Kerigma Temas Trabajados en El 2006 Bodas de Oro Diocesis
Kerigma Temas Trabajados en El 2006 Bodas de Oro Diocesis
Kerigma Temas Trabajados en El 2006 Bodas de Oro Diocesis
Encuentro No. 1
PRIMERA PARTE: EL AMOR DE DIOS
DIOS ES UN PADRE QUE ME AMA COMO SOY
ASPECTO VIVENCIAL
El coordinador formará a los participantes en varios sub grupos de a tres o cuatro
personas y hará los siguientes interrogantes:
1. Quién es la persona que más te ha querido?
2. Qué cosas recuerdas de esa persona con mayor afecto?
3. Se ha transformado el amor de esa persona?
4. En los momentos difíciles, de enfermedad, dolor, soledad, etc. cómo ha actuado
esa persona?
Cuando hayan terminado los aportes voluntarios, el coordinador hace un resumen de lo
compartido.
ILUMINACIÓN BÍBLICA
1. “Como un Padre siente ternura por sus hijos, así tú tienes ternura por tus
fieles” (Sal103,13)
2. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en
que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados”.
3. “Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos
amarnos unos a otros” (1Jn 4, 10-11).
4. “Acaso olvida una madre a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus
entrañas? Pues aunque ella llegase a olvidarse, yo no te olvido, míralo, te tengo
tatuado en las palmas de mis manos” (Is 49, 15-16).
Como creador tiene un plan de amor para ti; y es que logres la plenitud y felicidad
desde este mundo, y definitivamente en la eternidad. Que alcances la plenitud en todo
lo positivo y bueno, en todo lo que te realice plenamente: en tu persona individual,
cuerpo, mente, espíritu; en tus relaciones familiares y personales; éxito en tu trabajo
por tu entrega responsable; logrando gozar de los suficientes bienes materiales para la
honesta y adecuada sustentación y desarrollo integral de ti mismo y de tu familia.
Solo Él sabe cómo y para qué estamos hechos, y como funcionamos adecuadamente,
como individuos y como sociedad. Su ley y sus mandamientos son como las
instrucciones de un aparato. Y para eso nos equipó y capacitó a cada uno con dones y
talentos concretos, inteligencia creativa y voluntad libre.
Salido de sus manos nos pone en el paraíso, como símbolo de felicidad plena. Todo era
y todo debería seguir en armonía y en orden: en salud corporal y mental, en las
relaciones humanas, y en la armonía y dominio sobre la creación. Salidos buenos de su
poder creador, nos destina a la felicidad, y pone todo a nuestra disposición para que
logremos esa felicidad y plenitud, si seguimos su plan.
Y desde el principio nos invitó a una relación y comunión personal de amor con Él,
como hijos y amigos; y a nosotros, por tanto, a tratarnos todos como hermanos.
“Eres precioso a mis ojos, estimado, valioso, valorado”: vales mucho para Mí; me
importas mucho. Tú personalmente, con tu historia y tu situación actual. Con rostro,
nombre propio, historia, vocación, estado de vida que tienes, y situación concreta en la
que vives.
- La imagen deformada de Dios, que tienes por una educación religiosa equivocada,
o la manera de presentarnos un Dios juez rígido o policía vengador.
- Para otros puede ser la imagen paterna dañada, por lo que sus padres no pudieron
o no supieron dar de cuidado y amor expresado directamente, o en todo aquello que
los ha lastimado o dañado, con la consecuencia de un niño pequeño interior
herido y dañado. No haber podido sentir y expresar sus sentimientos, siendo
reprimidos o avergonzados por ello. No haber alcanzado o llenado sus necesidades
fundamentales en el momento oportuno.
- También puede ser la propia vida de pecado y alejamiento de Dios y de su amor,
como sucedería si se ponen fuera del calor beneficioso del rayo de sol.
ILUMINACIÓN BÍBLICA
- Parábola del fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14)
- Descubrir las actitudes del fariseo y del publicano.
- ¿Cuál de los dos reconoce sus limitaciones para recibir la ayuda adecuada?
MENSAJE
Además de la creación, el amor de Dios se muestra en la salvación. Dios fielmente
mantiene su amor y lo sigue manifestando. Pero…no podemos experimentar el amor de
Dios y la salvación de Jesús por el pecado que nos separa y aleja de Dios, única fuente
de vida. La Palabra lo afirma: “Me dejaron a Mí, manantial de aguas vivas, para
hacerse cisternas agrietadas que no retienen el agua” (Jer 2,13). “todos han pecado, y
por eso están privados de la gloria de Dios” (Rom 3,23).
Un muro nos separa de Dios, un abismo infranqueable nos mantiene alejados de la
fuente de vida, y el resultado es la muerte. “el salario del pecado es la muerte”.
Rechazó el hombre el árbol de la vida y prefirió el árbol del conocimiento del bien y del
mal; no quiso la guía de Dios y escogió caminar con sus propias fuerzas para construir
solo su vida. Se siente autónomo, rechaza toda dependencia de Dios, diciendo ser el
único artífice y el creador de su propia historia.
El hombre desde el comienzo, rechazó el amor de Dios y la comunión con él. Quiso
construir un reino prescindiendo de Dios. En vez de adorar al Dios verdadero adoró
ídolos: las cosas de este mundo, las obras de sus manos; se adoró a sí mismo.
1. LA PERSONA
- El cuerpo: sufre toda clase de afecciones, dolencias, enfermedades, pequeñas y
grandes, leves o incurables. Organismo deteriorado, órganos lesionados y funciones
impedidas. Equilibrio orgánico roto.
- En la mente y en su comportamiento: toda clase de desajustes y desequilibrios.
Desorden y falta de armonía consigo mismo, con los demás y con toda la creación.
Adicciones y ataduras; angustias, temores, vergüenza, agitación, ira, tensiones,
tristeza, depresiones, vida sin sentido.
2. LAS RELACIONES
- Relaciones interpersonales inexistentes o falsas; conflictivas o enfermas;
relaciones conyugales y familiares desajustadas y disfuncionales, con graves daños
para toda la vida; incapacidad de amar sana y constructivamente, y para expresar el
amor; abuso sexual en niños y adolescentes; deshumanización y despersonalización
del sexo; agresividad de palabra y en los hechos; relaciones engañosas, interesadas y
posesivas; adicciones y dependencias; desconfianza y soledad.
- Relaciones sociales, entre grupos y naciones: corrupción, opresión, explotación del
más débil, injusticia, violencia, esclavitudes, colonialismos, imperialismos, afán de
poder y de dominio, conflictos raciales y guerras, segregacionismo y marginalidad,
manipulación de la comunicación e información, miseria y hambre.
DIÁLOGO COMUNITARIO
Contemplando el amor de Dios:
¿Qué pienso acerca de mis pecados?
¿Me arrepiento de lo malo que he hecho?
¿Cómo descubro la acción destructiva del pecado en mi vida, en mi familia, en la
comunidad?
¿Cómo puedo restaurar mi relación con Dios, con los demás, con la creación entera?
ORACIÓN
En profundo silencio y si es posible, con música de fondo, cada uno leerá el Salmo 50
(51). Pausadamente, como si fuera lectio divina; al final un buen lector lo leerá en voz
alta y cada uno seguirá la lectura. Si se desea al final se puede hacer un compartir.
ILUMINACIÓN BÍBLICA
Por Jesús y en Jesús el Padre nos ha dado ya la salvación. “No hay otro Nombre por
el que podamos encontrar la salvación” (Hech 4,12).
“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su único Hijo, para el que crea en él no
perezca, sino que tenga Vida Eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para
condenarlo, sino para que el mundo encuentre salvación por medio de él” ( Jn 3,16-
17). “En Él, por su sangre, hemos sido redimidos, en él nuestras faltas han sido
perdonadas por la riqueza de su gracia” (Ef 1,7).
Por su Cruz nos ha salvado y por su resurrección nos ha ganado vida nueva. Su muerte
en la cruz y su sangre derramada son el precio de nuestra redención, justificación y
salvación.
“Yo he venido para que tengan vida en abundancia” (Jn 10,10). “La prueba de que
Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros aún pecadores, murió por nosotros.
Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo”
(Rom 5, 8-10). Él ya pagó por todos los hombres y mujeres de todas las épocas.
Por su encarnación misma Jesús une el cielo con la tierra, Dios con el hombre. Toda su
vida y cada uno de sus actos tuvieron valor de salvación. En su ministerio público
proclamó y anunció la Buena Nueva del Reino de Dios, iniciándolo e instaurándolo,
mostrándolo con señales y prodigios.
EL KERIGMA APOSTÓLICO
Jesús, el Mesías esperado, el Señor y Salvador, ha muerto en la Cruz por ti, canceló ahí
la nota de cargo que tú debías, derramó su sangre para limpiar tus pecados y como
precio de tu redención, ahí mismo en su cruz has sido clavado y juntamente con Él; ha
muerto tu hombre viejo, tu pecado, tu carne; ahí te reconcilió con Dios y selló la nueva
alianza, resucitó para que tuvieras nueva vida, de su costado abierto brotó la sangre de
la salvación y el agua del Espíritu derramado como fruto de su glorificación y señorío.
“Hemos muerto con Cristo, creemos que también tendremos vida con Él. Por tanto
considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” ( Rom 6,8.11)
ILUMINACIÓN BÍBLICA
“Entonces una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años, y que había
sufrido mucho con médicos y que había gastado toda su fortuna sin provecho alguno,
antes bien, había empeorado, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por
detrás de la gente y tocó su manto, pues decía: “si logro tocar aunque sea sus vestidos
me salvaré”. Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que
quedaba sana del mal. Al instante Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido
de él, se volvió entre la gente y decía: “quién me ha tocado los vestidos?”. Sus
discípulos le contestaron: “estas viendo que la gente te oprime y preguntas: Quién te
ha tocado?. Pero él miraba a su alrededor para ver a la que lo había hecho. Entonces,
la mujer viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se
postró ante él y le contó toda la verdad. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en
paz y queda curada de tu enfermedad”. (Mc 5,25-34).
MENSAJE
“Esta es la palabra de fe que proclamamos: si confiesas con tu boca que Jesús es el
Señor, y si crees en tu corazón que Dios lo resucitó, tendrás salvación. Porque todo el
que invoque el Nombre del Señor encontrará salvación” (Rom 10,8-9.13). Que Jesús
está vivo y confesarlo como Señor es la clave de una vida cristiana auténtica y
consistente.
El kerigma debe llevar a una conversión personal y fe inicial; a una primera conversión
y a un inicio de fe, entendida como apertura y adhesión, aceptación y opción por Cristo
y por el Reino de Dios, sus valores y sus exigencias.
Ya hemos sido bautizados de pequeños, llevamos quizá una vida cristiana de rectitud
moral y de cumplimiento religioso, pero es necesaria una fe viva como encuentro
personal con Jesús; que lo aceptemos, lo confesemos y lo recibamos en nuestro corazón
y en nuestra vida como Salvador.
El cristianismo no es sólo una doctrina o una religión, es ante todo entrar en relación
directa y mantener una comunión personal con Jesús vivo como Dios y Señor. Se parte
de un encuentro real con Jesús, se mantiene y desarrolla en una íntima comunicación, y
comunión con él.
Como a los discípulos Jesús nos hace a cada uno de nosotros esta pregunta: “Para ti…
¿quién soy yo?”.
¿Cuál es tu respuesta personal?, respuesta que brote de tu experiencia propia y no como
repetición de una lección aprendida. ¿Tú, qué respuesta puedes dar ahora?
Prácticas a las que se les da valor por sí mismas, de donde se saca una ilusión vana de
haber cumplido o una satisfacción de tranquilidad de conciencia, o que se cumplen con
cierto sentido mágico y supersticioso, de carácter utilitario o de temor a lo divino.
Este tipo de religiosidad de imágenes, novenas y veladoras, es muchas veces más
alienante porque no se entrega el corazón sino sólo lo exterior; se piensa sólo en el cielo
sin hacer reinar a Dios en este mundo; se encierra en la individualidad sin interesarse ni
preocuparse de la comunidad humana, de manera que se construya un mundo mejor
para la instauración del amor, de la justicia y de la paz.
- Una pura doctrina que se queda en teoría y conceptos, o bien una ideología
humanista que ve en Cristo sólo un hombre extraordinario y al Evangelio como un
ideal y un programa de rectitud, justicia o liberación social. Humanismo sin Dios,
racionalismo sin fe auténtica, visión e ideales que terminan en la tierra y en el tiempo,
sin trascendencia a valores de eternidad.
A partir del encuentro vivo con Jesús comienza una nueva vida, que se expresa y
manifiesta en un comportamiento moral y una vida cultual y de práctica religiosa; como
fruto y consecuencia normal de la presencia viva de Jesús y de la acción del Espíritu. “A
menudo la primera evangelización no tiene lugar, y cierto número de niños, bautizados
en su infancia, llega a la catequesis parroquial sin haber recibido alguna iniciación en
la fe, y sin tener todavía adhesión alguna explicita y personal a Jesucristo” (CT 19).
Fe es un “sí” a la presencia y acción salvadora de Dios a través de Jesús. Un “sí” lúcido
y consciente que se da una vez y se renueva permanentemente. Adhesión libre y
responsable de nuestro ser entero a Jesús y a la totalidad de su mensaje y de su obra.
DIÁLOGO COMUNITARIO
1. “Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3,20).
- ¿Por qué crees tú, en lo personal, que el Señor nos pide entrar a nuestro corazón?
- ¿De qué manera podemos oír su voz?
- ¿Cómo habla Dios?
3. “Si confiesas con tu boca, que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo
resucitó, experimentarás la salvación” (Rm 10,9).
- ¿Por qué crees que es necesario creer con el corazón que Jesús está vivo, es decir,
que ha resucitado?
- ¿Por qué crees que hay, además, que confesar con los labios que Jesús es el Señor?
ORACIÓN
Vamos a orar con el Salmo 26. El Señor es mi luz y mi salvación. Cada uno en su
Biblia lo leerá mentalmente, luego en ambiente de oración regresarán sobre la parte de
éste que ilumine más su vida. Compartir en grupo su lo creen conveniente.
Encuentro No. 3
PRIMERA PARTE: CONVIÉRTETE DE TODO
LO QUE TE SEPARA DE DIOS
LA CONVERSIÓN
ILUMINACIÓN BÍBLICA
“Conviértanse, porque el Reino de los cielos está cerca” ( Mt 4,17).
“Llegó el tiempo oportuno y esperado: ¡El Reino de Dios ya está aquí: Conviértanse y
crean en la Buena Nueva!” (Mc 1,15).
MENSAJE
Conversión es la experiencia inicial para entrar al Reino. Cambio interior primero,
hecho por Dios y en referencia a Él. Para luego el cambio exterior: de vida, de
actitudes y obras, con proyección y compromiso con los demás.
Total cambio interior, “metanoia”, arrepentimiento, transformación profunda del
corazón y de la mente. La finalidad de la evangelización es este cambio interior,
conversión de la conciencia personal y colectiva de los hombres; y lo exterior: la
actividad en la que están comprometidos, su vida y su ambiente concretos (Cfr EN 19).
“Alcanzar y llegar hasta transformar, por la fuerza del Evangelio, los criterios de
juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las
fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste
con la Palabra de Dios y el designio de salvación” (Ib.)
Un mundo nuevo con nuevas y renovadas estructuras, pero con hombres nuevos.
Hacen falta estructuras más justas, más humanas, menos opresivas, pero las mejores
estructuras, “los sistemas mejor concebidos se convierten pronto en inhumanos, si las
inclinaciones inhumanas del corazón del hombre no son saneadas por una conversión
del corazón y de la mente de quienes viven o dirigen esas estructuras (EN 36).
Mundo nuevo y nueva cultura son, pero no se logrará nunca sin hombres y criaturas
nuevas, por la salvación de Jesús y la acción vivificadora del Espíritu. Lo exterior, el
cambio de actitudes, acciones y de vida es consecuencia del cambio interior.
Convertirse es volverse de… para volverse a…; salir de… para dirigirse hacia…; dar
media vuelta y dirigirse a la dirección correcta.
En el fondo de todo pecado hay algo que ponemos en lugar de Dios: situaciones, cosas,
personas y en último término, nosotros mismos. No hacer presente conscientemente a
Dios, y no interesarse en adecuar nuestra vida con su voluntad.
Gracia y pecado, no como una cosa que se tiene o se pierde, no una mera trasgresión de
una ley, sino el dar la espalda, rechazar a Dios, como persona viva; en términos de
relación personal con Él, que se mantiene, se intensifica; o se descuida, se debilita y
puede llegar a romperse. Entendiendo “gracia” como la comunión amorosa personal
con el Dios vivo, don de Él mismo. “Pecado” como el descuido, el rechazo o el
rompimiento efectivo de esa comunión.
Examinar y revisar primero nuestra orientación y dirección global al Dios vivo como
persona, la opción fundamental de nuestra vida, lúcida y firmemente mantenida; y sólo
después actos concretos, en congruencia o no con esa opción básica.
A la luz del Espíritu Santo reconocer nuestros pecados, y reconocernos pecadores
necesitados de salvación. Arrepentimiento sincero por haber rechazado a Dios.
Confesarse pecador ante Dios y acudir al Sacramento de la Reconciliación para que
en nombre de Dios, declaren para nosotros que nuestros pecados han sido perdonados,
si mostramos suficientes signos de arrepentimiento y voluntad de enmienda y cambio,
tratando sinceramente de corregir y cambiar nuestros actos, de resarcir los daños
causados y reconciliarnos con nuestros hermanos.
2. DE TODO RESENTIMIENTO
“Perdónanos…como también nosotros perdonamos…, hasta setenta veces siete”.
Porque si no perdonamos, bloqueamos el perdón de Dios para nosotros. “Este es el
mandamiento que tenemos de Él; el que ama a Dios que ame también a su hermano,
porque quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso” (1 Jn 4,20-
21)
Debemos rechazar todo resentimiento, odio o rencor en nuestra vida, porque impiden la
acción salvadora de Dios en nosotros. Expresemos nuestra voluntad de perdonar y Dios
sanará nuestras heridas y recuerdos.
2. ARREPENTIMIENTO
Pero, aunque la conversión es obra de Dios, el pecador libremente responde: “me
levantaré, e iré donde mi Padre” (Lc 15, 18). El arrepentimiento o contrición es un
dolor de corazón y detestación del pecado cometido, con propósito de no pecar en
adelante. Es retorno al hogar, vuelta a casa, reencuentro con el Padre.
Dolor y tristeza de haber lastimado y ofendido a quien se ama; pero tristeza no como la
del mundo que produce muerte, sino tristeza según Dios que lleva a conversión (2Co
7,9-10). Voluntad decidida de romper con toda situación de pecado. Propósito firme
de enmienda y de cambio.
4. REPARACIÓN Y RECONCILIACIÓN
El arrepentimiento, para restaurar la unión de amor con Dios, exige resarcir los daños
causados y reconciliarse con el hermano. “Arrepentirse y volverse hacia Dios,
haciendo obras congruentes con la conversión” (Hech 26,20; Lc 3,10-14).
ORACIÓN: Por parejas leerán el Salmo 24 (A ti, Señor, levanto mi alma) en ambiente
de oración y comentarán aquello que más les ha gustado; luego, si es posible, se
comparte entre todo el grupo, terminando con una plegaria comunitaria.
Encuentro No. 4
PRIMERA PARTE: JESÚS, SEÑOR, MI SEÑOR
EL SEÑORÍO DE JESÚS
ILUMINACIÓN BÍBLICA
“Porque si proclamas con tu boca que JESÚS ES EL SEÑOR y crees con tu corazón
que Dios lo ha resucitado de entre los muertos, te salvarás. En efecto, cuando se cree
con el corazón actúa la fuerza salvadora de Dios, y cuando se proclama con la boca se
obtiene la salvación” (Rom 10,9-10).
“Sepan, pues, con plena seguridad todos los israelitas que Dios ha constituido Señor y
Mesías a este JESUS, a quien ustedes crucificaron” (Hech 2,36)
MENSAJE
1. Jesús Señor
Jesús, al tercer día de su muerte de cruz, fue resucitado por el poder de Dios Padre y
sentado a su derecha. Jesús está vivo!, ¡gritaba la Iglesia primitiva! ¡Jesús está vivo!, era
la buena nueva que anunciaban las comunidades cristianas. Jesús está vivo!, es el centro
de la vida de la Iglesia. Dios no permitió que su Hijo experimentara la corrupción, al
contrario, le exaltó y le glorificó.
•Le dio el nombre que está sobre todo nombre (Flp 2,9).
•Le concedió todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18).
•Lo llenó de su Santo Espíritu (Hech 2,33).
•Lo constituyó Señor y Mesías (Hech 2,36).
Sin duda el culmen de la glorificación es la recepción del Espíritu Santo. El gran premio
que el Padre le concedió a su Hijo en su exaltación fue una nueva y más abundante
efusión de su Espíritu.
Exaltado por la diestra del Padre ha recibido el Espíritu Santo prometido (Hech 2,33).
Si durante su vida terrena siempre estuvo recibiendo Espíritu Santo, por su gloriosa
exaltación lo recibió de una manera infinita.
Y, con la recepción del Espíritu Santo, se le concedió la más alta investidura del poder
en el cielo y en la tierra: fue constituido SEÑOR: “Sepa con certeza toda la casa de
Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús…” (Hech 2,36).
SEÑOR: el título de Señor lo estableció como dueño absoluto de todo el universo: del
pasado, del presente y del futuro. Hombres, animales y toda la creación le están
sometidos. Vencedor de la muerte y del maligno. Cielo, mar y tierra están bajo su poder.
Juez de vivos y muertos (Hech 10,42; el Salvador (He 13,23); el Jefe que lleva a la vida
(Hech 3,15); el Mesías anunciado por los profetas (Hech 3,18).
Por otro lado el título de Señor (Kyrios) que en el Antiguo Testamento era reservado
únicamente a Dios, al ser aplicado a Jesús, afirma de una manera muy eminente su
carácter divino. ¡Jesús es el SEÑOR!
2. Jesús es MI SEÑOR
Pero el dominio de Jesús sobre todo el universo debe extenderse de una manera especial
y concreta sobre aquellos que creen en su nombre, sobre cada uno de nosotros.
Jesús es el Señor, pero debe llegar a ser efectivamente mi Señor, mi Rey. Es decir, quien
decida en todas las áreas de mi vida y quien gobierne toda mi existencia. Él, quien dirija
todos los deseos y apetitos, el que tome todas las decisiones de mi mida, todas: grandes
y pequeñas.
“Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó
de entre los muertos serás salvo” (Rom 10,9)
Se trata de proclamar el Señorío de Jesús en todas las áreas de nuestra vida. Esto de
ninguna manera anula nuestra personalidad o capacidad de decisión. Todo lo contrario.
Se toma la decisión vital de que en adelante sea Jesús quien tome todas las decisiones de
la vida.
Ahora bien, el Señorío de Jesús es total o no es Señorío. Él no acepta el 50%, ni el
80%, ni el 90%. Para que Jesús sea el Señor se le tienen que rendir todas las áreas y
aspectos de la vida. Hay que abrirle todos los rincones del corazón y permitirle que al
entrar en ellos los inunde con su luz.
Jesús no pide mucho, lo pide todo. Él no se contenta con formar parte o ser un aspecto
importante de nuestra vida. Él quiere ser el centro único de nuestra existencia. O todo o
nada. O frío o caliente, pero no tibio.
Él no admite ser sólo un adorno decorativo de nuestra vida, sino un personaje real que
vive en nuestro corazón y gobierna efectivamente nuestra vida. Jesús quiere ser
verdaderamente el rey de nuestra existencia. No es como los reinados modernos, donde
la reina o el rey son elementos decorativos, pero no gobiernan el país. Jesús quiere
gobernar toda nuestra vida.
Cristiano no es aquel que tiene una imagen de Jesús en su casa o en su cuello, sino que
él mismo es imagen de Jesús en su casa y fuera de ella. Cristiano no es el que dice con
su boca: “Señor, Señor, sino el que realmente está haciendo la voluntad del Padre de
los cielos” (Mt 7,21)
JESÚS, yo creo que en tu resurrección Dios Padre te glorificó, te llenó del Espíritu
Santo y te dio un Nombre sobre todo nombre. Doblo mi rodilla ante ti (nos
arrodillamos o inclinamos la cabeza) en señal de que te reconozco como SEÑOR, MI
SEÑOR: el dueño de toda mi vida y me rindo totalmente a ti y a tu santa voluntad para
que hagas de mi lo que quieras.
Ya no quiero vivir yo, vive tú en mí. Dame tu vida a cambio de la mía que hoy te
entrego para siempre. Sé que tú has tomado en serio mis palabras así como yo he
tomado en serio tu llamada. Te abro completamente las puertas de mi corazón. Entra en
mí y quédate conmigo toda la vida. AMÉN.
ILUMINACIÓN BÍBLICA
“Ustedes recibirán la fuerza del Espíritu Santo; él vendrá sobre ustedes para que sean
mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los extremos de la tierra”
(Jn 1,8).
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente
vino del cielo un ruido, semejante a una ráfaga de viento impetuoso, y llenó toda la
casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se
repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu
Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo los movía a
expresarse” (Hech 2, 1-4).
MENSAJE
“Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida”.
“Es necesario nacer de nuevo, el que no nace de lo alto no puede ver el Reino de Dios,
el que no nace del Espíritu Santo no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,3).
Pero jóvenes o adultos, con pleno conocimiento de causa, debemos hacer una opción
lúcida y libre de lo que inconscientemente recibimos de pequeños.
De pequeños, decía san Agustín, “nuestros padres prestaron los pies para
encaminarnos a la Iglesia, el corazón para creer y los labios para confesar la fe. Pero
después cada uno debe hacer su propia decisión, dirigiéndose por sus propios pies a la
Iglesia, creer con su propio corazón, y confesar la fe y testificar con sus propios
labios”.
Decisión libre y lúcida que se abre a la experiencia de ese nuevo nacimiento, donde
empieza también la experiencia de la vida nueva.
Todo esto es obra del Espíritu Santo que nos vivifica y prepara nuestra vida para:
Necesitamos invocar e invitar al Espíritu Santo para que con su luz podamos descubrir y
reconocer nuestros pecados, como rompimiento de la amistad con Dios, como un no a
su presencia en nosotros.
En el Antiguo Testamento se nos reveló que sólo Dios es Santo, y únicamente él puede
santificarnos, elevándonos por su Espíritu al orden de su vida divina. Pero también se
nos dio un atisbo de lo que serían los tiempos mesiánicos (es decir aquellos que el
Mesías habría de iniciar, plenamente Ungido por el Espíritu): “Sucederá después de esto
que yo derramaré mi Espíritu sobre toda carne…Hasta en los siervos y siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días” (Jl 3,13). Y, la mañana de Pentecostés, Pedro
proclamó el kerigma (primer anuncio de Cristo muerto y resucitado) cristiano: hoy se ha
cumplido esta profecía sobre la comunidad de los creyentes (Hech 2,17-18). Y si Yahvé
por medio del profeta Ezequiel, había prometido: “Concluiré con ellos una alianza de
paz, que será para ellos una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré
mi santuario en ellos para siempre. Mi morada estará junto a ellos, seré su Dios y ellos
serán mi pueblo” (Ez 37,26-27), el cumplimiento, como lo anuncia san Pablo, rebasó
está esperanza: “¿No sabéis que sois santuario de Dios, y que el Espíritu Santo habita
en vosotros?” (1 Co 3,16)
1. “Es necesario nacer de nuevo. El que no nace de lo alto, no puede ver el Reino de
Dios. El que no nace de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3,3 ss).
- ¿Por qué crees que Dios pide que nazcamos de nuevo? ¿Cuál es la razón por la que
Dios pide eso?
- ¿Si tuvieras la oportunidad de nacer otra vez, ¿qué cambios harías en tu vida?
2. “Te invadirá el Espíritu de Yahvé y quedarás cambiado en otro hombre. (1S 10,6).
- ¿Quién es para ti el Espíritu Santo?
- ¿Por qué crees que dice la Biblia que al ser invadidos por el Espíritu Santo
quedaremos convertidos en otros hombres?
ORACIÓN: Se colocan en el centro del salón varios signos que representan al Espíritu
Santo y una jarra con agua símbolo del bautismo que hemos recibido. “Por él Dios nos
lavó del pecado y nos dio una vida nueva”, para que vivamos como hermanos, como
hijos de Dios.
El animador entrega a los participantes dos tarjetas que contengan las siguientes
preguntas: ¿Cuáles son los dones del Espíritu Santo que siento que he recibido? ¿Qué
don quiero pedirle al Espíritu Santo de una manera especial? Se deben escribir las
respuestas en la tarjeta (si no sé escribir pedirle a alguno de los vecinos).
Una vez que todos respondan, los participantes ponen los dones recibidos en un primer
recipiente y los dones pedidos en otro segundo recipiente.
Se proclama luego la Palabra de Dios en Jn 7,38-39.
Se termina la reunión invitando a algunos a leer en voz alta las tarjetas con los dones
recibidos y con los dones pedidos. A medida que se leen los dones recibidos, se
responde: Te Damos Gracias, Señor. A medida que se leen los pedidos, se responde: Te
lo pedimos, Señor.
Se concluye cantando: Espíritu Santo, ven.
ENCUENTRO 5
PRIMERA PARTE: LA COMUNIDAD
DIOS PADRE, POR SU HIJO, EN EL ESPÍRITU SANTO NOS UNE EN
COMUNIDAD
ILUMINACIÓN BÍBLICA
Escuchemos cómo vivían los primeros cristianos:
“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da
fruto se corta, y todo el que da fruto lo limpia, para que de más fruto. Ustedes están ya
limpios gracias a la palabra que les he dicho. Permanezcan en mí, como yo en ustedes.
Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid;
así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la Vid; ustedes los sarmientos. El
que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no pueden
hacer nada. Si alguno no permanece en mí es arrojado fuera, como el sarmiento, y se
seca; luego lo recogen, lo echan al fuego y arden. Si permanecen en mí y mis palabras
permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. La gloria de mi Padre
está en que den mucho fruto, y sean mis discípulos” (Jn 15,1-8)
MENSAJE
Una vez que Jesús murió y fue glorificado, los discípulos siguieron la misma
metodología: construir pequeñas comunidades que fueran el ambiente propicio para
vivir el Evangelio y que fueran un verdadero fermento en la humanidad.
Los Hechos de los Apóstoles y las cartas de San Pablo nos trazan un cuadro de lo que
fueron estas comunidades y como se fueron extendiendo por el mundo. No fue fácil,
pero estos discípulos encontraron en la fraternidad de sus pequeñas comunidades el
ambiente y la fuerza para la nueva vida que habían asumido y para dar testimonio en un
mundo que les resultaba adverso y hostil.
Estos siguen siendo los parámetros de las comunidades de todos los tiempos.
El éxito de la vida en comunidad se deriva en último término de que es la mejor
respuesta a la condición de la persona humana. Ésta esta hecha para vivir en relación
con Dios, consigo misma, con el mundo y con las demás personas.
El cristianismo está para ser vivido en comunidad: estamos llamados a integrarnos a una
comunidad, para experimentarnos como el Cuerpo de Cristo.
Con el crecimiento de la Iglesia se fue quedando la vida de comunidad sólo para los
religiosos (as); los laicos quedaron como ruedas sueltas, absorbidos por la masa.
Lo maravilloso de este tiempo es que el Espíritu Santo está haciendo surgir de nuevo la
vida comunitaria en todo el pueblo de Dios. También los laicos están llamados a vivir
en comunidad, a integrarse en comunidades eclesiales vivas, fraternas, que escuchan la
Palabra, que celebran su relación con Dios.
Estas características permiten que el laico pueda desarrollar los diferentes ministerios en
la Iglesia, a través de la Pequeña Comunidad.
Reflexionar:
- ¿Realmente te sientes parte de una comunidad?
- ¿Qué crees que sea necesario para formar la comunidad?
- ¿Eres conciente de que solo en la vida de Comunidad se puede celebrar la
verdadera fe y se puede vivir el Evangelio?
ORACIÓN: Cada uno tomará el texto del Salmo 66 y lo leerá mentalmente, luego
alguien de los asistentes lo leerá en voz alta y será seguido por cada uno de los
presentes.