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Clot

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Recensiones

CLOT, Y. (2009). ¿El trabajo sin seres humanos? Psicología de los entornos de
trabajo y vida. Modus Laborandi. Madrid.

Las industrias han cambiado su manera de funcionar. El trabajo ya no se ejecuta


principalmente con máquinas (característica típicamente Taylorista) sino que es más
flexible y con una mayor carga subjetiva. El sujeto tiene que implicarse en el
trabajo poniendo en juego sus propios valores. Dicho sobreesfuerzo es acompañado,
sin embargo, de un importante subempleo. Además, se exige la asunción de
responsabilidades de forma no efectiva, es decir responsabilidades que son
asumidas sin ser reconocidas como competencias del trabajador. Esto genera
presiones cada vez más intensas en los trabajadores. Como dice Jêrome Bruner
(1991:35; citado en Yves Clot, 2009, p. 22), “las personas y las culturas que son
sujeto de estudio consagran su vida a dichos valores y significados”. Sin embargo, a
diferencia de situaciones anteriores, esa demanda de compromiso no es
correspondida con fidelidad por parte del empleador.
En la primera parte del libro, Yves Clot describe algunas investigaciones
realizadas para explicar el mundo laboral que ha estudiado e introduce conceptos
que va desarrollando a lo largo del libro.
De este modo, comienza con Solti, una empresa de pastas alimenticias de
Francia que decide emprender una acción formativa para definir un modo operativo
ideal en sus líneas de envasado con el objetivo de ser más productivos y
competitivos. Lo interesante de este caso es que el estudio realizado para definir un
modo operativo ideal entre máquina y operario, permite reflejar una serie de
disfunciones muy esclarecedoras. Los trabajadores desarrollan un lenguaje de
trabajo marcadamente subjetivo que da cuenta de una apropiación simbólica del
taller para poder sobrellevar la actividad. Además, se ocupan de las máquinas
consiguiendo que funcionen con multitud de micro-disfunciones que son
normalizadas. El equipo investigador entiende que se debe aunar la experiencia de
los operarios con el conocimiento académico más formal para poder conceptualizar
cómo se trabaja en dichos entornos de trabajo. En otras palabras, la producción de
conocimiento no puede estar apartada de la experiencia de los trabajadores ya que
esta está ligada al mismo.
El siguiente caso, se centra en el ámbito de la formación y se realiza con unos
profesores de Formación Profesional a los que se reconvierte a otro campo de
enseñanza. Se critican las soluciones formativas “pret-a-porter” puesto que se debe
desarrollar un proceso flexible. Introduce dos conceptos que considera importantes
para mejorar la calidad de los procesos de formación que son, el concepto de
eficacia dinámica, la cual además de lograr los objetivos marcados genera otros, y

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el concepto de “servucción”1, cuando los servicios se implican con la producción.


Estas dos ideas aplicadas, favorecen que se produzca una reflexión sobre el trabajo
propio para revelar las disfunciones a tratar y, mediante esa eficacia dinámica, se
planteen cuestiones inéditas a todos los participantes de las acciones formativas.
El estudio sigue en una vieja fábrica de la Renault en Flins, la implantación de
un proyecto piloto para fabricar el Renault Twingo, que reveló diferencias en las
formas de operar de los trabajadores. Estas diferencias se ven reflejadas en la
desaparición de las jerarquías verticales más clásicas del Taylorismo, consiguiendo
un funcionamiento más flexible. Se trataría de la transición a una producción “justo
a tiempo” en una organización descentralizada, con una organización del trabajo
muy plástica y donde los problemas reales se resuelven en común. Debido a esa
transición aún no concluida, en este caso particular se trabaja bajo una gestión
artificialmente centralizada (importante percibir que a efectos prácticos la gestión
ya está descentralizada) que crea disfunciones temporales y espaciales. Además, el
cruce de información y la circulación del conocimiento en la empresa contribuye a
un cuestionamiento de los circuitos de poder y decisión. Se produce una
desnaturalización de los intercambios sociales, entendiendo esta desnaturalización
como la rotura de las jerarquías preestablecidas y la distribución de cargas de
responsabilidades que se derivan de esa verticalidad. Este hecho deja a las personas
cara a cara, sin referencias, y haciendo asumir al trabajador nuevas
responsabilidades no buscadas y, al patrón, perder legitimidad.
La producción “justo a tiempo” es originada por la necesidad que tiene la
empresa de reaccionar al mercado con plazos, precios y calidad. El problema es que
todavía hay una hibridación con procedimientos tayloristas que genera muchas
tensiones en la actividad laboral, solucionadas gracias a la experiencia y a la
posición “subjetiva” (compromiso e implicación) de cada trabajador con la empresa.
Se produce una metamorfosis entre sistema técnico y sistema del trabajo, alejando
las operaciones del producto y acercando la actividad al sistema técnico. La
automatización descentra el trabajo y produce un desplazamiento en la carga de
trabajo. En palabras de un trabajador entrevistado por el autor, “el trabajo es menos
directo pero el mantenimiento es más directo” (pág. 81).
Dentro de ese desplazamiento de la carga de trabajo es donde surge lo que se
denomina “interfaz psíquico”. Los operadores lidian frente a múltiples disonancias
cognitivas, tales como agradar a todos o manejar mucha información, con la que
llevar a cabo su trabajo de forma ajustada, poniendo a prueba en muchas ocasiones
su plasticidad subjetiva. La comunicación pasa a ser un factor clave para la
eficiencia de las instalaciones. En ese contexto, se define simultáneamente al
sistema informático tanto como instrumento técnico que produce cambios en el
_____________

1
“Servucción”. Es un neologismo no reconocido por la RAE pero ampliamente utilizado
en ciertos ámbitos profesionales. Sin entrar en detalles, es el proceso de producción de
servicios.

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objeto como instrumento psicológico que dirige la acción, una mezcla que hace que
la relación con los objetos sea cada vez más trans-subjetiva, esto es, doblemente
direccional. Así pues, en la producción “justo a tiempo” el crecimiento de la
productividad depende de la fiabilidad del sistema de máquinas, claramente
mediado por la calidad y flexibilidad de los intercambios humanos.
Otro caso tratado es ALFER, una empresa del sector de la energía nuclear en
Francia que necesita cambiar de modelo estructural para hacer frente a un cambio
en la forma de trabajar. Se despide al 10% de la plantilla (200 personas) de una
manera aparentemente indiscriminada (“se sabe contratar bien, pero se despide
mal”-pág. 92) y se instala la sensación de que todos son víctimas potenciales. Se
produce una deslegitimación de las decisiones de la empresa puesto que se rigen
bajo la lógica de mercado, y el sentido del trabajo queda “en suspenso”. Se da una
ambivalencia discursiva entre los empleados que denota un trabajo psíquico
contraproducente para la empresa. Se produce además una guerra de posiciones
entre los entornos de trabajo y las personas que gestionan la empresa. Por un lado,
están los que se acercan a lo real y, por el otro, los intelectuales-gestores que tienen
estudios, poniendo en peligro un frágil vínculo en el que reside la fuerza de la
empresa. Dicha guerra de posiciones se puede resumir en la declaración que hace
un trabajador, “la notoriedad dentro de la empresa no depende del trabajo salvo
cuando hay un problema concreto. Ahí, de repente, eres indispensable” (pág. 105).
Hay un trabajo invisible no reconocido que es motivo de orgullo por su eficiencia
para sacar adelante las tareas. Pero este trabajo requiere de una subjetividad por
parte de los trabajadores que es repudiada por parte de estos ante el cambio de la
filosofía de la empresa, la cual pasa de tener una extensa plantilla de funcionarios
bien reconocidos a entrar en una dinámica más mercantilista que reduce su plantilla
y genera incertidumbre.
Para terminar con los casos, se reflexiona acerca de una exitosa sección de
trasplantes cardiacos en un hospital de París que tiene una elevada interinidad, una
supuesta desorganización y un alto grado de adaptación a las innovaciones que se
producen en ese ámbito profesional. Se habla de categoría híbrida para calificar al
personal del hospital, ya que hay un núcleo duro fidelizado acompañado de un
satélite de interinos. Entre ellos se entretejen redes que especializan las
competencias de cada uno sobre la base de un patrimonio común. Clot observa que
“entre las fronteras de cada ciclo de trabajo especializado es donde la organización
suele revelar su eficacia o sus disfunciones” (pág. 112). Es decir, la gestión de las
transiciones e imprevistos refleja el nivel de coordinación y cooperación de un
equipo de trabajo, así como la comunicación que existe entre ellos. Ilustra esta idea
con varios ejemplos, desde un camillero experimentado que de una manera
aparentemente informal prepara muy bien al enfermo para la operación hasta dos
enfermeras supervisoras que gestionan de distintas maneras la labor de preparar el
relevo de un turno a otro, con estilos aparentemente antagónicos pero perfectamente
complementarios. Se subrayan los equilibrios existentes dentro de una aparente
desorganización junto con la falta de recursos y limitaciones de tiempo, esto es, la
eficacia “a pesar de todo”.

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En la segunda parte, el autor hace una revisión teórica e histórica de la


psicología del trabajo, desde el taylorismo a la actualidad, extrayendo conceptos e
ideas útiles para su análisis.
Empieza planteando una revisión de algunos postulados del Taylorismo para
explicar los caprichos de la prescripción, la vinculación con el trabajo en el pasado
y en la actualidad. Se persigue ofrecer unas cuantas claves interpretativas para
entender la situación actual.
Desde esta perspectiva, Clot destaca el concepto de organización científica del
trabajo, según el cual, los gestos del hombre deben tener la precisión y economía de
las máquinas, todo trabajo debe tener sus movimientos bien seleccionados (Wallon,
1947:1; citado en Clot, 2009, pág. 128). Al trabajador se le exige poco, pero se le
priva de su iniciativa. Los gestos de los trabajadores son a la vez exigidos y negados
por los “caprichos de la prescripción”. Actualmente, según el autor, la subjetividad
ha pasado de estar supeditada al adiestramiento operativo a la adhesión a la empresa.
Una herramienta utilizada para estudiar los problemas generados por esta
manera de proceder es describir el hilo de la actividad. Gracias a esta práctica, se
refleja que los caprichos de la prescripción (hacer el trabajo de una manera) se
transforman en iniciativa humana al precio de desplazar incesantemente el
horizonte de la misma. Toda acción vale para algo distinto de lo que hace, tanto a
priori como a posteriori, confiriendo una historia, el sentido de la actividad.
Continúa planteando una nueva concepción del trabajo, muy ligada a la
psicología cognitiva, la idea de una psicología de los entornos de trabajo y vida.
Destacan dos conceptos, eficiencia y sentido de la actividad.
Se entiende la eficiencia como la manera de realizar una acción con mínimos
costes físicos y cognitivos para lograr diferentes objetivos. Se llega ahí por medio
de la experiencia (prueba-error) y discriminando la acción humana que triunfa, la
cual es repetida más o menos acertadamente. En los colectivos de trabajo esta
eficiencia es depositada en pequeños cuadernos de trabajo. De esta manera se tienen
medios potenciales para alcanzar objetivos según la situación.
El sentido de la actividad se define como la relación de valor que el sujeto
instaura entre la acción y sus otras actividades posibles. Trabajar sería entonces
juzgar “en actos”, desplazándose entre los diversos ámbitos de la vida propia, una
regulación latente de la actividad. De esa unión entre sentido y acción, afirma Clot,
la tarea efectiva reforma la tarea prescrita, surgiendo lo que él llama la energía
latente de la acción. Esto se ve reflejado en las escapadas del lenguaje, las
metáforas del trabajo. Y, mediante estas metáforas se reconstruyen los sentidos de
las acciones, que a su vez fijan un régimen de prescripción que recrea objetivos. El
sentido se disuelve en el lenguaje.
A continuación, explica cómo se estructura la acción del sujeto. Hay una doble
orientación de la conducta hacia el objeto de la acción y hacia la actividad de los
otros. Por ello, lo que incita a actuar no coincide necesariamente con lo que guía la
acción. El sujeto es heterogéneo ya que en él se combinan y oponen modos de
significación que no se pueden corresponder, que son contradictorios.

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La subjetividad es una labor de la persona para trasladarse de una forma de vida


social a otra a costa de pagar sus sucesivas identificaciones con el sacrificio de otras
posibilidades. No hay actividad sin destinatario y la intencionalidad de esta es
polisémica.
En otro apartado, se explica la doble raíz del pensamiento de Vygotsky para
introducir la psicología clínica del trabajo. Esta disciplina sería la manera de salvar
las distancias entre la racionalidad de la acción y la racionalidad científica, entre la
inteligencia de las situaciones y la inteligencia conceptual. Una herramienta de la
clínica del trabajo para reflexionar sobre las formas de trabajar y poder ver como se
articulan estos dos polos sería el método del Sosias, o la auto-confrontación del
sujeto con su actividad.
En la tercera parte de la obra, se amplía el bagaje teórico del libro con un
recorrido por diferentes tradiciones de análisis del trabajo.
Comienzan por el taylorismo y su recepción en Francia. Entre las ideas
señaladas, destacaría las planteadas por Naville cuando afirma que hoy en día no se
puede separar al individuo de su actividad para determinar aptitudes a priori, junto
con la crítica de Suzanne Pacaud al análisis psicotécnico del trabajo, que considera
una mera “aplicación de recetas” que deriva en una normalización del trabajo.
Se señala que el análisis del trabajo en el “entorno” debe volver al primer plano
ya que, mediante la unión entre conceptos cotidianos y científicos es como se
forman las competencias.
Volviendo a la psicología cognitiva, el autor distingue entre tarea prescrita
(objetivo dado) y la tarea efectiva (lo que se hace) para marca dos ergonomías, la de
la tarea y la de la actividad. La actividad es la unidad básica del intercambio social
originado por el trabajo y la tarea es un modo de estructuración social del trabajo
para obtener un resultado esperado. El filtro subjetivo del trabajador discrimina lo
que tiene sentido y el análisis de la actividad real sirve de base para transformar
preventivamente la tarea.
Así pues, los efectos del trabajo sobre la vida personal “son contingentes a las
posibilidades de que dispone un individuo para regular su sistema de actividades en
un momento dado (…) y al significado que concede al trabajo en sus otras esferas e
actividad” (Pág. 225).
Acercándose a la antropología, rescata la paradoja de Leroi-Gourhan para
plantear que el hombre es objeto de acción y campo de intervención sobre sí mismo.
Además, describiendo el proceso de hominización (liberación de las manos) y
siguiendo su lógica, se observa una cesión del pensamiento operativo a
instrumentos electrónicos que permite al hombre trabajar sobre sí mismo. Se
establece un símil con la liberación de las manos, lo cual permitió una evolución en
la forma de comer y otros aspectos. Ahora, la cesión de ese pensamiento operativo
característico del trabajador manual cede espacio a un pensamiento que permite a
las personas trabajar más sobre la subjetividad y la comunicación.
Las máquinas introducen a los hombres en un mundo material que incrementa el
peso de su responsabilidad y dilata el impacto de su acción en el universo material.
Las maquinas cambian la capacidad de trabajo y la productividad del mismo hasta

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el punto de que ahora, el nivel de productividad del trabajo está más vinculado a los
intercambios entre los sujetos, haciendo el trabajo más social que nunca. Es por ello
que la productividad del trabajo depende más del trabajo de la organización
(mediado por ese intercambio entre sujetos) que de la organización del trabajo,
pasando la comunicación a un lugar central en la eficacia industrial.
Termina esta revisión teórica aproximándose a Christophe Dejours y su
renombramiento de la “psicopatología del trabajo” por “psicodinámica del trabajo”.
Este cambio de nombre denota la evolución de una disciplina que, en un comienzo,
centra su análisis en el trabajador y su alienación, para pasar a considerar el trabajo
y los escenarios de trabajo como “espacios de construcción de sentido y conquista
de identidades”. A partir de ahí, se llega a una organización del trabajo que permite
afirmar que trabajar es “instrumentar” sin cesar un entorno para vivir. Trabajar es
llevar consigo un universo de determinaciones y de organización del entorno,
interviniendo allí donde el orden tecnológico-maquinal es insuficiente. Para Yves
Clot, esta psicología de los entornos de trabajo permite entender esa organización
del trabajo.
Para finalizar, el autor destaca cuestiones como el resentimiento, la eficacia “a
pesar de todo” o el “hilo de la actividad”, que nos deberían servir para poder tener
una foto más exacta de cómo funcionan los entornos de trabajo en un determinado
momento.

Fernando Aguado Basabe


Universidad Complutense de Madrid
faguado@estumail.ucm.es

Bibliografía

Bruner, J. (1991). “Car La culture donne forme à l´espirit; de La révolution


cognitive à La psychologie culturelle”. Eshel. p. 35.

Wallon, H. (1947) “Taylorisme, racionalisation, sélection, orientation”, en


Technique, art, science, art. cit., p.1.

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