ASESINANDO LA ESPERANZA - William Blum
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ASESINANDO LA ESPERANZA - William Blum
William Blum
intervenciones de la CIA y del Ejército de los Estados Unidos
desde la Segunda Guerra Mundial
CONTENIDO
7 INTRODUCCIÓN
Breve historia de la Guerra Fría y el anticomunismo
INTRODUCCIÓN
Breve historia de la Guerra Fría y el anticomunismo
Nuestro temor a que el comunismo pueda algún día dominar la mayor parte del mundo
nos ha impedido ver que el anticomunismo ya lo ha logrado.
Michael Parenti1
1 Michael Parenti: The Anti-Communist Impulse. Random House, New York, 1969, p. 4.
2 Washington Post, 24 de octubre de 1965, artículo escrito por Stanley Karnow.
3 Winston Churchill: The Second World War. Vol. IV The Hinge of Fate, Londres, 1951, p. 428.
Introducción 8
¿Qué ocurrió con esta revolución bolchevique que alarmó tanto a las
mayores potencias del mundo? ¿Qué las llevó a invadir una tierra cuyos
soldados habían combatido junio a ellas por más de tres años y había
sufrido más bajas que ningún otro país en parte alguna durante la Primera
Guerra Mundial?
Los bolcheviques tuvieron la audacia de hacer la paz por separado con
Alemania, a fin de terminar con una guerra que consideraban imperialista
y que de ningún modo estaba en sus propósitos, y para tratar de
reconstruir una Rusia agotada y devastada. Pero los bolcheviques habían
demostrado su mayor audacia al derrocar un sistema capitalista feudal y
proclamar el primer estado socialista en la historia mundial. Esto
constituía una increíble arrogancia. Este era el crimen que los Aliados
debían castigar, un virus que tenía que ser erradicado antes de que se
extendiera a sus propios pueblos.
La invasión no alcanzó los resultados propuestos, pero sus
consecuencias fueron profundas y perdurables hasta nuestros días. El
profesor D. F. Fleming, historiador de la Universidad Vanderbilt que
investiga la Guerra Fría, ha señalado:
Para el pueblo norteamericano la tragedia cósmica de las intervenciones en
Rusia no existe, o fue un incidente sin importancia que hace mucho fue
olvidado. Pero para el pueblo soviético y sus líderes de aquel momento, fue
una época de interminables matanzas, de saqueo y pillaje, de epidemias y
hambre, un sufrimiento inconmensurable para muchos millones de personas
—una experiencia grabada con fuego en el corazón mismo de la nación, que
no será olvidada en el curso de muchas generaciones, si alguna vez llega a
olvidarse. De igual forma las severas regulaciones soviéticas pudieron ser
justificadas por muchos años debido al temor de que las potencias capitalistas
regresaran a terminar su trabajo. No es de extrañar que en su discurso del 17
de septiembre de 1959, en Nueva York, el premier Khruschov nos recordara
las intervenciones, “el tiempo en que ustedes enviaron sus tropas para
aplastar la revolución”, según dijo.5
4
Winston Churchill: The World Crisis: The Aftermath. Londres, 1929, p. 235
5
D. F. Fleming: “The Western Intervention in the Soviet Union 1918-1920”, en New World. Review,
New York, otoño de 1967; ver igualmente Fleming: The Cold War and its Origins, 1917-1960.
Doubleday & Co., New York, 1961, pp. 16-35.
Introducción 9
Los lectores del New York Times debían creer que todas esas invasiones
partirían de un país que estaba destrozado como lo han estado pocas
8 Ibíd., p. 154.
9 San Francisco Chronicle, 4 de octubre de 1978, p. 4.
Introducción 11
10 New Republic, 4 de agosto de 1920, un análisis de 42 páginas escrito por Walter Lippman y
Charles Merz.
11 Life, 29 de marzo de 1943, p. 29.
12 New York Times, 24 de junio de 1941; para un recuento interesante acerca de cómo los
13 Esto ha sido bien documentado y sería de conocimiento común de no ser por sus vergonzosas
implicaciones. Ver al respecto los documentos del gabinete británico en 1939, resumidos en el
Manchester Guardian, el 1º. de enero de 1970; también véase Fleming: The Cold War..., pp. 48-97.
Introducción 13
muchos de los casos estudiados en este libro, Dulles llevó esta creencia a
una rígida práctica.
La palabra “comunista” (al igual que “marxista”) ha sido de uso y abuso
tan repetido por parte de los dirigentes norteamericanos y los medios de
prensa que prácticamente ha agotado su significación (la izquierda ha
hecho lo mismo con el vocablo “fascista”). Pero la sola existencia de una
denominación para algo —ya sean brujas o platillos voladores— le
confiere cierta credibilidad al fenómeno.
Al mismo tiempo, el público norteamericano, tal como hemos visto, ha
sido ampliamente acondicionado para reaccionar según la teoría
pavloviana ante el término: este representa, todavía, los peores excesos
de Stalin, desde las purgas generalizadas hasta los campos de trabajo
forzado en Siberia; representa, como ha observado Michel Parenti, que
“las predicciones clásicas marxista-leninistas [acerca de la revolución
mundial] son tratadas como enunciados que dirigen intencionadamente
todas las acciones comunistas en la actualidad”. 15 Esto significa “nosotros”
contra “ellos”.
Y “ellos” puede significar un campesino de Filipinas, un pintor muralista
en Nicaragua, un primer ministro legalmente elegido en Guayana
Británica, o un intelectual europeo, un camboyano neutral, un nacionalista
africano... todos forman parte de algún modo de la misma conspiración
monolítica; cada uno constituye, de alguna manera, una amenaza al modo
de vida americano; no hay tierra demasiado pequeña, o demasiado pobre,
o demasiado lejana para que no pueda representar una “amenaza
comunista”.
Los casos presentados en este libro demuestran que no tiene la menor
relevancia si los objetos particulares de intervención —ya sean individuos,
partidos políticos, movimientos o gobiernos— se consideran “comunistas”
o no. No ha importado mucho si se trataba de estudiosos del materialismo
dialéctico o si nunca oyeron hablar de Karl Marx; si eran ateos o
sacerdotes; si había en escena un Partido Comunista bien organizado e
influyente o no; si el gobierno había llegado al poder por medio de una
revolución violenta o en pacíficas elecciones... todos constituían
enemigos, todos eran “comunistas”.
Menor importancia ha tenido incluso la participación o no de la KGB
soviética. Con frecuencia se ha afirmado que la CIA lleva a cabo sus
operaciones sucias como reacción ante operaciones “muchos peores” de
la KGB. Esta es una mentira generalizada. Puede haber ocurrido un
16 John Stockwell: In Search ofEnemies. New York, 1978, p. 101. Las expresiones “oficial de la CIA”
u “oficial de caso” son utilizadas en todo el libro para indicar empleados profesionales a tiempo
completo de la Agencia, en oposición a los “agentes”, que trabajan para la CIA pero tienen otras
profesiones. Como se verá, otras fuentes que citamos, utilizan la palabra “agente” para ambas
categorías.
17 Ibíd., p. 238.
Introducción 16
Esto es una reminiscencia del Sur norteamericano del siglo XIX, cuando
muchos sureños se sintieron gravemente ofendidos porque muchos de sus
esclavos negros desertaron para unirse al Norte durante la Guerra de
Secesión. Habían creído en verdad que los negros debían estar
agradecidos por todo lo que sus amos blancos habían hecho por ellos, y
que estaban felices y satisfechos con su suerte. El destacado cirujano y
19 La cita completa pertenece al New York Times, del 11 de enero de 1969, p. 1; la cita interior
23The Pentagon Papers. Edición del New York Times, 1971, p. XIII.
24Discurso ante el Consejo de Asuntos Mundiales en la Universidad de Pennsylvania, el 13 de
enero de 1950, citado en el Boletín del Comité Republicano del Congreso, 20 de septiembre de 1965.
Introducción 22
este cambio hubiera tenido lugar sin presión externa, sino que insiste en que
el andamiaje militar estadounidense durante el período de Reagan en realidad
obstaculizó este desarrollo.25
George F. Keenan coincide con esto. El antiguo embajador de Estados
Unidos en la Unión Soviética y padre de la teoría del “contenimiento” de
dicho país, asegura que “la idea de que alguna administración
estadounidense tuvo el poder para influir en forma decisiva sobre el curso
de un tremendo levantamiento político doméstico en otro gran país al otro
lado del mundo es simplemente infantil”. Él sostiene que la extrema
militarización de la política norteamericana fortaleció la línea dura en la
Unión Soviética. “De modo que el efecto general del extremismo de la
Guerra Fría fue más demorar que acelerar la gran transformación que se
apoderó de la Unión Soviética”.26
Aunque los gastos de la carrera armamentista sin duda dañaron la
economía y la sociedad civil soviéticas mucho más que las
estadounidenses, esto se había ido desarrollando por cerca de cuarenta
años; cuando Mijaíl Gorbachov llegó al poder sin la más mínima señal de
inminente desastre. El asesor más cercano de Gorbachov, Alexander
Yakovlev, al ser interrogado acerca de si la gran cantidad de dinero
invertida por Reagan en gastos militares, combinada con su retórica sobre
el “Imperio del Mal”, obligó a la Unión Soviética a adoptar una posición
más conciliadora, respondió: “Para nada. En lo absoluto. Puedo decirle eso
con total responsabilidad. Gorbachov y yo estábamos listos para efectuar
cambios en nuestra política independientemente de que el presidente
norteamericano fuese Reagan o Kennedy o alguien incluso más liberal.
Estaba claro que nuestros gastos militares eran demasiado altos y
teníamos que reducirlos”.27
Resulta comprensible que algunos rusos se resistan a aceptar que
fueron forzados a realizar cambios radicales por su archienemigo, admitir
que perdieron la Guerra Fría. Sin embargo, sobre esta cuestión no
debemos depender de la opinión de un individuo en particular, sea ruso o
norteamericano. Sólo tenemos que echar un vistazo a los hechos
históricos.
Desde fines de 1940 hasta mediados de 1960, constituía un objetivo de
la política norteamericana promover la caída del Gobierno soviético al
igual que la de varios de los regímenes de la Europa del Este. Centenares
de rusos exiliados fueron organizados, entrenados y equipados por la CIA
e infiltrados en su patria para establecer redes de espionaje, organizar
25 Robert Scheer: Los Angeles Times Book Review, 27 de septiembre de 1992, reseña sobre Georgi
Arbatov: The System: An insider’s Life in Soviet PoliticsTwnes Books, New York. 1992.
26 International Herald Tribune, 29 de octubre de 1992, p. 4.
27 The New Yorkei, 2 de noviembre de 1992, p. 6.
Introducción 25
28 Los Angeles Times, 2 de diciembre de 1988: la emigración de los judíos soviéticos llegó a su
punto máximo: 51 330, en 1979, para caer a unos 1.000 al año a mediados de los 80 durante la
administración Reagan (1981-1989); en 1988 fue de 16 572.
Introducción 26
29 a) Frank Kofsky: Harry Truman and the War Sea re of 1948: A Successful Campaign to Deceive
the Nation. St. Martin’s Press, New York, 1993, passim, en particular el Anexo I. el libro está repleto
con porciones de documentos similares escritos por analistas diplomáticos, de inteligencia y militares
en los años 40; el temor a la guerra fue impulsado para conseguir apoyo al programa de política
exterior de la administración, comenzar la carrera armamentista y salvar a la industria aeronáutica al
borde de la bancarrota.
b) Decassifíed Documents Reference System: índices, resúmenes y documentos microfilmados,
series anuales organizadas por agencias gubernamentales y año de desclasificación.
c) Foreign Relations of the United States (Departamento de Estado), series anuales, documentos
internos publicados entre 25 y 36 años después de ocurridos los hechos.
30 Los Angeles Times, 29 de diciembre de 1991, p. MI.
Introducción 27
32 a) Anne H. Cahn: “How We Got Oversold on Overkill”, en Los Angeles Times, 23 de julio de 1993,
basado en el testimonio ante el Congreso de Eleanor Chelimsky, asistente del controlador general de
la Oficina de Contabilidad General, acerca de un estudio de la misma, el 10 de junio de 1993; ver texto
relacionado en el New York Times, el 28 de junio de 1993, p. 10.
b) Los Ángeles Times, 15 de septiembre de 1991, p. I; 26 de octubre de 1991.
c) The Guardian, Londres, 4 de marzo de 1983; 20 de enero de 1984; 3 de abril de 1986.
d) Arthur Macy Cox: “Why U.S., Since 1977, Has Been Misperceiving Soviet Military Sfrenght”, en
New York Times, 20 de octubre de 1980, p. 19; Cox había sido funcionario del Departamento de Estado
y de la CIA.
Introducción 29
1 David Barretl: Dixie Mission: The United States Army Observer Group in Yenan, 1944. Centro para
Estudios Chinos, University of California, Berkeley, 1970, passim, R. Harris Smith: OSS: The Secret
History of America’s First CIA. University of California Press, Berkeley, 1972, pp. 262-263; New York
Times. 9 de diciembre de 1945, p. 24.
2 La política de Chiang durante y después de la guerra, en Smith, pp. 259-282; New York Times.19
1. China. De 1945 hasta los años 60 32
de diciembre de 1945, p. 2
3 Harry S. Truman: Memoirs. Vol. II Years of Trial and Hope. 1946-1953, Gran Bretaña, 1956, p. 66.
4 Smith, p. 282.
5 D. F. Fleming: The Cold War and its Origins, 1917-1960. Doudleday & Co., New York, 1961, p.
570.
6 New York Times, septiembre a diciembre de 1945, passim; Barbara W. Tuchmann: Stilwell and
the American Experience in China 1911-1945. New York, 1972, pp. 666-677.
7 Congressional Record. Apéndice, Vol. 92, parte 9. 24 de enero de 1946, p. A225, carta al
11 Fleming, p. 587.
12 Christopher Robbins: Air America. U.S., 1979. pp. 46-57; Víctor Marchetli y John Marks: The CIA
and the Cuit of intelligence. New York, 1975. p. 149.
13 Audiencias celebradas en sesión ejecutiva ante el Comité de Relaciones exteriores del Senado
durante 1949 y 1950. Economic Assistance io China and Komi 1949-195C, testimonio de Dean Acheson,
p. 23; hecho público en enero de 1974 como parte de las Series Históricas.
1. China. De 1945 hasta los años 60 35
14
Tuchmann, p. 676.
15 Sobre algunos detalles de la opresión y las atrocidades llevadas a cabo por el régimen de Chiang
contra los taiwaneses, ver Scott Anderson y Jon Lee Anderson: inside the Leagtte. New York. 1986. pp.
47-49, donde se citan a destacados generales norteamericanos y a un funcionario del Departamento
de Estado que se encontraban en Taiwán en aquel momento. Ver también Fleming, pp. 578-579. En
1992, el Gobierno de Taiwán admitió que su ejército había dado muerte a un estimado de entre 18.000
y 28.000 nativos taiwaneses en la masacre de 1947 (Los Angeles Times. 24 de febrero de 1992).
16 Félix Greene: A Curtain of Ignorance. New York. 1964.
17 Tuchmann, p. 676; Fleming, pp. 572-574, 577. 584-585; Milovan Djilas: Conversations with
Sta/in. Londres, 1962, p. 164; New York Times, 7 de noviembre de 1945, p. 12; 14 de noviembre, p. 1;
21 de noviembre, p. 2; 28 de noviembre, p. 1; 30 de noviembre, p. 3; 2 de diciembre, p. 34.
18 New York Times. 12 de enero de 1947, p. 44.
1. China. De 1945 hasta los años 60 36
19 William Manchester: American Caesar: Douglas MacAnhur 1880-1964. Londres, 1979, p. 535.
20 Foreing Relations of the United States. 1949. Vol. III The Far East: China. U.S., Government
Printing Office. Washington 1978, passim pp. 357 y 399; 768, 779-780; la publicación de este volumen
en las series del Departamento de Estado fue retenida precisamente por contener los informes acerca
de la solicitud de Chou En-lai (San Francisco Chronicle. 27 de septiembre de 1978. p. F-l).
21 Ver sección “Indonesia 1957-1958” y The Guardian. Londres, 24 de agosto de 1985.
1. China. De 1945 hasta los años 60 37
24 Washington Post. 20 de agosto de 1958, articulo de Joseph Alsop, un columnista que había sido
oficial del lisiado Mayor bajo el general Chennauh y tenía buenas conexiones con Taiwán. Durante
varios años llevó a cabo una diversidad de tareas encubiertas para la CIA, como lo hizo su hermano
Stewart Alsop (sobre esto ver Carl Bernstein: “The Cia and the Media”, en la revista Rolling Stone, 20
de octubre de 1977).
25 Sobre Quemoy y Matsu ver Stewart Alsop: “The Story Behind Quemoy: How We Drifled Cióse
lo War”, en Saturday Evening Post. 13 de diciembre de 1958, p. 26; Andrew Tulley: CIA: The Inside
Story. New York, 1962, pp. 162-165; Fleming, pp. 930-931: Wise y Ross, p. 116; New York Times, 27 de
abril de 1966, p. 28.
26 Wise y Ross, p. 114.
1. China. De 1945 hasta los años 60 39
27 Sobre las infiltraciones aéreas ver Wise y Ross. pp. 112-115: Thomas Powers: The Man Who
Keptthe Secrets. New York, 1979, pp. 45-44: Newsweek. 26 de marzo de 1973.
28 Sobre los vuelos de espionaje, ver Marchetli y Marks. pp. 150. 287: Washington Post, 27 de
exiliados en países vecinos como India y Nepal. Entre ellos había miembros
de la guardia del Dalai Lama, a los que con frecuencia se hacía referencia
de manera pintoresca como “los temibles jinetes Khamba”, y otros que ya
se habían involucrado en actividades guerrilleras contra el Gobierno de
Pekín y los profundos cambios sociales instituidos por la revolución (en
Tíbet todavía prevalecían la esclavitud y la servidumbre). Un grupo
escogido fue llevado a Estados Unidos, a una base militar muy peculiar en
las montañas de Colorado, con una altitud aproximada a la de su
montañosa tierra natal. Allí, lo más ocultos posible de los pobladores
locales, fueron entrenados en las técnicas más avanzadas de combate
paramilitar.
Tras completar el entrenamiento, cada grupo de tibetanos fue llevado
a Taiwán o a otro país asiático aliado para de ahí infiltrarlos en Tíbet, o en
China, donde desarrollaron actividades de sabotaje tales como minar
carreteras, interrumpir las líneas de comunicación y emboscar a pequeñas
fuerzas comunistas. Sus acciones eran apoyadas por aire por la CIA y, en
ocasiones, los dirigían mercenarios contratados por la Agencia. Para esto
se construyeron grandes instalaciones de apoyo en el norte de India.
La operación en Colorado se mantuvo hasta algún momento de los
años sesenta. Probablemente nunca se sabrá cuántos cientos de tibetanos
pasaron el curso de instrucción. Incluso una vez terminado el programa de
enfrenamiento formal, la CIA continuó financiando y abasteciendo a sus
clientes exóticos y alimentando su inútil sueño de reconquistar su patria.
En 1961, el New York Times tuvo noticias de la operación de Colorado,
pero aceptó la solicitud del Pentágono de no continuar investigando en
esta dirección.30 El asunto era de extrema sensibilidad, pues la carta de
constitución de la CIA de 1947 y la interpretación de la misma por el
Congreso, habían limitado tradicionalmente las operaciones domésticas
de la Agencia a la recopilación de información.
Aparte y más allá de las acciones dirigidas en específico contra China,
estaban las salpicaduras de la guerra de Corea en territorio chino —
numerosos bombardeos y ametrallamientos realizados por aviones
norteamericanos que, según reportaban con frecuencia las autoridades
chinas, mataban civiles y destruían viviendas. Y estaba el asunto de la
guerra biológica.
Los chinos dedicaron grandes esfuerzos a divulgar su reclamo de que
Estados Unidos, en particular entre enero y marzo de 1952, había
diseminado grandes cantidades de bacterias y de insectos hospederos
sobre Corea y el nordeste chino. Presentaron testimonios de 38 aviadores
30 Sobre Tibet ver: David Wise: The Politics of Lying. New York, 1973, pp. 239-254; Robbins, pp. 94-
31 People’s China. Revista en inglés. Foreign Language Press, Pekín, 17 de septiembre de 1952, p.
28.
32 Callum A. MacDonald: Korea: The War Before Vietnam. New York, 1986, pp. 161-162, cita varias
experimentos del Gobierno norteamericano con agentes biológicos dentro de EE.UU. ver: Leonard A.
Colé: Clouds of Secrecy: The Army’s Germ Warfare Tests o ver Populated Areas. Maryland. 1990.
passim.
37 Department of State Bulletin. 2 de mayo de 1966.
2. Italia 1947-1948 43
2. ITALIA 1947-1948
Elecciones libres al estilo Hollywood
“Aquellos que no crean en la ideología de Estados Unidos no deben ser
autorizados a permanecer en Estados Unidos”, declaró el fiscal general
Tom Clark en enero de 1948. 1 En marzo, el Departamento de Justicia,
presidido por Clark, determinó que los italianos que no creyeran en la
ideología estadounidense no serían autorizados a emigrar, o a entrar
siquiera en Estados Unidos.
Esta no era sino una táctica en la notable campaña norteamericana
para asegurar que los italianos que no compartieran la ideología de
Estados Unidos no pudiesen formar un gobierno de ideología divergente
en Italia en las elecciones de 1948.
Dos años antes el Partido Comunista Italiano (PCI), uno de los más
grandes del mundo, y el Partido Socialista habían acumulado juntos más
votos y más escaños en la Asamblea Constituyente que los Demócratas
Cristianos. Pero ambos partidos de izquierda habían postulado candidatos
diferentes y, por tanto, tuvieron que conformarse con posiciones
ministeriales en un gabinete de coalición bajo un premier demócrata
cristiano. Los resultados, sin embargo, eran motivo de alarma suficiente
para hacer surgir el temor a Marx en la administración Truman.
Para las elecciones programadas para el 18 de abril de 1948, el PCI y el
PSI se unieron en el Frente Democrático Popular (FDP), y en febrero
ganaron las elecciones municipales en Pescara con 10% más de votos que
en 1946. Los demócratas cristianos alcanzaron un pobre segundo lugar. La
perspectiva de que la izquierda se pudiera apropiar del control del
Gobierno italiano fue más amenazadora que antes. En este momento
Estados Unidos comenzó a probar sus grandes cañones políticos y
económicos sobre el pueblo italiano. Toda la buena experiencia yanqui,
todas las mañas conocidas en Madison Avenue para, influir en la opinión
pública, toda la parafernalia hollywoodense se pondría en acción en el
“mercado seleccionado”.
Las acuciantes necesidades internas de Italia, tales como las reformas
económica y agraria, cuya ausencia había provocado un abismo extremo
entre ricos y pobres, no eran temas del día. Las líneas de fuego se
David Caute: The Great Fear: The Anti-Communist Purge Under Truman and Eisenhower. Simón and
Schuster, New York, 1979, p. 15.
2. Italia 1947-1948 44
2 Robert T. Holt y Rober W. van de Velde: Strategic Psychoiogicai Operations and American
3 Sobre la disolución del gabinete: New York Times, 21 de enero de 1947, p. 5; 26 de enero, p. 37;
mayo, p. 8; 18 de mayo, IV, p. 4; 20 de mayo, p. 2; Howard K. Smith: The State of Europe. Londres,
1950, p. 151 (incluye la cita de Ramadier que aparece también en New York Times, 20 de mayo).
5 Time, 22 de marzo de 1948, p. 35.
6 William Colby: Honorable Men: My Life in the CIA. New York, 1978, p. 109.
2. Italia 1947-1948 46
7 A menos que se indique otra cosa, los acápites enumerados a continuación se derivan de las
siguientes fuentes:
a) New York Times, 16 de marzo a 18 de abril de 1948, passim.
b) Howard K. Smith, pp. 198-219.
c) William E. Daugherty y Morris Janowitz: A Psychological lVariare Casebook. John Hopkins Press,
Baltimore, 1948, pp. 319-326.
d) Holt y Van de Velde, pp. 159-205.
e) E. Edda Martínez y Edward A. Suchman: “Letters from America and the 1948 Elections in Italy”,
en The Public Opinión Quarteriy, Princeton University, primavera de 1950, pp. 111-125.
2. Italia 1947-1948 47
9 Tom Braden: “l’m Glad the CIA is ‘Inmoral’”, en Saturday Evening Post, 20 de mayo de 1967.
Selecto sobre Inteligencia, la Cámara de Representantes (el Comité Pike) durante audiencias privadas
efectuadas en 1975. El grueso del informe del comité en el que aparece este memorándum fue filtrado
a la prensa en febrero de 1976 y apareció por primera vez en forma de libro con el título: CIA - The
Pike Report, Nottingham, Inglaterra, 1977. El memorándum aparece en las páginas 204-205 de este
libro. Ver también notas sobre Iraq.
2. Italia 1947-1948 51
vida personal y sexual de los candidatos del PCI, presentados con retoques
fascistas y antirreligiosos. 12
• Un grupo musical norteamericano, que incluía famosos
instrumentistas de origen italiano, viajó a Roma para dar una serie de
conciertos.
• El presidente Truman transfirió un mes antes de las elecciones
veintinueve barcos mercantes a Italia como “gesto de amistad y confianza
en la Italia democrática”. (Se trataba de navíos italianos capturados
durante la guerra y otros para reponer los que se habían perdido tras la
captura.)
• Cuatro días después, el Comité de Apropiaciones de la Cámara actuó
con gran rapidez para aprobar un “ayuda interina” adicional de casi
diecinueve millones de dólares para Italia.
• Dos semanas más tarde, EE.UU. entregó a Italia cuatro millones
trescientos mil dólares como primer pago de los salarios adeudados a los
sesenta mil prisioneros de guerra italianos que habían trabajado
“voluntariamente” para la causa aliada. Esto provino de una revisión del
tratado de paz que estipulaba que el Gobierno italiano era el responsable
de dichos pagos.
• Seis días antes de las elecciones, el Departamento de Estado hizo
público que Italia recibiría en breve treinta y un millón de dólares en oro
como devolución por el oro robado por los nazis, (el hecho de que sólo
unos pocos años atrás Italia había peleado junto con los nazis en el bando
enemigo parecía ahora un recuerdo vago.)
• Dos días después, el Gobierno de EE.UU. autorizó dos grandes
embarques de alimentos hacia Italia, uno de ellos por valor de ocho
millones de dólares en granos. Un número de barcos de ayuda habían sido
descargados en Italia durante la campaña electoral en medio de grandes
ceremoniales y discursos del embajador norteamericano.
Un gran afiche decía: “El pan que comemos: 40% harina italiana y 60%
harina norteamericana enviada gratis”. El cartel olvidaba aclarar si el
dinero ahorrado iba en beneficio del consumidor o de los bolsillos de las
compañías panaderas.
• Cuatro días antes de las elecciones, la Comisión Norteamericana para
la Restauración de Monumentos Italianos, Inc., anunció una serie adicional
de donativos para el Ministerio de Bellas Artes de Italia.
• El 15 de abril fue designado “Día de Italia Libre” por los simpatizantes
norteamericanos de una Italia Libre, con actividades para realizar en todo
12Stephen Goode: The CIA. Franklin Watts, Inc., New York, 1982, p. 45; William R. Corson: The
Armies of Ignorance: The Rise of the American Intelligence Empire. The Dial Press, New York, 1977, pp.
298-299. Corson tuvo una larga carrera en la inteligencia militar y fue secretario personal del Grupo
Especial Conjunto DOD-CIA sobre Contrainsurgencia R & D del presidente.
2. Italia 1947-1948 52
el país.
• El embajador norteamericano. James Clement Dunn, hizo constantes
viajes por toda Italia explicando a la población “lo que ha representado
para ellos la ayuda norteamericana en cada ocasión”. Con la última
entrega de alimentos, Dunn declaró que el pueblo norteamericano estaba
salvando a Italia de la hambruna, el caos y la posible dominación
extranjera. Sus discursos recibían por lo general una amplia cobertura de
la prensa no izquierdista. Como contraste, el Gobierno italiano prohibió a
varios de sus embajadores en el extranjero, que regresasen al país para
hacer campaña en favor del FDP.
En el histórico discurso del 12 de marzo de 1947, más tarde conocido
como la “Doctrina Truman”, el presidente había proclamado: “Creo que
debe ser política de Estados Unidos apoyar a los pueblos libres que están
resistiendo los intentos de subyugación de minorías armadas o las
presiones extranjeras. Creo que debemos ayudar a los pueblos libres a
decidir sus destinos según su propia manera”.13
No se necesita destacar cuán hipócrita probó ser esta premisa, pero las
voces que se alzaban en EE.UU. contra la cruzada del Gobierno en Italia
eran pocas y apenas audibles. El Comité Italonorteamericano para las
Elecciones Libres en Italia emitió un comunicado para denunciar la
invasión propagandística: “Miles de norteamericanos de origen italiano se
sienten profundamente humillados por el flujo continuo de sugerencias,
consejos y presiones dirigidas a los italianos como si estos fuesen
incapaces de decidir por sí mismos a quién elegir”. 14
El Partido Progresista también emitió un comunicado que señala:
“Como norteamericanos repudiamos la amenaza de nuestro Gobierno de
cortar la ayuda en alimentos a Italia a menos que las elecciones sean de
nuestro agrado. Los niños hambrientos no deben quedar sin comida
porque sus padres no hayan volado tal como se les ordenó desde el
extranjero”.15 El candidato de este partido para presidente en 1948 era
Henry Wallace, el antiguo vicepresidente, quien se había expresado
públicamente a favor de la URSS. La historia no dio oportunidad de
comprobar cuál hubiera sido la reacción —entre aquellos que no
encontraban nada malo en lo que EE.UU. hacía en Italia— si una campaña
similar hubiera sido llevada a cabo por parte de la URSS, o de la izquierda
italiana, en favor de Wallace en Estados Unidos.
13 Public Papers of the President of the United States: Harry S. Truman, 1947. U.S. Government
Printing Office, Washington, 1963, pp. 178-179.
14 New York Times, 8 de abril de 1948.
15 Ibíd., 12 de abril de 1948.
2. Italia 1947-1948 53
16 Smith, p. 200.
17 Ibíd., p. 202.
18 New York Times, 15 de abril de 1948.
2. Italia 1947-1948 54
demócratas cristianos aparecían como los claros ganadores con 48% de los
votos. La coalición de izquierda había sido completamente humillada con
apenas 31% de los votos. Había sido una cruzada del tipo que Aneurin
Bevan había atribuido a los Tories en Gran Bretaña: “Toda la pericia de la
política conservadora en el siglo XX [escribió el líder laborista inglés] ha
sido desplegada para permitir a los ricos persuadir a los pobres de utilizar
su libertad política para mantener a los ricos en el poder”.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 55
1 Jorge Semprún: What a Beautiful Sunday! Londres, 1983, pp. 26-27; Semprún escribió los
2
“Counter-lnsurgency: Myth and Reality in Greece", en David Horowitz, ed.: Containment and
Revolution. Boston 1967, pp. 142-147. Ver también D. F. Fleming: The Cold War and its Origins 1917-
1960. Doubleday & Co., New York, 1961, pp. 183-185; Howard K. Smith: The State of Eurape. Londres,
1950, pp. 225-230; William Hardy McNeill: The Greek Dilemma: War and Aftermath. U.S., 1947,
passim.
3 Para conocer sobre la totalmente inescrupulosa política británica en Grecia y sus tratos con
colaboradores entre 1944 y 1946, Ver Fleming, p. 174-187; Smith, pp. 227-231 y 234; Lawrence S.
Wittner: American Intervention in Greece 1943-1949. Columbia University Press, New York, 1982,
passim.
4 Cita de Churchill en Kati Marton: The Polk Conspiracy: Murderand Cover Up in the Case of CBS
News Correspondent George Polk. New York, 1990, p. 23. Sobre el cartel de EAM existe un registro
fílmico realizado por la Hearst Metrotone News el 3 de noviembre de 1944 (copia en poder del autor).
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 57
griega, y con los judíos.)5 La campaña contra ELAS recibió luego apoyo de
la Fuerza Aérea de EE.UU. y de su Marina, las cuales transportaron más de
dos divisiones británicas hacia Grecia. 6 Durante todo este tiempo
continuaba la guerra contra los alemanes en el resto de Europa.
A mediados de enero de 1945, ELAS acordó un armisticio, que tenía en
verdad mucho de rendición. Hay discrepancias entre los historiadores
acerca de si ELAS había sido derrotado militarmente o si la jerarquía
comunista de ELAS/EAM recibió la orientación de Stalin de deponer las
armas. Este último caso guardaba coherencia con el acuerdo entre Stalin
y Churchill en octubre de 1944 que distribuía las esferas de influencia de
ambas potencias en Europa del Este. En este cínico juego de monopolio
(según reconoció el propio Churchill), Grecia había sido concedida a Gran
Bretaña. Churchill escribió más tarde que Stalin “había respetado en forma
estricta y fiel nuestro acuerdo de octubre, y durante las largas semanas de
combates con los comunistas en las calles de Atenas no hubo ni una
palabra de reproche por parte de Pravda o Izvestia”7 Ni tampoco, como
hizo notar Semprún, por parte de Radio Moscú.
“Es esencial recordar [ha señalado el profesor D. F. Fleming en su
destacada historia sobre la Guerra Fría] que Grecia era el primero de los
estados liberados que se veía obligado por la fuerza, en forma abierta, a
aceptar el sistema político de la gran potencia de ocupación. Fue Churchill
quien actuó primero, y Stalin quien siguió su ejemplo en Bulgaria y luego
en Rumania, aunque con mucho menos derramamiento de sangre”. 8
Una serie de gobiernos griegos se sucedieron bajo los auspicios de
británicos y estadounidenses; gobiernos totalmente corrompidos en la
moderna tradición griega, que continuaron aterrorizando a la izquierda y
torturando a sus miembros en connotados campamentos de prisioneros
en las islas griegas; gobiernos que no hicieron prácticamente nada para
aliviar la miseria cotidiana del pueblo griego devastado por la guerra.9 “Hay
pocos ejemplos modernos de mal gobierno que se equiparen con este”,
observó el corresponsal jefe de CBS en Europa en aquel momento. Howard
K. Smith.10
5
Parliamentary Debates, House of Commons, 16 de octubre de 1946, columna 887 (aquí se hace
referencia a la declaración de Bevin del 10 de agosto). Ver también Christopher Simpson: Blowback:
America’s Recruitment of Nazis and its Effects on the Cold War. New York, 1988, p. 81.
6 Gitlin, p, 157; Wittner, p. 25.
7 Winston Churchill: The Second World War. Vol. VI Triumph and Tragedy, Londres, 1954, pp. 198
y 255. Para mayores evidencias sobre la no intervención soviética ver Wittner, pp. 26-27.
8 Fleming, p. 182; también ver Smith, p. 228.
9 Ver fuentes relacionadas en las notas 2 y 3, y también James Becket: Barbarism in Greece. New
York, 1970, p. 6; Richard Barnet: Intervention and Revolution. Londres, 1970, pp. 99-101; Edgar
O'Ballance, The Greek Civil War, 1944-1949. Londres, 1966, pp. 155 y 167.
10 Smith, p.232. Para tener una imagen completa de lo terrible del Gobierno griego en aquel
período ver Marton: op. cit., passim. Este libro recoge la historia de cómo las autoridades griegas, con
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 58
la aprobación de EE.UU. fabricaron un caso para probar que el corresponsal de CBS George Polk había
sido asesinado por comunistas y no por el Gobierno, debido a que iba a revelar evidencias de la
corrupción del primer ministro.
11 Stephen G. Xydis: Greece and the Great Powers, 1944-1947. Institute for Balkan Studies,
Thessaloniki, Grecia, 1963, p. 479. Información tomada de los archivos de la Embajada griega en
Washington.
12 Foreign Relations of the United States, 1947. Vol. V, U.S Government Printing Office,
18 Milovan Djilas: Conversations with Stalin. Londres, 1962, p.164. Djilas fue encarcelado en 1962
a) O’Ballance, passim.
b) Wittner, p. 242.
c) Informe de la CIA al presidente, marzo de 1948, anexos D y F, en Declassified Documents
Reference System. Arlington, Va., 1977, documento 168A.
d) Memorándum interno del Departamento del Ejército, 15 de junio de 1954, DDRS 1980,
documento 253C.
e) Simpson, pp. 81-82 (Reserva secreta del Ejército).
20 O’Ballance, p. 156.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 61
21 Ibíd., p. 173.
22 Christopher M. Woodhouse: The Struggle for Greece, 1941-1949. Londres, 1976, pp. 260-261.
23 New York Times, 28 de agosto de 1947, p. 1.5 de septiembre, p. 1.
24 Foreign Relations..., Vol. cit., p. 327.
3. Grecia, de 1947 hasta inicios de la década de 1950 62
25 John O. latrides: “American Attitudes Toward the Political System of Postwar Greece”, en
Theodore A. Couloumbis y John O. latrides, eds.: Greek-American Relations: A Critical Review. New
York, 1980, pp. 64-65; Lawrence Stern: The Wrong Horse: The Politics of Intervention and the Failure
of American Diplomacy. Times Books, New York, 1977, pp. 16- 17.
26 Philip Deane: l Should Have Died. Atheneum, New York, 1977, pp. 102, 103; Andreas
31 Group 59, citado en Michael M. Amen: American Foreign Policy in Greece 1944l1949: Economic,
Military and Institutional Aspects. Peter Lang Ltd., Frankfurt, Alemania Occidental, 1978, pp. 114-115.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 64
1Charles S. Olcott: The Life of Vlilliam McKinley. Vol. 11, Boston, 1916, pp. 110-111:
tomado de una charla dada a un grupo de visitantes de la Iglesia Metodista Episcopal.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 65
2 Acerca de las acciones norteamericanas contra los huks durante la Segunda Guerra Mundial:
a) D. M. Condit, Bert H. Cooper Jr., et al: Challenge andResponse in Interna! Confíict. Vol. I The
Experience in Asia. Center for Research in Social Systems, The American University, Washington D.C.,
1968, p. 481. Investigación realizada por el Departamento del Ejército.
b) Luis Taruc: Born of the People. New York, 1953 (aunque completado en junio de 1949), pp. 147-
162, 186-211. Autobiografía del comandante de los huks que se rindió al Gobierno en 1954.
c) William J. Pomeroy: An American Made Tragedy New York, 1974, pp. 74-77. Pomeroy es un
norteamericano que prestó servicio en Filipinas durante la guerra, en la cual hizo contacto con los
huks. Después de la guerra regresó a combatir junto a ellos hasta que fue capturado en 1952.
d) George E. Taylor: The Phllippines and the United States: Problems of Partnerships. New York,
1964, p. 122 (ver nota 13).
e) Eduardo Lachica: Huk: Philippine Agradan Society in Revolt. Manila, 1971, pp. 112-113, 116-
117.
f) Philippines: A Country Study. Foreign Area Studies, The American University, Washington D.C.,
1983-84, p. 43. Preparado por el Departamento del Ejército.
3 Taruc, capítulo 22; Pomeroy, pp. 77-78; Taylor, pp. 116-120.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 66
7 de junio de 1946, hecha pública en 1977, p. 31. Arnold era delegado asistente del jefe de Estado
Mayor, División de Operaciones, Estado Mayor General del Departamento de Guerra.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 67
descontentos”. La historia añadía que los soldados tenían mucho que decir
“en cuanto a la intervención armada norteamericana en China y las Indias
Neerlandesas [Indonesia]”, que se llevaban a cabo en esa misma etapa. 8
No se conoce hasta qué punto el personal militar norteamericano
participó directamente en la supresión de los grupos disidentes en
Filipinas después de la guerra.
Los huks, aunque no confiaban en las autoridades filipinas y
norteamericanas lo suficiente como para entregar voluntariamente sus
armas, pusieron a prueba la buena fe del Gobierno al tomar parte en las
elecciones nacionales de abril de 1946 como parte de la “Alianza
Democrática”, formada por grupos políticos de campesinos liberales y
socialistas. (Se había planificado la independencia de Filipinas para tres
meses después, el 4 de julio, para ser exactos.) Tal como resultaron las
cosas, al comandante en jefe de los huks, Luis Taruc, y a varios otros
miembros de la Alianza y candidatos reformistas que habían sido elegidos
para el Congreso (tres al Senado y siete a la Cámara) no se les permitió
ocupar sus puestos bajo el pretexto ridículo de que habían utilizado
coerción sobre los votantes. No se había hecho investigación ni revisión
alguna de los casos por el organismo competente, el Tribunal Electoral.9
(Dos años después Taruc fue admitido temporalmente cuando se presentó
en Manila para discutir un cese al fuego con el Gobierno.)
El propósito de negar los puestos a estos candidatos era obvio: el
Gobierno podía así presionar para aprobar en el Congreso la controversial
Ley sobre el Comercio entre Filipinas y Estados Unidos —aprobada con
sólo dos votos de mayoría en la Cámara y con sólo uno de diferencia en el
Senado—, la cual entregaba a EE.UU. enormes privilegios y concesiones
en la economía filipina, incluyendo “derechos ¡guales [...] en el desarrollo
de los recursos naturales de la nación y la operación de sus utilidades
públicas”.10 Esta “paridad” fue luego extendida a todos los sectores de la
economía filipina.11
El deterioro del proceso electoral fue seguido por una ola de brutal
represión contra los campesinos, ejecutada por los militares, la policía y
los escuadrones de matones de los terratenientes. Según Luis Taruc, en los
8 Sobre las protestas de los militares norteamericanos: New York Times, 8 de enero de 1946, p. 3;
11 de enero, p. 4; para mayor información ver Mary-Alice Waters: GTs and the Fight Against War, New
York, 1967, folleto publicado por la revista Young Socialist.
9 New York Times, 20 de mayo de 1946, p. 8; 2 de junio, p. 26; 4 de junio, p. 22 (carta de Tomás
Confessor, destacada figura política filipina, que describe en detalle la ilegalidad de privar a los
diputados de sus escaños); 18 de septiembre, p. 4; 19 de septiembre, p. 18; Pomeroy, p. 20; Taruc, pp.
214-227; Lachica, pp. 120-121.
10 New York Times, 12 de marzo de 1947, p. 15. Las palabras son las utilizadas por el diario; Lachica,
p. 121.
11 Pomeroy, p. 28, explica cómo ocurrió todo esto.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 68
12 Taruc, capítulos 23 y 24; Pomeroy, p. 78; el Ejército filipino informó que sus incursiones en las
áreas huks durante el mes siguiente a las elecciones habían ocasionado 600 muertes (New York Times,
20 de mayo de 1946, p. 8), pero no se hizo diferenciación entre las bajas militares y las civiles en lo
publicado por la prensa; ver igualmente Lachica, p. 121.
13 Taylor, pp. 114 y 115. El libro fue publicado por Frederick A. Praeger, Inc. para el Consejo de
Relaciones Exteriores, el tanque pensante de superalto nivel cuyos oficiales y directores en aquel
tiempo incluían a Alien Dulles, David Rockefeller y John J. McCIoy. Según se reveló más tarde, Praeger
publicó varios libros en los 60 bajo el auspicio de la CIA. El aquí mencionado, aunque razonable en la
mayoría de los temas, se vuelve pueril y semihistérico al hacer referencia a los huks o al “comunismo”.
14 Departamento de Estado: Treaties and Other International Agreements of the United States of
America, 1776-1949. Washington, 1974, pp. 84-89; Pomeroy, pp. 21-23; Taylor, p. 129.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 69
15 New York Times, 1 de julio de 1946, cincuenta millones aportados; 11 de febrero de 1950, p. 6,
lnsurgency in the Philippines”, en Daniel Schirmer y Stephen Shalom, eds.: The Philippine Reader,
Boston, 1987, pp. 112-113.
17 William Worden: “Robin Hood of the Islands”, en Saturday Evening Post, 12 de enero de 1952,
p. 76.
18 Lansdale, pp. 24-30, 47.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 70
19 Joseph Burkholder Smith: Portrait of a Cold Warrior. G. P. Putnam’s Sons, New York, 1976, p. 95
Allies in the Controlof the World. Ballantine Books, New York, 1974, pp. 38-39.
24 Ibíd., pp. 102-103.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 72
25
Smith, p. 95, citando al oficial de la CIA Paul Lineberger.
26 New York Times, 16 de octubre de 1953, p. 26.
27 Entrevistas realizadas por Thomas Buell a Ralph Lovett, jefe de la estación CIA en Filipinas a
principios de los 50, y a Lansdale; citadas en Raymond Bonner: Waitzing With a Dictator: The Márcoses
and the Making of American Policy. New York, 1987, pp. 39-40. Ver también New York Times, 31 de
marzo de 1997, p. 1.
28 Bonner, p. 41.
29 Sherman Adams: FirsthandReport. New York, 1961, p. 123.
30 Para una descripción general detallada de la manipulación de la vida política filipina por parte
de la CIA, y de Magsaysay en particular, ver Smith, capítulos 7, 15, 16 y 17. Smith era un oficial de la
CIA que, a principios de los 50, trabajaba en la división del Lejano Oriente, que incluía a Filipinas,
relacionado con cuestiones de la guerra política y psicológica.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 73
31 Smith, p. 280.
32 Entrevista de Buell a Lovett (ver nota 27. citada en Bonner, p. 42.
33 Reader’s Digest, abril de 1963, artículo titulado “Democracy Triumphs in the Philippines”.
34 Smith, p. 290.
35 Moción Nº 6584 de la Cámara, Ley de la República Nº 1 700, aprobada el 20 de junio de 1957.
4. Filipinas. Décadas de 1940 y 1950 74
36 Acerca de las condiciones de los huks: New York Times, 3 de abril de 1949, p. 20; 30 de junio de
1950, p. 4.
37 Lachica, p. 131.
38 Taylor, p. 192.
5. Corea 1945-1953 75
5. COREA 1945-1953
¿Fue todo lo que pareció ser?
Morir por una idea es algo noble sin duda. Pero mucho más noble sería si los
hombres muriesen por ideas verdaderas.
H. L. Mencken, 1919
8 Joseph C. Goulden: Korea: The Untoid Story of the War. New York, 1982, p. 64.
9 New York Times, 26 de junio de 1950.
10 Ibíd., 1º. de octubre de 1950, p. 4.
11 Goulden, pp. 87-88; Stone, pp. 75 y 77.
12 Para un mayor análisis de la tendencia de la ONU en ese momento ver Jon Halliday: “The United
Nations and Korea”, en Frank Baldwin, ed.: Without Parallel: The American- Korean Relationship Since
1945. New York, 1974, pp. 109-142.
5. Corea 1945-1953 81
13 Trygve Lie: In the Cause of Peace. New York, 1954, capítulos 18 y 19.
14 Shirley Hazzard: Countenance of the Truth: The United Nations and the Waidheim Case. New
York, 1990, pp. 13-22. En la p. 389 de su libro, Lie plantea que fue él quien inició esta práctica.
15 Memorándum de la CIA del 28 de junio de 1950, en Deciassified Documents Reference System.
18 Dwight Eisenhower: The White House Years: Mándate for Change 1953-1956. New York, 1963,
p. 340.
19 Para un análisis sobre la política de postguerra en Corea del Sur ver:
a) Bruce Cumings: The Origins of the Korean War: Liberation and the Emergence of Sepárate
Regimes, 1945-1947. Princeton University Press, New Jersey, 1981, passim.
5. Corea 1945-1953 83
b) E. Grant Meade: American Miiítary Government in Korea. King’s Crown Press, Columbia
University, New York, 1951, capítulos 3 al 5.
c) George M. McCune: Korea Today. Institute of Pacific Relations, New York, 1950, passim, pp. 46-
50 sobre la RPC. El profesor McCune trabajó con el Gobierno norteamericano sobre asuntos coreanos
durante la Segunda Guerra Mundial.
d) D. F. Fleming: The Cold War and its Origins 1917-1960. Doubleday & Co., New York, 1961, pp.
589-597.
e) Alfred Crofts: “The Case of Korea: Our Falling Ramparts”, en The Nation, New York, 25 de junio
de 1960, pp. 544-548. Crofts era miembro del gobierno militar norteamericano en Corea a partir de
1945.
20 Crofts, p. 545.
21 Gunther, p. 165.
22 Crofts, p. 545.
23 Ibíd.
24 Ibíd., p. 546.
5. Corea 1945-1953 84
25 Sobre los colaboradores ver Cumings, pp. 152-156; Meade, p. 61; McCune, p. 51; y en otras
partes de estas fuentes, al igual que en Fleming y Crofts. Los japoneses y sus colaboradores retuvieron
sus posiciones para bloquear a la RPC, ver Cumings, pp. 138- 139.
26 McCune, pp. 83-84, 129-139, 201-209.
27 Sobre las elecciones de 1946 ver Mark Gayn: Japan Diary. New York, 1948, p. 398; sobre la
elección de 1948 ver Crofts, p. 546; Halliday, pp. 117-122; sobre las elecciones de 1952 y el aviso de
EE.UU. ver Fleming, p. 594. Para un análisis de la forma en que Rhee impidió una elección honesta en
1952 y más adelante, así como sobre su tiránico gobierno, ver William J. Lederer: A Nation of Sheep.
\N\N. Norton & Co., New York, 1961, capítulo 4.
28 Gunther, pp. 166-167.
5. Corea 1945-1953 85
29 Gayn, p. 388.
30 Ibíd., p. 352.
31 John Kie-Chiang Oh: Korea: Democracy on Tríal. Cornell University Press, Ithaca, New York, 1968,
p. 35.
32 The Nation, New York. 13 de agosto de 1949, p. 152.
33 Gunther, p. 171.
34 Oh, p. 206; ver también el New York Times, 11 de abril de 1951, p. 4 para un relato de la masacré
de entre 500 y 1.000 personas en marzo en el mismo lugar, lo que parece estar referido al mismo
incidente.
5. Corea 1945-1953 86
otros conflictos bélicos que contaron también con amplio apoyo popular.
(En contraste, durante la guerra de Vietnam la tendencia al florecimiento
de los mitos fue contrarrestada de manera regular por protestantes
instruidos que investigaron cuidadosamente los orígenes de la guerra,
monitorearon su desarrollo y dieron a conocer estudios que discrepaban
con fuerza de las versiones oficiales, con lo que llegaron a influir en los
medios masivos para hacer lo mismo.)
Había consenso, por ejemplo, en que la brutalidad de la guerra era
responsabilidad absoluta de los norcoreanos. El incidente de Koch’ang
antes mencionad o debería haber servido para cuestionar esta creencia.
Con respecto al mismo observó el estudioso británico Jon Halliday:
Este hecho no sólo sirve para indicar el nivel de violencia política
empleado por parte de la ONU, sino que también hace plausibles las
acusaciones de RPDC [Corea del Norte] y de la oposición en el Sur sobre
las atrocidades y ejecuciones masivas de las fuerzas de la ONU y de las
oficialistas de Rhee durante la ocupación de la RPDC a fines de 19 50.
Después de todo, si los civiles pueden ser ametrallados en el Sur por ser
sospechosos de ayudar (ni siquiera por ver) a los guerrilleros, ¿qué pasaría
con el Norte, donde millones pudieran ser tomados por comunistas o
militantes políticos? autor.)35 (Subrayado del
El relato de Oh es apenas uno entre los numerosos informes de
matanzas llevadas a cabo por los sudcoreanos contra su propio pueblo
durante la guerra. El New York Times reportó una “oleada de ejecuciones
del Gobierno [sudcoreano] en Seúl” en diciembre de 1950. 36 René
Cutforth, corresponsal de la BBC en Corea, escribió más tarde sobre “los
fusilamientos de civiles sin juicio alguno, designados por la policía como
‘comunistas’. Las ejecuciones tenían lugar por lo general al amanecer, en
cualquier terreno abandonado donde se pudiese cavar una zanja y alinear
frente a ella a un grupo de prisioneros”. 37 Y Gregory Henderson, un
diplomático norteamericano que permaneció siete años en Corea entre
1940 y 1950, declaró que “probablemente más de cien mil fueron
ejecutados sin juicio o cosa que se pareciera” por las fuerzas de Rhee en
el Sur durante la guerra.38 Después de algunas de estas masacres de civiles
en el Sur, el gobierno de Rhee haría declaraciones atribuyéndolas a tropas
del Norte.
Una forma en la que EE.UU. contribuyó de manera directa a la
35 Jon Halliday: “The Political Background”, en Gavan McCormack y Mark Selden, eds.: Korea.
North and South: The Deepening Crisis. New York, 1978, p. 56.
36 New York Times, 11 de abril de 1951, p. 4.
37 René Cutforth: “On the Korean War”, en The Listener (publicación de la BBC), Londres, 11 de
42 Eugene Kinkead: Why They Collaborated. Londres. 1960, p. 17; publicado en EE.UU. en 1959 con
ligeras diferencias bajo el título in Every War But One. El estudio del Ejército no estaba comprendido
en un solo volumen, sino disperso en un número de informes separados. El libro de Kinkead, escrito
con la total cooperación del Ejército está compuesto por un resumen de algunos de esos informes, y
de entrevistas con numerosos funcionarios militares y del Gobierno que estuvieron directamente
involucrados o tenían conocimiento sobre el estudio o el lema. Para hacerlo más sencillo me he
referido al libro como si se tratara del estudio mismo. Debe reconocérsele al Ejército que no mantuvo
en secreto la mayor parte de los resultados del estudio; sin embargo, el mismo contiene algunas frases
anticomunistas de las más grotescas, tales como: la mentira se castiga en China con la muerte; los
comunistas viven toda su vida como animales, etc. (pp. 190, 193).
43 Keesings Contemporary Archives. 5 al 12 de enero de 1952, p. 11931, un anuncio emitido el 31
los años 50, cómo desarrollar una magia semejante, ni ellos ni los
norcoreanos ni los chinos fueron nunca capaces de ella. La Agencia
comenzó sus experimentos de “control del comportamiento”, o “control
mental”, en sujetos humanos (probablemente en sospechosos de ser
dobles agentes), usando drogas e hipnosis en Japón en julio de 1950, poco
después del inicio de la guerra de Corea. En octubre al parecer utilizaron a
prisioneros norcoreanos en estas pruebas.46 En 1975, un psicólogo de la
Marina de EE.UU., el comandante Thomas Narut, reveló que parte de su
trabajo era establecer la forma de inducir al personal en servicio que por
naturaleza no se inclinara a matar, para que lo hiciese bajo ciertas
condiciones. Se refirió a estos hombres con los términos “matones” y
“asesinos”, Narut añadió que se habían liberado a asesinos convictos de
prisiones militares para convertirlos en malones.47
El lavado de cerebro, decía el estudio del ejército, “se ha convertido en
una frase común, utilizada para tantas cosas que ya no tiene un significado
preciso” y “un significado preciso es necesario en este caso”.48
Los prisioneros, en la medida en que han podido descubrirlo los
psiquiatras militares, no fueron sometidos a nada que pudiera llamarse
lavado de cerebro con propiedad. De hecho, el tratamiento comunista a
los prisioneros, aunque no se acercaba a cumplir los requerimientos de la
Convención de Ginebra, rara vez implicaba la crueldad directa, sino que
era una mezcla muy original de flexibilidad y presiones [...] Los comunistas
rara vez utilizaban la tortura física [...] y el ejército no ha encontrado un
solo caso verificable en el cual fuese usada para obligar a alguien a
colaborar o a aceptar sus convicciones.49
naval norteamericano en Nápoles, Italia, y había hecho sus comentarios en una conferencia auspiciada
por la OTAN en Oslo, Noruega, una semana antes.
48 Kinkead, p. 31.
49 Ibíd., pp. 17. 34.
5. Corea 1945-1953 90
Estados Unidos?
52 Para una descripción concisa del “bombardeo aterrorizante” de 1952-1953, ver John- Gittins:
“Talks, Bombs and Germs: Another Look at the Korean War”, en Journal of Contemporary Asia, Vol. 5.
Nº 2. Londres, 1975, pp. 212-216.
53 Comunicado de la Fuerza Aérea. 2 de febrero de 1951, citado por Stone, p. 259.
54 Military Situation in the Far East, audiencias ante los comités del Senado sobre Servicios
Corea, pero no hay que ir muy lejos para descubrir el soslayado hecho de
que la parte anticomunista también ponía muchos obstáculos. Syngman
Rhee, por ejemplo, se oponía tanto a cualquier propuesta que no fuese la
victoria total del Sur, que la administración de Truman y la de Eisenhower
llegaron a diseñar planes para derrocarlo; 56 lo cual no indica que los
negociadores americanos lo hicieran con la mejor buena fe. Lo último que
deseaban era ser acusados de haber permitido a los comunistas burlarse
de ellos. De este modo se pudo leer en el New York Times en noviembre
de 1951:
La forma cruda en que al parecer un creciente número de ellos
[soldados norteamericanos en Corea] ve la situación ahora es que los
comunistas han hecho concesiones importantes, mientras que el
comando de Naciones Unidas, en su opinión, continúa pidiendo más y más
[...] El equipo de Naciones Unidas que discute la tregua ha creado la
impresión de que cambian de exigencia en cuanto los comunistas indican
que podrían estar de acuerdo con ella.57
En un momento dado de este mismo período, cuando los comunistas
propusieron que hubiera un cese al fuego y una retirada de las tropas de
la línea de combate mientras se llevaran a cabo las negociaciones, el
comando de la ONU reaccionó casi como si se tratara de un acto engañoso
y beligerante. “El planteamiento de hoy de los comunistas [decía el
anuncio del comando de la ONU] fue prácticamente una renuncia de su
posición anterior de que las hostilidades debían continuar durante las
conversaciones para el armisticio”. 58
Hubo una vez en que Estados Unidos llevó a cabo una guerra civil en la
que el Norte intentó unificar por la fuerza de las armas el país dividido.
¿Acaso Corea o China o alguna otra potencia extranjera envió un ejército
para masacrar norteamericanos acusando a Lincoln de agresor? ¿Por qué
EE.UU. decidió desarrollar una guerra a gran escala en Corea? Sólo un año
antes, en 1949, en la contienda árabe-israelí en Palestina y en la guerra
entre India y Pakistán por la posesión de Cachemira, la ONU, con apoyo
norteamericano, había intervenido para mediaren un armisticio, no para
enviar un ejército a tomar parte y expandir la lucha. Y ambos conflictos
eran de naturaleza menos adecuada al concepto de guerra civil interna
que el de Corea. Si la reacción de EE.UU. y la ONU hubiera sido la misma
en estos casos previos, Palestina y Cachemira podrían haber terminado
convertidos en la tierra arrasada que fue el destino de Corea. Lo que los
salvó, lo que mantuvo a las fuerzas armadas norteamericanas fuera, no
6. ALBANIA 1949-1953
El correcto espía inglés
“El planear y sabotear simultáneamente esta desdichada empresa
debe haber sido una terrible prueba para su energía e ingenuidad”,
escribió uno de los biógrafos de Kim Philby. 1 La empresa fue el intento
clandestino, a partir de 1949, por parte de Gran Bretaña y EE.UU. para
derrocar al régimen pro soviético de Enver Hoxha mediante la incitación
de levantamientos de guerrillas.
Este intento terminó en un desastre, en parte a causa de que los rusos
habían sido alertados al parecer por Philby, el correcto inglés que había
asistido a todas las escuelas de derecha y penetró los niveles más altos de
la inteligencia británica y norteamericana, a pesar de ser un espía soviético
desde los veintiún años.
Philby se había trasladado a Washington un año antes para actuar
como contacto entre el Servicio de Inteligencia Secreta Británica (SIS) y la
CIA. En esta función sirvió como codirector del equipo SIS-CIA que se
dedicó a planear la operación en Albania. Se había escogido este país
porque se le consideraba el más vulnerable entre los estados socialistas,
el más débil y pequeño, sin frontera común con la URSS, aislado entre una
Grecia bajo control estadounidense y una Yugoslavia que había renegado
del bloque soviético. Además, un acuerdo reciente entre la URSS y Albania
establecía la entrega de ayuda a esta última a cambio de darles derecho a
los soviéticos para construir una base de submarinos con acceso directo al
Mediterráneo.2 Según las reglas y la lógica de los directivos de la Guerra
Fría, este era un movimiento que EE.UU. estaba obligado a impedir.
El equipo comenzó por reclutar emigrados albaneses que estaban
viviendo en Italia, Grecia y otras partes. Recibieron un entrenamiento
militar básico, con un toque de tácticas de guerra de guerrillas, en
locaciones de la isla inglesa de Malta, en el Mediterráneo; en la zona
ocupada por EE.UU., en Alemania occidental, y, en menor medida, en la
propia Inglaterra. 3 “Siempre que deseamos llevar la subversión a algún
4 Kim Philby: MySilent War. MacGibbon and Kee, Londres, 1968, p. 117.
5 E. Howard Hunt: Undercover: Memoirs of an American Secret Agent. Londres, 1975, p. 93.
6 Ver nota 3.
6. Albania 1949-1953 96
7 Acerca de la trayectoria política de los emigrados ver New York Times. 20 de junio de 1982, p.
22; Bethell, passim. Christopher Simpson: Blowback: America s Recruitment of Nazis and its Effects on
the Cold War. New York, 1988, p. 123 (Xhafer Deva).
8 Radio station, unrest: New York Times, 31 March 1951, p. 5; 9 April 19:51, p. 1; 26 September
1951.
9 Philby, p. 118
10 New York 11 A, 27 March 1950; 9 April 1951, p. 1.
6. Albania 1949-1953 97
11 Bethell, p. 183.
12 New York Times. 9 de abril de 1951, p. 1.
13 Bethell, p. 200.
7. Europa del Este 1948-1956 98
describía sus planes acerca de Field y Berman, y el daño que podría causar
al Partido Comunista en Polonia. Concluyó preguntando: “¿Alguna
objeción?”
Alien Dulles no las tenía. Su reacción al mensaje de Swiatlo fue de
placer y diversión, había llegado el momento de ajustar cuentas con Noel
Field y, lo más importante, Dulles vio que Swiatlo, al hacer aparecer a Field
como un “espía norteamericano”, podía dejar fuera de combate a
incontables funcionarios comunistas en el bloque soviético. Podía poner
al bloque en conjunto en un estado de paranoia aguda y desatar una ola
de represión y de tiranías stalinistas que podía, eventualmente; conducirá
revueltas populares. Dulles llamó a su plan Operación Factor
Fragmentante.
Así fue que se orientó a Swiatlo encontrar espías en todas partes en
Europa del Este. Descubriría complots norteamericanos y británicos,
conspiraciones “trotskistas” y “titoístas”. Llegaría a informar al propio jefe
de la Policía Secreta soviética, Lavrenti Beri a, que en el centro de esa vasta
red se hallaba un hombre llamado Noel Haviland Field.
Field fue arrestado y terminó en prisión en Hungría, como ocurrió con
su esposa Herta cuando fue buscándolo. Y cuando su hermano Hermann
trató de encontrarlos, corrió la misma suerte en Polonia. En 1997, bajo el
Acta de Libertad de Información, el autor tuvo acceso a un memorándum
de la CIA al Departamento de Estado y el FBI, fechado el 26 de octubre de
1949, donde informaba: “Esta Agencia tuvo conocimiento [borrado] Noel
Field y su esposa están bajo arresto [borrado]”. El segundo borrón tenía
11 caracteres, exactamente los necesarios para escribir “en Hungría”, en
inglés. Noel Field había ¡do a Polonia en enero de 1949 y desapareció algún
tiempo antes de la fecha del memorándum. Durante los cinco años
siguientes el Departamento de Estado dejó que el mundo creyera que no
tenía noticias del paradero de Noel y Hería Field y no hizo nada por
ayudarlos. Es de presumir que sabían lo sucedido por Swiatlo, pero no
podían decirlo por temor a revelar a los gobiernos en Europa del Este que
tenían una fuente de información entre ellos.
Swiatlo estaba en una posición única para llevar a cabo la Operación
Factor Fragmentante. No sólo tenía la autoridad, sino los expedientes de
numerosos miembros del Partido Comunista en los países del bloque.
Cualquier conexión que hubiesen tenido con Noel Field, cualquier cosa
que Field hubiera hecho, podía interpretarse como un signo de la
presencia de la inteligencia norteamericana tras él, o como un acto de
subversión potencial o real en los estados socialistas. Los soviéticos, y el
mismo Stalin, estaban muy interesados en los “fieldistas”. Noel Field había
conocido a casi todo el que tenía algún peso en el bloque socialista.
Y por si acaso el nivel de paranoia no llegaba al grado suficiente en los
7. Europa del Este 1948-1956 101
2 La historia de la Operación Factor Fragmentante viene del libro con el mismo nombre escrito por
Stewart Steven y publicado en Londres en 1974. Steven, un veterano periodista británico y editor de
The Mail on Sunday, ofrece muchos más detalles que el breve resumen que brindamos aquí. Presenta
numerosas evidencias y hay que leer todo el libro para apreciarlo. Sin embargo, su tesis central aún
no está probada. Steven plantea que esta tesis, la instigación por parte de Alien Dulles a Josef Swiatlo
7. Europa del Este 1948-1956 102
para utilizar a Noel Field de la manera explicada, viene de entrevista s personales con antiguos
miembros de la CIA, el SIS (Servicio de Inteligencia Secreta de Gran Bretaña) y otras personas
implicadas en la conspiración que insistieron en permanecer anónimas. Flora Lewis, la corresponsal
del Washington Post que escribió Red Pawn: The Story of Noel Field (New York. 1965, publicado en
Londres en ese mismo año como The Man Who Disappeared: The Strange History of Noel Field), señala
en su libro que encontró una “barrera oficial de silencio” cada vez que pidió información a los centros
de inteligencia norteamericana, suiza, francesa, británica y alemana, incluso en “preguntas simples
sobre fechas y lugares”. Y ella no preguntaba sobre la Operación Factor Fragmentante en sí misma,
pues nada sabía de ella, sino sólo acerca de Noel Field una década después de que lo hubiesen
liberado. De igual forma, el Gobierno norteamericano le negó el acceso a Swiatlo sin darle ninguna
explicación al respecto. Richard Harris Smith, autor de OSS: The Secret History of America's First Central
Intelligence Agency (University of California Press, 1972), escribe en la nota de la p. 238: “Más tarde
se sugirió que el arresto de Field era en realidad parte de un plan británico para dividir a los comunistas
de Europa del Este, tal como se esboza en The Spy Who Carne in From the Coid, de John Le Carre”.
Thomas Powers, en The Man Who Keptthe Secrets: Richard Helms and the CIA (Pocket Books, New
York. 1979) sugiere (pp. 405-406) que “la premisa central [de Stewart Steven) al parecer viene de
alguien en el SIS británico a quien no le agradaba Dulles”.
3 New York Times, 25 de octubre de 1954, p. 1.
4 Ibid., 19 de febrero de 1955, p. 1.
5 Ibid., 17 de noviembre de 1954, p. 1.,6
7. Europa del Este 1948-1956 103
18 de noviembre de 1954; Robert T. Holt y Robert W. van de Velde: Strategic Psychological Operations
and American Foreign Policy. University of Chicago Press, 1960, capítulo VIL
12 New York Times, 24 de enero de 1952, p. 4.
13 Ibid., 30 de agosto de 1955, p. 1.
14 Ibíd., 30 de noviembre de 1976.
7. Europa del Este 1948-1956 104
15 Stephen Ambrose: Ike’s Spies. Doubleday & Co. New York, 1981, pp. 235, 238.
8. Alemania. Década de 1950 105
1 Dean Acheson: Present at the Creation: My Years in the State Department. New York, 1969, p.
260.
2 Ibíd.
8. Alemania. Década de 1950 106
una invasión soviética al resto de Europa, la idea de una Alemania con las
manos atadas se acercaba peligrosamente a ser “blando con el
comunismo”, si no algo peor.3
Dwight Eisenhower se hizo eco de esto último cuando escribió más
tarde:
Si algunos funcionarios del gobierno de Roosevelt se hubieran salido con la
suya, Alemania hubiera estado mucho peor, pues había quienes abogaban por
inundar las minas del Ruhr, destruir las fábricas alemanas y reducir al país de
una nación industrial a una nación agrícola. Harry Dexter White, que más tarde
fue señalado por el Fiscal General Brownell como estrechamente vinculado a
la red de espionaje soviético en nuestro gobierno [...] propuso exactamente
eso.4
De esta forma la desindustrialización de Alemania occidental corrió la
misma suerte que su desmilitarización en los años siguientes, pues EE.UU.
le facilitó una asistencia económica masiva: cuatro mil millones de dólares
del Plan Marshall y un ejército de expertos técnicos e industriales.
Al mismo tiempo, la URSS estaba extrayendo asistencia económica
masiva de Alemania oriental. Los soviéticos desmantelaron y trasladaron
fábricas enteras con grandes volúmenes de equipamiento y maquinaria, y
miles de kilómetros de vías férreas. Si se añaden a las compensaciones de
guerra, la suma alcanza los miles de millones.
A principios de la década de 1950, aunque los servicios sociales, el
empleo y la vida cultural en Alemania oriental estaban a la par, o por
encima, de la occidental, este último sector tenía ventaja en las áreas más
atractivas: salarios más altos, mejor comida, mayor disponibilidad de
bienes de consumo y multitud de luces de neón iluminaban la noche a lo
largo de Kurfürstendamm.
Sin embargo, los guerreros fríos norteamericanos, al parecer
descontentos con los tantos obtenidos en el juego, o con la idea de
depender demasiado de la suerte, llevaron a cabo una cruda campaña de
sabotaje y subversión contra Alemania oriental con el
fin de arruinar su aparato económico y administrativo. La CIA y otros
servicios militares y de inteligencia en Alemania occidental (con el apoyo
ocasional de sus similares en la inteligencia británica y de la policía
germanooccidental) reclutaron, equiparon, entrenaron y financiaron
grupos de activistas e individuos tanto en el Este como en el Oeste. No era
difícil encontrar reclutas para esta cruzada, pues en la Alemania de la
postguerra, el anticomunismo había sobrevivido como el único rasgo
3 Para un mayor análisis acerca del fracaso de la desindustrialización, ver Richard J. Barnet: Allies:
America, Europe and Japan since the War. Londres, 1984, pp. 33-39.
4 Dwight Eisenhower: The White House Years: Mándate for Change, 1953-1956. New York, 1963,
pp. 79-80.
8. Alemania. Década de 1950 107
a) Democratic Germán Report, varios números desde 1952 hasta 1957 (consultar sus índices
anuales bajo el acápite “Sabotaje”, “Espionaje”, etc.). Esta era una pequeña revista en inglés publicada
quincenalmente en Berlín oriental por el británico John Peet, antiguo corresponsal jefe de la Agencia
de Noticias Reuters en Berlín occidental.
b) Nation’s Bussiness (publicada por la Cámara de Comercio de EE.UU.), abril de 1952, pp. 25-27,
68-69, analiza muchas de las tácticas empleadas.
c) Sanche de Gramont: The Secret War. New York, 1963, pp. 479-480.
d) The New Yorker, 8 de septiembre de 1951, artículo sobre el Comité Investigador de Juristas
Libres de la Zona Soviética.
e) The Nation, New York, 24 de junio de 1961, pp. 551-552.
f) Andrew Tully: CIA: The Inside Story. Fawcett, New York, 1962, pp. 133-134; acerca de las
actividades de la CIA en relación con la revuelta alemana de junio de 1953.
g) Saturday Evening Post, 6 de noviembre de 1954, p. 64; hace referencia a los descarrilamientos
de trenes promovidos por la CIA en Alemania oriental y la voladura de un puente ferroviario, así como
de sabotajes a la producción en países de Europa del Este no especificados. Esto era parte de una serie
sobre la CIA preparada en colaboración con la Agencia. Ver Jonathan Kwitny York: Endless Enemies:
The Making of an Unfriendly World. New York, 1984, p. 165.
8. Alemania. Década de 1950 108
9. IRÁN 1953
Dándole seguridad al rey de reyes*
* Un recuento general de los hechos descritos en este capítulo puede ser obtenido en las siguientes
fuentes:
a) Kermit Roosevelt: Countercoup: The Struggle for the Control of Irán. New York, 1979, passim.
b) Bahman Nirumand: Irán: The New Imperialism in Action. New York, 1969, capítulos 2 al 4, en
particular acerca de la nacionalización iraní, la reacción británica y norteamericana y el
desenvolvimiento posterior al golpe.
c) Stephen Ambrose: Ike’s Spies. Doubleday & Co., New York, 1981, cap. 14 y 15.
d) Barry Rubín: Paved with Good Intentions: The American Experience and Irán. New York, 1980, cap.
3.
e) David Wise y Thomas B. Ross: The Invisible Government. New York, 1965, pp. 116- 121.
f) Andrew Tully: The Inside Story. New York, 1962, pp. 76-84.
g) Fred J. Cook en The Nation, New York, 24 de junio de 1961, pp. 547-551, en particular las condiciones
en Irán después del golpe.
1 Roosevelt, p. 8.
2 Ibíd., pp. 18-19.
9. Irán 1953 112
5 Roosevelt, p. 107.
9. Irán 1953 114
a) Manfred Halpern: “Middle East and North Africa”, en C.E. Black y T.P. Thornton, eds.:
Communism and Revolution. EE.UU., 1964, pp. 316-319.
b) Donald N. Wilber: Irán: Past and Present, 3ra. edición. Princeton University Press, 1955, p. 115.
Wilber es un historiador que, según ha admitido él mismo, era a la vez un operativo de la CIA. En un
libro posterior alega haber sido el autor principal de la operación para derrocar a Mossadegh (conocida
como la Operación Ajax), aunque no da evidencias que lo prueben. También señala que el libro de
Roosevelt esté lleno de equivocaciones con respecto a los hechos. Ver Adventures in the Middle East
(1986), pp.187-188.
c) Nirumand: op. cit.
d) Rubín: op. cit.
9. Irán 1953 115
9 Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Volumen 1979, documento 79E.
10 Ibíd.
11 Entrevista a Roosevelt por Robert Scheer en Los Angeles Times, 29 de marzo de 1979, p. 1.
9. Irán 1953 116
El joven sha de Irán había sido relegado a un papel poco menos que
pasivo por Mossadegh y el proceso político iraní. Su poder había sido
disminuido al punto de estar “imposibilitado de acción independiente”,
señalaba el informe del Departamento de Estado. Mossadegh presionaba
por lograr el control de las fuerzas armadas y por tener más poder de
decisión sobre los gastos de la corte y el indeciso e inexperto sha —el “rey
de reyes”— no se atrevía a oponerse abiertamente a su primer ministro
por la gran popularidad de este.
La secuencia de hechos instigados por Roosevelt que llevaron
finalmente a la supremacía del sha parece sencilla, vista en la distancia,
incluso ingenua, y muy ligada a la suerte. El primer paso fue asegurar al
sha de que Eisenhower y Churchill lo respaldarían en la lucha por el poder
contra Mossadegh, y estaban dispuestos a brindarle todo el apoyo militar
y político que necesitara. Roosevelt en realidad no sabía lo que pensaba
Eisenhower, o si este conocía siquiera acerca de la operación, y llegó tan
lejos como para fabricar un mensaje del presidente al sha en el que
expresaba su respaldo.13
Al mismo tiempo, el sha fue persuadido para emitir un decreto real que
destituía a Mossadegh y nombraba en su lugar a Fazlollah Zahedi, un
general que había sido encarcelado durante la guerra por los británicos a
causa de su colaboración con los nazis.14 Tarde en la noche del 14 al 15 de
agosto, un emisario del sha entregó el decreto real en la casa de
Mossadegh, que estaba rodeada por soldados. No es de extrañar que
fuese recibido fríamente y que no se le permitiera ver al primer ministro.
En lugar de ello, se le obligó a dejar el decreto con un sirviente, el cual
firmó un recibo por la hoja de papel que destituía a su amo. Tampoco es
sorprendente que Mossadegh no abdicara. El primer ministro, que
sostenía que sólo el Parlamento podía destituirlo, se dirigió a la nación por
radio a la mañana siguiente y afirmó que el sha, alentado por “elementos
foráneos”, había intentado un golpe de Estado, por tanto él. Mossadegh,
se veía obligado a asumir todo el poder. Denunció a Zahedi como traidor
y ordenó arrestarlo, pero el general había sido escondido por la gente de
Roosevelt.
El sha, temiendo haber perdido todo, huyó con su reina hacia Roma vía
Bagdad, v sin siquiera una maleta. Inconmovible. Roosevelt continuó la
británico en la Segunda Guerra Mundial que secuestró a Zahedi para evitar que diera más ayuda a los
nazis.
9. Irán 1953 117
15 Los detalles acerca de los últimos días del régimen de Mossadegh pueden ser encontrados en
Roosevelt, capítulos 11 y 12; Wilber, pp. 124-127 (intencionadamente no menciona a la CIA, ver nota
8); Ambrose, capítulo 15, al igual que en otros libros mencionados en este capítulo de mi libro.
16 Acerca de la manifestación: Wilber, p. 125; Roosevelt, p. 179; New York Times, 19 de agosto de
1953.
17 Brian Lapping: End of Empire. Gran Bretafia-EE.UU., 1985, p. 220; basado en la serie del mismo
Seguridad Mutua de 1954”, pp. 503, 569-570. Stewart era el director de la Oficina de Asistencia Militar
del Departamento de Defensa.
9. Irán 1953 120
Un poco antes ese mismo año, el New York Times había señalado que
“la opinión prevaleciente entre observadores designados en Irán” era que
“Mossadegh es el político más popular en el país”. Durante un período de
más de cuarenta años Mossadegh había “adquirido reputación como un
patriota honesto”.26
En julio, el director de Asuntos Iraníes en el Departamento de Estado
había testificado que “Mossadegh tenía un control tan tremendo sobre las
masas populares que sería muy difícil quitarlo del poder”. 27 Unos pocos
días más tarde, “al menos cien mil” personas llenaron las calles de Teherán
para expresar fuertes sentimientos contra el sha y EE.UU. Aunque
auspiciado por el Tudeh, el número de participantes excedía en mucho al
de los miembros del partido.28
Pero la popularidad y las masas, cuando carecen de armas, pesan poco,
pues al final lo que presenció Teherán fue un enfrentamiento militar
llevado a cabo en ambas partes por soldados obedientes a las órdenes de
un puñado de oficiales, algunos de los cuales pensaban sólo en sus
carreras y ambiciones al elegir el bando: otros tenían compromisos
ideológicos más serios. El New York Times caracterizó el súbito giro de la
suerte de Mossadegh como “nada más que un motín (...) contra los
oficiales pro Mossadegh” por parte de “los rangos militares inferiores”,
quienes reverenciaban al sha y habían reprimido brutalmente las
demostraciones del día anterior, pero se negaron a hacerlo el 19 de agosto
y, en cambio, se volvieron contra sus oficiales. 29
No está claro cuáles conexiones previas habían establecido Roosevelt y
sus agentes con los oficiales pro sha. En una entrevista concedida en la
25 Kennett Love: “The American Role in the Pahlevi Restoration on 19 August of 1954”, manuscrito
inédito existente entre los papeles de Alien Dulles en la Universidad de Princeton; extractos del mismo
aparecen en Jonathan Kwitny: Endiess Enemies: The Making ofan Unfriendiy World. New York, 1984,
pp. 164-177.
26 New York Times, 18 de enero de 1953, IV, p 8.
27 Testimonio ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara brindado por Arthur L. Richards,
director de la Oficina para Asuntos Griegos, Turcos e Iraníes, el 17 de julio de 1953, sesión ejecutiva,
documento desclasificado en 1981, p. 148.
28 New York Times, 21 de julio de 1953.
29 Ibid., 23 de agosto de 1953, IV, p. 1.
9. Irán 1953 121
1961, p. 310.
36San Francisco Chronicle, 26 de diciembre de 1979.
9. Irán 1953 123
37 Roosevelt, p. 145.
38 New York Times, 6 de agosto de 1954.
39 Alien Dulles: The Craft of New York, 1965, p. 216.
40 Fortune, New York, junio de 1975, p. 90.
41 Love: op. cit., citado por Kwitny, p. 175.
42 Roosevelt, p. 9.
43 Jesse J. Leaf, analista jefe de la CIA en Irán durante cinco años antes de renunciar en 1973,
denominaba “comunista”.
El concepto básico detrás de ese tipo de lenguaje —una práctica
occidental estándar durante toda la Guerra Fría— era negar la idea de que
los comunistas pudieran ser personas con una preocupación sincera por el
cambio social. Los funcionarios norteamericanos lo negaban entre ellos
mismos, tanto como lo negaban al mundo. Veamos, por ejemplo, un
extracto de un informe de la CIA acerca de Guatemala, elaborado en 1952
para consumo de la Casa Blanca y la comunidad de inteligencia:
El éxito político comunista se deriva por lo general de la habilidad de
individuos comunistas y sus compañeros de viaje para identificarse con las
aspiraciones sociales y nacionalistas de la Revolución de 1944. De esta
manera, han tenido éxito al infiltrarse en la Administración y en los partidos
políticos pro gubernamentales y han tomado el control de los sindicatos [...]
[Arbenz] es en esencia un oportunista cuya política es en gran medida una
cuestión de accidente histórico [...] La extensión de la influencia [comunista]
ha sido facilitada por la adaptabilidad de “clichés” marxistas a los objetivos
anticolonialistas y sociales de la Revolución Guatemalteca. 15
p. 49. McCann había sido un funcionario de la United Fruit. Casi todas las fuentes difieren en cuanto
al monto ofrecido por el Gobierno guatemalteco, comenzando a partir de la cifra dada por McCann
hasta casi 1 200.000 dólares.
10. Guatemala 1953-1954 130
Estados Unidos ante las Naciones Unidas y otros. Anne Whitman, la esposa
del director de Relaciones Públicas de la compañía, era la secretaria
personal del presidente Eisenhower. El subsecretario de Estado (y ex
director de la CIA) Walter Bedell Smith buscaba convertirse en ejecutivo
de la United Fruit al mismo tiempo que ayudaba a planear el golpe. Más
tarde fue nominado a la junta directiva.18
Bajo Arbenz, Guatemala construyó un puerto en el Atlántico y una
carretera para competir con la United Fruit, así como una hidroeléctrica
para ofrecer electricidad a precios más bajos que los del monopolio
controlado por Estados Unidos. La estrategia de Arbenz fue limitar el
poder de las compañías extranjeras a través de la competencia directa,
mucho más que mediante la nacionalización, algo impracticable, por
supuesto, cuando lo que está en juego tiene una magnitud fija, como es el
caso de la tierra. En su discurso inaugural, Arbenz afirmó: “El capital
extranjero siempre será bienvenido en tanto se ajuste a las condiciones
locales, permanezca subordinado siempre a las leyes guatemaltecas,
coopere con el desarrollo económico del país y se abstenga estrictamente
de intervenir en la vida política y social de la nación”. 19
Esto no describe en lo absoluto el papel de la United Fruit en
Guatemala. Entre otras muchas cosas, la compañía se había empeñado
con persistencia en frustrar los programas de reformas de Arbenz, en
desacreditarlo a él y a su gobierno y en impulsar su derrocamiento.
En reacción lógica, Arbenz desconfiaba de las multinacionales y no
podía recibirlas con los brazos abiertos en el país. Esta actitud, su
expropiación de las tierras de la United Fruit y su “tolerancia con los
comunistas” fueron más que suficientes para convertirlo en un hombre
marcado para Washington. Los Estados Unidos vieron estas políticas como
interrelacionadas: esto es, el tratamiento dado por el Gobierno
guatemalteco a las empresas norteamericanas se debía a la influencia
comunista, no a las exigencias económicas y sociales de la vida del país.
p. 424.
10. Guatemala 1953-1954 132
27 McCarin, p. 60.
10. Guatemala 1953-1954 136
28 David Atlee Phillips: The Night Watch: Twenty Five Years of Peculiar Service. Atheneum, New
p. 189.
10. Guatemala 1953-1954 137
32 James Hagerty, secretario de prensa de la Casa Blanca, Diarios 1954 (Biblioteca Eisenhower), 24
de junio de 1954, citado en Schlesinger y Kinzer, p. 181.
33 Brian Urquhart: Hammarskjold. Knopf, New York, 1972, pp. 91-94.
34 New York Times, 24 de junio de 1954; Schlesinger y Kinzer, p. 175.
10. Guatemala 1953-1954 138
37 Paul Kennedy: The Middle Beat. Teachers College Press, Columbia University, New York, 1971,
todas a la misma entrevista a Figueres en la televisión mexicana el 9 de marzo de 1975. Figueres puede
haber admitido sus conexiones con la CIA en este momento porque poco antes había aparecido el
libro de Philip Agee, que identificaba a Figueres como “un colaborador de la Agencia por largo tiempo”.
Ver inside the Company: CIA Diary, New York, 1975, p. 244 (publicado en Gran Bretaña en 1974).
4 David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government. New York, 1965, p. 127.
11. Costa Rica. Mediados de los 50 144
5 Charles D. Ameringer: Democracy in Costa Rica. Praeger, New York y Hoover Institution Press,
Rica, con apoyo de Figueres, lo cual fue respondido por una invasión por
parte de Nicaragua por tierra y aire. El biógrafo de Figueres, Charles
Ameringer, ha relatado que
Figueres acusó a la CIA de ayudar al gobierno de Somoza en su contra.
Denunció que la CIA se sentía en deuda con Somoza por el apoyo que este
había dado al derrocamiento del régimen de Arbenz. Aseguró que los mismos
pilotos y aviones [F-47] que habían participado en el ataque a Guatemala,
“vinieron luego desde Nicaragua y ametrallaron poblados indefensos en
nuestro territorio”. Según Figueres, al mismo tiempo que el Departamento de
Estado de EE.UU. convenía la venta de aviones de combate para la defensa de
Costa Rica, los aviones y pilotos de la CIA estaban llevando abastecimientos a
los rebeldes.9
9 Charles D. Ameringer: Don Pepe, A Political Biography of José Figueres of Costa Rica. University
3 Declassified Documents Reference System. Vol. 1992, documento Nº 2326, 10 de mayo de 1955;
Nº 2663,21 de septiembre de 1955; Nº 2973,9 de enero de 1956; Nº 2974, 16 de enero de 1956. Vol.
1993, documento Nº 2953, 14 de diciembre de 1955; Nº 2954, 26 de enero de 1956; Nº 2955, 27 de
enero de 1956.
Con excepción del Nº 2663, todos los documentos llevan el encabezamiento de la Junta de
Coordinación de Operaciones, un subcomité del Consejo de Seguridad Nacional que coordinaba
actividades encubiertas.
4 Ibíd., Vol. 1993, documento No. 2953, 14 de diciembre de 1955, p. 4.
12. Siria 1956-1957 148
5 Wilbur Crane Eveland: Ropes of Sand: America’s FaHure in the Middie East. W. W. Norton & Co.,
6 Patrick Seale: The Struggle for Syria: A Study of Post-War Arab Politics. 1945-1958. Londres, 1965,
7 Eveland, p. 182.
8 Acerca del plan de 1956 y su trasfondo ver Eveland, capítulos 11 al 20; New York Times, 10 de
abril de 1956 y 17 de octubre de 1956.
9 Dwight Eisenhower: The White House Years: Waging Peace. 1956-1961, New York, 1965, p. 196.
10 Declassified Documents Reference System. Vol. 1981, documento Nº 26E, 22 de marzo de 1957.
11 Ibíd. Vol. 1985, doc. Nº 283, marzo de 1957.
12 Ibíd. Vol. 1981, doc. Nº 47 IB, 17 de junio de 1957.
12. Siria 1956-1957 151
13 Acerca del plan de 1957 ver Eveland, pp. 253-254; New York Times, 14 de agosto de 1957, p. I y
6; 15 de agosto, pp. 1 y 4.
14 New York Times, 17 de agosto de 1957, p. 3.
15 Ibíd., p. 14.
16 Eisenhower, p. 196.
17 Informe interno de la CIA, con nombre de autor borrado, del 18 de junio de 1962 sobre el
1 Wilbur Crane Eveland: Ropes of Sand: America’s Faiiure in the Middle East. W.W. Norton & Co.,
New York, 1980, p. 240. Lo que Eveland llama “amenaza rusa” puede no haber sido todo lo que
aparentaba. Kennett Love (ver nota sobre él en la sección) informó luego que la CIA había fabricado
varios informes de actividad militar rusa sin base real alguna, a fin de inducir a Francia y Gran Bretaña
a llamar a un cese al fuego: Suez: The Twice-Fought War. Gran Bretaña. 1969, p. 615.
13. Medio Oriente 1957-1958 154
2 Sobre los hechos en Jordania ver: New York Times, 5 de abril de 1957, p. 1; 25 de abril, p. 13: 26
de abril, p. 1: las palabras de la cita sobre la “intervención” son tomadas del Times, 26 de abril.
3 Richard Barnet: intervention and Revolution. Londres, 1972, p. 149.
13. Medio Oriente 1957-1958 155
siquiera ese despliegue de fuerzas, se negó, sabiendo que tal cosa sólo
atizaría el fuego ya encendido en la vida política jordana. Sobrevivió sin
necesidad de ello.
En algún momento durante este año, la CIA comenzó a entregar pagos
anuales secretos al rey, que estuvieron inicialmente en el monto de
millones de dólares. La práctica iba a durar veinte años y la Agencia
proporcionaría también compañía femenina a Hussein. Como justificación
a estos pagos, la Agencia declaró luego que el gobernante jordano
permitió a las agencias de inteligencia norteamericanas operar libremente
en Jordania. El propio Hussein suministró información a la CIA y distribuyó
parte de sus pagos entre otros funcionarios que también aportaron
información o Cooperaron con la Agencia.4
junio de 1957.
13. Medio Oriente 1957-1958 157
por entonces a los líderes de Turquía, Iraq y Jordania que si ellos “sentían
necesario tomar acciones contra la agresión por parte del Gobierno sirio,
EE.UU. se encargaría de entregarles cargamentos de armas ya destinadas
a los países del Medio Oriente y, además, cubriría las pérdidas tan
rápidamente como fuera posible”. El presidente no advertía contradicción
alguna en la idea de que tal acción tendría que ser tomada para rechazar,
según sus propias palabras, la “agresión anticipada’’ de Siria, pues de esta
forma sería “de naturaleza básicamente defensiva”. 8 (Subrayado del
autor.)
El papel norteamericano puede haber sido más activo de lo que sugiere
Eisenhower. Uno de sus asesores, Emmel John Hughes, ha escrito acerca
de cómo el subsecretario de Estado Christian Herler, que más tarde
reemplazaría a un dolido J. F. Dulles como secretario, “revisó en cada
amargo detalle [...] algunos torpes intentos norteamericanos recientes de
pinchar a las fuerzas turcas para entablar alguna vaga forma de combate
con Siria”.9
Dulles daba la impresión al hablar en público de que EE.UU. estaba
ansioso porque alguien invocara la Doctrina Eisenhower,
presumiblemente como “justificación” para desarrollar otras acciones
contra Siria. Pero no podía ofrecer ninguna explicación sobre cómo esto
se haría posible. Sin dudas Siria no iba a hacer la solicitud requerida.
La única solución estaba en que Siria atacase a otro país árabe que
pidiese entonces la ayuda norteamericana. Este parecía ser el
razonamiento detrás de la actividad militar y diplomática dirigida hacia
aquel país por EE.UU. Un estudio llevado a cabo por el Pentágono algunos
años más tarde concluía que en “la crisis siria de 1957 [...] Washington
parec[ía] buscar el uso inicial de la fuerza contra el objetivo”. 10 (Subrayado
del autor, el objetivo es Siria.)
En todo este período, los funcionarios de Washington alternaron entre
los esfuerzos por conseguir testimonios de otras naciones árabes de que
Siria era en verdad una variante de satélite soviético y una amenaza para
la región, y la reafirmación al mundo de que EE.UU. había recibido una
gran cantidad de testimonios en tal sentido. Pero Jordania, Iraq y Arabia
Saudita negaron sentirse amenazados por Siria. Egipto, el aliado más
cercano de Siria, concordó con ellos por supuesto. En el punto culminante
de la crisis, el rey Hussein de Jordania se marchó de vacaciones a Europa.
8 Eisenhower, p. 198.
9 Emmet John Hughes: The Ordeal of Power. Londres, 1963, pp. 253-254; el comentario fue hecho
a Hughes, “pocos meses después de que Hener ocupara el puesto” el 22 de febrero de 1957.
10 Barry Blechman y Stephen Kaplan: Forcé Without War: U.S. Armed Forces as a Political
Instrument. The Brookings Institution, Washington, 1978, p. 84; aunque el estudio fue realizado a
solicitud del Pentágono y con su total cooperación, el libro aclara que los puntos de vista son exclusivos
del autor.
13. Medio Oriente 1957-1958 158
11 Sobre los hechos en relación con Siria: New York Times, 6 de septiembre de 1957, pp. 1,2; 8 de
parece que la joven CIA necesitaba tocar su propia trompeta y alentó la divulgación de la noticia de
que había sido la fuerza inspiradora del golpe militar egipcio. Pero esta afirmación, encontrada con
13. Medio Oriente 1957-1958 159
Bretaña, ahora EE.UU., que buscaba llenar el “vacío de poder” causado por
el declinar de las dos primeras naciones europeas en el Medio Oriente.
La historia no nos dice cómo habría sido un Medio Oriente libre de
manipulaciones de las grandes potencias, pues ni Francia ni Gran Bretaña
ni EE.UU. veían con agrado la propuesta soviética, que tampoco pasaba de
ser un “bluff”. El New York Times resumió la actitud de las tres naciones
occidentales a las dos primeras convocatorias rusas diciendo que habían
“devaluado las propuestas soviéticas como esfuerzos para obtener
reconocimiento al derecho soviético a tener voz en los asuntos del Oriente
Medio. Les dijeron a los rusos que llevaran sus quejas ante las Naciones
Unidas”.
Tras la propuesta de septiembre, J. F. Dulles, en respuesta a una
pregunta formulada en una conferencia de prensa, dijo que “EE.UU. está
escéptico en relación con estos arreglos con la URSS para ‘sacar las manos’
[del Medio Oriente]. Lo qué quieren realmente es que saquemos nuestras
manos para ellos poner las suyas en la mesa”. Al parecer este fue el único
comentario que el Gobierno norteamericano consideró adecuado hacer
sobre el asunto.17 Podría ser muy instructivo especular sobre la reacción
de las naciones occidentales si la URSS hubiese anunciado una “Doctrina
Khruschov” para concederse el mismo rango de acción en el Medio
Oriente que se estipulaba en la Doctrina Eisenhower.
17 Sobre las propuestas soviéticas, ver New York Times, 6 de septiembre de 1957, p. 2; 11 de
septiembre, p. 10.
18 Eisenhower, p. 269.
13. Medio Oriente 1957-1958 162
De todos los estados árabes, Líbano era con mucho el aliado más
cercano a EE.UU. Era el único que había apoyado con entusiasmo la
Doctrina Eisenhower y se había hecho eco, sin ambigüedades, del pánico
de Washington acerca de Siria. Para ser más precisos, el presidente del
Líbano, Camille Chamoun, y su ministro de
Relaciones Exteriores, Charles Malik —un doctor en Filosofía de
Harvard—, habían colocado todos los huevos de la Guerra Fría en la cesta
norteamericana. Chamoun tenía amplias razones para ser incondicional de
EE.UU. La CIA había tenido participación al parecer en su triunfo en las
elecciones de 1952,19 y en 1957 la Agencia le había aportado generosas
sumas de dinero para usarlas en apoyo de sus candidatos en las elecciones
de junio al Parlamento, a fin de obtener respaldo para sí y, es de presumir,
también para la política norteamericana. Igualmente se destinaron fondos
para la oposición, a modo de castigo a aquellos candidatos que habían
renunciado en protesta por la adhesión de Chamoun a la Doctrina
Eisenhower.
Como es acostumbrado en estas operaciones, la CIA envió a Beirut a un
“especialista en elecciones” junto con el dinero para ayudar en la
preparación. Los funcionarios en Washington y Líbano procedieron con la
convicción, según se comunicaron mutuamente, de que Egipto, Siria y
Arabia Saudita también intervendrían financieramente en las elecciones.
El embajador estadounidense en Líbano, Donald Heatli, argumentaba, al
parecer no sin intención irónica, que “con el presidente y la nueva Cámara
de diputados apoyando los principios norteamericanos, también
tendríamos una demostración de lo que puede lograr la democracia
representativa” en el Medio Oriente.
No se conoce hasta qué punto el dinero de EE.UU. ayudó, o siquiera en
qué forma se gastó, pero el resultado fue un triunfo tan cómodo para los
diputados pro gubernamentales que causó considerables protestas en
Líbano, incluida la acusación de que Chamoun había acumulado fuerzas en
el Parlamento para enmendar la Constitución que le prohibía postularse
19 David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government.New York, 1965, p. 337.
13. Medio Oriente 1957-1958 163
20 Sobre la elección de 1957 y sus resultados ver Eveland, pp. 248-253, 256; Eisenhower, p. 265;
Fue así que las tropas norteamericanas fueron enviadas a Líbano. Cerca
de setenta barcos y cientos de aviones tomaron parte en la operación,
muchos permanecieron para hacer visible la presencia norteamericana.
25 Eveland, p. 276.
26 Robert Murphy: DiptomatAmong Warriors. EE.UU., 1965, p. 450.
27 Eisenhower, p. 273.
13. Medio Oriente 1957-1958 166
32 Wise y Ross, pp. 337-338; noticia tomada del St. Louis Dispatch, 23 de julio de 1958, citado en
p. 338.
33 Blechman y Kaplan, p. 253.
34 Claudia Wright, en la revista New Statesman, Londres, 15 de julio de 1983, p. 20. No dice cómo
35 Interim Report: Alleged Assassination Ptots Involving Foreign Leaders, del Comité Selecto del
1 Joseph Burkholder Smith: Portrait of a Cold Warrior. G P. Putnam’s Sons, New York, 1976, p. 205.
2 New York Times, 18 de mayo de 1956.
3 Supplementary Detailed Staff Reports on Foreign and Military Intelligence. Libro 4, Informe Final
del Comité Selecto del Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a
Actividades de Inteligencia. Abril de 1976, p. 133.
14. Indonesia 1957-1958 171
1967, p. 23.
5 John Discoe Smith: l Was a CIA Agent in India. India, 1967, passim; New York Times, 25 de octubre
de 1967, p. 17; 22 de noviembre, p. 23; 5 de diciembre, p. 12; Harry Rositzke: The KGB: The Eyes of
Russia. New York, 1981, p. 164.
6 Interim Report: Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders. Comité Selecto del Senado
7 David Wise y Thomas Ross: The Invisible Government. New York, 1965, pp. 149-150.
8 Julie Southwood y Patrick Flanagan: Indonesia: Law, Propaganda and Terror. Londres, 1983, pp.
26-27.
9 Wise y Ross, p. 148.
10 J. B. Smith, pp. 210-211.
14. Indonesia 1957-1958 173
11 Ibid., p. 228-229
14. Indonesia 1957-1958 174
12 Ibid., p. 240.
13 Ibid., pp. 229, 246.
14 Ibid., p. 243.
14. Indonesia 1957-1958 175
enviada a Los Ángeles donde la policía debía pagar a algún actor del cine
pomo para usarla durante su gran escena. El proyecto dio como resultado
al menos algunas fotos, pero al parecer nunca fueron usadas. 15
Otro resultado del esfuerzo sobre el chantaje fue un film producido
para la CIA por Robert Maheu, antiguo agente del FBI e íntimo amigo de
Howard Hughes. El filme era protagonizado por un actor parecido a
Sukarno. No hay informes sobre el destino de esta película que fue titulada
Días felices.16
En otras partes del mundo, y otros momentos, la CIA había hecho mejor
esta línea de trabajo, y había logrado producir películas donde los sujetos
en cuestión aparecía n en “flagrante delito” pues habían sido atraídos por
agentes femeninos de la CIA a locaciones preparadas para esto.
En 1960, el coronel retirado del Ejército norteamericano, Truman
Smith, al escribir en el Reader’s Digest sobre la KGB declaró: “Es difícil para
muchos de nosotros apreciar su amenaza pues sus métodos son tan viles
que quedan más allá de la comprensión de cualquier persona normal con
sentido del bien y el mal”. Uno de los métodos que el buen coronel
consideraba tan viles era la fabricación de filmes sexuales para utilizarlos
como chantaje. “Las personas tan depravadas como para emplear tales
métodos, no encontrarán nada repulsivo en otros más violentos”,
escribió.17
El sexo podía ser utilizado también en casa para conseguir las metas de
la política internacional norteamericana. Bajo la cobertura del programa
de ayuda estadounidense al extranjero, llamado en aquel tiempo
Administración de la Cooperación Económica, policías indonesios fueron
entrenados y luego reclutados para proporcionar información sobre las
actividades del PKI, así como de los soviéticos y chinos en su país. Algunos
de estos hombres que se destacaron como buenos prospectos fueron
enviados a Washington para recibir entrenamiento allí y suavizarlos antes
del reclutamiento. Según aparece en los informes, estos policías, al igual
que Sukarno: tenían invariablemente el deseo obsesivo de acostarse con
una mujer blanca. En consecuencia, durante su estancia fueron llevados al
distrito sexual en Baltimore, para que se dieran gusto. 18
15 Sobre chantajes sexuales ver ibid., pp. 238-240, 248. Smith se equivoca un tanto en su
comentario acerca de Round Table. La única referencia aparente en el artículo a la soviética está en el
comentario de la p. 133: “Otras razones más escandalosas han sido dadas a conocer para explicar la
inclinación del presidente hacia el Partido Comunista".
16 New York Times, 26 de enero de 1976.
17 Truman Smith: “The Infamous Record of Soviet Espionage", en Reader’s Digest, agosto de 1960.
18 J. B, Smith, pp. 220-221.
14. Indonesia 1957-1958 176
meses atravesando las barreras anti aéreas comunistas para dejar caer
abastecimientos enviados por la CIA a los franceses en Dien Bien Phu.
Ahora se le había acabado la suerte. Iba a pasar cuatro años como
prisionero en Indonesia antes de que Sukarno accediera a su liberación a
pedido de Robert Kennedy.
Cuando Pope fue capturado portaba un grupo de documentos
incriminatoños, incluyendo aquellos que lo identificaban como pi loto de
la Fuerza Aérea y del grupo CAT de la CIA. Como todos los hombres que
realizaban misiones clandestinas. Pope era sometido a un procedimiento
cuidadoso antes de despegar para “limpiarlo”, al igual que al avión, pero
al parecer había introducido los documentos de contrabando en la nave
pues sabía que ser capturado como un civil anónimo sin naci onalidad,
significaba no tener ningún derecho legal y correr el riesgo de ser fusilado
como espía según la costumbre. Un militar norteamericano, sin embargo,
se convertía en un elemento valioso para su captor mientras se le
conservara vivo.
El Gobierno indonesio obtuvo de inmediato concesiones materiales de
EE.UU. a resultas de este incidente. No se sabe si los indonesios habían
acordado en consecuencia mantener el secreto sobre Pope, pero el 27 de
mayo el piloto y sus documentos fueron presentados al mundo en una
conferencia de prensa, lo que contradecía varias declaraciones recientes
de altos funcionarios norteamericanos. 20 La más notable entre ellas había
sido la del presidente Eisenhower realizada el 30 de abril en relación con
Indonesia: “Nuestra política es de cuidadosa neutralidad y conducta
correcta todo el tiempo, de modo que no mostremos parcialidad en
asuntos que no nos conciernen”. 21 Y el 9 de mayo un editorial del New York
Times había afirmado:
Es desafortunado que altos funcionarios del Gobierno indonesio hayan puesto
en circulación un falso informe acerca de que el Gobierno de Estados Unidos
1 Richard Fletcher: “How CIA Money Took the Teeth Out of British Socialism”, en Philip Agee y
Louis Wolf, eds.: Dirty Work. The CIA in Western Europe. New Jersey, 1978, p. 200.
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 180
6 Sobre el Forum de Figuras Mundiales: Howe: op. cit. Howe es el escritor del Forum citado. Sobre
el presupuesto de la CIA, ver informe del Comité de la Cámara citado en Howe, p. 27. Para un estudio
detallado de la utilización de agencias de noticias norteamericanas por la CIA ver Carl Bernstein: “The
CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de octubre de 1977 y New York Times, 26 de diciembre de
1977, pp. 1 y 37.
7 The Nation, New York, 19 de junio de 1982, p. 738. El artículo informa que algunos oficiales de
la CIA han sostenido que Springer era más bien un liberal a principios de los 50 y que fue financiado
para contraponerse a elementos neonazis y de derecha en Alemania. Esto debe ser tomado con
reserva pues lo predominante en la política del gobierno de ocupación norteamericano durante este
periodo, con independencia de los sentimientos propios de cualquier funcionario, era suprimir la
influencia de personas y grupos de la izquierda: comunistas, radicales y socialdemócratas incluidos; al
mismo tiempo, las autoridades estadounidenses estaban empleando “antiguos” nazis en todas las
áreas administrativas y de inteligencia (ver sección sobre Alemania).
8 Tom Braden: “l’m Glad the CIA is Immoral”, en Saturday Evening Post, 20 de mayo de 1967.
9 Ibíd.
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 182
literatura que era enviada a una larga lista de correos dentro del
movimiento, así como un boletín que se distribuía gratuitamente,
etcétera.
Sus oponentes no podían siquiera acercarse a este alud de propaganda.
En la conferencia de 1961, las decisiones sobre el desarme y la neutralidad
fueron desechadas y el Partido Laborista regresó al regazo de la OTAN. 10
10 Sobre el Partido Laborista y la CDN ver Fletcher, pp. 196-197; The Times, Londres, 5 de octubre
de 1961.
11 Braden, p. 14.
12 Sobre las relaciones de la CIA con partidos políticos:
manipulación soviéticas.
Operación Gladio
El razonamiento en que se basó fue la conocida paranoia de la Guerra
Fría: es posible que los rusos comiencen una invasión de Europa occidental
sin que medien provocaciones de nuestra parte. Y en el caso de que
lograran derrotar a los ejércitos occidentales y los hicieran huir, algunos
grupos debían permanecer para acosar a los rusos con sabotajes y guerra
de guerrillas, además de actuar como contactos con los del “Mundo Libre”.
Estos grupos debían ser provistos de fondos, armas, equipos de
comunicación y entrenamiento. Los planes para esta red paramilitar
encubierta, cuyo hombre en clave era Operación Gladio (en italiano
espada), comenzaron en 1949 e involucraban inicialmente a los británicos,
norteamericanos y belgas. Con el tiempo se establecieron unidades en
cada país no comunista de Europa —incididas Grecia y Turquía y las
neutrales Suecia y Suiza— con las excepciones aparentes de Irlanda y
Finlandia. La cuestión acerca de si las unidades estaban más o menos bajo
el control de los gobiernos nacionales o de la OTAN permanece sin aclaran,
aunque desde un punto de vista operacional, parecían actuar bajo el
comando de la CIA y otros diversos servicios de inteligencia.
Según evolucionaron los hechos, la completa ausencia de invasiones
rusas hizo que la operación fuera utilizada de forma casi exclusiva para
combatir a los movimientos de izquierda internos.
La información acerca de Gladio afloró en Italia en otoño de 1990,
durante una investigación judicial sobre un atentado en 1972, en la cual
se descubrió que los explosivos provenían de uno de los 139 depósitos
secretos de armas que las fuerzas de Gladio mantenían en el país. Más
tarde, el jefe de la pesquisa parlamentaria que se llevó a cabo sobre el
asunto reveló: “Cuando comenzó Gladio, los norteamericanos insistirían
con frecuencia [...] en que la organización fuese utilizada para combatir
cualquier insurgencia”. El general griego retirado Nikos Kouris contó una
historia similar y declaró que la fuerza griega fue formada con ayuda de la
CIA en 1955 para, intervenir en caso de amenaza comunista, ya fuera
externa o interna; “Había ex militares, soldados con entrenamiento
especial y también civiles. Lo que los unía era un denominador ideológico
común: eran de extrema derecha”.
Tal como en Alemania (ver sección sobre Alemania), la operación
italiana estaba fuertemente ligada a los terroristas. Un antiguo agente de
Gladio, Roberto Cavallero, hizo acusaciones públicas sobre la existencia de
un vínculo directo entre Gladio y la ola de atentados terroristas con
15. Europa Occidental. Décadas de 1950 y 1960 185
1 Sobre los hechos de 1953 ver: The Guardian, Londres, 28 de diciembre de 1984, para una
descripción detallada del crudo cinismo de la acción británica, sobre la base de documentos
gubernamentales desclasificados en 1984; véase también The Times, Londres, 7 y 10 de octubre de
1953; Cheddi Jagan: The West on Trial. Londres, 1966, capítulos 7 y 8; “The Ordeal of British Guiana”,
en Monthiy Review, New York, julio-agosto 1964, pp. 16-19.
16. Guayana Británica 1953-1964 188
sobre la línea Pan American ver Morton Halperin: The Lawiess State. Penguin Books, New York, 1976,
p. 47; Christopher Robbins; Air America. New York, 1979, p. 58; revista CounterSpy, Washington,
diciembre l983-febrerol984, p. 21; Trippe era miembro de dos empresas de la CIA de larga trayectoria:
el Instituto Americano para el Desarrollo del Trabajo Libre y la Fundación Asia (llamada anteriormente
Comité Nacional por una Asia Libre).
4 Sobre la ORIT, ver Jagan, pp. 296-297; Philip Agee: inside the Company: CIA Diary. New York,
1975, ver índice; Survey of the Alliance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del
Subcomité sobre Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores, 15 de julio de 1968, pp. 8-9; Serafino Romualdi: Presidents and Peons: Recollections of a
Labor Ambassador in Latin America. New York, 1967, p. 346.
16. Guayana Británica 1953-1964 189
5 Sobre los hechos de 1957 a 1959 ver The Sunday Times, Londres, 16 y 23 de abril de 1967.
16. Guayana Británica 1953-1964 190
1994, p. 4; sobre el papel de los medios ver Barnet, p. 245; Agee, pp. 293-294; Jagan, pp. 252-269; The
Times, Londres 13 de marzo de 1962, p. 10.
16. Guayana Británica 1953-1964 192
14 Para una descripción general sobre la huelga de 1963 ver Jagan, capítulos 13 y 14.
15 Parliamentary Debates, House of Commons, 4 de mayo de 1966, columnas 1765-1767; ver
también el 29 de abril de 1966, columnas 1133-1134.
16 New York Times, 22de febrero de 1967, p. 17.
17 Thomas J. Spinner Jr.: A Political and Social History of Guyana 1945-1983. Londres, 1984, pp.
por un acuerdo entre la URSS y EE.UU. tal como habían hecho ambas
potencias en el caso de Austria. Los funcionarios de Washington no
hicieron el menor comentario ante esta sugerencia.21 El gobierno de Jagan
se las arregló para sobrevivir a todas las provocaciones y humillaciones.
Con elecciones previstas para 1964, los británicos y sus primos
norteamericanos regresaron a los medios caballerescos de la pluma y el
papel. El secretario británico de Colonias, Duncan Sandys, que había
estado entre los directivos del acuerdo con la CIA con respecto a Jagan, se
refirió a la huelga y la intranquilidad general como una prueba de que
Jagan no podía administrar el país y garantizar la estabilidad que el
Gobierno británico exigía para conceder la independencia (Sandys fue
fundador, en 1948, del Movimiento Europeo, una organización auspiciada
por la CIA para la Guerra Fría).22
Se trataba, por supuesto, de una asunción imaginaria. El columnista
norteamericano Drew Pearson, al escribir sobre el encuentro entre el
presidente Kennedy y el primer ministro británico
25
21 Ibíd., 11 de septiembre de 1963, p. 1.
22 The Sunday Times. Londres, 25 de mayo de 1975, p. 4.
23 San Francisco Chronicle, 21 de marzo de 1964, p. 27.
16. Guayana Británica 1953-1964 195
29 Sobre los hechos de diciembre de 1964, ver The Times, Londres, 4 al 15 de diciembre de 1964.
30 The Nation, 4 de junio de 1990, pp. 763-764.
31 New York Times, 30 de octubre de 1994, p. 4.
32 Ibíd., pp. 1 y 4.
33 Ibíd., p. 4.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 197
a sus bases (que podían estar en Turquía, Irán, Grecia, Pakistán, Japón o
Noruega) tras ser atacados, o incluso impactados; otros fueron derribados
y sus tripulantes murieron o fueron capturados por los soviéticos.1
Ha habido mucha confusión acerca del número y la suerte de los
aviadores estadounidenses prisioneros de los soviéticos después de que
sus aviones fueron obligados a aterrizajes forzados o derribados durante
las décadas del 50 y 60. El presidente ruso Boris Yeltsin declaró en 1992
que nueve aviones norteamericanos fueron derribados a principios de los
50 y doce sobrevivientes fueron encarcelados, sin que se conozca su
destino final. Cinco meses después Dimitri Volkogonov, antiguo general
soviético y copresidente de una comisión investigadora ruso-
estadounidense acerca de los norteamericanos perdidos, informó a un
comité del Senado de EE.UU. que 730 aviadores habían sido capturados
en vuelos espías de la Guerra Fría y que su suerte era igualmente
desconocida.2
El más notable de estos incidentes fue, por supuesto, el derribo de un
U-2 piloteado por Francis Gary Powers el 1º de mayo de 1960. El U-2 de
extrema altitud había sido desarrollado a partir de la vulnerabilidad de los
aviones que volaban a alturas normales. La desaparición de Powers y su
aparato en algún lugar de la URSS hizo caer en una trampa pública al
Gobierno de EE.UU., enredado entre una falsa historia de cobertura,
negaciones y enmiendas a las negaciones. Finalmente, cuando los rusos
presentaron a Powers y su avión ante el mundo, el presidente Eisenhower
no tuvo más alternativa que admitir la verdad. Añadió, sin embargo, que
tales vuelos eran “desagradables pero vitales” dada la “inclinación [rusa]
al secreto y el encubrimiento”. 3 Uno de los asesores de Eisenhower,
Emmet John Hughes, observaría más tarde que a la administración le
tomó sólo seis días “transformar una falsedad impensable en una
soberana verdad”.4
En varias ocasiones EE.UU. protestó ante la URSS por sus ataques a
de 1992. Para aumentar la confusión, el New York Times del 12 de noviembre reportaba que
Volkogonov había dicho que los 730 aviadores, después de ser internados en campamentos de
prisioneros rusos, habían sido “enviados de regreso a casa”. Todos los intentos del autor por localizar
el testimonio exacto de Volkogonov han sido infructuosos, al parecer el testimonio nunca se publicó.
3 New York Times, 12 de mayo de 1960.
4 Emmet John Hughes: The Ordeal of Power. Londres, 1963, p.301.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 199
problemas técnicos con el avión desde antes del supuesto “casi impacto”.6
En vista del furor que se desató cuando un avión comercial sudcoreano
fue derribado por la URSS en 1983, acusado de ser un vuelo espía, es
interesante hacer notar que Prouty también menciona que EE.UU. en un
momento dado utilizó una “aerolínea comercial nacional al parecer
limpia” de un país no especificado “para llevar a cabo algún espionaje
fotográfico u otro proyecto clandestino”. 7
Para los rusos, los aviones espías eran algo más que una simple
violación de su espacio aéreo, y rechazaban la idea planteada por EE.UU.
de que los vuelos eran sólo una forma más de espionaje —“las actividades
de recopilación de inteligencia son practicadas por todos los países”, dijo
Washington. 8 (Hasta el momento no había habido indicios de vuelos
soviéticos sobre EE.UU.)9 Los rusos veían los vuelos como una provocación
particularmente agresiva ya que los aviones son medios de transporte de
armas y es posible considerarlos como iniciadores de las hostilidades;
además pueden incluso ir cargados con bombas. Los rusos no podían
olvidar que los nazis habían realizado frecuentes vuelos de
reconocimiento sobre su territorio antes de su invasión a la URSS.
Tampoco podían olvidar que en abril de 1958, aviones norteamericanos
cargados con ojivas nucleares habían volado sobre el Ártico hacia la URSS
debido a una errónea señal de alarma en un radar norteamericano. Los
aviones recibieron la orden de regresar cuando sólo los separaban dos
horas de vuelo de la Unión Soviética. 10
Ningún avión norteamericano arrojó bombas sobre la URSS, pero
muchos dejaron caer hombres asignados a misiones hostiles. Se trataba
de emigrados rusos en Occidente, reclutados por la CIA y otras
organizaciones occidentales de inteligencia. La organización de emigrados
más destacada era la Alianza Nacional de Rusos Solidarios, o Unión
Nacional del Trabajo (UNT). Estaba compuesta en su mayor parte por dos
grupos diferentes: los hijos de los rusos que se habían exiliado después de
la revolución, y aquellos rusos que, debido a las circunstancias, o por
elección propia, habían terminado en Europa occidental al final de la
Segunda Guerra Mundial. Miembros de ambos grupos habían colaborado
con los nazis durante la contienda.
Aunque la UNT estaba clasificada en general como de derecha entre las
diversas organizaciones de emigrados, su colaboración había partido más
6 Francis Gary Powers: Operation Overflight. New York, 1970, pp. 81-85, 113 y otras.
7 Prouty, p. 189.
8 New York Times, 8 de mayo de 1960, p. 29.
9 Ibíd., 10 de mayo de 1960. El artículo se refiere a EE.UU. continental. No se menciona si se
realizaron algunos vuelos rusos sobre Alaska, que pasó a ser estado norteamericano en 1959.
10 Caught in the Act. Facts about Espionage and Subversión Against the U.S.S.R. Moscú, 1963, p.
95.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 201
11 Thomas Powers: The Man Who Kept the Secrets. Richard Helm and the CIA. New York, 1979, pp.
155 y 157.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 202
indicarles dónde dejar caer nuevos agentes, y que podían ser utilizados
igualmente para guiar bombarderos norteamericanos en caso de guerra.
Algunos de los emigrados lograron regresar al oeste de Europa con
cierta información o tras haber realizado otras tareas asignadas. Otros,
provistos de la documentación necesaria, recibieron la orden de integrarse
a la sociedad soviética y permanecer inactivos como “agentes en reserva”.
Hubo otros que, dominados por la emoción del regreso, desertaron de su
labor y se reincorporaron realmente —una vez más el “factor humano”
que ningún entrenamiento o doctrina puede obviar.12
la Unión soviética.13
La ofensiva propagandística llevó al Gobierno de EE.UU. a adentrarse
en el negocio editorial. A través de una variedad de convenios con editores
norteamericanos y extranjeros, distribuidores, agentes literarios y
autores, la CIA y la Agencia de Información de EE.UU. (USIA) produjeron,
subsidiaron o auspiciaron “mucho más de mil libros” hasta 1967, con fines
de propaganda.14
Muchos de los libros se vendían en los propios EE.UU. tanto como en
el extranjero. Ninguno llevaba indicación alguna que lo relacionara con el
Gobierno. En algunos casos, según declaró USIA, “controlamos todo desde
la idea original hasta la edición del manuscrito final”. 15
Algunos libros eran publicados, y en ocasiones escritos, sólo después
de que la CIA y la USIA se hubieran comprometido a comprar un gran
número de ejemplares. No hay forma de determinar en qué medida el
incentivo financiero influía en el autor o el editor con respecto al tono o
finalidad del libro. En ocasiones, Washington revelaba información
clasificada a un autor para ayudarlo a escribir el texto. En 1967, al
conocerse algunas de las actividades domésticas de la CIA, se dice que se
interrumpió esta práctica dentro de los EE.UU., aunque continuó en el
extranjero. Un comité del Senado declaró en 1976 que durante los años
precedentes la CIA había estado relacionada con la publicación de cerca
de doscientos cincuenta libros, la mayoría en idiomas foráneos. 16 Algunos
de estos fueron probablemente publicados más tarde en Estados Unidos.
La mayor parte de estos libros no ha sido identificada, sin embargo, se
considera aún información clasificada. Entre los que son conocidos
pueden mencionarse: La dinámica de la sociedad soviética, de Walt
Rostow; La nueva clase, de Milovan Djilas; Concisa historia del Partido
Comunista de Robert A. Burton; Los programas de ayuda al extranjero del
bloque soviético y China comunista, de Kurt Mullet; En pos del dominio
mundial, de Richard N. Gardner; Pekín y la guerra del pueblo, del mayor
general Sam Griffith; El camino de Yenan, de Eudocio Ravines; Vida y
muerte en Rusia soviética, de Valentín González; El hormiguero, de
Suzanne Labin; Estrategias de lucha: el frente comunista y la guerra
política, de James D. Atkinson; Del colonialismo al comunismo, de Hoang
Van Chi; ¿Por qué Vietnam?, de Frank Trager y Terror en Vietnam, de Jay
Mallín. Además, la CIA financió y distribuyó por todo el mundo el filme de
17 Para un mayor análisis de los libros publicados por la CIA-USIA y las fuentes de estos y otros
títulos, ver las referencias en notas 14 y 15; ver también, Washington Post, 28 de septiembre de 1966;
New York Times, 22 de marzo de 1967 y 22 de diciembre de 1977; Peter Coleman: The Liberal
Conspiracy: The Congress for Cultural Freedom and the Struggle for the Mind of Postwar Europe. New
York, 1989, Anexo D y otros; Alexand er Kendrick: Prime Time: The Life of Edward D. Murrow. Londres,
1970, p. 478; Marchetti y Marks, pp. 180-181; E. Howard Hunt: Undercover: Memoirs of an American
Secret Agent. Londres, 1975, pp. 70, 132.
18 Marchetti y Marks, pp. 174-178; De Gramont, pp. 486, 438-492.
17. Unión Soviética. Fines de los 40 a los 60 205
antisoviéticas.19
con respecto a Actividades de Inteligencia, Vol. 4, 1975; Washington Post, 16 de enero de 1975, p. 18;
Rositzke, p. 62.
22 Washington Post, 25 de abril de 1979.
169, traducción al inglés de la entrevista con Víctor Marchetti en Panorama (Milán, Italia) el 2 de mayo
de 1974, titulada “Le mani sull’ltalia ”.
3 Memorándum de la CIA al Comité 40 (Consejo de Seguridad Nacional), presentado al Comité
Selecto sobre Inteligencia de la Cámara (Comité Pike) durante las audiencias privadas efectuadas en
1975. El grueso del informe del comité, incluido este memorándum, fue filtrado a la prensa en febrero
de 1976 y apareció por primera vez en forma de libro con el título CIA - The Pike Report, Nottingham,
Inglaterra, 1977. El memorándum aparece en las pp. 204-205 de ese libro (ver notas del capítulo
dedicado a Iraq 1972-1975 para mayor información acerca de este informe).
4 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, p. 172;
William Colby: Honorable Men: My Life in the CIA. New York, 1978, p. 119.
18. Italia. Años 50 a los 70 208
10 Cita de la CIA: New York Times, 26 de diciembre de 1977, p. 37; Daily American, ibid:, Carl
Bernstein: “The CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de Octubre de 1977, p. 59; Thomas Powers:
The Man Who Kept the Secrets: Richard Helm and the CIA. New York, 1979, p. 414. U no de los dueños
del periódico era Robert Cunningham, empleado de la CIA entre 1956 y 1964 (Washington Post, 19 de
septiembre de 1985, p. Al 8).
11 Fred Land is: “Robert Moss, Arnaud de Borchgrave and Right-Wing Disinformation”, en Covert
administrador de una tienda en la compañía Fiat, los votos del sindicato comunista cayeron a 39%, de
63% obtenido el año anterior {New York Times, 30 de marzo de 1955, p. 9). El artículo del New York
Times señala que el predominio del sindicato comunista había afectado grandemente el valor de la
Fiat en Occidente y su elegibilidad para contratos encargados desde Estados Unidos.
13 Agee y Wolf, p. 169.
14 Mark Aarons y John Loftus: Unholy Trinity: The Vatican, the Nazis and Soviet Intelligence. New
1 Le Monde, 13 de abril de 1950, citado en R. E. M. Irving: The First Indochinese World. Londres,
1975, p. 101
2 Citado en Hans Askenasy: Are We All Nazis? Lyle Stuart, Secaucus, New Jersey, 1978, p. 64.
19. Vietnam 1950-1973 213
3 New York Times, 21 de mar zo de 1954, p. 3; 11 de abril de 1954, IV, p. 5. Según Bernard Fall: The
Two Vietnams (Praeger Publishers, New York, 1967, segunda edición revisada, p. 472) sólo novecientos
cincuenta y cuatro millones de los mil cuatrocientos habían sido gastados en el momento del cese al
fuego en 1954.
4 The Pentagon Papers. Edición del New York Times, Bantam Books, 1971, p. XI.
5 ibid., pp. 4, 5, 8 y 26.
6 Washington Post, 14 de septiembre de 1969, p. A25. Lansing era lío de John Foster y Alien Dulles.
Los designó a ambos para integrar la delegación norteamericana en la Conferencia de Paz de Versalles
en 1918-1919 donde Ho Chi Minh presentó su solicitud.
19. Vietnam 1950-1973 214
7 Acerca de Ho Chi Minh y del trabajo del Vietminh con la OSS, así como de su admiración por
EE.UU., ver Archimedes L. A. Patti: Why Vietnam? Prelude to America’s Aibatross. University of
California Press, Berkeley, 1980, passim. Patti es el antiguo oficial de la OSS consultado por Ho;
también Chester Cooper: The Lost Crusade: The Full Stoiy of U.S. Involvement in Vietnam from
Rooseveit to Nixon. Gran Bretaña, 1971, pp. 22, 25-27 y 40. Cooper era un diplomático norteamericano
de larga experiencia en el Lejano Oriente, que sirvió como asistente en Asuntos Asiáticos durante la
presidencia de Johnson. Fue también oficial encubierto de la CIA durante toda su carrera o parte de
ella. Acerca de la colaboración francesa con los japoneses, ver Fall, pp. 42-49. El planteamiento de que
Ho Chi Minh no era un verdadero nacionalista fue extraído del Department of State Bulletin,
Washington, 13 de febrero de 1950, p. 244. La descripción de la oficina de Ho aparece en Blance W.
Cook: The Deciassified Eisenhower. New York, 1981, p. 184. El texto completo de la Declaración de
Independencia de Vietnam puede encontrarse en Ho Chi Minh: Seiected Works. Vol. III, Hanoi, 1961,
pp. 17-21.
8 Fall: The Two Vietnams, pp. 122, 124.
9 The Pentagon Papers. P. 5; Fall, p. 473.
19. Vietnam 1950-1973 215
New York. 1963, pp. 340-341: Cooper, capitulo IV; Sherman Adams: Fírsthand Report. New York. 1961,
p. 122; Adams era el jefe de personal de la Casa Blanca bajo Eisenhower.
19. Vietnam 1950-1973 216
16 Adams, p. 124.
17 The Pentagon Papers, p. 146.
18 The Times, Londres, 2 de junio de 1954, citando a partir de un artículo de Willoughby.
19 Cooper, p. 72.
20 Bernard Fall: Hell in a Very Small Place: The Siege of Dien Bien Phu. Gran Bretaña, 1967, p. 307;
revista Parade (publicación del Washington Post), 24 de abril de 1966; Roscoe Drummond y Gastón
Coblentz: Dueiat the Brink. New York, 1960, pp. 121-122.
21 Joseph Burkholder Smith: Portraitofa Cold Warrior. New York, 1976, pp. 172-174.
19. Vietnam 1950-1973 217
26 Sobre todas las restantes acciones: The Pentagon Papers, Documento Nº 15: “Lansdale Team’s
gubernamental de The Pentagon Papers). Libro 2, IV, A.5, tab. 4, p. 66, citado en Noam Chomsky y
Edward Hermán: The Washington Connection and Third World Fascism. Boston, 1979, p. 370.
30 J. B. Smith, p. 199.
19. Vietnam 1950-1973 220
31 Eisenhower, p. 372.
32 The Pentagon Papers, p. 22.
33 Ibíd., p. 25.
34 Revista Life, 13 de mayo de 1957.
35 The Pentagon Papers, p. 23.
36 Emmet John Hughes: The Ordeal of Power. Londres, 1963, p. 208; Hughes escribía los discursos
La última fase
“Si los agarras por los huevos, las mentes y los corazones vendrán a
continuación”... “Dennos sus corazones y sus mentes o les haremos
cenizas su maldita aldea”... el resultado final de la política anticomunista
norteamericana en Vietnam: y también su inicio, y su punto medio.
Hubo realmente pocos esfuerzos serios por conquistar los corazones y
las mentes de los vietnamitas, y había menos oportunidades de éxito pues
el precio era el cambio social, lo que Diem no estaba dispuesto a aceptar
en Vietnam, ni EE.UU. lo habría aceptado en ningún lugar del Tercer
Mundo. Si Washington hubiese estado dispuesto a aceptar este cambio —
que siempre descartaron de manera rutinaria y despreciativa como
“socialista”-, no se hubiera necesitado cancelar las elecciones o apoyar a
Diem; no hubiera habido necesidad de ninguna intervención. No había,
por tanto, forma alguna de que EE.UU. pudiera evitar ser visto por el
pueblo de Vietnam como otra cosa que como los nuevos ocupantes
imperialistas, continuadores de la obra de los chinos primero, luego de los
franceses, después los japoneses y de nuevo los franceses.
No entraremos en un recuento detallado de todos los horrores, todos
los engaños, de la destrucción de una sociedad, del panorama de absurdos
e ironías, tan sólo hemos hecho una selección, una muestra, para no
olvidar.
Para los hombres que recorrían los pasillos del poder en Washington,
para los militares en el terreno, Indochina —mejor el sudeste asiático—
era un sólo gran campo de batalla. Las tropas de Vietnam del Sur fueron
utilizadas en Laos y Cambodia. Tropas de Tailandia fueron utilizadas en
Laos, Cambodia y Vietnam del Sur. Tailandia y Filipinas fueron utilizadas
como bases desde las cuales bombardear los tres países de Indochina. Los
oficiales en Vietnam del Sur, Tailandia y Taiwán fueron entrenados en
escuelas norteamericanas en Filipinas. Fuerzas con apoyo de la CIA
llevaron a cabo incursiones e invasiones en China desde Laos, Burma y
Taiwán. Cuando hubo una pausa (muy publicitada) en el bombardeo a
Vietnam del Norte, hubo más aviones norteamericanos disponibles para
incrementar los bombardeos en Laos. Y así sucesivamente.
37 Michael Klare: War Without End. Rand om Housel Vantage Books, New York, 1972, pp. 261-263;
David Wise y Thomas B. Ross: The Espionage Establishment. Random House. New York, 1967, p. 152.
38 Time, 30 de junio de 1975, p. 32 de la edición europea.
39 David Wise: “Colby of CIA - CIA of Colby”. New York Times Magazine. 1º de julio de 1973, p. 9.
19. Vietnam 1950-1973 223
42
Washington Post. 20 de marzo de 1982, p. Al 9.
43
Pueden encontrarse en numerosas fuentes, entre ellas: l. F. Stone’s Weekly. Washington, 4 de
marzo de 1968; “The Phantom Battle that Led to War”, en U.S. News and World Report, 23 de julio de
19. Vietnam 1950-1973 225
1984, pp. 56-67; Joseph C. Goulden: Trust is the First Casualty: The Gulf of Tonkin Affair-lllusion and
Reality. Rand McNally & Co., EE.UU., 1969, passim.
44 Covert Action Information Bulletin, Washington, Nº 10, agosto-septiembre de 1980, p. 43.
45 Washington Post, 24 de marzo de 1967.
46 Chicago Daily News, 20 de octubre de 1965; Washington Post, 21 de octubre de 1965.
19. Vietnam 1950-1973 226
intensificado por [...] Kennedy, un liberal ardiente. Piensen en los hombres que
ahora llevan a cabo esa guerra —esos que estudian los mapas, dan las
órdenes, oprimen los botones, y cuentan los muertos: Bundy, McNamara,
Rusk, Lodge, Goldberg, el presidente [Johnson] mismo. No son monstruos
morales. Son todos hombres honorables. Son todos liberales. 47
237.
56 William Colby: Honorable Men: My Life in the CIA. New York, 1978, pp. 272, 275-276.
57 Marchetti y Marks, p. 237.
19. Vietnam 1950-1973 228
pulgadas de largo, que era martilleada a través del cerebro hasta que la
víctima moría.58
Un colega de Osborn, Michael J. Uhl, testificó que la mayoría de los
sospechosos eran capturados durante redadas tácticas y que todas las
personas detenidas eran clasificadas como vietcongs. Ninguno de los que
fue interrogado sobrevivió al proceso, declaró Osborn.59
58 Wise, p. 33.
59 New York Times, 3 de agosto de 1971, p. 10.
60 Congressional Record, Cámara, 12 de mayo de 1966, pp. 9977-9978, reproducción de un artículo
62 U.S. Aid to North Vietnam, audiencias ante el Subcomité sobre Asuntos Asiáticos y del Pacífico
Las visitas de los hermanos Dulles en 1955 parecen haber sido las salvas
iniciales de una campaña de medidas extraordinarias dirigida a presionar
al carismático líder camboyano para que alinease a su nación con
Occidente y se uniera a la guerra santa contra el comunismo. La coerción
continuó de manera intermitente hasta 1970 cuando Sihanouk fue
derrocado finalmente en un golpe con apoyo norteamericano y EE.UU.
invadió Camboya.
En marzo de 1956, después de la visita de Sihanouk a Pekín y sus críticas
a la OTASO, los dos países que rodeaban a Camboya — Tailandia y Vietnam
del Sur, ambos aliados y muy dependientes de EE.UU. — cerraron
repentinamente sus fronteras. Era una acción muy seria pues el grueso del
tráfico comercial de Camboya con el mundo exterior se realizaba en aquel
momento a través del río Mekong, por Vietnam del Sur, o por ferrocarril
1 Relatadas a Wilfred Burchett y publicadas bajo el título: My War With the CIA. Londres, 1974,
edición revisada, pp. 75-76. La creación de la OTASO en 1954 incluía un protocolo que colocaba de
forma unilateral a Camboya, Laos y Vietnam del Sur bajo su protección. Sihanouk afirmó luego que
había rechazado la inclusión de Camboya, aunque en aquel momento se decía que veía con buenos
ojos el que su país integrase algún sistema de seguridad occidental para el sudeste asiático. En
cualquier caso, por diversas razones cambió esta posición por la declaración de neutralidad que
mantuvo en lo adelante. Para un análisis más completo de este aspecto, ver Michael Leifer: Cambodia:
The Search for Security. Londres, 1967, en particular el capítulo 3.
20. Camboya 1955-1973 232
2 Sobre los hechos de 1956: Sihanouk, pp. 82-86; New York Times, 17 de marzo de 1956, p. 2; 24
144.
20. Camboya 1955-1973 233
5 The Pentagon Papers. Vol. 10, p. 1100, citado por William Shawcross: Side-Show: Kissinger, Nixon
inside the Green Berets—The First 30 Years—A History of the US Army Specíal Forces. Londres, 1983,
pp. 114-115; Shawcross, passim-, Sihanouk, passim.
20. Camboya 1955-1973 234
12 Sobre el complot de 1958-1959 ver Sihanouk, pp. 102-109; Washington Post, 7 de septiembre
de 1965, p. 1; Shawcross, pp. 54-55; The Observer, Londres, 22 de febrero de 1959, p. 8.
13 Sihanouk, p. 125.
14 Ibíd., pp. 124-125.
20. Camboya 1955-1973 235
15 William Colby: Honorable Men: My Life in the ClA New York, 1978, pp. 149-150.
16 Sihanouk, pp. 113-115, 118-121.
17 Sobre los efectos de la ayuda de EE.UU. a Camboya: Sihanouk, passim, en particular pp. 93-96,
25 Ibid., p. 114.
26 Seymour M. Hersh: Kissinger: The Price of Power Londres, 1983, p. 176. Hersh, en el capítulo 15,
ofrece más detalles de las maquinaciones de EE.UU. y Lon Nol, lo que indica que se conocía el golpe
con anticipación y se alentó el mismo.
27 Shawcross, p. 122.
28 Ibid., pp. 118-119.
29 Ibid., p. 120.
30 Roger Morris: Uncertain Greatness: Henry Kissinger and American Foreign Policy. Gran Bretaña,
1977, p. 173.
20. Camboya 1955-1973 239
31 Shawcross, p. 119; los comentarios de Snepp son tomados de las entrevistas que Shawcross le
hizo.
32 New York Times, 21 de marzo de 1970, p. 1.
33 Morris, p. 174.
20. Camboya 1955-1973 240
1 Corresponsal en Vientiane, Laos: “The Labyrinthine War”, en Far Eastern Economic Review
EE.UU. en Laos, mayo-junio 1959; ver también New York Times, 20 de enero de 1961, p. 2 y
Washington Post, 10 de abril de 1966 para las declaraciones del primer ministro laosiano Souvanna
Phouma acerca de la oposición estadounidense a un gobierno de coalición o neutral.
4 New York Times, 25 de abril de 1957.
5 Ibíd., 18 de mayo de 1958, IV, p. 7.
6 Ibíd., 23 de julio de 1958, p. 2; 25 de julio, p. 4.
7 Ibíd., 20 de enero de 1961, p. 2; Washington Post, 10 de abril de 1966.
8 New York Times, 15 de enero de 1959, p. 15.
9 Fred Branfman: Voices from the Plain of Jars: Life Under an Air War. Harper & Row, New York,
alió al Pathet Lao, para más tarde volverse a EE.UU. en busca de ayuda y
combatir contra el Pathet Lao. De esta forma se desarrollaba el circo
político laosiano.
Ningún estudio sobre Laos en este período parece alcanzar éxito en
desenredar la maraña de quién exactamente sucedía a quién, y cuándo, y
cómo y por qué. A su regreso de Laos en 1961, el escritor Norman Cousins
declaró que “si usted quiere captar la sensación del universo en constante
cambio, venga a Laos. Una complejidad tal merece respeto”.16
Algo que sí estaba muy bien definido era la decisión de EE.UU. de salvar
a Laos del comunismo y la neutralidad. Con tal fin la CIA se dedicó a crear
su famoso Armée Clandestine, un proceso que comenzó a mediados de los
50 cuando el Ejército norteamericano organizó a los montañeses de las
tribus meo (el mismo grupo étnico que organizaron en Vietnam). Al paso
de los años se fueron sumando otras etnias laosianas, y llegaron a alcanzar
la cifra de 30.000 a mediados de los 60, la mitad de ellos más o menos
como soldados a tiempo completo: había muchos miles más provenientes
de Tailandia y cientos de otros asiáticos que se agregaron: sudvietnamitas,
filipinos, taiwaneses, sudcoreanos, hombres que habían sido entrenados
de manera efectiva por sus mentores norteamericanos para otras guerras
y que ahora eran reciclados; un ejército que, como dijo el New York Times,
había sitio “armado, equipado, alimentado, pagado, guiado estratégica y
tácticamente, y con frecuencia transportado hacia y fuera de la acción por
Estados Unidos”; ahora entrenado e incrementado por la CIA y por
expertos del ejército en cada especialidad, así como los numerosos pilotos
de la compañía Air America de la CIA, conjuntamente con cerca de dos mil
norteamericanos dentro y fuera de Laos y otros miles en toda Asia
dedicados al apoyo logístico. Un ejército secreto, secreto para el Congreso
y el pueblo norteamericanos; los militares estadounidenses participaban
allí bajo diferentes coberturas, algunos como civiles sin uniforme, después
de haber “renunciado” al servicio y ser contratados por una compañía
privada creada por la CIA; otros como agregados en la embajada; pilotos
de la CIA estaban oficialmente bajo contrato de la Agencia Internacional
para el Desarrollo; norteamericanos que morían en Laos eran reportados
como bajas de la guerra en Vietnam,17 y todo esto sumado a las fuerzas
16 Norman Cousins: “Report from Laos”, en Saturday Review, 18 de febrero de 1961, p. 12.
17 Sobre el Ejército Secreto ver:
a) New York Times, 26 de octubre de 1969, p. 1.
b) Fred Branfman: “The President's Secret Army”, en Robert Borosage y John Marks, eds.: The CIA
FileNen York, 1976, pp. 46-78.
c) Christopher Robbins: Air America. New York, 1979, capítulos 5 y 8.
d) Coronel Fletcher L. Prouty: The Secret Team: The CIA and its Allies in Control of the World New
York, 1974, pp. 190-193,438.
e) Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, pp. 54,
21. Laos 1957-1973 246
132.
f) San Francisco Chronicle, 25 de julio de 1973 (reportaba muertes).
18 New York Times, 18 de mayo de 1958, IV, p. 7.
19 Robbins: op. cit.
20 Branfman en The CIA File, p. 65.
21 Robbins: op. cit.
22 Para un recuento abarcador de la participación de la CIA en el tráfico de drogas desde
Latinoamérica al sudeste asiático y hacia Afganistán, desde los años 50 a los 80, ver:
a) Alfred W. McCoy: The Politics of Heroin in Southeast Asia. Harper & Row, New York, 1972,
passim; edición revisada y actualizada: The Politics of Heroin: CIA Complicity in the Global Drug
Trade.Lawrence Hill Books, New York, 1991, passim.
b) Henrik Kruger: The Great Heroin Coup: Drugs. Intelligence and International Fascism. Boston,
1980, passim.
c) Christopher Robbins: Air America. New York, 1979, pp. 128, 225-243.
d) Leslie Cockburn: Out of Control New York, 1987, passim.
e) Peter Dale Scott, Jonathan Marshall: Cocaine Politics: Drugs. Armies and the CIA in
CentrallImerlca.University of CA Press, 1991, passim.
f) Drugs, Law Enforcement and Foreign Policy un Informe del Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores (Subcomité sobre Terrorismo, Narcóticos y Operaciones Internacionales), 1989.
21. Laos 1957-1973 247
23 Testimonio de Daniel Oleksiw, de la USIA, ante el Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores, en Audiencias sobre Acuerdos de Seguridad y Compromisos de EE.UU. en el Exterior: reino
de Laos, octubre de 1969, pp. 586-587.
La USIA elaboró o tras numerosas publicaciones sin identificación en Asia durante los años 50 y
60. Un documento de 1954 enumera las siguientes: Four Seas (mensuario, sudeste asiático); Free
World (mensuario, nueve países del Lejano Oriente); American Repórter (bisemanario, India);
Panorama (bisemanario, Pakistán); y News Review (semanario, Beirut), esta información fue tomada
de un memorándum de la Casa Blanca basado en información preparada por la USIA el 15 de febrero
de 1954, en Declassified Documents Reference System, 1987, documento Nº 548.
24 New York Times, 25 de abril de 1966, p. 20.
25 Ibíd., 20 de enero de 1961, p. 2.
26 Marchelti y Marks, p. 132; Branfman: Voices..., p. 16.
27 Robbins, p. 116.
21. Laos 1957-1973 248
28 William Lederer y Eugene Burdick: A Nation of Sheep. Londres, 1961, pp. 12-13: ver también
Bernard Fall: Anatomy of a Crisis: The Laotian Crisis of 1960-196l.New York, 1969, capítulo 7.
29 Lederer y Burdick, p. 15-22.
30 Bernard Fall: Street Without Joy: Insurgency in Indochina 1946-1963. Londres, 1963, tercera
32 Schlesinger, p. 329.
33 Ibid., p. 517, ver también Andrew Tully: The Super Spies. Londres, 1970, p. 165.
34 Robbins, p. 115.
35 Prouty, p. 314.
36 New York Times, 3 de mayo de 1964, p. 1; 7 de mayo, p. 7; 14 de mayo, p. 11.
21. Laos 1957-1973 250
del Senado sobre Refugiados del Comité sobre Asuntos Judiciales, 28 de septiembre de 1970, pp. 19 y
V.
40 Ibíd., p. 32.
41 The Guardian, Londres, 14 de octubre de 1971, p. 4.
21. Laos 1957-1973 251
Así fue como al final tuvo lugar la peor pesadilla de Washington: toda
Indochina —Vietnam, Camboya y Laos— cayó en manos de los
comunistas. Durante el período inicial de intervención norteamericana en
el área en la década del 50, John Foster Dulles, Dwight Eisenhower y otros
funcionarios norteamericanos acostumbraban a emitir apocalípticos
pronunciamientos del tipo de la “teoría del dominó”, asegurando que si
Indochina caía, otras naciones asiáticas se verían arrastradas. En una
ocasión Eisenhower incluyó nada menos que a Taiwán, Australia, Nueva
Zelanda, Indonesia y Filipinas entre las “fichas arrastradas”. 45
Tales pronósticos fueron repetidos periódicamente durante la década
siguiente por sucesivas administraciones y otros partidarios de la política
de EE.UU. en Indochina como el argumento clave para defender su
actuación. El hecho de que las predicciones demostraran no tener base
real no impidió que Washington continuara sosteniendo el mismo dogma
hasta la década del 90 en cualquier “zona de conflicto” del mundo, lo que
prueba su inquebrantable fe en la existencia de la conspiración comunista
internacional.
42 Robbins, p. 132.
43 Branfman: Voices..., p. 15.
44 New York Times, 23 de febrero de 1973, p. I.
45 Ibíd., 8 de abril de 1954.
22. Haití 1959-1963 252
1 Robert I. Rotberg y Christopher K. Clague: Haití: The Politics of Squalor. A Twentieth Century
12 Interim Report: Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders. Comité Selecto del
1 Gott, p. 70.
23. Guatemala 1960 256
7 Thomas y Marjorie Melville: Guatemala: The Politics of Land Ownership. EE.UU., 1971, p. 142;
Gott, p. 76.
8 Gotl, p. 77.
24. Francia-Argelia. Años 60 258
1 Andrew Tully: CIA: The Inside Story. New York, 1962, p. 44.
2 Alien Dulles: The Craft of Intelligence. New York, 1965, p. 175.
3 New York Times, 4 de mayo de 1961, p. 10.
4 Citado en Tully, p. 45, artículo escrito por Crosby Noyes, no se da la fecha de su publicación en
el Washington Star.
5 Citado en Sanche de Gramont: The Secret War. New York, 1963, pp. 29-30.
24. Francia-Argelia. Años 60 260
multitud de veteranos franceses en una recepción que les seria ofrecida por De Gaulle.
El asesino se le presentaría al final de la misma, cuando se suponía que la mano del
presidente estaría cansada y tal vez entumecida por cientos de estrechones, lo que
impediría a De Gaulle detectar el minúsculo pinchazo con que se le introduciría el
veneno en el letal apretón de manos del matón, quien se perdería luego entre los
congregados mientras el veneno se abría paso por las venas del presidente rumbo a su
corazón o su cerebro, en dependencia de cuál fuese el tóxico utilizado. No se divulgó
con qué rapidez sobrevendría la muerte, si es que eso fue analizado en su momento
[...]
En el esbozo presentado a los congresistas no se indicaba cuál habría sido el papel real
de la CIA si el complot hubiese obtenido éxito. 19
Los disidentes involucrados en el supuesto complot eran oficiales
franceses y antiguos residentes en Argelia, quienes se hallaban
amargamente resentidos contra De Gaulle por haber “vendido el honor
francés” al retirarse de la colonia norafricana.
No se hacía mención en el testimonio del oficial de la CIA acerca de la
participación posible de Lyndon Johnson, aunque era bien conocida la
animadversión entre este y De Gaulle. El dirigente francés estaba
firmemente convencido de que EE.UU. estaba detrás del fracaso de su gira
por América del Sur en 1964; creía que la CIA había utilizado su red de
agentes para evitar que la población acudiese masivamente a recibirlo.20
Hay algunas evidencias que muestran que esto no era exclusivamente
paranoia. En 1970 el Dr. Alfred Stepan, profesor de Ciencias Políticas en
Yale, testificó ante el Congreso acerca de su experiencia en Sudamérica en
1964 cuando era periodista para The Economist. “Cuando De Gaulle iba a
hacer su gira por Latinoamérica, muchos de mis entrevistados
[funcionarios de varias embajadas] dijeron que se hallaban bajo presiones
muy reales por parte de grupos norteamericanos para no mostrarse muy
cálidos hacia De Gaulle, pues considerábamos que Latinoamérica estaba
dentro del área de influencia de Estados Unidos”. 21
Tras la aparición de la historia en el Chicago Tribune, el director de la
CIA William Colby confirmó que “extranjeros” se habían acercado a la
Agencia con un plan para matar a De Gaulle. Colby dijo que la CIA había
rechazado la idea, pero no sabía si se había alertado al Gobierno francés
al respecto.22 No se definió si el incidente al que Colby hacía referencia
era el mismo relatado en el periódico.
Temprano en la mañana del lunes 9 de noviembre de 1970 Charles de
1 Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary. New York, 1975, pp. 106-316, passim. El libro de Agee
impuesto.
En la estación CIA en Quito se celebró con champán. En varias partes
de Ecuador, la población irritada por el dominio de los militares y
desesperada por su calidad de vida, tomó las armas. Pero en esta ocasión,
como en las otras, no se llegó a nada... un pequeño grupo, mal armado y
sin entrenamiento, infiltrado por agentes que avisaban de cada
movimiento, enfrentado a un batallón de paracaidistas armados hasta los
dientes y entrenados por EE.UU. Esto fue en el terreno. En los reportes de
prensa, los rebeldes fueron llevados por centenares y se dijo que estaban
no sólo bien armados, sino que sus armas “eran extranjeras” (léase
cubanas), y que toda la operación había sido cuidadosamente planeada en
el congreso del Partido Comunista el mes anterior.
El 11 de julio de 1963, el Palacio Presidencial en Quito se vio rodeado
de tanques y tropas. Arosemena había sido expulsado y una junta había
tomado posesión. Su primer acto fue ¡legalizar el comunismo:
“comunistas” y otros de “extrema” izquierda fueron encarcelados, y los
arrestos se facilitaron por contar con la Lista de Vigilancia y Control de la
Subversión de la CIA (esta lista, utilizada en muchas estaciones, solía incluir
no sólo el nombre del sujeto sino el de sus familiares y amigos y sus
direcciones, así como los lugares frecuentados por el individuo, en fin,
todo lo que ayudase a localizarlo en el momento oportuno). Las libertades
civiles fueron suspendidas, canceladas las elecciones previstas para 1964.
Otra historia repetida en América Latina.
2 New York Times, 14 de julio de 1963, p. 20. Para un análisis tan interesante como conciso de las
inclinaciones políticas de Velasco y Arosemena, ver John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New
York, 1965, pp. 141-148.
26. El Congo 1960-1964 271
1Interim Report: Alleged Assassination Plots invoiving Foreign Leaders, Comité Selecto del Senado
para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con Respecto a Actividades de Inteligencia, 20 de
noviembre de 1975, pp. 14, 15, 16, respectivamente; en lo adelante lo llamaremos Assassination
Report.
26. El Congo 1960-1964 272
Debe tenerse en cuenta que en 1960 este lenguaje era sin dudas radical
y escandaloso en un escenario tal.
El 11 de julio la provincia de Katanga —donde se concentra la mayor
riqueza de cobre, cobalto, uranio, oro y otros minerales del Congo—
anunció que se independizaba. Bélgica, principal poseedor de este
354.
26. El Congo 1960-1964 273
6 David Gibbs: The Political Economy of Third World intervention: Mines, Money and U.S. Policy in
the Congo Crisis. University of Chicago Press, 1991, p. 100, ofrece los detalles sobre estos vínculos; p.
90 refiere la solicitud de la intervención belga por parte de la Embajada norteamericana.
7 Ibíd., p. 92-93.
8 New York Times, 4 de septiembre de 1960, IV, p. 3; Gibbs, p. 100.
26. El Congo 1960-1964 274
9 Kwitny, pp. 62-63. 65; Stephen R. Weissman: American Foreign Policy in the Congo, 1960-1964.
Cornell University Press, Ithaca, 1974, pp. 88-95. Weissman era miembro del Subcomité sobre África
del Comité de la Cámara de Asuntos Exteriores; Andrew Tully: CIA: The Inside Story. New York. 1962,
pp. 179-180, acerca de los hombres de la CIA.
10 Assassination Report, p. 16.
11 Víctor Marchetti y John D. Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. Laurell Dell, 1983, p. 28.
Esta edición contiene más información que en la anterior no había sido desclasificada.
12 Stephen R. Weissman: “CIA Covert Action in Zaire and Angola: Pattern sand Consequences”, en
16, 17, 18 y 63 respectivamente. Las tres últimas son citas o paráfrasis de afirmaciones de funcionarios
norteamericanos.
14 ibid., p. 19-30. Gottlieb aparece como Joseph Schcider en el Assassination Report.
15 ibid., p. 13.
26. El Congo 1960-1964 275
varios funcionarios que creían que la orden de matar al líder africano había
provenido originalmente de Eisenhower, el comité consideró que tal
razonamiento era una “inferencia razonable”. 16
El virus nunca fue utilizado pues la CIA no consiguió “un agente
suficientemente seguro con el acceso adecuado” a Lumumba antes de que
el material biológico perdiera su efecto.17 Sin embargo, el comité Church
observó que la estación de la Agencia en Leopoldville “continuó
manteniendo estrecho contacto con congoleses que expresaron deseos de
asesinar a Lumumba. Los oficiales de la CIA los alentaron y se ofrecieron
para ayudarlos en este esfuerzo, aunque no hay evidencias de que se dio
alguna vez ayuda para propósitos específicos de asesinato”.18
Ante esta situación, Lumumba escapó de la capital. Durante un tiempo
fue protegido de la persecución de Mobutu por la ONU, obligada a
distanciarse de Washington por la tremenda presión internacional. 19 Pero
el 1º de diciembre, fue puesto bajo la custodia de soldados de Mobutu. Un
cable de la CIA fechado el 28 de noviembre indica que la Agencia había
participado en la localización del carismático líder congolés. El cable
hablaba del trabajo de la estación de la CIA en conjunto con el Gobierno
congolés para bloquear las carreteras y poner en alerta a las tropas a fin
de impedir la salida de Lumumba del país.20 Estados Unidos también había
participado en la toma del poder de Mobutu —que el confidente de la CIA
Andrew Tully describe como un “descubrimiento” de la Agencia. 21
Lumumba quedó detenido hasta el 17 de enero de 1961, cuando se le
transfirió a la provincia de Katanga, y se le puso en manos de su más
acérrimo enemigo: Moise Tshombe. Ese mismo día fue asesinado.
En 1978, un antiguo especialista en África de la CIA, John Stockwell,
relató en su libro cómo un importante oficial de la Agencia le había
contado que había dado vueltas en su auto con el cadáver de Lumumba
en el maletero “tratando de decidir qué hacer con él”.22 Lo que finalmente
hizo no se ha hecho público todavía.
Durante el período de prisión de Lumumba, los diplomáticos
estadounidenses en el Congo desarrollaron una política de “lamentar” las
golpizas a que era sometido e intentar asegurarle un “tratamiento
humano”, debido a “consideraciones en torno a la opinión internacional y
Kwitny, pp. 63, 66-67; Weissman: American Foreign Policy..., p. 94-99, 108- 109; Weissman (PSQ), p.
268.
22 John Stockwell: in Search of Enemies. New York, 1978, p. 105; también 137 y 236-237.
26. El Congo 1960-1964 276
norteamericanos ayudaron a la Fuerza Aérea burmesa a realizar ataques contra los rebeldes, mientras
la CIA apoyaba a los rebeldes en sus operaciones en Laos (San Francisco Chronicle, 16 de octubre de
1970, p. 22). De manera adicional, en Angola durante los 60 y 70, y en Cuba en 1957-58, cuand o la
Agencia entregó dinero a los insurgentes que intentaban derrocar a los respectivos gobiernos, a los
cuales EE.UU. proveía de armas para enfrentarse a los rebeldes (ver secciones respectivas).
26. El Congo 1960-1964 277
secretario ejecutivo a McGeorge Bundy, asistente especial del Presidente para Asuntos de Seguridad
Nacional, en Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Volumen Colección
Retrospectiva, documento 383C.
26. El Congo 1960-1964 278
transcripción, citado por Stephen R. Weissman en “The CIA and U.S. Policy in Zaire and Angola”, en
Ellen Ray, etal. eds.: Dirty Work 2: The CIA in Africa. New Jersey, 1979, p. 200; esta es otra versión del
artículo de Weissman en PSQ al que ya nos referimos.
26. El Congo 1960-1964 279
34 William Atwood: The Reds and the Blacks. Londres, 1967, p. 194. Atwood era embajador
norteamericano en Kenya en 1964 y 1965. Además Weissman (PSQ), pp. 271- 272 y Weissman:
American Foreign..., pp. 226-230.
35 Atwood, p. 192.
36 Sobre los mercenarios de la CIA ver Wise y Ross: The Espionage Estabiishment.New York, 1967,
p. 167; Stockwell, pp. 187-188; Marchetti y Marks, p. 104; Roger Morris y Richard Mauzy: “Zaire (the
Congo): An Exercise in Nation Building”, en Robert Borosage y John Marks, eds.: The CIA File. New
York, 1976, pp. 35-37.
37 New York Times, 26 de abril de 1966, p. 1.
38 Ibid., 17 de junio de 1964, pp. 1, 12; .18 de junio, p. 1.
26. El Congo 1960-1964 280
39 M. Crawford Young: “Rebellion and the Congo”, en Robert Rotberg, ed.: Rebellion in Black
the Secrete: Richard Helm and the ClA.New York, 1979, p. 153.
41 Young, p. 209.
42 New York Times, 15 de noviembre de 1964, p. 21.
26. El Congo 1960-1964 281
48 Atwood, p. 194.
49 Dwight Eisenhower: The White House Years: Waging Peace 1956-1961. New York, 1965, p. 270.
27. Brasil 1961-1964 283
1 Phyllis R. Parker: Brazil and the Quiet Intervention 1964. University of Texas Press, Austin, 1979,
sector estudiantil y otros (el cónsul general de EE.UU. en Sao Paulo sugirió
al Departamento de Estado que se “encontraran organizaciones
estudiantiles alternativas”); el deterioro general de la “influencia de
EE.UU. y la pérdida de poder de la gente y los grupos amigos de EE.UU.”8
Se podía llegar a sugerir que los funcionarios de Washington simplemente
no se sentían queridos, de no ser por el hecho de que el golpe, como
sabían por experiencias anteriores, tendría como resultado mayor rechazo
a Norteamérica en toda Latinoamérica.
El predecesor de Goulart, Janio da Silva Quadros, también había
irritado a Washington. “¿Por qué Estados Unidos puede comerciar con
Rusia y sus satélites pero insiste en que Brasil sólo puede comerciar con
Estados Unidos?” preguntó, y procedió a negociar con la URSS y otros
países socialistas para (re)establecer relaciones comerciales y
diplomáticas. En una palabra, era independiente. 9
Quadros era también un conservador que actuó con fuerza contra los
sindicatos, envió tropas federales a aplastar las protestas en el hambriento
nordeste brasileño y encarceló a estudiantes alborotadores. 10 Pero el
embajador norteamericano de aquel momento, John Moors Cabot,
encontró adecuado cuestionar la participación de Brasil en un encuentro
de naciones “no comprometidas” (no alineadas). “Brasil ha contraído
varias obligaciones con Estados Unidos y las naciones americanas [dijo].
Estoy seguro de que Brasil no olvidará esas obligaciones [...] Está
comprometido. Es un hecho. Si lo desea, Brasil puede romper ese
compromiso”.11
A principios de 1961, poco después de que Quadros ocupara la
presidencia, recibió la visita de Adolf Berle Jr., asesor del presidente
Kennedy sobre asuntos latinoamericanos y antiguo embajador en Brasil.
Berle había llegado como enviado especial de Kennedy para solicitar el
apoyo de Quadros en la inminente invasión a Bahía de Cochinos. El
embajador Cabot estuvo presente y describió el encuentro a Peter Bell,
quien escribió: “El embajador Cabot recuerda una ‘conversación
tempestuosa’ en la cual Berle afirmó que Estados Unidos tenía 300
millones de dólares en reserva para Brasil y en efecto ‘lo ofreció como
pago’ a cambio de la cooperación brasileña [...] Quadros se mostró
‘visiblemente irritado’ cuando Berle no quiso aceptar su tercera negativa.
Ningún funcionario brasileño estuvo presente en el aeropuerto al día
siguiente para despedir al enviado”. 12
8 Ibíd., p. 44 y passim.
9 John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New York, 1965, p. 83.
10 Ibíd., p. 82.
11 New York Times, 12 de julio de 1961, p. 13.
12 Peter Bell: “Brazilian-American Relation”, en Riordan Roett, ed.: Brazil in the Sixties. Vand erbilt
27. Brasil 1961-1964 286
Quadros, quien había sido electo con un margen sin precedentes, fue
también acusado de querer establecer una dictadura porque trataba de
imponer medidas que afectaban a la oligarquía, los militares y EE.UU., y
por llevar a cabo una política exterior “pro comunista”. Después de siete
meses en el poder renunció de repente, según se dice por presiones del
ejército, o tal vez por amenazas directas. En su carta de renuncia culpó de
su decisión a los “reaccionarios” y a “las ambiciones de grupos de
individuos, algunos de los cuales son extranjeros [...] las terribles fuerzas
que se levantaron contra mí”.13
Pocos meses después, Quadros reapareció para pronunciar un discurso
donde nombró a Berle, Cabot y a Douglas Dillon, secretario del Tesoro de
EE.UU., como integrantes del grupo que había contribuido a su caída.
Afirmó que Dillon había vinculado la política exterior de Brasil a las
necesidades del país de créditos extranjeros. 14 Tanto Berle como Cabot
habían sido defensores del derrocamiento de Arbenz en Guatemala en
1954 por pecados muy similares a los actuales de Goulart ante los ojos de
Washington. 15 Al mismo tiempo, Quadros anunció su intención de
encabezar una “cruzada popular” contra los “reaccionarios, los corruptos
y los comunistas”.16
Como vicepresidente de Quadros, Goulart lo sustituyó en la presidencia
en agosto de 1961 a pesar de una intentona golpista y una guerra civil
iniciadas por segmentos del ejército para evitarlo, pues era visto como uno
de los radicales más peligrosos. Sólo la intervención de unidades leales de
las fuerzas armadas y otros defensores del proceso constitucional le
permitieron tomar el poder. 17 La oposición militara Goulart surgió, y es
bueno destacarlo, antes de que este tuviese oportunidad de mostrar sus
supuestas tendencias a convertirse en dictador. Sin duda, ya desde 1954,
los militares habían demostrado su antipatía hacia él al obligar al
presidente Vargas a destituirlo como ministro del Trabajo.18 Las dudas de
los norteamericanos sobre Goulart también eran anteriores a su toma de
poder. Cuando fue electo vicepresidente en 1960, “la preocupación de
Washington se convirtió en pánico”, según un funcionario que trabajó en
Brasil.19
University Press, Nashville, 1972, p. 81: entrevista a Cabot por Bell efectuada en Washington D.C. el.
15 de enero de 1970.
13 Gerassi, p. 84.
14 New York Times, 16 de marzo de 1962, p. 7.
15 Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer: Biller Fruit: The Untold Story of the American Coup in
Philadelphia, 1977, p. 40, las palabras son las de Black sobre la base de la entrevista que realizó al Tte.
Cnel. Edward L. King, miembro de la Comisión Conjunta de Defensa Brasil-EE.UU. en la segunda mitad
de los 60; ver también Bell, p. 83 sobre las dudas norteamericanas con respecto a Goulart desde el
inicio de su período.
20 Arthur Schlesinger: A Thousand DaysBoston, 1965, pp. 780-782; New York Times, 5 de diciembre
de 1961, p. II.
21 New York Times, 5 de abril de 1962, p. 3.
22 Time, 3 de noviembre de 1961, p. 29.
23 Gerassi, pp. 83, 88.
27. Brasil 1961-1964 288
Times y en 1965 fue el jefe del buró de Saigón para ese periódico.
28 Parker, p. 26, memo del presidente Kennedy al administrador de la AID Fowler Hamilton,
32 Parker, p. 40.
33 Para el incidente más importante como ejemplo de esto ver relato del motín de la Marina en
Skidmore, pp. 296-297.
34 Philip Siekman: “When Executives Turned Revolutionaries”, en la revista Fortune, New York,
36
Langguth, pp. 61-62, 98; Washington Post, 5 de febrero de 1968, p. 1.
37 Skidmore, p. 330; ver también James Kohl y John Litt: Urban Guerrilla Warfare in Latí n America.
The MIT Press, Cambridge, Mass., 1974, p. 39 para un mayor análisis de la fuerte inclinación pro
norteamericana y antizquierdista del plan de estudios.
38 Parker, p. 98, cable al Departamento de Estado con fecha 4 de marzo de 1964. En esta y en las
citas siguientes tomadas de cables, los artículos y preposiciones faltantes han sido insertados para
facilitar la lectura. Para un mayor análisis de la cercanía entre los militares norteamericanos y
brasileños, así como de la presunta influencia sobre estos últimos para lograr una inclinación pro
EE.UU. y anticomunista, ver Langguth, pp. 94-96, 162-170; Black, caps. 9 y 10; Michael Klare: War
Without End. New York, 1972, cap. 10; Alfred Stepan: The Military in Politics: Changing Patterns in
Brasil. Princeton University Press, NJ, 1971, pp. 123-133.
39 Parker, p. 65.
27. Brasil 1961-1964 291
40 Ibíd., p. 68.
41 Ibíd., p. 68-69.
42
Ibíd., p. 74.
43 Ibíd., p. 75, teletipo enviado de Washington a la Embajada norteamericana en Brasil el 31 de
marzo de 1964.
44 Ibíd., p. 68.
45 Ibíd., pp. 74, 77.
46 Ibíd., pp. 72, 75-76; ver también la declaración del ex coronel del Ejército brasileño Paulo de
Baruna, exiliado por la junta, acerca del efecto de la fuerza naval sobre el pensamiento de Castelo
Branco en Warner Poelchau, ed.: White Paper, Whitewash. New York, 1981, p. 51.
47 Survey of the Alliance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del Subcomité sobre
Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, 15 de julio
de 1968, p. 53; la trayectoria de la IADTL puede ser encontrada en las páginas previas de este informe;
ver también Black, cap. 6.
27. Brasil 1961-1964 292
48 Informe del Senado citado en nota anterior, p. 14, citand o un programa de radio en el que
p: 28.
50 Poelchau, pp. 47-51.
51 Langguth, pp. 110, 113; Washington Post, 2 de abril de 1964, p. 23.
27. Brasil 1961-1964 293
Asuntos Interamericanos, Comité de Relaciones Exteriores del Senado, 7 de febrero de 1966, pp. 44-
45.
57 The Department of State Bulletin, 20 de abril de 1964, conferencia de prensa del 3 de abril de
1964.
58 Langguth, p. 113, de la entrevista realizada a Gordon.
27. Brasil 1961-1964 294
NACLA’s Report on the Americas (Congreso Norteamericano sobre Latinoamérica), New York, enero-
febrero de 1987, pp. 32-34; acerca del día de duelo, ver p. 29, que cita al Servicio de Información de
Transmisiones Extranjeras de la CIA, 15 de noviembre de 1982.
27. Brasil 1961-1964 295
a) Penny Lernoux: Cry of the People: The Struggle for Human Rights in Latin America - The Cathoíic
Church in Confiict with US. Policy. Penguin Books, Londres, 1982, pp. 166- 175, 313-332, y otras.
b) Langguth, caps. 4, 5, 7 y otros.
c) Torture and Oppresion in Brazii, Audiencia ante el Subcomité sobre Organizaciones y
Movimientos Internacionales del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 11 de diciembre de
1974, contiene testimonio por y acerca de víctimas de torturas y reproducciones de artículos de la
prensa norteamericana.
d) Noam Chomsky y Edward Hermán: The Washington Connection and Third World
Fascism.Boston, 1979, ver índice.
27. Brasil 1961-1964 297
El jefe del Estado Mayor del Ejército brasileño, general Breno Borges
Forte, declaró en la Décima Conferencia de Ejércitos Americanos en 1973:
El enemigo es indefinido [...] se adapta a cualquier ambiente y utiliza todos los
medios, tanto los lícitos como los ¡lícitos, para conseguir sus fines. Se disfraza
de sacerdote, estudiante o campesino, como defensor de la democracia o
intelectual avanzado, como un alma piadosa o un profesor extremista; penetra
en los campos y las escuelas, las fábricas y las iglesias, las universidades y las
magistraturas; si es necesario vestirá el uniforme militar o un atuendo civil; en
suma, puede asumir cualquier papel que considere apropiado para engañar,
mentir y aprovecharse de la buena fe de la gente occidental. 77
73AID: Program and Project Data Presentation to the Congress for Fiscal Year 1971, p. 26.
74Langguth, p. 94; Poelchau, p. 65, entrevista a Langguth.
75 Amnistía Internacional: Report on Allegations of Torture in Brazii Londres, 1974, p. 40.
76 Jornal do Brasil, 25 de mayo de 1972, citado por Amnistía Internacional, p. 49.
77 Lawrence Weschler: A Mirarte, a Universe: Settling Accounts with Torturers. Penguin Books,
78 Special Study Mission to Latin America on Military Assistance Training. Informe del Comité de
p. 306.
28. Perú 1960-1965 299
guerrillas pues tenían pocas armas y malas, que usaron para defender el
territorio ocupado, y fueron aplastados de manera fácil y brutal por la
policía y el ejército, al parecer sin ayuda significativa de EE.UU., sólo el
armamento y entrenamiento de rutina de tales fuerzas. Hacia 1965, sin
embargo, varios grupos guerrilleros se habían desarrollado en la zona este
de los Andes, conscientes de que tratar de organizar los campesinos era
dolorosamente inadecuado, suicida incluso según algunos. Inspirados en
la Revolución cubana, impresionados por los cambios sociales
desarrollados por la misma, entrenados por cubanos, estos hijos de clase
media se reunieron en mayo para adoptar una estrategia común. La guerra
de guerrillas comenzó en realidad al mes siguiente, pero hacia fines de año
una operación conjunta peruano— norteamericana de contrainsurgencia
derrotó a tres de los grupos rebeldes, dos de ellos en menos de dos meses.
Los guerrilleros que escaparon fueron reducidos a escaramuzas
impotentes durante más o menos otro año. 7 El papel de la CIA en este
barrido militar definitivo ha sido descrito de manera concisa por un
antiguo alto oficial de esta, Víctor Marchetti:
Los Boinas Verdes participaron [...] en lo que fue la mayor intervención a gran
escala de la CIA en Latinoamérica después de Bahía de Cochinos, Esto ocurrió
a mediados de los 60 cuando la agencia vino secretamente en ayuda del
gobierno peruano acosado por entonces con problemas de guerrilleros en su
región oriental más lejana. Incapaz de lidiar adecuadamente con el
movimiento insurgente, Lima se volvió al gobierno de EE.UU. en busca de
ayuda, que recibió de inmediato en forma encubierta.
La agencia financió la construcción de lo que un observador experimentado
describiría como “un Fort Bragg en miniatura” en la problemática selva
peruana, con todos sus comedores, aulas, barracas, oficinas administrativas,
torres de salto de paracaidistas, instalaciones para vehículos anfibios y
cualquier otro equipamiento para operaciones paramilitares. Los helicópteros
fueron proporcionados bajo la cobertura de programas oficiales de ayuda
militar, y la CIA transportó por aire armas y otros equipos de combate. El
entrenamiento fue ofrecido por el personal de la División de Operaciones
Especiales de la agencia y por instructores de los Boinas Verdes prestados por
el ejército.8
durante este período ver Richard Gott: Rural Guerrillas in Latin America. Gran Bretaña, 1973, pp. 363-
463; James Petras y Maurice Zeitlin, eds.: Latin America: Reform or Revolution? Fawcett, New York,
1968, pp. 343-350; New York Times, 30 de agosto de 1966, p. 1.
8 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of In telligence. New York, 1975, p. 137.
28. Perú 1960-1965 302
Defensa del Comité del Senado sobre Apropiaciones, 23 de febrero de 1966, p. 38.
10 Michael Klare: War Without End. New York, 1972, pp. 297-298.
11 New York Times, 12 de septiembre de 1965, p. 32.
12 Agee, p. 440; ver también pp. 267-269 y 427.
28. Perú 1960-1965 303
13 Gott: op. cit; Petras, p. 349; Normal Gall: “The Legacy of Che Guevara”, en la revista
1
Jerome Slater: “The Dominican Republic 1961-1966”, en Bany Blechman y Stephen Kaplan: Forcé
Without War: U.S. Armed Forces as a Política! Instrument. The Brookings Institution, Washington,
1978, pp. 290-291, un estudio emprendido a solicitud del Pentágono y con la colaboración del mismo,
aunq ue el libro aclara que los puntos de vista corresponden exclusivamente a los autores.
2 Bernard Diederich: Trujillo: The Death of the Goat. Londres, 1978, p. 43.
3 Ibid., pp. 48-49; New York Times, 23 de junio de 1975, p. 17, este artículo es más comprensible
cuand o se sabe que Lear Reed era llamado el “coronel”, debido a que obtuvo ese rango en la Segunda
Guerra Mundial (Diederich, p. 49)
4 Interim Report: Allege Assassination Plots Involving Foreign Leaders, el Comité Selecto del
6 Diederich, p. 44.
7 Assassination Report, p. 191-215, passim, Diederich, passim, en particular pp. 40-56.
29. República Dominicana 1960-1966 307
asesinato político, tanto por criterios políticos como por el deseo de evitar
“ensuciar más ante los ojos del mundo” la “postura moral de EE.UU.”, tal
como lo expresó un funcionario del Departamento de Estado. 8 Este fue en
particular el deseo explícito del presidente Kennedy y de otros en su
administración tras asumir el mando en enero de 1961, aunque más tarde
llevarían a cabo varios intentos de asesinato contra Castro. El fracaso de
Bahía de Cochinos en abril de ese año debilitó más el entusiasmo de los
funcionarios de Washington hacia las aventuras en el Caribe (excepto
contra Cuba como venganza), y los in dujo a pedir una posposición del
atentado, pero los conspiradores habían pasado el punto de no retorno.
Los dominicanos que llevaron a cabo el hecho, y sus compañeros en la
conspiración, no eran revolucionarios en modo alguno. Venían de las filas
de sectores privilegiados y conservadores de la sociedad dominicana, y
estaban unidos en primer lugar por su intenso odio contra Trujillo, una
especie de vendetta personal por cuanto cada uno de ellos, o alguien
cercano, había sufrido graves humillaciones a manos del dictador, cuando
no tortura y muerte. Su plan acerca de lo que sucedería tras el magnicidio
no estaba definido y lo poco que habían previsto se derrumbó por
completo. Tal como fueron las cosas, al día siguiente de la muerte, Rafael
(Ramfis) Trujillo, hijo del dictador, abandonó su vida de playboy en París y
regresó a toda prisa para tomar las riendas del Gobierno. Muy poco fue
resuelto, fuera en República Dominicana o en Washington. La
administración Kennedy se vio enfrentada al mismo problema ideológico
que había causado tanta indecisión anteriormente: ¿Cuál es el mejor
modo de evitar el establecimiento de un gobierno de izquierda que persiga
cambios sociales radicales? ¿El tradicional puño de hierro de la dictadura
o una sociedad más democrática, capaz de satisfacer muchas de las
legítimas demandas de la población? ¿Cuánta democracia podría
permitirse sin abrir paso a demandas mayores y menos aceptables,
proporcionando a la izquierda una plataforma legal desde la cual atraer
(“embaucar” diría Washington) al pueblo? Y si debe apoyarse a una
dictadura, ¿cómo podrían los dirigentes norteamericanos liberales
explicar esto al mundo y a sus propios ciudadanos?
John F. Kennedy y sus hombres de Harvard tuvieron la tendencia a
tratar tales cuestiones políticas de forma mucho más contemplativa que
la acostumbrada por las figuras políticas norteamericanas; a veces podría
decirse que casi agonizaban ante tales asuntos, pero al final su política
hacia Latinoamérica no se diferenciaba de la de los gobiernos
conservadores. Un líder que impusiera el “orden” con al menos una
fachada de democracia, que mantuviera a la izquierda sumergida sin
12 Sobre los hechos posteriores al asesinato de 1961: Slater, pp. 294-297; Diederich, pp. 220-251.
13 Slater, p. 298; New York Times, 20 de enero de 1962, p. 4.
14 John Bartlow Martin: Overtaken by Events: The Dominican Crisis From the Fall of Trujillo to the
18 Martin, pp. 455-456; Richard Bamet: intervention and Revolution. Londres, 1972, p. 168.
19 Cita del Miami News publicada en Newsweek, 7 de octubre de 1963, p. 64. Información sobre
Hendrix aparece en Carl Bernstein: “The CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de octubre de 1977,
p. 59; Thomas Powers: The Man Who Kept the Secrets: Richard Heims and the CIA. New York, 1979, p.
461.
20 Martin, p. 451.
21 ibid., pp. 477-478.
29. República Dominicana 1960-1966 312
22 Sam Halper: “The Dominican Upheaval”, en The New York Leader, New York, 10 de mayo de
1965, p. 4.
23 Martin, pp. 481-490; New York Times, 17 de julio de 1963, p. 10.
24 CONATRAL: Survey of the Aiiiance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del
Subcomité sobre Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones
Exteriores, 15 de julio de 1968, p. 18; Jan Kippers Black: The Dominican Repubiic: Politics and
Deveiopment in an Uncovering State. Boston, 1986, pp. 35, 96, 117; Barnet, pp. 170-171.
25 Martin, p. 570.
26 Newsweek, 7 de octubre de 1963, pp. 64-65.
29. República Dominicana 1960-1966 313
30 Slater, p. 308; Tad Szulc: Dominica» Diary, New York, 1965, p. 32, Szulc era el corresponsal del
25 de junio de 1965, p. 8.
29. República Dominicana 1960-1966 315
ciudad”.33
En pocos días, los soldados norteamericanos fueron desplegados en un
corredor armado que atravesaba Santo Domingo para dividir a los
constitucionalistas y cortar el acceso de su cuerpo principal al resto del
país, embotellándolos en una pequeña área céntrica de la ciudad contra el
mar. Otras tropas habían tomado posiciones en el resto del país. La
ofensiva rebelde contra San Isidro no había podido realizarse y esto marcó
el inicio del fin de la revolución.
Las tropas estadounidenses vinieron en ayuda de los militares
dominicanos no sólo con su presencia combativa, sino con suministros de
armas, equipos, alimentos, e incluso de salarios, pero su participación
directa era lo de mayor peso. En un momento de gran impacto, el mar de
soldados yanquis se abrió para dar paso a los soldados dominicanos que
atacaron brutalmente y barrieron la zona norte del área rebelde, mientras
la zona sur, donde se hallaban las principales fuerzas constitucionalistas,
permanecía bloqueada sin poder enviarles ayuda. Esta “aplastante
victoria”, como la reportó el New York Times, fue “apoyada visiblemente
por las tropas de EE.UU.” Otros periodistas norteamericanos también
informaron sobre la participación de sus soldados en los combates,
aunque los funcionarios de Washington lo negaron irritados. 34
Los rebeldes apenas podían disparar en forma aislada contra los
invasores y pagaban un alto precio por ello. Las fuerzas de EE.UU. hicieron
volar un edificio desde el cual se les hacía fuego; al avanzar en la zona
constitucionalista, cuando otros francotiradores comenzaron a
dispararles, dieron muerte a 67 rebeldes y transeúntes capturados; se
enviaron paracaidistas que fueron vistos haciendo fuego contra rebeldes
en retirada y se informó que el ministro de Justicia y Policía de los
constitucionalistas “había muerto bajo el fuego de ametralladoras
norteamericanas cuando intentaba apoderarse del vacío Palacio
Presidencial en el centro de la ciudad con una escuadra de sus hombres”. 35
La administración Johnson negaba tales acciones o argumentaba que
quienes las ejecutaban no cumplían órdenes, sino que se trataba de
“acciones individuales” o “incidentes aislados”.
Un equipo encubierto de Boinas Verdes fue enviado a una locación
para garantizar la seguridad de civiles norteamericanos, pero al llegar
descubrieron que algunos de estos estaban ayudando a los rebeldes, “su
principal objetivo cambió de inmediato de proteger a sus compatriotas a
33 Martin, p. 658.
34 Washington Post, 27 de junio de 1965, p. E5; Slater, pp. 322-323; New York Times, 20 de mayo
de 1965.
35 New York Times, 20 de mayo de 1965; Slater, p. 325.
29. República Dominicana 1960-1966 316
de la CIA: Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Vol. 1977, documento 14G
29. República Dominicana 1960-1966 317
40 Philip Agee: Inside the Company: CIA Dialy.New York, 1975, p. 421.
41 Barnet, pp. 175-176.
42 Ibíd.; Szulc, pp. 71-73; Washington Post, 27 de junio de 1965, p. E4.
43 Slater, p. 321; New York Times, 22 de marzo de 1967.
44 David Wise: The Politics ofLying.New York, 1973, p. 32.
29. República Dominicana 1960-1966 318
En caso de que alguien no entendiera las reglas por las cuales se regían
los norteamericanos, como era al parecer el caso de Khruschov, la revista
Time se apresuró a explicarlas: “Esta ecuación por parte de los comunistas
2
Time, 2 de noviembre de 1962.
3
Citado por William Appleman Williams: “American Intervention in Russia: 1917-1920”, en David
Horowitz, ed.: Containment and Revolution. Boston, 1967. Escrito en una carta del secretario de Estado
Roben Lansing al presidente Wilson, tío de John Foster y Alien Dulles.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 322
4 Cuba, the U.S. and Russia. 1960-1963. Facts on File, New York, 1964, pp. 56-58.
5 International Herald Tribune, París, 2 de octubre de 1959, p. 1.
6 New York Times, 23 de octubre de 1959, p. 1.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 323
7
Cuba, the U.S., pp. 7-8; New York Times, 19 y 20 de febrero de 1960; 22 de marzo.
8 New York Times, 5 y 6 de marzo de 1960.
9 David Wise: “Colby of CIA - CIA of Colby”, en New York Times Magazine, 1º de julio de 1973, p.
9.
10 Un informe acerca de los hechos posteriores a la invasión ordenado por Kennedy reveló: “Nunca
hubo la intención, atestiguaron los que e laboraron el plan, de que la invasión misma derribaría a
Castro. La esperanza era que el éxito inicial promoviera un levantamiento de miles de cubanos
anticastristas. Los barcos en la flota invasora llevaban 15 000 armas para ser distribuidas a los
esperados voluntarios”, en U.S. News & World Report, 13 de agosto de 1979, p. 82. Algunos
funcionarios de la CIA, incluido Alien Dulles, negaron más tarde que se esperara un levantamiento,
pero esto puede ser sólo un intento de disimular su malestar ideológico ante un pueblo que, viviendo
bajo una “tiranía comunista”, no respondía al llamado del “Mundo Libre”.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 324
envueltos en la operación, pero en CBS Reports: The CIA Secret Army, transmisión del 10 de junio de
1977, con guión de Bill Moyes y el propio George Crile III, el ex funcionario de la CIA Ray Cline afirma
que hubo entre 600 y 700 oficiales norteamericanos.
13 New York Times, 26 de agosto de 1962, p. 1.
14 John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New York, 1965, p. 278.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 325
Alimentación de la ONU).23
Diez años después el blanco potencial fueron los seres humanos,
cuando una epidemia de dengue asoló la isla. Esta enfermedad,
transmitida por insectos chupadores de sangre, por lo general mosquitos,
produce síntomas muy severos de gripe y dolores articulatorios agudos.
Entre mayo y octubre de 1981 se reportaron 300.000 casos de dengue en
Cuba con 158 muertes, 101 de las cuales eran niños de menos de quince
años.24 Documentos desclasificados han revelado que en 1956 y 1958 el
Ejército de EE.UU. liberó enjambres de mosquitos especialmente criados
en Georgia y Florida para comprobar si podían ser utilizados como armas
en una guerra biológica. 25 Los mosquitos eran Aedes Aegypti, el vector
específico del dengue y de otras enfermedades. En 1967 la revista Science
informó que en el centro gubernamental en Fort Delrick, Maryland, el
dengue estaba entre “las enfermedades que son objeto de intensas
investigaciones, y parece estar entre las que se perfilan como agentes para
la guerra biológica”. 26 Luego, en 1984, un exiliado cubano procesado en
Nueva York, testificó que a fines de 1980 un barco navegó de Florida hacia
Cuba con “la misión de transportar algunos gérmenes e introducirlos en
Cuba y usarlo s contra los soviéticos y la economía cubana, para iniciar lo
que se llamaba la guerra química, la cual produjo resultados que no
esperábamos, porque creímos que sería utilizada contra las fuerzas
soviéticas, y fue usada contra nuestra propia gente y con eso no estuvimos
de acuerdo”.27
No queda claro en este testimonio si el cubano pensaba que los
gérmenes sólo actuarían en los rusos por algún extraño mecanismo, o si
fue engañado por los que estaban detrás de la operación.
Nunca se conocerá toda la extensión de la guerra biológica y química
contra Cuba. A través de los años el Gobierno de Cuba ha culpado a EE.UU.
por otras numerosas plagas que afectaron diversos animales y cosechas. 28
Y en 1977, documentos de la CIA recién dados a conocer, revelaron que la
Agencia “mantuvo un programa clandestino de investigación
bacteriológica contra las cosechas con miras a utilizarlo durante los años
60 en varios países de todo el mundo”. 29
1967, p. 176.
27 Covert Action Information Bulletin, Nº 22, Washington, otoño de 1984, p. 5; juicio de Eduardo
Víctor Arocena Pérez en la Corte del Distrito Federal para el Distrito Sur de New York, transcripción de
10 de septiembre de 1984, pp. 2187-2189.
28 Ver San Francisco Chronicle, 27 de julio de 1981.
29 Washington Post, 16 de septiembre de 1977, p. A2.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 328
Publicado por America’s WatchlThe Fund for Free Expression, New York y Washington, agosto de 1992,
p. 26.
37 Ibíd., passim, ver también “Terrorism in Miami: Supressing Free Speech”, en revista Counter
Spy, Vol. 8, Nº 3, Washington, marzo-mayo de 1984, pp. 26-30; Stein: op. cit.; Covert Action
Information Bulletin, Nº 6, Washington, octubre de 1979, pp. 8-9.
38 New York Times, 4 de enero de 1975, p. 8.
39 San Francisco Chronicle, 12 de enero de 1982, p. 14; revista Parade (Washington Post), 15 de
marzo de 1981, p. 5.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 331
44 New York Times, 26 de diciembre de 1977, p. 37. Ver también Philip Agee: inside the Company:
neutral en la Guerra Fría. Por estas razones tanto Fidel como el Che
Guevara habían abandonado sus prometedoras carreras burguesas
(Derecho y Medicina) para llevar a cabo una revolución. Nunca pensaron
en asumir otros compromisos y Washington, por su parte, no estaba
preparado para convivir con tales hombres y tal gobierno.
Una reunión del Consejo de Seguridad Nacio nal el 10 de marzo de 1959
incluyó en su agenda la factibilidad de colocar a “otro gobierno en el poder
en Cuba”. 45 Esto fue antes de que Castro nacionalizase propiedades
norteamericanas. Al mes siguiente, después de un encuentro con el
gobernante cubano en Washington, el vicepresidente Richard Nixon
escribió un memo en el que planteó que estaba convencido de que Fidel
era “o increíblemente ingenuo acerca del comunismo, o un comunista
disciplinado”, y que el líder cubano debía ser tratado en correspondencia
con esto. Nixon escribió luego que en su momento esta opinión suya
estaba en minoría dentro de la administración Eisenhower. 46 Pero antes
de que terminara el año, el director de la CIA Alien Dulles había decidido
que era necesaria una invasión a Cuba. En marzo de 1960 fue aprobada
por Eisenhower.47 Entonces vino el bloqueo que no dejó al líder cubano
más alternativa que acercarse más y más a la URSS, con lo cual confirmó a
los funcionarios de Washington que se trataba de un comunista. Algunos
especulaban que siempre lo había sido de manera encubierta.
En este contexto es interesante destacar que el Partido Comunista
cubano había dado apoyo a Batista, e incluso formó parte de su gabinete,
y no se mostró partidario de Castro y sus seguidores hasta bien avanzada
la contienda. 48 Para mayor ironía, la CIA había enviado fondos al
movimiento castrista, mientras EE.UU. continuaba abasteciendo a Balista
de armas para combatir a los rebeldes: a todas luces, otro ejemplo de la
labor de la Agencia para equilibrar las apuestas. 49
Si Fidel hubiera moderado su retórica en los primeros tiempos y se
hubiera mostrado más diplomático, sin abandonar por ello su política de
autodeterminación y socialismo (por considerarlas las mejores para Cuba
o inevitables para poder realizar cambios sociales específicos), sólo habría
pospuesto la apertura de las hostilidades norteamericanas, y no por
mucho tiempo. Arbenz en Guatemala, Mossadegh en Irán, Jagan en
Guyana y otros líderes del Tercer Mundo habían transitado otros caminos
para evitar pisotear los tan sensibles “callos” de Washington, y fueron
45Tad Szulc: Fidel. A Critica! Portrait. New York, 1986, pp. 480-481.
46Richard Nixon: Six Crises. New York, 1962, pp. 416-417.
47 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cult of Intelligence. New York, 1975, p. 289.
48 Marc Edelmann: “The Other Super Power: The Soviet Union and Latin America 1917- 1987”, en
NACLA’s Report on the Americas, New York, enero-febrero de 1987, p. 16; también Szulc, ver índice.
49 Szulc, pp. 427-428.
30. Cuba. 1959 hasta los años ochenta 334
University Press, Ithaca y Londres, 1974, pp. 413-417; indonesia - 1965: The Coup that Backfired. CIA
Research Study, Washington, diciembre de 1968, p. 21, en lo adelante nos referiremos a él como
Estudio de la CIA.
5 Mark Selden, ed.: Remaking Asia: Essays on the American Uses of Power. New York, 1974, pp.
47-48.
31. Indonesia 1965 336
de sangre para eliminar de una vez y por todas al PKI con el cual habían
tenido que compartir el poder durante muchos años obligados por
Sukarno. Aquí estaba al fin la situación que podía legitimar estas acciones
por largo tiempo deseadas.
Las organizaciones e individuos anticomunistas, en particular los
musulmanes, fueron alentados a unirse a la matanza de cualquier
sospechoso de ser simpatizante del PKI. Los indonesios de origen chino
también fueron víctimas del azuzado odio étnico. Se promovió la
indignación popular al mostrar por televisión fotos de los cadáveres
descompuestos de los seis generales asesinados. Se le dijo a la gente que
mujeres comunistas los habían castrado y les habían sacado los ojos (el
ejército cometió luego el error de permitir que se realizaran autopsias
oficiales para incluirlas como evidencia en algunos de los juicios y los muy
detallados informes médicos sólo mencionaban heridas de bala y algunos
hematomas).6 Lo que siguió fue descrito por el New York Times como “una
de las matanzas masivas más salvajes de toda la historia política
moderna”.7 La violencia “no sólo estaba teñida de fanatismo, sino de sed
de sangre y algo de brujería”, escribió Life.8
Veinticinco años más tarde, diplomáticos norteamericanos revelaron
que habían elaborado listas de “comunistas”, que abarcaban desde altos
funcionarios hasta cuadros de las aldeas, y entregaron cerca de cinco mil
nombres al Ejército indonesio, que cazó a estas personas y les dio muerte,
tras lo cual los estadounidenses tacharon en sus listas los nombres de los
prisioneros y los muertos. Robert Martens, un antiguo miembro de la
sección política de la Embajada en Jakarta, declaró en 1990: “Fue
realmente una gran ayuda para el ejército. Es probable que mataran a un
montón de gente, y yo tengo probablemente mucha sangre en mis manos,
pero eso no es del todo malo. Hay ocasiones en que uno tiene que golpear
duro en el momento decisivo”.
“Yo sé que teníamos mucha más información [acerca del PKI] que los
propios indonesios”, dijo Marshall Green, el embajador en el momento del
golpe. Martens “me dijo en varias ocasiones que [...] el gobierno no tenía
muy buena información sobre la situación de los comunistas, y me dio a
entender que esta información era muy superior a cualquier otra que ellos
tuvieran”.
“Nadie se preocupó por la carnicería, mientras se tratara de
comunistas”, dijo Howard Federspiel, el experto en Indonesia del Buró de
Investigación e Inteligencia del Departamento de Estado en 1965: “Nadie
6 Noam Chomsky y Edward Hermán: The Washington Connection and Third World Fascism. Boston
1979, p. 207.
7 New York Times. 12 de marzo de 1966, p. 6.
8 Life. 11 de julio de 1966.
31. Indonesia 1965 337
9 Sobre las listas de la CIA ver artículo de Kathy Kadane en San Francisco Examiner. 20 de mayo de
1990. Ver también Covert Action Information BuUetin. Nº 35, otoño de 1990, p. 59 para encontrar
extractos de las entrevistas a diplomáticos norteamericanos realizadas por Kadane.
10 Nugroho Notosusanto e Ismail Saleh: The Coup Attempt of the “September 30 Movement” in
Indonesia. Jakarta, 1968, citado por Mortimer, p. 419, quien hace notar que “ambos autores estaban
conectados estrechamente con el Ejército indonesio”.
11 Estudio de la CIA, p. 199.
12 Notosusanto y Saleh, p. 9, citados por Mortimer, p. 419.
13 Estudio de la CIA, “Palabras Introductorias”.
14 Ibíd., pp. 3-4; Mortimer, p. 414.
31. Indonesia 1965 338
algunos de los oficiales arrestados, fue él quien les trajo la idea del consejo
hostil de generales y la necesidad de contrarrestarlo. En la documentación
de los juicios y en el estudio de la CIA se intenta establecer que Sjam
actuaba bajo las órdenes del dirigente del PKI, Aidit. La divulgación de esta
premisa puede explicar por qué la CIA tomó la iniciativa excepcional de
publicar tal texto, vale decir, para achacar la responsabilidad del intento
de golpe al PKI y de tal forma “justificar” los horrores siguientes. Pero Sjam
podía igualmente haber estado actuando para la CIA y para los generales.
Al parecer era un asistente de confianza de Aidit y podía haber inducido a
este a tomar parte de la conspiración, y no a la inversa. Sjam tenía un
trasfondo político vahado y misterioso, y su testimonio en uno de los
juicios, donde apareció como acusado, estaba encaminado a establecer
que Aidit había sido el único artífice del intento de golpe. 15
La CIA, en su intervención directa en los asuntos políticos de Indonesia
desde mediados de los 50 al menos (ver sección anterior sobre Indonesia),
tenía sin dudas agentes infiltrados en el PKI en varios niveles, y muchos
más en el ejército y estaba por tanto en buena posición para diseminar
rumores y sembrar ideas para determinadas acciones, bien fuera a través
de Sjam o de otros. El deseo del Gobierno de EE.UU. de verse libre de
Sukarno —un dirigente del movimiento no alineado y antimperialista del
Tercer Mundo, y protector del PKI— no disminuyó con el fracaso de la
revuelta militar, apoyada por la Agencia, en 1958. Entre los variados
informes de principios de los 60 que indican el interés continuado en este
propósito, un memo de la CIA de junio de 1962 es en particular muy claro.
El autor, cuyo nombre está borrado, informaba sus impresiones sobre
conversaciones con “diplomáticos occidentales” acerca del encuentro
reciente del presidente Kennedy y el primer ministro británico Macmillan.
El memo decía que los dos líderes habían acordado tratar de aislar a
Sukarno en Asia y África, y, más aún, “acordaron eliminar al presidente
Sukarno, en dependencia de la situación y oportunidades disponibles (no
me quedó claro [dice el oficial de la CIA] si la palabra eliminar hacía
referencia al asesinato o al derrocamiento)”. 16
Fuera cual fuese la intención, ahora Sukarno había dejado de ser en la
de Seguridad Nacional y Desarrollo Científico del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 16 de
febrero de 1971, p. 18.
20 Ibíd., 2 de abril de 1971, p. 13.
31. Indonesia 1965 340
El New York Times escribió que se decía que la Agencia “había tenido
tanto éxito al infiltrar el alto mando del gobierno y ejército indonesios que
Estados Unidos no deseaba entorpecer sus operaciones encubiertas
retirando los programas de ayuda e información en 1964 y 1965. Lo que
era presentado oficialmente en Washington como tolerancia hacia los
insultos y provocaciones del presidente Sukarno, era mucho más el deseo
de mantener los negocios y coberturas de la CIA el mayor tiempo
posible”.21
Finalmente tenemos el testimonio de Robert McNamara, secretario de
Defensa, ante un comité del Senado en 1966:
Senador Sparkman: En el momento en que Indonesia nos pateaba —cuando
se nos criticaba fuertemente por mantener el apoyo militar— no se podía decir
por qué se daba ayuda militar. ¿Sigue siendo un secreto?
McNamara: Pensando retrospectivamente creo que la ayuda estaba bien
justificada. Sparkman: ¿Usted cree que dio dividendos?
McNamara: Sí, lo creo, señor. 22
y allá, debidas, al p arecer, al hecho de que habló sobre el tema en varios discursos diferentes en
Australia. Algunas fuentes sólo citan: “hicimos lo que teníamos que hacer”; otras dan una cita más
completa. Lo que presento en el libro es una combinación tomada de a) Denis Freney: The CiA’s
Austraiian Connection. Australia, 1977, p. 17, que cita a su vez una charla de Green en el Instituto
Australiano para Asuntos Internacionales en 1973, y b) Peter Britton: “Indonesia’s Neocolonial Armed
Forces”, en Bulletin of Concerned Asían Schoiars, julio-septiembre de 1975.
31. Indonesia 1965 341
Debe recordarse que Indonesia había sido colonia de los Países Bajos y
los holandeses tenían aún algunos vínculos especiales con ese país.
El historial del “nuevo orden” impuesto por Suharto al pueblo
indonesio por casi treinta años ha sido extraordinario. El Gobierno
administra a la nación al nivel de los gángsters de Chicago de los años 30,
cobrando por ofrecer protección. Las cárceles están repletas de
prisioneros políticos, la tortura es cosa de rutina.26 Los escuadrones de la
muerte dominan las calles y no sólo matan a los “subversivos” sino
también a “sospechosos”, en número de miles. 27 “Un oficial del ejército
[en la provincia de Aceh] dispara al aire, lo que significa que todos los
hombres jóvenes deben correr hacia la plaza central antes de que se
dispare el segundo tiro. Los que lleguen después, o no salgan de su casa,
son baleados en el lugar donde estén”. 28
Y 200.000 más
En 1975 Indonesia invadió la antigua colonia portuguesa de Timor
oriental, que se encuentra en el extremo este del archipiélago indonesio y
que había proclamado su independencia una vez que Portugal entregó el
control: Fue el comienzo de una masacre que ha continuado hasta los 90.
Hacia 1989, Amnistía Internacional calculaba que las tropas indonesias,
con el objetivo de anexarse por la fuerza a Timor oriental, habían dado
muerte a 200.000 personas en una población de entre seiscientos mil y
setecientos mil.29 El nivel de atrocidad ha sido comparado con frecuencia
con lo que ocurrió al P.K.I. La invasión del 7 de diciembre de 1975 —de la
cual dijo el New York Times. “Bajo cualquier definición, Indonesia es
culpable de agresión descarnada”—30 se inició un día después de que el
presidente Gerald Ford y el secretario de Estado Henry Kissinger salieran
de Indonesia tras reunirse con el presidente Suharto. El columnista Jack
Anderson reportó más tarde al respecto:
Hacia el 3 de diciembre de 1975, un despacho de inteligencia a Washington
informaba que “líderes gubernamentales civiles indonesios han decidido que
la única solución a la situación del Timor portugués es que Indonesia comience
una ofensiva abierta contra Freitlin [el principal movimiento de resistencia en
Timor]”.
Pero era esencial neutralizar a Estados Unidos pues el ejército indonesio
descansaba en gran medida en el armamento norteamericano que, bajo
nuestras leyes, no puede utilizarse con fines agresivos.
Tal como ocurrió, el presidente Gerald Ford estaba en camino a Indonesia para
una visita de Estado. Un informe de inteligencia alertó que Suharto sacaría el
tema de Timor y “trataría de obtener una actitud de simpatía”.
Que Suharto tuvo éxito está confirmado por el propio Ford. Estados Unidos ha
sufrido una devastadora derrota en Vietnam, lo que deja a Indonesia como el
más importante aliado norteamericano en el área. Los intereses nacionales de
EE.UU. “tenían que estar del lado de Indonesia”, concluyó Ford.
Dio su aprobación tácita el 6 de diciembre de 1975 [...] Cinco días después de
la invasión, la ONU votó para condenar el ataque como un acto notorio de
agresión internacional. Estados Unidos se abstuvo. Luego, el delegado
estadounidense maniobró detrás del telón para obstaculizar las mociones de
la ONU encaminadas a obligar a Indonesia a abandonar el territorio
conquistado.31
32 Para un análisis más completo sobre estos temas ver Chomsky y Hermán, pp. 129-204; Denis
2 E. H. Cookridge: “The Africa Dossier”, en The Daily Teiegraph Magazine, Londres, 21 de enero de
Nkrumah fueron asesinados a balazos cuand o trataban de rendirse, ver Seymour Friedin y George
Bailey: The Experts. New York, 1968, p. 210.
6 New York Times, artículo citado.
32. Ghana 1966 346
7 Ibíd.
8 Ibíd.
9 Washington Post, 17 de marzo de 1966
10 Nkrumah, pp. 97-102.
11 John Barron: KGB: The Secret Work of Soviet Secret Agents Reader’s Digest Press, 1974, p. 342.
32. Ghana 1966 347
1 Manuel Hevia Cosculluela: Pasaporte 11333: Ocho años con la CIA. La Habana, 1978, p. 286.
2 A. J. Langguth: Hidden Terrors. New York, 1978, pp. 48-49, 51 y passim.
3 New York Times, 1ro. de agosto de 1970.
33. Uruguay 1964-1970 349
índice para encontrar información sobre las relaciones de Otero con la CIA.
8 Major Carlos Wilson: The Tupamaros: The Unmentionables. Boston, 1974, pp. 106-107;
9 Langguth, p. 252.
10
Entrevista de Langguth en el film On Company Business, dirigido por Alian Francovich, citado en
Warner Poelchau, ed.: White Paper. Whilewash. New York, 1981, p. 66.
11 Extractos del informe de la Comisión del Senado de Investigaciones sobre Torturas, documento
que acompaña el guión del film Estado de sitio, publicado por Ballantine Books, New York, 1973, pp.
194-196; ver también “Death of a Policeman: Unanswered Questions about a Tragedy”, en la revista
católica Commonweal, New York, 18 de septiembre de 1970, p. 457; Langguth, p. 249.
12 Sobre los Escuadrones de la Muerte y la División de Servicios Técnicos ver Langguth, pp. 245-
246, 253.
13 Michael Klare y Nancy Stein: “Pólice Terrorism in Latin America”, en NACLA’s Latin America and
Empire Report, enero de 1974, pp. 19-23, basado en documentos del Departamento de Estado
obtenidos por el senador James Abourezk en 1973; ver también artículo de Jack Anderson en
Washington Post, 8 de octubre de 1973, p. C33; Langguth, pp. 242-243.
33. Uruguay 1964-1970 351
similar a este y otros pasajes de Hevia pueden ser hallados en Langguth, pp. 311-313.
17 New York Times, 5 de agosto de 1978, p. 3.
33. Uruguay 1964-1970 352
18 Acerca de la filosofía de Mitrione, ver Hevia, pp. 286-287 (igual a nota 16).
19 Poelchau, p. 68.
20 Langguth, p. 305.
33. Uruguay 1964-1970 353
obligatorio. Durante los próximos once años, Uruguay compitió con fuerza
por ser la dictadura más represiva de Sudamérica. Tenía, a su favor, el
mayor número de prisioneros políticos per cápita del mundo. Y cada uno
de ellos fue torturado, como pudieron atestiguarlo todas las
organizaciones de derechos humanos y prisioneros que lograron
sobrevivir. Un sacerdote declaró: “La tortura era rutinaria y automática”. 21
Nadie bailaba en Uruguay.
En 1981, en la Decimocuarta Conferencia de Ejércitos Americanos, el
uruguayo presentó una ponencia en la que definía la subversión como
“acciones, violentas o no, con propósitos finales de naturaleza política en
todos los campos de la actividad humana dentro de la esfera interna de un
Estado y cuyos objetivos sean percibidos como inconvenientes para el
sistema político imperante”. 22 El escritor uruguayo disidente Eduardo
Galeano resumió la época de la dictadura en su país de esta forma: “La
gente iba presa para que los precios pudieran ser liberados”. 23
En 1972 se presentó el filme Estado de sitio. Se centraba en Mitrione y
su secuestro por los Tupamaros, y presentaba a un oficial de la policía
uruguaya entrenando en una escuela secreta en EE.UU., aunque la película
trató más de ofrecer una muestra variada del papel desempeñado por
Washington en la represión en toda Latinoamérica. La premiére del filme
en el John F. Kennedy Arts Center —con financiamiento federal— en
Washington fue cancelada. Había ya una crítica creciente por parte del
público y del Congreso acerca de este lado oscuro de la política exterior
norteamericana para echar más leña al fuego. A mediados de los 70, sin
embargo, el Congreso aprobó varias leyes que abolieron por completo el
Programa de Seguridad Pública. En su tiempo, la OPS había entrenado a
más de un millón de policías en todo el Tercer Mundo. Diez mil de ellos
habían recibido cursos superiores en EE.UU. Equipamiento estimado en
ciento cincuenta millones de dólares había sido enviado a fuerzas
policiales extranjeras.24 Ahora la “exportación de represión” debía cesar.
Pero eso fue en el papel. La realidad parece haber sido un poco diferente.
En gran medida la Administración de Reforzamiento sobre Drogas
(DEA) simplemente retomó el trabajo donde lo dejó la OPS. Esta agencia
resultaba ideal para la tarea pues sus agentes estaban desplegados por
toda Latinoamérica y por todas partes, y tenían contactos de rutina con las
fuerzas policiales de todos los países. La DEA reconoció en 1975 que 53
25 Ibíd., pp. 31-32; New York Times, 23 de enero de 1975, p. 38; 26 de enero de 1975, p. 42;
Langguth, p. 301.
26 Comisión Argentina para los Derechos Humanos. Informe titulado: “U.S. Narcotics Enforcement
Assistance to Latin America”, Washington D.C., 10 de marzo de 1977, hace referencia a una
conferencia de prensa en Argentina en mayo de 1974.
27 San Francisco Chronicle, 2 de noviembre de 1981.
33. Uruguay 1964-1970 355
Post scriptum
29 Cable News Net Work en español, 23 de julio de 1998; El Diario-La Prensa, 30. New York, 24 de
1 Covert Action in Chile, 1963-1973, Informe al Comité Selecto del Senado para el Estudio de
En un afiche, que apareció por miles, se mostraban niños con una hoz
y un martillo estampados en la frente.9 Los artículos de otras partes de
Latinoamérica que apoyaran las líneas políticas de la campaña de la CIA
eran recogidos y reproducidos en Chile. Sin duda, muchos de esos artículos
20 Ibíd., p. 18.
21 Survey of the Alliance for Progress: Labor Policies and Programs, Informe del Subcomité sobre
Asuntos de las Repúblicas Americanas del Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, 15 de julio
de 1968, p. 3.
22 Ibíd., p. 9.
23 Newsweek, 23 de septiembre de 1974, pp. 51-52, entre muchos otros textos donde puede
Selecto del Senado para el Estudio de Operaciones Gubernamentales con respecto a Actividades de
Inteligencia, 20 de noviembre de 1975, p. 227: En lo adelante lo llamaremos Assassination Report.
27 Informe del Senado, p. 24.
28 Assassination Report, passim, Informe del Senado, p. 23.
29 Seymour Hersh: Kissinger: The Price of Power Londres, 1983, pp. 259, 274, 292.
34. Chile 1964-1973 363
Colby ante un comité del Congreso el 22 de abril de 1974. Ver el New York Times, del 8 de septiembre
de 1974, p. 1, para una paráfrasis de la declaración de Colby.
34. Chile 1964-1973 365
CIA. The Free PresslMacmillan, New York, 1978, p. 38; Informe del Senado, pp. 32-33.
43 The Sunday Times, Londres, 27 de octubre de 1974, p. 16.
44 Schesch y Garrett, p. 48; Informe del Senado, pp. 37-38.
34. Chile 1964-1973 366
45 Time, 30 de septiembre de 1974; Informe del Senado, p. 31; New York Times, 21 de septiembre
de 1974, p. 12.
46 John Dinges y Saúl Land au: Assassination on Embassy Row. Londres, 1981, p. 43.
47 Sobre el IADTL ver Fred Hirsch: An Anaiysis of our AFL-CIO Role in Latin America. San José,
34. Chile 1964-1973 367
California, 1974, passim, NACLA’s Latin America and Empire Report, octubre de 1973, p. 11; The
Sunday Times, Londres, 27 de octubre de 1974, pp. 15, 16; Hortensia Bussi: “The Facts about Chile",
en Frazier: op. cit., p. 60.
48 Observado por el propio autor durante su estancia en Chile entre agosto de 1972 y abril de
1973.
49 Una de las publicaciones clausuradas durante el estado de emergencia que se declaró tras un
abortado golpe militar en junio de 1973, fue Punto Final, una de las revistas realizadas por el ala
izquierda del propio Partido Socialista de Allende.
50 Informe del Senado, p. 31; Hortensia Bussi, p p. 60, 63; la escuela sobre explosivos en Los
la aprobación de Allende.51
Los periódicos financiados por la CIA en Santiago, en particular El
Mercurio, a menudo se concentraban en el empeño de influir sobre los
militares. Hablaban de intrigas comunistas para dispersar o destruir las
fuerzas armadas, planes soviéticos de establecer una base de submarinos
en Chile, el interés de Corea del Norte de construir una base de
entrenamiento, y así por el estilo. Los artículos promovían el odio hacia el
Gobierno entre los soldados y, en algunas ocasiones, se publicaban
columnas enteras destinadas a cambiar la opinión de un oficial particular,
en otro caso la opinión de la esposa de un oficial. 52 La Agencia también
subsidió un número de libros y otros tipos de publicaciones en Chile. Uno
era un boletín antigubernamental de corta vida destinado a los militares. 53
Más tarde se hizo uso del semanario político y humorístico, Sepa, con los
mismos objetivos. La cubierta del 20 de marzo de 1973 decía en el titular:
“Robert Moss. Una receta inglesa para Chile: el control militar”. Moss era
identificado como un sociólogo británico. Una descripción más apropiada
habría sido que era un especialista en “noticias” asociado con conocidos
medios de prensa de la CIA. Uno de estos: el Forum World Features de
Londres (ver capítulo de Europa occidental) publicó el libro de Moss: El
experimento marxista de Chile en 1973, que la junta hizo circular
ampliamente para justificar su golpe. 54 Moss estaba asociado con un
tanque pensante financiado por la Agencia en Santiago que tenía el muy
inocuo nombre de Instituto de Estudios Generales. El IEG, entre otras
actividades, realizaba seminarios para los oficiales chilenos en los que se
explicaba en términos técnicos, apolíticos, por qué Allende era un desastre
para la economía y por qué un sistema de liberalización del mercado
ofrecía una solución a los males chilenos. No hay forma de medir hasta
qué punto tales charlas influyeron en las futuras acciones de los militares,
aunque tras el golpe la junta nombró a varios de los especialistas del IEG
en cargos del Gobierno.55
Mientras tanto la estación CIA en Santiago estaba reuniendo la
información necesaria para el momento del golpe: “listas de personas que
se debían arrestar, instalaciones civiles clave y personal necesitado de
protección, principales instalaciones del gobierno que se debían tomar y
que lo que Estados Unidos había hecho en Chile había sido “en el mejor
interés del pueblo chileno y ciertamente no en interés nuestro”. 64 Lo que
EE.UU. había hecho en Chile, pensaba Ford, o al menos eso dijo, “fue
ayudar y asistir en la preservación de los periódicos y medios electrónicos
de la oposición y preservar los partidos políticos de oposición”. 65 Los
periodistas presenten fueron lo bastante amables como para no preguntar
a Ford qué pensaba de la junta chilena que había prohibido toda forma,
tipo o medio de oposición. Por supuesto que era algo obligado que otros
funcionarios y congresistas afirmaran que las acciones de EE.UU. en Chile
tuvieron por objeto repeler la amenaza soviética al hemisferio occidental.
Pero el comportamiento soviético con relación al gobierno de Allende
simplemente no justificaba tal hipótesis; los informes de inteligencia
norteamericanos confirman que “los acercamientos soviéticos hacia
Allende [...] se caracterizan por la cautela y la restricción”, “los soviéticos
desean evadir otro compromiso al estilo cubano”, los rusos “recomiendan
a Allende que arregle sus relaciones con EE.UU. [...] para aliviar la tensión
entre los dos países”.66
Un estudio de la CIA del 7 de septiembre de 1970, tres días después de
la victoria electoral de Allende, concluía:
• 1.— EE.UU. no tiene intereses vitales dentro de Chile. Habría, sin
embargo, pérdidas económicas tangibles.
• 2.— El equilibrio del poder militaren el mundo no se alteraría de
manera significativa por el gobierno de Allende.
• 3.— No obstante, una victoria de Allende si crearía costos políticos y
sicológicos considerables:
• A) La cohesión hemisférica se vería amenazada por el desafío que el
gobierno de Allende implicaría para la OEA y por las reacciones que crearía
en otros países.
• B) Una victoria de Allende representaría un retroceso sicológico
definido para EE.UU. y un avance sicológico definido para los ideales
marxistas.67
Las pérdidas económicas tangibles se referían posiblemente a la
esperada nacionalización de las compañías mineras norteamericanas. Esto
ocurrió y no se pagó compensación alguna por la Unidad Popular que
calculó que las compañías le debían dinero a Chile a causa de sus
“ganancias excesivas”. Las reacciones que crearía en otros países no
pueden significar otra cosa sino que los pueblos de otros países podrían
Report, p. 229.
67
34. Chile 1964-1973 372
4 Philip Deane: l Should Have Died. Atheneum, New York, 1977, pp. 92-124, integrado por
acerca de las maniobras de la CIA para comprar votos y políticos antes del golpe.
35. Grecia 1964-1974 375
7 Stephen Rousseas: “The Deadlock in Greece”, en The Nation, New York, 27 de marzo de 1967, p.
392.
8
Washington Post, 15 de mayo de 1967, p. Al 8.
9
Sobre las ideas políticas de Andreas Papand reou ver Nossiter, p. 9; Deane, p. 116; Lawrence
Stern: The Wrong Horse: The Politics of intervention and the Failure of American Dipiomacy, NY Times
Books, New York, 1977, pp. 20-30.
10 Deane, pp. 116-117.
11 New York Times, 2 de agosto de 1974, p. 3; 3 de agosto, p. 4.
35. Grecia 1964-1974 376
1968, señala que Anscuetz sirvió en el Servicio de Inteligencia Militar de EE.UU. durante la Segunda
Guerra Mundial y se unió a la CIA en 1950; no obstante, este libro no ha demostrado ser fiable en su
totalidad.
16 The Observer, artículo citado.
17 Ibíd, Deane, p. 96; Becket, p. 13.
18 Washington Post, 15 de mayo de 1967, p. Al 8.
19 Stern, pp. 42-43
20 The Observer, artículo citado.
35. Grecia 1964-1974 378
21 Ibíd.
22 New York Times, 2 de agosto de 1974, p. 1; Deane, p. 96.
23 The Observer, artículo citado; Deane, p. 126.
24 The Observer, artículo citado.
25 Ibíd.
26 Becket, p. 8.
27 Ibíd., p. 10.
35. Grecia 1964-1974 379
28 Ibíd., p. XI.
29 Ibíd., p. 15.
30 Ibíd., p. 91.
31 Ver Becket, pp. 18-85; Deane, pp, 128-133; Amnistía internacional: Torture in Greece: The First
33 Amnistía Internacional: Report on Torture. Londres, 1973, pp. 93-94; ver también Deane, p. 119
para evidencias de la naturaleza fraudulenta de la supuesta amenaza comunista esgrimida por la junta;
acerca de la declaración del Departamento de Estado de EE.UU. ver New York Times, 11 de diciembre
de 1969.
34 Report on Torture, p. 77; ver pp. 88, 89, 95 y 98 para ejemplos de los planteamientos de
Amnistía.
35 The Observer, artículo citado.
36 Seymour Hersh: Kissinger: The Price of Power. New York, 1983, p. 140.
35. Grecia 1964-1974 381
1 Cornelius H. Zondag: “Bolivia’s 1952 Revolution”, en Jerry R. Ladman, ed.: Modern-Day Bolivia.
Arguedas, ministro del Interior bajo Barrientos. Esto se menciona en Víctor Marchelti y John Marks:
The CIA and the Cult of Intelligence. New York. 1975, p. 144, pero fue censurado por la CIA en el
manuscrito original (ver igualmente nota 22).
36. Bolivia 1964-1975 384
sólo un año antes del golpe, de modo que Zavaleta puede estarse refiriendo al antecesor de
Henderson.
36. Bolivia 1964-1975 385
11 Blasier, p. 98.
12 Mitchell, p. 94; Dunkerley, pp. 116-117.
13 Dunkerley, p. 117; Mitchell, pp. 94-95.
36. Bolivia 1964-1975 387
Washington.14
La cobertura de prensa incluía el detalle de que Barrientos h abía
salvado la vida gracias a que la bala había impactado en las alas de plata
de la Fuerza Aérea de EE.UU. que lucía en su uniforme, lo cual generó gran
simpatía hacia el valiente general. Para coronar todo —destaca un
historiador boliviano—, el comandante del Ejército y la oposición política
“dieron a entender públicamente que la policía de Paz había sido
responsable por el supuesto ataque. Otros altos oficiales ejercieron
fuertes presiones sobre Paz para que vindicara tanto a Barrientos como a
sí mismo mediante su reinserción en la candidatura, y Paz sintió que no
podía negarse”.15
Diez días después del misterioso incidente, el presidente reemplazó a
Fortún por Barrientos y se presentó a la reelección. El propio general
reconoció más tarde que sin la “bala de plata” (o la “bala mágica” como la
llamaron otros), nunca se habría —convertido en vicepresidente. 16 Sus
ocho meses como candidato y vicepresidente activo sirvieron, a su vez,
para atar todos los cabos sueltos necesarios para que los militares
regresaran al poder después de doce años de exilio político y escenificaran
su golpe con un mínimo de oposición; de hecho, con una buena cantidad
de apoyo.
El ascenso de Barrientos confirió legitimidad a los militares y el general
utilizó con regularidad esta plataforma para defender la causa de las
fuerzas armadas contra el fuertemente arraigado antimilitarismo.
Denunció a las milicias como nocivas, pidió su disolución y llegó a actuar
en contra del Gobierno del cual era vicepresidente al reprochar
públicamente a Paz y al MNR —cuando estos hacían críticas al ejército— y
al mostrar su apoyo a grupos opositores. Estas acciones sirvieron para
evidenciar la debilidad del presidente y arrastraron hacia el general a
muchos de los oficiales que habían estado vacilantes acerca del regreso a
la arena política por considerarlo poco seguro. 17
Parece que no se oyó nada más acerca de la herida” de Barrientos,
aunque durante este período escapó “milagrosamente” a varios otros
atentados, según informaciones, incluida una bomba que hizo explotar su
auto cuando no había nadie en él y otra que de algún modo fue a parar
bajo su cama. En esta última ocasión declaró que “tenía más enemigos
dentro del MNR que entre las filas de la oposición”. 18
14 Dunkerley, pp. 113-114; Blasier, p. 95; Whitehead, p. 15 (citand o al miembro del gabinete
Antonio Arguedas).
15 Mitchell, p. 95.
16 Brill, p. 28.
17 Ibíd., pp. 27-29, 36-38.
18 Ibíd., p. 37.
36. Bolivia 1964-1975 388
Defensa del Comité del Senado sobre Apropiaciones, 23 de febrero de 1966, p. 39.
36. Bolivia 1964-1975 389
22 Washington Post, 17 de mayó de 1975; New York Times, 17-18 de mayo de 1975, Arguedas hizo
otras revelaciones acerca de las actividades de la CIA en Bolivia y de su propia extraña relación con la
Agencia, ver Harris, cap. 14; Intercontinental Press, New York, 23 de septiembre de 1968 (transcripción
de una conferencia de prensa ofrecida por Arguedas).
23 Norman Gall: “The Legacy of Che Guevara”, en Commentary, New York, diciembre de 1967, p.
35.
24 Philip Agee: Inside the Company: CIA Diary. New York, 1975, p. 438.
36. Bolivia 1964-1975 390
25 Sobre las operaciones militares contra el Che Guevara ver Michael Klare: War Without End. New
York, 1972, pp. 173-174, 177-179: Marchetti y Marks, pp. 138-145; Harris, pp. 172-178.
26 Harris, pp. 185-186. Ver nota 22.
36. Bolivia 1964-1975 391
Esto fue seguido por un despacho desde La Paz del Inter Press Service
(la mayor agencia noticiosa latinoamericana) que reportaba que EE.UU.
planeaba hacer caer al gobierno de Ovando mediante la estrangulación
económica. 29 Dos días después, la administración boliviana alertó al
pueblo sobre una conspiración “que estaba siendo organizada por la CIA
en estrecha colaboración con la Gulf Oil y algunos derechistas
bolivianos”.30 No se sabe a qué fuego apuntaba este humo. Ovando, que
diciembre de 1969, p. 4.
36. Bolivia 1964-1975 392
había recorrido los recintos del poder en el país por muchos años (fue él
quien dio a escoger a Paz entre el aeropuerto y el cementerio), no era
ajeno a las intrigas de la CIA y pudo haber visto las luces de la publicidad
como el único recurso de prevenir su caída. Esto explicaría también por
qué, en enero de 1970, el Gobierno hizo un gran alboroto para anunciar
algo sabido: el descubrimiento de un local de la CIA en La Paz con
radiotransmisores y micrófonos espías. 31 Ese mismo mes, Ovando abogó
también por un acercamiento a Cuba y pareció que iba en camino a una
segura colisión con la Agencia. Pero entonces, al parecer, alguien llegó
hasta él con una oferta que no pudo rechazar. Despacio, pero de manera
firme, el presidente comenzó a derivar a la derecha; entre otros indicios:
varias demostraciones estudiantiles antinorteamericanos fueron
reprimidas por la policía con severidad, no se escuchó hablar más de Cuba,
y Ovando destituyó al general Juan José Torres como comandante de las
fuerzas armadas (se trataba de un hombre muy estimado por la mayoría
de la izquierda en Bolivia). 32 Hacia septiembre, las cosas habían
progresado a un punto que los funcionarios del Departamento de Estado
expresaban públicamente su preocupación porque la profundización de la
brecha entre el gobierno de Ovando y sus antiguos aliados izquierdistas
estaba llegando al enfrentamiento abierto y esto podría traer como
resultado un gobierno “comunista”. 33
Bajo la denominación que fuera, un nuevo conflicto político en Bolivia
estaba en marcha. Dos semanas después la pugna por el poder condujo a
un alzamiento militar. Ovando se fue (había durado un año). Torres entró.
Sus diez meses en el gobierno produjeron el drama arquetípico de la
política latinoamericana. En su primer acto, Torres hizo todas las cosas que
hacían a los norteamericanos ver rojos: hizo gestos de amistad al Chile de
Allende y a la Cuba de Castro; aumentó los lazos comerciales con la URSS,
nacionalizó las minas de estaño en propiedad de compañías
norteamericanas (lo que provocó que EE.UU. amenazara con inundar el
mercado con grandes cantidades de sus reservas de estaño para hacer
bajar los precios), expulsó a los Cuerpos de Paz y cerró la Organización
Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT. un importante
instrumento para las operaciones laborales de la CIA en Latinoamérica);
como culminación. Torres recurría en ocasiones a la retórica marxista
hablando del poder de los obreros y los campesinos y cosas por el estilo. 34
El segundo acto trajo a escena a Hugo Banzer, un coronel con vínculos
186.
36. Bolivia 1964-1975 393
40 Declaraciones de Banzer después del golpe: Washington Post, 25 de agosto de 1971; New York
Church in Confiict with U.S. Policy. Penguin Books, Londres, 1982, pp. 142-145.
43 The Guardian, Londres, 15 de julio de 1985, p. 6.
44 Bolivía-An Assessment of U.S. Policies and Programs: Report to the Congress by the Comptroller
36. Bolivia 1964-1975 395
5 Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer: Bitter Fruit: The Untold Story of the American ‘Coup in
Herald Tribune. 7 de abril de 1963, artículo de Bert Quint, sección 2, p. 1; Schlesinger y Kinzer, pp. 236-
244.
7 Galeano, p. 55.
8 Ibíd., pp. 55-56.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 400
10 Ibíd.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 402
11 Sobre las atrocidades y torturas ver fuentes citadas al principio: también A. J. Langguth: Hidden
Terrors. New York, 1978, pp. 139. 193 para referencia a la participación norteamericana en el uso de
teléfonos de campo en técnicas de tortura en Brasil.
12 Melville, p. 292.
13 Ibíd., p. 291.
14 Washington Post, 27 de enero de 1968, p. A4, testimonió del reverendo Blase Bonpane, un
guatemalteco Clemente Marroquín Rojas, en una entrevista con la agencia de prensa internacional
Inter Press Service (IPS), publicada en Latin America, Londres. 15 de septiembre de 1967, p. 159.
Galeano (p. 70) relata una conversación personal que tuvo con Marroquín Rojas, en la cual el
vicepresidente le dijo lo mismo. Marroquín Rojas era un decidido anticomunista, pero al parecer se
sentía disgustado por la facilidad con que los aviones norteamericanos violaban la soberanía aérea del
país.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 403
a su paso: cedros y pinos eran quemados hasta las raíces, los animales
abrasados, la tierra arrasada. El lugar no podría servir más como santuario
a los guerrilleros, y ni ellos ni nadie podrían obtener más comida de allí.
Una réplica instantánea de lo que ocurría en Vietnam, al otro lado del
mundo. En el país asiático se les llamaba “zonas de luego libre”: en
Guatemala, “zonas libres”: “Grandes zonas del país han sido declaradas
fuera de límites y sometidas a intensos bombardeos. Los aviones de
reconocimiento, utilizando técnicas fotográficas avanzadas, vuelan sobre
el territorio sospechoso y los aviones de combate, asignados a áreas
específicas, pueden ser convocados en cuestión de minutos para matar
todo lo que se mueva en el suelo”. 16
“Los militares que hacen esto son como asesinos en serie. Si Jeffrey
Dahmer hubiera estado en Guatemala, sería ahora general”. En la capital
los terroristas de derecha ametrallaban gentes y casas a plena luz del día;
periodistas, abogados, estudiantes, maestros, sindicalistas, miembros de
partidos de oposición, cualquiera que ayudara o expresara simpatía por la
causa rebelde, cualquiera con una vaga asociación a la izquierda o que
hiciera críticas moderadas a la política del Gobierno, los familiares de las
víctimas, culpables de consanguinidad, todos eran considerados
criminales comunes que debían ser eliminados para purificar la sociedad.;
muchas veces eran sacados de las cárceles mismas para asesinarlos. “Si ve
a un comunista, mátelo”, era el lema de la Nueva Organización
Anticomunista. Un informante encapuchado acompañaba a la policía a lo
largo de una cal le, o en el campo, señalando personas: quien debía morir,
quien podía vivir: “Este es un hijo de puta”, “aquel”. Aparecían muertos
sin ojos, con los testículos en la boca, mujeres con los senos corlados. Rara
vez se encontraba un testigo de estos asesinatos, ni siquiera cuando las
víctimas eran sacadas de sus casas a mediodía y ejecutadas en la calle. Un
familiar prefería exiliarse a denunciar el crimen a las autoridades, aunque
el Gobierno se uniera a los parientes en el duelo por la víctima.17
Uno de los escuadrones de la muerte, Mano Blanca, envió una amenaza
de muerte a un líder estudiantil. El ex sacerdote norteamericano Blase
Bonpane ha escrito:
Fui a visitar solo al jefe de Mano Blanca y le pregunté por qué iba a
matar a ese muchacho. Al principio negó haber mandado la carta, pero
después de un poco de discusión con él y su primer ayudante, este dijo:
16 Norman Diamond: “Why They Shoal Americans”, en The Nation. New York, 5 de febrero de
Quarterly. Nº 48, primavera de 1994, p. 32. La información sobre el terrorismo practicado por la
derecha está en las fuentes citadas al principio.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 404
18 Washington Post, 4 de febrero de 1968, p. B1. El diálogo histórico entre cristianismo y marxismo
en Latinoamérica comenzó en los 70 y puede ser rastreado en gran medida hasta sacerdotes y monjas
como Bonpane y los Melville y sus experiencias en Guatemala durante los años 50 y 60.
19 Galeano, p. 63.
20 El Imparcial. Ciudad Guatemala, 10 de noviembre de 1967, citado en Melville, p. 289.
21 Richard Gott, en el prólogo al libro de los Melville, p. 8.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 405
24 George Cotter: “Spies, strings and missionaries”, en The Chrimian Centiny, Chicago, 25 de marzo
de 1981, p. 321.
25 Eqbal Ahmad: “The Theory, and Fallacies of Counter-lnsurgency”, en The Nation. New York, 2
Relationship”, en The Nation, New York, 1º de junio de 1970, p. 646; Norman Gall: “Guatemalan
Slaughter”, en N. Y. Review of Books, 20 de mayo de 1971, pp. 13-17.
27 Le Monde Weekly (edición en inglés), 17 de febrero de 1971, p. 3.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 407
28 New York Times, 27 de diciembre de 1970, p. 2; New York Times Magazine, 13 de junio de 1971,
p. 72.
29 Memorándum del Senado citado en nota 22 a).
30 New York Times, 18 de febrero de 1976.
31 Ibíd., 9 de noviembre de 1977, p. 2.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 408
leyes puede ser medida por su mismo número. En cualquier caso, los
embargos nunca pasaron de ser parciales, y Guatemala también recibía
armas y equipamiento militar de Israel, del cual al menos una parte
provenía encubiertamente de Washington. 32
Para mayor camuflaje algunas de las fuerzas de seguridad del país
fueron entrenadas en locaciones clandestinas en Chile y Argentina. 33
Veamos el testimonio de Rigoberta Menchú, una indígena que recibió
el Premio Nobel de la Paz en 1992:
Mi nombre es Rigoberta Menchú Tum. Soy representante de los Cristianos
Revolucionarios “Vicente Menchú” [su padre] [...] El 9 de diciembre de 1979,
mi hermano Patrocinio, de dieciséis años, fue capturado y torturado por varios
días, y luego llevado con otros veinte hombres a la plaza en Chajul [...] Un
oficial del ejército de asesinos de [el presidente] Lucas García ordenó que
colocaran a los prisioneros en una fila. Entonces comenzó a insultar y
amenazar a los habitantes del pueblo, que fueron obligados a salir de sus casas
para presenciar lo que iba a ocurrir. Yo estaba con mi madre y vimos a
Patrocinio: le habían cortado la lengua y los dedos de los pies. El chacal de
uniforme hizo un discurso. Cada vez que hacía una pausa los soldados
golpeaban a los indígenas prisioneros.
Cuando acabó su perorata, los cuerpos de mi hermano y los otros estaban
hinchados, ensangrentados, irreconocibles. Era monstruoso, pero seguían
vivos.
Fueron arrojados en el suelo y empapados con gasolina. Los soldados les
prendieron fuego a los cuerpos destrozados con antorchas, y el capitán se reía
como una hiena y obligaba a los habitantes de Chajul a mirar. Este era su
objetivo: que se aterrorizaran y presenciaran el castigo a los “guerrilleros”.34
32 Jonathan Marshall, Pe ter Dale Scott y Jane Hunter: The Iran-Contra Connection: Secret Teams
and Covert Operations in the Reagan Era. South End Press, Boston, 1987, cap. V, passim; The Guardian,
Londres, 9 de diciembre de 1983; Counter Spy, op . cit., p. 53, cita a Elias Barahona, antiguo secretario
de prensa del Ministro del Interior guatemalteco, quien pertenecía al Ejército Guatemalteco de los
Pobres.
33 Counter Spy: op. cit., p. 53.
34 Pearce, p. 278; luego se publicó un libro que transcribía el testimonio de Rigoberta Menchú en
el cual narra muchas otras atrocidades de los militares guatemaltecos: Elisabeth Burgos-Debray, ed.:
i... Rigoberta Menchú: An indian Woman in Guatemala. Londres, 1984.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 409
35 Pearce, p. 176; sobre el papel de Sherwood en 1954 ver Schlesingery Kinzer, pp. 116, 122, 128.
Su declaración está parcialmente citada en Penny Lernoux: in Banks We Trust. Doubleday, New York,
1984, p. 238, citand o a CBS Special del 20 de marzo de 1982, transmisión titulada: “Update: Central
America in Revolt”.
36 Washington Post, 22 de febrero de 1981, p. C7, columna de Jack Anderson; este sólo se refiere
a un “vocero oficial” del MLN; otras fuentes lo identifican como Sand oval, por ej., The Guardian,
Londres, 2 de marzo de 1984.
37 Washington Post, Ibíd. Para un análisis de los numerosos vínculos entre conservadores
norteamericanos y las estructuras de poder en Guatemala ver el informe del Consejo sobre Asuntos
Hemisféricos de Alian Naim en 1981.
38 New York Times, 18 de marzo de 1981, p. 10.
37. Guatemala. 1962 hasta los 80 410
2 Ibíd. El término “ofensiva económica” parece haber sido utilizado por el periódico.
38. Costa Rica 1970-1971 416
3 Las fuentes primarias para la historia en general son el Miami Herald, 7 de febrero de 1971 y Los
Angeles Times, 28 de febrero de 1971; ver también Miami Herald, 9, 10, 11 y 13 de febrero de 1971.
4 New York Times, 11 de febrero de 1971; Miami Herald, 11 de febrero de 1971.
38. Costa Rica 1970-1971 417
1 Seymour Hersh: The Price of Power: Kissinger in the Nixon White House. Summit Books Simon &
15 Ibíd., p. 217.
16 New York Times, 12 de febrero de 1976, p. 31; Informe Pike, p. 198, se hace referencia a
Kissinger llamándolo “un alto funcionario de EE.UU.”
40. Australia 1973-1975 423
1 Henry S. Albinski: Australian External Policy Under Labor. Australia, 1977, p. 126.
2 Joan Coxsedge, Ken Coldicutt y Gerry Harant: Rooted in Secrecy: The Clandestine Element in
Australian Foll?lcs.Australia, 1982, p. 21.
3 Albinski, p. 125.
4 Ibíd.
40. Australia 1973-1975 424
5 Coxsedge et al, p. 24; Seymour Hersh: The Price of Power: Kissinger in the Nixon White House.
entrevista. Este libro toca la mayoría de los hechos analizados en esta sección.
40. Australia 1973-1975 425
9 Desmond Ball: A Suitable Piece of Real Estate: American Installations in Australia, Sydney, 1980,
passim.
10 The National Times, Sydney, 6-12 de mayo de 1983, p. 3 (semanario).
11 Jim José: “The Whitlam Years: lllusion and Reality”, en Pat Flanagan, ed.: Big Brother or
sobre la Agencia de Seguridad Nacional (The Puzzle Palace. New York, 1982, p. 205), James Bamford
identifica a Stalling como funcionario de la ASN, no de la CIA.
40. Australia 1973-1975 427
Dr. Farrand s, negó la acusación pero admitió haber visitado a Kerr en octubre, aunque se negó a
revelar la naturaleza del encuentro.
20 The Australian Financial Review. 28 de abril de 1977, p. 1.
21 Albinski, p. 169.
22 Coxsedge et al., p. 96.
23 Freney, pp. 30-31, para el texto completo del télex.
40. Australia 1973-1975 428
Kerr, que tenía vínculos con el mundo del espionaje y veía con
regularidad material clasificado, tuvo probablemente conocimiento de
este télex y del ultimátum de la CIA. 24 El 11 de noviembre despidió a
Whitlam como primer ministro, disolvió ambas cámaras del Parlamento y
nombró a Malcolm Fraser, líder del Partido Liberal, para dirigir un gobierno
interino hasta que se llevaran a cabo nuevas elecciones el 13 de diciembre.
En las horas transcurridas entre el nombramiento de Fraser y la disolución
del Parlamento, la mayoría laborista en la Cámara de Representantes
presentó una moción de no confianza contra Fraser, acto que obligaba al
gobernador general a destituirlo. Kerr eligió ignorar esta maniobra, que
era de carácter legal, a pesar de que la destitución de Whitlam tenía
exactamente la misma naturaleza.
El 15 de octubre anterior, el Senado, bajo control opositor, había
rehusado votar acerca del nuevo decreto de apropiación presupuestaria
(llamado en Australia “Abastecimiento”), a fin de obligar al Gobierno a
disolver el Parlamento y celebrar nuevas elecciones, en las que esperaban
recuperar el poder. Aunque la Constitución daba técnicamente al Senado
el derecho de suspender la aprobación del presupuesto, rara vez se le
interpretaba literalmente, tal como ocurre en EE.UU. Un precedente de
mayor importancia era el hecho de que en los setenta y cinco años de
historia de Australia como federación, el Senado nunca había ejercido este
derecho en contra del Gobierno federal. Sólo días antes, ocho destacados
profesores de Derecho habían declarado que tal acción sería impropia a la
luz de la Constitución. La táctica opositora era, pues, al menos discutible.
Cuando Whitlam se negó a disolver el Parlamento y trató de gobernar
sin el presupuesto, una crisis constitucional y financiera se creó
rápidamente en el curso de varias semanas. Entonces Kerr invocó una
potestad tan arcaica y cuestionable como la empleada por el Senado. Era
la primera vez que un gobernador general destituía a un primer ministro
federal. Sólo había ocurrido una vez antes a nivel de Estado.25
The Age, periódico de Melbourne (del que decía New York Times que
“era tenido generalmente por uno de los periódicos más responsables del
país”) 26 escribió que la acción de Kerr era “un triunfo del legalismo
24 Coxsedge et al., p. 35; Freney, p. 33; The Village Voice, New York. 1-7 de julio de 1981. Para el
análisis de los temas políticos y legales en torno a la crisis del presupuesto y el despido de Whitlam
por Kerr ver:
a) Coxsedge et al: op. cit.;Freney: op. cit.; Flanagan: op. cit.
b) Sir John Kerr: Mattersfor Judgment: An Autobiography. New York. 1979, caps. 20-22.
c) Russell Ward: The Hístory of Australia: The Twentieth Century 1901-1975. Londres, 1978, pp.
398-419.
d) New York Times. 12. 14 de noviembre de 1975.
25
26 New York Times. 14 de noviembre de 1975, p. 7.
40. Australia 1973-1975 429
China continental, Vietnam del Norte y Corea del Norte”. 29 Kerr fue el
primer presidente de Law Asia, una posición que mantuvo hasta 1970.
Describió la organización como “un grupo de abogados asiáticos no
comunistas”, apoyada por la Fundación Asia porque “el poder de la ley es
bueno, un cuerpo legal fuerte es bueno, y el intercambio entre abogados
es bueno”.30
“Hubo un poco de celebración” en la CIA cuando Whitlam fue
destituido, reportó Christophe Boyce, un norteamericano que trabajaba
entonces para TRW Systems, Inc. de Los Angeles, en un centro de
comunicaciones criptográficas que vinculaba al alto mando de la CIA en
Virginia con el sistema de vigilancia por satélite de la Agencia en Australia.
Boyce tenía una posición privilegiada para conocer las comunicaciones por
télex entre las dos estaciones. La CIA, dijo, se refería a Kerr como “nuestro
hombre”.31 Boyce también reveló que la CIA había infiltrado los sindicatos
australianos, había estado “manipulando su dirigencia”, y había
“suprimido las huelgas”, en particular las que involucraban ferrocarriles y
aeropuertos. Esto último se informaba porque las huelgas habían estado
demorando las entregas de equipos a las instalaciones de la Agencia. 32
Como era de esperar, Whitlam perdió las nuevas elecciones.
29 Víctor Marchetti y John Marks: The CIA and the Cuit of Intelligence. New York, 1975, p. 178; ver
2 John A. Marcum: The Angoian Revolution. Vol. I 1950-1962, MIT Press, Cambridge, Mass., 1969,
pp. 229-230.
3 New York Times, 17 de diciembre de 1964, p. 14.
4 Para una comparación entre los cuatro grupos ver:
a) Jonathan Kwitny: Endiess Enemies: The Making of an Unfriendiy World. New York. 1984, cap. 9.
b) Marcum. Vol. II 1962-1976. E.E.UU., 1978, pp. 14-15, 132, 172 y otras.
c) Basil Davidson: ln the Eye of the Storm: Angola’s People. Londres, 1972, passim.
d) Ernest Harsch y Tony Thomas: Angola: The Hidden History of Washington's War. New York,
41. Angola. 1975 hasta los años 80 434
1976, passim.
Sobre las solicitudes de ayuda internacional hechas por Roberto y Savimbi ver también New York
Times. 4 de enero de 1964, p. 15; Kwilny, p. 136; Declassified Documents Referente System. Vol. 1977,
documento 210D (cable lechado el 17 de julio de 1964. de la Embajada en el Congo al Departamento
de Estado).
5 Kwilny, pp. 132-133.
6 Departamento de Estado. Circular Nº 92 del 16, de julio de 1963, citada en Marcum. Vol. II, p.
16.
7 Audiencias ante el Comité Selecto sobre Inteligencia de la Cámara (Comité Pike), publicado en
CIA - The Pike Report. Nottingham, 1977, p. 218; en lo adelante lo llamaremos Informe Pike. Ver notas
sobre Iraq para mayor información.
8 Ibíd., p. 201.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 435
internacional.
12 New York Times, 25 de septiembre de 1975.
13 Informe Pike, p. 199.
14 Stockwell, p. 67.
15 New York Times. 12 de diciembre de 1975; Harsch y Thomas, p. 100, se citan noticias de CBS-TV
enero de 1976.
22 Stockwell, pp. 162, 177-178, además entrevista a Stockwell por el autor.
23 Ibíd., pp. 194-195.24
24 La historia de la captura de rusos y cubanos apareció en la prensa el 22 de noviembre de 1975;
25 Stockwell, p. 196.
26 San Francisco Chronicle 9 de mayo de 1978.
27 Stockwell, pp. 196-198.
28 Foreign and Military inteliigence. Libro 1. Informe Final del Comité Selecto del Senado para el
30 Ibíd., pp. 205-206. Bob Temmons es probablemente un seudónimo; después del final de la
Stephen Talbot: “The CIA y BOSS: Thick as Thieves”, en Ellen Ray et ai., eds.: Dirty Work 2: The CIA in
Africa. New Jersey, 1979, pp. 266-275 (BOSS es el Buró de Seguridad Estatal sudafricano); Bob
Woodward: VEiL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987, New York, 1987, p. 269.
33 The Guardian, Londres, 15 de agosto de 1986; The Times, Londres. 4 de agosto de 1986, p. 10.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 439
34 New York Times, 25 de marzo de 1982, p. 7, cita un informe del Comité de Asuntos Extranjeros
de la Cámara.
35 Stockwell, p. 209.
36 Ibíd., p. 75.
37 Ibíd., pp. 216-217, analiza cómo se produjeron los hechos.
38 Wayne S. Smith: “Dateline Havana: Myopic Diplomacy”, en Foreign Policy, Washington D. C.,
otoño de 1982, p. 170; ver también New York Times, 31 de marzo de 2002, p. 4.
39 Stockwell, pp. 234-235.
40 New York Times, 24 de diciembre de 1975, p. 7.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 440
1977, p. 9. Para un mayor análisis de posibles conexiones soviéticas con la rebelión y la actitud de los
rusos hacia Angola, ver Jonathan Steele: “Soviet Relations with Angola and Mozambique”, en Robert
Cassen, ed.: Soviet interests in the Third World. Sage, Londres, 1985, p. 290; ver también New York
Times, 31 de marzo de 2002, p. 4.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 443
Angola”, en Covert Action Quarteriy, Nº 45, Washington, verano de 1993, pp. 61- 65.
56 New York Times, 17 de enero de 1993, IV, p. 5.
41. Angola. 1975 hasta los años 80 444
1 Sobre la fortuna de Mobutu ver New York Times, 3 de junio de 1978, articulo de Michael
Kaufman; The Nation, New York, 26 de febrero de 1983, p. 230. Sobre la desnutrición ver informe del
Banco Mundial en 1975, citado en Africa Today, Denver, Colorado, octubre- diciembre de 1978, p. 7.
2 Roger Morris y Richard Mauzy: “Zaire (the Congo): An Exercise in Nation Building”, en Robert
Borosage y John Marks, eds.: the. CIA File. New York, 1976, pp. 36-37. Para una descripción detallada
de la cru eldad y corrupción de M obutu, ver Jo nathan Kwitny: Endless Enemies: The Making of an
Unfriendty World. Penguin Books, New York, 1986, pp. 86-91.
42. Zaire 1975-1978 446
3 New York Times, 18-23 de junio de 1975; 2 de septiembre de i 975, p; 21; John Stockwell: tn
sus problemas internos. Por otro lado, no hubiera sido la primera vez que
la CIA participaba en un plan para eliminar a un aliado aparente de EE.UU.:
Trujillo, Figueres y Diem son una muestra. Para entonces Mobutu se
hallaba envuelto en la guerra civil en Angola por sus propias razones, a
favor de las fuerzas apoyadas por la CIA y soldados zairenses tomaban
parte en los combates. La Agencia puede haberse sentido intranquila
acerca de que el jefe de este país aliado vital fuera una persona tan
errática, impredecible e incontrolable. “Mobutu está exprimiendo a su
gusto a Zaire, saben”, comentó un alto oficial de la CIA al regresar a
Washington después de una reunión con el dirigente africano, poco
después de sus acusaciones contra EE.UU., “simplemente no tiene idea de
cómo se dirige un país”.4
Además, aunque los asesores militares chinos y norcoreanos en Zaire
entrenaban a las fuerzas combatientes del mismo bando de EE.UU., un
principio elemental de la Guerra Fría era que un aliado norteamericano no
hace cosas como invitar a su país a consejeros militares comunistas. Y el
“salvaje” zairense había roto relaciones con la URSS dos veces para
restablecerlas luego en ambas ocasiones. No podía asegurarse cuál sería
su próximo capricho. También estaba el asunto del embajador expulsado.
Deane Roesch Hinton no era un diplomático ordinario. Había trabajado
muy cerca de la CIA desde los 50 y no era ajeno a operaciones
extradiplomáticas. De 1967 a 1968 en Guatemala, y en los dos años
siguientes en Chile, Hinton había tenido un papel destacado en las
operaciones de la Agencia trabajando bajo cobertura de la AID. Luego
integró un subcomité del Consejo de Seguridad Nacional hasta que fue
designado a Zaire en 1974.5
Tras el alboroto del supuesto golpe, tanto la CIA como Mobutu
actuaban como si no hubiera pasado nada extraordinario, aunque la
Agencia pidió al presidente que liberara a sus agentes condenados a
muerte 6 (sin que se conozca el resultado), y mostró una especial
subordinación al habitual comportamiento impulsivo y odioso de Mobutu.
En octubre este pidió a la CIA que lo ayudara a anexarse Cabinda, provincia
angolana que estaba separada del resto del país por una estrecha franja
de territorio zairense. Mobutu había deseado esta provincia desde que
llegó al poder en 1965; su ambición se vio reforzada unos años después
cuando se descubrió petróleo en la costa cabindense. La CIA, aunque muy
atareada con la guerra civil angolana en ese momento, arregló de
inmediato el envío de armas para mil soldados zairenses que se
7 Ibíd., p. 164.
8 Ibíd., p. 246, y nota.
9 New York Times, 21 de enero de 1976, p. 1.
42. Zaire 1975-1978 449
12 Newsday, Long Island, N. Y., 17 de abril de 1977; New York Times, 17, 18 y 20 de abril de 1977.
42. Zaire 1975-1978 451
había enviado varios millones de dólares más de ayuda militar “no letal” a
Mobutu (condenado por violaciones de los derechos humanos sólo tres
meses antes por el Departamento de Estado, bajo la dirección de un
presidente que se decía campeón de estos derechos), mientras que una
flotilla de 18 aviones de transporte militar norteamericanos comenzó a
trasladar tropas belgas y francesas hacia Zaire en una misión de rescate de
extranjeros (blancos) atrapados por la guerra. En el proceso de evacuación
de los mismos, los soldados franceses tomaron parte activa en la
contienda contra los rebeldes y les infligieron una importante derrota. A
seguidas de esto, los aviones estadounidenses transportaron unidades de
las fuerzas armadas marroquíes hacia Shaba, y luego unidades del Ejército
de Senegal, y del de Gabón, a la vez que retiraban las tropas francesas en
la medida en que eran reemplazadas por las africanas. 21
Los combates en Shaba duraron esta vez menos de un mes. Al terminar,
el New York Times reportó: “Los debates con funcionarios en días
recientes no han traído una sola explicación coherente” sobre la política
norteamericana en Zaire. 22 El Times parecía no dar mucho peso a las
explicaciones ya ofrecidas por la administración. Hubo varias, además de
la misión de rescate y la necesidad de actuar con determinación. El
presidente, por ejemplo, había descubierto algo que, al parecer, no había
advertido el año anterior: ayudar a Zaire estaba “dentro de los intereses
de seguridad nacional de Estados Unidos”. 23 Como de costumbre en tales
declaraciones drásticas, no se sentía la necesidad de explicar qué se quería
decir con ella en términos reales. Los funcionarios de la administración
también expresaron “preocupación por la integridad territorial de todos
los países, en África y en cualquier parte”.24 Esta maravillosa perogrullada
no sólo negaba la política exterior norteamericana de los ochenta años
anteriores, sino que era por completo irrelevante en el contexto de una
guerra civil... más pretextos. Varios gobiernos africanos que apoyaron a
Mobutu durante estos dos años expresaron de manera similar su
preocupación por la integridad territorial de los estados africanos, pero lo
que ellos encontraban inquietante era que una victoria de los rebeldes de
Shaba podría alentar a otras tribus disidentes dentro de sus propias
fronteras.25 Otra razón ofrecida por la administración fue la creencia de
que Cuba y la URSS, e incluso Angola, eran después de todo en cierta
medida responsables (Mobutu añadió a Argelia y Libia). Pero no se
21 New York Times, 15 de mayo al 24 de junio, passim, Washington Post, 21 de mayo de 1978, p.
14.
22New York Times, 23 de mayo de 1978.
23Ibíd., 19 de mayo de 1978.
24 Ibíd., 20 de mayo de 1978. Las palabras son las del Times, que parafrasea a “altos funcionarios
de la administración”.
25 Ver, por ejemplo. New York Times, 10 de abril de 1977.
42. Zaire 1975-1978 454
1 Ernest Volkman y John Cummings: “Murder as Usual”, en la revista Penthouse, New York,
diciembre de. 1977, p, 114, cita a un participante del encuentro entre los dos hombres. Volkman es
un antiguo corresponsal nacional de Newsday.
2 Michael Manley: Jamaica: Struggle in the Perifery. Londres, 1982, p. 116.
3 John Dinges y Saúl Land au: Assassination on Embassy Row. Londres, 1981, p. 44.
4 Testimonio de De Roulet ante el Senado en Multinational Corporations and United States Foreign
Policy, Audiencias ante el Subcomité sobre Corporaciones Multinacionales del Comité de Relaciones
Exteriores, 19 de julio de 1973, pp. 117-118. Un funcionario del Departamento de Estado que
comparecía al mismo tiempo se vio a las claras incómodo ante la revelación de De Roulet y trató de
restar valor a la misma.
5 Volkman y Cummings, p. 114.
43. Jamaica 1976-1980 456
6 Manley, p. 116.
7 Ibíd., p. 136.
8 Ibíd., pp. 98-103.
9 New York Times, 1ro. de octubre de 1979, p. 2.
43. Jamaica 1976-1980 457
10 Manley, p. 101.
11 Ibíd., pp. 116-117.
12 Ibíd, p. 117.
13 Volkman y Cummings, p. 182.
14 Ibíd., p. 183; sobre Posada Carriles y voladura del avión ver sección Cuba y notas.
43. Jamaica 1976-1980 458
15 Ellen Ray: “CIA and Local Gunmen Plan Jamaican Coup”, en CounterSpy. Vol. 3. Nº 2.
25 Fred L and is: “The CIA and the Media; IAPA and the Jamaica Daily Gieaner", en Covert Action
Information Bulletin (CAIB), Washington, diciembre 1979-enero 1980, pp. 10-12; Manley, p. 231; Fred
Landis: “CIA Media Operations in Chile, Jamaica and Nicaragua”, enmCAlB, marzo de 1982, pp. 32-43;
Cali Bernstein: “The CIA and the Media”, en Rolling Stone, 20 de octubre de 1977, p. 64.
26 Ray, p. 41.
27 Newsday, Long Island , NY, 28 de febrero de 1980, citado en Ellen Ray y Bill Schaap: “Massive
Destabilization in Jamaica”, en Covert Action Information Bulletin, agosto- septiembre de 1980, p. 14;
no se da la fecha del primer artículo.
43. Jamaica 1976-1980 461
28 Daily Gleaner, Kingston. Jamaica, 1ro. de junio de 1980, p. 10; ver también Land is, 1982.
29 Manley, pp. 193-194.
30 Ibíd., pp. 199-200.
44. Seychelles 462
1 Sunday Tribune, Durban, Sudáfrica, 29 de noviembre de 1981, dos artículos diferentes en pp. 1
y 52; Ellen Ray: “Seychelles Beats Back Mercenaries”, en Covert Action Information Bulletin (CAlB), Nº
16, Washington, marzo de 1982, pp. 4-10.
2 Sunday Tribune, artículo citado, p. 52
3 Ray, p. 5.
4 Sunday Tribune, artículo citado, p. 1; Ray: op. cit.
5 Ibíd., New York Times, 6 de noviembre de 1982, p. 4.
44. Seychelles 464
sugirió que enviar la comisión era asumir que “el asunto no era puramente
interno” y que “prejuzgaba la situación”. 8 Incluso— dentro de los cánones
de la lógica de Guerra Fría de Kirkpatrick, esto era un comentario singular,
teniendo en cuenta que los sudafricanos constituían casi la mitad del
grupo invasor, y los restantes provenían de Gran Bretaña, Rodesia, EE.UU.,
Alemania, Austria y otras partes del mundo. El número de disidentes de
Seychelles entre ellos era cero.
Al parecer había alguien que todavía estaba decidido a derrocar al
gobierno de René, pues en diciembre de 1983 Sudáfrica anunció que había
arrestado a cinco hombres por intento de reclutar mercenarios en un
nuevo plan para invadir Seychelles. 9
8 Ray, p. 10.
9 The Guardian. Londres, 3 de diciembre de 1983.
45. Granda 1979-1984 466
1 New York Times, 1ro. de noviembre de 1983. Les Janka era el hombre en quien el chequeo de
2 Hugh O’Shaughnessy: Grenada: Revolution, Invasión and Aftermath. Londres, 1984, p. 156.
O’Shaughnessy era el corresponsal para Latinoamérica de The Observer, y antes de The Financial
Times; ganó el Premio de la Prensa Británica en 1983 por su cobertura de la invasión de Granada. Para
tener información sobre las secciones relevantes del Tratado de los Países Caribeños del Este, ver
William C. Gilmore: The Grenada lntervention: Analysis and Documentation. Londres, 1984, Parte II:
“The Grenada Intervention in International Law” y el Anexo 2.
3 The Guardian, Londres. 28 de octubre de 1983.
4 The Observer, Londres, 30 de octubre de 1983, artículo de O’Shaughnessy, ver n ota 2; también
Bob Woodward: VEiL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York, 1987, p. 290.
5 O’Shaughnessy, p. 153.
6 Woodward, p. 290.
45. Granda 1979-1984 468
Reagan.
12 The Guardian, 26de octubre de 1983.
13 New York Times, 27 de octubre de 1983.
14 O’Shaughnessy, p. 205.
45. Granda 1979-1984 469
22 O’Shaughnessy, p. 204.
23 The Guardian, 31 de octubre de 1983.
24 New York Times, 1ro. de noviembre de 1983.
25 Woodward, p. 299, la cita es su propia paráfrasis.
26 O’Shaughnessy, pp. 15, 16, 204.
45. Granda 1979-1984 471
también como noticia en la prensa norteamericana y el propio autor lo vio y lo escuchó, aunque no
pudo localizar estas fuentes de nuevo al escribir el texto.
45. Granda 1979-1984 474
Post scriptum
Gobierno de Granada. ‘
71 Los Angeles Times, 25 de agosto de 1989.
46. Marruecos 1983 480
enero de 1983, p. 5.
5 New York Times, 12 de diciembre de 1982, p. 4; 30 de noviembre de 1983.
47- Surinam 1982-1984 483
6 Tom Barry et al:. The Other Side of Paradise: Foreign Control in the Caribbean. Grove Press, New
York, 1984, p. 361, cita a la revista Soberanía de Managua, Nicaragua, febrero- marzo de 1983.
7 New York Times, 7 de enero de 1983, p. 5.
8 Ibíd., 19 de julio de 1983.
9 Miami Herald, 2 de junio de 1983; Barry, pp. 361-362, cita al Latin America Weekly Report,
Cuba no tenía relación ninguna con la verdad, como hemos visto, y puede
haber sido estimulada por EE.UU. La revista Newsweek informó después
que “diplomáticos estadounidenses en la capital de Paramaribo se
aseguraron de mantener a Bouterse al corriente de las evidencias de que
Cuba había ayudado al golpe en Granada, y el resto se dejó a su bien
alimentada paranoia”.11
Según todas las versiones, Bouterse dejaba mucho que desear como
dirigente y como persona. Mucho antes de los hechos de octubre, se había
informado que Cuba y Granada sentían en privado “irritación, e incluso ira,
por el daño causado a la imagen de la izquierda en la región por lo que
consideraban como revolucionarios inmaduros dirigiendo una revolución
prematura”. 12 Aunque Bouterse había aprendido a repetir los clichés
socialistas y antimperialistas, sus principios parecían radicar en otra parte.
En palabras de un diplomático en Surinam: “Bouterse es un camaleón.
Lo primero para él es su propia supervivencia. Lo segundo es su
supervivencia como el hombre en el poder”. 13 Bouterse fue acusado en
ocasiones de denunciar golpes contrarios como pretexto para deshacerse
de algunos opositores a su gobierno (varios otros intentos de golpes
fueron anunciados además del ya mencionado de diciembre de 1982).
Entre diciembre de 1983 y enero de 1983 Surinam fue sacudida por
miles de obreros en huelga que protestaban contra la subida de los
impuestos y las exageradas alzas de los precios y llamaban a la destitución
del primer ministro Errol Alibux; también se realizaron serios actos de
sabotaje a las plantas suministradoras de agua y electricidad.
Bouterse cedió: despidió a Alibux y canceló las alzas de precios, pero
no aceptó la demanda de entregar el poder nuevamente a los civiles.14
Aunque la escena recuerda las actividades de la CIA en Guayana Británica,
Jamaica y en otros lugares, y aunque el Gobierno de Surinam había
acusado a EE.UU. en octubre de 1982, no hay informes sobre la mano de
la Agencia en los disturbios de este período. No obstante, en 1985, se
reveló que la National Endowment for Democracy, financiada por el
Congreso para apoyar organizaciones extranjeras afines a los objetivos de
la política exterior norteamericana, había entregado fondos a varias
organizaciones en Surinam entre 1983 y 1985. 15
1 Adolf Hitler: Mein Kampf. Vol. 1, B oston, Houghton Mifflin Co., 1971, capítulo 10, p. 231 (Ira. ed.
1925).
2 New York Times, 15 de abril de 1986.
3 Seymour Hersh: “Target Qaddafi”, en The New York Times Magazine, 22 de febrero de 1987, p.
22.
48. Libia 1981-1989 486
1986, p. 11.
48. Libia 1981-1989 487
ataque se llevaría a cabo al día siguiente, que “Trípoli estará feliz cuando
vea los titulares mañana”, y después de la explosión, la Embajada reportó
que la acción había sido exitosa y no podían vincularlos a ella.11 Todo esto
fue, en el mejor de los casos, interpretación y parafraseo. Los textos
literales completos, sin edición o censura alguna, de estas comunicaciones
nunca se hicieron públicos. Fueron interceptados por la Agencia de
Seguridad Nacional y decodificados con la ayuda del Servicio de
Inteligencia Federal germanoocidental (BND), que había descifrado el
código años antes. Después de que la decodificación estuvo completa,
reportó Der Spiegel, la principal revista alemana, no quedaba claro todavía
lo que decían los cables, había diferentes versiones. Además la ASN y el
BND llegaron a conclusiones diferentes sobre el significado de los
mensajes “pero las discrepancias se hicieron a un lado con rapidez por
razones políticas”. Los oficiales de la seguridad alemana, que insistían en
que Libia no debía ser el único foco de la investigación y alertaban sobre
una “acusación prematura”, también consideraban a los grupos rivales del
mundo de la “disco” y los traficantes de drogas. En enero de 1987, un alto
oficial en Bonn dijo al periodista investigativo Seymour Hersh que el
Gobierno alemán se mantenía “muy escéptico y crítico” sobre la posición
norteamericana al vincular a Libia con la explosión; a fines del año
siguiente Alemania anunció que la investigación se daba por terminada. 12
‘“Algunos funcionarios de la Casa Blanca tuvieron dudas a primera vista
de que el caso contra Libia estuviera claro [reportó Hersh], Aún más, la
discoteca era conocida como lugar frecuentado por soldados negros, y que
se sepa los libios nunca han elegido como blanco de ataques a los negros
u otras minorías”.13
Sin embargo, como en muchos otros casos que hemos visto, la posición
oficial de Washington se convirtió en la verdad oficial. Tres años después
del incidente, la revista Time pudo afirmar con aire casual que “los
terroristas apoyados por Libia hicieron explotar una bomba en una
discoteca de Berlín occidental”, y provocaron el bombardeo
norteamericano “en represalia”. 14 Buena parte de los planes secretos de
Washington para la operación libia tuvo lugar al mismo tiempo que se
desarrollaban conversaciones secretas y ventas de armas a Irán. De esta
11 New York Times. 15 de abril de 1986; transcripción del discurso de Reagan y cita de Larry
Speakes en el artículo, p. 11; Bob Woodward: VEiL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York,
1987, pp. 444-445.
12 Der Spiegel, Hamburgo, RFA, 21 de abril de 1986, p. 20; Los Angeles Times, 11-13 de enero de
1988; New York Times, 22 de diciembre de 1988, p. 14; Hersh, p. 74. En diciembre de 1992,
funcionarios germanos culparon a un palestino por la bomba; no quedó claro cuál fue el resultado de
este arresto.
13 Hersh, p. 74.
14 Revista Time, 16 de enero de 1989, p. 20.
48. Libia 1981-1989 488
Los Angeles. 27 de octubre-2 de noviembre 1989, p. 10, columna de Alexand er Cockburn; Los Angeles
Times. 2 de noviembre de 1988: Washington Post. 2 y 26 de septiembre de 1999.
48. Libia 1981-1989 489
octubre, p. 4.
48. Libia 1981-1989 491
36 San Francisco Chronicle, 13 de julio de 1987, columna de Jack Anderson; Hersh, pp. 48, 71.
37 Sunday Times, Londres. 6 de abril de 1986, p. 12.
38 The Guardian, Londres, 3 de abril de 1986.
48. Libia 1981-1989 494
39
New York Times, 19 de diciembre de 1986, p. I y 20 de diciembre, p. 6, para un resumen del
incidente. La administración Reagan reconoció las acciones de Wilson en marzo y este renunció bajo
presión en mayo. Lo habría tenido que hacer antes de no ser por su amistad cercana con Reagan.
40 The Guardian, Londres, 30 de agosto de 1986, cita la revista francesa L’Express.
41 Ver entre otros Wall Street Journal, 25 de agosto de 1986, p. 1, artículo acerca de los planes de
Khadafi de nuevos ataques terroristas contra EE.UU. y los planes norteamericanos de atacar a Libia; y
el Washington Post. 2 de octubre de 1986, donde se reporta que la información en el artículo del
Journal (muy difundido en los medios norteamericanos) había sido parte de un programa de
desinformación. Ver también el Post del 27 de agosto de 1986, p. 1 y 5 de octubre de 1986, p. 1.
42 The Guardian, Londres, 18 de septiembre de 1987, cita a The Montgomery Journal (es de
“La mitad de las mentiras que dicen acerca de los irlandeses no son
ciertas”, comentó en una ocasión un hijo de Irlanda. El empleo sistemático
de desinformación acerca de Khadafi y Libia por parte de EE.UU. ha
nublado de tal modo el panorama histórico que resulta muy difícil en la
mayoría de los casos separar los hechos de la ficción, distinguir el apoyo
moral, simbólico o las simples promesas del dirigente libio a movimientos
revolucionarios del apoyo decidido y esencial. El hecho de que la
administración Reagan sintiera la necesidad de emprender campañas de
desinformación contra Libia indica la escasez de pruebas reales.
El 1º de septiembre de 1969, el capitán Muammar el-Khadafi había
encabezado un grupo de oficiales de similar rango en un golpe de Estado
sin derramamiento de sangre que derrocó a la monarquía y estableció la
República Árabe de Libia. A pesar de su “conflictiva” proyección
internacional, al principio contó con el favor de Occidente —durante los
49 Patrick Seale y Maureen McConville: The Hilton Assignment. Londres, 1973, pp. 176- 177 y
passim: New York Times. 3 de octubre de 1971, p. 26; Lobster Magazine. Nº 32, Gran Bretaña,
diciembre de 1996, p. 10.
50 Ver Jonathan Bearman: Qadhafi’s Libyia. Zed Books, Londres, 1986, para un análisis detallado
Menace”, en Foreign Pólice. Washington, primavera de 1981, pp. 75-77; David Blundy y Andrew Lycett:
Qaddafiand the Libran Revolution. Boston, 1987, cap. 6 más p. 21; también numerosos artículos de
periódicos ya citados aquí como el de Los Angeles Times.YZ de enero de 1989.
48. Libia 1981-1989 497
52 Peter Maas: Manhunt: The Incredible Pursuit ofa CIA Agent Turned Terrorist, Rand om House,
en Chicago (el grupo de Farrakhan) obtuvieron un préstamo, no una contribución, de tres millones de
48. Libia 1981-1989 498
dólares para construir una mezquita. Pero no es seguro que el dinero llegó a sus manos de manera
efectiva. Ver Blundy y Lycett, p. 80, sobre el escepticismo de las fuerzas de seguridad británicas acerca
de la entrega de dinero al IRA por parte de Khadall.
58 Chicago Tribune, 3 de abril de 1987; 8 de octubre: 15 de octubre; 28 de octubre; 30 de octubre:
19 de noviembre; 25 de noviembre.
59 Bill Schaap en Covert Action Information Bulletin. Nº 30. Washington, verano de 1988, p. 76.
60 Washington Post, 11 de mayo de 1989, p. 1.
48. Libia 1981-1989 499
(guerra santa) contra Saddam Hussein? Pues nada más y nada menos que
Siria, el refugio de los terroristas. ¿Y a quién pedía cooperación
Washington? Pues al perverso Irán. Esto no podía ser. A principios de
octubre, funcionarios norteamericanos declararon que nuevas evidencias
descubiertas indicaban que agentes de inteligencia libios podían haber
fabricado y colocado la bomba en el vuelo de Pan American. Pero esto, se
apresuraron a aclarar, no eliminaba la complicidad de Irán, Siria o del
FPLP. 61 Tras la guerra, poco a poco, se fue filtrando un supuesto caso
contra Libia, hasta que el 14 de noviembre de 1991 dos operativos de
inteligencia del país árabe fueron procesados en ausencia como los
perpetradores de la voladura. El jefe de la división criminal del
Departamento de Justicia aseguró ese mismo día que no había evidencia
que vinculara a Siria o a Irán con la bomba, “y desechó la idea de que tal
conclusión había estado incluida por el deseo de Estados Unidos de
mejorar sus relaciones con Siria”.62 Durante los siguientes veinte días, los
cuatro rehenes que todavía quedaban en Líbano fueron liberados, entre
ellos el más destacado, el británico Terry Waite.
¿Y qué hay de la evidencia contra los dos libios? Dos piezas de metal
del tamaño de una uña cada una, supuestamente provenientes de
dispositivos electrónicos, para cronometrar la explosión. Hay que leer
todo el detallado expediente del caso contra Libia para apreciar su
completa falta de solidez.63 Además, en diciembre de 1993, un programa
de la BBC: “Silencio sobre Lockerbie”, dio a conocer nuevos hallazgos que
levantaban significativas dudas acerca de la participación libia e indicaban
que EE.UU. y Gran Bretaña podían haber manipulado el caso para apartar
las sospechas de Siria e Irán. Esta nueva información descubierta era que
el fabricante suizo de los cronómetros había cambiado su historia previa
en la cual había nombrado a Libia como el único país a quien los había
vendido. Ahora recordaba que también Alemania oriental había comprado
varios de ellos. Había vínculos cercanos entre la policía secreta de este país
y el FPLP y otros grupos árabes. Más significativa aún era la declaración de
un ingeniero de la compañía suiza acerca de que había dicho a los
investigadores del caso Lockerbie todo sobre la conexión con Alemania
oriental a fines de 1990, lo que implicaba que los investigadores
internacionales sabían que había un gran hueco en su acusación contra
Libia antes de que la acusación se hiciera pública en octubre. 64 “Ningún
autor es favorable a la Agencia y acepta la versión oficial acerca de la culpabilidad de los libios, aunque
no le resulta fácil ni a él ni al lector.
64 Der Spiegel, Hamburgo, 18 de abril de 1994, pp. 92-97; Sunday Times, Londres, 19 de diciembre
de 1993, p. 2: The Times. Londres, 20 de diciembre de 1993, p. 11: Los Angeles Times, 20 de diciembre
48. Libia 1981-1989 500
Post scripfum
de 1993.
65 Der Spiegel, 18 de abril de 1994, p. 93.
66 Ver ensayo del autor en http:llmembers.aol.comlbblum6lpanam.htm
67 Los Angeles Times, 24 de noviembre de 1988, p. 1.
68 Ibíd., 19 de enero de 1989.
48. Libia 1981-1989 501
69 Ibíd., 4 de septiembre de 1989. 26 de octubre de 1989, cita una entrevista en la revista egipcia
Anastasio Somoza (al igual que en 1924 EE.UU. había dejado a Trujillo
como regalo al pueblo dominicano). Tres años después, Somoza ocupó la
presidencia y, con la indispensable ayuda de la Guardia Nacional,
estableció una dinastía familiar que gobernaría Nicaragua como una
propiedad privada durante los cuarenta y tres años siguientes. Mientras
los guardias, sostenidos en forma consistente por EE.UU., empleaban su
tiempo entre la ley marcial, violaciones, torturas, asesinatos de sus
opositores, masacres de campesinos, al igual que en otras ocupaciones
menos violentas como el robo, la extorsión, el contrabando, la
administración de burdeles y diferentes funciones gubernamentales, el
clan Somoza reclamaba la parte del león en el reparto de la tierra y los
negocios en Nicaragua. Cuando Anastasio Somoza II fue derrocado por los
sandinistas en julio de 1979, huyó al exilio y dejó detrás un país en el que
dos tercios de la población estaban sumidos en la pobreza. A su llegada a
Miami, Somoza admitió que su fortuna llegaba a cien millones de dólares,
pero un informe de la inteligencia norteamericana la evaluó en
novecientos millones.2
Fue muy afortunado para los nuevos dirigentes nicaragüenses haber
llegado al poder mientras Jimmy Cárter ocupaba la Casa Blanca. Les dio un
año y medio de respiro para dar los primeros pasos en su planeada
reconstrucción de una sociedad empobrecida antes de que la hostilidad
incesante de la administración Reagan les cayera encima, lo cual no
significa que Cárter se sintiera complacido con la victoria sandinista. En
1978, cuando Somoza se acercaba al colapso, Cárter autorizó el apoyo
encubierto de la CIA a la prensa y sindicatos nicaragüenses en el intento
de crear una alternativa “moderada” a los sandinistas. 3 Con el mismo fin,
diplomáticos norteamericanos conferenciaron con oponentes no
izquierdistas de Somoza. La idea de Washington de una alternativa
“moderada” según un grupo de prominentes nicaragüenses que
abandonaron estas conversaciones, era la inclusión del partido político de
Somoza en el futuro Gobierno y “dejar prácticamente intacta la corrupta
estructura del aparato somocista”, incluida la Guardia Nacional, aunque
en cierta forma reorganizada. 4 Sin duda, en este mismo momento, el jefe
del Comando Sur de EE.UU. (Latinoamérica), teniente general Dennis
McAuliffe, comunicaba a Somoza que, aunque él tuviera que abdicar,
EE.UU. “no tenía intenciones de permitir una situación que condujera a la
74; para una descripción del proceso de análisis ver cap. 5; también Bernard Diederich: Somoza.
Londres, 1982, cap. 14.
49. Nicaragua 1978-1990 504
5 Christian, p. 82.
6 George Black; Triumph of the People: The Sand inista Revolution in Nicaragua. Londres, 1981, p.
176.
7
Christian, p. 81.
8
Bob Woodward: VElL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987. New York, 1987, p. 113.
9 Black, p. 177.
10 New York Times, 15 de enero de 1981, p. 10.
11 Sobre la ayuda de la administración Cárter ver Christian, pp. 143-144; Jeff McConnell:
12 Medidas económicas; The Times, Londres, 1ro. de octubre de 1984; The Guardian. Londres, 1ro.
de julio de 1983.30 de mayo de 1984, 8 de marzo de 1985, 1ro. de mayo de 1985; New York Times, 11
de octubre de 1984.
13 The Guardian, Londres, 24 de mayo de 1985, 14 de junio.
14 International Herald Tríbune, 18 de abril de 1984; ver también Time, 31 de agosto de 1987, p.
14.
15 San Francisco Chronicle, 4 de agosto de 1982.
16 Holly Sklar; Washington’s War in Nicaragua.Boston, 1988, pp. 46-48, 66; McConnell, pp. 15, 21.
49. Nicaragua 1978-1990 506
fines a los que Ovando dedicó el dinero, según se dice, era para difundir la
“instrucción religiosa” y así “contrarrestar las políticas marxista-leninistas
de los sandinistas”.17
Como parte del esfuerzo conjunto para privar al país de petróleo, se
realizaron varios ataques contra depósitos de combustible. Las
operaciones de los contras-CIA provenientes de Honduras también se
centraron en la voladura de tuberías, minado de las aguas de los puertos
por donde se recibía el petróleo y amenazas de volar a los tanqueros que
se acercasen; al menos siete barcos extranjeros fueron dañados por las
minas, incluido un tanquero soviético en el que cinco tripulantes
resultaron gravemente heridos. Los puertos nicaragüenses se hallaban
bajo asedio: el fuego de mortero proveniente de lanchas rápidas, los
ataques aéreos con bombas, cohetes y fuego de ametralladoras iban
encaminados a bloquear tanto las exportaciones nicaragüenses como a
privar a la población de las importaciones al ahuyentar a los barcos
extranjeros.18 En octubre de 1983, la ESSO anunció que sus tanqueros no
transportarían más petróleo crudo a Nicaragua desde México, el principal
abastecedor del país; en ese momento Nicaragua contaba con
combustible sólo para diez días. 19
La agricultura era otro blanco esencial. Los ataques de los contras
causaban enormes daños a las cosechas, demolían secaderos de tabaco,
depósitos de granos, sistemas de irrigación, granjas y maquinarias; se
destruían caminos, puentes y camiones para evitar el traslado de
productos; numerosas granjas estatales y cooperativas fueron destruidas
y se impidió la cosecha; otras fueron abandonadas por miedo antes de ser
atacadas.20 En octubre de 1982, la Standard Fruit Company anunció que
suspendía todas sus operaciones bananeras en Nicaragua y la venta de la
fruta en EE.UU. La multinacional norteamericana, después de haberse
enriquecido durante un siglo en el país, y violando un contrato que el
Gobierno había prorrogado hasta 1985, dejó sin empleo a 4.000
trabajadores y cerca de seis millones de cajas de plátanos por cosechar sin
transporte ni mercado al cual destinarlas. 21
La industria pesquera nicaragüense sufrió no sólo por la falta de
combustible, sino también su flota fue diezmada por las minas y los
ataques; sus barcos paralizados por falta de piezas de repuesto debido al
bloqueo crediticio norteamericano. El país perdió millones de dólares por
marzo de 1981, p. 5 y ss.; New York Times, 17 de marzo de 1981; el entrenamiento en EE.UU. comenzó
en 1980.
26 San Francisco Chronicle, 8 de junio de 1982; The Guardian, Londres, 4 y 9 de abril de 1983, 27
de abril de 1984.
27 David MacMichael en un documental de televisión mostrado en Diverse Reports, Canal 4,
19-22 de enero de 1984; International Herald Tribune, 14 de diciembre de 1984; The Guardian,
49. Nicaragua 1978-1990 508
son numerosos; ver, por ej.: Witter Witness, op. cit., passim, legal brief filed by the Onter for
Constitutional Rights and the National Lawyers Guild against the US Government, excerpts in Peter
Rosset and John Vand ermeer, editors, The Nicaragua Reader: Documents of a Revolution under Fire
(New York, 1983), pp. 228-36; New Yorker magazine, 25 March 1985, “Talk of the Town” section; New
York Times, 10 March 1985, IV, p. 23, column by Anthony Lewis; Reed Brody, Contra Terror in
Nicaragua (Boston, 1985), passim.
33 The Guardian, Londres, 15 de noviembre de 1984.
49. Nicaragua 1978-1990 509
documental sobre Nicaragua con una entrevista a un miembro del grupo contra, parte 2, pp. 12-13 de
la transcripción.
42 New York Times, 19 de octubre de 1984, p. 8; Covert Action Information Bulletin, Nº 22,
continuó.
El argumento con más frecuencia utilizado por el Gobierno
norteamericano para explicar su resistencia a aceptar el acuerdo de
Contadora durante 1983 y 1984 era que Nicaragua no estaba preparada
para celebrar elecciones verdaderamente libres, como se establecía en el
tratado. Washington calificó la elección efectuada en noviembre de 1984,
en la cual los sandinistas ganaron por un margen de dos a uno, como una
“farsa”. En realidad, no se le podía encontrar muchos defectos si se
comparaba con las (defectuosas) elecciones occidentales normales; si la
comparación se hacía con el promedio de las elecciones latinoamericanas,
resultaba un verdadero paradigma de democracia. El hecho de que no se
hubieran reportado muertes vinculadas a las votaciones en sí mismas, la
convertía en única en el continente, del mismo modo que la presencia de
partidos minoritarios en las boletas de cada departamento de la nación la
diferenciaba de la típica elección presidencial en Estados Unidos.
La elección estuvo abierta a todos los partidos y candidatos y no se
reportó ningún fraude en las urnas, ni siquiera hubo acusaciones serias al
respecto, a pesar de que fue observaba por 400 representantes de 40
países diferentes. El día de la votación, el Washington Post pudo reportar:
“incluso diplomáticos norteamericanos reconocieron que los sandinistas
permitieron expresarse a un amplio rango de puntos de vista políticos,
incluidos algunos muy críticos contra el Gobierno. Se suavizó la censura
sobre el único periódico opositor. La Prensa, al principio de la campaña y
la televisión y radio estatales dieron espacio —aunque limitado— a los
pequeños, pero ruidosos, partidos opositores [.,.]”.67
Las críticas de Washington a la elección se centraban en el boicot a la
misma por parte de la Alianza Coordinadora Democrática, una coalición
significativa de grupos opositores liderada por Arturo José Cruz. En varias
ocasiones, este y sus seguidores fueron acosados por las multitudes
cuando aparecían en público, y al menos en una ocasión se reportó que
un buen número de los manifestantes habían sido traídos al lugar en
transportes del Gobierno. No está esclarecido si los sandinistas intentaban
deliberadamente acosar a Cruz, o disuadirlo de presentarse a las
elecciones, lo que sí resulta evidente es que para el Gobierno era más
perjudicial que beneficioso mantener a la ACD fuera de la boleta. En todo
caso, el acoso real parece haber durado poco y no constituyó un verdadero
obstáculo para que Cruz se postulara. La objeción más persistente de la
ACD era que no se había dado suficiente tiempo para desarrollar la
campaña electoral.
67 Washington Post, 4 de noviembre de 1984, p. Al; ver lambien New York Times, 4 de noviembre
Daniel Ortega, quien había sido elegido como el candidato del Gobierno.
“¡Ni Ortega ni Cruz!”, proclamaban los anuncios. 74
Durante todo este período la ACD hizo una demanda tras otra en
relación con los procedimientos electorales como condición para
participar. Según cualquier norma razonable de poder, el Gobierno
demostró ser flexible. El 21 de septiembre, el New York Times reportó que
la oposición había afirmado que los sandinistas habían hecho concesiones
sustanciales y que la única propuesta importante que quedaba pendiente
era la posposición de las elecciones hasta enero. Esto era fundamental,
dijo la ACD, porque la campaña no podía comenzar de manera apropiada
hasta que se hubiera llegado a acuerdo sobre determinados aspectos. La
posición del Gobierno fue que se concedería la posposición sólo si la ACD
arreglaba un cese al fuego con los contras. El partido respondió que no
tenía el poder para lograrlo y las negociaciones continuaron durante todo
el mes de octubre con numerosos reportes confusos y contradictorios
como resultado de cada charla hasta que, finalmente, se acabó el tiempo.
Estados Unidos pudo haber logrado un cese al fuego, si hubiera tenido
interés en someter a prueba el compromiso de los sandinistas con lo que
Washington llamaba una elección libre. Ahora bien, es cuestionable que
EE.UU. tuviera ese interés, si tenemos en cuenta lo que reveló el New York
Times dos semanas antes de la elección:
La administración Reagan, mientras critica públicamente las elecciones del 4
de noviembre en Nicaragua como “una farsa”, en privado ha argumentado en
contra de la participación del principal candidato de la oposición por temor a
que la misma dé legitimidad al proceso electoral, según dijeron algunos altos
funcionarios.
Desde mayo, cuando la política norteamericana hacia la elección fue decidida,
la administración ha deseado que el candidato de oposición, Arturo José Cruz,
o bien no entrara en la postulación, o, de hacerlo, se retirara antes de la
elección, planteando que las condiciones no eran imparciales, dijeron los
funcionarios.
“La administración nunca consideró dejar que Cruz se mantuviera en la
campaña [dijo uno de ellos] porque entonces los sandinistas podrían plantear
justificadamente que sus elecciones eran legítimas, lo que haría mucho más,
difícil para Estados Unidos oponerse al Gobierno nicaragüense”.
Varios funcionarios de la administración que están relacionados con las
actividades de la misma en Nicaragua dijeron que la Agencia Central de
Inteligencia había trabajado con algunos de los partidarios de Mr. Cruz para
asegurarse de que se opondrían a cualquier acuerdo potencial para su
participación en la elección.75
74 Covert Action Information Bulletin, Nº 22, Washington, otoño de 1984, p. 27: reproduce el
anuncio.
75 New York Times. 21 de octubre de 1984, p. 12.
49. Nicaragua 1978-1990 520
de Eugene Stockwell, quien testificó ante la comisión después de visitar Nicaragua con el Consejo
Mundial de Iglesias.
82 The Guardian, Londres. 15 de marzo de 1986.
83 Covert Action Information Bulletin, Nº 20, Washington, diciembre de 1984, p. 25.
49. Nicaragua 1978-1990 521
Quainton, fue reemplazado en mayo de 1984, aunque no se puede determinar si fue por órdenes de
Kissinger.
85 The Guardian, Londres. 21 de marzo de 1986.
86 San Francisco Chronicle, 3 de junio de 1987, columna de Jack Anderson.
87 New York Times. 3 de marzo de 1982, p. 5; la fotografía fue publicada primeramente por el
periódico francés de derecha Le Fígaro, que admitió más tarde su “error” al ser emplazado por otras
publicaciones francesas, pero al parecer Haig no se retractó públicamente.
88 Miami Herald. 19 de julio de 1987, p. 18A.
89 Peter Kornbluh: “Propagand a and Public Diplomacy: Selling Reagan’s Nicaragua Policy”, en
90 Miami Herald, 21 de diciembre de 1986, p. 30A: Kornbluh, pp. 20-22: Extra!, New York, junio de
artículo del prof. John Guilmartin: “Nicaragua is Armed for Trouble”, en el Wall Street Journal del 11
de marzo de 1985.
92 The Guardian, Londres. 9 de enero de 1985.
93 Black, p. 218.
49. Nicaragua 1978-1990 523
94 Ibíd., pp. 215, 332, 356 da un número de ejemplos de los sabotajes económicos.
95 The Guardian, Londres, 13 de julio de 1985, p. 7.
96 Boston Globe, 9 de febrero de 1986, p. A20.
49. Nicaragua 1978-1990 524
97 Black, p. 306
98 New York Times, 21 de septiembre de 1988, p. 6; 22 de septiembre, p. 15: 23 de septiembre, p.
5; 25 de septiembre, p. 15.
99 In These Times, Chicago, 21-27 de octubre de 1987.
49. Nicaragua 1978-1990 525
100 William I. Robinson: A Faustian Bargain: U.S. intervention in the Nicaraguan Eiections and
American Foreign Policy in the Post-Cold War Era. Westview Press, Co., 1992, pp. 79- 81; San Francisco
Chronicle, 13 de octubre de 1987; Jacqueline Sharkey: “Anatomy of an Election: How U.S. Money
Affected the Outcome in Nicaragua”, en Common Cause Magazine, Washington, mayo-junio de 1990,
p. 24.
101 New York Times, 1ro. de junio de 1986; Robinson, passim.
102 Washington Post, 22 de septiembre de 1991, p. C4. El Poslmismo añadía que la NED “hizo de
1988, p. 6.
104 San Francisco Chronicle, 20 de abril de 1987; Los Angeles Times, 31 de diciembre de 1987.
105 New York Times, 20 de agosto de 1987, p. 1, basado en un informe de inteligencia fechado en
febrero de 1985.
49. Nicaragua 1978-1990 526
Samuel Reina, chofer del equipo de Jimmy Cárter que monitoreaba las
elecciones en Juigalpa. En algunas familias “un hijo había sido reclutado
por los sandinistas y otro se había unido a los contras. La guerra ha dividido
a las familias”.109
La invasión norteamericana y el bombardeo a Panamá, sólo dos meses
antes, con toda su secuela de muerte y destrucción, podían haber
intensificado el compromiso de los sandinistas más decididos a enfrentar
al imperialismo yanqui, pero también había sido una advertencia a la gran
masa de volantes indecisos. Los nicaragüenses también estaban volando,
o al menos eso esperaban, por algún alivio a la terrible pobreza que cinco
años de embargo norteamericano y la guerra había exacerbado. Paul
Reichler, abogado norteamericano que representaba al Gobierno
nicaragüense en Washington en aquel momento, comentó: “Cualquier
fervor revolucionario que el pueblo pudo haber tenido una vez, fue
aplastado por la guerra y la imposibilidad de llevar alimento a los
estómagos de sus hijos”110. ¡Aquí no se rinde nadie!, habían gritado por
diez años los nicaragüenses, pero en febrero de 1990 lo hicieron, tal como
el pueblo de Chile había gritado ¡El pueblo unido jamás será vencido! antes
de sucumbir ante el poderío norteamericano. Estados Unidos tenía más
que una guerra y un embargo a su disposición para determinar el ganador
en las elecciones. La NED gastó más de once millones de dólares en forma
directa e indirecta en la campaña electoral de Nicaragua. 111 Esto es
comparable a que un gobierno extranjero invirtiera setecientos millones
en una elección norteamericana, y el dinero de la NED fue adicional a
varios millones más asignados por el Congreso para “apoyar la
infraestructura electoral” y el número de millones ignorado que la CIA
canalizó encubiertamente.
A causa de una controversia que tuvo lugar en 1984, cuando los fondos
de la NED fueron utilizados para ayudar a un candidato presidencial
panameño apoyado por Noriega y la CIA, el Congreso puso en vigor una
ley que prohibía el uso de los fondos de la organización para “financiar
campañas de candidatos a puestos públicos”. Las formas de eludir la letra
o el espíritu de tal prohibición no son difíciles de concebir. La NED asignó
primero varios millones para ayudar a la UNO a organizarse, creando los
partidos y organizaciones que formaron la coalición. Luego una variedad
de otras organizaciones —cívicas, sindicales, femeninas, mediáticas, etc.—
manejadas por activistas de la UNO recibieron donaciones para todo tipo
de programas “pro democráticos” y “no partidistas”, para la instrucción y
registro de los votantes, entrenamientos laborales, y así por el estilo.
112 La manipulación de las elecciones por Washington fue una operación compleja y abarcadora.
Para una información mucho más detallada ver Robinson, passim: Sharkey, passim, y artículo de LA
Weekly.
113 Sharkey, p. 23.
50. Panamá 1969-1991 529
1 Compilado de a) Francisco Goldman: “What Price Panama? A visit to a barrio destroy by U.S.
Forces”, en Harper s Magazine. New York, septiembre de 1990; b) Los Angeles Times, 1ro. de abril de
1990, editorial por David y John Kiyonaga. abogados representantes de más de cien víctimas de la
invasión a Panamá; c) discurso de Olga Mejía, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos de Panamá, en el Ayuntamiento de New York, el 5 de abril de 1990 (extracto publicado en
Covert Action Information Bulletin, Nº 34. Washington, verano de 1990, p. 13).
2 New York Times, 22 de diciembre de 1989, p. 16.
50. Panamá 1969-1991 530
3 John Dinges: Our Man ín Panama. New York, 1991, p. 33; New York Times, 28 de septiembre de
1988.
4 Dinges, p. 52. William Jorden, embajador norteamericano en Panamá ha escrito que está casi
seguro de que los agentes de inteligencia estadounidenses dieron a los conspiradores la aprobación
tácita para el golpe, ver Panama Odyssey, Austin, Texas, 1984, p. 144.
5 The Noriega Connection, un film documental presentado en el programa Frontline, de PBS, el 30
de enero de 1990, en el cual se cita al ex oficial de la CIA John Bacon (prestado al Buró de Narcóticos
y Drogas Peligrosas) y a otros investigadores federales y de la CIA sin identificar. Ver también artículo
de Joe Conason y John Kelly en The Village Voice, New York, 11 de octubre de 1988 y Dinges, pp. 63-
64, acerca de los debates sobre el posible asesinato de Noriega bajo la administración Nixon, sobre la
base de documentos de la oficina del Fiscal General y del Senado.
50. Panamá 1969-1991 531
Connection, op. cit. En el juicio de Noriega en Miami en 1991, la fiscalía señaló que Noriega había
recibido un total de 160 000 dólares de la CIA y otro tanto del Ejército de EE.UU. en todos esos años.
Pero esto tenía el objetivo de refutar la afirmación de los abogados de Noriega de que los millones de
dólares que poseía su cliente no provenían de las drogas, sino de pagos del Gobierno norteamericano.
9 Dinges, pp. 85-86; Los Angeles Times, 16 de enero de 1990, p. 15.
10 Dinges, pp. 88-90.
11 San Francisco Chronicle, 11 de junio de 1987.
50. Panamá 1969-1991 532
12 Dinges, p. 158.
13 Dinges, pp. 160, 234, 241; Newsweek, 15 de enero de 1990, p. 23; Los Angeles Times, 16 de
enero de 1990, p. 15 (aparece al menos seis veces).
14 Sobre los sabotajes ver: Newsweek, 15 de enero de 1990, p. 22.
15 Para diferentes opiniones sobre la fuente del artículo, que fue escrito por Seymour Hersh, ver
Dinges, pp. 243-244; Newsweek, 22 de junio de 1987, p. 37 y Kevin Buckley: Panama, the Whole Story,
New York, 1991, pp. 53-57.
50. Panamá 1969-1991 533
16 Dinges, p. 253, cita las estipulaciones del juicio a Oliver North, pp. 97-99, 101 y 106; ver también
de 1990, p. 14. El último también informa sobre una nota de manto de 1984 del entonces
administrador de la DEA. Francis Mullen, en la que agradece a Noriega por una fotografía autografiada,
y dice que “la había enmarcado y está expuesta con orgullo en mi oficina”.
20 Los Angeles Times, 4 de enero de 1990, p. Al 2.
50. Panamá 1969-1991 534
quien había sido embajador de EE.UU. en Panamá, había informado a Bush de la conexión de Noriega
con la droga en 1985.
24 Los Angeles Times, 16, de enero de 1990, p. 15; Newsweek, 15 de enero de 1990, p. 19. Además
de su encuentro con Noriega cuando Bush era director de la CIA, también se reunieron más tarde en
diciembre de 1983 en Panamá, cuando ya Bush era vicepresidente.
50. Panamá 1969-1991 535
p. 1.
28 Los Angeles Times, 21 de marzo de 1992, p. A2.
50. Panamá 1969-1991 536
29 Dinges, pp. 187-189, 195-200, 369-372 (fragmentos del informe). Dinges obtuvo una copia del
de 1989, pp. 1, 16; 12 de octubre, p. 35; sobre los helicópteros ver Los Angeles Times, 4 de octubre de
1989.
32 En el programa Nightline de ABC-TV, el 4 de octubre de 1989, se dijo que los rebeldes no habían
ofrecido entregar a Noriega, sino que habían solicitado que los soldados norteamericanos fueran a
recogerlo en helicóptero. El Pentágono desmintió esto (versión dada en New York Times, 5 de octubre
de 1989, p. 14).
50. Panamá 1969-1991 537
diciembre de 1989, p. I, informaba que unas horas antes de la invasión, las fuerzas norteamericanas
habían buscado a Noriega en sus numerosas madrigueras conocidas, incluido el apartamento de su
amante (en el mismo edificio del diplomático), pero no se hizo mención del apartamento de la abuela
de esta.
50. Panamá 1969-1991 538
36 New York Times, 21-de diciembre de 1989 (sobre Cheney); 22 de diciembre, p. 16 (sobre Bush).
37 New York Times, 18 de diciembre de 1989, p. 8.
38 Los Angeles Times, 22 de diciembre de 1990, se citan tres fuentes de información civiles y
militares que confirmaron los hechos de manera independiente. Debe destacarse que la
administración no presentó prueba alguna con respecto a la denuncia del maltrato a la pareja
norteamericana.
39 Buckley pp. 228-229. La transcripción de la conversación del marine fue incluida en el informe
40 Buckley, pp. 187, 191; Timothy Harding: “Why Are We in Panama?”, en LA Weekiy, Los Ángeles,
“U.S. Invasión: Many Weeks on Rehearsal” (“Invasión estadounidense: Muchas semanas de ensayos”).
Una edición más temprana del Times ese mismo día había titulado la historia: “U.S. Drafted Invasión
Plan Weeks Ago” (“EE.UU. elaboró el plan de la invasión semanas antes”).
43 New York Times, 19 de diciembre de 1989, p. 12.
44 Washington Post, 21 de diciembre de 1989, p. 36.
50. Panamá 1969-1991 540
45 Compilado a partir de Los Angeles Times, 24, 26, 27, 30 y 31 de diciembre de 1989; 2, 4, 8, 25
Epilogo
24.
49 New York Times, 22 de diciembre de 1989, p. 16.
50 Los Angeles Times, 23 de diciembre de 1989.
50. Panamá 1969-1991 542
de abril de 1991, p. A6. Un tratado anterior de agosto de 1990 había sido repudiado por el Gobierno
panameño.
60 Kiyonaga: op. cit.
61 Los Angeles Times, 27 de octubre de 1990.
50. Panamá 1969-1991 544
10 Los Angeles Times, 12 de junio de 1990; Th e Times, Londres, 12 de junio de 1990, p. 15; The
10.
19 The Times, Londres, 28 de julio de 1990, p. 8; 30 de julio, p. 6.
50. Panamá 1969-1991 550
de 1990, p. 10.
50. Panamá 1969-1991 553
insiste en que se debe tener una actitud cautelosa hacia las reformas en la
URSS.2 En febrero se reporta que “la administración y el Congreso están
esperando la mayor y más recia batalla en torno al presupuesto de la
defensa de la historia reciente”, y en junio se dice que “las tensiones han
aumentado” entre el Congreso y el Pentágono “pues el Congreso prepara
el borrador de uno de los presupuestos de defensa más cardinales de las
últimas dos décadas”. 3 Un mes después un subcomité de Servicios
Armados del Senado votó por reducir el número de soldados a casi tres
veces más de lo recomendado por la administración Bush. “El tamaño y la
dirección de los cortes indican que el presidente Bush está perdiendo su
batalla sobre cómo manejar las reducciones de los gastos militares”. 4
Durante este mismo periodo la popularidad de Bush estaba decayendo:
de un nivel de aprobación de 80% en enero —cuando estaba en la cresta
de la ola de apoyo público a la invasión a Panamá el año anterior— a 73%
en febrero, a 65% en mayo y junio, 63% el 11 de julio, y 60% sólo dos
semanas después. 5 George Herbert Walker Bush necesitaba algo
dramático para acaparar los titulares y el público, y para convencer al
Congreso de que un poderoso ejército era tan necesario como nunca
porque todavía había un mundo peligroso y terrorífico allá afuera.
Aunque la versión oficial de Washington sobre los hechos presenta la
ocupación de Iraq a su vecina Kuwait como una agresión arbitraria e
injustificada, Kuwait había sido en realidad un distrito de Iraq bajo el
imperio otomano, hasta la Primera Guerra Mundial. Terminada esta, para
equilibrar las cosas con la abundantemente rica en petróleo Iraq, el
Ministerio de Colonias Británico había establecido a Kuwait como una
entidad territorial separada, proceso en el que privó a Iraq de casi todo
acceso al Golfo Pérsico. En 1961 Kuwait alcanzó la “independencia”, una
vez más por voluntad británica, y de inmediato Iraq acumuló sus tropas en
la frontera, para retirarlas cuando los británicos colocaron las suyas del
otro lado. Los regímenes iraquíes sucesivos se negaron a aceptar la
legitimidad de esta situación, y hubo amenazas similares en los 70, que
llevaron hasta cruzar la frontera y avanzar media milla en el territorio
kuwaití en 1976, pero Bagdad también estaba dispuesta a negociar un
a) Ramsey Clark: The Fire This Tome: U.S. War Crimes in the Gulf, Thunder’s Mouth Press, NY,
1992, pp. 12-13: este libro se basa sobre todo en los informes de la Comisión de Investigaciones para
el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, que recogió testimonios de sobrevivientes y testigos
presenciales.
b) Ralph Schoenman: Iraq and Kuwait: A History Suppressed, pp. 1-11; monografía de 21 páginas
publicada por Veritas Press, California.
c) New York Times, 15 de septiembre de 1976, p. 17. La incursión se resolvió sin guerra.
52. Iraq 1990-1991 557
6
7 a) “Nota del ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Mr. Tariq Aziz, al Secretario General de la Liga
Árabe, 15 de julio de 1990”, Anexo I de Pierre Salinger y Eric Laurenl: Secret Dossier: The Hidden
Agenda Behind the Guif War, Penguin Books, New York, 1991, pp. 223-234.
b) New York Times, 3 de septiembre de 1990, p. 7.
c) Los Angeles Times, 2 de diciembre de 1990, p. M4, a rticulo de Henry Schuler, director de
programas de seguridad energética del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos en
Washington.
d) John K. Cooley: Payback: Americas Long War in the Middle East, EE.UU., 1991, pp. 183-186.
52. Iraq 1990-1991 558
pie. Esta misma posición fue sostenida por Paul Wolfowitz, subsecretario
de Defensa, en un almuerzo privado con embajadores árabes
(irónicamente, Kuwait había estado aliado a Iraq y temía un ataque de
Irán). Más tarde, el comentario de Cheney fue desestimado por su propio
vocero. Pete Williams, quien explicó que el secretario había hablado con
“cierto grado de libertad”. Cheney fue advertido entonces por la Casa
Blanca: “Nos estás comprometiendo a una guerra que podríamos no
querer librar” y se le recomendó de manera estricta que, en lo adelante,
las declaraciones sobre Iraq serían hechas por la Casa Blanca y el
Departamento de Estado.8
El 24 de julio la vocera del Departamento de Estado, Margaret
Tutweiler, respondió a una pregunta: “No tenemos ningún tratado de
defensa con Kuwait y no hay compromisos de defensa o seguridad
especiales con ellos”. Al preguntársele si EE.UU. ayudaría a Kuwait en caso
de ataque, dijo: “Nos mantenemos decididamente comprometidos a
apoyar la defensa propia individual y colectiva de nuestros amigos en el
golfo con los cuales tenemos profundos y antiguos lazos”, una afirmación
que algunos funcionarios kuwaitíes calificaron en privado como muy
débil.9 Ese mismo día EE.UU. llevó a cabo una curioso ejercicio militar no
programado con los Emiratos Árabes Unidos, y el mismo Pete Williams
anunció: “Mantenemos nuestro firme compromiso de apoyar la defensa
propia individual y colectiva de nuestros amigos en el golfo con los cuales
tenemos profundos y antiguos lazos”. Y la Casa Blanca declaró: “Nos
preocupa la concentración de tropas de los iraquíes. Pedimos a ambas
partes que se esfuercen para evitar la violencia”. 10
El 25 de julio Saddam Hussein se reunió con la embajadora
norteamericana en Iraq, April Glaspie, quien le dijo su ahora famoso
comentario: “No tenemos opinión sobre los conflictos entre árabes, como
su disputa fronteriza con Kuwait”. Pero luego señaló al líder iraquí que
estaba preocupada con el despliegue masivo de tropas en la frontera
después de que su Gobierno había calificado las acciones kuwaitíes como
“equivalentes a una agresión militar”. 11 Ese mismo día John Kelly,
secretario asistente de Estado para el Cercano Oriente y el Sur de Asia,
prohibió una transmisión planificada por la Voz de América que habría
alertado a Iraq con las mismas palabras expresadas de forma idéntica por
Tutweiler y Williams. 12 Hussein pudo no haber conocido este incidente,
8 Murray Waas: “Who Lost Kuwait? How the Bush Administration Bungled ist Way to War in the
Gulf”, en The Killage Voice, New York, 22 de enero de 1991, p. 35: New York Times, 23 de septiembre
de 1990.
9 New York Times, 23 de septiembre de 1990.
10 Ibíd., 25 de julio de 1990, p. 1,8.
11 Ibíd., 23 de septiembre de 1990.
12 Ibíd., 17 de septiembre de 1990, p. 23, columna de William Safiro.
52. Iraq 1990-1991 559
13 Waas, p. 31.
14 New York Times, 28 de julio de 1990, p. 5.
15 Los Angeles Times, 21 de octubre de 1992, p. 8.
16 “Developments in the Middle East”, Audi encia ante el Subcomité sobre Europa y Medio Orienie
de “falsificación total”. Sin embargo, tal como señaló Los Angeles Times:
“El memo no es una falsificación obvia, en particular porque si los
funcionarios iraquíes lo hubieran escrito ellos mismos, ciertamente lo
habrían hecho más dañino para la credibilidad de EE.UU. y de Kuwait”. 17
Al parecer fue lo suficientemente real y dañino para el ministro de
Relaciones Exteriores de este último país, pues se desmayó cuando su
contraparte iraquí se lo presentó en una cumbre árabe a mediados de
agosto.18 Cuando se preguntó al embajador iraquí en Washington por qué
el documento parecía contradecir la declaración de neutralidad de la
embajadora Glaspie sobre el tema, este replicó que el comentario de la
diplomática era “parte de la celada”. 19
¿Se le tendió a Iraq una trampa por parte de EE.UU. y Kuwait? ¿Fue
provocado Saddam para llevar a cabo la invasión —con la esperanza tal
vez de los conspiradores de que no avanzaría más allá del área fronteriza—
de modo que pudiera ser reducido al tamaño que ambos países deseaban?
En febrero de 1990, Hussein pronunció un discurso ante una cumbre árabe
que podría ciertamente haber incitado, o dado más ímpetu, a un plan
semejante. En él condenó la continuada presencia militar norteamericana
en las aguas del Golfo Pérsico y alertó: “Si la gente del Golfo y el resto de
los árabes junto a ellos no se preocupan por afianzarse, la región árabe del
Golfo será gobernada por la voluntad de Norteamérica”. Más aún, que
EE.UU. controlaría la producción, distribución y el precio del petróleo
“todo sobre la base de una supervisión especial que tiene que ver
únicamente con los intereses de EE.UU. y en la cual no se tiene
consideración alguna por los intereses de los otros”. 20
Al examinar si hubo una conspiración contras Iraq y Saddam Hussein,
debemos considerar que, en adición a lo ya explicado, el jefe de la
Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, había afirmado
que Washington impedía una solución pacífica de las diferencias entre Iraq
y Kuwait en una cumbre árabe efectuada en mayo, después que Saddam
ofreciera negociar un acuerdo mutuamente aceptable a Kuwait. “EE.UU.
está alentando a Kuwait a no ofrecer compromisos, lo que significa que no
había solución negociada para evitar la crisis en el Golfo”, dijo Arafat, y
añadió que se había hecho creer a Kuwait que podía confiar en la fuerza
de las armas norteamericanas en lugar de las negociaciones.21 De manera
similar el rey Hussein de Jordania reveló que poco antes de la invasión
iraquí, el ministro de Relaciones Exteriores kuwaití declaró: “No vamos a
17 Sobre el documento kuwaití ver Los Angeles Times, 1ro. de noviembre de 1990, p. 14.
18 Washington Post. 19 de agosto de 1990, p. 29.
19 Los Angeles Times, 1ro. de noviembre de 1990, p. 14.
20 Schoenman, pp. 11-12; New York Review of Books, 16 de enero de 1992, p. 51.
21 Christian Science Monitor, 5 de febrero de 1991, p. 1.
52. Iraq 1990-1991 561
responder [a Iraq] [...] si no les gusta, que ocupen nuestro territorio [...]
vamos a traer a los norteamericanos”. Y que el emir kuwaití dijo a sus
oficiales militares que en caso de invasión su tarea era contener a los
iraquíes durante veinticuatro horas, para entonces, “los norteamericanos
y fuerzas extranjeras desembarcarán en Kuwait y los expulsarán”. El rey
Hussein expresó la opinión generalizada entre los árabes de que Saddam
había sido engatusado para invadir, cayendo en la trampa que le habían
preparado.22
El emir rehusó atender las demandas financieras de Iraq y ofreció a
cambio un insultante medio millón de dólares a Bagdad. Una nota enviada
a su primer ministro antes de la invasión habla de apoyo a esta posición
por parte de Egipto, Washington y Londres. “Sé inflexible en las
discusiones [escribió el emir]. Somos más fuertes de lo que ellos [los
iraquíes] piensan”. 23 Después de la guerra, el ministro de Petróleo y
Finanzas de Kuwait reconoció: “Pero sabíamos que Estados Unidos no
dejaría que nos derrotaran. Pasé mucho tiempo en Washington para
cometer esa equivocación, y recibí un flujo constante de visitantes aquí.
La posición norteamericana era clara. Sólo Saddam no la entendió”. 24 Pero
hemos visto que hubo tal vez muchas razones para que Saddam no
entendiera.
El ministro iraquí de Relaciones Exteriores, Tañq Aziz, declaró que una
caída pronunciada de los precios del petróleo era algo que los kuwaitíes
podían afrontar gracias a sus grandes inversiones en Occidente, pero que
disminuiría ganancia s vitales para una Bagdad carente de liquidez debido
a la guerra reciente. “Era inconcebible [dijo Aziz que Kuwait] pudiera
arriesgarse en una conspiración de tal magnitud contra un país grande y
fuerte como Iraq, a menos que estuvieran apoyados y protegidos por una
gran potencia; y la potencia era Estados Unidos”. 25 De hecho, no hubo
ningún indicio público de que EE.UU., a pesar de sus vínculos tan estrechos
con Kuwait, tratara de persuadirlo de cesar en alguna de sus acciones
provocativas contra Iraq. De la misma forma, ni Washington ni Kuwait
parecieron preocuparse mucho por enfrentar una invasión. Durante la
semana anterior al ataque iraquí, expertos de inteligencia alertaron cada
vez con más urgencia a la administración Bush de que la invasión de, al
22 Michael Emery: “How Mr. Bush Got His War”, en Greg Ruggiero y Stuart Sahulka, eds., Open
Fire. The New Press, New York, 1993, pp. 39,40, 52, basado en la entrevista realizada por Emery al rey
Hussein el 19 de febrero de 1991 en Jordania (edición revisada del artículo que apareció en The Village
Voice el 5 de marzo de 1991).
23 Ibíd., p. 42. El “ellos” incluía también a los sauditas, por razones no pertinentes a este libro.
24 Milton Viorst: “A Repórter at Large: After the Liberation”, en The New Yorker, 30 de septiembre
de 1991, p. 66.
25 Schoenman, pp. 12-13, tomado de una carta enviada por el ministro iraquí de Relaciones
26
New York Times, 5 de agosto de 1990, p. 12.
27 Waas, pp. 30 y 38.
28 New York Times, 24 de enero de 1991, p. D22.
29 Washington Post, 8 de marzo de 1991, p. A26.
30 a) Mayor James Blackwell: Thunder in the Desert: The Strategy and Tactics of the Persian
La invasión
Cuando Iraq invadió, terminó el tiempo de las señales confusas.
Cualquiera que fuese el tortuoso plan seguido por Bush, si es que lo había,
ahora el presidente lomó plena ventaja de su oportunidad. En horas, si no
en minutos, después del cruce de la frontera, EE.UU. comenzó a
movilizarse: la Casa Blanca condenó la acción de Iraq como una “agresión
militar descarada”: exigió “el retiro inmediato e incondicional de todas las
fuerzas iraquíes” y anunció que estaba “considerando todas las opciones”:
mientras Bush declaraba que la invasión “anula la necesidad de avanzar
lentamente en la reestructuración de las fuerzas de defensa de EE.UU.”37
Antes de transcurridas veinticuatro horas, una fuerza naval
norteamericana cargada con aviones de combate y bombarderos iba en
camino al Golfo Pérsico: Bush buscaba reclutar a todos los dirigentes del
mundo en una acción colectiva contra Iraq: se declaraba el embargo a todo
el comercio con esta nación y todas las cuentas kuwaitíes e iraquíes en
EE.UU. quedaban congeladas: el Senado “derrotó de forma decisiva los
esfuerzos para impedir o congelar la fabricación del bombardero B-2
Invisible después de que los partidarios de este aprovecharon la invasión
de Iraq a Kuwait para promover su caso en favor del avión indetectable
por radares”: el ataque, dijeron “demuestra el continuad o riesgo de
guerra y la necesidad de armas avanzadas”. El senador Robert Dole afirmó:
“Si necesitábamos a Saddam para que nos despertara, al menos podemos
agradecerle eso”.38 “Un día después de haber utilizado la invasión de Iraq
a Kuwait para ayudar a salvar el bombardero B-2 de alta tecnología, los
senadores invocaron nuevamente la crisis del viernes para terminar con la
conservación de dos barcos de guerra del tiempo de la Segunda Guerra
Mundial”.39
En pocos días miles de soldados norteamericanos y una brigada
blindada fueron enviados a Arabia Saudita. Se le dio el nombre
grandilocuente de Operación Escudo del Desierto, y una elevada
apreciación de las necesidades de los militares norteamericanos era la
orden del día:
A menos de un año de que los cambios políticos en Europa del Este y la Unión
Soviética pusieron a la industria de la defensa bajo la amenaza de dramáticas
reducciones, los ejecutivos y analistas dicen que la crisis en el Golfo Pérsico ha
proporcionados a las compañías militares una luz de esperanza.
37 Ibíd., 2 de agosto de 1990, p. I; Washington Post, 3 de agosto de 1990, p. 7; la cita de Bush está
“Si Iraq no se retira y las cosas se enredan, sería bueno para la industria. Se
escucharía menos retórica de Washington acerca del dividendo de paz”, dijo
Michael Lauer, un analista de Kidder, Peabody & Co. en Nueva York.
p. 5 y del 18 de octubre, p. 1 para algunas de las cifras y programas reales que atestiguan cómo el
Congreso dejó el paso abierto a la maquinaria guerrerista.
52. Iraq 1990-1991 566
El preludio de la guerra
Cuando Iraq entró en Kuwait y lo convirtió en la provincia número 19
del país. EE.UU. estaba desarrollando su presencia militar en Arabia
Saudita y las aguas circundantes y —con el empleo de un poco de coerción
y los más espectaculares sobornos de la historia— creaba una “coalición”
para apoyar las resoluciones de la ONU, auspiciadas por EE.UU. y la guerra
venidera en múltiples formas: una hoja de parra de respetabilidad
“multinacional”, como la fabricada por Washington en Corea. Granada y
Afganistán para lo que era esencialmente un propósito norteamericano,
una guerra norteamericana. A Egipto se le perdonó una buena parte de su
deuda, mientras Siria. China, Turquía, la URSS y otros países recibieron
ayuda militar o económica y préstamos del Banco Mundial y del FMI, se
les levantaron sanciones, o se les ofrecieron otros incentivos, no sólo por
parte de EE.UU., sino t ambién de Alemania, Japón y Arabia Saudita (bajo
presiones de Washington). Como toque final, la administración Bush
suspendió toda crítica por violación de los derechos humanos a cualquier
miembro de la coalición. 45 Pero Washington y los medios no estaban
complacidos con Alemania por no mostrar el debido entusiasmo en la
empresa bélica. Los alemanes, que hasta ayer habían sido condenados
como fascistas por marchar sobre Polonia, eran llamados ahora
“cobardes” por organizar largas marchas de paz.
Washington promovió una docena de resoluciones de condena a Iraq a
través del Consejo de Seguridad, con severas sanciones económicas y la
“autorización” para comenzar la guerra. Sólo Cuba y Yemen votaron
44 The Gallup Poli: Public Opinión 1989. Wilmington, Delawere, 1990 (publicado en 1991).
45 Aparece reportado en muchos lugares, ver entre otros: Wall Street Journal, 14 de enero de
1991, p. 14; revista Fortune, New York, 11 de febrero de 1991, p. 46; Clark, pp. 153-156: Washington
Post, 30 de enero de 1991, p. A30 (en tomo al FMI y al Banco Mundial); Daniel Pipes: “Is Damascus
Ready for Peace?”, en revista Foreign Affairs, New York, otoño de 1991, pp. 41-42 (sobre Siria); Los
Angeles Times, 18 de junio de 1992, p. 1 (sobre Turquía); Elaine Sciolino: The Outlaw State: Saddam
Hussein’s Qu est fo r P ower and the Gulf C risis. John Wiley & Sons, New York, 1991, pp. 237-239 (sobre
China y Rusia).
52. Iraq 1990-1991 567
46 Sciolino, pp. 237-238. Las palabras exactas de Baker difieren ligeramente en varias de las
fuentes que reportan el incidente; tampoco hay coincidencia en si lo dijo en voz alta o no; el monto
de la ayuda que se retiró a los yemenitas también se da con diferencias, en este caso notables.
47 Los Angeles Times, 4 de mayo de 1991, p. 8.
48 The Guardian, Londres, 9 de enero de 1991.
49 Para un análisis del método de negociación de la administración Bush, ver John E. Mack y Jeffrey
7... Rubín: “Is This Any Way to Wage Peace?”, en Los Angeles Times, 31 de enero de 1991; ver también
la edición del 1ro. de octubre de 1990, p. 1, y la del 2 de noviembre de 1990, p. 18.
50 New York Times, 9 de agosto, p. 15.
52. Iraq 1990-1991 568
guerra. Por último, la semana pasada Bush fue más lejos, al sostener que el
líder iraquí es peor que Hitler porque los alemanes nunca utilizaron a
ciudadanos norteamericanos como “escudos humanos” en sus instalaciones
militares.
58 Ibíd.
59 The Guardian, Londres, 12 de enero de 1991, p. 2.
52. Iraq 1990-1991 571
60 Theodore Draper: “The True History of the Gulf War'\ en The New York Review of Books, 30 de
enero de 1992, p. 41.
61 Ibíd.
62 Wall Street Journal, 21 de noviembre de 1990, p. 16.
52. Iraq 1990-1991 572
el Comité de Servicios Armados del Senado, recogidos en “Threat Assessment; Military Strategy; and
Operational Requirements”, pp. 60 y 586, 594 respectivamente.
52. Iraq 1990-1991 573
66 Basic Petroleum Data Book, American Petroleum Institute, Washington, septiembre de 1990,
Sección II, Tabla la, cifras de 1989: Medio Oriente: quinientos setenta y dos mil millones de barriles de
reserva; “Mundo Libre”: ochocientos veinticuatro mil millones, URSS: ochenta y cuatro mil millones.
67 “Threat Assessment; Military Strategy; and Operational Requirements”, p. 600, para cifras de
1989.
68 Hablaba en el programa McNeil-Lehrer News Hour, 11 de septiembre de 1990.
52. Iraq 1990-1991 574
69 Draper, p. 41
70 Judith Miller y Laurie Mylroie: Saddam Hussein and the Crisis in the Guif. Times Books, New York,
1990, p. 192.
71 Bob Woodward: The Command ers. Simón & Schuster, New York, 1991, pp. 263-273.
72 Los Angeles Times, 17 de octubre de 1990; 17 de noviembre, p. 14; 1ro. de diciembre, p. 5.
52. Iraq 1990-1991 575
and Shi’a Muslims. Informe de Amnistía Internacional, New York, 14 de septiembre de 1993.
52. Iraq 1990-1991 576
76 Miller y Mylroie, pp. 220, 225; Denis McShane: “Working in Virtual Slavery”, en The National de
marzo de 1991.
77 Draper, p. 38, ofrece detalles.
78 Ver, como una pequeña muestra, Los Angeles Times. 7, 13 y 17 de marzo de 1991; 12 de junio
cierto. Pero lo mismo ocurría con EE.UU., Francia, Israel y cualquier otro
país que tuviera armas nucleares. Por otro lado, según los expertos
norteamericanos, británicos e israelíes, a Iraq le tomaría entre cinco y diez
años tener la capacidad de construir y utilizar armas nucleares.80 No es
probable que el propio presidente creyera que había tal peligro; su alerta
se produjo sólo después de una encuesta que mostró que una pluralidad
de norteamericanos sentían que el argumento más persuasivo para ir a la
guerra sería el de evitar que Iraq desarrollara armas nucleares.81
Otro factor no mencionado por Bush como razón para la intervención,
pero que, de hecho, tuvo probablemente un papel importante, fue el
deseo del Pentágono de hacer o reforzar sus acuerdos con los países de la
región del golfo para garantizar la continuidad de la presencia militar
norteamericana, y al parecer hubo grandes progresos en este aspecto.82 El
general Scwarzkopf había dicho antes al Congreso que la “presencia
estadounidense” en el golfo era uno de los tres pilares de la estrategia
militar general, junto con la asistencia de seguridad y los ejercicios
combinados, todo lo cual llevaba a un “acceso” importante, lo cual puede
tomarse como un eufemismo para designar influencia y control. 83
Terminada la guerra, se reveló la existencia de una red de “superbases” de
sistemas de comunicación militar en Arabia Saudita. Su construcción por
EE.UU. durante diez años en el mayor secreto había costado doscientos
mil millones de dólares pagados por los sauditas: su indispensable uso
durante la Guerra del Golfo puede explicar por qué Bush acudió tan rápido
en defensa de Arabia Saudita, aunque la misma no estuviera amenazada. 84
enumera ocho países con los cuales Washington hizo este tipo de arreglos.
83 Threat Assessment; Military Strategy: and Operational Requirements”, pp. 589-590.
84 Scott Armstrong: “Eye of the Storm”, en Mother Jones, noviembre-diciembre 1991, pp. 30-35,
75-76.
52. Iraq 1990-1991 578
1991.
89 Resolución de la Asamblea General de la ONU: “Establecimiento de una zona libre de armas
90 New York Times. 24 de enero de 1991, p. 11; 31 de enero, p. 12 : Los Angel es Times. 26 de enero
de 1991, p. 6.
91 Clark, pp. 97-98; Comité del Senado sobre Situación de los Veteranos: “Is Military Research
Hazardous to Veterans Health? Lessons from the Persian Gulf, 6 de mayo de 1994, pp. 5-6.
92 Revista Peacelink, Hamilton, Nueva Zeland a, marzo de 1991, p. 19; Washington Post, 8 de
febrero de 1991, p. 1.
93 Clark, pp. 98-99. El informe de la Jefatura de Energía Atómica del Reino Unido fue obtenido y
the Laws of War, informe del Middle Easl WalchlHuman Rights Watch, de EE.UU. y Gran Bretaña,
noviembre 1991, pp. 95-111,248-272.
95 Washington Post, 13 de febrero de 1991, p. 22, cita al contralmirante Mike Connell, director de
96 The Guardian, Londres. 20 de febrero de 1991, p. 1, titulado: “Bombs rock capital as allies deliver
terrible warning”.
97 Needless Deaths..., pp. 128-147; Clark, pp. 70-72, para u na explicación del número de 1.500 y
974.
99 Lauric Garrett (escritora de temas médicos para Newsday): “The Dead”, en Columbia Journalism
102 Needtess Deaths..., pp. 171-193. Ver también Clark, pp. 59-72.
103 Washington Post, 23 de junio de 1991, p. 16; Los Angeles Times, 21 de mayo de 1991, p. 1;
Needtess Deaths..., pp. 184-185. El Informe del Equipo de Estudio de Harvard analiza la metodología
por la cual se determinó la cifra de 170.000.
104 Testimonio de Julia Devin, miembro del Comité Coordinador para el Equipo de Estudio
Internacional (87 investigadores de la salud y el ambiente que visitaron Iraq en agosto de 1991), ante
el Grupo de Trabajo Internacional del Comité Selecto de la Cámara sobre el Hambre, 13 de noviembre
de 1991, p. 40.
105 Washington Post, 23 de junio de 1991, pp. 1 y 16.
106 Needtess Deaths..., pp. 177-180.
52. Iraq 1990-1991 582
pronto serían recibidos como héroes en casa, tuvieron una fiesta: “les
hicimos un brindis”, “un tiro turco”. “Esta mañana fue un vaso tras otro.
Era la carretera a Daytona Beach al inicio de la primavera [...] y ya pasó el
inicio de la primavera”. Una y otra vez, mientras los altavoces del
transportador Ranger dejaban escuchar la obertura de Guillermo Tell, de
Rossini, elegido como tema distintivo de los Lone Rangers, un grupo de
aviones tras otro despegaba con su carga de misiles, cohetes antitanques
y bombas de fragmentación antipersonales que al explotar lanzan una
lluvia mortal de esquirlas. Aviones B-52 se unieron a ellos despegando
desde bases en tierra con cargas de bombas de una tonelada cada una.
“No nos va a tomar muchos días no dejar nada de ellos”, “disparándoles a
peces en un barril”, “básicamente sólo palos sentados”. “N o hay nada
como eso. Es el mayor espectáculo de 4 de Julio que pudieras haber visto,
y ver esos tanques hacer ‘buum’ y más cosas saliendo disparadas de ellos
[...] se ponen al rojo vivo. Es maravilloso”. El diario británico The
Independent denunció la forma festiva con que los norteamericanos
llevaban a cabo el ataque diciendo que “revuelve el estómago”, y que era
“asqueante presenciar a un ejército en retirada siendo atacado por la
espalda”.109 Un reportero de la BBC resumió el ataque con la siguiente
pregunta: “¿Qué amenaza podían haber representado estos patéticos
restos del derrotado ejército de Saddam Hussein? ¿No era obvio que los
integrantes del convoy se hubieran entregado voluntariamente sin un
empleo de la fuerza tan feroz?”110
Y todo esto contra un enemigo que había estado pidiendo un cese al
fuego durante cinco días. Pero el cielo prohíba a los norteamericanos
ofender a alguno de los pueblos del golfo. Fue así como los soldados
estadounidenses aprendieron cosas como nunca usar la mano izquierda
cuando se les ofrecía comida o bebida, porque esa mano es reservada
tradicionalmente para funciones sanitarias, y la manera adecuada de
llamar por señas a un árabe con los dedos de la mano, de modo que no se
confunda con la llamada a un perro.111 Tenemos también la historia de un
piloto que, durante los primeros bombardeos, colocó dentro de su
identificación un billete de 20 dólares y una nota escrita en árabe, fársico,
turco e inglés que decía: Soy norteamericano y no hablo vuestra lengua.
No tengo nada en contra de vuestra gente. Y salía así a recorrer los cielos
de Iraq con su carga de bombas.112 ¿Tenían los soldados algo en contra de
109 Sobre el camino a Basra ver Washington Post, 27 de febrero de 1991, p. 1; Los Angeles Times,
27 de febrero de 1991, p. 1; Ellen Ray; “The Killing Deserts”, en Lies of Our Times, New York, abril de
1991, pp. 3-4, cita a The Independent
110 Stephen Sackur: On the Basra Road, London Review of Books, 1991, pp. 25-26, citado en
Draper, p. 42.
111 Los Angeles Times, 24 de agosto de 1990.
112 Ibid., 21 de enero de 1991.
52. Iraq 1990-1991 584
de 1991, p. 2. Para una excelente descripción del papel de los medios al servicio del Gobierno durante
la guerra ver Extra!, New York, mayo de 1991, Edición Especial sobre la Guerra del Golfo.
116 Micah L. Sifry y Christopher Cerf, eds.: The Gulf War Reader: History, Documents, Opinions.
Times Books, New York, 1991, p. 345, sobre los principales acápites del acuerdo entre los ministros de
Relaciones Exteriores de Iraq y la URSS.
52. Iraq 1990-1991 585
117 Clark, capítulos 8 y 9 y anexos, además de otras páginas. Explora todo en detalle.
118 Entrevista con Ignatenko en CBS-TV. transmitida en Los Ángeles en la noche del 22 de febrero
de 1991.
119 “The Gulf War and Its Aftermath”, p. 974.
120 Clark, pp. 75-84.
121 Los Angeles Times, 7 de septiembre de 1994, p. 6.
52. Iraq 1990-1991 586
1 Tim Weiner: Blank Check: The Pentagon’s ls Black Budget. Warner Books, New York, 1990, p.
149.
2 Ibid., pp. 149-150.
53. Afganistán 1979-1992 588
3 a) Selig Harrison: “The Shah, Notthe Kremlin, TouchedoffAfghan Coup”, en Washington Post, 13
de mayo de 1979, p. C1; contiene otros ejemplo s de la campaña llevada a cabo por EE.UU. y el sha.
b) Hannah Negaran: “Afghanistan: A Marxist Regime in a Muslim Society", en Current History,
Filadelfia, abril 1979, p. 173.
c) New York Times, 3 de febrero de 1975, p. 4.
d) Para un resumen desde el punto de vista soviético de los intentos de Occidente de atraer a
Afganistán durante los años 50 y 60 ver, The Truth About Afghanistan: Documents, Facts, Eyewitness
Reports. Novosti Press, Moscú, 1981, pp. 60-65.
e) Dwight D. Eisenhower: The White House Years: Waging Peace 1956-1961. New York, 1965, pp.
493, 495, 498; expone su preocupación acerca de la influencia soviética sobre Afganistán.
4 Harrison: op. cit.
5 New York Times, 4 de mayo de 1978, p. 11: Louis Dupree: “A Communist Labe! is Unjustified”,
carta al New York Times, 20 de mayo de 1978, p. 18. Dupree había sido un antropólogo que vivió en
Afganistán por muchos años; fue también durante una etapa consultor del Consejo de Seguridad
Nacional de EE.UU. y un activista, tanto en Pakistán como en EE.UU., contra e l Gobierno afgano de
izquierda q ue lo declaró persona non grata en 1978.
53. Afganistán 1979-1992 590
6 New York Times Magazine, 4 de junio de 1978, p. 52 (cita del primer ministro).
53. Afganistán 1979-1992 591
7 New York Times, 18 de mayo de 1979, p. 29, articulo de Fred Halliday, asociado al Instituto
p. 117.
14 New York Times, 1 de julio de 1978, p. 4.
53. Afganistán 1979-1992 592
una lucha civil. Una de estas advertencias, hecha por el vocero del
Departamento de Estado Hodding Cárter, resultó otro de esos
monumentos de Washington al descaro: “Esperamos que el principio de
no intervención sea respetado por todas las partes en el área, incluida la
Unión Soviética”.15 Esto mientras los soviéticos acusaban a la CIA de armar
a los exiliados afganos en Pakistán, y el Gobierno de Kabul acusaba a
Pakistán e Irán de ayudar a los guerrilleros e incluso de cruzar la frontera
para tomar parte en los combates. Pakistán había efectuado
recientemente su propio giro radical hacia la estricta ortodoxia
musulmana, deplorado por el Gobierno afgano que lo calificó de
“fanático”, 16 mientras que en enero Irán había establecido un Estado
musulmán después de derrocar al sha (en oposición a los fundamentalistas
afganos luchadores por la libertad, los fundamentalistas iraníes islámicos
son calificados en Occidente de terroristas, ultrarreaccionarios y
antidemocráticos).
Una “táctica favorita” de los luchadores por la libertad afganos era
“torturar a sus víctimas [a menudo soviéticos] cortándoles primeros las
narices, orejas y genitales, para luego despellejarlos”, hasta llevar a una
“muerte lenta, en extremo dolorosa”. 17 Los mujaidines también dieron
muerte a un turista canadiense y a seis germanooccidentales, entre ellos
dos niños, y un agregado militar norteamericano fue sacado a rastras de
su auto y golpeado, todo debido al parecer por la incapacidad de los
rebeldes de distinguir a los rusos de otros europeos. 18
En marzo de 1979 Taraki fue a Moscú a presionar a los soviéticos para
que enviasen tropas de infantería en ayuda del Ejército afgano para
derrotar a los mujaidines. Se le prometió asistencia militar, pero no
soldados de infantería. El primer ministro Kosiguin dijo al líder afgano: “La
entrada de nuestras tropas en Afganistán irritaría a la comunidad
internacional y desataría una cadena de consecuencias en extremo
negativas en muchas áreas diferentes. Nuestros enemigos comunes están
sólo esperando el momento en que los soldados soviéticos aparezcan en
Afganistán. Eso les dará la excusa que necesitan para enviar bandas
armadas al interior del país”. 19 En septiembre la cuestión se volvió
completamente académica para Taraki pues fue expulsado (y su muerte
pronto anunciada) en medio de una lucha interna de su partido, para ser
confirmaron que rebeldes islámicos asesinaron a civiles soviéticos, hombres y mujeres, y mutilaron
sus cuerpos, reportó el New York Times, el 13 de abril de 1979, p. 8.
18 New York Times, 11 de septiembre de 1979, p. 12.
19 Washington Post, 15 de noviembre de 1992, p. 32; tomado de las actas oficiales de la
conversación, entre los documentos desclasificados del Politburó que obtuvo el periódico.
53. Afganistán 1979-1992 593
20 Ibid., cita un artículo publicado en 1992 por el ex jefe delegado de la estación de la KGB.
21 ibid., 23 de diciembre de 1979, p. A8.
22 Selig Harrison: “Did Moscow Fearan Afghan Tito?”, en New York Times, 13 de enero de 1980, p.
E23.
23
The Sunday Times, Londres, 6 de enero de 1980, reporta la entrevista con Amín del periódico
AiSharq AiAwast, publicada en Londres y en la Meca.
24 Washington Post, 15 de noviembre de 1992, p. 32, cita a una versión “reciente” en el periódico
haber sido desestimadas por los soviéticos en aquel momento, quizás por la incrédula reacción del
mundo ante las mismas. Pero pronto fueron retomadas, posiblemente como respuesta al artículo del
Times.
28 Philip Bonosky: Washington’s Secret WarAgainst Afghanistan. International Publishers, New
York, 1985, pp. 33-34. El Washington Posltambién menciona que Amín estudió en la escuela de
maestros de Columbia (23 de diciembre de 1979, p. A8).
53. Afganistán 1979-1992 595
29 “How the CIA Turns Foreign Students Into Traitors”, en revista Ramparts, San Francisco, abril de
1967, pp. 23-24. Esto fue un mes después de que la revista publicara su famosa revelación de los
extendidos vínculos de la CIA con la Asociación Nacional de Estudiantes, la organización principal de
estudiantes norteamericanos.
30
Bonosky, p. 34. Cuand o el autor habló con Mr. Bonosky en 1994 acerca del tema, éste dijo que
no podía recordar la fuente, pero que podía haber sido algo que le fue informado durante su estancia
en Afganistán en 1981.
31 Charles G. Cogan: “Partners in Time: The CIA and the Afghanistan since 1979”, en World Policy
Journal, New York, verano de 1993, p. 76. Cogan era jefe de la División del Sudeste Asiático y Cercano
Oriente del Directorio de Operaciones de la CIA (Servicios Cland estinos), desde 1979 a 1984. Se refiere
a la conexión de Amín con la Fundación Asia como “una especie de asociación informal”, y no dice
nada más, pero dada su posición entonces, pudiera ser que no estuviera dispuesto a revelar un punto
esencial del conflicto afgano, o tal vez el artículo fue censurado por la CIA cuando Cogan lo entregó
para su revisión, algo que habría tenido que hacer.
32 Cables del Departamento de Estado clasificados, 11, 22, 23, 27 y 29 de septiembre de 1979; 28
y 30 de octubre de ese mismo año; estaban entre los documentos encontrados cuando la toma de la
53. Afganistán 1979-1992 596
de mayo de 1979, se refiere a una reunión anterior con un líder rebelde en Islamabad el 23 de abril de
1979.
53. Afganistán 1979-1992 597
38Robert Gates (ex director de la CIA): From The Shadows. New York, 1996, p. 146.
39The Truth About Afghanistan, pp. 16-17.
40 Zbigniew Brzezinski: Power and Principie: Memoirs of the National Security Adviser, 1977-1981.
obsesión con eso a causa de Vietnam. Pienso que los soviéticos debían
tener su dosis [...] He sido de la opinión que este dinero estaba mejor
empleado en herir a nuestros adversarios que cualquier otro en el
presupuesto del Departamento de Defensa”.43
La CIA se convirtió en el gran coordinador: comprando o encargando la
manufactura de armas de estilo soviético a Egipto, China, Polonia, Israel y
cualquier parte, o abasteciendo a los rebeldes con las suyas propias;
contratando entrenadores militares norteamericanos, egipcios, chinos e
iraníes; pidiendo donaciones a los países del Medio Oriente, en particular
Arabia Saudita que aportó muchos cientos de millones de dólares en
ayuda cada año, hasta llegar posiblemente a mil millones; presionando y
sobornando a Pakistán —con el que se habían deteriorado las relaciones
norteamericanas en fecha reciente— para alquilar su país como un área
de tránsito militar y refugio; incluyendo en su nómina al director de
operaciones militares paquistaní, brigadier Mian Mohammad Afzal, para
asegurar la cooperación de su país. 44 A Pakistán se le dijo que se le
devolvería la ayuda militar y económica que había sido suspendida, si se
unían a la gran cruzada. Sólo un mes antes de la intervención soviética,
multitudes antinorteamericanas habían quemado y saqueado la Embajada
de EE.UU. en Islamabad y centros culturales estadounidenses en otras dos
ciudades paquistaníes.45
El embajador norteamericano en Libia reportó que Muammar el—
Khadafi estaba enviando a los rebeldes 250.000 dólares, pero se presume
que no lo hizo a solicitud de la CIA. 46
Washington dejó a los paquistaníes decidir a cuál de los diversos grupos
guerrilleros afganos harían beneficiario de la mayor parte de esta
generosidad. Como dijo un observador: “Según la sabiduría convencional
de la época, Estados Unidos no iba a repetir el mismo error de Vietnam —
microdirigir una guerra en una cultura que no entendía”. 47 No todos en
Pakistán fueron comprados. El diario independiente de Islamabad,
Muslim, acusó en más de una ocasión a EE.UU. de estar decidido a “pelear
hasta el último afgano”. “No nos halaga ser llamados ‘Estado de la línea
del frente’ por Washington”; “Washington no parece tener disposición
alguna para buscar un acuerdo rápido a una guerra cuyos beneficios
cosecha sin costo para los soldados norteamericanos”. 48 No está
43 Ibíd
44 Entre los Documentos de la Embajada: Informe de campo clasificado por la CIA, 30 de octubre
de 1979, Vol. 30.
45 New York Tim9es, 22 de noviembre de 1979, p. 1.
46 Weiner, p. 146.
47 John Balbach, ex director de personal del Grupo de Trabajo del Congreso sobre Afganistán,
53 Para un análisis sobre estos y otros temas relacionados ver Selig Harrison: “Afghanistan: Soviet
Intervention, Afghan Resistance and the American Role”, en Michael Klare y Peter Kornbluh, eds.: Low
Intensity Warfare: Counterinsurgency, Proinsurgency and Antiterrorism in the Eighties. Pantheon
Books, New York, 1988, pp. 188-190.
54 Ibíd., p. 188; la parte referida a la clase media fue atribuida por Harrison a un artículo de un
56 Lawrence Lifschultz: “The not-so-new rebellion”, en Far Eastern Economic Review, Hong Kong,
agosto de 1979.
53. Afganistán 1979-1992 603
61 Sobre Najibulah y los libros de texto ver Ibíd., 18 de febrero de 1989, p. 18.
62 Washington Post, 13 de enero de 1985, p. A30. El artículo habla de 70 prisioneros rusos
“viviendo un horror indescriptible”; al parecer, aunque no es seguro, los mismos estaban incluidos en
las cifras de entre 50 y 200 antes mencionadas.
63 John Fullerton: The Soviet Occupation ofAfghanistan. Londres, 1984.
64 Los Angeles Times, 28 de julio de 1989.
65 Amnistía Internacional: Torture in the Eighties, Londres, 1984, capítulo sobre Afganistán.
53. Afganistán 1979-1992 605
66
Columna de Jack Anderson en San Francisco Chronicle, 4 de mayo de 1987. Sobre sus vínculos y
los de otros muchos, con el grupo de presión afgano ver Sayid Khybar: "The Afghani Contra Lobby", en
Covert Action Information Bulletin, Nº 30, verano de 1988, p.65.
67 New York Times, 11 de septiembre de 1979, p. 12.
68 Washington Post, 13 de enero de 1985, p. A30.
69 Citado por Extra!, New York, octubre-noviembre de 1989, p. 1, en referencia a una serie de
mayo de 1990, pp. 23-26. Walsh había atendido Afganistán como corresponsal principal del Wall Street
Journal en el sur y el sudeste asiáticos. El Journal se negó a publicar este texto, lo que la llevó a
renunciar.
71 San Francisco Chronicle, 20 de julio de 1987.
53. Afganistán 1979-1992 606
habían causado más de diez mil muertes sólo en 1982 (incluidas 3.042
muertes solamente en Afganistán atribuidas a 47 incidentes distintos
entre el verano de 1979 y el de 1981, así de precisa era la información). El
secretario de Estado Alexander Haig era el primero en difundir este tipo
de historias, y el propio presidente Reagan hizo este tipo de denuncias
contra la URSS en más de quince ocasiones en discursos y documentos. 72
La “lluvia amarilla” resultó ser ocasionada por las heces polinizadas de
enormes enjambres de abejas que volaban a gran altura. Más tarde se
supo que la administración Reagan había formulado sus acusaciones a
pesar de que científicos del Gobierno en aquel momento habían señalado
que no podían confirmarlas, y que en su opinión las evidencias eran
endebles y confusas. 73 Y todavía algo más sospechoso: los importantes
estudios científicos que examinaron más tarde las denuncias de
Washington hablaban tan sólo de Laos, Camboya y Tailandia, no se hacía
mención alguna de Afganistán. Era como si el Gobierno —quizás
sinceramente equivocado al principio sobre Indochina— hubiera añadido
al país centroasiático a la lista sabiendo en ese caso que su acusación era
falsa.
Tales campañas de desinformación a menudo son utilizadas con fines
internos. Considérese la contribución del senador Robert Dole a esta
discusión, cuando habló en 1980 ante el Congreso, de la “evidencia
convincente” que le habían aportado acerca de “que los soviéticos han
desarrollado una capacidad química que va mucho más allá de nuestros
mayores temores [...] [un gas que] no es detenido por [...] nuestras
máscaras antigases y deja a nuestros soldados indefensos”. Y añadió:
“Sugerir siquiera una nivelación de los gastos de defensa de nuestra nación
por parte de la administración Cárter en un momento tan crítico de
nuestra historia es insondeable”. 74 Y en marzo de 1982, cuando la
administración Reagan lanzó la acusación sobre los 3.042 afganos
muertos, el New York Times hizo notar: “El presidente Reagan ha decidido
que Estados Unidos reasuma la producción de armas químicas y ha
solicitado un incremento sustancial en el presupuesto militar para tales
armas”. 75 El dinero necesario para extender las campañas
propagandísticas norteamericanas hacia el resto del mundo manaba del
cuerno de la abundancia del Congreso con tanta fluidez como el destinado
a satisfacer las aspiraciones militares: en un momento dado se destinaron
72 New York Times, 9 de marzo de 1982, p. 1; 23 de marzo, pp. 1, 14; The Guardian, Londres, 3 de
500.000 dólares para entrenar a periodistas afganos para hacer uso de los
medios a favor de su causa.76 Debe destacarse que en junio de 1980,
antes de que se hiciera ninguna de las acusaciones contra la URSS a causa
de la “lluvia amarilla”, el Gobierno de Kabul había acusado a los rebeldes
y a sus padrinos extranjeros de haber empleado gas venenoso,
mencionaban un incidente en el que habían sido víctimas 500 estudiantes
secundarios y sus profesores en diversas escuelas; no se reportó la muerte
de ninguno.77
Una razón por la cual la victoria continuaba eludiendo a los mujaidines
era que se hallaban terriblemente divididos entre sí por disputas étnicas y
tribales desde hacía siglos, al igual que el alza reciente del
fundamentalísimo islámico enfrentado al más tradicional, aunque
ortodoxo, Islam. Las diferencias con frecuencia conducían a la violencia.
En un incidente ocurrido en 1989, siete altos comandantes mujaidines y
más de 20 otros rebeldes fueron asesinados por un grupo guerrillero rival.
Esta no fue ni la primera ni la última de tales acciones. 78 Hacia abril de
1990, catorce meses después de la retirada soviética, Los Angeles Times
describía la situación de los rebeldes de esta manera:
En las últimas semanas han dado muerte a más de los suyos que a enemigos
[...] Los comandantes de la resistencia rival han sido baleados al estilo gansteril
en la ciudad fronteriza de Peshawar [Pakistán], área de tránsito de la guerra.
Hay informes persistentes de matanzas políticas a gran escala en los campos
de refugiados [...] Una reciente ejecución [...] tuvo tanto que ver con las drogas
como con la política [...] Otros comandantes, en Afganistán y en los
campamentos de la frontera, simplemente se están negando a luchar. Dicen
en privado que prefieren a Najibulah a los fundamentalistas mujaidines de
línea dura dirigidos por Gulbuddin Hekmatyar. 79
Entre las armas que los mujaidines vendieron a los iraníes estaban los
altamente sofisticados misiles antiaéreos Stinger termodirigidos, con los
cuales los rebeldes habían derribado varios cientos de aviones militares
rusos, al igual que ocho aviones de pasajeros. El 8 de octubre de 1978, los
Guardias Revolucionarios de una cañonera iraní dispararon uno de estos
misiles contra helicópteros norteamericanos que patrullaban el Golfo
Pérsico, pero no dieron en el blanco. 81
Un poco antes ese mismo año, la CIA dijo al Congreso que al menos
20% de su ayuda militar a los mujaidines había sido escamoteada por jefes
rebeldes y funcionarios paquistaníes. El columnista Jack Anderson señaló
por entonces que su estimado conservador acerca del volumen de armas
desviadas era 60%, mientras que un líder rebelde dijo al asistente de
Anderson en su visita a la frontera que dudaba que siquiera 25% de las
armas estuviera llegando a su destino. Otras versiones evalúan esta
cantidad en 20%. Si realmente los mujaidines estaban en inferioridad en
cuanto a armamento con respecto al Gobierno, esta debía ser la razón
principal para ello. Sin embargo, la CIA y otros funcionarios
gubernamentales lo consideraron como simples gajes del oficio al
ejercerlo en esta zona del mundo.82 Como muchos otros clientes de la CIA,
los rebeldes eran financiados también mediante el tráfico de drogas y la
Agencia se preocupaba al parecer muy poco por esto, mientras los
muchachos se mantuvieran contentos. Los comandantes mujaidines
dentro de Afganistán controlaban personalmente grandes campos de
amapolas, de la cual se extrae el opio, que refinado da la heroína.
Camiones entregados por la CIA. al igual que muías, utilizados para entrar
las armas al país, hacían el camino de regreso cargados de opio a los
numerosos laboratorios a lo largo de la frontera afgano-paquistaní, donde
se procesaban toneladas de heroína con la cooperación del ejército de
este último país. Se estimaba que esta producción constituía entre un
tercio y la mitad de la heroína consumida anualmente en EE.UU. y tres
cuartos de la consumida en Europa occidental. Funcionarios
norteamericanos admitieron en 1990 que no habían investigado ni
julio de 1987; revista Time, 9 de diciembre de 1985; Washington Post, 13 de enero de 1985, p. A30.
53. Afganistán 1979-1992 609
fue aplastada con una masacre criminal, sólo habían ocupado la escena
dos gobiernos reformistas: uno en 1944 por sólo nueve meses, y otro en
1960. Este último fue propiciado por una protesta de varios mi les de
estudiantes de la Universidad Nacional contra la limitación de las
libertades civiles. El Gobierno respondió enviando la policía que destrozó
sistemáticamente aulas, laboratorios, oficinas, golpeó al presidente de la
escuela, dio muerte a un bibliotecario, bayoneteó a estudiantes y violó a
docenas de muchachas. Finalmente, cuando los estudiantes lograron
reorganizarse, los soldados abrieron fuego cerrado contra ellos. Este
incidente sangriento fue uno de los puntos decisivos para que un grupo de
oficiales de menor rango llevara a cabo un golpe en octubre de ese año,
con el ánimo de hacer reformas sociales y políticas importantes, pero el
nuevo Gobierno sólo duró tres meses antes de ser derrocado por un
contragolpe en el que EE.UU. estuvo supuestamente involucrado. 3 El Dr.
Fabio Castillo, antiguo presidente de la Universidad Nacional y miembro
del Gobierno destituido, testificó años más tarde ante el Congreso
estadounidense que en el proceso de derrocamiento del Gobierno
reformista, la Embajada norteamericana comenzó a “intervenir
directamente” y que “miembros de la misión militar de EE.UU.
intensificaron abiertamente su invitación a conspirar y rebelarse”. 4
Durante los 60, múltiples expertos norteamericanos se ocuparon en El
Salvador de aumentar y refinar el aparato de seguridad del Estado y de la
contrainsurgencia: la policía, la Guardia Nacional, el Ejército, las redes de
inteligencia y comunicaciones, así como la coordinación con sus
homólogos en otros países centroamericanos. Con el tiempo, estas fueron
las fuerzas y recursos que entraron en acción para imponer una represión
generalizada y desarrollar la guerra. Años después el New York Times
destacó: “En El Salvador, la ayuda norteamericana fue empleada para
entrenamiento policial en los 50 y 60 y muchos oficiales en las tres ramas
de la policía se convirtieron luego en los jefes de los escuadrones de la
muerte de derecha, que mataron a decenas de miles de personas a fines
de los 70 y principios de los 80”. 5
3
Sobre los hechos de 1960-1961 ver John Gerassi: The Great Fear in Latin America. New York,
1965, p. 178; Michael McCIintock: The American Connection: State Tenor and Popular Resistance in El
Salvador.Zed Books, Londres, 1985, pp. 135-137, 149; New York Herald Tribune, 1 de abril de 1963,
sección 2, p. 1.
4 Human Rights in Nicaragua. Guatemala and El Salvador: Implications for U.S. Policy, Audiencias
ante el Subcomité sobre Organizaciones Internacionales del Comité de la Cámara sobre Relaciones
Internacionales, 8 de junio de 1976, pp. 33-34.
5 New York Times, 22 de octubre de 1987, p. 11. Para un mayor análisis del papel de EE.UU. en e
ste p roceso e n los 60 y 70 ver McCIintock, cap. 12; American Civil Liberties & Americas Watch
Committee: Report on Human Rights in El Salvador. Vintage Books, New York, 1982, pp. 179-180, 189-
197; James Dunkerley: The Long War: Dictatorship and Revolution in El Salvador. Londres, 1982, pp.
74-75; Jenny Pearce: Under the Eagte. Londres, 1982, pp. 214-216.
54. El Salvador 1980-1994 613
Gerassi, p. 179; testimonio de Fabio Castillo ante el Congreso de EE.UU., pp. 42-44 (nota 4).
8 Armstrong y Shenk, pp. 87-88; McCIintock, pp. 183-184: Dunkerley, pp. 106-107.
9 Facts on File, New York, 12 de marzo de 1977, p. 181.
10 Alian Nairn: “Behind the Death Squads”, en revista The Progressive. Madison. Wis., mayo de
1984, pp. I. 20-29: un recuento detallado de los vínculos cercanos y duraderos de la CIA con los
escuadrones de la muerte o sus organizaciones auspiciadoras, así corno con los dirigentes de las
mismas que se en contraban e n la nómina de la Agencia. Ver también New York Times, 22 de octubre
de 1987, p. 11; 6 de diciembre de 1987, IV, p. 2.
54. El Salvador 1980-1994 615
11 Carolyn Forché: “The Road lo Reaction in El Salvador”, en The Nation, New York. 14 de junio de
1980, p. 712.
12 Sobre los sucesos de octubre de 1979 a enero de 1980 ver Dunkerley, pp. 132-144: McCIintock,
15 Sucesos de enero a marzo de 19 80: The Guardian, Londres, 24 de enero de 1980, 20 de marzo;
McCIintock, pp. 262-264; Dunkerley, pp. 146,156-157; Lisa North: Bitter Grounds: Roofs of Revolt in Ei
Salvador. Toronto, 1981, Anexo I: Cronología de hechos: febrero 1977-junio 1981; para mayores
detalles sobre las matanzas realizadas por el Gobierno y los escuadrones de la muerte, ver Armstrong
y Shenk, p. 149, cita del último sermón de Romero.
16 James R. Brockman: Oscar Romero. Bishop and Martyr. Orbis Books. New York, 1982, pp. 222,
236 (nota 28); Dermit Keogh: Romero. Ei Saivador’s Martyr. Dominican Publications, Dublín, 1981, p.
113; New York Times, 31 de marzo de 1980, p. 1.
54. El Salvador 1980-1994 617
dieron cuenta de que los judíos eran los responsables de la expansión del
comunismo y empezaron a matarlos”). Muñó en 1992. 17
Durante los primeros meses de 1980, el Gobierno puso en vigor un
programa de reforma agraria, bajo la influencia directa y con recursos de
Washington. Su principio esencial —los campesinos arrendatarios
obtenían la propiedad de los terrenos que trabajaban— era similar a los
programas que EE.UU. había promovido en varios países del Tercer Mundo
en momentos de crisis desde los años 50, y siempre por las mismas
razones: como una táctica de contrainsurgencia, para robar a las guerrillas
su principal grito de lucha, y para hacer más justificada la ayuda militar que
se entregaba al Gobierno ante los ojos del Congreso y del mundo. Un
memorándum de la AID a mediados de 1980, comentaba la reacción en El
Salvador ante el programa “Tierra para los Agricultores”, y decía: “Muchos
creen que es una medida ‘simbólica’ y ‘cosmética’ la que se propuso
porque parecería bien a ciertos políticos norteamericanos y no
necesariamente porque fuese beneficiosa o significativa en el contexto
salvadoreño”.18 Por su parte, la reacción de la élite agraria salvadoreña fue
la que cabía esperar: expulsaron a miles de campesinos de sus pequeñas
parcelas para evitar que les fueran entregadas. Y eso no fue lo peor... El
testimonio de un técnico del Instituto Salvadoreño de Transformación
Agraria, establecido para supervisar el programa, nos dice: “Los soldados
vinieron y le dijeron a los trabajadores que la tierra era de ellos ahora.
Podían elegirla su propio jefe y administrarla entre ellos. Los campesinos
no podían creer lo que oían, pero hicieron elecciones esa misma noche. A
la mañana siguiente los soldados volvieron y vi como disparaban contra
cada uno de los dirigentes electos”. 19 Este no fue un caso aislado. El
ministro asistente de Agricultura, Jorge Alberto Villacorla, en su carta de
renuncia en marzo de 1980, señaló: “Durante los primeros días de la
reforma —para citar un solo caso— cinco directores y dos presidentes de
las nuevas organizaciones campesinas fueron asesinados, y me informan
que esta práctica represiva continúa en aumento”. 20
Carlos Marx escribió: “La violencia es la partera de toda vieja sociedad
preñada con una nueva”. La revolución era ahora el único factor de
17 Los Angeles Times, 24 de noviembre de 1987; New York Times, 25 de noviembre de 1987; sob
1980, p. 17, basado en una entrevista con el técnico en El Salvador el 2 de junio de 1980.
20 Philip Wheaton: Agradan Reform in El Salvador. Washington, 1980, p. 13.
54. El Salvador 1980-1994 618
La escalada militar
El Salvador no se convirtió en otro pantano vietnamita para EE.UU.
como predijeron, muchos críticos de centro y de izquierda. Pero para el
pueblo salvadoreño la guerra y sus horrores constituyeron una pesadilla
21 New York Times, 18 de enero de 1981, p. 7; 19 de enero, p. 11; McCIintock, p. 286 (sobre el
“Dissent Paper...” reveló que grand es cantidades de la ayuda militar norteamericana eran dedicadas
a aumentar el número de soldados salvadoreños; Newsweek, 14 de marzo de 1983, p. 18, reportaba
que el ejército de El Salvador tenía unos 22 400 hombres en aquel momento y unos 4 100 de ellos
habían sido entrenados en EE.UU.
54. El Salvador 1980-1994 620
de octubre de 1984; 26 de febrero de 1991, p. 10; San Francisco Chronicle, 17 de julio de 1987.
28 Ver Washington Post, 14 de febrero de 1982, p. 1; The Guardian, Londres, 26 de marzo de 1984,
22 de octubre de 1984; New York Times, 13 de febrero de 1982, 21 de octubre de 1984, 12 de febrero
de 1985, 13 de febrero de 1986, p. 3; 1ro. de abril de 1987, p. 1; McCIintock, pp. 347-348.
29 San Francisco Chronicle, 24 de junio de 1982.
30 Washington Post, 19 de diciembre de 1980, p. A26; 1ro. de enero de 1981, p. Al 2.
54. El Salvador 1980-1994 621
31
McCIintock, p. 345, cita un artículo del periódico del pueblo natal de Bailey: “El Salvador: A
Mercenary's View”, en News-Press, Fort Myers, Florida, 23 de octubre de 1983.
32 Los Angeles Times, 9 de julio de 1987, pp. I y 22; ver también The Vii iage Voice, New York, 11
Gregory Goldin.
35 Stephen Webre: José Napoleón Duarte and the Christian Democratic Party in Salvadoran
Politics. 1960-1972. Louisiana State Universily Press, Baton Rouge, 1979, p. 57. Las palabras de Duarte
forman parte de un discurso.
36 Bob Woodward: VEIL: The Secret Wars of the CIA 1981-1987New York, 1987, p. 117. Woodward
señala que Duarte “había sido una buena fuente de inteligencia por muchos años, pero un hombre
54. El Salvador 1980-1994 622
Un rostro humano
El 28 de enero de 1982, el presidente Reagan certificó al Congreso que
el Gobierno de El Salvador estaba “haciendo un esfuerzo coordinado y
significativo para cumplir con los derechos humanos preconizados
internacionalmente” y que estaba “alcanzando un control sustancial sobre
los elementos de sus propias fuerzas armadas, con miras a poner fin a la
tortura indiscriminada y el asesinato de ciudadanos salvadoreños por
estas fuerzas”. El discurso era el que había requerido el Congreso para
autorizar la continuación de la entrega de armas y de asesores militares al
país centroamericano. Dos días antes la prensa estadounidense y
extranjera había dado a conocer la historia de soldados del Gobierno que
habían llevado a cabo una masacre en el poblado de El Mozole en
diciembre: se informaba que entre setecientos y mil personas habían
muerto, la mayoría ancianos, mujeres y niños. Cuando apareció una
versión extensa y detallada del incidente en 1993, se hizo más evidente
que nunca que se trataba de una de las masacres más crueles y repulsivas
de todo el siglo XX, realizada por tropas de infantería que habían
macheteado a sus víctimas, muchas de ellas decapitadas; un niño había
sido lanzado al aire y atravesado con una bayoneta, una verdadera orgía
de violaciones de niñas antes de darles muerte... “Si no los matamos [a los
niños] ahora, crecerán para convertirse en guerrilleros”, le ladró un oficial
a un soldado reticente: el anticomunismo en su punto máximo.
Casi de inmediato y de ahí en adelante, la masacre fue acompañada de
desmentidos y silencio por parte del Departamento de Estado, con la
complicidad abundante de los medios. 37 La defensa del Departamento de
su posición ante un comité del Congreso dejó a los congresistas llenos de
sospechas, a pesar de que no conocían la historia en su totalidad. 38 Dos
días después de la certificación del presidente, el mundo se enteraba de
cómo los soldados salvadoreños habían sacado a 20 personas de sus
camas en medio de la noche, los torturaron y les dieron muerte,
con sentido de independencia que no estaba en modo alguno controlado y pudiera no haber sabido
que estaba dand o información a la CIA”.
37 El recuento detallado aparece en Mark Danner: “The Truth of El Mozote”, en The New Yorker,
6 de diciembre de 1993, también desarrollado en forma de libro: The Massacre of El Mozote. Vintage
Books, NY, 1994. Ver también Los Angeles Times, 3 de enero de 1993, p. I; New York Times, 27 de
enero de 1982, p. 1; The Guardian, Londres, 29 de enero de 1982; McCIintock, pp. 308-309.
38 U.S. Intelligence Performance on Central America: Achievements and Seiected Instances of
Concern. Informe del Subcomité de Supervisión y Evaluación del Comité Selecto Permanente de la
Cámara sobre Inteligencia, 22 de septiembre de 1982, pp. 18-19.
54. El Salvador 1980-1994 623
39 Los Angeles Times, 1ro. de febrero de 1982; p. 4. Dos semanas después tuvo lugar un incidente
peor: ver Washington Post, 14 de febrero de 1982, p. C1, para un relato detallado y gráfico sobre la
barbarie indiscriminada de las fuerzas armadas salvadoreñas hacia la población, otro testimonio que
los funcionarios de Washington hicieron grandes esfuerzos por desacreditar ante el comité del
Congreso, pero sin éxito alguno (ver U.S. Intelligence Performance...).
40 New York Times, 11 de enero de 1982, p. 2.
41 El guardia nacional, identificado sólo como Manuel, fue entrevistado para el documental
televisivo Tortura, producido y dirigido por Rex Bloomsiein para Thames Televisión Lid. (Gran Bretaña)
en 1986, con la cooperación de Amnistía Internacional. Una copia en video está en poder del autor.
42 The Guardian, Londres, 7 de agosto de 198
43 Amnistía Internacional: Torture in the Eighties, Londres, 1984, pp. 155-156.
44 Ver entre otros McCIintock, pp. 306-312; New York Times, 13 de enero de 1986, p. 3; 1ro. de
febrero de 1987, p. 11; Tina Rosenberg: Chiidren of Caín: Vioience and the Vioient in Latin America.
New York, 1991, passim.
54. El Salvador 1980-1994 624
17; Newsweek, 2 de abril de 1984, identificaba al funcionario corno Santibáñez; The Guardian, Londres,
22 de marzo de 1985, 29 de marzo.
51 Los Angeles Times, 2 de febrero de 1989.
54. El Salvador 1980-1994 626
52 Washington Pos!, 27 de octubre de 1989, p. Al; 19 de noviembre de 1989, p. F2; Los Angeles
Times, 27 de octubre de 1989, LA Weekly, Los Angeles, 19-25 de enero de 1990, 27 de julio-2 de agosto
de 1990.
53 LA Weekly, Los Angeles, 27 de julio-2 de agosto de 1990, p. 14.
54 Washington Post, 22 de octubre de 1992, p. A5.
54. El Salvador 1980-1994 627
ensayo introductorio del padre José María Tojeira; 10 de septiembre de 1991, p, H6; 15 de agosto de
1992, p. 12; LA Weekly, Los Ange les, 22-28 de diciembre de 1989; 2-8 de febrero de 1990; New York
Times, 19 de enero de 1990, p. 3; 30 de septiembre de 1991. Los dos oficiales fueron sentenciados a
treinta años de prisión el 25 de enero de 1992.
54. El Salvador 1980-1994 628
Agitadores extranjeros
“A veces me siento como Sísifo”, dijo en marzo de 1982 un alto
funcionario de la administración Reagan relacionado con el desarrollo de
la política estadounidense hacia Latinoamérica. “Cada vez que llegamos a
la cima de la colina para explicar o justificar nuestra posición, la piedra
vuelve a rodar por encima de nosotros”. 59 Dos semanas antes, el
secretario de Estado Alexander Haig había asegurado que EE.UU. tenía
evidencias “aplastantes e irrefutables” de que los insurgentes eran
controlados desde el exterior por extranjeros. Sin embargo, Haig no
aceptó dar detalles de dicha evidencia, señalando que pondría en peligro
las fuentes de inteligencia. Desafiado a probar sus acusaciones dos días
más tarde, el buen general insistió en que EE.UU. tenía evidencias
“incontestables” de la participación de Cuba y Nicaragua en el comando y
control de las operaciones en El Salvador y que, curiosamente, el día
anterior un militar nicaragüense había sido capturado en la zona de
combate. Más tarde resultó que la Embajada mexicana en San Salvador
informó que el hombre era un estudiante en camino de regreso a su
escuela en México desde Nicaragua, y que viajaba por tierra porque no
tenía dinero para pagar un pasaje aéreo. 60
La semana siguiente fue capturado un nicaragüense que peleaba con
los guerrilleros. Dijo a los oficiales del Ejército salvadoreño y a la Embajada
norteamericana que había sido entrenado en Cuba y Etiopía, luego
enviado a El Salvador por el Gobierno de Nicaragua. El Departamento de
Estado estaba entusiasmado con toda lógica. Presentó al joven en una
conferencia de prensa en Washington, y en esa ocasión declaró que nunca
había estado en Cuba ni Etiopía, que se había unido a las guerrillas por
iniciativa propia, y que había hecho su declaración anterior bajo tortura
por parte de sus captores salvadoreños. Añadió que nunca había visto a
otro nicaragüense o a un cubano en El Salvador y negó que Nicaragua
enviara ayuda a los guerrilleros. 61
“Luego hubo dos desertores de la fuerza aérea nicaragüense, que
desinformación por parte del Gobierno salvadoreño; septiembre-octubre de 1988, p. 2; New York
Times, 15 de septiembre de 1988 (rectificación); LA Weekly, Los Angeles, 27 de mayo-2 de junio de
1988, columna de Marc Cooper. Para otros ejemplos de desinformación por parte de f uncionarios
salvadoreños ver New York Times, 29 de marzo de 1987, p. 3; 8 de enero de 1988, p. 3; 20 de febrero
de 1988, p. 3; 18 de febrero de 1990, p. 14.
59 New York Times, 17 de marzo de 1982, p. 1.
60 Ibíd., 3, 5 y 6 de marzo de 1982, p. 1 en cada caso.
61 Ibíd., 13 de marzo de 1982, p. 1.
54. El Salvador 1980-1994 630
69 Wall Street Journal, 8 de junio de 1981, pp. 1 y 10; para otros análisis del Libro Blanco (nota 66)
ver Philip Agee en Warner Poelchau, ed.: White Paper, Whitelwash. New York, 1981, y Ralph McGehee:
“The CIA and the White Paper on El Salvador”, en The Nation, New York, 11 de abril de 1981.
70 Wall Street Journal, 8 de junio de 1981, p. 10.
71 Playboy, artículo citado, p. 74.
72 Covert Action Information Bulletin, Nº 16, Washington, marzo de 1982, p. 27; esto fue también
73 U.S. News and World Report. 26 de enero de 1981, p. 37, entrevista con White.
74 San Francisco Chronicle, 24 de febrero de 1981.
75 New York Times, 30 de julio de 1982 (sobre el equipamiento); 16 de abril de 1983, p. 1 (aviones);
78 Sobre la Comisión de la Verdad y la amnistía ver Los Angeles Times, 16 de marzo de 1993, pp. 1
y 6; 21 de marzo; 26 de marzo.
54. El Salvador 1980-1994 635
no se molestó en votar.
También hubo intimidaciones. Lo siguiente fue reportado por los
observadores del CISPES: “Mientras tanto, helicópteros armados
sobrevolaban las ciudades donde la oposición tenía fuerza. Los soldados
establecieron puntos de control y nidos de ametralladoras en poblados
traumatizados por masacres militares durante la guerra. El gobierno hizo
su mejor esfuerzo por atemorizar al electorado, y debe haber aterrorizado
a muchos votantes que permanecieron en sus casas”.
Antes de la votación, algunos trabajadores fueron advertidos de que si
ganaba el FMLN, rodarían las cabezas o serían despedidos. Como los
funcionarios electorales desprendían de la boleta una esquina en la que
aparecía el número de la misma, quedaba claro que alguien podía guardar
estos números y chequear luego por quién habían volado. Los Angeles
Times recogió la historia de un maestro de ceremonias en un mitin
convocado por ARENA, al que asistieron un grupo de campesinos,
granjeros y vendedores del mercado:
“Todos los que apoyen a ARENA que levanten los sombreros”, pidió el MC a la
multitud. Unos pocos levantaron los sombreros.
“Todos los que apoyen a ARENA, levanten los sombreros”, intentó
nuevamente. “¡Y los que no levanten los sombreros son terengos", añadió
utilizando la palabra de la jerga del ejército para designar a los “terroristas”
durante la brutal guerra civil de este país.
Un montón de gente se quitó el sombrero. 83
83 Sobre las elecciones, acerca de las observaciones de la ONU y el Gobierno de EE.UU., ver Los
Angeles Times, 24 de abril de 1994, pp. 10; 22 de marzo, p. 12 y 21 de febrero, p. 10. El relato de la
intimidación: Ibíd., 12 de marzo, p. 6. Ver también Ibíd., 23 de marzo, p. 10 y 24 de marzo; LA Weekly,
Los Angeles, 15-21 de abril de 1994, pp. 12-13. Sobre los informes de los observadores de CISPES:
documentos presentados y charlas desarrolladas en encuentros en Los Angeles.
54. El Salvador 1980-1994 639
responsables por más muertes de civiles que las que había acumulado
Baby Doc en quince años.2
Mientras tanto la CIA arreglaba la liberación y la partida a un exilio
cómodo de dos de sus contactos de la era Duvalier, ambos jefes notorios
de la policía, con lo cual los salvaba de la posible sentencia de muerte por
asesinato y tortura, a la vez impedía que se cumpliera el apasionado
clamor del pueblo de que se castigara a sus antiguos opresores. 3 En
septiembre, el líder de la principal organización sindical haitiana, Yves
Richard, declaró que Washington trabajaba para debilitar a la izquierda
antes de las venideras elecciones. Las organizaciones de ayuda
norteamericanas estaban induciendo a la gente en el campo a identificar
y rechazar a toda la izquierda como “comunistas”, dijo 4 aunque el país
tenía a las claras una necesidad fundamental de efectuar reformas y
cambios radicales. Haití era, y es, el país del hemisferio occidental con
peores índices económicos, médicos, políticos, judiciales, educacionales y
ecológicos.
Para entonces Jean-Bertrand Aristide era un cura carismático con
amplio apoyo en las barriadas más pobres de Haití, la única figura de la
Iglesia que habló contra la represión durante el duvalierismo. Ahora
denunciaba el dominio militar sobre las elecciones y llamaba a los
haitianos a rechazar todo el proceso. Sus actividades se destacaban lo
suficiente dentro de la campaña electoral como para atraer la fuerte
antipatía de los funcionarios norteamericanos. Ronald Reagan lo
consideró un comunista, escribió después Aristide. 5 Y el secretario
asistente de Estado para Asuntos Interamericanos, Elliott Abrams, creyó
adecuado atacar a Aristide mientras elogiaba al Gobierno haitiano en una
caña dirigida a la revista Time durante la campaña electoral. 6 El sacerdote
católico ganó prominencia en Haití por primera vez como defensor de la
Teología de la Liberación, que busca fundir las enseñanzas de Cristo con la
inspiración a los pobres a organizarse y resistirse a la opresión. Cuando se
le preguntó por qué la CIA podía haber estado interesada en oponerse a
Aristide, un alto oficial del Comité de Inteligencia del Senado afirmó: “Los
defensores de la teología de la liberación no son muy populares en la
agencia. Quizás sólo en el Vaticano detesten más a la teología de la
2 Frilz Longchamp y Worth Cooley-Prost: “Hope for Haití”, en Covert Action Information Bulletin,
Nº 36. Washington, primavera de 1991, p. 58. Longchamp era director ejecutivo de la Oficina de
Washington sobre Haití, un centro de análisis y educación pública. Ver también Paul Farmer: The Uses
of Haití. Common Courage Press, Monroe, Maine, 1994, pp. 128-129.
3 The Guardian, Londres, 22 de septiembre de 1986.
4 Ibíd.
5 Reagan: Jean-Bertrand Aristide. An Autobiography. Orbis Books, NY, 1993, traducción de la
7 Sobre la CIA y las elecciones de 1987-1988 ver Los Angeles Times, 31 de octubre de 1993, p. 1:
9 Alian Nairn: “The Eagle is Land ing”, en The Nation. 3 de octubre de 1994, p. 344, cita al Cnel.
Steven Butler, ex jefe de planes de las Fuerzas Armadas de EE.UU. en el Caribe, quien estuvo implicado
en la operación.
10 Farmer, p. 150: New York Times, 13 de marzo de 1990, p. 1.
11 Autobiografía de Aristide, pp. 105-106. 118-121.
12 Buró de Información Haitiano: “Chronology: Events in Haití, October 15, 1990-May II. 1994”, en
James Ridgeway, ed.: The Haití Files: Decoding the Crisis. Washington, 1994, p. 205.
55. Haití 1986-1994 644
pobres: por supuesto que el per cápita general no puede reducirse debido a tal ayuda.
16 Autobiografía de Aristide, p. 144. Se presume que se está refiriendo al ingreso per cápita de los
pobres: por supuesto que el per cápita general no puede reducirse debido a tal ayuda.
55. Haití 1986-1994 645
19 Alian Naim: “Our Man in FRAPH: Behind Haiti's Paramilitaries”, en The Nation, 24 de octubre de
1994, p. 460, en referencia a Emmanuel Constant, el jefe del FRAPH.
20 Sobre la NED, etc.:
28 Sobre las drogas: Ibíd., p. 8; The Nation, 3 de octubre de 1994, p. 344, artículo citado; Los
29 Sobre el SIN: New York Times, 14 de noviembre de 1993, p. 1; The Nation, 3 de octubre de 1994,
provenía de la CIA, pero esta lo negó y dijo que había visto antes el
documento y lo había considerado como una falsedad total o parcial, pero
añadió que concordaba con el perfil sicológico de Aristide elaborado en
1992 que concluía que el depuesto presidente era inestable. Tales hechos
fueron negados por Aristide y su vocero; comprobaciones independientes
en el hospital canadiense no arrojaron que estuviera registrado como
paciente allí. No obstante, los opositores de Aristide en el Congreso tenían
ahora un argumento para tratar de limitar el apoyo a su causa y algunos
plantearon que EE.UU. no tenía por qué enredarse en Haití a nombre de
alguien así.33
“Él [Latell] envió el mensaje más simplista y unidimensional que pudo:
asesino, sicópata”, dijo un funcionario de la administración familiarizado
con el informe de Latell. 34 (En 1960 la administración Eisenhower había
contemplado a otro líder extranjero negro que no se embarcaba en la Pax
Norteamericana, Patricio Lumumba, como “inestable”, “irracional, casi
sicótico”. 35 Nelson Mandeia también fue descrito con frecuencia de
maneta similar por sus opositores. Algunos de los que hacían tales
acusaciones pueden haber creído de veras que el rechazo abierto al orden
establecido es un signo de demencia). La Junta, que había estado
preocupada con la posibilidad de que el presidente Clinton pudiera
ordenar acciones militares contra Haití, estaba ahora complacida. Un
vocero observó que “tras la información acerca de Aristide conseguida por
nuestros amigos en la CIA, y con el Congreso que comenzaba a hablar de
lo malo que es, consideramos que la posibilidad de una invasión había
quedado atrás”.36
Aunque la administración Clinton repudió públicamente las
acusaciones acerca de la salud mental de Aristide, continuó negociando
con los jefes militares haitianos, una política que dejó estupefactos a los
partidarios del sacerdote católico. “Al parecer nada sacudirá la
conmovedora fe que la administración Clinton tiene en los bona fides
militares haitianos”, se maravilló Robert White, ex embajador
norteamericano en El Salvador y asesor voluntario de Aristide. Los
partidarios de este aseguraban que esa f e reflejaba las largas y continuas
Jonathan Kwitny: Endless Enemies: The Making of an Unfriendly World. New York, 1984, p. 57.
36 Revista Time, 8 de noviembre de 1993, p. 46.
55. Haití 1986-1994 653
37 Sobre las relaciones de la administración Clinton con los dirigentes haitianos ver: Ibíd., p. 45.
38 George Black y Robert O. Weiner, en Los Angeles Times, 19 de octubre de 1993. Black era el
director editorial y Weiner el coordinador del programa de las Américas del comité.
39 Washington Post, 2 de diciembre de 1987, p. A32; 11 de septiembre de 1989, p. C22, columna
46 “Subverting Democracy”, en Multinational Monitor, marzo de 1994, p. 15; Los Angeles Times,
14 de abril de 1994, p. 4.
47 Murray Kempton en Los Angeles Times, 12 de mayo de 1994.
48 Los Angeles Times, 25 de septiembre de 1994, p. 10.
55. Haití 1986-1994 656
49 Ibíd., 21, 24 de mayo de 1994; las palabras son del Times; Ammesty Action. Al, New York, otoño
de 1994, p. 4.
50 The Nation, 3 de octubre de 1994, p. 346, artículo citado.
51 Los Angeles Times, 23 de septiembre de 1994, p. 5.
55. Haití 1986-1994 657
Traición
“El régimen más violento en nuestro hemisferio”, “una campaña de
violaciones, tortura y mutilación, gente que se muere de hambre”,
“ejecutan a niños, violan a mujeres, asesinan a sacerdotes”, “apuñalan a
huérfanos haitianos” sospechosos de “abrigar simpatías hacia el
presidente Aristide por la simple razón de que este administraba un
orfanato cuando era sacerdote en una parroquia”, “soldados y policías
violan a las esposas e hijas de sospechosos de disidencia política —
adolescentes de 13 y 16 años— gente apuñalada y mutilada con partes del
cuerpo abandonadas como avisos para aterrorizar a otros; niños obligados
a contemplar cómo desfiguran los rostros de sus madres con machetes”.54
De esta forma habló William Jefferson Clinton al pueblo norteamericano
para explicar por qué buscaba “restaurar el gobierno democrático en
Haití”.
Lo siguiente que se dio a conocer fue la advertencia a los dirigentes
haitianos de que tenían cuatro semanas para renunciar; no se les acusaría
de crimen alguno, podían permanecer en el país si lo deseaban; podían
postularse a la presidencia y conservar todos sus bienes con
independencia de como hubieran sido adquiridos. Quienes escogieran el
exilio, recibirían grandes sumas de dinero de EE.UU. como pago de)
arriendo de sus propiedades en Haití, las que serían mejoradas sin costo
alguno; dos aviones serían puestos a su disposición para que abandonaran
el territorio con todos sus muebles hacia el país que escogiesen, sin gastos
de transporte, y el Gobierno norteamericano asumiría los gastos de
alojamiento y alimentación durante el siguiente año de todos los
miembros de sus familias, así como docenas de parientes y amigos, hasta
the Press.
58 Ibíd., 1º. de octubre de 1994.
55. Haití 1986-1994 659
Muitinationai Monitor. Washington, julio-agosto de 1994, pp. 7-9. Para una descripción de la vida en
el sector de la industria de ensamblaje en Haití ver: National Labor Commitee: “Sweatshop
Development”, en The Haití Files, pp. 134-154.
66 New York Times, 5 de febrero de 1992, p. 8.
67 Multinational Monitor, julio-agosto de 1994, artículo citado.
55. Haití 1986-1994 661
mundo, al tiempo que se asegura a este que los propósitos de tal cruzada
son nobles. Estas declaraciones han aparecido con regularidad en los
documentos que emanan de la Casa Blanca y el Pentágono, al igual que de
las comisiones designadas por el Gobierno y de los tanques pensantes
identificados con las instituciones de seguridad nacional. He aquí la voz del
imperio:
1992: “Nuestro primer objetivo es prevenir la reaparición de un nuevo rival, ya
sea en el territorio de la antigua URSS o en otra parte, que represente una
amenaza del tipo de la representada anteriormente por la URSS [...] debemos
tener en cuenta suficientemente los intereses de las naciones industriales
avanzadas para no alentarlas a desafiar nuestro liderazgo o buscar revertir el
orden económico y político establecido [...] debemos mantener los
mecanismos para detener a nuestros competidores potenciales de aspirar
siquiera a un mayor papel a nivel regional o global”.3
1996: “Algún día nos ocuparemos de objetivos terrestres —barcos, aviones,
objetivos en tierra— desde el espacio [...] Vamos a pelear en el espacio. Vamos
a pelear desde el espacio y dentro del espacio’’4
1997: “Con respecto al dominio del espacio, lo tenemos, nos gusta, y vamos a
conservarlo”.5
2000: “La nueva [preparación militar] promedio es para mantener la superioridad
militar sobre todos los rivales potenciales y para prepararnos ahora para
futuras rivalidades militares, incluso si no pueden ser identificadas aún y su
aparición eventual es sólo una especulación [...] Los requerimientos militares
han sido detallados por evaluaciones concretas de las amenazas actuales a la
seguridad. Guerras genéricas y capacidades genéricas son proyectadas como
bases para la planificación [...] Las particularidades de escenarios reales de
conflicto se han vuelto secundarias a la necesidad generalizada de mostrar el
dominio total del poderío estadounidense en todo el globo” 6
2001: “La presencia de fuerzas norteamericanas en regiones críticas alrededor del
mundo es la expresión visible de la extensión del estatus de Norteamérica
como superpotencia y como garante de la libertad, la paz y la estabilidad”. 7
2001: “Si tan sólo dejamos avanzar nuestra propia visión del mundo, y nos
atenemos a ella por completo, y .no tratamos de ser listos y de unir a ella
soluciones diplomáticas, sino tan sólo librar una guerra total contra estos
tiranos, creo que cumpliremos muy bien nuestra tarea y nuestros hijos
3
“Defense Planning Guidance for the Fiscal Years 1994-1999”, tal como fue citado en New York
Times, el 8 de marzo de 1992, p. 14 (subrayado del autor).
4 General Joseph Ashy, en aquel momento comand ante en jefe del Comand o Espacial de EE.UU.,
citado en Aviation Week and Space Technology, New York. 5 de agosto de 19 96, p. 51 (subrayado en
el original).
5 Keith R. Hall, secretario asistente de la Fuerza Aérea para el Espacio y director de la Oficina de
Relaciones Exteriores, New York, 14 de junio de 2000, sobre “U.S. Military-Strategic Ambilions: Expand
ing to Fill the post-Soviet Vacuum”: http:llwww.comw.orglpdal0006vacuum.html
7 “Rebuilding America's Defenses: Strategy, Forces, Resources For a New Century”, informe del
Proyecto para el Nuevo Siglo Norteamericano, Washington D.C., septiembre de 2000, p. 14.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 664
8 Michael Ledeen, ex funcionario de Reagan que adquirió fama en el Irán-Contras, ahora trabajand
o para el Instituto Norteamericano de Empresa (el principal tanque pensante neoconservador y aband
erado de la invasión a Iraq), condenó la cautela de aquellos en la CIA y el Departamento de Estado que
consideraban que EE.UU. debía llevar la guerra contra el terrorismo batalla por batalla aisladamente.
“No hay etapas. Esto es la guerra total”, dijo. The Village Voice, New York, 27 de noviembre de 2001,
p. 46; Scotland on Sunday, Glasgow, 25 de noviembre de 2001.
9 Presentado por el Departamento de Defensa al Congreso el 31 de diciembre de 2001 como
documento clasificado, que posteriormente se hizo público, ver Los Angeles Times, 9 y 10 de mareo
de 2002.
10 James Laxer, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de York, Toronto, tomado de un
12 Ver William Blum: Estado villano. Editora Abril. La Habana, 2005, para una breve descripción de
Common Courage Press, Maine, 2003, Anexo 4; “Daily casualty count of Afghan civilians killed by U.S.
bombing and special forces attacks, October 7, 2001 until present day”.
14 Para un mayor análisis ver William Blum: “September 11, 2001 and the bombing of
buscar “Venezuela”.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 667
p. 26, publicado por Americas WatchlThe Fund for Free Expression, New York y Washington, agosto
de 1992.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 668
17 New York Times, 16 de agosto de 19 89; Jane Franklin: Cuba and the Unite d States: A
Chronologicai History. Ocean Press, Melboume, 1997, ver Bosch Avila, Orland o en índice; ver también
p. 190 y ss.
18 Michael Parenti: To Kill a Nation: The Attack on Yugoslavia. Verso, Londres-NY, 2000, capítulo
La mafia imperial
¿Qué debemos pensar de todo esto? ¿Cómo vamos a entender la
política exterior estadounidense? Bueno, si se fuera a escribir un libro
llamado “El imperio norteamericano para tontos”, en la página uno diría:
Nunca repare en el factor moral. La política exterior norteamericana no
tiene ningún factor moral incluido en su ADN. Uno debe librar su mente
de esa carga que sólo sirve para estorbar si uno debe buscar un significado
en medio de los clichés y banalidades utilizados para formular esa política
exterior.
Se trata de algo difícil de aceptar para la mayoría de los
norteamericanos y de sus admiradores. Ven a los dirigentes
estadounidenses en televisión entre risas y sonrisas, bromeando, los ven
con sus familias y los escuchan hablar de Dios y de amor, de paz y de orden,
de democracia y libertad, de derechos humanos y justicia, y hasta de
béisbol. Estos dirigentes saben cómo condenar las atrocidades del mundo
con palabras claras, justamente las que saben que a la gente le gusta oír,
con el ahogo en la garganta en el momento preciso para mostrar lo
conmovidos que están. ¿Cómo pueden personas así ser monstruos, cómo
pueden ser llamados inmorales? Se llaman George, Dick y Donald, no hay
ningún Mohammed ni Ab dalah en ese lote, y todos hablan inglés. La gente
llamada Mohammed y Abdalah corta las manos de los ladrones para
castigarlos. Los norteamericanos saben que eso es horrible, son muy
civilizados. Pero la gente llamada George. Dick y Donald dejan caer
bombas de fragmentación sobre ciudades y aldeas, las que no explotan se
convierten en minas en la tierra y en poco tiempo un niño recoge una, o la
pisa y pierde un brazo, o una pierna, o ambos brazos y ambas piernas, y a
veces la vista, y eso después que las bombas que explotaron causaron su
propio horror.
2002.
25 The Benevolent Empire”, en Foreign Policy, Washington, verano de 1998.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 671
26 Robert Kagan: Of Paradise and Power: America and Europe in the New World Order. New York,
2003, p. 99.
27 The Observer, Londres, 7 de abril de 2002.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 672
28 Ver, entre otros, el testimonio de John Maresca, Unocal Corporation, ante el Subcomité sobre
Asia y el Pacífico del Comité de la Cámara sobre Relaciones Internacionales, 12 de febrero de 1998.
29 The Times Online, Londres, 15 de enero de 2003.
30 Sydney Morning Herald, 25 de marzo de 2003.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 673
31 John Cochran: “WH Official Admits WMD NOT Main Readon for Iraq War”, en ABCNews.com ,
25 de abril de 2003.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 674
bases más desde las cuales ejercer el control y rehacer el Medio Oriente
en el estilo amoral preferido de la mafia imperial, al cual, es de presumir,
los niños de la región entonarán cantos de alabanza en los años
venideros.32
La aceptación de EE.UU. de que los inspectores de armas de la ONU
regresaran a Iraq en diciembre de 2002 había sido una farsa para aplacar
la inesperada oposición del mundo a la planeada invasión de Washington.
Tres meses de inspecciones antes de que comenzara la invasión no
ofrecieron prueba alguna de la existencia de armas prohibidas. En los años
90, durante siete años los inspectores de la ONU habían encontrado y
destruido grandes cantidades de armas químicas, biológicas y nucleares
en Iraq. Scott Ritter, el jefe de los inspectores de la ONU en el país, afirmó
en 2002: “Desde 1998 Iraq ha sido desarmada en lo fundamental: entre 90
y 95% de las armas de destrucción masiva de Iraq se han eliminado
probadamente. Esto incluye todas las fábricas utilizadas para producir
armas químicas, biológicas y nucleares, y misiles de largo alcance: el
equipamiento asociado a estas fábricas y la gran mayoría de los productos
provenientes de las mismas”. 33 En el mismo periodo, el director de la
Agencia Internacional de Energía Atómica. Mohammed El Baradei,
informó que su agencia había “desmantelado grandes instalaciones
relacionadas con armas nucleares. Neutralizamos el programa nuclear de
Iraq. Confiscamos su material utilizable con fines bélicos. Destruimos,
eliminamos o inutilizamos todas las instalaciones y equipamientos
importantes para la producción de armas nucleares”. 34 Esta era, pues, la
terrible amenaza de Iraq que debía ser barrida, una sociedad
terriblemente debilitada ya por doce años de sanciones económicas, que
fueron calificadas por el asesor de seguridad nacional de EE.UU. como “las
sanciones más radicales impuestas a una nación en toda la historia de la
humanidad”.35
32Ver ensayo del autor sobre las razones para la invasión a Iraq en
http:llmembers.aol.comlbblum6lmagia.htm
33 The Guardian, Londres, 19 de septiembre de 2002.
34 Washington Post, 21 de octubre de 2002.
35 Información de la Casa Blanca a la prensa el 14 de noviembre de 1997, transcripción de US
Newswire.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 675
diciembre de 2002; Jakarta Post, 5 de enero de 2003; Washington Post, 9 de noviembre de 2002, p.
15; 18 de noviembre, p. 16; 14 de enero de 2003.
39 Washington Post, 27 de diciembre de 2001, p. C2.
40 Ibíd., 5 de marzo de 2003, p. 19; 9 de marzo de 2003, p. B3.
56. El Imperio Norteamericano desde 1992 hasta el presente 676
ANEXOS
Anexo I
ANEXO 2
Casos de utilización de las Fuerzas Armadas de Estados
Unidos en el extranjero desde 1798 hasta 1945
Información redactada por la División de Asuntos Exteriores, Servicio
de Investigación del Congreso, Biblioteca del Congreso, Oficina de
Publicaciones del Gobierno de EE.UU., Washington D.C., 1975, revisión de
la versión de 1969.
1798-1800: Guerra naval no declarada con Francia. Esta contienda
incluyó acciones en tierra tales como las que tuvieron lugar en Puerto
Plata, República Dominicana, donde los marines capturaron a un corsario
francés bajo el cañoneo de los fuertes.
1801-1805: Trípoli, la Primera Guerra Bárbara, incluyó los casos del George
Washington y el Philadeiphia y la expedición de Eaton, durante la
cual unos pocos marines desembarcaron con el agente
estadounidense William Eaton para atacar a Trípoli en el intento de
liberar a la tripulación del Philadelphia. Trípoli declaró la guerra,
pero EE.UU. no.
1806: México (entonces territorio español). El capitán Z. M. Pike, con un
pelotón de soldados invadió el territorio español en la cabecera del
Río Grande siguiendo órdenes del general James Wilkinson. Pike fue
hecho prisionero sin oponer resistencia en un fuerte que había
construido en lo que es hoy Colorado; fue llevado a México y más
tarde liberado después de apoderarse de toda su documentación.
Había un propósito político que hasta hoy permanece en el misterio.
1806-1810: Golfo de México: cañoneras norteamericanas operaron desde
New Orleans contra los corsarios españoles y franceses más allá del
delta del Mississippi. Sus principales jefes fueron el capitán John
Shaw y el comandante David Porter.
1810: Florida occidental (territorio español): el gobernador Claiborne, de
Louisiana, cumpliendo órdenes del presidente, ocupó con sus
tropas el territorio en litigio al este del Mississippi, hasta el río Pearl,
que se convirtió más tarde en la frontera oriental de Louisiana.
Estaba autorizado para avanzar hasta el río Perdido. No hubo
combates.
1812: Isla Amelia y otras partes de Florida oriental, entonces bajo dominio
español. El presidente Madison y el Congreso autorizaron a
apoderarse temporalmente de estas tierras para evitar su
ocupación por otra potencia extranjera (España se encontraba bajo
la invasión napoleónica), pero el general George Matthews llevó a
ANEXOS 679
de insurrección.
1904— 1905: Corea. Del 5 de enero de 1904 al 11 de noviembre de 1905
tropas norteamericanas montaron guardia en la legación
norteamericana en Seúl.
1904-1905: Corea. Se envió una guardia de marines a Seúl para tareas de
protección durante la guerra ruso-japonesa.
1906-1909: Cuba. De septiembre de 1906 al 23 de enero de 1909,
intervención para restaurar el orden, proteger extranjeros y
establecer un gobierno estable después de una seria actividad
revolucionaria.
1907: Honduras. Del 18 de marzo al 8 de junio, desembarco para proteger
intereses norteamericanos durante una guerra con Nicaragua; se
destacaron tropas por pocos días o semanas en Trujillo, Ceiba,
Puerto Cortés, San Pedro, Laguna y Cholona.
1910: Nicaragua. El 22 de febrero desembarco de soldados para obtener
información sobre las condiciones en Corinto durante una guerra
civil; del 19 de mayo al 4 de septiembre para proteger los intereses
norteamericanos en Bluefields.
1911: Honduras. El 26 de enero y algunas semanas después, desembarcos
para proteger vidas e intereses de norteamericanos durante una
guerra civil.
1911: China. Durante las etapas de la revolución nacionalista. Un alférez y
diez hombres trataron de entrar en Wuchang en octubre para
rescatar misioneros pero tuvieron que retirarse bajo amenaza. Una
pequeña fuerza desembarcó y protegió las propiedades privadas
norteamericanas y el Consulado en Hankow durante el mes de
octubre. Se estableció una guardia de marines en noviembre en las
estaciones cablegráficas en Shanghái. Fuerzas de desembarco
fueron enviadas para protección en Nanking, Chinkiang, Taku y
otras locaciones.
1912: Honduras. Una pequeña fuerza desembarcó para evitar la
apropiación por el Gobierno de un ferrocarril propiedad de una
compañía norteamericana en Puerto Cortés. Los soldados se
retiraron después que el Gobierno de EE.UU. desaprobó la acción.
1912: Panamá. A solicitud de ambos partidos políticos, soldados
norteamericanos supervisaron las elecciones fuera de la Zona del
Canal.
1912: Cuba. Del 5 de junio al 5 de agosto, se desembarcaron tropas para
proteger intereses norteamericanos en la provincia de Oriente y en
La Habana.
1912: China. Del 24 al 26 de agosto, desembarco en Kentucky Island, y del
26 al 30 de agosto en Camp Nicholson, para proteger vidas e
ANEXOS 689
serbios e italianos.
1919: Turquía. Marines del Arizona desembarcaron para montar guardia
en el Consulado de EE.UU. durante la ocupación griega de
Constantinopla.
1919: Honduras. Septiembre 8 al 12. Se envió una fuerza de desembarco
para mantener el orden en una zona neutral durante una intentona
revolucionaria.
1920: China. El 14 de marzo desembarcaron soldados por pocas horas para
proteger vidas durante disturbios en Kiukiang.
1920: Guatemala. D el 9 al 27 de abril soldados norteamericanos se
mantuvieron protegiendo la legación norteamericana y otros
intereses, tales como una estación cablegráfica, durante combates
entre unionistas y el Gobierno de Guatemala.
1920-1922: Rusia (Siberia). Del 16 de febrero de 1920 al 19 de noviembre
de 1922 se mantuvo una guardia de marines para proteger la
estación de radio y propiedades norteamericanas en Isla Rusa, bahía
de Vladivostok.
1921: Panamá-Costa Rica. Escuadrones de la Marina efectuaron
demostraciones en abril en ambos lados del istmo para evitar la
guerra entre los dos países por un conflicto fronterizo.
1922: Turquía. En septiembre y octubre se desembarcó una fuerza, con el
consentimiento tanto de las autoridades griegas como de las turcas,
para proteger las vidas y propiedades norteamericanas cuando los
nacionalistas turcos entraron en Esmirna.
1922-1923: China. Entre abril de 1922 y noviembre de 1923, hubo cinco
desembarcos de marines para proteger a residentes
norteamericanos durante períodos de intranquilidad.
1924: Honduras. Del 28 de febrero al 31 de marzo y del 10 al 15 de
septiembre se emplearon soldados para defender vidas e intereses
norteamericanos durante disturbios electorales.
1924: China. En septiembre los marines desembarcaron para proteger a
norteamericanos y otros extranjeros en Shanghái durante las
hostilidades entre facciones chinas.
1924: China. Del 15 de enero al 29 de agosto, los combates de facciones
chinas acompañados de motines y manifestaciones en Shanghái,
hicieron necesario el desembarco de fuerzas norteamericanas para
proteger vidas y propiedades en la Comunidad Internacional.
1925: Honduras. Del 19 al 21 de abril se emplearon soldados para proteger
a los extranjeros en La Ceiba durante una revuelta política.
1925: Panamá. Del 12 al 23 de octubre se produjeron huelgas y motines
que condujeron al desembarcó de unos 600 soldados
norteamericanos para mantener el orden y proteger los intereses
ANEXOS 692
de Estados Unidos.
1926: China. En agosto y septiembre el ataque de los nacionalistas sobre
Hankow obligó a desembarcar fuerzas navales para proteger a los
ciudadanos norteamericanos. Una pequeña guardia fue mantenida
en el Consulado general incluso después del 16 de septiembre
cuando se retiraron las otras fuerzas. De igual forma, cuando los
nacionalistas tomaron Kiukiang, fuerzas navales desembarcaron
para proteger a los ciudadanos extranjeros del 4 al 6 de noviembre.
1926-1933: Nicaragua. Del 7 de mayo al 5 de junio de 1926 y del 27 de
agosto de 1926 al 3 de enero de 1933, tropas norteamericanas
desembarcaron y se mantuvieron de una u otra forma en el país,
para proteger intereses norteamericanos, debido a las actividades
revolucionarias que provocó el golpe de Estado del general
Chamorro. Las fuerzas estadounidenses entraron y salieron, pero no
dejaron el país por completo hasta el 3 de enero de 1933. Su trabajo
incluyó la actividad contra el bandido Sandino en 1928.
1927: China. En febrero se produjeron combates en Shanghái que
motivaron el incremento de las fuerzas navales norteamericanas y
marines allí. En marzo una guardia naval fue destacada en el
Consulado norteamericano en Nankín, después de que los
nacionalistas tomaron la ciudad. Más tarde los destructores
británicos y norteamericanos utilizaron fuego de granadas para
proteger a residentes norteamericanos y extranjeros. “Después de
este incidente fuerzas adicionales de marines y barcos fueron
despachados hacia China y se mantuvieron en la cercanía de
Shanghái y Tientsin”.
1932: China. Fuerzas norteamericanas desembarcaron para proteger
intereses norteamericanos durante la ocupación japonesa en
Shanghái.
1933: Cuba. Durante la revolución contra el presidente Gerardo Machado
fuerzas navales realizaron demostraciones, pero no se produjo
ningún desembarco.
1934: China. Los marines desembarcaron en Fuchen para proteger el
Consulado norteamericano.
1940: Newfoundland. Bermuda, St. Lucia, Bahamas, Jamaica, Antigua,
Trinidad y Guayana Británica. Se enviaron tropas para ocupar bases
navales y aéreas obtenidas en negociaciones con Gran Bretaña.
Algunas veces son llamadas bases de arrendamiento.
1941: Groenlandia. Colocada bajo protección de EE.UU. en abril. 1941:
Holanda (Guayana Holandesa). En noviembre el presidente envió
tropas norteamericanas para ocupar la Guayana Holandesa pero,
mediante un acuerdo con el gobierno holandés en el exilio, Brasil
ANEXOS 693
ANEXO 3
Planes de atentados elaborados por el Gobierno de
Estados Unidos
El 26 de junio de 1993, EE.UU. llevó a cabo un bombardeo en Iraq como
represalia por un supuesto complot iraquí para asesinar al ex presidente
George Bush. El ataque, dijo el presidente Clinton, “era esencial para
enviar un mensaje a aquellos que se dedican a auspiciar el terrorismo de
Estado [...] y para afianzar la expectativa de comportamiento civilizado
entre las naciones”. A continuación relacionamos una lista de prominentes
individuos en cuyos asesinatos (o en los planes para los mismos) EE.UU.
estuvo involucrado desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La lista
no incluye varios atentados llevados a cabo en diversas partes del mundo
por cubanos anticastristas empleados por la CIA y cuyos cuarteles
generales se encuentran en territorio norteamericano.
1949: Kim Ku, líder coreano de oposición.
Años 50: La lista elaborada por la CIA y elementos neonazis incluía a más
de doscientas figuras políticas de Alemania occidental para “ser
sacados del camino” en caso de invasión soviética.
Años 50: Chou En-lai, primer ministro de China, varios intentos de
atentados.
ANEXOS 694