Promesas
Promesas
Promesas
Sal 56:3
En el dÌa que temo, Yo en ti confÌo.
Heb 6:18-20
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para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un
fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros.
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La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, 20donde
Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec.
I. Definiciones
Eperanza del mundo=>pensamientos ilusorios y en ocasiones lo que usted espera se cumplirá,
pero en otras ocasiones, no será así.
Esperanza en cristo=> se basa en la Biblia, la palabra inmutable de Dios.
Cuando confía pacientemente en lo que Dios dice, tendrá la esperanza necesaria y la completa
certeza que necesite.
La fuente de nuestra esperanza:
Ro15:4
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que
por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”.
A. ¿Qué es la esperanza?
La Biblia dice que cuando nuestra esperanza está anclada en Dios, él nos enseñará su verdad y
nos guiará por el camino que debemos andar.
Heb 6:19
19
La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo,
El enfoque de nuestra esperanza cristiana siempre se basa en las promesas firmes de Dios.
Dios nos promete darnos su paz:
Ro 5:3–5
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación
produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue
dado”.
B. ¿Qué es desesperanza?
Una tormenta furiosa los sorprendió de tal manera que todos a bordo perdieron la esperanza de
salvarse. Todos creyeron que morirían. Todos sintieron la desesperanza.
Hch 27:20
“Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña,
ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos”.
• La desesperanza es la total desesperación porque no se cumple una expectativa de
bienestar o éxito. La Biblia habla de aquellos que tienen la esperanza que se desvanece:
Job 8:13
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“Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios; y la esperanza del impío perecerá”.
• El pensamiento sin esperanza puede provocar deseos de morir.
Pregunta: “¿Cómo puedo estar seguro de que la “esperanza cristiana” está garantizada por
Dios y que él cumplirá sus promesas?”
Respuesta: La esperanza cristiana puede sonar como algo imposible de creer o irreal, o
demasiado buena para ser verdad.
Por ejemplo, ¿por qué alguien podría creer en la promesa de Dios en cuanto a la resurrección
física y permanente de los muertos, especialmente en la actualidad cuando no hemos visto gente
que haya resucitado físicamente?
No obstante, podemos tener absoluta confianza en esa esperanza por el carácter de Dios.
Cuando usted somete su vida al Señor, él le promete un futuro lleno de su paz. Él promete que
vivirá para siempre en su presencia, ¡y él no miente! La Biblia nos asegura que:
Heb 6:18 “es imposible que Dios mienta”
—Nuestra esperanza para el sostén físico de nuestra vida reside en creer en los beneficios de la
comida (porque aceptamos el hecho de que es necesario comer para subsistir).
Nuestra fe se ejercita cuando ingerimos alimentos para nuestra subsistencia.
—Nuestra esperanza para sostener nuestra vida espiritual reside en Jesús (cuando aceptamos el
hecho de que él es lo que necesitamos para tener vida eterna).
Nuestra fe en su capacidad para darnos vida eterna se evidencia cuando recibimos al Señor en
nuestra vida.
—Nuestra esperanza para seguir con vida es la seguridad confiada en los beneficios de la
comida; sin embargo, si no tenemos esperanza en los méritos de la comida, no vamos a comer.
Por fe, comemos para seguir con vida, pero si no lo hacemos moriremos antes de tiempo.
—Nuestra esperanza de la vida eterna se encuentra en Jesús, pero si rechazamos la esperanza
en él, moriremos y pasaremos toda la eternidad separados de él.
Cuando colocamos nuestra fe en Cristo, ése es el medio por el cual podemos ejercer nuestra
esperanza en él y recibir todos los beneficios de tenerlo, incluyendo vivir en el cielo con él por toda la
eternidad.
Cristo nos ha colocado en su plan perfecto, primeramente para salvarnos y luego para
conformarnos a su imagen. Es necesario tener la seguridad de la esperanza antes de poder actuar
con fe. Luego, podemos actuar con fe gracias a su esperanza. La Biblia dice que nuestra esperanza
es el catalizador que produce la fe.
“Habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa
de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra
verdadera del evangelio”.
(Colosenses 1:4–5)
Similitudes entre la fe y la esperanza
La fe y la esperanza son parte integral de la salvación.
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo
que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:24)
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”.
(Efesios 2:8)
La fe y la esperanza son virtudes cristianas.
“Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de
amor, y con la esperanza de salvación como yelmo”. (1 Tesalonicenses 5:8)
La fe y la esperanza están en el ámbito de lo que no se ve.
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo
que alguno ve, ¿a qué esperarlo?” (Romanos 8:24)
“Porque por fe andamos, no por vista”. (2 Corintios 5:7)
La fe y la esperanza demandan confianza.
“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza
por el poder del Espíritu Santo”. (Romanos 15:13)
“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
(Romanos 4:5)
La fe y la esperanza agradan al Señor.
“Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia”. (Salmos
147:11)
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios”. (Hebreos 11:6).
El ancla del alma y la cadena de la fe se pueden ver como uno solo concepto. En el mundo de la
navegación, la cuerda está unida fuertemente al barco y al ancla, de tal manera que se les puede
considerar “una” sola. Éste es el mismo caso entre la relación del creyente con Jesucristo, quien es
nuestra esperanza, nuestra ancla. Hemos llegado a ser uno con él de tal manera, que nuestra fe y
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nuestra esperanza están tan íntimamente ligadas como una cuerda, son como dos lazos separados
pero que trabajan juntos, asiéndonos al Señor. La Biblia dice:
“Para que vuestra fe y esperanza sean en Dios”.
(1 Pedro 1:21)
II. Síntomas de poner la esperanza en el lugar equivocado
Existen anclas de todos tamaños, formas y pesos y se utilizan para estabilizar una variedad de
objetos en el agua. Cuando se usa de manera adecuada, un ancla relativamente pequeña puede
afianzar sin dificultad un barco enorme. Por ejemplo, un ancla de 22 kgs. puede estabilizar un barco
de hasta 2 mil kgs. Por lo tanto, se debe elegir un ancla con base en el tamaño y peso de la
embarcación al mismo tiempo que se considera el pronóstico del tiempo y la profundidad del mar.
Por lo general, los barcos zarpan llevando a bordo diferentes tipos de anclas. Aunque la terminología
cambia de lugar a lugar y de persona a persona, algunos se han referido a tres tipos de anclas:
ancla temporal, ancla de trabajo y ancla de tormenta.
• El ancla temporal se lanza al agua de una bahía cuando la embarcación se detiene por un
corto período de tiempo.
• El ancla de trabajo es el ancla principal del barco.
• El ancla de tormenta (de la proa y popa) se utiliza cuando el barco se encuentra en medio
de una tormenta peligrosa.
Todos necesitamos anclas en nuestra vida porque en diferentes épocas tendremos que atravesar
por tormentas, o porque nos encontraremos en medio de una. Cuando nuestra vida está anclada en
Cristo, no nos podrá destruir ni la más feroz de las tormentas. El Señor nos guardará hasta que haya
pasado la tempestad.
“Como pasa el torbellino, así el malo no permanece; Mas el justo permanece para siempre”.
(Proverbios 10:25)
A. Sentimientos internos de desesperanza
¿Alguna vez se ha sentido desesperanzado porque no encuentra un lugar seguro dónde
refugiarse? Un ancla tiene el propósito de asegurar una nave para evitar que naufrague y choque
contra otras naves en el puerto o para que no se hunda en medio del mar turbulento.
En algún momento de nuestra vida, todos hemos sentido que nos hundimos cuando nos salimos
del rumbo en medio de un naufragio. Luego nos encontramos en medio de problemas y nos
sentimos emocionalmente abrumados. Si nuestra vida no está anclada a las promesas de Cristo, un
evento catastrófico de esa magnitud podría hundirnos en el mar de la desesperanza. Nuestro
compromiso debería ser:
“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que
prometió”.
(Hebreos 10:23)
¿Se siente…
• decepcionado? Porque lo traicionó alguien en quien
confiaba
Ahogado en la desesperación
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Dios llamó a un hombre llamado Jonás para que llevara un mensaje transformador de esperanza
a una nación enemiga. Pero en vez de hacerlo, Jonás se rehusó, se rebeló y se embarcó en una
nave que lo llevaría exactamente al lado opuesto de la obediencia a Dios. Sin embargo, su rebeldía
atrajo el castigo de Dios sobre el barco en que viajaba. Muy pronto los marineros lo echaron por la
borda. Fue entonces que Jonás describió su situación de vida o muerte y la intervención salvífica de
Dios.
“Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza.
Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú
sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mí”.
(Jonás 2:5–6)
Jonás obedeció por un tiempo, pero su corazón estaba lleno de descontento contra sus enemigos,
aunque toda la ciudad se arrepintió. Más tarde declaró dominado por la auto-conmiseración: “Mucho
me enojo, hasta la muerte” (Jonás 4:9).
D. La espiral ascendente de la esperanza
A diferencia de la persona sin ancla firme, cuando usted cuenta con una vida anclada nunca se
hundirá en la desesperación. Una vida anclada no está a merced del azar o de las circunstancias de
la vida. Cuando lleguen los torbellinos y tormentas amenazadoras no le inundarán de pánico porque
está cimentado en Aquel que domina las tormentas y los océanos.
Cuando Cristo es el ancla del alma, en vez de hundirnos en la desesperación, estamos seguros
en su esperanza. Imagine que puede experimentar en el lapso de unos cuantos minutos los dos
extremos de estas emociones: desesperación y esperanza. Imagine a los apóstoles de Jesús
agitados en el barco en medio de la tormenta y temiendo por sus vidas. ¿Cómo era posible que él
durmiera? Se preguntaban. Llenos de ansiedad lo despertaron con estas palabras: “¿no tienes
cuidado que perecemos?”
“Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo
grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces
temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le
obedecen?’ ”
(Marcos 4:39–41)
¿Está usted anclado en la esperanza?
Los discípulos de Jesús experimentaron que él es un albergue seguro. Si confiaban en él, tenían
esperanza.
Cuando usted tiene a Cristo, también tiene…
• Contentamiento Es paciente por la esperanza que Dios
ha puesto en usted
—Jesús es nuestra ancla. El ancla hongo se usa para embarcaciones pequeñas de la misma
manera que Jesús nos asegura que estará con nosotros cuando atravesamos por problemas
“menores” y pequeños de la vida diaria. Él nos ayuda a estar firmes ante la gente que murmura, se
queja, miente, es perezosa, que finge, superficial, que molesta y que se mete en todo. Jesús es
nuestra ancla cuando nos frustramos por causa de nuestros amigos, cuando tenemos problemas
con nuestras mascotas, cuando tenemos preocupaciones en el trabajo, y así sucesivamente.
Ejemplo bíblico: Algunos de los discípulos de Jesús que eran pescadores de ocupación
experimentaron cierta frustración porque habían trabajado toda la noche y no pescaron nada. Jesús
sabía esto y dijo: “Bogad mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le
dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra
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echaré la red” (Lucas 5:4–5). Entonces Jesús bendijo su obediencia y llenó sus redes con más
peces de lo que las redes podían contener.
—Jesús mismo es nuestra ancla personal en las pruebas diarias de la vida.
“Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron
señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y
llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían”. (Lucas 5:6–7)
2. El ancla tipo aleta (por ejemplo, el ancla “Danforth”)
• Es ligera, pero con fuerza suficiente como para detener la embarcación.
• Se entierra en el fondo del mar y funciona mejor en fondo arenoso, lodoso o de barro.
—Jesús es nuestra ancla. Del mismo modo que el ancla de aleta, Jesús nos estabiliza con su
fuerza poderosa dándonos una sensación de paz. Él es fuerte y firme y su sola presencia nos calma
haciéndonos sentir “ligeros” en medio de las circunstancias más difíciles como la muerte de un ser
querido o un diagnóstico devastador. Jesús usa y nos da su poder y paz cuando luchamos dentro de
nosotros y cuestionamos nuestras decisiones, cuando tenemos desafíos y cambios inesperados, o
cuando dudamos quiénes somos y quién es él.
Ejemplo bíblico: Jesús envió a sus discípulos delante de él en una embarcación al otro lado del
lago para que él pudiera estar a solas para orar. A media noche, Jesús caminó hacia ellos sobre el
agua. Pedro estaba asombrado, pero quería ir hasta Jesús en el agua. El Señor le dijo: “Ven”, y él
saltó al agua y comenzó a caminar, pero su fe en lo conocido se vio debilitada por el temor a lo
desconocido. Al quitar su mirada de Jesús, Pedro se llenó de temor, comenzó a hundirse y clamó.
Entonces el Señor Jesús lo rescató.
—Jesús es nuestra ancla personal. Cuando la duda comienza a embargarnos y falla nuestra fe,
vemos la vida desde nuestra perspectiva limitada y finita en vez de verla desde la del Señor, la cual
es divina, ilimitada e infinita.
“Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y
él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver
el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al
momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento”. (Mateo 14:28–32)
3. El ancla tipo arado
• Por lo general es un ancla grande y pesada que puede girar.
• Es muy efectiva en las rocas, algas, hierbas, arena y lodo (pero no para la maleza muy
dura)
—Jesús es nuestra ancla. Al igual que el ancla tipo arado, Jesús nos afianza cuando a nuestro
alrededor sólo vemos problemas. Él tiene capacidad de maniobrar para estabilizarnos en medio de
una gran variedad de situaciones como cuando tomamos malas decisiones, o tenemos problemas
económicos, o nuestros seres amados andan descarriados o sufrimos pérdidas dolorosas. Jesús
nunca nos falla y siempre es nuestra ancla aun cuando nuestros problemas sean complejos y no
tenga sentido lo que vemos y experimentamos.
Ejemplo bíblico: Inmediatamente después de que Jesús alimentara milagrosamente a 5,000
hombres (sin contar a las mujeres y los niños), se apartó para estar a solas y orar, al mismo tiempo
que envió a sus discípulos en una embarcación a Betsaida, aunque él sabía que ellos no habían
entendido el significado del milagro que hizo. Al anochecer, los discípulos se encontraron en medio
del lago remando contra el viento. Jesús los observó desde la orilla. Y en las horas más oscuras de
la noche, el Señor caminó sobre el agua. Ellos se llenaron de pavor pensando que lo que veían era
un fantasma. Jesús se apresuró a calmarlos, entró al bote, e inmediatamente el viento cesó.
—Jesús es nuestra ancla personal cuando no sabemos qué pensar o qué hacer.
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“Y al venir la noche, la barca estaba en medio del mar, y él solo en tierra. Y viéndoles remar con
gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos
andando sobre el mar, y quería adelantárseles. Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era
un fantasma, y gritaron; porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les
dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se
asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes,
por cuanto estaban endurecidos sus corazones”. (Marcos 6:47–52)
4. El ancla de garra
• Originalmente fue diseñada para usarse en las plataformas marinas de gas y petróleo.
• Es muy efectiva en fondos de mar rocosos, de grava y de coral
—Jesús es nuestra ancla. Al igual que actúa el ancla tipo garra, Jesús nos da estabilidad
cuando sufrimos de heridas que dañan nuestro corazón y cuerpo por causa del abuso verbal, la
violencia o el abuso sexual; cualquier tipo de abuso deja cicatrices emocionales y espirituales. En
ocasiones así, en las que nos sentimos indefensos, Jesús es nuestra poderosa ancla que nos
fortalece y da seguridad.
Ejemplo bíblico: Cuando estuvo dentro del barco, Jesús dijo a sus discípulos que irían al otro
lado del lago. Ya estando mar adentro, el Señor se durmió y no despertó con la furiosa tormenta que
se levantó y golpeaba contra la nave. ¡Los experimentados marineros pensaron que morirían!
Clamaron a Jesús en medio de su desesperación. Con unas cuantas palabras, el Señor calmó la
tempestad y luego cuestionó la fe de sus seguidores. Después de todo, ¿no había él dicho que
llegarían a salvo al otro lado? ¿Sus palabras no fueron suficientemente claras cuando dijo que
alcanzarían su destino?
—Jesús es nuestra ancla personal cuando las tormentas de la vida son tan peligrosas que
parece que la muerte es inminente y no podemos recordar sus promesas.
“Aconteció un día, que entró en una barca con sus discípulos, y les dijo: Pasemos al otro lado del
lago. Y partieron. Pero mientras navegaban, él se durmió. Y se desencadenó una tempestad de
viento en el lago; y se anegaban y peligraban. Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro,
Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo
bonanza. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, y se decían unos a
otros: ¿Quién es éste, que aun a los vientos y a las aguas manda, y le obedecen?” (Lucas 8:22–25)
5. El ancla de vela
• Está hecha de una tela muy resistente y es parecida a una vela gigante o a un paracaídas.
• Se deja caer en el agua para que el arrastrarse sobre el mar disminuya la velocidad de la
nave, especialmente cuando el agua es tan profunda que las demás anclas no pueden llegar hasta
el fondo.
—Jesús es nuestra ancla. Al igual que este tipo de ancla, Jesús nos afianza cuando sentimos
que nuestro barco va a la deriva en el mar y es llevado de un lado a otro por causa de una adicción
compulsiva o de un pecado persistente. En lo profundo de nuestra alma, el Señor nos detiene y nos
ayuda a ver que nuestras malas decisiones nos llevan a destruir nuestras relaciones y hacer añicos
nuestros sueños. Jesús ancla nuestra vida cuando las olas gigantes de las desilusiones personales
nos provocan desesperanza y un estado en que pareciera que la muerte es una realidad y no hay
nada que alivie nuestro dolor. Aún en los momentos más difíciles, Jesús está ahí, él es nuestra ancla
en lo más profundo de nuestro ser.
Ejemplo bíblico: Al enfrentar la posibilidad de la muerte, el prisionero Pablo fue transportado en
barco para ser enjuiciado en Roma. En medio de la fuerza de un huracán, la tripulación perdió el
control de la nave. Los vientos tempestuosos daban contra el barco y lo empujaban hacia la orilla
como si fuera un barquito de papel. Trataron de disminuir la velocidad y lanzaron el ancla de mar.
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Era su única esperanza para no chocar contra los bancos de arena a una velocidad que con toda
seguridad les provocaría la muerte a todos.
—Jesús es nuestra ancla personal cuando nuestra vida pende de un hilo y perdemos toda
esperanza.
“Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Y siendo
arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar.
… Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la
Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva.… Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos
días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de
salvarnos”. (Hechos 27:14–15, 17, 20)
Cuando Jesús es su ancla, él puede guardarle seguro en medio de cualquier tormenta
porque él tiene autoridad sobre todas las tormentas.
III. Causas del fracaso por colocar la esperanza en el lugar equivocado
¿Alguna vez ha sentido que su esperanza falla? No puede entender el “¿por qué de las cosas?”.
Usted trata de reaccionar y entender. Tal vez pensaba que tenía suficiente esperanza, ¡además de
una nave llena de fe! Puesto que la Biblia dice que la esperanza es el ancla del alma, ¿qué
provoca que el ancla falle?
El problema podría ser que su ancla es del tipo incorrecto para la profundidad del agua o su
tamaño es inadecuado o su peso es incorrecto o está hecha del material inadecuado. O quizás ha
aplicado la técnica errónea o hizo un cálculo equivocado para el tipo de ancla, es decir, se quedó
corto, o demasiado largo, o es muy débil, lo cual provoca que la estabilidad de la nave se vea
seriamente amenazada.
Muchas anclas en las que la gente confía fallan, y así también falla su esperanza. En la vida es
importante tener el ancla correcta (esperanza) con la cadena correcta (fe) de la misma forma que
sucede en el trasatlántico más grande o la más pequeña embarcación. Todos hemos depositado
alguna vez nuestra confianza en algo o en alguien que no fueron capaces de sostenernos o que
sucumbieron bajo la presión.
A. Anclas que no son confiables
Colocar nuestra esperanza en una persona, o una posición o (en cualquier otra cosa que usted
piense) nos provoca profundo dolor, porque muy pronto descubrimos que nos hemos equivocado
terriblemente. Y lo que provoca mayor decepción es que fue nuestra propia equivocación. Es posible
que alguien nos haya advertido, pero no hicimos caso. Las “anclas” temporales tales como las
posesiones materiales, la popularidad, el poder o la posición no funcionan como anclas para la vida.
Se nos ha dicho: “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas
que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18). Todo lo que es
temporal termina. Jesús dijo que es un grave error colocar nuestra esperanza en el lugar
equivocado, porque es equivalente a anclar nuestra vida en la arena…
“Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato,
que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron
con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.
(Mateo 7:26–27)
Las anclas no confiables provocan pérdidas irreparables cuando fallan, y la verdad es que
siempre fallan.
El ancla insegura de la política…
—resulta en la pérdida de la esperanza cuando el sistema político se desmorona
Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron; en la red que escondieron fue tomado su pie”.
(Salmos 9:15)
El ancla insegura de la economía…
—resulta en desesperanza cuando merman los recursos económicos
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“En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno
como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él”. (Eclesiastés 7:14)
El ancla insegura de la sociedad…
—provoca desesperanza cuando la sociedad rechaza las normas morales de Dios
“En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía”. (Jueces 17:6)
El ancla insegura de la ley…
—produce pérdida de esperanza cuando falla el sistema legal
“Oh congregación, ¿pronunciáis en verdad justicia? ¿Juzgáis rectamente, hijos de los hombres?
Antes en el corazón maquináis iniquidades; hacéis pesar la violencia de vuestras manos en la
tierra”. (Salmos 58:1–2)
El ancla insegura de la vocación…
—resulta en desesperanza cuando no hay satisfacción en el trabajo
“Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni
sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del
bien? También esto es vanidad, y duro trabajo” (Eclesiastés 4:8)
El ancla insegura de la salud…
—resulta en pérdida de la esperanza cuando el cuerpo se deteriora
“Porque mis lomos están llenos de ardor, y nada hay sano en mi carne”. (Salmos 38:7)
El ancla insegura del dinero…
—resulta en desesperanza cuando las circunstancias provocan una pérdida monetaria
“Porque las riquezas no duran para siempre; ¿Y será la corona para perpetuas generaciones?”
(Proverbios 27:24)
El ancla insegura del matrimonio…
—resulta en desesperanza cuando el cónyuge es infiel
“Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la
cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto”. (Malaquías 2:14)
El ancla insegura de la amistad…
—resulta en pérdida de la esperanza cuando un amigo traiciona nuestra confianza
“Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el
calcañar”. (Salmos 41:9)
El ancla insegura de los hijos…
—resulta en desesperanza cuando los hijos causan dolor a sus padres
“El hijo necio es pesadumbre de su padre, y amargura a la que lo dio a luz… El hermano
entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los
harán morir”. (Proverbios 17:25; Mateo 10:21)
El ancla insegura de la longevidad…
—resulta en pérdida de la esperanza cuando muere un ser amado
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y
tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado”. (Eclesiastés 3:1–2)
El ancla insegura de la religión…
—resulta en pérdida de la esperanza cuando nos gloriamos en nuestras buenas obras en vez de
gloriarnos en el regalo de gracia de Dios
“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra
manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.… Y cuando ores, no seas
como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las
calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”. (Mateo 6:1,
5)
B. ¿Dónde está la esperanza cuando lo que esperamos no sucede?
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En 1912 zarpó por primera vez el barco más lujoso jamás construido. Se le conocía como
“inhundible”. Según sus admiradores, no era posible que el Titanic se hundiera. No obstante, un total
de 1,573 personas perecieron porque el dueño de la línea marítima no proveyó la cantidad necesaria
de salvavidas porque su objetivo principal era romper el récord de velocidad para atravesar el
Atlántico. La pregunta común que la gente se hace es: “¿Por qué permitió Dios tal catástrofe?” Por lo
general culpan a Dios, aunque los marineros recibieron una y otra vez advertencias respecto a los
icebergs que flotaban a su alrededor.
¿Dónde se encuentra la esperanza cuando Dios permite que sucedan cosas malas? ¿Puede
usted tener absoluta confianza en que la “voluntad de Dios” prevalecerá sobre todas las cosas?
¿Qué pasa cuando (mencione lo que usted espera) no sucede? Algunas personas se enojan contra
Dios, otras con la iglesia; otras más se enojan con la vida cuando no se cumplen sus expectativas;
cuando “aquello que esperaban” no se cumplió. ¿Qué necesitamos saber acerca de la voluntad de
Dios?
La voluntad de Dios
Seguramente no era la voluntad de Dios que tantas personas murieran en ese naufragio. Así que,
¿qué pasó con la voluntad de Dios? Hay tres palabras que se utilizan para describir la “voluntad de
Dios”, perfecta, permisiva y poderosa.
• La voluntad perfecta de Dios
—Dios tiene un plan absoluto.
—El plan de Dios es agradable y perfecto.
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
(Romanos 12:2)
Ejemplo: La voluntad perfecta de Dios es que todos los hombres se arrepientan y que ninguno se
pierda.
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para
con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2
Pedro 3:9)
• La voluntad permisiva de Dios
—Dios permite que todas las personas ejerzan su libre albedrío, aunque éste valla contra su
perfecta voluntad.
—Dios no creó robots sin capacidad de elegir, sino que creó seres humanos con la capacidad de
tomar sus propias decisiones independientemente de él.
“Escogeos hoy a quién sirváis, pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. (Josué 24:15)
Ejemplo: La voluntad permisiva de Dios es que todo mundo tenga la opción de elegir entre lo
bueno y lo malo, la vida o la muerte espiritual, o recibir bendición o maldición.
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y
la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia”.
(Deuteronomio 30:19)
• La voluntad poderosa de Dios
—Los planes de Dios no se pueden frustrar.
—Al final de todas las cosas, los propósitos de Dios se cumplirán porque él es soberano.
“Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá”.
(Proverbios 19:21)
Ejemplo: La voluntad poderosa de Dios es otorgar perdón total y un hogar en el cielo para todo
aquel que se arrepienta de sus pecados y que confíe en Jesucristo como su Salvador y Señor.
“Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti”. (Job 42:2)
• Circunstancias dolorosas
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—“Como Dios es el autor del matrimonio y odia el divorcio, yo creo que Dios puede restaurar mi
matrimonio. ¡Él responderá mis oraciones de restaurar a mi familia!”
—“Estoy seguro que Dios cambiará a mi hijo rebelde porque ésa es su voluntad”.
—“Tengo la confianza de que (“lo que espero”, llene este espacio) sucederá porque es algo que
encuentro en la Biblia como algo que debería suceder”.
Conclusión: Dios sí tiene una voluntad perfecta, sin embargo, también le dio al ser humano libre
albedrío para dar a cada persona la posibilidad de optar por no cumplir la perfecta voluntad del
Señor. La “esperanza” que Dios nos da no se basa en otras personas o en las circunstancias. La
“esperanza más segura” es que, si usted decide hacer su voluntad, él cumplirá sus propósitos para
usted y le proveerá de la paz que sobrepasa todo entendimiento sin importar las decisiones que las
personas tomen y sin importar qué tan severas sean las tormentas de su vida.
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses4:6–7)
C. ¿Por qué hay confusión en cuanto a la esperanza?
Mucha gente no entiende por qué falla su esperanza. Pero lo que en realidad está equivocado es
su concepto al respecto. En consecuencia, es de vital importancia entender qué es y qué no es la
esperanza cristiana.
La esperanza cristiana…
• No depende de alguien o de un grupo de gente
—sino del Señor solamente.
• No son buenos deseos, intenciones vagas o tratar de cumplir un sueño
—sino una seguridad, inmutable y absoluta.
• No está determinada por las circunstancias, sucesos o habilidades
—sino por lo que ya es seguro y por lo que Dios ha prometido.
• No es tan solo un deseo
—sino el cumplimiento de una realidad
• No depende de los astros, la suerte, el azar o del tiempo
—sino que Dios la ha predestinado y albergado en su mente y corazón
“En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que
hace todas las cosas según el designio de su voluntad”.
(Efesios 1:11)
Pregunta: “¿Por qué es tan difícil tener esperanza?”
Respuesta: La mayoría de la gente vive una filosofía de “ver para creer”. Si la esperanza es tan
buena, queremos verla, tocarla y retenerla. Ese tipo de pensamiento no es nada nuevo. Después de
la crucifixión, un apóstol generalmente conocido como Tomás el incrédulo no quiso creer a los que
habían visto a Jesús resucitado. Por eso, dijo a los otros discípulos: “Si no viere en sus manos la
señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado,
no creeré”. Una semana después Jesús resucitado asombró al dudoso Tomás mostrándole los
agujeros de sus manos y la cicatriz de su costado. De ahí en adelante dejó de dudar. El escéptico se
convirtió en creyente y dijo a Jesús, “¡Señor mío, y Dios mío!” Jesús le respondió: “Porque me has
visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:25–29).
D. ¿Por qué algunas personas van a la deriva por la vida?
¿Alguna vez se ha sentido perdido en la vida? Tal vez en ese momento no tenía rumbo y no sabía
qué hacer. Considere el “por qué”. Un barco sin ancla en medio de una tormenta va de un lado al
otro hacia donde el viento y las olas lo impulsan. Aun en un clima tranquilo, un barco puede ir a la
deriva a menos que el capitán le dé rumbo y dirección. Así como una nave necesita un ancla para
evitar que vaya a la deriva y choque contra otros barcos, necesitamos un ancla que nos proteja e
impida que naufraguemos en el mar de las relaciones interpersonales destructivas. Mucha gente
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carece de un ancla y tampoco tiene dirección y rumbo en la vida; necesita un capitán que les dé
dirección y un ancla que les dé seguridad. Para los cristianos Cristo es tanto su ancla como su
capitán. La Biblia dice:
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea
que nos deslicemos”.
(Hebreos 2:1)
1. Vientos de temor
¿Cómo podemos sobrevivir en las tormentas de la vida que amenazan nuestra embarcación?
¿Qué es lo que nos mantiene a flote cuando nuestro corazón se hunde? La forma en que navega
por las densas tinieblas de su alma revela más acerca de su fe en Dios que cuando no tiene
dificultades.
—Nuestro punto de vista:
“Yo sé que Dios puede hacerlo todo, sin embargo, tengo temor de perder algo que estimo en gran
manera, como mi trabajo o mi salud y que no habrá quién cuide de mí”.
—El punto de vista del capitán:
“Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te
intimides”. (Deuteronomio 31:8)
2. Las olas de la soledad
—Nuestro punto de vista:
“Me siento solo y abandonado. Me siento lejos de todos, incluso de Dios”.
—El punto de vista del capitán:
“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases
por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”. (Isaías 43:2)
3. Vientos de incredulidad
—Nuestro punto de vista: “¿Cómo puedo creer en Cristo si no puedo ver lo que está haciendo en
mi vida?”
—El punto de vista del capitán:
“Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”. (1 Tesalonicenses 5:24)
4. Olas de persecución
—Nuestro punto de vista:
“Hay muchos cristianos que son perseguidos en el mundo. No entiendo cómo Dios puede permitir
que maten a esos creyentes.
—El punto de vista del capitán:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”
(Juan 11:25)
5. Ráfagas de desilusión
—Nuestro punto de vista:
“Creía que Dios iba a hacer un milagro de sanidad, pero no lo hizo. Siento que me engañó”.
—El punto de vista del capitán:
“Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?… Dios no es hombre,
para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo
ejecutará?” (Romanos 11:34; Números 23:19)
6. Olas de tentación
—Nuestro punto de vista:
“No importa cuánto me esfuerce, no logro vencer esta tentación. No entiendo por qué Dios no me
ayuda”.
—El punto de vista del capitán:
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“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará
ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la
salida, para que podáis soportar”. (1 Corintios 10:13)
E. La raíz del problema de la desesperanza
El famoso autor ruso Fyodor Dostoyevsky expresó una desgarradora desesperanza cuando
escribió las conocidas palabras:
Vivir sin esperanza es dejar de vivir. La desesperanza es el infierno. No es casualidad que a la
entrada de la pintura de Dante del infierno se lea lo siguiente: “Todo el que entre por esta puerta,
deje atrás toda esperanza”.
Ningún ser humano o situación puede llenar sus necesidades más íntimas. Tanto la gente como
las circunstancias van cambiando a través del tiempo. Quizá hay días en que se siente satisfecho,
pero esa satisfacción es temporal, el brillo de la esperanza es fugaz. Sólo Dios puede darle el amor,
propósito y seguridad que su corazón anhela. Y además él está dispuesto a suplir todas sus
necesidades íntimas. Ésta es su promesa para usted.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
(Filipenses 4:19)
Creencia falsa:
“Nada está llenando mis necesidades reales y no hay nada que me haga pensar que eso
mejorará. No tengo esperanza para el futuro”.
Creencia correcta:
“No fundamento mi esperanza en lo material, porque me puede ser arrebatado. Mi esperanza se
encuentra en mi inalterable relación personal con Jesús, mi Salvador y mi Señor. Él es quien suple
todas mis necesidades. En él encuentro el amor, el propósito y seguridad que necesito para vivir
esta vida y anticipar mi vida futura en el cielo”.
“Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca”. (Lamentaciones 3:25)
IV. Pasos para encontrar la solución y recuperar la esperanza
En la antigüedad, los barcos tenían un “predecesor” (del griego: proderomos—“quien va delante
de”) conocido como el “anclador” o remolcador. En un bote pequeño, un grupo de marinos se
encargaba del ancla principal del barco y la llevaban a puerto seguro para ser lanzada ahí. Aunque
el barco estaba lejos de la orilla, era anclado y estaba seguro de los vientos y olas que pudieran dar
contra él azotándolo contra las rocas que se encontraban a la orilla del mar.
Ese “predecesor” era escogido para llegar a determinado lugar estipulado antes que el grupo
mayor con tres propósitos:
• para anunciar su llegada
• para tomar posesión en nombre de ellos
• para preparar su llegada
Cristo es nuestro predecesor y nuestra esperanza inamovible, el que ancla nuestra vida con toda
seguridad en el puerto celestial (“penetra hasta dentro del velo”). Él asegura nuestra estancia aquí
en la tierra y también nuestra llegada segura a la morada celestial.
“La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde
Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec”.
(Hebreos 6:19–20)
A. Versículo clave para memorizar
No es difícil ni complicado recuperar la esperanza en la vida. Lo que se requiere es un cambio de
enfoque. El desafío es que dejemos de enfocarnos en “la tormenta” que vivimos y centrar nuestra
esperanza en Dios. La fidelidad del Señor se convierte en el ancla segura fincada en su carácter.
Por ello, las promesas infalibles de Dios en su palabra inmutable nos proveen la estabilidad que
necesitamos en la vida.
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“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”
(Jeremías 29:11)
B. Pasaje clave para leer y meditar
Los fracasos más terribles de nuestra vida no pueden obstaculizar la fidelidad de Dios para con
nosotros. ¿Conoce la bondad genuina de Dios para usted, su inmensa misericordia, su compasión
constante, su amor eterno? Él será fiel para siempre. ¿Sabe cómo experimentar una esperanza que
lo mantenga bien anclado en medio de cualquier tormenta? La Biblia dice que tenemos que
depositar nuestra esperanza en él. Al encontrarse en medio de una tormenta, repítase a sí mismo
una y otra vez: “En él esperaré” (Lamentaciones 3:24).
Cómo poner su esperanza en Dios
Lamentaciones 3:19–25
• Analice la situación con vv. 19–20
objetividad.
prometido una eternidad en el infierno, separados de todo lo que es bueno. Dante describió el
infierno como un lugar lleno de tristeza, dolor y pérdida, sin esperanza.
Las buenas noticias son que Dios desea que usted pase la eternidad a su lado y que viva en él en
el presente. Él le dará la esperanza que dura eternamente, aquella que sólo podemos encontrar por
medio de una relación personal con él.
Cómo tener esperanza eterna
1 El propósito de Dios para usted… es la salvación.
—¿Cuál fue la motivación del Padre para enviar a su hijo Jesucristo a la tierra? ¡Salvarnos a
través de la máxima expresión de su amor!
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel
que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para
condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. (Juan 3:16–17)
—¿Cuál fue el propósito de Jesús al venir a la tierra? Perdonar nuestros pecados, darnos el poder
para vencer sobre el pecado y ¡capacitarnos para vivir una vida plena y abundante!
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan en abundancia”. (Juan 10:10)
2 Su problema… es el pecado.
—¿Qué es el pecado exactamente? El pecado es vivir independientemente de las normas de
Dios, sabiendo lo que es correcto, pero haciendo lo que es malo.
“Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. (Santiago 4:17)
—¿Cuál es la consecuencia más grave del pecado? El pecado provoca la muerte, es decir,
separación física y espiritual de Dios.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro”. (Romanos 6:23)
3 La provisión de Dios para usted… es el Salvador.
—¿Hay algo que nos salve de la paga de nuestro pecado? ¡Sí! Jesús murió en la cruz para pagar
personalmente por nuestros pecados.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros”. (Romanos 5:8)
—¿Cuál es la solución para no estar separados de Dios? Confiar en la persona de Jesucristo
como Dios hecho carne y en su muerte y resurrección como el único camino para llegar a Dios el
Padre.
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo”. (Romanos 10:9)
4 Su parte… es someterse.
—Deposite su fe (confíe) en Jesucristo como su Señor y Salvador personal y deje de confiar en
sus “buenas obras” como medio para ganar la aprobación divina.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no
por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8–9)
—Reciba las bendiciones de ser un hijo de Dios y del Espíritu Santo. Al momento de creer en
Jesús, él le da su Espíritu para que more dentro de usted.
“Habéis recibido el espíritu de adopción.… El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios”. (Romanos 8:15–16)
—Así es como el Espíritu de Cristo le ayuda a vivir la vida plena que Dios ha planeado para usted
dándole su paz y esperanza para el futuro. Si quiere recibir el perdón total de Dios y llegar a ser la
persona que Dios quiere que sea, puede decírselo en una oración simple, pero de corazón como la
que sigue:
Oración de salvación
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Dios, quiero tener una relación genuina contigo. Reconozco que en muchas ocasiones he fallado
por no seguir tus caminos y he elegido seguir el mío. Por favor, perdona mis pecados. Jesús,
gracias por morir en la cruz por mí para pagar por mis pecados y por resucitar de los muertos para
ofrecerme vida nueva. Ven a mi vida y sé mi Señor y Salvador. Dame de tu esperanza y enséñame
a confiar solamente en ti. Hazme la persona que quieres que yo sea. En tu nombre. Amén.
¿Qué puede esperar ahora?
Después de poner su confianza en la obra completa de Jesucristo, ¡lea lo que Dios dice en su
palabra!
“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas;
correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.
(Isaías 40:31)
D. La culpabilidad. Cómo tapar los huecos del barco
¿Se siente incapaz de progresar en su vida? No importa cuánto se esfuerza, pero no puede
avanzar. Generalmente se siente dejado de lado. Así es la vida cuando navega con culpabilidad.
Imagine que es como una pequeña embarcación en medio de una tormenta, pero su culpabilidad ha
abierto hoyos en el casco de la nave. Aunque trata de avanzar hasta un puerto seguro, los fuertes
vientos se lo impiden.
Una y otra vez saca el agua con una cubeta, pero no lo hace con suficiente rapidez. Finalmente,
se cansa y se da por vencido. El cansancio extremo le hace perder toda esperanza. Podría soportar
la tormenta, si no hubiera hoyos en su barco.
Cuando sienta que no puede avanzar por causa de las oleadas de culpabilidad en su vida,
necesita aprender a discernir la verdad absoluta respecto a su culpabilidad. Sólo podrá tapar los
hoyos de su barco confrontando la verdad.
Cómo discernir la verdad cuando se ahoga en la culpabilidad
• Culpa verdadera es el resultado de haber hecho el mal.
—Necesitamos ser los “dueños” de nuestra culpabilidad y asumir la parte de responsabilidad que
tenemos por las decisiones que tomamos que provocaron consecuencias negativas a nuestra vida o
de otros. Los sentimientos de culpa están diseñados por Dios para provocar remordimiento por
nuestras malas decisiones.
—Nuestra vida deben reflejar a Dios en todo lo que hacemos, así que debemos esperar sentir
culpabilidad por el pecado del presente o por el que hayamos cometido en el pasado.
—Este tipo de culpa personal es una “culpabilidad buena”, pues fue diseñada por Dios para
hacernos volver a él y alcanzar aquello para lo cuál nos creó y hacer todo lo que él quiere que
hagamos.
• Culpa falsa es el sentimiento de auto condenación injustificada.
—Ésta consiste en auto-juzgarse con demasiado rigor, sentirse demasiado responsable, poner
demasiado énfasis en los detalles o ser demasiado sensible cuando no ha hecho nada malo o
cuando ya se ha arrepentido del mal que hizo y se ha apartado de su pecado.
—Esta culpa enfermiza puede ser el resultado de que los demás lo hayan hecho sentir así.
—La culpabilidad falsa también puede ser por la influencia de una extremada auto-negación
manifestada en servir a los demás al extremo (ser una persona adicta a “agradar a los demás”), de
una baja autoestima o de obstáculos emocionales que producen negatividad y desesperanza.
Cuando la culpabilidad lo inmoviliza, lo siguientes pasos le ayudarán a discernir cuándo está
experimentando culpabilidad falsa… lo cual le permitirá a su corazón aferrarse al Dios de toda
esperanza.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
(Juan 8:32)
—Discierna la verdad respondiendo las siguientes preguntas de manera honesta.
1. “La culpa que siento, ¿es real o falsa?”
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La amargura también puede ser como una tormenta invernal que llega del norte. Al principio, las
condiciones son sutiles, pero muy pronto la amargura da con ímpetu con una ráfaga de quejas, falta
de perdón, depresión, dolor agudo, desesperanza e ira contra de Dios. Para la mayoría de la gente
es difícil aceptar que lleva en su corazón raíces de amargura. Se justifica diciendo: “No estoy
amargado, simplemente ¡no puedo perdonar a esa persona!” o “No estoy enojada, ¡pero esto no es
justo!”. La amargura es enojo enterrado que se convierte en un frío resentimiento. Como cadena que
nos amarra al pasado, llevamos dentro del corazón y por todos lados una gran ira no resuelta.
“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de
amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”.
(Hebreos 12:15)
Si se encuentra luchando contra las ráfagas de la amargura
• Crea que con la ayuda de Dios es posible librarse de todos sus resentimientos.
• Recuerde que no es una víctima impotente de otras personas ni de las circunstancias o
sucesos.
• Asuma su responsabilidad personal por su actitud de amargura.
• Confiese a Dios que está albergando amargura. Exprésele su deseo real de librarse de la
esclavitud de la amargura.
• Busque en su corazón eventos del pasado o personas que han amargado su corazón y
luego renuncie a su derecho de venganza.
• Comprenda que solamente una relación íntima con Jesús puede proveerle amor y
confianza para renunciar a ello. Deje la venganza al justo juicio de Dios.
• Cultive un corazón perdonador hacia los demás que le permita experimentar el perdón total
de Dios hacia usted.
• Ejerza fe en la esperanza prometida de que Dios irá a su lado para sacarlo de la esclavitud
hacia la luz de una vida transformada.
“Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.
(Romanos 5:5)
G. El suicidio. Cómo ayudar a quienes se sienten desesperanzados
Tenía 38 años cuando le dio de comer a sus perros, fue al parque, se apuntó con un arma de
fuego y se suicidó. Vivía con su madre, había tenido una larga lista de crisis recurrentes de
depresión maníaca. Sentía que con la inminente muerte de su madre por causa del cáncer
desaparecería toda esperanza para él.
Jason había sido un exitoso médico y tenía una carrera brillante por delante. Sin embargo, la
tormenta oscura de su enfermedad nubló su alma, oscureció su razonamiento, y ahogó su amor por
la vida. Su bella esposa lo abandonó porque él le fue infiel. Y aunque recibió tratamiento por la
depresión, los bruscos cambios emocionales impidieron la eficacia de los medicamentos.
Esa tormenta en particular le quitó toda la confianza en sí mismo y le arrancó su sentido de
control dejándolo sin esperanza en un futuro mejor. Como Jason, muchas otras personas como él,
no vieron la salida de la tormenta. Así que Jason decidió quitarse la vida. Si tan sólo hubiera
entendido la esperanza que Dios le ofrecía en medio de la tempestad, quizá habría tenido una
perspectiva muy diferente y habría tomado otra decisión.
“Porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada”.
(Proverbios 23:18)
Si usted desea ayudar a alguien a encontrar esperanza en medio de una tormenta que
amenaza con arrancarle la vida…
• No piense que usted “puede hacerlo todo”. Anime a la persona a hablar con usted y
exprese su preocupación y empatía. Generalmente, una depresión aguda se caracteriza por un
estado de retraimiento y renuencia a compartir sus sentimientos. Reconozca la realidad del profundo
22
dolor y sufrimiento. Apoye y anime a la persona a pedir ayuda médica. Explíquele que la medicina y
las terapias serían de mucha ayuda para él o ella y que en muchas ocasiones tienen éxito.
• Sugiera a la persona que luche contra los pensamientos suicidas pidiéndole que se
involucre en ciertas actividades que le serán de ayuda.
—Pídale que escriba en un cuaderno sus pensamientos a lo largo del día.
—Pídale que salga frecuentemente con amigos o familiares, aunque implique gran esfuerzo.
—Que desarrolle una conciencia acerca de lo que piensa y siente para poder reconocer cuándo
surgen los pensamientos suicidas.
—Que lea un salmo cada mañana y por la noche antes de acostarse.
• Hable del suicidio con la persona. Hacerlo no necesariamente significa plantar ideas en la
mente del otro. Hablar provee oportunidad para exponer sus pensamientos, sentimientos y
reacciones. Vuelva a proveer afirmación y seguridad.
• Haga preguntas directas respecto a si tiene un plan de acción. Pregunte cómo, cuándo y
dónde para obtener información valiosa y evitar algún intento de suicidio. No haga promesas de
guardar el secreto si hubiera un plan para hacerlo.
• Anime a la persona a acudir a un profesional para que le haga una evaluación y para recibir
terapia. Trabaje con los profesionales y manténgalos informados, así como al médico de la persona
y su terapeuta. Tenga a la mano los números telefónicos de las personas a quienes tendría que
llamar en caso de emergencia.
• Pida que firme un contrato en el cual la persona suicida se compromete a hablar con usted
o con alguien más antes de hacerse daño. “¿Me prometes que me llamarás si llegas a considerar
lastimarte o quitarte la vida?” Escriba el compromiso en forma de un contrato, póngale fecha y
fírmelo.
• Cuídese física, emocional y espiritualmente. Puede comenzar a sentirse invadido por el
estrés o por la depresión cuando trabaje con un suicida. Pida la ayuda de otras personas y siga con
su rutina diaria tanto como le sea posible.
• Si surge una crisis, ¡llame inmediatamente al número de emergencia de su localidad!
“El corazón del sabio hace prudente su boca, y añade gracia a sus labios. Panal de miel son los
dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos”.
(Proverbios 16:23–24)
H. Negatividad. Cómo aferrarse a la ayuda
Daniel Defoe escribió una novela titulada Robinson Crusoe. El protagonista sufrió un naufragio y
quedó abandonado en una isla. Fue el único sobreviviente, todos los demás se ahogaron. Aunque
estuvo separado de todo ser humano, no murió de hambre. Aunque no tenía ropa, no la necesitó en
el intenso calor de donde se encontraba. Aunque estaba en una isla desolada, pudo obtener lo
necesario del barco destruido que encalló en la playa. Él llegó a la conclusión de que no había
situación tan terrible de la cual no pudiera surgir algo bueno. No importaba que tan “malo” fuera algo,
él podía ser agradecido. Cuando nos encontramos devastados por un naufragio en nuestra vida,
podemos determinar qué actitud adoptaremos y qué decisión vamos a tomar. Debemos poner
nuestra esperanza en el Señor y agradecerle la forma en que usará esa prueba en nuestra vida.
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.
(1 Tesalonicenses 5:18)
Considere esto…
La realidad no es solamente lo que vemos, sino ¡lo que Dios dice!
Si usted dice: “He perdido toda esperanza”.
Dios dice: Aférrate a mi esperanza.
“Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza”. (Salmos 62:5)
Si usted dice: “Esto es imposible”.
Dios dice: Todo es posible… conmigo.
23
“Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”. (Lucas 18:27)
Si usted dice: “No puedo hacerlo”.
Dios dice: Puedes hacerlo todo por medio de Cristo.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13)
Si usted dice: “No soy capaz de hacer lo que debo hacer”.
Dios dice: Puedo darte todo lo que necesitas.
“Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. (2 Corintios 9:8)
Si usted dice: “De esto no puede venir nada bueno”.
Dios dice: Yo sé como hacer que todo ayude a bien.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados”. (Romanos 8:28)
Si usted dice: “No puedo suplir todas mis necesidades”.
Dios dice: Yo sí puedo.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.
(Filipenses 4:19)
Si usted dice: “No sé qué camino seguir”.
Dios dice: Yo te enseñaré el camino por el que debes andar.
“Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera”. (Salmos 25:9)
I. Ir a la deriva. Cómo tener una vida anclada
Algunas compañías se dedican a fabricar anclas y otras se dedican a probarlas. Cada nueva
ancla se carga en un barco, se le coloca una cadena y se lanza por la borda. Hacen lo mismo a
diferentes profundidades del mar y en diferentes fondos con diferentes sedimentos. Se le añade un
poco de tensión al ancla para ver si el metal o el eje no se doblan o rompen, o si la estructura del
ancla se daña o zafa. Cada ancla se prueba antes de venderla para garantizar que será confiable y
segura.
Nosotros también tenemos un ancla, Jesús, quien cuando fue probado jamás se dobló, rompió,
dañó o zafó. Por lo tanto, cuando lleguen las presiones a su vida, esa ancla lo mantendrá firme y
seguro.
“Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y
enderezó mis pasos”.
(Salmos 40:2)
(A continuación, un acróstico de la palabra ANCLAS)
Acepte a Cristo como su única esperanza.
“Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os
ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente
grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su
fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares
celestiales”. (Efesios 1:18–20)
No deposite su esperanza en lo que se ve, sino en lo que no se ve.
“Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo
que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo
aguardamos”. (Romanos 8:24–25)
Clame a Dios apropiándose de sus promesas.
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de
paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11)
Levántese en el poder redentor de Dios.
“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de
alabarle, salvación mía y Dios mío”. (Salmos 42:5)
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“La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo”.
(Hebreos 6:19)
• Genera valor en nosotros
“Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza”. (2 Corintios 3:12)
• Desarrolla paciencia en nosotros
“Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos”. (Romanos 8:25)
• Nos da razón para regocijarnos
“Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. (Romanos 5:2)
• Nos afirma en su seguridad y confianza
“Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro”. (Job 11:18)
• Nos garantiza la vida eterna
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por
el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en
nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia,
viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna”. (Tito 3:5–7)
Aunque los barcos que zarpan hacia alta mar requieren de tres anclas o más, en Cristo el
creyente tiene un ancla “para cada circunstancia”, que nos asegura el cielo, nos da confianza para
saber que estaremos con él y nos ayuda en toda situación que tengamos que pasar. Cuando él fue
tentado, el Señor salió victorioso de la más terrible tormenta. Pudo resistir los vientos feroces del
ejército del infierno que lo tentaron. Fue lo suficientemente poderoso como para sostenerse ante la
peor circunstancia estresante sin quebrarse. No podemos dudar de la firmeza de su poder. El
vínculo seguro que conecta al creyente con Jesús es la fe salvífica. Cuando usted está unido
fuertemente a Jesús a través de la fe, recibe salvación y la garantía de un destino de incalculable
valor, un paraíso, un lugar llamado el cielo.
“Porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de
los que creen”.
(1 Timoteo 4:10)
Conclusión: Su ancla es segura.
Cientos de himnos clásicos contienen frases, versos y coros que describen a Jesús como nuestra
ancla, nuestra esperanza y protección. Uno de esos himnos es “Por la justicia de Jesús”. Lea la letra
pausadamente y haga suyas las verdades que le darán esperanza para el corazón.
Por la justicia de mi Dios, por sangre que Jesús vertió,
Alcanzo paz, poder, perdón, y cuanto bien me prometió.
Que sólo Cristo salva sé;
Segura base es de mi fe.
Segura base es de mi fe.
Así turbada no veré mi paz, su incomparable don;
Aunque Él un tiempo oculto esté, me dejará su bendición.
En mí no puede haber jamás
Ninguna base real de paz,
Ninguna base real de paz.
En la tormenta es mi sostén, el pacto que juró y selló;
Su amor es mi supremo bien, Su amor que mi alma redimió;
La roca eterna que me da
Base única que durará,
Base única que durará.