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Historia Política de España Contemporánea

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HPEC

EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA ILUSTRACIÓN (LIBERALISMO)


El Antiguo Régimen propugna cuatro cosas:
- Régimen Señorial, en el que la nobleza tiene la propiedad de la tierra, que está
vinculada al poder económico y político.
- Sociedad Estamental. La sociedad está dividida en privilegiados como son la
nobleza y clero y los no privilegiados que son la burguesía y clases medias y
bajas.
- Monarquía Absolutista. La concentración del poder está en el rey y que es de
origen divino.
- Liberalismo. Autores como Montesquieu, Rousseau y Voltaire. Se caracteriza
por la elaboración de una Constitución que determina unos derechos y deberes
de los ciudadanos los cuales los hacen libres e iguales. La soberanía en el
pueblo, cuyo poder se manifiesta en elecciones que constituyen una Asamblea
Nacional. División de poderes en Judicial, Ejecutivo y Legislativo (que crea las
leyes y reside en la Asamblea Nacional).
Los signos de agotamiento de la sociedad tradicional eran claros antes de la coyuntura
de crisis de Carlos IV. Por otra parte, las estructuras tradicionales convivían con una
serie de factores de cambio. En esto tampoco era España una excepción respecto a
Europa, donde también los antecedentes de la crisis del Antiguo Régimen deben
buscarse en los años sesenta del siglo XVIII. Las causas de esta crisis son de índole
diversa (en especial, políticas, económicas, sociales e ideológicas).
Desde el punto de vista político, a fines del Antiguo Régimen se apreciaba una evidente
quiebra institucional. La concepción patrimonial del Estado (todo el poder para el rey,
ejercido a través del gobierno y la administración) no había podido impedir que
persistieran, en la práctica, una serie de particularismos (fueros territoriales y
personales) que escapaban al gobierno real, así como una gran diferenciación entre el
centro y la periferia. A esto hay que añadir el creciente desprestigio de la Monarquía
absoluta bajo el reinado del Carlos IV (1788-1808).
EL REINADO DE CARLOS IV (1788-1808)
El reinado de Carlos IV lo podemos dividir en dos etapas:
- Antes de la Revolución Francesa. España estaba en contra de la revolución.
Estaban las coaliciones contra la Revolución Francesa ya que ésta se
consideraba un ataque a la Iglesia, al poder absolutista, contra los pilares
tradicionales.
- Después de la Revolución Francesa. Desde que los ecos de la Revolución
Francesa llegaron a la península, se puso fin a la política reformista de Carlos
III, uniendo así al nuevo rey, Carlos IV, con la nobleza y la iglesia para terminar
con las reformas ilustradas.
En esta etapa tiene primero lugar la reunión de las Cortes en 1789 para jurar a Fernando
como sucesor a la Corona y además tiene lugar un suceso destacable por las
consecuencias que de él se derivarán años más tarde, se intenta renovar la Pragmática
Sanción para que la Ley Sálica deje de estar vigente y se atiende a la petición, pero no
llega a publicarse la Pragmática por lo que la Ley Sálica siguió vigente. Aunque
continuó Floridablanca como Secretario de Estado (cargo en el que llevaba desde 1777)
hasta 1792, sin embargo, cerró la frontera con Francia en 1790 a modo de “cordón
sanitario” e impulsó una política dura y autoritaria.
La política de su sucesor, Aranda, Secretario de Estado durante algunos meses en 1792,
buscó inutilmente una política de apaciguamiento y aproximación a Francia que echó
por tierra la proclamación de la República en el país vecino. Lo sustituyó ese mismo año
un joven protegido suyo, Godoy (1792-1807), que había ascendido vertiginosamente en
apenas unos años de guardia de Corps a primer ministro. Godoy impulsó una política
interior represiva (despotismo ministerial) y con respecto a la política internacional, tras
la ejecución en Francia de Luis XVI se le declaró la guerra a Francia (1793-1795), pero
esta no salió bien y terminó firmándose la Paz de Basilea. De esta forma, terminaba una
primera fase en las relaciones de España con la Francia revolucionaria, aquella que
denominábamos de alianza ideológica con la Europa legitimista. A partir de ese
momento la monarquía española pondría en práctica la política de alianza estratégica
con los gobiernos revolucionarios franceses. La primera manifestación de esta nueva
línea en la política exterior española fue la firma, en agosto 1796, del primer Tratado de
San Ildefonso. En octubre España entraba en guerra contra los ingleses, lo que lleva a la
derrota frente al Cabo San Vicente en 1797 y a la destitución de Godoy en el 1798.
Vuelve Godoy al poder y la alianza con Francia se tradujo en una guerra con Portugal
(1801) y dos guerras contra Gran Bretaña (1802 y 1805), la segunda de las cuales
condujo al aniquilamiento de la flota española en la derrota de Trafalgar, 1805. En 1807
se firma el Tratado de Fontainebleau en virtud del cual España autoriza a las tropas
francesas para pasar a través de su territorio e incluso a unir sus armas con el objetivo
de someter a Portugal, pero antes, incluso de que fuera ratificado, las tropas francesas
habían penetrado en España.
El desprestigio político del absolutismo estuvo unido a la crisis financiera, relacionada
con las dificultades del mercado colonial y los crecientes gastos que tuvo que afrontar el
Estado por la política exterior belicosa, mientras se estancaban los ingresos por la
ausencia de una reforma fiscal. El aumento de la Deuda obliga al Estado a recurrir al
crédito, a la emisión de títulos de la Deuda (vales reales) que se depreciaron y a una
primera desamortización eclesiástica (de Hospitales, Hospicios, Cofradías, Casas de
Misericordia, Obras Pías, Patronatos legos, etc.) impulsada por Godoy. Esta crisis
financiera agravaba la situación económica si tenemos en cuenta el agotamiento del
sistema económico-social tradicional, dada la escasa capacidad de acumulación de
capital de la agricultura, ya que 2/3 de la propiedad territorial estaba amortizada (fuera
del mercado), en manos de la Iglesia y los municipios, o vinculada en mayorazgos. Esta
forma de tenencia relegaba, por otra parte, a gran parte de la población a una miseria
permanente, salvo en determinadas variantes regionales.
Por otro lado, una estructura social propia de una sociedad estamental (mantenimiento
de los privilegios y el poder de la nobleza y la Iglesia) se acompañaba de una serie de
factores de movilidad social, que permiten hablar de una sociedad de transición. Las
estructuras de poder a escala local (tanto respecto a las oligarquías dominantes como de
las formas de ejercicio de poder) no estuvieron estáticas durante el XVIII. En este
sentido, ha sido destacada la identidad de intereses entre las élites de poder local
(terratenientes, principales arrendatarios y campesinos acomodados, que se habían
beneficiado del crecimiento económico) con la alta nobleza, polarizándose la sociedad
entre estos notables y los campesinos sin tierra y, por tanto, declinando el estamento
frente a la riqueza como verdadero elemento de unión. Dicha comunión de intereses se
relacionaba también con factores coyunturales, como la crisis del comercio colonial y la
crisis fiscal.
Por último, las ideas ilustradas se tradujeron en un programa reformador, básicamente
de carácter agrario (en relación al acceso a la tierra o a su integración al mercado) y
eclesiástico (crítica al clero y al excesivo número de clérigos) antes de la Revolución
Francesa. Y, desde la crisis de los años noventa, se radicalizaron los postulados
ilustrados y, con la penetración de la propaganda de agentes franceses, se difundieron
las teorías revolucionarias en la península, que cuajarían en 1808 en un programa
político liberal coherente. El modelo de revolución liberal en España no tiene soporte en
la clase popular. Éstas quieren que vuelva el orden (Fernando VII el Deseado). El
modelo liberal en España es diferente al europeo, y es un modelo muy inestable.
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814)
El tratamiento historiográfico tradicional ha sido, por lo general, de honor, como la gran
fecha patriótica, pero en los últimos años se está viendo la complejidad que tuvo. La
propia denominación de la guerra difiere según los rasgos que quieran destacarse:
guerra de la independencia (historiografía liberal), guerra del francés (sobre todo, en el
ámbito catalán), guerra napoleónica de España (historiografía francesa), o guerra
peninsular (historiografía británica). Parece evidente que no fue solo una invasión que
produjo un levantamiento. Fue, en parte, espontáneo y, en parte, inducido por agentes
ingleses. Tuvo una vertiente internacional. Se encuadra en el contexto de las guerras
nacionales europeas de libertación, ante el despertar del espíritu nacional frente a la
dominación napoleónica. Y en la dirección y desenlace de la guerra fue fundamental el
papel británico.
Tuvo también una serie de características peculiares. Las masas que lucharon contra el
invasor fueron heterogéneas y con distintos planteamientos, por un lado, la defensa de la
patria y sus valores tradicionales (ante el vacío de poder de la monarquía), por otro,
como ocasión de exteriorizar el descontento y las aspiraciones de renovación. El
protagonista de la guerra fue el pueblo (depositario de la soberanía vacante), que se
atribuye la facultad de declarar la guerra a los franceses. La sustitución de la legitimidad
monárquica por la popular y la lucha mediante guerrillas supone una evidente ruptura
con el pasado. Aunque se ha mitificado el papel de los guerrilleros, aparecen las masas
españolas en la escena política.
Las consecuencias fueron de diverso tipo. En primer lugar, hay que hablar de las
destrucciones, tanto en cuanto a la pérdida de vidas humanas (entre medio millón y un
millón) como a la pobreza material. Se ha destacado su papel para la caída del Imperio
napoleónico, pues obligó a Napoleón a desviar tropas y sufrir graves pérdidas y
demostró a Europa que Napoleón no era invencible. Por otra parte, en clave interna, fue
uno de los fenómenos decisivos para la crisis del Antiguo Régimen en España, pues
mostró la fragilidad del Estrado absoluto y posibilitó la introducción de reformas dentro
del marco de las revoluciones liberales, de modo que guerra y revolución fueron dos
procesos complementarios.
Dicho de otra manera, la revolución vino a consecuencia de la guerra, aunque
favorecida por una serie de factores previos. Pero, fruto de esa ambivalencia comentada,
a la vez que supuso el punto de arranque de la revolución, también se utilizó el conflicto
para acabar con todo intento de modernización del Estado, por una parte. Por
consiguiente, la salida de la guerra será tanto la monarquía restaurada como la
revolución de 1820.
Antecedentes del Levantamiento Popular. La firma del Tratado de Fontainebleau que
lleva a la ocupación francesa de España. En un primer momento no fueron mal recibidas
las tropas francesas, pues algunos sectores esperaban que Napoleón les librara del
valido Godoy y diera el trono al príncipe de Asturias, pero los planes de Napoleón iban
en otra línea. Las tropas francesas no abandonarían las plazas que iban ocupando en
España y Napoleón estaba dispuesto a proclamar a Carlos IV soberano de todo el centro
de Portugal a cambio de que todo el territorio español, entre los Pirineos y el Ebro,
pasarían a Francia. Al conocer estos planes, Godoy propuso que la mejor solución sería
la huída de la familia real y los órganos de gobierno a América. En este contexto estalló
el motín de Aranjuez (1808). Los partidarios de Fernando movilizaron al pueblo de
Aranjuez, fue, por tanto, un motín popular, pero instigado (revuelta de palacio y
amotinamiento popular), dirigido contra el despotismo ministerial de Godoy y un rey
impopular, en la creencia que Fernando sería diferente. Las consecuencias de los
sucesos de Aranjuez fueron diversas. En primer lugar, cayó Godoy y el rey abdicó en su
hijo Fernando, que adoptó medidas populares, como la condonación de determinados
impuestos. La confusa situación política apresuró la llegada de Murat a Madrid para
posesionarse de la capital del reino. Napoleón atrajo a la familia real a Bayona (abril
1808) para arbitrar el pleito sucesorio. Padre e hijo acudieron separadamente. Mientras
Fernando VII buscaba la protección de Napoleón, su padre se retractó de su abdicación
y pidió al emperador ser reconocido como rey. Era la oportunidad que buscaba
Napoleón para sustituir a los Borbones por su hermano José I, consiguió primero la
cesión de los derechos de Carlos IV y después, mediante amenazas, que Fernando
devolviera la corona a su padre. Con las abdicaciones de Bayona, se produce la
coronación de José I lo que provoca revueltas populares y la guerra de la Independencia.
El Levantamiento Popular y la Ocupación Francesa. En pocos días se pasa del tumulto
al enfrentamiento popular. En efecto, el 2 de mayo de 1808 se inició en Móstoles y se
extendió a Madrid un tumulto popular contra las tropas napoleónicas allí estacionadas,
mientras llegaban confusas noticias desde Bayona. Este levantamiento significó el
divorcio entre la autoridad oficial (sujeta a Murat) y el pueblo, que se negó a obedecer a
la Junta Suprema de Gobierno y al Consejo de Castilla (máximas instituciones políticas
de la Monarquía en ausencia del rey), sometidas a Napoleón. La insurrección
espontanea contó con la colaboración de algunos militares (como Daoiz y Velarde) que
murieron en la acción. Los días 2 y 3 de mayo, son fechas marcadas por la represión y
los fusilamientos por parte de las tropas de Murat. Las noticias de la renuncia a la
Corona de Fernando y la abdicación de Carlos en Napoleón (producidas normalmente el
5 de mayo), la extensión de la intervención francesa y los ecos de los sucesos de Madrid
dieron paso en los días siguientes a la creación de Juntas Locales de Defensa o de
Resistencia en varias ciudades españolas, que consolidaron un nuevo poder
revolucionario, en medio de un clima de hostilidad antifrancesa. Así, el levantamiento
dio paso a una guerra cruel y devastadora, reflejada en la serie de estampas grabadas de
Goya “los desastres de la guerra”.
La crisis dinástica y el levantamiento popular provocaron el colapso de la autoridad del
Estado, un gran vacío de poder y la ruptura del territorio español. En la zona de
ocupación francesa, el decreto de 6 de junio nombraba a José Bonaparte rey de España y
las Indias. José I asumió la Corona española con el propósito de modernizar el país en el
marco legal del Estatuto de Bayona, que juró antes de establecerse en Madrid el 20 de
julio de 1808 y apoyándose en los afrancesados. Pero, considerado un “rey intruso”,
tuvo un sombrío recibimiento al llegar a España y fue apodado “Pepe Botella” por sus
detractores.
El Estatuto de Bayona (1808), en realidad no llegó a entrar en vigor. No fue una
constitución sino una Carta Otorgada, aprobada por la Asamblea de Bayona. Contenía
bases de reforma politica y social. Tenía elementos para desarrollar el comercio,
disminuir el poder de la nobleza, potenciar la burguesía y modernizar justicia y
fiscalidad. Y establecía la confesionalidad católica, para ganarse al clero y nobleza.
Dejaba al rey unos amplios poderes. Establecía unas cortes estamentales, un poder
judicial independiente, un Gobierno y un Consejo de Estado, aunque con pocas
atribuciones y funciones del Antiguo Régimen. Y protegía derechos y libertades
individuales: inviolabilidad del domicilio, libertad personal, derechos del detenido y
preso, abolición del tormento (relacionado con la integridad física y moral) y supresión
de las aduanas interiores. En realidad, en las zonas ocupadas por franceses, José I reinó
de iure, que no de facto, pues estuvo mediatizado por Napoleón y obstaculizado poir
generales franceses.
Tuvo que abandonar momentáneamente Madrid tras la batalla de Bailén. Napoleón vino
a España y se puso a reorganizar el país sin consultar con José I. En 1809, en su
reencontrada capital, José siguió su misma política (supresión de las ordenes monásticas
y de la Grandeza de España), aumento el papel de heredero de la revolución francesa. El
papel de instrumento en manos del emperador que representó José se volvió a
evidenciar en 1809, cuando Napoleón decretó que todos los territorios situados a la
izquierda del Ebro se incorporaban a Francia (provincias vascas, Navarra, Aragón y
Cataluña) sin respetar las obligaciones contraídas con su hermano y con afrancesados.
Desde 1809 a 1812 es el período de ocupación francesa, donde se estableció una
estructura bifronte, con dos autoridades, la militar (en manos de franceses) y la civil,
dirigida por los afrancesados, cuyo peso fue debilitándose progresivamente y cuya
política reformista estuvo condicionada por las necesidades de la guerra. Eran llamados
afrancesados los españoles colaboracionistas que apoyaron a Napoleón, reflejo de la
fractura interna que la guerra había producido también entre los españoles. Su número
fue amplio, pues se cifran en más de cien mil los españoles colaboracionistas y en más
de dos millones los que prestaron juramento a José Bonaparte. Tenían una alta
instrucción, estaban a favor de la Revolución Francesa y fueron el puente entre
absolutistas y liberales. Hay visiones encontradas sobre ellos, desde una literatura hostil,
mayoritaria, que los consideraba “traidores”, hasta una literatura favorable. En parte,
está relacionado con los diversos motivos que llevaron a dicho colaboracionismo. Una
minoría fueron por convicción ideológica (opción política reformista frente al
inmovilismo del Antiguo Régimen y la alternativa rupturista liberal) o cultural, pero los
demás lo hicieron por miedo o por oportunismo, aceptando la dictadura militar
napoleónica. También fue diverso su perfil sociológico: políticos, funcionarios (civiles y
militares), eclesiásticos, aristócratas, hombres de letras, negociantes y propietarios,
incluso hombres de extracción humilde.
Pero la ocupación militar no pudo ser total, limitándose a los más importantes núcleos
de población, las vías de comunicación y otras zonas de interés estratégico. Los
franceses dejaron libres las zonas más alejadas e inaccesibles, que siguieron controladas
por las Juntas de Resistencia y las guerrillas.
El Escenario Bélico. Varias fases:
- Campaña de Verano de 1808. El levantamiento se transforma en guerra
nacional.
o Fracaso del plan del norte (para favorecer comunicaciones
Francia/meseta).
o Fracaso del plan del sur: es frenado el avance en la decisiva batalla de
Bailén (julio 1808).
o Las tropas francesas tuvieron también que evacuar Portugal.
- Predominio Francés (1808-1809). Napoleón tomó personalmente el mando de
las tropas francesas y desplaza a España un ejército de 300.000 hombres.
o Victorias francesas en todas las oportunidades sobre los españoles. Es
repuesto José I, tras entrar en Madrid las tropas francesas el 4 de
diciembre 1808.
o Expulsión de británicos que habían desembarcado en Galicia.
o Forzó la huida de la Junta Central a Sevilla.
- Ofensivas y Ocupación Francesas (1809-1811). Guerra de desgaste.
o Fracasaron varios contraataques españoles para reconquistar Madrid.
o A fines de 1809 la superioridad francesa era incontestable y los ejércitos
españoles estaban gravemente quebrantados.
o 1810-1811. Las tropas francesas extienden su dominio por España.
o Los franceses solo fracasaron en Portugal, donde no pudieron expulsar a
los ingleses. Desde 1810, Portugal fue una base de operaciones inglesas.
- Ofensiva Hispano-Inglesa (1812-1814)
o Napoleón retira las tropas de elite hacia Rusia
o Desde Portugal, Wellesley (Wllington) paso a la contraofensiva.
o Victorias decisivas de Vitoria (21-7-1813) y San Marcial (Irian) (31-8-
1813).
o Fines 1813. Los ejércitos Wellington ocupan territorio francés.
o 1814. Soult y Souchet ordenan la evacuación de las plazas ocupadas en
la península.
Estrategias de guerra. El plan de operaciones del ejército francés, basado en una
estrategia de ocupación rápida y sin apenas resistencia, acabó fracasando por varios
motivos. En primer lugar, porque tuvo que abandonar España sin haberla conquistado
realmente. Cometió, además, el error militar de dispersar sus fuerzas para ocupar todas
las provincias. Por otra parte, se tuvo que enfrentar a una nación en armas: la resistencia
de las ciudades inmovilizó y desvió tropas que se hubieran batido con éxito en batallas
de estrategia nacional y los ataques guerrilleros acabaron demostrando que los franceses
no sabían enfrentarse con un “tipo de guerra” frente a la que no existía entonces
estrategia. A los anteriores hay que sumar la ayuda exterior inglesa y, por último, la
desastrosa campaña de Rusia. El ejército español mantuvo una estrategia defensiva, ante
la superioridad del ejército francés en campo abierto. Su inoperancia en múltiples
ocasiones explica el elevado porcentaje de deserciones (alrededor del 20%). Por otra
parte, fueron frecuentes sus conflictos con la población civil, debido a los abundantes
abusos militares, los recursos extraordinarios que recaían en los campesinos para
financiar la guerra así como la larga duración del conflicto. Desde 1810, muchos de sus
miembros engrosaron la guerrilla y otros se pusieron bajo las órdenes de las tropas
anglo-portuguesas de Wellington, que reorganiza nuevos cuerpos del ejército español y
los guió a la victoria tras el reajuste de las tropas francesas a raíz de la campaña de
Rusia. La ayuda británica, cuyas tropas estaban acantonadas en Portugal y controlando
el mar, resultó así fundamental desde 1812, momento a partir del cual, se fue
abandonando progresivamente la anterior estrategia defensiva.
Importante resultó la aportación militar de la guerrilla (como modelo de resistencia
antiimperialista), la forma de participación popular en la guerra ante la resistencia a
encuadrarse en el ejército de buena parte de la población. Formada por pequeños
grupos, sobre todo en el mundo rural, de ex oficiales y ex soldados, voluntarios civiles,
campesinos y bandoleros, llegaron a ser unos treinta mil. Apoyados en el ataque por
sorpresa, el conocimiento del terreno y el apoyo de la población civil y contando con la
ayuda y la regulación de la Junta Central, sus principales objetivos eran el desgaste y el
hostigamiento, con el fin de desconcertar al ejército invasor y obstaculizar las
comunicaciones, así como fijar e inmovilizar las tropas francesas en las ciudades. De
todos modos, ha sido objeto de una evidente mitificación en esta como en todas las
guerras, hubo sus aprovechados, por otra parte, la guerrilla carecía de capacidad
suficiente para operaciones convencionales y decisivas y, por último, de sus filas
saldrán en armas posteriores, tanto revolucionarios y liberales como feotas y carlistas.
Las Juntas de Resistencia. La guerra ofrece la coyuntura propicia a las innovaciones por
el protagonismo del pueblo y el Gobierno espontáneo de las juntas ante el vacío de
poder por el rechazo a los Bonaparte y la ausencia de los reyes. Dentro del escenario
bélico nació la revolución. La ocupación francesa, el levantamiento popular y la propia
guerra acabaron destruyendo el viejo orden político y social del país. Muchos
observadores de la época vieron en aquellos acontecimientos la materialización de la
revolución española, pero solo era la primera de las tres etapas que pasaron hasta su
consolidación en torno a 1840. Las dos bases de esta primera etapa revolucionaria
fueron las Juntas de Resistencia y la labor de las Cortes de Cádiz.
Las Juntas de Resistencia de Defensa surgieron, de manera provisional, ante el vacío
existente por la ausencia de un poder legítimo, para armar los ejércitos y a los
guerrilleros y se extendieron por el territorio nacional, perviviendo durante la guerra
adaptándose al territorio no ocupado por los franceses. Ha sido comparado su
significado en el orden político con el de la guerrilla en el militar. Su tipología es triple:
locales, provinciales y central. Las Juntas Locales nacen en el mismo momento del
levantamiento, de manera espontánea y estuvieron, en un principio, carentes de
organización. Sus proclamas mostraban los particularismos locales y la conflictividad
social del levantamiento popular. Los problemas se agravaron cuando las Juntas
formadas en las capitales se convirtieron en provinciales, asumiendo la
representatividad del resto e incorporando algunos de sus vocales. El descrédito de la
Junta de Gobierno, dejada por Fernando VII, y el Consejo de Castilla colaborador con
los franceses hace que surjan las Juntas Provinciales o Supremas, que venían a ser una
especie de gobierno provisional a través del cual el pueblo expresaba su voluntad y
actuaba ejerciendo su soberanía. Rivalizaron por hegemonizar la formación de un
Gobierno Central o por establecer un gobierno federativo apoyado en las juntas
provinciales. Como instrumento unitario, tras superar no pocas tensiones, surgió el 25
de septiembre de 1808 la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, con la
finalidad principal de atender las necesidades bélicas (sería como el origen de la
milicia). Presidida por Floridablanca y compuesta por 34 representantes de las Juntas
Provinciales, se ubicó primero en Aranjuez, desde fines de 1808 en Sevilla y, en enero
de 1810 en Cádiz, donde se disolvió (tras perder credibilidad ante las continuas derrotas
y disensiones internas), para ceder el poder a un Consejo de Regencia de cinco personas
que preparó la reunión de las Cortes de Cádiz.
La pregunta que surge es: ¿Fueron revolucionarias las Juntas? Teóricamente, por su
origen, podría haber sido un poder revolucionario, pues el pueblo asumía la soberanía
para delegarla en una Junta elegida por él. Pero, en la práctica, no fueron
revolucionarias, según Fusi, por varios motivos: por su composición social, se
estructuraron de manera estamental y supusieron un papel de control y hasta de traición
al propio pueblo, al estar en manos de las clases más altas (nobles, militares,
eclesiásticos, magistrados, letrados, etc.) y, por otra parte, no hubo proyectos ni ideas
claras, más allá de su identificación con la legitimidad fernandina. Y al surgir la Junta
Central, la pérdida de poder popular fue aún mayor, pues fue la antítesis de un Gobierno
revolucionario pese a haber en su burocracia significados radicales.
LA CONSTITUCIÓN DE 1812
La Constitución (aprobada el día de S. José 1812, de ahí el apelativo de “La Pepa”) puso
los cimientos para edificar el nuevo Estado. Es técnicamente perfecta, pero inadecuada
para las condiciones del pueblo español a principios del siglo XIX, de ahí su fracaso.
Con sus preceptos nos ponemos casi al mismo nivel de conciencia política que Francia.
Estas ideas triunfarán, pero no en 1812 sino más adelante 1833 o 1840. Puntos básicos:
- Declaración de soberanía nacional (derecho exclusivo a elaborar leyes
fundamentales).
- División de poderes:
o Legislativo. Cámara única (diputados) será la depositaria de la soberanía
nacional (Cortes):
 Sistema electoral. Sufragio universal masculino indirecto (un
diputado mayor de 25 años por 70.000 habitantes, durante dos
años).
 Elabora las leyes.
 Mandan sobre el ejecutivo.
o Ejecutivo. Monarquía limitada:
 Fijación de las atribuciones concretas que corresponden al rey
(hacer aplicar las leyes)
 El monarca dirige el gobierno (ministros) e interviene en
la elaboración de las leyes, mediante la iniciativa y la
sanción.
 Posee el veto suspensivo durante dos años.
 Su poder es controlado por las Cortes.
 El gobierno es responsable ante las Cortes.
o Judicial. Unificación (aunque se conservan tribunales militares y
eclesiásticos).
Otros artículos:
- Desde un punto de vista formal contiene una Declaración de Derechos del
Ciudadano donde se garantizan la libertad de imprenta, la igualdad ante la ley y
el derecho de propiedad.
- Impuestos y tributos para todos.
- Enseñanza uniforme. Primeras letras en todos los pueblos: alfabetización.
- Servicio militar. Milicias nacionales para defender la Constitución.
- Organización unificada de todo el reino. Centralismo borbónico en
Ayuntamientos y Diputaciones.
- Garantías penales y procesales.
- Catolicismo como religión del Estado. El artículo 12 defiende la religión católica
como única y verdadera.
- El artículo 1 de la Constitución al definir España dice que es la reunión de todos
los españoles de ambos hemisferios. Esto significaba que España no era el
patrimonio de la corona sino de los españoles y que España se extendía también
con los representantes americanos en las Cortes.
- Destaca también que los españoles deben ser justos y benéficos.
- La Constitución debe ser válida hasta las últimas generaciones de españoles y
que a partir de 1830 todos los españoles deberán saber leer y escribir.
- Fue un ejemplo para el constitucionalismo del siglo XIX.
Obra Legislativa (septiembre de 1810-junio de 1812). Son un conjunto de decretos y
disposiciones elaborados por las Cortes con el fin de poner los cimientos de una nueva
sociedad y vida económica. Se basan en los principios liberales de: igualdad, libertad y
derecho a la propiedad. Las medidas legislativas se concretan en:
- Reformas de tipo político:
o Son ideas derivadas de la Revolución francesa.
o Soberanía Nacional y división de poderes.
o Los más liberales supieron presentar esto muy bien a los conservadores,
en lugar de presentar la soberanía del pueblo frente al rey, plantean la
soberanía del pueblo frente al invasor. Trazan la siguiente división:
Cortes de carácter legislativo, Regencia y Tribunales de Justicia.
o En 1810 se aprueba la Ley de Imprenta que proclama por primera vez en
España la libertad de expresión de los ciudadanos (supresión de censura).
- Reformas Administrativas:
o Se discutió la división en provincias y regiones.
o Se suprimen los Consejos del Antiguo Régimen definitivamente y son
sustituidos por Ministerios que asesoran al Gobierno en las propuestas
legislativas.
- Reformas sociales:
o Liberalización social frente a las trabas del sistema feudal del Antiguo
Régimen.
o Ley de Señoríos 1811: abolición de todos los privilegios señoriales.
o Supresión de “pruebas de nobleza” para el ingreso en las academias
militares.
- Reformas económicas:
o Libertad de trabajo (industria) y de ejercer oficios sin ningún permiso
(fin de los gremios y comienzo de la libre contratación de trabajo).
o Libertad para los propietarios y libertad económica. Libre utilización de
fincas y arrendamientos.
o Libertad de comercio. Eliminación de trabas (extinción de aduanas
interiores).
o Reforma agraria. Desamortización. Venta por el Estado de una serie de
propiedades de los afrancesados, Inquisición, órdenes militares, tierras
comunales de municipios, terrenos del clero “manos muertas” y terrenos
vinculados de la nobleza, etc. para resolver el pago de la deuda pública
adquirida en el reinado de Carlos IV.
- Abolición del Tribunal de la Inquisición.
Todas estas medidas suponen un importante ataque a las bases del Antiguo Régimen
y la voluntad de crear, con ellas, un nuevo sistema y dar cauce a una nueva sociedad
liberal y burguesa, que junto con la Constitución serán el ideario de los liberales del
siglo XIX. Las leyes se inspiraron en el programa de reformas propuesto por
Jovellanos. Todas las medidas propuestas tuvieron poca eficacia porque las Cortes
estaban aisladas, no tenían capacidad operativa y fue restaurada la Monarquía en
1814. Fernando VII se olvidará de los principios de las Cortes de Cádiz. En 1833, se
va a convertir en el programa esencial del Liberalismo. El triunfo de los liberales en
las Cortes no fue definitivo:
- Frente a su ideología revolucionaria, existía un sentimiento absolutista del
pueblo dirigido por el clero provinciano.
- Falta de entidad de la burguesía para hacerse cargo con el movimiento
reformista.
- Falta de contacto entre los intelectuales y el pueblo.
- La mayoría del pueblo español, que había luchado en la guerra y que aclamó el
regreso de Fernando VII no tenía conocimiento del proceso revolucionario
desarrollado en Cádiz.
Con el fin de la guerra y la llegada de Fernando VII, “el deseado”, se retorna al
absolutismo.
LAS CORTES DE CÁDIZ: UNA REVOLUCIÓN LIBERAL
España en el período de 1808 a 1814 vivió dos procesos paralelos y muy ligados, por un
lado, una guerra de liberación nacional contra ejércitos franceses y por otro una
revolución liberal en las Cortes de Cádiz. Las Cortes de Cádiz suponen el tránsito del
Antiguo Régimen al Nuevo, en el sentido de que la Constitución de 1812 y las leyes
aprobadas por las Cortes acabarán con muchas instituciones propias del Antiguo
Régimen.
La Convocatoria de las Cortes. La ciudad de Cádiz se encontraba en este momento
sitiada lo que explica los nulos contactos con el pueblo al que van a representar. Se
reunirán primero en la isla del León (San Fernando) y después pasarán a Cádiz. El deseo
de reunión de la clase dirigente era unánime, por un lado, los liberales eran partidarios
de transformar la estructura del Estado y, por otro lado, los defensores del Antiguo
Régimen eran partidarios de las Cortes, ya que se veían como una institución tradicional
que podía hacer frente al vacío de poder debido a la ausencia de los reyes. La Junta
Central, presidida por el Conde de Floridablanca, estaba dividida por culpa de las
Cortes, con su muerte, todo aquel reticente a las Cortes era apartado. Se procede a la
convocatoria el 22 de mayo de 1809. Como estaban divididas las opiniones se llegó a un
compromiso que consistía en que se reunirían según el Antiguo Régimen, es decir, por
estamentos, más dos Cámaras: una para la nobleza y el clero y otra para el Tercer
Estado. Al final se rechaza la reunión por estamentos y se reunirán en una sola Cámara
con voto individual.
La Composición de las Cortes. La primera convocatoria se modifica en enero de 1810
porque la Junta es forzada a nombrar una Regencia de tres, en respuesta a la falta de
monarca. Se convocan las Cortes con otro procedimiento, con un sistema de sufragio
universal masculino (1 cada 50.000 electores), pero en vez de ser directo, es sufragio a
dos niveles (todo esto sin ley electoral, bajo la presión de la guerra y de forma caótica):
los ciudadanos eligen a los compromisarios y estos a su vez a los diputados. Cuando se
reúnen el 24 de septiembre de 1810 sólo se presentan 95 diputados de los 240 previstos,
porque muchos no pudieron llegar por el impedimento francés o no habían sido
elegidos, 42 eran titulares, elegidos por sus ciudadanos, 53 eran suplementarios,
personas que procedían de los territorios que no había ido nadie, y vivían cerca o
alrededor de Cádiz. Fundamentalmente, era gente de la periferia: gallegos, catalanes,
valencianos, extremeños, asturianos…Hubo una importante presencia de clérigos en
Cádiz, llegaron a reunirse 90 clérigos, lo que representaba un 40% de los reunidos en las
Cortes de Cádiz. Los aristócratas eran pocos, 14, y alguno como el Conde de Toreno,
eran aristócratas de tendencia liberal. Se tienen en cuenta en las Cortes los españoles de
fuera de la península, los de las colonias. De esta manera se empieza a cuestionar el
modelo imperial, en este momento están empezando las primeras revoluciones en las
colonias. Al cuestionarse el Antiguo Régimen se cuestiona por tanto también el
colonialismo, característico del Antiguo Régimen. En la práctica, muchos suplentes
españoles sustituyeron a los americanos y, por otra parte, las suplencias beneficiaron a
los diputados de la periferia y liberales. Pero la progresiva retirada de los franceses
favoreció, desde 1812, la incorporación de los diputados titulares, de talante menos
radical, por lo que la correlación de fuerzas cambia a favor de los absolutistas de 1813-
1814. En cuanto a su origen social, formaron un grupo social heterogéneo, aunque se
consideran representantes del pueblo frente a los privilegiados, estaban lejos de reflejar
la situación real de la sociedad española. La composición profesional de los individuos
tendrá una mayoría de la burguesía. Teniendo en cuenta las profesiones dominantes se
puede hablar de una revolución de la burguesía intelectual (abogados, catedráticos,
escritores, médicos, comerciantes, militares, funcionarios públicos, etc.).
La Ideología de las Cortes. Existen tres teorías:
- Melchor Fernández Almagro, entendía que había dos ideologías: la liberal con
nuevas ideas para el Estado, y la realista aferrada al Antiguo Régimen con algún
retoque.
- M. Artola, cree que hay tantos partidos como componentes de las Cortes.
- Federico Suárez, para el que había Conservadores, Renovadores e Innovadores
(que serían los liberales).
o Absolutistas. Conservadores. Forman el partido conservador. Son
defensores de la soberanía real y de la sociedad estamental. Defienden el
Antiguo Régimen en el que el rey puede disponer libremente sin
necesidad de consultar a la nación. El rey en su trono, los franceses en las
fronteras y el altar en su antiguo esplendor.
o Jovellanistas (intermedio). Renovadores. Son antiguos reformistas y
piensan que hay una necesidad de reformas, pero respetando elementos
del Antiguo Régimen (son un freno revolucionario). Intelectuales
opuestos a Napoleón recibieron el nombre de jovellanistas porque
siguieron las doctrinas de Jovellanos, muerto en plena guerra. Coincidían
con los afrancesados en proclamar la necesidad de reformas sin
revolución, pero no aceptaban las renuncias de Bayona y por tanto no
admitían a Napoleón y a José I. Pensaban que una nación es una
formación histórica, en la cual cada generación debe tener en cuenta la
labor de la anterior y que el país contaba con una constitución, formada
por las leyes tradicionales. Como modelo de sistema político, tomaban el
de Gran Bretaña y consideraban la necesidad de independencia del poder
judicial, así como la intervención de las Cortes (constituidas por los tres
estamentos tradicionales), en el gobierno y en la labor legislativa.
o Liberales “Doceañistas”. Innovadores. Pretenden un cambio total
revolucionario: soberanía nacional, sociedad de clases con predominio de
la burguesía y la promulgación de una constitución. Coincidían con los
jovellanistas en luchar contra el “usurpador” Napoleón, pero defendían
muchas de las ideas de la Revolución Francesa que el propio Napoleón
estaba extendiendo por Europa y en este sentido eran partidarios del
unicameralismo que los separaba de aquellos. Como los jovellanistas, los
liberales pertenecían a la intelectualidad y a la burguesía media y,
aunque, no marginaban totalmente las tradiciones políticas hispánicas,
consideraban imprescindible recoger las bases de la reforma en una
constitución escrita.
Las ideas liberales (hay quien dice que el término “liberalismo” es de origen español)
habían penetrado en España procedentes de Francia, pesa a la censura oficial, “Cordón
sanitario de Floridablanca”. A lo largo de las discusiones en las diferentes sesiones de
las Cortes se impondrá la mayoría liberal. A todos los une la patria y los derechos de
Fernando, estudiaron la situación del país y trataron de organizar el gobierno de la
nación partiendo de la liquidación de las instituciones del Antiguo Régimen, para ello
elaboraron una constitución que complementaron con una serie de medidas legislativas.

APUNTES SOBRE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1812


En el cuerpo ideológico liberal el reconocimiento de derechos se torna
fundamental, corazón en su esquema doctrinal de gran parte del nuevo
sistema político que se quería implantar. Para los liberales la garantía de
esos derechos partía de un poder legítimo que se trasladaba desde la
monarquía absoluta a la soberanía nacional, evitando su extralimitación con
la separación de poderes y un pleno sometimiento a la ley. Este liberalismo
decimonónico postulaba como derechos fundamentales la igualdad ante la
ley, la libertad, la propiedad y la seguridad por lo que había que terminar
con los privilegios del Antiguo Régimen modificando la estructura
territorial hacia el centralismo estatal, terminando con los estamentos,
tierras de realengo, señoríos jursidiccionales, trabas a la libertad de
comercio, etc.
Sin embargo, en el discurso preliminar de Argüelles nuestro texto
constitucional se presenta como continuador de la tradición histórico
jurídica española, lo cual muestra la gran preocupación por encubrir las
novedades revolucionarias, así como también intentar no asustar a los
indecisos o a los tibiamente innovadores. De otro lado, la ingenua
mitificación que en este discurso se muestra sobre nuestra historia
mediaval, llena de libertades y garantías, un discurso en modo alguno
vinculante, lleno de concesiones a principios doctrinarios-moderados, nos
puede indicar el olvido a “nuestra verdadera constitución histórica” (tal y
como pensaba Jovellanos), causado por los funestos siglos de Austrias y
Borbones.
Los parlamentarios gaditanos contarán con una sustanciosa doctrina en
materia de derechos, si bien, los revolucionarios españoles le darán su
toque personal.
La primera peculiaridad que nos encontramos en la Consitución, si
atendemos a una supuesta parte dogmática o declaración de derechos
propiamente dicha, es que es una Norma de cerca de cuatrocientos artículos
donde las facultades - derechos, libertades y deberes - se encuentran
diseminadas. Parte de una cláusula general en su artículo 4: reconoce la
libertad civil y la propiedad a la vez que alude a “los demás derechos
legítimos de los individuos”. Algunos de estos derechos vienen regulados
en el Título V (De los tribunales y de la administración de justicia en lo
civil y en lo criminal).
Ya en el debate parlamentario Muñoz Torrero argumentó que había dos
clases de derechos y distinguía entre los civiles y los políticos; la Comisión
constitucional llamará españoles a los titulares de los primeros, siendo
ciudadanos los que al mismo tiempo disfrutaran de los segundos.
Consideraban los liberales que la elección de los representantes no era
derecho natural sino una función pública que el ordenamiento jurídico
atribuiría según los intereses generales (el Estado no tenía que ser
necesariamente democrático). El texto gaditano atiende a esta
diferenciación considerando españoles solamente a los nacidos y
avecindados en cualquier pueblo de las Españas, extranjeros con carta de
naturaleza o nacionalidad concedida en Cortes y a los libertos, dejando
fuera a los esclavos. El status de ciudadano exigía el origen por ambas
líneas “en los dominios españoles de ambos hemisferios” dejando fuera a la
descendencia de los que se hubiesen mezclado con los esclavos.
Además (como exclusión social) se les negó el voto a los “sirvientes
domésticos” y a cuantos careciesen de “empleo, oficio o modo de vivir
conocido” ya que no se les consideraba con la necesaria autonomía para
decidir su voto (a las mujeres ni se las menciona). El artículo 25 señala que
si los suspendidos de derechos de ciudadanía vuelven a ella, a partir de
1830 deberán saber leer y escribir. Y, en cuanto al sufragio pasivo según el
artículo 92, uno de los requisitos para ser elegido Diputado en Cortes sería
“tener una renta proporcionada, procedente de bienes propios” pero
seguidamente (art.93) se suspende esta disposición sine die, una especie de
medida política que queda muy bien explicada en el Discurso preliminar
atendiendo a que se produjera en el régimen jurídico de la propiedad las
transformaciones previstas después de haber abolido los numerosos
privilegios del Antiguo Régimen (señoríos, mayorazgos, medidas
desamortizadoras, etc.) y atendiendo también al carácter igualitario del
liberalismo decimonónico propiciado por la Guerra de la Independencia y
la búsqueda de una salida a la crisis económica.
Derechos y Libertades
Como indicamos en un principio, el artículo 4º hace de cláusula general en
cuanto a los derechos y libertades que se van a reconocer cuando señala
“los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen”
después de apuntar la obligación nacional de conservar y proteger por las
leyes la libertad civil y la propiedad. Aquí la propiedad podría equipararse
con la propiedad siendo la propiedad expresión de la libertad; y como
ejemplos de sus garantías el art.335 que favorece la libre circulación de
bienes; la prohibición al monarca de tomar propiedad salvo causa de
utilidad común previa indemnización (arts. 172.10 y 173) o la proscripción
de la pena de confiscación de bienes (art.305). En cuanto a la igualdad nada
se menciona, y es que - recordando nuestro relato - la diferencia entre ser
español o ciudadano lo impiden, aunque la igualdad legal se “asoma” con
la unidad de fueros (art.248) a pesar de las jurisdicciones eclesiástica y
militar. En cuanto a la libertad contributiva prescribe la norma el reparto
proporcional entre todos los españoles “sin excepción ni privilegio alguno”
(art.339). Además, y por terminar con el atemperamiento que realiza del
principio de igualdad, la condición de ciudadano es necesaria por lo que
respecta a los cargos públicos. Si atendemos a la propiedad, en las
funciones políticas es condición sine qua non ser propietario (art.92 ya
visto, por ejemplo), una vinculación descarada entre sufragio y libertad.
Sobre la seguridad y sus garantías, está implícitamente reconocida. Si bien
en la redacción constitucional se refiere a ella como formalidades –
suspensión- cuando alude al arresto de los delincuentes en el artículo 308:
- Requisitos para el arresto (inviolabilidad personal) del art.287.
- Relativo al Habeas Corpus (garantías del detenido) del art. 290.
- Garantías del proceso:
o Prohibición de la tortura y los apremios (art.303).
o No trascendencias familiares en los efectos sobre las penas
(art. 305).
- Inviolabilidad domiciliaria (art.306).
De consideración específica es la libertad de imprenta que solo reza para
las ideas políticas (art.371), subyace aquí su relación con la cuestión
religiosa y el mantenimiento de la censura eclesiástica. Esa dimensión
política de la libertad, al incluirla entre las facultades de las Cortes
(art.131.24) denota que es medio para el control de las posibles agresiones
gubernamentales.
La remisión a las leyes “sabias y justas de los derechos legítimos” que nos
encontramos en el artículo 4 nos viene indicando que un derecho solo se
considera legítimo en cuanto se conforma a la ley; los doceañistas nunca se
cuestionaron que su propia producción normativa fuera inconstitucional.
Las mujeres en la Pepa
Gracias a los olvidos, incoherencias y omisiones de la Norma la mujer de la
época pudo buscar estrategias para salir del terreno privado e imponer una
concepción de la soberanía sui generis. La misma redacción del artículo 5
solo habla de hombres para la consideración del status español y hay que
irse al artículo 20 para encontrar el término de española cuando se refiere a
la obtención por parte del extranjero de la carta especial de ciudadano.
Ciertamente una consagración de la exclusión femenina en referencia a los
derechos civiles y políticos, bastando ojear el art.29 y observar que en el
trámite de las Cortes apenas si hubo discusión sobre las mujeres
(tajantemente no eran ciudadanas).
En cuanto a la educación, que se regula en el el Título X (De la instrucción
pública, arts. 366 al 371), los sectores populares no tenían acceso a las
primeras letras y no digamos ya las mujeres. A lo mucho, conseguían
enviar las niñas a las escuelas o aprovechar la instrucción de alguna vecina,
nada que ver con las clases pudientes. Su formación estaba orientada al
ámbito doméstico (costura y cuidado de la casa). En otro orden de cosas,
tampoco las trabajadoras encajan en los preceptos constitucionales porque
si no han sido excluidas por razón de género, lo serían por su condición de
asalariadas (art.25).
Durante los dos períodos constitucionales la respuesta de las mujeres ante
su discriminación adquirió matices interesantes. Ante todo, hicieron constar
su propia concepción de soberanía (art.6 en cuanto al concepto de Patria)
en sus escritos, utilizando las libertades de prensa y expresión para ello,
llegando incluso al no reconocido derecho de asociación (sociedades
patrióticas). Así fueron ampliando el concepto de soberanía nacional (art.3)
yendo más allá del texto gaditano. Una resistencia patriótica durante la
Guerra de la Independencia que les permitió constituir formas de
organización tradicionales de los hombres, ampliando de esta manera su
área de influencia fuera del ámbito privado. Defendían los sitios junto a
tareas más “femeninas” (cuidado de niños y heridos, por ejemplo). Incluso
tareas de espionaje y guerrilla aprovechando la confianza que suscitaban
ante las tropas francesas. Un patriotismo que en la segunda invasión
francesa se volvió constitucional.
Nos hemos referido al protagonismo de las mujeres del pueblo, las de las
clases acomodadas se apoyaron en el asociacionismo femenino creado. En
resumidas cuentas se percibió que de la educación política de las mujeres
dependía que las nuevas generaciones crecieran de acuerdo con los
principios liberales.
La Constitución de 1812 en Europa
Es el documento constitucional de mayor proyección exterior, aunque fue a
partir de 1820 cuando alcanzó mayor relieve. Una proyección externa con
diferentes grados de magnitud:
- Mero conocimiento y crítica doctrinal
- Influencia en los textos constitucionales extranjeros
- Adopción del código gaditano como texto propio en otros Estados
La crítica apuntaba a aquellos países con tradición constitucional (Francia,
Gran Bretaña y Alemania) y la repercusión directa con el resto. La
corriente que rechazaba la Constitución de 1812 en los países europeos
(absolutistas y partidarios del sistema británico) se contraponía a la de los
liberales revolucionarios y progresistas.
En Gran Bretaña, los comentarios y críticas del texto, venía de tres frentes:
De la postura monárquico-constitutucional de las revistas/periódicos
Quarterly y Edinburgh así como del postivismo utilitarista de Jeremy
Bentham.
En Francia solo se detuvieron con su análisis a partir del 20 y tuvo que
asumir las críticas del liberalismo doctrinario (aparte de los ultras
franceses), en un contexto de efervescente anglofilia y consiguiente
relegación del modelo revolucionario francés con la Restauración
borbónica.
El debate alemán, en tres fases temporales, tomó posición con varias
tendencias políticas: El pensamiento de la Restauración, la ideología
moderada (liberal y conservadora) y el liberalismo “democrático”.
El papel práctico de la Constitución gaditana lo encontramos en Portugal e
Italia. En territorio luso tuvo una vigencia provisional y sirvió de patrón
para la primera Constitución portuguesa (1822). En los territorios que más
tarde comprenderían el Estado italiano, a diferencia de Portugal, los reinos
italianos ya habían tenido experiencias constitucionales previas. La
influencia más notable del texto gaditano en Italia surgió a raíz de su
restauración (Trienio Constitucional) que tuvo que competir con los textos
de filiación anglófila y en el período revolucinario (1820-1821) el texto
español ganará la partida.
Como corolario de este apartado, la Constitución de Cádiz fue objeto de
aceptación genérica por el liberalismo radical; las críticas más globales al
texto derivaron de las corrientes monárquicas (tanto la parlamentaria como
la constitucional) y de la absolutista.
El modelo gaditano en Iberoamérica
La historia constitucional iberoamericana nace con la española ya que sus
primeras experiencias constitucionales como Estados independientes
surgieron a partir de 1810 y 1820. Allí las élites intelectuales, próxima a la
española, solo adquiere un matiz distinto en lo referente al conocimiento
del sistema norteamericano. Las teorías de la ilustración y del liberalismo
revolucionario, a raíz de la Revolución Francesa, entraron en América
provenientes de la metrópoli. El peso del sistema constitucional británico
fue mucho menor y el proceso emancipador norteamericano más su
proximidad geográfica marcaron las pautas constitucionales.
Las diferencias sustanciales entre España e Iberoamérica vienen dadas del
sistema norteamericano ya que la Constitución de 1787, al tener vocación
monárquica y centralista, no había influido mucho en la metrópoli,
mientras que en Iberoamérica el pretenderse romper con la Monarquía
hispánica explicaba la atracción del referente yanqui. De otro lado, la
similitud formativa de los intelectuales permitió la influencia del modelo
gaditano teniendo igualmente en cuenta que el pensamiento tradicional
español combinaba muy bien con la nueva filosofía iusnaturalista circulante
en Ultramar desde fines del XVIII. Para muestra un botón de la
representación americana en las Cortes gaditanas donde tanto las ideas
liberales como el sector escolástico proclive al absolutismo hacían acto de
presencia.
Excepto en Venezuela, para los territorios americanos el texto gaditano fue
su primera Constitución considerando al Estatuto de Bayona poco virtuoso.
Pero como los virreyes eran reacios a socabar sus amplios poderes
intentaban retrasar su aplicación. Cuando en 1820 se restableció la
Constitución doceañista y los liberales pretendieron dibujar una política
aperturista hacia las colonias, incluyendo la amnistía de los insurrectos,
América ya no estaba dispuesta a seguir siendo un territorio de España. La
Constitución de Cádiz había contribuido indirectamente al comienzo del
derrumbe del Gran Imperio.
EL REINADO DE FERNANDO VII Y LA IDEPENDENCIA DE
HISPANOAMÉRICA
EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833)
En su reinado se desarrollaron tres grandes procesos: la definitiva crisis del Antiguo
Régimen, el desenvolvimiento de la revolución burguesa y el comienzo de la
construcción del estado liberal, pero las esperanzas nacidas del triunfo y depositadas en
su rey (el Deseado) no tenían base sólida. La guerra había dividido a los españoles en
distintas tendencias ideológicas (conservadores, innovadores y renovadores). A su
regreso asumió el poder de manera personal para acabar con la obra constitucional, pero
hay que distinguir en su reinado tres etapas básicamente: Sexenio absolutista (1814-
1820), Trienio Liberal o Constitucional (1820-1823), período crucial en el proceso de la
revolución liberal y Década Oninosa (1823-33), en la que el absolutismo restaurado se
vio abocado a reformas.
El regreso desde Bayona. Mediante el Tratado de Valencay (diciembre 1813) Napoleón
devolvía la condición de rey a Fernando VII sin contar con las Cortes, en un intento
desesperado para librarse del tema español y esperar que Fernando aceptara una
neutralidad frente a Francia. Previamente, las Cortes de Cádiz había dictado medidas
para evitar un posible absolutismo real. El Decreto 1-1-1811 negaba la validez de
cualquier acto del monarca prisionero de Napoleón y el Decreto de 2-2-1814 inhibía al
rey en el ejercicio de sus funciones hasta jurar la Constitución y le marcaba un itinerario
a Madrid. Si embargo, en su regreso a España (el 22 de marzo de 1814), Fernando
empezó por no respetar el itinerario fijado por las Cortes. Fue recibido con
aclamaciones populares porque significaba el fin de la pesadilla de la guerra, no porque
los españoles prefiriesen el absolutismo, pero los absolutistas quisieron capitalizar este
entusiasmo. A su regreso vaciló si enfrentarse o no al régimen que ejercía el gobierno
desde su marcha, pero decidió volver al estado anterior a 1808 mediante un golpe de
estado por varias causas. En primer lugar, porque estaba convencido de la escasa
legitimidad de las Cortes de Cádiz y de su gran popularidad, pero, sobre todo por el
ambiente previo de la Europa de la Restauración y la plasmación de una serie de textos
absolutistas en su itinerario de vuelta, en que recibía el apoyo de mandos militares y de
un número considerable de diputados. Estos textos absolutistas son básicamente dos: la
alocución del general Elio (reflejaba el malestar por verse desatendidos y ultrajados los
ejércitos y confiaba en que Fernando haría justicia) y el manifiesto de los Persas (12-4-
1814, un documento muy polémico, basado en pensamiento tradicional español y
dirigido al rey por 69 diputados de Cortes ordinarias, aunque su autor real era Bernardo
Mozo de Rosales), que declaraba nulos los acuerdos de las Cortes de Cádiz y, por
supuesto, la Constitución y prometía tratar con los procuradores en Cortes legítimas. La
consecuencia fue el Real Decreto de 4-5-1814 (considerado como el primer
pronunciamiento de la historia de España), que abolía la obra de las Cortes de Cádiz,
olvidando promesas anteriores y volviendo al absolutismo. Quedaba en evidencia la
fragilidad de la primera revolución española pues el autogolpe del rey no halló una gran
oposición.
EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820)
La vuelta de Fernando VII significa también la restauración del absolutismo. El rey va a
gobernar de manera absoluta, sin limitación constitucional, volviendo a las antiguas
instituciones, restableciendo el poder real, la Inquisición y el régimen señorial,
recuperando el protagonismo socioeconómico de la nobleza y el clero y todo ello en un
marco represivo que condujo a la primera oleada de exiliados políticos de la España
contemporánea.
Desde un primer momento, la restauración del absolutismo encontró importantes apoyos
(como demuestra la destrucción en muchos lugares de las lápidas constitucionales a
principios de abril de 1814). Sin embargo, en lugar de ser una época para saborear las
mieles del triunfo, será una etapa plagada de problemas económicos y políticos. Desde
el punto de vista político, se habla de una degeneración del poder, pues el rey fue
incapaz de dar una dirección política coherente a la gobernación del país, nombrando y
cesando a su arbitrio y haciendo del capricho una forma de gobierno, además de
rodearse de una camarilla envuelta en un ambiente de intrigas. A ello se añadió la ruina
de la Hacienda, pues a la devastación de la guerra de independencia se sumaba la
sublevación de las colonias americanas, que dejaron al país sin los recursos ultramarinos
cuando más los necesitaba. La consecuencia de todo ello fue la quiebra de las
estructuras económicas y la carencia de un aparato estatal mínimamente eficaz que, por
otra parte, imposibilitaba la contención de la lucha independentista americana. En el
ámbito de la política internacional, España quedó relegada a una nación de segundo
orden, de escasa influencia en el mundo y replegada en sus problemas internos. En el
Congreso de Viena, España no figuraba en la pentarquía de potencias pues, pese a la
resistencia española a la invasión, pues no había participado en ninguna coalición
antinapoleónica, ni había firmado la Paz de París, ni tenía reivindicaciones territoriales
sobre Francia y ninguna potencia tenía interés en atraérsela a su órbita, dada su poca
fuerza operativa. Por su parte, el orden colonial no pudo sobrevivir a la crisis por la
ocupación francesa. Desde mediados del siglo XVIII fue cristalizado entre los criollos
un sentimiento de nacionalidad diferenciadas y aunque al principio de la invasión
napoleónica de la península, las colonias fueron fieles a Fernando VII y luego aceptaron
la autoridad de la Junta Central, sin embargo la Regencia a dicha Junta Central, el
dominio español se derrumbó, asumiendo las Juntas Locales americanas el poder,
algunas de ellas fueron independentistas (Caracas, Cundinamarca), otras ejercieron la
soberanía de hecho (Buenos Aires) y la mayoría fueron solo autonomistas o, como en el
caso de Perú, Centroamérica, Cuba, Puerto Rico, fueron fieles a España y sirvieron de
base a la reacción española. Aunque en 1815 (salvo en Río de la Plata) parecía que
España restablecía su poder, sin embargo, la lucha por la independencia rebrotó en
1816-1817 debido a varios factores. En primer lugar, los éxitos militares de los patriotas
americanos como Bolívar (Colombia, Venezuela, Bolivia) o San Martín (Chile, Perú).
En segundo lugar, la referida quiebra financiera y política de la monarquía española,
pues carecía de recursos económicos y militares para frenarla y el rey no quería
concesiones ni negociar un nuevo pacto colonial. Por último, la también comentada
postergación internacional española, pues las potencias europeas se mantuvieron
neutrales ante la rebelión colonial, mientras que Gran Bretaña obstaculizó cualquier
intento para que España recuperara sus colonias. Al final, la revolución española de
1820 acabó desacreditando definitivamente a la metrópoli en ultramar y debilitó
sensiblemente su acción militar, por lo que la independencia hispanoamericana pudo
culminar su victoria en 1824-1825.
La Restauración nación también con ansias represoras, emprendiendo una severa
depuración de afrancesados y liberales. A la antinomia patriota/afrancesado del período
anterior, sucede ahora la de absolutista-liberal, que, aunque carecía de apoyo
significativo, estaba compuesta por la débil clase media ligada a actividades
intelectuales o comerciales, el clero con formación ilustrada y algunos militares
descontentos con la política de ascensos tras la Guerra. Su único recurso frente al
absolutismo era la conspiración militar (instrumentalizada por sociedades secretas) y
explicable por la doble experiencia de guerra regular y guerrillas en la guerra de
Independencia. Fracasaron los pronunciamientos de antiguos guerrilleros ascendidos a
generales, como Espoz y Mina (Pamplona, septiembre de 1814), Diaz Porlier (La
Coruña, septiembre de 1815), Richart y Renovales (“Conspiración del Triangulo”,
1816), Vidal (Valencia, diciembre de 1819) o Francisco Milans del Bosch, pero acabó
triunfando la sublevación de Riego, que pondrá fin a la primera etapa del reinado
fernandino y certificando la crisis de la monarquía absoluta.
EL TRIENIO LIBERAL (1820-1823)
El primer día de enero de 1820, se sublevó una parte del ejército (que se concentraba en
Cádiz para ir a combatir a los rebeldes americanos) reclamando la Constitución de 1812.
El complot revolucionario fue instigado por la masonería y acaudillado por el
comandante Riego, que proclamó la Constitución de Cádiz desde el sevillano pueblo de
Cabezas de S. Juan e inició una marcha por Andalucía, cuyos ecos, convenientemente
exagerados, provocaron levantamientos sucesivos de otras guarniciones en medio de la
indecisión de las autoridades realistas. Los revolucionarios apoyaban las pretensiones de
los independentistas americanos (afinidades con la revolución, pero tras su triunfo se
desdijeron).
La revolución de 1820 produjo una amplia movilización social y política a través de
formación de juntas en los principales núcleos urbanos. El 9 de julio de 1820, el mismo
rey que la había derogado seis años antes, se veía obligado a jurar la constitución, sin
que pudieran evatarlo algunas intentonas absolutistas. El triunfo del pronunciamiento de
Riego (debido más al fracaso del Estado absolutista que al impulso revolucionario) fue
incruento y abrió una segunda etapa en el proceso revolucionario español de gran
resonancia internacional (revoluciones de 1820).
Antes de trazar sus distintas etapas, conviene resumir las características del Trienio. La
primera es la escasa base social con que contó la revolución, que no fue resultado de un
amplio movimiento de opinión, sino hecha “desde arriba” y aunque contara con el
apoyo de determinadas capas populares urbanas, sin embargo la timidez de las reformas
emprendidas impidieron que hubiera mayor resistencia a la nueva invasión francesa en
1823 de los Cien Mil Hijos de S. Luis. La Segunda, y no menos importante, es la
división en el seno del liberalismo entre doceañistas (moderados, partidarios de la
reforma de la Constitución de Cádiz) y veinteañistas (exaltados, que defendía la
Constitución tal como estaba redactada y querían trasladar la revolución del papel a la
realidad), en torno al modelo de Estado, la participación popular en el proceso político y
el modelo constitucional, se trataba de criterios políticos, no de índole socioeconómica,
pues ambos grupos liberales coincidían en la transformación del régimen de propiedad a
partir de la desamortización y la desvinculación. Se habla también de un cierto dualismo
de poder, representado, por un lado por el propio rey, el Gobierno y las Cortes (de
mayoría moderada) y, por otro, de un cotrapoder compuesto por el ejército de Riego, las
sociedades secretas (masones, comuneros, carbonarios) y las sociedades patrióticas
(lugares públicos de debate político), depositarias de la legitimidad revolucionaria. Por
último, en esta caracterización del Trienio no puede faltar el programa de
modernización estatal, con reformas administrativas (se asume la deuda, se devalúa la
moneda y se establece la unidad monetaria en España y se establece la Contribución
Territorial Única y Directa), económicas (espíritu proteccionista y fomento agrario e
industrial, herencia del espíritu ilustrado), religiosas (desamortización, abolición de la
Inquisición, supresión de la Compañía de Jesús y de las órdenes monacales,
hospitalarias y militares y cierre de los conventos de menos de doce religiosos), lo que
provocó un incremento de la dialéctica clericalismo/anticlericalismo, militares
(subordinación al poder civil, restablecimiento de la milicia nacional, ley de orden
público) y legales (supresión de viculación, reducción del diezmo a la mitad, libertad de
contratación, de explotación y de comercialización).
A la división de los liberales y la falta de apoyo suficiente, otras causas se sumaron para
impedir la consolidación definitiva del liberalismo durante el Trienio, como el contexto
internacional (dominado por los principios de la Restauración y el concierto europeo,
que dio lugar a la intervención exterior en 1823) y la propia reacción interna
contrarrevolucionaria, a través de alzamientos realistas. Estos impulsados por círculos
palaciegos, clero, notables rurales, contaron con apoyo de sectores populares de la
ciudad y el campo, canalizando así por tanto el descontento de los intereses económicos
en peligro como el desconcierto ante la pérdida de identidad y el desclasamiento,
inquietudes compartidas por diferentes sectores de la sociedad del Antiguo Régimen y,
en particular, por los más débiles de las clases populares. Pero la primera experiencia
constitucional española pasó por distintas fases:
Primera fase (marzo 1820, julio 1822). Gobiernan los Moderados. El primer gobierno
moderado fue presidido por E. Pérez de Castro. Aunque emprendió algunas medidas
radicales (desamortización, supresión de mayorazgos y de órdenes monacales o la
reforma de las órdenes regulares), desde septiembre, se producirá la ruptura con los
exaltados, debido a la disolución del ejército de Riego y la prohibición de algunas
significadas Sociedades Patrióticas. Desde octubre de 1820 a junio de 1822 se
produjeron innumerables roces tanto entre moderados y exaltados como entre liberales y
realistas, entre liberales y el rey o entre el gobierno y la Iglesia. El segundo gobierno
liberal, presidido por Bardají desde marzo de 1821, era aún más moderado que el
primero y fue tachado de traidor a la revolución por parte de los exaltados. Mientras se
produjo la ruptura total entre el gobierno y la base popular del liberalismo y se
ahondaban las divisiones entre liberales, los absolutistas se dedicaron a conspirar. El
tercer gobierno moderado, presidido por Martínez de la Rosa desde febrero de 1822, fue
tan reaccionario e impopular como el anterior y pese a preparar nuevos proyectos
(instrucción pública, Código Penal, división provincial y reforma presupuestaria) se vio
incapacitado para gobernar debido a la inestabilidad política, aprovechada por los
absolutistas para intentar un golpe de Estado (del 2 al 7 de julio de 1822), sofocado por
la Milicia Nacional y la intervención de paisanos armados. Como consecuencia, dimitió
Martínez de la Rosa, que fue sustituido por el exaltado Evaristo S. Miguel.
Segunda fase (7 de julio de 1822 hasta abril de 1823). Con los exaltados en el poder. El
gobierno de Evaristo San Miguel fue incapaz de gobernar un país en bancarrota,
sometido al hostigamiento absolutista (bien visto por el rey, apoyado por el clero y
respaldado por masas campesinas que se han visto perjudicadas por los problemas
agrarios). En el verano de 1822, los absolutistas controlaban la zona norte y
proclamaron la Regencia de Urgel que, compuesta por personalidades del
tradicionalismo absolutista, declaró nulo todo lo actuado por la revolución y como
consecuencia fue duramente reprimida por el gobierno. El siguiente paso fue el derribo
del trienio liberal ¿Por qué fracasa? Un excesivo poder de las Cortes, que casi anula el
poder ejecutivo, excesivo poder del rey con su actitud involucionista, la dualidad del
poder entre sociedades patrióticas, Riego, clubes políticos, etc. y el rey, el gobierno y
las Cortes y una acción del gobierno muy moderada que aunque fue importante no llegó
a las clases populares por lo que acabaría siendo impopular. El último movimiento que
dio el toque final al trienio fue la intervención externa, de los Cien Mil Hijos de San
Luis (7de abril de 1823), al mando del duque de Angulema y compuesta por 65.000
franceses y 35.000 voluntarios españoles. Curiosamente, en 1823, los franceses no
fueron considerados invasores por los “patriotas” antiliberales.
Terminaba así la experiencia del Trienio, pero ¿para qué sirvió? La segunda fase
revolucionaria no fue solo un paréntesis y transformó la vida pública más que las Cortes
de Cádiz. En primer lugar, permitió que el liberalismo accediera al poder por primera
vez. Por otra parte, revitalizó y socializó la vida política, pues el país se familiarizó con
las prácticas constitucionales (elecciones, Cortes) y permitió la extensión de la nueva
cultura política (a través de las Sociedades Patrióticas, sociedades secretas, la Milicia
Nacional, el desarrollo de la prensa política, etc.), además de asimilar de forma
irreversible el principio de soberanía nacional y de implantar el arquetipoo
revolucionario: pronunciamiento, juntas y Constitución de 1812. Y, por último,
revitaliza la vida cultural, con la creación de la Universidad Central de Madrid (1822) y
el germen de numerosas sociedades culturales de iniciativa privada (Ateneos).
LA DÉCADA OMINOSA (1823-1833)
El Decreto 1-10-1823 reimplanta el régimen absolutista. De nuevo aparece el control
policial, una represión durísima y la censura intelectual, de la mano de Calomarde
(Ministro de Gracia y Justicia, desde 1824 hasta 1833) y ejecutada por los Voluntarios
Realistas (cuerpo paramilitar surgido de las partidas realistas sublevadas en el Trienio y
encargados de la defensa del absolutismo, entre quienes estaban algunos de los futuros
carlistas). El resultado fue la depuración y ejecución de cientos de oficiales, políticos y
funcionarios, así como el exilio de varios miles de ellos (Mendizábal, Calatrava,
Toreno, Arguelles o Martínez de la Rosa). Se crearon las Comisiones militares (juicios
1094, 132 ejecuciones y 435 encarcelados). Hubo ejecuciones famosas (Empecinado,
maestro Cayetano Rosell, librero Miyar, Torrijos o Mariana Pineda), pero el régimen
absolutista solo se reimplantó parcialmente, pues su reformismo moderado le otorgó una
apariencia cualitativamente distinta al Sexenio 1814-1820. Aunque se restablecieron los
mayorazgos y señoríos y se produjo una restauración religiosa muy intensa (se
devuelven los bienes expropiados al clero durante el Trienio, se anularon sus
disposiciones antieclesiásticas del Trienio como la supresión de órdenes monásticas, se
restablecieron los diezmos y se disminuyó el subsidio que pagaba la Iglesia y los
ovispos volvieron a sus diócesis), sin embargo, se admitieron ciertas reformas.
Sintomático es que no se restableciera la Inquisición, si bien los ovispos crearon, como
alternativa, los Tribunales de Fe diocesanos.
La tarea del gobierno fue superior a la etapa del sexenio absolutista. En primer lugar, se
creó el Consejo de Ministros (como órgano principal del poder ejecutivo), así como el
Ministerio de Fomento (para impulsar y coordinar la acción del Estado en materia de
gobernación, educación, obras públicas y desarrollo económico). En segundo lugar, hay
una cierta recuperación económica que, no obstante, no permite salir de la postración.
En tercer lugar, se intenta poner en orden la maltrecha Hacienda con Luis López
Ballesteros, que creó además los presupuestos, el Banco de San Fernando y el Tribunal
de Cuentas, también se reorganiza el Ejército con criterios más profesionales que
ideológicos y se crea el cuerpo de Carabineros en 1829 para perseguir el contrabando,
se reorganiza la administración, reduciendo gastos y moralizándola, restitución de los
ayuntamientos, revocación de todos los nombramientos, restauración del sistema fiscal
tradicional, restauración del régimen jurisdiccional.
De todos modos, los males básicos del país seguían sin resolverse, desde le punto de
vista económico, la Hacienda seguía con amenaza de quiebra a pesar de las reformas de
Ballesteros y la crisis persistía por la caída de precios, la vuelta de la Mesta, la presión
fiscal, la falta de industria y también la pérdida de América. Los caminos y carreteras
seguían en pésimo estado y la agricultura y ganadería seguía sumida en una crisis
endémica. En el ámbito social, cabe destacar la persistencia de bandolerismo. La
administración (tanto la central, como la local y la de justicia) seguía desorganizada y el
ejército seguía con sus carencias gravísimas. De especial gravedad serán también los
problemas políticos en especial relacionados con una verdadera visión del Estado, la
inestabilidad ministerial y la pérdida de apoyos. Para llevar a cabo las reformas
necesarias, llegó a recurrir a antiguos afrancesados y a liberales moderados, en especial
en los últimos años, pero esto no contentó a los liberales y provocó la división de los
absolutistas en moderados (por un lado) e intransigentes, ultra-absolutistas o apostólicos
(por otro), caracterizados por su oposición al reformismo gubernamental. Precisamente
fue la derivación a posiciones reformistas la que hizo surgir un grupo radical en torno a
don Carlos, cuya actuación más representativa fue la revuelta dels agraviats o
malcontents (primavera de 1827), que se extendió en zonas montañosas y rurales
catalanas en torno a Voluntarios Realistas, clero rural y campesinado y que desembocó
en una verdadera guerra. También hubo conspiraciones liberales desde el exilio, de
menor alcance que las realistas y que también fracasaron, siendo fusilidos sus
protagonistas como ocurrió con la de Torrijos en Málaga a fines de 1831.
La situación en torno a 1830 ha sido definida como de constitucionalismo impracticable
o de absolutismo inviable. La Revolución Francesa de 1830 reavivó la doble
conspiración de ultras y liberales. El conflicto estalló en torno a 1830 a raíz de un pleito
dinástico. La Pragmática Sanción (marzo de 1830) anulaba la Ley Sálica y permitía, por
tanto, que la hija del rey, Isabel (nacida en octubre fruto del cuarto matrimonio del rey,
con Maria Cristina de Borbón) fuera la heredera a trono, generando un problema
sucesorio al privar de sus derechos a su tío D. Carlos. El pleito culminó en los sucesos
de La Granja (septiembre de 1832), aprovechando la grave enfermedad del rey y ante la
impopularidad de la Pragmática, hubo presiones de ultras (como Calomarde) para
derogarla, pero el golpe palaciego de La Granja lo impidió, recuperando el rey su poder
y expulsando del gobierno a los ultras.
Desde entonces (1832-1833), el sector moderado del absolutismo controló el poder y
Fernando VII buscó un acercamiento hacia los liberales moderados que, introducidos en
el gobierno y administración, van preparando la transición política. Bajo la presidencia
de Cea Bermúdez, se emprende una política tendente a evitar que los partidarios de don
Carlos pudieran llegar al poder, para ello, nombró nuevos capitanes generales, disolvió
a los Voluntarios Realistas, concedió un indulto general y logró reconciliar a los
liberales con los intereses monárquicos de Isabel.
Fernando VII muere en septiembre de 1933, iniciándose una guerra civil entre
isabelinos, partidarios de Isabel II y carlistas, partidarios de su tío Carlos.
La valoración de esta década ha sido diversa. Algunos autores han destacado el régimen
de clandestinidad y terror y otros han resaltado los aspectos reformistas. Pese al fuerte
carácter represivo del absolutismo restaurado, este se vio avocado a reformas para evitar
una nueva situación revolucionaria como en 1820, pero las medidas tomadas fueron
insuficientes para evitar la quiebra del sistema, dividieron a los absolutistas y no
pudieron contener la doble conspiración ultra y liberal.
LA INDEPENDENCIA DE LAS COLONIAS AMERICANAS (1810-1824)
Causas de la independencia:
- Carencias Administrativas. Para España suponía un gran problema la gestión de
sus colonias debido a la gran cantidad de territorio y a su población que cada vez
eran más y estaban mejor preparados. A esta mala gestión también hay que
sumarle el desarrollo de potencias europeas como Francia e Inglaterra, en pleno
expansionismo, sobre todo los ingleses, y el interés que tenía EEUU en el
territorio hispanoamericano. Ambas circunstancias intentaron ser solucionadas
con las reformas de Carlos III o con proyectos como los de Aranda o Godoy que
no fueron llevadas a la práctica, por lo que el problema va aumentando con el
tiempo.
- Las contradicciones económicas del sistema. El desfase del sistema de
explotación monopolista que fue la base de las relaciones económicas
hispanoamericanas aumentó durante 1700, aumentando también la imposibilidad
española de absorber las exportaciones americanas y de cubrir sus demandas de
importación. Otros acontecimientos como el tratado de límites entre España y
Portugal en 1750 o la expulsión de los jesuítas en 1767 hicieron también saltar la
chispa. El problema de las importaciones y exportaciones se agrava en 1796 con
el comienzo de la guerra contra los ingleses y aún más en 1797 con la derrota de
la escuadra española frente al cabo de San Vicente. Esto provocó que el contacto
España-América se interrumpiese hasta 1808, salvo el período 1802-1804,
aumentando el problema en 1805 con la destrucción de la armada española en
Trafalgar. La inversión de las alianzas en 1808 permitió una cierta recuperación,
frustada por el incio de las independencias en 1810.
- Peninsulares y criollos. Mientras que los peninsulares tienen el control político,
los criollos tienen el control de la riqueza y aunque éstos también tenían derecho
a acceder a cargos políticos, predominaban los nombramientos peninsulares para
los cargos más relevantes, generando la rivalidad entre ambos. Esto se
intensifica en el siglo XVIII con la llegada de los Borbones a España, los cuales
tenían una mentalidad más intervencionista que los Austrias y también debido a
que había un régimen de monopolio en las colonias, esto impedía el libre
comercio para los criollos. Debido a todo esto los criollos reclamaron el
autogobierno, la autodeterminación y finalmente la independencia.
- Ideas. En un principio la Ilustración se vio como una de las causas principales.
Esta llegó a través de las universidades, la SEAP (sociedad económica de
amigos del país), la masonería, los periódicos y la literatura, y el pensamiento
populista surgió de un grupo de teólogos, filósofos y economistas, pero
realmente el volumen de ejemplares, de lectores y sobre todo el de convencidos
por las razones en ellos contenidas fue muy reducido. Además, también de que
los actores principales de la independencia se educaron en universidades cuya
filosofía principal era el escolasticismo y muchos de ellos también pasaron por
instituciones civiles o militares españolas. Todo esto ha hecho que la Ilustración
ya no se vea como una de las causas principales de las independencias. Al igual
ocurrión con la influencia de la Revolución Francesa, la cual despertó curiosidad
y entusiasmo en algún sector, pero también el miedo y el rechazo de la mayoría
criolla que, además, también cooperó con las autoridades españolas en la
desarticulación de movimientos basados en el ejemplo francés. Realmente los
modelos políticos que despertaron interés en los criollos fueron ingleses y/o
norteamericanos.
- La crisis política en la metrópoli. El factor desencadenante del conflicto fue el
hundimiento del Estado borbónico ante la Guerra de la Independencia. El
comienzo de la guerra en 1808 genera en las colonias un vacío de poder, que fue
superado por el nacimiento de las Juntas que, aunque en un principio fueron
conservadoras, más adelante, en muchos casos, se convirtieron en focos
independentistas y llegaron a destituir a los gobiernos españoles, por ejemplo, en
1810 El grito de Dolores con el que el cura Hidalgo levantó en armas al pueblo
mexicano contra el virreinato.
El desarrollo del conflicto. De primeras hay que hacer hincapié en cómo España
gobernaba en América, que lo hacía mediante cuatro virreinatos: Virreinato de Nueva
España, Virreinato de Nueva Granada, Virreinato del Perú y Virreinato del Río de la
Plata. Tanto desde el punto de vista político como del militar, el proceso de
independencia es un conflicto regionalizado en sus inicios con diferentes realidades
dependiendo del lugar. La lucha por la independencia está determinada por la fuerza de
cada una de las dos facciones (criollos/patriotas y peninsulares/realistas) y que a su vez
depende de la estructura económica peculiar de cada región. El río de la Plata tenía la
situación más favorable para la independencia debido a que había minoría de blancos y
las instituciones españolas eran débiles y al gran poder económico de los criollos y sin
vinculación con Inglaterra. Anteriormente ya habían podido defenderse sin auxilio de la
metrópoli de las incursiones inglesas. El obstáculo más importante para su revolución
no fueron las autoridades españolas sino las diferencias dentro de los criollos y sus
diferencias con las provincias del interior. Sus propósitos en los años siguientes fueron
extender la revolución hacia el Alto Perú, Chile y la Banda Oriental y conseguir la
integración de las provincias argentinas, pero solo consiguieron parte de sus propósitos
ya Paraguay siguió su propia independencia al igual que Uruguay que accedió a su
soberanía en 1828 tras un largo conflicto entre brasileños y argentinos. Y en el otro
extremo en cuanto a esta relación de fuerzas está el Perú, ya que en esta región los
intereses criollos y peninsulares coincidían en mantener el control de la situación por lo
que el Virreinato del Perú se convirtió en base capital de la defensa española. En el resto
de las regiones la situación fue más compleja con respecto a la relación de fuerzas que
en unos casos dependió de la alianza con otros sectores sociales (Venezuela) o de la
subordinación del conflicto a la amenaza interna (México) y su conclusión vendrá dada
por la intervención exterior desde la propia Iberoamérica y/o desde España.
El proceso se divide en dos etapas cronológicamente, desde 1808 a 1814 y desde 1814 a
1824-26. Tras la vuelta de Fernando VII en 1814, tras el final de la Guerra de la
Independencia se enviaron tropas a las colonias que permitieron en control de la
situación. La posición realista era firme en Perú y México, se volvió a controlar Chile,
se expulsó a Bolívar de Venezuela, sólo la situación en Río de la Plata era muy
complicada. Sin embargo, a pesar de los éxitos iniciales, el fracaso por conseguir apoyo
internacional y la falta de recursos para enviar contingentes militares junto a la política
absolutista de Fernando VII volvieron a complicar la situación. En 1816 se reunió el
Congreso de Tucumán que proclamó la independencia de Río de la Plata lo que permitió
al general San Martín relanzar la revolución al otro lado de los Andes y tras la derrota
de los realistas en Chacabuco (1819) alcanzó la victoria en Maipú en el mismo año lo
que posibilitó la independencia de Chile. Ninguno entendía la independencia de un solo
país, sino que América tenía que ser independiente en su conjunto. A continuación, San
Martín desde el sur continuó hacia Perú al mismo tiempo que Simón Bolívar en el norte
deshizo la alianza entre mestizos y españolas atrayendo a los primeros con él, y junto
con los ingleses proclamó en el Congreso de Angostura (1819) la independencia de
Nueva Granada tras su victoria en Bocayá. Otro problema para España fueron la
insurrección de Riego y Quiroga en Cabezas de San Juan, lo que impidió el embarque
de refuerzos militares para tierras americanas y meses más tarde el restablecimiento del
régimen liberal lo que junto con el creciente empuje de los independentistas significó el
principio del fin. En 1820 San Martín junto con los chilenos y los ingleses invadió el
Perú y proclamó su independencia de 1821 aunque la situación no estuvo controlada
hasta 1826 debido a la lucha por las posteriores independencias de Ecuador y Colombia.
Las fuerzas españolas a pesar de algunos éxitos fueron derrotadas en los encuentros
decisivos de Carabobo (1821), Pichincha (1822), Junín (1824) y la batalla de Ayacucho
(1824) en la cual participaron los dos grandes focos independentistas (Bolívar y San
Martín) y que significó la derrota del Virreinato del Perú (el último en manos de los
realistas). De mientras, en 1823 Fernando VII pedía ayuda a las fuerzas de la
restauración y es enntonces cuando EEUU, que no había intervenido antes ya que tenía
intereses importantes con España (compra de Florida), decide tomar cartas en el asunto
y Monroe redacta su famosa doctrina, por la cual lo que dice básicamente a España es
que si un territorio americano ha proclamado su independencia y la ha mantenido, éstos
la van a reconocer y no van permitir que venga ninguna otra potencia a su reconquista.
Tras esta última confrontación (Ayacucho), únicamente el Alto Perú y algunos enclaves
aislados quedaban en poder de los realistas. Meses después serían batidos por Sucre edn
Tumusla y ese mismo año (1825) surgió Bolivia. Mientras, en México, los criollos y la
Iglesia que en un principio apoyaron a los peninsulares, ahora con las nuevas reformas
pactadas por el régimen liberal prepararon la independencia en 1820 y 1821 Agustín de
Iturbide era proclamado rey i emperador de México.
El difícil camino de las naciones iberoamericanas. Como ya dijimos uno de los factores
del proceso de independencia fue la imposibilidad del desarrollo económico debido a la
metrópoli, pero una vez conseguida la ruptura fue imposible conseguir este desarrollo
por el camino independiente. Esto junto con la limitada conciencia de colectividad y
carencia de órganos administrativos y la supervisión interesada de EEUU y Gran
Bretaña hizo que la tarea de construcción política resultara extremadamente difícil para
una sociedad capaz de desarrollar fuertes dependencias verticales, pero bases muy
débiles. Consecuencias de la emancipación americana fueron la creación de nuevos
estados americanos inspirados en el liberalismo, que fueron: el imperio mexicano, las
provincias unidas de Centroamérica (de las que nacerán más adelante todos los estados
centroamericanos), la gran Colombia (dividida luego en Ecuador, Colombia, Venezuela
y Panamá), provincias unidas del Río de la Plata (que serán más adelante Argentina,
Uruguay y Paraguay), Chile, Perú, Bolivia.
El proceso político hispanoamericano siguió estas líneas:
- Aspiración a crear una unidad supranacional.
- La imposición de Estados unitarios.
- Las tendencias federalistas en pugna con las anteriores.
La primera línea intentó conseguirse con el Congreso de Panamá (1826), una asamblea
convocada por Bolívar con el objetivo de crear una federación de países
hispanoamericanos independientes. A ella fueron invitados Chile, que se excusó, Río de
la Plata y Brasil que se abstuvieron, Bolivia cuyos delegados llegaron tarde, Panamá,
México, Guatemala, Perú y Gran Colombia y se invitaron a observadores de Holanda,
Gran Bretaña y EEUU, estos últimos tampoco fueron. Se acordó un tratado perpetuo de
unión y confederación, la creación de un ejército interamericano para la defensa común
y la renovación bianual del Congreso. Pero debido a las rivalidades entre los distintos
países y a la oposición de EEUU que no quería una federación en América del Sur, los
acuerdos sólo fueron ratificados por la Gran Colombia y no tuvieron consecuencias
efectivas. Y las otras dos líneas producirían un largo conflicto.
Las rivalidades nacionalistas fueron, en muchas ocasiones, el elemento de
desestabilización en pleno proceso de reajuste de fronteras heredadas de la
administración española. Estos enfrentamientos fueron particularmente intensos en Río
de la Plata. Condicionaron el aislamiento impuesto en Paraguay por el Dr. Francia. En
Argentina el caudillo Juan Manuel Rosas consiguió la integración entre las provincias y
Buenos Aires, pero fracasó en su intento de anexionarse Uruguay. Uruguay, a pesar de
haber implantado un régimen constitucional fue escenario de violentos enfrentamientos
entre los partidarios de Rivera y de Oribe. Estas luchas favorecieron la intervención
argentina y el desarrollo de la Guerra Grande. En la región andina, con excepción de
Chile, también se desarrallaron violentas tensiones fruto de los intereses de las
oligarquías locales. La crisis de Gran Colombia iniciada con la separación de
Venezuela, que produjo dilatadas contiendas entre los partidarios de Paéz y de
Monagas, continuó con la separación de Ecuador, donde se instauró Juan José Flores
como caudillo militar. Andrés de Santa Cruz, presidente boliviano trataría de unir Perú
y Bolivia en la Confederación Centroandina, un proyecto efímero por las rivalidades
entre los criollos de ambos países y la oposición de Chile y Argentina. En México
también tienen que afrontar problemas en las fronteras junto con un dificil proceso
político interno. Tras una breve unión se separan de el, Costa Rica, El Salvador,
Guatemala, Honduras y Nicaragua que se mantuvieron unidos durante 15 años
formando las Provincias Unidas de Centroamérica. Pero más grave aún fueron las
pérdidas del caudillo Santa-Anna a manos de EEUU comenzando por Texas.
Los frutos más visibles de la independencia fueron la pérdida de territorios más o menos
extensos (las Malvinas que pasaron de los argentinos a los ingleses o los expacions
arrancados a México por los EEUU), el endeudamiento exterior frente a Europa y
EEUU y la pervivencia de las desigualdades de la época anterior, el ejemplo más
llamativo el mantenimiento de la esclavitud en casi todos los países.
Las repercusiones internacionales. Supuso el primer fracaso a escala mundial de la
política de Santa Alianza. Gran Bretaña mantuvo una actitud de mediación,
reconocimiento y apoyo de las nuevas naciones independientes en beneficio de su
intervención económica. La actitud de USA fue también decisiva, pues apoya a
hispanoamérica desde el principio, apoyo que se concretó en la formulación de la
Doctrina Monroe (diciembre 1823, “América para los americanos”). Buscaba: distanciar
a nuevas naciones hispanoamericanas de su relación con Europa y disponerlos a una
creciente intervención y dependencia neocolonial de USA (auténticos domindores del
continente americano desde entonces).

LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874)


REGENCIAS (MARIA CRISTINA-ESPARTERO)
REGENCIA DE MARIA CRISTINA (1833-1840)
Con independencia de la guerra carlista, el advenimiento de Isabel II significa el
afianzamiento de la monarquía constitucional. Sin embargo, diversas razones dificultan
el proceso. De un lado, es evidente que la Regente no es liberal, pero las circunstancias
le obligan a aceptar el apoyo de los liberales para defender el trono de su hija frente a
las pretensiones carlistas. De otro lado, el liberalismo español resulta en estos
excesivamente débiles debido a la disivisión interna entre las dos ramas que han ido
configurándose en su seno: moderados y progresistas.
Partiendo del gobierno inicial de Céa Bermúdez, pronto sustituido por Martínez de la
Rosa, durante la minoría de Isabel II el gobierno experimenta un desplazamiento
progresivo hacia la izquierda progresista. Durante su gobierno se inicia la redacción de
una Ley de Bases para el funcionamiento de las Cortes, que cristalizó en el Estatuto
Real (más próximo a una Carta Otorgada que a una Constitución). En él destaca la
ausencia de principios liberales (como la soberanía nacional o los derechos
individuales) y generó la división entre los liberales conformes con él (moderados) y los
que no lo estaban (exaltados, o progresistas) porque pretendían imponer la Constitución
de 1812.
Debido a lo anterior, se produce la Revolución de 1835, urbana y burguesa, que surge
para acabar con el carlismo y con el gobierno moderado. Maria Cristina tiene que
nombrar ministro a Mendizábal (progresista), sustituido al poco tiempo por Istúriz
(moderado). El gobierno Istúriz preparaba en julio de 1836 un proyecto de Constitución
más progresista cuando se produjo el motín de los sargentos de La Granja (12 de
agosto) por el que la reina gobernadora se vio obligada a nombrar un nuevo gobierno,
presidido por Calatrava y a reconocer la Constitución de 1812.
Debido a ello, la reina encarga el gobierno a un progresista, el extremeño José María
Calatrava, que centra su obra en un texto constitucional de acuerdo con los tiempos, la
Constitución de 1837, un texto flexible que no contentó a ningún grupo enteramente,
pero que hizo posible el gobierno. La nueva Constitución, compuesta por 77 artículos,
tiene un carácter progresista y significa la consolidación del régimen constitucional en
España. La idea que presidió su elaboración fue la de hallar un texto intermedio entre la
Constitución de Cádiz y el Estatuto Real, intentando conformar a progresistas y a
moderados.
De 1837 a 1840 se suceden en el gobierno las facciones liberales (progresistas y
moderados) hasta que en 1840 se desata una crisis a causa de la Ley de Ayuntamientos,
en la que los moderados pretendieron modificar la normativa vigente acerca de la
elección popular de los alcaldes, que aseguraba el dominio progresista en la
administración local y sustituirla por la designación directa de esos cargos por la reina.
El conflicto enfrentó directamente a la Regente con Espartero (líder progresista),
terminando con la renuncia de Maria Cristina, que se exilió a Francia.
PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840)
Más que un pleito dinástico, es un conflicto ideológico en el que los tradicionalistas
(absolutistas ultraconservadores) luchan contra la revolución liberal. Acaudilla el
movimiento tradicionalista, o carlista, Carlos Mª Isidro, hermano de Fernando VII, que
reivindica sus derechos dinásticos frente a su sobrina Isabel. Recordemos que Fernando
VII deroga la Ley Sálica (que impedía a las mujeres acceder al trono) mediante la
Pragmática Sanción.
El carlismo era partidario del realismo exaltado, del absolutismo y del Antiguo
Régimen, del integrismo religioso y la defensa de los Fueros (lo que atrae a navarros y
vascos). Un grupo importante de la sociedad urbana, y sobre todo rural, apoyó al bando
carlista. Los que más apoyaron a éstos fueron los religiosos de las órdenes afectadas por
las desamortizaciones, una parte menos numerosa del clero secular, miembros no
destacados del ejército, nobles provincianos (viejos hidalgos propietarios) y parte del
campesinado que sufría desde comienzos del siglo XIX un retroceso en sus condiciones
de vida.
Isabelinos o cristinos eran los seguidores de Isabel II y de su madre. Pretendían liquidar
el Antiguo Régimen y la implantación de un sistema político liberal (aunque con
tendencias diversas). La mayoría de la población defendió la legalidad vigente, pero
destacaban en el bando isabelino la mayor parte de los cargos de la administración y de
la burocracia provincial y municipal, los miembros del ejército, clases medias,
financieros y comerciantes, los de profesiones liberales, alta nobleza, gran parte del
clero secular y la mayoría de los sectores populares.
La guerra estalló el 1 de octubre de 1833 y finalizó en 1840. Se desarrolló sobre todo en
dos áreas: el territorio vasco-navarro y el Maestrazgo, aunque las correrías afectaron a
todo el país. Se desarrolla en las siguientes fases:
- Etapa de iniciativa Carlista (1833-1835). El foco principal estuvo en el País
Vasco y Navarra, pero hubo otros en Aragón, Cataluña, Valencia y las dos
Castillas. Los liberales lograron frenar a los carlistas en las ciudades, en una de
ellas, Bilbao, murió el general carlista Zumalacárregui.
- Extensión del conflicto (1835-37). Se inician expediciones carlistas al sur del
Ebro, donde se puso de manifiesto el escaso apoyo al carlismo, que no era capaz
de cohesionar territorios, fracasando en la toma de Madrid y Bilbao, defendida
por el general Espartero.
- Victoria liberal. Ante la imposible victoria en parte por la falta de recursos, el
carlismo se dividió en facciones: una derecha intransigente, reacia a la rendición
o pacto y un sector moderado o transaccionista, que con el general Maroto a la
cabeza firmó la Paz o Convenio de Vergara (1839). Mientras otro general,
Cabrera, continuó la Guerra en el Maestrazgo hasta 1840.
El final de la guerra significó el triunfo del liberalismo y lugares como Navarra y País
Vasco que conservaban sus Fueros a pesar de los Decretos de Nueva Planta, sufrieron la
restricción foral. El carlismo perdió fuerza en 1840, pero no desapareció y
esporádicamente rebrotaría, obstaculizando la política del reinado de Isabel II.
REGENCIA DE ESPARTERO (1840-1843)
Los militares se evidencian claramente cuando, a raíz de la crisis suscitada por la
cuestión de los ayuntamientos, Espartero, vencedor de los carlistas, alcanza la más alta
magistratura de la nación, como Regente de Isabel II, el 10 de mayo de 1841.
Espartero, gracias a su prestigio como general en la guerra carlista, se convierte en
símbolo militar del progresismo, inaugurando una etapa política caracterizada por la
activa participación de los militares en el gobierno del país. Efrentado, por cuestiones
profesionales, con Narváez, el general que se convertirá, a lo largo del próximo cuarto
de siglo, en líder de la tendencia moderada.
Fue elegido Regente entre el descontento de los moderados, apoyados por María
Cristina desde el exilio y de los propios progresistas, en desacuerdo con muchas de sus
medidas, tales como la falsificación electoral, nepotismo, estrategias de caudillo y la
dura represión para responder a las revueltas de Barcelona en 1842, cuyo sector textil se
manifestaba en contra de las medidas librecambistas y probritánicas del gobierno, que
perjudicaba la producción de sus paños. Su falta de visión política le irá incitando
diversas enemistades que acabarán produciendo su caída del poder.
Inicialmente, no hay que menospreciar el hecho de que existiera una situación de
conflicto entre la burocracia civil y la militar como consecuencia de la precaria
situación de la Hacienda, inclinándose Espartero en beneficio de la burocracia militar.
De otra parte, la fragmentación de los progresistas en tres grupos (Joaquín María López,
Salustiano Olózaga y Manuel Cortina) hacía muy difícil actuar con criterios que
resultaran satsfactorios para todos. Finalmente, su política económica en beneficio de
los tejidos ingleses, se tradujo en un sentimiento de hostilidad hacia su persona en
Cataluña, produciéndose incluso enfrentamientos con otros militares significativos,
como sería el caso de Prim.
El debilitamiento de su situación le llevó a disolver las Cortes en noviembre de 1842,
convocando nuevas elecciones para abril de 1843. En las nuevas Cortes, el líder del
sector progresista más hostil a Espartero, Joaquín María López, lanzó severas
acusaciones sobre el fraude electoral, acentuando la sensación de crisis del régimen de
Espartero.
La revuelta de los progresistas contra el Regente se inició el 24 de mayo de 1843 con la
sublevación de la milicia nacional de Málaga, propagándose el movimiento a otros
puntos de Andalucía. Posteriormente, en Cataluña se produciría otro levantamiento
progresista, liderado por Prim.
En una segunda fase, cuando la situación estaba indecisa, los moderados, con Narváez
al frente, se suman al movimiento. Desde Valencia, a partir del 27 de junio, una
importante columna militar se pone en marcha sobre Madrid. El 17 de julio se enfrenta a
las tropas de Espartero en Torrejón de Ardoz. El 23 Narváez entra victorioso en Madrid
y Espartero marcha al exilio. Se inicia entonces un período de transición con breves
gabinetes, en el transcurso del cual, el 10 de octubre de 1843, se iniciaba el reinado
personal de Isabel II.
REINADO DE ISABEL II (MAYORÍA DE EDAD 1843-1868)
DÉCADA MODERADA
El mismo día del comienzo del reinado efectivo de Isabel II, el Gobierno de Joaquín
María López dimitió. Como sustituto fue nombrado Salustiano Olózaga, jefe del Partido
Progresista que, acusado de haber obligado a la reina niña a disolver las Cortes, era
destituido a los nueve días. Una vez conseguido el poder por el Partido Moderado, bajo
el liderazgo del general Narváez, dominó la escena política durante los diez años
siguientes, dando nombre a la Década Moderada. En este período se elaboraron la
Constitución de 1845, que proclamaba la soberanía compartida y anulaba algunas
conquistas del liberalismo progresista, y unas leyes orgánicas de carácter muy
restrictivo que sentaron las bases del poder moderado y de la organización política y
administrativa del Estado liberal. Entre estas reformas destacan:
- La nueva división provincial del Javier de Burgos (1833), que establece 48
provincias administradas por una Diputación y un Gobierno civil.
- Administración centralizada.
- Creación de la Guardia Civil para velar por la seguridad pública, vigilar el medio
rural y la defensa del nuevo sistema de propiedad.
Se realizó la reforma de la Hacienda, que establecerá un nuevo sistema fiscal, que
pretendía potenciar la contribución directa a través de impuestos directos e indirectos.
Por el Concordato de 1851 con la Santa Sede, se logró el reconocimiento de la Iglesia a
la monarquía isabelina y que aceptara la desamortización efectuada hasta entonces,
exigiendo como contrapartida compensaciones económicas (compromiso de mantener y
proteger al clero…), reconocimiento de la confesionalidad del Estado (Constitución de
1845), la presencia de la Iglesia en la enseñanza y que se paralizase el procesa de venta
de bienes nacionales pendientes. Una de las cuestiones más controvertidas fue la del
matrimonio real que, convertido en razón de Estado con claras implicaciones en las
cortes europeas, dio origen a largas y complejas negociaciones diplomáticas para elegir
el futuro rey consorte. El 10 de octubre de 1846, el mismo día de su decimosexto
cumpleaños, se celebra el enlace de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón,
una elección completamente desacertada, pero que fue la única dandidatura viable dada
la presión internacional, sobre todo francesa. El matrimonio fracasó en los primeros
meses.
El Gobierno moderado se ejercitó de forma restrictiva y exclusivista, obligando a los
progresistas, marginados del poder, a recurrir a la vía insurreccional y a los
pronunciamientos, mecanismo de insurrección militar frencuentemente combinado con
algaradas callejeras, para forzar un cambio político y acceder al Gobierno. La Década
Moderada se cerró con el gobierno de Juan Bravo Murillo, quien llevó a cabo una
amplia labor administrativa y hacendística. En estos años, la actuación ministerial había
sido cada vez más autoritaria y la corrupción se había generalizado con los negocios
fáciles y el enriquecimiento rápido de las camarillas próximas al poder y a la soberana.
BIENIO PROGRESISTA
Los problemas derivados de la corrupción y del gobierno de la camarilla, a los que se
unía el descontento de los progresistas excluidos del poder, alentaron las críticas de la
clase política y favorecieron la actuación revolucionaria.
A finales del mes de junio de 1854 tiene lugar el pronunciamiento de los generales
O’Donnell y Dulce. La llamada Vicalvarada tenía en principio unos objetivos muy
limitados, corregir la corrupción y cambiar el Gobierno sin abandonar el moderantismo,
pero la intervención de los progresistas abrió una fase de levantamiento popular que
llevó a los sublevados a ampliar su programa. El Manifiesto de Manzanares de 7 de
julio de 1854, redactado por Cánovas del Castillo y firmado por O’Donell, exigía
reformas y unas Cortes Constituyentes para hacer posible una auténtica regeneración
liberal.
Se inaguraba una nueva etapa progresista, escasa en resultados políticos por su corta
duración, un bienio escaso, pero densa en realizaciones de carácter económico. La reina
entregó el poder a Espartero y O’Donell, representantes de la coalición que alentó la
revolución, pero la continuidad y estabilidad de este Gobierno mixto fue dificil. Se
elaboró una nueva Constitución de inspiración progresista que afirmaba explícitamente
la soberanía nacional –la non nata de 1856- y se aprobaron importantes leyes
económicas, fundamentales para el desarrollo del capitalismo español como:
- La Ley de Ferrocarriles (1855), que hace posible la implantación de este medio
de transporte.
- Las Leyes Bancarias y de Sociedades (1856), que favorecen el desarrollo
económico.
- Se retomó la desamortización con la promulgación de la Ley Madoz (1855), que
afectaba a los bienes civiles y eclesiásticos, lo que provocó la ruptura de
relaciones diplomáticas con el Vaticano.
El liberal y ministro de Hacienda, Pacual Madoz, aprovechando el Bienio Progresista,
promulga el 1 de mayo de 1855 la Ley General de Desamortización, con la que se
ponen a la venta bienes de propiedad colectiva (comunales) o amortizados, tanto los
eclesiásticos aún no vendidos como los que eran de los municipios o del propio Estado.
Por tanto, lo que se proponía era culminar el proceso desamortizador ya iniciado y que
había sido suspendido durante la década Moderada. La venta fue en subasta y el pago en
metálico, aplazado a 14 años. Las desamortizaciones afectaron al 20% del total de la
tierra de la superficie nacional, contribuyó a la transformación de la sociedad estamental
en burguesa y consolidó la alianza entre burguesía y nobleza terrateniente.
Las diferencias entre Espartero y O’Donell se agudizan cuando éste funda la Unión
Liberal, partido de tendencia moderada. Asímismo, surgen los primeros conflictos
propios de países industrializados: aparecen las primeras huelgas y choques entre
patronos y obreros e incidentes en el mundo rural, que acabaron desgastando la figura
de Espartero fortaleciendo la figura de O’Donnell que marcó la vuelta al moderantismo
y la reposición de la Constitución de 1845.
VUELTA AL MODERANTISMO (1856-1868)
La reina recurre a O’Donnell para desplazar a los progresistas del poder y restablecer la
Constitución de 1845, que será suavizada con un Acta adicional (1856), pero, a
continuación, será Narváez quien gobierne durante el bienio 1856-58. Bajo su mandato
se restablecen los parámetros políticos de la etapa moderada anterior con la anulación
del Acta Adicional y se aprueba la Ley Moyano (1857) que ordena y centraliza la
instrucción pública de toda la nación. Se abre entonces un período de alternancia entre
los moderados de Narváez y la Unión Liberal liderada por el general O’Donnell, que
entre 1858 y 1863, será de nuevo el protagonista de la vida política española, dando
paso a un período con cierta calma política caracterizado por una gran prosperidad
económica y una intensa actividad en política exterior con la guerra de África (1859-
1860), la anexión de Santo Domingo (1860-1865) y la intervención de México (1861-
1862).
El gobierno unionista ejerció una política pragmática, centrada en el impulso de las
obras públicas y de las inversiones de sectores en desarrollo: como el ferrocarril, las
minas o el sistema financiero. Con la caída de O’Donnell en 1863 entramos en la última
etapa del reinado de Isabel II marcada claramente por la descomposición del sistema
político y la desligitimación de la Corona. Se sucedieron gobiernos siempre de corte
moderado mientras el exclusivismo y el carácter rpresivo del régimen se acentuaban a
medida que la oposición aumentaba y partía cada vez de mayores frentes.
Por otra parte, la vida amorosa de la reina y los escándalos en palacio, aireados o
utilizados por su propio esposo, Francisco de Asís, y miembros de la camarilla y del
Gobierno, contribuyeron notablemente a desprestigiar la imagen de la monarquía.
El ambiente político se enrareció todavía mucho más a partir de 1865, con la destitución
de Castelar como catedrático de la Universidad y la represión contra los estudiantes en
la llamada Noche de San Daniel, ordenada por Luis Gonzáles Bravo. El sistema
moderado se hundía y arrastraba consigo a la monarquía. Ante el deterioro de la
situación política, los progresistas y los demócratas se retraen de la vida política
inclinándose una vez más por la vía insurreccional. Un nuevo gobierno de la Unión
Liberal intentó, en último término, atraer de nuevo a los progresistas con una tímida
reforma política que ampliaba el censo electoral, pero no lo consiguió, como
demostraron los intentos de pronunciamiento de Prim en enero de 1866 y del Cuartel de
San Gil en el mes de junio de ese mismo año.
El retorno de Narváez aceleró los preparativos de la conspiración que se consolidó con
la firma del Pacto de Ostende de agosto de 1866, que agrupó a progresistas y a
demócratas y, más tarde, al morir O’Donnell en 1867, a la Unión Liberal. Ya no se
trataba de luchar sólo por uin relevo gubernamental, sino que se exigía el
destronamiento de la reina. La conspiración pronto rebasó los círculos militares y contó
con un importante apoyo popular. La coincidencia con una coyuntura de crisis
económica y de subsistencias y el endurecimiento del régimen dirigido de nuevo por
González Bravo, contribuyeron a crear un contexto favorable a la revolución.
El 18 de septiembre de 1868, la armada se pronuncia en la bahía de Cádiz, tras la
proclama del Almirante Topete. El triunfo de la revolución tras la batalla de Alcolea (38
de septiembre de 1868), Isabel II era destronada y marchaba al exilio a Francia,
iniciándose en España un período de seis años, conocido como el Sexenio Democrático.

EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)


INTRODUCCIÓN
El Sexenio representa el afán de cierta burguesía radical para democratizar el sistema
liberal. La revolución significaba la posibilidad de pasar de un régimen liberal (basado
en una monarquía constitucional y un sufragio restringido) a uno democrático (basado
en soberanía nacional, sufragio universal y amplias libertades económicas, políticas y
sociales). En puridad, no habría que hablar tanto de revolución como de revoluciones
distintas. La que triunfó no fue propiamente ni tan revolucionaria ni tan democrática,
pues no persigue la revolución social. Se limitó a un programa de gobierno sin atacar los
problemas socioeconómicos de fondo. La revolución llevó al poder a un conglomerado
heterogéneo de fuerzas políticas unidas por la hostilidad a la monarquía borbónica y la
defensa de un ideal político formalmente democrático.
Aunque la experiencia resultó frustrante (por no poder consolidar este proyecto
democratizador) frue trascendente ya que permitió que políticos e intelectuales
debatieran la forma de incorporar a la vida política a todas las clases sociales además de
que también permitió que salieran a la luz una serie de tensiones políticas y sociales,
nuevas (regionalismos, anarquismo) y viejas (carlismo), gracias al clima de libertades
públicas (asociación, reunión, imprenta, expresión) que propició. En realidad se puede
hablar de un auténtico frenesí electoral (nacionales en 1869, 1871, abril de 1872, agosto
de 1872 y 1873, también provinciales y locales) mediante sufragio universal masculino,
aunque esto suponía un hecho revolucionario, su frecuencia provocó hastío en el
electorado. Completa la transición hacia el estado liberal, con un sistema económico
plenamente capitalista.
“LA GLORIOSA” (1868)
“LA GLORIOSA REVOLUCIÓN” (1868)
Diríamos que sus causas fueron la crisis económica (agraria, industrial y financiera), el
deterioro político de los moderados (impopularidad por su forma de gobernar) y la
organización de la oposición en 1866 en el Pacto de Ostende entre Progresistas,
Demócratas y Unionistas.
Siguió el esquema clásico (sublevación militar y formación de Juntas Revolucionarias),
aunque los elementos diferenciadores fueron tanto la trama política que lo alentó, como
el apoyo popular que tuvo inmediatamente. Por tanto, se trata de un proceso
revolucionario alejado del modelo estrictamente militarista.
El levantamiento militar del 19 de septiembre de 1868 fue protagonizado por los
generales Prim, Serrano, Dulce y el almirante Topete. Iniciado en Cádiz, se extendió
rápidamente por Andalucía y otras ciudades peninsulares hasta que las tropas
gubernamentales (comandadas por Pavía) fueron derrotadas por las de Serrano en la
batalla de Alcolea del Pinar (Córdoba, el 28 de septiembre), que decidió el triunfo de la
revolución. La reina (que veraneaba en San Sebastián) salió del país camino del exilio
en Francia.
La sublevación se acompañó de la formación de Juntas Revolucionarias (entroncando
así con la trayectoria juntista decimonónica) y el resurgimiento de la Milicia Nacional
(denominanda ahora Voluntarios de la Libertad) para defender la revolución. Tduvo un
amplio apoyo social, uniendo sus fuerzas la burguesía acomodada (opción monárquico-
radical) a los sectores que padecieron más las consecuencias de las duras condiciones de
vida, como las clases populares urbanas, la pequeña burguesía y el campesinado (opción
democrático-republicana).
El ideario de la revolución es una mezcla de ideología demócrata (sufragio universal,
supresión de consumos y de quintas) y progresistas que apartan a los demócratas del
gobierno (libertades políticas y civiles, secularización del Estado, reforma de Hacienda,
libertad económica y rechazo a la dinastía borbónica).
La Gloriosa Revolución proclamó todos los principios fundamentales de la democracia,
fue bien recibida, en principio, por los gobiernos de las principales potencias y
revitalizó la vida intelectual del país. Sin embargo, topó con numerosos problemas. El
principal problema fue de tipo político, de legitimidad, por falta de consenso. Por otro
lado, nació condicionada por la sublevación independentista cubana y las expectativas
generadas se fueron desvaneciendo conforme surgieron nuevos conflictos (segunda
guerra carlista y agitación cantonal). Por último, tampoco el contexto internacional
(marcado por el final del II Imperio, la culminación de las unificaciónes italiana y
alemana y la represión de la Comuna de París) ayudó a consolidar un régimen que
pretendía profundizar en las reformas democráticas.
EL GOBIERNO PROVISIONAL (1868-1869)
EL GOBIERNO PROVISIONAL
Presidido y formado por unionistas (Serrano) y progresistas (Prim), quedaron fuera los
demócratas, la finalidad de este Gobierno Provisional era estabilizar la situación y
construir el primer régimen democrático en España. Quedaba aplazada la cuestion de la
forma del nuevo régimen hasta las próximas elecciones.
Como primeros pasos, los poco radicales Serrano y Prim (ministro de Guerra) se
apresuraron a desarmar a los Voluntarios de la Libertad y a disolver las Juntas
Revolucionarias, cuyos programas (en algunos casos con un lenguaje más radical)
reivindicaban derechos políticos (cortes constituyentes, sufragio universal, libertades de
asociación, reunión, imprenta, religiosa y de enseñanza) y sociales (supresión de quintas
y de pena de muerte, así como de impuestos de puertas y consumos) e, incluso, la
supresión de la Guardia Civil y del Ejército.
El Gobierno Provisional dio satisfacción a los drechos políticos reclamados por las ya
disueltas Juntas, pero pospuso las reivindicaciones sociales y militares. Entre las
medidas del gobierno provisional destacan la supresión de impuestos de consumos, el
decreto de libertad de enseñanza y la reforma de la educación secundaria, el decreto de
libertad de imprenta y la emancipación de los hijos de esclavos nacidos tras la
revolución.
En las elecciones a Cortes Constituyentes triunfó la coalición de centro formada por
progresistas, unionistas y demócratas 70% que eran partidarios de una monarquía
democrática, quedando en minoría tanto las derechas (isabelinos 5% y carlistas 5%)
como la izquierda (republicanos federales) 20% y divididos entre sí. Elegidas por
primera vez por sufragio universal (por los varones mayores de 25 años), se optó por el
distrito uniprovincial (principio progresista) y vinieron a suponer una especie de
plebiscito sobre el sistema de gobierno. Aunque la implicación gubernamental en la
campaña se hizo notar, hubo, en general, limpieza en el proceso electoral.
Las Nuevas Cortes (reunidas por primera vez el 11 de febrero de 1869) emprendieron
una tarea legislativa progresista (libertad de prensa y de asociación), una legislación
económica librecambista con entrada de capital extranjero y una racionalización del
sistema monetario (con la peseta como moneda nacional).
LA CONSTITUCIÓN DE 1869
Como constituyentes que eran, la labor fundamental de las nuevas Cortes fue la
elaboración y aprobación de la Constitución de 1869 (aprobada el 1 junio, promulgada
el 6 de junio). Con influencias de la belga y la estadounidense, tenía 112 artículos, un
preámbulo donde habla de soberanía nacional y de separación de poderes: al rey le
corresponde el ejecutivo y la facultad de disolver las Cortes, los ministros elaboran las
leyes y el rey sólo las sanciona y las promulga, apostaba por una monarquía
parlamentaria y democrática, recogía una amplísima declaración de derechos
individuales (libertad de imprenta, derecho de reunión y asociación, inviolabilidad del
domicilio…), confirmaba el sufragio universal masculino (conquistado en jornadas
revolucionarias) y reconocía la libertad de cultos (aunque manteniendo el presupuesto
estatal de culto y clero). A diferencia de las constituciones precedentes, el centro del
poder residía ahora en las Cortes (control del gobierno, iniciativa legislativa y
nombramiento de su propia mesa), elegidas por sufragio universal directo el Congreso
de los Diputados e indirecto el Senado.
En consecuencia, era un texto democrático y muy superior técnicamente a los
anteriores. El sufragio universal y el derecho de asociación contribuyeron a la
politización de los trabajadores, que dejaron su subordinación a progresistas o
republicanos. Pero la constitución satisfizo a pocos, pues pareció muy avanzada para los
católicos y poco avanzada para los republicanos (por ser monárquica).
LA REGENCIA DE SERRANO (1869-1870)
LA REGENCIA DE SERRANO
Tras aprobar la Constitución, Serrano fue elegido Regente (en espera de elegir la
candidatura al trono más adecuada) y Prim de jefe de gobierno desde el 18 de junio de
1869. A la guerra de Cuba (que se arrastraba desde 1868) se añadieron otros graves
problemas, entre ellos tenemos insurrecciones republicanas y de campesinos como el
Pacto de Tortosa (“intransigentes”) o los levantamientos en el verano en Cataluña,
Aragón, Valencia, Andalucía, Extremadura, Galicia, Asturias y Castilla y León, también
ya hay oposición de carlistas y alfonsinos y también como consecuencia de las
actuaciones del gobierno y de la Constitución unas muy complicadas relaciones con la
Iglesia y la Santa Sede.
Uno de los problemas más importantes fue la búsqueda del candidato al trono, que
devino en un problema internacional que prolongó la propia Regencia. Entre los
distintos candidatos (Espartero, Fernando Coburgo, el Duque de Montpensier, Leopoldo
de Hohenzollern y Amadeo de Saboya) las Cortes acabaron eligiendo a este último,
apuesta personal de Prim, por mayoría, en el camino se había abandonado la cadidatura
prusiana (Hohenzollern) ante las presiones de Luis Napoleón. No menos importante era
dar satisfacción a las demandas populares (abolición de impuestos, quintas, demandas
obreras y hambre de tierras de campesinos), pero la falta de respuestas provocó
protestas sofocadas sangrientamente.
Para solucionar los diversos problemas era imprescindible la unión de la coalición de
fuerzas de la revolución (progresistas, unionistas) demócratas. Sin embargo, la elección
de Amadeo resultó fatal porque provocó nuevas fracturas en la coalición del 69, que
acabó rompiéndose (sirvió para unir en torno a Prim la coalición progresista-derecha
demócrata, pero contrarió a los unionistas, mientras la izquierda demócrata optó por el
republicanismo), mientras supuso un desafío a la Santa Sede.
AMADEO I DE SABOYA (1870-1873)
Amadeo I de Saboya fue el primer rey de España por designio del Parlamento (frente a
los Borbones, apoyados en la tradición) iniciándose un reinado de dos años basado en
una intachable actuación parlamentaria. Pero se enfrentó a multitud de problemas desde
el principio que, a la postre, provocaron su abdicación en febrero de 1873.
Precisamente, el mismo día que desembarcaba en Cartagena, el 30 de diciembre de
1870, moría Prim (a raíz de las heridas del atentado que sufrió tres días antes),
quedándose sin su principal valedor. Por otra parte, no consiguió consolidar un sistema
moderno de partidos, encontrándose con la oposición de muchas fuerzas y la división
del bloque progresista-demócrata, lo que generó una gran inestabilidad política. A los
problemas anteriores, se sumó la crítica situación económica y un nuevo conflicto
carlista. Y, en definitiva, su mayor problema era el escaso apoyo popular.
La oposición a Amadeo incluía muchas fuerzas, desde la derecha a la izquierda: a)
alfonsinos, en torno a Cánovas, que aglutinaba la vieja nobleza hostil al rey extranjero y
la oligarquía de banqueros, industriales y terratenientes; b) carlistas, que tras participar
en los procesos electorales al principio, se preparaban para volver a empuñar las armas;
c) los republicanos federales, frustados por una constitución monarquica y que
promovían protestas; d) la Iglesia, opuesta a una constitución no confesional y que
arremetía contra el hijo de un monarca sacrílego (considerado usurpador de los Estados
Pontificios); e) el movimiento obrero, influido por el anarquismo, no confiaba ni
siquiera en el republicanismo, despreciaba el juego político.
En la noche del 18 de julio (otra vez esta fecha) de 1872, cuando Amadeo y Maria
Victoria regresaban del Retiro, fueron objeto de un atentado, del que salieron ilesos.
Varios hombres desde la esquina de la calle Arenal, dispararon contra los reyes. Nunca
se supo la autoría del atentado y los partidos políticos se echaron mutuamente las
culpas.
Por otro lado, el asesinato de Prim dejó a la monarquía amadeísta sin liderazgo y
precipitó la escisión del bloque progresista-demócrata en dos partidos:
- Mateo Sagasta (constitucionalista) de carácter más moderado, apoyados por los
Unionistas de Serrano.
- Ruiz Zorrilla, de carácter más radical, apoyados por los Cimbrios (grupo
separado del partido demócrata).
Para documentar la inestabilidad política valgan los siguientes datos: 6 gabinetes
(destacan los presididos por Sagasta, Serrano o Ruiz Zorrilla) y 3 elecciones
legislativas, reguladas por una nueva ley electoral que volvía a la idea moderada de
división de provincias en múltiples distritos electorales, lo que posibilitó una mayor
manipulación gubernamental que los años anteriores. En marzo de 1871, el gobierno de
Serrano consiguió la victoria a pesar de alianza opositora (republicanos,
montpensieristas, moderados, absolutistas-carlistas). En abril de 1872 ganaron los
conservadores o adictos (unionistas y constitucionales) frente a la Coalición Nacional
(radicales de Ruiz Zorrilla, republicanos, moderados, grupo carlista favorable a la lucha
parlamentaria), pero fue una legislatura muy breve. En agosto 1872 hubo nuevos
comicios, con menos corruptelas electorales, en las que los carlistas no participaron y en
las que arrasaron los radicales, mientras los sagastinos retrocedían.
Desde mayo de 1872, los carlistas creyeron había llegado su hora y reemprendieron la
lucha armada. El nuevo pretendiente, Carlos VII, que había entrado en España por Vera
de Bidasoa, dirigió las operaciones militares personalmente. Estableció una
administración en Estella y dominó el espacio no urbano en Navarra y País Vasco.
Partidas carlistas operaron también en Cataluña y el Maestrazgo. La rebelión empezó a
tomar mayores proporciones en 1873 y continuará otros tres años más. Con todos estos
problemas de base, varios fueron los disparadores de su caída. En primer lugar, la
negativa de Amadeo a emprender una política de dureza (como pedían Sagasta y
Serrano), por lo que, en los momentos finales, solo era sostenida la monarquía por los
radicales de Ruiz Zorrilla. A esto se añadió el conflicto del gobierno con el arma de
artillería, que hubiera sido fácilmente resuelto en otras circunstancias, pero que se
complicó en esta coyuntura.
El nombramiento del General Hidalgo como capitán general de las vascongadas (País
Vasco), fue rachazado por haber participado en la represión de los artilleros de san Gil
(1866). Los mandos de artillería solitiaron la separación colectiva del servicio. Amadeo
se niega, pero al haber sido apoyada por el congreso firma la separación. Tras disolver
el cuerpo Ruiz Zorrilla, Amadeo aprovechó para abdicar el 10 de febrero de 1873,
demostrando un escaso afán por conservar un puesto en el que se sentía incómodo y sin
suficiente apoyo. La abdicación creaba un gravísimo problema de régimen, un vacío de
poder que Congreso y Senado pretendieron solucionar proclamando la I República.
LA CONSTRUCCIÓN DEL FERROCARRIL EN ESPAÑA
El contexto para la construcción de la red ferroviaria era una industrialización que fue
tardía en España siendo las únicas zonas industriales Cataluña con el textil y Asturias y
País Vasco con la siderurgia. Fue en 1844 y hasta 1848 cuando tuvo lugar la
construcción de la 1ª línea de ferrocarril en España, Barcelona-Mataró, como
consecuencia de la real orden 31 diciembre de 1844, la siguiente fue en 1851, Madrid-
Aranjuez.
A continuación, vino la Ley de Ferrocarriles de 1855, construyéndose la red básica
centralizada en Madrid. La construcción del ferrocarril dependía de la protección del
Estado, que ofrecía subvenciones a las compañías por kilómetro de vía férrea
construída. Esto hizo que a menudo se planificasen trazados en función de la
subvención más que de la viabilidad económica de la propia línea. La época de mayor
construcción fue 1856-1866 (5.000 km) hasta 1900 (13.200 km). Junto con una
revolución de los transportes en el último tercio del siglo.
Como consecuencia de la especulación y los pocos beneficios tuvo lugar una crisis del
sector que arrastró a la economía en general, con una quiebra del sistema bancario,
caída de precios, malas cosechas y déficit presupuestario. El impacto del ferrocarril en
la economía española conllevó a un aumento de la demanda de materiales siderúrgicos y
de carbón, un aumento de la oferta de trabajo y la articulación del territorio para el
transporte de personas y mercancías.
LA I REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873-1874)
El 11 de febrero de 1873 el Senado y el Congreso, en sesión conjunta, proclaman la I
República con 258 votos a favor, y 32 en contra y que venía a ser “la revolución en la
revolución”. Pero nació hipotecada por unas Cortes en las que el republicanismo era
minoría y en las que la mayoría correspondía a los radicales de Ruiz Zorrilla
(favorables, en todo caso, a una República unitaria). En realidad, la República fue
proclamada por tres diferentes causas:
- La ausencia de un candidato monárquico, pese a estar vigente una constitución
monárquica.
- La presión popular.
- Tras fracasar la monarquía democrática quedaba por ensayar el régimen
republicano.
La decisión a favor de la República vino a darles el poder inesperadamente a los
republicanos “cuando más lejos estaban de conquistarlo” como una necesidad, de una
manera ordenada y pacífica, dispuesta a impedir que la violencia echara a perder un
logro tan inesperadamente conseguido y a demostrar a los asustados conservadores que
era compatible con el orden y la propiedad (López Cordon) pero los hechos fueron
otros.
La República se caracterizó por la rapidez de los acontecimientos, es decir, en un año
hubo 4 presidentes y 6 gobiernos, la inestabilidad política (centralista-federalistas), los
conflictos bélicos como el cantonalismo, el carlismo y Cuba así como las agitaciones
sociales.
Bases Ideológicas y Posición de los distintos grupos políticos. Tanto carlistas
(enfrentados en guerra) como los sagastinos y los alfonsinos se retiraron de participar
por ser contrarios al régimen. Los radicales empezaron apoyando el nuevo régimen,
pero acabarán aliándose a la Guardia Civil. Solo los republicanos participarán en el
gobierno, pero estaban divididos entre unitarios (Salmerón y Castelar) que eran una
minoría, conservadores y centralistas, partidarios de implantar la República “desde
arriba”, y por otro lado, federalistas, mayoría, divididos en benevolentes (Figueras, Pi y
Margall) partidarios de mantener el orden público, quieren imponer una República a
partir de la libre asociación (federalismo) de municipios pero de forma pacífica, e
intransigentes, raciales, que defienden la insurrección popular como forma de llevar la
república federal, protagonizan la revolución cantonal. El republicanismo defendía la
articulación de una sociedad desde una lectura radical de los principios de libertad,
igualdad y fraternidad. El programa de los republicanos (sobre todo los federales) se
convirtió en sinónimo de revolución social, al plantear el reparto de tierras, exigir
justicia distributiva a través de los impuestos y estructurar el Estado en federación
democrática de poderes, desde los municipios hasta la nación española como conjunto.
Gobiernos. No hubo ningún presidente de la República, sino el Poder Ejecutivo, porque
no llegó a ponerse en vigor la constitución republicana.
Presidencia de Figueras. Del 11 de febrero al 11 de junio de 1873. Figueras va a presidir
un gobierno que va a emprender medidas populares que van a llevarse a cabo durante la
monarquía, como la amnistía, la supresión de consumos y quintas o los intentos de
mejora de situación de clases populares. Pero fue un gobierno débil, desbordado por la
guerra carlista (que rebrotó con fuerza), la división de los republicanos y el cambio de
actitud de los radicales.
Presidencia de Pi i Margall. Del 11 de junio al 18 de julio de 1873. Pi y Margall va a ser
el que encabece un gobierno de republicanos federales solamente. Lleva a cabo un
intento de conciliación republicano de “orden y gobierno” y emprende un programa de
gobierno ambicioso, basado en la enseñanza gratuíta, la separación Iglesia-Estado y la
convocatoria de elecciones constituyentes (en mayo) con afán de fidelidad electoral,
aunque no hubo realmente competencia electoral (pues casi solo acudieron candidatos
republicanos). Pero se encontró con problemas muy serios, como guerra de Cuba, la
guerra carlista, un ejército contrario a la República, la actitud del movimiento obrero
(delcara la huelga general revolucionaria) y la insurrección cantonalista, que acabó
provocando su dimisión. De esta manera, el que era el principal ideólogo del
republicanismo federal no pudo ver satisfechas sus esperanzas de aprobar una
Constitución Federal por culpa del movimiento cantonalista que partía de un régimen
federal distinto (la libre federación de cantones y municipios) del propuesto por el
gobierno de la República (basado en diferentes Estados). Se llevaron a cabo distintas
medidas sociales para sofocarlo: Ley Benot, que regulaba el trabajo infantil, abolición
de la esclavitud en Cuba o la reorganización del ejército. Se trataba de una insurrección
confusa (mezcla de federalismo extremo, mesianismo social y tradición juntista), que
estalló en Valencia, Cartagena (resistió hasta 1874), Murcia, Alcoy, Córdoba, Jerez,
Cádiz, Sevilla y Granada, mal preparada y descoordinada (por su localismo), que acabó
desacreditando el federalismo.
Presidencia de Salmerón. Del 18 de julio al 8 de septiembre de 1873. La Asamblea
Constituyente se reunió en julio de 1873 y presentó un proyecto de constitución de
carácter federal precisamente cuando estaba herida de muerte la República Federal.
Entre julio y septiembre, el gobierno de Salmerón supondrá una desviación hacia el
moderantismo. Su labor de gobierno se centró en el restablecimiento del orden.
Destituyó a las autoridades que simpatizaban con el cantonalismo, movilizó a unidades
seguras, a la Guardia Civil y llamó a ochenta mil reservistas para luchar contra los
carlistas. Pero acabó dimitiendo por motivos de conciencia, al negarse a firmar unas
penas de muerte.
La Constitución de 1873 (República Federal). El texto de la primera Constitución
republicana, que no dio tiempo a ser aprobado por la propia dinámica de los hechos,
establecía novedades muy interesantes. Su declaración de derechos era similar a la de
1869, pero añadía de manera explícita por primera vez en España, la mención a la
soberanía popular. Desde el punto de vista territorial, suponía el primer intento de
descentralización, con una federación compuestra de diecisiete Estados (trece de ellos,
peninsulares, que coincidían con las regiones históricas, salvo León, dos insulares y
otros dos americanos, Cuba y Puerto Rico) y varios territorios coloniales. Por otra parte,
a los tres poderes clásicos se añadía el del Presidente de la República (poder relacional).
Aunque las Cortes eran bicamerales, el Congreso tenía más poderes que el Senado y se
apuesta por el juicio de jurados.
Presidencia de Castelar. Del 8 de septiembre de 1873 al 3 de enero de 1874. Lo
sustituyó al frente del gobierno Castelar, entre septiembre y diciembre, que, apuesta por
una República conservadora y autoritaria, basada en la suspension de las garantías para
mantener el régimen. Llamó al ejército para dominar la insurrección, impuso la
dictadura de prensa, suspendió las Cortes para evitar obstáculos internos, reanudó las
relaciones con la Santa Sede y consiguió importantes empréstitos nacionales y
extranjeros.
República Unitaria, Gobierno de Serrano. Del 3 de enero al 29 de diciembre de 1874. El
2 de enero de 1874, cuando se reabren las Cortes para ser revocados los poderes
extraordinarios del Presidente, se le hace a Castelar una moción de censura y en
consecuencia dimite y en la madrugada del 2 al 3 de enero entra el general Pavía en las
Cortes y quedan éstas disueltas por las tropas de Pavía. Su golpe, que apenas encontró
resistencias (por las contradicciones y desunión de las propias fuerzas revolucionarias),
acabó con la primera experiencia republicana española, que apenas duró once meses. Se
reúnen los tres capitanes generales en Madrid y los políticos influyentes para constituir
una República con Serrano como presidente.
Pronunciamiento del General Martínez Campos, 29 de diciembre de 1974. El golpe de
Estado pretende la vuelta de Alfonso XII. Martínez Campos lo proclama rey de España
con sus tropas el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto. Serrano escapa a Francia y
Cánovas del Castillo prepara el nuevo gobierno para restauración alfonsina.
El Manifiesto de Sandhurts sintentiza el programa de la monarquía, esto es, un régimen
monárquico de signo conservador y católico, que defendería el orden social y
restablecería la estabilidad política. El 9 de enero de 1875 el monarca desembarca en
Barcelona y todos los políticos acabaron por integrarse en el sistema político de la
Restauración.
EL FINAL DEL SEXENIO. LA INTERINIDAD DE SERRANO O LA
REPÚBLICA UNITARIA (1874)
El golpe de Pavía traducía el rechazo de las clases dominantes hacia la I República. Tras
el golpe, reunió a los notables de los viejos partidos, de aquella reunión salió nombrado
Serrano como jefe de un gobierno sólo republicano en las formas. La intervención
militar se realizó sin más alternativa política que la conservación del orden público. No
degeneró en un régimen militar, sino en una nominal República unitaria. Se trataba de
un régimen sin definición, sólo sostenido por el partido constitucional de Sagasta y el
radical de Ruiz Zorrilla.
Lo más urgente era acabar con la guerra civil. Para ello, la labor de gobierno se basó en
una política de mano dura: dio la espalda a las libertades democráticas, disolvió la
Internacional, persiguió a los republicanos y reestructuró el ejército para hacer frente a
la guerra carlista, asumiendo Serrano personalmente el mando de las operaciones. La
interinidad de Serrano suponía el ensayo del único sistema que faltaba por ensayar, la
falta de sistema y un paréntesis hacia la vuelta de la monarquía. El siguiente paso será la
restauración borbónica que vendrá al año siguiente.
Un nuevo golpe de Estado, ahora del general Martínez Campos en Sagunto, acelerará la
llegada de Alfonso XII al país a principios de 1875. Aunque Cánovas hubiera preferido
una entronización pacífica, el golpe es aceptado por el ejército y el gobierno sin
resistencia. Cánovas se puso al frente del ministerio-regencia. Todas las potencias
europeas y la Santa Sede reconocieron al nuevo régimen. Se ponía fin así al ciclo
revolucionario de la burguesía española para consolidar un Estado liberal que diera
entrada a sus demandas sociales, políticas y económicas.

LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA (1875-1902)


La Restauración propiamente dicha abarca dos etapas. En primer lugar, en reinado de
Alfonso XII que va desde 1875 a 1885, prácticamente monopolizados por Cánovas y su
sistema (salvo la esporádica entrada de Jovellar y Martínez Campos). Lo más destacable
es la pacificación interior, con el fin de la tercera guerra carlista en 1876 y la firma de la
paz de Zanjón en 1878 (que pone fin de momento al levantamiento cubano). Desde
1881 a 1885 se empieza a practicar el turnismo entre conservadores (Cánovas, 1884-
1885) y liberales (Sagasta 1881-83) separados por el gobierno de transición Posada
Herrera. En segundo lugar, la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo que va desde 1885
a 1902. En 1885, estando Cánovas como presidente del gobierno, muere Alfonso XII
cuando aún no estaba totalmente consolidado el sistema, es por ello que Cánovas y
Sagasta firman el Pacto del Pardo, que reforzará el turnismo para permitir la sucesión
tranquila de Alfonso XII y que también se suscitrará en desastre del 98 y la pérdida de
las colonias americanas.
REINADO DE ALFONSO XII (1875-1885)
En su Manifiesto de Sandhurstel, 1 de diciembre de 1874 (elaborado por Cánovas)
afirmaba que la única solución para los problemas de España residía en el
restablecimiento de la monarquía tradicional. Cánovas era partidario de mantener a los
Borbones. Defendía la idea moderada de la soberanía compartida de Rey y Cortes y del
sufragio censitario. Sin embargo, era consciente de que era necesario renovar el agotado
programa de los moderados. Estas serán las novedades que propuso:
- Alfonso XII debía reemplazar a la impopular Isabel II. Cánovas consiguió que la
reina renunciara a sus derechos al trono en 1870.
- Había que terminar con las continuas intervenciones del Ejército, fuente
continua de inestabilidad política.
- Había que crear un sistema bipartidista basado en dos partidos burgueses que
pacíficamente se fueran turnando en el poder. Estos dos partidos serían el que él
creó, el Partido Conservador, que debía sustituir al agotado partido Moderado y
el Partido Liberal, dirigido por el antiguo progresista Práxedes Mateo Sagasta,
que sería el heredero de los ideales de 1869 adaptados a los límites del sistema
canovista.
A finales de 1874 el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII rey
de España. Con ello acabó el Sexenio Democrático y se inició la Restauración
monárquica. Alfonso XII (1857-1885), hijo de Isabel II, fue proclamado rey de España
en enero de 1875. El sistema político de la Restauración se basó en la Constitucióin de
1876, en el bipartidismo y en el turnismo, y estuvo dirigido por Cánovas del Castillo y
Sagasta. Antonio Canovas del Castillo (1828-1897) fue un abogado, político, historiador
y académico malagueño. De ideología liberal y conservadora, fue el artífice del sistema
político de la Restauración. Propone un sistema bipartidista donde los fraudes
electorales periódicos, apoyados en el caciquismo hacían posible la alternancia en el
poder de los dos partidos dinásticos, el Conservador y el Liberal. Práxedes Mateo
Sagasta (1825-1903) lideró el Partido Liberal durante la Restauración, alternándose en
el gobierno con Cánovas, presidente del Partido Conservador. Durante su mandato, tuvo
que enfrentarse a los graves conflictos coloniales de final del siglo XIX.
CONSTITUCIÓN DE 1876
Principales rasgos de la Constitución:
- Soberanía compartida de las Cortes con el Rey. Lo que significaba la negación
de la idea de soberanía nacional.
- Cortes Bicamerales:
o Congreso elegido por sufragio.
o Senado en el que se representan las clases poderosas del país: Senadores
“de derecho propio”: Grandes de España y jerarquías eclesiásticas y
militares. Senadores “vitalicios”, nombrados por el rey. Senadores
elegidos por sufragio censitario de los mayores contribuyentes.
- Fortalecimiento del poder de la Corona que se constituyó como el eje del Estado.
Al rey se le concedía la designación de los ministros y mando directo del
ejército, el derecho de veto absoluto sobre las leyes aprobada por las Cortes y el
poder de convocar, suspender o disolver las Cortes.
- Reconocimiento teórico de derechos y libertades, que en la práctica fueron
limitados o aplazados durante los gobiernos de Cánovas.
- No se especifica el tipo de sufragio para elegir el Congreso.
- Recorte de la libertad religiosa. La religión católica es declarada religión oficial
del Estado.
La Constitución de 1876, que reflejaba las ideas de Cánovas, ofrecía el cuerpo legal al
sistema. Se basaba en los principios del liberalismo doctrinario y en los intereses de las
burguesías. No era democrática, no tanto por su origen (pues fue elaborada por unas
Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal), sino por no contemplar la
soberanía nacional. Su larga duración se explica, entre otras cosas, por ser breve y
flexible, dejando para su regulación por leyes ordinarias aspectos tan importantes como
el sufragio.
Sus instituciones más destacadas son la Corona y las Cortes bicamerales (Congreso y
Senado). En este sentido, ha sido definida como una “constitución de notables”, debido
a las prerrogativas reales (soberanía compartida entre el rey y las cortes), se fortalece el
poder de la Corona que se constituyó como eje del Estado, al rey se el concedía la
designación de ministros y mando directo del ejército, el derecho de veto absoluto y el
poder de convocar, suspender o disolver las Cortes; por la naturaleza del senado (de
composición mixta, la mitad “senadores vitalicios” nombrados por el rey y la otra mitad
electo por corporaciones del Estado, Diputaciones y Compromisarios nombrados por
Ayuntamientos y mayores contribuyentes de los pueblos y senadores de “derecho
propio” que son los Grandes de España y las jerarquías eclesiásticas y militares) y el
sufragio censitario (hasta 1890) para la elección del Congreso. Hay un reconocimiento
teórico de derechos y libertades, que en la práctica fueron limitados o aplazados, y un
recorte de la libertad religiosa, el catolicismo es la religión oficial del Estado.
BIPARTIDISMO Y TURNISMO
Cánovas diseñó un sistema basado en el turno pacífico de dos partidos en el poder. El
Partido Conservador, dirigido por el propio Cánovas del Castillo y heredero del
moderantismo y Partido Liberal, liderado por Sagasta. El sistema de turno tuvo la gran
virtud de garantizar la alternancia pacífica en el poder, poniendo fin durante un largo
período al intervencionismo militar y a los pronunciamientos. Sin embargo, el turno fue
un puro artificio político, destinado a mantener apartados del poder a las fuerzas de
izquierda, los republicanos, el movimiento obrero y a los regionalismos y
nacionalismos.
El turno en el poder no era la expresión de la voluntad de los electores, sino que los
dirigentes de los partidos acordaban y pactaban previamente. Una vez acordada la
alternancia se producía el siguiente mecanismo:
- El rey nombraba un nuevo Jefe de Gobierno y le otorga el decreto de disolución
de Cortes.
- El nuevo gobierno convocaba unas elecciones completamente adulteradas. El
Ministerio de Gobernación “fabricaba” los resultados mediante el “encasillado”,
la asignación previa de escaños.
- Los gobernadores civiles de cada provincia eran informados por el ministro de
Gobernación de los resultados que “debían” salir en sus provincias, siguiendo el
“encasillado”.
- Los caciques que seguían las instrucciones del Gobernador Civil, amañaban las
elecciones.
El sistema canovista apostaba por un poder civil prestigioso (esto es, de gobiernos
civiles, poniendo fin al intervencionismo militar, pero los militares seguirán siendo un
fuerte grupo de presión) que se apoyaba en partidos políticos sólidos y fuertes, capaces
de alternar en el gobierno, este equilibrio de fuerzas contrapuestas es lo que se conocerá
como turnismo (“invención” de Cánovas, en gran medida, y establecido con nitidez en
el Pacto del Pardo) a partir de dos grandes partidos, el liberal-conservador (liderado por
el propio Cánovas hasta su muerte en 1897) y el liberal-fusionista (heredero del régimen
de libertades del sexenio, liderado por Sagasta hasta el inicio del reinado de Alfonso
XIII).
A estos dos grandes partidos les correspondía agrupar el mayor número posible de
grupos y facciones, con el único requisito de aceptar la monarquía alfonsina. Por este
motivo, se les conocía como partidos dinásticos. Los partidos del Gobierno y la
oposición actuaban en nombre del régimen, sin combatirlo. De esta manera, la principal
fuerza de oposición (ligada al sistema) dejaba de ser revolucionaria y pasaba a ser una
fuerza constructiva, garantizando así un régimen de libertad y concordia. Aunque había
discrepancias entre los dos partidos (como en el tema del sufragio universal), eso no
obstaculizó un funcionamiento razonable, cada partido intentó desarrollar su programa
sin modificar bruscamente la tarea de Gobierno del adversario. El resultado fue un
sistema político asentado sobre una política de “centro”.
Debido a este sistema se garantizaba una importante estabilidad, que se tradujo en la
larga duración del régimen. Pero el precio que se tuvo que pagar para dicha estabilidad
y un régimen representativo fue la de impedir cualquier democratización del régimen
mediante la manipulación electoral y el clientelismo y excluyenbdo del sistema a las
minorías carlista, republicana, socialista o regionalista.
EL CACIQUISMO
El fraude electoral generalizado que caracterizó el sistema de turno tiene lugar en el
contexto de un país agrario y atrasado. La clave de la adulteración electoral estaba en
los caciques, que eran los encargados de llevar a la práctica los resultados electorales
acordados por las élites de los partidos.
Los caciques eran personajes ricos e influyentes en la España rural (terratenientes,
prestamistas, notarios, comerciantes…) quienes, siguiendo las instrucciones del
Gobernador Civil de cada provincia, amañaban las elecciones. Los gobernadores habían
sido a su vez informados por el ministro de Gobernación de los resultados que “debían”
salir en sus provincias, siguiendo el “encasillado” acordado por las élites políticas.
EL FRAUDE ELECTORAL
Los métodos desplegados por los caciques durante las elecciones fueron muy variados:
violencia, amenazas, cambio de votos por favores (rebajas de impuestos, sorteo de
quintos, saldo de préstamos, agilizar expedientes que se eternizaban en las oficinas
estatales…) o simplemente trampas en las elecciones, el conocido popularmente como
el pucherazo.
El carácter representativo del régimen canovista no implicaba ni mucho menos el
respeto a las más elementales reglas del juego democrático. Antes al contrario, la
práctica electoral de la Restauración fue la negación misma del juego democrático
debido a la ausencia de un cuerpo electoral libre y a la manipulación electoral. La
manipulación seguía el sigiente sistema: se empezaba por el encasillado. Su nombre este
en relación con las “casillas” que iba rellenando el ministro de la Gobernación con los
nombres de los candidatos que serían elegidos y los distritos por los que lo harían. El
partido de turno se garantizaba primero una cómoda mayoría para gobernar y luego
negociaba el resto de los diputados con el partido de la oposición e incluso podía dejar
algún escaño a los republicanos. En todo el sistema el papel de los gobernadores civiles
fue esencial, para ello se convertía en el mediador directo entre el Gobierno y los
caciques locales, sirviéndose también del control sobre los alcaldes para que toda la
maquinaria administrativa se pusiera al servicio de los deseos de Madrid. El gobernador
se convertía en el verdadero hacedor de las elecciones puesto que debía asegurar el
triunfo de los candidatos gubernamentales.
REGENCIA DE MARÍA CRISTINA (1885-1902)
La muerte de Alfonso XII, a los 28 años, víctima de la tuberculosis supuso que Mª
Cristina de Habsburgo (1858-1929), segunda esposa de Alfonso XII, fuera nombrada
regente a la muerte de este y hasta la mayoría de edad de su hijo Alfonso XIII Los
partidos dinásticos firmaron el Pacto del Pardo, según el cual se comprometían a
mantener la monarquía, respetar los turnos políticos y las medidas legislativas.
Una vez firmado el Pacto del Pardo, Cánovas dimitió y la Regente, aún embarazada,
llamó al gobierno de Sagasta a fines de noviembre de 1885. En mayo del siguiente año,
nacía Alfonso XIII, lo que venía a salvar la situación sucesoria. En turnismo continuará
hasta el asesinato de Cánovas en 1897. Como hechos más destacados, estará la vuelta en
1890 del sufragio universal (obra de los liberales) y el desastre del 98 y la pérdida de las
colonias americanas, que provocó la caída de Sagasta en 1899. Se produce entonces el
relevo generacional de los hombres que habían posibilitado la Restauración. La muerte
de Cánovas da entrada a un nuevo conservadurismo representado por Silvela (presidente
del gobierno entre 1899-1900 y 1902-1903) cuyo mayor rival en las filas de su propio
partido será Maura. Sagasta volverá al gobierno entre 1901 y 1902 pero va a morir en
1903 (poco después de la mayoría de edad de Alfonso XIII). Durante estos años, la
cuestión social se convierte en argumento central del debate político y España entra en
el XX inmersa en problemas económicos, políticos, sociales, morales.
LA OPOSICIÓN A LA RESTAURACIÓN: EL REPUBLICANISMO
Los republicanos representaban la principal fuerza de oposición al régimen canovista.
Con su base social en las clases medias urbanas, estos grupos defendieron la
democratización del régimen y diversas reformas sociales. A finales del siglo XIX los
republicanos se agruparon en torno a las siguientes corrientes: los federalistas de Pi i
Margall, los unionistas de Salmerón, que aunque quedan fuera del sistema, aceptan la
legalidad vigente. Los radicales de Ruiz Zorrilla que llevó a cabo pronunciamientos y
los posibilistas de Castelar que participaron en el sistema canovista testimonial.
La característica fundamental de los republicanos fue su división y que fue cayendo en
una creciente marginalidad. Los más conservadores eran los posibilistas de Castelar,
que terminaron en el partido liberal. La facción más numerosa y la que contaba con una
mayor implantación popular era el partido republicano federal liderado por Francisco Pi
i Margall. Si bien denunciaron el caciquismo en múltiples ocasiones no acaban de
escapar a él. Tampoco eran partidos de masas, aunque su sustento popular era mayor,
especialmente en las ciudades. Tanto los federalistas como los unionistas de Salmerón
quedaron fuera del sistema, pero aceptaron la legalidad vigente, por otro lado, los
radicales de Ruiz Zorrilla llevaron a cabo algunos pronunciamientos.
LA OPOSICIÓN A LA RESTAURACIÓN: EL MOVIMIENTO OBRERO
El movimiento obrero se vio afectado por la vuelta de la monarquía y el orden burgués.
Desde 1874 los grupos obreros ligados a la Asociación Internacional de Trabajadores
pasaron a la clandestinidad. No serían legalizados hasta 1887 fecha en la que se aprueba
la Ley de Asociación.
SOCIALISMO
Los socialistas mantuvieron una ideología colectivista, anticlericlal y antiburguesa.
Partidarios de la lucha política como medio para la transformación de la sociedad
burguesa. Principales hechos del socialismo durante la Restauración:
- El 2 de mayo de 1879 se funda el Partido Socialista Obrero Español, presidido
por Pablo Iglesias. Abolición de las clases y emancipación del proletariado.
Propiedad privada en porpiedad social o colectiva. Conquista del poder político
por la clase obrera.
- En 1881 se constituye el Comité Central lo que facilita su expansión por toda
España.
- En 1888 se crea la Unión General de Trabajadores, sindicato socialista.
- En 1891 se celebran las primeras elecciones parlamentarias de la Restauración
con sufragio universal, restablecido el año anterior. Los socialistas participan en
ellas y lo harán ininterrumpidamente en el futuro.
- Tras 1898 se inicia un crecimiento de las organizaciones, que permite una mayor
capacidad de Movilización y, por tanto, en un elemento a tener en cuenta en la
vida política española.
ANARQUISMO
Los anarquistas defendieron una ideología colectivista, libertaria, apolítica, anticlerical
y revolucionaria. Los hechos anarquistas más destacados fueron:
- En 1881 desaparece la Federación Regional Española de la AIT y se funda la
Federación de Trabajadores de la Región Española.
o Rechazaban la actuación institucional.
o Eligen la huelga y, los más exaltados, los atentados.
o 1882-1883 se producen las actuaciones en el campo andaluz de la
denominada Mano Negra, duramente reprimida por el gobierno.
- Tras la ley de Asociaciones de 1887 aprobada por el gobierno liberal de Sagasta,
se lanzaron a una intensa actividad organizativa y de luchas sociales. Así en
1888 se constituye la Organización Anarquista de la Región Española.
- La política de la “propaganda por el hecho” les convierte en el enemigo de la
sociedad acomodada y son duramente perseguidos.
- En la década de los noventa los anarquistas llevaron a cabo tres tipos de
acciones:
o La acción sindical. Aunque no fundarán su propio sindicato, la
Confederación Nacional de Trabajadores, hasta 1910.
o La acción violenta (atentado contra el general Martínez Campos, 1892
bomba en el Liceo de Barcelona, 1893 bomba en la procesión del Corpus
en Barcelona, asesinato de Cánovas 1897).
o La actividad cultural. Iniciativas pedagógicas como la creación de la
Escuela Moderna de Barcelona, dirigida por Francisco Ferrer y Guardia.
- En 1894 se promulgó la Ley de Represión de Delitos Anarquistas. La represión
de éstos fue sistemática. A raíz de los atentados de Barcelona, la cárcel de
Montjic se llenó de detenidos y se ejecutaron numerosas penas de muerte.
LA OPOSICIÓN A LA RESTAURACIÓN: EL REGIONALISMO Y
NACIONALISMO
A fines del siglo XIX, nacen en Cataluña y el País Vasco movimientos que cuestionan
la existencia de una única nación española en España. Los regionalismos y los
nacionalismos fueron movimientos de oposición, potenciados por las burguesías locales.
- El regionalismo pretende la defensa de la región mediante la autonomía
administrativa.
- El nacionalismo sostiene que cada pueblo o nación tiene derecho a ejercer la
soberanía sobre su territorio, lo que significa que a cada identidad cultural debe
corresponder un Estado independiente.
- El punto de partida de los argumentos nacionalistas consiste en afirmar que
Cataluña y el País Vasco son naciones y que, por consecuencia, tienen derecho
al autogobierno. Esta afirmación la basan en la existencia de unas realidades
diferenciales: lengua, derechos históricos (fueros), cultura y costumbres propias.
Nacionalismo Gallego. Nace como movimiento cultural y literario -> Rexurdimiento
(una de sus grandes representantes fue Rosalía de Castro). En 1916 nace A Nostra Terra
portavoz del nacionalismo gallego.
Regionalismo Valenciano. En 1904 se funda la Asociación Valenciana Nova en defensa
de las costumbres valencianas y las reivindicaciones autonómicas.
Regionalismo Andaluz. En 1883 se proclamó la Constitución Federalista Andaluza. En
1915, Blas Infante publica el “Ideal Andaluz” y en la Asamblea de Ronda de 1917 se
reconoce a Andalucía como país y como nación y se establecieron la bandera y el
escudo.
EL CATALANISMO
El regionalismo y el nacionalismo catalán se fueron construyendo en varias etapas:
a) En la década de 1830 se inicia la Renaixenca, movimiento intelectual, literario y
apolítico basado en la recuperación de la lengua catalana.
b) En 1882, Valentí Almirall creó el Centre Catalá, una organización política que
reivindicaba la autonomía y denuncia el caciquismo de la España de la
Restauración.
c) Enric Prat de la Riba fundó la Unió Catalanista (1891) de ideología
conservadora católica. Al año siguiente, esta organización aprueba las
denominadas Bases de Manresa, programa en el que se reclama el autogobierno
y una división de competencias entre el Estado español y la autonomía catalana.
Fuertemente nacionalista, la Unió Catalanista no tuvo planteamientos
separatistas.
d) En 1901 nace la Lliga Regionalista con Francesc Cambó como principal
dirigente y Prat de la Riba como ideólogo. Es un partido conservador, católico y
burgués con dos objetivos principales:
a. Autonomía política para Cataluña dentro de España. La Lliga nace
alejada de cualquier independentismo.
b. Defensa de los intereses económicos de los industriales catalanes.
e) El rechazo de la Ley de Jurisdicciones da lugar a Solidaridad Catalana,
rompiendo en Cataluña, en las siguientes elecciones, el sistema de turno.
f) Por la Ley de Mancomunidades (1914) se crea la Mancomunidad de Cataluña,
dirigida por Prat de la Riba. Tenía las mismas competencias que las diputaciones
provinciales.
g) Durante la Dictadura de Primo de Rivera, los escasos avances hacia la
autonomía, hacen que Maciá funde Acción Catalana, con un programa
republicano y nacionalista.
h) Los republicanos nacionalistas firman el Pacto de San Sebastián (1930) con la
promesa de un estatuto de autonomía, que consiguen con el advenimiento de la
II República (1931).
EL NACIONALISMO VASCO
La defensa de los fueros vascos quedó ligada a la causa carlista durante el siglo XIX.
Las sucesivas derrotas carlistas llevaron a la abolición de los fueros en 1876. La
burguesía vizcaína, enriquecida por la naciente revolución industrial, fue el terreno
social en el que nació el nacionalismo vasco. El Partido Nacionalista Vasco, PNV,
(Euzko Alderdi Jeltzalea, EAJ) fue fundado por Sabino Arana Goiri en 1894. Arana
formuló los fundamentos ideológicos del nacionalismo vasco:
a) Independencia de Euskadi y creación de un Estado vasco independiente en el
que se incluirían siete territorios (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra) y tres
franceses (Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa).
b) Radicalismo antiespañol.
c) Exaltación de la etnia vasca y búsqueda del mantenimiento de la pureza racial.
d) Integrismo religioso católico.
e) Promoción del idioma y de las tradiciones culturales vascas. Euskaldunización
de la sociedad vasca y rechazo de la influencia cultural española, calificada de
extranjera y perniciosa.
f) Idealización y apología de un mítico mundo rural vasco contrapuesto a la
sociedad industrial “españolizada”.
g) Conservadurismo ideológico tanto en el terreno social como en el político, que
lleva al enfrentamiento con el PSOE, principal organización obrera en Vizcaya.
Sabino Arana modera sus postulados para atraerse a la burguesía y comienza a
reivindicar la autonomía. Eso le permite ser elegido diputado provincial y entrar en el
Ayuntamiento de Bilbao. El PNV pasa a denominarse Comunión Tradicionalista, lo que
atraerá a la burguesía, por su programa moderado, salvaguarda del orden. En 1921 se
producirá la escisión entre los autonomistas y los independentistas.
LA CRISIS AGRARIA Y LA VUELTA AL PROTECCIONISMO
Por un lado, aunque el proteccionismo fue una política generalizada en la Europa de
entre siglos, en el caso español el arancel fue especialmente alto por la presión tanto de
los terratenientes como de los empresarios textiles y siderúrgicos y la Liga Agraria. Sus
consecuencias (arancel de 1891) se apreciaron en un incremento de la inflación y una
distribución desigual de la renta, primando la acumulación sobre el consumo. Y por otro
lado también tuvo lugar una crisis agraria como consecuencia, por un lado, de la llegada
de cereal más barato que provocó un descenso de los precios, disminución de
beneficios, reducción de sueldo de los jornaleros y problemas sociales. Y por otro lado
de la entrada de la filoxera, que supuso una crisis vitícola, destruyó cientos de hectáreas,
lo que provocó conflictividad sobre todo en Cataluña y también supuso el fin de las
cepas autóctonas y la introducción de las cepas americanas que eran inmunes.
LAS GUERRAS COLONIALES
Con respecto a Cuba, la primera guerra con Cuba había concluido, teóricamente, con la
Paz de Zanjón. Sin embargo, los gobiernos españoles no introdujeron reformas
importantes en Cuba, donde pedían un mayor autogobierno, en concreto el arancel de
1891 suponía un coto a los productos españoles e impedía la normal relación comercial
con el principal importador cubano, EEUU. Existieron tres tendencias cubanas: La
Unión Constitucional que era partidaria del proteccionismo, la Liberal que pedía
autonomía y la Revolución Cubana de Martí que también pedía independencia. La
guerra sirvió para madurar la personalidad nacional cubana, que va a desarrollar, a partir
del grito de Baire de febrero de 1895, una nueva insurrección por toda la isla. Los
insurgentes cubanos contaron pronto con la ayuda de los EEUU, que deseaban una Cuba
independiente para que su capital monopolizara su rica producción azucarera, aunque no
entraron abiertamente en el conflicto hasta abril de 1898.
La guerra se extenderá en agosto a Filipinas, en donde los insrugentes serán liderados
por José Rizal. En este archipiélago, la Iglesia era la principal terrateniente y la lucha
por la independencia va a ir de la mano de la causa anticlerical. Las tropas españolas
(comandadas por el general Polavieja, primero, y Fernando Primo de Rivera, luego)
controlaron la rebelión y en diciembre de 1897 se pudo firmar una paz precaria.
El caso cubano evolucionó de otra manera. El gobierno español, primero con Cánovas y
luego con Sagasta, se opusieron a su independencia, pero siguieron una estrategia
distinta. En abril de 1895 fue nombrado capitán general de Cuba el militar español más
celebre, Martínez Campos, que emprendió una “guerra suave”, pues era consciente de la
mala preparación de sus tropas y el apoyo popular de los insurrectos. Tras su negativa a
actuar con amplios poderes en Cuba, lo sustituyó en enero de 1896 el General Weyler,
cuya misión era acabar rápidamente con la isurrección antes de que los norteamericanos
interviniesen. El tiempo apremiaba y los sistemas de campos de concentración y la
represión de Weyler provocaron que se le conociera como “el carnicero”. Sin embargo,
las tácticas de Weyler desprestigiaron la acción española y consiguieron el efecto
contrario, pues precipitaron el intervencionismo americano y se oficializó el
reconocimiento de beligerancia cubana.
Tras el asesinato de Cánovas en agosto de 1897, asumió el poder Sagasta, que cambió
de planes. Retiró a Weyler y concedió una amplia autonomía a la isla, una solución que
no convenció a estas alturas a casi nadie. El gobierno norteamericano estaba buscando
una excusa para declarar la guerra a España e intervenir ya directamente en el conflicto
y esta llegó con el hundimiento del crucero Maine con su tripulación a bordo. Aunque
no había pruebas, se achacó a un sabotaje español. Ya en los meses previos, los
periódicos sensacionalistas se encargaron de preparar un clima belicista y antiespañol en
la opinión pública. En este ambiente, el Presidente republicano McKinley, conocido
intervencionista, se negó a investigar, dio por buena la versión del sabotaje y, aunque no
las tenía todas consigo (pues era consciente que las potencias internacionales no
admitirían de buen grado en engrandecimiento de su país) y hubo esfuerzos
diplomáticos para evitarla, acabó declarando la guerra a España el 23 de abril de 1898.
A partir de la declaración de la guerra comenzaron manifestaciones populares por toda
España y se hicieron más evidentes las muestras externas de patriotismo. Pero la
rendición de Cavite (mayo de 1898) dará paso, poco después, al dominio del
archipiélago filipino por la insurrección tagala y en junio, la escuadra española estaba
prácticamente destruida en Cuba.
CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS COLONIALES
Después de los desastres fueron muchas las voces que se levantaron para buscar la paz,
tras una victoria demasiado fácil para los norteamericanos, que había causado alrededor
de cien mil muertos españoles. En agosto, el Gobierno de Madrid firmó un protocolo
solicitando el fin de la guerra.
Aunque todavía hubo algunos incidentes, el proceso de paz era irreversible y culminó
con la firma de un Tratado de Paz en París, por el cual España renunciaba a Cuba (que
pasaba a ser independiente, aunque siguió un tiempo bajo administración
norteamericana), mientras que Filipinas y Puerto Rico eran cedidas a las EEUU a
cambio de 20 millones de dólares. La liquidación del imperio español se completaba
con la venta de las Carolinas, Marianas y Palaos a Alemania. España se convertía en
una modesta nación sin apenas influencia en la esfera internacional.
El desastre de 1898 no solo provocó la pérdida de las últimas colonias que conservaba
España, sino que dará paso a un amplio sentimiento de regeneración en el país. Tras el
descalabro, se levantaron voces por doquier pidiendo responsabilidades y culpables. El
98 reveló las limitaciones de al Restauración y fijó una parte sustancial de la agenda de
cuestiones que interesarían a los españoles en buena parte del siglo XX.
La pérdida de las colonias provocó también una serie de cambios socioeconómicos (que
no hay que considerar como crisis económica) entre los que destacan la reinversión de
los capitales repatriados, una nueva orientación industrial (la crisis en la pequeña
empresa favoreció la concentración) y una nueva política agraria y generó la irrupción
de los nacionalismos periféricos en la política española además de reabrir la polémica
clericalismo/anticlericalismo.
Además, también como consecuencias ideológicas se destacan la generación del 98 un
grupo intelectual que abrió la crítica despiadada al régimen canovista y podrá sobre el
tapete el llamado problema de España. Unamuno, Baroja, Azorín, Maeztu, Valle-Inclán
o Machado en la literatura y Zuloaga en la pintura.

ALFONSO XIII Y LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN (1902-1931)


REGENERACIONISMO Y REVISIONISMO POLÍTICO. EVOLUCIÓN
POLÍTICA DESDE 1902 A 1914
CARACTERÍSTICAS DE LA VIDA POLÍTICA: LA INESTABILIDAD
PERMANENTE
El reinado de Alfonso XIII se inicia en 1902 cuando es coronado rey a la edad de
dieciséis años y concluye en 1831 cuando abandona el país con la proclamación de la
República. Hasta 1923 reinó estando vigente la Constitución de 1876, apoyó el golpe de
Primo de Rivera y reinó durante su dictadura, y, tras la dimisión del dictador, intentó
continuar su reinado volviendo a la constitución canovista. Intento infructuoso porque a
los pocos meses tuvo que ceder paso al nuevo sistema republicano y abandonar el país.
El período se caracterizó por una permanente crisis política. Diversos factores explican
esta situación:
- Excesivo intervencionismo del rey en la vida política. Intervencionismo político
de Alfonso XIII sin respetar el papel de árbitro que teóricamente debía jugar. Su
apoyo a los sectores más conservadores del ejército culminó con el apoyo a la
dictadura de Primo de Rivera. Elemento clave en el desprestigio de la
monarquía.
- Luchas internas por el poder en el interior de los dos partidos dinásticos.
- Debilitamiento del caciquismo, paralelo desarrollo urbano del país.
- División de los partidos del “turno”, provocada por la desaparición de los líderes
históricos y las disensiones internas.
- Ante la crisis política, crecimiento de otras fuerzas políticas: socialistas,
nacionalistas y republicanos.
Así, desde 1917 se sucedieron los gobiernos de coalición, sujetos a alianzas y continuos
cambios. Ni liberales ni conservadores consiguieron mayorías suficientes para
conformar gabinetes sólidos.
LOS PROBLEMAS DEL PAÍS
En este contexto de inestabilidad política, el país tuvo que enfrentarse a graves
problemas sociales:
a) Aumento de las luchas sociales ante la mayor conciencia de clase de obreros y
campesinos y la escasa respuesta de los gobiernos de turno.
b) La cuestión religiosa. Los sectores progresistas y de izquierda ven en la Iglesia
el freno al desarrollo. Eso degenera en un feroz anticlericalismo.
c) El problema militar. Los militares frustrados tras el 98 intentan recuperar su
prestigio emprendiendo acciones coloniales en Marruecos y participando más
activamente en la política.
d) Apogeo de los movimientos nacionalistas en el País Vasco y Cataluña
reclamando autonomía en un estado centralista.
e) El problema de Marruecos. En el se ven involucrados la burguesía, el Rey y el
Ejército. En la Conferencia de Algeciras (1906) se acordó el reparto entre
Francia y España del territorio marroquí. A España le correspondió la franja
norte. Desde 1909 se inición un conflicto bélico, la guerra de Marruecos, muy
impopular en el país, que ensanchó el foso que separaba al Ejército y la opinión
pública, esencialmente las clases populares.
EVOLUCIÓN POLÍTICA ENTRE 1902 Y 1914
Inestabilidad Política de 1902 a 1907. De 1902 a 1905 hay cinco gobiernos
conservadores y de 1905 a 1907 hay cinco gobiernos liberales. Causa de lo anterior:
lucha por el liderazgo en el interior de los dos partidos: Fernández Villaverde y Maura
en el partido Conservador y Motero Ríos y Moret en el Liberal. Debido a la poca
duración de los gobiernos no se pudo poner en marcha ningún intento serio de
regeneración.
El Problema de los Nacionalismos y su choque con el problema Militar. Tras el 98 la
alta burguesía catalana se une a la corriente catalanista: fundación de la Lliga en 1902.
En 1905 una revista satírica nacionalista (Cu Cut!) publica un chiste antimilitar. Los
militares reaccionan quemando la redacción de la revista y otros medios nacionalistas.
Además los militares piden una ley de jurisdicciones, es decir, que los delitos contra el
Ejército o la patria los juzgue un tribunal militar, no los tribunales civiles. El Gobierno
no sólo no castiga a los culpables, sino que les conceden a los militares lo que solicitan.
El Ejército tendrá un papel más activo en la vida pública. Esta reacción del Gobierno
radicaliza a los sectores nacionalistas, obreros y progresistas. El resultado es que los
partidos dinásticos perderán el control electoral de Cataluña y que se acabará la
primacía del poder civil sobre el militar, uno de los logros de Cánovas.
Los Inicios de la aventura marroquí. España se plantea ocupar parte de Marruecos en un
momento en que los países europeos se han repartido el continente africano. Francia
apoya a España. El proyecto está apoyado por el Rey, el Ejército y la burguesía
industrial por sus intereses en la construcción del ferrocarril y por la explotación de las
minas de hierro del Rif (región del norte de Marruecos). El primer acuerdo entre España
y Francia para repartirse Marruecos fue en 1904. Con el Tratado de Algeciras en 1906,
España y Francia se repartían el sultanato de Marruecos bajo la forma de protectorado.
Durante los primeros años del siglo XX España no hizo efectivos sus derechos.
Los intentos regeneracionistas de Maura (1907-1909). Antonio Maura, líder del partido
Conservador, llegó al poder en 1907 con un programa reformista. Medidas:
- Medidas de inversión pública.
- Ley de Protección de la Industria Nacional.
- Plan de reconstrucción naval.
- Creación del Instituto Nacional de Previsión en 1908, embrión de la futura
Seguridad Social.
- Regulación de la jornada laboral y el trabajo de mujeres y niños.
- Ley del Descanso dominical.
- Modificación de la ley electoral.
- Proyecto de ley de Administración local: Mancomunidades. No salió.
La Semana Trágica de Barcelona y la confluencia de todos los problemas. Barcelona,
corazón de aquella época de industrialización española, había vivido desde principios de
siglo un gran auge de las movilizaciones obreras que habían culminado en 1907 con la
creación de Solidaridad Obrera, organización anarquista que nació como respuesta a la
burguesa y nacionalista Solidaritat Catalana. En Cataluña adquiere importancia el
movimiento anarquista, desde 1907 se ha creado Solidaritat obrera como alternativa a
Solidaritat Catalana, el partido de la burguesía. También surge el Partido Republicano
Radical de Alejandro Lerroux. Además de todo esto se extiende por Barcelona un clima
anticlerical y antimilitar tras la aprobación de la Ley de Jurisdicciones. El detonante del
estallido de la sublevación fue el ataque de los rifeños a los constructores de la línea
ferroviaria en la zona próxima a Melilla. Para responder a los marroquíes Maura decide
que soldados reservistas de Madrid y Barcelona sean reclutados para luchar en
Marruecos. Esto, lógicamente origina una gran protesta. Días después se produce la
derrota de los españoles en el Barranco del Lobo, coincidiendo con una huelga general
en Barcelona. El paro se extendió por las ciudades industriales próximas a Barcelona.
Durante tres días se produjeron asaltos, quema de conventos, efrentamientos con la
policía…El Ejército reprimió el levantamiento, detrás quedaban más de cien muertos y
muchos encarcelados. Como chivo expiatorio se encontró a Francesc Ferrer i Guardia,
un pedagogo anarquista que no tenía nada que ver con los hechos. Fue ejecutado y esto
levantó una oleada de protestas internacionales. Maura, desprestigiado, tuvo que dimitir
como consecuencia de estos hechos. La Semana Trágica radicalizó la vida politica y
propició la alianza entre republicanos y socialistas, Pablo Iglesias logró un escaño en
1910. El sistema de la Restauración sufrió un duro golpe.
El Gobierno de Canalejas, último intento Regeneracionista (1910-1912). Sustituye a
Maura tras la Semana Trágica. Intentaría reformar la vida política española. Medidas:
- Se suprimieron los odiados consumos, un impuesto muy impopular.
- Se estableció el servicio militar obligatorio y se restringieron las exenciones de
quintas (pagar por librarse de ir al Ejército).
- Se reguló el trabajo nocturno femenino.
- Se aprobó la Ley del Candado para evitar que aumentaran las órdenes religiosas
en España tras haberse endurecido la legislación en Francia.
- Logró aprobar en el Congreso la Ley de Mancomunidades que satsfacía las
peticiones catalanistas. No logró que se aprobara en el Senado, murió antes.
El 12 de noviembre de 1912 caía asesinado en Madrid por un anarquista.
LA EVOLUCIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Conforme se produce la crisis política se va produciendo también una evolución de la
economía y de la estructura social, todo a ritmo muy lento. Este crecimiento no alteró
las desigualdades sociales ni el desigual reparto de la riqueza. Las masas sociales
seguían viviendo en una situación miserable. Esta situación explica el crecimiento de
los movimientos obreros y de los partidos y organizaciones políticas de la izquierda.
La expansión del sindicalismo: la UGT. El sindicalismo se convierte en un fenómeno de
masas en las primeras décadas del siglo. A pesar de eso sólo en las zonas
industrializadas se llegaba al 20% de obreros sindicados. En el resto de España no
alcanzaba el 5%. La UGT pasó de 33.000 miembros en 1902 a 119.000 en 1914 y a
240.000 en 1921. Su principal cantera se daba en Madrid, País Vasco y Cataluña. El
primer ciclo de huelgas importantes empezó en 1911 y descendió levemente en 1917.
La principal incidencia de estdas se daba en Cataluña, después Valencia, Andalucía,
Asturias, Castilla, el País Vasco y Madrid. Primeras huelgas importantes: la general de
Barcelona de 1902, huelgas mineras de Vizcaya en 1903 y en Asturias y Bilbao en
1906. En 1911 hay un intento de huelga general en toda España, se reclaman mejoras
laborales y reducciones ? salariales (jornada de ocho horas).
La fundación de la CNT. El sindicalismo anarquistra tendrá mucho peso en Cataluña, ya
en 1907 habían creado Solidaritat Obrera. Desde Solidaritat Obrera se impulsó la
creación de la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.), el principal sindicato
anarquista y de carácter revolucionario. Tendrá una gran implantación en Cataluña,
Andalucía y Valencia. Los tres objetivos básicos de la CNT eran: La independencia del
proletariado respecto de la burguesía y el Estado, la necesidad de la unidad sindical, la
voluntad de derribar al capitalismo. La actividad de la CNT se llevaría a cabo a través
de huelgas y boicots, para desembocar en la huelga general revolucionaria. Líderes
importantes: Salvador Seguí, Ángel Pestaña y Joan Peiró.
LA CRISIS DEL PARLAMENTARISMO. EVOLUCIÓN POLÍTICA DESDE
1914 A 1923
En el ámbito internacional, el reinado de Alfonso XIII coincide con la carrera de
armamentos que se da en Europa y que desemboca en la IGM. Aunque España no
participó en la guerra, las repercusiones fueron profundas tanto en la vida política como
en la economía y en la sociedad.
EL IMPACTO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Ante el estallido de la guerra en agosto de 1914, España se proclama neutral. A pesar de
la neutralidad la opinión pública se divide entre aliadófilos (partidarios de Rusia, Gran
Bretaña y Francia) y germanófilos (partidarios de Alemania y el Imperio Austro-
Húngaro). A partir de 1915 se produce un boom económico, España abastecía a los dos
bloques. Los beneficios no se reparten y el encarecimiento afecta más a los más
desfavorecidos, además, los emigrantes vuelven. Todo esto generó tensiones sociales
importantes.
LA CRISIS DE 1917
Se ponen de manifiesto los problemas realies del país. Realmente son tres revoluciones
que se desarrollaron entre junio y agosto de 1917, no se conectaron entre sí, de haberlo
hecho hubiera caído el sistema. Se inicia con una “revolución” de los militares en
demanda de mejoras laborales. A esta iniciativa de los militares se superpone un
levantamiento de la burguesía, sobre todo la catalana. Por último los obreros se
sublevan en Barcelona, Valencia y otras ciudades, convocando una huelga general
revolucionaria. La Monarquía aguantó, pero quedó quebrantada.
Las Juntas de Defensa. Los militares se organizan en “Juntas de Defensa” algo parecido
a los sindicatos. Pretenden mejoras laborales y mayor participación en el Estado. Junto a
la subida de sueldos se pide que se elimine el ascenso por méritos de guerra por haber
luchado en Marruecos en vigor desde 1910. Los oficiales jóvenes, sin cargas familiares,
con un “paseo” por Marruecos, donde además cobraban más, adelantaban a los más
viejos con destinos en la Península. Pedían también un mayor respeto al estamento
militar por parte de los políticos y la opinión pública. Se veían a sí mismos como la
columna vertebral del país. Todas las reclamaciones fueron atendidas por la Monarquía
a través de la Ley del Ejército. El Gobierno encontraba en el Ejército un firme apoyo
ante las revueltas sociales, realmente, el Gobierno empezaba a depender del Ejército.
La Asamblea de Parlamentarios. Es un intento de la burguesía, catalana sobre todo, de
hacer su revolución contra el sistema político. Fue un fracaso al no conectarse con las
otras revoluciones. Las Cortes estaban cerradas desde febrero ante el temor de que se
plantearan los problemas políticos del país. Cambó, líder de la Lliga, pide que se abran
para que se trate el asunto de las Juntas de Defensa, de no ser así amenaza con convocar
una Asamblea en Barcelona. El gobierno de Dato no atendió su petición y el 5 de julio
se reunieron en Barcelona 59 senadores y diputados catalanes para protestar contra el
sistema y reclamar autonomía política para Cataluña. Era la rebelión de los grupos
progresistas contra el sistema de turno, en cierto sentido una forma de
regeneracionismo. El día 19 de julio se reunió la Asamblea de Parlamentarios en
Barcelona y fue disuelta por las fuerzas de orden público mandadas por el Gobierno.
La Huelga General. Cuando se inició ya estaban los militares dispuestos a mantener el
orden y los burgueses catalanes ya no pretendían llegar más allá de donde estaban. La
causa de fondo es el encarecimiento de los precios a raíz de la IGM y la congelación de
los salarios. El 16 de diciembre de 1916 ya habían demostrado la UGT y la CNT su
fortaleza al convocar una exitosa huelga de 24 horas. Romanones prometió atender las
peticiones obreras, pero dejó de ser presidente y cuando Dato llegó en junio no se sintió
obligado a cumplir las promesas de su predecesor. Esto precipitó la decisión de realizar
una huelga general por parte de toda la izquierda. La huelga empezó de manera
espontánea en Valencia el día 19 de julio, al ser despedidos trabajadores por participar
en una huelga de ferroviarios. El apoyo a esos trabajadores despedidos fue el detonante
para que las huelgas se extendieran por las principales regiones industriales. El Ejército,
que ya había recibido lo que pedía, reprimió con dureza las huelgas. Demostraba el
Gobierno que eran los militares los únicos que podían garantizar el orden.
LA AGONÍA DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN
Tras la crisis de 1917 el sistema no daba más de sí, estaba en un callejón sin salida. Las
luchas por el liderazgo en el interior de los dos partidos dinásticos se agudizan,
aumentando todavía más la inestabilidad. A partir de 1917 el turno se acaba y se forman
gobiernos de concentración (con la participación de todos los partidos) que no
solucionan nada, son de escas duración: de 1918 a 1923 hay doce gobiernos distintos.
Por si fuera poco el Rey participa aún más activamente en política. En Cataluña las
reivindicaciones autonomistas suben de tono, pero quedan oscurecidas ante los
enfrentamientos sociales. El golpe de gracia lo da el desastre de Annual donde más de
12.000 soldados españoles son masacrados por el líder rifeño Abb-el-Krim.
LA GUERRA SOCIAL
Además de la inestabilidad política grave que existía, un acontencimiento vino a agravar
la situación: la guerra social en Barcelona. Con este término se alude a la fase crítica del
enfrentamiento entre la patronal barcelonesa y las organizaciones obreras entre 1919 y
1923. Venía precedida poir conflictos como la huelga de La Canadiense, la huelga más
fuerte organizada por los trabajadores. El resultado de La Canadiense produjo varios
efectos:
- La patronal usó armas como el cierre patronal (lock out) y la fundación de los
sindicatos amarillos para luchar contra los sindicatos de clase.
- La actividad terrorista por las dos partes, Barcelona conoce años de pistolerismo
donde los asesinatos de obreros y empresarios eran diarios.
En Andalucía los levantamientos anarquistas eran frencuentes y sangrientos, algún
historiador denomina a esta etapa trienio bolchevique. Las causas de todo está en la
crisis económica que estalla tras la IGM a nivel internacional y en España además es el
fin de las exportaciones a Europa y los precios no volvían al nivel anterior mientras los
salarios estaban congelados. El ese año estalla también la Revolución Rusa.
EL DESASTRE DE ANNUAL Y SUS CONSECUENCIAS
Tras la IGM Francia acelera la ocupación de su zona de Marruecos y hace saber a
España que si no ocupa su zona lo hará ella. El comisario español, máxima autoridad en
el Protectorado, era el general Berenguer, que se encargaría de ocupar la zona
occidental. El encargado de ocupar la zona oriental sería Fernández Silvestre quien
iniciaría la ocupación desde Melilla. Silvestre, de manera imprudente, inició una
penetración rápida y estira mucho las líneas sin tomar la precaución de quedar aislado
en la retaguardia. Este error fue aprovechado por las tropas irregulares de Abb-el-Krim
y las tropas españolas aisladas en Annual sufrieron un descalabro y luego fueron
acribilladas en la retirada: 13.000 perdieron la vida. Para determinar responsabilidades
se inció una investigación, el Expediente Picasso, pero no salió a la luz porque se
produjo el golpe de Estado de Primo de Rivera.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA. LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA
CAUSAS DEL GOLPE DE ESTADO
Desde la primavera de 1923 dos grupos militares estaban conspirando contra el
Gobierno: uno en Madrid de carácter africanista y otro en Barcelona. Los dos buscaban
acabar con el gobierno liberal. Miguel Primo de Ribera, capitán general de Cataluña,
entró en relación con el grupo de Madrid y puso en contacto a los dos. Diversos factores
explican que la dictadura militar empezara a contemplarse como una solución a la crisis
del país entre la alta burguesía, gran parte de las clases medias y el Ejército:
- Descontento del ejército tras el desastre de Annual y el afán de evitar las
consecuencias del expediente Picasso para algunos importantes generales, entre
ellos el general Berenguer.
- Auge de los nacionalismos periféricos y ascenso de republicanos y del
movimiento obrero.
- El triunfo del fascismo en Italia tras la Marcha sobre Roma en 1922 y el ascenso
al poder de Mussolini.
LOS FACTORES DEL GOLPE DE ESTADO
Primo de Rivera dio el golpe de Estado en Barcelona, el 13 de septiembre de 1923. No
había rumores ni indicios los días anteriores. Ante los acontecimientos el Gobierno
vaciló, acudió al Rey para que tomara cartas en el asunto. Alfonso XIII deja pasar las
horas y, transcurridos los primeros momentos, apoya abiertamente al general sublevado,
encargándole la formación de un gobierno. España deja de ser una monarquía
parlamentaria y se convierte en un régimen autoritario. El régimen de Cánovas había
desaparecido. Primo de Rievera no pretendió, al principio, establecer un régimen
definitivo, su objetivo era establecer un paréntesis de curación transitorio.
Los sublevados declararon el estado de guerra, la suspensión de las garantías
constitucionales y la disolución de las Cortes. El régimen de la Constitución de 1876 era
sustituido en medio de la indeferencia popular y si apenas resistencia por una dictadura
militar.
LOS APOYOS SOCIALES
La implantación del Directorio Militar (gobierno de Primo de Rivera) fue aceptada por
gran parte del país que creía en la regeneración de un sistema político viciado. La
burguesía apoyó el golpe, sobre todo la catalana, aparcando de momento sus
reivindicaciones nacionalistas. La paz y el orden eran imprescindibles para los negocios.
Con ello creía frenar a los obreros y acabar con el sistema de turno de partidos. Los
grupos obreros presentaron dos actitudes: de oposición frontal por parte de los
anarquistas y comunistas, y de asentimiento y colaboración por parte del PSOE y la
UGT. La Dictadura está relacionada con la aparición de movimientos totalitarios en
Europa.
EL DIRECTORIO MILITAR (1923-1925)
Es un gobierno integrado por militares y presidido por Primo de Rivera. Dura entre
septiembre de 1923 y diciembre de 1925. Este gobierno reúne todas las facultades
legislativas y ejecutivas. Toda la Administración quedó en manos del Ejército. Se llevan
a cabo las siguientes medidas para arrasar a los partidos tradicionales:
- Se suspenden las garantías constitucionales y la Constitución se suspendió.
- Se disolvieron las Cortes.
- Se destituyeron a los gobernadores civiles de las provincias.
- Ayuntamientos y diputaciones fueron intervenidos.
- Se firmó un Decreto de Incompatibilidades para que los antiguos políticos no
pudiesen participar en compañías que contrataban con el Gobierno.
La creación de Unión Patriótica (UP) y su papel. Dos estructuras nuevas toman a los
municipios como piezas claves en un intento por regenerar la vida política: el Estatuto
Municipal de 1924 y la creación de la figura de los delegados gubernativos. Aumenta el
control sobre los ayuntamientos. La creación de UP aumentaría ese control. Servía
también de correa de transmisión de las ideas populistas y autoritarias del dictador. Los
miembros del Directorio y los gobernadores civiles no tenían por qué pertenecer a ella,
pero sí los dirigentes y líderes municipales. Entraron en esta organización todo un
catálogo de gentes: desde carlistas, conservadores mauristas, terratenientes hasta
burgueses industriales y católicos. Su intento de crear una nueva clase política fue un
fracaso.
La solución del problema marroquí. El desembarco de Alhucemas de 1925 fue el éxito
más notable de la dictadura. Con respecto a Marruecos, él pasó de ser un general
abandonista y luego semiabandonista a ser un convencido partidario de la intervención a
raíz de varios ataques rifeños en 1924. Contaba con el apoyo del general Sanjurjo y del
jefe de la Legión: Franco. Fue preparado un ejército potente y modernizado, que, unido
al ejército francés, desembarcó en la bahía de Alhucemas en septiembre de 1925. Fue la
primera operación conjunta de la historia que reunió a tropas de tierra, mar y aire. Tras
duras batallas Abd-el-Krim se rindió a los franceses. España consolidó su ocupación de
Marruecos y logró la pacificación. Contó con el respaldo y la admiración de todos los
españoles por haber solucionado un grave problema.
EL DIRECTORIO CIVIL (1925-1930)
En diciembre de 1925 se constituyó el Directorio Civil, integrado por nuevos políticos y
algún militar. A pesar de eso el Gobierno siguió legislando por decreto y con la
constitución en suspenso. En un primer momento la situación económica era favorable
gracias a la coyuntura internacional favorable (felices años 20) hasta 1929. El Régimen
no aportó modelos nuevos, pero fomentó el desarrollo agrario, potenció la industria e
incrementó el comercio exterior. Es de destacar sus obras de infraestructuras y la
creación de monopolios estatales (Telefónica, CAMPSA…). Hasta 1928 contó con el
apoyo socialista para crear una estructura corporativa siguiendo el modelo italiano
(patronos y obreros en la misma organización). Introdujo el impuesto sobre la renta por
primera vez en España.
LA OPOSICIÓN A LA DICTADURA
Primo de Rivera resolvió el problema de Marruecos, las luchas sociales estaban
acalladas por la bonanza económica, pero no solucionó el problema nacionalista y buscó
la confrontación con quienes le habían apoyado:
- Persigue la lengua catalana.
- Interviene en la Junta del Colegio de Abogados de Barcelona para que editen su
guía en castellano.
- Prohíbe la utilización del catalán en los actos litúrgicos, se enfrenta así a los
eclesiásticos.
El PSOE, a la altura de 1928 va a abandonar al dictador, uniéndose a los comunistas y a
la CNT. Las dos fuerzas que más contribuyeron a la caída de la dictadura fueron los
intelectuales (Unamuno, Ortega y Gasset…), estudiantes y los propios militares
peninsulares que se sentían agraviados con respecto a sus compañeros de Marruecos. El
30 de enero de 1930, falto de apoyos, Primo de Rivera presenta la dimisión a Alfonso
XIII.
EL PACTO DE SAN SEBASTIÁN Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA
Tras la dimisión de Primo de Rivera, Alfonso XIII nombró jefe de Gobierno al general
Berenguer. Se iniciaba así un período conocido humorísticamente como la Dictablanda,
en el que se intentó infructuosamente volver a la situación previa a 1923. Los partidos
tradicionales, liberales y conservadores, eran incapaces de articular un sistema de
partidos aceptable por la sociedad española. Además, sólo gentes muy desprestigiadas
con Romanones o De la Cierva, se avinieron a colaborar con Berenguer. La lenta vuelta
a las libertades constitucionales, fue aprovechada pior una oposición que cada vez
conseguía más apoyo. En agosto de 1930 se reunieron en San Sebastián tres fuerzas
para tratar un cambio hacia la República: socialistas, republicanos históricos y
monárquicos poco convencidos. Más tarde se unirían los nacionalistas catalanes. De
este pacto saldrían dos líneas de actuación complementarias:
- La revolucionaria conllevó a un pronunciamiento fracasado en Jaca.
- La política que con una gran campaña de prensa y mítines lograron arruinar el
prestigio de la Monarquía.
Como consecuencia del Pacto se creó un comité revolucionario integrado por
personalidades como: Alcalá Zamora, Miguel Maura, Marcelino Domingo, Indalecio
Prieto, Manuel Azaña…Un manifiesto de este comité en diciembre llamaba
abiertamente a derribar a la Monarquía.
Berenguer dimite el 14 de febrero de 1931 y se encarga de continuar el proyecto el
almirante Aznar. El paso a la vida parlamentaria se preveía como un retorno escalonado,
primero se realizarían unas elecciones municipales y más tarde unas legislativas. Los
partidos del Pacto de San Sebastián se plantean el sufragio como un referéndum entre
Monarquía y República. Las elecciones municipales se convocan para el 12 de abril de
1931. Una vez realizada la consulta ganan los monárquicos más concejales que los
republicanos, pero los republicanos ganan en las grandes ciudades. Ante la tensión en la
calle Alfonso XIII abandona el país y el 14 de abril de 1931 se proclama la República.

LA II REPÚBLICA (1931-1936). LA GUERRA CIVIL (1936-1939)


LA II REPÚBLICA (1931-1936)
PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA
La II República es uno de los momentos clave de la historia contemporánea española. El
proyecto de democratización y modernización que se abre en 1931, y que tantas
esperanzas despertó en amplias capas de la población española, concluyó con una
cruenta guerra civil. El debate sobre las razones de ese fracaso histórico sigue siendo
uno de los elementos clave de la historiografía española.
Consideraciones previas. Supone un intento de solución democrática de los problemas
que arrastraba España y coincidió con una coyuntura internacional difícil, la crisis de
1929 y la depresión junto con la tensión por el ascenso de los fascismos.
El 12 de abril de 1931 se sucedieron elecciones municipales en el cual triunfaron la
coalición republicano-socialista en las grandes ciudades y núcleos industriales y
mineros. El 14 de abril de 1931 se proclama la II República, espontáneamente en
ayuntamientos y calles y se forma oficialmente un Gobierno Provisional, esto provoca
la renuncia de Alfonso XIII lo cual lo lleva al exilio. El triunfo de las candidaturas
republicanas en las grandes ciudades precipitó el 14 de abril de 1931 la proclamación de
la República. La amplitud del movimiento popular llevó a que el rey Alfonso XIII,
aislado y sin apoyos, se exiliará.
GOBIERNO PROVISIONAL
Inmediatamente se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora
y formado por republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas. El
gobierno debía dirigir el país hasta que unas nuevas Cortes Constituyentes dieran forma
al nuevo régimen.
No obstante, el nuevo gobierno tuvo que responder desde un principio al ansia general
de reformas. Adoptó las primeras medidas para la reforma agraria, inició las reformas
laborales, emprendió la reforma militar, aprobó la legislación educativa y puso en
marcha el Estatuto provisional de autonomía de Cataluña. El ambiente social, sin
embargo, se encrespó inmediatamente. A la vez que la CNT anarquista promovía una
amplia campaña de huelgas, los entrentamientos entre la Iglesia y el nuevo gobierno
fueron inmediatos. El sector más conservador de la Iglesia, encabezado por el Cardenal
Segura, puso todo tipo de trabas al nuevo ejecutivo. El viejo anticlericalismo afloró de
nuevo y en mayo de 1931 diversas iglesias y conventos fueron asaltados y quemados.
La opinión pública católica se alejó desde un primer momento del nuevo régimen
republicano. Finalmentre, en junio de 1931, tuvieron lugar las elecciones a Cortes
Constituyentes en un ambiente de relativa tranquilidad. Las urnas dieron una clara
mayoría de la coalición republicano-socialista.
La formación de este gobierno Provisional, compuesto por partidos firmantes del Pacto
de San Sebastián, tuvo como medidas urgentes la amnistía, libertades políticas y
sindicales, la reforma del ejército, la negociación con catalanes y vascos y reformas
sociales (protección de campesinos y obreros). El 28 de junio se convocan elecciones a
las Cortes Constituyentes el cual supuso el triunfo de la coalición republicano-socialista.
Primeras reacciones anticlericales: quema de conventos y de iglesias en algunas
ciudades (mayo de 1931) ante la actitud de la jerarquía eclesiástica, opuesta a la política
reformista de la República.
PARLAMENTO: CONSTITUCIÓN DE 1931
Aprobada en diciembre de 1931 tras varios intensos debates. Tenía un carácter
democrático en el cual recoge por primera vez, aspiraciones sociales, hay una amplia
declaración de derechos y libertades, como el sufragio femenino. Se define como
“república de trabajadores”, todos los poderes emanan del pueblo. Se trata de una
república integral que acepta la formación de gobiernos autónomos en algunas regiones.
Establece que España es un estado laico y por lo tanto hay una separación de Iglesia-
Estado.
La nueva Constitución, aprobada en diciembre de 1931, reflejó las ideas de esta
mayoría. Estos son sus principales rasgos:
- Soberanía popular. Se declaraba al nuevo estado español como una “República
democrática de trabajadores de todas clases”.
- Sufragio universal masculino y femenino. Tras un largo y complejo debate en
las Cortes, las mujeres españolas obtuvieron el derecho de voto.
- Extensa declaración de derechos y libertades. Derechos civiles: divorcio,
equiparación hijos legítimos e ilegítimos.
- Derecho a la educación.
- Poderes del Estado: Poder legislativo quedó en manos de unas Cortes
unicamerales; Poder ejecutivo en el que el Presidente de la República tenía
escasos poderes, el Jefe de Gobierno es nombrado por el Presidente, pero que
debía contar con la aprobación de las Cortes; Poder Judicial en manos de los
tribunales de justicia.
Por primera vez en nuestra historia, se establece el derecho de las regiones a establecer
Estatutos de Autonomía. En lo relativo a la “cuestión religiosa” se establece un estado
laico: Separación de la Iglesia y el Estado. Desapareció el presupuesto de culto y clero
Prohibición de ejercer la educación Libertad de conciencia y cultos.
BIENIO DE IZQUIERDAS (1931-1933)
Tras aprobarse la Constitución, se inició un nuevo período con un gobierno presidido
por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierda y socialistas. En diciembre,
Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República (diciembre de 1931-
septiembre de 1933).
El bienio reformista impulsó un programa de reformas, iniciadas por el Gobierno
Provisional, para modernizar y democratizar la sociedad española. La lenta o difícil
aplicación de algunas reformas fue debido a: la obstaculización por parte de las
minorías parlamentarias o por los funcionarios monárquicos, la falta de presupuesto por
los problemas de Hacienda y la radicalidad y exigencias de las organizaciones
sindicales.
El gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas en un
contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro. Estas fueron sus
principales medidas:
REFORMA MILITAR
Impulsada por Manuel Azaña desde 1931, Ministro de Guerra y Defensa además de
Presidente del Gobierno. Su objetivo era crear un ejército profesional y democrático,
sometido al poder civil para acabar con la macrocefalia y con el fuero especial de los
militares y asegurar su obediencia al poder civil. Las medidas que se tomaron fue la Ley
de Retiro de la Oficialidad (1931) al cual se acogieron a ella más de la mitad de los
oficiales, la reducción del número de unidades y de oficiales, el cierre de la Academia
militar de Zaragoza, la supresión de Capitanías Generales y de Tribunales militares
prensa militar y de la Ley de Jurisdicciones, la creación de la Guardia de Asalto (fuerza
de orden público fiel a la República). La oposición la encontró en los militares, sobre
todo africanistas y los partidos de derechas. Buscando garantizar la fidelidad del ejército
al nuevo régimen republicano y propiciar la reducción del excesivo número de jefes y
oficiales, se exigió el juramento de fidelidad al nuevo régimen republicano, pudiendo
optar los que se negaron a ello al retiro voluntario con paga completa.
REFORMA RELIGIOSA
El objetivo era limitar la influencia de la Iglesia y secularizar la sociedad española.
Como medidas se adoptó la separación Iglesia-Estado. Se impuso la no confesionalidad
del Estado, la libertad religiosa, la supresión del presupuesto del culto y del clero
católicos, la secularización de los cementerios, el matrimonio civil y el divorcio y se
prohibía a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza. La Ley de Congregaciones de
mayo de 1933 limitaba los bienes de las órdenes religiosas y permitió su dilolución que
afectó a la Compañía de Jesús. La oposición la encontró en los sectores católicos.
REFORMA EDUCATIVA Y CULTURAL
El objetivo era implantar una educación liberal y laica y extenderla a toda la población,
acabar con la hegemonía de la enseñanza religiosa para establecer una escuela mixta,
laica, obligatoria y gratuita, llevar la cultura a las zonas rurales. Las medidas que se
llevaron a cabo fue el aumento en un 50% del presupuesto para educación, la creación
de escuelas primarias, el aumento de plazas para maestros, duplicaron el número de
institutos de enseñanza secundaria y se estableciron campañas culturales como las
misiones pedagógicas para llevar la cultura al medio rural. La oposición la encontró en
los sectores de derechas.
Amplio programa de construcción de escuelas y contratación de maestros: 6750
escuelas y 7.000 maestros con mejores salarios. Enseñanza mixta, la Religión dejó de
ser asignatura obligatoria lo que agudizó el enfrentamiento con la Iglesia.
REFORMA AGRARIA
Los objetivos eran modernizar la agricultura, acabar con el predominio del latifundismo
en el centro y sur de España, mejorar las condiciones de vida de los jornaleros.
Las medidas que se llevaron a cabo fueron elaborar decretos para proteger a los
campesinos sin tierra y a los arrendatarios, en el cual se prohibió rescindir los contratos
de arrendatarios, se impulsó la ley de términos municipales, la ley de laboreo forzosa, la
jornada laboral de 8 horas en el campo y salarios mínimos. La Ley de Reforma Agraria
fue aprobada por las Cortes en septiembre de 1932 cuyo objetivo era expropiar los
latifundios y asentar en ellos a campesinos sin tierras. La aplicación de la ley fue
encargada al IRA (Instituto de Reforma Agraria). A pesar de todo tuvo escasos
resultados, hubo menos expropiaciones y asentamientos de los previstos. La oposición
la encontró en los terratenientes y partidos de derechas.
Las causas del fracaso fueron la complejidad técnica de la ley, las dificultades
burocráticas para su aplicación, la falta de presupuesto para las indemnizaciones, la
resistencia de los propietarios…Las consecuencias que tuvieron fue la decepción de los
campesinos por los escasos resultados, los cuales adoptaron posiciones más
revolucionarias, ocupando tierras lo cual supuso el aumento de la tensión social y
teniendo enfrentamientos con la Guardia Civil.
Se aprobó en 1932 la Ley de Bases de la Reforma Agraria. Con ella se buscaba el
reasentamiento de campesionos sin tierra en latifundios insuficientemente explotados.
Su aplicación fue un fracaso y muy pocos campesinos se beneficiaron de la ley. Esto
provocó una decepción generalizada entre el campesinado en un contexto económico de
paro creciente.
REFORMA SOCIAL
El objetivo era mejorar las condiciones laborales del proletariado y del campesinado.
Las medidas que se impulsaron, por Largo Caballero que era ministro de Trabajo,
fueron la Ley de Contratados de Trabajo, Jurados Mixtos y la imposición de la semana
laboral de 40 horas y salarios mínimos, así como seguros sociales. La oposición la
encontró en las organizaciones de los empresarios.
Iniciadas desde el Ministerio del Trabajo por el socialista Largo Caballero, que
favorecían la posición de los trabajadores y sindicatos y encontraron la cerrada
oposición de los empresarios.
REFORMA TERRITORIAL
El objetivo era configurar un Estado decentralizado y satisfacer los sentimientos
nacionalistas de algunas regiones españolas de tener una organización propia y
autonomía.
El el caso de Cataluña, el proceso de esta reforma, fue que el 14 de abril de 1931 con la
proclamación de la República Catalana hubo una negociación con el Gobierno
Provisional. La formación de un gobierno autonómico provisional (Generalitat) y la
elaboración de un Estatuto de Autonomía supuso la oposición de partidos de derecha y
un intento de golpe de Estado por parte de Sanjurjo. El Estatuto de Autonomía se
aprobó en las Cortes en septiembre de 1932.
En el caso del País Vasco, el Proyecto de Estatuto (PNV y carlistas), tradicionalista y
confesional fue rechazado por republicanos y socialistas. Desde 1934 se produce la
ruptura entre el PNV y los carlistas, esto supuso un acercamiento entre el PNV a los
republicanos y socialistas. Finalmente, en 1936 se aprueba el Estatuto de Autonomía.
La oposición la encotró en el ejército y en los sectores de la derecha. Esto trajo consigo
un golpe de Estado, frutrado, por parte de Sanjurjo en agosto de 1932 lo cual aceleró la
aprobación del estatuto de Autonomía de Cataluña y la Reforma agraria.
PROBLEMAS DEL GOBIERNO REPUBLICANO-SOCIALISTA. INSURRECCIÓN
DE CASAS VIEJAS. ELECCIONES DE NOVIEMBRE DE 1933.
La derecha tradicional quedó desorganizada tras la proclamación de la República en los
primeros meses del nuevo régimen. La oposición conservadora quedó restringida a las
Asociaciones patronales como la Unión Económica Nacional y el Partido Radical de
Lerroux. Este grupo de centro-derecha dirigió la oposición al gobierno en las Cortes.
Por otro lado, la izquierda revolucionaria no dio tregua al nuevo gobierno. La
Confederación Nacional del Trabajo (CNT) con más de un millón de afiliados, siguió la
línea extremista marcada por los militares de la Federación Anarquistas Ibérica (FAI).
El minoritario Partido Comunista de España (PCE) se hallaba también instalado en una
línea radical, defendida en aquel momento por la Komintern y Stalin.
La crisis económica, la línea radical propiciada por la CNT y la negativa de la patronal a
las reformas llevaron a un marco de fuertes tensiones sociales. Los enfrentamientos
entre huelguistas y la Guardia Civil fueron frecuentes y a menudo violentos
(Castilblanco, Arnedo, Baix de Llobregat).
El debate en Cortes del Estatuto de Cataluña y la Ley de Reforma Agraria provocaron
una oposición cerrada en las fuerzas de derecha. De nuevo, las fuerzas conservadoras
recurrieron al tradicional método de la insurrección militar. El general Sanjurjo intentó
un golpe de estado militar en Sevilla agosto de 1932. La “Sanjurjada”, mal preparada y
con desigual apoyo en el ejército, fracasó. La reacción de las fuerzas que apoyaban al
gobierno fue inmediata. Las Cortes aprobaron la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto
de Autonomía de Cataluña. En este territorio, la Esquerra Republicana de Catalunya,
dirigida por Francesc Maciá, triunfó en las primeras elecciones autonómicas.
Pese al fracaso Sanjurjo, el gobierno republicano-socialeista daba muestras de claro
desgaste. En ese contexto, se produjeron los graves incidentes de Casas Viejas, en los
que la Guiardia de Asalto sitió y mató a un grupo de campesinos anarquistas. El
escándalo consiguiente llevó al gobierno a la decisión de convocar nuevas elecciones en
noviembre de 1933. Para estas elecciones, la derecha se había reorganizado. Tres
nuevos grupos se presentaron a los comicios:
- La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) dirigida por Gil
Robles, grupo mayoritario auspiciado por la Iglesia Católica.
- Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, en la que se agruparon los
monárquicos.
- Falange Española, la versión española del fascismo, dirigida por José Antonio
Primo de Rivera, hijo del dictador.
Mientras la izquierda se presentó fragmentada en múltiples grupos y los anarquistas
llamaron a la abstención. Las elecciones dieron la victoria de los grupos conservadores:
Partido Republicano Radical y la CEDA. El triunfo conservador fue contestado por una
insurrección anarquista que tuvo como resultado más de cien muertos.
BIENIO CONSERVADOR (1933-1936). REVOLUCIÓN DE ASTURIAS
(OCTUBRE 1934). REVOLUCIÓN DE CATALUÑA (OCTUBRE 1934).
CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE.
El Gobierno de centro-derecha estaba formado por el Partido Radical presidido por
Alejandro Lerroux y por Samper, con el apoyo parlamentario de la CEDA. Este “Bienio
Negro” supuso la paralización de las reformas:
- Agraria y Laboral. Se devuelven las tierras a la nobleza, se anulan los
asentamientos campesinos y se da la libertad de contratación y bajos salarios.
- Autonómica. Se dificulta a la aplicación del Estatuto de Autonomía, lo que
provocó un enfrentamiento con la Generalitat por la Ley de Contratos de Cultivo
y un conflicto con el PNV.
- Religiosa. Se aprueba un presupuesto de culto y clero y reducen el destinado a la
educación, se negocia la firma de un concordato con la Santa Sede y se paraliza
la Ley de Congregaciones religiosas.
- Educativa. Se reduce el presupuesto y se paraliza la construcción de las escuelas.
- Militar. Se concede amnistía a los sublevados con Sanjurjo en 1932 y para los
colaboradores con la dictadura de Primo de Rivera.
Las consecuencias que tuvo esta legislación contrarreformista es la radicalización del
PSOE, UGT y CNT, provocando el aumento de huelgas y conflictos. Se endureció la
postura de los partidos de derecha y extrema derecha. La CEDA presiona a Lerroux y
exige una mayor represión y participar que el 5 de octubre de 1934 entran tres ministros
de la CEDA en el gobierno. Lo cual resulta inaceptable para los partidos de izquierdas
convocando, una huelga general. La falta de coordinación y de unidad y la represión del
gobierno hizo que fuera un fracaso a nivel nacional derivando en una revolución en
octubre de 1934.
Tras las elecciones, Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por
miembros de su partido. La CEDA apoyó al gobierno desde el Parlamento. Lerroux se
vio así obligado a iniciar lo que los grupos de derecha reclamaban, una política de
rectificación de las reformas del bienio anterior. Esta nueva política se concretó en la
paralización de las reformas iniciadas:
- Paralización de la reforma agraria, con la consiguiente expulsión de las tierras
que habían ocupado de miles de jornaleros.
- Paralización de la reforma militar y designación para puestos clave de militares
claramente antirrepublicanos como Franco, Goded o Mola. Esta nueva política
fue completada con una amnistía para los participantes en el golpe de Sanjurjo
en 1932.
- Conciliación con la Iglesia Católica.
- Paralización de las reformas educativas. Parón en el programa de construcciones
escolares y anulación de la enseñanza mixta.
- Enfrentamiento a los nacionalismos periféricos. Freno al proyecto de Estatuto de
Autonomía vasco, presentado por el PNV y enfrentamientos con la Generalitat
catalana, que presidía Lluis Companys, dirigente de ERC, desde enero de 1934.
En un contexto de crisis económica internacional y de triunfo de los extremismos en
Europa con el triunfo de Hitler en 193 y la consolidación de la dictadura de Stalin en la
URSS, la lucha política se radicalizó en nuestro país. España se polarizó entre las
“derechas” y las “izquierdas”.
- Derechas:
o La CEDA de Gil Robles agrupaba a las clases medias y populares
católicas. Las Juventudes de Acción Popular (JAP), organización juvenil
del partido, tenía ya en aquel momento rasgos claramente fascistas.
o En Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, se agrupaban los
monárquicos con posturas cada vez más extremistas y antidemocráticas.
o Finalmente, la Falange Española de Jose Antonio Primo de Rivera se
fusionó en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas
(JONS) de Ledesma. Quedaba así constituido el núcleo político de
ideología fascista en España.
- Izquierdas:
o La Izquierda Republicana de Manuel Azaña agrupaba el centro-izquierda
que había optado por una política de reformas y de alianzas con el
movimiento obrero.
o El PSOE, el mayor partido obrero, estaba dirigido por un grupo de
líderes a menudo enfrentados. Indalecio Prieto y Largo Caballero
representaban el ala más moderada y más radical del partido. En general,
el PSOE vivió un claro proceso de radicalización.
o El PCE seguía las nuevas directrices de la Komintern y buscaba una
alianza de la izquierda contra el fascismo. La experiencia alemana y el
ascenso de Hitler en enero de 1933 habían hecho rectificar a Stalin y
buscar alianzas con todas las fuerzas de centro-izquierda.
o La CNT seguía ligada a la acción revolucionaria, aunque había quedado
muy mermada tras el fracaso de la insurrección de diciembre de 1933.
o Los continuos enfrentamientos del gobierno de la Generalitat catalana
con el gobierno de derechas de Madrid habían propiciado que la
Esquerra Republicana de Catalunya dirigida por Lluis Companys girará a
la izquierda en sus posiciones políticas.
Revolución de octubre de 1934. La creciente tensión entre los dos polos políticos
culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934.
Esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda como un anuncio del
triunfo inminente del fascismo en nuestro país. La cada vez más radicalizada izquierda
PSOE, UGT, CNT, PCE, llamó a la huelga general contra el gobierno. El sieguimiento
fue muy desigual. El movimiento fracasó en Madrid. El gobierno acuarteló a las tropas
y detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas. En Barcelona, Companys,
desde la presidencia de la Generalitat, dirigió una insurrección con claro matiz
independentista. La revuelta fue rápidamente reprimida por el Ejército. Lo peor ocurrió
en Asturias. Aquí la huelga general triunfó y degeneró en una verdadera revolución
organizada por la UGT y la CNT. La persistencia de la insurrección llevó al gobierno a
optar por la represión más brutal. La Legión, dirigida por el general Franco, fue la
encargada.
El balance de la Revolución de octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos
muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos, entre ellos Companys, Azaña, que no
había apoyado el levantamiento, y los principales dirigentes del PSOE como Prieto o
Largo Caballero. La reacción del gobierno de derechas fue el endurecimiento de su
política: se suspendió el Estatuto de Autonomía de Cataluña y se redactó una nueva Ley
de Reforma Agraria, que en la práctica era una verdadera contrarreforma. Se anuló de
forma definitiva la Ley de Contratos de Cultivo. Se devolvió las propiedades a la
Compañía de Jesus. Sin embargo, las disenciones en el seno del gobierno eran
crecientes. Las diferencias entre el Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA
eran evidentes. Un ejemplo de la orientación de la CEDA fueron los nombramientos que
hizo Gil Robles, como nuevo ministro de Defensa. Militares claramente contrarios a la
república y la democracia fueron designados para puestos clave en la estructura del
Ejército. Franco, por ejemplo, fue nombrado jefe del Estado Mayor. La crisis definitiva
vino con un escándalo de corrupción, el escándalo del Estraperlo, que afectó a altos
cargos gubernamentales. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito total. La
aparición de nuevos escándalos precipitó el fin de la legislatura. Alcalá Zamora se niega
a conceder la presidencia del gobierno a Gil Robles por lo que disuelve las Cortes y
convoca nuevas elecciones el 16 de febrero de 1936.
ELECCIONES DE FEBRERO DE 1936. EL TRIUNFO DEL FRENTE
POPULAR. EL GOBIERNO DEL FRENTE POPULAR.
En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a
las elecciones de febrero de 1936:
- Frente Popular. Era una coalición de partidos de izquierdas con un programa
común: la amnistía de los detrenidos en la revolución de 1934, una legislación
reformista y reintegrar en puestos de trabajo a represaliados. Pacto electoral
firmado en enero de 1936 por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM
(Partido Obrero de Unificación Marxista) y Esquerra Republicana de Catalunya.
Este pacto agrupaba a todas las izquierdas. La CNT, con muchos presos en la
cárcel, no pidió la abstención y apoyó de forma tácita a la coalición de
izquierdas.
- El Bloque Nacional era una coalición de partidos de derecha sin un programa
común ni candidatura única. La coalición de los grupos de derecha, formada por
la CEDA y Renovación Española, acudió con un programa basado en el miedo a
la revolución social. La Falange y el PNV se presentaron por su cuenta.
La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las
provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del
país. Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República. El
objetivo era que Indalecio Prieto, hombre fuerte del ala más moderada del PSOE,
ocupara la jefatura del gobierno. Sin embargo, la negativa del Partido Socialista,
dividido en diversas tendencias, llevá a que se formara un gobierno presidido por
Casares Quiroga formado exclusivamente por republicanos de izquierda, sin la
participación del PSOE. Así, el nuevo gobierno nacía debilitado. El nuevo gabinete
inició rápidamente la acción reformista:
- Amplia amnistía para todos los represaliados tras octubre de 1934.
- Restablecimiento del Estatuto catalán.
- Alejamiento de Madrid de los generales más sospechosos de golpismo. Franco,
Mola y Goded fueron destinados a Canarias, Navarra y Baleares.
- Reaunidación de la reforma agraria. Esta medida fue rápidamente desbordada
por la acción de los jornaleros que se lanzaron a la ocupación de fincas.
- Tramitación de nuevos estatutos de autonomía. El Estatuto de Galicia fue
aprobado en plebiscito en junio de 1936, y el del País Vasco estaba
prácticamente terminado en julio de 1936.
Mientras, el ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había opotado
por una postura claramente revolucionaria y la derecha buscaba de forma evidente el fin
del sistema democrático. Desde el mes de abril se sucedieron los enfrentamientos
violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y
anarquistas. Mientras la conspiración militar contra el gobierno del Frente Popular
avanzaba. Por un lado, había una trama política conformada por los principales líderes
de los partidos: Gil Robles, Calvo Sotelo, Jose Antonio Primo de Rivera. Por otro lado,
crecía el número de generales implicados: Franco, Goded, Fanjul, Varela…Emilio
Mola, destinado en Pamplona, se convirtió en el jefe de la conspiración, el “director”
del golpe. La salida antidemocrática tenía valedores internacionales. Muy pronto se
iniciaron contactos con Mussolini y Hitler. El 12 de julio de 1936 era asesinado por
extremistas de derecha un oficial de la Guardia de Asalto, teniente Castillo. La respuesta
llegó la siguiente madrugada con el asesinato de José Calvo Sotelo por parte de un
grupo de miembros de las fuerzas de seguridad lo cual acelera los planes golpistas. El
enfrentamiento era inevitable. El gobierno de Casares Quiroga, que no había decidido
tomar medidas pese a las continuas advertencias de las organizaciones obreras, vio
como el 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos iniciaba la rebelión contra el
gobierno de la República. El triunfo parcial del golpe desencadenó la guerra civil.
LA GUERRA CIVIL (1936-1939)
CONTEXTO (1936)
En España, después de las elecciones de 1936, llega al poder el Frente Popular, por lo
que se establece un Gobierno Republicano de Izquierdas, con apoyo socialista y
comunista. Gran tensión política.
El planeta se restablecía por completo después del crack del 29 y lo más característico
de Europa eran los gobiernos fascistas, de Alemania y de Italia, y el gobierno comunista
de la URSS, los cuales intervendrían en la Guerra Civil.
ESTALLIDO DE LA GUERRA
El 17 de julio de 1936, la insurrección militar se inició en Melilla por parte del Coronel
Yagüe, jefe de la legión. Desde allí se extendió rápidamente al conjunto del
protectorado de Marruecos. La sublevación (el “Alzamiento”) al día siguiente, el 18 y
19 de julio, se extendió a la península y los archipiélagos. Mientras el gobierno de
Casares Quiroga reaccionaba con lentitud ante los acontecimientos.
El golpe triunfó en Galicia, parte de Aragón, Castilla la Vieja, Navarra, con el general
Mola en Pamplona, Andalucía Occidental, con Queipo de Llano en Sevilla, Balares,
excepto Menorca, con el general Goded que después se desplazó a Barcelona para
ponerse al frente de la insurrección y Canarias, desde donde Franco, tras asegurar el
triunfo del golpe en el archipiélago, se desplazó a Marruecos el día 19 para ponerse al
frente del ejército de África. También triunfó en enclaves aislados como Oviedo, con el
general Aranda, Granada, donde tuvo lugar el asesinato de García Lorca y Zaragoza con
el general Cabanellas.
El golpe fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, donde el PNV colaboró
finalmente con la República, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona
oriental de Andalucía. Los fracasos más graves tuvieron lugar en Madrid, donde el
nuevo presidente Giral entregó armas a las milicias obreras, y en Barcelona, donde una
inusual colaboración de los obreros de la CNT con la Guardia Civil y la Guardia de
Asalto abortói la insurrección. En general, exceptuando en Navarra y Castilla-León, la
sublevación no tuvo apenas respaldo popular y se basó en las fuerzas militares
insurrectas. Factores como las dudas o la resolución de los sublevados y las autoridades
encargadas de reprimir el golpe, la capacidad de movilización obrera y el papel de la
Guardia Civil fueron claves para entender el resultado final del golpe en cada zona del
país.
CONTENDIENTES
Por un lado tenemos a los sublevados: militares conservadores, monárquicos de
derechas, grupos de católicos, falangistas, carlistas, opositores a las reformas de la
República. Apoyados e inspirados por el fascismo, definidos por ellos mismos como
“nacionales” y católicos.
Por otro lado, tenemos a los leales a la República: obreros, empleados urbanos, pequeña
burguesía, campesinado sin tierra, afiliados o influidos por el socialismo, el comunismo
y el anarcosindicalismo. Todos ellos defendían la legitimidad de la República y/o la
necesidad de la revolución.
La GC fue un enfrentamiento armado entre los grupos dominantes de la España de la
Restauración y los obreros y burgueses progresistas (republicanos), los primeros creían
que se avecinaba una “revolución”, llebvada a cabo por obreros y republicanos, después
de las elecciones de 1936, por lo que optaron por el golpe de Estado.
INTERNACIONALIZACIÓN DE LA GUERRA CIVIL
Los países a favor de la República fueron países democráticos progresistas, así como la
URSS. En cambio, los países partidarios de Franco fueron Italia, Alemania, Portugal y
el Vaticano.
Francia, Gran Bretaña y EEUU. Fueron muy prudentes no intervinieron, el Comité de
No Intervención resultó perjudicial para la República, pues le impedía adquirir armas
legítimamente.
AYUDA DEL EXTERIOR
A la República les ayudó la Unión Soviética, la cual le proporcionó armas y asesoría
militar a través del Partido Comunista, las Brigadas Internacionales, formadas por
voluntarios de ideología progresista y de izquierda que venían a luchar contra el
fascismo desde Europa, América y México.
A los sublevados les ayudó Alemania que les proporcionó armas y envió a la Legión
Cóndor, a cambio de minerales y otros productos estratégicos, Italia, que además de
aportar armas, envió una gran unidad, el Corpo Truppe Volontaire, irlandeses,
portugueses y voluntarios afines al fascismo o católicos-conservadores.
LA ZONA REPUBLICANA
El gobierno de la República tomó la decisión de entregar armas a las milicias de los
partidos y sindicatos para hacer frente a los sublevados. En el verano y otoño de 1936 el
poder del Estado fue sustituido por consejos, comités y juntas que intentaban organizar
a los voluntarios el orden público y la economía. Ser extendió un clima revolucionario
que provocó la colectivización de parte de la propiedad industrial y agraria, persecución
a la Iglesia y burgueses y el control por parte de los comités de los transportes, servicios
urbanos, suministros militares, fábricas y talleres.
El 5 de septiembre de 1936, Francisco Largo Caballero, secretario general de la UGT,
constituyó un nuevo gobierno integrado por republicanos, socialistas, comunistas y
anarcosindicalistas, con el propósito de reponer el poder del Estado eliminando juntas y
comités y de organizar las fuerzas antifascistas creando el Ejército Popular. Sin
embargo, mientras un sector formado por los republicanos, los comunistas y parte de los
socialistas eran partidarios de reconstruir un Estado fuerte y reponer el orden, otro
sector, constituido por anarquistas y comunistas del POUM apostaban por realizar una
revolución. Así, en mayo e 1937 (crisis de Mayo) se produjo un enfrentamiento entre
ambas partes en Barcelona que provocaría la muerte de más de 200 personas, la derrota
de los anarquistas y poumistas y una fuerte crisis de gobierno que lo llevaría a su fin.
Después de los hechos de Mayo, se formó un nuevo gobierno al mando de Juan Negrín,
integrado por los partidos del Frente Popular, sin la UGT ni la CNT, cuya prioridad era
el esfuerzo militar (prioridad de ganar la guerra). Pero el nuevo gabinete no pudo frenar
el avance de las tropas franquistas, por lo que Negrín propuso el programa de los Trece
Puntos, en los que proponía el fin de la guerra, la permanencia de la República y unas
próximas elecciones democráticas, que Franco no aceptó. Finalmente, la falta de
alimentos, abastecimientos básicos y el reconocimiento por parte de Gran Bretaña y
Francia de la ocupación de los Sudetes por Hitler (Pacto de Munich, 1938) desalentaron
a las fuerzas republicanas que a principios de 1939 perderían Cataluña, lo que
provocaría el exilio del gobierno, el reconocimiento del gobierno de Franco por parte de
Francia e Inglaterra y la dimisión de Manuel Azaña, exiliado en París.
El fracaso del golpe militar desencadenó en la zona republicana una verdadera
revolución social. Los comités de los partidos y sindicatos obreros pasaron a controlar
los elementos esenciales de la economía: transportes, suministros militares, centros de
producción. Mientras el gobierno se limitaba a ratificar legalmente lo que los comités
hacían de hecho. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. Las grandes
propiedades y, en algún caso, las medianas y pequeñas. En las zonas donde
predominaban los socialistas se llevó a cabo la socialización de la tierra y su
producción. En las zonas de hegemonía anarquistra tuvo lugar una colectivización total
de la propiedad. En algunos casos, se llegó incluso a abolir el dinero. En septiembre de
1936 se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo Caballero y
con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y
catalanes. En noviembre se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos
Federica Montseny, la primera mujer ministro en España. El gran desafío del nuevo
gobierno era recuperar el control de la situación y crear una estructura de poder
centralizada que pudiera dirigir de forma eficiente el esfuerzo de la guerra. La tarea era
enome difícil. El poder estaba en manos de miles de comités obreros y milicias que a
menudo se enfrentaban entre sí, especialmente los anarquistas con socialistas y
comunistas. Los gobiernos autónomos eran otro factor de disgregación. No sin dudas, el
nacionalismo vasco había optado por apoyar la República y en octubre se aprobó el
Estatuto Vasco. Jose Antonio Aguirre se convirtió en el primer lehendakari o presidente
del gobierno autónomo. En la zona republicana se enfrentaron básicamente dos
modelos. Por un lado, la CNTFAI y POUM que emprendieron la inmediata
colectivización de tierras y fábricas. Su lema era “Revolución y guerra al mismo
tiempo”. Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por otro lado, el
PSOE y el PCE intentaron restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el
gobierno, respetando la pequeña y mediana propiedad. Su lema era “Primero la guerra y
después la revolución”. Las discensiones internas fueron continuas y llegaron a su
momento clave en Barcelona en mayo de 1937. El gobierno de la Generalitat, siguiendo
instrucciones del gobierno central, trató de tomar el control de la Telefónica de
Barcelona, en manos de un comité de la CNT desde el inicio de la guerra. El intento
desencadenó una insurrección y los combates callejeros se extendieron por Barcelona.
La crisis de mayo de 1937, provocó la dimisión del gobierno de Largo Caballero. El
nuevo gobierno presidido por el socialista Negrín, tenía una mayoría de ministros del
PSOE, pero se inclinaba cada vez más hacia las posturas defendidas por el PCE. La
ayuda soviética había hecho que los comunistas pasaran de ser un grupo minoritario a
una fuerza muy influyente. Los enfrentamientos entre stalinistas y rostkistas se
reprodujeron en el suelo español. El POUM fue ilegalizado y su dirigente, Andreu Nin,
“desapareció” estando en manos de agentes soviéticos. Aunque ya era tarde para
cambiar el signo de la guerra, a partir de ese momento se impuso una mayor
centralización en la dirección de la economía y se terminó de construir el Ejército
Popular, acabando con la indisciplina de las milicias. A partir de marzo de 1938,
momento en el que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y dividieron en dos la
zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas enfrentadas. Mientras la postura
oficial, representada por Negrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, seguía
defendiendo la “resistencia a ultranza”, algunos dirigentes, anarquistas y socialistas,
empiezan a hablar de la necesidad de negociar ante la persepectiva de la segura derrota.
Los acontecimientos internacionales: el Pacto de Munich en septiembre de 1938, la
retirada de las Brigadas Internacionales, la disminución de la ayuda soviética; y los
internos: la caída de Cataluña, reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en
marzo de 1939 el golpe del coronel Casado desalojó del poder a Negrín. La esperanza
de negociar con Franco se disipó inmediatamentre, cuando el dictador exigió la
rendición incondicional.
LA ZONA SUBLEVADA. FRANCISCO FRANCO
El general Franco se hizo con el mando del ejército tras liberar el Alcázar de Toledo y
lograr el reconocimiento de los líderes fascistras europeos del momento como Hitler y
Mussolini. Fue “providencial” la ausencia de otros generales golpistas como el general
Sanjurjo o Mola que murieron al comienzo de la GC en Lisboa. También el
ajusticiamiento de José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange.
La muerte del general Sanjurjo, el 20 de julio de 1936 cuando volaba desde Portugal
hacia España, dejó a la insurrección sin un líder claro. El 24 julio tuvo lugar una reunión
de los generales insurrectos en Burgos. Allí se acordó crear la Junta de Defensa
Nacional, que se configuró como órgano provisional de gobierno de la zona nacional.
Las medidas que se adoptaron fueron drásticas: se estableció el estado de guerra en todo
el territorio, se suprimieron todas las libertades y se disolvieron todos los partidos
políticos, excepto la Falange y los requetés carlistas. En esos momentos la propaganda
nacionalista acaba de configurar la justificación del golpe militar contra un gobierno
democráticamente elegido. La insurrección militar ha sido en realidad un Alzamiento
Nacional contra una República “marxista” y “antiespañola”. La Iglesia Católica,
duramente perseguida en la zona republicana, termina de configurar la teoría que
justifica la mantaza que está asolando el país: la guerra es una Cruzada para liberar a
España del ateísmo. Las medidas que se tomaron en el terreno económico fueron
encaminadas en una doble dirección: cancelación de todas las reformas republicanas, el
mejor ejemplo es la devolución a sus propietarios de las tierras repartidas en la reforma
agraria, e intervención del Estado en la economía siguiendo los principios de la
ideología fascista. Así, en 1937, se creó el Servicio Nacional del Trigo que pasó a
controlar el abastecimiento de pan de la población. La necesidad de contar con una
dirección única era evidente para unos militares educados en la disciplina y la jerarquía.
Así el 1 de octubre 1936 Franco fue designado Jefe del Gobierno del Estado español.
Sus éxitos militares, el estar al frente del poderoso ejército de África y el apoyo de
Alemania con la que mantenía contactos directos explican el ascenso al poder de
Franco. En adelante, el Caudillo, como le empieza a denominar la maquinaria
propagandística del bando nacional, establece una dictadura personal basada en un
régimen militar. Una Junta Técnica del Estado, formada por militares, se conforma
como órgano consultivo del dictador. En abril de 1937, se aprobó el Decreto de
Unificación, falangistas y carlistas quedaron unificados en la Falange Española
Tradicionalista y de las JONS, conocida como el Movimiento Nacional. El modelo de
partido único del fascismo italiano y del nacional-socialismo alemán se imponía en la
España franquista. La Ley de la Administración Central del Estado concentró en la
figura de Franco los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. La Ley de Prensa
estableció la censura en todo tipo de publicaciones y el Fuero del Trabajo puso fin a la
libertad sindical y estableció el control del estado nacional sobre las organizaciones
patronales y obreras. El nuevo régimen estableció un estado confesional. Volvió la
subvención estatal de la Iglesia, se abolió el divorcio y el matrimonio civil, gran parte
de la educación volvió a manos del clero. Se establecía así lo que se vino a denominar el
Nacional-catolicismo. Por último, se creó una legislación que institucionalizó la
represión contra los vencidos. En febrero de 1939 se aprobó la Ley de
Responsabilidades Políticas, por la que se designaba “rebeldes” a todos los que se
hubieran enfrentado al Movimiento Nacional.
EL DESARROLLO DE LA GUERRA CIVIL
LA DESCOMPOSICIÓN POLÍTICA TRAS EL GOLPE Y LA REPRESIÓN
El golpe y el estallido de la guerra provocaron la destrucción de las estructuras estatales
de la II República. En el bando nacional el poder quedó en manos de un grupo de
generales que, siguiendo las propuestas de Mola, establecieron un estado autoritario y
militarizado. En el bando republicano el gobierno de la República perdió el control de la
situación y el poder real quedó en manos de comités obreros organizados por partidos y
sindicatos que no estaban sometidos a ningún tipo de poder centralizado.
En los primeros momentos de la guerra hubo una enorme represión en ambos bandos.
Las ejecuciones y los asesinatos se extendieron como una pesadilla por todo el país. La
represión en la zona nacional se dirigió esencialmente contra los militantes obreros y
campesinos, aunque algunos intelectuales, como Federico García Lorca, fueron también
víctimas del horror. La represión estuvo bastante organizada y controlada por las
autoridades militares. Este hecho no impidió que pistoleros falangistas descontrolados
protagoizaran excesos de todo tipo. En la zona republicana los grupos que sufrieron la
violencia fueron esencialmente los sacerdotes y las clases adineradas. José Antonio
Primo de Rivera, prisionero en Alicante al estallar la guerra, fue juzgado y ejecutado.
Tras el caos inicial en el que se produjeron graves excesos, el gobierno fue controlando
poco a poco la situación y la represión se atenuó.
EL AVANCE NACIONALISTA DURANTE LOS PRIMEROS MESES DE LA
GUERRA
Un elemento clave para comprender la victoria final de los nacionales fue el “puente
aéreo” organizado con aviones alemanes e italianos que permitió el rápido traslado del
ejército de África a la península. Los legionarios regulares, fuerzas profesionales que
superaban con facilidad a las desorganizadas milicias obreras y campesinas, iniciaron un
rápido avance hacia Madrid. En el camino, el general Yagüe que mandaba las columnas
decidió desviarse hacia Badajoz. La ciudad cayó y se inició una brutal represión que
escandalizó al mundo y produjo un gran número de víctimas.
Las tropas continuaron su avance hacia Madrid y antes de alcanzar Madrid, Franco
decidió desviar de nuevo las tropas para liberar la guarnición asediada en el Alcázar de
Toledo. La “liberación del Alcázar” fue un gran triunfo propagandístico para Franco.
Mientras, Mola tomó Irún y San Sebastián aislando al País Vasco de la frontera con
Francia.
LA BATALLA DE MADRID
El 18 de octubre de 1936 las fuerzas nacionalistas dirigidas por Varela llegaron a las
afueras de Madrid. En noviembre de 1936 se inició la Batalla de Madrid. El 4 de
noviembre de 1936 ocuparon Alcorcón, Leganés, Getafe y Cuatro Vientos. La caída de
la capital en manos de las tropas rebeldes parecía inminente.
Ante la superioridad militar de las fuerzas nacionales, partidos y sindicatos obreros
alentaron la movilización del pueblo madrileño para defender su cidudad. El grito de
“¡No Pasarán!” se hizo célebre en todo el mundo. La moral de la población madrileña
aumentó con la llegada de refuerzos exteriores. Las Brigadas Internacionales, cuerpo de
voluntarios organizados esencialmente por los comunistas; tanques y aviones rusos, la
clumna del anarquista Durruti…llegaron para ayudar en la defensa de la capital.
La ciudad fue sometida a bombardeos aéreos por aviones Junker alemanes y se
produjeron duros combates en la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y el Puente de
los Franceses. Las tropas republicanas consiguieron resistir y, finalmente, Franco
ordenó el fin del asalto frontal a la ciudad.
LAS BATALLAS DEL JARAMA Y GUADALAJARA. LA TOMA DE MÁLAGA
Tras fracasar en su intento, por parte de las fuerzas nacionales, por atacar frontalmente a
Madrid, intentaron aislarla y cortes sus comunicaciones y suministros. Franco intentó
cercar la capital. Este movimiento produjo la Batalla del Jarama, una de las más
encarnizadas de la guerra, y la batalla de Guadalajara, donde las tropas italianas
enviadas por Mussolini fueron derrotadas, con victoria del ejército republicano.
Mientras las tropas franquistas tomaban Málaga y de nuevo se producía una dura
represión. El fracaso ante Madrid hizo que Franco optara por una nueva estrategia: ya
no buscó acortar el conflicto, sino que fue atacando las zonas más débiles de los
republicanos.
LA CAMPAÑA DEL NORTE
De la primavera al otoño de 1937, las tropas nacionales conquistaron la zona norte
republicana que había quedado aislada del resto del país. Uno tras otro, el País Vasco,
Cantabria y Asturias fueron cayendo en manos de Franco. Durante esta campaña tuvo
lugar el célebre bombardeo de Guernica. La Legión Cóndor, grupo aéreo alemán
enviado por Hitler, bombardeó una ciudad sin interés militar y la arrasó. Este acto, que
luego en la II GM se convirtió en rutinario, provocó un escándalo mundial e inspiró a
Pablo Picasso en su célebre cuadro.
Durante la campaña vasca, Mola, el único general que podía competir con Franco en el
liderazgo del bando nacional, murió en accidente de avión. Tratanto de distraer fuerzas
nacionalistas de la campaña del norte, los republicanos organizaron la ofensiva de
Belchite en Aragón. El fracaso fue total y finalmente las tropas franquistas tomaron todo
el norte del país. La conquista del norte tuvo graves consecuencias para la República.
No sólo perdieron las minas de carbón y hierro de la zona, sino que, en adelante, los
franquistas pudieron concentrar todas sus tropas en la zona sur.
AVANCE HACIA EL MEDITERRÁNEO
Como respuesta a la pérdida de la zona norte, el ejército republicano, que había sufrido
una gran reforma y a cuyo frente se situaba el general Rojo atacó y ocupó la ciudad de
Teruel entre 1937 y 1938. Tras asegurar el dominio de Teruel, Franco lanzó un ataque
general campaña de Aragón llegando hasta el Mediterráneo. El éxito fue fulgurante y el
15 abril de 1938 las tropas nacionales llegaron a Vinaroz en el Mediterráneo. Debido a
esta ofensiva por parte de los franquistas, el territorio bajo mando republicano quedó
dividido en dos.
DE TERUEL A LA BATALLA DEL EBRO
El ejército republicano frenó el avance de las tropas sublevadas hacia el mar y lanzó un
poderoso ataque sobre el río Ebro haciéndolos retroceder, esta ofensiva se denominó la
Batalla del Ebro en julio de 1938. Pero Franco mandó al frente refuerzos, entre ellos la
aviación alemana e italiana deteniendo el ataque republicano. Con el ejército
republicano muy mermado Franco decidió realizar la Ofensiva sobre Cataluña a
principios de 1939 hundiendo la República y haciendo huir a todos sus partidarios,
incluidos Negrín, jefe del Gobierno y Manuel Azaña, presidente de la República.
EL FIN DE LA GUERRA
La antesala del fin de la guerra fue la ofensiva nacionalista contra Cataluña. Tras tomar
Barcelona, las tropas franquistas llegaron a la frontera francesa en febrero de 1939.
Después de la ocupación de Cataluña a la República solo le quedaba el territorio del
centro y sur-este de la península. Ante la inminente derrota, las divisiones internas se
hicieron aún mas profundas en el bando republicano. El gobierno de Negrín, con el
apoyo de los comunistas y parte de los socialistas, proponía la resistencia a ultranza. El
objetivo era que el conflicto español quedar integhrado en la inminente guerra europea y
mundial que todo el mundo veía venir. De esa manera, la República española
encontraría aliados que le permitirían cambiar el signo de la guerra.
A comienzos del marzo el coronel Segismundo Casado organizó una sublevación contra
el gobierno de la República. Casado negoció la entrega de Madrid a Franco para
finalizar la guerra, pero las fuerzas comunistas se opusieron, pero no pudieron
derrotarlos. El 28 de marzo, las tropas franquistas entraron en Madrid. Tras la pérdida
de la capital cayó también la zona del Mediterráneo y las capitales de provincia.
El 1 de abril de 1939, Franco firmaba el último parte de guerra en el que anunciaba la
derrota del ejército Rojo y daba por finalizada la guerra.
LA RETAGUARDIA EN TIEMPOS DE GUERRA
La guerra trajo consigo una oleada de hambre y miseria. En la zona republicana, sobre
todo, se produjo una escasez de alimentos de primera necesidad ya que las grandes
zonas agrarias se encontraban en la zona sublevada, esto provocó grandes filas en
comercios para conseguir raciones de alimento.
Además, disminuyó la actividad industrial debido a que los hombres se dirigieron al
frente y aunque se incorporó a la mujer en las industrias, toda actividad se destinaba a
fines bélicos. Y también influyó mucho la gran destrucción que se produjo a causa de
los bombardeos empleados para causar pánico en la población civil.
REFUGIADOS Y EXILIADOS
La población inició movimientos de refugiados para hir de las zonas de combate por
miedo a que se les juzgase por sus ideas políticas, esto se dio sobre todo en zona
republicana. Hacia el final de la guerra miles de civiles y soldados se concentraron en
Cataluña con intención de cruzar la frontera hacia Francia. Más de medio millón de
españoles salieron para un exilio y padeciendo en campos de clasificación de
prisioneros en Europa, norte de África y América Latina.

LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975)


CARACTERÍSTICAS DEL FRANQUISMO
El nuevo régimen instaurado en 1939 tuvo desde un principio unos fundamentos
ideológicos muy claros:
- Concentración del poder político en Franco. La “adhesión inquebrantable” al
Caudillo fue el elemento clave de todo el edificio político del franquismo.
- Anticomunismo. Este factor fue clave desde el inicio de la guerra civil. La
guerra fría entre EEUU y la URSS desde 1945 hizo que el régimen franquista
reforzara aún más este aspecto para ser aceptado en el mundo occidental.
- Antiparlamentarismo y antiliberalismo. El franquismo siempre se mostró
contrario a las libertades políticas.
- Nacionalcatolicismo. La Iglesia fue la gran legitimadora de la dictadura
franquista. A cambio dominó la vida social y la educación. Una estricta moral
católica en lo público y en lo privado se impuso en el país.
- Defensa de la “unidad de la Patria”. Negativa a cualquier autonomía política de
las regiones y fomento del castellano como única lengua española. La
prohibición de las otras lenguas peninisulares fue estricta en los primeros
momentos para, posteriormente, evolucionar hacia una cierta tolerancia.
- Tradicionalismo. La idea de España que defendió la dictadura se basó en raíces
históricas a menundo adulteradas (La Reconquista, el Imperio, Defensa del
Catolicismo).
- Militarismo. Preponderancia social del estamento militar (desfiles, uniformes,
himnos, bandera…).
- Rasgos fascistas: símbolos y uniformes, exaltación del Caudillo, violencia como
medio político. Los aspectos externos más comprometedores (saludo fascista)
fueron atenuados tras la derrota de Hitler y Mussolini en 1945.
Etapas del Franquismo:
- 1939-1959. Construcción de la dictadura y autarquía económica.
o 1939-1945 -> “fascistización” del régimen bajo la ideología del
naciolasindicalismo.
o 1945-1959 -> dictadura militar y católica bajo la ideología del
nacionalcatolicismo.
- 1959-1973. Desarrollismo económico e inmovilismo político.
o 1959-1969 -> gobierno de los tecnócratas y “democracia orgánica”
o 1969 -> triunfo de los inmovilistas.
- 1973-1975. Crisis política del régimen.
o 1973-1975 -> crisis económica.
BASES SOCIALES Y POLÍTICAS DEL FRANQUISMO
Las bases políticas del régimen. La dictadura basó su sistema político en la estricta
prohibición de los partidos políticos, unida a una brutal represión contra los que habían
apoyado a la República. En 1937 se había establecido el partido único, la FET de las
JONS, que vino a denominarse el Movimiento Nacional. Sin embargo, dentro del
régimen, bajo una completa subordinación al Caudillo, hubo diferentes familias
políticas, es decir, grupos con diversa sensibilidad política que trataron de influir en las
decisiones tomadas por Franco. Los pilares fundamentales fueron:
- El Ejército. Participó activamente en el poder (ministerios, administración,
sindicatos, mundo empresarial) y ejerció represión y control del orden público.
Los militares tuvieron prestigio y poder político, pero estuvieron completamente
subordinados a Franco. Alguno de los más importantes colaboradores del
dictador, como Carrero Blanco, fueron militares.
- La Falange. Dotó al régimen de bases ideológicas y símbolos, controló los
medios de comunicación y de la administración, adoctrinamiento. La Falange no
tenía nada que ver con el pequeño grupo fascista creado por José Antonio. Ahora
los falangistas se hallaban integrados en el partido único bajo el liderazgo
absoluto de Franco. Su principal función fue el control de la vida social y
económica del país a traves de diversas instituciones del régimen: el Frente de
Juventudes, la Sección Femenina y la Organización Sindical. La Falange jugó un
rol importante en los primeros momentos de la dictadura. Tras la derrota de las
potencias fascistas del Eje en 1945 pasó a tener un papel más secundario.
- La Iglesia Católica. Legitimación del régimen, control de la educación y la
moral, participó en el poder (Cortes y Consejo del Reino). Muchos cuadros y
dirigentes de la dictadura procedieron de instituciones religiosas como el Opus
Dei. Tras el Concilio Vaticano II distanciamiento entre la dictadura y parte de la
Iglesia.
- Monárquicos. Tras el final de la guerra, los carlistas jugaron un papel
secundario, despareciendo como fuerza política relevante. Pese a que Franco se
negó a ceder la jefatura del estado a Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII y
padre del a Juan Carlos I, muchos monárquicos colaboraron con la dictadura,
especialmente en los primeros años del régimen. En la práctica, todas estas
familias tuvieron un papel secundario, Franco siempre impidió que alguien
acaparara demasiado poder y buscó un equilibrio que garantizara su poder
omnímodo.
Las bases sociales de la Dictadura. Franco asentó su nuevo régimen en:
- La oligarquía terrateniente y financiera que recuperó su hegemonía social y la
gran beneficiaria de la política económica intervencionista del régimen. Apoyo
de las élites económicas y sociales y pequeños y medianos propietarios agrícolas
del norte.
- Clases medias rurales del Norte y Castilla que estaban bajo una fuerte influencia
de la religión católica.
- Postura apolítica y pasiva de las clases medias y clases populares.
La mayor parte de las clases medias urbanas y de las clases trabajadoras apenas
respaldaron a la dictadura. En los primeros años de la dictadura, la represión
sistemática, la miseria y la desmoralización tras la derrota impidieron que esa falta de
apoyo se concretara en oposición al régimen. La situación cambió en los años sesenta.
El desarrollo económico hizo que el régimen contara con mayor consenso social entre
las clases medias y trabajadoras, aunque al mismo tiempo la tímida liberalización del
país propició el desarrollo de la oposición.
PRIMER FRANQUISMO (1939-1959)
ESTRUCTURACIÓN DEL NUEVO ESTADO
Franco, que concentraba todo el poder, asumió la función constituyente. Poco a poco el
régimen fue aprobando diversas Leyes Orgánicas, que configuraron lo que se vino en
llamar las Leyes Fundamentales del Movimiento:
- Fuero del Trabajo (1938). Prohibición de los sindicatos libres. Siguiendo el
modelo fascista, la Organización Sindical se configuró como el sindicato único
controlado por la Falange. Reconoce los derechos y deberes de los españoles
limitados por el interés de la nación. Intento de “lavado de cara” democrática
ante la victoria aliada en la IIGM.
- Ley Constitutiva de las Cortes (1942). Cortes elegidas por sufragio indirecto
basado en diversas corporaciones: la familia, el municipio y el sindicato. En la
práctica, eran unas elecciones totalmente amañadas y los representantes eran los
que deseaba el régimen.
- Fuero de los Españoles (1945). Esta ley permitía al Jefe del Estado convocar
plebiscitos para que el pueblo, en un marco de ausencia de libertades, refrendara
una ley. Regula y establece el uso del referéndum para asuntos importantes,
parte integrante del citado “lavado de cara”.
- Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado (1947). España fue declarada “reino” y
Franco se reservó el poder de proponer su futuro sucesor. Esta ley constituyó
una gran decepción para los monárquicos que soñaban con que Franco
propiciara la vuelta al trono de los Borbones.
- Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958). Reafirma los principios
ideológicos del régimen que se define como una “monarquía tradicional,
católica, social y representativa”. Establecía la base jurídica del franquismo y los
principios ideológicos del régimen, basándose en las ideas de “patria, familia y
religión”.
- Ley Orgánica del Estado (1967). Establecía la separación de las figuras del Jefe
del Estado y del Jefe de Gobierno. Confirma la monarquía. Establece elecciones
a procuradores (diputados) por los tercios familiar, municipal y sindical.
Posibilidad de asociaciones políticas dentro de la ideología del régimen.
POLÍTICA EXTERIOR
El 7 de abril, recién acabada la guerra, Franco hizo pública su adhesión al Pacto
Antikomntern, el acuerdo anticomunista que asociaba a la Alemania nazi, la Italia
fascista y Japón.
En octubre de 1940, tras la invasión nazi de Francia, tuvo lugar la entrevista entre
Franco y Hitler que a punto estuvo de meter a España en el conflicto mundial.
Finalmente, no fue así. Hitler no aceptó las ambiciosas pretensiones de Franco sobre el
Marruecos francés y la incorporación a la guerra de un país exhausto no era de gran
interés para el Eje. Sin embargo, para mostras su apoyo a las potencias fascistas, España
envió a la División Azul a luchar junto a las tropas nazis en el frente ruso. Las derrotas
del Eje hicieron que, a partir de 1942, Franco comenzara un cauteloso giro en su política
internacional buscando la conciliación con los países aliados. La destitución de su
cuñado Serrano Suñer, excesivamente germanófilo para los nuevos tiempos muestra
este cambio de actitud.
En 1946 la Asamblea General de las Naciones Unidas votó contra el ingreso de España.
La dictadura de Franco era considerada aliada de las potencias fascistas recién
derrotadas. A esta condena internacional siguieron años de aislamiento económico y
político, aunque EEUU trataba de no romper completamente con un régimen que podía
ser su aliado en la recién iniciada guerra fría. Pese a ello, España no recibió ninguna
ayuda del Plan Marshall, ni fue admitida en la OTAN. Mientras la dictadura trató de
lavar su imagen internacional, reduciendo el protagonismo de los falangistas y de todos
los símbolos (saludo fascista…) que recordaran a las potencias del Eje. Paralelamente,
los católicos obtenían mayor presencia en la dictadura. El apoyo de la Santa Sede era
esencial para salir del aislamiento internacional.
Se puede afirmar que el inicio de la guerra fría salvó el régimen de Franco. La
hostilidad hacia la URSS provocó un giro en la posición internacional norteamericana.
En el interior eran los tiempos de la histeria anticomunista propiciada por el senador
McCarthy. En 1950, la ONU, a instancias de EEUU, recomendó el fin del aislamiento
diplomático de España. En 1953 se firmaron los Acuerdos bilaterales con EEUU, que
permitieron la instalación de bases militares norteamericanas en España en Torrejón de
Ardoz, Zaragoza, Morón y Rota. A cambio España recibió una ayuda económica
norteamericana no comparable a la que recibieron otros paises europeos con el Plan
Marshall. También en 1953 se firmó el Concordato entre España y la Santa Sede.
Finalmente, gracias al apoyo norteamericano, España ingresó en la ONU en 1955.
POLITICA ECONÓMICA. AUTARQUÍA.
En 1939, España era un país arruinado. Diezmada demográficamente, el hambre y la
extrema necesidad eran la realidad cotidiana de una gran parte de la población. La
solución que dio el régimen franquista a la penuria económica estuvo marcada por el
modelo creado en la Italia mussoliniana y consolidado en la Alemania de Hitler: la
autarquía, una política económica basada en la búsqueda de la autosificiencia
económica y la intervención del Estado. El intervencionismo del Estado se extendió por
gran parte de la economía nacional. El Estado fijó los precios agrícolas y obligó a los
campesinos a entregar los excedentes de sus cosechas. Se creó el Instituto Nacional de
Industria (INI) en 1941 para mejor controlar la exangüe industria española y se
estableció un rígido control del comercio exterior.
Los años de la posguerra marcaron una tremenda regresión en el terreno económico. El
hundimiento de la producción agrícola e industrial fue acompañado de una vuelta atrás
histórica: el sector primario volvió a superar el 50 por ciento de la renta nacional. En un
contexto de escasez e intervención estatal, el mercado negro, el estraperlo, y la
corrupción generalizada (licencias importación y exportación, suministros al Estado…)
se apoderaron de la economía del país. Esta situación se vio fuertemente agravada por la
coyuntura internacional. A la IIGM, 1939-1945, le sucedió un período de aislamiento
por la condena internacional del régimen de Franco como aliado del Eje. El evidente
fracaso del modelo autárquico llevó a que desde los inicios de los años cincuenta se
produjera un giro en la política económica. Se aplicó una liberalización parcial de
precios y del comercio y la circulación de mercancías. En 1952 se puso fina al
racionamiento de alimentos. Estas medidas trajeron una cierta expansión económica.
Finalmente, en 1954 se superó la renta por habitante de 1935. Se ponía fin a veinte años
perdidos en el desarrollo económico español.
La guerra fría y el consiguiente cambio en la política internacional norteamericana
propiciaron que desde 1951 comenzara a llegar ayuda económica norteamericana.
Aunque inferior a la recibida por los países beneficiarios del Plan Marshall, esta ayuda
permitió importaciones de bienes de equipo imprescindibles para el desarrollo
industrial. El incipiente desarrollo trajo, sin embargo, una fuerte inflación que propició
un fuerte malestar social. La necesidad de reformas estructurales en la economía era
evidente. Finalmente, Franco, tras veinte años de políticas económicas nocivas, permitió
la entrada en el gobierno en 1957 de un grupo de tecnócratas del Opus Dei. Estos
nuevos ministros diseñaron el giro definitivo en la política económica: el Plan de
Estabilización del 1959.
ASPECTOS SOCIALES
Tras los duros años de la posguerra, en los que la sociedad española había quedado
anclada a un tipo de sociedad arcaica, los años sesenta presenciaron un acelerado
cambio social. Estos fueron algunos de sus principales rasgos:
- Masiva emigración rural a las ciudades y a Europa occidental. Más de un millón
de españoles se desplazaron a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y otros países
europeos para desempeñar los trabajos que no querían los nativos.
- La emigración trajo consigo consecuencias positivas como la reducción del paro
o el ingreso de las abundantes remesas enviadas por los emigrantes, pero trajo
consigo el desarraigo humano que toda emigración implica y la agudización de
las diferencias de riqueza entre las diversas regiones del país.
- Fuerte incremento de la población. A la vez que se reducía la tasa de mortalidad,
la tasa de natalidad se mantuvo en valores muy altos e incluso aumentó.
- Para antender las necesidades de esta población creciente el gobierno no
aumentó el gasto público lo que llevó a que los servicios públicos fueran
claramente insuficientes.
- En el terreno educativo el número de escuelas e institutos fue muy por detrás de
las necesidades de una creciente población infantil y juvenil. Hubo una rígida
censura sobre las actividades sociales, culturales y lúdicas.
- Aunque se crearon algunos enormes hospitales y desde 1963 aumentaron las
prestaciones sanitarias y los sistemas de pensiones, la cobertura sanitaria siguió
estando muy alejada de lo que requería una sociedad moderna.
- El crecimiento demográfico provocó un enorme déficit en vivienda que trató de
resolverse mediante grandes operaciones inmobiliarias en las ciudades
españolas. Estos nuevos barrios nacieron a menudo sin equipamientos sociales y
urbanos básicos.
- Se impone el modelo de familia patriarcal.
REPRESIÓN INSTITUCIONALIZADA EN LA POSGUERRA
Leyes Represivas. Con la Ley de Responsabilidades Políticas (1939) se depuraron las
personas que habían colaborado con la República desde 1934 (maestros, profesores
universitarios…). Con la Ley de Represión del Consumo y la Masonería (1940)
desaparece el poder judicial independiente, se crean los tribunales militares para los
consejos de guerra y el Tribunal de Orden Público para los delitos políticos. Las cifras
de la represión ascendieron a 50.000 ejecuciones y 280.000 reclusos en prisiones,
campos de concentración y batallones de trabajadores, todos los días se fusilaba excepto
el domingo por ser el “día del señor”. Se confiscaron los bienes a los exiliados y
políticos republicanos, a partidos políticos y sindicatos. Se depuraron a los funcionarios
que eran afines a la República. Y se persiguió a todas aquellas manifestaciones
lingüísticas y culturales no castellanas, esto provocó el exilio de intelectuales catalanes,
vascos y gallegos.
La Ley de Responsabilidades Políticas de 1939 fue la herramienta jurídica utilizada para
la dura represión que llegó al final de la guerra. El número de prisioneros políticos fue
tan grande que se tuvieron que habilitar campos de concentración a lo largo de todo el
país. Las ejecuciones se contaron por decenas de miles. La represión de la posguerra
propició un clima de terror generalizado entre gran parte de la población. Especialmente
en las ciudades, las zonas industriales y el sur del país. Este terror explica la debilidad
de la oposición durante años.
OPOSICIÓN AL FRANQUISMO
Los dirigentes republicanos huidos del país en 1939 mantuvieron un gobierno de la
República. Sus esperanzas estaban depositadas en que la derrota de Hitler supondría la
intervención de las tropas aliadas y el din de la dictadura de Franco. Todas estas
esperanzas vinieron a su finc cuando España ingresó en la ONU en 1955. Según las
tropas franquistas fueron ocupando las diferentes regiones del país muchos
combatientes republicanos, huyendo de la represión, se “echaron al monte” formando
grupos de guerrilleros, los maquis. La dura represión y el final de las esperanzas de una
intervención exterior llevaron a que, en 1948 el PCE renunciara a la lucha armada y
llamara a los guerrilleros a huir del país. La represión de la guerra y la posguerra
desmanteló los cuadros políticos y sindicales de la izquierda. Las primeras huelgas en
1946-1947 fueron duramente reprimidas y la oposición continuó silenciada. En 1951, el
boicot a los tranvías de Barcelona por la subida de tarifas constituyó la primera protesta
de masas en la historia del franquismo. En la universidad, las tensiones fueron creciendo
en demanda de más libertad en las cátedras y en las aulas. El malestar universitario
culminó en los incidentes de la Universidad Complutense de Madrid en 1956 con
enfrentamientos entre los estudiantes y los falangistas del SEU. Estos incidentes, que
provocaron la dimisión del ministro de Educación Ruiz-Giménez, mostraron la
aparición de una nueva generación, formada esencialmente por los hijos de los
vencedores, que iniciaba su oposición a la dictadura.
AÑOS 50: TRANSICIÓN HACIA EL SEGUNDO FRANQUISMO
Con el agotamiento de la autarquía se da una tímida liberalización del comercio exterior
lo que condujo a un fuerte desequilibrio en la balanza comercial, la depreciación de la
peseta y agotamiento de las reservas de divisas así como el incremento de la inflación.
Se dieron los primeros síntomas de descontento social con protestas de obreros y
universitarios. La nueva situación internacional supuso el fin del aislamiento. Con la
necesidad de llevar a cabo una reorientación política y económica del régimen en 1957
se llevó a cabo una remodelación del gobierno en los que aparecieron los primeros
tecnócratas del opus dei y también se llevó a cabo un cambio en la política económica,
con la liberalización interior y apertura al exterior.
SEGUNDO FRANQUISMO (1959-1969)
Esta segunda etapa estaba caracterizada por la modernización de la estructura política y
la reforma de las instituciones para asegurar la continuidad del régimen y por la
transformación económica y social. El reformismo e inmovilismo (1959-1969) vino
marcado por el gobierno de los tecnócratas, desde 1957 hasta 1973 con Carrero Blanco,
López Rodó, Alberto Ullastres, Mariano Navarro Rubio…que eran técnicos vinculados
al Opus Dei. El objetivo era conseguir la máxima eficiencia y un desarrollo económico,
donde la prosperidad económica de la población supliría la falta de libertades y el
desarrollismo consolidaría la dictadura franquista. Las medidas que se adoptaron fueron
la modernización de la administración pública, más eficiencia y racionalización, la
modernización de la legislación y de las instituciones, así como la liberalización
económica poniendo fin al intervencionismo estatal. En 1962 se crea la figura del
vicepresidente del Gobierno, desde 1967 con Carrero Blanco hasta 1973.
Las reformas legislativas que se llevaron a cabo fueron para culminar la
institucionalización del régimen. Entre ellas encontramos:
- Ley Orgánica del Estado (1967). Última de las Leyes Fundamentales. Es una
recapitulación de todas las leyes fundamentales anteriores. Concretaba las
funciones de los órganos del Estado (familia, municipio y sindicato). Separaba la
jefatura del Estado y la presidencia del Gobierno. Pretendía dejar el futuro
“atado y bien atado”.
- Ley de Prensa (1966). Suprime la censura previa y permite nuevas publicaciones
y establece un sistema de multas y suspensiones.
- Ley de Seguridad Social (1967). Se amplía la cobertura social a cargo del
Estado.
- Ley que designa a Juan Carlos de Borbón como sucesor (1969). Agrava las
tensiones entre tecnócratas (monarquía como apuesta renovadora) y falangistas
(impulsar instituciones del Movimiento y continuidad del régimen). Se pone fin
a las aspiraciones de Don Juan.
Otras leyes que se elaboraron fueron la Ley de “libertad religiosa” y la Ley de
Representación Familiar.
Respecto a la modernización de las instituciones se crea el Tribunal de Orden Público
en 1963 encargado de delitos políticos y las Elecciones Sindicales en 1966 que supone
el éxito de las candidaturas impulsadas por los sindicatos clandestinos.
Las disensiones en el gobierno, entre inmovilistas y aperturistas, llega a su punto álgido
en 1969 con el escándalo MATESA lo que lleva a la expulsión de los sectores
aperturistas. Con el triunfo de los imovilistas, Carrero Blanco endurece la política
interna del régimen con lo que restringe la Ley de Prensa, aumenta la represión por lo
que recurre al estado de excepción y paraliza un proyecto de ley de Asociaciones.
Respecto a la política exterior continua la apertura al exterior, continúan los acuerdos
con EEUU y la cooperación económica con América Latina, en 1962 se solicita la
entrada en la CEE que aunque fue rechazada en 1970 se firma un Acuerdo Preferencial,
se produce también la descolonización de las colonias africanas, en 1956 se independiza
Marruecos, en 1968 Guinea Ecuatorial y en 1969 se cede Ifni a Marruecos. Finalmente
fracasan los intentos de recuperar Gibraltar, en 1967 se realiza un referéndum a favor de
la soberanía británica por lo que la reacción de España es el cierre de la frontera hasta
1982.
En lo que se refiere al desarrollo económico de los años 60 hay un cambio en la política
económica, las medidas que se toman son la creación del Plan de Estabilización fue
diseñado por los tecnócratas del Opus Dei, que habían accedido al gobierno en 1957,
este plan económico fue elaborado siguiendo las indicaciones del Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional (FMI). Se trataba ante todo de liberalizar la economía,
acabando con el período aotárquico e intervencionista. Se recortó el gasto público y
disminuyó el intervencionismo del estado, a la vez que se abría la economía al exterior,
devaluando la peseta y liberalizando las inversiones extranjeras. Las consecuencias se
apreciaron en poco tiempo. A partir de 1961, tras reducirse el déficit del estado y recibir
abundantes inversiones del exterior, España inició un acelerado crecimiento económico.
En cuanto a las consecuencias del plan de estabilización y de los planes de desarrollo se
produce una industrialización acelerada lo cual provoca la mejora de la productividad,
hay una gran importación de tecnología e inversión de capitales extranjeros, el descenso
de los precios provoca el aumento de la demanda interna y el aumento de las
exportaciones. Otra de las consecuencias es la reconversión de la agricultura tradicional
en el cual se mecanizan e intesifican los cultivos, se diversifica la demanda y se crea
una política de concentración parcelaria y de regadíos. Una tercera consecuencia es el
avance del sector terciario que está ligado al proceso de urbanización. Por último, la
dependencia del exterior.
Las limitaciones que tuvo el modelo de crecimiento económico franquista fueron una
fuerte inflación y escasa capacidad de crear empleo, la especialización en industrias
intensivas en mano de obra, una gran dependencia de la tecnología e inversiones
extranjeras, la escasa liberalización del sistema financiero, así como la incapacidad del
Estado para redistribuir la riqueza e impulsar la creación de infraestructuras adecuadas
para dar continuidad al crecimiento.
El período 1961-1973 vino marcado por un rápido crecimiento industrial y del sector
servicios. La apertura económica al exterior provocó un verdadero aluvión de
inversiones extranjeras que llegaron atraídas por los bajos salarios. El desarrollo
industrial desencadenó una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las
ciudades y hacia Europa. A la vez que la agricultura se modernizaba, amplias zonas del
interior quedaban desertizadas. En el terreno comercial, España alcanzó un superávit en
su balanza de pagos. El tradicional déficit de la balanza comercial se vio compensado
por los ingresos procedentes del espectacular desarrollo del turismo, las inversiones
extranjeras y las remesas enviadas por los emigrantes en Europa.
Para tratar de encauzar el crecimiento económico, el gobierno aprobó a partir de 1963
varios Planes de Desarrollo, basados en los incentivos fiscales y en las ayudas estatales
tuvieron un resultado bastante inferior al previsto. La economía siguió creciendo, pero
la planficación no funcionó. El mejor ejemplo fue el creciente desequilibrio entre las
diferentes regiones del país.
En definitiva, el período 1961-1973 estuvo marcado por un gran desarrollo económico,
inserto en un marco general de expansión europea y mundial. Ese contexto exterior
favorable permitió abundantes inversiones extranjeras, una masiva llegada de turistas y
la eliminación del paro mediante la emigración a Europa.
Pese profundos cambios económicos y sociales de la década de los sesenta, la respuesta
del régimen franquista a cualquier disidencia siguió siendo puramente represiva. Dos
ejemplos bastan:
- En 1963, un militante clandestino del Partido Comunista, Julián Grimau, fue
ejecutado por delitos cometidos en la guerra civil. Las protestas internacionales
fueron generalizadas.
- En 1962, tras pedir España la adhesión a la CEE, un grupo de representantes de
la derecha liberal que vivían en el exilio se reunió en Munich y pidió que no se
admitiera a España hasta que no se estableciera en el país un régimen
democrático basado en las libertades políticas. La prensa franquista organizó un
enorme escándalo contra lo que se vino a denominar el Contubernio de Munich.
Mientras el régimen aplicó pequeños e insuficientes cambios legislativos, que no
cambiaron para nada su esencia dictatorial:
- La Ley de Prensa de 1966, aprobada por en el entonces ministro de Información,
Manuel Fraga, aunque levantó algo la presión de la censura, no significó ningún
avance significativo.
- La Ley Orgánica del Estado de 1966. Última de las Leyes Fundamentales del
Movimiento que no trajo ningún cambio de interés.
- Forzado por su avanzada edad, Franco tuvo finalmente que designar un sucesor.
En 1969, Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, fue designado sucesor
“a título de Rey”.
En cuanto a los cambios demográficos y sociales el crecimiento demográfico supuso
unas mejoras en las expectativas económicas y en la política natalista. Hubo importantes
movimientos migratorios. Hubo un intenso proceso de urbanización. Las nuevas pautas
sociales y culturales fueron la entrada en la sociedad de consumo, la mayor demanda de
educación, la apertura cultural por información que llega del exterior, los cambios en la
estructura familiar y la renovación de la Iglesia en cual un sector de la Iglesia española
comienza a distanciarse del régimen creciente. Como consecuencia de todo ello fue el
fortalecimiento de la oposición.
Fines de los sesenta y principios de los setenta: La oposición se intensifica. Los cambios
sociales y la proximidad de la muerte del dictador facilitaron la extensión de las
actividades de oposición a la dictadura. Diversos movimientos de protesta confluyeron
en el período final de franquismo. El movimiento obrero, organizado esencialmente en
torno a CCOO y alentado por el PCE, pasó de las reivindicaciones laborales a la
concienciación política antifranquista. Los movimientos nacionalistas se reforzaron en
diversas capas sociales de Cataluña. En el País Vasco, junto a un cada vez más
influyente PNV, ETA fue acrecentando su protagonismo con sus acciones terroristas.
Participando en la medida de lo posible de un contexto internacional marcado por la
protesta juvenil, el movimiento estudiantil se extendió y las protestas estudiantiles
alcanzaron una importante repercusión social. La represión fue la única respuesta de la
dictadura. En ese contexo tuvo lugar el primer atentado de ETA. La respuesta fue una
represión indiscriminada que, de hecho, provocó el aumento del apoyo social a la banda
terrorista. Un momento clave fue la celebración en 1970 del denominado Juicio de
Burgos ante una corte militar. Nueve etarras fueron condenados a muerte lo que
desencadenó protestas internacionales y en el país. La presión internacional llevó a que
finalmente las condenas fueran conmutadas. La brutalidad del franquismo provocó que
muchos entre la opoinión liberal y de izquierdas no se dieran cuenta del real significado
del terrorismo nacionalista de ETA.
LA CRISIS DE LA DICTADURA (1973-1975)
Los factores que influyen son las tensiones entre los inmovilistas y los aperturistas, la
enfermedad de Franco y el asesinato de Carrero Blanco, el distanciamiento de la Iglesia
y el crecimiento de la oposición y la crisis económica internacional, así como el fin de
otras dictaduras.
La crisis política del régimen. En junio de 1973 Carrero Blanco es nombrado presidente
del Gobierno y persona clave para asegurar la continuidad del régimen y la unión de las
familias franquistas. Pero en diciembre de 1973 es asesinado en un atentado terrorista
por parte de ETA, esto provoca la división entre inmovilistas que quieren la
permanencia del régimen y los aperturistas que querían un cambio progresivo desde
dentro. En enero de 1974 el Gobierno de Arias Navarro pretende unirlos, pero
finalmente se decanta hacia el inmovilismo. La vida del dictador terminó en un contexto
complejo y en el que la oposición obrera y estudantil desafió de forma creciente al
régimen. La avanzada edad del dictador y la creciente presión de la oposición llevaron a
la formación de dos tendencias dentro del régimen. Por un lado, los que se empezaron a
llamar “aperturistas”, estos, sin cuestionar la figura de Franco, defencieron la necesidad
de aplicar pequeñas reformas en un sentido democrático y parlamentario. Por otro lado,
lo que se vino a denominar el “bunker”. Aquí se agruparon los sectores más extremistas
y violentos, contrarios a cualquier cambio. Para aliviar a Franco de las tareas cotidianas
de gobierno, en 1973, Carrero Blanco, un militar partidario de la línea dura, fue
nombrado presidente del gobierno. Carlos Arias Navarro fue nombrado ministro de
Gobernación. El nuevo gobierno se estrenó con la organización el 20 de diciembre de
ese mismo año de un juicio, el Proceso 1001, contra dirigentes del sindicato clandestino
Comisiones Obreras. Entre ellos su principal líder, el comunista Marcelino Camacho.
Ese mismo día, ETA consiguió dar el golpe más importante de su historia, Carrero
Blanco fue asesinado en Madrid. La muerte de su principal colaborador fue un duro
golpe para un Franco cada vez más próximo a su final.
En cuanto a la política exterior el conflicto del Sahara provoca que en 1973 se cree el
Frente Polisario, España acepta la descolonización. Con la Marcha Verde en octubre de
1975, España claudica en el Acuerdo de Madrid del 14 de noviembre de 1975 por lo que
entrega el Sahara a Marruecos y Mauritania. El rey marroquí Hassan II organizó la
Marcha Verde, reclamando el Sahara occidental español. En el momento en que se
inciaba la agonía de Franco, el gobierno cedió y, violando el mandato de la ONU,
España cedió su antigüa colonia a Marruecos y Mauritania. La crisis económica de 1973
o crisis del petróleo tuvo una gran incidencia por la dependencia energética de España,
en 1974 se desacelera la economía y provoca el aumento del paro, inflación, déficit
comercial y deuda externa. El enfrentamiento con la Iglesia llegó a extremos que
hubieran sido incocebibles unos años antes. Ante la amenaza de expulsar de España a
Añoveros, obispo de Bilbao que había publicado una pastoral defendiendo la identidad
cultural y lingüística del pueblo vasco, el Vaticano contestó con la advertencia de que
tal expulsión significaría la ruptura del Concordato y la excomunión de quien lo llevar a
cabo.
En septiembre de 1975, tras un juicio militar, fueron condenados a muerte y ejecutados
cinco militantes del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico –
organización terrorista creada dos años antes-) y de ETA. De nuevo hubo grandes
protestas internacionales. Finalmente, tras tres mese y medio de enfermedad, Franco
murió e 20 de noviembre de 1975.

LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA: 1975-1996


LA TRANSICIÓN: DE LA DICTADURA DE FRANCO A LA DEMOCRACIA
Con el nombre de Transición se conoce el proceso por el que se restauran las
instituciones democráticas que fueron suprimidas tras el levantamiento militar, origen
de la GC, que desembocó en la Dictadura Franquista. España pasó a regirse por una
constitución que consagraba un Estado social y democrático de Derecho. Su origen
inmediato se encuentra en la muerte de Franco y el nombramiento de Juan Carlos I
como sucesor al frente del Estado. Se considera que la Transición termina en el año
1982 con la llegada del PSOE al poder.
Los continuistas o inmovilistas, el búnker, pretendían que Juan Carlos I, el heredero que
había designado Franco, asumiese el mismo papel que éste. El búnker tenía su principal
apoyo en el ejército y creó una fuerza política llamada Fuerza Nueva, dirigida por Blas
Piñar. Muchos de sus miembros estuvieron implicados en atentados de extrema derecha
(matanza de Atocha).
EL FIN DE LA DICTADURA: EL GOBIERNO DE ARIAS NAVARRO
Arias Navarro era el presidente de gobierno cuando aconteció la muerte de Franco el 20
de noviembre de 1975. Se mantenía, en un primer momento, un gobierno de corte
franquista, el cual terminó fracasando debido a la diferencia de pareceres entre el
monarca y el presidente del gobierno. A la vez el presidente de gobierno tuvo que hacer
frente a diferentes problemas de orden público. Esta situación, junto a la presión del rey,
llevó a Arias Navarro a dimitir en diciembre de 1976, lo que permitía al rey el tratar de
buscar un nuevo presidente de gobierno. Para ello el rey debía presentar una terna (tres
candidatos) al consejo del Reino, que era quien debía elegir al nuevo presidente. Entre
esos candidatos iba Adolfo Suárez que fue el elegido finalmente.
Adolfo Suárez también fue secretario general del movimiento, siendo además secretario
general de RTVE. Cuando murió Franco, el Jefe de Gobierno era Arias Navarro, “el
canicerito de de Málaga” (sector inmobilista), siendo este pronto sustituido por Adolfo
Suárez gracias a la presión ejercida por Fernández-Miranda y Juan Carlos I. Finalmente
el Rey le exigió la dimisión el día 1 de julio de 1976 y Arias Navarro se la presentó. Le
sustituyó Adolfo Suárez, quien se encargaría de entablar las conversaciones con los
principales líderes de los principales partidos políticos de la oposición democrática y
fuerzas sociales, más o menos legales o toleradas, de cara a instaurar un régimen
democrático en España. El monarca colocó a Torcuato Fernández Miranda, su antiguo
profesor de Derecho y consejero, como presidente de las Cortes franquistas y más tarde
del Consejo del Reino. El rey nombró presidente del Gobierno a Adolfo Suárez, el
joven falangista que era secretario general del Movimiento y había estado al frente de
RTVE. La oposición le consideraba un político franquista, sin muchos méritos y no
gustaba tampoco a los políticos franquistas más importantes.
La primera etapa del gobierno Suárez (julio de 1976-junio de 1977) fue decisiba para la
democracia en España. Formó un gabinete con políticos jóvenes, pero de talante
reformista. Concedió una amnistía parcial en julio de 1976 y realizó la Ley para la
Reforma Política, ideada por Fernández Miranda y pieza clave para pasar legalmente de
la dictadura a la democracia (“de la ley a la ley”), que proponía la creación de unas
nuevas Cortes bicamerales (Congreso y Senado), por sufragio universal, salvo una
quinta parte del Senado, nombrada por el Rey. La ley fue aprobada por las Cortes
franquistas en noviembre de 1976 y en referéndum el 15 de diciembre de 1976, con un
94% de los votos, la oposición recomendó la abstención ya que rechazaba la ley por
insuficiente y porque aseguraba la monarquía, aunque su tesis de ruptura no contaba con
el respaldo mayoritario de los españoles, inclinados hacia la reforma. Se convocaron
elecciones para un parlamento constituyente el 15 de junio de 1977. El terrorismo se
había recrudecido y pretendía desestabilizar el país e impedir el avance de la
democracia: ETA, los GRAPO y la extrema derecha que realizó una mantanza de
abogados laboralistas, ligados al PCE, en la calle Atocha de Madrid el 24 de enero de
1977, lo que provocó una oleada de solidaridad con el PCE.
Durante este período Suárez puso en marcha una serie de reformas. A la vez consiguió
lograr el voto favorable de una gran mayoría, de los políticos franquistas, a su proyecto.
El elemento fundamental del proceso fue la aprobación de la “ley para la reforma
política”, que establecía la disolución de las actuales Cortes y la elección de otras por
sufragio universal directo y la libertad de partidos. Cortes cuya misión fundamental
sería redactar una nueva constitución. Esta ley será aprobada el 15 de Diciembre de
1976. Las primeras elecciones democráticas se celebraron el 15 de junio de 1977,
ganándolas la recién creada UCD presidida por Adolfo Suárez. El principal escollo de
esta ley estuvo en la legalización de los partidos políticos, especialmente en la
legalización del Partido Comunista.
El camino utilizado fue la elaboración de una nueva Ley Fundamental, la octava, la Ley
para la Reforma Política que, no sin tensiones, fue finalmente aprobada por las Cortes
franquistas y sometida a referéndum el día 15 de diciembre de 1976. Como
consecuencia de su aprobación por el pueblo español, esta ley se promulgó el 4 de enero
de 1977. Esta norma contenía la derogación tácita del sistema político franquista en sólo
cinco artículos y una convocatoria de elecciones democráticas.
Las elecciones se celebraron finalmente el día 15 de junio de 1977. Eran las primeras
desde la Guerra Civil. La coalición Unión de Centro Democrático liderada por Adolfo
Suárez resultó la candidatura más votada aunque no alcanzó la mayoría absoluta y fue la
encargada de formar gobierno. La UCD estaba formada por franquistas aperturistas y
estaba financiado por los principales empresarios del país y gracias a la acción del Rey
por los jeques del petróleo en Oriente Medio. A partir de ese momento comenzó el
proceso de construcción de la democracia en España y la redacción de una nueva
constitución. El 6 de diciembre de 1978 se aprobó en referéndum la Constitución
Española, entrando en vigor el 29 de diciembre.
LAS CORTES CONSTITUYENTES (1977-1979)
El gobierno de UCD, en el que todos sus miembros estaban vinculados con el
franquismo, elaboró junto con las otras fuerzas políticas la Constitución del 78 y firmó
los Pactos de la Moncloa con las organizaciones sindicales, por el que se reconoció el
despido libre por primera vez, se fijo un límite de aumento de salarios y se decidió
controlar la inflación (la subida de precios).
Las nuevas Cortes, tenían una tarea fundamental, redactar una nueva Constitución, pero
tuvieron que dar una salida a las demandas nacionalistas, así como hacer frente a las
consecuencias económicas derivadas de la crisis energética mundial. En el ámbito
económico se buscó evitar la conflictividad social mediante la búsqueda del consenso,
fruto del cual fue la firma de los llamados Pactos de la Moncloa de octubre de 1977,
entre el gobierno, los principales partidos de la oposición, la patronal y los sindicatos.
En cuanto a las demandas nacionalistas se aprobó el restablecimiento de la Generalitat
de Cataluña. Se crearon 13 regiones, con un carácter preautonómico. La primera
propuesta fue redactada por una comisión de siete expertos, cuyo anteproyecto fue
debatido posteriormente en las Cortes, donde fue aprobada, siendo luego puesta a
referéndum el 6 de diciembre de 1978, votada afirmativamente por una inmensa
mayoría. El 29 de Dicembre fue finalmente promulgada.
LEGALIZACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS
En febrero dio comienzo el proceso de legalización de los partidos políticos. El escollo
mayor lo representaba el PCE. Para el búnquer y el ejército, la legalización del
comunismo significaba echar por la borda aquello por lo que habían combatido desde
1936. Por otro lado, Suárez tenía que estar de acuerdo con la oposición en que la
democracia no podría ser completa si se excluía un partido de la importancia del PCE.
Además, tanto él como los demás partidos confiaban en que, al ahber llegado con
retraso a la palestra, el PCE dispondría de un apoyo popular menor del que esperaba.
El 27 de febrero Suárez estaba ya preparado para verse con Carrillo. A cambio de la
legalización, Carrillo aceptó reconocer la monarquía, adoptó la bandera monárquica y
ofreció su cooperación para llegar a un futuro pacto social. Para refrescar la memoria al
Gobierno sobre la capacidad del PCE para organizar un escándalo internacional si
quedaba excluido de las elecciones. El 2 de marzo Carrillo hizo de anfitrion en el Hotel
Meliá-Castilla, de Madrid, al recibir a Berlinger y a Marchais, que iban a asistir a una
cumbre comunista. El 9 de abril, cuando la mayoría de la élite política y militar se
hallaba fuera de Madrid por las vacaciones de Semana Santa, Suárez anunció la
legalización del PCE.
Ocurrió en la Semana Santa de 1977. Tras la muerte de Franco, concertó una entrevista
con Adolfo Suárez donde le prometió controlar las protestas (el PCE era la principal
fuerza de la oposición antifranquista), renunciar a la ruptura y olvidar los crímenes del
franquismo a cambio de legalizar cuanto antes el PCE. En este sentido fue fundamental
la actitud de las organizaciones antifranquistas, sobre todo del PCE, cuyos dirigentes
contribuyeron a desactivar las protestas a cambio de que se legalizase su partido, cosa
que ocurrió en la Semana Santa de 1977.
EL INICIO DE LA DEMOCRACIA Y LA CRISIS DE LA UCD
Tras la aprobación de la Constitución se disolvieron nuevamente las Cortes,
convocándose nuevas elecciones que fueron ganadas otra vez por la UCD, gobernando
de 1979 a 1982. Este período se caracterizó por el desarrollo de las medidas
democráticas contempladas en la constitución. Se terminó de diseñar el mapa
autonómico y municipal, aprobándose los estatutos de autonomía de las diferentes
comunidades. Fruto también de la Constitución fue la necesidad de adaptar las
legislaciones económicas y sociales, aprobándose un nuevo Estatuto de los Trabajadores
en 1980 y la ley de divorcio en 1981.
El gobierno inició un proceso de integración en las instituciones supranacionales,
especialmente en la Unión Europea y en la OTAN. Ésta última culminaría en 1981,
mientras que el ingreso en la Unión Europea aún se retrasaría unos años.
Ante un gobierno como el de Suárez cada vez más debilitado: por el terrorismo y por las
disensiones del partido de Suárez que cada vez se iba fracturando más. Se sugirió la idea
por parte de algunos, estando el Rey de acuerdo, de establecer un gobierno de
concentración nacional con un militar a la cabeza. Para ello sería necesario que se
amagara con un golpe de Estado. En ese momento Alfonso Armada, militar, amigo del
Rey y exjefe de la Casa Real, sería designado como jefe de gobierno de concentración.
Pero, la difícil situación económica del país, así como la dura oposición que realizaba el
PSOE, hiceron que la UCD entrase en decadencia. Esto hizo que Adolfo Suárez
presentase la dimisión, proponiéndose a Leopoldo Calvo Sotelo como nuevo presidente.
Este momento fue aprovechado para llevar a cabo una intentona golpista el 23 de
febrero de 1981, cuya cabeza visible fue Antonio Tejero, el golpe quedó frustrado. Se
convocaron elecciones en 1982, en las que el PSOE ganaría con una abultada mayoría
absoluta.
A principios de 1981 dimitió Adolfo Suárez debido, entre otras razones, al
distanciamiento con el Rey y a las presiones internas de su partido. Durante la
celebración de la votación en el Congreso de los Diputados para elegir como sucesor a
Leopoldo Calvo Sotelo se prudujo el golpe de Estdado dirigido por Antonio Tejero,
Alfonso Armada y Jaime Milans del Bosch, entre otros. El golpe, conocido como 23F,
fracasó gracias a que el Rey no lo respaldó. Sin embargo, algunos de esos militares
golpistas entendieron que en lugar de producirse un gobierno de concentración lo que
iba a producirse era una vuelta a la dictadura. Entre esos militares estaba Tejero que
entró en el Congreso el 23F y Milans del Bosch, que sacó los tanques en Valencia.
Cuando Tejero el mismo día del intento del golpe de Estado supo que Armada lo que
quería era un gobierno de concentración, se negó en redondo a acatar sus órdenes.
LA CONFIGURACIÓN DEL ESTADO DEMOCRÁTICO SEGÚN LA
CONSTITUCIÓN DE 1978
La Constitución de 1978 define a España como un estado democrático en el que la
soberanía nacional reside en el pueblo. La forma de Estado es la monarquía
parlamentaria en la que el rey reina, pero no gobierna, teniendo la monarquía una
función de representación de España y los españoles. El Estado se define como unitario
y la unidad de España se considera indisoluble, el español es considerado la lengua
oficial del Estado, pero conjuntamente con las diferentes lenguas existentes en el
territorio español.
El poder queda dividido entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Fuera de este
marco está la figura del rey, que es el jefe del Estado. El poder ejecutivo recae en el
gobierno, formado por un presidente y varios ministros, pudiendo existir o no
vicepresidentes. El poder legislativo recae en las Cortes, de tipo bicameral, compuestas
por el Congreso y el Senado. En cuanto al poder judicial, éste es ejercido por los
juzgados y tribunales.
Otro capítulo importante de la constitución es el de los derechos y libertades,
recogiéndose muchos y con una redacción muy avanzada, incluyéndose no sólo los de
tipo personal, sino también los de carácter social y económico. En materia religiosa
España se declara como un estado aconfesional, aunque reconoce una especial relación
con la Iglesia Católica.
La Constitución también se preocupa de la organización territorial del Estado Español,
surgiendo lo que se ha denominado Estado de las Autonomías, convirtiéndose España
en uno de los Estado más descentralizados de Europa, al concebir un Estado dividido en
17 autonomías con plena capacidad para decidir sobre una serie de materias que recoge
la Constitución.
Este proceso de acceso a la Autonomía se puede hacer por varias vías. Para acceder:
- Un proceso denominado de vía rápida, que permitía el acceso al nivel máximo
de competencias mediante la aprobación en referendum de un Estatuto de
Autonomía.
- Un proceso de vía lenta, que no necesitaba de referéndum sobre el Estatuto, y
que establecía un plazo de cinco años para asumir las competencias que se
deseasen.
LOS GOBIERNOS DE LA DEMOCRACIA. DE 1982 A NUESTROS DÍAS.
LOS GOBIERNOS DEL PSOE
El año 1982 se ha considerado el fin de la transición española, año electoral, que supuso
la victoria del PSOE por una amplia mayoría absoluta. Esto permitía que un único
partido gobernase sin necesidad de recurrir a ningún pacto o coalición.
Tras el 23F la situación se calmó un poco. Los militares más reaccionarios dejaron de
pronunciarse en favor de una vuelta a la dictadura y las protestas en las calles amainaron
mucho. Solo la actividad de ETA siguió siendo muy intensa. Tras un corto período, en
1982, el PSOE liderado por Felipe González ganaba las elecciones por mayoría
absoluta. Un partido que históricamente veía del antifranquismo se hacía con el poder
en España. La Transición, asentada sobre el pacto del olvido, había terminado y Felipe
González en los catorce años que gobernó jamás tocó el tema de los crímenes del
franquismo.
El PSOE se mantuvo en el poder durante cuatro elecciones permanenciendo en el
gobierno hasta 1996. En las dos primeras elecciones dispuso de mayoría absoluta,
mientras que en las siguientes hubo de pactar con otras fuerzas políticas.
El líder del PSOE durante todo este tiempo fue Felipe González, compartiendo con él
tareas de gobierno, como vicepresidente, Alfonso Guerra. Felipe González se convirtió
en 1974 en Secretario General del PSOE. Por entonces el PSOE era un partido
minoritario dentro de la oposición antifranquista y defensor de la ruptura con el régimen
franquista y la vuelta a la República. Sin embargo, con González a la cabeza, el partido
se renueva ideológica y generacionalmente. De este modo, este joven, en muchos casos
provenientes de familias acomodadas, se hacen con el poder en el partido, desplazan a
los dirigentes históricos que estaban en el exilio y abandonan la idea de la ruptura,
decidiendo pactar con el franquismo aperturista. El PSOE después de las primeras
elecciones se convertirá en el principal partido de la oposición. En ello juega un papel
muy importante Alemania, que financiará generosamente al partido de Felipe González.
El PSOE llegó al gobierno con un apoyo reformista que pretendía consolidar el régimen
democrático español y desarrollar el proceso autonómico, culminar el proceso de
integración internacional de España y crear un estado de bienestar y contrarrestar los
efectos de la crisis económica de los años setenta. El desarrollo de este plan reformista
supouso la toma de diversas decisiones en diferentes ámbitos:
- Se regularon una serie de derechos y libertades novedosos para la sociedad.
- La reforma del poder judicial, si bien debía garantizar su neutralidad, terminó
suponiendo un mayor control del parlamento sobre el poder judicial.
- Impulso al desarrollo autonómico y la cesión de competencias durante el período
de gobierno.
- El establecimiento de la primacía del poder civil sobre el militar, a la vez que se
aprobaba la ley que reconocía el derecho a la objeción de conciencia y la
prestación social sustitutoria.
- La lucha contra el terrorismo.
Se llevó a cabo una política de contención salarial, junto con otras medidas de
austeridad económica. El Estado pretendió convertir en rentables algunas industrias que
eran permanentemente deficitarias, para lo cual inició una política de reconversión
industrial que supuso la jubiliación anticipada y/o despido de numerosos trabajadores.
También se acometió una profunda reforma bancaria facilitando las fusiones de bancos.
Sin embargo, estas medidas no siempre dieron los frutos deseados ya que la inflación no
se consiguió detener, a la vez que se produjo un fuerte aumento del desempleo.
Se tomaron las siguientes medidas:
- Establecimiento de un sistema universal de salud.
- Reforma educativa con la aprobación de la Ley Orgánica del Derecho de la
Educación, la ley de Reforma Universitaria y de la LOGSE, que supusieron un
aumento de los niveles de escolarización en las Enseñanzas Medias y en la
Universidad, además de ampliar la educación obligatoria hasta los 16 años. A la
par, se inició una política de subvención a los centros privados para que
impartiesen la enseñanza obligatoria.
- Mejora del sistema de pensiones, ampliándose las prestaciones por desempleo.
El intento de integrar a España en los organismos internacionales dio como resultado la
entrada de España en la CEE el 12 de junio de 1985 y la entrada de España en la OTAN.
En los últimos años del período socialista, las políticas económicas y sociales del PSOE
se fueron deslizando hacia la derecha, a la vez que los casos de corrupción saltaban a la
palestra desgastando fuertemente al gobierno y provocando la dimisión del
vicepresidente Alfonso Guerra en 1991. El fuerte terrorismo etarra en los años 80 y la
aparición de los GAL como grupo contraterrorista hicieron tambalear fuertemente al
gobierno.
En su último mandato la fuerte recesión económica y las medidas derivadas de la firma
del tratado de integración europea, como la necesidad de contener el gasto público, la
congelación salarial de los funcionarios, etc. provocaron mayor desgaste. Por último,
una nueva oleada de escándalos de corrupción política, junto a una fuerte oposición por
parte del Partido Popular y de Izquierda Unida, supusieron la decadencia del PSOE, que
perdería las siguientes elecciones en beneficio del Partido Popular.
LOS GOBIERNOS DEL PARTIDO POPULAR
Posteriormente Fraga fundaría Alianza Popular, partido político conservador que en los
ochenta se convertiría en el Partido Popular. Franga llegaría a ser presidente de la Xunta
de Galicia y hasta su muerte en 2012 presidente de honor del Partido Popular. Nunca se
arrepintió de su pasado.
En 1996 el Partido Popular asciende al gobierno como consecuencia del enorme
desgaste del PSOE en el gobierno tras tantos años en el poder y los problemas de
corrupción. El PP se había presentado ante la sociedad como un partido de centro,
siendo liderado por Jose María Aznar, abanderando la lucha contra la corrupción. Su
victoria electoral no fue excesivamente holgada y debió pactar con los partidos
nacionalistas.
Su presencia en el poder abarcó dos mandatos, de 1996 a 2000 a 2004. El primero de
ellos se caracterizó por una política de consenso, centrista y dialogante, con todos los
grupos políticos y con los sindicatos. Esta moderación y actitud dialogante y pactista,
confirmó a la derecha como una alternativa válida y democrática, rompiendo el estigma
de herencia franquista que pesaba sobre ella. Entre las principales medidas de este
primer mandato estuvo el cumplimiento de las condiciones exigidas en el Tratado de
Maastricht para formar parte de la Unión Europea.
En el año 2000 el PP revalida su triunfo, pero esta vez con mayoría absoluta, lo que le
permite prescindir de pactos o coaliciones para gobernar, optando por la confrontación
en vez de por el diálogo. Un día antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004,
diversos explosivos estallaron en diferentes estaciones de tren de Madrid,
produciéndose el antentado terrorista más grande que ha sufrido España. El gobierno
atribuyó a ETA la autoría, mientras en la sociedad, y con la información existente, se
atribuía a grupos islamistas radicales que rechazaban así la intervención española en el
conflicto iraquí. Esta situación generó un vuelco inesperado en las elecciones, dando el
triunfo al PSOE, dirigido por Jose Luis Rodríguez Zapatero.
CONCLUSIÓN
Podemos exponer una serie de afirmaciones básicas sobre el proceso de la Transición
Española:
- Fue una Transición realizada desde arriba, en la que el propio régimen aceptó su
conversión en una democracia.
- Ese proceso desde arriba fue, sin embargo, apoyado y sostenido por toda la
Nación.
- El proceso fue fruto del pacto, lo que la hizo posible y que nadie se sintiese
excluido.
- La Transición coincidió con un período de crisis económica y con la necesidad
de una reestructuración de la economía española.
- Algunas personalidades destacaron en este proceso por su protagonismo e
implicación directa en el proceso.
- La España posterior ha vivido un período de crecimiento, no solo económico,
sino también en derechos y libertades y ha apredido a vivir en democracia,
surgiendo la alternacia en el poder.
CRONOLOGÍA
20 de noviembre de 1975. Muerte de Franco.
22 de noviembre de 1975. Como la había previsto Franco, el joven Juan Carlos es
proclamado Rey de España por las Cortes franquistas. Europa y la inmensa mayoría de
los españoles miran con desprecio al “Rey franquista”.
1976. Tras unos meses en los que nada parece haber cambiado (el primer ministro sigue
siendo Carlos Arias Navarro, un “duro” de la línea franquista), Juan Carlos le sistituye
por un joven de pasado falangista, Adolofo Suárez, al que nadie esperaba para tan
importante puesto. El 15 de diciembre se celebra el referéndum sobre la reforma
política, que da paso a la democracia en España (participación = 77,72 % de los
electores).
1977. El 24 de enero se sucede la mantanza de Atocha donce mueren cinco abogados
laboralistas del PCE ametrallados por un grupo de ultraderechistas. En febrero
desaparecen las principales restricciones para la legalización de los partidos políticos,
todos excepto el PCE, pasan a la legalidad. Además, se reúnen en secreto Adolfo Suárez
y Santiago Carrillo, líder clandestino del PCE. El 17 de marzo se da la amnistía para
presos políticos. El 9 de abril se legaliza el Partido Comunista Español. El 28 de abril se
legalizan los sindicatos. El 13 de mayo, Dolores Ibarruri, “la pasionaria”, figura
comunista histórica de la Guerra Civil, regresa de su exilio en la URSS. El 15 de junio
se celebran las primeras elecciones generales despues de 41 años, en las que triunfa la
Unión de Centro Democrático (UCD), partido dirigido por Adolfo Suárez (fuerte
participación, el 78% de los españoles).
1978. El 6 de diciembre (día festivo en España) se celebra el referéndum para la
aprobación de una constitución democrática, donde se instaura la monarquía
parlamentaria, España de las autonomías, cooficialidad de las lenguas históricas, el
sufragio universal para mayores de 18 años, una serie de derechos. Participación del
67,11% de los votantes.
1979. Nuevas elecciones legislativas, en las que UCD conserva la mayoría relativa en el
Congreso y la absoluta en el Senado.
1981. En enero se produce la dimisión inexplicada de Adolfo Suárez como presidente
del Gobierno. El 23 de febrero (23F), el teniente coronel Antonio Tejero encabeza una
intentona de golpe de Estado. Algunos oficiales superiores del ejército parecen
implicados. Se produce la intervención personal del rey para restablecer el orden. El 25
de febrero, Leopoldo Calvo Sotelo (UD) es investido presidente del gobierno por la
mayoría absoluta del parlamento, en parte como contestación al intento de golpe de
Estado.
1982. Triunfo electoral del PSOE, que consigue la mayoría absoluta tanto en el
Congreso como el el Senado. Es el primer gobierno socialista presidido por Felipe
González.
1986. El 1 de enero, España ingresa oficialmente en la Comunidad Económica Europea.
El 22 de junio, se celebran elecciones generales: nueva mayoría absoluta del PSOE.
Felipe González sigue al frente del gobierno.
1989. Elecciones generales con mayoría absoluta menos un escaño del PSOE. Felipe
González sigue como presidente del gobierno. Primera participación del Partido
Popular, renovación de Alianza Popular, que llega en segunda posición. Dirige el
partido Manuel Fraga.
1990. En septiembre de 1989, Jose María Aznar (entonces presidente de la Junta de
Castilla y León) fue elegido candidato a las elecciones generales, a propuesta del propio
Fraga. En abril de 1990, Aznar se convirtió en presidente del partido.
1993. Elecciones generales: mayoría relativa del PSOE. Felipe González sigue al frente
del gobierno.
1996. Elecciones generales: mayoría relativa del PP. Jose María Aznar se convierte en
presidente del Gobierno.
1997-1996. Victoria electoral de un partido de derecha, conservador, en un país que
conoció 39 años de dictadura franquista. Cansancio de los electores (17 años de
“felipismo”). Lenta metamorfosis del viejo partido claramente franquista en un partido
de derechas moderno. Opciones europeístas, cambio de la cúpula. Un líder joven, que
no protagonizó en franquismo. 1996 = ¿Verdadero final de la “Transición”?

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