Modalidades de Contratacion Teoria
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Modalidades de Contratacion Teoria
Sin duda a lo largo de los años los tres mecanismos de pago descritos han sido
objeto de muy diversas críticas y defensas. Esto es así por cuanto en relación a
cada uno de ellos, existen diferentes niveles de satisfacción de parte de los
actores involucrados (usuarios, proveedores/médicos y financiadores). Estas
diferencias en gran medida explican que en los hechos no exista prácticamente
ningún sistema en el que haya una modalidad de pago, sino que por el contrario
puede advertirse la coexistencia de más de uno. Otra de las consecuencias de
los problemas que se desprenden de la utilización de cada una de las formas
puras de remuneración, fue el surgimiento de las llamadas formas mixtas como
los sistemas capitados ajustados por riesgo.
De esta manera se intenta mejorar el estímulo económico al prestador mediante
la introducción de elementos de minimización del riesgo. Si bien esto mejora la
eficiencia y en general la respuesta de los prestadores, para el financiador
implica introducir un concepto de gasto variable no predecible.
Las ventajas de un modelo capitativo pueden resumirse en: la posibilidad de
una mayor coordinación de las distintas instancias necesarias para proveer
atención a los pacientes, debido a que se identifica un responsable (al que se le
reembolsa el valor de la prima por adscrito) de brindar (directamente o a través
de terceros) todos los servicios definidos en el contrato. También pueden
reducirse las prestaciones innecesarias y promover una utilización adecuada de
recursos. Pero puede tener como consecuencia que un excesivo recelo por
controlar costos, lleve a que en los casos más complejos no se presten todos
los servicios necesarios para garantizar un nivel adecuado de asistencia, o que
se seleccionen como adscritos las personas con menores riesgos de
enfermedad, dependiendo del entorno de competencia, del marco regulatorio,
así como de la facilidad con que los usuarios pueden pasar de un proveedor a
otro.
Una capitación pura (sistema prospectivo) maximiza los dos tipos de incentivos:
eficiencia y selección; y un reembolso que cubra en forma retrospectiva todo
gasto incurrido (pago por acto o por servicio) minimiza ambos.
Ajuste por riesgo es el término que se emplea para caracterizar el ajuste de las
primas según las características del afiliado. El objetivo perseguido consiste en
hacer coincidir las primas con el coste esperado de los afiliados, reduciendo
como consecuencia los incentivos a seleccionar riesgos.
Para poder potenciar los efectos positivos de ambos modelos -prospectivos y
retrospectivos- se están promoviendo modos de pago mixtos o denominados de
capitación parcial. Se intenta controlar el problema de la selección de pacientes
y además incentivar la práctica adicional de ciertos servicios, aunque una
consecuencia directa sea la existencia de cierta ineficiencia. La cuestión
fundamental es cómo de parcial ha de ser el per cápita.
Desde el punto de vista normativo, no existe una regla universal sobre la
definición de la unidad de pago óptima: depende principalmente de los objetivos
definidos por los compradores de servicios (Estado, etc). En el marco de un
sistema nacional de salud se promueven cada vez más los modelos capitados
asociados a la atención integral de la población.
Sobre la distribución de los riesgos sería deseable que el proveedor asuma las
consecuencias de la mayor o menor eficiencia alcanzada en la provisión de la
unidad de pago. Pero se ha descrito anteriormente la existencia de un trade-off
entre eficiencia y selección.
El análisis de las variables consideradas hasta este punto permite visualizar con
mayor claridad cuáles son las ventajas y desventajas que presentan cada una
de las modalidades de pago, así como su efecto sobre la eficiencia.
El pago por acto es señalado por la mayoría de los autores como un sistema
poco eficiente que estimula la sobreutilización de servicios y el gasto excesivo
de recursos. Dado que la unidad de pago es el servicio o acto, existe un
incentivo para el médico a maximizar sus beneficios mediante el incremento de
los actos. Esto implica riesgos de inducción de demanda, de sobreindicación de
prestaciones y consecuentemente de gastos crecientes. Como contrapartida, el
importante estímulo económico que representa para el médico, da lugar a un
alto rendimiento del profesional que además tiene una mayor libertad en el
ejercicio de su profesión.
El pago por módulo implica un incentivo a minimizar “costos” a partir de
ingresos fijos y conocidos. Por otra parte, el pago de una suma fija puede dar
lugar a cierta indiferencia por el trabajo ya que presenta escasos estímulos para
el prestador en la medida que no permite “premiar” la eficiencia. Como ventajas,
el pago por módulo constituye un mecanismo que genera una menor utilización
de recursos que el pago por acto y que posibilita la instrumentación de equipos
de trabajo.
El pago por capitación aparece como un mecanismo de mayor eficiencia que
los anteriores. Existe un traslado al médico de la responsabilidad por la
eficiencia de la atención, lo cuál se une a un mayor estímulo al desarrollo de
actividades de carácter preventivo, una mayor continuidad en la atención y
consecuentemente un menor uso de recursos. En contrapartida, el pago
capitativo, puede incentivar la selección de pacientes en base al riesgo. Esto
significa que el proveedor selecciona y mantiene dentro de su cobertura sólo
aquellos usuarios que tienen una baja probabilidad de utilización y consumo de
recursos, dejando fuera de la misma a los pacientes de mayor riesgo. A esto se
agregan como desventajas adicionales, la posibilidad de una infraprovisión de
servicios y cierta indiferencia motivacional por parte del prestador.
Las formas mixtas, aparecen como alternativas que buscan por un lado
potenciar las ventajas de cada modalidad “pura”, y por otro, minimizar sus
consecuencias negativas sobre la eficiencia y la calidad.
1.3. Conclusiones
M odalidad Concepto Incentivo económico Distribución de Riesgos Efectos Previsibles Eficiencia Calidad Acción Pública
Control de
Fomento de la integración
Se paga un monto fijo por Maximizar la afiliación y calidad por
El riesgo recae sobre el Prevención / Derivación / de servicios y de la
Pago por cápita afiliado, consuma o no minimizar los costos de la Baja estándares y
prestador Selección de riesgos prevención cuando es
prestaciones de salud asistencia fomento de la
eficiente
competencia
Si no se ajusta el pago el
riesgo recae sobre el
Minimiza el costo por módulo /
prestador / Si
Se paga un monto fijo por Maximizar el número de Protocoliza la atención médica /
Pago por módulo contractualmente, están Se fomenta la actividad Regulación de
un conjunto de módulos Altas tempranas o aumento de Media a Baja
global previstos ajustes en el pago hospitalaria contratos
prestaciones predefinidas Minimizar el costo por módulo la estancia media (dependiendo
el riesgo lo asume el
del criterio de aplicación)
financiador / Selección de
riesgos
2.1 El Sector de la Seguridad Social
Las Obras Sociales constituyen junto con las empresas de medicina prepaga, el
típico caso del financiador. Su objetivo radica fundamentalmente, en administrar
recursos de terceros.
En efecto, los beneficiarios (obligatorios o voluntarios, según el tipo de financiador)
realizan sus aportes (y contribuciones en el caso del empleador) para que
finalmente esos recursos sean destinados a prestaciones médico-asistenciales de
los propios beneficiarios.
Ahora bien, en el caso de los prepagos, existen un buen número de éstos que
cuentan con servicios propios, reuniendo en un solo ente el doble rol de
financiador (prestador indirecto) y prestador directo.
En este caso, la incidencia que pueda tener la modalidad de contratación
disminuye en importancia ya que el prepago “se autocontrata”.
Distinto es el caso de las Obras Sociales que no cuentan, en la mayoría de los
casos, con servicios propios y deben contratar a aquellos que resulten necesarios
para que sus beneficiarios reciban las prestaciones.
Esas contrataciones se llevan a cabo mediante acuerdos con prestadores
individuales, asociaciones que nuclean prestadores o sistemas prepagos que
brindan el servicio con sus propios prestadores o bien sub -contratando.
Por lo tanto, según la conveniencia de cada caso se utilizarán diferentes
modalidades de contratación con las ventajas y desventajas de cada una de ellas.
No debe olvidarse que las Obras Sociales cuentan con una serie de regulaciones,
que se manifiestan a través de leyes, decretos y resoluciones de diversos
organismos y que, entre otras cosas, establecen los porcentajes mínimos y
máximos del gasto prestacional y administrativo respectivamente.
En materia de sistemas de contratación se la utilizan con buen éxito, el esquema
de entidades de profesionales a las que se retribuye mediante el pago por per y a
su vez el pago por acto médico por parte de la entidad a los profesionales.
De esta forma logra balancearse la previsibilidad presupuestaria que supone la
per, con un servicio que lejos debiera estar en contener demanda ya que su
retribución tiene como base la existencia del acto en si mismo, aunque debe
dejarse bien claro que este esquema requiere un sistema administrativo con un
muy buen grado de respuesta.
Tomemos como base la experiencia comentada: Los profesionales facturarán a su
entidad por acto médico y si los supuestos se mantienen habrá una tendencia a la
sobre-prestación como una forma de maximizar los ingresos. A su vez la entidad
cuenta con ingresos fijos (su retribución es capitada) intentará mantener las
prestaciones en las tasas históricas e incluso reducirlas, tendiendo – a contrario
sensu – a la subprestación. A su vez procurará demostrarle a su contratante que
el padrón de afiliados siempre resulta ser incompleto, como forma de optimizar
sus ingresos.
En medio de esta puja entre los profesionales y sus entidades, se encuentra la
Obra Social tratando de mantener el equilibrio entre ambas partes.
Es por ello que debe contar con un buen sistema que respalde su gestión. Así
como debe controlar sus ingresos, también debe hacerlo con sus egresos y con lo
que recibe a cambio de ellos (prestaciones en calidad y cantidad adecuadas para
sus beneficiarios).
Por lo tanto deberá orientarse a:
1) Controlar que no haya subprestación por el eventual ajuste que pudieran
realizar las entidades. Esto lo llevará a cabo mediante la utilización de
indicadores de rendimiento y productividad, tomando como base las tasas de
uso históricas y las realidades actuales que el contexto vaya definiendo. Para
ello el contrato deberá prever la entrega periódica de información estadística
confiable e imponer sanciones ante la falta de cumplimiento.
La auditoria médica deberá controlar y observar los desvíos que advierta en
este aspecto.
2) Diferencias de Padrón
Si bien el padrón de beneficiarios es siempre importante, en el caso de pago
por acto médico, con solo demostrar que el beneficiario reviste el carácter de
tal, será suficiente ya que se facturará todo servicio prestado.
Sin embargo, en el caso de la cápita adquiere una trascendencia aún mayor.
En efecto, por las características de esta modalidad de contratación se abona
un monto fijo por beneficiario que “asegura” la prestación en el momento en
que sea necesaria, debiéndose pagar siempre con prescindencia de la
utilización del servicio.
De esta manera, la entidad pondrá énfasis en las altas, pretendiendo que le
sean pagadas desde el momento mismo en que ocurrieron, sin importar
cuando fueron reconocidas en el padrón. Del mismo modo actuará la Obra
Social con las bajas, ya que pretenderá ajustar aquellos pagos realizados que
incluían beneficiarios que debieron haber sido eliminados del padrón con
anterioridad.
Las altas, bajas y modificaciones son constantes, por lo tanto el padrón es un
instrumento dinámico que debe reflejar esas variantes en tiempo y forma.
Aún con un sistema de actualización adecuado habrá diferencias que por
diversos motivos no entran en el proceso “normal”. Ello debido por ejemplo a
la no realización del trámite afiliatorio al inicio de la relación laboral, doble
afiliación durante un período, información extemporánea, etc.
De este modo es pertinente preguntarse, ¿a partir de cuando debe comenzar
a pagarse por cada beneficiario?
¿Desde el momento en que se afilia?
¿Desde el momento en que requiere la primer atención?
¿Desde el momento en que realiza el primer aporte?
¿Desde el inicio de la relación laboral?
Teniendo en cuanta que estos momentos bien pueden no coincidir por algunas
de las razones ya mencionadas o por otras.
La entidad contratada exigirá que sea desde el inicio de la relación laboral, ya
que ese es el momento en que comienzan a devengarse aportes y
contribuciones y es el momento en que el beneficiario se constituye en un
usuario potencial del servicio y no desde el momento (posterior, por cierto) del
alta afiliatoria o del requerimiento del servicio que será cuando sea incorporado
“oficialmente” al padrón.
En cualquiera de los casos estas “diferencias de padrón” se ocasionarán por la
falta de pago de determinadas cápitas por el lapso que media entre la
incorporación efectiva del beneficiario a su puesto de trabajo y el alta
“administrativa”.
Siendo esto así, la misma lógica debe aplicarse para las bajas.
Si la fecha del hecho que da lugar a la baja es anterior a la baja
“administrativa” corresponde que se considere la primera de ellas,
originándose en este caso, una nueva “diferencia de padrón”, aunque esta vez
de sentido inverso.
La forma de solucionar estas diferencias consiste en habilitar una “cuenta
corriente” que le proporcione el adecuado tratamiento a las altas reclamadas
por la entidad y a las bajas cuya detección extemporánea realiza la Obra
Social.
Previa verificación “administrativa” de que el alta o la baja debieron darse con
anterioridad, deberá retrotraerse la novedad a la fecha en que se produjo el
hecho que le dio origen. Calcular el total de meses que no se pagó o se pagó
demás, según sea, sumar lo que corresponda a cada beneficiario en esas
condiciones y multiplicarlo por el valor cápita.
Esta operación realizada tanto para altas como para bajas retroactivas,
arrojará como resultado, lo que finalmente se sumará o restará al valor de la
facturación por la cápita de ese período.
Esto es, se modifica la facturación que surge del proceso “normal” de altas,
bajas y modificaciones con el saldo que arroja la cuenta corriente.
3. Conclusiones