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Fuentes Tarea Académica 1-Verano 2023

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Comprensión y Redacción de Textos I

Ciclo verano 2023

Fuentes para la Tarea Académica 1 (TA1)

Lee las siguientes fuentes informativas. Luego, anota las ideas que consideres más relevantes y
elabora con ellas una lluvia de ideas que usarás durante la elaboración del esquema de la Tarea
Académica 1.

Fuente 1: Relación del uso de redes sociales con la autoestima y la ansiedad en estudiantes
universitarios

El uso de las redes sociales ha aumentado considerablemente en los últimos años. Entre algunas
razones están la rapidez de respuesta, la facilidad de acceso y las múltiples actividades con
recompensas inmediatas (Echeburúa y De Corral, 2010). Su uso ha revolucionado la manera en
la que los individuos interactúan, generando nuevas dinámicas en la comunicación, de tal
manera que las nuevas generaciones poseen la habilidad de procesar altos niveles de
información de forma simultánea y en breves periodos de tiempo, sin que la ubicación
geográfica sea una limitante (Aparicio et al., 2019).
Pero no solo han favorecido la interacción social, sino que han impactado en diversos ámbitos,
por ejemplo, en la educación, donde se han convertido en espacios de aprendizaje abierto y
multidireccional en el que se fomenta el trabajo en equipo y la interacción entre usuarios
(Hermann et al., 2019). Al respecto, Buxarrais (2016) señala que las redes sociales propician la
construcción del conocimiento de manera colaborativa, así como la autonomía en la búsqueda
de información. Otros alcances que han tenido las redes sociales son la comercialización de
bienes y servicios, ya que las empresas las utilizan como una vía alterna para acceder con mayor
rapidez y eficacia a los consumidores, quienes a su vez intercambian entre sí información y
opiniones sobre dichos productos y servicios (Hugo et al., 2020).
Sin embargo, son precisamente estos beneficios los que aumentan el riesgo de adicción a dichas
redes, pues el nivel de recompensa es tan elevado que se abandonan paulatinamente las
actividades cotidianas. De manera que el uso elevado del Internet se convierte en un escape ante
situaciones desagradables para los usuarios, en especial los adolescentes, en quienes se observa
un deterioro en la vida social y sus lazos afectivos, así como el reemplazo de actividades antes
gratificantes y la constante preocupación cuando no están conectados a Internet (Hernández et
al., 2019). Así mismo, se ha hablado de ciertos rasgos de personalidad que influyen en la
dependencia a las redes sociales, por ejemplo, las personas narcisistas, la extraversión, la
apertura a las nuevas experiencias, incluso el aburrimiento (Caro, 2017). Se han asociado
además factores personales en los que destacan la impulsividad, oscilaciones del estado de
ánimo, la búsqueda de estímulos placenteros y de emociones fuertes, así como una actitud de
rebeldía y oposición a las normas (Echeburúa, 2012). Además, la mayoría de los usuarios
comenta que prefiere una comunicación a través de Internet que cara a cara (Cía, 2013)
provocando aislamiento. Esto se debe a la facilidad de interacción que ofrecen las redes
sociales, pues permiten compartir información, opiniones y contenidos multimedia
independientemente de la lejanía física y temporal (Caldevilla, 2010). Otros de los aspectos que
inciden en el uso de las redes sociales en los adolescentes, es la búsqueda de aceptación y
reconocimiento de los otros, así como la necesidad de pertenecer a un grupo (Del Prete y
Redon, 2020). De acuerdo con Lozano et al. (2019) la dinámica en las relaciones de pareja
también se ha modificado con el uso de las redes sociales, ya que se ha observado un
incremento en los conflictos de pareja, que desencadenan en afectaciones desde la
comunicación hasta la infidelidad.
Echeburúa y de Corral (2010), definieron un marco para distinguir la sintomatología que denota
un uso excesivo de las redes sociales. Entre ellas destaca dormir menos de cinco horas diarias y
que la privación del sueño sea por el uso de las redes sociales, dejar de lado actividades y
responsabilidades cotidianas, pensar constantemente en estar conectado y sentir euforia mientras
se navega en las redes sociales, contrario al estado de malestar que el individuo puede
manifestar si se le restringe el uso de las mismas.
Por otra parte, no existe un consenso respecto a la frase “adicción a las redes sociales”, y dado
que no se cuenta con una definición precisa, Herrera et al. (2010) han descrito en su lugar
algunas de las señales que la caracterizan, por ejemplo, preocupación por el uso excesivo de
Internet, síndrome de abstinencia e impulsividad, así como dificultad en la toma de decisiones.
En contraste, Carbonell y Oberst (2015) señalan que es más adecuado utilizar el término “uso
problemático” al referirse a las redes sociales, toda vez que el número de horas o la frecuencia
con la que se utilizan no son un indicador confiable para determinar el nivel de adicción.
Por otra parte, los niveles altos de adicción a las redes sociales tienen consecuencias a nivel
psicológico, por ejemplo, se les ha relacionado con niveles más bajos de autoestima entre los
estudiantes universitarios, asociados a la frustración y el aislamiento (Jiménez y Pantoja, 2007).
Los mismos resultados fueron confirmados por Herrera et al. (2010), quienes hallaron una
relación estadísticamente significativa entre la adicción a Facebook, una baja autoestima,
depresión y falta de habilidades sociales en una muestra de 63 alumnos de la Universidad
Iberoamericana (México); por su parte, Jan et al. (2017), encontraron que el aumento en el uso
de las redes sociales conlleva una disminución del nivel de autoestima de los estudiantes. De
manera similar Nie et al. (2017) documentan que la adicción severa al Internet se asocia
significativamente con una pobre autoestima, depresión y problemas de fluidez verbal
semántica. Clemente et al. (2018) indican que existe una correlación entre la impulsividad y la
adicción a las redes sociales, de manera que entre más altos sean los niveles de impulsividad,
mayores serán también las posibilidades de desarrollar una adicción a las redes sociales.
Mismos resultados fueron presentados por Moral y Fernández (2019) en su estudio con 240
jóvenes españoles, donde señalan que la toma de decisiones rápidas y no planeadas en los
jóvenes conlleva al uso problemático de Internet.
Labrague (2014) exploró los efectos del uso de Facebook en los estados emocionales de
depresión, estrés y ansiedad de los jóvenes, para lo cual utilizó una muestra de 76 estudiantes
universitarios. Sus resultados mostraron que conforme aumentan las horas de uso de Facebook,
aumentan también las puntuaciones del estrés y la ansiedad. Además, quienes utilizan más
plataformas de redes sociales tienen mayor probabilidad de sufrir más depresión y más síntomas
de ansiedad, a diferencia de quienes solamente utilizan un máximo de dos plataformas de
Internet (Primack et al., 2017). En México, Rodríguez y Moreno (2019) también concluyeron
que el 25% de los estudiantes de Secundaria podrían desarrollar rasgos depresivos y de ansiedad
debido a la constante exposición a las redes sociales. Mismos resultados fueron encontrados por
Baños (2020), quien encontró en su investigación con una muestra de 219 jóvenes peruanos,
que la sintomatología depresiva se relaciona con el uso continuo y desmedido de las redes
sociales. Así también, el tiempo empleado en las redes sociales se asoció significativamente con
los síntomas de ansiedad en una muestra de 563 jóvenes estadounidenses (Vannucci et al.,
2017).
A medida que la tecnología se ha integrado cada vez más a la vida moderna, el uso de las redes
sociales es una actividad que se ha vuelto indispensable en la vida de muchos jóvenes. La
creciente necesidad de comprender mejor el impacto que tienen estas en la salud psicológica es
fundamental para la prevención y tratamiento de los trastornos que pueden resultar o ser
amplificados por el uso de redes sociales.

Portillo-Reyes, V. Ávila-Amaya, J. A., Capps, J. W. (2021). Relación del Uso de Redes Socia-
les con la Autoestima y la Ansiedad en Estudiantes Universitarios. Enseñanza e Investigación
en Psicología, 3(1), 139-149. Recuperado de
https://revistas.upeu.edu.pe/index.php/rc_salud/article/view/236/236 [Consulta: 14 de julio de
2022].

Fuente 2: Estudios sobre adicción a redes sociales e inteligencia emocional


En el mundo existían hasta antes de la pandemia, más de 4,570 millones de usuarios activos de
Internet; de ellos, 3,600 millones usaban Redes Sociales (RS); el noreste de Asia y
Norteamérica son las zonas de mayor penetración de las RS con 70% y 61%, respectivamente
(Clement, 2020). En Latinoamérica la penetración de Internet sobrepasa también el 70 %
(Matassi & Boczkowski, 2020); en Perú, según el Instituto Nacional de Estadística e
Informática [INEI], el 78.1% de personas utiliza Internet a diario, de este, el 89,8% lo usa para
comunicarse por correo, chat o algunas de las RS (INEI, 2020).
Algunos estudios sobre la prevalencia de adicción a Internet, reportan que en adolescentes
japoneses es de 21.7 % (Kawabe, Horiuchi, Ochi, Oka & Ueno, 2016); en China, fluctúa entre
los 22,5% y 26,7% (Yu & Shek, 2013); a nivel latinoamericano, se encontró un 7.6 % de
personas con alto riesgo de adicción a las redes sociales (Fuster, Chamarro & Oberst, 2017) y en
adolescentes peruanos, un 16 % de prevalencia (Pomalima et al., 2016).
El uso de Internet y de RS tiene varias motivaciones: negocios, trabajo, estudios, relaciones
amicales, información en general y diversión; en ella, los usuarios pueden disponer de su propia
página online, manejar a voluntad sus perfiles, colgar fotos, comentar su propia experiencia de
vida o la de otros y compartir información (Chóliz & Marco, 2012). El uso del Internet,
relacionado a las RS se ha incrementado debido a la mayor capacidad de conexión que tiene la
población, a la tecnología cuyo avance lo facilita y a las características de los adolescentes y
jóvenes que son los principales usuarios. Las RS permiten que las personas se conecten en
tiempo real, independientemente de las distancias (Hütt, 2012), por lo que, estos aplicativos se
han hecho indispensables para la comunicación sobre todo de las nuevas generaciones.
Si bien se puede encontrar aspectos positivos y benéficos en el uso de Internet y de las RS; el
uso excesivo, inadecuado, irresponsable y malicioso puede generar un sinnúmero de riesgos
para los usuarios, especialmente para los adolescentes y jóvenes (Andreassen, 2015; Matute,
2016; Salas, 2014; Salas-Blas, 2019ª, 2019b; Salas-Blas et al., 2020; Turel & Serenko, 2012).
Definir la adicción a RS no es fácil, dentro de la literatura sobre el tema, se encuentran algunos
términos que se usan sin precisar adecuadamente sus alcances y con significados confusos,
como el uso excesivo, uso abusivo, uso problemático, uso patológico, adicciones y
dependencias (Carbonell et al., 2018; Carbonell & Oberst, 2015; García del Castillo et al., 2019;
Matute, 2016; Salas-Blas et al., 2020; Turel & Serenko, 2012). El uso excesivo tiene que ver
con el tiempo o la frecuencia de uso, que puede estar motivado por cuestiones laborales o de
estudio, puede ser una cuestión temporal, un fenómeno relacionado con los atractivos y el
reforzamiento positivo que el usuario recibe, por la novedad de su descubrimiento, etc.; pero, el
uso excesivo no constituye necesariamente una adicción (Matute, 2016; Turel & Serenko,
2012); otro término similar es el de abuso de Internet que también se desestima como adicción,
porque carece de las características de una adicción y se relaciona con el uso excesivo
(Carbonell & Oberst, 2015; Carbonell et al., 2018). Matute (2016) plantea otro concepto, el de
uso problemático, para referirse a los casos de uso desregulado, impulsivo y descontrolado, que
generan algunas dificultades en las relaciones con los demás, que puede crear patrones
cognitivos y conductuales con apariencia de dependencia; considera que éste concepto integra
algunas conductas que pueden relacionarse con problemas de salud, de integración social y
familiar, con problemas académicos o de trabajo, pero que tampoco constituye un problema de
adicción. Las personas con exceso de uso y que hacen un uso problemático de las RS pueden
pasar largos periodos de tiempo conectados, pero no necesariamente ser adictos; aunque algunos
casos de estos, podrían considerarse como tales, siempre y cuando, desarrollen características de
abstinencia, tolerancia, aislamiento, depresión y ansiedad, similares a los que se encuentran en
las adicciones a sustancias (Andreassen, 2015; Chóliz & Marco, 2012; Echeburúa & Requesens,
2012; Escurra & Salas, 2014; Matute, 2016).
Para algunos autores la dependencia a Internet y a las RS sigue ciertos patrones en su
formación, empieza con un exceso de uso, en algunos casos abuso, que se convierte en un
hábito (Turel & Serenko, 2012); seguida por la pérdida de la capacidad para controlar su uso, y,
luego del desarrollo de los síntomas de tolerancia y abstinencia (Caro, 2017) que caracterizan a
la adición; pero, no existen estudios concluyentes sobre el potencial poder adictivo de las RS
(Carbonell & Oberst, 2015; Caro, 2017; Echeburúa, 2016; Matute, 2016). Algunos autores
sostienen que existe un perfil de personas propensas a sufrir adicciones (Echeburúa & De
Corral, 2010), que este fenómeno puede generar un incremento de los neurotransmisores
relacionados al placer (Echeburúa & Requesens, 2012; Chóliz & Marco, 2012); los mismos que
serían la base para el desarrollo de las características esenciales de la adicción como la
abstinencia, la tolerancia y una valoración extrema de estímulos emocionales. En cuanto se
puede hablar de adicción, los problemas con los que se relaciona pueden clasificarse en cuatro
tipos: de relaciones con los demás, emocionales, problemas de salud y de rendimiento (Aguilar
et al., 2008; Andreassen, 2015; Granados et al., 2020).
Una definición de adicción a redes sociales podría considerar una excesiva preocupación e
impulsos incontrolados por acceder y permanecer en las redes sociales, un aislamiento de su
entorno habitual y ciertos trastornos de tipo cognitivo y emocional (Andreassen & Pallesen,
2014; Escurra & Salas, 2014; Granados et al., 2020). La personalidad, autoestima,
vulnerabilidad psicológica, ansiedad, así como el estrés podrían ser factores de riesgo para
desarrollar una adicción a nuevas tecnologías como las RS; asimismo, los factores de protección
estarían relacionados con las habilidades de afrontamiento, el entorno social sano y el apoyo
familiar constante (Echeburúa, 2012; Andreassen & Pallesen, 2014; Young et al., 2019).
Asimismo, se postula que las RS influyen en la construcción de la identidad de los adolescentes
y jóvenes (Arab & Díaz, 2015), ellas son reguladoras de sus estados de ánimo, sobre todo de sus
sentimientos de soledad y de las situaciones de estrés (Leung, 2007). Por otro lado, Watters et
al. (2013) mencionan que cuando una persona se siente incompetente a nivel social, tiene mayor
preferencia por la conexión en línea; probablemente, es más sencillo estar conectado que estar
relacionado, porque, en las redes sociales no se necesita utilizar las habilidades blandas e im-
plica poco esfuerzo para entablar vínculos persona-persona (Bauman, 2011).
Salovey & Mayer (1990), Goleman (1995) y otros postulan que la inteligencia emocional [IE]
tiene que ver con el uso adaptativo de nuestras propias emociones en favor de un razonamiento
más efectivo. Por ende, la IE sería la interrelación entre competencias no cognitivas y
habilidades que influyen en el afrontamiento de situaciones de forma exitosa (Baron, 1997). Ella
podría considerarse también como la habilidad que tienen los individuos para lidiar con las
emociones propias como extrañas e incluyen cuatro áreas: Valoración y expresión de emociones
propias, valoración y reconocimiento de las emociones del otro, regulación de las propias
emociones y el uso de las emociones para facilitar el desempeño (Law et al., 2004; Wong &
Law, 2002). Asimismo, Para (Goleman, 2011), la inteligencia emocional es la habilidad de
persistir ante frustraciones, controlar impulsos y demorar las recompensas.
La regulación de las emociones puede favorecer a la mejora de algunos problemas
psicopatológicos y conductas problemáticas, entre ellas la depresión, los trastornos alimenticios,
el consumo de sustancias adictivas (Marino et al., 2019; Sloan et al., 2017). A partir de estos
conocimientos se podría postular que si se fortalece la inteligencia emocional podría mantenerse
el equilibrio entre el uso de redes sociales y la dependencia a ellas. Sin embargo, el problema
radica en el poder de atracción que posee el Internet, en la facilidad para su acceso y su costo
cada vez menor; igual, la intimidad, el anonimato y la alta estimulación; que podrían conducir al
desarrollo de conductas de uso problemático de las RS y en algunos casos de adicciones
(Echeburúa, 2012; Matute, 2016).
Diversos autores consideran que los adolescentes entre 17 y 19 años son los más propensos a
abusar del Internet (Arthanari et al., 2017; Gómez et al., 2017; Perrella & Caviglia, 2017), este
es un rango etario denominado de los nativos digitales (IPSOS, 2018), que estarían más
predispuestos a desarrollar adicciones; se sugiere también que esta predisposición es mayor en
jóvenes de ciudades que poseen fácil acceso y conexión a Internet (Pomalima et al., 2016;
Matalinares et al., 2013); del mismo modo, algunos sitios web contienen múltiples situaciones
de juegos, de expresiones emocionales de la ira, miedo, sorpresa (Peña & Rubio, 2013) en el
que participan adolescentes y jóvenes, quienes serían especialmente sensibles al uso excesivo,
problemático o adictivo de las RS (García del Castillo et al. 2019; Plaza, 2016).
Estudios antecedentes sugieren la existencia de correlación entre adicción a redes sociales y la
inteligencia emocional (Bastidas, 2020; Contreras & Curo, 2017; Jaramillo 2018; Mizera et al.,
2019), se han encontrado correlaciones inversas bajas y muy bajas entre los dos constructos y
algunas de sus dimensiones. Pero existen también estudios que utilizaron variables semejantes y
que se acercan a lo que teóricamente se prevé (Granados et al., 2020; Hormes et al., 2014;
Pontes et al., 2018). Khoshakhlagh & Faramarzi (2012) encontraron correlaciones
estadísticamente significativas entre adicción a internet, inteligencia emocional y trastornos
mentales. Igualmente, hay evidencias de que algunas adicciones comportamentales como el
juego patológico, la compra compulsiva o la adicción al sexo están relacionadas con factores
emocionales y la necesidad de aliviar el malestar de forma inmediata (Cía, 2017; Echeburúa et
al., 2014; Sola et al., 2013).

Alarcón Allaín, G., & Salas Blas, E. S. (2022). Adicción a redes sociales e inteligencia
emocional en estudiantes de educación superior técnica. Health and Addictions/Salud Y Drogas,
22(1), 152–166. https://doi.org/10.21134/haaj.v22i1.640

Fuente 3: Estereotipos impuestos en las redes sociales en torno a la imagen femenina


Con respecto al primer argumento del ensayo, este cumple la función de comprender a nivel
social las representaciones negativas que surgen desde las redes sociales, las cuales giran en
torno al uso de herramientas informáticas tales como los filtros.
A nivel de sociedad, los estereotipos de belleza tienen una gran influencia en lo que corresponde
a la imagen auto percibida. El estereotipo de belleza física consiste en aquel que hace referencia
a las medidas impuestas por la población sobre lo que es bello o no. (Pedroza Rojas y Ospina,
2014).
El principal material reforzador de estereotipos es la fotografía, la cual se considera que se suele
percibir como una simple reproducción, reflejo o copia de la realidad (Rodríguez Rey y Bellón
Rodríguez, 2020; Salazar Mora, 2007), por lo que se hace fácil para las personas considerar que
lo que ven es lo real, y menos aún que es modificado por herramientas tecnológicas, como por
filtros o Photoshop.
La modificación de fotografías de cuerpos puede cumplir diversos objetivos, sin embargo, el
denominador común de la alteración de imágenes es que fomentan estereotipos de cómo se debe
de ver un cuerpo ideal.
Algunos estereotipos de la hacia la mujer es el lucir joven, como en la ausencia de arrugas, o en
la falta de flacidez en la cara que refleje una pérdida de flexibilidad en la piel; el embarazo en
que repercute en el cuerpo o que se “recuperan” rápido y fácilmente, como en la inexistencia de
piel sobrante en el abdomen, o en la falta de estrías; pechos grandes, nariz y cintura pequeña;
piel tersa y libre de cicatrices, manchas, acné y celulitis, etc. (Rodríguez Rey y Bellón
Rodríguez, 2020; Lavrence y Cambre, 2020).
También, es común la perpetuación de una vida perfecta, es decir, la imagen de una persona
feliz y exitosa, por lo que las redes sociales transmiten “valores y estilos de vida sesgados e
ideales”. (Martínez Navarro, 2016, p.11)
Los jóvenes y adolescente, al ser la generación de mayor uso de tecnología, esa constante
exposición convierte a las redes sociales como el principal medio de referencia de esta
población (Nixon Campo, 2020), por lo que estos medios cumplen un rol de persuasión de lo
que se debe de ser, es decir, seguir al ideal. También, a los jóvenes les cuesta discernir entre un
cuerpo alterado por herramientas digitales a uno real, por lo que a la hora de querer lucir igual,
se decepcionan al no poder alcanzar ese ideal. (Verrastro, et al, 2020).
Otro aspecto importante, es que al ser las redes sociales como Instagram o Facebook, de uso
masivo y universal, el establecimiento de estereotipos en la actual era digital se facilita y se
generaliza. (Nixon Campos, 2020). Es por eso que, pese a que los canones de belleza dependen
en gran medida a las diversas culturas y del momento temporal, los estereotipos de las redes
sociales son fenómenos únicos por su capacidad de universalizar dichos ideales.
También, no cabe ignorar que las herramientas y aplicaciones para modificación, como los
filtros, hoy en día son accesibles y relativamente fáciles de usar. Es decir, no Dossier Digital de
Investigaciones en Piscología. Número 2, 2021. 187 hay que ser experto para manipularlos, a
diferencia del Photoshop. Los filtros están incorporados en redes sociales donde predomina el
compartir fotografías, como aquellos de Instagram, Snapchat y Tik Tok. Y tienen sus propias
aplicaciones como Facetune, una de las más populares. (Lavrence y Cambre, 2020). Por lo que
el mero uso de un celular es suficiente para exponerse a redes sociales y a sus herramientas.

Trejos Miranda A. & Loaiza Villatoro D. (2021) La influencia negativa de las redes sociales en
la imagen corporal de las mujeres adolescentes y adultas jóvenes. Dossier Digital de
Investigaciones en Piscología. Número 2, 2021., 182-194
https://www.academia.edu/50595429/DOSSIER_DIGITAL_DE_INVESTIGACIONES_EN_PISCOLOG
%C3%8DA_NUMERO_2_2021

Fuente 4: Autoconcepto en las redes sociales y su relación con el afecto en adolescentes


Las redes sociales se han convertido en un entorno social fundamental, donde los contextos
fuera de línea y en línea están conectados psicológicamente (Subrahmanyam, Greenfield y
Michikyan, 2015), y cubren necesidades básicas de los adolescentes como hacerse visibles,
divertirse, expresarse emocionalmente, reafirmar la identidad ante el grupo o estar conectados a
los amigos (Echeburúa y Requesens, 2012; Serrano-Puche, 2016). Las redes sociales pueden
proporcionar un contexto favorable para poder ejercitar diferentes roles simultáneos, lo que
puede ayudar a crear una identidad más flexible y ajustada al contexto social, junto con una
mayor y más intensa exploración del yo (Renau, Oberst y Carbonell, 2013).
Los adolescentes que poseen un autoconcepto menos estable son más propensos a informar que
presentan un yo ideal, realizando autopresentaciones en línea (online) más diversas y
estableciendo un yo inconsistente con su yo fuera de línea (offline) (Fullwood, James y Chen-
Wilson, 2016). La medida en que una persona necesita ganar popularidad, determina la
expresión de menor información sobre el yo auténtico (Lim, Nicholson, Yang y Kim, 2015). Así
los usuarios dentro de la red social se perciben a sí mismos como más exitosos en la gestión de
las relaciones con sus iguales, mejorando su autoconcepto, aunque no difieren de los usuarios
que no están conectados a la red (Košir, Horvat, Aram, Jurinec y Tement, 2016).
La congruencia o incongruencia entre ambos aspectos de autodefinición está relacionada con el
bienestar (Malo-Cerrato, Martín-Perpiñá y Viñas-Poch, 2018; Tazghini y Siedlecki, 2013) pues
la popularidad y los amigos en línea hacen que el adolescente se sienta parte del grupo y
aceptado por los otros. Así mismo, tanto la conexión emocional a las redes sociales, como el
tiempo pasado en ellas, predicen positivamente el autoconcepto en las relaciones entre iguales
dentro de las redes sociales (Košir et al., 2016).
Las relaciones de apoyo a través de las redes sociales se han vuelto más frecuentes y están
ejerciendo un mayor impacto sobre el bienestar afectivo de las personas (Chan y Cheng, 2016),
pues como se ha mostrado los contextos online 614 MORÁN-PALLERO Y FELIPE-
CASTAÑO facilitan en gran medida la capacidad de recibir apoyo social tanto de amigos como
de personas menos cercanas o solo conocidas (Donath, 2007; Tufekci, 2008), lo que da lugar a
una mayor interacción social y posibles beneficios, como el aumento de apoyo social percibido,
la sensación de conexión social o la disminución de la soledad, especialmente en sujetos con
ansiedad ante la interacción social que harían un uso compensatorio (Pertegal-Vega et al., 2019)
respecto a su falta de relaciones sociales en la vida diaria.
Sin embargo, se ha encontrado que los adolescentes que tienen una vida social activa fuera de la
red se benefician más de su vida social en línea, presentando altos niveles de autoconcepto
positivo, mientras que aquellos que pasan mucho tiempo socializando en línea, pero carecen de
apoyos cara a cara, presentan niveles más bajos de autoconcepto positivo (Khan, Gagné, Yang y
Shapka, 2016) y corren el riesgo de aislarse aún más al concentrar sus actividades sociales en el
mundo en línea (online) (Jackson, 2008). A pesar de ello, no se espera que el uso de redes
sociales favorezca la autoestima de sus usuarios, pues las publicaciones pueden conducir a una
interacción enfatizada de la realidad, lo que da lugar a impresiones alteradas de uno mismo (Liu,
Wright y Hu, 2018). No obstante, la mayor parte del tiempo en redes se dedica a un uso pasivo,
que podría favorecer la comparación social negativa con la vida de los otros, que conllevaría
una disminución del bienestar emocional (Verduyn, Ybarra, Résibois, Jonides y Kross, 2017).
Por otro lado, el uso inadecuado de las redes sociales ha mostrado una asociación con
dificultades y problemas en la adolescencia como depresión, síndrome de déficit de atención
con hiperactividad, insomnio, disminución de horas totales de sueño, disminución del
rendimiento académico y abandono escolar (Arab y Díaz, 2015; Pedrero-Pérez et al., 2019).
También se ha asociado a un amplio rango de problemas psicosociales, que pueden favorecer
conductas inadecuadas debido a la existencia del anonimato y falseamiento de identidad, como
uso adictivo, ciberacoso, exhibicionismo, agresividad o engaño, entre otros (Carballo, Marín-
Vila, Espada, Orgilés y Piqueras, 2015; Ferreiro, Salgado, Harris, Tobío y Boubeta, 2017;
Garaigordobil, 2017; Polo del Río, Mendo Lázaro, León del Barco y Felipe-Castaño, 2017). Por
tanto, analizar el uso que hacemos de las redes sociales es fundamental para conocer cómo
afecta a cómo nos definimos y quiénes somos (Haaf, 2012; Serrano-Puche, 2013), lo que a su
vez se vincula a nuestras relaciones interpersonales, cómo nos relacionamos con los demás.
Morán-Pallero, N., & Felipe-Castaño, E. (2021). Autoconcepto en las redes sociales y su
relación con el afecto en adolescentes. Behavioral Psychology, 3(29), 611-
625.https://www.behavioralpsycho.com/wp-content/uploads/2021/12/06.Moran_29-3Es.pdf

Fuentes complementarias
 Canal DW Documental. (20 de abril de 2022). La comercialización de la propia
imagen: los peligros de las redes sociales. [Archivo de video]. Youtube. 
https://www.youtube.com/watch?v=DWqLAlsiPbE  

 Isabel Moya Psicólogos. (26 de mayo de 2021). Autoestima y redes sociales. [Archivo
de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=X682LNcnBF4  

 Noticias Telemundo. (15 de setiembre de 2021) ¿Instagram afecta la autoestima de los


adolescentes?. [Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?
v=mSViHuSQCo8  

 ESET Latinoamérica. (3 de octubre de 2016). Cyberbullying: qué es y cómo prevenirlo.


[Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=zdJIsMbwU08 

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