Clínica Borromiana
Clínica Borromiana
Clínica Borromiana
Clínica borromiana*
Por Colette Soler
Significante S
Significado I
Tiempo I: I – R // S
Tiempo II: S
I-R
DM
X
“Contingencia y esencia.
Hombre, deviene esencial: pues cuando el mundo pasa, la contingencia se
pierde y lo esencial subsiste”.
obliga a escribir dos posiciones de lo real que no son homólogas de las dos
posiciones de lo imaginario.
Decir “lo real es lo que resiste a la simbolización” implica que lo real es
autónomo, previo a la simbolización pero que se mantiene también
posteriormente a la simbolización. Entonces, implica un esquema así, que
corrige al precedente:
T.I: I-R // S
T.II: S / R
I
momento. Otra vez afirmó: “Es una psicosis lacaniana”, pero eso resultaba
menos sorprendente, porque era un paciente psicótico que hablaba de lo
imaginario, de lo real y de lo simbólico; entonces se entendía. En cambio, de
la anterior paciente se preguntaba n todos si era una psicótica o una histérica;
y él dijo: “enfermedad de la mentalidad”. La expresión fue tomada y fijada por
J.-A. Miller en el artículo que se encuentra en Ornicar? Nº 10 –si no me
equivoco-, donde al comentar la presentación de enfermos menciona la
oportunidad en la que Lacan habló de la enfermedad de la mentalidad.
¿Qué es la mentalidad? Todos tenemos una mentalidad, todos somos
enfermos en algo de la mentalidad. La mentalidad sencillamente consiste en
tener representaciones que llamamos, además, “mentales”. Es decir, la
mentalidad es un producto de un enlace entre imaginario y simbólico, entre
imágenes y palabras. Tener una mentalidad no es nada más que tener
representaciones. En este sentido, la mentalidad es una enfermedad genérica.
El hecho de tener representaciones condiciona a algo como la
fabulación, por ejemplo, a algo como la mitomanía, a algo también como la
capacidad de ficción –que puede ser muy creativa en algunos-, y en la misma
línea, al delirio común o psicótico. Entonces, la mentalidad es algo de parlêtre
en general. La mentalidad se opone a la letra. Podemos decir que Joyce no
sufre de la mentalidad. Joyce se encuentra fijado a la letra. La letra no
pertenece a la mentalidad; la letra es el goce del Uno hecho real. Por eso
Lacan escribe en el nudo borromeo el goce del síntoma fuera del redondel de
lo simbólico.
A la mentalidad pura, en tanto que enfermedad específica, le falta la
prueba de lo real. Tiene que ver, entonces, con que es el espacio del sentido,
es decir del enlace entre imaginario y simbólico. Lacan repite mucho en el
seminario sobre Joyce que la copulación de lo imaginario y simbólico produce
el sentido. Y ésa es la esencia de la mentalidad: imaginario-simbólico donde
representaciones y sentido no se encuentran fijados por lo real y, por lo tanto,
pueden correr, desarrollarse, sin tomar consistencia.
La persona que Lacan presentaba así era una persona con una vida de
errancia, la cual había evocado una imagen que le quedaba en la cabeza: un
vestido puesto sobre una cuerda para secar al sol.” Lacan manifestó: “Ella
misma es un vestido sin cuerpo”. No designaba la ausencia de la imagen, sino
la imagen sin el peso del objeto a. lacan comentó que, efectivamente, ningún
objeto “hacía el peso” para ella. A pesar de tener un hijo, un marido, de
conocer hombres, etcétera, nada le importaba.
Podríamos decir que en este caso teníamos un imaginario sin a, o sea
un imaginario sin la consistencia de un yo. Alguien evocaba anteayer que el yo
es el sujeto más el fantasma. El imaginario del nudo borromeo en sí mismo no
incluye al fantasma. Precisamente, el fantasma se ubica por el anudamiento de
las tres dimensiones.
Entonces, me interesó Pessoa; no sé si lo conocen, vale la pena. Pessoa
es lo contrario de Joyce –a quien le faltaba el imaginario y, en consecuencia,
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