Babilonia Versión Final
Babilonia Versión Final
Babilonia Versión Final
PERSONAJES:
ACTO UNICO
MARGOT.- (Enojada) ¿Por qué hay que esperar que terminen para cenar?
AMPARO.- Costumbre de la casa.
ALCIBÍADES: (Smoking. Guantes. Cargado tropieza en el descanso.)
¡Madre!... (No rompe cosas por milagro.)
AMPARO: ¡Jesús!
MARGOT: Ten cuidado, que vas a romper todo.
JOSE.- (Asomando.) ¿Qué ocurre?
AMPARO.- Su protegido.
JOSE.- ¿Qué?... (A Alcibíades que reaparece.) ¿Qué pasa?
ALCIBÍADES.- Nada… José... Nada...
JOSE.- (Acompañándole.) Anda despacio, no te precipites.
ALCIBÍADES.- (Desolado.) Es que no sirvo para esto. Son muchos para
servirles. Ya me olvidé qué me mandaron... ¡Ay!... (Se tiene la cabeza.)
¡Me olvidé!...
JOSE.- (Contiene su fastidio.) ¡Qué bruto eres, Alcibíades!... Pon
atención...
ALCIBÍADES.- (En la escalera.) Quisiera irme, José...No es mi oficio...
JOSE.- ¿Y vas a dejarme así, con mi suplente de enemigo?
ALCIBÍADES.- Ese sí que es listo; hay que ver cómo se las arregla.
JOSE.- No; sigue, sigue por unos días más. Yo ya voy a curarme.
ALCIBÍADES.- Si... si.... no se amargue... (Se detiene.) Es que entro al
comedor y estoy perdido. Tanta luz, tantas mujeres bonitas, tantos hombres
con anteojos, duros como muertos y sobre todo los ojos de la patrona que
me persiguen... No sé... me trabo… me embarullo.
JOSE.- : No hagas caso, no la mires a la patrona, ya te acostumbrarás a ella.
No me abandones, por favor.
ALCIBÍADES.- (Resignado) Si, José, si... (Mutis.)
LOLA: (Sale, busca en voz baja.) José... ven, por favor, no me inquietes.
OTTO: (aparece de la calle y se quita los guantes.) ¡Qué lindo se está acá!
AMPARO: ¿Frío?
OTTO: Bastante. Empieza a caer una lluvia finita. ¿Por dónde van? ¿Falta
mucho?
AMPARO: A cada rato pregunta lo mismo usted.
OTTO: Es que tengo hambre, me hacen ruido las tripas.
MARGOT: Otto
OTTO: ¿Señorita?
MARGOT: Siéntese.
OTTO: Gracias. Acepto.
MARGOT: Cuéntenos algo de la guerra.
OTTO: ¿Para entrar en calor?
4
pudieran reemplazarlo.
JOSE.- Usted me desconoce, señora.
LOLA.- (A él.) Calla...
EMILIA.- Me lo conozco de memoria.
JOSE.- (Cada vez más dolorido y más sumiso.) Usted misma me
ha prohibido...
EMILIA.- Que ponga mano en las cosas, sí; porque le tengo asco. (LOLA
llora.) Que usted se haya portado bien antes no es una razón para que ahora
me haga esto.
JOSE.- Señora...
EMILIA.- Su rejuntivitis... o no sé cómo se llama eso que tiene en los ojos,
se alarga demasiado.
JOSE.- Sólo para mi mal, pero el médico dice que...
EMILIA.- El médico no sabe que usted tiene que trabajar y que yo necesito
criados y no pensionistas.
JOSE.- Si usted supiese, señora, lo que llevo sufrido. No duermo, tengo los
nervios de punta...
EMILIA.- Que se los aguante su mujer...
JOSE.- Señora Emilia... usted no es buena conmigo.
EMILIA.- ¡Cállese! ¿Cree que me tiene en un puño porque me le confié
haciéndole seguir a mi marido? No me importa que se sepa... No soy la
primera, ni la última celosa. Yo aguanto, aguanto, pero cuando reviento no
tengo compostura. Usted me ha hecho muchas y si está en mi casa todavía
es porque me da pena de esa pobre gallega.
LOLA.- Gracias, señora; gracias.
EMILIA.- Mañana usted trae quien lo suplante y si no se va mañana
mismo. Con Eustaquio me basta. (Medio mutis.)
VICTOR.- (Entrando. Simula estar ebrio). Mamá...
EMILIA.- ¿Vos?... (José queda en el umbral de foro, de espaldas.) ¿Por
qué no asististe a la comida de compromiso de tu hermana?... Hablá.
VICTOR.- Yo no acepto por cuñado a Jacinto Acuña. Es un imbécil. No
tenía dónde caerse muerto y buscó acomodo. Jacinto Acuña... ¡Lo nombro
y se me revuelve todo!
EMILIA.- Pienso de distinta manera.
VICTOR.- Ya sé. Lo desprecio por mi cuenta, solo. ¿Se me puede prohibir?
¿Se me puede prohibir que me emborrache por eso? No. No hablemos más
del caso, mamita querida.
EMILIA.- Andate. Que no te vean.
VICTOR.- Entonces necesito trescientos pesos.
EMILIA.- ¡Ah, no!... Aunque llorés.
12
ellos..
VÍCTOR.- (Lo suelta) Mejor lo dejamos para mañana a solas.
PICCIONE.- Para cuando quiera. Mi vida e limpia
LOLA.- (Aparte a José) ¿Y el collar?
JOSÉ.- ¡Calla! Me vendes.
SECUNDINA - (A Piccione) Estuvo soberbio. Alguna vez teníamos que
ganar los de abajo.
PICCIONE.- ¡Basta! Ya no se puede vivir ni con los de arriba ni con los de
abajo. Esta todo pútrido.
OTTO.- Todo esto está muy lindo, pero mañana vamos todos presos.
PICCIONE.- Ahora que estamos solos. ¿Quién fue?
JOSÉ.- ¡El que lo tenga que lo diga! No podemos pagar todos por uno.
ALCIBÍADES: (Al ver que todos niegan con la cabeza) Esto está cada vez
más enredado. Ya lo sé, al final me van a culpar a mí.
PICCIONE.- A registrarnos. Primero voy yo, siempre primero yo en todo.
AMPARO.- (Lo registra) ¡Aquí está!
TODOS.- ¡No!
PICCIONE.- ¡Me lano puesto!
JOSÉ.- (Por Eustaquio)¡Él es el ladrón!
EUSTAQUIO.- Usted me lo puso a mi y yo lo cambié de lugar.
OTTO- ¡Es cierto! Yo lo vi!
PICCIONE.-(A José) Io te amazzo.
(Todos enojados, lo golpean a José)
CARLOTA.- ¡Qué lo devuelva él! (Lo levantan, le dan la joya, lo llevan
hacia la escalera.) ¡Arriba! ¡Arriba!
LOLA.- Basta… he sido yo (Casi a punto de desmayarse)
TODOS (asombrados) - ¡Señora! ¡Señora!
JOSÉ.- Lola… Lola…
LOLA: ¡He sido yo! (Llorando cae de bruces)
ALCIBÍADES: ¡Basta! No aguanto más. Abajo ya no se puede respirar.
Necesito aire. ¡Necesito aire! (Sale corriendo a la calle). ¡Necesito ver el
sol!
TODOS (rodeándola) - ¡Señora! ¡Señora!
TELON FINAL