Discipilado Jab
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
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Dirección editorial: Carlos Ariel Ferradans
Producción: © Desde el Cielo Editores
Diseño de tapa y armado de interior: © GRANVISION
© El Discipulado - Todo lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
1 ra edición
© Juan Andrés Busso
© Desde el Cielo Editores
Periodistas Argentinos 570
Villa María - Córdoba - Argentina
info@desdeelcielo.com.ar
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
INTRODUCCIÓN
En este manual, vamos a ver las enseñanzas impartidas por Cristo en
el principio de su ministerio que se nos relatan desde San Mateo 5:13 hasta
7:6, pero las veremos con el cuidado de no tomarlas sólo como doctrinas para
discutir con otros, ya que en estas enseñanzas Cristo estaba revelándose y
dando a conocer la Divinidad. Enseñanzas que no eran simples puntos a
tener en cuenta, sino que se reciben únicamente por impartición. Cada
palabra que Cristo usó para discipular, era su hálito, su misma esencia
entrando para habitar al discípulo y llenarlo de lo que luego tendría que
expresar.
Dentro de las enseñanzas de Cristo, vamos a ver que existen cosas que
Él mismo dijo y otras que en realidad no dijo, pero sí que vivió, y ambas son
lo mismo, porque Él es la palabra misma. Así que, ya sea que alguien haya
escuchado o visto, en los dos casos se debe dejar impartir. Por ejemplo: Jesús
al principio llamó a doce discípulos (S. Lucas 6:13) y al final nos manda a
hacer discípulos (S. Mateo 28:19-20).
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Nuestro Hermano mayor, Jesús, es el modelo perfecto, nuestra medida a
alcanzar y nuestra estatura (Efesios 4:13). No nos debe preocupar cuántos
lograron tener Pablo, Pedro o Juan. Miremos a Jesús y anhelemos alcanzar
su Gloriosa medida, rogando siempre que Dios nos conceda ser tal como Él
es. Y recuerde que lo que nos da legitimidad en el vínculo es vivir obrando de
la misma manera en que hemos visto obrar al Padre (S. Juan 8:39).
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Una Iglesia desvanecida es una Iglesia que se alejó del vivir con el
Señor; y una Iglesia que no experimenta el vivir del Señor, por medio del
discipulado, se vuelve inútil e ineficaz y termina siendo hollada, pisada,
conquistada por lo mundano, hasta el punto de que, en muchos casos, ni se
diferencia de lo profano. A todo lo llaman bueno, en lugar de ser los agentes
que transforman el mundo en un pueblo de reyes y sacerdotes para el Padre.
¡Qué maravilloso, de qué manera Jesús veía a la Iglesia que lo viviría a Él,
siendo Sal y luz!
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LO PRACTICO
Asentar por escrito, que hará esta semana para tener un contacto con
Cristo que le permita llenarse de la vida divina que luego tendrá que
expresar. Por ejemplo, tomarse un compromiso de pasar orando la
palabra, una hora cada mañana y media hora por la siesta, durante los
próximos siete días.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Con respecto a la luz, la vida de sus hijos sacerdotes será la que disipe
las tinieblas en el mundo. Su Iglesia no está para congraciarse con el mundo,
está para expresar el brillo de la moral más pura y santa que la humanidad
podría conocer, como lo es la de nuestro Señor Jesús.
Pero, no sólo somos la luz del mundo, sino que somos los candeleros
que alumbran la casa. Aun la casa y la familia de Dios necesitan unos de otros
para estar en luz. Hay congregaciones que aman más sus estatutos
organizacionales que la vida de Iglesia llena de luz, y por esto rechazan la
comunión y ministración de otros santos que no pertenecen a sus
organizaciones. Se han apagado, se les ha quitado el candelero y la casa ha
perdido la luz, por lo que no viven el reino.
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padre, según Dios, siempre es alumbrada. David no sólo era un rey; él fue un
padre para la nación. La diferencia se puede ver con mucha claridad al
comparar su vida con la de Saúl, quien quiso aprovecharse de Dios y de la
misma gente para sus fines políticos, mientras que David entregó su vida a
Dios y al pueblo, para ser la luz que les permitiera ver el reino de Dios y su
misma expresión en la Tierra.
En los tres casos, los hombres eran la casa de Dios, pero no pudieron
disipar ciertas tinieblas por medio de ellos mismos y Dios, en su bondad, les
proveyó padres que les ayudaron a ver, pues la enseñanza de un padre es la
lámpara que alumbrará la casa, para que la misma jamás pierda su luz. No
nos dejemos confundir: no serán los sistemas religiosos ni las organizaciones
humanas los que nos darán la luz. Nuestra luz se mantendrá si en la casa el
que enseña es un padre (Proverbios 6:20:23; Proverbios 20:20).
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LO PRACTICO
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IMPARTIDOS PARA SER SU EXPRESIÓN
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he
venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta
que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta
que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno
de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy
pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga
y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os
digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos,
no entraréis en el reino de los cielos” (S. Mateo 5:17-20).
Habían pasado muchos años y Cristo venía a hacer un nuevo pacto con
ellos, pero para esto, los subió al monte, los elevó hacia la revelación, que en
este caso era muy superior a la del antiguo pacto, y de repente les dijo que no
se atrevieran a pensar que la ley era disfuncional. Aquí, en S. Mateo 5:17, Él
hablaba de la Ley, no como lo que los fariseos habían hecho de ella, un
conjunto de letras que aparentaban obedecer, escondiendo el fracaso, del que
eran conscientes, de no poder cumplirla; sino como la revelación de la
santidad, justicia y gloria de Dios.
Jesús les enseñaría que, bajo el Antiguo Pacto, Dios se les había
revelado en toda su perfección de carácter, con la demanda de que vivieran
en ese nivel si querían ser su pueblo y expresión en la Tierra. Pero
entendamos que la demanda de Dios en cuanto a ella (la ley) era mucho
menos estricta que la que el mismo Señor Jesús traería en este Nuevo Pacto,
razón por la que les dice: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás;
y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que
cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y
cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y
cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (S.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Entonces, Jesús llegó para decirles que Él venía a cumplir esa Ley, es
decir, que venía a vivir a la altura Divina, ya que Él es el único capaz de vivir
a la altura de la Divinidad, porque Él es Divino, Él es el mismo Dios. Bendito
sea su nombre.
Bajo este nuevo pacto, el hombre que creyera e invocara el nombre del
Señor Jesús, iba a tener la gloriosa salvación, que consistiría en que el mismo
Cristo en Espíritu entrara y viviera a través de él, lo que sería de
complacencia para con el Padre, sin depender de la fuerza humana. Así que
Cristo iba a cumplir la Ley que nadie podía cumplir para luego morir,
resucitar e impartirse como el “otro Consolador, el Espíritu Santo” en los
discípulos, quienes, a su vez, pasarían a ser la misma expresión de Dios en la
Tierra.
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Ahora, y por Fe, la cual se nos ha dado, toda esta justicia perfecta se
nos atribuye a nosotros. Dios nos ve a nosotros obrando justicia, pero
nosotros sabemos que es Cristo quien está en el Espíritu Santo dentro de
nosotros, quien expresa tal justicia, santidad y gloria. ¡Alabado sea Dios! por
el gran amor con que nos ha amado al darnos a su Hijo como nuestro
sustituto, el cual no sólo murió por nosotros, sino que vive en lugar nuestro.
Jesús les estaba diciendo: ustedes tienen revelación hasta cierto punto,
pero en mi pacto la revelación será total, más alta y más profunda. Y la gran
y buena noticia de este nuevo Pacto es que ya no tenemos que tratar de
alcanzar el nivel de la Divinidad con nuestros esfuerzos, sino que la Divinidad
que entró como el Espíritu Santo será la que se exprese de acuerdo al mismo
corazón del Padre.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
LO PRACTICO
Comente acerca de un área en el que usted dejará de ser usted para que
sea Cristo el que se exprese.
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IMPARTIDOS PARA SER DULCES
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que
matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje
contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a
su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo,
quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar,
y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda
delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces
ven y presenta tu ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre
tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al
juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que
no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante” (S. Mateo 5:21-
26).
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posicionando para que luego se dieran cuenta de que era a través del
Espíritu, viviendo en ellos, que la demanda o el corazón del Señor se
expresaría, sólo que todo eso llegaría más adelante.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
LO PRACTICO
Hagan una oración en voz alta, uno, por uno, comprometiéndose con
el Santísimo Señor, de que de USTED no saldrán, MENOSPRECIOS,
INSULTOS NI ENOJOS hacia ninguna persona.
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IMPARTIDOS, PARA SER CRUELES
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en
su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo
de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu
cuerpo sea echado al infierno” (S. Mateo 5:27-29).
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Muchas veces, oímos a personas decir que van a tomar a otro varón o
mujer porque su matrimonio no funciona o porque no ven que puedan ser
felices, asegurando que ellos “tienen derecho a esa felicidad”. Esto es un gran
engaño de Satanás; primero, porque delata que Cristo no es su todo, como
para saciar esa carencia, y aunque la persona tenga cargos y ocupaciones en
la Iglesia, su espíritu está vacío de la realidad de Cristo que la Biblia revela;
segundo, porque ya no somos nuestros, somos de Cristo, somos sus esclavos
por amor, quienes hemos renunciado a todo derecho para dejarlo expresar a
Él. Así que cualquier codicia es grave, y no sólo por lo que delata, sino
también por lo que de ella resulta.
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En la Biblia, existen diferentes casos de adulterio y diversas maneras
en que Dios trata el tema. Por ejemplo, uno de los más conocidos es el de
David, cuyo caso fue gravísimo no sólo porque codició y tomó a una mujer
ajena, sino porque hizo eliminar al esposo, lo que atentó contra la paternidad
del varón de esa casa, impidiendo que se ejecutase el plan de Dios por medio
de ese varón (Urías). Y porque realmente David se arrepintió y se humilló,
comportándose como un verdadero hijo y soportando la disciplina, fue que
no murió como lo ordenaba la Ley. Dios halló a un verdadero hijo, aun
después del error, y no le quitó la vida ni el reinado, pero sí lo trató muy
profundamente para transformarlo.
No estar llenos de Cristo nos lleva a pagar precios muy altos. Por esta
razón es que el Señor imparte una total crueldad contra tales sentimientos
en nuestra vida. Sacarse el ojo derecho o cortarse la mano derecha significa
tomar una acción cruel contra aquella área de nuestra vida que nos esté
exponiendo al pecado o al infierno.
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LO PRACTICO
Ore a Dios para que le ayude a ver qué cosas son las que están entrando
por su ojo, que lo lleva a una mala obra que afecta su vida entera al
despertar pasiones pecaminosas y luego, haga una oración de renuncia
de la siguiente manera: Yo (diga su nombre) hoy descubro que
(mencione lo que sea, puede ser un programa de tv u otra cosa) que
entra por mis ojos y provoca una acción, afecta a todo mi
cuerpo ya que despierta las pasiones de mi carne, razón por
la que renuncio delante de Dios, de mi discipulador y de mis
hermanos, no teniendo mas nada que ver con tal maldad, ni
con Satanás que opera con su engaño, y me determino a
cortar, aunque me sea doloroso, con tal medio que le permite
al pecado revivir. En el nombre del Padre del Hijo y del
Espíritu Santo, amén
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Todo lo que motivó a Dios en Cristo es su amor, y es por eso que el tema
del divorcio resulta tan importante. Este pasaje de S. Mateo 5:31 por nada
debe servir para justificar divorcios, sino que debe tomarse como una
impartición de amor para ser librados de una vida pecaminosa. Así, Jesús les
hace ver el contraste existente entre la revelación que tenían y la que se les
estaba impartiendo, les hace ver que repudiar a la mujer o, para que quede
más claro, rechazarla porque no se le perdona algo, va a producir un tropiezo
en ella. Jesús dice: “hace que ella” (S. Mateo 5:32), con lo que está haciendo
totalmente responsable al varón del tropiezo de su mujer, en el caso de que
no la perdone y la rechace del matrimonio. Por favor, debemos ver que el
Señor nos está queriendo librar de quedar expuestos a la culpa de algo tan
horrible como hacer tropezar a quien es nuestra misma carne, está
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alumbrando al hombre para que vea su responsabilidad en el asunto, razón
por la que, cuando encuentra a la mujer adúltera, le dice que ni Él la condena.
Así que, ¿quiénes seríamos nosotros para rechazar a nuestra esposa?
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LO PRACTICO
Si hay algo que tiene que arreglar, hágalo esta semana mismo y luego
de testimonio en el próximo discipulado
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Cuando una persona jura por cosa o persona alguna, está poniendo en
riesgo algo que aprecia o ama, para tener la fuerza necesaria de cumplir lo
prometido. Esto es lo que Cristo quería erradicar de la vida a través de la
nueva impartición. Todos los que hemos nacido de nuevo, a medida que
crecemos y pasamos tiempo con el Señor, vamos adquiriendo más y más de
su persona y naturaleza. Esta regeneración y transformación va haciendo
que, cada vez en mayor medida, le permitamos a Cristo que se exprese, no
dependiendo ya de otra fuerza, como la de los juramentos, para actuar
adecuadamente. Hay personas que tienen un vivir tan superficial que
necesitan la fuerza de la pérdida que les pueda causar el incumplir un
juramento para aparentar ser buenas personas.
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LO PRACTICO
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Por supuesto que este era el fin de esa ley desde el lado de Dios, pero,
desde el lado del hombre, esa ley se tomó no para regular la medida de la
devolución de la ofensa, sino como el justificativo para no dejar pasar la
ofensa. Todo lo que Dios hizo, lo hizo conociendo la maldad de la vida
humana y tratando de brindarle al hombre leyes que regularan esa maldad,
ya que, por su naturaleza de Amor, procuraba que el hombre no se hiciera un
mal mayor. Pero el ser humano, al no tener la misma naturaleza Divina, bajo
el antiguo pacto daba vuelta la intención de esa ley y la usaba para expresar
su maldad sin remordimientos; este es el típico fariseísmo que tanto dañó a
la gente antigua, pero que hoy, en forma de religiones, daña a la actual.
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modo que, en lugar de devolver el mal de una manera justa, hoy sus
discípulos tenemos la misma capacidad que Él de dejarlo pasar.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Pablo dijo que seguía adelante para ver si lograba asir aquello para lo
cual fue asido por Cristo; es decir, vivía para ver si lograba conseguir más
realidad de Cristo (Filipenses 3:12). Lo contrario sería vivir sólo para tener
“más mantos”; cuando alguien quiere quitarnos uno de ellos, entramos en
pleito y tironeo. Cualquiera que viva para ganar y agarrar más de la realidad
de Cristo no sufrirá tirones de las pérdidas que le pudiera ocasionar su
enemigo. O bien nos despojamos, para que se exprese el único que tiene el
nivel Divino, o sufriremos la vergüenza que trae el aferrarse a todo aquello
que no sea Él mismo.
En S. Mateo 5:45, dice: “Para que seáis hijos de vuestro Padre que está
en los cielos quien hace salir su sol sobre buenos y malos y hace llover sobre
justos e injustos”. Esto nos hace ver que un hijo es quien puede ser la
proyección de su padre. Cuando la persona no expresa a su padre con sus
obras, pierde la posición de hijo. Jesús les dijo a los fariseos, quienes se
creían los hijos de Abraham, que sólo los que hacían las obras de Abraham
podían llamarse hijos de este. Y también dijo que el Hijo nada hace que no
vea hacer al Padre.
Ser hijo es ser la proyección del padre, y ser padre es proyectar, a través
del hijo, la Vida Divina que mora dentro de sí. Así que, si somos capaces de
salir del centro para que viva el Hijo, expresaremos esa vida y esto nos hará
ser hijos maduros de Dios, su misma proyección. Y por expresar al perfecto
Cristo, quien a su vez expresa al Padre, se hará posible en nosotros la
perfección que Cristo cree que podemos vivir.
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LO PRACTICO
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Qué imagen tan mala dan quienes siguen propósitos personales usando
al propio Dios. Alguien que vive bajo la impartición de la vida del Señor no
permitirá que su interior sea motivado por los reconocimientos, las
alabanzas y las recompensas de los hombres. Un amado de Dios tendrá su
placer en permitir al Padre expresarse por él y en que el Padre esté satisfecho
de poder hacerlo. Estos discípulos genuinos y verdaderos serán los
recompensados por Dios.
Debemos tener cuidado con este particular, ya que es muy fácil que la
hipocresía se introduzca en los corazones. Hasta hay quienes tienen
congregaciones con muchos miembros y, gobernados por la hipocresía,
pretenden hacerlos seguir su propósito personal. Si bien la hipocresía es una
condición de la naturaleza caída, puede verse muy marcada en la vida de
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religiosos y políticos, puesto que su actividad se presta para disfrazar
motivaciones, presentando a la gente una apariencia de piedad que no se
corresponde con sus actos.
Cuando una persona deja de tocar la vida Divina y practica sólo algunas
cosas que conoce de la Biblia, está expresando la hipocresía de su naturaleza
humana, envenenada por Satanás. La hipocresía usa la apariencia de lo de
Dios, pero persigue sus propios fines. Es muy doloroso escribir esto, pero me
toca ver a ministros que tienen congregaciones para sus propios fines, ya que
no edifican la Casa como Dios les ha mostrado a través de Jesús, sino que la
edifican para su conveniencia. Hay ministros que se han adueñado de
congregaciones del Señor, que las edifican sin la roca del discipulado y que,
aun haciéndoles ver la Palabra de Dios, siguen adelante según su parecer y
no según el de Cristo.
Un verdadero varón de Dios sólo vive por los motivos de Dios, y cuanta
más luz viene al Él, más se corrige y obedece. En cambio, el que está
engañado disfraza con la vida de Iglesia los motivos propios, pensando que
porque tiene una congregación ya ha tenido éxito.
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LO PRACTICO
Propóngase esta semana hacer una buena obra con alguien que
necesite, guardando el secreto ante los hombres, y espere ver de qué
manera Dios le recompensa.
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IMPARTIDOS, PARA NO SER HIPÓCRITAS
“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar
en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los
hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando
ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en
secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que
por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos;
porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que
vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en
los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad,
como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día,
dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros
perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas
líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos
los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os
perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis
a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras
ofensas” (S. Mateo 6:5-15).
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Nuestra oración debe ser con aflicción, por quienes ofenden al Señor,
pero también con súplicas y ruegos, para que, en su soberanía, Dios elija
tenerles misericordia. La única oración que Dios atenderá será la que exprese
en su totalidad a Cristo, ya que por ser el único que descendió del cielo, es el
único que puede subir. Así que si oramos la oración de Cristo que descendió
del cielo, nuestra oración subirá hasta el mismo trono.
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la redención, tendremos la vida que produce fiesta al Padre, y al expresar esta
Vida, Dios mismo se expresará y su reino se establecerá.
Todas las partes que componen la oración del Padre Nuestro están
relacionadas entre sí y no son tópicos sueltos. Experimentar a Cristo como la
redención, ocupándonos de esto, nos llevará a una comunión íntima con
Dios, de hijos hacia el padre. Esto nos permitirá tener lo que haga que su
nombre sea santificado, ya que quienes nos vean vivir expresando la vida
Divina verán la separación y definición entre Dios y el mundo. Santificar el
nombre significa que nuestro vivir sea pleno de Él, para que no se desfigure
su expresión por estar mezclados con lo mundano. Entonces, al ver su misma
expresión, Dios podrá pasar a través de nosotros y reinar para hacer su
voluntad, en principio en la vida de sus hijos, y un día en toda la Tierra.
Tanto la oración como lo que la motiva deben ser una expresión de los
deseos de Cristo. No olvidemos que es el incienso que debemos quemar en el
altar de oro y que el fuego, así como el mismo incienso (motivación correcta)
deben provenir del Señor; si no provienen de Él, el fuego y el incienso son
extraños. Eso fue precisamente lo que les trajo muerte a los hijos de Aarón
(Éxodo 30:8-9; Levítico 10:1). Cuando la oración es la adecuada y el
propósito también es adecuado, Dios no fallará en responder con provisión,
para que su reino se establezca en todas las vidas que Él ha planeado.
Y no sólo debemos unirnos con Cristo para pedir por la provisión, que
tiene gran importancia para el desarrollo de su obra en la Tierra, sino que
también debemos unirnos a clamar por nuestro perdón y nuestra relación
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
con los hombres. Nadie que sea un hijo y expresión de Dios para el
establecimiento de su reino puede permitir que exista levadura sin limpiar
dentro de su vida. Debemos buscar cada mañana dentro de la casa, como se
hacía en la Pascua, y ver que no haya levadura, ya que si tenemos levadura o
un vivir pecaminoso, Dios no será expresado como puro, perderemos la
íntima comunión y perjudicaremos el establecimiento de su reino.
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Prestemos atención a la oración del Padre Nuestro, la cual nos indica
que, para ser perdonados y permitir el avance de Dios con su reino, debemos
pedir perdón a Dios y perdonar a los hombres. También tengamos presente
el pasaje de primera de San Juan, según el cual debemos estar en luz, es decir,
exponernos al juicio de su palabra. Y tampoco descuidemos la “comunión
unos con otros”, para que la sangre de Jesucristo nos limpie de todo pecado.
Ninguna de las veces en que el tema es tratado en la Biblia se desliga nuestra
relación con Dios de nuestra relación con los otros hombres o semejantes.
Una vez que, por la sangre que nos limpia, quedemos en la posición de
hijos en relación a Dios y que, con toda humildad, nos ocupemos de estar
bien con Él y con las personas, podremos suplicar para no ser soltados al
poder que Satanás ejerce en el mundo y en nuestra propia carne, donde no
mora el bien, sino su mismo mal. Este es un asunto de suma delicadeza, pues
si bien el hecho de ser tentados no es pecado en sí mismo, sí lo es el proveer
para los deseos de la carne y después tratar de refrenar la expresión
pecaminosa de la misma. Por ejemplo, consumir programas televisivos de
este mundo, que en su totalidad están bajo el maligno, y después querer
refrenar la lujuria, es serio y pecaminoso, ya que estaríamos siendo los
causantes de que las pasiones humanas sean provocadas.
De modo que para que nuestra oración tenga éxito y seamos guardados
y librados de cualquier ataque de Satanás a los deseos de nuestra naturaleza
caída, debemos estar muy comprometidos con no proveer para lo que
provoca o despierta esos deseos. Además, hay que tener claro que si
guardamos nuestros ojos y nuestro ser interior de todo lo impuro,
llenándonos de Cristo cada día y a cada momento, ese vivir de Cristo nos
pondrá en alerta contra la tentación. Pero si le damos lugar a lo pecaminoso
y no nos llenamos adecuadamente de Cristo en nuestro espíritu, los deseos
de nuestra naturaleza envenenada por Satanás cobrarán el poder, lo que se
hará imposible de controlar.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Con respecto a ser liberados del mal, por un lado tiene que ver con todo
plan y maquinación satánica que pretenda perjudicarnos como Iglesia y
morada de Él, deteniendo el avance de su reino y el establecimiento de su
voluntad. No debemos, por nada, dejar de lado nuestra batalla espiritual en
esta parte de nuestra oración, ya que Satanás debe ser reprendido por el
mismo Espíritu de Dios, que mora en nosotros, para que no avance con sus
engaños y confusiones.
Hoy podemos ver que mucha gente es estorbada por el engaño del
infierno a través del ocultismo, que no es ni más ni menos que el querer
alcanzar resultados para la vida propia sin obedecer a Dios y su plan en la
Tierra. Las religiones, por otro lado, han hecho estragos, y son usadas por
Satanás para inutilizar a la gente en los propósitos divinos. Las religiones han
hecho propios trazos y diseños, mezclándolos con los de Dios, y la gente ha
quedado confundida. En tal estado de confusión, no pueden adorar con su
espíritu al Dios que es Espíritu para ser unos con Él y expresarle en la Tierra.
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Sobre todas estas cosas y otras, como la idolatría, la codicia y demás,
debemos levantarnos en la autoridad de Dios, para ser librados y avanzar
como su Iglesia gloriosa. Todo este orar del Señor debe ir acompañado de
una declaración de que “suyo es el reino” (Satanás está derrotado y
destronado), “suyo es el poder” (ya que lo que quiere Él hace) y “suya es la
gloria”. Toda manifestación de su grandeza por todos los siglos, es decir, por
siempre y para siempre, es de Dios.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
LO PRACTICO
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IMPARTIDOS, PARA AFLIGIRNOS POR SU
CAUSA
“Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos
demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os
digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza
y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre
que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público” (S. Mateo 6:16-18).
Por otro lado, creo que cuando Dios llama a alguien a un ayuno de
cuarenta días, como lo hizo con Moisés, Elías y Jesús, tiene como fin usar a
ese varón como el inicio o marca para un nuevo tiempo, en cuanto a
establecer el carácter de Dios. Los ayunos de este tipo, generalmente fueron
para que hubiese una poderosa impartición en discípulos sucesores. Por
ejemplo: la unción de Eliseo luego del ayuno de Elías, la unción de los setenta
por Moisés y el llamamiento a los doce después del ayuno de Jesús. Cuando
Dios me llamó a un ayuno de este tipo, eso fue de lo que me habló y me
impartió en esos días, aun cuando yo todavía no avizoraba la dimensión de
esta cuestión. Pero, desde allí, Dios comenzó un ministerio paternal muy
marcado, en el que muchos hombres fueron impartidos y la obra de Dios se
centró en el discipulado.
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Esto es lo puro y limpio. Entonces, Pablo, obediente al Espíritu Santo
que se expresó por hombres, los profetas y maestros de Antioquía en Hechos
13:1, salió en sus misiones apostólicas. Debemos tener en cuenta que Dios no
llamó a ayunos de cuarenta días y cuarenta noches a cualquier miembro, sino
que, según la referencia bíblica, llamó a los que habían tenido encuentros
previos muy gloriosos con Él.
Hacer semejante ayuno por querer forzar a Dios, sería muy peligroso,
por lo que aconsejo a quienes piensen que Dios los está llamando, que tengan
a bien consultar a ministros que hayan pasado por esto y en cuya vida entera
sea visible el fruto de la vida de Cristo, que tengan un discipulado bien
establecido y, por sobre todo, que cuenten con la paternidad ministerial real
de otro ministro. Estos son ayunos serios. No nos olvidemos que al mismo
Jesús se le reveló Satanás, que a su vez operó para hacerle dar un mal paso.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
hable con Dios y marche en eso, y verá logros poderosos que le darán mucha
Gloria a nuestro Dios.
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LO PRACTICO
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
[Esto significa dar bienes materiales a los pobres (S. Mateo. 19:21) y
cuidar a los santos necesitados (Hechos 2:45; 4:34-35; 11:29. Romanos
15:26) y a los siervos del Señor (Filipenses 4:16-17).
El pueblo del reino debe hacer su tesoro en los cielos a fin de que su
corazón también esté en los cielos. Nuestros ojos no pueden enfocar más de
un objeto a la vez. Si tratamos de ver dos cosas a la vez, nuestra visión será
borrosa; si fijamos nuestros ojos en una sola cosa, nuestra visión será
singular y todo nuestro cuerpo estará lleno de luz. Si acumulamos tesoros en
los cielos y también en la Tierra, nuestra visión será borrosa. Para tener una
visión singular debemos tener nuestro tesoro en un solo lugar.
Mirar dos objetos a la vez, no fijar los ojos en uno solo, es hacer que
nuestro ojo sea maligno (S. Mateo 6:19-22; Deuteronomio 15:9 y Proverbios
28:22). En tal caso, todo nuestro cuerpo estará en tinieblas.
El Señor quiere hacernos vivir, por medio de esto, algo muy diferente
a lo que el mundo vive. En realidad, Él nos está llevando a tener un corazón
atrapado por el cielo, lo que en verdad marca la diferencia.
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lo que Cristo está demandando. Jesús, nuestro glorioso Señor, está cuidando
nuestro corazón, ya que este corazón se doblega ante lo que aparentemente
ven nuestros ojos.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
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LO PRACTICO
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
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más placeres, si le es posible. Este es el desenfoque que tratamos
anteriormente, es tener el corazón atrapado por la Tierra y servir a un señor
equivocado.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
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doy muchísima importancia a esta cuestión porque es la que impide la
manifestación del reino de Dios.
Oro a Dios con toda mi vida para que sean abiertos los ojos de quienes
leen y puedan comprender qué significa vivir la vida de Iglesia en la relación
de padre a hijo, qué significa discipular y qué significa perseverar en la
doctrina de los apóstoles.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
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Y, día a día, el estar juntos se convirtió en comunión, hasta que se
volvieron una comunidad hambrienta del plan de Dios. Entonces, Dios se
derramó sobre ellos, expresándose en el poder de Su reino, y Su justicia fluyó
por boca de Pedro, quien, a su vez, llevó a miles el arrepentimiento. Y esto no
fue por las estrategias que planearon durante los diez días, ni por ningún
seminario intensivo de evangelismo, sino porque guardaron el principio de
estar dentro de la Casa, juntos y en comunión, hasta que el mismo Dios
iniciara la obra. Ya conocemos el resto de la historia: el Espíritu Santo vino
sobre la casa y descendió fuego entre los que se mezclaron con Él,
provocando un estruendo que atrajo a la multitud, pero no hacia un
entretenimiento cristiano, sino a llorar por sus pecados y a renunciar a la
religión muerta, aun cuando eran conscientes de que eso, seguramente, les
costaría la vida.
2 Lee, W. (s.f.). El Nuevo Testamento, Versión Recobro. (L. S. Ministry, Ed., & L. S. Ministry, Trad.)
Anaheim, California. Pág. 418, nota 11. (Nota del autor: en esta nota se puede ver en detalle el tema de
la casa de Simón).
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
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Todas mis expresiones van más allá de lo que pueda mostrarle al lector
acerca de la Biblia: representan lo que ha sido mi vida desde el mismo inicio
de mi salvación. Cada mañana, antes del alba, me reúno a orar con mis
discípulos, y por las tardes lo hago con el resto de los santos. Lo repito para
que nos quede bien claro: un creyente que no se mezcla con otros para
disfrutar a Cristo es un gran impedimento para el avance del reino de Dios.
Cuando se reunían en las casas para compartir el pan, el fin no sólo era
juntarse entre ellos, sino pasar tiempo con el Señor. El amor mismo del Señor
los llevaba a hacerlo, y el mismo Señor impartido en ellos era el que vivía en
medio de esta comunión. Toda la vida de Iglesia siempre transcurre en las
casas; fue así con los primeros cristianos, con el ministerio mismo de Jesús
y luego con los apóstoles, como lo vemos en Hechos 5:42, enseñando y
predicando, al igual que Pablo, en Hechos 20:20.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
El Cristo que mora en nosotros está lleno del deseo de que muchos
procedan al arrepentimiento y sean añadidos y alumbrados con la gloriosa
luz que les permita madurar para el beneficio y la extensión del reino. Pero a
menos que esta Iglesia exprese estos deseos en oraciones, Dios no se pondrá
en acción. Todo lo que se desata en la Tierra será desatado en el cielo. Si la
Tierra no entra en la oración intercesora, el cielo no avanzará sobre la Tierra
(S. Mateo 16:19).
Existe una dinámica que comprende al Señor, como el Espíritu que nos
llena de su deseo, a nosotros, sus hijos, que oramos sintiendo su carga, y al
trono, que ejecuta su voluntad sobre la Tierra. Una Iglesia que no vive en la
oración intercesora se vuelve inefectiva, le impide a Dios avanzar y hacer
obras conforme el poder de Él.
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En el libro de Apocalipsis 8, Dios nos abre el cielo tan gloriosamente
que nos permite ver de qué manera las oraciones intercesoras de los santos,
cuando son para el avance del reino, hacen que Cristo una su incienso, y una
vez que las oraciones de Cristo y los santos son una, se mezclan como un solo
humo que sube al trono. El trono da la orden y su voluntad se ejecuta sobre
la Tierra. Para que nos quede claro, cuando la Iglesia cumple su misión
intercesora, haciéndose una con Cristo, desde el trono viene la orden y sobre
la Tierra hay una manifestación visible de la gloria de Dios. En cada ocasión
en que hubo oraciones intercesoras, como en Hechos 2,10, Dios inició algo
que sacudió la Tierra.
La Oración Intercesora para el avance del reino de Dios debe ser con
súplicas y ruegos, para que el Señor avance con su justicia sobre toda
impiedad, persona, sistema o cultura que no exprese a Dios. La oración
intercesora pone en pie de guerra al Señor, ya que Satanás quiere, a través
del engaño, volver inútil al creyente, deteniendo este avance de justicia.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
algunos santos rueguen y supliquen a Dios por ayuda contra los rebeldes
(Romanos 15:30-32).
Por un lado, que Dios se levante sobre los rebeldes; por otro, que
aquellos que reciben el regalo de ser ministrados y alumbrados con la
doctrina de los apóstoles, puedan abrirse y aceptarla. Si realmente no
intercedemos y rogamos, Dios no puede ni siquiera impartirse, ya que la
rebelión detiene el avance de su impartición y los que oyen no pueden ver
con claridad la salvación que se les está otorgando. Es increíble ver de qué
manera, en estos tiempos, cientos de ministros están influenciados por los
rebeldes, quedando sin recibir la doctrina de los apóstoles.
Por último, en esta carta a los Romanos, Pablo pide oración para poder
llegar a sus hijos ministeriales y ser recreado juntamente con ellos. Así que
la oración intercesora es una oración que ayuda a la obra apostólica, que
sufre la oposición de los rebeldes, y provoca la apertura en aquellos que se
dejan alcanzar por la vida, siendo todo esto un verdadero avance para Dios,
su reino y Justicia.
Debemos mirar bien en la Biblia los motivos por los que tenemos que
interceder, ya que esta es la guía de Dios que viene del cielo para orar, ya que,
de lo contrario, no subirá al cielo.
Pablo pide que se interceda por todos los santos y por él mismo, lo que
revela que el apóstol basaba o apoyaba sus éxitos no en sus capacidades o
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experiencias en el evangelio, sino en la oración intercesora. Sabía muy bien
de su dependencia de la oración intercesora de otros hermanos, aun para
tener el denuedo y la claridad necesaria al predicar y para que a los oyentes
se les diera a conocer Cristo como es debido. Hoy, de igual manera, no
debemos dejar de orar por el denuedo de los apóstoles, ya que, de otra
manera, la predicación no será lo efectiva que debería ser para mostrar a
Cristo.
Que Dios nos ayude a ser la cobertura de cada ministro que está
expuesto a gente llena de perversidad y egoísmo. No descuidemos el valor
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
que tiene la oración frente a las maquinaciones de Satanás quien lucha para
entorpecer el avance del reino de Dios.
Existen muchas otras guías para orar adecuadamente, como la que nos
encomendó el Señor acerca de que se envíen obreros a la mies, o que los
discípulos sean guardados del mundo. Desde ya, no pretendo hacer una guía
profunda, pero sí ayudar a ver que la intercesión debe ser constante a favor
del avance del reino de Dios y que no es algo que sólo deba afectar a algún
sector de la Iglesia, sino que toda la Iglesia debe ser intercesora. Si la Iglesia
no trabaja en la intercesión, ¿en qué trabajará? Una Iglesia ocupada en
interceder es una Iglesia que es librada del obrar humano, que le permite a
Dios entrar en acción y pasar poderosamente por dicha oración, tomar el
control y ejercer su dominio sobre la Tierra.
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LO PRACTICO
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
Una de las cosas que cada persona, y más siendo hijo o hija de Dios,
debe cuidar muy atentamente es el endeudamiento, pues tiene un gran poder
para enredarnos en el afán, la turbación y la inquietud. Hay siervos de Dios
que hasta han perdido el honor por deber dinero, y otros que han sido
anulados por el afán, no pudiendo ya detenerse a oír al Señor para servirle
adecuadamente, por estar superados por compromisos que no saben cómo
pagar.
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que están fuera de control, como cuando alguien toma un crédito muy alto
para adquirir un vehículo, sumado a que tiene varias tarjetas de crédito, lo
que lo lleva a gastar sus ingresos por adelantado. Cualquier inconveniente
que surja, como un pago extra, viviendo de ese modo, puede resultar caótico
para la economía de una persona. Afanarse por el mañana es lo que lleva a
muchos a tener varias tarjetas de crédito, al límite de todo su crédito, y vivir
enloquecidos por la amenazante deuda, día a día.
Jesús nos lleva a usar nuestra fe para buscar primero su reinar y que
nuestra vida tenga, día a día, como centro esa búsqueda. Es decir, nuestra fe
tiene que funcionar para poder hacer un alto y ocuparnos de las Escrituras,
para reunirnos con otros santos, compartir con ellos y, por supuesto, para
orar. Si logramos darle prioridad a esto, el mismo Señor se compromete a
añadirnos todo lo que necesitemos para nuestro vivir y el de nuestra familia.
Piense en esto, por favor: “Basta a cada día su propio mal”. Estas son
palabras del Señor. Cada día conlleva su propia presión, así que saque la
cuenta de la presión que puede llegar a ejercer sobre usted el hecho de
endeudarse y vivir los días por adelantado. El Señor nos está impartiendo,
en estas Escrituras, la templanza para vivir el día a día, sin entrar en el afán
por ver cómo resolveremos nuestras deudas a treinta o mas días. Si logramos
ser impartidos por esto, podremos vivir día a día, como el Señor pretende.
Entonces, la fe operará para buscar el reino, sorteando las presiones de un
solo día, y Él nos añadirá su bien cada uno de esos días.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
reinar con Dios. El “no os afanéis por el día de mañana” debe ser algo que
nos resuene cada día, rogando al Dios Todopoderoso que nos perdone por la
falta de templanza en nuestros gastos.
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LO PRACTICO
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
¡Qué hermosas que son las imparticiones del Señor a través de sus
enseñanzas! En estas que trataré ahora hay tantas riquezas del carácter de
Cristo, que si se nos concede recibirlas en nuestro espíritu, podremos
avanzar mucho en la expresión de su maravillosa persona.
Creo, sin duda, que por medio de estas palabras Cristo está
impartiendo sobre qué tipo de persona es la que lo expresará a Él y atraerá a
otros, para poder hacerle un hijo espiritual y funcionar como padres
espirituales en todo el proceso de desarrollo del hijo, algo que muchos no
logran alcanzar, pues hacen nacer un hijo, pero no logran el desarrollo de ese
hijo. Este carácter es la clave para la multiplicación. Pero primero tendrá que
ocurrir, en cada uno de nosotros, una transformación en cuanto al modo que
tenemos de vernos a nosotros mismos, al prójimo y a nuestros hermanos. Y
para poder ver el carácter que nos hará multiplicarnos, primero debemos
entender el mecanismo de la conducta humana.
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porque le falta convertirse a pleno y no está viviendo un arrepentimiento
constante. Esto le oscurece la visión y, por la falta de claridad sobre Cristo,
no puede ser transformado (ya que sólo contemplando su gloria seremos
transformados Salmo 101:2), lo que representa la viga en el ojo. Entonces, si
no hay arrepentimiento pleno, se oscurece la visión que nos transforma a la
misma imagen de Cristo. Y al no expresar a Cristo en plenitud, cuando
pretendemos sacarle la paja al ojo ajeno, provocamos lo adverso, impidiendo
que la vida del otro sea transformada. Sólo quienes contemplen la Gloria de
Dios expresarán al Señor; y si aquellos a quienes corregimos ven a Cristo a
través de nosotros, no dudarán en dejarse sacar la paja del ojo.
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
LO PRACTICO
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IMPARTIDOS, PARA SER CONSOLADOS Y
LIBRADOS
“No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los
cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen”
(S. Mateo 7:6).
Por otro lado, también tenemos lo negativo, que serían los perros y los
cerdos. En cuanto a los perros, tenemos, por lo general, la concepción de que
son quienes vuelven a su vómito, es decir, aquellos que un día devolvieron lo
que le hizo mal, pero otro día se volvieron a alimentar de lo mismo. En parte,
esto es así, está en la misma Biblia, pero tampoco es todo, ya que tiene un
significado más amplio en el uso bíblico, que luego veremos. La mención a
los cerdos es una alusión a aquellos que no tienen la capacidad de apreciar el
reino de los Cielos; a estos, Jesús les hablaba a través de parábolas, para que
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El Discipulado – Lo que no se puede dejar de aprender y de hacer
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Por todo esto que Cristo nos imparte para enriquecernos y librarnos es que
debemos prestar atención a aquellos que aman la revelación y la disfrutan,
enfocándonos de lleno, porque, a través de ellos, Dios nos traerá mucha
consolación de frutos, además de guardarnos de quienes sólo quieren
despedazarnos.
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LO PRACTICO
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