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La Devocion Á San José Establecida Por

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IA DEVOCION

Á sAN José.

do...e.» “8 º.
cow-ow, 4….Nºhle.
Varios Prelados de España han concedido
2480 dias de indulgencia átodas las publicacio
nes de la LIBRERÍA RELIGIOSA.
IA DEVOCION

A SAN JOSÉ
ESTABLECIDA POR LOS HECHOS,
OBRA ESCRITA EN ITALIANO

por el R.P. José Antonio Patrignani


de la Compañía de Jesús,

Aumentada y traducida al francés

POR OTRO PADRE DE LA MISMA COMPAÑÍA,


y del francés al español

por el P. Fr. Pablo Mntonio del Miño Jesús,


Carmelita mejicano.

Con aprobacion del Ordinario.

BARCELONA:
IlBRERIA REIIGIOSA.—Imprenta de PABLo RIERA,
calle den Robador, núm. 24 y 26.
1862.

8. q 3 OG F
CENSURA.

Por comision del M. I. Sr. D. Juan de Palau y


Soler, presbítero, Doctor en ambos derechos, Abo.
gado de los tribunales del reino, Canónigo de esta
santa Iglesiay VicarioGeneral Gobernador Capitu
lar de la diócesis de Barcelona, sede vacante, he
leido el opúsculo cuyo título es: La devocion á san
José establecida por los hechos. Lo escribió en ita
liano el R. P.José Antonio Patrignani, de la Com
pañía de Jesús. -

Feliz en sumo grado estuvo en esta su obrita su


ilustrado y piadoso autor. Sólidos y convincentes
son los doce motivos sobre los cuales establece la
devocion al glorioso patriarca san José;irrecusa
bles los hechos con que prueba su poderosa y cons
tante proteccion; variadas,fáciles y edificantes las
prácticas piadosas que ofrece para obsequiar á di
cho Santo y propagar su justa y provechosa devo
cion. Todo esto está tratado con el mayor órden, sin
incurrir en el menor error, ya sea contra los sagra
dos dogmas, ya contra la santa moral de nuestra di
vina religion.
; Ojalá que los fieles todos se procurasen este
opúsculo, pues no dudo que por su medio se di
fundiriay arraigaria mas y mas en sus corazones la
santa yutilísima devocion al digno Esposo de Ma
ría y putativo Padre de Jesús!
Barcelona 20 de agosto de 1862.

FR. JAIME RoiG, Pbro., Lector en Filo


sofía, de la Órden de Carmelitas cal
zados exclaustrados.

APROBACION.

Barcelona veinte y cuatro de setiembre de mil


ochociento sesenta y dos.Vista la anterior censura,
damos nuestra aprobacion para que se imprima el
opúsculo de que hace mérito.

JUAN DE PALAU Y Solera, Vicario


General Capitular.
J. M. J.

Extracto del capítulovi dela vida de santa Tere


sa sobre el gran crédito de que san Joségoza
en el cielo.

«No me acuerdo hasta ahora haberle supli


«cado cosa que la haya dejado de hacer: es co
«sa que espantalas grandes mercedes que meha
«hecho Diospor medio de este bienaventurado
«Santo,yde los peligros que me halibrado, ansí
«de cuerpo como de alma. Que á otros Santos
«parece les dió elSeñorgracia para socorrer en
«una necesidad;á este glorioso Santo tengo ex
«periencia que socorre en todas,y que quiere
«el Señor darnos á entender, que asícomo le
«fue sujeto en la tierra (que como tenia nom
«bre de padre, siendo ayo, le podia mandar),
«ansí en el cielo hace cuanto le pide. Esto han
«visto otras algunas personas, á quienes yo de
«cia se encomendasen á él,tambien por expe
«riencia; ya hay muchas que le son devotas de
«nuevo, experimentando esta verdad. Querria
«yo persuadir á todos fuesen devotos de este
«glorioso Santo, por la gran experiencia que
«tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he
«conocido persona que de veras le sea devota,
«y haga particulares servicios, que no la Vea
«mas aprovechada en la virtud; porque apro
«vecha en gran manera á las almas que á él
«se encomiendan. Paréceme que hace algunos
«años, que cada año en su dia le pido alguna
«cosa, y siempre la veo cumplida; siva algo
«torcida la peticion, él la endereza,para mas
«bien mio. Pido por amor de Dios,queloprue
«be quien no me creyere,y verá porexperien
«cia el gran bien que es encomendarse á este
«glorioso Patriarca, y tenerle devocion. En es
«pecial personas de oracion siempre le habian
«de serdevotas; que no sé cómo se puedepen
«sar en la Reina de los Ángeles, en el tiempo
«que tanto pasó con el niño Jesús, que no dén
«gracias á san José, por lo bien que les ayudó
«en ellos.»

APROBACION.

La lectura del libro intitulado : La devocion á


san José probada por los hechos, y la cita de las
palabras de santa Teresa que antecede, me obli
gan á dar muy Voluntariamente licencia para
que se imprima, y recomendar á los fieles la
lectura de esta obra.
Tournai y enero 23 de 1844, —J. J. DUPIE
REUX, vicario general.
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR FRANCés,
Y QUE EN TODO HACE SUYA EL TRADUCTOR MIEJICANo.

Nuestro designio, al publicar la traduccion


de esta obra, es el mismo que tuvo el P. Anto
nio José Patrignani, su autor. Todo su deseo,
decia, era contribuirá extender mas y mas el
culto de san José, ofrecerun nuevo alimento á
la piedad de sus devotos,yaficionarle, sipudie
se, todos los corazones. Y en efecto, ¿no mere
ce de nuestra parte un culto especial de home
najes de respeto y afecto este gran Santo, á
quien Dios distinguió entre todoslos otros con
los gloriosos títulos de Esposo de María y Pa
dre de Jesús,y cuyas obrasheróicas han corres
pondido admirablemente á esa doble dignidad,
de la que jamás podrá participar ninguna cria
tura humana ó angélica, ni en el tiempo ni en
la eternidad?
Un gran número de escritores y oradores sa
grados se han propuesto revelar en elocuen
tes panegíricos las prerogativas y las virtudes
de san José, y han logrado reunir en torno su
yo una multitud de clientes que le invoquen co
mo á su abogado, como ásu padre, comoalmas
querido objeto de su confianza y de su amor,
despuesde Jesús yMaría.Nosotros ánuestravez
procuramos llegar al mismo objeto, aunque por
un camino masfácil y mas corto por el que ha
seguido de preferencia el P. Patrignani. Bien
sabido es que los hechos entran mas pronta
mente en el espíritu ypenetran mejor el cora
zon que los discursos mas sólidos y razonados:
estos se limitan á convencer, mientras aquellos
añaden á la conviccion una cosa mas íntima,
esto es, la persuasion.
Los ejemplos que se encontrarán en estaobra
son de dos clases, y naturalmente formarándos
libros. El primero expondrá, como otros tantos
motivos de devocion, los homenajes y los ser
vicios tributados á san José, y el segundo pre
sentará el cuadro de las gracias y de los favo
res concedidos porsanJosé á sus devotos. Otro
tercer libro contendrá las diferentes prácticas
propiaspara honrarle;prácticas á las que he
mos creido deber añadir otras para el uso de
las cofradías de la Buena muerte, erigidas en
diversos lugares, bajo la invocacion especial
de san José.
Nos resta, pues, ofrecer con el piadoso au
tor esta obra al gran Santo, cuyo objeto es, y
rogarle supla con su bondad lo que en ella se
encuentre defectuoso, y tome en consideracion
para bien de los fieles el vivo deseo que tene
mos de manifestar su santidad á todos los ojos,
su nombre amable á todos los corazones, y su
proteccion saludable á todos aquellos que con
sus virtudesy sus obrasjustifiquen la solidez
de esta devocion.
DEVOCION

AL SEÑOR SAN José.

LIBRO PRIMERO,

MOTIVOS DE ESTA DEVOCION.

CAPÍTULO I.
El ejemplo de Jesucristo es el primer motivo de
la devocion á san José.

Cuando Jesucristo desde lo alto de la cruz


dijo á la santísima Vírgen su Madre, desig
nándole al apóstol san Juan : «Mujer, vé
«ahí á tu hijo,» sin duda quisoponernos ba
jo su proteccion, en la persona del discípu
lo amado que allí representaba á todos los
electos *. Del mismo modo,podemos creer
que el eterno Padre, al encargará san Jo
sé que, como jefe de la sagrada Familia,
guiase la huida de Jesús y María al Egipto,
* San Bernardino de Sena.
— 12 –
y velase por la conservacion de sus dias,
quiso poner á todos los hombres bajo su
proteccion, é inspirarles veneracion y res
peto hácia un Santo en cuyas manos con
fiaba el mas precioso depósito que haya
existido, esto es, el Salvador del mundo, el
Verbo encarnado, el manantial de todas las
delicias, y el centro de todas las riquezas
del paraíso. Este solo motivo deberia ser su
ficientepara inspirarnos una devocion muy
especial á san José; pero hay todavía un
motivo mas poderoso, y es el ejemplo que
” nos ha dado el Hijo del Altísimo.
La vida entera del Salvador es un perfecto
modelo, ó, mejor dicho, un modelo divino
propuesto á nuestra imitacion. Os he dado
ejemplo, para que obreis del mismo modo que
yo he obrado convosotros*. Veamos,pues, el
ejemplo que nos ha dado, con respecto al
honor debido ásan José. Jesús es, entre to
dos los hombres, el primero que le ha hon
rado: desde el momento en que el eterno
Padre le designó para que en la tierra
desempeñase sus veces al lado de Jesús, le
considera siempre como ásu padre, y le rin
* Joan. XIII.
- 13 –
de los mas respetuosos homenajes; por ma
nera que no se los daria mayores, si verda
deramente hubiera sido su hijo.
Ya me parece,ó cristiano lector, que leo
en vuestro corazon el piadoso deseo que os
impulsa ásaber en particular lostestimonios
de honory de respeto que Jesús ofreceásan
José; pero ¿cómo he de satisfacervuestro
deseo, si quereis que os descubra un miste
rio que el Espíritu Santo ha ocultado ente
ramente ánuestro conocimiento?Sí, el Es
píritu Santo le ha cubierto con un velo im
penetrable, pues san Lucas, el depositario
de los secretos del Verbo encarnado, el pri
vilegiado historiador de los misterios de su
divina infancia, llegando á la narraciqn de
lo que el Hombre-Dios hizo desde los doce
años de su edad hasta los treinta, todo lo
compendia en estas tres palabras: Eterat
subditus illis: estaba sometido á sus padres.
Y qué, ¿el Hijo de Dios, en el espacio de
diez y ocho años, nada haria de grande ó
misterioso que pudiera servirnos de leccion?
Seria una impiedad decir esto. ¿O el Evan
gelista nada supo de particular sobre la vi
da privada de Jesucristo, durante esa larga
- 14 -
série de años que pasó en Nazaret? ¿No ha
sido, por decirlo así, que en la escuela de
la Vírgen santísima aprendió san Lucas to
do lo que ha referido?¿No supo de boca de
laVírgen María hasta losmas pequeños de
talles del nacimiento del Salvador en un es
tablo, de la adoracion de los pastores, del
concierto de los Ángeles, y mil otras parti
cularidades relativas al misterio de la En
carnacion, por manera que muchos auto
res no han temido llamarle el secretario de
la Vírgen? Si, pues, san Lucas, historiador
tan solícito y tan fiel, ha reducido la mayor
parte de la vida de Jesucristo á estas tres
palabras: estaba sujeto á ellos, necesario es
decir, que Jesús hizo constantemente profe
sion de obedecer en todas las cosas á María
y áJosé; y que si bien practicó una infini
dad de actos heróicos de piedad, de humil
dad, de paciencia, de celo,y de todas las
mas excelentes virtudes, parece sin embar
go no haber tenido otra ocupacion que ha
cer la voluntad de otro; y por esto ha que
rido que esta sola fuese expresada en el
Evangelio como la mas noble, la mas glo
riosa, la mas digna del Verbo encarnado.
- 15 -
Pero esta obediencia, esta sujecion deJe
sucristo, supone un derecho, una autoridad
en la persona que pudiera darle órdenes: y
tambien á la vez, en las palabras ya cita
das, encontramos el compendio de la vida
del Hijo de Dios, y el compendio de la vida
de san José. ¿Qué hace, pues, san José du
rante los diez y ocho años que vivió en Na
zaret con Jesús? Hélo aquí en dos palabras:
El mandaba áJesús; y á la verdad,teniaun
derecho, porque en su cualidad de jefe de
la familia, á él le pertenecia el gobernarla.
Sin duda que María, en su cualidad de ma
dre, tambien podia mandar; pero como el
marido tiene la principal autoridad sobre los
hijos, por eso Jesús, que veia á san José
revestido de esta autoridad, le profesaba
una obediencia muy particular. Así se ex
presan dos grandes teólogos, santo Tomás,
y Pedro d’Ailly, arzobispo de Cambrai. Y
qué, ¿no me seria lícito dirigirme á los es
píritus bienaventurados? ¿Cuántas veces,
les diria yo, no habeis sido arrebatados por
la admiracion y la sorpresa al ver que Jesús
no se permitia dar un paso, ni hablar una
palabra, ni tomar el alimento ó el descan
– 16 -
so, sin obtener primero las órdenes de san
José? Decidme, pues, celestiales espíritus,
¿qué os causaba especialmente ese éxtasis
de admiracion?¿Era la humillacion de Je
sús obedeciendo á san José, ó la elevacion
de José mandando á Jesucristo? Cuando el
justo Noévió el arca descansando sobre las
montañas de Armenia, no tuvo necesidad
de otras medidaspara apreciar la prodigio
sa altura de las aguas del diluvio. Del mis
mo modo Gerson, ese ilustre teólogo pari
siense, en el profundo abatimiento de Je
sús, obedeciendo á san José, encuentra la
justa medida de la altura á que debió ele
varse nuestro Santo. Subia José en propor
cion que Jesús descendia; por manera que
si la sujecion de Jesucristo comprueba su
incomprensible humildad,no atestigua me
nos la incompárable dignidad de José.
De esta suerte todos los actos de sumision
que practicó el Hijo de Dios obedeciendo á
san José, eran respecto de este otros tantos
grados de la mas sublime elevacion. Segun
esto, ¿quién llegará jamás á comprender la
dignidad de un Santo que se ha visto, du
rante tantos años, obedecido, respetado y
– 17 –
servido por su Criador y por su Dios? Jo
sué, sola una vez, suspendió el curso del
sol, deteniéndole en el momento en que se
precipitaba á su ocaso; y esto ha bastado
para que todos los siglos le paguen el tribu
tode su admiracion. ¿Quétiene de comun el
poder de este famoso capitan, con el de san
José, que pudo, nouna, sino mil ymilve
ces, mover ó detener á su arbitrio á Dios,
criador de la aurora y del sol?Grandefue,
en efecto, elpoderde aquel otro Joséá quien
el príncipe confió el gobierno absoluto de
todo su imperio. Moisés, es innegable, no
pudo ser honrado con un título mas glorio
so y mas admirable que aquel con que le
revistió el Dios de los ejércitos cuando le
llamó Dios de Faraon; pero estos títulos,
estos privilegios,por admirables que sean,
desaparecen ante la dignidad de un Santo á
quien el Rey de los reyes se somete como á
su padre ysu señor.
Yá la verdad, es del todo imposible en
contrar entre la innumerable multitud de
Santos uno mas grande que José, así como
tampoco puede concebirse una autoridad
igual á la suya, en virtud del derecho que
9. s. José.
– 18 –
tuvo de mandar al Hijo de Dios. Suponga
mos un hombre quesea rey de todoslos re
yes del mundo; supongamos todavía que
Dios cria diez mil mundos, yque ácada uno
le da un rey, á condicion que todos estos
reyes reconozcanyhonren como á su sobe
rano áun solo monarca absoluto; ¿conce
bís cuán grande seria la gloria de ese mo
narca que recibiria los homenajes de diez
mil grandes príncipes, y cuál la sublimidad
de ese trono elevado sobre tantos tronos?
Pues sabed que ese monarca tan grande
no recibiria ciertamente tanto honor con la
sumision de ese pueblo de reyes, como el
que recibió san José con la tan sumisa obe
diencia que le rindió el Hijo de Dios. Muy
jactancioso se manifestaba el antiguo capi
tan Ificrates cuando,por hacerse valer y li
sonjeará sus soldados, les decia que el títu
lo de gloria, mas precioso para él que un
imperio, era mandar á los que mandaban á
otros.San José, al contrario, bien pudo de
cir con razon: «Á mí solo pertenece la glo
«ria de mandará Dios, de quien dependen
«todas las criaturas, á quien respetuosa
«mente se someten todos los príncipes, y
- 19 -
«delante de quien se someten las potestades
«que sostienen al universo, »
Pero si lagloria del que ejerce sobre otros
la autoridad del mando consiste menos en
poder darles órdenes, que en verlas acepta
das y ejecutadas con diligencia, necesario
es convenir que la gloria de José no con
sistió tanto en mandar á Jesús, cuanto en
verse obedecido con puntualidad. Pues bien,
almas devotas de san José, para satisfacer
mas completamente á vuestra piedad quie
ro descenderá pormenores,y citar algunos
actos de la obediencia que el Hijo de Dios
practicaba en la casa de Nazaret, con tanta
sumision, como si no fuera capaz de gober
narse por sí mismo. Es verdad, segun que
ya lo he dicho muy alto, que san Lucas
compendió diez y ocho años de la vida de
Jesucristo en estas breves palabras: Eterat
subditusilis; pero yo á mi vez me permiti
ré con el auxilio de los intérpretes sagrados
desenvolver unpoco el sentido de esas bre
ves palabras. San Basilio, en el capítulo 40
de sus Constituciones monásticas, ha escrito
que el Salvador trabajaba sin descanso to
dos los dias por obedecer áJosé y á María.
9*
- 20 –
SanJustino mártir4 nos asegura que elVer
bo encarnado servia y ayudaba en su taller
á san José,y dividia sustrabajos en propor
cion que se lo permitian las fuerzas de su
humanidad. Lo mismo dicen san Jerónimo
y san Buenaventura. Pero el testimonio mas
irrefragable de este ejercicio continuo de
obediencia de Jesús á las menores insinua
ciones de José es el que la Vírgen santa dió
porsu propia boca á santa Brígida, fntima
confidente desus secretos. Hé aquí sus pa
labras: Mi Hijo era tan obediente, que siJo
sé le decia : haced esto ó aquello, al instante lo
hacia.
Paréceme ya que veo á José y áJesús;
áJosé desplegando la autoridad paternal en
las órdenes que da, y áJesús desempeñan
do los deberes de la dependencia y de la
piedad filial por la perfeccion de su obedien
cia.José, que para subvenir á las necesida
desde un Dios reducido ála indigencia ejer
ce la dura profesion de carpintero, decia á
su hijo adoptivo con respetuosavoz: «Jesús,
«ayudadmeá aserrar esta tabla, á desbastar
«este tronco... Jesús, tomad el martillo, y
Diálogo con Trifon.
- 21 -
«clavad este clavo... Jesús, venid y juntad
«este aserrin, reunid estasvirutas, arreglad
«la madera que hemos de trabajar... Jesús,
«llevad á vuestra madre con que alumbrar
«se...y con que alimentar el fuego.» Con
menos prontitud salió de la nada la luzá la
voz del Criador, que Jesús se apresuraba
con agilidad y diligencia á ejecutar las ór
denes que se le daban. No es,pues, sor
prendente que los habitantes de Nazaret le
creyesen verdadero hijo de san José. Lo que
les hacia caer en este error, por otra parte
inocente, era haberle visto tantas ocasiones
manejar el hacha y la sierra bajo la direccion
de un pobre artesano. ¿No es este, decian,
el hijo de un carpintero?
Además, contemplad con Gerson á este
Rey de la gloria, á este Dios de majestad á
quien honrany sirven millones de Ángeles:
vedle trabajar no solamente como compa
ñero de José en su taller, sino tambien co
mo servidor de María en la pequeña casa de
Nazaret;vedle poner la leña al fuego, irá
la cercana fuente, acarrear agua, llenar las
ánforas, preparar la mesa, yabatirse al ex
tremo de lavar la vajilla, y tomar la escoba
– 22 –
para barrer las inmundicias, con las manos
divinas con quefabricó eluniverso. ¿Cómo,
pues, san José á vista de tal abatimiento y
de tal obediencia no ha muerto de confu
sion y de alegría?Tobías se prosterna con
el rostro en tierra,penetrado desorpresa y
como fuera de sí, cuando el ángel Rafael,
que bajo la figura humana le habia servido
de guia, desenvuelve de un golpe el secre
to de su grandeza. ¡Cuánto mas humillado
debió estar san José, que conocia tan clara
mente lasgrandezas de ese Dios humanado
y revestido de la forma de siervo, cuando
recibia de él todos los servicios que se pue
den esperar deun hijo, y aun de un escla
vo! Decidnos, ¡oh Santo bienaventuradol
cuántas veces, penetrado de los mas vivos
sentimientos de humildad y respeto, habeis
dicho á ese amable niño extenuado y que
jadeaba de fatiga: «ó Jesús, ó hijo mio,
«vos sabeis qué deseo tengo de obedeceros,
«mas bien que de mandaros; pero, obliga
«do como estoyá seguir las órdenes de vues
«tro divino Padre, es para mí una necesidad
«el tomarme la libertad de mandaros: yo
«adoro vuestra obediencia, y mi superio
– 23 –
«ridad no me agrada, sino en cuanto Vos
«os complaceis en dar al mundo el ejemplo
«glorioso del Criador sometido á la criatu
«ra. ¡Ah! si Vos lo permitiérais, ó Dios
«mio, cambiaríamos nuestros papeles, y Vos
«mandaríais como señor en esta casa!» Sin
duda que Jesús para consolará san José le
diria lo que mas adelante dijo al santo Bau
tista: «Resignaos,guardian querido de mi
«infancia, resignaos á los honores que os
«tributo: conviene que ejerciteis respecto
«de mí el oficio de padre, y yo debo estar
«sujeto áVos como hijo respetuoso; de es
«ta suerte darémos al mundo el ejemplo de
«toda justicia.»
En efecto, si Orígenes ha tenido razon
para reconocer en esta sujecion maravillo
sa de Jesús áJosé una grande leccion so
bre el respeto y la obediencia que los hijos
deben á sus padres; nosotros tenemos el
derecho de añadir que nuestro divino Sal
vador, honrando á san José como á su pa
dre, quiso igualmente dejará su gran fami
lia, es decir, á la Iglesia,un brillante ejem
plo que le enseñe áhonrar especialmente al
jefe de la sagrada Familia. Si una sola hora
hubiera pasado Jesucristo sujeto á la direc
cion y á las órdenes de san José, esto seria
bastante para que este santo Patriarca de la
ley nueva fuese venerable entre todos los
Santos: ¿con cuánta mas razon lo será des
pues que Jesús ha querido vivir, y realmen
te havividotan largo tiempo bajo sus leyes?
Educado, alimentado, custodiado, y pro
visto de todas las cosas por José por mas de
veinte y cinco ó treinta años, ¿podria no
desear que todos los cristianos se esforzasen
en pagarle con homenajes especiales los gran
des y fieles servicios que este buen Padre ha
prestado á su adorable persona?
Jesucristo declaró un dia su voluntad so
bre este punto á santa Margarita de Corto
na, en una aparicion, en la que entre otras
cosas le recomienda que sea especialmente
devota de san José, á quien él se reconoce
deudor por haberle alimentado con tanto
celo y afecto.
Seria una ingratitud verdaderamente in
excusable de parte de los cristianos no pa
gará san José un tributo de honor y de ve
neracion, por amor de ese Dfos Salvador, á
quien tenemos obligaciones infinitas.
- 25 -
En cuanto á mí, óJesús mio, yo quiero
seguir vuestro ejemplo; yo quiero servir al
que Vos habeis servido; quiero honrar al
que habeis honrado; quiero amar al que
habeis amado en cualidad de hijo. En fin,
¡oh dulce Jesús mio! por esa profunda hu
mildad que hizo ávuestra adorable persona
obediente á las menores insinuaciones de san
José, os suplico concedais ávuestro indigno
siervo consagrarse desde este momento ypa
ra siempre al servicio de este gran Santo,
entendiendo como entiendo que es una co
sa muy agradable áVos, puesto que prime
ro me habeis dado el ejemplo.
CAPÍTULO II.
Segundomotivo de devocion á san José, esto es,
el ejemplo de la santísima Vírgen.
El antiguo patriarca José, desde los pri
meros años de su juventud, tuvo conoci
miento de la gloriosa fortuna que le estaba
reservada para el porvenir. Dios le hizo ver
en sueños los dos principales astros del fir
mamento, el sol y la luna, que respetuosa
mente se inclinaban en su presencia. Hé
- 26 –
aquí que puede decirse que el primer José
fue la figura del segundo. El sueño proféti
co que tuvo se verifica de un modo mas per
fecto en sanJosé, desde que Jesucristo, ver
dadero sol de justicia, y María, esa luna
misteriosa que comunica á la tierra la luz
que recibe del sol, le rindieron, como á su
jefe, la mas respetuosa obediencia,y qui
sieron enteramente depender de su direc
cion. No es estotodo: una aparicion seme
jante se hizo verá otro profeta 4. El sol y la
luna permanecieron inmobles en sus pues
tos.¿En dónde, pues, se havisto este pro
digio, sino en la santa casa de Nazaret?
Bien puede decirse que esa casa era de la
luna y del sol, y que permanecian inmo
bles, dado que no tenian otros movimientos
que los que recibian de la voluntad y de la
voz de san José. Ya hemos visto al sol, es
decir, al Hijo de Dios, sometido áJosé co
mo á su padre; vamos ahora á verá la lu
na, es decir, á la Madre de Dios, sometida
tambien ásan José, no solamente como á su
esposo, sino tambien como á suprotector,
y en alguna manera como á su padre.
* Habac. m.
- 27 -
Entre todos los astros la luna es la imá
gen mas viva del sol: del mismo modo en
tre todos los Santos María ha sido la mas
perfecta imitadora de las virtudes y de las
acciones del Hombre-Dios. Además, entre
los ejemplos que nos ha dejado, yo encuen
tro el respeto que tenia ásan José. Era su
esposo; y por este título ella le obsequia
ba y obedecia humildemente en todas las
cosas. Sí, Vírgen santísima, aun cuando el
vínculo conyugal no os hubiera colocado en
un estado de dependencia de san José, hu
biérais, sin embargo, sabido rendirle todos
los deberes de la mas respetuosa sierva, pa
ra conformaros al ejemplo que teníais ante
los ojos, al ejemplo de vuestro divino Hijo.
Es verdad que María sabia que el Espí
ritu Santo le dió un esposo lleno de toda
clase de virtudes, lo que fue para ella un
motivo para honrarle; pero cuando luego
vió al Hijo de Dios que le respetaba co
moá su padre, que le servia como ásu se
ñor, y que le escuchaba comoá su maestro,
¿quién podrá decir cuánto aumentaron en
ella la estimacion, la veneracion y el amor
hácia su Esposo? Ella, por decirlo así, hu
– 28 -
biera querido disputar con Jesús los testi
monios de honor y de respeto; pero no pu
diendo llegará esa humildad, porque era la
humildad de un Dios, encuentra en su im
potencia motivos para confundirse; y esta
confusion toda santa la presentaba á san
José como indemnizacion de lo masque hu
biera deseado hacer, no solamente como es
posa, sino tambien como sierva, á imita
cion de su Hijo.
Alberto el Grande dióun magnífico títu
lo ásan José, llamándole protector y patron
de María, patronus Virginis, porque este San
to tomó con celo la defensa de su honor y
de su virginidad, cuandoignorando todavía
los misterios de supreñez, yqueriendo im
pedir que la calumnia manchase su reputa
cion, se resolvió con un dolor extremo á
separarse secretamente de ella. En efecto,
este era el partido mas favorable al honor
de María: pero en seguida tomó con mucho
mas vigor su defensa, luego que elAngel le
reveló el misterio de esa preñez toda pura y
divina: José, hijo de David, no temas recibir
á tu Esposa, porque el fruto que lleva en su
vientre es obra del Espíritu Santo. Por estas
- 29 –
palabras el Ángel, ó mas bien el mismo
Dios,declaróásan José protectory custodio
de esa admirablepureza que, por un privile
gio todo divino, reunia en una misma per
sona la flor de la virginidad y fruto de la
maternidad; que fue lo mismo que la Vír
gen María reveló á santa Brígida 4. Desde
entonces, ypor toda la série de los siglos,
san Josévino á ser el testigo irrecusable de
la virginidad de María, contra las tenebro
sas calumnias que el espíritu del error y de
la herejía debió vomitar un dia para em
pañar su brillo y su candor. La bienaventu
rada Vírgen, viendo á su santo Esposo in
flamado de un celo igual al del Querubin
que, armado con una espada de fuego, ve
laba en guarda del paraíso terrestre, ella
misma le dió el título de celoso defensor de
su virginidad, segun lo declaróá santa Brí
gida. Y en esto tuvo mucha razon;porque "
si bien ella habia concebidoporlavirtud so
la del Espíritu Santo,todavía, para el com
plemento del misterio de la Encarnacion,
fue necesario el concurso, esto es, la pro
teccion de san José, ora para conservar su
1. Revelaciones, lib. IV, cap.59.
– 30 –
reputacion intacta á los ojos de los judíos,
ora para dar lugará que su Hijo divino en
trase sin deshonor al mundo. Por otra par
te, estando el corazon de María lleno de
gracias, y no menos de gratitud, no se pue
de expresar hasta qué punto se creia obli
gada hácia su santo Esposo, y de qué ma
nera se manifestaba dispuesta á darle testi
monios de su reconocimiento con actos de
la sumision mas respetuosay de la mas tier
na afeccion. Baste decir con san Bernardino
de Sena que María gratificaba ásan José
ofreciéndole los dones mas preciosos que
ofrecer puede una esposa vírgen yuna vír
gen madre. Como esposa vírgen, le da su
propio corazon, su corazon inmaculado,
santuario vivo de la Divinidad, á fin de que,
enriquecido con este tesoro, tuviese en lo
sucesivo el derecho de decir: «En cualidad
«de esposo, yo poseo el corazon de María;
«mio es el corazon mas puro, el mas aman
«te y el mas amable de todos los corazo
«nes.» Como madre vírgen, María pone en
manos de su Esposo áJesús, áJesús fruto
bendito del árbol de la vida, y gérmen de
toda bendicion. Ahora bien, ¡con qué lla
– 31 -
mas de amor abrasaria el divino Niño el
corazon de san José, y qué torrentes de ale
gría incendiarian su alma en aquellos mo
mentos deliciosos en que un Dios que hace
la felicidad de los Santos sonreia con su
padre adoptivo, descansando en sus brazos!
¿No poseia José en Jesús mas tesoros y mas
dulzuras que puedan contener el cielo y la
tierra? En estastrespalabras Jesús,hijo mio,
decia mas que el apóstolsanto Tomás cuando
exclamaba: Señor mio y Dios mio: mas que
el seráfico san Francisco de Asis, que repe
tia mil veces: Mi Dios y mi todo. Es verdad
que no era padre de Jesúspor la naturale
za; pero no por eso tenia menos autoridad
sobre él, ni menos derecho de darle el nom
bre de hijo, en cualidad de esposo de su
madre; y además, ¿no se mostraba padre,
y mas que padre, por un amor que jamás pa
dre alguno en el mundo ha podido igualar?
María tambien le dejaba en plena posesion
de ese bello título, y no vaciló en dárselo
en todas ocasiones: Ego el pater tuus qua
rebamuste. «Tupadre y yo te hemos bus
«cado.»
San Joséno solamente respecto del Hom
– 32 –
bre-Dios se manifiesta padre lleno de soli
citud y de ternura; tambien respecto de Ma
ría se conduce mas bien como padre que
como esposo y señor. Es por esto que Ma
ría, para corresponderá los sentimientos de
un esposo tan humilde,tan puroy tan ca
ritativo, se hace siempre un deber de amar
le, de honrarle y deservirle con toda la de
ferencia de una esposa, ó, mejor dicho, con
toda la sumision de una hija respecto de un
buen padre. Ella sabia que el Padre eterno
estaba con su Esposo, y que le dirigia en
todas sus acciones, como está escrito del an
tiguo José: sabia tambien que hacia sus ve
ces en la tierra, y que le habia confiado la
direccion, no solamente del Hombre-Dios,
sino tambien la de su Madre; y por tanto,
como hija obediente y respetuosa, habia
puesto su libre albedrío en manos de José,
para que dispusiese de él segun su bene
plácito. Así es que José quiere que María,
muy cercana al término desu preñez, haga
con él un viaje hasta Belen;y al momento
se pone en camino María. Quiere que le
acompañe á Egipto con el recien nacido Ni
ño; y al instante marcha siguiéndole atra
- 33 -
vesando los desiertos. José permanece por
lo menos siete años en esa tierra infiel; y
María jamás abre su boca para preguntar la
causa de un destierro tan largoy tan moles
to. Joséintima la órden devolver áJudea;
María le sigue como una oveja dócil segui
ria ásu pastor, quedando satisfecha de que
no á ella, sino á él sea á quien los Ángeles
revelen las órdenes del cielo. En una pala
bra, constantemente se manifiesta mas pun
tual y mas pronta á ejecutar la voluntad de
su Esposo, que los astros al recorrer sus ór
bitasy perfeccionar sus revoluciones perió
dicas.
Un antiguo panegirista, mas adulador que
sincero, se permitió escribir en alabanza de
la emperatriz, mujer de Trajano, que la
obediencia bastaba para la gloria de una es
esposa: Ucori suficit obsequi gloria *. Una
princesa, decia él, que tiene por esposo á un
héroe tal como Trajano, nada puede hacer
mas glorioso para ella misma que obede
cerle. Vos, pues, grande Emperatriz del cie
lo, si os dignais descubrirnos los sentimien
tos de vuestro corazon, como lo habeis he
* Plinio el Jóven.
3 S., JOSE.
- 34 –
cho con vuestra amada hija santa Brígida,
podréis para gloria de vuestro santo Esposo
repetirnos estas palabras tan lacónicas como
expresivas: «Yo no encontraba que fuese
«abajarme el preparar y servir áJosé en lo
«que era necesario 4. Yo me complacia en
«prestarle los servicios mas bajos.» Es de
cir, óVírgen admirable, que en la casa de
Nazaret hacíais consistir vuestra gloria, lo
mismo que Jesús, en obedecer en todas las
cosas á José. Sus insinuaciones eran para
Vos órdenes;y su voluntad la regla devues
tros pasos, de vuestros pensamientos y de
vuestros afectos. En fin, no habia servicios
tan bajos, ni misterios tan abyectos, á los
que no os gloriáseis descender, para ofrecer
á san José todo lo que puede darse de afec
to al mas digno de los esposos, de respeto
al mas celoso de los protectores,y de obe
diencia al mas tierno de los padres.
Tales fueron los homenajes que la Madre
de Dios rindió sobre la tierra alpadre adop
tivo que Dios se habia elegido, dándoselo
por esposo. Pero esto, sin embargo, era de
masiado poco para ella. Desde el trono que
* Revelaciones, lib.VII, cap. 35.
– 35 –
ocupa en lo mas alto del cielo se abaté to
davía para continuar en alguna manera sus
servicios, por medio de las invitaciones que
ha hecho átodos los cristianos para que se
declaren siervos desan José. ¿Quién no sabe
que en la santa casa de Nazaret (hoy dia de
Loreto), donde ella le habia dado durante
su vida testimonios tan brillantes de respeto
y obediencia, fue donde tambien mandó al
P. Baltasar Álvarez de la Compañía de Je
sús, su devoto siervo, que tomase ásanJosé
por su protector especial * ? María, á uno de
sus mas devotos siervos del Órden premons
tratense, le hizo cambiar su nombre de Her
man en el de José º: á un esclavo moro de
Nápoles le mandó que recibiese el Bautis
mo, y tomase el nombre de José, en memo
ria de su Esposo º: descendió desde el cielo
para venirá ofrecer un presente inestima
ble, y manifestar su gratitud á santa Teresa
por la gloria que habia procurado á san
José, extendiendo su culto en toda la Igle
sia “: María,en fin, abriendo los cielos, des
* Véase su vida, cap. 6. – Surio, 17 de abril.
º. Así lo dice el P. Senyeri. - 4 Véase suvida, ca
pítulo 33.
3.
– 36 –
cubrió á los ojos de santa Gertrudis el in
comparable brillo del trono donde está colo
cado su glorioso Esposo, haciéndole advertir
tambien como al solo nombre de José todos
los Santos del paraíso inclinan dulcemente
la cabeza para honrarle *.
Pues si María nos ha dejado unos tan pal
pitantes ejemplos de obediencia y respeto á
san José; si al presente, que ya no puede
servirle en el cielo, donde los dos reinan con
tanta gloria, aun excita ásus siervos devo
tos, que tiene sobre la tierra, á que se hagan
igualmente siervos de su Esposo, y le hon
ren con un culto particular, ¿qué cristiano
podrá creerse dispensado de tenerle una de
vocion especial? Yo sé que todos los cristia
nos, con mas ó menos fervor, hacen profe
sion de dará María el primer lugar en su
corazon despues de Jesús. Pero ¡ah! ¿cómo
se lisonjearán de amarles, si no amanigual
mente á aquel á quien Jesús yMaría tanto
han amado?
Una señora de gran piedad, que se lla
maba Ana Kertai, fue la primera quese pro
puso introducir el culto de sanJosé en Ter
* Revelaciones, lib. IV, cap.12.
- 37 -
nova, ciudad de Turquía, supatria, donde
el culto de la Vírgen santísima se hallaba
en estado muy floreciente ; al efecto hizo
construir una capilla en honor suyo, en la
iglesia de los Padres de la Compañía de Je
sús. Pero advertid cuál fue el motivo prin
cipal queinflamó su celo en esta ocasion. La
devocion de los habitantes de Ternova á la
Vírgen Maríasin duda era ásus ojos un dia
mante precioso, pero que le faltaba estar
montado en el oro que debia aumentar su
esplendor: esto fue lo que hizo ella, desple
gando todo su celo para inspirar á sus pia
dosos conciudadanos una devocion á san Jo
sé, en todo semejante á la que tenian á la
Vírgen santísima. Á esto podrá objetarse,
que debe temerse que asíse divida el cora
zon, pueslo quese da á uno, naturalmente se
le defrauda al otro. ¡Temorimaginario! La
experiencia hará ver que la devocion de Ma
ría, léjos de disminuirse, se inflama mucho
mas con la devocion á san José. Así como no
defraudamosáJesús nuestro corazon, porque
en éltenga parte María; delmismo modo no
lo defraudamos áMaría, porque en él tenga
parte José. El mútuo afecto que une áJesús,
– 38 –
María y José, hace de la sacra familia un solo
corazon y una sola alma, corunum, et ani
ma una: lo mismo sucederá con la devocion
que les reuna átodos tres en nuestro cora
zon. Santa Magdalena de Pazzis dice que san
José tiene un cuidado particular de los fieles
que combaten bajo el estandarte de María;
y otro Santo añade que quien sea verdade
ramente devoto de José, lo será igualmente
de María: verdad incontrovertible,puesto
que estos dos admirables esposos, á seme
janza de dos liras perfectamente acordes,
forman entre sí la mas perfecta armonía.
Honrad, pues, á san José, lector amado,
y no temais hacer demasiado por él, pues el
honor que letributeis refluye necesariamen
te en su Esposa, ora por el afecto que los
une, ora porque las leyes humanas disponen
que entre los esposos haya comunidad de
bienes y de honores."
- 39 -

CAPÍTULO III.
Tercer motivo de devocion á san José, á saber,
el ejemplo de los Angeles.
El santo patriarca Jacob, al ver por vista
de ojos la gloria de su hijo muy querido,
olvida que era su padre, y postrándose ante
el cetro de José, le rinde los homenajes mas
respetuosos: Adoravit fastigium virgae ejus.
¡Oh! ¡qué sentimientos de respeto y de ve
neracion debió producir el ejemplo de un
padre en el corazon de sus otros hijos, res
pecto de un hermanotan grande y venera–
ble! Amado lector mio, despues de haber
contemplado al Hijo de Dios y á la Madre
de Dios á los piés de José, tal vez juzgaréis
que es supérfluo que os le manifieste honra
do y servido por los Ángeles. Nada tiene de
maravilloso, diréis, el que losseñores de una
gran corte,y aun los de la primera nobleza,
honren áun personaje á quien su mismo so
berano haya tributado los honores debidos á
un rey. Yo convengo con vosotros; cierta
menteseria supérfluo lo que voyádecir, sino
aumentasenada al elogio y al mérito de nues
- 40 –
tro Santo, ni tuviese relacion alguna con
vuestra devocion, que no podrá menos de
regocijarse y animarse mas y mas á honrar
á san José, viendo el ejemplo que le dan los
Ángeles, esos siervos humildes de Jesús y de
María. Los espíritus bienaventurados hon
raron áJosé, teniendo dospoderosos moti
vos para hacerlo: el primero fue, la igual
dad con ellos en que le colocaban susvir
tudes y sus ministerios; el segundo, la su
perioridad que sobre ellos le daban sustítu
los y sus dignidades.
Nuestro divino Maestro, haciendo el elo
gio de los vírgenes, los iguala con los Ánge
les: Erun sicut Angeli Dei in calo. (Matth.
c. XXII). Y en efecto, los vírgenes, aunque
aprisionados en este fangoso cieno que se
llama carne, saben sin embargo conservar
intacta y pura una flor que parece no podia
nacer nidesenvolverse sino en su clima pro
pio, es decir, en el cielo;por manera que
en lo sucesivo, naturalizada la virginidad so
bre la tierra, brilla con un esplendor tan pu
ro como inalterable, y exhala un delicioso
perfume que sin cesar se eleva hasta el trono
de Dios. Hé aquí por qué frecuentemente se
– 41 –
ha honrado á los vírgenes con el nombre
mismo de los espíritus celestiales; y así se le
da el nombre de ángel á un Luis Gonzaga,
á un Estanislao de Kostka, á un san Alejo,
á un Casimiro, á un Eleázaro, y á otros
mil. Pero ¿con cuánta mas justicia san José
seráigual á losAngeles,y hasta verdadero
ángel, puesto que su pureza virginal le eleva
sobre la de los otros Santos, como el lirio,
rey de las flores, sobresale por su altura al
clavel, al ranúnculo y á la violeta?
Necesario es decirlo, la virginidad de Jo
sé es una maravilla incomprensible, y sin
ejemplo hasta entonces, puesto que fue el
primero que supo conciliarla con el estado
del matrimonio. De esta suerte, la divina
gracia, uniendo dos virginidades en la per
sona de María y de José, aumentaba en sus
corazonesun nuevo esplendor á esa pureza
mas que angélica que formaba su mérito y su
gloria.
Espíritus bienaventurados, permitidme
que lo diga; la pureza de san José se eleva
sobre la vuestra. En presencia del ángel Ga
briel que le apareció bajo la figura humana,
y al escuchar sus palabras, la Reina de las
– 42 –
Vírgenes seturba, ha dicho san Ambrosio ;
mientras que no se turba al aspecto ni con
las palabras de su santo Esposo, ni teme vi
vir ni conversar con él. Yo lo diré resuelta
mente, despues que lo ha dicho san Fran
cisco de Sales: José sobrepujó en pureza á
los Ángeles de la mas alta jerarquía, duran
te los veinte ó treinta años que vivió ante
los ojos de la Madre de Dios. Esos ojos, di
ce Gerson, destilaban una especie de rocío
virginal que purificaba mas y mas los cora
zones sobre que caia: Quidam ex oculis vir
gineus ros spirabat. Y como este rocío celes
tial diariamente caia con abundancia sobre
las azucenas de José, preparadas y abiertas
para recibir sus influencias, de aquí es que
tambien cada dia se aumentaba un nuevo
brilloá la pureza de su corazon. No es, pues,
extraño que José, habiendo por decirlo así
llegado áser un puro espíritu, mereciese ser
numerado mas entre los Ángeles que entre
los hombres, segun lo ha dicho un célebre
intérprete de la santa Escritura: Fuit ipse
Angeluspotius quam homo *.
1 Libro de los Oficios. – º Cornelio a Lapide, ca
pítulo I sobre san Mateo.
– 43 -
Pero si san José en virtud de su incorrup
tible pureza en nada cede á los Ángeles, y
hasta puede llamarse ángel, tambien merece
ese título por lasprerogativas que le alcan
zó su incomparable santidad. No es mi débil
pluma quien pueda tomar vueloy elevarse
hasta manifestaros áJosé en posesion del po
dery de las funciones de cada una de las
jerarquías celestiales. Otras plumas lo han
intentado; ypenetrando hasta los cielos, nos
han hecho ver quesan José es igual á los Án
geles custodios de primer órden, puesto que
custodió al Niño Dios confiado á sus cuida
dos;igual á losArcángeles,pues comunica
ba á María las órdenes del cielo; igual á las
Potestades, manifestando á los egipcios la
omnipotencia del Verbo encarnado que der
ribó á sus fdolos; igual á las Virtudes, dado
que gobernaba á la santa Familia; igual á
los Principados y á las Dominaciones, comu
nicando al Rey y á la Reina del cielo; igual
á los Tronos, pues él mismo servia de trono
áJesús niño cuando le llevaba en sus bra
zos; igual á los Querubines, penetrando los
mas profundos misterios de la Sabiduría en
carnada; igual á los Serafines, elevándose,
- 44 -
conducido sobre las alas del amor, hasta la
contemplacion mas alta, para tomar dulce
reposo en el seno de ese Maestro divino, á
quien los espíritus bienaventurados ven sin
cesar,y nosesacian de contemplar: In quem
desiderantAngeli propiscere *.
Muysabido es que la semejanza engen
dra el amor: ahora bien, los Ángeles de to
dos los órdenes, viendo sobre la tierra áun
hombre que por un particular privilegio de
la gracia les iguala en pureza y en santi
dad, ¿podrán dejar de amarle yde honrarle
con especialidad? Parece, pues, que no sin
misterio el Ángel que porprimera vez apa
reció áJosé, le llamó por su propio nombre
diciéndole: José, hijo de David. Vemos en
la Escritura que no era esta la costumbre de
obrar de los Ángeles, cuando anunciaban á
los hombres las órdenes del cielo. Hijo de
hombre, levántate sobre tus piés, dijo el An
gel al profeta Ezequiel. Levántate velozmen
te, dijo otro Ángel ásan Pedro. Escribe lo
que ves, dijo á san Juan Evangelista. Parece
que los Ángeles ignoraban ó no tenian en
mucho los nombres de estos ilustres perso
1 Petr. 1
- 45 –
najes. No se conducen así con san José: le
llaman por su nombre, y le tratan como á
príncipe descendiente del reyDavid:Joseph,
fili David. Le pertenecia este título, y losÁn
gelesse lo dieron, para honrar con esta dis
tincion al que ya se distinguia por la eminen
cia de su santidad. Además, se complacian
en recocer en élá un conciudadano, aunque
viviente sobre esta tierra de destierro. En
efecto,José solo por su cuerpo pertenecia á
la tierra; pero su alma habitaba en el cielo,
ygustaba ya sus delicias. Tal es el pensa
miento de la santa Iglesia, cuando dirigién
dose á san José le dice: «¡Oh suerte admi
«rable desde esta vida sois igual álos Ánge
«les, participais de su felicidad, y gozais ya
«de Dios.»Tu vivens, superis par, frueris Deo,
mira sorte beatior. (Oficio de san José).—Yo
no sé si en los libros del Nuevo Testamento
se encuentra un hombre á quien los Ánge
les hayan honrado tan frecuentemente con
sus visitas como ásan José. Segun el Evan
gelio, ha recibido por lo menos cuatro visi
tas de los Ángeles. Con tal motivo, un céle
breintérprete de la santa Escritura se pre
gunta: ¿Por qué el Señor, que por sí mismo
- 46 -
advirtió á los Magos que no volviesen áver
á Herodes, se sirve de un Angelpara adver
tir á san José del proyecto que este Prínci
pe habia formado contra la vida del Niño
divino?Y se responde él mismo, que el Se
ñor, que por otra parte nunca se apartaba
de san José, le hizo conocer su voluntad por
medio de los Ángeles, para dar esta ocasion
de mantenerrelaciones con un Santo á quien
tenian tanto respeto como afecto. Es digno
de notarse que el Ángel, al revelará san
José los crueles proyectos de Herodes, se li
mite á darle órden de huir á Egipto, sin
designar el tiempo que allí debia permane
cer; y que siete años despues, visitándole de
nuevo, le mandase volverá la Judea, pero
sin darle á conocer el lugar en que podria
fijarse sin peligro con la santa Familia. ¿Pa
ra qué, pues,tres visitas, cuando una sola
podia suficientemente bastar? ¿Para qué
dejar en el espíritu desan José materia para
tantas solicitudes y penas? El mismo intér
prete va á respondernos (Silveira). El Án
gel se complacia tanto en reiterar sus visitas
para admirar la grandeza de su fe en unos
misterios tan profundos, y la tranquilidad
- 47 -
de su alma en unos acontecimientos tan ex
traños, que le causaba massatisfaccion visi
tarle con frecuencia, que la gloria de ilus
trarle completamente en una sola aparicion.
Notemos además, con san Crisóstomo, que
los Ángeles siempre visitan á José durante
el sueño. ¿Y por qué, pregunta el santo Pa
dre, no se presentan descubiertamente y en
vigilia, como lo hicieron con Zacarías y los
pastores? Si querian honrar áJosé, ¿no era
mas glorioso para él que le visitasen con un
cortejo digno de los príncipesde la corte ce
lestial? Las visitas mas honrosas en el mundo
¿no son aquellas que se hacen con mayor
aparato?Ybien, ¿quién lo creyera? los Án
geles honraron mas á san José, aparecién
dosele, y revelándole los secretos de Dios en
la oscuridad deun sueño, que si se le apa
recieran con el brillo de una visita llena de
majestad y de grandeza, pues manifestaron
cuán firme y vivajuzgaban la fe de un hom
bre que para creerlos misterios que le anun
ciaban no tenia necesidad de ver con sus
propios ojos á los embajadores del cielo ra
diantes de luzy de gloria. Así se explica san
Juan Crisóstomo, y despues de él Teofilacto.
– 48 -
Sorprendido de la fe de san José, el doc
to y piadoso cardenal de Cambray exclama
apostrofándole: «¡Oh José, el mas justo de
«los hombres!¿cómo habeis creidotan pronto
«y firmemente un misterio tan nuevo, tan
«profundo, y que no tiene ejemplar'?» Y yo
ámi vez, mas admirado todavía de supronti
tud en ejecutar las órdenes que se le intiman,
por penosas que sean, le diré con Heselio *:
«¿Mediréis, pues, glorioso Santomio, por qué
«los Ángeles, que hacian profesion de honrar
«vuestras virtudes y vuestras prerogativas,
«no os intimaban las órdenes del Altísimo
«con mayores miramientos? ¿por qué no os
«dejaban tiempo para que os dispusiéseis á
«la huida y al destierro?» Tomad al Niño
y á su Madre, hé aquí el precepto; huid al
Egipto, hé aquí el modo de la ejecucion;
permaneced allí hasta nueva órden, hé aquí la
duracion, ómas bien la incertidumbre dela
duracion de un destierro en que ni habia
pensado, ni para el que habia habido lugar
de prepararse. ¿Por qué no advertir á José
siquiera algunos dias antes de la partida?
* Tratado de san José. - Intérprete de la santa
Escritura.
– 49 -
Esperad la respuesta: pero entre tanto ya Jo.
séva en camino, tan pronto á ejecutar las
órdenes del Ángel, como este en obedecer
las de Dios.
Pero, se dirá, ¿qué clase de honor hace el
Ángel ásan José? El honor es para el que
manda, nopara el que obedece. Mas yo res
pondo: José tuvo mas gloria en obedecer al
Ángel, que el Ángel en mandar áJosé. El
Ángel manda áJosé por honrarle, sabiendo
que como superior á las debilidades y al or
gullo de la naturaleza humana iba á dar al
mundo el ejemplo de una obediencia angéli
ca. En efecto, los Ángeles obedecen á Dios
con prontitud y buena voluntad, y José obe
dece á la manera de los Ángeles; escucha
la órden, y se levanta, y marcha. ¡Oh!
¡quégozo para el Ángel ver este prodigio de
obediencia En una ocasion, los Ángeles
para determinar á Lot á que se apartara
de Sodoma, se vieron obligados áimponer
le una especie de violencia; fue necesario
que le tomaran por la mano, y á su pesar
le pusiesen fuera de esta ciudad infame.
Al contrario, para hacer salir á José de su
país, basta una palabra, una insinuacion:
4 s. JosÉ.
– 50 –
no se detiene, no delibera; calla y obedece.
Pues si los Ángeles rindieron tanto honor
á san José, solo por considerar que al me
nos era igual á ellos por su pureza, porsu
fidelidad y su obediencia, ¿qué nuevos ho
nores no le habrán tributado en razon de la
dignidad que le elevaba sobre todas las je
rarquías del cielo? Porque ¿á quién de los
Ángeles, á quién de los Serafines ha comu
nicado jamás el Señorsu divina paternidad?
¿Á quién de todos ellos se ha dicho siquie
ra: Vossois mi hijo; ó lo que todavía es mas:
Vossois mipadre? José solo,con exclusion de
los espíritus angélicos, fuejuzgado digno de
llevar este nombre quepareciaincomunica
ble. Los Ángeles tuvieron órden de adorar
sobre la tierra al Hijo de Dios hecho hombre,
Solo José, adorando con ellos al divino Niño,
tuvo, dicesan Cipriano,el derecho de decir
Ángeles del cielo, bien
les: Vosotros todos,
podeis adorarleyalabarle. Él es vuestro Se
ñor, vuestro Criador y vuestro Dios; pero
yo puedo además acariciarle, besarle y abra
zarle, porque tambien es mi hijo. En vista
de una dignidad tan sublime, reservada 4
san José, ¿qué sentimientosurgiria en el co.
– 51 –
razon de los espíritus bienventurados? No
ciertamente el de la envidia, de que no son
capaces, no; seria mas bien una especie de
combate y mútua emulacion sobre quién
daria mayores pruebas de estimacion, de
afecto y de respeto áun padre tan favoreci
do de Dios.
¿Qué honores,qué servicios no han pres
tado los Ángeles á muchos Santos solo por
que veian en ellos unos amigos de Dios?
Ellos, dice el P. Séñeri, sirvieron de enfer
meros por espacio de siete dias á un ermita
ño en su última enfermedad; sirvieron de
médicos áTimoteo; de correos á san Anto
nio; de jornaleros á san Isidro; de mari
neros á Basílides, y de pilotos al anciano
cuya maravillosa historia nos ha transmi
tido san Paulino.¿Qué cuidados, pues, no
habrán prodigado al que no solamente era
amigo de Dios, sino el príncipe de los ami
gos de Dios; al que era no solamente san
to, sino el primero entre todos los Santos;
al que la boca de un Dios Niño le ha da
do tantas veces el nombre de padre? ¡Con
qué apresuramiento los Ángeles al verá san
José empleando sus trabajos, sus fatigas y
A*
– 52 –
sus sudóres en socorrerá un Dios desampa
rado y desconocido, en saciar su hambre,
en apagar su sed,y en ocurrir á todas las
necesidades de ese Dios reducido á una des
nudezuniversal, que no tenia dónde recli
nar su cabeza; con qué presteza, repito, los
Ángeles, si no por justicia ó por deber, al
menos por respeto y para su consuelo, des
cenderian en muchedumbre delparaíso, ora
al taller de san José para ayudarle á pulir
las maderas, ora á la santa casa para aliviar
le en sus fatigas, ora á los caminos para ser
virle de guias y proveedores, ó gozar de su
compañía y ser testigos de lo que hacia en
favor del Verbo encarnado! Una religiosa
que habia recibido grandes ilustraciones so
bre los misterios de su divina infancia, la
venerable hermana Margarita del santísimo
Sacramente, fue preguntada un dia por su
superiora sobre lo que sabia de la persona
de san José. Entre otras cosas, le dijo, que
de tiempo en tiempo iba á trabajarájornal,
permitiendo Dios que encontrase obras con
formes ásu atractivo por el silencio y la ora
cion, y que frecuentemente los Ángeles que
le acompañaban por todas partes se ponian
– 53 –
en disposicion de ayudarle;pero él noque
se detenia á mirarles, porque sus ojos,tanto
los del cuerpo como los del alma, despues
que habian visto al niño Jesús, no podian
ocuparse sino de él y de su Madre 4.
Puede creerse que san José, siendo como
era humilde, no veia sin alguna pena que
los Ángeles participasen de sus trabajos; él
hubiera querido conformarse entodaslas co
sas á los ejemplos del divinoNiño que,siendo
Rey de los Ángeles , habia, sin embargo, ve
nido al mundo, nopara ser servido,sino para
serviry entregarse á toda clase detrabajos
y de fatigas. Como quiera que sea, ¿no bas
taria para la gloria de nuestro Santo haber
manifestado que por razon de la semejanza
que sus virtudes y sus ministerios le daban
con los Ángeles, sin contradiccion, era digno
de los honores y de los servicios que reci
bia, pero que todavía era mas digno por la
preeminencia que sobre ellos le daba el títu
lo glorioso de padre de Jesucristo?Tanto me
lior Angelis efectus, quanto diferentius praeil
lis nomen haereditavit º?
En cuanto ámí, ¡oh glorioso José! estoy
1. Véase su vida, lib. II. – a Hebr. 1.
– 54 –
de tal suerte persuadido de vuestra preemi
nencia sobre los espíritus celestiales, que
para alabaros dignamente quisiera yo, con
uno de vuestros mas devotos panegiristas,
que todos los miembrosde micuerpose con
virtiesen en otrastantas lenguas. Pero al me
nos me contento con serviros con Jesús, ama-
ros con María,y honraros y alabaros con
todos los Ángeles.
CAPÍTULO IV.

Cuarto motivo de devocion á san José, el ejem


plo de la santa Iglesia.
El casto José, víctima de la perfidia y de
los furores de unainfame calumniadora,fue
condenado y arrojado en una negra prision
donde pasó muchos años. Pero, al fin, se le
devuelve la libertad, y lleno de gloria entra
al palacio del rey de Egipto, semejante al
sol que, despues de haberse ocultadotras una
densa nube,se manifiesta mas bello y mas
radiante que antes. Tal ha sido en alguna
manera la suerte del glorioso Esposo de Ma
ría. Muchos siglos habia pasado olvidado, al
parecer,y cási desconocido en el Cristianis
– 55 –
mo; pero, al fin, las nieblas en que la he
rejía se habia esforzado por envolverle se
han disipado,y ha salido, como un sol, más
brillante para esclarecer el cielo de la santa
Iglesia.
En efecto, parece que la santa Iglesia ha
querido en losúltimos siglos indemnizarle,
por medio de los mas solemnes honores, de
los que no le habia tributado en lostiempos
antiguos. Desde su orígen estuvo ella bien
persuadida de que José habia sido un hom
bre justo, un hombre perfecto, verdadero
esposo de la Madre de Dios, y padre de Je
sucristo por su amor, ypor los cuidados que
prodigaba aldivino Niño. Pero como es pro
pio de la luz demasiado viva ofuscar los ojos
débiles y enfermos,la santa Iglesia,por una
sábía disposicion de la Providencia, juzgó
conveniente tener por algun tiempo oculta
la esplendorosa santidad de José. Ella veia
con sentimiento que el heresiarca Cerinto,
que habia tenido la temeridad de fijar sus
ojos enfermizossobre este bellosol, se habia
oscurecido y cegado al extremo de caer en
un error demasiado injurioso á la fe. Quiso
él elevará san José hasta hacerle verdadero
- 56 –
padre de Jesucristo, siendo así que la reve
lacion infalible nos enseña que solo fue pa
dre aparente; mas por lo mismo el novador
rebajaba la persona de Jesucristo y la de
María, quitándole á esta una de las perlas
mas brillantes de su diadema, esto es, su
virginidad inviolable, así como á su Hijo el
milagro de su concepcion purísima, obrada
por virtud del Espíritu Santo. Sin embargo,
la Iglesia, atenta á destruir este peligroso
veheno, cuyos efectos hubieran sido tan fu
nestos para la fe de sus hijos, entre otras
precauciones tomó la de no favorecer en
tonces el culto de san José,temerosa de no
acreditar el error. Tal es el modo de pensar
de un grande teólogo. El célebre escritor
moderno, Pablo Séñeri, añade que, en vista
de esto, la Iglesia afecta cierta indiferencia
respecto de san José, le confunde con la mul
titud, y aun exteriormente le prefiere otros
muchosSantos,que seguramente no le igua
laban en mérito. Hé aquíla sábia reserva de
que tuvo necesidad de usar la Iglesia para
conservar al Hombre-Dios en todos los de
rechos de su dignidad. Otro escritor, apo
yado en la autoridad de san Gregorio Na
- 57 –
zianceno, nos hace observar, que así como
la Iglesia naciente creyó no deber desenvol
ver todos los puntos de su fe sobre las ado
rables perfecciones del Espíritu Santo, es
poso invisible de la Vírgen María, antes que
la fe de la divinidad del Salvador estuviesear
raigada en el corazon de los fieles, del mis
mo modo juzgónecesario no volver su pie
dad hácia el culto de san José, esposo visible
de la santa Vírgen, antes que la virgini
dad de esta Madre divina fuese reconocida
y honrada en todo el universo.
Pero al presente, que se han disipado las
tinieblas de los antiguos errores, y que las
verdades opuestas brillan con todo su es
plendor en el gran dia del Cristianismo, la
santa Iglesia ha tomado la tarea, como ya lo
he dicho muy alto, de decretará san José
los homenajes mas solemnes, para indemni
zarle de los que le habia privado en los pri
meros siglos. No se ha contentado con eri
girle altares, oratorios y templos; con ins
tituir cofradías, y formar Órdenes religiosas
bajo su nombre; con estableceruna festivi
dad en honor suyo, con una misa y un ofi
cio propio, insertando en este oficio nuevos
– 58 –
himnos, llenos de elogios tan pomposos y
tan sublimes, que bastarian para dar una
idea de las virtudes y de los privilegios in
estimables que le elevan sobre los otros San
tos; sino que además, colocando esta so
lemne fiesta en el tiempo de la Cuaresma,
ha puesto á mil y mil oradores sagrados en
la dulce necesidad de celebrar cada año la
gloria y las grandezas de san José hasta las
extremidades del mundo. ¡Cítese otro Santo
á quien desde la cátedra sagrada se le ha
yan ofrecido á una misma hora, y con la
misma unanimidad, homenajes mas brillan
tes y mas universales! Si se escucha elpa
negírico de cualquier otro Santo en el dia
de su festividad, essolamente en tal ó cual
ciudad, y cási siempre en una sola iglesia de
esa ciudad. No sucede lo mismo con la fiesta
de san José: ella pertenece átodas las igle
sias de todas las ciudades, de todaslas aldeas,
de todos los lugares; y ora se cuenten los
predicadores de Cuaresma, ora los panegí
ricospronunciados en su honor, algunas ve
ces en sola una ciudad se numeran treinta ó
cuarenta: por manera que, desde el Oriente
al Occidente, en todas partes donde es cono
– 59 -
cido el nombre del Salvador, igualmente re
suena el de su guardian amado, verificán
dose á la letra aquello del Eclesiástico: «El
«custodio de su señor será glorificado.» Qui
custos est domini sui glorificabitur.
Pero la intencion de la Iglesia en los ho
nores que al presente rinde á este gran San
to no es solamente recompensarle por los
que no tuvo en los primeros siglos;sino que
tambien pretende pagarle un justo tributo
de gratitud por los señalados beneficios que
reconoce haber recibido de su mano. La Igle
sia veia que, segun lo ha dicho san Bernar
do, san José cooperó mas con la santidad de
su vida al inefable misterio de la Encarna
cion del Verbo, que todos los antiguos Pa
triarcas con sus suspiros, con sus lágrimas y
con sus méritos. Habia visto tambien que su
virginidad, en cierto sentido, fue mas fecun
da que la fecundidad de todos los abuelos del
Salvador, y que este Padre tan casto habia
sido mas feliz en su posteridad, que todos
juntos los héroes de la antigua ley. Veia que
este gran Santo en algun modo habia sido
necesario para el cumplimiento del mas
grande de nuestros misterios, no solamente
- 60 –
para que el Salvadorpudiese entrar al mun
do sininfamia,mastambien, como dicesanto
Tomás, para establecer en el universo la
creencia de la encarnacion del Hijo de Dios
yde la virginidad de María. Veia que si la fa
milia de Tobías se juzgaba deudora al ángel
san Rafael, que sirvió á su hijo deguia en
su viaje, la santa familia, el pueblo cristia
no, debia mayor reconocimiento á san José,
que protegió la infancia de Dios encarnado,
su Señor y su Salvador; á san José, que no
reunió, como el virey de Egipto, grandes
acopios de trigo material para alimentará
losvasallos de un monarca idólatra,sino que
preparó yconservópara el pueblo fiel el tri
go de los escogidos, el verdaderopan de los
hijos, el pan vivoy que vivifica, el gérmen
de la salud, y el alimento de la inmortali
dad. Veia que si la culpable duda de To
más contribuyóá establecer mas sólidamen
te el fundamento de nuestra fe, es decir, la
resurreccion de Jesucristo; la duda bien le
gítima de san José, envista de la misteriosa
preñez de María, sirvió para confirmará los
nuevos cristianos en la fe del misterio de la
Encarnacion, fuente y principio de todos los
- 61 -
otros. Veia,por último, que estos ministe
rios de custodio, nutricio y defensor, así de
la Madre como del Hijo, debieron costar á
san José muchas penas, trabajos y ansieda
des, sufridas todas con amor, con abnega
cion y con constancia.
Ávista de tantos y tan inapreciables ser
vicios, la santa Iglesia se ha creido obliga
da á reconocerle como ásu insigne bienhe
chor, y á ofrecerle un homenaje de grati
tud, honrándole y haciendo que todos sus
hijos le honren. Faraon, para manifestar su
recomocimiento al antiguo José, nosolamen
te le eleva sobre todos los señores de su cor
te, sino que tambien le confia la autoridad
suprema de todo su reino. Parece que la san
ta Iglesia no ha hecho menos respecto de Jo
sé, padre del Salvador. ¡Oh José, le dice,
yo pongo en vuestras manos mi familia y
toda mi autoridad! ¡Cuán bien estará bajo
la tutela de aquel á quien el Padre eterno
ha confiado el tesoro de su Hijo divino! Je
sús, vuestro Hijo, esmi esposo; María, vues
tra esposa inmaculada, es mi madre y mi
reina; y Vos, sí, me serviréis de protector
y de padre. Al adoptar por hijo al Salvador
- 62 -
del mundo, habeis adoptado átodos sus her
manos, es decir, á todos losfieles, que son
mis hijos. Todos los servicios que habeis
prestado áJesucristo, tambien los prestás
teisá los que se han hecho hermanos suyos.
¿Qué homenajes podré yo jamás ofreceros
que igualen á vuestrosméritos y á vuestros
beneficios? Yo diré que sois la gloria de los
Ángeles y de los Santos, el invencible sos
ten del Cristianismo, el glorioso vencedor
del infierno, el gran ministro de nuestra sa
lud, el abogado de los pecadores, el refugio
de los afligidos, el socorro y consolador de
los moribundos, y, en fin, para compendiar
en dos palabras todos los títulos y todos los
elogios, os llamaré Padre de Jesús y Esposo
de María. ¡Ah ! bienaventurado Padre de
Jesús, sed tambien padre de la santa Igle
sia! Uníos ávuestra Esposa para proteger á
mis hijos, defendedlos contra la impiedad
de los Herodes que se esfuerzan por matar
en sus almas la fe y el amor de Jesús. ¡Qué
felicidad para mí si yo puedo oir que resue
na del uno al otro polo del mundo vuestro
nombre, ó glorioso José, juntamente con
los nombres de Jesús y María! ¡Qué bello
concierto aquel en que la Iglesia militante
y la Iglesia triunfante, uniendo sus voces,
han celebrado las virtudes que os hicieron
digno esposo de la Reina de las Vírgenes!
Te Joseph celebrent agmina Coelitum,
Te cuncti resonent Christiadum chori;
Qui clarus meritis junctus es inclytae
Casto federe Virgini 1.

CAPÍTULO V.
Quinto motivo, los frutos de la devocion á san
José en todo el universo.

El Padre san Bernardo ha observado que


el Egipto desde que fijó los ojos en las gran
des y amables cualidades del patriarca José
se puso como por encanto á correr en pos de
él, óá seguir sus pisadas. El segundo José,
sin disputa mas amable que el otro, ha obte
nido algo mas que este honor. Despues que
en los últimos siglos ha brillado en todo su
esplendor la grandeza de sus virtudes y la
1. Que los habitantes del cielo, y los cristianos de la
tierra,á competencia ¡oh glorioso José! celebren vuestras
alabanzas, pues que habeis merecido estar unido por un
lazo sagrado con la mas pura de las vírgenes. (Himno del
oficio de san José, 19 de marzo).
– 64 -
excelencia de sus méritos, ha visto que se
le adhieren los corazones mas dóciles y los
corazones mas salvajes.Quiero decir, que la
devocion á san José no solamente se ha ex
tendido portoda la Europa, que es el cen
tro de la Religion, sino que ha pasado hasta
el Asia, el África y América. Recorramos la
Turquía, y encontrarémos á los latinos y á
los griegos católicos que se distinguen por
su devocion á nuestro Santo. Penetremos en
las selvas mas espesas de la América septen
trional,y oirémos que elprimero de los iro
queses que allírecibió el Bautismo segloria
ba de llevar el nombre de José. Atravese
mos los mares, entremos en los ardientes
arenales del Paraguay, y encontrarémosuna
multitud de nuevos cristianos que han to
mado el nombre del Esposo de la Madre de
Dios,yadmirarémos como la devocion á este
gran Santo, impulsada por el soplo del Es—
píritu Santo, ha navegado tan felizmente
que, pasando los límites deseados por los
mas ambiciosos conquistadores, ha salvado
el Océano para ir á tomar posesion de los
corazones de esos pueblos, hasta entonces
abandonados.Sigamos á los misioneros apos
- 65 –
tólicos del Tong-King; llegarémos á unos
puertos que estuvieron seguros mientras per.
manecieron bajo la proteccion de san José;
yverémos tambien que lleva su nombre el
primer indígena que recibió el Bautismo. En
fin, si sin parar avanzamos hasta las comar
cas mas remotas de la India; portodas par
tes, en el Oriente como en el Occidente,
nuestro corazon se estremecerá de alegría,
porquepor doquiera oirémosresonar el nom
bre de José.
Y si al presente investigamos por qué la
devocion de este gran Santo en tan poco
tiempo ha hecho tantas conquistas en las
regiones sometidas al yugo de la idolatría,
fácil será conocerlo, reflexionando que co
mo el Salvador en su infancia no quiso en
trar en Egipto sino conducido por José, así
tambien la fe del Salvador parece que no
puede penetrar en los países infieles sino ba
jo el auxilio de la poderosa intercesion de
san José: en su compañía fue como Jesús
derribó losídolos de Egipto,y actualmente
todavía los abate por el brazo de su querido
Padre.
Y en efecto,¿no habrá Dios hecho glo
5 s. JosÉ.
– 66 -
rioso el nombre de José entre las naciones
idólatras, para premiar los trabajos y las fa
tigas que tuvo que sufrir en una nacion bár
bara ? El Padre eterno ¿no habrá puesto
en sus manos la conversion de muchas na
ciones infieles, para manifestar al mundo el
celo ardiente de este Santo por la salud de
los egipcios, que dieron asilo á María y á su
Hijo? San Hilario, considerando á san José
en su viaje de Judea al Egipto, llevando en
sus brazos al Niño Dios, cree verfigurados
el celo y el fervor de los santos Apóstoles
cuando llevaban átodas las partes de la tier
ra la palabra desu divino Maestro para ins
truir á los hombres, y su sangre para puri
ficarlos. Tambien san Anselmo, en la per
sona de san José cuyo corazon ardia con el
deseo de ver al mundo entero sometido al
yugo amable de nuestro Salvador, se repre
senta á los predicadores que ensanchan los
límites de la cristiandad, y que á semejanza
de los capitanes antiguos no cesan de reclu
tar yenganchar nuevos soldados para el ser
vicio de Jesucristo. Dios, pues, quiso hacer
por nuestro Santo mas que el Rey de Egipto
hizo por el antiguo José; la recompensa de
- 67 -
su celo y de sus trabajosfue desde luego la
conversion de un gran número de pueblos
idólatras como los egipcios, efectuadapor su
intercesion especial,y luego su perseveran
cia en seguir la antorcha de la fe, debida á
la eficacia de su proteccion.
La Iglesia entre tanto contempla con ale
gría el feliz resultado de su proyecto, que era
difundir la devocion de san José en todo el
universo, para tener en él un protector lle
no de celo por la propagacion de la fe. Se
guramente que las cosas jamás se conservan
mejor que con los cuidados del que contri
buyóá formarlas: luego si nuestra santa Re
ligion, estando aun en la cuna, en la persona
delSalvador,fue confiada ála custodia ycui
dados de san José, ¿no es muy creible que,
segun los diferentes estados en que se en
cuentra, Dios haya querido que naciese, que
creciese, que semantuviera y floreciese siem
pre en virtud de los méritos de un Santo
que, segun san Bernardino deSena,tuvo en
sus manos la llave para abrir las puertas de
la ley nueva, y cerrar las de la ley de Moisés?
La Iglesia nada cela con mas cuidado que
su fe; la considera como la fortaleza á que
5.
- 68 –
debe la salud del reinado de su Esposo di
vino. No teme que las potencias de la tierra
ó del infierno lleguen á arrebatársela, es
tando como está apoyada sobre las prome
sas infalibles de Jesucristo; pero sí teme los
lazos que se tienden á sus queridos hijos, y
nada perdona por alejará los enemigos que
los rodean. Por eso recurre á la proteccion
de los Santos que la han defendido y pro
pagado con mas suceso, tales como los prín
cipes de los Apóstoles, san Pedro y san Pa
blo. De esta suerte, opinando con Gerson,
podrémos creer que la devocion á san José
nació con motivo de la extrema necesidad
en que se encontraba la Iglesia afligida,cuan
do vió que en el Occidente se levantaba aquel
horrible cisma que, semejante á un huracan
furioso, la conmovia y desgarraba por todas
partes. Se reune en Constanza un concilio
para procurar dar fin al cisma,yGerson en
un discurso que pronunció delante de esta
augusta asamblea, entre otros medios pro
pios para calmar la tempestad, y realizar la
reforma de las costumbres,propuso invocar
con especialidad á san José,y propagar su
culto, esperando que esta nueva devocion
- 69 -
seria como un astro nuncio de paz ysanti
dad. El añadió, que habiendo sido este gran
Santo el custodio y como tutor de Jesucris
to, lo seria sin duda tambien del Cristianis
mo. Y en seguida se extendió mucho sobre
las gloriosas prerogativas deJosé.Su discur
so fue escuchado con placer, y altamente
aprobado por el Concilio. ¿Y no lo aproba
ria el mismo Espíritu Santo inspirando á los
pueblos del Occidente el pensamiento de hon
rará san José con un culto particular, per
suadidos de que sus súplicasy sus méritos
alejarian los males que amenazaban á la fe
católica,y atraerian sobre losfielesuna mul
titud de gracias y favores? Tal es el pensa
miento de Isidoro de Lila, piadoso y sábio
dominico.
Despues que, con respecto al primero de
estos bienes, es decir, la fe, ha experimen
tado la Iglesia, segun ya lo hemos dicho,
cuán eficaz sea la proteccion de san José, ora
para propagarla, ora para protegerla y mani
festarla en toda su pureza, no cesa de ocu
parse en extender y fortificar el culto de este
gran Santo; en lo cual tambien está anima
da por otro motivo igualmente noble, á sa
– 70 –
ber, el bien que debe refluir sobre cada uno
de los fieles. De esta suerte parece que la
Iglesia le considera como al protector uni
versal detodos los cristianos,y bajo este tí
tulo digno de ser elegido,invocado éimita
do como tal, portodos los hombres de cual
quiera edady condicion que sean. Fundado
en esta razon, san Isidoro, á quien poco há
citamos, no vacilaba en llamarle patron de
la Iglesia militante:Patronum militantis Ec
clesiae. Pero este punto merece ser tratado
en el capítulo siguiente con mayor exten
sion.

CAPÍTULO VI.
Sexto motivo, el poder y la benevolencia de san
José comoprotector de todos los cristianos.

El Doctor angélico enseña que Dios ha da


do á algunos Santos poder para protegernos
en ciertas necesidadesparticulares. Pero con
san José se ha manifestado mas generoso;
hasta cierto punto le ha hecho su ministro
plenipotenciario, su tesorero general,para
que auxilie y alivie á las almas, sean las que
fueren sus necesidades. Así lo dice santa Te
– 71 –
resa, y su testimonio vale por mil, porque
está fundado sobre la diaria experiencia que
tenia del crédito de nuestroglorioso Santo.
El mismo sentimiento anima á la Iglesia,
pues por su intercesion pide todo lo que por
símisma no puede obtener: Ut quod possi
bilitas nostra non obtinet, ejus nobis intercessio
ne donetur. El rey Faraon al oir las súplicas
y peticiones de sus vasallos les enviaba al
antiguo José, á quien habia hecho señor ab
soluto de su corte y de su reino: Ite adJo
seph, et quidquid ipse vobis dixerit facite. El
Rey de los cielos no ha dado menos poder
en su reino á san José. Verdad es que los
otros Santos tienen una grande autoridad;
pero, al fin, ellos interceden suplicando como
siervos,y no mandando como señores. Al
contrario José, que en la casa de Nazaret y
en su cualidadde padrey de esposo habia vis
toáJesús yá María sujetos á sujurisdiccion,
José, repito, hoy dia que habita en la casa
de Dios, donde sus títulos, léjos de destruir
se, brillan con esplendor incomparable, sin
duda puede obtener todo lo que quiere del
Rey su hijo, y de la Reina su esposa: con
uno y otro goza de un crédito sin límites; y
- 72 -
segun dice Gerson, no ruega sino que man
da: Non impetratsedimperat. Tal es el fun
damento de la poderosa intercesion de san
José.
Pero lo que añade todavía nueva fuerza á
esta intercesion, es su propio corazon, su
amor, y el tierno interés quetoma en es
cuchar los votosy las súplicas que se le di
rigen.Jesús mismo, al hacerse hijo suyo, le
infundió en el corazon un amor mas tierno
que el que ningun otro padre ha tenido, y
esto no solamente para ser amado ycuidado
comoun hijo,sino tambien para que ese mis
mo amor se extendiese á todos los hombres
que han llegado á ser hijos suyos. Á este
amor, verdaderamente paternal, hacia alu
sion la venerable madre María de San José,
primera carmelita de Francia, cuando dijo:
que Dios, queriendo que nuestro glorioso
Santotuviese el lugar de padre respecto de
su Hijo único, quiso que tuviese igualmen
te el mismo lugar respecto de los hermanos
adoptivos y miembros místicos del divino
Niño; y que por eso le comuuicó una espe
cial gracia toda de amor, de ternura y de
solicitud, que concentra en ellos todos sus
- 73 -
pensamientos y todos sus afectos, y le obli
ga á dispensarles tanto bien, como el pa
dre mas apasionado pudiera desearpara sus
propios hijos (1). Ciertamente que la fami
lia de san José es numerosa, es la misma de
Jesucristo; comprende á todos los hijos de
la Iglesia católica. Pero ¿quéimporta? ¡Ah,
Jesús mio, Vos que tantas ocasiones habeis
reposado sobre el corazon de san José para
encender en él un horno de amorpropor
cionado á los cuidados paternales de que es
tuvo encargado, habeis tambien sabido dila
tar ese corazon y hacerle mas vasto y mas
grande que el que dísteis á Salomon, el mas
sábio de los reyes! Siendo esto así, apresú
rense los hijos de la santa Iglesia á acudir
al corazon paternal de san José, y todos en
contrarán demasiado lugar para ser recibi
dos, y demasiada ternura para tener parte
en su proteccion y en sus favores. Ese cora
zon es mas ámplio que el gielo, cuya esfera
abarca al globo terráqueo, para repartir á
la vezpor todas partessus benéficas influen
cias.
Pero antes de dirigir la palabra á cada
4. Véase su vida, lib. II.
– 74 –
uno de los fieles, para invitarlos á que se
pongan bajo una tan poderosa y dulce pro
teccion, recurriré á Vos mismo. ¡Oh José!
padre lleno de bondad, dignaos purificar mi
lengua y mi corazon; dignaos darme, no
una estéril elocuencia, sino la gracia de per
suadir, por medio de la simplicidad de mis
palabras, á todos los hombres de cualquie
ra edad, rango ó estado, á que os elijanpor
protector y padre.
CAPÍTULO VII.
Motivo séptimo, el interés que tienen todas las
personas de cualquier estado y condicion en
tomar á san José por especial protector.
Si, como dice san Cipriano, lasvírgenes
son la parte mas distinguida y la mas que
rida de la familia de Jesucristo, necesario es
concluir que se les deben mas particulares
cuidados: Quo syblimior gloria, major et cu
ra est. Por tanto, á vosotras ¡oh vírgenes
cristianas! ávosotras primeramente os asig
no por padre yprotector al glorioso Santo
á quien fueron encomendadas la inocencia
divina del niño Salvador, y la integridad
- 75 -
de la Reina de las Vírgenes. María, como
ya lo he dicho muy alto, encontró en san
José un celoso defensor del privilegio de su
virginidad contra el soplo emponzoñado de
las herejías que se esforzaban por destruir
la; así lo dijo á santa Brígida; Promptissi
musdefensorcontraderogantesvirginitatimeae.
San Francisco de Sales asegura que san Jo
sé excedió en pureza á los Ángeles de la mas
alta jerarquía: porque, dice, si el sol mate
rial no necesita mas que muypocos dias pa
ra dar al lirio su blancura deslumbradora,
¿quién podrá concebir aquel admirablegra
do de candorá que se elevó la pureza de san
José, expuesta noche y dia, durante tantos
años, álos rayos delSol de justicia,y de esa
luna mística que de él toma su esplendor?
En vista de esto, ya sabeis, ó vírgenes cris
tianas, quién es el poderoso protectoral cual
hoyos recomiendo. Imitad á las jóvenes vír
genes de cierta ciudad, que todos los años
ofrecen á san José un ramillete de flores,
símbolo de la pureza, áfin de que las pre
serve de todo lo que pudiera mancillar su
esplendor.
Revelaciones, lib. I, cap. 59.
– 76 –
Yvosotros los que os habeis dedicado á
la vida interior, si deseais un director sá
bio, un excelente padre espiritual, entre-
gaos enteramente al cuidado de un Santo
que aun durante su vida mortal tuvo la fe
licidad de igualar á los espíritus celestiales,
y de gozar de Dios en las delicias de la con
templacion, como en su himno canta la
Iglesia: Tu vivens, superispar, frueris Deo,
mira sorte beatior. Por esto la mayor parte
de las casas de retiro se han puesto bajo la
proteccion de san José: por eso santa Tere
sa no teme asegurar que no hay alma de
vota de nuestro Santo que no haya hecho
grandes progresos en la vida espiritual. En
efecto, essabido que losvenerables Padres
Claudio de la Colombière y Luis Lallemant,
de la Compañía de Jesús, apoyados en el
socorro de sanJosé, áquien habian tomado
por modelo, llegaron á una grande union
con Dios. ¿Quién no esperará adelantar,
y hacer sin cesar nuevos progresos en los
caminos de la perfeccion, con elfavor de un
amigo tan celoso como poderoso?
El mundo es semejante á un vasto mar
agitadopor las tormentas;pero puede de
- 77 -
cirse que no hay escollo mas peligroso que el
estado del matrimonio, en el que cada dia
hay algun naufragio que llorar. Los que así
se encuentren enpeligrotienen necesidad de
un buen piloto que les conduzca al puerto:
¿y pudieran desear uno mas experimentado
que este glorioso Santo, á quien Dios mis
mo ligó en matrimonio el mas puroy el mas
feliz que hubojamás? Dice la Escritura di
vina, que el antiguo José atrajo las bendi
ciones del cielo sobre la casa de Putifar, y
despues sobre la corte y sobre el reino en
tero de Faraon : esta felicidad duró mientras
que el Rey en su gobierno siguió las máxi
mas de Estado y los sábios avisos deJosé,
que era su primer ministro; pero cesó al
momento en que subió al trono un nuevo
rey que desconocia los servicios de José :
Qui ignorabat Joseph. ¿Y qué otra cosa es
esta doble figura, sino una leccion de las
mas claras que Dios ha dado á las familias
cristianas? Dios las bendecirá en proporcion
de los honores que tributen al segundo Jo
sé, tan superior al primero, como lo es la
realidad á la figura. Padres de familia, ¿que
reis tener hijos bien educados, conservar la
- 78 -
paz en el matrimonio, la fidelidad envues
tros sirvientes, la paciencia en las tribula
ciones; en una palabra, quereis una santa
y feliz direccion en el gobierno de vuestra
casa?Colocadla en las manos de aquel que
fuejefe de la familia de Dios: Quem consti
tuit Dominus super familiam suam. Que José
sea vuestro consejero, vuestro ecónomo,
vuestro modelo, porque Dios le ha dado por
tal átodas las personas unidas en matrimo
nio.
No son menos apremiantes los motivos
que para colocarse bajo su proteccion tie
nen las familias religiosas, que las familias
seglares. Efectivamente, es muy cierto que
ningunfundador de Órden ha dejado, res
pecto de las virtudes de que se hace voto en
la Religion, ejemplos tan perfectos como
nuestroSanto, puesto que ha sido un exce
lente maestro de pobreza, de castidad y de
obediencia. En la pequeña casa de Nazaret
se veia el modelo mas perfecto de la vida
comun, y una regla viva de la vida activa
y contemplativa. Muchísimas casas religio
sas, como podrémos manifestarlo con he
chos auténticos, han experimentado la efi
– 79 –
cacia de la proteccion de san José, ora au
mentándose cuando les faltaban indivíduos,
ora manteniéndose bien en tiempos de pe
nuria. Las casas regulares siempre serán
amadas por un Santo que en ellas verá fiel
mente trazada la vida que durante treinta
años llevó Jesús en Nazaret, en la oscuri
dad, y bajo el yugo de la obediencia.
Yo sé que los carpinteros han elegido por
patrono ásan José,porque, segun la opinion
mas comun de los Padres, ejercitaba el mar
tillo de carpintero. Pero no es menos cier
to que todos los artesanos en comun, ade
más de lospatronos propios de su arte, de
berian tomará san José por su modelo. Ja
más ha habido, ni jamás habráun artesano
mas santo, pues el Hijo de Dios quiso lla
marse hijo suyo,y él mismo le dió el nom
bre de padre. ¡Qué de virtudes aparecen
hasta en sus ocupaciones diarias! José tra
baja, pero sin codicia; le basta ganar tanto
como necesita para mantener su santa fa
milia, Jesús y María. Fija precio á su tra
bajo, pero ¡con qué integridad! ¡con qué
admirable buena fel Está perenne en su
obrador, pero sin perder de vista áJesús su
– 80 –
pupilo divino; como los Ángeles que, ve
lando sobre nosotros, no dejan de contem
plar al Señor, y de encontrar en él su eter
na bienaventuranza. ¡Ah! ¡si se supiese
aprender de san José este arte tan precioso
de trabajary de orar á la vez, ciertamente
se haria doble ganancia, y se aseguraria la
vida temporal yla eterna! Que todos los ar
tesanos le recomienden susintereses, éimi
tándole en todas las virtudes propias de su
estado merecerán su proteccion.
Los que están encargados deinstruir ó de
educará lajuventud harán unagrande in
juria ásan José, si no le toman porpatrono
y porguia en un empleo tan útil á la Reli
gion, pues que habiendo educado al Hijo
mismo del Altísimo, ha obtenidouna gracia
muy especial para proteger á la juventud y
adolescencia. El jóven Tobías tuvo por guar
dian á un Ángel; pero Jesús niño no quiso
tener otro que san José. Esto ha determina
do á los Hermanos de las Escuelas cristianas
y otras muchas congregaciones áponer sus
escuelas, sobre todo las de los niños, bajo
la proteccion especial de san José. Los in
térpretes de la Escritura y los escritores
- 81 -
eclesiásticos le han dado los diferentes nom
bres de padre, nutricio, custodio y guia de
Jesucristo. Pues estas diversas funciones, que
el Santo ejerce cerca de un Dios niño, las
ejerce tambien en favor de los colegios y se
minarios que se confian á sus cuidados. Los
superiores y los maestros aprenderán de él
la caridad, la prudenciay las otras virtudes
necesarias á un buen gobierno; mientras
que á suvez los educandos recibirán de Je
sús niño ejemplos perfectos de docilidad,
de respeto y de amor hácia sus maestros y
preceptores.
Los prelados, los sacerdotes, todos los
ministros de la santa Iglesia encontrarán
tambien en san José un modelo acabado.
Nosotros sobre todo, sacerdotes del Señor,
que tan frecuentemente tocamos el cuerpo
de Jesucristo, ¿no deberémos amar al San
to que entre todos los hombres fue el pri
mero que recibió en sus manos al Salvador,
y que ofreció al Padre eterno las primicias
de la sangre preciosa que el Verbo encarna
do derramó en la circuncision? Nosotros de
bemos considerar áJesús sobre nuestros al
tares con los mismos ojos que José cuando
6 s. José.
– 82 –
le vió en el pesebre. ¡Oh Dios! ¡con qué
tiernos sentimientos depiedad, de reveren
cia y de amor lleva José entre sus brazos
al divino Niño en el camino de Egipto! Y
bien, nosotros sacerdotes ¿no tenemos fre
cuentemente la ocasion de llevarle, aunque
oculto bajo los velos del Sacramento, por
las calles de la ciudad ó de la campiña, pa
ra alivio y consuelo del enfermo? Pero ¡ay!
¡qué diferentes son los sentimientos de mi
corazon de los del corazon de san Josél Y
sin embargo, la fe me enseña que la digni
dad sacerdótal en algun modo es mayor que
la vuestra, glorioso Santo. Jesús entera–
mente se sometió áVos; hoy dia se somete
á la voz del sacerdote, cualquiera que sea.
Vos le habeis presentado en su pesebre co
mo un cordero á la adoracion de los pasto
res; el sacerdote ofrece al Padre eterno en
sacrificio la carne y sangre de este Cordero
divino. Vos habeis dado áJesús el pan ne
cesario para el sosten de suvida mortal;
el sacerdote da á las almas fieles al mismo
Jesús, bajo las especies de pan, para procu
rarles una vida inmortal. ¿Qué mas diré,
óJosé? El sacerdote no tiene que envidia
– 83 –
ros los ósculos, los abrazos, las caricias que
hayais podido prodigar á Jesús y recibirá
vuestra vez: quizás, mas bien, Vos habeis
podido envidiar no solamente á los sacerdo
tes, sino á los fieles en comun la felicidad
que han tenido de alimentarse con el mis
mo Jesús. Lo que nosotrossídebemos envi
diar de san José es la pureza admirable de
su corazon, por la que diariamente se dispo
nia para obtener nuevos aumentos de santi
dad. El encontraba, en las manos de Jesús, la
gracia deobrarúnicamenteporél;enlosojos
de Jesús, la luz que sin cesar le haciapene
trar mas y mas sus divinos misterios; en el
corazon de Jesús, las llamas del amor que
le abrasaba á cada instante con una caridad
siempre mas viva y mas ardiente. El Señor,
áfin de producir los mismos efectos en nues
tras almas,todo entero se nos ha entrega
do á nuestra discrecion. Sacerdotes del Se
ñor, roguemos ásan Joséque nos alcance la
gracia de ser dignos ministros de un Sacra
mento que él no tuvo la felicidad ni de ad
ministrar ni de recibir.
Mas, sobre todo esto, quisiera yo que los
pobres pecadores, para salir mas pronta
6*
– 84 –
mente del abismo en que están, recurriesen
á san José con el mismo ardor que un des
graciado, caido en una fosa profunda, im
plora ágrandes gritos el socorro de los tran
seuntes. Ciertamente que nuestro Santo no
tiene el corazon menos tierno que el anti
guoJosé, que no pudo contener las lágri
mas al verá sus hermanos llenos de espan
to, despedazados con los remordimientos y
penetrados de dolor con la memoria del
fratricidio que habian cometido. Si el se
gundo José no derrama lágrimas, hará mas
todavía; hará que los pecadores derramen
lágrimas de contricion. La misma razon que
hay para que María sea refugio de pecado
res, milita en san José: ¿seria padre del
Salvador, si no lo fuera igualmente de los
pecadores?José sabe muy bien que lo que
causa sus amarguras es la desgracia de ha
ber perdido la amistad de Jesús. ¿Qué do
lor no experimentó san José cuando perdió,
no la amistad, sino la presencia de Jesús, y
esto sin falta alguna de su parte?Jamás un
padre segun la naturaleza la experimenta
rá semejante. Ciertamente, la memoria de
la amargura que entonces le oprimió no
- 85 –
podrá menos que aumentar su compasion
por los pecadores, é impulsarlo mas fuerte
mente á obtenerles la gracia de llorar sus
extravíos. Él se constituirá su guia para con
ducirlos altemplo, donde despues de tres
dias detristeza y de lágrimas no dejarán de
encontrar áJesús, así como lo encontraron
María y José. Si le buscas con María y José,
le encontrarás, ha dicho Orígenes. Vamos,
pues, pecadores hermanos mios, recurra
mos con confianza á san José, y digámosle
lo que decian á san Felipe apóstol aquellos
gentiles que deseaban ser introducidos á la
presencia del Salvador: Domine, volumus
Jesum videre: «Señor, queremos ver áJe
«sús.» ¡Ah! padre poderoso y compasivo,
conducidnos áJesús; en vuestras manos es
tá que deseemos serle presentados: rebel
desy pecadores no tendríamos valor para
presentarnos por nosotros mismos. Mas os
repetirémos lo que los egipcios decian al que
fue figura vuestra: Salus nostra in manutua
est: «Nuestra salud está en vuestras manos.»
Así lo esperamos; en virtud de la influencia
y de la autoridad que sobre Jesús tuvísteis
– 86 -
en la tierra, nos seráfácil volverásu amis
tad ygracia.
En fin, yo dirijo átodos los cristianos en
general la invitacion que el sábio y piadoso
Gersonhacia al Duque de Berry: «Señor,le
«escribia, tomad ásan Joséporvuestro pro
«tector especial,por vuestro mediadorpo
«deroso, y por vuestro mas fiel amigo.»
Cristianos, yo os conjuro por el amor que
teneis áJesúsy áMaría, por el respeto que
debeis ávuestra madre la santa Iglesia, y
porvuestro propio interés, á que elijais á
san José por vuestro protector, vuestro in
tercesor yvuestro amigo. Acordaos que ha
beis de morir; pues bien, mientras teneis
tiempo no tardeis en interesará favor vues
tro, para el momento de la muerte, á un
Santo generalmente reconocido como abo
gado de los moribundos. Pero en otra par
te hablarémos mas detenidamente sobre es
te importante motivo, despues dehaberin
dicado otros quetodavíavamos áhacervaler.
- 87 -

CAPITULO VIII.

Motivo octavo, el ejemplo de las Órdenes reli


giosas.
Aunque no hay Órden religiosa que no "
haya dado alguna prueba señalada de devo
cion á unSanto que, despues de Jesús y Ma
ría, puede ser considerado como un acaba
do modelo de perfeccion, es necesario con
fesar que el Carmelo se ha distinguido en
tre todos los otros. Él fue el primero entre
todos que honró á nuestro glorioso Santo
con un oficio propio, que desde Siria trajo
á la Europa. Verdad es (¡tal es el curso de
las cosas humanas!) que con el tiempo la
devocion á san José se entibió en esta Órden,
que acabó por olvidar el oficio que antes ha
bia rezado en su honor. Pero la ilustre san
ta Teresa, elegida por el cielo para refor
mar el Carmelo, restableció en él con el fer
vor antiguo la devocion de su tambien anti
guoprotector;yen el número asombroso de
monasterios que fundó, cási no hay uno que
la Santa no pusiese bajo latutela y protec
cion de san José. Para completar la obra tan
- 88 –
felizmente comenzada por la augusta refor
madora del Carmelo, el Capítulo general de
la Órden, convocado en 1621, reconoció
solemnemente á san José como patrono y
como padre, y este decreto fue publicado
con una alegría universal. Despues el Pa
dre general de los Carmelitas descalzos com
puso un nuevo oficio de san José; ypor úl
timo, el año de 1680, los Carmelitas ins
tituyen la fiesta del Patrocinio de san José,
que la Congregacion de Ritos ha fijado en la
tercera dominica despues de Pascua, y que
un gran número de iglesias celebran con una
solemnidad extraordinaria.
Tambien la Órden de san Francisco se
distingue por la devocion que cási desde su
cuna ha tenido ásan José. Un Capítulo ge
neral, celebrado en 1399, estableció lafies
ta, y muchos otros Capítulos aumentaron
sucesivamente la solemnidad de esta fiesta.
Sin entrar en maspormenores sobrelos tiem
pos remotos, bastará leer todo lo que san
Bernardino de Sena ha escrito de tierno y
sentimental sobre san José,para apreciar la
devocion que se le tenia desde entonces en
la Órden de san Francisco. Pero nadie co
– 89 –
mo san Pedro de Alcántara ha contribuido
á dar nuevo brillo á su culto, desde el mo
mento en que comenzó á trabajar por re
formar su Órden franciscano. Viendo, el
año 1561, que diariamente se aumentaba la
multitud de Franciscanos que querian vol
ver al antiguo rigor de la regla, en virtud
de los poderes que le habia conferido la
Santa Sede, convoca un Capítulo general
de la reforma, en el que las nueve casas que
se habian sujetado á ella fueron erigidas en
una provincia particular. Al mismotiempo,
queriendo el Santo reformador asegurará
esta planta, todavía débil, un tutor capaz
de cultivarla y defenderla, le puso el nom
bre de José, y recomienda átodos sus reli
giosos honrarle como ásu patrono especial;
en fin, determina que el escudo de la nue
va provincia sea la imágen de san José, lle
vando al niño Jesús en sus brazos.
No se muestra menos celosa por glorificar
á nuestro santo Patriarca la Órden de santo
Domingo. Alberto el Grande, uno de sus
mas ilustres miembros, desde el siglo XIV
compuso un oficio de san José,á súplicas de
algunas personas que le honraban con un
- 90 -
culto particular. Despues de mucho tiempo
el General de la Órden encargóá uno de sus
religiosos que compusiera otro oficio, el cual
fue hallado tan piadoso y tan devoto que so
lo él hubiera podido asegurar á Isidoro de
la Isla, su autor, el reconocimiento de to
dos los corazones devotos de san José. Este
venerable escritor fue uno de los primeros
que habian trabajo porsacar el nombre de
nuestro Santo de la oscuridad que le roba
ba á los ojos del mundo: columbrando la
gloria con que debia brillar en los siglos fu
turos, invita á muchos escritores que le su
cedieron á que mediten la vida de san José,
y saquen á luz los tesoros inestimables de
méritos que contiene. Sus palabras son una
especie de profecía cuyo cumplimiento he
mos visto. «Los hombresgrandes, decia, en
«ciencia y en virtud trabajarán por descu
cbrir los dones ocultos en el interior de Jo
«sé, y encontrarán allí unas riquezas mas
«preciosas que entre lossantos Patriarcas de
«la antigua ley.» Viri magni scrutabunturin
teriora Dei dona abscondita in Josepho, et in
venientthesaurum, qualem apud Sanctos Pa
tres veteris Testamenti non invenerunt. Tam
bien es necesario atribuirá la Órden desan
to Domingo una gran parte en los honores
que la Iglesia, en muchas comarcas, tribu
ta hoy dia al aniversario de los santos des
posorios de José con la Madre de Dios. Es
ta fiesta, establecida ya entre los Francisca
nos, fue aumentada por un oficio propio
compuesto por los Dominicos, quienes ob
tuvieron del papa Paulo III que se fijase el
dia 23 de enero,y se celebrara con mas so
lemnidad.
LosAgustinos descalzos noquisieron mos
trarse menos devotos de san José que las
Órdenes de que hemos hablado. En 1632
su Capítulo general celebrado en Roma de
creta que todas las casas de Italia ydeAle
mania se pongan bajo la proteccion de este
gran Patriarca. En virtud de este decreto,
los noviciados y los colegios de la Orden
fueron especialmente consagrados á la san
ta Familia;y todos los viernes del año hay
práctica de rezará honor suyo las Vísperas.
Además, el Capítulo general de 1700 dispo
ne que en lo sucesivo se dé conmemoracion
de san José en todos los oficios semidobles,
y encarga á su Procurador general que á
- 92 -
su nombre pida á la Congregacion de Ritos
la facultad de celebrar, como los Carmelitas
descalzos, la fiesta solemne del Patrocinio
de san José.
Por último, los hijos desan Ignacio cree
rian no pertenecer del todo á la Compañía
de Jesús, si no se hubiesen consagrado al
Santo que fue padre y nutricio de Jesús.
Ellos le han elegido por patrono del ejerci
cio llamado de la buena muerte, á fin de que
todos los fieles que adoptasen una tan santa
práctica pudiesen en su última hora re
clamar con confianza la asistencia de san
José, en virtud de la preciosa muerte que
tuvo entre los brazos de Jesús y María. Mas
adelante obtuvieron permiso de la Silla
apostólica para teneruna misa propia para
alcanzar de Dios la gracia de una santa
muerte, insertándola tambien entre las mi
sas votivas del Misal romano. Por otra par
te, como san José está justamente conside
rado como un perfecto modelo de humildad,
de recogimiento y de vida interior, por eso
la Compañía de Jesús ha puesto bajo su in
vocacion la mayor parte de las casas de la
tercera aprobacion, esas casas en las que,
- 93 -
despues de haber terminado los cursos de
las ciencias humanas, se ocupan los religio
sos de la ciencia de los Santos. Bollando ob
serva que en España, en Francia y en los
Países Bajos no hay un colegio de la Com
pañía cuya iglesia, ó al menos una capilla,
no esté dedicada ásan José.Á nuestra vez
nosotros observarémos que laprimera de las
iglesias erigidas en Francia á su nombre fue
levantada por los Jesuitas de Lyon, y que
el Santo se ha complacido en colmar de fa
vores extraordinarios á los que le han in
vocado en este privilegiado santuario. La
Compañía, no contenta con hacer que se le
honre en nuestros climas, ha llevado su
nombre y culto hasta entre los salvajes del
Nuevo Mundo, ó, mejor dicho, lo ha exten
dido de un cabo al otro del vasto continente
americano : y entre las numerosas reduc
ciones del Paraguay, la de San José, ape
nas establecida, debióá su poderoso protec–
tor la gloria de haber atraido, con su ejem
plo, al Cristianismo seis poblaciones salva
jes que la cercaban.
– 91 -

CAPÍTULO IX.

Motivo nono, el ejemplo de los príncipes, de los


reinos y de las ciudades.
Despues que el cielo ha revelado al mun
do cristiano la gloria de esteSanto tan poco
conocido en los siglos pasados, se le pueden
aplicar con mas justicia que á Mardoqueo
estas palabras enfáticas de Asuero: «Así de
«be ser honrado aquel á quien el rey juz
«ga digno de los honores.» Yá la verdad,
¿no ha obrado Nuestro Señor con una mag
nificencia toda divina, cuando en losúltimos
siglos, haciendo resonar desde la aurora
hasta el ocaso el nombre glorioso de José,
ha obligado á los monarcas yá los imperios
ápagarun tributo de respeto y de amor al
Santo á quien reconoce como su favorito,
su custodio y su padre? Una práctica piado
sa se acredita demasiado desde que los pue
blos la ven seguida y sostenida por sus prín
cipes: la devocion de san José ha tenido
esta ventaja. ¿Quién podrá decir cuán rápi
dosy cuántos fueron los aumentos que re
cibió en Alemania en la época en que el
– 95 –
piadoso emperador Leopoldo I, de gloriosa
memoria, habiéndola adoptado para sí, des
plega todo su celo para extenderla en todos
sus Estados? Ya la Bohemia se habia consa
grado á san José bajo el título de Conser
vador de la paz,y con esta ocasion habia ce
lebrado una fiesta magnífica quefue un ver
dadero triunfo. Mas el imperio germánico
todo entero le reconoce é invoca en cualidad
de patrono, luego que vióá su religioso so
berano poner la Hungría,á suspiés, inme
diatamente despues de haber arrebatado su
capital al yugo de los turcos, bajo el que ge
mia por tan largo tiempo. Sí, Leopoldo, per
suadido que una tangloriosavictoria era de
bida á la intercesion de María y de José,
quiso hacer una pública manifestacion de re
conocimiento, y pide é impetra de la Santa
Sede que en toda la extension de sus do
minios se celebre la solemne fiesta de la cas
ta alianza que unió á san Joséy á la Madre
de Dios. Es, sin embargo, necesario confe
sar quejamás la devocion á nuestro glorio
so Santo se vió brillar en Alemania con un
esplendor mas vivo que en el acontecimien
to memorable que vamos á referir. La fa
- 96 -
milia imperial se veia, con un extremado
sentimiento, amenazada de extinguirse por
falta de un heredero que pudiese suceder al
príncipe reinante, y ocupar un dia el trono
de los césares. En una situacion tan crítica,
el piadoso Leopoldo recurrió al crédito de
san José. Para obtener de él esta gracia, co
mienza porpublicar una declaracion solem
ne en que le reconocia como protector es
pecial de la casa de Austria; le erige ade
más una grande estatua de plata maciza; y
en fin, de órden suya, durante ocho dias
consecutivos se hacen procesiones en ocho
iglesias, y se pronuncian otros tantospane
gíricos en su honor. San José escucha los
votos de la religiosa familia, que no tarda
en experimentar los efectos de su protec
cion. Nueve meses despues, la Emperatriz
da felizmente áluz al príncipe tan ardiente
mente deseado.
Á la noticia de esta grande nueva, ¿quién
podrá referir los gritos de alegría y de reco
nocimiento que en honor de san José reso
naron en toda el Austria yAlemania? El
Emperador, en el transporte de su gratitud,
quiso que el recien nacido llevase el pri
– 97 -
mero entre todos los príncipes de su raza
el nombre de José. Y para dará su glorio
so bienhechor una nueva prueba de su re
conocimiento, hizo voto de erigirle una se
gunda estatua sobre una de las plazas de
Viena. La muerte no le permitió cumplir
este piadoso compromiso; pero José, here-
dero de su trono y de su devocion á nues
tro Santo, hizo levantar esta estatua el mis
mo dia de la fiesta de aquel á quien debia el
nacimiento, en 19 de marzo de 1709. Au
gusta ceremonia á que personalmente asis
tió, rodeado de toda su corte, y de todo el
pueblo de Viena.
La España, ya sesabe, siempre se ha dis
tinguido por su piedad. Despues de Nuestro
Señor y de la Vírgen Madre, uno de los pri
meros objetos de su culto ha sido el glorio
so Esposo de María. Ya el celo ardiente de
santa Teresa habia propagado por todas par
tes una viva devocion ásan José; pero esta
devocion tambien creciómuchísimo, cuan
do se vió que la misma corte daba ejemplo
á todo el reino, introduciendo en él la fies
ta de los Desposorios de José con la Madre
de Dios. Bien pronto la España comunica
7 S. José.
- 98 –
su fervor á otras comarcas, y entre ellas á
los Países Bajos, por medio de la archidu
quesa Isabel Clara Eugenia, gobernadora
por el Rey católico. Apenas llegó áBruselas
esta piadosa Princesa, cuando dió tan gran
des ejemplos de devocion á san José, que
aun antes del decreto de Urbano VIII que
hizo obligatoria su fiesta, se veian suspen
didos los trabajos, cerrados los almacenes,
yla ciudad entera ocupada en celebrarla con
una piedad yuna solemnidad extraordina
rias.

Pero ninguna ciudad de los Países Bajos


ha igualado á la de Amberes en lo que toca
al culto de san José. La piadosa familia de
Romer construyó ella sola dos magníficas
capillas en su honor; una en la iglesia de
los Agustinos, y otra en la iglesia de la
Compañía de Jesús. Esta sobre todo es una
obra maestra en que desplegó todas sus ri
quezas el arte; pero lo que le hace mas re
comendable, es que san José ha dado en
ella, en menos de seis años, tantas pruebas
milagrosas de su poder y de su bondad, que
se ha llenado un volúmen. Puede consul
tarse áBollando, que refiere algunas de esas
– 99 –
gracias, y en seguida se extiende sobre el
culto que la ciudad da ánuestroSanto. Nos
otros no entrarémos en esos pormenores;
basta que digamos que en la referida capi
lla todos los viernes se celebran tres misas
para obtener por los méritos de la feliz muer
te del santo Patriarca la gracia de bien mo.
rir; que en cada una de estas misas hay ex
posicion y bendicion con el santísimo Sa
cramento; y que el concurso del pueblo,
particularmente á la primera que se dice á
la aurora, es tan considerable, que la igle
sia, tan vasta como es, apenas puede con
tenerle.
Y ¿qué diré de Francia? El ilustre can
ciller Juan Gerson difundió los primeros
gérmenes de la devocion de san José, en
una época en que por todas partessu nom
bre siglos hacia era poco conocido, y esta
ba cási olvidado. Y si esta preciosa semilla
nogerminóal momento,fue porque le acon
teció lo que al trigo, que durante la esta
cion de las escarchas permanece oculto de
bajo de la tierra, pero al llegar la primave
ra crece con vigory arroja un gran núme
ro de vástagos. Gregorio XI fue quien en
7.
– 100 –
Aviñon erigió las primeras capillas que en
Francia se han levantado á san José, esta
bleciendo además una cofradía de niñas ba
jo los auspicios de este gran Santo. Su cul
to recibió un aumento maravilloso de la
piedad de la reina de Francia, Ana Teresa
de Austria, cuando llamó á su reino á los
hijos de esa admirable Vírgen que tanto ha
bia hecho en España por san José. El nom
bre de Teresa que llevaba la Reina fue pa
ra ella un nuevo motivo de imitar el celo de
la Santa por propagar el culto de nuestro
Santo; ypor esto al nombre de Luis que de
bia llevar su hijo primogénito añadió el de
José. No hablarémos aquí de las Órdenes re
ligiosas de ambos sexos que han nacido, y
que se han consagrado al servicio de la in–
fancia y de la juventud, todas bajo la pro
teccion, y muchas bajo el nombre mismo de
san José; bastante conocidos son por el bien
que hacen aun en nuestros dias. Tampoco
citarémos las numerosas obras que despues
de Gerson se han publicado en Francia en
gloria de nuestro grande Santo, y que se
han traducido en todos los idiomas ; sola su
multitud bastaria para atestiguar la tierna
– 101 –
devocion de los fieles de este gran reino há
cia el digno Esposo de María.
Demos ahora una ojeada sobre la Italia,
y verémos que con respecto á esta devocion
puede disputar la palma átodas las regio
nes del universo. Comenzando por la ciudad
de Florencia, donde escribo, diré que no sé
si existe una ciudad que bajo este respecto
pueda comparársele. Dosnovenarios solem
nes anteceden y preparan la fiesta de san
José; fiesta que es un verdadero triunfo
para la caridad cristiana. En este dia se ve
áun gran número de familias practicar, en
honor de aquel que fue jefe de la sagrada
Familia, esta bella obra de misericordia, que
un piadoso comerciante de Valencia en Es
paña, citado por san Vicente Ferrer, se ha
bia impuesto por ley; convidan y reciben
en su mesa tres pobres, un anciano, una
mujer y un niño. Las familias que no pue
den hacer esta invitacion, la reemplazan con
tres limosnas dadas á otros tantos pobres.
Florencia no se contentó con celebrar con
toda la Iglesia católica la fiesta de san José
el 19 de marzo; fue necesario establecer
otras tres para satisfacer su devocion, y fue
- 102 -
ron las siguientes: el primer domingo des
pues de la Epifanía, la fiesta de la vida ocul
ta que san José observó con Jesús y María;
el 23 de enero la de sus desposorios con la
Vírgen Madre; y el 20 de junio la del bien
aventurado tránsito de José, que murió en
tre los brazos de Jesús y María. Omitimos
referir las diversas congregaciones, tanto de
hombres como de mujeres, establecidas ba
jo la invocacion de san José: lo poco que
hemos referido bastarápara dar testimonio
del imponderable afecto que le profesan los
florentinos *.
La ciudad de Nápoles se dispone á la fies
ta desan Josécon diversos ejercicios de pie
dad que practica en su honor el miércoles
de cada semana de las siete que preceden
al 19 de marzo. Venecia se dispone con las
novenas tan piadosas como solemnes que á
la vez se hacen en muchasiglesias: y no es
la ciudad sola, sino toda la república se glo
ria de honrará nuestro santo Patriarca. No
contenta con el privilegio que se le concedió
de establecer en todos sus dominios la fies

* El autor decia esto refiriéndose al año 1709 en que


habitaba en Florencia.
– 103 -
ta de los desposorios de Josécon María, ob
tuvo, la primera entre todas las ciudades de
la cristiandad, un segundo privilegio no
menos extendido que el primero, á saber,
el de celebrar la fiesta solemne del Patroci
nio de san José el tercer domingo despues
de Pascua.

Ahora entremos en Roma. De la capital


del mundo cristiano, como de su manantial
natural, ha salido el culto de san José, pa
ra difundirse, como le vemos hoy,por todo
el universo. Despues de la época en que
Clemente X elevósu fiesta al rango de las
grandes solemnidades, dándole además un
oficio propio, la devocion de los fieles por el
Jefe de la sagrada Familia recibió un au
mento de fervor extraordinario. Bien pron
to se ve dentro del recinto de Roma levan
tará porfía iglesias, capillas y altares en su
honor; se establecen bajo su nombre diver
sas hermandades, que aun existen hoy dia,
y el ejemplo de la capital produce una san
ta emulacion en cási todas las ciudades de
Italia. El estado eclesiástico, que tan ar
diente se ha manifestado en propagar el cul
to de san José, á su vez ha recibido favores
- 104 -
que ninguna otra comarca le puede dispu
tar. A ese estado es á quien el Esposo de
María confió su anillo nupcial, reliquia pre
ciosa de cuya posesion segloria la ciudad de
Perusa; tambien le ha dejado su capa y su
baston, reliquias igualmente preciosas que
se veneran en la iglesia de Santa Anastasia
de Roma; y al mismo estado, de concierto
con su santísima Esposa, le legó la mas ri
ca de las herencias, supequeña casa de Na
zaret, ese paraíso terrestre á donde la ser
piente infernal jamás ha penetrado; ese lu
gar de asilo y de refugio para todos los pe
cadores; ese propiciatorio siempre lleno de
gracias para todos los fieles; ese santuario
donde María fue concebida sin mancha, en
donde el Verbo se hizo carne, y en donde
pasó con Maríaycon José cási todos los años
de su vida mortal 4.

* Todo el mundo conoce hoy la casa de Nazaret con el


nombre de santa casa de Loreto.
—105 —
CAPÍTULO X.
Motivo décimo, el ejemplo de un gran número
de piadosos escritores.
Jamás, desde el nacimiento de la Iglesia,
ha dejado Nuestro Señor de emplear la plu
ma de los cristianos en propagar en todos
los climas la gloria de su divina Madre, y
en hacer celebrar su felicidad por todas las
generaciones, como ella misma lo habia
predicho: Beatam me dicent omnes genera
tiones. (Luc. 1). Del mismo modo, despues
de algunos siglos, no cesa de suscitar nue
vos escritores que procuran desenvolver los
incomparablesprivilegios del digno esposo
de María, del custodio fiel, del padre adop
tivo de su Señor, cumpliéndose así literal
mente este oráculo: Quicustos est Domini sui
glorificabitur. (Prov. XXVII). Imposible es
dudar que esta sentencia del Espíritu Santo
se haya cumplido plenamente en lapersona
de san José, y mas cuando vemos que la
Iglesia le dirige estosvotos de alegría y fe
licitacion que resuenan del uno al otro polo:
Los cánticos de todo el pueblo cristiano te
– 106 -
celebren en todo el universo: Te cuncti re
sonent Christiadum chori. (Himno del oficio).
Para persuadir y convencer nada es mas
eficaz que los grandes ejemplos. Voy á citar
algunos de los autores que han señalado su
devocion y su celo en lo que han escrito en
alabanza de san José. Nadie ignora que el
Espíritu Santo es su primer panegirista, que
trazó su elogio por mano de los Evangelis
tas. Si en pocas palabras encerró lo que qui
so enseñarnos sobre la Vírgen Madre, no es
extraño que haya usado el mismo estilo res
pecto de su santo Esposo: mas lo poco que
dictóá los escritores sagrados es una mina in
agotable de tesoros capaces de llenar una in
finidad de volúmenes. Hé aquí todo lo quese
ha dicho de él: José, esposo de María, Ma
dre de Jesús... José, su esposo, fue un varon
justo... José, hijo de David, no temais recibir
áMaría... Le impondréis en nombre Jesús...
Vuestro padre y yo... Jesús estaba sujeto á
ellos... Estas palabras, cada una de las cua
les no parecen ser sino la obra de un rasgo
de pluma, serán,para quien llegue ápene
trar sus misteriosos sentidos, como las es
trellas, que á los ojos del vulgo solo pare
– 107 –
cen puntos luminosos, mientras que para
los astrónomos son otros tantos soles de un
grandorinmenso.Yo me contento con ado
rar en silencio las palabras del Espíritu de
Dios, y dejoá otros el cuidado de descubrir
el misterio, no con la pluma, sino con los
rayos del sol, si es posible, pues que san
Gregorio Nazianceno, deslumbrado con el
brillo de las virtudes y prerogativas de san
José, no pudo, á su solo aspecto, contener
este grito de sorpresa y admiracion: «Sí, el
«Señor ha reunido enJosé, como en un sol,
«todo lo que los otros Santos han reunido
«de luz y de esplendor.» In Joseph velut in
sole, omnium sanctorum lumina colocavit.
Otro panegirista delsanto Esposo de María
fue la mismaVírgen santa: ella misma quiso
dictar su elogio á santa Brígida, que en esta
ocasion sirvió como de secretaria á la Ma
dre de Dios. Referiré algunos de los pasajes
mas notables. «Tengo por cierto, dijo la
«Virgen á la Santa, que José, antes de mi
«matrimonio con él, habia sabido del Espí
«ritu Santo el voto de virginidad por el cual
«yo me habia consagrado á Dios, y que yo
«era pura en mis pensamientos, en mis pa
– 108 –
«labras, y en mis acciones. Así es que él
«no se desposó conmigo sino con la mira
«de ser miservidor, yconsiderarme como á
«su soberana. En cuanto á mí, yo veia cla
«ramente, con la luz del Espíritu de Dios,
«que mi virginidad permaneceria siempre
«pura y sin tacha, aunque en virtud de una
«misteriosa disposicion de la Providencia
«yo hubiese aceptado un esposo. José, ha
«biendo advertido mi preñez milagrosa, se
«sorprendió extraordinariamente; pero no
«se permitió hacer contra míninguna suposi
«cion desventajosa. Al contrario, recordan
«do que los Profetas habian anunciado que
«el Hijo de Dios naceria de una Vírgen, se
«consideróindigno de servir á la madre de
«ese Hijo; y lleno de ansiedad sobre el par
«tido que debia tomar, vaciló permanecer
«conmigo. Mas el Ángel del Señor le apare
«ció en sueños, y le dijo: No abandones á
«esta Vírgen que se te ha confiado: concibió por
«obra del Espíritu Santo, y el hijo que dé á
«luz será el Salvador del mundo. Desde este
«momento José mas que nunca me consi
«deró como su soberana, pero yo por mi
«parte llenaba respecto de él todos los de
– 109 –
«beres de la mas humilde sierva. En medio
«de estos servicios y estos cuidados mútuos
«jamás oí salir de su boca una palabra de
«ligereza, de murmuracion ó de impacien
«cia. Sufria la pobreza con una resignacion
«admirable: en la necesidad se entregaba
«sin descanso á los mas duros trabajos; se
«manifestaba lleno de mansedumbre y de
«dulzura con los que le ofendian; y, en fin,
«por lo que á mí toca, me servia con tanto
«respeto como afecto; y fue el custodio fiel
«de mi virginidad, y el irrecusable testigo
«de las maravillas que Dios obraba en mí.
«Además, estaba enteramente muerto á la
«carne y almundo; y no respirabasino por
clas cosas del cielo. Tenia una tan firme
«confianza en laspromesas divinas, que fre
«cuentemente le oia yo exclamary decir:
«¡Ah! si yo deseo vivir, es solo para ver que
«se cumple la voluntad de Dios...Todos sus
«deseos, todos sus esfuerzos, realmente se
«reducian á cumplir esa admirable volun
«tad; y por eso en el cielo tiene tan gran
«de gloria *.» Tal es la narracion que Ma
ría nos hace de la vida de su santo Esposo:
* Revelaciones, lib, VII, cap. 25 y 29.
– 110 –
es corta y sencilla, y por lo mismo puede
compararse á las perlas y á los diamantes
que son de pequeño volúmen pero de pre
cio inestimable; en fin, está llena de cosas
que, meditadas palabra por palabra, basta
rian para encontrar en ellas materia á tan
tos panegíricos cuantas virtudes se atribu
yen en ellas á san José.
Además de lo que santa Brígida ha escri
to bajo la inspiracion de la Vírgen María,
puede decirse que todos los antiguos grie
gosylatinos han hablado, aunque con mas
ó menos extension, de las virtudesyprero
gativas de san José. Maspor lo que toca á
los escritores modernos de los últimossiglos,
necesario es que todos cedan la palma al cé
lebre Gerson: sea por su antigüedad, sea
por la excelencia de su doctrina, sea por la
ternura y vivacidad de su devocion, mere
ce sin disputa el primer rango entre los his
toriadores y panegiristas de san José". En
efecto, segun lo observa un escritor moder
no, todos los que, despues de Gerson, han
emprendido celebrará nuestro Santo, nada
* Por supuesto despues de santa Teresa, su mayor de
vota y celosa panegirista.(N. del T).
- 111 -
importante han dicho que él no lo hubiese
dicho antes. Citarémos algunos de los mas
inmediatos al siglo en que él vivió.
El sábio Cardenal d’Ailly, cotemporáneo
de Gerson. El piadoso Isidoro de la Isla, re
ligioso dominico, de quien ya hemos habla
do,y que escribia en 1522. El P. Barri, je
suita, de cuya obra se han hecho veinte y
seis ediciones: la publicó en 1639, y la de
dicó al mismo san José en reconocimiento
de que por su proteccion él ytodos sus her
manos de Lyon escaparon de los estragos de
la peste que habia desolado la ciudad. El
P. Binet, tambien jesuita, penetrado de la
mas tierna devocion por el Santo que iba á
glorificar, comienza porpedirle perdon para
él,y luego para todos los habitantes de la
tierra, que tanto tiempo han tardado en hon
rar sus virtudes, é implorarsu proteccion :
«¡Puedan los siglos futuros, añadia, poda
«mos nosotros mismos, multiplicando los
«homenajes que os ofrecemos, suplir los que
«se os han dejado de tributar en los siglos
«pasados!»
Tambien pueden consultarse el venerable
Pedro Canisio, Francisco Suarez, Estéban
– 112 –
Menochio, Bollando, todos de la Compañía
de Jesús; en fin, los comentadores del Nue
vo Testamento, y los autores que han es
crito la vida de Jesucristo ó de la santa Vír
gen. No hay uno solo entre ellos que no
haya hablado de san José en términos mag
níficos,y que no haya contribuido con to
do su poderá ensalzar su preeminencia en
tre todos los Santos. ¡Oh! si el piadoso Isi
doro de la Isla, que, como lo hemos dicho,
se consolaba con la esperanza de que un dia
el Señor emplearia la lengua y la pluma de
los sábios mas recomendables en celebrar
las alabanzas de nuestro gran Santo,vinie
se hoy dia al mundo, ¡cuánto no seria su
gozo al ver cumplido su voto mas ardiente,
y poder numerar á la época en que yo es
cribo (1709), es decir, en menos de tres
cientos años, comenzando por Gerson, mas
de trescientos autores, historiadores ypa
negiristas de san José*!
* Entre estos escritores puede y debe numerarse el ve
nerable P. Fr. Jerónimo Gracian de la Madre de Dios,
primer provincial de los Carmelitas descalzos de España,
que dió á luz un precioso opúsculo intitulado: Excelen
cias del señor san José, traducido últimamente al fran
Cés.
– 113 –

CAPÍTULO XI.

Motivo undécimo, el ejemplo de los personajes


mas notables por su virtud.
Me parece que por las once estrellas que
adoraron al antiguoJosé ha querido Dios fi
gurar algunos personajes de la ley nueva que
en los últimos tiempos debian señalarse por
los singulares homenajes que tributasen al
segundo José. No repetirémoslo que al prin
cipio de esta obra hemos dicho, sobre el sol
de justicia y la luna mística, es decir, so
bre Jesús y María, que de consuno tributa
ban áJosé el homenaje mas brillante, y á
la vez mas humilde que jamás se ha visto,
el deunaperfecta obediencia á todas sus vo
luntades yátodos sus deseos. Lo que síva
mos á designar aquí, son las once estrellas
que se reunen al derredor de nuestroSanto,
no para eclipsarle, sino mas bien para au
mentar su brillo, y ceñirle una auréola de
gloria.
La primera de esas estrellas que apareció
sobre el horizonte fue, como en otra parte
lo hemos dicho, el ilustre cancillerGerson:
8 s. José.
– 114 –
tan pronto como estuvo en estado de hablar
y de escribir, consagró á la gloria de san
José su pluma y su voz, su celo ysu cien
cia, que ya habia colocado sobre todos los
doctores de su siglo. De esta suerte abre la
carrera á los que le habian de suceder, é
hizo conocer al mundo una mina rica de
tantas preciosas perlas, cuantas celestiales
prerogatigas señala en la persona de José.
El tambien fue el primero que con todo su
poder exhortó al clero á que celebrase so—
lemnemente sufiesta, yrezase su oficio, con
cuyo objeto compuso él mismo una misa,
y varios himnos y panegíricos del Santo. Su
celo no se limita á estos esfuerzos: no con
tento con haber procurado comunicar su de
vocion querida al corazon de los príncipes,
de los prelados y de los doctores,por me
dio de sus escritos tan sólidos como convin
centes, encargado de predicar ante el con
cilio de Constanza, el dia de la Natividad de
la Vírgen santísima, consagró una parte
considerable de su discurso á las alabanzas
de su digno Esposo, y habló con tanta ener
gía, que dejó á esa grande asamblea tan
penetrada de admiracion por el orador, co
– 115 –
mo de devocion por el Santo. En una pala
bra, Gerson no cesó en toda su vida, que
fue larga, de trabajar por la gloria de su
héroe. Es verdad que las penas que tuvo
con este motivo no le dieron tan pronto los
frutos que él tenia derecho de esperar, pues
hasta cerca de cien años despues fue cuan
do la devocion de san José comenzó ápro
pagarse: pero esta dilacion no le quitará
á los ojos de los Angeles y de los hombres
el mérito de haber descubierto ese manan
tial, oculto tanto tiempo, del rio de gracias
que hoy dia inunda y fertiliza el campo de
la Iglesia católica.
La segunda estrella que con sus rayos
embellece la corona de san José es ese maes
tro tan dulce como esclarecido de la vida es
piritual, ese perfecto modelo de todos los
prelados, san Francisco de Sales. Si habla
de san José en sus obras, es siempre con to
da la efusion del corazon; siescribe el Tra
tado del amor de Dios, lo dedica á san José
como á su protector y á su querido padre.
En su breviario no tenia mas imágen que la
de san José. «¡Oh! padre mio, dijo una vez
«á un religioso de la Compañía de Jesús,
8*
– 116 -
«¿no sabeis que todo yo pertenezco á san
«José?» Invitado por el rector de la casa
profesa de Lyon á que predicase dos veces
el dia de su fiesta: «Padre mio, respondió
«con suavidad y dulzura ordinaria, muy
«rara vez he podido felicitarme de haber
«predicado dos sermones en un dia; sin em
«bargo, por amor á san José, consiento en
«predicar hoy una segunda vez.» Él quiso
que esta devocion, con que habia embalsa
mado su corazon y su boca, sirviese como
de leche á lasprimeras hijas de la Órden de
la Visitacion que acababa de fundar; dió á
la nueva Órden por patrono y por padre á
san José; la primera iglesia que levantó en
Annecytuvo por titular á san José. En fin,
deseoso de dejará la posteridad una prenda
siempre viva de su tierna devocion al San
to, entre otras reglas que trazópara las no
vicias, les recomienda con especialidad que
consideren á san José como á su maestro y
su guia en los senderos de la vida interior
y contemplativa, á que son llamadas y que
deben recorrer las esposas de DiosSalvador.
La tercera de las once misteriosas estre
llas es el bienaventurado Gaspar de Bono,
– 117 –
de la Órden de los Mínimos. Se le puede con
siderar entre los siervos de san José mas so
lícitos en hacerle corte, pues no cesaba de
conversar espiritualmente con la santa Fa
milia en la casa de Nazaret;tambien tenia
constantemente en el corazon y en los la
bios estos sagrados nombres Jesús, María y
José. Estos tres nombres eran para él tres
arroyos de miel,y por lo mismo no es ex
traño que de su boca solo saliesen palabras
de la mas suave devocion. En efecto, era
muy dulce oirá este buen religioso que, ora
hiciese una pregunta, ora diese una respues
ta, siempre comenzaba y terminaba por es
tos nombres Jesús, María y José. Cuando
estaba cercano á la muerte, quiso que los
religiosos que le asistian le repitiesen con
tinuamente estos sagrados nombres, para
suavizar con su melodía toda celestial los
dolores de la agonía y las angustias de la
muerte. Y así fue que al momento que sus
labios acabaron de pronunciarJesús, María
y José espiró dulcemente.
Volvamos ahora los ojos á la cuarta es—
trella, que hace cortejo á san José. Es el
venerable P. Pedro Cotton, de la Compañía
– 118 –
de Jesús, quesehizo igualmente célebre por
sus talentos de orador y por sus virtudes de
religioso.Su celo por la gloria de san José
algo tenia de prodigioso. En todos sus ser
mones, en sus exhortaciones todas, jamás
dejaba de insertar algun rasgo que honrase
á su muy querido Protector. Él fue quien
por sus consejos y sus cuidados hizo dedicar
á san José la primera iglesia que la Francia
le ha erigido, la del noviciado de la Com
pañía de Jesús en Lyon. Tuvo la felicidad
de morir el dia mismo de su festividad, se
gun que le habia sido revelado. Se cuenta
que en su última enfermedad le apareció la
santísima Vírgen, y le dijo que venia para
ayudarle á bien morir, en reconocimiento
de la tierna devocion que habia tenido á su
querido Esposo. Estas diversas circunstan
cias reunidas prueban muy claramente que
una muerte tal fue la recompensa de los ser
vicios que él habia hecho á san José, y que
el Santo reconoció llevándole al cielo el mis
mo dia de su fiesta y de su mas bellotriunfo.
La quinta estrella que brilla al derredor
de san José es con muy justo título el vene
rable P. Luis Lallemant, quien por la regu
– 119 –
laridad y exactitud de la disciplina religiosa
mereció sergeneralmente considerado como
una viva copia del espíritu de san Ignacio,
de quien fue discípulo y fiel imitador. El
amaba con pasion la vida interior, y para
tener ante los ojos diariamente el mas per
fecto modelo, se aplicóá meditar lasvirtudes
de san José, á la vez que,para darle prue
bas de su amor y respeto, todos los dias á
honor suyo practicaba cuatro ejercicios de
piedad. Tenia tambien una gracia extraor
dinaria para inspirará otros la devocion de
nuestro Santo, y era tal su confianza en él,
y gozaba cerca de él de tanto crédito, que
no habia favor que no obtuviese.Y así,cuan
do exhortaba á los fieles á que le honrasen,
al mismo tiempo les alentaba á que le pidie
sen gracias, asegurándoles que infaliblemen
te todo lo obtendrian de su bondad. Hé aquí
un notable ejemplo. Siendo rector del cole
gio de Bourges, tuvo ocasion de reconocer
en dosjóvenes regentes de las clases inferio
res un gran fondo de piedad. Al acercarse la
festividad de san José, les llama, y les pro
mete alcanzar para cada uno la gracia que
deseasen, con tal que exhortaran á sus esco
– 120 –
lares á que fuesen devotos del Santo,y le
hiciesen algunos particulares obsequios en el
dia de la fiesta. Los dos regentes aceptaron
de buena voluntad la proposicion, y fueron
tan eficaces sus exhortaciones, que el dia de
san José comulgaron á honor suyo las dos
clases enteras. El mismo dia fueron al apo
sento del Padre Rector, y cada uno le declaró
en secreto la gracia que deseaba obtener por
intercesion de san José. El primero (que fue
el célebre P. Nouet) pidió la gracia de saber
escribir y hablar dignamente de Nuestro Se
ñor. Se ignora cuál fue la gracia que pidió
el segundo,porque al referir el hecho su hu
mildad no le permitió especificarla, y sola
mente se supo que la habia obtenido. En
cuanto al P. Nouet, la mañana siguiente al
dia de la fiesta, habiendo cambiado deidea,
volvió á ver al Padre Rector, y le dijo que,
despues de haberlo meditado mejor, creia
que debiera pedir otra gracia masútil á su
propia perfeccion. El Rector respondió que
ya no habia lugar,pues que san José ya le
habia alcanzado la gracia que designó pri
mero. Respecto del cumplimiento de esta
gracia, puede juzgarse por sus fervientes ser
– 121 –
mones, por sus numerosas obras, especial
mente por la que compuso sobre las exce
lencias de Jesucristo, en la que brillan luces
celestiales y llamas de amor capaces de abra
sartodos los corazones. ¿Quién no conclui
rá de todo esto que el P. Lallemant era uno
de los favoritos mas amados de san José, de
cuyos tesoros disponia á su placer?Añada
mos, como última prueba de la admirable
devocion que tenia á este Protector podero
so, que en su postrema enfermedad pidió
que se pusiese con él su imágen en el se
pulcro.
Vamos ahora á considerar la sexta, y, me
atrevo á decirlo, la mas brillante de las es
trellas que ennoblecen la diadema de san Jo
sé, á saber, Teresa deJesús, esa vírgen ilus
tre, cuya santidad y doctrina han esparcido
tanto brillo en la Iglesia de Dios. Si es glo
rioso para santa Teresa el haber sido elegi
da por el cielo para reformar y hacer flore
cer la venerablè Religion del Carmelo, no
lo es menos haber sido elegida tambien para
acabar de difundir en todo el mundo cris
tiano la devocion ásan José, ydará su cul
to todo el esplendor de que goza de enton
– 122 –
ces acá.Jesucristo,para mayor gloria de su
Iglesia, no quiso apoyar susfundamentos ni
sobre los monarcas, ni sobre los opulentos,
ni sobre los sábios del siglo; pues del mismo
modo y por la misma razon no quiso emplear
ni la ciencia, ni el nombre de los hombres
mas acreditados en el mundo, para difundir
y extender por todaspartes la gloria de su
Padre adoptivo, y procurarle homenajes uni
versales. Reserva este grande acontecimien
to áuna vírgen hasta entonces desconocida,
áfin de que no se pudiese atribuir sino á la
omnipotencia de su brazo.
Veamos, pues, cuán admirable modelo de
devocion á san José nos ha dejado la Vírgen
reformadora del Carmelo. Desde suprimera
infancia sintió nacer en su corazon un tierno
afecto y una confianza toda filial por el Es
poso de la Madre de Dios; no le daba otros
nombres que los muy dulces de señor y pa
dre. De diez y seis conventos de la reforma
quefundó, á trece colocó bajo el nombre y
proteccion de sanJosé. Por muy atenta que
estuviese á ocultar los favores particulares
con que el Señor se complacia en enrique
cerla, desde que se consagróá contribuirá la
– 123 –
gloria del Santo, siempre le acontecia lo con
trario; su lengua y su pluma hacian traicion
al secreto de sus afectos; no podia evitar el
manifestar lasgracias extraordinarias que de
bia á su intercesion. Basta recorrer su vida
para comprender al momento, ora su celo
con respecto al Santo, ora las bondades del
Santo con respecto á ella. «No me acuerdo,
«dice, de haberle pedido cosa alguna, que no
«la haya alcanzado: es cosa que espanta las
«grandes mercedes que Dios me ha hecho
«por medio de este bienaventurado Santo, y
«de los peligros que me ha librado, así de
«cuerpo como de alma. Que á otrosSantos
«parece les dió el Señor gracia para socorrer
«en una necesidad, áeste glorioso Santo ten
«go experiencia quesocorre en todas, y que
«quiere el Señor darnos á entender que así
«como le fue sujeto en la tierra (que como
«tenia nombre de padre, siendo ayo, le po
«dia mandar), así en el cielo hace cuanto le
«pide. Esto han visto otras algunas perso
«nas á quien yo decia se encomendasen áél,
«tambien por experiencia: ya hay muchas
«que le son devotas,experimentando de nue
«vo esta verdad... Querria yo persuadir áto
– 124 –
«dos fuesen devotos de este glorioso Santo,
«por la gran experiencia que tengo de los
«bienes que alcanza de Dios. No he conoci
«do persona que de veras le sea devota, y
«haga particulares servicios, que no la vea
«mas aprovechada en la virtud, porque apro
«vecha en gran manera á las almas que á él
«se encomiendan. Paréceme ha algunos años,
«que cada año en su dia lepido alguna cosa,
«y siempre la veo cumplida; si va algo tor
«cida la peticion, él la endereza, para mas
«bien mio... Solo pido por amor de Dios que
«lo pruebe quien no me creyere, y verá por
«experiencia el gran bien que es encomen
«darse á este glorioso Patriarca, y tenerle
«devocion. En especial personas de oracion
«siempre le habrian de ser aficionadas: que
«no sé cómose pueda pensar en la Reina de
«los Ángeles, en el tiempo que tanto pasó
«con el Niño Jesús, que no dén gracias á
«san José porlo bien que les ayudó en ellos.»
De estos pasajes, y de muchos otros que
todavía pudiéramos citar, es muy fácil com
prender la incomparable dignidad de san Jo
sé, el crédito inmenso de que goza en el cie
lo,y el uso que de él hace en favor de las
– 125 -
almas que se dedican á su servicio. El celo
que santa Teresa habia mostrado en toda su
vida,por la gloria de su muy amado Pro
tector, lo manifestó tambien despues de su
muerte. Hé aquí cuál fue la ocasion. Muchos
conventos de las Carmelitas que ella habia
fundado, en los primeros transportes de la
alegría que les causó la canonizacion de su
gloriosa Madre, pensaron poner sus iglesias
bajo la invocacion de santa Teresa, y susti
tuir su nombre á los de los Santos áquienes
ella les habia dedicado. Propusieron sus de
signios al provincial de los Carmelitas; y es.
te, que tenia una gran devocion á la nueva
Santa, desde luego aprobó el proyecto de sus
hijas. No sucedió lo mismo con la Santa, á
quien se queria honrar; reprobó esa medida
abiertamente; porque apareciéndose á una
religiosa del monasterio de Ávila, le dió esta
órden terminante: «Dí al Padre provincial
«que quite minombre á los monasterios, y les
«vuelva el de san José.» Lo que se ejecutó
fielmente.Sisequiere hacer alguna cosa agra
dable á esta gran Santa,procúrese amará
san José como ella le amó; y si se le ha de
tener devocion á ella, necesario es tenerla
– 126 -
mas grandepor él. Esto lo habia compren
dido perfectamente aquel ricoy piadoso bien
hechor que, queriendo erigir en la iglesia de
los Carmelitas descalzos de Roma una capi
lla á su santo Protector, la colocó frente por
frente de la de su santa Madre, ora para en
algun modo poner ante sus ojos el objeto
mas querido de su corazon, ora para adver
tirá los fieles que estas dos almas santas, tan
estrechamente unidas en Dios, debian estar
lo tambien en el culto que se les dé, en los
votos que se les dirijan, en la esperanza, en
fin, de obtenerlo todo, ó de José, que lo
otorgará por amor de santa Teresa, su muy
fiel sierva, ó de santa Teresa, que tambien lo
concederá por amor de san José, su muy
amado protector.
La séptima estrella que realza el brillo de
la gloria de nuestro Santo es una hija de san
ta Teresa, la venerable Clara-María, de la
ilustre casa de Colonna. Ella se aprovecha
del crédito quele da su nacimiento para acre
ditar mas y mas la devocion y el culto de
san José; por esto fue que no perdonó ni
solicitaciones ni pasos para alcanzar de la
Santa Sede diversos privilegios que añadie
– 127 –
sen un nuevo esplendor á su festividad. Con
no menos cuidado trabaja por fomentar la
devocion de san José entre las religiosas del
convento que habia fundado en Roma ba
jo la invocacion de Regina caeli. En él habia
una capilla interior dedicada alSanto: el dia
de su fiesta, Clara-María la adornaba magní
ficamente, exponia en ella una de sus reli
quias, que expresamente habia traido para
las religiosas,cantando cánticosque ella mis
ma habia compuesto en honor del Santo.
Instruidoporsu madre santa Teresa, Clara
María acudia en todas sus necesidades á san
José con una seguridad extraordinaria. Un
dia escribióá un religioso de toda su confian
za en estos términos: «Ha pasado la fiesta
«de san-José;yo sentíque se duplicómi de
«vocion por él. Le considero como áun pa
«dre á quien puedo dirigirme con toda se
«guridad. Me presento á él con todas mis.
«miserias,yle ruego me alcance de Dios un
«grande amor á su divina Majestad.» Ha
bia experimentado en tantas ocasiones los
efectos del poder y de la bondad de san Jo
sé, que, como santa Teresa, asegura que ja
más le ha pedido nada en vano: era su re
- 198 –
curso seguro en todas las necesidades del
monasterio. Un dia la hermana Clara, ha
biendo encontrado una devota imágen que
representaba un Ecce Homo, al momento
la colocó cerca de la imágen de san José, á
quien dijo con piadosa simplicidad: «A Vos
«os pertenece sacar del tesoro de Jesús pa
«ciente todo lo indispensable á las necesida
«des de la casa.» Pero su devocion jamás res
plandeció con tanto brillo como cuando, sien
do superiora del monasterio, pudo distribuir
limosnas en honor de unSanto siempre dis
puesto á socorrerla, dándole de este modo
algunas pruebas de su reconocimiento. Esto
lo hacia especialmente el dia de su fiesta :
vestia de todo átodoá un pobre anciano, y
daba limosnas á muchos otros, en propor
cion que se lo permitia el estado religioso,
estado en que se hace profesion de pobreza.
Entre los indigentes que ella asistia en ho
nor de san José, un dia llegó que tocase en
suerte la mejor parte á un desgraciado car
pintero, deudor del monasterio. Su felicidad
estuvo en llamarse José,y en que su oficio
le diese un segundo motivo de semejanza con
el santo Protector de Clara-María. En vista
– 129 –
de estas coincidencias dispuestas por la Pro
videncia,al momento le perdona todala deu
da; y no contenta con este acto de piedad,
luego que supo que estaba cargado defami
lia, encontró medio de dotarle una hija.
Todavía figura como la octava estrella que
aumenta la gloria de san José una hija de la
reformadora del Carmelo, la venerable Mar
garita del Santísimo Sacramento. Era esta
una alma tan amada del niñoJesús, que es
te amable Salvador se dignó darle el título
de esposa de su divina infancia. Jesús, Ma
ría y José eran el objeto continuo de su con
templacion y de su amor: siendo José el je
fe de la sagrada Familia, ella tomóá pechos
el honrarle é imitarle como el modelo mas
perfecto despues de Jesús y María; y, en fin,
segun la naturaleza de los misterios que ella
veneraba en el niño Jesús,unia su corazon
al corazón de san José. Talesfueron los há
bitos de su primera juventud, edad de sim
plicidad y de candor, á la que Dios se com
place en comunicarse. Su aya, suponiendo
sin duda que pasaba en ella alguna cosa ex
traordinaria, le dirigia diversas cuestiones
9 s. José.
– 130 –
sobre san José. Lajóven Margarita dabares
puestas muy profundas y tanto mas admira
bles, cuanto que eran perfectamente confor
mes á lo que han escrito los mashábiles teó
logos. Una de las mas bellas prácticas de
Margarita, en medio de las ocupaciones dia
rias de su monasterio, era la que ella misma
refiere en una carta á una religiosa de toda
su confianza. «Yo meregocijo,le escribe, de
«veros en el oficio que se os ha confiado.Os
«conjuro á que os unaisá nuestro querido y
«amable niño Jesús, que en el taller de san
«José no era su superior, sino solamente su
«auxiliar. Unid vuestras funciones á las del
«divino Niño, acostumbraos á considerar á
«la hermana en cuya oficina y compañía es
«tais, con los mismos ojos con que Jesús
«consideraba al glorioso José. Yo tambien
«ayudo y sirvo á una de nuestras herma
«nas, y haré todo lo que esté de mi parte
«para serfiel al santo ejercicio que os reco
«miendo.» Pasarémos en silencio otras prác
ticas igualmente sólidas,á las cuales Marga
rita se sujetaba en honor de su muy amado
Santo: lo poco que hemos dicho ya es de
- 131 -
masiado para comprender hasta dónde lle
vaba su devocion por él,y lo que sabia ha
cerpara honrarle.
La estrella nona, y una de las mas bri
llantes de las que pertenecen á san José, es
otra Margarita, religiosa dominica deCivita
Castellana. El objeto habitual de sus medi
taciones era la divina maternidad de Ma
ría, el nacimiento del Verbo encarnado, y
los servicios que José tuvo la felicidad de
prestar al Hijo y á la Madre, ora en la gruta
de Belen, ora en Egipto, ora en la pequeña
casa de Nazaret. Estos misterios inspiraron
á Margarita desde su infancia un afecto tan
vivo por nuestro santo Patriarca, que des
pues llevó hasta la muerte su imágen en su
corazon con las de Jesús y María, grabadas
todas tres por la mano del divino amor.
La estrella décima consagrada á san José
fue la venerable Juana de los Ángeles, reli
giosa ursulina de Lyon. Su virtud fue ad
mirable, porque siempre tuvo delante de
los ojos la vida de san José, para meditar
todos sus rasgos, éimitar todo lo que en ella
veia de imitable. Al riguroso ayuno que ob
servaba la víspera de su fiesta reunia otras
9* -
– 132 –
austeridades: otro dia, despues de la comu
nion, lo elegia por patron del año, y le hacia
una nueva ofrenda de su amor filial. No sin
razon esta venerable religiosa estaba ente
ramente consagrada ásan José: ásu interce
sion debió el verse libre de los demonios que
la tenian obsesa, y curada de una mortal en
fermedad que la habia conducido al último
extremo. Podria tambien decirse que el San
to mismo habia llenado su corazon del tierno
afecto que ella le profesaba, pues un dia se
le apareció mas hermoso que el sol,y de la
manera mas amable la exhortó á sobrellevar
sus penas con constancia, y á poner toda su
confianza en Dios, que mortifica y prueba, y
al mismo tiempo vivifica. Además, declaró
á su piadosa sierva que le seria muy agrada
ble que á honor suyo hiciese nueve comu
niones en los días de la semana correspon
dientes al en que cayese su fiesta.
En fin, la undécima y última de las estre
llas que forman la diadema de nuestro glo
rioso Santo es la venerable sierva de Dios
María Catalina de san Agustin, que Dios sa
có de la Francia, donde era la madre de los
pobres,para enviarla á que sirviese comoher
- 133 –
mana hospitalaria en el hospital de la Miseri
cordia de Quebec, capital de lo que enton
ces se llamaba Nueva-Francia. La tierna de
vocion que ella tenia por el casto Esposo de
María, protector especial de la cristiandad
queacababa deformarse en esas regiones bár
baras, le inspiró el deseo de añadir el nom
bre de José á los que ya tenia; y ejecután
dolo al momento, desde entonces se hizo lla
mar María-Josefina. Justo es recordar aquí,
por honor de nuestro Santo, una vision que
ella tuvo el dia de la Ascension de Nuestro
Señor. Wió una solemne procesion toda com
puesta de bienaventurados, en medio de los
cuales aparecióel Rey de lagloria. Mientras
que el augusto cortejo se elevaba en los ai
resy se avanzaba en triunfo hácia el cielo,
María-Josefina distinguióásan José, que pre
cediendo átodos los bienaventurados dirigia
su marcha, yse hallaba mascerca delas puer
tas eternales. Despues, cuando todos entra
ron al cielo, y luego que la santa humanidad
del Salvador se colocósobre el trono que le
estaba preparado á la diestra de Dios, Jose
fina vió que su santo Patron tomaba la pa
labra, y decia al Padre eterno: «Hé aquí el
– 134 –
«talento que me habeis confiado sobre la tier
«ra.Yo os lo devuelvo hoy dia, no solamen
«te duplicado, sino centuplicado tantas ve
«ces cuantas almas hay en esta multitud in
«numerable, cuyas deudas ha pagado...»
«Siervo fiel, le respondió el eterno Padre,
«como Vos habeis sido sobre la tierra el jefe de
«mi familia, yo quiero que en el cielo vuestro
«poder sea el mismo todavía, y que conser
«veis el título, no de siervo, sino de señor.»
Jesucristo, tomando á su turno la palabra,
declaró que continuaria siempre obsequian
do la voluntad desu Padre adoptivo. Enton
ces María-Josefina, volviéndose ásu glorioso
Patrono, le dice: «Grande Santo, pedid al
«Rey de la gloria que tenga yo la felicidad
«de no perder jamás su amor, pues no po
«drá rehusaros esta gracia.» Su oracion fue
escuchada á condicion de que por su parte
no olvidase la promesa que habia hecho á
Dios de abandonarse siempre á su santísima
voluntad; y además se le manifestó en el
cielo el lugar en que gozaria la felicidad de
estar con Jesús, María y José.
Ahora,pues, almas devotas, ¿no se estre
mece de alegríavuestro corazon á la vista del
– 135 –
poder sin límites de que goza cerca de Dios
vuestro santo Protector? ¿No es ciertamente
maravilloso que Jesús, rey de la gloria, ha
ya conservado aun en el cielo á su Padre
adoptivo el honor de mandarle? Mas la sor
presa disminuirá si se atiende á lo que san
Bernardino de Sena ha escrito con este mo
tivo. Hé aquí suspalabras: «No puede du
«darse que Jesucristo, que durante su vida
«mortal no se contentó con admitir á san
«José á una familiaridad íntima, sino que
«tambien le rindió el respeto y la obedien–
«cia que un hijo debe á su padre, en el cielo
«le ha conservado esas prerogativas subli
«mes,y que aun las ha perfeccionado admi
«rablemente.». «Si Dios Salvador, continúa
«el mismo Santo, quiso para satisfacer su pie
dad filial glorificar el cuerpo y el alma de la
«Vírgen santísima el dia de su Asuncion;
«piadosamente puede y debe creerse que no
«habrá hecho menos por san José, tangrande
«entre todos los Santos, y que le habrá resu
«citado glorioso el dia en que,habiendo resu
«citado él mismo, sacóá otros muchos del
«polvo de la tumba.» Hé aquí las palabras del
Santo: Pie credendum est, quod pissimus Fi
– 136 -
lius DeiJesus, sicutMatremassumpsit in calum
corpore et anima gloriosam, sic etiam, in die
resurrectionis suae, Sanctissimum Josephum.
Estaspalabras tan precisas fueron dichas en
Padua ante un concurso numeroso, ylo que
hay de mas notable es, que en el momento
en que las pronunciaba se creyóversobre su
cabeza una brillante cruz de oro que ratifi
caba con esa aparicion maravillosa lo que de
cia de la resurreccion de san José.

CAPÍTULO XII.
Motivo duodécimo; san José es protector de los
agonizantes, y patron de la buena muerte.
Si los ejemplos hasta aquíreferidos no hu
biesen sido demasiado poderosos para deter
minar al lector, cualquiera que sea, á elegir
á san José por su protector especial,ved aquí
un nuevo motivo que, segun lo esperamos,
le pondrá en la necesidad de hacer esa elec
cion. Como no hay una persona que no deba
morir un dia, así tambien nadie debe dejar
de acudirá aquel que tienepoderpara ayu
dará sus clientes á morir bien.Un litigante
empeñado en un negocio en el que se trata
– 137 –
ó de ganarlo todo, ó de todo perderlo, busca
al abogado mas hábil y mas dispuesto á fa
vorecerle; y solo á él confia un proceso de
cuyo éxito depende su vida ó su muerte.
Pues bien, todo cristiano en artículo de muer
te toca á la decision de un terrible proceso;
la rabia de los demonios, la memoria de los
pecados cometidos, la incertidumbre del es
tado presente, los terrores del porvenir, se
adunanpara disputarle sus derechos á la he
rencia del cielo, yle amenazan con el máxi
mo mal, que es elinfierno. ¿Nopodrá, pues,
en este instante crítico buscar alguno de los
Santos que quiera defender bien su causa, y
que pueda ganarla en ese temible tribunal
en que no hay apelacion para el que tiene
la desgracia de ser condenado? Y ¿qué San
to sabrá defendernos mejor que san José?
Todo el mundo le reconoce por abogado de
los agonizantes y patron de la buena muer
te. Por esto es que cási por todo el mundo
se han establecido congregaciones y levan
tado altares á su nombre; y por esto tam
bien en tantas partes se venera y celebra la
fiesta de su bienaventurado tránsito.
Entre los motivos que nos obligan á reco
– 138 –
nocer de preferencia ásan José por abogado
de los moribundos, tres son los que pueden
considerarse como principales: 1.° José es
padre de nuestro Juez, de quien los otros
Santos solo son amigos.2.º Su poder es mas
formidable á los demonios. 3.ºSu muerte es .
la mas privilegiada y la mas dulce que ha ha
bido jamás.
En primer lugar, José es padre de aquel
que debe pronunciar nuestra sentencia. Moi
sés, por su vocacion, solo era el jefe y con
ductor del pueblo de Israel, y sin embargo.
con respecto á Dios mismo usa de tanta au
toridad, que si le ruega en favor de ese pue
blo rebelde y cási incorregible, parece que
su ruego se convierte en mandato que liga
las manos á su divina Majestad, y le reduce
á la impotencia de castigar á los culpables,
hasta que el mismo Moisés le deja en liber
tad. (Exod. xiii). ¡Cuánta mas fuerza para
ligar lasmanos delsoberanoJuez no tendréis
Vos, ógran Patriarca, que fuísteis llamado
á la sublime dignidad deguia, de guarda, de
nutricio y de padre del que ha dejuzgará
los vivos y á los muertos! Figurémonos áJo
sé que, para socorrerá uno de sus devotos
- 139 -
siervos en peligro de muerte, se presenta al
tribunal de Jesucristo, y le dirige esta súpli
ca: «¡Ah! por respeto á mí tened piedad de
«este pecador moribundo: ayudadle con una
«gracia poderosa; concededle que en estos úl
«timos momentos haga un acto de verdade
«ra contricion.Yo os pido esta gracia, óso
«berano Juez, por el dulce nombre de padre
«con que tantas veces me habeis honrado;
«por estos brazosy estas manos que os reci
«bieron y abrigaron al momento de vuestro
«nacimiento, y os transportaron al Egipto
«para salvaros del furor de Herodes; yo os
«lo suplico por esos ojos cuyas lágrimas en
«jugué; por esa sangre que yo recogí el dia
«de la circuncision; por los trabajos yfati
«gas á que yo me consagré para sostener
«vuestra infancia.». ¿PodráJesucristo resis
tir á súplicas tan apremiantes?No cierta
mente; ellas serán otras tantas cadenas que
aten las manos de Jesús, y no le permitirán
mas que decirle, como en otro tiempo áMoi
sés: «Dejadme, ópadre mio, dejadme hacer
«justicia con el pecador.» Pero José no se
rendirá, y solo dejará libres las manos del
Juez para absolver. Aunque á decir verdad,
- 140 -
Jesús solo atiende á que José usa de su au
toridad; un solo ruego suyo, dice Gerson,
tiene para Jesús toda lafuerza de un precep
to. ¡Quéfelicidad, pues,para un pobre mo
ribundo encontrar un abogado tan elocuen
te en el padre mismo de su Juez, un defen
sor tan poderoso enuna causa cuyo resultado
infalible es la posesion ó la privacion de una
eterna felicidad!
Es tambien una grande ventaja para el
moribundo tenerá su favor un Santo cuyo
solo nombre hace temblará los infiernos. En
tre las alabanzas que le da la Iglesia se en
cuentra el título de «Vencedor del infierno;»
título glorioso que mereció desde que,para
sustraer al divino Niño á la muerte que le
preparaba el cruel Herodes, le trasladó al
Egipto; porque siendo Herodes la figura y
el instrumento del dragon infernal, perse
guidor de Jesús y de todas las almas redimi
das,venciendo san Joséá este Príncipe, tam
bien venció al demonio: y esta primera vic
toria le conduce á conquistar otra todavía
mas brillante. Orígenes observa que en la
órden que el Ángel dióá san José para que
fuese á Egipto se encuentra comprendido el
- 141 -
poder de ahuyentar á todos los demonios,
que habian como fijado el centro de su im
perio en esa tierra infiel. Y en efecto, al ins
tante que el santo Patriarca entró en Egipto
con el niño Jesús y la Vírgen su Madre, fue
ron derribados los fdolos, los oráculos en
mudecieron, el padre de la mentira se en
contró encadenado,y los espectros infernales
huyeron al primer aspecto del Sol divino de
justicia, aunque naciente apenas, y oculto
todavía bajo el velo de la humanidad,segun
lo habia anunciado el profeta Isaías (c.xix).
Verdad es que estas victorias pertenecian á
Dios niño; pero para obtenerlas quiso ser
virse del brazo de san José, comojefe de la
familia, guia del viaje, y salvador del Sal
vador del hombre. Por lo mismo, desde este
momento el demonio aterrado comenzó á
temer el nombre de José. ¿Con cuánta mas
razon le temerá hoy dia, que ha visto res
plandecer con tanto brillo su mérito, su san
tidad, su dignidad y su poder?José es uno
de los primeros potentados del cielo, donde
ocupa el rango que corresponde al padre del
Rey y al esposo de la Reina. Lucifer lo sa
be, y por eso se aproxima con temor al lecho
– 142 –
de un agonizante que en su vida fue devoto
siervo de José.Tampoco ignora que el Sal
vador divino, para recompensar á este gran
Santo que le libertó de la cuchilla de Hero
des y de la muerte temporal, le ha concedido
el muy especial privilegio de que sustraiga
de la cuchilla de los demonios yde la muer
te eterna á los agonizantes que se pongan
bajo su proteccion.¿Y san José dejará ocio
so un privilegio tan bello? Desde luego digo
que no; muy pronto citarémos algunos ejem
plos de lo que sabe hacer por sus devotos.
Tales son esos rasgos señalados de protec
cion que diariamente determinan á una mul
titud de cristianos á recurrir á él para en
contrar bajo sus alas un escudo impenetrable
á los dardos del demonio en esos momentos
críticos en que duplica su furor á vista de
una presa que va á escapársele.
Una alma cristiana desea no solamente un
protector que pueda sostenerla en sus últi
mos combates, sino tambien un amigo que
sepa consolarla, fortificarla, y endulzarla las
agonías de la muerte. ¿Y quién sabrá llenar
mejor un tan útil y tan dulce ministerio que
aquel mismo que á su muerte recibió los mas
- 143 -
poderosos socorrosy los mas dulces consue
los que pueden concebirse? Á Vos solo, ó
José, á Vos solo estaba reservada la felici
dad de ver en torno de vuestro lecho fúne
bre, de un lado áJesús, y del otroá María.
En efecto, los dos, reconocidos á los servi
cios que san José leshabia prestado durante
tantos años y con tanto celo como afecto,
á su vez se los retribuyeron á porfía en el
tiempo de su última enfermedad:le servian
con sus propias manos,y con una caridad
digna del Hombre-Diosy de la Madre de un
Dios-Hombre. En fin, suplian los recursos
que no les permitia prestarle su pobreza, con
cuidados duplicados y con prendas de una
ternura que llenaba de admiracion á toda la
corte celestial. Se asegura que en los dias in
mediatos que precedieron á la muerte de san
José millares de Ángeles descendian del cielo
para consolarle y regocijarle con sus concier
tos. Lo cual es muy probable; porquesi Dios,
segun lo atestiguan relaciones auténticas, se
ha dignado conceder estas consolaciones ce
lestiales á un gran número desiervossuyos,
¿cómo habia de rehusarlas á su siervo mas
fiel, al guardian y padre adoptivo de su Ver
- 144 -
bo encarnado?Se dice que en la muerte de
la venerable Isabel, religiosa carmelita, se
vieron cuatro Ángeles, que colocados en los
ángulos de su lecho cantaban para consolar
á la enferma, acompañándose con sus arpas,
y repetian estas palabras de Isaías: «Decid
«al justo que sufelicidad está asegurada.»Y
¿quién jamás ha merecido como el santo Jo
sé escuchar ese cántico bello? ¿No recibió
de boca del Espíritu Santo el título de Justo?
«Pasemos, pues, le habrán dicho los Ange
«les, pasemos,óJosé, á otra vida; nadie co
«mo Vos tiene derecho de morir la muerte
«de losjustos. Sí, vuestra muerteserá la del
«justo, porque Vos rendís el espíritu en los
«brazos del que es la justicia y la santidad,
«y sobre el seno del que es la vida. Id, pues,
«noble príncipe de los Patriarcas, id á llevar
«les la nueva de su cercana redencion. Nos
«otros, entre tanto, vamos á tejer una coro
«na de azucenas al Esposo vírgen; una co
«rona de rosas al primer miembro de la Igle
«sia naciente que ha sido perseguido; una
«corona de brillantes estrellas al Padre adop
«tivo del Salvador; á aquel que á todos nos
«excede tanto en virtudes como en digni
– 115 –
«dad; vamos á prepararle un trono muy
«cercano al que ocupará su esposa, la santa
«Vírgen madre. Bienaventurado José, mas
«grande en el cielo que lo fue en la corte de
«Faraon el antiguo Patriarca, Vos seréis el
«primer ministro del Altísimo, el dispensa
«dor de sustesoros, el protector de la Igle
«sia, y el abogado y el patron de todos los
«cristianos.»
Y si los conciertos angélicos fueron tan
dulces para san José en su última hora, ¿qué
dirémos de las palabras mil ymil veces mas
dulces todavía que Jesús le dirigió entonces?
San Bernardino de Sena, considerando el fe
liz tránsito de san José, asistido por todo lo
que hay de mas grande en el cielo, esto es,
por Jesús y María, no sabe cómo explicar los
consuelos, las dulzuras, las luces, los místi
cos desfallecimientos y las llamas de amor
que agitaban deliciosamente á esa alma ben
dita entre todas las almas. Jesús, que en su
infancia habia recibido tantos ósculos, tantas
caricias de ese padre tan puro y tan tierno,
¿no las habrá correspondido con toda la vi
vacidad del amor filial en esa hora tan ápro
pósito para los testimonios de compasion y
10 s. José.
- 146 –
de ternura que un buen hijo prodiga enton
ces á su padre querido? No cabe duda; Jesús
en ese momento habrápagado todas las fa
tigas de san José con torrentes de interior
alegría, todas sus lágrimas con otros tantos
consuelos celestiales,todas sus angustias con
prendas seguras de confianza y de paz. Con
la una mano le sostenia su lánguida cabeza,
y estrechando con la otra ese mismo cora
zon en que tantas veces habia reposado du
rante su infancia, le heria al mismo tiempo
con saetas de su amor. Por otro lado, María
daba humildemente gracias á su Esposo por
la santa compañía que le habia hecho, y por
los cuidados afectuosos que le habia prodi
gado; y esas palabras de María eran para el
moribundo otras tantas flechas de amor que
acababan de consumirle. Por eso algunos au
tores aseguran que solo el amor fue quien
hizo espirar á san José. Como quiera que
sea, la Iglesia compara su muerte ora á un
apacible sueño, semejante al del niño que
duerme dulcemente en el seno de su madre;
ora á una llama aromática que se consume á
medida que arde, y que muere exhalando el
suave olor que penetra su sustancia. Es de
.
- 147 –
envidiarse la muerte de los Santos, porque
todos mueren en el ósculo del Señor; pero
ese ósculo no es real, es solo un dulce y pre
cioso sentimiento de amor. Solo José mue
re verdaderamente en el ósculo del Señor,
puesto que espira en la presencia de Jesús.
Y si, como debe creerse, conservó el conoci
miento y el uso de la palabra hasta el últi
mo suspiro, que no podia ser sino un suspi
ro ó un ímpetu de amor,¿no coronaria una
tan santa vida repitiendo los sagrados nom
bres de Jesús y María? ¡Oh muerto bien
aventurado! si yo no puedo espirar como Vos
entre Jesús y María, ¡puedan al menos mis
moribundos labios unir el nombre de José á
los nombres de Jesús y María l
El afecto del Hijo y de la Madre por José
no se extinguió con su muerte. Los dos le
cerraron los ojos suspirando; los dos le pa
garon el tributo de sus preciosas lágrimas,
pues no se ha de creer que fuera indigno de
Jesús derramarlas en esta ocasion. Su afecto
á san José¿no era mucho mas tierno yvivo
que el que despues profesóá Lázaro su ami
go? Y si los gemidos y lágrimas que derra
mópor Lázaro admiraron á los circunstan
10 *
» – 148 –
tes, y les hicieron decir: «Mirad cuánto le
«amaba, » ¿no era mas conveniente todavía
que tributase ese piadoso y lúgubre oficio á
un difunto que no era solamente su amigo,
sino tambien su custodio, su nutricio y su
padre, y que fuese de manera que las per
sonas que visitasen el cadáver de san José
pudiesen decir de Jesús: Ecce quomodo dili
gebateum: «Mirad cómo le amaba?». Así lo
ha creido el piadoso contemplativo Juan
Eckio. Gerson añade que Jesús personal
mente lavó el cuerpo virginal de José, que
le cruzó las manos sobre el pecho, que des
pues le bendijo para preservarle de la cor
rupcion del sepulcro, y encargóá los Ánge
les que le guardasen hasta el momento en
que fue depositado en el sepulcro de sus pa
dres entre la montaña de Sion y la de los
Olivos. La opinion comun es que murióá los
sesenta años de su edad,y antes de la época
en que Nuestro Señor salió de Nazaret para
ir á recibir el bautismo del santo Precursor.
Por todo esto que hemos dicho se ve cuán
justo y razonable sea que todos los cristia
nos eligiesen ásan José por su protector pa
ra el momento crítico é inevitable de la
– 149 –
muerte. Padre de nuestro Juez, ¿le faltará
autoridad para aplacarle y traerle á la cle
mencia? Vencedor de los demonios, ¿no sa
brá ahuyentarlos, con su presencia, del le
cho de la muerte? Yfavorecido él mismo
con la muerte mas dulce y mas feliz que ha
ya habido,¿no vendrá con su Esposa san
tísima para ayudará bien morirá los cristia
nos que durante suvida le hayan invocado,
y se hayan declarado sus devotos siervos?
Pues si todos debemos morir, luegotambien
todos debemos desear, mientras que aun sea
tiempo, obtener la proteccion de san José
como patron de la buena muerte. Á esto nos.
exhorta la Iglesia en el himno en que cele
bra su feliz tránsito á una mejor vida. Yo,
hijo dócil de esa santa Madre, me conformo
con alegría con sus intenciones; desde aho
ra invoco para la hora de mi muerte á mi
augusto protector, y le dirijo esta humilde
oracion: Bienaventurado José, con mucha
razon, y de preferencia á otrosSantos, sois
honrado como patrono de los agonizantes,
y especial protector de todos los que quie
ren tener una buena muerte. La vuestra ha
sido tan dulce, tan preciosa y tan bella, que
– 150 –
es envidiable para cuantos justos hay sobre
la tierra. Continuamente habeis tenido á
vuestra cabecera áJesús y María, muy em
peñados en corresponderos los servicios que
les prodigásteis durante vuestra vida. A su
vez os presentaban las medicinas y los ali
vios compatibles con su pobreza. Jesús os
confortaba con las palabras de la vida eter
na; mientras que María consolaba vuestro.
espíritu con los cuidados y las atenciones que
podia sugerirle la ternura mas viva. ¡Cuán
tas veces Jesús sostenia con sus manos vues
tra cabeza lánguida! ¡Cuántas veces María
. enjugaba el sudor que bañaba vuestra fren
te descolorida y pálida! ¡Ah! ¿podríais Vos
dejar de morir de amor, viéndoos en vues
tra agonía sostenido por un Dios, y con
solado por la Madre de ese mismo Dios? El
santo anciano Simeon murió en paz y lleno
de alegría por haber visto á Jesús algunos
momentos. Y Vos, óJosé bienaventurado,
que durante tantos años le habeis tenido
siempre á la vista, que mil y mil veces le
habeis hecho las caricias de un buen padre,
y recibido de él las caricias de un hijo tier
no;Vos, á quien él se hizo un deber de
– 151 –
obedecer hasta el fin de vuestros dias; que
debíais esperar rendir el último suspiro, re
cibiendo tambien el ósculo último de Jesús;
en fin, Vos que sabíais que las manos de
María cerrarian vuestros ojos, ¡con cuánta
mas justicia que Simeon pudísteis cantar an
tes de espirar este cántico de alegría y de
amor: Ahora, pues, ó Jesús, Hijo mio y
Dios mio, dejad ir en paz á vuestro siervo,
á vuestro nutricio y vuestro padre! Pues
bien, Patriarca santo, ya que vuestra muer
te ha sido tan dulce, tan gloriosa yprecio
sa á los ojos de Dios, desde ahora imploro
vuestra proteccion para la hora de mi muer
te: alcanzadme, os ruego, que en ese mo
mento tan espantoso para el pecador detes
te yo sinceramente todos los pecados de mi
vida; que espere firmemente en la miseri
cordia infinita de ese Dios Salvador que por
mi salud nació en un pesebre, y murió en
una cruz; y, en fin, que ponga toda mi
confianza en María y en Vos.
Lo que yo quisiera deciros al morir os lo
digo y lo repito hoy con todo el afecto de mi
COraZOn:

¡Oh Jesús, oh José, oh María !


Defendedme, os suplico, durante mi agonía.
LIBRO SEGUNDO,

GRACIAsY FAvoREs DEBIDos Á LA


PROTECCION DESAN JOSÉ.

CAPÍTULO I.
Proteccion de san José sobre las obras hechas
en su honor.

Desde losprimerossiglos delCristianismo


se cuenta un prodigioso número de iglesias
y de capillas dedicadas en todas las partes
del mundo bajo la invocacion de la Vírgen
santísima; y la mayor parte de estos san
tuarios, favorecidos con gracias sobrenatura
les, se han convertido en lugares de pere
grinacion, es decir, en puntos de reunion -
formados por la fe, acreditados por la con
fianza,y celebrados por el reconocimiento,
Otro tanto, proporcionalmente, puede de
cirse de un gran número de Santos, y sobre
todo de Mártires, cuyos sepulcros han sido
y son todavía honrados en la Iglesia católi
– 153 –
ca. Las tradiciones de todos los países y de
todos los siglos han conservado su memo
ria; hechos incontestables y contemporá
neos perpetúan ávista nuestra la cadena de
esas tradiciones; ellos de mano en mano las
transmitirán á los siglos futuros. El que tra
za estaslíneas tieneun derecho para hablar
de esta suerte; porque á una de esas pere
grinaciones es deudor en gran manera de
haber obtenido la facultad de andar, que la
naturaleza le había negado en su primera
infancia 1. Pero no nos alejemos de nuestro
objeto, que debe conducirnos á san José.
Despues de haber notado tantos santua
rios consagrados, ora á la Vírgen santísima,
ora á una multitud de otros Santos, que se
han convertido en lugar deperegrinaciones,
¿no parecerá sorprendente y aun extraño
que no podamos decir lo mismo de san Jo
sé? Pero nuestra admiracion cesará, si con
sideramos que esas romerías no han toma
do su orígen sino en los sepulcros de los
1 San Ferjus,titular de la iglesia del pueblo de Gion
ge, en el Marne, es invocado especialmente para las en
fermedades de los niños. Las romerías que actualmente se
hacen á esa iglesia son tan célebres y numerosas como las
que se hacian á mediados del siglo XVIII. "
– 154 –
Santos, y en presencia de sus sagradas reli
quias, glorificadas antes por medio de pro
digios. Mientras que san José no nos ha de
jado ni su sepulcro, ni los restos de su cuer
po, la opinion general de los mas piadosos
y esclarecidos escritores de diferentes tiem
pos es, que san José fue santificado aun an
tes de nacer,y por lo mismo es natural creer
que fue el primero de todos los Santos que
resucitaron el dia de la resurreccion del Sal
vador, sin dejarnos nada que pudiese atraer
le los homenajes en losprimeros siglos de la
Iglesia; sobre lo que ya en otra parte hemos
expuesto varias razones. (Lib. I, cap. IV).
Sin embargo, además de las capillas le
vantadas y de los altares erigidos en gran
número á honor suyo, en estos últimos si
glos, además del mes de marzo, que desde
algunos años ha sido consagrado á su cul
to especial, ¿no es cierto que san José ha
visto al fin formarse una verdadera romería
en torno suyo, la que desde su nacimiento
ha tenido frutos de vida por losfavoresy las
gracias extraordinarias debidas ásu interce
sion? Un Padre de la Compañía de Jesús,
animado en todo tiempo de una muy espe
– 155 -
cial devocion á san José, meditaba conti
nuamente qué podria hacer para contribuir
á extender su culto, y propagar su gloria;
y le ocurrió crear una romería en honor de
tan gran Santo. Por difícil que le pareciese
la ejecucion de su proyecto, procuró reali
zarlo; y ayudado de los socorros que le fa
cilitaba la caridad de los habitantes de La
val, llegóá levantar una capilla que se ben
dijo el 19 de marzo de 1840, dia de la fies
ta del Santo, bajo el nombre de San José de
los Campos. Se distingue á la derecha del ca
mino de Laval para Cháteau-Gontier, y se
va por una larga calzada de ciento y cuaren
ta varas, plantada de árboles. Dista de la
ciudad una legua larga, á fin de que la dis
tancia dé mas mérito á la devocion que con
duce los peregrinos á la capilla. El altar de
estilo gótico, lo mismo que el santuario, es
tá coronado por la estatua de san José con
el niño Jesús en los brazos: tambien se ven
allí dos relicarios auténticos que contienen
pequeños fragmentos de la capa de san Jo
sé y del velo de la Vírgen santísima,trai
dos de Roma por los Marqueses d’Ambray,
que los donaron á este lugar sagrado. No es
– 156 –
esto todo: el sumo pontífice Gregorio XVI
por sus breves de 1840 y 1842 concedió di
versas indulgencias, asíplenarias como par
ciales, á los peregrinos tantasveces cuantas
visitaren la capilla. En fin, para favorecer
mas y mas la devocion pública, algunasper
sonas celosasya han hecho fundaciones de
misas para varios miércoles del año;y es
indudable que semejante ejemplo encontra
rá muchos imitadores para asegurar el mis
mo privilegio á todos los miércoles del año
entero; porque el dia cuarto de la semana,
consagrado á san Josépor la piedad de los
fieles desde hace mucho tiempo, ha sido
adoptado para las reuniones de la peregri
nacion. Entonces se celebran una ó muchas
misas, y de ordinario la afluencia de piado
sos asistentes estan considerable, que la ca
pilla apenas lospuede contener.
Homenajestan brillantes y puros no po
dian dejar de llegar hasta el corazon de san
José, ni de atraer sobre la tierra algunos
singulares favores. Solo citarémos unos po
cos. Una persona de confianza, empleada
como celadora en la comunidad de la Mise
ricordia de Laval,fue atacada de una grave
— 157 –
enfermedad, cuyo principio se ignoraba,
con una continua fiebre que la consumia,
amenazándole una próxima muerte. Des
pues de tres meses de agudos sufrimientos
y de ineficaces remedios, perdió el médico
la esperanza de aliviarla. La enferma, no
esperando remedio en la tierra, acudió al
cielo, haciéndose conducir á la capilla de
San José de los Campos para pedir allí ó el
alivio, ó la gracia de una buena muerte.
Asistió á misa, recibió la Comunion, y se
encontró aliviada. Al dia siguiente habia re
cobrado sus fuerzas de tal suerte, que pudo
volverá desempeñar sus ocupaciones ordi
narias. ".

El superior del hospital de Laval habia


llegado al último extremo de una enferme
dad grave; los médicos (á excepcion de uno
solo que conservaba alguna esperanza) reu
nidos en consulta declararon que no tenia
remedio. En tal situacion, la comunidad co
menzó una novena en honor de san José, é
hizo voto, si el enfermo sanaba, de recibir
gratuitamente una postulante al noviciado.
Al momento el enfermo se encontró mucho
mejor, y en pocos dias llegó á una perfecta
– 158 -
sanidad. En accion de gracias, cuarenta per
sonas, todas cási de casa, fueron áSan José
de los Campos. El limosnero celebró la misa,
y dirigió á los asistentes una alocucion so
bre el inmenso crédito de que san Joségo
za en el cielo,ysobre el uso que de él ha
ce en favor de sus siervos devotos. La pos
tulante, recibida gratuitamente en cumpli
miento del voto de la comunidad, al fin,
concluido su noviciado, hizo sus votos reli
giosos.
Una obrera de Laval fue atacada de una
enfermedad de nervios que le causaba vio
lentas convulsiones: despues de un año los
accesos se repetian siete y ocho veces por
dia. Pero, habiendo hecho una novena de
oraciones á san José, el dia último se halló
perfectamente curada. Al cabo de dos años
de haber obtenido esta gracia singular, aun
no pierde ocasion alguna de manifestar los
sentimientos del mas vivo reconocimiento á
su poderoso protector, ni deja de repetir su
piadosa peregrinacion.
El reverendo Padre abad de la Trapa ha
bia pedido ásanJosé muchas gracias impor
tantes tanto para sí como para su monas
- 159 -
terio, y habia prometido, en caso de obte
nerlas, contribuir en proporcion de su po
breza al decoro de la capilla. Todas las gra
cias le fueron concedidas; y el reverendo
Padre para cumplir su voto doró con sus
propias manos el altar de San José de los
Campos.
Á las gracias sobrenaturales que acabamos
de citar, seria fácil añadir otras no menos
ciertas y notables, debidas áSan José de los
Campos;pero es necesario limitarnos. Mas
si reflexionamos sobre el número muy con
siderable de presentallas colocadas á nuestra
vista en la capilla, desde luego nosseráper
mitido creer que ha habido un muy buen
número de otrasgracias que, no porque nos
sean desconocidas, han sido menos reales y
verdaderas. Esta reflexion es del reverendo
Padre fundador de la peregrinacion de San
José de los Campos.
- 160 -

CAPÍTULO II.
Proteccion de san José á santaTeresa, á la
Órden del Cármen y á otras Órdenes reli
giosas.
Sin duda que el lector no habrá olvidado
lo que tenemos dicho respecto de la tierna
devocion que santaTeresa tuvo á san José,
y de todo lo que ella hizo por dilatar su cul
to en el universo : vamos ahora á decir al
guna cosa sobre el afecto todo paternal de
san José para con su devota sierva, y de las
pruebas milagrosas que le da, así como á
toda la familia carmelita. Los hechos que
citarémos están sacados de Bollando, quien
á su vez los sacó delas fuentes mas puras.
Santa Teresa cási desde su infancia co
mienza á experimentar la benevolencia y
poteccion de san José. En su vida, escrita
por ella misma de órden de sus superiores,
refiere que despues de tres años de enfer
medades violentas y continuas, que no le
dejaban ni reposo ni esperanza de remedio,
acudióá san José, que le dió la salud mila
grosamente. (Vida, cap. 6).
- 161 –
Al principio de la reforma del Carmelo,
el Señor le dió órden de apresurar la fun
dacion de su primer monasterio de Ávila,
prometiéndole asistirla muy especialmente,
porque allí seria servido con mucha perfec
cion: le mandó igualmente que impusiese á
esta primera casa reformada el nombre de
san José, y le advirtió que iba á colocar en
ella dos guardas tan fieles como vigilantes,
siendo una de ellas María, su santísima Ma
dre, y la otra san José, esposo de María.
Un dia la santa Fundadora se encontró en
una necesidad extrema, sin tener dinero
para pagará los obreros su jornal, y á cual
quiera parte á que volvia sus ojos no encon
traba medio para salir de su afliccion. En
tonces le apareció san José, y le ofreció ser
no solamente su fiador, sino tambien su te
sorero : le empeña su palabra de quejamás
le faltaria dinero,y la obliga á tratar con
los operarios, y á comenzar la obra. La
Santa no tenia un centavo, y sin embargo
hace lo que le dice san José. Este por su
parte, cumpliendo su palabra empeñada,
comofiel tesorero proporcionó á su sierva
tanto dinero y por caminos tan extraordina
11 s. José.
– 162 –
rios, que todos los que fueron testigos del
suceso no pudieron menos que admirarse.
Refiere igualmente que un dia de la Asun
cion, estando en oracion en la iglesia de los
Padres Dominicos, le parecióque la vestian
con un manto de una admirable blancura.
Al principio no veia quién le dispensaba es
te honor, pero á poco distinguió á su dere
cha á la Vírgen santísima y á su izquierda
al santo José que la cubrian con ese rico
vestido, dándole á entender que ya estaba
purificada de todos suspecados. Estando así
vestida, y con el corazon lleno de una in
explicable alegría, lepareció que la Vírgen
santísima la asia de las dos manos, dándole
las graciasy agradeciéndole que fuese tan
devota y afectuosa con su sagrado Esposo;
tambien le dijo que pidiera todo lo que cre
yese útil al bien del monasterio, prometién
dole que lo alcanzaria, y como prenda de la
verdad de esta promesa le entregó una pie
dra muy preciosa yrica. Entoncesvió en su
cuello un magnífico collar, del quependia una
cruz de oro. En fin, los dos santos esposos
se volvieron al cielo, seguidos de una mul
titud de espíritus angélicos, dejando á santa
– 163 –
Teresa inundada en una alegría celestial, y
con un ardiente deseo, segun ella misma lo
dice, de acabarse y consumirse toda entera
en servicio de Dios.
Caminando con algunas de sus hijas, cuan
do iba á fundar un monasterio que debia
llevar el nombre de san José, el Santo las
salvó á todas de una muerte cierta é inevi
table. Habiéndose extraviado el postillon en
algunos parajes difíciles, los caballos lleva
ron el carruaje hácia un precipicio. Teresa,
sobre el borde del abismo en queibaná pre
cipitarse, dijo á sus compañeras penetradas
de terror: «Queridas hijasmias, mis queri
«das hermanas, el solo medio de escapar de
«la muerte es recurriránuestro buen padre
«san José, éimplorar su asistencia.» Así lo
hicieron ellas, y alinstante oyeron salir del
fondo del abismo una voz que decia: «De
«teneos, deteneos; si dais un paso adelan
«te, todos pereceis.»Á esta órden, se para
ron los caballos, y las religiosas pregunta
ron que de cuál lado era necesario volverse.
La voz les indicó un paraje que parecia no
menos peligroso que el en donde estaban:
sin embargo obedecieron, y al momento se
11
– 164 –
vieron fuera de peligro. Entonces el posti
llon y los guias se creyeron en el caso de
buscar aunque fuese en el precipicio al que
les habia hablado, con el objeto de mani
festarle su gratitud;pero no encontraron
hombre alguno, ni aun vestigio humano.
Porsu parte santa Teresa, que habia re
conocido la voz que les diera un aviso tan
importante y tan caritativo, no pudo guar
dar el secreto. «Amadas hijas mias, les di
«jo con emocion, en vano nuestros guias
«buscan al que nos ha salvado de la muer
«te; nuestro libertador no fue otro que nues
«tro buen padre san José.» En otro viaje fue
la Santa lanzada con un golpe de la rueda,
que la arrojóviolentamente en tierra : esta
caida debió fracturarle alguna parte;pero
san José vino á su socorro, y no recibió el
mas ligero mal.
Vengamos ahora á referir algunos favo
res especiales que san José ha hecho á la
Órden de los Carmelitas: los tomarémos del
cronista de la Reforma de santa Teresa. Dos
religiosos carmelitas descalzos de Granada
salian del monasterio de religiosas de la mis
ma Órden y de la misma ciudad, y repen
– 165 –
tinamente vieron venir á su encuentro áun
hombre de edad bastante avanzada, de buen
semblante y aspecto venerable, el cual se
colocó entre los dos, y les preguntó de dón
de venian. El mas anciano respondió que
venian del convento de las Carmelitas des—
calzas. «Padres mios, replicó el desconocido,
«¿por qué tienen ellas tanta devocion á san
«José? Esto es, respondió el mismo religio
«so,porque nuestra santa madre Teresa de
«Jesús era igualmente muy devota de este
«gran Santo, que poderosamente la favore
«cia en la fundacion de sus monasterios, y
«le obtenia mil gracias del cielo; así es que
«por reconocimiento puso el nombre de san
«José á cási todos los conventos que fundó.
«Ya sabia yo esto, respondió el desconoci
«do. Miradme al rostro, ytened á san José
«una devocion igual á la de vuestra madre;
«y todo lo que le pidiéreis, lo alcanzaréis.»
A estas palabras desapareció,y los dos reli
giosos, por mas que hubieron mirado á todas
partes, á nadie vieron. De vuelta á su con
vento, refirieron al superior lo que les ha
bia ocurrido. «Era san José, les respondió;
«por mí, y no porvosotros, ha sido esa apa
– 166 –
«ricion, porque yo no era tan devoto de san
«José como debiera serlo, pero en lo suce
«sivo lo seré.» Este acontecimiento tuvo lu
gar en 1584, dos años despues de la muer
te de santa Teresa.
No tardó el Santo en realizar sus prome
sas. Las Carmelitas habian fundado el con
vento de Consuegra en España; pero la pre
matura muerte del piadosofundador les pri
vó de cási todos los recursos, al mismo tiem
po en que comenzaban á levantar el edificio
que debian habitar. No conocian á persona
alguna que pudiese ayudarles, y en un mo
mento se vieron reducidas á una extrema
necesidad. Un Padre de la misma Órden,
que á la sazon se encontraba en Consuegra,
les sugiere el único medio de salir de la ne
cesidad; fué á ver á la priora y le dijo:
«Vuestro monasterio está bajo la invocacion
«de san José, nuestro padre; y con tal mo
«tivo le pertenece. Además, ya sabeis por
«experiencia lo que puede con Dios. ¿Que
«reis que os socorra? haced en su honoruna
«solemne comunion;tengo confianza de que
«no se necesita mas para obligarle ásacaros
«de este mal paso.» Fue aceptado el conse
– 167 –
jo; y á la mañana siguiente, pasando el mis
mo religioso por la plaza pública, encontró
á un notario que le dijo que habia sabido
que las Carmelitas buscaban algunos fondos
en clase de préstamo, aunque fuese con in
terés si era necesario, y que no podian en
contrarlos; que él se ofrecia á prestarles es
te servicio de caridad, con tal que pudiese
obtenerel consentimiento de su mujer, quien
tenia á estouna gran repugnancia. Enton
ces el religioso fué á verá la señora para
procurar convencerla, y la encontró tan de
ferente ygenerosa, que, léjos de oponerse
al empréstito, le pareció que debia conside
rar como un favor el permiso de emplear su
fortuna en continuar la fábrica de un mo
nasterio. Á este cambio inesperado se reu
nieron otras circunstancias tan extraordina
rias y tan felizmente conducidas, que fue
imposible no reconocer la intervencion de
un Santo celoso en cumplir sus promesas,
y recompensar la fe de sus devotas siervas.
Su poder no se muestra con menos brillo
en Zumaya, lugar de la Vizcaya. Algunas
señoras de las principales del lugarse ha
bian reunido con deseo de consagrarse á Dios
- 168 –
en el estado religioso, sintiéndose llamadas
á abrazar el Instituto de las Carmelitas des
calzas, hijas de santa Teresa. Al efecto avi
saron al obispo de Pamplona, su primer
pastor. Este, solo en parte aprobó el pro
yecto. FuéáZumayapara proponerles otra
regla menos austera que la que habian ele
gido. Las buenas señoras renovaron susins
tancias, llegando al extremo de gravar la
conciencia del prelado, si las impedia seguir
su vocacion. El obispo no se rindió, y les
mandó elegir un Instituto cualquiera entre
los que no prescriben la descalcez, dándoles
para que deliberasen únicamente el tiempo
que emplease en celebrarla misa, añadien
do que si en ese tiempo no habian hecho su
eleccion, él mismo les indicaria la Órden á
que debieran entrar. Dichas estas palabras
se fué á la iglesia, y comenzó la misa. Las
piadosas mujeres á su vez, en lugar de de
liberar, suplicaron á Nuestro Señor que les
concediese vestir el hábito y abrazar la re
gla de lasCarmelitas descalzas. Su Majestad
las escuchó por interposicion de san José.
El Santo se apareció al obispo durante la
misa, le reprendió fuertemente el haber
– 169 -
afligido á esas buenas almas negándose ásus
piadosos deseos, y le ordenó que las facul
tase para abrazar la regla de santa Teresa.
Concluida la misa, el obispo todo confuso
fué á referirles la aparicion de san José, y
la órden que de él recibió; poniendo el col
mo á la alegría de las pretendientes el per
miso tan deseado de abrazar la reforma del
Carmelo, poniendo tambien la nueva casa
bajo la invocacion del Santo, que tan abier
ta y claramente se habia declarado su pro
tector.

San José en su cualidad de tutor y jefe de


la sagrada Familia tiene adquirido un dere
cho de patronato sobre todas las familias
cristianas, y especialmente sobre aquellas
que haciendo profesion de seguir los conse-
jos evangélicos son una copia mas perfecta
de la Familia santa por excelencia. En el
capítulo VII del libro I hemos desenvuelto
esta doctrina; ahora vamos á robustecerla
con algunos ejemplos.
En los primeros años del siglo XVII ex
perimentó una grande afliccion la Órden de
los Cartujos: no se presentaban pretendien
tes al hábito, y los noviciados estaban va
– 170 –
cíos; todas las casas iban á despoblarse po
co ápoco, y á consumirse á semejanza de
un ejército que, si de tiempo en tiempo no
recibereclutas, insensiblemente se destruye
y reduce á la nada.Con objeto de atenderá
esta necesidad se reunió un Capítulo gene
ral de la Órden en la Gran Cartuja. Los
principales Padres, á fin de conjurar el pe
ligro que les amenazaba, propusieron acu
dirá la proteccion de san José: seguido es
te dictámen, se decreta que la Órden ente
ra reconoceria al Santo porpatrono,y que
en lo sucesivo su fiesta seria elevada al ran
go de las massolemnes. El decreto fue eje
cutado, y pronto se vieron sus efectos. Al
momento se declararon las vocaciones, y se
llenaron los noviciados de suerte, que cesó
el temor ó la inquietud por la conservacion
de esta Órden venerable.
La Cartuja de Lyon, una de las mas afli
gidas por el desconsolador vacío de su novi
ciado, se comprometió á celebrar semanal
mente en honor de san José tantas misas
cuantos sacerdotes habia en la casa. El San
to agradeció de tal modo esta práctica y la
confianza que se tenia en él, que desde en
– 171 –
tonces no cesó de enviar al noviciado nue
vos sujetos llenos de fervor y determinados
á abrazar todas las austeridades del Insti
tuto.

Un monasterio de religiosas experimentó


la misma proteccion de san José.Viendo las
mas antiguas que por mucho tiempo no se
presentaba persona alguna á solicitar el há
bito, entraron en mucha inquietud. La pre
lada se sintióinspirada de recurrirásan Jo
sé, y dispuso que todos los dias despues de
la misa de comunidad se rezase la oracion
del Santo. Apenas se comenzó esta práctica,
cuando una jóven se presentó pidiendo con
instancia consagrarse á Dios en esta casa.
Admitida que fue, perseveró, y sus herma
nas- la consideraron siempre como hija de
san José.
No en vano los monasteriospobres recla
man la proteccion de san José en sus nece
sidades temporales: santa Teresa y toda la
Órden del Carmelo pueden ofrecer pruebas
auténticas, como lo hemos visto en el capí
tulo precedente. Aquí solo citaré lo que he
oido de boca de un superior de una de las
casas profesas de la Compañía de Jesús, que
– 172 –
viven de limosnas. Me refirió que habia
aprendido de dos Padres, respetables por su
edad y por su virtud, á acudir al poder de
san José en todas las ocasiones que la casa
estaba en necesidad, y que jamás habia de
jado de experimentar los felices efectos de
su proteccion.
CAPÍTULO III.
Proteccion de san José sobre las almas que ca
minan á la vida interior.

Parece que Dios ha confiado especialmen


te á los cuidados de san José todas las almas
recogidas, en recompensa de la vida oculta
é interior que observó en la casa de Nazaret.
No habiendo nada mas ventajosopara llegar
á la perfeccion, ó al menos para acercarse
á ella, que tenerun director sábio y expe
rimentado, vosotras, almas cristianas que
procurais la vida interior, abandonaos á la
direccion de nuestro Santo, y tened enten
dido que él os conducirá felizmente al tér
mino de la carrera que habeis emprendido.
Apoyarémos esta verdad sobre un testimo
nio tanto mas sólido, cuanto que viene de
- 173 -
un jóven que en medio del siglo habia con
servado toda la inocencia y la simplicidad
de la paloma.Se encontró un dia con un
Padre de la Compañía de Jesús, quien des
pues de algunos momentos de conversacion
reconoció en él una alma de predestinado
enriquecida con gracias y dones tan subli
mes, que no recordaba haber encontrado
jamás otra, ó mas favorecida, ó mas ade
lantada en perfeccion. Su admiracion se au
mentó cuando el jóven le dijo que hacia diez
y ocho años que estaba sirviendo, y queja
más nadie le habia dado leccion alguna so
bre la vida espiritual; y sin embargo habla
ba de estas tan altas materias como un san
to óun teólogo. Entonces le preguntó si te
nia devocion á san José, á lo que respondió
el jóven: «Desde la edad de seis años Dios
«me inspiró elegirle por patron.» Despues
habló magníficamente de la santidad de Jo
sé, y concluyó diciendo que este Santo era
el guia particular de las almas que aman la
vida oculta y espiritual.
Hé aquí otro ejemplo que confirmará es
ta verdad: Una religiosa de santa Clara es
taba á punto de hacer los ejercicios espiri
– 174 –
tuales; pensó elegirse un patron para los
dias del retiro, su eleccion recayó sobre su
Padre san Francisco; pero al momento la
asaltó una especie de turbacion interior.
Entonces vino á su pensamiento otro Santo,
como sifuera el que debia tomar por pa
tron : este era san José. Indecisa entre él y
san Francisco, quiso que la suerte lo deci
diera. Escribió el nombre de los dos Santos
en dos cédulas distintas, y habiéndolas sa
cado dos veces, otras tantas salió el nombre
de san José. Con esto creyóreconocer la vo
luntad de Dios, y tomó á san José por pa
tron de sus ejercicios. Algun tiempo despues
renovó esta tentativa, con ocasion de una
inspiracion fuerte que Dios le dió de elegir
un Santo á quien confiar la guarda de su
interior todo el resto de su vida. Su incli
nacion la llevaba á elegir entre tres ó cuatro
Santos que ella honraba desde su juventud
como á sus protectores; pero el nombre de
José sin cesar venia á reunirse á los otros en
su pensamiento, ypor lo mismo lo escribió
como los otros: despues sacó las cédulas,y
tan felizmente, que le salió san José nouna
ó dos, sino hasta tres veces seguidas. La re
- 175 -
ligiosa no continuó sacando cédulas, y que
dó persuadida de que Dios mismo era quien
le daba ásan José,para que en lo sucesivo
y hasta el fin fuese padre de su alma, y su
guia en la vida interior.
Pero ¿acaso tenemos necesidad de acudir
á la suerte para encontrar en ella la volun
tad de Dios, cuando hemos visto que la Vír
gen Madre de Dios, en cuyas manos está la
suerte, nos ha declarado que José su santo
esposo es quien debe ser nuestro guia espi
ritual? Una fervorosa religiosa estaba fatiga
da con tentaciones importunas, especial
mente en sus ejercicios espirituales; lo que
la turbaba tanto mas, cuanto que su cora
zon en medio de estos combates parecia que
se abandonaba á la pusilanimidad, á la des
confianza, ó al desaliento, dominadapor el
pensamiento de que jamás llegaria á esapre
ciosa libertad de espíritu que en la tierra es
el privilegio y la herencia de los hijos de
Dios. En tales angustias acudió á la Vírgen
santísima su buena Madre, y la suplicó que
hiciese que á la tempestad sucediera la cal
ma de la paz interior, que ella deseaba, á su
parecer, soloparaunirseáDios en la oracion
- 176 -
con un corazon mas desasido, mas puro y
fervoroso. «ó Vírgen santa, le decia, siVos
«no juzgais conveniente otorgarme este fa
«vor, dignaos al menos designarme, entre
«todos los Santos del cielo que mas ameis,
«uno á quien yo pueda recurrir con con
«fianza como á padre de mi alma, para ob
«tener la gracia que deseo.» Apenas la reli
giosa habia dirigido esta súplica á la Madre
de las misericordias, cuando sintió correr en
su corazon un rio de paz y de gozo interior;
y al mismo tiempo vió con los ojos del alma
á san José, que se le representó como el
Santo mas amado de la Vírgen santísima
entre todos los bienaventurados, ora por su
cualidad de esposo suyo, ora en razon dela
excelencia de sus virtudes, que le hacian
digno, entre los demás, de ser el maestroy
padre de las almas interiores. Desde enton
ces la religiosa se abandonó toda entera á la
direccion de san José, considerándole en lo
sucesivo como un padre tan tierno como po
deroso. El Santo, por su parte, muy pron
to hizo experimentar á su devota hija los
efectos de su proteccion, librándola de to
das las penas interiores; y despues, si algu
– 177 –
na tentacion venia á perturbarla, no hacia
otra cosa que arrojarse como un niño entre
los brazos de su buen padre, y al instante
recobraba la paz del alma y el recogimien
to interior.

Pero, para descenderá alguna particula


ridad, veamos qué clase de socorros preste
san José á las almas que quieren adelantar
en la oracion. Para esto bastará que se in
voque una autoridad capaz de reemplazará
todas las otras,yserá la de santa Teresa,
esa grande maestra de oracion y de contem
placion. Con el auxilio de san José pudo ella
tomar un vuelo tan alto, sobre alas, por de
cirlo así, de paloma óde águila; y ese mis
mo socorro de José lo propone ella á las al
mas que quieran progresar en la oracion.
«Cualquiera, dice, que no encuentre direc
«tor á propósito para conducirle en los ca
«minos de oracion, que tome porguia ásan
«José,ypronto sabrá el verdadero camino,
«y llegará á su objeto.» Y atendiendo á lo
que enseña la experiencia, véase un ejem
plo que consuela y alienta á los devotos sier
vos de san José, y átodas las almas que se
proponen unirse á Dios por la oracion. El
12 s. José.
– 178 –
P. Barri, uno de los historiadores delSan
to, lo refiere en estos términos: «Yo co
«nozco dos personas que temian este santo
«ejercicio, por las dificultades que encon
«traban en él. Pero, con esperanza de so
«breponerse á ellas, tomaron á san José por
«guia, y los efectos no tardaron en hacer
«les experimentar su crédito: bien pronto
«las montañas se allanaron á su vista; el
«campo de la oracion, que les habia pare
«cido tan estéril y tan árido, se cubrió de
«verdor y de flores, por manera que la ora
«cion mental vino á ser el mas agradable y
«el mas dulce de todos sus ejercicios espiri
«tuales.» «Otra religiosa, segun ella misma
«me lo ha referido (añade el mismo P. Bar
«ri), deseaba verse libre de las distracciones
«que la turbaban en la oracion. Para obte
«ner esta gracia se sintió impulsada á acu
«dir á san José: lo hizo en efecto con fer
«vor,y fruto de sus ruegos fue no solamen
«te el don de una oracion muy alta, sino
«tambien verse libre durante el sueño de to
«da ilusion y de toda imágen que no fuese
«perfectamentepura ysanta.»
San José sabe tambien conducir al amor
– 179 –
de la cruzá las almas que le son devotas.
Un dia, acompañado de su santa Esposa,
apareció á la venerable madre Ana Rodri
guez, religiosa franciscana. Mientras que
María la recomendaba á su divino Hijo, Jo
sé le presentó unvaso cargado de dos clases
de viandas, una muy dulce, y la otra muy
amarga, y le dijo: «Hija mia, elegid cuál
«de estas dos viandas os agradará en lo su
«cesivo.» La religiosa, que era muy devota
de san José, eligió la amarga. Entonces el
Santo le mostró una cruz muy bella,pero
muy pesada, diciéndole: «Hija mia, has he
«cho una excelente eleccion; de aquí ade
«lante tendrás la cruz con todas sus amar
«guras; pero regocijate, porque en ella en
«contrarás medio para hacerte grandemente
«agradable á los ojos de Dios.»
CAPÍTULO IV.
Proteccion de san José sobre sus devotos sier
vos, en lo que toca á la salud de sus almas.
San José, como el padre de que habla el
Evangelio, no solamente ama á sus hijos que
escuchan su voz y viven en la inocencia, si
19*
– 180 –
no tambien á los extraviadosypródigos. Es
decir, que si concedesusfavores álosjustos
para hacerles adelantar en perfeccion, no
niega sus cuidados paternales á los pobres
pecadores. Hé aquí un ejemplo antiguo, pe
ro auténtico, citado por el P. Isidoro de la
Isla en la grande obra sobre san José que
dedicó al papa Adriano VI hácia el año 1522.
Un gentil hombreveneciano habia adquiri
do la piadosa costumbre de orar diariamen
te delante deuna imágen de san José; pero
por lo demásparecia ocuparse muy poco de
las prácticas mas indispensables de piedad
y de la observancia de la ley de Dios. Cayó
gravemente enfermo, y el peligro se hizo
apremiante tanto para el alma como para el
cuerpo. Felizmente para él en el tiempo en
que su estado parecia desesperado vino ásu
socorro san José, médico celestial. El en
fermo vió con lós ojos del cuerpo entrar en
su cámara un personaje perfectamente pa
recido á la imágen que acostumbraba salu
dar todos los dias. Esta vision inesperada,
semejante á un rayo de sol que penetra en
un lugar oscuro, ahuyentó en un instante
las tinieblas de su ceguedad;vió clara y dis
– 181 –
tintamente todos los pecados en que por
tantotiempo habia vivido insensible, y con
cibió un profundo horror acompañado de la
mas viva contricion. No fue esto todo; se
apresurótambien á confesarlos con muchas
lágrimas,y la gracia mas especial que reci
bió de su generoso protector fue, que al
momento preciso en que el sacerdote ter
minó la forma de la absolucion, el feliz pe
nitente entregó el alma ásu Criador; y pue
de muy bien creerse que san José mismo
acompañaria á esta alma tan colmada de sus
favores hasta los piés del soberano Juez, pa
ra defenderla allí,situviese necesidad.
El ejemplo siguiente dará valor, así lo es
peramos, á las almas débiles y tímidas que,
despues de haber tenido la desgracia de caer
en una falta grave, se abandonan á la ver
güenza que tienen de confesarla; les demos
trará tambien en la intercesion de san José
un socorro poderoso para vencer esa cobar
de timidez y esa perniciosa vergüenza. La
persona misma á quien le aconteció, refirió
el caso al P. Barri en tiempo que escribia la
vida de san José. Habiendo esta persona co
- 182 –
metido una enorme falta contra un voto que
habia hecho,no supo vencer la maligna ver
güenza que cerraba su boca en el tribunal
de la Penitencia. Permaneció algun tiempo
en desgracia de Dios, siempre destrozada por
los remordimientos de su conciencia, conse
cuencia inevitable del pecado. Bien veia esta
infortunada que no podia dejar de sufrir sin
arrancar la espina que la heria, nisanar sin
descubrir su llaga al médico espiritual. Le
ocurrió llamar á san José al socorro de su
debilidad, éinvocarle contra las repugnan
cias de que no podia triunfar. Con esta mira
durante nueve dias continuados rezó el him
no yla oracion del Santo. Terminado el no
venario, se sintió con tanta fuerza y valor,
que, sobreponiéndose átodas sus repugnan
cias, fué á arrojarse á los piés del confesor,
y le manifestósu conciencia sin reserva. Des
de este feliz momento consideró á san José
como su libertador; le confió el cuidado de
su alma, y se hizo un deber de llevar cons
tantemente consigo su imágen, aun duran
te la noche, áfin de que le sirviese de escu
do contra los sueños malos. San Josépor su
– 183 –
parte, segun decia la misma persona, se com
plació en recompensar su devocion y su fide
lidad con gracias extraordinarias.
El mismo escritor refiere dos conversio- .
nes señaladas debidas á la intercesion de san
José. La primera fue la de unjóven deLyon
que habia llevado una vida muy edificante,
y aun tomado la resolucion de decir adios al
mundo, para mejor asegurar la salud de su
alma; pero en seguida, oponiéndose ásuvo
cacion sus padres, tuvo la debilidad de re
nunciará ella. Bien pronto el trato del mundo
enflaqueció su piedad,y le hizo tener negli
gencia en sus prácticas; la libertad de que go
zaba, el atractivo de los placeres, los ejem
plos que tenia á la vista acabaron de hacerle
olvidar sus deberes,y se le vió abandonarse
á todos los excesos de la vida mas licencio
sa. No paró aquí: cual otro nuevo pródigo,
abandonó la casa paterna, y ciñó la espada
haciéndose soldado. Pero en su nueva pro
fesion no supo adquirir otragloria que la de
ser citado como el mas insolente libertino de
la tropa. Así lo permitió la justicia divina,
para castigará la vez á los padres y á su hi
jo; á este, porque por una complacencia mal
– 184 –
entendida cerró los oidos á la voz de Dios;
yá ellos,porque con su ciega ternuraseopu
sieron á los designios que el cielo tenia sobre
él. Entre tanto los padres estaban inconsola
bles al ver en las manos del demonio al hijo
que ellos habian negado á Dios: no cesaban
de escribirle cartas bañadas de lágrimas,y
exhortarle á cambiar de vida, y volverá la
casa paterna, donde seria recibido con los
brazos abiertos. En fin, estos desconsolados
padres, viendoque sus invitaciones y sus ins
tancias nadapodian sobre ese corazon endu
recido, recurrieron á un medio mas noble
y eficaz; esto es, invocaron á san José, re
clamaron su asistencia, y le suplicaron to
mase bajo su proteccion á este desgraciado
hijo,para impedir que pereciese. El Santo
se apiadó de ellos: é inspiró al jóventan vi
vos sentimientos de arrepentimiento yde pie.
dad que, cambiado en otro hombre, aban
donó la milicia, volvió á la casa de sus pa
dres, les pidió perdon de las penas que les
habia causado, y comenzó una vida digna
de su antiguo fervor, de suerte que pudo
aplicársele aquello que el Evangelio dice del
hijo pródigo: «Él estaba muerto, y ha re
— 185 –
«sucitado; estaba perdido, y hélo aquí ha
«llado.»
La segunda conversion obtenida por la in
tercesion de san José tuvo lugar en París.
Un religioso de la Compañía de Jesús tenia
un pariente cercano que hacia muchos años
deshonraba igualmente consu conducta,tan
to el nombre de cristiano, como el carácter
sacerdotal de que estaba revestido. El celoso
religioso, despues de haber empleado suce
sivamente, aunque en vano, las reprensiones
mas paternalesy las mas sérias advertencias,
acabó por pedir á Dios que, si no habia otro
medio paratraer al camino rectoá este hom
bre extraviado, tuviese á bien mandarle una
grave ypenosa enfermedad; pues para vol
ver las almas á la razon, de que les privó el
vicio, no hay remedio mas seguro que la tri
bulacion, segun aquello del Espíritu Santo:
Veacatio dat intelectum. Con la mira de dar
al remedio todasu eficacia, implora la asis
tencia de san José, y en union de sus ami
gos hace dos novenarios á la vez, uno de mi
sas y otro de comuniones á honor delSanto.
La gracia solicitada por tantos votos fue al
fin obtenida. El eclesiástico escandaloso cayó
- 186 -
enfermo, y muy pronto se vió reducido al
último extremo. Entonces abrió los ojos sobre
los desórdenes desu vida; los detestó since
ramente, y se apresuróá lavarlos en el sacra
mento de la Penitencia. San José, que que
ria hacer mas sensible la milagrosa curacion
de esta alma, añadióuna segunda curacion
no menossorprendente,á saber, la del cuer
po.Súbitamente se sintió el enfermo alivia
do, se levantó de la cama con la firme reso
lucion de vivir en lo sucesivo conforme á la
santidad de su carácter;y luego se ocupó
con tanta constancia como celo en obras de
piedad,y solo respiró para gloria de Dios.
Que las almas deseosas de encontrar un
guardian fiel y un defensor celoso de su cas
tidad, de ese tesoro tan frágil como pre
cioso que llevamos, segun la expresion de
san Pablo, en vasos quebradizos, que esas
almas, repito, acudan ásan José. Él conoce
todo el precio de esa virtud celestial, que
vió florecer con todo su esplendor en su
muy casta Esposa. Al olor delicioso que em
balsama esa bella azucena que crece en me
dio de las espinasdel siglo, siente quese du
plica en su corazon la estima y el amor de
– 187 -
la virginidad, así como el mas vivo celo por
conservarla intacta en sus fieles devotos. Hé
aquí un ejemplo sacado de las crónicas de la
reforma del Carmelo. En el convento de Per
piñan habia un religioso de gran virtud. Una
noche el príncipe de las tinieblas vino á asal
tarle con todo el furor de que es capaz ese
espíritu inmundo, del cual pide la Iglesia al
Señor liberte á sus hijos. El combate se pro
longa toda la noche, y llena de inquietudes
mortales á ese casto religioso que rechazaba
al enemigo con todas sus fuerzas, sin poder
impedirle que volviese sin cesar á la carga.
Hasta el amanecer fue cuando con el auxi
lio de la gracia logróponer en fuga al ten
tador. Siendo ya de dia, y con ocasion de
haber salido á la ciudad con el prior del con
vento, vió venir á su encuentro un hombre
de aspecto venerable que le dijo: «Padre
«mio, ¿por qué son esos combates y esos
«multiplicados asaltos que habeis sostenido
«la última noche? Qué,¿no os habeis acor
«dado de san José? ¿Por qué no le habeis
«llamado en vuestro auxilio?» El religioso,
sorprendido de que se conociera tan perfec
tamente lo que habia pasado en el secreto
- 188 –
de su alma, por de pronto se turbó; despues
quiso responder, peroya habia desaparecido
el que le interrogó. Por lo demás, el religio
so quedópersuadido de que ese personaje no
podia ser otro que san José, el cual gusta de
serinvocado,y de que se tenga confianza en
él, sobre todo en las ocasiones peligrosas pa
ra la virtud que le fue tan singularmente
amada. El P. Barri cita el ejemplo de dos
personasjóvenesy muy virtuosas que, ex
puestas á semejantestentaciones,invocaron
á san José, y debieron á su proteccion verse
libres de ellas.

CAPÍTULO V.
Proteccion de san José sobre sus devotos sier
vos, en lo que toca á la vida y á la salud del
cuerpo.

Desde que san José fue colocado por Dios


á la cabeza de su sagrada familia no hay pa
dre que no deba honrarle especialmente, y
recomendarle los intereses de su familia. Sin
duda que los hijos son los ornatos maspre
ciosos de una casa cristiana, y su educacion
esmerada debe ser el mas importante nego
– 189 –
cio de los padres. Para conseguir esto acu
dan los padres á san José, pero con tanta
mas confianza, cuanto que es cierto que al
tomar el cuidado de velar sobre la santa infan
cia del Salvador se encargó al mismotiempo
de vigilar en custodia de todos los hijos de la
Iglesia, redimidos con su sangre. Hé aquíun
ejemplo: El año 1631 se abrió en el monte
Vesubio un inmenso cráter, de donde salió
tal diluvio de fuego y de cenizas que, áse
mejanza de un rio que se desborda, la en
cendida lava cubria las comarcas vecinas, y
en particular el lugar llamado la Torre del
griego. Habia en este lugaruna mujer, cuyo
nombre era Camila, muy devota desan Jo
sé, y tenia en su casa un sobrino, niño de
cinco años, que se llamaba José. Para esca
par del rio de fuego tomó al niño en sus bra
zos, y echó á correr. Pero seguida de cerca
por la lava, y encontrando el paso cerrado
poruna grande roca que se avanzaba sobre
el mar, se vió expuesta al doblepeligro de
ser alcanzada y consumida si se detenia, ó
de ahogarse si daba un paso adelante. En es
te crítico momento la pobre mujerse acuer
da de su protector. «San José, exclama, yo
– 190 –
«os recomiendo á vuestro pequeño José; á
«Vos toca salvarlo.» Dichas estas palabras,
y no perdiendo tiempo, coloca al niño sobre
la roca, y atrevidamente salta hácia el lado
del mar. El salto fue de los mas felices; en
lugar de caer en las olas, como debia suce
der, quisiera ó no quisiera, cayó sobre la
arena, sin hacerse daño alguno. Ella se ha
bia salvado; pero su pena fue muy grande
al acordarse del niño que dejó á merced de
las llamas: corria de un lado á otro como
fuera de sí, deplorando su desgracia. Re
pentinamente oyó que la llamaban por su
nombre: era la vozde su pequeño y querido
sobrino que venia á encontrarla lleno de vi
da y muy gozoso. «¡Oh Dios! exclama Ca
«mila estrechándole en sus brazos, ¿quién,
«pues, querido hijo, ha podido libertarte de
«las cenizas que te iban á sofocar, y del fue
«go que debió consumirte?» El niño rién
dose respondió: Fue san José; san José,ácuya
guarda me dejásteis, me tomó por la mano,
y me condujo hasta el paraje en que meveis.
Entonces la piadosa Camila se pone de rodi
llas, llorando de alegría, para dar gracias á
su amable protector por los dos milagros que
- 191 –
á la vez acababa de hacerle, preservando á su
sobrino de las llamas que iban á alcanzarle,
y á ella misma de las olas en que debió na
turalmente caer y perecer.
Entre los ejercicios de piedad que se prac
tican en honor de sanJosé hayuno muy co
nocido, que consiste, como lo verémos en
otra parte, en meditar los siete dolores y los
siete gozos de su corazon. Este ejercicio debió
su orígen á un acontecimiento de losmas cé
lebres, y que no ha sido olvidado por ninguno
de loshistoriadores del Santo. Hélo aquí.Dos
religiososfranciscanos navegaban por las cos
tas de Flandes, cuando se levantó una tem
pestad horrible que sumergió el buque con
trescientos pasajeros que llevaba. Los dos
religiosos tuvieron la presencia de ánimo de
asirse de una tabla del barco, y sostenerse
así sobre las irritadas olas; pero ¿quién po
drá explicar sus angustias,teniendo sin cesar
ante sus ojos la muerte y el inmenso sepul
cro que les amenazaba con su profundidad?
En una situacion tan espantosa, por mucho
cuidado que tuviesen de permanecer asidos
á su tabla, sintiendo que se debilitaban sus
– 192 –
fuerzas, temian que se les escapase alfin, y
¿cuál seria su suerte? Ellos siempre habian
tenido una particular, devocion á san José;
se encomendaron á él, como que era su ver
dadera tabla despues del naufragio y la es
trella de la salud. Al cabo de tres dias el San
to vino ásocorrerles: les apareció en pié so
bre la tabla que los sostenia, bajo la forma
de un jóven lleno de gracia y majestad; les
saludó con el aire mas afable; esto fue bas
tante para llenar su corazon de un inexpli
cable consuelo, y comunicará sus miembros
un vigor milagroso. Despues de esto, hacien
do el oficio de piloto, los guia al través de
las ondas, y los pone en la playa.Una vez
ya en tierra, los religiosos se arrojaron de ro
dillas para dar gracias al Señor. Despuesma-
nifestaron su agradecimiento aljóven desco
nocido, rogándole con instancia les dijese su
nombre. «Yo soy José, » les respondió. Lue
go les manifestó los siete dolores y los siete
gozos que habia experimentado en su vida
mortal; les hizo entender cuán agradable le
seria que se meditaran,y lo que deberian
esperar de su proteccion los que lo hicieran.
- 193 -
Desaparecióá estaspalabras, dejándoles col
mados del gozo mas vivo y mas puro que
jamás gustaran en su vida.
La ciudad de Lyon ha sido singularmente
favorecida de san José; ha obrado en ella
tantas maravillas, que bien habria para llenar
un volúmen. El P. Barri ha recogido cierto
número; nosotros solamente citarémos al
gunas de las mas notables. La hermana Jua
na de los Ángeles, priora de las Ursulinas,
cayó enferma de una pleuresía, con una vio
lenta fiebre y dolores intolerables. Los re
medios que se le aplicaron no le dieron ali
vio alguno, y reducida al último extremo,
solo esperaba la muerte. Un dia en que la
fuerza del mal la habia privado del uso de
los sentidos exteriores, empero sin quitarle
el conocimiento interior y la libertad del al
ma, vió á san José, su protector querido,
que descendia del cielo con un aire de bon
dad, presagio de una insigne gracia. Su cel
da se transformó en un pequeño paraíso. La
enferma vió en medio de una nube resplan.
deciente á un jóven de gracioso aspecto, ri
camente vestido, que llevaba en la mano un
cirio encendido, y entendió que era su An
13 s. José.
– 194 –
gel de guarda. Despues de él aparecióel glo
rioso patriarca san José, mas brillante que
el sol,y rodeado de una majestad incompa
rable; su aspecto no anunciaba la anciani
dad, sino una edad madura. Desde luego el
Santo arroja sobre Juana de los Angeles una
mirada llena de dulzura; le dirige despues
la palabra, la exhorta á perseverar con cons-
tancia en los piadosos homenajes que le ha
tributado, y al fin le otorga la salud. Re
pentinamente desapareció la vision, y al mis
mo instante, encontrándose la religiosa per
fectamente curada, abandona la cama yse
viste. Entre tanto se anuncia la venida del
médico, y ella sale ásu encuentro, dejándo
le inmoble de sorpresa, cuando ve llena de
vigory salud á la que esperaba encontrar ó
muerta ó moribunda. Por su parte ella tri
buta á san José las acciones de gracias que
le eran debidas, y se esfuerza por merecer
nuevos beneficios por un aumento de devo
cion hácia él.
Durante la peste que afligió la ciudad de
Lyon en 1638, un crecido número de per
sonas fueron ópreservadas ó curadas por la
intercesion de san José. Por abreviar solo ci
– 195 –
tarémos dos casos. Un abogado del parla
mento del Delfinado, que se encontraba en
Lyon, vió áuno de sus hijos, de siete años
de edad, herido por la peste con todos los
signos que presagiaban una próxima é inevi
table muerte. Este cristiano padre no perdió
su valor, se dirige á san José, y le promete,
si alivia á su hijo, asistirá la misa en su igle
sia por espacio de nueve dias, encender en
su honor algunos cirios, y en fin colocaruna
presentalla ó ex-voto, cuya inscripcion re
cordase el beneficio debido á su intercesion.
Entre tanto los médicos visitaron al jóven
apestado, y le encontraron en situacion tan
deplorable, que ordenaron que al momento
fuese conducido al lazareto, opinando que
apenas viviria dos horas. La órden se ejecu
ta, pero al llegar al lazareto, súbitamente se
encuentra el niño aliviado;y el padre lleno
de reconocimiento á su glorioso bienhechor
se apresura á cumplir el voto que le habia
hecho.
Otro niño de la misma ciudad, llamado
Martin, fue igualmente herido de la peste.
Su madre desolada ya le lloraba como muer
to, cuando le aconsejaron que encomendase
13*
– 196 –
á san José al niño que solo contaba cuatro
años de edad. «¡Oh! sí, respondió ella, lo
c«recomendaréá san José con tanta mas ra
«zon, cuanto que puntualmente amaneció el
«dia de su fiesta.» Y al momento comenzóá
invocarle. Sin embargo su padre, que dos
horas despues vino áver al pequeño enfer
mo, le encontró en un tan triste estado, que
lo creyó perdido sin remedio, y lo advirtió
á su mujer. Esta en efecto reconoció que pa
recia que ya tocaba á su última hora. No por
esto perdió el valor; y postrada á los piés de
la cama continuó su oracion al Santo. Aun
no habia acabado de orar, cuando repenti
namente el moribundo pidió de comer, des
pues levantarse... y luego estaba enteramen
te sano. La madre, llena de gozo y de reco
nocimiento, ofreció al altar de san José un
pequeño cuadro en que estaban representa
das la enfermedad y la curacion de su hijo.
Este milagro aumentó singularmente la con
fianza y la devocion pública,y vino á ser el
principio de una multitud de gracias no me
nos maravillosas que el Santo se complació
en derramar sobre la ciudad.
Las religiosas Agustinas de Amberes te
- 197 -
nian, segun dijimos en otra parte, en lo in
terior de su monasterio una capilla de san
José,famosa por su belleza, ymas todavía
por las gracias que en ella dispensaba este
gran Santo. Entre estas religiosas habia una
que se llamaba Isabel, que hacia tres años
estaba enferma del mal de piedra; sus dolo
res eran tan agudos, que le causaban una
ardiente fiebre, y la hacian caer en desma
yos. Los médicos,por su parte,juzgaban que
la piedra era demasiado grande para ceder
á los esfuerzos del arte; y desesperando de la
curacion, dejaron á la enferma por muerta.
Ella, destituida de todo socorro humano, los
busca mas eficaces en el cielo; y como siem
pre habia sido devota de san José, se dirigió
luego á él. Se ciñe los riñones con un cinto
bendecido bajo su invocacion; solicita ade
más y obtiene de la superiora el permiso de
hacertantas oraciones, mortificaciones yvo
tos cuantos juzgará convenientes para hacer
se mas digna de los cuidados del médico ce
lestial que habia elegido. No cesa ni de dia
ni de noche de rogarle y hacer que otros le
rogasen. Cuanto mas se entrega á este santo
ejercicio, mas se aumenta la confianza de su
– 198 –
corazon, al extremo que un dia no temió de
cir á la priora: «Sí, madre, yo me aliviaré;
«estoy segura de que con el auxilio de san Jo
«sépronto pondré en vuestras manos esta
«piedra que me atormenta.» Continuó so
licitando su curacion, y siempre con nue
vo fervor, cuando el dia 10 de junio de 1659,
desfallecida de dolores en los brazos de sus
compañeras que llorando la sostenian, se de
ja caer de rodillas ante la imágen de san Jo
sé, y le suplica que la alivie. Entonces re
pentinamente cesó de sufrir; y al mismo tiem
po se sintió descargada de una piedra cási
tan gruesa como un huevo, y ella misma la
entregó, como lo habia dicho, en manos de
la superiora. Despues fué con sus hermanas
á dará su libertador celestial las acciones de
gracias que le eran debidas por tan insigne
beneficio. La piedra pesó tres onzas; y para
perpetuar la memoria del milagro, se colgó
ante el altar del Santo. Entre las personas
que acudieron áverla hubo un médico he
reje que ingénuamente confesó que semejan
te curacion no podia dejar deser milagrosa.
El esplendor de este prodigio reanima la
confianza de una pobre madre, cuyo hijo de
– 199 –
edad de cuatro años estaba reducido al úl
timo extremo por los dolores del mal de pie
dra. Los médicos juzgaban que era necesa
rio venirá la operacion de extraer la piedra;
pero la madre, que solo de san José espera
ba la vida del niño, corrióá su capilla, y des
pues de habérselo encomendado con muchas
lágrimas, volvió á su casa. El enfermo, á
quien habia dejado cási moribundo, habia
experimentado los efectos de su fervorosa
oracion; lo encontró sin dolores,y lleno de
vida y de salud.
En el monasterio de Santa Isabel de Lyon
una religiosa, cuyo nombre era Margarita
Rigaud, cayó de un lugar muy alto, y se
lastimó terriblemente, quedando sin conoci
miento, y arrojando sangre por la boca, la
nariz y las orejas. Sin embargo, áfuerza de
cuidadosy de remedios escapó de la muer
te;pero quedó con una debilidad tal en la
cabeza,y sobre todo en los órganos de la mis
ma, que por muchos meses estuvo imposi
bilitada de apoyarse sobre su almohada: ade
más sus facultades mentales habian sufrido
al extremo de hacerla incapaz de poder apli
carse ófijarse en nada. Consultados los mé
– 200 –
dicos y cirujanos, convinieron en que no ha
bia otro medio de salvarla que la operacion
del trépano. Á esta nueva, la enferma se es
tremece; y por compasion se creyó prudente
contemporizar con ella algunos dias. Entre
tanto la superiora, inclinándose á un parti
do mas dulce y al mismo tiempo mas segu
ro, mandó átodas las hermanas que hicie
sen nueve comuniones en honor de san José.
Comienza el novenario; mas los dolores con
tinuaron en hacerse sentir con la misma vio
lencia, de manera que acercándose el dia de
la última comunion, algunas hermanas, que
desesperaban del socorro de san José, sepro
pusieron sustituirle con san Anselmo, á cu
ya proteccion tenian costumbre de recurrir
en esta clase de accidentes. Pero otra her
mana muy aficionada ásan José no pudo su
frir esta especie de afrenta que se le iba á
causar; y con todo el fervor de que era ca
paz se puso á suplicarle que él solo hiciese
esta curacion; representándole que iba su
honor de por medio, si dejaba que otro hi
ciese el milagro que se le pedia;y, en fin,
que la misma enferma, si recobraba la sa
lud, no dejaria de pagarle esta gracia con un
- 201 -
segundo novenario de mortificaciones y ac
ciones de gracia. Mientras que la hermana
reunia ruegos á ruegos, instando áJosé de
dia y de noche, repentinamente, y al mo
\mento menos pensado, héaquí que la enfer
ma se siente aliviada. Estaba sola; pero en
el exceso de su alegría salta de la cama, se
viste precipitadamente, y echa á correr por
la casa, toda fuera de sí, gritando á voz en
cuello: «¡Milagro, milagro! San José me ha
«curado.» Los efectos probaron bien que lo
estaba perfectamente; porque diariamente
asistia al coro, rezaba el oficio divino con las
religiosas, siendo así que antes su cabeza no
podia soportar ni el oir la salmódia. Volvió
de nuevo á todos sus empleos y ocupaciones
con un vigor que no dejabasospechar que al
guna vez hubiese estado enferma. En fin,
para colmo del favor, no contento san José
con haberle vuelto una perfecta salud,le al
canzógracias de otro género, que contribu
yeron mucho á su aprovechamiento espiri
tual.

Darémos fin con un hecho que se lee en


la vida de la venerable madre María de la
Encarnacion. Madama de la Peltrie era una
- 202 -
francesa de virtud eminente. Un dia que ca
sualmente vino á sus manos la historia de
una mision que habian emprendido los Pa
dres de la Compañía de Jesús entre los sal
vajes del Canadá, la leyó, y al mismo tiem
posesintiófuertemente inclinada á cooperar
á la salud de estas pobres almas. Mientras
que meditaba sobre los medios de ejecutar
su piadoso designio, fue atacada de una en
fermedad grave y tan extraordinaria que los
médicos no la comprendian, y solo espera
ban su muerte. En tal estado, la piadosa se
ñora no perdió de vista sus santos deseos;
Dios mismo, en medio de los dolores de la
enfermedad, la fortifica en su resolucion, y
le inspira hacerun voto á san José. La en
ferma sabia que los misioneros habian en
comendado la conversion de los pueblos idó
latras del Nuevo Mundo á la proteccion del
gran Patriarca: ella prometió, pues, si el
Santo se dignaba volverle la salud, fundary
dotará su costa una casa de educacion cris
tiana para las niñas de esa comarca. Alins
tante mismo que pronunciósu voto la escu.
chó san José: todos sus dolores, que eran de
los masviolentos,desaparecieron en un abrir
- 203 -
y cerrar de ojos; y de una enfermedad hasta
entonces tan cruel solo le quedó algunalaxi
tud. El médico, que la encuentra en este es
tado tan diferente del de la víspera, entre
gozoso y sorprendido la dice: «Madama,
«¿qué se han hecho esos dolores tan agu
«dos? ¿á dónde se han ido?...–Señor, res
«pondió ella con gracia, mis dolores aca
«ban de marchar para el Canadá.». No difi
rió la ejecucion de su voto. Hizo levantar
un monasterio en que debian recibirse las
jóvenes canadienses, y cuya primera superio
ra fue la madre María de la Encarnacion,
destinada por Dios mismo para que realizase
esta obra. Mas adelante se le manifestó en
una vision que san José era el protector del
Nuevo Mundo,y que á su intercesion se de
bia que ella misma hubiese sido llamada á
trabajar por la salud de las almas. Por eso
fue queá su nueva casa le dió el nombre de
san José, tomando por escudo la imágen de
este glorioso Patriarca con el niño Jesús en
los brazos.

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- 204 -

CAPÍTULO VI.

Proteccion de san Josépara con sus devotos en


los caminos.

Al recibir nuestro glorioso Santo la órden


de llevar al niño Jesúsátierra de Egipto pa
ra sustraerle á los furores del cruel Herodes, "
adquirió otroparticularprivilegio,yfue, ser
protector y guia de los viajeros. De san José
hablaba ciertamente Isaías cuando dijo:«Hé
«aquí que el Señor entrará en el Egipto,
«conducido por una ligera nube, » si, como
debe creerse, José llevó en sus brazos al di
vino Niño hasta el Egipto, y luego de Egip
to á Nazaret. ¿No era José la bella nube en
que el naciente Sol ocultaba todavía sus ra
yos? En los cielos este Sol dirige el curso de
los astros, y los ofusca con su resplandor.
Sobre la tierra envuelto en mantillas y re
posando sobre los brazos de su Padre adop
tivo, no tenia otros movimientos, dicen Al
berto el Grande y el abad Ruperto, que los
que de él recibia. Además, los servicios que
san José prestaba entonces áJesús niño y via
jero, hoy dia los presta aun á sus devotos
-%205 -
siervos en los peligros y contratiempos á que
están expuestos los viajeros. Citarémos al
gunos ejemplos,
Un religioso del monasterio de Nuestra
Señora de Monserrat en España era muy de
voto de san José; y entre todos los motivos
de meditacion que le ofrecia la vida del san
to Patriarca no habia otro de que se ocupa
ra con mas fervor y consuelo que de su hui
da á Egipto con la Vírgen María y su divino
Hijo.Volviendo un dia á su monasterio este
buen religioso,perdió la ruta, y se extravió
en las montañas á la entrada de la noche.
Su terror fue grande al considerar el peligro
en que estaba de ser presa ó de las bestias
feroces, ó de los malhechores que se oculta
ban en aquellos lugares salvajes. Lleno de
estos tristespensamientos, se encomendaba
al Señor, cuando encontróá un desconocido
que conducía á una señora montada sobre
una bestia de carga, llevando en los brazos
un pequeño niño. El religioso le preguntó
qué camino tomaria para no extraviarse. «Sí
«quereis seguirnos, le respondió el descono
«cido, yo os lo enseñaré; es difícil, y por
«otra parte la noche comienza á oscurecer,
– 906 -
«pero no importa, porque yo conozco todos
«los senderos.» Se acompañaron mútuamen
te, y caminaron largo tiempo, conversando
siempre, pero deuna manera tan santa, que
nuestro religioso, movido y enternecido de
todo lo que decian la señora y su conductor,
sintió su corazon todo inflamado del amor
de las cosas del cielo, y lleno de una conso
lacion semejante á la que en otro tiempo ex
perimentaron los dos discípulos de Emaús
con la compañía de Jesucristo oculto bajo la
figura de un viajero. En fin, llegaron á un
paraje en que el religioso reconocióel cami
no que en pocos momentos le llevaria recto
á la puerta del monasterio. Entonces los des
conocidos le pidieron permiso para retirar
se, y desaparecieron instantáneamente. Con
esto el religioso reflexionó que no podia ser
otro que san José, en union de Jesús y Ma
ría, el que habia venido á acompañarley sa
carle del mal paso en que estaba enredado.
Las palabras de estos celestiales viajeros le
quedaron profundamente grabadas en el co
razon, y su dulce impresion la conservó has
ta el último suspiro. (Gracian, Vida de san
José). ".
– 207 -
La venerable madre María de la Visita
cion, carmelita descalza, tuvo el honor de
que san José fuese su guia en un viaje. Des
de muy jóven vivia santamente en la casa
paterna. Sin embargo, Dios la queria en el
claustro, y para conducirla á él empleó un
medio extraordinario. Leimprimió un sen
timiento tan vivo de sus miserias, que creyó
desde luego ser el escándalo del país... Su
confesor y otros eclesiásticos se propusieron
combatir la vivacidad de este sentimiento,
cuyo exceso podia hacerla caer en una pu
silanimidad siempre nociva á la virtud; pero
sus esfuerzos fueron inútiles: en consecuen
cia resolvió salirse de su casa una noche se
cretamente, con la intencion, segun lo con
fesó despues, de huir de símisma, si le era
posible. En efecto, salió sin otra compañía
que un Crucifijo que bañaba con sus lágri
mas. Despues de haber caminado una gran
parte de la noche, encontró á un venerable
anciano que le preguntóá dónde iba. «Voy,
«respondió ella, en solicitud de huir de mí
«misma y de mispecados.» Entonces el an
ciano trazó con su baston un círculo en tor
no de ella, y enseñándole el camino que con
- 208 -
duceáPalencia, le dijo: «Tomad este camino, ,
«de otra suerte os extraviaréis.» Dichas es
tas palabras, desapareció. No tardó lajóven
fugitiva en conocer que quien le habia ha
blado era san José, su protector particular
desde la infancia; y que el círculo trazado á
su derredor y el caminoindicado erá una ór
den de ir á Palencia á encerrarse en una clau
sura religiosa. Portanto marchó hácia esta
ciudad. Pero antes de llegará ella fue alcan
zada por algunos de sus parientes que, á la
nueva de su fuga, se pusieron en camino pa
ra hacerla volver de grado ó por fuerza. La
llenaron de reproches; pero ella les escuchó
sin responder palabra, y, fortificada interior
mente con la órden que habia recibido del
cielo, permaneció invencible en su resolu
cion. Entonces sus parientes, vencidos por
su dulzura ysu firmeza,tomaron el partido
de acompañarla hasta Palencia,y como guia
dos por un secreto impulso la condujeron á
un convento de Carmelitas descalzas que allí
habia bajo la invocacion de san José. Fue
luego recibida como religiosa de coro;pero
este rango le pareció muy elevado para sus
méritos. Frecuentemente, á la mitad del ofi
– 909 –
cio, se avergonzaba de sí misma; y cerrando
el Breviario, y levantando los ojos y las ma
nos al cielo, exclamaba: «¿Y mi alma, Se
«ñor, y mi alma?» Su temor era de perder
se, sipermanecia en el rango de las religiosas
de coro. Portanto, pidió con instancia bajar
entre las hermanas conversas; lo que le fue
concedido, por dará toda la comunidad en
la persona de esta humilde vírgen el ejem
plo de una virtud consumada desde la ju
ventud.
Una de las pruebas usadas para los novi
cios de la Compañía de Jesús es enviarlos á
que ensayen la vida apostólica en las pere
grinaciones que emprenden sin dineroni pro
vision alguna, áriesgo de experimentar los
efectos naturales de tal vida, como son, las
fatigas, el hambre, la sed, y otras semejan
tes privaciones. Tres novicios que hacian su
peregrinacion se encontraron un dia en una
vasta llanura alejada de toda habitacion,ex
tenuados de debilidad, de hambre y de sed,
sin tener un bocado de pan ni unagota de
agua para refrigerarse; pero estando llenos
de fervor, y ávidos de padecer, se consola
ban y alentaban mútuamente, con la espe
14 s. JosÉ.
- 910 -
ranza de que si la tierra les rehusaba los so
corros, el cielo sabria proveerles. En efecto,
la extrema necesidad á que estaban reduci
dos los tres jóvenes peregrinos fue para ellos
el principio de un señalado beneficio. Re
pentinamente vieron en la campiña áun hom
bre y una mujer que en sus brazos llevaba
un niño pequeño. Estos desconocidos, acer
cándose á nuestros tres novicios, les saluda
ron con gracia, y pusieron delante de ellos
unos manjares desabor exquisito. Los jóve
nes, maravillados igualmente de una comida
tan deliciosa, y de la amable cortesía de los
que les servian, deseaban mucho saber el
nombre y la cualidad de sus huéspedes, pa
ra manifestarles todo el reconocimiento que
merecia un socorro venido tan oportuna
mente, mas bien del cielo que de la tierra;
pero la modestia, ó quizás tambien la timi
dez, no les permitió preguntarles cosa algu
na.Al fin su piadosa curiosidad iba cásiáque
dar satisfecha, cuando les oyeron pronunciar
distintamente estas palabras: «Nosotros so
«mos quienes fundaron la Compañía de Je
«sús;» y al momento desaparecieron. Bien
puede imaginarse cuán dulce y vivo seria el
– 211 -
gozo que en sus corazones dejaron esas pa
labras, que tan claramente les indicaban á
Jesús, María yJosé. Al momento se proster
naron para venerarlos y darles gracias: des
pues continuaron su camino bendiciendo al
Señor, y animándose unos á otros á manifes
tarse siempre dignos siervos y verdaderos
hijos de esos celestiales bienhechores, que
durante su vida fueron modelos perfectos de
la vida religiosa. Asíse complacian en reco
nocery contemplar en san José la vigilancia
del superior, en María la virtud del religio
so consumado, y en el niño Jesús la simpli
cidad y docilidad del novicio.
La venerable hermana Cecilia Portazo, del
Órdentercero de san Francisco en Milan, se
distingue por su devocion á san José. Una de
las prácticas que en su honor hacia era ayu
nará pan y agua todos los miércoles. En to
das sus necesidades espirituales y tempora
les acudia á su querido protector; lo que la
mereció un favor milagroso. Hé aquí cómo
sucedió: Cecilia, en union de algunas pia
dosas compañeras, habia hecho la peregri
nacion á Nuestra Señora del monte Drepa
no, en Sicilia. Á la vuelta ó regreso, el bar
14
– 212 –
co que debia conducirlas levanta anclas, sin
llevarlas, dejándolas por la noche en la ori
lla del mar á mucha distancia de Palermo.
Cecilia, mientras que sus compañeras espan
tadas se abandonaban al dolory á las lágri
mas, recurrió á su refugio ordinario, y no
recurrió en vano. Repentinamente se pre
senta delante de ellas un venerable anciano,
vestido de viajero y con un báculo en la ma
no, yse ofrece á servirles de guia en las ti
nieblas de la noche; despues les dice: «Hijas
«mias, tambien es necesario que os descar
«gueis de vuestro equipaje: hé aquíun jóven
«servidor que lo conducirá.—Buen ancia
«no, respondieron las hermanas, con gusto
«aceptamos vuestros caritativos servicios;
«pero tendréis mucho que caminar, porque
«el lugar donde debemos pasar la noche está
«muy léjos de aquí, es la calle de SanJosé.
«¡Ah! replicó el anciano, en esa misma ca
«lle habitoyo;vamos, pues, hijas mias, mar
«chemos, y no tengais miedo.» Y en efecto
las acompañó hasta el lugar indicado, de
jando el equipaje en el dintel de la puerta.
Mas cuando las hermanas se volvieron para
darle las gracias y despedirse, ya habian des
– 913 –
aparecido el anciano y el jóven. Admiradas
de este prodigio, yponderando las circuns
tancias, se vieron abligadas á reconocer en
su caritativo guia á san José, protector de
Sicilia, y en eljóven portador de su carga,
ó al Hijo adoptivo de san José, ó alguno de
sus Ángeles de guarda.
La venerable hermana Juana Rodriguez,
tambien de la tercera Órden de san Fran
cisco, recibióde san José unavisible asisten
cia en recompensa de la singular devocion
que letenia. Caminaba con otra mujer, cuan
do espesas nubescubrieron el horizonte, ame
nazándolas una horrible tempestad. Llena de
terror la compañera de Juana, buscaba con
los ojosun asilo, sin poderlo descubrir. Re
pentinamente vieron aparecer un descono
cido, que con mucha gracia les ofrecióser
su compañero de viaje, asegurándoles que el
agua no las incomodaria. Bien pronto co
menzó á llover, el agua caia á torrentes, y
parecia que el cielo se derretia; ysin embar
go los caminantes no recibieron ni una gota,
y ni aun los piés se les humedecieron. Ávis
ta de esteprodigio,Juana conoció quién po
dria ser su guia. Se acercó á él, y viéndole
– 914 –
con atencion, conoció á san José, su muy
amado protector. Para colmo de su consue
lo, el Santo comenzó á hablarles de las va
nidades del mundo y de sus bienes; del pre
cio inestimable de la gracia, y del amor de
Dios sobre todas las cosas, hasta que llegan
do al término del viaje, vieron que el Santo
desapareció con la violencia de un relám
pago.
El P.Jerónimo de Pistoya, religioso ca
puchino y misionero apostólico, volvia por
órden del Soberano Pontífice áVenecia, don
de debia embarcarse para la isla de Candía
con un compañero de viaje. Á cierta distan
cia de Venecia, los dos Padres, que camina
ban de noche, perdieron la senda y se ex
traviaron. Cansados de fatiga y privados de
todo recurso humano, se arrodillaron para
invocar áJesús, María y José, suplicándoles
les socorriesen en tan extrema necesidad.
Era difícil que no fuese escuchada una ora
cion tal, puesto que el P. Jerónimo era del
número de los mas devotos siervos de san
José. Los religiosos distinguieron á alguna
distancia una luz que les pareció ser de al
guna lámpara. Se dirigieron hácia ella, y
- 215 -
pronto llegaron á una casa pequeña habita
da por tres personas, á saber, un hombre
entrado ya en edad, una mujer y un niño,
todos tres de una belleza incomparable, que
recibieron y trataron á sus huéspedes con
una admirable caridad. La mañana siguien
te, al despertar los dos religiosos se encon
traron en medio de una pradera, y mirando
á todaspartes no vieron la casa dondese les
habia hospedado. Entonces no dudaron que
quienes les recibieron, alimentaron y aloja
ron en la víspera con tanta bondad, fuesen
Jesús, María yJosé, y les dieron mil accio
nes de gracias por este insigne favor 4.
La consecuencia de los hechos maravillo
sos referidos en este capítulo será la que
saca el sábio Eckio, que en una de sus homi
lías sobre san José se expresa de esta suer
te: «Que todos los que tengan que empren
«derviajespeligrosos, y atravesar comarcas
«inhospitalarias, se pongan bajo la guarda
«de san José, y le pidan la proteccion, la
«seguridad y confianza de que tienen nece
«sidad. »
* Cronic. de los Franciscanos.
– 216 –

CAPÍTULO VII.
Proteccion de san José á sus devotos en la hora
de la muerte.

Si es cierto que san José es protector de


todos los agonizantes, me atrevo sin embar
go á decir que aun es mas evidente que re
serva los cuidados mas afectuosos y las ex
presiones mas tiernas de su amor para los
que durante su vida se han distinguido por
su devocion hácia él, y por el fervor de los
homenajes que le prestaran. El primer José,
durante el hambre, consolaba á los egipcios,
distribuyéndoles el trigo de que habia hecho
provision; pero para consolará sus herma
nos hizo algo mas: no contento con llenar
de trigo sus sacos, hizo que se les volviese
la misma suma que habian dado por precio
de la venta. Nuestro glorioso san José tra
tará aun con mayor generosidad á sus sier
vos devotos: él sabrá en el momento de su
mayor necesidad, esto es, á la hora de la
muerte, pagarles con usura los piadosos ho
menajes que le hayan prestado. Los ejem
plos son mas eficaces que los raciocinios
- 217 -
para establecer una verdad tan importante.
Hé aquí, pues, algunos.
La venerable hermana Pudenciana Za
guoni, célebre en la Órden de san Francis
co por la eminencia de sus virtudes, toda su
vida habia tenido una gran devocion á san
José. En la hora de su muerte fue recom
pensada con el mas bello y el mas dulce de
sus favores. Le apareció el Santo, yperso
nalmente la ayudó á bien morir; y para
colmo del consuelo llevaba en sus brazos
al niño Jesús, que es el gozo de los Ánge
les, la belleza del paraíso y la vida de las
almas inocentes. No es posible explicar la
dulzura ylostiernos afectos de que fue inun
dado el corazon de la enferma : baste decir
que las religiosas que la asistian tambien se
penetraron de ellos, cuando la oyeron diri
gir la palabra tanto á san José como al di
vino Niño; darlegracias al uno por haber
le hecho una visita que le hacia gustar con
anticipacion las delicias delparaíso, y al otro
por venir bajo una forma tan amable á con
vidarla al festin de las bodas que tiene pre
paradas en el cielo á las vírgenes sus espo
sas. Los movimientos y miradas de la en
– 918 –
ferma indicaban que san José habia hecho
alguna cosa mas, y que habia puesto entre
sus brazos al niño Jesús, como para deli
near en su devota sierva la bienaventurada
muerte que él tuvo en Nazareten los brazos
del Salvador divino *. -

El venerable siervo de Dios Alejo de Vi


gevano, religioso capuchino, coronó una
vida llena de méritos con una muerte llena
de dulzura. Poco antes de espirar rogóá uno
de los hermanos quelo asistian, que encen
diese muchas velas. Admirado este de su
pretension, quiso saber la causa. «Es, res
«pondió el enfermo, que Nuestra Señora,
«con su esposo san José, deben venir á vi-
«sitarme por algunos momentos, y es muy
«conveniente que sean recibidos con todo el
«respeto posible.» Un instante despuespu
do convencerse de queya se habia realiza
do esta gloriosa visita, porque el moribun
do exclamó lleno de alegría: «Hé aquíá la
«Reina del cielo, hé aquíá san José; arro
«dillaos, Padres mios,para recibirles dig
«namente.» Al instante entregó su alma en
tre sus brazos, recogiendo él los primeros
1 Crónic. de los Franciscanos.
– 919 -
frutos de la presencia de María y de José.
Sucedió esto el 19 de marzo, dia consagra
do al triunfo de san José, que, para recom
pensará este buen religioso la devocion fer
viente que siempre le habia tenido, vino el
mismo dia de su festividad á sacarle del des
tierro, y hacerle gozar con él de un triunfo
eterno.
Ya hemos visto venir á san José con solo
Jesús para asistiráuna alma; le hemos vis
to venir con sola María para asistirá otra:
ahora le verémos venir á la vez con Jesúsy
María. San Vicente Ferrer refiere el hecho.
Un piadoso comerciante de Valencia en Es
paña, cada año, el dia de Navidad, hacia
una práctica piadosa en honor de Jesús, Ma
ría y José. Consistia en recibir en su mesa
tres pobres, un anciano, una mujer y un
niño. La fe le representaba como infalible
mente verdadera esta palabra del Salvador:
«Todo lo que hagais con un pobre, conmi
«go lo haceis;» y por lo mismo, recibiendo
á estos tres pobres, creia recibir en persona
áJesús, María y José. El caritativo comer
ciante despues de muerto apareció ávarias
personas que rogaban por él, y les dijo que
– 220 -
al momento último de su vida le visitaron
Jesús, María y José, dirigiéndole esta invi
tacion: «Puesto que durante tuvida nos has
«recibido á los tres en tu casa, hoyvenimos
«los tres para recibirte en la nuestra.» Y
añadió, que tan luego como habian recibi
do su alma, la condujeron alglorioso festin
del paraíso. ¡Dichoso comerciante que supo
hacer un tráfico tanventajoso, y colocar sus
fondos en lasmanos de Jesús, María yJosé
Una de las mas ilustres hijas del Carmelo
reformado, la venerable Ana de San Agus
tin, tuvo la felicidad de servisitada á la hora
de su muerte por san José acompañado de
otros muchos bienaventurados. Algunas re
ligiosas que la asistian participaron de este
favor, viendo con sus propios ojos al celes
tial cortejo que el Señor enviaba á su fiel
esposa para conducirla en triunfo á los eter
nos tabernáculos. Entre los bienaventura
dos se distinguian san José y santa Teresa.
La moribunda, viendo su celda convertida
en cielo, diómuestras deuna alegría extraor
dinaria:y segun sus movimientos y mira
das,parecia que estaba recibiendo á loshués
pedes celestiales que entraban á visitarla.
– 221 –
No pudiendo contener el exceso de su ale
gría, exclamó tres veces: «¡Mis Padres, mis
«Padres, mis Padres!» invitando con estas
palabras, que fueron las últimas que pro
nunció,á los religiosos que se hallaban pre
sentes, á considerar este bello espectáculo,
y ávenerará san José, que con su amada
hija santa Teresavenia para recibir su alma
y conducirla al cielo. En efecto,una car
melita de gran virtud, que habitaba en dis
tinto convento, estando suplicando á Dios
que prolongase los dias de la enferma, la
vió subir gloriosamente al cielo entre san
José y santa Teresa, seguida de Ángeles y
de los Santos que componian el cortejo ".
Un religioso agustino muchos meses des
pues de su muerte aparecióá otro religioso
de la misma órden; yle dijo quesufriator
mentos horribles en el purgatorio, y que
apenas habia escapado de las llamas del in
fierno; pero que elSeñor se habia dignado
remitirle la condenacion eterna, porque du
rante su vida constantemente se habia ma
nifestado devoto del glorioso san José, que
* Historia de la Reforma del Cármen. -
– 222 -
en cualidad de padre adoptivo del soberano
Jueztodo lo puede en su tribunal.
Permítasenos añadirá lo referido de nues
tro piadoso autor un beneficio que, hace al
gunos años, concedió san José á unaperso
na que hemos conocido particularmente.
Juan Grange, hermano coadjutor de la
Compañía de Jesús, tenia una completa fi
lial devocion á san José. Una de sus prácti
cas habituales era rezar diariamente sus le
tanías y otras oraciones en su honor. Bajo
la direccion y el ejemplo de estegran San
to se habia dedicado con especialidad á la
vida interior; ypara tener menos ocasiones
de perder el recogimiento en su empleo de
cocinero, aunque era bastante débil, prefe
ria trabajar élsolo,que tener ayudantes que
le obligasen áquebrantar el silencio. En 1834
sus superiores le enviaron á descansará Saint
Acheul, porque su salud, que siempre ha
bia sido bastante delicada, se alteró sensi
blemente en el invierno; pero léjos de ad
quirir nuevasfuerzas, acabó de debilitarse,
y al fin cayó en un deterioro tal, que solo
anunciaba una próxima muerte. Aunque no
– 223 –
se dudaba delpeligro de su estado, él no fue
menos fiel ásus ejercicios religiosos,y mien
tras pudojamás cesó de invocar con el co
razon ycon la boca al que tanto tiempo ha
bia honrado como ápatron de los agonizan
tes. Los que le asistian en su enfermedad
observaron que siempre que le sugerian que
invocase áJesús y María jamás dejó de re
petir sus nombres, añadiendo además el de
san José, su querido protector. No se hizo
esperar mucho la recompensa de una tan
constante y tan viva devocion. Poco antes
de su muerte, habiendo observado el enfer
mero que con un aire risueño tenia fijos los
ojos en un ángulo del aposento, le pregun
tó qué miraba con tanta atencion y alegría.
«Á san José, respondió él... á san José»
Replicó el enfermero: «¿Sin duda viene á
«buscarle?–Muy pronto, » dijo el enfermo.
Algunos momentos despues espiró, dejando
á todos sus hermanos persuadidos de la fe
licidad que experimenta una alma devota en
ese último trance cuando abandona al cuer
po, para caer en las manos de un tan gene
roso y poderoso amigo. Esta muerte feliz
acaeció el 20 de setiembre de 1834.
- 224 –

CAPÍTULO VIII.
Proteccion de san José en todas las necesidades
corporales óespirituales.

Piadoso lector, terminaré este segundo li


bro ofreciéndoos una reunion de ejemplos
de toda clase, que formarán un ramillete
muyparecido á los que los jardineros com
ponen de diversas flores, reunidas sin mu
cho arte, y que sin embargo son muy agra
dables, ora por la variedad de sus colores,
ora por el perfumeque resulta de la mezcla
de tantos aromas. Este ramillete espiritual
espero que agradará á nuestro Santo, por
que hará mas y mas evidente la verdad del
testimonio que le ha dado una de sus mas
afectuosas siervas, diciendo que san José es
un Santo que da auxilio y socorro en todas
las necesidades, de cualquiera clase que sean.
D. N. Quiroga, célebre capitan español,
era muydevoto de sanJosé. En lasfrecuen
tes guerras que sostuvo contra los pueblos
de las islas Marianas recurria sin cesar á su
proteccion, y esta proteccion era para él un
escudo impenetrable. Esto lo experimentó
– 225 –
especialmente en una de esas islas en que
muchasvecestuvo que combatir á los bár
baros con fuerzas muyinferiores, y siempre
con un maravilloso éxito,pues jamás fue
herido ninguno de sus soldados. Quiroga
atribuia á san José todo el honor de esas
victorias; y en efecto veia muy claramente
el cuidado con que su celestialprotector ve
laba por la conservacion de su pequeña ar
mada. Un dia fue atacada con furor por un
grueso cuerpo de insulares, que hicieron
llover sobre ella una granizada de flechas
emponzoñadas; y hubiera sin duda pereci
do toda entera, sisan José, á quien invocó
Quiroga, no hubiera venido del cielo á so
correrle. El Santo apareció en los aires, y
la armada cristiana le vió quebrar las mor
tíferas flechas y hacerlas caer á los piés de
los soldados contra quienes se habian lan
zado 4.
El P. Antonio Natali, célebre misionero
jesuita, tenia una grande inclinacion á la
vida interior,ypor consiguiente una devo
cion grande á san José; por lo cual no per
dia ninguna ocasion de honrarle. Entre otros
1. Historia de las islas Marianas.
15 S. José.
– 226 –
opúsculos publicó uno en que estimulaba á
todos los cristianos ávenerarle especialmen
te; se proponia publicar otro segundo sobre
sus virtudes y prerogativas, pero la muerte
impidió la ejecucion de este piadoso desig
nio. Habia regado con sus sudores apostóli
cos los Estados de Sicilia, y para asegurar
el fruto, colocó cada mision bajo la protec
cion de san José. Entre otros obsequios que
le hacia, recitaba diariamente un rosario de
oraciones que él mismo habia compuesto en
su honor. Aunque las cuentas del rosario
fuesen de una materia muy comun, él las
consideraba como una cosa muy preciosa,
porque decia que era el rosario de sanJosé.
Un dia se leperdió; accidente que le fue tan
sensible como áun avaro la pérdida de su
tesoro. Rogó al Santo que lo encontrase, y
no fue inútil su oracion: una mañana, mien
tras daba gracias despues dela misa, se acer
có á él un niño lleno de graciasy belleza, y
con aire de conocerle le entregó su rosario.
En el libro I, capítulo XI, hemosya cita
do á la venerable hermana Clara-María entre
las almas que mas se han señalado por su de
vocion á san José : ahora hablarémos de al
– 227 –
gunos favores que san José dispensó á esta
digna hija de santa Teresa. Su confianza en
él notenia límites, lo que se juzgará por el
pasaje de una carta suya en que daba cuenta
de su conciencia á su director: «El dia de la
«fiesta de mi san José fue para mí el mas fe
«liz; mi devocion á él me parecia masviva
«y afectuosa. Yo me presentéá sus piés con
«todas mis miserias, y le rogué me alcanza
«se de Dios un grande amorásu divina Ma
«jestad.» Esta confianza le fue pagada con
tantos beneficios y gracias, que pudo ase
gurar con la santa madreTeresar que jamás
le habia pedido cosa que no hubiera obteni
do. San José era su refugio en todas las ne
cesidades del monasterio. Hé aquí un ejem
plo: Una hermana que la habia acompaña
do á Roma á la fundacion del monasterio,
llamado Regina caeli, debia volver al suyo
primitivo. Clara-María temió que la salida
de esa hermana, cuyas causas no ignoraba,
perjudicase á la reputacion del nuevo con
vento. En tal perplejidad se dirigió á san
José, diciéndole: «Ó amado Protector mio,
«mirad á qué estado de abyeccion va á re
«ducirse esta pobre y pequeña casa de la
15*
– 228 -
«Reina del cielo vuestra esposa.» Al mo
mento escuchó interiormente estas palabras:
«Tertia die resurget, resucitará al tercer dia.»
El suceso probó la verdad de esta prediccion.
«Ella me llenó de gozo, dice Clara-María,
«esperando que como la pasion de Nuestro
«Señor Jesucristo habia comenzado por los
«oprobios, yterminado en la gloria de la
«resurreccion, del mismo modo esta casa,
«despues de algunos dias de humillacion,
«resucitaria gloriosamente, lo que en efec–
«to sucedió, y por medios que nadie jamás
«hubiera imaginado.» Entonces fue cuando,
á instancia de su devota sierva, san José li
bró á la hermana Ana-Teresa de la Encar
nacion de un mal tanto mas espantoso, cuan
to que era incurable: era un pólipo en la
nariz, que segun los médicos extendia sus
raíces hasta la oreja, y por lo mismo era
mortal. La venerable Clara-María, visi
tando un dia á la enferma, le dijo: «Te
«ned mucho valor, querida hermana, que
«san José os cuidará.» Y volviéndose á la
imágen del Santo, añadió estas palabras:
«Glorioso Santo,por el gozo que tuvísteis
«de llevar en vuestros brazos al niño Jesús,
– 229 –
«y por el amor que teneis á la Vírgen ma
«dre, esposa vuestra, os ruego me conce
«dais esta gracia.» En seguida se fué,prome
tiendo ála enferma comulgar por ella al dia
siguiente. Al otro dia, despues de la comu
nion, volvió á ver á la enferma, y la en
contró con un mal de cabeza horrible, la
narizinflamada, y con tal dolor, que parecia
anunciar la gangrena. No por esto se turbó
ni desconcertó la devota sierva de san José;
antes con un aire mas seguro y alegre que
nunca le dijo: «Tened confianza, mi queri
«da hermana; sanaréis, san Joséquiere ha
«ceros esta gracia: para alcanzarla he pro
«metido mandar celebrartres misasyvestir
«áun pobre en honor suyo; en consecuen
«cia, hermana, ya puede sonarse.» La en
ferma repugnó hacerlo, á causa del gran
dolor que experimentaba. «Obedeced, her
«mana mia, replicó la venerable Clara, obe
«deced, y os encontraréis bien.» Obedeció,
pero sintió un dolor tan violento, que le pa
recia que le abrian la cabeza. Poco despues
estornuda, y al momento el cerebro se des
embaraza de los elementos de esa dolorosa
enfermedad. Una vez arrojado el gérmen del
– 230 –
pólipo, la enferma se alivió, con grande ad
miracion de los médicos y cirujanos, que en
el mismo dia fueron áverla, y ájustificar
por sí mismos la realidad del prodigio.
Ya hemos hablado otra vez de la herma
na Juana de los Ángeles, religiosa ursulina
de Lyon, que recibiógracias muy señaladas
de san José; hé aquí una de las mas remar
cables: Dios permitió que fuese poseida de
un demonio que largo tiempo se obstinó en
atormentarla. Para alcanzarsu libertad, hi
zo voto de rezar diariamente durante un año
el oficio de san José, de castigar cada sema
na su cuerpo con alguna mortificacion,yde
comulgar nueve dias seguidos. El dia nono,
mientras que el sacerdote la exorcizaba, el
demonio mismo dijo que san José le orde
naba salir de ese cuerpo, ydiópor señal de
su salida el nombre de José que se encon
traria grabado en la mano de la devota her
mana. En efecto, se encontró grabado, y
desde ese momento ella quedó libre.
Santa Catalina de Bolonia, así llamada
porque en la ciudad de Bolonia, despues de
muchos siglos, se conserva su cuerpo ente
ro y sin corrupcion, vivió algun tiempo en
– 231 –
un monasterio de Ferrara, donde ejercitó
el oficio de portera. Un anciano vestido de
peregrino venia repetidas ocasiones á pedir
le limosna; Catalina siempre se la daba, con
tanto mas placer, cuanto que él la entrete—
nia refiriéndole sus viajes á Jerusalen, y la
felicidad que habia tenido de ver todos los
lugares de la ciudad santa. Un dia el pere
grino, despues de haber recibido la limosna
ordinaria, presentó á Catalina un peque
ño vaso de barro, de una composicion des
conocida, diciéndole que la Vírgen santísi
ma se habia servido de ese vaso para dar de
beberá su divino Hijo en su infancia. Cata
lina aceptó la sagrada reliquia con tanto go
zo como reverencia, y dió lasgracias al ge
neroso peregrino. Este, por su parte, le en
cargó que la guardase hasta que volviese á
pedírsela; la bienaventurada portera quedó
persuadida de que era un presente del glo
rioso Esposo de María, y conservó cuidado
samente el precioso tesoro. Habiendo sido
despues nombrada superiora de un monas—
terio de Bolonia, confió el vaso á la supe
riora del convento de donde salia, con en
cargo de entregarlo al piadoso peregrino
– 932 –
cuando viniese á buscarle; y que si no vi
niese, lo donaba al convento de Ferrara, á
condicion que todos los años el dia de san
José se expusiera á la veneracion pública.
Estas piadosas disposiciones fueron ejecuta
das, y la santa reliquia ha justificado su au
tenticidad por la multitud de curas mila
grosas que por medio de ella se han obrado.
San Agustin observa que siel primer José
hizo sentir la influencia de su poder y de su
gloria á solo Egipto, el segundo tiene el
privilegio de extenderla al mundo entero.
¡Qué progresos no ha hecho la fe católica
desde que se colocaron bajo la proteccion de
san José las misiones de muchas partes de
las Indias orientales y occidentales, y las del
grande imperio de la China, de donde es
especial protector! Demasiadaspruebas exis
ten del vivo interés que toma por estos pue
blos bárbaros;véase un ejemplo: Bajo los
auspicios de san José la fe tomó posesion de
las florecientes reducciones del Paraguay:
tambien en una ocasion importante les ha
dado una señal brillante y milagrosa de su
vigilanciay su afecto. Esa naciente cristian
dad estaba amenazada de un azote del cie
- 233 -
lo.San José no quiso quefuese castigada de
improviso, y expuesta asíá su total destruc
cion; la advirtió que se preparase, hacien
dover en diversos lugaressus imágenes em
papadas de sudor, y bañadas de gruesas lá
grimas, como para decirá su pueblo queri
do: «Ya ves á tu Protector llorar anticipa
«damente las desgracias que van ávenir so
«bre tí; llora tambien tú mismo, mientras
«que aun es tiempo, á fin de que la justicia
«divina, aplacada por tu penitencia, des
«cargue en otra parte el golpe de su vengan
(Z3,X

El ejemplo siguiente servirá para sacará


los devotos de san José de un error que pu
diera serles funesto. Si acontece que cuan
do rueguen al Santo, por otra parte tange
nerosoy tan bueno, no sean escuchadosse
gun desean, no se entristezcan, sino que la
fe les socorra y persuada que el Santo les
escucha entonces del modo mas útil á sus
verdaderos intereses, aunque sea el menos
conforme á sus cortos alcances; y que si sus
deseos fuesen satisfechos, tal vez se conver
tirian en una desgracia. Porque, en efecto,
son desgraciados aquellos enfermos á quie
- 234 –
nes los médicos conceden todo cuanto de
sean.Un señor muy devoto de san Joséte
nia costumbre de celebrar todos los años su
fiesta con mucha solemnidad. Tenia tres hi
jos: uno de ellos murió el mismo dia de la
fiesta; y al siguiente año en el mismo dia
murió el segundo. Esta doble pérdida afli
gió al buen padre, al extremo de hacerle
tomar la resolucion de renunciar á celebrar
mas la festividad del Santo,temiendo per
der á su tercero yúltimo hijo. De aquí es
que, ora obligadopor el temor, ora para di
sipary arrojar de sí sus tristezas y sus in
quietudes, emprendió un viaje. Caminando
muy pensativo, alzó tal vez los ojos, y vió
á dos jóvenes colgados de un árbol; y al
mismo tiempo le apareció un Ángel y le di
jo: «¿Vesá esos dos jóvenes? Pues sabe que
«tus hijos, si hubiesen vivido, habrian teni
«do ese fin : masporque eras devoto de san
«José, él alcanzóde Dios que muriesen en su
«infancia, para libertará su casa de la des
«honra que le hubieran causado,y sobre to
«do para asegurarles, con esa muerte pre
«matura, la vida eterna. Vé á celebrar la
«fiesta del Santo, yno temas por el hijo que
- 235 –
«te queda; será obispo y tendrá larga vida.»
Todo lo cual se verificó segun la prediccion
del Ángel.
Aunque el hecho siguiente parece que
pertenece mas á la Esposa que al Esposo,
esto es, mas bien á la Vírgen María que á
san José, no dejaré de referirlo,áfin de que
los devotos de nuestro Santo se inflamen
mas y mas en su afecto, sabiendo cuánto
agrada esa devocion á la Vírgen santísima,
y cómo se complace en verle honrado.
En 1648 vivia en Nápoles un esclavo moro,
tan obstinado en su falsa religion, que no
queria ni aun oir hablar de los dogmas de la
fe cristiana. Además, los consejos y los ejem.
plos de otro esclavo aun mas encaprichado
que él en su infidelidad aumentaban las di
ficultades de su conversion, pues no cesaba
de fortificar sus funestasprevenciones con
tra el Cristianismo. El desgraciado moro,
abandonándose completamente á su seduc
tor, se enardea contra los esfuerzos que se
hacian para ilustrarle sobre la impiedad y
lo absurdo del Mahometismo. En medio de
esta ceguedad permanecia, sin embargo,
fiel á una costumbre que practicaba hacia
– 936 –
dos años, y consistia en encender todas las
noches una lámpara delante de la imágen
de la Vírgen santísima, pintada sobre la
pared del jardin de su amo; y para poder
sostener ese gasto, reservaba una parte de
los pequeños gajes que obtenia. Su amo, que
era un napolitano, habiendo reparado este
acto depiedad, le preguntó qué le movia á
practicarlo. El esclavo respondió: «Para po
«nerme bajo la proteccion de la Vírgen Ma
«ría; yporque me parece que es una Seño
«ra muyámable,ápesar de las tinieblas de
«la noche que me ocultan sus obras.» El
piadoso amo, creyendo haber encontrado la
mas favorable ocasion de convertirle, man
dó llamará uno de los Padres de la Compa
ñía de Jesús que estaba especialmente en
cargado de las almas de los pobres esclavos.
El Padre fué al palacio, llamó al moro y á
su compañero, y comenzó con dulzura á
persuadirles que se hiciesen cristianos. Pero
todo el fruto de sus exhortaciones se redujo
á burlas que ejercitaron su paciencia. Lo
mismo sucedia todas las veces que repetia
sus exhortaciones. Entonces tomó el partido
de rogará Dios, y hacer que otras personas
- 237 –
tambien le pidiesen que ilustrase y movie
se el corazon de estos infortunados. Estas
oraciones fueron eficaces. La noche de la
Asuncion, el moro, acostado en una coche
ra, dormiaprofundamente, cuando oyó una
voz que llamándolepor su nombre, le dijo:
«Abel, Abel, despierta y escúchame.» Él
dispertó, abrió los ojos, vió toda la coche
ra bañada de una resplandeciente luz,y en
medio de la luzá una Señora de majestuoso
aspecto, vestida de blanco, y acompañada
de un venerable anciano que llevaba en la
mano un vaso de plata lleno de agua. Abel,
penetrado de respeto y de temorávista de
un espectáculo tan maravilloso, gritó:
«¿Quiénessois? ¿Cómo habeis entrado aquí,
«estando cerradas las puertas?» La Señora
le respondió: «Yo soy María, cuya imágen
«has venerado tú en el jardin;yel que está
«á mi lado es mi esposo José. He descendi
«do del cielo para persuadirte que te hagas
«cristiano, y que tomes el nombre de José.
«-Señora, replicóelmoro, mandadme otra
«cosa, yyo obedeceré; mas en cuantoáser
«cristiano, no puedo resolverme.» La Vír
gen santísima, en lugar de indignarse con
– 238 –
una respuesta tan poco atenta, se acercó al
esclavo como para acariciarle; le puso una
de sus manos sobre las espaldas, y le dijo
con bondad: «Vamos, Abel, vamos, no me
«resistas mas, hazte cristiano.» A este gol
pe el corazon de Abel, hasta entonces tan
duro, se ablanda, se deshace como el hielo
expuesto á los rayos de un sol ardiente, y
dice : «Señora, vuestra mano sagrada ha
«movido y abrasado mi corazon : ya quiero
«obedeceros, quiero hacerme cristiano, y
«llamarme José. Pero ¿cómo aprenderé las
«oraciones de los cristianos,yo que soy un
«pobre ignorante?–Yo misma, dijo la Ma
«dre de las misericordias, te las enseñaré.»
Ytomando la mano derecha del moro, como
lo haria una madre con su hijo, le hizo que
formase la señal de la cruz, prometiéndole
que nunca la olvidaria; añadiendo que las
demás oraciones le serian enseñadas por el
Padre que habia trabajado antes por hacer
le cristiano. El moro, alentado con tantas
bondades, le pregunta qué deberia hacer
para ser cristiano. Entonces la Madre de
Dios, tomando el vaso que llevaba san Jo
sé,y derramando el agua en la cabeza del
– 239 -
neófito, le dice: «Ve lo que hará el sacer
«dotepara bautizarte; y al mismo instante
«tu alma quedará tan blanca como mis ves
«tiduras.» Á estas palabras, la santísima
Vírgen hizo ademan como de retirarse. El
moro lleno de confianza quiso detenerla;
pero sus esfuerzosfuero vanos. «Señora, le
«dijo entonces, prometedme volveráver
«me, para consolarme cuando me encuen
«tre afligido.» Ella lo prometió, y desapa
reció luego. Una vez solo ya Abel, corrió á
comunicar á su amo cuanto le habia ocur
rido. Al dia siguiente se dió aviso al Padre
encargado de la conversion de los esclavos,
y el moro se apresuróá pedirle el Bautismo.
Su compañero de esclavitud, que por tanto
tiempo le habia detenido en la infidelidad,
se rindió al saber la vision milagrosa, y los
dos, despues de algunos dias de instruccion,
se encontraron suficientemente dispuestos á
recibir el Bautismo, en union de otros diez
esclavos que á su ejemplo abrieron los ojos
á la verdad. La ceremonia se hizo con mu
cha piedad y magnificencia. Abel, que era
el principal objeto, tomó el nombre de Jo
sé, de acuerdo con las órdenes que recibió
– 940 –
de la Vírgen, yse mostró digno de tan alta
proteccion. No tardó la Madre de las mise
ricordias en colmar de nuevos favores al que
bien podia llamarse su hijo adoptivo. En
contrándose un dia poseido de una aflictiva
melancolía, acudióá su protectora. «Vírgen
«santa, le dijo, héaquí el momento de cum
«plir vuestra promesa.» Al instante se le
apareció, y le dijo: «José, ten paciencia.»
Estaspocaspalabras fueron para su corazon
un bálsamo tan saludable y suave, que le
pareció, segun él mismo referia, estar en el
paraíso *.
* El P. Segneri en su libro: El devoto siervo de María,
– 241 –

LBRO TERCERO,

PRÁCTICAS DE DEVOCION EN HONOR


DE SAN JOSÉ.

CAPÍTULO I.

Prácticas para todos los dias.


Queriendo el santo patriarca Jacob dará
su hijo José, jóven aun, una prueba de su
ternura y de su predileccion, le regaló una
túnica de diversos colores, de una gran be
lleza. Esto, á miver, fue una figura de esa
variedad, ora de privilegios, ora de virtu
des, ora en fin de homenajes, que entre to
dos losSantos distinguen á san José. Seme
jante á la Reina de los cielos por el esplen
dor de sus méritos y de sus prerogativas,
¿no deberia su culto, como el de la santa
Vírgen, reunirá la abundancia una agrada
ble variedad, circumdata varietate? Manifes
tar las diversas devociones con que podais
16 s. José.
– 242 –
expresarle vuestro respeto y vuestro amor
será, lector piadoso, poneros á la vista esa
misteriosa túnica.
1.º Honrad su imágen,y al efecto colo
cadla en un lugar distinguido en vuestro
oratorio, como se acostumbra en las fami
lias para quienes las imágenes de los bien
hechores, de los protectores y delos parien
tes mas recomendables son el mas bello or
namento de sus salones. Imitad en esto al
devoto san Francisco de Sales; no tenia en
su Breviario sino una sola imágen, y esta
era de san José. Imitad al P. Luis Lallemant,
que quiso conservar la imágen de san José
hasta sobre el lecho mortuorio, hasta la se
pultura.
2.º Si sois sacerdote, podeis, despues de
la autorizacion general dada por la sagrada
Congregacion de Ritos, siempre que haya
lugar para recitar en la misa la oracion A
cunctis, agregar el nombre de san José, y
colocarlo antes de los santos apóstoles Pe
dro y Pablo.
3º Si sois padre de familia, ó estais á la
cabeza de cualquiera comunidad, confiadla
al cuidado del Santo á quien el eterno Pa
– 243 –
dre confió lo mas querido que tenia en el
mundo, Jesús y María. En esto imitaréis á
santa Teresa, que cada vezque fundaba un
monasterio no dejaba de darle por tutor y
patrono á su muy amado san José, que el
Señor habia hecho jefe y superior absoluto
de la sacra Familia. Cuando el rey de Egip
to exaltó al antiguo José, le dijo: «Tú esta
«rás á la cabeza de mi casa.» Vosotros usad
de este mismo lenguaje con el nuevo José.
4º ¿Quereis saber cuál sea el homena
je mas agradable á nuestro Santo, y que
pueda ofrecérsele todos los dias? Pues os di
ré que es aquel que el mismo Santo enseñó
á tres religiosos franciscanos, segun lo refe
rimos en el capítulo V del libro II; esto es,
honrar los siete dolores y los sietegozos que
experimentó en la tierra.
5.º Renovad la memoria de san José
muchas veces al dia, y saludadle afectuosa
mente, sobre todo cuando el sonido de la
campana os advierta que debeis venerar el
gran misterio de la Encarnacion, obrado en
el casto seno de María su esposa. Lo mismo
cuando suene la campana de los agonizan
tes, como se usa en muchos lugares, recor
16*
– 244 –
dad que es el patrono de los moribundos y
decidle :

Josésanto, esposo puro de la Vírgen María,


Acuérdate de mí, durante mi agonía.

6.º Santa María Magdalena de Pazzis al


ver en uno de sus éxtasis la gloria de san
José, exclamó: «¡Oh Dios! ¡qué parte ha
«tenido el glorioso san José en el cáliz de la
«pasion de Jesús, por los servicios quepres
«tó á su humanidad! La pureza deJosé sir
«ve en el paraíso como de realce á la pure
«za de María. En este cambio de resplan
«dores que se encuentran mútuamente, la
«pureza de José parece, pordecirlo así, que
«aumenta el brillo de la de María. José uni
«do áJesús yMaría parece una estrella res
«plandeciente; él concede una proteccion
«muy especialálas almas que combaten ba
«jo el estandarte de María.» Ved, pues, que
para que vuestra devocion sea completa de
be comprenderá la vez á Jesús, á María y
José, pues todos tres han estado tan estre
chamente unidos por los vínculos de fami
lia, ypor los afectos del corazon y de la
santidad. Uníos del mismo modo á ellos,
– 945 –
consagrando todo vuestro corazon á la san
ta infancia de Jesús, á la que María y José
consagraron todo su amor y todos sus ser
vicios. Invocad frecuentemente estos tres
nombres tan dulces, imitando al bienaven
turado Gaspar de Bono que vivió ymurió
con los nombres sagrados deJesús, María y
José en el corazon y en los labios.
7º Ypues que la mas excelente devo
cion consiste en imitar las virtudes de nues
tros santos Patronos, esforzaos por practi
car cada dia alguna de lasvirtudes que han
resplandecido en san José; por ejemplo, la
vigilancia sobre vuestros inferiores, si sois
superior ó padre de familia. Mirad la prác
tica particular en que se ejercitaba el vene
rable P. Luis Lallemant, de quien ya hemos
hablado en el libro I. Habia elegido á san
José por modelo de la vida interior; y por
lo mismo practicaba cada dia los cuatro ejer
cicios siguientes, dos en la mañana, y dos
en la tarde. Elprimero era, hacer una ele
vacion de espíritu hácia el corazon de san
José, y considerar cuán dócil habia sido á
lasinspiraciones delEspíritu Santo;despues,
mirando su propio corazon, se humillaba al
– 946 –
ver sus resistencias, y se animaba á seguir
mas fielmente las impresiones de la gracia.
El segundo era, considerar la perfeccion con
que san José unió la vida interior á las ocu
paciones de su estado; despues, reflexionan
do sobre sus propias ocupaciones, examina
ba si habia algun defecto que corregir. Por
este medio subió á una grande union con
Dios, que supo conservar aun entre lasfun
ciones que mas pudieran distraerle. Era su
tercer ejerciciounirse espiritualmente áJo
sé como esposo de la Madre de Dios; y con
siderando las luces admirables que el Santo
tenia sobre la virginidad y la maternidad de
María, se excitaba al amor de este santo Es
poso, por amor de su Esposasantísima. Y el
cuarto, en fin, era representarse las adora
ciones profundas, los servicios amorosos y
todos paternales que san Josétributó al santo
niño Jesús; y le pedia que juntamente con
él pudiese adorar, amar y servirá este dul
ce y divino Niño con los sentimientos del
mas tierno afecto y de la veneracion mas
profunda. ¿Qué cosa mas saludable que es
tas prácticas para las almasque se proponen
caminará la perfeccion? Si os parecen de
- 247 –
masiado sublimes para vos, tomad de una
alma piadosa la siguiente práctica, que pue
de ser mas acomodada á vuestra debilidad.
8.º Consagrad cada dia de la semana á
uno de lossiete gloriosos privilegios de san
José. El domingo honradle como á esposo de
María; el lunes como á padre adoptivo de
Jesús; el martes como á vírgen muy puro;
el miércoles como ávicario y lugarteniente
del Padre eterno; el jueves como ájefe y
protector de la sagrada Familia; el viernes
como al mas afortunado de los hombres en
su vida y en su muerte, y el sábado como
al mas elevado entre todos los Santos en
el cielo. Santa Gertrudis vió que los habi
tantes del cielo inclinaban la cabeza en se
ñal de reverencia, cuando las religiosas, al
rezar en el coro el oficio divino, pronuncia
ban el nombre de José.
Y si para que vuestros homenajes sean
mas agradables á nuestro glorioso Santo de
seais ofrecerlos por medio de alguno de los
Santos que llevaron su nombre, hé aquí
otros tantos cuantos dias tiene la semana,
sacados todos del Martirologio romano, ex
cepto el primero, que esuno de los santos
– 248 –
Patriarcas de la antigua ley, que san Am
brosio nos propone como admirable modelo
de castidad. Sit nobis propositus sanctus Jo
seph tamguam speculum castitatis. El domin
go, pues, san José, hijo de Jacob; lunes san
José de Arimatea, noble decurion; martes
san José el Justo, uno de los setenta y dos
discípulos; miércoles san José el Mártir;
jueves san José, presbítero y mártir; vier
nes san José de Calasanz, ysábado san José
de Cupertino.
CAPÍTULO II.
Prácticas extraordinariaspara diferentes épo
cas del año.

Estas prácticasson de tres clases: las que


disponen á la celebracion de sus fiestas; las
que tienen lugar el mismo dia de la solem
nidad, y las que se hacen de tiempo en tiem
po para reanimar la devocion de san José.
Con tal motivo entrarémos en algunos de
talles.
1.º Las almas piadosas siempre han te
nido y tienen la costumbre de disponerse á
celebrar las grandes solemnidades con prác
– 249 –
ticas de devocion; porque saben muy bien
que en los diassolemnes se reparten con mas
abundancia en los corazones bien dispuestos
losfavores divinos; á semejanza del rocío del
cielo,que siindiferentemente cae en todos los
lugares, realmente solo alimenta á las tier
ras en que las plantas se desarrollan y se
cargan de flores y de frutos. Una de las de
vociones mas usadas y autorizadas en el ca
so de que se trata es la de las novenas. Si
por medio de una novena os disponeis á las
principales fiestas de la Madre de Dios, sin
duda que, siendo devotos de san José, no
querréis hacer menos para disponeros á la
fiesta de este glorioso Esposo de María. Es
te homenaje le será muy agradable, y le
obligará á concederos algunos de esos favo
res extraordinarios que reserva á sus fieles
devotos, segun lo enseña la experiencia.Ya
hemos visto varios ejemplos en el libro II
de esta obra, y así solo me limitaré á citar
el caso de un anciano habitante de una al
dea cercana á Lyon. Habiendo sido herido
de la peste que en 1638 desolaba á esa ciu
dad, el enfermo pidió al vicario del lugar,
que independientemente de los remedios hu
– 250 –
manos le diese, si tenia, algun medio de
salvar su vida. El vicario le dijo: «No hay
«otro que hacer un voto de celebrar todos
«los años la fiesta de san José, confesando y
«comulgando, ypreparándoos además con
«una novena, en la que rezaréis siete veces
«el Pater nostery otras tantas el Ave María,
«invocando igualmente los sagrados nom
«bres de Jesús, María y José.» El buen an
ciano hizo el voto, y al momento desapare
cióla peste con todos sus síntomas.Mas ade
lante se verá el modelo de una novena de
san José, cuyos ejercicios se podrán adop
tar en todo ó en parte; el punto esenciales
portarse con ese espíritu de fervor y de fe
que da precio á las acciones mas pequeñas.
2º El dia de la festividad de los Santos
es el dia de su triunfo. Vosotros contribui
réis al triunfo de san Josépor la meditacion,
por la recepcion de Sacramentos, por la li
mosna, y por la consagracion de vuestra
persona á su servicio. Vuestra meditacion
podrá seruna repeticion de las que hayais
hecho en la novena, y os servirá de prepa
racion próxima á la santa comunion. Podrá
ser que digais que no sabeis hacer oracion
– 251 –
mental. Si no sabeis hacerla, responde san
ta Teresa, y si no encontrais en la tierra
quien pueda ó quiera enseñárosla, en otra
parte encontraréis un maestro de los mas
hábiles. Elegidá san José: bajo su direccion,
en poco tiempo se dispone uno, nosolo ála
oracion, sino tambien á la contemplacion.
Poned igualmente vuestra confesion bajo el
amparo de san José, acompañada de una
voluntad muy fuerte de corregir vuestros
defectos. El Santo se agrada deverá las al
mas que le son devotas adquirir mas y mas
esa pureza de corazon, cuyo efecto es estre
char la union con Dios, segun esta promesa
que el Espíritu Santo hace en el libro de los
Proverbios: El que ama la pureza de cora
zon, tendrá por amigo al rey. La venerable
sor Ágata de la Cruz, preparándose un dia
á la confesion, fué visitada por la santísima
Vírgen, llevando en los brazos á su divino
Hijo, acompañada de su casto Esposo. Lle
na de confusion á su vista, porque se repro
chaba haber hecho alguna cosa que mere
ciese una reprension severa, le pide perdon
humildemente, el que le fue concedido con
una bondad y una dulzura celestial. Desde
– 952 –
entonces se sintió inflamada en el amor de
san José.
Cuando comulgueis tened costumbre de
invitará María y áJosépara que vengan á
hacer compañía áJesús en su santuario, es
decir, en vuestro corazon. Decidles afectuo
samente que ese dia es para Vos la fiesta de
la Presentacion, y que habiéndoos dado el
eterno Padre á su divino Hijo, á sus padres
toca venirá rescatarlo, trayéndoosporpre
cio de su rescate la pureza de la paloma y
los gemidos de la tórtola. Á la comunion
seguirá la limosna. Convidad á vuestra me
sa ásan José, con su Hijo divino y con su
Madre, imitando al piadoso comerciante de
quien hablamos ya. Si la indigencia ú otro
obstáculo os impide convidará tres perso
nas pobres, procurad á lo menos dar tres
pequeñas limosnas áun anciano, á una mu
jery á un niño. En fin, coronadvuestra li
mosna con la ofrenda que devos mismo ha
gais ásan José, eligiéndole por vuestro pri
mer protector despues de la Vírgen María.
Si sois jefe de una familia ósuperior de una
comunidad, imitad al noble colegio de Se
na, que en 1707, el dia mismo de la fiesta
- 253 –
de este santo Patriarca, se colocó solemne
mente bajo su proteccion, ofreciéndole to
dos los nombresy todos los corazones de los
alumnos, encerrados en un corazon de pla
ta, que ha permanecido despues colgado en
su capilla como un eterno monumento de su
amor. Consagradle cordialmente y en vues
tro corazon todos los corazones de vuestra
familia entera; ypara que vuestra ofrenda
sea mas agradable á sus ojos, hacedla al pié
de su altar, ó al menos de su imágen, reci
tando la fórmula que se encuentra en el ter
cer dia de su Tríduo, tal cual está en el ca
pítulo IV.
3º Ciertamentepoco será celebrar una
sola fiesta en honor de vuestro santo Pro
tector. Las festividades de Jesús y María
igualmente lo son de san José, sobre todo
en losprimeros misterios de nuestra reden
cion, en que siempre tiene un lugar. Escu
chad á santa Teresa : «Yo no sé, dice, co
«mo pueda pensarse en los cuidados que
«Maríatuvo en la infancia deJesús, sin dar
«gracias ásan José por los servicios que pres
«tó al Hijo y á la Madre.» Además de estas
preciosas memorias de devocion celebraréis
*.

– 254 –
otras tres fiestas propias de san José. La pri
mera será el dia de sus castos desposorios
con la Vírgen santísima. Le felicitaréis por
esa alianza la mas noble, la mas pura y la
mas fecunda que ha existido; y tomaréis por
meditacion la del primer dia de la novena,
segun está en el capítulo III. La segunda
será el tercer domingo despues de Pascua,
bajo el título del Patrocinio de san José: el
tercer dia del Tríduo ya citado ofrecerá ob
jeto de meditacion y otras prácticas para
santificar tan bello dia. La tercera es el 20
dejulio, consagrada á la memoria de suglo
rioso tránsito. Para celebrarla con mas fer
vor y fruto preparaos, si es posible, con tres
dias de ejercicios espirituales, cuyo objeto
principal será obtener una muerte feliz. Con
este objeto comulgaréis en ese dia : invoca
réis á san José en su cualidad de protector
de los agonizantes; le invocaréis para la ho.
ra de la muerte, y con esa intencion podréis
dirigirle la oracion con que termina el li
bro I.
Si aun no estaís asociado en la Cofradía
de la Buena muerte, entrad en ella ese mis
mo dia en honor de san José, cuyo protec–
– 255 –
tor es. En fin, para conformaros á una de
las prácticas massantas y mas solemnes de
esta Congregacion, postraos delante de la
imágen de José moribundo en los brazos de
Jesúsy María, y haced los mismos actos de
religion que deberéis hacerun dia para mo
rir cristianamente. En los capítulos IV y VIII
de este tercer libro encontraréis las fórmu
las.

CAPÍTULO III.

Diversas prácticas piadosas relativas á la prin


cipal festividad de san José.
Almas piadosas que no quereis ignorar
ninguno de los medios de honrará san José,
yde aseguraros su proteccion,ved aquí otras
prácticas entre las cuales podeis elegir las
que ofrezcan mas alimento á vuestra devo
cion. La primera es una imitacion del Mes
de María, es decir, que el mes de marzo,en
que se celebra la festividad de san José, sea
consagrado y conocido con el nombre de
Mes de san José. Para realizar esto podeis
serviros de una obra publicada bajo ese mis
mo título.
– 956 –
La segunda práctica esuna Novena para
prepararse á la gran fiesta del 19 de marzo.

Oracion á san Joséy á santa Teresa que debe


decirse el 9 de marzo, víspera de la Novena.

Glorioso Patriarca de la nueva ley, Espo


so verdadero de la Madre de Dios, y Padre
adoptivo del Hijo del Eterno, todo lo que
yo pueda hacer en vuestro honor,igualmen
te honrará áJesús y á María: por esto he
tomado la resolucion de prepararme por
medio de esta Novena á celebrar dignamen
te vuestra festividad. Dignaos, ó grande
Santo y padre mio, encender mi frialdad,
y disponer mi pobre alma para que con fer
vor comience este piadoso ejercicio. Os con
juro, por los nueve meses que vuestra in
maculada Esposa llevó en su seno virginal
al Hijo de Dios encarnado por amor mio,
que me alcanceis por fruto de esta Novena
la gracia de cooperar en lo sucesivo fielmen
te á la obra de mi salvacion. Vos, que ya
habeis cooperado á ella mediante los servi
cios que prestásteisáJesús y á María, ayu
dadme para que me ocupe en servirles con
– 257 –
un celo semejante al vuestro; y agradaos de
los homenajes de un corazon que os está
consagrado. Verdad es que son poco dignos
de Vos; pero yo os los ofrezco hoy por unas
manos mas puras que las mias, las de san
ta Teresa, vuestra fiel y celosa sierva en la
tierra, y compañera de vuestra gloria en el
cielo. Amen.
Santa Teresa de Jesús, admirable vírgen
ymadre del Carmelo, yo quiero honrardig
namente al glorioso Santo cuyo culto tuvís
teis la felicidad de dilatar en todo el mundo;
mas para esto tengo necesidad de vuestro
auxilio. Dignaos ser mi mediadora y abo
gada con él, á fin de que por vuestra pode
rosa intercesion me reciba en el número de
sus siervos devotos, y me alcance la gracia
de trabajar constantemente bajo su amparo
en la obra de mi salvacion, y el favor de
morir invocando con el corazon y con los
labios los dulces nombres de Jesús, María y
José. Amen.

17 S. José.
- 258 –

DIA PRIMERO, 10 DE MARzo.

Su esposo era un varon que se


llamó José. (Luc. 1).

Tres gloriosostítulosque debemos considerar


en san José. 1.º Fue verdadero y digno es
poso de María, especialmente predestinado
para tan noble alianza, desempeñando cer
ca de la Vírgen María las veces del Espíritu
Santo, su esposo invisible. 2.º Fue vírgen,
y su virginidad fue la imágen fiel de la vir
ginidad de María, porque á su ejemplo la
consagró con voto. 3º Fue el Querubin á
quien se confió la guarda del nuevo paraíso
terrestre, del verdadero propiciatorio que
guardaba el precio de la reconciliacion del
cielo con la tierra.
Virtudes de san José que debemos imitar.
1.ºSu amor á la pureza. 2º La guarda de
sus sentidos. 3º La mortificacion en lo que
toca á los trabajos del cuerpo y del espíritu.
Gracias que debemos pedirá san José. Bien
aventurado san José, que fuísteis elegido
por la augusta Trinidad para esposo de la
Madre de Dios, muy digno sois de que os
- 259 -
honren los Ángeles y los hombres, de que
os reverencien y feliciten á porfía por la in
comparable dignidad que solo Vos poseeis
entre los habitantes del cielo y de la tierra.
Yo, la mas indigna de las criaturas, me
atrevo sin embargo áponer ávuestros piés
los sentimientos afectuosos de mi corazon,
y repetir con los Ángeles y losSantos: ¡Glo
ria al digno Esposo de María! ¡Gloria á la
flor de la virginidad,inseparablementeuni
da á la Rosa mística éincorruptible! ¡Gloria
alQuerubin, guardianfiel del paraíso, don
de el Verbo encarnado encontró sus delicias!
¡Ah! castísimo y felicísimo Esposo, os ruego
me alcanceis lagracia de imitar vuestra pu
reza,y de vencer todas las tentaciones de
que fuísteis preservado, ora por el privile
gio de vuestra eleccion, ora por la sublimi
dad de vuestras virtudes. Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion.1.ºHa
cer alguna austeridad ópenitencia corporal,
si lo permite la salud. 2º Apartar la vista
de todo objeto curioso é inútil. 3º Hablar
poco, para honrar elsilencioy recogimiento
de san José, de quien el Evangelio no nos
ha transmitido una sola palabra. 4° Diri
17 •
- 260 -
girle durante el dia repetidas veces alguna
aspiracion.
Lectura espiritual. Leed el capítulo II del
libro I de esta obra, y aprended de la santí
sima Vírgen á honrarásanJosé. Leed algu- .
nos ejemplos del libro II;y terminad vues
tra lectura con la oracion siguiente: Antí
fona. «El ángel Gabriel fue enviado á una
«vírgen desposada con un varon, cuyo nom
«bre era José, y el nombre de la vírgen era
«María.
y. «Ruega por nosotros, santo José. ). Pa
«ra que seamos dignos de laspromesas deJe
«sucristo. Oremos. Te suplicamos, Señor,
«nos apliques los méritos del Esposo de tu
«santísima Madre, áfin de que, lo que no
«alcancemos por nosotros mismos, nos sea
«concedido por su intercesion. Tú que vives
«y reinas por los siglos de los siglos. Amen.»
Sentencias relativas á los títulosyvirtudes de
san José. Gerson ha dicho: El Espíritu Santo
le honró con el título de padre.-José fue so—
bre todos los hombres puros el mas semejante á
la Vírgen gloriosa.–En este hombre igual
mente casto y justo el fuego de la concupiscen
cia, que proviene del pecado original, estuvo ó
- 261 -
extinguido, ó fuertemente comprimido.–San
Pedro Damiano: Es conforme á la fe de la
Iglesia honrar como vírgen no solamente á la
Madre de Dios, sino tambien al Nutricio y Pa
dre putativo de su Hijo Jesús.

DIA SEGUNDO, 11 DE MARzo.

Encontramos áJesús de Nazaret,


hijo de José. (Joan. 1,45).

Títulos que debemos considerar. 1.°Mereció


ser llamado padre del Hijo de Dios,porque
sobre la tierra fue representante de Dios Pa
dre. Él solo entre todas las criaturas tuvo
ese honor y pudo ejercer todos sus derechos
sobre la persona del Salvador. 2.º Fue pa
dre de Jesús por la eleccion que de él hizo
el mismo Jesús, y por la afinidad que le da
ba su matrimonio con la Vírgen su Madre
purísima. 3.º Fue padre de Jesús por la elec
cion que María hizo de él para esposo, por
el derecho quetuvo de imponer al Salvador
el nombre de Jesús,y por los trabajos que
sufrió para alimentarle, conservar su vida, y
cuidarle.
Virtudes que debemos imitar. 1.º Su humil
– 262 –
dad reunida átanta grandeza. 2.º Su abso
luta sumision á la voluntad del Padre eter
no. 3º Su amor paternal áJesús.
Gracias que hemos de pedir. ¡Oh bienaven
turado Santo mio,tengo ungrande deseo de
honraros y de glorificaros ! Y ¿qué título
mas honroso, mas glorioso y mas grato á
vuestro corazon puede haber que el que os
da el Evangelio? Hemos encontrado á Jesús
de Nazaret, hijo de José, decían los prime
ros discípulos; y si ellos pudieran engañar
se, María no se engañó cuando decia: «Tu
«Padre y yo te hemos buscado.» ¡Oh gran
Santo! Vospodeis y debeis ser llamado Pa
dre de Jesús. El Padre eterno os eligió en
tre todos los hombres,para que en la tierra
supliéseis su lugar, siendo padre de su Uni
génito; y aun en cierto modo os ha comu
nicado, no obstante ser tan incomunicable,
su divina paternidad. ¡Oh glorioso Santo
mio, yo me regocijo con ese carácter divino
que arroja sobre Vos tanto esplendor; pero
aun me gozo mas todavía porque os ha dado
una gracia proporcionada á un tan elevado
título. ¡Qué sentimientos tan paternales ha
puesto envuestro corazon para su Hijo úni
– 263 -
co, que tambien lo era vuestro! Ha hecho
que le ameis con un amor mas vivo ynoble
que el que tienen los padres segun la natu
raleza. Sí, el amor de los padres mas apa
sionados y tiernos solo es una débil centella
en comparacion del vuestro. ¡Ah! por ese
amor inmenso en que arde vuestro corazon
por Jesús, os ruego hagais que á vuestro
ejemplo comience yo á amarle. Padre sois;
y por tal título, dignaos ejercer conmigo
vuestra benevolencia paternal, pues desde
este momento os considero y honro como á
mi padre. Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.º Re
novarse en el amor de Jesús, renunciando
realmente á las faltasvoluntariasyá los de
fectos que nos aparten de él. 2.º Imponerse
alguna penitencia para reparar la desgracia
de haberle amado tan poco. 3º Visitar á
Nuestro Señor para pedirle su amor, y ofre
cerle el que le tuvo san José.
Lectura espiritual. Leed el capítulo I del
libro I, y algunos ejemplos en el libro II, y
terminad con la oracion siguiente: Antífo
na. «Hijo, ¿por qué habeis obrado así con
«nosotros? Tu Padre y yo llenos de dolor
– 264 –
«te buscábamos.» «Ruega por nosotros, san
«José.» «Para que seamos dignos, etc., » y
todo lo demás como alfin del dia primero.
Sentencias relativas á los títulos y virtudes de
san José. «José tuvo sobre Jesucristo un de
«recho paternal, esto es, todos los derechos
«que los padres tienen respecto de sus hi
«jos.» (Cornelio Alápide).—«No hay en los
«cielos, dice san Cipriano, quien se atreva á
«llamar hijo suyo á Nuestro Señor, sino san
«José.»–San Jerónimo añade: «Mereció ser
«llamado Padre del Señor, y lo era por la
«afinidady el derecho conyugal.»-«Si es
«marido de María, luego espadre deJesús, »
dice Ruperto.-YTeodoreto: «Comopadre
«que era, le mandó el Ángel que le impu
«siese el nombre de Jesús.»

DIA TERCERo, 12 DE MARzo.


Estaba sujeto á ellos. (Luc. II).

Títulos que considerar. 1.° Cuán gloriosa


le fue la dignidad de padre de Jesús. Fue
maestro de su Salvador, pudo disponer de él
como cualquier padre dispone de su hijo.
2° Jesús era rey del cielo,y sin embargo
– 965 –
José tuvo absoluta libertad sobre él, y dere.
cho de mandarle, porque cuando se hizo hi
jo suyo, voluntariamente le cedió toda su
libertad. 3º Por espacio de treinta años le
sirvió Jesucristo; y san José le ocupaba en
su taller, como un artesano ocupa á su ayu
dante, y dividia con él sus trabajos y susfa
tigas.
Virtudes de san José que debemos imitar.
1.º Su respeto áJesús, no obstanteque ejercia
sobre él autoridad. 2ºLa dulzura de su go
bierno.3.º Sufe en Jesús, reducido á la con
dicion de niño y de siervo.
Gracias que debemos pedirle.¡Oh bienaven
turado san José, que no tenga yo la sabidu
ría de los Querubines, ni el celo de los Se
rafines, para celebrar de un modo conve
niente la dignidad que os eleva hasta el de
recho de mandaráAquel á quien los Án
geles del cielo adoran con un respetuoso te
. mor! Yo reverencio y honro esta dignidad
incomparable; y me regocijo de ver al Hijo
de Dios atento y obediente á vuestras mas
pequeñas insinuaciones. A la vista de Dios
encarnado, que pone toda su libertad en
vuestras manos, no puedo dispensarme de
– 266 –
haceros el don de mipropia libertad; dis
poned de ella como os agrade. En conside
racion á la humilde obediencia y á los ser
vicios divinos que os prestó Jesús durante
tantos años, ora como hijo en la casa de Na
zaret, y ora como trabajador en vuestro ta
ller,alcanzadme que en lo sucesivo mivolun
tad, siempre dócil, jamás resista á las órdenes
de Dios, ni á las órdenes de los que hacen
sus veces en la tierra. Haced tambien que á
vuestro ejemplo sepa yo mandar sin orgullo
ámis inferiores, yque considerando en ellos
á la persona de Jesucristo, me acostumbre á
tratarles con las consideraciones y mira
mientos de la caridad. Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.°Ha
cer algunos actos de humildad con sus infe
riores. 2.º Gobernarles con una dulzura cris
tiana. 3º Recordar con confusion, por un
lado los actos de exaltacion é impaciencia en
el gobierno, y por otro los de murmuracion
y resistencia interior á la obediencia. Decir
cinco veces el Gloria Patri, y besar otras
tantas la tierra.
Lectura espiritual. Léase el capítulo III del
libro I, y algunos ejemplos del libro II; y
- 267 –
termínese con la siguiente oracion: Antífo—
na. «Descendió con ellos y vino áNazaret, y
«estuvo sujeto á ellos.» «Ruega por nos
«otros, etc., » todo como el primer dia.
Sentencias. «José tuvo todos los derechos
«de verdadero señor y padre de Jesús, en
«cuanto hombre.» (Tirino, expositor). Ger
son dice: «La sujecion revelaba á un tiempo
«la inestimable humildad deJesúsy la in–
«comparable dignidad de José.» «Jesús muy
«oficioso preparaba muchas veces elfuego, y
cfrecuentemente la comida.» —Santo To
más: «ÁJosé pertenecia el gobierno de la fa
«milia.»–San Justino: «El obediente Jesús
«llevaba con ánimo igual, lo mismo que sus
«Padres, todos los trábajos del cuerpo.»

DIA CUARTo, 13 DE MARzo.

José su esposo era un varon


justo. (Matth. 1, 19).

Motivos de consideracion. 1.º Segun la opi


nion de muchos doctores, fue santificado en
el vientre de su madre. Es el primer Santo
canonizado en el Evangelio. El Espíritu San
to le da el nombre de justo, para hacernos
– 268 –
entender que poseyó la plenitud de todas las
virtudes. 2.ºSu santidad fue igual á su dig
nidad de esposo de María, devicegerente del
Padre eterno, de tutor, nutricio, y padre de
Dios-Hombre. 3ºNingun otro Santo tuvo
tan cerca, ni por tan largo tiempo, á la fuen
te de toda santidad. Él diariamente cami
naba de virtud en virtud, á la vista de Je
súsy María, sus modelos.
Virtudes que hemos de imitar.1.º La pure
za de su corazon, exento de todo pecado.
2.º Su desapego de todo objeto criado.3º Su
continuo deseo de crecer en santidad.
Gracias que debemos pedirle. ¡Oh bienaven
turado san José, cuán admirablemente os
conviene el título de justo, pues le habeis
recibido del Espíritu Santo, que no pue
de engañarse ni engañar! Vos sois justo,
porque la gracia y la santidad se encontra
ron reunidas en Vos, aun antes de vues
tro nacimiento. Sois justo por excelencia,
porque Dios os dió una santidad propor
cionada á la eminencia de vuestra digni
dad, queriendo que pudiéseis representar
convenientemente, ora al Padre eterno en
los cuidados que prodigárais á su Hijo, ora
- 969 -
al Espíritu Santo en la alianza que os uni
ria á la Vírgeninmaculada. Pero¡cuánto mas
digno de un tan glorioso encargo os habeis
hecho aun, aumentando sin cesar la santi
dad primitiva con que Dios os ha favorecido,
y enriqueciéndola diariamente con nuevos
méritospor el ejercicio de todas las virtu
des! Constantemente habeis tenido á la vis
ta los dos modelos de santidad perfecta, Je
sús y María; ¿podríais hacer otra cosa que
estudiarlos sin descanso, y reproducirlos fiel
mente en vuestras acciones? Yo reverencio
y honro esa eminente santidad que os dis
tingue entre todos losSantos; pero para que
mis homenajes contribuyan ála vez ávues
tra gloria yámi bien espiritual alcanzadme,
ópadre yprotector mio, que desde hoy me
disponga á recibir de Dios ese don precioso
de la santidad, sin el que yo no podria ser
agradable ni á sus ojos ni á los vuestros.
Amen.

Prácticas de devocion y mortificacion. 1.º


Exámen de conciencia mas exacto para des
cubrir los defectos que mas se opongan á la
santidad. 2.º Frecuentes actos de contricion
para purificar mas y mas el corazon. 3º Al
- 270 -
guna penitencia aflictiva para castigaros del
poco deseo que habeis tenido hasta hoy de
serperfectos.
Lectura espiritual. El cap. IV del libro I,
algunos ejemplos del libro II, y la siguiente
Antífona. «José como era justo, y no quisie
«se entregarla, quiso mas bien abandonarla
«ocultamente.» «Ruega por nosotros, etc., »
como en el primer dia.
Sentencias. «José, como san Juan Bautista,
«fue santificado en el vientre de su madre
«con el bautismo de fuego.» (Gerson). San
Jerónimo ysan Crisóstomo dicen: «Obser
«vad queJosé fue llamado justo, por la per
«fecta posesion de todas las virtudes.»—
Santo Tomás: «Dios prepara y dispone álos
«que elige para algun ministerio,á fin de que
«se encuentrenidóneos.»–Suarez:«Nojuz
«go que sea temerario ni probable,sino mas
«bien piadoso y verosímil, si alguno opina
«que san José excede en gracia y gloria áto
«dos los Santos, pues no encuentro nada
«que repugne ni á los Padres ni á la sagrada
c«Escritura.»
- 971 -

DIA QUINTo, 14 DE MARzo.

José su esposo era un varon


justo. (Matth. 1, 19).

Títulos que considerar. 1.º Fue un modelo


de la justicia que se debe á Dios: en todas
las cosas obedeció á sus mandamientos y á
sus inspiraciones. Su voluntad siempre se
dirigió á cumplir perfectamente la voluntad
divina.2.º Fue un modelo de la justicia que
se debe al prójimo en sus pensamientos, pa
labras y obras. Viendo la preñez de la Vír
gen santísima, y no conociendo el misterio,
se plega al juicio mas favorable que pudo
hacer. Tampoco se le escapó jamás la me
nor queja contra Herodes, que maquinaba
la muerte del divino Niño. 3.º Fue modelo
de lajusticia que el hombre se debe á sí mis
mo. En nada halagó sus sentidos: no tuvo
otro interés que el de imitar perfectamente
á Dios humanado; tambien puede conside
rársele como al primer discípulo de Jesu
cristo y como al primer cristiano.
Virtudes que hemos de imitar. 1.º La exac
ta observancia de la ley de Dios, y su en
- 972 –
tera docilidad á sus inspiraciones. 2º Amor
al prójimo y deseo de ayudarle en todas las
cosas. 3.º Nueva resolucion de imitar en to
do áJesucristo nuestro modelo.
Gracias que debemos pedir. ¡Oh glorioso
protector mio! yo me regocijo con Vos, al
ver vuestro ardor infatigable por correr en
el camino de la perfeccion.Vos habeis sido
justo con respectoá Dios, consagrándoos con
todo vuestro espíritu, con todo vuestro co
razon y con todas vuestras fuerzas al cum
plimiento de su divina voluntad; habeis si
do justo con el prójimo, amando átodas las
criaturas en Dios, y á Dios en todas ellas;
habeis sido justo con Vos mismo, no de
seando otras ventajas que las relativas ávues
tra mayor perfeccion, y ála exacta imitacion
de las virtudes de humildad, obediencia, po
breza, mortificacion y caridad que veíais
practicadas por Jesús y María. Yo os supli
co, óJosé tres veces justo, me enseñeis á
llenar la justicia en todos estospuntos; pe
ro sobre todo os conjuro por la plenitud de
vuestras virtudes, y por vuestro inmenso
crédito con Dios, me alcanceis la gracia de
que comienceáser perfecto cristiano, es de
– 973 -
cir, verdadero imitador de un Dios pobre,
de un Dios humilde, de un Dios paciente.
Confieso que hasta hoy no lo he sido, pero
ya propongo serlo realmente en lo sucesivo,
con vuestro, auxilio y el de vuestra Esposa
santísima. Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.º Pa
ra expiar vuestra injusticia hácia Dios visi
taréis al santísimo Sacramento, y pediréis
humildemente áJesucristo perdon de vues
tros pecados, que han sido otros tantos ac
tos de injusticia contra su divina voluntad.
2º Para expiar vuestra injusticia con el próji
mo, comenzaréis desde hoy áhacerle bien con
el pensamiento, estimándole como mejor que
vos mismo; con la palabra, tratándole con
una dulzura fraternal; y con las obras, so
corriéndole en todas sus necesidades corpo
rales y espirituales. 3º Para expiar la injus
ticia contra vos, cuando halagandovuestros
sentidos habeis perjudicado al alma, debe
réis imponeros alguna penitencia á vuestra
eleccion.
Lectura espiritual. Los capítulos V y VI
del libro I, algunos ejemplos del libro II, y
despues la siguiente Antífona. «José, hijo de
18 s. José.
– 274 –
«David, notengais temor de recibirá María
«vuestra esposa; porque lo que nacerá de
«ella es por obra del Espíritu Santo: parirá
«un hijo, y le pondréis el nombre de Jesús.»
«Ruegapornosotros, etc., » como en el dia
primero. -

Sentencias. «Fuejusto en las palabras, jus


«to en sus obras, justo en la ley,y justo en
«eljuicio de la gracia,» (Orígenes)—Santa
Brígida dice: «Todo el deseo de san Joséfue
«obedecer á la voluntad de Dios.» «De tal
«suerte estaba muerto al mundo y á la car
«ne, que no deseaba sino las cosas celestia
«les.»-San Buenaventura: «Vivió muy ale
«gre en su pobreza.» —San Juan Damasce
no: «Hasta la vejezguardó íntegra é invio
«lablemente la ley, »
DIA SEXTO, 15 DE MARzo.

Simeon les bendijo. (Luc. II,34).

Títulos que considerar. 1.º Fue la corona


de los Patriarcasy de los progenitores del
Mesías prometido al mundo; heredó todas
sus bendiciones, y las vió cumplidas. 2.ºFue
la corona de los santos del Antiguo Testa
– 275 –
mento; y en su persona se reunieron y per
feccionaron todas sus prerogativas y todas
sus virtudes. 3º Es la corona de los Santos
del Nuevo Testamento: en su cualidad de
jefe de la sagrada Familia, de quien es par
te el Hombre-Dios, les excede á todos en
dignidad; y como, en este ministerio, ha si
do el siervo fiel y prudentepor excelencia,
átodos debe superar su gloria.
Virtudes para imitar. 1.º Su fe, que fue
muyviva y muy fecunda en buenas obras.
2º La perfecta igualdad de su corazon en to
das las adversidades y prosperidades. 3º Su
celo por la gloria de Dios y la salud de los
hombres.
Gracias que debemos pedirle. Bienaventu
rado san José, á quien solo estuvo reserva
da la felicidad de heredar todas las bendi
ciones de los otros Patriarcas, y de verlas
cumplidas en la que os elevó á la suprema
dignidad de padre del Mesías, en quien to
das las naciones debieronser benditas; bien
aventurado José, á quien ahora se acercan
los Patriarcas para colocar sobre vuestra ca
beza una corona de gloria como á su rey; á
quien todos los otros santos del Testamento
18*
– 976 –
Antiguo coronan con otras tantas estrellas,
cuantas son las veces que les habeis excedi
do, reuniendo en Vos y perfeccionando to
das susvirtudes; á quien, en fin, todos los
santos del Nuevo Testamento, esto es, los
Apóstoles, los Mártires, los Confesorés y las
Vírgenes vienen á su turno, y con sus pal
mas mezcladas de liriosy de rosas coronan
aljefe de la familia de Dios sobre la tierra,
al primer discípulo de Jesucristo, al primer
imitador de sus divinos ejemplos, al primer
confidente de los corazones de Jesúsy Ma
ría, al primer Santo de la ley de gracia, pro
clamado como tal en los Libros sagrados;
seais, pues, ó bienaventurado Patriarca, mil
veces benditopor todoslos Santos. Pero, ele
vado al colmo de la felicidad, no olvideis
hacer participante á vuestro pobre siervo de
alguna de las abundantes bendiciones que
os enriquecen en la eternidad. La que yo
deseo entre todas las otras, óglorioso Santo
mio, es, que hagais descender hácia mí los
frutos saludables de que está cargado ese ár
bol de la vida en que Jesucristo consumió
la redencion de los hombres. Siyo obtengo
de Vos esos frutos de bendicion sobre la tier
– 277 –
ra, espero llegar á gustar un dia y á sabo
rear losfrutos de la gloria con que se sacian
losjustos en el cielo. Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.º Un
ayuno mas riguroso que el ordinario.2ºUna
nueva obra de misericordia espiritual ó cor
poral. 3º Una visita áNuestro Señor pidién
dole nos haga participantes de las bendicio
nes de san José, para lo cual se rezaráel Te
Deum.
Lectura espiritual. El capítulo VII del li
bro I, algunos ejemplos del libro II, y la si
guiente Antífona. «Encontraron los pastores
«á María y áJosé, y al Niño puesto en el pe
«sebre.» «Ruega por nosotros, etc., » como
en el dia primero.
Sentencias. Santo Tomás: «San José fue
«tanto mas excelente, cuanto pertenecióá un
«órden mas alto.»—El abad Ruperto: «El
«primero que en el tiempo de la mision de
«Jesucristo padeció persecucion por lajus
«ticia, de suerte que un hierro traspasó su
«almá.»–Toledo: «Con dos privilegios, es
«to es, como esposo de María, y padre de
«Jesucristo, fue exaltado sobre todos los Pa
«triarcas y Profetas.»–Nava: «Bendito en
- 278 -
«tre todos los hombres, como María lo fue
«entre las mujeres.» «Mas grande fue que
«Noé y los demás Patriarcas.» «Jacob fue
«grande por su piedad y su virtud,pero sin
«comparacion fue mayor nuestro patriarca
«san José.»

DIA séPTIMo, 16 DE MARzo.

El Ángel del Señor apareció en sue


ños áJosé. (Matth. II, 19).

Motivos de consideracion. 1.º Fue José sin


gularmente favorecido, asistido y honrado
por los Ángeles: recibió de ellos consuelo en
sus angustias, luz en sus perplejidades, y
alivio en sus fatigas. Fue un hombre ver
daderamente angélico; su oficio fue servir
de ángel custodio áJesúsy María. 2° Nin
gun Santo ha podido gozar de Jesús tanto
como san José, á quien fue concedido aca
riciarle yllevarle mil veces en sus brazos; y
ningun Santo ha recibido de Jesústantas ca
ricias y favores. 3º La vida que llevaba con
Jesúsy María era mas celestial que terrena,
y mas divina que humana: estaba llena de
simplicidad, deinocencia y fervor; era una
- 979 -
anticipacion de los gozos de los bienaventu
rados del cielo.
Virtudes que imitemos. 1.º Su respeto por
los ministros de Dios. 2º La paz y la tran
quilidad de su alma. 3º La sinceridad de
sus palabras, y la modestia de sus maneras.
Gracias que hemos de pedirle. Yo no me ad
miro, óglorioso san José, de que los Ánge
les os hayan tan singularmente favorecido,
pues os pareceis tanto á ellos por vuestra
pureza toda angélica. Tampoco me admira
que hayan tenido cierta especie de ambicion
por serviros, pues reconocian en Vos una
dignidad superior á la suya. ¡Ah! si fuesen
capaces de envidia sus corazones, hubieran
envidiado la felicidad de que gozásteis de vi
vir tan familiarmente con el Niño-Dios, pro
digio de amor, centro de toda alegría, y
fuente de toda dulzura. Yo bendigo, ó bien
aventurado Santo, esa boca que tantas ve
ces ha bendecido yglorificado áJesús; ben
digo esas manos que tan amorosamente le
han abrazado; bendigo ese seno sobre que
ha reposado tan frecuentemente con tanta
dulzura para él como para Vos. Conversan
do de dia y de noche con ese Dios niño ha
- 280 –
beis sabido muy bien haceros niño como él,
habeis sabido imitar muy bien la inocencia,
la simplicidad, la pureza, y todas las ama
bles virtudes del Verbo encarnado. ¡Aht
desde entonces conocísteis el deseo que te
nia de ver que todos los cristianos se hicie
sen como niños para que pudiesen pasar por
la puerta estrecha,y entrar en el reino de
los cielos. Yo tambien deseo asemejarme á
Jesús niño.Alcanzadme, pues, las virtudes
propias de la infancia cristiana; haced que
mi corazon esté libre de malicia, que mis
pensamientos sean puros, rectas mis inten
ciones, inocentes mis palabras, y toda mi
conducta conforme á la simplicidad y á la
humildad; haced, en fin, que por la peniten
cia me vuelva á ese feliz estado de infancia
cristiana en que me habia colocado el Sa
cramento de la regeneracion y del que me
han arrancado misiniquidades.Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.º Llo
rar los pecados pasados con una verdadera
contricion delante de la imágen del niño Je
sús, y ofrecer la inocencia, la simplicidad y
la pureza de san José. 2º Visitar al santísi
mo Sacramento con el deseo de conversar
– 281 —
con Jesús, y ofrecerle las caricias que le ha
cia san José. 3º Hacer alguna limosna á un
niño pobre, considerando en él la imágen
viva de Jesús en su santa infancia.
Lectura espiritual. Los capítulos VIII y IX
del libro I, y algunos ejemplos del libro II, y
despues la siguiente Antífona. «Con el Án
«gel aparecióuna multitud de la milicia ce
«lestial alabando á Diosy diciendo: Gloria
«á Dios en las alturas,y en la tierra paz á
«los hombres de buena voluntad.» «Ruega
«por nosotros, etc.,» como en el dia pri
ImerO.

Sentencias. «Entre los ejércitos celestiales


«no hay quien se atreva á llamar hijo áNues
«tro Señor Jesucristo.» (San Cipriano).
«Jesús necesitaba del paternal auxilio y fa
«vor de san José.»—«¡Oh! con cuánta dul
«zura oia José llamarse padre por Jesús!»
(San Bernardino de Sena.)—«José, aun en
«vida, fue igual álos bienaventurados, ygo
«zó de Dios.»(Himno de su oficio).
- 282 –

DIA ocTAvo, 17 DE MARzo.

Su padre y su madre se admira


ban de lo que oian. (Luc. I).

Motivos de meditacion. 1.º Fue modelo de


la vida contemplativa por el espíritn inte
rior, por el silencio, por el retiro y la ora
cion. Su alma se consumia de amor; su sue
ño era mas bien un éxtasis que un tiempo
de reposo. 2.º Fue modelo de la vida activa
por los asiduos cuidados que tomaba en fa
vor de la sagrada Familia, contento con su
pobreza y sus trabajos. 3.º Fue modelo de
la vida mixta ó apostólica,pues no cesó de
ayudará su prójimo, de consolarle en sus
penas, de ilustrar sus dudas, y de instruirle
en casos de necesidad en la ley de Dios siem
pre que la Providencia le ofrecia la ocasion.
Virtudes que debemos imitar. 1.º Su reco
gimiento y alejamiento de toda conversacion
inútil. 2.º Su vigilancia y exactitud en des
empeñar lasfunciones que Diosle habia con
fiado. 3º Su celo en aliviar al prójimo se
gun los medios y las ocasiones que Dios le
daba.
- 283 -
Gracias que hemos de pedirle. ¡Oh glorioso
Patriarca mio! que todos los santos contem
plativos, que todos los solitarios, que todos
los anacoretas vengan á aprender de Vos el
arte de llevar sobre la tierra una vida toda
celestial, una vida toda de contemplacion,
desilencio,de amor y union con Dios.¿Quién
entre todos los Santos tuvo una fe tan viva,
una caridad tan ardiente, un conocimiento
tan claro ytan extenso de los misterios de la
Redencion? San Juan y san Pablo fueron
grandes contemplativos: elprimero, porque
siendo admitido áreposar sobre el corazon de
Jesús, entró tambien en un dulce y profun
do éxtasis; y el segundo, porque elevado
hasta eltercer cielo, pudo descubrir secretos
inefables. Pero, glorioso Santo mio, ¿quién
podrá contar todos los éxtasis, todos los se
cretos, todas las luces con que fuísteis favo
recido Vos, que durante tantos años tuvís
teis á la vista y estuvísteis en posesion del
paraíso verdadero en la persona de Jesús,
Wos que gozásteis infinidad de veces la do
ble felicidad de reposar sobre su corazon,
verdadero santuario de la Divinidad, y de
hacerle reposar sobre el vuestro, particular
– 984 –
mente en su divina infancia? ¡Ah! ¡quédul
ce sueño dormia en vuestro seno, y qué dul
ce reposo tomábais Vos en el suyo! Cierta
mente, las almas puras como palomas, y que
se elevan como águilas,de Vos deben apren
derá dirigir su vuelo hácia el cielo, y á con
templar al Sol de la justicia. Pero ¿no sois
Vos quien tambien puede dará los otros San
toslecciones útiles sobre la vida activay apos
tólica?Sí, sin duda: Vos les ofreceis un per
fecto modelo en los penosos trabajos de vues
tra profesion, en los cuidados con que aten
díais á la santa Familia, en vuestrosviajesy
peregrinaciones, en las instrucciones, con
suelos y alivios que con tanto celo procurá
bais al prójimo, ora en Egipto, ora en Na
zaret.¡Oh el mas perfecto de los Santos, al
canzadme la gracia de imitar vuestra vida
interior! Yo tengo necesidad de recogimien
to para orar con mas fervor y fe. Vos, segun
dice santa Teresa, sois un gran maestro de
oracion; admitidme entre vuestros discípu
los, dirigidme en la ciencia de los Santos, á
fin de que aprenda yo á conversar sobre la
tierra con Dios, y de esta suerte me dispon
ga á glorificarle eternamente en el cielo,
– 985 – -

con Wos ytodoslos bienaventurados. Amen.


Prácticas de devocionymortificacion. 1.°Ven
cer en la oracion la pereza espiritual, y com
batir el sueño. 2º Perseverar en ella á pesar
de lassequedades y distracciones. 3.º Formar
la resolucion de consagrarse en lo sucesi
vo á la vida interior y á la oracion mental,
tomando por patron á san José, á quien las
personas devotas consideran como modelo
de la vida oculta.
Lectura espiritual. Leed el capítulo X del
libro I, algunos ejemplos del libro II, y ter
minad con la siguiente Antífona. «Su Padre
«y su Madre estaban admirados de las cosas
«que se decian de él.» «Ruega por nos
«otros, etc., » como en el dia primero.
Sentencias. «Toda la série de la vida de
«san José fue continua oracion.» (Marcelo
de Pisa)—«¿Qué otra cosa podia hacer san
«José sino meditar las cosas celestiales?»
(San Atanasio).—«Fue altísimo en la con
«templacion.» (San Bernardino de Sena)—
«Con mucho gozo practicaba todo lo con
«cerniente á la educacion de Jesucristo.»
(San Ireneo)—«San José imitó á los Após
– 986 –
«toles llevando áJesús á diversas naciones.»
(San Hilarío).

DIA Noveno, 18 DE MARzo.

Igual en esta vida á los habitan


tes del cielo. (Hymn. ofic.).

Títulos de consideracion. 1.º La santa Igle


sia compara la felicidad de san José en esta
vida á la de losSantos en el cielo, porque le
fue concedido sobre la tierra ver cara á cara
al Hombre-Dios durante treinta años,y aun
es permitido creer que de tiempo en tiempo
le fue manifestada la gloria de su divinidad.
2° José fue bienaventurado, porque de los
ejemplos mismos de Jesucristo aprendió las
ocho bienaventuranzas, que son preludios
infalibles de la felicidad eterna. 3.º Fue bien
aventurado, porque las practicó todas con.
gran perfeccion y hasta el fin de su vida, en
presencia de quien debia recompensarlas.
Virtudes que imitemos. 1.° Elegir una de
esas bienaventuranzas parapracticarla en la
presencia de san José. 2º Animarse á prac
ticarlas todas segun se presenten las ocasio
– 287 –
nes. 3º Ver de cuál de ellas haymayor ne
cesidad.
Gracias que le pedimos. ¡Oh bienaventu
rado san José! es inconcuso que á solo Wos
ha dirigido la Iglesia en uno de sus himnos
estas palabras de felicitacion: Viviendo aun,
eres igual á los bienaventurados, y gozas de Dios
de un modo admirable. Igual en esta vida á los
habitantes del cielo, participais de su felici
dad, y gozais de Dios. Ninguno hagozado en
la tierra de Dios comoVos, que dia y noche
le habeis visto, le habeis tenido en vuestros
brazos,y recibísteis deJesús tantas caricias,
luces y consuelos. ¡Oh felicidad inefable !
yo me regocijo y os doy la en horabuena
por esta gloria anticipada. Sin duda que á
nadie como á Vos era debida,pues habeis
bebido con tanto ardor como constancia los
ocho raudales de toda bienaventuranza que
portantos añosJesús ha tenidopatentes con
los ejemplos de su vida. BienaventuradoJo
sé, Vos sabeis que Jesús tambien me los ha
manifestado, para que yo ámi vez saque de
ellos la santidad y la felicidad, pero yo no
.. me he aprovechado de ellos hasta hoy. Al
canzadme la gracia de que en lo sucesivo ame
– 288 –
esa doctrina celestial, y que al fin comience
á manifestarlo en mis obras. Bien sé que no
puedo ser bienaventurado, si no soy pobre
de espíritu, dulce, puro, pacífico, misericor
dioso, amador de la justicia, y dispuesto á
sufrir por ella las persecuciones. Mas acos
tumbrado á lisonjear mis sentidos, y á se
guir mis pensamientos, ¿cómo elevarme so
bre la naturaleza, cómo aplicar mi espíritu
y aficionar mi corazon á las prácticas espi
rituales y divinas? Por esto tengo necesidad
de una fe viva que me eleve sobre todos los
objetossensibles y terrenos. Y Vos, ó ama
do Santo mio, debeis alcanzarme esa fe: ella
darávida á mis obras, y practicando las bien
aventuranzas encontraré un anticipo de las
que las coronan en la eternidad. Amen.
Prácticas de devocionymortificacion. 1.°Ayu
no riguroso, como preparacion próxima á la
festividad del Santo. 2.º Alguna otra auste
ridad corporal, si se puede. 3º Si es posi
ble, invitará comerá trespobres, un ancia
no,una mujer y un niño, ó al menos dará
cada uno una limosna en honor de Jesús,
María y José. -

Lectura espiritual. El capítulo XI del li


- 289 -
bro I, algunos ejemplos del libro II, y la si
guiente Antífona. «Siervo fiel y bueno, por
«que fuiste fiel en lo poco,te confiarégran
«des cosas: entra en el gozo de tu Señor.»
«Ruega por nosotros, etc., » como en el dia
primero.
Sentencias. «Jesús imprimia en san José
«gozos inefables con un amor y afecto ver
«daderamentefilial.» (San Bernardino de Se
na)—«De un modo inmenso se aumentaba
«la gracia en san José con las caricias que
«hacia áJesús, y recibia deélá su vez.» (Ger
son)—«Mi Hijo de tal suerte ocultaba el po
«der de su divinidad, que solo yo, y algunas
«veces José, le conocíamos.»—«Jesús fue pa
«cientísimo en la pobreza, solícito en el tra
«bajo cuando era necesario, muymanso con
«los que le injuriaban,y muy obediente en
«obsequio mio.» (Revelaciones de santa Brí
gida).
NorA. La tercera práctica relativa á la fies
ta del 19 de marzo es la octava misma de esta
festividad, esto es, los siete dias que siguen in
mediatamente al 19. Nada mas á propósito pa
ra celebrarla que la Semana desan José, opús
culo escrito por san Alfonso Ligorio. La bri
19 s. José.
-

- 290 –
llante santidad del autor es la mejor recomenda
cion quepuede hacerse de esta piadosa práctica.
! Cuán bello es ver á los grandes Santos tra
bajarporenaltecer la gloria de otros Santos
mas encumbrados que ellos!
Para celebrar la festividad de san José el 19
de marzo véase el capítulo II de este tercer li
bro, S 3º

CAPÍTULO IV.

Tríduo para prepararse á la fiesta del feliz


tránsito de san José,20 dejulio.

DLA PRIMERo, 17 DE JULIo.


La muerte de los santos es preciosa
á los ojos del Señor. (Psalm. Cxv).

Consideraciones sobre la muerte de san José.


1.º Fue preciosa por los inmensos méritos
que le habian adquirido sus virtudes; por la
perfeccion que puso en cumplir el ministe
rio confiado á sus cuidados, ypor la espe
ranza de la recompensa que tenia derecho á
esperar. 2.º Fue ennoblecida con la presen
cia de los santos Ángeles, y con la de Jesús
y María que le asistieron hasta el último sus
- 991 -
piro. 3º. Fue dulcepor la paz de que goza
ba, por la ternura de los afectos, y por los
inefables consuelosque encontraba en lavis
ta y en las palabras de Jesús y María. Por
eso puede decirse de él, que murióen el ós
culo del Señor: In osculo Domini.
Virtudes con que honremos la muerte de san
José. 1.º Cuidado de formarse mas y mas
en la vida interior. 2º Una completa con
formidad con la voluntad de Dios. 3.º. Un
estrecho vínculo de confianza y de amor con
Jesús y María, todos los dias de nuestra vi
da, á fin de hallarles propicios en la hora de
la muerte.
Gracias que pidamos á san José. Dígase la
oracion que está al fin del capítulo XII del
libro I, que comienza: Óbienaventurado san
José, no es razon, etc.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.º
Guardar los ojos y mortificar la vana curio
sidad en ver,para honrar los ojos de san Jo
sé, el cual contento con la vista de Jesucris
to no se cuidaba de ver ningun otro objeto.
2º Mortificar el gusto en alguna cosa para
honrar la pobreza de san José. 3.º Mortifi
car la lengua para honrar la de san José, que,
19* -
- 992 -
como dijo la Vírgen santísima á santa Brígi
da, jamás pronunció una palabra de impa
ciencia ó ligereza.
Lectura espiritual. El capítulo XII del li
bro I y algunos ejemplos del libro II. Des
pues ely. «Ruega por nosotros, etc., » como
en el primer dia de la Novena.
Sentencias. «Bienaventurados los que mue
«ren en el Señor.» (Apocalipsis). «Dios quiso
«que José muriera antes de la pasion del Sal
«vador, para que no fuese atormentado con
«el"inmenso dolor de la muerte de Cristo.»
(San Bernardino de Sena)—«¡Cuántos con
«suelos, promesas, ilustraciones y revela
«ciones de los bienes eternos recibió en su
«tránsito de su Esposa santísima y del dul
«císimo Jesús Hijo de Dios!» (San Bernar
dino de Sena):
DIA segUNDo, 18 DE JULIo.
José es ornamentoy gloria del
cielo,(Hymn.).
Consideraciones sobre la gloria de san José.
1.º Su gloria es sublime, si se considera la
eminencia de su santidad, y el grandor de
sus méritos. 2º Es tambien sublime, sise
– 293 –
considera la eminencia de sus títulos; legí
timo esposo de la Reina del cielo,y padre
adoptivo del Rey del cielo. 3ºEs, en fin, su
blime, si se considera lo que Dios ha pro
metido á quien por su amor dé un vaso de
agua. ¡José trabaja hasta elúltimo dia de su
vida por alimentaráJesús, reducido á la po
breza ! - -

Virtudes con que honremos la gloria de san


José, 1.º Desear unirse á Dios cada dia mas
por el amor. 2º Llenar cumplidamente su
empleo como impuesto por Dios.3º Sin ce
sar aspirar á la gloria del paraíso para en él
ver y amará Dios.
Gracias que hemos de pedirle. Yo mepros
terno á vuestros piés,glorioso san José, y
humildemente os venero y felicito, porque
la Trinidad santísima, no contenta con ha
beros coronado con la auréola de las vírge
nes, os ha colocado cerca de la Reina de las
vírgenes. ¡Con quéincomprensible resplan
dor brilla hoy en Vos el título de padre de
Jesús que llevásteis en la tierra! La corte
de Faraon quedó sorprendida al ver al anti
guo José revestido de púrpura, y llevando
en el dedo el anillo real, en la cabeza una
– 294 –
corona de oro, y montando la misma carro
za del monarca. Ysin embargo estos hono
res solo eran una sombra de los que el Al
tísimo os reservó en la corte celestial. Todos
los habitantes del cielo llenos de admiracion
alaban al Señor que os ha elevado á tan su
blime gloria. Me parece que escucho á los
Ángeles que de concierto la celebran, repi
tiendo sin cesar ese cántico que con tanta
justicia os pertenece: «Gloria al siervo fiel y
«prudente á quien el Señor hizo jefe de su
«familia:» Fidelis servus et prudens quem cons
tituit Dominus superfamiliamsuam. ¡Cuán ri
ca es la recompensa con que el eterno Pa
dre ha pagado los servicios que en la tierra
prestásteis á su Hijo ! Y el Espíritu Santo
¡quédones no os ha conferido en premio de la
custodia fiel que hicísteis ásu casta Esposa!
Y el Hijo de Dios ¡qué honores dispensa al
que en la tierra llamó padre! Padre mio,
decia el jóveñTobías, ¿con qué podrémos pa
gar dignamente tantos beneficios? La mitad de
nuestros bienes no basta para recompensarlos.
Y, sin embargo, solo se trataba de servicios
que su guia le habia hecho durante un viaje
demasiado corto. ¡Ah! sin duda Jesucristo,
– 295 –
que infinitamente excede al jóven Tobías en
riqueza y en generosidad, habrá sabido re
compensar admirablemente los cuidados que
su Padre adoptivo le prodigó durante tan
tos años. Sin duda, bienaventurado José, que
en favor vuestro habrá derogado las leyes or
dinarias, resucitando el dia de su misma re
surreccion ese cuerpo que habíais consumi
do en servicio de su persona, haciéndole des
de entonces partícipe de la gloria de vuestra
alma. Yo me regocijo con esa doble gloria
con que vuestros devotos siervos se lisonjean
de que estais revestido, y os suplico me al
canceis un ardiente deseo de la celestial pa
tria, donde espero un dia ser testigo de vues
tro triunfo, y dar gracias á vuestro Hijo Je
sús de haberos tan admirablemente glorifi
cado. Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.ºPa
ciencia en lastribulaciones de esta vida, pues
nos preparan los consuelos del cielo. 2.ºFi
delidad en no pasar ningun dia sin mortifi
car el cuerpo. 3ºPedirá Dios perdon de su
apego desordenado á la tierra.
Lectura espiritual. Libro II, capítulo III y
– 296 –
el y. «Ruega por nosotros, etc., » como en
el dia primero.
Sentencias. «Piadosamente se ha de creer
«que el piadosísimo Jesús, Hijo de Dios, así
«como llevóá su gloriosa Madre en cuerpo y
«alma al cielo, hizo otro tanto con san José el
«dia de su resurreccion.» (San Bernardino de
Sena).–El mismo san Bernardino añade :
«No se hade dudar que la familiaridad, reve
«rencia y dignidad sublime que Jesucristo,
«mientras vivió en la tierra, le tuvo como un
«hijo á su padre, se la continuará en el tie
«lo, antes mas bien que allá la perfeccionó
«y consumó.»

DIA TERCERo, 19 DE JULIo.

Pidámosle su proteccion hoy que


reina en los cielos. (Hymn.).
Consideraciones sobre la confianza en lapro"
teccion de san José. 1.º La proteccion de san
José es poderosa cerca de Jesúsá quien sirve
de padre, y cerca de María cuyo esposo es,
puesto que sobre uno y otro tenia autori
dad.2° Es además caritativa, y por lo mis
- 997 –
mo está dispuesta á socorrer á los siervos
devotos que la invocan.Como principalins
trumento (despues de la Vírgen) de la sa
lud de los hombres, tiene para con ellos un
corazon verdaderamente paternal. 3º Su
proteccion es generosa y universal; á todo
se extiende sin distinguir condiciones óeda
des; y lo mismo provee átodas lasnecesida
des del cuerpo y del alma.
Virtudes para merecer la proteccion de san
José. 1.º Elegirle por protector particular
en la vida y en la muerte. 2º Invocarle al
menos dos veces al dia. 3º Esforzarse por ex
tender su devocion. La Vírgen santísima dió
las gracias á santa Teresa por el celo que tu
vo en difundir en toda la Iglesia la devocion
de su santo Esposo.
Gracias que debemos pedir á san José el dia
que le elijamos por protector. Ó gran Santo,
digno entre todos losSantos de ser venera
do, amado éinvocado,tanto por la excelen
cia de vuestras virtudes, como por la emi
nencia de vuestragloria y el poder de vues
tra intercesion, yo N. en presencia de Jesús
que os ha elegido por padre, y de María que
os aceptópor esposo,os elijo en este diapor
– 298 –
mi abogado ante Jesús y María, y por mi
protector y padre. Yo propongo firmemente
no olvidaros jamás,y honraros todos los dias
de mi vida. Dignaos, pues, os suplico, con
cederme vuestra proteccion especial, y ad
mitirme en el número de vuestros devotos
siervos. Asistidme en todas mis acciones,sed
mefavorable ante vuestro Hijo y Esposa, y
no me abandoneis á la hora de la muerte.
Amen.
Prácticas de devocion y mortificacion. 1.°Pre
pararse con un exámen muy exacto, y un do
lormas vivo de suspecados, á la comunion
del dia de la festividad de mañana.2ºAyu
nar, óal menosimponerse alguna privacion.
3º Mas oracion y limosnas que las ordina
rias.
Lectura espiritual. Libro II, capítulo VII y
el y. «Ruega por nosotros, » como en el dia
primero.
Sentencias. «Idá José, y haced todo lo que
«os mande. » (Genes.)-. En la tierra fue
«el único fidelísimo coadjutor delgran Con
«sejo.» (San Bernardo).- Elige, pues, á tu
«peculiar protector y buen amigo, al inter
«cesorpoderoso,san José.» (Gerson).
- 299 -

FIESTA DEL TRáNSITo, DIA 20 DE JULIo.

Oracion y protesta para alcanzar una buena


muerte.

Señor mio Jesucristo, verdadero Dios y


verdadero hombre, Criador y Redentor mio,
viendo yo esta miserable vida expuesta á mil
peligros, éignorando el dia en que deba pa
gar á la muerte el tributo de que nadie es
tá exento; desde hoy para siempre, y en
presencia de la gloriosa Vírgen María, de
sanJosé, de santa Teresa, de san Francisco
Javier, y de toda la corte celestial, protesto:
Primeramente, que quiero vivir ymorir co
mo hijo obediente de la santa Iglesia romana,
y creer todo lo que ella enseña, porque Vos
lo habeis revelado, y sois la verdad sobera
na. Protesto tambien que por mis pecados
he merecido mil y mil veces el infierno, y
que soy indigno del perdon, por haber tan
repetidamente preferido mis indignos pen
samientos á vuestra santísima voluntad, y
cometido ante vuestros ojos excesos que no
me hubiera permitido cometer delante del
último de los hombres. Sin embargo, espero
– 300 –
de vuestra infinita bondad que me perdona
réis, y que no me dejaréis caer en desespe
racion á la hora de la muerte. Yo detesto
desde ahora todos los pensamientos de des
confianza que el enemigo de la salud pudie
re sugerirme en mi última hora, ytambien
todos los pensamientos de presuncion que
pudieren entonces asaltarme, con ocasion de
las pocas obras buenas que creyere haber he
cho. Protesto que os amo con todo mi cora
zon, que quiero gozarme en vuestra felici
dad mas que en la mia, y permanecer siem
pre al servicio de un tan bueno y gran Señor.
Deseo que todas las criaturas os adoren y os
amen, y quisiera tener todos sus corazones
para amaros en lo sucesivo. Yo me gozo del
amor que los Santos os tienen en el cielo,
del que Vos mismo os teneis, ¡oh Dios infini
tamente bueno y por lo mismo digno de un
amorinfinito! Tambien tengo un profundo
disgusto por todos los pecados que tuve la
desgracia de cometer, y quisiera que mico
razon se partiera de dolor todas las veces
que recuerdo haberos ultrajado; yo, que os
debia tanto amor. Propongo no volverá
ofenderos, y os ruego me quiteis antesla vi
– 301 –
da, que permitirme volver á pecar. Protes
to que quiero darosgracias, con toda la efu
sion de mi corazon, por el amor con que
me habeis honrado, siendo, como soy, in
digno de todos los bienes que me habeis
hecho, de todas las penas que sufrísteis por
mí, de la misericordia infinita con que hasta
hoy habeis tolerado mis iniquidades y mis
ingratitudes, pues pudiendo á cada instan
te precipitarme en los infiernos, me habeis
libertado al extremo devolverme siempre y
sin descanso bien por mal. Protesto que quie
ro recibir en la hora de la muerte el sacra
mento de la Penitencia.Yen el caso en que
perdiere el uso de la palabra, desde ahora
para el último momento confieso todos mis
pecados de pensamiento, palabra, omision
ó comision: y situviere la desgracia de ver
me entonces privado de la absolucion, yo os
conjuro, misericordiosísimo Jesús, por la
sangre preciosa que por mi salud derramás
teis, que me concedais en esa hora tan ter
rible la gracia de una verdadera y perfecta
contricion de todas misiniquidades,yque no
me dejeis morir en desgracia vuestra. Pro
testo que tambien quiero recibir el santoViá
- 302 –
tico, que mefortifiqueysostenga en tan pe
ligroso viaje; y si no pudiere recibirle sacra
mentalmente, desde hoydeclaro que almenos
quiero recibirle espiritualmente con los de
seos y afectos de mi corazon. Protesto igual
mente querer, en los terribles combates que
hede sostener, recibirel sacramento de la Ex
tremauncion; y os suplico, Dios y Salvador
mio, me concedais la uncion interior de vues
tra infinita misericordia,fortificándome con
tra el infierno en ese momento tan crítico,y
perdonándome todo el mal que haya come
tido con la vista, con el oido, con el olfato,
con el gusto, con el tacto y con todos mis
sentidos exteriores é interiores. Protesto que
perdono con todo mi corazon á los que me
hubieren ofendido, como deseo que me per
doneis Vos, á quien tanto y tan gravemente
ofendí;y pido humildementeperdon átodos
los que de cualquier modo hayan tenido ó
tengan quejas contra mí. Protesto, ó Dios
mio, que acepto voluntariamente la muerte,
tal como os agrade enviármela. Sí, á todo
me someto en satisfaccion de mis pecados,
con tal que mi pobre alma sesalve, y que,si
es posible, se vea libre de las penas terribles
– 303 –
del purgatorio. En fin, protesto para siem
pre que si en la hora de la muerte la violen
cia de los dolores ó la sugestion del demo
nio me hiciesen hacer ó decir alguna cosa
contraria á estas protestas, yo la repruebo
desde ahora como contraria á mi última vo
luntad. Esta voluntad la coloco bajo la cus
todia de la Vírgen santísima, abogada y re
fugio depecadores, para que de acuerdo con
san José, con santa Teresa y san Francisco
Javier, protectores de los moribundos, se dig
ne defender y recibir mi alma en su último
trance. Por esto, desde ahora hasta la muer
te tengo intencion de repetir con la boca y
con el corazon estas palabras:
Jesús, José y María, asistidme en mi úl
tima agonía l
Jesús, José y María, salvad el alma mia.
En vuestras manos la encomiendo. Amen.
- 304 -

CAPÍTULO V.

Prácticas para la festividad de los Desposorios


de san José con la Vírgen santísima.
víspERA DE LA FESTIVIDAD.

Los mismos ejercicios que el primer dia


de la Novena. Véanse los capítulos II y lII
de este libro.
DIA DE LA FESTIVIDAD,

Meditacion. 1.º ¡Qué honor y qué felicidad


la de san José en haber sido elegido por Dios
para esposo de su santa Madre! ¡Qué teso
ros de méritos debió haber reunido para ha
cerse digno de tal alianza, y de una tan es
trecha union con la Reina del cielo! El prin
cipal motivo á que debió esa preferencia fue,
sin duda, su incomparable virginidad, que
debia servir de guarda y de testigo á la in
comprensible pureza de María. Ved, pues,
como el Señor confia sus tesoros á manos las
mas puras; ved como quiere crecer entre
estos lirios, es decir, entre María y José; ved,
en fin, como quien quiera agradar áJesús,
- 305 -
áMaría y á José, debe consagrarles todos
los afectos de su corazon. 2.º ¡Cuál seria el
gozo del santo Patriarca cuando se le hizo
saber que seria esposo de una vírgen mas
pura que los Ángeles; y al mismo tiempo
cómo se abismaria en el sentimiento de su
bajeza hasta juzgarseindigno de tal alianza!
¡Oh! ¡qué combate forman en su corazon,
de un lado la alegría en vista de su felici
dad,y por otro el temor de no poder cor
responder á ella plenamente! Yyo ¿podré
admirarme de que el Señor no sea conmigo
pródigo de sus gracias, faltándome la hu
mildad? 3.º La alegría de la Vírgen santísi
ma no fue menosviva al ver que se le daba
por esposo un varon de tanta inocencia y
de tal pureza de corazon. Desde entonces
nace su recíproco afecto, pero mas desnudo
de todo lo que mira al sentido, y mas puro
que el que une mútuamenteá los Serafines.
¡Ciego é insensato de mí! ¿por qué busco
mis alegrías en este mundo? Los gozos ver
daderos solo se encuentran en la pureza del
corazon: Beati mundo corde. En lo sucesivo
mis consuelos ymis dulzuras serán estar eon
Jesús, María y José.
20 s. José.
– 306 –
Gracias que hemos de pedir. ¡Oh glorioso
protector mío! yo os felicito porque por la
excelencia de vuestras virtudes merecísteis,
especialmente por vuestro amor á la virgi
nidad, ser elegido por esposo de esa Vírgen
incomparable, de la que debia nacer el Rey
de la gracia, de la inocencia y de la santi
dad; os doy la enhorabuena y me regocijo
con Vos por tanta grandeza y felicidad. Vos
fuísteis el celoso Querubin á quien se confió
la guarda de esa arca del Nuevo Testamen
to: sois el Serafin ardiente de amoráquien
fue concedido defender ese trono virginal
donde ha de reposar el Rey del cielo. ¡Ah!
desde la elevacion á que os exalta vuestra
sublime dignidad de esposo de María, dig
naos arrojar una bondadosa mirada sobre
vuestro indigno siervo.Y pues que está en
uso conceder, en el dia de los desposorios
de un gran príncipe, gracias extraordina
rias aun á los que menos las merecen, acor
daos, Esposo casto de María, de dejar caer
sobre mi pobre alma algunas gotas de los
consuelos celestiales que el dia de vuestra
bienaventurada alianza inundaron vuestro
corazon. No os ofendais con las manchas que
– 307 -
han afeado el mio; antes bien alcanzadme
de Dios muchas lágrimas con que acabe de
purificarle; alcanzadme tambien el don de
una pureza mas perfecta, á fin de que sea
yo mas agradable á vuestros ojos y á los de
vuestra admirable Esposa, mi protectora y
madre,yque mi alma, enteramentepurifi
cada, merezca ser admitida al festin de las
bodas eternas. Amen.
Virtudes que imitemos. En su honor y á su
ejemplo, mortificaré mis ojos, no alzándo
los jamás para ver algun objeto peligroso,
ni aun un simple objeto curioso,pero in
útil.
Lectura espiritual. Libro I, cap. II. Ter
minando con la siguienteAntífona, «Elángel
«Gabriel fue enviado á una vírgen desposa
«da con un varon que se llamaba José, de la
«casa de David, y el nombre de la vírgen
«era María.» «Ruega por nosotros, etc., »
como en el primer dia de la Novena.

90
—308 —
cAPÍTULo vi.
Prácticas para la fiesta del Patrocinio de san
José, Dominica tercera despues de Pascua.
víspERA DE LA FESTIVIDAD.

Los mismos ejercicios que en el segundo


dia del Tríduo. Véase el capítulo IV.

DIA DEL PATROCINIO,

Los mismos ejercicios del tercer dia del


Tríduo, y además la siguiente
Letanía.

Señor, ten piedad de nosotros.


Jesucristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Padre celestial que eres Dios, ten piedad de
nosotros.
Hijo, redentor del mundo que eres Dios,
ten piedad de nosotros.
Espíritu Santo que eres Dios, ten piedad de
nOSOtrOS.
– 309 –
Santa Trinidad que eres un solo Dios, ten
piedad de nosotros.
Santa María, esposa de san José, ruega por
nOSOtrOS.

San José, esposo de María, Madre de Jesús,


ruega por nosotros.
San José, esposo vírgen de una Madre Vír
gen, ruega por nosotros.
San José, guardian de la virginidad de Ma
ría, ruega por nosotros.
San José, padre del Hijo de Dios, ruega por
nosotros.
San José, nutricio del niño Jesús, ruega por
nosotros.
San José, órgano del Verbo reducido al si
lencio, ruega por nosotros.
San José, redentor de nuestro Redentor,
ruega por nosotros.
San José, salvador de nuestro Salvador,
ruega por nosotros.
San José, guia de Jesús en su huida, ruega
por nosotros.
San José, huésped de un Dios peregrino,
ruega por nosotros.
San José,tutor de la Sabiduría encarnada,
ruega por nosotros.
– 310 –
San José, ministro del gran Consejo, ruega
por nosotros. . . .
San José, depositario del tesoro celestial,
ruega por nosotros.
San José, artesano mas excelso que los re
yes, ruega por nosotros.
San José, varon de unajusticia consumada,
ruega por nosotros.
San José, ejemplar de perfecta obediencia,
ruega por, nosotros.
San José, lirio de purísima castidad, ruega
por nosotros. .
San José, celador de nuestras almas, ruega
por nosotros.
San José, protector de las casas religiosas,
ruega por nosotros.
San José, defensor de los agonizantes, rue
ga por nosotros.
San José;patron de los que mueren en el
Señor, ruega por nosotros.
Cordero de Dios que borraslos pecados del
mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que borras los pecados del
mundo, óyenos, Señor.
Cordero de Dios que borras los pecados del
mundo, ten piedad de nosotros.
– 311 -
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
y. Ruega por nosotros, san José.
R). Para que seamos dignos de las prome
sas de Jesucristo.

Oremos.

Te suplicamos, Señor, que nos socorras


por los méritos del santo Esposo de vuestra
Madre santísima, y que por su intercesion
nos concedas la muerte preciosa delosSan
tos, que no podemos obtener por nosotros
mismos. Hacednos esta gracia, Dios y Se
ñor nuestro, que vives y reinas en los siglos
de los siglos.Amen.
Oracion compuesta por san Bernardino de
Sena.

Acuérdate de nosotros, ó bienaventurado


José,y con el sufragio de tu proteccion in
tercede ante tu Hijo putativo, y al mismo
tiempo haz que nos sea propicia tu Esposa,
la beatísima Vírgen, que es Madre de aquel
que con el Padre y el Espíritu Santo vive
y reina por los siglos de los siglos. Amen.
– 312 –

CAPÍTULO VII.

Práctica de los siete dolores y gozos de san


José.

1.º

Dignísimo esposo de María,glorioso san


José, si las penasy angustias de vuestro co
razon fueron extremas por la incertidum
bre en que estábais sobre si seria necesario
abandonar á vuestra castísima Esposa, no
fue menor vuestra alegría cuando el Angel
os reveló el adorable misterio de la Encar
nacion. Por este dolor y gozo os ruego me
alcanceis ahora y en los dolores de la ago
nía el gozo de una buena conciencia, y el
consuelo de morir como Vos entre Jesús y
María. Un Padre nuestro, Ave María y Glo
ria Patri. , , ,

, - 2.º " ",


r,

Bienaventurado patriarca san José, que


cumplísteis las funciones de padre adoptivo
delVerbo encarnado, el dolor que tuvísteis
viéndole nacer en la extrema indigencia se
– 313 –
cambiósúbitamente en una celestial alegría
cuando oísteis que los Ángeles en sus cánti
cos celebraban la gloria de un tan feliz na
cimiento. Por este dolor y gozo os ruego
me alcanceis que despues de los trabajos de
la vida y de los dolores de la muerte tenga
el gozo de oir los cánticos de los Ángeles, y
entrar en los resplandores de la gloria eter
na. Un Padre nuestro, Ave María y Gloria
Patri.
3.o

Fidelísimo observador de la ley de Dios,


san José, la cuchilla que circuncidó alSal
vador del mundo os partió el corazon, pero
el nombre de Jesús que le pusísteis curó
vuestra herida y os llenó de alegría. Por es.
te dolor y gozo alcanzadme que destruya
los pensamientos desarreglados que me ator.
mentan,y la felicidad de tenerá la hora de
la muerte, tanto en la boca como en el co
razon, el santísimo nombre de Jesús. Un
Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri.
,
- 314 –


Felicísimo confidente de los misterios de
la redencion, san José, si la profecía de Si
meon os causóun dolor profundo, tambien
os causó una grande alegría el considerar la
salud y la resurreccion gloriosa que debian
ser el fruto para una innumerable multitud
de almas. Por este dolor y gozo alcanzad
me que sea del número de aquellos que en
virtud de los méritos de Jesucristo y de la
intercesion de la Vírgen María deben re
sucitar gloriosamente. Un Padre nuestro, Ave
María y Gloria Patri.
, "
5.º

Celosísimo tutor yguarda del Hijo de Dios,


san José, ¡qué de penas y fatigas tuvísteis
para alimentar yservir á vuestro Hijo, es
pecialmente en el destierro de Egiptol Pero
al mismo tiempo ¡qué alegría teníais de vi
vir con él, y ver como á su presencia caye
ron todos los ídolos de Egiptol. Por este
dolor y gozo os ruego me alcanceis que to
dos losídolos de mi corazon, que todos mis
afectos terrenos caigan delante de él, y que
– 315 -
empleándome, como Vos, todo entero en
servir á Jesús y María, tambien como Vos
viva y muera en su compañía. Un Padre
nuestro, Ave María y Gloria Patri.
6.º

Gloriosísimo san José,ángel de la tierra,


que dispusísteis á vuestro beneplácito del
Rey del cielo, si al volver de Egipto temís
teis por su vida, atendiendo á la crueldad
del hijo de Herodes, bien pronto, asegura
do por un Ángel, fuísteis lleno de alegría y
de confianza á establecer vuestra mansion
en la santa casa de Nazaret. Por este dolor
y gozo os ruego me alcanceis que, libre
mi corazon de los temores perniciososá su
bien espiritual, goce de la paz de una bue
na conciencia, y que muera con alegría in
vocando áJesús y María. Un Padre nuestro,
Ave María y Gloria Patri. -

:
7.º ,

Glorioso san José, modelo de toda santi


dad, despues que, sin culpa vuestra, per
dísteis al niño Jesús, para calmar vuestro
dolor tuvísteis necesidad de buscarle du
´

– 316 –
rante tres dias : al fin le encontrásteis en el
templo, y al momento vuestro corazon fue
inundado de una alegría inefable. Por este
dolor y gozo os suplico me alcanceis que
jamás tenga la desgracia de perderá Jesús
por el pecado, y que si alguna vez se aleja
se de mí, le busque sin cesar hasta que lo
gre encontrarle, sobre todo á la hora demi
muerte, para gozarle eternamente en el cie.
lo. Amen. Un Padre nuestro, Ave María y
Gloria Patri. y. Ruega por nosotros, etc., y
lo demás como en el primer dia de la No
V62),

Oraciones áJesús, María y José.


Adorable Salvador nuestro Jesús, que por
amor al hombre os habeis dignado nacerde
una vírgen madre, haced que con un culto
perpétuo honremos los dulces misterios de
vuestra infancia; haced que en espíritu nos
hagamos pequeños como niños, y que así
seamos dignos de imitar la humildad, la pu
reza, la inocencia y todas las otras virtudes
de que Vos, Niño divino, nos habeis dado
ejemplo en ese estado de debilidad y humi
llacion.
– 317 –
A tí, ó Jesús, que naciste de una vírgen,
sea dada gloria, juntamente con el Padre y el
Espíritu Santo, en todos los siglos. Amen.
¡Cuán feliz sois, ó María, y cuántos ho
menajes mereceis por haber dado al mundo
el sol de justicia, Jesús nuestro Salvador y
nuestro Dios! ¡Ah! por los servicios que ha
beis prestado á la santa Humanidad reves
tida de la forma de un niño, enseñadnos á
honrarle, como Vos, sobre la tierra, y á
merecer de este modo ser admitidoságozar
de su gloria en el cielo.
Muestra que eres madre nuestra ; y por tu
medio reciba nuestras oraciones aquel que por
nosotros nació, y quiso ser hijo tuyo. Amen.
Yo os saludo, Esposo inmaculado de Ma
ría. Os saludo,guardian fiel de su integri
dad virginal. Os saludo, felicísimo jefe de
la sagrada Familia. Con vuestros sudores
habeis alimentado al Verbo hecho carne, y
libertádole de lasimpías manos de Herodes;
Vos habeis sido su tutor, su guia y su pa
dre en Belen, Egipto yNazaret. Por los cui
dados paternales que le prodigásteis, alcan
zadnos la gracia de servirle dignamente en
esta vida, y ayudadnos á tener una buena
– 318 –
muerte, á fin de que tengamos la felicidad
de irtambien ágozarle con Vos en el cielo.
Salve, Esposo de la Madre de Dios; salve,
Padre de miJesús, José admirable, José muy
amable. Amen. .

CAPÍTULO VIII.

Cofradía de la Buena muerte, bajo la invoca


cion de san José.

oRíGEN Y obJETo DE ESTA CorrADÍA.

Debiendo ser la ocupacion principal de la


vida cristiana el prepararse continuamente
para la muerte, uno de los medios mas á
propósito y mas seguros para prepararse con
fruto es la memoria devota, ora de Jesús
agonizando en la cruz,y de su Madre dolo
rosa recibiendo sus últimossuspiros, ora del
bienaventurado san José muriendo delicio
samente en los brazos de Jesús y María. Es
te medio se hace aun mas eficaz en esas pia
dosas asociaciones, cuyos miembros,unidos
por la caridad, sin cesar piden unos por otros
la mas preciosa de las gracias, la de morir
todos en la paz del Señor. Tal ha sido y tal
– 319 –
es aun el objeto de la cofradía ó congre
gacion llamada vulgarmente de la Buena
muerte, erigida en la iglesia deJesús en Ro
ma, el año 1648, por el P. Vicente Ca
raffa, de la Compañía de Jesús, y poco des
pues confirmada, por el papa Inocencio X.
La nueva Cofradía, con la devocion de que
era objeto, se difundió desde Roma átoda
Italia, y á otras muchas naciones, especial
mente desde que Benedicto XIII el año 1729
permitió que las indulgencias, que le fueron
concedidas,pudiesen comunicarse á las otras
asociaciones formadas sobre el mismo plan.
Pio VII la confirmó de nuevo en 1821; y
Leon XII, en 1827, concedió á los Padres
que la dirigian la especial facultad de afi
liará ella todas las cofradías de la Buena
muerte establecidas ya, ó que se establecie-
sen en el mundo cristiano, y hacerlas par
ticipantes de los mismos favores.
raícricas De La corranía.
1.º Para erigirla canónicamente, ante
todo debe obtenerse el consentimiento del
obispo diocesano. Hecho esto, y para tener
derecho á las indulgencias concedidas por
– 320 –
los soberanos pontífices, se escribe al direc
tor de laCongregacion de la Buena muerte, del
colegio de Jesús, en Roma, y se le pide un
diploma de afiliacion, indicándole el domin
go que se ha elegido, ó el viernes, ú otro
dia mas acomodado para la reunion solem
ne de cada mes.
Los que deseen entrar en esta Cofradía,
ya erigida, darán sus nombres al director
para que los inscriba en el catálogo, y re
ciben una carta de admision en que se en
cuentra la fórmula de su consagracion áDios,
como asociados en la Cofradía de la Buena
muerte. Hé aquí el texto: «DulcísimoJesús
«y adorable Salvador mio, lleno de confian
«za en vuestra dolorosa pasion y en la cruel
«agonía que tuvísteis en la cruz, me ofrezco
· «áVos en sacrificio, y me uno á Vos como
«víctima de reconocimiento y de amor. Yo
«os suplico muy humildemente por vuestros
«méritos infinitos, y por la intercesion de
«María y de José, me concedais, lo mismo
que átodos los miembros de esta Congre
«gacion, la gracia inestimable de una buena
«muerte, que nos lleve á la mansion de los
«bienaventurados para bendeciros en ella y
- 321 –
«amaros con ellos en todos los siglos de los
«siglos. Amen.»
2º Los dias de junta pueden ser todos
los viernes del año, y además un domingo
de cada mes. La junta del domingo, espe
cialmente en las parroquias, es la mas so
lemne: ved aquí los ejercicios de que debe
componerse. Despues de la Antífona : Veni,
Sancte Spiritus, reple tuorum corda fidelium,
ettui amoris in eis ignem accende, con su ver
so y oracion, el director hará una exhorta
cion sobre la muerte; despues se rezan las
oraciones siguientes á intencion de todos los
asociados, vivos, agonizantes ó difuntos.
Primera oracion.

Jesús, Señor y adorable Salvador nues


tro, os conjuramos, por vuestras sagradas
llagas,porvuestra agonía y vuestra muer
te, y por la intercesion de María y de José,
que nos concedais, y tambien á todos los
miembros de esta Congregacion, una fuerza
poderosa sobre los enemigos de nuestra sa
lud, una contricion perfecta de todos nues
tros pecados, la perseverancia final, y una
21 s. José.
- 322 –
muerte feliz, para que no perdamos el pre
cio de vuestros sufrimientos. Amen. "
-

Segunda oracion.

Crucificado Salvador nuestro, seguro re


fugio de los agonizantes, por los terribles
dolores quepor nosotros sufrísteis en la cruz,
os suplicamos querais de buena voluntad
ayudar con vuestra gracia á todos nuestros
socios en sus momentos últimos,para que
el enemigo de vuestra gloria y de su salva
cion no prevalezca contra ellos; antes bien
que todos sean recibidos en los tabernáculos
eternos, para veros y amaros allí eterna
mente con vuestros escogidos. Amen.

Tercera oracion. "

Dios todopoderoso que quereis la salud de


todos los hombres, suplicamos ávuestrain
finita bondad, por los méritos de la pasion
de Jesucristo, y por la intercesion de María
y de José, que concedais á todos los miem
bros difuntos de nuestra congregacion la fe
licidad de ser admitidos á la mansion de la
bienaventuranza eterna, en que Vos vivís y
reinais por todos los siglos de los siglos.
Amen.
En seguida y mientras se eæpone al santísi
mo Sacramento, se canta el himno siguiente,
que es una oracion para alcanzar la gracia del
santo Wiático en la hora de la muerte.

Ave, verum Corpus natum


De Maria Virgine;
Vere passum, immolatum
In cruce pro homine :
Cujus latus perforatum
Fluxit unda et sanguine :
Esto nobis prægustatum
Mortis in examine.
O Jesu dulcis! O Jesu pie!
O Jesu fili Mariæ !
Tu nobis miserere.
** - - -, - - - : *

ř. Panem de coelo præstitisti eis. B). Om


ne delectamentum in se habentem.
ř. Ora pro nobis, Virgo dolorosissima.
"). Utdignihabeamur promissionibus Christi,
ř. Ora pro nobis, sancte Joseph. I). Ut
digni habeamur promissionibus Christi. . . . .
21*
- 324 -

Oremus.

Deus, qui nobis sub Sacramento mirabili .


passionis tuæ memoriam reliquisti, tribue,
quæsumus, ita nos corporis et sanguinis tui
sacra mysteria venerari, ut redemptionis
tuæ fructum in nobis jugiter sentiamus.
Interveniat pro nobis, quæsumus, Domi
ne Jesu Christe, nunc et in hora mortis nos
træ, apud tuam clementiam Beata Virgo
Maria Mater tua, cujus sacratissimam ani
mam, in hora passionis tuæ, doloris gladius
pertransivit.
Sanctissimæ Genitricis tuæ Sponsi, quæ
sumus, Domine, meritis adjuvemur, ut
quod possibilitas nostra non obtinet, ejus
nobis intercessione donetur: Qui vivis et
regnas, cum Deo Patre, in unitate Spiritus
Sancti, Deus, per omnia sæcula sæculorum.
Amen.
ý. Benedicamus Domino. 1). Deo gratias.
ý. Fidelium animæ per misericordiam
Dei requiescant in pace. 1). Amen.
En fin, mientras se da la bendicion con el
Santísimo, se cantan las estrofas siguientes:
- 325 -
O salutaris Hostia,
Quae coelipandis ostium,
Bella premunt hostilia,
Da robur, fer auxilium.
Unitrinoque Domino
Sit sempiterna gloria,
Quivitam sine termino
Nobis donet in patria. Amen.
NoTA. Es fácil extraer de los ejercicios
propuestos para la junta solemne del domingo
lo que se crea conveniente adoptarpara las jun
tas menos solemnes.

3.° El mismo domingo en que deba te


nerse lajunta cuyos ejercicios hemos indi
cado, cada socio, segun su devocion, pue
deprepararsemas particularmenteálamuer
te. Ved aquíun método que podréis seguir
con fruto: consiste en colocaros en las mis
mas disposiciones con que deseárais encon
traros á la hora de la muerte, y practicar
los mismos actos que entonces deberíais
practicar.
Sea el primero. Desde la mañana al des
pertar, imaginaos que vuestro Ángel de
guarda viene á deciros, como el profeta
– 326 –
Isaías á Ezequías: «Arreglad vuestros ne
«gocios,porque vais á morir.» Ocupaos de
este asunto mientras os vestís, y dad gracias
á Dios de que os ha dado tiempo para dis
poneros á morir. En seguida haced la ora
cion propia de la mañana, con tanto fervor
como si fuera la última de vuestra vida;
ofrecedá Dios vuestro corazon, vuestras ac
ciones, vuestras penas corporales y espiri
tuales, en union de los sufrimientos deJesu
cristo moribundo, y pedidle,por la inter
cesion de María y de José, que os auxilie pa
ra hacer bien la preparacion para la muerte.
El segundo. Prosternado ante un Crucifijo,
ó delante del santísimo Sacramento, haced
algunas reflexiones sobre las siguientes ver
dades: «Actualmente tengo vida, pero bien
«pronto dejaré de existir... Moriré como
«otros muchos que he conocido... ¿Qué
«pensaré entonces de los bienes, de los ho
«nores, y de los placeres de esta vida?...
«¿Qué idea tendré de las virtudes cristia
«nas?... ¿Estoy pronto á parecer delante de
«Dios?... ¿En qué estado está mi concien
«cia?... ¿Nada me impide amará Dios, y
«morir en su amor?... ¿Hay alguna aficion
– 327 –
«peligrosa, ó alguna secreta aversion en mi
«corazon?... ¿Mis manos están enteramen
«te limpias respecto delos bienes ajenos?...
«¿He arreglado mis negocios,yestoy en es
«tado, sifuese necesario salir de este mun
«do, de ocuparmesolo de mi eternidad?...»
Respondeos átodas estas cuestiones y á otras
semejantes; y despues de haber reconocido
lo que os daria mas pena, si muriéseis en
este dia, tomad la resolucion de remediarlo
al momento.
Tercero. Penetrado de estos sentimientos,
confesaos como si fuera la última vez de
vuestra vida, ysi os inquieta algun pecado
antiguo, tranquilizad vuestra conciencia con
fesándolo de nuevo con la exactitud conve
niente.
Cuarto. Recibid la santa Comunion como
viático. Encerraos en la firme resolucion de
no omitir nada de lo que Nuestro Señor os
inspire para bien de vuestra alma. Suplicad
áJesús crucificado que os afirme y fortifique
en las disposiciones que debeis tenerpara
morir bien, y rogadle que vuestra muerte
sea semejante ála suya. Dirigíos en seguida
á María como á vuestra buena Madre y
– 328 –
poderosa abogada, y suplicadle que os asis
ta en vuestros últimos momentos. Recurrid
tambien á la intercesion de san José, como
protector de los agonizantes y patron de la
buena muerte. Y, en fin, terminad estos
actos de preparacion con este testamento
espiritual, que cási en su totalidad es de san
Cárlos Borromeo:
«En el nombre del Padre, y del Hijo, y
«del Espíritu Santo, Amen. Yo N. N. pobre
«pecador rescatado por los méritos de la
«preciosa sangre de Jesucristo, incierto de
«mi última hora, y obligado por el amor de
«mi Salvadory deseo de alcanzar la salud
«de mi alma, he resuelto hacer las disposi
«ciones siguientes, á fin de que si la muerte
«me sorprende, me encuentre en estado de
«comparecer delante del soberano Juez.Yo
«protesto desde luego, en presencia de Dios
«todopoderoso y de toda la corte celestial,
«que quiero vivir y morir hijo de la Iglesia
«católica,yque deseo conservar hasta el úl
«timo suspiro esta misma fe, de que actual
«mente hago una profesion auténtica. Ade
«más, perdono con todo mi corazon átodos
«mis enemigos, sean quienes fueren, por
- 329 -
«amor de Jesucristo; y espero firmemente
«que por su infinita bondad y misericordia
«me perdonará tambien todos pmis pecados,
«de los que me arrepiento con todo ni co
«razon, porque son ofensa de su divina Ma
«jestad. Tambien recomiendo mi alma álas
«cinco llagas de mi amable Salvador, como
«un bien que portodos títulos le pertenece;
«y le suplico la reciba como obra de sus ma
«nos,y precio de su sangre, para que al sa
«lir de este mundo encuentre un asilo en su
«sagrado corazon. Mas mi cuerpo, que fue
«formado de tierra,yo lo vuelvo á la tier
«ra, hasta que Diosinfinitamente bueno se
«digne resucitarlo, unirlo á mi alma, y ha
«cerle entrar con ella en el descanso eter
«no. Tambien pido tener parte en todas las
«oraciones y buenas obras que se hagan des
«pues de mi muerte en todo el mundo cris
«tiano, y particularmente en las congrega
«ciones de la Buena muerte.
«Deseo ardientemente recibirantes demo
«rir el santo Viático, y ruego humildemen
«te á mi Salvador, que no me lo rehuge,
«para que mi alma nutrida, y fortificada con
«este pan celestial, emprenda masfelizmen
- 330 –
«te el viaje á la eternidad. Además, despues
«de haber dado mi alma á Dios, y mi cuer
«po á la tierra, solo me restan algunos mo
«mentos de una vida queva á terminar. Yo
«los consagro todos áVos, ¡oh miJesús! y
«no quiero mas vivirsino en Vos y para Vos.
«Hacedme la gracia de que os sirvay osame
«hasta el fin, y que espire pronunciando el
«nombre dulce de Jesús.
«Tambien elijo por mi poderosa protec
«tora á la santísima Madre de mi Señor y mi
«Dios. Ella es refugio de pecadores, yyo me
«recomiendo con una confianza toda filial
«ásu maternal bondad , ahora y en la hora
«de mi muerte. Igualmente me recomiendo
«á su glorioso Esposo, patron de los agoni
«zantes. ¡Ojalá que durantemi agonía pueda
«yo unir al nombre de Jesús los dulces de
«María y José, y repetirlos mil veces! .
«Doy gracias á mi santo Ángel de guar
«da, por todos los cuidados caritativos que
«hasta aquí ha tenido conmigo; y espero
«además que me asistirá al fin de mi vida,
«y que defenderá mi alma contra las poten
«cias del infierno. .

«En fin, divino Salvador mio, os ruego


«que benigmamente acepteis este testamento
«que contiene mis últimas voluntades. Yo
«lo ratifico y confirmo de nuevo; y os su
«plico que lo ratifiqueis y confirmeis, de
«manera que ninguna tentacion y ningun
«accidente pueda invalidarlo, ni separarme
«deVos. Con estas disposiciones quieromo
«rir el dia y la hora que Vos hayais deter
«minado, para ir á vivir eternamente con
«Wos en los cielos. Amen.»
Quinto. La tarde de este dia meditaréis en
la Extremauncion, y la recibiréis espiritual
mente. Despues os aplicaréis la imágen del
Salvador crucificado, sucesivamente átodas
las partes que deben ser ungidas, diciendo:
Divino Jesús, perdonadme los pecados que he
cometido por la vista, por el oido, por el olfa
to, por el gusto y la lengua, por eltacto y pa
sos que he dado... Y acabaréis por aplicar la
santa imágen ávuestro corazon, diciéndole:
Jesús divino, perdonadá mi desgraciado cora
zontantos pensamientos, tantos afectos, tantos
deseos que no han sido para Vos; perdonadle
sus ingratitudes, y dignaos aplicarle todos los
méritos, todas las satisfacciones de vuestro sa
grado corazon. " ..."
– 332 –
Sexto. El último ejercicio de este dia, an
tes de acostaros, será rezar (aunque sea una
parte) las oraciones de los agonizantes. Es
tando ya acostado, recordaréis que un gran
número de personas, de las que muchas se
conservan bien, y ni aun sueñan en la muer
te, morirán esta misma noche, y que Vos
podeis ser del número de los que no vean
el dia siguiente.Considerad entonces el le
cho comoávuestra sepultura, y decid: Dios
mio, en tus manos encomiendo mi espíritu; y
despues de estar así preparado lo mejor po
sible para la muerte, como si ya fuese su
hora, pronunciad estos nombres sagrados:
Jesús, María y José. Ysi durante la noche
despertáseis, os recomiendo una piadosa
práctica, de la que recogeréis el fruto en
vuestros últimos momentos, si os habituais
á ella y soisfiel,no solamente el dia devues
tra preparacion á la muerte, sino tambien
en cuanto dependa de Vos, todos los dias,
ó mejor, todas las noches del año. Consiste,
pues, en levantarse de la cama, y postrarse
con el rostro en tierra, dirigiendo al Señor
la siguiente oracion: Dios te salve, verdade
ro cuerpo de Jesús, nacido de la Vírgen Ma
– 333 –
ría; concédeme que te reciba á la hora de la
muerte, átí que por la salud del hombre pa
deciste en la cruz, y cuyo costado herido por
nuestro amor manó agua y sangre. Esta sú
plica del santo Viático renovada tantas oca
siones, y con tanta instancia, durante una
larga série de dias y años, nopuede ser des
preciada ni olvidada; ella os alcanzarácier.
tamente la mas preciosa de las gracias, des
pues de la perseverancia final, la de una co
munion, y de una comunion al acercarse la
última hora. ¿Yuna comunion en ese mo
mento decisivo no es la disposicion mas in
mediata para una buena y dichosa muerte?
.

Indulgencias que gozan todas las cofradías de


la Buena muerte afiliadas á la de la iglesia
de Jesús de Roma.

1° El de la recepcion, con tal que se co


mulguey se reciten las oraciones ordinarias,
es decir, cinco Padre nuestros, Ave María y
Gloria Patri. 2.º En el artículo de la muer.
te.3ºUn viernes de cada mes, á eleccion
propia. 4º Los dias de Navidad, Epifanía,
Pascua, Ascension, Pentecostes,Trinidad,
- 334 -
Corpus, de la Concepcion purísima, Nati
vidad, Anunciacion, Purificacion, Asuncion,
san Juan Bautista, san José, santos Após
toles,y Todos los Santos. Estas indulgencias
son plenarias. 5ºTodas lasveces que en el
viernes ó domingo se asista al ejercicio de la
Buena muerte, se ganan siete años y siete
cuarentenas. 6.º Todas las veces que se ha
ga una de las obras siguientes: acompañar
los difuntos á la sepultura, visitará los po
bres enfermos, rezar de rodillas, si sepue
de, un Padre nuestro y Ave María por los
enfermos ó por los difuntos,visitará los en
carcelados, asistirá la misa en cualquier dia,
examinar la conciencia por la noche antes
de acostarse, se gana un año de indulgen
cia. 7.ºTodos los dias de Cuaresma,y otros
de las estaciones de Roma, segun están in
dicadas al principio de la misa en el Misal
romano ; si sevisita la iglesia de la Cofra
día y en ella se rezan las oraciones ordina
rias, se ganan las mismas indulgencias que
si sevisitasen las iglesias de Roma donde se
hacen las estaciones: la indulgencia por ca
da dia de esta estacion, es de diez años y
diez cuarentenas. Todas estas indulgencias,
- 335 -
así plenarias como parciales, pueden apli
carseá las almas del purgatorio,yson per
pétuas, concedidas así por Benedicto XIII.
En fin, todos los socios ausentes del lugar
donde esté la iglesia de la Cofradía pueden
ganar las mismasindulgencias, visitando las
iglesias del lugar donde moren, y confor
mándose, cuanto esté de su parte, á lo que
se practica en la iglesia misma de la Cofradía.

Extracto de las reglas que observan los socios


de la Congregacion de la Buena muerte en
la iglesia de Jesús de Roma.

1º Los que deseen honrar á Jesús mori


bundo sobre la cruz, y á María que asiste á
la agonía de su divino Hijo, despues de ha
ber dado sus nombres para que se inscriban
en el catálogo, harán de rodillas y delante
de un Crucifijo el ofrecimiento de lo que
crean que pueden hacer de buenas obras en
union con todos los socios, para obtener
para todosy cada uno la gracia de una bue
na muerte. 2º Tendrán en su oratorio la
imágen de Jesús crucificado y de su santísi
ma Madre, y le rezarán diariamente cinco
- 336 -
Padre nuestros y Ave Marías por aquella in
tencion. 3° Procurarán, con la misma in
tencion, comulgar,por lo menos, un vier
nes de cada mes, ó si se puede, todos los
viernes. 4.° El viernes harán algun acto de
mortificacion, en memoria de la agonía de
Jesús y de los dolores de María, esforzán
dose por hacer todas las acciones de este dia
con la misma intencion. 5º Todos harán
cuanto les sea posiblepor serexactos en los
ejercicios públicos de la Congregacion;y los
que estén impedidos procurarán compen
sarlos en lo particular. 6º Cuando se tenga
noticia de la muerte de un socio, se hará
una comunion, ó al menos algunas oracio
nes por el descanso de su alma.
Ninguna de estas reglas obliga ápecado;
pero el que las despreciare se privará de la
participacion de todas las buenas obras que
se hacen en la Congregacion, y de otras
muchas gracias que Dios reserva á los que
son fieles en las cosas pequeñas.
Himno á san José.

De María digno esposo,


De Jesús padre querido;
- 337 -
De virtud modelo hermoso
Para eljusto y elegido!
¡José! rindiéndoos honor,
Vuestra virtud sea miguia;
Y siempre vea en mi alredor
Á Jesucristo y María.
Dios, á quien la tierra adora,
Os miró con sumision;
Y Vos en el cielo ahora
Mandais en su corazon.
Jesús, áVos se abandona,
Sed tambien mi conductor;
Ypues María es mi patrona,
Sed mi padre y mi tutor.
De niño el trabajo duro
Jesús con Vos dividió;
Á su ejemplo, halle seguro,
En el mio, refugio yo.
Á vuestra muerte María
Con Jesucristo asistió;
Haced que al llegar la mia
En sus brazos muera yo.

LAUS DEO,

22 s. José.
ÍND I C. E.

LIBO PIMIERO,

MoTIvos DE DEVOCION Á SAN José. Á


PAG.

CAPÍTULo I.-El ejemplo de Jesucristo es el primer


motivo de la devocion á san José. . . . . . .
CAp. II.- Segundo motivo de devocion á san José,
esto es, el ejemplo de la santísima Vírgen. . . . 25
CAP. III.-Tércer motivo de devocion á san José, á
saber, el ejemplo de los Angeles. . . . . . . .
CAP. IV–Cuarto motivo de devocion á san José, el
po de la santa Iglesia. . . . . . . . . . 54
CAP. V–Quinto motivo, los frutos de la devocion á
san José en todo el universo. . . . . . . . . .
CAP. VI.—Sexto motivo, el podery la benevolencia
de san José como protector de todos los cristianos. 70
CAP. VII—Motivo "séptimo, el interés que tienen
todas las personas de cualquier estado y condicion
en tomará san José por especial protector. . . . . 74
CAP. VIII—Motivo octavo,el ejemplo de las Órde
nes religiosas. . . . . . . . . . . . . . . .. . 87
CAP. IX.-Motivo mono, el ejemplo de los príncipes,
de los reinos y de las ciudades. . . . . . . . . 94
CAP. X—Motivo décimo,el ejemplo de un gran nú
mero de piadosos escritores. . . . . . . . . 105
CAP. XI.-Motivo undécimo, el ejemplo de los per
sonajes mas notables por su virtud. . . . 113
CAP. XII-Motivo duodécimo, san José es protector
de los agonizantes, y patron de la buena muerte. . 136
LIBO SEGUNDO,

GRACIAS Y FAVORES DEBIDos Á LA PROTECCION


DE SAN José.

CAPÍTULO I.- Proteccion de san José sobre las obras


hechas en su honor. .
CAP.,II.-Proteccion de san José,á santa Teresa, á
la Órden del Cármen d á otras Órdenes religiosá 160
s.
CAP. III.-Proteccion de san José sobre las almas
92
1.
– 340 –
que caminan á la vida interior. . . . . . . . 172
CAP. IV.- Proteccion de san José sobre sus devotos
siervos, en lo que toca á la salud de sus almas. . 179
CAP. V.-Proteccion de san José sobre sus devotos
siervos, en lo que toca á la vida y á la salud del
*—en el iérrea se "
CAP. VI – Proteccion de san José para con sus de
votos en los caminos. . . . . . . . . . . 204
CAP. VII.- Proteccion de san José á sus devotos en
la hora de la muerte. . . . . . . . . . . 216
CAP. VIII.- Proteccion de san José en todas las ne
cesidades corporales ó espirituales. . . . . . .

LIBO TECERO,

PRÁCTICAs DE DEvocIoN EN HoNoa DE sAN JosÉ.

CAPÍTULo I-Prácticas para todos los dias... . . 241


CAP. II— Prácticas extrãordinariaspara diferentes
épocas del año. . 248
CAP. III—Diversas prácticas piadosas relativas á
la principal festividad de san José. . . . . . . . 255
CAP. IV–Triduopara prepararse á lafiesta del fe
liz tránsito de san José, 20 dejulio. . . . . . .
CAP. V–Prácticas para la festividad de los Despo
sorios de san José con la Virgen santísima.. . . .. 304
CAP. VI-Prácticas para la fiësta del Patrocinio de
san José, dominica tercera despues de Pascua.
CAP. VII-Práctica de los siete dolores y gozos de
san José. . . . . . . . . . . . . . . . . 313
CAP. VIII.- Cofradía de la Buena muerte, bajo la
invocacion de san José. . . . . . . . . . . . 318
Himno á san José. . . . . . . . . . . . . 336
LIBROS Y HOJAS VOLANTES
QUE HA DADo Á Luz
LALIBRERÍA RELIGIOSA
FUNDADA EN BARCELONA

AJO LA PAOCCION

DE LA VIRGENTISIM DEIOMIRIT
Y DEL GLOR1OSO SAN MIGUEL
EN EL AÑO DE 1848.

Las obras que ha publicado hasta el presente


son las siguientes, advirtiéndose que muchas se
han reimpresovarias veces. Se hallan de venta
en Barcelona librería de Riera, y en provin
cias en casa los señores Encargados nombra
dos al efecto.

Obras en 4.º mayor encuadernadas en pasta.


-La santa Biblia en latin y castellanopor el Pa
dre Scio.Seis tomos, 210 rs.
-Windicacion de la santa Biblia por el abate
Du-Clot. Un tomo, 39 rs.

Obras en 4.º encuadernadas en pasta.


-Estudios filosóficos sobre el Cristianismo por
Augusto Nicolás. Tres tomos, 36rs.
-Historia universal de la Iglesia por Alzog. Cua
tro tomos, 44 rs.
-Historia eclesiástica de España por La Fuente.
Cuatro tomos, 44 rs.
-Historia de las Variaciones de las iglesias pro
testantes por Bossuet. Dos tomos, 22 rs.
-Historiadela Compañía de Jesús porCretineau
Joli. Seis tomos, 66rs.
—El Protestantismo por Augusto Nicolás.Un to
mo, 11 rs.
-Pensamientos de un creyente católico por De
breyne. Un tomo, 11 rs.
-Grandioso tratado del hombre por Sabunde.
Un tomo,11 rs.
- Ensayo sobre el Panteismopor Maret.Un to
mo, 11 rs.
-La Cosmogonía y laGeología por Debreyne. Un
tomo, 11 rs.
-La Teodicea cristiana por Maret.Un tomo,11rs.
-Larraga novísimamente adicionado por el ex
celentísimo é Ilmo. Sr. Claret.Un tomo, 24 rs.
Manual
TS,
de losConfesores porGaume. Un tomo,
-Las profecías mesiánicas del Antiguo Testa
mento ó la divinidad del Cristianismo demostrada
por la Biblia, por el abate Meignan. Un tomo, 11
reales.
—Ejercicio de perfeccion y virtudes cristianaspor
el V.P. Alonso Rodriguez. Tres tomos, 33 rs.
-Triunfo del Catolicismo en la definicion dog
mática del augusto misterio de la inmaculada Con
cepcion, por el P. Gual.Un tomo,11 rs.
Obras en 8º mayor encuadernadas en pasta.
16o Año cristiano por Croisset. Diez y seis tomos,
TS,
—El hombre feliz por Almeida. Un tomo, 10 rs.
—Exposicion razonada de los dogmas y moral del
Cristianismo por Barran. Dos tomos, 20 rs.
–Historia de la sociedad doméstica por Gaume.
Dos tomos, 20 rs.
Las
TS,
Glorias de María por san Ligorio.Un tomo,
or El Espíritu desan Francisco deSales. Untomo,
T8,
- La única cosa necesaria para salvarse por Ge
ramb.Un tomo, 10 rs.
-El Catolicismo en presencia de sus disidentes
por Eyzaguirre. Dos tomos, 20 rs. -

-Meditaciones del P. Luis de La Puente. Tres


tomos, 30 rs.
- DelPapa.-De la Iglesia galicana en sus rela
ciones con la Santa Sede. Dos tomos, 20 rs.
-Catecismo de Perseverancia porGaume. Ocho
tomos, 80 rs.
-Sermones de Mision, escritos unos y escogidos
: por el Excmo. é Ilmo. Sr. Claret. Tres tomos,
"S,
–Coleccion de pláticas dominicales por el Excmo.
é Ilmo.Sr. Claret.Siete tomos, 63 rs.
–Tratado de la Usura por el abate Marco Mas
trofini.Un tomo, 10 rs.
—Mercedes de laVírgen María, ósea Meditacio
nes aplicadas á la Letanía lauretana. Untomo,10 rs.
–La independencia y el triunfo del Pontificado:
conferencias predicadas en la iglesia de Santa María
del Mar, de Barcelona, por el presbítero D. Eduar
do María Vilarrasa: á 5 rs.
—Mística ciudad de Dios: historia divina y vida
de la Madre de Dios, manifestada por la misma Se
ñora á sor María de Jesús, abadesa del convento de
la Inmaculada Concepcion de la villa de Agreda.
Sietetomos, 63 rs.
—El Evangelio meditado. Cinco tomos, 45 rs.
-Copiosa y variada coleccion de selectos panegí
ricos. Once tomos,99 rs.
–Biblia sacra Vulgatae editionis Sixti V, Pont.
M. jussu recognita, et Clementis VIII auctoritate
edita. Un tomo en diminutos caractéres, 18 rs. en
piel de color y relieve.
- Diferencia entre lo temporal y eterno, y crisol
de engaños
por el P. Nierember. Un tomo, 10
realeS,

Obras en 8º encuadernadas en pasta.


-Catecismo explicadopor el Excmo. é Ilmo. se
ñor Claret, con 48 estampas. Un tomo, 6 rs.
- Id.id. en catalan,6rs.
catecismo filosófico por Feller. Cuatro tomos,
TS,
-Vida devota por san Francisco de Sales. Un
tomo, 6 rs.
-Las delicias de la Religion por Lamourette. Un
tomo, 6 rs. .."
-Confesiones de san Agustin. Dostomos,12 rs.
-Historia de la Reforma protestante por Cobbet.
Dos tomos, 12 rs.
-Nuevas cartas por Cobbet.Un tomo, 6rs.
-Preparacion para la Navidad de Jesús por san
Ligorio.Un tomo, 6 rs.
-Tesoro de proteccion en la santísima Vírgen
por Almeida.Un tomo,6 rs.
-Armonía de la Razon y de la Religion por Al
meida. Dos tomos, 12 rs.
-Combate espiritual. Dos tomos, 12 rs.
–Tratado de la existencia de Dios por Aubert.
Un tomo, 6 rs.
-Tratado de las notas de la Iglesia por Aubert.
Un tomo, 6 rs.
-La conformidad con la voluntad de Dios por
Rodriguez. Un tomo, 6rs.
—Historia de María santísima por Orsini. Dosto
mos, 12 rs.
-Instruccion de la Juventud por Gobinet. Dos
tomos,12 rs. .
6 -La Biblia de la Infancia por Macías.Un tono,
ITS,
–Tratado de la divinidad de la Confesion por
Aubert.Un tomo, 6 rs.
—La Tierra SantaporGeramb. Cuatro tomos, 24rs.
-Guia de pecadorespor el V, Granada. Dosto
mos, 12 rs.
-Reflexiones sobre la naturaleza por Sturm. Seis
tomos,36 rs.
-Obras de santaTeresa. Cincotomos,30 rs.
-Reloj delapasion por san Ligorio. Un tomo,6rs.
-Católica infancia por Varela.Un tomo,6 rs.
-Vida de santaCatalina de Génova. Un tomo,6rs.
-Verdadero libro del pueblo por madama Beau
mont. Un tomo, 6 rs.
–¿Á dónde vamos á parar por Gaume. Un to
mo, 6 rs.
-El Evangelio anotadopor el Excmo.é Ilmo.se
ñor Claret. Un tomo, 4 rs.
—Veni-mecum pii sacerdotis, por el Excmo. é
Ilmo. Sr.Caixal, obispo de Urgel. Un tomo, 7 rs.
-Las delicias del campo, ósea agricultura cu
bana por el Excmo.é Ilmo. Sr. Claret. Un tomo,7rs.
-Llave de oro para los sacerdotes por el Excmo.
é Ilmo. Sr. Claret. Un tomo, 7rs.
-El Nuevo manojito de flores para los confeso
res por el Excmo. é Ilmo.Sr. Claret. Un tomo,7
reales.
-Vida de san Luis Gonzaga por Cepari. Un to
mo, 6 rs.
–Virginia ó la doncella cristiana por D.ºCaye
tana de Aguirre y Rosales. Tres tomos, 18 rs.
-Ejercitatorio de la vida espiritual por el Padre
Fr. Francisco García de Cisneros.Un tomo, 6 rs.
-El hombreinfeliz consolado,por el señor aba
te D. Diego Zúñiga.Un tomo, 6 rs.
—Historia de santa Isabel de Hungría por el
Conde de Montalembert. Dos tomos, 12 rs.
-Práctica de la viva fe de que el justovive y se
sustenta por el P. Jesús. Un tomo, 5 rs.
-Historia del Cristianismo en el Japon, segun
el R. P. Charlevoix. Un tomo, 6 rs.
—Manual de erudicion sagrada y eclesiástica
por Sala.Un tomo,7 rs.
—Del matrimonio civil: opúsculo formado con la
doctrina del P. Perrone en su obra Del matrimo
nio cristiano.Un tomo,6 rs.
—Meditaciones para todos los dias de Adviento,
novena y octava de Navidady demás dias hasta la de
la Epifanía inclusive,porsan Ligorio. Un tomo,5 rs.
-Ejercicios espirituales de san Ignacio explica
dos por el Excmo. é Ilmo.Sr. Claret. Un tomo, 7 rs.
- De la oracion y consideracion por el V. Grana
da. Dos tomos,12 rs.
-Anuario de María por Menghi-d'Arville. Dos
tomos, 12 rs.
-El Colegial, ó Seminarista teórica y práctica
mente instruido, por el Excmo. é Ilmo.Sr. Claret.,
Dos tomos, 12 rs.
-Coleccion de oraciones y obras piadosas por las
cuales han concedido indulgencias los Sumos Pon
tífices, aprobada como única auténtica por la Sa
grada Congregacion de Indulgencias. Un tomo, 7rs.
en piel de color y relieve.
–Tratado de la victoria de sí mismo, por el Pa
dre Melchor Cano, seguido del Alma victoriosa de
la pasion dominante, por el P.Javier Hernandez.
Un tomo, 5 rs.
–Coleccion de opúsculos por el Excmo. é ilus
trísimoSr.Claret. Cuatro tomos, 24 rs. "
-Compendio del Catecismo deperseverancia por
Gaume. Un tomo, 6 rs.
Obras en 16º encuadernadas en pasta.
-Caractéres de la verdadera devocion por el Pa
dre Palau. Un tomo, 4 rs.
-El arte de encomendarse á Dios por el P. Bel
lati. Un tomo, 4 rs.
—Las horas sérias de un jóven por Sainte-Foix.
Un tomo, 5 rs.
-Camino recto para llegar al cielopor el Excmo.
é Ilmo. Sr. Claret. Un tomo, 5 rs.
- Id. id. en catalan: 4 rs.
—Ejercicios para la primera comunion por el ex
celentísimo éIlmo.Sr.Claret.Un tomo,3 y medio rs.
-La verdadera sabiduría por el Excmo. é ilus
trísimo Sr. Claret. Un tomo, 4 rs.
—Tardes ascéticas, ósea una apuntacion de los
principales documentos para llegará la perfeccion
de la vida cristiana, por un monje benedictino. Un
tomo, 4 rs.
-El Párrococon los enfermos, ósea algunos avi
sos prácticos para los principiantes en dicha carre
ra. Un tomo,3 rs.
–Manual de meditaciones por el P. Tomás de
Villacastin. Un tomo, 4 y 1/, rs.
–Un mes consagrado áMáría. Un tomo, 4y 11, rs.
-Memorial de la Mision. Meditaciones cotidia
nas por el P. Dr. Juan Bautista Verche. Un tomo,
1 real y medio en media pasta.
-Contrato del hombre con Dios, celebrado en el
santoBautismo:por el R. P.Juan Eudes.Un tomo,
2 rs. en media pasta.
-De los deberes del hombre: discurso dirigido á
en
porSilvio Pellico.Un tomo, 3y 11, rs. en
pasta.
—Libro de oro, ó la humildad en práctica. Un
tomo, 24 mrs.
—Vida de santa Mónica por el Excmo. é Ilmo. se
ñor Claret. Un tomo,24 mrs.
Opúsculos sueltos por el Excmo. éIlmo. Sr. Claret.
—Avisos á un sacerdote: á30 rs. el ciento.
—Avisos muy útiles á los padres de familia: á 30
reales el ciento.
–Avisos muyútilesálascasadas: á30 rs. elciento.
—Avisos muy útilesá las viudas: á30 rs. el ciento.
– Avisos saludables á los niños: á30 rs. el ciento.
—Avisos saludables á las doncellas: á 26 rs. el
ciento.
—Avisos á un militar cristiano : á 24 mrs. el
ejemplar.
–El rico Epulon en el infierno: á22rs. el ciento.
-Reflexiones á todos los Cristianos: á24 rs. el
ciento.
-Resúmen de los principales documentos que
necesitan las almas que aspiran á la perfeccion: á.
24 rs. el ciento.
–Los tres estados del alma: á20 rs. el ciento.
-Reglas de espíritu que á unas religiosas muy
solícitas de su perfeccion enseñan san Alfonso Li
gorio y el V. P. Senyeri Juniore: á 20 rs. el ciento.
–Respeto á los templos: á 22 rs. el ciento.
–Galería del desengaño: á26 rs. el ciento.
—La Escalera de Jacob y la puerta del cielo: á30
reales el ciento.
-Maná del cristiano: á 15 rs. el ciento,
-Idem en catalan: á 15 rs. el ciento.
-El amante de Jesucristo: á24 mrs.el ejemplar.
-La Cesta de Moisés: á 24 mrs, el ejemplar.
–Religiosas en sus casas, ó las hijas del santísi
mo é inmaculado Corazon de María: á real y cuar
tillo el ejemplar.
–Breve noticia del orígen,progresos, gracias é
instrucciones de la Archicofradía del sagrado Cora
zon de María, para la conversion de los pecadores;
junto con una Novena,para impetrarla del Corazon
Inmaculado de María: á real el ejemplar.
-Socorro á los difuntos: á24 mrs. el ejemplar.
-Bálsamo eficaz para curar un sinnúmero de
enfermedades de alma y cuerpo: á24 mrs.ejemplar.
–Antídoto contra el contagio protestante: á 30
reales el ciento.
– El viajero recienllegado. Obrita muy importan
te en las actuales circunstancias: á26rs. el ciento.
-Compendióbreu explicació de la doctrina cris
tiana en catalan: á 28 mrs. el ejemplar.
-El Ferrocarril: á 24 mrs. el ejemplar.
-La Epoca presente: á 24 mrs. el ejemplar.
-La Mision de la mujer: á23 rs. el ciento.
– Las Conferencias desan Vicente para lossacer
dotes: á 50 rs. el ciento.
– Cánticos espirituales: áreal, el ejemplar.
-Devocionario de los párvulos:á40 rs. el ciento.
—Máximas espirituales, ó sea reglas para vivir
los jóvenes cristianamente, edicion corregiday au
mentada: á 24 mrs. el ejemplar.
—Ramillete de lo mas agradable á Dios,yútil al
género humano: á 22 rs. el ciento.
-Devocion del santísimo Rosario: á 23 rs. el
ciento.
—Excelencias y novena del glorioso san Miguel:
á 22 rs. el ciento.
- Los Viajeros del ferrocarril: á24 mrs. el ejem
plar.
–Consejos que una madre dió á su hijo al tiempo
de despedirse para ir á la guerra de Africa, y los
santosEvangelios: á7 rs. el ciento.
-El Espejo que á una alma cristiana que aspira
á la perfección ofrece el Excmo.é Ilmo. Sr. Claret :
á24 mrs. el ejemplar.
-Orígen delTrisagio : á30 rs. el ciento.
-Nuevo viaje en ferrocarril, ósea, conversacion
sobre la blasfemia y el lenguaje brutal y obsceno:
á24 mrs. el ejemplar.
- Carta ascética que el Excmo. é Ilmo. Sr. Cla
ret escribió al presidente de uno de los coros de la
Academia de san Miguel: á 30 rs. el ciento.
-Orígen de la devocion del Escapulario azul ce
leste: á22 rs. el ciento.

—El Protestantismo por P. J. P.: á 24 mrs. el


ejemplar.
-Id.id. en catalan:á real el ejemplar.
-La prosperidad de lasfamilias, ósea instruc
ciones prácticas para el buen gobierno y administra
cion de una casa, por Clotet: á24 mrs. el ejemplar.
–La buena sociedad glorificada por la juventud
del bello sexo. Apuntes históricos de la santa vida
de la venerable sierva de Dios,Cristina de Saboya,
reina de las Dos Sicilias: á 24 mrs. el ejemplar.
- Lo Escolá ósian Conferencias entre un missio
nista y unjovenet, per D. P. A. P.: á24 mrs. el
ejemplar.
–Manná del cristiá considerablement aumentat
per los missionistas delimmaculat Cor de María : á
24 mrs. el ejemplar.
-Lletrillas compostas per los missionistas del
immaculat Cor de María: á24 mrs. el ejemplar.
-Reglamento de la Academia de san Miguel.
– Deprecacion á Nuestro Señor para obtener de
él lagracia de conocerlo y de amarlo, ó bien cual
quier otro favor: á22 rs. el ciento.

Hojas volantes por el Excmo. é Ilmo. Sr. Claret,


á 64 rs. la resma.

1. Máximas cristianas: puestas en versoparea


do para mejor retenerlas en la memoria.
Máximas cristianas: puestas igualmente en
verso pareado.
3. Cédula del Rosario de María santísima.
-

4. Modo de rezar el Rosario. Contiene los quin


ce Misterios,Ofrecimiento,y Letanía lauretana.
5. Cédula contra la blasfemia.
6. Specimen vitae sacerdotalis.
7. Fervorosa y cariñosa exhortacion, que dis
tribuyen impresa los misioneros inmediatamente
antes de empezar su santo ministerio.
8. Avisoimportantísimo que distribuyen los mis
mos antes de terminar sus santas tareas.
9. Memoria ó recuerdo de la Mision,para dis
tribuir luego de concluida.
10. Propósitos para conservar el fruto y gracia de
la santa Mision.
11. Oraciondesan Bernardo: Acordaos, piadosísi
ma Vírgen María... Va seguida de una jaculatoria.
12. Suspiros y quejas de María santísima dirigi
dos á los pecadores verdugos de su santísimo Hijo.
13. Breveinstruccion que dió elExcmo.éIImo. Sr.
Arzobispo Claretá un hombre sencillo que encontró
#: un camino, antes de despedirse de su compa
Ulla.
14. Máximas cristianas para niños,
15. El amor de Dios y delprójimo.
16. Convite á la glorià.
17. Consejos útiles á los jóvenes.
18. Consejos útiles á Ias doncellas.

20. Eclipse de sol.


# Amenazas del eterno Padre y modo de evi
arla.S.
22. Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de
la vida.
23. Modo de adorará Jesús sacramentado.
24. Acto de contricion.
25. El Carnaval y su entierro.
26. Observaciones á un cristiano que trabaja en
los dias de fiesta.
27. De la devocion al santísimo Rosario.
28. Alabado sea Dios.-Contra la blasfemia.
Reloj de la pasion de Nuestro Señor Jesu
0.
30. Consuelo á un enfermo.
31. Consuelo á un encarcelado.
32. Recuerdo al bizarro soldado español.
33. Prácticas cristianas para todo el año.
34. Alma perseverante que no se deja seducir.
' 35. Alma del Epulon en el infierno.
36. Triunvirato del universo, ósea necesidad de
la confesion.
37. La santa Ley de Dios.
38. Cédula del coro de niñas de la piadosa Union.
39. Cédula del coro de niños de id.
40. Devocion al Corazon agonizante de Jesús.
41. Máximas para niños y niñas, ósea Escalera
para subir los mismos al cielo.
42. Prácticas cristianas para todos, ósea Escale
ra para id.
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