Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Disertación

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 2

¿Puede enseñar algo un hombre que afirma no saber nada?

Mar Fernández Calvo

La célebre frase “solo sé que no se nada” aparece en los diálogos platónicos de la Apología
de Sócrates, donde se cuenta la defensa de Sócrates ante las acusaciones sobre la corrupción
de los jóvenes, a quienes éste incitaba a que se cuestionasen el mundo. La pregunta planteada
apela al pensamiento filosófico y nos remite a las bases de la sabiduría y de la enseñanza;
podríamos reformularla dividiéndola del siguiente modo: ¿Puede haber sabiduría en la
ignorancia? Si es así, ¿puede enseñarse? En esta disertación defenderemos una respuesta
afirmativa apelando al papel de la reflexión como valor fundamental del ideal del sabio y al
valor pedagógico del método socrático.

Antes de tratar de responder estas preguntas debemos establecer un análisis de términos,


concretando qué es saber y qué es enseñar. En lo que respecta a la sabiduría, podemos
guiarnos por la distinción platónica entre doxa y episteme. La episteme es el conocimiento
verdadero, justificado, mientras que la doxa es la mera opinión. Como se refleja en el mito de
la caverna, la doxa está formada por la eikasia y pistis, es decir, el conocimiento sensible y
las creencias razonables y la episteme la constituyen la dianoia y noesis, que se
materializarían en los entes matemáticos y las ideas, especialmente la idea de Bien, y reflejan
el pensamiento discursivo y el pensamiento dialéctico. Para Platón la sabiduría está
totalmente ligada a la enseñanza, pues el que logra salir de la caverna y descubrir la verdad,
tiene la obligación moral de volver para mostrarles el camino a los demás.

Al hablar de qué es enseñar me parece importante mencionar el papel de la autoconciencia


que trata Hegel en la Fenomenología del espíritu, entendiendo ésta como la reflexión sobre el
mundo sensible percibido, poniendo el foco en la adquisición de conocimiento que
experimentamos al darnos cuenta de que nuestra percepción era errónea. Extrapolándolo a las
ideas y creencias de cada individuo, el ideal del maestro podría ser aquél que te hace ver que
estabas errado y te ayuda a encontrar una nueva perspectiva. Esta manera de concebir la
enseñanza es muy socrática, pues se basa en proponer interrogantes que rompen las
concepciones mentales del otro, no en la inculcación de dogmas y meros datos. La otra forma
de entender la educación tiene más que ver con el ideal sofista del sabio y maestro, que es
aquel que conoce las verdades del cosmos y, mediante la retórica, las transmite a sus
discípulos desde el discurso hegemónico. Quizás en esta última vía podríamos añadir la
concepción del mundo ligada al positivismo lógico, que entiende que las únicas verdades que
constituyen conocimiento son aquellas que pueden verificarse empíricamente,
independientemente del discurso del que vayan acompañadas o las reflexiones que sostenga.

¿Qué es no saber nada? ¿Existe realmente la posibilidad de carecer de sabiduría? Si una


persona llega a afirmar que no sabe nada, hay un sujeto lingüístico en esa frase que implica la
existencia de un yo pensante. Acaba uno cayendo en la res cogitans cartesiana; para llegar a
la conclusión de que no sabes nada debes pensar y ser consciente de ello, y si piensas,
entonces existes. La única sentencia válida en el supuesto de que pensases que no sabes nada
sería “no sé nada más que el hecho de que existo y que no creo saber nada más que eso”.
Además necesitas saber que hay un conocimiento o saber ajeno del que careces para pensar
que no sabes nada. En conclusión, no es posible no saber nada en tanto que, en primera
instancia, sabes pronunciar dicha afirmación y reflexionar sobre el significado de tus
palabras.

Aún así, hay que destacar que no todo lo que se sabe se puede enseñar, pues hay
conocimientos que no se logran transmitir. Véase la famosa frase de San Agustín de Hipona
en las Confesiones: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero
explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé”. Pongamos el ejemplo de un carpintero, cuyo
conocimiento está en sus manos: reconoce la madera al tacto, distingue las betas, las mejores
zonas para el corte, maneja las herramientas, etc. Si le piden que enseñe a alguien todo lo que
sabe le va a ser imposible transmitir cómo reconoce mediante el tacto las sutiles diferencias
que presenta la madera y es capaz de entenderlas como si sus manos y la madera hablasen el
mismo idioma; como mucho podrá enseñar la teoría sobre los distintos tipos de maderas,
betas y cortes, pero no sus matices, pues estos son sólo perceptibles mediante la experiencia
individual.

Esta pregunta nos conduce a un falso debate, ya que todo depende de si la acción de enseñar
se define como lo que deviene en reflexión o, por otro lado, en la transmisión de dogmas o
datos empíricos. Lo coherente con lo defendido en esta disertación es atender a la primera
definición del verbo, pues si siguiéramos la vía de la segunda definición es evidente que si
careces de saber no tienes saber alguno que transmitir, y aunque lo tuvieses hay saberes que
no son posibles de comunicar. Sin embargo, éste no es el caso de Sócrates, que sin apropiarse
de ningún saber es capaz de provocar saber en los otros, invitándolos a la reflexión mediante
el uso de la oratoria. Por tanto, se concluye que sí, una persona que afirma no saber nada
puede ser un verdadero maestro.

También podría gustarte