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Henri Michaux

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HENRI MUCHAUX

ANTOLOGÍA POÉTICA

Selección y transcripción: VosYaSabésQuién


Texto descargado de: http://www.katarsis.rottenass.com
2

Yo era un feto. Mi madre me despertaba cuando le venía a la mente el señor de


Riez.

Al mismo tiempo, a veces se despertaban otros fetos, hijos de madres golpeadas


o que tomaban alcohol o estaban ocupadas en el confesionario.

Una noche, éramos entonces setenta fetos que conversábamos de vientre a


vientre y a distancia, no sé muy bien de qué manera.

Después nunca nos volvimos a encontrar.

Yo era una palabra que intentaba avanzar a la velocidad del pensamiento.


Las amigas del pensamiento estaban presentes. Ni una quiso apostar por mí, y
eran mas de seiscientas mil que me miraban riéndose.

..................................
3

PRIMERAS IMPRESIONES

Como de niño no quise jugar con la arena de las playas (terrible carencia de la
que me resentí toda la vida) ya, fuera de edad, me ha venido el deseo de jugar
y, en este momento, de jugar con los sonidos.
¡Vaya! Qué extraña cosa al principio, esa corriente que se manifiesta, ese líquido
inesperado, ese pasaje portador, en sí, siempre y que estaba.
Ya no reconocemos ningún entorno (lo duro ha desaparecido).
Hemos dejado de tropezarnos con las cosas. Nos convertimos en capitanes de un
Río...
Nos encontramos poseídos por una extraña (y peligrosa) tendencia a los buenos
sentimientos. Todo es cuesta. Los medios son ya paraísos.
No encontramos los frenos; o no tan deprisa como encontramos lo maravilloso...
Ponemos en circulación una moneda de agua.

Como una campana que anuncia una desgracia, una nota, una nota que sólo se
escucha a sí misma, una nota a través de todo, una nota baja como una patada
en el vientre, una nota añosa, una nota como un minuto que tuviera que taladrar
un siglo, una nota sostenida a través de la discordancia de las voces, una nota
como una advertencia de muerte, una nota me avisa durante toda esa hora.

En mi música, hay mucho silencio.


Hay sobre todo silencio.

Hay ante todo un silencio que tiene que ocupar un lugar.


El silencio es mi voz, mi sombra, mi llave... signo que no me agota que en mí se
nutre.
Se extiende, se despliega, me bebe, me consume. Mi enorme sanguijuela en mí
se acuesta.

Cuando nada llega, siempre hay tiempo que llega,


tiempo
sin altibajos,
tiempo,
sobre mí,
conmigo,
en mi,
por mí,
4

pasando sus arcos dentro de mí que me consumo y espero.

El tiempo.
El tiempo.
Yo me ausculto con el Tiempo.
Me palpo.
Me pego con el Tiempo.
Me seduzco, me irrito...
Me enredo,
Me sublevo,
Me transporto,
Me pego con el Tiempo...

Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
¿Qué hago aquí?

Llamo.
Llamo.
Llamo.
No sé a quién llamo.
A quien llamo no sabe.
Llamo a alguien débil,
alguien roto,
alguien orgulloso a quien nada ha podido romper.
Llamo.
Llamo a alguien de allá,
alguien a lo lejos perdido,
alguien de otro mundo.
(¿Así que mi solidez era mentira?)
Llamo.
Ante este instrumento tan claro,
no es lo mismo que con mi voz sorda.
Ante este instrumento cantarín que no me juzga,
que no me observa,
llamo, perdiendo toda vergüenza, llamo,
llamo desde el fondo de la tumba de mi infancia que se enfurruña y
se contrae aún,
5

desde el fondo de mi desierto presente,


llamo, llamo.
La llamada me asombra a mí mismo.
Aunque sea tarde, llamo.
Sobre todo para reventar mi techo.

Para romper la tenaza tal vez,


para ahogarme tal vez,
ahogarme sin asfixiarme,
ahogarme mis piques,
mis distancias, mi inaccesibilidad.
Para anegar el mal,
el mal y los ángulos de las cosas,
y lo imperativo de las cosas,
y lo duro y lo calloso de las cosas,
y el peso y la acumulación de las cosas,
y casi todo de las cosas,
excepto el paso de las cosas,
excepto el fluido y el color y el perfume de las cosas,
y el espesor y la complicidad a veces de las cosas,
y casi todo del hombre y tanto de la mujer,
y mucho, mucho de todo y de mí también
mucho, mucho, mucho

... para que pase al fin mi torrente de ángeles


en paz, en fluido, me descompone.
Mis piedras, mi muela se descompone,
mi obstinado resistente se descompone
y me extiendo hasta el dolor de los demás.
Abandonando todo respeto humano,
tranquilizo, consuelo, sano,
resucito a la muerta, abro las puertas,
avanzo para bendecir,
hablo en nombre de todos.
Arco iris.
No más procesos.
Planto el árbol del pan.

...............................
6

ESPEJISMO DE UNA CIUDAD INDIA

¡Una asombrosa ciudad de muchachas!


Quedan aún algunos Merovingios,
Orondos como ojos y caminando Orondos
Bajo el inmenso desfile incesante de nubes negras.
Entre inocentes casas y lívidas casas,
Una lenta circulación de coágulos de sangre.
Y la muralla, los guardias, son los grandes leprosos.
Para entrar en la ciudad, antes tuvimos que pagar el impuesto al rostro.

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7

Élitros gigantescos y unas enormes patas de insectos entrecruzadas de color


verde brillante aparecieron en la pared de mi habitación, extraña panoplia.
Esos verdes rutilantes, segmentos, pedazos y miembros diversos no se unieron en
forma de cuerpo. Permanecieron como los despojos respetados de un noble
insecto que sucumbió al número.

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8

MI REINO PERDIDO

Antes tenía un reino tan grande que casi daba la vuelta completa a la Tierra.
Me molestaba. Quise reducirlo.
Lo logré.
Ahora no es más que una parcela de Tierra, una diminuta parcela sobre la cabeza
de alfiler.
Cuando la veo, me rasco con ella.
Y antes era una aglomeración de países formidables, un Reino soberbio.

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9

NOSOTROS

En nuestra vida, nada fue recto.


Recto como para nosotros.
En nuestra vida, nada se consumó hasta el fondo.
Hasta el fondo como para nosotros.
El triunfo, el perfeccionamiento,
No, no son para nosotros.

Pero tomar el vacío entre las manos,


Cazar la liebre, encontrar al oso.
Golpear valientemente al oso, tocar al rinoceronte.
Ser despojado de todo, haciendo transpirar nuestro propio corazón.
Arrojado al desierto, obligado a reunir su ganado,
un hueso por aquí, un diente por allá, a lo lejos un cuerno.
Eso es para nosotros.

Y decir que las siete vacas gordas nacen en este momento.


Nacen, pero nosotros no las ordeñaremos.
Los cuatro caballos alados acaban de nacer.
Han nacido, sólo sueñan con volar.
Nos da pena retenerlos. Llegarán casi hasta las estrellas esos animales.
Pero no nos transportarán a nosotros.
Para nosotros los caminos de topo, de alacrán.
Además, hemos llegado a las puertas de la Ciudad,
De la Ciudad-importante.
Estamos ahí, no hay dudas. Es ella. Es ella de verdad.
Todo lo que sufrimos para llegar... y para partir.
Desatarse con lentitud, fraudulentamente, los brazos en la espalda...

Pero no somos nosotros los que entraremos.


Son jóvenes qué-me-miras todos verdes, muy altivos quienes entrarán.
Pero nosotros no entraremos.
Tampoco iremos más allá. ¡Stop! No más allá.
Entrar, cantar, triunfar, no, no, no es para nosotros.
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10

MI VIDA

Te vas sin mí, vida mía.


Ruedas.
Y yo todavía espero dar un paso.
Llevas la batalla hacia otra parte.
Me abandonas así.
Nunca te he seguido.

No veo claramente tus ofertas.


Lo poco que quiero, nunca lo traes.
A causa de esa falta, anhelo tanto.
Tantas cosas, casi el infinito...
A causa de ese poco que falta, que nunca traes.

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11

UN HOMBRE PERDIDO

Al salir, me perdí. Enseguida fue demasiado tarde para retroceder. Me hallaba en


medio de una planicie. Y por todas partes circulaban grandes ruedas. Su tamaño
era cien veces el mío. Y otras eran aún más grandes. Casi sin mirarlas, cuando se
acercaban yo bisbieaba suavemente, como para mí mismo: “Rueda, no me
aplastes... Rueda, te lo suplico, no me aplastes... Rueda, por favor, no me
aplastes.” Llegaban levantando un viento potente y volvían a partir. Yo
temblaba. Desde hace meses así: “Rueda, no me aplastes... Rueda, esta vez
tampoco me aplastes.” ¡Y nadie interviene! ¡Y nada puede detener esto!
Permaneceré allí hasta mi muerte.

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12

SOY GONG

En el canto de mi cólera hay un huevo,


Y en ese huevo está mi madre, mi padre y mis hijos,
Y en todo eso hay alegría y tristeza mezcladas, y vida.
Intensas tormentas que me han socorrido,
Hermoso sol que me contrariaste,
Hay odio en mí, fuerte y de antigua data,
Y ya decidiremos después sobre la belleza.
En efecto, no me volví duro sino por láminas;
Si supieran cuán blando he quedado en el fondo.
Soy gong y guata y canto nevado,
Lo digo y estoy seguro.

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13

MI VIDA SE DETUVO

Yo estaba en pleno océano. Navegábamos. De repente, el viento cesó. Entonces


el océano reveló su grandeza, su interminable soledad.

El viento cesó de golpe, mi vida hizo “toc”. Se había detenido para siempre.

Fue una siesta de delirio, fue una siesta singular, la siesta de “la novia se retira”.
Fue un momento, un momento eterno, como la voz del hombre y su salud
sofocan sin esfuerzo los gemidos de los microbios hambrientos, fue un momento,
y todos los otros momentos se zambulleron en él, se invaginaron, uno tras otro, a
medida que llegaban, sin fin, sin fin, y yo fui arrastrado adentro, cada vez más
sepultado, sin fin, sin fin.

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14

LAS MÁSCARAS DEL VACÍO

A menudo, en la retracción de mí mismo, se me aparecen las máscaras del vacío.


Las máscaras que adquiere el vacío no son plenas. No le resulta necesario.

Unos rangos ínfimos procuran enmascararlo; y lo logran. Seguramente allí está,


casi podríamos olvidarlo... Habitualmente esas máscaras vienen de a dos y se
imprimen, sutiles aunque duras, en el disco terminado del universo.

Podríamos creer que son gestos, álgebra de gestos detenidos en un cataclismo


pompeyano. Pero no hay huella alguna de cataclismo. Al contrario, una extraña
movilidad, y por todas partes dentro del mismo Espectro del poder, la espantosa
succión del Vacío.

También están los desiertos matinales, tapados de animales muertos...

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15

MIS ESTATUAS

Tengo mis estatuas. Los siglos me las legaron: los siglos de mi expectativa, los
siglos de mis desalientos, los siglos de mi indefinida, de mi inextinguible
esperanza las hicieron. Y ahora están allí.
Como antiguos vestigios, apenas si alguna vez comprendo el sentido de lo que
representan.
Su origen me es desconocido y se pierde en la noche de mi vida, donde sólo sus
formas han sido preservadas del inexorable barrido.
Pero están allí, y cada año su mármol se endurece más, blanco contra el fondo
oscuro de las masas olvidadas.

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16

ESCRIBE

Escribe...
El papel deja de ser papel, poco a poco se vuelve una larga, larga mesa a la que
llegará, dirigida, lo sabe, lo siente, lo presiente, la víctima aún desconocida, la
víctima lejana que le está reservada.

Escribe...
Su oído agudo, agudo, su único oído escucha una onda que llega, aguda, aguda, y
una onda sucesiva que va a llegar de una lejanía de tiempo y de espacio para
dirigir, conducir a la víctima que deberá dejarse manejar.
Su mano se prepara.
¿Y él? Mira actuar.
Cuchillo desde lo alto de la frente hasta el fondo de sí mismo, vigila, listo para
intervenir, listo para cortar, para decapitar lo que no es, no será suyo, cercenar
en el vagón que el Universo desbordante empuja hacia el lo que no será “SU”
víctima...

Escribe...

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17

Según dicen, en la mayoría de las personas que miran un paisaje se forma una
cápsula. Esa cápsula no es tan pequeña como se cree.
La cápsula es el médium entre el paisaje y el contemplador. Si el contemplador
pudiera arrancar esa cápsula y llevársela sería inconmensurablemente feliz,
conquistaría el paraíso en la tierra.
Pero hace falta una delicadeza extrema, una fuerza prodigiosa y saber lo que se
está haciendo. Es como arrancar un árbol de golpe con todas sus raíces. Los
pícaros que usan un poco al azar medios mnemotécnicos, representaciones
gráficas, comparaciones, análisis y brutalidades sobre la materia observada no
solamente no saben de qué estoy hablando, sino que no pueden en absoluto
darse cuenta de la sencillez maravillosa y casi infantil de esa operación que
simplemente lleva al umbral del éxtasis.

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18

EL VIGILANTE DEL CAMPO

“Aún cuando sean enviados al último suplicio, me cuelgo del trapecio. ¿Por qué?
No lo sé. Una exuberancia giratoria, una exaltación, la alegría finalmente hace
que no pueda soportar el corazón dentro de mi pecho, su caricia como un nuevo
tacto, mientras late con palpitaciones profundas, como meditadas, que me
mantienen alerta y sin aliento bajo la amenaza.
Y yo giro y giro incansable en torno a la barra, formando como puedo con medios
pobres el astro que gravita imperturbable en la noche de los siglos”.

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19

LOS INACABADOS

Rostro que no dice que no ríe


que no dice ni sí ni no.
Monstruo.
Sombra.
Rostro que tiende,
que va,
que pasa,
que lentamente hacia nosotros brota...
Rostro perdido.

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20

A LAS PUERTAS DE LA CIUDAD

A las puertas de la ciudad fui apresado por una extraña aglomeración.


Miles y miles de carniceros, el arma en alto, esperaban al primer bebé que
llegara hasta ellos.
Unos cocheros en carruaje (se oía por todas partes el ruido de las ruedas sobre
los adoquines), unos cocheros conducían hacia ellos a esos niñitos.
¡Y circulaban! ¡Oh, cómo circulaban! Sin embargo, ninguno llegaba hasta aquí.
Supongo que había caídas.
La ciudad era un pozo innumerable.

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21

El rostro que tiene cadenas, aquí está.

El rosario de eslabones lo agarra de los ojos, se enrolla en torno a su cuello, cae,


desgarra, lo hace sufrir con el peso de los eslabones unido al peso de la
esclavitud.

La extensa sombra que proyecta hacia delante habla extensamente sobre ello.

¡Tiempo! ¡Oh, el tiempo! Todo el tiempo que es tuyo, que hubiera sido tuyo...

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22

Demonios femeninos de la excitación de la tinta del deseo, rostro triangular


como pelos de tentación, donde penetran, donde fluyen cien miradas de lluvia,
cien miradas porfiadas, miradas por miradas retrospectivas. Pequeña araña
negra, enana que lentamente escupe para detener por un instante el tiempo.

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23

Dos bebés gigantes, profundamente embotados en una puja adormecida, se


mantienen inmóviles.
Lento combate que dura años.
Uno rechaza la cabeza del otro con una mano poderosa y vacilante a la vez, que
se apoya continuamente sobre la fontonela anterior y hunde su huella en el
hueco dócil del cráneo gigantesco y blando, bajo el cual un cerebro reflexiona,
laboriosamente, sin duda, en una remota respuesta.
Y todo flota en el agua de un plácido y poco profundo pantano.

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24

De Pruebas, exorcismos (1945)

¡GAVILÁN DE TU DEBILIDAD, DOMINE!

El ser que inspira me dijo:


Soy el que tiembla.
Soy el que rompe,
El que se desliza, el que trepa.
Soy el que entrega.
El ser que transporta me dijo:
Soy el que termina,
El que se atreve, el que abandona.
Pues bien, ¿y tú?
Y tú, semejante, ¿por qué te desconoces?
Me siento como juez,
Me echo como vaca,
Penetro como padre,
Doy a luz como madre.
Y tú, ¿qué esperas?
Tu cloaca cruza la Real Morada.
Seis mil láminas de palabras tienes en tu boca.
Débil, dices.
¿Quién es débil atravesando los cuatro mundos?
Soy el pájaro.
Eres el pájaro.
Soy la flecha empenachada con las plumas del pájaro.
Vuelo.
Vuelas.
Navego.
Navegas.
Navegamos entre las quijadas del cielo y de la Tierra.
Rompo
Pliego
Derramo
Me apoyo sobre los golpes que me lanzan
25

Raspo
Obstruyo
Obnubilo
Hago retroceder el andar de los vivos
Y tú, que en miseria tienes abundancia.
Y tú,
Por tu sed al menos eres sol,
¡Gavilán de tu debilidad, domine!
Mira:

Hago dar vueltas a la mujer


Lincho al anciano
Embriago la raíz
Galopo en la manada de jirafas
Soy el guerrero en paracaídas
Soy el oído cuando hay ruido
Embauco, cruzo
No tengo nombre
Mi nombre es derrochar los nombres

Soy el viento en el viento.

Soy el que engendró a los dioses


En mi estanque fueron creados
De mi estanque fueron expulsados.

Arruino
Desencajo
Descoloco
Al oírme, el hijo arranca los testículos del Padre
Degrado
Trastorno
Trastorno
Con la cabeza en sus tarots mis perros devoran a la cartomántica.
26

Cada noche, como condena, un pequeño arado cava en mi médula un pequeño


surco, pequeño, pequeño, pero que nunca será llenado, nunca más.
El socavado-viviente aún espera. Por momentos, la vida le parece hermosa.
No obstante, al llegar un nuevo atardecer, una gran aglomeración de islas que
acumulaba secretamente en mi espalda estalla en un violento temblor. Hay un
minuto de vacilación, un minuto de profunda caída en desgracia, y la noche
termina en un abismo de olvido.
Es entonces cuando se traza, un poco más profundamente, el pequeño surco cada
vez un poco más profundo.

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27

De Maneras de dormido, maneras de despierto (1969)

EL TELÓN DE LOS SUEÑOS

En sueños, simplemente soy. Vivo “actual”, una sempiterna actualidad. No hay


un “después”, y justo lo preciso de “antes” para que exista ese “ahora” en el
cual vivo o al cual asisto.

Si me juzgara sólo según mis noches, mi vida habría sido una repetición sin fin,
sin evolución desde hace no sé cuántas decenas de años a pesar de los estados,
formas e infortunios muy diferentes. Aunque desde hace algunos años no utilizo
el ferrocarril para mis desplazamientos, en sueños invariablemente me encuentro
dentro de trenes que durante el día sin embargo ya no tomo.

Aunque me alojo en hoteles más grandes que antes y, de vez en cuando, en


hoteles muy grandes donde a veces me siento más molesto que satisfecho, por
obra de esa misma molestia, apenas cierro los ojos es para verme transportado
de nuevo a un hotelito de habitaciones angostas, sofocantes, donde tego que
pasar la noche cubierto por un techo bajo.

Así una estable insignificancia continúa prohibiéndorne, de noche, una vida más
fácil.

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28

Muchas veces, unas voces de mujeres oídas durante el día v desde un poco lejos,
cuando se perciben los sonidos agudos de las voces de soprano sin captar el
sentido, muchas veces las personas que escuchamos distraídamente o con
impaciencia, mientras siguen hablando, harán "pensar", ni mujeres ni pájaros,
semimujeres, semipájaros. La vaga reflexión diurna apenas consciente sigue
avanzando, llega la noche y esos pájaros, libres de nuestra vigilancia
racionalizante, hablarán, y para nada es sorprendente que hablen en francés
puesto que son francesas

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29

De Momentos ( 1973)

LÍNEAS

Sobre líneas trazadas sin objeto


sobre el papel, sobre páginas de líneas.

Ennoblecida por un trazo de tinta, una línea fina, una línea, donde ya nada
apesta

No para explicar, no para exponer, ni en terrazas ni monumentalmente

Sino más bien como en el Mundo hay anfractuosidades, sinuosidades, como hay
perros vagabundos

una línea, una línea, más o menos una línea...

En fragmentos, en comienzos, tomada por sorpresa, una línea, una línea...


...una legión de líneas.

Alevines del agua nueva de un sentimiento que despunta, habla, ríe, rapta o que
ya por momentos apuñala

Escapadas de prisiones heredadas, llegando no para definir, sino para indefinir


para pasar el rastrillo, para volver a hacerse la rabona, líneas, por aquí y por
allá, líneas,

Descendientes, zigzagueantes, sumergiéndose para soñadoramente, para


distraídamente, para múltiplemente... en deseos que se estiran, que liberan.

Restos sin escolta, lo real limpiado de minas,


Ratón de1 recuerdo perfilándose indefinidamente en el horizonte de la página,
o bien trazados leves de incierto futuro.
30

De ninguna lengua, la escritura


Sin pertenencia, sin filiación
Líneas, solamente líneas.

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31

ESTE ES EL SITIO del taciturno y del enrollado y de la reanudación infinita.

Una mujer retira una camisa, que deja ver otra camisa, que ella retira, que deja
ver otra camisa que ella retira, que deja ver otra camisa que ella retira, que
deja ver otra camisa, y el descanso de la desnudez no llega nunca.

..................................
32

LUGARES, MOMENTOS, TRAVESIAS DEL TIEMPO

A Micheline Phankim

Dimensión que distiende, que aumenta, que se extiende a lo ancho, que me


extiende. Qué sucede, qué cede, música que me circunda, que me baña. La
cabeza llena de auroras, avanzo empujando puertas sin hojas.

No más cansancio. Arco iris de maravillas. La primavera es tan hermosa; la


mañana piensa en todas partes. ¿Es posible? ¿Es cierto? Una capa, una invisible
capa hizo desaparecer el mal, el inquietante, el interminable mal.

¡Felicidad! Ya no tengo que bajar.

Llegada, una nueva llegada. Fluye el río de las llegadas. Ya no hay más que
llegadas.

Flujo, flujo sin fin impugnando las restricciones, las delimitaciones, colmando,
colmando, mausoleo que también se hundiría. Sobre olas propuestas, olas mías,
olas suyas, olas viajando sobre olas.

Momentos, momentos sin rumbo, sin acotaciones, sin regresar, sin reunirse,
fluyentes, independientes.

Un momento tallo, un momento desarmado, un momento que pasa apurado. Un


momento precede, un momento se precipita, un momento llama, el eco de un
momento.

Un momento vuelve a pasar, abandona, se alinea, un momento después, un


momento se hunde, un momento pariente, un momento por revisar.
Un momento más.

Un momento en el mismo lugar, un momento del comienzo del desplazamiento


de uno mismo, un momento sacudido de arriba abajo, descubriendo un momento
oscuro.
33

Un momento de absoluto “no”, un momento más dudoso, un momento favorable,


favorecedor, acogedor, un momento maravillosamente concedido a mí, un
momento de necesidad de la rama dorada.

Un momento de viraje en proa, un momento estudioso, un momento todavía


ingenuo, un momento que solamente aprecia, un momento que remonta hacia
atrás, un momento que acechaba desde hace mucho tiempo.

Un momento que cambiará todo.


Un momento incomparable.

Un momento de paseo, un momento de regreso al paseo.


Un momento llamando a otros momentos.

Un momento al correr el agua, un momento en alas del viento, un momento


cayendo sobre el cúmulo de momentos.

Un momento escurridizo. Un momento que se perdió de vista. Un momento que


vuelve. Un momento que ya volvió a partir.

Un momento que no avanza más. Un momento cargado de presentimientos.

Un momento que ya deja oír el pisoteo del tiempo.

Un momento que ante todo fue una laguna. Un momento en ruinas. Un momento
que no se adhería a nada ahora resplandece.

Un momento aún por venir.


Un momento de otra vida.

Un momento estremecedor, un momento que más bien calma los ánimos.


Un momento intachable. Un momento verdaderamente nenúfar.

Un momento que atraviesa la ruta. Un momento que no insiste.


Un momento más bien errante.
34

Un momento al otro día de grandes momentos.

Un momento irritante, un momento que no quiere contar conmigo, un momento


que tiene el peso de un pétalo de rosa y que luego pesará como plomo.

Un momento como seguramente no habrá otro...

Nómades sin mí. Momentos, leves momentos en los barros rutilantes, animados,
minúsculos afluentes.

Ofrendas a nadie, voces sin sílabas, sonidos sin instrumentos, acompañamientos


que incesantemente cambian, música que brota.

Yendo, viniendo, sin fronteras, obstáculos fluidos a todo perfeccionamiento,


desprendiendo y desprendiéndose sin mostrar el desprendimiento.

Momentos, rumores, travesías del Tiempo.

..................................
35

EL DÍA, LOS DÍAS, EL FIN DE LOS DÍAS

Sin que hablen lapidados por sus pensamientos

Un día más de menor nivel. Gestos sin sombras


¿A qué siglo hay que asomarse para darse cuenta?

Helechos, helechos, suspiros diríamos, en todas partes suspiros


El viento desparrama las hojas sueltas

Firmeza de las camillas, hace ciento ochenta mil años se nacía ya para pudrirse,
para perecer, para sufrir

Aquel día ya tuvimos semejantes


cantidad de semejantes

día en que el viento se abalanza


día de insostenibles pensamientos

Veo a los hombres inmóviles


acostados en barcazas

Partir.
De todos modos partir.

El largo cuchillo del chorro de agua detendrá la palabra.

..................................
36

Retorno a la desaparición
A la indeterminación

Ya nada objetivo
No más designación

Sin actuar
Sin elegir
Volver a los segundos
Cascada sin ruido
Islotes flotantes
Muchedumbre apretada
Aparte en la muchedumbre de los alrededores

Habitar entre los segundos, otro mundo


Tan cercano de uno
Del corazón
Del aliento

Perpetuo incesante impermanente


Idéntico tren hacia la extinción

Paseantes
Regularmente sobrepasadas
Regularmente reemplazadas
Pasadas sin retorno
Pasando sin unir
Sobrias
Puras
Una a una bajando por el hilo de la vida
Pasando...

..................................
37

Antes de ser obra el pensamiento es trayecto.


No tengas vergüenza de pasar por lugares molestos, indignos, aparentemente no
hechos para ti. El saber de quien los evite para conservar su "nobleza” siempre
tendrá el aspecto de haberse quedado a mitad de camino.

**

En el revés que parece el derecho, en el seno de una conquista sin apropiación, a


lo largo de las horas, en la linde de lo infinitamente prolongado del espacio y el
tiempo, engaño exterior, engaño interior, engañabobos, dime, ¿qué haces?

¿Qué eres, noche sombría en el interior de una piedra?

**

El espacio adonde "ellos"... y "ellas" nunca irán ni podrán ir, que periódicamente
hay que recobrar y continuar habitando a solas, ése es tu espacio que nunca hay
que canjear definitivamente por un espacio verbal, pictórico, musical, social. Es
lo "tuyo" limitado a ti mismo, y sin embargo casi ilimitado, espacio para
preservar.

..................................
38

De Caminos buscados, caminos perdidos, transgresiones (1981)

LOS DEVASTADOS

Mostrándose; se ocultan. Ocultándose, se muestran.


Páginas surgidas al contemplar cuadros de alienados, hombres y mujeres en dificultades que no
pudieron superar lo insuperable. La mayoría internados. Con su problema secreto, difuso, cien
veces descubierto y sin embargo oculto, expresan ante todo y de entrada su enorme, indecible
malestar.

Sobre una planicie líquida de una vasta extensión, en una piragua colosal,
maciza, protestante, proveniente del Norte, se mantiene tenso y solo, tan solo
como se puede estarlo cuando uno no está en la vía de la salvación, cuando en la
zona negra uno ha forzado el pasaje prohibido. Alrededor, el agua:
absolutamente tranquila, ni animada ni amada, un agua pesada.
Sobre ese plano horizontal donde el avance es penoso, como si se hallara en una
cuesta que hay que remontar, el hombre del retiro, ermitaño de "Absoluto", no
muestra más que su espalda, recta como una pared.

La seriedad de la Idea única lo habita. Una seriedad contra todos. Certidumbre


entre todos. Sin embargo una melancolía, un desamparo de fin del mundo, una
fatalidad irreversible habitan el paisaje frío donde pasa aquel que tanto se
engaña sobre sí mismo.
La pesada piragua monóxila va hundiéndose lentamente en el espacio muerto.
Cielo bajo. Pájaros de una sola ala. Árbol sin ramas.

**

Una mesa de luz es vigilada por dos cisnes. Cada cisne es vigilado por dos
ocelotes. Cada ocelote (o pantera o gran gato manchado) por dos serpientes.
Cada serpiente por dieciséis triángulos, y los triángulos están bajo la observación
de ojos innumerables, fijos, escrutadores.
Nada debe escapar a la múltiple policía. Nada debe sustraerse al omnipresente
Ordenamiento.
39

En todo se siente el peligro de que no esté lo bastante vigilado, de que haya falta
de vigilancia, pues bastaría un instante de descuido. Un instante de descuido
podría causar en los segundos siguientes la disgregación, y luego la
desintegración universal.
Lejana consecuencia de una Condena. Tal vez.
Cuántas posibles dislocaciones en las "correspondencias" de la creación, pues el
mundo entero puede ser castigado por (a falta de hombres inconscientes, un
mundo que de hecho pesa sobre las espaldas de uno solo, que ya no puede
descansar, convertido en vigilante obligatorio, el único que sabe, que vela, que
aún puede retrasar el desastre ilimitado que se acerca.

..................................
40

De Desplazamientos, desprendimientos ( 1985)

¿DÓNDE APOYAR LA CABEZA?

Un cielo
un cielo porque ya no hay tierra,
sin un ala, sin un plumón, sin una pluma de pájaro, sin un vaho

estrictamente, únicamente cielo


un cielo porque la tierra ya no está

Después de la explosión de grisú en la cabeza, el horror, la desesperación


después de que ya no quedara nada, todo devastado, horadado, perdida toda
salida

un cielo glacialmente cielo

Ahora obstruido, atascado, atestado de restos; cielo a causa de la migraña de la


tierra desprovista de cielo
un cielo porque ya no hay ningún lugar donde apoyar la cabeza

Atravesado, encogido, recogido, recortado, descompuesto, intermitente,


irrespirable entre las explosiones y el humo bueno para nada

un cielo en adelante irrecuperable.

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NOSOTROS DOS AÚN ( 1948)

Aire del fuego, no supiste jugar.


Arrojaste sobre mi casa una tela negra. ¿Qué es esa opacidad por todas partes? Es
la opacidad que ha tapado mi cielo. ¿Qué es ese silencio por todas partes? Es el
silencio que hizo callar mi canto.

**

De esperanza, me hubiera bastado un arroyito. Pero te llevaste todo. El sonido


que vibra me fue quitado.

**

No supiste jugar. Atrapaste las cuerdas. Pero no supiste tocar. Lo destrozaste


todo enseguida. Rompiste el violín. Arrojaste una llama sobre la piel de seda
para formar un horrible pantano de sangre.

**

Su felicidad reía en su alma. Pero todo era un engaño. No duró mucho esa risa.

**

Ella estaba en un tren que rodaba hacia el mar. Estaba en un cohete que enfilaba
hacia las piedras. Se abalanzaba aunque inmóvil sobre la serpiente de fuego que
iba a consumirla. Y de pronto estuvo allí, sorprendiendo a la confiada mientras
peinaba su cabellera y contemplaba su dicha en el espejo.

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PORVENIR

Cuando las mah,


Cuando las mah,
Las marismas,
Las maldiciones,
Cuando las mahahahahás ,
Las mahahaborrás,
Los mahahamahalestahares,
Las matratrimatratrihahás,
Los hondregordeguarderías,
Los honcucarachoncús,
Los hordanoplopais de purú parú, purú,
Los inmuncéfalos glosados,
Los pesos, las pestes, las putrefacciones,
Las necrosis, las matanzas, los hundimientos,
Los viscosos, los apagados, los infectos,
Cuando la miel se petrifique,
Los témpanos pierdan sangre,
Los judíos enloquecidos rediman a Cristo precipitadamente,
La Acrópolis, los cuarteles se transformen en coles,
Las miradas en murciélagos, o en alambradas, en caja de clavos,
Unas nuevas manos en maremoto,
Otras vértebras hechas con molinos de viento,
El jugo del júbilo se transforme en quemadura,
Las caricias en destrozos lancinantes, los órganos del cuerpo mejor unidos en
duelos a sable,
La arena de roja caricia se vuelva plomo sobre todos los aficionados de playa,
Las lenguas tibias, paseantes apasionadas, se conviertan ya en cuchillos, ya en
duros guijarros,
El ruido exquisito de los ríos que corren se muden en selvas de loros y de
martillos pilones,
Cuando el Espantable-Implacable desbordándose al fin ,
Asiente sus mil posaderas infectas sobre este Mundo cerrado, centrado y como
colgado de un clavo,
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Girando, girando sobre sí mismo sin nunca llegar a escaparse,


Cuando, último ramal del Ser, el sufrirniento, punta atroz, sobreviva solo,
creciendo en delicadeza,
Cada vez más aguda e intolerable... y la Nada tozuda alrededor que retrocede
como el pánico...
¡Oh! ¡Desgracia! ¡Desgracia!
¡Oh! Último recuerdo, pequeña vida de cada hombre, pequeña vida de cada
animal, pequeñas vidas puntiformes;
Nunca más. ¡Oh! ¡Vacío!
¡Oh! ¡Espacio! Espacio no estratificado... ¡Oh! ¡Espacio!, ¡Espacio!

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DESTINO

Ya estábamos en el barco, ya me iba, ya navegaba en plena mar, cuando de


golpe, como el vencimiento de una deuda, la desgracia de memoria fiel se
presentó y dijo: «Soy yo, ¿me oyes?, venga, ¡vuelve!» y me agarró, no duró
mucho, y me llevó de vuelta como quien recoge su lengua.

Ya en el barco, ya el océano de voces confusas se aparta con presteza, ya el


océano en su gran modestia se aparta con bondad, retrayendo sus largos labios
azules, ya el espejismo de las tierras lejanas, ya... pero... de golpe...

Cuando la desgracia agarra su cesta y su caja de pinzas y se encamina a los


barrios recién iluminados, para ver si hay por ahí alguien de los suyos que quiera
zafarse de su destino...

Cuando la desgracia, con sus dedos hábiles de peluquera, empuja sus tijeras con
una mano y con la otra el sistema nervioso de un hombre, frágil escala vacilante
en unas carnes grasas, y arranca chispas y espasmos y la desesperación de ese
animal de lino, espantado...

¡Oh mundo abominable!, no es fácil sacar nada bueno de ti. A quien tiene un
alfiler en el ojo, el futuro de la marina inglesa deja de importarle. Dormir, si tan
sólo pudiera dormir. Pero el párpado recubre su dolencia como un cepillo...

Sobre un ojo bien sacado también se pueden mover platos magníficamente.

Es una maravilla verlo, no se cansa uno de mirar Pero el que lo sufre en su ojo
vendería gustosamente su parte en el juego, ¡no!, no se haría de rogar... al
menos no por mucho tiempo.

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LA AMORTIGUADA

Amortiguada, se palpa el pulso de las cosas; en ellas se ronca; se tiene todo el


tiempo; tranquilamente, toda la vida. Se sorben los sonidos, se les sorbe
tranquilamente; toda la vida. Se vive en el zapato. Se hace la limpieza en él. Ya
no es necesario apretujarse. Se tiene todo el tiempo. Se degusta. Se ríe para
dentro. Ya no se cree que se sepa. Ya no es necesario contar Se es feliz
bebiendo; se es feliz no bebiendo. Se es, se tiene tiempo. Se es la amortiguada.
Se ha salido de las corrientes de aire. Se tiene la sonrisa del chanclo. Ya no se
está cansada. Ya no se está afectada. Se tienen rodillas en la punta de los pies.
Ya no se siente vergüenza bajo la campana. Una ha vendido los montes. Ha
puesto su huevo, ha depuesto sus nervios.
Alguien habla. Alguien ya no está cansado. Alguien ya no escucha. Alguien ya no
necesita ayuda. Alguien ya no está tenso. Alguien ya no espera. El uno grita. El
otro obstáculo. Alguien circula, duerme, cose, ¿eres tú Lorellou?

No puede más, no participa en nada, alguien.


Algo constriñe a alguien.

Sol, o luna, o bosques, o bien rebaños, multitudes o ciudades, a alguien no le


gustan sus compañeros de viaje. No ha elegido, no reconoce, no degusta.

Princesa de marea baja ha entregado sus zarpas; ya no tiene valor para


comprender; ya no tiene ánimo para tener razón.

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ENTRE CENTRO Y AUSENCIA

Era en la aurora de una convalecencia, la mía, sin duda, ¿quién sabe? ¿quién
sabe? ¡niebla! ¡niebla! está uno tan expuesto, se está de lo más expuesto...
“Medicastros infames -me dije- aplastáis en mí al hombre al que alivio”.

Era en la puerta dE una larga angustia ¡otoño! ¡otoño! ¡fatiga! yo esperaba del
lado «vomitar», esperaba, escuchaba a lo lejos mi caravana escalonada, que se
arrastraba hacia mí, patinando, hundiéndose, ¡arena! ¡arena!
Era por la tarde, la tarde de la angustia, la tarde avanza, implacable acarreo.
«Las grullas -me dije, soñador- las grullas que se alegran de ver a lo lejos los
faros...»

Era al final de la guerra de los miembros. «Esta vez me dije- pasaré, yo era
demasiado orgulloso, pero esta vez pasaré, paso...» ¡Inaudita simplicidad! ¿Cómo
no te adiviné?... Sin malicia, el polluelo sale perfecto de un huevo anodino... .
Era durante el espesor de la Gran Pantalla. ¡YO VEÍA! «Es posible -me dije- de
verdad es posible que nos sobrevolemos?»

Era a la llegada, entre centro y ausencia, en Euréka, en el nido de burbujas...

... No resiste más. Las vigas tiemblan y es usted. El cielo es negro y es usted. El
vidrio se rompe y es usted.

Hemos perdido el secreto de los hombres.


Representan la pieza «en extranjero». Un paje dice «bee» y un borrego le ofrece
una bandeja. ¡Cansancio! ¡Cansancio! ¡Frío en todas partes!

¡Ay! Leña de mis doce años ¿dónde crepitas ahora?

Tenemos nuestro hueco en otra parte.

Hemos cedido el lugar a la sombra, por cansancio, por gusto de lo redondo. Se


oye a los lejos el rumor de la arauja, la flor gigante.
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... o bien una voz súbita te brama en el corazón.

Recogemos a nuestros desaparecidos, venga, venga usted.

Mientras buscamos nuestra llave en el horizonte, tenemos a la ahogada al cuello,


muerta en el agua irrespirable.

Se arrastra. ¡De qué modo arrastra! No se cuida de nuestras temores. Está


demasiado desesperada. Sólo se rinde a su dolor. Oh, miseria, oh, martirio, con
el cuello apretado sin tregua por la ahogada.

Sentimos la curvatura de la Tierra. Ahora nuestros cabellos se rizan de forma


natural. Ya no traicionamos al suelo, ya no traicionamos a la breca, estamos
hermanadas por el agua y por la hoja. Ya no tenemos la mirada de su ojo, ya no
tenemos la mano de su brazo: Ya no somos vanas. Ya no envidiamos. Ya no nos
envidian.

Ya no trabajamos. La labor de punto está ahí, totalmente acabada, por todas


partes.

Hemos firmado la última hoja, es la partida de las mariposas.


Ya no soñamos. Nos sueñan. Silencio.

Ya no tenemos prisa por saber.

Es la voz del páramo que habla a las uñas y al hueso.

Al fin en casa, en lo puro, tocada por el dardo de la dulzura.

Miramos las olas a los ojos. Ellas ya no pueden engañar. Se retiran,


decepcionadas, del flanco del navío. Sabemos, sabemos acariciarlas. Sabemos
que ellas también están avergonzadas.

Agotadas, ¡pero qué desamparadas se las ve! ¡Qué desamparadas!


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Una rosa baja del cielo y se ofrece al peregrino; a veces, raramente, cuán
raramente. Las arañas de cristal no tienen espuma, ni la frente música.

¡Horror! Horror sin objeto.

Bolsillos, cavernas siempre crecientes.

Andrajos de los cielos y de la tierra, mundo engullido sin provecho, sin gusto, y
sólo por engullir.

Una veladora me escucha. «Dices la auténtica verdad -afirma- eso es lo que me


gusta de ti». Estas son las palabras exactas de la veladora.

Me metían en cañas huecas. El mundo se vengaba. Me metían en cañas huecas,


en agujas de jeringas. No querían verme llegar al sol donde había concertado una
cita.

Y yo me decía: «¿Saldré? ¿Saldré? ¿O no saldré nunca? ¿Nunca?». Los gemidos son


más fuertes lejos del mar, como cuando el joven amado se aleja con aire
ofendido.

Es de gran importancia que una mujer se acueste temprano para llorar, si no


estará demasiado abrumada.
Poder comer tranquilamente a la sombra de un camión. Cumplo con mi deber, tu
cumples con el tuyo, y en parte alguna se produce una aglomeración.

¡Silencio! ¡Silencio! No tocar ni un melocotón. Somos prudentes, prudentes.

No vamos a casa del rico. No vamos a casa del sabio. Prudentes, enroscadas en
los anillos.

Las casas son obstáculos. Los de la mudanza son un obstáculo. La joven fugaz es
un obstáculo.

Lorellou, Lorellou, tengo miedo... Unas veces la oscuridad, otras los susurros.
Escucha. Me acerco a los rumores de la Muerte.
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Has apagado todas mis lámparas.

El aire se ha quedado tan vacío, Lorellou.

Mis manos ¡cuánto humo! Si supieras... No más paquetes, no más llevar, no más
poder. No más nada, pequeña.

Experiencia: miseria; ¡qué loco está el abanderado!

... Además todavía hay que atravesar el estrecho.

El viejo cisne ya no consigue mantenerse en fila en el agua.

Ya no lucha. Sólo apariencias de lucha.


No, sí, no. Sí, claro, me quejo. Incluso el agua suspira al caer.

Balbuceo, ahora le doy lametadas al limo. Tan pronto el espíritu del mal, tan
pronto el acontecimiento... Yo escuchaba el ascensor. ¿Recuerdas, Lorellou?,
nunca llegabas a la hora.

Han metido en un saco a mi lebrel. Han tomado la casa, oye, oye usted el ruido
que ella hizo cuando amparados en la oscuridad se la llevaron, dejándome en el
campo como un mojón. Y pasé mucho frío.

Me tendieron en el horizonte. Ya no me dejaron levantarme. ¡Ah! Cuando se está


atrapado en el engranaje del tigre...

Trenes bajo el océano, ¡qué sufrimiento! Pero venga, esto ya no es estar en la


cama. Después te hacen princesa, te lo has ganado.

Se lo digo, se lo digo realmente, ahí donde estoy también conozco la vida. La


conozco. El cerebro de una llaga sabe muchas cosas. Él también les ve a ustedes,
entérense, y les juzga a todos sin distinción.
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Sí, oscuro, oscuro, sí inquietud. Sombrío sembrador. ¡Qué ofrenda! Las


referencias huyeron a toda prisa. Las referencias huyen hasta el infinito, hacia el
delirio, hacia el oleaje.

¡Cómo se apartan los continentes, cómo se apartan para dejarnos morir! Nuestras
manos que cantaban la agonía se desunieron, la derrota de grandes velas pasó
lentamente.

¡Juana! ¡Juana! Sí, me acuerdo... Sabes, cuando decías, sabes, lo sabes por los
dos, ¡Juana! ¡Ay! ¡Esa partida! ¿Pero por qué? ¿Por qué? ¿Vacío? Vacío, vacío,
angustia; angustia, como un único gran mástil sobre el mar.

Ayer, todavía ayer, ayer, hace tres siglos; ayer, devorando mi nívea esperanza,
ayer, sus palabras de piedad que rozaban la desesperación, su cabeza
súbitamente hacia atrás, como un abejorro volcado sobre los élitros, en un árbol
que de pronto se sacude al viento de la tarde, sus bracitos de anémona, que
amaban sin apretar, voluntad como cae el agua...

Ayer, sólo tenías que tender un dedo, Juana; por nosotros dos, por los dos
juntos, sólo tenías que tender un dedo.

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PAISAJES

Paisajes apacibles o desolados.


Paisajes del camino de la vida más que de la superficie de la Tierra.
Paisajes del Tiempo que fluye lentamente, casi inmóvil y a veces como
retrocediendo.
Paisajes de jirones, de nervios lacerados, de «saudades».
Paisajes para cubrir las heridas, el acero, el estallido, el mal, la época,
La soga al cuello, la movilización.
Paisajes para abolir los gritos.
Paisajes como quien se tapa la cabeza con una sábana.

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PRÍNCIPE DE LA NOCHE

Príncipe de la noche, del doble, de la glándula de estrellas,


de la sede de la Muerte, de la columna inútil, de la pregunta suprema.
Príncipe de la corona rota
del reino dividido, de la mano de madera.
Príncipe petrificado vestido de pantera.
Príncipe perdido.

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EN EL PAÍS DE LA MAGIA

Vemos la jaula, oímos el aleteo. Percibimos el ruido inconfundible del pico


afilándose contra los barrotes. Pero no hay pájaro.
En una de esas jaulas vacías, oí la más intensa gritería de loras de mi vida. Por
supuesto, no se veía ninguna.
¡Pero qué ruido! Como si en esa jaula se hubieran hallado tres, cuatro docenas:
“...¿No estarán un poco apretadas en esa jaulita?”, pregunté maquinalmente,
aunque añadiendo a mi pregunta un matiz burlón a medida que me escuchaba
pronunciarla.
“Sí..., me respondió su dueño con firmeza – por eso chillan tanto. Querrían más
espacio.”

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He visto el agua que se aguanta de correr. Si el agua está bien acostumbrada, si


es tu agua, no se derramará, aunque la jarra se rompa en mil pedazos.
Se limita a esperar a que pongan otra. No intenta salirse. ¿Es debido a la fuerza
del mago?
Sí y no, aparentemente no, pues el mago puede no estar al tanto de la ruptura
de la jarra y de lo que le cuesta al agua quedarse en su sitio.
Pero el mago no debe hacerle esperar mucho tiempo, porque esa postura le
resulta incómoda y penosa, y sin llegar exactamente a perderse, el agua podría
dispersarse bastante.
Como es natural, el agua tiene que ser tuya y no un agua de hace cinco minutos,
un agua recién cambiada. Esta se perdería enseguida.
¿Qué iba a retenerla?

El niño, el niño del jefe, el niño del enfermo, el niño del labrador, el niño del
tonto, el niño del mago, el niño nace con veintidós pliegues. Hay que
desplegarlos. La vida del hombre entonces se completa. Muere bajo esa forma.
Ya no le queda ningún pliegue por deshacer.
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Un hombre rara vez muere sin tener que deshacer algún pliegue. Pero ha
ocurrido. Paralelamente a esta operación, el hombre forma un núcleo. Las razas
inferiores, como la raza blanca, ven mejor el núcleo que el desplegado. El mago
ve más bien el desplegado.
Sólo el desplegado es importante. El resto es epifenómeno.

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LA CARTA

Le escribo desde un país antaño luminoso. Le escribo desde el país del abrigo y
de la sombra. Desde hace años vivimos, vivimos en la Torre de la bandera a
media asta. ¡Oh, Verano! ¡Verano envenenado! Y desde entonces, siempre el
mismo día, el día del recuerdo incrustado...
Una vez pescado, el pez piensa en el agua mientras puede. Mientras puede
¿acaso no es normal? En la montaña, en la cima de una pendiente, te golpean con
un pico. Tras eso, una vida entera cambiará. Un instante hunde la puerta del
Templo.
Nos consultamos. Ya no sabemos. No sabemos más uno que otro. Aquel está
asustado. Éste confundido. Todos desamparados. Ya no hay tranquilidad. La
cordura apenas dura lo que un suspiro. Dígame. ¿Alguien que hubiera recibido
tres flechas en la mejilla se presentaría con aspecto desenvuelto?
La muerte alcanzó a unos. La cárcel, el exilio, el hambre, la miseria a otros. Nos
han atravesado enormes sables de escalofríos, lo abyecto y lo torcido nos han
atravesado después.
¿Quién en nuestra tierra recibe todavía el abrazo de la alegría hasta el fondo del
corazón?
La unión del yo y del vino es un poema. La unión del yo y de la mujer es un
poema. La unión del cielo y de la tierra es un poema, pero el poema que hemos
escuchado ha paralizado nuestro entendimiento.
No hemos podido proferir nuestro canto en la pena demasiado grande. El arte
con trazo de jade se detiene. Las nubes pasan, las nubes de contornos rocosos,
las nubes de contornos de melocotón, y nosotros, semejantes a las nubes,
pasamos, atiborrados de las vanas potencias del dolor.
Ya no nos gusta el día. El día aúlla. Ya no nos gusta la noche, lastrada de
inquietudes. Miles de voces para hundirse. Ninguna voz para apoyarse. Nuestra
piel se cansa de nuestro rostro pálido.
El acontecimiento es grande. La noche también es grande ¿pero qué puede
hacer? Mil astros de la noche no iluminan una única cama. Los que sabían ya no
saben. Saltan con el tren, ruedan con la rueda.
¿Guardarse a sí en sí? ¡Pero qué dice! La casa solitaria no existe en la isla de los
loros. La muy granuja se ha mostrado en la caída. Lo puro no es puro. Muestra su
lado obstinado, su lado rencoroso. Algunos se manifiestan mediante chillidos.
Otros se manifiestan en lo esquivo. Pero la grandeza no se manifiesta.
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El ardor en secreto, el adiós a la verdad, el silencio de la baldosa, el grito del


apuñalado, el conjunto del descanso helado y de los sentimientos que arden ha
sido nuestro conjunto y el camino del perro perplejo nuestro camino.
No nos hemos reconocido en el silencio, no nos hemos reconocido en los aullidos,
ni en nuestras grutas, ni en los gestos de los extranjeros. Alrededor de nosotros,
el campo es indiferente y el cielo sin intenciones.
Nos hemos mirado en el espejo de la muerte. Nos hemos mirado en el espejo del
sello insultado, de la sangre derramada, del impulso decapitado, en el carbonoso
espejo de las vejaciones.
Nos hemos vuelto hacia las fuentes glaucas.

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57

Marcada por la cesura de un mal profundo, una melodía, que es melodía igual
que un viejo galgo tuerto y reumático sigue siendo un galgo, una melodía
Surgida tal vez del drama del microseísmo de un minuto fallido durante una
tarde difícil, una melodía deshecha, que se derrumba sin cesar derrotada
Sin elevarse, una melodía, pero empecinada también en no ceder del todo, como
el mangle que empujado por las aguas es retenido por sus raíces obstinadas
Sin llegar a hacer el pavo real, una melodía, una melodía para mí solo, a mí
confiada, lisiada para que yo me reconozca en ella, hermana en la incertidumbre
Indefinidamente repetida, que cansaría al oído más complaciente, una melodía
para canturrear entre nosotros, ella y yo, que me liberaría de mi verdadera
balbuciente palabra, aún jamás dicha
Una melodía pobre, pobre como la que necesitaría el mendigo para expresar sin
palabras su miseria y toda la miseria en torno a él y todo lo que responde miseria
a su miseria, sin escucharlo
Como una llamada al suicidio, como un suicidio iniciado, como una vuelta
siempre al único recurso: el suicidio, una melodía
Una melodía para ganar tiempo, para fascinar a la serpiente, mientras que la
frente incansada sigue buscando, en vano, su oriente.
Una melodía...

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LOS MILES DE DIOSES

Lo increíble, lo deseado desesperadamente, desde la infancia, lo aparentemente


excluido que pensé que nunca volvería a ver, lo inaudito, lo inaccesible, lo
demasiado bello, lo sublime prohibido para mí, ha llegado.
HE VISTO A LOS MILES DE DIOSES. He recibido el regalo portentoso. Se me han
aparecido a mí, que no tengo fe (sin conocer la fe que tal vez pueda tener).
Estaban ahí, presentes, más presentes que cualquier cosa que yo haya mirado
jamás. Y era imposible y yo lo sabía, y sin embargo. Sin embargo, estaban ahí,
colocados por centenares, unos junto a otros (pero les seguían mil más, apenas
perceptibles y muchos más de mil, una infinidad). Esas personas tranquilas,
nobles, suspendidas en el aire por una levitación que parecía natural, estaban
ahí, ligerísimamente móviles, o más bien animándose sobre la marcha. Ellas, esas
personas divinas y yo, solos en presencia.
En algo así como el reconocimiento, yo les pertenecía. Pero, bueno -me
objetarán- que se creía usted? Respondo: ¿Qué iba a creer SI ESTABAN AHÍ? ¿Por
qué me iba a poner a discutir si me encontraba satisfecho? No estaban a una gran
altura, pero era suficiente para, dejándose ver, guardar las distancias, para ser
respetados por el testigo de su gloria que reconoce su superioridad
incomparable. Eran naturales, como es natural el sol en el cielo. Yo no me
movía. No tenía que inclinarme. Estaban colocados suficientemente por encima
de mí. Era real y era como cosa convenida entre nosotros, en virtud de una
alianza previa. Yo estaba colmado por ellos. Había dejado de estar mal colmado.
Todo era perfecto. Ya no había ni que reflexionar, ni que sopesar, ni que criticar
Ya no había nada que comparar. Mi horizontal era ahora una vertical. Yo existía
en altura. No había vivido en vano.
La diferencia con todos los acontecimientos anteriores era mi total y feliz
consentimiento. No prestaba atención a otra cosa. Me entregaba con la misma
intensidad con la que veía. En ese don estaba mi alegría...

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