LACAN - El Complejo de Edipo
LACAN - El Complejo de Edipo
LACAN - El Complejo de Edipo
Docentes: Brígida I. Lavignolle; Sandra Pinto, Roxana Perrotta, Ana María Ghirardelli
Cómo definir el Edipo? El complejo de Edipo es, según el autor, el lugar donde se
historiza, en la más temprana infancia, la necesidad de un CORTE en la relación
madre hijo. Relación que constituye este “mal lugar” donde se erogeiniza el cuerpo
del niño.
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Función paterna como aquella que determina el efecto de CORTE en esta diada
inicial y permite la pérdida del objeto primordial (madre) evitando las fijaciones del
sujeto a ese “mal lugar” primero del que tendrá que salir para asegurarse una
posición deseante.
Polos o funciones para intentar despegar estos lugares de la figura y las imágenes
de los padres y madres que a cada uno le han tocado, más lindos, buenos, malos,
fracasados o exitosos grandes hombres o mediocres que integran la novela familiar
de la que ya hemos hablado…
Qué nos dice Freud en el mito? Existía un proto padre, mitad hombre mitad mono, al
modo del eslabón perdido en la cadena darwiniana, que con el garrote como única
ley prohibía a todos los integrantes de la manada el acceso a las hembras del grupo
y el dominio del territorio que estaban reservados para él. Existía al menos uno que
si podía hacer todo aquello que prohibía a los hijos. Padre real, dirá Lacan, dueño y
señor del goce, no castrado. Un día, este clan de hermanos, cansado de esas
prohibiciones unió sus fuerzas para matarlo y con esto, aún sin pensarlo, dio inicio a
la historia. La historia se escribe entonces, para Freud, desde un padre muerto. Por
qué? Esta ley del garrote no era ley en tanto dejaba a uno como excepción. La ley
obtiene su fuerza de su universalidad. Para todos está prohibido (aunque haya
siempre delitos) eso hace a la justicia. Estos hermanos, una vez consumado el
asesinato y satisfechos los impulsos hostiles hacia este padre terrible ven aflorar los
impulsos tiernos y la idealización de este padre todo poderoso al que mataron.
Además, señala Freud, son conscientes de que cualquiera de ellos que ocupara el
lugar vacío correría la misma suerte que él. Entonces, un poco por la culpa y otro
poco por una cuestión práctica marcada por el temor, surge un concepto que será
fundamental para toda la teoría psicoanalítica la OBEDIENCIA RETROSPECTIVA.
Por ella, este clan de hermanos da estatuto de LEY a lo que el padre solo podía
sostener con el garrote. Todos se prohíben aquello que el padre prohibía. La
prohibición del incesto toma carácter de universal y obliga al clan a la relación con
otros clanes.
Para todos no se puede… ya no existe ni uno que pueda lo prohibido (al menos no
sin merecer un castigo). Así, la ley toma dimensión simbólica y el padre estatuto de
Tótem/ Dios venerado. La comida totémica es la única oportunidad para que el clan
como comunidad repita/ conmemore ese sacrificio inicial, substituyendo al padre por
un animal totémico. En esta fiesta la ambivalencia afectiva vuelve a manifestarse,
porque luego del sacrificio del animal toda la comunidad llora su muerte y refuerza
con la incorporación del mismo, los lazos con la prohibición (Freud pone aquí el
origen de toda religiosidad, y lo vincula con la figura del padre todo poderoso de la
infancia, así como piensa a nivel de cada sujeto en particular la formación del
Superyo, con su doble función de Ideal del Yo y de Conciencia Moral).
Desde este mito Lacan retoma la triple dimensión de la función paterna. Así como
Freud, con la obediencia retrospectiva o de efecto retardado marca dos tiempos
distintos (el del asesinato y el de sus efectos a posteriori por la ambivalencia y la
culpa) el señala tres momentos en juego para explicar cómo operan estas tres
dimensiones o tres registros de la función paterna.
Primer tiempo, tiempo del idilio madre hijo (hijo o hija aquí ya no importa
estructuralmente). Tiempo de la erogenización a cargo de la función materna. Idilio
en un mal lugar que determinara en fuerte medida la historia posterior de este niño
como sexuado. Donde ubica Lacan al padre aquí? En el horizonte (podríamos decir
que en el horizonte de la madre, si esta ha pasado por el complejo de Edipo de ella
misma y ha podido construir en su deseo un lugar para un hijo pero también para un
hombre…aunque para ser precisos y no quedarnos limitados por los prejuicios de
época freudianos deberíamos decir para otro objeto de amor que garantice que su
deseo no se agote o se colme en el deseo de hijo)
Segundo tiempo, tiempo en que emerge el padre como figura capaz de llevar a cabo
la función de corte. Padre terrible en términos de Lacan, que ejerce la doble
prohibición, al hijo (de la madre) y a la madre (el “no reintegraras tu producto” que
es freno al capricho materno sobre el hijo/a).
Tercer tiempo, tiempo del padre “permisivo” que se ofrece como polo de las
identificaciones sexuales (respecto de cómo se es un hombre y que es una mujer) y
de los ideales sociales. Identificarse es entrar en la ronda del deseo, nos dice el
autor… identificarse es querer ser como el otro, poner al otro en el lugar del ideal, y
desde allí querer tener algo de lo que el otro tiene. Las relaciones imaginarias son el
soporte de la relación con el semejante. Pensemos para esto en todo lo que ya
hemos visto en relación a la constitución del yo en el estadio del espejo, desde el
cual podemos entender porque para el psicoanálisis la causa del desarrollo de un
sujeto esta tan vinculada a la identificación como constitutiva. En el juego
permanente entre el registro de lo imaginario (esta imagen completa y valorizada
que el otro le ofrece al niño) lo simbólico (comandado por los significantes
fundamentales, entre los que deberíamos mencionar nombre y apellido, como forma
nodal de incluir al niño en un linaje) y lo real (del cuerpo biológico en esta escena,
por ejemplo) es que un sujeto nace a su deseo.
Una vueltita más sobre la metáfora, en relación a vincularla con lo que hasta aquí ya
hemos visto de Freud. Hasta ahora existen varios supuestos que enunciamos para
la teoría psicoanalítica fundada por él, dos de los cuales podemos retomar para
contextualizar como opera la metáfora paterna.
Primer supuesto: el sujeto, como tal, no está dado “de entrada”, es algo que debe
constituirse (o no, como lo muestran los casos graves) dependiendo de
determinadas coordenadas que se juegan a nivel del deseo (inconsciente) parental.
Esta constitución depende en forma directa de lo que podríamos llamar un
“encuentro afortunado con el Otro” (puesto aquí en mayúsculas porque alude a lo
que representa este Otro primordial).
Para que un cuerpo viviente se constituya en un bebé debe existir alguien dispuesto
a creer que en ese que nació está el rey del mundo o la próxima presidenta. Alguien
que provea una primera significación al grito (llanto inicial) desde suponer que allí
está el que encarna en términos freudianos el ideal del yo parental, operación que
garantiza la donación libidinal en la que se basa la narcisizacion del cuerpo del niño.
El “nene más lindo del mundo” “la cosita preciosa de mamá” o como sea que se diga
en cada casa, no resulta por lo tanto una simple anécdota en el principio de la
novela que cada uno podrá armarse después (fantasía o fantasma mediante) sino
toda una operación constitutiva.
Que sea necesario significar el “puro grito” además supone que el bebé humano,
carente del objeto y los conocimientos acerca de la acción específica para su
supervivencia tiene que identificarse (alienarse) con esos significantes que el Otro
usa para nombrarlo (al grito y a él). En términos más específicos podríamos llamar a
esto el pasaje de la necesidad a la demanda (pedido). En criollo podríamos
permitirnos decir “este nene es un caprichoso, como el padre, quiere todo ya” o
“esta nena es una viva, ya no tienen hambre, lo que quiere son mimos” o “pobrecito,
es muy chiquito, no va a aguantar que lo pongamos a dormir solo”. Frases como
estas marcan el verdadero ejercicio de una violencia simbólica, que instala como
pedido del niño la demanda materna (alguien podría afirmar que el bebé quería
eso?).
En esta situación, si todo sigue bien, el Otro a veces da y a veces no, a veces esta y
a veces frustra (frustrar quiere decir romper una promesa, faltar a una palabra o a
un compromiso), se lleva el don para otro lado (tiene marido, carrera, o simplemente
se quiere bañar con tranquilidad y mirar la tele a veces). Esto propicia que el niño se
pregunte: Dónde fue? Quién tiene algo más interesante que yo? Qué tengo que
hacer para que se quede? Qué tengo que ser para que este?
Para intentar responder alguna de estas preguntas no alcanza con la lógica del
amor, hay que pensar en otros modos de simbolizar la falta del Otro. Modos que
comienzan con el típico juego de la sabanita, que es la base del fort - da freudiano a
partir del cual podemos hablar de dialéctica del Edipo y de la metáfora paterna como
el modo de producir significación que mencionábamos.
1. Jacques Lacan (1091-1981). Médico psiquiatra y psicoanalista francés, formado en los textos
freudianos que se plantea un “retorno a Freud” frente a los desarrollos de varios
psicoanalistas de su época, a los que le reprochaba haber desvirtuado la obra freudiana. Su
relectura de Freud incluye conceptos del Estructuralismo y de la Lingüística.