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Etología y Comportamiento Animal

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Alumna:

Danyeli Gabriela Alcántara M

Matricula:
2021-0175

Sección:
G-004

Asignatura:
PSI – 123 Conducta Animal

Temas:
La etología

Profesor:
Deyanira Camacho Cuevas
Etología y Comportamiento Animal
Principios de Bienestar Animal
Introducción

La Etología es una rama de la Biología que aborda el estudio de la conducta


espontánea de los animales en su medio natural. La Etología es una disciplina
relativamente nueva dentro de la ciencia animal, aunque algunos de sus principios
han sido usados en la producción animal durante años.

La Etología estudia la conducta tal como la emite un individuo íntegro y en su


medio natural.

En un sentido amplio, la Etología es el estudio científico del comportamiento de los


animales en su ambiente común o habitual. Las condiciones ambientales más
habituales en los animales domésticos, son por supuesto, la domesticación. Pero
la domesticación es más un proceso que un ambiente y lo que llamamos
“ambiente natural” en los animales domesticados no es estrictamente natural: es
resultado en parte de la conjunción de selección, adaptación y cría.
ETOLOGÍA Y COMPORTAMIENTO ANIMAL
Principios de Bienestar Animal

A lo largo de la historia del hombre, su interés por observar, conocer y entender el


comportamiento de los animales, ha sido una de sus ocupaciones más relevantes.
El simple hecho de tener que cazar animales para su supervivencia, le requería
conocer hábitats y modos de vida de sus posibles presas; en otras palabras, su
comportamiento. No es de extrañar entonces, que los primeros documentos
humanos plasmados en pinturas rupestres en cavernas y rocas (algunas con una
antigüedad de casi 30.000 años), denoten una enorme cantidad de situaciones
relacionadas con múltiples interacciones hombre - animal. Thorpe (1979) relata
que Aristóteles publica hacia el año 300 a.C., variados escritos con observaciones
e ideas acerca del comportamiento animal.
A principios del siglo XX, el pensamiento científico se revierte nuevamente hacia el
enfoque mecanicista y en EE.UU. se impone el Conductismo. El fundador de este
movimiento, J.B. Watson (1930), afirma que las diferencias en el ambiente pueden
explicar todos los cambios en el comportamiento animal y no cree que la Genética
tenga efecto alguno sobre la conducta.
Años después, en el “Comportamiento de los Organismos”, Skinner (1958) postula
que todo comportamiento puede ser explicado mediante los principios de Estímulo
- Respuesta y del Condicionamiento Operativo; este último es el que utiliza
recompensas y castigos alimenticios para entrenar a los animales y modelar su
conducta (Grandin y Dessing, 1998).
La Etología, considerada en un sentido amplio, integra en su conjunto a la
creciente unión vital entre la Neurobiología, la Ecología y la Teoría de la Evolución.
Para entender a la Etología no se requieren detalladas explicaciones de los
sistemas neurosensoriales, excepto cuando estos sean responsables directos del
control de un conjunto de patrones de comportamiento. La Ecología y la Teoría de
la Evolución son consideradas disciplinas auxiliares de la Etología. Tanto el
organismo o individuo (en el límite inferior de los estudios etológicos), como la
población de una especie (en el límite superior), son los objetos biológicos
estudiados por esta ciencia, intentando desentrañar los mecanismos por los
cuales cada organismo interacciona con los restantes y con el ambiente (Eisner y
Wilson, 1982).
La Etología moderna, entendida como el estudio biológico del origen y evolución
de la conducta o comportamiento animal en su ambiente natural (Rodero, 1999),
connota aspectos fisiológicos, ecológicos y comparativos. Los estudios etológicos
requieren de una precisa metodología de observación dentro de una ciencia
interdisciplinaria en la que interactúan la Biología, la Fisiología, la Zoología, la
Psicología Animal, la Antropología, la Ecología, la Primatología, la Genética, la
Neurobiología y por cierto, el estudio de la Evolución.

Hasta principios del siglo XX, la incipiente Etología quedó relegada asumiendo la
Zoología bajo la forma de estudios de anatomía comparada, lo más significativo en
relación a la investigación del mundo animal. Si bien posteriormente otros
investigadores abordaron durante el primer cuarto del siglo XX, estudios sobre el
comportamiento de apareamiento de aves, el verdadero comienzo de la Etología
con un enfoque general sobre la materia, lo debemos a Konrad Lorenz como
hemos mencionado al inicio de este capítulo; fue el primero en intentar valorar
como la ciencia podía contribuir al entendimiento de la conducta animal.

La reconstrucción de la historia evolutiva de los caracteres de la conducta,


establece la teoría de que la evolución no puede hacer aparecer un nuevo
comportamiento por mera casualidad. En otras palabras, se postula que todos los
comportamientos observados en la actualidad son versiones modificadas de viejos
modelos que se utilizaban con muy diferentes objetivos. Cuando una conducta que
posibilita una función determinada comienza a modificarse ligeramente, la función
que cumple también experimenta un cambio, que con el paso del tiempo y las
generaciones, puede derivar en un nuevo comportamiento (Jensen, 2004).
Jensen (2004) establece esta relación entre los gastos y beneficios que implica la
extensión del territorio para un macho dominante, mediante la Figura 6, en la que
se observa que a mayor superficie territorial, mayores costos en términos
energéticos; los costos energéticos se incrementan en forma lineal con el aumento
dimensional del territorio, mientras que los beneficios obtenidos de él siguen una
función parabólica creciente a escalas de territorios pequeños y decreciente a
escalas de territorios extensos. El punto intermedio, en el cual los beneficios son
máximos en relación a los costos energéticos insumidos, indica directamente la
dimensión óptima que debe tener el territorio a controlar por el macho dominante.

Cabría preguntarse porque algunos animales defienden sus recursos naturales o


sus fuentes de alimentación ante los competidores y otros se dedican a
aprovechar los mismos sin intentar siquiera defenderlos. Sabemos que la defensa
activa de los recursos involucra costos y beneficios y que el beneficio neto
resultante no siempre es positivo. La competencia por los recursos puede darse
fundamentalmente en dos niveles:
i) Dependiendo de las características propias y de las de los
competidores,
ii) Dependiendo de la distribución de los recursos en el tiempo y el
espacio.

En general se obtiene poco beneficio de la defensa de recursos naturales


esparcidos a lo largo de un área muy extensa; de igual forma, la manera o
proporción en que los recursos se distribuyen en el tiempo, influye en el beneficio
que los animales obtienen al defender los mismos; así una comida o alimento
repartido en pequeñas cantidades y gradualmente a lo largo del día, es más fácil
de defender que una gran cantidad disponible en una sola vez (Weary y Fraser,
2004).

PRINCIPIOS DE BIENESTAR ANIMAL


En los últimos años se ha venido desarrollando a nivel mundial, la conciencia de
que una eficiente producción animal no sólo es el resultado de la adecuada
implementación y coordinación de los factores productivos fundamentales
intervinientes en la actividad ganadera: Alimentación, Reproducción, Sanidad,
Genética, Manejo y Administración.
Como consecuencia de lo expuesto, surge en Europa a partir del año 1965 el
concepto de Bienestar Animal. Este concepto no debe confundirse con una
situación donde se busca la ausencia de estrés o de trastornos de
comportamiento. En realidad, la toma de conciencia de que el bienestar animal
debe ser uno más de los factores productivos a tener en cuenta durante la crianza
de animales, surge cuando se acepta que los animales tienen y pueden expresar
sentimientos. Esto se establece merced a numerosos estudios que se realizan a
partir del momento en que la Etología pasa a ser una ciencia reconocida.
Giménez Zapiola (2006) expresa que en lo inmediato, debemos ocuparnos del
bienestar animal porque así lo exigen nuestros clientes internacionales (en
especial la Unión Europea), interesados tanto en la calidad del producto final como
en la de los procesos de producción. Sin embargo, a todos los eslabones de la
cadena cárnica argentina (criadores, invernadores, engordadores a corral,
consignatarios, transportistas, matarifes, frigoríficos y carniceros), les conviene la
aplicación de los preceptos del bienestar animal, porque con ello se obtienen más
y mejores carnes y a menor costo.
Con frecuencia se considera que el bienestar animal es un pretexto para
imponernos barreras para-arancelarias o aumentar nuestros costos de producción;
por el contrario, lejos de constituir una traba o un costo, la implementación del
bienestar animal constituye una ventaja competitiva para nuestras carnes y un
significativo ahorro en los costos de producción.

Para lograr los objetivos enunciados en los preceptos del bienestar animal, es
importante tener en cuenta la aplicación de una serie de técnicas de manejo
tendientes a proporcionar un trato correcto a los animales de producción; las
mismas están resumidas en la “Guía de Buenas Prácticas Ganaderas” de
Giménez Zapiola (2006):
i) Eliminar las conductas agresivas: estas comprenden los gritos, los
azotes, los golpes de picana eléctrica, las corridas con perros, los
empujones a caballo, etc. El trabajo en silencio es una práctica simple y
saludable para los animales y el hombre y hay que alejar del alcance del
personal de campo, cualquier elemento de agresión hacia los animales,
porque si están a mano, la tendencia será usarlos;
ii) No mover más animales de los necesarios: si se quiere introducir 10
animales en una manga, una báscula o un camión, no se debe empujar
desde el fondo a todo el lote, sino cortar y separar desde adelante sólo
la cantidad de animales a mover. Si se empuja todo el lote, los animales
en exceso que no encuentran la posibilidad de ingresar a la manga, se
volverán atrás aprendiendo que este movimiento de regreso es posible;
si siempre se trabaja así, el rodeo se hará indócil y llegado el momento
de embarque, el maltrato será inevitable;

iii) Separar al ganado en categorías: no se deben trabajar juntos animales


de diferente tamaño o peso. Si se necesita trabajar con vacas con
ternero al pié, es conveniente separar a estos antes del trabajo;

iv) Seleccionar y capacitar al personal ganadero: un buen encargado no es


cualquier persona. Existe gente que sabe trabajar con hacienda y otra
que nunca tendrá la suficiente paciencia. Se debe seleccionar a los
primeros y evitar contratar personal nervioso, violento o prepotente. Al
buen trabajador se debe además capacitarlo periódicamente, para
obtener de él los mejores resultados;

v) Cargar lo que corresponda: existe una franja óptima de carga en los


camiones-jaula. La tropa no debe estar holgada porque los animales se
deben sostener de pié mutuamente, pero tampoco debe esta apretada
porque el animal que caiga no podrá levantarse y sufrirá lesiones por
pisoteo o la muerte. En novillos gordos (animales de 420 a 450 kgs.), el
nivel óptimo de carga está en el orden de 1,10 a 1,20 m2 por cabeza (lo
ideal es calcular 400 kgs./animal por m2). El ahorro de flete por cargar
uno o dos animales de más, suele pagarse con creces en pérdidas de
calidad. En el caso de tropas con trazabilidad, se debe conocer con
precisión el tamaño de la jaula y el peso de la tropa antes de tramitar la
documentación, para no tener inconvenientes al momento de la carga;
vi) No olvidar el bienestar de los animales: como ya hemos puntualizado
anteriormente, las prácticas de bienestar animal no son un detalle o un
requisito más a cumplir por obligación externa, sino una parte integral y
permanente del gerenciamiento ganadero moderno. Así como se tiene
en cuenta el buen forraje, las reservas, la sanidad o la genética, se debe
tener presente que animales bien tratados producen más cantidad,
mejor calidad y a menor costo.
CONCLUSIÓN

Los estudios de animales en su ambiente natural o semi-natural proveen una


información importante sobre sus rangos de comportamiento y sobre cómo se
reparten los recursos, pero el comportamiento puede ser alterado por la presencia
del observador. Por lo tanto, si han de ser observados animales salvajes, fieros o
en extensivo, hay necesidad de buscar aparatos que ayuden a realizar
observaciones a distancia (gemelos, telescopios, lentes telefotográficos y
reflectores parabólicos para micrófonos). La observación en proximidad requiere el
uso de escondites a menos que los animales estén habituados a la presencia
humana. Los experimentos en situaciones de campo pueden ser muy valiosos; por
ejemplo, respuesta de los animales frente a comidas, sonidos, o marcas
odoríferas.

Es posible realizar muchas pruebas de comportamiento "a campo". Un tipo de


prueba que ha proporcionado información sobre las necesidades biológicas de los
animales es el test de preferencia. Cualquier investigación de animales en un
ambiente variado ofrece la oportunidad de averiguar lo que los animales prefieren
hacer, pero también es posible hacer test específicos. Se pueden plantear
diferentes comidas, suelos, diseños de alojamientos, compañeros, temperaturas,
niveles de luz, o condiciones de flujo de aire. Los tests de preferencia para cada
cosa pueden ser simultáneos o sucesivos.

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