Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Romanos 3 - 10 - 23

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 20

Romanos 1:18-3:20

Tras introducir la justicia que proviene de Dios (Rom_1:17), un tema que desarrolla con detalle
(Rom_3:21-31; Rom_4:1-25; Rom_5:1-21), Pablo presenta evidencias irrefutables de la
pecaminosidad del hombre, y subraya la necesidad imperiosa que tiene de esta justicia, la cual solo
Dios puede proveer y transmitir. Presenta el caso de Dios contra la persona pagana, irreligiosa e
inmoral (Rom_1:18-32; los gentiles), contra la persona religiosa y moral en apariencia (Rom_2:1-29;
Rom_3:1-8; los judíos), y concluye con una demostración de que todos los hombres merecen por
igual el juicio de Dios (Rom_3:9-20).

Romanos 3:9-20

Pablo concluye su inculpación de la humanidad con este resumen: judíos y gentiles son culpables
por igual delante de Dios (vea la nota sobre Rom_1:18-32; Rom_2:1-29; Rom_3:1-20).

Romanos 3:10-17

Pablo ensarta en un solo hilo una serie de citas del AT que sancionan el carácter (vv. Rom_3:10-12),
la conversación (vv.Rom_3:13-14) y la conducta (vv.Rom_3:15-17) de todos los hombres. En nueve
ocasiones emplea expresiones como “ni aun uno” y “todos” para mostrar la universalidad del
pecado y la rebelión de los seres humanos.

Romanos 3:10-12

Esta es una cita de Sal_14:1-3; Sal_53:1-3.

Romanos 3:10

Como está escrito. La introducción común para citas del AT (cp.Rom_1:17; Rom_2:24; Rom_3:4;
Mat_4:4; Mat_4:6-7; Mat_4:10). El tiempo verbal en griego subraya los aspectos de continuidad y
permanencia, y deja implícita su autoridad divina. No hay justo. En sentido universal, el hombre es
malvado e inclinado hacia el mal (cp.Sal_14:1; vea las notas sobre Rom_1:17).

Romanos 3:10-23

Ahora, no hay necesidad de llamar a un médico a no ser que uno esté enfermo. No hay necesidad
de buscar a un Salvador a no ser que uno se de cuenta de que está perdido. Y el apóstol Pablo nos
muestra aquí que el hombre está perdido. Ahora llegamos a esta sección donde nos encontramos
con la acusación de culpabilidad contra toda la humanidad, por parte de Dios. Pablo concluiría esta
sección que trata sobre el pecado, colocando a la humanidad ante el juez de toda la tierra. Los
culpables aquí son judíos, no judíos, hombres, mujeres, ricos y pobres, indiferentemente de quienes
fuesen. El hecho de pertenecer a la raza humana ya le coloca a uno bajo el veredicto de culpabilidad
ante Dios. Y después Pablo nos llevaría a la clínica de Dios; una clínica espiritual, donde el Gran
Médico nos examinaría. Vemos que hay 14 diferentes acusaciones; 6 de ellas pronunciadas por el
Juez, y las otras 8 por el Gran Médico que nos ha declarado enfermos. En realidad, estamos
espiritualmente enfermos y cerca de la muerte. Como San Pablo mismo diría a los Efesios, estamos
muertos a causa de nuestras maldades y pecados. Ésa es nuestra condición. Pero, veamos lo que
dice acerca de nosotros, aquí en este versículo 10:
"Como está escrito: No hay justo, ni aun uno"

Veremos aquí que no hay nadie que haga el bien. Hacer el bien y ser justo es realmente lo mismo.
Ahora, ¿Qué quiere decir ser justo? Significa el estar bien. ¿Estar bien con quién? Tenemos que estar
en una buena relación con Dios, viviendo conforme a Su voluntad. Si usted, estimado oyente, va a
estar bien con Dios, debe tener en cuenta que hay una marcada diferencia entre esto y el estar bien
con los otros personas. Nosotros podemos tener diferencias con algún amigo nuestro. Quizá él tenga
razón o quizás la tengamos nosotros. Y tenemos que llegar a alguna clase de acuerdo o compromiso.
Pero, estimado oyente, si usted quiere estar en buena relación con Dios, debe hacerlo según las
normas de Él.

La salvación de Dios es algo que tomamos o dejamos. Dios no está obligando a nadie a aceptar la
salvación. Usted no tiene que ser salvo si no quiere. Usted la puede rechazar. Dios dice: "este es Mi
universo; Yo he trazado un plan de salvación que está de acuerdo con Mi carácter, Mi naturaleza,
Mi plan y Mi programa. Usted es un pecador y yo quiero salvarle porque le amo. Aquí está la
salvación, lo toma o lo deja". Eso es lo que Dios le está diciendo a un mundo perdido y, por lo tanto,
a usted. Y si yo fuera usted, yo lo aceptaría. Yo ya lo he hecho. Entonces, el estar bien, significa el
estar en una buena relación con Dios aceptando su salvación.

"No hay justo, ni aun uno;...no hay quien haga lo bueno", según las normas de Dios, según sus
métodos. Esa es la primera acusación que Él pronunció. Es decir, el primer punto de los 6
mencionados por el Juez. El segundo se encuentra en la primera parte del versículo 11. Dice:

"No hay quien entienda"

En otras palabras, Él está diciendo que no hay nadie que actúe según el conocimiento que tiene.
Nadie es la persona que quisiera ser. Y el tercer punto, se encuentra en la segunda parte de este
versículo, que dice:

"No hay quien busque a Dios".

Dios no está tratando de esconderse del hombre, Dios se ha revelado. ¿Recuerda usted lo que el
apóstol Pablo dijo a los atenienses, en la colina de Marte? En el capítulo 17 de los Hechos de los
apóstoles, versículo 30, dijo: "Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan". Dios no está mirando para
otro lado en el asunto del pecado. Él está en un lugar claro y visible diciéndole al hombre que es un
pecador y ofreciéndole la salvación. Y su salvación se ve con claridad total. Esto es lo que aquí se
dice. Y no hay quien esté buscando a Dios.

Las antologías de la religión dicen que el hombre está buscando a Dios. Pero esto no es cierto. Se
dice que en el proceso de la evolución, la religión es la búsqueda de Dios. Pero, en realidad
¿podemos decir que la religión es la búsqueda de Dios de parte del hombre? No. Esto no es lo que
la Biblia enseña. Bueno, el hombre no ha encontrado mucho todavía acerca de Dios actuando por
su propia cuenta. No ha llegado muy lejos avanzando en esa dirección porque va por camino
equivocado. Por el contrario, más bien se está apartando de Dios. Ahora, el cuarto punto o
acusación, se encuentra en la primera parte del versículo 12 de este capítulo 3 de la carta de Pablo
a los Romanos, y dice:
"Todos se desviaron"

¿Ve usted? Se han desviado. Dejaron el camino que sabían era el correcto. Incluso las tribus
primitivas tienen antiguas tradiciones que afirman que sus antepasados conocieron al Dios vivo y
verdadero. Estimado oyente, usted sabe que no está haciendo lo que debiera hacer; mas aun,
diríamos que no lo va a hacer, aunque sabe de qué se trata. Usted se ha desviado, así como toda la
humanidad. Y vemos en este mismo versículo 12 el quinto punto:

"A una se hicieron inútiles"

La palabra aquí utilizada como "inútiles" se refiere a la fruta demasiado madura, podrida. Es decir,
se ha echado a perder. Así es la humanidad. El hombre hoy es un montón de fruta putrefacta,
corrupta. El hombre no es como una fruta jugosa. Es una fruta corrupta. Y eso es lo que está diciendo
Dios aquí. Eso es lo que el Juez de toda la tierra está diciendo. Luego vemos en la última parte de
este versículo 12, el sexto punto:

"No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno".

Esta es una negación triple. La humanidad es como un grupo de viajeros que se ha dirigido en la
dirección opuesta a la correcta, y no hay ninguno de ellos que pueda ayudar a los otros. El Señor
Jesucristo les dijo a los líderes religiosos de Su tiempo, en el capítulo 15 del evangelio según San
Mateo, versículo 14: "son ciegos guías de ciegos". Eso es lo que el Juez de toda la tierra dice acerca
de usted, de mí y de toda la humanidad.

Pablo ahora nos traslada al hospital de Dios. Este es un hospital para el espíritu. Y el Gran Médico
dijo al examinarnos, que estamos enfermos espiritualmente. En el versículo 13 vemos el primero de
los 8 puntos que El mencionó:

"Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de víboras hay debajo de sus
labios"

Cuando uno visita al médico en su consultorio, ¿qué es lo primero que le suele decir? Bueno, es que
"abra la boca". Luego, ¿qué hace? Bueno, toma una especie de cuchara y la pone en mi boca y luego
observa mi garganta. Y Dios el Gran Médico hace lo mismo con la humanidad. Y usted ya sabe lo que
dice: "Sepulcro abierto es su garganta". Esta es la primera declaración del Médico.

¿Ha tenido usted alguna vez la oportunidad de oler carne humana en estado de descomposición?
Cuando Dios lo mira a usted amigo oyente no destaca la buena persona que usted es. Alguien dijo,
creemos que fue Mel Trotter: "Si nosotros nos pudiéramos ver como Dios nos ve, no podríamos
soportarnos". Pues bien, eso es lo que Pablo estaba diciendo aquí. Luego dijo: "Con su lengua
engañan". Y ese es el segundo punto.

La segunda cosa que el médico dice en su examen al paciente es: "Saque la lengua". Y eso mismo es
lo que dijo el Gran Médico aquí. Y cuando Dios ve la lengua de la humanidad, es decir, su lengua y
la mía, ¿sabe lo que dice? "Veneno de víboras hay debajo de sus labios". Y este es el tercer punto.

Si usted se dirige a un espejo, puede ver reflejado una lengua que es mucho más peligrosa que la de
la serpiente de cascabel. Todo lo que la víbora puede hacer, es matarlo, pero no puede dañar su
reputación. En cambio, usted y yo también, estimado oyente, tenemos una lengua y con ella
podemos arruinar la reputación de otra persona. Creemos que una de las peores cosas que puede
suceder en algunas comunidades, es la cantidad de chismes que por ellas se divulgan. Esos chismes
han arruinado la reputación de muchas personas, aunque muchos de aquellos que los propagan
creen ser espirituales, y en realidad no son más que personas vanidosas. Tienen unas lenguas llenas
de maldad. ¡Ah, cuánta maldad existe en la boca humana! ¡Qué terrible puede llegar a ser!

Leamos ahora el versículo 14 de este capítulo 3 de la epístola a los Romanos:

"Su boca está llena de maldición y de amargura".

Esta es la cuarta cosa que observó el Gran Médico. Dijo que su boca estaba llena de maldiciones, de
engaños y mentiras. Este cuadro que aquí se nos presenta es también terrible. ¿Qué es lo que quiere
decir? Bueno, simplemente esto. El hombre tiene la inclinación a maldecir. Y usted puede escuchar
a su alrededor hoy y comprobar que ese es el vocabulario de todas las personas de cualquier nivel
cultural. Les gusta más usar un lenguaje profano y ofensivo que cualquier otro lenguaje. Ahora,
Pablo continuó con el versículo 15, donde observamos el quinto punto:

"Sus pies se apresuran para derramar sangre"

Isaías 59:7 nos presenta la versión completa: "Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar
sangre inocente; sus pensamientos son pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento
hay en sus caminos". ¡Qué imagen se nos presenta aquí de la humanidad!

Y dice el versículo 16, con respecto al sexto punto.

"Destrucción y miseria hay en sus caminos"

El ser humano deja tras sí la desolación y el sufrimiento. Y esto se encuentra incluido en la cita de
Isaías que acabamos de leer. Continuemos con el séptimo punto, en el versículo 17:

"Y no conocieron camino de paz".

El hombre no conoce el "camino de la paz". Sólo tenemos que observar el mundo a nuestro
alrededor para darnos cuenta de esto. Por largo tiempo se ha venido hablando de la paz, pero el ser
humano no la ha encontrado. Y las noticias de cada día nos recuerdan todos los días las amenazas
contra la paz en todos los órdenes. Veamos ahora el versículo 18, donde se expone el octavo y último
punto señalado por el Médico Divino:

"No hay temor de Dios delante de sus ojos".

Pareciera que el apóstol Pablo resumió todos los pecados del hombre en esta declaración. Estimado
oyente, ése es el cuadro clínico del hombre de todos los tiempos. No tiene un temor reverente de
Dios. Vive como si Dios no existiera. Y en realidad desafía a Dios. ¡Qué cuadro de la humanidad el
que tenemos ante nosotros!

Llegamos ahora a la última declaración que Pablo pronuncia sobre el tema del pecado. Todavía
existen aquellos que dicen: "Tenemos la ley y vamos a guardar la ley. Nosotros la obedeceremos".
Bien, escuchemos lo que dijo Pablo aquí en el versículo 19 de este capítulo 3 de la epístola a los
Romanos:
"Pero sabemos que todo lo que la Ley dice, lo dice a los que están bajo la Ley, para que toda boca
se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios"

El ser humano no puede alcanzar la justicia por medio de la Ley de Moisés. Es como si la humanidad,
con desesperación, se aferrase a la ley como a un salvavidas cuando se está ahogando. Pero la ley
no la mantendrá a flote. En realidad, hará lo contrario. El aferrarse a la ley sería como si alguien
saltase de un avión y en vez de llevar un paracaídas, llevase con él un saco de cemento.
Verdaderamente, en ese caso la ley le haría caer más rápidamente. Porque la ley condena al ser
humano. Es como una condena a muerte espiritual. Luego, el apóstol Pablo hizo esta declaración en
el versículo 20:

"Porque por las obras de la Ley ningún ser humano será justificado delante de él, ya que por medio
de la Ley es el conocimiento del pecado".

Yo quisiera desafiar a cualquier persona que cree que tiene que guardar la ley para ser salvo, a que
me explique lo que dice este versículo: "ya que por las obras de la ley ningún ser humano será
justificado delante de él;" Y aquí "justificar" quiere decir que ningún ser humano podrá ser declarado
justo, es decir, ningún ser humano podrá ser salvo, ningún ser humano podrá cumplir las normas
establecidas por Dios, mediante las obras de la ley. Estimado oyente, eso nunca lo podría hacer, es
absolutamente imposible para la humanidad, el poder lograrlo. "Por las obras de la ley ? dice aquí ?
ningún ser humano será justificado". Entonces, ¿cuál es el propósito de la ley? En vez de proveer
salvación al ser humano, la ley sirve para hacernos saber que somos pecadores.

Y llegamos ahora al final de esta sección, con este versículo 21. Comenzó entonces el apóstol Pablo
a hablar de la maravillosa salvación de Dios. Pasar de una sección a otra es como pasar de la
oscuridad de la noche a la luz del día. Leamos el versículo 21 para comenzar a hablar de

La disponibilidad de la justicia de Dios

"Pero ahora, aparte de la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la Ley y por los
Profetas"

Ahora, esta justicia de Dios aquí, no es la justicia de Dios en sí, es decir Su atributo, porque Él no
comparte Sus atributos con nadie. Dios dice que Él no comparte Su gloria con otra persona. Por
tanto, no se refiere a un atributo de Dios. Tampoco es la justicia del hombre, porque Dios ya ha
dicho allá en el capítulo 64 del libro del profeta Isaías, versículo 6, que: "todas nuestras justicias
como trapo sucio". Entonces, ¿de qué justicia está hablando Pablo aquí? De la justicia que Dios
mismo provee. Cristo ha llegado a ser nuestra justicia. El mismo apóstol Pablo dijo en su primera
carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 30: "Pero por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos
ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención". Y también dijo en su
segunda carta a los Corintios, capítulo 5, versículo 21: "Al que no conoció pecado, por nosotros Dios
lo hizo pecado, para así en Cristo, hacernos a nosotros justicia de Dios". Ahora, es muy importante
que nosotros reconozcamos que Dios es el que provee esta justicia. Este asunto de la justicia que
Dios provee para nosotros pecadores hoy. Es muy importante que nosotros reconozcamos que Dios
es quien provee esta justicia. No es algo que usted y yo, estimado oyente, podamos hacer, sino más
bien algo que Dios ha provisto para nosotros. Es una justicia que Dios demanda, pero que también
Él suple.
Usted puede notar que ésta es una justicia aparte de la ley. Es decir, que no se puede obtener
haciendo algo o guardando ciertas reglas; ni siquiera las leyes de Dios que, por empezar, tampoco
se pueden cumplir. Dios no le puede salvar por medio de la ley, por la sencilla razón de que usted
no la puede cumplir, no puede estar a la altura de esa ley. Dios no puede aceptar algo imperfecto,
y ni usted ni yo, estimado oyente, podemos proveer la perfección. Es por eso que Dios no nos salva
por la ley.

La frase "testificada por la ley y por los profetas" significa que la Ley dio testimonio de ello en el
hecho de que en el mismo centro del sistema mosaico estaba el tabernáculo donde se ofrecían
sacrificios de sangre que señalaban a Cristo. Así también los profetas fueron testigos cuando
hablaron de la venida de Cristo, de su muerte y su resurrección. Por ejemplo, Isaías profetizó lo
siguiente en 53:6 y 10: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su
camino; mas el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros. El Señor quiso quebrantarlo,
sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá
descendencia, vivirá por largos días y la voluntad del Señor será en su mano prosperada". En
conclusión, la ley y los profetas testificaron de ésta justicia que Dios proveería en Cristo Jesús. Ahora,
en el versículo 22 de este capítulo 3 de la epístola a los Romanos leemos:

"La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay
diferencia"

Hay algunos que piensan que la gracia de Dios tiene que descender en gran medida para alcanzar a
los peores pecadores, pero en menor medida para llegar a los otros que no son tan malos. Pero, en
realidad, es necesario que la gracia de Dios llegue bien hasta el fondo para que nos alcance a todos.
Cada uno de nosotros está completamente perdido fuera de Cristo. O uno está absolutamente
salvado en Cristo, o completamente perdido fuera de Cristo. Todos necesitamos la justicia de Cristo.
No hay diferencias entre los seres humanos. No hay tal cosa como un término medio.

La justicia de Cristo viene a nosotros por medio de la fe en Cristo y se ha definido de varias maneras.
Un pensador del pasado, William Cunningham, lo explicó así: "Bajo la ley Dios requirió justicia del
hombre. Bajo la gracia, Él provee justicia para el hombre. La justicia de Dios es esa justicia que Su
propia justicia le hace requerir". Es una definición sencilla, pero profunda. El teólogo Charles Hodge
dio esta definición: "Es esa justicia de la cual Dios es el autor y que está disponible ante Él, que
satisface y asegura Su aprobación". Y el profesor Brooks presentó esta definición: "Es esa justicia
que el Padre requiere, en la cual el Hijo se convirtió, y de la cual el Espíritu Santo nos convence, y
que la fe nos asegura". Y el Dr. Moorehead escribió que esa justicia es "la suma total de todo lo que
Dios manda, requiere, aprueba y Él mismo provee". No creo que pueda definirse mejor que lo que
estos eruditos lo han hecho.

Como hemos visto, esta justicia es conseguida y asegurada por la fe, no por las obras. Examinemos
ahora estos dos versículos juntos: el 22 y el 23:

"La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él, porque no hay
diferencia, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios"

Otra traducción lo expresa de esta manera: "Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, declara
justos a todos los que creen. Pues no hay diferencia, porque todos han pecado y están lejos de la
presencia gloriosa de Dios".
Esa justicia se obtiene por la fe, no por medio de las obras. El Señor Jesucristo lo aclaró bien cuando
en el relato del Evangelio de Juan 6:28 y 29 le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para poner en
práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que
él ha enviado". Y lo importante acerca de asegurarse esta justicia de Dios no es que haya algún
mérito en la fe suya, o algo de mérito en el simple hecho de creer. Porque, en realidad, la fe no es
una obra de parte suya. Lo importante es el objeto de la fe. El gran predicador Spurgeon lo explicó
así: "No es su esperanza en Cristo lo que le salva. Es Cristo. No es su alegría o satisfacción en Cristo
lo que le salva. Es Cristo. No es su fe en Cristo lo que le salva, aunque sea el instrumento. Sino la
sangre y los méritos de Cristo". Debiéramos recordar bien estas aclaraciones.

Y la justicia es como una prenda de vestir. Está disponible para todos, pero viene sobre los que
creen. Y el apóstol Pablo dijo entonces que todos la necesitaban y lo expresó así: "todos pecaron y
están destituidos de la gloria de Dios".

Estimado oyente, todos hemos pecado. Algunos más que otros. Y hay quienes han llegado mucho
más lejos en su maldad. Pero ninguno puede llegar hasta la gloriosa presencia de Dios. Usted
estimado oyente, nunca podrá alcanzarla por sus propios medios, y Dios ha provisto esa justicia en
Cristo para todos nosotros. Eso es lo que Dios nos ha dado y que debemos aprovechar. Es un regalo
que, por la fe, podemos recibir. ¿Por qué no hacerlo hoy mismo?

COMENTARIOS DE LA BIBLIA DEL DIARIO VIVIR

3.10-12 Pablo hace referencia al Psa_14:1-3. "No hay justo" significa "nadie es inocente". Cada
persona es valiosa ante los ojos de Dios porque El nos ha creado a su imagen y nos ama, pero no
hay un solo justo (o sea, no hay persona que se haya ganado el estar a bien con Dios). A pesar de
ser valiosos, hemos caído en pecado. Pero Dios, a través de Jesús su Hijo, nos ha redimido y nos
ofrece perdón si nos volvemos a El en fe.

3.10-18 Pablo usa estas referencias del Antiguo Testamento para mostrar que la humanidad en
general, en su actual condición pecadora, es inaceptable ante Dios. ¿Ha dicho alguna vez: "No soy
tan malo. Soy buena persona"? Medite estos versículos y vea si se ajustan a usted. ¿Ha mentido
alguna vez? ¿Ha herido los sentimientos de alguien a través de sus palabras o el tono de su voz? ¿Es
rudo con alguien? ¿Se enfurece con sus más duros contrarios? En pensamientos, palabra y obra,
como cualquier persona en este mundo, tiene culpa delante de Dios. Debemos recordar lo que
somos ante El: pecadores alejados. No niegue que es pecador. Más bien permita que su gran
necesidad lo guíe a Cristo.

3.19 ¿Cuál fue su reacción la última vez que alguien le acusó de hacer algo indebido? ¿Negar, discutir
y defenderse? La Biblia nos dice que el mundo permanece con la boca cerrada y bajo el juicio de
Dios poderoso. No cuenta con excusas ni argumentos. ¿Ha llegado usted al punto con Dios en el que
está dispuesto a dejar de defenderse y esperar la decisión divina? Si no es así, deténgase y reconozca
su pecado delante de Él. Si lo ha hecho, ¡los siguientes versículos son buenísimas noticias para usted!
3.20, 31 En estos versículos vemos dos propósitos en la Ley de Dios. Primero, nos muestra dónde
pecamos. La ley nos enseña que somos pecadores desvalidos y debemos acudir a Jesucristo en busca
de misericordia. Segundo, el código moral revelado en la ley nos puede guiar en nuestra forma de
vivir sosteniendo ante nosotros las normas morales de Dios. No ganamos la salvación cumpliendo
la Ley (nadie, excepto Cristo, cumplió o pudo cumplir la Ley a la perfección), sino que agradamos a
Dios cuando nuestras vidas se someten a su voluntad revelada.

3.21-29 Después de estas malas nuevas sobre nuestra pecaminosidad y la condenación de Dios,
Pablo nos da buenas nuevas. Hay una manera de declararnos inocentes: Cristo nos limpia de
pecados si confiamos en El. Confiar significa tener la seguridad de que Cristo perdona nuestros
pecados, nos hace justos delante de Dios y nos da el poder para vivir como El quiere que lo hagamos.
Esta es la solución de Dios y está al alcance de todos a pesar de nuestros antecedentes o conducta
pasada.

3.23 Algunos pecados parecen ser mucho más grandes que otros porque sus consecuencias son
mayores. El homicidio, por ejemplo, nos parece que es peor que el odio, y el adulterio al parecer es
peor que la lujuria. Pero esto no significa que nos merecemos la vida eterna porque nuestros
pecados son de menor envergadura. Cualquier pecado nos convierte en pecadores y nos aparta de
nuestro Dios santo. Cualquier pecado, por lo tanto, conduce a la muerte (porque nos incapacita para
vivir con Dios) por grande o pequeño que el pecado parezca. No minimice los pecados "pequeños"
ni valore con exceso los "grandes". Todos nos separan de Dios, pero también todos pueden ser
perdonados.

3.24 Justificados significa declarados no culpables. Cuando en la corte el juez declara inocente al
acusado, se eliminan todos los cargos del acta. Legalmente, es como si la persona jamás hubiera
sido acusada. Cuando Dios perdona nuestros pecados, limpia nuestros antecedentes penales. Desde
su perspectiva es como si nunca hubiéramos pecado.

3.24 Redención se refiere a que Cristo libra a los pecadores de la esclavitud del pecado. En los
tiempos del Antiguo Testamento, a una persona con deudas podían venderla como esclava. Luego
el pariente más cercano podía redimirla comprando su libertad. Cristo compró nuestra libertad. El
precio fue su vida.

3.25 Cristo es nuestro sacrificio expiatorio. En otras palabras, El murió en nuestro lugar por nuestros
pecados. El enojo de Dios con los pecadores es legítimo. Se rebelaron contra El, se apartaron de su
poder regenerador. Pero Dios declara que la muerte de Cristo es el sacrificio designado y apropiado
para nuestros pecados. Cristo, pues, ocupó nuestro lugar, pagó la pena de muerte por nuestros
pecados y satisfizo a plenitud las demandas de Dios. Su sacrificio otorga perdón, remisión y libertad.

3.25 ¿Qué pasó con los que vivían antes que Cristo viniera y muriera por el pecado? Si Dios los
condenó, ¿fue injusto? Si los salvó, ¿fue el sacrificio de Cristo innecesario? Pablo muestra que Dios
perdonó todo pecado humano en la cruz de Jesús. Los creyentes del Antiguo Testamento por fe
miraban a la futura venida de Cristo y se salvaban aun sin saber el nombre de Jesús ni los detalles
de su vida terrenal. Usted ya sabe que Dios amó de tal manera al mundo que dio a su propio Hijo
(Joh_3:16). ¿Ha puesto su confianza en El?
3.27, 28 La mayoría de las religiones prescriben ciertos deberes que deben cumplir quienes desean
que Dios los acepte. El cristianismo es único al enseñar que las buenas obras no nos justifican ante
Dios. No hay logro humano ni progreso en el desarrollo personal que cierre la brecha que existe
entre la perfección moral de Dios y nuestra imperfecta conducta diaria. Las buenas obras son
importantes, pero no compran la vida eterna. Somos salvos solo por confiar en lo que Dios ha hecho
por nosotros (véase Eph_2:8-10).

3.28 ¿Por qué Dios nos salva solo por fe? (1) La fe elimina el orgullo del esfuerzo humano, porque la
fe no es algo que hacemos. (2) La fe exalta lo que Dios ha hecho, no lo que la gente hace. (3) La fe
reconoce que no podemos cumplir con la Ley ni medir las normas de Dios, y que necesitamos ayuda.
(4) La fe se basa en nuestra relación con Dios, no en lo que hagamos por Dios.

3.31 Hubo algunos malos entendidos entre judíos y gentiles cristianos en Roma. Preocupados,
algunos cristianos judíos preguntaron a Pablo: "¿Desechará la fe todo lo que el judaísmo defendió?"
"¿Cancela las Escrituras, pone fin a nuestras costumbres, declara que Dios ya no obra a través de
nosotros?" (Esta es en esencia la pregunta con que se inicia el capítulo 3.) "¡En ninguna manera!",
dice Pablo. Cuando entendemos el camino de salvación mediante la fe, comprendemos mejor la
religión judía. Sabemos por qué Dios escogió a Abraham, por qué dio la Ley Mosaica, por qué fue
paciente con Israel durante siglos. La fe no desecha el Antiguo Testamento. Más bien, hace más
comprensible el trato de Dios con los judíos. En el capítulo 4, Pablo abundará en este tema. (Si desea
más información, véanse también 5.20, 21; 8.3, 4; 13.9, 10; Gal_3:24-29 y 1Ti_1:8).

LA AUTOPISTA DE LA SALVACION

 Rom_3:23 : Todos han pecado.


 Rom_6:23 : La paga del pecado es muerte.
 Rom_5:8 : Jesucristo murió por el pecado.
 Rom_10:8-10 : Para que nuestros pecados sean perdonados debemos creer y confesar que
Jesús es el Señor. La salvación se recibe a través de Jesucristo.

CONCEPTOS TRASCENDENTALES EN ROMANOS

 ELECCION Rom_9:10-13 La elección de Dios de un individuo o grupo para un propósito o


destino específico.
 JUSTIFICACION Rom_4:25; Rom_5:18 El acto de Dios por el que se nos declara "sin culpa"
de nuestros pecados.
 PROPICIACION Rom_3:25 La absolución del castigo de Dios por el pecado, gracias al
sacrificio perfecto de Jesucristo.
 REDENCION Rom_3:24; Rom_8:23 Jesucristo pagó el precio y ahora somos libres. La paga
del pecado es muerte, Jesús pagó la deuda.
 SANTIFICACION Rom_6:22; Rom_15:16 Ser cada vez más semejantes a Cristo mediante la
obra del Espíritu Santo.
 GLORIFICACION Rom_8:18-19, Rom_8:30 Estado final del creyente que será semejante a
Cristo después de la muerte (1Jo_3:2).
COMENTARIO WILLIAM BARCKLAY

UN MUNDO SIN CRISTO

Romanos 3:9-18

-Entonces, ¿qué pasa? ¿Tenemos los judíos alguna ventaja?

-¡Claro que no! Porque ya hemos acusado a todos los judíos y griegos de que están bajo el poder del
pecado, como está escrito: «No hay nadie que sea justo, ni uno. Nadie se da por enterado. Nadie
busca al Señor. Todos se han desviado, y se han echado a perder. No hay nadie que haga cosas
buenas, ni uno. Tienen una boca que parece una tumba abierta. Cultivan el fraude con sus lenguas.
Tienen veneno de víboras en los labios, y las bocas cargadas de maldiciones y hiel. Sus pies son
rápidos para correr a cometer asesinatos. La destrucción y la desgracia están en sus caminos, pero
ni conocen el camino de la paz. No tienen nunca el temor de Dios ante los ojos.

En el pasaje anterior Pablo insistía en que, a pesar de todo, los judíos ocupan una posición especial
en el plan de Dios. No nos sorprende que entonces el objetor pregunte si eso quiere decir que los
judíos les llevan ventaja a los demás pueblos. Y la respuesta de Pablo es que tanto los judíos como
los gentiles, si están sin Cristo, están bajo el dominio del pecado. La frase griega que usa es muy
sugestiva: hypo hamartían. En este sentido, hypo quiere decir en el poder de, bajo la autoridad de.
En Mat_8:9 , el centurión dice: " Tengo soldados hypo emautón, por debajo de mí.» Es decir, a mis
órdenes. Un escolar está hypo paidagógon, bajo la dirección del pedagogo, un esclavo al que se le
ha confiado. En su estado natural, sin Cristo, el ser humano está bajo el control del pecado, y es
incapaz de evadirse.

Hay otra palabra interesante en este pasaje, la del versículo 12, que hemos traducido «se han
echado a perder.» La palabra griega es ajeiroó, que quiere decir literalmente dejar inútil. Se usa en
relación con la leche que se ha estropeado. La naturaleza humana sin Cristo es una cosa corrompida
e inútil.

Pablo hace aquí lo que solían hacer los rabinos. En los versículos 10-18 ensarta una serie de textos
del Antiguo Testamento, no citándolos literalmente sino de memoria; incluye versículos de los
Psa_14:1-3 ; Psa_5:9 ; Psa_140:3 ; Psa_10:7 ; Isa_59:7 s, y Psa_36:1 . Era frecuente en la predicación
de los rabinos el ensartar textos así. Lo llamaban jaraz, que quería decir precisamente eso: ensartar
perlas.

Es una descripción terrible de la naturaleza humana en su estado sin Cristo. Vaughan señala que
estos textos del Antiguo Testamento describen tres cosas: (a) EL carácter cuyas notas distintivas son
la ignorancia, la indiferencia, la tortuosidad y la inutilidad. (b) La lengua que se caracteriza por sus
cualidades destructivas, mentirosas y maliciosas. (c) La conducta que se manifiesta en la opresión,
la injuria, la implacabilidad. Estos son los resultados de no tener en cuenta a Dios.

Nadie ha visto tan claramente como Pablo la maldad de la naturaleza humana; pero advertimos que
esto no era para él una llamada a la desesperación, sino un desafío a la esperanza. Cuando decimos
que Pablo creía en el pecado original y en la depravación de la naturaleza humana no debemos
concluir que desesperara de la naturaleza humana ni que la mirara con un desprecio cínico. Una vez,
cuando William Jay de Bath ya era anciano, dijo: «Me va fallando la memoria; pero hay dos cosas de
las que no me olvido nunca: Que soy un gran pecador, y que Jesucristo es un gran Salvador.»

Pablo nunca le quitaba importancia al pecado humano, ni grandeza al poder redentor de Jesucristo.
Una vez, cuando el gran independiente de Lancashire William Roby era joven, estaba predicando en
Malvem. Tenía tan poco éxito que estaba desanimado y a punto de dejar la obra, cuando recibió
una reprensión en sazón de un cierto señor Moody, que le preguntó: «Entonces, ¿es que son
demasiado malos para salvarse?» El desafío le hizo volver a William Roby a la labor.

Pablo creía que la gente sin Cristo era mala, pero no demasiado mala para salvarse. Estaba
convencido de que lo que Cristo había hecho por él lo podía hacer por cualquier otro.

LA ÚNICA MANERA DE QUEDAR EN PAZ CON DIOS

Romanos 3:19-26

Sabemos que todo lo que dice la Ley va dirigido a los que están dentro de su sistema; y la finalidad
de la Ley es que se callen todas las bocas y que todo el mundo sepa que está expuesto al juicio de
Dios; porque nadie va a llegar a la debida relación con Dios haciendo las cosas que manda la Ley. Lo
que sí se obtiene mediante la Ley es la plena consciencia de la realidad del pecado. Pero ahora se
nos abre un camino hacia la recta relación con Dios aparte de la Ley, del que dan testimonio la Ley
y los Profetas. Porque la perfecta relación con Dios la obtienen por medio de la fe en Jesucristo
todos los que creen en El. Yaquí no hay diferencia entre judíos y gentiles, porque todos han pecado
y se encuentran excluidos de la gloria de Dios; pero alcanzan la debida relación con Dios
gratuitamente, mediante Su Gracia, por medio de la liberación que ha obrado Jesucristo.

Dios mismo nos Le presenta como el Que puede ganarnos el perdón de pecados si ponemos nuestra
fe en su sangre. Dios lo ha hecho todo así para demostrar Su justicia, porque, en Su paciencia, había
pasado por alto los pecados cometidos en el tiempo pasado, y lo hizo para demostrar Su justicia en
esta era presente, para que quede claro que Él es el único justo, y el Que acepta como justos a todos
los que creen en Jesús.

Aquí tenemos otro pasaje que no es fácil de entender, pero que está lleno de riqueza cuando se
capta su significado. A ver si podemos penetrar en la verdad básica que contiene.

El problema supremo de la vida es: ¿Cómo puede uno estar en la debida relación con Dios? ¿Cómo
puede sentirse en paz con Dios? ¿Cómo puede dejar de sentirse a una distancia insalvable, y de
tenerle miedo a la presencia de Dios? La religión de los judíos contestaba: «Uno puede llegar a estar
en la debida relación con Dios cumpliendo meticulosamente todo lo que manda la Ley.» Pero eso
equivale a decir sencillamente que nadie tiene la menor posibilidad de llegar a estar en la debida
relación con Dios, porque nadie puede cumplir perfectamente todos los mandamientos de la Ley.
Entonces, ¿para qué sirve la Ley? Para que nos demos cuenta de la realidad del pecado. Sólo cuando
conocemos la Ley e intentamos cumplirla nos damos cuenta de que nos es imposible. El propósito
de la Ley es hacernos conscientes de nuestra debilidad y pecado. Entonces, ¿es imposible llegar a
Dios? Todo lo contrario; porque el camino que nos lleva a Dios no es el de la Ley, sino el de la Gracia.
No por las obras, sino por la fe.
Para ponérnoslo más claro, Pablo usa tres comparaciones.

(i) Nos pone el ejemplo del tribunal, lo que llamamos justificación. En este ejemplo se piensa que
el hombre se encuentra ante el tribunal de Dios. La palabra griega que traducimos por justificar es
dikaiún. Todos los verbos griegos que terminan en -ún quieren decir, no hacer a alguien algo, sino
tratar, considerar a uno como algo. Si se presenta ante el juez uno que es inocente, el juez le declara
inocente. Pero el caso del que se presenta ante Dios es que es totalmente culpable, y sin embargo
Dios, en su infinita misericordia, le trata y le considera como si fuera inocente. Eso es lo que quiere
decir justificación.

Cuando Pablo dice que " Dios justifica al malvado» quiere decir que Dios le trata como si fuera
bueno. Eso era lo que escandalizaba a los judíos hasta el colmo. Para ellos eso sólo lo harta un juez
inicuo. "El justificar al culpable es una abominación para Dios» (Pro_17:15 ). «Yo no perdonaré al
culpable» (Exo_23:7 ). Pero Pablo dice que eso es precisamente lo que hace Dios.

¿Cómo puedo yo saber que Dios es así? Lo sé porque Jesús lo ha dicho. Vino a decirnos que Dios nos
ama aunque somos malos. Vino a decirnos que, aunque somos pecadores, seguimos siéndole muy
queridos a Dios. Cuando descubrimos eso y lo creemos, se cambia radicalmente nuestra relación
con Dios. Somos conscientes de nuestro pecado, pero ya no estamos aterrados ni alejados.
Quebrantados y arrepentidos acudimos a Dios, como viene a su madre un niño triste, y sabemos
que el Dios al Que venimos es amor.

Eso es lo que quiere decir justificación por la fe en Jesucristo. Quiere decir que estamos en la debida
relación con Dios porque creemos de todo corazón que lo que Jesús nos ha dicho de Dios es la
verdad. Ya no somos extraños que tienen terror a un Dios airado. Somos hijos, hijos errantes que
confían en que su Padre los ama y los perdonará. Y nosotros no podríamos haber llegado nunca a
esa relación con Dios si Jesús no hubiera venido a vivir y a morir para decirnos lo maravillosamente
que Dios nos ama.

(ii) Pablo nos pone el ejemplo del sacrificio. Nos dice que Dios hizo que Jesús fuera el que ganara
el perdón de nuestros pecados. La palabra griega que usa Pablo para describir a Jesús es hilastérion.
Viene de un verbo que quiere decir propiciar,

y que se usa en relación con los sacrificios. En el Antiguo Testamento, cuando uno quebrantaba la
Ley le ofrecía un sacrificio a Dios. Lo que pretendía era que el sacrificio le librara del castigo que
habría de venirle. Para decirlo de otra forma: un hombre pecaba, y aquel pecado destruía su relación
con Dios; para restaurarla ofrecía un sacrificio.

Pero la experiencia humana era que un sacrificio animal no podía producir ese efecto. «A Ti no Te
complacen los sacrificios; si yo Te ofreciera holocaustos, a Ti no Te agradaría» (Psa_51:16 ). «¿Con
qué me presentaré al Señor, y daré culto al Dios Altísimo? ¿Con holocaustos, con becerros de un año?
¿Le agradarán al Señor millares de carneros, o miríadas de arroyos de aceite? ¿Tendré que dar mi
primogénito en compensación por mi transgresión, o el fruto de mis entrañas para expiar el pecado
de mi alma?» (Mic_6:6 s). Los hombres sabían instintivamente que, una vez que habían pecado,
toda la parafernalia de los sacrificios terrenales no podría arreglar las cosas.

Por eso dice Pablo: «Jesucristo, con su vida de obediencia y su muerte por amor, Le ofreció a Dios
el único sacrificio que puede expiar el pecado real y verdaderamente.» E insiste en que lo que
sucedió en la Cruz nos abre la puerta para que volvamos a estar en la debida relación con Dios, cosa
que no puede hacer ningún otro sacrificio.

(iii) Pablo pone el ejemplo de la esclavitud. Habla de la liberación que ha obrado Jesucristo. La
palabra apolytrósis significa rescate, redención, liberación. Esto quiere decir que la humanidad
estaba en poder del pecado, y Jesucristo es el único que la podía libertar.

Por último, Pablo dice que Dios hizo todo esto porque es justo, y acepta como justo al que cree en
Jesús. Es lo más sorprendente que se puede decir jamás. Bengel lo llamaba "la suprema paradoja
del Evangelio.» Pensemos un poco: quiere decir que Dios es justo, y que acepta al pecador como si
fuera justo. Lo natural habría sido decir: «Dios es justo; y, por tanto, condena al pecador como a un
criminal.» Pero aquí tenemos la gran paradoja: Dios es justo, y, de alguna manera, con esa Gracia
increíble, milagrosa, que Jesús vino a traer al mundo, acepta a los pecadores, no como criminales,
sino como hijos a los que sigue amando a pesar de todo.

¿Qué es todo esto en esencia? ¿En qué consiste la diferencia entre esto y el antiguo sistema de la
Ley? La diferencia fundamental es esta: que el método de la obediencia a la Ley se refiere a lo que
el hombre puede hacer por sí mismo; mientras que el método de la Gracia consiste en lo que Dios
ha hecho por él. Pablo hace hincapié en que nada que nosotros podamos hacer puede ganar el
perdón de Dios; solamente lo que Dios ha hecho por nosotros puede ganarlo. Por tanto, el camino
que conduce a la perfecta relación con Dios no es un intento agotador y desesperado para ganar el
perdón de Dios por nuestra cuenta, sino la humilde y arrepentida aceptación del Amor y de la Gracia
que Dios nos ofrece en Jesucristo.

EL FINAL DEL CAMINO DE LOS LOGROS HUMANOS

Romanos 3:27-31

¿Dónde queda entonces la base de nuestra jactancia? Ha quedado completamente descartada. ¿Por
qué clase de ley? ¿La que nos mandaba hacer obras para agradar a Dios? No, sino por medio de la
ley que nos invita a poner nuestra fe en Jesucristo. Así es que, entonces, nos damos cuenta de que
llegamos a la perfecta relación con Dios mediante la fe, y completamente aparte de las obras que
mandaba la Ley. Porque, ¿es que Dios es sólo el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles?
¡Pues claro que sí! Si, como es en verdad, no hay más que un Dios, Él es el Dios que traerá a los que
están circuncidados a la perfecta relación con Él mediante la fe, y a los que no sabían nada de la
circuncisión también mediante la fe. ¿Cancelamos entonces completamente toda ley mediante la
fe? ¡De ninguna manera!, sino que confirmamos la Ley.

Pablo desarrolla aquí tres puntos.

(i) Si el camino a Dios es el de la fe y la aceptación, queda descartada toda presunción por méritos
humanos. Había cierto tipo de religiosidad judía que pretendía llevar una cuenta de debe y haber
con Dios, y el que la llevaba -naturalmente, el hombre- llegaba al convencimiento de que Dios estaba
en deuda con él. Pablo partía de la base de que todos los seres humanos somos pecadores y estamos
en deuda con Dios, y que nadie puede llegar por su propio esfuerzo a estar en paz con Dios; por
tanto, no hay la menor base para estar satisfecho o presumir de ningún mérito propio. Y después
de conocer a Cristo, «todo lo bueno que haya podido hacer no he sido yo sino la Gracia de Dios
obrando en mí» (1Co_15:10 ).

(ii) Pero un judío podría objetar: «Eso está muy bien para un gentil que no conoce la Ley; pero no
para un judío que la conoce.» A eso Pablo contestaría con la frase que es la base del credo de Israel
y con la que empiezan todas sus devociones privadas y públicas: «Oye, Israel: El SEÑOR nuestro Dios
es el Unico Dios» Deu_6:4 ). No hay un Dios para los judíos y otros para los gentiles. Dios no hay más
que Uno. El camino a Dios es el mismo para judíos y gentiles; y no es el de los méritos humanos,
sino el de la confianza y la aceptación creyente.

(iii) «Pero -podría decir el judío-, ¿quiere eso decir que la Ley no cuenta para nada?» Y podríamos
esperar que Pablo contestara que sí; pero contesta: "No.» Dice que, por el contrario, lo que hace
es dar más valor a la Ley. Lo que Pablo quiere decir es que, hasta ahora, los judíos han procurado
ser buenos y cumplir los mandamientos porque le tenían miedo a Dios y les aterraba el castigo que
les reportaría el quebrantar la Ley. Pero esa actitud ya no tiene la menor justificación, porque lo
único que tiene ahora suprema importancia es el amor de Dios.

Debemos esforzarnos por ser buenos y cumplir la Ley de Dios, pero no ya porque tenemos miedo al
castigo de Dios, sino porque nos damos cuenta de que debemos hacer todo lo posible para ser
dignos de ese amor tan maravilloso. El esforzarnos por ser buenos no viene de tenerle miedo a Dios,
sino de tenerle amor. Ahora sabemos que el pecado no es quebrantar la Ley, sino quebrantar el
corazón de Dios; y es, por tanto, mucho más terrible.

Comparemos esto con lo que pasa en el nivel humano. Muchas personas se enfrentan con la
tentación de hacer algo que no está bien; y no lo hacen, no porque tienen miedo a las consecuencias
legales -una multa, o la cárcel-,sino porque no podrían enfrentarse con el dolor o la tristeza en los
ojos de algún ser querido o varios. No es la ley del temor, sino la ley del amor la que les ha evitado
dar el mal paso.

Esa debe ser nuestra actitud con Dios. Hemos sido liberados de la esclavitud de la ley del miedo,
pero eso no justifica el que vivamos de cualquier manera. Ya no podemos hacer las cosas buscando
sólo nuestro gusto e interés material, porque lo que ahora nos mueve a la bondad es la ley del amor,
a la que nos sentimos más obligados que antes a la ley del miedo.

NUEVO COMENTARIO BIBLICO SIGLO VEINTIUNO

Romanos 3:9-20

La culpabilidad de toda la humanidad

Aun cuando las breves preguntas con que inicia el v. 9 lo conectan con los vv. 1-8, es claro que Pablo
comienza aquí un resumen y aplicación de la argumentación que inició en 1:18. El ha demostrado
que la justa ira de Dios cae tanto sobre gentiles (1:18-32) como judíos (2:1-3:8). Por lo tanto,
concluye Pablo, todas las personas están “bajo pecado”. Pablo refuerza esta conclusión con una
comprobación del AT (10-18), y luego aplica el principio a los judíos (19, 20).
La afirmación que hace Pablo de la continuidad del privilegio judío en 3:1-8 (especialmente los vv.
1-3) estimulan su pregunta ¿les llevamos [nosotros los judíos] alguna ventaja? Su respuesta: Claro
que no, no está dirigida a retractarse de lo que dijo en los vv. 1-3, sino a evitar la conclusión que los
dones de Dios dados a los judíos les otorgan alguna ventaja en el juicio de Dios. Pablo remata este
concepto, recordando a sus lectores que él ya ha acusado tanto a judíos como a gentiles, diciendo
que todos están bajo pecado. Estar “bajo pecado” significa no solamente “ser un pecador”, significa
ser un esclavo indefenso del poder del pecado (cf. 6:15-23).

Pablo subraya su conclusión respecto del pecado universal con una serie de citas del AT. Colecciones
de citas relacionadas según su tema, como ésta, eran algo popular entre los rabinos, y algunos han
pensado que Pablo puede estar citando aquí una colección cristiana ya existente. El propósito
especial de esta serie es ilustrar el “todos” del v. 9: obsérvese la repetición de no hay [ninguno] (vv.
10, 11, 12), y el regreso al tema principal en los vv. 19, 20: toda boca, todo el mundo, nadie. Los
textos parecen estar agrupados desordenadamente a primera vista, pero hay evidencia de una
cierta atención a estructura y secuencia. La primera línea, no hay justo ni aun uno, es el
encabezamiento, mientras que no hay en el v. 18 vuelve al tema cerrando la serie. Los vv. 11, 12
desarrollan la primera línea con cinco repeticiones aprox. sinónimas del tema “no hay justo ni aun
uno”. Estas citas pertenecen en su totalidad al Sal. 143:1-3. En las cuatro líneas siguientes (13, 14),
Pablo continúa tomando de los Sal. (5:9; 140:4; 10:7), y en cada una de ellas menciona pecados de
palabra. Los vv. 15-17, por otra parte, utilizan citas de Isa. 59:7, 8 para describir pecados de violencia
contra otros. Resulta significativo que en tanto algunos de los pasajes del AT que Pablo cita
describen a los enemigos de Israel, otros (p. ej. Isa. 59:7, 8) se refieren a pecados del pueblo de
Israel. Pablo, de esta manera, subraya sutilmente una vez más que los judíos también deben formar
parte de la categoría de “los malos”.

La aplicación de la enseñanza de los vv. 9-18 (e indirectamente de 1:18-3:18 como un todo) que
hace Pablo en los vv. 19, 20 pone de manifiesto nuevamente su preocupación respecto de la
condición de los judíos. El recuerda a sus lectores que sus citas han sido tomadas de la ley (nomos).
El término utilizado aquí se refiere a las Escrituras como un todo (cf. también 1 Cor. 9:8, 9; 14:21,
34; Gál. 4:21b). Pero esta ley está dirigida especialmente a los que están bajo la ley, es decir los
judíos (ver 2:12; 3:2). De aquí Pablo concluye que toda boca está ahora cerrada -nadie tiene defensa
alguna para ofrecer delante de Dios (ver Job 5:16; Sal. 63:11; 107:42)- y que todo el mundo está
bajo juicio ante Dios, esperando la sentencia de la condenación. Pablo puede tomar válidamente tal
conclusión universal de la prueba escrituraria de la pecaminosidad de los judíos porque, al
demostrar la pecaminosidad del propio pueblo del pacto de Dios, él ha probado la parte más difícil
de su caso. Si hasta los judíos son condenados, entonces nadie puede escapar de la misma sentencia.

Esto significa, a su vez, que por las obras de la ley nadie será justificado delante de él (20a). La
realidad de que todos los seres humanos están “bajo el poder del pecado” (3:9) significa que nadie
puede, de manera alguna, obedecer la ley de Dios lo suficientemente como para ameritar una
condición correcta delante de él. Al expresarlo en términos de obediencia a la ley, Pablo está
pensando nuevamente de manera particular en la situación del judío. Pero la obediencia judía a la
ley es una instancia de la obediencia humana a las leyes morales de Dios. Al descartar las “obras de
la ley” judía como insuficientes para alcanzar la salvación, Pablo condena implícitamente toda
“obra” humana como igualmente inadecuada. El poder del pecado tiene atrapados a todos los seres
humanos bajo su inexorable dominio, y nada que nosotros podamos hacer podrá librarnos de ese
dominio. ¿Cuál es, entonces, el propósito de la ley de Moisés? Funciona llevando a las personas a
darse cuenta del pecado. Al exponer detalladamente la voluntad de Dios, la ley mosaica no deja
lugar a dudas de que es al Dios viviente a quien ofendemos cuando pecamos. De esta manera, le
brinda a la humanidad una clara comprensión de su “responsabilidad de rendir cuentas” (ver v. 19)
delante de Dios.

Nota. 20 Tradicionalmente, la frase obras de la ley (ver también Rom. 3:28; Gál. 2:16; 3:2, 5, 10) ha
sido entendida como significando cualquier cosa que una persona haga en obediencia a la ley de
Dios. Esta es la interpretación adoptada en este comentario, y creemos que hay sólidas razones para
aceptarla. En tanto que la frase no ocurre en ningún otro lugar en el gr., una frase paralela en heb.
aparece en los Rollos del Mar Muerto, y guarda también reminiscencias de las frecuentes
referencias de los rabinos a las “obras” y “los mandamientos”, todas las cuales se refieren al hacer
lo que la ley demanda en forma general. Pero hay eruditos que en años recientes han sugerido
diversas interpretaciones. La que propone James Dunn es probablemente la más difundida e
importante. El considera que “obras de la ley” se refiere a aquellos aspectos de la vida de los judíos
que los distinguía como pueblo de Dios, especialmente la circuncisión, reglas respecto de los
alimentos y la observación de las fiestas. De este modo Pablo estaría negando que la identificación
con el pacto judío pueda traer justificación. Aun cuando él verdaderamente enseña esto, pareciera
ser que este versículo estuviera diciendo más que esto. A través de 1:18-3:20, Pablo centró su
atención en las “obras” en un sentido general (ver, en relación con los judíos, 2:2, 3, 6-10, 21-23, 25-
27) y no existe ninguna buena razón para limitar, entonces, ya sea en el uso general de la frase o en
el contexto, su significado a la definición de ciertas obras, o a las obras realizadas con cierta actitud.

Romanos 3:21-26

La justicia de Dios

La justicia (dikaiosune) de Dios constituye el corazón de este gran pasaje. Se la menciona cuatro
veces (21, 22, 25, 26), en tanto que la utilización de dos palabras relacionadas, “justificar” (dikaioo;
24, 26) y “justo” (dikaios; 26), refuerza su importancia central. Pablo desarrolla su exposición de la
justicia de Dios en cuatro pasos.

Primero, él anuncia la justicia de Dios (21). Cabe destacar que Pablo se refiere aquí a una actividad
propia de Dios (como en 1:17), y no a un don o una condición que proviene de Dios. Los términos
que utiliza Pablo son como un eco deliberado de 1:17, al retomar, luego de su necesaria definición
del escenario en 1:18-3:20, el tema de 1:18-4:25. Aquí, sin embargo, Pablo presta menos atención
a la manera en que, a través de la predicación del evangelio, se revela la actividad de Dios de “hacer
justo” o justificar, que a los fundamentos históricos de esa justificación en la cruz de Cristo (esto lo
sugiere el uso del tiempo perfecto en se ha manifestado). Asimismo, confirmando lo que dijo en
3:20, Pablo aclara que esta justicia de Dios se ha manifestado aparte de la ley. Lo que Pablo quiere
demostrar es que ahora se ha inaugurado una nueva era en el plan de Dios, y que esta manera de
acercar a los seres humanos a la relación con él se lleva a cabo fuera de los confines de esa antigua
era, en la cual la ley de Moisés constituía un componente central; pero, a la vez, Pablo destaca
cuidadosamente la continuidad del plan de Dios. La justicia de Dios quizá no se llevara a cabo dentro
de la antigua era, o pacto; pero sí es atestiguada por la Ley y los Profetas de ese pacto.
En el segundo paso de su exposición Pablo destaca el carácter universal de la justicia de Dios. La
experiencia personal de la actividad justificadora de Dios es posible únicamente por medio de la fe
en Jesucristo, y es para todos los que creen; porque todos están por igual necesitados de la justicia
de Dios, porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios (22, 23). La frase traducida por medio
de la fe en Jesucristo presume que el genitivo Iesou Christou es objetivo, pero muchos eruditos
están convencidos de que se trata de un genitivo subjetivo, y traducen la frase como “fe [o fidelidad]
de Jesucristo”. De esta manera Pablo estaría diciendo dos cosas en el 22b: que la justicia de Dios
está fundamentada en la fidelidad de Jesús y que está disponible para todo el que cree. Esta es, por
cierto, una interpretación posible, pero probablemente sea mejor quedarse con la manera en que
se traduce en la RVA y en prácticamente todas las versiones castellanas. La idea de la “fidelidad” de
Cristo (expresada con el término pistis) no está claramente atestiguada en el resto de los escritos
de Pablo, en tanto que toda esta sección de Rom. vuelve una y otra vez a la centralidad de la fe
humana en Cristo, como medio de justificación (ver especialmente el v. 26 al final del presente
párrafo). Pablo, entonces, repite en el v. 22 el concepto de la fe humana porque quiere decir tanto
que la justicia de Dios es solamente por la fe en Cristo, como que es para todos los que tienen esa
fe. El v. 23 es un breve resumen de 1:18-3:20.

La tercera parte del párrafo (24, 25a) apunta a la fuente de la justicia de Dios. Siendo justificados
al principio del v. 24 vuelve sobre lo expresado acerca de la justicia de Dios en los vv. 21, 22. El acto
por parte de Dios de colocar al ser humano en una relación nueva y adecuada con él es un acto de
pura gracia: él actúa sin responder a obligación alguna y de ninguna manera condicionado por
“razón” alguna externa a su voluntad (ver también 4:4, 5, 13-16; 11:6. Por esta razón se hace
necesaria la fe, que es un acto de aceptación y rendición, para experimentar esta justicia. Más aun,
nuestra justificación tiene su fuente en la redención que es en Cristo Jesús. Redención
(apolutroseos) es otro de los términos teológicos importantes de este párrafo. Expresa el acto de
“comprar la libertad de un esclavo”, y sugiere que en Jesucristo Dios proporcionó el “pago” o el
“precio” completo por nuestro pecado, a fin de que fuésemos libertados de nuestra esclavitud al
mismo (ver 3:9) para servir a un nuevo dueño.

El v. 25 continúa con este pensamiento al describir con mayor detalle la naturaleza de la obra de
Cristo por nosotros en la cruz. La palabra clave es hilasterion, que se traduce como expiación en la
RVA. A la luz de la utilización de este término en el gr. secular, muchos consideran que aquí significa
“propiciación”, es decir, un acto en el cual la ira de Dios es apartada. Otros (p. ej. Dodd) insisten en
que la palabra significa expiación, un acto en el cual los pecados son perdonados y “limpiados”. Pero
la evidencia de su uso en la LXX apunta a un sentido ligeramente distinto y más amplio. Aquí, el
término generalmente se refiere al “propiciatorio”, un componente del altar en el tabernáculo. El
término se destaca en Lev. 16, donde se ordena el ritual del día de Expiación. Es sobre este
“propiciatorio” que se rocía la sangre del sacrificio, a fin de “hacer expiación” por el pueblo. Debido
a que en el único otro lugar donde aparece en el NT (Heb. 9:15) hilasterion se refiere a este
propiciatorio, parecería posible que Pablo utiliza la palabra con este significado. Lo que él sostiene,
entonces, sería que Jesucristo es en el NT la contraparte del propiciatorio en el AT. Así como este
propiciatorio era el lugar donde Dios se hacía cargo del pecado de su pueblo, ahora Dios ha puesto
(en BJ, exhibió; BA, exhibió públicamente) a Jesucristo como el “lugar” donde Dios ahora trata, de
manera definitiva y eterna, con el pecado de su pueblo. Esta expiación se lleva a cabo ahora en él,
e incluye tanto el perdón de pecados (expiación) como el apartamiento de la ira de Dios
(propiciación) como en el AT. Esta propiciación es, por supuesto, algo totalmente diferente del
“soborno” de los dioses caprichosos y egoístas que encontramos en algunas religiones antiguas. La
propiciación que se lleva a cabo en la cruz es el regalo de Dios mismo y comprende la satisfacción
de su propia ira santa y justa frente al pecado.

El cuarto paso en la exposición que hace Pablo acerca de la justicia de Dios asevera que la manera
en que Dios justifica a los pecadores no afecta su condición de justo y santo (25b, 26). La clave
para comprender estos versículos está en entender que el significado de “justicia de Dios” aquí es
diferente del significado que tiene en los vv. 21, 22. Al igual que en 3:5 (ver notas allí), se refiere a
la fidelidad de Dios para con su propia persona y palabra en un sentido general. El término traducido
como “justicia” es, en ambos casos, dikaiosune. Dios, en el pasado “pasó por alto”, no castigó con
toda severidad (paresis) los pecados de su pueblo. El justificó a personas como Abraham y David sin
eliminar la totalidad de la pena que correspondía a sus pecados. Esa pena ha sido pagada ya por
Cristo en la cruz, revelando a Dios como justo, tanto en su pasar por alto aquellos pecados pasados
(25b), como en su justificación de los creyentes en el tiempo presente (26a). Así, en una frase que
resume la totalidad del párrafo, presenta a Dios como el que es justo y a la vez justificador del que
tiene fe en Jesús (26b). James Denney nos brinda su propio y hermoso resumen de este párrafo:
“No puede existir evangelio alguno a menos que exista tal cosa como una justicia de Dios para el
impío. Pero tampoco puede existir evangelio alguno a menos que se mantenga la integridad del
carácter de Dios. El problema del mundo pecador, el problema de toda religión, el problema de Dios
en su relación con una raza pecadora, es cómo unir ambas cosas. La respuesta cristiana al problema
está en las palabras de Pablo, refiriéndose a Jesucristo, a quien Dios ’ha puesto … como expiación
(o, en poder propiciatorio) por la fe en su sangre’.” (J. Denney, The Death of Christ [Tyndale, 1951],
p. 98).

COMENTARIOS DE LA BIBLIA PLENITUD

Romanos 3:1-31

3. 5 Aunque el juicio de Dios sobre el pecado muestra su justicia y realza su gloria, esto no significa
que sea un Dios injusto. La santidad de su naturaleza exige que castigue el pecado.

3. 4 veraz, alethes Strong #227: Compare «latente» y «letargo». Genuino, real, verdadero, ideal,
manifiesto, no oculto. Alethes es lo opuesto a falsedad, encubrimiento e inconsistencia humana.
Dios es fiel en cumplir sus promesas; en él no hay falsedad. Alethes nos asegura que sus
pronunciamientos concuerdan con la realidad, son auténticos y están en armonía con los hechos
históricos.

3.8 Algunos tergiversaban el evangelio de Pablo diciendo que el apóstol predicaba hagamos males
para que vengan bienes. Aunque Dios es tan grande que puede utilizar el mal para su gloria, nunca
hace el mal, y nunca nos permite hacerlo para obtener buenos resultados.

3.9 - 20 La conclusión de Pablo sobre el argumento en 1.18-3.8 es que todo el que está en el mundo
está bajo el juicio de Dios.

3.9 El nosotros incluye a los judíos, en contraste con el ellos, que se refiere a los gentiles.
3.18 La razón que subyace bajo la creciente corrupción de la sociedad es que no tienen temor de
Dios; es decir, piensan que no tienen que responder ante Dios por sus inmoralidades.

3.19 Que toda boca se cierre: El día del juicio nadie podrá decir que Dios ha sido injusto. Los judíos
tenían la Ley escrita de Dios en la Escritura, y los gentiles las normas morales de sus corazones y
conciencias, suficientes por lo menos para que perseveraran en la búsqueda de Dios.

3.21 Pero: Subraya el contraste entre la revelación de la ira de Dios (1.18), y la revelación de su
justicia. Véase la nota a 1.17. Por la ley y por los profetas: Se refiere a todo el AT.

3.22 La fe en Jesucristo es una confianza genuina en Cristo, una sincera seguridad en él, en lugar de
en uno mismo, para alcanzar la salvación.

3.23 Nunca nadie alcanzará por sí mismo las normas divinas de absoluta perfección moral para
merecer la gloria de Dios. Por lo tanto, si va a haber alguna salvación, debe venir por otra vía (véase
v. 24).

3.23 Cristo: La necesidad absoluta de cada ser humano, EVANGELIZACIóN MUNDIAL. La


evangelización mundial requiere que veamos a la gente tal como Dios la ve, como pecadores: 1) por
naturaleza (3.10); 2) por decisión propia (3.23); 3) por su conducta (6.23). Ciertas actitudes y
pretextos ciegos han hecho que algunos creyentes en Cristo no adviertan la condición desesperada
de los perdidos: «Porque la paga del pecado es muerte» (6.23). El universalismo o reconciliación
final son términos que describen la creencia errónea de algunos de que, al fin y al cabo, aun a los
eternamente perdidos se les librará del juicio eterno. Pero Pablo dijo: «Pensando esto: que si uno
murió por todos, luego todos murieron» (2Co_5:14). Porque él vio a los perdidos como Dios los ve,
dijo que el amor de Dios le «constreñía» a dedicarse a la evangelización mundial. Las naciones, es
decir, todos los seres humanos, necesitan el evangelio desesperadamente, y están perdidos sin él.
Un examen cuidadoso de la Palabra de Dios nos ayudará a captar y retener la convicción de que la
humanidad entera necesita el evangelio.(Act_4:12/Rom_10:13-15) G.C.

3.24 Justificados significa ser declarados justos ante Dios.

3.24 redención, apolutrosis Strong #629: Una liberación asegurada por el pago de un rescate,
liberación, dejar en libertad. La palabra, en el griego secular, describía a un conquistador soltando a
los prisioneros, un amo redimiendo a un esclavo. En el NT, la palabra designa la liberación del mal y
de la condenación del pecado por medio de Cristo. El precio que se pagó para la compra de esa
liberación fue su sangre derramada.

3.25 Propiciación quiere decir apaciguamiento de la ira divina por medio de una ofrenda de
sacrificio. Algunos niegan que la Biblia contenga esta idea porque no creen que un Dios de amor
pueda nunca convertir a sus criaturas en objeto de su ira. Pero la idea está claramente expresada
en la palabra griega traducida como «propiciación», que ofrece la única solución ante la condena
divina del pecado, tal cual lo explica Pablo en 1.18-3.20. En el corazón del evangelio yace la idea de
que, si Cristo no hubiese tomado sobre sí la ira de Dios que la humanidad merecía, ella todavía
pendería sobre nosotros (2Ki_2:5, 2Ki_2:8; 2Ki_3:5; 2Ki_5:9; 2Ki_9:22; Eph_5:6; Rev_6:16-17). El
concepto de propiciación está también vívidamente descrito en Isa_53:4-5, Isa_53:10-11. La palabra
sangre es una referencia a la muerte de Cristo como sacrificio realizado en lugar nuestro. La sangre
derramada de Cristo, es una clara evidencia de que entregó su vida por nosotros. Para manifestar
su justicia : Dios no había castigado todos los pecados pasados (en los tiempos del AT). Por lo tanto,
aparecía como alguien injusto, en razón de que se había pecado sin que se hubiese pagado la pena
correspondiente. Pero cuando Cristo murió, él pagó incluso por los pecados pasados que Dios había
perdonado, mostrando así que la justicia divina nunca perdona el pecado sin satisfacción completa
de la pena.

3.25 Relación correcta con Dios por medio de la sangre, LA SANGRE. Dios presentó a Jesús como el
sacrificio para expiación o reconciliación con la humanidad, la cual estaba separada de Dios. La
comunión con un Dios santo era posible únicamente por medio de la expiación de los pecados, los
cuales separaban de Dios y de las promesas del pacto a la humanidad. Es la sangre derramada de
Cristo lo que finalmente satisfizo los requisitos de la justicia de Dios. El juicio de Dios cayó en forma
completa sobre Cristo, el sacrificio inmaculado que borra los pecados pasados y presentes. Es por
medio de la fe en la sangre de Cristo que la humanidad es justificada a los ojos de Dios. La sangre de
Cristo, entonces, viene a ser el vínculo que une al pueblo a Dios y que le da derecho a las provisiones
del pacto de Dios. La sangre de Cristo es para siempre el único medio de una relación correcta con
el Dios santo. (Mat_26:28/Eph_2:13) C.S..

3.26 Enviar a Cristo a morir por nuestros pecados, fue la asombrosa solución divina al problema de
cómo podía Dios permanecer siendo justo (castigando todo pecado), y al mismo tiempo, justificar a
los pecadores (declararnos perfectamente justificados ante él).

3.31 Las leyes morales de Dios no son abolidas por el evangelio de Cristo. Por el contrario, todo el
plan de salvación, incluyendo a Cristo obedeciendo por nosotros la Ley, y dando su vida para pagar
nuestras transgresiones de ella, muestra que las normas morales divinas son eternamente válidas.

También podría gustarte