AsCCSSCR20 Guia ArticuloResucitado
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Nació esta Imagen de la necesidad de conservar la genial obra que nuestro paisano D. Joaquín
García Donaire realizara en 1960 en su estudio de Roma, obra personalmente dirigida por el
Obispo Prior de entonces, D. Juan Hervás y Benet, aprovechando sus estancias en la Ciudad
Eterna para asistir a las jornadas del Concilio Vaticano II.
Surge así una representación de la Resurrección del Señor que nos lo muestra desde un plano
ultraterreno, sobrehumano, por encima del mundo material, alejado del hombre, inspirado
para su estética en los kuroi de la Antigua Grecia; de ahí sus fuertes y puras formas,
contundentes volúmenes anatómicos y su mirada ad infinitum. Pero al ser imágenes tan
pesadas y con una concepción de hechura tan diferente de lo que suele ser aconsejable para
un conjunto escultórico de procesión (aligerado y ahuecado de las esculturas, facilidad de
montaje y desmontaje, puntos de apoyo y cálculo de fuerzas en los movimientos encima del
paso, elección de materiales ligeros y que absorban los esfuerzos, etc.), hacía peligrar su
conservación para las generaciones venideras, lo que obligó a esta Asociación de Cofradías a
estudiar su cambio por otra Imagen.
La idea fue recogida del anterior Comisariado por esta Comisión Permanente, y, entre otros
autores y autoras de reconocida valía y prestigio, el Pleno de la Asociación eligió con fecha 12
de junio de 2017 a D. Manuel Martín Nieto, joven artista de la localidad de Morón de la
Frontera (Sevilla), quien, siempre en perfecta y estrecha colaboración con la Comisión, y con su
Presidente al frente, creó entre bocetos de barro, maderas, gubias, mensajes por teléfono,
fotografías, ideas, modificaciones y viajes este magistral simulacro sagrado.
Recordar en estas líneas la traída de la Imagen del Señor a la Ciudad la semana anterior a su
bendición, el sábado 16, por lo especial del momento que estábamos viviendo todos los
miembros y personas implicadas directa o indirectamente, bien de una manera o de otra, y en
especial por mi persona (y por personas muy queridas por quien les habla), y porque en todo
momento se mantuvo el secreto más absoluto alrededor de la Imagen del Señor hasta que el
dicho sábado, vísperas del Señor hecho Rey del Universo fue presentado el Señor resucitando
a todo el pueblo de Ciudad Real y al mundo a las seis en punto de la tarde, cuando las puertas
de la Catedral Prioral se abrieron como verdaderas puertas del Cielo -pues todos en Ciudad
Real sabemos que el Cielo es un Prado. Desde estas líneas, Paco y al resto de la Comisión, sólo
puedo expresaros mi agradecimiento más sincero y profundo por lo que me hicisteis vivir a mí
y a gente muy especial por vuestra decisión y por la confianza depositada; vosotros, ellos, los
justos sabemos de lo que se trata y ahí quedará para todos nosotros.
Volviendo a lo que nos ocupa, el Señor, en datos, mide 1,90 metros, mientras que la Imagen al
completo presenta unas dimensiones de 2,10 metros de altura (y 2,18 metros con las
potencias de orfebrería dorada que lo completan), está realizado en madera de cedro real, con
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siete capas de estuco y hasta once capas de policromía y veladuras para dar los ricos matices
que se han visto y que se seguirán disfrutando y descubriendo a plena luz del día cuando
procesione el próximo Domingo de Resurrección, ya que todos esos tonos, sobre todo en las
carnaciones, lucirán en todo su esplendor.
Las heridas, limpias, nos remiten a los dolores pasados, y son prueba de la Resurrección
verdadera del Señor; esas llagas que Santo Tomás tuvo que tomar como prueba para creer.
En el rostro se concentra el dolor y la gloria, en una alegría serena y santa, divina. Es un rostro
sereno, lleno de belleza, con nariz hebrea, cabellos y barba limpios y perfecta y
estudiadamente colocados: decir que para la representación del cabello el autor trabajó del
natural con un modelo realizando un esteticista sobre aquél hasta dieciséis peinados y
colocaciones diferentes con el fin de elegir el modelado del cabello de nuestra Imagen, con el
consiguiente reportaje fotográfico que recogía cada una de las propuestas.
Otro punto fuerte, y que a nadie pasó desapercibido el día de su presentación y bendición, es
la Síndone, la Sábana Santa, que a modo casi de perizoma, cubre la parte central de su cuerpo
divino. Desde un principio se estudió la posibilidad de decorarlo con la tradicional técnica del
estofado y a pincel, aunque no sería hasta escuchar los consejos del imaginero cuando esta
Comisión se decidió. Pero sin querer que fuera simplemente ornamental, se pensó en dotar a
dicha decoración de un mensaje, de una profundidad que trascendiera lo exclusivamente
decorativo.
Estofada al oro fino por el gran artista decorador D. Manuel Peña Suárez (pintor que ha
trabajado con tan insignes artífices como D. Juan Manuel Parra, Dña. Lourdes Hernández Peña
o D. Antonio José Martínez), se realizó en estilo renacimiento, por ser un estilo éste acorde con
la Catedral que lo acoge, y con el clasicismo de las formas tanto del Retablo Mayor, magistral
obra de Giraldo de Merlo, como de otras estancias y detalles decorativos del Templo; y con un
programa iconográfico que gira en torno a la Pasión, a la Resurrección y a la Divinidad de
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Cristo, así como a la gran devoción mariana de la Ciudad, la Santísima Virgen del Prado, con la
orla que nimba la tela y la vuelta en azul brocado que le sirve de forro.
Pero no queda ahí el mensaje aparentemente decorativo del simulacro divino, sino que, como
cristianos que somos creemos firmemente y sin lugar a la duda en la presencia real y continua
del Señor entre nosotros en el Santísimo Sacramento, por lo que aparecen también símbolos
eucarísticos tales como las espigas y las uvas, referenciándonos a las sagradas especias.
Y todo ello trufado de hojarasca y formas de tradición renacentista, con ese sentido de vida
que la naturaleza siempre nos aporta, de querubines y puttis, intentando representar lo
inefable de la realidad divina y ultraterrena, o los lirios morados que graciosamente repartidos
por toda la extensión de la Síndone, nos recuerdan los dolores de la Pasión, pórtico necesario
para llegar a este simulacro de Gloria que nos regala el arte de Martín Nieto, sin duda
inspirado, como toda obra verdaderamente sacra, por Dios.
Una obra que no pretende suplir al Resucitado de Donaire -siempre será propiedad de esta
Asociación de Cofradías y memoria de la Ciudad-, sino que viene a completar todo un
programa iconográfico y artístico que cada año ponemos en la calle -y en los templos en el
mejor de los casos- para profundizar en la fe y disfrutar de la belleza de la Pasión, del sacrificio
de todo un Dios hecho Hombre, y que por sus características y calidad, tiene vocación de
permanencia y de convertirse en un emblema de la fe y del arte.