Sanidad
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Sanidad
Hay varios posibles peligros inherentes a las técnicas de visualización y a los métodos místicos
de la Nueva Era. Tres de los más significativos son: a) el daño que se deriva de la permanencia
prolongada en sucesos que evocan dolor o ira, b) el peligro de basar nuestra idea de Dios en
una imagen en nuestra mente en lugar de la verdad de quién es Él, tal como se revela en las
Escrituras, y c) abrir las puertas de nuestra mente a la interferencia demoníaca.
Dios quiere liberarnos de las emociones negativas que surgen de ocasiones específicas de
nuestro pasado, pero no necesita técnicas de visualización o un prolongado énfasis en el pasado
para lograrlo. De hecho, la Biblia es clara en cuanto a que la experiencia cristiana implica la
muerte de nuestro viejo yo y el "levantarnos para andar en una vida nueva" (Romanos 6:4), y esa
nueva vida se caracteriza por tener pensamientos sobre Aquel que nos salvó, no pensamientos
sobre la carne muerta que ha sido crucificada con Cristo. Al permanecer en Él (Juan 15:5),
transforma nuestros corazones y nos sana. Pero la clave es centrarse en el Señor, no centrarse
en nosotros mismos.
Habiendo dicho esto, no es malo trabajar con las emociones. Dios nos creó como seres
emocionales, y si tratamos de "apagar" esas partes de nosotros mismos en un esfuerzo por
evitar revivir momentos dolorosos, podemos llegar a ser como un volcán a punto de estallar. El
Señor entiende que el dolor emocional es una parte de la vida: ¡Él nos creó! La mejor manera de
encontrar una verdadera sanidad interior es ser honesto contigo mismo sobre lo que sientes, y
luego ir a Dios con esas cosas, buscando respuestas. Su Palabra te dará las respuestas que
buscas. La Biblia es sobrenatural y maravillosa y produce una verdadera sanidad interior. Y si no
hay una pregunta concreta en tu mente -sólo un sentimiento negativo- la respuesta sigue
siendo leer la Palabra, porque Su Palabra es Su Voz, y Su voz tiene un poderoso poder creador y
sanador.
"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos,
despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera
que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por
el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra
del trono de Dios" (Hebreos 12:1-2).
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Éxodo 15:26
Si escuchas con atención la voz del Señor tu Dios, y haces lo que es recto
delante de sus ojos, y prestas oído a sus mandamientos y cumples todos sus
estatutos, jamás te enviaré ninguna de las enfermedades que les envié a los
egipcios. Yo soy el Señor, tu sanador (Ex 15:26).
Éxodo 23:25
Pero me servirán a mí, el Señor su Dios, y yo bendeciré tu pan y tus aguas, y
quitaré de en medio de ti toda enfermedad (Ex 23:25).
Deuteronomio 7:15
El Señor alejará de ti toda enfermedad. No enviará sobre ti ninguna de las
plagas malignas que envió sobre Egipto, y que tú conoces, aunque sí las
enviará sobre todos los que te aborrezcan (Dt 7:15).
2 Reyes 20:5
Regresa y dile a Ezequías, príncipe de mi pueblo, que yo, el Señor, Dios de
su antepasado David, he dicho: He escuchado tu oración, y he visto tus
lágrimas. Te voy a devolver la salud, y dentro de tres días vas a ir a mi templo
(2 Re 20:5).
Salmos 41:3-4
Cuando esté enfermo, el Señor lo sustentará; suavizará sus males mientras
recobra la salud. Yo le pido al Señor que me tenga compasión, que me sane,
pues he pecado contra él (Sal 41:3-4).
Salmos 147:3
El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas (Sal 147:3).
Isaías 53:5
Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones!
Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados (Is
53:5).
Salmos 103:3-4
El Señor perdona todas tus maldades, y sana todas tus dolencias. El Señor te
rescata de la muerte, y te colma de favores y de su misericordia (Sal 103:3-
4).
Isaías 57:18
Ya he visto el camino que siguen, pero a pesar de eso los sanaré y los
consolaré; a ellos y a los que lloran los dirigiré (Is 57:18).
Jeremías 30:17
Aunque te han llamado ‘la despreciada’, y aunque dicen: ‘Ésta es Sión, de la
que nadie se acuerda’, yo te devolveré la salud y sanaré tus heridas (Jr
30:17).
Jeremías 33:6
Pero les traeré salud y medicamentos, y los sanaré, y les haré experimentar
una paz abundante y duradera (Jr 33:6).
Salmos 30:2
Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y tú me sanaste Sal 30:2).
Oseas 6:1
¡Vengan, volvamos nuestros ojos al Señor! Ciertamente él nos arrebató, pero
nos sanará; nos hirió, pero vendará nuestras heridas (Os 6:1).
Mateo 8:7
Jesús le dijo: «Iré a sanarlo» (Mt 8:7).
Santiago 5:14-15
¿Hay entre ustedes algún enfermo? Que se llame a los ancianos de la iglesia,
para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. La oración
de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha
pecado, sus pecados le serán perdonados (Stg 5:14-15).
1 Pedro 2:24
Él mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados al madero, para que nosotros,
muertos ya al pecado, vivamos para la justicia. Por sus heridas fueron
ustedes sanados (1 Pe 2:24).
3 Juan 2
Amado, deseo que seas prosperado en todo, y que tengas salud, a la vez que
tu alma prospera (3 Jn 2).