ray Aitchison, había
publicado un libro con el título Looking at the Liberáis (el Partido Liberal
era el otro opositor importante y era más bien conservador), en el cual
planteaba que la CIA había ofrecido fondos ilimitados a la oposición en su
fracasado intento de derrotar al Partido Laborista en las elecciones

12 Albinski, pp. 9, 241,254-256.


13 Coxsedge et al., p. 26.
14 José, p. 50.
15 The Australian Financial Review, 4 de noviembre de 1975, p. 1; 5 de noviembre, p. 4. En su libro

sobre la Agencia de Seguridad Nacional (The Puzzle Palace. New York, 1982, p. 205), James Bamford
identifica a Stalling como funcionario de la ASN, no de la CIA.
40. Australia 1973-1975 427

parlamentarias en mayo de 1974. 16 A continuación, un periódico de


Sydney reportó que los liberales habían estado recibiendo dinero desde
fines de los 60, y citaba los comentarios del antiguo oficial de la CIA Víctor
Marchelti, quien confirmó que la CIA había financiado a ambos partidos
opositores. 17 Whitlam reiteró públicamente las acusaciones acerca de
Stallings e insistió en que las instalaciones fuesen investigadas, para
identificar de una vez por todas su naturaleza y propósitos (pues la
administración se sentía seriamente preocupada por saber si alguna de
ellas formaba parte de un sistema armamentista). Al mismo tiempo pidió
una lista de todos los operativos de la CIA en Australia.
El complejo militar y de inteligencia australiano parece haber entrado
en una actividad febril. El 6 de noviembre, el jefe del Departamento de
Defensa se reunió según informes con el gobernador general, sir John Kerr,
y declaró luego en público: “Este es el mayor riesgo para la seguridad de
la nación que hemos enfrentado nunca”. 18 El 8, otro alto funcionario de
defensa sostuvo un nuevo encuentro con Kerr en el cual le informó sobre
las acusaciones de la CIA de que Whitlam ponía en peligro la seguridad de
las bases norteamericanas en Australia. 19 Ese mismo día, la CIA en
Washington informó a la estación de la ASIO que todos los vínculos de
inteligencia con Australia serían cortados a menos que se diera una
explicación satisfactoria del comportamiento de Mr. Whitlam. 20 La
Agencia había expresado ya sus reservas acerca de entregar información
de inteligencia a ciertos ministros gubernamentales. 21 Si se hubiera
tratado de un país del Tercer Mundo, es probable que la CIA ya se hubiera
desecho del gobierno.
El 9 de noviembre Kerr fue recibido en el Directorio de Señales de
Defensa para otra reunión. 22 Al día siguiente, la estación ASIO en
Washington, a solicitud de la CIA, envió un télex a su oficina central en
Australia en el cual planteaba que la “CIA no puede ver cómo este diálogo
con continuas referencias a la CIA puede hacer otra cosa que volar la tapa
de estas instalaciones”. 23 Además del de Stallings, los nombres de sus
sucesores y del jefe de la estación CIA en Canberra habían aparecido en la
prensa.

16 New York Times, 24 de septiembre de 1974, p. 2.


17 Ibíd., 5 de mayo de 1977, citando al Sydney Sun del 4 de mayo de 1977.
18 Coxsedge et al, p. 35.
19 The Australian Financial Review. 28 de abril de 1977, p. 1; José, p. 51, añade que el funcionario,

Dr. Farrand s, negó la acusación pero admitió haber visitado a Kerr en octubre, aunque se negó a
revelar la naturaleza del encuentro.
20 The Australian Financial Review. 28 de abril de 1977, p. 1.
21 Albinski, p. 169.
22 Coxsedge et al., p. 96.
23 Freney, pp. 30-31, para el texto completo del télex.
40. Australia 1973-1975 428

Kerr, que tenía vínculos con el mundo del espionaje y veía con
regularidad material clasificado, tuvo probablemente conocimiento de
este télex y del ultimátum de la CIA. 24 El 11 de noviembre despidió a
Whitlam como primer ministro, disolvió ambas cámaras del Parlamento y
nombró a Malcolm Fraser, líder del Partido Liberal, para dirigir un gobierno
interino hasta que se llevaran a cabo nuevas elecciones el 13 de diciembre.
En las horas transcurridas entre el nombramiento de Fraser y la disolución
del Parlamento, la mayoría laborista en la Cámara de Representantes
presentó una moción de no confianza contra Fraser, acto que obligaba al
gobernador general a destituirlo. Kerr eligió ignorar esta maniobra, que
era de carácter legal, a pesar de que la destitución de Whitlam tenía
exactamente la misma naturaleza.
El 15 de octubre anterior, el Senado, bajo control opositor, había
rehusado votar acerca del nuevo decreto de apropiación presupuestaria
(llamado en Australia “Abastecimiento”), a fin de obligar al Gobierno a
disolver el Parlamento y celebrar nuevas elecciones, en las que esperaban
recuperar el poder. Aunque la Constitución daba técnicamente al Senado
el derecho de suspender la aprobación del presupuesto, rara vez se le
interpretaba literalmente, tal como ocurre en EE.UU. Un precedente de
mayor importancia era el hecho de que en los setenta y cinco años de
historia de Australia como federación, el Senado nunca había ejercido este
derecho en contra del Gobierno federal. Sólo días antes, ocho destacados
profesores de Derecho habían declarado que tal acción sería impropia a la
luz de la Constitución. La táctica opositora era, pues, al menos discutible.
Cuando Whitlam se negó a disolver el Parlamento y trató de gobernar
sin el presupuesto, una crisis constitucional y financiera se creó
rápidamente en el curso de varias semanas. Entonces Kerr invocó una
potestad tan arcaica y cuestionable como la empleada por el Senado. Era
la primera vez que un gobernador general destituía a un primer ministro
federal. Sólo había ocurrido una vez antes a nivel de Estado.25
The Age, periódico de Melbourne (del que decía New York Times que
“era tenido generalmente por uno de los periódicos más responsables del
país”) 26 escribió que la acción de Kerr era “un triunfo del legalismo

24 Coxsedge et al., p. 35; Freney, p. 33; The Village Voice, New York. 1-7 de julio de 1981. Para el

análisis de los temas políticos y legales en torno a la crisis del presupuesto y el despido de Whitlam
por Kerr ver:
a) Coxsedge et al: op. cit.;Freney: op. cit.; Flanagan: op. cit.
b) Sir John Kerr: Mattersfor Judgment: An Autobiography. New York. 1979, caps. 20-22.
c) Russell Ward: The Hístory of Australia: The Twentieth Century 1901-1975. Londres, 1978, pp.
398-419.
d) New York Times. 12. 14 de noviembre de 1975.
25
26 New York Times. 14 de noviembre de 1975, p. 7.
40. Australia 1973-1975 429

estrecho sobre el sentido común y el sentimiento popular”. Y añadió:


Al echar abajo al Gobierno porque el Senado rechazó el presupuesto, sir John
Kerr actuó contra el espíritu de la Constitución australiana. Desde 1901 es una
convención firme que el Senado no puede rechazar presupuestos [...] sir John
ha creado un asombroso precedente: que un Senado hostil puede echar abajo
un gobierno si rechaza el presupuesto. [Kerr] insufló vida en una reliquia
constitucional: el derecho de reyes y reinas de designar gobiernos
unilateralmente.27

El puesto de gobernador general ha sido tradicionalmente el de


representante decorativo de la reina de Inglaterra. La decisión de Kerr, sin
embargo, se produjo como un acto político calculado. No dio a Whitlam
ningún aviso o ultimátum antes de destituirlo, ni le dio oportunidad de
solicitar la disolución del Parlamento, lo que le habría permitido
permanecer en su cargo. Hay que leer la propia versión de Kerr de su
confrontación con Whitlam para apreciar cómo manipuló al primer
ministro para lograr que abandonara la oficina del gobernador general sin
solicitar la disolución. Kerr alega que se abstuvo de presentar a Whitlam
un ultimátum porque temió que este pidiera a la reina su retiro como
gobernador general. 28 Pero no explica por qué no dio a Whitlam un
ultimátum que tuviera que ser respondido de inmediato. Kerr había sido
designado por la reina, al menos en teoría. Irónicamente, ella lo había
hecho por recomendación de Whitlam, algo que atrajo a este las críticas
del ala izquierda de su propio partido. La acción de Kerr ratificó la
reputación de Whitlam como poco hábil para juzgar el carácter de otros,
un hombre fácil de engañar. Ciertamente hubo señales de alerta pues Kerr
había estado involucrado de manera estrecha con empresas “fachadas” de
la CIA por un buen número de años. En los 50 se había unido a la Asociación
Australiana para la Libertad Cultural, una organización derivada del
Congreso por la Libertad Cultural de la CIA (ver sección de Europa
occidental). Kerr se convirtió en miembro del consejo ejecutivo de la
organización en 1957 y fue redactor de su revista Quadrant. Un artículo en
1960 se tituló “La lucha contra el comunismo en los sindicatos”, un
programa y una táctica que, como hemos visto, la CIA había priorizado por
todo el mundo. En 1966 Kerr ayudó a fundar Law Asia, una organización
de abogados en el Lejano Oriente financiada por la Fundación Asia. La
misma fue una de las instituciones más importantes creadas por la CIA
durante toda una década, con sedes y representantes en todas las
principales capitales de Asia; una de sus primeras tareas era, según ha
escrito Víctor Marchetti, “diseminar por toda Asia una visión negativa de

27 The Age. 12 de noviembre de 1975, pp. 9 y 3.


28 Kerr, caps. 20-22.
40. Australia 1973-1975 430

China continental, Vietnam del Norte y Corea del Norte”. 29 Kerr fue el
primer presidente de Law Asia, una posición que mantuvo hasta 1970.
Describió la organización como “un grupo de abogados asiáticos no
comunistas”, apoyada por la Fundación Asia porque “el poder de la ley es
bueno, un cuerpo legal fuerte es bueno, y el intercambio entre abogados
es bueno”.30
“Hubo un poco de celebración” en la CIA cuando Whitlam fue
destituido, reportó Christophe Boyce, un norteamericano que trabajaba
entonces para TRW Systems, Inc. de Los Angeles, en un centro de
comunicaciones criptográficas que vinculaba al alto mando de la CIA en
Virginia con el sistema de vigilancia por satélite de la Agencia en Australia.
Boyce tenía una posición privilegiada para conocer las comunicaciones por
télex entre las dos estaciones. La CIA, dijo, se refería a Kerr como “nuestro
hombre”.31 Boyce también reveló que la CIA había infiltrado los sindicatos
australianos, había estado “manipulando su dirigencia”, y había
“suprimido las huelgas”, en particular las que involucraban ferrocarriles y
aeropuertos. Esto último se informaba porque las huelgas habían estado
demorando las entregas de equipos a las instalaciones de la Agencia. 32
Como era de esperar, Whitlam perdió las nuevas elecciones.

Otra operación de la CIA en Australia merece ser mencionada. Se trata


del Nugan Hand Merchant Bank of Sydney, en realidad un banco de la CIA.
Fundado en 1973 por Frank Nugan, australiano, con Michael Hand,
norteamericano que había estado con los Boinas Verdes en Vietnam y con
la línea Air America de la CIA, el banco exhibió un crecimiento fenomenal
durante los primeros años. Abrió filiales en Arabia Saudita, Hamburgo,
Malasia, Tailandia, Hong Kong, Singapur, Filipinas, Argentina, Chile, Hawai,
Washington y Annapolis, Maryland, siempre dirigidas por hombres con
trayectorias anteriores en la CIA, OSS, Boinas Verdes y esferas bancadas
de la misma especialidad. El antiguo director de la CIA William Colby era
uno de los abogados del mismo. El Nugan Hand Bank logró ampliar el
espectro de los servicios bancarios normales. Entre las actividades en que
se dice que estaba envuelto se hallaban; tráfico de drogas, compraventas
internacionales de armas, vínculos con la mafia, lavado de dinero para el
presidente Suharto de Indonesia, servicios no especificados para el
presidente Marcos y su esposa de Filipinas, ayuda a la familia del sha de

29 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cuit of Intelligence. New York, 1975, p. 178; ver

pp. 178-179 para una descripción de la Fundación Asia.


30 Kerr, pp. 172-186. así como la mayoría de los libros australianos mencionados antes; el artículo

del Quadrant se publicado en el número correspondiente a la primavera de 1960, pp. 27-38.


31 San Francisco Chronicle. 24 de mayo de 1982. Boyce es el protagonista del libro y el filme The

Falcon and the Snowman, por Robert Lindsey.


32 New York Times, 28 de abril de 1977, p. 18; The Guardian, Londres, 29 de abril de 1977, p. 7.
40. Australia 1973-1975 431

Irán a sacar su dinero del país, transferencia de dinero de la CIA hacia


partidos político pro norteamericanos y operaciones en Europa,
transferencia de 2 400.000 de dólares al Partido Liberal australiano a
través de una de las muchas compañías asociadas al banco, intento de
chantaje a un ministro australiano que investigaba el crimen organizado
(la CIA abrió una cuenta en Suiza a su nombre y amenazó con filtrar la
información), y servir de puente en otros proyectos de “utilidad social”.
Por si fuera poco vahas muertes misteriosas habían estado vinculadas con
el banco, incluida la de un oficial de la CIA en Maryland. El 27 de enero de
1980, Frank Nugan fue hallado muerto de un balazo en su auto. En junio
Michael Hand desapareció sin dejar rastro. El banco quebró y dejó una
deuda de unos cincuenta millones de dólares. 33

33 Sobre el Nugan Hand Bank ver:


a) Sunday Times, Londres. 31 de agosto de 1980, p. 2.
b) New York Times, 13 de noviembre de 1982, p. 31.
c) The VHiage Voice, 1-7 de julio de 1981.
d) CounterSpy, Washington, noviembre 1980-enero 1981, pp. 30-33.
e) Jonathan Kwitny: The Crimes of Patriots: A True Tale of Dope. Dirty Money and the CIA. New
York, 1987, passim.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 432

41. ANGOLA. 1975 HASTA LOS AÑOS 80


El juego de póker de las grandes potencias
Es primavera de 1975. Saigón acaba de caer. Los últimos
norteamericanos huyen para salvar sus vidas. La sombra de Watergate
pesa en la atmósfera de EE.UU. El Comité Pike de la Cámara de
Representantes investiga las actividades encubiertas de la CIA en el
extranjero; por el Senado, el Comité Church hace lo mismo. Y la Comisión
Rockefeller se dedica a investigar las actividades nacionales de la Agencia.
Los periódicos matutinos traen noticias frescas sobre las revelaciones
acerca de las operaciones del FBI y la CIA. Esta, y sus partidarios, alertan
que de continuar este proceso la Agencia se inhibirá de llevar a cabo las
funciones necesarias para la seguridad nacional. En las oficinas centrales
en Langley, Virginia, andan muy ocupados preparando la próxima
aventura: Angola.
Uno imagina que, para emprender una operación militar en ese
momento, las razones deberían ser urgentes y forzosas. Sin embargo, en
la larga historia de las intervenciones norteamericanas resulta difícil
encontrar una con menos sentido, o con menos que ganar por parte de
EE.UU. o de los pueblos implicados.
El origen de nuestra historia se remonta al principio de los 60 cuando
dos movimientos políticos en Angola comenzaron a oponerse por la vía
armada al gobierno colonial portugués: el MPLA, dirigido por Agostinho
Neto, y el FNLA, dirigido por Holden Roberto (este último grupo fue
conocido con otros nombres en sus primeros años, pero para simplificar
nos referiremos a él solo como FNLA). Estados Unidos, que no se dedicaba
normalmente a apoyar movimientos de “liberación”, decidió que en tanto
Portugal probablemente no podría retener por siempre a su colonia,
establecer contactos con un posible régimen sucesor podría ser
beneficioso. Por razones que se pierden en el tiempo, EE.UU., o al menos
alguien en la CIA, decidió que Roberto era el escogido y entre 1961 o 1962,
pasó a figurar en la nómina de la Agencia. 1 Al mismo tiempo, y durante los
años siguientes, Washington proporcionó a su aliado de la OTAN, la
dictadura de Salazar en Lisboa, la ayuda militar y el entrenamiento en
contrainsurgencia necesarios para suprimir la rebelión. John Marcum, un
estudioso norteamericano que recorrió 800 millas en territorio angolano

1 New York Times. 25 de septiembre de 1975; 19 de diciembre de 1975.


41. Angola. 1975 hasta los años 80 433

hasta los campamentos guerrilleros del FNLA a principios de los 60, ha


escrito: “Hacia enero de 1962, observadores extranjeros podían ver los
aviones portugueses bombardeando y ametrallando las aldeas africanas,
visitar los restos carbonizados de poblados como Mbanza M’Pangu y
M’Pangala, y copiar los números de serie de los cascos de las bombas de
napalm [...] a las cuales los portugueses no les borraron la marca
‘Propiedad de la Fuerza Aérea Estadounidense’.”2
La URSS, que también había dado algún apoyo a Roberto, eligió luego
a Neto en 1964, alegando que Roberto había ayudado al desacreditado
Tshombe en el Congo y había reducido sus propias operaciones
guerrilleras en Angola por presiones de Washington. 3 En breve otro
movimiento entró en acción, la UNITA, y la misma China se involucró en el
juego de póker de las grandes potencias, y dio apoyo a esta última y al
FNLA.
Aunque el MPLA puede haber sido más auténtico en sus convicciones
izquierdistas que el FNLA o la UNITA, en realidad había poco que
diferenciara a los tres grupos en el plano ideológico. Cuando la prensa
hacía alguna distinción entre ellos, marcaba usualmente al MPLA como
“marxista”, pero esto no estaba bien definido y sencillamente se convirtió
en verdad de los medios por repetida. Los tres grupos hablaban de
socialismo y empleaban el discurso marxista cuando la ocasión lo requería,
a la vez que se inclinaban ante otros dioses cuando era necesario. En los
60, cada uno de ellos estaba dispuesto a aceptar apoyo de cualquier país
que lo ofreciera sin demasiadas ataduras. Neto, por ejemplo, visitó
Washington en diciembre de 1962 para exponer su caso ante el Gobierno
y la prensa y enfatizar en la falacia de considerar al MPLA como comunista.
Durante los dos años siguientes, Roberto solicitó ayuda a la URSS, China,
Cuba, Argelia y al Egipto de Nasser. Más tarde, Joñas Savimbi, el líder de la
UNITA, se acercó a los mismos países (excepto tal vez la URSS), al igual que
a Vietnam del Norte, y aceptó que los norcoreanos entrenaran
militarmente a sus hombres. Cada grupo estaba compuesto por los
miembros de una etnia particular; cada uno trataba de lograr que los otros
no recibiesen ayuda o reconocimiento; cada uno sufría graves divisiones
internas y perdían tanto tiempo luchando entre ellos, como el que
utilizaban para enfrentar al Ejército portugués. No eran vietcongs.4

2 John A. Marcum: The Angoian Revolution. Vol. I 1950-1962, MIT Press, Cambridge, Mass., 1969,

pp. 229-230.
3 New York Times, 17 de diciembre de 1964, p. 14.
4 Para una comparación entre los cuatro grupos ver:

a) Jonathan Kwitny: Endiess Enemies: The Making of an Unfriendiy World. New York. 1984, cap. 9.
b) Marcum. Vol. II 1962-1976. E.E.UU., 1978, pp. 14-15, 132, 172 y otras.
c) Basil Davidson: ln the Eye of the Storm: Angola’s People. Londres, 1972, passim.
d) Ernest Harsch y Tony Thomas: Angola: The Hidden History of Washington's War. New York,
41. Angola. 1975 hasta los años 80 434

Jonathan Kwitny ha observado en su libro que las tres etnias tribales


tenían una larga historia de luchas entre ellas. “No fue hasta la segunda
mitad del siglo XX que el Dr. Henry Kissinger y otros científicos políticos
descubrieron que la razón real que habían tenido los mbundus, los
ovimbundus y los congos para haberse combatido por más de 500 años
era que los mbundus eran ‘marxistas’ y los ovimbundus y congos eran ‘pro
coccidentales’.”5 Que para la CIA escoger su aliado fue en buena medida
un proceso arbitrario, quedó subrayado por un cable del Departamento
de Estado a sus embajadas en África en 1963, en el cual se plantea: “La
política de EE.UU. no es, repito, no es, desalentar [una] inclinación del
MPLA [...] hacia Occidente y no es escoger entre estos dos movimientos”. 6
Incluso en 1975, cuando el jefe de la CIA, William Colby, fue llamado
ante un comité del Congreso y le preguntaron las diferencias entre las tres
facciones en lucha, contestó: “Todos son independientes. Luchan por
África negra. Por algún tipo extraño de sistema social, me entienden, sin
mucha articulación realmente, pero del tipo de no nos dejemos explotar
por las naciones capitalistas”. Cuando se le preguntó por qué los chinos
respaldaban el FNLA o la UNITA, afirmó: “Porque los soviéticos respaldan
al MPLA es la respuesta más simple”. El congresista Aspin comentó
entonces: “Suena como que es por eso que nosotros lo estamos
haciendo”. “Así es”, le respondió Colby. 7 No obstante, el comité, en su
informe final, consideró que en vista de la declaración de Colby: “La
oposición expresa de EE.UU. al MPLA es enigmática”. 8 Finalmente, es
instructivo destacar que los portugueses acusaban a los tres grupos de ser
comunistas y terroristas.
Antes de abril de 1974, cuando el golpe en Portugal terminó con la
dictadura, el apoyo a los movimientos de resistencia angolanos dado por
diversas potencias extranjeras fue insignificante y esporádico, más que
nada un asunto de patrones manteniendo las manos en el juego. El golpe
en Portugal elevó las apuestas, pues el nuevo Gobierno portugués pronto
declaró su disposición a dar la independencia a las colonias africanas. En
un acuerdo anunciado el 15 de enero de 1975, los tres movimientos

1976, passim.
Sobre las solicitudes de ayuda internacional hechas por Roberto y Savimbi ver también New York
Times. 4 de enero de 1964, p. 15; Kwilny, p. 136; Declassified Documents Referente System. Vol. 1977,
documento 210D (cable lechado el 17 de julio de 1964. de la Embajada en el Congo al Departamento
de Estado).
5 Kwilny, pp. 132-133.
6 Departamento de Estado. Circular Nº 92 del 16, de julio de 1963, citada en Marcum. Vol. II, p.

16.
7 Audiencias ante el Comité Selecto sobre Inteligencia de la Cámara (Comité Pike), publicado en

CIA - The Pike Report. Nottingham, 1977, p. 218; en lo adelante lo llamaremos Informe Pike. Ver notas
sobre Iraq para mayor información.
8 Ibíd., p. 201.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 435

formaron un gobierno de transición para efectuar elecciones en octubre y


la independencia formal se entregaría en noviembre.
Desde 1969, Roberto había recibido unos diez mil dólares de la CIA cada
año.9 El 22 de enero el Comité 40 del Consejo de Seguridad Nacional en
Washington autorizó a la CIA a entregar 300.000 dólares a Roberto y el
FNLA para “diversas actividades políticas siempre que se tratara de
objetivos no militares”. 10 Por supuesto que tales fondos pueden siempre
liberar otros para dedicarlos a usos militares.
En marzo, el FNLA, que había sido históricamente el más combativo de
los grupos, atacó el cuartel de mando del MPLA y luego baleó a 51 jóvenes
reclutas del movimiento que estaban desarmados. 11 Estos incidentes
prendieron la chispa de lo que fue una guerra civil en gran escala, con la
UNITA alineada con el FNLA en contra del MPLA. Las programadas
elecciones nunca tendrían lugar.
También en marzo el primer gran cargamento de armas llegó de la
URSS para el MPLA.12 El comité investigador de la Cámara afirmó luego de
esto: “Los últimos hechos han sugerido que la entrega de ayuda
norteamericana [los 300.000 dólares], algo sin precedentes y exagerado
en la subdesarrollada colonia, puede haber causado el pánico entre los
soviéticos y decidirlos a armar a sus clientes del MPLA”. 13
Los soviéticos pueden haber estado influidos también por el hecho de
que China había enviado un gran volumen de armas al FNLA el septiembre
anterior y había despachado a más de cien asesores hacia la vecina Zaire
para entrenar a los soldados de Roberto sólo un mes antes del golpe en
Portugal.14
La CIA mandó su primer gran embarque de armas al FNLA en julio de
1975, de modo que, al igual que rusos y chinos, EE.UU. daba ayuda a uno
de los bandos en la guerra civil de Angola en proporciones mucho mayores
que la entregada durante la lucha contra el colonialismo portugués. El país
se involucró directamente en este conflicto de manera muy marcada:
además de entrenar a las unidades de combate angolanas, el personal
norteamericano hizo gran cantidad de vuelos entre Zaire y Angola en
misiones de reconocimiento y suministro, 15 y la CIA gastó cerca de un

9 New York Times. 25 de septiembre de 1975; 19 de diciembre.


10 Informe Pike, p. 199, las palabras citadas son las del Informe; la fecha proviene de John
Stockwell: ln Search of Enemies, New York, 1978, p. 67. Stockwell era un oficial de la CIA y jefe del
equipo encargado de Angola.
11 Stockwell, pp. 67-68; Marcum, Vol. II, pp. 257-258. cita varias versiones de la prensa

internacional.
12 New York Times, 25 de septiembre de 1975.
13 Informe Pike, p. 199.
14 Stockwell, p. 67.
15 New York Times. 12 de diciembre de 1975; Harsch y Thomas, p. 100, se citan noticias de CBS-TV

del 17 de diciembre de 1975 y al senador John Tunney en comparecencia el 6 de enero de 1976.


41. Angola. 1975 hasta los años 80 436

millón de dólares en un ambicioso programa de mercenarios. 16 Varios


reportes aparecieron en la prensa acerca de numerosos mercenarios
norteamericanos que luchaban en Angola contra el MPLA —desde
“veintenas” hasta “300”— y de que muchos otros estaban siendo
reclutados y entrenados en EE.U U. para unírseles. Pero John Stockwell,
jefe del grupo de la CIA que operaba en Angola, situó el número de
mercenarios estadounidenses que llegaron a ir a Angola en sólo 24. 17 No
obstante. Roberto utilizaba el dinero de la CIA, con la aprobación tácita de
esta, para reclutar a mercenarios de otras naciones: más de cien
británicos, además de algunos franceses y portugueses. 18 La CIA también
estaba financiando directamente el armamento de los mercenarios
británicos 19 (entre ellos se hallaba el conocido sicópata inglés George
Cullen, que formó en línea a 14 de sus compañeros y los fusiló porque
habían cometido un error en el ataque). 20 Poco después el secretario de
Estado Kissinger informó al Senado que “la CIA no está envuelta” en el
reclutamiento de mercenarios para Angola. 21
Había también más de cien oficiales de la CIA y asesores militares
norteamericanos diseminados por Angola, Zaire, Zambia y Sudáfrica
ayudando a dirigir las operaciones mi litares y ejercitando sus habilidades
propagandísticas.22 A través de periodistas contratados en los principales
servicios noticiosos, la Agencia pudo generar cobertura internacional para
falsos reportes de asesores soviéticos en Angola. Una historia de la CIA,
dada a la prensa por la UNITA, fue que 20 rusos y 35 cubanos habían sido
capturados. Otra noticia fabricada hablaba de supuestas violaciones de
mujeres angolanas por soldados cubanos; esta fue desarrollada para
incluir su captura, juicio y ejecución, con fotos de las jóvenes dando
muerte a los cubanos que las habían violado. 23 Ambas historias circularon
ampliamente en la prensa norteamericana, británica y en todas partes.
Algunos de los principales periódicos, como el New York Times, el
Washington Post y The Guardian, de Londres, fueron cuidadosos al señalar
que la única fuente de la información era la UNITA y sus artículos no
intentaron dar ninguna credibilidad especial a estos informes. 24 Pero esto
no evitó, por supuesto, que quedara sembrada la semilla en la mente de

16 New York Times. 16 de julio de 1978, p. I.


17 Entrevista a Stockwell por el autor.
18 Stockwell; pp. 223-224; ver también Harsch y Thomas, pp. 99-100.
19 Chapman Picher: inside Story: A Documentary of the Pursuit of Power. Londres, 1978, p. 20.
20 Stockwell, p. 225.
21 New York Times. 16 de julio de 1978, se hace referencia a la declaración de Ki ssinger del 29 de

enero de 1976.
22 Stockwell, pp. 162, 177-178, además entrevista a Stockwell por el autor.
23 Ibíd., pp. 194-195.24
24 La historia de la captura de rusos y cubanos apareció en la prensa el 22 de noviembre de 1975;

la historia de la violación, el 12 de marzo de 1976.


41. Angola. 1975 hasta los años 80 437

lectores ya acondicionados a pensar lo peor de los comunistas.


La campaña de desinformación tuvo lugar dentro de EE.UU.
igualmente. Delegados del FNLA acudieron a Nueva York en septiembre
para pedir apoyo ante la ONU y la prensa neoyorkina, y distribuyeron
copias de un “libro blanco” acerca del conflicto angolano preparado en las
oficinas de la CIA, pero de forma tal que pareciera haber sido elaborado
en Zaire, incluso estaba en francés. 25 John Stockwell describió el
documento como algo a veces “falso al punto de ser pura invención” y
otras “simplemente inexacto”. 26 Después de esto, representantes de la
UNITA fueron a Washington y presentaron ante miembros del Congreso,
el Departamento de Estado, la Casa Blanca y los medios de prensa,
reportes verbales sobre la situación en Angola que habían sido elaborados
por sus oficiales de caso de la CIA. 27 En enero de 1976, William Colby
compareció ante el comité investigador del Senado y aseveró con
solemnidad: “Hemos sido particularmente cautos para asegurarnos de
que nuestras operaciones se enfocan hacia el extranjero y no dentro de
Estados Unidos para influir en la opinión del pueblo norteamericano
acerca de determinados asuntos desde el punto de vista de la CIA”. 28 No
hubo prácticamente un solo aspecto importante de la intervención en
Angola en la que Colby, Kissinger y otros altos funcionarios no mintieran
al Congreso y a los medios.
La suerte nunca favoreció a las fuerzas apoyadas por EE.UU. con una
victoria militar, en particular al no contar con un respaldo norteamericano
en mayor escala, lo cual no era imaginable en la atmósfera política del
momento. El MPLA era el mejor organizado y orientado de los tres
movimientos, y pronto controló la capital. Luanda, donde se albergaba
toda la maquinaria gubernamental. No obstante, al parecer sin otra razón
que el hecho de que recibieran ayuda soviética, EE.UU. no estuvo a favor
de negociar ningún acuerdo con ellos. Cuando Savimbi envió emisarios al
MPLA para discutir una solución pacífica, fue amonestado por la CIA. De
manera similar, al mes siguiente cuando una delegación del MPLA fue a
Washington una vez más para expresar su deseo de amistad, tuvieron una
fría acogida y sólo fueron recibidos por un funcionario de bajo nivel del
Departamento de Estado. 29 En noviembre visitaron Washington
nuevamente enviados del MPLA para pedir la entrega de dos aviones de
pasajeros Boeing, que su Gobierno había pagado, pero que estaban

25 Stockwell, p. 196.
26 San Francisco Chronicle 9 de mayo de 1978.
27 Stockwell, pp. 196-198.
28 Foreign and Military inteliigence. Libro 1. Informe Final del Comité Selecto del Senado para el

Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de Inteligencia. 26 de abril de


1976, p. 129.
29 Stockwell, p. 193.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 438

retenidos por el Departamento de Estado. John Stockwell relata la


circunstancia inusual de que los hombres de Neto se hallaban
acompañados por Bob Temmons, quien hasta hacia poco había sido el jefe
de la estación CIA en Luanda, al igual que por el presidente de la Boeing.
Mientras los angolanos y el director de la compañía elevaban su solicitud
al Departamento de Estado, el hombre de la CIA hizo saber al alto mando
de la Agencia que había venido para compartir el punto de vista del cónsul
general norteamericano en Luanda de “que el MPLA era el mejor calificado
para encargarse del país, que había demostrado no ser hostil a Estados
Unidos y que Estados Unidas debía hacer la paz con ellos lo antes posible”.
La respuesta del Departamento de Estado a los representantes del MPLA
fue simple: el precio de cualquier cooperación norteamericana con el
Gobierno angolano era la eliminación de la cooperación soviética.30
En un momento u otro, casi dos docenas de países, tanto del Este como
de Occidente, sintieron la necesidad de intervenir en el conflicto. Los
principales fueron EE.UU., China, Sudáfrica y Zaire del lado del FNLA-
UNITA, y la URSS, Cuba, la República del Congo y las tropas kalanguesas
(rebeldes zairenses) en apoyo al MPLA. La presencia de fuerzas
sudafricanas en su bando costó a EE.UU. y a sus aliados angolanos el
rechazo de otros estados, en particular los africanos. Sin embargo, la
participación de Sudáfrica había sido directamente solicitada por EE.UU.31
En agudo contraste con lo establecido por la política norteamericana, la
CIA y la Agencia de Seguridad Nacional habían estado colaborando con el
servicio de inteligencia de Pretoria desde los años 60 y seguían haciéndolo
en relación con Angola. Uno de los principales focos de la información de
inteligencia que EE.UU. proporcionaba a Sudáfrica era el Congreso
Nacional Africano, la organización antiapartheid más importante, que
había sido prohibida y forzada al exilio. 32 En 1962 la policía sudafricana
arrestó a Nelson Mándela, dirigente de CNA, gracias a la información sobre
su paradero y disfraz que les dio el oficial de la CIA Donald Rickard.
Mándela pasó casi veintiocho años en prisión. 33 En 1977 la administración
Cárter prohibió la entrega de información a Sudáfrica, pero, en líneas
generales, los servicios de inteligencia hicieron caso omiso de esto. Dos
años antes la CIA había establecido un mecanismo encubierto mediante el

30 Ibíd., pp. 205-206. Bob Temmons es probablemente un seudónimo; después del final de la

guerra, el Departamento de Estado entregó los aviones a Angola.


31 Newsweek (edición internacional). 17 de mayo de 1976, p. 23, admitido de manera implícita por

el primer ministro sudafricano Balthazar Johannes Vorster.


32 New York Times. 16 de julio de 1978, p. 1; 23 de julio de 1986, p. 1; Stockwell, pp. 208, 218:

Stephen Talbot: “The CIA y BOSS: Thick as Thieves”, en Ellen Ray et ai., eds.: Dirty Work 2: The CIA in
Africa. New Jersey, 1979, pp. 266-275 (BOSS es el Buró de Seguridad Estatal sudafricano); Bob
Woodward: VEiL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987, New York, 1987, p. 269.
33 The Guardian, Londres, 15 de agosto de 1986; The Times, Londres. 4 de agosto de 1986, p. 10.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 439

cual se entregaban armas a los sudafricanos. Esta práctica, violatoria de


las leyes norteamericanas, continuó al menos hasta 1978, y una parte de
este armamento era utilizado según todas las probabilidades en Angola. 34
Sudáfrica a su vez ayudaba a transportar la ayuda militar norteamericana
desde Zaire hacia Angola.35 Para ser justos con la CIA, debe señalarse que
su personal no era por completo indiferente o insensible ante lo que
Sudáfrica representaba, la Agencia era muy cuidadosa en cuanto a utilizar
oficiales negros en el programa de Angola. 36
En enero de 1976 se puso en práctica por el Congreso la supresión de
la ayuda al FNLA-UNITA y esto remachó el último clavo en el ataúd de
ambas organizaciones. Los congresistas no conocían en toda su extensión
el operativo norteamericano, pero había salido a la luz lo suficiente como
para que estuvieran indignados contra Kissinger, Colby y los suyos, por
haberles mentido. La consecuencia fue una de las contadas ocasiones en
los tiempos modernos en que el Congreso de EE.UU. ha ejercido una
influencia directa y fundamental en la política exterior norteamericana.
Durante el proceso se evitó el verse abocados a otro Vietnam. 37 Hacia
febrero, el MPLA, con el apoyo indispensable de soldados cubanos y
equipamiento militar soviético, había puesto en fuga prácticamente a
todos sus oponentes. La presencia cubana en Angola fue una respuesta
directa a los ataques sudafricanos contra el MPLA. Wayne Smith, director
de la oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado desde 1977
a 1979, ha escrito que “en agosto y octubre [de 1975] las tropas
sudafricanas invadieron Angola con completo conocimiento de EE.UU. No
había soldados cubanos en Angola antes de esta intervención”. 38
Savimbi volvió a considerar en este momento el concertar un acuerdo
con el MPLA. La respuesta de Washington fue: Sigan luchando. Kissinger
en persona le prometió a la UNITA mantener el apoyo si mantenían la
resistencia, a pesar de saber que no había más apoyo que dar. Durante las
dos semanas que Savimbi esperó por esta respuesta, perdió 600 hombres
en una sola batalla. 39 Sin embargo, menos de dos meses antes, el
secretario de Estado había pronunciado esta increíble declaración: “No
nos oponemos al MPLA como tal [...] Podemos convivir con cualquiera de
las facciones en Angola”. 40 El hombre estaba totalmente obsesionado con

34 New York Times, 25 de marzo de 1982, p. 7, cita un informe del Comité de Asuntos Extranjeros

de la Cámara.
35 Stockwell, p. 209.
36 Ibíd., p. 75.
37 Ibíd., pp. 216-217, analiza cómo se produjeron los hechos.
38 Wayne S. Smith: “Dateline Havana: Myopic Diplomacy”, en Foreign Policy, Washington D. C.,

otoño de 1982, p. 170; ver también New York Times, 31 de marzo de 2002, p. 4.
39 Stockwell, pp. 234-235.
40 New York Times, 24 de diciembre de 1975, p. 7.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 440

contrarrestar los avances soviéticos en cualquier parte del planeta, fuesen


significativos o triviales, reales o imaginarios, concretados o anticipados.
Se sentía en particular empeñado en este caso pues más tarde escribió:
“Angola representa la primera vez que los soviéticos han hecho un
movimiento militar a gran distancia para imponer un régimen de su
elección”.41
Si esto suena muy distinto del modo en que los académicos
acostumbran a explicar cómo se hace la política exterior norteamericana,
resulta mucho más aceptable que la otra explicación comúnmente
ofrecida en relación con el caso de Angola: que se hizo para complacer a
Mobutu, el dictador de Zaire, considerado el cliente y aliado más
importante de EE.UU. en África, si no en todo el Tercer Mundo.42 Mobutu
deseaba un gobierno angolano que pudiese manejar, en primer lugar para
evitar que Angola se convirtiera en refugio de los rebeldes katangueses.
En concordancia con esto, envió sus fuerzas armadas, con equipamiento
estadounidense a combatir en Angola, del lado del FNLA, pues Roberto era
su amigo, aunque casi nadie más lo respaldaba. Como testificó ante el
Congreso el profesor Gerald Bender, el principal especialista
norteamericano sobre Angola:
Aunque Estados Unidos ha apoyado al FNLA en Angola por 17 años, es casi
imposible encontrar un funcionario, estudioso o periodista norteamericano
familiarizado con ese partido, que pueda dar una opinión positiva acerca de
esta organización o su dirigencia. Después de un debate con un alto
funcionario del Departamento de Estado al final de la guerra civil en Angola,
le pregunté por qué Estados Unid os puso alguna vez su apuesta por el FNLA.
Me respondió: “Maldito si lo sé; nunca he visto un solo informe o memo que
sugiriera que el FNLA tiene alguna organización, líderes sólidos o una ideología
con la que se pudiera contar”. Incluso los dirigentes extranjeros que han
apoyado a Holden Roberto, como el general Mobutu, coinciden con esa
evaluación. Cuando un senador norteamericano que lo visitaba le preguntó si
pensaba que Roberto sería un buen dirigente para Angola, Mobutu le
respondió: “¡Diablos, no!”43

El propio Kissinger dijo al comité investigador de la Cámara que


promover la estabilidad de Mobutu fue una de las razones principales de
la política norteamericana en Angola.44 Sin embargo, incluso si fuera uno
de los raros casos en que Kissinger dijo la verdad acerca de la situación allí,
e incluso si esta pudiera haber sido una justificación válida para una seria

41 Henry Kissinger: American Foreign Policy. New York, 1977, p. 317.


42 Ver, por ejemplo, New York Times, 25 de septiembre de 1975.
43 Audiencias ante el Subcomité sobre África del Comité de la Cámara sobre Relaciones

Internacionales, 25 de mayo de 1978, p. 7.


44 Informe Pike, p. 200.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 441

intervención en una guerra civil dentro de un tercer país, su declaración e


s un desafío, si no una derrota, a la comprensión, pues en junio de 1975,
un mes antes de que EE.UU. enviara el mayor cargamento de armas al
FNLA, Mobutu había acusado a EE.UU. de planear su derrocamiento y
asesinato, por lo cual expulsó al embajador norteamericano (ver sección
de Zaire). El secretario de Estado, que nunca perdía por la habilidad de
dominar a su audiencia con la palabra, también dijo a los funcionarios
israelíes que si no se lograba detener a los rusos en Angola esto “podía
alentar a países árabes como Siria a correr riesgos que podrían conducirá
un nuevo ataque sobre Israel, con apoyo ruso”45
El embajador norteamericano ante la ONU, Daniel Moynihan no
aumentó mucho el nivel de la discusión cuando declaró que de no haber
entrado EE.UU. en el conflicto “los comunistas hubieran dominado Angola
y habrían alcanzado con ello un control considerable de las rutas de los
barcos petroleros del Golfo Pérsico hacia Angola. Estarían cercanos a
Brasil. Tendrían una gran porción de África y el mundo sería diferente en
sus resultados si hubieran tenido éxito”. 46 Una línea de pensamiento
realmente barroca, y otro ejemplo de lo que el condicionamiento de la
Guerra Fría podía lograr en una persona inteligente y educada. Con sólo
cambiar los nombres de los lugares, teorías geopolíticas similares de
“efecto dominó” habían sido formuladas para dar un viso de racionalidad
a muchas intervenciones norteamericanas. En este caso, como en los otros
donde los “comunistas” ganaron, no pasó nada de lo pronosticado. “Con
respecto a Kissinger, uno tiene realmente que preguntarse por la cordura
de alguien que contempla una antigua disputa tribal sobre el control de
cafetales distantes y ve en ella una amenaza soviética a la seguridad de
Estados Unidos”, escribió Jonathan Kwitny.47
El MPLA en el poder se vio restringido por las mismas realidades
económicas internas y externas que hubieran enfrentado el FNLA o la
UNITA. Por tanto, no favoreció la lucha sindical, exhortó a los trabajadores
a producir más, entró en negociaciones con varias multinacionales y no
levantó la hoz y el martillo sobre el Palacio Presidencial.48 Pidió en cambio
a la Gulf Oil Corporation que continuara sus operaciones en exclusiva en
la provincia de Cabinda y garantizó la seguridad de los empleados de la
misma mientras la lucha todavía estaba enconada. La Gulf aceptó
complacida esta oferta, pero la CIA y el Departamento de Estado
presionaron a la compañía para que suspendiera el pago de las regalías
correspondientes al MPLA, con lo cual pusieron en peligro a la empresa

45 New York Times, 9 de enero de 1976, p. 3.


46 Washington Post, 18 de diciembre de 1975, p. A23.
47 Kwitny, p. 148.
48 Harsch y Thomas, pp. 82-91; New York Times, 8 de febrero de 1981, IV, p. 5.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 442

petrolera mucho más de lo que el Gobierno “marxista” hizo nunca. Un


aspecto de estas presiones fue la amenaza de Kissinger de abrir una
investigación sobre soborno internacional por parte de la compañía. Gulf
resolvió entonces depositar sus pagos en una cuenta bancada sin nombre
hasta que la guerra civil llegó a su fin pocos meses después, y reanudó
entonces los pagos al MPLA.49
En contra de lo que se cree en Occidente, Cuba no entró en la guerra
de Angola obedeciendo órdenes de la URSS. John Stockwell ha señalado
que después de la guerra la CIA “supo que Cuba no había entrado en
acción por órdenes de la URSS” sino que “los dirigentes cubanos se
sintieron obligados a intervenir por sus propias razones ideológicas”. 50 En
1977, la revista Africa Report de Nueva York afirmaba que “los cubanos
han apoyado [al dirigente del MPLA, Neto] su enfoque pragmático acerca
de la inversión occidental y sus intentos de mantener una política exterior
no alineada”. La revista también informaba que el 27 de mayo el Gobierno
angolano había anunciado que, con la ayuda de las tropas cubanas, había
aplastado la rebelión de una facción del MPLA cuyo líder proclamaba tener
apoyo soviético.51
La guerra civil en Angola no terminó realmente en 1976 como parecía,
pues los combates se mantuvieron de manera intermitente, a veces
moderados, a veces feroces. En 1984 un memorándum confidencial
sustraído de Zaire reveló que EE.UU. y Sudáfrica se habían reunido en
noviembre de 1983 para debatir la desestabilización del Gobierno
angolano. Se elaboraron planes para suministrar más ayuda militar a la
UNITA (el FNLA era difunto) y se analizaron las vías para implementar todo
un amplio espectro láctico: unificar a los movimientos opositores, instigar
el descontento popular contra el Gobierno, sabotear fábricas y sistemas
de transporte, apoderarse de puntos estratégicos, interrumpir los
proyectos conjuntos angolano-soviéticos, minar las relaciones con la URSS
y Cuba, presionar a Cuba para que retirase sus tropas, sembrar división
entre las filas de la dirigencia del MPLA, infiltrar agentes en el Ejército
angolano y aplicar presiones para bloquear el flujo de la inversión
extranjera hacia Angola. Estados Unidos calificó al documento como una
falsificación, pero el representante de la UNITA en Washington ni negó ni
confirmó que la reunión hubiera tenido lugar. Declaró, no obstante, que
la UNITA tenía “contactos con funcionarios norteamericanos de todos los

49 Stockwell, pp. 203-204, 241; además entrevista a Stockwell por el autor.


50 Stockwell, p. 172; ver también New York Times, 31 de marzo de 2002, p. 4.
51 Galen Hull: “Internationalizing the Shaba Conflict”, en Africa Report, New York, Julio- agosto de

1977, p. 9. Para un mayor análisis de posibles conexiones soviéticas con la rebelión y la actitud de los
rusos hacia Angola, ver Jonathan Steele: “Soviet Relations with Angola and Mozambique”, en Robert
Cassen, ed.: Soviet interests in the Third World. Sage, Londres, 1985, p. 290; ver también New York
Times, 31 de marzo de 2002, p. 4.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 443

niveles con regularidad”. De acuerdo con el memorándum, el objetivo de


la operación era obligar a parte de la dirigencia angolana a negociar con la
UNITA, precisamente lo que Washington había desautorizado años
antes.52 Un mes después de la supuesta reunión, el Consejo de Seguridad
de la ONU censuró a Sudáfrica por sus operaciones militares en Angola y
respaldó el derecho de Luanda a exigir indemnización. Sólo EE.UU., al
abstenerse, no apoyó la resolución. 53
En agosto de 1985, después de tres años de batallar con el Congreso,
la administración Reagan logró rebatir la prohibición de 1976 de dar ayuda
militar a las fuerzas rebeldes en Angola. La misma comenzó a llegar a la
UNITA tanto en forma abierta como encubierta. En enero de 1987
Washington anunció que estaba abasteciendo a los rebeldes con misiles
Stinger y otras armas antiaéreas. Tres meses antes, Jonas Savimbi había
hablado ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo, Francia, en solicitud
de ayuda. Sin embargo, después de su apelación, la sesión plenaria del
Parlamento criticó el apoyo norteamericano al líder guerrillero y aprobó
una resolución que describía a la UNITA como una “organización terrorista
que apoya a Sudáfrica”. 54
Finalmente, en septiembre de 1992, se efectuaron elecciones pero
cuando se hizo evidente que el MPLA sería el amplio ganador— en una
votación que la ONU certificó como libres y justas— Savimbi rehusó
aceptar el resultado. Dio por terminado el cese al fuego de un año e inició
una de las ofensivas de la UNITA de mayor alcance y más sostenidas de la
guerra, siempre con el suministro de los sudafricanos y. en los años más
recientes, de líneas aéreas “privadas” norteamericanas y de
organizaciones de “ayuda” con trayectorias interesantes tales como
contactos anteriores con los “contras” nicaragüenses. 55
En mayo de 1993 Washington reconoció finalmente al Gobierno
angolano. En enero, justo antes de la toma de posesión de Clinton, un alto
oficial del Departamento de Estado había declarado: “La UNITA es
exactamente como el Khmer Rouge: elecciones y negociaciones son sólo
un método más de pelear en la guerra; el poder lo es todo”. 56 Para
entonces habían muerto más trescientas mil personas, una hambruna de
grandes proporciones devastó al país que, según se dice, tenía el índice
más alto de amputaciones del mundo, a causa de las innumerables minas
plantadas en su territorio. La muerte en combate de Savimbi en febrero

52 The Observer, Londres, 22 de enero de 1984.


53 The Guardian, Londres, 21 de diciembre de 1983.
54 The Times, Londres, 23 de octubre de 1986, p. 8; la votación en el Parlamento Europeo fue de

152 contra 150.


55 The Guardian, Londres, 25 de junio de 1990, p. 10; Sharon Beaulaurier; “Profiteers Fuel War in

Angola”, en Covert Action Quarteriy, Nº 45, Washington, verano de 1993, pp. 61- 65.
56 New York Times, 17 de enero de 1993, IV, p. 5.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 444

de 2002 pareció ofrecer un rayo de esperanza para el futuro.


42. Zaire 1975-1978 445

42. ZAIRE 1975-1978


Mobutu y la CIA, un matrimonio hecho en el cielo
Hacia 1975 el presidente Mobutu Sese Seko (originalmente Joseph
Mobutu), el hombre fuerte zairense (antiguamente congolés), había
gobernado a sus desafortunados y empobrecidos súbditos por diez largos
años. En este proceso, gracias a una tendencia a la corrupción
desenmascarada que se destaca entre las mejores del siglo XX, Mobutu
amasó una fortuna personal estimada en miles de millones de dólares,
depositados en los acostumbrados bancos de Suiza, Francia y EE.UU.,
mientras la mayoría de la población pasaba hambre. 1 Puede decirse que
su corrupción sólo era igualada por su crueldad; un observador escribió
que Mobutu
gobierna por decreto con una grotesca impulsividad que parece espantar
incluso a sus antiguos oficiales de caso [de la CIA]. Uno contaba que en junio
de 1971 Mobutu había reclutado a la fuerza en el ejército a todo el
estudiantado de la Universidad de Lovania. “Estaba resentido por algunas
manifestaciones estudiantiles”, recordaba el funcionario. Mobutu finalmente
cedió, pero diez de los estudiantes fueron sentenciados a cadena perpetua por
el crimen de “insulto público” al jefe de Estado [...] Una fuente de inteligencia
relata una ferviente propuesta de Mobutu, con el tiempo desestimada, de que
o bien Zaire con el apoyo de la CIA, o bien la Agencia por sí sola, emprendieran
una invasión contra “esos bastardos del otro lado del río” en la República del
Congo (Brazzaville). Es “realmente un salvaje”, dijo uno de los ex funcionarios,
“y nos ha dado trabajo mantenerlo bajo las riendas”.2

Esto puede no haber sido por falla de empeño. En junio de 1975


Mobutu anunció que había descubierto y abortado un intento de golpe
dirigido a su “eliminación física”. Culpó a una “gran potencia extranjera”,
sin dar el nombre, y a ciudadanos zairenses “sedientos de dinero” (sic). Las
acusaciones aparecieron en un periódico del Gobierno en forma de carta
de Mobutu, acompañada por un editorial en el que se indicaba a las claras
que la gran potencia extranjera era EE.UU. Pocos días después los

1 Sobre la fortuna de Mobutu ver New York Times, 3 de junio de 1978, articulo de Michael

Kaufman; The Nation, New York, 26 de febrero de 1983, p. 230. Sobre la desnutrición ver informe del
Banco Mundial en 1975, citado en Africa Today, Denver, Colorado, octubre- diciembre de 1978, p. 7.
2 Roger Morris y Richard Mauzy: “Zaire (the Congo): An Exercise in Nation Building”, en Robert

Borosage y John Marks, eds.: the. CIA File. New York, 1976, pp. 36-37. Para una descripción detallada
de la cru eldad y corrupción de M obutu, ver Jo nathan Kwitny: Endless Enemies: The Making of an
Unfriendty World. Penguin Books, New York, 1986, pp. 86-91.
42. Zaire 1975-1978 446

periódicos zairenses afirmaban que la CIA había organizado a disidentes


tribales y norteamericanos negros para llevar a cabo un golpe contra
Mobutu el 30 de septiembre. No se aclaraba si esta acusación estaba
relacionada con la anterior.
Mobutu declaró que los “imperialistas” estaban disgustados por su
ruptura de relaciones con Israel, su nacionalización de muchas empresas
extranjeras y la amistad “sincera y recíproca” que se estaba desarrollando
entre Zaire, China y Corea del Norte. Varios altos militares zairenses, al
igual que otros militares y civiles, fueron arrestados y se dice que entre
ellos estaban incluidos la mayoría de los agentes de la CIA nacidos en el
país. El Gobierno anunció que uno de los oficiales arrestados había
regresado cuatro meses antes de una escuela en EE.UU., otro había sido
el agregado militar de Zaire en Washington hasta hacía dos semanas y el
tercero acababa de regresar de cursar estudios en Fort Bragg, Carolina del
Norte, donde, como trabajo de clase, había preparado un informe sobre
“Cómo planear y llevar a cabo un golpe de Estado contra el gobierno de
Zaire”. Esto último no es tan ridículo como suena. Tales ejercicios
“hipotéticos” habían sido informados antes por antiguos estudiantes de
las escuelas de la CIA, aunque sin utilizar el nombre de un país real y bajo
la cobertura de aprender cómo suprimir un golpe de Estado (de la misma
forma que se enseñaban los métodos de tortura en Vietnam como
“contramedidas para el interrogatorio, hostil” y, como hemos visto, de
manera similar a la enseñanza de técnicas de explosivos y guerra química
y biológica).
Siete de los arrestados fueron condenados a muerte por el supuesto
complot (incluidos algunos de los agentes de la CIA), siete fueron
absueltos, y otros 27 quedaron en prisión. Ningún norteamericano fue
nombrado entre los conspiradores, pero el embajador Deane R. Hinton fue
expulsado y Zaire retiró a su embajador de Washington. El Departamento
de Estado negó las acusaciones y llamó al Gobierno zairense a aportar
pruebas, lo que este nunca hizo. El secretario de Estado Henry Kissinger
declaró que los cargos se basaban en “información completamente
equivocada que cayó en manos de Zaire” y que “probablemente era
falsificada”. Es difícil evaluar la afirmación de Kissinger en tanto el
Gobierno africano no había mencionado ningún documento. 3 Mobutu
podía en efecto haber sido engañado con informes falsos o, dadas sus
características, podía haber hecho una montaña de un grano de arena
verdadero. Se sugirió que su acción era un pretexto para deshacerse de
algunos militares, o que estaba buscando un chivo expiatorio al que cargar

3 New York Times, 18-23 de junio de 1975; 2 de septiembre de i 975, p; 21; John Stockwell: tn

Search of Enemíes.New York, 1978, p. 44.


42. Zaire 1975-1978 447

sus problemas internos. Por otro lado, no hubiera sido la primera vez que
la CIA participaba en un plan para eliminar a un aliado aparente de EE.UU.:
Trujillo, Figueres y Diem son una muestra. Para entonces Mobutu se
hallaba envuelto en la guerra civil en Angola por sus propias razones, a
favor de las fuerzas apoyadas por la CIA y soldados zairenses tomaban
parte en los combates. La Agencia puede haberse sentido intranquila
acerca de que el jefe de este país aliado vital fuera una persona tan
errática, impredecible e incontrolable. “Mobutu está exprimiendo a su
gusto a Zaire, saben”, comentó un alto oficial de la CIA al regresar a
Washington después de una reunión con el dirigente africano, poco
después de sus acusaciones contra EE.UU., “simplemente no tiene idea de
cómo se dirige un país”.4
Además, aunque los asesores militares chinos y norcoreanos en Zaire
entrenaban a las fuerzas combatientes del mismo bando de EE.UU., un
principio elemental de la Guerra Fría era que un aliado norteamericano no
hace cosas como invitar a su país a consejeros militares comunistas. Y el
“salvaje” zairense había roto relaciones con la URSS dos veces para
restablecerlas luego en ambas ocasiones. No podía asegurarse cuál sería
su próximo capricho. También estaba el asunto del embajador expulsado.
Deane Roesch Hinton no era un diplomático ordinario. Había trabajado
muy cerca de la CIA desde los 50 y no era ajeno a operaciones
extradiplomáticas. De 1967 a 1968 en Guatemala, y en los dos años
siguientes en Chile, Hinton había tenido un papel destacado en las
operaciones de la Agencia trabajando bajo cobertura de la AID. Luego
integró un subcomité del Consejo de Seguridad Nacional hasta que fue
designado a Zaire en 1974.5
Tras el alboroto del supuesto golpe, tanto la CIA como Mobutu
actuaban como si no hubiera pasado nada extraordinario, aunque la
Agencia pidió al presidente que liberara a sus agentes condenados a
muerte 6 (sin que se conozca el resultado), y mostró una especial
subordinación al habitual comportamiento impulsivo y odioso de Mobutu.
En octubre este pidió a la CIA que lo ayudara a anexarse Cabinda, provincia
angolana que estaba separada del resto del país por una estrecha franja
de territorio zairense. Mobutu había deseado esta provincia desde que
llegó al poder en 1965; su ambición se vio reforzada unos años después
cuando se descubrió petróleo en la costa cabindense. La CIA, aunque muy
atareada con la guerra civil angolana en ese momento, arregló de
inmediato el envío de armas para mil soldados zairenses que se

4 Siockwell, p. 96, cita al oficial de la CIA Bill Avery.


5 Para un perfil de Hinton ver NACLA’s Latin America and Empire Report, New York, octubre de
1973, pp. 14-15.
6 Stockwell, p. 169.
42. Zaire 1975-1978 448

adentraron en Cabinda. Funcionarios de la Agencia ayudaron a coordinar


esta casi casual invasión a una nación soberana, pero la acción demostró
ser un rotundo fracaso.7 Seis meses después, la CIA dio a Mobutu cerca de
un millón y medio de dólares para redistribuir entre las fuerzas angolanas
apoyadas por EE.UU., miles de los cuales estaban refugiados en Zaire,
desesperados y hambrientos. Mobutu simplemente se embolsilló el
dinero. La Agencia había estado consciente de esta posibilidad cuando le
entregaron la suma pero, en palabras del especialista en África John
Stockwell, “razonaron que esto lo complacería, era un soborno para que
no tomara represalias contra la CIA”. Stockwell añade a esta observación:
“Es una paradoja interesante que la Comisión de Seguridad e Intercambio
haya investigado desde 1971, y el Departamento de Justicia perseguido, a
varias grandes corporaciones norteamericanas por usar el soborno para
faci litar sus operaciones extranjeras. Al mismo tiempo, el Gobierno, a
través de la CIA, desembolsa decenas de millones de dólares cada año en
sobornos. Es una técnica operativa habitual del Gobierno, pero es un
crimen para las empresas”.8 Lo mismo puede decirse del asesinato. Pocos
meses antes, en enero de 1976, el Departamento de Justicia había llegado
a la conclusión de que no había base para perseguir federalmente a
funcionarios de la CIA envueltos en conspiraciones para asesinar a varios
jefes de Estado, incluido Patricio Lumumba en el Congo.9

A principios de marzo de 1977, durante una pausa en la guerra de


Angola, miembros de la tribu lunda (o balunda) de Zaire, exilados en
Angola y combatientes junto al MPLA, cruzaron la frontera e invadieron
Zaire para reiniciar su propia guerra civil. Eran, al píenos dos mil y en su
mayoría se trataba de antiguos residentes de Katanga (ahora Shaba) que
habían escapado del Congo a principios de los 60 tras el fracaso de su
movimiento secesionista (ver sección sobre el Congo). Mobutu pidió
ayuda de inmediato a los tradicionales suministradores de armas de Zaire:
Bélgica, Francia y EE.UU., a fin de eliminar esta amenaza a su control de la
rica provincia minera que proporcionaba 70% del comercio exterior del
país. Estados Unidos respondió de inmediato con cerca de dos millones de
dólares en abaste cimientos militares, y alcanzó la cifra de los quince
millones en un mes, mientras Bélgica y Francia enviaban grandes
cantidades de armas y municiones, al igual que 14 bombarderos Mirage
(franceses). Jimmy Cárter llevaba menos de dos meses en la Casa Blanca
cuando este conflicto hizo erupción y no estaba muy dispuesto a
involucrar a su administración en una aventura extranjera cuyas

7 Ibíd., p. 164.
8 Ibíd., p. 246, y nota.
9 New York Times, 21 de enero de 1976, p. 1.
42. Zaire 1975-1978 449

consecuencias no podían preverse. Apenas se había echado abajo la


participación en Angola bajo las fuertes críticas del Congreso. En
comparación a ella y a otras intervenciones norteamericanas, la acción de
Cárter en Zaire fue una respuesta muy moderada, lo suficiente para
permitir a Washington enarbolar la divisa de “no intervención” y opacar el
hecho de que en efecto tomaba partido de manera activa en una guerra
civil. La administración señaló que su ayuda era de tipo “no letal”
(transportes militares, piezas de repuesto, combustible, equipos de
comunicaciones, paracaídas, etc.), que la ayuda representaba una
extracción de créditos ya aprobados por el Congreso para Zaire, como si
esto no dejara otra salida al Gobierno en este asunto, y que había
rechazado una solicitud zairense de más ayuda. El presidente Cárter
afirmó en más de una ocasión que la crisis en Zaire era un problema
africano, que sería mejor resuelta por los africanos, pero al parecer no veía
contradi cción alguna entre esta tesis y su propia política, ni criticó en
forma alguna a Francia y Bélgica, o China, que había enviado a Mobutu un
volumen sustancial de equipamiento militar. Cárter negó la sugerencia de
que la ayuda norteamericana a Zaire era parte de una empresa coordinada
con Francia, Bélgica, Marruecos, Egipto y Sudán, y al mismo tiempo el
Departamento de Estado caracterizó la política estadounidense como
“una posición ni de ayuda ni de obstáculo” hacia Zaire. A pesar de ello,
pocos días antes EE.UU. había dado su tácita aprobación a la decisión de
Marruecos de enviar 1 500 hombres de sus tropas con armamento
norteamericano para ayudar a Mobutu, mientras confirmaba que “tanto
por ley como por acuerdo bilateral Marruecos tendría que obtener el
permiso de Washington por anticipado si su ejército utilizara armas
norteamericanas fuera de su territorio”. 10 Si los rebeldes zairenses se
sintieron eliminados por la política norteamericana: no letal, no
intervención, no obstáculo, es algo que se desconoce. 11
A mediados de abril Newsday dio a conocer que la CIA estaba apoyando
en secreto los esfuerzos para reclutar varios cientos de mercenarios en
EE.UU. y Gran Bretaña para su desempeño junto al notoriamente
inefectivo Ejército de Zaire. David Bufkin, un californiano de treinta y ocho
años del que se decía que era un experimentado mercenario y que había
reclutado a otros norteamericanos para Angola, dijo que los “soldados de
fortuna” partirían en una semana hacia Zaire para combatir contra los
rebeldes. Bufkin había puestos anuncios solicitando antiguos militares con
experiencia combativa para esta misión en particular. El periódico
neoyorkino señalaba que la CIA tiene “fuertes vínculos” con Bufkin y había

10Ibíd., 9 de abril de 1977; las palabras citadas son del periódico.


11New York Times, 16 de marzo al 3 de mayo de 1977, passim; Galen Hull: “Internationalizing the
Shaba Conflict”, en Africa Report, New York, julio-agosto de 1977, pp. 4-9.
42. Zaire 1975-1978 450

dicho al Departamento de Justicia que no cooperaría en ninguna


investigación contra el californiano (en EE.UU. es un crimen reclutar a
ciudadanos norteamericanos para alistarse en fuerzas armadas
extranjeras o alistarse uno mismo). El New York Times “Diplomáticos en
Washington dijeron haber entendido que el presidente Mobutu había
apuntado hace varias semanas que Zaire podría tener que reclutar
mercenarios para repeler la invasión”. Añadieron que la ayuda obtenida
de Francia, Bélgica, Marruecos, EE.UU. y otros países podía haber llevado
a Mobutu a abandonar la idea. Bufkin negó que estuviera siendo
financiado por la CIA. Planteó que sus fondos “vienen de África y eso es
todo lo que puedo decirle”. (Esto no descartaba la posibilidad de que la
CIA estuviera canalizando el dinero a través de Zaire, por supuesto.) Vahos
meses más tarde, el “soldado de fortuna” reveló que había trabajado con
la CIA, sin especificar cuándo ni dónde, al igual que con la CIA coreana, y
entró en algunos detalles sobre esto último. 12 Si los mercenarios tuvieron
algún papel o no en Zaire es algo que no se ha esclarecido.
Los rebeldes, más experimentados, llevaron la mejor parte en el primer
mes de los ochenta días de guerra, y se llegó a considerar incierta la
dominación de Mobutu sobre el territorio. Pero la afluencia sostenida de
hombres y equipos a Zaire, provenientes de al menos ocho naciones
occidentales y africanas, demostró ser demasiado, para los miembros de
la tribu lunda. A fines de mayo su ofensiva había sido aplastada y se vieron
obligados a retirarse hacia Angola una vez más.
Aunque los lundas estaban en lucha por la autonomía tribal —el tipo
de conflicto que ha estallado en un país africano tras otro una vez obtenida
la independencia—, Mobutu sabía que debía jugar la carta anticomunista
de la Guerra Fría si quería obtener más apoyo, en particular de EE.UU. En
consecuencia, Zaire comenzó a acusar con regularidad a Cuba, que tenía
un gran contingente militar todavía estacionado en Angola. Cuba había
entrenado y armado a los rebeldes, decían. Esto era cierto en alguna
medida, pero no se había hecho con miras a la invasión a Zaire. Algunos
sectores de la izquierda internacional cubrieron a los lundas con un manto
revolucionario, pero la inspiración para ello tenía más que ver con la
oposición de los rebeldes a un dictador como Mobutu, y a potencias como
EE.UU. y Francia, que a virtudes revolucionaria demostradas por los
miembros de la tribu. Por el contrario, habían sido entrenados
originalmente por mercenarios blancos y apoyados por Bélgica y otros
intereses de Occidente en su intento secesionista anterior. Después de
huir a Angola, en agradecimiento al refugio brindado, habían servido al
ejército colonial portugués en su campaña contra los guerrilleros

12 Newsday, Long Island, N. Y., 17 de abril de 1977; New York Times, 17, 18 y 20 de abril de 1977.
42. Zaire 1975-1978 451

nacionalistas del MPLA. 13 Luego, durante la guerra civil que sobrevino en


Angola, habían pasado al bando del MPLA y los cubanos. 14 Cuba estaba
dirigiendo a los rebeldes... Soldados cubanos, rusos y portugueses
peleaban junto a ellos... insistía el Gobierno zairense. La invasión “no
pudiera haber tenido lugar-y no podría continuar— sin el apoyo material
y la aprobación de la URSS, estén o no presentes soldados cubanos”,
declaró el ahora ex secretario de Estado Henry Kissinger, en un ejemplo
proverbial de pensamiento anticomunista por acto reflejo, sin tener
evidencia alguna.15
Y así siguieron las cosas. Debe darse crédito a la administración Cárter
por haber resistido la tentación de abrazar todas las infundadas, y a veces
tontas, acusaciones, al señalar en más de una ocasión que no había
pruebas de participación cubana y que Estados Unidos no veía el conflicto
como una confrontación entre la URSS y Occidente. Un cada vez más
petulante Mobutu se sintió llevado finalmente a declarar que si
Washington había “capitulado” ante el peligro comunista, debía
anunciarlo con claridad.16
¿Por qué entonces intervino EE.UU. en la forma que fuera?
Al día siguiente del envío del primer cargamento de ayuda militar,
Washington expresó su preocupación acerca de la posible “pérdida” de los
intereses mineros en Zaire. Sin embargo, no había necesariamente una
conexión lógica entre la captura de la provincia de Shaba por los lundas, o
incluso la caída de Mobutu, y una amenaza a las inversiones extranjeras y
los préstamos, y la administración Cárter no dio más explicaciones de su
declaración. No importaba quién controlara las minas, estarían buscando
vender el cobre, el cobalto y los otros minerales. En 1960 el movimiento
secesionista de las mismas fuerzas lundas en la entonces llamada Katanga
había sido apoyado tanto por EE.UU. como por Bélgica (por qué Bélgica se
oponía ahora a ellos no quedó claro en los hechos, excepto porque los
sabotajes rebeldes combinados con las fallas eléctricas habían paralizado
las bombas de extracción de aguas de las minas, lo que provocó
inundaciones). Y en la vecina Angola, como hemos visto, cuando el
“marxista” MPLA tomó el poder de la provincia de Cabinda, rica en
petróleo, cooperó en la explotación de la Gulf Oil Corp. El Gobierno de
Zaire, por otro lado, había expropiado la mayoría de las pequeñas
empresas y haciendas sin dar compensación a sus dueños, y dividió los
despojos entre los líderes políticos leales a Mobutu, que fue mucho más

13 New York Times, 8 de agosto de 1977.


14 Gerald Bender: “Zaire: Is There Any Rationale for U.S. Intervention?”, en Los Angeles Times, 27
de marzo de 1977, Vil, p. 2; Hull: op. cit., Kwitny, cap. 2; Stockwell, p. 151.
15 New York Times, 6 de abril de 1977.
16 Ibíd., 13 de abril de 1977.
42. Zaire 1975-1978 452

allá de cualquier cosa hecha por el MPLA.17 La preocupación expresada por


los intereses norteamericanos puede no haber sido sino un comentario
“de dientes para afuera” que es utilizado con frecuencia por los
funcionarios de Washington para hacer parecer más razonable al público
norteamericano la participación en un asunto extranjero en particular
(más irónico en este caso a la luz del tradicional análisis marxista), al
tiempo que daba a la administración tiempo para decidir lo que realmente
trataban de alcanzar. No se hizo ninguna otra referencia a las inversiones
norteamericanas.
La intervención estadounidense en este caso parece haber sido poco
más que una acción refleja de la altamente desarrollada Guerra Fría,
promovida por una invasión originada desde un país clasificado como
miembro del campo soviético y contra un país del campo occidental o
norteamericano. El desarrollo ulterior, o la falla de él, puede haber
inspirado mayores reflexiones a la administración y haber llevado al
dilema que fue sucintamente resumido en una observación del editorial
del New York Times a un mes de haberse iniciado el conflicto: “El instinto
de intervenir parece grande pero el caso no está para nada claro”. 18 Ya
antes el Washington Post había expresado dudas similares. En un editorial
titulado “¿Por qué Zaire?”, el periódico señalaba que era “una muy dudosa
proposición para EE.UU. profundizar su participación en ese asunto turbio
de Zaire en la forma en que lo ha hecho”. Añadía que el presidente Cárter
“no ha explicado las contingencias o beneficios que requirieron tan
inmediata respuesta norteamericana, ni los riesgos de una demora”. 19
Para su segundo año en la Casa Blanca, Jimmy Cárter se las había
arreglado para adquirir una reputación de hombre “indeciso”, un
presidente que no había demostrado aún las cualidades de acero del
liderazgo. Su respuesta moderada en el asunto de Zaire el año anterior
había contribuido a esto, en particular entre los anticomunistas de línea
dura en EE.UU. y las naciones europeas y africanas que habían acudido en
ayuda de Mobutu. De modo que a mediados de 1978, cuando los lundas
volvieron a dejar Angola para invadir su provincia natal, la administración
Cárter se vio nuevamente arrastrada a intervenir en el conflicto, por
razones no menos poderosas que las del año anterior, con “la
determinación esta vez de actuar en forma decisiva, en particular al faltar
sólo 11 días para la reunión en Washington de los jefes de los gobiernos
de la OTAN”, fue la forma en que el New York Times parafraseó a “altos
funcionarios de la administración”. 20 En el curso de pocos días EE.UU.

17 Bender, op. cit


18 New York Times, 13 de abril de 1977.
19 Washington Post, 16 de marzo de 1977.
20 New York Times, 20 de mayo de 1978.
42. Zaire 1975-1978 453

había enviado varios millones de dólares más de ayuda militar “no letal” a
Mobutu (condenado por violaciones de los derechos humanos sólo tres
meses antes por el Departamento de Estado, bajo la dirección de un
presidente que se decía campeón de estos derechos), mientras que una
flotilla de 18 aviones de transporte militar norteamericanos comenzó a
trasladar tropas belgas y francesas hacia Zaire en una misión de rescate de
extranjeros (blancos) atrapados por la guerra. En el proceso de evacuación
de los mismos, los soldados franceses tomaron parte activa en la
contienda contra los rebeldes y les infligieron una importante derrota. A
seguidas de esto, los aviones estadounidenses transportaron unidades de
las fuerzas armadas marroquíes hacia Shaba, y luego unidades del Ejército
de Senegal, y del de Gabón, a la vez que retiraban las tropas francesas en
la medida en que eran reemplazadas por las africanas. 21
Los combates en Shaba duraron esta vez menos de un mes. Al terminar,
el New York Times reportó: “Los debates con funcionarios en días
recientes no han traído una sola explicación coherente” sobre la política
norteamericana en Zaire. 22 El Times parecía no dar mucho peso a las
explicaciones ya ofrecidas por la administración. Hubo varias, además de
la misión de rescate y la necesidad de actuar con determinación. El
presidente, por ejemplo, había descubierto algo que, al parecer, no había
advertido el año anterior: ayudar a Zaire estaba “dentro de los intereses
de seguridad nacional de Estados Unidos”. 23 Como de costumbre en tales
declaraciones drásticas, no se sentía la necesidad de explicar qué se quería
decir con ella en términos reales. Los funcionarios de la administración
también expresaron “preocupación por la integridad territorial de todos
los países, en África y en cualquier parte”.24 Esta maravillosa perogrullada
no sólo negaba la política exterior norteamericana de los ochenta años
anteriores, sino que era por completo irrelevante en el contexto de una
guerra civil... más pretextos. Varios gobiernos africanos que apoyaron a
Mobutu durante estos dos años expresaron de manera similar su
preocupación por la integridad territorial de los estados africanos, pero lo
que ellos encontraban inquietante era que una victoria de los rebeldes de
Shaba podría alentar a otras tribus disidentes dentro de sus propias
fronteras.25 Otra razón ofrecida por la administración fue la creencia de
que Cuba y la URSS, e incluso Angola, eran después de todo en cierta
medida responsables (Mobutu añadió a Argelia y Libia). Pero no se

21 New York Times, 15 de mayo al 24 de junio, passim, Washington Post, 21 de mayo de 1978, p.
14.
22New York Times, 23 de mayo de 1978.
23Ibíd., 19 de mayo de 1978.
24 Ibíd., 20 de mayo de 1978. Las palabras son las del Times, que parafrasea a “altos funcionarios

de la administración”.
25 Ver, por ejemplo. New York Times, 10 de abril de 1977.
42. Zaire 1975-1978 454

presentaron más evidencias de esto de las que se habían dado el año


anterior y Cárter se vio obligado a replantear el asunto como un problema
de culpa por omisión. El 25 de mayo de 1978 declaró que Cuba
“obviamente no hizo nada” para detener la invasión. Entonces salió a la
luz que Castro había informado al Gobierno norteamericano una semana
antes que había tenido informes sobre los planes rebeldes para invadir
Shaba y había tratado infructuosamente de impedirlo. Los funcionarios de
la administración, claramente abochornados, no tuvieron más salida que
decir que no le habían creído. “No es una mentira a medias”, había
comentado Fidel ante las acusaciones sobre la participación cubana en el
conflicto, “es una mentira absoluta, completa y total”. Dos días después el
presidente Cárter argüyó nuevamente: “Castro podía haber hecho mucho
más si hubiera querido verdaderamente detener la invasión. Podía haber
intercedido con los propios katangueses, ciertamente podía haber situado
a las tropas cubanas cerca de la frontera”. 26
En la escena final de esta comedia, Mobutu anunció que tenía
prisioneros cubanos capturados durante los combates, la tan esperada
prueba de la participación cubana. Pero cuando la Embajada en Zaire
comprobó el asunto no encontró nada sustancial para sostener la
acusación. “Vamos a llamarlo caritativamente un error”, dijo un
funcionario.27

26 Ibíd., II, 13, 15 de junio de 1978.


27 Ibíd., 24 de junio de ,1978.
43. Jamaica 1976-1980 455

43. JAMAICA 1976-1980


El ultimátum de Kissinger
“Le puedo dar mi palabra de que no se está llevando a cabo ahora
ningún intento que implique acciones encubiertas contra el Gobierno
jamaicano”,1 dijo Henry Kissinger al primer ministro de Jamaica, Michael
Manley. Este escribió que en ese momento “las seguridades similares que
se habían dado con respecto a Chile cruzaron mi mente con un destello
ominoso”.2 (Kissinger había dado su palabra acerca de la no intervención
de EE.UU. al embajador chileno en 1971, cuando el Gobierno
norteamericano, y Kissinger en particular, estaban conspirando de manera
activa para hacer caer al Gobierno chileno. Cuando el embajador
mencionó las referencias en la prensa a actividades encubiertas
estadounidenses contra su país, Kissinger respondió: “Son completamente
absurdas y sin fundamento”.)3 Michael Manley también sabía por propia
experiencia que la no intervención norteamericana en los asuntos de
Jamaica no era algo que pudiera darse por descontado. Durante la
campaña electoral de 1972, el embajador de EE.UU. en Jamaica, Vincent
de Roulet, había prometido a Manley que su país no interferiría en la
campaña si Manley no esgrimía la nacionalización de la industria de
bauxita, propiedad de compañías extranjeras, como parte de su
plataforma. De Roulet temía que si Manley lo hacía, obligaría al opositor
Partido Laborista de Jamaica a rivalizar con medidas de este tipo para
ganar el apoyo popular. Según De Roulet, Manley aceptó y ambas partes
cumplieron su promesa.4
El secretario de Estado Kissinger había llegado a Jamaica en diciembre
de 1975 para sugerir al primer ministro un cambio en su política o “se
revisarían” las relaciones entre la isla y EE.UU. 5 Hizo alusión a la solicitud
jamaicana de un crédito comercial de cien millones de dólares. “Dijo que

1 Ernest Volkman y John Cummings: “Murder as Usual”, en la revista Penthouse, New York,

diciembre de. 1977, p, 114, cita a un participante del encuentro entre los dos hombres. Volkman es
un antiguo corresponsal nacional de Newsday.
2 Michael Manley: Jamaica: Struggle in the Perifery. Londres, 1982, p. 116.
3 John Dinges y Saúl Land au: Assassination on Embassy Row. Londres, 1981, p. 44.
4 Testimonio de De Roulet ante el Senado en Multinational Corporations and United States Foreign

Policy, Audiencias ante el Subcomité sobre Corporaciones Multinacionales del Comité de Relaciones
Exteriores, 19 de julio de 1973, pp. 117-118. Un funcionario del Departamento de Estado que
comparecía al mismo tiempo se vio a las claras incómodo ante la revelación de De Roulet y trató de
restar valor a la misma.
5 Volkman y Cummings, p. 114.
43. Jamaica 1976-1980 456

lo estaban considerando y dejó el comentario en suspenso por unos


momentos. Tuve la sensación de que me enviaba un mensaje”, escribió
luego Manley.6 Graduado de la Escuela de Economía de Londres, hijo de
Norman Manley, quien había dirigido el proceso de independencia de
Jamaica en 1962, Michael había disgustado a Washington desde su
ascenso al poder en 1972 por las siguientes razones, entre otras:
• Había expresado su apoyo al régimen del MPLA en Angola, al que
EE.UU. trataba de derribar en el preciso momento en que se produjo la
reunión entre Kissinger y Manley, algo que constituía, además, una de las
obsesiones del secretario de Estado y que el mismo introdujo en la charla
entre ellos.
• Estableció relaciones diplomáticas con Cuba y la URSS y mantuvo
vínculos estrechos con el gobierno de Castro, aunque “no más estrechos
[...] que con México y Venezuela”,7 dijo Manley.
• Abogó por una forma de socialismo democrático, aunque
manteniendo una economía mixta, en nada más radical que lo que podía
encontrarse en muchos países de Europa occidental en las áreas de la
salud, educación, salario mínimo y servicios sociales. Su Partido Nacional
del Pueblo, cuyo lema era “socialismo es amor”, pertenecía a la
Internacional Socialista, tal como los partidos gobernantes de Austria,
Gran Bretaña, Alemania occidental y Suecia.
• Obligó a las compañías transnacionales, principalmente
norteamericanas, que operaban en la isla por su riqueza en bauxita —
materia prima para hacer el aluminio—, a pagar un impuesto sobre la
producción para obtener un aumento significativo en la contribución de
las mismas al Gobierno jamaicano —algo que se veía como una deuda
acumulada a través de los años— y persuadió a otros países productores
de bauxita en el Tercer Mundo para que hicieran lo mismo. Su gobierno
también intentó comprar 51% de las acciones de estas compañías para
tener su control y planeaba, conjuntamente con Venezuela y México,
construir un complejo internacional de procesamiento de aluminio fuera
del sistema multinacional.8
Manley estaba presionado tanto por Washington como por la izquierda
jamaicana. “Todo el mundo quiere que sea o capitalista o comunista [dijo
una vez] ¿por qué no pueden dejarme ser quien soy? [...] Siempre he sido
un socialista demócrata y eso es lo que quiero en Jamaica”.9 De la misma
forma se refería a las corporaciones multinacionales, al declarar que “se
han desarrollado acostumbradas a dos tipos de gobierno. Uno es el

6 Manley, p. 116.
7 Ibíd., p. 136.
8 Ibíd., pp. 98-103.
9 New York Times, 1ro. de octubre de 1979, p. 2.
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mendigo del síndrome neocolonial. Otro es el revolucionario que


simplemente envía al ejército a tomar posesión. Aquí no se trata de nada
de eso. Esto es parte de nuestra búsqueda de un tercer camino”. 10
El primer ministro jamaicano no siguió la línea que Kissinger había
trazado. Cinco días después de la partida del secretario de Estado, Manley
le informó que “Jamaica había decidido apoyar la presencia del ejército
cubano en Angola porque la consideramos justificada a causa de la
invasión sudafricana [...] Nunca escuché otra palabra acerca del crédito
comercial de cien millones de dólares”.11
En el momento de la visita de Kissinger, algunas operaciones de
desestabilización ya se estaban llevando a cabo, en particular en el área
de propaganda, pero fue sobre todo después, a partir del año electoral de
1976, que las acciones encubiertas aumentaron. En enero, pocas semanas
después de la partida de Kissinger, el personal de la Embajada de EE.UU.
en Kingston recibió siete nuevos miembros. Manley ha señalado: “Sin
embargo, toda la ayuda a Jamaica comenzó de repente a reducirse hasta
casi anularse. Las tuberías se bloquearon de momento. La cooperación
económica disminuyó y la embajada se amplió”. 12 Los reporteros
investigativos Ernest Volkman y John Cummings, que escribían para la
revista Penthouse en 1977, citaron “varias altas fuentes de la inteligencia
norteamericana” que les revelaron que el programa de desestabilización
diseñado por el jefe de la estación CIA en Jamaica (Norman Descoteaux) 13
contenía los siguientes elementos:
a) “Cargamentos clandestinos de armas y equipamiento para las
fuerzas opositoras”: la política en Jamaica había sido matizada por la
violencia desde hacía tiempo, pero ahora se intensificó tanto en frecuencia
como en mortalidad, y se recurrió a la quema de locales, colocación de
bombas y al asesinato. “La CIA buscó rápidamente organizar y ampliar la
violencia: cargamentos de armas y de equipos de comunicación
sofisticados comenzaron a ser introducidos en la isla. En un solo
embarque, que fue capturado por las fuerzas de Manley, había 500
subametralladoras”.” Algunos exiliados cubanos del ejército itinerante de
la CIA llegaron al país. Uno era Luis Posada Carriles, antiguo oficial de la
policía secreta batistiana, y para entonces un experto en explosivos
entrenado por la CIA, quien estuvo implicado en la voladura de un avión
de Cubana en 1976, en el cual murieron 73 personas. Posada fue visto en
más de un lugar donde explotaron bombas en Jamaica.14 La ampliamente

10 Manley, p. 101.
11 Ibíd., pp. 116-117.
12 Ibíd, p. 117.
13 Volkman y Cummings, p. 182.
14 Ibíd., p. 183; sobre Posada Carriles y voladura del avión ver sección Cuba y notas.
43. Jamaica 1976-1980 458

publicitada violencia era un golpe terrible para el turismo, uno de los


principales sostenes económicos de la nación. Los turistas se ausentaron
en masa y muchos hoteles se vieron forzados a cerrar, con la lógica
consecuencia de miles de trabajadores desempleados.
b) “Intranquilidad laboral general”: una ola de huelgas de obreros del
transporte, eléctricos y telefónicos se produjo en todo el país, según se
decía provocada en parte por graduados del Instituto Americano para el
Desarrollo del Trabajo Libre, la principal organización laboral de la CIA en
Latinoamérica.15
c) “Desestabilización económica”: además de la supresión de créditos
y la reducción de la ayuda norteamericana, así como el perjuicio al
turismo, la frágil economía jamaicana se vio afectada por las acciones de
las compañías productoras de aluminio. Como represalia contra el
impuesto sobre la producción de bauxita —que se había hecho efectivo en
mayo de 1974— y con el tácito aliento de Washington, las compañías
fueron disminuyendo sistemáticamente su producción, lo que perjudicó a
Jamaica en varias formas.16 En agosto de 1975 la empresa norteamericana
Revere Copper and Brass Company, cerró su refinería de aluminio después
de sólo cuatro años de operaciones argumentando que era
antieconómica. 17 En enero de 1976, la compañía anunció que iba a
demandar al Gobierno jamaicano por el impuesto. 18 Si estas acciones
estaban conectadas con el plan de desestabilización es algo que no puede
asegurarse. Un cargamento de harina, traído a Jamaica en un barco
alemán, el Heidelberg, resultó estar contaminado con parathion, un
insecticida altamente venenoso cuyo uso había sido prohibido en Jamaica
hacía muchos años. Buena parte de la harina ya había sido vendida y 17
personas murieron por esta causa entre diciembre de 1975 y enero de
1976. Más tarde, en octubre, un gran cargamento de arroz proveniente de
Costa Rica, venido en el barco City of Bochum para aliviar la situación
crítica de este producto que los jamaicanos venían sufriendo por varios
meses, fue analizado y se comprobó que estaba igualmente contaminado
con parathion, por lo que tuvo que ser destruido. 19 Los dos incidentes
hacen rememorar los cargamentos de azúcar cubana contaminada por la
CIA.
d) “Financiamiento encubierto a la oposición”: en particular al
conservador Partido Laborista Jamaicano (JLP). En junio de 1976, las

15 Ellen Ray: “CIA and Local Gunmen Plan Jamaican Coup”, en CounterSpy. Vol. 3. Nº 2.

Washington, diciembre de 1976, p. 39; Volkman y Cummings, p. 182.


16 Volkman y Cummings, p. 182; Manley, p. 103.
17 New York Times, 17 de julio de 1976, p. 29.
18 Manley, p. 228.
19 Ray, pp. 38, 40; Manley, pp. 229, 236; New York Times, 30 de enero de 1976.
43. Jamaica 1976-1980 459

fuerzas de segundad de la isla anunciaron haber descubierto un complot


para derrocar el Gobierno con la participación de destacadas figuras del
JLP; a otro miembro del partido arrestado se le encontraron cocteles
Molotov en una planta de embotellamiento de mineral que poseía. 20
Nunca se reveló evidencia alguna de la participación de la CIA en esta
conspiración.
e) “Movilización de la clase media en organizaciones
antigubernamentales creadas por la CIA para llevar a cabo
manifestaciones ampliamente divulgada por los medios”: grupos con
nombres tales como Mayoría Silenciosa y Mujeres Cristianas Agitadoras
por la Verdad, fueron constituidos, y el último se dedicó a atacar a quienes
criticaban a EE.UU. y a la CIA. En una ocasión, el grupo dio a conocer el
ejemplo del famoso y reverenciado doctor norteamericano Tom Dooley,
quien había fundado siete hospitales para los pobres en el sudeste
asiático. Las mujeres cristianas pueden no haber sabido que el Dr. Dooley
había sido un activo y astuto operativo de la CIA en Indochina. 21 Hubo
también un intento, por parte del recién creado Consejo Nacional de
Mujeres, de repetir la marcha de ollas y calderos que había funcionado tan
bien en Chile, pero esto fracasó.22
f) “Infiltración de los servicios de seguridad y las fuerzas armadas para
volverlas contra el gobierno”: “Con generosos sobornos la CIA consiguió
que muchos integrantes del personal de segundad pasaran información
pagada a la CIA”. Varios soldados formaron parte de un plan para asesinar
a Manley en julio, en uno de los tres intentos, como mínimo, “la CIA estuvo
involucrada directamente”; otro, en septiembre, utilizó exiliados cubanos;
el tercero contrató pistoleros jamaicanos para hacer el trabajo. Este último
tuvo lugar en diciembre, en un acto final de desesperación la noche de las
elecciones. Los tres fracasaron, ni siquiera se disparó un tiro, y Manley
ganó fácilmente la reelección.23 Durante la campaña electoral, el oficial de
la CIA James Holt fue acusado de tramar un plan para enfrentar al ejército
con el Partido Nacional del Pueblo de Manley. Según la acusación, una
grabación de una reunión juvenil del PNP fue manipulada para incluir un
mensaje, supuestamente de Fidel Castro, en el cual llamaba a los jóvenes
a levantarse en armas contra la policía y el ejército. La cinta debía caer en
manos de los militares y causar así la disidencia. 24

Los ataques de la prensa contra el Gobierno eran desarrollados a un

20 Ray, p. 37; Volkman y Cummings, pp. 183, 188.


21 Ray, p. 41; Washington Post, 5 de julio de 1979.
22 Volkman y Cummings, p. 182; Ray, p. 41.
23 Volkman y Cummings, pp. 112, 183, 188. 190.
24 Ray, p. 40.
43. Jamaica 1976-1980 460

nivel que apenas sobrepasaba, en cuanto a ética, el de la supuesta


grabación de Holt. Este fue el caso en particular del Daily Gleaner, cuya
campaña fue muy parecida a la de El Mercurio en Chile antes de la caída
de Allende; es muy razonable asumir que estaba financiada igualmente
por la CIA. Ambos periódicos tenían vínculos estrechos con la Asociación
Interamericana de Prensa de Miami; el director del Gleaner, Oliver Clarke,
fue electo ejecutivo de la asociación en 1976. La A1P, aunque no era una
fachada formal de la CIA, había recibido fondos de la Agencia y había sido
un instrumento confiable y valioso para ella desde los años 50. 25 El Gleaner
enfatizaba en la omnipresente amenaza cubana y en cómo Manley era un
prisionero de Castro y de la KGB. Un tema recurrente, del que se hacía eco
la prensa norteamericana, era la presencia de soldados cubanos en
Jamaica, una mentira descarada sobre todo porque tal cosa no hubiera
sido posible de esconder en una isla tan pequeña. También llegaron
propagandistas de EE.UU. al país, así como evangelistas y sanadores de la
fe que plantaron sus tiendas y predicaron contra el comunismo y el
Gobierno en medio de una población altamente religiosa,26 al estilo de la
cruzada cristiana anticomunista desarrollada en Guayana Británica
durante la campaña de la CIA contra el gobierno de Cheddi Jagan.
Cuando Henry Kissinger tuvo que abandonar el poder y la menos
intervencionista administración Cárter lo ocupó en enero de 1977, la
política norteamericana hacia Jamaica fue más moderada: las tuberías
económicas se desbloquearon en cierta medida y la CIA, pasada la
urgencia de las elecciones, disminuyó sus actividades. No puede decirse,
sin embargo, que la oficialidad de Washington aprendiera a respetar el
deseo de Manley de que lo dejaran “ser quien soy”. Les Payne, ganador
del Premio Pulitzer, reportó en Newsday en febrero de 1980 que “la
administración Cárter permanece determinada a sacar del poder al primer
ministro socialista a menos que se modere en su política pro cubana”. En
un artículo anterior, Payne citaba una fuente del Departamento de Estado:
“Si en un período de prueba de seis meses Manley muestra algunas
señales de moderar su posición, entonces suavizaremos nuestra línea. Si
no, continuaremos con la línea dura”. 27
No hubo interrupción en las diatribas del Gleaner contra Manley y su
gobierno. El periódico reprodujo numerosos artículos de todas partes del

25 Fred L and is: “The CIA and the Media; IAPA and the Jamaica Daily Gieaner", en Covert Action

Information Bulletin (CAIB), Washington, diciembre 1979-enero 1980, pp. 10-12; Manley, p. 231; Fred
Landis: “CIA Media Operations in Chile, Jamaica and Nicaragua”, enmCAlB, marzo de 1982, pp. 32-43;
Cali Bernstein: “The CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de octubre de 1977, p. 64.
26 Ray, p. 41.
27 Newsday, Long Island , NY, 28 de febrero de 1980, citado en Ellen Ray y Bill Schaap: “Massive

Destabilization in Jamaica”, en Covert Action Information Bulletin, agosto- septiembre de 1980, p. 14;
no se da la fecha del primer artículo.
43. Jamaica 1976-1980 461

mundo que portaban los temas, la redacción y las afirmaciones sin


evidencias habituales de los efectivos de la CIA en la prensa. El Gleaner
alentó abiertamente la disidencia y el amotinamiento entre las fuerzas de
seguridad, así como el derrocamiento del Gobierno. Un ejemplo nada
inusual proviene de una columna escrita por John Hearne en junio de
1980: “En muchos otros países, alguien con-una fuerza disciplinada detrás
les habría quitado hace mucho tiempo el Gobierno [...] En la mayoría de
los países del Tercer Mundo, nuestros ministros, ministros de Estado, jefes
de partido, jefes de consejos constitutivos, entre otros, estarían ahora en
el exilio o enterrados en fosas comunes”. 28 Durante todo el tiempo, el
Gleaner y otros periódicos opositores proclamaron la amenaza para la
libertad de prensa que representaba el Gobierno — sobre la premisa, al
parecer, de que eso es lo que se espera de un gobierno “comunista”— y
continuaron publicado libremente lo que en otros países les habría
costado ir a la cárcel por sedición.
Manley fue derrotado al postularse para un tercer período en las
elecciones de 1980, debido sobre todo al continuado deterioro de las
condiciones de vida de las masas populares. A pesar de reconocer la
importancia de este factor, el ex primer ministro atribuyó también su
derrota a la “propaganda y la bien calculada violencia”, esta última había
persistido durante su segundo período y fue en particular intensa durante
el año electoral, en el que cerca de ochocientas personas murieron por
causas políticas. Manley escribió: “A menos que haya evidencias
aplastantes y ampliamente aceptadas de que la culpa de un acto violento
recae sobre un partido en específico, la misma afecta al gobierno pues la
gente lo responsabiliza con su seguridad personal”. 29 Y añadió: “Las
fuerzas de poder en Jamaica han dominado las formas de
desestabilización. Sabían cómo utilizar los hechos y crear ficciones para
lograr el máximo efecto. No sabemos qué parte le correspondió a la CIA
en este último año. Pero ya eso no tenía importancia pues el Gleaner y el
JLP había alcanzado a las claras el nivel de postgrado”. 30

28 Daily Gleaner, Kingston. Jamaica, 1ro. de junio de 1980, p. 10; ver también Land is, 1982.
29 Manley, pp. 193-194.
30 Ibíd., pp. 199-200.
44. Seychelles 462

44. SEYCHELLES 1979-1981


Otra área más de gran importancia estratégica
Míster Michael Hoare era, en 1981, un contador maduro con una vida
relativamente tranquila en Durban, Sudáfrica. Sin embargo, había un
aspecto del hombre que era algo diferente: en su otro papel era el Loco
Mike, un mercenario veterano. Había peleado para la CIA en varios
“lugares de conflicto” en el mundo, incluido el Congo en los años 60 y
había hecho lo mismo para el Gobierno sudafricano. En 1981, a los sesenta
y dos años, dirigió una invasión mercenaria a las Seychelles a nombre de
sus antiguos empleadores.
Seychelles es un país integrado por varias islas pequeñas en el Océano
Índico, a unas ochocientas millas de la costa de Kenya, con una población
de cerca de sesenta y dos mil habitantes. La antigua colonia británica es
también localización de una instalación de la Fuerza Aérea norteamericana
—oficialmente descrita como una estación de rastreo de satélites— y
forma parte de un área que EE.UU. considera de gran importancia
estratégica (en esto se debe tener en cuenta que sería difícil encontrar un
área del globo terráqueo que Washington no haya considerado como de
gran importancia estratégica en un momento u otro). Después de que el
socialista France-Albert René tomó el poder mediante un golpe de Estado
en 1977, retiró a Sudáfrica el derecho de aterrizaje en su territorio, y
EE.UU. tuvo que utilizar todo su formidable poder de persuasión política y
económica para retener su base. Por otra parte, el plazo concedido a la
instalación expiraba en 1990 y Washington, que se preocupa acerca de las
necesidades de la “seguridad nacional” a largo plazo tanto como de los
conflictos del momento, temía que el acuerdo no fuese renovado. A
EE.UU. también le preocupaba lo que veía como una amistad creciente
entre Seychelles y la URSS, una preocupación tan común en Washington
como las áreas de gran importancia estratégica.
René seguía una política de no alineamiento, un concepto que no
excluía la amistad con cualquiera de las dos superpotencias siempre que
no implicara la explotación de su país. Abogaba también de forma decidida
por la conversión del Océano Índico en una zona libre de armas nucleares,
sin bases militares extranjeras, incluida la que tenía en su propio país. El
presidente de Seychelles criticaba en particular los esfuerzos
norteamericanos por convertir la isla británica de Diego García en una
44. Seychelles 463

enorme base aérea y naval. 1


En 1979, un plan para invadir las islas Seychelles y derrocar a René fue
abortado cuando el Gobierno lo descubrió antes de que los mercenarios
hubiesen podido salir de Durban. Una investigación oficial sobre el asunto
llevada a cabo en Seychelles llegó a la conclusión de que EE.UU. y Francia
habían estado involucrados de manera directa con los complotados, que
el embajador norteamericano en Kenya había estado en contacto con los
partidarios de James Mancham, el gobernante depuesto por René, y que
el encargado de negocios estadounidense en Seychelles era el contacto en
la conspiración.2 Varios de los 120 norteamericanos empleados en la base
de Estados Unidos fueron expulsados del país. 3
Dos años después, en noviembre de 1981, una fuerza invasora de más
de cuarenta hombres, bajo la cobertura de miembros de un club de rugby,
viajaron de Sudáfrica a Swazilandia, desde donde volaron a Seychelles en
un vuelo comercial regular de la Royal Swazi Airlines. Al parecer el ataque
no estaba planeado para efectuarse a la llegada, sino algún tiempo
después, cuando los mercenarios se hubieran posicionado, pero algunas
de las armas escondidas en sus equipajes fueron descubiertas y se provocó
un enfrentamiento en el aeropuerto. Los invasores se vieron forzados a
secuestrar un avión de Air India para regresar a Durban, aunque siete de
ellos fueron capturados. 4 Pero el Loco Mike había sobrevivido a otro
encuentro con la muerte. Pocos días después de esta debacle, el Sunday
Tribune de Durban, citaba “fuentes locales y extranjeras confiables” que
aseguraban que la CIA había financiado la contratación y equipamiento
del grupo de mercenarios. “A pesar de un desmentido categórico, de una
sola oración, por parte del Gobierno norteamericano ayer, mercenarios
por separado han enfatizado que el financiamiento de la operación
provenía de la CIA”, declaraba el conservador periódico. Al mismo tiempo,
el Tribune dejaba claro la complicidad de su propio Gobierno, acción por
la cual varios editores sudafricanos fueron procesados por las
autoridades.5
En 1982, Hoare y otros 44 hombres fueron juzgados en Sudáfrica por
secuestro de avión. Cinco semanas antes, todos, menos cinco, habían sido
liberados por el Gobierno como a “buenos chicos traviesos”, pero las
protestas diplomáticas de naciones occidentales, incluido EE.UU., que
señaló que Sudáfrica se había unido a una declaración contra los

1 Sunday Tribune, Durban, Sudáfrica, 29 de noviembre de 1981, dos artículos diferentes en pp. 1

y 52; Ellen Ray: “Seychelles Beats Back Mercenaries”, en Covert Action Information Bulletin (CAlB), Nº
16, Washington, marzo de 1982, pp. 4-10.
2 Sunday Tribune, artículo citado, p. 52
3 Ray, p. 5.
4 Sunday Tribune, artículo citado, p. 1; Ray: op. cit.
5 Ibíd., New York Times, 6 de noviembre de 1982, p. 4.
44. Seychelles 464

secuestros en 1978, obligó a revertir la decisión. Veintitrés de los


mercenarios eran sudafricanos y, según se supo, la mayoría de ellos eran
reservistas en unidades élites de las fuerzas de defensa del país. El jefe de
la policía de seguridad dijo que los hombres no habían sido acusados al
principio porque habían actuado bajo la idea de que estaban en una misión
oficial. Quién los había engañado de esta manera, o por qué, nunca fue
aclarado. La imagen resultante del juicio fue que el Gobierno había
conocido los planes y había estado listo para ayudar, como mínimo. Hoare
mostró una factura, supuestamente del ejército, que certificaba la entrega
en su casa de armas y municiones antes del vuelo a Seychelles. Esto no fue
rebatido, al parecer, por los fiscales. El Gobierno también pidió que no se
escucharan algunas de las evidencias aportadas por los defendidos acerca
de su participación en actividades del ejército en 1981 porque las mismas
podían perjudicar la seguridad nacional. Hoare testificó además que se
había reunido con alguien de la CIA en Pretoria y le había informado de los
planes. El “soldado de fortuna” dijo que EE.UU. estaba interesado, pero
describió la actitud del hombre de la CIA como “extremadamente tímida”,
y no sugirió que Washington había desempeñado un papel activo en el
asunto. Sin embargo, durante el interrogatorio reconoció haber dicho a
sus hombres que la CIA había aprobado el plan. 6
No parece que se analizan los motivos de la invasión durante el juicio.
Para los mercenarios se trataba presumiblemente de una cuestión de
dinero. De los dos gobiernos involucrados, EE.UU. tenía mucho más
interés que Sudáfrica en derribar a René y ya lo había intentado antes, al
parecer. Pero necesitaría la ayuda de Sudáfrica en esa parte del mundo.
Como hemos visto, la inteligencia norteamericana había estado
colaborando con los servicios secretos de Pretoria desde los 60, y había
continuado a mediados de los 70 en relación con Angola. Las
circunstancias indican que esta relación continuó, o fue renovada, bajo la
administración Reagan, que asumió el poder en 1981. Todo indica que el
Loco Mike Hoare sirvió de chivo expiatorio pues fue a prisión —algo a lo
que llamó una “traición” y que atribuyó al deseo del Gobierno de aparecer
como ¡nocente defensor de la justicia internacional— y no fue liberado
hasta 1985. Casi todos sus hombres fueron liberados en noviembre de
1982, tras permanecer sólo cuatro meses en la cárcel. 7
El 15 de diciembre de 1981, el Consejo de Seguridad de la ONU decidió
enviar una comisión a Seychelles para investigar la invasión. Aunque
EE.UU. votó a favor, la embajadora norteamericana Jeane Kirkpatrick

6 Ibíd., 10 de mayo de 1982, p. 2; The Guardian. Londres, 19 de agosto de 1982, p. 13.


7 New York Times, 6 de enero de 1982, p. 9; 11 de marzo, p. 6; 22 de abril, p. 5; 4 de mayo, p. 10;
10 de mayo, p. 2; 17 de junio, p. 12; 30 de julio, p. 6; 28 de noviembre, p. 5; The Guardian, Londres, 14
de julio de 1986.
44. Seychelles 465

sugirió que enviar la comisión era asumir que “el asunto no era puramente
interno” y que “prejuzgaba la situación”. 8 Incluso— dentro de los cánones
de la lógica de Guerra Fría de Kirkpatrick, esto era un comentario singular,
teniendo en cuenta que los sudafricanos constituían casi la mitad del
grupo invasor, y los restantes provenían de Gran Bretaña, Rodesia, EE.UU.,
Alemania, Austria y otras partes del mundo. El número de disidentes de
Seychelles entre ellos era cero.
Al parecer había alguien que todavía estaba decidido a derrocar al
gobierno de René, pues en diciembre de 1983 Sudáfrica anunció que había
arrestado a cinco hombres por intento de reclutar mercenarios en un
nuevo plan para invadir Seychelles. 9

8 Ray, p. 10.
9 The Guardian. Londres, 3 de diciembre de 1983.
45. Granda 1979-1984 466

45. GRANADA 1979-1984


La mentira, una de las pocas industrias surgidas en
Washington
¿Qué se puede decir sobre una invasión realizada por una nación de
240.000.000 de habitantes contra una de 110.000? Sobre todo cuando el
invasor es la mayor potencia del mundo en el terreno militar y en el
económico, y la nación objeto del ataque es una isla subdesarrollada con
pequeñas aldeas, a mil quinientas millas de distancia, con sólo 133 millas
cuadradas de tamaño, cuyas principales exportaciones son el cacao, la
nuez moscada y el plátano. El Gobierno de EE.UU. tenía mucho que decir
al respecto. La relación de sus declaraciones con la verdad puede ser
evaluada de manera exacta por el hecho de que tres días después de la
invasión, el secretario delegado de prensa para asuntos internacionales de
la Casa Blanca, renunció alegando “daños a su credibilidad personal”. 1
Una de las principales falsedades sobre la invasión del martes 25 de
octubre de 1983 fue que EE.UU. había intervenido en respuesta a una
solicitud urgente de la Organización de Estados Caribeños del Este (OECE),
integrada por seis países a los que se unieron en este caso Barbados y
Jamaica. Este grupo había pedido supuestamente la intervención el día 21
por temor a alguna forma de agresión del ahora régimen ultraizquierdista
que había derrocado al líder socialista Maurice Bishop, quien había sido
expulsado del partido gobernante el 12 de octubre, colocado bajo arresto
domiciliario al día siguiente y asesinado el 19. Incluso si tales temores
fuesen válidos, constituiría un precedente absolutamente desconocido
que la nación A pidiera a B que invadiese a C sin que se hubiera producido
ningún acto agresivo real de C contra A. En Washington, los abogados del
Departamento de Estado trabajaban horas extras para encontrar, en las
secciones del tratado de ayuda mutua de la OECE, en la Carta de la OEA y
en la de Naciones Unidas, justificaciones legales para la acción
norteamericana. Estos documentos, sin embargo, ni aun con la
interpretación más liberal, ofrecen nada por el estilo. Más aun, el artículo
6 del pacto de la OECE exige que todos los miembros aprueben las
decisiones de las autoridades de la organización (los jefes de Gobierno).

1 New York Times, 1ro. de noviembre de 1983. Les Janka era el hombre en quien el chequeo de

seguridad del FBI no detectó un alto nivel de conciencia.


45. Granda 1979-1984 467

Granada, uno de los integrantes, ciertamente no pudo aprobar la


propuesta. Ni siquiera asistió a la reunión, aunque sí estuvieron presentes
funcionarios norteamericanos para influir en el rumbo de las discusiones.2
Tal como se conocieron más tarde los hechos, Tom Adams, primer
ministro de Barbados, declaró que EE.UU. se le había acercado el 15 de
octubre para hablarle de una intervención militar (el Departamento de
Estado no hizo comentarios cuando se le preguntó sobre la afirmación de
Adams). 3 Entonces, “fuentes cercanas al primer ministro jamaicano
Edward Seaga” aseguraron que la solicitud de las naciones caribeñas “fue
promovida por una oferta de Estados Unidos”: “Hagan un llamado y
nosotros responderemos”, fue el mensaje transmitido por Washington, 4 Y
todavía hay más, el 26 de octubre, el embajador norteamericano en
Francia, Evan Galbraith, declaró ante la televisión francesa que la
administración Reagan había estado planeando la invasión durante las dos
semanas anteriores, 5 quiere decir no sólo mucho antes de la solicitud
“voluntaria” de los países caribeños, sino incluso antes de que Bishop
fuese derrocado, o antes de que se pudiera avizorar con alguna certeza
que esto iba a ocurrir, a menos que la CIA haya estado involucrada con el
conflicto en el seno del partido. Con el tiempo se dio a conocer que en
algún momento antes de la invasión, el gobierno de Eugenia Charles,
primera ministra de Dominica, que encabezaba la OECE, había recibido
dinero de la CIA “para una operación de apoyo secreto”. 6
Al mismo tiempo EE.UU., a fin de proteger sus apuestas, respaldó (si no
fue directamente su autor) el reclamo por parte de la OECE de que el
gobernador general de Granada, Paul Scoon, había enviado una solicitud
urgente de intervención militara la organización. Aparte de la muy
discutible cuestión de si Scoon —designado por la reina británica para su
posición ceremonial, reminiscencia de los días imperiales— tenía el
derecho constitucional para hacer tal petición a nombre de Granada
independiente, estaba el misterio de cómo y cuándo envió esta solicitud o
si, de hecho, la llegó a enviar. El 31 de octubre la prensa londinense
reportaba que el secretario de Asuntos Exteriores, sir Geoffrey Howe, “fue
enfático al decir que no hubo solicitud de intervención por parte de sir Paul

2 Hugh O’Shaughnessy: Grenada: Revolution, Invasión and Aftermath. Londres, 1984, p. 156.

O’Shaughnessy era el corresponsal para Latinoamérica de The Observer, y antes de The Financial
Times; ganó el Premio de la Prensa Británica en 1983 por su cobertura de la invasión de Granada. Para
tener información sobre las secciones relevantes del Tratado de los Países Caribeños del Este, ver
William C. Gilmore: The Grenada lntervention: Analysis and Documentation. Londres, 1984, Parte II:
“The Grenada Intervention in International Law” y el Anexo 2.
3 The Guardian, Londres. 28 de octubre de 1983.
4 The Observer, Londres, 30 de octubre de 1983, artículo de O’Shaughnessy, ver n ota 2; también

Bob Woodward: VEiL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York, 1987, p. 290.
5 O’Shaughnessy, p. 153.
6 Woodward, p. 290.
45. Granda 1979-1984 468

Scoon”. La primera ministra Thatcher confirmó esto de manera


inequívoca. Sir Geoffrey afirmó que Scoon “había visto a un diplomático
británico el pasado lunes, el día antes de la invasión, y no había hecho
mención alguna de desear tal cosa”. 7 Ese mismo día (otro informe lo sitúa
el domingo), Scoon habló por teléfono con el secretariado del
Commonwealth en Londres y con el Palacio de Buckingham y en ningún
momento hizo referencia a intervención alguna. 8 Entrevistado más tarde
por la BBC, Scoon mismo dijo que una invasión era “lo último” que habría
deseado. 9 Al final, después de completada la invasión, Scoon firmó un
papel a bordo del buque norteamericano Guam que legalizó la
operación.10
Otra justificación ofrecida por EE.UU. para su actuación, que el
presidente Reagan destacó como de “importancia imperiosa”, fue la
necesidad de evacuar vahos cientos de norteamericanos de la isla,
principalmente estudiantes en el St. George Medical College, quienes
supuestamente estaban en peligro por el nuevo régimen y el caos que
rodeó su ascenso al poder. Para refutar esto no hay que buscar mucho,
hay bastante al alcance de la vista: dos miembros de la Embajada
norteamericana en Barbados, Ken Kurze y Linda Flohr, informaron el fin de
semana anterior a la invasión que “la mayoría de los estudiantes
estadounidenses en Granada no deseaban irse o ser evacuados. Están muy
interesados en sus estudios”. 11 Otro informe, en la prensa de Londres,
decía que tres diplomáticos norteamericanos visitaron Granada al mismo
tiempo y al parecer acordaron salidas ordenadas para cualquier ciudadano
de su país que deseara abandonar la isla, se refiriera esto o no a los
estudiantes.12 La Casa Blanca reconoció que dos días antes de la invasión
Granada había ofrecido a EE.UU. “una oportunidad para evacuar
ciudadanos norteamericanos. Pero funcionarios de la administración
Reagan desconfiaron de la oferta”. Esto se debía, dijeron, a que los
dirigentes granadinos habían prometido que el aeropuerto estaría abierto
el lunes para los vuelos de evacuación, pero, por el contrario, fue
cerrado.13 Sólo más tarde la Casa Blanca admitió que cuatro vuelos charter
habían salido del aeropuerto el lunes; 14 algunos de los que iban en ellos
eran estudiantes de Medicina norteamericanos. El rector de la Escuela de

7 The Guardian, Londres, 31 de octubre de 1983.


8 The Observer, 30 de octubre de 1983.
9 The Guardian, 1ro. de noviembre de 1983.
10 The Guardian, 28, 29 de octubre de 1983; The Observer, 30 de octubre de 1983.
11 O’Shaughnessy, p. 165, esta página contiene otras evidencias que refutan el planteamiento de

Reagan.
12 The Guardian, 26de octubre de 1983.
13 New York Times, 27 de octubre de 1983.
14 O’Shaughnessy, p. 205.
45. Granda 1979-1984 469

Medicina, Dr. Charles Módica, de visita en Nueva York en ese momento,


declaró el día de la invasión que estaba en contacto con radioaficionados
en su escuela. “Pienso que la información del presidente está muy
equivocada porque algunos de los norteamericanos comenzaron a salir
ayer”, dijo.15 El gobierno granadino de facto había dado instrucciones de
que los estudiantes fueran tratados con toda consideración y se les
facilitaron vehículos y escoltas para trasladarse entre las dos sedes de la
escuela.16 Por su parte, el Gobierno cubano dio a conocer documentos que
mostraban que había notificado a EE.UU. el 22 de octubre que ningún
norteamericano ni otro ciudadano extranjero estaba en peligro y que Cuba
estaba lista “para cooperar en la solución de los problemas sin uso de la
violencia o la intervención”. Este mensaje no recibió respuesta hasta
después de comenzada la invasión. 17 El día 23 los cubanos enviaron un
mensaje a los líderes granadinos en el que sugerían que el área en tomo a
la Escuela de Medicina fuera desmilitarizada para evitar dar una excusa a
EE.UU. para la intervención: “el pretexto de evacuar a sus ciudadanos”. 18
Al ser interrogado por los periodistas acerca de si había alguna
información concreta sobre amenazas para los norteamericanos en
Granada, el vocero de la Casa Blanca respondió: “Ninguna que yo sepa”. 19
Tras someter la débil resistencia de los soldados granadinos y de los
trabajadores de la construcción cubanos, las fuerzas estadounidenses
descubrieron varias cosas más con que justificar su venida: encontraron,
afirmó Reagan, “una base completa de armas y equipos de
comunicaciones que dejaba claro que se había planeado la ocupación de
la isla por Cuba”. Un almacén “con armas y municiones apiladas casi hasta
el techo, suficientes para abastecerá miles de terroristas”. Granada,
declaró el presidente, era “una colonia soviético-cubana en preparación
para ser un bastión militar importante para exportar terror y destruir a la
democracia, pero llegamos justo a tiempo”. 20 Los norteamericanos
descubrieron documentos que supuestamente mostraban que “los
cubanos estaban planeando colocar su propio gobierno en Granada” (el
director de la CIA, William Colby, debió admitir más tarde que “en realidad
no se habían encontrado” tales documentos) y se-halló lo que “parecía
haber sido un centro de entrenamiento terrorista”. 21 Además, se estaban
construyendo depósitos de misiles en Granada, se anunció que había
1.100 cubanos en la isla, casi todos soldados profesionales y pronto el

15 The Guardian, 26 de octubre de 1983.


16 O’Shaughnessy, p. 160.
17 The Guardian, 27 de octubre de 1983.
18 Ibíd., 28 de octubre de 1983.
19 New York Times, 27 de octubre de 1983.
20 Ibíd., 28 de octubre de 1983.
21 The Guardian, 29 de octubre de 1983; Woodward, p. 294 (acerca de Casey).
45. Granda 1979-1984 470

número ascendió a 1.600.22


La trama EE.UU.-Granada-Cuba elaborada en Washington era
equivalente a que la URSS invadiera Gran Bretaña y proclamara entonces
que lo había hecho para impedir que EE.UU. se apoderara de ella, y sabría
Marx qué más, porque había descubierto que había radicados 30.000
soldados y oficiales norteamericanos, más de cien bases militares
estadounidenses, un enorme arsenal de ojivas nucleares y “suficientes
armas para abastecer a millones de terroristas”. El presidente soviético
podría haber declarado entonces: “Llegamos justo a tiempo”. Habría sido
equivalente, excepto en que los descubrimientos soviéticos hubieran sido
reales. Los argumentos norteamericanos resultaron ser tan falsos como el
resto de los componentes del paquete mediático o, en el mejor de los
casos, muy cuestionables: un corresponsal de The Guardian reportó que
en el almacén “que contenía la mayoría de las armas, sólo había cinco
morteros a la vista, un rifle sin retroceso, un fusil antiaéreo de fabricación
soviética y dos ametralladoras ligeras británicas fabricadas en Corea en
exhibición”. 23 El New York Times informó, sin dar más detalles,
“acumulaciones significativas de armas soviéticas pero también un
número de armas anticuadas, incluidos rifles manufacturados en la década
de 1870”. 24 Años después se reveló que un informe de la inteligencia
norteamericana fechada el 30 de octubre había llegado a la conclusión de
que “las armas capturadas en Granada eran para el ejército y la milicia y
no eran suficientes ni se pretendía utilizarlas para derrocar a los gobiernos
de las islas vecinas”. 25 Sin embargo, es un hecho que el Gobierno de
Granada había estado bajo amenaza de desestabilización por más de
cuatro años por parte de EE.UU. Los dirigentes del país sabían que tenían
que desarrollar las defensas, eran personas que habían leído historia
contemporánea.
El Gobierno cubano anunció que había 784 de sus nacionales en la isla
y especificó el trabajo de todos y cada uno: 636 eran constructores, la
mayoría de entre cuarenta y cincuenta años (una observación hecha por
varios periodistas norteamericanos y británicos); el resto, en el que se
incluían 44 mujeres, eran doctores, dentistas, enfermeras, trabajadores de
la salud pública, maestros, etc., y 43 militares. A partir de aquí, EE.UU. se
guio por las cifras informadas por Cuba.26 Se había hecho creer al mundo
que había una gran presencia militar cubana con inminencia de alcanzar el
control del país; sin embargo los cubanos no habían podido ni siquiera

22 O’Shaughnessy, p. 204.
23 The Guardian, 31 de octubre de 1983.
24 New York Times, 1ro. de noviembre de 1983.
25 Woodward, p. 299, la cita es su propia paráfrasis.
26 O’Shaughnessy, pp. 15, 16, 204.
45. Granda 1979-1984 471

salvar a Maurice Bishop y su gobierno que contaba con el apoyo decidido


y entusiasta de Fidel Castro. El Gobierno cubano había expresado de
manera clara su disgusto ante el derrocamiento del dirigente granadino
por el Consejo Revolucionario Militar (CRM). Antes de que se produjera la
invasión de EE.UU., Castro había culpado de la muerte de Bishop a “graves
errores” cometidos por los extremistas 27 y se refirió luego a ellos como el
“grupo Pol Pot”28 Había rechazado una solicitud del CRM de enviar más
soldados cuando la acción norteamericana era ya previsible. La respuesta
que se dio a este pedido fue que era “imposible e impensable” después de
lo que había sucedido.29
Por su parte, los rusos habían dado indicios de su apoyo al CRM y su
golpe, aunque el interés de los soviéticos en Granada era mínimo. Cuba
era ya una preocupación y un potencial foco de conflictos para Moscú en
el Caribe. La URSS condenó la invasión norteamericana y la comparó con
“un intrépido ataque de caballería de blancos armados hasta los dientes
contra una aldea de pieles rojas”. 30 Pero esto eran gajes del oficio de la
Guerra Fría. La falta de preocupación real por parte de los dirigentes
soviéticos acerca de la agresión y de la suerte de Granada se puso de
relieve seis meses después cuando anunciaron que la URSS no tomaría
parte en los Juegos Olímpicos en Los Angeles. Granada no fue siquiera
mencionada entre las razones para ello, aunque las circunstancias
ciertamente lo exigían: cuatro años antes EE.UU. había invocado la
invasión soviética a Afganistán como la única razón para boicotear la
Olimpiada de Moscú.
Por último habría que preguntarse por qué Cuba o la URSS necesitarían
a Granada como trampolín para sus “cobardes hazañas” en Latinoamérica
cuando ya estaba para ello la propia Cuba, más segura y estable militar y
políticamente que la pequeña isla. Después de la invasión, tras el
derrocamiento del Gobierno granadino, una vez que las fuerzas
estadounidenses hubieron dado muerte o herido a cientos de personas,
funcionarios de la administración Reagan “reconocieron que en su
esfuerzo por atraer el apoyo del público a la invasión a Granada, podían
haber perjudicado la credibilidad del Gobierno al hacer acusaciones
drásticas sobre la influencia soviética y cubana en la isla sin haber ofrecido
evidencias detalladas”, reportó el New York Times. Los funcionarios
simplemente pidieron al público que “no se formaran juicios hasta que no

27 The Observer, 23 de octubre de 1983.


28 Tomado de un discurso de Fidel Castro en La Habana el 14 de noviembre de 1983, reproducido
en The Guardian, Londres, 19 de noviembre de 1983, p. 8.
29 The Guardian, 27 de octubre de 1983.
30 Ibíd., 1ro. de noviembre de 1983.
45. Granda 1979-1984 472

tuvieran toda la información”. 31

El Movimiento Nueva Joya (MNJ) había tomado el poder bajo la


dirección de Maurice Bishop en marzo de 1979 tras la expulsión, aclamada
por el pueblo, de Eric Gairy, una personalidad errática que se inclinaba
cada vez más a mantener su dominio por medio de los asesinatos. Una vez
conseguido esto, Bishop, abogado educado en Londres, tuvo que lidiar con
la mucho más complicada tarea que enfrenta un socialista revolucionario
en el poder: espolear a un país subdesarrollado a levantarse sobre sus
propios pies cuando ni siquiera se tienen zapatos. Tuvieron que comenzar
con lo básico: empleos, nuevas escuelas, formación de maestros,
alfabetización de los adultos, servicios sociales, agua potable... El MNJ no
tocó los negocios privados, pero instituyó la salud pública gratuita, la
entrega de leche gratis a los niños pequeños, cooperativas agrícolas y otras
medidas por el estilo. El director del gobierno interino con aprobación
norteamericana que siguió a la invasión, Nicholas Brathwaite, y sus colegas
“elogiaron de inmediato [al MNJ] por haber dado a los granadinos una
nueva conciencia, confianza en sí mismos y orgullo nacional y admitieron
que era logros difíciles de igualar”, reportó The Guardian 32 El Banco
Mundial también dio una buena evaluación al gobierno de Bishop. En 1980
el Banco alabó el buen manejo fiscal del MNJ y dos años después escribió
que “los objetivos del Gobierno se centraban en asuntos críticos para el
desarrollo y se dirigían a las áreas más prometedoras en el país para
esto”. 33 El MNJ no realizó elecciones y Bishop explicó su decisión de la
siguiente forma:
Hay algunos (entre ellos varios de nuestros amigos) que creen que no se puede
tener una democracia a menos que se tenga una situación donde cada cinco
años, y por cinco segundos en esos cinco años, la gente pueda escribir una “X”
junto al nombre de algún candidato, y durante esos cinco segundos en esos
cincos años, se convierten en demócratas, y por el resto del tiempo, cuatro
años y 364 días, vuelven a ser nadie y no tienen el derecho a decir nada a su
gobierno, no tienen ningún derecho a participar en la dirección del país.34

En lugar del sistema tradicional, el MNJ alegaba que la democracia en


Granada se manifestaba a través de las numerosas organizaciones de
masas y estructuras descentralizadas que recibían las opiniones de
grandes cantidades de ciudadanos y las analizaban seriamente. Sin
importar lo bien que pudiera funcionar esta forma de democracia, o lo que

31 New York Times, 1ro. de noviembre de 1983.


32 The Guardian, 12 de junio de 1984.
33 O’Shaughnessy, pp. 87, 95.
34 Ibíd., p. 85.
45. Granda 1979-1984 473

habría alcanzado de no ser interrumpida, la misma habría producido


descontento de igual manera pues se esperaba que la gente asistiera a
reunión tras reunión y eran presionados de diferentes modos para que
aceptaran las exigencias de la revolución.
En poco tiempo, los dirigentes de los estados caribeños vecinos, en
particular Tom Adams y Eugenia Charles (Barbados y Dominica), quienes
fueron los partidarios principales de la invasión, evidenciaron su hostilidad
contra el Gobierno granadino. Bishop creía que esto era debido al temor
del entusiasmo que el ejemplo de Granada provocaba en sus propias
poblaciones; un entusiasmo, decía, qué se mostraba en cada aparición
pública de los dirigentes granadinos en la región. 35 Charles era
considerada por la administración Reagan como una apasionada pro
norteamericana, una “Jeane Kirkpalrick caribeña”, que “hacía que
Margaret Thatcher, la primera ministra británica, pareciera una gatica”.36
Estados Unidos adoptó su posición adversa casi de inmediato.
Washington reconoció de manera instintiva que los líderes granadinos no
se someterían fácilmente a sus dictados de aislar a Cuba. De hecho, la
propia Granada podría convertirse en esa tanto tiempo temida pesadilla:
“otra Cuba”. A menos de un mes de que Bishop asumiera el poder, el
embajador norteamericano le entregó una pota que decía en una de sus
partes: “Aunque mi gobierno reconoce su preocupación sobre las
acusaciones de un posible contragolpe, también cree que no serviría a los
mejores intereses de Granada el buscar ayuda de un país como Cuba para
impedir tal cosa. Veríamos con desagrado cualquier tendencia por parte
de Granada a desarrollar lazos más cercanos con Cuba”.37 El contragolpe
al que se refería el embajador era el temor de Bishop a que Eric Gairy,
exiliado en EE.UU., reuniera un ejército de mercenarios para invadir la isla.
El FMI temía incluso más una operación de desestabilización por parte de
la CIA pero, en cualquier caso, ¿a quién podían acudir por ayuda sino a “un
país como Cuba”?
Antes de que terminara 1979, Granada había descubierto transmisores
ocultos en su misión ante la ONU, 38 y representantes del Gobierno
norteamericano estaban visitando a los agentes de viajes en EE.UU. para
difundir rumores que ahuyentaran a los turistas de las soleadas playas de
la isla, su fuente más importante de divisas. 39 Durante los siguientes

35The Guardian, 4 de noviembre de 1983.


36Woodward, p. 290.
37 Citado por Bishop en su discurso del 13 de abril de 19 79, recogido en Chus Searle. ed.: In

Nobody's Backyard: Maurice Bishop’s Speeches 1979-1983. Londres, 1984.


38 New York Times. 20 de agosto de 1979, p. 4.
39 Chris Searle: Grenada: The Struggle Against Destabilization. Londres, 1983, p. 56; esto apareció

también como noticia en la prensa norteamericana y el propio autor lo vio y lo escuchó, aunque no
pudo localizar estas fuentes de nuevo al escribir el texto.
45. Granda 1979-1984 474

cuatro años, Washington trató de acosar a Granada de una o de otra


forma, sobre todo a partir de 1981, cuando la administración Reagan
ocupó el poder. Se presionó de manera agresiva en el Fondo Monetario
Internacional y en otras instituciones crediticias, con el fin de bloquear los
préstamos a Granada aunque, sorprendentemente, sin mucho éxito. Por
ejemplo, el FM1 aprobó un préstamo a Granada “a pesar de la vigorosa
oposición de la administración Reagan”, oposición fundamentada al
parecer en “razones económicas”. 40
En el verano de 1981 la CIA desarrolló planes “para causar dificultades
económicas a Granada con la esperanza de debilitar el control político del
primer ministro Maurice Bishop”. La operación fue rechazada, se informó,
por objeciones del Comité de Inteligencia del Senado. Un miembro de este
comentó, sin embargo, que “si fueran a hacer algo [...] estoy seguro de que
no nos lo dirían. Pienso que esperarían a que todo hubiera concluido”. 41
El instrumento principal de la campaña norteamericana contra
Granada era la propaganda, cuyo tema fue que Granada era un miembro
asalariado de la red terrorista soviético-cubano— nicaragüense, que
mantenía el cuchillo apuntado a la garganta de Norteamérica. El asociar a
Granada en esto servía lo mismo para ahuyentar al turismo que para
justificar una invasión. La propagación de este tema en general iba
acompañada por acusaciones específicas qué eran simplemente
fraudulentas. Uno de los primeros engaños fu e que se estaba
construyendo una base de submarinos soviéticos en la costa sur de la isla.
Este informe circuló ampliamente hasta 1983 cuando un corresponsal del
Washington Post visitó la supuesta localización y señaló que no hubiera
podido construirse una base de submarinos en un sitio donde el mar era
tan poco profundo. 42 En febrero de 1983, un funcionario del
Departamento de Defensa de EE.UU. anunció, al parecer con cara seria,
que la URSS había embarcado hacia Granada helicópteros de asalto, botes
torpedos y aviones de combate supersónicos MIG, que proporcionaban a
la isla una fuerza aérea con 200 (sic) modernos aparatos. 43 La suerte de
esta poderosa armada ha permanecido en el misterio desde entonces.
La acusación que recibió el mayor despliegue de prensa fue que el
nuevo aeropuerto que se construía en Granada tenía el propósito de
convertirse en una instalación militar para rusos y cubanos. El Gobierno de
la isla insistía en que se trataba sólo de desarrollar el turismo, su única
industria importante. En marzo de 1983, el presidente Reagan dijo ante la

40 New York Times, 27 de agosto de 1983.


41 Washington Post, 27 de febrero de 1983, p. 1.
42 O’Shaughnessy, p. 192. El corresponsal era Ed Cody. Por extraño que sea, al parecer el propio

Postno publicó este reporte.


43 Washington Post, 27 de febrero de 1983, p. 1.
45. Granda 1979-1984 475

audiencia televisiva norteamericana que la pista tendría 10.000 pies de


largo, pero que “Granada ni siquiera tiene fuerza aérea. ¿Cuál es la
intención de esto? [...] El rápido crecimiento del potencial militar de
Granada no está en proporción con ninguna amenaza concebible [...] La
militarización de Granada por cubanos y soviéticos [...] sólo puede verse
como una proyección de dominio hacia la región”. 44 El presidente mostró
fotos aéreas de la construcción —había vuelos espías norteamericanos de
manera regular sobre la isla— como para implicar que se trataba de algo
oculto cuando en realidad la locación estaba abierta al público.
Hay una plétora de evidencias que contradicen el análisis de Reagan: al
menos otras cinco islas caribeñas, entre el las Barbados, tenían pistas
similares o más largas sin tener fuerza aérea. 45 La construcción del
aeropuerto fue estimulada por el Banco Mundial, que también discutió
con Granada la construcción de nuevos hoteles. 46 El trabajo de excavación
fue llevado a cabo por la Layne Dredging Company, de Florida, y el sistema
de comunicación había sido instalado por Plessey, una multinacional
británica; Cuba aportó como donación la fuerza de trabajo calificada y
maquinarias para la construcción. 47 Plessey refutó la declaración
estadounidense: “El aeropuerto [...] estaba siendo construido guiado por
especificaciones puramente civiles”, dijo y enumeró una cantidad de
características técnicas de un aeropuerto de una base militar que el de la
isla no tendría. 48 Por si fuera poco, el Mercado Común Europeo había
contribuido con dinero a la construcción: “En nuestra opinión el
aeropuerto es para el turismo”, dijo un vocero. “Mantenemos nuestro
compromiso”.49 El aeropuerto estaba siendo financiado por otra docena
de naciones, incluidas Canadá, México y Venezuela. Estados Unidos había
rechazado una solicitud de ayuda y, en cambio, había ejercido presiones
para detener el financiamiento internacional. 50
Después de la invasión, el aeropuerto fue terminado por EE.UU. “Se
tomó la decisión de terminarlo por los militares y para los militares”, dijo
una de las empresas subcontratadas. “Los equipos necesarios para tales
propósitos están siendo ya trasladados hacia el lugar”. 51 (Hasta donde se
conoce, el aeropuerto todavía no ha sido utilizado por EE.UU. para
propósitos militares.)

44 New York Times, 26 de marzo de 1983.


45 The Nation, New York, 16 de abril de 1983, p. 467, contiene una tabla que compara los diversos
aeropuertos.
46 O’Shaughnessy, p. 90.
47 The Nation, New York, 16 de abril de 1983, p. 467; O’Shaughnessy, p. 89.
48 The Guardian, Londres, 31 de octubre; 2 de noviembre de 1983.
49 Ibíd., 2 de mayo de 1983.
50 Wall Street Journal, 29 de abril de 1981; The Guardian, 2 de mayo de 1983.
51 The Guardian, 11 de noviembre de 1983.
45. Granda 1979-1984 476

Hubo también algunos casos en que la prensa de oposición granadina


dio a conocer historias completamente infundadas del tipo de las
mencionadas antes, al igual que promovía rumores dañinos para la
economía local. En una de estas historias, tomada por un periódico
granadino de la revista germanooccidenlal Bunte, se reportaba que
estaban en construcción grandes bases militares y de misiles en Granada,
algo que habría sido imposible de ocultar en la pequeña isla.52 La táctica
de reimprimir artículos extranjeros, como hemos visto, es empleada con
frecuencia por la CIA, y para los dirigentes del MNJ era una clara señal de
que la Agencia había entrado en escena. Esto condujo al Gobierno a cerrar
periódicos independientes pues sintieron que el país era demasiado
vulnerable, mucho más que Chile y Jamaica, donde esta táctica había sido
utilizada.
Lo mismo ocurrió con los prisioneros políticos, en su mayor parte
antiguos miembros de la policía secreta de Gairy. 53 El Gobierno temía
liberar algunos de ellos y que terminaran uniéndose a las fuerzas
mercenarias de Gairy o la CIA para realizar acciones como la bomba que
explotó en junio de 1980 durante una reunión al aire libre, al parecer
destinada para eliminar a toda la dirigencia del MNJ de un solo golpe, pero
a cambio le costó la vida a tres jóvenes mujeres.
En lo que concierne a la propia invasión: 2.000 marines
norteamericanos y paracaidistas arribaron a la isla el primer día, y llegaban
a 7.000 para el fin de semana, con muchos más a bordo de los barcos; los
aviones bombardearon por todas partes y destruyeron todo tipo de
edificios, incluido un hospital psiquiátrico, y ametrallaron puestos del
Ejército Revolucionario del Pueblo. “Ese Ejército Revolucionario del
Pueblo, ¿está de nuestro lado o del de ellos?”, preguntó un joven marine.54
La casa del embajador cubano fue atacada y saqueada por los soldados
norteamericanos, en una pared dejaron escrito “AA”, símbolo de la 82
División Aerotransportada, y al lado el mensaje: “Coman mierda,
comunistas malditos”.55 Los ocupantes de la casa fueron capturados como
rehenes y se les ordenó avanzar delante de los vehículos norteamericanos
para acercarse a las posiciones cubanas, en abierta violación de la
Convención de Ginebra.56 Castro dijo que se habían hecho ofertas de todo
tipo para convencer a los prisioneros cubanos de que se fueran para
EE.UU., pero ninguno aceptó. 57 “Quiero descojonar al comunismo de esta

52 New York Times, 20 de agosto de 1979, p. 4.


53 Ibíd.
54 The Observer, 30 de octubre de 1983, p. 9.
55 The Guardian, 25 de noviembre de 1983.
56 Ibíd., 27 de octubre de 1983, según el embajador cubano en Londres.
57 Discurso de Fidel Castro del 14 de noviembre de 1983 en La Habana, reproducido por The

Guardian, 19 de noviembre de 1983, p. 8.


45. Granda 1979-1984 477

islita y mandarlo de regreso a Moscú”, dijo un marine. 58 “Gran Bretaña


anunció que enviaría un destructor para ayudar en el rescate”, dijo la
emisora radial norteamericana a los granadinos en la primera mañana; no
era una verdad a medias, sino una mentira total. Los granadinos que
escucharon la transmisión dijeron que fue un poderoso argumento para
aceptar la ocupación. 59 Los combates cesaron en una semana, 135
norteamericanos muñeron o fueron heridos, al igual que 84 cubanos y 400
granadinos, aproximadamente.
Una vez conquistada la tierra, quedaban las mentes y corazones de la
gente por dominar. Una vez concluidos los combates, la estación radial
comenzó una fuerte ofensiva contra Bishop por haber llevado a Granada
al cautiverio, dijo el locutor. 60 Pero pronto los norteamericanos
comprendieron que esto era un error táctico, pues Bishop tenía todavía
una enorme popularidad y muy pronto las críticas a su régimen
comenzaron a ser más indirectas y no se le mencionaba. En breve el
batallón de Operaciones Sicológicas del Ejército de EE.UU. comenzó a
atravesar la isla en helicóptero ofreciendo a los granadinos, a través de
altavoces, una gran dosis de medicina anticubana: los cubanos habían
apoyado a quienes asesinaron a Bishop, Granada había estado en las
garras de Cuba, el castrocomunismo era todavía una amenaza, etc., etc.
Se colocaron afiches que mostraban las supuestas armas cubanas
capturadas con el texto: “¿Son estas las herramientas para construir
aeropuertos?” Otros afiches vinculaban a los líderes del CMR con Moscú.61
En marzo de 1984, un periodista de Londres reportaba:
“La isla se mantiene bajo la visible ocupación norteamericana. Hay
jeeps patrullando constantemente. Los helicópteros sobrevuelan las
playas. La policía militar vigila a los aldeanos y frecuenta los cafés. Los
hombres de la CIA supervisan la seguridad en el juzgado. El único periódico
vierte vitriolo cada semana acerca de los años del gobierno revolucionario
‘ese horrible período en nuestra historia’. Las presiones son fuertes en una
comunidad pequeña”.62
En junio se supo que las escuelas nombradas en honor de los “héroes
de la revolución” habían retornado a sus antiguos nombres, aunque no sin
la protesta de los estudiantes. Y mientras tanto el Servicio de Información
norteamericano mostraba a los escolares un filme titulado: Granada: el
retorno a la libertad.63

58 The Observer, 30 de octubre de 1983, p. 9.


59 The Guardian, 16 de noviembre de 1983.
60 The Observer, 30 de octubre de 1983.
61 O’Shaughnessy, p. 208; The Guardian, 16 de noviembre, 19 de diciembre de 1983.
62 The Guardian, 5 de marzo de 1984.
63 Ibíd., 12 de junio de 1984.
45. Granda 1979-1984 478

La invasión fue condenada en forma casi total en Latinoamérica, sólo


las dictaduras militares de Chile, Guatemala y Uruguay expresaron su
apoyo. La ONU votó en contra de manera aplastante, a lo que el presidente
Reagan respondió: “Cien naciones en la ONU no han estado de acuerdo
con nosotros en casi ninguna cosa que se les presenta donde estemos
involucrados, y eso no perturbó para nada mi desayuno”. 64 Uno de los
males de los estados comunistas, según se nos dice siempre, es que
ignoran la opinión mundial. Por suprema ironía la mayoría de la población
de Granada aplaudió la invasión: además de la minoría conservadora que
sabía que el experimento “socialista” sería ahora echado a un lado, estaba
el gran número de personas que se alegraron al ver que los asesinos de su
amado Maurice Bishop recibían su castigo. A pesar de toda la hostilidad y
las mentiras sobre Bishop emanadas de Washington a lo largo de cuatro
años, a los granadinos no parece habérseles ocurrido que la invasión no
tenía nada que ver con vengar su muerte y que EE.UU. había usado la
ocasión como pretexto conveniente para una acción que venía deseando
realizar desde hacía mucho tiempo. Si pensamos que el granadino
promedio resulta demasiado ingenuo y con muy poca memoria política,
debemos considerar que el norteamericano promedio aplaudió con júbilo
la invasión y creyó todo lo que salió de los labios de Ronald Reagan (como
si se tratara de la primera intervención estadounidense en la historia), y
hasta el día de hoy le sería difícil repetir una sola de las falsedades
asociadas con todo el asunto. El propio presidente pareció luego haber
suprimido por completo el incidente. En marzo de 1986, cuando se le
preguntó sobre la posibilidad de una invasión norteamericana a
“Nicaragua, respondió: “Está mirando a un individuo que sería el último en
el mundo que desearía llevar soldados norteamericanos a Latinoamérica,
porque la memoria del gran coloso del Norte está extendida por toda
Latinoamérica. Perderíamos todos nuestros amigos si hiciéramos algo por
el estilo”.65
En el cuarto día de la invasión Reagan pronunció un discurso que hizo
palidecer a la xenofobia. Se las arregló para vincular la invasión de Granada
con el derribo de un avión coreano por la URSS, la matanza de soldados
norteamericanos en Líbano y la toma de rehenes estadounidenses en Irán.
Se hizo evidente que la invasión simbolizaba el fin a una serie de
humillaciones para EE.UU. Incluso Vietnam estaba siendo vengado. Para
conmemorar el “renacimiento norteamericano”, unos siete mil soldados
fueron designados héroes de la República y condecorados con medallas
(algunos no habían hecho otra cosa que permanecer sentados en los

64 New York Times, 4 de noviembre de 1983, p. 16.


65 Ibíd., 22 de marzo de 1986.
45. Granda 1979-1984 479

barcos cerca de la costa). América había recuperado su hombría al pisotear


una pulga.

Post scriptum

A fines de 1984 el ex premier Herbert Blaize fue electo primer ministro


y su partido alcanzó 14 de los 15 escaños del Parlamento. Blaize, que en
cuanto terminó la invasión había proclamado a EE.UU.: “Les damos las
gracias desde el fondo de nuestros corazones”,66 había sido favorecido por
la administración Reagan. 67 El candidato que ganó el único escaño de la
oposición anunció que no lo ocuparía debido a lo que llamó:
“manipulación de los votos e interferencia en las elecciones por fuerzas
externas”. 68 Un año más tarde, el Consejo para Asuntos Hemisféricos
radicado en Washington informó, como parte de su relataría anual, sobre
abusos contra los derechos humanos en Granada: “Versiones confiables
circulan sobre prisioneros golpeados, a quienes se les niega la atención
médica y son confinados durante largos períodos sin que se les permita
ver a un abogado. La nueva policía del país, entrenada por EE.UU., ha
adquirido una reputación de brutalidad, arrestos arbitrarios y abusos de
autoridad”. El informe añadía que una emisora musical “ofensiva” había
sido cerrada y que las fuerzas de contrainsurgencia (igualmente
entrenadas por norteamericanos) estaban violando los derechos civiles.69
A fines de los 80, el Gobierno comenzó a confiscar numerosos libros
provenientes del extranjero, incluidos Nuestro hombre en La Habana, de
Graham Greene, y Habla Nelson Mandela. En abril de 1989, emitió una
lista de más de ochenta obras cuya importación había sido prohibida. 70
Cuatro meses más tarde el primer ministro Blaize suspendió el Parlamento
para evitar un voto de no confianza a causa de lo que sus críticos llamaban
“un estilo cada vez más autoritario”. 71

66New York Times, 15 de abril de 1984, p. 10.


67Ibíd., 4 de diciembre de 1984.
68 Ibíd., 10 de diciembre de 1984, p. 3.
69 The Guardian, Londres, 3 de enero de 1986.
70 “Importation of Publications (Prohibition) Order”, Resolución Nº 6 del 11 de abril de 1989,

Gobierno de Granada. ‘
71 Los Angeles Times, 25 de agosto de 1989.
46. Marruecos 1983 480

46. MARRUECOS 1983


Una jugada sucia con video
En enero de 1983 el Gobierno de Marruecos tuvo el triste deber de
anunciar la “penosa muerte” en un accidente automovilístico del general
Ahmed Dlimi, confidente del rey Hassan por más de veinte años y
comandante de las fuerzas sureñas del Ejército marroquí. Cuando el
entonces corresponsal de Le Monde tuvo la temeridad de sugerir que tal
vez la muerte de Dlimi no fuera un accidente, fue expulsado de inmediato
del país.1 Luego, en marzo, Ahmed Rami, un científico político marroquí
exiliado en Suecia, declaró que sin lugar a duda Dlimi había sido asesinado
por Hassan y sus hombres de la seguridad y que la CIA estaba
profundamente implicada.2 Ahmed Rami había sido teniente en el ejército
y líder del Movimiento de Oficiales Libres, organización clandestina de
oficiales con el propósito de derrocar al rey y la monarquía, así como
eliminar la corrupción personal del monarca y sus “crímenes contra los
derechos humanos”. Rami estaba viviendo en el extranjero y estaba
sentenciado a muerte en Marruecos por su participación en un fallido
intento de derribar un avión donde viajaba Hassan en 1972.
Los oficiales disidentes apoyaron el establecimiento de una
“democrática República Árabe Islámica de Marruecos” y un acuerdo
negociado para poner fin a la desgastadora guerra con las guerrillas del
Frente Polisario en el Sahara Occidental, un conflicto en el cual la ayuda
militar norteamericana, incluido personal, había permitido a Marruecos
mantener el control.3
Ahmed Dlimi, a la vez que era la mano derecha del rey, había estado
asociado en secreto con los Oficiales Libres. Cuando viajaba se reunía con
Rami y durante 1982 los dos hombres analizaron planes para un golpe de
Estado que se realizaría en julio del año siguiente. “Sin que lo supiéramos,
sin embargo [dijo Rami], la CIA lo estaba investigando. Cuando le
entregaron al rey Hassan un expediente en enero [de 1983], este contenía
un video de mi reunión con el general Dlimi en Estocolmo el pasado
diciembre. Eso fue suficiente para que Dlimi fuera eliminado”. 4

1 The Nation, New York, 26 de marzo de 1983, p. 356.


2 Entrevista en Africa Now, Londres, marzo de 1983, pp. 14-18.
3 Claudia Wright: “Showdown in the Sahara”, en la revista Inquiry, Washington, 12 de abril de

1982, p. 24; New York Times, 1ro. de febrero de 1983, p.


4 Africa Now, entrevista citada, p. 14.
46. Marruecos 1983 481

Marruecos se había convertido, según el New York Times, en el “aliado


más cercano y útil en el mundo árabe”. 5 Hassan había atado su suerte a la
administración Reagan. Sólo en 1981, recibió la visita del secretario de
Defensa, Caspar Weinberger y del secretario de Estado, Alexander Haig, al
igual que la del di rector delegado de la CIA, del jefe del Comité de
Relaciones Exteriores del Senado y muchos otros altos funcionarios de
Washington. El secretario asistente de Defensa para la Seguridad
Internacional, llegó con un equipo de 23 asesores y expertos militares; se
decía que más de cien norteamericanos trabajaban con las fuerzas
armadas marroquíes. 6 En años anteriores, Hassan había colaborado
ampliamente con la política norteamericana en África; tanto en 1977
como en 1978 había enviado soldados a Zaire en apoyo de las acciones
estadounidenses en aquel país, y desde mediados de los 70 había estado
ayudando a las fuerzas de la UNITA en Angola junto con EE.UU. y Sudáfrica
en su sostenido esfuerzo por derrocar al gobierno del MPLA. Al mismo
tiempo, Hassan había permitido a la CIA construir su estación en
Marruecos que era probablemente uno de los principales puestos de la
Agencia en el continente.7
De esta y de otras importantes maneras, Hassan se había ganado la
gratitud y protección norteamericanas y fue por eso que la CIA expuso al
rey la doble vida de Dlimi. Este, además, había abogado porque Marruecos
recibiera ayuda de Francia, su antigua metrópoli colonial, en lugar de
EE.UU. La CIA vio esto como una amenaza a la posición norteamericana e
insistió en que Hassan se deshiciera de todos sus hombres de confianza
que favorecieran un acercamiento mayor con el país galo.8 A las once de
la noche del 23 de enero de 1983, dice Rami, Dlimi fue llamado al palacio
en Marrakesh. Allí, diez hombres de la seguridad lo condujeron a una sala
de interrogatorios subterránea. A la 1:00 a.m., “dos oficiales
norteamericanos” llegaron con el rey y permanecieron en la sala por varias
horas. Dlimi fue torturado y, a las 5:00 a.m., fue muerto de un tiro. Su
cuerpo fue luego colocado en su auto que explotó en un suburbio de la
ciudad. Nadie, ni siquiera su familia, pudo ver el cuerpo. 9

5 New York Times, 1ro. de febrero de 1983, p. 3.


6 Wright, p. 24.
7 Ibíd., pp. 24-25.
8 Africa Now, entrevista citada, pp. 14-15.
9 Ibíd., p. 14.
47- Surinam 1982-1984 482

47. SURINAM 1982-1984


Una vez más el fantasma cubano
No era acostumbrado que el director de la CIA informara al Congreso
por anticipado de los planes de la Agencia para derrocar a un gobierno. En
diciembre de 1 982, William Casey comunicó a los comités de inteligencia
del Senado y la Cámara, que el presidente Reagan lo había autorizado para
tratar de derribar al gobernante de Surinam, el coronel Desi Bouterse. El
plan de la Agencia era, según se informó, llamar a la formación de una
fuerza paramilitar en el exilio para invadir Surinam, pues Bouterse, que
había tomado el poder en un golpe militar en 1980, estaba llevando al
pequeño país sudamericano hacia la proverbial y temida “órbita cubana”. 1
Los miembros del comité congresional “aunque no se oponían en principio
a la idea de intentar derrocar un gobierno extranjero”, 2 sí objetaron la
propuesta sobre la base de que no había evidencia de que Cuba estuviera
“manipulando al gobierno de Surinam, o alcanzando una posición militar
en el país”.3 En tanto un argumento de este tipo nunca hizo gran impresión
a Reagan, ni cohibió excesivamente a la CIA, no hay razones para creer que
la historia terminó aquí.
Tampoco fue el comienzo. Dos meses antes, en octubre, el régimen de
Bouterse había amenazado con expulsar a dos diplomáticos
norteamericanos por alentar a los sindicatos conservadores del país y por
haber desempeñado un importante papel en la organización de
demostraciones contra el Gobierno y huelgas con el propósito de hacerlo
caer.4 Luego, el 8 de diciembre, Surinam anunció que se había producido
un intento de golpe: algunos de los supuestos conspiradores fueron
arrestados, varios de ellos terminaron “baleados cuando intentaban
escapar”, un evidente eufemismo para designar su ejecución. Bouterse
denunció que los arrestados habían estado conspirando con la CIA. 5 Uno
de los que perdió la vida era el líder sindical conservador Cyril Daal, que
había ayudado a organizar las manifestaciones antigubernamentales antes
y de quien se decía que tenía conexiones con la CIA a través de la

1 Miami Herald, 1ro. de junio de 1983.


2 New York Times, 1ro. de junio de 1983, p. 13.
3 Miami Herald, 1ro. de junio de 1983.
4 The Guardian, Londres, 1ro. de noviembre de 1982, 7 de enero de 1983; New York Times, 1 de

enero de 1983, p. 5.
5 New York Times, 12 de diciembre de 1982, p. 4; 30 de noviembre de 1983.
47- Surinam 1982-1984 483

asociación de su organización con el ubicuo Instituto Americano para el


Desarrollo del Trabajo Libre. 6 Al mes siguiente se pidió a los dos
diplomáticos que abandonaran el país por sus “actividades
desestabilizadoras”.7
En julio de 1983 el complot se intensificó. El New York Times informó
que una invasión a Surinam, programada para el primer día del mes por
mercenarios con base en Florida, había sido cancelada debido a que los
planes fueron descubiertos por la agencia de seguridad interna de los
Países Bajos, antigua metrópoli colonial de Surinam, cuando era llamada
Guayana Holandesa. Según se informó, la fuerza mercenaria estaría
compuesta de unos trescientos hombres —la mitad de ellos
norteamericanos y sudamericanos, y el resto surinameses—, que debían
volar desde Florida a Paramaribo, capital de Surinam, en el extremo norte
de Sudamérica. Los invasores aumentarían allí su número con surinameses
exiliados en Holanda. Fue este último grupo el que resultó infiltrado por
los holandeses, quienes pudieron así conocer del plan. 8
Como se ha hecho costumbre en relación con los objetivos
norteamericanos en Latinoamérica, comenzaron a circular
internacionalmente historias acerca de la presencia de grandes cantidades
de soldados cubanos en Surinam. Como en los casos de Jamaica y Granada,
estos combatientes permanecieron en el terreno del mito. En la primavera
de 1983 Surinam firmó acuerdos con el vecino Gobierno derechista de
Brasil, el cual le proporcionó ayuda económica y militar, así como
entrenamiento a sus soldados. Según el razonamiento de la
administración Reagan, el país debería haber entrado en la “órbita
brasileña”. La pura verdad era que Surinam, como otras naciones en
desarrollo, estaba dispuesta a aceptar la ayuda donde la encontrara, y de
hecho Brasil, que admitió a las piaras que su propósito era “salvar a
Surinam de Cuba”, había actuado por incitación de Washington.9
En octubre Bouterse expulsó a todos los asesores cubanos y al personal
de la Embajada, incluido el embajador, y suspendió todos los acuerdos con
La Habana. La expulsión fue anunciada el mismo día que EE.UU. invadió
Granada y estuvo influida por la creencia de Bouterse de que Cuba había
tenido participación en el derrocamiento de Maurice Bishop y que él
sufriría la misma suerte, o bien una invasión similar. 10 Esta idea acerca de

6 Tom Barry et al:. The Other Side of Paradise: Foreign Control in the Caribbean. Grove Press, New

York, 1984, p. 361, cita a la revista Soberanía de Managua, Nicaragua, febrero- marzo de 1983.
7 New York Times, 7 de enero de 1983, p. 5.
8 Ibíd., 19 de julio de 1983.
9 Miami Herald, 2 de junio de 1983; Barry, pp. 361-362, cita al Latin America Weekly Report,

Londres, 9 de junio de 1983.


10 New York Times, 27 de octubre de 1983, p. 4; 31 de octu bre, p. 10; MiamiHerald, 29 de

noviembre de 1983; Washington Post, 5 de noviembre de 1983.


47- Surinam 1982-1984 484

Cuba no tenía relación ninguna con la verdad, como hemos visto, y puede
haber sido estimulada por EE.UU. La revista Newsweek informó después
que “diplomáticos estadounidenses en la capital de Paramaribo se
aseguraron de mantener a Bouterse al corriente de las evidencias de que
Cuba había ayudado al golpe en Granada, y el resto se dejó a su bien
alimentada paranoia”.11
Según todas las versiones, Bouterse dejaba mucho que desear como
dirigente y como persona. Mucho antes de los hechos de octubre, se había
informado que Cuba y Granada sentían en privado “irritación, e incluso ira,
por el daño causado a la imagen de la izquierda en la región por lo que
consideraban como revolucionarios inmaduros dirigiendo una revolución
prematura”. 12 Aunque Bouterse había aprendido a repetir los clichés
socialistas y antimperialistas, sus principios parecían radicar en otra parte.
En palabras de un diplomático en Surinam: “Bouterse es un camaleón.
Lo primero para él es su propia supervivencia. Lo segundo es su
supervivencia como el hombre en el poder”. 13 Bouterse fue acusado en
ocasiones de denunciar golpes contrarios como pretexto para deshacerse
de algunos opositores a su gobierno (varios otros intentos de golpes
fueron anunciados además del ya mencionado de diciembre de 1982).
Entre diciembre de 1983 y enero de 1983 Surinam fue sacudida por
miles de obreros en huelga que protestaban contra la subida de los
impuestos y las exageradas alzas de los precios y llamaban a la destitución
del primer ministro Errol Alibux; también se realizaron serios actos de
sabotaje a las plantas suministradoras de agua y electricidad.
Bouterse cedió: despidió a Alibux y canceló las alzas de precios, pero
no aceptó la demanda de entregar el poder nuevamente a los civiles.14
Aunque la escena recuerda las actividades de la CIA en Guayana Británica,
Jamaica y en otros lugares, y aunque el Gobierno de Surinam había
acusado a EE.UU. en octubre de 1982, no hay informes sobre la mano de
la Agencia en los disturbios de este período. No obstante, en 1985, se
reveló que la National Endowment for Democracy, financiada por el
Congreso para apoyar organizaciones extranjeras afines a los objetivos de
la política exterior norteamericana, había entregado fondos a varias
organizaciones en Surinam entre 1983 y 1985. 15

11 Newsweek, 7 de noviembre de 1983, p. 78.


12 The Guardian, Londres, 22 de febrero de 1983, p. 7.
13 Miami Herald, 29 de noviembre de 1983.
14 The Guardian, Londres, 11 y 13 de enero de 1984.
15 Ibíd., 28 de noviembre de 1985; Washington Post, 28 de noviembre de 1985, p. 50
48. Libia 1981-1989 485

48. LIBIA 1981-1989


Ronald Reagan encuentra la horma de su zapato
Las grandes masas populares en lo profundo de sus corazones temen más a ser
corrompidas que a la maldad consciente y deliberada [...] por tanto, en vista de la
primitiva simplicidad de sus mentes, dan más crédito a una gran mentira que a una
pequeña, pues ellos mismos mienten en pequeñas cosas, pero se avergonzarían de
mentiras demasiado grandes.
Adolfo Hitler 1

“Nuestra evidencia es directa, es precisa, es irrefutable”, anunció el


presidente de EE.UU. al explicar que el ataque norteamericano con
bombas a Libia el 14 de abril de 1986 era en represalia por la explosión de
una bomba nueve días antes en un club nocturno de Berlín occidental
frecuentado por militares norteamericanos, en el cual habían muerto dos
soldados, un civil y muchos otros habían sido heridos. 2 En realidad, la
evidencia de la culpabilidad libia en la colocación de la bomba nunca fue
presentada al mundo en forma directa o precisa, pero eso tuvo poca
importancia. Por más de una década se había dicho al pueblo
norteamericano que el líder libio Muammar el-Khadafi estaba detrás de
cada acto terrorista en cualquier parte del mundo. Pocos días antes del
ataque norteamericano, Reagan se había referido a él como “el perro
rabioso del Medio Oriente”. Esto era sólo un ejemplo más y encajaba.
Las bombas arrojadas sobre Libia mataron entre cuarenta y cien
personas, todas civiles excepto una, otras cien o más resultaron heridas.
La Embajada francesa, ubicada en un distrito residencial, fue destruida.
Entre los muertos figuraba la pequeña hija adoptiva de Khadafi y una
adolescente londinense de visita en el país, los restantes siete hijos del
dirigente, al igual que su esposa, fueron hospitalizados a causa del shock y
de diversas heridas.3 Estados Unidos no alegó que alguno de los muertos
o heridos tuviese conexión con la explosión en Berlín. Tal como los
terroristas del Medio Oriente que lanzan granadas en un mostrador de
venta de boletos de la línea aérea El Al para matar israelíes sólo porque
son israelíes, y los que pusieron la bomba en el vuelo 103 de Pan American

1 Adolf Hitler: Mein Kampf. Vol. 1, B oston, Houghton Mifflin Co., 1971, capítulo 10, p. 231 (Ira. ed.

1925).
2 New York Times, 15 de abril de 1986.
3 Seymour Hersh: “Target Qaddafi”, en The New York Times Magazine, 22 de febrero de 1987, p.

22.
48. Libia 1981-1989 486

querían matar norteamericanos sólo por serlo, el bombardeo a Libia se


proponía matar libios simplemente por ser libios. Después de este ataque
aéreo, el vocero de la Casa Blanca Larry Speakes anunció: “Esperamos que
esta acción prevenga y desaliente los ataques libios contra civiles
inocentes en el futuro”.4
El libio a quien EE.UU. quería matar por encima de todo era, por
supuesto, Khadafi. El bombardeo había sido un intento de asesinato. El
New York Times citó a un “bien informado oficial de la inteligencia de la
Fuerza Aérea”, quien dijo: “No hay dudas de que buscábamos a Khadafi.
Fue orientado de esa forma. Iban a matarlo”. 5 Es lo que se hace con un
perro rabioso. Posteriormente, dos de los hijos de Khadafi plantearon una
demanda en EE.UU. para impedir que el presidente Reagan llevara a cabo
más “intentos de asesinato” contra su familia. La demanda, rechazada por
los jueces, alegaba que Reagan y el alto mando militar, al ordenar los
ataques habían violado la orden ejecutiva que prohíbe los intentos de
asesinato contra jefes de Gobierno extranjeros. 6 Otra demanda
presentada en Washington se hizo a nombre de 65 personas muertas o
heridas por el bombardeo.7 Mientras tanto, la Marina de EE.UU. concedía
158 medallas a los pilotos que habían lanzado las bombas de 500 y 2.000
libras en medio de la noche sobre personas dormidas. 8
La idea de atacar a la familia de Khadafi tuvo su origen en la CIA, que
planteó que en la cultura beduina el dirigente perdería prestigio si no
podía proteger su hogar: “Si realmente alcanzan la casa de Khadafi —y por
extensión a su familia— habrán destruido una importante conexión en
términos de lealtad para el pueblo”. 9 Para asegurarse de que los libios
captaran el mensaje, la Voz de América les repitió cosas como: “El coronel
Khadafi es una carga trágica para ustedes” y mientras obedezcan sus
órdenes deben “aceptar las consecuencias”. 10 El anuncio del presidente de
que se contaba con una evidencia irrefutable se basaba en
comunicaciones interceptadas entre Trípoli, la capital libia, y la Embajada
de ese país en Berlín oriental. Reagan declaró el 25 de marzo que la
Embajada libia había recibido órdenes de “realizar un ataque terrorista
contra los norteamericanos, que cause la mayor cantidad posible de bajas
indiscriminadas”; luego la Embajada alertó a Trípoli el 4 de abril de que el

4 New York Times, 15 de abril de 1986, p. 11.


5 Hersh, p. 20. Un comentario que corrobora la historia es ofrecido por un piloto de la Fuerza
Aérea. Ver también The Guardian, Londres, 19 de abril de 1986.
6 San Francisco Chronicle, 6 de octubre de 1987.
7 Ibíd., 16 de abril de 1987, p. 15.
8 The Guardian, Londres, 24 de febrero de 1987.
9 Hersh, p. 20.
10 The Guardian, Londres, 9 de mayo de 1986, p. 11; ver también New York Times, 15 de abril de

1986, p. 11.
48. Libia 1981-1989 487

ataque se llevaría a cabo al día siguiente, que “Trípoli estará feliz cuando
vea los titulares mañana”, y después de la explosión, la Embajada reportó
que la acción había sido exitosa y no podían vincularlos a ella.11 Todo esto
fue, en el mejor de los casos, interpretación y parafraseo. Los textos
literales completos, sin edición o censura alguna, de estas comunicaciones
nunca se hicieron públicos. Fueron interceptados por la Agencia de
Seguridad Nacional y decodificados con la ayuda del Servicio de
Inteligencia Federal germanoocidental (BND), que había descifrado el
código años antes. Después de que la decodificación estuvo completa,
reportó Der Spiegel, la principal revista alemana, no quedaba claro todavía
lo que decían los cables, había diferentes versiones. Además la ASN y el
BND llegaron a conclusiones diferentes sobre el significado de los
mensajes “pero las discrepancias se hicieron a un lado con rapidez por
razones políticas”. Los oficiales de la seguridad alemana, que insistían en
que Libia no debía ser el único foco de la investigación y alertaban sobre
una “acusación prematura”, también consideraban a los grupos rivales del
mundo de la “disco” y los traficantes de drogas. En enero de 1987, un alto
oficial en Bonn dijo al periodista investigativo Seymour Hersh que el
Gobierno alemán se mantenía “muy escéptico y crítico” sobre la posición
norteamericana al vincular a Libia con la explosión; a fines del año
siguiente Alemania anunció que la investigación se daba por terminada. 12
‘“Algunos funcionarios de la Casa Blanca tuvieron dudas a primera vista
de que el caso contra Libia estuviera claro [reportó Hersh], Aún más, la
discoteca era conocida como lugar frecuentado por soldados negros, y que
se sepa los libios nunca han elegido como blanco de ataques a los negros
u otras minorías”.13
Sin embargo, como en muchos otros casos que hemos visto, la posición
oficial de Washington se convirtió en la verdad oficial. Tres años después
del incidente, la revista Time pudo afirmar con aire casual que “los
terroristas apoyados por Libia hicieron explotar una bomba en una
discoteca de Berlín occidental”, y provocaron el bombardeo
norteamericano “en represalia”. 14 Buena parte de los planes secretos de
Washington para la operación libia tuvo lugar al mismo tiempo que se
desarrollaban conversaciones secretas y ventas de armas a Irán. De esta

11 New York Times. 15 de abril de 1986; transcripción del discurso de Reagan y cita de Larry

Speakes en el artículo, p. 11; Bob Woodward: VEiL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York,
1987, pp. 444-445.
12 Der Spiegel, Hamburgo, RFA, 21 de abril de 1986, p. 20; Los Angeles Times, 11-13 de enero de

1988; New York Times, 22 de diciembre de 1988, p. 14; Hersh, p. 74. En diciembre de 1992,
funcionarios germanos culparon a un palestino por la bomba; no quedó claro cuál fue el resultado de
este arresto.
13 Hersh, p. 74.
14 Revista Time, 16 de enero de 1989, p. 20.
48. Libia 1981-1989 488

forma, la administración Reagan buscaba la eliminación de una fuente de


terrorismo en el Medio Oriente mientras armaba otra. Además, ambas
misiones involucraban a los mismos funcionarios de la seguridad nacional,
específicamente a John Poindexter y a Oliver North.

Aunque la administración Cárter no realizó ningún ataque militar


abierto contra Libia, es posible que estuviera implicada en una grave
acción encubierta. El 27 de junio de 1980, un avión italiano de pasajeros
fue destruido por un misil sobre el Mediterráneo, y causó 81 muertes. Al
mismo tiempo, un avión libio que podía haber transportado a Khadafi
volaba muy cerca de allí. Los controladores aéreos italianos lo tenían
consignado como el vuelo “VIP 56”, indicador de que iban a bordo altos
oficiales. En 1988, la televisión estatal italiana informó que él avión había
sido derribado por error por un misil perteneciente a un país de la OTAN,
posiblemente la propia Italia. Un año después, un informe del Ministerio
de Defensa italiano reveló que era probable que se utilizara un misil aire-
aire del tipo Sidewinder, empleado por la OTAN. La prensa italiana
comenzó a especular que un plan para asesinar al líder libio había
fracasado y en su lugar habían derribado al avión de pasajeros (en el
momento del desastre Khadafi había apuntado que EE.UU. era
responsable). Tanto Francia como EE.UU., los principales enemigos de
Libia, negaron tal posibilidad, y lo mismo hizo la OTAN, pero los militares
italianos tuvieron que esforzarse al extremo para evitar que la información
sobre el caso se diera a conocer. No obstante, un oficial de la Fuerza Aérea
admitió haber destruido la grabación del radar de esa noche, y una
investigación civil sugirió que un personal numeroso de la Fuerza Aérea
había sido persuadido para mentir u “olvidar” acerca del incidente.15
Ronald Reagan y su camarilla extremista ocupó la presidencia en enero
de 1981 con el compromiso de lograr una masiva transferencia de riqueza
de los pobres a los ricos. Uno de los medios utilizados para alcanzar este
fin fue el enorme incremento del presupuesto militar, lo que implicaba
bienestar para los ricos, los amigos de la industria de la defensa y empresas
asociadas, pasadas, presentes y futuras. Pero a fin de que el complejo
militar— industrial de inteligencia pudiera vender este paquete al público
norteamericano y al Congreso, debía existir un suministro renovado de
guerras, conflictos armados, insurgencias, contrainsurgencias... o rumores
de “amenazas” de lo mismo, y enemigos, preferiblemente del tipo
monstruoso, de quienes defenderse. Khadafi era el monstruo por
excelencia: un caprichoso, impredecible, superarrogante líder

15 The Times, Londres, 2 de octubre de 1989, p. 10; 28 de septiembre de 1989, p. 9; LA Weekiy,

Los Angeles. 27 de octubre-2 de noviembre 1989, p. 10, columna de Alexand er Cockburn; Los Angeles
Times. 2 de noviembre de 1988: Washington Post. 2 y 26 de septiembre de 1999.
48. Libia 1981-1989 489

tercermundista, sentado sobre la novena mayor reserva de petróleo del


mundo; un hombre con convicciones panislámicas, panarábicas,
antizionistas y antimperialistas profundamente arraigadas, que había
clausurado una base aérea estratégica de EE.UU. en Libia en 1970; un
simple jactancioso que hablaba con una retórica revolucionaria tan infantil
que podría servir igualmente de chico de mandados o de bufón; un
hombre que llevaba a cabo, o apoyaba, suficientes actos de terrorismo
real como para que cualquier exageración pudiera ser creíble.
Había elementos de enfrentamiento personal profundo entre los dos
hombres. Reagan —que jugaba con los ataques aéreos como si estuviera
dirigiendo escenas de cine— había escogido para enfrentarse a un hombre
que, como él, era prisionero de la ideología y había dejado su huella en la
prensa mundial con una estela de observaciones y acciones dogmáticas, al
igual que con tontos comentarios (todos los grandes profetas de los
tiempos modernos, decía Khadafi, habían venido del desierto y carecían
de educación: “Mahoma, Jesús y yo”). 16 El líder libio, sin embargo, tenía
una conciencia social, una cualidad que no figuraba en el ADN de Reagan.
(“Usted no ve pobreza o hambre aquí. Las necesidades básicas están
atendidas en un grado superior a cualquier otro país árabe”, reportaba
Newsweek sobre Libia en 1981.)17 El principal crimen de Khadafi, a los ojos
de Reagan, no era que apoyara a grupos terroristas, sino que apoyara a los
grupos terroristas equivocados., entiéndase que Khadafi no apoyaba a los
mismos terroristas que EE.UU. respaldaba, como los contras
nicaragüenses, la UNITA en Angola, los exiliados cubanos en Miami, los
gobiernos de El Salvador y Guatemala y el Ejército norteamericano en
Granada. La única banda terrorista en la que ambos coincidían era la de
Mujaidín en Afganistán.
Algunas de las operaciones norteamericanas contra Khadafi, reales o
sólo amenazas, y las acusaciones sobre el terrorismo libio, reales y
fabricadas, iban destinadas a promover la xenofobia norteamericana
cuando el Congreso debatía el presupuesto militar o la ayuda a los
terroristas favoritos de Reagan, a quienes llamaba “luchadores por la
libertad”. El 14 de abril de 1986, por ejemplo, el bombardeo a Libia tuvo
lugar un día antes de que la Cámara iniciara una nueva ronda de
discusiones sobre la ayuda a los contras nicaragüenses. Al hablar el día 15,
Reagan declaró: “Quiero recordara la votación de la Cámara de esta
semana, que este architerrorista de Khadafi ha enviado $400 millones [sic]
y un arsenal de armas, además de asesores, a Nicaragua”. 18 Poco después
de asumir la presidencia, Reagan anunció la creación de un grupo especial

16 Los Angeles Times, 24 de noviembre de 1988, p. 16.


17 Newsweek, 20 de julio de 1981, p. 42, cita a un embajador occidental en Trípoli.
18 New York Times. 16 de abril de 1986, p. 1,20.
48. Libia 1981-1989 490

para estudiar “el problema libio”. El Departamento de Estado parecía


tener por entonces dos escuelas de pensamiento: la presión diplomática
sobre Khadafi y una visión de enfrentamiento abierto. “Nadie abogaba por
tratarlo bien”, señaló un funcionario. 19 Pronto se elaboró un plan por la
CIA, que Newsweek expuso en agosto de ese mismo año: “un plan costoso
en gran escala, con numerosas fases, para derrocar al régimen libio” y
obtener lo que la CIA llamaba la eliminación “final” de Khadafi del poder.
El plan llamaba a un programa de “desinformación” destinado a
abochornar a Khadafi y a su gobierno ante el mundo; a la creación de un
“contra­ gobierno” para desafiar su proclamación de liderazgo nacional y
una campaña paramilitar creciente de operaciones guerrilleras en
pequeña escala.20
La ofensiva comenzó de inmediato. El 19 de agosto aviones
norteamericanos cruzaron la “línea de muerte” de Khadafi, el límite de las
120 millas reclamado por Libia en el Golfo de Sidra y derribaron a dos jets
libios. Estados Unidos, que consideraba el lugar como aguas
internacionales, tal como lo hacía la mayoría del resto del mundo —
aunque este concepto es más discutible cuando se aplica a naves aéreas
que cuando se refiere a la navegación por mar—21 escogió el área con toda
intención para realizar ejercicios militares. Como se esperaba, Libia mordió
el anzuelo, al menos según Washington, que aseguró que los aviones libios
habían disparado primero. Un enfurecido Khadafi acusó a EE.UU. de
“terrorismo internacional” y, en una llamada telefónica al gobernante de
Etiopía, amenazó según se dijo con asesinar a Reagan. 22 Un funcionario
que ocupaba un puesto en la seguridad nacional a las órdenes del
presidente norteamericano respondió que no había dudas de que “lo
único que cabía hacer con Khadafi era matarlo. Pertenece a los muertos”.23
Muy pronto, los medios norteamericanos reportaban una andanada de
amenazas de muerte de Khadafi hacia Reagan u otros altos funcionarios.
En octubre se publicó una historia acerca de que el embajador
norteamericano en Italia había sido sacado rápidamente del país luego
que las autoridades italianas descubrieron un complot libio para asesinarlo
“que fue abortado cuando la policía italiana deportó a diez matones libios
sospechosos”. Algunos funcionarios norteamericanos en Washington y
Roma negaron la historia, pero otra fuente gubernamental la confirmó.24
Un mes más tarde se informó sobre un intento contra la vida de un

19 Washington Post, 21 de marzo de 1981, p. A3.


20 Newsweek, 3 de agosto de 1981, p. 19.
21 Ver Boston Giobe, 25 de marzo de 1986, p. 7 para un análisis sobre esta cuestión.
22 Washington Post, 13 de octubre de 1981, p. DI7.
23 Hersh, p. 24.
24 Newsweek, 19 de octubre de 1981, p. 43; New York Times, 25 de octubre de 1981; 26 de

octubre, p. 4.
48. Libia 1981-1989 491

diplomático estadounidense en París —siete disparos fueron hechos


contra Christian Chapman, pero este escapó ileso. Ese mismo día, el
secretario de Estado Alexander Haig —quien se refería a Khadafi como “el
santo patrón del terror”— sugirió que Libia estaba detrás del atentado,
aunque admitió que no tenía “ninguna otra información” que implicara
directamente al país árabe. Pero Chapman había sido amenazado en fecha
reciente, dijo el Gobierno francés, y algunas de esas amenazas habían sido
rastreadas hasta Trípoli. 25 Sin embargo, un análisis del New York Times
sobre el incidente, concluyó que “puede haber sido algo menos que un
intento de asesinato organizado”. 26
A fines de noviembre el Gobierno anunció que un grupo de terroristas
entrenados en Libia habían entrado en EE.UU. con planes de asesinar a
Reagan u otros funcionarios. Esto provocó una enorme búsqueda a nivel
nacional de la “escuadra de matones libios” y de los norteamericanos a
quienes podrían dirigirse en busca de apoyo, incluido Weather
Underground. Entonces salió a relucir un infame terrorista internacional,
“Carlos”, y la administración dijo haber recibido descripciones de primera
mano de informantes sobre los entrenamientos y planes de los terroristas.
Cada día los medios daban a conocer nuevos detalles; al parecer habían
olvidado la revelación en agosto del inicio de una campaña de
desinformación del Gobierno contra Libia. 27 “Tenemos la evidencia y él
[Khadafi] lo sabe”, dijo Reagan a los periodistas. Los reporteros
presionaban a la Casa Blanca para que hiciera pública la evidencia, pero
esta se negaba. Algunos funcionarios, entre ellos hombres en altas
posiciones en el FBI, dijeron sentirse escépticos acerca del asunto. 28 El
columnista Jack Anderson describió entonces a los suministradores de la
información acerca de la “escuadra de matones libios” como un grupo
fantasmal y poco confiable, y añadió que algunos de ellos eran conocidos
por sus conexiones con la inteligencia israelí “que tendría sus propias
razones para alentar un conflicto libio-estadounidense”, al haber un
profundo y mutuo antagonismo entre Israel y Khadafi. 29
A mediados de 1981 se creó un grupo de trabajo dirigido por William
Clark, secretario delegado de Estado, para analizar el tema Khadafi de
forma exhaustiva. Años después, Seymour Hersh reportó al respecto:
Según fuentes importantes, había pocas dudas dentro del grupo de trabajo de
Clark acerca de quién era el responsable de la inundación de filtraciones
contra Khadafi: la CIA, con el apoyo del presidente, Haig y Clark. “Este asunto

25 Revista Time, 23 de noviembre de 1981.


26 New York Times, 13 de noviembre de 1981, p. 3.
27 Ibíd., 4 de diciembre de 1981, p. 1.
28 Ibíd., 8 de diciembre de 1981, p. 7.
29 San Francisco Chronicle, 7 de enero de 1982 (Jack Anderson).
48. Libia 1981-1989 492

[la escuadra de malones libios] se me atragantó en el buche”, recuerda uno de


los funcionarios participantes. “Salimos con esta gran amenaza terrorista
contra el Gobierno de EE.UU. Todo era completamente inventado”. [...] Un
funcionario del grupo de trabajo llegó a la conclusión con el tiempo de que [el
director de la CIA, William] Casey estaba conduciendo en realidad una
operación dentro del Gobierno norteamericano: “Estaba alimentando con
desinformación al sistema (de inteligencia) de modo que se vieran como
informes separados, independientes” y fueran tomados en serio por otras
agencias gubernamentales.30

Al final de los hechos, la mayoría de los presuntos asesinos eran


libaneses que habían ayudado a Reagan a negociar la liberación de los
rehenes norteamericanos en Beirut y que odiaban a Khadafi. 31 Una vez
que la historia cumplió su cometido, se desvaneció.
Aunque la mayoría de las supuestas amenazas de Khadafi fueran obra
de la desinformación, sí había planes reales en Occidente para matarlo. Un
plan francés con cooperación estadounidense tuvo que ser cancelado en
febrero de 1981 cuando el presidente Giscard resultó denotado en forma
inesperada en las elecciones. 32 En 1984 se avanzó más, con la CIA
compartiendo información altamente sensible, incluidas fotografías de
satélite y comunicaciones interceptadas, con el servicio secreto francés
para ayudarlos a realizar al menos dos importantes, pero fallidas,
operaciones para asesinar o derrocar a Khadafi, a quien los franceses
consideraban una amenaza para sus intereses en África. Una de las
operaciones terminó en una batalla campal en Libia entre exiliados y
partidarios del gobernante. 33 Y en 1985, el Departamento de Estado tuvo
que hacer grandes esfuerzos para descabezar un plan auspiciado por la
Casa Blanca para una invasión conjunta EE.UU.-Egipto a Libia por aire y por
tierra. El secretario de Estado George Shultz calificó al plan de “loco”,
mientras sus colegas del departamento se referían al personal del Consejo
Nacional de Seguridad como “los dementes de la Casa Blanca”.34
Para Pascuas de ese año, después de explosiones de bombas en los
aeropuertos de Roma y Viena que causaron la muerte a unas veinte
personas, entre ellos cinco norteamericanos, todos los sospechosos
habituales fueron rápidamente acusados, con Irán y el grupo palestino de
Abu Nidal a la cabeza de la lista. 35 La administración Reagan añadió

30 Hersh, pp. 24, 26.


31 Duncan Campbell y Patrick Forbes: “Tale of Anti-Reagan Hit Team Was ‘Fraud’”, en la revista
New Statesman, Londres, 16 de agosto de 1985, p. 6; San Francisco Chronicle, 13 de enero de 1989, p.
E5 (Jack Anderson).
32 Revista Time, 23 de noviembre de 1981, p. 40.
33 Hersh, p. 48.
34 Washington Post, 20 de febrero de 1987, p. 1.
35 The Guardian, Londres, 30 y 31 de diciembre de 1985.
48. Libia 1981-1989 493

enseguida a Khadafi y anunció que la CIA había encontrado una fuerte


conexión con Libia, cuando todo lo que tenían era que los pasaportes
tunecinos de tres de los terroristas había sido supuestamente rastreados
hasta Libia. En pocos días Reagan declaró que había evidencias
“irrefutables” del papel de Khadafi en las bombas en los aeropuertos, a
pesar de saber que no era cierto. Al mismo tiempo, se anunciaron nuevas
sanciones económicas contra Libia para “salir de las sanciones económicas
y poder hacer más la próxima vez”.36 La próxima vez llegó en marzo de
1986. Aviones cazas de la Marina estadounidense cruzaron la “línea de
muerte” de Khadafi, desafiando las represalias. Al no haber ninguna,
regresaron al día siguiente, y al otro y en dos ocasiones atacaron una
batería antiaérea libia y destruyeron tres o cuatro embarcaciones.
Washington aseguró que en el segundo día Libia había disparado varios
misiles contra los aviones atacantes. Poco después, un miembro de un
grupo de ingenieros electrónicos británicos, que trabajaba en Libia en
aquel momento, fue entrevistado por el Sunday Times de Londres. El
ingeniero dijo que había estado observando las pantallas del radar durante
los dos días de combate y vio aviones de guerra norteamericanos no sólo
cruzar las 12 millas de aguas territoriales, sino incluso el propio territorio
libio. “Los observé volar aproximadamente ocho millas dentro del espacio
aéreo libio [dijo]. No creo que los libios podían hacer otra cosa que
dispararles. En mi opinión se demoraron en hacerlo”. 37
Al terminar el primer ataque norteamericano a Libia en marzo, Khadafi
habló por teléfono con el rey Saud, de Arabia Saudita, quien a seguidas
contó a los funcionarios norteamericanos que el líder libio parecía estar
profundamente afectado por la violencia desatada contra él. El rey dijo
que Khadafi estaba “confuso y desorientado”, una descripción similar a
otros informes que aparecieron durante los 80 en los que se hablaba de
un Khadafi muy deprimido, que no parecía entender por qué E E.UU.
estaba contra él. Antes y después de los eventos de marzo, hizo media
docena de intentos, a través de terceros, para iniciar un diálogo con
Washington, pero todos fueron rechazados por la administración Reagan.
Se dijo a los posibles mediadores, entre ellos al rey Fahd, que EE.UU. no
estaba interesado en un “diálogo directo ni indirecto” con Khadafi. 38 Al
menos esa fue la política oficial, la cara que se mostró al público. Hubo, sin
embargo, informes de que la Casa Blanca hacía negociaciones en secreto
con el dirigente libio, no se sabe en qué medida. El único contacto cierto
fue en noviembre de 1985 cuando Khadafi fue visitado por el embajador
estadounidense ante el Vaticano, William Wilson. El encuentro fue

36 San Francisco Chronicle, 13 de julio de 1987, columna de Jack Anderson; Hersh, pp. 48, 71.
37 Sunday Times, Londres. 6 de abril de 1986, p. 12.
38 The Guardian, Londres, 3 de abril de 1986.
48. Libia 1981-1989 494

repudiado por Washington como no autorizado y Wilson perdió su cargo


en cuanto el hecho se hizo público. 39
Mientras tanto, y durante todo el período de gobierno de Reagan,
EE.UU. estaba aumentando la asistencia militar a los países vecinos de
Libia y llevó a cabo ejercicios militares con Egipto destinados a provocar a
Khadafi; también instituyó diversas formas de sanciones económicas
contra Libia, con distintos grados de inutilidad, trató de unificar a los
grupos de oposición del exilio libio y les dio apoyo financiero y moral, y lo
mismo hizo con los gobiernos de Egipto y Francia en lo concerniente a
varias acciones contra Khadafi, sin excluir los intentos de asesinato. Debe
destacarse que Francia —el principal socio “antiterrorista” de EE.UU.—
hundió deliberadamente el barco Rainbow Warrior de la organización
Greenpeace e n 1985, con lo que causó la muerte a un fotógrafo, y esto
tuvo la expresa aprobación del presidente francés François Miterrand. 40
La desinformación era una parte regular del proceso: se utilizaba la
prensa norteamericana y extranjera para divulgar nuevos planes
terroristas libios ficticios y anunciar —con cada nuevo acto terrorista que
tenía lugar en Occidente— que Libia “podía” ser responsable; se hacía
creer a Khadafi que sus ayudantes de mayor confianza eran desleales, que
los militares libios conspiraban contra él, que sus asesores militares rusos
hacían planes contra él, que sus soldados desertaban en masa, o que se
avizoraba un nuevo ataque norteamericano. Se esperaba que este proceso
llevara al hombre a cometer un acto “irracional”. Su caída se predecía con
tanta regularidad como la de Castro. 41 Una operación incluyó el
desembarco de comandos de la Marina en las playas libias y dejar huellas
de su incursión, tales como cajas de fósforos y de cigarros, para alarmar a
los libios y causar más paranoia.42
Un memo de John Poindexter, asesor del presidente en cuanto a
segundad nacional, fechado en agosto de 1986, en el que se describía
parte del programa de desinformación, menciona que Khadafi estaba
“inactivo” en el frente terrorista. 43 Poco después, un alto funcionario de la
administración Reagan admitió ante periodistas norteamericanos que si se

39
New York Times, 19 de diciembre de 1986, p. I y 20 de diciembre, p. 6, para un resumen del
incidente. La administración Reagan reconoció las acciones de Wilson en marzo y este renunció bajo
presión en mayo. Lo habría tenido que hacer antes de no ser por su amistad cercana con Reagan.
40 The Guardian, Londres, 30 de agosto de 1986, cita la revista francesa L’Express.
41 Ver entre otros Wall Street Journal, 25 de agosto de 1986, p. 1, artículo acerca de los planes de

Khadafi de nuevos ataques terroristas contra EE.UU. y los planes norteamericanos de atacar a Libia; y
el Washington Post. 2 de octubre de 1986, donde se reporta que la información en el artículo del
Journal (muy difundido en los medios norteamericanos) había sido parte de un programa de
desinformación. Ver también el Post del 27 de agosto de 1986, p. 1 y 5 de octubre de 1986, p. 1.
42 The Guardian, Londres, 18 de septiembre de 1987, cita a The Montgomery Journal (es de

presumir que sea el periódico de Montgomery, Alabama).


43 Washington Post, 2de octubre de 1986, p. 1.
48. Libia 1981-1989 495

presionaba por “evidencias de peso” para las acusaciones contra Libia, no


tendrían ninguna. “Parecería como si estuviéramos gritando ¡lobo! una
vez más”.44 En reacción al memo de Poindexter —cuya filtración causó un
miniescándalo—, el principal vocero del Departamento de Estado,
Bernard Kalb, renunció en protesta porque “estaba preocupado acerca de
la fe en Estados Unidos [...] la credibilidad norteamericana” y “todo lo que
dañe a Estados Unidos”. 45 El asunto salpicó a los británicos cuyos
funcionarios calificaron los análisis sobre Libia hechos por la inteligencia
estadounidense de “completamente inexactos”, y dijeron que habían sido
entregados a los británicos en “un esfuerzo deliberado de engañarlos”. 46
En este mismo período, a la luz de reportes norteamericanos de
noticias (engendrados por el memo de Poindexter) sobre otros posibles
ataques contra Libia en represalia por acciones terroristas supuestamente
planeadas por el régimen de Khadafi, el primer ministro de Libia llamó a
EE.UU. a ofrecer detalles sobre las supuestas acciones para que Libia
pudiera “cooperar plenamente para evitar y abortar tales ataques y
apresar a los individuos y juzgarlos”. Dijo que su solicitud, enviada a
Washington por canales diplomáticos, no había recibido respuesta. 47 Al
día siguiente, Khadafi pronunció un discurso en Libia donde desafió a
EE.UU. a mostrar documentos bancarios que probaran que Libia
financiaba el terrorismo.48

“La mitad de las mentiras que dicen acerca de los irlandeses no son
ciertas”, comentó en una ocasión un hijo de Irlanda. El empleo sistemático
de desinformación acerca de Khadafi y Libia por parte de EE.UU. ha
nublado de tal modo el panorama histórico que resulta muy difícil en la
mayoría de los casos separar los hechos de la ficción, distinguir el apoyo
moral, simbólico o las simples promesas del dirigente libio a movimientos
revolucionarios del apoyo decidido y esencial. El hecho de que la
administración Reagan sintiera la necesidad de emprender campañas de
desinformación contra Libia indica la escasez de pruebas reales.
El 1º de septiembre de 1969, el capitán Muammar el-Khadafi había
encabezado un grupo de oficiales de similar rango en un golpe de Estado
sin derramamiento de sangre que derrocó a la monarquía y estableció la
República Árabe de Libia. A pesar de su “conflictiva” proyección
internacional, al principio contó con el favor de Occidente —durante los

44 New York Times, 27 de agosto de 1986, p. 7.


45 The Guardian. Londres, 9 de octubre de 1986.
46 Ibíd., 13 de octubre de 1986, cita un artículo del Sunday Tetegraph. Londres del 12 de octubre.
47 Washington Post, 31 de agosto de 1986, p. A25.
48 Wall Street Journal, 2 de septiembre de 1986, p. 31.
48. Libia 1981-1989 496

dos primeros años EE.UU. evitó varios complots contra su gobierno—49 a


causa de su fiero anticomunismo, que emanaba esencialmente de su
valoración del ateísmo implícito en el marxismo, al cual consideraba
irreconciliable con la fe islámica. Pero esto no impidió que tratara de
instituir cambios revolucionarios en lo social y lo económico de la sociedad
libia, que fueron considerados marxistas por otros. Si a esto se le añade la
firma de acuerdos con la URSS para el desarrollo del petróleo y la compra
de armamentos, se comprende que la tolerancia de Occidente hacia sus
aventuras internacionales llegara a su fin. 50
Durante los 70 y 80, Khadafi fue acusado de utilizar sus enormes
ingresos petroleros para apoyar-con fondos, armas, entrenamiento,
locales, refugios, diplomacia y subversión en general— una amplia gama
de organizaciones radicales, insurgentes y terroristas, en particular ciertas
facciones palestinas y disidentes musulmanes, así como movimientos de
minorías en diversas partes del Medio Oriente, África y Asia; al igual que a
los separatistas vascos y corsos y al IRA en Europa; grupos antiapartheid
en Sudáfrica; Noriega en Panamá; grupos opositores y políticos en Costa
Rica, Saint Lucía, Jamaica, Dominica y en las colonias francesas del Caribe:
Guadalupe, Martinica y Guayana Francesa; al Ejército Rojo japonés; las
Brigadas Rojas italianas, la banda Baader-Meinhof de Alemania... la lista
no tiene fin. También se denunciaba que Libia estaba detrás de, o al menos
relacionada con, el atentado al papa Juan Pablo II, el asesinato del
presidente egipcio Anwar al Sadat, las minas colocadas en el Canal de Suez,
el intento de volar la Embajada norteamericana en El Cairo, varios
secuestros de aviones, la explosión de una bomba en un avión de
pasajeros norteamericano sobre Grecia, la voladura de una sinagoga en
Estambul y las acciones para desestabilizar los gobiernos de Chad, Liberia,
Sudán y otros países africanos... además que Khadafi tomaba drogas, era
un terrible mujeriego, era bisexual, se vestía con ropas de mujer, se
maquillaba, dormía con un osito, tenía ataques epilépticos... 51
Mejor fundamentado está el hecho de que por varios años Khadafi
utilizó a antiguos agentes de la CIA, en particular a Edwin Wilson y Frank
Terpil, para abastecerse con aviones y pilotos, mecánicos e instructores de
Boinas Verdes, toda clase de armamentos sofisticados, equipos y

49 Patrick Seale y Maureen McConville: The Hilton Assignment. Londres, 1973, pp. 176- 177 y

passim: New York Times. 3 de octubre de 1971, p. 26; Lobster Magazine. Nº 32, Gran Bretaña,
diciembre de 1996, p. 10.
50 Ver Jonathan Bearman: Qadhafi’s Libyia. Zed Books, Londres, 1986, para un análisis detallado

del desarrollo ideológico de Khadall y su programa de revolución social para Libia.


51 Sobre el supuesto historial terrorista de Khadafi ver, entre otros. John K. Cooley: “The Libyan

Menace”, en Foreign Pólice. Washington, primavera de 1981, pp. 75-77; David Blundy y Andrew Lycett:
Qaddafiand the Libran Revolution. Boston, 1987, cap. 6 más p. 21; también numerosos artículos de
periódicos ya citados aquí como el de Los Angeles Times.YZ de enero de 1989.
48. Libia 1981-1989 497

explosivos y para que lo ayudaran a establecer campamentos de


entrenamiento paramilitar en Libia. 52 Amnistía Internacional llegó a la
conclusión en 1987 de que Libia había llevado a cabo a partir de 1980
ataques contra 37 disidentes opuestos a Khadafi, como mínimo, radicados
en el extranjero y 25 de ellos habían muerto. 53
En enero de 1989, el Departamento de Estado añadió al haber de
Khadafi la acusación de que Libia estaba entrenando y financiando
“individuos y grupos radicales cuyas actividades exacerban los problemas
locales” en Tailandia, Filipinas, Indonesia, Japón y Nueva Caledonia. Pocos
meses antes la CIA había acusado a Libia de construir la mayor planta de
gas venenoso en el mundo. 54 En marzo de 1990, estalló un incendio en la
planta en cuestión que la redujo a cenizas. El presidente Bush en persona
aseguró de inmediato al mundo que EE.UU. no había tenido
“absolutamente” nada que ver con el fuego. Una semana antes, el vocero
de la Casa Blanca había respondido ante la pregunta de si EE.UU. podría
desarrollar alguna acción militar para destruir la planta: “No descartamos
nada”.55 En Chicago, miembros de una banda callejera “fueron convictos a
fines de 1987 por planear actividades terroristas. Los fiscales denunciaron
que la banda esperaba recibir $2,5 millones de Libia para realizar
atentados contra políticos norteamericanos y ataques contra aviones e
instalaciones del gobierno”. 56 Así exactamente los reportó Los Angeles
Times, y sonaba como si el hombre fuerte libio estuviera de nuevo en pie
de guerra. En realidad, el “asesinato”, planeado o concreto, no formaba
parte de los cargos, y no se presentó evidencia alguna en el juicio de que
Libia tuviera algo que ver con el origen, o el estímulo a tales acciones, o
que hubiera pagado o prometido algún dinero. Integrantes de la banda El
Rukn, una secta musulmana en extremo ingenua, se habían reunido con
representantes libios en Nueva York, Panamá y Libia, y habían tratado de
impresionarlos patéticamente con su afinidad y lealtad a Khadafi. Se
habían inspirado en el líder de la Nación del Islam, Louis Farrakhan, quien
decía haber recibido la promesa de Libia de entregarle cinco millones. Si El
Rukn obtuvo una promesa de dos millones y medio —y sólo se cuenta con
su palabra al respecto— parece que ambos ofrecimientos no eran más que
retórica por parte de Khadafi (el IRA también declaró que no había recibido
dinero de Libia, a pesar de lo afirmado por Khadafi). 57 El hecho de que los

52 Peter Maas: Manhunt: The Incredible Pursuit ofa CIA Agent Turned Terrorist, Rand om House,

New York, 1986, passim.


53 San Francisco Chronicle, 18 de julio de 1987.
54 Los Angeles Times, 26 de octubre de 1988; 19 de enero de 1989.
55 New York Times. 15 de marzo de 1990, p. 1.
56 Los Angeles Times, 19 de enero de 1989.
57 New York Times, 6 de julio de 1972, p. 2. El mismo artículo plantea que los Musulmanes Negros

en Chicago (el grupo de Farrakhan) obtuvieron un préstamo, no una contribución, de tres millones de
48. Libia 1981-1989 498

miembros de la secta fueran encontrados culpables y condenados a


sentencias extraordinariamente largas —a pesar del uso por parte del
Gobierno de un informante poco confiable y de haberles tendido una
celada— puede ser tal vez una medida de la hostilidad que se había
inculcado al pueblo norteamericano contra Libia por más de una década.
Según se dice era la primera vez que ciudadanos norteamericanos eran
condenados por cargos de terrorismo. 58

Es como una película de horror clase B. Una docena de veces se alza de


entre los muertos y avanza hacia la audiencia, una docena de veces se le
hace jirones, se le apuñala, y cae; y. una docena de veces vuelve a
levantarse y da tumbos lentamente hacia adelante. Pero no es el fantasma
de la momia, y no está sembrando el terror en el alto Nilo. Es la noción de
que el líder libio Muammar el-Khadafi es responsable por cada acto de
terrorismo en todo el mundo, y siembra el terror en las páginas de la
prensa y en las pantallas de los televisores de Occidente.59

El vuelo 103 de Pan American


El 21 de diciembre de 1988, el vuelo 103 de Pan American explotó
sobre Lockerbie, Escocia, y murieron 270 personas, más de la mitad de
ellos norteamericanos. Cinco meses después, el Departamento de Estado
anunció que la CIA estaba “segura” de que los malvados que habían
plantado la bomba eran miembros del Comando General del Frente
Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) dirigido por Ahmed Jibril,
radicado en Siria y contratado por Irán para vengar el derribo de un avión
de pasajeros iraní por proyectiles norteamericanos. 60 Aunque poco se
pudo hacer para apresar a Jibril y sus seguidores, esto se mantuvo como
la versión oficial del Gobierno estadounidense, cierta y con frecuencia
repetida, a pesar de que Siria e Irán eran consideradas como elementos
clave en la liberación de los rehenes occidentales secuestrados en Líbano.
Luego, en 1990, algo extraño ocurrió. Estados Unidos estaba
preparándose para la guerra contra Iraq, y ¿quién apareció como uno de
sus aliados enviando soldados a Arabia Saudita para combatir en la jihad

dólares para construir una mezquita. Pero no es seguro que el dinero llegó a sus manos de manera
efectiva. Ver Blundy y Lycett, p. 80, sobre el escepticismo de las fuerzas de seguridad británicas acerca
de la entrega de dinero al IRA por parte de Khadall.
58 Chicago Tribune, 3 de abril de 1987; 8 de octubre: 15 de octubre; 28 de octubre; 30 de octubre:

19 de noviembre; 25 de noviembre.
59 Bill Schaap en Covert Action Information Bulletin. Nº 30. Washington, verano de 1988, p. 76.
60 Washington Post, 11 de mayo de 1989, p. 1.
48. Libia 1981-1989 499

(guerra santa) contra Saddam Hussein? Pues nada más y nada menos que
Siria, el refugio de los terroristas. ¿Y a quién pedía cooperación
Washington? Pues al perverso Irán. Esto no podía ser. A principios de
octubre, funcionarios norteamericanos declararon que nuevas evidencias
descubiertas indicaban que agentes de inteligencia libios podían haber
fabricado y colocado la bomba en el vuelo de Pan American. Pero esto, se
apresuraron a aclarar, no eliminaba la complicidad de Irán, Siria o del
FPLP. 61 Tras la guerra, poco a poco, se fue filtrando un supuesto caso
contra Libia, hasta que el 14 de noviembre de 1991 dos operativos de
inteligencia del país árabe fueron procesados en ausencia como los
perpetradores de la voladura. El jefe de la división criminal del
Departamento de Justicia aseguró ese mismo día que no había evidencia
que vinculara a Siria o a Irán con la bomba, “y desechó la idea de que tal
conclusión había estado incluida por el deseo de Estados Unidos de
mejorar sus relaciones con Siria”.62 Durante los siguientes veinte días, los
cuatro rehenes que todavía quedaban en Líbano fueron liberados, entre
ellos el más destacado, el británico Terry Waite.
¿Y qué hay de la evidencia contra los dos libios? Dos piezas de metal
del tamaño de una uña cada una, supuestamente provenientes de
dispositivos electrónicos, para cronometrar la explosión. Hay que leer
todo el detallado expediente del caso contra Libia para apreciar su
completa falta de solidez.63 Además, en diciembre de 1993, un programa
de la BBC: “Silencio sobre Lockerbie”, dio a conocer nuevos hallazgos que
levantaban significativas dudas acerca de la participación libia e indicaban
que EE.UU. y Gran Bretaña podían haber manipulado el caso para apartar
las sospechas de Siria e Irán. Esta nueva información descubierta era que
el fabricante suizo de los cronómetros había cambiado su historia previa
en la cual había nombrado a Libia como el único país a quien los había
vendido. Ahora recordaba que también Alemania oriental había comprado
varios de ellos. Había vínculos cercanos entre la policía secreta de este país
y el FPLP y otros grupos árabes. Más significativa aún era la declaración de
un ingeniero de la compañía suiza acerca de que había dicho a los
investigadores del caso Lockerbie todo sobre la conexión con Alemania
oriental a fines de 1990, lo que implicaba que los investigadores
internacionales sabían que había un gran hueco en su acusación contra
Libia antes de que la acusación se hiciera pública en octubre. 64 “Ningún

61 Los Angeles Times, 10 de octubre de 1990, p. 1.


62 Ibíd., 15 de noviembre de 1991, p. 25.
63 Mark Perry: Eclipse: The Last Days of the CIA. New York. 1992, pp. 335. 348. A pesar del título el

autor es favorable a la Agencia y acepta la versión oficial acerca de la culpabilidad de los libios, aunque
no le resulta fácil ni a él ni al lector.
64 Der Spiegel, Hamburgo, 18 de abril de 1994, pp. 92-97; Sunday Times, Londres, 19 de diciembre

de 1993, p. 2: The Times. Londres, 20 de diciembre de 1993, p. 11: Los Angeles Times, 20 de diciembre
48. Libia 1981-1989 500

juez alemán podría poner a los dos sospechosos en la cárcel con la


evidencia presente”, declaró Volker Rath, fiscal gubernamental alemán y
especialista en Lockerbie en 1994. 65

Post scripfum

En 2003, el Gobierno libio aceptó “responsabilidad” por la voladura del


avión en 1988 —sin admitir que había tenido ninguna participación real—
con la esperanza de poner fin a las sanciones de EE.UU. y la ONU. Libia
aceptó esto debido a que en 2001 un libio había sido hallado culpable en
un juicio en La Haya por haber colocado el explosivo. Este juicio, no
obstante, fue considerado en general una farsa. 66

¿Un nuevo Khadafi?


Pudiera ser que el con frecuencia deprimido Khadafi llegara a entender
finalmente —en medio de la maraña de la desinformación— lo que EE.UU.
y otros gobiernos resentían en él. En la segunda mitad de 1988 pareció
madurar, e instituyó una serie de cambios progresistas en la sociedad de
su país: autorizó libertades civiles, liberó a cientos de prisioneros políticos,
eliminó las restricciones a los viajes al extranjero, flexibilizó la economía
(“todos los libios son exhortados a convertirse en burgueses”), y al mismo
tiempo hizo la paz o mejoró las relaciones con un número de sus vecinos
africanos.67
Pero al comenzar 1989, cuando Washington se preparaba para cambiar
de Ronald Reagan a George Bush, EE.UU. marcó la ocasión llevando a cabo
“maniobras militares” en el traspatio libio y derribó dos más de sus
aviones. El Departamento de Estado consideró apropiado este momento
en particular para emitir su más detallado recuento hasta la fecha de la
participación libia en el terrorismo internacional, “un intento de mantener
la presión internacional” sobre Libia, escribió Los Angeles Times.68
A pesar de esto, Khadafi continuó exhibiendo su nueva personalidad:
anunció que había decidido cortar o reducir el financiamiento a varios
grupos extranjeros y advirtió a varias organizaciones palestinas que no
recibirían más fondos de su gobierno y deberían cerrar sus oficinas en
Libia. También admitió que Libia había entregado dinero en abundancia a

de 1993.
65 Der Spiegel, 18 de abril de 1994, p. 93.
66 Ver ensayo del autor en http:llmembers.aol.comlbblum6lpanam.htm
67 Los Angeles Times, 24 de noviembre de 1988, p. 1.
68 Ibíd., 19 de enero de 1989.
48. Libia 1981-1989 501

grupos terroristas, pero afirmó que ya esta práctica había terminado:


“cuando descubrimos que estos grupos estaban causando más daño que
beneficio a la causa árabe, detuvimos nuestra ayuda por completo y les
retiramos nuestro apoyo”, dijo, y añadió que no deseaba ninguna otra
confrontación con Washington. 69
Nada de esto pareció impresionar a EE.UU. Puede haber sentido que
no tenía nada que ganar si aflojaba su cruzada contra Khadafi, pero sí
podía perder un enemigo.

69 Ibíd., 4 de septiembre de 1989. 26 de octubre de 1989, cita una entrevista en la revista egipcia

Al Mussawar. No se puede determinaren el artículo si el propio Khadall se refiere a alguno de estos


grupos como “terrorista”.
49. Nicaragua 1978-1990 502

49. NICARAGUA 1978-1990


Desestabilización en cámara lenta
Tengo las evidencias más concluyentes de que se han entregado a los
revolucionarios en Nicaragua [...] grandes cantidades de armas y municiones en
diversas ocasiones [...] Estoy seguro de que no es el de seo de Estados Unid os
intervenir en los asuntos internos de Nicaragua o de ninguna otra república
centroamericana. No obstante, debe decirse que tenemos un interés muy definido
y especial en el mantenimiento del orden y el buen Gobierno en Nicaragua en el
momento actual [...] Estados Unidos no puede, por tanto, dejar de ver con
profunda preocupación cualquier seria amenaza a la estabilidad y al Gobierno
constitucional en Nicaragua que tienda hacia la anarquía y ponga en peligro los
intereses norteamericanos, en especial si tal estado de cosas [...] es provocado por
influencia exterior o por alguna potencia extranjera.1

De esta forma se dirigió al Congreso el presidente Calvin Coolidge en


1927. Los revolucionarios que le causaban alarma eran los seguidores del
Partido Liberal (entre los cuales estaba Augusto César Sandino), que se
habían levantado en armas contra el Gobierno del Partido Conservador, a
quien acusaban de ocupar ilegalmente el poder. La potencia extranjera a
la que se acusaba de armar a los liberales era México, país que la
administración Coolidge veía “impregnado de ideas bolcheviques”. Los
intereses norteamericanos que se pensaba podrían estar en peligro eran
las acostumbradas inversiones que en aquellos días se ostentaban más
abiertamente. Así se llegó al desembarco de los marines en Nicaragua por
duodécima vez en tres cuartos de siglo (ver Anexo II). En la década de
1980, era el Gobierno sandinista revolucionario el que alarmaba a la
administración de Ronald Reagan (quien describió a Coolidge como su
paradigma político); la potencia extranjera condenada por armar a los
sandinistas era la URSS, por supuesto impregnada por ideas bolcheviques;
los contrarrevolucionarios llamados “contras” eran los marines de
Washington, y en cuanto a los “intereses” norteamericanos, a la “lógica”
del imperialismo económico se había añadido un deseo de hegemonía
política que ya bordeaba lo patológico.
Cuando las fuerzas militares norteamericanas abandonaron Nicaragua
por última vez en 1933, dejaron algo para que la población nicaragüense
los recordara: la Guardia Nacional, colocada bajo la dirección de un tal

1 New York Times, 11 de enero de 1927, p. 2.


49. Nicaragua 1978-1990 503

Anastasio Somoza (al igual que en 1924 EE.UU. había dejado a Trujillo
como regalo al pueblo dominicano). Tres años después, Somoza ocupó la
presidencia y, con la indispensable ayuda de la Guardia Nacional,
estableció una dinastía familiar que gobernaría Nicaragua como una
propiedad privada durante los cuarenta y tres años siguientes. Mientras
los guardias, sostenidos en forma consistente por EE.UU., empleaban su
tiempo entre la ley marcial, violaciones, torturas, asesinatos de sus
opositores, masacres de campesinos, al igual que en otras ocupaciones
menos violentas como el robo, la extorsión, el contrabando, la
administración de burdeles y diferentes funciones gubernamentales, el
clan Somoza reclamaba la parte del león en el reparto de la tierra y los
negocios en Nicaragua. Cuando Anastasio Somoza II fue derrocado por los
sandinistas en julio de 1979, huyó al exilio y dejó detrás un país en el que
dos tercios de la población estaban sumidos en la pobreza. A su llegada a
Miami, Somoza admitió que su fortuna llegaba a cien millones de dólares,
pero un informe de la inteligencia norteamericana la evaluó en
novecientos millones.2
Fue muy afortunado para los nuevos dirigentes nicaragüenses haber
llegado al poder mientras Jimmy Cárter ocupaba la Casa Blanca. Les dio un
año y medio de respiro para dar los primeros pasos en su planeada
reconstrucción de una sociedad empobrecida antes de que la hostilidad
incesante de la administración Reagan les cayera encima, lo cual no
significa que Cárter se sintiera complacido con la victoria sandinista. En
1978, cuando Somoza se acercaba al colapso, Cárter autorizó el apoyo
encubierto de la CIA a la prensa y sindicatos nicaragüenses en el intento
de crear una alternativa “moderada” a los sandinistas. 3 Con el mismo fin,
diplomáticos norteamericanos conferenciaron con oponentes no
izquierdistas de Somoza. La idea de Washington de una alternativa
“moderada” según un grupo de prominentes nicaragüenses que
abandonaron estas conversaciones, era la inclusión del partido político de
Somoza en el futuro Gobierno y “dejar prácticamente intacta la corrupta
estructura del aparato somocista”, incluida la Guardia Nacional, aunque
en cierta forma reorganizada. 4 Sin duda, en este mismo momento, el jefe
del Comando Sur de EE.UU. (Latinoamérica), teniente general Dennis
McAuliffe, comunicaba a Somoza que, aunque él tuviera que abdicar,
EE.UU. “no tenía intenciones de permitir una situación que condujera a la

2 Ibíd., 22 de julio de 1979, III, p. 2.


3Newsweek, 8 de noviembre de 1982, p. 44.
4 Shirley Christian: Nicaragua: Revolution in the Family, Rand om House, New York, 1985, pp. 73-

74; para una descripción del proceso de análisis ver cap. 5; también Bernard Diederich: Somoza.
Londres, 1982, cap. 14.
49. Nicaragua 1978-1990 504

destrucción de la Guardia Nacional”.5 Esta era una idea que ignoraba de


manera singular el odio profundo que la mayoría del pueblo de Nicaragua
profesaba a la Guardia.
Estados Unidos trató, además, sin éxito, de convencer a la OEA de
enviar una “fuerza de paz”6 que pudiera obstaculizar el progreso militar de
los insurgentes, y en la vecina Costa Rica, el embajador norteamericano
consideró adecuado quejarse al Gobierno de que Cuba había establecido
un centro para supervisar su apoyo militar a los sandinistas, lo que trajo
como resultado que los cubanos tuvieran que abandonar dicho local y
trasladarse a su consulado.7
Una vez que los sandinistas tomaron el poder, Cárter autorizó a la CIA
a entregar apoyo financiero y de otro tipo a sus opositores. 8 Al mismo
tiempo, Washington presionó a los sandinistas para que incluyeran a
determinadas figuras en su nuevo Gobierno. 9 Aunque estas tácticas
fracasaron, la administración Cárter no se negó a dar ayuda a Nicaragua.
Reagan lo señalaría más tarde y preguntaría: “¿Puede alguien dudar de la
generosidad y buena fe del pueblo norteamericano?” Lo que el presidente
no explicó fue que:
a) Casi toda la ayuda había sido destinada a agencias no
gubernamentales y al sector privado, incluido el Instituto Americano para
el Desarrollo del Trabajo Libre, ya conocido (en 1981, el procurador
general estadounidense, al argumentar ante la Suprema Corte, hizo
referencia sin querer al vínculo entre el IADTL y la CIA. Cuando la prensa le
preguntó sobre esto, respondió que había estado hablando
hipotéticamente).10
b) La motivación primaria y explícita de la ayuda era reforzar a la
llamada oposición moderada y contrarrestar la influencia de países
socialistas en Nicaragua.
c) Toda ayuda militar fue retirada a pesar de las repetidas apelaciones
del Gobierno nicaragüense acerca de sus necesidades y derecho a tal
ayuda:11 la derrotada Guardia Nacional y otros partidarios de Somoza no
habían desaparecido, después de todo, se habían reagrupado como los
contras y se mantuvieron en la dirigencia de esta fuerza en lo venidero.

5 Christian, p. 82.
6 George Black; Triumph of the People: The Sand inista Revolution in Nicaragua. Londres, 1981, p.
176.
7
Christian, p. 81.
8
Bob Woodward: VElL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York, 1987, p. 113.
9 Black, p. 177.
10 New York Times, 15 de enero de 1981, p. 10.
11 Sobre la ayuda de la administración Cárter ver Christian, pp. 143-144; Jeff McConnell:

“Counterrevolution in Nicaragua; The U.S. Connection”, en la revista CounterSpy, Vol. 6, Nº 3,


Washington, mayo-junio de 1982, pp. 11-23.
49. Nicaragua 1978-1990 505

En enero de 1981 Ronald Reagan ocupó la presidencia con una


plataforma republicana que aseguraba “deplorar el dominio sandinista
marxista en Nicaragua”. El presiden te actuó con rapidez para cortar
prácticamente toda forma de ayuda a los sandinistas, sus primeras salvas
de guerra contra su revolución. Una vez más la ballena americana se sentía
amenazada por una sardina en el Caribe. Entre las numerosas medidas
tomadas pueden señalarse: Nicaragua fue excluida de los programas
gubernamentales estadounidenses para promover la inversión y el
comercio norteamericanos; las importaciones de azúcar nicaragüense
fueron reducidas en 90%, y Washington presionó, sin demasiada sutileza,
pero con notable éxito, al FMI, al Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), al Banco Mundial y al Mercado Común Europeo para suspender los
préstamos al país centroamericano. 12 El director del BID, Kevin O’Sullivan,
reveló luego que en 1983 EE.UU. se había opuesto a un préstamo de ayuda
a los pescadores nicaragüenses sobre la base de que el país no tenía
combustible apropiado para sus botes. Una semana más tarde, señaló
O’Sullivan, “un grupo de saboteadores hizo explotar el mayor depósito de
combustible nicaragüense en el puerto de Corinto”,13 una acción que fue
calificada por una fuente de la inteligencia norteamericana como “una
operación totalmente de la CIA”. 14
Washington ofreció, sin embargo, más de cinco millones de ayuda a
organizaciones privadas y a la Iglesia Católica Romana en Nicaragua. Esta
oferta fue rechazada por el Gobierno porque, dijo, “las audiencias del
Congreso norteamericano revelaron que los acuerdos [de ayuda] tienen
motivaciones políticas, están encaminados a promover la resistencia y
desestabilizar al Gobierno Revolucionario”. 15 Nicaragua ya había arrestado
a varios miembros de las diversas organizaciones receptoras de esta ayuda
anteriormente, tales como la iglesia Morava y el Consejo Superior de
Empresas Privadas (COSEP), por su participación en planes armados contra
el Gobierno. 16 Esto no detuvo a la administración Reagan. El cardenal
Miguel Ovando y la Iglesia Católica en Nicaragua recibieron cientos de
miles de dólares de ayuda encubierta por parte de la CIA hasta 1985 —
cuando la ayuda gubernamental oficial fue desautorizada por los comités
de supervisión del Congreso—, y a partir de entonces, de las operaciones
“no registradas” de Oliver North en el sótano de la Casa Blanca. Uno de los

12 Medidas económicas; The Times, Londres, 1ro. de octubre de 1984; The Guardian. Londres, 1ro.

de julio de 1983.30 de mayo de 1984, 8 de marzo de 1985, 1ro. de mayo de 1985; New York Times, 11
de octubre de 1984.
13 The Guardian, Londres, 24 de mayo de 1985, 14 de junio.
14 International Herald Tríbune, 18 de abril de 1984; ver también Time, 31 de agosto de 1987, p.

14.
15 San Francisco Chronicle, 4 de agosto de 1982.
16 Holly Sklar; Washington’s War in Nicaragua.Boston, 1988, pp. 46-48, 66; McConnell, pp. 15, 21.
49. Nicaragua 1978-1990 506

fines a los que Ovando dedicó el dinero, según se dice, era para difundir la
“instrucción religiosa” y así “contrarrestar las políticas marxista-leninistas
de los sandinistas”.17
Como parte del esfuerzo conjunto para privar al país de petróleo, se
realizaron varios ataques contra depósitos de combustible. Las
operaciones de los contras-CIA provenientes de Honduras también se
centraron en la voladura de tuberías, minado de las aguas de los puertos
por donde se recibía el petróleo y amenazas de volar a los tanqueros que
se acercasen; al menos siete barcos extranjeros fueron dañados por las
minas, incluido un tanquero soviético en el que cinco tripulantes
resultaron gravemente heridos. Los puertos nicaragüenses se hallaban
bajo asedio: el fuego de mortero proveniente de lanchas rápidas, los
ataques aéreos con bombas, cohetes y fuego de ametralladoras iban
encaminados a bloquear tanto las exportaciones nicaragüenses como a
privar a la población de las importaciones al ahuyentar a los barcos
extranjeros.18 En octubre de 1983, la ESSO anunció que sus tanqueros no
transportarían más petróleo crudo a Nicaragua desde México, el principal
abastecedor del país; en ese momento Nicaragua contaba con
combustible sólo para diez días. 19
La agricultura era otro blanco esencial. Los ataques de los contras
causaban enormes daños a las cosechas, demolían secaderos de tabaco,
depósitos de granos, sistemas de irrigación, granjas y maquinarias; se
destruían caminos, puentes y camiones para evitar el traslado de
productos; numerosas granjas estatales y cooperativas fueron destruidas
y se impidió la cosecha; otras fueron abandonadas por miedo antes de ser
atacadas.20 En octubre de 1982, la Standard Fruit Company anunció que
suspendía todas sus operaciones bananeras en Nicaragua y la venta de la
fruta en EE.UU. La multinacional norteamericana, después de haberse
enriquecido durante un siglo en el país, y violando un contrato que el
Gobierno había prorrogado hasta 1985, dejó sin empleo a 4.000
trabajadores y cerca de seis millones de cajas de plátanos por cosechar sin
transporte ni mercado al cual destinarlas. 21
La industria pesquera nicaragüense sufrió no sólo por la falta de
combustible, sino también su flota fue diezmada por las minas y los
ataques; sus barcos paralizados por falta de piezas de repuesto debido al
bloqueo crediticio norteamericano. El país perdió millones de dólares por

17 Newsweek, 15 de junio de 1987, pp. 27-28.


18 The Guardian, Londres, 30 de mayo de 1984.
19 Ibíd., 17 de octubre de 1983.
20 Ibíd., 18 de mayo de 1983, 6 de junio de 1983, 30 de mayo de 1984.
21 Barricada International, Managua, 8 de noviembre de 1982, p. 12 (semanario en inglés del

Frente Sandinista de Liberación Nacional).


49. Nicaragua 1978-1990 507

la reducción de sus exportaciones camaroneras. 22


Era una guerra norteamericana contra Nicaragua. Los contras tenían
sus propias motivaciones para querer derribar al Gobierno sandinista, no
necesitaban ser instigados por EE.UU., pero antes de que los militares
norteamericanos llegaran a Honduras por miles y establecieran la
Fortaleza América, los contras se ocupaban casi exclusivamente de
incursiones rápidas cerca de la frontera, ataques en pequeña escala a los
campesinos y patrullas fronterizas nicaragüenses; ataques a lanchas
guardacostas, y cosas por el estilo: matar a unos pocos aquí, quemar un
edificio allá; 23 no había futuro para ellos en una guerra como esta contra
una fuerza superior. Entonces comenzaron a llegar los grandes cañones
norteamericanos en 1982, junto con los aviones, las pistas de aterrizaje,
los embarcaderos, las estaciones de radar, los centros de comunicación,
construidos bajo la cobertura de repetidas maniobras militares conjuntas
EE.UU.-Honduras,24 mientras miles de contras eran entrenados en Florida
y California. 25 Los aviones de reconocimiento norteamericanos y
“hondureños”, por lo general con pilotos norteamericanos, comenzaron a
volar con regularidad sobre Nicaragua para fotografiar blancos de
bombardeo y sabotaje, ubicar las fuerzas militares nicaragüenses y su
equipamiento, localizar los terrenos minados, interceptar las
comunicaciones militares y trazar mapas del terreno de operaciones.
Barcos de vigilancia electrónica a cierta distancia de la costa tomaron parte
en el espionaje de una nación. 26 Un antiguo analista de la CIA dijo:
“Nuestra inteligencia sobre Nicaragua es tan buena [...] que podemos oír
cómo se descargan los servicios en Managua”. 27
Mientras tanto, los pilotos norteamericanos llevaban a cabo diversos
tipos de misiones de combate contra los soldados nicaragüenses y
abastecían a los contras dentro del territorio del país. Varios fueron
derribados y murieron.28 Algunos volaban vestidos de civil, una vez que se

22 The Guardian, Londres. 30 de mayo de 1984.


23 Bitter Witness: Nicaraguans and the “Covert War”, a Chronology and Severa! Narratives.
Proyecto de Documentación de Testigos por la Paz, Santa Cruz, Ca., 1984, pp. 7-16 y 1822 (cronología
de hechos de enero 1981 a junio 1982).
24
The Guardian, Londres, 12 de mayo de 1984; Cover Action Information Bulletin, Nº 22,
Washington, otoño de 1984, pp. 25-29: un resumen de los ejercicios militares aparece en la p. 26; Los
Angeles Times, 17 de marzo de 1988.
25 Eddie Adams: “How Latin Guerrillas Train in Our Soil”, revista Parade {Washington Post), 15 de

marzo de 1981, p. 5 y ss.; New York Times, 17 de marzo de 1981; el entrenamiento en EE.UU. comenzó
en 1980.
26 San Francisco Chronicle, 8 de junio de 1982; The Guardian, Londres, 4 y 9 de abril de 1983, 27

de abril de 1984.
27 David MacMichael en un documental de televisión mostrado en Diverse Reports, Canal 4,

Londres; 30 de octubre de 1985, p. 2 de la transcripción.


28 New York Times, 29 de agosto de 1984, p. 10; 4 de septiembre de 1984, p. I; Washington Post,

19-22 de enero de 1984; International Herald Tribune, 14 de diciembre de 1984; The Guardian,
49. Nicaragua 1978-1990 508

les dijo que el Pentágono negaría haberlos autorizado si eran capturados.29


Algunos contras dijeron a congresistas norteamericanos que se les ordenó
reclamar la responsabilidad por un bombardeo organizado por la CIA y
realizado por mercenarios de la Agencia. 30 Los soldados hondureños
también eran entrenados por EE.UU. para sangrientas operaciones
relámpago en Nicaragua. 31 Y así siguieron las cosas, como en El Salvador;
la verdadera extensión de la participación norteamericana en esta lucha
nunca será conocida.
La brutalidad de los contras les ganó una amplia fama. Generalmente
destruían hospitales, escuelas, cooperativas agrícolas y centros
comunitarios, símbolos de los programas sociales de los sandinistas en
áreas rurales. Las personas atrapadas en estos ataques con frecuencia
eran torturadas y asesinadas de las formas más horribles. Uno de los casos,
reportado por The Guardian de Londres, es suficientes: según dijo un
sobreviviente a uno de estos ataques en la provincia de Jinotega, en la
frontera con Honduras: “A Rosa le cortaron los senos. Luego le abrieron el
pecho y le sacaron el corazón. A los hombres les partieron los brazos, les
cortaron los testículos, les sacaron los ojos. Los mataban cortándoles la
garganta y halándoles la lengua hacia afuera por la herida”. 32 Americas
Watch, la organización de derechos humanos, concluyó que “los contras
se involucran sistemáticamente en abusos violentos [...] tan frecuentes
que puede decirse que son su principal medio para desarrollar la guerra”.
En noviembre de 1984, el Gobierno nicaragüense dio a conocer que desde
1981 los contras habían asesinado a 910 funcionarios del Estado y a 8.000
civiles.33 La analogía es inevitable: si Nicaragua hubiera sido Israel, y los
contras la OLP, los sandinistas habrían llevado a cabo un bombardeo
relámpago contra las bases de los contras en Honduras y los habrían
borrado por completo. Estados Unidos hubiera aprobado la acción
tácitamente, la URSS la habría condenado, pero no hubiera hecho nada al
respecto y el resto del mundo hubiera alzado las cejas y ahí habría acabado
todo.

Londres, 6 y 7 de octubre de 1983, 7 de septiembre de 1984, 10 de octubre de 1986; MiamiHerald, 26


de julio de 1987; Time, 31 de agosto de 1987, p. 14.
29
New York Times, 17 de diciembre de 1984; The Guardian, Londres, 18 de diciembre de 1984;
ambos se basan en un artículo del Detroit Free Press del 16 de diciembre de 1984.
30 The Guardian, Londres, 4 de mayo de 1984; San Francisco Chronicle, 27 de julio de 1987.
31 San Francisco Examiner, 22 de noviembre de 1987, artículo de Seymour Hersh.
32 The Guardian (Londres), 15 de noviembre de 1984. Los relatos de las atrocidades de los contras

son numerosos; ver, por ej.: Witter Witness, op. cit., passim, legal brief filed by the Onter for
Constitutional Rights and the National Lawyers Guild against the US Government, excerpts in Peter
Rosset and John Vand ermeer, editors, The Nicaragua Reader: Documents of a Revolution under Fire
(New York, 1983), pp. 228-36; New Yorker magazine, 25 March 1985, “Talk of the Town” section; New
York Times, 10 March 1985, IV, p. 23, column by Anthony Lewis; Reed Brody, Contra Terror in
Nicaragua (Boston, 1985), passim.
33 The Guardian, Londres, 15 de noviembre de 1984.
49. Nicaragua 1978-1990 509

Después de que numerosas historias de las atrocidades de los contras


aparecieron en la prensa mundial, se conoció en octubre de 1984 que la
CIA había preparado un manual de instrucción para sus clientes que, entre
otras cosas, alentaba al uso de la violencia contra los civiles. Ante la furia
que tal revelación desató en el Congreso, el Departamento de Estado se
vio obligado a condenar públicamente las actividades terroristas de los
contras. Comités de inteligencia del Congreso fueron informados por la
CIA, por líderes contras antiguos y actuales y por otros testigos de que, en
efecto, los contras “violaban, torturaban y mataban a civiles desarmados,
incluidos niños” y que “grupos de civiles, incluidos mujeres y niños, eran
quemados, desmembrados, cegados y decapitados”. 34 Estos eran los
rebeldes a quienes Reagan llamaba “combatientes por la libertad” y los
“equivalentes morales de nuestros padres fundadores” (a los rebeldes en
El Salvador los llamaba “asesinos y terroristas”). 35 El manual de la CIA,
titulado Operaciones sicológicas en la guerra de guerrillas, asesoraba en
lindezas tales como los asesinatos políticos, el chantaje a ciudadanos
ordinarios, motines violentos, secuestros y voladuras de edificios públicos.
Al entrar a un pueblo, decía, se debe “establecer un tribunal público”
donde los guerrilleros puedan “avergonzar, ridiculizar y humillar” a los
sandinistas y sus simpatizantes “gritando lemas y vivas”. “Si [...] fuera
necesario disparar contra un ciudadano que tratara de salir del pueblo”,
los guerrilleros debían explicar que “era un enemigo del pueblo”, que
habría alertado a los sandinistas, quienes “llevarían a cabo represalias
tales como violaciones, saqueo, destrucción y arrestos, etc.” Se
aconsejaba a los contras explicar a la población que “nuestra lucha no es
contra los nacionales sino contra los imperialistas rusos”. Esto “atraería la
simpatía de los campesinos y se convertirán de inmediato en uno de
nosotros” (el mismo Mao no podría haberlo expresado mejor). Se advertía
a los obreros que “el Estado estaba acabando con las fábricas” y se
informaba a los doctores que “estaban siendo reemplazados por
paramédicos cubanos”. Cuando la población vea la luz y se alce contra el
Gobierno, “se deberá contratar a criminales profesionales para llevar a
cabo trabajos selectivos”, tales como “conducir a los manifestantes a una
confrontación con las autoridades para provocar revueltas y disparos que
causen —la muerte de una o más personas a fin de crear mártires para la
causa”. Otros serían “armados con porras, cabillas y carteles y, de ser
posible, revólveres pequeños que lleven escondidos”. Además, otras
“tropas de choque” equipadas “con cuchillos, navajas, cadenas, porras y
garrotes [...] marcharían a corta distancia de los crédulos e inocentes

34 New York Times, 27 de diciembre de 1984, p. 1.


35 The Guardian, Londres, 3 de junio de 1983.
49. Nicaragua 1978-1990 510

participantes” en lo que se desarrollan los disturbios. Finalmente, una


sección llamada “Uso selectivo de violencia para efectos
propagandísticos” informaba al estudiante contra: “Es posible neutralizar
a blancos cuidadosamente seleccionados y planeados tales como jueces,
policías y funcionarios de la seguridad del Estado”, entre otros. 36
En su conjunto, el manual resulta exactamente igual a lo que se ha
enseñado al mundo occidental como la manera de adoctrinamiento de los
comunistas. Fue en extremo embarazoso para la administración Reagan,
entre otras cosas porque desinfló el globo que portaba el mensaje de que
EE. UU. no buscaba la caída del Gobierno sandinista, aunque a esas alturas
había que estar muy lejos de la realidad para creerlo. Los funcionarios de
la Casa Blanca y el presidente se hicieron nudos en la lengua tratando de
explicar lo sucedido con el manual: se trataba sólo de un borrador que no
era el que se había distribuido, mintieron; la palabra “neutralizar” no
significaba asesinar, sino eliminar de su puesto; el autor del manual era un
irresponsable “independiente” de bajo rango... 37 No mucho después, el
manual, con algunos cambios menores, era encontrado circulando
nuevamente en Honduras, al parecer a través de una organización
norteamericana privada: la revista Soldier of Fortune.38
La CIA podía haber tratado de ofrecer a sus discípulos algunas lecciones
sobre la neutralización, al estilo de la mafia. En junio de 1983 el Gobierno
nicaragüense expulsó a tres funcionarios de la Embajada estadounidense
—uno de los cuales era, según informes, el jefe de la estación CIA en
Managua—, acusándolos de formar parte de una red de desestabilización
de la Agencia que, entre otras cosas, planeaba el asesinato del ministro de
Relaciones Exteriores Miguel d’Escoto. El instrumento que se iba utilizar
sería una botella de benedictino con talio, un veneno casi indetectable en
el cuerpo humano. En una conferencia de prensa, el Gobierno presentó
evidencias que incluían fotos y videos de diplomáticos norteamericanos
reunidos con los funcionarios nicaragüenses que habían pretendido
aceptar el plan, así como copias de los mensajes interceptados a la CIA. 39
Dos meses más tarde, otro plan de la Agencia para matar a D’Escoto (quien
era también un sacerdote católico) al igual que a otros dos funcionarios
sandinistas fue denunciado por el Gobierno nicaragüense. Un agente de la
CIA llamado Mike Tock fue acusado de estar detrás de esta conspiración
en particular.40 En junio siguiente, según reveló uno de los participantes,
la CIA envió un equipo de malones contras desde Honduras a Managua

36 New York Times, 17 de octubre de 1984, pp. 1 y 12.


37 Ibíd., 20 y 24 de octubre de 1984.
38 The Guardian, Londres, 25 de enero de 1985.
39 Ibíd., 7 de junio de 1983; New York Times, 7 de junio de 1983.
40 Covert Action Information Bulletin, Nº 20, Washington, invierno de 1984, p. 39.
49. Nicaragua 1978-1990 511

para eliminar a los nueve comandantes del Directorio Nacional Sandinista


de un solo golpe, al volar el edificio donde se reunían. El grupo llegó a
Managua, pero los explosivos no y el plan fue abortado.41
Dios y la lucha por la libertad tienen algo en común: se mueven por
caminos misteriosos. Si el manual guerrillero de la CIA no era instrumento
de libertad lo bastante extraño, el libro de historietas de la Agencia
seguramente sí lo era: titulado Manual del luchador por la libertad, el
folleto de 16 páginas era entregado a los contras presumiblemente para
que lo distribuyeran entre la población nicaragüense. Las 40 ilustraciones
mostraban al lector cómo podía “liberar a Nicaragua de la opresión y la
miseria” mediante “una serie de útiles técnicas de sabotaje”. Entre estas
se hallaban: obstruir inodoros con esponjas, arrancar cables eléctricos,
poner basura en tanques de gas, colocar clavos en los carreteras y
caminos, cortar y perforar la tapicería de los vehículos, derribar árboles
sobre las carreteras, telefonear a hoteles para hacer falsas reservaciones,
y a bomberos y policía para dar alarmas de incendios y crímenes
inexistentes; acaparar y robar comida al Gobierno; dejar encendidas las
luces y abiertas las plumas de agua; robar la correspondencia de los
buzones; llegar tarde al trabajo, o ausentarse con el pretexto de estar
enfermo ; provocar cortocircuitos eléctricos, romper bombillos, destrozar
libros, esparcir rumores, amenazar a inspectores y funcionarios por
teléfono...42
Al menos hasta la mitad de la década del 80, el principal argumento
oficial para la hostilidad norteamericana hacia el Gobierno sandinista, o al
menos la explicación más frecuente, era que una cantidad significativa de
suministros militares estaban siendo enviados a los rebeldes salvadoreños
desde Nicaragua (el hecho de que EE.UU. estuviera entregando armas en
grandes cantidades al Gobierno salvadoreño y de que este prestaba ayuda
a los contras no iban incluidos en la ecuación de Washington). Veremos en
la sección sobre El Salvador que la Casa Blanca carecía de suficientes
evidencias para probar tal acusación. Cualquier operación de suministro
organizada que tuviera alguna significación cesó al parecer a principios de
1981. En enero de ese año un ministro del Gobierno salvadoreño anunció
que Nicaragua no seguiría autorizando el uso de su territorio para los
envíos de armas. 43 Pocas semanas después, el Gobierno sandinista,
alarmado con la suspensión de la ayuda económica norteamericana,

41 World in Action, programa de televisión de ITV Londres, el 2 de marzo de 1986, mostró

documental sobre Nicaragua con una entrevista a un miembro del grupo contra, parte 2, pp. 12-13 de
la transcripción.
42 New York Times, 19 de octubre de 1984, p. 8; Covert Action Information Bulletin, Nº 22,

Washington, otoño de 1984, p. 28.


43 New York Times, 19 de enero de 1981, p. 11.
49. Nicaragua 1978-1990 512

presionó a los guerrilleros salvadoreños para lograr un acuerdo político.44


Propuestas similares se repitieron por la parte nicaragüense en los años
siguientes.45 Y en marzo, en una reunión en las oficinas centrales de la CIA
entre su director William Casey y otros, se confirmó el cese de las
operaciones de suministro.46
David MacMichael, que trabajó para la CIA entre 1981 y 1983 como
analista de asuntos políticos y militares en Centroamérica, asistió a una
reunión interna para discutir los planes de la CIA en apoyo a los contras.
De la misma advirtió: “Aunque el objetivo declarado era evitar el flujo de
armas hacia El Salvador, no había apenas discusión sobre el tráfico de
armas [...] Yo no pude entender esto hasta meses después cuando
comprendí, como todo el mundo, que la eliminación de las armas no había
sido nunca un objetivo serio”. El ex agente dijo que había tenido acceso a
la información más sensible de inteligencia sobre Nicaragua, incluida la de
los envíos de armas a El Salvador, y sobre esta base llegó a la conclusión
de que “la administración y la CIA han falseado sistemáticamente la
participación nicaragüense en el suministro de armas a los guerrilleros
salvadoreños para justificar [sus] esfuerzos para derrocar al Gobierno
nicaragüense”.47 Para un hombre que pasó diez años como oficial de los
marines y cuatro años como experto en contrainsurgencia en el sudeste
asiático, además de su hoja de servicios en la CIA, el pensamiento político
de David MacMichael acerca de la política exterior norteamericana en
Latinoamérica aterrizó en un territorio extraño: “Tenemos el control y no
queremos perderlo. La ideología del anticomunismo ofrece entonces los
argumentos, aunque su determinación de sostenerse es en realidad
patológica. Usted tiene entonces a toda una generación que ha crecido
dentro de esta política exterior especializándose en esta región y que se
ha levantado cada mañana durante veinticinco años diciendo: ¡Hoy vamos
a agarrar al bastardo de Castro!”48
La imposibilidad de mostrar largos convoyes nicaragüenses en el
territorio salvadoreño llevó al parecer al ubicuo Oliver North a tratar de
colocar algunas huellas falsas en el terreno. En 1988, José Blandón, ex
asesor cercano al jefe de la defensa de Panamá y gobernante de facto,
general Manuel Noriega, declaró que North había llevado a cabo una
operación secreta en 1986 en la que pidió a Panamá preparar un gran
envío de armas y vehículos fabricados en el bloque soviético que pudiera
ser capturado en El Salvador y vinculado falsamente a los sandinistas. El

44 Ibíd., 12 de febrero de 1981, p. 11.


45 The Guardian, Londres, 23 de julio de 1983.
46 Bob Woodward: VEiL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York, 1987, p. 120.
47 New York Times, 11 de junio de 1984, p. B6.
48 The Guardian, Londres, 9 de enero de 1985.
49. Nicaragua 1978-1990 513

esfuerzo fracasó en junio cuando el barco que transportaba la carga cayó


en manos de funcionarios panameños, dos días después de que New York
Times hubiera publicado un artículo acerca de las actividades ilegales de
Noriega.49
La explicación número dos de Washington a su política beligerante era
que Nicaragua constituía una amenaza militar para otros países
centroamericanos —no sólo para las bases en Honduras que eran una
provocación, cotidiana calculada. Este era un horcón débil para apoyarse
pues Nicaragua no tenía prácticamente Fuerza Aérea (y habría sido suicida
atacar a alguien sin una apropiada cobertura aérea), todavía menos una
Marina, y sus tanques eran a todas luces inútiles para ser empleados en el
territorio de Honduras. 50 Los sandinistas tenían todavía menos motivos
para iniciar una invasión. Es muy poco probable que los integrantes del
Departamento de Estado dieran verdadero crédito a este argumento,
como tampoco los supuestos países vecinos amenazados. En una
conferencia de periodistas en Costa Rica en 1985, el ministro de
Información costarricense Armando Vargas dijo: “Nadie aquí espera
realmente que Nicaragua nos invada”. “Tampoco nadie en Honduras”,
replicó de inmediato Manuel Gamero, el editor jefe de El Tiempo, uno de
los periódicos principales del país.51
En otros momentos se dieron otras razones por las cuales debían ser
acosados los sandinistas. Pudiera ser la protección del Canal de Panamá
(sic) o “el libre uso de las rutas marinas en la cuenca del Caribe y el Golfo
de México”. (El peligro a la libre utilización de las rutas marinas es un
argumento esgrimido por Washington en todas partes del mundo en los
últimos cuarenta años aunque jamás se ha materializado.) O podía ser la
amenaza de “otra Cuba”, o su corolario: “una cabeza de playa soviética”
en la región. Estas alarmas venían completadas con imágenes:
exhibiciones de fotos aéreas de Nicaragua mostrando “barracas militares
al estilo cubano”, un “área de entrenamiento al estilo soviético con barras
para colgarse y otros tipos de equipamiento, para ejercitar las tropas y una
pista de carreras” y, lo más condenable de todo, una guarnición sandinista
“con la habitual configuración rectangular que hemos visto en Cuba”. 52
Sólo los astutos castristas pueden diseñar un edificio rectangular. “El
asunto estratégico es muy simple”, aseguró Patrick Buchanan, director de
Comunicaciones de Reagan: “¿Quién quiere más a Centroamérica:

49 New York Times, 4 de febrero de 1988, pp. 1 y 12.


50 Declaración del Tte. Cnel. John H. Buchanan, retirado, ante el Subcomité de la Cámara sobre
Asuntos Interamericanos del Comité de Asuntos Exteriores, 21 de septiembre de 1982, reproducido
en Rossel y Vandermeer, pp. 48-57.
51 The Guardian, Londres, 30 de marzo de 1985.
52 New York Times, 10 de marzo de 1982, p. 16.
49. Nicaragua 1978-1990 514

Occidente o el Pacto de Varsovia?”53


Fidel Castro no tenía duda al respecto; al menos en dos ocasiones
expresó en términos bien definidos su disgusto por el insuficiente apoyo
prestado por la URSS a Nicaragua y por lo que veía como una respuesta
débil y poco decidida de los rusos a las presiones norteamericanas contra
el Gobierno sandinista, incluso ante el hecho del barco ruso dañado por
las minas de la CIA. El dirigente cubano no asistió al funeral del líder
soviético Chernenko en marzo de 1985 y no firmó el libro de condolencias
en la Embajada soviética en La Habana, lo cual fue interpretado como una
manera de mostrar su desagrado con la política soviética. Un diplomático
soviético señaló: “Tenemos que dar prioridad al mejoramiento de
relaciones con nuestro adversario. Tenemos que buscar un equilibrio con
EE.UU., de modo que naturalmente les diremos [a los cubanos] cálmense,
no estamos interesados en agravar la situación en Angola y Nicaragua”. 54
“En los [...] tanques pensantes e instituciones, académicas de Moscú
donde se discute la política soviética hacia Centroamérica [...] el énfasis
está en el diálogo y la negociación, y si en algo coincide la Unión Soviética
con Estados Unidos es en que no debe haber ‘más Cubas’, una referencia
a la pesada carga política y económica que Cuba ha representado para
Moscú a través de los años”, reportaba The Guardian, de Londres.55
Oliver North tampoco tenía dudas en cuanto al que ambicionaba más
a Centroamérica. Dijo a uno de los contribuyentes norteamericanos
privados de los contras: “Rusia nunca irá contra nosotros para salvar a
Nicaragua”.56 Tampoco tenía dudas Polonia. El Pacto de Varsovia vendió
armas a los contras y también lo hizo China. 57 En 1987 el dirigente
soviético Mijaíl Gorbachov ofreció suspender la ayuda militar soviética a
Nicaragua, si EE.UU. retiraba el apoyo militar a los contras. Reagan
confirmó que Gorbachov le había hablado del asunto pero no dio
indicación alguna de haber contestado esta propuesta. 58
En enero de 1983, el llamado Grupo de Contadora, integrado por
México, Panamá, Colombia y Venezuela, comenzó a reunirse
periódicamente en un intento por calmar las agitadas aguas de
Centroamérica. Rechazando de antemano la idea de que los conflictos en
la región pudieran o debieran verse como parte de una confrontación
Este-Oeste, compartieron criterios con todas las naciones involucradas,
incluido EE.UU. Las largas y complejas discusiones llevaron al final a un

53 The Guardian, Londres, 12 de marzo de 1986.


54 Ibíd., 25 de marzo de 1985, 24 de febrero de 1986 (cita).
55 Ibíd., 28 de abril de 1983; ver también New York Times, 1ro. de octubre de 1987, p. 6 para un

reporte similar de los sentimientos soviéticos.


56 Washington Post, 22 de mayo de 1987, p. Al 8.
57 New York Times, 2 de mayo de 1987.
58 Los Angeles Times, 16 y 18 de diciembre de 1987.
49. Nicaragua 1978-1990 515

tratado de 21 puntos que abarcaba todos los temas: guerra civil,


intervención extranjera, elecciones y derechos humano s. Washington,
que no sería firmante del tratado, aunque su participación era obviamente
indispensable para lograr su cumplimiento, presionó a Managua para
aceptarlo, en parte por razones internas —obtener el apoyo del Congreso
a la política de la administración hacia Nicaragua y las próximas elecciones
de 1984— y en parte para marcar unos golpes en la cara a Nicaragua
declarando que haría del país una democracia y detendría su “exportación
de revoluciones”. Para su sorpresa, Nicaragua anunció su disposición a
firmar el tratado el 7 de septiembre de 1984. Hasta entonces EE.UU. no
había criticado en público los acápites del mismo, pero de inmediato se
empezaron a encontrar problemas en los mismos y a solicitar cambios. El
Departamento de Estado declaró que el Grupo de Contadora “no
intentaba que este [documento] fuera el final del proceso”, pero un
diplomático de alto rango de uno de los países de Contadora insistió en
que “todo el mundo lo ha considerado como el documento final desde el
principio”, al igual que los representantes de EE. UU. 59 Lo que alarmaba a
Washington era que el tratado establecía la retirada por parte de cada país
de toda base militar extranjera, restricciones a la presencia de personal
militar extranjero, armamentos y maniobras militares, así como la
prohibición a ayudar a fuerzas insurgentes en su intento de derrocar a un
gobierno. Era suficiente para sacar del negocio a una potencia
intervencionista. EE.UU. se negó a dar su bendición al acuerdo. Según
comentó el representante Michael Barnes, director del subcomité de
Asuntos Exteriores de la Cámara para el Hemisferio Occidental: “Las
objeciones de la administración al tratado refuerzan mi creencia de que
nunca ha tenido un interés real en un acuerdo negociado”. 60
Después del anuncio de Managua, funcionarios del Departamento de
Estado admitieron su preocupación porque esto “podría arruinar los
esfuerzos de la administración por presentar a los sandinistas como la
fuente primaria de tensión en Centroamérica”. Algunos de los funcionarios
plantearon que un viaje que el dirigente nicaragüense Daniel Ortega había
programado a Los Angeles “no debía ser aprobado, en parte para castigar
a Mr. Ortega y a los sandinistas por haber aceptado la propuesta de paz
de Contadora”. 61 La disposición de Nicaragua a firmar el tratado fue
calificada de “maniobra propagandística”. 62 Un mes más tarde, un
documento interno del Consejo de Seguridad Nacional podía señalar que
EE.UU., por medio de intensas presiones, había “bloqueado de manera

59 Washington Post, 3 de octubre de 1984, p. A24, 6 de noviembre de 1984, p. Al.


60 New York Times, 3 de octubre de 1984, p. 3.
61 Ibíd., 24 de septiembre de 1984, p. 12.
62 Washington Post, 2 de octubre de 1984, p. Al 2.
49. Nicaragua 1978-1990 516

efectiva” la adopción del tratado tal como había sido redactado.63


Durante los tres meses siguientes, la administración Reagan procuró
con éxito impedir las conversaciones de paz entre los miembros del Grupo
de Contadora porque las mismas complicaban sus intentos de obtener
fondos para los contras en el Congreso, del mismo modo que afectaban su
objetivo principal de derribar al Gobierno nicaragüense. 64 El asesor de
Seguridad Nacional, John Poindexter, dejó entender al hombre fuerte de
Panamá, general Manuel Noriega, que E E.UU. no aprobaba el papel del
país istmeño en el proceso de Contadora y sugirió que abandonara el
poder. Cuando Noriega se negó, EE.UU. retiró su asistencia económica por
valor de cuarenta millones de dólares. Más tarde, en junio de 1986,
funcionarios de Washington informaron a periodistas norteamericanos
acerca de la participación de Noriega en el tráfico de drogas y lavado de
dinero, de modo que quien había sido un cliente favorecido de la CIA se
transformó de repente en el enemigo público número uno de
Norteamérica (algo similar ocurrió en Honduras cuando el presidente
Roberto Suazo obstruyó la entrega a los contras de suministros enviados
por la CIA, EE.UU. bloqueó un paquete de ayuda económica a Honduras y
reveló algunos “trapo s sucios” de Suazo).
En febrero de 1986, México, que era junto a Panamá el miembro más
activo del Grupo de Contadora, fue amenazado con que si buscaba que su
Congreso apoyara el proceso de Contadora, la administración Reagan
daría su apoyo al opositor Partido de Acción Nacional (PAN) en las
venideras elecciones, Carl Channel, convicto por su participación en el
escándalo llamado Irán-Contras, contó luego a representantes del PAN
que Reagan los ayudaría si ellos ayudaban a los contras. En una acción
realmente fuera de lo común, funcionarios del Gobierno comparecieron
ante el Congreso en mayo para denunciar al Gobierno mexicano por
corrupción, tráfico de drogas y mal manejo económico. 65
En agosto de 1987, Salvador, Honduras, Guatemala, Nicaragua y Costa
Rica firmaron un Acuerdo de Paz Centroamericana, promovido por el
presidente Oscar Arias de Costa Rica, como sucesor del fracasado proceso
de Contadora. Sus acápites relativos a la intervención militar extranjera
eran semejantes a los incluidos en las diversas versiones de Contadora. La
administración Reagan seguía empeñada, sin embargo, en una victoria
militar. Según algunos antiguos funcionarios, había quien deseaba que las
conversaciones de paz del plan Arias fracasaran. 66 La guerra en Nicaragua

63 Ibíd., 6 de noviembre de 1984, p. Al.


64 Ver Sklar, cap. 13, para un análisis detallado del papel de EE.UU. para obstaculizar el largo
proceso de Contadora y el subsiguiente Acuerdo de Paz para Centroamérica.
65 Miami Herald, 10 de mayo de 1987; ver también New York Times, 18 de mayo de 1987.
66 New York Times, 25 de septiembre de 1988, p. 15.
49. Nicaragua 1978-1990 517

continuó.
El argumento con más frecuencia utilizado por el Gobierno
norteamericano para explicar su resistencia a aceptar el acuerdo de
Contadora durante 1983 y 1984 era que Nicaragua no estaba preparada
para celebrar elecciones verdaderamente libres, como se establecía en el
tratado. Washington calificó la elección efectuada en noviembre de 1984,
en la cual los sandinistas ganaron por un margen de dos a uno, como una
“farsa”. En realidad, no se le podía encontrar muchos defectos si se
comparaba con las (defectuosas) elecciones occidentales normales; si la
comparación se hacía con el promedio de las elecciones latinoamericanas,
resultaba un verdadero paradigma de democracia. El hecho de que no se
hubieran reportado muertes vinculadas a las votaciones en sí mismas, la
convertía en única en el continente, del mismo modo que la presencia de
partidos minoritarios en las boletas de cada departamento de la nación la
diferenciaba de la típica elección presidencial en Estados Unidos.
La elección estuvo abierta a todos los partidos y candidatos y no se
reportó ningún fraude en las urnas, ni siquiera hubo acusaciones serias al
respecto, a pesar de que fue observaba por 400 representantes de 40
países diferentes. El día de la votación, el Washington Post pudo reportar:
“incluso diplomáticos norteamericanos reconocieron que los sandinistas
permitieron expresarse a un amplio rango de puntos de vista políticos,
incluidos algunos muy críticos contra el Gobierno. Se suavizó la censura
sobre el único periódico opositor. La Prensa, al principio de la campaña y
la televisión y radio estatales dieron espacio —aunque limitado— a los
pequeños, pero ruidosos, partidos opositores [.,.]”.67
Las críticas de Washington a la elección se centraban en el boicot a la
misma por parte de la Alianza Coordinadora Democrática, una coalición
significativa de grupos opositores liderada por Arturo José Cruz. En varias
ocasiones, este y sus seguidores fueron acosados por las multitudes
cuando aparecían en público, y al menos en una ocasión se reportó que
un buen número de los manifestantes habían sido traídos al lugar en
transportes del Gobierno. No está esclarecido si los sandinistas intentaban
deliberadamente acosar a Cruz, o disuadirlo de presentarse a las
elecciones, lo que sí resulta evidente es que para el Gobierno era más
perjudicial que beneficioso mantener a la ACD fuera de la boleta. En todo
caso, el acoso real parece haber durado poco y no constituyó un verdadero
obstáculo para que Cruz se postulara. La objeción más persistente de la
ACD era que no se había dado suficiente tiempo para desarrollar la
campaña electoral.

67 Washington Post, 4 de noviembre de 1984, p. Al; ver lambien New York Times, 4 de noviembre

de 1984 para un reporte semejante.


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La cronología de los hechos es la siguiente: el 21 de febrero se anunció


que las elecciones se llevarían a cabo el 4 de noviembre; en mayo se dio
de plazo hasta el 25 de julio para la inscripción de partidos y candidatos;
llegada esa fecha había siete partidos inscritos: los sandinista s, tres que
podían considerarse de izquierda y tres que podían considerarse de
derecha. 68 La ACD se negó a inscribirse y Cruz anunció que no se
postularía a menos que el Gobierno iniciara un diálogo con los contras,
como si estos lo hubieran estado solicitando con insistencia desde hacía
tiempo, y el Gobierno se hubiese negado a ello. La ACD retiró su demanda
tres semanas después, señalando que los contras les habían dicho que se
atendrían a cualquier acuerdo alcanzado entre su partido y el Gobierno. 69
Debe destacarse que al vencer el plazo de inscripción, sin que la ACD se
hubiera registrado, no se había producido aún ninguna manifestación en
contra de su dirigente. Cruz también argumentó que durante cinco años la
población había sido adoctrinada por el Gobierno, lo que dejaba a la
oposición sin oportunidades, 70 una acusación que podría ser planteada
con toda validez por cualquier partido opositor en cualquier país del
mundo. El día de la inscripción, varios ayudantes de Cruz sé reunieron con
el Gobierno y pidieron que el plazo se extendiera,71 una acción que tal vez
revelaba una fisura en las filas de la ACD. Los sandinistas se negaron al
principio, pero el 22 de septiembre anunciaron que se extendía la fecha
de inscripción hasta el 1º de octubre. La ACD no se registró tampoco en
esta fecha pues planteó que las elecciones debían ser trasladadas
consecuentemente de noviembre a enero. 72 Los sandinistas sospecharon,
y así lo expresaron abiertamente que la ACD sabía que perdería de
cualquier forma y se abstenía de participar en el proceso para
proporcionar a EE.UU. un argumento para cuestionar el mismo. En agosto,
algunos de los partidarios de Cruz habían declarado que esperaban
“desacreditar la elección y obligar a los sandinistas a hacer concesiones
políticas”. “Lo que realmente necesitamos es que metan a Arturo en la
cárcel”, dijeron.73
Una señal inequívoca de la mano de la CIA en estas elecciones fueron
los anuncios a toda página que aparecieron en agosto en periódicos de
Venezuela, Costa Rica y Panamá. Firmados por una organización ficticia
supuestamente llamada Amigos de Tomás Borge, intentaban dividir la
dirigencia sandinista al promover la candidatura de Borge contra la de

68 New York Times, 5 de noviembre de 1984.


69 Ibíd. 26. de julio de 1984, p. 5: 16 de agosto de 1984.
70 Ibíd. 29 de julio de 1984. IV, p. 2.
71 Ibíd., 26 de julio de 1984, p. 5.
72 Ibíd., 24 de septiembre de 1984.
73 Ibíd., 23 de agosto de 1984, p. 10.
49. Nicaragua 1978-1990 519

Daniel Ortega, quien había sido elegido como el candidato del Gobierno.
“¡Ni Ortega ni Cruz!”, proclamaban los anuncios. 74
Durante todo este período la ACD hizo una demanda tras otra en
relación con los procedimientos electorales como condición para
participar. Según cualquier norma razonable de poder, el Gobierno
demostró ser flexible. El 21 de septiembre, el New York Times reportó que
la oposición había afirmado que los sandinistas habían hecho concesiones
sustanciales y que la única propuesta importante que quedaba pendiente
era la posposición de las elecciones hasta enero. Esto era fundamental,
dijo la ACD, porque la campaña no podía comenzar de manera apropiada
hasta que se hubiera llegado a acuerdo sobre determinados aspectos. La
posición del Gobierno fue que se concedería la posposición sólo si la ACD
arreglaba un cese al fuego con los contras. El partido respondió que no
tenía el poder para lograrlo y las negociaciones continuaron durante todo
el mes de octubre con numerosos reportes confusos y contradictorios
como resultado de cada charla hasta que, finalmente, se acabó el tiempo.
Estados Unidos pudo haber logrado un cese al fuego, si hubiera tenido
interés en someter a prueba el compromiso de los sandinistas con lo que
Washington llamaba una elección libre. Ahora bien, es cuestionable que
EE.UU. tuviera ese interés, si tenemos en cuenta lo que reveló el New York
Times dos semanas antes de la elección:
La administración Reagan, mientras critica públicamente las elecciones del 4
de noviembre en Nicaragua como “una farsa”, en privado ha argumentado en
contra de la participación del principal candidato de la oposición por temor a
que la misma dé legitimidad al proceso electoral, según dijeron algunos altos
funcionarios.
Desde mayo, cuando la política norteamericana hacia la elección fue decidida,
la administración ha deseado que el candidato de oposición, Arturo José Cruz,
o bien no entrara en la postulación, o, de hacerlo, se retirara antes de la
elección, planteando que las condiciones no eran imparciales, dijeron los
funcionarios.
“La administración nunca consideró dejar que Cruz se mantuviera en la
campaña [dijo uno de ellos] porque entonces los sandinistas podrían plantear
justificadamente que sus elecciones eran legítimas, lo que haría mucho más,
difícil para Estados Unidos oponerse al Gobierno nicaragüense”.
Varios funcionarios de la administración que están relacionados con las
actividades de la misma en Nicaragua dijeron que la Agencia Central de
Inteligencia había trabajado con algunos de los partidarios de Mr. Cruz para
asegurarse de que se opondrían a cualquier acuerdo potencial para su
participación en la elección.75

74 Covert Action Information Bulletin, Nº 22, Washington, otoño de 1984, p. 27: reproduce el

anuncio.
75 New York Times. 21 de octubre de 1984, p. 12.
49. Nicaragua 1978-1990 520

Pocos días antes de la votación, algunos partidos de derecha que


figuraban en la boleta señalaron que diplomáticos norteamericanos los
habían estado presionando para que se retiraran. 76 Uno de ellos, el Partido
Independiente Liberal, había anunciado ya que no se mantendría en la
contienda. A pesar de haber expuesto el plan de la administración,
centrado en Arturo Cruz, para sabotear la credibilidad de las elecciones, y
de haber reportado las declaraciones antes mencionadas de los partidos
presionados para retirarse, el New York Times publicó de manera
inexplicable un editorial después de las elecciones que decía, entre otras
cosas:
Sólo los ingenuos creen que la elección del domingo en Nicaragua fue
democrática o una prueba legitimadora de la popularidad de los sandinistas
[...] Los sandinistas facilitaron el que se descartara su elección como una farsa.
Su acto decisivo fue el romper las negociaciones con Arturo Cruz, un
demócrata opositor cuya candidatura podía haber aportado una contienda
electoral más creíble [...] La oposición [...] se redujo finalmente a cuatro
pequeños grupos de izquierda y facciones de dos partidos tradicionales.
Incluso así, después de cinco años de poder absoluto, los sandinistas parecen
haber ganado menos de dos tercios de los votos.77

El embajador norteamericano en Costa Rica comparó a Nicaragua bajo


el sandinismo con un “pedazo de carne infectada” que atraía “a los
insectos”. 78 El presidente Reagan llamó al país una “mazmorra
totalitaria”, 79 e insistió en que el pueblo nicaragüense estaba más
oprimido que los negros en Sudáfrica.80 Miembros de la Comisión Kissinger
sobre Centroamérica señalaron que Nicaragua bajo los sandinistas era tan
mala o peor que Nicaragua bajo Somoza. Henry Kissinger creía que eran
tan mala o peor que la Alemania nazi. 81 Reagan estuvo de acuerdo,
comparó la lucha de los contras con la de los británicos contra Alemania
durante la Segunda Guerra Mundial. 82 “Centroamérica ejerce ahora la
misma influencia sobre la política exterior norteamericana que la acción
de la luna llena sobre los hombres lobos”, destacó Wayne Smith, antiguo
jefe de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana.83

76 Ibíd., 31 de octubre de 1984, p. 1.


77 Ibíd. 7 de noviembre de 1984, p. 26.
78 Ibíd., 5 de octubre de 1984, p. 3.
79 Ibíd. 19 de julio de 1984, p. 6.
80 The Guardian. Londres. 13 de agosto de 1986.
81 International Herald Tribune. 22 de enero de 1984, ambas opiniones son tomadas de una carta

de Eugene Stockwell, quien testificó ante la comisión después de visitar Nicaragua con el Consejo
Mundial de Iglesias.
82 The Guardian, Londres. 15 de marzo de 1986.
83 Covert Action Information Bulletin, Nº 20, Washington, diciembre de 1984, p. 25.
49. Nicaragua 1978-1990 521

Tan ardiente e implacable era el odio que Kissinger exigió que el


embajador norteamericano en Nicaragua fuese retirado simplemente
porque había informado que el Gobierno sandinista se estaba
“desarrollando bastante bien en algunas áreas como la educación”. 84 Y
tras la terrible devastación que causó en el país el huracán Joan en octubre
de 1988, la administración Reagan se negó a enviar ayuda ni a auxiliar a
organizaciones privadas norteamericanas que intentaban hacerlo.
Tan deseoso estaba el Departamento de Estado de convertir a los
sandinistas en parias internacionales, que se dijo al mundo, sin evidencia
alguna, que Nicaragua estaba exportando drogas, que era antisemita, que
entrenaba a guerrilleros brasileños. 85 Cuando se presionó a la CIA para que
diera detalles sobre la supuesta conexión con la droga de los sandinistas,
la misma tomó distancia de las declaraciones del Gobierno.86
El secretario de Estado, Alexander Haig, se refirió a una fotografía de
cadáveres abrasados y planteó que era un ejemplo de las “atroces
acciones genocidas que está llevando a cabo el Gobierno nicaragüense”
contra los indios miskitos. Más tarde se supo que la foto había sido tomada
en 1978, durante la época de Somoza. 87
Un odio de tal magnitud tenía que ser institucionalizado, de modo que
se creó una Oficina de Diplomacia Pública en 1983, registrada
nominalmente como una dependencia del Departamento de Estado, pero
en realidad operaba bajo la dirección del Consejo de Seguridad Nacional.
La ODP fue caracterizada por un funcionario como “una enorme operación
psicológica del tipo de las que los militares realizan para influir sobre una
población en un territorio enemigo o bajo rechazo”. 88 Sólo que en este
caso la población bajo asedio era la norteamericana. El director delegado
de la ODP, coronel Daniel Jacobowitz, un especialista de “operaciones
sicológicas” militares, describió la campaña mediática en un informe
estratégico “confidencial y sensible”: “Tema general: los Luchadores por
la Libertad Nicaragüenses son luchadores por la libertad en la tradición
norteamericana, el FSLN es el mal”89
Siguiendo el hilo conductor de la campaña de desinformación de la
ODP, con la siempre activa imaginación de Oliver North, había historias

84 New York Times, 31 de diciembre de 1983, p. 9; el embajador norteamericano. Anthony

Quainton, fue reemplazado en mayo de 1984, aunque no se puede determinar si fue por órdenes de
Kissinger.
85 The Guardian, Londres. 21 de marzo de 1986.
86 San Francisco Chronicle, 3 de junio de 1987, columna de Jack Anderson.
87 New York Times. 3 de marzo de 1982, p. 5; la fotografía fue publicada primeramente por el

periódico francés de derecha Le Fígaro, que admitió más tarde su “error” al ser emplazado por otras
publicaciones francesas, pero al parecer Haig no se retractó públicamente.
88 Miami Herald. 19 de julio de 1987, p. 18A.
89 Peter Kornbluh: “Propagand a and Public Diplomacy: Selling Reagan’s Nicaragua Policy”, en

Extra! New York, verano de 1989, p. 20.


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acerca de la adquisición por Nicaragua de armas químicas, sobre un


vínculo “Nicaragua-Irán” (no confundirlo con el vínculo real EE.UU.-Oliver
North e Irán del cual se sabría más tarde), la presencia de “aviones MIG
soviéticos en Nicaragua”, sobre 50 prisioneros políticos masacrados por
los sandinistas... y muchas más. 90 Textos de opinión y nuevas historias
preparadas por el personal de la ODP o periodistas contratados fueron
plantados en los principales medios de prensa bajo la firma de líderes
contras o de académicos en apariencia independientes, con la pretensión
de confirmar las acusaciones de la Casa Blanca, mientras se distribuían
otros materiales en miles de bibliotecas universitarias, facultades,
editorialistas y organizaciones religiosas. Expertos en relaciones públicas
del sector privado, grupos de presión y tanques pensantes también fueron
reclutados para la causa y se les pagaron grandes sumas del dinero de los
contribuyentes para promover la agenda de la ODP. Según la evaluación
de la propia oficina, su trabajo cambió de manera significativa la opinión
pública y la del Congreso, incluida la aprobación por la Cámara de cien
millones de dólares en ayuda a los contras en junio de 1986. 91
Dentro de un contexto racional resultaría apropiado preguntarse qué
habían hecho los sandinistas para que EE.UU. encontrara imposible
convivir con ellos en el mismo planeta. David MacMichael observó que no
había razones de enfrentamiento entre los dos países: “No hay casos de
ciudadanos norteamericanos asesinados allí. No se ha expropiado ninguna
propiedad norteamericana sin el debido proceso o compensación. Son tan
atrasados que ni siquiera se han molestado en matar a algún sacerdote o
monja norteamericanos. Ahora cualquier país a medias respetable en el
mundo puede hacer eso, pero los sandinistas no parecen decididos a
hacerlo”.92
Lo que EE.UU. hizo contra la revolución nicaragüense está mucho mejor
definido. Transformar la sociedad nicaragüense, incluso sin un conflicto
bélico, ya habría sido algo bien difícil. Los sandinistas heredaron un país en
extrema pobreza, atrasado en la mayoría de los aspectos (se decía que
sólo había dos elevadores en Nicaragua) y con una deuda externa de mil
seiscientos millones que decidieron cumplir (con excepción de las deudas
con Israel y Argentina por concepto de compras de armas hechas por
Somoza).93 Entonces EE.UU. los golpeó duramente en el comercio exterior
y la concesión de créditos, en la industria y la agricultura, y sostuvo una

90 Miami Herald, 21 de diciembre de 1986, p. 30A: Kornbluh, pp. 20-22: Extra!, New York, junio de

1987, p. 3; octubre-noviembre de 1987, p. 4.


91 Kornbluh, pp. 20-22; Extra!, New York, octubre-noviembre de 1987, p. 4, cita el ejemplo del

artículo del prof. John Guilmartin: “Nicaragua is Armed for Trouble”, en el Wall Street Journal del 11
de marzo de 1985.
92 The Guardian, Londres. 9 de enero de 1985.
93 Black, p. 218.
49. Nicaragua 1978-1990 523

guerra que obligó al Gobierno a dedicar una creciente porción del


presupuesto nacional y una enorme cantidad de su fuerza de trabajo a la
guerra y la seguridad. En 1980 la mitad del presupuesto nacional fue
asignado a la salud y la educación, los gastos militares alcanzaron sólo
18%. Hacia 1987, el esfuerzo militar consumía más de la mitad del
presupuesto, y la salud y la educación no llegaban juntas a 20%.
Por si fuera poco: la ya histórica fuga de capitales y de profesionales de
clase media que sigue a toda revolución, y el igualmente familiar sabotaje
por parte de los enemigos que permanecen,94 nada difícil en una sociedad
donde la mayoría de los negocios y granjas todavía están en manos
privadas, terminaron por llevar a la economía nicaragüense a terapia
intensiva: una retahíla de ineficiencias y escaseces de todos tipos; taxis y
ómnibus detenidos por faltas de piezas de repuesto norteamericanas; la
imposibilidad de cumplir con las expectativas de la población, mitigadas
sólo en parte por el progreso de la reforma agraria, los servicios de salud,
la alfabetización y otros programas sociales. Muchos de los que habían
tenido simpatías por la revolución se fueron alejando. Los individuos se
acercan o se apartan de las revoluciones sociales por numerosas razones,
ideológicas o personales. Todas deben ser consideradas con cuidado. El
principal desertor de los sandinistas, Edén Pastora, dijo en medio de una
declaración política semicoherente: “Ellos [los sandinistas] me atacan por
mi éxito con las mujeres, están celosos porque todos son feos y yo puedo
enamorar a sus mujeres”.95
“Pocos funcionarios norteamericanos creen en estos momentos que
los contras pueden barrer pronto con los sandinistas”, reportaba el Boston
Globe en febrero de 1986. “Funcionarios de la administración dijeron que
se contentan con ver que los contras debilitan a los sandinistas al
obligarlos a dedicar sus escasos recursos a la guerra en lugar de a los
programas sociales”.96
Cuarenta años de adoctrinamiento anticomunista bajo Somoza y la
influencia cultural norteamericana también habían dejado sus huellas. Un
militante del Gobierno lo explicó de esta manera:
Díganle a un obrero nicaragüense [...] que estamos construyendo un sistema
en el cual los trabajadores controlarán los medios de producción, en el cual los
ingresos serán redistribuidos para beneficio del proletariado y él les dirá: “Sí,
eso es lo que queremos”. Llámele a eso socialismo y le dirá que no quiere tener
nada qué ver. Dígale a un campesino —con quienes el problema de la
educación política es más agudo— que la revolución es para destruir el poder
de los grandes latifundistas, que la reforma agraria y la alfabetización

94 Ibíd., pp. 215, 332, 356 da un número de ejemplos de los sabotajes económicos.
95 The Guardian, Londres, 13 de julio de 1985, p. 7.
96 Boston Globe, 9 de febrero de 1986, p. A20.
49. Nicaragua 1978-1990 524

incorporarán al campesinado a las decisiones políticas, y se entusiasmará, lo


reconocerá como algo justo y correcto. Mencione la palabra comunismo y
saldrá corriendo a un kilómetro de distancia. 97

Al enfrentarse a la disidencia, los sandinistas se mostraron a veces


incapaces de distinguir las críticas sinceras y válidas de los intentos de
desestabilización. Algunos opositores fueron acosados y encarcelados, las
libertades civiles fueron limitadas, aunque nunca en forma drástica. Las
credenciales de lealtad al Gobierno comenzaron a ser una prioridad a la
hora de conceder puestos en cualquier nivel. Resulta interesante que esto
mismo estaba ocurriendo en Washington en ese mismo momento pues la
ultrarreaccionaria administración Reagan estaba atiborrando la burocracia
con sus más fieles seguidores.
Las revelaciones posteriores demostraron que las acusaciones
sandinistas no eran pura paranoia. En septiembre de 1988, el vocero de la
Cámara de Representantes, Jim Wright, citó “testimonios claros de
personal de la CIA” que revelaban que la Agencia había empleado
personas en Nicaragua para organizar y promover mítines contra el
Gobierno y protestas con la esperanza de provocar una quiebra o una
reacción airada del Gobierno que, además de hacer lucir más a los
sandinistas, “estaba calculada para interrumpir las conversaciones de paz”
que la administración Reagan pretendía apoyar públicamente.98
El cierre en varias ocasiones del prominente periódico opositor, La
Prensa, fue juzgado también con dureza por los adalides de las libertades
civiles. Pero esta posición conducía a una importante pregunta histórica:
durante la Segunda Guerra Mundial, ¿permitió EE.UU. la publicación de
periódicos pro alemanes o pro japoneses en su territorio? ¿Acaso algún
gobierno en guerra, en particular en una guerra de supervivencia, que se
lleva a cabo en su propio suelo, permite al enemigo publicar o transmitir
libremente, o autoriza la disidencia ilimitada? Durante la Guerra de
Secesión, Lincoln suspendió el derecho de habeas corpus y puso a los
simpatizantes del enemigo en cárceles militares sin celebrarles juicio. La
Prensa representaba sin duda al enemigo. En varios momentos en la
década del 80, uno de los editores jefes fue Pedro Joaquín Chamorro hijo.
En esa misma época fue miembro del directorio de una organización de
cobertura de los contras: la Resistencia Nicaragüense de Washington,
D.C.99 Y Chamorro se dedicaba a recorrer EE.UU. solicitando apoyo para los
contras. El periódico era también financiado por el enemigo, pues recibió

97 Black, p. 306
98 New York Times, 21 de septiembre de 1988, p. 6; 22 de septiembre, p. 15: 23 de septiembre, p.
5; 25 de septiembre, p. 15.
99 In These Times, Chicago, 21-27 de octubre de 1987.
49. Nicaragua 1978-1990 525

dinero encubierto de la CIA desde 1979 y millones de dólares le llegaron


de la Fundación Nacional para la Democracia (NED) en Washington y de
diversos grupos “privados” norteamericanos a partir de 1984. 100 NED
recibía su dinero del Congreso y fue establecida en 1983 después de las
negativas revelaciones acerca de la CIA en los 70. Su razón de existir era
hacer en forma más abierta lo que la CIA había estado haciendo
clandestinamente por décadas: manipular el proceso político en un país
determinado mediante el financiamiento a los partidos políticos,
sindicatos, editoriales, periódicos, etc., y de esta forma eliminar el estigma
asociado con las actividades encubiertas de la CIA. 101 Alien Weinstein,
quien ayudó a redactar la legislación que creaba la NED, y que también
fundó el Centro por la Democracia, se expresó con candidez acerca de esto
cuando dijo en 1991: “Una gran parte de lo que hacemos hoy lo hizo en
forma encubierta la CIA hace 25”. 102 La NED, al igual que antes la CIA, llama
a su labor apoyo a la democracia. Los gobiernos que sufren su acción la
llaman desestabilización.
En cualquier caso el financiamiento encubierto no se interrumpió.
Tanto la CIA como la multifacética operación de Oliver North canalizaron
grandes sumas de dinero a los políticos y otros elementos de la oposición
interna en Nicaragua, incluida, como hemos visto, la Iglesia Católica. 103
Durante un período en el cual la ayuda militar a los contras fue prohibida
por el Congreso, la red de North compró grandes cantidades de armas a
Manzer al-Kassar, un hombre cuyo récord criminal en EE.UU. lo coloca
bajo la etiqueta de ¡terrorista!, en el número uno de la lista. Kassar era un
asociado conocido a los responsables de las masacres en las Pascuas de
1985 en los aeropuertos de Roma y Viena, el secuestro del vapor Aquiles
Lauro y otros connotados ataques. 104 Otro apóstol de la decencia que se
alistó en la causa fue el Gobierno de Sudáfrica que envió 200 toneladas de
equipamiento militar al líder de los contras Edén Pastora. 105
Para el momento en que la guerra en Nicaragua comenzó a atrofiarse
lentamente hacia una conclusión tentativa entre 1988 y 1989, la obsesión

100 William I. Robinson: A Faustian Bargain: U.S. intervention in the Nicaraguan Eiections and
American Foreign Policy in the Post-Cold War Era. Westview Press, Co., 1992, pp. 79- 81; San Francisco
Chronicle, 13 de octubre de 1987; Jacqueline Sharkey: “Anatomy of an Election: How U.S. Money
Affected the Outcome in Nicaragua”, en Common Cause Magazine, Washington, mayo-junio de 1990,
p. 24.
101 New York Times, 1ro. de junio de 1986; Robinson, passim.
102 Washington Post, 22 de septiembre de 1991, p. C4. El Poslmismo añadía que la NED “hizo de

manera abierta lo que en un tiempo fue cland estino e imposible de mencionar”.


103 Los Angeles Times. 23 de septiembre de 1988, p. 24: New York Times. 21 de septiembre de

1988, p. 6.
104 San Francisco Chronicle, 20 de abril de 1987; Los Angeles Times, 31 de diciembre de 1987.
105 New York Times, 20 de agosto de 1987, p. 1, basado en un informe de inteligencia fechado en

febrero de 1985.
49. Nicaragua 1978-1990 526

de la administración Reagan con los sandinistas había inspirado tanto a


grupos oficiales como extraoficiales a llevar a cabo tácticas como las
siguientes para mantener un flujo sostenido de dinero, armamentos y otro
tipo de ayuda a los contras: negociar con otros terroristas
latinoamericanos y del Medio Oriente; contrabandear drogas con
frecuencia en una variedad de formas imaginativas; lavar dinero,
malversar fondos gubernamentales norteamericanos; incurrir en perjurio,
obstrucción de la justicia, allanamiento de los locales de disidentes
norteamericanos, propagar rumores para dañar la imagen de enemigos
políticos internos en EE.UU.; violar el acta de neutralidad: manipulación
ilegal de documentos del Gobierno, elaborar planes para suspender la
Constitución en caso de rechazo generalizado contra la política del
Gobierno, y mucho más, tal como se reveló en el escándalo conocido como
Irán-Contras, y todo esto para apoyar a una banda de violadores,
torturadores y asesinos 106 . Este era, pues, el nivel de sofisticación
alcanzado por el anticomunismo después de sesenta años de
refinamiento. La falla de ética de los dirigentes imperiales
norteamericanos superaba incluso a la de los británicos hacia 1925.
Pero dio resultado. El 25 de febrero de 1990 los sandinistas fueron
derrotados en elecciones nacionales por una coalición de partidos
políticos bajo el nombre de Unión Nacional Opositora (UNO). El presidente
George Bush lo llamó “una victoria para la democracia”: el senador Robert
Dole declaró: “El resultado final es una vindicación de la posición de
Reagan”. 107 Elliott Abrams, antiguo funcionario del Departamento de
listado y luminaria del Irán— Contras, dijo: “Cuando se escriba la historia,
los contras serán héroes populares”. 108 El análisis contrario de estas
elecciones era que diez años de guerra exhaustiva habían agotado al
pueblo nicaragüense. Temía que mientras los sandinistas se mantuvieran
en el poder, los contras y E.E.UU. no cesaran en su campaña para
derrocarlos. El pueblo votó por la paz (tal como lo había hecho el pueblo
dominicano en 1966 por el candidato apoyado por EE.UU. para evitar
prolongar la intervención militar norteamericana). “No podemos aguantar
más guerra. Todo lo que tenemos es guerra, guerra, guerra, guerra”, dijo

106 Sobre el escándalo Irán-Contras, sólo una muestra:


a) Final Report of the Independent Counsel for IranlContra Matters. Vols. I y II, Washington, 1993,
passim.
b) Archivo de Seguridad Nacional: The Chronoiogy, New York, 1987, passim.
c) Jonathan Marshall, Peter Dale Scolt, y Jane Hunter: The iran-Contra Connection, Boston, 1987,
passim.
d) Jonathan Kwilny: The Crimes of Patriots: A True Tale of Dope. Dirty Money and the CIA, New
York, 1987, ver índice.
e) Sklar, ver índice.
107 Sobre Bush y Dole, ver Sharkey, pp. 22-23.
108 La Weekly, Los Angeles, 9-15 de marzo de 1990, p. 12.
49. Nicaragua 1978-1990 527

Samuel Reina, chofer del equipo de Jimmy Cárter que monitoreaba las
elecciones en Juigalpa. En algunas familias “un hijo había sido reclutado
por los sandinistas y otro se había unido a los contras. La guerra ha dividido
a las familias”.109
La invasión norteamericana y el bombardeo a Panamá, sólo dos meses
antes, con toda su secuela de muerte y destrucción, podían haber
intensificado el compromiso de los sandinistas más decididos a enfrentar
al imperialismo yanqui, pero también había sido una advertencia a la gran
masa de volantes indecisos. Los nicaragüenses también estaban volando,
o al menos eso esperaban, por algún alivio a la terrible pobreza que cinco
años de embargo norteamericano y la guerra había exacerbado. Paul
Reichler, abogado norteamericano que representaba al Gobierno
nicaragüense en Washington en aquel momento, comentó: “Cualquier
fervor revolucionario que el pueblo pudo haber tenido una vez, fue
aplastado por la guerra y la imposibilidad de llevar alimento a los
estómagos de sus hijos”110. ¡Aquí no se rinde nadie!, habían gritado por
diez años los nicaragüenses, pero en febrero de 1990 lo hicieron, tal como
el pueblo de Chile había gritado ¡El pueblo unido jamás será vencido! antes
de sucumbir ante el poderío norteamericano. Estados Unidos tenía más
que una guerra y un embargo a su disposición para determinar el ganador
en las elecciones. La NED gastó más de once millones de dólares en forma
directa e indirecta en la campaña electoral de Nicaragua. 111 Esto es
comparable a que un gobierno extranjero invirtiera setecientos millones
en una elección norteamericana, y el dinero de la NED fue adicional a
varios millones más asignados por el Congreso para “apoyar la
infraestructura electoral” y el número de millones ignorado que la CIA
canalizó encubiertamente.
A causa de una controversia que tuvo lugar en 1984, cuando los fondos
de la NED fueron utilizados para ayudar a un candidato presidencial
panameño apoyado por Noriega y la CIA, el Congreso puso en vigor una
ley que prohibía el uso de los fondos de la organización para “financiar
campañas de candidatos a puestos públicos”. Las formas de eludir la letra
o el espíritu de tal prohibición no son difíciles de concebir. La NED asignó
primero varios millones para ayudar a la UNO a organizarse, creando los
partidos y organizaciones que formaron la coalición. Luego una variedad
de otras organizaciones —cívicas, sindicales, femeninas, mediáticas, etc.—
manejadas por activistas de la UNO recibieron donaciones para todo tipo
de programas “pro democráticos” y “no partidistas”, para la instrucción y
registro de los votantes, entrenamientos laborales, y así por el estilo.

109 Sharkey, p. 22.


110 LA Weekly, artículo citado.
111 National Endowment for Democracy: AnimalReport. Washington, 1989 y 1990.
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Grandes donaciones hechas a la propia UNO tenían como fines específicos


la compra de equipos y vehículos (el representante por Massachusetts,
Silvio Conte, destacó que el millón trescientos mil dólares solicitados para
transportación bastaría para alquilar 2.241 autos por un mes a veinte
dólares por día). UNO fue el único partido político que recibió apoyo de
EE.UU., aunque otros ocho partidos de oposición inscribieron candidatos.
El dinero que se entregó a UNO para cualquier propósito le permitió,
además, utilizar sus propios fondos en la campaña una vez libre de otros
gastos. Por otro lado, los contras siguieron recibiendo ayuda económica y
muchos de ellos hicieron campaña por la UNO en áreas rurales. 112
Más tarde, los críticos de la política norteamericana en Nicaragua la
llamaron “una prueba de laboratorio” de intervención exitosa
norteamericana en el Tercer Mundo. Un analista del Pentágono coincidió:
“Entrará directamente en los libros de texto”. 113

112 La manipulación de las elecciones por Washington fue una operación compleja y abarcadora.
Para una información mucho más detallada ver Robinson, passim: Sharkey, passim, y artículo de LA
Weekly.
113 Sharkey, p. 23.
50. Panamá 1969-1991 529

50. PANAMÁ 1969-1991


Traicionando a nuestro suministrador de drogas
El Chorrillo es el nombre dado a un barrio pobre en Ciudad Panamá:
20.000 personas viven hacinadas en él. La invasión de diciembre de 1989
—diez horas de asalto continuado— dejó a 15.000 de sus habitantes sin
vivienda. Marcia McFarland estaba durmiendo con sus hijas cuando
comenzó el ataque al cercano edificio militar: trataba de sacar a las niñas
de la casa cuando una descarga de metralla le arrancó parte del muslo y
destrozó el pie de su hija de dos años. Proyectiles y cohetes, tanques,
ametralladoras y lanzallamas, y luego las tropas de infantería: “los
soldados yanquis con sus caras pintadas, todos gritando, parecían indios”.
La gente ardió en las casas incendiadas, saltando por las ventanas,
corriendo aterrorizadas por las calles, derribados por el fuego cruzado,
aplastados por los tanques, pedazos de cuerpos esparcidos por todas
partes. Heriberto Pitti trabajaba para Eastern Airlines; cuando los soldados
estadounidenses atacaron el aeropuerto, él, Pablo Díaz y otro colega
saltaron a un carrito de la aerolínea y trataron de huir del hangar. Desde
un camión les dispararon seis veces a través del parabrisas y los mataron
a los tres. Pitti dejó una viuda y dos hijas, Díaz dejó una viuda y 12 hijos. 1
Cerca de quinientos panameños muertos es la cifra oficial, la admitida
por los gobiernos norteamericano y panameño: otras fuentes insisten en
que fueron miles los muertos, el número oculto en fosas comunes y cerca
de tres mil heridos. Hubo 23 norteamericanos muertos y 324 heridos.
Pregunta de un reportero: “¿Valía realmente la pena mandar a tanta gente
a la muerte por esto? ¿Por capturar a Noriega?” Respuesta de George
Bush: “[...] cada vida humana es preciosa, y sin embargo tengo que
responder: sí, valía la pena”.2
“Nacido para informante” podría haber sido una inscripción apropiada
en un pulóver vestido por Manuel Antonio Noriega. En su juventud, en los
años 50 y principios de los 60, ya estaba pasando información, a una u otra
agencia de inteligencia norteamericana, sobre sus colegas en el Partido

1 Compilado de a) Francisco Goldman: “What Price Panama? A visit to a barrio destroy by U.S.

Forces”, en Harper s Magazine. New York, septiembre de 1990; b) Los Angeles Times, 1ro. de abril de
1990, editorial por David y John Kiyonaga. abogados representantes de más de cien víctimas de la
invasión a Panamá; c) discurso de Olga Mejía, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos de Panamá, en el Ayuntamiento de New York, el 5 de abril de 1990 (extracto publicado en
Covert Action Information Bulletin, Nº 34. Washington, verano de 1990, p. 13).
2 New York Times, 22 de diciembre de 1989, p. 16.
50. Panamá 1969-1991 530

Socialista al que pertenecía, sobre estudiantes izquierdistas en su


academia militar peruana. 3 Noriega siguió una carrera militar y quedó
subordinado al jefe de la Guardia Nacional, general Ornar Torrijos. En dos
ocasiones el general tuvo que intervenir para salvar al inescrupuloso
Noriega de acusaciones de violación. En octubre de 1968 Torrijos tomó el
poder en Panamá mediante un golpe. No era un dictador brutal, del
promedio latinoamericano, sino más bien un reformista liberal, cansado
de los excesos de poder de Norteamérica.
En diciembre de 1969, oficiales conservadores intentaron derrocar a
Torrijos, y fracasaron, alegando que el Gobierno se encaminaba hacia una
dictadura pro comunista. Apenas unas horas antes del intento golpista,
uno de los principales complotados se había reunido con un funcionario
norteamericano. Tras el golpe, ese mismo conspirador y otros escaparon
de una cárcel de alta seguridad en una sofisticada operación comando y
fueron a parar a la zona bajo dominio estadounidense en el Canal, antes
de partir al exilio en Miami. 4 Noriega había probado su lealtad a Torrijos
durante el golpe y pronto fue ascendido a jefe de la unidad de inteligencia
de la Guardia Nacional. Estaba ahora en el lugar ideal para llevar a cabo
todo tipo de negocios sucios y hacerse de una reputación de matón.
Ya desde 1971 el Buró de Narcóticos y Drogas Peligrosas (antecesor de
la Administración de Reforzamiento contra la Droga) tenía “fuertes
evidencias” de la participación de Noriega en el tráfico de drogas,
“suficiente para procesarlo”. Pero los obstáculos legales y diplomáticos
eran considerables, y Noriega era ya muy valioso para la CIA. Sin embargo,
el presidente Nixon quería “deshacerse” de él. Entre las opciones
analizadas para lograrlo estaba el asesinato. Se llegó tan lejos como enviar
a un integrante de la famosa unidad de “plomeros” a México para
aguardar órdenes de ir a Panamá y llevar a cabo la ejecución. Pero no se
pasó de ahí.5
Durante las audiencias sobre Watergate en 1973, el antiguo consejero
de la Casa Blanca, John Dean, testificó que E. Howard Hunt, “antiguo”
oficial de la CIA y uno de los allanadores de Watergate, había sido
contratado para asesinar a Ornar Torrijos a causa de su posición

3 John Dinges: Our Man ín Panama. New York, 1991, p. 33; New York Times, 28 de septiembre de
1988.
4 Dinges, p. 52. William Jorden, embajador norteamericano en Panamá ha escrito que está casi

seguro de que los agentes de inteligencia estadounidenses dieron a los conspiradores la aprobación
tácita para el golpe, ver Panama Odyssey, Austin, Texas, 1984, p. 144.
5 The Noriega Connection, un film documental presentado en el programa Frontline, de PBS, el 30

de enero de 1990, en el cual se cita al ex oficial de la CIA John Bacon (prestado al Buró de Narcóticos
y Drogas Peligrosas) y a otros investigadores federales y de la CIA sin identificar. Ver también artículo
de Joe Conason y John Kelly en The Village Voice, New York, 11 de octubre de 1988 y Dinges, pp. 63-
64, acerca de los debates sobre el posible asesinato de Noriega bajo la administración Nixon, sobre la
base de documentos de la oficina del Fiscal General y del Senado.
50. Panamá 1969-1991 531

intransigente en las negociaciones sobre el tratado del Canal de Panamá y


por el papel de su gobierno en el tráfico de drogas.6 En tanto Hunt puede
haber sido el “plomero” al que hicimos referencia antes, y dado que Deán
declaró que Hunt tenía a su equipo en México antes de que la misión fuese
abortada, es posible que haya cierta confusión en este aspecto.
Mientras tanto el dinero en efectivo del Gobierno norteamericano
estaba llegando a las cuentas bancarias de Noriega. Excepto durante el
período presidencial de Cárter (1977-1981) 7 los pagos a Noriega
continuaron hasta 1986. Esto incluye el’ período en que George Bush fue
director de la CIA (1976), cuando se dijo que el jefe de la inteligencia
panameña estaba recibiendo 100.000 dólares al año por encima de su
salario. 8 Tampoco se prestó atención a muchas otras cosas: durante las
negociaciones sobre el Canal en octubre de 1976, tres bombas explotaron
debajo de autos parqueados en la zona canalera. Algunos funcionarios
norteamericanos creían que las bombas eran una expresión de
nacionalismo con la que responsabilizaban a la Guardia Nacional de
Noriega.9 Sin embargo, en diciembre, Bush se reunió con el panameño en
Washington y le obsequió un recibimiento de Persona Muy Importante.
Noriega fue hospedado en la casa del director delegado de Bush, el infame
Vernon Walters.10
Cuando Ornar Torrijos murió en un accidente aéreo en 1981, Noriega
formó parte de la junta militar gobernante. En 1987, el coronel Roberto
Díaz Herrera, primo de Torrijos y uno de los integrantes de la junta, declaró
que el accidente se había debido a una bomba colocada en el avión y
nombró a Noriega, la CIA, el general Wallace Nutting, jefe del Comando
Sur norteamericano en Panamá en el momento del desastre, y a otros
como los responsables.11
Para agosto de 1983 Noriega se las había arreglado para ocupar la
posición de comandante de la Guardia Nacional (cuyo nombre cambió a
Fuerzas de Defensa de Panamá). Era el jefe de Estado real y su valía
aumentó para sus patrones norteamericanos. Seis meses antes, el
Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado había informado
que “testigos en Panamá consideran como algo sabido que la Guardia

6 Newsweek, 18 de junio de 1973, p. 22.


7 New York Times, 2 de octubre de 1988, p. 25.
8 Frederick Kempe: “The Noriega Files”, en Newsweek, 15 de enero de 1990, p. 21; The Noriega

Connection, op. cit. En el juicio de Noriega en Miami en 1991, la fiscalía señaló que Noriega había
recibido un total de 160 000 dólares de la CIA y otro tanto del Ejército de EE.UU. en todos esos años.
Pero esto tenía el objetivo de refutar la afirmación de los abogados de Noriega de que los millones de
dólares que poseía su cliente no provenían de las drogas, sino de pagos del Gobierno norteamericano.
9 Dinges, pp. 85-86; Los Angeles Times, 16 de enero de 1990, p. 15.
10 Dinges, pp. 88-90.
11 San Francisco Chronicle, 11 de junio de 1987.
50. Panamá 1969-1991 532

[Nacional] tiene vínculos —y recibe pagos — de varios traficantes de


drogas, armas y otros tipos de contrabando”. 12 En noviembre, sin
embargo, Noriega fue recibido con alfombra roja y todo tipo de lujos en
Washington y se reunió con funcionarios de la Casa Blanca, el
Departamento de Estado y el Pentágono, además de disfrutar de un
almuerzo de cuatro horas con el director de la CIA William Casey. Este,
probablemente el mayor sostén de Noriega en Washington, se reunió con
él al menos seis veces en Washington y Panamá durante la década del 80.13
Noriega se ganó el dinero y la tolerancia de Washington a través de los
años con numerosos servicios, principalmente como informante sobre una
gran variedad de asuntos regionales, incluidos sus encuentros con Fidel
Castro y Daniel Ortega, por haber dado amparo al sha de Irán en diciembre
de 1979; por permitir a EE.UU. establecer puestos de escucha en Panamá,
desde los cuales monitoreaban las comunicaciones en toda Centroamérica
y más allá, y por ayudar a la guerra norteamericana contra los rebeldes en
El Salvador y contra el Gobierno de Nicaragua. En este último conflicto,
Noriega facilitó el flujo de dinero y armas a los contras, autorizó a EE.UU.
a situar aviones espías en Panamá en clara violación del tratado canalera;
dio permiso para entrenar contras en su territorio (aunque no es seguro
que esto llegara a realizarse), y ofrecía información y acción directa para
la campaña norteamericana de sabotaje dentro de Nicaragua.14
Pero los funcionarios norteamericanos se preguntaban qué
información estaría dando ese mismo Manuel Antonio Noriega a Fidel
Castro y a Daniel Ortega sobre Estados Unidos: Washington ya sabía que
estaba ayudando a Cuba a burlar el embargo económico y que en diversos
momentos ayudó a conseguir armas para los sandinistas y los guerrilleros
salvadoreños y colombianos, al igual que a transferir alta tecnología hacia
Europa del Este. El 12 de junio de 1986, el New York Times presentó una
historia en su primera página enumerando muchas de las actividades
dudosas de Noriega, incluido el tráfico de drogas y el lavado de dinero, así
como el asesinato de un oponente político. Era el informe más detallado y
condenatorio sobre Noriega que apareció en los medios estadounidenses.
El hombre fuerte panameño asumió, probablemente sin razón, que el
artículo había sido aprobado por la Casa Blanca, y aunque la
administración Reagan le aseguró que no necesitaba preocuparse por el
asunto, se sintió amenazado.15

12 Dinges, p. 158.
13 Dinges, pp. 160, 234, 241; Newsweek, 15 de enero de 1990, p. 23; Los Angeles Times, 16 de
enero de 1990, p. 15 (aparece al menos seis veces).
14 Sobre los sabotajes ver: Newsweek, 15 de enero de 1990, p. 22.
15 Para diferentes opiniones sobre la fuente del artículo, que fue escrito por Seymour Hersh, ver

Dinges, pp. 243-244; Newsweek, 22 de junio de 1987, p. 37 y Kevin Buckley: Panama, the Whole Story,
New York, 1991, pp. 53-57.
50. Panamá 1969-1991 533

En agosto, a través de un mensajero personal, propuso a Oliver North


que a cambio de la promesa de Washington de ayudar a limpiar su imagen,
y del compromiso de levantar la prohibición norteamericana sobre las
ventas militares a las Fuerzas de Defensa panameñas (impuesta
precisamente a causa del artículo), se ocuparía de asesinar a la dirigencia
sandinista. North rechazó evidentemente la oferta, apuntando en un
mensaje escrito que una orden ejecutiva prohibía la participación
norteamericana en asesinatos. 16
Sin embargo, como vimos, la CIA había estado involucrada en una
empresa similar en Nicaragua no mucho antes.
Al mes siguiente North y Noriega se encontraron en Londres para
analizar la contribución del segundo a la campaña de sabotaje en
Nicaragua. Al regresar North contrató una empresa de relaciones públicas
norteamericana para mejorar la imagen de Noriega y de Panamá.17
Los principales períodos en que Noriega participó en el tráfico de
drogas y el lavado de dinero parecen haber sido al principio de los 70 y de
los 80; en esta última etapa se vinculó al cartel de Medellín, Colombia. En
otras ocasiones, por razones que Sólo conocía su oportunismo, reforzaba
las medidas legales contra tales actividades. Por orden suya, barcos con
bandera panameña eran registrados en aguas internacionales, traficantes
fugitivos eran enviados a juicio en EE.UU. y se permitía a las autoridades
norteamericanas traspasar los reglamentos bancarios panameños. 18 Sus
patrones norteamericanos estaban complacidos. En diversos momentos
recibió cálidas cartas de elogio del Departamento de Estado, del Comando
Sur en Panamá, del fiscal general de EE.UU., William French Smith, del
director de la CIA, William Webster, y de más de un oficial de la DEA
(Agencia de Reforzamiento contra la Droga). En 1987, más de un año
después de que el New York Times publicara su artículo, el jefe de la DEA,
John Lawn, alabó a Noriega por su “dedicación personal” al ayudar a
resolver un caso importante de lavado de dinero.19 Ese mismo año altos
funcionarios, entre ellos Lawn, compartieron con Noriega en una reunión
de la Interpol, e incluso lo aconsejaron sobre cómo mejorar su imagen
pública.20

16 Dinges, p. 253, cita las estipulaciones del juicio a Oliver North, pp. 97-99, 101 y 106; ver también

Los Angeles Times, 16 de enero de 1990, pp. 14-15.


17 Dinges, p. 253-254, cita una planilla de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (limada por un

funcionario de la empresa de relaciones públicas y su testimonio ante el Comité Irán-Contras.


18 Dinges, p. 258.
19 Sobre William French Smith, ver Dinges, p. 27; sobre Lawn ver Los Angeles Times, 16 de enero

de 1990, p. 14. El último también informa sobre una nota de manto de 1984 del entonces
administrador de la DEA. Francis Mullen, en la que agradece a Noriega por una fotografía autografiada,
y dice que “la había enmarcado y está expuesta con orgullo en mi oficina”.
20 Los Angeles Times, 4 de enero de 1990, p. Al 2.
50. Panamá 1969-1991 534

Con el tiempo su suerte cambió. Agentes de la DEA menos entusiastas


y fiscales norteamericanos con aire discreto echaron a rodar en 1985 la
bola que llevó finalmente al procesamiento de Noriega en Florida por
cargos relacionados con la droga en febrero de 1988. Entre una cosa y otra,
el escándalo Irán-Contras estalló, seguido de audiencias del Congreso que
hicieron mucho más difícil a los defensores de Noriega (como North y
Casey) tirar de los hilos de la ley. En noviembre de 1986 North fue
destituido y en mayo siguiente Casey murió. En junio el Senado aprobó
una resolución que pedía la inmediata destitución de Noriega,
imponiéndose a cualquier objeción de la administración.
Resulta irónico que, al parecer, Noriega realmente se estaba portando
bien. Con una sola excepción —un intercambio de armas por drogas en
marzo de 1986— todos los crímenes por los que fue acusado en 1988,
habían cesado después de junio de 1984. La DEA se hallaba
profundamente dividida entre aquellos que lo investigaban como un
criminal y los que juraban por la sinceridad de su cooperación con la
Agencia.21 “Los yanquis parecen adorar el producto [la droga] y luego se
ponen furiosos con los latinoamericanos, como si los estuviéramos
seduciendo de algún modo”, había dicho Noriega poco antes de la
invasión.22
Fue así como la administración Reagan se encontró con una orden de
detención en sus manos. La situación llamaba a cortar los lazos. Bush, en
campaña por la presidencia en 1988, había repetido que no conocía de
evidencias firmes sobre los vínculos del dirigente panameño con la droga,
hasta que se ordenó su arresto. 23 También había negado inicialmente,
aunque luego lo reconoció, su encuentro con Noriega cuando era director
de la CIA en 1976 24. Debe destacarse que Bush era el jefe del equipo de
trabajo contra las drogas en la administración Reagan.
Hubiera sido mucho mejor para todos si Noriega hubiera salido del
camino. En consecuencia, la administración Reagan ofreció dejar a un lado
la orden de arresto si renunciaba y se exiliaba; lo aislaron
diplomáticamente y se llevó a cabo una campaña de severas sanciones
económicas contra Panamá. Pero Noriega se mantuvo, aunque las
sanciones llevaron a lo que el New York Times describió como “una aguda

21 Dinges, pp. 295-296


22 Saúl Land au: “General Middleman”, en Mother Jones, febrero-marzo de 1990, p. 17.
23 New York Times, 8 de mayo de 1988, p. I. El mismo artículo reporta que Edward Everett Briggs,

quien había sido embajador de EE.UU. en Panamá, había informado a Bush de la conexión de Noriega
con la droga en 1985.
24 Los Angeles Times, 16, de enero de 1990, p. 15; Newsweek, 15 de enero de 1990, p. 19. Además

de su encuentro con Noriega cuando Bush era director de la CIA, también se reunieron más tarde en
diciembre de 1983 en Panamá, cuando ya Bush era vicepresidente.
50. Panamá 1969-1991 535

depresión económica y el colapso de miles de negocios”. 25 En el verano de


1988, EE.UU. elaboró un plan encubierto para que un grupo de oficiales
panameños expulsara a Noriega sin violencia. Si esto fallaba, la propuesta
incluía el apoyo a la acción militar de una fuerza rebelde integrada por
oficiales panameños y sus seguidores que radicaban en Miami en el exilio
y figuraban en la nómina de la CIA. El Comité de Inteligencia del Senado
desaprobó el plan sobre la base de que podría provocar el asesinato ilegal
de Noriega.26
Se habían programado elecciones presidenciales en Panamá para mayo
de 1989, y EE.UU. esperaba que serían ganadas fraudulentamente por el
candidato de Noriega, tal como había ocurrido en 1984. En consecuencia,
la CIA facilitó más de diez millones en ayuda a la oposición, al igual que
para transmisiones de televisión y de una radio clandestina.27 Noriega no
los decepcionó. Cuando el conteo de los votos indicó que su hombre
perdía por amplio margen, sencillamente canceló el proceso electoral y
autorizó a sus secuaces a reprimir violentamente a los candidatos
opositores y a sus partidarios. Washington expreso su indignación moral
ante el fraude, pero esto debe ser considerado a la luz de lo sucedido cinco
años antes: en aquellas elecciones el candidato de Noriega, Nicolás
Barletta, fue declarado el ganador y se anunció el conteo final de los votos
diez días después de la votación. La oposición denunció el fraude y realizó
manifestaciones durante semanas, pero los resultados electorales se
mantuvieron. Luego se descubrió que la CIA y el cartel de Medellín habían
ayudado a financiar la campaña de Barletta.28 Después de esta “victoria”,
el nuevo presidente panameño fue recibido por Reagan en la Oficina Oval,
el secretario de Estado Geroge Shultz asistió a la toma de poder y hubo
toda la felicidad del mundo. Mientras tanto, un oficial político estaba
examinando meticulosamente en la Embajada norteamericana en Panamá
sacos y sacos de boletas e informes que había conseguido recopilar. Sus
conclusiones eran ineludibles: Barletta había perdido por un margen de al
menos cuatro mil votos. La principal preocupación del embajador

25 New York Times, 19 de febrero de 1989, p. 15.


26
New York Times, 24 de abril de 1989, pp. 1, 11. Los comités sobre inteligencia del Congreso no
tienen el poder de suspender operaciones encubiertas, pero deben ser avisados de las mismas con
anticipación y, en contadas ocasiones, su oposición unánime puede disuadir a la administración de
proceder. En la práctica, antes del fin de la Guerra Fría, la CIA llevaba a cabo continuas operaciones
encubiertas, todos los días, y sólo las de mayor importancia (y eso en los últimos años) podían ser
presentadas a la consideración de los comités de inteligencia. En octubre de 1989, el presidente Bush
emitió un nuevo decreto ejecutivo que autorizaba operaciones que pudieran tener como resultado la
muerte de un líder político extranjero -quizás previendo el rechazo del Congreso ante la inminente
invasión a Panamá- siempre y cuand o no se tratara de un asesinato premeditado.
27 U.S. News & World Report, 1ro de mayo de 1989, p. 40; Los Angeles Times, 23 de abril de 1989,

p. 1.
28 Los Angeles Times, 21 de marzo de 1992, p. A2.
50. Panamá 1969-1991 536

norteamericano fue que este informe no llegara a la prensa. Ningún


funcionario estadounidense presionó a Panamá para revisar las
elecciones. El informe duerme en paz en un expediente en el limbo de los
archivos.29
El 3 de octubre de 1989 elementos de las Fuerzas de Defensa
panameñas intentaron un brevísimo golpe militar contra Noriega. Cuando
se acercaron a los funcionarios norteamericanos en el país para darles a
conocer su plan, no fueron desalentados, pero durante la ejecución del
mismo no recibieron prácticamente ayuda alguna, a pesar de que tuvieron
a Noriega en sus manos por al menos dos horas y estaban dispuestos a
entregarlo al Ejército norteamericano. La administración Bush explicó
luego en varias ocasiones que no se ayudó a los rebeldes porque no
sabíamos lo que pasaba, no pensamos que los rebeldes habían capturado
a Noriega, pueden haberlo tenido en custodia pero no estaban dispuestos
a entregárnoslo; el comandante militar norteamericano en Panamá no
estaba autorizado para capturar a Noriega (más tarde se supo que sí lo
estaba); los rebeldes no eran políticamente afines a nosotros; nuestras
manos estaban atadas por los comités de inteligencia del Congreso; y
sospechábamos que todo era una farsa para provocar un paso en falso del
Gobierno de Estados Unidos. 30
Los militares en Panamá no pudieron bloquear la carretera que las
fuerzas leales a Noriega utilizaron para rescatarlo. La administración Bush
dijo después que cuando se supo del movimiento de las tropas ya era
demasiado tarde. Sin embargo, un convoy de camiones de las tropas de
Noriega pasó delante de la propia Embajada norteamericana, eso aparte
de que EE.UU. tenía en el aire a un número de helicópteros (una docena
según informes) que observaban la evolución de los hechos. 31
Algunos informes plantean que los rebeldes estaban dispuestos a
entregar a Noriega a los norteamericanos sólo si estos acudían a llevárselo,
y hacían aparecer que lo habían arrestado contra la voluntad de sus
captores panameños. Pero la administración Bush también desmintió
esto. 32 En un momento determinado, la Embajada estadounidense
reportó al Departamento de Estado y a la CIA en Washington que los

29 Dinges, pp. 187-189, 195-200, 369-372 (fragmentos del informe). Dinges obtuvo una copia del

informe de la Embajada a través de una solicitud amparada en la Ley de Libertad de Información.


30 Buckley, pp. 197-218; New York Times, 8 de octubre de 1989, p. 16; Washington Post, 5 de

octubre de 1989, p. 1; 6 de octubre, p. 36; 8 de octubre, p. 1.


31 New York Times, 6 de octubre de 1989, p. 10; 8 de octubre, p. 16; Washington Post, 7 de octubre

de 1989, pp. 1, 16; 12 de octubre, p. 35; sobre los helicópteros ver Los Angeles Times, 4 de octubre de
1989.
32 En el programa Nightline de ABC-TV, el 4 de octubre de 1989, se dijo que los rebeldes no habían

ofrecido entregar a Noriega, sino que habían solicitado que los soldados norteamericanos fueran a
recogerlo en helicóptero. El Pentágono desmintió esto (versión dada en New York Times, 5 de octubre
de 1989, p. 14).
50. Panamá 1969-1991 537

rebeldes querían entregar a Noriega, y la CIA fue a informar a miembros


de los comités de inteligencia del Congreso. Funcionarios de la
administración dijeron luego que la Embajada había mal interpretado lo
que le dijeron los militares norteamericanos a causa del mal estado de las
comunicaciones telefónicas en ese momento. 33
¿No aceptó la administración Bush la entrega de Noriega como un
regalo en octubre porque ya estaba determinado a llevar a cabo su
invasión? Una circunstancia puede indicar una respuesta negativa a esta
pregunta: el 12 de octubre, funcionarios de EE.UU. se reunieron en el
Departamento de Estado con el abogado de Noriega para negociar, una
vez más, una retirada pacífica de este del poder. No se llegó a ningún
acuerdo.34 Una vez comenzada la invasión a la una de la mañana del 20 de
diciembre, tuvo lugar otro incidente que plantea la duda acerca de si el
único objetivo, o al menos el principal, de la Casa Blanca era capturar a
Noriega: un diplomático europeo en Ciudad Panamá (representante de
uno de los aliados más importantes de EE.UU.) declaró que menos de tres
horas antes del comienzo del ataque, él telefoneó a los militares
norteamericanos para decirles que Noriega estaba en su mismo edificio,
en el apartamento de la abuela de su amante, pero su información no fue
tenida en cuenta. El diplomático dijo más tarde que estaba “100% seguro”
de la ubicación de Noriega. “Pero cuando llamé, el Comando Sur dijo que
tenía otras prioridades”. El diplomático se había encontrado varias veces
con Noriega y su amante, que se había mudado en fecha reciente para el
bloque de apartamentos. Otros residentes del mismo y del edificio vecino
confirmaron la presencia de Noriega. Ni el Comando Sur, ni la Embajada
respondieron nada al preguntárseles sobre esto. 35
¿Estaría EE.UU. menos interesado en la captura de Noriega que en
invalidar su base de poder, las Fuerzas de Defensa, y alcanzar un gran
triunfo militar que permitiera a George Bush deshacerse de la imagen de
hombre débil que lo perseguía? ¿Habría que emplear la fortaleza militar
para mostrar que aun en ausencia de una “amenaza soviética” se
necesitaba de un gran ejército listo para el combate, semanas antes de la
caída del Muro de Berlín? ¿O se trataba de enviar un claro mensaje al
pueblo de Nicaragua cuya elección estaba prevista para dos meses
después?
Cuando se preguntó a George Bush y al secretario de Defensa Dick

33 New York Times, 6 de octubre de 1989, p. 10; 8 de octubre, p. 16.


34 Washington Post, 21 de diciembre de 1989, p. 37.
35 Los Angeles Times, 6 de enero de 1990, p. 18. El Washington Post, en su edición del 23 de

diciembre de 1989, p. I, informaba que unas horas antes de la invasión, las fuerzas norteamericanas
habían buscado a Noriega en sus numerosas madrigueras conocidas, incluido el apartamento de su
amante (en el mismo edificio del diplomático), pero no se hizo mención del apartamento de la abuela
de esta.
50. Panamá 1969-1991 538

Cheney por qué habían cambiado diametralmente de opinión en cuanto a


la guerra contra Panamá, ambos hicieron referencia al mismo incidente de
la noche del 16 al 17 de diciembre. 36 Según el Departamento de Defensa,
cuatro soldados norteamericanos, desarmados y de civil, se perdieron y
fueron a parar sin querer a una barrera militar de las Fuerzas de Defensa
panameñas, donde fueron vapuleados. Al retirarse, se hizo fuego contra
ellos, u no murió y otro fue herido. Un oficial de la Marina estadounidense
y su esposa que habían presenciado el incidente también fueron
maltratados por las FDP.37 Un año más tarde Los Angeles Times reportó
que el incidente no fue el acto de agresión irracional que Washington
había presentado, sino un paso más dentro del patrón de comportamiento
agresivo por parte de pequeños grupos de soldados norteamericanos que
con frecuencia ponían a prueba la paciencia de las fuerzas panameñas,
particularmente en barreras, a las que desafiaban acercándose y
negándose a detenerse. Los soldados de este incidente particular no
estaban ni perdidos ni desarmados. Se dirigieron a un punto estratégico y
cuando se les ordenó que abandonaran el auto, les hicieron señas
obscenas, les gritaron insultos y continuaron su camino. Los panameños
en respuesta abrieron fuego.38 Esta versión se ve reforzada, curiosamente,
por una conversación telefónica grabada de un joven marine en la
Embajada norteamericana a su madre en EE.UU. a la mañana siguiente.
Según le dijo, los cuatro marines “estaban fuera de sus límites, en primer
lugar porque no había razón para que estuvieran allí, todo el mundo sabe
que no debían haber ido a ese lugar. Lo enredaron todo. Si EE.UU. monta
una barricada en cualquier parte y alguien hace lo que ellos, nosotros
también habríamos disparado”. 39
Hubo otras provocaciones. Durante meses antes del incidente. EE.UU.
había adoptado una postura desafiante en Panamá. Los soldados
norteamericanos, luciendo sus armas de asalto, atravesaban el territorio
escoltados por vehículos blindados, mirando a todo el mundo como si
estuvieran a punto de atacar. Los marines descendían con cuerdas de los
helicópteros en prácticas de evacuación de emergencia de la Embajada.
Los campamentos militares panameños eran rodeados por soldados
estadounidenses que hacían sonar las rejas de la entrada y gritaban
insultos. En uno de estos episodios, más de mil norteamericanos llevaron

36 New York Times, 21-de diciembre de 1989 (sobre Cheney); 22 de diciembre, p. 16 (sobre Bush).
37 New York Times, 18 de diciembre de 1989, p. 8.
38 Los Angeles Times, 22 de diciembre de 1990, se citan tres fuentes de información civiles y

militares que confirmaron los hechos de manera independiente. Debe destacarse que la
administración no presentó prueba alguna con respecto a la denuncia del maltrato a la pareja
norteamericana.
39 Buckley pp. 228-229. La transcripción de la conversación del marine fue incluida en el informe

del Centro de Procesamiento de Informes del Ejército de EE.UU.


50. Panamá 1969-1991 539

a cabo un ejercicio que parecía ser un ensayo de una operación comando


de secuestro, en el cual helicópteros y aviones de propulsión volaron a
baja altura sobre la casa de Noriega y tropas de asalto desembarcaron en
la costa cercana. 40 A fines de septiembre el general Max Thurman fue
designado como el nuevo jefe del Comando Sur. El almirante William
Crowe, jefe del Estado Mayor Conjunto, le informó que había una
probabilidad muy elevada de que Bush ordenara una acción militar a gran
escala en Panamá en un futuro cercano. “Vamos a ir [pero] no puedo
decirle cuando”.41
Después de la invasión, la madre de uno de los soldados
norteamericanos muertos dijo que su hijo la había llamado el 14 de
diciembre para decirle que iba a una misión peligrosa. “Llamó para decir
adiós [...] y que podía no regresar a casa”. Esto fue antes del incidente con
la barrera. Otro soldado, en conversación con reporteros terminada la
invasión, dijo que los soldados se habían enterado “quizás cuatro o cinco
días antes que ustedes”. Cuando un periodista le preguntó exactamente
cuándo había sido, un oficial evitó que el soldado respondiera. 42 De esta
evidencia parece desprenderse que la guerra estaba planeada antes de
que muriese el soldado por las balas panameñas. Todo lo que se
necesitaba era un pretexto, un incidente. Dos días después de que se
produjera el mismo en la barrera, un teniente estadounidense fuera de
servicio estaba dejando ropa en una lavandería cuando se le acercó un
oficial de la policía (o del ejército) panameño. El norteamericano comenzó
a disparar e hiñó dos veces al panameño. La administración Bush alegó
que “se había sentido amenazado”, aunque admitió que su versión inicial
de que el panameño había extraído su revólver era falsa. 43 Nunca se pensó
que Panamá podría invadir a EE.UU. a causa de este incidente.
De modo que lo sucedido fue que una superpotencia aplastó a uno de
los ejércitos más pequeños del hemisferio (era la séptima vez que EE.UU.
invadía Panamá desde que se había anexado la provincia colombiana en
1903 para construir el Canal. Ver Anexo II). El nuevo jefe del Estado Mayor
Conjunto, general Colín Powell, declaró en el momento de la invasión:
“Tenemos que poner un letrero en nuestra puerta que diga: Aquí vive la
superpotencia”.44 Pero la superpotencia tenía todavía que mostrar cierto

40 Buckley, pp. 187, 191; Timothy Harding: “Why Are We in Panama?”, en LA Weekiy, Los Ángeles,

29 de diciembre de 1989; 4 de enero de 1990, p. 16.


41 Buckley, p. 193, cita al Washington Post National Weekiy Edition, 22-28 de enero de 1990.
42 New York Times, 24 de diciembre de 1989, p. 9. El titular de este artículo en primera página era

“U.S. Invasión: Many Weeks on Rehearsal” (“Invasión estadounidense: Muchas semanas de ensayos”).
Una edición más temprana del Times ese mismo día había titulado la historia: “U.S. Drafted Invasión
Plan Weeks Ago” (“EE.UU. elaboró el plan de la invasión semanas antes”).
43 New York Times, 19 de diciembre de 1989, p. 12.
44 Washington Post, 21 de diciembre de 1989, p. 36.
50. Panamá 1969-1991 540

respeto a las opiniones de la humanidad. En consecuencia, los cerebros


del Departamento de Justicia, el Departamento de Estado y el de Defensa
se reunieron para llegar a la conclusión unánime de que la invasión a la
nación soberana de Panamá, el secuestro de su principal dirigente y su
juicio penal en EE.UU. eran completamente legales y correctos. La invasión
fue llamada Operación Justa Causa, quizás por acciones realizadas por
militares norteamericanos como las siguientes:
• Búsqueda y arresto de cientos de partidarios civiles de Noriega
aunque no estuvieran acusados ni en E E.UU. ni en Panamá por crimen
alguno; las casas fueron violentadas para apresar a algunos de estos
individuos.
• Obligar a ambulancias a detenerse —a pesar de llevar luces y sirenas
encendidas como muestra de que llevaban pacientes en emergencia al
hospital— para ser registrarlas en busca de partidarios de Noriega
disfrazados como enfermos.
• Tiros al aire sin advertencia previa cuando circulaban por calles
concurridas.
• Toques de queda impuestos y reforzados.
• Visitas organizadas a periodistas a la casa y la oficina de Noriega para
curiosear y rebuscar entre sus objetos personales, desde fotos hasta ropa
interior, así como ridiculizar públicamente desde sus prácticas sexuales
hasta sus creencias religiosas.
• Invadir prisiones y liberar a los presos. El comandante de la nueva
Fuerza Pública Panameña designado por EE.UU. culpó de la extraordinaria
ola de crímenes y violencia que envolvió a Panamá tras la invasión a la
excarcelación de cientos de peligrosos delincuentes por los
norteamericanos. Declaró que el nivel de asaltos, asesinatos y otros
crímenes era “mucho peor” que bajo Noriega.
• Con caras pintadas y disparando ametralladoras al aire, asaltaron la
casa del embajador nicaragüense, lo derribaron al suelo y junto con otros
siete compañeros lo mantuvieron encañonado mientras los soldados
saqueaban la casa y confiscaban armas, tres mil dólares en efectivo y
objetos personales. El dinero nunca fue devuelto, denunció el embajador.
• Rodearon la Embajada del Vaticano, donde se había refugiado
Noriega, y durante varios días castigaron los oídos de toda la vecindad con
música de rock and roll a través de altavoces a niveles insoportables. Los
soldados estadounidenses alrededor de la Embajada cantaban una
parodia de la vieja tonada de Woody Gulhrie: “Esta tierra es mi tierra, esa
tierra es mi tierra, no hay tierra aquí que no sea mía”. 45

45 Compilado a partir de Los Angeles Times, 24, 26, 27, 30 y 31 de diciembre de 1989; 2, 4, 8, 25

de enero de 1990, y el Washington Post, 31 de diciembre de 1989, p. 1.


50. Panamá 1969-1991 541

“Muchos panameños festejaron al inicio la intervención


norteamericana [reportó Los Angeles Times] pero en la medida en que los
combates continuaron el sábado, por cuarto día, algunos informes desde
Panamá sugerían que el resentimiento por la presencia estadounidense
estaba ya muy extendido [...]. Los panameños se sentían más amenazados
desde la llegada de los norteamericanos que cuando Noriega tenía el
poder, dijo un funcionario gubernamental [de EE.UU.]”. 46 En el primer
aniversario de la invasión los panameños no podían ponerse de acuerdo si
se trataba de un día de fiesta o de duelo, de modo que el presidente
lindara proclamó un Día Nacional de Reflexión. 47
“Desde México hasta Argentina, los gobiernos latinoamericanos hoy
condenan decididamente el uso de la fuerza por EE.UU. contra el general
Manuel Antonio Noriega de Panamá”, reporte noticioso del 20 de
diciembre de 1989.48
“Aprecio el apoyo que hemos recibido, apoyo decidido del Congreso de
Estados Unidos y de nuestros vecinos latinoamericanos”. George Bush, 21
de diciembre de 1989.49
La OEA aprobó una resolución “para lamentar profundamente la
intervención militar en Panamá”, con una votación de 20 contra 1
(EE.UU.). “Nos sentimos ofendidos”, dijo el vocero del Departamento de
Estado Richard Boucher. La OEA, declaró, “ha perdido una oportunidad
histórica de ir más allá de su estrecho concepto tradicional de no
intervención”.50

Epilogo

Durante 1990 EE.UU. tuvo un papel esencial en la creación de una


oficina de inteligencia sumamente secreta, con el abarcador nombre de
Consejo de Seguridad Pública y Defensa Nacional. La nueva agencia fue
encabezada por un hombre que había ocupado dos veces un alto
ministerio en los gobiernos títeres de Noriega. Un funcionario dijo que la
CIA estaba cooperando en el entrenamiento del personal de la nueva
agencia y que otras formas de ayuda eran recibidas de la misión de
entrenamiento policial del Departamento de Justicia norteamericano en
Panamá. Según informes, una de las misiones de la agencia era reunir
información sobre “individuos conflictivos”, entre los que se incluía a

46 Los Angeles Times, 24 de diciembre de 1989, pp. 1 y 6.


47 Ibíd., 21 de diciembre de 1990, editorial.
48 Fechado 20 de diciembre, pero publicado en el New York Times el 21 de diciembre de 1989, p.

24.
49 New York Times, 22 de diciembre de 1989, p. 16.
50 Los Angeles Times, 23 de diciembre de 1989.
50. Panamá 1969-1991 542

figuras de la oposición que organizaran demostraciones masivas. Otro


blanco era la recién organizada Policía Nacional, formada por los
remanentes del antiguo ejército de Noriega. “Vigilaremos a la policía [dijo
un funcionario] no podemos dejar que el monstruo alce la cabeza de
nuevo”. Esto dejaba abierta la pregunta de quién vigilaría a la nueva
agencia.51 Al mismo tiempo, el Cuarto Grupo de Operaciones Psicológicas
del Ejército estadounidense estableció una línea telefónica para que la
gente denunciara a los partidarios de Noriega, criminales, subversivos y
luchadores antinorteamericanos, que eran de inmediato arrestados y
conducidos a campos de detención.52
En diciembre de 1990, cuando el presidente Guillermo Endara se
enfrentó a una rebelión militar que no pudo dominar, llamó a las tropas
de EE.UU. para que intervinieran y destruyeran la revuelta.53 Endara había
jurado como presidente dentro de una base militar estadounidense en
Panamá durante la invasión del año anterior. El estudio oficial del
Pentágono sobre la ocupación de Panamá destaca que los planes
originales previstos para después de la invasión indicaban un gobierno
militar norteamericano directo, con el jefe del Comando Sur como
gobernante de fado. En el último minuto se decidió instalar a Endara como
presidente, pero su gobierno era, según se expresaba en el documento,
“una simple fachada”.54
Estados Unidos confiscó miles de cajas de documentos
gubernamentales de Noriega y se negó a devolverlas a los investigadores
panameños. “Estados Unidos está protegiendo a los ladrones y
obstruyendo a la justicia”, se quejó el procurador general. “Los
documentos nos pertenecen. Si debo completar mi trabajo tengo que ver
esos documentos”.55
Los empresarios panameños informaron que habían perdido cerca de
setecientos millones de dólares a causa del saqueo y los motines que
siguieron a la invasión, y muy pocas de estas pérdidas fueron cubiertas por
el seguro. Un año después de la invasión el desempleo alcanzaba 25%, y
los daños ocasionados en los combates, saqueos y por las sanciones
norteamericanas entre 1988 y 1989 habían hundido a la economía
panameña en 30%.56
El nuevo presidente, uno de los dos vicepresidentes y el fiscal general
tenían vínculos con el tráfico de drogas y el lavado de dinero, según se

51 Ibíd., 23 de diciembre de 1990.


52 Alian Nairn: “The Eagle is Land ing”, en The Nation.3 de octubre de 1994, p. 347.
53 New York Times, 6 de diciembre de 1990, p. 1: Dinges, p. XXVII.
54 Nairn, p. 346
55 Los Angeles Times, 23 de junio de 1990.
56 New York Times, 22 de diciembre de 1990, p. 26, editorial; Los Angeles Times, 29 de diciembre

de 1989, 1ro. de febrero de 1990.


50. Panamá 1969-1991 543

descubrió más tarde.57 Hacia la primavera de 1991 podía informarse que


los carteles de droga colombianos y los asociados de Noriega habían
vuelto a convertir a Panamá en un centro de tránsito de narcóticos; había
más instalaciones de producción de cocaína que las que existieron nunca
en época de Noriega y el consumo de drogas se reportaba en niveles más
altos. Estas actividades se centraban en asociados a funcionarios del
gabinete, en particular de las oficinas del presidente y el fiscal general.
Cuando los funcionarios norteamericanos dijeron a los panameños que el
asesor legal del ministerio de Relaciones Exteriores, Julio Berrios, se
hallaba bajo investigación norteamericana por lavado de dinero, nada
ocurrió. Berrios fue más tarde designado a la delegación que llevó a cabo
las negociaciones con EE.UU. para un tratado contra el lavado de dinero. 58
Washington insistió en que Panamá cambiara sus leyes de discreción
bancaria para facilitar los esfuerzos estadounidenses de perseguir a
supuestos violadores de la ley, en especial los que lavaban dinero de la
droga. El controlador general de Panamá señaló que EE.UU. quería que
Panamá persiguiera actos que eran considerados criminales en su país,
pero no en el panameño. “No podemos cambiar todo el sistema legal por
una sola cosa [la droga]”, alegó. Con el tiempo, después de numerosas
amenazas de cortar la ayuda económica, Panamá firmó un tratado en abril
de 1991 que daba a las autoridades norteamericanas acceso parcial a los
registros bancarios panameños y el derecho a procesar individuos que
depositaran ganancias ilegales provenientes de la droga. Sin embargo, los
bancos extranjeros, en particular los colombianos, encontraron medios
para burlar estos requerimientos y pronto estuvieron de vuelta en el
negocio.59
Un helicóptero norteamericano estaba ametrallando a quienes
consideraba enemigos en la calle. Ernesto Cubilla estaba en la cocina de su
casa. Una andanada de metralla atravesó el techo. Su hijo vino corriendo
para encontrarlo tendido en un rincón. Perdió un pulmón y un riñón y
sufrió daños en el hígado.60 “Mujeres y niños salieron lógicamente a las
ventanas para ver qué pasaba cuando escucharon los tiros [dijo Roberto
Troncoso, presidente del Comité Panameño por los Derechos Humanos] y
los soldados norteamericanos] nerviosos les dispararon”. 61 Pocas horas
antes de a invasión, cuando se ultimaban los detalles, George Bush,
vistiendo una brillante corbata de Pascuas verde y roja, cargó a su nieta y

57 Extra!, New York, enero-febrero de 1990, p. 5.


58 Los Angeles Times, 28 de abril de 1991.
59 Ibíd., 1ro. de febrero de 1990, p. A8; 27 de diciembre de 1990, p. Al 5; 20 de abril de 1991; 28

de abril de 1991, p. A6. Un tratado anterior de agosto de 1990 había sido repudiado por el Gobierno
panameño.
60 Kiyonaga: op. cit.
61 Los Angeles Times, 27 de octubre de 1990.
50. Panamá 1969-1991 544

cantó villancicos en la fiesta de Navidad de la Casa Blanca.62 Dos días más


tarde declaró que su “corazón va hacia las familias de aquellos que han
muerto en Panamá”.63 Uno de los asesores de Bush dijo que el presidente
sentía que Noriega “le sacaba la lengua”. 64

62 New York Times, 24 de diciembre de 1989, p. 9.


63 Ibíd., 22 de diciembre de 1989, p. 17.
64 Ibíd., 24 de diciembre de 1989, p. 9.
50. Panamá 1969-1991 545

51. BULGARIA 1990-ALBANIA 1991


Enseñándole a los comunistas de qué se trata la
democracia
Para los guerreros fríos anticomunistas norteamericanos y búlgaros el
asunto no podía ser más prometedor. Había terminado la Guerra Fría, las
fuerzas de la civilización occidental, el capitalismo y el Bien habían
triunfado. La URSS estaba a punto de derrumbarse. El Partido Comunista
Búlgaro estaba en desgracia, su dirigente por treinta y cinco años estaba
siendo procesado por abuso de poder. El partido había cambiado de
nombre pero eso no podía engañar a nadie y el país iba a celebrar su
primera elección multipartidista después de cuarenta y cinco años.
Y entonces los comunistas ganaron las elecciones. Para sus contrarios
el dolor fue insoportable. Se había cometido algún monstruoso error, uno
que no podía permitirse. No se podía y no se permitiría.
Washington había expresado su interés desde muy temprano. En
febrero el secretario de Estado James Baker se convirtió en el funcionario
norteamericano de mayor rango que visitara Bulgaria después de la
Segunda Guerra Mundial. Su propósito oficial era “reunirse con líderes de
la oposición al igual que con funcionarios del Gobierno”. El New York Times
hizo notar que normalmente “esto se dice en orden inverso”. Baker se
dedicó profundamente a las conversaciones con la oposición acerca de
estrategias políticas y de cómo organizarse para unas elecciones. También
habló en un mitin abierto organizado por los grupos opositores en el que
elogió y alentó a la multitud. En la información preparada sobre Bulgaria
por el Departamento de Estado entregada a los periodistas acompañantes
de Baker, bajo el rubro Tipo de gobierno, decía “En transición”. 1
En mayo, tres semanas antes de las elecciones, se produjo un escándalo
a causa de afirmaciones del líder del grupo opositor, Petar Beron,
secretario de la Unión de Fuerzas Democráticas (UFD), una coalición de 16
partidos y movimientos, dijo que durante las visitas de la UFD a Europa y
a EE.UU., muchos políticos habían sostenido que no darían asistencia
financiera a una Bulgaria socialista. Esto se aplicaría incluso si el Partido
Socialista Búlgaro — el antiguo Partido Comunista— ganaba las elecciones
de manera justa. Beron declaró: “Los dirigentes occidentales quieren

1 New York Times, 11 de febrero de 1990, p. 20.


50. Panamá 1969-1991 546

contactos duraderos con gobiernos que construyan democracias y


economías al estilo occidental. El secretario de Relaciones Exteriores
británico, Douglas Hurd, fue muy categórico. Dijo que había estado
redactando una declaración para presentarla a la Comunidad Europea
para negar ayuda a los gobiernos socialistas que subsisten en Europa del
Este”2
Mientras tanto la NED, especialmente creada por Washington como
cobertura de la CIA (ver sección de Nicaragua), envió dos millones de
dólares a Bulgaria —en este caso dinero de la Agencia Internacional para
el Desarrollo— a fin de influir en los resultados de las elecciones, un
proceso que NED llamó “promover la democracia”. Esto equivalía a que un
país extranjero invirtiera cincuenta millones en las elecciones
norteamericanas. Uno de los más beneficiados por esta generosidad fue
el periódico de la UFD, Demokratzia, el cual recibió 233.000 dólares en
papel de imprimir “para permitirle incrementar su tamaño y circulación
durante el período anterior a las elecciones nacionales”. La propia UFD
recibió otros 615.000 del dinero de los contribuyentes norteamericanos
para “apoyo a su infraestructura” y “asistencia después de las elecciones
para el programa de construcciones del partido”. 3
Estados Unidos hizo muy poco por disimular su parcialidad. El 9 de
junio, el día antes de las elecciones, el embajador norteamericano en
Bulgaria, Sol Polansky, apareció en el estrado en uno de los mítines de la
UFD.4 El diplomático, cuya carrera gubernamental incluyó en sus inicios la
investigación de inteligencia, tenía más que una relación pasajera con la
CIA. Además de esto, varios días antes el Departamento de Estado había
dado el desacostumbrado paso de criticar al Gobierno búlgaro
públicamente por lo que llamó la desigual distribución de recursos para los
medios noticiosos, en especial papel para los periódicos opositores, como
si no se tratara de un hecho cotidiano para las genuinas fuerzas de
oposición en EE.UU. y en cualquier otro país del mundo. El Gobierno
búlgaro respondió que la oposición había recibido papel y accesos a
transmisiones de radio y televisión según el acuerdo establecido entre los
partidos y añadió que buena parte de las ventajas del Partido Socialista,
en especial sus reservas financieras, provenía de su millón de miembros,
casi la novena parte de la población búlgara. El Gobierno había facilitado
además la planta poligráfica para imprimir el periódico de la UFD y había

2 The Guardian, Londres, 21 de mayo de 1990, p. 6.


3 National Endowment for Democracy: Annual Report 1990. Washington, 1 de octubre 1989-30 de
septiembre de 1990, pp. 23-24. Las donaciones de la NED también incluían 11.000 dólares para un
equipo de observadores internacionales.
4 Los Angeles Times, 3 de diciembre de 1990, p. 13.
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dado a la coalición opositora el edificio que le servía de sede.5


La ventaja de los socialistas en las urnas ante una economía en crisis
dejó perpleja a la UFD, pero el Partido Socialista Búlgaro había obtenido el
apoyo de pensionistas, trabajadores rurales y obreros industriales, que en
conjunto representaban más de la mitad de los votantes.6 Estos sectores
asociaban al PSB con la estabilidad, y el partido sacó provecho de esto,
enfatizando en los desastrosos resultados —en particular el desempleo y
la inflación— que había tenido la “terapia de choque” de la libre empresa
en Rusia.7 Aunque los tres principales partidos proponían todos un cambio
hacia la economía de mercado, los socialistas insistían en que los cambios
debían ser cuidadosamente controlados. Cómo se manifestaría esto en la
práctica si el PSB tenía el poder y se veía obligado a coexistir en un mundo
en extremo capitalista era impredecible; algo era seguro: ningún partido
“socialista”, antes “comunista”, comprometido hasta fecha reciente con la
URSS, podía ganar la confianza y el apoyo de Occidente.
Tal como se comprobó después de la segunda ronda de votación, los
socialistas habían alcanzado cerca de 47% de los votos y 211 puestos en el
Parlamento de 400 escaños (la Gran Asamblea Nacional), sobre 36% y 144
puestos de la UFD. Apenas terminó la primera ronda, la oposición se echó
a la calle con acusaciones de fraude, coreando “¡Mafia socialista!” y “¡No
trabajaremos para los rojos!” Sin embargo, los observadores europeos
tenían una opinión contraria. “Los resultados [...] reflejan la voluntad del
pueblo”, dijo el líder de la delegación de observadores británicos. “Si yo
quisiera falsear una elección, me sería más fácil hacerlo en Inglaterra que
en Bulgaria”. Por su parte, un delegado del Consejo de Europa afirmó: “Si
la oposición denuncia que se han manipulado los resultados, esto no se
ajusta a lo que hemos visto”. Otro observador descartó las objeciones de
la oposición calificándolas de “uvas verdes”.8 “Una falsedad total” fue el
término elegido por un miembro conservador del Parlamento inglés para
referirse a las acusaciones de fraude. Afirmó: “La conducta en las urnas
fue escrupulosamente correcta. Sólo hubo pequeños incidentes que
fueron exagerados”. Otro diplomático occidental concluyó: “La oposición
parece ser más bien una mala perdedora”. 9
Estas opiniones eran compartidas por los varios cientos de
observadores, diplomáticos y parlamentarios de Europa occidental. No
obstante, la mayoría de los observadores norteamericanos no se

5New York Times, 6 de junio de 1990, p. 10; 11 de febrero de 1990, p. 20.


6The Guardian, Londres, 9 de junio de 1990, p. 6.
7 Luán Troxel: “Socialist Persistence in the Bulgarian Elections of 1990-1991”, en East European

Quarteriy, Boulder, Co., enero de 1993, pp. 412-414.


8 Los Angeles Times, 12 de junio de 1990.
9 The Guardian, Londres, 12 de junio de 1990, p. 7.
50. Panamá 1969-1991 548

mostraban m uy felices y planteaban que el miedo y la intimidación


provenientes del “legado de 45 años de gobierno totalitario” habían
producido presiones “sicológicas” en los votantes. “De forma extraoficial,
no me siento para nada complacido”, dijo uno de los estadounidenses. Al
preguntársele si el informe de su e quipo habría sido tan crítico de ganar
la oposición, respondió: “Esa es una buena pregunta”. 10
Miembros del grupo de observadores del Parlamento británico
descartaron informes de que la votación fue afectada por la intimidación
y otras prácticas ilegales. La mayoría de las quejas eran “triviales” o
imposibles de sustentar, dijeron. “Cuando preguntamos dónde había
ocurrido la intimidación, siempre era en el pueblo vecino”, dijo lord
Tordoff.11
Antes de las elecciones, el primer ministro socialista Lukanov había
llamado a una coalición con los partidos opositores si el Partido Socialista
ganaba. Dijo: “El nuevo gobierno necesita el apoyo público más amplio
posible si queremos llevar a cabo los cambios necesarios”.12 Después de la
victoria, volvió a convocar a una coalición, pero la UFD rechazó la oferta. 13
Sin embargo, se debe destacar que dentro del propio PSB había elementos
igualmente contrarios a la idea de la coalición.
La oposición se negó a aceptar los resultados de la votación. Se
declararon en guerra contra el Gobierno. Las demostraciones en las calles
se hicieron diarias y los partidarios de la UFD, apoyados por numerosos
estudiantes, levantaban barricadas y bloqueaban el tránsito; también
hubo una ola de huelgas y manifestaciones estudiantiles. Muchos de los
que protagonizaron estas últimas formaban parte de la Federación de
Sociedades Estudiantiles Independientes, formada antes de las elecciones.
Su dirigente, Atanas Kirchev, afirmó que la organización tenía pruebas
documentales de los abusos electorales que se darían a conocer en breve.
Pero que se sepa, esto no ocurrió. 14
El movimiento estudiantil estuvo entre los receptores de las
donaciones de la NED, en el rango de los cien mil dólares, “para facilitar
apoyo de infraestructura a la FSEI de Bulgaria a fin de mejorar su capacidad
de acción y prepararse para las elecciones nacionales”. Los estudiantes
recibieron “faxes, equipos de fotocopia y video, altavoces, impresoras
normales y de bajo costo”, al igual que la ayuda de varios asesores polacos,
asesores legales norteamericanos y otros expertos, los mejores que el

10 Los Angeles Times, 12 de junio de 1990; Th e Times, Londres, 12 de junio de 1990, p. 15; The

Guardian, Londres, 12 de junio de 1990, p. 7.


11 The Times, Londres, 20 de junio de 1990, p. 10.
12 The Guardian, Londres, 28 de mayo de 1990, p. 6.
13 The Times, Londres, 20 de junio de 1990, p. 10.
14 The Times Higher Educational Supplement, Londres, 29 de junio de 1990, p. 11.
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dinero de la NED pudo comprar. 15


La primera victoria para el movimiento opositor llegó el 6 de julio, a
menos de un mes de pasadas las elecciones, cuando el presidente
Mladenov fue forzado a renunciar después de una semana de protestas —
incluida una huelga de hambre frente al Parlamento— por sus acciones
durante una manifestación contra el Gobierno en diciembre del año
anterior. Su renuncia se produjo después de que la UFD-presentó un video
donde se veía a Mladenov conversando con sus colegas y parecía
decir:’“¿No deberíamos sacar los tanques?” Un funcionario de la UFD
comentó ante la renuncia: “Estamos bastante satisfechos con todo esto.
Ha sumido a los socialistas en el caos”. 16
Las demostraciones, las protestas, la agitación continuaron a diario
durante todo el mes de julio. Se constituyó una “Ciudad de la Libertad”
formada por más de sesenta tiendas de campaña en el centro de Sofía, las
cuales eran ocupadas por personas que decían que permanecerían en ellas
hasta que todos los altos funcionarios que habían trabajado para el
antiguo régimen comunista fueran destituidos. Cuando se les negó lo que
consideraban acceso adecuado a los medios, los protestantes añadieron a
sus demandas la renuncia del jefe de la televisión búlgara. 17 En un
momento dado se preparó una gran hoguera ceremonial en la calle donde
fueron quemados libros de texto del comunismo, así como carnés y
banderas del partido.18
La siguiente cabeza en caer fue la del ministro del Interior, Atanas
Smerdjiev, quien renunció durante una discusión sobre hasta qué punto
debía ser público el interrogatorio del antiguo gobernante Todor Yivkov.
El pueblo búlgaro tenía ahora bastante para protestar: en primer lugar el
rápido descenso del nivel de vida y un Gobierno sin cabeza que parecía
paralizado e incapaz de poner en vigor las tan necesarias reformas. Pero
la cuestión planteada por varios miembros del Parlamento —mientras
miles de manifestantes hostiles rodeaban el edificio durante el incidente
de Smerdjiev— era: “¿Vamos a ser gobernados desde la calle?”. 19 El
primer ministro Lukanov dijo: “El problema es si el Parlamento es un
organismo soberano o si vamos a estar obligados a tomar decisiones bajo
presión”. Su auto fue atacado cuando abandonó el edificio.” Finalmente el
jefe de la UFD, Zhelyu Zhelev, fue electo por el Parlamento como el nuevo
presidente sin oposición el 1º de agosto.

15 NED; op. cit., pp. 6-7, 23.


16 The Times, Londres, 7 de julio de 1990, p. 11.
17 The Times Higher Educational Suppiement, Londres, 13 de julio de 1990, p. 9.
18 The Guardian, Londres, 12 de julio de 1990, p. 10; The Times, Londres, 20 de julio de 1990, p.

10.
19 The Times, Londres, 28 de julio de 1990, p. 8; 30 de julio, p. 6.
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Pocas semanas más tarde se satisfizo otra de las demandas de los


manifestantes: el Gobierno comenzó a eliminar todos los símbolos
comunistas, tales como estrellas rojas, hoces y martillos, de los edificios
de Sofía. Dos días después, la sede del Partido Socialista fue incendiada
mientras unas diez mil personas la rodeaban. Muchos de ellos entraron al
edificio y lo saquearon antes de que terminara convertido en una ruina
carbonizada.20
El movimiento de protesta en Bulgaria comenzaba a oler y a lucir como
la huelga general en Guayana Británica para derrocar a Cheddi Jagan en
1962 y como la campaña para debilitar a Allende en Chile a principios de
los 70 —en ambos casos operaciones de la CIA—, en las que tan pronto se
satisfacía una demanda surgían otras, manteniendo al Gobierno bajo
asedio para llevarlo a una reacción violenta que hiciera imposible el
funcionamiento normal de la nación. En Bulgaria las mujeres salieron a la
calle con sartenes y cacerolas para protestar por la escasez de comida, 21
tal como lo habían hecho en Chile, Jamaica y Nicaragua, donde la CIA
financió las demostraciones contra el Gobierno. En Guayana Británica la
Cruzada Cristiana Anticomunista había llegado desde EE.UU. para repartir
doctrina y dinero, y grupos similares entraron en acción en Jamaica. En
Bulgaria, los representantes de la Fundación Congreso Libre, una
organización norteamericana de derecha con un gran montón de dinero y
de ideología religiosa y anticomunista, se reunieron en agosto con cerca
de un tercio de los miembros de oposición en el Parlamento y con el asesor
político principal de Zhelev. El propio presidente visitó la sede de la FCL en
Washington el mes siguiente. La FCL —que había recibido dinero en
ocasiones de la NED— había visitado la URSS y la mayoría de los países de
Europa del Este en 1989 y 1990, para impartir la sabiduría norteamericana
sobre técnicas electorales y políticas, y para diseñar la proyección pública,
a la vez que efectuaba seminarios sobre los múltiples encantos de la libre
empresa. No se conoce si alguno de los participantes sabía que uno de los
directores del principal programa de la FCL para Europa del Este, Laszlo
Pasztor, era un hombre con credenciales nazis auténticas.” 22 En octubre,
un grupo de expertos financieros y economistas norteamericanos, bajo los
auspicios de la Cámara de Comercio de EE.UU., había elaborado un plan
detallado para transformar a Bulgaria en una suministradora de la
economía de mercado, incluido el cronograma para implementarlo. El
presidente Zhelev dijo que confiaba en que el Gobierno búlgaro aceptaría

20 Ibíd., 27 de agosto de 1990, p. 8.


21 The Times Higher Educational Suppiement, Londres, 14 de diciembre de 1990, p. 8. 22. Russ
Bellant y Louis Wolf: “The Free Congress Foundation Goes East”, en Covert
22 Action Information Bulletin, Nº 35, otoño de 1990, pp. 29-32, se basa sustancialmente en

publicaciones de la Fundación Congreso Libre.


50. Panamá 1969-1991 551

prácticamente todas las recomendaciones a pesar de que el PSB tuviera la


mayoría de los escaños. “Estarán deseosos de avanzar [dijo] porque de
otro modo el gobierno caerá”. 23
Testigos y policías acusaron a Konstanlin Trenchev, un fiero
anticomunista que ocupaba un alto puesto en la UFD y era el líder de la
unión sindical independiente Podkrepa, de haber incitado a un grupo de
manifestantes a saquear el edificio del PSB durante el fuego. También
había convocado a la disolución del Parlamento y del Gobierno
presidencial, “equivalente a un golpe de Estado”, declaró el Partido
Socialista. Trenchev se vio obligado a esconderse. 24 Su sindicato estaba
siendo financiado también por la NED: 327.000 dólares habían sido
asignados para “proveer apoyo técnico y material para el movimiento
sindical independiente búlgaro Podkrepa” y para “ayudar a Podkrepa a
organizar una campaña de instrucción a los votantes con miras a las
elecciones locales”. Hubo computadoras y máquinas de fax, así como
asesores para ayudar al movimiento “a organizarse y ganar fuerza”, según
su vicepresidente. Esta ayuda llegó por la vía del Instituto de Sindicatos
Libres.25 establecido por el movimiento sindical norteamericano en 1977
como sucesor del Comité de Sindicatos Libres, que se había creado en los
años 40 para combatir el sindicalismo de izquierda en Europa. Tanto el ISL
como el CIL habían tenido una duradera relación íntima con la CIA. 26
En la primera semana de noviembre, vahos cientos de estudiantes
ocuparon la Universidad de Sofía una vez más ahora con la demanda de
que se procesara, ya no que se destituyera, a las principales figuras del
anterior régimen comunista, al igual que la nacionalización de los bienes
del Partido Socialista. El poder del primer ministro se tambaleaba. Lukanov
había amenazado con retirarse a menos que la oposición apoyara su
programa de reformas económicas en el Parlamento. La UFD, por otro
lado, exigía ahora que se le permitiera encabezar un nuevo gobierno de
coalición, ocupar el puesto de primer ministro y los cargos principales del
gabinete. Aunque abierto a una coalición, el PSB no accedería a entregar
la posición del primer ministro, no obstante dijo que los restantes puestos
podían entrar en negociación.27
El movimiento para derribar a Lukanov se aceleraba. Miles marchaban
en las calles y pedían su renuncia. Estudiantes universitarios efectuaban
mítines, demostraciones de protesta y huelgas, ahora pidiendo la
publicación de los nombres de todos los informantes de la antigua policía

23 New York Times, 9 de octubre de 1990, p. D20.


24 The Guardian, Londres, 29, 30 de agosto de 1990, en ambos casos p. 8.
25 NED: op. cit, p. 23; Los Angeles Times, 3 de diciembre de 1990, p. 13.
26 Howard Frazier, ed.: Uncloaking the CIA. New York, 1978, pp. 241-248.
27 The Guardian, Londres, 7 de noviembre de 1990, p. 10.
50. Panamá 1969-1991 552

secreta en la universidad. Planteaban su completa desconfianza en la


capacidad del Gobierno para resolver la crisis política y económica de Bu
lgaria y llamaban a “poner fin al gobierno unipartidista”, una extraña
demanda dado el deseo de Lukanov de formar un gobierno de coalición.28
En junio, The Guardian había descrito a Lukanov como “el impresionante
primer ministro de Bulgaria [...] un hábil político que impacta a los
ejecutivos de empresas, banqueros y políticos conservadores occidentales
mientras conserva el apoyo popular en casa, incluso entre la oposición”.29
El 23 de noviembre Lukanov apenas logró mantenerse tras una moción de
no con lianza, encabezada por la UFD para crear conflicto en el
Parlamento, en la cual anunciaba que no regresaría durante “un período
indefinido”. Tres días más tarde el movimiento sindical Podkrepa convocó
a una “huelga general”, aunque no con la mayoría de los trabajadores de
la nación.30
Mientras tanto, las protestas estudiantiles continuaban a pesar de que
algunas de sus demandas ya habían sido cumplidas. El PSB había aceptado
reintegrar al Estado 57% de sus bienes, lo que se correspondía a los
subsidios recibidos del presupuesto estatal durante el régimen anterior. Y
su antiguo líder, Todor Yivkov, estaba siendo juzgado. Algunos dirigentes
de la oposición no estaban satisfechos con el movimiento de protesta
estudiantil, que parecía no reconocer límites. El líder de la UFD, Petar
Beron, insistió en que ya que Bulgaria había entrado en el camino de la
democracia parlamentaria, los estudiantes debían dar la oportunidad de
probarla en lugar de recurrirá las manifestaciones. Y un parlamentario de
la UFD añadió: “Los socialistas debieran abandonar la arena política en
forma legal. No deben ser obligados a hacerlo mediante una revolución”.
Los dirigentes estudiantiles no prestaron atención a estas
recomendaciones.31
El fin llegó para Andrei Lukanov el 29 de noviembre, cuando la huelga
se extendió a los medios, y miles de médicos, enfermeras y maestros
llevaron a cabo demostraciones contra el Gobierno. Anunció entonces que
como su propuesta de programa económico no había recibido el amplio
apoyo solicitado, había decidido que era “inútil continuar en su puesto”.
Se establecería una coalición de emergencia que conduciría a nuevas
elecciones generales.32
Durante todo este período de protesta y agitación, EE.UU. continuó

28 The Times Higher Educational Supplement, Londres, 16 de noviembre de 1990, p. 1.


29 The Guardian, Londres, 9 de junio de 1990, p. 6.
30 The Times, Londres, 24 de noviembre de 1990, p. 10; 27 de noviembre, p. 16.
31 The Times Higher Education Suppiement, Londres, 30 de noviembre de 1990, p. 8.
32 The Guardian, Londres, 30 de noviembre de 1990, p. 9; The Times, Londres, 30 de noviembre

de 1990, p. 10.
50. Panamá 1969-1991 553

dando apoyo financiero a diversas fuerzas opositoras y “susurraba


consejos sobre cómo aplicar presión sobre los líderes electos”. El
vicepresidente de Podkrepa, al referirse a diplomáticos norteamericanos,
dijo: “Quieren ayudarnos y nos han ayudado con consejos y estrategia”.
Esta solidaridad creó la expectativa de una futura ayuda estadounidense.
Konstantin Trenchev volvió a aparecer y confirmó que activistas de la
oposición habían recibido garantías de más asistencia por parte de EE.UU.
si le arrebataban el poder a los antiguos comunistas.33 Estas esperanzas
pueden haber sido bastante ingenuas, al igual que en el caso de la UFD:
los búlgaros, como el resto de los ciudadanos soviéticos y de Europa del
Este, habían tenido una vida intelectual y política muy protegidas. En 1990
su nivel de sofisticación ideológica apenas sobrepasaba la ecuación “si el
gobierno comunista era malo, todo en él era malo; si todo en él era malo,
su enemigo principal debe haber sido bueno en todo”. Creían en cosas
tales como que los dirigentes norteamericanos no podían mantenerse en
el poder si le mentían al pueblo, y que las noticias acerca de los “sin casa”
y de la ausencia de seguro médico nacional en EE.UU. eran pura
“propaganda comunista”. Sin embargo, el nuevo embajador
norteamericano, H. Kenneth Hill, dijo que funcionarios de Washington
habían aclarado a los políticos búlgaros que la ayuda futura dependía de
las reformas democráticas y del desarrollo de un plan de recuperación
económica aceptable para los prestamistas occidentales, los mismos
términos impuestos a toda Europa del Este.
Los socialistas búlgaros, aunque no dudaban del empeño de
Washington de exportar el capitalismo, se quejaron de que en algunos
momentos EE.UU. había violado los principios democráticos al promover
agitación contra los dirigentes electos por el pueblo búlgaro. Un
funcionario del Gobierno socialista partidario de las reformas señaló que
los norteamericanos habían reaccionado ante la victoria de su partido
como si la misma fuese un fracaso de la política estadounidense. “El
gobierno de EE.UU. no se han mostrado aquí como los defensores más
morales y limpios de la democracia. Lo que no se puede hacer en su país,
puede cometerse en este oscuro y atrasado Estado balcánico”, dijo.34
En los años posteriores, el pueblo búlgaro, y en particular los
estudiantes, pueden haber aprendido algo pues el país ha atravesado el
conocido patrón de libre subida de los precios, reducción de los subsidios
sobre los productos y servicios básicos, escasez de todo tipo y las
exigencias del FMI y del Banco Mundial de apretar los cinturones cada vez
más. Políticamente ha sido un caos. La UFD llegó al poder en las elecciones

33 Los Angeles Times, 3 de diciembre de 1990, p. 13.


34 Ibíd.
50. Panamá 1969-1991 554

siguientes (seguida de cerca por el PSB) pero, a causa del deterioro


económico, perdió el voto de confianza del Parlamento, vio como
renunciaba todo su gabinete y por último su vicepresidente, quien alertó
que la nación se encaminaba hacia la dictadura. Finalmente, en julio de
1993, una manifestación de protesta impidió al presidente la entrada a su
oficina y exigió su renuncia. En 1994 Los Angeles Times publicó la siguiente
información enviada por su más anticomunista corresponsal extranjero:
“Las condiciones de vida han empeorado tanto en la época de las reformas
que los búlgaros recuerdan con nostalgia los “buenos tiempos” del
comunismo, cuando la mano del Estado aplastaba la libertad personal
pero aseguraba que la gente tuviera vivienda, empleo y suficiente
comida”.35
Para los estrategas de Washington, lo importante era que el Partido
Socialista Búlgaro no tuvo, y no se le daría, la posibilidad de probar que
una economía mixta democrática y de orientación socialista podía tener
éxito en Europa del Este, mientras el modelo capitalista se derrumbaba a
su alrededor. Tampoco se permitiría esto en la vecina Albania. El 31 de
marzo de 1991 un gobierno comunista ganó con un margen aplastante las
elecciones. Esto fue seguido de inmediato por dos meses de intranquilidad
general, con manifestaciones en las calles y una huelga general que duró
tres semanas y llevó al colapso final del nuevo régimen en junio.36 La NED
había estado allí también, y entregó 80.000 dólares al movimiento obrero
y 23.000 “para apoyar programas de entrenamiento y educación cívica”.37

35 Ibíd., 6 de febrero de 1994, articulo de Carol J. Williams.


36 Ibíd., 13 de junio de 1991, p.14.
37 National Endowment for Democracy: Annual Report 1991. Washington, 1 de octubre de 1990-

30 de septiembre de 1991, p. 42.


52. Iraq 1990-1991 555

52. IRAQ 1990-1991


El holocausto del desierto
“Esta es la parte que no quisiera ver [dijo un soldado de veinte años].
Todos los que quedaron sin casa, los heridos. Cuando atravesamos el
campamento de refugiados, hombre, eso es algo que me hace daño”. “Es
realmente triste [dijo el sargento]. Hay niñitos que se acercan y al ver mi
fusil empiezan a llorar. Eso me destroza”. “Por la noche tú matas y sigues.
No te detienes [dijo otro soldado]. No tienes que ver nada. No fue sino
hasta la mañana siguiente que la retaguardia nos contó que la devastación
fue total. Matamos a la división completa”. 1
Mientras muchas naciones tienen un terrible historial en los tiempos
modernos de haber enfrentado cara a cara a sus víctimas, los
norteamericanos han convertido en una cuestión, de principios el
mantener la distancia mientras ocasionan algunos de los más espantosos
horrores de nuestra era: bombas atómicas sobre el pueblo de. Japón,
bombardeos intensivos en Corea, hundir a Vietnam en napalm y
pesticidas, facilitar los medios técnicos y los métodos para tres décadas de
tortura en Latinoamérica y luego apartar los ojos, cerrar los oídos a los
gritos y negar todo... para ahora arrojar ciento setenta y siete millones de
libras de bombas sobre el pueblo de Iraq en la embestida aérea más
concentrada de toda la historia mundial. ¿Por cuáles demonios estaba
poseído EE.UU. para llevar a cabo esta implacable devastación durante
más de cuarenta días y noches contra una de las naciones más avanzadas
e ilustradas del Medio Oriente y contra su antigua y moderna ciudad
capital?

Estamos en la primera mitad de 1990. El desmantelamiento del Muro


de Berlín se lleva a cabo día a día. Reina la euforia por el final de la Guerra
Fría y el optimismo acerca de una nueva era de paz y prosperidad. La
administración Bush es presionada para reducir el monstruoso
presupuesto militar e instituir un “dividendo de paz”, pero George Bush,
comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, antiguo petrolero tejano y ex
director de la CIA, no le va a dar la espalda a sus muchos socios en el
complejo industrial-militar de inteligencia. Arremete contra quienes
“cortarían ingenuamente el músculo de nuestra posición de defensa”, e

1 Los Angeles Times. 17 de marzo de 1991, p. 8.


52. Iraq 1990-1991 556

insiste en que se debe tener una actitud cautelosa hacia las reformas en la
URSS.2 En febrero se reporta que “la administración y el Congreso están
esperando la mayor y más recia batalla en torno al presupuesto de la
defensa de la historia reciente”, y en junio se dice que “las tensiones han
aumentado” entre el Congreso y el Pentágono “pues el Congreso prepara
el borrador de uno de los presupuestos de defensa más cardinales de las
últimas dos décadas”. 3 Un mes después un subcomité de Servicios
Armados del Senado votó por reducir el número de soldados a casi tres
veces más de lo recomendado por la administración Bush. “El tamaño y la
dirección de los cortes indican que el presidente Bush está perdiendo su
batalla sobre cómo manejar las reducciones de los gastos militares”. 4
Durante este mismo periodo la popularidad de Bush estaba decayendo:
de un nivel de aprobación de 80% en enero —cuando estaba en la cresta
de la ola de apoyo público a la invasión a Panamá el año anterior— a 73%
en febrero, a 65% en mayo y junio, 63% el 11 de julio, y 60% sólo dos
semanas después. 5 George Herbert Walker Bush necesitaba algo
dramático para acaparar los titulares y el público, y para convencer al
Congreso de que un poderoso ejército era tan necesario como nunca
porque todavía había un mundo peligroso y terrorífico allá afuera.
Aunque la versión oficial de Washington sobre los hechos presenta la
ocupación de Iraq a su vecina Kuwait como una agresión arbitraria e
injustificada, Kuwait había sido en realidad un distrito de Iraq bajo el
imperio otomano, hasta la Primera Guerra Mundial. Terminada esta, para
equilibrar las cosas con la abundantemente rica en petróleo Iraq, el
Ministerio de Colonias Británico había establecido a Kuwait como una
entidad territorial separada, proceso en el que privó a Iraq de casi todo
acceso al Golfo Pérsico. En 1961 Kuwait alcanzó la “independencia”, una
vez más por voluntad británica, y de inmediato Iraq acumuló sus tropas en
la frontera, para retirarlas cuando los británicos colocaron las suyas del
otro lado. Los regímenes iraquíes sucesivos se negaron a aceptar la
legitimidad de esta situación, y hubo amenazas similares en los 70, que
llevaron hasta cruzar la frontera y avanzar media milla en el territorio
kuwaití en 1976, pero Bagdad también estaba dispuesta a negociar un

2 Washington Post, 13 de enero de 1990, p. 11; 8 de febrero de 1990.


3 Ibíd., 12 de febrero de 1990, 16 de junio, p. 6.
4 Los Angeles Times, 11 de julio de 1990, p. 1.
5 The Gallup Poli: Public Opinión ZPPfl.Wilmington, Delawere, 1991.

a) Ramsey Clark: The Fire This Tome: U.S. War Crimes in the Gulf, Thunder’s Mouth Press, NY,
1992, pp. 12-13: este libro se basa sobre todo en los informes de la Comisión de Investigaciones para
el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, que recogió testimonios de sobrevivientes y testigos
presenciales.
b) Ralph Schoenman: Iraq and Kuwait: A History Suppressed, pp. 1-11; monografía de 21 páginas
publicada por Veritas Press, California.
c) New York Times, 15 de septiembre de 1976, p. 17. La incursión se resolvió sin guerra.
52. Iraq 1990-1991 557

acuerdo con Kuwait que le garantizase acceso a sus antiguas islas en el


golfo.6
El conflicto del momento había tenido sus orígenes en la brutal guerra
entre Iraq e Irán desde 1980 hasta 1988. Iraq denunció que mientras
estaba ocupado en las batallas, Kuwait se dedicó a robarle petróleo del
yacimiento de Rumaila —que corre a lo largo de la vagamente definida
frontera entre ambos países y que Iraq reclamaba como enteramente
suyo— por valor de dos mil cuatrocientos millones de dólares; que Kuwait
había construido estructuras militares y de otro tipo en territorio iraquí, y,
lo peor de todo, que en cuanto terminó la guerra, Kuwait y los Emiratos
Árabes Unidos comenzaron a sobrepasar sus cuotas de producción
establecidas por la OPEP, con lo que provocaron un descenso de los
precios. Iraq se hallaba severamente endeudada a causa de la prolongada
guerra, y el presidente Saddam Hussein declaró que tal maniobra era una
amenaza creciente para su país; la llamó “guerra económica” y señaló que
Iraq perdía mil millones de dólares al año por cada dólar que bajaba el
precio del petróleo.7 Además de pedir compensación por tales pérdidas,
Hussein insistió en que se reconociera la posesión iraquí de las dos islas
que bloqueaban su acceso al golfo así como la del yacimiento petrolero de
Rumaila.
En la segunda mitad de julio de 1990, como Kuwait continuaba
burlándose de las demandas territoriales y financieras de Iraq, e ignoraba
los llamados de la OPEP de atenerse a la cuota asignada, Iraq comenzó a
acumular grandes cantidades de soldados a lo largo de la frontera kuwaití.
La reacción a esto de la única superpotencia existente, que se había
nombrado a sí misma como policía del mundo, se convirtió en objeto de
intensos análisis y controversias después de la invasión a Iraq. ¿Había dado
luz verde Washington para invadir Kuwait? ¿Hubo al menos la ausencia de
una cegadora luz roja? La controversia se vio estimulada por incidentes
como el siguiente:
El 19 de julio el secretario de Defensa Dick Cheney afirmó que el
compromiso norteamericano, contraído durante la guerra entre Irán e
Iraq, de acudir en defensa de Kuwait si esta era atacada todavía estaba en

6
7 a) “Nota del ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Mr. Tariq Aziz, al Secretario General de la Liga

Árabe, 15 de julio de 1990”, Anexo I de Pierre Salinger y Eric Laurenl: Secret Dossier: The Hidden
Agenda Behind the Guif War, Penguin Books, New York, 1991, pp. 223-234.
b) New York Times, 3 de septiembre de 1990, p. 7.
c) Los Angeles Times, 2 de diciembre de 1990, p. M4, a rticulo de Henry Schuler, director de
programas de seguridad energética del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos en
Washington.
d) John K. Cooley: Payback: Americas Long War in the Middle East, EE.UU., 1991, pp. 183-186.
52. Iraq 1990-1991 558

pie. Esta misma posición fue sostenida por Paul Wolfowitz, subsecretario
de Defensa, en un almuerzo privado con embajadores árabes
(irónicamente, Kuwait había estado aliado a Iraq y temía un ataque de
Irán). Más tarde, el comentario de Cheney fue desestimado por su propio
vocero. Pete Williams, quien explicó que el secretario había hablado con
“cierto grado de libertad”. Cheney fue advertido entonces por la Casa
Blanca: “Nos estás comprometiendo a una guerra que podríamos no
querer librar” y se le recomendó de manera estricta que, en lo adelante,
las declaraciones sobre Iraq serían hechas por la Casa Blanca y el
Departamento de Estado.8
El 24 de julio la vocera del Departamento de Estado, Margaret
Tutweiler, respondió a una pregunta: “No tenemos ningún tratado de
defensa con Kuwait y no hay compromisos de defensa o seguridad
especiales con ellos”. Al preguntársele si EE.UU. ayudaría a Kuwait en caso
de ataque, dijo: “Nos mantenemos decididamente comprometidos a
apoyar la defensa propia individual y colectiva de nuestros amigos en el
golfo con los cuales tenemos profundos y antiguos lazos”, una afirmación
que algunos funcionarios kuwaitíes calificaron en privado como muy
débil.9 Ese mismo día EE.UU. llevó a cabo una curioso ejercicio militar no
programado con los Emiratos Árabes Unidos, y el mismo Pete Williams
anunció: “Mantenemos nuestro firme compromiso de apoyar la defensa
propia individual y colectiva de nuestros amigos en el golfo con los cuales
tenemos profundos y antiguos lazos”. Y la Casa Blanca declaró: “Nos
preocupa la concentración de tropas de los iraquíes. Pedimos a ambas
partes que se esfuercen para evitar la violencia”. 10
El 25 de julio Saddam Hussein se reunió con la embajadora
norteamericana en Iraq, April Glaspie, quien le dijo su ahora famoso
comentario: “No tenemos opinión sobre los conflictos entre árabes, como
su disputa fronteriza con Kuwait”. Pero luego señaló al líder iraquí que
estaba preocupada con el despliegue masivo de tropas en la frontera
después de que su Gobierno había calificado las acciones kuwaitíes como
“equivalentes a una agresión militar”. 11 Ese mismo día John Kelly,
secretario asistente de Estado para el Cercano Oriente y el Sur de Asia,
prohibió una transmisión planificada por la Voz de América que habría
alertado a Iraq con las mismas palabras expresadas de forma idéntica por
Tutweiler y Williams. 12 Hussein pudo no haber conocido este incidente,

8 Murray Waas: “Who Lost Kuwait? How the Bush Administration Bungled ist Way to War in the

Gulf”, en The Killage Voice, New York, 22 de enero de 1991, p. 35: New York Times, 23 de septiembre
de 1990.
9 New York Times, 23 de septiembre de 1990.
10 Ibíd., 25 de julio de 1990, p. 1,8.
11 Ibíd., 23 de septiembre de 1990.
12 Ibíd., 17 de septiembre de 1990, p. 23, columna de William Safiro.
52. Iraq 1990-1991 559

aunque en abril había recibido garantías personales del senador Robert


Dole, de visita en su país, y que dijo hablar a nombre del presidente, de
que la administración Bush no tenía nada que ver con una transmisión
radial de la Voz de América donde se criticaban abusos a los derechos
humanos en Iraq y que se opondría a una propuesta en el Congreso de
aplicar sanciones económicas al país. 13
El 27 de julio la Cámara y el Senado votaron ambas por imponer
sanciones económicas a Iraq debido a las violaciones de los derechos
humanos, pero la administración Bush anunció de inmediato su oposición
a tal medida.14
El 28 de julio Bush envió un mensaje personal, a Hussein (al parecer
después de haber recibido el informe de Glaspie sobre su reunión con el
gobernante iraquí) en el que le advirtió contra el uso de la fuerza, sin hacer
referencias directas a Kuwait.15
El 31 de julio, Kelly informó al Congreso: “No tenemos tratado de
defensa establecido con ningún país del Golfo. Eso está claro [...] Hemos
evitado históricamente adoptar una posición en disputas fronterizas o en
deliberaciones internas de la OPEP”. El representante Lee Hamilton
preguntó si sería correcto decir que si Iraq “cruzaba la frontera y se
adentraba en Kuwait [EE.UU.] no estaría comprometido por un tratado
que lo obligara a involucrar a las fuerzas estadounidenses” allí. “Eso es
correcto”, le respondió Kelly.16
Al día siguiente (en horario de Washington) las tropas iraquíes
condujeron sus tanques más allá de la frontera kuwaití y EE.UU. asumió de
manera instantánea una oposición implacable.
Dejando a un lado los pronunciamientos oficiales, parece que EE.UU. sí
tenía realmente una posición oficial en la disputa fronteriza entre Iraq y
Kuwait. Tras la invasión, uno de los documentos que los iraquíes
encontraron en un archivo de inteligencia kuwaití fue un memorándum
acerca de una reunión, en noviembre de 1989, entre el jefe de la seguridad
estatal de Kuwait y el director de la CIA William Webster, que incluía lo
siguiente: “Coincidimos con el lado norteamericano en que es importante
aprovechar la deteriorada situación económica en Iraq para presionar al
Gobierno del país a definir nuestra frontera común. La CIA nos dio su
opinión sobre los medios apropiados de presión, diciendo que debería
iniciarse una amplia cooperación entre nosotros a condición de que tales
actividades se coordinaran a un alto nivel”. La CIA calificó al documento

13 Waas, p. 31.
14 New York Times, 28 de julio de 1990, p. 5.
15 Los Angeles Times, 21 de octubre de 1992, p. 8.
16 “Developments in the Middle East”, Audi encia ante el Subcomité sobre Europa y Medio Orienie

del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 31 de julio de 1990, p. 14.


52. Iraq 1990-1991 560

de “falsificación total”. Sin embargo, tal como señaló Los Angeles Times:
“El memo no es una falsificación obvia, en particular porque si los
funcionarios iraquíes lo hubieran escrito ellos mismos, ciertamente lo
habrían hecho más dañino para la credibilidad de EE.UU. y de Kuwait”. 17
Al parecer fue lo suficientemente real y dañino para el ministro de
Relaciones Exteriores de este último país, pues se desmayó cuando su
contraparte iraquí se lo presentó en una cumbre árabe a mediados de
agosto.18 Cuando se preguntó al embajador iraquí en Washington por qué
el documento parecía contradecir la declaración de neutralidad de la
embajadora Glaspie sobre el tema, este replicó que el comentario de la
diplomática era “parte de la celada”. 19
¿Se le tendió a Iraq una trampa por parte de EE.UU. y Kuwait? ¿Fue
provocado Saddam para llevar a cabo la invasión —con la esperanza tal
vez de los conspiradores de que no avanzaría más allá del área fronteriza—
de modo que pudiera ser reducido al tamaño que ambos países deseaban?
En febrero de 1990, Hussein pronunció un discurso ante una cumbre árabe
que podría ciertamente haber incitado, o dado más ímpetu, a un plan
semejante. En él condenó la continuada presencia militar norteamericana
en las aguas del Golfo Pérsico y alertó: “Si la gente del Golfo y el resto de
los árabes junto a ellos no se preocupan por afianzarse, la región árabe del
Golfo será gobernada por la voluntad de Norteamérica”. Más aún, que
EE.UU. controlaría la producción, distribución y el precio del petróleo
“todo sobre la base de una supervisión especial que tiene que ver
únicamente con los intereses de EE.UU. y en la cual no se tiene
consideración alguna por los intereses de los otros”. 20
Al examinar si hubo una conspiración contras Iraq y Saddam Hussein,
debemos considerar que, en adición a lo ya explicado, el jefe de la
Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, había afirmado
que Washington impedía una solución pacífica de las diferencias entre Iraq
y Kuwait en una cumbre árabe efectuada en mayo, después que Saddam
ofreciera negociar un acuerdo mutuamente aceptable a Kuwait. “EE.UU.
está alentando a Kuwait a no ofrecer compromisos, lo que significa que no
había solución negociada para evitar la crisis en el Golfo”, dijo Arafat, y
añadió que se había hecho creer a Kuwait que podía confiar en la fuerza
de las armas norteamericanas en lugar de las negociaciones.21 De manera
similar el rey Hussein de Jordania reveló que poco antes de la invasión
iraquí, el ministro de Relaciones Exteriores kuwaití declaró: “No vamos a

17 Sobre el documento kuwaití ver Los Angeles Times, 1ro. de noviembre de 1990, p. 14.
18 Washington Post. 19 de agosto de 1990, p. 29.
19 Los Angeles Times, 1ro. de noviembre de 1990, p. 14.
20 Schoenman, pp. 11-12; New York Review of Books, 16 de enero de 1992, p. 51.
21 Christian Science Monitor, 5 de febrero de 1991, p. 1.
52. Iraq 1990-1991 561

responder [a Iraq] [...] si no les gusta, que ocupen nuestro territorio [...]
vamos a traer a los norteamericanos”. Y que el emir kuwaití dijo a sus
oficiales militares que en caso de invasión su tarea era contener a los
iraquíes durante veinticuatro horas, para entonces, “los norteamericanos
y fuerzas extranjeras desembarcarán en Kuwait y los expulsarán”. El rey
Hussein expresó la opinión generalizada entre los árabes de que Saddam
había sido engatusado para invadir, cayendo en la trampa que le habían
preparado.22
El emir rehusó atender las demandas financieras de Iraq y ofreció a
cambio un insultante medio millón de dólares a Bagdad. Una nota enviada
a su primer ministro antes de la invasión habla de apoyo a esta posición
por parte de Egipto, Washington y Londres. “Sé inflexible en las
discusiones [escribió el emir]. Somos más fuertes de lo que ellos [los
iraquíes] piensan”. 23 Después de la guerra, el ministro de Petróleo y
Finanzas de Kuwait reconoció: “Pero sabíamos que Estados Unidos no
dejaría que nos derrotaran. Pasé mucho tiempo en Washington para
cometer esa equivocación, y recibí un flujo constante de visitantes aquí.
La posición norteamericana era clara. Sólo Saddam no la entendió”. 24 Pero
hemos visto que hubo tal vez muchas razones para que Saddam no
entendiera.
El ministro iraquí de Relaciones Exteriores, Tañq Aziz, declaró que una
caída pronunciada de los precios del petróleo era algo que los kuwaitíes
podían afrontar gracias a sus grandes inversiones en Occidente, pero que
disminuiría ganancia s vitales para una Bagdad carente de liquidez debido
a la guerra reciente. “Era inconcebible [dijo Aziz que Kuwait] pudiera
arriesgarse en una conspiración de tal magnitud contra un país grande y
fuerte como Iraq, a menos que estuvieran apoyados y protegidos por una
gran potencia; y la potencia era Estados Unidos”. 25 De hecho, no hubo
ningún indicio público de que EE.UU., a pesar de sus vínculos tan estrechos
con Kuwait, tratara de persuadirlo de cesar en alguna de sus acciones
provocativas contra Iraq. De la misma forma, ni Washington ni Kuwait
parecieron preocuparse mucho por enfrentar una invasión. Durante la
semana anterior al ataque iraquí, expertos de inteligencia alertaron cada
vez con más urgencia a la administración Bush de que la invasión de, al

22 Michael Emery: “How Mr. Bush Got His War”, en Greg Ruggiero y Stuart Sahulka, eds., Open

Fire. The New Press, New York, 1993, pp. 39,40, 52, basado en la entrevista realizada por Emery al rey
Hussein el 19 de febrero de 1991 en Jordania (edición revisada del artículo que apareció en The Village
Voice el 5 de marzo de 1991).
23 Ibíd., p. 42. El “ellos” incluía también a los sauditas, por razones no pertinentes a este libro.
24 Milton Viorst: “A Repórter at Large: After the Liberation”, en The New Yorker, 30 de septiembre

de 1991, p. 66.
25 Schoenman, pp. 12-13, tomado de una carta enviada por el ministro iraquí de Relaciones

Exteriores al Secretario General de la ONU el 4 de septiembre de 1990; Emery, pp. 32-33.


52. Iraq 1990-1991 562

menos, una parte de Kuwait era probable. Estos pronósticos “parecen


haber motivado una débil respuesta de las agencias del Gobierno”. 26
Durante este período Bush fue informado personalmente en este mismo
sentido por el director de la CIA, William Webster, quien le mostró fotos
de satélite de las tropas iraquíes congregadas cerca de la frontera kuwaití.
Se di ce que Bush mostró poco interés.27 El 1º de agosto, el oficial nacional
de Alertas de Inteligencia (sic) de la CIA entró en las oficinas del personal
del Medio Oriente del Consejo de Seguridad Nacional y anunció: “Este es
el último aviso”. Dijo que Iraq invadiría Kuwait al final del día, lo que se
cumplió. Esto tampoco provocó que se apresuraran a actuar. 28 Finalmente,
un diplomático kuwaití radicado en Iraq antes de la invasión envió
numerosos informes a su Gobierno para advertir de la inminencia de la
invasión: los mismos fueron igualmente ignorados. Su último aviso había
especificado la fecha exacta (horario de Kuwait): 2 de agosto. Terminada
la guerra, cuando el diplomático sostuvo una conferencia de prensa en
Kuwait para analizar la nula atención prestada por el Gobierno a sus
informes, la misma fue interrumpida por un ministro y varios oficiales del
ejército.29
En julio, mientras todos estos avisos eran ignorados de manera
ostensible, el Pentágono estaba ocupado preparando su comando
computarizado postmaniobras (CPX) iniciado a fines de 1989 para explorar
específicamente posibles respuestas a “la amenaza iraquí” —que había
reemplazado a la “amenaza soviética” en el nuevo plan de guerra 1002-
90— y la maniobra tenía que ver con una invasión iraquí a Kuwait o Arabia
Saudita o a ambos.30 En un ejercicio de juegos de guerra en el Naval War
College en Newport, Rhode Island, se pedía a los participantes que
determinaran la respuesta norteamericana más electiva a una invasión
hipotética de Kuwait por Iraq. 31 Mientras en la base aérea Shaw en
Carolina del Norte, otro “juego” de guerra incluía identificar blancos para
bombardeos en Iraq.32
Durante mayo y junio, el Pentágono, el Congreso y las empresas
militares habían sido informados extensamente por el Centro para

26
New York Times, 5 de agosto de 1990, p. 12.
27 Waas, pp. 30 y 38.
28 New York Times, 24 de enero de 1991, p. D22.
29 Washington Post, 8 de marzo de 1991, p. A26.
30 a) Mayor James Blackwell: Thunder in the Desert: The Strategy and Tactics of the Persian

Gíllll4lar.Bantam Books, New York, 1991, pp. 85-86.


b) Triumph Without Victory: The Unreported History of the Persian Guif War. U.S. News and World
Report-Times Books, 1992, pp. 29-30.
c) AIR FORCE Magazine, Arlington, Va., marzo de 1991, p. 82.
d) Newsweek. 28 de enero de 1991, p. 61.
31 Los Angeles Times, 5 de agosto de 1990, p. 1.
32 Washington Post, 23 de junio de 1991, p. Al 6.
52. Iraq 1990-1991 563

Estudios Internacionales y Estratégicos de la Universidad de Georgetown


sobre el futuro de la guerra convencional, y se daba como conclusión que
la guerra que tenía más probabilidades de estallar, requiriendo una
respuesta militar norteamericana, sería entre Iraq y Kuwait o Arabia
Saudita.33 Otra persona que parece haber sabido algo por adelantado era
George Shultz, el secretario de Estado de Reagan, que había regresado a
la Corporación Bechtel, la gigantesca multinacional constructora. En la
primavera de 1990 Shultz convenció a la compañía de retirarse de un
proyecto petroquímico en Iraq. “Dije que algo va a andar muy mal en Iraq
y explotaría y que si Bechtel estaba allá explotaría también. De modo que
les dije que salieran”.34
Finalmente está la revelación aparecida en el Washington Post. “Desde
la invasión, evaluaciones de inteligencia altamente clasificadas han
determinado que Saddam tomó los pronunciamientos de neutralidad de
EE.UU. [...] como una luz verde de la administración Bush para una
invasión. Un alto oficial iraquí [...] ha dicho a la agencia [la CIA] que Saddam
parecía estar sinceramente sorprendido por la belicosa reacción
subsiguiente”.35 Por otro lado tenemos la afirmación del ministro Aziz, que
se hallaba presente en la reunión entre Hussein y Glaspie: “Ella no dio luz
verde, y no mencionó la roja porque no se trató la cuestión de nuestra
presencia en Kuwait [...] Y no lo tomamos como una luz verde [...] que si
interveníamos militarmente en Kuwait los norteamericanos no
reaccionarían. Eso no era cierto. Esperábamos el ataque norteamericano
en la mañana del dos de agosto”. 36 Pero uno debe ser escéptico ante una
actitud tan casual hacia un ataque norteamericano, y estos comentarios,
que desmienten que Iraq fue engañado como un tonto, deben ser vistos a
la luz de la obstinada negativa del Gobierno iraquí durante un buen tiempo
a admitir los daños causados a su país por los bombardeos
estadounidenses, y a disminuir el número de sus bajas.
La posición de la adm inistración Bush era que los vecinos árabes de
Iraq, en particular Egipto. Arabia Saudita y Jordania, le había pedido a
EE.UU. con insistencia que no dijera o hiciera nada que pudiera provocar
a Saddam. Además, como enfatizó la embajadora Glaspie, nadie esperaba
que Hussein tomara “todo” Kuwait, a lo sumo las partes que había
reclamado antes: las islas y el yacimiento petrolero. Pero, por supuesto.
Iraq llevaba un siglo reclamando “todo” Kuwait.

33 Blackwell, pp. 86-87.


34 Financial Times, Londres, 21 de febrero de 1991, p. 3.
35 Waas, p. 30.
36 New York Times, 31 de mayo de 1991.
52. Iraq 1990-1991 564

La invasión
Cuando Iraq invadió, terminó el tiempo de las señales confusas.
Cualquiera que fuese el tortuoso plan seguido por Bush, si es que lo había,
ahora el presidente lomó plena ventaja de su oportunidad. En horas, si no
en minutos, después del cruce de la frontera, EE.UU. comenzó a
movilizarse: la Casa Blanca condenó la acción de Iraq como una “agresión
militar descarada”: exigió “el retiro inmediato e incondicional de todas las
fuerzas iraquíes” y anunció que estaba “considerando todas las opciones”:
mientras Bush declaraba que la invasión “anula la necesidad de avanzar
lentamente en la reestructuración de las fuerzas de defensa de EE.UU.”37
Antes de transcurridas veinticuatro horas, una fuerza naval
norteamericana cargada con aviones de combate y bombarderos iba en
camino al Golfo Pérsico: Bush buscaba reclutar a todos los dirigentes del
mundo en una acción colectiva contra Iraq: se declaraba el embargo a todo
el comercio con esta nación y todas las cuentas kuwaitíes e iraquíes en
EE.UU. quedaban congeladas: el Senado “derrotó de forma decisiva los
esfuerzos para impedir o congelar la fabricación del bombardero B-2
Invisible después de que los partidarios de este aprovecharon la invasión
de Iraq a Kuwait para promover su caso en favor del avión indetectable
por radares”: el ataque, dijeron “demuestra el continuad o riesgo de
guerra y la necesidad de armas avanzadas”. El senador Robert Dole afirmó:
“Si necesitábamos a Saddam para que nos despertara, al menos podemos
agradecerle eso”.38 “Un día después de haber utilizado la invasión de Iraq
a Kuwait para ayudar a salvar el bombardero B-2 de alta tecnología, los
senadores invocaron nuevamente la crisis del viernes para terminar con la
conservación de dos barcos de guerra del tiempo de la Segunda Guerra
Mundial”.39
En pocos días miles de soldados norteamericanos y una brigada
blindada fueron enviados a Arabia Saudita. Se le dio el nombre
grandilocuente de Operación Escudo del Desierto, y una elevada
apreciación de las necesidades de los militares norteamericanos era la
orden del día:
A menos de un año de que los cambios políticos en Europa del Este y la Unión
Soviética pusieron a la industria de la defensa bajo la amenaza de dramáticas
reducciones, los ejecutivos y analistas dicen que la crisis en el Golfo Pérsico ha
proporcionados a las compañías militares una luz de esperanza.

37 Ibíd., 2 de agosto de 1990, p. I; Washington Post, 3 de agosto de 1990, p. 7; la cita de Bush está

en el resumen de sus palabras que hace el Post.


38 New York Times, 3 de agosto de 1990; Los Angeles Times, 3 de agosto de 1990, p. 1; Washington

Post, 3 de agosto de 1990, p. 7.


39 Los Angeles Times, 4 de agosto de 1990, p. 20.
52. Iraq 1990-1991 565

“Si Iraq no se retira y las cosas se enredan, sería bueno para la industria. Se
escucharía menos retórica de Washington acerca del dividendo de paz”, dijo
Michael Lauer, un analista de Kidder, Peabody & Co. en Nueva York.

“Los posibles beneficiarios [de la crisis, añadía el Washington Post]


cubren el espectro de las compañías en la industria de la defensa”. 40
Para septiembre. James Webb, antiguo secretario asistente de Defensa
y secretario de la Marina en la administración Reagan, se sintió movido a
decir: “El presidente debía estar consciente de que, mientras la mayoría
de los norteamericanos trabajan muy duro para sostenerlo, hay cierto
cinismo debajo de su apariencia de respeto. Muchos reclaman que lo que
se ha elaborado es poco más que un ‘presupuesto taladro del Pentágono’,
destinado a prevenir reducciones de un Ejército que busca una misión
ahora que las bases de la OTAN comienzan a desaparecer”. 41 Debe
destacarse que otro cínico ex secretario asistente de Defensa también se
hizo escuchar: Lawrence Korb escribió que el despliegue de tropas hacia
Arabia Saudita “parece motivado más por las próximas batallas en torno
al presupuesto en el Capitolio que por una batalla potencial contra
Saddam Hussein”. 42 Pero ¿puede ser algo demasiado cínico para un
congresista que busca reelegirse? A principios de octubre se publicó lo
siguiente:
El telón de fondo político del despliegue militar estadounidense en Arabia
Saudita tuvo un papel significativo en limitar los recortes a la defensa en el
acuerdo sobre el presupuesto del domingo, pues detuvo la “caída libre” de los
gastos militares que algunos analistas habían pronosticado dos meses antes,
según dijeron los encargados del presupuesto. Los estrategas del Capitolio
dijeron que la Operación Escudo del Desierto provocó un cambio radical en el
clima político de las negociaciones, haciendo retroceder a los legisladores que
habían abogado por grandes recortes en la defensa.
El acuerdo del presupuesto de defensa [...] no sólo dejaría intacto el financia—
miento de la Operación Escudo del Desierto, sino que mantendría la mayor
parte de los fondos que se han destinado año tras año a prepararse para un
ataque aéreo soviético masivo sobre Europa occidental. 43

Mientras tanto, el nivel de aprobación de Bush se había recuperado. La


primera encuesta realizada en agosto después de la participación
norteamericana en el golfo señalaba un salto a 74%. Sin embargo, parece
que el público norteamericano necesita estar motivado por un flujo

40 Washington Post, 10 de agosto de. 1990, p. Fl.


41 New York Times, 23 de septiembre de 1990, IV, p. 21.
42 Washington Post, 25 de noviembre de 1990, p. C4.
43 Los Angeles Times, 2 de octubre de 1990, p. 18. Ver Washington Post, 10 de octubre de 1990,

p. 5 y del 18 de octubre, p. 1 para algunas de las cifras y programas reales que atestiguan cómo el
Congreso dejó el paso abierto a la maquinaria guerrerista.
52. Iraq 1990-1991 566

regular de estímulos patrióticos para mantener el entusiasmo por el


ocupante de la Casa Blanca, pues a mediados de octubre, debido al poco
esclarecimiento por parte de Bush del porqué EE.UU. estaba en el Golfo
Pérsico, su popularidad descendió a 56% —el nivel más bajo desde que
había llegado a la Casa Blanca— y se mantuvo cerca de ese por ciento
hasta que vino el siguiente estímulo patriótico a la ciudadanía: la invasión
de enero.44

El preludio de la guerra
Cuando Iraq entró en Kuwait y lo convirtió en la provincia número 19
del país. EE.UU. estaba desarrollando su presencia militar en Arabia
Saudita y las aguas circundantes y —con el empleo de un poco de coerción
y los más espectaculares sobornos de la historia— creaba una “coalición”
para apoyar las resoluciones de la ONU, auspiciadas por EE.UU. y la guerra
venidera en múltiples formas: una hoja de parra de respetabilidad
“multinacional”, como la fabricada por Washington en Corea. Granada y
Afganistán para lo que era esencialmente un propósito norteamericano,
una guerra norteamericana. A Egipto se le perdonó una buena parte de su
deuda, mientras Siria. China, Turquía, la URSS y otros países recibieron
ayuda militar o económica y préstamos del Banco Mundial y del FMI, se
les levantaron sanciones, o se les ofrecieron otros incentivos, no sólo por
parte de EE.UU., sino t ambién de Alemania, Japón y Arabia Saudita (bajo
presiones de Washington). Como toque final, la administración Bush
suspendió toda crítica por violación de los derechos humanos a cualquier
miembro de la coalición. 45 Pero Washington y los medios no estaban
complacidos con Alemania por no mostrar el debido entusiasmo en la
empresa bélica. Los alemanes, que hasta ayer habían sido condenados
como fascistas por marchar sobre Polonia, eran llamados ahora
“cobardes” por organizar largas marchas de paz.
Washington promovió una docena de resoluciones de condena a Iraq a
través del Consejo de Seguridad, con severas sanciones económicas y la
“autorización” para comenzar la guerra. Sólo Cuba y Yemen votaron

44 The Gallup Poli: Public Opinión 1989. Wilmington, Delawere, 1990 (publicado en 1991).
45 Aparece reportado en muchos lugares, ver entre otros: Wall Street Journal, 14 de enero de
1991, p. 14; revista Fortune, New York, 11 de febrero de 1991, p. 46; Clark, pp. 153-156: Washington
Post, 30 de enero de 1991, p. A30 (en tomo al FMI y al Banco Mundial); Daniel Pipes: “Is Damascus
Ready for Peace?”, en revista Foreign Affairs, New York, otoño de 1991, pp. 41-42 (sobre Siria); Los
Angeles Times, 18 de junio de 1992, p. 1 (sobre Turquía); Elaine Sciolino: The Outlaw State: Saddam
Hussein’s Qu est fo r P ower and the Gulf C risis. John Wiley & Sons, New York, 1991, pp. 237-239 (sobre
China y Rusia).
52. Iraq 1990-1991 567

contra ellas. Cuando el delegado de Yemen recibió algunos aplausos por


su voto negativo a la resolución sobre el uso de la fuerza el 29 de
noviembre, el secretario de Estado James Baker, que presidía la delegación
norteamericana, dijo a los integrantes de la misma: “Espero que haya
disfrutado el aplauso porque este va a ser el voto más caro que haya dado
nunca”. El mensaje llegó a los yemenitas y, en cuestión de días, la pequeña
nación del Medio Oriente sufrió una aguda reducción en la ayuda
norteamericana.46 El secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar,
reconoció que “no era una guerra de Naciones Unidas. El general
Schwarzkopf [comandante de las fuerzas de coalición] no portaba el casco
azul”.47 El control de EE.UU. sobre la ONU movió al comentarista político
británico Edward Pearce a escribir que la ONU “funciona como un
parlamento medieval inglés: consulta, muestra una cortesía ceremonial,
pero conocedor de las divinas prerrogativas, murmura y da su
consentimiento”48
Muy pronto el problema principal en EE.UU. fue determinar cuánto
habría que esperar por el efecto de las sanciones antes de recurrir al uso
directo de la fuerza. La administración y sus partidarios insistían en que se
le estaba dando oportunidad a Hussein de encontrar una salida pacífica
salvadora del hueco en el que se había metido. Pero el hecho era que cada
vez que el presidente Bush hacía algún tipo de oferta al líder iraquí, la
misma implicaba un insulto y nunca se ofreció ni el más mínimo
reconocimiento de que podía haber alguna validez en las reclamaciones
de Iraq.49 En verdad, Bush había planteado que la invasión de Kuwait había
ocurrido “sin mediar provocación”. 50 La retórica del presidente se hacía
cada vez más cáustica y exagerada, estaba llevando el asunto a un nivel
personal, demonizaba a Saddam, como había hecho con Noriega, tal como
Reagan había hecho con Khadafi, como si estos extranjeros no tuvieran
orgullo o capacidad de razonamiento al igual que los norteamericanos. Los
Angeles Times lo presentó de esta forma:
Poco después de la invasión iraquí [...] Bush comparó cuidadosamente la
agresión de Iraq con la de Alemania a Polonia que inició la Segunda Guerra
Mundial. Pero no llegó a comparar a Saddam Hussein con Hitler. Esa cautela
saltó por la ventana el mes pasado, cuando Bush no sólo comparó a Hussein
con Hitler, sino que amenazó con juicios al estilo Núremberg por crímenes de

46 Sciolino, pp. 237-238. Las palabras exactas de Baker difieren ligeramente en varias de las

fuentes que reportan el incidente; tampoco hay coincidencia en si lo dijo en voz alta o no; el monto
de la ayuda que se retiró a los yemenitas también se da con diferencias, en este caso notables.
47 Los Angeles Times, 4 de mayo de 1991, p. 8.
48 The Guardian, Londres, 9 de enero de 1991.
49 Para un análisis del método de negociación de la administración Bush, ver John E. Mack y Jeffrey

7... Rubín: “Is This Any Way to Wage Peace?”, en Los Angeles Times, 31 de enero de 1991; ver también
la edición del 1ro. de octubre de 1990, p. 1, y la del 2 de noviembre de 1990, p. 18.
50 New York Times, 9 de agosto, p. 15.
52. Iraq 1990-1991 568

guerra. Por último, la semana pasada Bush fue más lejos, al sostener que el
líder iraquí es peor que Hitler porque los alemanes nunca utilizaron a
ciudadanos norteamericanos como “escudos humanos” en sus instalaciones
militares.

Después de esta trivialización del Holocausto. Bush llegó a alertar que


cualquier aceptación de una agresión incontrolada “podía llevara la guerra
mundial mañana”. Uno de sus propios funcionarios comentó: “Va a tener
que controlar su discurso”.51
Saddam Hussein no podía menos que advertir que al apoderarse de
todo Kuwait —sin mencionar el saqueo y pillaje cometidos— había
mordido más de lo que podía masticar. A principios de agosto y luego en
octubre, envió señales de su disposición a retirar las fuerzas iraquíes del
país a cambio del control del yacimiento de Ruinada, la garantía de acceso
al Golfo Pérsico, el levantamiento de las sanciones y la solución del
problema de los precios del petróleo. 52 También comenzó a liberar a
algunos de los numerosos extranjeros que tuvieron la mala suerte de estar
e n Iraq o Kuwait en el momento equivocado. A mediados de diciembre se
puso en libertad al último de ellos. Un poco antes en ese mismo mes, Iraq
comenzó a trazar una nueva frontera entre Iraq y Kuwait, lo que podía
haber representado la renuncia a conservar a Kuwait como parte de su
territorio, aunque el significado real no era del todo claro. 53 A principios
de enero enviaría, como veremos, su signo de paz más importante. Pero
la administración Bush no respondió de forma positiva a ninguna de estas
acciones. Tras la oferta de Saddam en agosto, el Departamento de Estado
negó “categóricamente” que la misma hubiera sido hecha siquiera, pero
luego la Casa Blanca lo confirmó. 54 Un resumen posterior del Congreso
acerca de este asunto señalaba: “Los iraquíes creyeron al parecer que al
invadir Kuwait tendrían la atención de todo el mundo, negociarían mejoras
para su situación económica y se retirarían [...] una solución diplomática
satisfactoria para los intereses de EE.UU. pudiera muy bien haber sido
posible desde los primeros días de la invasión”. La administración Bush.
añadía el documento del Congreso, quería evitar cualquier solución que
pareciera recompensar la invasión, pero un oficial retirado del ejército,
que actuaba como mediador en las discusiones de agosto, concluyó luego
que la oferta de paz “iba ya contra la estrategia política”. 55
Después de un determinado momento en la consolidación militar

51Los Angeles Times, 6 de noviembre de 1990, p. 4.


52Robert Parry: “The Peace Feeler That Was”, en The Nation, 15 de abril de 1991, pp. 480-482;
Newsweek, 10 de septiembre de 1990, p. 17; Los Angeles Times, 20 de octubre de 1990, p. 6.
53 Wall Street Journal, 11 de diciembre de 1990, p. 3.
54 Newsweek, 10 de septiembre de 1990, p. 17.
55 Parry: op. cit
52. Iraq 1990-1991 569

norteamericana, ¿podía EE.UU. haber dado una oportunidad a la paz


incluso si lo hubiera deseado? El ex secretario asistente de Defensa
Lawrence Korb observó a fines de noviembre que todos los componentes
de la institución defensiva estaban presionando por entrar en acción, para
mostrar su valía, para probar que todavía eran necesarios y asegurar la
continuidad de su financiamiento.
A mediados de enero [...] Estados Unidos tendría más de 400.000 soldados en
el Golfo [en realidad hubo 500.000] de los cinco cuerpos armados (si, incluso
los guardacostas están allí. Eso es 100.000 soldados más de los que tuvimos
en Europa en cualquier momento de la Guerra Fría. El Ejército tendrá con el
tiempo ocho divisiones en el territorio de Arabia Saudita, el doble de lo que
tuvo nunca en Europa [...] dos tercios de la fuerza total de combate del Cuerpo
de Marines [estará allí] [...] La Marina desplegará seis de sus 15 grupos de
portaaviones, dos de sus cuatro escuadras de buques de guerra y uno de sus
dos grupos de anfibios [...] La fuerza Aérea tiene cazas de nueve de sus 24
secciones tácticas en activo [...] al igual que bombarderos [...] Incluso se ha
programado enviar a las reservas [...] El grupo de presión de la reseña ha
reconocido que su futuro financiamiento puede verse amenazado si sus
unidades no participan [...] Tal como cada servicio quiere participar en el
despliegue, ¿no querrán cada uno una parte de la acción efectiva?

¿Y podría resistir el alto mando militar las presiones de cada servicio?,


se preguntaba Korb. ¿Las de la Marina, que había trasladado algunos de
sus portaaviones hacia las estrechas y peligrosas aguas del golfo sólo para
estar más cerca de la acción: los marines que querían demostrar la
continuada viabilidad de la guerra anfibia escenificando un ataque
costero: y el ejército que no podía quedarse detrás mientras la Fuerza
Aérea se llevaba el mérito? 56 No pudieron resistirlas y eso prolongó la
guerra. Los militares y el presidente Bush tendrían su espectáculo masivo
de fuerza, sus juegos de guerra de superaba tecnología y ninguna señal
enviada por Iraq o por algún pací lista podría echarlo a perder. La revista
Fortune, en un ingenuo apoyo a la fortaleza de Bush, resumió más tarde
este período anterior a la guerra de la manera siguiente: “El presidente
Bush y sus hombres trabajaron horas extras para aplastar los pacifistas
independientes en el mundo árabe. Francia y la Unión Soviética, que
amenazaban con dar a Saddan una vía de escape de la jaula que Bush le
construía. Una y otra vez Bush repitió la orden: no negociaciones, no
tratos, no escapes, no recompensas y. específicamente, no vínculos con
una conferencia de paz palestina [una propuesta reiterada de Iraq]”. 57
El 29 de noviembre, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el uso
de “todos los medios necesarios” para obligar a Iraq a evacuar Kuwait si
56 Washington Post, 25 de noviembre de 1990, p. C4.
57 Fortune, artículo citado.
52. Iraq 1990-1991 570

no lo había he cho para el 15 de enero. Durante la Navidad George Bush


escudriñó cada una de las 82 páginas del agónico informe de Amnistía
Internacional acerca de los arrestos, violaciones y torturas llevadas a cabo
por iraquíes en Kuwait. Pasadas las festividades, dijo a su equipo que tenía
su mente clara: “Es blanco y negro, el bien contra el mal. Este hombre
tiene que ser detenido”.58 No se ha informado si Bush leyó alguna vez uno
de los numerosos informes de Amnistía sobre violaciones de los derechos
humanos, y del espíritu, igualmente repulsivas, perpetradas por aliados de
Washington en Guatemala, El Salvador. Afganistán, Angola y Nicaragua. Si
lo hizo, la lectura lo afectó poco pues siguió apoyando a los ofensores.
Amnistía también había estado informando sobre la extrema brutalidad
de Iraq por más de una década, pero sólo unos pocos meses antes de la
invasión de agosto había sido invitada a testificar sobre estos abusos ante
el Senado, pero nada de esto había llenado a George Bush de tan justa
indignación.
A medida que se acercaba el 15 de enero, el mundo contenía el aliento.
¿Sería posible que en cinco meses y medio no pudiera encontrarse un
modo de evitar otra espantosa guerra en este triste planeta? El 11,
diplomáticos árabes en la ONU dijeron que habían recibido informes de
Argelia, Jordania y Yemen, todos con vínculos cercanos con Iraq, de que
Saddam planeaba una iniciativa para los días siguientes al 15 que
expresaría su disposición “en principio” de retirarse de Kuwait a cambio
de garantías internacionales de que Iraq no sería atacado, una conferencia
internacional sobre la situación palestina y negociaciones para resolver las
disputas con Kuwait. Los diplomáticos dijeron que el líder iraquí quería
esperar un día o dos después del plazo para demostrar que no lo hacía por
intimidación. Para EE.UU., con medio millón de soldados en Arabia
Saudita, esto era inaceptable. Saddam Hussein “cruzaría la orilla a
medianoche, el 15 de enero”, dijo el secretario de Estado James Baker, y
no podía esperar salvarse ofreciendo retirar sus tropas de Kuwait después
de esa fecha.59

Las múltiples explicaciones de George Bush


“Nuestros empleos, nuestro modo de vida, nuestra propia libertad, y la
libertad de países amigos alrededor del mundo sufrirán si el control de las
mayores reservas de petróleo caen las manos de ese hombre, Saddam

58 Ibíd.
59 The Guardian, Londres, 12 de enero de 1991, p. 2.
52. Iraq 1990-1991 571

Hussein”. 60 Así habló Bush al pueblo norteamericano. Como observó


Theodore Draper: “Estas razones eran a la vez mundanas e inadmisibles.
Que lo primero en mencionarse fueran los ‘empleos’ sugiere que Bush,
como si estuviera en una campaña política doméstica, buscaba apelar en
primer lugar al bolsillo de los votantes. Era, sin embargo, una razón tosca
y peculiar para ir a la guerra, si se viene al caso, al otro lado del mundo”. 61
Durante todo el proceso de preparación para la guerra, durante la
guerra y después de ella, nadie estuvo seguro de entender por qué Bush
había intervenido en el Golfo Pérsico, para luego conducir a EE.UU. a la
guerra. Congresistas, periodistas, editores, ciudadanos comunes pedían
continuamente, a veces casi en tono de súplica, que el presidente
explicara sus motivos de manera clara y definida, y sin entrar en
contradicción con lo que había dicho la semana anterior (los economistas
e intelectuales de los tanques pensantes encontraron difícil en lo
profesional admitir su incertidumbre, y por ello terminaron escribiendo
montones de galimatías con ropaje académico). La confusión general
movió al Wall Street Journal a convocar a un grupo de “votantes” para
discutir estos temas. “Están confusos acerca de lo que ocurre y piden a
gritos más información”, reportó el periódico acerca de los participantes.
“Y se sienten intranquilos al percibir que Mr. Bush parece cambiar su
razonamiento cada día”. Uno de los participantes dijo: “Hasta ahora ha
sido como las 10 Razones Principales para Estar Allí de David Letterman.
Hay un cuento diferente por semana más o menos”.62
Al ocurrir los hechos en el Golfo Pérsico, se tendía a pensar que el oro
líquido tenía bastante, si no todo, que ver con el conflicto. Esto, sin
embargo, es una tesis que no se sostiene con las circunstancias
inmediatas. El abastecimiento no era un problema —el Departamento de
Energía reconocía que no había escasez de petróleo, y Arabia Saudita y
otros países aumentaron su producción para reemplazar el petróleo que
no producían Iraq y Kuwait, el cual, en cualquier caso, sólo representaba
5% del consumo estadounidense. Había todo un mundo dispuesto a
entregar más petróleo, desde México hasta Rusia, al igual que las grandes
reservas norteamericanas. Esto indica las dificultades que enfrentaría un
solo productor —fuese Hussein o cualquier otro que tratara de controlar
o dominar el mercado, lo que nos lleva a la pregunta: ¿qué haría un país
como ese con todo el petróleo, bebérselo? Hacia diciembre se reportaba
que la “OPEP está bombeando petróleo al más alto nivel desde principios
del verano y, a menos que una guerra en el Medio Oriente afecte los

60 Theodore Draper: “The True History of the Gulf War'\ en The New York Review of Books, 30 de
enero de 1992, p. 41.
61 Ibíd.
62 Wall Street Journal, 21 de noviembre de 1990, p. 16.
52. Iraq 1990-1991 572

abastecimientos, la perspectiva es otra vez una inundación petrolera y


precios extremadamente bajos”. 63
En cuanto al precio del combustible: ¿querían los petroleros como Bush
y Baker y los deprimidos estados productores en EE.UU. que bajara o
subiera? Podrían formularse ventajas en cualquiera de las dos hipótesis
(en enero de 1990, EE.UU. pidió a Saddam en secreto que tratara de elevar
el precio del petróleo de la OPEP a 25 dólares el barril). 64 Y ¿sería fácil para
Washington poder controlarlo en una situación caótica? Por lo general el
precio del petróleo fluctúa regularmente, a veces en forma abrupta como
entre 1984 y 1986 cuando el barril pasó de cerca de treinta dólares a
menos de diez, a pesar de la guerra que se libraba entre Irán e Iraq que
redujo la producción en ambos países. Ahora bien, este análisis de las
circunstancias inmediatas no toma en cuenta la influencia sostenida y
poderosa de la “mística del petróleo” sobre el pensamiento de los
estrategas políticos de Washington. Si Bush estaba buscando una “crisis”
para impresionar al Congreso con la peligrosidad del mundo en que
vivimos, el efecto deseado se conseguiría con mucha más rapidez si el
conflicto involucraba a dos de los mayores productores de petróleo en el
mundo que si se trataba de Bolivia atacando a Paraguay o Ghana
ocupando a Costa de Marfil. El comentario del presidente acerca del modo
de vida norteamericano y la libertad de todos refleja la importancia de vida
o muerte que él y otros políticos conceden públicamente al petróleo (lo
que realmente sienten y piensan en cada caso es algo que no podemos
saber). Un poco antes en ese mismo año, el director de la CIA William
Webster había dicho al Congreso que el petróleo “continuaría teniendo un
impacto importante en los intereses norteamericanos” porque “la
dependencia occidental del petróleo del Golfo Pérsico se elevaría
dramáticamente” en la década siguiente, mientras que el general
Schwarzkopf, que tenía vínculos de toda la vida con el Medio Oriente,
testificó: “El petróleo del Medio Oriente es vital para Occidente. Nos
mueve hoy, y siendo el 77% de las reservas conocidas del Mundo Libre,
nos moverá cuando el resto del mundo se haya quedado seco [...] Se
estima que en 20 a 40 años EE.UU. habría agotado prácticamente sus
reservas de petróleo económicamente disponibles, mientras que la región
del Golfo Pérsico tendrá todavía 100 años más de explotación de sus
reservas”. 65 En realidad no era 77 sino 69% de las reservas en aquel

63 New York Times, 3 de agosto de 1990, p. 9; 12 de agosto, p. 1; Los Angeles Times. 17 de

noviembre de 1990, p. 14; Wall Street Journal, 3 de diciembre de 1990, p. 3.


64 The Observer, Londres, 21 de octubre de 1990.
65 Testimonio de Webster el 23 de enero de 1990, y de Schwarzkopf el 8 de febrero de 1990 ante

el Comité de Servicios Armados del Senado, recogidos en “Threat Assessment; Military Strategy; and
Operational Requirements”, pp. 60 y 586, 594 respectivamente.
52. Iraq 1990-1991 573

momento, y ya que la antigua URSS pasó a formar parte del “Mundo


Libre”, es mucho menos. 66 También debe destacarse que la predicción del
buen general para EE.UU. es bastante especulativa, y el término
“económicamente disponibles” es una referencia a que las reservas
domésticas estadounidenses son más costosas de explotar que las del
golfo. Pero esto es simplemente un problema de ganancias, no de
abastecimiento. Además, debe considerarse en la ecuación el amplio
potencial de fuentes de energía alternativas.
En ese momento. EE.UU. —supuestamente en pánico porque el
abastecimiento de petróleo del golfo estaba en peligro— recibía cerca de
11% de su combustible de esa región, mientras que Japón obtenía de allí
62% de su consumo y Europa 27%, y ninguno estaba muy agitado, con
excepción de Margaret Thatcher, que echaba espuma por la boca cada vez
que aparecía el tema de Saddam y su antigua colonia Iraq.67 La cifra para
Alemania era cerca de 35%, sin embargo Washington tuvo prácticamente
que retorcer los brazos de Bonn y Tokio para lograr que apoyaran la
guerra. Los dos países bien podían haber estado recelosos en ayudar a
EE.UU. a adquirir mayor influencia y control sobre la región petrolera. El
abrazo oficial de Washington a la mística del petróleo ha da do lugar a una
política duradera que el analista político Noam Chomsky expresó de la
manera siguiente: “Ha sido una doctrina principal y guía de la política
exterior norteamericana desde los años 40 que los enormes e inigualados
recursos energéticos de la región del golfo sean dominados de manera
efectiva por Estados Unidos y sus clientes y, de modo esencial, que
ninguna fuerza indígena independiente tenga una influencia de peso en la
administración de la producción y el precio del petróleo”. 68 Esto no ha
implicado siempre el uso de la fuerza. En 1973 cuando la OPEP,
encabezada por Arabia Saudita, utilizó un alza sustancial de los precios y
un boicot petrolero en el intento de obligar a Washington a presionar a
Israel para que se retirara de los territorios recientemente ocupados.
EE.UU. no inició, ni amenazó siquiera, con una invasión. El asunto fue
resuelto en intensas negociaciones diplomáticas sin disparar un tiro. Lo
que salvó a los estados de la OPEP de un destino violento puede haber sido
la combinación de la guerra de Vietnam, que todavía pesaba sobre
Washington, y la crisis política que enfrentaba la administración Nixon por
el escándalo de Watergate.

66 Basic Petroleum Data Book, American Petroleum Institute, Washington, septiembre de 1990,

Sección II, Tabla la, cifras de 1989: Medio Oriente: quinientos setenta y dos mil millones de barriles de
reserva; “Mundo Libre”: ochocientos veinticuatro mil millones, URSS: ochenta y cuatro mil millones.
67 “Threat Assessment; Military Strategy; and Operational Requirements”, p. 600, para cifras de

1989.
68 Hablaba en el programa McNeil-Lehrer News Hour, 11 de septiembre de 1990.
52. Iraq 1990-1991 574

Además de vahas tempranas advertencias sobre las severas


consecuencias económicas que la invasión iraquí podía tener para EE.UU.
—lo que nunca ocurrió— Bush alertó de una suerte todavía peor si Iraq se
apoderaba de Arabia Saudita. La explicación del peligro que corrían los
sauditas era más difícil aún. Iraq nunca tuvo planes contra ese país, como
puede demostrarse con sólo mirar el mapa: la frontera que une ambas
naciones es bastante larga y los iraquíes no tenían necesidad de atravesar
Kuwait para atacar a Arabia Saudita, y si hubieran pensado hacerlo,
podrían haber avanzado dentro de ese territorio sin oposición alguna
prácticamente durante las tres semanas siguientes a la invasión de Kuwait,
tal como reconoció luego el general Colín Powell. 69 Los funcionarios de la
administración Bush admitieron de hecho que ni la CIA ni la Agencia de
Inteligencia de la Defensa pensaron que era probable que Iraq invadiera
Arabia Saudita.70 Los sauditas mismos tampoco lo pensaban hasta que el
secretario de Defensa, Cheney, voló a Riad el 5 de agosto y comunicó
personalmente al rey Fahd que su país estaba en un gran peligro potencial
y necesitaba desesperadamente una gran cantidad de fuerzas militares,
norteamericanas para defenderlo. 71
Bush dejó de utilizar el argumento del petróleo cuando fue acusado de
estar tratando simplemente de defender los intereses de la industria
petrolera. En octubre fue interrumpido mientras pronunciaba un discurso
por gritos de “¡Señor Presidente, traiga a nuestros soldados de regreso!
¡No más sangre por petróleo!” A lo cual Bush replicó, mientras los autores
de los gritos eran sacados del lugar: “Ustedes saben, algunas gentes nunca
entienden lo que se dice. La pelea no es por el petróleo. La pelea es por
una agresión descarnada que no toleraremos”. Un mes después, si no
antes, el presidente comenzó a jugar nuevamente la carta del petróleo
vinculando la seguridad económica de Norteamérica a la de Arabia
Saudita. Poco después regresó al “graves perjuicios que sufren cada día”
la economía estadounidense y la internacional por la afectación de los
mercados petroleros.72
En cuanto a la agresión descarnada de Iraq —un comentario que
requería de una memoria muy selectiva al venir de un Gobierno poseedor
de todos los récords modernos de agresión internacional, descarnada o de
otro tipo, y de un hombre que, menos de un año antes, había invadido
abiertamente a Panamá— tanto Siria como Israel habían invadido al
Líbano y todavía ocupaban grandes porciones de su territorio, e Israel

69 Draper, p. 41
70 Judith Miller y Laurie Mylroie: Saddam Hussein and the Crisis in the Guif. Times Books, New York,
1990, p. 192.
71 Bob Woodward: The Command ers. Simón & Schuster, New York, 1991, pp. 263-273.
72 Los Angeles Times, 17 de octubre de 1990; 17 de noviembre, p. 14; 1ro. de diciembre, p. 5.
52. Iraq 1990-1991 575

había bombardeado a Beirut sin misericordia durante el proceso, sin que


Washington adelantara ni siquiera una amenaza de guerra. Saddam
Hussein, preguntándose quizás cuándo habían cambiado las reglas, dijo a
EE.UU.: “Ustedes hablan de un Iraq agresivo [...] si Iraq fue agresivo en la
guerra con Irán, ¿por qué ustedes hablaban [con nosotros] entonces?” 73
Durante la épica lucha de Iraq contra el ayatolah Khomeini, EE.UU. hizo,
por supuesto, mucho más que hablar con Bagdad. Washington —que
escogió a Iraq como el mal menor ante el extremismo chiita— fue el
responsable de que enormes cantidades de armamentos, entrenamiento
militar, sofisticada tecnología, información de satélites espías y miles de
millones de dólares llegaran a las manos de Hussein, que fue también
apoyado por Kuwait y Arabia Saudita, preocupados por entonces de que
la orientación antimonárquica de Irán pudiera extenderse a sus propios
reinos. De hecho, hay evidencias de que Washington alentó a Iraq a atacar
a Irán y encendió la chispa de la guerra.74 Y durante el período de apoyo
norteamericano a Hussein, este era el mismo odioso, represivo y bestial
déspota que fue luego bajo el fuego de la retórica moralista
estadounidense. De manera similar, la ONU no condenó en aquel caso la
invasión de Iraq, ni impuso sanción económica o hizo exigencia alguna, al
fallar la presión de Washington. Incluso a pesar de que oficialmente había
prohibido la venta de armas a cualquiera de las partes, EE.UU. abasteció
en secreto a ambos. La otra “oveja negra” de la región, el ayatolah, recibió
armas e información de inteligencia sobre Iraq durante la guerra, a fin de
fortalecer la capacidad de los dos países de hacerse daño mutuamente y
detener su desarrollo como naciones del Medio Oriente.
En contraste con el enemigo Iraq estaban los dos “aliados” actuales:
Arabia Saudita y Kuwait. Aunque Washington no alborotaba mucho acerca
de las “virtudes” de ninguno, la política oficial fue siempre que EE.UU.
tenía un compromiso de principios con defender al primero y liberar al
segundo. Y no se trataba de ¡nocentes. Arabia Saudita exhibía con
regularidad una extrema intolerancia religiosa, arrestos extrajudiciales,
torturas y azotes. 75 También practicaba la discriminación de sexo y la
sistemática represión a las mujeres, sus trabajadores extranjeros estaban
sometidos a un régimen de esclavitud, el adulterio era condenado con el
apedreamiento y se amputaban las manos a los ladrones. A los capellanes
norteamericanos estacionados en el país se les pidió eliminar las cruces y

73 The Guardian, Londres, 12 de septiembre de 1990, p. 7.


74 Ver, entre otros, artículo de Christopher Hitchens en Harper’s Magazine, enero de 1991, p. 72:
Dilip Hiro: The Longest War: The iran-iraq Military Confíict. Londres, 1989, p. 71. La posición de EE.UU.
tenía que ver con los rehenes mantenidos en la Embajada estadounidense en Teherán.
75 Saudi Arabia: Religious Intolerance: The Arrest, Detention and Torture of Christian Worshippers

and Shi’a Muslims. Informe de Amnistía Internacional, New York, 14 de septiembre de 1993.
52. Iraq 1990-1991 576

estrellas de David de sus uniformes y nombrarse a sí mismos “oficiales


morales”. 76 Kuwait, curiosamente, era de una marcada tendencia
antinorteamericana en su política exterior. 77 Aunque más avanzado
socialmente que Arabia Saudita (pero menos que Iraq), era regido como
una oligarquía elitista por una familia, que clausuró el Parlamento en 1986,
no permitía partidos políticos y prohibía las críticas al emir gobernante; no
más de 20% de la población poseía algún derecho político. Cuando el país
fue devuelto a sus legítimos dictadores, los mismos se comportaron
brutalmente con sus obreros extranjeros, arrestándolos y sometiéndolos
a juicio durante varios meses, con escuadras de fusilamiento ejecutando a
numerosas personas. Amnistía Internacional informó que “la tortura a
detenidos políticos era una rutina generalizada”, y que al menos ochenta
prisioneros “desaparecieron” durante su detención. Los blancos de la
campaña, que tuvo lugar en presencia de miles de soldados
norteamericanos, eran en primer lugar los acusados de colaborar con los
iraquíes, aunque esto era algo en lo que no habían tenido opción, y
aquellos que estaban involucrados en un naciente movimiento pro
democracia. Además, unos cuatrocientos iraquíes fueron obligados a
regresar a su patria a pesar del temor de los mismos de ser torturados o
asesinados allí.78
La élite de la región no mostró mucha gratitud por todo lo que Bush
decía que EE.UU. hacía por ellos. Un funcionario del golfo afirmó: “¿Usted
cree que yo quiero enviar a mi hijo adolescente a morir por Kuwait?”
Chasqueó la lengua y agregó: “Para eso tenemos a nuestros esclavos
blancos de Norteamérica”. Un maestro Saudita lo explicó así: “Los
soldados norteamericanos son un nuevo tipo de trabajadores extranjeros
aquí. Tenemos a paquistaníes conduciendo los taxis y ahora tenemos a los
norteamericanos defendiéndonos”. Al explicar la ausencia de gratitud
expresa por parte de los dirigentes del golfo, un diplomático yemenita
dijo: “Muchos de los gobernantes del golfo simplemente no sienten que
tienen que dar las gracias a quienes han contratado para que peleen por
ellos”.79 Aparte de otras cosas, los árabes son muy sensibles a la matanza
de musulmanes y árabes como ellos por parte de extranjeros, al igual que
a la presencia militar foránea en su territorio, un recordatorio de un siglo
de colonialismo blanco occidental.
Bush también alertó que Iraq constituía una amenaza nuclear. Era

76 Miller y Mylroie, pp. 220, 225; Denis McShane: “Working in Virtual Slavery”, en The National de

marzo de 1991.
77 Draper, p. 38, ofrece detalles.
78 Ver, como una pequeña muestra, Los Angeles Times. 7, 13 y 17 de marzo de 1991; 12 de junio

1991 y 10 de julio de 1992.


79 Las tres citas aparecen en Arthur Schlesinger Jr.: “White Slaves in the Persian Gulf”, en Wall

Street Journal, 7 de enero de 1991, p. 14.


52. Iraq 1990-1991 577

cierto. Pero lo mismo ocurría con EE.UU., Francia, Israel y cualquier otro
país que tuviera armas nucleares. Por otro lado, según los expertos
norteamericanos, británicos e israelíes, a Iraq le tomaría entre cinco y diez
años tener la capacidad de construir y utilizar armas nucleares.80 No es
probable que el propio presidente creyera que había tal peligro; su alerta
se produjo sólo después de una encuesta que mostró que una pluralidad
de norteamericanos sentían que el argumento más persuasivo para ir a la
guerra sería el de evitar que Iraq desarrollara armas nucleares.81
Otro factor no mencionado por Bush como razón para la intervención,
pero que, de hecho, tuvo probablemente un papel importante, fue el
deseo del Pentágono de hacer o reforzar sus acuerdos con los países de la
región del golfo para garantizar la continuidad de la presencia militar
norteamericana, y al parecer hubo grandes progresos en este aspecto.82 El
general Scwarzkopf había dicho antes al Congreso que la “presencia
estadounidense” en el golfo era uno de los tres pilares de la estrategia
militar general, junto con la asistencia de seguridad y los ejercicios
combinados, todo lo cual llevaba a un “acceso” importante, lo cual puede
tomarse como un eufemismo para designar influencia y control. 83
Terminada la guerra, se reveló la existencia de una red de “superbases” de
sistemas de comunicación militar en Arabia Saudita. Su construcción por
EE.UU. durante diez años en el mayor secreto había costado doscientos
mil millones de dólares pagados por los sauditas: su indispensable uso
durante la Guerra del Golfo puede explicar por qué Bush acudió tan rápido
en defensa de Arabia Saudita, aunque la misma no estuviera amenazada. 84

“Deténganme antes de que mate nuevamente”


Josef Stalin estudió para sacerdote, Adolfo Hitler era vegetariano y
contrario al vicio de fumar, Hermán Goering —mientras su Luftwaffe
sembraba la muerte en toda Europa— tenía un letrero en su oficina que
decía: “Quien tortura a los animales lastima los sentimientos del pueblo
alemán”. Elie Wiesel llamó a esto el gran descubrimiento de la guerra:
Adolf Eichmann era un hombre culto, de amplias lecturas y tocaba el violín;
Mussolini también tocaba el violín; Charles Manson era un declarado

80 New York Times, 18 de noviembre de 1990, p. 1.


81 Sciolino, pp. 139-140.
82 Los Angeles Times. 7 de mayo de 1991, p. 16: 6 de septiembre de 1991, p. 17; Clark, p. 92,

enumera ocho países con los cuales Washington hizo este tipo de arreglos.
83 Threat Assessment; Military Strategy: and Operational Requirements”, pp. 589-590.
84 Scott Armstrong: “Eye of the Storm”, en Mother Jones, noviembre-diciembre 1991, pp. 30-35,

75-76.
52. Iraq 1990-1991 578

opositor a la vivisección, etc. Hemos visto que después de haber ordenado


el bombardeo en Panamá, Bush dijo que su “corazón iba hacia las familias
que habían muerto en Panamá”, y cuando se le preguntó si valía la pena
enviar gente a la muerte por atrapar a Noriega, respondió: “[...] cada vida
humana es preciosa, y sin embargo debo responder sí, valía la pena”.
Acerca de Iraq, afirmó: “La gente me dice: ‘¿Cuántas vidas? ¿Cuántas vidas
puedes pagar?’ Cada una es preciosa”. 85 Justo antes de ordenar el inicio
de la guerra contra Iraq en enero, Bush rezó y las lágrimas corrieron por
sus mejillas. Más tarde dijo: “Pienso que, como muchos otros que han
tenido cargos de responsabilidad al enviar a los hijos de otros a la muerte,
comprendemos que al rezar lo que importa es qué le podría parecer a
Dios”.86 A uno se le ocurre que Dios podría haber preguntado a George
Bush acerca de los niños iraquíes, y de los adultos, y, de una forma
malhumorada y más bien impropia de su divinidad, podría haberlo
conminado: “¡Así es que deja ya de desperdiciar todas esas preciosas
vidas!”
Tanques con gradas acopladas avanzaron junto a las trincheras,
disparando a los soldados iraquíes dentro de ellas mientras las gradas los
cubrían con grandes montañas de arena. Miles fueron sepultados
muertos, heridos o vivos. 87 Las fuerzas norteamericanas dispararon a los
iraquíes después de que estos habían levantado banderas blancas de
rendición. El comandante de la Marina que dio la orden de abrir fuego no
fue castigado. 88 El bombardeo destruyó dos reactores nucleares en
operación en Iraq. Era la primera vez que se bombardeaban reactores
activos, y eso podía haber sentado un peligroso precedente: había pasado
poco más de un mes desde que la ONU, bajo cuyo mandato se suponía que
operaba EE.UU., había aprobado una resolución que reafirmaba la
“prohibición de ataques militares sobre instalaciones nucleares” en el
Medio Oriente.89 Diversas industrias químicas, incluidas fábricas de armas
y supuestas plantas de armas biológicas, fueron también blanco de
bombas norteamericanas. El general Scwarzkopf anunció entonces que
habían sido muy cuidadosos al seleccionar los medios de destrucción de
las mismas, al igual que los de las instalaciones nucleares y sólo “después
de muchos consejos de gran cantidad de científicos muy, muy
destacados”, y que estaban “99,9%” seguros de que no había habido

85 Los Angeles Times, 1ro. de diciembre de 1990, p. 1.


86 Ibíd., 7 de junio de 1991, pp. 1, 30.
87 Ibíd., 12 de septiembre de 1991, p. 1; Washington Post. 13 de septiembre de 1991, p. 21; esto

ocurrió los días 24 y 25 de febrero de 1991.


88 Los Angeles Times, 12 de junio de 1991, p. 1; 26 de septiembre, p. 16; ocurrió el 18 de enero de

1991.
89 Resolución de la Asamblea General de la ONU: “Establecimiento de una zona libre de armas

nucleares en la región del Medio Oriente”. 4 de diciembre de 1990. Epígrafe Nº 45l52.


52. Iraq 1990-1991 579

“contaminación”. 90 Sin embargo, científicos y ambientalistas europeos


detectaron rastros de agentes químicos liberados por las bombas, al igual
que precipitaciones de desechos químicos y vapores tóxicos, también
ocasionados por los ataques aéreos, que estaban provocando la muerte a
veintenas de civiles. 91 El Gobierno norteamericano y los medios se
burlaron mucho de una denuncia de los iraquíes —obviamente
propaganda, decían— de que una instalación de armas biológicas era en
realidad una fábrica de alimentos para niños. Pero resultó que el Gobierno
de Nueva Zelanda y varios empresarios de allí que habían tenido contacto
con la fábrica confirmaron categóricamente lo dicho por Iraq. 92
Estados Unidos también hizo amplio uso de proyectiles de uranio
empobrecido, cohetes y misiles que dejaron toneladas de material
radioactivo y tóxico sobre Kuwait e Iraq. En un informe secreto en abril de
1991, la Jefatura de Energía Atómica del Reino Unido alertó que “si el
uranio empobrecido entra en la cadena de alimentación o en la del agua,
esto crearía potenciales problemas de salud”. El uranio-238 utilizado en
estos proyectiles puede causar cáncer y defectos genéticos si es inhalado.
El uranio es también químicamente tóxico, puede causar grave
envenenamiento por metales o daños al hígado y a l pulmón en caso de
inhalación. Los soldados iraquíes, atrapados en sus bunkers durante los
asaltos, eran envenenados por nubes de pobo radioactivo de manera casi
ineludible.93
La población civil sufrió mucho el efecto de las bombas. Middle East
Wacht, organización de derechos humanos, elevó pruebas de numerosos
casos de bombardeos a casas, mercados, puentes con peatones y
vehículos civiles... casi siempre de día, sin que hubiera ningún objetivo del
Gobierno o del ejército en los alrededores, ni siquiera armas antiaéreas. 94
El 12 de febrero el Pentágono anunció: “Prácticamente todo lo militar
[...] se encuentra o bien destruido o inhabilitado para el combate”, 95 sin
embargo al día siguiente se produjo un ataque aéreo deliberado a un
refugio de civiles que mató a unos mil quinientos de ellos, en gran parte

90 New York Times. 24 de enero de 1991, p. 11; 31 de enero, p. 12 : Los Angel es Times. 26 de enero
de 1991, p. 6.
91 Clark, pp. 97-98; Comité del Senado sobre Situación de los Veteranos: “Is Military Research

Hazardous to Veterans Health? Lessons from the Persian Gulf, 6 de mayo de 1994, pp. 5-6.
92 Revista Peacelink, Hamilton, Nueva Zeland a, marzo de 1991, p. 19; Washington Post, 8 de

febrero de 1991, p. 1.
93 Clark, pp. 98-99. El informe de la Jefatura de Energía Atómica del Reino Unido fue obtenido y

publicado por The Independen! Londres.


94 Neediess Deaths in the Gulf War: Civilian Casualties During the Air Campaign and Violations of

the Laws of War, informe del Middle Easl WalchlHuman Rights Watch, de EE.UU. y Gran Bretaña,
noviembre 1991, pp. 95-111,248-272.
95 Washington Post, 13 de febrero de 1991, p. 22, cita al contralmirante Mike Connell, director de

inteligencia del Estado Mayor Conjunto.


52. Iraq 1990-1991 580

mujeres y niños. A esto siguieron bombardeos significativos de diversas


partes de Iraq cada día de las dos semanas restantes de la guerra, incluido
lo que fue reportado el 18 por The Guardian de Londres como “uno de los
más feroces ataques [de la coalición] sobre el centro de Bagdad”. 96 ¿Qué
propósito cumplían los bombardeos pasado el 12 de febrero?
Estados Unidos dijo que el refugio era para altos dirigentes, lo cual
había sido cierto en un momento dado, y alegó que también era utilizado
como centro de comunicaciones militares, pero los vecinos insistían en
que la vigilancia aérea continuada del lugar tenía que haber advertido el
tránsito diario de niños y mujeres hacia el mismo. 97 Reporteros
occidentales dijeron que no habían encontrado señales de utilización
militar.98 Un periodista norteamericano en Jordania escribió después de
haber visto cintas de video sin editar sobre el desastre, que nunca fueron
mostradas al público estadounidense: “Mostraban escenas de una
carnicería increíble. Casi todos los cuerpos estaban carbonizados, en
algunos casos el calor había sido tan grande que extremidades completas
se habían desprendido y achicharrado [...] Los rescatadores se
desmayaban de horror y dejaban caer los cuerpos; otros vomitaban por el
hedor de los cuerpos todavía humeantes”. 99 El vocero de la Casa Blanca
dijo después del bombardeo al refugio, que era “un objetivo militar [...] No
sabemos por qué había civiles en ese lugar, pero sabemos que Saddam
Hussein no comparte el valor que damos a la santidad de la vida”. 100 Al ser
criticado por la campaña de bombardeos, Bush afirmó: “Me preocupa el
sufrimiento de los inocentes”.101
La paralización del sistema eléctrico multiplicó en escala geométrica el
horror cotidiano que vivía el pueblo iraquí. Como país moderno, Iraq
dependía de la electricidad para servicios esenciales como la purificación
del agua y su distribución, tratamiento de los residuales, funcionamiento
de hospitales y laboratorios médicos, así como la producción agrícola. Los
daños causados por las bombas exacerbaron las carencias ya provocadas
por el embargo impuesto por EE.UU. y la ONU, hizo descender el
suministro eléctrico a 2 o 3% del nivel anterior a la guerra; el
abastecimiento de agua bajó a 5%; la producción de petróleo era

96 The Guardian, Londres. 20 de febrero de 1991, p. 1, titulado: “Bombs rock capital as allies deliver

terrible warning”.
97 Needless Deaths..., pp. 128-147; Clark, pp. 70-72, para u na explicación del número de 1.500 y

para una descripción impactante de la carnicería y el horror.


98 “The Gulf War and its Aftermath”, en The 1992 Information Please Almanac, Boston, 1992, p.

974.
99 Lauric Garrett (escritora de temas médicos para Newsday): “The Dead”, en Columbia Journalism

Review, New York, mayo-junio de 1991, p. 32.


100 Needtess Deaths..., p. 135.
101 Los Angeles Times, 18 de febrero de 1991, p. 11.
52. Iraq 1990-1991 581

despreciable: el sistema de distribución de alimentos estaba


prácticamente destruido, el sistema de drenaje colapso y las casas se
vieron inundadas por las aguas residuales: pronto la gastroenteritis y la
desnutrición extrema prevalecieron.102
Dos meses después del final de la guerra, un equipo de salud de la
Universidad de Harvard visitó las instalaciones sanitarias en varias
ciudades iraquíes. Sobre la base de su estudio, el grupo hizo un pronóstico
conservador de que “al menos 170.000 niños menores de cinco años
morirán en el próximo año por los efectos retardados” de la destrucción
de la generación eléctrica, el combustible y la transportación: “también es
probable un gran incremento en la mortalidad del resto de la población.
La causa inmediata de la muerte en la mayoría de los casos serán las
infecciones por aguas en mal estado en combinación con la desnutrición
severa”.103 Un miembro del grupo de Harvard, que luego participó en otro
equipo investigativo en Iraq, testificó ante el Congreso: “Los niños juegan
en los basureros acumulados en las calles [...] Dos sicólogos infantiles de
renombre mundial señalaron que los niños en Iraq eran ‘los más
traumatizados que se han descrito nunca’.”104
A pesar de las reiteradas declaraciones de las autoridades
norteamericanas acerca del cuidado en bombardear sólo objetivos
militares, con la utilización de “bombas inteligentes” y proyectiles guiados
por láser, se sabe ahora que esto era poco más que una maniobra
propagandística, al igual que el referirse a todo este sufrimiento como
“daños colaterales”. Después de la guerra, el Pentágono admitió que
instalaciones no militares habían sido atacadas por razones políticas. 105
Abarcadores estudios gubernamentales después de la Segunda Guerra
Mundial han concluido que “el miedo a las enfermedades y penurias
impuestas por la falta de instalaciones sanitarias iban destinadas a ejercer
un efecto desmoralizante en la población civil”, y que hubo una
“impactante correlación de dependencia” entre la destrucción de los
servicios públicos y la disposición de la población alemana a aceptar la
rendición incondicional.106 En el caso iraquí había otra motivación más: se
alentó a los desesperados ciudadanos a rebelarse y derrocar a Saddam

102 Needtess Deaths..., pp. 171-193. Ver también Clark, pp. 59-72.
103 Washington Post, 23 de junio de 1991, p. 16; Los Angeles Times, 21 de mayo de 1991, p. 1;
Needtess Deaths..., pp. 184-185. El Informe del Equipo de Estudio de Harvard analiza la metodología
por la cual se determinó la cifra de 170.000.
104 Testimonio de Julia Devin, miembro del Comité Coordinador para el Equipo de Estudio

Internacional (87 investigadores de la salud y el ambiente que visitaron Iraq en agosto de 1991), ante
el Grupo de Trabajo Internacional del Comité Selecto de la Cámara sobre el Hambre, 13 de noviembre
de 1991, p. 40.
105 Washington Post, 23 de junio de 1991, pp. 1 y 16.
106 Needtess Deaths..., pp. 177-180.
52. Iraq 1990-1991 582

Hussein. Un estratega de la Fuerza Aérea afirmó: “A grandes rasgos


queríamos que la gente supiera: ‘Desháganse de este tipo y estaremos
más que felices en ayudarlos a reconstruir. No vamos a tolerar a Saddam
Hussein o a su régimen. Arreglen eso y les arreglaremos la electricidad’.”107
Los que trataron de escapar al horror de las bombas en Iraq huyendo a
Jordania fueron sometidos a ataques aéreos en la carretera que conducía
a la frontera: autobuses, taxis y autos privados fueron reiteradamente
golpeados, sin compasión alguna, por cohetes, bombas de fragmentación
y fuego de ametralladoras, generalmente a plena luz del día, cuando se
veía a las claras que se trataba de civiles con sus maletas apiladas en el
lecho de los vehículos, sin escolta militar ni ningún tipo de estructura
protectora, en medio del desierto, mientras los aviones volaban
extremadamente bajo. Autobuses completos fueron incinerados con
todos sus pasajeros, y cuando la gente abandonaba los carros y trataba de
correr para salvarse, los aviones por lo general los ametrallaban. “¡Nos
están matando!”, gritó un laxista jordano a un periodista norteamericano.
“¡Nos disparan en cualquier lugar adonde vamos! En cuanto ven un auto
o un camión, los aviones se lanzan desde el cielo y nos persiguen. No les
preocupa quiénes somos ni qué somos. Sólo disparan”. Este grito era
repetido por cientos más. Los militares norteamericanos parecían
considerar que cualquier vehículo, incluidos los que llevaban familias,
podía ser una cobertura para transportar combustible u otro material de
guerra, quizás relacionado con los misiles Scud, e incluso el transporte de
combustible para usos civiles se consideraba una violación del embargo. 108
No obstante, al final, cuando el hambriento, herido, enfermo,
exhausto, desorientado, desmoralizado, en harapos y a veces descalzo.
Ejército iraquí, que apenas había mostrado voluntad alguna de pelear,
dejó K uwait y se encaminó a Basra en el sur de Iraq, Saddam trató de
salvar una patética esquirla de dignidad al anunciar que sus hombres se
retiraban debido a “circunstancias especiales”. Pero incluso esto era
mucho para que Bush lo dejara pasar: “El discurso más reciente de Saddam
es una ofensa [declaró con vehemencia]. No se retira, sus fuerzas
derrotadas retroceden. Está tratando de alegar victoria en medio de una
fuga”. Esto no sería permitido y así fue como el poder aéreo
norteamericano barrió con toda su majestad el camino a Basra,
bombardeando, ametrallando todo lo que se moviera en la larga columna
de militares iraquíes y vehículos civiles, soldados y refugiados. Los
íntegros, simpáticos y temerosos de Dios soldados norteamericanos que

107 Washington Post, 23 de junio de 1991, p. 16.


108 Needtess Deaths..., pp. 201-224; Clark, pp. 72-74; Los Angeles Times. 31 de enero de 1991, p.
9; 3 de febrero, p. 8; al parecer estos ataques tuvieron lugar en su mayoría a fines de enero y principios
de febrero de 1991.
52. Iraq 1990-1991 583

pronto serían recibidos como héroes en casa, tuvieron una fiesta: “les
hicimos un brindis”, “un tiro turco”. “Esta mañana fue un vaso tras otro.
Era la carretera a Daytona Beach al inicio de la primavera [...] y ya pasó el
inicio de la primavera”. Una y otra vez, mientras los altavoces del
transportador Ranger dejaban escuchar la obertura de Guillermo Tell, de
Rossini, elegido como tema distintivo de los Lone Rangers, un grupo de
aviones tras otro despegaba con su carga de misiles, cohetes antitanques
y bombas de fragmentación antipersonales que al explotar lanzan una
lluvia mortal de esquirlas. Aviones B-52 se unieron a ellos despegando
desde bases en tierra con cargas de bombas de una tonelada cada una.
“No nos va a tomar muchos días no dejar nada de ellos”, “disparándoles a
peces en un barril”, “básicamente sólo palos sentados”. “N o hay nada
como eso. Es el mayor espectáculo de 4 de Julio que pudieras haber visto,
y ver esos tanques hacer ‘buum’ y más cosas saliendo disparadas de ellos
[...] se ponen al rojo vivo. Es maravilloso”. El diario británico The
Independent denunció la forma festiva con que los norteamericanos
llevaban a cabo el ataque diciendo que “revuelve el estómago”, y que era
“asqueante presenciar a un ejército en retirada siendo atacado por la
espalda”.109 Un reportero de la BBC resumió el ataque con la siguiente
pregunta: “¿Qué amenaza podían haber representado estos patéticos
restos del derrotado ejército de Saddam Hussein? ¿No era obvio que los
integrantes del convoy se hubieran entregado voluntariamente sin un
empleo de la fuerza tan feroz?”110
Y todo esto contra un enemigo que había estado pidiendo un cese al
fuego durante cinco días. Pero el cielo prohíba a los norteamericanos
ofender a alguno de los pueblos del golfo. Fue así como los soldados
estadounidenses aprendieron cosas como nunca usar la mano izquierda
cuando se les ofrecía comida o bebida, porque esa mano es reservada
tradicionalmente para funciones sanitarias, y la manera adecuada de
llamar por señas a un árabe con los dedos de la mano, de modo que no se
confunda con la llamada a un perro.111 Tenemos también la historia de un
piloto que, durante los primeros bombardeos, colocó dentro de su
identificación un billete de 20 dólares y una nota escrita en árabe, fársico,
turco e inglés que decía: Soy norteamericano y no hablo vuestra lengua.
No tengo nada en contra de vuestra gente. Y salía así a recorrer los cielos
de Iraq con su carga de bombas.112 ¿Tenían los soldados algo en contra de

109 Sobre el camino a Basra ver Washington Post, 27 de febrero de 1991, p. 1; Los Angeles Times,

27 de febrero de 1991, p. 1; Ellen Ray; “The Killing Deserts”, en Lies of Our Times, New York, abril de
1991, pp. 3-4, cita a The Independent
110 Stephen Sackur: On the Basra Road, London Review of Books, 1991, pp. 25-26, citado en

Draper, p. 42.
111 Los Angeles Times, 24 de agosto de 1990.
112 Ibid., 21 de enero de 1991.
52. Iraq 1990-1991 584

sus camaradas en armas mujeres? Un estudio de postguerra encontró que


más de la mitad de las mujeres que sirvieron en la Guerra del Golfo se
quejaron de haber sufrido acoso sexual verbal, mientras que 8% (casi
3.000) habían sido objeto de asaltos sexuales fallidos o logrados. 113
Inmediatamente después de que Bush ordenara el inicio del
bombardeo, su nivel de popularidad subió de un sallo: un 82% de
aprobación, el nivel más alto alcanzado en sus dos años en el poder, mayor
incluso que después de su invasión a Panamá. 114 Un periodista anotó más
tarde: “Un minuto de verdad nocturna sobre esta guerra “popular’ habría
cambiado la opinión norteamericana [...] si por sólo 60 segundos las
noticias de las 6 a.m. del lunes mostraran a 5.000 soldados iraquíes con
sus quemaduras con fósforo vivo [...] seguidas por 60 segundos de la noche
del martes sobre la matanza del refugio en Bagdad [...] ¿Qué pasaría si el
miércoles los norteamericanos hubieran visto a 10.000 iraquíes
incinerados por las armas de alta tecnología estadounidenses? ” 115
Desde el comienzo de la invasión iraquí en agosto, y a pesar de las
numerosas declaraciones confusas y la gruesa retórica que emanaban de
la Casa Blanca, una cosa parecía estar bastante clara: si Iraq accedía a
retirarse de Kuwait, no sería atacado militarmente, o cesarían de haber
comenzado, aunque continuaran otras sanciones y castigos. De modo que
pareció un rayo de esperanza, aunque tardío, que la URSS lograra entre el
21 y el 22 de febrero que Bagdad aceptara retirarse completamente al día
siguiente de que entrase en vigor un cese al fuego de todas las operaciones
militares. El acuerdo se hizo con un cronograma especificado y
mecanismos de supervisión. 116 Bush se negó a ofrecer un cese al fuego en
sí mismo. Ni siquiera mencionó la palabra en sus respuestas. Todo lo que
dijo fue que las fuerzas iraquíes en retirada no serían atacadas
(exactamente lo contrario de lo que hizo) y que la coalición “se
contendría”. Saddam pudo haber aceptado esto como el solicitado cese al
fuego, pero era tan orgulloso y obstinado como Bush.
El aspecto que fue más enfatizado por el presidente norteamericano
durante estos dos días cruciales, al igual que en el período anterior, fue
que Iraq debía cumplir con las 12 resoluciones de la ONU. Al evaluar las
demandas legales de Bush, debe ‘recordarse que la posición y práctica de
la guerra norteamericana había violado reiteradamente el espíritu y la

113 Ibid., 30 de septiembre de 1994, p. 26.


114 The Gallup Poli: Public Opinión 1991. Wilmington, Del., 1992.
115 Dennis Bernstein es citado en Newsletter of the National Association of Arab Americans, julio

de 1991, p. 2. Para una excelente descripción del papel de los medios al servicio del Gobierno durante
la guerra ver Extra!, New York, mayo de 1991, Edición Especial sobre la Guerra del Golfo.
116 Micah L. Sifry y Christopher Cerf, eds.: The Gulf War Reader: History, Documents, Opinions.

Times Books, New York, 1991, p. 345, sobre los principales acápites del acuerdo entre los ministros de
Relaciones Exteriores de Iraq y la URSS.
52. Iraq 1990-1991 585

letra de la Carla de las Naciones Unidas, la Convención de La Haya, la de


Ginebra, el Tribunal de Núremberg y los protocolos del Comité
Internacional de la Cruz Roja, además de la propia Constitución
norteamericana entre otros documentos. 117
Al final. Bush dio a Saddam veinticuatro horas para comenzar a
retirarse de Kuwait y punto. Cuando el tiempo se acabó. EE.UU. inició la
tan esperada guerra por tierra, mientras los ataques aéreos, incluida la
carnicería en la carretera hacia Basra, se mantuvieron hasta el final del
mes. Vitali Ignatenko, vocero del presidente soviético Mijaíl Gorbachov,
dijo: “Parece que el presidente Gorbachov se preocupa más por salvar las
vidas de los soldados americanos de lo que lo hace George Bush.118
En una encuesta de postguerra, un equipo de inspección de la ONU
declaró que el bombardeo aliado había tenido un “impacto casi
apocalíptico” y había transformado en una “nación de la etapa
preindustrial” a lo que “había sido hasta enero una sociedad más bien
altamente urbanizada y mecanizada”. 119 Nunca se sabrá cuántos miles de
iraquíes murieron a causa de los efectos directos e indirectos de la guerra,
la cuenta sube día tras día. Con la negativa de EE.UU. a terminar el
embargo, todo continuó: la desnutrición, el hambre, la falla de medicinas
y vacunas, la contaminación del agua potable, la acumulación de
excrementos humanos, una epidemia virtual de sarampión, varias otras
enfermedades. El abastecimiento de comida a Iraq había dependido en
70% de las importaciones, y miles de millones de dólares quedaron
congelados en cuentas extranjeras, además de las restricciones sobre la
venta de su petróleo. Ante la imposibilidad de adquirir piezas y materiales
esenciales, la reconstrucción fue extremadamente difícil, las industrias
cerraron sus puertas, se interrumpieron el transporte y las
comunicaciones, el desempleo se hizo masivo. 120 Hacia septiembre de
1994, con el mantenimiento de la negativa de Washington a levantar el
embargo, el Gobierno iraquí denunció que, desde el comienzo de las
sanciones en agosto de 1990, cerca de cuatrocientos mil niños habían
muerto de desnutrición y enfermedades.121
Después de la guerra, cuando el Gobierno iraquí reprimió una revuelta
curda —alentada por EE.UU., pero que no apoyó luego—, Bush dijo: “Me
siento frustrado cada vez que civiles inocentes son masacrados”. Era la
segunda vez que EE.UU. había conducido a las ovejas curdas al sacrificio

117 Clark, capítulos 8 y 9 y anexos, además de otras páginas. Explora todo en detalle.
118 Entrevista con Ignatenko en CBS-TV. transmitida en Los Ángeles en la noche del 22 de febrero
de 1991.
119 “The Gulf War and Its Aftermath”, p. 974.
120 Clark, pp. 75-84.
121 Los Angeles Times, 7 de septiembre de 1994, p. 6.
52. Iraq 1990-1991 586

sin honrar sus compromisos (ver sección Iraq 1972-1975). Washington


también alentó a los musulmanes chiitas en Iraq a rebelarse y luego no los
respaldó. Estados Unidos no buscaba auspiciar un gobierno curdo que
irritara a Turquía, ni un gobierno chiita que pudiera volverse aliado de Irán
o servir de inspiración a los fundamentalistas musulmanes en cualquier
parte del Medio Oriente.

Los hospitales psiquiátricos y las prisiones norteamericanas alojan a


muchas personas que alegan escuchar una voz en su cabeza que les
ordena matar a determinadas personas, gentes a las que nunca
conocieron, que nunca les hicieron ningún daño o los amenazaron. Los
soldados norteamericanos fueron al Golfo Pérsico a matar al mismo tipo
de personas, después de haber escuchado una voz que se los ordenaba: la
de George Herbert Walker Bush.
53. Afganistán 1979-1992 587

53. AFGANISTÁN 1979-1992


La jihad norteamericaria
Sus seguidores llamaron la aleación por primera vez al arrojar ácido en la cara de
las mujeres que se negaban a usar el velo. Los funcionarios del Departamento de
Estado y de la CIA con los que he hablado lo califican de “miedoso”, “vicioso”, “un
fascista”, “con condiciones definitivas para la dictadura” 1

Esto no impidió que el Gobierno de EE.UU. hiciera llover sobre ese


hombre grandes cantidades de ayuda para pelear contra el Gobierno de
Afganistán sostenido por los soviéticos. Su nombre era Gulbudin
Hekmatyar, era el jefe del Partido Islámico y odiaba a los norteamericanos
casi tanto como a los rusos. Sus seguidores gritaban “Muerte a
Norteamérica ” junto con “Muerte a la Unión Soviética”, sólo que los rusos
no les enviaban ayuda.2
Washington comenzó a apoyar a los fundamentalistas islámicos
afganos en 1979 a pesar del hecho de que en febrero de ese año algunos
de ellos secuestraron al embajador estadounidense en Kabul, lo que
condujo a su muerte al intentar rescatarlo. El apoyo continuó incluso
después que sus hermanos fundamentalistas islámicos de Irán se
apoderaron de la Embajada de EE.UU. en Teherán en noviembre y
mantuvieron a 55 norteamericanos como rehenes por más de un año.
Después de todo, Hekmatyar y sus colegas combatían contra el imperio
soviético del mal, de modo que era un importante miembro de esas
fuerzas que Ronald Reagan llamaba “luchadores por la libertad”.

El 27 de abril de 1978, un golpe escenificado por el Partido Democrático


del Pueblo derrocó el gobierno de Mohammad Daoud. Este a su vez había
derrocado a la monarquía cinco años antes y había establecido una
república, aunque era miembro de la familia real. Había sido apoyado por
la izquierda en este empeño, pero con el tiempo la sangre real de Daoud
demostró tener más peso que su vena democrática. Cuando su régimen
dio muerte al jefe del PDP, arrestó al resto de sus dirigentes y expulsó a
cientos de sospechosos de simpatizar con el partido de sus puestos en el

1 Tim Weiner: Blank Check: The Pentagon’s ls Black Budget. Warner Books, New York, 1990, p.
149.
2 Ibid., pp. 149-150.
53. Afganistán 1979-1992 588

Gobierno, el PDP, ayudado por partidarios en el ejército, se rebeló y tomó


el poder.
Afganistán era una nación atrasada: una expectativa de vida de
alrededor de cuarenta años, mortalidad infantil de 25%, una estructura
sanitaria absolutamente primitiva, desnutrición generalizada,
analfabetismo de más de 90%, muy pocas carreteras, ni un kilómetro de
ferrocarril, la mayoría de la gente viviendo en tribus nómadas o como
empobrecidos granjeros en aldeas de barro, más identificados con grupos
étnicos particulares que con un concepto político de mayor alcance: una
vida muy parecida a la que había llevado muchos siglos atrás. El nuevo
Gobierno ambicionaba llevar a cabo reformas de corte socialista: reforma
agraria (aunque conservando la propiedad privada), controles sobre los
precios y las ganancias y reforzamiento del sector público, al igual que la
separación de la Iglesia y el Estado, erradicación del analfabetismo,
legalización de los sindicatos y la emancipación de la mujer en una tierra
casi por completo musulmana.
La frontera de Afganistán con la URSS, de mil millas de largo, ha
provocado por siempre una relación especial. Incluso en tiempos de la
monarquía el país había estado bajo la fuerte influencia de su poderoso
vecino del norte, que había sido por mucho tiempo su mayor socio
comercial, donante de ayuda y suministrador militar. Pero el país nunca
había sido engullido por los soviéticos, un hecho que da visos de veracidad
tal vez a la con frecuencia repetida declaración de la URSS de que su
hegemonía sobre Europa del Este era sólo para crear una barrera entre el
Occidente (a menudo invasor) y su país.
No obstante, por varias décadas Washington y el sha de Irán trataron
de presionar y sobornar a Afganistán para contrarrestar la influencia rusa
en su territorio. Durante el régimen de Daoud, Irán, alentado por EE.UU.,
buscó reemplazar a la URSS como el mayor donante de Kabul, con un
acuerdo de ayuda económica por valor de dos mil millones, y urgió a
Afganistán a unirse a la Cooperación
Regional para el Desarrollo, constituida por Irán, Pakistán y Turquía
(esta organización fue acusada por la Unión Soviética y sus amigos en el
país afgano de ser “una rama de la OTNAC” [Organización del Tratado de
Naciones de Asia Central], el pacto de segundad regional creado en los
años 50 como parte de la política norteamericana de “contención” de la
URSS). Al mismo tiempo, la infame policía secreta de Irán, SAVAK, estaba
ocupada buscando a los sospechosos de simpatizar con los comunistas en
el Gobierno afgano y en su Ejército. En septiembre de 1975, Daoud fue
presionado por Irán, lo que condicionó su ayuda a determinada política;
despidió a 40 oficiales entrenados en la URSS y dio pasos para reducir la
dependencia futura del país en este aspecto al iniciar acuerdos para
53. Afganistán 1979-1992 589

entrenamientos militares con India y Egipto. Lo más importante, a los ojos


de los soviéticos, fue que Daoud rompió poco a poco su alianza con el PDP;
anunció que formaría su propio partido y prohibiría toda otra actividad
política bajo una nueva Constitución en proyecto.3
Selig Harrison, el especialista en Asia del sur del Washington Post,
escribió un artículo en 1979 titulado: “El sha, no el Kremlin, provocó el
golpe afgano”, y concluía:
La toma de poder comunista en Kabul [abril de 1978] se produjo en ese
momento y en la forma en que lo hizo, porque el sha perturbó el de licado
equilibrio que había existido en Afganistán entre la Unión Soviética y
Occidente por casi tres décadas. A los ojos norteamericanos e iraníes, la
ofensiva de Teherán estaba destinada simplemente a hacer más real el
status no alineado de Kabul, pero fue mucho más lejos que eso. Dada su
excepcionalmente larga frontera con Afganistán, la Unión Soviética
realizaría a las claras grandes esfuerzos para evitar que Kabul se moviera
de nuevo hacia una situación pro occidental.4

Cuando el sha fue derrocado en enero de 1979, EE.UU. perdió a su


aliado principal y guardián de la región limítrofe con la URSS, al igual que
sus instalaciones militares y las estaciones de monitoreo electrónico
dirigidas hacia la URSS. Los guerreros fríos de Washington sólo podían
contemplar a Afganistán con más recelo que nunca. Después de la
revolución de abril, el nuevo Gobierno bajo el presidente Noor Mo
hammed Taraki declaró su compromiso con el Islam dentro de un Estado
seglar, y con el no alineamiento en su política exterior. Mantuvo que el
golpe no había sido inspirado desde el extranjero, que no había una toma
de poder comunista y que no eran comunistas ellos mismos sino
nacionalistas y revolucionarios (no había existido nunca en Afganistán un
partido comunista oficial o tradicional). 5 Pero a causa de su programa
radical de reformas, su discurso sobre la lucha de clases y el

3 a) Selig Harrison: “The Shah, Notthe Kremlin, TouchedoffAfghan Coup”, en Washington Post, 13

de mayo de 1979, p. C1; contiene otros ejemplo s de la campaña llevada a cabo por EE.UU. y el sha.
b) Hannah Negaran: “Afghanistan: A Marxist Regime in a Muslim Society", en Current History,
Filadelfia, abril 1979, p. 173.
c) New York Times, 3 de febrero de 1975, p. 4.
d) Para un resumen desde el punto de vista soviético de los intentos de Occidente de atraer a
Afganistán durante los años 50 y 60 ver, The Truth About Afghanistan: Documents, Facts, Eyewitness
Reports. Novosti Press, Moscú, 1981, pp. 60-65.
e) Dwight D. Eisenhower: The White House Years: Waging Peace 1956-1961. New York, 1965, pp.
493, 495, 498; expone su preocupación acerca de la influencia soviética sobre Afganistán.
4 Harrison: op. cit.
5 New York Times, 4 de mayo de 1978, p. 11: Louis Dupree: “A Communist Labe! is Unjustified”,

carta al New York Times, 20 de mayo de 1978, p. 18. Dupree había sido un antropólogo que vivió en
Afganistán por muchos años; fue también durante una etapa consultor del Consejo de Seguridad
Nacional de EE.UU. y un activista, tanto en Pakistán como en EE.UU., contra e l Gobierno afgano de
izquierda q ue lo declaró persona non grata en 1978.
53. Afganistán 1979-1992 590

antimperialismo, su apoyo a todos los sospechosos habituales (Cuba,


Corea del Norte, etc.), su firma de un tratado de amistad y otros acuerdos
de cooperación con la URSS, y dada la creciente presencia en el país de
asesores civiles y militares soviéticos (aunque probablemente en número
menor a los que EE.UU. tenía en Irán en esa misma etapa), fue calificado
de comunista por los medios de prensa mundiales y por sus opositores
internos.
Si podía o no ser llamado comunista en realidad el nuevo Gobierno
afgano, no representaba gran diferencia, las líneas estaban trazadas para
la batalla política, militar y propagandística: una jihad (guerra santa) entre
fundamentalistas musulmanes e “impíos ateos comunistas”; entre el
nacionalismo afgano y el Gobierno “bajo dominio soviético”; entre los
grandes terratenientes, jefes tribales, hombres de negocios, la extendida
familia real y otros, y las reformas económicas del Gobierno. El primer
ministro dijo acerca de esta élite que resultaba necesaria para mantener
el funcionamiento del país: “[...] haremos todos los esfuerzos para
atraerlos. Pero queremos reeducarlos de manera tal que deban pensar en
el pueblo y no, como antes, sólo en sí mismos: tener una buena casa y un
lindo auto mientras otra gente muere de hambre”. 6
El Gobierno afgano trataba de traer al país al siglo XX. En mayo de 1979
el científico político Fred Halliday observó que “ha habido más cambios en
el campo probablemente en este último año que en los dos siglos desde
que se estableció el Estado”. Se habían cancelado las deudas de los
campesinos con los terratenientes, fue abolido el sistema de usura (que
mantenía a los campesinos en perpetuo endeudamiento al tener que pedir
dinero contra la cosecha venidera), y cientos de escuelas y clínicas médicas
fueron construidas en el campo. Halliday también reportaba que un
programa sustancial de redistribución de la tierra se estaba llevando a
cabo, y que la mayoría de las 200.000 familias planificadas para recibir
terrenos en el mismo ya estaban en posesión de ellos. Pero esto último
debe ser asumido con reserva. La reforma agraria revolucionaria es
siempre una empresa extremadamente compleja y precaria, incluso en las
condiciones ideales, y el Afganistán atrasado y atado a la tradición, en
medio de una incipiente guerra civil, difícilmente podía ofrecer las
condiciones ideales para experimentos sociales.
Las reformas también se encaminaron a la sensible área de la
subyugación islámica de la mujer al ¡legalizar el matrimonio en la niñez y
la entrega de una mujer en matrimonio a cambio de dinero o bienes; al
enseñar a las mujeres a leer, en un momento en que ciertos sectores
islámicos estaban pidiendo abiertamente el fortalecimiento de la purdah

6 New York Times Magazine, 4 de junio de 1978, p. 52 (cita del primer ministro).
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(segregación de la mujer de la observación pública). Halliday hacía notar


que el Partido Democrático del Pueblo veía a la URSS como la única fuerza
de apoyo real para la tan esperada modernización. 7 Después de todo, los
primos soviéticos de la misma etnia de los analfabetos afganos, eran con
frecuencia graduados universitarios y profesionales.
El argumento de los rebeldes “mujaidines” (“guerreros santos”) acerca
de que el Gobierno “comunista” les limitaría su libertad religiosa nunca
tuvo base real en la práctica. Año y medio después del cambio de
gobierno, la revista británica conservadora The Economist reportaba que
“no se han impuesto restricciones a la práctica religiosa”. 8 Antes el New
York Times había afirmado que el tema religioso “está siendo utilizado por
algunos afganos que en realidad objetan más los planes del presidente
Taraki para la reforma agraria y otros cambios en esa sociedad feudal”. 9
Muchos de los clérigos musulmanes eran de hecho ricos terratenientes.10
Los rebeldes, concluía un reportero de la BBC que había pasado cuatro
meses entré ellos, estaban “peleando por conservar su sistema feudal y
detener las reformas de izquierda del gobierno de Kabul las cuales
consideran antislámicas”.11
Las otras dos naciones que compartían una larga frontera con
Afganistán, y que eran aliadas cercanas de EE.UU., expresaban sus
temores sobre el nuevo Gobierno. Hacia el oeste. Irán, todavía bajo el sha,
se preocupaba acerca de “amenazas de un Afganistán hostil y
expansionista”.12 Un antiguo embajador norteamericano en Afganistán lo
describió como parte de un “movimiento de pinza gradual dirigido a
cerrarse sobre Irán y las regiones petroleras del Medio Oriente”.13 Ninguno
de estos temores demostró tener sustancia o evidencia en que apoyarse,
pero para la mentalidad anticomunista esto probaba que los rusos y sus
títeres afganos debían ser detenidos a tiempo.
Dos meses después del golpe de abril de 1978, se formó una alianza
por un grupo de facciones islámicas conservadoras que comenzó una
guerra de guerrillas contra el Gobierno. 14 Hacia la primavera de 1979, los
combates tenían lugar en muchos frentes, y el Departamento de Estado
alertaba a la URSS que sus asesores en Afganistán no debían intervenir en

7 New York Times, 18 de mayo de 1979, p. 29, articulo de Fred Halliday, asociado al Instituto

Transnacional en Ámsterdam y autor de varios libros sobre el sudeste asiático.


8 The Economist, Londres, 11 de septiembre de 1979, p. 44.
9 New York Times, 13 de abril de 1979, p. 8.
10 Newsweek, 16 de abril de 1979, p. 64.
11 CIA’s Foreign Broadcast Information Service, 31 de diciembre de 1979, p. S-13, citado en la

revista CounterSpy, Vol. 4, Nº 2, Washington, primavera de 1980, p. 36.


12 New York Times, 16 de junio de 1978, p. 11.
13 Robert Neumann, en Washington Review of Strategic and International Studies, julio de 1978,

p. 117.
14 New York Times, 1 de julio de 1978, p. 4.
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una lucha civil. Una de estas advertencias, hecha por el vocero del
Departamento de Estado Hodding Cárter, resultó otro de esos
monumentos de Washington al descaro: “Esperamos que el principio de
no intervención sea respetado por todas las partes en el área, incluida la
Unión Soviética”.15 Esto mientras los soviéticos acusaban a la CIA de armar
a los exiliados afganos en Pakistán, y el Gobierno de Kabul acusaba a
Pakistán e Irán de ayudar a los guerrilleros e incluso de cruzar la frontera
para tomar parte en los combates. Pakistán había efectuado
recientemente su propio giro radical hacia la estricta ortodoxia
musulmana, deplorado por el Gobierno afgano que lo calificó de
“fanático”, 16 mientras que en enero Irán había establecido un Estado
musulmán después de derrocar al sha (en oposición a los fundamentalistas
afganos luchadores por la libertad, los fundamentalistas iraníes islámicos
son calificados en Occidente de terroristas, ultrarreaccionarios y
antidemocráticos).
Una “táctica favorita” de los luchadores por la libertad afganos era
“torturar a sus víctimas [a menudo soviéticos] cortándoles primeros las
narices, orejas y genitales, para luego despellejarlos”, hasta llevar a una
“muerte lenta, en extremo dolorosa”. 17 Los mujaidines también dieron
muerte a un turista canadiense y a seis germanooccidentales, entre ellos
dos niños, y un agregado militar norteamericano fue sacado a rastras de
su auto y golpeado, todo debido al parecer por la incapacidad de los
rebeldes de distinguir a los rusos de otros europeos. 18
En marzo de 1979 Taraki fue a Moscú a presionar a los soviéticos para
que enviasen tropas de infantería en ayuda del Ejército afgano para
derrotar a los mujaidines. Se le prometió asistencia militar, pero no
soldados de infantería. El primer ministro Kosiguin dijo al líder afgano: “La
entrada de nuestras tropas en Afganistán irritaría a la comunidad
internacional y desataría una cadena de consecuencias en extremo
negativas en muchas áreas diferentes. Nuestros enemigos comunes están
sólo esperando el momento en que los soldados soviéticos aparezcan en
Afganistán. Eso les dará la excusa que necesitan para enviar bandas
armadas al interior del país”. 19 En septiembre la cuestión se volvió
completamente académica para Taraki pues fue expulsado (y su muerte
pronto anunciada) en medio de una lucha interna de su partido, para ser

15 San Francisco Chronicle, 4 de agosto de 1979, p. 9.


16 New York Times, 24 de marzo de 1979, p. 4; 13 de abril de 1979, p. 8.
17 Washington Post, 11 de mayo de 1979, p. 23. Funcionarios de inteligencia norteamericanos

confirmaron que rebeldes islámicos asesinaron a civiles soviéticos, hombres y mujeres, y mutilaron
sus cuerpos, reportó el New York Times, el 13 de abril de 1979, p. 8.
18 New York Times, 11 de septiembre de 1979, p. 12.
19 Washington Post, 15 de noviembre de 1992, p. 32; tomado de las actas oficiales de la

conversación, entre los documentos desclasificados del Politburó que obtuvo el periódico.
53. Afganistán 1979-1992 593

reemplazado por su propio primer ministro delegado, Hafizulah Amín.


Aunque Taraki había sido severo en ocasiones al implementar la reforma
agraria y se había buscado opositores incluso entre los beneficiarios de la
misma, resultó moderado en comparación con Amín, quien trató de
instituir el cambio social arremetiendo contra la tradición y la autonomía
étnica y tribal.
El Kremlin estaba disgustado con Amín. El haber estado implicado en el
derrocamiento y muerte del favorecido Taraki ya era bastante malo, pero
los soviéticos también lo consideraban inadecuado para la tarea sine qua
non de Moscú: evitar que se erigiera en Afganistán un Estado islámico
anticomunista. Amín dio una pésima reputación a las reformas. La estación
de la KGB en Kabul, al presionar por la destitución de Amín, señaló que su
usurpación de poder llevaría a “crueles represiones y, en respuesta, la
activación y consolidación de la oposición”. 20 Además, como veremos, los
soviéticos tenían muchas reservas acerca de las convicciones ideológicas
de Amín.
De este modo, lo que era impensable en marzo, se convirtió en realidad
en diciembre: las tropas soviéticas comenzaron a llegar a Afganistán
alrededor del 8, y ha sido objeto de mucha discusión y controversia si
acudían a solicitud de Amín, o con su aprobación, de lo que dependía que
se hablara de “invasión” o no. El 23, el Washington Post comentaba: “No
ha habido acusaciones [del Departamento de Estado] de que los soviéticos
hayan invadido Afganistán, pues al parecer las tropas fueron invitadas”. 21
Sin embargo, en una reunión con embajadores del bloque soviético en
octubre, el ministro de Relaciones Exteriores de Amín había criticado
abiertamente a la URSS por interferir en asuntos afganos. El propio Amín
insistió en que Moscú sustituyera a su embajador. 22 A pesar de ello, el 26
de diciembre, mientras el grueso de las tropas soviéticas llegaba a
Afganistán, Amín dio una “relajada entrevista” a un periodista árabe. Dijo
en ella: “Los soviéticos suministran a mi país ayuda militar y económica,
pero al mismo tiempo respetan nuestra independencia y nuestra
soberanía. No interfieren en nuestros asuntos internos”. También se
expresó con aprobación acerca de la disposición de la URSS de aceptar su
veto sobre las bases militares. 23 Al día siguiente, una fuerza militar
soviética violentó el Palacio Presidencial y dio muerte a Amín. 24 Fue

20 Ibid., cita un artículo publicado en 1992 por el ex jefe delegado de la estación de la KGB.
21 ibid., 23 de diciembre de 1979, p. A8.
22 Selig Harrison: “Did Moscow Fearan Afghan Tito?”, en New York Times, 13 de enero de 1980, p.

E23.
23
The Sunday Times, Londres, 6 de enero de 1980, reporta la entrevista con Amín del periódico
AiSharq AiAwast, publicada en Londres y en la Meca.
24 Washington Post, 15 de noviembre de 1992, p. 32, cita a una versión “reciente” en el periódico

moscovita Komsomoiskaya Pravda.


53. Afganistán 1979-1992 594

sustituido por Babrak Karmal, quien había sido vicepresidente y primer


ministro delegado en el Gobierno revolucionario de 1978.
Moscú negó haber tenido parte alguna en la muerte de Amín, aunque
no pretendieron lamentarla, tal como lo hizo ver Brezhnev:
Las acciones de los agresores contra Afganistán fueron facilitadas por Amín,
quien, al apoderarse del poder, inició una cruel represión contra amplios
sectores de la sociedad afgana, partidos y cuadros militares, miembros de la
intelectualidad y del clero musulmán, esto es, las mismas secciones e n las que
se apoyaba la revolución de abril. Y la gente bajo la dirección del Partido
Democrático del Pueblo, encabezado por Babrak Karmal, se alzó contra la
tiranía de Amín y le puso fin. Ahora en Washington y otras capitales están de
duelo por Amin. Eso muestra su hipocresía con particular claridad. ¿Dónde
estaban esos dolientes cuando Amín llevaba a cabo represiones masivas,
cuando destituyó a la fuerza y asesinó a Taraki, el fundador del nuevo Estado
afgano? 25

Después de la expulsión y ejecución de Amín, el pueblo llenó las calles


con “espíritu festivo”. “Si Karmal pudiera haber derrocado a Amín sin los
rusos, hubiera sido considerado un héroe del pueblo”, observó un
diplomático occidental. 26 El Gobierno soviético y la prensa se referían
reiteradamente a Amín como un “agente de la CIA”, acusación que fue
recibida con gran escepticismo en EE.UU. y en todas partes.27 Sin embargo,
hay suficiente evidencia circunstancial que la sustenta por lo que tal vez
no deba ser descartada del todo: entre fines de los 50 y principios de los
60, Amin había asistido a la Escuela de Maestros de la Universidad de
Columbia y a la Universidad de Wisconsin. 28 Este era un período de auge
para la CIA que reclutaba con regularidad —por medio de sobornos y
amenazas impresionantes— estudiantes extranjeros en EE.UU. para que
actuasen como agentes al regresar a sus países. Durante esta etapa, al
menos uno de los presidentes de la Asociación de Estudiantes Afganos
(AEA), Zia H. Nurzay, trabajaba con la CIA en EE.UU. y luego se convirtió en
presidente del Tesoro estatal afgano. Uno de los estudiantes a quien
Nurzay y la CIA trataron en vano de reclutar, Abdul Latif Hotaki, declaró en
1967 que un buen número de los principales funcionarios en el Gobierno
afgano que estudiaron en Norteamérica “habían sido entrenados o

25 The Truth AboutAfghanistan, p. 15, tomado de Pravda, 13 de enero de 1980.


26 The Times, Londres, 5 de enero de 1980.
27 New York Times, 15 de enero de 1980, p. 6. El periódico señala que las acusaciones parecen

haber sido desestimadas por los soviéticos en aquel momento, quizás por la incrédula reacción del
mundo ante las mismas. Pero pronto fueron retomadas, posiblemente como respuesta al artículo del
Times.
28 Philip Bonosky: Washington’s Secret WarAgainst Afghanistan. International Publishers, New

York, 1985, pp. 33-34. El Washington Posltambién menciona que Amín estudió en la escuela de
maestros de Columbia (23 de diciembre de 1979, p. A8).
53. Afganistán 1979-1992 595

adoctrinados por la CIA. Algunos son miembros del gabinete”. 29 Se ha


informado que en 1963 Amín encabezó la AEA, pero esto no ha sido
confirmado.30 No obstante, se sabe que la AEA recibía parte de sus fondos
de la Fundación Asia, principal frente de la CIA en Asia durante muchos
años, y que en un momento dado Amín estuvo asociado con esta
organización.31
En septiembre de 1979, el mes en que Amín tomó el poder, el
encargado de Negocios norteamericano en Kabul, Bruce Amstutz,
comenzó a efectuar reuniones amistosas con él para asegurarle que no
tenía que preocuparse por sus disgustados aliados soviéticos en tanto
EE.UU. tuviera una fuerte presencia en Afganistán. La estrategia puede
haber funcionado pues más tarde en ese mismo mes, Amín convocó
especialmente a Amstutz para mejorar sus relaciones con EE.UU. Dos días
después, en Nueva York, el ministro de Relaciones Exteriores afgano
expresó discretamente esos mismos deseos a funcionarios del
Departamento de Estado. A fines de octubre, la Embajada norteamericana
en Kabul informó que Amín estaba “dolorosamente consciente de la
dirigencia exiliada que los soviéticos mantenían bajo la manga”, una
referencia a Karmal, radicado por entonces en Checoslovaquia. Bajo
circunstancias normales, los encuentros entre Amín y Norteamérica
podían haber sido vistos como inocentes contactos diplomáticos de rutina,
pero las circunstancias no eran normales: el Gobierno afgano estaba
inmerso en una guerra civil y EE.UU. apoyaba al bando opuesto. Además,
puede decirse que Amín, con su falta de escrúpulos, estaba haciendo
exactamente lo que se esperaría de un agente norteamericano:
desacreditar al PDP, a las reformas del partido, al concepto del socialismo
o comunismo y a la URSS, todo en un mismo paquete. Amín también llevó
a cabo purgas en el cuerpo de oficiales del Ejército que debilitaron
seriamente la capacidad de combate del mismo. 32 Pero, ¿por qué Amín

29 “How the CIA Turns Foreign Students Into Traitors”, en revista Ramparts, San Francisco, abril de

1967, pp. 23-24. Esto fue un mes después de que la revista publicara su famosa revelación de los
extendidos vínculos de la CIA con la Asociación Nacional de Estudiantes, la organización principal de
estudiantes norteamericanos.
30
Bonosky, p. 34. Cuand o el autor habló con Mr. Bonosky en 1994 acerca del tema, éste dijo que
no podía recordar la fuente, pero que podía haber sido algo que le fue informado durante su estancia
en Afganistán en 1981.
31 Charles G. Cogan: “Partners in Time: The CIA and the Afghanistan since 1979”, en World Policy

Journal, New York, verano de 1993, p. 76. Cogan era jefe de la División del Sudeste Asiático y Cercano
Oriente del Directorio de Operaciones de la CIA (Servicios Cland estinos), desde 1979 a 1984. Se refiere
a la conexión de Amín con la Fundación Asia como “una especie de asociación informal”, y no dice
nada más, pero dada su posición entonces, pudiera ser que no estuviera dispuesto a revelar un punto
esencial del conflicto afgano, o tal vez el artículo fue censurado por la CIA cuando Cogan lo entregó
para su revisión, algo que habría tenido que hacer.
32 Cables del Departamento de Estado clasificados, 11, 22, 23, 27 y 29 de septiembre de 1979; 28

y 30 de octubre de ese mismo año; estaban entre los documentos encontrados cuando la toma de la
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solicitaría el apoyo militar soviético en varias ocasiones si estaba


conspirando en realidad con los norteamericanos? La razón principal
parece haber si do que los altos niveles del PDP lo presionaban para
hacerlo y tenía que cubrir las apariencias. Babrak Karmal ha sugerido otras
motivaciones más maquiavélicas. 33
La administración Cárter saltó ante el tema de la “invasión” soviética y
pronto inició una campaña de justa indignación e impuso lo que el
presidente llamó “castigos”, desde paralizar la entrega de granos a la URSS
hasta retirarse de los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980. Los rusos
respondieron que EE.UU. estaba furioso con la intervención porque
Washington había planeado convertir el país en una base norteamericana
para sustituir la pérdida de Irán. 34 No es de sorprender que en este asunto
anticomunista al parecer tan definido, el público y los medios
norteamericanos se alinearan rápidamente con el presidente. El Wall
Street Journal llamó a una reacción “militar”, al establecimiento de bases
en el Medio Oriente, a la “reinstauración del registro de reclutamiento”,
al desarrollo de un nuevo misil y a dar a la CIA mayor libertad de acción, a
lo que añadió: “Es claro que debemos mantener abierta la oportunidad de
dar ayuda encubierta a los rebeldes afganos”. 35 Esto último, lo supiera el
periódico o no, se estaba llevando a cabo desde hacía algún tiempo.
Durante un período anterior a la invasión soviética la CIA había estado
transmitiendo propaganda radial en Afganistán y cultivando alianzas con
líderes guerrilleros exiliados a los que donaban medicinas y equipos de
comunicaciones.36 Los funcionarios del servicio exterior norteamericano
se habían reunido con dirigentes mujaidines para determinar sus
necesidades desde fecha tan temprana como abril de 1979. 37 Y en julio el
presidente Cárter había firmado una autorización para ayudar a los

Embajada norteamericana en Teherán el 4 de noviembre de 1979, que fueron gradualmente


publicados en varios volúmenes durante los años siguientes bajo el título: Documents from the Den of
Espionage, de aquí en lo adelante nos referiremos a ellos como Documentos de la Embajada. Los
cables a que se hace referencia en esta nota provienen del volumen 30. Los mismos y los siguientes
están citados en Covert Action Information Bulletin, Nº 30, verano de 1988, artículo de Steve Galster,
pp. 52-54. Excepto en citas textuales, la versión resumida del contenido de los documentos pertenece
a Galster.
El partido de Amín supo de estas actividades encubiertas mucho antes de que los documentos
fueran publicados. El 16 de enero de 1980, un vocero del PDP dijo a la Agencia de Noticias Afgana: “En
septiembre de 1979, Amín comenzó a preparar el terreno para un acercamiento con los EE.UU.
Sostuvo reuniones confidenciales con funcionarios norteamericanos, envió emisarios a EE.UU., hizo
llegar sus mensajes personales orales al presidente Cárter”. Citado en Bonosky, p. 52.
33 Entrevista a Karmal en World Marxist Review, Toronto, abril de 1980, p. 36.
34 New York Times, 2 de enero de 1980, p. 1.
35 Wall Street Journal, 7 de enero de 1980, p. 12.
36 Weiner, p. 145.
37 Entre los Documentos de la Embajada, Vol. 29, p. 99: cable del Departamento de Estado del 14

de mayo de 1979, se refiere a una reunión anterior con un líder rebelde en Islamabad el 23 de abril de
1979.
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rebeldes clandestinamente, lo que llevó a facilitarles dinero en efectivo,


armas, equipos y abastecimientos, y a participar en operaciones de
propaganda y psicológicas en general a favor suyo en Afganistán. 38
La intervención en la guerra civil afgana por parte de EE.UU., Pakistán,
Irán, China y otros, provocó en los rusos graves preocupaciones acerca de
quién iba a detentar el poder en la casa de al lado. Invocaron
continuamente estas “fuerzas imperialistas agresivas” para justificar su
propia intervención, que constituía la primera vez en que tropas de
infantería soviéticas entraban en acción en cualquier parte del mundo
fuera de los límites de la Europa del Este. El establecimiento potencial de
un Estado islámico anticomunista en la frontera con las propias repúblicas
asiáticas de la URSS, hogar de cuarenta millones de musulmanes, no podía
ser contemplado con ecuanimidad por el Kremlin, del mismo modo que
Washington habría saltado ante una toma de poder comunista en México.
Como hemos visto reiteradamente, EE.UU. no limitaba su perímetro de
defensa a sus vecinos inmediatos, ni siquiera a Europa occidental, sino que
incluía en él a todo el planeta. El presidente Cárter declaró que el área del
Golfo Pérsico era “ahora amenazada por tropas soviéticas en Afganistán”,
que esta área era sinónimo de intereses estadounidenses y que EE.UU. la
“defendería” contra cualquier peligro con todos los medios necesarios.
Calificó la acción soviética como “la mayor amenaza a la paz desde la
Segunda Guerra Mundial”, una afirmación que ignoraba un largo trecho
de historia de postguerra. Pero 1980 era un año de elecciones.
Por otro lado, Brezhnev declaró que “los intereses nacionales o la
seguridad de Estados Unidos y otros estados no se ven afectados en modo
alguno por los hechos en Afganistán. Todo intento de presentar las cosas
de otra manera es pura tontería”. 39 La administración Cárter desestimó
igualmente las preocupaciones soviéticas. El asesor de Seguridad Nacional
Zbigniew Brzezinski señaló más tarde que “el problema no era cuáles
podían haber sido los motivos subjetivos de Brezhnev para entrar en
Afganistán sino las consecuencias objetivas de una presencia militar
soviética mucho más cerca del Golfo Pérsico”. 40
La escena quedó lista para doce años del más terrible tipo de
enfrentamiento, una señe de atrocidades diarias para la mayoría del
pueblo afgano que nunca quiso ni pidió esta guerra. Pero la URSS estaba
determinada a proteger sus fronteras, el Gobierno afgano estaba
comprometido con su aspiración de lograr un Afganistán laico y
reformado, y EE.UU. estaba decidido a hacer de este el Vietnam de los

38Robert Gates (ex director de la CIA): From The Shadows. New York, 1996, p. 146.
39The Truth About Afghanistan, pp. 16-17.
40 Zbigniew Brzezinski: Power and Principie: Memoirs of the National Security Adviser, 1977-1981.

New York, 1983, p. 430.


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soviéticos, desangrándolos lentamente como les había ocurrido a los


norteamericanos. Al mismo tiempo, los estrategas políticos en
Washington no podían dejar de saber — aunque no se atrevían a decirlo
en público— que el apoyo a los mujaidines (muchos de los cuales llevaban
consigo retratos del ayatolah Khomeini) podía llevar al establecimiento de
un Estado islámico fundamentalista tan represivo como el de la vecina
Irán, declarada Enemigo Público Número Uno en Norteamérica durante
los 80. Tampoco la palabra “terrorista” cruzaba los labios de los
funcionarios estadounidenses al hablar de sus nuevos aliados— clientes,
aunque esta misma gente derribara aviones de pasajeros y pusiera
bombas en el aeropuerto. En 1986, la primera ministra británica Margaret
Thatcher, cuyas invectivas apasionadas contra los “terroristas” no eran
superadas por nadie, dio la bienvenida a Abdul Haq, un líder rebelde
afgano que admitió haber ordenado la colocación de una bomba en el
aeropuerto de Kabul en 1984, donde murieron al menos veintiocho
personas.41 Así eran de escrupulosos los anticomunistas de la Guerra Fría
a fines del siglo XX. De la misma forma que Anastasio Somoza había sido
“nuestro hijo de puta”, los mujaidines eran ahora “nuestros terroristas
fanáticos”.
Al principio se concedió cierta reflexión a la moralidad de esta política.
“La cuestión aquí era si resultaba moralmente aceptable que, para
desequilibrar a los soviéticos, que era la causa de la operación, era
permisible hacer uso de otras vidas en favor de nuestros intereses
geopolíticos”, dijo un alto funcionario de la administración Cárter.42 Pero
tales sentimientos no podían durar. Afganistán era el sueño del guerrero
frío: la CIA y el Pentágono, por fin, tenían a uno de sus ejércitos satélites
en enfrentamiento directo con las fuerzas del Imperio del Mal. No había
precio demasiado alto para este juego de Super Nintendo, ni las vidas de
cientos de miles de afganos, ni la destrucción de esa sociedad, ni los tres
mil millones (sic) de dólares de los contribuyentes que fueron arrojados a
un pozo sin fondo, buena parte de ellos sirvió sólo para enriquecer a unos
pocos afganos y paquistaníes. El Congreso estaba igualmente
entusiasmado —sin tener siquiera la incertidumbre moral que los hizo ser
precavidos en entregar armas a los contras nicaragüenses— y se convirtió
en un verdadero cuerno de la abundancia al asignar más y más dinero cada
año. El representante Charles Wilson, de Tejas, expresó un sentimiento
típico de la oficialidad de Washington cuando declaró: “Hubo 58.000
muertos en Vietnam y le debíamos una a los rusos [...] Tengo una ligera

41 The Guardian, Londres, 5 de marzo de 1986.


42 Washington Post, 13 de enero de 1985, p. A30. El funcionario no identificado puede haber sido
el director de la CIA Stansfield Turner, quien es citado con palabras muy semejantes en Weiner, pp.
146-147.
53. Afganistán 1979-1992 599

obsesión con eso a causa de Vietnam. Pienso que los soviéticos debían
tener su dosis [...] He sido de la opinión que este dinero estaba mejor
empleado en herir a nuestros adversarios que cualquier otro en el
presupuesto del Departamento de Defensa”.43
La CIA se convirtió en el gran coordinador: comprando o encargando la
manufactura de armas de estilo soviético a Egipto, China, Polonia, Israel y
cualquier parte, o abasteciendo a los rebeldes con las suyas propias;
contratando entrenadores militares norteamericanos, egipcios, chinos e
iraníes; pidiendo donaciones a los países del Medio Oriente, en particular
Arabia Saudita que aportó muchos cientos de millones de dólares en
ayuda cada año, hasta llegar posiblemente a mil millones; presionando y
sobornando a Pakistán —con el que se habían deteriorado las relaciones
norteamericanas en fecha reciente— para alquilar su país como un área
de tránsito militar y refugio; incluyendo en su nómina al director de
operaciones militares paquistaní, brigadier Mian Mohammad Afzal, para
asegurar la cooperación de su país. 44 A Pakistán se le dijo que se le
devolvería la ayuda militar y económica que había sido suspendida, si se
unían a la gran cruzada. Sólo un mes antes de la intervención soviética,
multitudes antinorteamericanas habían quemado y saqueado la Embajada
de EE.UU. en Islamabad y centros culturales estadounidenses en otras dos
ciudades paquistaníes.45
El embajador norteamericano en Libia reportó que Muammar el—
Khadafi estaba enviando a los rebeldes 250.000 dólares, pero se presume
que no lo hizo a solicitud de la CIA. 46
Washington dejó a los paquistaníes decidir a cuál de los diversos grupos
guerrilleros afganos harían beneficiario de la mayor parte de esta
generosidad. Como dijo un observador: “Según la sabiduría convencional
de la época, Estados Unidos no iba a repetir el mismo error de Vietnam —
microdirigir una guerra en una cultura que no entendía”. 47 No todos en
Pakistán fueron comprados. El diario independiente de Islamabad,
Muslim, acusó en más de una ocasión a EE.UU. de estar decidido a “pelear
hasta el último afgano”. “No nos halaga ser llamados ‘Estado de la línea
del frente’ por Washington”; “Washington no parece tener disposición
alguna para buscar un acuerdo rápido a una guerra cuyos beneficios
cosecha sin costo para los soldados norteamericanos”. 48 No está

43 Ibíd
44 Entre los Documentos de la Embajada: Informe de campo clasificado por la CIA, 30 de octubre
de 1979, Vol. 30.
45 New York Tim9es, 22 de noviembre de 1979, p. 1.
46 Weiner, p. 146.
47 John Balbach, ex director de personal del Grupo de Trabajo del Congreso sobre Afganistán,

artículo en Los Angeles Times, 22 de agosto de 1993.


48 Citado en The Guardian, Londres, 28 de diciembre de 1983 y 16 de enero de 1987, p. 19.
53. Afganistán 1979-1992 600

realmente claro si hubo pérdidas de vidas norteamericanas en la guerra.


En varias ocasiones a fines de los 80 el Gobierno de Kabul anunció que
habían muerto norteamericanos en los combates,49 y en 1985 un periódico
londinense reportó que unas dos docenas de musulmanes negros
norteamericanos estaban en Afganistán, peleando junto a los mujaidines
en una jihad, que la interpretación fundamentalista del Corán prescribe
que todos los creyentes islámicos deben librar al menos una vez en sus
vidas.50 Varios de esos musulmanes negros regresaron a EE.UU. después
de haber sido heridos.
Agresión soviética... invasión soviética... la URSS tragándose a otro
inocente Estado como parte de su plan para conquistar al mundo, o al
menos al Medio Oriente. Esta fue la lección predominante y perdurable
impartida por los pronunciamientos oficiales de Washington y por la
corriente principal de los medios norteamericanos acerca de la guerra, así
como la suma total de conocimientos para el estadounidense promedio,
aunque Afganistán había conservado su independencia durante sesenta
años de convivencia pacífica junto a la URSS. Zbigniew Brzezinski, aunque
implacablemente antisoviético en sus memorias, habla en ellas
reiteradamente de la “neutralidad” de Afganistán. 51 El país había sido
neutral incluso durante la Segunda Guerra Mundial.
Había que buscar con empeño entre las informaciones y la retórica
ofrecidas al público norteamericano a seguidas de la intervención soviética
para derivar siquiera un indicio de que la guerra civil era esencialmente
una lucha sobre reformas sociales profundamente arraigadas, pues una
discusión real acerca del tema no existía prácticamente. Antes de la
intervención, se podía tener un asomo de esto, al estilo del siguiente
párrafo publicado por el New York Times—.
La reforma agraria trata de debilitar a sus jefes de aldeas. Retratos de Lenin
amenazan a sus líderes religiosos. Pero fue la concesión por parte del
Gobierno revolucionario de Kabul de nuevos derechos a las mujeres lo que
empujó a los musulmanes ortodoxos a tomar sus armas en las aldeas de
Pashtún al este de Afganistán [...] “El gobierno dice que nuestras mujeres
tienen que asistir a reuniones y nuestros niños tienen que ir a la escuela. Eso
amenaza a nuestra religión. Tenemos que pelear” [...] “El gobierno impuso
varias ordenanzas que autorizan a las mujeres a casarse libremente con quien
escojan sin el consentimiento de sus padres”.52

Durante toda la década de 1980, los regímenes de Karmal y luego

49 Los Angeles Times, 17 de octubre de 1988, 13 de marzo de 1989, 16 de marzo de 1989.


50 The Daily Telegraph, Londres, 5 de agosto de 1985.
51 Brzezinski, p. 356, mencionado tres veces en esta sola página.
52 New York Times, 9 de febrero de 1980, p. 3, aunque escrito después de la invasión soviética, el

artículo se refiere a abril de 1979.


53. Afganistán 1979-1992 601

Najibulah, a pesar de las exigencias de la guerra, siguieron un programa de


modernización y ampliación de su base al llevar electricidad a las aldeas,
junto con centros de salud, una reforma agraria parcial y la alfabetización:
también liberaron a numerosos prisioneros encarcelados ilegalmente por
Amín, incorporaron a los mulahs y a otras personas sin ser miembros del
partido en el Gobierno, trataron de llevar a cabo todo con moderación y
sensibilidad, en lugar de entrar en conflicto con las estructuras
tradicionales; reiteraron su compromiso con el Islam, reconstruyeron y
construyeron mezquitas, eximieron de la reforma agraria las tierras en
poder de dignatarios e instituciones religiosas; en fin, trataron de evitar
los graves errores del gobierno de Amín con su prisa por hacer a la gente
tragar los cambios.53
Selig Harrison escribió en 1988:
Los comunistas afganos se ven a sí mismos como nacionalistas y
modernizadores [...] Justifican su colaboración con los rusos como la única
forma disponible de consolidar su revolución frente a la “interferencia ”
extranjera [...] El compromiso de los comunistas con la rápida modernización
les permite ganar la tolerancia a regañadientes de muchos miembros de la
clase media de mentalidad moderna, quienes se sienten atrapados entre dos
fuegos: los rusos y los fanáticos musulmanes opuestos a las reformas
sociales.54

El programa de Kabul logró motivar con el tiempo a numerosos


voluntarios para empuñar las armas en su defensa, pero se trataba de una
lucha a contracorriente, pues para los antirreformistas y sus padrinos
extranjeros era fácil convencer a las grandes masas de campesinos de las
“malas intenciones” del Gobierno al confundirlo con su dogmático y
detestado antecesor, en particular dado el énfasis que hacía el PDP en
proclamar la continuidad de la revolución de abril de 1978. 55 De lo que sí
no hay duda es de que ni los campesinos ni los antirreformistas fueron
informados de las conexiones de Amín con EE.UU. Otro problema que
enfrentaba Kabul para conquistar las mentes y corazones de su pueblo era,
por supuesto, la presencia de las tropas soviéticas, aunque debe
recordarse que la oposición islámica al Gobierno de izquierda comenzó
mucho antes de que llegaran estas: de hecho, el más extremista de los
líderes mujaidines, Hekmatyar, había dirigido una rebelión contra el

53 Para un análisis sobre estos y otros temas relacionados ver Selig Harrison: “Afghanistan: Soviet

Intervention, Afghan Resistance and the American Role”, en Michael Klare y Peter Kornbluh, eds.: Low
Intensity Warfare: Counterinsurgency, Proinsurgency and Antiterrorism in the Eighties. Pantheon
Books, New York, 1988, pp. 188-190.
54 Ibíd., p. 188; la parte referida a la clase media fue atribuida por Harrison a un artículo de un

periodista alemán, Andreas Kohlschutter, de DieZeit.


55 Para un análisis más completo de estos temas ver los tres artículos en The Guardian de su

corresponsal jefe en el extranjero, Jonathan Steele, del 17 al 19 de marzo de 1986.


53. Afganistán 1979-1992 602

Gobierno de derecha en 1975, sobre la base de que en Kabul gobernaba


un “régimen impío, dominado por los comunistas”. 56
Mientras las tropas soviéticas permanecieran en el país, el conflicto
afgano podía ser presentado a los norteamericanos como poco más que
una batalla entre los invasores rusos y los luchadores de la resistencia
afgana, como si no existieran Gobierno y ejército en el país, o como si no
hubiera una buena parte de la población, tal vez incluso la mayoría, a favor
de las reformas, gente que no deseaba vivir bajo un gobierno islámico
fundamentalista. Mohammed Hakim, alcalde de Kabul, un general
entrenado en los años 70 en bases militares en EE.UU. y que pensaba que
este era “el mejor país”, comentó: “Tal vez la gente en realidad tampoco
nos quiere, pero nos prefieren a los extremistas. Eso es lo que no
entienden los países occidentales. Sólo esperamos que el señor Bush y el
pueblo de Estados Unidos nos miren con atención. Piensan que somos
comunistas muy fanáticos, que no somos seres humanos. No somos
fanáticos. Ni siquiera somos comunistas”. 57
En los medios de prensa norteamericana, cualquier funcionario del
Gobierno afgano, o el propio Gobierno en conjunto, era etiquetado a priori
como “comunista”, o “marxista”, o “pro comunista” o “pro marxista”, sin
explicación ni definición que lo sustentara. Najibulah, que sucedió a
Karmal cuando este abandonó la presidencia en 1986, fue confirmado en
su puesto en 1987 bajo una nueva Constitución islámica que fue depurada
de todo discurso socialista y que estaba llena de referencias al Islam y al
Corán. “Este no es un país socialista revolucionario. No queremos construir
una sociedad comunista”, dijo en su discurso inaugural.58
¿Podía EE.UU. ver más allá de la ideología de la Guerra Fría y entrar a
considerar las necesidades del pueblo afgano? En agosto de 1979, tres
meses antes de la intervención soviética, un Informe del Departamento de
Estado clasificado señalaba: “[...] los mayores intereses de Estados Unidos
se beneficiarían con la caída del régimen de Taraki-Amín, a pesar de los
retrocesos que esto pudiera significar para las futuras reformas sociales y
económicas en Afganistán [...] el derrocamiento de la R.D.A. [República
Democrática de Afganistán] mostraría al resto del mundo, en particular al
Tercero, que el enfoque soviético acerca de que el desarrollo histórico del
socialismo es inevitable, no es exacto”. 59
Durante los años 80, e incluso antes, la URSS había insistido repetidas

56 Lawrence Lifschultz: “The not-so-new rebellion”, en Far Eastern Economic Review, Hong Kong,

30 de enero de 1981, p. 32.


57 Los Angeles Times, 22 de abril de 1989, pp. 12, 13.
58 Ibíd., 1 de diciembre de 1987, p. 8.
59 Entre los Documentos de la Embajada, Vol. 30: informe del Departamento de Estado del 16 de

agosto de 1979.
53. Afganistán 1979-1992 603

veces en que no se encontraría una solución al conflicto mientras EE.UU.


y otras naciones continuaran apoyando a los mujaidines. Estados Unidos
por su parte, insistía en que los soviéticos debían primero retirar sus tropas
de Afganistán. Finalmente, después de varios años de negociaciones
auspiciadas por la ONU, se firmó un acuerdo en Ginebra el 14 de abril de
1988, bajo el cual el Kremlin se comprometía a iniciar la retirada de los
115.000 soldados que se estimaba estaban en el país a partir del 15 de
mayo, hasta completar el proceso el 15 de febrero del año siguiente. El
presidente Gorbachov había dicho que Afganistán se había convertido en
“una herida sangrante”. En febrero, una vez que las últimas tropas
soviéticas abandonaron el territorio afgano, Gorbachov urgió a EE.UU. a
apoyar un embargo sobre los embarques de armas hacia Afganistán y un
cese al fuego entre los dos bandos. Ambas propuestas fueron rechazadas
por la nueva administración Bush, que alegó que el Gobierno afgano había
quedado en posesión de grandes cantidades de equipamiento militar. No
está claro por qué si los rebeldes habían sido capaces de mantenerse a
pesar de la poderosa presencia del Ejército soviético. Washington sentía
ahora que quedarían en desventaja al retirarse los rusos. La clave de la
respuesta norteamericana puede radicar en la declaración del
Departamento de Estado acerca de que el Gobierno de Kabul por sí mismo
no podría retener el poder más de seis meses. 60 Al plantear la cuestión del
desbalance de a rmamentos (fuera real o no), Washington aseguraba la
continuidad de la carrera armamentista en Afganistán —un microcosmos
de la Guerra Fría. Al mismo tiempo, el Gobierno de EE.UU. llamó a los
soviéticos a apoyar a “un Afganistán independiente y no alineado”,
aunque era esto precisamente lo que sucesivas administraciones habían
tratado de impedir durante décadas. Dos días después, el presidente
Najibulah criticó el rechazo estadounidense a la propuesta de Gorbachov
y ofreció devolver las armas entregadas por la URSS si los rebeldes
deponían las suyas e iniciaban negociaciones. No se informó acerca de
respuesta alguna a esta oferta, ni por parte de EE.UU. ni de los rebeldes,
que ya habían rechazado propuestas similares anteriormente.
Parecería que Washington estaba pensando en plazos más largos que
los de treguas y negociaciones. El mismo día en que Najibulah lanzó su
proposición, EE.UU. anunció que había entregado 500.000 libros de texto,
elaborados en Norteamérica, para ser utilizados en la enseñanza de los
grados primero al cuarto en las escuelas de Afganistán. Los libros, que
algunos “críticos dijeron bordeaban el panfleto propagandístico”,
hablaban de la lucha de los rebeldes contra la URSS y tenían ilustraciones

60 Los Angeles Times, 17 de febrero de 1989, p. 8.


53. Afganistán 1979-1992 604

de guerrilleros dando muerte a soldados soviéticos. 61 Desde el inicio de la


guerra, los mujaidines habían reservado las peores torturas para los rusos;
Washington tenía informes confirmados de que los rebeldes habían
drogado y torturado entre 50 y 200 prisioneros soviéticos y los habían
enjaulado como a animales “viviendo en un horror indescriptible”. 62 Otra
versión, dada por un reportero de la conservadora ‘Far Eastern Economic
Review, relataba: “Un grupo [de soviéticos] fue asesinado, despellejado y
colgado en un gancho de carnicería. Un cautivo se encontró convertido en
el centro de un juego de buzkashi, esa forma ruda y revolcada del polo
afgano en que se acostumbra a usar una cabra decapitada como balón. En
su lugar se utilizó al prisionero. Vivo. Terminó literalmente hecho
pedazos”.63
Mientras tanto, para gran sorpresa de EE.UU. y del resto del mundo, el
Gobierno de Kabul no mostró señales de derrumbarse. Las buenas noticias
para Washington eran que desde que las tropas soviéticas habían salido
(aunque se mantuvieron algunos asesores militares) la relación “costo-
beneficio” había mejorado, 64 y el costo era medido enteramente en
muertes y sufrimiento de no estadounidenses, pues los rebeldes hacían
explotar carros bombas con regularidad y lanzaban cohetes contra áreas
residenciales de la capital, destruían escuelas y clínicas construidas por el
Gobierno y asesinaban a los maestros alfabetizadores (exactamente igual
a como lo habían hecho los contras nicaragüenses al otro lado del mundo
y por la misma razón: eran símbolos de la benevolencia del Estado). La
muerte y la destrucción causadas por los soviéticos y las tropas del
Gobierno durante la guerra fueron también considerables, como por
ejemplo el bombardeo a numerosas aldeas, pero las historias sobre
atrocidades individuales deben ser tomadas con reserva debido a la ya
conocida propensión y habilidad de la CIA para difundir desinformación
anticomunista, con frecuencia de la más variada especie, prácticamente
sin límites. Al ser la URSS el adversario directo, el bombillo de la creatividad
debe haber estado encendido todo el tiempo en Langley.
Amnistía Internacional, con sus acostumbrados métodos de cuidadosa
recopilación de información, reportó a mediados de los 80 que las
autoridades de Kabul hacían uso frecuente de la tortura y la detención
arbitraria. 65 Pero ¿qué debemos pensar, por ejemplo, del informe, sin
identificación de fuente, del columnista Jack Anderson — vinculado al

61 Sobre Najibulah y los libros de texto ver Ibíd., 18 de febrero de 1989, p. 18.
62 Washington Post, 13 de enero de 1985, p. A30. El artículo habla de 70 prisioneros rusos
“viviendo un horror indescriptible”; al parecer, aunque no es seguro, los mismos estaban incluidos en
las cifras de entre 50 y 200 antes mencionadas.
63 John Fullerton: The Soviet Occupation ofAfghanistan. Londres, 1984.
64 Los Angeles Times, 28 de julio de 1989.
65 Amnistía Internacional: Torture in the Eighties, Londres, 1984, capítulo sobre Afganistán.
53. Afganistán 1979-1992 605

grupo de presión afgano-norteamericano— de que las tropas soviéticas a


menudo marchaban sobre las aldeas rebeldes en Afganistán y
“masacraban a todo hombre, mujer y niño”? 66 ¿O de la versión del New
York Times del testimonio de un ciudadano afgano acerca de cómo los
soldados del Gobierno habían cegado deliberadamente a cinco niños y
luego los habían estrangulado, mientras un partidario del Gobierno que
los acompañaba se reía? Debe reconocerse que el periódico añadía: “No
había forma de confirmar esta historia. Es posible que el hombre que la
contó estuviera tratando de desacreditar al régimen. Tenía, sin embargo,
los ojos de quien ha contemplado horrores”. 67 También estaba la
acusación de un congresista en 1985 de que los soviéticos habían utilizado
explosivos con forma de juguetes para mutilar a los niños afganos, 68 la
misma historia que se contaba acerca de los izquierdistas en cualquier
parte del mundo durante la Guerra Fría, y repetida una vez más en 1987
por la cadena de televisión CBS, con fotos ilustrativas. El New York Times
informó después sobre la denuncia de un productor de la BBC de que la
bomba-juguete había sido fabricada por el camarógrafo de la CBS.69
También estaba el Fondo de Piedad Afgano, supuestamente una
agencia de beneficencia, pero sobre todo una empresa de propaganda,
que informó que los soviéticos habían quemado a un niño vivo, que
disfrazaban las minas como barras de chocolate y dejaban otras con
aspecto de mariposas para atraer a los pequeños. Luego se comprobó que
las minas mariposas eran copias de una mina diseñada en EE.UU. y
utilizadas en la guerra de Vietnam. 70
Pakistán y Washington denunciaron igualmente el derribo de un avión
de combate paquistaní sobre Afganistán en mayo de 1987 — aun sabiendo
que la denuncia era falsa— como resultado de un misil soviético. Más
tarde se supo que el avión había sido derribado por error por otro caza
paquistaní.71
Durante los años iniciales y hasta mediados de los 80, la administración
Reagan proclamó que los rusos estaban esparciendo sustancias tóxicas
sobre Laos, Camboya y Afganistán —la llamada “lluvia amarilla”— y que

66
Columna de Jack Anderson en San Francisco Chronicle, 4 de mayo de 1987. Sobre sus vínculos y
los de otros muchos, con el grupo de presión afgano ver Sayid Khybar: "The Afghani Contra Lobby", en
Covert Action Information Bulletin, Nº 30, verano de 1988, p.65.
67 New York Times, 11 de septiembre de 1979, p. 12.
68 Washington Post, 13 de enero de 1985, p. A30.
69 Citado por Extra!, New York, octubre-noviembre de 1989, p. 1, en referencia a una serie de

artículos en el New York Posta partir del 27 de septiembre de 1989.


70 Mary Williams Walsh: "Strained Mercy”, en la revista The Progressive, Madison, Wisconsin,

mayo de 1990, pp. 23-26. Walsh había atendido Afganistán como corresponsal principal del Wall Street
Journal en el sur y el sudeste asiáticos. El Journal se negó a publicar este texto, lo que la llevó a
renunciar.
71 San Francisco Chronicle, 20 de julio de 1987.
53. Afganistán 1979-1992 606

habían causado más de diez mil muertes sólo en 1982 (incluidas 3.042
muertes solamente en Afganistán atribuidas a 47 incidentes distintos
entre el verano de 1979 y el de 1981, así de precisa era la información). El
secretario de Estado Alexander Haig era el primero en difundir este tipo
de historias, y el propio presidente Reagan hizo este tipo de denuncias
contra la URSS en más de quince ocasiones en discursos y documentos. 72
La “lluvia amarilla” resultó ser ocasionada por las heces polinizadas de
enormes enjambres de abejas que volaban a gran altura. Más tarde se
supo que la administración Reagan había formulado sus acusaciones a
pesar de que científicos del Gobierno en aquel momento habían señalado
que no podían confirmarlas, y que en su opinión las evidencias eran
endebles y confusas. 73 Y todavía algo más sospechoso: los importantes
estudios científicos que examinaron más tarde las denuncias de
Washington hablaban tan sólo de Laos, Camboya y Tailandia, no se hacía
mención alguna de Afganistán. Era como si el Gobierno —quizás
sinceramente equivocado al principio sobre Indochina— hubiera añadido
al país centroasiático a la lista sabiendo en ese caso que su acusación era
falsa.
Tales campañas de desinformación a menudo son utilizadas con fines
internos. Considérese la contribución del senador Robert Dole a esta
discusión, cuando habló en 1980 ante el Congreso, de la “evidencia
convincente” que le habían aportado acerca de “que los soviéticos han
desarrollado una capacidad química que va mucho más allá de nuestros
mayores temores [...] [un gas que] no es detenido por [...] nuestras
máscaras antigases y deja a nuestros soldados indefensos”. Y añadió:
“Sugerir siquiera una nivelación de los gastos de defensa de nuestra nación
por parte de la administración Cárter en un momento tan crítico de
nuestra historia es insondeable”. 74 Y en marzo de 1982, cuando la
administración Reagan lanzó la acusación sobre los 3.042 afganos
muertos, el New York Times hizo notar: “El presidente Reagan ha decidido
que Estados Unidos reasuma la producción de armas químicas y ha
solicitado un incremento sustancial en el presupuesto militar para tales
armas”. 75 El dinero necesario para extender las campañas
propagandísticas norteamericanas hacia el resto del mundo manaba del
cuerno de la abundancia del Congreso con tanta fluidez como el destinado
a satisfacer las aspiraciones militares: en un momento dado se destinaron

72 New York Times, 9 de marzo de 1982, p. 1; 23 de marzo, pp. 1, 14; The Guardian, Londres, 3 de

noviembre de 1983, 29 de marzo de 1984; Washington Post, 30 de mayo de 1986.


73 Julián Robinson et al: "Yellow Rain: The Story Collapses", en Foreign Policy, otoño de 1987, pp.

100-117; New York Times, 31 de agosto de 1987, p. 14.


74 Congressional Record, 6 de junio de 1980, pp. S13582-13583.
75 New York Times, 29 de marzo de 1982, p. 1.
53. Afganistán 1979-1992 607

500.000 dólares para entrenar a periodistas afganos para hacer uso de los
medios a favor de su causa.76 Debe destacarse que en junio de 1980,
antes de que se hiciera ninguna de las acusaciones contra la URSS a causa
de la “lluvia amarilla”, el Gobierno de Kabul había acusado a los rebeldes
y a sus padrinos extranjeros de haber empleado gas venenoso,
mencionaban un incidente en el que habían sido víctimas 500 estudiantes
secundarios y sus profesores en diversas escuelas; no se reportó la muerte
de ninguno.77
Una razón por la cual la victoria continuaba eludiendo a los mujaidines
era que se hallaban terriblemente divididos entre sí por disputas étnicas y
tribales desde hacía siglos, al igual que el alza reciente del
fundamentalísimo islámico enfrentado al más tradicional, aunque
ortodoxo, Islam. Las diferencias con frecuencia conducían a la violencia.
En un incidente ocurrido en 1989, siete altos comandantes mujaidines y
más de 20 otros rebeldes fueron asesinados por un grupo guerrillero rival.
Esta no fue ni la primera ni la última de tales acciones. 78 Hacia abril de
1990, catorce meses después de la retirada soviética, Los Angeles Times
describía la situación de los rebeldes de esta manera:
En las últimas semanas han dado muerte a más de los suyos que a enemigos
[...] Los comandantes de la resistencia rival han sido baleados al estilo gansteril
en la ciudad fronteriza de Peshawar [Pakistán], área de tránsito de la guerra.
Hay informes persistentes de matanzas políticas a gran escala en los campos
de refugiados [...] Una reciente ejecución [...] tuvo tanto que ver con las drogas
como con la política [...] Otros comandantes, en Afganistán y en los
campamentos de la frontera, simplemente se están negando a luchar. Dicen
en privado que prefieren a Najibulah a los fundamentalistas mujaidines de
línea dura dirigidos por Gulbuddin Hekmatyar. 79

Los rebeldes también cayeron en la corrupción a causa de las enormes


cantidades de armas que afluían hacia ellos. El periodista investigativo Tim
Weiner informó lo siguiente:
La tubería de la CIA tiene filtraciones. Graves. Ha esparcido grandes cantidades
de armas sobre una de las áreas más anárquicas del mundo. Primero las
fuerzas armadas paquistaníes tomaron lo que querían de los cargamentos de
amias. Luego jefes guerrilleros afganos corruptos robaron y vendieron cientos
de miles de dólares en fusiles antiaéreos, misiles, granadas autopropulsadas,
rifles automáticos AK-47, municiones y minas del arsenal de la CIA. Algunas de
las armas cayeron en manos de bandas criminales, de traficantes de heroína y
de la facción más radical del ejército iraní [...] Mientras sus soldados

76 San Francisco Chronicle, 16 de septiembre de 1985, p. 9.


77 The Truth About Afghanistan, pp. 85, 89, con una foto de las supuestas víctimas yaciendo en el
suelo y otra foto de una granada química norteamericana.
78 Los Angeles Times, 28 de julio de 1989.
79 Ibíd., 30 de abril de 1990, pp. 1 y 9.
53. Afganistán 1979-1992 608

sobreviven con dificultad en las montañas y el desierto de Afganistán, los


dirigentes políticos de las guerrillas mantienen hermosas mansiones en
Peshawar y flotas de autos a su orden. La CIA se mantiene en silencio mientras
los politiqueros afganos convierten las armas de la Agencia en dinero en
efectivo.80

Entre las armas que los mujaidines vendieron a los iraníes estaban los
altamente sofisticados misiles antiaéreos Stinger termodirigidos, con los
cuales los rebeldes habían derribado varios cientos de aviones militares
rusos, al igual que ocho aviones de pasajeros. El 8 de octubre de 1978, los
Guardias Revolucionarios de una cañonera iraní dispararon uno de estos
misiles contra helicópteros norteamericanos que patrullaban el Golfo
Pérsico, pero no dieron en el blanco. 81
Un poco antes ese mismo año, la CIA dijo al Congreso que al menos
20% de su ayuda militar a los mujaidines había sido escamoteada por jefes
rebeldes y funcionarios paquistaníes. El columnista Jack Anderson señaló
por entonces que su estimado conservador acerca del volumen de armas
desviadas era 60%, mientras que un líder rebelde dijo al asistente de
Anderson en su visita a la frontera que dudaba que siquiera 25% de las
armas estuviera llegando a su destino. Otras versiones evalúan esta
cantidad en 20%. Si realmente los mujaidines estaban en inferioridad en
cuanto a armamento con respecto al Gobierno, esta debía ser la razón
principal para ello. Sin embargo, la CIA y otros funcionarios
gubernamentales lo consideraron como simples gajes del oficio al
ejercerlo en esta zona del mundo.82 Como muchos otros clientes de la CIA,
los rebeldes eran financiados también mediante el tráfico de drogas y la
Agencia se preocupaba al parecer muy poco por esto, mientras los
muchachos se mantuvieran contentos. Los comandantes mujaidines
dentro de Afganistán controlaban personalmente grandes campos de
amapolas, de la cual se extrae el opio, que refinado da la heroína.
Camiones entregados por la CIA. al igual que muías, utilizados para entrar
las armas al país, hacían el camino de regreso cargados de opio a los
numerosos laboratorios a lo largo de la frontera afgano-paquistaní, donde
se procesaban toneladas de heroína con la cooperación del ejército de
este último país. Se estimaba que esta producción constituía entre un
tercio y la mitad de la heroína consumida anualmente en EE.UU. y tres
cuartos de la consumida en Europa occidental. Funcionarios
norteamericanos admitieron en 1990 que no habían investigado ni

80 Weiner, pp. 150, 152.


81 Weiner, p. 151; Los Angeles Times, 26 de mayo de 1988. Sobre el derribo de aviones de
pasajeros ver New York Times, 26 de septiembre de 1984, p. 9; 11 de abril de 1988, p. 1.
82 San Francisco Chronicle, columna de Jack Anderson el 29 de abril y el 2 de mayo de 1987; 13 de

julio de 1987; revista Time, 9 de diciembre de 1985; Washington Post, 13 de enero de 1985, p. A30.
53. Afganistán 1979-1992 609

tornado medidas contra la operación de la droga para no ofender a sus


aliados afganos y paquistaníes. 83 En 1993, un funcionario de la DEA llamó
a Afganistán la nueva Colombia del mundo de la droga. 84
La guerra, con todo su tormento, continuó hasta la primavera de 1992,
tres años después de la partida de las tropas soviéticas. Se puso en vigor
un acuerdo para terminar con el suministro de armas firmado por la URSS
y EE.UU. Las dos superpotencias habían abandonado el conflicto. La URSS
ya no existía, y el pueblo afgano contaba con más de un millón de muertos,
tres millones de discapacitados y cinco millones en campamentos de
refugiados, en total casi la mitad de su población. Para entonces, una
tregua gestionada por la ONU debía transferir el poder a una coalición
gubernamental transitoria hasta que se convocaran elecciones. Pero esto
no ocurriría. El Gobierno de Kabul se desintegró virtualmente en medio de
motines por hambre y revueltas militares, y los guerrilleros entraron
violentamente en la capital y establecieron el primer régimen islámico en
el país desde que este se había transformado en una nación independiente
a mediados del siglo xvm. Un factor clave en la caída del Gobierno fue la
deserción a última hora del general Abdul Rashid Dostum, quien se pasó a
los guerrilleros. Los medios norteamericanos lo habían llamado
anteriormente “general comunista”, y pasó a ser de inmediato “general ex
comunista”.
Los mujaidines habían ganado y se volvieron unos contra otros con
toda su fuña. Cohetes y fuego de artillería desaparecieron barriadas
completas en Kabul. Hacia el mes de agosto al menos mil quinientas
personas habían muerto o estaban heridas, en su mayoría civiles (para
1994 sumarian 10.000). De todos los jefes rebeldes, ninguno se mostraba
menos proclive a la negociación, o más decidido a una solución militar, que
Gulbudín Hekmatyar. Roben Neumann, antiguo embajador en Afganistán,
observó en aquel momento: “Hekmatyar es un tonto, un extremista y un
hombre muy violento. Fue aupado por los paquistaníes. Por desgracia,
nuestro gobierno se alineó con los paquistaníes. Les entregábamos el
dinero y las armas, pero ellos orientaban la política”. Washington sentía
ahora gran preocupación ante una posible toma de poder de Hekmatyar.
Irónicamente les asustaba que de lograrlo, su tendencia extremista se
extendería a las antiguas repúblicas soviéticas de Asia, con grandes masas

83 Sobre las drogas, los mujaidines y la CIA ver:


a) Weiner, pp. 151-152.
b) New York Times, 18 de junio de 1986.
c) William Vomberger: “Afghan Rebeis and Drugs”, en Covert Action Information Bulletin, Nº 28,
verano de 1987, pp. 11-12.
d) Los Angeles Times, 4 de noviembre de 1989, p. 14.
e) Washington Post, 13 de mayo de 1990, p. 1.
84 Los Angeles Times, 22 de agosto de 1993.
53. Afganistán 1979-1992 610

de musulmanes en su población y las desestabilizaría, es decir, el mismo


temor que había llevado a los soviéticos a intervenir en la guerra civil
afgana. 85 Fue precisamente a las luchas de Hekmatyar que el “general
comunista” Dostum terminó uniéndose.
Suleiman Layeq, poeta e izquierdista, además de “ideólogo” del
régimen caído, contemplaba desde su ventana como los mujaidines
avanzaban por la ciudad conquistando edificio tras edificio. Dijo de ellos:
“Sin excepción, siguen la vía de los objetivos fundamentalistas y las metas
del Islam. Y no es el Islam. Es una especie de teoría contra la civilización,
contra la civilización moderna”. 86 Incluso antes de tomar el poder, los
mujaidines prohibieron todas las agrupaciones no musulmanas. Ahora la
nueva ley fue impuesta: todo consumo de alcohol estaba prohibido en la
República islámica: las mujeres no saldrían a la calle sin velo, y las
violaciones serian castigadas por azotes, amputaciones y ejecuciones
públicas. Y esto provino de los más “moderados”, no de Mekmatyar. Hacia
septiembre se llevaron a cabo los primeros ahorcamientos públicos. Ante
una entusiasta muchedumbre de 10.000 personas, tres hombres fueron
colgado s. Habían sido juzgados a puertas cerradas y no se sabía qué
crímenes habían cometido.87
En febrero de 1993, un grupo del Medio Oriente provocó una poderosa
explosión en el World Trade Center de Nueva York. La mayoría de ellos
eran veteranos de los mujaidines: otros de estos veteranos llevaban a cabo
asesinatos en El Cairo, explosiones de bombas en Bombay, sangrientas
revueltas en las montañas de Cachemira y guerra de guerrillas en Filipinas.
Este era, por entonces, el poder y la gloria de los “luchadores por la
libertad” del presidente Reagan, que se habían vuelto más
antinorteamericanos en los últimos años, y muchos de ellos apoyaron a
Saddam Hussein en el conflicto del Golfo Pérsico en 1990-91. Con
seguridad incluso Reagan y Bush habrían preferido la compañía de
reformadores “comunistas” como el presidente Taraki, el alcalde Hakim o
el poeta Layeq. Pero la URSS había sangrado, y lo había hecho en
abundancia. Para EE.UU. también se había tratado de una “guerra santa”.

85 Ibíd., 21 de abril de 1992.


86 Ibíd., 24 de mayo de 1992.
87 Ibíd., 4 de enero, 24 de mayo, 8 de septiembre de 1992.
54. El Salvador 1980-1994 611

54. EL SALVADOR 1980-1994


Derechos humanos al estilo de Washington
Estados Unidos apoyaba al Gobierno de El Salvador, dijo Ronald
Reagan, porque trataba “de detener la infiltración en las Américas, de
terroristas y de interferencias exteriores, y de aquellos que no sólo
pretenden a El Salvador sino, creo, a toda la América Central y
posiblemente luego a Sudamérica y, estoy seguro, con el tiempo
pretenderán a Norteamérica”. 1 Los psiquiatras tienen un término para
designar este tipo de apreciación de la realidad. Lo llaman esquizofrenia
paranoica.
Si los insurgentes en El Salvador, el país más pequeño de toda
Latinoamérica, estaban involucrados en lo que Reagan percibía como un
plan para capturar el hemisferio occidental, otros lo veían como la
revolución por excelencia. En este último contexto, no puede asegurarse
que los salvadoreños se precipitaran a una revolución ante el primer signo
de represión, o que se volvieran hacia las armas por una inclinación a las
soluciones violentas, o por negarse a “funcionar dentro del sistema”, o a
causa de “agitadores foráneos”, o cualquiera otra de las explicaciones
preferidas de Washington a la rebeldía de los pueblos. Desde que existe
memoria, las riendas del Gobierno de El Salvador habían estado en manos
de una dictadura militar o de otra, mientras la economía había sido
controlada por las celebradas catorce familias del café y la industria, con
sólo breves y ocasionales estallidos del descontento acumulado para
perturbar el cuidado panorama.
En diciembre de 1980, Raymond Bonner, reportero del New York
Times, preguntó a José Napoleón Duarte, “porqué los guerrilleros estaban
en las montañas”. Duarte, que acababa de convertirse en presidente de la
junta gobernante, sorprendió a Bonner con su respuesta: “Cincuenta años
de mentiras, cincuenta años de injusticias, cincuenta años de
frustraciones. Esta es una historia de gente que se muere de hambre, que
vive en la miseria. Por cincuenta años la misma gente ha tenido todo el
poder, todo el dinero, todos los empleos, toda la educación, todas las
oportunidades”.2
En las décadas siguientes a la famosa rebelión campesina de 1932, que

1New York Times, 7 de marzo de 1981, p. 10.


2Raymond Bonner: Weakness and Deceit: U.S. Policy and El Salvador, Times Books, New York,
1984, p. 24.
54. El Salvador 1980-1994 612

fue aplastada con una masacre criminal, sólo habían ocupado la escena
dos gobiernos reformistas: uno en 1944 por sólo nueve meses, y otro en
1960. Este último fue propiciado por una protesta de varios mi les de
estudiantes de la Universidad Nacional contra la limitación de las
libertades civiles. El Gobierno respondió enviando la policía que destrozó
sistemáticamente aulas, laboratorios, oficinas, golpeó al presidente de la
escuela, dio muerte a un bibliotecario, bayoneteó a estudiantes y violó a
docenas de muchachas. Finalmente, cuando los estudiantes lograron
reorganizarse, los soldados abrieron fuego cerrado contra ellos. Este
incidente sangriento fue uno de los puntos decisivos para que un grupo de
oficiales de menor rango llevara a cabo un golpe en octubre de ese año,
con el ánimo de hacer reformas sociales y políticas importantes, pero el
nuevo Gobierno sólo duró tres meses antes de ser derrocado por un
contragolpe en el que EE.UU. estuvo supuestamente involucrado. 3 El Dr.
Fabio Castillo, antiguo presidente de la Universidad Nacional y miembro
del Gobierno destituido, testificó años más tarde ante el Congreso
estadounidense que en el proceso de derrocamiento del Gobierno
reformista, la Embajada norteamericana comenzó a “intervenir
directamente” y que “miembros de la misión militar de EE.UU.
intensificaron abiertamente su invitación a conspirar y rebelarse”. 4
Durante los 60, múltiples expertos norteamericanos se ocuparon en El
Salvador de aumentar y refinar el aparato de seguridad del Estado y de la
contrainsurgencia: la policía, la Guardia Nacional, el Ejército, las redes de
inteligencia y comunicaciones, así como la coordinación con sus
homólogos en otros países centroamericanos. Con el tiempo, estas fueron
las fuerzas y recursos que entraron en acción para imponer una represión
generalizada y desarrollar la guerra. Años después el New York Times
destacó: “En El Salvador, la ayuda norteamericana fue empleada para
entrenamiento policial en los 50 y 60 y muchos oficiales en las tres ramas
de la policía se convirtieron luego en los jefes de los escuadrones de la
muerte de derecha, que mataron a decenas de miles de personas a fines
de los 70 y principios de los 80”. 5

3
Sobre los hechos de 1960-1961 ver John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New York,
1965, p. 178; Michael McCIintock: The American Connection: State Tenor and Popular Resistance in El
Salvador.Zed Books, Londres, 1985, pp. 135-137, 149; New York Herald Tribune, 1 de abril de 1963,
sección 2, p. 1.
4 Human Rights in Nicaragua. Guatemala and El Salvador: Implications for U.S. Policy, Audiencias

ante el Subcomité sobre Organizaciones Internacionales del Comité de la Cámara sobre Relaciones
Internacionales, 8 de junio de 1976, pp. 33-34.
5 New York Times, 22 de octubre de 1987, p. 11. Para un mayor análisis del papel de EE.UU. en e

ste p roceso e n los 60 y 70 ver McCIintock, cap. 12; American Civil Liberties & Americas Watch
Committee: Report on Human Rights in El Salvador. Vintage Books, New York, 1982, pp. 179-180, 189-
197; James Dunkerley: The Long War: Dictatorship and Revolution in El Salvador. Londres, 1982, pp.
74-75; Jenny Pearce: Under the Eagte. Londres, 1982, pp. 214-216.
54. El Salvador 1980-1994 613

Si en la década de 1960 el aparato policial no pudo ser culpado con el


nivel de asesinatos, torturas o desapariciones de los opositores políticos
que se alcanzó en Guatemala y otras partes de Latinoamérica, esto tuvo
más que ver con el modesto grado de disidencia abierta y de agitación
violenta que con un mayor respeto a los derechos humanos. Los únicos
grupos opositores que no fueron ¡legalizados eran los que no se sentían
como una amenaza: los hinchados estómagos de los desnutridos niños
campesinos no eran vistos como una amenaza en lo absoluto.
Al parecer por la simple razón de que incluso los militaristas gustan de
vestirse con el ropaje de la legitimidad, durante los años 60 algunas
organizaciones políticas, por lo general integradas por gentes de la clase
media, pudieron postular candidatos para puestos municipales y
legislativos. Obtuvieron algunos puestos, pero el Gobierno se aseguró de
que quedaran en minoría, es decir, sin verdadero poder. En 1967, fueron
convocadas las primeras elecciones disputadas por la presidencia desde
1931. Tras declarar a su partido como ganador, el Gobierno prohibió
rápidamente a otro partido que había demostrado fuerza sobre la base de
que sus principios eran “contrarios a la Constitución”. Según un vocero de
este partido, el principio en cuestión era su apoyo a reforma agraria. Otras
fuentes informan que la organización fue ¡legalizada “supuestamente por
difundir la ideología comunista”, lo que, dentro del marco de referencias
del Gobierno era la misma cosa. 6
Una coalición de centro-izquierda fue creada bajo las siglas UNO, y
presentó como su candidato al demócrata cristiano José Napoleón Duarte
en las elecciones de 1972. Aunque se ejerció la violencia contra los
candidatos y campañistas de la UNO, llegando incluso al asesinato de uno
de los ayudantes de Duarte y al sabotaje de las transmisiones de radio de
la coalición, el día de las elecciones las expectativas eran elevadas. Dos
días después de la votación, la Junta Electoral Central, después de anunciar
la victoria del partido del Gobierno, sorprendió a todos al declarar que un
recuento de los votos había mostrado que la UNO era la ganadora. El
Gobierno impuso de inmediato una suspensión de noticias y durante los
dos días siguientes no se escuchó nada más acerca de los resultados
electorales. Al tercer día, la Junta rectificó y volvió a declarar ganador al
partido del Gobierno. En las elecciones legislativas de 1972 y 1974, y más
tarde en las presidenciales de 1977, se emplearon similares conteos
combinados con groseras intimidaciones físicas a los candidatos, votantes
y encargados de las urnas, para asegurar la continuidad del Gobierno en el
poder.7

6McCIintock, pp. 158, 226 (ver nota 44).


7Sobre las elecciones en los 60 y 70 ver Roben Armstrong y Janet Shenk: El Salvador: The Face of
Revolution. Londres, 1982, pp. 50-87; McCIintock, pp. 158-183, passim; Dunkerley, pp. 79-86, 103-106;
54. El Salvador 1980-1994 614

Después de las elecciones de 1977, las masas se echaron a la calle


protestando contra el fraude y fueron rodeadas por las fuerzas de
segundad del Gobierno que dispararon contra ellas. El resultado fue un
baño de sangre con cientos de muertos. Inmediatamente después los
directivos de la UNO tuvieron que marchar al exilio y sus seguidores
quedaron expuestos a arrestos, tortura y asesinatos. 8 El presidente en
ejercicio, coronel Arturo Molina, culpó de las protestas a “comunistas
extranjeros”. Su respuesta a las acusaciones de fraude electoral fue: “Sólo
Dios es perfecto”.9
La violencia política de este corte había sido esporádica en los 60, pero
se volvió cotidiana en los 70 mientras más y más salvadoreños, frustrados
ante la imposibilidad de alcanzar cambios sociales por la vía electoral,
recurrían a otros medios. Algunos se limitaron a más demostraciones
militantes, huelgas y ocupaciones de lugares públicos, pero un número
creciente comenzó a desarrollar acciones de guerrilla urbana, tales como
atentados a individuos que eran vistos como parte de la maquinaria
represiva, colocación de bombas y secuestros para pedir recompensa. El
Gobierno y sus grupos paramilitares de derecha —“escuadrones de la
muerte” es la manera moderna en que se autodenominan— respondieron
con una campaña contra líderes sindicales, organizaciones campesinas y
partidos políticos, al igual que sacerdotes y trabajadores religiosos laicos.
“Sé patriota, mata a un cura” era el lema de uno de estos escuadrones de
la muerte. Se acusaba a los eclesiásticos de enseñar la subversión a los
campesinos, lo que la Iglesia llamaba enseñar la palabra de Dios en el único
país del planeta nombrado en homenaje a Cristo. La CIA y los militares
norteamericanos tuvieron un papel esencial en la concepción y
organización de las agencias de seguridad, de las que se derivaban los
escuadrones de la muerte. Los programas de supervisión de la CIA
suministraban rutinariamente a estas agencias con información sobre el
paradero de individuos que eran reportados luego como víctimas de los
paramililares.10
En octubre de 1979, una intriga de jóvenes oficiales del Ejército,
indignados ante las frecuentes masacres de los manifestantes y
huelguistas y con el deseo de restaurar el “buen nombre” del Ejército,
expulsaron al general Carlos Romero de la presidencia en un golpe sin

Gerassi, p. 179; testimonio de Fabio Castillo ante el Congreso de EE.UU., pp. 42-44 (nota 4).
8 Armstrong y Shenk, pp. 87-88; McCIintock, pp. 183-184: Dunkerley, pp. 106-107.
9 Facts on File, New York, 12 de marzo de 1977, p. 181.
10 Alian Nairn: “Behind the Death Squads”, en revista The Progressive. Madison. Wis., mayo de

1984, pp. I. 20-29: un recuento detallado de los vínculos cercanos y duraderos de la CIA con los
escuadrones de la muerte o sus organizaciones auspiciadoras, así corno con los dirigentes de las
mismas que se en contraban e n la nómina de la Agencia. Ver también New York Times, 22 de octubre
de 1987, p. 11; 6 de diciembre de 1987, IV, p. 2.
54. El Salvador 1980-1994 615

sangre. Un número de destacadas figuras políticas civiles recibió puestos


en la nueva administración, que proclamó un impresionante programa de
reformas. Pero no lo lograrían. Los jóvenes e inexpertos oficiales fueron
fácilmente manipulados por otros colegas conservadores y con más años
de experiencia para, mediante presiones ejercidas por EE.UU., instalar a
determinados militares en posiciones clave. 11 Los miembros civiles del
Gobierno se encontraron imposibilitados de ejercer control alguno sobre
las fuerzas armadas y quedaron reducidos a un disfraz reformista.
Washington había apoyado la caída del brutal Romero porque sólo tres
meses antes los sandinistas habían derrocado la dictadura de Somoza, y la
administración Cárter no quería arriesgarse a perder a un segundo Estado
cliente en Centroamérica en tan poco tiempo, pero había que aplicar los
frenos para mantener el proceso dentro de límites manejables.
Mientras tanto, las fuerzas de seguridad no perdieron una sola
oportunidad de disparar contra sus opositores: las víctimas durante el
primer mes del Gobierno “reformista” fueron más numerosas que en los
nueve meses anteriores del año. Hacia enero de 1980, casi todos los
miembros civiles del Gobierno habían renunciado.12 Esta experiencia fue
la gota que colmó la copa de muchos de los moderados y liberales, al igual
que la de los miembros del Partido Comunista Salvadoreño, que todavía
había albergado esperanzas de reformas pacíficas. El Partido Comunista
había apoyado al nuevo Gobierno, e incluso aportó el ministro del Trabajo,
“porque creemos que va a cumplir con sus promesas y abrir la posibilidad
de democratizar el país”. El partido fue el último grupo de la izquierda en
unirse a las guerrillas.13
Uno de los civiles era el ministro de Educación, Salvador Samayoa,
quien anunció frente a las cámaras de televisión su renuncia y su decisión
de unirse a un grupo guerrillero. 14 Para aquellos que continuaban
alimentando ilusiones, una oleada de terrorismo los trajo pronto a la
realidad. Una marcha organizada por una coalición de agrupaciones
populares el 22 de enero fue rociada primeramente con DDT por aviones
de fumigación; cuando los manifestantes alcanzaron la plaza central de
San Salvador, francotiradores hicieron blanco en ellos desde los edificios
gubernamentales de los alrededores; hubo al menos 21 muertos y 120
heridos graves, algunos de ellos según se dice a causa del fuego
desordenado con que respondieron los manifestantes. El 17 de marzo, una

11 Carolyn Forché: “The Road lo Reaction in El Salvador”, en The Nation, New York. 14 de junio de

1980, p. 712.
12 Sobre los sucesos de octubre de 1979 a enero de 1980 ver Dunkerley, pp. 132-144: McCIintock,

pp. 245-260; Armstrong y Shenk, pp. 115-130.


13 Armstrong y Shenk, p. 122; Dunkerley, pp. 87-88.
14 Dunkerley, p. 144.
54. El Salvador 1980-1994 616

huelga general fue reprimida con violencia: 54 personas murieron sólo en


la capital. Una semana después fue asesinado el arzobispo de San
Salvador, monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien había criticado
abiertamente las violaciones de los derechos humanos por el Gobierno, y
se había dirigido al presidente Cárter, “de cristiano a cristiano” para
pedirle que dejara de suministrar ayuda militar al país. En su último
sermón había hecho la siguiente apelación a las fuerzas de seguridad: “Yo
les ruego, les pido, les ordeno, en el nombre de Dios: detengan la
represión”. Al día siguiente se convirtió en el onceno sacerdote muerto en
El Salvador en tres años.
Durante el funeral del arzobispo —nominado al Premio Nobel de la Paz
el año anterior, entre otros por 23 miembros de la Cámara de
Representantes de EE.UU.— se lanzó una bomba contra los dolientes en
la plaza, cuya explosión fue seguida por disparos de fusiles y armas
automáticas, todo proveniente del Palacio Nacional y de algunos de los
edificios administrativos que rodean la plaza. Se reportaron al menos
cuarenta muertos y cientos de heridos. 15 El presidente de la junta, Duarte,
uno de los pocos líderes demócrata— cristianos de la época anterior que
seguía trabajando dentro del Gobierno, trató de culpar de esta carnicería
a la izquierda, sin dar evidencia alguna que apoyara su acusación, pues
todos los testigos presenciales coincidían en que los disparos y la bomba
habían venido del Palacio Nacional, así como de los otros edificios
gubernamentales. Una declaración firmada por ocho obispos y dieciséis
eclesiásticos extranjeros presentes desmentía la versión del Gobierno. 16
Habrían de pasar siete años antes de que Duarte, elegido presidente en
1984, acusara al antiguo mayor del Ejército, Roberto d’Aubuisson,
destacado dirigente de la derecha en el país, de haber ordenado el
asesinato de monseñor Romero. Aunque la mayoría de la gente estaba
convencida de ello, la acusación pública provocó gran agitación en El
Salvador y en EE.UU. Según se supo, la CIA sólo tuvo conocimiento de los
hechos un año después del asesinato. D’Aubuisson, antiguo oficial de
inteligencia entrenado en EE.UU. no fue nunca arrestado por gozar de
inmunidad al haber sido diputado de la Asamblea Nacional (debe
destacarse que se trataba del hombre que dijo en una ocasión a tres
periodistas europeos: “Ustedes los alemanes son muy inteligentes. Se

15 Sucesos de enero a marzo de 19 80: The Guardian, Londres, 24 de enero de 1980, 20 de marzo;

McCIintock, pp. 262-264; Dunkerley, pp. 146,156-157; Lisa North: Bitter Grounds: Roofs of Revolt in Ei
Salvador. Toronto, 1981, Anexo I: Cronología de hechos: febrero 1977-junio 1981; para mayores
detalles sobre las matanzas realizadas por el Gobierno y los escuadrones de la muerte, ver Armstrong
y Shenk, p. 149, cita del último sermón de Romero.
16 James R. Brockman: Oscar Romero. Bishop and Martyr. Orbis Books. New York, 1982, pp. 222,

236 (nota 28); Dermit Keogh: Romero. Ei Saivador’s Martyr. Dominican Publications, Dublín, 1981, p.
113; New York Times, 31 de marzo de 1980, p. 1.
54. El Salvador 1980-1994 617

dieron cuenta de que los judíos eran los responsables de la expansión del
comunismo y empezaron a matarlos”). Muñó en 1992. 17
Durante los primeros meses de 1980, el Gobierno puso en vigor un
programa de reforma agraria, bajo la influencia directa y con recursos de
Washington. Su principio esencial —los campesinos arrendatarios
obtenían la propiedad de los terrenos que trabajaban— era similar a los
programas que EE.UU. había promovido en varios países del Tercer Mundo
en momentos de crisis desde los años 50, y siempre por las mismas
razones: como una táctica de contrainsurgencia, para robar a las guerrillas
su principal grito de lucha, y para hacer más justificada la ayuda militar que
se entregaba al Gobierno ante los ojos del Congreso y del mundo. Un
memorándum de la AID a mediados de 1980, comentaba la reacción en El
Salvador ante el programa “Tierra para los Agricultores”, y decía: “Muchos
creen que es una medida ‘simbólica’ y ‘cosmética’ la que se propuso
porque parecería bien a ciertos políticos norteamericanos y no
necesariamente porque fuese beneficiosa o significativa en el contexto
salvadoreño”.18 Por su parte, la reacción de la élite agraria salvadoreña fue
la que cabía esperar: expulsaron a miles de campesinos de sus pequeñas
parcelas para evitar que les fueran entregadas. Y eso no fue lo peor... El
testimonio de un técnico del Instituto Salvadoreño de Transformación
Agraria, establecido para supervisar el programa, nos dice: “Los soldados
vinieron y le dijeron a los trabajadores que la tierra era de ellos ahora.
Podían elegirla su propio jefe y administrarla entre ellos. Los campesinos
no podían creer lo que oían, pero hicieron elecciones esa misma noche. A
la mañana siguiente los soldados volvieron y vi como disparaban contra
cada uno de los dirigentes electos”. 19 Este no fue un caso aislado. El
ministro asistente de Agricultura, Jorge Alberto Villacorla, en su carta de
renuncia en marzo de 1980, señaló: “Durante los primeros días de la
reforma —para citar un solo caso— cinco directores y dos presidentes de
las nuevas organizaciones campesinas fueron asesinados, y me informan
que esta práctica represiva continúa en aumento”. 20
Carlos Marx escribió: “La violencia es la partera de toda vieja sociedad
preñada con una nueva”. La revolución era ahora el único factor de

17 Los Angeles Times, 24 de noviembre de 1987; New York Times, 25 de noviembre de 1987; sob

re el conocimiento de la CIA: memorándum de la CIA a Richard Alien , asesor de seguridad nacional de


Reagan, de marzo de 1981, reflejado en New York Times. 9 de noviembre de 1993, p. 9; Washington
Post, 27 de abril de 1982, p. A3, artículo de Mary McGrory que cita las palabras de D’Aubuisson
aparecidas en el periódico mexicano EiDía.
18 McCIintock, p. 268; ver pp. 266-271 para un análisis de la reforma agraria en El Salvador a

principios de los 80.


19 El Salvador - A Revolution Brews”, en NACLA Repon on the Americas, New York, julio- agosto de

1980, p. 17, basado en una entrevista con el técnico en El Salvador el 2 de junio de 1980.
20 Philip Wheaton: Agradan Reform in El Salvador. Washington, 1980, p. 13.
54. El Salvador 1980-1994 618

importancia en la agenda política de la oposición, unida como nunca antes,


más por un enemigo común que por una ideología, pero muchos vieron
este pluralismo más como una fuerza que como una debilidad. Los
izquierdistas estarían ahora luchando junto a los demócratas cristianos a
quienes, hasta hacía poco, acusaban de servir al imperialismo.
Si la trompeteada devoción de Jimmy Cárter a los derechos humanos
era cierta, su administración no tenía a las claras otra opción que alinearse
con la oposición salvadoreña, o al menos sacar las manos de la pelea. Sin
embargo, continuaron su apoyo militar al Gobierno, con alguna que otra
mirada retrospectiva a sus cacareados principios. A pocos días de terminar
su mandato en enero de 1981, Cárter ordenó enviar diez millones en
ayuda militar junto con asesores adicionales a El Salvador, una acción que
un observador describió como “el último esfuerzo desesperado de la
política exterior de Cárter por evadir la responsabilidad de haber sido ‘muy
flojo’ al lidiar con los rebeldes salvadoreños”. Dos años más tarde, el
ciudadano privado Cárter afirmó: “Pienso que el gobierno de El Salvador
es uno de los más sedientos de sangre en el hemisferio [occidental]
ahora”.21
La administración Reagan, para la cual “derechos humanos” eran
términos sospechosos inventados por los izquierdistas, tenía poco temor
de ser considerada floja. Su tratamiento del conflicto tenía tres aspectos:
a) una escalada aguda, tanto cuantitativa como cualitativa, de la
participación militar norteamericana en El Salvador; b) una campaña de
relaciones públicas para humanizar la imagen de la junta; c) una
manipulación simultánea de las noticias para convencer al público
norteamericano y al del mundo de que la oposición salvadoreña no tenía
causas legítimas para una revolución, que equivale a decir que lo que los
salvadoreños habían experimentado en las dos décadas anteriores, y de
hecho por medio siglo, tenía poco o nada que ver con su levantamiento;
sino que el mismo era la inspiración (inmotivada) de “terroristas de
izquierda” auspiciados po r la URSS, Nicaragua y Cuba. Los diablos rojos
estaban de vuelta.

La escalada militar
El Salvador no se convirtió en otro pantano vietnamita para EE.UU.
como predijeron, muchos críticos de centro y de izquierda. Pero para el
pueblo salvadoreño la guerra y sus horrores constituyeron una pesadilla

21 New York Times, 18 de enero de 1981, p. 7; 19 de enero, p. 11; McCIintock, p. 286 (sobre el

“observador”); The Guardian, Londres, 20 de julio de 1983 (afirmación de Cárter).


54. El Salvador 1980-1994 619

interminable como le ocurrió a los vietnamitas, y por la misma causa: el


apoyo norteamericano a un régimen —más odioso incluso que el de
Vietnam— que se habría derrumbado de haber dependido sólo de sus
propios recursos. A pesar de la aplastante superioridad militar, el
Gobierno apenas pudo mantener a raya a los insurgentes. El monto de la
ayuda militar estadounidense a El Salvador desde 1980 hasta principios de
los 90, llegó a alcanzar el nivel de los miles de millones de dólares, y sólo
se habla de equipamiento pesado. Seis mil millones es la cifra
comúnmente utilizada en la prensa, pe ro la verdadera nunca se sabrá. La
Junta Secreta de Política Exterior y Control de Armamentos, grupo
bipartidista del Congreso, acusó a la administración Reagan a mediados de
los 80 de facilitarles “información insuficiente, confusa y en ocasiones
falsa” acerca de la ayuda a El Salvador. La junta concluyó en su estudio que
la administración categorizaba la mayoría de la ayuda como “para el
desarrollo” y devaluaba el costo real del equipamiento incluso cuando este
aparecía bajo la casilla de ayuda militar.22 A esto debe añadirse el costo
del entrenamiento al personal militar salvadoreño, que en número de
miles se realizaba en EE.UU. y en la Zona del Canal de Panamá; el
entrenamiento que era ofrecido luego en Argentina, Chile y Uruguay, bajo
el auspicio norteamericano, y la ayuda militar sustancial que llegaba al país
a través de Israel, una maniobra empleada por EE.UU. en toda
Centroamérica por igual.23
Un resultado previsible de este masivo abastecimiento de armas y
entrenamiento, al igual que de dinero para pagar salarios más altos, fue la
considerable expansión de las fuerzas armadas salvadoreñas y otros
servicios de seguridad. De un estimado de siete a doce mil hombres en
1979, el ejército por sí solo saltó a más de veintidós mil en 1983, con unos
once mil civiles en fuerzas de segundad. Tres años más tarde la suma de
ambos cuerpos había ascendido en espiral hasta 53.000. 24 El
equipamiento para ellos fluía incesante; por ejemplo, cuando los rebeldes
atacaron un aeropuerto militar y destruyeron entre 16 y 18 aviones,

22 New York Times, 12 de febrero de 1985, p. 1; 16 de noviembre de 1987, p. 5.


23 “Dissent Paper on El Salvador and Central America”, 6 de noviembre de 1980. Sección B3
International Context (Argentina, Chile, U ruguay); este documento, al parecer elaborado por
miembros de las instituciones encargadas de la política internacional que estaban en desacuerdo con
la posición norteamericana en Centroamérica, fue circulado entre los círculos oficiales de Washington
en 1980, reproducido luego en Warner Poelchau, ed.: White Paper. Whitewash. New York, 1981,
Anexo B; New York Times, 2 de diciembre de 1981 (sobre Argentina); Clarence Lusane: “Israelí Arms
in Central America”, en Covert Action Information Bulletin, Nº 20, Washington, invierno de 1984, pp.
34-37
24 McCIintock, p. 337; New York Times, 12 de febrero de 1985; 19 de agosto de 1986, p. 3; el

“Dissent Paper...” reveló que grand es cantidades de la ayuda militar norteamericana eran dedicadas
a aumentar el número de soldados salvadoreños; Newsweek, 14 de marzo de 1983, p. 18, reportaba
que el ejército de El Salvador tenía unos 22 400 hombres en aquel momento y unos 4 100 de ellos
habían sido entrenados en EE.UU.
54. El Salvador 1980-1994 620

EE.UU. los reemplazó en cuestión de semanas con 28 nuevos aparatos. 25


Parte del poder aéreo a disposición del Gobierno eran aviones de
reconocimiento norteamericanos provistos de sofisticados equipos de
espionaje que podrían ofrecer información casi instantánea acerca de los
movimientos guerrilleros antes y después de las operaciones de combate,
así como ubicar los blancos de las bombas. 26 Los guerrilleros carecían de
aviones y no tuvieron armas antiaéreas hasta noviembre de 1990 cuando
por primera vez, utilizaron un misil tierra-aire soviético.
Como era evidente, los bombardeos, los ametrallamientos y el napalm
mataron muchos más civiles que guerrilleros, quienes sabían evadir mejor
los ataques; incontables poblados fueron destruidos durante el proceso y
se creó una legión de refugiados. Las muertes civiles a causa de ataques
aéreos y terrestres no eran necesariamente accidentales, como lo
demuestran las numerosas historias acerca de masacres cometidas. Se
trata de un principio básico de la contrainsurgencia: matar a los
simpatizantes para ganar la guerra.
En lo oficial, la presencia militar en El Salvador se limitada a un grupo
de asesores. En realidad, militares y personal de la CIA tenían un papel más
activo de manera continua desde el mismo 1980. Cerca de veinte
norteamericanos fueron heridos o muertos en helicópteros o aviones
derribados mientras hacían vuelos de reconocimiento u otras misiones
sobre las zonas de combate 27 Además, el programa norteamericano de
entrenamiento a pilotos, bombarderos y artilleros salvadoreños podía
servir de fácil cobertura para la participación directa de los asesores en
estas operaciones, a las que acudían acompañando a sus discípulos. Se ha
dado a conocer también considerables evidencias del papel de EE.UU. en
los combates terrestres. Hay numerosos informes de norteamericanos
armados ubicados en áreas de combate,28 un reporte de la CBS hablaba de
asesores estadounidenses “peleando codo con codo” con los soldados del
Gobierno 29 e informes de otros norteamericanos, algunos de ellos
mercenarios, caídos en acción. 30 La extensión de la participación de
mercenarios en El Salvador no es conocida, pero Lawrence Bailey, ex
marine, ha declarado que formó parte de un grupo de 40 “soldados de
fortuna” pagados por acaudaladas familias salvadoreñas residentes en

25 McCIintock, p. 334; New York Times, 2 de febrero de 1982, p. 10.


26 New York Times, 30 de marzo de 1984, p. 1.
27 The Guardian, Londres, 5 de febrero de 1983; New York Times, 30 de marzo de 1984, p. 1; 20

de octubre de 1984; 26 de febrero de 1991, p. 10; San Francisco Chronicle, 17 de julio de 1987.
28 Ver Washington Post, 14 de febrero de 1982, p. 1; The Guardian, Londres, 26 de marzo de 1984,

22 de octubre de 1984; New York Times, 13 de febrero de 1982, 21 de octubre de 1984, 12 de febrero
de 1985, 13 de febrero de 1986, p. 3; 1ro. de abril de 1987, p. 1; McCIintock, pp. 347-348.
29 San Francisco Chronicle, 24 de junio de 1982.
30 Washington Post, 19 de diciembre de 1980, p. A26; 1ro. de enero de 1981, p. Al 2.
54. El Salvador 1980-1994 621

Miami para proteger sus plantaciones de los ataques rebeldes.31 Durante


las audiencias sobre el escándalo Irán-Contras se reveló que, al menos
hasta 1985, el personal paramilitar de la CIA había estado organizando y
dirigiendo a unidades especiales del Ejército salvadoreño en las áreas de
combate para rastrear a las guerrillas y solicitar los golpes aéreos. 32
Estas fragmentadas revelaciones apuntan a una participación
frecuente, si no rutinaria, de EE.UU. en los combates. En septiembre de
1988, otros reportes noticiosos daban a conocer que asesores militares
norteamericanos se habían encontrado en medio de una batalla entre
fuerzas armadas salvadoreñas y guerrilleros, y que los asesores habían
hecho fuego contra los rebeldes “en defensa propia”.33 El grado de control
general sobre las operaciones militares ejercido por EE.UU. está tal vez
mejor expresado en un fragmento de una entrevista ofrecida por el
presidente Duarte a la revista Playboy en 1984:
Playboy: ¿También le dicen los asesores norteamericanos cómo debe dirigir la
guerra? Duarte: Ese es e l problema, ¿no? La raíz de este problema es qu e la
ayuda se entrega bajo tales condiciones que su utilización realmente es
decidida por los norteamericanos y no por nosotros. Decisiones como cuántos
aviones o helicópteros compraremos, cómo gastamos nuestros dinero,
cuántos camiones necesitamos, cuántas balas y de qué calibre, cuántos pares
de botas y cuáles deben ser nuestras prioridades, todo eso [...] Y el dinero se
gasta allá. Nunca vemos ni un centavo, porque todo llega aquí ya pagado. 34

En la antigua encarnación de Duarte como opositor del Gobierno, su


opinión sobre los yanquis era todavía más dura. En 1969 dijo que la política
norteamericana en Latinoamérica estaba destinada a “mantener a los
países iberoamericanos en un directa dependencia sobre las decisiones
políticas internacionales más beneficiosas para Estados Unidos, tanto a
nivel hemisférico como mundial. De esta forma [los norteamericanos] nos
predican la democracia mientras apoyan las dictaduras en todas partes”. 35
Sin embargo, la ideología de Duarte parece haber sido un bien flexible y
comercializable. En algún momento en la década del 70, si no antes,
comenzó a pasar información secretamente a la CIA.36

31
McCIintock, p. 345, cita un artículo del periódico del pueblo natal de Bailey: “El Salvador: A
Mercenary's View”, en News-Press, Fort Myers, Florida, 23 de octubre de 1983.
32 Los Angeles Times, 9 de julio de 1987, pp. I y 22; ver también The Vii iage Voice, New York, 11

de agosto de 1987, pp. 21-22.


33 Los Angeles Times, 27 de septiembre de 1988, p. 2.
34 Revista Playboy, Chicago, noviembre de 1984, p. 73, entrevista realizada por Marc Cooper y

Gregory Goldin.
35 Stephen Webre: José Napoleón Duarte and the Christian Democratic Party in Salvadoran

Politics. 1960-1972. Louisiana State Universily Press, Baton Rouge, 1979, p. 57. Las palabras de Duarte
forman parte de un discurso.
36 Bob Woodward: VEIL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987New York, 1987, p. 117. Woodward

señala que Duarte “había sido una buena fuente de inteligencia por muchos años, pero un hombre
54. El Salvador 1980-1994 622

Un rostro humano
El 28 de enero de 1982, el presidente Reagan certificó al Congreso que
el Gobierno de El Salvador estaba “haciendo un esfuerzo coordinado y
significativo para cumplir con los derechos humanos preconizados
internacionalmente” y que estaba “alcanzando un control sustancial sobre
los elementos de sus propias fuerzas armadas, con miras a poner fin a la
tortura indiscriminada y el asesinato de ciudadanos salvadoreños por
estas fuerzas”. El discurso era el que había requerido el Congreso para
autorizar la continuación de la entrega de armas y de asesores militares al
país centroamericano. Dos días antes la prensa estadounidense y
extranjera había dado a conocer la historia de soldados del Gobierno que
habían llevado a cabo una masacre en el poblado de El Mozole en
diciembre: se informaba que entre setecientos y mil personas habían
muerto, la mayoría ancianos, mujeres y niños. Cuando apareció una
versión extensa y detallada del incidente en 1993, se hizo más evidente
que nunca que se trataba de una de las masacres más crueles y repulsivas
de todo el siglo XX, realizada por tropas de infantería que habían
macheteado a sus víctimas, muchas de ellas decapitadas; un niño había
sido lanzado al aire y atravesado con una bayoneta, una verdadera orgía
de violaciones de niñas antes de darles muerte... “Si no los matamos [a los
niños] ahora, crecerán para convertirse en guerrilleros”, le ladró un oficial
a un soldado reticente: el anticomunismo en su punto máximo.
Casi de inmediato y de ahí en adelante, la masacre fue acompañada de
desmentidos y silencio por parte del Departamento de Estado, con la
complicidad abundante de los medios. 37 La defensa del Departamento de
su posición ante un comité del Congreso dejó a los congresistas llenos de
sospechas, a pesar de que no conocían la historia en su totalidad. 38 Dos
días después de la certificación del presidente, el mundo se enteraba de
cómo los soldados salvadoreños habían sacado a 20 personas de sus
camas en medio de la noche, los torturaron y les dieron muerte,

con sentido de independencia que no estaba en modo alguno controlado y pudiera no haber sabido
que estaba dand o información a la CIA”.
37 El recuento detallado aparece en Mark Danner: “The Truth of El Mozote”, en The New Yorker,

6 de diciembre de 1993, también desarrollado en forma de libro: The Massacre of El Mozote. Vintage
Books, NY, 1994. Ver también Los Angeles Times, 3 de enero de 1993, p. I; New York Times, 27 de
enero de 1982, p. 1; The Guardian, Londres, 29 de enero de 1982; McCIintock, pp. 308-309.
38 U.S. Intelligence Performance on Central America: Achievements and Seiected Instances of

Concern. Informe del Subcomité de Supervisión y Evaluación del Comité Selecto Permanente de la
Cámara sobre Inteligencia, 22 de septiembre de 1982, pp. 18-19.
54. El Salvador 1980-1994 623

encontrando de paso tiempo para violar a varias adolescentes.39 Un poco


antes, en ese mismo mes, el New York Times publicado una entrevista con
un desertor del Ejército de El Salvador, quien describió una clase en la que
se hizo una demostración de severos métodos de tortura con prisioneros
adolescentes. Declaró que ocho asesores militares norteamericanos, al
parecer Boinas Verdes, estaban presentes. Verlo “les hará sentir más
hombres”, arengó un oficial salvadoreño a los reclutas, y añadió que no
debían “sentir compasión por nadie” sino sólo “odiar a los enemigos de
nuestro país”.40
Otro salvadoreño, antiguo miembro de la Guardia Nacional, testificó
más tarde: “Yo pertenecía a una escuadra de doce. Nos dedicábamos a
torturar y a localizar gente que nos habían dicho que eran guerrilleros. Fui
entrenado en Panamá durante nueve meses por el [borrado] de Estados
Unidos para la guerra contra guerrillas. Parte del tiempo nos dieron
instrucción sobre tortura”.41 Oficiales de la Guardia Nacional eran también
entrenados en EE.UU. En agosto de 1986, la cadena de televisión CBS
reportó que tres altos oficiales de la Guardia, que habían estado
vinculados a los escuadrones de la muerte, recibieron entrenamiento en
una academia policial en Phoenix.42
En 1984 Amnistía Internacional informaba que había recibido:
Informes regulares, a menudo diarios, que identifican a las unidades regulares
de seguridad y del ejército de El Salvador como las responsables de la tortura,
“desaparición” y muerte de civiles no combatientes de todos los sectores de
la sociedad salvadoreña [...] Un número de pacientes han sido supuestamente
sacados de sus camas o del quirófano y sometidos a tortura y muerte [...] Los
tipos de tortura informados [...] por quienes han sobrevivido a los arrestos e
interrogatorios incluyen golpizas, abusos sexuales, utilización de químicos
desorientadores, simulacros de ejecución y quemaduras con ácido sulfúrico. 43

En vista de todo esto, y de muchos otros reportes de naturaleza


similar,44 se puede apreciar que la administración Reagan tuvo que echar

39 Los Angeles Times, 1ro. de febrero de 1982; p. 4. Dos semanas después tuvo lugar un incidente

peor: ver Washington Post, 14 de febrero de 1982, p. C1, para un relato detallado y gráfico sobre la
barbarie indiscriminada de las fuerzas armadas salvadoreñas hacia la población, otro testimonio que
los funcionarios de Washington hicieron grandes esfuerzos por desacreditar ante el comité del
Congreso, pero sin éxito alguno (ver U.S. Intelligence Performance...).
40 New York Times, 11 de enero de 1982, p. 2.
41 El guardia nacional, identificado sólo como Manuel, fue entrevistado para el documental

televisivo Tortura, producido y dirigido por Rex Bloomsiein para Thames Televisión Lid. (Gran Bretaña)
en 1986, con la cooperación de Amnistía Internacional. Una copia en video está en poder del autor.
42 The Guardian, Londres, 7 de agosto de 198
43 Amnistía Internacional: Torture in the Eighties, Londres, 1984, pp. 155-156.
44 Ver entre otros McCIintock, pp. 306-312; New York Times, 13 de enero de 1986, p. 3; 1ro. de

febrero de 1987, p. 11; Tina Rosenberg: Chiidren of Caín: Vioience and the Vioient in Latin America.
New York, 1991, passim.
54. El Salvador 1980-1994 624

mano de cierta creatividad para sortear las vacilaciones del Congreso


acerca del mantenimiento de la ayuda militar al Gobierno de El Salvador.
De esta forma, en marzo de 1984, la administración vinculó una solicitud
de ayuda militar adicional a la aprobación del envío de alimentos a los
africanos castigados por la hambruna 45 (pocos días después hizo lo mismo
con una solicitud de apoyo a los contras nicaragüenses que condicionó a
una resolución para abastecer de cupones de combustible a los pobres en
zonas de EE.UU. que padecían un crudo invierno). 46
Ejecuciones por parte de los escuadrones de la muerte... masacres por
los militares... una legión de desaparecidos... las cifras superaban las
decenas de miles. Y los escuadrones de la muerte pueden haber extendido
su brazo hasta el interior de EE.UU.: varios norteamericanos y
salvadoreños residentes en Los Angeles que trabajaban con refugiados, o
se oponían de manera activa a la ayuda militar a El Salvador, recibieron
amenazas de muerte en 1987. El reverendo Luis Olivares, un sacerdote
católico cuya iglesia forma parte del movimiento de “santuarios”, recibió
una carta anónima con las letras E M (Escuadrones de la Muerte), que
aparecían con frecuencia sobre las puertas de las casas de personas
amenazadas en El Salvador.47 En julio de 1987, una salvadoreña llamada
Yanira Correa, que había sido objeto de amenazas telefónicas y por correo,
fue secuestrada a la salida de la oficina del Comité de Solidaridad con el
Pueblo del Salvador (CISPES) en Los Angeles. Dos hombres que hablaban
con acento salvadoreño, según describió ella, la obligaron a punta de
cuchillo a subir a un vehículo, la interrogaron sobre sus actividades
políticas y sus colegas, le hicieron cortaduras en las manos con un cuchillo,
le quemaron los dedos con cigarros, abusaron sexualmente de ella con un
palo para finalmente violarla. Un mes antes logró escapar a duras penas
de un secuestro, cuando se encontraba con su hijo de tres años. Otros
activistas encontraron sus autos aplastados o dañados. 48 Durante varios
años bajo la administración Reagan, el FBI llevó a cabo una investigación a
nivel nacional de CISPES. En este período, algunas de las oficinas de la
organización fueron allanadas sin que fallara nada de valor excepto
expedientes. “Es imperativo en este momento elaborar algún plan de
ataque contra CISPES”, decía uno de los teletipos del FBI dados a conocer
más tarde49

45 The Guardian, Londres, 9 de marzo de 1984.


46 Ibíd., II de marzo de 1984. En similar tono humanitario, la administración Reagan disuadió al
Mercado Común Europeo de sus planes de distribuir cereal y leche en polvo a las víctimas de los
combates en El Salvador en 1981 porque Washington temía que los alimentos fuesen desviados hacia
los guerrilleros (New York Times, 18 de febrero de 1981, p. 3).
47 San Francisco Chronicle, 18 de julio de 1987, p. 9.
48 Los Angeles Times, 11 de julio de 1987, p. 1.
49 Los Angeles Reader, 10 de junio de 1988, reporte especial sobre el espionaje del FBI a los
54. El Salvador 1980-1994 625

En algunas ocasiones durante los 80, funcionarios de Washington


hicieron advertencias al Gobierno salvadoreño sobre la necesidad de
mejorar su situación en torno a los derechos humanos, o dijeron al
Congreso que la situación estaba mejorando, o dijeron al mundo cuánto
peor sería la situación de no ser por la influencia norteamericana. En
muchas más ocasiones, EE.UU. continuó fortaleciendo cada componente
de las fuerzas militares y paramilitares que llevaban a cabo las atrocidades
descritas. En 1984, en una entrevista con el New York Times, el coronel
Roberto Eulalio Santibáñez, ex oficial salvadoreño que había trabajado en
el más alto nivel de la policía de seguridad, confirmó —para aquellos que
todavía tenían duda— que la red de los escuadrones de la muerte había
sido diseñada por altos funcionarios salvadoreños que todavía la tenían a
su cargo. También reveló que uno de esos funcionarios, el coronel Nicolás
Carranza, jefe de la Policía de Hacienda, “por largo tiempo considerada la
menos disciplinada y la más brutal de las fuerzas de seguridad
salvadoreña”, había estado recibiendo más de noventa mil dólares anuales
de la CIA durante los cinco o seis años previos. Aunque la propia
administración Reagan señalaba la vinculación de algunos miembros de
esta fuerza con los escuadrones de la muerte. EE.UU. continuó
entrenándola y equipándola.50
En una visita a San Salvador en febrero de 1989, el vicepresidente Dan
Quayle dijo a los dirigentes del Ejército que las matanzas de los
escuadrones de la muerte y otras violaciones de los derechos humanos
atribuidas al ejército debían terminar. Diez días después, el batallón
Atlacatl, al que se creía que había sido asignado un entrenador
norteamericano de manera permanente, atacó un hospital de campaña
guerrillero, como mínimo mató a diez personas, entre ellas cinco heridos,
un doctor y una enfermera, y violó al menos a dos de las mujeres antes de
dispararles. Fuentes cercanas al Ejército salvadoreño dijeron luego que la
advertencia de Quayle no fue tomada en serio, sino que se consideró parte
de la retórica destinada al Congreso y público norteamericanos.51
En octubre de 1989, César Vielman Joya Martínez, ex comando del
Ejército salvadoreño, relató en una entrevista en el noticiero nocturno de
la CBS que él y otros en su unidad —la sección de inteligencia de la Primera
Brigada del ejército— habían actuado como escuadrón de la muerte
clandestino y que los dos asesores militares norteamericanos que se
hallaban asignados a la unidad conocían de los asesinatos, aunque se

disidentes internos; Los Angeles Times, 28 de enero de 1988.


50 New York Times, 3 de marzo de 1984, p. 1; 22 de marzo de 1984, p. 1; 25 de febrero de 1986, p.

17; Newsweek, 2 de abril de 1984, identificaba al funcionario corno Santibáñez; The Guardian, Londres,
22 de marzo de 1985, 29 de marzo.
51 Los Angeles Times, 2 de febrero de 1989.
54. El Salvador 1980-1994 626

negaban a escuchar los detalles, y que le daban dinero a la unidad para


ayudar a mantener dos vehículos civiles utilizados para las operaciones del
escuadrón de la muerte, al igual que una casa que servía como base
secreta de las mismas y como almacén de armas. En entrevistas
posteriores con diferentes medios de prensa, Joya Martínez declaró que
los asesores habían utilizado los nombres de Mauricio Torres y Raúl
Antonio Lazo, que su unidad había realizado 74 asesinatos de disidentes
entre abril y julio de 1989 y que él mismo había participado en ocho
asesinatos por tortura. A propósito de las bombas letales colocadas en
organizaciones disidentes en El Salvador en el mes de noviembre (entre
ellas un centro sindical y una organización de madres de desaparecidos),
añadió que su unidad había recibido entrenamiento en explosivos por
instructores estadounidenses. La Embajada salvadoreña en Washington, a
la vez que desmintió cualquier participación del Gobierno en actividades
de estos escuadrones, confirmó que “Joya Martínez era miembro de la
unidad de inteligencia de la Primera Brigada”. 52 En julio de 1990, un
ayudante del representante por Massachusetts, Joseph Moakley, jefe del
grupo especial del Congreso de EE.UU. en El Salvador, declaró: “El hecho
de que Joya Martínez haya estado en EE.UU. desde el pasado agosto,
dando todo tipo de entrevistas, haya sido arrestado sin que nadie del
gobierno se haya molestado en interrogarlo, parece muy extraño, al
menos que no se quisieran encontrar respuestas”. 53 El doce de ese mes
Joya Martínez había sido arrestado por ingreso ilegal en EE.UU. después
de haber sido deportado seis años antes. Luego de una prolongada batalla
legal, se le deportó a El Salvador en octubre de 1992. Sus partidarios en
EE.UU. expresaron su preocupación acerca de su seguridad allí, a lo cual
respondió un funcionario del Departamento de Estado, supuestamente
con rostro serio, que Joya Martínez “había admitido [su participación en]
matanzas y torturas y sería injusto con las victimas impedir que fuera
juzgado”.54
Pocas semanas después de que Joya Martínez apareciera en EE.UU.,
había tenido lugar una de las más impactante atrocidades de esta guerra
tan llena de hechos atroces: seis sacerdotes jesuitas fueron baleados a
sangre fría en su residencia del campus de la Universidad de América
Central en San Salvador, junto con su ama de llaves y la hija de esta. Una
testigo, que no fue vista por los asesinos, Lucía Barrera de Cerna, dijo que
vio a cinco hombres armados y uniformados ejecutar los asesinatos. Los

52 Washington Pos!, 27 de octubre de 1989, p. Al; 19 de noviembre de 1989, p. F2; Los Angeles

Times, 27 de octubre de 1989, LA Weekly, Los Angeles, 19-25 de enero de 1990, 27 de julio-2 de agosto
de 1990.
53 LA Weekly, Los Angeles, 27 de julio-2 de agosto de 1990, p. 14.
54 Washington Post, 22 de octubre de 1992, p. A5.
54. El Salvador 1980-1994 627

militares salvadoreños —a quien la Iglesia Católica Romana había criticado


con frecuencia por sus violaciones a los derechos humanos— fueron los
sospechosos lógicos de inmediato. Debido a la extraordinaria presión en
torno a este crimen, tanto en EE.UU. como a nivel internacional, se creó el
antes mencionado grupo especial del Congreso, y se produjero n los
arrestos, nueve meses más tarde, de nueve oficiales y reclutas: un pelotón
del Batallón Atlacatl, siete de los cuales, como se llegó a saber, habían
participado en ejercicios de entrenamiento combativo supervisados por
las Fuerzas Especiales de EE.UU.55 (Boinas Verdes) sólo dos días antes del
asesinato. Casi dos años pasaron antes de que ninguno de los arrestados
fuera convicto por el crimen (dos oficiales de bajo rango, los de mayor
nivel que dieron la orden no fueron tocados). Sin embargo, esto era un
logro en un país donde miles de personas habían sido asesinadas por los
escuadrones de la muerte sin que ningún oficial fuera juzgado, no ya
siquiera convicto, por asesinato o abuso de los derechos humanos. Los
militares salvadoreños toleraron el juicio debido a que el Congreso había
condicionado el mantenimiento de la ayuda militar al procesamiento de
los asesinos.
Durante los dos años del proceso, así como después de las sentencias,
los funcionarios de la administración Bush parecieron estar tratando de
impedir la investigación y ayudar a un encubrimiento, mediante tácticas
tales como las siguientes:
a) Grosera intimidación de la testigo y su desacreditación como
mentirosa.
b) Negativa sobre la base de la seguridad nacional a entregar a la corte
salvadoreña documentos clasificados que tenían que ver con el caso,
del mismo modo privaron el acceso a los periodistas, que invocaban la
Ley de Libertad de Información, a materiales importantes.
c) Negativa por largo tiempo a permitir el interrogatorio por parte del
juez de instrucción del mayor Eñe Buckland, destacado en El Salvador,
que había sido informado por el coronel Carlos Avilés de la culpabilidad
de los militares salvadoreños poco después del asesinato: finalmente
se impuso una serie de condiciones al interrogatorio de Buckland que
permitieron ocultar buena parte de la historia.
d) Someter a Buckland a tan horrendo interrogatorio que este cayó al
parecer en una crisis nerviosa.
e) Informar de inmediato al alto comando salvadoreño acerca de lo que

55 Los Angeles Times, 1º de mayo de 1990, p. 1; 25 de agosto de 19 90, p. 3; 26 de abril de 1991,

ensayo introductorio del padre José María Tojeira; 10 de septiembre de 1991, p, H6; 15 de agosto de
1992, p. 12; LA Weekly, Los Ange les, 22-28 de diciembre de 1989; 2-8 de febrero de 1990; New York
Times, 19 de enero de 1990, p. 3; 30 de septiembre de 1991. Los dos oficiales fueron sentenciados a
treinta años de prisión el 25 de enero de 1992.
54. El Salvador 1980-1994 628

Avilés le había revelado a Buckland (con serias consecuencias para


Avilés).
El padre Charles Beirne, vicerrector de la universidad jesuita, declaró
en 1991 que “los norteamericanos estaban ayudando a proteger al alto
mando [del ejército salvadoreño] todo el tiempo. Temían que todo el
castillo de naipes se derrumbara si la investigación llevaba más lejos”. Un
año después, los investigadores de la ONU todavía se quejaban de que
EE.UU. se demoraba en dar a conocer información vital para el caso.”

El nivel de crueldad de la campaña política y militar de los guerrilleros


contrastaba agudamente por lo general con el del Gobierno. Newsweek
reportó en 1983 que cuando los rebeldes “capturan un poblado, tratan
bien a los civiles, pagan por la comida y reducen al mínimo la destrucción.
Y han comenzado a liberar a la mayoría de los soldados que capturan, lo
que ayuda a persuadir a otros soldados a rendirse en los combates en lugar
de luchar hasta la muelle”. 56 Con el tiempo, sin embargo, los guerrilleros
comenzaron a tratar a los civiles con más dureza, en particular a los
sospechosos de informantes o de otro tipo de colaboración con el
Gobierno, o a los que negaban ayuda a las fuerzas rebeldes; algunos
campesinos fueron supuestamente obligados a dejar sus aldeas y granjas
como castigo; varios alcaldes de aldeas fueron ejecutados y los hombres
jóvenes reclutados por la fuerza. Sin embargo, dados los numerosos casos
de desinformación difundidos por el Gobierno acerca de los rebeldes, los
informes sobre maltratos guerrilleros deben ser tomados con reserva. El
siguiente caso constituye un ejemplo instructivo (véanse las notas de
referencia de otros casos): en febrero de 1988, el New York Times informó:
“Los aldeanos dicen que los guerrilleros ejecutaron en público a dos
campesinos [...] porque habían solicitado y recibido nuevas cédulas. Según
los aldeanos, los guerrilleros colocaron las cédulas en sus bocas después
de ejecutarlos como advertencia a los otros de no participar en las
elecciones”.57 La historia fue incluida en un folleto del Departamento de
Estado para ilustrar sobre la “campaña de intimidación y terrorismo” de
los guerrilleros, enviado al Congreso, a los editores de periódicos y a otras
entidades. Pero la historia era inventada por un especialista en
propaganda del Ejército salvadoreño, que la había publicado en El Mundo,
periódico de San Salvador de donde fue tomada por el reportero del New
York Times, quien dio la impresión de haber entrevistado a los habitantes
de la aldea, e n lugar de atrib uirla a los militares, como lo había hecho El
Mundo. Más tarde el Times rectificó la historia.58

56 Newsweek, 14 de marzo de 1983, p. 24, edición internacional.


57 New York Times, 29 de febrero de 1988, artículo de James LeMoyne.
58 Extra!, New York, julio-agosto de 1988, pp. 1,12; también contiene varios otros ejemplos de
54. El Salvador 1980-1994 629

Agitadores extranjeros
“A veces me siento como Sísifo”, dijo en marzo de 1982 un alto
funcionario de la administración Reagan relacionado con el desarrollo de
la política estadounidense hacia Latinoamérica. “Cada vez que llegamos a
la cima de la colina para explicar o justificar nuestra posición, la piedra
vuelve a rodar por encima de nosotros”. 59 Dos semanas antes, el
secretario de Estado Alexander Haig había asegurado que EE.UU. tenía
evidencias “aplastantes e irrefutables” de que los insurgentes eran
controlados desde el exterior por extranjeros. Sin embargo, Haig no
aceptó dar detalles de dicha evidencia, señalando que pondría en peligro
las fuentes de inteligencia. Desafiado a probar sus acusaciones dos días
más tarde, el buen general insistió en que EE.UU. tenía evidencias
“incontestables” de la participación de Cuba y Nicaragua en el comando y
control de las operaciones en El Salvador y que, curiosamente, el día
anterior un militar nicaragüense había sido capturado en la zona de
combate. Más tarde resultó que la Embajada mexicana en San Salvador
informó que el hombre era un estudiante en camino de regreso a su
escuela en México desde Nicaragua, y que viajaba por tierra porque no
tenía dinero para pagar un pasaje aéreo. 60
La semana siguiente fue capturado un nicaragüense que peleaba con
los guerrilleros. Dijo a los oficiales del Ejército salvadoreño y a la Embajada
norteamericana que había sido entrenado en Cuba y Etiopía, luego
enviado a El Salvador por el Gobierno de Nicaragua. El Departamento de
Estado estaba entusiasmado con toda lógica. Presentó al joven en una
conferencia de prensa en Washington, y en esa ocasión declaró que nunca
había estado en Cuba ni Etiopía, que se había unido a las guerrillas por
iniciativa propia, y que había hecho su declaración anterior bajo tortura
por parte de sus captores salvadoreños. Añadió que nunca había visto a
otro nicaragüense o a un cubano en El Salvador y negó que Nicaragua
enviara ayuda a los guerrilleros. 61
“Luego hubo dos desertores de la fuerza aérea nicaragüense, que

desinformación por parte del Gobierno salvadoreño; septiembre-octubre de 1988, p. 2; New York
Times, 15 de septiembre de 1988 (rectificación); LA Weekly, Los Angeles, 27 de mayo-2 de junio de
1988, columna de Marc Cooper. Para otros ejemplos de desinformación por parte de f uncionarios
salvadoreños ver New York Times, 29 de marzo de 1987, p. 3; 8 de enero de 1988, p. 3; 20 de febrero
de 1988, p. 3; 18 de febrero de 1990, p. 14.
59 New York Times, 17 de marzo de 1982, p. 1.
60 Ibíd., 3, 5 y 6 de marzo de 1982, p. 1 en cada caso.
61 Ibíd., 13 de marzo de 1982, p. 1.
54. El Salvador 1980-1994 630

debían testificar sobre la participación de su país en El Salvador, pero que


a fines de esa semana se evaluó que ‘no estaban listos’ para enfrentar la
prensa”, reportó la revista Time en ese mismo periodo, en un artículo
titulado “Mucho espectáculo, pero nada dicho: EE.UU. echa a perder sus
evidencias sobre la subversión extranjera en El Salvador”.62
En enero de 1981, diplomáticos norteamericanos revelaron que cinco
embarcaciones habían desembarcado en El Salvador a 100 “bien armados
y entrenados guerrilleros”, supuestamente procedentes de Nicaragua.
Sabían que los botes provenían de allí porque “estaban hechos con
madera de árboles no originarios de El Salvador”. 63 Sin embargo, nunca
apareció una sola señal de los expedicionarios, vivos o muertos.
Cien parecía ser la cifra favorita de la administración Reagan. Ese era el
número de combatientes cubanos enviados a El Salvador en el otoño de
1981 a través de Nicaragua, dijo un alto funcionario del Departamento de
Estado. “Fueron introducidos clandestinamente y se les dieron
responsabilidades operacionales en El Salvador”, aseguró.64 El paradero y
las acciones posteriores de los cubanos también permanecieron en el
misterio.
El mundo fue también informado de que armas chinas y soviéticas
habían sido capturadas a los rebeldes, lo que se daba como otra prueba
de la ayuda comunista del exterior. 65 Las armas capturadas podían ser
reales —aunque la CIA tenía grandes almacenes llenos de armas
comunistas de todos tipos, apropiadas para cualquier ocasión — pero
¿qué se debía pensar entonces de las armas norteamericanas, israelíes,
belgas y alemanas que, como admitió Washington un mes más tarde,
también habían sido encontradas en poder de los rebeldes?66 El tráfico de
armas a nivel mundial es de hecho abierto y fluido (en la vecina Honduras
los contras auspiciados por EE.UU. estaban utilizando misiles soviéticos
para derribar los helicópteros de fabricación soviética de Nicaragua). 67
Además, los rebeldes salvadoreños se apoderaban de armas de las fuerzas
del Gobierno y habían declarado que también las compraban a oficiales
corruptos del ejército, una práctica común en oirás guerras de guerrilla en
Latinoamérica. Una fuente citada por el New York Times corroboraba la
afirmación de los guerrilleros.68

62 Time, 22 de marzo de 1982, p. 5, edición internacional.


63 New York Times, 19 de enero de 1981, p. II.
64 San Francisco Examiner, 20 de diciembre de 1981.
65 New York Times, 19 de enero de 1981, p. II.
66 Departamento de Estado de EE.UU.: Communist interference in Ei Salvador. Informe Especial Nº

80 (conocido como el Libro Blanco), Sección 11 “Communist Military Intervention: A Chronology”, 23


de febrero de 1981.
67 The Guardian, Londres, 7 de diciembre de 1985.
68 Dunkerley, p. 182; New York Times, 31 de julio de 1983.
54. El Salvador 1980-1994 631

El eje de la campaña de la administración Reagan para probar la


naturaleza internacional de la conspiración en que se basaba la revolución
salvadoreña era su Libro Blanco emitido un mes después de haber
ocupado la presidencia y basado en gran medida en supuestos
“documentos capturados a los guerrilleros”, algunos de los cuales estaban
incluidos en el reporte. Entre los diversos análisis hechos sobre el Libro
Blanco que arrojaban graves dudas acerca de sus planteamientos, uno fue
el publicado por Jonathan/Kwitny en el Wall Street Journal. El mismo
incluía una entrevista con el funcionario del Departamento de Estado,
John D. Glassman, a quien se consideraba uno de los principales
redactores del documento. Glassman admitió que algunas partes eran
“confusas” y “sobreadornadas”, que contenía “errores” y
“especulaciones”. El Wall Street Journal señaló: “Un examen detenido [...]
indica, en todo caso, que Mr. Glassman puede estar aminorando la
situación al conceder que el Libro Blanco contiene errores y
especulaciones”. Entre los muchos problemas específicos del documento
señalados en el artículo estaba que las “estadísticas de cargamentos de
armas hacia El Salvador, supuestamente obtenidas directamente de los
documentos, fueron extrapoladas, como reconoció Mr. Glassman. Y en
forma cuestionaba, al parecer. Mucha información recogida en el Libro
Blanco no puede ser encontrada en los documentos en lo absoluto” 69
No se ponía en duda tan sólo la exactitud del Libro Blanco, sino la
misma autenticidad de los documentos en que se basaba. Con relación a
esto el ex embajador de EE.UU. en El Salvador. Roben While (retirado por
Reagan debido a su excesiva preocupación por los derechos humanos y las
reformas) comentó: “Lo único que me hace pensar que esos documentos
sean auténticos es lo poco que prueban . 70 Cuando fue presionado a
declarar qué pruebas tenía el Gobierno de la intervención nicaragüense,
el presidente Duarte se negó a responder sobre la base de que de todas
formas el mundo no lo creería.71 Pero el presidente Reagan tenía alguna
evidencia que ofrecer. Vio la mano de los amos extranjeros moviendo las
cuerdas en el hecho de que manifestantes en Canadá portaban “los
mismos carteles” que los manifestantes en EE.UU.: “EE.UU. fuera de El
Salvador”.72
Pero todo esto estaba lejos de ser lo importante. Las revoluciones no
se exportan como las barras de jabón. Hemos visto cuales fueron las

69 Wall Street Journal, 8 de junio de 1981, pp. 1 y 10; para otros análisis del Libro Blanco (nota 66)

ver Philip Agee en Warner Poelchau, ed.: White Paper, Whitelwash. New York, 1981, y Ralph McGehee:
“The CIA and the White Paper on El Salvador”, en The Nation, New York, 11 de abril de 1981.
70 Wall Street Journal, 8 de junio de 1981, p. 10.
71 Playboy, artículo citado, p. 74.
72 Covert Action Information Bulletin, Nº 16, Washington, marzo de 1982, p. 27; esto fue también

reportado en la prensa diaria.


54. El Salvador 1980-1994 632

circunstancias en El Salvador durante décadas que condujeron finalmente


a su gente a tomar las armas. El embajador While, que no era un campeón
de la causa rebelde, observó: “La situación revolucionaria sobrevino en El
Salvador porque existía una de las oligarquías más egoístas que el mundo
ha visto, combinada con una fuerza de segundad corrupta [...] Existiera
Cuba o no, habría una situación revolucionaria en El Salvador”. 73 El antiguo
ministro de Educación devenido guerrillero Salvador Samayoa, al hablar
en 1981, aseguró que las acusaciones estadounidenses de que el bloque
soviético estaba dirigiendo al movimiento guerrillero “revela la profunda
ignorancia de Washington acerca de nuestro movimiento”. Señaló que
tres de los cinco grupos guerrilleros que formaban el Frente Farabundo
Martí de Liberación Nacional (FMLN) eran “fuertemente antisoviéticos”.
Samayoa añadió: “Decir que Cuba nos dirige porque tenemos relaciones
con Cuba es como decir que somos un movimiento cristiano porque
recibimos una ayuda enorme de la iglesia [...] En lugar de vernos como
comunistas subversivos; EE.UU. debía vernos como un pueblo luchando
por sobrevivir”.74 A pesar de los barcos norteamericanos qué patrullaban
el Golfo de Fonseca (que separa a El Salvador de Nicaragua), los aviones
espías que sobrevolaban el Caribe y la abundancia de fotografías aéreas, a
pesar del gran radar norteamericano instalado en Honduras, operado por
50 técnicos estadounidenses, de los mejores equipos de monitoreo
electrónico que podía ofrecer la tecnología, y de todos los informantes que
el dinero de la CIA podía comprar. 75 la administración Reagan no pudo
ofrecer una sola evidencia que apoyara su acusación de que los fuegos de
la revolución salvadoreña eran alimentados por el carbón de Cuba y
Nicaragua, ni por los de la URSS. Vietnam, la OLP, Etiopía o cualquier otro
de los países acusados en uno u otro momento como importantes
suministradores de ayuda militar.
En todo caso, cualquier apoyo militar que los insurgentes salvadoreños
hayan recibido realmente del exterior — necesariamente limitado a lo que
pudiera transportar un pequeño camión o un bote en forma clandestina—
no jugaba a las claras en la misma liga, ni siquiera en el mismo planeta,
que los aviones y barcos cargados hasta el tope de ayuda militar
norteamericana enviada en todas las formas posibles al Gobierno
salvadoreño. Estados Unidos llevaba a cabo una guerra despiadada contra
la revolución en El Salvador, y amenazaba con empeorarla: en abril de
1991, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Colín Powell, anunció
que “de ser necesario [la guerra civil en El Salvador] puede resolverse

73 U.S. News and World Report. 26 de enero de 1981, p. 37, entrevista con White.
74 San Francisco Chronicle, 24 de febrero de 1981.
75 New York Times, 30 de julio de 1982 (sobre el equipamiento); 16 de abril de 1983, p. 1 (aviones);

31 de julio de 1983, p. 1 (radar); Time. 22 de marzo de 1982 (fotos aéreas).


54. El Salvador 1980-1994 633

como lo fue en el Golfo Pérsico”. 76


A principios de 1992, la guerra terminó de manera oficial cuando una
comisión de la ONU, después de año y medio de esfuerzos, logró por fin
que ambas partes acordaran un cese al fuego y un acuerdo de paz. Una
gran ofensiva desarrollada por los rebeldes a fines de 1989 —en la cual
“llevaron la guerra” a las suntuosas barriadas y a las residencias de los
norteamericanos en la capital— había dejado claro a Washington y a sus a
liados salvadoreños, de una vez por todas, que no había victoria posible.77
En febrero de 1990, el general Maxwell Thurman, jefe del Comando Sur,
dijo al Congreso que el Gobierno de El Salvador no era capaz de derrotar a
los rebeldes y que la única forma de terminar el conflicto era a través de
la negociación. Además, el aparente final de la Guerra Fría había debilitado
el consabido argumento estadounidense de derrotar al “comunismo” —y
también podía haber relajado un poco su obsesión con esto— en El
Salvador. Al mismo tiempo, el Congreso se mostraba cada vez más reacio
a mantener la ayuda militar, una actitud que había ¡do en aumento desde
el asesinato de los sacerdotes jesuitas en noviembre de 1989.
Uno de los numerosos acápites del complejo acuerdo de paz era el
establecimiento de una Comisión de la Verdad de la ONU “para investigar
los peores actos de violencia desde 1980”. En marzo de 1993 la comisión
presentó su informe. Entre sus hallazgos y conclusiones estaban las
siguientes: las fuerzas militares, apoyadas por el Gobierno y la
administración civil, habían sido los principales perpetradores de
masacres, ejecuciones, torturas y secuestros durante la guerra civil. Estos
actos no podían ser atribuidos a los excesos de la guerra sino a decisiones
premeditadas e inspiradas por la ideología.
La comisión solicitó el despido de más de cuarenta militares de alto
rango —entre ellos el ministro de Defensa, general Rene Emilio Ponce, uno
de los favoritos de los funcionarios norteamericanos, que resultó ser quien
dio las órdenes que condujeron al asesinato de los sacerdotes— y estipuló
que ninguno sería autorizado nunca a regresar a cargos militares o de
seguridad y no podrían participar en la vida política y pública durante diez
años. También se especificó el despido y el alejamiento por diez años para
funcionarios del Gobierno y burócratas que abusaron de los derechos
humanos o tomaron parte en el encubrimiento de los abusos, incluido el
presidente de la Suprema Corte (partidos de derecha en la Asamblea
Nacional se apresuraron a imponer una ley de amnistía, que impidió el
procesamiento por los crímenes cometidos durante la guerra). Varios
dirigentes de izquierda fueron separados por los asesinatos de once

76 El Diario de Hoy. San Salvador. 9 de abril de 1991, p. 5.


77 New York Times. 9 de febrero de 1990, p: 7.
54. El Salvador 1980-1994 634

alcaldes durante la guerra. Se pidió una investigación especial de los


escuadrones de la muerte. Los mismos, decía el informe, “con frecuencia
eran operados por militares y apoyados por poderosos empresarios,
terratenientes y algunos políticos principales” (los acuerdos de paz no
pusieron luz a estos: docenas de líderes y miembros del FMLN fueron
asesinados durante 1992 y 1993. al igual que unos pocos de la derecha).
Se citaba a Roberto d’Aubuisson. fundador de la Alianza Republicana
Nacionalista (ARENA) —partido del presidente en ejercicio del país,
Alfredo Cristiani— como el más notorio de los jefes de los escuadrones de
la muerte; la comisión confirmó que fue D’Aubuisson quien contrató al
asesino del arzobispo Romero.
Otras culpas recayeron sobre el Gobierno tales como la violación y
asesinato de tres monjas norteamericanas y una trabajadora religiosa en
1980, el asesinato de dos asesores laborales norteamericanos en 1981 y el
de cuatro periodistas holandeses en 1982 cuyos reportes eran
considerados evidentemente como favorables a los guerrilleros. La
comisión no se enfocó en el papel de ningún norteamericano en relación
con los abusos y el encubrimiento. “El papel de Estados Unidos en El
Salvador es estudiado con mayor efectividad por el Congreso
estadounidense”, dijo en una conferencia de prensa Thomas Buergenthal,
jurista norteamericano que formó parte de la comisión. Sin embargo, el
informe sí condenó a EE.UU. por no contener a los exiliados salvadoreños
en Miami, quienes “ayudaron a administrar las actividades de los
escuadrones de la muerte entre 1980 y 1983, al parecer con poca atención
por parte del Gobierno de EE.UU. Tal uso del territorio norteamericano
para actos de terrorismo en el extranjero debe ser investigado y nunca
más permitido”. 78 (Por supuesto que los exiliados cubanos han estado
usando a Miami como base para su terrorismo en el extranjero, al igual
que dentro de los propios EE.UU. por más de cuarenta años.)
Algunos miembros del Congreso, indignados por los hallazgos de la
Comisión de la Verdad, llamaron a desclasificar los expedientes de la CIA,
el Departamento de Defensa y el de Estado sobre El Salvador para ayudar
a determinar si las administraciones Reagan y Bush habían ocultado
evidencias al Congreso sobre abusos de los derechos humanos
generalizados por parte de sus aliados salvadoreños. “[El informe de la
comisión] simplemente verifica lo que un número de nosotros supo a lo
largo de los 80 [dijo el representante David Obey] que nuestro propio
gobierno nos mentía descaradamente”. El informe prueba que la
administración Reagan estaba dispuesta a “mentir [...] y [...] certificar

78 Sobre la Comisión de la Verdad y la amnistía ver Los Angeles Times, 16 de marzo de 1993, pp. 1

y 6; 21 de marzo; 26 de marzo.
54. El Salvador 1980-1994 635

cualquier cosa [...] para conseguir el dinero que deseaba”. 79


Varios de los más de doce mil documentos secretos entre gados por la
administración Clinton confirmaron sin lugar a duda la acusación de Obey.
Otros documentos revelaron que el entonces vicepresidente, Francisco
Merino, había organizado escuadrones de la muerte; que la CIA calificaba
a D’Aubuisson de “egocéntrico, temerario y quizás inestable
mentalmente”; que traficó drogas y contrabandeó armas; que su unidad
paramilitar era responsable de miles de muertes; que en 1983 él y sus
asesores fueron invitados por el embajador norteamericano Deane Hinton
para almorzar con la representante de EE.UU. ante la ONU, Jeane
Kirkpatrick, de visita en el país. Seis años después, poco antes de que la
CIA informara que el círculo íntimo de D’Aubuisson había conspirado para
asesinar al presidente Cristiani, el embajador William G. Walker lo había
invitado a la fiesta de la Embajada por el 4 de Julio. 80 Asesores militares
norteamericanos entrenaron a una milicia de unos cincuenta salvadoreños
adinerados, aparentemente para que pudieran defender sus lujosas
residencias ante un ataque rebelde, pero el grupo estaba en realidad
vinculado con D’Aubuisson y la milicia era “una fachada para el
reclutamiento, entrenamiento y posible envío de escuadrones de la
muerte de civiles paramilitares”. El embajador Walker detuvo el
entrenamiento apenas se enteró, a pesar de las protestas del jefe de la
misión militar (otro memo escrito por un funcionario del Departamento
de Defensa, argumentaba que los ricos salvadoreños podrían fundar
escuadrones de la muerte, pero no mancharía de sangre las manos
norteamericanas).81

El 20 de marzo de 1994, el gobernante partido ARENA y su principal


aliado consiguieron la victoria en las elecciones celebradas para escoger
un nuevo presidente, la Asamblea Nacional y cientos de gobiernos
municipales. Con excepción de unas pocas reformas en el terreno de las
libertades civiles, cuya significación todavía está por ver, los resultados
dejaron a la sociedad en el mismo lugar en que se hallaba en 1980 cuando
comenzó la guerra. Duarte había dicho: “Por cincuenta años la misma
gente ha tenido todo el poder, todo el dinero, todos los empleos, toda la
educación [...]”, se podría decir ahora: “Por más de setenta años...” Pero,
¿por qué había votado más de la mitad de la población de El Salvador, en
su mayoría muy pobre, por partidos íntimamente conectados no sólo con
los ricos, sino con los escuadrones de la muerte? El nuevo presidente,
Armando Calderón Sol, tenía vínculos antiguos e íntimos con Roberto

79 Ibíd., 19 de marzo de 1993.


80 New York Times, 9 de noviembre de 1993, p. 9; Los Angeles Times. 24 de abril de 1994, p. 10.
81 Los Angeles Times, 14 de diciembre de 1993; New York Times. 14 de diciembre de 1993, p. 1.
54. El Salvador 1980-1994 636

d’Aubuisson y colgó un gran retrato suyo en su oficina. Los documentos


desclasificados a que hicimos referencia antes arrojan dudas sobre el
propio Calderón en cuanto a relacionarlo con un secuestro y con un grupo
de jóvenes militantes de ARENA que colocaron una bomba en el Ministerio
de Agricultura y causaron otros estragos a principios de los 80, en el
intento de desestabilizar el Gobierno cuya reforma agraria privaría
supuestamente de tierras a los ricos. La sofisticada campaña
multimillonaria de ARENA se apoyó en lo fundamental en acrecentar dos
temores: el miedo tradicional al “comunismo” inculcado durante décadas
de dominio autoritario, y a la supuesta incompetencia económica de la
izquierda, que era tipificada con la situación económica de Nicaragua bajo
los sandinistas. Además, haciendo tabla rasa de su historial violento,
ARENA presentó a la izquierda como terroristas y como los únicos
responsables de toda la muerte y destrucción durante la guerra.
¿Cuán justa y honesta fue la votación en realidad? ¿Estaba dispuesta la
derecha a terminar con medio siglo de exclusión política de la izquierda?
Además de disponer de mucho más dinero que sus oponentes, el partido
ARENA en el poder había controlado la prensa por muchos años; el único
diario que se atrevió a mostrar una breve independencia, el Diario Latino,
fue destruido por bombas. 82 Por otro lado, la conformación del Tribunal
Electoral Supremo (TES) que supervisó las elecciones, estuvo basado en la
consulta electoral de 1991, boicoteada por el FMLN, de modo que fue
dominado por ARENA y no tuvo ningún representante del FMLN. Muchos
puntos de discusión surgieron acerca de las votaciones tales como los
siguientes: una gran cantidad de personas que se inscribieron para votar
no pudieron hacerlo porque no recibieron sus cédulas; según los
observadores de la ONU, para el 1ro. de febrero estos casos sumaban más
de medio millón, lo que equivale a 20% del electorado; transcurridas las
votaciones, el FMLN estimó que los imposibilitados de votar por esta razón
eran unos 340.000. Oíros 74.000 fueron rechazados porque no pudieron
presentar un certificado de nacimiento, a menudo debido a que las
oficinas de registros locales habían sido destruidas durante la guerra. Otra
gran cantidad de personas poseían cédulas válidas, pero no pudieron volar
porque no dispusieron de transporte para llegar a los distantes colegios
electorales. Esto fue exacerbado, según se dijo, por la demora en el
servicio de ómnibus de compañías propiedad de partidarios de ARENA, y
por el sindicato de conductores de ómnibus, también bajo el control de
ARENA. Muchos llegaron a los colegios con sus cédulas sólo para enterarse
de que no podían volar porque sus nombres no aparecían en el listado, o
estaban incorrectamente escritos (al menos 25.000 casos de estos fueron

82 New York Times, 26 de agosto de 1990, p. 24; 10 de febrero de 1991, p. 3; 11 de febrero, p. 3.


54. El Salvador 1980-1994 637

informados por la ONU. mientras el FMLN afirmaba que eran muchos


más). Otros votantes potenciales dejaron los colegios sin depositar sus
boletas porque las largas colas y el sistema de procesamiento en extremo
engorroso y lento hizo que se cerrara la votación antes de que pudieran
ejercer su derecho. Todos estos problemas afectaron sobre todo, por
supuesto, a los pobres, los campesinos, los menos educados y a los que
votaban por primera vez, todos los cuales constituían la base de apoyo del
FMLN.
El TES rechazó la asesoría internacional, se negó a gastar dinero en
transportar a los votantes hacia las limas e hizo el proceso de votación
complicado innecesariamente, dijeron los observadores de la ONU. “Hubo
un mal manejo escalofriante de la elección, más allá de nuestras peores
expectativas”, opinó un alto funcionario de la organización. “Había una
falta de confianza generalizada en el electorado antes de la votación,
ahora es mucho peor. [El TES] Está completamente desacreditado y ha
manchado por tanto la elección”. El FMLN denunció las irregularidades
que despojaron a su partido de varios escaños legislativos y puestos
municipales, una acusación a la que dieron crédito los observadores de la
ONU, quienes afirmaron que miles de personas no obtuvieron cédulas en
30 ciudades donde el FMLN tenía fuerte apoyo. El partido cuestionó los
resultados en 37 ciudades y poblados, pero el TES rechazó todas las
denuncias, una decisión que Rafael López Pintor, que encabezaba la
división electoral de la ONU, calificó de “horrorosa”. Un grupo de
observadores que representaba al Gobierno de EE.UU., dijo también que
era “problemático” que “muchos de los procedimientos citados como
defectos administrativos” en elecciones anteriores continuaran siendo
practicados.
En los días que siguieron a la votación, las autoridades electorales se
demoraron en dar a conocer los resultados oficiales. Luego, al tercer día,
cortaron el acceso abruptamente a los conteos computarizados por parte
de observadores de los distintos partidos. El FMLN dijo que los conteos
iniciales mostraban que muchas de las urnas contenían más boletas que el
máximo legal de 400, algunas de ellas tenían el doble o triple de esa
cantidad. También denunciaron que en San Miguel, una de las ciudades
mayores del país, un grupo de militantes de ARENA se había escondido con
15 urnas. Finalmente, en los resultados anunciados para la presidencia,
ARENA obtuvo 641.000 votos, 49% del total; mientras la Coalición
Demócrata, que incluía al FMLN, recibía 326.000 votos para 25%. Al no
haber ganado ningún partido la mayoría necesaria para una sola ronda, se
convocó la segunda para un mes después, en la que ARENA ganó 68% de
los votos y la Coalición 32%. Dado que se sabía de antemano quien serio
el ganador de esta segunda ronda, hubo sin dudas mucha gente pobre que
54. El Salvador 1980-1994 638

no se molestó en votar.
También hubo intimidaciones. Lo siguiente fue reportado por los
observadores del CISPES: “Mientras tanto, helicópteros armados
sobrevolaban las ciudades donde la oposición tenía fuerza. Los soldados
establecieron puntos de control y nidos de ametralladoras en poblados
traumatizados por masacres militares durante la guerra. El gobierno hizo
su mejor esfuerzo por atemorizar al electorado, y debe haber aterrorizado
a muchos votantes que permanecieron en sus casas”.
Antes de la votación, algunos trabajadores fueron advertidos de que si
ganaba el FMLN, rodarían las cabezas o serían despedidos. Como los
funcionarios electorales desprendían de la boleta una esquina en la que
aparecía el número de la misma, quedaba claro que alguien podía guardar
estos números y chequear luego por quién habían volado. Los Angeles
Times recogió la historia de un maestro de ceremonias en un mitin
convocado por ARENA, al que asistieron un grupo de campesinos,
granjeros y vendedores del mercado:
“Todos los que apoyen a ARENA que levanten los sombreros”, pidió el MC a la
multitud. Unos pocos levantaron los sombreros.
“Todos los que apoyen a ARENA, levanten los sombreros”, intentó
nuevamente. “¡Y los que no levanten los sombreros son terengos", añadió
utilizando la palabra de la jerga del ejército para designar a los “terroristas”
durante la brutal guerra civil de este país.
Un montón de gente se quitó el sombrero. 83

¿A qué salvadoreños beneficiaba que ARENA se mantuviera en el


poder? ¿Por cuáles de ellos habían perdido sus vidas 75.000 civiles? ¿Por
quién se gastaron seis mil millones de dólares del Tesoro de EE.UU.?
Veamos dos reportes del New York Times:
Por sobre los entremeses servidos por solícitos camareros en una fiesta, una
invitada decía que estaba convencida de que Dios había creados dos clases
distintas de personas: los ricos, y los pobres para servirlos. Se describió a sí
misma como una persona caritativa porque permitía a los pobres trabajar
como sus sirvientes. “Es lo mejor que uno puede hacer”, dijo.
El atrevimiento de la mujer era desacostumbrado, pero su actitud es
compartida por un gran sector de las clases altas salvadoreñas.
La separación entre clases es tan rígida que incluso se miran con recelo las
pequeñas muestras de amabilidad entre ellas. Cunado un norteamericano,
que entró a una heladería, comentó que estaba comprando para la fiesta de
cumpleaños de la hija de su sirvienta, otros dueños de tienda de inmediato

83 Sobre las elecciones, acerca de las observaciones de la ONU y el Gobierno de EE.UU., ver Los

Angeles Times, 24 de abril de 1994, pp. 10; 22 de marzo, p. 12 y 21 de febrero, p. 10. El relato de la
intimidación: Ibíd., 12 de marzo, p. 6. Ver también Ibíd., 23 de marzo, p. 10 y 24 de marzo; LA Weekly,
Los Angeles, 15-21 de abril de 1994, pp. 12-13. Sobre los informes de los observadores de CISPES:
documentos presentados y charlas desarrolladas en encuentros en Los Angeles.
54. El Salvador 1980-1994 639

detuvieron su charla y se quedaron mirándolo. Finalmente, una asombrada


mujer en la cola para pagar habló. “Usted debe estar bromeando”, le dijo.

Uno de su clase, que se sentía liarlo y abandonaba el país, comentó al


Times: “No puedo aceptar el hecho de que si naces hijo de campesino aquí,
te mueres como campesino y tus hijos van a ser campesinos. No hay
perspectiva de que los hijos de los jornaleros debieran ira Harvard y
administrar este país algún día. No hay perspectiva de una sociedad
moderna”.84
Después de tomar parte en el esfuerzo de una década de Washington
para entrenar y reformar al Ejército salvadoreño, muchos asesores
militares norteamericanos se han ¡do de aquí irritados por la resistencia
de los salvadoreños al cambio [...] dicen que se sienten manipulados y
traicionados por los oficiales salvadoreños [...] los asesores describen a los
oficiales salvadoreños como fundamentalmente interesados en amasar
una fortuna y tener poder, tan dispuestos a privar a los soldados de su
equipamiento para aprovecharlo para sus propios fines como a permitir
las muertes sistemáticas o el maltrato a los prisioneros [...] Nadie llegó tan
lejos como para decir que fue inútil el esfuerzo por ayudar a las fuerzas
armadas salvadoreñas en su guerra contra la insurgencia izquierdista.
Piensan que los abusos a los derechos humanos habrían sido peores o que
los guerrilleros podrían haber ganado la guerra sin su presencia.85
El Times al parecer no preguntó a los asesores si creían que el Gobierno
de EE.UU. los había forzado de alguna manera a tomar partido en la guerra
civil. Y de no ser así, ¿cuál había sido la motivación del Gobierno en última
instancia? Y de ser así, ¿por qué no habían tomado partido por los
insurgentes? Y ¿cuánto peor habrían sido los abusos a los derechos
humanos si las fuerzas armadas no hubieran estado abastecidas por
Washington con un incesante suministro de cada arma e implemento y
entrenamiento conocido por hombre para traer la destrucción, el dolor y
el sufrimiento aj mayor número posible de personas?

84 New York Times, 7 de octubre de 1990, p. 10.


85 Ibíd., 5 de agosto de 1991, p. 4.
55. Haití 1986-1994 640

55. HAITÍ 1986-1994


¿Quién me librará de este cura revoltoso?
Cuando le doy de comer a los pobres,
me llaman santo.
Pero cuando pregunto por qué los pobres no tienen comida,
me llaman comunista.
Monseñor Helder Cámara

¿Qué hace el Gobierno de EE.UU. cuando tiene que escoger entre


apoyar a un grupo de militares asesinos totalitarios, culpables de miles de
muertes, tortura sistemática, violaciones generalizadas y del abandono de
cadáveres mutilados en las calles, o a un pacífico sacerdote, legalmente
electo como presidente por una mayoría aplastante, a qui en los asesinos
han derrocado mediante un golpe? Pero ¿qué pasa si el cura es “de
izquierda”?

Durante la dictadura de la familia Duvalier —François, Papa Doc, de


1957 a 1971; seguido por Jean-Claude, Baby Doc, de 1971 a 1986, ambos
designados como presidentes vitalicios por Papa Doc—, EE.UU. entrenó y
armó a las fuerzas de contrainsurgencia haitianas, aunque la mayoría de la
ayuda militar norteamericana al país era canalizada encubiertamente a
través de Israel, lo que evitaba a Washington responder preguntas
embarazosas acerca del apoyo a gobiernos brutales. Una vez que Jean-
Claude se vio obligado a exiliarse en febrero de 1986, huyendo a Francia a
bordo de un avión de la Fuerza Aérea estadounidense, Washington
regresó a la asistencia abierta. Y mientras las masas hambreadas y
miserables de Haití celebraban el fin de tres décadas de duvalierismo,
EE.UU. se ocupaba de preservarlo bajo un nombre nuevo.
A tres semanas de la partida de Jean-Claude, EE.U U. anunció la entrega
a Haití de 26.600.000 de dólares en ayuda económica y militar, y en abril
se informaba: “Otros $4 millones se buscan para abastecer al Ejército
haitiano con camiones, entrenamiento y equipos de comunicaciones para
permitirles la movilidad en todo el país y el mantenimiento del orden”. 1
Mantener el orden en Haití se traduce en represión interna y control; y en
los 21 meses entre la abdicación de Duvalier y las programadas elecciones
de noviembre de 1987, los sucesivos gobiernos haitianos fueron

1 New York Times. 27 de febrero de 1986, p. 3; 11 de abril de 1986, p. 4.


55. Haití 1986-1994 641

responsables por más muertes de civiles que las que había acumulado
Baby Doc en quince años.2
Mientras tanto la CIA arreglaba la liberación y la partida a un exilio
cómodo de dos de sus contactos de la era Duvalier, ambos jefes notorios
de la policía, con lo cual los salvaba de la posible sentencia de muerte por
asesinato y tortura, a la vez impedía que se cumpliera el apasionado
clamor del pueblo de que se castigara a sus antiguos opresores. 3 En
septiembre, el líder de la principal organización sindical haitiana, Yves
Richard, declaró que Washington trabajaba para debilitar a la izquierda
antes de las venideras elecciones. Las organizaciones de ayuda
norteamericanas estaban induciendo a la gente en el campo a identificar
y rechazar a toda la izquierda como “comunistas”, dijo 4 aunque el país
tenía a las claras una necesidad fundamental de efectuar reformas y
cambios radicales. Haití era, y es, el país del hemisferio occidental con
peores índices económicos, médicos, políticos, judiciales, educacionales y
ecológicos.
Para entonces Jean-Bertrand Aristide era un cura carismático con
amplio apoyo en las barriadas más pobres de Haití, la única figura de la
Iglesia que habló contra la represión durante el duvalierismo. Ahora
denunciaba el dominio militar sobre las elecciones y llamaba a los
haitianos a rechazar todo el proceso. Sus actividades se destacaban lo
suficiente dentro de la campaña electoral como para atraer la fuerte
antipatía de los funcionarios norteamericanos. Ronald Reagan lo
consideró un comunista, escribió después Aristide. 5 Y el secretario
asistente de Estado para Asuntos Interamericanos, Elliott Abrams, creyó
adecuado atacar a Aristide mientras elogiaba al Gobierno haitiano en una
caña dirigida a la revista Time durante la campaña electoral. 6 El sacerdote
católico ganó prominencia en Haití por primera vez como defensor de la
Teología de la Liberación, que busca fundir las enseñanzas de Cristo con la
inspiración a los pobres a organizarse y resistirse a la opresión. Cuando se
le preguntó por qué la CIA podía haber estado interesada en oponerse a
Aristide, un alto oficial del Comité de Inteligencia del Senado afirmó: “Los
defensores de la teología de la liberación no son muy populares en la
agencia. Quizás sólo en el Vaticano detesten más a la teología de la

2 Frilz Longchamp y Worth Cooley-Prost: “Hope for Haití”, en Covert Action Information Bulletin,

Nº 36. Washington, primavera de 1991, p. 58. Longchamp era director ejecutivo de la Oficina de
Washington sobre Haití, un centro de análisis y educación pública. Ver también Paul Farmer: The Uses
of Haití. Common Courage Press, Monroe, Maine, 1994, pp. 128-129.
3 The Guardian, Londres, 22 de septiembre de 1986.
4 Ibíd.
5 Reagan: Jean-Bertrand Aristide. An Autobiography. Orbis Books, NY, 1993, traducción de la

edición francesa de 1992, p. 79: en lo adelante llamada Autobiografía de Aristide.


6 Revista Time, 30 de noviembre de 1987, p. 7.
55. Haití 1986-1994 642

liberación que en Langley [alto mando de la CIA]”.


Aristide llamó a. boicotear las elecciones diciendo: “El ejército es
nuestro primer enemigo”. La CIA, por la otra parte, financió a algunos de
los candidatos. La Agencia insistió luego en que el propósito del programa
de financiamiento no había sido oponerse a Aristide, sino proporcionar
una “elección libre y abierta”, lo que significaba ayudar a algunos
candidatos que no tenían suficiente dinero y disminuir el intento de
Aristide de lograr una baja concurrencia, lo que habría “reducido la validez
de las elecciones”. No se sabe cuáles eran los candidatos financiados por
la CIA, o por qué la Agencia o el Departamento de Estado, que
supuestamente eligió los candidatos que se debían apoyar, estaban
preocupados por tales problemas en Haití cuando en EE.UU. se sobran los
candidatos escasos dé fondos y el índice de abstención elevado es
permanente.
La CIA estaba “involucrada en un apoyo variado para una variedad de
candidatos”, dijo un funcionario de inteligencia con participación directa
en la operación. Contrarrestar la impresionante fuerza política de Aristide
parecía ser la única explicación lógica para la actuación de la Agencia, que
fue autorizada por el presidente Reagan por el Consejo de Seguridad
Nacional. Cuando el Comité de Inteligencia del Senado exigió conocer con
exactitud lo que estaba haciendo la CIA en Haití y a qué candidatos
apoyaba, la Agencia puso obstáculos. Con el tiempo, el comité ordenó el
cese de las acciones electorales encubiertas. Una fuente de alto nivel que
trabajaba para el comité dijo que la razón para interrumpir el programa
fue que “algunos de nosotros no creemos en la neutralidad de las
elecciones”.7 Sin embargo, no puede afirmarse de manera categórica que
el programa se interrumpiera realmente.
Las elecciones programadas para el 29 de noviembre de 1987 fueron
pospuestas a causa de la violencia. En las que tuvieron lugar en enero, el
candidato favorecido por el gobierno militar fue declarado ganador en una
votación ampliamente considerada fraudulenta, y durante la cual la CIA se
vio envuelta en un abortado golpe de naturaleza desconocida para
influenciar los resultados.8 Siguieron más de dos años de violencia política
sistemática, golpes de Estado y represión, que borraron los vestigios de la
dictadura duvalierista y establecieron una nueva hasta que, en marzo de
1990, el dictador militar de turno, general Prosper Avril, se vio obligado a
renunciar por las masivas protestas y fue reemplazado por un gobierno
civil, pero con los militares todavía ocupando puestos importantes.
Estados Unidos no está contento cuando hay “caos” en sus estados

7 Sobre la CIA y las elecciones de 1987-1988 ver Los Angeles Times, 31 de octubre de 1993, p. 1:

New York Times. 1ro. de noviembre de 1993, p. 8.


8 New York Times, 1ro. de noviembre de 1993, p. 8.
55. Haití 1986-1994 643

clientes. Es malo para el control, es malo para los negocios, no se puede


saber quién va a venir arriba con todo eso, quizás otro Fidel Castro. Fue el
peligro de “revueltas internas masivas” lo que indujo a EE.UU. a informar
a Jean-Claude Duvalier que ya era hora para él de ir a “sacrificarse” a la
Riviera francesa,9 y una situación similarmente caótica llevó al embajador
norteamericano a sugerir a Avril que era un momento adecuado para
retirarse; la transportación hacia el exilio del buen general fue
nuevamente una cortesía del Tío Sam. 10 De este modo fue que la
Embajada norteamericana en Port-au-Prince presionó al Estado Mayor
haitiano para que permitiera unas nuevas elecciones. Ni la Embajada ni el
propio Aristide en ese momento tenían razón para esperar que se
postularía como candidato en las elecciones previstas para diciembre,
aunque ya había sido expulsado de su orden religiosa, con la aprobación
del Vaticano debido a. entre otras cosas, “la incitación al odio y la violencia
y una glorificación de la lucha de clases”. Los numerosos seguidores y
amigos de Aristide habían tratado con frecuencia de persuadirlo para su
postulación. Ahora obtuvieron éxito finalmente y en octubre se convirtió
en candidato de una amplia coalición de partidos reformistas y
organizaciones populares.11
En la víspera de la elección, el antiguo embajador norteamericano ante
la ONU, Andrew Young, visitó a Aristide y le pidió firmar una carta en la
que aceptaría a Marc Bazin, el candidato respaldado y financiado por
EE.UU., como presidente en caso de que Bazin ganara. Se dice que Young
explicó luego que había temor de que si Aristide perdía, sus seguidores
tomaran las calles y rechazaran los resultados. 12 Se dijo también que Young
actuaba a nombre de su mentor, el ex presidente Jimmy Cárter, pero es
de presumir que la Casa Blanca pusiera también su dedo en el pastel, pues
es evidente su preocupación acerca del carisma de Aristide y su potencial
como líder fuera de su control.
A pesar de una campaña marcada por el terror y la intimidación, cerca
de mil observadores de la ONU y la OEA, y un general haitiano de
escrúpulos poco usuales, aseguraron que hubiera una votación de relativa
honestidad, en la cual Aristide salió victorioso con 67.5% de los votos. “La
gente lo escogió por encima de 10 candidatos más o menos burgueses”,
escribió un estudioso norteamericano sobre Haití que trabajó como
observador en las elecciones, “debido a su oposición abierta y sin

9 Alian Nairn: “The Eagle is Land ing”, en The Nation. 3 de octubre de 1994, p. 344, cita al Cnel.

Steven Butler, ex jefe de planes de las Fuerzas Armadas de EE.UU. en el Caribe, quien estuvo implicado
en la operación.
10 Farmer, p. 150: New York Times, 13 de marzo de 1990, p. 1.
11 Autobiografía de Aristide, pp. 105-106. 118-121.
12 Buró de Información Haitiano: “Chronology: Events in Haití, October 15, 1990-May II. 1994”, en

James Ridgeway, ed.: The Haití Files: Decoding the Crisis. Washington, 1994, p. 205.
55. Haití 1986-1994 644

compromisos contra los moldes antiguos”. 13 El apoyo a Aristide incluía de


hecho a elementos burgueses progresistas al igual que a su amplia base
popular.
El sacerdote-presidente tomó el poder en febrero de 1991, tras el
fracaso de un intento de golpe contra él en enero. Para junio se podía leer
en el Washington Post. “Proclamando una ‘revolución política’ Aristide, de
37, ha inyectado un espíritu de esperanza y honestidad en el gobierno, una
partida radical después de décadas de venalidad oficial bajo la dictadura
de la familia Duvalier y una serie de militarotes. Declarando que sus 10.000
dólares de salario eran ‘no sólo un escándalo sino un crimen’, Aristide
anunció en televisión que los donaría a la beneficencia”. 14
El sacerdote católico había criticado durante años la política exterior
estadounidense debido al apoyo de Washington a la dinastía Duvalier y a
los militares haitianos, y sentía recelos ante la “ayuda” extranjera pues
comentaba que por lo general terminaba en los bolsillos de los ricos.
“Desde 1980 la misma sumó doscientos millones de dólares al año, ¡y esos
fueron los mismos diez años en que el ingreso per cápita del país se redujo
en 40%!” 15 Aristide no presentó un programa económico definido, pero
fue claro acerca de la necesidad de redistribuir la riqueza, y habló más de
justicia económica que de las virtudes del mercado. Más tarde escribió:
Con frecuencia me han criticado por la falta de un programa, o al menos por
imprecisiones en ese sentido. ¿Fue por falta de tiempo? Una pobre excusa [...]
De hecho, la gente tenía su propio programa [...] dignidad, sencillez
transparente, participación. Estas tres ideas podían ser bien aplicadas lo
mismo en las esferas política y económica que en el terreno moral [...] La
burguesía debía haber sido capaz de entender que su propio interés exigía
algunas concesiones. Habíamos recreado el año 1789. ¿Deseaban con su
pasiva resistencia empujar a los pobres a demandar medidas más radicales?16

Seriamente afectado por la ausencia de una izquierda tradicional fuerte


en Haití, y enfrentado a un Parlamento cerrado que, de acuerdo a la
Constitución, tenía más poder que el presidente, Aristide no consiguió
poner en vigor ninguna ley nueva. Sí inició algunos programas de
alfabetización, salud pública y reforma agraria y presionó por un aumento
del salario diario, que era con frecuencia inferior a tres dólares, una
congelación de los precios de los productos básicos y un programa de

13 Roben I. Rotberg, en Washington Post, 20 de diciembre de 1990, p. A23.


14 Washington Post, 6 de junio de 1991, p. A23. En su autobiografía (pp. 147-148) Aristide escribe
que redujo su salario de diez mil a cuatro mil al igual que eliminó varios otros puestos inútiles y
costosos.
15 Autobiografía de Aristide, p. 144. Se presume que se está refiriendo al ingreso per cápita de los

pobres: por supuesto que el per cápita general no puede reducirse debido a tal ayuda.
16 Autobiografía de Aristide, p. 144. Se presume que se está refiriendo al ingreso per cápita de los

pobres: por supuesto que el per cápita general no puede reducirse debido a tal ayuda.
55. Haití 1986-1994 645

obras públicas para crear nuevos empleos. También incrementó el


sentimiento de seguridad entre la población al arrestar a un grupo de
notorios asesinos paramilitares, y poner en movimiento un proceso para
eliminar a los jefes de sección rurales (alguaciles), que eran el instrumento
primario de autoridad absoluta de los militares sobré las vidas de los
campesinos.
Mientras estuvo en el poder, aunque no fue el fervoroso revolucionario
intransigente que muchos anticiparon, Aristide irritó con frecuencia a sus
acaudalados opositores, al Parlamento y al ejército al criticarles su
corrupción. Los militares estaban en particular ofendidos por su posición
contra el contrabando y tráfico de drogas, al igual que por su intento de
despolitizarlos. En cuanto a los ricos —o como se les conoce
cariñosamente, la élite moralmente repugnante— no les hacía gracia la
propuesta de Aristide de que pagasen impuestos y compartieran sus
riquezas mediante la creación de empleos y la reinversión de ganancias en
el país, en lugar de enviarlas al extranjero. Estaban, y todavía deben
estarlo, decididamente “choqueados” por este curita santurrón y su amor
por los (¡uf!) pobres. Sin embargo, la administración de Aristide no fue, en
la práctica, contraria a los negocios, y él se esforzó en ser amable con los
funcionarios norteamericanos, los capitalistas extranjeros y algunos
elementos del ejército. También despidió a cerca de dos mil empleados
públicos, para complacencia del FMI y otros donantes extranjeros, aunque
lo hizo por considerar que se trataba de burócratas corruptos e inútiles. 17
Jean-Bertrand Aristide llevaba menos de ocho meses como presidente
de Haití cuando fue depuesto el 29 de septiembre de 1991 por un golpe
militar en el cual fueron masacrados cientos de sus seguidores, mientras
miles más tuvieron que huir a la República Dominicana o al extranjero en
general. El delgado presidente haitiano que, en los años anteriores, había
sobrevivido a varios atentados y a la quema de su iglesia mientras
predicaba en su interior, salvó ahora la vida por la intervención del
embajador francés.
Sólo el Vaticano reconoció al nuevo Gobierno militar, aunque el golpe
fue apoyado, por supuesto, por la élite adinerada. “Nos ayudaron mucho
porque los salvamos”, dijo el nuevo jefe de policía del país y uno de los
principales conspiradores, Joseph Michel François. 18 No se ha presentado
evidencia de complicidad directa de EE.UU. en el golpe aunque, como

17 Sobre las políticas de Aristide en el poder:


a) Washington Post, 6 de junio de 1991, p. A23; 7 de octubre de 1991, p. 10.
b) Autobiografía de Aristide, cap. 12.
c) Farmer, pp. 167-180.
d) “Land to the People”, en Multinational Monitor, Washington, marzo de 1994, pp. 18-23
(reforma agraria y sindicatos).
18 San Francisco Chronicle, 22 de octubre de 1991, p. Al 6.
55. Haití 1986-1994 646

veremos, la CIA estaba financiando y entrenando a todos los elementos


importantes del nuevo régimen militar, y un funcionario haitiano que
apoyó el golpe ha informado que oficiales de inteligencia norteamericanos
estaban presentes en el alto mando militar mientras el golpe se llevaba a
cabo; esto era “normal”, añadió, pues la CIA y la DIA (Agencia de
Inteligencia de la Defensa) siempre estaban allí.19
Hemos visto en Nicaragua como la NED interfirió en el proceso de las
elecciones en 1990. En ese mismo momento la NED, en coordinación con
la AID, estaba muy ocupada en Haití. Entregó 189.000 dólares a varios
grupos cívicos que incluían el Centro Haitiano por la Defensa de los
Derechos y la Libertad, encabezado por Jean-Jacques Honorat. Poco
después de la expulsión de Aristide, Honorat se convirtió en el primer
ministro del Gobierno golpista. En una entrevista con la CBC (Canadian
Broadcasting Corporation), declaró: “El golpe estaba justificado por el
historial de Aristide sobre los derechos humanos”. Al preguntársele qué
había hecho como primer ministro para detener las masivas violaciones de
los derechos humanos que siguieron al derrocamiento, Honorat
respondió: “No tengo mis papeles aquí”. En los años anteriores al golpe, la
NED también dio más de quinientos mil dólares al Instituto Haitiano para
la Investigación y Desarrollo (IHID), organización que tuvo un papel muy
activo en las elecciones de 1990 cuando se alió al favorito de EE.UU., Marc
Bazin, ex ejecutivo del Banco Mundial, y lo ayudó a crear su coalición (del
mismo modo que NED fue decisiva en la creación de la coalición que
derrotó a los sandinistas en Nicaragua un poco antes ese mismo año). El
IHID estaba dirigido por Leopold Berlanger, quien, en 1993, apoyó la farsa
electoral de la junta con el objeto de ratificar como primer ministro a
Bazin, sucesor de Honoral y asociado político de Berlanger.
Otro beneficiario de la generosidad de la NED fue Radio Soleil,
administrada por la Iglesia Católica en forma calculada para no
desagradara la dictadura de turno. Durante el golpe de 1991, según el
reverendo Hugo Triest, antiguo director de la estación, la emisora se negó
a difundir un mensaje de Aristide. La NED había utilizado con liberalidad
los fondos del Tesoro de EE.UU. en donativos a la asociación sindical
Féderation des Ouvriers Syndiques, fundada en 1984 con la aprobación de
Duvalier, de forma que Haití, que anteriormente había aplastado todos los
esfuerzos de los trabajadores por organizarse, pudiera calificar para la
ayuda económica ofrecida por la Iniciativa para la Cuenca del Caribe
lanzada por el Gobierno estadounidense. 20 Pero a pesar de su nombre y

19 Alian Naim: “Our Man in FRAPH: Behind Haiti's Paramilitaries”, en The Nation, 24 de octubre de
1994, p. 460, en referencia a Emmanuel Constant, el jefe del FRAPH.
20 Sobre la NED, etc.:

a) The Nation. 29 de noviembre de 1993, p. 648, columna de David Corn.


55. Haití 1986-1994 647

de su incesante retórica, el Fondo Nacional para la Democracia no dio ni


un solo dólar a ninguna de las organizaciones populares que con el tiempo
se fundieron para formar la coalición de Aristide.
A menos de una semana del derrocamiento de Aristide, el Gobierno de
EE.UU. comenzó a distanciarse de él, informó el New York Times, “al
negarse a decir que su regreso al poder era una pre- condición necesaria
para que Washington sintiera que la democracia había sido restaurada en
Haití”. El argumento oficial de esta actitud fue que la trayectoria de
Aristide en cuanto al respeto a los derechos humanos era cuestionable,
pues muchos empresarios ejecutivos, legisladores y otros opositores lo
habían acusado de utilizar a las masas para intimidarlos con una tácita
aprobación a la violencia. 21 Algunos de los más pobres de Haití habían ll
evado a cabo actos de violencia e incendios premeditados contra los ricos,
pero era exagerado culpar de ello a Aristide, cualquiera que fuese su
actitud al respecto, dado el hecho de que se trataba de gente enfurecida
en busca de venganza por una vida de opresión extrema, una venganza
que habían esperado por mucho tiempo. Un año más tarde, el Boston
Globe pudo publicar un editorial que decía: “[...] el menosprecio [de la
administración Bush] hacia la democracia en Haití ha sido escandaloso [...]
Al negarse a reconocer la carnicería que tiene lugar en Haití, la
administración no ha hecho sino otorgar su bendición a los golpistas”. 22
Dos meses antes, al testimoniar ante el Congreso, el analista principal
de la CIA sobre asuntos latinoamericanos, Brian Latell, había descrito al
dirigente del golpe, teniente general Raoul Cedras, como uno “del más
prometedor grupo de líderes haitianos que ha surgido desde que la
dictadura de la familia Duvalier fue derrocada en 1986”. También informó
que “no veía evidencia de gobierno opresivo” en Haití. 23 No obstante, el
informe anual sobre derechos humanos del Departamento de Estado en
ese mismo año señalaba: “Los haitianos sufrieron frecuentes abusos de los
derechos humanos durante 1992, incluidas muertes extrajudiciales por las
fuerzas de seguridad, desapariciones, golpizas y otros maltratos a
detenidos y prisioneros, arrestos arbitrarios y detenciones e interferencias
ejecutivas con el proceso judicial”.24 El informe del New York Times sobre
la situación a un año del golpe era notablemente atrevido:

b) Buró de Información Haitiano: “Subverting Democracy”, en Multinational Monitor,


Washington, marzo de 1994, pp. 13-15.
c) NED: Annual Report 1989, p. 33; Annual Report 1990, p. 41.
d) Autobiografía de Aristide, p. 111, sobre la asistencia de Radio Soleil al Gobierno.
21 New York Times, 8 de octubre de 1991, p. 10.
22 Boston Giobe, 1ro. de octubre de 1992.
23 New York Times, 1º. de noviembre de 1993, p. 8; 14 de noviembre, p. 12. El informe de Latell

fue presentado en julio de 1992.


24 Ibíd., 14 de noviembre de 1993, p. 12.
55. Haití 1986-1994 648

Desde poco después del derrocamiento —cuando el secretario de Estado


James Baker se hizo eco de la famosa declaración del presidente Bush acerca
de Iraq: “esta agresión no la toleraremos”— se ha prestado poca
consideración por respaldar los principios norteamericanos en Haití con el uso
de la fuerza [...] En fecha reciente, un asesor del [gobierno golpista] repitió la
antigua queja del Padre Aristide cuando dijo que “sólo bastaría una llamada
telefónica” desde Washington para mandar a los dirigentes del ejército a hacer
sus maletas [...] partidarios y oponentes del Padre Aristide coinciden en que
nada más amenazante que un embargo inefectivo y poco estricto, impuesto
de prisa [...] ha sido contemplado seriamente, lo que refleja la profunda
ambivalencia de Washington acerca de un nacionalista con tintes izquierdistas
[quien] con frecuencia describió a Estados Unidos como una ciudadela del mal
y la raíz de muchos de los problemas de su país [...] A pesar de la sangre que
mancha las manos del ejército, los diplomáticos de Estados Unidos lo
consideran un contrapeso vital al Padre Aristide, cuyo discurso sobre la lucha
de clases [...] amenazó o antagonizó centros de poder tradicional dentro y
fuera del país.25

Durante este período numerosas llegadas nocturnas de aviones de la


Fuerza Aérea norteamericana eran informadas en Port-au-Prince por
periódicos clandestinos. Si esto tenía alguna conexión con las
“violaciones” del embargo puede que nunca se sepa. Cuando se le
preguntó, un funcionario de la Embajada estadounidense dijo que eran
vuelos “de rutina”.26

Los clientes de la CIA


I. Desde mediados de los 80 hasta el golpe de 1991 al menos, miembros
clave del Ejército y la dirigencia política de Haití figuraban en la nómina de
la CIA. Estos pagos eran defendidos por los funcionarios de Washington y
por un congresista en el Comité de Inteligencia de la Cámara como parte
normal y necesaria de la recopilación de información en un país
extranjero. 27 Este argumento, que ha sido utilizado con frecuencia para
defender sobornos de la CIA, ignora la simple realidad (ilustrada varias
veces en este libro) de que los pagos implican más que información,
influencia y control: y cuando uno mira a los niveles de crueldad y
autoritarismo de los militares haitianos durante este periodo en que eran
sobornados, tiene que preguntarse cuál fue la influencia de la CIA.
Además, tiene que preguntarse qué habrían pensado los defensores de los

25 Howard French en New York Times, 27 de septiembre de 1992, p. E5.


26 “Chronology”, en The Haití Files, p. 211
27 New York Times, 1º. de noviembre de 1993, p. 1.
55. Haití 1986-1994 649

pagos de saber durante la Guerra Fría que había altos funcionarios de la


Casa Blanca y congresistas recibiendo dinero de la KGB. Incluso después
del supuesto final de la Guerra Fría, debemos considerar la reacción
traumática ante el caso del oficial de la CIA Aldrich Ames, quien después
de todo sólo aceptaba dinero de la KGB a cambio de información. En
cualquier caso, el dinero pagado por la CIA a tales hombres, al igual que a
los grupos que mencionaremos a continuación, les permitía también
obviamente financiar sus propósitos asesinos. Cuando Khadaft hacía esto
se le llamaba “apoyo al terrorismo”. ¿Incluyó la información entregada por
los dirigentes haitianos a la CIA noticias anticipadas acerca del golpe? No
se ha dado a conocer evidencia alguna acerca de esto, pero cuatro décadas
de comportamiento conocido de la CIA lo hacen parecer probable. Y de ser
así, ¿hizo algo la Agencia para detenerlo? ¿Qué hizo la CIA acerca del
tráfico de drogas en el que sabía que estaban involucrados los dirigentes
haitianos, incluido Baby Doc?28
II. En 1986 la CIA creó una nueva organización: el Servicio de
Inteligencia Nacional (SIN). La unidad estaba integrada exclusivamente por
oficiales del Ejército haitiano, y se proyectó como una fuerza no
profesional con marcada tendencia hacia la corrupción. El SIN fue creado,
supuestamente, para luchar contra el comercio de la cocaína, aunque los
propios oficiales de la unidad participaron en el tráfico y las ventas fueron
apoyada s y auspiciadas por algunos de los funcionarios haitianos que
estaban también en la nómina de la CIA. El SIN funcionó como un
instrumento de terror político, persiguiendo y torturando a los partidarios
de Aristide y a otros “subversivos”, y utilizando el entrenamiento y equipos
de la CIA para espiarlos: en resumen, lo mismo que hacían los servicios de
inteligencia creados por la Agencia en otras partes del mundo, entre ellas
Grecia, Corea del Sur. Irán y Uruguay, y al igual que ellos creado por una
sola razón: poner a disposición de la CIA un instrumento leal de control
adecuadamente entrenado y equipado. Al mismo tiempo que el SIN
recibía entre medio millón y un millón al año en equipamiento,
entrenamiento y apoyo financiero, el Congreso denegaba millón y medio
en ayuda al Ejército haitiano a causa de sus abusos de los derechos
humanos. Aristide había tratado, sin éxito, de cerrar el SIN. La CIA le dijo
que EE.UU. se ocuparía de que la organización fuese reformada, pero que
la continuidad de su funcionamiento no podía ser discutida. Y luego vino
el golpe. Después de eso, dicen funcionarios norteamericanos, la CIA cortó
sus lazos con el SIN, pero en 1992, un documento de la DEA describía al
SIN en presente como “una unidad encubierta de inteligencia

28 Sobre las drogas: Ibíd., p. 8; The Nation, 3 de octubre de 1994, p. 344, artículo citado; Los

Angeles Times, 20 de mayo de 1994, p. 11.


55. Haití 1986-1994 650

antinarcóticos que a menudo trabaja al unísono con la CIA”. En septiembre


de ese mismo año, la acción de la DEA en Haití llevó al arresto de un oficial
del SIN acusado de tráfico de cocaína por las autoridades haitianas.29
III. Entre los peores violadores de los derechos humanos en Haití estaba
el Frente para el Avance y Progreso de Haití (FAPH), en realidad una
fachada del ejército. El grupo paramilitar esparció el terror entre la
población haitiana con sus asesinatos frecuentes, golpizas públicas y
ataques incendiarios en barriadas pobres, así como por las mutilaciones a
machetazos. El dirigente del FAPH, Emmanuel Constant, entró en la
nómina de la CIA a principios de 1992 y, según la Agencia, la relación
terminó a mediados de 1994. Sea cierto o no. el hecho es que en octubre
la Embajada norteamericana en Haití reconocía abiertamente que
Constant —ahora renacido como demócrata— estaba en su nómina. El
líder del FAPH dijo que tan pronto Aristide fue sacado del poder, un oficial
de la DIA, el coronel Patrick Collins, lo empujó a organizar un frente que
pudiera contrapesar el movimiento de Aristide y reunir información de
inteligencia acerca del mismo. Como resultado Constant formó lo que
evolucionó luego en el FAPH en agosto en 1993. Sus miembros estaban
trabajando para dos agencias de servicios sociales financiadas por la AID,
una de las cuales poseía expedientes secretos sobre los movimientos de
los pobres en Haití. Constant — que ha contado en detalles que asistió
como invitado al baile inaugural de Clinton como presidente— fue el
organizador del motín en los muelles que el 11 de octubre de 1993
persiguió a un barco cargado con militares estadounidenses que llegaban
para sustituir a los militares haitianos bajo el acuerdo de la ONU (ver más
adelante). Esto tuvo lugar cuando Constant estaba en la nómina de la CIA,
pero ese incidente puede haber constituido algo del doble fondo de la CIA.
¿Quería realmente Washington desafiar al gobierno militar? ¿O sólo
aparentarlo? En realidad, Constant informó anticipadamente a EE.UU. de
lo que iba a ocurrir, y luego acudió a la radio para pedir a todos los
“haitianos patriotas” a unirse a la masiva demostración en los muelles.
Estados Unidos no hizo nada antes ni después, excepto autorizar al barco
a dar la espalda y marcharse. 30

En el verano de 1993, las conversaciones promovidas por la ONU en

29 Sobre el SIN: New York Times, 14 de noviembre de 1993, p. 1; The Nation, 3 de octubre de 1994,

p. 346, artículo citado.


30 a) The Nation, 24 de octubre de 1994, pp. 458-461, artículo citado; Alian Nairn: “He’s Our

S.O.B.”, 31 de octubre de 1994, pp. 481-482.


b) Washington Post, 8 de octubre de 1994, p. A8.
c) Los Angeles Times, 8 de octubre de 1994, p. 12.
d) New York Daily News, 12 de octubre de 1993, artículo de Juan González que da más crédito a
la idea de que el incidente del barco estaba arreglado.
55. Haití 1986-1994 651

Isla Gobernadores en Nueva York, entre Aristide, radicado como exiliado


en Washington, y el gobierno militar haitiano, dieron como resultado un
acuerdo en el cual el jefe de la junta, general Cédras se retiraría del poder
el 15 de octubre y permitiría a Aristide regresara Haití como presidente el
día 30. Pero las fechas fueron y vinieron sin que los militares cumplieran
sus promesas, ni detuvieran los ataques contra los partidarios de Aristide,
incluido el asesinato en septiembre de un destacado hombre de confianza
del mismo, que fue sacado a rastras de la iglesia y baleado en presencia de
funcionarios de la ONU, así como el asesinato un mes más tarde de quien
había sido ministro de Justicia de Aristide, Guy Malary. Complacida con su
“éxito de política exterior” al asegurar el acuerdo en Nueva York, la
administración Clinton al parecer estaba dispuesta a tolerar todos y cada
uno de los ultrajes. Pero un asesor de Cédras declaró luego que cuando los
militares accedieron a negociar, “todo el asunto era una pantalla de humo.
Queríamos que nos levantaran las sanciones [...] Pero nunca tuvimos
ninguna intención de cumplir el acuerdo de Isla Gobernadores, como
estoy, seguro de que todo el mundo lo imaginó. Estábamos ganando
tiempo”. Aristide mismo nunca estuvo satisfecho con el plan de la ONU,
que concedía la amnistía a los que habían escenificado el golpe. Declaró
que EE.UU. lo había presionado para que firmara.31
Al hablar a los congresistas a principios de octubre, el funcionario de la
CIA Brian Latell —que había elogiado previamente a Cédras y a su
gobierno— carácter rizó ahora a Aristide como inestable mentalmente.
¿Estaba esto en la información aportada a la CIA por sus agentes entre los
militares haitianos? (Durante la campaña electoral, los detractores de
Aristide en Haití habían esparcido el rumor de que era un enfermo
mental.)32 Latell también testificó que Aristide “prestaba poca atención a
los principios democráticos” y había pedido a sus partidarios matar a los
opositores con una técnica llamada “el collar”, en la cual se ponía un
neumático empapado en gasolina en torno al cuello de la víctima y se le
prendía fuego. Ni Latell ni nadie ha presentado evidencia alguna de que
Aristide participara en una incitación explícita a esta práctica, lo que no
quiere decir que no se llevara a efecto como acto de venganza por parte
de las masas haitianas, peto se realizó en 1986, a la caída de Duvalier.
En esa misma oportunidad se presentó a los congresistas un
documento que pretendía describir la historia clínica de Aristide, en el que
se afirmaba que había sido tratado en un hospital siquiátrico en Canadá
en 1980, con el diagnóstico de manía depresiva y que le habían recelado
grandes cantidades de fármacos. Los medios dijeron que esta información

31 Revista Time, 8 de noviembre de 1993, pp. 45-46.


32 Farmer, p. 152.
55. Haití 1986-1994 652

provenía de la CIA, pero esta lo negó y dijo que había visto antes el
documento y lo había considerado como una falsedad total o parcial, pero
añadió que concordaba con el perfil sicológico de Aristide elaborado en
1992 que concluía que el depuesto presidente era inestable. Tales hechos
fueron negados por Aristide y su vocero; comprobaciones independientes
en el hospital canadiense no arrojaron que estuviera registrado como
paciente allí. No obstante, los opositores de Aristide en el Congreso tenían
ahora un argumento para tratar de limitar el apoyo a su causa y algunos
plantearon que EE.UU. no tenía por qué enredarse en Haití a nombre de
alguien así.33
“Él [Latell] envió el mensaje más simplista y unidimensional que pudo:
asesino, sicópata”, dijo un funcionario de la administración familiarizado
con el informe de Latell. 34 (En 1960 la administración Eisenhower había
contemplado a otro líder extranjero negro que no se embarcaba en la Pax
Norteamericana, Patricio Lumumba, como “inestable”, “irracional, casi
sicótico”. 35 Nelson Mandeia también fue descrito con frecuencia de
maneta similar por sus opositores. Algunos de los que hacían tales
acusaciones pueden haber creído de veras que el rechazo abierto al orden
establecido es un signo de demencia). La Junta, que había estado
preocupada con la posibilidad de que el presidente Clinton pudiera
ordenar acciones militares contra Haití, estaba ahora complacida. Un
vocero observó que “tras la información acerca de Aristide conseguida por
nuestros amigos en la CIA, y con el Congreso que comenzaba a hablar de
lo malo que es, consideramos que la posibilidad de una invasión había
quedado atrás”.36
Aunque la administración Clinton repudió públicamente las
acusaciones acerca de la salud mental de Aristide, continuó negociando
con los jefes militares haitianos, una política que dejó estupefactos a los
partidarios del sacerdote católico. “Al parecer nada sacudirá la
conmovedora fe que la administración Clinton tiene en los bona fides
militares haitianos”, se maravilló Robert White, ex embajador
norteamericano en El Salvador y asesor voluntario de Aristide. Los
partidarios de este aseguraban que esa f e reflejaba las largas y continuas

33 Sobre el estado mental de Aristide ver:


a) Los Angeles Times, 23 de octu bre de 1993, p. 14; 31 de octubre, p. 16; 2 de noviembre, p.8.
b) New York Times, 31 de octubre de 1993, p. 12, hace referencia al documento fraudulento.
c) CBS News, 13 de octubre de 1993; 2 de diciembre de 1993, reporte de Bob Faw, quien señaló:
“Esté hospital en Montreal dijo al Miami Heraid que nunca tuvo a Aristide como paciente por
desórdenes psiquiátricos”.
34 New York Times, 23 de octubre de 1993, p. 1.
35 Dwight Eisenhower: The White House Years: Waging Peace 1956-1961. New York, 1965, p. 573;

Jonathan Kwitny: Endless Enemies: The Making of an Unfriendly World. New York, 1984, p. 57.
36 Revista Time, 8 de noviembre de 1993, p. 46.
55. Haití 1986-1994 653

relaciones entre los oficiales militares norteamericanos y los principales


mandatarios en Haití, Cédras y François, el jefe de la policía, quienes
habían recibido ambos entrenamiento militar en EE.UU. La revista Time
sugirió que “la actitud de EE.UU. hacia algunos de los secuaces de Haití no
es tan hostil como el discurso norteamericano pudiera indicar”. 37
Esta actitud fue comentada por el Comité de Abogados para los
Derechos Humanos: “Ante el discurso [de Aristide] de reformas radicales,
un viejo y bien arraigado instinto norteamericano ha prevalecido.
Reiterado en innumerables países, durante y después de la Guerra Fría, se
traduce en lo siguiente: en caso de duda, considerar a los militares como
la única garantía institucional de la estabilidad y el orden”. 38 Ciertamente
las administraciones Reagan y Bush habían apelado siempre a los militares
en busca de estas condiciones, elogiando la sinceridad del compromiso del
Ejército haitiano con la democracia en varias ocasiones. 39 La
administración Clinton fue tan hipócrita en la cuestión de Haití como sus
predecesores, lo que se ejemplifica por su selección del secretario de
Comercio: Ron Brown había sido un defensor sumamente activo y muy
bien pagado— de Baby Doc Duvalier. 40 El desvergonzado incumplimiento
de los acuerdos de Isla Gobernadores por parte de Cédras pareció
molestar a Washington mucho menos que la negativa de Aristide a
constituir un gobierno junto a los militares. 41 Hacia febrero de 1994, era
un secreto a voces que Washington deseaba tanto librarse del cura
haitiano como lo deseaban las “fuerzas vivas” de Haití. Los Angeles Times
reportaba: “Oficialmente [EE.UU.] apoya la restauración de Aristide. Sin
embargo, en privado, muchos funcionarios dicen que Aristide [...] es tan
radical en lo político que los militares y la opulenta élite de la isla nunca le
permitirán regresar al poder”42
La antipatía ideológica, si no emocional, de los altos funcionarios de la
administración hacia la posición política de Aristide era prácticamente
tanta como la que sentía hacia él la clase gobernante de su país. Además,
la razón predominante por la cual los militares haitianos estaban en
desgracia ante los ojos de Washington tenía poco que ver con su
espantoso historial de abusos de los derechos humanos, era que la
represión en Haití estaba provocando que una oleada de decenas de miles
de inmigrantes llegara a las cosas de la Florida, con lo que causaban a

37 Sobre las relaciones de la administración Clinton con los dirigentes haitianos ver: Ibíd., p. 45.
38 George Black y Robert O. Weiner, en Los Angeles Times, 19 de octubre de 1993. Black era el
director editorial y Weiner el coordinador del programa de las Américas del comité.
39 Washington Post, 2 de diciembre de 1987, p. A32; 11 de septiembre de 1989, p. C22, columna

de Jack Anderson; The Guardian, Londres, 22 de septiembre de 1986.


40 Juan González: “As Brown Fiddled, Haití Burned”, en New York Daily News, 9 de febrero de 1994.
41 New York Times, 18 de diciembre de 1993, p. 7.
42 Los Angeles Times, 16 de febrero de 1994, p. 6.
55. Haití 1986-1994 654

EE.UU. una pesadilla logística y un problema de imagen en el Caribe y en


la propia península floridana, al igual que el gasto de cientos de millones
de dólares.
La brecha entre la administración y Aristide se amplió todavía más
cuando el secretario de Estado Warren Christopher anunció que un grupo
de parlamentarios haitianos, a quienes caracterizó como “de centro”,
habían propuesto un plan que contemplaba el perdón a los militares que
habían organizado el golpe, y que llamaba a Aristide a nombrar un primer
ministro, que, a su vez, crearía un gabinete aceptable para los adversarios
internos del sacerdote. El plan anticipaba que estos pasos permitirían
establecer un gobierno de coalición y despejaría el camino para el regreso
de Aristide a la presidencia. Este, que no había sido consultado en lo
absoluto, rechazó de plano la propuesta que permitiría que algunos
villanos infames escaparan al castigo; no mencionaba ni fecha ni
cronograma para su restauración, de hecho no daba garantías incluso de
que en algún momento pudiera regresar al poder, y lo obligaría a
compartir el Gobierno con un primer ministro y con vahos miembros del
gabinete incompatibles políticamente con él. Christopher añadió que
cualquier re forzamiento del embargo contra Haití dependería de la
aceptación del plan por Aristide. Estados Unidos no deseaba imponer
sanciones más duras porque ello incrementaría el sufrimiento del pueblo
haitiano, dijo.43 Al mismo tiempo, el experto sobre Haití del Departamento
de Estado. Michael Kozak, culpó a los “extremistas de ambas partes” por
boicotear el plan. Un partidario haitiano de Aristid e señaló que esto
“creaba una equivalencia moral entre Aristide y los militares. Ponía a
Aristide al mismo nivel que los asesinos”. 44 La administración Bush,
utilizando tanto a la ONU como a la OEA, había ejercido similares presiones
y ultimátums sobre el asediado Aristide en diversas ocasiones. Su negativa
a aceptarlos le había marcado como “intransigente” para algunos
funcionarios y los medios.45
El rechazo de Aristide al plan puede quizás ser mejor entendido si se
considera que Washington nunca planteó a los exiliados cubanos en Miami
que si deseaban el apoyo de EE.UU. para su regreso a Cuba, tendrían que
aceptar un gobierno de coalición con los castristas, o que los exiliados
iraquíes tendrían que aprender a vivir con Saddam Hussein. La repetida
insistencia en que él aceptara un gobierno “de base ancha”, o de
“consenso nacional” resultaba irónica de parte de las administraciones
Bush y Clinton, en las cuales no podía encontrarse a un solo liberal de

43Ibíd., 24 de febrero de 1994; 26 de febrero; “Subverting Democracy”, en Multinational Monitor,


marzo de 1994, p. 15.
44 Los Angeles Times, 14 de abril de 1994, p. 4, el comentario de Kozak fue hecho en febrero.
45 Kim Ives: “The Unmaking of a President, en The Haití Files, pp. 87-103.
55. Haití 1986-1994 655

izquierda, mucho menos a un izquierdista o socialista, apenas a algún


liberal genuino en algún que otro alto puesto. Ni habían tenido
consideración alguna sobre el sufrimiento del pueblo cubano a causa del
embargo impuesto a la mayor de las Antillas. Pronto se demostró que el
plan, que había sido calificado como “una iniciativa legislativa bipartidista
haitiana” se había originado en realidad por un memo del Departamento
de Estado: peor aún. el aporte haitiano había provenido de los partidarios
del derrocamiento, incluido el propio jefe de la policía François. 46 Otro
síntoma del distanciamiento de la administración de Aristide fue un
informe de la Embajada norteamericana en Haití enviado en abril al
Departamento de Estado, donde al tiempo que se admitía que habían
tenido lugar graves y generalizadas violaciones de los derechos humanos
por parte del régimen militar, se alegaba que Aristide “y sus seguidores
manipulan, e incluso fabrican, abusos de los derechos humanos como un
instrumento de propaganda de manera frecuente”. El bando de Aristide
era descrito como “de ideología dura”. 47
Los liberales del Congreso, en particular el grupo afronorteamericano,
comenzaban a sentirse molestos. En medio de su creciente presión y
crítica, el enviado especial del Departamento de Estado a Haití, Lawrence
Pezzullo, ya para entonces identificado como el autor del plan
“legislativo”, presentó su renuncia. Una semana después varios
congresistas escenificaron una protesta frente a la Casa Blanca y fueron
arrestados, todo lo cual fue reflejado por la prensa. A principios de mayo,
con toda esta presión del Congreso, el gran plan haitiano desacreditado y
abandonado, las sanciones convertidas en chiste internacional, y los
refugiados llegando por miles a las costas de Florida o a la base en
Guantánamo, la administración Clinton se vio obligada a concluir que,
aunque seguía sin gustarles este hombre y sus pensamientos radicales, no
lograban crear una solución que oliera medianamente bien, por lo que no
había más remedio que restituirlo a la presidencia. Bill Clinton se había
acorralado a sí mismo en una esquina. Durante su campaña en 1992, había
denunciado la política de Bush de devolver a los refugiados a Haití como
una práctica “cruel”. “Mi administración defenderá la democracia”, había
declarado.48 Desde aquel momento la palabra Haití no había cruzado sus
labios sin estar acompañada por al menos tres perogrulladas sobre la
“democracia”.
Algo debía hacerse u otro “fracaso de política exterior” se añadiría a la
lista que los republicanos venían anotando para las próximas elecciones,

46 “Subverting Democracy”, en Multinational Monitor, marzo de 1994, p. 15; Los Angeles Times,
14 de abril de 1994, p. 4.
47 Murray Kempton en Los Angeles Times, 12 de mayo de 1994.
48 Los Angeles Times, 25 de septiembre de 1994, p. 10.
55. Haití 1986-1994 656

pero ¿qué? Durante los cuatro meses siguientes, el mundo presenció un


continuo vaivén: numerosas permutaciones relacionadas con sanciones,
manejo de los refugiados, cuánto tiempo necesitaba la junta para empacar
e irse (tanto como seis meses), qué tipo de castigo o amnistía se daría a
los militares y la policía, si EE.UU. invadiría... esta vez hablamos en serio...
ahora si lo decimos en serio... “nuestra paciencia se acabó”, por tercera
vez... “no descartamos el uso de la fuerza”, por quinta vez... la junta no se
sentía terriblemente intimidada. Mientras tanto, un equipo de derechos
humanos de la OEA acusaba al régimen haitiano de “asesinato, violación,
secuestro, detención y tortura en una campaña sistemática para
aterrorizar a los haitianos que desean el retorno de la democracia y del
presidente Jean-Bertrand Aristide”, y lo mismo informaba Amnistía
Internacional. 49 El tiempo pasaba y cada día significaba menos tiempo
para que Aristide gobernase en Haití. Había perdido ya casi tres de los
cinco años de su periodo y sólo había estado en el poder ocho meses.
Ya en el verano lo que Bill Clinton ansiaba con desesperación era sacar
a la junta del poder sin tener que lidiar con la, espinosa cuestión de la
aprobación del Congreso, sin una invasión, sin bajas norteamericanas, sin
tener que ir a la guerra en defensa de un cura socialista. Si el corazón de
Washington hubiera estado empeñado realmente en el regreso de Aristide
al poder, la CIA podía haber organizado la desestabilización del gobierno
militar en cualquier momento durante los tres años transcurridos,
utilizando sus ya probados y confiables métodos de soborno, chantaje,
documentos falsificados, desinformaciones, rumores, la paranoia, así
como sus armas, mercenarios, atentados, estrangulamiento económico
por parte de las multinacionales, sus pequeños ejércitos instantáneos, sus
asaltos aéreos selectivos para aterrorizar a las personas precisas en el
momento preciso, en fin lo que la Agencia había hecho con gobiernos más
fuertes y estables y con muchísimo más apoyo popular, desde Irán a
Guatemala, de Ecuador a Brasil, de Ghana a Chile. Mucho de lo que se
necesitaba para eso ya existía en Haití, comenzando por la propia creación
de la CIA, el SIN, al igual que una larga red de informantes y agentes
pagados dentro de otras fuerzas de seguridad, así como el conocimiento
de quiénes eran los militares confiables. 50 La inteligencia norteamericana
tenía incluso un inventario completo de las armas existentes en Haití.51
La negativa de Clinton a hacer uso de esta opción resulta en particular
curiosa si se considera el hecho de que muchos miembros del Congreso, y
algunos de los propios especialistas en política exterior de la

49 Ibíd., 21, 24 de mayo de 1994; las palabras son del Times; Ammesty Action. Al, New York, otoño
de 1994, p. 4.
50 The Nation, 3 de octubre de 1994, p. 346, artículo citado.
51 Los Angeles Times, 23 de septiembre de 1994, p. 5.
55. Haití 1986-1994 657

administración, le habían estado insistiendo durante meses para que lo


hiciera. 52 Finalmente, en septiembre de 1994, algunos funcionarios
revelaron que la CIA había “iniciado una gran operación encubierta este
mes para tratar de derribar al régimen militar de Haití [...] pero hasta ahora
el intento ha fracasado”. Un funcionario dijo que el esfuerzo “había
llegado muy tarde para tener alguna significación”. La administración
había pasado meses debatiendo qué tipo de acciones tomar, y si las
mismas serían legales o no, se informó al público. 53 También podían haber
hecho la famosa “llamada telefónica”. Si lo hubieran deseado.

Traición
“El régimen más violento en nuestro hemisferio”, “una campaña de
violaciones, tortura y mutilación, gente que se muere de hambre”,
“ejecutan a niños, violan a mujeres, asesinan a sacerdotes”, “apuñalan a
huérfanos haitianos” sospechosos de “abrigar simpatías hacia el
presidente Aristide por la simple razón de que este administraba un
orfanato cuando era sacerdote en una parroquia”, “soldados y policías
violan a las esposas e hijas de sospechosos de disidencia política —
adolescentes de 13 y 16 años— gente apuñalada y mutilada con partes del
cuerpo abandonadas como avisos para aterrorizar a otros; niños obligados
a contemplar cómo desfiguran los rostros de sus madres con machetes”.54
De esta forma habló William Jefferson Clinton al pueblo norteamericano
para explicar por qué buscaba “restaurar el gobierno democrático en
Haití”.
Lo siguiente que se dio a conocer fue la advertencia a los dirigentes
haitianos de que tenían cuatro semanas para renunciar; no se les acusaría
de crimen alguno, podían permanecer en el país si lo deseaban; podían
postularse a la presidencia y conservar todos sus bienes con
independencia de como hubieran sido adquiridos. Quienes escogieran el
exilio, recibirían grandes sumas de dinero de EE.UU. como pago de)
arriendo de sus propiedades en Haití, las que serían mejoradas sin costo
alguno; dos aviones serían puestos a su disposición para que abandonaran
el territorio con todos sus muebles hacia el país que escogiesen, sin gastos
de transporte, y el Gobierno norteamericano asumiría los gastos de
alojamiento y alimentación durante el siguiente año de todos los
miembros de sus familias, así como docenas de parientes y amigos, hasta

52 Ibíd., 24 de junio de 1994, p. 7.


53 Ibíd., 16 de septiembre de 1994.
54 Ibíd., p. 8.
55. Haití 1986-1994 658

totalizar millones de dólares.55


La razón por la que Bill Clinton, el presidente, podía comportarse así
(tal vez en contra de sus deseos como ser humano) era que él — como
cualquier otro hombre que se sentase en la Casa Blanca, como el propio
Jimmy Cárter, quien le dijo a Cedras que lo consideraba un hombre de
honor y lo respetaba— no sentía repulsión hacia Cedras y su camarilla,
pues no representaban una barrera ideológica para la continuación del
control económico y estratégico de Haití que EE.UU. había mantenido
durante casi todo el siglo. A diferencia de Aristide, que había declarado
apenas un año antes: “Todavía pienso que el capitalismo es un pecado
mortal”.56 O como Fidel Castro en Cuba. En caso de duda, debe notarse
que poco después de que Clinton describiera la situación de Haití con las
liases que citamos antes, el vicepresidente Gore declaró en televisión que
Castro tenía un récord peor en el respeto a los derechos humanos que los
militares de Haití. 57 Las atrocidades del Gobierno haitiano eran
simplemente empleadas por el presidente Clinton para conseguir apoyo a
su intervención militar, la misma razón por la que mencionó el tráfico de
drogas auspiciado por la junta: después de todos estos años, ahora se
descubría este problema, al igual que los antiguos negocios sucios de
Noriega fueron denunciados y condenados en el momento justo para
Neutra cabo una intervención militaren Panamá.
Pero la peor traición estaba por producirse.
Según el acuerdo con Raoul Cedras, las fuerzas armadas
norteamericanas comenzaron a llegar a Haití el 19 de septiembre para
despejar el camino al regreso de Aristide previsto para mediados de
octubre. Los estadounidenses fueron recibidos con júbilo por el pueblo
haitiano y pronto desarmaron, arrestaron o dieron muerte a algunos de
los elementos más peligrosos de las fuerzas paramilitares y delincuentes,
que eran a su vez los instigadores del caos en la sociedad haitiana. Pero lo
primero que hicieron fue colocar tanques y camiones con ametralladoras
para bloquear las calles de acceso a las barriadas residenciales de la élite,
al ser los ricos los aliados naturales de Washington. 58
El recibimiento de Jean-Bertrand Aristide fue una gozosa celebración
llena de optimismo. Sin embargo, aunque sus fervientes seguidores lo
desconocían, al recuperar a Aristide estaban perdiendo el aristidismo. Los
Angeles Times reportó:

55 Ibíd., 14 de octubre de 1994, p. 1.


56 Isabel Hilton: “Aristide’s Dream”, en The Independent Londres, 30 de octubre de 1993, p. 29,
citado en Farmer, p. 175; Aristide añadió: “pero la realidad es diferente en EE.UU.”.
57 Los Angeles Times, 5 de septiembre de 1994, p. 18, Gore estaba hablando en el programa Meet

the Press.
58 Ibíd., 1º. de octubre de 1994.
55. Haití 1986-1994 659

En series de reuniones privadas, funcionarios de la administración advirtieron


a Aristide que dejara a un lado la retórica de la lucha de clases [...] y buscara
en cambio la reconciliación de los ricos y los pobres en Haití. La administración
también urgió a Aristide a atenerse a la economía del libre mercado y a la
constitución de la nación caribeña —que da un poder sustancial al Parlamento
mientras que limita de manera estricta la acción de la presidencia— [...] Los
funcionarios de la administración han pedido a Aristide que incluya a algunos
de sus opositores políticos al establecer su nuevo gobierno [...] para lograr un
régimen de coalición de amplia base [...] la administración ha dejado claro para
Aristide que si no consigue alcanzar el consenso en el Parlamento.
Estados Unidos no tratara de promover su régimen.59
Casi cada aspecto del plan de Aristide de reasunción del poder —desde los
impuestos a los ricos hasta el desarme de los militares— ha sido analizado por
los funcionarios norteamericanos con quienes el presidente haitiano se reúne
a diario y por funcionarios del [janeo Mundial, el FMI y otras organizaciones
de ayuda. El producto terminado refleja a las claras sus prioridades [...] Aristide
obviamente ha moderado el discurso de la teología de la liberación y la lucha
de clases que era su sello distintivo antes de su exilio en Washington.60

Tutoreado por destacados funcionarios de la administración Clinton,


“Aristide ha abrazado los principios de la democracia [s/cj, la
reconciliación na cional y la economía de mercado con un celo que
Washington desearía ver en todos los líderes de las naciones en
desarrollo”.61
Aristide regresó a Haití el 15 de octubre de 1994, tres años y dos
semanas después de haber sido destituido. Estados Unidos podía haber
organizado su retorno bajo los mismos términos —u otros mucho
mejores— dos o tres años antes, pero los funcionarios de Washington’
siguieron creyendo que la política de devolver refugiados a Haití, y cuando
ya no fue posible, la de albergarlos en Guantánamo, resolvería todos los
problemas: el de los refugiados y el del propio Aristide. Enfrentado al
imperioso regreso del ex sacerdote al poder, Clinton exigió, y obtuvo —y
se aseguró de anunciarlo públicamente— del presidente haitiano
garantías de que no trataría de mantenerse en el poder para resarcir el
tiempo que estuvo en el exilio. Por supuesto, Clinton llamó a esto
“democracia”, aunque significaba la legitimación parcial del golpe.62 Como
puede deducirse de la anterior recopilación de informes noticiosos, esta
no fue la única concesión que Aristide tuvo que aceptar de forma
inapelable.
Su favorita para el importantísimo puesto de primer ministro —que

59 Ibíd., 17 de septiembre de 1994, pp. 1 y 10; ver también p. 9.


60 Ibíd., 1º. de octubre de 1994, p. 5.
61 Ibíd., 8 de octubre de 1994, p. 12.
62 New York Times. 16 de septiembre de 1994.
55. Haití 1986-1994 660

debía designar el gabinete— fue Claudette Werleigh, una mujer afín a su


pensamiento, pero se vio obligado a desestimarla debido a la fuerte
oposición a la “tendencia izquierdista” de la dama por parte de oponentes
políticos que argumentaban que nombrarla crearía serios obstáculos para
la obtención de ayuda internacional y para la selección de los dirigentes.63
Al mismo tiempo, la administración Clinton y las instituciones financieras
internacionales (IFI) vigilaban de cerca las propuestas del presidente
haitiano para ministros de Planificación, Finanzas y para el jefe del Banco
Central.64 Dos de los hombres favorecidos por Washington para ocupar
estos puestos se habían reunido en París el 22 de agosto con las IFI con la
dualidad de discutir los términos de un acuerdo bajo el cual Haití recibiría
cerca de setecientos millones de dólares en inversiones y créditos. Como
es típico en tales acuerdos, se establecía como condición una drástica
reducción del papel del Estado en el control de la economía y la
privatización de los servicios públicos. La función internacional de Haití
estaría en abrir el país a las inversiones extranjeras y al comercio, con
tarifas y restricciones mínimas a las importaciones, así como ofrecerse
como fuente de mano de obra barata para las industrias de ensamblaje —
barata en extremo pues apenas rebasaba en algunos casos más de 10 a 25
centavos la hora, un salario que no permitía mantener a raya al hambre; y
este era el modo de vida que habían promovido durante años la AID y otras
agencias gubernamentales norteamericanas a fin de atraer a los
inversionistas 65 (las industrias de ensamblaje son consideradas por
Washington tan importantes para las compañías norteamericanas que, en
medio de las sanciones adoptadas contra Haití, EE.UU. anunció que iba a
“afinar” el embargo para permitir a estas compañías importar y exportar
de modo que pudieran continuar sus operaciones). 66 El acuerdo, además,
enfatizaba que el poder del Parlamento se reforzaría. El poder del
presidente ni siquiera se mencionaba, como tampoco la palabra
“justicia”.67
El sueño de Aristide de salarios y condiciones de trabajo adecuados
para las masas haitianas, de un sistema de seguridad social, educación,
vivienda, salud pública y transporte, etc., con un nivel de decencia para la
población, se quedó sólo en eso: sueños. Los ricos se volvieron más ricos
y los pobres siguen siendo los más pobres de Latinoamérica. En el gobierno

63 Los Angeles Times, 24, 25 de octubre de 1994.


64 Ibíd., 19 de octubre de 1994.
65 Una versión ligeramente condensada del plan económico haitiano puede encontrarse en

Muitinationai Monitor. Washington, julio-agosto de 1994, pp. 7-9. Para una descripción de la vida en
el sector de la industria de ensamblaje en Haití ver: National Labor Commitee: “Sweatshop
Development”, en The Haití Files, pp. 134-154.
66 New York Times, 5 de febrero de 1992, p. 8.
67 Multinational Monitor, julio-agosto de 1994, artículo citado.
55. Haití 1986-1994 661

sucesivo y el segundo periodo de Aristide sólo se vio empeorar la situación.


Aristide el reformista radical lo sabía y en algunos momentos durante
septiembre y octubre de 1994 pudo tener tal vez la oportunidad de
mejorar las condiciones de su regreso al poder, pues Clinton lo necesitaba
tanto como él necesitaba a Clinton. Si Aristide hubiera amenazado con
hacer públicas todas las traiciones involucradas en este proceso y con
haber dado a conocer los embarazosos detalles de modo que el mundo
entero pudiera entender la farsa que escondían las expresadas
preocupaciones del presidente norteamericano acerca de la “democracia”
y el bienestar del pueblo haitiano, Clinton habría tenido que enfrentarse a
un escándalo de grandes proporciones. Pero Aristide el sacerdote vio al
mundo con una luz distinta:
Comparemos el poder político con el poder teológico. De un lado vemos a los
que ejercen el control con los instrumentos tradicionales de la política: las
armas, el dinero, la dictadura, los golpes de Estado, la represión. Del otro lado
vemos instrumentos que fueron utilizados hace dos mil años: solidaridad,
resistencia, coraje, determinación, y la lucha por la dignidad y la grandeza, el
respeto y el poder. Vemos trascendencia. Vemos la fe en Dios, que es la
justicia. La pregunta que hacemos ahora e s esta: ¿cuál es más fuerte, el poder
político o el poder teológico? Confío en que el último es el más fuerte.
También confío en que las dos fuerzas pueden converger y que su
convergencia hará las cosas muy diferentes.68

68 Autobiografía de Aristide, pp. 166-167.


56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 662

56. EL IMPERIO NORTEAMERICANO DESDE


1992 HASTA EL PRESENTE
Afirmamos que ninguna nación puede soportar ser mitad república y mitad
imperio, y advertimos al pueblo norteamericano que el imperialismo exterior
llevará de manera rápida e inevitable al despotismo interno.
Plataforma Nacional del Partido Demócrata de EE.UU., 1900

Después de la guerra en, Iraq en 1991, EE.UU. se hizo de bases militares


en Arabia Saudita; Kuwait, Bahréin, Qatar, Omán y los Emiratos Árabes
Unidos. Después de la guerra en Yugoslavia en 1999, EE.UU. se hizo de
bases militares en Kosovo, Albania, Bulgaria, Macedonia, Hungría, Bosnia
y Croacia. Después de la guerra en Afganistán, entre el 2001 y 2002, EE.UU.
se hizo de bases militares en Afganistán, Pakistán, Kazajstán, Uzbekistán,
Tadzhikistán, Kirguiztán, Georgia, Yemen y Djibouli. Después de los
bombardeos y la invasión a Iraq en 2003. EE.UU. se apoderó de Iraq.
No se trató de sutilezas de política exterior, ni de operaciones
encubiertas. Los hombres que dirigen el imperio norteamericano no se
avergüenzan con facilidad. Y es por eso que el imperio crece — una base
en cada vecindad, lista para ser movilizada para acabar con cualquier
amenaza al poder imperial, ya sea real o imaginada. Cincuenta y ocho años
después del término de la Segunda Guerra Mundial, todavía EE.UU. tiene
bases militares importantes en Alemania y Japón; cincuenta años después
del término de la guerra en Corea, decenas de miles de soldados
norteamericanos continúan estacionados en Corea del Sur. “Norteamérica
tendrá una presencia y un interés continuados en Asia Central de un tipo
que no podíamos haber soñado antes”, declaró el secretario de Estado
Colin Powell en febrero de 2002. 1 Poco después en ese mismo año, el
Departamento de Defensa de EE.UU. anunció: “Los militares
estadounidenses se hallan desplegados en mayor cantidad de locaciones
de las que han existido nunca a través de la historia”. 2
Con el mismo grado de sutileza se han sucedido los anuncios desde
principios de los 90 hasta nuestros días coincidiendo con la estratégica
desaparición de la URSS— y se han hecho sonar las trompetas en tomo al
deseo de Washington, a sus medios y a su s intenciones de dominar el

1Testimonio ante el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara el 6 de febrero de 2002.


2Sitio web del Departamento de Defensa de EE.UU.: Deployment Link (Vínculo de
Descarga), 10 de diciembre de 2002:
http:lldeploymenllink.osd.milldeploylinfolinfo_intro.shtml
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 663

mundo, al tiempo que se asegura a este que los propósitos de tal cruzada
son nobles. Estas declaraciones han aparecido con regularidad en los
documentos que emanan de la Casa Blanca y el Pentágono, al igual que de
las comisiones designadas por el Gobierno y de los tanques pensantes
identificados con las instituciones de seguridad nacional. He aquí la voz del
imperio:
1992: “Nuestro primer objetivo es prevenir la reaparición de un nuevo rival, ya
sea en el territorio de la antigua URSS o en otra parte, que represente una
amenaza del tipo de la representada anteriormente por la URSS [...] debemos
tener en cuenta suficientemente los intereses de las naciones industriales
avanzadas para no alentarlas a desafiar nuestro liderazgo o buscar revertir el
orden económico y político establecido [...] debemos mantener los
mecanismos para detener a nuestros competidores potenciales de aspirar
siquiera a un mayor papel a nivel regional o global”.3
1996: “Algún día nos ocuparemos de objetivos terrestres —barcos, aviones,
objetivos en tierra— desde el espacio [...] Vamos a pelear en el espacio. Vamos
a pelear desde el espacio y dentro del espacio’’4
1997: “Con respecto al dominio del espacio, lo tenemos, nos gusta, y vamos a
conservarlo”.5
2000: “La nueva [preparación militar] promedio es para mantener la superioridad
militar sobre todos los rivales potenciales y para prepararnos ahora para
futuras rivalidades militares, incluso si no pueden ser identificadas aún y su
aparición eventual es sólo una especulación [...] Los requerimientos militares
han sido detallados por evaluaciones concretas de las amenazas actuales a la
seguridad. Guerras genéricas y capacidades genéricas son proyectadas como
bases para la planificación [...] Las particularidades de escenarios reales de
conflicto se han vuelto secundarias a la necesidad generalizada de mostrar el
dominio total del poderío estadounidense en todo el globo” 6
2001: “La presencia de fuerzas norteamericanas en regiones críticas alrededor del
mundo es la expresión visible de la extensión del estatus de Norteamérica
como superpotencia y como garante de la libertad, la paz y la estabilidad”. 7
2001: “Si tan sólo dejamos avanzar nuestra propia visión del mundo, y nos
atenemos a ella por completo, y .no tratamos de ser listos y de unir a ella
soluciones diplomáticas, sino tan sólo librar una guerra total contra estos
tiranos, creo que cumpliremos muy bien nuestra tarea y nuestros hijos

3
“Defense Planning Guidance for the Fiscal Years 1994-1999”, tal como fue citado en New York
Times, el 8 de marzo de 1992, p. 14 (subrayado del autor).
4 General Joseph Ashy, en aquel momento comand ante en jefe del Comand o Espacial de EE.UU.,

citado en Aviation Week and Space Technology, New York. 5 de agosto de 19 96, p. 51 (subrayado en
el original).
5 Keith R. Hall, secretario asistente de la Fuerza Aérea para el Espacio y director de la Oficina de

Reconocimiento Nacional, habland o ante el Club Espacial Nacional el 15 de septiembre de 1997.


6 Charles Knight, Proyecto sobre Alternativas de Defensa, presentación ante el Consejo sobre

Relaciones Exteriores, New York, 14 de junio de 2000, sobre “U.S. Military-Strategic Ambilions: Expand
ing to Fill the post-Soviet Vacuum”: http:llwww.comw.orglpdal0006vacuum.html
7 “Rebuilding America's Defenses: Strategy, Forces, Resources For a New Century”, informe del

Proyecto para el Nuevo Siglo Norteamericano, Washington D.C., septiembre de 2000, p. 14.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 664

cantarán canciones sobre nosotros dentro de muchos años”.8


2001: La “Revisión de la Posición Nuclear” de la administración Bush, ordena a los
militares preparar planes de contingencia para utilizar armas nucleares contra
siete países al menos —China, Rusia, Iraq. Irán, Corea del Norte, Libia y Siria—
y construir armas nucleares más pequeñas para ser empleadas en
determinadas situaciones de combate. 9
2002: En septiembre la Casa Blanca emitió su “Estrategia para la Seguridad
Nacional”, que declara: “Nuestras fuerzas serán lo bastante poderosas para
disuadir a potenciales adversarios de fortalecerse militarmente con la
esperanza de sobrepasar o igualar el poderío de Estados Unidos [...]
Norteamérica actuará contra tales amenazas emergentes antes de que se
hayan formado por completo [...] Debemos detener y defendernos de
cualquier amenaza antes de que la misma se desate [...] No podemos dejar
que nuestros enemigos golpeen primero [...] Para prever y prevenir tales actos
hostiles de nuestros adversarios. EE.UU. actuará preventivamente si es
necesario”.

La acción preventiva fue el argumento imperial japonés esencial para


justificar el ataque a Pearl Harbor en 1941, y el esgrimido por la Alemania
nazi para justificar su invasión a Polonia en 1939. Para cualquier
observador, el significado de la “Estrategia para la Seguridad Nacional” es
este:
Aplastar las aspiraciones de quienes albergaban la esperanza de que el mundo
se dirigiera hacia un sistema de derecho internacional que permitiera la
solución pacífica de los conflictos, a través de convenciones y tribunales. En
lugar de esto, una sola potencia que desestima las convenciones y los
tribunales ha proclamado su intención de dominar el mundo militarmente,
mediante intervenciones preventivas donde lo crea necesario para exorcizar
amenazas... Aquellos que deseen un mundo en el que ninguna potencia sea
suprema y donde las convenciones y las leyes sean utilizadas para solucionar
los conflictos comenzarán un nuevo debate, acerca de cómo enfrentarse a la
Norteamérica imperial.” 10

El Estado norteamericano estaba tan intoxicado con la idea de la


dominación que cuando se anunció en noviembre de 2002 la formación de

8 Michael Ledeen, ex funcionario de Reagan que adquirió fama en el Irán-Contras, ahora trabajand

o para el Instituto Norteamericano de Empresa (el principal tanque pensante neoconservador y aband
erado de la invasión a Iraq), condenó la cautela de aquellos en la CIA y el Departamento de Estado que
consideraban que EE.UU. debía llevar la guerra contra el terrorismo batalla por batalla aisladamente.
“No hay etapas. Esto es la guerra total”, dijo. The Village Voice, New York, 27 de noviembre de 2001,
p. 46; Scotland on Sunday, Glasgow, 25 de noviembre de 2001.
9 Presentado por el Departamento de Defensa al Congreso el 31 de diciembre de 2001 como

documento clasificado, que posteriormente se hizo público, ver Los Angeles Times, 9 y 10 de mareo
de 2002.
10 James Laxer, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de York, Toronto, tomado de un

artículo suyo en el Toronto Globe and Mail, 24 de septiembre de 2002, p. Al 5.


56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 665

un grupo de asuntos públicos que viajaría a los campos de batalla “para


interactuar con los periodistas, ayudar a los comandantes
norteamericanos y enviar noticias y lotos a los cuarteles de mando para su
divulgación”, se describió la operación como un intento de “dominio de la
información”.11

La Guerra Fría ha terminado. ¡Que viva la Guerra Fría!


Es sin duda notable que en el siglo XXI el Gobierno de EE.UU. todavía
anda lanzando enormes cantidades de explosivos de extraordinario poder
sobre las cabezas de personas inocentes e indefensas. No se suponía que
sería así. A mediados de los 80, las reformas de Mijaíl Gorbachov
constituyeron el principio del fin para el Estado soviético. En 1989 el Muro
de Berlín se derrumbó y la gente en toda Europa del Este lo celebró como
“un nuevo día”. Estados Unidos se unió entonces a esta celebración
invadiendo a Panamá, apenas unas semanas antes de la caída del muro. Al
mismo tiempo intervenía descaradamente en las elecciones en Nicaragua
para derrotar a un gobierno de izquierda. Poco después Suda frica liberó a
Nelson Mándela y el apartheid comenzó a desplomarse, y antes de que
terminara el 1990. Haití celebró su primera elección libre y escogió a un
progresista auténtico como presidente. Parecía que todo era posible, el
optimismo era tan general como hoy día el pesimismo.
Sin embargo, cuando Bulgaria y Albania “recién liberadas de las garras
del comunismo”, como diría la prensa norteamericana, se atrevieron a
elegir gobiernos que no eran aceptables para Washington, este se
interpuso y los derrocó. En ese mismo periodo bombardeó a Iraq y a su
pueblo durante cuarenta días con sus noches, sin piedad y sin una razón
buena y honesta. Y ahí terminó nuestra esperanza por un mundo mejor y
diferente. Pero los dirigentes norteamericanos no habían terminado. En
1993 atacaron Somalia, intentando rediseñar su mapa político, con más
bombardeos y más muertes. Intervinieron para derrotar movimientos de
resistencia en Perú. México. Colombia y Ecuador, tal como si fuera la
Guerra Fría en los 50 en Latinoamérica, y en los 60, los 70, los 80, y como
lo siguió haciendo en los 90 y en este nuevo siglo.
A fines de los 90. Washington podía ser encontrado interfiriendo en
elecciones en territorios que habían pertenecido a la esfera soviética:
Rusia, Mongolia y Bosnia. En 1999 bombardearon a Serbia y Kosovo
durante setenta y ocho días interminables, la culminación del plan
maestro de Washington para fragmentara la República Federal Socialista

11 Washington Post, 28 de noviembre de 2002, p. B4.


56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 666

de Yugoslavia, demonizada como “la última de los comunistas”. 12 Y una vez


más, en el otoño de 2001, intervinieron de forma abierta y grosera en las
elecciones nicaragüenses para impedir la victoria de la izquierda. Al mismo
tiempo bombardearon Afganistán y, según todas las probabilidades,
mataron a más civiles inocentes que los que perecieron en EE.UU. el 11 de
septiembre de ese año, 13 al igual que dieron muerte a innumerables
“combatientes” (entiéndase cualquiera que defienda la tierra donde vive
de una invasión). Muchos de los llamados “terroristas” extranjeros
residentes en Afganistán en aquel momento, incluidos los entrenados en
los campamentos de Al Qaeda, habían ido allí a luchar contra los soviéticos
o a ayudar a los talibanes en su última guerra civil; para ellos se trataba de
misiones religiosas, nada que ver con el terrorismo o EE.UU. Entre los miles
de víctimas de la invasión norteamericana, no se ha identificado a una sola
que estuviera conectada con los eventos de aquel trágico día. Los
terroristas del 11 de septiembre habían escogido edificios simbólicos para
su ataque y EE.UU. escogió un país simbólico para su represalia. 14
Mientras continuaban devastando a Afganistán en 2002, Washington
encontró tiempo para dar su apoyo indispensable a un plan para derrocar
a Hugo Chávez y su gobierno popular en Venezuela, después de que este
dejó bien claro que Venezuela no iba a convertirse en una dependencia
extranjera del imperio. 15 Y durante todos estos años ha mantenido su
puño apretado en tomo a Cuba: todavía, después de un siglo de ocupación
imperialista, se niega a evacuar la base de Guantánamo, ahora convertida
en una moderna Isla del Diablo para el encarcelamiento ilegal y horrendo
de hombres, y también de algunos niños, secuestrados en varias partes del
mundo en la llamada Guerra contra el Terrorismo.
¿Qué tenemos? Al pueblo norteamericano se le ha inculcado por casi
medio siglo que la Guerra Fría, incluida la guerra en Corea, en Vietnam, los
grandes presupuestos militares, y todas las invasiones norteamericanas y
los derrocamientos de gobiernos —aquellos que son conocidos-eran para
combatir la misma amenaza: la conspiración del comunismo internacional
con base en Moscú. Pero luego la URSS se disolvió. El Pacto de Varsovia se
disolvió. Los estados de Europa del Este se occidentalizaron. Los antiguos
socialistas se volvieron capitalistas. Y nada cambió en la política exterior

12 Ver William Blum: Estado villano. Editora Abril. La Habana, 2005, para una breve descripción de

las intervenciones norteamericanas.


13 Marc Herold: Blown Away: The Myth and Reality of “Precisión Bombing" in Afghanistan.

Common Courage Press, Maine, 2003, Anexo 4; “Daily casualty count of Afghan civilians killed by U.S.
bombing and special forces attacks, October 7, 2001 until present day”.
14 Para un mayor análisis ver William Blum: “September 11, 2001 and the bombing of

Afghanistan”, en <http:llmembers.aol.comlbblum6lsepll.htm >


15 Ver http:llwww.zmag.orglZNET.htm>para una excelente selección de artículos sobre este tema,

buscar “Venezuela”.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 667

norteamericana. Incluso la OTAN se mantuvo, la OTAN que había sido


creada —o al menos eso nos dijeron— para proteger a Europa occidental
de una invasión soviética, y no sólo se mantuvo, sino que aumentó su
tamaño y su poderío militar, un tratado sobre ruedas que puede ser
dirigido en cualquier dirección para complacer los deseos del momento de
Washington —actuando como subordinada de EE.UU. en los Balcanes en
forma de protectorado, invocando sus estatutos para justificar que sus
miembros se unieran a EE.UU. en la invasión a Afganistán.
Y mientras Rusia cerraba sus bases en Europa del Este, Vietnam y Cuba,
EE.UU. abría nuevas bases militares en los territorios de antiguas
repúblicas soviéticas y en otras regiones del mundo. Mientras Rusia
cerraba su estación de radio-inteligencia en Lourdes, Cuba, EE.UU. estaba
construyendo una poderosa estación de espionaje electrónico en Letonia,
en la frontera soviética, como parte del sistema de espionaje global de
Washington.
Todo había sido una estafa. La URSS y algo llamado comunismo per se
no habían sido el objeto de los ataques globales de Washington. Nunca
hubo una conspiración comunista internacional. El enemigo fue, y sigue
siendo, cualquier gobierno o movimiento, o incluso individuo, que se
interpone en el paso de la expansión del imperio norteamericano, sea cual
sea el nombre que EE.UU. dé a su enemigo: comunista, Estado villano,
traficante de drogas, terrorista...

¿Está EE.UU. contra el terrorismo?


¿Debemos creer ahora que el imperio norteamericano está contra el
terrorismo? ¿Cómo se le llama a un hombre que vuela un avión y mata a
73 civiles por razones políticas, que realiza varios alentados contra
diplomáticos; que dispara contra embarcaciones ancladas en puertos
norteamericanos, que coloca explosivos en numerosos edificios
comerciales y diplomáticos en EE.UU. y el extranjero? Docenas de actos
como esos. Su nombre es Orlando Bosch, es cubano y vive en Miami sin
ser molestado por las autoridades. La ciudad de Miami declaró un día en
su honor: el Día del Dr. Orlando Bosch. 16 Fue liberado de la prisión en
Venezuela en 1988, donde se encontraba por causa de la voladura del
avión, debido en parte a las presiones del embajador norteamericano en
el país en aquel momento, Otto Reich, quien en 2002 fue designado para

16 “Dangerous Dialogue: Attacks on Freedom of Expression in Miami’s Cuban Exile Community”,

p. 26, publicado por Americas WatchlThe Fund for Free Expression, New York y Washington, agosto
de 1992.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 668

un alto puesto en el Departamento de Estado por el presidente Bush.


Después de que Bosch regresara a EE.UU. en 1988, el Departamento de
Justicia lo condenó como terrorista violento y
había decidido deportarlo, pero el presidente Bush padre lo impidió,
con la ayuda de su hijo Jeb Bush en Florida. 17 Por tanto, ¿está el presidente
Bush hijo y su familia contra el terrorismo? Pues, sí, están en contra de los
terroristas que no son aliados del imperio. El, avión que Bosch hizo estallar
en 1976 era cubano. En Cuba se le reclama por ese y otros serios crímenes,
y los cubanos han pedido a Washington su extradición. Para Cuba él es
como Osama Bin Laden para EE.UU. Pero EE.UU. se negó. Imagínense la
reacción norteamericana si Bin Laden apareciese en La Habana y los
cubanos se negaran a entregarlo, imagínense la reacción de Washington
si La Habana proclamase un Día de Osama Bin Laden.
El compromiso de Washington de luchar contra el terrorismo puede ser
más cuestionado si se analiza su apoyo a la etnia albanesa en Kosovo,
quienes constituyeron el Ejército de Liberación de Kosovo. El ELK, en pos
de sus aspiraciones políticas, ha llevado a cabo numerosos ataques
terroristas durante años en varias partes de los Balcanes, pero son aliados
de Washington porque han atacado a gente que Washington no ve con
buenos ojos. Y son aliados a pesar del hecho de que el ELK tiene vínculos
ideológicos y personales con Osama Bin Laden y Al Qaeda, y a pesar de
estar clasificado como organización terrorista por el propio Departamento
de Estado. 18 Además, en los años 80 y 90, anticomunistas vietnamitas,
camboyanos y laosianos residentes en EE.UU. financiaron e instigaron a
sus compatriotas para colocar bombas y otro tipo de ataques con tra sus
gobiernos y conciudadanos, con la esperanza de desestabilizarlos; estas
acciones —terroristas por definición— fueron realizadas con la aprobación
implícita del Gobierno norteamericano, que hace oídos sordos al Acta de
Neutralidad, ley que prohíbe a los ciudadanos norteamericanos o
residentes en el país utilizar la fuerza para derrocar a un gobierno
extranjero.19
George W. Bush ha hablado también con vehemencia contra los que
protegen a los terroristas —"aquellos que protejan a los terroristas
amenazan la seguridad nacional de Estados Unidos” 20 pero ¿lo dice en
seño? Debemos preguntar: ¿qué país alberga más terroristas que EE.UU.?
Orlando Bosch es uno de los numerosos cubanos anticastristas en Miami

17 New York Times, 16 de agosto de 19 89; Jane Franklin: Cuba and the Unite d States: A

Chronologicai History. Ocean Press, Melboume, 1997, ver Bosch Avila, Orland o en índice; ver también
p. 190 y ss.
18 Michael Parenti: To Kill a Nation: The Attack on Yugoslavia. Verso, Londres-NY, 2000, capítulo

10 y passim; Washington Times, 4 de mayo de 1999, p. 1.


19 Washington Post, 30 de julio de 2001, p. 1.
20 The Associated Press, 18 de septiembre de 2001.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 669

que han realizado cientos de actos terroristas en EE.UU., en Cuba y en


todas partes; todo tipo de ataques incendiarios, intentos de asesinato y
colocación de explosivos. Ellos han sido protegidos en EE.UU. durante
décadas, como también otros muchos terroristas amigos, torturadores,
violadores de los derechos humanos, etc., de Guatemala, Haití, El
Salvador, Indonesia y de muchos otros países, todos aliados del imperio. 21
La CIA ha estado muy ocupada buscando terroristas en las cuevas de
las montañas afganas al mismo tiempo en que se sienta en los bares de
Miami a compartir tragos con terroristas.

La mafia imperial
¿Qué debemos pensar de todo esto? ¿Cómo vamos a entender la
política exterior estadounidense? Bueno, si se fuera a escribir un libro
llamado “El imperio norteamericano para tontos”, en la página uno diría:
Nunca repare en el factor moral. La política exterior norteamericana no
tiene ningún factor moral incluido en su ADN. Uno debe librar su mente
de esa carga que sólo sirve para estorbar si uno debe buscar un significado
en medio de los clichés y banalidades utilizados para formular esa política
exterior.
Se trata de algo difícil de aceptar para la mayoría de los
norteamericanos y de sus admiradores. Ven a los dirigentes
estadounidenses en televisión entre risas y sonrisas, bromeando, los ven
con sus familias y los escuchan hablar de Dios y de amor, de paz y de orden,
de democracia y libertad, de derechos humanos y justicia, y hasta de
béisbol. Estos dirigentes saben cómo condenar las atrocidades del mundo
con palabras claras, justamente las que saben que a la gente le gusta oír,
con el ahogo en la garganta en el momento preciso para mostrar lo
conmovidos que están. ¿Cómo pueden personas así ser monstruos, cómo
pueden ser llamados inmorales? Se llaman George, Dick y Donald, no hay
ningún Mohammed ni Ab dalah en ese lote, y todos hablan inglés. La gente
llamada Mohammed y Abdalah corta las manos de los ladrones para
castigarlos. Los norteamericanos saben que eso es horrible, son muy
civilizados. Pero la gente llamada George. Dick y Donald dejan caer
bombas de fragmentación sobre ciudades y aldeas, las que no explotan se
convierten en minas en la tierra y en poco tiempo un niño recoge una, o la
pisa y pierde un brazo, o una pierna, o ambos brazos y ambas piernas, y a
veces la vista, y eso después que las bombas que explotaron causaron su
propio horror.

21 Estado villano, cap. 9.


56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 670

Pero quizás estos hombres no sean tan inmorales como amorales. No


es que les cause placer provocar tanta muerte y sufrimiento. Es que no les
importa... lo mismo que pudiera decirse acerca de un sociópata. Mientras
la muerte y el sufrimiento sirvan para hacer avanzar sus fines y las
corporaciones adecuadas ganen dinero, poder, privilegios y prestigio,
mientras la muerte y el sufrimiento no los toquen a ellos o a sus íntimos...
simplemente no les importa si le pasa a otras personas, incluidos los
soldados norteamericanos que lanzan a las guerras y regresan a casa —
cuando regresan— con síndromes como el del Agente Naranja o de la
Guerra del Golfo consumiéndolos. Los dirigentes norteamericanos no
estarían en el lugar donde están si se preocuparan por tales cosas.
Cuando estaba escribiendo mi libro Estado villano entre 1992 y 2000,
utilicé el término “imperio norteamericano” con cierta precaución porque
no era de uso común, y no estaba seguro de si el público norteamericano
estaba preparado para esta idea. Pero no necesitaba tanta cautela. La idea
de la hegemonía mundial de EE.UU. no sólo ha sido analizada
públicamente, sino con orgullo, por partidarios del imperio —destacados
intelectuales norteamericanos como Dinesh D’Souza del Instituto Hoover,
quien escribió un artículo titulado “Elogio del imperio norteamericano”,
en el cual plantea que “Norteamérica es la potencia imperial más
magnánima que ha habido nunca”.22 El columnista Charles Krauihammer
ha hablado del “imperio únicamente benigno” de América. 23 Michael
Hirsch, editor de la revista Newsweek, se agregó al coro de cantos de
autoalabanza al decir: “Los aliados de EE.UU. deben aceptar que el
unilateralismo de EE.UU. es inevitable, incluso deseable. Esto implica,
principalmente, aceptar la realidad del supremo poderío de Norteamérica,
y de manera sincera, apreciar cuán afortunados son históricamente al
estar protegidos por una potencia tan benigna relativamente”.24 Robert
Kagan, una luminaria de la política exterior norteamericana, había escrito
antes: “Y la verdad es que la hegemonía benevolente ejercida por Estados
Unidos es buena para una vasta porción de la población mundial. Es
ciertamente un mejor arreglo internacional que todas las alternativas
realistas”.25
De esta forma la gente que está casada con la política exterior
norteamericana y pueden vivir con ella, concluyen y proclaman, e incluso
creen, que tales políticas producen una fuerza humana, un imperio
ilustrado, y llevan el orden, la prosperidad y un comportamiento civilizado

22 Christian Science Monitor, 26 de abril de 2002.


23 “The Bush Doctrine”, en The Weekly Stand ard, Washington, 4 de junio de 2001.
24 Foreign Affairs, publicación del Consejo de Relaciones Exteriores, New York, noviembre de

2002.
25 The Benevolent Empire”, en Foreign Policy, Washington, verano de 1998.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 671

a todas partes, y que si EE.UU. se ve “forzado” a ir a la guerra, la realiza en


forma “humanitaria”. Tal como el lector habrá notado, los documentos
que avalan este libro describen con minuciosos detalles lo exactamente
opuesto: muestran la terrible violencia y crueldad, la supresión de cambios
sociales necesarios y muchas otras consecuencias espantosas de las
intervenciones de EE.UU. en las vidas de la gente en las cuatro esquinas
del mundo durante más de medio siglo.
Los escribas del imperio parecen ser tan amorales como los
funcionarios de la Casa Blanca y del Pentágono. Después de todo, las
partículas de uranio empobrecido no están alojadas en sus pulmones para
irradiar desde allí por el resto de sus vidas; el Banco Mundial y el FMI no
están destruyendo su economía y sus servicios básicos: no son sus familias
las que deambulan en busca de refugio en el desierto. Los líderes del
imperio, la malla imperial —George W. Bush, Donald Rumsfeld, Richard
Cheney, Colin Powell, Condoleezza Rice, Paul Wolfowitz, Richard Perle, et
al.— y todos sus escribas igualmente, son tan fanáticos y fundamentalistas
como Osama Bin Laden, en lugar de gritar ¡Alá!, gritan ¡Dios es grande!
¡USA, USA, USA!
Kagan, uno de los arquitectos intelectuales del intervencionismo que
busca imponer al mundo una agenda neoconservadora, por cualquier
medio que se requiera, ha declarado que EE.UU. debe negarse a aceptar
cualquier convención internacional, tal como el tribunal internacional, o el
acuerdo de Kyoto sobre el calentamiento global. Estados Unid os, dice,
“debe apoyar el control armamentista, pero no siempre para sí mismo.
Debe vivir bajo un doble estándar”. 26
Y también está Robert Cooper, un alto diplomático británico y asesor
del primer ministro Tony Blair. Cooper escribe: “El desafío al mundo
postmoderno es acostumbrarse a la idea de los dobles estándares. Cuando
se lidia con estados más anticuados fuera del continente europeo
postmoderno, necesitamos acudir a métodos más toscos, de una época
anterior: la fuerza, ataques preventivos, engaños, lo que haga falta para
lidiar con aquellos que todavía viven en el siglo XIX, de cada país para sí
mismo”.27 Su expresión “cada país para sí mismo” puede explicarse mejor
de esta forma: cada Estado que no esté dispuesto a someterse al imperio
norteamericano y a su mejor amigote de Londres. De modo que ahí lo
tienen: el doble estándar es una realidad. La regla dorada de hacer a otros
lo que no dejarías que te hicieran a ti. La mafia imperial y su corte de
intelectuales como Kagan y Cooper tienen verdaderas dificultades al tratar
de vender o defender su visión del mundo sobre bases legales, morales,

26 Robert Kagan: Of Paradise and Power: America and Europe in the New World Order. New York,

2003, p. 99.
27 The Observer, Londres, 7 de abril de 2002.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 672

éticas o simplemente justas. Por eso han decidido no regirse portales


estándares.

El oro líquido, una vez más


La ocupación norteamericana de Afganistán sirvió para el propósito de
establecer un nuevo gobierno que fuera lo suficientemente favorable a los
objetivos internacionales de Washington, incluida la instalación de bases
militares y estaciones de escucha así como la administración de
oleoductos y gaseoductos seguros a través de Afganistán desde la región
del Mar Caspio, una vez que el país haya sido pacificado. Durante años los
barones del petróleo en EE.UU. han puesto sus ojos en las enormes
reservas del combustible y de gas alrededor del Mar Caspio, y previeron la
ruta a través de Afganistán y Pakistán hasta el Océano Índico. Los
petroleros han sido bastante francos acerca de este asunto y han hecho
declaraciones abiertas ante el Congreso. 28 Después de Afganistán, su
avaricia se volvió hacia las todavía mayores reservas de petróleo de Iraq.
Una vez más, el público norteamericano tenía que ser preparado. El
reconocido autor de novelas de espionaje John le Carré ha comentado: “La
forma en que Bush y los suyos consiguieron desviar la ira de Norteamérica
de Bin Laden a Saddam Hussein es uno de los más grandes trucos de
hechicería de las relaciones públicas en la historia”. 29 Mientras escribo
esto en abril de 2003, EE.UU. ha completado el bombardeo, la invasión y
la toma de posesión de la asediada sociedad iraquí, causando gran
destrucción, matando a miles de inocentes —tanto civiles como
soldados— en el proceso, dejando a un número mayor de otros mutilados
y arruinados. “Da la impresión de ser el bombardeo de una ciudad, pero
no lo es”, declaró el secretario de Guerra de EE.UU., Donald Rumsfeld, al
defender el “bombardeo de precisión” norteamericano. 30 Washington
contempló los resultados de sus acciones militares, que otros habrían
calificado de horripilantes, y los llamó “liberación” porque el régimen de
Hussein había sido derrocado.
Antes de esto, la mafia imperial había desarrollado un show
propagandístico por todo un año para convencer a los norteamericanos y
al mundo que la única superpotencia del mundo no tenía otra elección que
atacar a un país soberano e impedido que no había atacado a EE.UU., que

28 Ver, entre otros, el testimonio de John Maresca, Unocal Corporation, ante el Subcomité sobre
Asia y el Pacífico del Comité de la Cámara sobre Relaciones Internacionales, 12 de febrero de 1998.
29 The Times Online, Londres, 15 de enero de 2003.
30 Sydney Morning Herald, 25 de marzo de 2003.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 673

no había amenazado con atacar a EE.UU., que sabía que implicaría un


suicidio para ellos atacar a EE.UU. La tesis de la mafia imperial era muy
extraña, no sólo porque Iraq no representaba amenaza alguna —como lo
demostró la fácil victoria militar obtenida— sino porque la mafia imperial
sabía que Iraq no era una amenaza en lo absoluto. Estuvieron contando
una historia detrás de otra al mundo acerca de por qué Iraq era una
amenaza, una amenaza inminente, una amenaza creciente cada día, una
amenaza nuclear, una amenaza química, una amenaza biológica, que Iraq
era un Estado terrorista, que Iraq estaba vinculado a Al Qaeda... sólo para
que cada historia cayera por su propio peso. Insistieron una y otra vez que
Iraq debía aceptar el regreso de los inspectores de armas de la ONU, y
cuando Iraq accedió, entonces la mafia imperial declaró que no era
suficiente y comenzó a restarle importancia al esfuerzo. Porque la Casa
Blanca anhelaba la guerra, y la consiguieron, después de burlarse de las
mayores protestas antibelicistas que ha presenciado el mundo, además de
desconocer la avasalladora oposición de la ONU y los conceptos más
preciados del derecho internacional y de la colaboración para lograr la paz
en el planeta. Todavía está por ver cómo va a sobrevivir el organismo
internacional relegado a un papel de humillante irrelevancia en la cuestión
más importante que puede enfrentar, una institución que tiene en la
primera frase de sus estatutos la determinación de “salvar a las
generaciones sucesivas del azote de la guerra, que ha traído dolor
inenarrable a la humanidad por dos veces en nuestro período de vida”.
¿Tiene algún sentido la posición de Washington? ¿Esta súbita
necesidad de pelear una guerra en ausencia de combates? Lo tiene si uno
entiende que la invasión nada tenía que ver con la maldad de Saddam
Hussein ni con sus supuestas armas de destrucción masivas. Cuando
después de semanas de ocupación militar en Iraq resultó imposible
encontrar tales armas, la Casa Blanca declaró que las mismas no eran,
después de todo, la razón real para la invasión. Lo que estaban haciendo
era golpeando al terrorismo, aseguraron al mundo. “No estábamos
mintiendo”, dijo un funcionario. “Es sólo una cuestión de énfasis”. 31 Entre
otras razones la guerra era para reemplazar a Hussein por un gobierno
títere, como se hizo en Afganistán; en este caso un gobierno de ocupación
norteamericano, lo que posibilita a las compañías petroleras
estadounidenses a operar en Iraq con plena libertad; al mismo tiempo el
país quedó abierto a todo tipo de corporaciones transnacionales, que
harán al país ocupar su lugar en el nuevo orden mundial de la economía
globalizada, y el imperio norteamericano añade otro país y unas cuantas

31 John Cochran: “WH Official Admits WMD NOT Main Readon for Iraq War”, en ABCNews.com ,

25 de abril de 2003.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 674

bases más desde las cuales ejercer el control y rehacer el Medio Oriente
en el estilo amoral preferido de la mafia imperial, al cual, es de presumir,
los niños de la región entonarán cantos de alabanza en los años
venideros.32
La aceptación de EE.UU. de que los inspectores de armas de la ONU
regresaran a Iraq en diciembre de 2002 había sido una farsa para aplacar
la inesperada oposición del mundo a la planeada invasión de Washington.
Tres meses de inspecciones antes de que comenzara la invasión no
ofrecieron prueba alguna de la existencia de armas prohibidas. En los años
90, durante siete años los inspectores de la ONU habían encontrado y
destruido grandes cantidades de armas químicas, biológicas y nucleares
en Iraq. Scott Ritter, el jefe de los inspectores de la ONU en el país, afirmó
en 2002: “Desde 1998 Iraq ha sido desarmada en lo fundamental: entre 90
y 95% de las armas de destrucción masiva de Iraq se han eliminado
probadamente. Esto incluye todas las fábricas utilizadas para producir
armas químicas, biológicas y nucleares, y misiles de largo alcance: el
equipamiento asociado a estas fábricas y la gran mayoría de los productos
provenientes de las mismas”. 33 En el mismo periodo, el director de la
Agencia Internacional de Energía Atómica. Mohammed El Baradei,
informó que su agencia había “desmantelado grandes instalaciones
relacionadas con armas nucleares. Neutralizamos el programa nuclear de
Iraq. Confiscamos su material utilizable con fines bélicos. Destruimos,
eliminamos o inutilizamos todas las instalaciones y equipamientos
importantes para la producción de armas nucleares”. 34 Esta era, pues, la
terrible amenaza de Iraq que debía ser barrida, una sociedad
terriblemente debilitada ya por doce años de sanciones económicas, que
fueron calificadas por el asesor de seguridad nacional de EE.UU. como “las
sanciones más radicales impuestas a una nación en toda la historia de la
humanidad”.35

La política exterior norteamericana: un laboratorio para


cultivar el virus del terrorismo antinorteamericano
“Lo arrasamos. No quedó nada, sólo tierra y pobo”.

32Ver ensayo del autor sobre las razones para la invasión a Iraq en
http:llmembers.aol.comlbblum6lmagia.htm
33 The Guardian, Londres, 19 de septiembre de 2002.
34 Washington Post, 21 de octubre de 2002.
35 Información de la Casa Blanca a la prensa el 14 de noviembre de 1997, transcripción de US

Newswire.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 675

Mayor general Franklin Hagenbeck, del Ejército de EE.UU. al informar sobre la


destrucción de tres aldeas en el valle de Shahikot en Afganistán 36

El bombardeo norteamericano a Afganistán, comenzado el 7 de


octubre de 2001 y seguido por la ocupación militar de la mayor parte del
país, dio lugar a docenas de acciones terroristas contra individuos e
instituciones norteamericanas, cristianas y otras occidentales, tanto en el
sur de Asia como en el Medio Oriente y otras partes del mundo: sólo en
Paquistán hubo una docena de ataques (incluido el secuestro y asesinato
del corresponsal del Wall Street Journal, David Pearl)37 y en Bali, Indonesia,
tuvo lugar el más desastroso el 12 de octubre, pues en él murieron más de
ciento ochenta personas, casi todas australianas, norteamericanas y
británicas: los dos sospechosos principales arrestados en ese caso dijeron
haber actuado en represalia por el ataque estadounidense contra
Afganistán y los musulmanes. 38 El ataque posterior contra Iraq —una
guerra que nadie deseaba excepto la mafia imperial— puede haber
decidido a miles más en todo el mundo musulmán a convertirse en la
próxima generación de terroristas que lleve a cabo la jihad contra el gran
Satán.
¿Ha aprendido algo la élite de poder norteamericana de los frecuentes
ataques terroristas de los que ha sido blanco en todos estos años? James
Woolsey, ex director de la CIA y miembro del Consejo Político del
Departamento de Estado, al hablar dos meses después del comienzo de
los bombardeos en Afganistán, defendió una posible invasión a Iraq y
mostró su menosprecio por la reacción del mundo árabe: dijo que el
silencio de los pueblos árabes ante las victorias norteamericanas en
Afganistán probaban que “sólo el miedo restablecerá el respeto hacia
EE.UU.”39 De manera similar, una frase atribuida a diversos dirigentes del
Imperio Romano ha sido utilizada por funcionarios de la administración
Bush: oderint dum metuant. que nos odien siempre que nos teman”. 40
El Departamento de Estado puede haber aprendido algo. Al cumplirse
un año del ataque terrorista del 11 de septiembre y posteriormente, el
Departamento efectuó conferencias acerca del modo de mejorar la
imagen de Norteamérica en el extranjero a fin de reducir el nivel de odio.
Pero sólo quieren modificar la imagen, no incluyen un cambio de política.
Y los resultados registrad os por esa política son los siguientes: desde 1945

36 Washington Post, 17 de marzo de 2002, p. 25.


37 Ibíd., 15 de febrero de 2002, p. 12 y 13.
38 Antara (agencia de noticias de Indonesia) 13 de diciembre de 2002; Fr ance Presse, 23 de

diciembre de 2002; Jakarta Post, 5 de enero de 2003; Washington Post, 9 de noviembre de 2002, p.
15; 18 de noviembre, p. 16; 14 de enero de 2003.
39 Washington Post, 27 de diciembre de 2001, p. C2.
40 Ibíd., 5 de marzo de 2003, p. 19; 9 de marzo de 2003, p. B3.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 676

hasta 2003, EE.UU. intentó derrocar a más de cuarenta gobiernos


extranjeros, y de aplastar más de treinta movimientos nacionales
populares que luchaban contra regímenes intolerables. Durante el
proceso. EE.UU. bombardeó cerca de veinticinco países y causó la muerte
a varios millones de personas, aparte de condenar a muchos millones más
a una vida de agonía y desesperación.
“La idea es crear un entorno antiterrorista global [dijo al New York
Times un alto funcionario del Departamento de Defensa en 2003] de modo
que en 20 o 30 años el terrorismo será como la trata de esclavos, una total
vergüenza”. 41 El mundo sólo puede preguntarse cuándo las guerras de
agresión norteamericanas, que disparan misiles en el corazón de una
ciudad y utilizan uranio empobrecido y bombas de fragmentación contra
la población serán una vergüenza total. De hecho ya lo son, pero EE.UU.
que se dedica a la guerra con la misma intensidad con que otras naciones
se esfuerzan por sobrevivir, no lo sabe aún. En lugar de eso practica la
guerra perpetua por la paz perpetua.

41 New York Times. 17 de enero de 2003, p. 10.


ANEXOS 677

ANEXOS
Anexo I

Así es como circula el dinero


ANEXOS 678

ANEXO 2
Casos de utilización de las Fuerzas Armadas de Estados
Unidos en el extranjero desde 1798 hasta 1945
Información redactada por la División de Asuntos Exteriores, Servicio
de Investigación del Congreso, Biblioteca del Congreso, Oficina de
Publicaciones del Gobierno de EE.UU., Washington D.C., 1975, revisión de
la versión de 1969.
1798-1800: Guerra naval no declarada con Francia. Esta contienda
incluyó acciones en tierra tales como las que tuvieron lugar en Puerto
Plata, República Dominicana, donde los marines capturaron a un corsario
francés bajo el cañoneo de los fuertes.
1801-1805: Trípoli, la Primera Guerra Bárbara, incluyó los casos del George
Washington y el Philadeiphia y la expedición de Eaton, durante la
cual unos pocos marines desembarcaron con el agente
estadounidense William Eaton para atacar a Trípoli en el intento de
liberar a la tripulación del Philadelphia. Trípoli declaró la guerra,
pero EE.UU. no.
1806: México (entonces territorio español). El capitán Z. M. Pike, con un
pelotón de soldados invadió el territorio español en la cabecera del
Río Grande siguiendo órdenes del general James Wilkinson. Pike fue
hecho prisionero sin oponer resistencia en un fuerte que había
construido en lo que es hoy Colorado; fue llevado a México y más
tarde liberado después de apoderarse de toda su documentación.
Había un propósito político que hasta hoy permanece en el misterio.
1806-1810: Golfo de México: cañoneras norteamericanas operaron desde
New Orleans contra los corsarios españoles y franceses más allá del
delta del Mississippi. Sus principales jefes fueron el capitán John
Shaw y el comandante David Porter.
1810: Florida occidental (territorio español): el gobernador Claiborne, de
Louisiana, cumpliendo órdenes del presidente, ocupó con sus
tropas el territorio en litigio al este del Mississippi, hasta el río Pearl,
que se convirtió más tarde en la frontera oriental de Louisiana.
Estaba autorizado para avanzar hasta el río Perdido. No hubo
combates.
1812: Isla Amelia y otras partes de Florida oriental, entonces bajo dominio
español. El presidente Madison y el Congreso autorizaron a
apoderarse temporalmente de estas tierras para evitar su
ocupación por otra potencia extranjera (España se encontraba bajo
la invasión napoleónica), pero el general George Matthews llevó a
ANEXOS 679

cabo la toma de posesión de forma tan irregular que sus medidas


fueron desautorizadas por el presidente.
1812-1815: Gran Bretaña. Guerra de 1812, declarada formalmente. 1813:
Florida occidental. Con autorización del Congreso, el general
Wilkinson se apoderó de la bahía de Mobile en abril con 600
soldados. La pequeña guarnición española no opuso resistencia. Así
EE.UU. avanzó hasta ocupar el territorio en disputa hasta el río
Perdido, tal como se había planeado desde 1810. No hubo
combates.
1813-814: Islas Marquesas. Se construyó un fuerte en la isla de Nukahiva
para proteger el bolín de tres barcos británicos capturados.
1813: Florida española. El general Andrew Jackson tomó Pensacola y echó
a los británicos con quienes se estaba en guerra.
1814-1825: Mar Caribe. Combates entre barcos norteamericanos, aislados
o en escuadras, y navios piratas tuvieron lugar con frecuencia sobre
todo en las costas y aguas cercanas a Cuba, Puerto Rico, Santo
Domingo y Yucatán. Fueron reportados tres mil ataques piratas a
barcos mercantes entre 1815 y 1823. En 1822 el comodoro James
Biddle disponía de un escuadrón de dos fragatas, cuatro corbetas,
dos bergantines, cuatro goletas y dos cañoneras para la persecución
de piratas en las Indias Occidentales.
1815: Argelia. La Segunda Guerra Bárbara, declarada por los oponentes,
pero no por EE.UU. El Congreso autorizó una expedición. Una gran
flota comandada por Decatur atacó Argel y obtuvo
indemnizaciones.
1815: Trípoli. Tras asegurar un acuerdo con Argel, Decatur hizo una
demostración de fuerza ante Túnez y Trípoli, donde consiguió la
entrega de indemnizaciones por las agresiones ocurridas durante la
guerra de 1812.
1816: Florida española. Fuerzas de EE.UU. destruyeron el Fuerte Nicholls,
también llamado Fuerte Negro, por dar refugio a bandas que
realizaban incursiones en territorio norteamericano.
1816-1818: Florida española. Primera Guerra Seminóla: los indios
seminólas, en cuyo territorio se refugiaban esclavos cimarrones y
bandidos, fueron atacados por tropas bajo el mando de los
generales Jackson y Gaines, y perseguidos hasta el norte de la
Florida. Los puestos españoles fueron atacados y ocupados y se
ejecutó a los ciudadanos británicos. No hubo declaración ni
autorización formal del Congreso, pero prevaleció la decisión del
ejecutivo.
1817: Isla Amelia (posesión española cercana a Florida). Por órdenes del
presidente Monroe, las fuerzas estadounidenses desembarcaron y
ANEXOS 680

expulsaron a un grupo de contrabandistas, aventureros y


filibusteros.
1815: Oregón. El barco norteamericano Ontario, despachado desde
Washington, desembarcó en el río Columbia y se tomó posesión de
las tierras, a las que Gran Bretaña había concedido la soberanía,
pero que eran reclamadas por Rusia y España.
1820-1823: África. Unidades navales atacaron el tráfico de esclavos
siguiendo la ley emitida por el Congreso en 1819.
1822: Cuba. Fuerzas navales norteamericanas que combatían la piratería
desembarcaron en la costa noroccidental de Cuba y quemaron un
enclave pirata.
1823: Cuba. Rápidos desembarcos en persecución de piratas tuvieron
lugar el 8 de abril cerca de Puerto Escondido, el 16 de abril cerca de
Cayo Blanco, el 1 de julio en bahía Siguapa, el 21 de julio en Cabo
Cruz y el 23 de octubre de Camañoca.
1824: Cuba. En octubre el barco de guerra Porpoi se desembarcó “casacas
azules” cerca de Matanzas en persecución de piratas.
1824: Puerto Rico. El comodoro David Porter con un grupo de
expedicionarios atacó la ciudad de Fajardo, que había dado refugio
a piratas y ofendido a los oficiales de la Marina norteamericana.
Desembarcó con 200 hombres en noviembre de ese año y obligó a
las autoridades de la ciudad a disculparse.
1825: Cuba. En marzo fuerzas británicas y norteamericanas coordinadas
desembarcaron en Sagua la Grande en persecución de piratas.
1827: Grecia. En octubre y noviembre se produjeron desembarcos en
busca de piratas en las islas de Argenteira, Miconi y Andros.
1831-1832. Islas Falkland (Malvinas). Se realizó un desembarco para
investigar la captura de tres buques de pesca norteamericanos y
para proteger los intereses de Estados Unidos.
1832: Sumatra. Desembarco del 6 al 9 de febrero para castigar a los nativos
del pueblo de Quallah Battoo por haber saqueado barcos
norteamericanos.
1833: Argentina. Se envió a tierra una fuerza que permaneció en Buenos
Aires del 31 de octubre al 15 de noviembre para proteger los
intereses de EE.UU. y otros países durante la insurrección que tenía
lugar en el territorio.
1835-1836: Perú. Desembarcos de marines del 10 de diciembre de 1835 al
24 de enero de 1836 y del 31 de agosto al 7 de diciembre de 1836,
para proteger los intereses norteamericanos en El Callao y Lima
durante una intentona revolucionaria.
1836: México. El general Gaines ocupó Nacogdoches (Texas) desde julio
hasta diciembre, dentro de la guerra lejana por la independencia,
ANEXOS 681

con órdenes de cruzar la “línea fronteriza imaginaria” en caso de


amenaza de insurrección india.
1838-1839: Sumatra. Desembarco el 24 de diciembre de 1838 hasta el 4
de enero de 1839, para castigar a las poblaciones de Quallah Battoo
y Mukki por ataques a los barcos norteamericanos.
1840: Islas Fidji. Desembarco en julio para castigar a los nativos por agredir
a los grupos de exploradores y agrimensores norteamericanos.
1841: Isla Drummond. El grupo de Kingsmill realizó un ataque para vengar
la muerte de un marinero a manos de los nativos.
1841: Samoa. El 24 de febrero se produce otro ataque para vengar la
muerte de un marino norteamericano en la isla Upolu.
1842: México. El comodoro T. A. C. Jones, al mando de un escuadrón que
atravesó California, ocupó Monterrey el 19 de octubre, pues
consideró que había estallado la guerra. Encontró la ciudad en paz,
por lo que se retiró. Un incidente similar ocurrió una semana más
tarde en San Diego.
1843: China. Tripulantes y soldados del St. Loáis desembarcaron después
de un choque entre chinos y norteamericanos en el puesto
comercial de Cantón.
1843: África. Del 29 de noviembre al 16 de diciembre cuatro navíos
norteamericanos hicieron demostraciones y desembarcaron varios
grupos (uno de ellos de 200 marines) para amedrentara los piratas
y los traficantes de esclavos a lo largo de la Costa de Marfil, además
para castigar ataques de los nativos contra los marinos y
comerciantes norteamericanos.
1844: México. El presidente Tyler desplegó tropas norteamericanas para
proteger Texas contra México, en lo que se aprobaba por el Senado
un tratado de anexión de este territorio (que fue más tarde
rechazado). Tyler defendió esta acción contra una resolución de
investigación del Senado.
1846-1848: México. La guerra mexicana: el presidente Polk la precipitó al
ocupar el territorio en disputa.
1849: Esmirna. Una fuerza naval consiguió en el mes de julio que le fuera
entregado un norteamericano en poder de las autoridades
austríacas.
1851: Turquía. Después de una masacre de extranjeros (incluidos
norteamericanos) que tuvo lugar en Jaffa, en enero, se ordenó una
demostración por el Escuadrón del Mediterráneo a lo largo de la
costa turca del Levante. Al parecer no se efectuaron disparos.
1851: Isla Johanna (al este de África). En agosto se efectuó un ataque para
exigir una compensación por el encarcelamiento ilegal del capitán
de un bergantín ballenero de Estados Unidos. 1852-1853:
ANEXOS 682

Argentina. Del 3 al 12 de febrero de 1852, y del 17 de septiembre


de ese mismo año hasta abril-de 1853, marines norteamericanos
desembarcaron y se mantuvieron en Buenos Aires para proteger los
intereses de EE.UU. en medio de la revolución que tenía lugar.
1853: Nicaragua. Desembarco del 11 al 13 de marzo para proteger las vidas
e intereses de norteamericanos durante disturbios políticos.
1853-1854: Japón. La “apertura de Japón” y la Expedición Perry.
1853-1854: Islas Ryuku y Bonin. El comodoro Perry, en sus tres visitas a
estas islas antes de dirigirse a Japón, y mientras esperaba respuesta
de los japoneses, realizó demostraciones navales, desembarcó
marines en dos ocasiones y aseguró la concesión de una base
carbonera. El interés era asegurar facilidades para el comercio.
1854: China. Desembarco del 4 de abril al 15 o 17 de junio para proteger
intereses norteamericanos dentro y en las cercanías de Shanghái
durante las luchas civiles chinas.
1854: Nicaragua. Del 9 al 15 de julio se llevó a cabo un ataque contra San
Juan del Norte, población que fue destruida para vengar una ofensa
al ministro norteamericano en Nicaragua.
1855: China. Del 19 al 21 de mayo (?) se produjo un desembarco para
proteger intereses norteamericanos en Shanghái, y del 3 al 5 de
agosto hubo combates con piratas cerca de Hong Kong.
1855: Islas Fidji. Desembarco y ocupación del 12 de septiembre al 4 de-
noviembre para exigir reparaciones por los ataques a
norteamericanos.
1855: Uruguay. Del 25 de noviembre al 29 o 30 se produjo el desembarco
de fuerzas navales estadounidenses y europeas para proteger los
intereses norteamericanos durante un intento revolucionario en
Montevideo.
1856: Panamá, República de Nueva Granada. Del 9 al 22 de septiembre,
desembarco para proteger intereses norteamericanos durante una
insurrección.
1856: China. Del 22 de octubre al 6 de diciembre, desembarco para
proteger los intereses norteamericanos en Cantón durante las
hostilidades entre chinos y británicos, además de vengar un asalto
no provocado a un bote desarmado que llevaba la bandera
norteamericana.
1857: Nicaragua. De abril a mayo, y de noviembre a diciembre: para
oponerse al intento dé William Walker de apoderarse del país. En
mayo el comandante C. H. Davis, de la Marina, con algunos de sus
soldados, consiguió la rendición de Walker y protegió a los hombres
de este de las represalias de los nativos que habían luchado contra
ellos. En noviembre y diciembre del mismo año, los veleros
ANEXOS 683

Saratoga, Wabash y Fulton se enfrentaron a otro intento de Walker


en Nicaragua. El comodoro Hiram Paulding desembarcó a los
marines y obligó a Walker a regresar a EE.UU., lo que fue
desautorizado por el secretario de Estado Lewis Cass y Paulding se
vio forzado a pasar a retiro.
1858: Uruguay. Del 2 al 27 de enero fuerzas de dos navíos de guerra de
EE.UU. desembarcaron para proteger intereses norteamericanos
durante una revolución en Montevideo.
1858: Islas Fidji. Del 6 al 16 de octubre desembarco para castigar a los
nativos por el asesinato de dos ciudadanos norteamericanos.
1858-1859: Turquía. Exhibición de fuerza naval a lo largo de la costa del
Levante a solicitud del secretario de Estado, tras una matanza de
norteamericanos en Jaffa y maltratos en otras partes “para recordar
a las autoridades [de Turquía] [...] del poder de Estados Unidos”.
1859: Paraguay. El Congreso autorizó a un escuadrón naval para exigir
compensación por un ataque a un navío de la Marina en el río
Paraná durante 1855. Se ofrecieron disculpas después de una
amplia demostración de fuerza.
1859: México. Doscientos soldados norteamericanos cruzaron el Río
Grande persiguiendo al bandido mexicano Cortina.
1860: Angola. Desembarco el 1ro. de marzo para proteger vidas y
propiedades norteamericanas en Kissembo ante conflictos con los
nativos.
1860: Colombia, Bahía de Panamá. Desembarco del 27 de septiembre al 8
de octubre para proteger intereses norteamericanos durante una
revuelta.
1863: Japón. Desembarco el 16 de julio para castigar los disparos
realizados contra un navio norteamericano en Shimonoseki.
1864: Japón. Del 14 de julio al 3 de agosto, aproximadamente, se
desembarcaron tropas para proteger al ministro norteamericano
enviado a Japón durante su visita a Yedo para negociar las
reclamaciones de EE.UU. contra el Gobierno japonés. La intención
era facilitar estas negociaciones con una demostración de fuerza.
1864: Japón. Del 4 al 14 de septiembre, ocupación del estrecho de
Shimonoseki para obligar a Japón y al príncipe de Nagato en’
particular a permitir el uso del estrecho a barcos extranjeros en
cumplimiento de tratados ya firmados.
1865: Panamá. Del 9 al 10 de marzo desembarco para proteger las vidas y
propiedades de residentes norteamericanos durante una
insurrección.
1866: México. Con miras a protegerá residentes norteamericanos, el
general Sedgwick con 100 hombres atacó Matamoros y obligó a la
ANEXOS 684

plaza a rendirse en el mes de noviembre. Después de tres días de


ocupación el Gobierno norteamericano le orde nó retirarse y el
presidente repudió esta acción.
1967: Nicaragua. Ocupación de los marines de Managua y León. 1867: Isla
de Formosa. 13 de junio: Desembarco para castigar a una horda de
salvajes que se suponía habían dado muerte a la tripulación de un
barco norteamericano naufragado.
1868: Japón. Desembarcos en Osaka, Hiogo, Nagasaki, Yokohama y
Negata, efectuados principalmente entre el 4 y el 8 de febrero, el 4
de abril y el 12 de mayo, y entre el 12 y 13 de junio, para proteger
los intereses norteamericanos durante la guerra civil en Japón por
la abolición del shogunato y la restauración del mikado.
1868: Uruguay. Del 7 al 8 de febrero y del 19 al 26 del propio mes,
desembarco para proteger a residentes extranjeros y la aduana
durante una insurrección en Montevideo.
1868: Colombia. Desembarco el 7 de abril para proteger pasajeros y
mercancías en tránsito durante la ausencia de la policía local o de
soldados ante la muerte del presidente de Colombia.
1870: México. Del 17 al 18 de junio, ataque para destruir el barco pirata
Fonvaro, que fue perseguido cerca de 40 millas río adentro por el
Tecapan.
1870: Islas Hawai. El 21 de septiembre desembarcaron tropas para colocar
la bandera norteamericana a media asta en ocasión de la muerte de
la reina Kalama, una acción con la cual no se responsabilizó el cónsul
estadounidense en Honolulú.
1871: Corea. Del 10 al 12 de junio, desembarco para castigar a los nativos
por los ataques contra norteamericanos, en particular la muerte de
la tripulación del General Sherman y la quema de la goleta, y por
haber disparado luego contra otros barcos pequeños
norteamericanos que sondearon el río Salee.
1873: Colombia (Bahía de Panamá). Desembarcos del 7 al 22 de mayo y
del 23 de septiembre al 9 de octubre para proteger intereses
norteamericanos durante las hostilidades que tuvieron lugar en la
toma de posesión del gobierno del estado de Panamá.
1873: México. Soldados norteamericanos cruzaron la frontera mexicana
en varias ocasiones para perseguir ladrones de ganados y bandidos
en general. Hubo incursiones recíprocas de soldados mexicanos en
territorio fronterizo. Los casos eran invasiones sólo técnicamente,
aunque México protestó siempre. Casos notables fueron los
ocurridos en Remolina en mayo de 1873 y en Las Cuevas, en 1875.
Las órdenes de Washington con frecuencia respaldaban estas
incursiones. Acuerdos firmados entre México y EE.UU., el primero
ANEXOS 685

en 1882, dieron legitimidad a estas persecuciones. Continuaron de


manera intermitente, con protestas menores, hasta 1896.
1874: Islas Hawai. Desembarco del 12 al 20 de febrero para preservar el
orden y proteger las vidas e intereses norteamericanos durante la
coronación de un nuevo rey.
1876: México. El 18 de mayo soldados norteamericanos entraron en la
ciudad de Matamoros para mantener el orden temporalmente
mientras no había otra autoridad a cargo.
1882: Egipto. Desembarco del 14 al 18 de julio para proteger los intereses
norteamericanos durante el conflicto armado entre británicos y
egipcios y el saqueo de la ciudad de Alejandría por los árabes.
1885: Panamá. Del 18 al 19 de enero, ocupación de tropas
estadounidenses de la ciudad de Colón para proteger los valores en
tránsito en el Ferrocarril de Panamá, así como las cajas fuertes de la
compañía durante enfrentamientos revolucionarios. En marzo, abril
y mayo ocurrió lo mismo en las ciudades de Colpn y Panamá para
reestablecer la libertad de tránsito durante la insurrección.
1888: Corea. En junio, desembarco para proteger residentes
norteamericanos en Seúl en una situación de intranquilidad política
cuando se esperaba una revuelta popular.
1888: Haití. El 20 de diciembre, desembarco para persuadir al Gobierno
haitiano de entregar un vapor norteamericano que había sido
capturado con la acusación de romper el bloqueo.
1888-1889; Samoa. Del 14 de noviembre de 1888 al 20 de marzo de 1889,
desembarco eje fuerzas para proteger a los ciudadanos
norteamericanos y al Consulado durante una guerra civil.
1889: Islas Hawai. Del 30 al 31 de julio, desembarco para proteger
intereses norteamericanos en Honolulú durante una insurrección.
1890: Argentina. U na partida de marinos desembarcó para proteger el
Consulado y la legación de EE.UU. en Buenos Aires.
1891: Haití. Desembarco para proteger vidas y propiedades
norteamericanas en la isla Navassa.
1891: Mar de Bering. Patrullaje desde el 2 de julio al 5 de octubre para
detener la caza furtiva de focas.
1891: Chile. Desembarco del 28 al 30 de agosto para proteger el Consulado
norteamericano y las mujeres y niños refugiados en él durante una
revuelta en Valparaíso.
1893: Hawai. Desembarco del 16 de enero al 1ro. de abril en apariencia
para proteger vidas y propiedades norteamericanas, en realidad
para promover un gobierno provisional bajo Sanford B. Dole. Esta
acción fue desautorizada por Estados Unidos.
1894: Brasil. Enero. Para proteger el comercio y embarques
ANEXOS 686

norteamericanos en Río de Janeiro durante una guerra civil, se


realizó una exhibición de fuerza naval, aunque no se intentó
desembarco alguno.
1894: Nicaragua. Del 6 de julio al 7 de agosto. Desembarco para proteger
intereses norteamericanos en Bluefield después de producirse una
revolución.
1894-1895: China. Se destacaron marines en Tientsin y penetraron hasta
Pekín para proteger intereses norteamericanos durante la guerra
sino-japonesa.
1894-1895: China. Barcos de la Marina fueron llevados a la playa y
utilizados como fortificaciones en Newchwang para proteger a los
residentes norteamericanos.
1894-1896: Corea. Del 24 de julio de 1894 al 3 de abril de 1896 se
desembarcaron reiteradamente fuerzas para la protección de las
vidas e intereses norteamericanos en Seúl durante toda la guerra
sino-japonesa y después. Una guardia de marines fue manten ida en
la legación norteamericana por casi todo el tiempo hasta abril de
1986.
1895: Colombia. Del 8 al 9 de marzo, desembarco de soldados para
proteger intereses norteamericanos durante un ataque de bandidos
a la población de Bocas del Toro.
1896: Nicaragua. Del 2 al 4 de mayo, desembarco para proteger intereses
norteamericanos en Corinto por una situación de inquietud política.
1898: Nicaragua. Del 7 al 8 de febrero, desembarco para proteger vidas y
propiedades norteamericanas en San Juan del Sur.
1898: España. Guerra Hispano-Norteamericana. Con declaración
completa.
1898-1899: China. Del 5 de noviembre de 1898 al 15 de marzo de 1899,
desembarco de soldados para guardar la legación norteamericana
en Pekín y el Consulado en Tientsin durante el enfrentamiento entre
la emperatriz viuda y su hijo.
1899: Nicaragua. Desembarco para proteger intereses norteamericanos
en San Juan del Norte, del 22 de febrero al 5 de marzo, y en
Bluefields pocas semanas después, relacionado con la insurrección
del general Juan P. Reyes.
1899: Samoa. Del 13 de marzo al 15 de mayo, desembarco para proteger
intereses norteamericanos y tomar parte en una contienda
sangrienta a causa de la sucesión al trono.
1899-1901: Filipinas. Desembarco y ocupación para proteger intereses
norteamericanos al terminar la guerra con España y para conquistar
las islas; derrotaron a los filipinos en su lucha por la independencia.
1900: China. Del 24 de mayo al 28 de septiembre, desembarco para
ANEXOS 687

proteger las vidas de extranjeros durante la revuelta de los Boxers,


sobre todo en Pekín. Después de esta experiencia se mantuvo por
muchos años una guardia permanente en la legación de Pekín, la
cual era reforzada en caso de amenaza. Todavía se mantenía en
1934.
1901: Colombia (estado de Panamá). Del 20 de noviembre al 4 de
diciembre, desembarco para proteger las propiedades
norteamericanas en el istmo y para mantener las líneas de tránsito
abiertas durante serios disturbios revolucionarios.
1902: Colombia. Del 16 al 23 de abril, desembarco para proteger vidas y
propiedades norteamericanas en Bocas del Toro durante una guerra
civil.
1902: Colombia (estado de Panamá). Del 17 de septiembre al 18 de
noviembre se destacaron soldados como guardia armada de todos
los trenes que cruzaban el istmo y, en general, para mantener la vía
férrea en funcionamiento.
1903: Honduras. Del 23 al 30 o 31 de marzo, desembarco de tropas para
proteger el Consulado norteamericano y el muelle de Puerto Cortés
durante un período de actividad revolucionaria.
1903: República Dominicana. Del 30 de marzo al 21 de abril, desembarco
de marines para proteger intereses norteamericanos en la ciudad
de Santo Domingo durante una revuelta revolucionaria.
1903: Siria. Del 7 al 12 de septiembre, desembarco de tropas para proteger
el Consulado norteamericano en Beirut cuando se temía una
revuelta de la comunidad musulmana.
1903-1904: Abisinia. Se enviaron veinticinco marines a proteger al cónsul
general de EE.UU. mientras este negociaba un tratado.
1903-1914: Paramé. Se destacaron fuerzas para proteger los intereses y
vidas de norteamericanos durante la revolución por la
independencia de Colombia y después de la misma, con motivo de
la construcción del canal. Con breves interrupciones los marines
ocuparon el istmo desde el 4 de noviembre de 1903 hasta el 21 de
enero de 1914 para salvaguardar los intereses norteamericanos.
1904: República Dominicana. Del 2 de enero al 11 de febrero, desembarco
para proteger intereses norteamericanos en Puerto Plata, Souza y
Santo Domingo durante combates revolucionarios.
1904: Tánger, Marruecos. “Queremos a Perdicaris vivo o a Raisula
muerto”; demostración de fuerza de un escuadrón de soldados para
obtener la liberación de un marine secuestrado mientras protegía al
cónsul general.
1904: Panamá. Del 17 al 24 de noviembre, desembarco en Ancón para
proteger vidas y propiedades norteamericanas ante una amenaza
ANEXOS 688

de insurrección.
1904— 1905: Corea. Del 5 de enero de 1904 al 11 de noviembre de 1905
tropas norteamericanas montaron guardia en la legación
norteamericana en Seúl.
1904-1905: Corea. Se envió una guardia de marines a Seúl para tareas de
protección durante la guerra ruso-japonesa.
1906-1909: Cuba. De septiembre de 1906 al 23 de enero de 1909,
intervención para restaurar el orden, proteger extranjeros y
establecer un gobierno estable después de una seria actividad
revolucionaria.
1907: Honduras. Del 18 de marzo al 8 de junio, desembarco para proteger
intereses norteamericanos durante una guerra con Nicaragua; se
destacaron tropas por pocos días o semanas en Trujillo, Ceiba,
Puerto Cortés, San Pedro, Laguna y Cholona.
1910: Nicaragua. El 22 de febrero desembarco de soldados para obtener
información sobre las condiciones en Corinto durante una guerra
civil; del 19 de mayo al 4 de septiembre para proteger los intereses
norteamericanos en Bluefields.
1911: Honduras. El 26 de enero y algunas semanas después, desembarcos
para proteger vidas e intereses de norteamericanos durante una
guerra civil.
1911: China. Durante las etapas de la revolución nacionalista. Un alférez y
diez hombres trataron de entrar en Wuchang en octubre para
rescatar misioneros pero tuvieron que retirarse bajo amenaza. Una
pequeña fuerza desembarcó y protegió las propiedades privadas
norteamericanas y el Consulado en Hankow durante el mes de
octubre. Se estableció una guardia de marines en noviembre en las
estaciones cablegráficas en Shanghái. Fuerzas de desembarco
fueron enviadas para protección en Nanking, Chinkiang, Taku y
otras locaciones.
1912: Honduras. Una pequeña fuerza desembarcó para evitar la
apropiación por el Gobierno de un ferrocarril propiedad de una
compañía norteamericana en Puerto Cortés. Los soldados se
retiraron después que el Gobierno de EE.UU. desaprobó la acción.
1912: Panamá. A solicitud de ambos partidos políticos, soldados
norteamericanos supervisaron las elecciones fuera de la Zona del
Canal.
1912: Cuba. Del 5 de junio al 5 de agosto, se desembarcaron tropas para
proteger intereses norteamericanos en la provincia de Oriente y en
La Habana.
1912: China. Del 24 al 26 de agosto, desembarco en Kentucky Island, y del
26 al 30 de agosto en Camp Nicholson, para proteger vidas e
ANEXOS 689

intereses de norteamericanos durante una revuelta.


1912: Turquía. Del 18 de noviembre al 3 de diciembre, desembarco de
soldados para custodiar la legación norteamericana en
Constantinopla durante la Guerra Balcánica.
1912-1925: Nicaragua. De agosto a noviembre de 1912 desembarcaron
tropas para proteger intereses norteamericanos durante un intento
de revolución. Se mantuvo una pequeña fuerza como custodia de la
legación y para promover la paz y la estabilidad hasta el 5 de agosto
de 1925.
1912-1941: China. Los desórdenes que comenzaron con la rebelión del
Kuomintang en 1912, continuados luego con la invasión japonesa, y
culminados finalmente con la guerra entre Japón y EE.UU. en 1941,
llevaron a demostraciones y desembarcos de tropas para la
protección de los intereses norteamericanos en China de manera
continua y en diversos puntos desde 1912 hasta 1941. Se mantuvo
una fuerza de guardia en Pekín y a lo largo de la ruta hacia el mar
durante todo este tiempo. En 1927, EE.UU. tenía 5 670 soldados en
China y 4 4 barcos de la Marina en sus aguas. En 1933, EE.UU. tenía
3 027 hombres en territorio chino. Toda esta acción protectora tuvo
su base, en términos generales, en tratados firmados con China
entre 1858 y 1901.
1913: México. Del 5 al 7 de septiembre desembarcaron unos pocos
marines en el estero de Ciaris para ayudar a evacuar ciudadanos
norteamericanos y otros del Valle de Yaqui donde sus vidas
peligraban a causa de la guerra civil.
1914: Haití. Del 29 de enero al 9 de febrero, del 20 al 21 de febrero y el 19
de octubre ocurrieron desembarcos para proteger a
norteamericanos de una situación de peligrosa intranquilidad.
1914: República Dominicana. En junio y julio, durante un movimiento
revolucionario, fuerzas navales de EE.UU. lograron con su poder de
fuego detener el bombardeo de Puerto Plata, y mantener a la
ciudad de Santo Domingo como una zona neutral so pena de hacer
uso de la fuerza.
1914-1917: México. Las hostilidades mexicano-norteamericanas se
produjeron a partir del caso del Do/phiny de los ataques de Villa,
aunque no medió declaración de guerra, se produjo la captura de
Veracruz y más tarde la expedición de Pershing que penetró en la
zona norte de México.
1915-1934: Haití. Del 28 de julio de 1915 al 15 de agosto de 1934, el país
fue ocupado por fuerzas norteamericanas para mantener el orden
durante un período de insurrección crónica y amenazadora.
1916: China. Fuerzas norteamericanas desembarcaron para disipar un
ANEXOS 690

motín que tuvo lugar en una propiedad norteamericana en Nankín.


1916-1924: República Dominicana. De mayo de 1916 a septiembre de
1924, el país fue ocupado para mantener el orden durante un
período de insurrección crónica y amenazadora.
1917: China. Soldados norteamericanos desembarcaron en Chungkin para
proteger las vidas de norteamericanos durante una crisis política.
1917-1918: Primera Guerra Mundial. Con declaración plena.
1917-1922: Cuba. Desembarco de tropas para proteger intereses
norteamericanos durante una insurrección y en las condiciones de
inestabilidad subsiguientes. La mayoría de las fuerzas armadas de
EE.UU. salieron de Cuba hacia agosto de 1919, pero dos compañías
permanecieron en Camagüey hasta febrero de 1922.
1918-1919: México. Después de la retirada de la expedición de Pershing,
nuestros soldados entraron en México e n persecución de bandidos
al menos tres veces durante 1918 y seis en 1919. En agosto de 1918
tropas norteamericanas y mexicanas se enfrentaron en Nogales.
1918-1920: Panamá. Utilización de soldados norteamericanos en
funciones policiales según las estipulaciones del tratado durante
disturbios electorales en Chiriquí, y la intranquilidad posterior.
1918-1920: Rusia soviética. Desembarco de marines en y cerca de
Vladivostok en junio y julio de 1918, para proteger el Co nsulado
norteamericano y otros puntos durante los combates entre las
tropas bolcheviques y el Ejército checo que había atravesado Siberia
desde el frente oeste. Una proclamación conjunta del gobierno de
emergencia y neutralidad fue emitida por los jefes
norteamericanos, japoneses, británicos, franceses y checos en julio
y nuestra fuerza se mantuvo hasta fines de agosto. En esta fecha el
proyecto se expandió, y 7.000 hombres desembarcaron en
Vladivostok y permanecieron allí hasta enero de 1920 como parte
de una fuerza de ocupación aliada. En septiembre de 1918, 5.000
soldados norteamericanos se unieron a la fuerza de intervención
aliada en Arjanguelsk, donde sufrieron 500 bajas y permanecieron
hasta junio de 1919. Un puñado de marines había tomado parte
antes en un desembarco británico en la costa de Murmansk, cerca
de Noruega, pero sólo de manera incidental. Todas estas
operaciones tenían como propósito combatir los efectos de la
revolución bolchevique en Rusia y fueron apoyadas en parte por
elementos zaristas o partidarios de Kerensky. No se declaró la
guerra. Los elementos bolcheviques se nos unieron en ocasiones,
pero la Rusia soviética todavía hace reclamaciones por daños.
1919: Dalmacia. Fuerzas norteamericanas desembarcaron en Trau a
solicitud de las autoridades italianas para imponer el orden entre
ANEXOS 691

serbios e italianos.
1919: Turquía. Marines del Arizona desembarcaron para montar guardia
en el Consulado de EE.UU. durante la ocupación griega de
Constantinopla.
1919: Honduras. Septiembre 8 al 12. Se envió una fuerza de desembarco
para mantener el orden en una zona neutral durante una intentona
revolucionaria.
1920: China. El 14 de marzo desembarcaron soldados por pocas horas para
proteger vidas durante disturbios en Kiukiang.
1920: Guatemala. D el 9 al 27 de abril soldados norteamericanos se
mantuvieron protegiendo la legación norteamericana y otros
intereses, tales como una estación cablegráfica, durante combates
entre unionistas y el Gobierno de Guatemala.
1920-1922: Rusia (Siberia). Del 16 de febrero de 1920 al 19 de noviembre
de 1922 se mantuvo una guardia de marines para proteger la
estación de radio y propiedades norteamericanas en Isla Rusa, bahía
de Vladivostok.
1921: Panamá-Costa Rica. Escuadrones de la Marina efectuaron
demostraciones en abril en ambos lados del istmo para evitar la
guerra entre los dos países por un conflicto fronterizo.
1922: Turquía. En septiembre y octubre se desembarcó una fuerza, con el
consentimiento tanto de las autoridades griegas como de las turcas,
para proteger las vidas y propiedades norteamericanas cuando los
nacionalistas turcos entraron en Esmirna.
1922-1923: China. Entre abril de 1922 y noviembre de 1923, hubo cinco
desembarcos de marines para proteger a residentes
norteamericanos durante períodos de intranquilidad.
1924: Honduras. Del 28 de febrero al 31 de marzo y del 10 al 15 de
septiembre se emplearon soldados para defender vidas e intereses
norteamericanos durante disturbios electorales.
1924: China. En septiembre los marines desembarcaron para proteger a
norteamericanos y otros extranjeros en Shanghái durante las
hostilidades entre facciones chinas.
1924: China. Del 15 de enero al 29 de agosto, los combates de facciones
chinas acompañados de motines y manifestaciones en Shanghái,
hicieron necesario el desembarco de fuerzas norteamericanas para
proteger vidas y propiedades en la Comunidad Internacional.
1925: Honduras. Del 19 al 21 de abril se emplearon soldados para proteger
a los extranjeros en La Ceiba durante una revuelta política.
1925: Panamá. Del 12 al 23 de octubre se produjeron huelgas y motines
que condujeron al desembarcó de unos 600 soldados
norteamericanos para mantener el orden y proteger los intereses
ANEXOS 692

de Estados Unidos.
1926: China. En agosto y septiembre el ataque de los nacionalistas sobre
Hankow obligó a desembarcar fuerzas navales para proteger a los
ciudadanos norteamericanos. Una pequeña guardia fue mantenida
en el Consulado general incluso después del 16 de septiembre
cuando se retiraron las otras fuerzas. De igual forma, cuando los
nacionalistas tomaron Kiukiang, fuerzas navales desembarcaron
para proteger a los ciudadanos extranjeros del 4 al 6 de noviembre.
1926-1933: Nicaragua. Del 7 de mayo al 5 de junio de 1926 y del 27 de
agosto de 1926 al 3 de enero de 1933, tropas norteamericanas
desembarcaron y se mantuvieron de una u otra forma en el país,
para proteger intereses norteamericanos, debido a las actividades
revolucionarias que provocó el golpe de Estado del general
Chamorro. Las fuerzas estadounidenses entraron y salieron, pero no
dejaron el país por completo hasta el 3 de enero de 1933. Su trabajo
incluyó la actividad contra el bandido Sandino en 1928.
1927: China. En febrero se produjeron combates en Shanghái que
motivaron el incremento de las fuerzas navales norteamericanas y
marines allí. En marzo una guardia naval fue destacada en el
Consulado norteamericano en Nankín, después de que los
nacionalistas tomaron la ciudad. Más tarde los destructores
británicos y norteamericanos utilizaron fuego de granadas para
proteger a residentes norteamericanos y extranjeros. “Después de
este incidente fuerzas adicionales de marines y barcos fueron
despachados hacia China y se mantuvieron en la cercanía de
Shanghái y Tientsin”.
1932: China. Fuerzas norteamericanas desembarcaron para proteger
intereses norteamericanos durante la ocupación japonesa en
Shanghái.
1933: Cuba. Durante la revolución contra el presidente Gerardo Machado
fuerzas navales realizaron demostraciones, pero no se produjo
ningún desembarco.
1934: China. Los marines desembarcaron en Fuchen para proteger el
Consulado norteamericano.
1940: Newfoundland. Bermuda, St. Lucia, Bahamas, Jamaica, Antigua,
Trinidad y Guayana Británica. Se enviaron tropas para ocupar bases
navales y aéreas obtenidas en negociaciones con Gran Bretaña.
Algunas veces son llamadas bases de arrendamiento.
1941: Groenlandia. Colocada bajo protección de EE.UU. en abril. 1941:
Holanda (Guayana Holandesa). En noviembre el presidente envió
tropas norteamericanas para ocupar la Guayana Holandesa pero,
mediante un acuerdo con el gobierno holandés en el exilio, Brasil
ANEXOS 693

cooperó para proteger el suministro de mineral para la fabricación


de aluminio de los yacimientos de bauxita en Surinam.
1941: Islandia. Colocada bajo la protección de EE.UU., con el
consentimiento de su Gobierno, por razones estratégicas.
1941: Alemania. En un momento dado de la primavera, el presidente
ordenó a la Marina patrullar las rutas navieras hacia Europa. Para el
mes de julio los barcos de guerra norteamericanos custodiaban las
mismas y hacia septiembre comenzaron a atacar a los submarinos
alemanes. No hubo autorización del Congreso ni declaración de
guerra. En noviembre, la Ley de Neutralidad fue parcialmente
rechazada para proteger la ayuda militar a Gran Bretaña, Rusia,
etcétera.
1941-1945: Alemania, Italia, Japón, etc. Segunda Guerra Mundial. Con
declaración plena.

ANEXO 3
Planes de atentados elaborados por el Gobierno de
Estados Unidos
El 26 de junio de 1993, EE.UU. llevó a cabo un bombardeo en Iraq como
represalia por un supuesto complot iraquí para asesinar al ex presidente
George Bush. El ataque, dijo el presidente Clinton, “era esencial para
enviar un mensaje a aquellos que se dedican a auspiciar el terrorismo de
Estado [...] y para afianzar la expectativa de comportamiento civilizado
entre las naciones”. A continuación relacionamos una lista de prominentes
individuos en cuyos asesinatos (o en los planes para los mismos) EE.UU.
estuvo involucrado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La lista
no incluye varios atentados llevados a cabo en diversas partes del mundo
por cubanos anticastristas empleados por la CIA y cuyos cuarteles
generales se encuentran en territorio norteamericano.
1949: Kim Ku, líder coreano de oposición.
Años 50: La lista elaborada por la CIA y elementos neonazis incluía a más
de doscientas figuras políticas de Alemania occidental para “ser
sacados del camino” en caso de invasión soviética.
Años 50: Chou En-lai, primer ministro de China, varios intentos de
atentados.
ANEXOS 694

Años 50 y 1962: Sukarno, presidente de Indonesia.


1951: Kim II Sun, presidente de Corea del Norte.
1953: Mohammed Mossadegh, primer ministro de Irán.
Años 50 (mediados): Claro M. Recto, líder de la oposición en Filipinas.
1955: Jawáharlal Nehru, primer ministro de la India.
1957: Gamal Abdel Nasser, presidente de Egipto.
1959-1963-1969: Norodom Sihanouk, dirigente de Camboya.
1960: Brigadier general Abdul Karim Kassem, dirigente iraquí. Años 50 y
70: José Figueres, presidente de Costa Rica (sufrió dos atentados).
1961: Franqois Duvalier, Papa Doc, presidente de Haití.
1961: Patricio Lumumba, primer ministro del Congo.
1961: General Rafael Trujillo, jefe de la República Dominicana.
1963: Ngo Dinh Diem, presidente de Vietnam del Sur.
1960 hasta los 90: Fidel Castro, presidente de Cuba (numerosos atentados
y planes contra su vida).
Años 60: Raúl Castro, ministro de las Fuerzas Armadas en Cuba.
1965: Francisco Caamaño, líder opositor de la República Dominicana.
1965-1966: Charles de Gaulle, presidente de Francia.
1967: Ernesto Guevara, Che, líder guerrillero.
1970: General René Schneider, jefe del Ejército de Chile.
1970: Salvador Allende, presidente de Chile.
Años 70 y 1981: General Ornar Torrijos, líder panameño.
1972: General Manuel Noriega, jefe de la inteligencia panameña.
1975: Mobutu Sese Seko, presidente de Zaire.
1976: Michael Manley, primer ministro de Jamaica.
1980-1986: Muammar el-Khadafí, dirigente de Libia (numerosos planes y
atentados contra su vida).
1982: Ayatolah Khomeini, líder de Irán.
1983: General Ahmed Dlimi, jefe del Ejército marroquí.
1983: Miguel d’Escoto, ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua.
1984: Los nueve comandantes del Directorio Nacional de Nicaragua.
1985: Sheik Mohammed Hussein Fadlalah, líder chiita libanés.
1991: Saddam Hussein, dirigente de Iraq.
1998: 2001-2002: Osama bin Laden, líder militante islámico.
1999: Slobodan Milosevic, presidente de Yugoslavia.
2002: Gulbudin Hekmatyar, líder islámico afgano, señor de la guerra, ex
aliado de Estados Unidos.
2003: Saddam Hussein y miembros de su familia.

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