Ley Expropiacion Forzosa
Ley Expropiacion Forzosa
Ley Expropiacion Forzosa
( Disposición Vigente )
RCL 1954\1848
Notas de desarrollo
La simple indicación de que la expropiación forzosa se rige en nuestro país por una Ley promulgada en 10 de
enero de 1879 justifica sobradamente la preocupación en torno a un posible y grave desajuste entre el orden
real de fines y medios que enmarca hoy -casi setenta y cinco años más tarde- la acción de la Administración y el
sistema de preceptos que integran la normativa vigente. Verdad es que la subsistencia prolongada de una Ley
de orden básico no es de suyo argumento contra su calidad técnica y ni siquiera contra su validez político-legal,
pero aquélla y ésta están dominadas por el supuesto de que permanezcan relativamente incólumes la
configuración de los intereses en juego y los principios fundamentales que a la Ley sirven de premisas
obligadas.
En cuanto a la expropiación forzosa se refiere, el más somero análisis de los factores de varia índole que hay
que considerar tras el bosquejo técnico de la institución pone de manifiesto la general desarticulación de las
circunstancias políticas, administrativas y de todo otro orden que sirvieron de plataforma a la Ley hasta ahora
vigente. En orden a la flexibilidad, agilidad y eficacia que dicha Ley permite a la Administración, siquiera no sea
éste el aspecto más importante que la actual situación suscita, es suficiente recordar cómo mediante la Ley de 7
de octubre de 1939 hubo de improvisarse, un tanto bajo el apremio de circunstancias de excepción, un
procedimiento de urgencia, a fin de conseguir evitar que la utilización de mecanismos legales fuera de fase
pusiera trabas o entorpeciera la acción administrativa impulsada al ritmo exigido por la urgencia de la
reconstrucción nacional. Pero la Ley de 1939 , que de cualquier modo ha sido un acierto innegable de política
legislativa que aún puede dar buenos frutos, eludió conscientemente los problemas capitales que la
expropiación plantea, no sólo cuando se pretende la actualización del interés público, sin otras demoras que las
inevitables, sino, sobre todo, cuando una concepción más justa, desde el punto de vista social de la estructura
económica, altera sensiblemente la base técnica de la expropiación y los procedimientos valorativos de la
indemnización. El hecho de que el legislador, consciente de las obligadas limitaciones de la Ley de 1939 , no
haya promovido hasta ahora la reforma es sólo indicio de la magnitud de los problemas que implica; mas, al
propio tiempo, el reiterado uso que de la autorización de urgencia se ha hecho en los últimos años viene a poner
de manifiesto la deficiencia con que la norma aún en vigor sirve a las exigencias del momento.
Desde 1879 no es exagerado afirmar que las bases políticas, sociales, económicas y de toda otra índole,
condicionantes de la acción de gobierno, han experimentado desplazamientos tan significativos, que todas las
instituciones del Derecho Administrativo clásico, aun sin resultar deformadas en su esquema técnico, han tenido
que ser readaptadas convenientemente, a fin de poder operar con ellas como medios idóneos al servicio de una
acción administrativa de signo e intensidad muy diferentes a los que se consideraron óptimos en la época en
que surgió. Con respecto a la expropiación, esto viene a ser tanto más apremiante precisamente por cuanto por
definición en el grado que significa un considerable sacrificio del interés privado, resulta el punto donde
inmediatamente repercuten las crecientes exigencias del interés público.
Sobre el radio de acción que a la expropiación fijaba el orden político liberal, ha venido a actuar, en primer
término, el principio que expresa la conciencia social del nuevo Estado y que hoy se proyecta sobre toda su obra
legislativa. El artículo 10 de la Constitución de 1876, del que el artículo 1 de la hasta ahora vigente Ley de
Expropiación trae su principio de autorización, se expresa en los términos de que «... nadie podrá ser privado de
su propiedad, sino por autoridad competente y por causa justificada de utilidad pública, previa siempre la
correspondiente indemnización». El artículo 32 del Fuero de los Españoles, de 17 de julio de 1945 , en su
párrafo segundo, amplía significativamente el principio, sin perjuicio de conseguir una más rígida formulación de
los límites de legalidad. «Nadie podrá -dice- ser expropiado, sino por causa de utilidad pública o de interés
social, previa la correspondiente indemnización, y de conformidad con lo dispuesto en las leyes». Al consagrar la
expropiación por interés social, la Ley Fundamental viene a incorporar jurídicamente una concepción que,
habiendo superado el agrio individualismo del sistema jurídico de la propiedad privada de la economía liberal,
viene a entender implícita, tras toda relación de dominio, una función social de la propiedad. Consecuentemente,
la expropiación tiene ahora que ser configurada desde esta nueva perspectiva, a fin de brindar a la
Administración medios aptos para hacer efectivo el principio contenido en el estatuto fundamental de derechos y
deberes de los españoles.
Esta concepción más amplia de la expropiación ha sido proyectada sobre la legislación hoy en vigor, al menos
en aspectos parciales. Toda la legislación del nuevo Estado en materia de colonización, materia tan sensible a
las urgencias del interés social, está inspirada en este giro tan significativo. Se ha estimado que la Ley no
estaría a la altura de los principios que hoy conforman nuestra legislación, de plantear sus problemas desde el
ángulo visual angosto que da perspectiva a la de 1879. Consecuentemente, se ha desarrollado, con la precisión
posible, aquella fundamental distinción entre la expropiación de utilidad pública y la expropiación de interés
social del artículo 32 del Fuero de los Españoles , y se ha generalizado, con las garantías formales obligadas, la
posibilidad -insólita en el concepto clásico de la expropiación- de referir sus beneficios a particulares por razones
de interés social.
Mas, junto a este ensanchamiento del campo de fines, el ámbito de la expropiación debía ser considerado de
nuevo, en forma que pudiera acoger las ampliaciones tan notables que ha experimentado al amparo de la
legislación especial, en orden al objeto expropiable y a la índole de los intereses afectados por el sacrificio, y
llamados, por ende, a ser tenidos en cuenta en la indemnización. Baste aludir a la expropiación de
participaciones en el capital social, expropiación de explotaciones afectadas por la acción del Estado sobre la
economía, por exigencias de la gestión de los servicios públicos, al preferirse establecerlos bajo el patrón de la
nacionalización, municipalización o provincialización. Por otra parte, junto a la expropiación típica han surgido
figuras como el consorcio o el arrendamiento forzoso, en las que se aprecia la nota común de la satisfacción del
interés público por una acción imperativa sobre el aprovechamiento del bien objeto de la misma, que no llega a
ser tan radical y enérgica que alcance a la transmisión obligada de la propiedad, pero que implica una limitación
individualizada del dominio a la que hay que buscar su adecuada y justa compensación. También los casos en
que la acción administrativa exige la expropiación de grandes zonas requerían el arbitrar un procedimiento para
hacer aquélla efectiva dentro de una tramitación unitaria. En consecuencia, la Ley refleja una concepción de la
expropiación, según la cual debe ser el estatuto legal básico de todas las formas de acción administrativa que
impliquen una lesión individualizada de los contenidos económicos del derecho del particular por razones de
interés general, y como tal se estructura, sin perjuicio del obligado respeto a las peculiares características de
cada figura en particular.
Llevando este principio a sus lógicas consecuencias, se ha intentado, finalmente, llamar la atención sobre la
oportunidad que esta Ley ofrece, y que no debiera malograrse, de poner remedio a una de las más graves
deficiencias de nuestro régimen jurídico-administrativo, cual es la ausencia de una pauta legal idónea, que
permita hacer efectiva la responsabilidad por daños causados por la Administración. Bajo el imperio de criterios
jurídico-administrativos que habían caducado ya cuando fueron adoptados por nuestro ordenamiento, los límites
técnicos dentro de los cuales se desenvuelve entre nosotros la responsabilidad por daños de la Administración,
resultan hoy tan angostos, por no decir prácticamente prohibitivos, que los resultados de la actividad
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administrativa, que lleva consigo una inevitable secuela accidental de daños residuales y una constante creación
de riesgos, revierten al azar sobre un patrimonio particular en verdaderas injusticias, amparadas por un
injustificado privilegio de exoneración. Se ha estimado que es ésta una ocasión ideal para abrir, al menos, una
brecha en la rígida base legal que, perjudicando el interés general, no puede proteger intereses de la
Administración insolidarios con aquél, como sin más ha venido a demostrar la legislación de régimen local
vigente al incorporar, en esta importante materia, los criterios más progresivos sugeridos por la legislación
comparada y la doctrina científica. Se ha entendido así, no sin hacerse cargo de que la Ley de Expropiación no
puede ser, desde luego, la base normativa en que se integren todos los preceptos jurídicos rectores a este
respecto, pero sí, al menos, una norma que puede muy bien recoger una serie de supuestos realmente
importantes, en los que, al margen de un estrecho dogmatismo académico, cabe apreciar siempre el mismo
fenómeno de lesión de un interés patrimonial privado, que, aun cuando resulte obligada por exigencias del
interés o del orden público, no es justo que sea soportada a sus solas expensas por el titular del bien jurídico
dañado.
Unicamente edificando sobre esta amplia base, y dominándola desde una preocupación de eficacia, puede la
Administración española contar con un instrumento capaz para que su acción no resulte frenada por la rigidez
de concepciones dogmáticas de las relaciones jurídico-privadas, y al propio tiempo para que no quede sin su
justa compensación la lesión acarreada, siquiera sea por motivos fundados, al particular. Es claro, pues, que
desde tal punto de vista ha de considerarse el contenido del artículo 1, pues es meramente una norma
delimitadora del campo objetivo de aplicación a que la Ley se extiende, y no una expresión conceptual de la
figura jurídica de la expropiación.
II. PROCEDIMIENTO
Junto a la preocupación por alcanzar los horizontes actuales de la expropiación ha sido concebida la Ley bajo
el signo de la eficacia. Se ha tenido en cuenta, ante todo, que el imperativo del interés público que gobierna toda
la institución no se agota en la transmisión imperativa del derecho o bien expropiado, sino que da por supuesto
que esto ha de conseguirse en plazo que no perjudique la oportunidad de la medida. Las dificultades en este
orden proceden de que, por otra parte, la Ley de Expropiación ha de concebirse en forma que proporcione al
particular interesado un adecuado sistema de garantías, lo que exige medios procesales proporcionados. Una
solución simplista, que sacrifique este último aspecto, viene a ignorar el hecho de que aquí no luchan el interés
público, que impulsa a consumar la expropiación, y el interés privado, que tiende a demorarla. Planteada de esta
forma la oposición de intereses, no se ofrecería duda acerca del criterio llamado a prevalecer. Mas, en realidad,
el legislador ha de arbitrar aquí entre las exigencias de ritmo de la ejecución de la obra o servicio y las de no
menor interés público, ni inferior rango, de conseguir la justa indemnización que por principio se reconoce al
particular afectado.
La Ley procura eliminar todos los obstáculos procesales que pudieran alzarse, siquiera sea lateralmente,
contra el hecho de la expropiación; modera los utilizables contra la necesidad de ocupación y, finalmente, tiende
a asegurarse contra un empleo malicioso de los medios reconocidos, evitando su utilización con ánimo
meramente perturbador. Un análisis, siquiera sea somero, de nuestra actual situación legislativa en relación con
los supuestos de esta Ley, resulta sumamente esclarecedor en este punto.
La Ley de 1879 adopta la estructura de cuatro períodos: declaración de utilidad pública, necesidad de
ocupación, justiprecio, pago y toma de posesión. Estos cuatro períodos corresponden a los cuatro momentos
lógicos que cabe descubrir en la operación jurídico-administrativa, que lleva consigo: a) su autorización; b) su
aplicación a un bien o derecho en concreto; c) la fijación de la indemnización, y d) la consumación de la relación
que se establece entre la Administración y el expropiado por el pago y la toma de posesión. Pero desde el punto
de vista de los intereses protegidos al concebir el procedimiento, cabe hacer la distinción de que mientras la
declaración formal de legalidad de la medida desarrolla el principio general que exige la actuación regular de los
órganos de la Administración, los demás requisitos de actuación protegen al particular ya individualizado contra
una lesión jurídica excesiva derivada de la expropiación. Así, pues, cabe aligerar la formalización del requisito de
legalidad, en el grado que sea posible entender implícita la autorización en un acto previo de un órgano
jurídicamente competente, pero en cambio, deben dejarse intactas las garantías de protección de derecho del
particular, sin perjuicio de una ágil técnica procesal. Estos criterios han servido de orientadores en la redacción
de la Ley, como comprueba el examen en concreto del procedimiento adoptado.
Ya la Ley de 1879 había aliviado la producción de este requisito, para el que el artículo 10 exigía forma de ley,
al exceptuar de la formalidad, en el artículo 11, a las obras que se llevasen a cabo con arreglo a las
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prescripciones del Capítulo II de la Ley de Obras Públicas, las comprendidas en los planes generales,
provinciales y municipales mencionados en dicha Ley, todas aquellas cuya ejecución hubiere sido autorizada por
una Ley, las designadas en las Leyes especiales que se mencionan, todas las de policía urbana, y en particular
las de ensanche y reforma interior de las poblaciones. El criterio de la Ley es que deben agotarse las
posibilidades de entender implícita la autorización para expropiar, en el cumplimiento de los requisitos que
condicionan la aprobación del proyecto de obra o servicio como decisión administrativa, en la medida en que
tales requisitos tengan idéntica relevancia jurídica y administrativa que la propia declaración de utilidad. A este
criterio responden los preceptos que integran el Capítulo I del Título II . Estas normas son expresión del lógico
principio de que en el grado en que los requisitos establecidos en cada caso para la autorización de obras y
servicios, aseguran su oportunidad y conveniencia, ya en sí, ya desde el punto de vista del gasto público,
implican que su ejecución es de utilidad pública, desde el momento en que no hay posibilidad de establecer
sobre bases jurídicas una distinción dentro del concepto de utilidad pública, de tal sentido que en algún caso
moviera a no llevar a cabo la obra o el servicio para no herir el interés patrimonial del particular.
En cuanto a la expropiación de bienes muebles, se mantiene en todo su rigor el principio de la declaración «ex
lege» de la utilidad pública, salvando también el supuesto de que, tratándose de determinadas categorías de
bienes hubiera declarado con anterioridad una ley la posibilidad en abstracto de su expropiación por razones de
utilidad pública, supuesto en el que para la expropiación en concreto, el requisito se entiende producido por el
acuerdo del Consejo de Ministros. Asimismo, el principio y la salvedad se hacen extensivos a los supuestos de
expropiación por interés social a que la Ley abre paso.
En este punto, la experiencia de la Ley de 1879 tenía que valorarse desde los resultados de la Ley de 7 de
octubre de 1939 . En síntesis, esta Ley integra, en la declaración de urgencia, expedida por Decreto aprobado
en Consejo de Ministros, la necesidad de ocupación, y dejando indemne el procedimiento general para los
períodos tercero y cuarto de la expropiación, habilita un sumario integrado por la notificación a los propietarios y
titulares de los derechos afectados, acta previa a la ocupación, depósito sobre bases tasadas y ocupación de
inmuebles, trámites que se llevan a cabo en plazos muy rigurosos y que en total no exceden de dieciocho o
veintidós días, según los casos. Justificada esta Ley en las circunstancias de excepción en que surgió, no puede
ser generalizada sin grave detrimento de garantías del máximo interés. El legislador la consideró desde su
promulgación como un instrumento normativo de utilización excepcional por razones de urgencia, ya que para
todos los demás supuestos se mantuvo el pleno vigor de la Ley de 1879.
Se ha estudiado tanto la conveniencia de generalizar los criterios de esta Ley como la de derogarla,
excluyendo la dualidad de procedimientos: uno de carácter ordinario, y otro aplicable previa la declaración de
urgencia. Las dos posibilidades han sido rechazadas por las razones que seguidamente se exponen.
Pero aun cuando la Ley se ha inspirado en lo posible en la de 1939 , incorporando sus criterios y
construyendo los esquemas procesales a la vista de esa notable experiencia legislativa, se ha estimado que el
proceder por ello a la derogación pura y simple de dicha Ley, suprimiendo el procedimiento de urgencia, hubiera
sido forzar la solución al amparo de razones de pura técnica legal, adoptando una base legislativa rígida, capaz
de servir de freno o de contención a la acción administrativa que puede ser solicitada por las necesidades con
imperativos de la máxima urgencia. Se ha optado, pues, por incorporar prácticamente la Ley de 1939 a la
presente, y a ello responde el artículo 52 . Ha de tenerse en cuenta que merced a la actualización de la
legislación en esta materia, la utilización del procedimiento de urgencia podrá atemperarse a su carácter
estrictamente excepcional, lo que no ocurre en la actualidad, ya que, por las razones que han quedado
expuestas de desajuste de la legislación a los problemas del día, se ha visto forzada la Administración a la
utilización frecuente de dicha Ley. De hecho, en los casos en que del proyecto resultan perfectamente
determinados los intereses afectados, se generaliza cuando menos el fin de la Ley de 1939 , y en los demás, el
procedimiento, dentro del respeto obligado a elementales garantías, es de tal agilidad que bien puede decirse
que responde al mismo espíritu de eficacia que inspiraba la aludida Ley.
En efecto, a fin de regular procesalmente la intervención de los interesados en este punto, se arbitra un
trámite de información pública, procurando la máxima difusión.
Se ha fijado el plazo de veinte días como máximo para que la Administración resuelva las reclamaciones
promovidas en la información.
La decisión del recurso contra esta resolución, que deberá interponerse dentro del plazo de diez días, a contar
desde la notificación o publicación, decisión que zanja definitivamente la cuestión debatida, lleva consigo la
declaración explícita de la necesidad de ocupación y levanta la suspensión provocada por las reclamaciones. En
el peor de los casos, esta suspensión no podrá ser superior a un mes.
Salta a la vista la economía procesal conseguida sin más que indicar que la Ley hasta ahora vigente fija los
siguientes plazos: tres días para el trámite de comunicación por el Gobernador a los Alcaldes de la relación
nominal de interesados en la expropiación (artículo 16), quince o treinta días para la información (artículo 17),
quince días para la resolución por el Gobernador (artículo 18), ocho días para la interposición del recurso de
alzada, y treinta días para su resolución (artículo 19), por lo que el procedimiento puede prolongarse hasta
ochenta y seis días.
C) Justiprecio.
La fijación de la indemnización constituye, como es obvio, el problema capital de una Ley de Expropiación. El
criterio tradicional de someter las diferencias de apreciación pericialmente establecidas a una decisión motivada
y preparada por una tercera estimación pericial ha de reconocerse que no ha sido nunca propugnado como
procedimiento ideal, sino más bien como un último recurso, al que empíricamente se acude en defecto de reglas
tasadas que permitan una determinación automática del valor del objeto de la expropiación. Los criterios
automáticos añaden a su intrínseca objetividad la ventaja de eliminar gran número de reclamaciones, ya que
sustraen la base sobre la cual cabe plantearlas, que no es otra que la pluralidad abierta indefinidamente de los
medios de estimación.
No se han escatimado esfuerzos a fin de conseguir sustituir el procedimiento de la controversia pericial por
otro que permitiera una determinación más objetiva del justo precio. Mas ya desde un principio pudo advertirse
que existen supuestos de expropiación en los que bien sea por carecerse de toda clase de estimación general
preconstituida, bien porque los criterios generales vendrían a ofrecer resultados muy arbitrarios en más o menos
respecto al principio de justa indemnización de que se parte, es imposible prescindir de una tasación pericial. La
determinación del justo precio sobre bases fiscales ha de partir de la premisa de que la riqueza imponible,
fiscalmente establecida, suponga una valoración no sólo objetiva y bien ponderada del bien de que se trate, sino
además, rigurosamente al día desde el punto de vista del poder adquisitivo de la moneda. Y se comprende que
esto no es siempre posible por la forzosa complejidad de las operaciones evaluatorias, que no se pueden llevar
a cabo en plazos tan moderados que se substraigan a oscilaciones de no escasa significación económica.
De otro lado, salvo que se entienda que la estimación fiscal constituye lo que desde luego no es, es decir, una
declaración administrativa de valoración, eficaz no sólo en la relación fiscal, sino en toda relación con la
Administración en que el valor de un bien pueda jugar algún papel, esa estimación debe servir como uno de los
elementos que concurran a la determinación del justo precio, pero no ser el criterio de suyo, y exclusivamente,
determinante. Esto implicaría volver la espalda a realidades económicas elementales, en las que precisamente
el bien expropiado encuentra la referencia de valor más adecuado. Todo ello hace que sea preciso ponderar las
valoraciones fiscales con las de mercado y para casos excepcionales dejar abierta la posibilidad de apreciación
de circunstancias específicas, que de no tenerse en cuenta provocarían una tasación por completo irrazonable.
Estos son los principios que en este punto inspiran la Ley.
Desde el momento en que, por las razones aludidas, hubo de renunciarse a la determinación automática del
justo precio, para dar paso, en mayor o menor medida, a una apreciación de circunstancias específicas del caso,
pasaba al primer plano la cuestión del órgano de tasación. Es evidente que el sistema del «tercer perito» que
inspira la legislación hasta ahora vigente, reduce, en los más de los casos, a un papel puramente pasivo la
función del órgano que formaliza la resolución, aparte de llevar consigo un juego de plazos de excesivo peso
para la agilidad de la acción administrativa. Como es natural, en el procedimiento actual los peritajes de las
partes están inspirados en el propio interés de éstas, al que se sobrepone la mediación arbitral del tercer perito;
teóricamente cabría pensar que el tercer peritaje decidiera de derecho la cuestión, cuanto que ya, las más de las
veces, lo hace de hecho. Pero esta solución es insatisfactoria, tanto desde el punto de vista de los principios
-por cuanto supone la dejación en manos privadas de una cuestión en la que están vivamente comprometidos
intereses públicos e intereses privados, e implica, por lo tanto, una ruptura con las bases mismas de la justicia
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administrativa- como en consideración a los supuestos mismos del fallo. En efecto, en cuanto éste debe resultar
de la apreciación de bases tasadas de diferente índole y, excepcionalmente, de circunstancias muy singulares
que justifiquen en un caso dado el separarse de aquéllas, no es posible dejar todos estos elementos a juicio de
una persona calificada por la sola condición de su pericia en tasaciones de cierta índole. Por otra parte, sólo una
permanencia en esa función, una reiteración en los criterios, un conocimiento de la economía local, puede abrir
el paso a lo que constituye, sin duda, el ideal en esta materia: objetivar las tasaciones en forma que sean el
resultado de la aplicación de criterios generalizados.
Así se justifica una de las innovaciones más importantes de la Ley: la constitución de los Jurados Provinciales
de Expropiación, que vienen a ser órganos en los que se componen las dos funciones, pericial y judicial,
escindidas en el sistema actual, pero que reúnen, además, las ventajas que proporciona la permanencia y
especialización en la función, la colegiación (que permite llevar a su seno los intereses contrapuestos) y la
preparación, al mismo tiempo en los aspectos material y jurídico, de la cuestión a decidir. Ciertamente, estas
ventajas están supeditadas en todo al acierto que presida en la composición de estos órganos y condicionadas,
por otra parte, a la carga burocrática que lleven consigo. Se han estudiado minuciosamente los dos aspectos,
para evitar que se malograra la solución, y se cree haberlo conseguido en las normas propuestas. El artículo 32
fija la composición del Jurado, atribuyendo su presidencia a un Magistrado, con lo que garantiza la objetividad
de visión y el rigor judicial del procedimiento y asegura la representación de los intereses financieros y fiscales
de la Administración y patrimoniales de la propiedad privada, así como de los de índole técnica, incluyendo
finalmente a un Notario, en atención a su conocimiento de las transacciones y a la independencia de su función
pública.
En cuanto al coste de estos organismos, la Ley ha apurado todas las posibilidades para reducirlos al mínimo,
y prácticamente se ha conseguido.
Sobre estas bases, el Jurado de Expropiaciones puede llegar a corregir las mayores deficiencias del actual
sistema de tasación, del mismo modo que lo han hecho en el extranjero organismos similares; pero, sobre todo,
encierra las mayores posibilidades de conseguir -por la preparación de índices y la fijación más precisa de las
bases de valoración- llegar algún día a una determinación automática del justo precio.
Con todo, la crítica del procedimiento depende en grado considerable del acierto que presida su configuración
procesal. También en este punto, la comparación de esta Ley con la hasta ahora vigente obliga a admitir que se
ha conseguido una notable economía. En la Ley de 1879 se señalan como plazos: el de ocho días para la
designación de peritos (artículo 20); el de quince, para aceptar o rehusar la oferta de la Administración (artículo
26); quince, para la presentación de la hoja de tasación pericial del propietario (artículo 27); ocho para la
eventual conciliación (artículo 28); ocho, para la designación del tercer perito por el juez (artículo 31); treinta,
para que éste lleve a cabo la tasación (artículo 33); treinta, para la resolución por el Gobernador (artículo 34);
treinta, para la interposición del recurso, y otros tantos para la resolución que corresponda (artículo 35). En total,
ciento setenta y cuatro días, sin contar el plazo de un mes para la notificación de la orden resolutoria, y el de dos
meses para la interposición del recurso contencioso. El procedimiento que la Ley adopta comprende, en cambio,
los siguientes plazos: veinte días, para que la Administración acepte o rehúse, y, en su caso, para que, a su vez,
formule su hoja de aprecio (artículo 30), después del plazo de veinte días que para la presentación de la hoja de
aprecio tiene el propietario (artículo 29); diez días, para que el propietario acepte o rehúse la formulada por la
Administración, en su caso (artículo 30), y finalmente, en caso de controversia, ocho días para la resolución
ejecutoria por el órgano al efecto establecido (artículo 34). En total, cincuenta y ocho días como duración
máxima de los trámites.
A esta significativa aligeración del procedimiento hay que añadir que, según se ha dicho, cabe esperar en
numerosos casos el que se consiga la conformidad de las partes desde el momento en que los aspectos
controvertidos vienen, de antemano, atemperados por la necesaria motivación sobre las bases legales de las
hojas de aprecio (artículo 37).
Con respecto a los bienes inmuebles, se ha distinguido a estos efectos entre fincas urbanas y rústicas. En las
primeras se consigue una determinación automática del justiprecio del solar al adoptarse como estimación la
que tuvieren asignada a efectos del arbitrio municipal sobre incremento del valor, corregida en un 10 por 100 a
favor del propietario. En cuanto a los edificios, se ponderan como factores el valor en venta debidamente
justificado con arreglo a la situación, destino y estado de la edificación, y la capitalización al interés legal del
líquido imponible señalado a efectos de la contribución territorial urbana. En cuanto a las fincas rústicas,
respecto a las cuales, como es notorio, las valoraciones fiscales no están en general al día, a fin de no prescindir
de todo factor automático, se toman en consideración los líquidos imponibles, según catastro o amillaramiento,
incrementados en un 5 por 100 en el primer caso, y en un 10 por 100 en el segundo. Estos incrementos deben
considerarse teniendo en cuenta que, a afectos de depósito la Ley de 1939 señalaba los de 5 y 20 por 100. Del
mismo modo que en el caso de las fincas urbanas, la indemnización es el promedio entre este valor fiscal y el
valor en venta debidamente acreditado.
Con respecto a bienes muebles, no era posible utilizar criterios idénticos por la prácticamente ilimitada
heterogeneidad del objeto a expropiar. Sin embargo, en el tipo de riqueza mobiliaria que con más frecuencia
puede quedar afectado por la expropiación, es decir, la expropiación de empresas cuyo capital aparece
incorporado al título de participación, también se ha conseguido una determinación automática al deducir la
indemnización de un promedio de elementos rigurosamente precisos, como son la cotización, la capitalización
de los beneficios distribuidos en los tres ejercicios inmediatamente anteriores a la expropiación y el valor teórico,
según balance, obtenido por la diferencia existente entre el activo real y el pasivo exigible.
Por lo que al último período del procedimiento se refiere, son de mucho menos alcance las innovaciones de la
Ley. Los artículos 37, 39, 40 y 41 de la hasta ahora vigente han sido respetados, al menos en su contenido
esencial, limitándose las rectificaciones a detalles de redacción exigidos por la concordancia con los demás
preceptos de la Ley. Singular dificultad ha suscitado, sin embargo, el derecho de reversión que aquélla reconoce
en el artículo 43. Se ha visto recogido en este precepto un principio de validez inconcusa según el cual,
frustrándose por una u otra razón la obra o servicio que dio causa a la expropiación, deben remitir en todo lo
posible al menos los efectos económicos de ésta. La dificultad radica evidentemente en la determinación
concreta del momento a partir del cual puede estimarse que de hecho concurre el supuesto de la reversión. El
criterio de la legislación hasta ahora vigente supedita el ejercicio del derecho a la notificación por la
Administración de la no ejecución de la obra, lo que tiene el inconveniente de dejar indefenso al expropiado, al
que no se notifica tal determinación. Pero es sumamente difícil dar con una regla adecuada sin poner en peligro
todo el instituto de la expropiación. La Ley se ha limitado a intentar superar el rígido formalismo que la norma
vigente supone, facilitando el ejercicio del derecho cuando la Administración lleve a cabo actos que por su índole
impliquen de necesidad el abandono del proyecto primitivo o la imposibilidad de llevarlo a cabo, lo que, por otra
parte, habrá de acreditarse en vía administrativa, sin que en tanto no se declare el derecho se produzca
alteración alguna en la situación jurídica creada.
El criterio de la legislación hasta ahora vigente es, por supuesto otro. Al concebirse la Ley General de
Expropiación prácticamente, como limitada a las obras públicas del Estado, la provincia y municipio, el legislador
se ha visto obligado a regular los supuestos especiales de la expropiación por normas especiales, si bien con
frecuencia, allí donde la excepción ha aparecido innecesaria, ha adoptado el procedimiento de remitirse a la
legislación general. Esta Ley, al ser concebida desde un principio con la pretensión de abarcar en lo posible todo
el campo a que pueda alcanzar la expropiación, consta de preceptos que han sido redactados teniendo en
cuenta los supuestos peculiares, e incluso, a veces, generalizando las fórmulas que han ido surgiendo en estos
procedimientos, por estimarlas más valiosas, desde el punto de vista técnico, que las hasta ahora admitidas con
carácter general.
En cuanto no ha sido posible la reducción a preceptos únicos, ha parecido en todo caso preferible arbitrar,
dentro de la Ley, procedimientos especiales en los que en general se ha dejado intacta la legislación vigente,
salvo en materias que ningún inconveniente hay en generalizar. Y como se comprende la dificultad de recoger
las singularidades de toda la variada gama de expropiaciones que sea útil conservar, cual ocurre con las que
llevan a cabo el Patrimonio Forestal del Estado y otras Administraciones institucionales en la cláusula
derogatoria, se prevé el procedimiento a través del cual ha de hacerse expresa indicación de las disposiciones
anteriores sobre la materia que han de continuar en vigor.
El Capítulo I del Título III responde a una necesidad que se viene haciendo patente, de día en día, por el
volumen de las obras que la Administración acomete: la expropiación de grandes zonas. Multiplicar en estos
casos los procedimientos tomando por base la unidad del bien expropiado, no sólo constituye una carga
procesal considerable, sino que además expone a diferencias de justiprecio tanto más sensibles cuanto que la
unidad de zona determina por sí sola, al menos hasta cierto punto, una unidad de valor. Por ello, la valoración
en abstracto sobre polígonos de terreno o grupos de bienes proporciona la fase objetiva de valoración que
elimina aquellas diferencias o al menos las somete a los límites de precios máximos y mínimos, sin que debilite
las garantías del expropiado, ya que cabe reclamar contra dichos límites en el trámite de información pública, así
como después recurrir contra la valoración del bien expropiado dentro de ellos.
Llevando a sus obligadas consecuencias la categoría de expropiación por interés social, la Ley consagra el
Capítulo II de este Título III a un tipo específico dentro de aquélla, esto es, a aquel en que la expropiación viene
motivada jurídicamente por el incumplimiento, por parte del propietario, de aquella finalidad que con generalidad
ha asignado la Ley a determinados bienes. La peculiaridad en tales casos resulta de que la expropiación no es
aquí movida por el impulso administrativo, sino que es una consecuencia jurídica latente desde el momento en
que el particular no cumple con el fin social, no obstante conminarle con la expropiación la Ley que regula su
propiedad. El interés de la Administración se centra en conseguir que, efectivamente, el fin se cumpla sin extraer
la propiedad del marco jurídico de la economía privada, de modo que, en principio, la Administración vería
frustrados sus propósitos si para conseguir aquella aplicación hubiera de expropiar a su favor.
La Ley ha intentado, y cree haberlo conseguido, conciliar las exigencias idénticamente imperativas del respeto
a la propiedad privada, evitando la posibilidad de expropiaciones en fraude legal, y del no menor respeto a la
función social de esa propiedad, al procurar ordenar un procedimiento que permita hacer posible la expropiación
en favor de un particular con garantía en el cumplimiento de la finalidad impuesta por la Ley.
Los límites estrictos que configuran esta expropiación vienen decididos por la exigencia de que la función
social de la propiedad de que se trate, haya sido en concreto determinada por una Ley, o a lo sumo, que haya
sido una Ley la que hubiera establecido el interés social concreto de una categoría de bienes, facultando a la
Administración para considerar los casos concretos de aplicación de la propia Ley. No se trata, pues, según
claramente se precisa en la Ley, de dejar toda propiedad supeditada a la eventualidad de una expropiación por
un interés social indefinido o enunciado de modo abstracto, sino simplemente de aquel caso en que la Ley fija al
propietario una directiva concreta y le conmina con la expropiación, para el supuesto de que lo incumpla. Con
ello puede asegurarse que la Ley no da en ese punto ni un paso más allá en el orden de las determinaciones
político-sociales, sino que se mantiene estrictamente en la línea que ha alcanzado ya la legislación vigente. La
contribución de la Ley puede decirse que es, a este respecto, de orden puramente técnico, viniendo a
generalizar un procedimiento para todos estos casos, a fin de evitar el inconveniente de que el legislador tenga
que improvisarlo cada vez que por razones político-sociales extienda la aplicación del principio de la función
social de la propiedad.
La estructuración de este procedimiento no ha sido ni mucho menos tarea fácil. Una pauta legal inteligente
debe partir, en este punto, de la consideración de que sólo la concurrencia, en alguna medida, del interés social
legalmente establecido con el interés particular fundado en la racional expectativa de un beneficio, puede
estimular la adquisición del bien de que se trata en el caso de que el titular, por dejación o por cualquier otro
motivo, desoiga el mandato de la Ley. Normalmente, sólo la Administración impone a su costa la utilización de
un patrimonio, incluso con sacrificio económico para cumplir una función de interés social. Esto sentado, se ha
estimado que el procedimiento de subastas progresivas con tipos de licitación decreciente es el único, aun
cuando en sí mismo no sea ideal, para conseguir actualizar la finalidad social siempre que, siquiera sea en
grado mínimo, pueda ser compatible con ella un interés o beneficio del adquirente.
Especial interés ha dedicado la Ley a las expropiaciones que implican traslado de poblaciones motivado por
obras públicas de cierta envergadura. La materia ha sido hasta la fecha objeto de medidas adoptadas ante cada
caso, y la reiteración de éstos por la política de transformación de nuestra economía acometida por el Estado,
denuncia la necesidad de normas generales. La Ley no podía eludir, puesto que entran en el ámbito de la
expropiación, los problemas técnicos que singularmente en orden al sistema de garantías suscitan estos
traslados en masa, y aun cuando haya de contarse aquí con un desarrollo reglamentario muy cuidadoso, las
líneas básicas de la regulación es obligado que figuren en la Ley.
En otro orden de cosas, era del mayor interés considerar la posibilidad de llevar, si no a una unidad de
normas, sí al menos a un principio legislativo común, aquella legislación que en los últimos años ha venido
surgiendo como eficaz instrumento de la acción social del Estado en el orden agrario. Pero hubiera sido poco
conveniente intentar modificaciones de gran alcance en el procedimiento expropiatorio que utiliza para el
cumplimiento de sus fines el Instituto Nacional de Colonización, máxime cuando recientemente, con ocasión de
la Ley de Transformaciones y Distribución de la Propiedad de las grandes zonas regables, se han llevado a cabo
las reformas precisas en la materia para conseguir una tramitación eficaz.
El Capítulo dedicado a la expropiación por entidades locales no altera fundamentalmente la legislación hasta
ahora vigente sino en cuanto ésta pudiera remitirse a la legislación general de expropiación, respetándose las
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Ley de Expropiación Forzosa
Los otros dos procedimientos especiales previstos, el de la expropiación que tenga por objeto bienes de valor
artístico, histórico y arqueológico, y el referente a expropiaciones por la Administración militar, no suponen
modificaciones de alcance significativo sobre la legislación hasta ahora vigente en la materia. Su inclusión en tal
concepto de procedimientos especiales responde exclusivamente al ya razonado criterio de moderar en lo
posible la dispersión de las normas legales y reglamentarias que regulan la expropiación.
En el Capítulo II del Título IV es donde se ha intentado formular bases legales de la teoría razonada al
principio, de la indemnización por daños. A lo dicho en aquel lugar conviene añadir ahora que los criterios
adoptados se inspiran en normas aisladas de nuestra legislación, a la que le falta una formulación explícita del
principio de responsabilidad, bien que por lo demás no sean numerosas tales normas.
Prescindiendo del artículo 120 , en que se regula la indemnización por daños producidos a consecuencia de
las medidas que las autoridades civiles consideraren imprescindibles por graves razones de orden o seguridad
públicos, epidemias, inundaciones, etc.; con lo que no se hace sino dar una forma sistemática a preceptos
aislados del Reglamento de Epizootias y de la Ley de Aguas, intentando una generalización más comprensiva,
debe hacerse una advertencia importante; la previsión contenida en el artículo 121 , de indemnizar las lesiones
provocadas por el funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos o la adopción de medidas que,
como discrecionales, no sean impugnables en vía contenciosa, no se formula con alcance y términos ilimitados,
sino que estrictamente se contraen a las lesiones sobre los bienes y derechos objeto de la Ley de Expropiación;
en otra forma, no se hace sino extender el principio de la justa indemnización, desde la privación jurídica de la
propiedad por razón de utilidad pública a la privación o menoscabo de la misma acaecida de hecho, como
inevitable efecto de la acción administrativa. Ir más allá hubiera sido desbordar los límites técnicos que el objeto
impone a una Ley de Expropiación.
V. GARANTIAS JURISDICCIONALES
En la medida en que la Ley ha apreciado la necesidad de configurar la expropiación, considerando todo el
campo a que hoy se extiende la acción de la Administración, se ha hecho cargo de la necesidad de compensar
jurídicamente tan amplio desarrollo con un sistema eficaz de garantías que fueran la proyección técnica del
solemne principio consagrado por el artículo 32 del Fuero de los Españoles .
La expropiación irregular, cuyo concepto se construye en el artículo 125 dentro de los límites de las garantías
del artículo citado del Fuero, ha sido tratada, conforme al criterio tradicional de nuestra legislación, como un
caso en el que la normal excepción que defiende a la Administración, frente a los interdictos, es a su vez objeto
de excepción. Y dentro del supuesto de expropiación no regular se ha incluido como caso concreto el de vicio en
el procedimiento expropiatorio declarado por sentencia firme, siendo aquél de tal entidad que impidiere a la
Administración la legal ocupación del bien.
La especial mención de las acciones posesorias no implica imposibilidad de utilizar otros medios procesales
reconocidos por las leyes, sino que, como se ha dicho, aquella mención resulta obligada a fin de neutralizar la
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Ley de Expropiación Forzosa
regla general prohibitiva de los interdictos contra la Administración. Por ello, y por aducir un ejemplo concreto, se
ha omitido toda referencia al procedimiento del artículo 41 de la Ley Hipotecaria , ya que habiéndose reconocido
por distintas vías que puede utilizarse contra la Administración, era innecesario aludir al mismo de modo
expreso.
En materia de ejecución de sentencias de la jurisdicción contenciosa, no era lógicamente posible intentar dar
un paso sobre las normas clásicas que rigen esta jurisdicción. A ellas, pues, se remite la Ley sin más que
precisar que de la sentencia firme se remitirán copias al Departamento interesado y a los de la Presidencia del
Gobierno y de Hacienda a los efectos de su ejecución.
En su virtud, y de conformidad con la propuesta elaborada por las Cortes Españolas, dispongo:
CAPITULO UNICO.
2. Quedan fuera del ámbito de esta Ley las ventas forzosas reguladas por la legislación especial sobre
abastecimientos, comercio exterior y divisas.
2. Además podrán ser beneficiarios de la expropiación forzosa por causa de utilidad pública las entidades y
concesionarios a los que se reconozca legalmente esta condición.
3. Por causa de interés social podrá ser beneficiario, aparte de las indicadas, cualquier persona natural o
jurídica en la que concurran los requisitos señalados por la Ley especial necesaria a estos efectos.
2. Salvo prueba en contrario, la Administración expropiante considerará propietario o titular a quien con este
carácter conste en registros públicos que produzcan presunción de titularidad, que sólo puede ser destruida
judicialmente, o, en su defecto, a quien aparezca con tal carácter en registros fiscales, o, finalmente, al que lo
sea pública y notoriamente.
Artículo 4. [Titulares de derechos reales e intereses económicos directos sobre la cosa objeto
de expropiación forzosa]
1. Siempre que lo soliciten, acreditando su condición debidamente, se entenderán también las diligencias, con
los titulares de derechos reales e intereses económicos directos sobre la cosa expropiable, así como con los
arrendatarios cuando se trate de inmuebles rústicos o urbanos. En este último caso se iniciará para cada uno de
los arrendatarios el respectivo expediente incidental para fijar la indemnización que pueda corresponderle.
2. Si de los registros que menciona el artículo 3 resultare la existencia de los titulares a que se refiere el
párrafo anterior, será preceptiva su citación en el expediente de expropiación.
2. También serán parte en el expediente quienes presenten títulos contradictorios sobre el objeto que se trata
de expropiar.
de los que con arreglo a esta Ley se regulan por disposición especial, la declaración de utilidad pública deberá
hacerse mediante Ley aprobada en Cortes.
Artículo 15. [Necesidad de ocupar bienes o adquirir derechos indespensables para el fin de la
expropiación forzosa. Alcance]
Declarada la utilidad pública o el interés social, la Administración resolverá sobre la necesidad concreta de
ocupar los bienes o adquirir los derechos que sean estrictamente indispensables para el fin de la expropiación.
Mediante acuerdo del Consejo de Ministros podrán incluirse también entre los bienes de necesaria ocupación
los que sean indispensables para previsibles ampliaciones de la obra o finalidad de que se trate.
2. Cuando el proyecto de obras y servicios comprenda la descripción material detallada a que se refiere el
párrafo anterior, la necesidad de ocupación se entenderá implícita en la aprobación del proyecto, pero el
beneficiario estará igualmente obligado a formular la mencionada relación a los solos efectos de la
determinación de los interesados.
2. Cuando se trate de expropiaciones realizadas por el Estado, dicha relación habrá de publicarse en el
«Boletín Oficial del Estado» y en el de la provincia respectiva y en uno de los diarios de mayor circulación de la
provincia, si lo hubiere, comunicándose además a los Ayuntamientos en cuyo término radique la cosa a
expropiar para que la fijen en el tablón de anuncios.
2. En el caso previsto en el párrafo segundo del artículo 17 , cualquier persona podrá formular alegaciones, a
los solos efectos de subsanar posibles errores en la relación.
2. Dicho acuerdo se publicará en igual forma que la prevista en el artículo 18 para el acto por el que se ordene
la apertura de la información pública.
Artículo 22. [Recurso con el acuerdo de necesidad de ocupación. Legitimados, plazo y efectos
suspensivos]
1. Contra el acuerdo de necesidad de ocupación se dará recurso de alzada ante el Ministerio correspondiente,
que podrán interponer los interesados en el procedimiento expropiatorio, así como las personas que hubieran
comparecido en la información pública.
2. El plazo para la interposición del recurso será el de diez días, a contar desde la notificación personal o
desde la publicación en los «Boletines Oficiales», según los casos.
3. El recurso habrá de resolverse en el plazo de veinte días. La interposición del recurso de alzada surtirá
efectos suspensivos hasta tanto se dicte la resolución expresa. Contra la Orden Ministerial resolutoria del
recurso no cabrá reclamar en la vía contencioso-administrativa.
que en el plazo de quince días no se llegara a tal acuerdo, se seguirá el procedimiento que se establece en los
artículos siguientes, sin perjuicio de que en cualquier estado posterior de su tramitación puedan ambas partes
llegar a dicho mutuo acuerdo.
2. A tal fin, se abrirá un expediente individual a cada uno de los propietarios de bienes expropiables. El
expediente será único en los casos en que el objeto de la expropiación pertenezca en comunidad a varias
personas, o cuando varios bienes constituyan una unidad económica.
Artículo 27. [Existencia de unidad económica a efectos de la tramitación por expediente único
de la determinación del justiprecio]
Se entenderá que existe unidad económica, a los efectos del artículo anterior:
1. Si se trata de fincas rústicas o urbanas, cuando se hallen inscritas o fueren susceptibles de inscripción bajo
un mismo número, de acuerdo con lo dispuesto en la Ley Hipotecaria .
Artículo 29. [Hoja de aprecio para la concreción por los propietarios del valor del objeto que
se expropia]
1. En cada uno de los expedientes así formados la Administración requerirá a los propietarios para que en el
plazo de veinte días, a contar desde el siguiente al de la notificación, presenten hoja de aprecio, en la que se
concrete el valor en que estimen el objeto que se expropia, pudiendo aducir cuantas alegaciones estimen
pertinentes.
2. La valoración habrá de ser forzosamente motivada y podrá estar avalada por la firma de un perito, cuyos
honorarios habrán de acomodarse a las tarifas que apruebe la Administración, siendo siempre estos gastos de
cuenta de los propietarios.
2. En el segundo supuesto, la Administración extenderá hoja de aprecio fundada del valor del objeto de la
expropiación, que se notificará al propietario, el cual, dentro de los diez días siguientes, podrá aceptarla lisa y
llanamente o bien rechazarla, y en este segundo caso tendrá derecho a hacer las alegaciones que estime
pertinentes, empleando los métodos valorativos que juzgue más adecuados para justificar su propia valoración a
los efectos del artículo 43, y asimismo a aportar las pruebas que considere oportunas en justificación de dichas
alegaciones.
Artículo 31. [Rechazo fundado por el propietario del precio del precio ofrecido por la
Administración]
Si el propietario rechazare el precio fundado ofrecido por la Administración, se pasará el expediente de
justiprecio al Jurado Provincial de Expropiación.
b) Dos funcionarios técnicos designados por la Delegación de Hacienda de la provincia, que serán nombrados
según la naturaleza de los bienes a expropiar.
Artículo 33. [Válida constitución del Jurado Provincial de Expropiación. Quorum para la
adopción de acuerdos. Régimen de su personal]
1. Para que los Jurados de Expropiación puedan válidamente constituirse y adoptar acuerdos será precisa, en
primera convocatoria, la asistencia de todos sus miembros, y en segunda, la del Presidente y dos Vocales, uno
de los cuales será el mencionado en el apartado a) o en el b) del artículo anterior, y el otro el del apartado c) o el
d) de dicho artículo.
2. Los Jurados decidirán por mayoría de votos sobre los asuntos objeto de su competencia.
3. En el Reglamento que se dicte en ejecución de esta Ley se regulará todo lo relativo al régimen de
incompatibilidades, excusas, asistencias, dietas, que habrán de ser a cargo del expropiante, sanciones y
sustituciones de los miembros de los Jurados de Expropiación.
4. Las funciones administrativas y subalternas de los Jurados que se crean por esta Ley estarán a cargo del
personal adscrito a los Gobiernos Civiles, en los que se organizarán los servicios necesarios, actuando de
Secretario de aquél un funcionario del Cuerpo Técnico-Administrativo designado por el Gobernador.
2. Esta resolución, que se notificará a la Administración y al propietario, ultimará la vía gubernativa, y contra la
misma procederá tan sólo el recurso contencioso-administrativo.
3. La fecha del acuerdo constituirá el término inicial para la caducidad de la valoración establecida en el
artículo 58 de esta Ley.
2. Las mejoras realizadas con posterioridad a la incoación del expediente de expropiación no serán objeto de
indemnización, a no ser que se demuestre que eran indispensables para la conservación de los bienes. Las
anteriores son indemnizables, salvo cuando se hubieran realizado de mala fe.
2. La capitalización al tipo de interés legal del beneficio promedio de la empresa en los tres ejercicios sociales
anteriores.
3. El valor teórico de los títulos objeto de expropiación. Se entenderá por valor teórico la diferencia entre activo
real y pasivo exigible en el último balance aprobado.
1ª Cuando se trate de concesiones perpetuas de bienes de dominio público que tengan establecido un canon
concesional, se evaluará la concesión a tenor del artículo 39 , descontándose de la cantidad que resulte el
3ª En las concesiones a que se refiere el número anterior, que llevasen menos de tres años establecidas o
que no estuviesen en funcionamiento por estar todavía dentro del plazo de instalación, la determinación del
precio se ajustará a las normas del artículo 43 .
2. Las normas del párrafo anterior serán de aplicación para la expropiación de concesiones de minas de
minerales especiales de interés militar y de minerales radiactivos, salvo en lo relativo, en cuanto a estos últimos,
a las indemnizaciones y premios por descubrimiento establecidos en la legislación especial.
Artículo 42. [Valoración de derechos reales sobre bienes inmuebles a efectos de justiprecio]
La determinación del justo precio de los derechos reales sobre bienes inmuebles se practicará con arreglo a
las normas de valoración señaladas por la vigente legislación del impuesto sobre derechos reales.
Artículo 43. [Determinación del justiprecio mediante tasación aplicando criterios estimativos]
1. No obstante lo dispuesto en los artículos anteriores, tanto el propietario como la Administración podrán
llevar a cabo la tasación aplicando los criterios estimativos que juzguen más adecuados, si la evaluación
practicada por las normas que en aquellos artículos se fijan no resultare, a su juicio, conforme con el valor real
de los bienes y derechos objeto de la expropiación, por ser éste superior o inferior a aquélla. El Jurado Provincial
de Expropiación también podrá hacer aplicación de este artículo cuando considere que el precio obtenido con
sujeción a las reglas de los anteriores resulte notoriamente inferior o superior al valor real de los bienes,
haciendo uso de los criterios estimativos que juzgue más adecuados.
a) No será en ningún caso de aplicación a las expropiaciones de bienes inmuebles, para la fijación de cuyo
justiprecio se estará exclusivamente al sistema de valoración previsto en la ley que regule la valoración del
suelo.
b) Solo será de aplicación a las expropiaciones de bienes muebles cuando éstos no tengan criterio particular
de valoración señalado por leyes especiales.
3. En los supuestos previstos en el párrafo primero de este artículo comenzarán, desde luego, por evaluar los
bienes o derechos expropiados con arreglo a las normas de valoración que se señalan en esta Ley, pero al
mismo tiempo podrá proponer el propietario o la Administración, y decidir en definitiva el Jurado, las
rectificaciones que, a su juicio, deban ser introducidas, en alza o en baja, en el justiprecio, fundamentando, con
el mayor rigor y detalle, las modificaciones propuestas.
Artículo 47. [Abono al expropiado, además del justiprecio, del premio de afección]
En todos los casos de expropiación se abonará al expropiado, además del justo precio fijado en la forma
establecida en los artículos anteriores, un 5 por 100 como premio de afección.
2. El pago se verificará mediante talón nominativo al expropiado o por transferencia bancaria, en el caso en
que el expropiado haya manifestado su deseo de recibir el precio precisamente por este medio.
2. El expropiado tendrá derecho a que se le entregue, aunque exista litigio o recurso pendiente, la
indemnización hasta el límite en que exista conformidad entre aquél y la Administración, quedando en todo caso
subordinada dicha entrega provisional al resultado del litigio.
Artículo 51. [Ocupación del objeto o ejercicio del derecho expropiado. Exigencia de
consentimiento del titular]
Hecho efectivo el justo precio, o consignado en la forma prevista en el artículo anterior, podrá ocuparse la
finca por vía administrativa o hacer ejercicio del derecho expropiado, siempre que no se hubiera hecho ya en
virtud del procedimiento excepcional regulado en el artículo siguiente.
A los efectos de lo dispuesto en el artículo 91.2 de la Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio , del Poder Judicial, y
8.5 de la Ley 29/1998, de 13 de julio , de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, únicamente tendrán la
consideración de lugares cuyo acceso depende del consentimiento del titular, en relación con la ocupación de
los bienes inmuebles expropiados, además del domicilio de las personas físicas y jurídicas en los términos del
artículo 18.2 de la Constitución Española , los locales cerrados sin acceso al público.
Respecto de los demás inmuebles o partes de los mismos en los que no concurran las condiciones
expresadas en el párrafo anterior, la Administración expropiante podrá entrar y tomar posesión directamente de
ellos, una vez cumplidas las formalidades establecidas en esta Ley, recabando del Delegado del Gobierno, si
fuera preciso, el auxilio de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para proceder a su ocupación.
Artículo 52. [Declaración de urgente ocupación de los bienes afectados por la expropiación
forzosa. Consecuencias]
Excepcionalmente y mediante acuerdo del Consejo de Ministros, podrá declararse urgente la ocupación de los
bienes afectados por la expropiación a que dé lugar la realización de una obra o finalidad determinada. En el
expediente que se eleve al Consejo de Ministros deberá figurar, necesariamente, la oportuna retención de
crédito, con cargo al ejercicio en que se prevea la conclusión del expediente expropiatorio y la realización
efectiva del pago, por el importe a que ascendería el justiprecio calculado en virtud de las reglas previstas para
su determinación en esta Ley. Esta declaración podrá hacerse en cualquier momento e implicará las siguientes
consecuencias:
1ª Se entenderá cumplido el trámite de declaración de necesidad de la ocupación de los bienes que hayan de
ser expropiados, según el proyecto y replanteo aprobados y los reformados posteriormente, y dará derecho a su
ocupación inmediata.
2ª Se notificará a los interesados afectados, según los artículos 3 y 4 de esta Ley, el día y hora en que ha de
levantarse el acta previa a la ocupación. Esta notificación se llevará a efecto con una antelación mínima de ocho
días y mediante cédula. Caso de que no conste o no se conozca el domicilio del interesado o interesados, se
entregará la cédula al inquilino, colono u ocupante del bien de que se trate, sin perjuicio de dar cumplimiento a lo
dispuesto en el artículo 5 de esta Ley. Con la misma anticipación se publicarán edictos en los tablones oficiales,
y, en resumen, en el «Boletín Oficial del Estado» y en el de la provincia, en un periódico de la localidad y en dos
diarios de la capital de la provincia, si los hubiere.
4ª A la vista del acta previa a la ocupación y de los documentos que obren o se aporten en el expediente, y
dentro del plazo que se fije al efecto, la Administración formulará las hojas de depósito previo a la ocupación. El
depósito equivaldrá a la capitalización, al interés legal del líquido imponible declarado con dos años de
antelación, aumentado en un 20 por 100 en el caso de propiedades amillaradas. En la riqueza catastrada el
importe del depósito habrá de ser equivalente a la cantidad obtenida capitalizando al interés legal o líquido
imponible o la renta líquida, según se trate de fincas urbanas o rústicas, respectivamente. En los casos de que la
finca en cuestión no se expropie más que parcialmente, se prorrateará el valor señalado por esta misma regla.
Si el bien no tuviera asignada riqueza imponible, servirá de módulo la fijada o los bienes análogos del mismo
término municipal. La cantidad así fijada, que devengará a favor del titular expropiado el interés legal, será
consignada en la Caja de Depósitos. Al efectuar el pago del justiprecio se hará la liquidación definitiva de
intereses.
5ª La Administración fijará, igualmente las cifras de indemnización por el importe de los perjuicios derivados
de la rapidez de la ocupación, tales como mudanzas, cosechas pendientes y otras igualmente justificadas,
contra cuya determinación no cabrá recurso alguno, si bien caso de disconformidad del expropiado, el Jurado
Provincial reconsiderará la cuestión en el momento de la determinación del justiprecio.
7ª Efectuada la ocupación de las fincas se tramitará el expediente de expropiación en sus fases de justiprecio
y pago según la regulación general establecida en los artículos anteriores, debiendo darse preferencia a estos
expedientes para su rápida resolución.
8ª En todo caso, sobre el justiprecio acordado definitivamente para los bienes objeto de este artículo, se girará
la indemnización establecida en el artículo 56 de esta Ley, con la especialidad de que será fecha inicial para el
cómputo correspondiente la siguiente a aquella en que se hubiera producido la ocupación de que se trata.
Artículo 53. [Acta de ocupación y justificante de pago o consignación del justiprecio como
títulos ante el Registro de la Propiedad u otros]
El acta de ocupación, que se extenderá a continuación del pago, acompañada de los justificantes del mismo,
será título bastante para que en el Registro de la Propiedad y en los demás Registros públicos se inscriba o
tome razón de la transmisión de dominio y se verifique, en su caso, la cancelación de las cargas, gravámenes y
derechos reales de toda clase a que estuviere afectada la cosa expropiada.
El acta de ocupación, acompañada del justificante de la consignación del precio o del correspondiente
resguardo de depósito, surtirá iguales efectos.
b) Cuando la afectación al fin que justificó la expropiación o a otro declarado de utilidad pública o interés social
se prolongue durante diez años desde la terminación de la obra o el establecimiento del servicio.
3. Cuando de acuerdo con lo establecido en los apartados anteriores de este artículo proceda la reversión, el
plazo para que el dueño primitivo o sus causahabientes puedan solicitarla será el de tres meses, a contar desde
la fecha en que la Administración hubiera notificado el exceso de expropiación, la desafectación del bien o
derecho expropiados o su propósito de no ejecutar la obra o de no implantar el servicio.
En defecto de esta notificación, el derecho de reversión podrá ejercitarse por el expropiado y sus
causahabientes en los casos y con las condiciones siguientes:
a) Cuando se hubiera producido un exceso de expropiación o la desafectación del bien o derecho expropiados
y no hubieran transcurrido veinte años desde la toma de posesión de aquéllos.
b) Cuando hubieran transcurrido cinco años desde la toma de posesión del bien o derecho expropiados sin
iniciarse la ejecución de la obra o la implantación del servicio.
c) Cuando la ejecución de la obra o las actuaciones para el establecimiento del servicio estuvieran
suspendidas más de dos años por causas imputables a la Administración o al beneficiario de la expropiación sin
que se produjera por parte de éstos ningún acto expreso para su reanudación.
5. En las inscripciones en el Registro de la Propiedad del dominio y demás derechos reales sobre bienes
inmuebles adquiridos por expropiación forzosa se hará constar el derecho preferente de los reversionistas frente
a terceros posibles adquirentes para recuperar el bien o derecho expropiados de acuerdo con lo dispuesto en
este artículo y en el siguiente, sin cuya constancia registral el derecho de reversión no será oponible a los
terceros adquirentes que hayan inscrito los títulos de sus respectivos derechos conforme a lo previsto en la Ley
Hipotecaria.
Artículo 55. [Restitución del justiprecio como requisito previo a la reversión del bien o
derecho]
1. Es presupuesto del ejercicio del derecho de reversión la restitución de la indemnización expropiatoria
percibida por el expropiado, actualizada conforme a la evolución del índice de precios al consumo en el período
comprendido entre la fecha de iniciación del expediente de justiprecio y la de ejercicio del derecho de reversión.
La determinación de este importe se efectuará por la Administración en el mismo acuerdo que reconozca el
derecho de reversión.
2. Por excepción, si el bien o derecho expropiado hubiera experimentado cambios en su calificación jurídica
que condicionaran su valor o hubieran incorporado mejoras aprovechables por el titular de aquel derecho o
sufrido menoscabo de valor, se procederá a una nueva valoración del mismo, referida a la fecha de ejercicio del
derecho, fijada con arreglo a las normas contenidas en el Capítulo III del Título II de esta Ley.
3. La toma de posesión del bien o derecho revertido no podrá tener lugar sin el previo pago o consignación del
importe resultante conforme a los apartados anteriores. Dicho pago o consignación deberá tener lugar en el
plazo máximo de tres meses desde su determinación en vía administrativa, bajo pena de caducidad del derecho
de reversión y sin perjuicio de la interposición de recurso contencioso-administrativo. En este último caso, las
diferencias que pudieran resultar de la sentencia que se dicte deberán, asimismo, satisfacerse o reembolsarse,
según proceda, incrementadas con los intereses devengados al tipo de interés legal desde la fecha del primer
pago en el plazo de tres meses desde la notificación de la sentencia bajo pena de caducidad del derecho de
reversión en el primer supuesto.
Artículo 57. [Devengo de interés legal del justiprecio por demora en el procedimiento
expropiatorio. Cómputo del plazo]
La cantidad que se fije definitivamente como justo precio devengará el interés legal correspondiente a favor
del expropiado hasta que se proceda a su pago y desde el momento en que hayan transcurrido los seis meses a
que se refiere el artículo 48 .
Artículo 58. [Nueva valoración de los bienes o derechos objeto de expropiación por demora en
el procedimiento expropiatorio]
Si transcurrieran cuatro años sin que el pago de la cantidad fijada como justo precio se haga efectivo o se
consigne, habrá de procederse a evaluar de nuevo las cosas o derechos objeto de expropiación, con arreglo a
los preceptos contenidos en el Capítulo III del presente Título.
Una vez efectuado el pago o realizada la consignación, aunque haya trascurrido el plazo de cuatro años, no
procederá el derecho a la retasación.
Artículo 59. [Supuestos en que procede la expropiación por zonas o grupos de bienes]
Cuando la Administración tenga que expropiar grandes zonas territoriales o series de bienes susceptibles de
una consideración de conjunto, el Consejo de Ministros podrá acordar, mediante Decreto, la aplicación del
procedimiento expropiatorio especial regulado en este Capítulo.
Artículo 61. [Proyecto de clasificación de las zonas o clases de bienes a expropiar a efectos
de justiprecio]
A efectos del justiprecio, la Administración formulará un proyecto de clasificación de las zonas o clases de
bienes a expropiar en polígonos o grupos determinados, según la diferente naturaleza económica de los
mismos, asignando precios máximos y mínimos de valoración para cada uno de estos polígonos o grupos así
distinguidos con módulos de aplicación en su caso.
Artículo 62. [Trámite de información pública y publicación del proyecto de precios máximos y
mínimos de las zonas o clases de bienes a expropiar]
Sobre este proyecto de precios máximos y mínimos por polígonos o grupos debidamente razonados, se abrirá
información pública por el plazo de un mes, a cuyo efecto la Administración publicará edictos en el «Boletín
Oficial», de la provincia donde radican los bienes, y en extracto, en el «Boletín Oficial del Estado» y en dos
diarios de la capital de la misma provincia, si los hubiere, notificando igualmente este proyecto a los
Ayuntamientos y Entidades corporativas y sindicales con jurisdicción sobre las zonas e intereses afectados.
Artículo 64. [Acuerdo definitivo del proyecto de precios máximos y mínimos para zonas o
grupos de bienes]
Si no se presentan reclamaciones en el período de información pública, la Administración elevará el proyecto
de precios máximos y mínimos a acuerdo definitivo, que será firme a todos los efectos.
Artículo 66. [Reclamaciones sobre los precios máximos y mínimos para zonas o grupos de
bienes y hoja de aprecio definitivo por la Administración]
Las reclamaciones sobre los precios máximos y mínimos darán lugar a la formulación de una hoja de aprecio
definitivo por parte de la Administración, sobre los precios controvertidos, la cual, notificada al reclamante, podrá
rechazarse por él lisa y llanamente dentro de los diez días siguientes.
Artículo 67. [Fijación de precios máximos y mínimos para zonas o grupos de bienes por el
Jurado Provincial de Expropiación. Recurso]
Si el reclamante rechazara la hoja de aprecio de la Administración, se pasará el expediente al Jurado
Provincial de Expropiación, que fijará definitivamente los precios máximos y mínimos controvertidos. Contra este
acuerdo podrá reclamarse en vía contenciosa en los términos comunes del artículo 126 .
Artículo 68. [Precios máximos y mínimos firmes para zonas o grupos de bienes sobre los que
no haya reclamación]
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Ley de Expropiación Forzosa
Los precios máximos y mínimos del proyecto referentes a polígonos o grupos sobre los que no se hubiesen
suscitado discordias serán acordados como firmes por la Administración.
Artículo 69. [Valoración de las fincas o bienes comprendidos en zonas o grupos de bienes
conforme a los precios máximos y mínimos definitivamente fijados]
Fijados definitivamente los precios máximos y mínimos, con sus correspondientes módulos de aplicación,
serán preceptivos para la valoración de las fincas o bienes comprendidos en los polígonos o grupos respectivos.
Únicamente serán admisibles diferencias entre las partes en cuanto a su aplicación, que se llevará a cabo por el
mismo procedimiento establecido por los artículos 26 y siguientes de esta Ley.
Artículo 70. [Vigencia de los precios máximos y mínimos fijados para zonas o grupos de
bienes. Revisión]
Los precios máximos y mínimos conservarán su vigencia durante los cinco años siguientes a la fecha de su
acuerdo. En casos de extraordinaria alteración del valor de la moneda, el Consejo de Ministros, con audiencia
del Consejo de Estado, podrá acordar la revisión global o pormenorizada de los precios máximos y mínimos
antes del vencimiento de la fecha de caducidad establecida en el párrafo anterior.
1.º La declaración positiva de que un determinado bien o categoría de bienes deben sufrir determinadas
transformaciones o ser utilizados de manera específica.
2.º Que dicha declaración sea formulada por Ley o por Decreto acordado en Consejo de Ministros.
3.º Que la Ley contenga inequívocamente la intimación de expropiación forzosa frente al incumplimiento.
4.º Que para la realización de la específica función señalada se haya fijado un plazo y a su vencimiento
aquella función resultare total o sustancialmente incumplida por el propietario.
Artículo 73. [Plazo para el cumplimiento de la función social de la propiedad por el beneficiario
de la expropiación]
La expropiación forzosa a que se refiere este Capítulo impone al beneficiario la carga de cumplir la función
desatendida, causa de la expropiación, en un plazo que no podrá exceder del que se señaló al expropiado.
Únicamente cuando el beneficiario sea la Administración, y proceda incluir el cumplimiento de dicha función en
un plan de conjunto más extenso, podrá excederse el límite del referido plazo.
b) Cuando por virtud de la Ley puedan los particulares ser beneficiarios de la expropiación, la Administración
podrá expropiar la cosa directamente, por su justo precio, para adjudicarla posteriormente a tales particulares, o
bien sacarla a subasta pública, en cuyo caso la determinación del justo precio jugará a los solos efectos de
fijación del tipo de licitación.
A esta subasta se admitirá a cuantos, amparados en la determinación de la Ley, presten las garantías que la
Administración fije para la realización de la función desatendida sobre la cosa de que se trate, arbitrándose al
efecto un trámite previo al acto de subasta. Si de esta subasta resultara un precio de venta superior al fijado en
el expediente de expropiación, la diferencia quedará a beneficio del propietario expropiado.
c) Si la subasta fuese declarada desierta, se anunciará una segunda licitación rebajando el tipo de la primera
en un 25 por 100, y procediendo a la apertura de un nuevo período de admisión de licitadores.
d) De quedar desierta la segunda subasta, la Administración podrá optar por adquirir la cosa en el tipo que en
la misma hubiera servido de base de licitación asumiendo la carga correspondiente, o dejarla en estado público
de venta. El derecho a la adquisición de la cosa se determinará por la prioridad de solicitud en los
correspondientes registros oficiales.
e) El expediente de expropiación caducará a los seis meses de declarada desierta la segunda subasta en el
caso de que la Administración no hubiera optado por adquirir la cosa.
Artículo 77. [Adopción de medidas para que no se alteren las condiciones características del
bien de valor artístico, histórico y arqueológico objeto de expropiación]
Acordada la expropiación, el Gobernador civil de la provincia podrá adoptar cuantas medidas sean necesarias
para que no se alteren las condiciones características de la cosa o bien afectado.
Artículo 78. [Tasación pericial para la determinación del justiprecio del bien de valor artístico,
histórico y arqueológico objeto de expropiación]
El justo precio de los bienes se determinará mediante tasación pericial por una Comisión compuesta por tres
académicos, designados, uno por la Mesa del Instituto de España, otro por el Ministerio de Educación Nacional y
el tercero por el propietario del bien afectado. La designación podrá recaer en académicos de las Academias de
distrito, presidiendo el primero de los indicados y decidiendo los empates con voto de calidad.
Artículo 79. [Acuerdo motivado del justiprecio por la Comisión para la tasación pericial del
bien del valor artístico, histórico y arqueológico]
La Comisión prevista en el artículo anterior se reunirá en el plazo de un mes, a contar desde la fecha de la
Orden Ministerial por la que se acuerde la apropiación. En el mes siguiente deberá formular, con informe
motivado, el justo precio que haya de abonarse, que tendrá carácter ejecutorio para la Administración y para el
expropiado. El justo precio en ningún caso será inferior al que resulte de aplicar las disposiciones del Título II de
la presente Ley.
Artículo 80. [Determinación del justo precio a efectos del premio para los descubridores de
objetos de interés para el Patrimonio histórico, artístico y arqueológico de la Nación]
La determinación del justo precio a los efectos del premio que la legislación concede a los descubridores de
objetos de interés para el Patrimonio histórico, artístico y arqueológico de la Nación, se llevará a efecto conforme
a lo dispuesto en los anteriores artículos, manteniéndose los porcentajes de participación que se reconocen en
la legislación del ramo.
Artículo 81. [Derechos de tanteo y retracto del Estado sobre bienes de valor artístico, histórico
y arqueológico]
1. En los casos de expropiación, venta pública, subasta o liquidación de los bienes a que se refiere el
presente Capítulo, el Estado podrá ejercer, para sí o para otra persona pública, el derecho de tanteo,
obligándose al pago del precio en un período no superior a dos ejercicios económicos, salvo que el particular
interesado acepte otras formas de pago.
2. Igualmente el Estado podrá ejercer, para sí o para otra persona pública, el derecho de retracto en un plazo
de seis meses, a partir de la fecha en que tenga conocimiento fehaciente de la transmisión, en las condiciones
de pago señaladas en el párrafo anterior.
Artículo 85. [Disposiciones aplicables a la expropiación por Entidades locales o por razón de
urbanismo]
Las expropiaciones que se lleven a cabo por razón de urbanismo y las que en cualquier caso realicen las
Entidades locales, se ajustarán a lo expresamente dispuesto en la Ley de Régimen Local y demás aplicables, y
en lo no previsto en ellas, al contenido de la presente, con las modificaciones siguientes:
1ª Para la determinación del justo precio se seguirán las reglas y el procedimiento establecidos en el Capítulo
III del Título II de esta Ley.
2ª En el Jurado Provincial de Expropiación, el funcionario técnico a que se refiere el apartado b) del artículo 32
será designado por la Corporación local interesada.
3ª Las facultades atribuidas en esta Ley a la Administración o autoridades gubernativas que en ella se
mencionan, corresponderán íntegramente, en los asuntos de las Corporaciones locales, a éstas o a los
Organismos especiales que en los mismos intervienen y sin limitación de la autonomía que se les concede en
Los preceptos del presente Capítulo serán de aplicación en los casos de expropiación de instalaciones
industriales, siempre que concurran las circunstancias que en este artículo se requieren.
Artículo 88. [Derechos de los vecinos afectados por la expropiación que dé lugar a su
traslado]
Los vecinos de la Entidad local tendrán derecho a una indemnización por los perjuicios que les ocasione el
traslado y a ser instalados en una porción de terreno de características similares al territorio de la Entidad
afectada.
Artículo 89. [Perjuicios indemnizables a los afectados por la expropiación que dé lugar a su
traslado]
A los efectos del artículo anterior, se estimarán como perjuicios indemnizables los definidos en los conceptos
siguientes:
B) Reducción del patrimonio familiar, referida a las bajas en la producción agropecuaria por mermas de la
superficie personalmente aprovechada en los aspectos de propiedad, arrendamiento y derecho de disfrute de
terrenos comunales por razón de vecindad.
Artículo 91. [Plazo de los afectados por la expropiación que dé lugar a su traslado para solitar
la inemnización]
Fijados los tipos de indemnización, se anunciará por el Gobernador civil o autoridad competente en cada
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Ley de Expropiación Forzosa
caso, y en la forma prevista en el artículo 18 , que los interesados, en un plazo de quince días, podrán solicitar la
indemnización a que crean tener derecho, precisando las circunstancias de hecho en que se fundan.
Artículo 93. [Pago de la imdemnización a los afectados por la expropiación que dé lugar a su
traslado]
El pago de la indemnización se llevará a cabo con arreglo a las normas generales establecidas en esta Ley.
Artículo 94. [Solicitud por los afectados de la expropiación que dé lugar a su traslado para su
instalación en un nuevo territorio de la entidad]
Los vecinos podrán solicitar su instalación en el nuevo territorio de la entidad, al presentar la solicitud de
indemnización a que se refiere el artículo 91 . A tal efecto, al publicarse el anuncio previsto en el mismo artículo
se expresará la necesidad de que dentro del plazo en él fijado, se presenten las solicitudes de los interesados
acerca de tal extremo.
Artículo 95. [Relación detallada de vecinos afectados por la expropiación que dé lugar a su
traslado. Corrección de errores y elevación al Consejo de Ministros para la adquisición de
fincas adecuadas para su establecimiento]
Transcurrido el plazo a que se alude en el artículo anterior, se formará una relación de vecinos con
descripción detallada de las viviendas que ocupaban y de las fincas que personal y directamente explotaban, la
cual se expondrá al público por un plazo de quince días, a fin de que puedan rectificarse errores materiales.
Hechas las rectificaciones a que en su caso hubiere lugar, se elevará la relación al Consejo de Ministros, para
que, a través del Instituto Nacional de Colonización, se proceda a la adquisición de fincas adecuadas para el
establecimiento de los vecinos que así lo hayan solicitado y para la elección de la nueva entidad local que venga
a sustituir a la desaparecida como consecuencia de las obras determinantes del traslado de la población.
Artículo 96. [Instalación por el Instituto Nacional de Colonización de los vecinos afectados por
la expropiación que dió lugar a su traslado. Nueva Entidad local]
1. Por el Instituto Nacional de Colonización se procederá a instalar a los vecinos en el nuevo territorio de la
Entidad, proporcionándose a cada uno de ellos en arrendamiento o en propiedad, una vivienda o local de
negocio de características similares a la que ocupaban en la zona expropiada. Se les adjudicará también una
finca o fincas de características análogas a las que como propietarios o a título distinto vinieren cultivando
directa y personalmente, pudiendo adquirir su propiedad con arreglo a lo dispuesto en la legislación especial de
colonización.
2. Respecto a la nueva entidad local, la adjudicación de los bienes que hayan de constituir su patrimonio se
verificará conforme a lo establecido en la legislación especial de colonización, destinándose a tal objeto las
cantidades que deba percibir en concepto de indemnización por las expropiaciones la Corporación local
desaparecida como consecuencia de las obras determinantes del traslado de población.
CAPITULO VIII. De la expropiación por razones de defensa nacional y seguridad del Estado
En estas expropiaciones, el funcionario técnico comprendido en el apartado b) del artículo 32 será sustituido
en el Jurado Provincial de Expropiación por un técnico militar del Departamento respectivo, que formará parte de
aquél como Vocal siempre que al ser remitido el expediente en cumplimiento del artículo 31 , se comunique al
mismo tiempo por el Gobierno Militar de la provincia el nombramiento correspondiente.
párrafo sólo se podrán exigir en el territorio y en el período de tiempo que previamente se señale.
3. También se podrá acordar por Decreto, la requisa, en vía de ensayo, de todos los medios útiles de
locomoción y transporte, tanto de índole animal como mecánica.
Artículo 105. [Derecho a indemnización por requisa militar. Plazo para el pago y devengo de
intereses. Supuestos que no dan derecho a indemnización]
1. Toda prestación por requisa da derecho a una indemnización por el importe del servicio prestado, del valor
objetivo de lo requisado, o de los daños y desperfectos que por su causa se produzcan.
2. Las cantidades que hayan de abonarse por este concepto y cuyo pago no se haya verificado en un plazo
de tres meses, a partir de la fecha en que se efectuó la requisa, devengarán el interés legal.
3. No será indemnizable la prestación de alojamiento, tanto en casas particulares como en edificios públicos,
de las fuerzas de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire y demás personas afectas a los mismos.
2. La Comisión Central de Valoraciones de Requisas Militares, que se nombrará por Decreto, estará
compuesta por representantes de los Ministerios militares y de los civiles y demás Organismos más
directamente relacionados con las requisas, formando parte de ella un General y un Jefe de los Cuerpos de
Intendencia e Intervención de cada uno de los Ejércitos de Mar, Tierra y Aire, y un Auditor. Será misión de esta
Comisión el establecer tarifas uniformes para las prestaciones que lo requieran, redactar las bases de valoración
para que sirvan de norma a las Comisiones provinciales, examinar y aprovechar las tarifas que éstas les
señalen, así como fijar a las mismas los precios que son objeto de consultas.
3. Las Comisiones provinciales estarán compuestas por cinco Diputados provinciales designados por el
Presidente de la respectiva Diputación provincial, y un Jefe de Intendencia y otro de Intervención de cualquiera
de los Ejércitos, y será presidida por quien designe la autoridad militar. Estas Comisiones señalarán los precios
a las prestaciones para las que no exista tarifa general, elevándolas a la aprobación de la Central, señalando
también con posterioridad las indemnizaciones de requisas que no figuren en tarifa alguna.
1. Con objeto de llevar a cabo estudios o practicar operaciones facultativas de corta duración, para recoger
datos para la formación del proyecto o para el replanteo de una obra.
3. Para la extracción de materiales de toda clase necesarios para la ejecución de dichas obras, que se hallen
diseminados por la propiedad, o hayan de ser objeto de una explotación formalmente organizada.
4. Cuando por causa de interés social, y dándose los requisitos señalados en el artículo 72 , la Administración
estime conveniente, no haciéndolo por sí el propietario, la realización por su cuenta de los trabajos necesarios
para que la propiedad cumpla con las exigencias sociales de que se trate.
Artículo 110. [Permiso del propietario para la ocupación temporal para efectuar estudios o
practicar operaciones facultativas de corta duración, para formación del proyecto o para el
replanteo de una obra]
1. En el caso primero del artículo 108, el funcionario público encargado de llevar a cabo los estudios o el
particular debidamente autorizado al efecto, deberán ir provistos de los documentos que acrediten la misión
confiada, expedidos por la autoridad delegada del Gobierno en el lugar, a fin de que se les preste toda clase de
auxilio, y muy especialmente el de procurar el permiso de los respectivos propietarios para que la Comisión de
estudios pase por sus fincas. Los perjuicios que con las operaciones pudieran causarse en ellas serán abonados
en el acto, previa tasación por peritos designados por el propietario y el facultativo encargado de las
operaciones, y, caso de no llegar a una avenencia, por el Alcalde o persona en quien éste hubiere delegado sus
facultades.
Artículo 112. [Convenio con el propietario sobre el importe de la indemnización por ocupación
temporal]
1. Para las ocupaciones a que se refiere el artículo anterior, y siempre que fuere posible evaluar de antemano
la indemnización, se intentará por la Administración, antes de la ocupación, un convenio con el propietario
acerca del importe de la misma. A tales efectos, se hará por el representante de la Administración, o por el
autorizado para la ocupación, la oferta de la cantidad que se considere ajustada al caso, concediéndose al
interesado el plazo de diez días para que conteste lisa y llanamente si acepta o rehúsa la expresada oferta.
Artículo 116. [Ocupación temporal para extracción o recogida de materiales. Requisitos para
el abono del valor de los materiales recogidos]
1. En los casos comprendidos en el número 3 del artículo 108 , el valor de los materiales recogidos en una
finca o arrancados de canteras existentes en la misma, sólo se abonará cuando aquéllos estuvieren recogidos y
apilados por el propietario, antes de la notificación de su necesidad para la Administración, o cuando las
canteras se encontrasen abiertas y en explotación con anterioridad a la misma fecha, acreditándose en uno y
otro caso la necesidad de los materiales y los productos para su uso.
Fuera de este supuesto, para que proceda el abono del valor de los materiales que se extraigan de una finca
deberá acreditar el propietario:
Segundo. Que ha satisfecho la contribución correspondiente a la industria que por razón de dicha explotación
ejerza en el trimestre anterior a aquel en que fue declarada la necesidad de la ocupación.
2. No bastará, por tanto, para declarar procedente el abono de los materiales el que en algún tiempo se haya
podido utilizar alguno con permiso del propietario o mediante una retribución cualquiera.
3. Tampoco se tendrán en cuenta las reclamaciones por indemnización de beneficios que se presuman como
efecto de arriendos para establecer determinadas industrias, si no estuvieran establecidos en las condiciones
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Ley de Expropiación Forzosa
expresadas.
2. Si las obras realizadas por la Administración determinasen en el futuro un aumento de los rendimientos
económicos de la propiedad ocupada, la Administración ocupante tendrá derecho al reembolso de la
capitalización de dicho aumento, que estará garantizado mediante una hipoteca legal sobre la finca.
2. Desaparecida la causa de la intervención, los titulares de la empresa podrán solicitar que cese la ocupación
de la misma; pero si no encontrasen conveniente la continuación del negocio, lo manifestarán así a la
Administración, que podrá decretar, si ello fuese oportuno, su expropiación, de acuerdo con los preceptos de
esta Ley.
Artículo 123. [Reclamación por daños causados por servicio público concedido. Sujeto
responsable]
Cuando se trate de servicios concedidos, la reclamación se dirigirá a la Administración que otorgó la
concesión, en la forma prevista en el párrafo segundo del artículo 122 , la cual resolverá, tanto sobre la
procedencia de la indemnización como sobre quién debe pagarla, de acuerdo con el párrafo segundo del
artículo 121 . Esta resolución dejará abierta la vía contencioso-administrativa, que podrá utilizar el particular o el
concesionario, en su caso.
Artículo 125. [Interdictos de retener y recobrar frente a la expropiación por vía de hecho]
Siempre que sin haberse cumplido los requisitos sustanciales de declaración de utilidad pública o interés
social, necesidad de ocupación y previo pago o depósito, según proceda, en los términos establecidos en esta
Ley, la Administración ocupare o intentase ocupar la cosa objeto de la expropiación, el interesado podrá utilizar,
aparte de los demás medios legales procedentes, los interdictos de retener y recobrar, para que los Jueces le
amparen y, en su caso, le reintegren en su posesión amenazada o perdida.
2. Asimismo ambas partes podrán interponer recurso contencioso-administrativo contra los acuerdos que
sobre el justo precio se adopten. En este caso el recurso deberá fundarse en lesión cuando la cantidad fijada
como justo precio sea inferior o superior en más de una sexta parte al que en tal concepto se haya alegado por
el recurrente o en trámite oportuno.
3. En todo caso el recurso podrá fundarse en vicio sustancial de forma o en la violación u omisión de los
preceptos establecidas en la presente Ley.
DISPOSICIÓN ADICIONAL
En caso de nulidad del expediente expropiatorio, independientemente de la causa última que haya motivado
dicha nulidad, el derecho del expropiado a ser indemnizado estará justificado siempre que éste acredite haber
sufrido por dicha causa un daño efectivo e indemnizable en la forma y condiciones del artículo 139 de la Ley
30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común.
DISPOSICIONES FINALES