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Segundo Llorente - Voces de Alaska

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Cartas del P. Segundo Llorente, S. J.

Voces de Alaska
ENTRE ESKIMALES

Edición preparada

por los PP. Ángel Santos Hernández, S. J.

Francisco Fernández Castro, S.J.

1963

2
Imprimi potest
ANGELUS TEJERINA, S. J.
Praep. Prov. Leg.

Nihil obstat
LIC. ZACARÍAS GAMA
Censor

Imprimatur
JOSÉ, Obispo
Palentiae, 31 Maii 1963

3
ÍNDICE

PRESENTACIÓN

ESTÁ EN MADRID, TRAS VEINTISIETE AÑOS EN ALASKA

I: EN ALASKA
AKULURAK 1935-1937

II: DE NUEVO EN ESTADOS UNIDOS


PORT TOWNSEND 1937 - 1938

FRAGMENTOS DE CARTAS

COPLAS HUMORÍSTICAS

4
PRESENTACIÓN

VOCES DE ALASKA. Oyó la voz de la tundra y partió. Más que voces,


son susurros al oído. En el silencio de la tundra, no hace falta gritar. Pero
esa voz silenciosa, al resonar en el P. Llorente, nos estremece el alma.
Percibimos las incidencias de su viaje hasta Akulurak, sus primeros
ministerios "Entre Eskimales", sus trágicas experiencias de los fríos
alaskanos, su primer encuentro con los trineos y los perros, con los
salmones y las focas, con las auroras boreales, presagio de borrascas de
nieve, con los osos polares, con el fervor de sus cristianos...
Dos años de íntima convivencia.
Y luego un año de formación espiritual y prácticas sacerdotales en
Estados Unidos.
También sus cartas de este año son VOCES DE ALASKA.
Sueña que oye los aullidos de los perros alaskanos, los llantos de los
huerfanitos, las llamadas de los eskimales. Harto de confort americano,
añora los fríos congeladores, el pescado ahumado, el suelo para dormir y el
trineo para ir en busca de almas y acaso al encuentro de la muerte en
aventura apostólica...
VOCES DE ALASKA.
Y pensamos. Los Misioneros lo dan todo por Cristo y por las almas.
Y nosotros ¿qué?
Preparando estábamos esta Presentación, cuando recibimos carta del
P. Llorente.

Anchorage Alaska.
Abril 29 de 1963.
Querido P. Castro:
Me acaba de llegar el pasaporte hace media hora.
Saldré de Alaska en AIR FRANCE el viernes 3 de mayo. Llegaré a
Paris antes del mediodía del sábado. En Paris tomaré nuestro IBERIA,

5
que sale a eso de las doce y media y nos posará en Barajas a eso de las
dos y media de la tarde del sábado 4 de mayo de 1963.
En unión de oraciones quedo todo suyo In Domino,
P. LLORENTE, S. J.

Corrimos a abrazarle al bajar del avión.


Al día siguiente, 5 de Mayo, J. L. L, del Ya de Madrid, publicaba
unas declaraciones del P. Llorente.
Serán, seguro, el mejor prólogo a este segundo tomo de sus cartas.
PADRE CASTRO, S. J.

6
ESTÁ EN MADRID, TRAS VEINTISIETE AÑOS EN
ALASKA

En su largo viaje no ha dejado de ver el Sol

El Padre Segundo Llorente, S. J., nos dice también:


«Yo soñé volver un día a hablar otra vez el castellano»

Declaraciones a YA del célebre misionero leonés el llegar a España

El Padre Segundo Llorente, de la Compañía de Jesús, celebró ayer


su primera misa en España. Fue hacia las cuatro de la tarde, en el
oratorio de la casa profesa de la Compañía de Jesús en Madrid, sin más
testigos que los ángeles y el Padre que le ayudaba de acólito. Porque el
Padre Llorente, desde que se ordenó en Estados Unidos y marchó a
Alaska, no había vuelto a España.

¿Hace falta presentar al Padre Llorente?... Veintisiete años en Alaska


después de seis en otras ciudades no "polares" de los Estados Unidos son
una temporada suficiente como para preguntar por él. Pero es indudable
que no hay zona de misión más conocida en sus costumbres, anécdotas,
vida pastoral, problemas y resultados que esa "esquinita" de Alaska —
como la llama el Padre Llorente— donde el gran misionero leonés go-
bierna espiritualmente a más de ochocientos esquimales.
El fabuloso epistolario del Padre Llorente ha sembrado el mundo
entero de noticias sobre su vida y su misión. Lo que muy pocos españoles
conocen de verdad es cómo es el Padre Llorente. Ni física ni
temperamentalmente hay una imagen exacta de él.

"EN LAS FOTOS SALGO MAL"

Físicamente no es como nos lo han devuelto las fotos — "¡En las que
siempre salgo mal... Mire usted qué fatalidad!", dice él mismo—. Nació en
7
1906, en el inmortal lugar leonés de Mansilla, pero no representa más de
cincuenta años. Su aspecto es fornido (como si se pasara la vida
practicando deporte); su rostro, ancho y grueso, rebosante de salud y con la
piel sin una arruga, curtida por las navajas de los vientos de la tundra.
Cuando habla parece que frunce el ceño, pero la amabilidad y calor de su
mirada nos abre con toda franqueza la puerta de su alma cordialísima.
Cuando escucha, se pasea por su vista cierto pícaro brillo y sus labios
pretenden una leve sonrisa. Todo lo cual —al oírle se confirma— nos hace
pensar que estamos ante un hombre que gusta ver las cosas por su lado
amable y tomar las molestias como "bromas" de la Providencia.

NO ES TAN "NÓRDICO" COMO QUIERE

Temperamentalmente, no es el impasible "nórdico" de que él


presume, ni tampoco el eterno bromista a ultranza que algunos, a través del
buen humor —cuya finura y profundidad espiritual son inmensas— de sus
cartas, han podido forjarse. En sus gestos, en su voz, en sus respuestas
concisas, en su forma de ver las cosas, es una amable mezcla de sobriedad
castellanoleonesa y seriedad norteamericana. Habla "corto y ceñido", mira
mucho por la ventana y sonríe suavemente a unas sólo él sabe qué lejanías
mientras se explica. Pero la amabilidad, la serenidad, la cordialidad de sus
maneras dejan adivinar un alma cálida y emotiva. Es un español, un
"mediterráneo" —como gusta él decir— tanto como nosotros. Lo que pasa
es que, en vez de gesticular, prefiere hablar con las manos atrás; en vez de
derramar torrentes de elocuencia, dice las cosas en dos palabras; en vez de
dar voces, usa un tono suave. Pero, en el fondo, siente y se expresa como
el más mimado de los hijos de esta gloriosa Celtiberia que, a pesar de su
sol, sabe enviar a las noches polares misioneros que se aclimatan por amor
a Cristo lo mismo que si hubieran nacido en un iglú.
—Bueno, hijo —me dice—, siéntese ahí, en mi mesa, y escriba; yo
prefiero hablar paseando.

SIN PONÉRSELE EL SOL

Y se pone a caminar por la habitación como si fuera un profesor


dando paseos por el entarimado de su cátedra. Al empezar a hablar para
nuestros lectores se echa a reír...

8
—Dígales usted que tiene gracia lo que me ha pasado en el viaje...
Salí ayer viernes de Alaska a las once de la mañana, con sol en el avión de
Air France y llegué hoy, "saturday", bueno, sábado, a Madrid, con sol, a
mediodía. Dejamos a la izquierda el mismísimo Polo Norte, aparecimos al
otro lado del mundo sobre Islandia, Noruega y vinimos a caer, después de
nueve horas de vuelo ininterrumpido, sobre Hamburgo. Al cabo de una
hora volvíamos a volar hacia París, donde me detuve tres horas, cambie a
un avión de Iberia y a las doce treinta de esta mañana, de nuevo a volar,
con sol, hacia Madrid.
¿Qué tal?... Pues desde que salí de Alaska hasta que llegué a Madrid
no he dejado de ver el sol... Curioso.
Entonces se sienta, da una palmada y se echa a reír de nuevo. Le hace
gracia el que uno vaya tomando nota a nota sus palabras.
—Esto es lo que me hace falta a mí... Si yo tuviera siempre una
persona que fuera escribiendo todo lo que yo voy pensando en alta voz,
sería feliz y no pararía de hablar... diría más cosas... Claro que también eso
de sentarse a la máquina y mover el teclado inspira mucho. En fin, no sé
qué es lo que sería mejor.

EL MISIONERO

Se levanta. Reflexiona un poco. Pega la cara a los cristales de la


ventana y dice despacio:
—Diga a los lectores por qué he venido a España después de treinta y
tres años de ausencia. Dígales que ha sido un gesto paternalísimo de mis
superiores, que han creído seria muy consolador para este Padre el que
estuviera una ten, paradita en "su" España —ponga usted sin falta eso de
"su" España, ¿eh?—. También han pensado que con sus charlas podría
suscitar por acá vocaciones para las misiones.
—Querido Padre Llorente, su presencia será la mejor charla porque
usted es un misionero que...
—¡Un misionero —me corta—, un misionero...! ¿Se sabe bien lo que
es un misionero...? El misionero debe considerar como una gracia, un
regalo de Dios, el que El le haya escogido para serlo. El pecado más
horrible que puede cometer el misionero es creer que está "haciendo algo"
por Dios cuando el que está obligado es él, que ha sido objeto de seme-
jante predilección.

9
—Entonces hablará usted de las misiones, de lo que son.
—Naturalmente, para que los jóvenes vean que las misiones no
matan a nadie. Aunque sean tan duras como Alaska.
Nos informa que estará en España hasta octubre, y puntualiza:
—Si es que el sol no me mata...
Durante esa temporada recorrerá colegios de segunda enseñanza y
comunidades religiosas dando charlas. "Les contaré —comenta— la vida
del misionero desde que se levanta hasta que se acuesta, para que nadie se
quede con curiosidad por saber qué es lo que hace..."
Lo que hace el Padre Llorente, de día y de noche, es bien sabido. Sus
cartas han prodigado detalladamente su vida y su trabajo. Lo que si con-
viene recordar es que este misionero, perdido en medio de la inmensa
Alaska, donde caben tres Españas, tiene más de 800 fieles (diseminados en
la tundra, en pueblos que distan 13 y 30 kilómetros del centro misional),
que gracias a su celo son todos católicos. Lo más sorprendente es cómo los
conoce.
—Los conozco mejor que ellos mismos. Tanto es así, que vienen a
preguntarme cuándo nacieron y qué parentesco tienen con éste o con aquél
o cuáles son sus apellidos. Y casi nunca tengo que mirar el fichero.

"¡VIVA ESPAÑA!"

El Padre Llorente habla un castellano excelente y castizo, en el que el


impacto del inglés cotidiano apenas si lo roza con cierto leve acento muy
especial, que no es el acento propiamente de los norteamericanos hablando
español, sino uno particularísimo que se ha fabricado el Padre Llorente
para uso del Padre Llorente. Hasta ahora el castellano no era para él más
que letra. Ahora va a ser palabra.
—Yo soñé —dice lentamente—, allá en Alaska, volver a hablar un
día otra vez en castellano. Al ver que lo soñado se hace realidad estoy muy
contento y creo que no me voy a quedar corto.
Antes de terminar le lanzamos una indirecta sobre sus alardes
"nórdicos": esa impasibilidad de la que hace gala.
—Lo que pasa —aclara sonriente— es que yo me emociono so-
lamente allá en lo recóndito de los pliegues del alma —las "entretelas",
¿no? — sin dejar que la conmoción llegue a los ojos o a la voz. Si acaso
esto ocurre, es sólo ante una o dos personas, nunca ante grupos. Como ve
10
usted, esto es una "máscara" de indiferencia que yo me pongo, porque de
lo contrario todo se echa a perder. Con esa "máscara" soy yo capaz de
enfrentarme con la humanidad entera. EN ALASKA

El Padre Llorente, a pesar del cansancio de tan enorme viaje, me dice


al despedirme que desde que ha llegado no ha parado de hablar y que
aunque son ya las siete y media de la tarde piensa seguir hablando, porque
"todavía me queda tela para rato". Y al darme la mano me dice con voz
tranquila pero con la mirada conmovida: "¡Viva España!"...

J. L. L.

11
I

EN ALASKA

AKULURAK 1935-1937

12
ST. LEO'S RECTORY
710 s. 13th Street
Tacoma, Wash
Agosto, 1935

1.º DESPEDIDA DE ALMA COLEGE. — 2.° EJERCICIOS A LAS


ADORATRICES DE SAN FRANCISCO DE CALIFORNIA. —3° UNA
ENTHEVISTA CON EL CÓNSUL DE ESPAÑA. — 4.° EJERCICIOS A
LAS CARMELITAS DE SAN FRANCISCO. —5.° UNA VISITA AL
HOSPITAL PROVINCIAL. — 6.° DESPEDIDA DE LAS
ADORATRICES Y CARMELITAS. — 7.° EN TACOMA: VISITA AL
ASILO. — 8.° AÑORANZAS DE ESPAÑA. — 9.º LLEGA A LA
BAHÍA DE LA ESCUADRA YANQUI. — 10.º MINISTERIOS CON
LOE RECLUSOS DE LA CÁRCEL. 11.º — EXCURSIÓN AL MONTE
RAINIER. — 12.º ESPERANDO CON IMPACIENCIA EL PERMISO
OFICIAL. — 13.º ME VOY A ALASKA.

Mi inolvidable Amando:

Como te prometí una carta larga, voy a cumplir la promesa, haciendo


destilar ante tus ojos la serie de acontecimientos que me han salido al paso
desde que dejé el Teologado. Helos aquí:
1° Mayo 29.— Examen de cuarto año. Con él pongo fin a la carrera.
Mayo 30. —La Ascensión. Me despido de Alma College y sus bellos
contornos. En el tren, dos horas de charla con un libre-pensador. Al bajar
en San Francisco me aprieta efusivamente la mano y me asegura —el muy
vivo— que esta charla ha sido el momento más delicioso de su vida. El P.
Ministro (1) me tiene preparado un cuarto limpísimo, con mi nombre y
todo a la puerta. Societas Jesu, Societas amoris (2). Visito a la Superiora de
las Adoratrices y fijamos la distribución de los Ejercicios. Son 43 Madres
mejicanas, muy reverendas.
Mayo 31. —Ordeno las papeletas que me han de servir de guía en
puntos y pláticas. Las escribí en febrero y marzo, y están tomadas de
autores notables que leí y releí en tardes lluviosas y días de vacación. Con
1
El Vicesuperior.
2
La Compañía de Jesús es Compañía de amor.
13
estas papeletas a la vista tengo para hablar hasta dejarlo de sobra, y esto
me consuela y desvanece todo temor. Por la noche, doy los primeros
puntos.
2º Junio 1.—El convento dista de nuestro Colegio doce minutos
yendo despacio. Voy a las ocho y media y vuelvo a las doce menos cuarto.
Por la tarde, voy a las dos y cuarto hasta las seis menos cuarto. Por las
calles hay un tráfico feroz. Los autos en este país matan 36.000 transeúntes
al año y hieren cerca de un millón. Visito al Sr. Arzobispo que me da
licencia para confesar a las religiosas.
Día 3.—Recibo carta del P. Provincial diciéndome que me prepare
para ir a Alaska este verano; pues necesitan con urgencia tres misioneros y
yo soy el único que puedo hacer el número 3. El corazón me late un poro
de prisa, se me arruga la frente y me río un sí es no es nervioso. Me parece
que sueño, como cuando a Jacob le dijeron que vivía José y que le quería
ver y abrazar.
Las monjitas se eternizan en el confesonario. Tengo por norma no
interrumpir, dejar que terminen de hablar, y luego puntualizar sobre lo
dicho. Como ven por delante una semana toda para ellas, lo toman des-
pacio y vuelven una y otra vez hasta que ya ni preguntas curiosas les que-
dan. Yo agradezco a Dios la paciencia jobina que me da, y bendigo la hora
en que pensé en tener los puntos y pláticas preparados para las inmediatas.
Durante el día no tengo tiempo ni para cepillarme.
Día 9.— Pentecostés y fin de los Ejercicios. Les digo la Misa con
motetes y les doy la bendición con la indulgencia plenaria. Al querer salir,
me encuentro con la puerta cerrada. Tengo que quedarme a desayunar, y lo
hago en una sala capaz, rodeado de todas las religiosas, presididas por la
M. Superiora. Fueron dos horas inolvidables de intimidades y efusiones
capaces de enternecer los desfiladeros rocosos de Despeñaperros. Todas a
una me aseguraban que estos Ejercicios han sido la gracia mayor que han
recibido después del Bautismo. Las pobres han andado desterradas por
esos mundos, sin confesor fijo, sin más Padre espiritual que la absolución
quincenal que recibían de Padres que estudiaron en España y entienden el
castellano, vestidas de paisanas, etc., etc. Los dos años precedentes les
dieron los Ejercicios sendos Padres yanquis que los leían chapurrea-
damente en libros o apuntes, sin ponerse realmente en contacto con ellas.
Ahora están que echan chispas por los ojos: me recuerdan ejemplos y
anécdotas de los puntos que más les impresionaron, hacen mil comentarlos
y se ríen a carcajadas, como criaturitas de un año cuando les hacen cos-

14
quillas en la palma de la mano. Todas quieren morirse ahora mismo. Les
parece que entrarían en el cielo sin pasar por el purgatorio. Al cabo de mil
preguntas sobre mi porvenir, me amenazan con una campaña de oraciones
y sacrificios con que piensan obtener de Dios que me quede en California,
donde pueda darles Ejercicios todos los años y confesarlas con frecuencia,
y echarles pláticas, etc., etc. Bien están las Misiones —me dicen—, pero
las 200.000 personas de lengua española que pululan por los valles floridos
de California sin sacerdotes que las entiendan, más nosotras, más tantas
otras Comunidades de habla española necesitan con urgencia a un P. Llo-
rente. Y algunas no vacilan en descubrir las estratagemas que van a usar
con Jesús Sacramentado para que me saque un día de Alaska y me de-
vuelva sano y salvo a San Francisco. Confieso que tamaña amenaza me
alarma, pues estas almas seráficas alcanzan de Dios lo imposible. Al
levantarme para irme, veo muchos ojos humedecidos, caen todas de
rodillas y me piden la bendición. Luego finjo frialdad y despreocupación,
me pongo muy cariñosote, prometo poner lo que esté de mi parte para no
dejarlas del todo, y... adiós. Por la calle circula una multitud indiferente. El
contraste me pone pensativo y quedo a merced de los más diversos
pensamientos.
3.º Día 10.— Ayer y hoy son de descanso. Esta tarde fui a visitar al
cónsul español, quien me extendió la cédula personal. Hablamos de
España. Condena los sucesos de octubre (3), y habla con respeto de las
Ordenes Religiosas. Yo, por no haberle visto nunca ni saber de qué pie
cojea, me hago el desentendido y defiendo el orden y la paz en general. Sí
el pueblo quiere República ¡viva la República! Si quiere Monarquía ¡viva
el Rey! Con estos sentimientos tan democráticos nos entendemos muy bien
y yo salgo riéndome por dentro. Probablemente también él se quedó rien-
do. Así es la vida: la mitad del género humano se ríe de la otra mitad. Pero
confieso que me hizo el buen señor una impresión magnífica. Visito luego
a la Superiora de las Carmelitas y fijamos la distribución. Salen todas al
recibidor y puedo ver los deseos inmensos que tienen de empezar los
Ejercicios. Por la noche les di los puntos preparatorios.
4.° Día 11.—De nuevo en Ejercicios. Son 25 Madres, también
mejicanos y no menos reverendas. Tienen el convento a dos pasos de nues-
tro Colegio.
Día 14. — Noto que me voy cansando y que vivo de reservas. Con
todo, no pierdo la paz en el confesonario donde se me eternizan. Las po-

3
La revolución de Asturias de 1934.
15
bres Carmelitas han estado en las mismas condiciones que sus paisanas las
Adoratrices. Sin embargo se conservan que es una gloria. Hay aquí almas
tan canonizables como cualquiera de las ya canonizadas. Si estos dos mo-
nasterios estuvieran en Francia, serían una fuente perenne de canoniza-
ciones. Como no están, se quedan para aquella parte del Martirologio, don-
de se dice que: «En otras partes otros muchos santos mártires y confesores
y santas vírgenes».
Día 19. —Fin de los Ejercicios. Mientras ellas tienen elecciones para
nueva Priora, me envía el P. Rector a confesar a las Adoratrices, quienes
me tienen en el confesonario de ocho y media a doce y cuarto. La santidad
de estas sencillas religiosas me avergüenza. Lo que allí veo y oigo es una
espuela que me acucia a entregarme del todo a Jesucristo y vivir en armo-
nía con lo que significa tal entrega.
Por la tarde visito a las Carmelitas. Han reelegido a la Priora y todos
celebramos el acontecimiento en el locutorio, donde me entretienen lo in-
decible. Para no estar ociosas, bordan y cosen tras la reja, después de
pedirme permiso para ello. Así disfrutan de la conversación sin perder
tiempo. Aquí se repite la historia de las Adoratrices. Quiero irme, pero..,
no hay tu tía. Saben que me voy a Alaska y quieren estrujarme bien antes
de que las deje para siempre. Están seguras de que Dios me ha de traer
desde Alaska para darles más veces los Ejercicios y confesarlas. Así se lo
piden, y tantas oraciones y tantas amenazas me ponen temblando: ¡Si estas
almas colombinas me torcerán los planes de toda mi vida! Les digo que los
Jesuitas —por Instituto— debemos desentendernos de conventos; pero una
muy lista replicó: «A quien Dios no da hijos, el demonio le da sobrinos».
Me preguntaban si tenía más hermanos Jesuitas; y cuando les hablé de ti,
me rogaron te aconsejara que vinieras a América a sucederme. No, mejor
es que no pienses en venir hasta que te salga la barba y estés un poquito
más maduro; porque aquí se necesita mucha madurez y ésta —no te
enfades— es planta exótica en los Noviciados (4).
5.º El P. Stern, S. J., que atiende al Hospital Provincial, me lleva
consigo a ver su campo de operaciones. El Hospital tiene nueve edificios
monumentales, con 1.400 camas. En la actualidad hay 900 enfermos. Los
visitamos a todos. Cuánta miseria. Qué solos están aquellos pobres enfer-
mos, con la vista fija en el techo, pálidos, en un silencio que sólo alteran
quejidos y los pasos acelerados de médicos y enfermeras. Hay entre ellos

4
Su hermano Amando era novicio en Marquain (Bélgica). Contaba entonces
17.
16
muchos católicos. Como el Hospital es del Estado, no se permite en él nin-
guna religión oficial, aunque hay libertad amplísima para practicar cual-
quiera —desde el budismo, hasta el mahometismo—. El P. Stern tiene su
capillita en los jardines del Hospital, adonde acuden a Misa los conva-
lecientes. Este Padre lleva once años sin dejar de visitar todas las salas un
solo día. Todos le conocen y de todos es amigo. Sin velas, ni roquetes, ni
distintivo de ningún género, reparte todos los días una docena de comu-
niones, y los primeros viernes reparte un promedio de doscientas. No se le
muere nadie sin la extrema-unción, y ha unido muchos matrimonios in
periculo mortis. Ha convertido un sinnúmero de enfermeras no católicas, y
los médicos más indiferentes le dan palmaditas cariñosas en el hombro y le
veneran. La labor de este Padre sólo la pueden apreciar los ángeles.
Después de cuatro horas de subir y bajar escaleras y ascensores, y visitar
salas y más salas, me siento tan agotado, que apenas me tengo en pie. El P.
Stern se me ríe a carcajadas. Lo mismo le pasaba a él los primeros días.
Ahora, al cabo de once años, y a los 60 de edad, va y viene con la agilidad
de un gamo. Todo es hasta acostumbrarse.
6.º Día 20. — Recibo carta del P. Socio de California, en la que me
confía dos tandas más de Ejercicios en español a sendas Comunidades de
Religiosas mejicanas en las ciudades de Los Ángeles y San Diego. Las
tandas —me dice—tendrán lugar en agosto. Qué lástima, precisamente en
agosto es cuando tengo que estar con las maletas cinchadas para zarpar
camino de Alaska. Como no pueden adelantarse esos Ejercicios, tengo que
dejárselos a un Padre yanqui de los que estuvieron en Oña. Con esto termi-
no mis ministerios en California y me preparo para tomar el tren hacia el
Norte. Antes me mandan a confesar por última vez a las dos Comunidades.
Las Adoratrices me tienen cinco horas, interrumpidas con una visita al
comedor de los huéspedes —donde en vez de unos pastelitos como me
habían dicho— me encontré con una cena en toda regla. Por primera vez
en cuatro años y medio volví a saborear los clásicos garbanzos. Los comí,
riéndome a lo bobo, sin acabar de creer que en realidad aquello eran gar-
banzos. Lo eran, y muy ricos. Las Carmelitas sólo me tuvieron en el confe-
sonario cuatro horas.
No se habló de despedidas; baste decir que fueron muy sentidas. Al
día siguiente crucé la bahía de San Francisco y tomé el tren para Portland;
justamente veinticuatro horas de tren. Crucé llanuras como el mar, atravesé
montes imponentes, vi ciudades a diestra y siniestra y al fin llegué a
Portland en la mañana de la fiesta del Sagrado Corazón. Dije Misa en la
capilla doméstica, ayudado por un Hermano Coadjutor y luego subí a ver
17
al P. Provincial. A la sazón no estaba en casa, pero había dejado ins-
trucciones al P. Socio. Estas eran que mandásemos una carta a Wáshing-
ton, al Departamento de Emigración, pidiendo permiso para ir a Alaska
dos años. Así lo hicimos. Lo de dos años, es porque al cabo de ellos tengo
que venir a hacer la Tercera Probación. Hecha ésta, pensamos arreglar
definitivamente los pasaportes de modo que ya no dependa para nada del
dicho Departamento.

7.º Y Como en Portland no hay gran cosa que hacer, me lleva a Taco-
ma el P. Rector de aquel Colegio que necesita Padres para diversos mi-
nisterios.
Día 31.— Estoy en la ciudad de Tacoma, que tiene al pie de 120.000
habitantes. Aquí tenemos Colegio y Residencia. Primero habito en el Co-
legio donde me encargaron el convento de las Salesas, a quienes atienden
los nuestros. Luego me bajaron a la Residencia a hacer de capellán en el
asilo de las Hermanitas de los Pobres.
Julio 4. —Hay en el Asilo unos 20 ancianos y unas 30 ancianas. Una
que tiene 92 años me dijo muy ingenua: «Yo, fuera de que no tengo
dientes, y de que estoy sorda y de que no veo bien, por lo demás me en-
cuentro hecha una moza». La mayoría es católica. Los hay que no quieren
ser molestados con cuestiones de religión. Otros lo quieren dejar para
«mañana». Uno de ellos no católico me asegura que lleva una vida como
un santo: ni bebe, ni fuma, ni habla mal de nadie, ni roba, ni tiene nada
contra los católicos. ¿Qué más quiere usted?, me pregunta extrañado de
que yo le haga una visitita por las tardes hablándole siempre de lo mismo.
8.° Día 11.—Pasa por aquí el P. Provincial, quien me trae un fajo de
correspondencia y me da la noticia de que el Superior de Alaska me ha
destinado a la cristiandad de Akulurak (5) junto al Estrecho de Behring.
Allí estaré tres meses entrenándome con los dos Padres de la Residencia.
5
Akulurak, a orillas del río de su nombre, es el último de los puestos misio-
neros abiertos en la primera época de la Misión alaskana; en 1893 era una región de
marismas y pantanos, reino del silencio y la soledad; sin bosques, sin vegetación,
nada; un distrito inmenso, donde con monotonía fastidiosa se seguían sin interrupción
un páramo, un desierto, una estepa, una planicie inculta y cien marismas cenagosas;
la región de las típicas tundras alaskanas. Actualmente es uno de los puntos más
importantes de la Misión con una hermosa iglesia con asientos para 250 personas,
órgano y calefacción. Tiene escuelas, orfanato y una Comunidad de Religiosas
Ursulinas. Hay dos Padres por lo menos y varios Hermanos para los quehaceres
domésticos.
18
Luego saldré para Kashunak (6), distrito del P. Fox (7), que estudió en Oña.
Este Padre necesita un compañero con toda urgencia, pues, aparte de la
cristiandad, tiene a su cargo el Noviciado de religiosas indígenas, fundadas
y amaestradas por él (8). Quiere decir que nos repartiremos el cargo de
Maestro de novicias, seis meses cada uno. Amando, no sé si tú te figurarás
lo que supuso hacerme a mi Maestro de Novicias eskimales. Cuando se lo
escriba al P. Morán, le voy a dejar sin palabra. Vivir para ver, que dijo el
otro.
El P. Provincial viene a mi cuarto a charlar un ratito y me encuentra
devorando cartas y revistas en español. Hacía mes y medio que no me
había llegado correspondencia, por andar de acá para allá, como judío
errante. Tenía yo en mis manos la revista «Hechos y Dichos» (revista que
ni sabia yo siquiera que existía), y me la tomó él para ver si podía entender
español. Coincidió que la tenía yo abierta al fin de un artículo mío que me
publicó, y vio allí mi nombre. —Con que también escribe usted artículos,
¿eh?, me preguntó. Y luego añadió: «Pues sígalos escribiendo, que le
servirán de entretenimiento en Alaska. Encargue una máquina de escribir
portátil, llévela con usted, y escriba usted cartas y artículos a los cuatro
puntos cardinales, y gane amigos y dinero para la Misión. Y si algún
Jesuita español quiere venirse por acá a hacerle a usted compañía, dígale
que le recibimos con los brazos abiertos». Yo repuse que España está
6
Kashunak, puesto en el Estrecho de Behring, fundado de modo estable en
1927, aunque ya desde principios de siglo había sido visitado por los primeros
misioneros; el pueblo pasa de unos 200. Cerrado a los tres años, en 1930 lo atiende el
misionero de Hooper Bay, P. Fox; para ayudarle en estos ministerios fue designado el
P. Llorente, como nos comunica en su carta, aunque luego cambiaron los Superiores
de opinión y le dejaron todo el tiempo en Akulurak.
7
El P. ayos Fox nació en 1892 y llegó a Alaska de misionero en 1927; habla el
español por haber hecho en Oña (Burgos) sus estudios teológicos. De 1928 a 1930
estuvo de misionero en Kashunak; el curso 1930-1931 estuvo haciendo la Tercera
Probación en California; el año 1931 volvió a Alaska y quedó encargado del puesto
de Hooper Bay, con la misión de visitar con alguna frecuencia el distrito de
Kashunak, sin misionero propio. En un principio se pensó en el P. Llorente como
compañero suyo, según queda indicado.
8
Son las Religiosas indígenas de Nuestra Señora de la Nieve, Congregación
aprobada por Mons. Crimont en 1933 para atender especialmente a las obras de
enseñanza, El año 1939 murieron dos Religiosas, víctimas de la caridad, cuando
durante una epidemia se consagraban al cuidado de los enfermos; atacadas ellas a su
vez por el contagio morían poco después, víctimas de su abnegación. Cfr. SANTOS,
Jesuitas en el Polo Norte, p. 454-455.
19
abrumada de Misiones ahora; a lo que respondió que si me había soltado a
mí, también podrían soltar a otro. Y con una sonrisa picaresca añadió:
«Con tal que el que venga sea de la talla de usted».
Día 12. — No acaba de llegar el permiso de Wáshington, y esto me
alarma. Esperemos. Pero el que espera desespera. Estoy un tanto aburrido
y un poco tocado de añoranzas. Cojo el sombrero y voy al parque a despe-
jarme la cabeza. En medio del tráfico de la calle me siento solo, con una
soledad que me apresuro a desechar, porque «no me gustan los santos
encapotados» como a Santa Teresa. Al internarme en el parque descubro
un cañón de artillería que adorna una de las glorietas. Me arrimo a él y...
¡santos cielos! En él estaba grabado el escudo de España; debajo del cual
están esculpidas estas palabras en purísimo castellano: ¡Sevilla 3 de julio
de 1783». Evidentemente se trataba de un cañón tomado a los españoles en
Cuba o Filipinas. Me hice amigo de él allí mismo. El y yo éramos dos
españoles prisioneros en el destierro. Me apoyé sobre él y quedé medita-
bundo. Luego le di unas palmaditas y me alejé, no sin volver dos o tres
veces la cabeza para contemplar aquel pedazo de España por última vez.
9.º Día 13. —Llega a la bahía la escuadra yanqui y me invitan a ir a
ver los barcos. Estuve en un acorazado que me enseñaron de arriba a
abajo. Es el «California», uno de los mayores del mundo. Doce cañones
tan gigantescos que un soldado puede gatear dentro de ellos desde la boca
hasta la culata. Luego cañones antiaéreos, más otros cañones de menor
calibre para disparar a objetos cercanos. Aquello es algo formidable. Se
me subleva la sangre ante tanto aparato bélico y me dan ganas de hacerme
marino para andar entre cañones. Luego pienso que soy hijo de San
Ignacio, que pertenezco a las huestes apostólicas de Cristo, y el tal acora-
zado se empequeñece a mis ojos hasta el punto de despreciarle como
juguete sin vida y sin razón de ser.
No vino toda la escuadra, sino sólo 15 barcos con 9.000 marinos.
Estos pasean las calles en grupos. Muchos de ellos son católicos. A nuestra
iglesia vienen la mayoría y me toca confesarlos.
Día 14.— Continúa la huelga general que ya lleva un mes. Por las
calles patrullan pelotones de soldados con casco y bayoneta calada. Para
intimidar a las hordas comunistas obreras tiene lugar un desfile monstruo
de marinos y soldados por las calles principales. Yo me estaciono en una
esquina céntrica y allí, apretado por la turba, presencio el paso marcial de
soldados, oficiales, marinos, carros de guerra y fuerzas de la policía. Tocan

20
las bandas y la gente aplaude delirante. Yo me contagio y de nuevo quiero
ser soldado, para reírme luego de mi necedad.
Día 25. — No ha llegado todavía respuesta de Washington. Si me
hubieran dicho en bromas que yo era tan paciente como lo estoy demos-
trando ser, no lo creería. Si no llega, no puedo ir a Alaska y tengo que
hacer primero la Tercera Probación. Como ésta hay que hacerla, en
absoluto preferiría hacerla cuanto antes, para poder luego ir a Alaska sin
preocuparse ya de más: Fiat voluntas Dei.
10. Día 29. — Ayer domingo estuve en la cárcel visitando a los
presos católicos. Es una prisión modelo, levantada en una isla para que
nadie se escape sin nadar antes una legua. A la sazón hay 900 presos en
ella, de los cuales son católicos unos 180. Llego la víspera en una gaso-
linera. Me abren unas puertas de hierro que se cierran tras de mí y quedo
en un patio donde se divierten los guardias con magníficos perros policías.
Se me saluda por todas partes y me abren otra puerta de hierro que se
cierra automáticamente. Luego otra puerta de barras espesas y, por fin,
quedo en un salón donde me esperan unos 60 hombrachones de mirada
atravesada y rostro sombrío. Una instrucción de catecismo con anécdotas
que logran hacerles reír, y luego varias confesiones. A continuación me
introducen en el comedor, donde me esperaban unos 50 muchachotes de
lengua española, nacidos en los Estados Unidos del Suroeste, junto a la
frontera mejicana. El guardia que los vigila se sienta cerca. Es muy
campechano, y no sabe ni pizca de español.
Yo dejo el sombrero y el maletín y me pongo a pasear delante de
ellos, derramando sonrisas, preguntándoles cosas indiferentes, asegurán-
doles que viven allí como reyes, y luego procedo a una explicación de lo
más necesario de la doctrina cristiana. Logro hacerlos reír y que me
pregunten sin miedo ninguno. Ya es muy de noche y me llevan a un cuarto
muy limpio y con buen ajuar donde duermo sin novedad. Por la mañana
digo Misa a unos 120, en la que comulgaron 13. Terminada la Misa me
mezclo con ellos y charlamos amigablemente. Se me acerca un eskimal,
que estuvo en las escuelas nuestras de Alaska y me habla un inglés muy
pasable. Al verle tan cerca de mí se me alegra todo el ser y pienso en los
que me esperan allá en Alaska. Luego me conducen a la enfermería, donde
doy la Comunión a un recluso que ya no le quedan más que siete años; casi
nada. Está muy satisfecho y piensa en la libertad que tendrá en el cielo
donde no hay cerrojos, ni guardias, ni malos ratos. El lugar es magnífico.
Las olas, estrellándose ante los muros; un campo colosal de balón, donde

21
juegan los del Norte contra las del Sur; cine los sábados; tres comidas, con
música durante la cena; radios por todas partes; y dos mudas cada semana.
Uno de ellos me dijo que ya no le quedaban más que dos semanas, y que
no sabía qué haría una vez salido. No son pocos los que lo pasan mejor en
la cárcel que fuera. Sin embargo, es deprimente el hecho de que los cierran
con barras y candados, como a las fieras en los parques zoológicos. Por
casualidad, me entero de que hay un español allí; pregunto por él y me
llevan a la enfermería donde se está reponiendo de unas calenturas. Es un
navarro que lleva en este país 18 años. En unas huelgas habló muy alto y le
catapultaron en la cárcel. Después de un saludo afectuoso, la conversación
se anima y termina en un torrente de palabras. «No es católico, pero ama a
Jesucristo más que el Papa. Los curas son embajadores de los ricos. El cu-
ra atontece al pobre obrero con palabras misteriosas y terribles sobre no sé
qué infiernos para los ladrones y descontentos. El obrero así entontecido,
baja la cabeza y se deja chupar la sangre por patronos sin entrañas. Luego
el rico paga al cura para que continúe su obra de entontecer las masas. Esto
no puede continuar. El espera salir de aquí, volver a España y empezar una
campaña activa en favor de los obreros. Afuera el dinero, y que se trafique
con intercambio en especie. El no es socialista, ni comunista, ni anarquista.
No es más que un obrero modesto que se esfuerza porque prevalezca la
verdad sobre la mentira, el derecho sobre la tiranía, y la justicia sobre la
farsa».
11. Día 31. —Fiesta de San Ignacio: Excursión al monte Rainier.
Este se eleva a 4.200 metros, con nieves perpetuas, crestas inaccesibles,
etcétera, etc. En tres horas de auto llegamos a las frondas levantadas a una
altura de 1.800 metros. La lluvia y la niebla espesísima nos impiden ver la
cumbre. Hay despeñaderos pavorosos, cascadas encantadoras y montones
inmensos de nieve arremolinada en quiebras y cañadas. Se nos acercan al
auto dos osos pardos implorando por misericordia algún dulce. Devoran
bombones con furor y cuando éstos se acaban, se internan en la espesura,
porque a ellos lo que les importa no es el viajero curioso, sino los bom-
bones y la cerveza. Están medio domesticados; pero no conviene fiarse
mucho de ese medio. Por la noche vamos al Colegio a cenar, y de
sobremesa la conversación es muy animada. Uno de las Padres es italiano
y le proponemos apuntarse voluntario para una capellanía en Etiopía. El se
defiende muy bien, y la conversación se anima. Luego me toca a mí.
—¿Cuándo vuelve el rey a Madrid?
—No sé.

22
—¿Conviene que vuelva?
—Según y cómo.
—¿Cuando vuelven los jesuitas a España?
—Muy pronto. Etc., etc.
12. Agosto 2. —No llega carta de Washington. Esto está oscuro.
Dentro de cinco días empieza la Tercera Probación. Si para entonces no
me ha llegado el permiso, ¿la empezaré? ¿Voy o no voy a Alaska este año?
Paciencia y barajar. Entre tanto, no puedo escribir a nadie, pues no puedo
darles las señas. Y se estarán creyendo que soy un frescales y un olvidadi-
zo que no respondo las cartas. Paciencia. Entretengo mis ocios leyendo
español. En la biblioteca provincial de Tacoma di con el plúteo de autores
españoles. No están los que yo quisiera, pero son españoles y hay que tra-
garlos. Cuando ya he devorado más de cien páginas y se me cansan los
ojos, tomo el acordeón y me voy a los sótanos a llenar de armonía aquellos
recintos. No puedes imaginarte los progresos que estoy haciendo. Lo
mismo toco una jota, que un villancico, que la marcha de San Ignacio. Con
este acordeón —que compré en una casa de empeños—, pienso entretener
a mis eskimales en las noches interminables de aquellos inviernos sin fin.
Todos me dicen que ha sido el gran acierto. Tengo también anteojos de
larga vista y una linterna eléctrica. Sólo me falta una escopeta que compra-
ré en vísperas de embarcarme. También tengo una cámara fotográfica, que
me ve a dar la vida para mis artículos... si tengo humor para escribir. Estos
objetos no son despilfarros; son simples necesidades, según lo afirman los
que lo han experimentado.
Día 7. —Esta noche empieza la Tercera Probación; y yo sigo aquí sin
saber aún si la hago o si voy a Alaska; «O vos omnes qui transitis per
viam; attendite et videte...»
En esta expectación deprimente me sirve de consuelo el hecho de que
me tienen ocupado en el confesonario muchas horas, con evidente prove-
cho de innumerables penitentes.
Ayer celebré por primera vez Misa solemne de Requiem. Aquí traen
el cadáver a la iglesia y lo colocan junto al presbiterio, donde está entre ci-
rios durante la Misa. El cementerio dista 14 kilómetros y fuimos a él en
una caravana de autos. Bendije la sepultura y demás, según el ritual y, al
terminar yo, se desató un llanto que me llenó de escalofríos. La difunta era
una abuelita, y allí estaban hijos, nietos, parientes y amigos. Era una fami-
lia de Yugoslavia, de lengua croata. Una vez más me convencí de que no

23
puedo en absoluto ver llorar; me derrito lo mismo que la manteca en el
fuego.
Yo la había visitado una vez que llamaron por teléfono avisando que
estaba agonizando. Cuando llegué la encontré muy sosegada; se trataba de
uno de tantos ataques. No sabía la vieja ni pizca de inglés. Como ya había
recibido todos los Sacramentos, me contenté con darla la absolución des-
pués de haberla escuchado la confesión en su lengua ininteligible. Dios la
entendió, y eso basta.
13. Día 13. —Buen día. El correo me ha traído una máquina de escri-
bir, un rollo en el que viene contenido el diploma del Bachillerato por la
Universidad de San Luis, y una carta del Departamento de Emigración.
Día 14.— Los envoltorios de papeles y pasaportes —aunque aparen-
temente complicados—prometen un arreglo tan satisfactorio, que hoy
mismo salgo para el puerto de Seattle a arreglar el billete para Alaska.
Es Seattle una ciudad de 400.000 habitantes en la que tenemos Cole-
gio y Residencia. Un Padre que estuvo en Alaska me toma por su cuenta
—por orden del P. Provincial—, y me lleva a tiendas y almacenes donde
compramos objetos por valor de 40 dólares; botas de agua, polainas, botas
de badana hasta la rodilla, pantalones de teniente que mueren debajo de la
rodilla y encajan debajo de las polainas, dos pares de trajes de abrigo que
cierran herméticamente, una escopeta de dos cañones y seis cajas de cartu-
chos, medias de lana más gordas que las que usan los pastores de nuestro
pueblo, camisas que pesan media arroba, camisetas que pesan otra media,
etc., etc. Luego vamos al puerto. El último barco sale el 7 de septiembre, y
en él se me reserva un camarote en el que iré solo y en el que podré
celebrar todos los días, gracias al altar portátil que me ha regalado un anti-
guo Misionero de Alaska.
Como ves, los acontecimientos se van precipitando. Puede ser que
salga hacia el 28 del presente. De todos modos ya te escribiré desde Alaska
contándote las peripecias del viaje.
Recuerdos a todos.
Tu hermano,
SEGUNDO LLODENTE, S. J.
Agosto, 1935

24
REV. MERRIL SULZMAN
Sacred Heart Rectory
Seward, Alaska
8 septiembre 1935

1° CAMINO DE ALASKA. — 2.° EN KETCHIKAM. — 3.° EN


WRANGELL. — 4.° UNA ENTREVISTA EN JUNEAU CON MONS.
CRIMONT, OBISPO DE ALASKA. — 5.° «EN SECO» EN MEDIO
DEL GOLFO DE ALASKA.— 6.º EN CÓRDOBA Y VALDÉS. — 7.°
ANTE EL GLACIAR COLUMBIA. — 8.º EN SEWARD.

Mi inolvidable Sindo (9):


1.º Ya estoy en Alaska. Para que te hagas una idea de mi viaje marí-
timo, te lo voy a describir en breves rasgos.
Agosto 31. — A las nueve de la mañana salimos del puerto de Seattle
(EE. UU.). El buque se llama «Alaska», es de 7.500 toneladas y lleva 200
a bordo. Al soltar las amarran, la banda entona un himno marcial y por mí
corren unos escalofríos que no sé explicar. El sueño dorado de mis días de
junior en Salamanca y de mis años de filósofo en Granada se va a plasmar
en realidad. No he dejado pasar un día sin decir repetidas veces: «Jesús,
José y María, recibid en Alaska el alma mía». Y he ahí que ya estoy
camino de Alaska. La mar está suave; no hay mareos. A la derecha se ven
las costas canadienses pobladas de árboles; a la izquierda se divisa la isla
de Vancouver, tan larga que no la pasamos hasta el anochecer.
Septiembre 1. — No digo Misa por no tener aún altar portátil. La mar
espléndida. Vamos por entre islotes verdes, repletos de aves marinas. Por
la mañana tuve el placer de contemplar dos ballenas regulares que se
divertían saliendo a flote y sumergiéndose a corta distancia del buque. Con
los catalejos que llevo, pude apreciar mejor lo descomunal de su tamaño.
Junto al barco se ven focas que pasan como relámpagos, con unas
cabezotas negras como terneros, o por lo menos como perros mastines. Ya
tengo varios amigos a bordo, en especial un dentista de Chicago, solterón
de 42 años, muy corpulento, bonachón como todos los gordos, y tan
espontáneo que, aunque no tiene religión alguna, me confía los secretos
más íntimos porque —son sus palabras— «los sacerdotes católicos son
personas de fiar». Por la tarde baja a mi camarote un pastor protestante a
9
Su primo, P. Gumersindo Treceño..
25
cambiar impresiones. Se divorció de su mujer y tiene dos nietecitos. De
joven era borracho, jugador y blasfemo; pero un día, al doblar una esquina,
el cielo le iluminó y de vicioso se hizo hombre modelo. Se alistó en la
secta llamada «El ejército de salvación», pero se desavino con los
directores y se separó. Al cabo de siete años de oración, una mañana de
mayo, fresca y rosada, el Espíritu Santo bajó del cielo visiblemente, le
llenó y le dijo con voz inteligible: «Vete y predica el Evangelios». En-
tonces él se empolló capítulos enteros del Nuevo Testamento, pidió dinero
a un amigo, sacó pasaje para Alaska y ahora piensa terminar sus días
evangelizando a los mineros de las costas del Sur de Alaska. Confieso que
la extraña locura de este infeliz me dejó suspenso por unos momentos. Le
expuse a grandes rasgos la contextura de la Iglesia Católica y quedó tan
maravillado, que allí mismo me pidió le recibiese en la «Iglesia Romana,
Siguieron unas aclaraciones, y lo di todo por perdido cuando exigió que
los Obispos le habían de permitir ir a tierra de infieles a predicar el
Evangelio a pesar de vivir aún su mujer. La conversación duró tres horas.
Como él no se iba, y en cubierta hacía un fresquete que sabía a gloria, le
dije: ¿Qué cree usted que debo hacer yo para salvarme? y respondió:
«Pedir el bautismo del Espíritu Santo». Se lo prometí, y mi hombre
empezó a dar saltos de gozo, con frenesí, con locura. Yo lo vi malo, y,
empujándole suavemente hacia la puerta y dándole un apretón de manos,
le despedí.
2° Día 2. —A las ocho llegamos a Ketchikan (10), la primera ciudad
de Alaska. Tiene 4.500 habitantes que viven de las minas, de la pesca y de
la madera. Como el barco paró tres horas, fui a nuestra Residencia a decir
Misa. Dicha ésta, el Padre (11) que la atiende, me llevó al Hospital dirigido
10
Ketchikan, en la isla de Revillagigedo; es típica por sus construc-
ciones originales, pues gran parte de las casas —todas de madera— están
levantadas sobre plataformas de tablones por maderos elevados en el mar.
Entre los dos barrios —el indio y el blanco— está la iglesia y casa de los
Padres, y Junto a la iglesia se levanta uno de los edificios más respetables
de la población: es el Hospital, propiedad de las Hermanas de la Caridad,
Sus habitantes viven generalmente de las minas, de la pesca y de la
madera. Los Jesuitas se establecieron en esta ciudad alaskana el año 1907.
11
El P. HAROLDO BUCKLEY, nacido en 1894 y Regado a la Misión en el
verano de 1931, destinado a Ketchikan, donde estuvo hasta el 1936 en que volvió a la
Provincia. Este año estaba también en Ketchikan el anciano P. Tornielli. misionero
venerable de los hielos alaskanos, nacido en 1850 y llegado a Alaska en 1898; al
terminar ese curso tuvo que volver enfermo a EE. UU., donde murió en Spokane el
26
por Religiosas donde hallé mesa puesta con desayuno regio. Las monjitas
me rodearon haciéndome mil preguntas. Al levantarme para irme se me
pusieron de rodillas y me pidieron la bendición de costumbre. La más
anciana me entregó una caja muy cuca diciéndome que era el único regalo
que podían hacerme tan de repente. No valieron porfías y tuve que tomar
el bulto. Ya en el camarote le abrí y me encontré con el mazapán más
guapo que jamás ha fabricado el más experto confitero. ¡Qué delicadezas
tiene Jesús preparadas a los misioneros de Alaska! —me dije—, y se me
llenaron de agua los ojos.
Por la tarde, tomé el acordeón y bajé a los sótanos, donde se apiñan
marinos, carboneros, pasajeros de tercera y demás. Con una bandurria, una
corneta y mi acordeón, armamos un ruido infernal. Más que las canciones
nacionales les gustaron «Las cuatro Milpas», canción mejicana que oí en
La Habana y que la toco pasab1emente. Con apretones de manos y
palmaditas en los hombros me despidieron y al subir por las escaleras oí
decir a uno: «¡Qué cura tan majo!» Ninguno de los allí presentes era
católico. Así se derrumban prejuicios y se les hace ver que también los ca-
tólicos ríen y cantan y aman a sus semejantes.
3° Por la noche, o mejor, al anochecer, llegamos a Wrangell (12),
segunda ciudad de Alaska. Es pequeña, pero está en ella el P. Monroe (13),

26 de octubre de 1938, a los 88 años de edad. Para más detalles de este misionero
singular cfr. A. SANTOS, Jesuitas en el Polo Norte, p. 367-370. No sabemos a cuál
de los dos Padres se refiere el P. Llorente.
12
Wrangell, pequeño poblado alaskano, al N. de Ketchikan. En medio de un
jardín primorosamente cuidado se levanta, la iglesia y la casa del misionero: y no
lejos de allí se ven los fantásticos yacimientos pesqueros, donde se almacenan barcos
y más barcos de salmón. El puesto misionero lo fundó en 1925 el benemérito P.
Monroe.
13
El P. Francisco Monroe, francés de nación, vio la luz del mundo el año 1855;
a los 20 años entraba en la Compañía de Jesús, y en 1886 era ordenado de sacerdote.
Dos años después se embarcaba para América. Los cuatro primeros años los pasó de
misionero en las Montañas Roqueñas, en 1892 llegó destinado a la Misión de Alaska,
que no debía abandonar ya hasta el día de su muerte. Destrozada su salud en la
Alaska del Norte, no quiso ser trasladado a la Provincia y quedó como misionero
durante 13 años más en la región austral: de ellos once como misionero en Wrangell.
Al fin de su vida en 1939, se embarcó para Spokane con el fin de consultar un médico
y volver de nuevo a Wrangell: tenía 85 años, No pudo conseguirlo: el 9 de enero de
1940, mientras una ligera nevada blanqueaba la ciudad, y el aire cortaba por su cru-
deza glacial, mientras un sol agonizante enviaba sus últimos destellos mortecinos
sobre le casa de San Miguel, allá, en una habitación pobre, si, pero arreglada,
27
ancianito de 81 años, que lleva 42 en Alaska. El barco paró dos horas que
pasé con él en la cocina, respondiéndonos y preguntándonos con avidez
mil curiosidades. Al salir le dejé el mazapán como recuerdo de nuestra vi-
sita. El me llevó a nuestra iglesita, hizo cinco minutos de examen y se
confesó conmigo.
Aquí en Alaska hay que aprovecharse así de las ocasiones. El
encuentro con este veterano de Alaska me fue muy provechoso. Al volver
al barco pasamos por los almacenes donde empaquetan al año tres millo-
nes de cajas de salmón.
Los pude ver vivos y coleando; algunos representaban pesar cerca de
veinte libras.
4.° Día 3. — Estoy en ayunas hasta la una y media en que arribamos
a Juneau (14), la capital de Alaska, y sede del Vicario Apostólico, Padre
Rafael Crimont, S. J. (15). Al bajar a tierra me interno por callejuelas

expiraba rodeado de la comunidad, el más anciano de todos los misioneros de Alaska.


Había trabajado en la Misión 45 años. Cfr. A. Sonsos, Jesuitas en el Polo Norte, p.
376-378.
14
Juneau, la capital de Alaska, es una ciudad de unos 4.000 habitantes, y
residencia del Vicario Apostólico, centro minero de importancia y con bosques
multiseculares en las afueras, que proveen de material a las sierras y a los ebanistas.
Es verdaderamente encantador el paisaje que la rodea. No lejos de la casa episcopal
se levanta un hospital precioso, dirigido por Ursulinas franco-canadienses; y a 20
millas de la ciudad hay una casa de Ejercicios. Los Jesuitas se establecieron en ella
definitivamente el año 1894 y fue escogida desde un principio como sede del Vicario
Apostólico. cfr. A. Santos, Jesuitas en el Polo Norte, p. 401-4102.
15
Mons. RAFAEL CRIMONT había nacido en Ferréres de Francia
(Amiens), en febrero de 1858. Educado en un Colegio de Jesuitas, entró en
la Compañía de Jesús a los 17 años de edad. Al terminar los estudios
filosóficos, atravesó el Océano destinado a la Misión de los indios de
América. En 1886 se ordena de sacerdote en Woodstok. Trabajó primero
entre los indios de la tribu de Cuervos, en Montana (EE. UU.). Más tarde,
durante el verano de 1894, pasó como misionero a Alaska Boreal, y en ella
estuvo misionando los puestos de Nulato y Holy-Cross como Vicario Ge-
neral del Prefecto Apostólico. De 1901 a 1904 estuvo de Rector en el
Colegio Gonzaga, de Spokane (California). Este año fue nombrado
Prefecto Apostólico de Alaska, y en 1916, al ser elevada la Prefectura a
Vicariato Apostólico, el P. Crimont fue preconizado su primer Vicario
Apostólico de Alaska. Falleció en mayo de 1945. a los 87 años de edad,
después de haber pasado más de 50 en Alaska. Misionero alaskano cien
28
tortuosas, preguntando aquí y torciendo para allá hasta que vi un JHS
sobre una puerta. Entré por ella como Pedro por su casa, y allí estaba el Sr.
Obispo con su anillo y pectoral. Me mandó a la iglesia con un monaguillo
y cuando terminé la Misa, me tenía preparado un desayuno en el Hospital
que dirigen trece Ursulinas franco-canadienses.
Allí me fue a buscar el célebre P. Hubbard16, geólogo explorador,
más famoso en los EE. UU. que el Presidente de la República. Lo primero
que hizo fue meterme en el bolso un billete de 50 dólares «para que no me
extraviase». Después de un rato de charla fui al despacho del Sr. Obispo a
ponerme a sus órdenes. Me da las «licencias» tan amplias, que del
misionero de Alaska se puede decir que es un Papa en pequeño. Así me
gusta. Sin embargo —por si las moscas—cada misionero tiene en la maleta
el consabido Arregui. Allí me dieron un altar portátil, un «saco de dormir»
hecho para dormir al raso entre la nieve, un cajón de películas de cine
hechas por el P. Hubbard, unos libros y una enciclopedia de encargos. Con
esto, y con mis dos maletas y con el baúl de 200 libras, y las 32 libras de
dulces que me dieron las Damas del Sagrado Corazón de Seattle para los
huerfanitos, ya puedes imaginarte lo que me esperaba en puertos y esta-
ciones.

por cien: no hay en Alaska río que no haya atravesado. ni monte que no
haya rodeado, ni llanura que no haya cruzado. Viajó en canoa, en trineo,
en aeroplano, en raquetas, en barcos fluviales, en todo. Por eso eran tan de
agradecer las instrucciones que daba a sus noveles misioneros sobre el
modo de reaccionar en las múltiples contingencias de aquella vida tan
dura. cfr. A. Santos, o. c. p. 287-288.
16
El P. BERNARDO HUBBARD, explorador incansable de las Hielos Polares, a
quien se conoce en América con el nombre significativo de "el sacerdote de los
glaciares". La sociedad norteamericana de estudios geológicos quiso honrar a este
infatigable explorador, bautizando con su nombre a uno de los vértices alaskanos:
Hubbard se llama desde entonces uno de los picos a que con tres compañeros se
atrevió a subir el Jesuita, poniendo su planta donde hasta entonces no la había sentado
jamás humano pie. Tiene 4.550 metros, y se encuentra un poco al E. de San Elías. El
P. Hubbard es el director de la Sección de Geología de la Universidad de Santa Clara
de California; fue enviado a Alaska en 1031 para filmar las escenas invernales de los
misioneros en aquellos páramos solitarios. Para sacar un film verdadero y real, recu-
rrió al medio más apropiado: hacer lo que hacen los misioneros. El P. Llorente habla
de él en varios lugares con ocasión de sus repetidos viajes de exploración a través de
la Alaska del Norte. Cfr. LLORENTE, En las lomas del Polo Norte, p. 57-60.208-220.

29
Día 4. — Atravesamos el golfo de Alaska. Como dicen que es
tormentoso, temo por la Misa; pero el Señor se encargó de esto. Al entrar
en él cerró la niebla, de suerte que el capitán mandó parar «en seco» —si
cabe en el mar—. Esto era media noche. A la una armé el altar sobre el
lavabo con salvavidas y cajas, me revestí, encendí dos velas y dije Misa en
el camarote, solo, entre el cielo y los abismos, mientras en el salón de baile
se danzaba y sonaba la música. Al terminar la Misa, la niebla amainó, el
barco arrancó y yo me acosté. Al querer levantarme no lo pude hacer. Un
oleaje bárbaro; la tercera parte de los pasajeros mareada y yo en esa tercera
parte. Me vestí a duras penas y pasé todo el día tendido boca arriba sin
comer bocado. No vomité, pero lo hubiera hecho si hubiera ido al comedor
o a cubierta. En vez del Breviario recé quince misterios soñoliento y
malhumorado. Te aconsejo no dejes la conversión para la hora de la muer-
te.
6º Día 3. — Llegamos al puerto de Córdova (17), que aquí escriben
con v. Hay capilla y residencia a cargo de un sacerdote secular. Llueve con
persistencia. Por la tarde arribamos a Valdés (18), donde hay otro sacerdote
secular.
Ya ves que hay nombres españoles en Alaska. El por qué es muy
largo de contar. Por la noche, pasadas las doce, armé de nuevo el altar de
marras y dije Misa de Requiem en voz baja, mientras los demás dormían.
7.º Día 7.— A media mañana pasamos por el glaciar más famoso de
Alaska (19). Una montaña de hielo. El barco para, suena la sirena, y
mientras el hielo repite los ecos, se rajan las paredes exteriores y vienen al
agua columnas gigantes de hielo que alteran la marea y retumban como
truenos de verano. La temperatura baja desmesuradamente y todo el
mundo a tiritar, pero con la boca abierta y unos ojazos enormes de asom-
bro ante semejante espectáculo. Junto a mi está un novelista educado en
Oxford y Alemania. Un yanqui verdadero. Me mira y exclama: «Esto es
una prueba más de que el hombre es un accidente; el producto de las fuer-

17
Córdova. Los Jesuitas se establecieron aquí en 1910. De 1913 a 1925 estuvo
sin misionero; desde este año hasta 1933 estuvo de nuevo un Padre, y a partir de esta
última fecha está a cargo de un sacerdote del clero secular.
18
Valdés, otro puesto de origen español que recuerda al marino Valdés, uno de
los colaboradores principales de Vancouver en el trazado de los mapas de estas
regiones. Los Jesuitas se establecieron el 1908, desde 1936 lo regenta un sacerdote
secular.
19
Cfr. LLORENTE, En el país de los Eternos Hielos, p. 29.
30
zas de la Naturaleza». Yo fruncí el entrecejo y respondí: «Nadie da lo que
no tiene; la Naturaleza es ciega y no tiene entendimiento. Usted lo tiene
brillante, luego el entendimiento de usted no es producto de la
naturaleza». Hubo una pausa. El novelista miró de hito en hito al hielo
flotante, giró sobre los talones y se puso a conversar con un señor. Al poco
rato se me acerca un pasajero de edad madura y me dice: «Así se responde
a esos novelistas casquivanos». Yo no sé si metí la pata o si puse una pica
en Flandes. Te lo relato como pasó.
8.° A las pocas horas llegamos a Seward, término del viaje marítimo.
El misionero de aquí está visitando otros centros lejanos. Yo al bajar del
barco tengo que averiguar lo siguiente:
1) Dónde vive Mr. Jessen, para darle un álbum.
2) Buscar al jefe de la Policía, que es el que guarda la llave de la
iglesia.
3) Buscar un camión que traslade seis cajones pesadísimos, que han
de ser facturados a Holy-Cross, y la cuenta ha de correr a cargo de una
firma de Nueva York.
4) Facturar mi equipaje, que lo acaban de bajar del buque y está en la
estación.
5) Preguntar por horas de salida de trenes y decidir si debo inter-
narme en Alaska hoy mismo o en el tren de mañana, etc., etc.
Por fin he decidido pasar el día en Seward en nuestra Residencia, que
es toda de madera. No hay nadie en ella. Son las once de la mañana, exa-
mino la casa y la iglesia y todo da la sensación de silencio y abandono; los
relojes parados, telarañas, abrigos de pieles hacinados, dos escopetas, dos
camas mal hechas, quinqués a la antigua, etc., etc. La iglesia es muy mona,
con armonium, coro y 16 bancos con respaldar. Luego salgo a la puerta y
me paseo rezando el Breviario. Enfrente hay unos montes elevadísimos,
coronados de nieve. Me digo: «Llorente, ya estás en Alaska» y no lo puedo
creer. Por fin me siento a escribir estas líneas. Ya son las dos y no he
comido. Voy a una fonda y un amigo de viaje, que me topa en ella, me
paga la comida sin que valgan cortesías. ¡Vivan los yanquis!
Mañana, si Dios quiere, tomo el tren para el interior. Luego tengo
que ir río Yukón abajo una semana en una de esas barcazas que por allí
navegan. Esto dará lugar a episodios que llenarán otra carta, pero se la voy
a enviar a Amando. Tú envíale a él ésta y dile que te mande la que viene,
si es que vivimos para escribirla.

31
Te extrañarás de que haya trenes en Alaska. No es más que un ferro-
carril que une las minas de Fairbanks en el interior con este puerto de
Seward (20). No sé lo que me espera, ni sé a punto fijo dónde me
destinarán, si a Akulurak o a Holy-Cross; lo que sé es que Jesucristo no
abandona a los suyos, y yo si no soy suyo lo quiero ser y esto me consuela.
Te he escrito esta carta casi de un tirón. Se me han enfriado las piernas y
voy a pasearme una media hora por estos contornos. Puedes escribirme a
cualquier sitio, por ejemplo, a Holy-Cross (21); aquí nadie se extraña de
recibir una carta a los seis meses de escrita. Bueno, basta por hoy. Recuer-
dos a todos. El que me escriba sepa que entra a partes iguales en lo bueno
que yo haga por estas tierras (22).
Segundo Llorente, S. J.
Septiembre, 1935

20
Seward, en le península de Kenai. Los Jesuitas se establecieron el año 1917,
y desde el 1934 está a cargo de un sacerdote del clero secular.
21
Residencia central de toda la Misión de Alaska.
22
Ideas semejantes a las de esta carta las expresa el P. LLORENTE en su obra En
el país de los Eternos Hielos, p. 25-29.
32
AKULURAK
Yukón Delta - Alaska
15 octubre 1935
1.° CAMINO DEL INTERIOR EN EL TREN DE ALASKA. — 2.°
TORNEANDO EL MC KINLEY. — 3.º UNA SEMANA EN
FAIRBANKS. — 4.º LLEGA A NENANA — 5.º POR AGUAS DEL
YUKÓN. — 6.° EL PRIMER CONTACTO CON ESKIMALES EN
HAMILTON. — 7.° CAMINO DE AKULURAK, ÚLTIMO DESTINO.
— 8.° MISIONERO EN AKULURAK.

Mi inolvidable Amando:
Apenas arribé a Alaska borrajeé unas páginas a Sindo, que espero te
habrá remitido, como se lo encargué (23). Desde entonces —ha pasado jus-
tamente un mes— han ocurrido sucesos dignos de "entallarse en bronce y
esculpirse en mármoles"; sucesos que dejo para cuando tenga humor y
tiempo. Por ahora, baste bosquejarte mi paso a través de Alaska.
Ciertamente la he atravesado como atraviesa España el que entra por Vigo
y visite Burgos, Madrid, Granada y Cádiz.
Continuando, pues, mi narración donde la dejé en la carta de Sindo,
digo:
1.° Setiembre 7.— Digo Misa a las seis en nuestra iglesita (24),
desayuno en una fonda, cargo con las maletas, y a las siete y media sale el
tren camino de Fairbanks. Es un tren de mala muerte, que hace el trayecto
una vez a la semana, y en el que hoy no vamos más que una docena de
pasajeros. La locomotora muge y forcejea, pero nos lleva a paso de buey,
pues la pobre va subiendo una cordillera cuyos nevados picos se pierden
en las nubes. El paisaje es de los más salvajes que he visto. Terminado el
ferrocarril en 1915, por allí no han pasado más seres vivientes que águilas,
lobos, osos, ciervos y... el tren. Valles profundísimos, picachos
caprichosos, montes elevadísimos... y un silencio imponente. Ni un pue-
blo, ni un caserío, ni una caseta. Cada dos o tres horas pasamos un vagón
desmazalado donde viven media docena de obreros barbudos y grasientos
que tienen a su cargo reparar desperfectos en la vía.
El tal vagón tiene honores de "estación", y el tren se para a dejar un
puñado de cartas, unas revistas y un par de cajas de conservas. Los obreros
23
Es la carta anterior.
24
De Seward.
33
se reparten las cartas con voracidad, rasgan precipitadamente los sobres y
se sumergen en sonrisas beatíficas, porque no hay nada tan dulce como
recibir carta en la desolada Alaska.
El tren lleva un carromato al fin sin techo, con asientos rústicos, para
que los viajeros puedan apreciar el paisaje sin las cortapisas de las
dichosas ventanillas. Junto a mí se sienta un señor que lleva en la solapa el
emblema masónico. Es inspector de las esporádicas escuelillas que
sostiene el Gobierno en estas regiones. Nos hacemos amigos, hasta el
punto de descubrirme él secretos por demás recónditos. Es masón como
podía ser socialista o congregante mariano. En mi vida he visto un hombre
más bonachón.
Al ponerse el sol, llegamos a Curry (25), donde el Gobierno tiene un
hotel para los pasajeros. Buena cena, magnifico cuarto y desayuno a pedir
de boca; pero como es la única fonda, le cargan a uno seis dólares por tan
breve alojamiento. Yo dije misa tempranito en mi cuarto, en un altar que
armé sobre un armario.
2.° Día 8. — Sale el tren a las siete y nos lleva por unas llanuras sin
límites.
Al atardecer descubrimos la cordillera Mc Kinley, la más elevada en
toda Norteamérica (26). Me calo los prismáticos y disfruto de vista tan
singular. Aquello no es una cordillera; aquello es una masa informe de
nieve que obstruye el horizonte y une la tierra con el cielo. El conductor se
me acerca para decirme que va a mandar parar el tren a fin de que disfrute
a manos llenas de tanta belleza. Y como lo dice lo hace. En mi vida me vi
tan honrado. Es un señor entrado en años, de buen corazón, pero el pobre
no ha oído hablar de religión más que como quien oye campanas sin saber
dónde. Al quererle explicar lo que eran los Jesuitas, replicó: "Es decir, que
ustedes son algo así como los superintendentes de los otros curas, ¿eh?". Y
todo porque le dije que teníamos Colegios.
3° A la puesta de sol llegamos a Fairbanks (27), centro minero de
importancia, de población totalmente blanca, y donde tenemos casa e
25
Antes de llegar a Curry, debió pasar por Anchorage, donde también hay
puesto misionero desde 1916, y a cargo de un sacerdote secular desde el año 1933.
Como, al parecer, no se detuvo en este lugar, por eso no lo menciona en su Diario.
26
El Mc Kinley, de la cordillera alaskana, es el pico más elevado de toda
América del Norte, con sus 6.140 metros. El Gobierno americano ha establecido en
torno suyo una Reserva con el nombre de Parque Nacional del monte Mc Kinley (Mt.
Mc Kinley National Park).
34
iglesia para el cultivo de unos cien católicos. En la estación me espera el P.
Eline (28), quien me conduce al cuarto del Vicario Apostólico (29), me saca
un vaso de vino, me cepilla el gabán y me lleva a la huerta a enseñarme
orgulloso los repollos de berza, las parcelas de lechugas cogolludas, los
nabos modelo, las margaritas que adornan el prosaico patatal, las dalias y
las frambuesas. ¿Qué te parece? No te lo esperabas, ¿verdad? Pues para
que veas que esta naturaleza no es tan madrastra como la pintan los libros.
Es el caso que desde mayo hasta fines de agosto corre por aquí un tiempo
que ni en Sevilla. Todo crece y prospera a la carrera. Luego un día cambia
de rumbo el viento, al día siguiente hiela, al siguiente cellisquea, y se
terminó todo.
Día 9. — Visito el hospital enclavado en nuestra huerta y dirigido
por nueve Religiosas de la Caridad, blancas como ángeles en lo exterior y
rubicundas como serafines en lo interior. Me ruegan pase con ellas un par
de quietes para contarles historias, hablarles de España, responder a un
sinnúmero de observaciones, etc., etc.

27
Fairbanks es una pequeña ciudad cosmopolita, donde entre sus 2.200 almas
tienen todas las naciones de Europa y América sus representantes, aventureros,
buscadores de oro y comerciantes de pieles. Punto céntrico en el interior de Alaska,
donde muere el tren que arranca en Seward y por donde pasa la carretera
interamericana recientemente construida por Estados Unidos a través del Canadá. La
fundación de esta ciudad se debió al hallazgo de nuevos núcleos auríferos hacia el
1902. El P. Monroe, que estaba entonces cerca de allí, en Eagle, al ver la importancia
que iban tomando los nuevos campos de minas, se corrió hasta allá, compró un
pequeño terreno, y comenzó la construcción de casa, iglesia y hospital. Era el año
1904. Los Jesuitas dirigen la Parroquia, el hospital y tienen a su cargo los campos de
minas: apostolado ingrato y difícil por la frialdad, cuando no hostilidad manifiesta, de
aquellos aventureros y mineros, que tras un rudo y continuo trabajo hambrean
diversiones y pasatiempos violentos y groseros.
Fairbanks es hoy, además, toda una ciudad modernizada, con un aeropuerto del
que salen todos los días aviones con rumbo a Nulato y Nome, en Alaska Septentrio-
nal, y a Anchorage, Seward y Juneau en el Sur. Tiene además una Universidad. Cfr.
A. SANTOS, Jesuitas en el Polo Norte, p. 289-402.
28
El P. LUIS ELINE, nació en 1878 y llegó a la Misión de Alaska en 1920, siendo
destinado al año siguiente al puesto de Fairbanks; después de haber estado los años
siguientes en otros centros misioneros, volvió definitivamente a Fairbanks el año
1929 y allí ha seguido de misionero.
29
Lo llama así porque allí vivió mucho tiempo Monseñor Crimont; actualmente
es la residencia episcopal del nuevo Obispo de Alaska, Mons. Fitzgerald.
35
Estoy en Fairbanks una semana que empleo visitando enfermos cama
por cama; leyendo lo que puedo atrapar acá y allá; visitando las minas de
oro; asistiendo a la invitación que recibo de ir a ver el proceso de derretir
oro y levantar a pulso los "ladrillos" del precioso metal, y escribiendo
algunas cartas.
4.° Día 15. —Llego a Nenana (30), donde, según me han avisado, está
el vaporcito que me ha de llevar río Yukón abajo. Pero el tal vapor ha
sufrido una avería y me dicen que no vendrá en unos días. Nenana es un
conjunto de chozas destartaladas; pero hace años fue un centro minero
muy renombrado con 1.500 habitantes. Entonces nuestros Padres
levantaron una casita con su capilla, muy monas las dos. Entro en mi casa,
que encuentro en el abandono más lamentable, y después de instalado
reúno los poquísimos católicos que quedan. Les digo Misa, charlo con
ellos, pido a Dios que les mejore la situación, y después de unas soledades
sin precedentes tengo el gusto de subir las maletas al vapor fluvial que sale
de Nenana el 20.
5.° Día 21. — Vamos río abajo seis pasajeros, los pilotos y un carga-
mento enorme de mercancía para los mercaderes que viven en las riberas
del Yukón. El frío es tan feroz que no hay gabán que se resista. Las orejas
protestan desesperadas, las rodillas están inquietas y los pies hacen bien su
oficio pateando a más y mejor. Yo me digo: "Amuélate, pa eso te
emperraste en venir a Alaska. No va a ser todo escribir artículos". Y así me
divierto como si tal cosa. Estuvimos bajando por el río una semana entera.
Los dos últimos días era yo el único pasajero. En el trayecto tuve opor-
tunidad de decir Misa todos los días en el altarcito, que preparaba lo mejor
que podía sobre la cama superior que estaba desocupada. Visité tres Casas
nuestras en las que fui agasajado con caridad ignaciana (31), si no fue en la
última (32), donde el Superior de la Misión me echó un "manos arriba" y
me quitó 60 dólares, fruto precioso de mis ahorros. Me dijo que 25 dólares
30
Nenana fue un puesto floreciente mando el apogeo de sus minas auríferas.
Pero el oro se agotó, los mineros blancos se desperdigaron, y la ciudad quedó tan
desmantelada, que hoy es un montón de ruinas y escombros. Creyendo que Nenana
continuaría siendo lo que era el P. Monroe levantó una capilla y una casita muy
mona. A pesar de las frecuentes visitas del misionero de Fairbanks, los cristianos de
Nenana son fríos, envueltos en un ambiente de paganismo materialista, fruto sin duda
del hervor minero de otros tiempos.
31
Probablemente, Nulato Holy-Croos y Mont. Village, de las que haremos un
resumen más adelante.
32
Marshall, donde estaba de paso el P. Sifton, Superior entonces de la Misión.
36
sobraban, y así me los dejó en la cartera. Tuvo tanta razón, que llegué al
término del viaje con 24. El otro... ¡ay, el otro! Como saltimbanquease una
mañana por la cubierta para entrar en calor, en un salto menos modesto que
pegué se escapó un dólar del bolso del pantalón, rodó indeciso dos
segundos y cayó el muy ladrón en las aguas, que abrieron sus fauces y lo
tragaron para siempre. Así que, cuando necesites un duro, ya sabes dónde
le tienes: en el Yukón.
6.° Día 28. —Llego anochecido a Old Hamilton (33), donde me
habían dicho que me estaba esperando el Hermano Murphy con la barca de
la Misión para llevarme a Akulurak. Miro, pregunto y me entero que el tal
Hermano "lo mismo puede venir mañana que la semana próxima". Por
fortuna, tenemos en Old Hamilton casa e iglesia y allí me dirijo con una
caterva de chicos, eskimales de cepa, que me rodean y me llevan las
maletas. Sentados en la cocina a la luz de un quinqué les paso revista con
exclamaciones de "qué muchachos tan majos", "éste qué gordo, ¿eh?",
"mira éste qué contento está", etc., mientras ellos ríen y cuchichean en
lengua eskimal. Pero los más chapurrean el inglés y nos entendemos que
es un primor. Luego saco un paquete de bombones y se los reparto. Pasé la
noche menos mal, acostumbrado como estoy a pasarla en cualquiera parte
y de cualquier modo.
Día 29. —Preparo la capilla, toco la campana y espero tecleando un
armonio malo que yace en un rincón. A los cinco minutos, llega una
matrona forrada de pieles, con un olor a pescado ahumado que me hace
vacilar en el taburete. Luego llegan más y más, la mayoría con niños de
pecho hábilmente empaquetados en la espalda. Vienen luego atrope-
llándose los chicos, y detrás las chicas y, por fin, un par de viejos
encorvados.
Mientras digo la Misa, los chiquitines lloran, gimotean, chillan y
convierten la capilla en una feria de pitos. Yo me digo: "Aguanta mecha,
Llorente, y sigue la Misa, que esto es estar en Misiones". Cuando salen,
dejan un olor que sugiere la idea de encargar una máscara contra los gases
asfixiantes. Claro está, viven de pescado curado al aire libre y llevan el
mismo vestido hasta que se cae a pedazos; aunque no faltan excepciones
de gente más pudiente que viste casi de punta en blanco. Les anuncio que
por la noche tendremos Rosario y tuve el consuelo de ver la capilla llenita
de eskimales. Aunque todos entienden inglés y lo chapurrean, prefieren su
lengua natal, y en ella saben las oraciones. Puse, pues, un reclinatorio

33
Old Hamilton, en pleno delta del Yukón, y a poca distancia de Akulurak.
37
cerca del altar, y en él se arrodilló un muchachote a dirigir el Rosario en
eskimal. ¡Dios santo, qué sonidos aquéllos! ¡Y pensar que lo tengo que
aprender!
Mientras ellos rezaban, yo hacía oración como podía. Es un consue-
lazo fenomenal el que se siente al verse uno entre tipos castizos como és-
tos. Yo casi no creía lo que veía. Ayer en Carrión hecho un tórtolo; hoy
entre eskimales, como si quisiera ser Misionero.
Terminado el Rosario les hablé un cuarto de hora. Al día siguiente,
domingo, se confesaron bastantes, unos en inglés, otros en innuit, que así
se llama su lengua. Dicen los moralistas que cuando el penitente no tiene
confesor que le entienda, puede confesarse en su lengua, que Dios entiende
perfectamente, y recibir la absolución del confesor que se ha quedado a la
luna de Valencia. Y así, por espacio de una semana que estuve allí, todas
las noches después del Rosario, les expliqué diversos puntos de catecismo.
Por la mañana siempre hubo varias comuniones. Créeme que revienta uno
de gozo al verse así metido hasta el cogote en ese apostolado. Durante el
día los chicos me llenan la cocina. Los más tenían unas greñas que les
tapaban ojos y orejas, con unos remolinos en la coronilla que parecían
osos. Me convertí en peluquero y nos dábamos el gran rato con dos
episodios. El primero era ver la cara que ponían al mirarse al espejo
después de arreglados; el segundo, cuando con la escoba y el cogedor
amontonábamos las greñas trasquiladas. Si se cortan las crines y la cola a
una yeguada de percherones, no sale más pelo que el que yo manejé en la
cocina. A veces nos sentábamos en la mesa a escribir palabras eskimales.
Con frecuencia me quedé con el lápiz en el aíre sin saber qué escribir.
Aquello no es lenguaje. ¿Cómo escribirlas tú un carraspeo, o una tos, o el
sonido que hacemos con la lengua para decir ¡arre! al burro? Y luego unas
palabritas que le dejan a uno boquiabierto. Por ejemplo:
atauglokatauqiunataugloan, quiere decir: mi anciano padre. Pero ellos lo
hacinan todo en una palabra, como hacemos nosotros en barbilampiño,
cornicorto, trotaconventos y otros semejantes que sabrás.
7° Octubre 6.— Llega el H. Murphy (34), con una barcaza
descomunal. Esta tiene una cubierta a manera de casa, con una máquina
complicadísima en el centro, tres camastros, una cocinilla, una plaza

34
El H. ALFREDO MURPHY, mecánico. de residencia en Akulurak, gobernaba con
gran destreza las barcazas por el río: nació en 1887 y había llegado a Alaska en 1913;
en Akulurak ha pasado casi toda su vida de misionero: de 1916 a 1929, y de 1930 en
adelante; el curso 1929-1930 lo pasó en Estados Unidos.
38
adelante y otra detrás que pueden dar cabida a cien toneladas, y sobre el
techo, un volante con el que se gobierna la barca. Cargamos la mercancía
que necesitamos, y al día siguiente salimos para Akulurak, término de mi
viajecito. El Hermano lleva a sus órdenes dos jóvenes eskimales; uno para
cocinar y el otro para turnarse al volante. Yo pedí unas instrucciones y en
dos minutos me pusieron al tanto de cómo se viraba a diversas manos, qué
dirección convenía escoger entre dos corrientes, cómo se esquivaban los
bancos de arena, etc., y me senté al volante torciendo aquí, virando allí,
embistiendo acá y manejando el mastodonte con la zurda, como al tal cosa.
Mientras los tres compañeros dormitaban en sus camillas, yo hacía mi
oficio agua abajo, entregado a mil pensamientos y procurando reflectir y
sacar algún provecho. La barca era yo; el volante era el Superior; el
timonel el Espíritu Santo. Así como yo con el volante manejaba sin
dificultad el artefacto, así el Espíritu Santo gobernará facilísimamente mi
alma por medio de la santa obediencia, si yo —como la barca— me dejo
guiar.
Akulurak está en la desembocadura del Yukón, en el estrecho de
Behring. Es uno de los puntos más al Oeste de Alaska. Entre Akulurak y
León hay una friolera de once horas de diferencia. Aquí tenemos 95 niños
y niñas de 10 a 16 años. Hay 5 monjas, 2 Padres y 3 Hermanos (35).
8.° Pues bien; al anochecer llegamos a la Misión. Apenas atracamos,
una turba de chicos abordó la barca. Me rodearon con ojos escrutadores,
cargaron con mi equipaje y me condujeron a casa, donde me esperaban los
dos Padres y los Hermanos. Lo primero que me dijo el P. Superior fue:
"Bien venido; llega usted como agua de mayo para dar los Ejercicios a las
monjas y a los Hermanos. Los hacen juntos porque estamos en Alaska. A
ver cómo arregla usted los puntos y las pláticas de modo que ellos y ellas

35
Akulurak, cuando llegó a ella el P. Llorente, era después de Holy Cross, el
puesto más importante de toda la Misión de Alaska. Se asienta en un terreno
pantanoso, en pleno delta del Yuk6n, con sus 17 bocas marineras, y sus 80 kilómetros
de extensión. Cuando llegaron por vez primera los misioneros en 1893, allí no había
más que una región inmensa de desolación, agrupándose un pequeño núcleo eskimal,
del mismo modo que en nuestra Europa se levantaba un poblado en la Edad Media,
doquiera levantaban los monjes un monasterio. En los edificios de la Misión se educa
más de un centenar de muchachos y rapazas a cargo de los Jesuitas aquéllos y éstas
en el Colegio de las Religiosas Ursulinas, con amplios dormitorios, comedores,
capillas y salones de juego y estudio. Su distrito se extiende alrededor en más de un
centenar de kilómetros de diámetro, cuyos centros católicos visita todos los años el
misionero con sus perros y trineos.
39
descubran dónde les aprieta el zapato. Tiene usted todavía seis días por
delante; de modo que... ¿quién dijo miedo?"
Yo repliqué:
—¡Cómo! ¿Yo Ejercicios en inglés? ¿Y a monjas?
Pero él me contestó:
—Sabe usted más inglés que Shakespeare. Y en cuanto a lo de las
monjas... si usted, español, compatriota de San Ignacio, no se atreve a diri-
gir almas por caminos místicos... nosotros, yanquis..., etc.
Total, que tengo que darlos. Pues, si, los daré. Tengo un cuarto
chiquirritito. En él se ven unos abrigotes de piel, que ni Romanones (36).
Un rifle, una escopeta, una cama cubierta con una piel de oso negro que
debió de ser algo tremebundo, un montón de papeles con palabras eski-
males, un plúteo de libros casi todos españoles, y otras cosillas que sería
prolijo enumerar. Por las tardes, explico el catecismo en la escuela a los y
a las mayores juntos. Ahora, después de haber visitado la Teología no hay
cosa tan fácil ni amena como explicar la doctrina. Entre pregunta y
explicación les meto ejemplitos y consideraciones pías que les tienen la
atención en un hilo.
El P. Lucchesi es un ancianito de 79 años, con asma, dispuesto a
volar al cielo a cualquier hora (37). El P. Superior es joven (38), lleno de
36
Hace alusión a un hombre de su pueblo.
37
Efectivamente, murió en Holy-Cross el 30 de noviembre de 1937, es decir,
dos años más tarde. El P. JUAN LUCAS LUCCHESI era conocido con el apelativo de "el
querido santo del río Yukón". Había nacido en Génova el 19 de octubre de 1858,
donde estudió sus primeras letras y entró en el Seminario. El 19 de julio de 1891, ya
sacerdote, entró en la Compañía de Jesús a los 33 años. En 1892 y 1893 estuvo en
Génova consagrado a misiones populares y dirigiendo asociaciones católica, En el
Otoño del 97, desembarcaba en los Estados Unidos. En 1898 fue destinado a la casa
de Holy-Cross, donde se dedicó al estudio de las lenguas india y eskimal. Desde
entonces consagró ya toda su vida al servicio de los eskimales, sobre todo en el bajo
Yukón. Estuvo 20 años en Holy-Cross, y 14 en Akulurak. Gobernó la Misión como
Superior Regular en dos ocasiones: de 1909 a 1914, y de 1930 a 1931. Era un
misionero infatigable. Aun con sus 70 años encima, guiaba él mismo la traílla de
canes y les trazaba la pista en más de una ocasión. En Holy-Cross descansan sus
restos esperando la resurrección de los justos.
38
El P. PABLO O’CONNOR, nacido en 1897, y llegado a la Misión de Alaska en
1930. Desde el verano de 1934 era Superior de la Casa de Akulurak. Antes había
estado dos años de misionero en Pilot Station, y el curso 1933-1934 lo pasó en su
Provincia de EE. UU.
40
brios y él y yo visitaremos por turno en trineo las diversas aldehuelas que
dependen de este centro. Como ves, me esperan muchas peripecias que te
iré contando, si quedo para contarlas (39). Tuyo in Domino.
SEGUNDO LLORENTE, S. J.
Octubre, 1935

39
Ésta su primera experiencia misionera la expone el P. Llorente en su libro
En el País de los Eternos Hielos, p. 29-83.
41
AKULURAK
Yukón Delta - Alaska
1 febrero 1936

1.º Los MISIONEROS DE ALASKA. — 2° AKULURAK Y SU


DISTRITO. — 3° CONSUELOS Y PENAS EN LA VIDA DEL
MISIONERO.

Amadísimo P. Morán:

Aunque de todos sus novicios soy el que está más apartado de usted
con el cuerpo, no quiero suceda lo mismo con el espíritu; y, para que no
suceda, le quiero poner dos letras que le enteren de mi vida y milagros por
estas remotas partes del globo. Como milagros no he hecho ninguno, me
limitaré a decirle algo de mi vida.
1.° Yo debiera estar en Tercera Probación (40); pero urgieron al P.
Provincial los Misioneros y nos envió a dos Padres recién terminada la
Teología (41). Desde los EE. UU. hasta la Misión donde al presente me
hallo, empleé nada menos que 37 días con sus noches. Las vías de
comunicación son aquí pobrísimas, y yo tuve que cruzar Alaska de parte a
parte; algo así como el que fuese a Málaga por Vigo y Segovia. En el
camino visité casi todas nuestras Casas de la Misión y charlé despacio con
los Misioneros, que me abrumaron a preguntas y consejos. Algunos llevan
en Alaska, 15, 20, 30 y aun 35 años. Hay algunos Padres viejos que apenas
pueden moverse, apoyados en un bastón, y no hay quien los saque de aquí;
quieren morir donde vivieron. Sacarlos seria matarlos; mejor dicho, los
matarían las añoranzas y recuerdos de esta tierra singular donde gastaron
las fuerzas de la juventud que ya pasó. En cambio, la vista constante de
nieve, cierzo y eskimales chatos y despeinados les suaviza las penas de la
vejez que los encorva.

40
Especie de Noviciado con que los Jesuitas dan fin a su larga carrera de
estudios; dura 10 meses completos.
41
Los PP. Llorente y Cunningham Tomás. El P. Llorente volvió a hacerla a
Estados Unidos el curso 1937-1938; el P. Cunningham la hizo en el Canadá el curso
1939-1940 y volvió al año siguiente a Alaska como misionero de las islas Diomedes,
en la mitad del Estrecho de Behring.
42
2.º Akulurak está en la desembocadura del Yukón, frente a Siberia.
Tenemos aquí una escuela-orfanotrofio, con 95 pupilos de 10 a 18 años.
Las niñas están a cargo de cinco Madres Ursulinas, y de los niños se
encarga un Hermano Coadjutor. La Escuela la dirigen dos Madres que son
maestras diplomadas y que enseñan con el primor del mismísimo Manjón.
A estas reverendas Madres, más a tres HH. Coadjutores les tuve que dar
los Ejercicios en la misma tanda. Por algo estamos en Alaska. Aunque no
he hecho la Tercera Probación, he tenido que dar tres tandas de Ejercicios;
una, a 45 Adoratrices; otra, a 25 Carmelitas (42), y ésta en Alaska, a 8
personas las más heterogéneas. Para que no me desaliente me han repetido
por activa y por pasiva, las alabanzas más inverosímiles y monstruosas. A
decir verdad, lo único que yo he hecho, ha sido repetir lo que oí a usted en
los cuatro meses de Ejercicios (43) que le escuché en aquella famosa "Sala
de Pláticas", reforzados tal vez con ejemplitos y anécdotas que he ido
recogiendo en mis lecturas privadas; porque yo no sé hablar diez minutos
sin confirmar lo dicho con algún ejemplo.
El distrito que circunda nuestra casa tiene los límites en un horizonte
borroso que tal vez diste de aquí 200 kilómetros. Con once perros y un tri-
neo visitamos hasta donde alcanzamos. Tenemos acá y allá capillas donde
hacemos alto en nuestras jiras; si no hay capilla, decimos Misa en una
choza indígena, atestada de eskimales, con un techo bajo que nos llena la
cabeza de chichones, y sirviéndonos de altar a veces una mesuca, a veces
un cajón en extremo tosco, y a veces dos latas de gasolina superpuestas. El
recinto huele que apesta. Y con todo, Jesucristo se humilla hasta bajar y
habitar con nosotros en estos escondrijos más rústicos que el portal de
Belén. Esta humildad y humanización del Señor se presta a reflexiones tan
serias y consoladoras que son ellas las que nos endulzan las penas en este
destierro peregrino. ¿Me voy a quejar yo de lo que al Señor le huele a
gloria? Y si siento repugnancia a oler moribundos de manos esqueléticas y
rostro amarillento, tirados en un rincón humedecido por los esputos de
sangre de una tuberculosis avanzada, ahí está el Señor que entra gustoso en
aquella boca por la que salen a millones los bacilos pestilentes. Es cosa
que espanta este abajamiento de Dios.
42
Ambas tandas en san Francisco de California, poco antes de embarcarse para
Alaska.
43
Durante el Noviciado hacen los novicios Jesuitas un mes de Ejercicios,
según el método estricto de San Ignacio; hace unos años se repetía este retiro dos
veces cada curso, para qué pudieran hacerlos los nuevos novicios que desde el
anterior habían ido entrando.
43
3.° A veces llevamos al Santísimo Sacramento a enfermos que no
distan más que un par de horas de trineo. Es indescriptible la paz que do-
mina el alma cuando va por la nieve con el Santísimo en un bolso interior
junto al pecho. San Juan en el Cenáculo no fue más afortunado... Todo ello
se presta a conversaciones íntimas con nuestro Señor que se pasea en
trineo por la campiña como dueño y Creador que es de toda la faz de la
tierra. Créame que la vocación a las Misiones es una tercera vocación,
aparte del bautismo y de la Compañía.
Estas reflexiones son muy necesarias, ya que, sin ellas, se corre el
peligro de mirarlo todo desde un punto de vista material muy mundano. El
Señor, a cambio de estos consuelos, exige muchas privaciones; correspon-
dencia que no llega, soledad y monotonía que minan el carácter más alegre
y optimista, discrepancias en los métodos de evangelización, extravíos de
cajones con comida, desalientos ante el poco fruto de nuestros sudores,
frío que hace tiritar, y una ignorancia atroz en materias de religión por
parte de la mayoría de los indígenas. Chicas que han estado en nuestra
escuela resultan luego madres haraganas y sucias. Chicos que aquí
comulgaban diariamente son luego presa del aguardiente y viven borra-
chos la mitad de la vida.
Es, en cambio, consolador ver cómo estas escuelas van poblando el
distrito de familias que guardan los Mandamientos y mueren cristiana-
mente con señales todas de predestinación. Cada vez que bautizo un nene
o doy el Viático a un moribundo, recibo más consuelo que lo que se puede
describir. Únicamente mirándolo todo así optimista y espiritualmente, se
puede sobrevivir en esta naturaleza madrastra que no sabe de cariños.
Ruegue alguna vez por mí para que no me condene, y crea que
aunque vivimos tan separados con el cuerpo, estamos muy cerca con el
espíritu. Siempre que estoy en la capilla me persuado de que estamos
juntos, pues estoy cierto de que su corazón está en el Sagrario. Los
sagrarios son distintos, pero el Huésped es el mismo. Es como si
estuviéramos en terna (44).
Me encomiendo en sus SS. y OO.
De V. R. hijo y hermano in Corde Jesu,
Segundo Llorente, S. J.
Febrero, 1936

44
Alude a la costumbre de salir de paseo los días señalados de tres en tres
durante los años de estudio.
44
45
AKULURAK
Yukón Delta - Alaska
Marzo, 1936

1.° PESO 81 KILOGRAMOS. — 2.º VIENEN KILÓMETROS


SOBRE LA NIEVE POR OÍR MISA. —3.º AQUÍ NO TENEMOS FRÍO.
— 4.º YA SALIÓ MI LIBRO.

Amadísimos padres:

1.º Aunque no he recibido más que una carta de ustedes, supongo que
les irá bien y que se les irá pasando poco a poco el sentimiento que les
produjo mi venida a estas tierras norteñas. Me va mejor que nunca. Me
acabo de pesar y peso 81 kilogramos. Nunca los había pesado en mi vida.
Es que, con el frío, hay mucho apetito y como no nos falta nada en materia
de comida, se sacia ese apetito y se engorda muy de prisa.
2.º Los sábados engancho nueve perros al trineo, y con un eskimal
que conoce bien el terreno y los caminos, voy a un pueblo diferente a decir
Misa, confesar, predicar e instruir en la Fe católica a estas buenas gentes.
Estoy un par de días en cada pueblo, y luego vuelvo a esta casa, donde te-
nemos la escuela y donde tengo mi cuarto bien provisto de todo. Es muy
consolador ver a estos eskimales acercarse a comulgar el domingo con el
fervor de monjes del desierto. Cuando predico me escuchan sin pestañear.
Tienen verdaderos deseos de estar bien instruidos en el catolicismo, y eso
nos alienta mucho a los Misioneros. Ciertamente, no me cambiaría ni por
el Presidente de la República.
Algunos eskimales van a pie sobre la nieve varios kilómetros sólo
por poder oír Misa y confesarse.
3.° Además de los nueve perros, tengo cinco cachorros grandecitos
que el día de mañana van a ser formidables. En la foto aparezco con uno
de estos cachorros, pues por las tardes doy un paseíto con ellos para
amaestrarlos. Van al galope sobre la nieve y se hace uno la ilusión de que
va en coche. Son muy mansos, obedecen como si fueran bueyes.
Aquí no tememos el frío. Ya ven cómo nos abrigamos. Esas pieles
que visto, no se comprarían en España por menos de cien duros. Aquí las
hacen los eskimales usando métodos primitivos, pero buenos.

46
Todos los días pienso en ustedes como es razón lo haga. Tengo
verdaderos deseos de volver a recibir carta del caserío. Tal vez el próximo
correo me traiga alguna. Aquí tenemos correo dos veces al mes.
4.° Y nada más por hoy, si no es decirles que les encomiendo a Dios
todos los días. Amando hace un siglo que no me escribe, a pesar de que yo
le escribí dos cartas larguísimas. Ya salió mi libro. ¿Les han enviado algún
ejemplar? Díganme si me entienden el castellano que uso, pues como aquí
no lo practico, tengo miedo que vaya perdiendo mucho.
Recuerdos a todos. Díganme algo de los niños, pues pienso mucho en
ellos.
Su hijo y hermano que no les olvida,
SEGUNDO
Marzo, 1936

47
AKULURAK
Yukón Delta - Alaska
28 junio 1936

1.° LLEGA EL CORREO DESPUÉS DE DOS MESES DE


INTERRUPCIÓN. — 2.º ABUNDANTE PESCA DE SALMÓN. — 3.°
AYUDAS A OTROS MISIONEROS. — 4.° CON LOS MUCHACHOS
DE LA ESCUELA. — 5.º EN EL BOSQUE CORTANDO LEÑA. — 6.º
MOSQUITOS Y MÁS MOSQUITOS.

Mi caro hermano Amando:

1.° Te escribo en carta aparte porque tenemos contratado el correo en


el distrito de Akulurak —un Hermano es el cartero— y el Gobierno yanqui
nos paga un tanto por ciento por cada carta que lleva el Hermano. ¿Verdad
que es providencial? No sólo no gastamos dinero en sellos, sino que mien-
tras más sellos usamos, más ganamos. ¡Vivir para ver!
No tuvimos correo desde el 15 de abril hasta ayer por la tarde, o
mejor, por la noche. Llegó la gasolinera cuando nos íbamos a acostar.
Trajo nueve sacas de correo y paquetes para nosotros. Para mí venían creo
que 19 cartas, más algunas revistas como El Siglo y demás. A algunas car-
tas tengo que responder a vuelta de correo, pues traían varios centenares de
pesetas que hay que agradecer religiosa y deferentemente. También tengo
que agradecer cajas de dulces y algunos paquetes atestados de curio-
sidades, como jabón, calcetines, pañuelos, libros y objetos religiosos.
Los Misioneros somos los mimaditos de Dios. Sufrimos a veces y
gemimos y clamamos al cielo; pero a la hora menos pensada nos visita
Dios con cartas y donativos que le dicen a uno que la vida merece la pena
de vivirse.
2.º Con las sacas de correspondencia venían centenares de salmones.
Ya llevamos cogidos unos 12.000 salmones. Los curamos como se cura la
cecina y luego los vamos despachando con toda paz durante el invierno.
He tenido en las manos salmones de 54 libras; verdaderos monstruos. Las

48
hembras desarrolladas tienen millares de huevos, que hervimos para los
perros (45).
3.º A propósito, acaba de llegar un Misionero del Estrecho de
Behring que vive solo (46). Quiere tener perros y trineo para ensanchar la
cristiandad, y ha venido a Akulurak a proveerse. Como soy el ministro de
la Casa, tengo que demostrar que mi corazón no se ahoga en una gota de
agua. Le acabo de entregar un trineo, seis perros, los arreos consiguientes,
una cama decente, puntas y clavos a discreción, rosarios y detentes sin fin,
un altar portátil, vestidos de invierno, dos toneladas de salmón y no re-
cuerdo qué más. Ahora con el trineo se va a triplicar. Tuve la buena suerte
de que me encariñé con cuatro cachorros preciosos que nacieron por
Navidad. Gracias a ellos puedo ahora darle seis perros y quedarme yo con
once. Akulurak necesita, por lo menos, once, pues tiene un distrito in-
menso y siempre vamos dos en el trineo, con una carga más que respe-
table. Asimismo tenemos que acarrear renos desollados y todos los perros
disponibles son pocos para el arrastre (47).
4.° El orfanatrofio va bien. Como los dos Hermanos están ocupa-
dísimos con la pesca —no duermen en casa desde junio hasta setiembre—
tengo que encargarme del cuidado y vigilancia de los 33 chicos que
albergarnos. Ahora mismo, mientras te escribo, me rodean unos cuantos,
esforzándose inútilmente en descifrar el español. Estamos en recreo. Son
muy majos, de ojos oblicuos, chatos, morenos y con una melenota negra
que peinan con esmero. Los despierto por la mañana y los sigo todo el día
durante el trabajo y el estudio hasta las nueve de la noche en que se acues-
tan. A 200 metros está el edificio de las Madres Ursulinas, con 65 rapazas.
45
Las escenas típicas de la pesca del salmón las describe el P. Llorente en su
libro En el País de los Eternos Hielos, p. 145-148.
46
El P. PABLO DESCHOUT, venido unos meses antes de los Estados Unidos y
misionero propio de Tununak, en la isla de Nelson. El P. Deschout, nacido el año
1900, había entrado en la Compañía de Jesús en 1919; destinado a Alaska, llegó a la
Misión en 1930 y estuvo los tres primeros años en Akulurak. En 1933 le encomen-
daron la reapertura del puesto de Tununak, uno de los primeros puestos de la Misión
alaskana, pero cerrado ya en 1893 por la dificultad de comunicaciones con la isla. El
curso 1935-1938 le pasó en EE. UU. y vuelto de nuevo a su puesto el año siguiente,
hizo esta visita a Akulurak, de que nos habla el P. Llorente. Actualmente es el
Superior de toda la Misión, aunque con residencia en Tununak.
47
Se refiere a la costumbre de matar un reno cada semana para alimento de
tantas boquitas como hay que tapar en Holy-Cross. Este puesto tiene un pequeño
rebaño de renos, propiedad de la Misión. El P. Llorente habla de ellos en su obra En
el País de los Eternos Hielos, p. 136.
49
Estas chicas son las que cortan, rajan, lavan y ahuman el salmón. Trabajan
lo increíble. Mis mozos acarrean leña y agua, pescan y cazan, remiendan
redes, estudian las oraciones, leen, escriben, etc., etc.
5.° Estuve una semana en el bosque, lejos de aquí, cortando leña para
el invierno. Llevé conmigo doce chicos ya mayorcitos y cortamos arbustos
por millares. Luego los colocamos en balsas y los traemos río abajo hasta
las puertas de la Misión. Los mosquitos nos molestan lo increíble. Ahora
no hay noche propiamente dicha; se puede rezar el Breviario a las doce de
la noche. El sol sale a las dos, y se pone a las diez y media. Hacía un
calorcito que —por el contraste con el invierno— nos hacía sudar a
torrentes. Dormíamos en una tienda de lona con pieles de reno por camas.
Los chicos... muy holgazanes los pobres; pero estando yo delante y
dándoles ejemplo con el hacha que encallecía mis manos, trabajaron todo
lo que se puede esperar de ellos. Hablamos inglés, que acuchillamos con
frases en eskimal.
6.º Para decir Misa en la tienda teníamos que tener junto al altar
fuego en un caldero. Echando ramas verdes en el fuego, lo llenábamos
todo de humo que atolondraba a los mosquitos y los ahuyentaba. Mientras
más espeso sea el humo, menos mosquitos; pero más toses y carraspeos y
lágrimas y molestias.
Para defendernos de los mosquitos llevamos un mosquitero que
cubre cabeza, cara y cuello. Muchas veces, mientras rezaba el Breviario
paseándome a la orilla del río, los mosquitos circundaban mi mosquitero
como las abejas a la entrada de la colmena. ¡Pobre Alaska! Nieve, hielo,
aislamiento, mosquitos, mosquitos y mosquitos. Estos vienen en mayo y
mueren en agosto (48). Otras veces, durante el verano, empieza a llover y
no para en varias semanas. Así es la vida. Y, sin embargo, los que prueban
esto lo prefieren a la vida artificial del mundo civilizado. No sé si es virtud
o egoísmo.
Me encomiendo en tus oraciones. Tuyo in Domino,
SEGUNDO

48
Sobre la plaga de los mosquitos habla detenidamente el P. Llorente en En el
País de los Eternos Hielos, p. 148-159. Cfr. también A. SANTOS, Jesuitas en el
Polo Norte. p. 392-394.
50
AKULURAK
Yukón Delta - Alaska
30 noviembre 1936

1.° LAS AGRADECE Y OBSEQUIA. — 2.º LOS AMIGOS DE


DIOS NO SE TURBAN POR LAS COSAS DE ESPAÑA. — 3.° EN
TRINEO... SOBRE HIELOS. — 4.° LAS FELICITA LAS PASCUAS.

Rvda. Madre Priora y Comunidad:

1.° Ayer me llegaron los chocolates del Monasterio de Cristo Rey.


¡Pero qué rebuenas son ustedes! Por más que me esfuerzo por hacer algo
por ustedes, siempre resulta que son ustedes las que hacen algo por mí.
Precisamente el chocolate es mi debilidad. Cuando tomé en las manos el
paquete y vi lo que era, me reí a grandes voces como los tontos. Ya he
dicho a Jesucristo que por cada milímetro cuadrado de chocolate les dé a
ustedes en pago un millón de bendiciones y las llene de su amor (49).
2.° Me temo que van a estar ustedes aterradas ante el aluvión de
noticias siniestras referentes a la guerra civil española. No se asusten. Allá
los malos tiemblen y cavilen; nosotros los amigos de Dios no nos turbamos
por tan poca cosa. Que crucifican a monjas y ahorcan a los sacerdotes, y
fusilan a jefes católicos... ¡magnifico, colosal, grandioso! Lo que me apena
es que a mí no me encontró Dios digno de morir por El, en vista de ello me
sacó de España y me puso en el Polo Norte lo más lejos posible de la
corona del martirio. La página más gloriosa de la Historia es la muerte de
Dios en la Cruz. Y cuando esa página se repite en los miembros de Cristo,
nos asustamos y clamamos al cielo. Nada, pues, de apurarse.
Además es muy probable que Dios se valga de este trastorno para
barrer de España y del mundo al comunismo ateo. España venció a los
musulmanes en la Edad Media y libró a Europa del poder de la Media
Luna. De nuevo España sale a escena para barrer de Europa al comunismo.
Que hay mártires... ojalá haya muchos. Las iglesias se volverán a edificar,
y en el suelo español se erigirán de nuevo monumentos al Sagrado Cora-
zón más y mejores que los derribados.

49
Véanse al final del libro las coplas, espirituales y humorísticas, que las
dedicó.
51
Ahí les mando una copia de cartas que acabo de recibir de España
por vía de Bélgica, para que por el hilo saquen el ovillo.
En la foto que adjunto aparezco en una postura tan rara que se extra-
ñarán. No estoy tan serio como aparezco. Naturalmente, con una calavera
en las manos no va uno a estar en actitud de bailar o cosa por el estilo. A
decir verdad, no estaba el horno para bollos cuando la saqué. Fue en aquel
día de campo, después de visitar a los cristianos en gasolinera y de oír las
nuevas acerca de España. A propósito, Clara falleció, o mejor se fue al
cielo.
Estamos en pleno invierno. El trineo funciona admirablemente.
Tenemos dos: ocho perros para el P. Superior y otros ocho para mí. Una
perra muy mona que me está mirando por los cristales de la ventana me va
a dar una camada de cachorros un día de estos. Aquí los perros son casi tan
importantes como las personas. — Tres veces por semana visito las
trampas que tengo debajo del hielo de los arroyos, trampas que me llenan
los sacos de peces negros, muy sustanciosos y muy renombrados en
Alaska. Claro que no va a ser todo ir y cogerlos. Antes de llegar a los
arroyos hay que pasar por matorrales, lagos, terraplenes, bosquezuelos y
otros sitios tal vez pintorescos, pero no muy a propósito para el trineo.
Antes de ayer pisé en falso y me hundí en el agua hasta cerca de los
muslos. Ayer volcó el trineo y rodé serenísimamente por una planicie de
hielo tersa como un espejo. El mozalbete que me acompañaba también
rodó majestuosamente, pero se rasgó el capote en varios sitios. Yo siempre
salgo ileso. Dios sabe las veces que he salido despedido del trineo y
tumbado en todas las posturas imaginables; y sin embargo, ni un rasguño.
Es evidente que las oraciones de ustedes pueden mucho en el cielo; por eso
el Ángel de mi guarda tiene órdenes severísimas de Dios de tomarme en
volandas y posarme con cuidado en semejantes trances.
Esta vida al aire libre es muy saludable. Me estoy poniendo como un
torete, casi casi tan fornido como los dorados del invicto Pancho Villa. He
leído las "Noticias" que el P. Luis Martínez (mejicano) está haciendo de la
Tercera Probación en Port Towsend Seattle. A ver si logran que pase por
ahí y las hable. Con ése ya pueden sacar a plaza palabras tapatías como
cuate pinole, chile, molcajete y otras de cuño castizo.
4.º Quisiera que esta carta las llegara para Navidad. Excuso decirles
que en esos días especialmente las tendré presentes en la Misa y pediré al
Niño Jesús para ustedes toda clase de bendiciones.

52
Aquí en Alakanuk todo va viento en popa. Tenemos 63 niñas y 35
niños muy contentos, huérfanos casi todos, pobrísimos hasta más no poder,
pero alegres y regordetes en esta casa que Dios mantiene algo así como de
milagro.
En este correo ya les envío lectura para un rato, otro día les escribiré
más corto.
Me encomiendo en sus oraciones y sacrificios.
Su afmo. hermano en Jesucristo,
SEGUNDO LLORENTE, S. J.
Noviembre, 1936

53
MOUNTAIN VILLAGE
Alaska
Día de Navidad, 1936

1.° GÉNESIS DE SU VDCACION A ALASKA. — 2.º SU ÚL-


TIMA VISITA A LA FAMILIA. — 3.º EN MOUNTAIN VILLAGE:
FIESTAS DE LOS ESKIIIALES. — 4.° PROVECTOS MSIONEROS. —
5.° EL PORVENIR DE ALASKA.

Mi caro Amando:

1.º No te acucie la curiosidad de saber cómo me vino la vocación a


esta peregrina Misión de Alaska. Bástete saber que me iban encauzando
para misionero rural; que un día en Salamanca —un martes, víspera del
Patrocinio de San José de 1927—, en una lectura de cartas de Misiones me
vino de pronto este pensamiento: en España hay 30.000 sacerdotes o más;
los españoles que se condenan, es porque quieren; vámonos a misiones de
infieles: y de ir, vayamos a la más difícil; trabajemos por Jesucristo en... en
Alaska, y si es preciso, reventémonos allí por El, que bien bueno ha sido
El para conmigo y bien se lo merece y bien canalla he sido yo y lo seguiré
siendo, si no quemamos las naves y nos ponemos donde o nadar o
ahogarse. Ahí lo tienes en las menos palabras posibles. Luego me di a leer
sobre la Misión y el solo nombre de Alaska me electrizaba y me llenaba de
escalofríos. Lo guardé en mi real pecho y no dije nada a nadie. Un día en
la enfermería, el entonces P. Instructor y ahora Asistente (50), me preguntó
con intimidad en la solana, si no me atraía la Misión de China. Cambié de
mil colores, tosí y carraspeé, le respondí que estaba en manos de la obe-
diencia. A él le debió sonar algo así como nones, porque cambió de
conversación con una versatilidad que me sorprendió. En Granada se lo
dije al P. Espiritual; luego escribí al P. Provincial, quien me dio espe-
ranzas, como acontece en semejantes casos. Acudí al P. General, que se
sonrió de mi candidez y me remitió en todo al P. Provincial. Este dejó la
bola correr dos años y medio y, en enero de mi tercer año de filosofía, me
envió una carta del Padre Provincial de California, en la que constaba que
yo estaba admitido para la Misión de Alaska.

50
El P. Fernando Gutiérrez del Olmo, ya fallecido.
54
2.° Cuando pasé por casa y os vi (51), no os quise decir nada; pero por
dentro estaba convencido de que ya no volvería a ver más los lares patrios.
Recuerdo que un día, mientras dormía la siesta en una habitación de arriba,
oí juguetear a los pequeños allá abajo y me vino un llanto muy copioso.
Una vez más se me daba a escoger entre quedarme remendando redes o
seguir a Jesús. Afortunadamente, "relictis retibus, secutus sum Jesum" (52).
Otra vez en el Colegio de La Habana, donde estuve cinco semanas, y
donde ya iba a echar raíces, al bajar con la maleta ya para ir al barco
yanqui que se balanceaba en la bahía, un niño del Colegio, recién llegado,
fue detenido en la portería, por donde quería escaparse para casa; y al ser
detenido lloraba desconsolado llamando a su madre. Yo me estremecí todo
y, sin poderlo evitar, sentí que se me llenaban los ojos de agua. Estábamos
los dos en semejante posición: él, como niño, lamentaba la ausencia de una
semana; yo, crecidote, divagaba sobre la ausencia de por vida.
Este pliego es para ti. Si se lo das a leer a otro, au revoir (53).
3° Esta carta la escribo, no en Akulurak, sino a 80 kilómetros, en Mt.
Village (54), a donde he venido para visitar el distrito de un Padre anciano
que ya no está para trineos ni dormir en escampado (55). Vine después de la
51
Al ir a despedirse de sus familiares en el verano de 1930, poco antes de
embarcarse para América.
52
Dejadas las redes seguí a Jesús,
53
Adiós. Quiere indicar que cortará la correspondencia. Nosotros
preferimos darlo a conocer al público aun a trueque de herir la modestia de
nuestro misionero, porque sabemos que estas efusiones e intimidades
fraternas, harán mucho bien al público amante de las Misiones y del
misionero alaskeño.
54
Mountain Village es ya un pueblecito de cierta importancia, situado obre un
ribazo cerca del delta del Yukón. El Gobierno lo ha escogido para montar en él un
hospital territorial que atienda a los enfermos de los contornos. Es un edificio de
madera, pero muy resistente, y con habitaciones para uso exclusivo de los indígenas,
a quienes se atiende gratis. Inmediatamente detrás del hospital se ve un cementerio
con una verdadera selva de cruces: es que casi toda la población indígena es católica.
La misión católica la fundó en 1921 el P. Keyes, aunque después ha estado algunos
años sin misionero por falta de personal. Cfr. A. Santos, o. c., p. 413.

55
El P. JUAN BAUTISTA SIFTON, otro veterano benemérito de la Misión alaskeña,
que evangelizó desde 1912 hasta 1940, siendo en dos ocasiones su Superior Regular.
Falleció en Hooper Bay el 20 de octubre de 1940. Habla nacido el P. Sifton en Kruth,
de Alsacia, de una familia alemana, en 1871. Estudió latín y Humanidades en una
55
Inmaculada y tal vez no vuelva a Akulurak hasta Pascua. El Padre fue a
Akulurak a descansar y yo vine con plenos poderes a su distrito, inmenso
como el mundo.
Ayer llegaron varios trineos y se juntó una muchedumbre, que en
Europa resultaría ridícula, pero que aquí es considerable. Las jóvenes
decoraron la capillita lo mejor que supieron. Ayer por la tarde confesé a
los cristianos, y al anochecer vinieron a casa los mozalbetes a entretenerse
de cualquier modo, hasta la Misa de Gallo. Una mesa rudimentaria de
billar, dos barajas, un juego de damas y otro de ajedrez los entretuvieron a
todos santamente, ya que ello evitó reuniones indeseables con jarrones de
vino y chistes y gracias y mil historias. Mientras ellos jugaban, yo rezaba
el Breviario, que lo tenía atrasado por el ajetreo del día. A las doce de la
noche se llenó la capilla hasta el altar; unos 50 adultos y la chiquillería. Un
armonio menos malo les ayudó a cantar diversos motetes que habíamos
ensayado las días precedentes. La estufa chisporroteaba, y el viento,
cargado de nieve, silbaba y zumbaba en las paredes y ventanas del edificio.
En la primera Misa les prediqué un sermoncito de circunstancias. Al
terminar la segunda los despedí hasta las ocho de la mañana, en que
diríamos la tercera para los que no hubieran podido venir por la noche. Al
terminar la tercera Misa di gracias y me retiré a la cocinilla a preparar el
desayuno.
4.º Tal vez mañana marche a otra aldea que dista 50 kilómetros.
Estaré allí una semana, y luego continuaré, río Yukón arriba, otro día de
trineo a otra aldea, otra semana. Luego otra, y luego dejaré el río para
internarme en la tundra y visitar en pleno desierto de nieve dos aldeas
donde residen varias familias católicas que no ven al misionero más que
una vez al año. Hay niños que bautizar, enfermos que olear y matrimonios
que arreglar. Visito este distrito por primera vez y me va gustando. Cuando
termine la Tercera Probación creo que voy a pedir ser destinado a él. Es
muy duro, de vida casi nómada, de una soledad completa, por no haber
Escuela Apostólica de Inglaterra. Entró en la Compañía de Jesús en 1889, y muy
joven aún. se embarcó para los EE. UU., como voluntario a la Misión de las
Montabas Roqueñas. Talento privilegiado como se han visto pocos: durante sus
estudios aprendió las lenguas con una facilidad asombrosa. Misionó primero a los
indios de las Montañas Roqueñas, y al volver un día de una de sus jiras apostólicas se
encontró con la carta del P. Provincial que le mandaba ir a Alaska inmediatamente
como Superior General de la Misión. Las lenguas india y eskimal se las aprendió en
seguida sin necesidad de apuntes y lecciones, y es uno de los pocos misioneros que
han llegado a dominarlas perfectamente. Para más detalles cfr. Llorente, Aventureros
del tiemblo Polar, p. 37-47.
56
Hermano ni Padre —realmente no son necesarios, dadas las circunstancias
— y muy a propósito para vivir vida de unión con Dios sin las trabas de las
convencionalidades que ha producido la hipercivilización.
5.º Alaska no tiene porvenir. Nuestro trabajo muere con nosotros;
pero alguno tiene que atender a los eskimales mientras los haya. Esta vida
de soledad es muy peligrosa para el carácter. Es un verdadero invernadero
de manías y extravagancias. El manso se hace irascible; el locuaz,
taciturno; el optimista se las bandea como puede; se chismorrea casi de por
fuerza, se lee todo lo que se atrapa y se alegra uno de haber venido a pasar
por todo esto. Ahora veo que puede uno ser Misionero y vivir hecho una
criba de faltas. Ya lo dijo San Jerónimo: "No el vivir en Jerusalén, sino el
vivir bien en Jerusalén, es de alabar". Aquí, como en todas partes, se
impone el alerta. Ayer llegó el correo. Al Padre que estaba aquí le manda
un amigo dos cajas de puros habanos. Es extraño que nunca me haya dado
por fumar, estando a la vista de puros y cajetillas de cigarros que están a
mi disposición. Lo que si agarré fue una caja grande llena de rosquillas que
le mandaban las monjas de Holy-Cross. Entre las rosquillas venía un
mazapán que me supo a gloria.
Tengo la cabeza caliente y los pies fríos de esta asentada que me he
pegado escribiéndote, para que luego me hilvanes tú una respuesta de dos
plieguecitos a mano que la leo en un abrir y cerrar de ojos. Los yanquis
califican de larga la carta que, al salir del sobre, te obliga a sentar y a poner
una pierna sobre otra, o las dos piernas encima de la mesa.
Tuyo in Domino,
SEGUNDO
Diciembre, 1936

57
BETHEL
Alaska
6 marzo 1937
1.° EN BETHEL. —2.° UNA ENTREVISTA INESPERADA CON
EL SUPERIOR DE LA MISIÓN. — 3.º ANSIAS DE PAZ Y VIDA
SOSEGADA.

Querido Amando:

1.° Te escribo desde una taberna donde resido. Desde Navidad —


cuando te escribí— he ido y venido como judío errante, durmiendo en
cuevas, bautizando en escondrijos, fatigándome en trineos en marchas de
nueve horas a la luz de la luna, catequizando grupos donde tenemos
capillas, y comiendo lo que caiga, cuando y como caiga.
2° Al cabo de tres meses de este género de vida, cuando ya me
disponía a volver a mi querido Akulurak, me topé nada menos que con el
Padre Superior de la Misión (56), que me hizo escucharle y me escuchó
desde las once de la noche hasta las seis de la mañana, por ser ese el único
tiempo de que disponíamos. Lo principal fue la entrega que me hizo de
100 dólares para que viniese a visitar a los cristianos dispersos del río
Kuskokwin al Suroeste de Alaska; y los viajes habían de ser, no en trineo
—llevarían meses—, sino en aeroplano. Obediencia, hijo, pura obediencia.
Vine en aeroplano desde el Yukón, a una velocidad de 200 kilómetros por
hora. Un viaje apacibilísimo, sentado junto al motor con el piloto. Bethel
(57) tiene unos 20 católicos. Casé una pareja, bauticé dos nenes y confesé a
los adultos. Digo la Misa en una casa privada y me alojo en la venta, o
como quieras llamarla, donde se alojan los blancos que trafican en pieles
de nutria y zorra. Mañana temprano —Deo volente— en aeroplano a
Akiak (58), donde creo que hay un par de docenas de católicos. Se está
56
El P. FRANCISCO PRANGE, nombrado Superior unos meses antes.
57
Bethel, debido a lo céntrico y estratégico de su posición, es considerado como
la urbe del Suroeste, con cuatro almacenes, una población indígena considerable y un
buen concurso de aventureros blancos, escandinavos, en su mayoría, que son
luteranos de corazón, porque sus antepasados lo fueron, pero que no tienen ya ni el
más ligero baño de instrucción religiosa.
58
Akiak es un centro minero, con una población blanca nutrida. La población
eskimal está religiosamente a cargo de los Moravos (Protestantes), que tienen Iglesia
y escuela y les enseñan a ser buenos lo mejor que pueden.
58
planeando levantar dos capillas en este río y poner aquí un Padre que
resida permanentemente y viaje y trabaje (59).
3.º Es una vida nada apetecible, llena de sinsabores, rica en
contratiempos y muy a propósito para entibiarse el espíritu del más
contemplativo. Dios nos remedie y nos tenga de su mano. Vivo solo entre
extraños, sin libros buenos, sin buenos ejemplos, sin más consuelo que el
que me proporcionan la celebración de la Santa Misa, y la convicción de
que hago la voluntad de Dios. Tengo verdaderas ansias de ir a la Tercera
Probación y de arrodillarme en la capilla hasta que echen raíces las rodillas
sin esta vida errante y vagabunda que aridece el espíritu. Pero, como digo,
lo quiere Dios; y si El lo quiere, El nos sacará ilesos de las entrañas de la
ballena. ¡Qué misión tan hermosa la del sacerdote! Verdaderamente somos
alter Christus.
No sé nada del frente de Madrid. Los juicios de Dios son demasiado
profundos para mí. No entiendo cómo permite tanta barbarie. Alaska con
sus arideces me encanta.
Adiós y ora mucho por mí. Gracias por tu hermosa carta, la más larga
de cuantas me has escrito.
Tuyo,
SEGUNDO LLORENTE, S. J.
Marzo, 1937

59
Así se había hecho en los primeros tiempos de la Misión; el puesto se cerró
en 3907, porque un incendio voraz acabó en unas horas con casa, iglesia y demás,
hasta sus cimientos. El incendio tuvo lugar el 1903. Con todo, siempre han quedado
eskimales católicos esparcidos por aquellas latitudes.
59
II

DE NUEVO EN ESTADOS UNIDOS

PORT TOWNSEND

1937 - 1938

60
A BORDO DEL «NENANA»
Río Yukón arriba
2 julio 1937

1.° A TERCERA PROBACION.— 2.° LA MUERTE DE MOLA.


3.° RECUERDOS DE AKULURAK. — 4.° SU MAYOR ASPIRACIÓN:
MORIR EN ALASKA.— 5.° DOS DÍAS EN LA PESQUERA DE LA
MISIÓN. — 6.° NAVEGANDO POR EL YUKON.

Querido Amando:
1.º Acabo de despedirme de Akulurak; voy a los Estados Unidos a la
Tercera Probación. Con estos líos de guerra civil, tal vez me tomen por
sospechoso y me decapiten o deporten. Si lo primero, al cielo; si lo
segundo, volaré al frente de Huesca de Capellán de Requetés.
2.° Ayer leí que Mola murió en un accidente aéreo. Quedé
consternado y me faltó poco para hacer pucheros. ¡Pobre Mola!
Estoy sin noticias. No sé si ha caído Bilbao o no. Quedan Santander
y Gijón. Despacio y buena letra. La mía es mala, porque el barco se
bambolea que es un primor.
3.º Dejé con lágrimas a mi querido Akulurak... Cien huérfanos que
habían sido mis delicias, quedan en espera de mi vuelta. Los 25 villorrios
del distrito que tantas veces visité en trineo y gasolinera, quedan esperando
mi vuelta. Los 16 perros que yo crié y que me seguían en todos mis pasos
quedan esperando mi vuelta. Los apuntes de eskimal que pacientemente
compuse y ordené, también me esperan. Estoy aquí con el cuerpo, pero mi
corazón está en Akulurak. Es increíble el cariño que se toma al primer
distrito que a uno le cabe en suerte. Aunque viva cien años no olvidaré los
buenos días que pasé en Akulurak catequizando, leyendo, estudiando y
moliéndome en el trineo. Forsan haec quondam meminisse juvabit, como
dijera el poeta (60).
Mi programa es éste: hacer bien la Tercera Probación y volver a
Alaska para siempre. El día que cumpla 60 años, empiezo, o mejor,
empezaré, una novena al Sagrado Corazón para que muera de repente en
un pueblucho alaskano media hora después de terminada la Santa Misa.
Ahí tienes mi programa. No quiero pasar de 60, porque estos venerandos
60
«Quizá venga bien alguna vez acordarse de estas cosas". Virgilio lo dijo de
esta manera "forran et haec olim meminesse juvabit" (Eneida, I, 203).
61
viejos que quedan por aquí, le muelen a uno los sesos con tanto malparar
los tiempos presentes y tanto ensalzar los pasados. A veces en la mesa nos
reímos a carcajadas de lo más sonoras, escuchando a los dos venerables de
casa contar lo mucho bueno que hicieron allá a primeros de siglo (61).
Entonces el frío era mayor, había más mosquitos en el verano, comían
peor, bautizaban más, catequizaban mejor, se mortificaban más, etc., etc.
Por favor, Amando, no seas así cuando pases de los 70.
5.º Estuve dos días en la pesquera. Cogimos 4.255 salmones; para
fines de julio habrán caído 22.000. En una red que puse junto a casa, cogía
diariamente 15 salmones. El más pequeño pesó 14 libras, el mayor pesó 35
y media. Visitaba la red todas las tardes después de remar en un barquito
de remos que manejaban cuatro niños mayorcitos. Mientras ellos remaban,
yo tocaba el acordeón al vaivén de las olas.
3.º Te escribo en pleno Yukón. Llevo navegando una semana y este
es el cuarto barco que he tomado. Es una vida de judío errante increíble.
He parado en aldeúcas eskimales y he departido con los indígenas en mi
media lengua, que los hace reír. De vez en cuando me retiro al camarote a
decirle a Jesucristo que es muy bueno, que dé la Victoria a Franco, que
reine en el mundo y que me llene y nos llene a todos de su amor. Da gusto
orar por las Misiones; yo debiera orar algo más.

61
P. JUAN LUCAS, LUCCHESSI y H. BARTOLOMÉ CHIAUDANO. Del P. Lucchessi hemos
hablado más arriba, p. 71. Del H. Chiaudano habla extensamente el P. Llorente bajo
el nombre de Kío en Aventureros del Circulo Polar, p. 48-81. De allí entresacamos
los datos siguientes: El H. Chiaudano tuvo que cambiar de apellido por el de Kío por
la dificultad de los esquimales en pronunciar el apellido auténtico, y así fue conocido
los cuarenta años que vivió en la Misión. Reunía en sí este Hermano las dos
cualidades más eminentes de todo H. Coadjutor: habilidad y piedad. Llegó a hablar el
eskimal pasablemente sin necesidad de emplear tiempos especiales a su aprendizaje
directo. El levantó varias casas en la Misión y decoró diversas iglesitas y capillas;
hasta fabricó nada menos que un vaporcito fluvial con todo lujo de motores, adaptado
maravillosamente a las necesidades del lugar. El H. Kío es toda una Institución en
Akulurak, donde pasó la mayor parte de su vida, ayudando y alegrando a todos con
sus innumerables destrezas y habilidades, que llegaban al colmo en sus
conocimientos culinarios. El P. Lucchessi le visitaba diariamente y pasaba con él
horas enteras en la cocina. El P. Lucchessi tenía entonces 78 años, y el único sitio
donde podía calentarse convenientemente era pegadito al fogón, donde conversaba
con su con-novicio de Turín. El H. Chiaudano nació en 1871, había llegado a Alaska
en 1900 y falleció plácidamente en Akulurak, el 27 de mayo de 1940.

62
Bueno, el ajetreo aquí es terrible y no tengo humor para escribir
como quisiera. El barco se zarandea mal de su grado.
Ya te escribiré largo, bueno, bonito y barato.
Tuyo in Domino,
SEGUNDO LLOEENTE, S. J.
Julio, 1937

63
8 EATTLE COLLEGE
2440 Interiaken Boulevard
Seattle, Wash
Agosto, 1937
1.º EN SEATTLE, LLEGADO DE ALASKA. — 2.°
DOCUMENTACIÓN NECESARIA PARA ESTAR EN LOS EE. UU. —
3.° CAMINO DE SPOKANE: UNA CLASE DE ANTROPOLOGÍA EN
EL COLEGIO. — 4.º DOS CONFERENCIAS SOBRE ALASKA A 70
RELIGIOSAS. — 5.º DE NUEVO EN SEATTLE PARA
ENTREVISTARSE CON EL P. PROVINCIAL. — 6.º AÑORANDO
AKULURAK. — 7.° HABLANDO CON UN PERIODISTA. — 8.° SAN
PABLO Y SANTA TERESA. — 9.° ¿PROBABLE VIAJE A EUROPA?
— 10.º UNA VISITA AL HOSPITAL Y NUEVAS AÑORANZAS DE
ALASKA. — 11.º COMUNIONES A LOS ENFERMOS EL PRIMER
VIERNES.

Mi caro Amando:

Te hubiera querido escribir mucho antes, pero el estado de


incertidumbre en lo relativo a mis pasaportes ha sido la causa de tanta
tardanza. Para que veas la vida que he llevado desde que llegué de Alaska,
te voy a poner a manera de Diario los principales acontecimientos.
1.º Julio 20. — El barco ancla en Seattle, puerto americano de
400.000 habitantes. Después de haber estado dos años en Alaska, el ruido
de estas calles —hormigueros de autos— es intolerable. El Rector del
Colegio un condiscípulo mío, que me recibe con apretones de manos muy
efusivos y con muestras de verdadera satisfacción. Por la noche, el ruido
de los autos no me deja dormir.
2.º Día 21. — El pasaporte yanqui termina el primero de setiembre.
La única solución tiene dos ramas, a saber, o salgo fuera de los EE. UU.
unos días y adquiero allí en el consulado yanqui un pasaporte de reingreso
valedero de por vida, o tengo que tomar un barco y zarpar para Europa.
Desde el primero de setiembre, mi estancia en los Estados Unidos será
ilegal. Me place la solución de cruzar la frontera yanqui. Para reingresar
necesito los siguientes documentos:
a) Pasaporte válido español.

64
b) Certificado duplicado de los jefes de Policía de las ciudades donde
he estado, testificando que no tengo allí causa criminal alguna.
c) Certificado del Sr. Obispo testificando que me admite en su
Diócesis.
d) Certificado del P. Provincial testificando que soy sacerdote. Todo
el que haya sido sacerdote por espacio de dos años, tiene derecho a entrar
en los Estados Unidos desde cualquier consulado americano fuera de los
Estados Unidos.
e) Certificado en duplicado de nacimiento.
Día 22. — Visito al vice-cónsul español, un abogado yanqui que no
sabe castellano. Me recibe con mucha amabilidad y charlamos como
verdaderos amigos. Al fin me lee una carta en la que el cónsul general
español desde San Francisco le anuncia que no tiene permiso para expedir
documentos de ningún género hasta nueva orden. El tal cónsul es rojo, y
quiere saber qué pájaros españoles revolotean por estos aires. Me despido
del vice-cónsul que cree con toda inocencia que lo mejor para mí es
avistarme con el cónsul general.
3.° Día 28.—Voy a Spokane a ver al P. Provincial. Toda la noche en
el tren. Al entrar en el Colegio me dicen que el P. Provincial salió en el
tren anterior para Portland. Nuevo contratiempo. Tampoco me altero. No
sé de dónde me viene esta paz octaviana. Estoy rendidísimo y duermo casi
todo el día.
Día 29.— El P. Rector me obliga a tomar su clase de Antropología
en la Escuela de Verano. Tiene 30 alumnos de todos los colores —
sacerdotes, maestrillos, monjas, señoritas, estudiantes y HH. de las
Escuelas Cristianas— y tengo que explicar cinco puntos sobre la raza
eskimal, a saber: la lengua, los utensilios como prueba de que razonan, el
matrimonio, la vida social y el sentido de propiedad. Se enteran de que voy
a hablar sobre Alaska y la clase rebosa de oyentes. Al terminar la primera
clase, resuena una ovación estruendosa y una hora más tarde tengo
verdadero dolor de hombros de tantas palmadas como llueven sobre ellos.
Menos mal que tengo una joroba más que mediana.
4.º Día 30.—Dos conferencias más sobre Alaska. Después de comer
me llevan en auto a dar otra conferencia a 70 monjas que me esperaban
sentadas en un salón inmenso. Después de hora y cuarto de charlar, o
mejor, vocear en aquel recinto sin límites, como la atención de las monjas
no disminuyese, les eché un chiste que produjo el efecto deseado. Un niño

65
eskimal preguntó a su padre que tenía fonógrafo, quién había inventado la
primera máquina parlante.
—La primera máquina parlante —respondió el avisado padre— la
inventó Dios. He aquí cómo la hizo: crió de la nada a Adán y le
adormeció; y, mientras Adán dormía, Dios le quitó una costilla, y de
aquella costilla hizo la primera máquina parlante.
Las monjas se alborotaron como un enjambre, y la Madre Superiora
me miró con unos ojos de angustia terrible. Propuse entonces contarles
más anécdotas. Un eskimal que se las echaba de saber inglés, compró un
libro y en él leyó la palabra monólogo. Por más que se rascó la cabeza, no
atinó con el significado. Preguntó a un blanco qué significaba aquella
palabra, y el blanco le respondió que monólogo era una conversación entre
el marido y la esposa...
Las monjas se alborotaron de nuevo con unas risadas muy poco
monjiles y protestaron. Iba a contarles una tercera anécdota; pero la Madre
Superiora replicó que ya era hora.
—Acabáramos —dije para mis adentros.
5.º Día 31.— Fiesta de San Ignacio. Me llama el Padre Provincial,
que acaba de llegar de Seattle. Tomo de nuevo el tren y paso la noche
rodando por montes y valles selváticos. Llego a media mañana y digo
Misa. La entrevista con el Padre Provincial dura cerca de dos horas.
Después de cansarnos de hablar sobre Alaska, venimos al grano. Si no se
me arreglan los papeles, lo mejor es tomar un barco alemán o italiano y
entrar en Bélgica. Inmediatamente averiguaré dónde puedo hacer la
Tercera Probación, y allí me dirigiré. El P. Provincial teme dos cosas:
primera, que venga a caer en manos de comunistas y me descuarticen, y
cuelguen los cuartos en el escaparate de una carnicería de Madrid.
Segunda, que el P. Provincial de León (62) me eche la zarpa y pierda
Alaska un misionero, malo y todo, pero, al fin, misionero. Luego de
terminada la Tercera Probación obtendré en un consulado yanqui un
pasaporte vitalicio y volveré a los EE. UU. y Alaska.
6.° La idea de volver a verte en Marquain (63) y de volver a ver tantos
conocidos me halaga sobre manera; pero me duele muchísimo separarme
tanto de mi querida Alaska que está esperando. Akulurak me está

62
Provincia Jesuítica a que pertenece el P. Llorente.
63
Marquain, pueblecito de Bélgica, junto a la frontera francesa, donde vivían
desterrados los Jesuitas de Salamanca, expulsados por la República.
66
esperando. Me esperan los nueve perros que yo crié y que me seguían a
todas partes desde que aprendieron a andar; me esperan los 35 huérfanos
con quienes me divertía desde que los despertaba por la mañana hasta que
los acostaba por la noche; me esperan las 60 huérfanas a quienes enseñaba
el catecismo con entremeses de cuentos de Calleja y tonadas de acordeón;
me espera la Hermana Catalina, que me hacía todas las tardes un pocillo de
chocolate con bizcochos y mantecadas también caseras; me espera la
Madre Lorenza, Superiora desde 1805, que me entretenía a la puerta dos o
tres horas contándome anecdotillas de las rapazas de hace veinte años, con
otras mil impertinencias graciosísimas (64); me esperan los eskimales del
distrito, cuyos nombres aprendí a pronunciar bien gracias a nuestras erres y
jotas y con quienes dormí cien veces en el suelo desnivelado de sus chozas
malolientes. Ir a Europa es separarme 3.000 leguas de tantos como me
esperan en Alaska. Por eso no quiero ir a Europa. Además, si voy a
España, tal vez me entusiasme con las legiones de Franco y tenga que
luchar para volver a Alaska.
Agosto 1.— Un juez, amigo nuestro, me aconseja aguardar unos días
antes de salir para Europa. Tal vez él pueda saltar por encima de leyes
odiosas y facilitarme un arreglo sin tener que salir del país, aunque lo ve
difícil.
7° Día 2.— El P. Ministro (65) me llama al locutorio. Allí me
encuentro con un señor de edad y una señorita. El señor me enfoca una
cámara, dispara y sale contentísimo. Va a llevar la foto a uno de los diarios
de la capital. Aquí hay libertad de Prensa y de fotograbados y no tengo
derecho a protestar. La señorita es una de tantas reporteras del periódico y
viene a tener una conversación conmigo para publicarla. Quiere saber algo
sobre Franco y sobre Miaja, a quien llama Maya por no saber español. Yo
hablo y acciono y gesticulo y sigo hablando... y ella borrajea y escribe y
vuelve a borrajear. Franco es cosa buena, es símbolo de unión, paz y
fuerza...
Yo seguía hablando y ella borrajeando. Luego quiso saber algo de
Alaska. Alaska es un paraíso, y el que no lo crea es un necio. Nada de
soledad deprimente. Los eskimales son simpáticos, etcétera, etc.

64
Alusión a lo que sobre esto mismo escribe en su libro En el País de
los Eternos Hielos, p. 201.

65
El Vicesuperior.
67
8.º Día 3. — Esperando a que el juez me llame por teléfono. No
llama y yo empleo las horas en mi cuarto leyendo a Santa Teresa y
visitando al Señor para decirle que es muy bueno y que merece ser amado
sobre todo y que yo quiero amarle, o mejor, quisiera amarle como le ama
el Padre y el Espíritu Santo. Cuando me canso de decir estas cosas al
Señor, vuelvo al cuarto a leer a Santa Teresa en español —por supuesto—.
No sé qué tiene esta Santa que me llena y satisface como ningún otro
Santo, si se exceptúa San Pablo. Diríase que la Santa castellana comenta a
San Pablo y le explana y le hace más inteligible. Desde que estudié
Teología adquirí una estima de San Pablo tal, que no lo sé explicar.
Después de leer a estos dos Santos, toda otra lectura me parece barata y de
poca monta. Por la tarde, me llevaron a dar una conferencia a las Damas
del Sagrado Corazón. Al volver, encontré sobre la mesa la carta que me
escribiste poco antes de los exámenes y a raíz de la toma de Bilbao.
9.º Día 4. — Me llama por teléfono el juez. En el despacho me
anuncia que lo mejor es prorrogar el pasaporte un año y hacer en el ínterin
la Tercera Probación, durante la cual no es difícil que Franco barra el
comunismo de España y cesen los celos ingleses y se me permita sacar el
nuevo y definitivo pasaporte yanqui. La prórroga me la obtendrá un
senador de los Estados Unidos, íntimo amigo suyo. Este plan parece
factible y hasta razonable, pero me deja de nuevo en los cuernos del toro.
Si no resultase, entonces, cuando en la Cuaresma vaya a California a dar
los Ejercicios a diversas comunidades mejicanas, seguiré en el tren hasta el
Paso, donde me vestiré de paisano, y, mordiendo un puro y escupiendo por
el colmillo como los chulos mejicanos, atravesaré el puente internacional,
visitaré al cónsul yanqui en la ciudad de Juárez y allí daré jaque mate a
esta madeja que no me ha vuelto loco por pura misericordia de Dios.
Quiero decir que no veo probable mi ida a Marquain. Es mejor. Si te viera
y te hablara, tal vez luego me costara volver a cruzar el ancho mar. Si
surgiera de repente un contratiempo y tuviera que partir para Europa, me
dirigiré a Marquain a visitar al P. Baeza (66), quien alineará en un transito a
todos los Juniores. Yo os pasaré revista y tendré la honra de conocerte a la
primera, por mucho que te parezcas a otros Juniores. Estoy seguro de que
te pareces a la familia como un huevo a otro. ¡Qué chasco si no te
distinguiera!
10. Día 5. — Voy al Hospital a sustituir al capellán que desea
descansar en el campo un par de días. Me dan un cuarto regio, con sofás en

66
Rector de la casa, en que vista su hermano.
68
los que me hundo hasta las orejas. Como la ciudad es tan populosa y el
hospital es tan excelente, los enfermos pasan de 200, que viven
desahogados, pues hay 350 camas. Tengo bastantes confesiones y leo una
recomendación del alma. Una Hermanita de 75 años que cuida de mi
cuarto me trae a ratos uvas doradas y ciruelas negruzcas muy maduras.
Comparo este trato al que se me dio cuando vivía vida de judío errante en
Alaska, comiendo pescado ahumado, y se me llena el espíritu de añoran-
zas. En algunos ratos de ocio me pongo a tararear algunas tonadas que me
enseñaron en Akulurak y que yo luego tocaba con el acordeón... y se me
llenan de agua los ojos. Yo pertenezco a Akulurak. Yo no quiero sofás, ni
uvas doradas, ni ciruelas maduras, ni camas blandas, ni atenciones inme-
recidas. Yo quiero pescado ahumado y un trineo y dormir en el suelo con
los eskimales y cantar con ellos tonadas al son del acordeón.
11. Día 6. —Primer viernes. Precedido de dos Hermanitas con luces
voy muy de mañana de piso en piso, de cuarto en cuarto dando la Sagrada
Comunión a los enfermos católicos. Empleamos media hora en tan conso-
lador ejercicio. Da gusto llevar el Copón pegado al pecho y decir a Jesús
aquello de... "no le arrojéis de las divinas vuestras". Después de Misa
tengo Exposición que dura hasta las tres de la tarde. El senador contesta
desde Wáshington que la prórroga está concedida. Las Adoratrices
mejicanas de San Francisco de California me escriben atribuladísimas ante
la perspectiva de que vaya a Europa y han emprendido una campaña de
oraciones para retenerme aquí, a fin de que en la Cuaresma les pueda dar
los Ejercicios en leonés. Quieren verme en el locutorio y escuchar por
espacio de seis u ocho horas narraciones genuinas del bajo Yukón; oír mis
cuentos para reírse hasta que revienten.
Día 7. — Paso la mañana visitando enfermos y quedo
verdaderamente molido. Por la tarde llega el Capellán todo rejuvenecido.
Me da cinco duros "pa naranjas" y yo tomo las de Villadiego. Al llegar al
Colegio, me encuentro con un auto que me está esperando para llevarme a
una parroquia donde mañana domingo debo decir dos Misas y confesar un
par de horas...
Bueno, punto final. Luego no te quejes de que no te escribo. ¡Ah!, se
me olvidaba. El gran periódico apareció ayer con mi foto y una columna...
sobre Alaska. A Franco ni mentarlo. Ya lo sabia yo. ¡ ¡ ¡Viva Franco!!!
Tu hermano que te encomienda y se encomienda en tus OO. y SS.
SEGUNDO
Agosto, 1937

69
MANRESA HALL
Port. Townsend. Washington
15 noviembre 1937

1.° AL DÍA EN LO TOCANTE A LA GUERRA DE ESPAÑA. 2.º


— Los PARTES DE GUERRA DE HENDAYA Y MADRID. — 3.º —
RECORDANDO ALASKA. — 4.° JESUITAS ASESINADOS POR LOS
ROJOS.

Mi caro Sindo:

1.º Acabo de leer de punta a cabo los "Faros" (67) que tuviste a bien
enviarme, los cuales me dejaron en los suburbios de Villaviciosa a las
puertas de Gijón. Por la prensa de aquí me enteré de la calda de Gijón.
Debió ser algo grande; por eso espero que el correo me traiga pronto
algunos Faros más que me pongan al tanto de la situación. No puedes
hacerte cargo de lo que se ama a España desde el extranjero: pera aquí,
como está uno solo entre extraños, es diferente.
El Señor ha tenido conmiseración de mi y halló modo de aliviarme
las penas teniéndome al día en lo tocante a la guerra; porque apenas
terminamos el mes de Ejercicios —en setiembre— el P. Instructor me
nombró Capellán del hospital católico, a cien pasos del Terceronado y voy
dos veces al día por los cuartos de los enfermos y encuentro periódicos y
radios por todas las esquinas del hospital.
2.º Los comunicados de Hendaya son favorables a Franco; los de
Madrid son contra el Caudillo. Los de Hendaya me enteran en diez líneas
de los objetivos de Franco: avances, asedios, aviación, prisioneros, etc.
Los de Madrid son un amasijo de mentiras. Todos los días la aviación roja
tira al suelo un par de docenas de bimotores nuestros. Todos los hangares
de Franco han sido destruidos hace ya más de un año. Por desgracia la
prensa dedica tres líneas a Franco y tres columnas a Negrín. Así es la vida.
Por eso, cuando llegan tus "Faros", se me esponja el corazón mientras
devoro las columnas, incluso los anuncios.
3.º Anoche cayó aquí una nevada fenomenal. Me recuerda a mi
querida Alaska y tengo el alma llena de añoranzas. No puedo apartar de la

67
El Faro de Vigo, periódico local.
70
mente los perros y el trineo de Akulurak. Precisamente hoy hace dos años
salí por primera vez en trineo a visitar a los cristianos. Los ríos semejaban
carreteras asfaltadas y las planicies dormían silenciosas bajo un manto de
nieve blanquísima y espesa por la que caminábamos a diez kilómetros por
hora. Los perros no estaban aún en buenas condiciones; me pasé mis
miedos propios de quien no tiene experiencia, etc., etc.
4.º Recibí el Catálogo impreso en Mayo, y sin duda que me lo
enviaron gracias a tus gestiones. Supongo que cuando la bandera bicolor
tremole en Madrid y Barcelona, harán los nuestros una lista de los Jesuitas
asesinados por los comunistas. A ver si me mandas la tal lista para
encomendarme en sus oraciones. El P. Mayorga fue con-novicio mío (68);
al P. Agustín Fernández (69) le conocí en el Juniorado. En el sur conocí
mucho a los PP. Payán y R. Pimentel (70). Matar al P. Villada es un crimen
que clama al cielo. En fin, "Si me persecuti sunt et vos persequentur" (71).
Todo tuyo,
SEGUNDO LLOEENTE, S. J.
7 Noviembre, 1937

68
Asesinado en Santander.
69
Asesinado en Gijón.
70
Asesinados en el Sur.
71
Jn, 15. 20. "Si a Mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros".
71
MANRESA HALL
Port Townsend, Wáshington
18 noviembre 1937

1.º AL CUMPLIR 31 AÑOS. — 2 .° HAY CALVAS


VENERABLES. — 3.º NOTICIAS DE LA GUERRA ESPAÑOLA. —
4.° CAPELLÁN DEL HOSPITAL De TOWNSEND. 5.° — LAS
FALSEDADES ROJAS DE NUESTRA GUERRA DE LIBERACIÓN. —
6.º UNA PLÁTICA DISCUTIDA. — 7.° NOTICIAS BREVES.

Mi caro Amando:

1.° Hoy cumplo 31 años, y he decidido celebrarlo poniéndote dos


líneas que sirvan de contestación a la tuya de hace un mes.
"Treinta años, quién me diría
que tuviera al cabo de ellos
si no blancos los cabellos
el alma apagada y fría.
Un día tras otro día
mi existencia han consumido
y hoy, ALELADO, aturdido
mi existencia se derrama
por el ancho panorama
de los años que he vivido".
Así empezó Núñez de Arce su poema al cumplimiento de sus 30
años. Afortunadamente si yo tuviera vena, humor y tiempo para un poema
en semejantes circunstancias, tendría que valerme de una idea diame-
tralmente opuesta. Mi alma, a pesar de sus miseriucas sin número, no está
ni apagada ni fría; al contrario, muy viva y despidiendo llamaradas de
deseos de un amor a Dios intensísimo.
2.° Como ves, ya voy para viejo. Cada vez que me peino —que es
todos los días— el peine me roba cien cabellos que no vuelven a su
procedencia. Y ya sabes que "donde se quita y no se pon, luego se llega al
hondón". Por eso yo al ver ir tantos cabellos, les digo: adiós, que ya no os
vuelvo a ver el pelo. Pero ¿qué? ¿Acaso San Pedro y San Pablo lucieron

72
una cabellera ondulosa hasta el fin de sus días? Y ¿qué decir de Nuestro
Padre San Ignacio? Síguese, pues, que una calva venerable es el mejor
ornamento del varón sesudo y consciente, del santo celoso y penitente. No
quiero decir que yo ya esté calvo, sino que a este paso lo estaré por lo
menos antes que tú.
3.° Sindo (72) me envió un fajo de "Faros de Vigo" que me dejaron
con las columnas de Franco a las puertas de Villaviciosa. El próximo fajo
me pondrá al tanto de la caída de Gijón —hay caídas gloriosas— y de los
planes de conquista del Generalísimo. Yo con frecuencia, en vez de
meditar en los Novísimos como sería razón, empleo cuartos de hora
redondos invadiendo los Pirineos por Barbastro y Lérida hasta Gerona.
Luego corto en línea recta desde Teruel hasta Valencia. Luego tomo
sucesivamente los puertos de Almería, Cartagena y Castellón y dejo a
Barcelona, Valencia y Madrid en seco. Remedando al sandio de Nerón que
se lamentaba al morir que el mundo perdía tan grande artista, me digo:
¡qué general perdió en mí la Madre Patria! Luego miro al fajín y
espiritualizo lo de general y ejércitos y renuevo los deseos de ser militar en
los ejércitos de confesores y mártires de Cristo Rey. ¿Verdad que no hay
como ser optimistas? Bastantes amarguras tiene la vida de por sí, sin que
vayamos nosotros a buscarles más. No te quepa duda.
4.º Ayer me relevaron en la capellanía del hospital, donde estuve 54
días. Es un hospital católico, propiedad de las Hermanas de los Pobres,
situado aquí a cien pasos del Terceronado, lo que nos permite ser a la vez
capellanes y tercerones, pues se sigue casi en toda su totalidad la distri-
bución ordinaria del Terceronado. La capellanía me servía para leer uno de
los muchos periódicos que abundan entre los enfermos y seguir así la
marcha de los acontecimientos españoles. La experiencia me enseñó a leer
entre líneas. La Prensa de por aquí está destornillada y favorece la causa de
los rojos. Los despachos de Madrid se imprimen como dogmas de fe.
Según esos despachos, Huesca ha sido tomada creo que 37 veces, Jaca 17,
y Zaragoza ha estado a punto de ser asaltada y tomada cerca de 90 veces.
Contando las cifras dadas por Madrid, resulta que Franco ha perdido
35.000 aeroplanos, 125.000 cañones pesados, 8.000 tanques, 300.000
kilómetros cuadrados y cerca de 3.000.000 de hombres. No hay día en que
el Gobierno de Madrid no anuncie el aplastamiento de compañías enteras y
la rendimiento de ejércitos fascistas con todo el equipo. Los trimotores de

72
Su primo, el P. Gumersindo Treceño, S. J.

73
Franco destruyen iglesias, hospitales, escuelas y casas de obreros y matan
millares de niños inocentes y mujeres indefensas; en cambio, los aviones
del gobierno republicano destruyen hangares, cuarteles, depósitos de
pólvora, nidos de ametralladoras; matan soldados y desmoralizan a la
población civil. Y este público y estos lectores son tan benditos que lo
creen todo a carga cerrada. Yo he aprendido a interpretar estos despachos
entendiéndolo todo al revés.
Ahora que he terminado en el hospital, como en el Terceronado no
entran noticias mundanas, estaré tanquam tabula rasa hasta que al cabo de
eternidad me lleguen las noticias de Sindo que el P. Instructor me permite
saborear libentissime dadas las circunstancias de ser guerra santa, etc...
Sucede que, mientras por un lado no sé nada de las actividades
literarias de las derechas, por otro he recibido cuatro ejemplares del libro
del P. Galiño (73). Me he quedado con uno y he enviado los tres restantes a
diferentes amigos de Franco en estas latitudes. Las noticias mensuales que
sacáis ahí para los Misioneros me vienen como agua de mayo. Las cartas
del P. Otaño sobre los triunfos venideros de Franco me infundieron un
aliento inmenso.
6.º Por lo demás, aquí en el Terceronado la vida se desliza suave y
placentera, en un ambiente de paz beatífica, con mucho silencio y
recogimiento. Todas las semanas tenemos caso de conciencia y de Insti-
tuto, alternando. Además tenemos una plática a los Tercerones presididos
por el P. Instructor. Yo la tuve anteayer sobre el tema "age quod agis" (74),
o el buen uso del tiempo. Como estos yanquis son secotes, y como los
conozco hasta sabérmelos casi de memoria, y como de un español esperan
piedad y misticismo a toneladas... en la plática destapé la válvula y dejé
que saliesen sin medida conceptos místicos y expansiones ultrapiadosas
que chorreaban devoción por todos los poros. Además, hablé sin mirar a
papel ninguno. Es de saber que en esta nación todas las pláticas son leídas.
Los ejercicios también se dan leídos —cosa que a mi se me atraviesa como
una viga en el ojo—. Pues bien; como yo vine con estas novedades de
expansiones místicas habladas y no leídas, esta es la hora en que todavía se
está discutiendo el mérito y demérito de la dichosa plática.
7.° Noticias breves. — A fines de mes iré a Spokane a dar los
Ejercicios a los HH. CC., unos veinte que se reúnen allí con ese objeto.
Terminarán, Dios mediante, para la fiesta de la Inmaculada.
73
El libro titulado Viva España, publicado a raíz de comenzar el Movimiento.
74
Haz lo que estás haciendo.
74
Dentro de cinco días tengo que dar una conferencia sobre Franco al
Club de los Rotarios de la ciudad. Media hora de exposición, y luego
preguntas y respuestas. Yo adivino lo que me van a preguntar; por eso ya
tengo hilvanadas las respuestas. Hay que desenvolver los conceptos de
democracia, comunismo, anarquismo, fascismo, etcétera.
Terminaré el año con un triduo a las Ursulinas de Everett, a unos 20
kilómetros de aquí. Es la Casa Madre donde vive la Madre Provincial. Por
fortuna, la conocí en Alaska cuando hizo la visita a las monjas de
Akulurak. La llevé cinco minutos en trineo por unos yerbazales que me
llegaban a la cintura. Los pobres perros sudaban pez. Era en verano; pero
la muy reverenda insistió en probar fortuna y ver a qué sabia caminar en
trineo. Es muy alta. Al entrar en una casucha eskimal se dio un coscorrón
en la cabeza que creía se la había partido en cien cachos. Pienso
recordárselo y preguntarle si todavía tiene el chichón. Se rió mucho
cuando le dije que en Alaska la novena bienaventuranza es: "Bienaven-
turados los pequeños de estatura, porque no se darán coscorrones al entrar
en las casas".
Tu hermano,
SEGUNDO LLORENTE, S. J.
Noviembre, 1937

75
ST. JOSEPH'S RECTORY
Jesuit fathers. 732 18th. A. North.
Seattle
11 febrero 1938

1.° IMPRESIONES ANTE UN RETRATO DE SU HERMANO. —


2.° SUS DISCURSOS SOBRE ESPAÑA — 3.º LA PESADILLA DE
TERUEL. — 4.° CONFIANZA EN Dios. 5.° GRACIA DE LA
VOCACION.

Mi caro Amandín:

1.° Acabo de recibir tu retrato. Te he estado mirando así como una


media hora. ¡Y pensar que somos hermanos! Pareces yanqui; casi escan-
dinavo. Me gustan los dientes. Lávalos bien y cuídalos, que bien te
vendrán el día de mañana. Creo que saliste Villa clavao (75); así como yo
salí Llorente rematao. Sin embargo, eres Presa legítimo en el cabello de la
frente que crece hacia arriba. Estos pormenores los he advertido gracias a
una lente de aumento que tengo sobre la mesa. Lo que más me gusta es la
actitud decidida. Bravo; somos soldados de Cristo Rey.
2.° El P. Instructor me ha enviado a una semana de ministerios, y
ando de la Ceca a la Meca con el maletín en la mano y la cartera lista para
comprar billetes de tren, tranvía y autobús. Los discursos sobre España que
he echado son innumerables. Ahora tengo tres en caja y a auditorios finos.
Pasado mañana tengo que hablar a 150 caballeros de todas las profesiones
imaginables. No es que mis ministerios sean estos discursos, no; sino que
se corre la voz de que es el Padre español... y en seguida empiezan a
funcionar los teléfonos. Algunos discursos son dialogados y duran alre-
dedor de dos horas. No es que sean polémicas; es que no saben una palabra
y preguntan para saber, no para discutir.
3.º La pesadilla de Teruel se va esfumando con el correr de los días.
Ya no se ven en los periódicos líneas piramidales anunciando el aplas-
tamiento de los nacionales. Con la llegada del buen tiempo, Franco ha
empezado a desperezarse y a dar zarpazos, unos zarpazos que me están
sabiendo a gloria. Estoy esperando con ansia el avance rápido sobre

75
Alude a sus apellidos: Llorente, Villa, Presa.
76
Tortosa. Creo que para la fiesta de San Ignacio, la Provincia de Aragón (76)
puede empezar a embalar baúles y a sacar de la cartera los pasaportes para
Barcelona.
Hoy los periódicos anuncian los preparativos de Franco para meterse
como una cuña por terreno rojo camino de Castellón. Todo lo que sea
ganar una pulgada es avanzar. Lo que me extraña es que Queipo de Llano
no dé zarpazos en el Sur. Pero, después de todo, nos debemos considerar
dichosos de que se haya hecho lo que se ha hecho. Creo que para
setiembre tendremos a España.
4.º Por lo demás, ornatissime frater (77), ni tú ni yo tenemos motivos
para alarmamos. Dicite justo quoniam bene (78). Decid al justo que en
buena hora nació. Decidle que aunque lluevan guerras, hambres y
pestilencias; aunque sea odiado, perseguido y martirizado; aunque la tierra
tiemble y el mar se embravezca y el sol y la luna pierdan su luz; aunque
quede huérfano y desheredado de la fortuna; aunque coma el pan del
destierro y le asalten temores sobre el porvenir; aunque rueden coronas
regias y sucumban dinastías multiseculares y se pulvericen civilizaciones
ancestrales y reine e impere sobre la faz de la tierra una filosofía
engendrada en el infierno y propugnada por legiones de anticristos exter-
minadores; aunque otros caigan y perezcan para siempre; aunque el mismo
cielo parezca estar cerrado con triple puerta de hierro... dicite justo
quoniam bene; decidir al justo: enhorabuena. Quoniam in aeternum
misericordia ejus (79).
A ti y a mi nos tiene el Señor resguardados y protegidos bajo sus
alas, como la gallina cobija bajo las suyas a sus polluelos; nos guía por los
eriales y pastos de este mundo como el pastor conduce a sus ovejas por los
sotos y montes infestados de lobos "et nemo rapiet eas de manu mea" (80):
nos tiene tan metidos en el Corazón que, aunque la madre se convirtiera en
hiena para con el hijito de sus entrañas, él no lo hará jamás, sino que nos
tendrá escritos en el libro de la vida.

76
La Provincia Jesuítica de Aragón, cuyos miembros estaban desterrados en su
inmensa mayoría en varias casas de Italia.
77
Dignitísimo hermano.
78
Decid al justo que bien.
79
“porque su misericordia dura para siempre" (Is. 3, 10, y Salmo 135).
80
"y nadie podrá arrebatarlas de mi poder" (Jn 10, 28).
77
5.° A ti y a mí nos escogió Jesucristo para que seamos cada uno alter
Christus (81). Non vos me elegistis, sed ego elegi vos et posui vos, ut eatis
et fructum afferatis (82). Si, pues, fuimos llamados a ser alter Christus,
seámoslo. Nunca nos veremos tan pobres que hasta nos quiten la ropa que
vestimos y la sorteen los verdugos. Nunca nos faltará una almohada donde
reclinar la cabeza. Nunca seremos pospuestos a Barrabás, ni creo que
moriremos crucificados entre dos ladrones. Y, sin embargo, somos llama-
dos a ser "alter Christus".
Cuando arrecie la tormenta y ruja el vendaval; cuando se nos haga la
carga pesada y estemos a punto de sucumbir; cuando nos invada el hastío y
nos oprima el desaliento, y la ira y la venganza hagan presa en nuestras
carnes... recordemos que "jugum meum suave et onus meum leve" (83);
"venite ad Me omnes qui laboratis et onerati estis, et Ego reficiam vos"
(84). Todo lo tenemos en Jesús. Por mucho que hagamos y por mucho que
nos mortifiquemos, nunca le igualaremos a El. Por muy oprimidos que nos
veamos, nunca permitirá que la carga nos abrume. Por más negros que
sean nuestros crímenes, poderoso es El para blanquearlos como la nieve de
las pampas alaskanas. Y así sucesivamente.
Tal vez con tanto ministerio y tantas confesiones y tantas pláticas,
estoy lleno de estas ideas y te las he vaciado en esta carta, para que no
creas que los yanquis somos cristianos nuevos y los Jesuitas yanquis
miembros de la Orden Tercera de San Ignacio. No os vayáis los españoles
a creer que tenéis el monopolio en cuestiones de Ascética y Mística;
también aquí nos persignamos y santiguamos.
Cuando me muera de viejo y el P. Ministro registre los cajones de mi
mesa, encontrará tu retrato en algún lugar preeminente y dirá: ¡Cómo
cambio Segundo con el rodar de los años!
Encomendémonos mucho y seamos fieles hasta el fin. Recuerdos a
los conocidos.
Tu hermano mayor que te arrulló cuando estabas en mantillas,
SEGUNDO

81
Otros Cristos.
82
"No me elegisteis vosotros a Mí, sino que os elegí yo a vosotros y os
encomendé la misión de ir por el mundo a fructificar” (Jn 15, 16).
83
"mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt. 11, 30).
84
"venid a Mí todos los que estáis agobiados y cargados. Y yo os aliviaré" (Mt
11, 28).
78
Febrero, 1039

EUGENE, OREGON (EE. UU.)


1062 Charnelton St.
9 marzo 1938

1.º — MINISTERIOS EN EUGENE. — 2.º DISCURSOS


PATRIÓTICOS. — 3.° ALUSIÓN A LA LIBERACIÓN DE TERUEL Y
A LA PÉRDIDA DEL BALEARES.

Mi caro Amando:

1.º Estoy viviendo con un Sr. Párroco, cuya parroquia abarca todas
las aldeas dentro de un radio de 95 kilómetros al Sur, 45 al Norte, 50 al
Este y el Océano Pacífico al Oeste. Tiene un automóvil colosal. Los dos
recién ordenados sacerdotes que le ayudan en calidad de coadjutores
también tienen sendos autos. En esta parroquia estaré —Deo volente—
hasta el fin de Pascua. La iglesia-madre es ésta de Eugene; muy hermosa,
pero con una deuda de 100.000 dlrs. En este país todo el mundo está
adeudado. Los acreedores son unos cuantos banqueros que prestan a un
tanto por ciento muy elevado.
Te escribo hoy porque tengo toda la tarde libre. Es cierto que no he
empezado el Breviario, y que tengo el sermón sobre la muerte esta noche,
y que después del sermón tengo que echar un discurso a las "Damas
Católicas" sobre la España de Don Francisco Franco y Bahamonde; pero
todo esto es por la noche, y ahora no son más que las tres de la tarde. Ayer
fui en auto a unos cuarteles que distan de aquí 85 kilómetros. Confesé a los
soldados católicos y, a instancias del capitán, eché un discurso de una hora
a la soldadesca, que se apiñó en el salón fumando pipas y mirándome de
hito en hito. El discurso fue sobre España. Dormí pared por medio del
capitán y dije Misa temprano a los 80 ó 90 soldados católicos, que la
oyeron de rodillas en uno de los salones, mientras los no católicos se afei-
taban y se sacaban la raya echando chistes delante de los espejos en
dormitorios circunvecinos. Desayuné entre el capitán y un teniente y volví
para casa, adonde llegué poco antes de comer. Y ahora, cuando debiera
estar echando una siesteja o puliendo los períodos cuadrimembres del

79
sermón sobre la muerte, me llega el cartero con tu carta. Nada más ver el
sobre azul, la conocí.
Dentro de dos días daré comienzo a la primera de tres misiones de
ocho días que tengo en caja. Son Misiones en aldeas no muy grandes; por
eso no me asusta el programa.
Aunque no los he contado, creo que pasan de 25 los discursos que he
echado a otros tantos auditorios de la más abigarrada composición, desde
monjas escrupulosas hasta rotarios adversos a nuestra Santa Madre Iglesia;
y, por supuesto, en una docena de sitios y ciudades diferentes. Es decir,
que estoy haciendo por Franco y por nuestra causa más, mucho más, que
los requetés navarros con sus fusiles y boinas rojas. Es por demás curioso
ver a estos grupos de señores bigotudos que antes de la sesión tienen a
Franco por un enemigo del género humano, y al fin de la asamblea, con-
fiesan que estaban completamente engañados.
Cuando hablo a monjas, me explayo en el lado espiritual del pro-
blema; profecías de la M. Ráfols, muertes edificantes, martirios gloriosos,
resurgimiento católico, etc., etc. Cuando hablo a auditorios católicos
acentúo las barbaridades cometidas contra el Clero y fieles católicos, la
caballerosidad e hidalguía del inmortal Generalísimo Franco, el espíritu de
las tropas nacionales, los centenares de miles de soldados extranjeros que
ayudan a los rojos, el surgimiento espiritual de España, etc., etc.
Cuando hablo a grupos no católicos hago hincapié en los crímenes
que cometieron las izquierdas para apoderarse del Gobierno en los días de
las elecciones; los asaltos del Gobierno a la propiedad privada; la efusión
de sangre en las aceras; el salvajismo con que asesinaron a los radicales de
Lerroux, a los liberales del Melquiades Alvarez y a otros tantos grupos
políticos meritísimos, elegidos por la voluntad soberana del pueblo
español. Cómo en la España roja no están seguros ni los masones, ni los
liberales, ni los sabios, ni nadie. Cómo todo el pueblo español empujó a
Franco a dar el golpe y librar así a España de la tiranía de una minoría roja
salvaje, más ebria de sangre que los tigres de Bengala, etcétera, etc. Todo
esto guisado con fechas, datos, anécdotas, episodios, retrospectos
históricos y otros entremeses, da por resultado un discurso de una o dos
horas del que salgo más que medianamente fatigado.
3.º Lo de Teruel, mejor es no meneallo. Ya volvió al regazo materno,
gaudeamus, iterum dico, gaudeamus (85). Ahora perdimos el "Baleares";
85
"Alegrémonos, de nuevo lo repito: alegrémonos". Alude a las palabras que
San Pablo dice a los Filipenses en su carta; gaudete in Domino semper, iterum dico,
80
¡paciencia y barajar! Son así las vicisitudes de la guerra. Ya llevo 34 días
esperando algún ataque de Franco por algún sitio y ese ataque no llega;
pero llegará, vaya que llegará. Ahora, con la primavera encima y el verano
en lontananza se nos acerca a pasos —de tortuga o agigantados— el
triunfo definitivo que acabe con esta guerra nefasta. Cada vez que leo que
los aeroplanos de Franco bombardean a Barcelona y matan 372 niños y a
294 mujeres, y destruyen escuelas e iglesias, no puedo menos de exclamar:
"Pero, ¿cómo es posible que queden aún mujeres y niños en la zona roja?
Es providencial que yo haya estado al otro lado de los mares durante la
guerra. En España, yo a estas fechas, estaba debajo de una baldosa".
Todo tuyo in Domino,
SEGUNDO
Marzo, 1938

gaudete: alegraos siempre en el Señor; os lo repito de nuevo: alegraos. (Flp 4, 4).


81
MONROE
Catholic Church Oregón
28 marzo 1938
1.º EXPANSIONES BÉLICAS. — 2.° MINISTERIOS
CUARESMALES EN LA PARROQUIA DE EUGENE. — 3.° EN LA
VILLA DE MONROE.

Mi caro Amando:
1.° Vaya, vaya; Franco lo va llevando de calle. Ahora si vamos al
triunfo. Esta prensa destornillada no sabe cómo explicarse el fenómeno. Se
habían creído que Franco iba a perder andando el tiempo. Ahora se llevan
las manos a la cabeza y tergiversan los hechos de una manera atroz. Según
ellos, Franco va a la cabeza de 90.000 italianos, 60.000 moros, 10.000
alemanes y diversas mesnadas de portugueses, húngaros, rumanos y
¡¡navarros!! Al mismo tiempo imprimen mapas anunciando los avances
de Franco.
2.º De mí no sé qué decirte, aunque tengo muchas cosas que contarte.
Llevo una vida de judío errante, que ni en Alaska. El párroco de Eugene
me tiene siempre ocupado en aldeas a 50 kilómetros de la casa parroquial.
Vivo de la maleta que no hago más que ordenar y desordenar. Tengo una
máquina portátil de escribir y con ella mato los ratos libres que nunca
faltan. Por la mañana me dan un periódico y leo y releo los despachos de
Hendaya. Por la noche escucho las noticias que radian desde Washington y
luego me acuesto satisfecho de que Franco siga adelante a paso de galgo.
Anoche le dejamos camino de Fraga y a cuatro leguas de Lérida. Cuando
recibas ésta las cosas habrán cambiado notablemente.
En la última misión bauticé un niño, una niña de cuatro años y una
casada de 22 años. Arreglé tres matrimonios que no vivían como Dios
manda, y cumplieron con Pascua todos los católicos de aquellas cercanías.
Viven en los montes y surten de maderos a una sierra eléctrica que da de
comer a más de 500 familias. Me llevan en un "Ford" por vericuetos llenos
de barro que bordean colinas con unos valles profundísimos. A fuerza de
hacer actos de contrición adquirí una presencia de Dios que tú envidiarías,
y viví una vida interior que ya quisieras tener tú.
Las tardes las pasaba instruyendo familias que estaban al borde de
abandonar la religión por falta de cultivo, y por la noche nos reuníamos en
la Casa del Ayuntamiento que arrendamos por un dólar diario. Los sermo-

82
nes duraban hora y media paseándome entre ellos con la mano izquierda
en el bolso de la chaqueta y la derecha extendida y dibujando todo género
de acciones. Los yanquis predican con las manos en los bolsos de los
pantalones y se ríen de nosotros porque accionamos con los dos brazos. Yo
enciendo una vela a San Miguel y otra al diablo predicando con una mano
en el bolso de la chaqueta y accionando con la otra. Así no se asustan y
escuchan con mucha atención. Cuando me descuido y acciono con los dos
brazos me miran de hito en hito, como preguntándose, ¿a qué viene ese
manoteo? Pero volvemos pronto a la normalidad metiendo una mano en el
bolso. También es muy corriente predicar con los brazos cruzados a la
espalda. Yo no he podido entrar por semejante postura.
Al terminar la misión fui enviado a un campo de concentración —
llamémosle así— donde estuve tres días. Bauticé a un mocetón de 19 años
que ya estaba a medio instruir y tuve que hablar diversas veces a los 160
muchachos que trabajan allí bajo la férula de un capitán de caballería.
Luego tuve que ir a una ciudad a hacer el censo católico de la pobla-
ción. Es un trabajo muy enojoso. En primer lugar, todo es ver caras
nuevas, y la mitad del tiempo se pasa en saludos y etiquetas. Luego resulta
que algunas familias no cumplen con Pascua. Hay que bajar a detalles y
dar explicaciones. Luego vienen los enfermos. Me las arreglé para llevar la
comunión en auto a cuatro impedidos. Prediqué dos sermones y luego fui
llamado a empezar una misión de ocho días en la villa de Monroe.
3.° La empecé anoche. La iglesia estaba llenita y prediqué 45
minutos sobre el Principio y Fundamento y la salvación del alma. Vivo en
una casa particular, por no haber casa parroquial. Es un matrimonio con
canas. Vivieron en Alaska varios años y ya te puedes imaginar cuánto
hablamos sobre el Yukón.
Al terminar aquí, tengo otra misión en Cottage Grove y luego iré a
Eugene para la Semana Santa. Luego volveré al terceronado.
No te enfades, pero te escribo tan a menudo para conservar el
español que se me está esfumando con tanto predicar en inglés. Este inglés
es tan fácil —excepto la pronunciación— que una vez que se le coge el
gusto, agrada sobre manera. No tiene gramática. Las palabras se tiran al
azar y sale un inglés muy respetable. El español comparado con el inglés
es como una señora reverendísima muy engalanada y presuntuosa
comparada con una sirvienta estrafalaria y desaliñada. La sirvienta es el
inglés —por supuesto—.
Todo tuyo in Domino,

83
SEGUNDO LLORENTE, S. J.
Marzo, 1930

84
ON BOARD S. S.
«Mt. Mc Kinley»
8 julio 1938

1.° DE VUELTA A ALASKA. — 2.º LÍO EN LOS PASAPORTES.


— 3.° A BORDO DEL MT. MC KINLEY. — 4.° EL SACRIFICIO DE
LA FAMILIA Y DE LA PATRIA.

Mi caro Amando:

1.º Estoy en alta mar camino de Alaska, de donde no quisiera ya salir


hasta el día en que mi alma se deshaga del envoltorio del cuerpo y vuele
como ave de rapiña a robar el cielo como lo hizo la del buen ladrón.
Al terminar la Tercera Probación me enviaron a Ejercicios a sendas
Comunidades de monjas mejicanas. Con cinco alocuciones diarias, unas
seis horas de confesonario, también diarias, terminé tan molido, que creí
que me iba a enfermar; pero salí a flote con la gracia de Dios.
2.º El pasaporte iba a expirar de un día a otro. Tenia que salir de los
EE. UU. y sacar un pasaporte nuevo si quería volver. Así reza la ley.
Me fui al cónsul yanqui, quien me sometió a siete interrogatorios más
inquisitoriales de lo que me es permitido pintar aquí. Desde las nueve de la
mañana, hasta las cuatro de la tarde, tuve que pasar por siete oficinas y
responder a unas 300 preguntas que me disparaban con ojos torvos y boca
torcida.
Por fin, Dios tuvo compasión de mí y lo arregló de suerte que casi de
repente cambiaron de actitud y me dieron un pasaporte que me permite
estar de por vida en los EE. UU. Con él puedo hacerme súbdito yanqui —
si quisiera serlo y hasta presentarme como candidato para la presidencia de
la nación— cosa que no intentaré por ahora.
3.º Saqué inmediatamente pasaje en el barco "Mount Mc Kinley" y
acto seguido llené un baúl de ropa y objetos que sé necesitaré en Alaska.
Entre viajes, compras y otras menudencias desde Seattle hasta el Yukón,
gastaré cerca de 200 duros. Como la procura está vacía, tuve que ganar
este dinero con el sudor de mi frente, o mejor, con el pico de mi lengua;
afortunadamente acumulé 350 duros. Los llevo en el bolso como un
hombre de negocios, mientras que en el corazón llevó el voto de pobreza

85
como todo religioso. No te escandalices; estos duros irán en línea recta al
Padre Superior que los recibirá con una sonrisa hasta las orejas y me dirá
que soy un valiente. Así es la vida.
En el barco van muchos veraneantes. Yo voy provisionalmente a
Fairbanks, donde tengo que dar los Ejercicios a las monjas del hospital.
Allí encontraré una carta del P. Superior, diciéndome cuál es mi destino.
4.º Desde ahora en adelante, las noticias de España me llegarán de
Pascuas a Reyes. Es uno de tantos sacrificios que ofrezco gustoso a
nuestro Señor Jesucristo. Llevo metida en los huesos la convicción de que
ya no te veré en esta vida; ni a ti ni a ninguno de los de casa; pero me
consuelo mucho pensando que es esa la voluntad de Dios y que en el cielo
nos veremos a nuestro sabor sin el contrapeso de separaciones.
Nos tenemos que escribir con relativa frecuencia, pues tengo
verdaderos deseos de saber de ti en todo momento.
Que Dios nuestro Señor nos haga aptos miembros de su santa
Compañía y nos conceda la perseverancia en ella hasta la muerte. Una
santa sencillez humilde y laboriosa... he ahí el instrumento con el que
daremos a Dios mucha gloria, más que con otros dones naturales y
humanos. La humildad le roba el corazón y la arrogancia de pavo real le da
en rostro.
SEGUNDO LLORENTE, S. J.
Julio, 1938

86
FRAGMENTOS

DE ALGUNAS CARTAS DEL P. LLORENTE

Un Padre Jesuita nos ha


proporcionado estos fragmentos
de cartas del P. Llorente, que por
su alta espiritualidad, merecen
ser leídos y meditados despacio.

En su carta menciona Vd. al P. X., al que llama santo; ya he oído que


se ha hecho ruido de milagros por su intercesión. Nunca faltan. Los sim-
ples burros de carga por amor a Jesucristo son los que forman en el Cielo
la aristocracia y se sientan con el Rey. Mientras que los sabios y
distinguidos por amor a sí formarán allí el proletariado amorfo y ramplón
que se salvó dejando pelos en la gatera.

***
Yo ya llevo 19 años de sacerdote. A veces en ratos de meditación
reposada me entra un miedo tremendo al pensar lo que espera de nosotros
el Señor y lo que le damos. Bien debiéramos vivir ardiendo en amor de
Dios, sin que por pensamiento se nos pasara, el apegamos a nada del
mundo. Anoche en el Vía-Crucis, al llegar a la 10ª estación, me afecté
mucho ante el pensamiento de que lo único que tenía el Señor al morir era
lo puesto, y que aun esto se lo quitaron.
Yo no sé. Pero el Evangelio es aún el libro cerrado con siete sellos.
Si uno de nosotros se propusiera ser de veras otro Cristo, le tendrían por
loco. El santo tiene que ser por fuerza un chirlado. Todos vamos muriendo
muy prudentes, muy graves, muy atendidos y muy adocenados.
En la práctica el Evangelio no está en vigor. ¿Qué sacerdote no
quiere ser obispo, y qué obispo no quiere ser Cardenal? ¿Por qué se da la
enhorabuena al recién nombrado Provincial? Me escribieron que cierto P.
Provincial había sido muy bien recibido por su reconocida amabilidad.
Si hubiera sido tenido por un ogro, ¿le hubieran recibido del mismo
modo? La obediencia así pasa a ser cosa muerta. El ejemplo y la doctrina

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de Cristo también cosa muerta para la santidad que El espera del sacerdote.
Los jóvenes lo aprenden de los viejos y así sucesivamente al infinito...
Ya tenemos la prudencia del mundo heredada, asimilada y aceptada.
Por fortuna habrá siempre algún rebelde que se aferre a la doctrina de
Jesucristo y escoja ser el último en el peor rincón de la casa. Vivimos de lo
que nos ganaron y ganan esos rebeldes, que luego son venerables, beatos y
santos.

***
Vivo pared por medio del Sagrario. El y mi lecho están separados por
un tabique delgadísimo. Yo no sé lo que pudo mover al Señor a conce-
derme privilegio tan extraordinario. A mayor debilidad, alimentos más ex-
quisitos. Es el amor de los padres al hijo enfermizo. Tendré que dar una
cuenta estrechísima y eso me hace temblar naturalmente. Con todo entre
Jesucristo y yo ya se ha establecido un vínculo que hace que mire a la
muerte como la gran liberación. Nos queremos demasiado para que se
meta de por medio un temor servil.

***
Creo sinceramente que me han dañado muchas alabanzas necias que
yo en mi corazón sé reputar por verdaderas patrañas. Hay gente simplona,
que no vacila en tributar alabanzas sin ton ni son. Pudiera ocurrir que Dios,
las permita para alentarme. Pero a mí se me antojan patrocinadas por
Satanás, para arruinarme. Lo que me ha dado la vida en esto es mi vulga-
ridad. Adiós, P. Maestro, ojalá caigamos cerca en el cielo. Por lo menos
habrá teléfono y telescopios; que aquí en Alakanuk ni eso siquiera tene-
mos. Si en el cielo hubiera separación de clases, pediremos fusión alguna
vez para pasar el rato, allí donde ya no hay ratos, ni relojes, ni otra alguna
distracción, sino entonar el "Santo, Santo, Santo...". A. V. R. nunca le oí
cantar. En el Cielo le darán de valde una voz nueva. No se apure. Todo
suyo en el Altar...

***
Puedo decir con toda verdad que sigo el mismo de siempre. Con el
mismo espíritu, porque en el espíritu no hay partes, ni extrapartes, ni
células que se renueven ni envejezcan. Mi espíritu es el mismísimo de los

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días de Carrión, aunque enriquecido con más experiencias, estudios y
reflexiones.

***
Estoy continuamente renovando la guardia con que me vigilo a mi
mismo. Contra el lujo, pobreza; contra la independencia, obediencia ciega;
contra la libertad mal entendida, sujeción al horario; contra las lecturas
mundanas, lecturas espirituales; contra la comodidad perniciosa, la
sencillez de la casa de Nazaret. No tengo radio y aquí la radio se considera
como una necesidad y no hay eskimal que no la tenga. Jamás voy a un
cine. Nunca leo una novela sino en casos rarísimos y singularísimos de
estudio especial. No bebo vino ni menos tomo bebidas alcohólicas. Por
supuesto no fumo ni sé a qué sabe el rapé. Al ver los estragos que causan
en las almas tanto sacerdotales como laicas, estos vicios pequeños, que no
son pequeños si se les deja crecer, yo me revelo asqueado y me parapeto
detrás de una muralla de principios evangélicos, que invoco en mi defensa.
Cada día veo más claro que el Evangelio es un libro sellado para el cristia-
no en general y que son contados los que le han abierto y le han sabido
descifrar.

***
Sólo el tercer grado de humildad hace al alma libre de verdad. Toda
libertad no es genuina y no nos librará de temores y preocupaciones
interiores y otras pérdidas y pestes, que crecen en los eriales del alma no
regada por el espíritu divino. San Ignacio llegó al límite; pasar de ahí, sería
morir de amor y perderse en Dios para siempre.

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COPLAS HUMORÍSTICAS

Para las Carmelitas de Cristo Rey


En San francisco de California.
Akulurak, Yukon Delta, Alaska.
Pascua de Resurrección.

A todas las Madrecitas


que viven en Cristo Rey
y a todas las Hermanitas
que guardan allí su Ley,

En este día glorioso,


Pascua de Resurrección,
un saludo cariñoso
de todo mi corazón.

Quisiera estar con ustedes


este tan solemne día
y disfrutar a porfía
con sus ilustres mercedes.

Con ustedes vivo unido,


monjas mías del Carmelo,
en ese caliente nido
que es antesala del Cielo.

Tendrán caras macilentas


de tantísimo ayunar,
las almas muy opulentas
de tanta gracia ganar.

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Los ojos muy lacrimosos
de la Cuaresma pasada
estarán hoy muy gozosos
y riéndose de nada.

Aquellos rostros tristones


más serios que una pared
hoy estarán juguetones
que será cosa de ver.

Pasáronse velozmente
los ayunos cuaresmales,
hoy nos suenan de repente
mil músicas celestiales.

En todo nos parecemos


a nuestro Hermano Jesús;
sufrimos y padecemos
en una penosa cruz.

Este mundo tan bellaco


está sembrado de cruces;
tristes, enfermos y flacos
nunca nos es todo dulce.

Treinta y tres anos seguidos


Jesús sufrió en esta vida,
pobre, triste, perseguido
hasta la cruz deicida.

Pero a tantos sufrimientos


quiso ponerles hoy fin

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resucitando radiante
día primero de Abril.

Se acabaron los dolores,


las penas y sufrimientos,
las cruces, los sinsabores
y los pesares sin cuento.

Se acabaron los aullidos


de la caterva judía;
cesaron ya los gemidos
del Corazón de María.

Adiós, noche tenebrosa,


del jardín de los Olivos;
muerte y pasión pavorosa
de nuestro Dios uno y trino.

Os venció a todos Jesús,


de todos triunfó mi Amante,
al resucitar radiante
hoy por su propia virtud.

La resurrección de Cristo
es un milagro tan fuerte,
que con él mató a la muerte
y venció a sus enemigos.

Nuestros cuerpos delicados


ya no mueren para siempre;
de los sepulcros callados
saldrán un día valientes.

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En cuerpo y alma gloriosos,
Madres mías del Carmelo,
volaremos hasta el cielo
a ver de Jesús los ojos.

Y extasiarnos ante Dios


y sus Angeles y Santos,
libres de penas y llantos,
seguros, muertos de amor.

Pascuas floridas, eternas,


que nos prepara Jesús,
por haberle aquí seguido
desde el pesebre a la Cruz.

Por eso cantamos hoy


y reímos todo el día;
por eso a todos les doy
un mensaje de alegría.

A reírnos, a cantar,
a tocar las castañuelas;
todo el día platicar
y narrar la buena nueva.

Hablen hoy todas a voces


regocíjense a sus anchas;
que Jesús quiere que gocen
y canten sus alabanzas.
Que la Hermana cocinera
haga dulces cochifritos,

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que eche azúcar y canela
en esos sabrosos guisos.

Coman y beban alegres,


Jesús ha resucitado,
y con su querida
Madre muchos ratos ha pasado,

llenándola de alegría,
colmándola de placer,
diciéndola que algún día
la subirá junto a EL

Jesús y María gozan


en esta Pascua florida;
gocemos también nosotros
que somos de su familia.

A rezar Avemarías,
a reírnos, a cantar,
a recitar poesías,
los aires a alborotar.

Triunfó Jesús de la muerte,


triunfó también del pecado.
¡Oh Madre, qué buena suerte!
Hoy Jesús nos ha salvado.

SEGUNDO LLORENTE
Jesuita eskimal

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