Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Babilonia Versión Final

Descargar como doc, pdf o txt
Descargar como doc, pdf o txt
Está en la página 1de 15

1

BABILONIA (Una hora entre criados) de Armando Discépolo


Adaptación

PERSONAJES:

SEÑORA EMILIA, criolla: Valentina


VÍCTOR, hijo: Homero
EMMA, hija: Lucrecia
CARLOTA, cocinera, francesa: Emilia
PICCIONE, cheff, napolitano: Francisco
JOSÉ, mucamo de comedor, gallego: Felipe
LOLA, mucama, gallega: Francesca
MARGOT, mucama, francesa: Katerina
EUSTAQUIO, mucamo, criollo: Bensa
ALCIBÍADES, mucamo criollo: Máximo
OTTO, chofer, alemán o ruso: Bran
AMPARO, mucama, gallega: Paula
SECUNDINA, portera: Camila
CACEROLA, ayudante del cheff, napolitano: Ciro

ACTO UNICO

Cocina y dependencia de criados en los sótanos de una casa rica. Se ven


botellas, damajuanas, cajones, latas. Gran mesa forrada de hule ocupada por
baldes con champagne helándose, postres calientes, fruteras cargadas,
botellas de licores, etc. Banquillos y sillas de patas cortas. Canastos, paneras,
bandejas, etc. Una escalera que conduce a la sala donde se encuentran los
dueños de casa. Son las 22:30hs. Invierno. En la cocina Margot y Amparo
lavan y secan vajilla ruidosamente. En un costado, están José y Lola. Ésta le
cura el ojo a su marido.

EUSTAQUIO.- (Con bandeja cargada baja veloz de comedor. Smocking,


guantes blancos, gomina.) Vamos... Oporto y jerez... (Metiendo botellas en
un cesto.) Una, dos, tres... (A Margot) ¡Linda!
MARGOT.- ¡Tonto!
EUSTAQUIO.- Una, dos, tres...(A José.) ¿En qué copas se sirve?
JOSE.- (Antipático.) En las blancas. Los vinos generosos en las blancas.
¿Cuántas veces lo tengo que decir?
EUSTAQUIO.- Es la primera vez que le pregunto.
2

JOSE.- La centésima y no la última.


EUSTAQUIO.- ¿Y tiene que ponerse así? ¡Gallego retorcido!...
LOLA.- (Acercándose.) José...
EUSTAQUIO.- (Amenazándole con el cesto.) ¡Si no fuera por!...
JOSE.- (Buscando con qué defenderse.) ¿Qué?... ¡Pega!...
LOLA.- ¡José, por Dios!
MARGOT.- Por favor, a ver si se enteran arriba.
JOSE.- ¡Suplente!
EUSTAQUIO.- ¡Mucamo!
LOLA.- ¡José!... (A EUSTAQUIO.) ¡Suba usted, por favor!
EUSTAQUIO.- Terminas mal conmigo. Me tenés harto. Cuídate.
JOSE.- ¡Suplente!
EUSTAQUIO.- ¡Apestao!... (Está en la escalera.)
JOSE.- ¿Qué?... (Avanza.)
AMPARO: ¡St!... Por favor, a ver si la terminan.
LOLA.- ¡José!...
JOSE.- ¡Miserable!
EUSTAQUIO.- (A José.) No pegue que me asusto. (Mutis.)
LOLA.- (A José.) Basta.
JOSE.- Ese tío es mi desgracia. ¿Lo ves?...
LOLA.- Basta digo.
MARGOT.- ¿Dónde se ha alquilao usté ese genio?
JOSE.- (Volviéndose.) ¡En la!...
LOLA.- ¡Basta, te digo!... (A MARGOT.) Y tú, no lo provoques.
MARGOT.- Y tú, apágalo. No se gana para sustos aquí.
AMPARO.- Parecen borrachos.
MARGOT.- Celos. Como a Eustaquio le va bien sirviendo en la casa...
AMPARO.- Son peores que las mujeres.
MARGOT.- (Por Cacerola que viene entrando cargado de platos)
Mira eso. (A él.) ¡Precioso!
CACEROLA.- (Deja la carga.) No... (Mutis muerto de vergüenza.)
AMPARO.- ¡Qué sonso!
MARGOT.- Es muy pequeño, recién empieza.
AMPARO.- Le gustás.
MARGOT.- (Con gozo.) A rabiar. (Carlota, aparece ocultando un vaso de
vino. Seriamente, por señas, pide silencio a Amparo.) ¿Sientes hambre?
AMPARO.- Algo.
MARGOT.- Y yo. Tienen aún para media hora larga los de arriba. Y los de
abajo: “¡Que se mueran ". ¿Qué hora es?
AMPARO.- Las diez y media.
3

MARGOT.- (Enojada) ¿Por qué hay que esperar que terminen para cenar?
AMPARO.- Costumbre de la casa.
ALCIBÍADES: (Smoking. Guantes. Cargado tropieza en el descanso.)
¡Madre!... (No rompe cosas por milagro.)
AMPARO: ¡Jesús!
MARGOT: Ten cuidado, que vas a romper todo.
JOSE.- (Asomando.) ¿Qué ocurre?
AMPARO.- Su protegido.
JOSE.- ¿Qué?... (A Alcibíades que reaparece.) ¿Qué pasa?
ALCIBÍADES.- Nada… José... Nada...
JOSE.- (Acompañándole.) Anda despacio, no te precipites.
ALCIBÍADES.- (Desolado.) Es que no sirvo para esto. Son muchos para
servirles. Ya me olvidé qué me mandaron... ¡Ay!... (Se tiene la cabeza.)
¡Me olvidé!...
JOSE.- (Contiene su fastidio.) ¡Qué bruto eres, Alcibíades!... Pon
atención...
ALCIBÍADES.- (En la escalera.) Quisiera irme, José...No es mi oficio...
JOSE.- ¿Y vas a dejarme así, con mi suplente de enemigo?
ALCIBÍADES.- Ese sí que es listo; hay que ver cómo se las arregla.
JOSE.- No; sigue, sigue por unos días más. Yo ya voy a curarme.
ALCIBÍADES.- Si... si.... no se amargue... (Se detiene.) Es que entro al
comedor y estoy perdido. Tanta luz, tantas mujeres bonitas, tantos hombres
con anteojos, duros como muertos y sobre todo los ojos de la patrona que
me persiguen... No sé... me trabo… me embarullo.
JOSE.- : No hagas caso, no la mires a la patrona, ya te acostumbrarás a ella.
No me abandones, por favor.
ALCIBÍADES.- (Resignado) Si, José, si... (Mutis.)
LOLA: (Sale, busca en voz baja.) José... ven, por favor, no me inquietes.
OTTO: (aparece de la calle y se quita los guantes.) ¡Qué lindo se está acá!
AMPARO: ¿Frío?
OTTO: Bastante. Empieza a caer una lluvia finita. ¿Por dónde van? ¿Falta
mucho?
AMPARO: A cada rato pregunta lo mismo usted.
OTTO: Es que tengo hambre, me hacen ruido las tripas.
MARGOT: Otto
OTTO: ¿Señorita?
MARGOT: Siéntese.
OTTO: Gracias. Acepto.
MARGOT: Cuéntenos algo de la guerra.
OTTO: ¿Para entrar en calor?
4

AMPARO: Para olvidar la cena que no llega.


EUSTAQUIO aparece.
OTTO: (A una indicación de Eustaquio para que se le acerque.) Si ustedes
no se enojan voy a sacarme esto... (Cuelga el abrigo en el perchero. A parte a
Eustaquio.) ¿Qué hay?
EUSTAQUIO: Ven. (Mostrándole un cuchillo que saca de donde convenga
y que se guarda.) Mira.
OTTO: ¿Qué es eso?
EUSTAQUIO: Para el gayego.
OTTO: ¿José?
EUSTAQUIO: Sí, está en enemigo. Tuvimos una bronca.
OTTO: Mal hecho.
EUSTAQUIO: Nos va a arruinar el trabajo, pero... ¡antes lo marco!.
OTTO: Siempre igual ustedes. Tú no marcas nada.
EUSTAQUIO: Me sigue, me cuida, parece que oliera algo. Hace quince días
que estoy aquí y apenas sé dónde guardan las alhajas y la moneda.
OTTO: Paciencia. Quince días no es mucho.
EUSTAQUIO: ¿Me voy a pasar la vida de mucamo? ¡Hay que ver cómo
vive esta gente aquí abajo! Da lástima y rabia. Este asunto no me gusta. Voy
a dejar todo. No vamos a poder dar el golpe sin sacar del medio al gayego.
OTTO: No, sangre no. Mañana es día de salida para ti. Hablamos en el café.
EUSTAQUIO.- (Alto. Disimulando) Ah, sí, sí; estamos de acuerdo.(A
Carlota que lleva un postre a la mesa.) ¿Qué tal, madam Rasimí?
CARLOTA.- ¿Qué t'amporta, mal educad? (Eustaquio sale, ella toma vino.)
¡Oh, qué vid asquero!...
SECUNDINA: (Se asoma.) Otto.
OTTO: Sí señora.
SECUNDINA: Necesitan el auto. (Desaparece.)
OTTO: Voy. (Mutis.)
CARLOTA.- (A Cacerola que reaparece cargado.) ¡Cuidadit con la vajilla!
(Mutis cocina.)
MARGOT.- Cacerola.
CACEROLA.- (Feliz porque le habla) ¿Qué?
MARGOT.- Acércate, petit.
CACEROLA.- No. (Pero lo desea.)
AMPARO.- Ven, guapo.
MARGOT.- Ven.
CACEROLA.- ¿Qué hay?
AMPARO - ¿Quién te hizo tan lindo?
CACEROLA.- La mamma. (Está rojo.)
5

MARGOT.- ¿Tienes cosquillas?


CACEROLA.- A toda parte.
AMPARO.- ¿A ver?... (Se deja hacer cosquilla.)
CACEROLA.- ¡No!... ¡No!... ¡No!... (Cae sentado. Ellas ríen)
PICCIONE.- (Enojado) Caceró...
CACEROLA.- ¡La vergine doloratta! (Se mete bajo la mesa.)
PICCIONE.- (Asombrado.) ¿Qué háceno?... (AMPARO se va corriendo)
¿Cosquiya?... ¡Esto es ináudito! (A Cacerola.) Salite de ayí.
CACEROLA- Io no…
PICCIONE - ¡Cayate!.. ¿Por qué no me l'hace a mí la cosquiya?
MARGOT.- Si se pone usté al alcance...
PICCIONE.- (Acercándosele radiante.) ¡A que no!...
MARGOT.- ¡Hábrase visto!... (Mutis Margot)
PICCIONE.- (Tierno.) Voluptuosa. (Corriendo a Cacerola) ¡Se te agarro
te meto al horno! (Mutis Piccione tras de Cacerola)
JOSE.- (Entrando con Lola que llora) Tú no me quieres.
LOLA.- ¿Cómo puedes decir eso?
JOSE.- No me quieres: me soportas.
LOLA.- No digas eso…
JOSE.- (Avanza, temeroso de que le oigan.) ¿Y entonces?... ¿No ves que
ese suplente miserable me está sacando el puesto? ¿No ves que lo que a mí
me ha costao doce años de méritos, de sacrificios y de bajezas él en quince
días ya enamoró a todos?
LOLA.- Con otro será lo mismo, José.
JOSE.- Con otro no. Ya ves Alcibíades, trabaja mal, hace sentir mi
ausencia, demuestra lo que valgo. El otro de comedor no entiende nada,
pero tiene simpatía. Todo lo que él hace, está bien hecho, y aunque no
sirva, lo hace mejor que yo. Me desplaza. El cobarde se aprovecha de esta
maldita enfermedad mía para desalojarme. Se volverá insustituible y nos
arrojarán a la calle, ¡a mí y a ti!
LOLA.- (Lo sigue.) Cálmate, José; cálmate. Estás ofuscao; ves visiones. Tú
mismo, con tu ira, le pones peldaños pa que suba.
JOSE.- ¿Y qué? ¿Me quedo cruzado de brazos?
LOLA.- Pero tampoco enloquecer así.
JOSE: Ayúdame.
LOLA.- No, José, no. Eso es robar.
JOSE.- No es robar ya que la joya no saldrá de aquí y volverá a su dueña de
inmediato. No has entendido.
LOLA.- Sí... Sí...
JOSE.- (Abrazándola.) Escucha, Lola, escucha. Es el collar que el novio de
6

la niña le ha regalado esta noche con el anillo de compromiso. Es una


oportunidad que no se puede perder. Está a nuestro alcance, sin vigilancia,
en la consola de la salita. Sube, te lo guardas y te vuelves tranquila.
LOLA.- No ...
JOSE.- Luego en un descuido, lo escondo en el saco de ese cretino. Notarán
la falta en seguida... yo mismo voy por la policía, viene el registro y listo.
LOLA.- ¡Es robar, es un delito, iremos a la cárcel!
JOSE.- ¡Te arrepentirás!...¡Ni tú me ayudas! (La zamarrea.)
LOLA.- ¡José! Cálmate, José...Van a oírte... Ven. (Salen)
EUSTAQUIO.- (A Piccione que aparece.) Los postres. ¡Vamo!
PICCIONE.- St... Lleva eso. Col primer boccado subirán al paraíso.
EUSTAQUIO.- Envenenaos.
PICCIONE.- ¿Qué?... (Hiriente.) Osté e muy gracioso, jóveno sirviente.
ALCIBÍADES.- (Bajando) Tengo que llevar los postres. Ya me olvidaba.
EUSTAQUIO.- Bueno, ya lo dijiste. Llevá el vino.
ALCIBÍADES.- Si (Saca las botellas de los baldes.)
PICCIONE.- ¿Qué hace?
ALCIBÍADES.-Llevo el vino.
EUSTAQUIO.- Llevá con los baldes.
ALCIBÍADES.- No hace falta; ya están limpias.
EUSTAQUIO.- Pero, ¿a vos te arrancaron verde?
PICCIONE.- Ma... dígame un poco... (A EUSTAQUIO.) Yo estoy
intrigado... (A ALCIBÍADES.) ¿Osté qué hacía ante de venir aquí?
ALCIBÍADES.- (Radiante.) Colchonero. (Arrepentido)¡Metí la pata!
PICCIONE.- (Luego de mirar a EUSTAQUIO con asombro.)¡Esto es
ináudito!... No se ve a ninguna parte del mondo. Sólo aca. Vivimo en una
ensalada fantásteca. ¡Colchonero!... Ladrone, víttimas... todo son uguale: ¡a
la olla!...¡Jesú qué Babilonia!... ¡Qué país queneroso!
ALCIBÍADES.- Con permiso. (Mutis.)
EUSTAQUIO.- Sí, una galera... la gran galera: mete un ruso quinielero y
sale un alemán con auto (Está por irse con los postres)
PICCIONE.- St... Aspera. No se vaya. (Mira la comida) ¡Un pelo!...
(Llama.) Señora Carlota. (Rabiando)
CARLOTA.- (Apresurada.) ¿Mesié?
PICCIONE.- Mira.
CARLOTA.- ¡Oh, non es mio, mesié!
PICCIONE.- ¿E de quién?
CARLOTA.- No sé... Segá de Margot, que se peina todo el día.
EUSTAQUIO.- (Con fastidio.) ¿Por qué acusa? Es suyo. (Mutis)
PICCIONE.- Esta trine e suya.
7

CARLOTA.- Me no, mesié.


PICCIONE.- ¡Qué mennó! Esta la seconda crine de la noche; a la tercera
l'afeito la cabeza.
CARLOTA.- Me no... Me no...
PICCIONE.- ¡Qué mennó mennó!.
CARLOTA.- ¡Oh, señor: no es manera ésta!
PICCIONE.- Póngase esta cofia. (Mutis)
CARLOTA.- (Con cofia. Descubre a Cacerola que está espiando) ¿Qué
hacía allí escondido?
CACEROLA.- Pensaba.
CARLOTA.- Mentira.
CACEROLA.- Bueno: descansaba.
CARLOTA.- Espiaba. Voy a contar arriba.
CACEROLA.- Hace lo que te guste. Yo cuento que bebe (Haciendo el
gesto de empinar.)
CARLOTA.- ¡Atrevido! ¡Camina a trabajar!... (Mutis los dos)
JOSE.- Eres buena, Lola. Anda, sube tranquila... En la salita... Verás, nos
salvamos. (Asoma.) No hay nadie. Apresúrate...(Mutis.)
LOLA.-(Temblorosa.) ¡Ay, madrecita mía!... (Mutis.)
SECUNDINA.- (Con ramo de flores) Otro ramo para la niña.
MARGOT.- (A Amparo que se le adelanta.) ¿Vas tú?
AMPARO.- Sí.
SECUNDINA.- Y blancas. Símbolo de pureza. ¡Qué país generoso!
MARGOT.- Y se casará con azahares, en el altar mayor, engañando a Dios
a toda orquesta, y le llamarán señora. ¡Claro! Como viven arriba…
SECUNDINA.- ¡Hasta que venga un viento y los tumbe!
MARGOT.- ¿A ésos? Ojalá Dios la escuche. Eso es imposible.(Amparo
mutis. Secundina se dirige hacia la cocina, pero la detiene Piccione.)
PICCIONE.- (Reapareciendo, a Secundina.) Portera, ¿adónde va?
SECUNDINA.- Disculpe usted, cheff. No lo había visto. Van cuatro horas
largas que estoy de pie, en el portal. Me muero de hambre y de frío.
PICCIONE.- ¿E qué quiere? (Se sienta.)
SECUNDINA.- Algo para comer.
PICCIONE.- Está bien ma pida, no atropeya. (Piccione le da algo)
SECUNDINA.- Gracias. ¿Por dónde están?
PICCIONE.- A los postre. (José espía, angustiado.)
SECUNDINA.- Claro, no tienen prisa. Están al calor de la gran chimenea,
conversando, riendo, bebiendo... Los quisiera, en la puerta, viendo pasar la
pulmonía. ¡Qué injusticia! (Suena el timbre) ¡Voy! Se da cuenta, ni comer
tranquila puede una. (Sale)
8

ALCIBÍADES.- (Trae vajilla y botellas.) ¡Más vino!... (PICCIONE se


aparta.) ¡Son como esponjas!... Cuidado... (Deja la bandeja y se cae)
¡Madre!...
JOSÉ: (Acude asustado.) ¿Qué hace?
ALCIBÍADES: ¡No pasa nada! (Se cruza con Amparo que baja.) Cuidado.
AMPARO.- (A Margot.) ¿Viste a la niña?
MARGOT.- Sí.
AMPARO.- ¡Qué pilla es! Está en la cabecera... sentada al lado del novio,
lo mira engañosa y cuando le habla baja los ojos. La monjita. Si supiera el
pobre.
MARGOT.- ¿Y tú crees que no sabe? Sabe.
AMPARO.- A lo mejor está en ayuna. Tiene cara de oír llover.
MARGOT.- Aquí lo que llueve es dinero y mientras llueva él se hará el
ciego. Da asco. Estos (Por los de arriba.) no me llegan al zapato. Ni a mí ni
a ti. ¿Tú conoces bien la historia de esta casa?
AMPARO.- Cuenta.
MARGOT.- Fueron como nosotros.
PICCIONE.- Menos.
MARGOT.- La señora lavaba; el señor fue carbonero...
PICCIONE.- Marinero.
MARGOT.- Una cosa así, y de pronto: millonario. Bueno: la historia de un
rico de América. ¿Para qué más?... La niña, ya ves... cree que los hombres
sirven para un rato.
AMPARO.- Sí, en dos años que estoy en la casa, ha roto dos noviazgos y
dos... que no lo eran.
MARGOT.- Aquí el que ha salido bueno es el niño.
AMPARO.- ¿Víctor?
PICCIONE.- Macanudo el nene.
MARGOT.- Ese por una farra alquila a la familia.(José aparece)
AMPARO- Cuidado... el orejero. Este cuenta todo.
LOLA.- (Llorando en un costado) No puedo, José; no puedo. Perdóname...
AMPARO.- (Acudiendo.) ¿Qué tiene?
JOSE.- Nada... Se ha descompuesto...
AMPARO.- Lola ¿qué sientes?
LOLA.- Ya pasó... Gracias.
PICCIONE.- (A José que se ha detenido.) ¿Qué le ha pasado?
JOSE.- ¡Qué sé yo! Cosa de mujeres.
PICCIONE - Usted no trata bien a so señora, José.
JOSE.- No le permito.
PICCIONE -Tomalo como quiera. Hace mucho que se lo tenía que decir.
9

(José queda en silencio. Piensa. Mira hacia arriba. Algo crece en él y se


concreta. Sube hasta la sala; sigue subiendo, prudente.)
OTTO.- (Entrando) ¿Qué pasa?
MARGOT.- José que le ha dado otro disgusto a esa infeliz.
OTTO.- No sufra. A ella le gusta. A todas le gusta el matrimonio.
MARGOT.- No, a todas no. Todas no han de ser así.
EUSTAQUIO.- (Corriendo.) ¡Cuidado, baja la niña!... (Todos se ponen a
hacer cosas)
PICCIONE.- ¡Oh, qué honore, señorita Emma!
EMMA.- ¿Cómo está, Piccione? (Desea terminar pronto.)
PICCHIONE.-Deseando, señorita Emma, hacer llegar hasta osté mis
ardientes felicitaciones por el compromiso.
EMMA.- Gracias… (Avanza.) Otto.
OTTO.- ¿Señorita?
EMMA.- Otto, un favor de esos que sé deberle.
OTTO.- Usted no puede deberme nada, señorita.
EMMA.-Sólo cinco minutos. Corra a lo de Arturo... Debe estar
desesperado. No he podido hablarle por teléfono hoy, como le prometí.
Dele esto. (Carta que Otto oculta instantáneamente.) Dígale que esté
tranquilo, que no se alarme... que lo veré mañana. Sea discreto.
OTTO.- Bien, señorita.
EMMA.- Gracias, Otto. (A ellas.) ¿No han cenado aún? Qué picardía.
AMPARO.- No hay apuro, niña.
EMMA.- (Por Cacerola.) Ah, ¿este es el italianito?
PICCIONE.- Sí. (A Cacerola.) Avanza.
EMMA.- (Tocándolo.) ¡Qué lindo es!
CACEROLA.- (Ríe, inquieto.) No...
PICCIONE.- (Al chico.) Dígale que aquí la única linda es ella.
MARGOT.- Así es.
EMMA .- ¿Estás bien aquí?
CACEROLA.- Sé... Arregolar.
TODOS.- ¡Oh!
CARLOTA.- ¡Qué niño! ¡Está jugando! ¡Qué mal educado!
EMMA.- Déjelo. Recién venido. Ya aprenderá. Sigan... Sigan... (Mutis.)
PICCIONE: (Volviéndose a Cacerola.) ¡Ma tú sei locco!... ¿Qué ha dicho?
¡Regular!
CACEROLA: ¿E non e vero, si acaso?
PICCIONE: Ma no se dice (Mira a todos.)
CACEROLA: ¿E per qué?
PICCIONE: ¡Porque se te échano vas a estar peor, brutto!
10

(Otto, con abrigo y guantes, va a salir. Lo rodean ávidas.)


AMPARO-¿Adónde va? ¿Lío nuevo?
MARGOT.- Diga.
CARLOTA.- ¿Adónde te manda?
OTTO.- (Pide silencio.) St... (Los agrupa.) Voy a Palermo... A ver si
llueve... (Mutis.)
CARLOTA.- ¡Tacaño!
SECUNDINA.- (Entrando) Un telegrama para la niña (Margot sube a
entregarlo)
MARGOT.- (Bajando apresurada.) ¡La señora! ¡Viene hacia aquí la
señora!
(Todos entran en escena y trabajan.)
ALCIBÍADES: (En el descanso, sin carga. Perdido de miedo.) ¡La
señora!... ¡Me sigue la señora!
EMILIA: ¡Eh!... ¡Deténgase, bruto!
ALCIBÍADES: (Paralizado, al pie de la escalera.) Sí, señora.
EMILIA.- (A Alcibíades) Dígame, pedazo de camello, ¿de qué establo lo
han sacado a usted?... ¿Qué ha hecho? ¿Alcanza con ese zapayo a
comprender lo que ha hecho?
ALCIBÍADES.- Si, señora: cuando fui a servirle, ese señor levantó la
cabeza y chocó contra la dulcera y le tiré el almíbar.
EMILIA.- ¡Es un imbécil!
ALCIBÍADES.- (Contento.) ¡Claro!... Se puso a conversar con esa muy fea
que tiene la cara llena de granos y…
EMILIA.- ¡Usted es un imbécil, usted!... ¡Qué horror de gente! Vive
rodeada de chusma una, de chusma que alimenta. De gringos que saben
cobrar no más. Cobrar y chismear. Le ha dejado el smoking para la basura,
¡animal! Pero usted no tiene la culpa.
ALCIBÍADES.- (Volviéndose desde el descanso.) ¿Verdad que no?
EMILIA.- La tiene el que lo ha traído. (Llamando) José... No se esconda,
José.
JOSE.- Señora... (Lola queda en la puerta, temblorosa.)
EMILIA.- Estoy cansada, José, harta. Su recomendado acaba de ponerle al
doctor Pañeque una dulcera de sombrero.
LOLA.- ¡Jesús!
EMILIA.- ¿Se cree que me chupo el dedo? Le encargué a usted mismo que
se buscara suplente, pero con toda mala fe me ha traído dos bestias. El que
eché el sábado era un changador, y éste es un animal que no ha visto mesa
en su vida. Y los ha traído por cálculo, para que no me sirviesen y no
11

pudieran reemplazarlo.
JOSE.- Usted me desconoce, señora.
LOLA.- (A él.) Calla...
EMILIA.- Me lo conozco de memoria.
JOSE.- (Cada vez más dolorido y más sumiso.) Usted misma me
ha prohibido...
EMILIA.- Que ponga mano en las cosas, sí; porque le tengo asco. (LOLA
llora.) Que usted se haya portado bien antes no es una razón para que ahora
me haga esto.
JOSE.- Señora...
EMILIA.- Su rejuntivitis... o no sé cómo se llama eso que tiene en los ojos,
se alarga demasiado.
JOSE.- Sólo para mi mal, pero el médico dice que...
EMILIA.- El médico no sabe que usted tiene que trabajar y que yo necesito
criados y no pensionistas.
JOSE.- Si usted supiese, señora, lo que llevo sufrido. No duermo, tengo los
nervios de punta...
EMILIA.- Que se los aguante su mujer...
JOSE.- Señora Emilia... usted no es buena conmigo.
EMILIA.- ¡Cállese! ¿Cree que me tiene en un puño porque me le confié
haciéndole seguir a mi marido? No me importa que se sepa... No soy la
primera, ni la última celosa. Yo aguanto, aguanto, pero cuando reviento no
tengo compostura. Usted me ha hecho muchas y si está en mi casa todavía
es porque me da pena de esa pobre gallega.
LOLA.- Gracias, señora; gracias.
EMILIA.- Mañana usted trae quien lo suplante y si no se va mañana
mismo. Con Eustaquio me basta. (Medio mutis.)
VICTOR.- (Entrando. Simula estar ebrio). Mamá...
EMILIA.- ¿Vos?... (José queda en el umbral de foro, de espaldas.) ¿Por
qué no asististe a la comida de compromiso de tu hermana?... Hablá.
VICTOR.- Yo no acepto por cuñado a Jacinto Acuña. Es un imbécil. No
tenía dónde caerse muerto y buscó acomodo. Jacinto Acuña... ¡Lo nombro
y se me revuelve todo!
EMILIA.- Pienso de distinta manera.
VICTOR.- Ya sé. Lo desprecio por mi cuenta, solo. ¿Se me puede prohibir?
¿Se me puede prohibir que me emborrache por eso? No. No hablemos más
del caso, mamita querida.
EMILIA.- Andate. Que no te vean.
VICTOR.- Entonces necesito trescientos pesos.
EMILIA.- ¡Ah, no!... Aunque llorés.
12

VICTOR.- Sin llorar.


EMILIA.- No tengo un centavo. Tu padre me cerró la caja por tu culpa.
VICTOR.- Si no me los das, subo al comedor y me hago dar el ataque.
EMILIA.- Mirá, Víctor... no me martirices. No tengo.
VICTOR.- Pedíselos a José. Ahí está. O mejor subo y a cuenta de los que
nos robará se los pido a Jacinto Acuña. (Llama.) José.
JOSE.- (Que espera ansioso, olfateando.) ¿Niño?
VICTOR.- Mamá quiere hablarte.
JOSE.- ¿Señora?... (Silencio.)
EMILIA.- José... ¿tiene trescientos pesos?
JOSE.- ¡Sí, señora!
EMILIA.- Déselos.
JOSÉ.- Sí señora.
VICTOR.- Gracias, mamita. (EUSTAQUIO que baja con platos, deja pasar
a doña Emilia; Víctor abandona su borrachera.) ¿Qué hacés?
EUSTAQUIO.- ¿Tiene un dato para el domingo?
VICTOR.- Fija. El tres en la segunda.
EUSTAQUIO.- Gracias, don Víctor.
JOSE.- Tenga usted, niño. Trescientos.
VICTOR.- Sos un tigre, gallego. (Mutis)
ALCIBÍADES: (Baja, cargado; confidencial.) Parece que va a haber baile.
AMPARO - ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
ALCIBÍADES: Ha llegado la orquesta.
SECUNDINA.- (De la calle, con anotador.) A ver. La jugada para mañana.
Está el ruso de las quinielas.
EUSTAQUIO.- Un peso al catorce. (Mutis, sube. Secundina anota)
AMPARO.- Cincuenta al cero nueve.
SECUNDINA: ¿A la cabeza?
AMPARO: No; a los premios.
SECUNDINA.- (A OTTO.) ¿Usted no juega? (A ALCIBÍADES.) ¿Y usted?
ALCIBÍADES.- ¡Qué pregunta!... Al veinticinco. Diez centavos.
CARLOTA.- Trena centavos al sesanta six.
EUSTAQUIO: (Bajando) Chef, lo llama arriba la patrona.
PICCIONE: (Asustado.) ¿A mí?... ¿Para qué?
EUSTAQUIO: No sé. Están en el comedor todavía. Madam Rasimí, dice la
señora que podemos cenar.
PICCIONE: Ma... ¿Qué me han hecho?... (Amenazante.) Madam Carlota,
que no sea nada, ¿eh?... ¡que no sea nada! (Sube)
SECUNDINA.- ¡Listo! Ya anoté todo.
CACEROLA.- ¿E yo no fuego? Vente centavo al morto que parla.
13

CARLOTA: (Golpeando las manos.) ¡Alons, muchachas! Pongan la mesa.


(Arriba suena un aplauso. Se miran, asombrados)
ALCIBÍADES.- Arriba lo aplauden a Piccione. Ahí llega.
PICCIONE.- (Emocionado.) No es a mí , es a la cocina italiana, ¡la mejor
del mundo! (A Cacerola que aplaude con mucha emoción.) Grazie, figlio...
(Se escucha música de Paso doble arriba)
TODOS.- ¡Ole! (Siguen el ritmo con palmadas. Cesa la música. Se hace un
silencio. Todos miran en sus recuerdos.)
AMPARO.- (Triste)¡Como se extraña a la familia!
CARLOTA.- Quien más, quien menos; a todos nos pasa lo mismo.
(Silencio largo, todos sentados a punto de comer. Están tristes)
EMILIA.- (En la escalera.) ¡Que nadie salga! ¡Nos han robado! ¡Ladrones!
El collar que le acaban de regalar a Emma. Falta de su estuche. (La
sorpresa paraliza a los inocentes.) Estaba sobre la mesita, al alcance de
ustedes.
PICCIONE.- (Que se siente ajeno a sospechas.) ¿Ma e posible?
JOSE.- (Corriendo hacia la calle.) ¡La policía! ¡Hay que llamar a la
policía!
EUSTAQUIO.- (A OTTO.) ¡No lo dejés! Nuestro prontuario es terrible.
(OTTO se le pone adelante a José)
EMILIA.- (A José.) ¡No, todavía no!
SECUNDINA.- ¡Me resisto a creer que entre nosotros haya un ladrón!
CARLOTA.- ¡Esto es inaudito!...
EMILIA.- St... ¡Cállense!... ¡Canallas! ¡Han esperado una noche como
ésta... con la casa llena de gente distinguida!...
JOSE.- ¡Hay que llamar a la policía, señora!
EMILIA.- No. Ahora viene mi hijo.
OTTO.- (Aparte a Eustaquio) ¡Fuiste tú!
EUSTAQUIO.- ¿Yo? ¿Trabajo quince días como un negro para alzarme
con todo y... voy a embarrarla por esa porquería? Es falso. Ya lo estuve
campaneando.
OTTO.- ¿Y quién lo ha robado? ¿Y ahora?
EUSTAQUIO.- Ahora la cana para todos.
VICTOR.- (Entrando con Emma)) Nada de policía, no quiero escándalo. El
collar va a aparecer a fuerza de patadas a alguno de ustedes.
EMMA.- ¡Atorrantes! Uno les mata el hambre y así nos pagan.
VICTOR.- ¡Cállate tu también! ¿Quién ha sido?
CACEROLA.- Io no se.
SECUNDINA - Yo no he sido, se lo juro.
TODOS – Yo, tampoco, yo tampoco.
14

LOLA.- Señor, por favor, no llame a la policía. Ni José ni yo tenemos nada


que ver.
JOSÉ.- Cálla. Eso ya lo sabe.
MARGOT.- Sirvo en esta casa desde hace tres años. Señora, no puede
dudar de mi.
EMILIA.- Sin lagrimitas, por favor.
VICTOR.- Esto es fácil. Yo no quiero tocarlos. El que haya sido que lo
diga y lo perdonamos. Cuanto más se tarde, será peor.
EMILIA.- No vas a sacar nada. Son unos cretinos.
JOSÉ.- ¡Que nos registren!
SECUNDINA.- Que revisen nuestros cuartos.
JOSÉ.- Sí y también nuestra ropa.
ESTAQUIO.- (Se pone la mano en el bolsillo, descubre el collar. A OTTO,
aparte) ¡Lo tengo yo! ¡Me cache en dié! ¡Me lo a puesto el gallego…¿Qué
hago?
OTTO.- St…Callate. Pasalo a otro.
(Eustaquio le pone el collar en el bolsillo de Piccione)
EUSTAQUIO.- Piccione, intervenga, a ver si arregla esto.
VICTOR.- ¿No hablan?... ¡Vamos! Los voy a revisar.
EUSTAQUIO.- Encantado.
OTTO- Como no.
EMILIA.- (A Piccione)Usted también.
PICCIONE.- ¿Yo?
EMILIA.- Sí, es un criado como cualquiera de estos.
AMPARO.- Todos somos iguales.
PICCIONE.- ¿Tamaña ofensa a mi? Me resisto. Nadie me pone la mano
encima. Menos usted (por Víctor)
VICTOR.- ¡A usted primero!(Lo empuja)
PICCIONE.- No es quien para hacer esto. Yo conozco cuesta familia.
¡Sono tupo contrabandistas!
EUSTAQUIO: (Aparte a OTTO) ¡Esto se pone divertido!
EMILIA.- ¡Callen a ese hombre!
AMPARO.- No se calla. Cállese usted, lavandera.
EMILIA.- ¡Pegale, Víctor! Seguro que fue él.
PICCIONE.- (Atrapado del cuello por Víctor) ¡Que baje el novio de la niña
que le cuento alguna vergoña!
EMMA.- ¡Silencio! Arriba se oye todo. Van a preguntar que pasa.
EMILIA.- ¡Basta! Que se pierda el collar.
SECUNDINA.- No somos bestias, somos personas.
CARLOTA.- ¿No serán los de arriba los ladrones? Revísenlos también a
15

ellos..
VÍCTOR.- (Lo suelta) Mejor lo dejamos para mañana a solas.
PICCIONE.- Para cuando quiera. Mi vida e limpia
LOLA.- (Aparte a José) ¿Y el collar?
JOSÉ.- ¡Calla! Me vendes.
SECUNDINA - (A Piccione) Estuvo soberbio. Alguna vez teníamos que
ganar los de abajo.
PICCIONE.- ¡Basta! Ya no se puede vivir ni con los de arriba ni con los de
abajo. Esta todo pútrido.
OTTO.- Todo esto está muy lindo, pero mañana vamos todos presos.
PICCIONE.- Ahora que estamos solos. ¿Quién fue?
JOSÉ.- ¡El que lo tenga que lo diga! No podemos pagar todos por uno.
ALCIBÍADES: (Al ver que todos niegan con la cabeza) Esto está cada vez
más enredado. Ya lo sé, al final me van a culpar a mí.
PICCIONE.- A registrarnos. Primero voy yo, siempre primero yo en todo.
AMPARO.- (Lo registra) ¡Aquí está!
TODOS.- ¡No!
PICCIONE.- ¡Me lano puesto!
JOSÉ.- (Por Eustaquio)¡Él es el ladrón!
EUSTAQUIO.- Usted me lo puso a mi y yo lo cambié de lugar.
OTTO- ¡Es cierto! Yo lo vi!
PICCIONE.-(A José) Io te amazzo.
(Todos enojados, lo golpean a José)
CARLOTA.- ¡Qué lo devuelva él! (Lo levantan, le dan la joya, lo llevan
hacia la escalera.) ¡Arriba! ¡Arriba!
LOLA.- Basta… he sido yo (Casi a punto de desmayarse)
TODOS (asombrados) - ¡Señora! ¡Señora!
JOSÉ.- Lola… Lola…
LOLA: ¡He sido yo! (Llorando cae de bruces)
ALCIBÍADES: ¡Basta! No aguanto más. Abajo ya no se puede respirar.
Necesito aire. ¡Necesito aire! (Sale corriendo a la calle). ¡Necesito ver el
sol!
TODOS (rodeándola) - ¡Señora! ¡Señora!

TELON FINAL

También podría gustarte