Trabajo Vii Lenguaje y Argumentación Jurídica
Trabajo Vii Lenguaje y Argumentación Jurídica
Trabajo Vii Lenguaje y Argumentación Jurídica
ARGUMENTACIÓN
JURÍDICA
Estudiante:
Lcdo. Jhonathan Santiago.
C.I.: 15.408.527.
P.F.G Estudios Jurídicos.
Unidad Curricular: Lenguaje y
Argumentación Jurídica.
Facilitador: Prof. Liliana Viera.
Lógica Jurídica:
El Derecho ha venido utilizando la lógica como herramienta desde
hace mucho tiempo. El paso de sistemas jurídicos formalistas, rígidos,
anclados en supersticiones y mitos a un Derecho que busca la equidad y la
solución ponderada a los problemas de convivencia, ha venido facilitado por
el desarrollo del razonamiento lógico jurídico. La lógica jurídica es un
instrumento para el Derecho y se encarga de examinar, desde el punto de
vista formal, las operaciones intelectuales del jurista, así como los productos
mentales de esas operaciones: conceptos, definiciones, juicios y raciocinios
jurídicos.
Ha habido momentos históricos de especial relevancia para la Historia
del Derecho, en que ha tenido protagonismo la forma de confeccionar el
razonamiento jurídico, como ocurrió en el esplendor de la Edad Media con el
nacimiento del Derecho Común, y en especial con las escuelas jurídicas a
partir de los comentaristas. Y, en la época siguiente, en el siglo XVII, el
racionalismo jurídico sería el que generaría, con el tiempo, el modo de
pensar en el que se formaría la idea codificadora. En el siglo XX ha resurgido
la lógica jurídica, con perspectivas diferentes.
Actualmente, se distinguen dos tipos de lógica: la de los juristas y la
Lógica del Derecho. La primera estudia el raciocinio de los juristas, mientras
que ésta analiza la estructura de las proposiciones normativas. La lógica
jurídica se constituye como una ciencia auxiliar del Derecho, método de
investigación aplicable a un área del conocimiento jurídico.
La lógica jurídica es una lógica material, y sus reglas principales se
encuentran en la lógica formal. La disciplina lógica jurídica cuenta como
método de investigación con la razón; el empleo de un lenguaje simbólico
permite el conocimiento jurídico, del que se infieren resultados perfectos y
razonamientos exactos para una buena toma de decisiones.
Como explica Gramajo (2010), Klug define la lógica jurídica como la
teoría lógico formal de las reglas que se emplean en la aplicación del
Derecho. Asimismo, subraya que la lógica jurídica es aplicada intuitivamente
por los jueces en los razonamientos de sus sentencias, pero, según
considera, en ningún momento llega a ser aplicada de manera reflexiva.
a. Principios universales de la Lógica y su paralelo con la Lógica
jurídica:
Existen unos principios que la lógica descubre en el razonar y que
también en el Derecho adquieren especial interés para sus argumentaciones.
Entre ellos, cabe indicar: el de identidad, identidad del imperativo, identidad
de lo lógico jurídico, el de no contradicción, tercero excluido y el de razón
suficiente.
Principio de identidad: cuando un concepto, idea u objeto son
siempre idénticos, su característica o naturaleza no varían en el tiempo, se
deriva de la verdad y validez objetiva de la estructura ontológica de los
objetos.
Identidad del imperativo: todo mandato en que lo mandado es
exactamente idéntico a lo que se realiza, es decir se obedece lo establecido.
Identidad de lo lógico jurídico: la norma que permite lo que no
está jurídicamente prohibido es una norma válida ya que todo lo que se
indica en la ley debe ser respetado por todos los ciudadanos y las
autoridades que lo crean.
Principio de no contradicción: Mario Moro (1978) indica que
“dos juicios de los cuales uno afirma lo que el otro niega, no pueden ser
simultáneamente verdaderos”. Esta es la base de la lógica indica que, al no
existir concordancia entre los dos juicios, uno de ellos es falso y por lo tanto
siempre se debe buscar una concordancia del pensamiento consigo mismo,
es decir concordancia entre sus premisas para poder obtener una conclusión
válida.
Contradicción imperativa: el mandato es contradictorio si manda
y al mismo tiempo no manda hacer una determinada acción por lo cual no
pueden ser obedecidos ni tampoco tienen validez.
Contradicción de lo lógico jurídico: dos normas se oponen
contradictoriamente cuando regulan el mismo ámbito material, espacial y
temporal: una permite y la otra prohíbe a los mismos sujetos.
Principio del tercer excluido: Implica que las definiciones se
complementan porque la una primera indica lo que la segunda rinde
implícitamente; en base a esto solo uno de los juicios es verdadero.
Tercer excluido del imperativo: dos mandatos no pueden ser
desobedecidos, debe existir uno que debe primar y debe ser obedecido.
Tercer excluido de lo lógico jurídico: dos normas contradictorias
no pueden ser inválidas o inaplicables al mismo tiempo, se debe observar su
aplicación.
b. Objeto de Estudio:
Para Toranzo (1972) la lógica jurídica, en síntesis, puede decirse que
tiene por objeto de estudio de manera material todas las formas generales de
pensamientos jurídicos: conceptos, juicio y razonamiento jurídico, porque
estos se integran de juicios y conceptos jurídicos.
c. Lógica Deóntica:
Como anteriormente vimos, existe diferencia entre lógica jurídica y
lógica deóntica. La lógica jurídica es un área técnica de interés de los
abogados y juristas, que consiste en la aplicación de todos los recursos que
se utiliza en la lógica general en el campo del Derecho. Los recursos son
tanto de la lógica indicativa formal (tradicional y simbólica), como la lógica
deóntica y retórica.
En efecto, no todos los elementos de la lógica son aplicables al
Derecho. Entre ellos, para la lógica deóntica es de importante simbolizar y
usar el material lingüístico relacionado con la función normativa; no sólo usa
la función informativa, como la lógica jurídica, sino una función directiva.
Esta rama puede usarse además en la religión, moral y todos los
fenómenos que se norman porque utiliza operadores deónticos que son
términos deónticos o modalidades de la conducta que caracterizan al
lenguaje normativo, entre los cuales se encuentran: “O” de obligación, “F” de
facultamiento, “V” de prohibición y “P” de permiso.
d. Lógica Jurídica Material:
No hace falta destacar que la lógica no produce la decisión, sino que,
concretamente, es la herramienta que permite afirmar que una decisión es
razonada, Eso significa que la lógica prevé los criterios que determinan la
racionalidad de la decisión. La lógica jurídica material postula rechazar toda
interpretación que conduzca al absurdo y debe optarse por la decisión más
racional, lo que implica tres actividades: interpretar, argumentar y motivar. Es
decir, para pasar de un derecho general a uno concreto, según lo manifiesta
el juez cuando emite una sentencia.
En ese proceso se realiza un análisis lógico jurídico, toda una labor de
interpretación, para aplicar la ley y analizar que esa ley se mueva en el
sistema jurídico. El sistema jurídico tiene un ordenamiento y debe guardar
tres condiciones que son: unidad, coherencia, plenitud y actualidad.
El término de unidad implica que una norma puede ser aplicable con
base en la armonía del ordenamiento y en concordancia, según las
exigencias formuladas por la teoría kelseniana, con lo dictaminado por la
constitución. En caso de que se cumpla con esto, se habla de una validez
material; mientras que la validez formal tiene que ver con su vigencia.
La coherencia se da cuando ninguna de sus normas se contradice. Si
las normas efectivamente se contradicen, se habla de antinomias, que se
solucionan por medio de varios métodos: el jerárquico, cuando la norma
superior deroga a la inferior; el cronológico, que determina que la norma más
actual tiene prioridad en la aplicación sobre la anterior; y el criterio de
especialidad, que prima sobre lo general.
La lógica jurídica, pues, permite un conocimiento jurídico,
fundamentado en el ejercicio de la razón. Por eso, se usa en el Derecho
como herramienta de primer orden, cuyo objeto de estudio son los
pensamientos jurídicos y facilita la toma de decisiones razonadas.
Razonamiento Jurídico:
El proceso y el efecto de razonar reciben el nombre de razonamiento.
Razonar, por su parte, es la actividad de la mente que permite producir,
organizar y estructurar conceptos para llegar a una conclusión. Jurídico, por
otro lado, es aquello que resulta conforme al derecho (lo establecido por la
ley).
El concepto de razonamiento jurídico refiere al proceso mental que
sigue los principios del derecho para interpretar y/o argumentar algo en
función de las leyes. Para esta clase de razonamiento, la persona debe
apelar a la lógica y a la dialéctica.
El razonamiento jurídico, por tanto, lo que intenta es encontrar una
solución ante un conflicto surgido, por medio de las aplicaciones de unas
normas o leyes, que esté, por supuesto, debidamente justificada y
argumentada para así evitar desacuerdos.
A la hora de poder llevar a cabo el razonamiento jurídico, los expertos
en la materia coinciden en subrayar la importancia de prestarle atención y de
hacer uso de ciertos principios. En concreto, se refieren tanto a los principios
de la base ideológica y valorativa de lo que es el orden jurídico como a los
que están recogidos de manera expresa en las normas y leyes.
Además de todo eso, cuando se va a desarrollar el citado
razonamiento y hacer empleo de los principios y de las reglas, es importante
tener en consideración los siguientes aspectos:
Las reglas jurídicas existentes son objeto de interpretación
mientras que los principios jurídicos lo son únicamente de ponderación.
Los principios se usan y aplican de acuerdo a la lógica de la
preferencia.
Los razonamientos jurídicos, por lo general, son desarrollados por
abogados, jueces y legisladores. Su finalidad es arribar a una conclusión que
esté en sintonía con las normas jurídicas vigentes o que, incluso, pueda
convertirse en una de ellas después de atravesar los pasos necesarios para
la promulgación.
Existen diferentes clases de razonamientos jurídicos. El razonamiento
jurídico puede ser lógico (se impone intelectualmente), retórico (busca
persuadir) o puramente jurídico (se sustenta en presunciones u otros factores
fijados por la legislación). Para recorrer estos razonamientos jurídicos, un
individuo apela a otros razonamientos de tipo lógico, como los razonamientos
inductivos y los razonamientos deductivos.
Los razonamientos jurídicos son imprescindibles a la hora de la
administración de justicia. Un tribunal puede absolver o condenar a un
individuo de acuerdo al razonamiento jurídico que avalen sus integrantes y a
la manera de juzgar el valor de los razonamientos jurídicos que manifiestan
los abogados de la defensa, los querellantes, los fiscales, entre otros., en el
marco del proceso legal.
Es importante mencionar que, el razonamiento jurídico pretende como
fin último la búsqueda de una solución ante el conflicto, por medio de la
aplicación de una proposición normativa, que debe ser justificada y fundada
como fruto de una decisión.
Lógica de lo Razonable:
Siguiendo nuestra reflexión podemos decir, que mientras la lógica
formal nos enseña las reglas del razonamiento para alcanzar la corrección.
Descubrimos que esta misma corrección se nos presenta como fin inmediato
del razonamiento. A todo razonamiento, le atribuimos un carácter
instrumental porque nos permite conquistar distintos grados de certeza, que
podemos clasificar como autoevidente (demostrable, plausible y aparente).
En este sentido, la lógica formal como la lógica dialéctica, deben integrarse y
complementarse frente a las necesidades del discurso jurídico, para que sea
aceptado como razonable, siempre que se encuentre sujeto a determinado
criterios de corrección ya que debe establecer consideraciones sobre lo
“justo”.
Para la filosofía general, las tres operaciones del espíritu son, la
aprehensión, el juicio y el razonamiento. Que nos permiten producir
conceptos, que serán expresados por palabras o, unir o dividir conceptos y
por último, como más elevada operación encontramos al razonamiento, que
nos posibilita agrupar proposiciones buscando dar complejidad a nuestro
pensamiento y de este modo fundamentar, nuestra acción o modo de pensar
por medio de la argumentación, como justificación de nuestro actuar, y sobre
los que predicamos la verdad o verosimilitud de los mismos.
Los estudios de Armando Andruet, sobre la lógica no formal, nos
hablan del olvido de la lógica dialéctica por parte de la filosofía moderna.
Proceso que se inicia con Descartes y es acompañado por Locke.
Fundamentando tal actitud en la necesidad de una “razón” de tipo
demostrativa, según las necesidades del espíritu moderno, para el cual solo
hace falta una lógica formal que otorgue carácter científico a sus
conclusiones. Despreciando de este modo la lógica dialéctica, al pensar que
ella era una manipulación de los sentimientos, basada en construcciones
artificiales y figuradas, portadora de un aspecto totalmente subjetivo.
La nueva lógica jurídica:
Si de lógica hablamos no podemos dejar de hacer referencia a uno de
los jusfilósofos más importantes del siglo XX como Chain Perelman, que no
solo ha demostrado la importancia de la dialéctica, sino que además
comprendió la necesidad de un nuevo campo de investigación en la filosofía
del derecho como el de la lógica jurídica, propia y distintiva del mundo
normativo.
Partiendo de una premisa fáctica, cuando afirmamos que el
razonamiento, es la actividad mental. Así, la elaboración de una conclusión o
solución, implica la necesidad de reconocer, la validez de ciertas reglas
lógicas, que serán necesarias a la hora de producir el razonamiento. Por ello
el entinema o silogismo dialéctico, se funda en lo verosímil o plausible,
porque se necesita de buenas razones que justifiquen nuestras decisiones.
Sabemos de la importancia de la lógica formal y su naturaleza
analítica. La que permite que el método científico logre estructuración y
sistematicidad en función del razonamiento explicativo, utilizado por el
método inductivo. Ella permitirá asegurar que la demostración racional, es
una construcción ordenada.
La importancia de la obra de Perelman (1979) está en recuperar esta
disciplina de la tradición aristotélica, sacándola del terreno meramente
técnico o instrumental a la que había sido llevada por los escolásticos y luego
por los modernos, para reintroducirla en la arena propiamente científica2. Su
teoría de la argumentación, utiliza la razón práctica con la intención de influir
no solo en el comportamiento de los demás, sino también en el auditorio
procurando producir la “adhesión” en los espíritus. La retórica se desarrolla
en función del auditorio y como técnica de motivación e incentivación.
Efectivamente, la argumentación está destinada a valorar los hechos
conforme a un principio o norma, reconocido como válido y a decidir o
fundamentar la acción que de dicha valoración se sigue. Para Perelman
(1979) la dialéctica o la retórica se ocupa de las opiniones, siendo ellas las
que nos pueden conducir tanto al saber verdadero como también al error. Es
que en el terreno de lo opinable, no encontramos evidencias, sino solo
variedad de posturas y apariencias de la realidad que nos impide verla tal
cual es, poniéndose en juego las impresiones subjetivas por encima de la
objetividad. Mientras que la verdad no depende del tiempo ni de los
caracteres individuales del espíritu. No tiene que ver con ningún factor
situacional, ni con una creación individual o social.
Lógica Dialéctica e Interpretación Jurídica:
Perelman distingue tres momentos diferentes en la evolución de la
lógica jurídica en función de las distintas etapas interpretativas.
El último de los tres períodos evolutivos, está signado por la búsqueda
de una solución equitativa y razonable, manteniéndose dentro de los límites
que el sistema jurídico le impone. Aquí debemos considerar a la concepción
interpretativa del voluntarismo estructurado, quien afirma que el juez no se
nueve en el vacío, al aplicar normas generales, produciendo de este modo
un acto de creación, como presupuesto de su decisión; la interpretación es el
fruto de la estimativa jurídica.
En la visión escalonada del sistema jurídico propuesta por Hans
Kelsen, nos permite observar que existen normas jurídicas que habilitan la
producción de otras normas, estableciéndose una gradación de normas. Así
es posible determinar que en este sistema escalonado la producción del
derecho es un proceso sucesivo en el que no solo se ejecuta derecho, sino
que también se crea el derecho, de tal modo que los actos jurídicos tienen
una función ejecutiva del derecho y una función creadora del derecho.
En este sentido Kelsen sostiene que la norma superior establece el
acto de creación de la inferior, pero de modo parcial en relación a su
contenido; al presentarse como una especie de marco que es necesario
llenar.
Lo indeterminado puede ser tanto lo referido al hecho ilícito como a la
sanción. Por eso el poder legislativo puede determinar el “género” normativo,
como el caso de una epidemia sobre la que se prevé cierto modo de actuar,
más no se determina la “especie” (gripe, fiebre amarilla, tifoidea). En la otra
circunstancia, encontramos que si el Código Penal puede establecer
mínimos y máximos de la pena, deja al juez la facultad de determinar la
cuantía de la misma. En este caso la norma particular, se relaciona
análogamente, con esta vinculación descripta de relación de género a
especie.
La norma superior presenta un marco de posibilidades al intérprete,
sin embargo cuando la vaguedad de la letra de la ley resulta un problema,
no encontramos en la Teoría Pura una solución, por lo que podemos
destacar que el positivismo kelseniano no presenta un método interpretativo
(Kelsen. 1992) que determine claramente pautas de acción.
La interpretación sólo puede trazar racionalmente diferentes
soluciones otorgando igual valor a cada una de ellas. Frente a esta ilusoria
seguridad jurídica, Robert Walter (2001) entiende necesario recurrir a la
conjunción de los más importantes métodos interpretativos (literal, histórico-
psicológico, teleológico).
Dentro de la misma posición voluntarista la Teoría Egológica de Carlos
Cossio (1940), introduce un nuevo enfoque al entender que la tarea
interpretativa debe ser científica, para la cual necesita de un método
específico según el objeto en análisis. El derecho dentro de la Teoría
Egológica, es considerado un objeto cultural, lo que nos lleva a descubrir un
plano ontológico específico y propio de la Ciencia Jurídica sobre el que debe
abocar su estudio, requiriéndose para tal empresa un método específico, que
Cossio denomina empírico dieléctico.
Este método requiere que partamos de la experiencia, del caso
particular dada por la conducta intersubjetiva, que se constituye en substrato
objetivo. Mientras que la comprensión, como acto gnoseológico nos permite
relacionar el substrato con su sentido, aproximándonos a una faz dialéctica
del método, en la que el espíritu entabla un diálogo entre ambos elementos
que nos permite descubrir cómo el substrato alberga un sentido. Esta
característica dialéctica es propia de la complejidad de los objetos culturales,
que poseen una estructura por demás compleja.
No cabe duda para la teoría egológica, el juez debe lograr objetividad
en su sentencia, la que solo es lograda si su fallo se encuentra en
consonancia con el resto de la jurisprudencia, logrando de este modo un
criterio intersubjetivo, propio de una experiencia jurídica estimativa.
Este punto de vista gnoseológico intersubjetivo debe ser válido para
todos los que se coloquen en el mismo lugar de conocimiento. En este acto
debemos distinguir la norma como texto, de lo expresado por ella que
llamamos significación.
Según Husserl en todo acto de expresión encontramos un signo y una
expresión, en definitiva un texto que nos dice algo sobre “algo”; motivo por el
cual podemos distinguir que objeto y concepto no es lo mismo.
Esto lleva a la Teoría Egológica a distinguir en el acto interpretativo,
un primer elemento compuesto por el texto normativo, que nos dice “lo
expuesto”, el que se convertirá objeto del análisis. Por otro lado, un segundo
elemento consistente en “lo expresado” en el texto, es decir su significación,
que llamamos norma en sentido propio ya que Cossio no identifica el texto
con la norma, sino con su significación. Como tercer componente
encontramos a la conducta, como aquello sobre lo cual se dice “algo” y que
posee para el derecho, siempre un carácter intersubjetivo. Este tercer
elemento nos permite descubrir la importancia del cuarto elemento de la
interpretación, la intuición sensible y axiológica, del que será objeto la
conducta que está por conocerse.
Siguiendo en este tema a Juan Carlos Smith, diremos que la norma
está en relación dialéctica con la conducta y que ambas se coimplican, en la
medida que la norma nos permite comprender la conducta y a su vez la
conducta interpretar la norma. No creemos estar distantes de Husserl ya que
el mismo en sus “Investigaciones Lógicas”, entiende que se debe partir del
sentido de las palabras para descubrir su significación, para luego avanzar
progresivamente hacia la realidad misma. En este sentido, la esfera de la
conciencia y su constitución son resueltas por Husserl, al explicar que la
existencia del mundo exterior al ser percibida por los sentidos, no es otra
cosa que un “dato”, susceptible de ser significada intersubjetivamente, en
relación, al intercambio de experiencias, que en su conjunto constituyen el
mundo de la comprensión.
En esta discusión están en juego dos visiones gnoseológicas
diferentes:
La kantiana, que entiende el mundo exterior como información
del material sensible a través de las categorías, que le otorgan a la
conciencia una función trascendental constitutiva del mundo categorialmente.
Fenomenológica, que realiza en un primer momento una
reducción eidética, que hace patente la esencia, y luego produciendo una
reducción trascendental, en la cual el objeto y el conocimiento son en cierto
modo “uno”.
Sin embargo debemos destacar una doble función objetivante de la
norma que transforma el acontecer físico por medio de la acción humana en
parte del conocimiento jurídico, cuyas connotaciones resultan verificables
desde un doble punto de vista: lógico y axiológico (Smith. 1990). Desde este
aspecto, podemos observar que el lenguaje normativo determina un
significado racionalmente inteligible de aquellas acciones que los individuos
pueden realizar en ciertas circunstancias. Las que pueden ser consideradas
lícitas o ilícitas; permitidas o prohibidas; productora de deberes o generadora
de facultades.
Desde el punto de vista axiológico, las vivencias estimativas quedan
representadas implícitamente en las referencias lingüísticas, al momento de
calificarlas como buenas o malas, justas o injustas, útiles o inútiles,
provechosas o perjudiciales, correctas o repudiables. Las acciones humanas
reguladas resultan axiológicamente estimables como conformes o contrarias
con las finalidades por el conocimiento y voluntad de la fuente normativa. De
este modo, la norma jurídica y la conducta humana normada constituyen así
el núcleo del conocimiento jurídico.
En igual sentido se expresa Aulius Aarnio (2003) al sostener que la
ciencia jurídica debe presentar puntos de vista acerca de las normas
jurídicas válidas. Al sostener la necesidad de la dogmática jurídica, que
analice e interprete la proposición normativa, pero que a su vez sistematice
este material utilizando ciertos criterios especiales, indispensables para
enfrentar los “hard-cases” (casos difíciles) en los que el texto ambiguo de la
ley produce al menos dos interpretaciones semánticas diferentes y
legalmente posibles entre las que el juez debe optar para dar fin a la
divergencia y expedirse.
La certeza jurídica, solo se logra cuando una decisión no es arbitraria,
esto implica que ella mantiene una relación íntima con un precedente y por lo
tanto podemos decir que es predecible. La otra característica que debe tener
la decisión, es que se debe considerar como adecuada, porque no solo la
decisión debe estar de acuerdo con normas jurídicas sino que también deben
respetar ciertos criterios axiológicos y morales. En este sentido, Aarnio
(2003) plantea la necesidad de que la decisión judicial sea axiológicamente
válida, para que ella sea aceptable no solo en un sentido formal (válida y
efectiva), sino también en un sentido material. Llegando a reconocer que la
aceptabilidad social legitima la decisión. La que solo es posible alcanzar por
medio del discurso racional8 que utiliza un procedimiento de justificación,
fundado en argumentos jurídicos, empíricos y morales, según el sistema de
valores aceptados mayoritariamente por la sociedad.
No podemos dejar de coincidir con las ideas de Smith (1990) cuando
afirma, que la interpretación jurídica se revela como un movimiento de
síntesis, que comienza con una tarea de clarificación del lenguaje normativo
y finaliza con la búsqueda de la corrección del sentido jurídico de la decisión
judicial que adquiere al valorarse el comportamiento humano en virtud de la
aplicación potencial o actual de la norma que es objeto de interpretación.
Pensar en un movimiento de síntesis, implica una postura de
integración que no es arbitrario u ocasional, sino lógicamente necesario en
función de realizar una dilucidación semántica de la norma, con motivo de
conocer y juzgar sobre un hecho concreto que es nada más, ni nada menos,
para las partes que lo sufren un dramático conflicto de intereses.
Por esto resulta tan atractivo el modelo alexiano, que entiende al
derecho como el conjunto de reglas, principios y procedimientos, buscando
asegurar la racionalidad, al proponer cuatro postulados procedimentales
prácticos:
Claridad lingüística conceptual;
Información empírica;
Universalidad de la decisión;
Desperjuiciamiento.
Los jueces siempre han utilizado diferentes métodos para interpretar y
aplicar las normas generales. Según las circunstancias históricas ciertos
métodos prevalecen sobre otros. El hecho es que tanto jueces como
científicos del Derecho, encuentran en la ley elementos esenciales que
requieren el uso de técnicas específicas para aprovecharlos, de manera que
sirva para la creación y aplicación del derecho.
Un buen juez debe ser un excelente lector-escritor. En tal sentido, el
Juez en la resolución de un conflicto requiere de cierto dominio de la sintaxis
y la semántica que nos permitan conocer la estructura del idioma. Porque las
palabras son signos que nos permiten expresar conceptos y estos son
construcciones ideales que podemos expresar.
La palabra jurídica (esto es lo dicho tanto por las normas, como por los
jueces o demás operadores jurídicos), está referida a acciones humanas. Sin
embargo, ni las normas ni las sentencias tienen sus propias reglas, ya que
dependen de las reglas de la gramática, mientras que las conductas son
explicadas por motivaciones psicológicas o médicas, por lo que reconocemos
la imposibilidad de reducir la norma a las conductas o viceversa, motivo por
el cual nos interesa presentar una visión de integración.
El factor determinante, que define el razonamiento judicial, lo
encontraremos en el valor que se pone en juego en el caso concreto y en la
selección de aquel valor merecedor de reconocimiento judicial. Por ello
podemos afirmar que la teoría de los métodos interpretativos, están
esencialmente entrelazadas con la teoría de los valores jurídicos.
Silogismo Jurídico:
Se conoce como silogismo jurídico aquel descrito por Beccarias: la
premisa mayor contiene la exposición de la norma, la premisa menor
contiene el hecho regulado por la norma, y la conclusión es el resumen de
las premisas que culmina con la absolución o con la condena.
Por su parte, López Villegas plantea a ese respecto: “Tratándose de
mandato y no de simples enunciados, no podría predicarse de las premisas
el que sean verdaderas o falsas. Para salvar la ortodoxia del silogismo se
propone entonces que en la formulación de las premisas siempre se debe
precisar la pertenencia a un orden normativo, para con respecto a él se
pueda afirmar o negar su veracidad…La verificación de la verdad es una
simple constatación de un hecho, el de si una norma existe o no dentro del
derecho positivo de un país…”
En el silogismo jurídico, se aplica la teoría de la subsunción formulada
por Aristóteles, pues, el hecho está subsumido en un concepto, y la situación
del individuo queda planteada de acuerdo a los parámetros señalados por la
ley para ese hecho, en ocasiones la subsunción se produce de un concepto
en otro concepto.
Para que la subsunción sea tal debe plantear que el hecho de la
premisa menor pertenezca a la tipología del hecho planteado en la premisa
mayor.
El silogismo es solo un medio expositivo que no produce ningún
conocimiento nuevo. Plantea Atienza: “el uso por un juez de la premisa
normativa presupone por su parte la aceptación de que él debe decidir de
acuerdo con las normas del sistema identificado según la regla de
reconocimiento, lo que supone, en último término apelar a un criterio moral.”
Asimismo, termina diciendo: “La lógica no se centra en la actividad de
argumentar, en el proceso de argumentación, sino en los argumentos, en el
resultado de la actividad. Lo que la lógica ofrece son esquemas de
argumentación, que cabe usar para controlar la corrección de nuestros
argumentos. Pero la lógica no describe cómo, de hecho, la gente argumenta.
Y ni siquiera está claro que permita una reconstrucción adecuada de
nuestros argumentos.”
La sentencia se considera racionalmente justificada si sigue el modo
ponendo, “con ello se quiere resaltar que resulta frecuentísimo el que el
juzgador se encuentre ante un problema que tiene su solución en una norma
jurídica, cuyo presupuesto fáctico coincide con el acontecimiento sometido a
examen. En este caso, afirmando (ponens) el consecuente, es decir, el
efecto jurídico que las normas atribuye a ese supuesto de hecho.”
La sentencia se desarrolla por medio de entimemas que son
silogismos abreviados, en él que una de las premisas queda sin expresarse,
porque se presume. Es la variedad de silogismo no solo con los que
pensamos sino también con los que se justifican las sentencias.
La lógica formal se ocupa esencialmente de lo estructural en el
razonamiento, no aporta herramientas para acercarse al material con el que
se elaboran los contenidos de las premisas que luego darán lugar a la
conclusión, lo que equivale a decir que no reseña sobre los razonamientos
previos a las premisas, lo más lejos es la consideración de los conceptos
llamados elementos remotos del silogismo.
Límites y Críticas al Silogismo Jurídico:
En la Teoría de la Argumentación y la Argumentación Jurídica
contemporáneas se han planteado diversas críticas y limitaciones al
silogismo jurídico. Nombremos tres:
El silogismo jurídico solo sirve para la justificación interna de las
sentencias judiciales.
Como señalaba Wroblewski, el silogismo es aplicable para llegar a la
decisión, pero no para justificar sus premisas. Por ejemplo, lo más seguro es
que los hechos sean controvertidos, de manera que el juez necesite justificar
su premisa menor (que Juan dio muerte a Pedro), pero también es posible
que la norma no esté clara y deba justificarse la particular interpretación que
brinda el juez.
En los casos en que hay que fijar las sentencias (justificación externa)
el silogismo jurídico no es, en principio, suficiente: son necesarios otros tipos
de argumentos.
El silogismo jurídico es una simplificación exagerada de la
argumentación judicial y no es tan útil para otros tipos de argumentación
jurídica.
Estas limitantes han sido expresadas por Manuel Atienza.
Nuevamente, casi siempre el juez debe justificar sus premisas, para lo
cual no es suficiente con el simple silogismo.
Pero, además, no es aplicable a otros tipos de argumentación jurídica,
como la que llevan a cabo los abogados al tratar de persuadir al juez o al
jurado, o la argumentación en el marco de mediaciones y negociaciones
entre las partes.
El silogismo jurídico ni siquiera es aplicable en la justificación
interna de la mayoría de las sentencias.
Esta crítica, mucho más grave aún, ha sido expresada por Eduardo
Piacenza.
Las discusiones jurídicas, entre ellas, las judiciales, son en esencia
argumentaciones no deductivas. Esto quiere decir que los argumentos de las
discusiones jurídicas tienen, por lo general, conclusiones retractables (o
meramente plausibles). No son argumentos de conclusiones necesarias o
inmodificables. Pero los silogismos (en sentido estricto) son argumentos
deductivos o de conclusiones necesarias (inmodificables).
Por ejemplo, en el caso del asesinato, es posible que, incluso
aceptando las premisas (la norma en cuestión y que Juan asesinó a Pedro),
nueva información (por ejemplo, que Juan actuó en legítima defensa o es
menor de edad) nos obligue a retractarnos de la conclusión de que Juan
debe ser condenado a 30 años de prisión.
Esta característica del razonamiento judicial no es posible captarla con
un modelo silogístico de argumentación, así que el modelo del silogismo en
las sentencias judiciales es inapropiado. Se necesitan modelos más
complejos que den cuenta de las argumentaciones no deductivas que llevan
a cabo jueces y abogados, incluso en la justificación interna de muchas
decisiones judiciales.
Finalmente, aunque el silogismo jurídico, en sentido estricto (como
silogismo categórico o, por lo menos, como esquema deductivo), es un buen
punto de partida para caracterizar la justificación interna de las decisiones
judiciales, tiene importantes limitaciones si nuestro objetivo es el análisis
argumentativo, es decir, si buscamos un modelo útil para la identificación,
reconstrucción y evaluación de la diversidad de argumentos que tiene lugar
en los debates jurídicos (no solo las sentencias judiciales).
Y esta limitación no solo tiene que ver con la existencia de una
pluralidad de argumentos deductivos difíciles de reconstruir según el
esquema del silogismo, pues, como indica Piacenza, ni siquiera la
justificación interna de las sentencias puede ser modelada -al menos, en
gran parte de los casos- como deductiva. Por el contrario, la mayor parte de
las argumentaciones de los debates jurídicos es preferible (y más exacto)
modelarla mediante argumentos de conclusiones no necesarias (i.e. no
deductivos o, como dice Piacenza, argumentos de consecuencias no
monótonas).
Por lo anterior, es preferible modelar la argumentación jurídica a partir
de una amplia y abierta gama de esquemas argumentativos, tanto deductivos
como no-deductivos, tomando en cuenta que lo más importante del debate
jurídico es la posibilidad del conflicto y contradicción de posiciones.
Escuela exegética:
La Escuela de la Exégesis fue un movimiento de interpretación del
derecho que se gestó en Francia después de la publicación del Código Civil
de Napoleón de 1804 y tuvo su auge en el siglo XIX. Sus principales
representantes son Bonnecase, Delvicourt, Toullier, Duranton, Baudry-
Lacantinerie, entre otros.
Su metodología es la fe en el hombre como portador de la razón, y la
fe en el poder omnímodo del legislador en cuanto le es dado transformar la
razón en ley escrita e igual para todos, la verdadera causa determinante del
Código.
En el campo jurídico la exégesis es uno de los métodos de
hermenéutica jurídica que tuvo su auge con el Código napoleónico.
Básicamente la exégesis pretende limitar la acción del juez, pues luego de la
revolución francesa se considera que todos los hombres son iguales. El juez
en la monarquía era un instrumento importante de poder, por lo tanto estaba
en la capacidad de interpretar las normas a su gusto. Desde la revolución
francesa, y a través de la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, se considera que la ley es la emanación de la voluntad general.
Dada la igualdad de los individuos, el juez no debía interpretar la ley pues
esto sería darle más importancia a la voluntad particular del juez sobre la
voluntad general. Finalmente, la exégesis consiste en hacer una paráfrasis
directa del texto, es tomar casi textualmente lo que dice la ley sin capacidad
de salirse de esta.
La escuela de la exégisis privilegia la interpretación de la ley con base
en la intención del legislador, pone el texto de la ley como el criterio último de
interpretación y busca “desentrañar el sentido de la norma”. Considera que el
Derecho es un sistema absoluto y cerrado de normas.
En cuanto a la interpretación de la ley, se afirmaba que las palabras y
proposiciones no eran sino medios o instrumentos que servían para traducir
un pensamiento o voluntad, el cual no podía ser otro sino el del legislador, es
decir, el de los autores de la ley. A los interpretes no debía interesarle lo que
el texto legal en sí decía, o el sentido en que ellos lo podían entender, sino
que debían averiguar lo que el legislador quiso decir al elaborar el texto, los
fines que persiguió y las necesidades que pretendió satisfacer, pues
sostenían que el contenido del código civil en sí mismo era letra muerta;
pues su valor dependía del pensamiento de su autor.
La escuela de la exégesis, fue una escuela formada por civilistas
franceses. El método de la exégesis consiste en conocer el código civil, por
las mismas palabras y proposiciones empleadas en su redacción. La doctrina
exegética, contaba con características muy distintivas.
Las características que distinguen a la escuela exegética, son las
siguientes:
El derecho positivo lo es todo y todo el derecho positivo está
constituido por la ley. En este punto, el conjunto de actos legislativos
promulgados y vigentes en Francia, deben bastar para poner de manifiesto
cuantas reglas jurídicas requieren en materia de derecho privado las
necesidades de la vida social; es decir, existe una sumisión absoluta a lo
establecido en la ley.
Interpretación dirigida a buscar la intención del legislador. Los
Códigos no dejan nada al arbitrio del intérprete, éste no tiene por misión
hacer el derecho, el derecho está hecho. Sobre este aspecto, detrás de la ley
no hay más que esa intención que constituye la única fuente del derecho
positivo y es preciso traducir; el trabajo del legislador le compete a él
solamente, de admitirse una interpretación creadora, los autores y los
magistrados usurparían el poder de aquél.
Descubierta esa intención y establecido el principio fundamental
que consagre, es preciso obtener todas las consecuencias, dar a la norma la
extensión de que sea susceptible, sirviéndose de un proceso deductivo. En
este punto, los artículos del Código son teoremas cuyo enlace entre sí hay
que demostrar y deducir sus consecuencias, hasta el punto de que el
verdadero jurista es geómetra y la educación puramente jurídica es
puramente geométrica.
Se niega valor a la costumbre, las insuficiencias de la ley se
salvan a través de la ley misma, mediante la analogía. En este aspecto, se
estimaba que eran raros los casos de insuficiencia de la ley, y casi siempre,
la analogía proporcionará al juez un principio para la solución.
Se tienen muy en cuenta los argumentos de autoridad, con el
consiguiente respeto a las obras de los antecesores. En este punto,
simplemente se toma en cuenta la manifestación estatal como autoridad
creadora de la ley.
Se atribuye al derecho un carácter eminentemente estatal. En
este punto, se desconoce el derecho natural, por considerar que las leyes
naturales sólo obligan en cuanto sean sancionadas por las escritas; no hay
más equidad que la ley ni más razón que la de ésta.
La ideología de la escuela exegética, tiene como principal ideal reunir
en el Estado a través del legislador, el poder absoluto para la creación del
derecho mediante la formación de un código “ideal”, sin dar mayor
intervención a la interpretación o descubrir las insuficiencias que las leyes
pudieran contener. En otras palabras, la función del legislador y la creación
de los Códigos era perfecta y suficiente para atender las necesidades
sociales y resolver los problemas jurídicos, es decir, la arbitrariedad en su
máxima expresión, pues para la escuela exegética la palabra del legislador
expresada en la ley es la “razón”, la cual difícilmente podía tener
insuficiencias, y casi siempre, la analogía proporcionaría al juez un principio
para la solución; y que no hay más equidad que la ley ni más razón que la de
ésta.
Actualmente, el sistema metodológico de la escuela exegética, ya no
es del todo aplicable, el pensar que la palabra escrita del legislador es la
“razón”, y que las disposiciones de la Ley son perfectas y que atienden a las
necesidades sociales y proporcionan al juzgador los principios elementales
para solucionar el asunto, no me parece que desde el punto de vista objetivo,
congruente y lógico, las leyes creadas por el legislador sean “perfectas”,
simplemente porque el legislador no puede prever todas las circunstancias,
conductas, cambios y transformaciones de la vida social, se requiere de un
conocimiento de hechos y conductas sociales que muestren las necesidades
que deben atenderse, así como la intervención de los juristas y los
juzgadores en la interpretación de las leyes con base en las circunstancias
de cada caso, a fin de detectar las insuficiencias de las mismas, y no sólo
buscar una norma que aplicada de manera analógica resuelva el asunto.
La escuela exegética, lejos de buscar un método creador del derecho
para atender necesidades sociales, visualizaba al derecho como un medio de
control para el Estado que le permitiera de manera absoluta y arbitraria
regular la conducta de la sociedad, inclusive, de los propios juristas y
juzgadores, ya que no podían tener mayor intervención que la de sujetarse a
la ley, visualizada como la razón escrita y equitativa.
Iusnaturalismo
En esta exposición sólo se señalan los rasgos más generales de dos
doctrinas que pueden ser entendidas como iusnaturalistas. En primer lugar,
la doctrina del Derecho romano clásico, calificada por M. Villey como
ilustración perfecta del iusnaturalismo aristotélico. Desde este punto de vista,
la tarea de la jurisdicción consiste en encontrar qué es lo justo que ya está
dado en la realidad social. Cabe calificar este planteamiento como
iusnaturalista porque el juez no se limita a aplicar una norma, sino que juzga
conforme a unos principios éticos para alcanzar una solución justa de la cual,
no obstante, se puede extraer una regla para aplicarla a casos futuros.
Neoconstitucionalismo
Como ultima consecuencia de los procesos desencadenados por Auschwitz,
existe el denominado Neoconstitucionalismo caracterizado por la rigidez
constitucional, el control de la constitucionalidad y sobre todo la irradiación
de los principios constitucionales. Sostienen que entre derecho y moral hay
conexiones bastante importantes siendo la primera de ellas a través de los
principios constitucionales.
Frente a todo ello, el positivismo duro insiste en que atribuir a una norma la
condición de pertenecer a un sistema jurídico sólo puede basarse en
consideraciones de hecho. Por ejemplo, haber sido generada por la persona
o institución facultada para ello. El escepticismo frente a toda clase de
cognoscitivismo ético impide aceptar que el componente moral del Derecho
pueda traspasar el umbral de las condiciones fácticas que influyen a la hora
de dar contenido a las normas. De ahí que la moral no pueda alcanzar la
condición de requisito de validez del Derecho.
ANALISIS FUNCIONAL DEL DERECHO
.
Como hemos visto en clase, e inspirados en la lectura del texto El análisis
funcional del derecho, tendencias y problemas escrito por Norberto Bobbio,
es conveniente recordar que una correcta comprensión del fenómeno jurídico
a partir del estudio de sus funciones, supone hacer explícito un nuevo
escenario de estudio.
En primer lugar, el análisis funcional del derecho se adelanta en el escenario
de las posibles relaciones entre el "Derecho" y la "Sociedad". En los términos
más abstractos posibles, se trata de estudiar la forma como el "Derecho"
influye, determina, afecta a la "Sociedad" y de manera simultánea de cómo la
"Sociedad", influye, determina o afecta el "Derecho".
"...el debate cada vez más intenso en los últimos años sobre el sistema
carcelario en su conjunto tiende no solo a poner en cuestión sus
disfunciones, sino también a rechazar su función, esto es, a mostrar su
función negativa, que consistiría en el hecho de que el resultado que obtiene
es el contrario al que institucionalmente se propone (la cárcel como escuela
del delito)" pag 263
2. En otras ocasiones, la expresión función es empleada para hacer
referencia a lo que el derecho consigue, para aludir a los efectos verificables
que el derecho produce en la sociedad.
Pensamiento Jurídico:
Biografía
Después de terminar sus estudios secundarios en la
Escuela Thomasschule zu de Leipzig, ingresó en la
Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich para cursar la
licenciatura de Derecho, estudios que continuaría en la
Universidad de Leipzig y en la Universidad Friedrich
Wilhelm de Berlín. En 1946, al finalizar la Segunda
Guerra Mundial, se estableció en una localidad cercana a
Münich, donde descubrió una biblioteca escondida dentro
de un claustro. Este hallazgo le permitió iniciar una
minuciosa investigación que tuvo como producto final su
obra de referencia Tópica y jurisprudencia (publicada en
1953) que presentaría en la Universidad de Münich para
la obtención del título de profesor de libre docencia. En
1949, junto a Rudolf Laun volvió a fundar el Archiv für
Rechs-und Sozialphilosophie y logró transformarlo en una
de las revistas de filosofía jurídica más destacadas.
Desde 1962 impartiría clases de Filosofía del Derecho en
la Universidad de Maguncia.
Tópica y jurisprudencia
Topik und jurisprudenz (1953), publicada en Münich en su
original alemán, fue un ensayo de inusitado éxito editorial
que sentó las bases a partir de las cuales se
desarrollarían en Europa las distintas corrientes acerca
de la argumentación jurídica. La obra se introduce en uno
de los grandes debates de la filosofía jurídica
contemporánea que es el que versa sobre la
consideración del derecho como ciencia y de la utilización
de los métodos lógico-jurídicos formalistas para
fundamentar científicamente al derecho bajo un sistema
cerrado y forjado axiomáticamente. Viehweg redescubre
la tópica, enlazada con la retórica, como el arte de
descubrir argumentos y debatir cuestiones que son
básicamente problemáticas. La obra en cuestión se
centra en reivindicar el interés que para la teoría y la
práctica jurídica tiene el redescubrimiento del modo de
pensar tópico.