Martinez Churiaque 050505 Ponencia
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EL
CASO ESPAÑOL
José Ignacio Martínez Churiaque
Vocal del Comité Consultivo de Contabilidad del I.C.A.C.
(Representante del Registro de Economistas Auditores
del Consejo General de Colegios de Economistas de España)
Para debatir acerca del status contable de este tipo de negocios, los criterios
cuantitativos de identificación del colectivo no parece que deban ser los únicos tenidos
en cuenta dada la enorme disparidad de las cifras existente entre los diferentes países.
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Para el IASB (2004) se debe distinguir entre una PyMe y otro tipo de entidades
utilizando el principio de responsabilidad pública. Una responsabilidad de esa
naturaleza existe (3.2 y 3.3) si
Las alternativas que se presentan son de muy variada naturaleza, pero se pueden
reducir a tres:
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porque el ordenamiento jurídico, pese a la deseable armonización internacional y sobre
todo en la Unión Europea, debe de adaptarse a la especificidad del propio tejido
empresarial.
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cuentas individuales como consolidadas (desgraciadamente el problema mayor se
encontraría con las asociadas, multigrupo y filiales no cotizadas, que según el IASB,
2004 - 3.6, para evitar el problema del doble marco contable también aplicarían las
NIC/NIIF).
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marcha del negocio sin que ellos puedan intervenir directamente en su gestión. Por eso
precisan de un sistema de información pública que les ayude a tomar las decisión más
oportuna en defensa de los intereses que les son propios o que tienen el deber de tutelar.
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para contabilizar actividades, transacciones y fenómenos empresariales. En la Unión
Europea se avanza lentamente en el proceso de armonización fiscal y en el resto del
mundo hay un imparable proceso de convergencia hacia las figuras fiscales que deben
prevalecer. Pero la situación real es de ausencia de uniformidad. Por eso los estados
siguen haciendo prevalecer el principio de reserva de ley propia para fijar las exacciones
fiscales. Mientras la situación sea como la que se acaba de describir, es lógico suponer
que los reguladores contables nacionales tengan que desempeñar un significativo papel
en ese proceso de aceptación de las normas internacionales consideradas pertinentes
para las PyMes y su adecuación a las peculiaridades del sistema tributario.
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financieros de las PyMEs y de las medidas tendentes a reducir los costes de su
preparación y elaboración, aceptando la existencia de un único modelo contable en base
a devengo y reduciendo la sobrecarga de normas que para una entidad sin
responsabilidad pública puede entrañar la aplicación completa de las NIC/NIIF. Pero no
se puede distorsionar la finalidad de los estados financieros públicos que no es otra que
facilitar información de propósito general. Por eso, aquéllos no pueden confundirse con
la información para la dirección ni con la información para las autoridades fiscales.
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regulación. Ésta fijará no solo los formatos de los estados sino, lo que es más
importante, los criterios de reconocimiento, valoración y presentación de los elementos
que los integran: activos, pasivos, ingresos y gastos (más los flujos de cobros y pagos
para las entidades que deban presentar el balance normal).
Sin duda el primer problema es tratar de medir la dimensión del cambio. Para
identificar los perfiles más evidentes del mismo, las empresas deberán dotarse de un
método de trabajo que facilite la transición. Éste dependerá del sector de actividad y del
tipo de operaciones que realice, pero hay una serie de elementos comunes que se van a
ver afectados y éstos son los que hay que visualizar para poder hacer una primera
valoración del efecto de la transición.
Las etapas o fases del protocolo a seguir en cada compañía no diferirán del
propuesto en la NIIF 1 (párrafo 10). El mismo utiliza el llamado Balance de Apertura o
primer balance que se presente aplicando las políticas contables amparadas en la nueva
regulación. De esta manera el efecto del cambio gira contra los fondos propios de la
entidad, disminuyéndolos cuando partidas de activo estén llamadas a desaparecer o
aumentándolos cuando eso ocurra con pasivos contabilizados de acuerdo con la
normativa vigente y que ahora pierden tal condición. Literalmente, la empresa:
(a) reconocerá todos los activos y pasivos cuyo reconocimiento sea requerido
por las NIIF;
(b) no reconocerá partidas como activos o pasivos si las NIIF no permiten tal
reconocimiento;
(c) reclasificará los activos, pasivos y componentes del patrimonio neto
reconocidos según los PCGA anteriores, con arreglo a las categorías de activo, pasivo o
componente del patrimonio neto que le corresponda según las NIIF; y
(d) aplicará las NIIF al valorar todos los activos y pasivos reconocidos.
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Tabla nº 1
NIC/NIIF Posible simplificación Diferencia con
afectada norma española
NIC 2 Medición del coste Baja
NIC 11 Método del porcentaje de ejecución Baja
NIC 12 Imposición diferida Alta (método)
NIC 17 Arrendamiento financiero Baja
NIC 18 Ingresos de servicios Media
NIC 19 Pasivos por pensiones Alta (PyMEs)
NIC 27 Consolidación filiales Alta (PyMEs)
NIC 28 Puesta en equivalencia (Método participación) Alta (PyMEs)
NIC 31 Inversión en e multigrupo Alta (PyMEs)
NIC 36 Deterioro del inmovilizado Alta
NIC 37 Provisiones y pasivos contingentes Media
NIC 38 Capitalización de costes de intangibles Media
NIC 39 Uso del método de interés efectivo (coste) Media
NIC 39 Valoración por valor razonable Alta
NIC 39 Instrumentos financieros (derivados, Alta
coberturas, etc.)
NIC 41 activos biológicos y productos agrícolas Alta
NIIF 2 Pagos en acciones Alta
Es muy difícil que una pequeña y mediana empresa se vea obligada a incluir en
su balance adaptado a la nueva normativa activos o pasivos que hasta ahora no se
venían considerando.
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arrendados. La sociedad de leasing solo contabilizará los derechos de cobro, por su
valor actual, clasificados en el activo fijo o circulante de acuerdo con su vencimiento.
Esa operación de intercambio futura que se contrata ahora, genera, sin esperar a
la liquidación del mismo, un activo cuando la cotización del derivado en el mercado nos
indica que la liquidación será favorable para los intereses de la empresa. Por el contrario
habrá que contabilizar un pasivo, cuando la cotización del derivado en el mercado
indique que es la contraparte la que tiene una posición favorable.
El cambio sí es fuerte para aquellas compañías que operando con ese tipo de
instrumentos se basaban en la idea de que hasta la liquidación del contrato, la operación
se debía de considerar fuera de balance, pues hasta que el intercambio no se formalizase
era un mero contrato a ejecutar y que, por lo tanto, no devengaba derechos (activos) u
obligaciones (pasivos) para los firmantes. Ahora lo importante no es que la operación
llegue a formalizarse (o no) a su vencimiento y que en ese momento se pueda
determinar con fiabilidad el valor del nominal o nocional del contrato (aspecto que ha
dejado de ser determinante). El activo o el pasivo surgen ligados al valor razonable del
instrumento que cotiza en un mercado fiable. Es esa cotización la que establece que, a
esa fecha, ha devengado un valor para los accionistas que es un activo o una obligación
de pago de ese diferencial que reúne todas los elementos de definición y reconocimiento
de un pasivo (la contrapartida contable será un ingreso o un gasto, respectivamente, de
naturaleza financiera que afectará al resultado de ese periodo).
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cada vez que al cierre del ejercicio la cotización de la acción (o la variable que se utilice
para determinar el precio) supere al coste de la opción, será razonable suponer que los
beneficiarios del programa ejercitarán aquélla (por ejemplo los consejeros y los altos
cargos con retribución variable). Pues bien, esa diferencia entre precio y coste de la
opción se deberá aflorar como obligación actual de la sociedad. Es decir, un pasivo con
cargo, según el ejemplo, en las cuentas de gasto de personal de ese ejercicio.
Habrá que excluir del Activo del Balance aquellas partidas que actualmente
figuran y que no reúnen los elementos de la definición ni los requisitos de
reconocimiento de ese elemento de los estados financieros
Además de estos tres elementos de la definición que deben satisfacer todos los
activos, su inscripción o mantenimiento en el balance depende de que cumplan el
requisito de reconocimiento (MC, párrafo 89): coste o valor determinado con fiabilidad.
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Aquellos elementos del activo que figuran actualmente en la estructura del
balance y que no reúnan alguno de los cuatro requisitos citados deberán desaparecer.
Estos son:
Son gastos que se activan porque, según la normativa actual, tienen “proyección
económica futura”. Con esa condición se incluyen dos tipos de gastos habituales en las
operaciones que realizan las pequeñas y medianas empresas pero que obedecen a
aspectos muy diferentes.
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Mayor importancia, por la frecuencia de la operación y por la cantidad activada,
tienen los gastos por intereses diferidos. Surgen por la singular manera de contabilizar
los contratos de arrendamiento financiero. Al valorar el activo por el precio de contado
del bien, objeto del contrato de arrendamiento, y contabilizar como pasivo el total de las
cuotas más la opción de compra, la diferencia, que son los intereses de la operación, se
activa en este tipo de cuentas.
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En la fecha de adaptación a los nuevos criterios contables esos gastos activados
se cancelarán contra los propios pasivos con los que se encuentran relacionados. El
efecto final es que las PyMEs reducirán sus activos y sus obligaciones por la misma
cuantía.
Cada vez más las empresas realizan actividades generadoras de valor para sus
accionistas pero que no reúnen los elementos de la definición de activo. Así las
inversiones dedicadas a mejorar los conocimiento técnicos o de mercado, la
capacitación del personal o las relaciones con sus clientes, etc. Todas ellas colaboran a
mantener o aumentar los futuros flujos de caja, pero salvo que existan fórmulas de
control legal (y la empresa las utilice) no se puede soportar la hipótesis de que esos
recursos, aún existiendo, estén suficientemente vinculados a la entidad de forma tal que
se pueda mantener la presunción de su control. Otra razón es que el coste imputable a la
actividad no se puede distinguir razonablemente de los costes de la actividad general de
la empresa, lo que impide que se pueda reconocer que existe un activo intangible.
Está claro que el objetivo del nuevo modelo contable es impedir las políticas de
activación de gastos. Eso no significa que tan espinosa área contable como es la
creación de intangibles no quede sujeta a interpretación. El incremento de la prevención
no afecta, según la NIC 38 a los intangibles protegidos legalmente o a las aplicaciones
informáticas, etc. También la actividad de desarrollo (muy centrada en el diseño)
supone una excepción a esta política de prohibición establecida. Por el contrario, en el
supuesto de que la empresa las realice, y sujeto al cumplimiento de determinados
requisitos (éxito técnico, suficiencia financiera, uso comercial, evaluación fiable, etc.),
se elimina la opción de imputar los importes asociados al desarrollo, como gastos del
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periodo, al resultado. Los costes de creación de una página web también son
capitalizables, según la SIC 32.
También se excluirán del activo del balance las provisiones que afectan a
determinados elementos patrimoniales: provisión por depreciación de existencias, de
valores financieros, de inmovilizado material e inmaterial, etc. Las normas
internacionales no diferencian las pérdidas definitivas o irreversibles de las que
actualmente se provisionan por su naturaleza de reversibles. La provisión es únicamente
una figura contable de pasivo. El activo nada más puede figurar en el balance por la
cantidad recuperable por uso o por venta. La disminución de valor, cualquiera que sea
su causa, reduce directamente la partida patrimonial afectada, sin necesidad de crear una
contrapartida del activo en cuestión.
También habrá que excluir del Pasivo del Balance aquellas partidas que
actualmente figuran y que no reúnen los elementos de la definición ni los requisitos de
reconocimiento de ese elemento de los estados financieros.
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b) como consecuencia de sucesos pasados
c) para cuya satisfacción es probable que la empresa se desprenda de recursos
que incorporen beneficios económicos.
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Este es un ejemplo típico para comprender la nueva forma de contabilizar
determinadas operaciones y eventos. Según las normas de valoración del Plan de
Contabilidad, la figura regulada es la diferencia de cambio. De forma que las negativas,
por prudencia (criterio que no tiene carácter de hipótesis básica según el marco
conceptual) se imputan al resultado y las positivas (excepto aquellas que no pertenezcan
al mismo grupo homogéneo) se consideran no realizadas y, en espera de realización (el
principio de realización es inexistente en el marco conceptual), figuran transitoriamente
en el balance.
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La NIC 20 (párrafo 12) prohíbe la política contable de considerar las
subvenciones oficiales de capital como un elemento integrante del patrimonio neto. La
política adecuada es reconocer las subvenciones como ingresos determinados con un
criterio sistemático al objeto de compensar los costes con los que estén relacionados
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En cambio otras partidas clasificadas según la normativa vigente entre los
ingresos a distribuir en varios ejercicios no mantendrán esta consideración. En concreto,
en una combinación de negocios, contabilizada según el método de la adquisición o
compra, único admitido, si el valor del patrimonio recibido excede del coste pagado, la
diferencia (fondo de comercio negativo) debe imputarse inmediatamente como ingreso
en el resultado del ejercicio (NIIF 3, párrafo 56).
Una provisión es un elemento contable de pasivo. Eso implica que reúne todos
los elementos de la definición (obligación actual por sucesos pasados que
probablemente requerirá salida de recursos) y los requisitos de reconocimiento
(estimación fiable). La provisión se diferencia del resto de los pasivos nada más por una
razón: presenta alguna incertidumbre respecto del importe o del vencimiento (NIC 37,
párrafo 10).
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información obligatoria en nota a los estados financieros, y de las contingencias
habituales de los negocios, que no precisan de información pública en las cuentas
anuales. La misma no coincide con lo actualmente regulado por la normativa española.
El P.G.C., guiado por el principio de prudencia, incluye en las Provisiones para Riesgos
y Gastos las deudas de naturaleza especificada que, en la fecha de cierre del ejercicio,
sean probables o ciertas pero indeterminadas en cuanto a su fecha o importe (con igual
redacción una norma superior: el artículo 188 del TRLSA). Tales provisiones cuando se
refieren a gastos probables no reflejan obligaciones actuales y por lo tanto deberían
tratarse como los pasivos contingentes de las NIC y no incluirse en el balance. Las
obligaciones probables o posibles no son siempre pasivos actuales.
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económico del activo revertible. La misma no está contemplada en la NIC porque no
satisface los requisitos de reconocimiento. No existe una obligación para la empresa
concesionaria hasta la fecha de la reversión, por eso los balances de los ejercicios
anteriores no pueden reconocer un pasivo que en esa fecha no tienen.
Estas grandes reparaciones o las inspecciones legales que deben sufrir algunos
elementos de inmovilizado, pueden conllevar la eliminación de las partes del elemento
que deben ser sustituidas. Por esta razón la NIC 16 (párrafo 14) propone como forma de
contabilización de la misma la activación, como más valor del inmovilizado afectado,
del importe de la gran reparación, modificando las cuotas de amortización de los
ejercicios actual y futuros. Esto permite que sean los periodos afectados por el
rendimiento de los inmovilizados los que soporten los gastos oportunos.
Una vez que los activos reúnen los requisitos de definición y reconocimiento, se
debe proceder a su clasificación para la presentación. En las normas internacionales
algunos criterios valorativos dependen de la función que los activos desempeñan y no
de la naturaleza que poseen. Las grandes partidas afectadas van a ser:
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1.A) El inmovilizado material afecto a la explotación o propiedades, planta y
equipo, según la terminología internacional. Integrado por aquellos bienes, incluidos los
que se controlen en régimen de arrendamiento financiero, siempre que se utilicen
durante más de un ejercicio y que su destino empresarial sea usarlos en la producción de
bienes y servicios o para propósitos administrativos (NIC 16, párrafo 6 y NIC 40,
párrafo 5)
1.B) Las inversiones inmobiliaria, que son inmuebles, terrenos o edificios, que
se tienen para obtener rentas o plusvalías (NIC 40, párrafo 5)
1.C) Los activos no corrientes mantenidos para la venta, que son aquellos activos
o grupos de activos que la dirección ha declarado desafectos a la explotación y ha
decidido recuperar su importe en libros por una transacción o venta, en lugar de por su
uso continuado (NIIF 5, párrafo 6). Estos elementos de inmovilizado provenientes de
actividades interrumpidas que afectan a un grupo de activos o a uno solo, pese a su
denominación de activos no corrientes figurarán en el balance como un subgrupo
especial del activo circulante.
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2.C) Préstamos y partidas a cobrar, son activos financieros con vencimiento
conocido, que no se negocian en un mercado activo.
2.E) Pueden existir además otros tipos de activos financieros formado por
instrumentos de patrimonio que no coticen en mercados fiables o que hayan sido
emitidos por entidades vinculadas (dependientes, asociadas y multigrupo).
3. Por último, los fondos propios de las pequeñas y medianas empresas también
se pueden ver afectados por el proceso de adaptación a las normas internacionales.
Básicamente por dos posibles reclasificaciones. Las partidas de accionistas y socios por
los desembolsos no exigidos así como las representativas de las acciones propias es
probable que se presenten minorando los fondos propios. Aunque el marco conceptual y
las NIC no son tajantes al respecto se puede llegar a esta conclusión porque la forma
jurídica de las aportaciones, el capital nominal, no coincide con su fondo económico o
aportación que los socios han hecho efectiva o que en su día fue efectiva y que ahora
reflejan devolución de aportaciones (autocartera)
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Valoración inicial: precio de adquisición o coste de producción. En el momento
de la inversión, estos elementos se reconocen por su coste histórico (NIC 16, párrafo
15). Éste será el precio de adquisición, sin incluir las rebajas comerciales y cualquier
eventual descuento, (por lo que no hay razón para excluir a los de naturaleza financiera)
más los costes directamente atribuibles hasta la entrada en funcionamiento. Los costes
financieros (que incluyen tanto a los intereses como a las diferencias de tipo de cambio)
directamente atribuibles a la adquisición o producción de activos pueden capitalizarse
en determinadas condiciones. El tratamiento preferente (según la NIC 23) es su
imputación directa resultados, pero se permite su capitalización en el coste de aquel
activo que requiera necesariamente, de un periodo de tiempo sustancial antes de estar
listo para su uso o para la venta (párrafo 4).
Es muy probable que las empresas españolas sólo puedan aplicar el método del
coste, para elaborar las cuentas anuales individuales. Ello elimina una de las
incertidumbres que afectaban al cambio de modelo contable, pues no se permitirán las
denominadas revalorizaciones libres por el registro de las plusvalías latentes de los
bienes de inmovilizado afecto a la explotación.
Es la NIC 18, la que reconoce que en tales casos la transacción produce ingresos
(ver párrafo 12). Estos ingresos ordinarios se valoran por el valor razonable de los
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bienes o servicios recibidos, ajustado en el importe de la cantidad de efectivo u otros
medios equivalentes transferidos en la operación. En el caso de no poder valorar con
fiabilidad el valor de los bienes o servicios recibidos, los ingresos ordinarios se
valorarán según el valor razonable de los bienes o servicios entregados.
En otras ocasiones también parece probable que se deba de aplicar el método del
valor razonable. Ésas circunstancias ya aparecen recogidas en la normativa actual bajo
la expresión de valor venal. Así, las subvenciones de capital se materializan,
habitualmente en entregas de efectivo, pero pueden adoptar la forma de transferencias
de activos no monetarios. Cuando estos son recursos materiales como terrenos, no son
objeto de regulación en la NIC 16 como sería lo lógico. Pero la NIC 20 (párrafo 23) sí
señala que es habitual determinar el valor razonable de cada activo no monetario y
contabilizar tanto la subvención como cada activo por el correspondiente valor
razonable. Reconocer la subvención y el bien por un valor simbólico se considera un
procedimiento alternativo permitido. Este carácter de otro tratamiento permitido es
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también enfatizado en la NIC 38, sobre intangibles, (párrafo 44) que prefiere el valor
razonable para la subvención y determinados derechos sobre terrenos o licencias para la
prestación de servicios. Todo ello constituyen evidencias de la preferencia por el valor
razonable como método que mejor revela la existencia de elementos generadores de
valor para los accionistas.
Los bienes de esta naturaleza, adquiridos con la finalidad de obtener rentas por
alquileres o plusvalías por la venta, se valoran, inicialmente al coste (NIC 40, párrafo
20). La valoración en una fecha posterior precisa que la dirección opte entre aplicar el
modelo de valor razonable o continuar en el de coste (NIC 40, párrafo 30). La última
redacción de la NIC citada no establece ninguna preferencia entre ellos, lo cual va a
posibilitar, que aunque la modificación de la normativa española aplicable a las PyMEs
no recoja expresamente la posibilidad de aplicar el valor razonable, se pueda considerar
que respeta la propuesta internacional. Esta podía haber sido una de las grandes
diferencias del modelo internacional respecto de las prácticas actuales. De haber
aplicado el método del valor razonable, la plusvalía o minusvalía latente se debería
incluir en el resultado del ejercicio (NIC 40, párrafo 35)
Se ha señalado como la valoración depende del carácter que tengan los activos.
Así, en las cuentas individuales de las PyMEs, los instrumentos financieros que se
hayan calificado como préstamos y partidas a cobrar o inversiones mantenidas hasta el
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vencimiento se reflejarán por el clásico criterio del coste (coste amortizado, según la
NIC 39, que implica utilizar el método del interés efectivo para el reconocimiento de los
intereses devengados, en su caso). El método del coste histórico también se aplicará a
los instrumentos de patrimonio de las sociedades no cotizadas y a las inversiones en
sociedades vinculadas.
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realicen las plusvalías. Hasta entonces deberían considerarse diferencias temporales
negativas.
NOTAS
CALLAO GASTÓN, S,; JARNE JARNE, J. I.; LAÍNEZ GADEA, J. A. (2004):
Adopción por primera vez de la Normas Internacionales de Información Financiera.
Revista de AECA, mayo – agosto, págs. 39 – 44.
IASB (2004): Preliminary Views on Accounting Standards for Small and Médium-sized
Entities. Discussion Paper. June. www.iasb.org
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