Qué Podemos Aprender de La Vida de Samuel
Qué Podemos Aprender de La Vida de Samuel
Qué Podemos Aprender de La Vida de Samuel
Samuel, cuyo nombre significa "nombre de Dios", fue dedicado a Dios por su madre, Ana,
como parte de una promesa que hizo antes de que naciera (1 Samuel 1:11). Ana había sido
estéril y oró con tanto fervor por un hijo, que el sacerdote Elí pensó que estaba borracha (1
Samuel 1). Dios le concedió a Ana su petición, y, fiel a su promesa, Ana dedicó su hijo
Samuel al Señor. Después que Samuel fue destetado, probablemente alrededor de los
cuatro años de edad, fue llevado al tabernáculo a servir a las órdenes del sacerdote Eli (1
Samuel 1:22-25). Incluso de niño, a Samuel se le dio su propia túnica, una prenda
normalmente reservada para un sacerdote cuando ministraba delante del Señor en el
tabernáculo de reunión en Silo, donde estaba el arca de Dios (1 Samuel 2:18; 3:3).
Tradicionalmente, los hijos del sacerdote heredarían el ministerio del padre; sin embargo,
los hijos de Eli, Ofni y Finees eran impíos, ya que eran inmorales y menospreciaban las
ofrendas del Señor (1 Samuel 2:17, 22). Mientras tanto, Samuel continuó creciendo en
estatura y en gracia para con el Señor y con los hombres (1 Samuel 2:26).
En una época en que las profecías y visiones escaseaban, Samuel escuchó lo que en un
principio creyó que era la voz de Eli que lo estaba llamando durante la noche. Aunque el
joven Samuel ministraba en el tabernáculo, todavía no conocía al Señor, y la palabra del
Señor no le había sido revelada (1 Samuel 3:7). Las primeras tres veces que el Señor llamó
a Samuel, el muchacho le respondió a Eli. Eli entonces comprendió lo que estaba
ocurriendo y le instruyó a Samuel que respondiera al Señor si llamaba de nuevo. Entonces,
"Y vino el Señor y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces
Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye" (1 Samuel 3:10). Dios le dio un mensaje de
juicio para que le transmitiera a Eli. Al día siguiente, Samuel dio su primer paso de fe,
diciéndole a Eli todo, aunque el mensaje era una mala noticia para Eli y su familia (1
Samuel 3:11-18). Eli respondió con aceptación. La credibilidad de Samuel como profeta se
esparció por todo Israel, y Dios continuó revelando Su palabra a Su pueblo, a través de
Samuel (1 Samuel 3:20-21).
Los filisteos, eternos enemigos de Israel, atacaron el pueblo de Dios. Los hijos de Eli
murieron en la batalla, y el arca del pacto fue capturada y llevada a Filistea. Al escuchar la
noticia de la muerte de sus hijos, Eli también murió. Después de varios meses, los filisteos
retornaron el arca a Israel, donde permaneció en Quiriat-jearim durante más de veinte años.
Cuando los israelitas clamaron a Dios por ayuda contra los opresores filisteos, Samuel les
instruyó a liberarse de los falsos dioses que habían estado adorando. Con el liderazgo de
Samuel, y por el poder de Dios, pudieron derrotar a los filisteos, y hubo un momento de
paz entre ellos (1 Samuel 7:9-13). Samuel fue reconocido como el juez de todo Israel.
Al igual que los hijos de Eli, los dos hijos de Samuel, Joel y Abías, pecaron delante de
Dios por causa de la avaricia y pervirtiendo la justicia. Samuel había nombrado a sus hijos
como jueces, pero los ancianos de Israel le dijeron a Samuel que, ya que él estaba
demasiado viejo y sus hijos no andaban en sus caminos, querían que Samuel nombrara un
rey para gobernarlos, así como las otras naciones (1 Samuel 8:1-5). La reacción inicial de
Samuel a su petición le produjo un gran disgusto, y él oró a Dios al respecto. Dios le dijo a
Samuel: Ellos no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine
sobre ellos. Dios le dijo a Samuel que escuchara la petición del pueblo, pero les advirtió
sobre la forma como les trataría el rey que reinaría sobre ellos (1 Samuel 8:6-21).
Con el tiempo, Saul, de la tribu de Benjamín, fue ungido por Samuel como el primer rey de
Israel (1 Samuel 10:1). Aun así, Samuel pidió a Dios una señal para mostrar a los israelitas
la maldad de elegir un rey terrenal que reemplazara a su verdadero Dios (1 Samuel 12:16-
18). Después de un tiempo, Samuel supo que Saúl había sido rechazado por Dios para
dirigir a Su pueblo a causa de la desobediencia de Saúl (1 Samuel 13:11-13). Samuel
inmediatamente advirtió a Saúl que Dios ya había buscado un sustituto para él (1 Samuel
13:14). Después que Saúl siguió desobedeciendo, Samuel lo denunció como rey (1 Samuel
15:26). Samuel regresó a la casa, para nunca estar al lado del rey Saúl, aunque él lloraba a
Saúl (1 Samuel 15:35). Dios le dijo a Samuel que eligiera otro rey de la familia de Isaí (1
Samuel 16:1), y Samuel ungió a David, el hijo menor de Isaí (1 Samuel 16:13). Samuel
murió antes de que David fuera hecho rey, aunque, "se juntó todo Israel, y lo lloraron " (1
Samuel 25:1).
La vida de Samuel fue fundamental en la historia de Israel. Él era un profeta, ungió a los
dos primeros reyes de Israel, y fue el último en la línea de los jueces de Israel, considerado
por muchos como el mejor juez (Hechos 13:20). Samuel se menciona junto con Moisés y
Aarón como hombres que clamaron a Dios y Él les respondía (Salmo 99:6). Luego, en la
historia de Israel, cuando los israelitas estaban viviendo en desobediencia a Dios, el Señor
declaró que habían sido desechados, incluso si Moisés y Samuel, dos de los más grandes
intercesores de Israel los defendieran (Jeremías 15:1). Esto es una clara indicación del
poder de la oración de Samuel y la profundidad del pecado de Israel en los tiempos de
Jeremías.
Hay mucho que aprender de la vida de Samuel. En particular, vemos la soberanía de Dios
en Israel, sin importar a quien había elegido el pueblo para que reinara sobre ellos.
Podemos permitir que otras cosas o personas ocupen el trono de nuestro corazón, sin
embargo, Dios siempre seguirá siendo soberano y nunca aceptará que se usurpe Su
autoridad en las vidas de Sus súbditos.
Podemos imaginarnos que tan desalentador debió haber sido para el joven Samuel dar un
relato honesto de su primera visión a Eli. Sin embargo, parece que, incluso desde una edad
joven, la lealtad absoluta de Samuel era para Dios en primer lugar. Puede haber momentos
en que nos sentimos intimidados por aquellos que están en autoridad, pero, como Samuel
lo demostró más de una vez, es Dios quien debe permanecer como nuestra prioridad. El
mundo puede mirarnos con cinismo cuando seguimos firmes en nuestra fe. Sin embargo,
podemos estar seguros de que Dios reivindicará a quienes han permanecido fieles a Su
Palabra (Salmo 135:14).
Aunque Samuel tuvo profundas reservas al permitir que el pueblo tuviera un rey, él se
apresuró a consultar a Dios al respecto y acató Su decisión (1 Samuel 8:6-7). Muchos de
nosotros podemos consultar a Dios acerca de las decisiones importantes en nuestras vidas,
pero ¿cuántos de nosotros estamos dispuestos a aceptar Su consejo y acatarlo,
especialmente cuando parece que eso va en contra de nuestros propios deseos? Los líderes
en particular, del ejemplo de Samuel pueden aprender acerca del poder que obtuvo de su
estrecha relación con Dios, producido por una excelente vida de oración. Samuel fue un
gran hombre de oración, y por esa causa su pueblo lo respetó (1 Samuel 12:19, 23).
Aunque Samuel era consciente de la maldad en la vida de Saúl, él nunca dejó de orar ni de
llorar por él. De hecho, Samuel describió como un pecado el no orar por las personas bajo
su cuidado. Quizás demasiado rápido podemos juzgar a un hermano por encima de la
restauración, cuando lo vemos caer en el pecado. Ciertamente, los planes de Dios para cada
individuo van a suceder, pero nunca deberían impedirnos que sigamos orando y cuidando
de aquellos que son débiles en la fe (Romanos 15:1; 1 Tesalonicenses 5:14).
El tema principal a lo largo de la vida de Samuel, es que solo Dios debe recibir la gloria y
el honor. Después de convertir a sus hijos en jueces, debió haber sido algo muy triste para
Samuel el saber que ya no eran aptos para dirigir. Cuando le consultó a Dios acerca de la
petición del pueblo para tener un rey, no se dijo nada en defensa de sus hijos. Samuel fue
obediente a las instrucciones de Dios para darle al pueblo lo que querían.
Un versículo clave en la vida de Samuel relata sus palabras al rey Saúl: "Y Samuel dijo:
¿Se complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las
palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar
atención que la grosura de los carneros" (1 Samuel 15:22). La obediencia a la Palabra de
Dios debe ser siempre nuestra prioridad.
¿Qué podemos aprender de la vida de David?
Se cree que David tenía entre 12 a 16 años de edad cuando fue ungido como rey de Israel.
Él era el más joven de los hijos de Isaí, y una elección poco probable para ser rey,
humanamente hablando. Samuel pensó que Eliab, el hermano mayor de David, era sin
duda el ungido. Sin embargo, Dios le dijo a Samuel, "No mires a su parecer, ni a lo grande
de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Señor no mira lo que mira el hombre; pues
el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón" (1 Samuel
16:7). Siete de los hijos de Isaí pasaron delante de Samuel, pero Dios no había escogido a
ninguno de ellos. Samuel le preguntó a Isaí si tenía más hijos. David, el más joven, estaba
cuidando ovejas. Así que llamaron el muchacho y Samuel ungió a David con aceite "y
desde aquel día en adelante el Espíritu del Señor vino sobre David " (1 Samuel 16:13).
La biblia también dice que el Espíritu del Señor se apartó del rey Saúl y un espíritu malo lo
atormentaba (1 Samuel 16:14). Los criados de Saúl sugirieron que buscaran a alguien que
supiera tocar el arpa, y uno de los criados recomendó a David, diciendo: "He aquí yo he
visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de
guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y el Señor está con él" (1 Samuel 16:18). Así,
David entró al servicio del rey (1 Samuel 16:21). Saúl estaba complacido con el joven
David, y él se convirtió en su paje de armas.
La satisfacción de Saúl con David desapareció rápidamente cuando David creció en fuerza
y fama. Quizás uno de los relatos bíblicos más conocidos fue cuando David mató al
gigante Goliat. Los filisteos estaban en guerra con los israelitas y se burlaron de sus
fuerzas militares con su paladín, Goliat de Gat. Ellos propusieron un duelo entre Goliat y
alguien que quisiera luchar contra él. Pero nadie en Israel se ofreció para luchar contra el
gigante. Los hermanos mayores de David formaban parte del ejército de Saúl; después que
Goliat había estado provocando a los Israelitas por cuarenta días, David visitó a sus
hermanos en el campo de batalla y escuchó los alardes de los filisteos. El joven pastor
preguntó, diciendo: "¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio
de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones
del Dios viviente?" (1 Samuel 17:26). El hermano mayor de David se enojó y acusó a
David de orgullo y de haber venido solo para ver la batalla. Sin embargo, David siguió
hablando del tema.
Saúl escuchó lo que David estaba diciendo y lo hizo venir. David le dijo a Saúl, "No
desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo" (1
Samuel 17:32). Saúl era incrédulo; David no tenía formación militar. David proporcionó
sus credenciales como pastor, procurando dar la gloria a Dios. David había matado leones
y osos que perseguían a sus ovejas, y afirmó que el filisteo iba a morir como ellos, porque
había "provocado al ejército del Dios viviente. El Señor, que me ha librado de las garras
del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo" (1
Samuel 17:36-37). Saulo consintió, siempre y cuando David llevara la armadura de Saúl a
la batalla. Pero David no estaba acostumbrado a la armadura y entonces la dejó a un lado.
David tomó su cayado, cinco piedras lisas, su saco pastoril, y una honda. Goliat no fue
intimidado por David, pero David tampoco fue intimidado por el gigante. "Entonces dijo
David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el
nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has
provocado. El Señor te entregará hoy en mi mano" (1 Samuel 17:45-46). La confianza de
David en Dios y su celo por la gloria de Dios, es admirable. David mató a Goliat. Él
también entró al servicio de Saúl a tiempo completo, ya no cuidando las ovejas de su
padre.
Fue en ese momento cuando "el alma de Jonatán quedó ligada con la de David" (1 Samuel
18:1). La amistad de David y Jonatán es un gran ejemplo para las amistades hoy en día.
Aunque su padre era el rey y Jonatán habría sido un heredero natural al trono, Jonatán
eligió apoyar a David. Comprendió, aceptó el plan de Dios y protegió a su amigo de su
cruel padre (1 Samuel 18:1-4; 19 - 20). Jonatán demuestra humildad y amor desinteresado
(1 Samuel 18:3; 20:17). Durante el reinado de David, después de las muertes de Saúl y
Jonatán, David buscó a alguien que hubiera quedado de la casa de Saúl a quien pudiera
mostrar amabilidad por amor a Jonatán (2 Samuel 9:1). Evidentemente, estos dos amigos
se cuidaron mucho y se honraron el uno al otro.
Después del incidente con Goliat, David continuó creciendo en fama. Los cantos en el
campamento de Saúl estaban provocando mientras el pueblo cantaba alabanzas a David y
deshonraban al rey Saúl, causando un celo rabioso en Saúl que nunca cesó (1 Samuel 18:7-
8).
El celo que Saúl sentía por David lo llevó a convertirse en homicida. Primero, quiso que
los filisteos mataran a David pidiéndole que fuera su yerno. El rey ofreció a su hija a
cambio del servicio militar de David. Él, con humildad, se negó, y la hija de Saúl fue dada
a otro (1 Samuel 18:17-19). Mical, la otra hija de Saúl, estaba enamorada de David, por lo
tanto, Saúl preguntó de nuevo. David se negó de nuevo debido a su falta de riqueza y la
imposibilidad de pagar el precio de la novia por la hija de un rey. Saúl pidió cien prepucios
de filisteos, esperando que David cayera en manos del enemigo. Cuando David mató a
doscientos filisteos, duplicando el pago requerido, Saulo comprendió que él estaba en
desventaja, y tuvo más temor de David (1 Samuel 18:17-29). Jonatan y Mical advirtieron a
David de las intenciones que su padre tenía de asesinarlo, y David pasó los siguientes años
de su vida huyendo del rey. David escribió varios cánticos durante este tiempo, incluyendo
los salmos 57, 59 y 142.
Aunque Saúl nunca dejó de perseguirlo con la intención de matarlo, David nunca levantó
la mano contra su rey y el ungido de Dios (1 Samuel 19:1-2; 24:5-7). Cuando Saúl
finalmente murió, David lloró (2 Samuel 1). Incluso sabiendo que él era el ungido de Dios,
David no forzó su camino al trono. Él respetó la soberanía de Dios y el honró las
autoridades que Dios había establecido, confiando en que Dios cumpliría Su voluntad en
Su tiempo.
Mientras escapaba, David levantó un ejército poderoso, y con el poder de Dios derrotó a
todos los que se cruzaban en su camino, pidiéndole siempre permiso e instrucciones a Dios
antes de entrar en batalla, una práctica que mantendría siendo rey (1 Samuel 23:2-6, 9-13;
2 Samuel 5:22-23). Una vez asumió su función como rey, David siguió siendo un poderoso
soldado y comandante militar. 2 Samuel 23 narra algunas de las hazañas de los así
llamados "valientes" de David. Dios honró y recompensó la obediencia de David y le dio la
victoria en todo lo que hacía (2 Samuel 8:6).
David comenzó a tomar otras esposas. Se casó con Abigail, una viuda de Carmel, durante
el tiempo que estaba huyendo de Saúl (1 Samuel 25). David también se había casado con
Ahinoam de Jezreel. Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a otro hombre (1
Samuel 25:43-44). Después de la muerte de Saúl, David fue públicamente ungido como
rey sobre la casa de Judá (2 Samuel 2:4), y entonces él tenía que pelear contra la casa de
Saúl, antes de ser ungido por rey sobre todo Israel a los 32 años de edad (2 Samuel 5:3-4).
Siendo ahora rey, David recuperó a Mical para ser su esposa nuevamente (2 Samuel 3:14).
David también conquistó Jerusalén, tomándola de los Jebuseos, y llegó a ser más y más
poderoso porque el Señor todopoderoso estaba con él (2 Samuel 5:7).
El arca del pacto había sido previamente capturada por los filisteos (1 Samuel 4). A su
regreso a Israel, el arca fue puesta en Quiriat-jearim en casa de Abinadab (1 Samuel 7:1).
David quería traer el arca de vuelta a Jerusalén. Sin embargo, David omitió algunas de las
instrucciones de Dios sobre cómo transportar el arca y quién debía llevarla. Esto resultó en
la muerte de Uza, quien, en medio de todas las celebraciones, extendió su mano para
sostener el arca. Dios hirió a Uza, y murió allí junto al arca (2 Samuel 6:1-7). Por temor al
Señor, David abandonó el traslado del arca y dejó que permaneciera en casa de Obed-edom
(2 Samuel 6:11).
Tres meses más tarde, David reanudó el plan para traer el arca a Jerusalén. Esta vez, él
siguió instrucciones. Él también "danzaba con toda su fuerza delante del Señor" (2 Samuel
6:14). Cuando Mical vio a David adorando de esa manera, "le menospreció en su corazón"
(2 Samuel 6:16). Ella le preguntó a David cómo él, como rey, pudo haber actuado sin
decoro en frente de su pueblo. "Entonces David respondió a Mical: Fue delante del Señor,
quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe
sobre el pueblo del Señor, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante del Señor. Y aun me
haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de
quienes has hablado" (2 Samuel 6:21-22). David entendió que la verdadera adoración está
destinada únicamente para Dios. Nosotros no adoramos para beneficiar las opiniones de los
demás, sino como una humilde respuesta a Dios (Juan 4:24).
Después que David se estableció en su palacio y tuvo paz con sus enemigos, él quería
construir un templo para el Señor (2 Samuel 7:1-2). El profeta Natán primero le dijo a
David que hiciera lo que considerara. Pero luego Dios le dice a Natán que David no sería el
que construiría Su templo. En su lugar, Dios prometió construir una casa para David. Esta
promesa incluía una predicción que Salomón construiría el templo. Pero también habla de
la venida del Mesías, el hijo de David que reinaría para siempre (2 Samuel 7:4-17). David
respondió con humildad y reverencia: "¿quién soy yo, y qué es mi casa, para que tú me
hayas traído hasta aquí?" (2 Samuel 7:18; ver 2 Samuel 7:18-29 para toda la oración de
David). Antes de morir, David hizo preparativos para el templo. La razón de Dios para no
permitir que David construyera el templo, era que él había derramado mucha sangre, sin
embargo, el hijo de David, sería un hombre de paz y no un hombre de guerra. Salomón
construiría el templo (1 Crónicas 22).
Mucho del derramamiento de sangre por parte de David, había sido el resultado de la
guerra. Pero, en un mezquino incidente, murió uno de los poderosos hombres de David.
Aunque David era un hombre conforme al corazón de Dios, él también era un ser humano
pecador. Mientras que sus ejércitos estaban en guerra durante una primavera, él se quedó
en casa. Desde su azotea, vio a una hermosa mujer bañándose. Él supo que era Betsabé,
esposa de Urías el hitita, uno de sus valientes hombres que estaba en guerra, y David envió
mensajeros para que le trajeran a la esposa de Urías. David se acostó con Betsabé, y quedó
embarazada. David llamó a Urías del campo de batalla, con la esperanza de que él
durmiera con su esposa y creyera que el niño fuera suyo, pero Urías se negó a ir a su casa
mientras sus compañeros estaban en guerra. Entonces David hizo todo para que Urías
muriera en la batalla. Posteriormente, David se casó con Betsabé (2 Samuel 11). Este
incidente en la vida de David nos muestra que todos, incluso aquellos que tenemos en alta
estima, luchan con el pecado. También sirve como una moraleja acerca de la tentación y la
forma en que el pecado puede multiplicarse rápidamente.
El profeta Natán confrontó a David por su pecado con Betsabé. David respondió con
arrepentimiento. Escribió el salmo 51 en ese momento. Aquí vemos la humildad de David
y su verdadero corazón para el Señor. Aunque Natán le dijo a David que su hijo iba a morir
como resultado de su pecado, David le rogó al Señor por la vida de su hijo. La relación de
David con Dios era tal, que estaba dispuesto a persistir en la fe y en la esperanza de que
Dios pudiera ceder. Cuando Dios promulgó su sentencia, David la aceptó completamente
(2 Samuel 12). En esta historia, vemos también la gracia y la soberanía de Dios. Salomón,
el hijo de David, quien lo sucedió y a través de quien vendría Jesús, nació de David y
Betsabé.
Dios también le había dicho a David por medio de Natán, que la espada no se apartaría de
su casa. De hecho, la familia de David tuvo muchos problemas a partir de ese momento.
Esto lo vemos entre los hijos de David cuando Amnón violó a Tamar, lo que condujo al
asesinato de Amnón por parte de Absalón, y la conspiración de Absalón contra David.
Natán también le había dicho a David que sus esposas serían dadas a uno que estaba cerca
de él; esto no ocurriría en secreto, así como el pecado de David con Betsabé, sino que sería
en público. La profecía se cumplió cuando Absalón durmió con las concubinas de su
padre, en la azotea para que todos vieran (2 Samuel 16).
David es el autor de muchos de los salmos. En ellos, vemos la manera que él buscó y
glorificó a Dios. Generalmente de él se piensa como un rey pastor y un poeta guerrero. La
biblia lo llama "el dulce salmista de Israel" (2 Samuel 23:1). La vida de David parecía estar
llena de una gama de emociones humanas; un joven pastor común y corriente, con gran
confianza en la fidelidad de Dios que honró a autoridades, huyó por su vida, y se convirtió
en el rey contra quien todos los futuros reyes de Israel serían medidos. Vio muchas
victorias militares. También cayó en un gran pecado, y su familia sufrió como
consecuencia de ello. Pero en medio de todo esto, David se volvió a Dios y confió en Él.
Incluso en los Salmos, cuando David está deprimido o desanimado, le vemos alzar sus ojos
a Su creador y darle alabanza. Esta confianza en Dios y la continua búsqueda de la relación
con Él, es parte de lo que hace que David sea un hombre conforme al corazón de Dios.
Dios prometió a David un descendiente que reinaría en el trono para siempre. Ese rey
eterno es Jesús, el Mesías e Hijo de David.
Que podemos Hablar de Ester
Ester era la doncella judía que se convirtió en reina de Persia y rescató a su pueblo de un
plan cruel para aniquilarlos. Su historia se registra en el libro del antiguo testamento que
lleva su nombre. La fiesta judía de purim celebra esta liberación especial de los judíos.
La historia de Ester comienza con un banquete del rey. El rey Asuero era hijo del famoso
rey persa Darío I, quien es mencionado en Esdras 4:24; 5:5-7; 6:1-15; Daniel 6:1, 25;
Hageo 1:15; 2:10. El año del incidente entre Ester y el rey Asuero fue aproximadamente el
año 483 a.C. El imperio del rey Asuero era enorme; de hecho, fue el más grande que el
mundo haya visto. Persia cubrió el área ahora conocida como Turquía, así como Iraq, Irán,
Pakistán, Jordania, el Líbano, e Israel; también incluyó las secciones del Egipto, Sudán,
Libia y Arabia Saudita actual.
Como con la mayoría de los gentiles paganos reyes de ese día, el rey Asuero disfrutaba
haciendo demostraciones públicas de su riqueza y poder, que incluía fiestas que a veces
duraban hasta 180 días. Obviamente, durante la fiesta que se menciona en el libro de Ester
1:10-11, el rey pidió que su esposa, la reina Vasti, viniera delante de todos los
gobernadores y príncipes para mostrarles su gran belleza vestida con su corona. La
especulación es que el rey Asuero quería que Vasti apareciera llevando puesta solo la
corona. La reina Vasti rechazó la petición del rey, y él se enfureció. El rey Asuero consultó
a sus asesores en la ley quienes declararon que Vasti había ofendido al pueblo de la tierra.
Temían que las mujeres de Persia escucharan de la negativa de Vasti de obedecer a su
esposo y comenzaran a despreciar a sus propios maridos. Sugirieron que el rey emitiera un
decreto en toda la tierra para que Vasti nunca más pudiera entrar en su presencia. El rey lo
hizo, proclamando el edicto para cada pueblo conforme a su lenguaje.
Con Vasti derrotada, el rey se quedó sin reina. Los cortesanos del rey Asuero le sugirieron
que realizara una búsqueda de hermosas vírgenes en toda la tierra para encontrar una nueva
reina. Josefo, el historiador judío, registra que el rey Asuero eligió un total de 400 mujeres
para completar el harem y actuar como candidatas para la nueva reina (Ester 2:1-4). Las
mujeres tenían que someterse a un año de tratamientos de belleza antes de su encuentro
con el rey (versículo 12). Ester, una judía cuyo nombre hebreo era Hadassah, fue elegida
como una de las vírgenes (versículo 8).
Hasta el momento en que las vírgenes fueron llevadas al rey, se les mantuvo en el harem
bajo el cuidado de Hegai (Ester 2:8); después de su encuentro, puesto que ya no eran
vírgenes, fueron llevadas a la zona reservada para albergar las concubinas o amantes,
donde eran puestas bajo la mirada vigilante de un eunuco, llamado Saasgaz (versículo 14).
Ester había estado viviendo en la ciudadela de Susa, donde también vivía el rey. Ella era
prima de un varón del linaje de Benjamín llamado Mardoqueo, quien también fue su
guardián, habiéndola adoptado como su propia hija, cuando sus padres murieron.
Mardoqueo tenía una clase de posición oficial dentro del gobierno persa (Ester 2:19).
Cuando Ester fue elegida como candidata para ser reina, Mardoqueo le dio instrucciones de
no revelar su origen judío (versículo 10). También visitaba diariamente el harem del rey
para ver cómo le estaba yendo a Ester (versículo 11).
Cuando llegó el turno de Ester para estar con el rey, "ninguna cosa procuró sino lo que dijo
Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la
veían" (Ester 2:15). Ella también ganó el favor del rey: "Y el rey amó a Ester más que a
todas las otras mujeres", y él la hizo su reina (Ester 2:17). Parece que Ester, además de ser
de "hermosa figura y de buen parecer" (versículo 7), fue sumisa al seguir el consejo de
sabios consejeros y bastante atractiva en todos los aspectos. A medida que la historia se
desarrolla, también resulta evidente que Dios estaba obrando durante todo el proceso.
Algún tiempo después, cuando Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey, escuchó un
complot contra Asuero. Cuando Mardoqueo entendió esto, lo denunció a la reina Ester, y
Ester lo dijo al rey en nombre de Mardoqueo. El plan fue frustrado, pero sobre todo
olvidado (Ester 2:21-23). Vemos en este caso la continua conexión de Ester con
Mardoqueo, así como su integridad. Tanto Mardoqueo como Ester honraron al rey y
deseaban protegerlo de sus enemigos.
Después de esto, el rey nombró a un hombre perverso sobre sus asuntos. Su nombre era
Amán, y despreciaba el pueblo israelita. Amán fue un descendiente de Agag, rey de
Amalec, un pueblo que por generaciones era enemigo declarado de Israel (Éxodo 17:14-
16), y la discriminación y el prejuicio en contra de Israel estaban profundamente arraigados
en el corazón entenebrecido de Amán. En su arrogancia, Amán ordenó que todos los
siervos del rey que estaban a la puerta del rey se arrodillaran y se inclinaran ante él, aunque
Mardoqueo se negó. Los siervos del rey denunciaron a Mardoqueo con Amán y se
aseguraron de decirle que Mardoqueo era judío. Amán no sólo quería castigar a
Mardoqueo, sino que "procuró destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero,
al pueblo de Mardoqueo" (Esther 3:6). El rey Asuero le permitió a Amán hacer lo que
quisiera a respecto, y se emitió un decreto a todas las provincias que, en un día
determinado, que había sido elegido a la suerte, o Pur, la orden era "destruir, matar y
exterminar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día"
(Esther 3:13). El pueblo estaba conmovido, y hubo gran luto entre los judíos (Ester 3:15;
4:3).
La reina Ester no sabía del complot contra los judíos, aunque ella lo descubrió cuando sus
doncellas y los eunucos le dijeron que Mardoqueo estaba en apuros. Ester envió un
mensajero a Mardoqueo para averiguar lo que estaba pasando. Su primo Mardoqueo le
envió una copia del edicto y le pidió "que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder
delante de él por su pueblo" (Ester 4:8). Ahora, había una ley que no permitía entrar en la
presencia del rey sin ser llamado, y Ester no había sido invitada por el rey durante los
últimos treinta días. A través de su intermediario, Ester le informó a Mardoqueo su
aparente incapacidad para ayudar. Él respondió, "No pienses que escaparás en la casa del
rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y
liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre
pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?" (Ester 4:13-14). En una
gran muestra de fe, Ester estuvo de acuerdo. Les pidió a los judíos que ayunaran por ella
durante tres días mientras ella y sus damas también ayunaban, "entonces entraré a ver al
rey, aunque no sea conforme a la ley" dijo ella, "y si perezco, que perezca" (Ester 4:16).
Cuando Ester se acercó al rey, ella estaba literalmente arriesgando su vida. Sin embargo,
Ester "obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la
mano", una señal que representaba que aceptaba su presencia (Ester 5:2). Ester invitó a
Asuero y Amán a un banquete ese día. El rey llamó a Amán y vinieron al banquete donde
él le preguntó a Ester qué le gustaría, "aunque sea la mitad del reino" (versículo 6). Ester
invitó a los dos hombres para que asistieran a otro banquete al día siguiente cuando iba a
presentar su petición (versículo 8). Los hombres aceptaron.
Asuero tenía dificultad para dormir esa noche y ordenó que le trajesen el libro de las
memorias y crónicas, y que las leyeran en su presencia. Sorprendentemente, el relato que él
escuchó fue cuando Mardoqueo descubrió el plan para matarlo y que gracias a eso se salvó
la vida del rey. Entretanto, Amán regresó a su casa, reunió a sus amigos y esposa, y les
contó cómo había sido honrado. Además, había visto a Mardoqueo por el camino, y esto
desalentó su espíritu. Su esposa y sus amigos le sugirieron que construyera una horca para
colgar a Mardoqueo (Esther 5:9-14). Amán siguió su consejo e hizo preparar la horca.
Mientras el rey Asuero estaba meditando sobre el hecho de que no había honrado
Mardoqueo por el acto de haber salvado su vida, Amán entró a hablar con el rey para que
hiciese colgar a Mardoqueo. El rey le preguntó a Amán cómo se debía honrar a un hombre
"cuya honra desea el rey" (Ester 6:6). Amán, pensando que Asuero se estaba refiriendo a
él, sugirió que lo llevaran por la plaza de la ciudad, llevando puesto el vestido real de que
el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, pregonando: "Así se hará al varón cuya
honra desea el rey" (Ester 6:9). Asuero le ordenó Amán que inmediatamente hiciera esto
para Mardoqueo.
Amán obedeció al rey y honró al hombre que más odiaba. Luego le contó a su mujer y a
todos sus amigos, todo lo que le había acontecido. Con más visión de lo que
probablemente se dieron cuenta, "Entonces le dijeron sus sabios, y Zeres su mujer: Si de la
descendencia de los judíos es ese Mardoqueo delante de quien has comenzado a caer, no lo
vencerás, sino que caerás por cierto delante de él" (Ester 6:13). Los eunucos del rey
llegaron para llevar a Amán al banquete de Ester (versículo 14). Allí, Ester le dijo al rey
que su pueblo había sido vendido para ser destruido. Mostrando gran respeto y humildad,
Ester dijo que, si solo hubieran sido vendidos como esclavos, ella se habría callado, "pues
tal angustia no sería motivo suficiente para inquietar a su majestad (NVI)" (Ester 6:4). El
rey quedó horrorizado de que alguien se atreviera a hacer tal cosa al pueblo de su reina
(versículo 5). Ester reveló el hombre detrás del complot: "este malvado Amán" (versículo
6). Asuero salió el banquete enfurecido. Amán quedó detrás para suplicarle a Ester por su
vida. Cuando el rey entró de nuevo en la habitación y vio esto, pensó que Amán estaba
molestando a Ester, y luego ordenó que colgaran a Amán en la horca que él había
construido para Mardoqueo (Versículos 8-10).
Después que Amán murió, Asuero le dio a Ester la casa de Amán y a Mardoqueo le dio su
anillo de sello, esencialmente, dándole a Mardoqueo la misma autoridad en el reino que
Amán tenía anteriormente. Sin embargo, el decreto que había salido de Amán era
irrevocable. Ester volvió a interceder ante el rey para que interviniera. Asuero ordenó que
se escribiera otro decreto para contrarrestar el primero: este decreto les dio a los judíos el
derecho a defenderse contra cualquiera que los atacara. Ahora había gozo en todas las
provincias. Muchos incluso se convirtieron en judíos porque el temor de los judíos había
caído sobre ellos. Algunos enemigos atacaron anteriormente en el día señalado, pero los
judíos tuvieron la victoria sobre ellos (Ester 8).
La valentía y la fe de Ester en Dios, son un testimonio de la confianza que esta joven mujer
tenía en el Dios vivo. Su vida es una lección sobre la soberanía de Dios sobre Su creación.
Dios maniobra cada aspecto de la vida para posicionar a las personas, gobiernos y
situaciones en Su plan y propósito. Puede que no sepamos lo que Dios está haciendo en un
momento determinado, pero vendrá un tiempo cuando nos daremos cuenta de por qué
hemos pasado ciertas experiencias, conocido determinadas personas, vivido en ciertas
áreas, comprado en determinados almacenes o realizado determinados viajes. Llegará el
momento en que todo encajará, miraremos hacia atrás y veremos que nosotros también
estábamos en el lugar adecuado en el momento preciso, así como sucedió con Ester. Ella
estaba en el harem "para un momento como este (NVI)". Ella fue reina "para un momento
como este". Ella fue fortalecida y estaba dispuesta a interceder por su pueblo "para un
momento como éste" (Ester 4:14 NVI). Y ella fue fiel en su obediencia. Ester confió en
Dios y sirvió con humildad, sin importa lo que podría costar. Ester es verdaderamente un
recordatorio de la promesa de Dios, como está escrito en Romanos 8:28: "Y sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados".
Preguntas sobre Personajes Bíblicos
1. ¿Por qué es importante estudiar a los diferentes personajes de la Biblia?
2. ¿Cuándo vivió _______? ¿Cuáles son las fechas aproximadas de los personajes de
la Biblia?
5. ¿Qué edad tenía Adán cuando murió? ¿Cuánto tiempo vivió Adán?
6. ¿Quién fue Caín en la Biblia? ¿Qué podemos aprender de lo que la Biblia dice
sobre Caín?
19. ¿Qué significa que los que tienen fe son hijos de Abraham (Gálatas 3:7)?
24. ¿Cómo es que Jacob no se dio cuenta de que se había casado con Lea y no con
Raquel?
42. ¿Cuántos años tenía Moisés cuando murió? ¿Cuánto tiempo vivió Moisés?
54. ¿Qué edad tenía David cuando fue ungido, cuando luchó contra Goliat, cuando se
convirtió en rey y cuando murió?
67. ¿Cuáles fueron los eventos claves en la vida de Jesucristo? (parte 1)?
68. ¿Cuáles fueron los eventos claves en la vida de Jesucristo? (parte 2)?
69. ¿Cuáles fueron los eventos claves en la vida de Jesucristo? (parte 3)?"