ESTATUTO DE LA CAMINATA - PONERSE EN MARCHA - Le Breton
ESTATUTO DE LA CAMINATA - PONERSE EN MARCHA - Le Breton
ESTATUTO DE LA CAMINATA - PONERSE EN MARCHA - Le Breton
moción. "Nunca pensé tanto, existí tanto, viví tanto, fui tanto yo,
si me atrevo a expresarlo así , como en aquellos [caminos] que
hice solo y a pie [ . . . ] . Dispongo como amo de la naturaleza t o
da; mi corazón, vagando d e objeto e n objeto , s e une , s e identifica
La caminata a menudo está asociada a la libertad, a la sa - con aquellos que lo halagan, se rodea de imágenes encantado
lud , a la tranquilidad, al sol, a la luz , pero , como lo recuerda ras, se embriaga con sentimientos deliciosos" (Rousseau, 1 97� .
J. Lacarri ere , e n otros tiempos las asociaciones alre d e d o r �41- �48) . También Victor Hugo habla de su júbilo de caminar:
de la caminata habrían p o d i d o ser muy diferentes . " Porque " Nada, en mi opinión, es tan encantador como esa manera
caminata podría evocar tanto lluvia, tempestad , sudor, fatiga, de viaj ar -a pie-, uno se pertenece a sí mismo , es libre , está
ampollas , callos en los pies , esguince, caída, deslizamient o , dichoso; uno se enfrenta en su totalidad y por completo a los
hundimiento . Pero a l parecer estas últimas asociaciones -que incidentes de la ruta, a la posada donde almuerza, al árb ol
habrían sido comunes en los siglos precedentes- hoy ya no donde se resguarda, a la iglesia donde se recoge . Uno parte,
vienen a la mente" ( 1 977 , 6 1 ) . Por supuesto , no siempre se lo se detiene , vuelve a partir; nada molesta, nada retiene . Uno
elige , ya que a menudo j óvenes errantes ( Le Breto n , � 0 07) , va y sueña con lo que tiene por delante . La caminata acuna la
gente sin techo , vagabundos, reducidos a su cuerpo, a menudo ensoñación; la ensoñación vela la fatiga. La belleza del paisaj e
se ven obligados a desplazarse a p i e . Del mismo modo , las oculta l a longitud del camino [ . . ] . A cada paso que uno d a se
.
poblaciones que huyen de los combates durante conflictos ar le ocurre una idea. Parecería que uno siente enj ambres que
mados o los clandestinos que tratan de franquear una frontera hacen eclosión y que zumban en su cerebro " ( 1 9 0 6 , 154) . En el
terrestre burlando los controles. Si es impuesta, la caminata es tiempo del compañonazgo , tal como lo relata A. Perdiguier, en
más bien signo de miseria o de prueba personal . En la mayor la primera p arte del siglo xix, los aprendices caminan por toda
parte del mund o , miles de millones de hombres y muj eres Francia para afinar su formación. Se desplazan esencialmente
siguen desplazándose a pie p ara llegar a su campo, a su trabaj o a p i e , aunque en ocasiones tomen las dilige ncias o los cana
o a visitar a sus allegados. No tienen los medios para tomar los les . "Viajar a pie, luego en barco, mezclarse a aquellos, luego
transpo rtes colectivos. A veces el terreno no fue acondicio a estos; exp erimentar contrariedades, miseria s , más tarde
nado para desplazamientos motorizados, y solo los caballos, agradables sorp resas , i nstantes de alegría: nada tan dulce ,
los asnos, los camellos u otros animales están e n condiciones tan encantador . . . Ochenta leguas recorridas d e tal manera e s
de pasar. En esos lugares incontables, el desplazamiento sigue algo : e s o es imp o rtante e n l a vida. M i l leguas atravesadas e n
estando arraigado en el cuerp o , e implica caminar. diligencia o ferrocarril, encerrado en una suerte de calabozo
Julien, 7 años, inician su vuelta a Francia 1 para reunirse con un El camino de Stevenson con su asno en las Cevenas nos re
tío en Marsella , en 1 87 1 , dej an a pie Phalsbourg, en la Lorena cuerda hasta qué punto e n esa época los caminos están llenos
ocupada por los prusianos. Responden así a las últimas volun de itinerantes. Stevenson se cruza con pastores, campesinos,
tades de su padre de "seguir siendo hij os de Francia" (Bruno , porteadore s , vagabundo s . El campesino camina con zuecos
1 9 17 , 1 0), recorren el país, la mayoría de las veces caminando, que hacen pesados sus pas o s , junto al ani mal e nj almado ,
dando ocasión al autor de la obra de suministrar innumerables acompaña a su rebaño , va a buscar agua con una j arra. Las ru
lecciones de geografía, de historia, de economía, de i nstruc tas están llenas de temporeros, de silleros, de estañadores, de
ción cívica, etc . Una educación a la altura del hombre e n la compradores de pieles de conej o , de deshollinadores, de tra
Francia de fines del siglo xix y comienzos del xx , efectuada por peros que van a pie de aldea en pueblo. Pero con el correr de los
intermedio de dos niños a los que nadie se asombra de ver así años se vuelven cada vez más raros. El itinerante se transforma
en las rutas . en un individuo sospechoso, sin familia ni hogar, expuesto a la
sospecha de los sedentarios y de la policía. En 1 9 1�. C. Péguy .
caminando por la Be au ce hasta N otre - Dame de Chartres tras
1 El Tour de France era una institución de aprendizaje y formación, y consistía
la muerte de un amigo , lo experimenta: " Baj amos la costa de
en un pe riplo que hacía el aspirante a compagnon por distintos lugares de
Francia, donde era recibido por los maestros de su oficio, que le transmitían Limours / Encontramos tres o cuatro gendarmes, que nos mi
sus conocimientos y experiencia. [N. del T.] raron , no sin alarma, / Consultar los postes indicadores en las
allá. En este sentido , la caminata es la irrupción del j uego e n muy distintas . Su propio ritmo , el ritmo mismo del día, no son
la vida cotidiana , una actividad consagrada solamente a pasar ya semej antes . Caminar solo me da la sensación de estar ' e n
algunas horas de paz antes de volver a casa con una p rovisión otra parte ' , como separado . Y particularmente m e gusta la ma
de imágenes, de sonidos , de sabores, de encuentros . . . nera en que una bella j ornada se estira e n longitud cuando uno
Posiblement e , uno no se s i e nt e nunca solo e n una larga la dispone únicamente para sí" ( 1 997, �43) . En diciembre de
caminata solitaria, y a la inversa infinitamente solo en una 1 93 3 , cuando P. Leigh Fermor deja I nglaterra a los 18 años para
caminata grupal . "Nunca conocí un compañero que fuera tan dirigi rse a pie a Constantinopla , dice haberse i nterrogado un
social como la soledad " , decía Thoreau. En efect o , se puede momento sobre el interés o no de partir de a dos : " Pero sabía
caminar solo e n algunos lugares y sentirse mucho más ro que la empresa debía ser solitaria, y la ruptura total. Quería e s
deado que en un gran bulevar, pero son presencias discretas , cribir, reflexionar, detenerme o retomar l a ruta a m i aire , para
calurosas , tienen el peso de un soplo . Participan de la soledad, observar las cosas con una mirada nueva y oír lenguas vírgenes
pero la pueblan. T. Guider camina solo a lo largo del Lo ira : de toda palabra conocida" (Leigh Fermor, 1 99 1 , �8) . W. H azlitt
" ¿ Es tan espantoso pasarse un mes y medio en compañía de afirma su deseo de caminar solo porque no desea tener que
uno mismo ? " (�004 , 47) . Evoqué largamente en Elogio del ca debatir acerca de la pertinencia del color de las vacas o de la al -
minar el debate apasionado entre aquellos que desean caminar tura de los setos con un interlocutor predispuesto con una idea
solos y aquellos que prefieren estar con los otros. Si la soledad fij a . Pero como buen inglés, a pesar de todo reconoce algunas
es propicia para algunos porque experimentan la necesidad de excepciones: " Uno se sentiría casi sofocado en los desiertos
encontrars e , de reflexionar, de apaciguars e ; otro s , p o r el de Arabia sin amigos ni compatriotas : hay que admitir que el
contrario , quieren la complicidad con sus allegados , su com espectáculo de Atenas o de la Roma antigua impone que uno se
pañera o su compañero , sus hij os, sus amigo s . Pero en una exprese ; y sostengo que las Pirámides son demasiado formida
marcha de a dos o entre varios siempre hay una tensión entre bles para la menor contemplación solitaria" (Hazlitt, 1994, 84) .
la aspiración hacia el paisaj e y la palabra dirigida a los otro s . Jacqueline de Romilly a menudo camina con amigo s , pero
3o 1 oavrn Le Brernn cam mar. EI.OGIO oe LOS camr nos Y oe r.a r.enTITUD 1 31
expresa su preferencia por caminatas solitarias: " Es tan difícil retiro , esos paseos solitarios que tanto le interesan. Se levanta
estar seguro de que dos personas se cansarán en el mismo por la mañana y va a contemplar el sol al fondo de su j ardí n.
momento, se entusiasmarán en el mismo momento" (�oo�. 78) . La mañana transcurre en diversas tareas y se apresura en al
Ella sabe que pronto , ineludiblemente, se hablará de los pro morzar para escapar a los visitantes que posiblemente vengan
yectos, del trabaj o , d e las preocupaciones d e unos y otros e n a verlo por la tard e . " Pero una vez que podía dar vuelta cierta
e l olvido del instante y d e los paisaj e s . P . Sansot p refiere la esquina, cómo se ponía a latir mi corazón, con qué chispo
compañía cuando camina en la ciudad , y aspira a la soledad rroteo d e alegría comenzaba a respirar sinti éndome salvado,
e n el camp o , " una tercera persona me parecía i nútil para diciéndome : ' ¡ Heme aquí dueño de mí mismo p o r el resto
reflexionar. M e hubiera demorado con sus comentarios en la de la j ornada !'. M e dirigía entonces con un andar tranquilo a
progresión de mi pensamiento y . queriendo prevalecer sobre buscar algún lugar salvaj e al bosque " (en Gro s , � 0 1 1 , 1 5 1 ) . Al
mi amigo , habría perdido de vista la búsqueda d e la verdad" atravesar solo los paisajes, la impregnación carece de defectos
(Sansot, �ooob, 4�) . y la serenidad es más total.
Caminar no es machacar las preocupaciones p rofesionales Durante su larga caminata por la ruta de la Seda, B . Ollivier
con los mismos interlocutores que los de la semana. En el ex multiplica los encuentros efímeros y no dej a de alabarlos, p e
tranj ero , cuando estoy con colegas siempre me escabullo p ara ro con el correr del tiempo está solo en el camino y e ntonces a
un descubrimiento solitario y no tener que discutir acerca de veces se derrumba y lamenta no poder compartir sus emoci o
los problemas de la universidad como si estuviéramos todavía n e s sino c o n huéspedes d e paso cada d í a difere ntes y e n una
en París o Estrasburgo en vez de abrir los oj os a Tokio o Buenos lengua aproximativa : " La mayor dificultad de la caminata tal
Aires . Del mismo mod o , no tengo muchas ganas de que me como yo la practico es e nfrentarse con la soledad" (Ollivier,
expliquen con pelos y seftales la biografía de un general que �0 0 1 , 47) . El hecho de estar solo , aunque rime con lib ertad,
tiene una estatua o la razón de ser de un edificio que habré es en ocasiones una felicidad provisoria. L. Lee viene apenas
olvidado al minuto siguiente. El caminante en la ciudad , por de dejar a sus padres, sus hermanos y sus hermanas , está en el
ej emplo , rara vez es un hombre o una muj er de los sitios o los primer día de un i nmenso periplo por España, pero lo i nvade
monumentos, aunque les eche una mirada al pasar y apoye su la tristeza: "A todo lo largo de esta primera mañana y esta pri
alforja para satisfacer el ritual de la contemplación; está más al mera tarde d e soledad m e sorprendí esperando que vendrían
acecho de sensaciones mínimas, de impresiones fugaces que en mi ayuda o que pondrían alguna traba a mi proyecto . Habría
lo atraviesan en su confrontación con los lugares . Rousse au ruidos de pasos a mis espaldas , una voz, alguien de mi familia
confiesa a Malesherb es en 176� que los mej ores momentos de q ue me llamaría. Nada ocurri ó . La que debía enfrentar era mi
su existencia no son tanto los de su j uventud como los de su propia libertad [. . . ]. De no ser por mis hermanos, habría dado
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